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ÍNDICE CON ENLACES

Domingo 31 de MARZO Resurrección de Nuestro Señor 5


Lunes 1 de abril
................................................................................ 10
Martes 2 de abril
.............................................................................. 15
Miércoles 3 de abril
........................................................................ 20 Jueves 4
de abril ...............................................................................
26 Viernes 5 de abril
............................................................................. 31
Sábado 6 de abril
............................................................................. 36
Domingo 7 de abril Segunda semana de Pascua ..............
41 Lunes 8 de abril Solemn. de la Anunciación del Señor ..
46 Martes 9 de abril
.............................................................................. 52
Miércoles 10 de abril
..................................................................... 57 Jueves 11
de abril ............................................................................
62 Viernes 12 de abril
.......................................................................... 67 Sábado
3
13 de abril
Viernes 19 de abril
........................................................................102 Sábado
20 de abril
.........................................................................107
Domingo 21 de abril Cuarta semana de Pascua
..............112 Lunes 22 de abril
...........................................................................117
Martes 23 de abril
.........................................................................122
Miércoles 24 de abril Fiesta de San Marcos, evan.
........127 Jueves 25 de abril Fiesta de San Isidoro de
Sevilla .......132 Viernes 26 de abril
........................................................................137 Sábado
27 de abril
.........................................................................142
Domingo 28 de abril Quinta semana de
Pascua..............147 Lunes 29 de abril
...........................................................................152 Notas
............................................................................................
........157

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31MARZO

Domingo de Resurrección de Nuestro Señor


Jesucristo

1. Una Noche única. 2. Recuerdos de nuestro Bautismo. 3.


Una tumba vacía.
1. Hoy hemos comenzado por la noche, con la Vigilia
pascual, la vigilia de las vigilias, el centro de la vida cristiana.
¿Qué es en verdad lo que celebramos en esta Noche Santa? La
Iglesia nos lo explica a través de todos los ritos de esta
celebración solemne. «¡Qué noche tan dichosa! Solo ella
conoció el momento en que Cristo resucitó de entre los
muertos. Esta es la noche de la que estaba escrito: “Será la
noche clara como el día, la noche iluminada por mi gozo”».
Posiblemente hemos comenzado fuera, o en la puerta de la
iglesia, con la bendición del fuego; dentro, todo oscuridad,
signo del pecado y de la muerte. La entrada procesional del
cirio —signo de Cristo— ha ido iluminando, con la
transmisión de la luz a través de las velitas, todo el templo.
«Luz de Cristo, demos gracias a Dios», repetido tres veces, ha
llenado nuestro interior de una íntima alegría.
A continuación, el pregón, cantado, más bien gritado a los
cuatros vientos; la Iglesia rompe el silencio de la noche, para
anunciar su gran mensaje: ¡Jesucristo ha resucitado de entre
los muertos! El texto del pregón, junto con la larga serie de
lecturas que hoy se proponen, van recorriendo la historia de la
salvación, narrando cómo esta Noche había sido ya

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

prefigurada en el Antiguo Testamento: «Porque él ha pagado


por nosotros al eterno Padre la deuda de Adán y, derramando
su sangre, canceló el recibo del antiguo pecado. Porque estas
son las fiestas de Pascua, en las que se inmola el verdadero
Cordero, cuya sangre consagra las puertas de los fieles. Esta es
la noche en que sacaste de Egipto a los israelitas, nuestros
padres, y los hiciste pasar a pie el mar Rojo». Se ha cumplido la
promesa, nosotros estamos viviendo la realidad que aquellas
imágenes simbolizaban.
«Esta es la noche en que la columna de fuego esclareció las
tinieblas del pecado. Esta es la noche en que, por toda la tierra,
los que confiesan su fe en Cristo son arrancados de los vicios
del mundo y de la oscuridad del pecado, son restituidos a la
gracia y son agregados a los santos.
Esta es la noche en que, rotas las cadenas de la muerte,
Cristo asciende victorioso del abismo. ¿De qué nos serviría
haber nacido si no hubiéramos sido rescatados?». Gracias,
Jesús, tu amor por mí quedaría incompleto si solo me hubieras
creado; además me posibilitas con la sobreabundancia de tu
gracia mi felicidad aquí en la tierra y luego el cielo para
siempre.
2. Es una Noche —un Día— para rezar, para exultar.
Verdaderamente hemos de profundizar en el Misterio de la
Resurrección, quicio absoluto de nuestra fe. «¡Qué asombroso
beneficio de tu amor por nosotros! ¡Qué incomparable ternura
y caridad! ¡Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo!
Necesario fue el pecado de Adán, que ha sido borrado por la
muerte de Cristo. ¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!».
Pasmarnos ante estas afirmaciones que escuchamos: valemos
toda la Sangre de Jesús. El Padre no escatimó en amor para

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

salvarnos, colocándonos en el lugar destinado para nosotros


antes de la creación del mundo: la santidad.
Se cantan solemnes el Gloria y el Aleluya, himnos de fiesta
y alegría; el primero, acompañado del repique de campanas. El
Evangelio nos narra el acontecimiento histórico y cierto de la
Resurrección de Jesús. Y tras la homilía, la bendición del agua
y la renovación de las promesas del Bautismo. «Sí, renuncio»
resuena atronadora la respuesta en nuestras iglesias;
renunciamos al pecado, hacemos el firme propósito de luchar
contra las tentaciones, proponemos no volver a caer en las
garras del enemigo… Pero no lo hacemos solos; a
continuación, afirmamos otras tres veces nuestra fe en la
Santísima Trinidad. «Sí, creo», más fuerte y poderoso que las
tres anteriores. La Resurrección de Cristo nos otorga una
fuerza sobrenatural, con Él podemos —como los discípulos,
hijos de Boanerges…—.
Y recordamos nuestro Bautismo, el inicio de nuestra
filiación divina, el comienzo de nuestra adhesión a la Santa
Iglesia. Mientras el sacerdote va rociando con agua a los fieles
presentes, es un buen momento para renovar nuestro interior:
«Gracias, Dios mío, por el don de la fe. Haz que nunca me
aparte de Ti. Que viva y muera como un hijo fiel en el seno de
mi Madre, la Iglesia». Y continúa la Misa como siempre… pero
esta Noche es distinta.
3. Aquellas mujeres que nos narra el Evangelio
«encuentran la tumba vacía, el cuerpo de Jesús no está allí,
algo nuevo ha sucedido, pero todo esto todavía no queda nada
claro: suscita interrogantes, causa perplejidad, pero sin
ofrecer una respuesta. Y he aquí dos hombres con vestidos
resplandecientes, que dicen: “¿Por qué buscáis entre los
muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado”. Lo que era

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

un simple gesto, algo hecho ciertamente por amor —el ir al


sepulcro—, ahora se transforma en acontecimiento, en un
evento que cambia verdaderamente la vida. Ya nada es como
antes, no solo en la vida de aquellas mujeres, sino también en
nuestra vida y en nuestra historia de la humanidad. Jesús no
está muerto, ha resucitado, es el Viviente. No es simplemente
que haya vuelto a vivir, sino que es la vida misma, porque es el
Hijo de Dios, que es el que vive. Jesús ya no es del pasado, sino
que vive en el presente y está proyectado hacia el futuro, Jesús
es el “hoy” eterno de Dios. Así, la novedad de Dios se presenta
ante los ojos de las mujeres, de los discípulos, de todos
nosotros: la victoria sobre el pecado, sobre el mal, sobre la
muerte, sobre todo lo que oprime la vida, y le da un rostro
menos humano. Y este es un mensaje para mí, para ti, querida
hermana y querido hermano. Cuántas veces tenemos
necesidad de que el Amor nos diga: ¿Por qué buscáis entre los
muertos al que está vivo? Los problemas, las preocupaciones
de la vida cotidiana tienden a que nos encerremos en nosotros
mismos, en la tristeza, en la amargura…, y es ahí donde está la
muerte. No busquemos ahí a Aquel que vive. Acepta entonces
que Jesús Resucitado entre en tu vida, acógelo como amigo,
con confianza: ¡Él es la vida! Si hasta ahora has estado lejos de
él, da un pequeño paso: te acogerá con los brazos abiertos. Si
eres indiferente, acepta arriesgar: no quedarás decepcionado.
Si te parece difícil seguirlo, no tengas miedo, confía en él, ten la
seguridad de que él está cerca de ti, está contigo. Te dará la
paz que buscas y la fuerza para vivir como él quiere»[1].

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

EVANGELIO
San Juan 20, 1-9

El primer día de la semana, María Magdalena fue al


sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa
quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón
Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo:
—«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo
han puesto». Salieron Pedro y el otro discípulo camino del
sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría
más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y,
asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó
también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio
las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto
la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un
sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que
había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta
entonces no habían entendido la Escritura: que él había de
resucitar de entre los muertos.

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Lunes 1 de Abril

1. Una Fiesta de ocho días. 2. Encontrarnos con Jesús. 3. Un


viaje a Galilea.
1. Como sucede con el Nacimiento, la Solemnidad de la
Resurrección de Jesucristo se prolonga a lo largo de toda la
semana, lo que llamamos la «Octava de Pascua»; una misma
Fiesta en ocho días. Por eso leeremos en la liturgia los textos
evangélicos donde se nos narran las apariciones del
Resucitado en el propio día de Pascua. Procuremos disponer
nuestro corazón y nuestra mente para no caer en el
convencionalismo del «ya lo sabemos», sino para poder
sintonizar con los sentimientos de Magdalena, de Pedro, de
Juan, de los discípulos que van camino de Emaús.
«Las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro;
llenas de miedo y de alegría, corrieron a anunciarlo a los
discípulos». Habían salido de Jerusalén temprano, dispuestas a
embalsamar el cuerpo del Maestro (curioso pensar por qué la
Virgen no les acompaña… Silencio de María, seguridad de
María, ¡Fe!) y al llegar ven el sepulcro abierto, los Ángeles que
transmiten la noticia y salen corriendo. Ya nada las retiene allí,
al contrario, han sido constituidas en apóstoles; deben
transmitir esa Noticia. Están llenas de miedo, no saben qué les
espera, algo novedoso, no tienen experiencia a la que
agarrarse, quizá todavía no acaban de creerse lo que les ha
sucedido hace pocos instantes. Y a la vez, llenas de alegría, el

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

Amor ha vencido a la muerte, todas las promesas se han


cumplido, verdaderamente Jesús es el Mesías.
Es normal, a veces, tener miedo, sentir respeto ante lo que
Dios pueda pedirnos o al experimentar la responsabilidad de
nuestra vocación cristiana. ¡Dios nunca deja de
sorprendernos! Y, si lo hiciera, es que lo estamos buscando
donde no está, o estamos siguiendo a un dios con minúscula.
Pero a la vez, si nuestro deseo de santidad, de amistad con
Jesús es sincero, no nos faltará a nosotros tampoco esa alegría
que brota de la cercanía con Jesús. Atrás quedan las escenas de
los días pasados, las lágrimas, las desesperanzas… ¡No está en
el sepulcro, ha resucitado! No debemos considerar de manera
superficial esta afirmación: «el que murió ha resucitado». Esta
verdad no puede quedar encerrada en los cuatro muros de
nuestro entendimiento y de nuestra realidad personal, sino
que debe envolver transversalmente toda nuestra vida y
convertirse en el motor de nuestro apostolado. ¿Qué es hacer
apostolado sino recordar a los que tienes cerca —familia,
trabajo, amigos, gente con la que te cruzas— que Jesús está
vivo? Con tu conducta y, a veces, con tu palabra.
2. Y, como a aquellas mujeres, Jesús también saldrá a
nuestro encuentro en medio de nuestro trabajo, de nuestra
familia o en un rato de oración. Las santas mujeres abandonan
corriendo el sepulcro. También a nosotros nos pueden las
prisas, el trabajo para antes de ayer, la vertiginosa vida de una
ciudad o una empresa, el estrés de no llegar a todo… y en
medio de aquella carrera de vuelta «Jesús les salió al
encuentro y les dijo: “Alegraos”».
La alegría, fruto de la paz que proviene de nuestra filiación
divina, debe ser siempre una característica de la vida cristiana,
aunque muchas veces por nuestro acelerado ritmo de vida no

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

nos demos cuenta. ¿Te has preguntado alguna vez, en tu


examen de conciencia, por cómo vives esta virtud? Quizá
aquellas mujeres, todavía mudas por la impresión de no
encontrar el cuerpo de Jesús, la aparición de los ángeles y sus
mensajes, llevaban cierta cara seria y de preocupación. Incluso
a lo mejor algún gesto de tristeza o decepción se reflejaba en
su rostro; «¡Alegraos!».
Es el mensaje de la Pascua, el mensaje genuinamente
cristiano, el de la auténtica alegría que brota de la
Resurrección; la alegría cristiana no depende de cómo vayan
las circunstancias, no depende de fuera, sino de dentro.
Ahora ya están seguras, sus propios ojos están viendo a
Jesús vivo delante de ellas; tú y yo también lo hemos visto
muchas veces, y con la misma seguridad que ellas. Párate en
estos días, aunque sea por un momento, delante de Jesús
resucitado, vivo, real, y contempla su Rostro, sus manos
llagadas, su corazón traspasado… y luego no podrás callarte —
como aquellos discípulos— en la universidad, en tu empresa,
en la calle, con tus amigos, lo que has visto.
3. Pero, además, Jesús les da un mensaje concreto: «Id a
comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán»;
pero ese se convierte en un mensaje para todos los cristianos
de todos los tiempos. «Galilea es el lugar de la primera
llamada, donde todo empezó. Volver allí, volver al lugar de la
primera llamada. Jesús pasó por la orilla del lago, mientras los
pescadores estaban arreglando las redes. Los llamó, y ellos lo
dejaron todo y lo siguieron.
Volver a Galilea quiere decir releer todo a partir de la cruz
y de la victoria; sin miedo, “no temáis”. Releer todo: la
predicación, los milagros, la nueva comunidad, los
entusiasmos y las decepciones, hasta la traición; releer todo a

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

partir del final, que es un nuevo comienzo, de este acto


supremo de amor.
También para cada uno de nosotros hay una “Galilea” en el
comienzo del camino con Jesús. “Ir a Galilea” tiene un
significado bonito, significa para nosotros redescubrir nuestro
bautismo como fuente viva, sacar energías nuevas de la raíz de
nuestra fe y de nuestra experiencia cristiana. Volver a Galilea
significa sobre todo volver allí, a ese punto incandescente en
que la gracia de Dios me tocó al comienzo del camino. Con esta
chispa puedo encender el fuego para el hoy, para cada día, y
llevar calor y luz a mis hermanos y hermanas. Con esta chispa
se enciende una alegría humilde, una alegría que no ofende el
dolor y la desesperación, una alegría buena y serena.
En la vida del cristiano, después del bautismo, hay también
otra “Galilea”, una “Galilea” más existencial: la experiencia del
encuentro personal con Jesucristo, que me ha llamado a
seguirlo y participar en su misión. En este sentido, volver a
Galilea significa custodiar en el corazón la memoria viva de
esta llamada, cuando Jesús pasó por mi camino, me miró con
misericordia, me pidió seguirlo; volver a Galilea significa
recuperar la memoria de aquel momento en el que sus ojos se
cruzaron con los míos, el momento en que me hizo sentir que
me amaba.
Hoy, en esta noche, cada uno de nosotros puede
preguntarse: ¿Cuál es mi Galilea? Se trata de hacer memoria,
regresar con el recuerdo. ¿Dónde está mi Galilea? ¿La
recuerdo? ¿La he olvidado? Búscala y la encontrarás (…)»[2].
El evangelio es claro: es necesario volver allí, para ver a
Jesús resucitado, y convertirse en testigos de su resurrección.
No es un volver atrás, no es una nostalgia. Es volver al primer

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

amor, para recibir el fuego que Jesús ha encendido en el


mundo, y llevarlo a todos.

EVANGELIO
San Mateo 28, 8-15

En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del


sepulcro; impresionadas y llenas de alegría, corrieron a
anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al
encuentro y les dijo: —«Alegraos». Ellas se acercaron, se
postraron ante él y le abrazaron los pies. Jesús les dijo: —«No
tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a
Galilea; allí me verán». Mientras las mujeres iban de camino,
algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los
sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los
ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una
fuerte suma, encargándoles: —«Decid que sus discípulos
fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros
dormíais. Y, si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos
lo ganaremos y os sacaremos de apuros». Ellos tomaron el
dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia
se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

Martes 2 de Abril

1. Existe un miedo bueno. 2. Diálogo de amor. 3. Las mujeres


en la delantera.
1. Volvemos a la mañana de Pascua, el resto de mujeres ha
abandonado el sepulcro, pero María Magdalena ha preferido
quedarse, no puede separarse de allí; es lo único que le queda:
el lugar donde reposó el cuerpo de Jesús. Es el amor lo que la
detiene delante de aquella gruta fría y vacía; es el amor lo que
arranca esas lágrimas. No encuentra consuelo. Vuelve,
entonces, a introducirse en el sepulcro, como si quisiera fijar
en sus retinas aquella imagen para no olvidarla nunca, o como
si pensara que todo había sido un sueño y pudiera volver a ver
allí el cuerpo de Jesús.
«Y vio a dos ángeles, vestidos de blanco, sentado uno a la
cabecera y otro a los pies donde había estado el cuerpo de
Jesús». Un ángel había consolado también al Maestro durante
su agonía en Getsemaní —como aparece también varias veces
en el Antiguo Testamento—, y aparecen otros dos ahora con
esa misión de consoladores. «Mujer, ¿por qué lloras?».
Comienza un diálogo terreno-celeste. Y Magdalena, confiesa,
se desahoga abiertamente: «Porque se han llevado a mi Señor
y no sé dónde lo han puesto». Cuánta envidia deben de
producirnos esas lágrimas, fruto del amor y de la separación
del amado. Me recuerdan a las lágrimas de Pedro, a las de
Agustín, a las de tantos santos que a lo largo de la historia han
percibido la distancia entre lo que Dios les daba y cómo ellos

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

correspondían. Esas lágrimas muchas veces no tienen que ser


físicas, pero sí tan reales como aquellas, por nuestro deseo de
corresponder al amor de Jesús.
Este es el auténtico don del temor de Dios que nos otorga
el Espíritu Santo, no es tener miedo a Dios, sino el auténtico
dolor —que brota del amor— de no querer ofenderlo. Es el
amor lo que ha de mover nuestra vida: el amor de Dios hacia
nosotros y nuestro amor hacia Dios.
Cuando examinamos nuestra conciencia, muchas veces nos
centramos únicamente en lo que hacemos mal, como si se
tratara de incumplir un código, cuando lo que está detrás
siempre es una falta de amor a un amor incondicional de Dios.
Pidamos en este rato de oración que se nos pegue algo de este
amor apasionado de María Magdalena: porque Jesús era el
centro de su vida, lloró su ausencia; si a nosotros no nos
sucede eso cuando pecamos, a lo mejor es que amamos poco…
2. «Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía
que era Jesús». Inundada de dolor, nublados sus ojos por las
lágrimas, no lo reconoce; las propiedades del Cuerpo glorioso
le hacen pasar desapercibido. Qué fácil se nos hace
comprender a María Magdalena. También el Señor pasa
muchas veces junto a nosotros, está a nuestro lado, pero no
nos damos cuenta. Metidos en nuestros problemas, nuestros
agobios, nuestras preocupaciones, etc., somos también
incapaces de reconocerlo. La suerte, la casualidad, el azar son
nombres con los que sepultamos la acción providente de Dios
en nuestra vida cotidiana.
Confundiéndolo con el hortelano, y responsabilizándolo de
la desaparición del cuerpo de Jesús, vuelve María Magdalena a
manifestar su agobio: «Señor, si tú te lo has llevado, dime
dónde lo has puesto y yo lo recogeré». A ella solo le preocupa

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

recuperarlo, el amor es más fuerte que la muerte, solo le


queda un cuerpo y no quiere perderlo. ¡Jesús, yo tampoco
quiero perderte por el pecado mortal, y, si por debilidad
cayera, quisiera volver pronto a tus brazos por una sincera
confesión!
Entonces tiene lugar un diálogo divino-humano. En cierto
modo recuerda al diálogo del Paraíso en el momento de la
creación: «Jesús le dice: “¡María!”. Ella se vuelve y le dice:
“¡Rabbuni!”, que significa “¡Maestro!”». ¿Cómo se produce ese
reconocimiento? ¿Por el timbre de voz? ¿Por la forma de
pronunciar su nombre? ¿Por la calidez de sus palabras? Es
Dios llamando a su criatura, el Señor llamando a su sierva, el
Amor dirigiéndose a la persona que le ama.
Dios sabe nuestro nombre, nuestro apelativo familiar si lo
tenemos. Solo Él es capaz de sacarnos de la postración del
pecado, de la desidia o de la pereza que nos ataca, a veces,
para las cosas de Dios. Solo Él tiene la fuerza que necesitamos
para vivir con plenitud. Nuestro nombre en sus labios es la
historia de toda nuestra vida, oír pronunciar nuestro nombre
en labios de Dios es volver a recibir la gracia de la redención:
«Te he redimido, te he llamado por tu nombre, tú eres mío»,
había dicho el Señor por boca del profeta Isaías.
Considéralo despacio: somos de Dios. Nos mira y nos
quiere. Conoce nuestro nombre porque nos quiere, ¡y mucho
más que el nombre: nos conoce por dentro y por fuera! Insisto:
somos suyos.
3. Después de ese encuentro, «María la Magdalena fue y
anunció a los discípulos: “He visto al Señor y ha dicho esto”».
«¡Qué bonito es pensar que la primera aparición del
Resucitado —según los Evangelios— sucedió de una forma tan
personal! Que hay alguien que nos conoce, que ve nuestro

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

sufrimiento y desilusión, que se conmueve por nosotros, y nos


llama por nuestro nombre. Es una ley que encontramos
esculpida en muchas páginas del Evangelio. En torno a Jesús
hay muchas personas que buscan a Dios; pero la realidad más
prodigiosa es que, mucho antes, está, sobre todo, Dios que se
preocupa por nuestra vida, que la quiere revivir, y para hacer
esto nos llama por nuestro nombre, reconociendo el rostro
personal de cada uno. Cada hombre es una historia de amor
que Dios escribe en esta tierra. Cada uno de nosotros es una
historia de amor de Dios. A cada uno de nosotros Dios nos
llama por el propio nombre: nos conoce por el nombre, nos
mira, nos espera, nos perdona, tiene paciencia con nosotros.
¿Es verdad o no es verdad? Cada uno de nosotros experimenta
esto.
(…) Jesús no es uno que se adapta al mundo, tolerando que
en él perduren la muerte, la tristeza, el odio, la destrucción
moral de las personas… Nuestro Dios no es inerte, sino que
nuestro Dios —me permito la palabra— es un soñador: sueña
la transformación del mundo, y la ha realizado en el misterio
de la Resurrección.
Y así esa mujer, que antes de encontrar a Jesús estaba a
merced del maligno, ahora se ha convertido en apóstol de la
nueva y más grande esperanza. Su intercesión nos ayude a
vivir también a nosotros esta experiencia: en la hora del llanto
y del abandono, escuchar a Jesús Resucitado que nos llama por
nuestro nombre, y con el corazón lleno de alegría ir y
anunciar: “¡He visto al Señor!”. ¡He cambiado de vida porque
he visto al Señor! Ahora soy distinto que antes, soy otra
persona. He cambiado porque he visto al Señor. Esta es
nuestra fuerza y esta es nuestra esperanza»[3].

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

EVANGELIO
San Juan 20, 11-18

En aquel tiempo, fuera, junto al sepulcro, estaba María,


llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos
ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro
a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le
preguntan: —«Mujer, ¿por qué lloras?». Ella les contesta: —
«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han
puesto». Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero
no sabía que era Jesús. Jesús le dice: —«Mujer, ¿por qué
lloras?, ¿a quién buscas?». Ella, tomándolo por el hortelano, le
contesta: —«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has
puesto y yo lo recogeré». Jesús le dice: —«¡María!». Ella se
vuelve y le dice: —«¡Rabbuni!», que significa: «¡Maestro!».
Jesús le dice: —«Suéltame, que todavía no he subido al Padre.
Anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre
vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”». María Magdalena fue y
anunció a los discípulos: —«He visto al Señor y ha dicho esto».

