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Principios de Derecho Constitucional y

Derechos Humanos
Cátedra Dr. Marcelo Di Stefano.

Programa de la materia:

● Unidad 1: Reforma Universitaria, Cogobierno y Autonomía.


● Unidad 2: Concepto, Fuentes y Ramas del Derecho.
● Unidad 3: Momentos Constitucionales e Introducción a la
Constitución Nacional.
● Unidad 4: Supremacía, Control Constitucional y Control
Convencional.
● Unidad 5. Parte dogmática de la Constitución Nacional:
Derechos Civiles.
● Unidad 6: Los Derechos Políticos, Sociales y de Tercera
generación en la Constitución Nacional.
● Unidad 7: Garantías Constitucionales y Principios de Reserva.
● Unidad 7: Principios de Reserva.
● Unidad 8 Mecanismos de garantías: Amparo.
● Unidad 8: Mecanismos de garantías: Habeas Corpus y Habeas
Data.
● Unidad 9: Parte orgánica de la Constitución Nacional. Poder
Ejecutivo Nacional.
● Unidad 10: Poder Legislativo de la Nación.
● Unidad 11: Poder Judicial de la Nación y Ministerio Público.
● Unidad 12: Introducción a los Derechos Humanos.
● Unidad 13: La Organización de las Naciones Unidas.
● Unidad 14: El Sistema Latinoamericano de Derechos Humanos.
● Unidad 15: Articulación de Normas Internacionales con el
Derecho Interno.
● Unidad 16: Derecho Penal Internacional. Violaciones masivas a
los Derechos Humanos.
● Unidad 16: Derecho Penal Internacional. Genocidio y Crímenes
de Lesa Humanidad.
REFORMA UNIVERSITARIA, COGOBIERNO,
Y ORGANIZACIÓN INTERNA DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES
Dr. Marcelo Di Stefano

“Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan. Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten:
estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana”. Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria.

1. Reforma Universitaria.
Los grandes sucesos históricos son hijos de su tiempo, no aparecen de golpe, son producto de la
acumulación de sucesos, la maduración de un pensamiento colectivo, la concientización de las mayorías, y se
expresan a veces en forma imperceptible mediante pequeñas transformaciones progresivas, otras en forma de
ruptura normativa y cultural constituyendo una “Revolución”, y excepcionalmente, los cambios profundos se
producen como “Reformas”, generando un cambio de rumbo rápido, significativo y estructural, pero dentro del
marco legal contextual vigente.

Sin dudas, podemos afirmar entonces, que la “Reforma Universitaria” es hija de su tiempo. Un tiempo
(1916-1918) en el cual se desarrollaba en Europa la 1° Guerra Mundial, en Rusia cae el régimen zarista y se
difunden las ideas del socialismo, y en nuestro país se produce un cambio de paradigma político con la asunción
del radicalismo al poder en las primeras elecciones verdaderamente democráticas -universales, secretas y con
padrón electoral- que en 1916 consagraban presidente a Hipólito Yrigoyen.

Antes de la llegada del radicalismo al poder, las Universidades argentinas -Córdoba (1613), Buenos Aires
(1821), Provincial de Santa Fe (1889), La Plata (1890), y Provincial de Tucumán (1914)- eran un espacio exclusivo
de las elites en donde se formaban los hijos de los terratenientes y de la alta burguesía ligada al comercio
internacional y a la administración de las inversiones extranjeras. Si bien las Universidades eran financiadas por
el erario público, no eran gratuitas como las concebimos hoy, y la presencia de la iglesia en sus espacios de
conducción académica era determinante, especialmente en Córdoba.

El triunfo radical significó el ingreso a la política de la clase media, constituida fundamentalmente por
los inmigrantes europeos que se habían instalado en las ciudades y en el campo, desarrollado una posición
económica en el pequeño y mediano comercio, la industria liviana, y los servicios, a fuerza de su capacidad
emprendedora, y perseverancia en el trabajo. Este nuevo actor social aspiraba naturalmente al ascenso social
de sus familias, poniendo sus expectativas en el desarrollo universitarios de sus hijos en las carreras liberales
que ofrecía entonces el sistema terciario. Sobre esto, Horacio Sanguinetti afirma que “en el país había un cambio
importante porque las clases gobernantes, que eran clases conservadoras liberales a la cual se le podía criticar
básicamente la cuestión electoral que era un fraude reconocido y prácticamente aceptado, y sobre todo sus
fórmulas electorales muy poco representativas, pero esa clase dominante fue cediendo paso a una clase media
que venía creciendo, hijos de inmigrantes, con aquello de “Mi hijo el doctor” que tenía primero un espacio en la
Universidad y después quería tenerlo en la política grande y así se formaron los primeros partidos políticos en la
década del ’90, primero el radicalismo, el socialismo, y el radicalismo fue la gran representación de la clase
media, o de la clase media ascendente, y de la gente que no respondía a lo que se llamaba el gota pampeano (el
gota era el almanaque de la aristocracia alemana) y se hablaba del gota pampeano un poco irónicamente , como
diciendo esa seudo aristocracia si es que acá se podía hablar de aristocracia” 1.

Volviendo al sistema universitario, decíamos que atrasaba a su contexto histórico, y que no se adaptaba
a los cambios de la nueva composición social y política existente en Argentina. Los reclamos estudiantiles, que

1
Entrevista a Horacio Sanguinetti sobre la importancia de la Reforma Universitaria de 1918, texto completo en:
http://www.uba.ar/reforma/multimedia/entrevistas.php
eran acompañado por los más lúcidos profesores de la época, pero rechazados por los sectores conservadores,
se multiplicaron. Los cambios en el sistema electoral y la democratización que implicó la sanción de la Ley Sáenz
Peña, eran criticados por los sectores conservadores enquistados en las universidades que no querían admitir
cambios modernizadores en el sistema universitario, porque sabían que esos cambios iban a implicar, como
había sucedido en la política nacional, un ascenso de los sectores postergados hasta entonces, y la puesta en
práctica de ideas renovadoras. Los conservadores decidieron resistir para mantener sus privilegios, ejerciendo
una profundización del autoritarismo, respaldados por el poder eclesial.

Córdoba, en 1918, fue el epicentro geográfico del reclamo estudiantil, que desde allí se irradió por toda
Latinoamérica en los años subsiguientes. Los estudiantes venían reclamando con fuerza desde 1917, con apoyo
explícito del gobierno nacional radical, por la necesidad de cambiar los planes de estudio vetustos con los cuales
se impartían las clases, pedían un gobierno universitario sin injerencia clerical, laico, y rechazaban los contenidos
religiosos que subsistían en muchas materias. Reclamaban una renovación del cuerpo docente y la eliminación
del sistema de cátedras vitalicias. Asimismo cuestionaban la legitimidad de las formas de elección de las
autoridades universitarias -Rector y Decanos- que no contemplaba la representación estudiantil, ni siquiera la
participación electoral del propio cuerpo docente, y era ejercida por un grupo de “notables vitalicios” que
respondía a los intereses elitistas-eclesiales.

Los cronistas de la época, y los historiadores, coinciden en tomar como punto de partida de la
efervescencia estudiantil los acontecimientos de diciembre de 1917. Las autoridades universitarias decidieron
intempestivamente modificar el régimen de asistencia a clase en la Facultad de Medicina y cerraron el internado
del Hospital de Clínicas de Córdoba. En respuesta, los estudiantes de las distintas unidades académicas se
organizaron y constituyeron el “Comité Pro-Reforma”, que desplegó una intensa actividad de agitación -como
se le decía entonces a la concientización del conjunto del estudiantado-, y el 31 de marzo de 1918 se declaró la
“huelga general estudiantil”, en un acto que se desarrolló en el Teatro Rivera Indarte que desbordaba de
estudiantes. Frente a la protesta, la decisión del Rector y el Consejo Superior, adoptada el día 2 de abril, fue “no
tomar en cuenta ninguna solicitud estudiantil”, y clausurar la Universidad cerrando las puertas de la llamada
Casa de Trejo.

A partir de ese momento los estudiantes sostienen la protesta, profundizan su organización, y solicitan
intervención al Gobierno Nacional a través de una carta dirigida al Ministro de Instrucción Pública de Yrigoyen
en donde explicitan los reclamos que constituirán el núcleo reivindicativo de la reforma “No sólo es el régimen
orgánico de los estudios superiores que precisa modificarse: es urgente la renovación del profesorado, en forma
que asegure la competencia de los docentes designados; es indispensable la reforma de los planes de estudio
para modernizar y mejorar la enseñanza, y queremos, por fin, los estudiantes, otra organización disciplinaria,
menos meticulosa, más sincera y más útil. Todo ello, a nuestro juicio, si no es secundario, tiene como base la
reforma de la constitución universitaria, que, entregando hasta la fecha, a unos pocos el gobierno de la casa,
mediante las academias vitalicias, ha substraído la universidad a las innovaciones que su propio progreso
necesita”2.

2
CHIROLEU, Adriana, “La reforma universitaria”, en Nueva historia argentina, tomo VI, capítulo IX, Sudamericana, Buenos Aires,
2000.
La Reforma estalla en Córdoba, pero se ramifica rápidamente al resto de las Universidades y los
estudiantes constituyen, el 11 de abril de 1918, la Federación Universitaria Argentina (FUA), en Córdoba
disuelven el Comité Pro-Reforma, y fundan la Federación Universitaria de Córdoba (FUC). Con la reforma nacía
la estructura del movimiento estudiantil, que atravesando dictaduras, prohibiciones y persecuciones, existe
hasta nuestros días.

