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Introducción: La Biblia nos enseña que cuando el apóstol Pedro negó por tercera
vez al Señor Jesús, el gallo cantó y Pedro recordó lo dicho por el Maestro y lloró
amargamente. Después decide volver a la pesca. La Escrituras nos dicen que los
demás discípulos fueron con él.
Tal vez dieron por concluido el asunto del ministerio. En aquel momento estaban
sin esperanza y desanimados. Pero Dios restaura lo que paso. El Señor Jesús
resucita, los busca y se les aparece recordándoles el llamado. Así actúa nuestro
Dios, él nunca desecha ni olvida a sus hijos...
“Jesús le dijo por tercera vez: "Simón, hijo de Juan, ¿Me quieres?" Pedro se
entristeció porque la tercera vez le dijo: "¿Me quieres?" Y Le respondió: "Señor, Tú
lo sabes todo; Tú sabes que Te quiero." "Apacienta Mis ovejas," le dijo Jesús” Juan
21:17.
a) Los llama “Hijitos”, aunque lo habían abandonado, y Pedro lo había negado; fue un
llamado con amor (Creo que cualquiera de nosotros los habría reprendido primero
por haber abandonado todo).
b) Los conduce al lugar de la bendición (les dijo: “Echad la red a la derecha…”). Jesús
compartió con ellos y les dio alimento. Ésta maravillosa experiencia puedes leerla
más ampliamente en: “Jesús se Aparece a Siete de sus Discípulos”
Vemos también que el discípulo a quien el Señor Jesús amaba (es decir Juan) fue el
primer de ellos en reconocerlo (debemos tener presente aquí que Juan era quien
se recostaba en su pecho; entonces vemos que Dios revela sus secretos a quienes
lo aman).
El apóstol Pedro se puso la ropa para ir al encuentro con su Jesús (esto nos
recuerda que la Iglesia un día se encontrará con su Señor y debe presentarse
vestida de gloria, sin mancha y sin arruga, revestida de la justicia en Cristo Jesús). El
Maestro le habla a Pedro (la palabra de Dios tiene el poder para restaurar y
levantar al caído) Juan 21:15a. Dios restaura lo que pasó, y sigue reparando lo que
ha sido dañado...