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MIERCOLES 3 DE ABRIL

1. Podíamos haber sido nosotros. 2. Jesús, Maestro paciente.


3. Un encuentro eucarístico.
1. ¿Qué sucedió en Jerusalén entre el viernes por la tarde y
las primeras horas del domingo? Todo el mundo comentaría
los acontecimientos, la mayoría para ratificar su posición:
«¿Veis? Está muerto. ¿Dónde quedan sus promesas y sus
milagros?, ha terminado todo». Estas palabras se clavarían en
el corazón de los discípulos, pocos quizá, que todavía le habían
acompañado. Ante la muerte de Jesús, todo se revuelve, el
sentido de la vida se cuestiona: ¿ha merecido la pena estos dos
o tres años que llevábamos siguiendo al Maestro? Ha muerto
como todos, y nosotros ¿qué? Ellos se habían fiado de Jesús,
pero todo aquello parece desmoronarse; habían creído en su
palabra, pero esta había sido silenciada por la muerte.
Esto es lo que les debió de pasar a los dos personajes del
evangelio de hoy. «Aquel mismo día, el primero de la semana,
dos discípulos de Jesús iban andando a una aldea llamada
Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban
comentando todo lo que había sucedido». Estos primeros
versículos ponen de manifiesto el valor de la amistad, dos
amigos que no hablan de superficialidades, que no están
juntos simplemente porque se lo pasan bien, sino que
comparten lo que verdaderamente les importa o sucede por
dentro; van hablando de sus cosas: la decepción sufrida, la

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

sensación de haberse embarcado en un sueño truncado, la


duda ante un futuro incierto…
Y es en medio de esa conversación donde el Maestro se
hace presente. «Mientras conversaban y discutían, Jesús en
persona se acercó y se puso a caminar con ellos». ¿Dónde está
Dios? Esta es la pregunta que muchos se hacen ante el
sufrimiento y la muerte, ante circunstancias que no acaban de
comprender; ¡Dios está junto a nosotros! Llora con nosotros,
sufre con nosotros, pelea con nosotros.
Ellos le toman por un caminante cualquiera y se inicia una
conversación. Desahogan su corazón con Él, y les consuela. No
se dan cuenta hasta un poco más tarde: «¿No ardía nuestro
corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba
las Escrituras?». No son inmediatos los frutos de la gracia de
Dios en nosotros; hay algo a lo que no acabamos de
acostumbrarnos: a la paciencia de Dios.
Jesús, que nunca olvide que estás junto a mí, que aprenda a
desahogarme contigo, que experimente la fuerza de tu palabra
y de tu presencia. ¡No tengo derecho a sentirme solo, atraviese
la circunstancia que sea!
2. Paciencia de Jesús, «Y, comenzando por Moisés y
siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en
todas las Escrituras». Jesús, pedagogo divino, se pone a su
altura y va desgranando las profecías y pasajes del Antiguo
Testamento. Poco a poco se van disipando sus miedos y sus
dudas; y sin darse cuenta la paz inunda su corazón; aquello
que antes se les presentaba insuperable cae vertiginosamente.
Todos nosotros experimentamos la necesidad de ser
acompañados por alguien que por su misión y experiencia nos
ayude a levantar la mirada, a realizar nuestros ideales, a
indicarnos el camino, en un clima de completa libertad y

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

confianza. La dirección espiritual, el acompañamiento


espiritual o como se quiera llamar se convierte en un elemento
insustituible en el camino de nuestra santidad. No podemos ir
solos, enseguida surgirá el peligro de autoengañarnos, de
reducir todo a nuestros problemas, de no ver más allá de
nuestros sucesos. Mientras que, si nos dejamos acompañar,
nos irán iluminando caminos que pensábamos que eran
oscuros, pondrán nuevas metas a nuestra cabeza y nuestro
corazón, nos fortalecerán ante las caídas y nos empujarán a la
acción.
Esa relación será, en cierto modo, desproporcionada; no
somos dos amigotes que caminan juntos; sino que uno
acompaña a otro y le muestra un camino que o bien él ha
recorrido antes, o que con las luces del Espíritu Santo y su
experiencia puede señalarle. Quizá sería bueno rezar hoy por
todas esas personas que a lo largo de nuestra vida cristiana
nos han ayudado a escuchar y secundar la acción de Dios; y
también para plantearnos cómo estamos viviendo este medio
fabuloso que la Iglesia pone en nuestras manos en orden a
nuestra santidad, que es el acompañamiento espiritual.
3. «Los dos discípulos de Emaús, tras haber reconocido al
Señor, “se levantaron al momento” para ir a comunicar lo que
habían visto y oído. Cuando se ha tenido verdadera
experiencia del Resucitado, alimentándose de su cuerpo y de
su sangre, no se puede guardar la alegría solo para uno mismo.
El encuentro con Cristo, profundizado continuamente en la
intimidad eucarística, suscita en la Iglesia y en cada cristiano
la exigencia de evangelizar y dar testimonio. “Cada vez que
coméis de este pan y bebéis de la copa, proclamaréis la muerte
del Señor, hasta que vuelva”. El Apóstol relaciona íntimamente
el banquete y el anuncio: entrar en comunión con Cristo en el

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

memorial de la Pascua significa experimentar al mismo tiempo


el deber de ser misioneros del acontecimiento actualizado en
el rito. La despedida al finalizar la Misa es como una consigna
que impulsa al cristiano a comprometerse en la propagación
del Evangelio y en la animación cristiana de la sociedad.
La Eucaristía no solo proporciona la fuerza interior para
dicha misión, sino también, en cierto sentido, su proyecto. En
efecto, la Eucaristía es un modo de ser que pasa de Jesús al
cristiano y, por su testimonio, tiende a irradiarse en la
sociedad y en la cultura. Para lograrlo, es necesario que cada
fiel asimile, en la meditación personal y comunitaria, los
valores que la Eucaristía expresa, las actitudes que inspira, los
propósitos de vida que suscita.
Un elemento fundamental de este “proyecto” aparece ya en
el sentido mismo de la palabra “eucaristía”: acción de gracias.
En Jesús, en su sacrificio, en su “sí” incondicional a la voluntad
del Padre, está el “sí”, el “gracias”, el “amén” de toda la
humanidad. La Iglesia está llamada a recordar a los hombres
esta gran verdad. Es urgente hacerlo sobre todo en nuestra
cultura secularizada, que respira el olvido de Dios y cultiva la
vana autosuficiencia del hombre. Encarnar el proyecto
eucarístico en la vida cotidiana, donde se trabaja y se vive —
en la familia, la escuela, la fábrica y en las diversas condiciones
de vida—, significa, además, testimoniar que la realidad
humana no se justifica sin referirla al Creador: “Sin el Creador,
la criatura se diluye”. Esta referencia trascendente, que nos
obliga a un continuo “dar gracias” —justamente a una actitud
eucarística— por todo lo que tenemos y somos, no perjudica la
legítima autonomía de las realidades terrenas, sino que la
sitúa en su auténtico fundamento, marcando al mismo tiempo
sus propios límites.

23
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

(…) Tenemos ante nuestros ojos los ejemplos de los santos,


que han encontrado en la Eucaristía el alimento para su
camino de perfección. Cuántas veces han derramado lágrimas
de conmoción en la experiencia de tan gran misterio y han
vivido indecibles horas de gozo “nupcial” ante el Sacramento
del altar. Que nos ayude sobre todo la Santísima Virgen, que
encarnó con toda su existencia la lógica de la Eucaristía»[4].

EVANGELIO
San Lucas 24, 13-35

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el


primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante
unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que
había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en
persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos
no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo: —«¿Qué
conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».
Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se
llamaba Cleofás, le replicó: —«¿Eres tú el único forastero en
Jerusalén, que no sabe lo que ha pasado allí estos días?». Él les
preguntó: —«¿Qué?». Ellos le contestaron: —«Lo de Jesús el
Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras,
ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos
sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte,
y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro
liberador de Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto.
Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han

24
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no


encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían
visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que
estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al
sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres;
pero a él no lo vieron». Entonces Jesús les dijo: —«¡Qué necios
y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No
era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su
gloria?». Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los
profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.
Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir
adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo: —«Quédate con
nosotros, porque atardece y el día va de caída». Y entró para
quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan,
pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les
abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció. Ellos
comentaron: —«¿No ardía nuestro corazón mientras nos
hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?». Y,
levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde
encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que
estaban diciendo: —«Era verdad, ha resucitado el Señor y se
ha aparecido a Simón». Y ellos contaron lo que les había
pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el
pan.

25
JUEVES 4 DE ABRIL

1. Escuela de mansedumbre. 2. Realismo de una


Resurrección. 3. Unas credenciales con Sangre.
1. Aquellos dos discípulos vuelven sobre sus propios
pasos, les falta tiempo para volver corriendo a Jerusalén y
contar a los Once lo que les ha sucedido. Están encerrados en
el Cenáculo, puertas y ventanas clausuradas, tienen miedo de
que los judíos (sumos sacerdotes y fariseos) descubran que
están allí y los maten. Posiblemente utilizarían alguna
contraseña para hacerse reconocer. Por fin entran y allí se
enteran de que Simón también lo ha visto y algunos otros,
además de las santas mujeres a primera hora. Se atropellan, se
les traban las palabras, quieren contarlo todo sin ahorrar
detalle, les preguntan, los otros presentes van hilando cabos e
interrumpen haciendo preguntas. Y de pronto, en medio de
aquella conversación encendida, aparece Jesús.
Sí, está allí en medio de ellos; sin abrir la puerta ni las
ventanas, el susto es mayor; no solo está allí, sino cómo ha
entrado. Jesús, colocado en el centro —se habrá generado un
círculo improvisado en torno a Él—, va recorriendo con su
mirada amabilísima el rostro asustado de sus discípulos. Poco
a poco van destensándose, el gesto de la cara se relaja hasta
adquirir una sonrisa tranquila cuando escuchan a Jesús decir:
«Paz a vosotros».
Nos conmueve esta escena. Es la primera vez que el
Maestro se encuentra con todos sus discípulos desde el

26
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

prendimiento en Getsemaní. Todos tienen en su pecho el dolor


de la traición, de la huida cobarde en la noche del jueves; pero
por parte de Jesús no hay ningún reproche. «Paz a vosotros».
No les interroga por su actitud mezquina, no los humilla ni
busca una retracción pública, los ama y les desea la paz.
Palabras que se clavan en el alma de cada uno, también en
la nuestra, tantas veces turbada por problemas e
incertidumbres. Paz que solo Dios puede darnos, paz que no es
fruto de unos pactos de no agresión, sino un don del Príncipe
de la paz. Paz que no está fuera —aunque muchas veces la
busquemos afanosamente sin éxito—, paz interior, que brota
de nuestra conciencia de hijos de Dios. Paz que es compatible
con nuestra miseria, paz que es compatible con nuestros
errores y pecados. Paz que reestructura por dentro y nos da la
alegría de vivir.
Cada día escuchamos estas mismas palabras en la
celebración de la Santa Misa: «La paz del Señor esté con
vosotros»; cuántas veces había hablado a sus discípulos de esa
paz… ¡Corazón de Jesús, danos la paz!
2. Se asustan, no tienen experiencia de ver a un resucitado
y Jesús les muestra sus heridas, las llagas de las manos, los
pies y el costado se convierten en sus credenciales reales; no
son meras señales de un suplicio sufrido, sino signos
eminentes de un amor libremente demostrado. «Mirad mis
manos y mis pies, soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta
de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo
tengo». Y para probar más su realidad les pide algo de comer.
La Resurrección de Jesucristo no es una opinión, una forma
de hablar o una sensación: es una realidad. Es el quicio de
nuestra fe. Hay una misma identidad entre el que ha muerto

27
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

en la cruz y el que ha resucitado de entre los muertos, no son


dos personas distintas, ¡es el mismo!
Es la piedra angular del cristianismo: creer que Jesucristo
es Dios y ha resucitado de entre los muertos, luego vendrá el
resto —consecuencias necesarias de esa fe—, pero, si falta ese
principio básico, reducimos el cristianismo a una moral, un
comportamiento o unos ritos religiosos vacíos. Ese será el
núcleo también de la posterior predicación evangélica: «Así
estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los
muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la
conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos,
comenzando por Jerusalén».
Y mirando de nuevo a sus discípulos, atónitos todavía por
la aparición, les dice: «Vosotros sois testigos de esto». ¡Tú y yo
también hemos sido constituidos en testigos! También espera
el Señor de nosotros que anunciemos su muerte y
Resurrección con el ejemplo de una vida coherente, llena de
amor de Dios y, por ello, alegre y limpia.
3. «Después de este saludo, Jesús muestra a los discípulos
las llagas de las manos y del costado, signos de lo que sucedió
y que nunca se borrará: su humanidad gloriosa permanece
“herida”. Este gesto tiene como finalidad confirmar la nueva
realidad de la Resurrección: el Cristo que ahora está entre los
suyos es una persona real, el mismo Jesús que tres días antes
fue clavado en la cruz. Y así, en la luz deslumbrante de la
Pascua, en el encuentro con el Resucitado, los discípulos
captan el sentido salvífico de su pasión y muerte. Entonces, de
la tristeza y el miedo pasan a la alegría plena. La tristeza y las
llagas mismas se convierten en fuente de alegría. La alegría
que nace en su corazón deriva de “ver al Señor”. Él les dice de
nuevo: “Paz a vosotros”. Ya es evidente que no se trata solo de

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

un saludo. Es un don, el don que el Resucitado quiere hacer a


sus amigos, y al mismo tiempo es una consigna: esta paz,
adquirida por Cristo con su sangre, es para ellos, pero también
para todos nosotros, y los discípulos deberán llevarla a todo el
mundo (…). Queridos amigos, también hoy el Resucitado entra
en nuestras casas y en nuestros corazones, aunque a veces las
puertas están cerradas. Entra donando alegría y paz, vida y
esperanza, dones que necesitamos para nuestro renacimiento
humano y espiritual. Solo él puede correr aquellas piedras
sepulcrales que el hombre a menudo pone sobre sus propios
sentimientos, sobre sus propias relaciones, sobre sus propios
comportamientos; piedras que sellan la muerte: divisiones,
enemistades, rencores, envidias, desconfianzas, indiferencias.
Solo él, el Viviente, puede dar sentido a la existencia y hacer
que reemprenda su camino el que está cansado y triste.
(…) En conclusión, la experiencia de los discípulos nos
invita a reflexionar sobre el sentido de la Pascua para
nosotros. Dejémonos encontrar por Jesús resucitado. Él, vivo y
verdadero, siempre está presente en medio de nosotros;
camina con nosotros para guiar nuestra vida, para abrirnos los
ojos. Confiemos en el Resucitado, que tiene el poder de dar la
vida, de hacernos renacer como hijos de Dios, capaces de creer
y de amar. La fe en él transforma nuestra vida: la libra del
miedo, le da una firme esperanza, la hace animada por lo que
da pleno sentido a la existencia: el amor de Dios»[5].

29
EVANGELIO
San Lucas 24, 35-48

Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había


pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al
partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando se
presenta Jesús en medio de ellos y les dice: —«Paz a
vosotros». Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un
fantasma. Él les dijo: —«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué
surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies:
soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un
fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no
acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: —
«¿Tenéis ahí algo de comer?». Ellos le ofrecieron un trozo de
pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: —
«Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que
todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos
acerca de mí tenía que cumplirse». Entonces les abrió el
entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: —
«Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los
muertos al tercer día y en su nombre se predicará la
conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos,
comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».

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V IERNES 5 DE ABRIL
1. Siempre pescadores. 2. Una escena que se repite. 3. Un
encuentro deseado.
1. El evangelio de hoy no tiene ningún tipo de dato
cronológico ni topográfico, no sabemos cuándo ni dónde se
enmarca esta escena, solo sabemos que es en los días
posteriores a la Pascua. Se ve que los Apóstoles han perdido el
miedo —quizá obedeciendo al mandato de Jesús vuelven a
Galilea—; aburridos de estar parados, Pedro no puede más y
dice: «me voy a pescar». Es lo que sabe hacer, es lo que ha sido
siempre, así ha matado las horas durante muchos años de su
vida; posiblemente el mar le relaje, le haga olvidar los
acontecimientos pasados y encontrar cierta paz. Dios no está
reñido con el descanso, es tan necesario como el trabajo, para
luego poder rendir más; ¡qué necesitados estamos de
aprender a descansar de verdad! ¡A divertirnos sanamente!
Muchos todavía piensan que descansar es no hacer nada
(dormir infinidad de horas, tirarse en un sillón, matar las
horas…). Pero Pedro nos enseña que descansar es también
cambiar de actividad, hacer algo que nos guste y que nos sirva
para airear cuerpo y cabeza.
Tomás, Natanael, los Zebedeos y otros dos —no explicita
quiénes son y podríamos ser tú y yo— secundaron
animosamente la propuesta de su compañero; «¡Vamos!».
Prepararon la barca, repasaron las redes —con cuánta
emoción y recuerdos en su alma, Pedro volvía a poner sus

31
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

manos en la faena—, cargaron lo necesario y comenzaron la


travesía.
Posiblemente hubo un silencio inicial, después de tres años
volvían a faenar, y, aunque nunca se olvida, hay que volver a
coger las costumbres. El aire en sus rostros, el crepúsculo de la
tarde, el agua tranquila; separados ya lo suficiente de tierra
lanzan las redes y comienza la operación. Varias veces
repitieron el gesto, pero «aquella noche no pescaron nada».
Nos movemos en un mundo donde el criterio de juicio es la
pura eficiencia, la pregunta más manida el «para qué sirve» y
el criterio último de decisión, el provecho que saco. ¡Fracaso
apostólico que tanto nos enseña! ¿Perdieron el tiempo
aquellos siete hombres aquella noche? Creo rotundamente
que no; aquella decepción fue antesala de un encuentro; el
inicio de una historia de amor, y la reafirmación de una
misión.
Solos no pescaron nada. Solos no valemos para nada; los
modernos ideales de autosuficiencia y autorrealización se
presentan ante nuestros ojos como una panacea, pero nos
acaban sumergiendo en la tristeza. «Sin Mí no podéis nada»,
nos advierte el propio Jesús. «Señor, no solo que crea esto,
sino que lo viva».
2. Ya está comenzando a amanecer, una neblina densa hace
que apenas distingan las figuras que hay en la playa; por eso
les cuesta reconocer el aspecto de ese hombre que acaba de
aparecer y a gritos les pregunta: «Muchachos, ¿tenéis
pescado?». Típica pregunta marítima. Ellos se ven obligados a
manifestar con sinceridad su situación negando la pregunta.
«Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis», les
dice de manera enigmática. Quizá fruto del cansancio o del
sueño no se hacen más preguntas y ejecutan la orden recibida,

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

«La echaron y no podían sacarla, por la multitud de peces».


Sonrientes y felices, aquellos apóstoles se miran y comienzan a
tirar con todas sus fuerzas, los peces se amontonan entre
aquellas redes antes vacías, no dan crédito, siguen tirando y
acercándose a la orilla.
Pero entre ellos está Juan, el discípulo predilecto, el que
recostó su cabeza junto al pecho del Maestro en la última cena,
el que conoce las intimidades de su Maestro; hay algo que no
le cuadra.
No puede dejar de dar vueltas a la petición de echar la red
a la derecha, pero cuando ha visto el fruto sobreabundante de
esta pesca no lo duda y grita enfervorizado: «¡Es el Señor!», lo
ha reconocido. Quizá su timbre de voz le ha delatado; quizá
porque al discípulo amado le resultaba conocida la escena —
ya había sucedido al inicio de la misión apostólica—; o quizá
por todo un poco, pero le reconoce. También nosotros
debemos reconocer a Jesús muy cerca; a veces el demonio nos
presenta la tentación, no de negar su existencia, sino de que
está lejos, de que no podemos alcanzarle; y en parte es verdad
porque ¡es Él quien nos alcanza a nosotros!
Al oír esto Pedro, inmediatamente, se puso una túnica y se
lanzó al agua para llegar hasta tierra donde les esperaba Jesús.
Emoción de todos al ver el milagro, remolcan la barca y la
llevan a tierra, donde está el Maestro. Ha preparado un fuego
para asar los peces, ¡Jesús está pendiente de todo! Sale a su
encuentro en medio de algo tan trivial como es la pesca; Dios
nos espera a nosotros también en nuestro lugar de trabajo, de
descanso o con nuestra familia y amigos. Si abrimos los ojos, si
tenemos una mirada limpia —«Bienaventurados los limpios
de corazón porque ellos verán a Dios», había enseñado—, nos

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

encontraremos con Jesús. Si esto no es así, piensa que a lo


mejor tienes dentro un pequeño o gran obstáculo…
3. «Al final, todos alcanzan a Jesús, con una gran pesca. Allí
les espera una sorpresa. Jesús había pedido algo de comer: y
he aquí que Él mismo ha preparado comida, sobre unas brasas.
“Vieron unas brasas, con peces colocados sobre ellas, y pan”;
pero Jesús quiere que la comida sea un don recíproco, por eso
dice: “Traed ahora algunos de los peces que habéis pescado”.
Qué sugerentes son estos detalles… Nos hacen pensar en
nuestros encuentros eucarísticos diarios con Cristo. Jesús trae
un alimento cocido sobre un fuego de brasas, el fuego de su
pasión, el fuego del sufrimiento, el fuego del amor… Pero nos
pide que nosotros también llevemos algo: a la Misa tenemos
que llevar algo del pescado que hemos cogido gracias a las
sugerencias del Señor; es decir, tenemos que llevar los
humildes resultados de nuestra actividad diaria puesta al
servicio de nuestros hermanos. Entonces, Él vuelve a coger el
pan, suyo y nuestro, lo transforma en su Cuerpo y nos lo da;
coge el cáliz de las penas suyas y nuestras, da gracias, lo
transforma en su Sangre y nos lo da en comunión… Y, así,
manifiesta su presencia en nuestra vida diaria, de forma
discreta, pero profunda; así nos comunica cada día el amor de
su Corazón, para que podamos afrontar otra etapa de nuestro
itinerario con confianza y generosidad, en unión con Él y, por
tanto, en constante acción de gracias. Esta escena del
Evangelio parece que está hecha a propósito para inspirarnos
en nuestra vida diaria: cada día, tenemos que desear el
encuentro con Cristo resucitado, y reconocerlo con alegría»[6].

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EVANGELIO
San Juan 21, 1-14

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos


junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo,
Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos
discípulos suyos. Simón Pedro les dice: —«Me voy a pescar».
Ellos contestan: —«Vamos también nosotros contigo».
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada.
Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla;
pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: —
«Muchachos, ¿tenéis pescado?». Ellos contestaron: —«No». Él
les dice: —«Echad la red a la derecha de la barca y
encontraréis». La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla,
por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto
quería le dice a Pedro: —«Es el Señor». Al oír que era el Señor,
Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al
agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque
no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la
red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas, con un
pescado puesto encima, y pan. Jesús les dice: —«Traed de los
peces que acabáis de coger». Simón Pedro subió a la barca y
arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento
cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice: —«Vamos, almorzad». Ninguno de los discípulos
se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era
el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el
pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los
discípulos, después de resucitar de entre los muertos.

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

SÁBADO 6 DE ABRIL

1. El olvido de los evangelistas. 2. Aprender a buscar. 3.


Mirar hacia adelante.
1. Van terminándose estos días de Octava, y Marcos nos
resume en su evangelio de hoy las apariciones del Maestro
tras su Resurrección: «primero, a María Magdalena, de la que
había echado siete demonios (…). Después se apareció en
figura de otro a dos de ellos que iban caminando al campo (…).
Por último, se apareció Jesús a los Once».
No sé si durante estos días os habéis hecho una pregunta:
¿Dónde está la Virgen? ¿Por qué no se recoge ninguna
aparición personal? Los Evangelios nos omiten cualquier
referencia al respecto, pero ha sido una constante en los
autores espirituales reconocer que la primera aparición fue a
su Madre. San Ignacio de Loyola nos invita en sus Ejercicios
Espirituales a contemplar esta escena. Mientras, para el resto
de personajes, las apariciones fueron motivo de fe —
necesitaban ver—, para María, era una confirmación: Ella lo
sabía. «¿Cómo podría la Virgen, presente en la primera
comunidad de los discípulos, haber sido excluida del número
de los que se encontraron con su divino Hijo resucitado de
entre los muertos?
Más aún, es legítimo pensar que Jesús resucitado se
apareció a su madre en primer lugar. La ausencia de María del
grupo de las mujeres que al alba se dirigieron al sepulcro, ¿no
podría constituir un indicio del hecho de que ella ya se había

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

encontrado con Jesús? Esta deducción quedaría confirmada


también por el dato de que las primeras testigos de la
resurrección, por voluntad de Jesús, fueron las mujeres, las
cuales permanecieron fieles al pie de la cruz y, por tanto, más
firmes en la fe.
(…) Por último, el carácter único y especial de la presencia
de la Virgen en el Calvario y su perfecta unión con su Hijo en el
sufrimiento de la cruz parecen postular su participación
particularísima en el misterio de la Resurrección.
(…) La Virgen Santísima, presente en el Calvario durante el
Viernes Santo y en el cenáculo en Pentecostés, fue
probablemente testigo privilegiada también de la resurrección
de Cristo, completando así su participación en todos los
momentos esenciales del misterio pascual. María, al acoger a
Cristo resucitado, es también signo y anticipación de la
humanidad, que espera lograr su plena realización mediante la
resurrección de los muertos»[7]. Párate en este primer
momento a contemplar la escena.
2. «Esta semana es la semana de la alegría: celebramos la
Resurrección de Jesús. Es una alegría auténtica, profunda,
basada en la certeza de que Cristo resucitado ya no muere
más, sino que está vivo y operante en la Iglesia y en el mundo.
Tal certeza habita en el corazón de los creyentes desde esa
mañana de Pascua, cuando las mujeres fueron al sepulcro de
Jesús y los ángeles les dijeron: “¿Por qué buscáis entre los
muertos al que vive?”. Estas palabras son como una piedra
miliar en la historia; pero también una “piedra de tropiezo”, si
no nos abrimos a la Buena Noticia, si pensamos que da menos
fastidio un Jesús muerto que un Jesús vivo. En cambio, cuántas
veces, en nuestro camino cotidiano, necesitamos que nos
digan: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?”.

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

Cuántas veces buscamos la vida entre las cosas muertas, entre


las cosas que no pueden dar vida, entre las cosas que hoy
están y mañana ya no estarán, las cosas que pasan… “¿Por qué
buscáis entre los muertos al que vive?”.
Lo necesitamos cuando nos encerramos en cualquier
forma de egoísmo o de autocomplacencia; cuando nos
dejamos seducir por los poderes terrenos y por las cosas de
este mundo, olvidando a Dios y al prójimo; cuando ponemos
nuestras esperanzas en vanidades mundanas, en el dinero, en
el éxito. Entonces la Palabra de Dios nos dice: “¿Por qué
buscáis entre los muertos al que vive?”. ¿Por qué lo estás
buscando allí? Eso no te puede dar vida. Sí, tal vez te dará una
alegría de un minuto, de un día, de una semana, de un mes… ¿y
luego? “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?”. Esta
frase debe entrar en el corazón y debemos repetirla. Hoy,
cuando volvamos a casa, digámosla desde el corazón, en
silencio, y hagámonos esta pregunta: ¿por qué yo en la vida
busco entre los muertos a aquel que vive? Nos hará bien»[8].
Muchas veces cedemos a la tentación del ambiente
dominante: al consumismo, al hedonismo, al egoísmo y tantas
otras realidades que no nos hacen crecer y desarrollarnos
como personas, antes bien nos convierten en borregos
irracionales de una sociedad que no nos puede dar la auténtica
finalidad. ¡Nos cuesta ir contracorriente! ¿Nunca has pensado
lo humanamente absurdo que era, desde el punto de vista
humano, la predicación de los primeros?: ¿que un muerto
había resucitado, que un hombre era Dios? Pero ellos tenían
fe…
3. «No es fácil estar abiertos a Jesús. No se da por
descontado aceptar la vida del Resucitado y su presencia en
medio de nosotros. El Evangelio nos hace ver diversas

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

reacciones: la del apóstol Tomás, la de María Magdalena y la


de los dos discípulos de Emaús: nos hace bien confrontarnos
con ellos. Tomás pone una condición a la fe, pide tocar la
evidencia, las llagas; María Magdalena llora, lo ve pero no lo
reconoce, se da cuenta de que es Jesús solo cuando Él la llama
por su nombre; los discípulos de Emaús, deprimidos y con
sentimientos de fracaso, llegan al encuentro con Jesús
dejándose acompañar por ese misterioso caminante. Cada
uno, por caminos distintos. Buscaban entre los muertos al que
vive y fue el Señor mismo quien corrigió la ruta. Y yo, ¿qué
hago? ¿Qué ruta sigo para encontrar a Cristo vivo? Él estará
siempre cerca de nosotros para corregir la ruta si nos
equivocamos.
“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?”. Esta
pregunta nos hace superar la tentación de mirar hacia atrás, a
lo que pasó ayer, y nos impulsa hacia adelante, hacia el futuro
(…). Hoy se dirige también a nosotros este interrogativo. Tú,
¿por qué buscas entre los muertos al que vive, tú que te cierras
en ti mismo después de un fracaso y tú que no tienes ya la
fuerza para rezar? ¿Por qué buscas entre los muertos al que
está vivo, tú que te sientes solo, abandonado por los amigos o
tal vez también por Dios? ¿Por qué buscas entre los muertos al
que está vivo, tú que has perdido la esperanza y tú que te
sientes encarcelado por tus pecados? ¿Por qué buscas entre
los muertos al que está vivo, tú que aspiras a la belleza, a la
perfección espiritual, a la justicia, a la paz?
(…) ¡Él está vivo! ¡No busquemos entre los muertos al que
vive!»[9].