Así como se organizaron los estudiantes, y contaban con el apoyo de los políticos, académicos e
intelectuales progresistas, la reacción a la Reforma también cobraba cuerpo, y se constituía alrededor del
“Comité Pro-Defensa de la Universidad” liderado por los Centros Católicos de Estudiantes, con el apoyo de las
autoridades universitarias, la iglesia, y los sectores conservadores.

El Gobierno Nacional frente a la gravedad de los hechos decidió actuar, Yrigoyen recibió a una delegación
estudiantil, y tomó la decisión de intervenir la Universidad de Córdoba designando a Nicolás Matienzo como
interventor, quién verificó la veracidad de las denuncias realizadas por los estudiantes, impulsó una reforma del
Estatuto Universitario, y llamó a elecciones democráticas con participación de los docentes para elegir un nuevo
Consejo y al Rector, hecho que generó la renuncia masiva de muchos profesores reaccionarios.

La Asamblea Universitaria fue convocada para el 31 de mayo, se eligieron los decanos de las tres
Facultades (Derecho, Medicina y Ciencias Exactas), con un triunfo histórico de los partidarios de la Reforma.
Asimismo se consagró al reformista Emilio Caraffa como vicerrector, y solo restaba esperar al 15 de junio para
la elección del Rector, que se daba por seguro sería consagrado el Dr. Enrique Martínez Paz, ferviente reformista.
El sector “contrarreforma” postuló la candidatura de Antonio Nores, y un tercer sector que se identificaba como
los “moderados”, postulaba a Alejandro Centeno. En las dos primeras votaciones ningún candidato alcanzó la
mayoría, y para la tercera los partidarios de Nores consiguieron los votos de Centeno y derrotaron al candidato
reformista.

Los estudiantes estaban movilizados custodiando los logros de su lucha por la reforma y no permitieron
la traición, tomaron las instalaciones e impidieron que Nores asuma. Inmediatamente se declaran en huelga y
protagonizan una marcha por el centro de la ciudad de Córdoba donde recibieron el apoyo de la sociedad. Nores
no se dio por vencido, e intentó tomar posesión del Rectorado frente a la resistencia de los estudiantes que le
exigieron la renuncia a los que contestó “que prefería un tendal de cadáveres, antes que renunciar”.

Los estudiantes tomaron las sedes universitarias, y proclamaron sus reivindicaciones el 21 de junio en
una de las declaraciones más emotivas de la política contemporánea. El “Manifiesto Liminar” surgido de la
pluma de Deodoro Roca, con una clara vocación latinoamericanista, profundamente innovadora para una época
en la cual las elites que habían gobernado el país hasta hacía poco tiempo solo miraban hacia Europa, se dirigía
a «los hombres libres de América del Sur” y expresaba: “Hombres de una República libre, acabamos de romper
la última cadena que, en pleno siglo XX, nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica. Hemos
resuelto llamar a todas las cosas por el nombre que tienen. Desde hoy contamos para el país una vergüenza
menos y una libertad más (…) Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos
pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana. La juventud ya no pide. Exige que se le
reconozca el derecho a exteriorizar ese pensamiento propio en los cuerpos universitarios por medio de sus
representantes. Está cansada de soportar a los tiranos. Si ha sido capaz de realizar una revolución en las
conciencias, no puede desconocérsele la capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa”3.

Numerosas protestas y movilizaciones se sucedieron entre el mes de junio y agosto, Nores obligado por
las circunstancias debió renunciar, acompañándolo con la renuncia un grupo de profesores conservadores, y el
Gobierno de Yrigoyen decidió intervenir nuevamente la Universidad de Córdoba el 7 de agosto, intervención
que luego de ciertas dilaciones fue asumida por el Ministro de Educación de la Nación Salinas. La Intervención
avanzó decididamente en el ideario reformista, reorganizó la Universidad, produjo cambios importantes en las
cátedras, actualizó los programas de estudio, generó políticas aperturistas para posibilitar un mayor acceso a la
universidad, promovió la participación de los profesores y estudiantes en la dirección de las universidades e
impulsó un acercamiento de las casas de estudios a los problemas del país.

Las ideas principales del movimiento reformista fueron:

• Cogobierno estudiantil.
• Autonomía universitaria.
• Docencia libre.
• Libertad de cátedra.
• Concursos con jurados con participación estudiantil.
• Investigación como función de la universidad.
• Extensión universitaria y compromiso con la sociedad.

El éxito de la Reforma de Córdoba contagió de optimismo y fuerza al movimiento estudiantil argentino


y latinoamericano. En nuestro país el gobierno de Yrigoyen que había apoyado la Reforma, con clara decisión
política, impulsó la creación de la Universidad del Litoral (1919) y la de Tucumán (1921) verdaderas herederas
del espíritu reformista. Para Buchbinder “se trata de un acontecimiento central en la historia argentina de la
primera mitad del siglo XX, y que tuvo también notables repercusiones en muchos estados de América Latina.
En Córdoba la reforma conmovió los cimientos de la organización y gobierno de su universidad, una institución
que durante varias décadas había mostrado una notable capacidad para resistir los cambios” 4.

El ideario reformista se proyectó a toda América Latina, procesos de reforma se dieron a lo largo y ancho
del continente, desde Chile hasta México los dirigentes estudiantiles que abrazaron las consignas reformistas
influyeron decididamente en la política de la región. Felipe Pigna aporta que “Los efectos de la reforma se
extendieron a toda Latinoamérica e influyeron en destacados dirigentes de la región, como fue el caso del
peruano Raúl Haya de La Torre, creador de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). Cuando en 1968

3
Manifiesto Liminar de la reforma de Córdoba, texto completo en: https://www.unc.edu.ar/sobre-la-unc/manifiesto-liminar
4
BUCHBINDER, Pablo, “¿Revolución de los claustros?, Sudamericana, Buenos Aires, 2008.
los estudiantes de París lanzaron su movimiento, en varios de sus manifiestos recordaban las heroicas jornadas
de aquella Córdoba de cincuenta años atrás”5.

Horacio Sanguinetti, señala sobre el objeto y los efectos del movimiento reformista, que “La reforma
universitaria de Córdoba significó una gran explosión en realidad, de inteligencia y de deseos de participación,
de acción, de conducta, que prosperó en un grupo intelectual muy compacto, muy representativo, con gente de
altísimo nivel moral e intelectual, en la Universidad de Córdoba, que tenía un clima muy particular, muy
específico dentro de las tres universidades nacionales que había en ese momento, más dos provinciales. Esto, de
algún modo, tuvo que haber representado muy bien las propuestas del ’18 que fueron muy serias, porque el ’18
no se limitó a derruir, a criticar, a derribar, sino que presentó un proyecto coherente, un programa de acción. Y
este programa de acción y esa crítica a la universidad antigua, evidentemente estaba en todas partes, porque la
Reforma corrió como un reguero de pólvora por toda Argentina y toda América, llega do hasta México. De modo
que seguramente representaba muy seriamente lo que se quería hacer”.

Sin lugar a dudas la Reforma Universitaria fue un ejemplo de decisión y lucha histórico de la juventud
argentina, que supo poner sus demandas en el centro del debate político, generar masa crítica de apoyo,
negociar con el gobierno de turno, tener la intransigencia necesaria para no traicionar al movimiento generado,
y el pragmatismo consecuente para consolidar el triunfo y dar un paso adelante. La Reforma tuvo el
romanticismo pasional de las grandes manifestaciones juveniles, y al mismo tiempo, la lucidez de una
generación que no quiso quedarse en el narcisismo del cambio perfecto utópico, y apostó por consolidar un
cambio imperfecto, pero superador de la realidad preexistente.

2. La Universidad de Buenos Aires.


La Universidad de Buenos Aires (UBA) es una “megauniversidad”, por sus dimensiones cuantitativas y
cualitativas. Es la universidad más prestigiosa de la Argentina, y con orgullo define sus caracteres principales
como “Pública, Gratuita, Autónoma y Cogobernada”.
La UBA se ubica, según todas las encuestas de calidad universitaria, entre las mejores universidades del
mundo, y actualmente, es la universidad mejor considerada de toda América Latina. Concentra más de un tercio
de la investigación en ciencia y tecnología del país en sus 64 institutos de investigación, y es orgullosa “alma
mater” de los 5 Premio Nobel argentinos: Carlos Saavedra Lamas, Bernardo Houssay, Luis Federico
Leloir, Adolfo Pérez Esquivel y César Milstein.

