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Es sobre todo en la primera mitad del siglo XIX en la que, paralelo al crecimiento sin
precedentes de las ciudades y dada la necesidad de encontrar perspectivas desde las que
lidiar con él, surge el urbanismo utópico, fuertemente ligado al socialismo y de la mano
de autores como Owen, Fourier o Cabet. La influencia de este pensamiento, así como
cualquier elaboración teórica sobre una ciudad deseable es mayormente exigua, salvo
quizá por el caso de Arturo Soria. En cualquier caso, la existencia de este pensamiento
nos demuestra que existía una preocupación en las élites por el crecimiento urbano.
1
Terán, Fernando de (1999). Historia del Urbanismo en España III: Siglos XIX y XX. Cátedra, Madrid.
2
Gaspar Fernández Cuesta. Crecimiento urbano y modernización en España entre 1857 y 1900
Arturo Soria, geómetra y urbanista creador de la ciudad
lineal como modelo de organización de la ciudad siguiendo el lema «en la Ciudad Lineal,
a cada familia una casa, en cada casa una huerta y un jardín». Fue presentado en 1885 y
aplicado hasta principios del siglo XX. La ciudad en la que se aplicó este modelo, y un
ejemplo muy paradigmático de crecimiento sin precedentes en nuestro país es la villa de
Madrid, que tuvo que plantearse el problema de acondicionar la ciudad a las nuevas
necesidades que el progreso tecnológico demandaba.
En el urbanismo de principios del XIX predominó el carácter expansionista (ensanche de
poblaciones) frente al de remodelación de ciudades. Se trataba, en un principio, de crear
nuevos espacios urbanos para acomodar a las nuevas clases burguesas, al tiempo que
evitaban la ubicación de industrias en el centro de las ciudades, y se daba una solución al
problema de la carestía de viviendas.
Es más que evidente la influencia que tuvieron los nuevos transportes en las redes
urbanas. El ferrocarril empezó a establecerse en la Península a lo largo de la segunda
mitad del siglo, especialmente en Cataluña.
También es imprescindible hablar de migraciones internas, cuyo carácter tornó definitivo
y a gran escala a partir del último tercio del siglo XIX, cobrando el nombre de éxodo
rural, que no amainaría hasta la guerra civil. lo cierto es que algunos lugares concretos
como Barcelona, Madrid y Vizcaya se convirtieron ya a finales de siglo en destacables
polos de atracción.