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

EVANGELIO
San Marcos 16, 9-15

Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana,


se apareció primero a María Magdalena, de la que había
echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus
compañeros, que estaban de duelo y llorando. Ellos, al oírle
decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron.
Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban
caminando a una finca. También ellos fueron a anunciarlo a los
demás, pero no los creyeron. Por último, se apareció Jesús a
los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su
incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a
los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: —«Id al mundo
entero y proclamad el Evangelio a toda la creación».

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

DOMINGO 7 DE ABRIL
SEGUNDA SEMANA DE PASCUA

1. Nos ha acompañado siempre. 2. Dios en esencia. 3. Una


cercanía que nos hace disfrutar.
1. Ha existido siempre a lo largo de la historia de la Iglesia
un riesgo continuo de acentuar en Dios unos aspectos sobre
otros; a la hora de acercarse a Él, el hombre se debate siempre
entre la inmensidad del Creador y la pequeñez de la criatura,
la justicia divina y el pecado del hombre; entre la santidad de
Dios y nuestra inclinación al pecado. Si esta relación
desproporcionada no se vive adecuadamente, enseguida
puede desembocar en un Dios impasible, amenazante y
justiciero que solo genera en el hombre sentimientos de miedo
y rechazo. Pero también es verdad que Dios nunca nos
abandona: recordemos cómo en el siglo XVII, en plena crisis
jansenista en Francia (un rigorismo moral que atemorizaba a
las almas), santa Margarita María de Alacoque recibe las
revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús: «He aquí este
Corazón que tanto ha amado a los hombres». Frente a la
imagen de un Dios severo y exigente se presenta esa imagen
tierna y compasiva, con Corazón humano —ajena a cualquier
sentimentalismo o visión ñoña de Dios—.
El siglo XX también se ve acechado por cierta visión
temerosa de Dios: la primera guerra mundial es interpretada
por algunos como un castigo divino; se va deslizando por

41
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

Europa una visión negativa y catastrofista de la historia, «Dios


nos ha abandonado», comentan algunos, mientras otros
habían anunciado la muerte de Dios. Y es en este momento —a
las puertas de la segunda guerra mundial (1931)— cuando
otra religiosa, esta vez, polaca, Faustina Kowalska, recibe las
revelaciones de Jesús, mostrándole y convirtiéndola en
Apóstol de su Divina Misericordia. Es un grito de Dios al
hombre: «Confía en Mí. Abandónate en mi Corazón
misericordioso». Una de las indicaciones que recibe santa
Faustina es: «Deseo que el primer domingo después de la
Pascua de Resurrección sea la Fiesta de la Misericordia. Deseo
que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para
todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores.
Ese día están abiertas las entrañas de Mi misericordia.
Derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se
acercan al manantial de Mi misericordia».
El día de la canonización de Sor Faustina, el 30 de abril de
2000, el papa san Juan Pablo II, secundando esa petición del
cielo, instituyó esta fiesta para toda la Iglesia el segundo
domingo de Pascua, hoy.
Por tanto, hoy la Iglesia nos invita a contemplar este
atributo que es la esencia de Dios: la Misericordia.
2. «En el Jubileo del año 2000, san Juan Pablo II estableció
que este domingo estaría dedicado a la Divina Misericordia. Es
verdad, fue una bonita intuición: el Espíritu Santo le inspiró
(…). El evangelio de hoy es la narración de la aparición de
Cristo resucitado a los discípulos reunidos en el cenáculo.
Escribe san Juan que Jesús, después de haber saludado a sus
discípulos, les dijo: “Como el Padre me envió, también yo os
envío”. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el
Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedarán

42
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

perdonados”. He aquí el sentido de la misericordia que se


presenta precisamente en el día de la resurrección de Jesús
como perdón de los pecados. Jesús resucitado ha transmitido a
su Iglesia, como primera misión, su propia misión, de llevar a
todos el anuncio concreto del perdón. Este es el primer deber:
anunciar el perdón. Este signo visible de su misericordia lleva
consigo la paz del corazón y la alegría del encuentro renovado
con el Señor.
La misericordia a la luz de la Pascua se deja percibir como
una verdadera forma de conocimiento. Y esto es importante: la
misericordia es una verdadera forma de conocimiento.
Sabemos que se conoce a través de muchas formas. Se conoce
a través de los sentidos, se conoce a través de la intuición, a
través de la razón y aun de otras formas. Bien, se puede
conocer también a través de la experiencia de la misericordia,
porque la misericordia abre la puerta de la mente para
comprender mejor el misterio de Dios y de nuestra existencia
personal. La misericordia nos hace comprender que la
violencia, el rencor, la venganza no tienen ningún sentido y la
primera víctima es quien vive de estos sentimientos, porque se
priva de su propia dignidad. La misericordia también abre la
puerta del corazón y permite expresar la cercanía sobre todo
hacia aquellos que están solos y marginados, porque les hace
sentirse hermanos e hijos de un solo Padre. Favorece el
reconocimiento de cuantos tienen necesidad de consuelo y
hace encontrar palabras adecuadas para dar consuelo.
Hermanos y hermanas, la misericordia calienta el corazón
y le hace sensible a las necesidades de los hermanos, a través
del compartir y de la participación. La misericordia, en
definitiva, compromete a todos a ser instrumentos de justicia,
de reconciliación y de paz. No olvidemos nunca que la

43
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

misericordia es la llave en la vida de fe, y la forma concreta con


la cual damos visibilidad a la resurrección de Jesús»[10].
3. Dios no está lejos, está en nuestra alma en gracia.
Muchas veces para rezar nos imaginamos que hablamos con
Alguien que está fuera, pero debemos meternos dentro y
buscarle, para tratar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Presencia que es Amor, que es fortaleza, que es seguridad, que
es confianza, que es comprensión, que es misericordia.
Quizá en este domingo le podríamos pedir a Jesús una
gracia muy especial: vivir hasta el fondo (profundizar y
disfrutar) el sacramento de la penitencia; auténtico encuentro
entre Dios y el hombre, entre nuestra pobreza y su salvación.
Consecuencia práctica de su misericordia y su expresión más
acabada. Que nunca nos entre la rutina o la falta de
preparación, que nos paremos siempre antes a considerar qué
es lo que vamos a hacer, qué es lo que vamos a recibir. Que
nunca perdamos de vista que lo importante no son nuestros
pecados (hay que decirlos, claro, es la materia del
sacramento), sino el abrazo que Dios nos da, la misericordia
que derrama a manos llenas sobre nosotros.
Lo que hemos vivido —visto y oído— en los días pasados
no puede caer en saco roto, también nosotros debemos
sentirnos llamados a recordar a todos los hombres ese rostro
misericordioso de Dios; son todavía muchos los que tienen de
Él una imagen deformada y muchísimos más los que no le
conocen.

44
EVANGELIO
San Juan 20, 19-31

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana,


estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas
por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio
y les dijo: —«Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las
manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al
ver al Señor. Jesús repitió: —«Paz a vosotros. Como el Padre
me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, exhaló
su aliento sobre ellos y les dijo: —«Recibid el Espíritu Santo; a
quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a
quienes se los retengáis, les quedan retenidos». Tomás, uno de
los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino
Jesús. Y los otros discípulos le decían: —«Hemos visto al
Señor». Pero él les contestó: —«Si no veo en sus manos la
señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los
clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo». A los ocho
días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos.
Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y
dijo: —«Paz a vosotros». Luego dijo a Tomás: —«Trae tu dedo,
aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y
no seas incrédulo, sino creyente». Contestó Tomás: —«¡Señor
mío y Dios mío!». Jesús le dijo: -«¿Porque me has visto has
creído? Dichosos los que crean sin haber visto». Muchos otros
signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista
de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que
Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo,
tengáis vida en su nombre.

45
LUNES 8 DE ABRIL
SOLEMNIDAD DE LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR

1. Diálogos en el cielo. 2. Diálogos en la tierra. 3.


Protagonistas del diálogo.
1. Nueve meses exactos antes de la Navidad, celebramos
cada año la Encarnación del Señor, pero, como este año el 25
de marzo ha caído en los días de la Semana Santa, celebramos
trasladada hoy esa solemnidad.
Cuando pensamos en el misterio de la Encarnación,
nuestra cabeza y nuestro corazón se nos van directamente a
Nazaret, a la escena que nos describe Lucas en su evangelio de
hoy y nos olvidamos de que es un mismo acontecimiento que
se desarrolla en dos escenarios distintos: el cielo (segunda
lectura de la Carta a los Hebreos) y la tierra (evangelio de
Lucas).
San Ignacio de Loyola en su libro de Ejercicios Espirituales
nos invita a contemplar «cómo las tres Personas divinas
miraban toda la planicie o redondez de todo el mundo llena de
hombres, y cómo, viendo que todos descendían al infierno, se
determina en la eternidad que la segunda Persona se haga
hombre, para salvar al género humano (…). Considerando
asimismo lo que dicen las Personas divinas, a saber: Hagamos
redención». Deja correr la imaginación y métete en esa escena:

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo viendo el devenir de la


historia, cómo los hombres no quieren reconocer su dignidad,
cómo se degradan ellos al darle la espalda a Él… Hoy sigue
sucediendo, Dios se estremece al ver una humanidad
descarriada como oveja sin pastor…
Después de la creación, Dios no se ha olvidado del destino
de los hombres. Tras la caída de Adán, aletea sobre la
humanidad la promesa de la redención. Los hombres se alejan
de su Creador, el pueblo de la Alianza traiciona al Dios
verdadero, los profetas son asesinados, pero Dios permanece
fiel. Va preparando el corazón del hombre para el momento
decisivo. Moisés y Elías no pudieron ver a Dios, faltaba todavía
un tiempo. ¡Los antiguos nunca pudieron imaginar un milagro
tan extraordinario! La divinidad y la humanidad unidas. Es el
amor lo único que explica lo que hoy estamos celebrando:
«tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito». Pero
no se trata de un amor general, sino personal, por ti y por mí,
por cada uno; estamos en el origen de la Encarnación.
Diálogo de amor entre el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo,
«he aquí que vengo para hacer tu voluntad», palabras que el
autor de Hebreos recoge del Salmo para ponerlas en boca del
Verbo a las puertas de su Encarnación. Ya se ha «decretado» la
redención y entonces pasamos al segundo escenario…
2. María está recogida en oración o barriendo la casa o
mirando por la ventana, no lo sabemos. Cuando de pronto se
presenta Gabriel. Enviado por Dios, transmite a aquella
doncella de Nazaret el encargo divino… Dios lo podría haber
hecho de muchísimas otras maneras, pero eligió esta. Quiere
contar con la respuesta libérrima de una criatura para entrar
en el mundo (es la lógica de Dios, por otras palabras y la

47
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

misma acción del Espíritu Santo el pan se convierte en su


Cuerpo, y en el cáliz se contiene su Sangre…).
¡Qué diálogo a la vez tan humano y tan divino! Una noticia
que supera las expectativas divinas y trastorna los planes
humanos, una mujer que pregunta y un arcángel que responde
con fundamento; un Dios que espera la respuesta de una
mujer; y una mujer llena de Dios. En cierto modo no es tan
distinto a lo que nos sucede cada día. Dios tiene planes sobre
nosotros y con nosotros que debemos llevar a cabo… si
queremos.
A veces se nos olvida algo que es fundamental, que además
es querer de Dios: ¡somos protagonistas de la historia! Dios
cuenta con nosotros, no tendría obligación, pero quiere
hacerlo: «De que tú y yo nos portemos como Dios quiere —no
lo olvides— dependen muchas cosas grandes»[11].
Diálogo entre la gracia y la libertad. No se trata de un pulso
de fuerza, sino de un cortejo de amor; la escena de Nazaret
debe quedar grabada en nuestro corazón, inicio de nuestra
redención. ¿Quién sabe lo que duró esta entrevista? La historia
pendió de los labios dulces de una mujer… Contempla
despacio la escena, y decídete a decirle a Jesús que no quieres
ser borrego de una sociedad adocenada, sino protagonista,
oveja dócil del Buen Pastor, libre y responsable.
3. «Has oído, Virgen, que concebirás y darás a luz un hijo.
Has oído que no será por obra de varón, sino por obra del
Espíritu Santo. Mira que el ángel aguarda tu respuesta: ya es
tiempo de que vuelva al Señor que lo envió. También nosotros,
condenados a muerte por una sentencia divina, esperamos,
Señora, tu palabra de misericordia.
En tus manos está el precio de nuestra salvación; si
consientes, de inmediato seremos liberados. Todos fuimos

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

creados por la Palabra eterna de Dios, pero ahora nos vemos


condenados a muerte; si tú das una breve respuesta, seremos
renovados y llamados nuevamente a la vida.
Virgen llena de bondad, te lo pide el desconsolado Adán,
arrojado del paraíso con toda su descendencia. Te lo pide
Abrahán, te lo pide David. También te lo piden ardientemente
los otros patriarcas, tus antepasados, que habitan en la región
de la sombra de muerte. Lo espera todo el mundo, postrado a
tus pies.
Y no sin razón, ya que de tu respuesta depende el consuelo
de los miserables, la redención de los cautivos, la libertad de
los condenados, la salvación de todos los hijos de Adán, de
toda tu raza.
Apresúrate a dar tu consentimiento, Virgen, responde sin
demora al ángel, mejor dicho, al Señor, que te ha hablado por
medio del ángel. Di una palabra y recibe al que es la Palabra,
pronuncia tu palabra humana y concibe al que es la Palabra
divina, profiere una palabra transitoria y recibe en tu seno al
que es la Palabra eterna.
¿Por qué tardas?, ¿por qué dudas? Cree, acepta y recibe.
Que la humildad se revista de valor, la timidez, de confianza.
De ningún modo conviene que tu sencillez virginal olvide
ahora la prudencia. Virgen prudente, no temas en este caso la
presunción, porque, si bien es amable el pudor en el silencio,
ahora es más necesario que en tus palabras resplandezca la
misericordia.
Abre, Virgen santa, tu corazón a la fe, tus labios al
consentimiento, tu seno al Creador. Mira que el deseado de
todas las naciones está junto a tu puerta y llama. Si te
demoras, pasará de largo y entonces, con dolor, volverás a
buscar al que ama tu alma. Levántate, corre, abre. Levántate

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

por la fe, corre por el amor, abre por el consentimiento. Aquí


está —dice la Virgen— la esclava del Señor, hágase en mí
según tu palabra»[12].

EVANGELIO
San Lucas 1, 26-38

A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a


una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada
con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen
se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
—«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué
saludo era aquel.
El ángel le dijo:
—«No temas, María, porque has encontrado gracia ante
Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le
pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del
Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre,
reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no
tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
—«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?».
El ángel le contestó:
—«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del
Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a
nacer se llamará Hijo de Dios.

50
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha


concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban
estéril, porque para Dios nada hay imposible».
María contestó:
—«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu
palabra».
Y la dejó el ángel.

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M ARTES 9 DE ABRIL
1. Amigos nocturnos. 2. El sabio ignorante. 3. La señal de la
cruz.
1. Comenzamos a leer en esta segunda semana de Pascua
el evangelio de san Juan que nos acompañará en la lectura
diaria durante todo este tiempo. Comenzamos en este capítulo
tercero con el encuentro entre Jesús y Nicodemo. Al hilo del
diálogo entre ambos, el evangelista presenta una enseñanza
clara de quién es Jesús, cuál es la salvación que trae a los
hombres y cuál la condición para alcanzarla: la fe, que se
recibe en el Bautismo bajo la acción del Espíritu Santo.
Este hombre probablemente era miembro del Sanedrín de
Jerusalén, como aparece más tarde. Debía de tratarse también
de un hombre culto, quizá escriba o doctor de la ley —Jesús
hoy se referirá a él como «maestro en Israel»—. Podríamos
calificarle, por tanto, de intelectual: es un hombre que razona,
que indaga, que hace de la búsqueda de la verdad una de las
tareas fundamentales de su vida. Lo hace, naturalmente,
moviéndose dentro de los planteamientos propios de la
mentalidad judaica de su tiempo. Sin embargo, para entender
las verdades divinas, no basta la razón, hace falta la humildad
y la gracia. Nicodemo debe reconocer que, no obstante sus
estudios, es todavía ignorante en las cosas de Dios.
También nosotros tenemos una formación, sabemos cosas
sobre Dios y Jesús, conocemos la historia sagrada y
procuramos acercarnos a los sacramentos; todo esto, siendo

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

mucho, no es suficiente. Cada uno debemos reconocer, como


Nicodemo, nuestra ignorancia y el largo camino que nos toca
recorrer. La autosuficiencia, el pensar que lo sabemos todo,
que no nos hace falta nada, que ya es solo cuestión de ponerlo
en la práctica (o, peor, pensar que ya lo hacemos todo bien)
puede acabar por arrancarnos la fe.
La misma cabeza con la que intentamos resolver
problemas de física o que guía nuestra conducta práctica es la
misma con la que pensamos a Dios y la que ponemos a su
servicio. La base de todas las virtudes, también del
conocimiento de Dios, es la humildad. Miremos desde esta
óptica el encuentro entre Nicodemo y Jesús. No tiene reparos
el primero en acudir al Maestro. Nicodemo reconoce que su
propia maestría es con minúscula.
Los santos —y nosotros, con la gracia de Dios, queremos
serlo— han sido siempre personas que han estado
aprendiendo, que han buscado consejo, que se han
abandonado en los brazos de Dios. Pidámosle hoy a Jesús la
gracia de la verdadera humildad para buscarle siempre.
2. Todo un Maestro de la ley se ve desconcertado ante la
afirmación de Jesús: «es necesario nacer de nuevo»; Nicodemo
lo interpreta de un modo literal y biológico y no puede
entenderlo. No entra en su cabeza (él no puede entrar en el
seno de su madre). Al leerlo nos resulta grotesco, incluso nos
parece que el personaje se pasaba de simple; pero cuántas
veces nos pasa a nosotros lo mismo. Queremos encerrar a Dios
en los límites de nuestra cabeza. «No entiendo a Dios», ¡claro!
Porque Dios no es objeto de compresión al modo que lo son el
resto de realidades; yo no lo entiendo, pero le quiero y me
siento querido por Él —conocimiento amoroso—.

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

Y, ante lo que no entiende, Nicodemo pregunta: «¿Cómo


puede suceder eso?». Comienza entonces un diálogo precioso
en el que Jesús, poco a poco, va a dilatar la mente y el corazón
de aquel hombre, y el nuestro. Jesús le está hablado de un
«nacimiento en el Espíritu», fruto de la acción de Dios en el
alma, fruto de su Resurrección. San Pablo glosará esta misma
idea de manera magistral en sus cartas enseñando a los
primeros cristianos que la fe en Jesús no es una idea o un
comportamiento, sino que implica una nueva vida.
Actualmente el término «radicalidad» ha sido marcado con
cierto tinte negativo, la acusación de ser radical se ha
convertido en un insulto recurrente para denigrar la postura
del contrario y, sin embargo, puede tener un significado
positivo cuando se trata del amor. ¿Se puede calificar de
radical el amor de una mujer por su marido porque no le
traiciona a la primera de cambio? ¿Es radical una madre que
interpreta su vida desde el bien de los hijos? ¿Son radicales
unos padres que se sacrifican gustosos por su familia?
La ausencia de radicalidad acaba trayendo una marea de
mediocridad… Pero no debemos desalentarnos, sino volver a
estas palabras —deseos profundos de su Corazón— de Jesús:
«debéis nacer de nuevo». Toda nuestra vida será un continuo
nacer de nuevo en el seno de la Iglesia, con la fuerza de la
gracia de Dios.
3. «El Hijo del Hombre tiene que ser elevado, para que
todo el que cree en él tenga vida eterna. Con su muerte y
resurrección ha abierto las puertas del cielo y nos ha
preparado un sitio, para que nosotros, sus discípulos,
podamos participar de su gloria.
(…) Muchos podrían tener la tentación de preguntar por
qué nosotros, los cristianos, celebramos un instrumento de

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

tortura, un signo de sufrimiento, de fracaso y derrota. Es


verdad que la cruz expresa todos estos significados. Y, sin
embargo, a causa del que ha sido elevado en la cruz por
nuestra salvación, representa también el triunfo definitivo del
amor de Dios sobre todos los males del mundo.
La cruz, por tanto, es algo más grande y misterioso de lo
que puede parecer a primera vista. Indudablemente, es un
instrumento de tortura, de sufrimiento y derrota, pero al
mismo tiempo muestra la completa transformación, la victoria
definitiva sobre estos males, y esto la convierte en el símbolo
más elocuente de la esperanza que el mundo haya visto jamás.
Habla a todos los que sufren —los oprimidos, los enfermos, los
pobres, los marginados, las víctimas de la violencia— y les
ofrece la esperanza de que Dios puede convertir su dolor en
alegría, su aislamiento en comunión, su muerte en vida. Ofrece
esperanza ilimitada a nuestro mundo caído.
Por eso, el mundo necesita la cruz. No es simplemente un
símbolo privado de devoción, no es un distintivo de
pertenencia a un grupo dentro de la sociedad, y su significado
más profundo no tiene nada que ver con la imposición forzada
de un credo o de una filosofía. Habla de esperanza, habla de
amor, habla de la victoria de la no violencia sobre la opresión,
habla de Dios que ensalza a los humildes, da fuerza a los
débiles, logra superar las divisiones y vencer el odio con el
amor. Un mundo sin cruz sería un mundo sin esperanza, un
mundo en el que la tortura y la brutalidad no tendrían límite,
donde el débil sería subyugado y la codicia tendría la última
palabra. La inhumanidad del hombre hacia el hombre se
manifestaría de modo todavía más horrible, y el círculo vicioso
de la violencia no tendría fin. Solo la cruz puede poner fin a
todo ello. Mientras que ningún poder terreno puede salvarnos

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

de las consecuencias de nuestro pecado, y ninguna potencia


terrena puede derrotar la injusticia en su origen. La
intervención redentora de Dios Amor puede transformar
radicalmente la realidad del pecado y la muerte»[13].

EVANGELIO
San Juan 3, 5a. 7b-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: —«Tenéis que


nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido,
pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que
ha nacido del Espíritu». Nicodemo le preguntó: —«¿Cómo
puede suceder eso?». Le contestó Jesús: —«Y tú, el maestro de
Israel, ¿no lo entiendes? Te lo aseguro, de lo que sabemos
hablamos; de lo que hemos visto damos testimonio, y no
aceptáis nuestro testimonio. Si no creéis cuando os hablo de la
tierra, ¿cómo creeréis cuando os hable del cielo? Porque nadie
ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así
tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que
cree en él tenga vida eterna».

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

M IÉRCOLES 10 DE ABRIL

1. Una larga conversación. 2. Las caricaturas de Dios. 3. Una


luz incómoda.
1. Continuamos hoy en ese diálogo entre Jesús y Nicodemo,
en el que va creciendo la intimidad y confianza entre ellos. Los
imagino sentados sobre dos piedras, a una distancia justa para
no gritar, una conversación entre amigos en la que Jesús habla
y Nicodemo escucharía boquiabierto. A aquel hombre se le
estaban abriendo horizontes insospechados, el misterio de
Dios se le revelaba ante sus ojos, y su corazón —como el de los
discípulos de Emaús— ardería al escuchar al Maestro. Jesús se
gozaría al ver la sencillez y humildad del alma de aquel
hombre, tan distinta a la de sus amigos y colegas fariseos.
«Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único
para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que
tengan vida eterna». Jesús comienza a descorrer el velo para
mostrar a los hombres la esencia de Dios: Amor. Con esta
afirmación, Nicodemo comenzará a pensar con una nueva
categoría, la del amor, su relación con Dios. Ya no se trata solo
de cumplir unos preceptos o mantener unas leyes: Dios
establece una relación amorosa con cada uno (ya estaba
presente en el Antiguo Testamento, en Oseas y el Cantar de los
Cantares). Si el amor de Dios por nosotros le lleva a entregar a
su Hijo, nosotros ¿cómo correspondemos?
«Si Dios nos ha creado, si nos ha redimido, si nos ama hasta
el punto de entregar por nosotros a su Hijo unigénito, si nos

57
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

espera —¡cada día!— como esperaba aquel padre de la


parábola a su hijo pródigo, ¿cómo no va a desear que lo
tratemos amorosamente? Extraño sería no hablar con Dios,
apartarse de Él, olvidarle, desenvolverse en actividades ajenas
a esos toques ininterrumpidos de la gracia. Además, querría
que os fijarais en que nadie escapa al mimetismo. Los
hombres, hasta inconscientemente, se mueven en un continuo
afán de imitarse unos a otros. Y nosotros, ¿abandonaremos la
invitación de imitar a Jesús? Cada individuo se esfuerza, poco a
poco, por identificarse con lo que le atrae, con el modelo que
ha escogido para su propio talante. Según el ideal que cada
uno se forja, así resulta su modo de proceder. Nuestro Maestro
es Cristo: el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Trinidad
Beatísima. Imitando a Cristo, alcanzamos la maravillosa
posibilidad de participar en esa corriente de amor, que es el
misterio del Dios Uno y Trino»[14].
2. Una de las caricaturas más habituales que se ha hecho
de Dios ha sido la de convertirle en un ser superior maniático,
intolerante con nuestros fallos y que está al acecho para
darnos con un palo en la cabeza tan pronto nos equivoquemos.
En cierto modo era una idea presente en el corazón de muchos
judíos, que se habían olvidado del cariño y misericordia
demostrados por Él a lo largo de toda la historia de Israel. Por
eso, qué consoladoras resultan las palabras de Jesús: «Porque
Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino
para que el mundo se salve por él».
Dios no es enemigo del hombre, sino su Padre. La relación
a la que podemos aspirar —por pura gracia suya— es una
relación de amor, de filiación, entretejida en nuestra vida
cotidiana. Dios, cuando nos mira, ve todo lo bueno que
tenemos —¡somos obra suya!, salimos de sus manos—,

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

comprende nuestra naturaleza inclinada al pecado y no deja


de darnos su gracia para remontar a las alturas del cielo, de la
vida junto a Él.
Puede suceder que, a veces, nuestro comportamiento no
coincida con el querer de Dios; y que el Señor nos sorprenda
en la oración con una sugerencia o con un punto de reforma; o
que la lectura del Evangelio, la escucha de una predicación o el
ejemplo de una persona que tenemos cerca, nos remueva por
dentro; pero no es el momento de sentirme juzgado por Dios,
sino de echarme en sus brazos misericordiosos e iniciar el
camino de mi conversión.
Cuando me siento querido, no me siento juzgado. Por eso
desterremos con su ayuda cualquier imagen que distorsione
ese rostro amable y paterno de Dios. Eso no excluye que, como
buen Padre, nos corrija y quiera sacar lo mejor de nosotros,
aquella santidad para la que hemos sido creados. «Dios es
Amor», repetirá el apóstol san Juan en sus últimos años, para
que ninguna generación de cristianos pudiéramos olvidar esta
realidad.
3. Jesús continúa explicando a Nicodemo las consecuencias
prácticas de la fe, que termina en una adhesión o rechazo a su
divina Persona. «La luz vino al mundo, y los hombres
prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas».
Estas palabras nos traen a la memoria otras similares del
prólogo del mismo evangelio de Juan donde se dice del Verbo:
«que vino a los suyos y los suyos no le recibieron».
La presencia de la luz no siempre es incómoda; de hecho,
solo lo es para quienes quieren ocultar algo o pasar
desapercibidos. Estar cerca de Dios produce rechazo solo en
aquellos cuyas obras son malas. Es un modo clásico de actuar
del demonio que, después de una caída en pecado mortal o

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

tras un tiempo de cierta tibieza o pereza espiritual, nos cueste


retomar el hábito de la oración o acercarnos a la necesaria
confesión. ¿Cómo voy a acercarme a Dios estando así o
después de haber hecho tal cosa? Sin embargo, es justo el
momento de lanzarnos a sus brazos y acudir a esa luz que no
solo pone de manifiesto nuestros fallos —precisamente el
pecado es ese contraste entre la luz total de Dios y nuestra
suciedad, mayor o menor—, sino que nos restituye y devuelve
la luz primera.
«El que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea
que sus obras están hechas según Dios». No se trata de una
vanidad espiritual, como si Jesús nos pidiera que fuéramos
aireando nuestras virtudes para que todos se fijen y nos
alaben. El Señor quiere que nos demos cuenta de que la fe se
transmite también por atracción, y que nuestras obras no
hablan en primer lugar de nosotros, sino de la bondad de Dios.
No tenemos que temer en presentarnos ante nuestra familia,
nuestros amigos o compañeros de trabajo con nuestros fallos
y virtudes, no hemos de tener miedo a que nos conozcan en la
dirección espiritual —aplicación práctica de ese «acercarse a
la luz»— con nuestras miserias y nuestros éxitos. Solo quien
camina en la luz llega a puerto. Andar a oscuras acarrea
siempre un riesgo de perderse, tropezar, caerse, etc.
Jesús, luz del mundo, luz de mi vida, haz que nunca me
aleje de ti; y, si me despisto, que no tarde en volver.