La UBA tiene 13 Facultades: Facultad de Agronomía, Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo,


Facultad de Ciencias Económicas, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Facultad de Ciencias Sociales,
Facultad de Ciencias Veterinarias, Facultad de Derecho, Facultad de Farmacia y Bioquímica, Facultad de Filosofía
y Letras, Facultad de Ingeniería, Facultad de Medicina, Facultad de Odontología y Facultad de Psicología. El Ciclo
Básico Común con sus numerosas sedes. 5 Escuelas preuniversitarias: Escuela Superior de Comercio Carlos
Pellegrini, Instituto Libre de Segunda Enseñanza, Colegio Nacional de Buenos Aires, Escuela de Educación
Técnico Profesional de Nivel Medio en Producción Agropecuaria y Agroalimentaria, Escuela de Educación

5
PIGNA, Felipe, “La reforma universitaria del 21 de junio de 1918”, en El Historiador, nota completa:
https://www.elhistoriador.com.ar/la-reforma-universitaria-del-21-de-junio-de-1918/
Técnica de Villa Lugano. 6 Centros asistenciales: Hospital de Clínicas Gral. San Martín, Instituto Alfredo Lanari,
Instituto Nacional de Oncología Ángel Roffo, Instituto de Tisioneumonología Vacarezza, Hospital Veterinario, y
el Hospital Odontológico. 8 centros universitarios regionales, el Centro Cultural Ricardo Rojas, la Editorial
Universitaria de Buenos Aires EUDEBA, el Cine Cosmos, 18 museos, la Radio UBA, el Campo de Deportes en la
Ciudad Universitaria, la Residencia Turística de Inacayal (Villa La Angostura), y el Pucará de Tilcara (Jujuy).
En la UBA se cursan 85 carreras de grado que otorgan 116 títulos, tiene una vasta oferta de posgrado en
cursos, especializaciones, maestrías, doctorados y posdoctorados.
Decimos que la UBA es “PÚBLICA” porque es de carácter estatal, y “NACIONAL” porque su presupuesto
y organización han quedado definidos en el ámbito normativo fijado por el Congreso Nacional. En el estatuto
universitario se establece que “es una entidad de derecho público que tiene como fines: la promoción, la difusión
y la preservación de la cultura (...) estando en contacto directo y permanente con el pensamiento universal y
prestando particular atención a los problemas argentinos”6. Es parte del “Sistema Interuniversitario Nacional
Público” que lo integra junto a los otras 56 Universidades Nacionales Argentinas7.
Como todo el sistema universitario público argentino, hecho que lo destaca en el ámbito regional y
mundial, la Universidad de Buenos Aires es GRATUITA, o como muchos prefieren definirla, NO ARANCELADA,
porque al ser solventada por el presupuesto nacional, todos los argentinos y argentinas la financiamos con el
pago de los impuestos. Por tanto, la Universidad depende económicamente del presupuesto que le asigna el
Congreso de la Nación, que ella administra, como veremos más adelante, en el marco del ejercicio de la
autonomía y autarquía consagradas en la Constitución Nacional.
El aseguramiento de la igualdad de oportunidades y de posibilidades, la inclusión educativa, encuentra
fundamento en nuestra Constitución Nacional, tanto en su tronco normativo histórico contenido en el “derecho
a enseñar y aprender”, como en las disposiciones incorporadas en por la reforma de 1994 de las que daremos
cuenta más adelante.

3. El Cogobierno universitario.
La Universidad de Buenos Aires es cogobernada por los distintos “claustros” que la integran. Como vimos
anteriormente, el modelo universitario público argentino es hijo de la Reforma de Córdoba, y adopta el sistema
de cogobierno “tripartito” integrado por la representación de los profesores y profesoras, los graduados y
graduadas, y la representación estudiantil. El concepto de cogobierno es inherente a la noción de autonomía
universitaria e implica la participación democrática de los diversos estamentos o claustros universitarios, y su
consagración normativa se encuentra en el “Estatuto Universitario” que fija las competencias de los distintos
órganos de las Facultades y la Universidad.

3.1. El Gobierno de las Facultades.


Las Facultades son gobernadas por un Decano/a y un Consejo Directivo. El Consejo Directivo está
integrado por 16 miembros (8 profesores/as, 4 graduados/as, y 4 estudiantes).

6
Texto completo del Estatuto Universitario en: https://rrhh.uba.ar/NormativaDocumentos/EstatutoUniversitario.pdf
7
El listado completo de universidades se puede consultar en: https://www.cin.edu.ar/instituciones-universitarias/
El claustro de profesores/as lo componen todos los profesores/as “regulares” de una Facultad, vale
decir, los profesores/as que hayan “concursado” sus cargos8. Se elijen en elecciones directas, por voto secreto
en urna, debiendo presentarse listas completas.
El mandato de los profesores/as es de 4 años, y existe un sistema de representación de las minorías. Si
se presenta una sola lista, o se presentan más de una pero la ganadora obtiene más del 80% de los votos, esta
se lleva los 8 cargos en disputa. Si compiten 2 o más listas, y la primera minoritaria alcanza más del 20% y menos
del 33% de los votos se repartirán 6 a la mayoría y 2 a la primera minoría. Si la lista que sale segunda en las
elecciones supera el 33% de los votos el reparto será 5-3.
El claustro de graduados/as está integrado por los graduados/as de cada Facultad que hayan obtenido
su diploma habilitante expedido por la Universidad de Buenos Aires9, siempre que no sean profesores/as
regulares. Para votar en las elecciones de graduados/as se debe completar una inscripción al padrón de
graduados -solo una vez- no es automático. En este claustro también votan un número muy importante de
docentes no concursados/as, y los ayudantes docentes.
Se elijen en elecciones directas, por voto secreto en urna, debiendo presentarse listas completas. El
mandato de los graduados/as es de 2 años y existe un sistema de representación de las minorías. Si se presenta
una sola lista, o se presentan más de una pero la ganadora obtiene más del 80% de los votos, esta se lleva los 4
cargos en disputa. Si compiten 2 o más listas, y la segunda alcanza más del 20% de los votos, se repartirán 3 a la
mayoría y 1 a la minoría.
El claustro de estudiantes está integrado por los y las estudiantes regulares de una Facultad de la
Universidad de Buenos Aires, esto incluye a los alumnos y alumnas del CBC.
Se elijen en elecciones directas, por voto secreto en urna, debiendo presentarse listas completas. El
mandato de los y las estudiantes es de 2 años y existe un sistema de representación de las minorías. Si se
presenta una sola lista, o se presentan más de una pero la ganadora obtiene más del 80% de los votos, esta se
lleva los 4 cargos en disputa. Si compiten 2 o más listas, y la segunda alcanza más del 20% de los votos, se
repartirán 3 a la mayoría y 1 a la minoría.
Podemos sintetizar entonces, en que el Consejo Directivo de cada una de las Facultades de la UBA -
recordemos que son 13- está integrado por 16 Consejeros/as: 8 profesores/as, 4 graduados/as y 4 estudiantes,
que son quienes eligen a la máxima autoridad que tiene la Facultad, el Decano/a, que preside el Consejo
Directivo, y al Vicedecano/a. Asimismo, recordemos también que el voto es secreto y obligatorio para los
profesores/as, graduados/as y estudiantes. Las principales funciones del Consejo Directivo son velar por la
aplicación del Estatuto Universitario, dictar los reglamentos necesarios para su régimen interno, aprobar los
programas de enseñanza, proyectar los planes de estudio, designar a los Secretarios/as, etc.

Cada Facultad entonces, es conducida por un Consejo Directivo y por un Decano/a. Son funciones del
Decano/a: convocar y presidir las sesiones del Consejo Directivo, cumplir y hacer cumplir las resoluciones del

8
Son electores y candidatos los profesores titulares plenarios, titulares y asociados de cada Facultad. Los profesores consultos y
eméritos pueden ser candidatos, pero no electores. Para elegir la representación de los profesores adjuntos se confeccionará en cada
Facultad un padrón con la totalidad de los mismos. Los profesores adjuntos tendrán representación solamente cuando su número
supere el veinte por ciento del total de profesores titulares plenarios, titulares y asociados.
9
Los graduados de otras universidades nacionales con iguales títulos a los de la Universidad de Buenos Aires, pueden ser electores o
candidatos en las Facultades correspondientes a su Carrera universitaria, siempre que acrediten actividad profesional no menor de
dos años en el ámbito cultural de la Universidad de Buenos Aires.
Consejo Superior y Directivo, expedir conjuntamente con el Rector/a los diplomas universitarios, ejercer la
jurisdicción disciplinaria dentro de la Facultad, representar a la Facultad en sus relaciones interuniversitarias y
extrauniversitarias, y es el responsable de la administración y ejecución económico-financiera de los recursos
asignados a la Facultad.

Completan la integración del Consejo Directivo, la representación, con voz y sin voto del sector
Nodocente10 universitario, que lo ejerce el Delegado/a General de la Asociación del Personal de la Universidad
de Buenos Aires APUBA de la Facultad correspondiente, lo que a nuestro entender debe ser revisado en forma
urgente por la Universidad en una futura modificación del Estatuto Universitario otorgándole voz y voto al sector
Nodocente, como en la gran mayoría de las universidades públicas argentinas.
INTEGRACION DE LOS CONSEJOS DIRECTIVOS
DECANO/A
Lo elige el Consejo Directivo, es un profesor/a, dura 4 años en su función.
PROFESORES/AS GRADUADOS/AS ESTUDIANTES
8 Consejeros/as, mandato de 4 4 Consejeros/as, mandato de 2 4 Consejeros/as, mandato de 2
años años años
Representante Nodocente: 1 con voz y sin voto