60
EVANGELIO
San Juan 3, 16-21

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único para


que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que
tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo
para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está
juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de
Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los
hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran
malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no
se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En
cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se
vea que sus obras están hechas según Dios.

61
JUEVES 11 DE ABRIL

1. La crisis de la autoridad. 2. ¿De qué hablamos? 3.


Aprender del maestro Nicodemo.
1. Va terminando este coloquio con Nicodemo. Jesús le ha
ido acompañando por un camino ascendente, pero de una
manera inclinada, poco a poco. Le ha explicado en qué consiste
ese nuevo nacimiento, la vida de la gracia, el plan de redención
trazado por Dios Padre, el cumplimiento de las promesas del
Antiguo Testamento, etc. Antes de continuar te invito a que
leas de seguido ese diálogo, y te detengas en aquella parte que
más te haya llamado la atención.
El pasaje de hoy termina con una afirmación fuerte: «El
que viene de lo alto está por encima de todos». Es algo que, de
primeras, intelectualmente todos entendemos pero que vivirlo
en lo concreto cuesta un poco más. En épocas pasadas, la
autoridad era algo que definía todos los ámbitos de la vida
humana: la familia, el trabajo, las relaciones sociales, la fe, la
moral… Una autoridad que rayaba en el autoritarismo y que
generaba situaciones de miedo y frustración. Posiblemente
hubiera algo de eso; y es objetivo que hay falta de autoridad en
nuestra sociedad actual.
La negación de cualquier autoridad es clamorosa en el
ámbito de la familia (padres que son «colegas» de sus hijos);
en el ámbito académico (vejaciones y faltas de respeto a los
profesores); y en el campo moral (la autoridad se identifica
con intromisión). Todo esto acaba convirtiendo a cada uno en

62
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

su propia autoridad. Algo así como «una edad del pavo»


continuada en el tiempo que impide la correcta madurez de las
personas.
«El que viene de lo alto está por encima de todos», es
bueno recordar esta sentencia del Maestro. La
autorrealización como ideal absoluto es una de las más
radicales manifestaciones del individualismo al que nos vemos
sometidos. Reconocer a alguien la autoridad que se le debe no
es algo peyorativo para uno y menos degradante de su
condición, sino lo que le hace plenamente humano. Al eliminar
a Dios del plano de nuestra realidad, nos hemos colocado
nosotros mismos, ocupando el lugar que solo a Él le
corresponde. Eso les había sucedido a los escribas y fariseos,
se habían convertido en autoridades sin vincular a Dios como
verdadera y única autoridad.
¿A quién reconocemos autoridad sobre nosotros?
¿Dejamos que nos corrijan? Frente a estas preguntas
tendremos siempre la tentación de la soberbia y la
autosuficiencia.
2. «El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra».
A todos nos ha pasado alguna vez que nos hallamos metidos
en una conversación que no nos gusta nada: por su contenido
sensual, por la falta de caridad hacia terceros, por su frivolidad
o superficialidad… ¿Qué hacer para cortar y no ser el raro o el
mojigato?
Lo primero de todo consiste en darse cuenta de que esas
conversaciones no me convienen. En muchas ocasiones nos
gusta hacernos los graciosos o tranquilizar nuestra conciencia
diciéndonos que es una exageración escrupulosa. Al grito
«¡hay que ser normales!» (algo con lo que estoy totalmente de
acuerdo, reconociendo en la normalidad una virtud), muchas

63
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

veces se esconde un pacto con el relativismo y una dejación de


funciones apostólicas.
A veces se tratará de cambiar el tema con gracia; o de
poner sobre la mesa aspectos positivos o virtudes del tema
que se está criticando; otras —sobre todo cuando se trate de
temas de la sexualidad tratados de manera descarnada— se
tratará de cortar drásticamente y no participar de las posibles
gracias y comentarios; o también callar para después hablar
uno a uno con los amigos… No hay una respuesta única, pero sí
debe haber un deseo de cumplir aquellas palabras de Jesús,
que recoge el mismo evangelista san Juan en su capítulo 17:
«No te ruego que los saques del mundo, sino que los preserves
del mal». Estamos en el mundo, sin ser del mundo y eso ha de
manifestarse también, entre otras cosas, en nuestras
conversaciones y modos de enfrentar las situaciones.
Además, cualquier conversación con un amigo puede
convertirse en un diálogo apostólico; y nuestra no
participación en ciertas conversaciones puede ser ocasión
para que algunos otros se replanteen las cosas. Es necesaria la
virtud de la fortaleza para saber cortar con tantas costumbres
y hábitos que se están adquiriendo y que desdicen del nombre
cristiano que profesamos. Insisto, no se trata de cosas raras ni
de dar lecciones a nadie, sino de vivir con coherencia todos los
aspectos de nuestra vida.
Vivir la presencia de Dios también en esos momentos, no
escuchando la voz del enemigo, que, a veces, nos susurra que
Dios es enemigo de lo divertido (identificando diversión con
críticas, murmuraciones, lenguaje soez, etc.).
3. A lo largo de esta larga conversación —de noche, los dos
solos—, a Nicodemo se le ha presentado todo un programa de
vida. La fe no es algo estático, sino que tiene que empapar toda

64
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

nuestra vida y lo más importante: que es el trato y la respuesta


a una Persona. Posiblemente aquel maestro de la ley solo
buscaba, al principio, responder a algunas de las
incertidumbres suscitadas por Jesús, pero pronto se ve
envuelto en una amistad con Él.
¡Qué humildad la de Nicodemo! El maestro siendo
enseñado, el que tenía como misión explicar la ley mosaica
sentado como discípulo… El encuentro con Jesús cambia su
vida, luego nos lo volveremos a encontrar el Viernes Santo en
el Calvario, junto a José de Arimatea descendiendo el Cuerpo
sin vida del Señor. Y, aunque la Escritura no vuelva a hablar de
él, no es descabellado pensar que se convertiría en uno de los
primeros discípulos. Y todo, como siempre, comenzó por un
encuentro con Jesús.
La oración siempre transforma, porque es acción de Dios.
Jesús encontró en Nicodemo, y ojalá también en nosotros, una
disposición para aprender y convertirse. La autosuficiencia es
el mayor enemigo de la acción de Dios, porque esta le sobra, o
la utiliza para fines personales.
Busquemos el momento oportuno. El mejor, y no cuando
me sobra el tiempo y no sé qué hacer; dediquémosle un
tiempo suficiente; abrámosle el corazón, con disposición de
escuchar y aprender y no solo de hablar y pedir. Dejemos que
el Espíritu Santo nos conduzca en nuestro diálogo con Jesús,
bajo la protección de la Virgen y de nuestro Ángel de la guarda
(normalmente, olvidado en nuestra oración…).

EVANGELIO

65
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

San Juan 3, 31-36

El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es


de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del
cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da
testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su
testimonio certifica la veracidad de Dios. El que Dios envió
habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con
medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano.
El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al
Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.

66
V IERNES 12 DE ABRIL

1. Un seguimiento plural. 2. El riesgo de ser responsables. 3.


Misión trascendente de un niño.
1. El mar de Galilea es mucho más que un lago; su
inmensidad lleva a considerar la grandeza y el poder de Dios;
la fuerza de sus aguas, a experimentar la pequeñez y debilidad
humana, auténtico patrimonio de los cristianos. Qué bien se
entiende que Jesús y los suyos disfrutaran en aquellos parajes,
pasear por sus playas, surcar sus aguas, horas invertidas en la
pesca o simplemente detenerse a mirar el horizonte.
Comienza hoy el capítulo sexto del evangelio de san Juan
indicándonos que Jesús se traslada a otra parte del mismo
mar, pero no lo hace solo: «lo seguía mucha gente, porque
habían visto los signos que hacía con los enfermos». Se ha ido
corriendo la voz y muchos añoran ver con sus propios ojos lo
que otros le cuentan. Hay muchas formas de seguir a Jesús: los
apóstoles han recibido una llamada concreta («venid conmigo
y os haré pescadores de hombres»), un grupo grande de
discípulos porque han quedado prendidos de su Persona y su
doctrina, otros quizá por curiosidad y unos pocos para tener
de qué acusarlo.
«Si aquello de lo que hablamos, si aquello que recibimos,
no arraiga en nosotros y nos implica a nosotros en primer
lugar, será inútil también para los demás: si no pasa a través
de nosotros, si no se encarna en nosotros, si no penetra hasta
nuestras entrañas, ¿qué es lo que comunicamos? Palabras,

67
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

palabras, palabras. Por eso lo que condensa todo cuanto


hemos dicho es la experiencia presente. ¿Qué es lo que hemos
visto? ¿Qué experiencia ha producido en nosotros todo lo que
hemos visto y vivido? Y, en segundo lugar, ¿estamos
disponibles para seguir y para secundar lo que hemos visto?
(…). No hay que confundir el testimonio con una estrategia, y
tampoco hay que reducirlo a dar buen ejemplo, a ser capaces,
porque, si pienso en mi testimonio, veo lo incapaz que soy»
(…). El testimonio no es un problema de capacidad, de estar a
la altura, sino que depende de que uno se encuentra dentro de
sí algo que no podía generar por sí mismo, y justamente por
eso da testimonio de Aquel que ha hecho posible ese milagro
en él (…). Cuántos entre nosotros han escuchado que alguien
les decía: «Tú eres distinto de los demás, hay algo distinto en
ti». Pues bien, «el encuentro es toparse con una diferencia
cualitativa o […] con algo distinto: es “toparse con una
diferencia que te atrae”»[15]. El problema vendría cuando nos
camuflamos o nos avergonzamos de esa diferencia…
2. Jesús decide alejarse un poco del lago, del bullicio del
pueblo y los pescadores, y sube a una montaña. No hay que
imaginarse grandes cotas ni unas escaladas profesionales,
simplemente una ladera un poco elevada que le permitiera ser
escuchado por todos y tener una visión general. No es la
primera vez que lo hace. Los apóstoles ya están
acostumbrados, pero la pregunta que dirige a Felipe
intranquiliza a todos: «¿Con qué compraremos pan para que
coman estos?». No contaban con esto. Ellos habían subido con
el Maestro, quizá en conversación amistosa con algún
conocido que los siguiera; a lo mejor habían comentado entre
ellos la cantidad de gente que se les unía. Pero de ahí a pensar
que iban a ser responsables de su manutención iba un trecho.

68
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

Es más fácil ser llevado que tomar responsabilidades.


Todos preferimos el anonimato de la muchedumbre que la
carga de la iniciativa y responsabilidad individual, pero Dios
cuenta con nosotros. Lo que nosotros no hagamos quedará sin
hacerse —aunque, como veremos, nuestra participación en
esa gran obra de Dios sea pequeña—.
Jesús «lo decía para probarlo, pues bien sabía Él lo que iba
a hacer». Dios no quiere saltarse nuestro protagonismo y
libertad; Él pondrá el incremento, pero quiere contar con
nosotros. «Doscientos denarios de pan no bastan para que a
cada uno le toque un pedazo». Los cálculos de Felipe son
meros cálculos humanos, lo juzga todo desde sus parámetros
terrenos, pierde de vista a Quien tiene delante. Tú y yo somos
muchas veces como Felipe, se nos nubla la visión sobrenatural,
caemos en una visión plana de la vida; experimentamos sobre
nuestras espaldas el peso y las responsabilidades de muchas
cosas que queremos sacar adelante solos: «venid a Mí los que
estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré». Claro que no van
a bajar del cielo a sustituirnos en nuestras obligaciones, pero
el Señor sí está junto a nosotros mientras las realizamos. ¿Nos
damos cuenta?
3. Y así es como aparece en la escena un muchacho que
había ido preparado. Precavido, había echado en una cesta
cinco panes de cebada y dos peces; pocos para tantos, pero
mucho si pensamos solo en su ración (posiblemente era el
alimento de la familia). Andrés se ha fijado y se lo comenta al
Maestro; Jesús le responde: «decid a la gente que se siente en
el suelo»; los Apóstoles no entienden nada. La gente obedece,
se va sentando por grupos de familia o amistad, y fueron
recibiendo pedazos de pan y pescado. Ellos no sabían de
dónde provenía, pero los más cercanos que habían visto todo

69
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

lo fueron transmitiendo: «¡es un milagro!». Estamos comiendo


todos —«solo los hombres eran unos cinco mil»— y solo había
cinco panes y dos peces. Y todavía —forma parte de las ironías
de Jesús— manda a sus discípulos que recojan las sobras. Dios
no se deja ganar en generosidad.
Esta escena es el origen del llamado «discurso del Pan de
vida», imagen de la Eucaristía, anticipo de lo que Jesús hará en
la Última Cena. No le interesa solo llenar sus vientres, sino
dilatar su alma para acoger el don del auténtico Pan del Cielo.
Pero a aquellos hombres —como nos hubiera pasado o nos
sucede con frecuencia a nosotros— son incapaces de ver más
allá, y quieren corresponder a ese prodigio como saben:
entronizarlo como rey. Pero el reino de Jesús no es de este
mundo. Dios no puede ser reducido a un genio solucionador
de problemas. Dios es Dios. Y por eso «se retiró otra vez a la
montaña Él solo».
«La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:
“Ese es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo”».
No perdamos nunca el asombro ante las acciones de Dios,
pequeñas o grandes.

EVANGELIO
San Juan 6, 1-15

En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de


Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque
habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús
entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba

70
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó


los ojos, y, al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: —
«¿Con qué compraremos panes para que coman estos?». Lo
decía para tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.
Felipe le contestó: —«Doscientos denarios de pan no bastan
para que a cada uno le toque un pedazo». Uno de sus
discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: —
«Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un
par de peces; pero ¿qué es eso para tantos?». Jesús dijo: —
«Decid a la gente que se siente en el suelo». Había mucha
hierba en aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos
cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los
repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que
quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus
discípulos: —«Recoged los pedazos que han sobrado; que
nada se desperdicie». Los recogieron y llenaron doce canastas
con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a
los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que
había hecho, decía: —«Este sí que es el Profeta que tenía que
venir al mundo». Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para
proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.

71
SÁBADO 13 DE ABRIL

1. La comodidad del silencio. 2. Sustos de Dios. 3. Siempre


presente.
1. Jesús también necesita rezar, subir al monte solo a
hablar con su Padre. Qué lección tan necesaria para nosotros
que a veces buscamos una excusa para retrasar o recortar
nuestro tiempo de diálogo con Dios. Soledad de la montaña:
silencio, que contrasta con nuestro ruido, nuestras
interrupciones telefónicas y nuestros deseos muchas veces
incontrolados de estar en permanente comunicación
humana… Así no se puede rezar.
«Dios nos sostiene y, si guardamos silencio, vivimos con Él
en todo momento. Nada nos permitirá descubrir mejor a Dios
que su silencio grabado en el centro de nuestro ser. ¿Cómo
vamos a encontrar a Dios si no cultivamos ese silencio? Al
hombre le gusta viajar, crear, hacer grandes descubrimientos;
y se queda fuera de sí mismo, lejos de Dios, que vive en el
silencio dentro de su alma. Quiero recordar la importancia de
cultivar el silencio para estar realmente con Él (…). Ningún
profeta ha encontrado jamás a Dios sin retirarse a la soledad y
el silencio. No me refiero únicamente a una soledad o
movimiento geográfico, sino a un estado interior. Tampoco
basta con callar. Hay que convertirse en silencio.
Y es que Dios se encuentra en el hombre antes que, en el
desierto, antes que en la soledad y el silencio. El auténtico
desierto está en nuestro interior, en nuestra alma. Si lo

72
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

entendemos así, somos capaces de comprender que el silencio


es indispensable para encontrar a Dios. El Padre aguarda a sus
hijos en sus propios corazones»[16]. Es un don que podemos
pedir a Dios.
Mientras tanto, los discípulos se quedaron recogiendo los
cestos con los sobrantes de comida y despidiendo a la gente,
comentando posiblemente lo que había sucedido e intentando
asimilarlo. Podemos imaginarnos que, una vez que se
quedaron los Doce solos, en silencio, levantaron su corazón y
su mirada al cielo intentando hallar una respuesta. Si nos
organizamos, hay tiempo para todo. Exceptuando una vida de
total clausura y oración para quienes sean llamados, el resto
de hombres alternamos nuestro trato con Dios con el trato a
los demás, con nuestro trabajo y nuestra familia. En todas esas
circunstancias nos espera el Señor.
«Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar,
embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafarnaún».
Impactados todavía por el milagro e intuyendo que Jesús se les
habría adelantado o que llegaría por su cuenta, ellos deciden
comenzar el viaje de regreso. ¡Cuántas cosas pasan en un día
para que le demos gracias a Dios!
2. Van tranquilos —con cierta inquietud por el paradero
del Maestro, aunque están seguros— a pesar de la oscuridad
que les rodea. Poco a poco se levanta un fuerte viento que ellos
conocen, precursor de cosas peores… el agua se iba
encrespando. Pronto, Pedro y Andrés, Santiago y Juan, hijos de
aquellas aguas, comienzan a poner remedio; todos los
Apóstoles obedecen sus órdenes y están pendientes de la voz
del patrón. Pero de pronto, en medio de esa tensión, atisban a
ver una figura que se acerca hasta ellos caminando sobre las
aguas en medio de aquella densa oscuridad.

73
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

El susto está asegurado, nadie se esperaría algo así. El


Evangelio no lo recoge pero me parece obvio que a alguno se
le escapara un grito de miedo o al menos un pequeño
sobresalto que llevara a soltar lo que tuvieran en la mano. La
inseguridad, la falta de control sobre las cosas siempre
produce cierto miedo. Pero duró poco, enseguida —quizá
antes de ver claramente su figura— escucharon una voz
familiar que les decía: «Soy yo, no temáis».
Su voz, su presencia les tranquiliza, luego pensarán en lo
extraordinario de la aparición; ahora les basta tenerlo cerca.
Quieren que suba con ellos a la barca, pero cuando quieren
reaccionar ya han encallado en puerto. ¡Qué rápido pasa el
tiempo junto al Maestro! Cuando nos sentimos solos, cuando
nos dejamos llevar por el miedo, abandonándonos a la tristeza
o desesperanza, todo se nos hace un mundo, y el reloj gira tan
despacio que parece eterno. Sin embargo, cuando dejamos las
cosas en Dios, todo va a otro ritmo.
3. Cuentan de santa Catalina de Siena —Doctora de la
Iglesia y copatrona del continente europeo— que, a los diez y
ocho años, recibió el largo hábito blanco y negro deseado de la
tercera orden de Santo Domingo. El hecho de pertenecer a una
tercera orden significaba que la persona viviría la
espiritualidad Dominica, pero en medio del mundo (forma
habitual de vivir una especial vida cristiana). Ella fue la
primera mujer soltera en ser admitida. A partir de ese
momento, su habitación llegó a ser su paraíso, y se ofrecía a sí
misma en oración y mortificación. Durante tres años vivió
como en una eremita, manteniéndose la mayor parte del
tiempo en silencio y sin hablar con nadie excepto Dios y su
confesor. Durante este período, había momentos en que
formas repugnantes y figuras tentadoras se presentarían en su

74
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

imaginación, y las tentaciones —sobre todo, en materia de


pureza— más degradantes la asediaban. Posteriormente, el
diablo extendió en su alma como una nube y una oscuridad tan
grande que fue la prueba más severa jamás imaginable. Santa
Catalina continuó con un espíritu de oración ferviente, de
humildad y de confianza en Dios. Mediante ello perseveró
victoriosa, y al final fue liberada de dichas pruebas que solo
habían servido para purificar su corazón. Cuando Jesús la
visitó después de este tiempo, ella le preguntó: «¿Dónde
estabas Tú, mi divino Esposo, mientras yacía en una condición
tan abandonada y aterradora?». Ella escuchó una voz que le
decía, «Hija, estaba en tu corazón, fortificándote por la gracia».
Dios no nos deja nunca, no solo lucha junto a nosotros, sino
desde dentro, dándonos la fuerza para no caer. Nosotros a
veces tampoco le vemos, nos sentimos como abandonados o
desorientados; «¿Dónde está Dios?». ¡Dentro de nosotros!
Pero, para darnos cuenta de ello, volvemos al primer punto de
la meditación de hoy: la necesidad del silencio. No tengamos
reparos en gritarle, en pedir su ayuda en el momento del
peligro, en reclamar su amparo en medio de la tentación; y
entonces, si hacemos silencio, escucharemos en el fondo de
nuestra alma, como los discípulos en medio del lago: «Soy yo,
no temas».

EVANGELIO
San Juan 6, 16-21

75
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al lago,


embarcaron y empezaron a atravesar hacia Cafarnaún. Era ya
noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba
un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían remado
unos cinco o seis kilómetros, cuando vieron a Jesús que se
acercaba a la barca, caminando sobre el lago, y se asustaron.
Pero él les dijo: —«Soy yo, no temáis». Querían recogerlo a
bordo, pero la barca tocó tierra enseguida, en el sitio adonde
iban.

76
DOMINGO 14 DE ABRIL
TERCERA SEMANA DE PASCUA

1. Una amistad con contenido. 2. Contar con el


entendimiento. 3. Simplemente testigos.
1. Continuamos en este tercer domingo de Pascua con las
apariciones del Resucitado. Acaban de llegar al Cenáculo —
lugar de reunión y de intimidad de esta primerísima
comunidad cristiana— aquellos dos discípulos que unas horas
antes, desesperanzados y tristes, abandonaban la ciudad de
Jerusalén, camino de Emaús. Están contando a todos lo que les
ha sucedido; con palabras atropelladas, con deseo de
explicarlo todo, pero sin acertar a poner de manifiesto lo que
llevaban dentro: cómo se les presentó Jesús en el camino,
cómo no descubrieron que era Él, lo que les dijo, cómo les
explicó las Escrituras, etc., y «cómo lo habían reconocido al
partir el pan». El resto de discípulos escucharía absorto, y
daría gracias a Dios por su bondad.
Los amigos lo comparten todo; los auténticos amigos son
aquellos que pueden hablar de todo, haciéndose partícipes
mutuamente de lo que les sucede por dentro. Cuántas veces
Dios, o nuestra vida de fe, está ausente de nuestras
conversaciones. No se trata de airear nuestra vida interior, de
ir contando todo a todo el mundo, pero, si es auténtica vida de
fe, debe manifestarse por los poros de nuestra vida; si no, la
sofocamos con respetos humanos o engañosas prudencias.

77
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

Por otro lado, ver cómo el Señor actúa en la vida de los


demás y debe llevarnos a una profunda acción de gracias a Él,
que haya mucha gente trabajando en lugares y de modos
diversos por Jesús, debe llenarnos el alma de entusiasmo y
agradecimiento. La Iglesia es muy grande, cada uno de sus
hijos muy distintos y lo importante es que estamos todos en la
misma barca.
Pero sigamos con el evangelio de hoy. Estando hablando
todavía estos dos discípulos cuando aparece Jesús en medio —
como en ocasiones anteriores— «y les dice: “Paz a vosotros”».
El deseo y la transmisión de esa paz son las credenciales que
muestra el Señor resucitado. «Pero ellos, aterrorizados y
llenos de miedo, creían ver un espíritu». Estos apóstoles no
aprenden: como nosotros tampoco. Muchas veces seguimos
teniendo miedo ante Dios, pensamos que pueda castigarnos o
nos olvidamos de su presencia en medio de los momentos de
dolor y dificultad.
«¿Por qué surgen dudas en vuestro corazón?». Piensa por
un momento en todas las muestras de amor, confianza y
predilección que Dios te ha dado a lo largo de toda tu vida,
¿todavía podemos pedirle más? ¿Todavía creemos que
podemos someterle a una última prueba de confianza? Pídele
despacio: «Jesús, auméntame la fe, la esperanza y la caridad».
2. Muchos de los diálogos de Jesús con los suyos tras la
Resurrección tienen un elemento en común: explicarles cómo
en su Persona se cumplen todas las promesas de la Sagrada
Escritura y todo lo anunciado por los profetas a lo largo del
Antiguo Testamento. «Esto es lo que os dije mientras estaba
con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo
escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca
de Mí». ¡Él es el Mesías esperado!