3.2. El gobierno de la Universidad: El Consejo Superior.


Hemos descripto el sistema de cogobierno en el nivel de las 13 Facultades de la UBA, ahora daremos
cuenta del cogobierno en el ámbito de la Universidad, que ejerce su jurisdicción sobre las Facultades, más otras
unidades académicas como el Ciclo Básico Común y los colegios preuniversitarios, el gobierno y administración
de los hospitales, unidades asistenciales, la Obra Social, y demás estructuras académicas y administrativas de la
Universidad.
El gobierno “central” de la Universidad de Buenos Aires está constituido por el Rector/a, el Consejo
Superior, y el órgano supremo que es la Asamblea Universitaria.
El Consejo Superior está integrado por el Rector/a, los Decanos y Decanas de las 13 Facultades, y cinco
representantes por cada uno de los claustros: profesores/as, graduados/as y estudiantes.
El Rector/a, como veremos más adelante, es elegido/a por la Asamblea Universitaria, y los Decanos/as
son elegidos como analizamos anteriormente por los Consejos Directivos. Ahora, nos concentraremos en
explicar cómo se eligen los 5 Consejeros/as Superiores de cada uno de los Claustros.
La forma de elección es a través de la “asamblea de claustro”, cada 4 años en el caso de los
profesores/as, y cada 2 años en el caso de los graduados/as y estudiantes, se reúnen todos los Consejeros/as
Directivos/as de cada uno de los claustros, de las 13 Facultades, y eligen a los 5 Consejeros/as Superiores de
cada claustro.
Existe un sistema de mayorías y minorías en la elección de Consejeros/as Superiores. Si hay una sola
lista, o más de una pero la ganadora saca más del 80% de los votos, esta lista se adjudica los 5 Consejeros/as. Si

10
Se ha decidido, por impulso de la Federación Argentina del Trabajador Universitario FATUN -el sindicato nacional- denominar al
sector del personal técnico, administrativo, de producción, servicios y asistencial de las Universidades Nacionales, como Nodocente,
todo junto y con mayúscula.
hay más de una lista, y la que sale segunda saca más del 20% de los votos, se reparte 4-1. Si hay una tercera lista
que también obtiene más del 20% de los votos, el reparto es 3-1-1.

Gráficamente intentaremos exponerlo en el siguiente cuadro:


CLAUSTRO DE CLAUSTRO DE CLAUSTRO
PROFESORES/AS GRADUADOS/AS ESTUDIANTIL
5 CONSEJEROS/AS SUPERIORES 5 CONSEJEROS/AS SUPERIORES 5 CONSEJEROS/AS SUPERIORES
Se renueva cada 4 años Se renueva cada 2 años Se renueva cada 2 años
Los eligen los Consejeros Los eligen los Consejeros Los eligen los Consejeros
Directivos del claustro de Directivos del claustro de Directivos del claustro de
profesores de las 13 facultades: graduados de las 13 facultades: estudiantes de las 13 facultades:
8 profesores x 13 Facultades 4 graduados x 13 Facultades 4 estudiantes x 13 Facultades
104 Consejeros Directivos 52 Consejeros Directivos 52 Consejeros Directivos

Completando la composición del Consejo Superior, el mismo también se integra por un Vicerrector/a
que lo elige el Consejo Superior entre sus miembros profesores/as (puede ser un Decano/a o un Consejero/a
profesor/a). Asimismo, con voz y sin voto, participan del Consejo Superior el Director/a del Ciclo Básico Común,
y el representante del sindicato Nodocente, la Asociación del Personal de la Universidad de Buenos Aires.

RECTOR/A
Es elegido/a por la Asamblea Universitaria, dura 4 años su mandato, debe ser un Profesor/a Regular de
una Universidad Nacional, Preside el Consejo Superior.
VICERRECTOR/A
Lo/a elige el Consejo Superior entre sus miembros profesores/as (Decanos/as o Consej. Profesores/as)
13 DECANOS/as 5 CONSEJEROS/AS 5 CONSEJEROS/AS 5 CONSEJEROS/AS
SUPERIORES SUPERIORES SUPERIORES
PROFESORES/AS GRADUADOS/AS ESTUDIANTES
El Director/a del Ciclo Básico Común y el/la representante de la Asociación del Personal Nodocente de la
Universidad de Buenos Aires APUBA, ambos con voz y sin voto.

Las funciones del Consejo Superior se encuentran en el artículo 98 del Estatuto Universitario, y entre las
principales podemos destacar las siguientes: Ejercer la jurisdicción superior universitaria; dictar los reglamentos
del régimen de estudios y disciplina; aprobar o desaprobar los planes de estudio; fomentar la labor científica,
cultural y artística en las Facultades; propulsar la extensión universitaria; proponer a la Asamblea la creación,
supresión o unificación de Facultades; crear, suprimir o modificar carreras y títulos universitarios; nombrar
jurados y aprobar los concursos para la designación de profesores/as; aprobar el presupuesto anual para la
Universidad, las cuentas presentadas por el Rector/a y la inversión de los fondos asignados al Consejo, a las
Facultades y a los demás establecimientos; proyectar la reforma de estatutos y someterlos a la aprobación de
la Asamblea.

3.3. El Rector/a y la Asamblea Universitaria.


Para ser Rector/ar es requisito ser o haber sido profesor/a de una Universidad Nacional Argentina, y ser
electo/a por la Asamblea Universitaria, que le otorga un mandato de 4 años.
La Asamblea Universitaria está constituida por la totalidad de los Consejeros/as Directivos/as, los
Decanos y Decanas, los Consejeros/as Superiores, y el Rector/a.

COMPOSICIÓN DE LA ASAMBLEA UNIVERSITARIA


RECTOR/A 1
DECANOS/AS 13
CONSEJEROS/AS SUPERIORES 15
5 profesores/as-5 graduados/as-5 estudiantes
CONSEJEROS/AS DIRECTIVOS/AS PROFESORES/AS 104
8 profesores/as de cada una de las 13 facultades
CONSEJEROS/AS DIRECTIVOS/AS GRADUADOS/AS 52
4 graduados/as de cada una de las 13 facultades
CONSEJEROS/AS DIRECTIVOS/AS ESTUDIANTES 52
4 estudiantes de cada una de las 13 facultades
TOTAL 227

Las principales funciones de la Asamblea Universitaria son elegir al Rector/a; resolver sobre la renuncia
del Rector/a, suspender o separarle por causa justificada; decidir sobre la creación, supresión o división de
Facultades; y modificar el Estatuto.
Por su parte, el Rector/a es quién preside el cogobierno universitario, y es responsable de la
administración de la Universidad y su representante legal.

3.4. Los Centros de Estudiantes y las Federaciones de Estudiantes.


El movimiento estudiantil, además de la representación institucional en el cogobierno universitario,
tiene espacios “gremiales” de organización y participación. A través de los “centros de estudiantes” de cada
una de las Facultades, los u las estudiantes se organizan con su agenda universitaria, pero también con los
reclamos que se refieren a políticas educativas, sociales, y de todo tipo.
Los centros de estudiantes tienen una Comisión Directiva que se eligen por voto directo en elecciones
anuales que no son de carácter obligatorio. Se presentan las distintas listas de las “agrupaciones estudiantiles”,
-algunas de ellas identificadas con partidos políticos nacionales, o frentes electorales, y otras de carácter
independiente- y se practica una distribución proporcional de espacios (Presidencia y Secretarias del centro de
estudiantes) de acuerdo al resultado electoral obtenido. Cada 2 años coinciden las elecciones de “consejeros/as
directivos/as estudiantiles” y de “centro de estudiantes”, y depende de la decisión del movimiento estudiantil
hacerlas coincidir en la misma fecha que determina la Universidad para las elecciones de claustro, o votar en
momentos distintos.
Asimismo, los 13 centros de estudiantes de la UBA convergen en la Federación Universitaria de Buenos
Aires-FUBA, cuya Comisión Directiva es electa en forma “indirecta” en el Congreso Anual Ordinario de la FUBA,
por los y las Congresales que representan a cada Centro de Estudiantes. A nivel nacional, las distintas
Federaciones Universitarias se nuclean en la Federación Universitaria Argentina-FUA, que como vimos, fue
creada en 1918.
4. Autonomía y Autarquía Universitaria.
La autonomía es la capacidad que tienen las universidades públicas, cada una de ellas, para dictar sus
propias normas de ordenamiento jurídico -entre ellas, y fundamentalmente dictar su Estatuto-, así como para
elegir sus propias autoridades en el marco de sus órganos de cogobierno, organizar el funcionamiento
administrativo y prever los mecanismos de control correspondientes, ejercer la autarquía para administrar los
aspectos económico-financieros, y contar con la libertad académica en reconocimiento a la diversidad
institucional.

La autonomía universitaria es uno de los fundamentos ideológicos principales de la construcción de la


Nación Argentina, y constituye uno de sus principios de organización educativa con mayor trascendencia
internacional en función del significado continental del proceso de la “Reforma Universitaria”. Según García
Sanz11 el proceso reformista “…sentó las bases para la consolidación de un modelo de enseñanza pública y laica.
Asimismo, dio los primeros pasos hacia la autonomía en cuestiones como la designación de autoridades y
docentes, convirtiéndose en el pilar de futuras reformas legales y estatutarias que desembocaron en el período
de esplendor de la universidad argentina, previo al oscurantismo militar que se desató con Onganía”.

Entrando al concepto de autonomía, Peón y Pugliese12 señalan que debe comprenderse en el sentido
histórico que se tiene de las Universidades Nacionales Argentinas, “…el cual resulta de los postulados reformistas
y que son la autonomía académica y la autarquía económica, la gratuidad de los estudios de grado, los
mecanismos de conducción colegiada de los claustros, la promoción académica y científica por métodos
validados mediante concursos públicos y abiertos y otros mecanismos de ingreso y promoción meritocráticos a
la carrera docente e investigativa”.

Dijimos que la construcción del concepto de autonomía universitaria tenía su origen en la “Reforma del
18”, pero hasta su consagración constitucional en 1994, los “alcances” de la autonomía fueron interpretados y
reinterpretados por la doctrina y la jurisprudencia, en muchos casos, acompañando los pendulares procesos
históricos de nuestro país que desde 1930 a 1983 oscilaron entre las democracias condicionadas y los
autoritarismos militares.