78
Y, a continuación, especifica san Lucas: «Entonces les abrió
el entendimiento para comprender las Escrituras».
Necesitamos la luz del Espíritu Santo para que dilate nuestra
capacidad de conocimiento. No me refiero solo a un
conocimiento académico, sino al auténtico ser, al significado
verdadero de las cosas. A veces se nos olvida, cuando vamos a
rezar, pedir la asistencia del Espíritu Santo: llegamos a la
iglesia, nos santiguamos, quizá repetimos alguna oración
introductoria aprendida hace tiempo… ¿y? Y leemos un texto,
pero ¿dejamos hueco al Espíritu Santo?
«Está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los
muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la
conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos,
comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».
Nosotros hemos sido alcanzados por este mensaje; y las
generaciones que nos han precedido han hecho posible
nuestra fe hoy. Pero ¿las generaciones de mañana pueden
contar con nuestra fidelidad para que conozcan en su
momento la fe? Nosotros hemos sido alcanzados por el amor
de Dios y este es el principio de cualquier testimonio cristiano.
3. «Podemos preguntarnos: pero ¿quién es el testigo? El
testigo es uno que ha visto, que recuerda y cuenta. Ver,
recordar y contar son los tres verbos que describen la
identidad y la misión. El testigo es uno que ha visto, con ojo
objetivo, ha visto una realidad, pero no con ojo indiferente; ha
visto y se ha dejado involucrar por el acontecimiento. Por eso
recuerda, no solo porque sabe reconstruir de modo preciso los
hechos sucedidos, sino también porque esos hechos le han
hablado y él ha captado el sentido profundo. Entonces el
testigo cuenta, no de manera fría y distante, sino como uno

79
que se ha dejado cuestionar y desde aquel día ha cambiado de
vida. El testigo es uno que ha cambiado de vida.
El contenido del testimonio cristiano no es una teoría, no
es una ideología o un complejo sistema de preceptos y
prohibiciones o un moralismo, sino que es un mensaje de
salvación, un acontecimiento concreto, es más, una Persona: es
Cristo resucitado, viviente y único Salvador de todos. Él puede
ser testimoniado por quienes han tenido una experiencia
personal de Él, en la oración y en la Iglesia, a través de un
camino que tiene su fundamento en el Bautismo, su alimento
en la Eucaristía, su sello en la Confirmación, su continua
conversión en la Penitencia. Gracias a este camino, siempre
guiado por la Palabra de Dios, cada cristiano puede
transformarse en testigo de Jesús resucitado. Y su testimonio
es mucho más creíble cuanto más transparenta un modo de
vivir evangélico, gozoso, valiente, humilde, pacífico,
misericordioso. En cambio, si el cristiano se deja llevar por las
comodidades, las vanidades, el egoísmo, si se convierte en
sordo y ciego ante la petición de “resurrección” de tantos
hermanos, ¿cómo podrá comunicar a Jesús vivo, cómo podrá
comunicar la potencia liberadora de Jesús vivo y su ternura
infinita?
Que María, nuestra Madre, nos sostenga con su intercesión
para que podamos convertirnos, con nuestros límites, pero
con la gracia de la fe, en testigos del Señor resucitado, llevando
a las personas que nos encontramos los dones pascuales de la
alegría y de la paz»[17].

80
EVANGELIO
San Lucas 24, 35-48

En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había


pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al
partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando se
presenta Jesús en medio de ellos y les dice: —«Paz a
vosotros». Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un
fantasma. Él les dijo: —«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué
surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies:
soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un
fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no
acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: —
«¿Tenéis ahí algo que comer?». Ellos le ofrecieron un trozo de
pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: —
«Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que
todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos
acerca de mí tenía que cumplirse». Entonces les abrió el
entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: —
«Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los
muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la
conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos,
comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».

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LUNES 15 DE ABRIL

1. Mendigo y santo. 2. Visitar a Jesús. 3. Motivos para una


búsqueda.
1. Cerca del Coliseo, en la antigua Roma, se encuentra una
pequeña iglesia desconocida para muchos: Santa Maria dei
Monti. Junto al presbiterio, en el lado izquierdo, destaca un
cuadro gigante que representa a un santo mendigo allí
enterrado: San Benito José de Labre. Mientras vivía en Roma
dormía en el Coliseo y visitaba las iglesias, especialmente las
que practicaban la devoción de las 40 horas. Allí, pasaba horas
en contemplación de nuestro Señor Eucarístico, por lo que
muchos le llamaban el santo de las 40 horas. Muchos fueron
movidos a un amor más ardiente por la Eucaristía por el
ejemplo de este santo. El «Santo Mendigo de Roma» fue
canonizado por el papa León XIII el 8 de diciembre de 1881.
Se trata de un «piadoso peregrino mendicante del siglo
XVIII que, después de varios intentos inútiles, encontró
finalmente su vocación de peregrinar como mendicante —sin
nada, sin ningún apoyo, sin quedarse para sí con nada de lo
que recibía, salvo lo absolutamente necesario—, peregrinar a
través de toda Europa, a todos los santuarios de Europa, desde
España hasta Polonia y desde Alemania hasta Sicilia: ¡un santo
verdaderamente europeo! Podemos decir también: un santo
un poco peculiar que, mendigando, vagabundea de un
santuario a otro y no quiere hacer más que rezar y así dar
testimonio de lo que cuenta en esta vida: Dios. Ciertamente, no

82
representa un ejemplo para emular, pero es una señal, es un
dedo que indica hacia lo esencial. Nos muestra que solo Dios
basta; que más allá de todo lo que puede haber en este mundo,
más allá de nuestras necesidades y capacidades, lo que cuenta,
lo esencial, es conocer a Dios. Solo Dios basta. Y este «solo
Dios» él nos lo indica de un modo dramático. Y, al mismo
tiempo, esta vida realmente europea que, de santuario en
santuario, abraza todo el continente europeo hace evidente
que aquel que se abre a Dios no se aleja del mundo y de los
hombres, sino que encuentra hermanos, porque por parte de
Dios caen las fronteras; solo Dios puede eliminar las fronteras
porque gracias a él todos somos hermanos, formamos parte
los unos de los otros; hace presente que la unicidad de Dios
significa, al mismo tiempo, la fraternidad y la reconciliación de
los hombres, el derribo de las fronteras que nos une y nos
cura. Así Benito José Labre es un santo de la paz precisamente
porque es un santo sin ninguna exigencia, que muere pobre de
todo pero bendecido con todo»[18].
2. Durante la noche, todos descansan, pero Jesús y sus
discípulos aprovechan para volver a Cafarnaún; cuando los
que el día anterior habían asistido al prodigio de la comida se
despertaron, comprobaron que Jesús no estaba. «Cuando la
gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se
embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús». ¡Qué
tenacidad la de aquella gente! No se resisten a estar lejos de
Jesús y lo buscan, y no les da pereza coger la barca y cruzar el
mar, hasta que lo encuentran.
Buscar a Jesús, buen propósito para un cristiano
enamorado. ¡Jesús está muy cerca de nosotros: en cada
Sagrario! Seguro que cerca de tu casa, de tu universidad, del
lugar de trabajo hay una parroquia, una capilla o un convento

83
en el que Jesús Eucaristía te está esperando. El enemigo nos
tentará con la pereza, con la prisa, con el agobio de todo lo que
tenemos que hacer… pero todo eso se vence con el Amor que
Él nos tiene. «Cuando te acercas al Sagrario, piensa que ¡Él!…
te espera desde hace veinte siglos. Ahí lo tienes: es Rey de
reyes y Señor de señores —Está escondido en el Pan. Se
humilló hasta esos extremos por amor a ti»[19].
Existe en la vida de la Iglesia una antigua costumbre de
hacer cada día una visita a Jesús en el Sagrario, lo que se llama
la visita al Santísimo. Igual que los amigos gozan pasando
tiempo juntos, así nosotros deseamos estar con Jesús. Quizá no
podamos detenernos mucho, es un saludo cariñoso, una
jaculatoria encendida, una genuflexión hecha con todo el
corazón… ¡Cuánto cambiaría nuestra vida si no
abandonáramos esta piadosa costumbre! Si quieres, puedes.
3. Una vez que aquellos hombres encuentran a Jesús en
Cafarnaún, le preguntan con una dosis de confianza y de
impertinencia: «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?». Dios
sorprende siempre, no puede ser reducido a nuestro control, y
menos a nuestra manipulación. También nosotros muchas
veces le pedimos explicaciones de cómo actúa o de las cosas
que nos pasan; olvidamos aquellas palabras del salmo 72: «no
lo entendía, hasta que entré en el misterio de Dios». Él nos
invita —con la luz del Espíritu Santo— a adentrarnos en las
profundidades de su Corazón, a descubrir que hay un misterio
más grande que nosotros, que nos envuelve, que nos da vida.
Pero Jesús les responde poniendo de manifiesto la cruda
realidad: «En verdad, en verdad os digo: me buscáis, no
porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta
saciaros». Mucha gente ha confundido la oración con una mera
petición; es cierto que existe la «oración de petición», pero no

84
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

es solo eso. La oración, nuestra búsqueda continúa de Jesús,


debe estar motivada por el amor: rezo porque le quiero, rezo
porque me quiere. No busco lo que me puede dar, le busco a Él
mismo.
Con estas palabras, Jesús educa a sus oyentes y a cada uno
de nosotros, en nuestra relación con Él. Al oírle hablar así
surge espontánea en nuestro corazón la pregunta: «Yo, ¿por
qué busco a Jesús?».
«Son muchos los que siguen a Jesús por interés, incluso
entre sus apóstoles, como los hijos de Zebedeo, que querían
ser primer ministro y, el otro, ministro de economía: tener el
poder (…). Esta es una tentación de los cristianos, nuestra, de
todos nosotros que somos la Iglesia: la tentación no del poder,
del poder del Espíritu, sino la tentación del poder mundano
(…).
El Señor nos despierta con el testimonio de los santos, con
el testimonio de los mártires que cada día nos anuncian que ir
por el camino de Jesús es su misión. El Evangelio dice que la
gente entiende la amonestación de Jesús y por eso le pregunta:
“Y ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?”.
Jesús les responde: “Esta es la obra de Dios: que creáis en
Aquel que ha enviado”. Es decir, “la fe en Él, solo en Él; la
confianza en Él y no en otras cosas que nos llevarán, al final,
lejos de Él”.
Pidamos al Señor en la oración que nos dé esa gracia del
estupor del encuentro y que nos ayude a no caer en el espíritu
de mundanidad, es decir, ese espíritu que detrás o bajo un
barniz de cristianismo nos llevará a vivir como paganos»[20].

85
EVANGELIO
San Juan 6, 22-29

Después que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus


discípulos lo vieron caminando sobre el lago. Al día siguiente,
la gente que se había quedado al otro lado del lago notó que
allí no había habido más que una lancha y que Jesús no había
embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se
habían marchado solos. Entretanto, unas lanchas de
Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan
sobre el que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la
gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se
embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al
encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: —
«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?». Jesús les contestó: —
«Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino
porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el
alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la
vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha
sellado el Padre, Dios». Ellos le preguntaron: —«Y ¿qué obras
tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?».
Respondió Jesús: —«La obra que Dios quiere es esta: que
creáis en el que él ha enviado».

86
M ARTES 16 DE ABRIL

1. De compatriota a amigo íntimo. 2. Dador de Vida. 3.


Importancia del verbo «estar».
1. Hermann Cohen, de religión judía, concertista famoso y
unánimemente elogiado, conoció a fondo los ambientes más
refinados de París, Ginebra, Hamburgo, Venecia… Distinguido,
elegante y de hermosa figura, se dejó llevar por su carácter
voluble y vanidoso, deslizándose por una vida de despilfarro y
de lujo. También en esta época, conoció lo que sería una de sus
grandes pasiones: el juego. Se entregó a él con toda
vehemencia, buscando las grandes emociones que
proporciona el caprichoso azar. Pero Dios escondido le estaba
esperando.
Un viernes de mayo de 1847, cuando Cohen contaba
veintiséis años, su amigo el príncipe de la Moscowa le pidió
muy encarecidamente que le sustituyera en la dirección de un
coro de aficionados que había de actuar en la iglesia de Santa
Valeria, dentro de los cultos del mes de la Virgen. Hermann
Cohen consideró que no podía negarse y acudió puntualmente
al templo. Aquel fue su Camino de Damasco.
El coro, bajo la batuta de Cohen, actuó con toda
normalidad, pero cuando, en el momento final del acto, el
sacerdote dio la bendición con el Santísimo Sacramento,
experimentó «una extraña emoción, como remordimientos,
por tomar parte en la bendición… Sin embargo, la emoción era
grata y fuerte, y sentía un alivio desconocido». Era el principio

87
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

de su conversión. Desconcertado, volvió a la iglesia los viernes


siguientes y, siempre que el sacerdote bendecía con la
custodia a los fieles arrodillados, experimentaba la misma
sensación: Sentía una emoción tan inenarrable que habría
llorado abundantemente si el respeto humano no lo hubiera
retenido. No sabía cómo explicar estas emociones
desconocidas, extraordinarias, que se apoderaban de él
siempre en las mismas circunstancias.
Fue el primer toque de la gracia que, meses después,
remachó en la iglesia de Ems, en Alemania, adonde Hermann
se había trasladado para dar un concierto. Era el 8 de agosto y
asistía a la Misa: «En el momento de la elevación, sintió de
pronto, a través de sus párpados, un diluvio de lágrimas que
no cesaban de correr abundantemente a lo largo de sus
mejillas. Mientras las lágrimas le estaban así anegando, de lo
más profundo del pecho le surgían los más dolorosos
remordimientos por toda su vida pasada… Al salir de esta
iglesia de Ems, era ya, de corazón, cristiano».
Se bautizó, entró en la Orden de los Carmelitas Descalzos y
murió con fama de santidad. Todo comenzó con un encuentro
inesperado con el misterio eucarístico.
2. La gente se está poniendo nerviosa, está embelesada con
las palabras de Jesús, pero no quiere arriesgarse; buscan
seguridades, algo que les haga estar completamente seguros
de que no se equivocan. «¿Y qué signo haces tú, para que
veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres
comieron el maná en el desierto». Son los propios judíos
quienes ponen en bandeja a Jesús hablarles de la Eucaristía.
Aquel maná del que habla el libro del Génesis —una especie de
pan con la que Dios había alimentado al Pueblo elegido

88
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

durante su travesía por el desierto— era solo un anuncio del


auténtico «Pan del cielo».
El evangelista san Juan no nos narrará la institución de la
Sagrada Eucaristía en el marco de la Última Cena, pues ya
había recogido en este capítulo sexto toda su doctrina en
relación al augusto sacramento. Jesús les recuerda que el
maná no fue obra humana: «no fue Moisés quien os dio pan del
cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero Pan del
cielo». Y enuncia entonces una definición preciosa de lo que es
la Eucaristía: «Porque el pan de Dios es el que baja del cielo
(Encarnación-Pasión-Muerte y Resurrección) y da vida al
mundo (santificación-glorificación)».
Jesús ha bajado del cielo para vivificarnos, para darnos la
auténtica vida; cuántas veces reducimos esa a la pura biología
sin darnos cuenta de que dentro de nosotros —y no solo en la
eternidad— hay una Vida con mayúsculas. Claro que podemos
rezar en cualquier lugar, todos los lugares son propicios para
entablar un diálogo con Dios Padre, con Dios Hijo, con Dios
Espíritu Santo, pero mucho mejor es si podemos sacar un rato
para estar a solas delante del Sagrario: Él y cada uno de
nosotros, solos. La oración es siempre un acto de amor: Él, que
me ama (me siento amado) y yo, que procuro amar, aunque
esté seco (Él mendiga mi amor).
3. Pero los que le escuchan no acaban de entender, y no
debemos culparles, nunca habían oído ni se habían podido
imaginar algo semejante; y piensan que les está hablando de
un alimento material. Por eso, movidos por el entusiasmo, le
piden: «Señor, danos siempre de este pan»; qué jaculatoria tan
apropiada para repetir a Jesús mientras nos acercamos en fila
a recibir la Sagrada Comunión, recogiendo nuestros sentidos y
dirigiendo nuestro corazón hacia Aquel que vamos a recibir.

89
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

Y Jesús vuelve a repetírselo claramente: «Yo soy el pan de


la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en
mí no tendrá sed jamás». Fuertes son estas palabras, estoy
seguro de que hubo cruces de miradas, búsquedas de
aclaración con los que estaban cerca para cerciorarse de que
habían escuchado correctamente, ¿estaba hablando de sí
mismo?
Después de tantos siglos, estas palabras pueden, por
desgracia, perder fuerza; podemos caer en la monotonía, en la
rutina, «ya lo sabemos»; pero no es verdad. Párate, si puedes,
un rato delante de un Sagrario y considera esas palabras de
Jesús en toda su profundidad: Él está ahí, vivo, real, verdadera
y sustancialmente presente.
«Estar [Jesús] en el Sagrario significa venir del cielo todo
un Dios, hacer el milagro más estupendo de sabiduría, poder y
amor para poder llegar hasta la ruindad del hombre. Quedarse
quieto, callado y hasta gustoso, lo traten bien o lo traten mal,
lo pongan en casa rica o miserable, lo busquen o lo desprecien,
lo alaben o lo maldigan, lo adoren como a Dios o lo desechen
como mueble viejo… Y repetir eso mañana, y pasado mañana,
y el mes que viene, y un año, y un siglo, y hasta el fin de los
siglos… Y repetirlo en este Sagrario y en el templo vecino y en
el de todos los pueblos… Y repetir eso entre almas buenas,
finas y agradecidas, y entre almas tibias, olvidadizas,
inconstantes y almas frías, duras, pérfidas, sacrílegas… Eso es
estar el Corazón de Jesús en el Sagrario.
¡Está aquí! Santa, deliciosa, arrebatadora palabra, que dice
a mi fe más que todas las maravillas de la tierra y todos los
milagros del Evangelio, que da a mi esperanza la posesión
anticipada de todas las promesas (…).

90
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

Padre eterno, ¡bendita sea la hora en que los labios de


vuestro Hijo unigénito se abrieron en la tierra para dejar salir
estas palabras: “Sabed que yo estoy todos los días con
vosotros hasta la consumación de los siglos”!»[21].

EVANGELIO
San Juan 6, 30-35

En aquel tiempo, dijo la gente a Jesús: —«¿Y qué signo


vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra?
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está
escrito: —Les dio a comer pan del cielo». Jesús les replicó: —
«Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino
que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo.
Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al
mundo». Entonces le dijeron: —«Señor, danos siempre de este
pan». Jesús les contestó: —«Yo soy el pan de la vida. El que
viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará
sed».

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

M IÉRCOLES 17 DE ABRIL

1. Algo más grande que el pan. 2. Visitar a Jesús. 3. Una


oración portuguesa.
1. La gente se ha quedado paralizada, dentro de ellos
experimentan una gran curiosidad y siguen escuchando, se
van sentando y le escuchan con una mezcla de escepticismo y
ganas de creer. Es un lenguaje totalmente nuevo, supera a los
deseos y expectativas humanas; no entra en sus cabezas, como
no entra en las nuestras. El misterio eucarístico solo puede
entenderse desde el amor. Poco a poco Jesús les va abriendo el
entendimiento al misterio de su propia entrega; detrás de la
imagen del pan está Él mismo.
«En realidad, esas personas lo siguen por el pan material
que el día anterior había saciado su hambre, cuando Jesús
había realizado la multiplicación de los panes; no habían
comprendido que ese pan, partido para tantos, para muchos,
era la expresión del amor de Jesús mismo. Han dado más valor
a ese pan que a su donador. Ante esta ceguera espiritual, Jesús
evidencia la necesidad de ir más allá del don y descubrir,
conocer, al donador. Dios mismo es el don y también el
donador. Y, así, de ese pan, de ese gesto, la gente puede
encontrar a Aquel que lo da, que es Dios. Invita a abrirse a una
perspectiva que no es solamente la de las preocupaciones
cotidianas del comer, del vestir, del éxito, de la carrera. Jesús
habla de otro alimento, habla de un alimento que no se

92
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

corrompe y que es necesario buscar y acoger (…). Es decir,


buscad la salvación, el encuentro con Dios.
(…) Jesús no elimina la preocupación y la búsqueda del
alimento cotidiano, no, no elimina la preocupación por lo que
te puede mejorar la vida. Pero Jesús nos recuerda que el
verdadero significado de nuestra existencia terrena está al
final, en la eternidad, está en el encuentro con Él, que es don y
donador, y nos recuerda también que la historia humana con
sus sufrimientos y sus alegrías tiene que ser vista en un
horizonte de eternidad, es decir, en aquel horizonte del
encuentro definitivo con Él. Y este encuentro ilumina todos los
días de nuestra vida. Si pensamos en este encuentro, en este
gran don, los pequeños dones de la vida, también los
sufrimientos, las preocupaciones serán iluminadas por la
esperanza de este encuentro. “Yo soy el pan de vida. El que
viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed
jamás”. Esta es la referencia a la Eucaristía, el don más grande
que sacia el alma y el cuerpo. Encontrar y acoger en nosotros a
Jesús, “pan de vida”, da significado y esperanza al camino, a
menudo, tortuoso de la vida. Pero este “pan de vida” nos ha
sido dado con un cometido, esto es, para que podamos a su vez
saciar el hambre espiritual y material de nuestros hermanos,
anunciando el Evangelio por todas partes»[22].
2. La Eucaristía nos tiene que abrir necesariamente a los
demás. Asistir cada día, o cada domingo, al mayor acto de
entrega por parte de Dios que se pueda pensar —el de la
propia vida por amor— debe llevarnos a un deseo de
imitación. El propio evangelista san Juan, en la noche de la
Última Cena, en el contexto del lavatorio de pies, pone unas
palabras en boca de Jesús que bien pueden aplicarse a la
Eucaristía: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? (…)

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros,


vosotros también lo hagáis».
Así se entiende que todos los santos que han destacado en
la historia de la Iglesia por el ejercicio heroico de la caridad —
piensa en S. Vicente de Paúl, Madre Teresa— han sido almas
profundamente eucarísticas. Es imposible estar muy cerca de
Dios y no estarlo de los hombres; si la Eucaristía es el
sacramento del amor de Dios y nosotros lo recibimos a diario,
debemos sentir el impulso de comunicarlo.
Es imposible un auténtico amor a los pobres, un ejercicio
de la caridad que no nazca de la Eucaristía ni precise de Ella.
Un termómetro de cómo vivimos la Misa es cómo tratamos a
los que tenemos cerca, esto no quiere decir que no cometamos
fallos, que no perdamos a veces la paciencia o que no nos
dejemos llevar por nuestras pasiones; pero nos sentiremos
impulsados interiormente a luchar contra ellas.
Cada Sagrario es un grito silencioso que nos habla de la
donación de Dios, auténtica escuela donde aprendemos no
solo a querer, sino lo que verdaderamente significa el amor.
En estos días en los que leemos este capítulo sexto de san Juan
puedes aprovechar para hacer un examen de conciencia más
profundo sobre tu vida eucarística, si cada Misa o rato de
oración delante del Sagrario es relación auténtica con Jesús
vivo e impulso para la caridad.
3. Quizá te sirvan, para terminar este rato de oración, estas
palabras escritas por una joven que vivió los últimos casi
treinta años de su vida postrada en una cama, pero lleno su
corazón de amor a Dios y a los hombres: «Mi buen Jesús, tú
eres prisionero y yo también lo soy. Somos prisioneros los dos.
Tú eres prisionero por amor a mí, yo lo soy de tus manos. Eres
el Rey y el Señor de todo; yo, en cambio, soy un gusanillo de la

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

tierra (…). No me prives, oh Jesús, de tu protección. Yo querría


visitarte en (todos) tus Sagrarios, pero no puedo, pero al
menos, Jesús mío, haz que no pase ni siquiera un momento sin
que yo vaya en espíritu a las puertecitas de tus Sagrarios para
decirte: “¡Jesús mío, quiero amarte! Quiero abrasarme toda en
las llamas de tu amor”.
Oh mi Jesús, yo quiero que cada dolor que sienta, cada
palpitación de mi corazón, cada vez que respire, cada segundo
de las horas que pase, sean actos de amor para tu Sagrarios. Yo
quiero que cada movimiento de mis pies, de mis manos, de mis
labios, de mi lengua, cada vez que abra o cierre los ojos, cada
lágrima, cada sonrisa, cada alegría, cada tristeza, cada
tribulación, cada distracción, contrariedades o disgustos sean
actos de amor para tus Sagrarios. Yo quiero que cada letra de
las oraciones que rece u oiga rezar, cada palabra que
pronuncie u oiga pronunciar, que lea u oiga leer, que escriba o
vea escribir, que cante u oiga cantar, sean actos de amor para
tus Sagrarios»[23]. Esto solo puede escribirlo una persona
enamorada… y nosotros podemos estarlo.

EVANGELIO
San Juan 6, 35-40

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: —«Yo soy el pan de


la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en
mí nunca pasará sed; pero, como os he dicho, me habéis visto y
no creéis. Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que
venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo, no

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha


enviado. Esta es la voluntad del que me ha enviado: que no
pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último
día. Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo
y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último
día».

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

JUEVES 18 DE ABRIL

1. Las lecciones de una niña. 2. Lo más importante. 3. Estoy


en el cielo.
1. Unos meses antes de su muerte, el venerable Fulton J.
Sheen fue entrevistado por la televisión nacional: «Obispo
Sheen, usted inspiró a millones de personas en todo el mundo.
¿Quién lo inspiró a usted? ¿Fue acaso un Papa?».
El obispo Sheen respondió que su mayor inspiración no fue
un Papa ni un Cardenal u otro Obispo, y ni siquiera fue un
sacerdote o monja. Fue una niña china de once años de edad.
Explicó que, cuando los comunistas se apoderaron de
China, encarcelaron a un sacerdote en su propia rectoría cerca
de la iglesia. El sacerdote observó aterrado desde su ventana
cómo los comunistas penetraron en la iglesia y se dirigieron al
santuario. Llenos de odio profanaron el Sagrario, tomaron el
copón y lo tiraron al suelo, esparciendo las Hostias
Consagradas. Eran tiempos de persecución y el sacerdote
sabía exactamente cuántas Hostias contenía el copón: treinta y
dos.
Cuando los comunistas se retiraron, tal vez no se dieron
cuenta, o no prestaron atención a una niñita que rezaba en la
parte de atrás de la iglesia, la cual vio todo lo sucedido. Esa
noche la pequeña regresó y, evadiendo la guardia apostada en
la rectoría, entró en la iglesia. Allí hizo una hora santa de
oración, un acto de amor para reparar el acto de odio. Después
de su hora santa, se adentró al santuario, se arrodilló e,

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

inclinándose hacia adelante, con su lengua recibió a Jesús en la


Sagrada Comunión (en aquel tiempo no se permitía a los laicos
tocar la Eucaristía con sus manos).
La pequeña continuó regresando cada noche, haciendo su
hora santa y recibiendo a Jesús Eucarístico en su lengua. En la
trigésima segunda noche, después de haber consumido la
última Hostia, accidentalmente hizo un ruido que despertó al
guardia. Este corrió detrás de ella, la agarró y la golpeó hasta
matarla con la culata de su rifle.
Este acto de martirio heroico fue presenciado por el
sacerdote mientras, sumamente abatido, miraba desde la
ventana de su cuarto convertido en celda.
Cuando el obispo Sheen escuchó el relato, se impactó de tal
grado que prometió a Dios que haría una hora santa de
oración frente a Jesús Sacramentado todos los días, por el
resto de su vida. Sí, aquella pequeñita pudo dar testimonio con
su vida de la real y hermosa Presencia de su Salvador en el
Santísimo Sacramento.
La pequeña le enseñó al obispo el verdadero valor y celo
que se debe tener por la Eucaristía; cómo la fe puede
sobreponerse a todo miedo y cómo el verdadero amor a Jesús
en la Eucaristía debe trascender a la vida misma.
2. Para muchos cristianos, la pregunta más importante
sigue siendo todavía qué puedo hacer por Jesús; está bien, es
una pregunta legítima, pero no debe hacernos olvidar que lo
principal es lo que Él ha hecho por nosotros y cómo a nosotros
solo nos cabe responder a su amor. Para entender esta
dinámica de respuesta al don de Dios podemos fijarnos en el
ofertorio de la Misa: el sacerdote coge entre sus manos la
patena con la hostia y dice: «bendito seas, Señor, Dios del
universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo de los

98
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

hombres, que recibimos de tu generosidad y ahora te


presentamos…». Entregamos a Dios lo que a su vez hemos
recibido de Él, sería imposible —soberbia humana—
pretender alcanzar a Dios, amarle, ofrecerle algo, por mínimo
que fuera, que antes Él no nos lo haya otorgado. En este
sentido podemos decir que toda nuestra vida es un continuo
ofertorio, y así Dios transformará nuestra vida. Jesús lo
recuerda de otro modo en el evangelio de hoy: «Nadie puede
venir a mí, si no lo atrae el Padre, que me ha enviado».
Es descubrir que Él va delante. El apóstol san Juan lo dirá
en una de sus cartas, recordando a los primeros cristianos que
lo importante no es que nosotros amemos a Dios, sino
descubrir que Él nos amó primero y así poder nosotros
responder.
¿Quién no va a amar a una persona que sabe que le ama
con locura? Dios no está lejos, Dios no es inaccesible, nosotros
creemos —cada Navidad lo recordamos— en el «Dios con
nosotros», tal y como se lo anuncia Gabriel a María. Por tanto,
la fe implica una relación, y una relación que es posible porque
Él ha tomado la iniciativa de salir a nuestro encuentro; va
mucho más allá de pensamientos, reglas o estrategias; relación
de amor que cambia la vida.
3. Pero en el evangelio de hoy aparece también una
afirmación fuerte de Jesús: «Yo soy el pan vivo que ha bajado
del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre».
Vincula la Eucaristía con la vida eterna. El Catecismo de la
Iglesia Católica nos lo explica: «Si la Eucaristía es el memorial
de la Pascua del Señor y si por nuestra comunión en el altar
somos colmados “de gracia y bendición”, la Eucaristía es
también la anticipación de la gloria celestial (…). De esta gran
esperanza, la de los cielos nuevos y la tierra nueva en los que

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

habitará la justicia, no tenemos prenda más segura, signo más


manifiesto que la Eucaristía. En efecto, cada vez que se celebra
este misterio, “se realiza la obra de nuestra redención» y
«partimos un mismo pan […] que es remedio de inmortalidad,
antídoto para no morir, sino para vivir en Jesucristo para
siempre”»[24].
Cada vez que asistimos a la Santa Misa no solo estamos
haciendo un acto de fe en la vida eterna, sino que estamos ya
pregustando esta realidad. Cómo lo intuyó aquel niño cuyo
hermanito había muerto a la edad de 12 años: aprovechaba un
rato del recreo para acudir a hacer una visita al Santísimo. El
sacerdote observó que el niño, de tan solo seis años, hablaba
con gran confianza y a veces llevaba juguetes o libros. Cuando
le preguntaron por su comportamiento, el pequeño respondió
que su hermanito estaba en el cielo y que lo más cerca que
podía estar de él era ahí, porque en el Sagrario estaba Jesús y
les habían explicado en clase que el cielo era estar con Jesús.
Así que, si ahí estaba Jesús, su hermano no podía estar lejos.
Cada Sagrario es una invitación a la eternidad. «Jesús,
ahora solo te veo bajo las apariencias sacramentales, pero ¡qué
ganas de verte en el cielo! Si ahora me siento tan dichoso por
poder comulgar y estar junto a Ti, ¿qué será allí…?».

EVANGELIO
San Juan 6, 44-51

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: —«Nadie puede


venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo

100
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: “Serán


todos discípulos de Dios”. Todo el que escucha lo que dice el
Padre y aprende viene a mí. No es que nadie haya visto al
Padre, a no ser el que procede de Dios: ese ha visto al Padre.
Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la
vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y
murieron: este es el pan que baja del cielo, para que el hombre
coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del
cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan
que yo daré es mi carne para la vida del mundo».

101
V IERNES 19 DE ABRIL

1. Escándalos humanos. 2. El encuentro más importante. 3.


Vivir lo que celebramos.
1. Aquella muchedumbre escucha atónita a Jesús; pronto
comienzan los murmullos: «¿Cómo puede este darnos a comer
su carne?», tal y como ellos lo están entendiendo es una
llamada al canibalismo y no lo comprenden. Hace falta fe, el
don del Espíritu Santo que nos abre a esa nueva realidad:
amor infinito de Dios. ¡Se hace alimento! Podía haberlo hecho
de muchas otras maneras, pero recurre a algo tan común y
necesario como la comida, y entre todos los alimentos escoge
lo más vulgar, lo más pobre, lo que puede estar al alcance de
todos: un poco de pan.
San Juan Pablo II en su última encíclica nos recordaba que
«el sacrificio eucarístico se orienta a la íntima unión de
nosotros, los fieles, con Cristo mediante la comunión: le
recibimos a Él mismo, que se ha ofrecido por nosotros; su
cuerpo, que Él ha entregado por nosotros en la Cruz; su
sangre, “derramada por muchos para perdón de los pecados”.
Recordemos sus palabras: “Lo mismo que el Padre, que vive,
me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma
vivirá por mí”. Jesús mismo nos asegura que esta unión, que Él
pone en relación con la vida trinitaria, se realiza
efectivamente. La Eucaristía es verdadero banquete, en el cual
Cristo se ofrece como alimento. Cuando Jesús anuncia por
primera vez esta comida, los oyentes se quedan asombrados y

102
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

confusos, obligando al Maestro a recalcar la verdad objetiva de


sus palabras: “En verdad, en verdad os digo: si no coméis la
carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tendréis
vida en vosotros”. No se trata de un alimento metafórico: “Mi
carne es verdadera comida y mi sangre, verdadera
bebida”»[25]. La Comunión es unión, ¡cómo debemos disfrutar
de esos momentos en los que le tenemos a Él dentro de
nosotros! Cada vez que comulgues, haz un acto de fe: «Creo
firmemente, Jesús mío, que estás presente en la Sagrada
Eucaristía, que acabo de recibirte y que estás dentro de mí» y
luego vendrá el diálogo.
El profeta Isaías había descrito los tiempos mesiánicos
como un banquete de manjares suculentos; este banquete de
la eternidad se adelanta en cada celebración eucarística. Dios
no nos da cosas, se nos da a Sí mismo, y por eso cada vez que
asistimos a la Santa Misa es para nosotros un impulso para
nuestra propia entrega.
2. Con todo esto, nos damos cuenta entonces de que
debemos prepararnos para ese encuentro con Jesús, lo que se
ha venido llamando la necesidad de estar en gracia de Dios, es
decir, sin conciencia de pecado mortal. Vivir en gracia de Dios
y vivir de la gracia de Dios debe ser el deseo de nuestra vida;
vivir cerca de Él sabiendo que de Él recibimos las fuerzas para
continuar en nuestro camino. La Comunión es un encuentro
amoroso con Dios que no puede ser manchado por nuestro
pecado. En muchos otros ámbitos de nuestra vida
encontramos ejemplos de preparación para cosas
importantes: una entrevista de trabajo, una celebración
familiar, la visita de una persona importante, una boda, un
viaje… cuánto más si se trata del mismo Dios.

103
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

No es bueno llegar con la hora justa a Misa; si conseguimos


llegar unos minutos antes, podemos centrarnos, caer en la
cuenta de dónde estoy, para qué he venido y qué quiero
pedirle a Jesús en esta Misa (nos pueden ayudar oraciones
tradicionales para aprovechar estos minutos). Luego, por
supuesto, una vez que comienza la Santa Misa, vivirla lo más
recogido posible, evitando distracciones —móvil, hablar con el
de al lado, pensamientos superfluos, despistes absurdos—, y
aprovechar la cola de la Comunión para encender mi corazón
en deseos de recibirle.
«Yo quisiera, Señor, recibiros con aquella pureza, humildad
y devoción con que os recibió vuestra Santísima Madre, con el
espíritu y fervor de los santos». Esta fórmula de Comunión
espiritual te puede ayudar, no la leas simplemente, rézala, es
decir, dísela a Jesús con todo tu corazón. Piensa en cómo
trataría la Virgen a su Hijo, en cómo han comulgado los santos,
cómo han vivido la Misa y pídeles —a aquellos que más
devoción tengas— que te ayuden a imitarles en su amor
eucarístico.
3. «En el Cenáculo de Jerusalén. La víspera de su muerte
redentora en la cruz, Él realizó lo que había predicho: “Yo soy
el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan
vivirá para siempre, y el pan que yo daré es mi carne por la
vida del mundo… El que come mi carne y bebe mi sangre
habita en mí y yo en él”. Jesús toma entre sus manos el pan y
dice “Tomad, esto es mi Cuerpo”. Con este gesto y con estas
palabras, Él asigna al pan una función que es más que la de
simple alimento físico, sino la de hacer presente su Persona en
medio de la comunidad de los creyentes.
La Última Cena representa el punto de llegada de toda la
vida de Cristo. No es solamente anticipación de su sacrificio

104
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

que se realizará en la cruz, sino también síntesis de una


existencia entregada por la salvación de toda la humanidad.
Por lo tanto, no basta afirmar que en la Eucaristía Jesús está
presente, sino que es necesario ver en ella la presencia de una
vida donada y participar de ella. Cuando tomamos y comemos
ese Pan, somos asociados a la vida de Jesús, entramos en
comunión con Él, nos comprometemos a realizar la comunión
entre nosotros, a transformar nuestra vida en don, sobre todo
a los más pobres.
El evangelio de hoy evoca este mensaje solidario y nos
impulsa a acoger la invitación íntima a la conversión y al
servicio, al amor y al perdón. Nos estimula a convertirnos, con
la vida, en imitadores de lo que celebramos en la liturgia. El
Cristo, que nos nutre bajo las especies consagradas del pan y
del vino, es el mismo que viene a nuestro encuentro en los
acontecimientos cotidianos; está en el pobre que tiende la
mano, está en el que sufre e implora ayuda, está en el hermano
que pide nuestra disponibilidad y espera nuestra acogida. Está
en el niño que no sabe nada de Jesús, de la salvación, que no
tiene fe. Está en cada ser humano, también en el más pequeño
e indefenso»[26].
La Eucaristía, fuente de amor para la vida de la Iglesia, es
escuela de caridad.

105
EVANGELIO
San Juan 6, 52-59

Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí: —«¿Cómo


puede este darnos a comer su carne?». Entonces Jesús les dijo:
—«Os aseguro que, si no coméis la carne del Hijo del hombre y
no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come
mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré
en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es
verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre
habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo
vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por
mí. Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de
vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este
pan vivirá para siempre». Esto lo dijo Jesús en la sinagoga,
cuando enseñaba en Cafarnaún.

106
SÁBADO 20 DE ABRIL

1. La soledad de Dios. 2. Discípulos libres. 3. No queremos


irnos.
1. Aquellos mismos que se habían quedado ensimismados
ante el prodigio de la multiplicación de los panes y los peces
acaban reaccionando violentamente ante sus palabras; no
pueden más, prefieren adherirse a la seguridad de sus cortos
entendimientos que a la fuerza de las palabras de Dios. Los
murmullos comienzan a coger fuerza, se irritan, unos y otros
comienzan a levantar sus voces, hasta que la protesta se hace
casi general: «Este modo de hablar es duro, ¿quién puede
hacerle caso?». Indignados comienzan a retirarse. ¡Qué imagen
tan triste! Jesús, nuestro Jesús, se va quedando solo. Unos y
otros le abandonan, cerrados a la luz de Dios se abandonan a
sus propias tinieblas. Él les habla de su amor —la Eucaristía ha
sido llamada con verdad el «Sacramento del Amor»— y ellos
lo rechazan.
Meterse en el hondo del Corazón de Jesús durante esta
escena es descubrir su gratuidad: Él nos ofrece siempre su
amistad, pero no la impone; con qué tristeza profunda
contemplaría la huida de tantos, aunque «Jesús sabía desde el
principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar». Y dijo:
«Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no
lo concede».
«Debió de ser un momento dramático, pues no se trataba
de algunas deserciones aisladas, sino de una deserción en

107
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

masa: muchos discípulos suyos se echaron a atrás y no


volvieron con él (…). Fijaos bien en la condición de los que le
abandonan: no son oyentes ocasionales que se marchan
moviendo la cabeza o encogiéndose de hombros, sino
discípulos. Esos hombres habían creído en Jesús, habían
sentido el ascendiente de su doctrina y persona. En adelante,
el encanto queda roto… Ellos realizaron sacrificios para ir en
su seguimiento: sus renunciamientos para nada han servido.
Pierden cuanto habían ganado y todo lo que hubieran podido
ganar aún. Se habían comprometido con Él alistándose entre
sus partidarios: habían incurrido en las críticas de los demás.
Ahora pasan a las filas contrarias y engrosan el número de sus
detractores y enemigos»[27].
El amor a Dios, como a cualquier otra persona, hay que
alimentarlo, cuidarlo para no perderlo. No podemos estar
seguros de nosotros mismos, tampoco en una tensión nerviosa
que nos lleve a no disfrutar de la relación con Dios. Pero sí en
una humildad constante, postura del alma, que nos lleve a
pedir lo que los sacerdotes rezamos cada día, en secreto, antes
de comulgar: «jamás permitas que me separe de Ti», y
podemos añadir: «ni yo ni los míos».
2. Mira a Jesús cómo contempla la defección de los suyos,
no les grita, no les amonesta, no llora de manera dramática su
vuelta… Pensemos también en el grupo reducido de discípulos
fieles, no acabarían de entender esa parsimonia, esa actitud
paciente y mansa del Maestro al ver cómo todos se alejan de
Él; posiblemente ellos —humanos— hubieran actuado de otra
manera, una mezcla de ira y fuerza. El Buen Pastor deja que se
dispersen las ovejas, no busca la fama ni la popularidad, sus
criterios son totalmente diversos; hoy es el día del fracaso más

108
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

absoluto, qué tipo de Maestro es cuando sus discípulos le


abandonan… pero a Él le interesan otras cosas.
Se gira y con una mirada llena de cariño —mirada de
Creador y de Esposo— pregunta a los Doce, que todavía están
a su lado: «¿También vosotros queréis marcharos?». Diálogo
verdaderamente emocionante: miradas que se cruzan —quizá
hay una mirada baja, la de Iscariote, que no se atreve a
mantenerle la mirada—, corazones que palpitan, lágrimas que
brotan disimuladamente… «Los que han permanecido junto a
Él, ¿lo hacen de buen grado o por temor a disgustarle? Jesús
les devuelve la libertad: “No sigáis siendo mis discípulos
mientras sintáis en vuestro interior pesar o duda” (…). Jesús
solo quiere discípulos voluntarios, convencidos, decididos.
Inmediatamente después dirá: “¿No os he elegido Yo a los
Doce?”. Los escogió después de una noche de oración,
habiendo sopesado el valor, disposiciones, aptitudes de cada
uno de ellos. Los eligió, pero Él está dispuesto a verlos alejarse
de Él.
El Maestro, que nos escogió antes de conocerle nosotros,
quiere que libremente le escojamos por nuestra parte.
Escoged, nos dice, entre la masa y Yo, entre vuestros instintos
y el Evangelio, entre el amor propio o la caridad, entre el
egoísmo o la justicia, entre el camino ancho de los deseos o el
estrecho de los deberes»[28]. Hoy también una gran masa de
bautizados se aleja de Él… hoy también Jesús nos pregunta a
cada uno —amante defensor de nuestra libertad— qué
queremos hacer, qué camino queremos recorrer.
3. Se hizo un silencio incómodo, posiblemente fueron
segundos, pero se hicieron eternos, hasta que Pedro, el
impulsivo, el ardoroso le contestó con la fuerza irresistible de
su carácter franco: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes

109
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

palabras de vida eterna, nosotros creemos y sabemos que tú


eres el Santo de Dios». Sintieron los otros un fuerte alivio,
Pedro había sabido verbalizar lo que efectivamente llevaban
en sus corazones, todos afirmarían con la cabeza (Judas
evitaría el gesto) que se adherían a sus palabras. Qué consuelo
y alegría para el Corazón de Jesús aquella muestra espontánea
de fe y ardor, incluso —porque era perfecto hombre— dejaría
traslucir en su cara la alegría y satisfacción de su interior.
«Pedro no niega que las palabras de Jesús sean duras al
oído; al menos no empequeñecen al que las acepta, le liberan,
le hacen crecer. Son duras, pero ennoblecen nuestras pobres
vidas humanas. Las palabras de Jesús ayudan a vivir.
Los demás maestros adulan a sus discípulos, les presentan
una moral más cómoda, pero sin darles jamás seguridad. La
doctrina de Cristo se afirma como cierta; es austera, cortante
como una espada, pero ninguna otra puede igualarla en
grandeza y profundidad. Hay en las palabras del Salvador algo
eterno: Tú pronuncias las palabras definitivas que nos dan
vida para siempre. El Salvador nos da a conocer y nos propone
la “Vida divina” que transformará nuestras vidas uniéndonos
eternamente a Dios. Dios vivo y eterno es el que habla por su
boca. “¿A quién iremos?”»[29].
Los que se fueron se quedaron solos, abandonaron al
Maestro para convertirse a sí mismos en su propia y única
autoridad; nosotros no queremos. Termina este rato de
oración con un diálogo, silencioso y contemplativo, en el que
escuchas cómo Jesús te invita libremente a quedarte junto a Él,
y respóndele.

110
EVANGELIO
San Juan 6, 60-69

En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo,


dijeron: —«Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle
caso?». Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les
dijo: —«¿Esto os hace vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del hombre
subir adonde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la
carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son
espíritu y vida. Y, con todo, algunos de vosotros no creen».
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién
lo iba a entregar. Y dijo: —«Por eso os he dicho que nadie
puede venir a mí, si el Padre no se lo concede». Desde
entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no
volvieron a ir con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: —
«¿También vosotros queréis marcharos?». Simón Pedro le
contestó: —«Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes
palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú
eres el Santo consagrado por Dios».

111
DOMINGO 21 DE ABRIL
CUARTA SEMANA DE PASCUA

1. Dos pastores diferentes. 2. Discípulos misioneros. 3. Todo


el mundo rezando.
1. El cuarto domingo de Pascua nos trae cada año la lectura
del evangelio del Buen Pastor, un texto que casi conocemos de
memoria y que nuestra excesiva familiaridad con él nos hace
perder de vista la novedad que esconde.
En el relato de este año, Jesús opone la figura de dos tipos
de pastores: el bueno y el asalariado; la pregunta parece que
se impone: ¿Cuál es entonces la primera diferencia? El
asalariado cobra por ese trabajo, no son sus ovejas, está
contratado para cuidar las de otro; mientras que el buen
pastor es el dueño de esas ovejas, son suyas, las quiere, las
mima, las protege y no encuentra otro pago que el amor que
de ellas recibe. Incluso le parecería ofensivo que alguien
quisiera pagar su trabajo, que en su caso tiene fuerza de
misión.
El asalariado huye ante el peligro, «ve venir al lobo,
abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa»,
solo sabe velar por sí mismo, pone su vida a salvo sin mirar
por las ovejas. Estas no entran dentro de su vida, no forman
parte de su existencia porque, señala tristemente Jesús, «es
que a un asalariado no le importan las ovejas». ¡Cada uno de
nosotros somos importantes, insustituibles para Dios!

112
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

En cambio, continúa el Maestro, «Yo soy el buen Pastor,


que conozco a las mías y las mías me conocen». Las ovejas son
obra suya, es su Creador, su Dueño, su Pastor, su Esposo; ellas
forman parte de las fibras más íntimas de su Corazón divino.
Su razón de ser es precisamente el amor y cuidado de ese
rebaño. «Conozco a las mías», hemos salido de sus manos,
hemos sido creados a imagen y semejanza suya. Dios es el
único que puede decir con toda rotundidad, y con toda la
fuerza que esta palabra significa, que nos conoce. En Dios,
conocer es amar, conocer es bendecir, «vio que todo era
bueno», dice el libro del Génesis. Y todavía afirma más,
comparando esa relación entre el Pastor y las ovejas a la que
Él tiene con su Padre. Por el Bautismo quedamos insertos en
esta relación.
Este cuidado, esa identificación con el futuro de la grey le
lleva a exclamar una de las palabras más bellas: «Yo doy mi
vida por las ovejas». El amor por ellas es tan grande que se
deja quitar la vida, pero no de una manera bruta e impersonal,
sino entregándola libremente. Como tantas veces en los
Evangelios, Jesús está describiendo con esta imagen del Pastor
su propia Vida, Pasión, Muerte y Resurrección.
2. Pero el Corazón de Jesús no queda reducido a los suyos,
o, mejor dicho, el término «suyos» abarca a todos los hombres,
estén o no estén cerca, quieran o no saberlo, Él les espera,
piensa en ellos y los ama. «Tengo, además, otras ovejas que no
son de este redil; también a estas tengo que traer, y
escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor».
La misión de cada uno de nosotros —hijos de Dios por el
Bautismo—, como la de la Iglesia, es también procurar que
muchos se acerquen a Dios; pero no de los fáciles (van más o
menos a Misa, colegio religioso, familia piadosa, etc.), que

113
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

también; no conformarnos con estar a gusto entre nosotros,


sino buscar a todos: a ese compañero de facultad o trabajo que
se declara agnóstico, aquel otro que está «rebotado», el uno
que no cree en la sobrenaturalidad de la Iglesia, el otro que ha
tenido una muy mala experiencia…
«En virtud del Bautismo recibido, cada miembro del
Pueblo de Dios se ha convertido en discípulo misionero. Cada
uno de los bautizados, cualquiera que sea su función en la
Iglesia y el grado de ilustración de su fe, es un agente
evangelizador, y sería inadecuado pensar en un esquema de
evangelización llevado adelante por actores calificados, donde
el resto del pueblo fiel sea solo receptivo de sus acciones. La
nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo
de cada uno de los bautizados. Esta convicción se convierte en
una llamada dirigida a cada cristiano, para que nadie
postergue su compromiso con la evangelización, pues, si uno
de verdad ha hecho una experiencia del amor de Dios que lo
salva, no necesita mucho tiempo de preparación para salir a
anunciarlo, no puede esperar que le den muchos cursos o
largas instrucciones. Todo cristiano es misionero en la medida
en que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús;
ya no decimos que somos “discípulos” y “misioneros”, sino que
somos siempre “discípulos misioneros”. Si no nos
convencemos, miremos a los primeros discípulos, quienes,
inmediatamente después de conocer la mirada de Jesús, salían
a proclamarlo gozosos: “¡Hemos encontrado al Mesías!”. La
samaritana, apenas salió de su diálogo con Jesús, se convirtió
en misionera, y muchos samaritanos creyeron en Jesús “por la
palabra de la mujer”. También san Pablo, a partir de su
encuentro con Jesucristo, “enseguida se puso a predicar que
Jesús era el Hijo de Dios”. ¿A qué esperamos nosotros?»[30].

114
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

3. Se entiende que el beato Pablo VI consagrara este IV


Domingo de Pascua a la Jornada Mundial de Oración por las
vocaciones. Este año, además, vamos a vivir dicha Jornada con
el horizonte del próximo Sínodo de los Obispos que tendrá
como tema la vocación y los jóvenes —rezamos ya por sus
abundantes frutos—.
«Reconocer que existe una llamada de Dios es darse cuenta
de que toda la vida cristiana consiste en responder a ese amor
a Dios: en el sacerdocio, en la vida consagrada, en el
matrimonio, en la santidad en medio del mundo. La llamada
del Señor —cabe decir— no es tan evidente como todo aquello
que podemos oír, ver o tocar en nuestra experiencia cotidiana.
Dios viene de modo silencioso y discreto, sin imponerse a
nuestra libertad. Así puede ocurrir que su voz quede
silenciada por las numerosas preocupaciones y tensiones que
llenan nuestra mente y nuestro corazón.
Es necesario entonces prepararse para escuchar con
profundidad su Palabra y prestar atención a los detalles de
nuestra vida diaria, aprender a leer los acontecimientos con
los ojos de la fe, y mantenerse abiertos a las sorpresas del
Espíritu.
Si permanecemos encerrados en nosotros mismos, en
nuestras costumbres y en la apatía de quien desperdicia su
vida en el círculo restringido del propio yo, no podremos
descubrir la llamada especial y personal que Dios ha pensado
para nosotros, perderemos la oportunidad de soñar a lo
grande y de convertirnos en protagonistas de la historia única
y original que Dios quiere escribir con nosotros.
(…) Como sabemos, el Reino de Dios llega sin hacer ruido y
sin llamar la atención, y solo podemos percibir sus signos
cuando, al igual que el profeta Elías, sabemos entrar en las

115
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

profundidades de nuestro espíritu, dejando que se abra al


imperceptible soplo de la brisa divina»[31].

EVANGELIO
San Juan 10, 11-18

En aquel tiempo, dijo Jesús: —«Yo soy el buen Pastor. El


buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es
pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las
ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a
un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor,
que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el
Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las
ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil;
también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y
habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el
Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla.
Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo
poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este
mandato he recibido de mi Padre».

116
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

LUNES 22 DE ABRIL

1. Libres para amar. 2. La tranquilidad de seguirle a Él. 3. La


batalla de la formación.
1. Sigue hoy Jesús desarrollando la imagen del pastor, pero
introduce al inicio de este discurso una nueva imagen: «en
verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el
aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es
ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de
las ovejas». Es una imagen clara de entender: entrar por la
puerta es signo de familiaridad, de intimidad, de propiedad en
algunos casos; sin embargo, cuando uno quiere robar fuerza
las ventanas o la propia puerta, aprovecha una rendija o un
lugar poco transitado y visible. Pero me parece que podemos
sacar más de esta imagen propuesta por el Maestro.
En otro momento del mismo Evangelio afirmará que Él es
la puerta, aquella puerta que había sido cerrada tras el pecado
de nuestros primeros padres en el Paraíso. Ha sido abierta de
nuevo por su Carne, sus cinco llagas gloriosas nos introducen
en el Misterio de Dios. No tenemos motivo para temer a Dios
cuando ha abierto de par en par las puertas de su Corazón.
Muchos santos han tenido una gran devoción a esas llagas,
cogían el crucifijo en sus manos y besaban cada una de esas
heridas santas.
Dios va siempre de frente, nos habla directamente; Él ha
abierto sus puertas, pero ¿nosotros le abrimos las nuestras?
Recuerda aquellas palabras del Apocalipsis: «Mira que estoy a

117
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

la puerta y llamo, si me abres, entraré y cenaremos juntos».