Las corrientes de pensamiento democráticas, y defensoras del estado de derecho concebían posiciones
de “autonomía amplia”, en cambio los gobiernos dictatoriales, autoritarios, y los jueces de la Corte del
menemismo durante los 90, desarrollaron doctrinas y fallos que acotaban la autonomía solamente a su faz
académica, cuestionando la autonomía normativa y presupuestaria.

Bidart Campos señalaba, aun antes de la reforma Constitucional, que “partiendo del presupuesto de que
las Universidades Nacionales eran entes autárquicos, oses descentralizados, que debían ser creados por ley
conforme a la competencia que el Congreso Nacional ejercía en materia de educación universitaria, el Poder
Legislativo podía al crearlas hacer dos cosas a) dejarla sometida al Congreso para su control y b) colocar al ente

11
GARCIA SANZ, Agustín, “Autonomía universitaria: ¿camino a una nueva jurisprudencia en la Corte Suprema de Justicia de la nación?”,
Lexis Nexis, Santa Fe, 2004.
12
PEON, Cesar y PUGLIESE, Juan Carlos, “Análisis de los antecedentes, criterios, etc.” citado por ALTERINI, Atilio, “La Universidad
Pública en un proyecto de Nación”, La ley, Buenos Aires, 2006.
en la esfera del Poder Ejecutivo (y concluía en que) el mejor encuadres de las Universidades estatales que se
puede lograr cuando se las sitúa en la categoría de las entidades autárquicas, es el de entidades creadas por ley
del Congreso sin transferencia a la órbita de jefatura y control del Poder Ejecutivo, con lo que éste no es -y por
ende ninguno de los ministros del Ejecutivo- el superior jerárquico de las Universidades estatales”13.

Nuestra constitución en su “parte orgánica”, contiene en el artículo 14° el “derecho a enseñar y


aprender”, y su nueva redacción surgida en la Reforma de 1994, consagró en el artículo 75 inciso 19 -entre las
funciones del Poder Legislativo- la facultad de “Sancionar leyes de organización y de base de la educación que
consoliden la unidad nacional respetando las particularidades provinciales y locales: que aseguren la
responsabilidad indelegable del Estado, la participación de la familia y la sociedad, la promoción de los valores
democráticos y la igualdad de oportunidades y posibilidades sin discriminación alguna; y que garanticen los
principios de gratuidad y equidad de la educación pública estatal y la autonomía y autarquía de las
universidades nacionales”.

Los constituyentes de 1994, al consagrar en el texto propio de la carta magna los atributos legales de
autonomía y autarquía de la Universidades Nacionales, cerraron el margen interpretativo de la doctrina y de la
jurisprudencia, y le dieron la razón a la visión histórica reformista de la autonomía amplia. El sistema
constitucional sostiene la atribución individual de la autonomía a cada Universidad, y no al sistema universitario
en sí. Cada Universidad Nacional goza de autonomía con relación al Poder Ejecutivo Nacional, y al mismo tiempo,
cada Universidad es autónoma con relación al resto de las Universidades Nacionales.

Siguiendo el análisis de Atilio Alterini14 podemos decir que “el principio constitucional de autonomía
universitaria significa la posibilidad de autodeterminación de las universidades públicas y comprende lo
normativo, lo institucional, lo político, lo administrativo y lo académico. En lo normativo, la autonomía de las
universidades públicas implica la potestad de dictar sus propias normas regulatorias, con la sola exigencia de
respetar las instituciones de la República y la Constitución Nacional (...). En lo institucional, la autonomía de las
universidades públicas queda sujeta a la base histórica de los principios reformistas (…). En lo político, la
autonomía significa la potestad de tomar cierto rumbo en el desempeño de sus tareas. También implica su
independencia respecto del poder político y su prescindencia de las políticas partidarias (…). En lo administrativo
(…) significa su potestad para organizarse conforme a sus propios criterios y gestionar su labor con esos
cartabones. En lo académico (…) garantiza la plena libertad desde los puntos de vista científico, ideológico y
político para la organización de la docencia y la investigación (…)”

La Constitución definió a la autonomía y a la autarquía de las Universidades como dos conceptos


diferentes, aunque se potencian y relacionan recíprocamente. La autarquía consiste en la aptitud, el derecho,
que tienen las Universidades para autoadministrarse con autosuficiencia contando con recursos económicos
que deben ser adecuados y suficientes para permitir su funcionamiento y desarrollo provistos en la ley general
de presupuesto de la Nación. En el mismo sentido, Gil Domínguez y Richarte15 definen a la autarquía como “la
plena capacidad que tienen las Universidades Nacionales, para administrar y disponer de los recursos que se le

13
BIDART CAMPOS, Germán, “La autonomía universitaria y la revisión de las decisiones universitarias por el Poder Ejecutivo”, ED,
Buenos Aires, 142-573.
14
ALTERINI, Atilio, “La Universidad Pública en un proyecto de Nación”, La ley, Buenos Aires, 2006.
15
GIL DOMINGUEZ, Andrés y RICHARTE, Darío, “El derecho a la educación en la reforma constitucional”, La Ley, Buenos Aires, 1996.
asignan a cada una de ellas, mediante los subsidios previstos en la ley de presupuesto; como así también, la
plena capacidad para obtener, administrar y disponer los recursos propios que se generen como consecuencia
del ejercicio de sus funciones”.

Por su parte, la Ley de Educación Superior 24.521 sancionada en 1995, y muy cuestionada por la
Universidad de Buenos Aires, describe enunciativamente las distintas atribuciones que componen la autonomía
universitaria en su artículo 29°16 y la autarquía en el artículo 59°17

5. Ingreso Irrestricto en la UBA: El Ciclo Básico Común.

Con la recuperación de la democracia en 1983, el Presidente Alfonsín se propuso garantizar plenamente


la autonomía, el cogobierno universitario, y generar una política de “ingreso irrestricto” y “gratuidad”,

16
ARTICULO 29. — Las instituciones universitarias tendrán autonomía académica e institucional, que comprende básicamente las
siguientes atribuciones: a) Dictar y reformar sus estatutos, los que serán comunicados al Ministerio de Cultura y Educación a los fines
establecidos en el artículo 34 de la presente ley; b) Definir sus órganos de gobierno, establecer sus funciones, decidir su integración y
elegir sus autoridades de acuerdo a lo que establezcan los estatutos y lo que prescribe la presente ley; c) Administrar sus bienes y
recursos, conforme a sus estatutos y las leyes que regulan la materia; d) Crear carreras universitarias de grado y de posgrado; e)
Formular y desarrollar planes de estudio, de investigación científica y de extensión y servicios a la comunidad incluyendo la enseñanza
de la ética profesional como materia autónoma; f) Otorgar grados académicos y títulos habilitantes conforme a las condiciones que se
establecen en la presente ley; g) Impartir enseñanza, con fines de experimentación, de innovación pedagógica o de práctica profesional
docente, en los niveles preuniversitarios, debiendo continuar en funcionamiento los establecimientos existentes actualmente que
reúnan dichas características; h) Establecer el régimen de acceso, permanencia y promoción del personal docente y no docente; i)
Designar y remover al personal; j) Establecer el régimen de admisión, permanencia y promoción de los estudiantes, así como el
régimen de equivalencias; k) Revalidar, solo como atribución de las universidades nacionales: títulos extranjeros; l) Fijar el régimen de
convivencia; m) Desarrollar y participar en emprendimientos que favorezcan el avance y aplicación de los conocimientos; n) Mantener
relaciones de carácter educativo, científico-cultural con instituciones del país y del extranjero; ñ) Reconocer oficialmente asociaciones
de estudiantes, cumplidos que sean los requisitos que establezca la reglamentación, lo que conferirá a tales entidades personería
jurídica.
17
ARTICULO 59. — Las instituciones universitarias nacionales tienen autarquía económico-financiera que ejercerán dentro del
régimen de la ley 24.156 de Administración Financiera y Sistemas de Control del Sector Público Nacional. En ese marco corresponde a
dichas instituciones: a) Administrar su patrimonio y aprobar su presupuesto. Los recursos no utilizados al cierre de cada ejercicio se
transferirán automáticamente al siguiente; b) Fijar su régimen salarial y de administración de personal; c) Podrán dictar normas
relativas a la generación de recursos adicionales a los aportes del Tesoro nacional, mediante la venta de bienes, productos, derechos
o servicios, subsidios, contribuciones, herencias, derechos o tasas por los servicios que presten, así como todo otro recurso que pudiera
corresponderles por cualquier título o actividad. Los recursos adicionales que provinieren de contribuciones o tasas por los estudios
de grado, deberán destinarse prioritariamente a becas, prestamos, subsidios o créditos u otro tipo ayuda estudiantil y apoyo didáctico;
estos recursos adicionales no podrán utilizarse para financiar gastos corrientes. Los sistemas de becas, préstamos u otro tipo de ayuda
estarán fundamentalmente destinados a aquellos estudiantes que demuestren aptitud suficiente y respondan adecuadamente a las
exigencias académicas de la institución y que por razones económicas no pudieran acceder o continuar los estudios universitarios, de
forma tal que nadie se vea imposibilitado por ese motivo de cursar tales estudios; d) Garantizar el normal desenvolvimiento de sus
unidades asistenciales, asegurándoles el manejo descentralizado de los fondos que ellas generen, con acuerdo a las normas que dicten
sus Consejos Superiores y a la legislación vigente; e) Constituir personas jurídicas de derecho público o privado, o participar en ellas,
no requiriéndose adoptar una forma jurídica diferente para acceder a los beneficios de la ley 23.877; f) Aplicar el régimen general de
contrataciones, de responsabilidad patrimonial y de gestión de bienes reales, con las excepciones que establezca la reglamentación.
El rector y los miembros del Consejo Superior de las instituciones universitaria nacionales serán responsables de su administración
según su participación, debiendo responder en los términos y con los alcances previstos en los artículos 130 y 131 de la ley 24.156. En
ningún caso el Estado nacional responderá por las obligaciones asumidas por las instituciones universitarias que importen un perjuicio
para el Tesoro nacional.
eliminando los sistemas complejos de exámenes de ingreso18 y cupos19, los aranceles, y generando una
verdadera articulación con la educación media. Allí nace el Ciclo Básico Común, que constituye el primer año de
todas las carreras de la UBA, y al cual se accede con el único requisito de haber finalizado los estudios
secundarios.