Dios no fuerza, no se salta nuestra libertad, quiere una
relación basada en la libertad: ¡Somos libres para amar! Frente
a la imagen, tantas veces difundida y aceptada de un Dios
impositivo, a veces intrusivo, se presenta la única imagen real
—fruto de su Revelación a los hombres— como la de un
caballero que respeta al máximo nuestra autonomía y solo
presenta la fuerza de su amor como arma.
En la actualidad, la libertad se reivindica como un bien
absoluto, un fin en sí misma; oscureciendo así su verdadero
sentido, su finalidad verdadera: «somos libres para». Dios es el
auténtico garante de nuestra libertad y nuestra respuesta
amorosa a su amorosa llamada, el máximo exponente de la
misma. Jesús, yo no quiero tener otra libertad que la de amarte
sobre todas las cosas y con todas mis fuerzas.
2. En este contexto de auténtica libertad se entienden las
siguientes palabras de Jesús: «Las ovejas atienden a su voz, y
Él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca afuera».
Qué paz y consuelo interno debe de producirnos que Dios nos
conozca por nuestro nombre, por nuestro apelativo familiar, si
lo tenemos. Conocer por el nombre significa en la tradición
semita un conocimiento profundo, de intimidad, más allá de
unos datos externos o superficiales. Dios nos cuida. Vivir bajo
su mirada paterna no significa estar continuamente en un
régimen fiscalizador o de represión, sino en una relación
amorosa donde el amante goza de la visión de su amado (en
cuántas películas aparece la amada mirando con disimulo a la
persona que ama, y viceversa).
«Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de
ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz». Jesús va
delante. Con su vida, su muerte y Resurrección nos ha

118
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

marcado el camino: la vida cristiana consiste, entonces, en


seguir las pisadas de Jesús, vivir su vida con la gracia de los
sacramentos y nuestra libre correspondencia. Mirarle y
mirarnos. Seguirle de cerca como sus apóstoles, con caídas y
victorias, éxitos y fracasos, pero sin perder de vista que Él va
delante.
Esta certeza debe acompañarnos sobre todo en los
momentos difíciles, cuando se presenten circunstancias
adversas o que no esperábamos, o que nos cuesta asumir y
superar. No estamos solos. No lo vivimos solos. Él ya lo pasó,
por nosotros, y está ahora junto a nosotros. Como el pastor no
va ensimismado, sino que continuamente mira hacia atrás
para comprobar que todo vaya en orden, que ninguna se
pierda, etc., Dios está pendiente de ti.
«A un extraño no lo seguirían, sino que huirían de él,
porque no conocen la voz de los extraños». Muchas voces se
levantarán a nuestro alrededor, muchos querrán arrancarnos
la fe y nuestra confianza en Dios, relativizando las cosas o
disminuyendo la exigencia. Poner siempre los ojos y oídos en
Cristo, en su doctrina que recoge y enseña la Iglesia desde sus
orígenes. No vivir de opiniones o modas pasajeras, sino desde
la Palabra de Jesús, que es promesa de salvación eterna.
3. «Jesús les puso esta comparación, pero ellos no
entendieron de qué les hablaba». A pesar de la intención de
Jesús de adaptarse a su entendimiento, con términos y
realidades que les fueran familiares, no consigue hacerse
entender. A nosotros puede pasarnos lo mismo, y no debemos
extrañarnos. Hay muchos aspectos de la fe, la moral o la vida
de la Iglesia que no alcanzamos a comprender del todo,
algunos porque son un Misterio que no entra en nuestro
intelecto.

119
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

Pero ante esta realidad hay dos posiciones, la de una


mayoría que persiste en su ignorancia y poco a poco va
deformando la imagen de Dios hasta perderla, o la de poner
los medios necesarios para formar nuestra cabeza en estos
temas. A menudo nos encerramos en un «no lo entiendo» para
justificar nuestras conductas o tranquilizar nuestras
conciencias, cuando en otras materias lo que hacemos es
buscar información y procurar una respuesta.
Son abundantes las propuestas individuales y colectivas
que se ofrecen para nuestra formación en tan variados
ámbitos de la Iglesia. Llama la atención que en un mundo
donde son tantas las ofensivas que se lanzan contra la verdad
cristiana, los jóvenes y menos jóvenes, todos, no quieran
conocer a fondo la doctrina. No se trata de un puro
conocimiento intelectual, sino que conociendo esa fe puedo
luego llevarla a la práctica y convertirme en un auténtico
apóstol. El demonio ha utilizado siempre la ignorancia, dentro
y fuera de la Iglesia, como su principal arma de destrucción;
no le dejemos que venza esa batalla con nosotros. Buen
propósito sería que nos tomáramos en serio nuestra
formación, no cediendo a la comodidad, al tedio o al
pasotismo. Meter la cabeza y el corazón en Dios es necesario
para corresponder a su amor.

120
EVANGELIO
San Juan 10, 1-10

En aquel tiempo, dijo Jesús: —«Os aseguro que el que no


entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta
por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por
la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda, y las
ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus
ovejas y las saca afuera. Cuando ha sacado todas las suyas,
camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen
su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él,
porque no conocen la voz de los extraños». Jesús les puso esta
comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba.
Por eso añadió Jesús: —«Os aseguro que yo soy la puerta de
las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones
y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la
puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y
encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar
y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan
abundante».

121
M ARTES 23 DE ABRIL
1. Libres para amar. 2. Huérfano o discípulo. 3. La batalla de
la formación.
1. «Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del
templo. Era invierno». Con la celebración de la fiesta de la
dedicación, aún se conmemora la recuperación de la
independencia judía al liberarse de la dominación siro-
helénica y la nueva dedicación al culto del templo de Jerusalén,
que había sido profanado por Antíoco IV Epífanes. La misma
naturaleza de la fiesta hacía de ella una ocasión de gran
regocijo. Por la manera como se celebraba, guardaba cierta
similitud con la fiesta de las Tiendas. La fiesta duraba ocho
días. Un gran resplandor de luz bañaba los atrios del templo, y
todas las moradas privadas estaban iluminadas con lámparas
decorativas; de ahí su denominación de «fiesta de la
iluminación». El objetivo no era únicamente iluminar el
interior de la casa, sino hacer posible que todos los que
estuvieran fuera vieran la luz, puesto que las lámparas se
colocaban cerca de las puertas que daban a la calle. Además de
encender las lámparas, se entonaban canciones de alabanza a
Dios, el Libertador de Israel.
Para el judío, el Templo era signo de la presencia de Dios,
allí residía su gloria; pero con el paso del tiempo lo habían
convertido en un fin en sí mismo, y la relación con Dios se
había convertido en algo puramente cultual.

122
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

«Jesús paseaba en el Templo por el pórtico de Salomón».


Qué imagen tan curiosa… Jesús —Hijo eterno de Dios Padre—
caminando por medio de aquella construcción de la cual Él es
la plenitud. Mucha gente se cruzaría con Él, algunos le
saludarían, otros le evitarían y ninguno se daría cuenta de que
ahí tenían al verdadero Dios por quien se había construido ese
Templo. Ellos iban allí para acercarse a Dios y fueron
incapaces de reconocer que era Dios el que se había acercado
a ellos.
Cada parroquia, cada capilla, cada lugar de culto
diseminados por nuestras ciudades o pueblos son auténticos
gritos de Jesús que nos recuerda su presencia y su amor. La
belleza y grandeza de nuestras catedrales, la suntuosidad de
nuestros santuarios, etc., son fruto de la fe de nuestros
antepasados que creían firmemente en la presencia de Jesús
en la Eucaristía. No perdamos la oportunidad de vivir una vida
centrada en la Eucaristía, ¡Él está ahí! No nos detengamos solo
en la belleza exterior, descubramos y gocemos de su
presencia.
2. Aquellos fariseos y maestros de la Ley, nerviosos ante la
Persona y actuación de Jesucristo, le espetan directamente:
«¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el
Mesías, dínoslo claramente». Y Jesús les recuerda su ceguera.
«“Vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas”, dice el
Señor. En esencia alguien podría pensar que para creer debo
decir “creo” y así entro a formar parte de las ovejas de Jesús.
En cambio, es al revés: solo aquellos que forman parte de las
ovejas de Jesús pueden creer.
Lo confirman las palabras de Juan en el Evangelio: “Mis
ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo
les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las

123
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

arrebatará de mi mano”. Pero ¿estas ovejas estudiaron para


seguir a Jesús y luego creyeron? No. La respuesta definitiva la
da Jesús mismo: “El Padre, que me las ha dado, es más grande
que todos”. Es precisamente el Padre quien le da las ovejas al
pastor; es el Padre quien atrae los corazones hacia Jesús. Es el
Señor quien lo confirma con claridad: “Nadie viene a mí si el
Padre no lo atrae”.
En cambio, los doctores de la ley tenían el corazón cerrado,
se sentían dueños de sí mismos, pero, en realidad, eran
huérfanos porque no tenían una relación con el Padre. En
verdad, hablaban de sus padres —nuestro padre Abrahán, los
patriarcas— pero como figuras lejanas. En su corazón eran
huérfanos, vivían en una condición de huérfanos y preferían
esa condición antes de dejarse atraer por el Padre.
Estamos ante el drama del corazón cerrado de esta gente,
creían haber sido creados por ellos mismos porque lo sabían
todo, y, por esto, su corazón era incapaz de creer, porque no se
dejaban atraer por el Padre hacia Jesús y, así, no formaban
parte de las ovejas de Jesús. Este drama sigue adelante hasta el
Calvario (…). Por ello ni siquiera los testigos que habían visto
la resurrección se dejaron atraer por el Padre hacia Jesús. Por
esto no pueden creer, porque no son de las ovejas de Jesús:
son huérfanos, porque renegaron de su Padre.
Jesús nos invita a ser sus discípulos, pero para serlo
tenemos que dejarnos atraer por el Padre hacia Él. Y la oración
humilde del hijo, que nosotros podemos hacer, es: “Padre,
atráeme hacia Jesús; Padre, condúceme a conocer a Jesús”. Y
“el Padre enviará al Espíritu a abrir nuestro corazón y nos
llevará hacia Jesús”. En efecto, un cristiano que no se deja
atraer por el Padre hacia Jesús es un cristiano que vive una
situación de huérfano; y nosotros tenemos un Padre, no somos

124
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

huérfanos»[32]. Quizá ahora podías rezar despacio,


saboreando el Padrenuestro.
3. Y Jesús da un paso más, hablando de sus ovejas afirma
solemne: «y yo les doy la vida eterna». La vida no termina con
nuestra muerte, la vida no se resume a los años, más o menos,
que pasemos aquí abajo… Los cristianos hemos de vivir con
una perspectiva de eternidad.
Encerrados en nuestros problemas diarios, agobiados por
nuestras más o menos graves situaciones, somos incapaces
muchas veces de mirar más allá. El final de este Evangelio nos
invita a elevar la mirada y darnos cuenta de la auténtica
dimensión de nuestra vida. Todo lo que hacemos aquí abajo
tiene su recompensa y adquiere su último sentido en la
eternidad.
Esta conciencia de estar aquí de paso no nos hace huir o
desentendernos de las cosas de este mundo, al contrario;
debemos saber disfrutar hasta de las cosas más pequeñas
porque conocemos su auténtico significado.
Después de tantos días contemplando la imagen del pastor
y las ovejas, nos surge sola una oración: «Jesús, yo quiero ser
contado en tu rebaño. Por el Bautismo fui agregado al número
de tus ovejas y no quiero separarme ni huir. Quiero ser
consciente de la gracia que supone ser contado entre los tuyos,
nada puede ser más grande que la conciencia de agraciado.
Que no me conforme con estar yo junto a Ti, sino que busque,
con tu gracia, modos y formas de llevarte muchas almas».

125
EVANGELIO
San Juan 10, 22-30

Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del


templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el
pórtico de Salomón. Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:
—«¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el
Mesías, dínoslo francamente». Jesús les respondió: —«Os lo he
dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi
Padre, esas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis,
porque no sois ovejas mías. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo
las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no
perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi
Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede
arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno».

126
MIERCOLES 24 DE ABRIL
FIESTA DE SAN MARCOS, EVANGELISTA

1. Nuevo don de lenguas. 2. Una misión mundial. 3.


Invitación papal.
1. Celebramos hoy la fiesta de San Marcos a cuya autoría se
atribuye uno de los cuatro Evangelios. Pocos datos
conservamos de su vida. Una antigua tradición nos atestigua
que fue en su casa familiar en la que el Señor celebró la Última
Cena e instituyó la Eucaristía, y que «el muchacho que seguía
(al grupo del prendimiento) cubierto con una sábana» era el
propio Marcos, que guarda este dato como íntimo recuerdo
personal. De ser así, Getsemaní debió de pertenecer al
patrimonio de la familia. Sabemos que era primo de Bernabé,
con quien comienza su misión apostólica acompañando a san
Pablo en sus viajes misioneros. Después de un desencuentro
con Pablo, Marcos decide separarse y diez años después lo
encontramos en Roma como intérprete de san Pedro.
Probablemente murió en el año 68 martirizado en Alejandría
de Egipto.
Probablemente, su evangelio contenga muchos de los
recuerdos de Pedro y tenga la frescura de ser el primer escrito.
Cuando leemos este Evangelio nos damos cuenta de cómo el
autor se entretiene en traducir expresiones arameas o en
explicar tradiciones judías que no eran conocidas por todos.
Los estudiosos afirman con estos datos que el autor estaría

127
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

escribiendo para un público no judío y por eso necesita esas


explicitaciones; tú y yo aprendemos la necesidad que existe en
el apostolado de hacerse entender.
Hay mucha gente con muy poca formación cristiana y, por
tanto, hay términos o expresiones que, aunque a nosotros nos
resulten habituales, a ellos les parecen extrañas e
incomprensibles. Hay que pedir al Espíritu Santo el don de
lenguas que se traduzca en la capacidad de transmitir a
nuestros amigos, compañeros de trabajo o gente con la que
hablemos, la verdad de la fe a través de imágenes o conceptos
que les resulten comprensibles. Partir de experiencias
humanas o realidades terrenas puede ser un buen camino;
recordemos cómo Jesús a través de las parábolas explica las
realidades más elevadas.
Esto precisa que nos detengamos a pensar, a rezar, por
cada persona y ver en la presencia de Dios cómo podemos
ayudarles. Marcos se hizo cargo de quienes eran sus
interlocutores para escribir conforme a su conocimiento y
capacidad. Hoy se precisa del ingenio y la iniciativa —nunca
ajeno o contrapuesto a la gracia del Espíritu Santo— para
llegar a la gente. No debemos olvidar que en el corazón de
todo hombre hay una huella de Dios creador, huella que
persiste al paso del tiempo.
2. El texto de la liturgia de hoy recoge los últimos
versículos del evangelio de Marcos donde se recogen las
últimas palabras de Jesús a sus apóstoles antes de su
Ascensión: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a
toda la creación». Este mandato es, a la vez, definición de la
vida del cristiano; el Señor nos inserta en esa misión por el
Bautismo; recibimos el mismo encargo que aquellos Doce.

128
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

No hay que olvidar que la traducción del término griego


«evangelio» es «buena noticia» y por tanto se trata de algo
alegre, contagioso y que produce felicidad. El cristiano no es
un profeta de calamidades, un aguafiestas moralizante o un
enemigo de la diversión y el buen rollo. Solo aquellos que
habían compartido la vida con Jesús, testigos de su muerte y
Resurrección, podían recibir ese encargo; ellos habían
experimentado en su vida la buena noticia y por eso la podían
comunicar, pero ¿y nosotros?
En los tres años de vida pública de Jesús no habían salido,
con alguna excepción, de los límites de Israel, pero Jesús les
dilata sus horizontes; a partir de entonces su misión es
mundial. Sin distinción de ningún tipo, aceptando a todos
porque todos interesan, porque todos son amados de Dios y
destinatarios de esa buena noticia. Los Apóstoles no lo
tuvieron fácil, su predicación fue muchas veces un auténtico
fracaso humano, acabaron entregando su vida; pero no
cejaron en su camino. Las excusas o problemas que nosotros
plantamos hoy son, en esencia, los mismos que se encontraron
los primeros cristianos y que se ha encontrado la Iglesia en
todos los tiempos. Jesús no asegura un éxito humano, solo pide
que vayamos a predicar, el resto lo pondrá Él.
No se trata de técnicas, de puntuar en una lista, de
instrumentalizar las relaciones humanas, sino de vivir con
coherencia nuestro ser cristiano, no hacemos apostolado,
¡somos apóstoles! Ese «mundo entero» se concretará en cada
caso en tu familia, tu colegio, tu universidad, tus amigos, tu
trabajo, tu diversión… El problema viene cuando crees que
esas palabras de Jesús no van contigo.
3. Así podemos entender el deseo del Papa Francisco, que
se traduce en una predicación continua, de convencer a los

129
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

cristianos de la responsabilidad que tienen respecto a la


Iglesia y el mundo de vivir con coherencia su fe en todos los
aspectos de su vida. Su constante esfuerzo por recordar el
carácter festivo y alegre de nuestra fe, en cuanto encuentro
con una Persona que nos transforma. Sus continuas llamadas a
salir de nosotros mismos, de nuestras comodidades y
seguridades, e ir al encuentro del otro para llevarle a Jesús. El
sujeto de la nueva evangelización es toda la Iglesia y, por
tanto, cada uno de sus miembros no podemos echarnos a un
lado y mirar impasibles lo que hacen los otros.
«Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en
que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro
personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de
dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso.
No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es
para él, porque “nadie queda excluido de la alegría reportada
por el Señor”. Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y,
cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que
Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos. Este es el
momento para decirle a Jesucristo: “Señor, me he dejado
engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy
otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito.
Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus
brazos redentores”. ¡Nos hace tanto bien volver a Él cuando
nos hemos perdido! Insisto una vez más: Dios no se cansa
nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de
acudir a su misericordia. Aquel que nos invitó a perdonar
“setenta veces siete” nos da ejemplo: Él perdona setenta veces
siete. Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez.
Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor
infinito e inquebrantable. Él nos permite levantar la cabeza y

130
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona


y que siempre puede devolvernos la alegría. No huyamos de la
resurrección de Jesús, nunca nos declaremos muertos, pase lo
que pase. ¡Que nada pueda más que su vida, que nos lanza
hacia adelante!»[33].

EVANGELIO
San Marcos 16, 15-20

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: —


«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la
creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a
creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos
signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas
nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un
veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los
enfermos, y quedarán sanos». Después de hablarles, el Señor
Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se
fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor
cooperaba confirmando la palabra con las señales que los
acompañaban.

131
JUEVES 25 DE ABRIL
FIESTA DE SAN ISIDORO DE
SEVILLA

1. No me renta. 2. Muchas dimensiones de una sola vida. 3.


Consejos de un obispo sevillano.
1. Nos sucede muchas veces, creo, que, cuando vamos a
Misa, nos encontramos con la celebración de diversos santos o
beatos que no habíamos oído nunca y cuya vida nos pilla un
poco lejos e inimitable. El sacerdote puede dar dos pinceladas
de su biografía, reza las oraciones propias y nos vamos como
entramos; exceptuamos aquellos santos más conocidos, o a los
que tenemos devoción personal o cuyo nombre compartimos.
En el caso de los jóvenes, esta experiencia se acentúa porque
cada vez está menos de moda —muchos ni se lo han planteado
nunca— la lectura de la vida de los santos (solo de leer esto ya
les está entrando aburrimiento y pereza), «no les renta»,
dirían ahora.
Pero no debemos olvidar que los santos nos muestran que
la amistad con Jesús es posible; cada uno con sus rasgos o
características particulares cumplen las palabras que se
recogen en el evangelio de esta fiesta: «brille así vuestra luz
ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den
gloria a vuestro Padre que está en los cielos». Cada santo, y tú
y yo que luchamos por serlo, debe ser considerado una obra
maestra de Dios; no debemos quedarnos en los meros datos
biográficos, una cronología humana, sino admirar la obra que

132
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

Dios ha hecho en ellos; eso es lo admirable y lo que nos llena


de esperanza.
San Isidoro, a caballo entre los siglos VI y VII, de familia de
santos, llegó a ser obispo de Sevilla. Defensor de la fe católica
frente a las herejías del momento. Destacó por su profundo
conocimiento también de las ciencias profanas: cuánto le debe
la cultura hispana a este santo doctor.
De san Isidoro aprendemos la necesidad que existe de
poner nuestros propios talentos, que hemos recibido de Dios y
que nosotros hemos desarrollado, al servicio de la fe. Dotes
humanas como la simpatía, el servicio, la capacidad de
escucha, etc.; la inteligencia, la capacidad de síntesis, la
facilidad de comunicación o la habilidad en las nuevas
tecnologías pueden ser utilizadas para un único disfrute o
provecho personal o puedo pensar cómo utilizarlas para
acercar a mis amigos a Dios.
Hay una virtud fundamental en el apostolado que es la
normalidad, sin cosas raras, sin cansar a la gente, pero
tampoco siendo indiferentes de su situación. «No se puede
ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte», tampoco
nosotros debemos ocultar nuestra fe; pero una fe normal,
alegre, divertida, servicial, verdaderamente atractiva. Y eso
empieza por vivirlo nosotros.
2. Se habla a menudo de que nuestra época tiene unas
características novedosas respecto a momentos históricos
anteriores y es cierto. Sobre todo, se percibe una continua
prisa, un ritmo de trabajo intenso y estresante y una sensación
continua de no llegar a todo ni de poder abarcarlo. Con esta
situación, muchos cristianos ven casi imposible compatibilizar
este tipo de vida con una profunda relación con Dios y práctica
de vida cristiana. Aunque estos datos se hayan acentuado en

133
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

los últimos decenios, no es menos cierto que siempre ha


existido la dificultad de compatibilizar el trato con Dios y las
circunstancias de la vida cotidiana.
«Un ejemplo significativo en este campo es la enseñanza de
san Isidoro sobre las relaciones entre vida activa y vida
contemplativa. Escribe: “Quienes tratan de lograr el descanso
de la contemplación deben entrenarse antes en el estadio de la
vida activa; así, liberados de los residuos del pecado, serán
capaces de presentar el corazón puro que permite ver a
Dios”»[34]. Él está junto a nosotros siempre. Raro sería que
quien está con Él en la oración no lo encuentre a lo largo del
día, y, al revés, quien dijera que lo tiene muy cerca en las mil y
una aventuras de la jornada y no buscara un rato para estar a
solas con Dios.
«Su realismo de auténtico pastor lo convenció del peligro
que corren los fieles de limitarse a ser hombres de una sola
dimensión. Por eso, añade: “El camino intermedio, compuesto
por ambas formas de vida, resulta normalmente el más útil
para resolver esas tensiones, que con frecuencia se agudizan si
se elige un solo tipo de vida; en cambio, se suavizan mejor
alternando las dos formas”». Es la manera más fácil de
resolver el problema, reducir la realidad a una única
dimensión y tranquilizar mi conciencia con el «no tengo
tiempo»; si uno se examina sinceramente, reconoce que no
hay mejor remedio contra la falta de tiempo que poner el
corazón en aquello que quiero; entonces el corazón se dilata,
las horas se estiran y llego a más. El ejemplo más claro son las
relaciones de amistad y noviazgo. Ese universitario no tenía
tiempo para ir a Misa entre semana: las clases, prácticas,
estudiar, deporte, etc., se le presentaban como un muro
infranqueable, hasta que apareció una niña en su vida.

134
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

Entonces aprendió a aprovechar mejor el tiempo, a ordenar


sus prioridades, y sacaba un rato diario para hablar y pasear.
¿Qué había sucedido? ¿Tenía menos clases, prácticas u
obligaciones? ¡No! Estaba enamorado. Pues saca
consecuencias prácticas…
3. «San Isidoro busca en el ejemplo de Cristo la
confirmación definitiva de una correcta orientación de vida y
dice: “El Salvador, Jesús, nos dio ejemplo de vida activa
cuando, durante el día, se dedicaba a hacer signos y milagros
en la ciudad, pero mostró la vida contemplativa cuando se
retiraba a la montaña y pasaba la noche dedicado a la oración”.
A la luz de este ejemplo del divino Maestro, san Isidoro
concluye con esta enseñanza moral: “Por eso, el siervo de Dios,
imitando a Cristo, debe dedicarse a la contemplación sin
renunciar a la vida activa. No sería correcto obrar de otra
manera, pues, del mismo modo que se debe amar a Dios con la
contemplación, también hay que amar al prójimo con la
acción. Por tanto, es imposible vivir sin la presencia de ambas
formas de vida, y tampoco es posible amar si no se hace la
experiencia tanto de una como de otra”.
Creo que esta es la síntesis de una vida que busca la
contemplación de Dios, el diálogo con Dios en la oración y en
la lectura de la Sagrada Escritura, así como la acción al servicio
de la comunidad humana y del prójimo. Esta síntesis es la
lección que el gran obispo de Sevilla nos deja a los cristianos
de hoy, llamados a dar testimonio de Cristo al inicio de un
nuevo milenio».

135
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

EVANGELIO
San Mateo 5, 13-16

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: —«Vosotros


sois la sal de la tierra. Pero, si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la
salarán? No sirve más que para tirarla afuera y que la pise la
gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una
ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende
una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para
ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras
buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el
cielo».

136
V IERNES 26 DE ABRIL

1. El tonto de circo. 2. La luz de lo que no brilla. 3. Un


camino seguro.
1. «Una vez había un “tonto de circo” que cada vez que
entraba en la pista se caía… Iba de aquí para allá arrastrando
sus enormes zapatos, y con grandes esfuerzos lograba arreglar
la esquina de la alfombra.
Cuando ya creía que estaba bien, tropezaba en ella…, la
volvía a arrugar, y se caía…, sudaba…, su trabajo consistía en
sacar una silla…; para ello se arremangaba, se secaba el sudor
de la frente con un enorme pañuelo, y, como si arrastrase un
enorme peso, sacaba a la pista la silla, y por último se sentaba
en ella.
Todos se reían de él al ver lo orgulloso que se retiraba,
creyendo que había ayudado a los demás a preparar los
aparatos, alfombras y demás enseres que los artistas
necesitaban para su trabajo.
Yo conozco un trapense que en la Trapa hace igual que el
tonto del circo. Toda su actuación se reduce a un “hacer que
hacemos” arrastrando los pies y secándose el sudor.
Este pobre hombre hace reír a los ángeles que contemplan
desde el Cielo el espectáculo del mundo, y, aunque no hace los
arriesgados trabajos de los demás artistas, ni da saltos
mortales ni ejercicios de fuerza o volteretas en el trapecio…
¿qué más da? ¡Si no sabe ni desarrugar las alfombras y con ello
se gana los aplausos de los ángeles!