Sus objetivos son brindar una formación básica integral e interdisciplinaria, desarrollar el pensamiento
crítico, consolidar metodologías de aprendizaje y contribuir a una formación ética, cívica y democrática. Tal
como lo señala el CBC en su propia presentación20 “tiene un sentido orientador (…) de ésta forma el estudiante
se podrá comprometer realmente con una carrera específica después de un año de vida universitaria, habiendo
tenido numerosas oportunidades de conocer el campo de estudio y aplicación de las distintas especialidades, así
como las posibilidades laborales reales para los graduados a través de las acciones en los que tiene una
participación activa el Departamento de Orientación Vocacional.

El CBC se compone de 6 materias obligatorias, 2 de las cuales son comunes para todas las carreras -
“Introducción al Conocimiento de las Sociedad y el Estado” e “Introducción al Pensamiento Científico”-, otras 2
materias se determinan de acuerdo al área a la cual corresponda la carrera elegida -"Ciencias Sociales y
Humanas", "Ciencias Biológicas y de la Salud" y "Ciencias Exactas, Tecnología y Diseño"- y las 2 restantes, son
específicas de la carrera elegida.

6. La libertad de cátedra.

La libertad de cátedra, también llamada libertad académica, es una condición esencial de la educación
universitaria que constituye un derecho tanto para los y las estudiantes, como para los profesores y profesoras
en la tarea de aprender, enseñar, investigar y divulgar el pensamiento, el arte y el conocimiento. Define al
modelo universitario argentino desde la Reforma Universitaria a la fecha, construyendo un sistema de
enseñanza que se basa en la pluralidad de ideas, y el respeto académico.

Implica un “derecho-poder”, de ejercicio directo, que debe ser respetado y tutelado por las autoridades
públicas en todos los niveles, así como por las autoridades universitarias, y por la totalidad de la comunidad
universitaria sin excepción. Ningún profesor/a, ni estudiante puede sufrir presiones económicas, políticas o de
otro tipo en su tarea universitaria, y esto incluye la libertad de trabajar, producir conocimiento y dirigir la
orientación ideológica y filosófica en el amplio espectro de las variaciones que existen en el campo académico.

La Unesco -Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura- en 1997
adoptó, en clave internacional, una definición que expresa: “La libertad de enseñar y debatir sin verse limitado
por doctrinas instituidas, la libertada de llevar a cabo investigaciones, difundir y publicar los resultados de las

18
Los exámenes de ingreso establecían pruebas que para superarlas, la mayoría de los alumnos y alumnas que intentaban su
ingreso, debían concurrir a academias privadas, y profesores particulares para prepararlos. Esta situación ponía en condición inferior
a quienes no podían pagar esos sistemas de apoyo educativo.
19
Los cupos establecían una cantidad de alumnado por año podían ingresar a cada una de las carreras. Se tomaban exámenes a los y
las aspirantes, y por orden de mérito ingresaban hasta el número fijado en el cupo. El resto de los alumnos y alumnas debían optar
por concurrir a una universidad privada, o esperar al año siguiente para intentar de nuevo su examen de ingreso.
20
www.cbc.uba.ar
mismas, la libertad de expresar libremente la propia opinión sobre la institución o el sistema en el que se trabaja,
la libertad ante la censura institucional y la libertad de participar en órganos profesionales u organizaciones
académicas representativas. Todo el personal docente de la enseñanza superior deberá poder ejercer sus
funciones sin sufrir discriminación alguna y sin temor a represión por parte del Estado o de cualquier otra
instancia”21.
En clave Argentina, la libertad de cátedra es más amplia, y también promueve la existencia de más de
una cátedra que dicte cada materia, de modo tal que los profesores y profesoras, que se seleccionan a través
de un mecanismo de concurso y evaluación por jurados, puedan volcar las distintas perspectivas posibles, y el
alumnado pueda decidir en qué cátedra cursar una materia.
Una cátedra está compuesta por un grupo de profesores, en general son identificadas por el nombre de
la materia y el de su profesor/a titular, o profesor/a a cargo, pero no es una estructura unipersonal, es un equipo
de trabajo que comparte una orientación sobre la materia.
Los “planes de estudio” de las distintas cátedras de una misma materia comparten un núcleo común que
es denominado como de “contenidos mínimos”, cada cátedra puede incluir otros contenidos, y por supuesto,
los abordajes teóricos, metodológicos, selección de bibliografía obligatoria, y organización de la cursada quedan
dentro de la esfera propia de determinación de cada cátedra.

21
"Recomendación relativa a la condición del personal docente de la enseñanza superior de 1997" de la UNESCO.
GUIA DE PREGUNTAS:
UNIDAD 1 REFORMA UNIVERSITARIA, COGOBIERNO Y AUTONOMIA
UNIVERSITARIA.

REFORMA UNIVERSITARIA, COGOBIERNO Y AUTONOMIA.


Historia y significado de la Reforma Universitaria de 1918. Cómo funciona la Universidad de Buenos Aires.
Órganos de gobierno. Autonomía, autarquía, gratuidad e ingreso irrestricto. Que es el CBC. Qué es una cátedra.

PREGUNTAS:

1. Explique el contexto históricos y los acontecimientos que conocemos como Reforma Universitaria de
1918.
2. Explique los objetivos de los estudiantes, sus reclamos y logros, y la trascendencia histórica de la Reforma
Universitaria de 1918.
3. Explique las características del sistema Universitario argentino: Público, Nacional, Gratuito, Laico.
4. Explique el concepto de Cogobierno Universitario. Porque decimos que el Cogobierno de la UBA es
tripartito.
5. Explique cómo se elige y funciona el gobierno universitario en la UBA. Consejos Directivos, Decanos,
Consejo Superior, Rector, Asamblea Universitaria.
6. Explique el concepto de “autonomía universitaria”, su evolución conceptual y consagración
constitucional.
7. Explique el concepto de “autarquía universitaria” y su relación con la autonomía.
8. Explique que es el Ciclo Básico Común, y cuál es su rol en la Universidad de Buenos Aires.
9. Explique que es la libertad de cátedra.
CONCEPTO DE DERECHO
Dra. Andrea Patané y Dr. Marcelo Di Stefano
Principios de Der. Constitucional y DDHH
CBC-UBA Cátedra Di Stefano
Siempre resulta difícil definir al “derecho”, conceptualizarlo, y formular una descripción pacífica que
conforme a la mayoría de la doctrina. Esto es así porque son varios factores los que influyen como
las cuestiones lingüísticas, semánticas, pero sin lugar a dudas, la complicación mayor reside en lo
filosófico, lo ideológico. No es un problema superficial, es un tema profundo, y no podemos exigirle
a los alumnos y alumnas de este primer curso de derecho de su carrera de abogacía que comprendan
la densidad de la temática en toda su magnitud. Se trata de una asimilación paulatina y gradual de
información, que procesada desde la perspectiva individual con espíritu crítico, permitirá a los y las
estudiantes a lo largo de la carrera adoptar una posición, precisar una perspectiva, y formular su
propia idea sobre el concepto de derecho.

A continuación vamos a presentar distintas definiciones, herramientas de comprensión, trabajos de


autores destacados, y finalmente aportaremos nuestra propia aproximación genérica sobre el
concepto de derecho.

Distintas miradas sobre el concepto de derecho.

A lo largo de la historia de la humanidad se conceptualizó al derecho de diferentes formas.


Encontramos definiciones ontológicas que son aquellas que toman en cuenta el contexto histórico
y el origen etimológico de la palabra; definiciones terminológicas que se centran en aclarar el
concepto desde la perspectiva descriptiva de las palabras, y definiciones lingüísticas que
profundizan en el sentido del lenguaje. Todas estas perspectivas de abordaje no resultan neutras,
siempre están relacionadas con la adopción de una posición ideológica por parte del intérprete.

El derecho clásico siempre buscó en la historia, en la lengua latina del derecho romano, para
sostener un fundamento que pueda presentarse como originario. La pretensión entonces de esta
corriente es buscar el “sentido originario de la palabra derecho” auxiliado por las herramientas de
la etimología de la estructura del derecho actual. En esa búsqueda, desde el sentido etimológico de
la palabra, se afirma que derecho proviene del latín directum, que significa lo recto, lo rígido, y que
por tanto, es una palabra asociada al concepto o idea de la rectitud, de lo correcto, de la dirección
a un fin.

La conceptualizaciones terminológicas, propias de los diccionarios de uso común, y también de los


diccionarios jurídicos, persiguen objetivos descriptivos sin entrar en debates específicos, así por
ejemplo se define al derecho como “el conjunto de reglamentaciones, leyes y resoluciones,
enmarcadas en un sistema de instituciones, principios y normas que regulan la conducta humana
dentro de una sociedad, con el objetivo de alcanzar el bien común, la seguridad y la justicia”. Este
tipo de definiciones resulta útil para una aproximación genérica, sin embargo, encierran
simplificaciones, contradicciones y generalizaciones que el estudioso del derecho va
comprendiendo en la medida que avanza en su conocimiento.
Como vemos, el derecho es un concepto, que parece a simple vista fácil de darle una definición
concreta, pero en la práctica ello no sucede, y esto se debe a diversas razones. Entre los juristas
argentinos, el Dr. Carlos Nino abordó con brillantez el tema del derecho y su definición en su libro
“Introducción al Análisis del Derecho” que recomendamos a nuestros alumnos y alumnas leer
detenidamente.

Nino, teniendo en cuenta las relaciones del derecho con otras disciplinas, distingue entre las
propiedades de índole valorativas, y normativas para analizar el “objeto” del derecho, partiendo de
la afirmación de que la palabra derecho es: AMBIGUA, VAGA, y EMOTIVA.

Es ambigua no solo por la sinonimia accidental (relación de igualdad que hay entre el significado de
dos o más palabras o enunciados), sino también por tener distintas acepciones relacionadas entre
sí, lo que produce cierta confusión en su uso, y da lugar a distintas interpretaciones. Así, Nino
ejemplificó la ambigüedad conforme su utilidad como Derecho Subjetivo, Derecho Objetivo y
Ciencia.

“EL DERECHO ARGENTINO PREVE LA PENA CAPITAL.” (DERECHO OBJETIVO)

“TENGO DERECHO A VESTIRME COMO QUIERA.” (DERECHO SUBJETIVO)

“EL DERECHO ES UNA DE LAS DISCIPLINAS TEORICAS MAS ANTIGUAS.” (CIENCIA)

Nino continúa su análisis señalando que la palabra derecho es vaga, debido a que no es posible
otorgarle propiedades o característica al término que se encuentren en todos sus usos. Finalmente
señala que es emotiva, habida cuanta, que cuando una persona menciona la palabra derecho, se
establece una carga emotiva positiva. Hablar de derecho nos conduce a un pensamiento honorifico.

Volviendo al tema del lenguaje, cuya característica principal es definido como un sistema de signos,
y teniendo en cuenta la palabra derecho con su carga emotiva, Nino nos habla de los valores que
están relacionados y muy arraigados al derecho que son la moral, y la justicia por sobre todo. A su
vez, define al sistema jurídico como un sistema normativo reconocido por los órganos propios del
sistema, y son estos los que disponen los métodos de coacción a través de medidas, y recurriendo
a la fuerza estatal. Por lo tanto hay dos elementos importantes: la coactividad y la
institucionalización. La primera que es la utilización del monopolio de la fuerza estatal y la segunda,
es la regulación por ciertos órganos específicos que son quienes tienen dicho monopolio estatal.

El fundamento del derecho.

Hay igualmente definiciones de derecho que dependerán de los contextos, y de la fuente que este
proviene que es lo que genera una división en la doctrina.

Una de las tesis es la que plantea la gran conexión que hay entre derecho y moral. La tesis que
establece dicha conexión es la iusnaturalista. Por otro lado, la segunda tesis se desprende
completamente de esta moral, es la corriente positivista. Sirve aclarar desde el principio que esas
dos posiciones que se presentan antagónicas, en blanco y negro desde sus posiciones extremas,
admiten variables que van constituyendo grises, y hasta respuestas pragmáticas eclécticas que
toman puntos intermedios de cada una de las posiciones.

La corriente iusnaturalista defiende la relación entre la moral y el derecho, lo que implica que bajo
estos valores se impone un límite a la coacción del estado que debe respetar parámetros morales
externos y permanentes.

Nino sostiene que el iusnaturalismo se basa en dos tesis:

• Una primera tesis de filosofía ética que sostiene que hay principios morales y de justicia
universalmente válidos y asequibles a la razón humana.

• Una segunda tesis acerca de la definición del concepto de derecho, según la cual un sistema
normativo o una norma no pueden ser calificados de "jurídicos" si contradicen aquellos
principios morales o de justicia.

Vale decir que el derecho para el iusnaturalismo se sustenta en un sistema de valores que es previo
al propio sistema jurídico, y a la existencia de un Estado determinado. Se trata de un sistema de
valores morales, que le dan origen y sustento al sistema jurídico, y que está conformado por
principios universalmente válidos, reglas morales que constituye un “derecho natural”, que es
previo al derecho elaborado por el sistema estatal (decisión del monarca, del gobernante, del
parlamento, etc.).

Para el iusnaturalismo, la validez de las normas jurídicas deberá ser respaldada por su congruencia
con el derecho natural. El fundamento del sentido de justicia para esta corriente no está en el
procedimiento de sanción de las normas, el cumplimiento de los pasos constitucionales que
establecen el mecanismo de sanción de las leyes, y/o la legitimidad del poder estatal, una norma
será válida, será justa, constituirá derecho, si y solo si ajusta sus prescripciones a los valores
permanentes del derecho natural.

Englobamos en el iusnaturalismo, como ya señalamos, a todas las corrientes que fundamentan su


posición en la relación entre el derecho y la moral, sin embargo, debemos, al menos dar cuenta
brevemente de la existencia de distintas posiciones que van constituyendo verdaderas ramas dentro
de los defensores de esta línea de análisis.

• CORRIENTE IUSNATURALISTA TELEOLÓGICA: Tiene su fundamento en la creencia de la


existencia de un Dios, un ser superior creador, que el caso del catolicismo “es la fuente de
toda razón y justicia”, pero que por supuesto con variantes propias, se expresa de modo
similar en todas las religiones estableciendo la sujeción del derecho “terrenal” a los valores
consagrados por los mandatos religiosos que son previos, constituyen un derecho universal
aplicable a todas las personas, épocas, y serían inmutable.

Según el naturalismo el derecho positivo nace a partir del derecho natural que constituye
su “marco teórico”, y al mismo tiempo establece los límites.
El exponente más importante de esta tesis iusnaturalista teológica fue Santo Tomas de
Aquino quién sostuvo en su obra la existencia de distintos órdenes categóricos de leyes que
derivaban de manera jerárquica una de otra. Primero se encuentra la ley natural que es la
participación de todas las criaturas en la ley eterna, la cual resulta asequible a través de la
razón humana, y en segundo orden encontramos la ley humana que es desarrollada por la
humanidad, y deriva racionalmente de la anterior, teniendo carácter complementario y
dispositivo en lo particular con relación al contenido general que se encuentra en la ley
natural. La ley humana (positiva), por tanto deriva de la ley natural ya sea por vía de
conclusión o por vía de determinación.

• CORRIENTE IUSNATURALISTA RACIONALISTA: Sostiene que derecho natural se desprende


de la naturaleza humana, dejando de lado la concepción religiosa. El orden natural es
asequible a la humanidad desde la racionalización, el pensamiento, el empleo de la razón
humana que deriva en el derecho natural. Algunos de los exponentes más importantes de
esta tesis, que alumbra en el marco del iluminismo europeo del siglo XVII son Kant y Spinoza.

• CORRIENTE IUSNATURALISTA HISTORICISTA: El mayor exponente de esta tesis fue Savigny,


quién sostiene que los derechos son producto del desarrollo de la sociedad misma, un
producto socio-histórico, que va constituyendo “valores universales” cimentados a través
del tiempo, constituyéndose en valores morales -derechos naturales- que deben ser la
referencia de valoración de la producción del derecho positivo en una sociedad
determinada.

El positivismo define al derecho separándose de su valoración y relacionamiento con la moral, y


sostiene entonces, que el único derecho existente, es el que resulta de la sanción normativa bajo
los parámetros establecidos en una sociedad determinada. En nuestro caso por tanto, solo será
derecho aquel que surja del proceso de sanción y promulgación de normas establecido en la
Constitución Nacional Argentina, prescindiendo de cualquier relación la moral, religión, o
interpretación del orden natural.

El positivismo jurídico reconoce como su mayor exponente a Hans Kelsen (nacido en Praga en 1881)
quién fue el autor de dos obras de gran repercusión: Teoría pura del derecho y Teoría general del
derecho y del Estado.

El positivismo, también contiene distintas corrientes de pensamiento, algunas de ellas en sus formas
“puras” niegan toda importancia y relación con las normas morales, ideológicas, y procesos
históricos para respaldar la juridicidad de las normas, en cambio otras, aceptan la relación del
derecho con el entorno, y la necesidad de procesar la información sustancial de la concepción social
mayoritaria para validar un sistema de derechos.

• POSITIVISMO IDEOLOGICO: Establece que todas las normas de un sistema jurídico son
obligatorias, y su aplicación es una facultad de los jueces, quienes son los encargados de esa
tarea independiente de la moral, y deben justificar y tomar decisiones únicamente a partir
de la observación del derecho vigente. Lo que importa es el ordenamiento jurídico actual
de la época en que tienen que aplicar las normas.