137
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

Solamente hay una pequeña diferencia, aquel tonto del


circo se creía algo, y las ovaciones que el público por broma le
tributaba le llenaban de vanidad, y saludaba complacido a la
gente.
En cambio, a este trapense las ovaciones del público no le
llegan… hace lo del tonto, pero no tiene a quién saludar, y, si
en el Cielo se ríen, él no lo ve.
Además, como no es tonto, no se cree que de veras hace
algo… solamente, eso sí, hace lo que puede, arrastra los pies y
se seca el sudor con su enorme pañuelo de hierbas»[35].
2. Quien escribe el texto anterior es un monje trapense,
muerto en 1938 y propuesto por san Juan Pablo II como
modelo para los jóvenes con ocasión de la JMJ de Santiago de
Compostela de 1989. De san Rafael Arnaiz, ese es su nombre,
se ha dicho justamente que vivió y murió «con un corazón
alegre y con mucho amor a Dios». Sin hacer nada
extraordinario: estudios elementales, después, su carrera de
arquitectura y terminó sus días en una Trapa de Palencia.
Para muchos cristianos, la vivencia diaria de su fe se ha
vuelto monótona, insípida y con cierta dosis de nostalgia. A
esto se suma una vida rutinaria: trabajo, estudio, familia,
niños, problemas, etc. ¿Qué nos puede enseñar un trapense? El
valor de lo pequeño, de lo escondido, de lo que no cuenta.
¿Cuál es el realce, que hace distinta una vida siempre igual? El
amor.
No estoy diciendo ninguna cursilería ni ninguna frase
hecha, sino la pura verdad. Si queremos mejorar nuestra vida
cristiana, muchas veces —cuando ya hay una práctica y
experiencia mínimas— no se trata de hacer más cosas, sino de
poner más amor en lo que estamos haciendo, en el
cumplimiento de nuestro deber. La búsqueda desenfrenada de

138
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

lo extraordinario, la huida continua hacia lo novedoso y


extravagante, lo único que pone de manifiesto es nuestra falta
de equilibrio interior. La constancia en el bien obrar, la
permanencia en lo oculto, sin brillo, lo que nadie ve; no buscar
mayor agradecimiento que el de la conciencia feliz de haber
cumplido con lo hecho; la sonrisa que hemos despertado o el
interés suscitado, no necesitamos más. Esa sonrisa angélica de
la que habla el Hermano Rafael en el texto…
«No se turbe vuestro corazón; creed en Dios y creed
también en mí», una fe que se hace vida y una vida anclada en
la fe. Un día sucede a otro, es cierto, pero no son iguales, si
estrenamos el amor a Dios y a los demás en cada cosa pequeña
que hagamos.
Si piensas todo lo dicho, tu vida adquiere un sentido
distinto, se dilatan los horizontes de tu existencia; si pones
estos consejos en práctica, harás lo de siempre, pero será
distinto. Solo es feliz en la vida quien sabe disfrutar de las
cosas pequeñas que le ocurren en la misma, como los niños:
«si no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los
cielos…».
3. «Adonde yo voy, ya sabéis el camino», Jesús da por
hecho que los Apóstoles saben a qué se refiere, pero Tomás le
interpela con humildad, que todos agradecen: «Señor, no
sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
Quizá haya muchos cristianos que no saben lo que significa la
fe, que no tengan del todo claro el porqué de las cosas y todo
se les presente como un poco difícil y oscuro. Dos ejemplos
concretos, que sirvan como muestra: por un lado, el gran
número de jóvenes que se confirman y abandonan la vida de fe
(desconocen realmente el don del Espíritu Santo que han
recibido); y, por otro lado, la cantidad de parejas que contraen

139
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

matrimonio en la Iglesia sin ser conscientes ni disfrutan de la


vocación y gracia que reciben.
«Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre,
sino por mí». Ser cristiano significa ser como Él, y por tanto
nuestros ojos no han de estar fijos en los modelos económicos,
en lo que está de moda, en el juicio de los demás o en mis
propias sensaciones, sino que debemos mirarle a Él.
Por desgracia, muchas veces la vara de medir nuestra fe la
encontramos en criterios humanos o personales: cómo me ven
los demás (respetos humanos, miedo a ser raro, tiranía de la
mayoría) o cómo lo veo yo (si siento o no las cosas, si las
entiendo, si me cuestan o no). Pero se trata de un camino
erróneo.
Solo quien pone sus pies en las huellas de las pisadas del
Maestro, quien sabe recorrer los caminos de la vida siguiendo
su estela, quien sabe que no está solo y que la presencia de
Dios es cercana y permanente, puede decir que es auténtico
discípulo de Jesús.
«Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré
conmigo, para que, donde estoy yo, estéis también vosotros».
Pídele a la Virgen, Madre nuestra, que nos conceda la gracia de
recorrer siempre esta senda, que nos prepare y nos acompañe
siempre por un camino seguro, desconocido o despreciado a
los ojos del mundo, pero cuyo fin es la gloria del Cielo.

140
EVANGELIO
San Juan 14, 1-6

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: —«Que no


tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí.
En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así,
¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os
prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde
estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis
el camino». Tomás le dice: —«Señor, no sabemos adónde vas,
¿cómo podemos saber el camino?». Jesús le responde: —«Yo
soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre, sino por
mí».

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SÁBADO 27 DE ABRIL

1. Alfarero divino. 2. A quién ven cuando nos miran. 3. Atajo


para la santidad.
1. Ya no sé si es tan habitual, pero quizá muchos de
nosotros tengamos un recuerdo imborrable de nuestras clases
de literatura cuando nos mandaron leer la obra de Miguel
Delibes «Cinco horas con Mario». Es una conversación entre
una mujer y su marido, cuyo cadáver está velando en su casa.
A través de esas páginas se desarrolla todo un pensamiento
humano y social, una manera distinta de conocer la historia
contemporánea. A lo mejor, en su momento no te dabas
cuenta, lo lees para aprobar y no te haces cargo de todo, pero,
cuando pasa el tiempo, valoras la novedad de aquel libro.
Hoy os invito en esta primera parte a pararnos por un
momento delante del hombre, en general, ni yo ni este ni
aquel; sino de la obra maestra de Dios Creador. La biología nos
ha dado muchos datos, nuestra propia experiencia de
existencia lo complementa, los estudios sociológicos y
psicológicos aportan también elementos relevantes para la
reflexión; pero no somos solo eso.
Piensa cómo nos lo describe el Génesis: Dios que se
ensucia sus manos, que nos modela del barro; imagina cómo el
Padre va moviendo sus manos (el Hijo y el Espíritu Santo) con
gestos suaves y fuertes, a veces, para hacernos a su imagen y
semejanza. Cómo, una vez modelados, nos sopla para darnos
vida; no somos ya mero material informe, sino seres capaces

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

de amar a Dios. Y el hombre comienza a vivir, a dialogar con


Dios, a desearle, a quererle. Creador y criatura en sintonía
perfecta, hasta el pecado original.
Con esa descripción, el autor sagrado nos revela una
realidad impresionante: somos fruto del amor de Dios, todos
los datos que la ciencia me proporciona, y que son verdad,
alcanzan su comprensión última en este designio amoroso de
Dios.
Volver a nuestro origen es la única manera de vivir
adecuadamente nuestro presente, de entender el porqué y
para qué de nuestra existencia hoy, y también de los que nos
rodean. Una de las consecuencias de haber eliminado a Dios
del horizonte vital, concreto, de los hombres es haberles
privado de su explicación última y, por tanto, se conforman
con horizontes de salud, bienestar económico o tranquilidad
social.
La Resurrección de Jesús vuelve a poner delante de
nuestros ojos esos designios primitivos de Dios: en ese cuerpo
glorioso y transfigurado atisbamos a ver lo que un día también
nosotros poseeremos. Dios te creó por amor, te mantiene por
amor y estás destinado a la contemplación del Amor. No
rebajes los horizontes.
2. Ese hombre en general que veíamos antes, tú y yo en
particular, hemos sido capacitados para mantener una
relación con Dios; para verle y tratarle. Todo el Antiguo
Testamento es como una preparación progresiva para el
momento de la Encarnación. Jesús, Verbo encarnado, va a
manifestar a los hombres el rostro del Padre. Por eso, ante la
petición de Felipe, que recoge el evangelio de hoy, de que le
muestre al Padre, el Maestro responde: «Hace tanto que estoy

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a


mí, ha visto al Padre».
Jesús a través, no solo de sus palabras, sino también con
sus gestos, con su vida, nos muestra la forma de proceder del
Padre; el Hijo comunica —lo repetirá varias veces a lo largo
del evangelio de Juan— lo que ha visto hacer al Padre.
Pensemos que nosotros, por el Bautismo, hemos recibido
también ese principio de vida divina, que hemos sido
configurados con Cristo, pero ¿podemos decir que quien nos
ve a nosotros ve a Jesús? No se trata de agobiarnos ni crearnos
cargas psicológicas, pero sí de ser coherentes con nuestra
vocación cristiana. En el mundo en el que vivimos, donde la
secularización crece vertiginosamente, para mucha gente su
primer encuentro con Jesús será a través de nosotros.
¡Cuántos santos se han convertido por el encuentro y
testimonio de un cristiano en su trabajo, entre sus amigos o
conocidos!
«Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia»,
reconoce Jesús a los discípulos. Los cristianos, cada uno de
nosotros, no somos francotiradores, seres individuales que no
tienen ninguna referencia social, somos Iglesia. No se trata de
hacerse una religión a nuestra medida, de basar nuestra fe en
opiniones o criterios fáciles, sino de adherirnos a la revelación
de Jesús. Esto no quita que habrá muchas cosas opinables que
Dios haya dejado a la libre voluntad de los hombres; que con
nuestra inteligencia y la luz de la fe se puedan dar opiniones
diversas a una misma problemática; pero hemos de estar
siempre atentos para no reducir a Dios a nuestras
coordenadas de comodidad y facilidad. La criatura debe estar
en continua referencia al Creador, si no desaparece su esencia,
como el Hijo necesita del Padre.

144
Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

3. Hoy celebramos la memoria de san Luis Mª Grignon de


Monfort, sacerdote francés, amante y difusor de la devoción a
la Virgen, de cuyos escritos el papa san Juan Pablo II tomó su
famoso lema episcopal: «Totus Tuus» («Todo tuyo soy»,
María). Este santo encuentra en María a la Madre y aliada que
necesita en ese camino de identificación con Jesús.
«Todo se reduce, pues, a hallar un medio fácil con que
consigamos de Dios la gracia necesaria para ser santos, y este
es el que te voy a enseñar. Digo, pues, que, para hallar esta
gracia de Dios, hay que hallar a María. Por las siguientes
razones: Solo María es la que ha hallado gracia delante de
Dios, ya para Sí, ya para todos y cada uno de los hombres en
particular; que ni los patriarcas, ni los profetas, ni todos los
santos de la ley antigua pudieron hallarla.
María es Madre de la gracia, Mater gratiae, porque Ella es
la que dio el ser y la vida al Autor de toda gracia (…). Dios la ha
escogido por tesorera, administradora y dispensadora de
todas las gracias, de suerte que todas las gracias y dones pasan
por sus manos y, conforme al poder que ha recibido, reparte
Ella a quien quiere, como quiere, cuando quiere y cuanto
quiere, las gracias del Eterno Padre, las virtudes de Jesucristo
y los dones del Espíritu Santo. Así como en el orden de la
naturaleza es necesario que tenga el niño padre y madre, así
en el orden de la gracia es necesario que el verdadero hijo de
la Iglesia tenga por Padre a Dios y a María por Madre; y el que
se jacte de tener a Dios por padre, sin la ternura de verdadero
hijo para con María, es un engañador»[36].
Termina este rato de oración con un coloquio con María y
pídele: «Madre mía, que quien me mire te vea».

145
EVANGELIO
San Juan 14, 7-14

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: —«Si me


conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo
conocéis y lo habéis visto». Felipe le dice: —«Señor,
muéstranos al Padre y nos basta». Jesús le replica: —«Hace
tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien
me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú:
“Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el
Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia.
El Padre, que permanece en mí, hace sus obras. creedme: yo
estoy en el Padre, y el Padre, en mí. Si no, creed a las obras. Os
lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo
hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre; y lo que
pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea
glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo
haré».

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DOMINGO 28 DE ABRIL
QUINTA SEMANA DE PASCUA

1. Una sobremesa especial. 2. La esterilidad de la


autosuficiencia. 3. Una mujer singular.
1. El evangelio de hoy nos presenta a Jesús durante la
Última Cena, en el momento en el que sabe que la muerte está
ya cercana. En esa larga sobremesa con los suyos, que san Juan
recoge en cinco capítulos de su evangelio, Jesús les abre su
corazón. Estas palabras no solo tienen sabor a despedida, sino
a intimidad y confianza; algo así como «un testamento»,
resumen de sus tres años de predicación, que no quiere que se
les olvide. Lee el evangelio de hoy con esa misma disposición
interior con que el Maestro lo pronunció.
En el corazón de muchos cristianos hay una nostalgia: «si
yo hubiera vivido allí… Si yo hubiera coincidido con Jesús por
las calles de Jerusalén o Cafarnaún… Si hubiera podido
hablarle, tocarle o mirarle…». El Señor nos conoce, por eso
promete a sus discípulos quedarse con ellos —con nosotros—
hasta el final de los tiempos, y les enseña el modo adecuado
para tratarle. Aprendamos.
«Ha llegado su “hora”. Por última vez, Él está con sus
discípulos, y entonces quiere imprimir bien en sus mentes una
verdad fundamental: también cuando Él ya no estará
físicamente en medio de ellos, podrán permanecer aún unidos
a Él de un modo nuevo, y así dar mucho fruto. Todos podemos

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

estar unidos a Jesús de un modo nuevo. Si, por el contrario,


uno perdiese esta comunión con Él, esta comunión con Él se
volvería estéril, es más, dañina para la comunidad. Y para
expresar esta realidad, este nuevo modo de estar unidos a Él,
Jesús usa la imagen de la vid y los sarmientos, y dice así: “Así
como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece
en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo
soy la vid, vosotros, los sarmientos”. Con esta figura nos
enseña cómo quedarnos en Él, estar unidos a Él, aunque no
esté físicamente presente.
Jesús es la vid y a través de Él —como la savia en el árbol—
pasa a los sarmientos el amor mismo de Dios, el Espíritu
Santo. Es así: nosotros somos los sarmientos, y, a través de
esta parábola, Jesús quiere hacernos entender la importancia
de permanecer unidos a Él»[37]. Sin Él no podemos hacer
nada; san Pablo recordará en una de sus cartas el mismo
principio: «en él somos, nos movemos y existimos». Querer
estar junto a Él es la única clave de éxito de nuestra vida y
condición necesaria para estar cerca de los demás.
2. «Los sarmientos no son autosuficientes, sino que
dependen totalmente de la vid, en donde se encuentra la
fuente de su vida. Así es para nosotros, cristianos. Insertados
con el Bautismo en Cristo, hemos recibido gratuitamente de Él
el don de la vida nueva; y podemos permanecer en comunión
vital con Cristo. Es necesario mantenerse fieles al Bautismo, y
crecer en la amistad con el Señor mediante la oración, la
oración de todos los días, la escucha y la docilidad a su Palabra
—leer el Evangelio—, la participación en los Sacramentos,
especialmente en la Eucaristía y Reconciliación». Huir de la
autosuficiencia, acudir a la gracia de los sacramentos y a la
ayuda de la Iglesia en la dirección espiritual.

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

«Si uno está íntimamente unido a Jesús, goza de los dones


del Espíritu Santo, que —como nos dice san Pablo— son
“amor, alegría, paz, magnanimidad, benevolencia, bondad,
fidelidad, mansedumbre, dominio de sí”. Estos son los dones
que recibimos si permanecemos unidos a Jesús; y, como
consecuencia, una persona que está así unida a Él hace mucho
bien al prójimo y a la sociedad, es una persona cristiana. De
estas actitudes, de hecho, se reconoce si uno es un auténtico
cristiano, como por los frutos se reconoce al árbol. Los frutos
de esta unión profunda con Jesús son maravillosos: toda
nuestra persona es transformada por la gracia del Espíritu:
alma, inteligencia, voluntad, afectos, y también el cuerpo,
porque somos unidad de espíritu y cuerpo. Recibimos un
nuevo modo de ser, la vida de Cristo se convierte también en
la nuestra: podemos pensar como Él, actuar como Él, ver el
mundo y las cosas con los ojos de Jesús. Como consecuencia,
podemos amar a nuestros hermanos, comenzando por los más
pobres y los que sufren, como hizo Él, y amarlos con su
corazón y llevar así al mundo frutos de bondad, de caridad y
de paz”.
Cada uno de nosotros es un sarmiento de la única vid; y
todos juntos estamos llamados a llevar los frutos de esta
pertenencia común a Cristo y a la Iglesia. Encomendémonos a
la intercesión de la Virgen María, para que podamos ser
sarmientos vivos en la Iglesia y testimoniar de manera
coherente nuestra fe —coherencia de vida y pensamiento, de
vida y fe—, conscientes de que todos, de acuerdo a nuestra
vocación particular, participamos de la única misión salvífica
de Cristo». Haz tuya esta petición.
3. Si no fuera domingo, celebraríamos hoy la fiesta de la
gran santa Catalina de Siena, doctora de la Iglesia y copatrona

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

de Europa. Aquella gran mujer que, profundamente unida a


Jesús, amó a su Iglesia, de verdad y con obras. Entregada a
Dios en la tercera orden dominica, destacó por su amor y
defensa de la Iglesia y del Papa en momentos muy difíciles. Los
escándalos y problemas de su tiempo no la llevaron a alejarse,
enfadarse o criticar, sino a rezar más y a reparar con la
santidad de su vida aquellos excesos.
Hoy también nos encontramos en momentos difíciles,
parece que Dios no está de moda; podemos encontrarnos con
gente que, aun llamándose católica, actúa de una manera
inadecuada; con personas que deberían por su vocación
llevarnos a Jesús y que nos distancian; malos ejemplos o malas
experiencias; un ambiente contrario… pero ¿cómo
respondemos nosotros?
De santa Catalina aprendamos a reparar con santidad el
pecado, con comprensión el escándalo, con oración la
apostasía silenciosa de tantos. Catalina no era nada
extraordinaria, pero unida a Jesús pudo hacer grandes obras;
su secreto radica en esa unión con el Señor. A ella le debemos
ese título referido al Papa, «dulce Cristo en la tierra»; por eso
hoy podemos terminar nuestro rato de oración con una
petición por la Iglesia: por el Romano Pontífice, todos los
Obispos, sacerdotes y diáconos, por todas las familias
cristianas, por los religiosos, por todo el pueblo fiel para que
verdaderamente cada uno estemos muy unidos a la Vid, para
que seamos esa cepa querida por Dios, para que podamos dar
fruto en abundancia y a todos nos conceda una conversión
continua.

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EVANGELIO
San Juan 15, 1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: —«Yo soy la


verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío
que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda,
para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las
palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en
vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no
permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis
en mí. Yo soy la vid, vosotros, los sarmientos; el que
permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque
sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo
tiran afuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y
los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis
palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se
realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto
abundante; así seréis discípulos míos».

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LUNES 29 DE ABRIL

1. Sumergidos en un torrente. 2. El Espíritu Santo no es


opcional. 3. El secreto del cristiano.
1. Comenzábamos ya el otro día la lectura de los capítulos
en los que san Juan recoge la sobremesa de la Última Cena; en
lo que queda de tiempo pascual recorreremos estos pasajes
hasta el capítulo 17, con la gran oración de Jesús. En esa larga
conversación, el Maestro trata sobre temas diversos, pero
quizá hay uno que atraviesa de modo transversal todo su
discurso: la nueva vida en Cristo, que Él ha venido a enseñar.
La existencia humana y nuestro trato con Dios han
cambiado definitivamente con la presencia de Dios-hombre en
medio de nosotros; es poco decir que nos ha enseñado el
camino del cielo, sino que nos ha hecho partícipes de su vida
divina. Cuando fuimos bautizados, el sacerdote dijo, mientras
vertía tres veces el agua sobre nosotros, «yo te bautizo en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo», es decir, nos
introdujo en esa corriente de amor que es la vida trinitaria.
San Atanasio repetía: «el Hijo de Dios se ha hecho hombre
para que el hombre pudiera ser hijo de Dios». Esta afirmación
manifiesta también la conciencia de una nueva vida, de un
nuevo principio de existencia. Pero todo esto ha tenido lugar
no porque el hombre llegara por su inteligencia o su fuerza,
sino como puro don de Dios que nos toca acoger.
«El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me
ama», con estas palabras Jesús les está entregando a sus

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

Apóstoles de todos los tiempos un instrumento para descubrir


cómo es su amor hacia Dios; la subjetividad de un amor
interior se objetiva en el cumplimiento de los mandamientos.
Porque, como enseñaba Benedicto XVI, «el amor no es
solamente un sentimiento. Los sentimientos van y vienen.
Pueden ser una maravillosa chispa inicial, pero no son la
totalidad del amor (…). Es propio de la madurez del amor que
abarque todas las potencialidades del hombre e incluya, por
así decir, al hombre en su integridad. El encuentro con las
manifestaciones visibles del amor de Dios puede suscitar en
nosotros el sentimiento de alegría, que nace de la experiencia
de ser amados. Pero dicho encuentro implica también nuestra
voluntad y nuestro entendimiento. El reconocimiento del Dios
viviente es una vía hacia el amor, y el sí de nuestra voluntad a
la suya abarca entendimiento, voluntad y sentimiento en el
acto único del amor. No obstante, este es un proceso que
siempre está en camino: el amor nunca se da por “concluido” y
completado; se transforma en el curso de la vida, madura y,
precisamente por ello, permanece fiel a sí mismo»[38].
2. Esa nueva vida que recibimos en el Bautismo es fruto de
la acción del Espíritu Santo, «Señor y Dador de vida». Él es
quien posibilita en nosotros el desarrollo de esa nueva vida.
«Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el
Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi
nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando
todo lo que os he dicho». Como veremos a lo largo de este
discurso de Jesús, serán continuas las referencias al Espíritu
Santo y les irá mostrando su misión tanto en la vida de la
Iglesia como en la de cada uno de nosotros.
Para desarrollar nuestra vida cristiana, necesitamos de la
gracia del Espíritu Santo, por eso ¡qué importante es tratar a la

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

Tercera Persona de la Trinidad! Darnos cuenta de que no son


nuestras fuerzas —los Apóstoles se convencerán de esto al
comprobar que, a pesar de sus intenciones, todos
abandonarán al Maestro en las horas amargas de la Pasión—,
de que es algo que podemos hacer por nosotros mismos o
nosotros solos, de manera aislada e individual. El Espíritu
Santo está en nosotros, sí, y en la Iglesia, somos también
Iglesia. Cuántas frustraciones y desánimos en nuestra vida por
no apoyarnos en Él, por no abandonarnos en sus manos, por
no dejarnos conducir por sus insinuaciones.
Esa nueva vida en Cristo, que rechaza cualquier tipo de
vida animal o salvaje, bien puede concentrarse en la
afirmación de vivir en el amor de Dios y del amor de Dios, «el
que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y
me manifestaré a él».
La oración no es pensar en temas, darle vueltas a la cabeza
u organizar la agenda diaria, sino entrar en ese torrente de
amor. La Santa Misa no es una obligación impuesta, un
conjunto de ritos (palabras y gestos), celebración larga y
aburrida, sino la manifestación y participación en el acto de
amor de Dios al hombre —«tanto amó Dios al mundo, que
entregó a su Hijo Unigénito»—. Lo que sucede es que muchas
veces no vivimos las cosas así… Y, si quitamos ese principio
amoroso a lo que hacemos, acaba careciendo de sentido; el
hacer por el hacer no suele conducir a nada.
3. Por eso se entiende que la Iglesia haya favorecido
siempre el bautismo de los niños, porque no quiere que se
retrase esa vida de la gracia en la vida de los hombres. Es
cuestión de fe. No da lo mismo bautizar a un niño que no, el
Espíritu Santo comienza a actuar, no se le ve, no se le siente,
pero su actuación es real. Cuántas gracias debemos dar la

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

mayoría de nosotros a Dios y a nuestros padres porque


quisieron acercarnos a la pila bautismal en los primeros días o
meses de nuestra existencia.
Las prisas, el trabajo, la atención a los amigos y a la familia
hacen que a veces nos olvidemos de esta realidad.
Acostumbrados a ver y palpar las cosas, se nos puede olvidar
que hay otras realidades, que no vemos ni tocamos, pero son
tan verdaderas y existentes como las otras. «El que me ama,
guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y
haremos morada en él». Este es el auténtico secreto y motor
de nuestra vida: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo moran
dentro de nosotros. No busques fuera, métete dentro y
establece un diálogo con cada una de las Tres Personas
divinas, eso es la vida de la gracia: amar y sentirse amados con
obras por el Dios trino y uno.

EVANGELIO
San Juan 14, 21-26

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: —«El que


acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; al que me
ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a
él». Le dijo Judas, no el Iscariote: —«Señor, ¿qué ha sucedido
para que te reveles a nosotros y no al mundo?». Respondió
Jesús y le dijo: —«El que me ama guardará mi palabra, y mi
Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El
que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que
estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el


Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi
nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando
todo lo que os he dicho».

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

NOTAS
[1] PAPA FRANCISCO, Homilía de la Vigilia Pascual (30 de
marzo de 2013).
[2] PAPA FRANCISCO, Homilía de la Vigilia Pascual (19 de abril
de 2014).
[3] PAPA FRANCISCO, Audiencia general 17 de mayo de 2017.
[4] JUAN PABLO II, Carta Apostólica Mane Nobiscum Domine,
n. 24.
[5] BENEDICTO XVI, Audiencia general (11 de abril de 2012).
[6] ALBERT VANHOYE, Pedro y Pablo, 243-244.
[7] SAN JUAN PABLO II, Audiencia general (3 de abril de
1996).
[8] PAPA FRANCISCO, Audiencia general (23 de abril de
2014).
[9] Ibíd.
[10] PAPA FRANCISCO, Regina Coeli (27 de abril de 2017).
[11] Camino, 755.
[12] De las Homilías de san Bernardo, abad, Sobre las
excelencias de la Virgen Madre (Homilía 4, 8-9).
[13] BENEDICTO XVI, Homilía en su Viaje apostólico a Chipre
(5 de junio de 2010).
[14] Amigos de Dios, 251.
[15] JULIÁN CARRÓN, La forma del testimonio.
[16] CARD. ROBERT SARAH, La fuerza del silencio, 25-26.
[17] PAPA FRANCISCO, Regina Coeli, 19 de abril de 2015.

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Fernando del Moral PASCUA 2024 CON ÉL

[18] BENEDICTO XVI, Homilía con ocasión de su 85


cumpleaños (16 de abril de 2012).
[19] Camino, 537-538.
[20] PAPA FRANCISCO, Meditación, 20 de abril de 2015.
[21] SAN MANUEL GONZÁLEZ, Qué hace y qué dice el Corazón
de Jesús en el Sagrario, 35.
[22] PAPA FRANCISCO, Ángelus, 2 de agosto de 2015.
[23] H. M. PASQUALE, Beata Alejandrima M. da Costa, 39-40.
[24] CEC 1402 y 1404.
[25] SAN JUAN PABLO II, Ecclesia de Eucaristia, 16.
[26] PAPA FRANCISCO, Ángelus, 7 de junio de 2015.
[27] G. CHEVROT, Simón Pedro, 74-75.
[28] Ibíd., 76-77.
[29] Ibíd., 79-80.
[30] EG 120.
[31] Mensaje del Santo Padre Francisco para la LV Jornada
Mundial de Oración por las vocaciones, 3-diciembre-2017.
[32] PAPA FRANCISCO, Meditación diaria, 19 de abril de 2016.
[33] EG 120.
[34] BENEDICTO XVI, Audiencia general, 18 de junio de 2008.
Y también lo que sigue.
[35] SAN RAFAEL ARNAIZ, El tonto del circo, 24 de julio de
1936.
[36] SAN LUIS Mª GRIGNON DE MONFORT, El secreto de María, 7-
11.
[37] PAPA FRANCISCO, Regina Coeli, 3 de mayo de 2015. Y lo
que sigue.
[38] BENEDICTO XVI, Deus caritas est, 17.

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