• POSITIVISMO METODOLOGICO: También llamado positivismo conceptual. Para esta


corriente es posible decir que algo es “derecho“ y es “injusto” a la vez, sin incurrir en una
incoherencia, ya que la tesis moderada del positivismo, si bien niega la conexión entre el
derecho y la moral (es decir que no corresponde incluir en la definición de derecho ninguna
cuestión valorativa en términos de moral o de justicia), no se opone a la definición del
iusnaturalismo, que sostiene que hay principios morales y de justicia universalmente válidos
y justificables racionalmente. Vale decir que deshecha la segunda proposición del
iusnaturalismo, pero tiene en cuenta la primera que establece que hay ciertos principios
morales y de justicia universalmente válidos.

Podemos ver este concepto en el propio Nino cuando nos presenta su noción de derechos humanos,
desde una óptica positivista, pero inmediatamente engloba la idea de que los derechos humanos
no provienen de un orden jurídico positivo, sino que se basan en un derecho natural de las personas,
que no dependen de reconocimientos de otros, ni del Estado, sino de su carácter innato de
personas.

En la actualidad, la mayor parte de los principios básicos morales y de justicia universales que
integrarían el derecho natural -tales como el respeto a la dignidad de la personas, a la vida, entre
muchos otros-, se han incorporado al derecho positivo al ser incluidos en las propias legislaciones
nacionales, pero fundamentalmente por haber sido consagrados “positivamente” en los distintos
instrumentos internacionales de derechos humanos, muchos de los cuales forman parte del
ordenamiento jurídico positivo de los países, como en el caso Argentino, que a partir de la reforma
constitucional de 1994 como veremos más adelante, otorgó rango constitucional a los más
significativos Tratados Internacionales de Derechos Humanos (artículo 75 Inc. 22).

Finalmente queremos presentar algunas definiciones que pueden servir de guía para este primer
curso de derecho. Según Nino un sistema jurídico es un sistema normativo reconocido
(generalmente como obligatorio) por ciertos órganos que el mismo sistema estatuya, y que regula
las condiciones en que esos órganos pueden disponer la ejecución de medidas coactivas en
situaciones particulares, recurriendo al monopolio de la fuerza Estatal. Una norma pertenece a un
sistema jurídico cuando el acto de dictarla está autorizado por otra norma que pertenezca al
sistema jurídico en cuestión. Una norma es válida cuando ha sido creada de acuerdo con otra
norma validad de un sistema jurídico.

Por nuestra parte, aportamos una definición simple a los efectos del curso, sosteniendo que
“el derecho es un conjunto de principios y normas, que se sustentan en los resultados evolutivos
de los procesos socio-históricos y culturales de una sociedad determinada, que regulan las
relaciones de las personas físicas y jurídicas, y cuya observancia es de cumplimiento obligatorio
garantizado por la capacidad coactiva del Estado”.
FUENTES Y RAMAS DEL DERECHO

FUENTES DEL DERECHO


1. CONCEPTO.
El concepto de fuente puede definirse como la génesis, es decir, el origen de donde nace o
surge el derecho.
Una de las definiciones más utilizadas es la que nos indica que el derecho, nace a partir de
los actos y procesos que dan forma a la norma jurídica, las valoraciones que sirven para
darle un sentido a la norma, y de los hechos históricos relevantes, que originan el derecho
en tanto conducta exigible, aunque no estén plasmados en una norma jurídica.
Hay diferentes situaciones que se presentan en la vida real, conflictos jurídicos, en los que
es necesario analizar cuál es la fuente-norma aplicable a ese caso concreto.
El concepto de fuentes, en tanto tiene vinculación estrecha con la reflexión sobre el origen
y fundamento del derecho, forma parte de la discusión de las distintas corrientes de
pensamiento ius filosóficas, es por ello que para el iusnaturalismo, si el derecho es el orden
social justo cuyo núcleo es el derecho natural, la fuente será ese orden natural asequible
por los hombres. En sus versiones religiosas el iusnaturalismo ubicará a Dios como “fuente
de toda razón y justicia”, y en sus corrientes racionalistas, la fuente será el orden de la
naturaleza descifrado por la razón humana. En tanto, para el positivismo, las referencias
originarias de las fuentes serán exclusivamente las leyes, prescindiendo de otras fuentes y
valores.

2. CLASIFICACION.
Las FUENTES HISTÓRICAS son las que constituyen antecedentes jurídicos, normativos, que
tuvieron obligatoriedad en el pasado.
Bidart Campos divide a estas fuentes, en tres clases:
a) Ideológicas: Son el conjunto de ideas, y creencias que dan sentido filosófico e histórico-
contextual a las normas.
b) Normativas: Son todos los textos legales, incluidos las normas anteriores a la primera
constitución de nuestro país, que resultan un antecedente para el caso jurídico concreto
que estamos analizando.
c) Instrumentales: Son las que apuntan al “proceso político jurídico” que conforma el
proceso de creación y sanción de la Constitución y las leyes.
Por su parte, las FUENTES MATERIALES son aquellos factores de la realidad, que generan
necesidades de regulación normativa. Son hechos que fundamentan y condicionan el
contenido, y la propia aparición en tiempo y espacio del derecho. Siempre son hechos
pasados relevantes, y generalmente conflictivos, que derivan en una norma regulatoria.
Las FUENTES FORMALES aluden al modo en que se manifiesta el derecho en la realidad,
como resultado de un acto humano. La aparición histórica de las fuentes formales se ha
dado según la siguiente evolución: costumbre, jurisprudencia y ley.

3. LA LEY.
En los sistemas jurídicos continentales, como el nuestro, es la fuente más importante. En
los países que integran el common law, la fuente primordial es la jurisprudencia.
El concepto de ley proviene del latín lex, y dentro del ámbito jurídico, puede ser definido
como aquellas normas generales y de carácter obligatorio que han sido dictaminadas por el
poder correspondiente con el objetivo de regular las conductas humanas.
Una primera definición de ley, a los efectos de este curso inicial, la consagraría como una
regla o norma jurídica que dictada por la autoridad competente, en la cual se ordena, o
prohíbe algo, cuyo incumplimiento conlleva una sanción que es aplicada de ser necesario
mediante el uso de la fuerza pública.
Además, las leyes limitan el libre albedrío, es decir, a las personas dentro de una sociedad;
son normas que rigen la conducta social. La ley es la principal fuente del derecho debido a
que, para ser expedida, necesita de un órgano legislador.
En caso de que las leyes no sean cumplidas, la fuerza pública tiene el deber y obligación de
sancionar a la persona o institución correspondiente.
El vocablo ley, puede entenderse en un sentido amplio, como toda norma dictada por
autoridad competente, no solo el Poder Legislativo. Así serían también denominadas como
leyes las Constituciones, las Ordenanzas municipales, los Decretos y Resoluciones del Poder
Ejecutivo, etc.
En un sentido restringido ley es la norma emanada del Poder Legislativo, exclusivamente.
Las leyes dictadas en ambos casos son fuentes de derecho, y sus características son:
Generales: La generalidad de su alcance, no para individuos determinados sino para todas
las personas que se encuentran en las condiciones previstas por ella, sin excepciones. Puede
tratarse del universo general o de grupos con determinadas características comunes
(conductores, estudiantes, comerciantes, etc.).
Obligatorias: Tiene carácter imperativo-atributivo, vale decir que por una parte establecen
obligaciones y/o deberes jurídicos, y por la otra otorga derechos. La ley impone sus
mandatos, incluso en contra de la voluntad de sus destinatarios, y su incumplimiento da
lugar a una sanción.
Permanentes: Se dictan con carácter indefinido, permanente, no tienen un plazo de
vigencia temporal, y sólo pierden vigencia mediante su abrogación, subrogación y
derogación por leyes posteriores.
Abstracta: Las leyes no se emiten para regular o resolver casos individuales, ni para
personas determinadas, su impersonalidad y abstracción refiere a que se aplican a todos
los casos que se encuadran en los supuestos contemplados en la norma.
Inexcusables: Nadie puede invocar el desconocimiento o ignorancia de la ley para dejar de
cumplirla, se presume su conocimiento como regla de funcionamiento del sistema.
Irretroactivas: El principio general establece que como norma general, regula los hechos
que ocurren a partir de su publicación, de allí hacia el futuro y nunca hacia el pasado. Esta
regla, como veremos más adelante admite excepciones.
Algunas otras clasificaciones de las leyes son las siguientes:
Ley en sentido material: Es la norma escrita sancionada por la autoridad pública
competente. Responden a este concepto la Constitución Nacional, y las Constituciones
provinciales; las leyes dictadas por el Congreso de la Nación y por las legislaturas
provinciales. Si estatuyen normas generales, son comprendidos en esta clasificación los
decretos reglamentarios del Poder Ejecutivo Nacional, las ordenanzas municipales de
carácter general, los reglamentos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, y acordadas
de las Cámaras de Apelaciones, cuando establecen normas de carácter general.
Ley en sentido formal: Reciben un número que las identifica, según su contenido serán al
propio tiempo, o no, leyes en sentido material. Revisten el doble carácter las expresiones
del poder legislativo, nacional o provincial, que sientan normas generales. Por el contrario,
si esas expresiones se refieren a asuntos concretos de gobierno, como el presupuesto de la
administración pública, o el otorgamiento de una pensión, solo serán leyes en sentido
formal, pero no en sentido material porque no estatuyen norma jurídica alguna.
4. LA COSTUMBRE.
La costumbre forma parte del “derecho no escrito”, y es de las más importantes en las
comunidades primitivas. Se trata un hábito compartido y consensuado por una comunidad
o un grupo determinado, de manera uniforme, durante un tiempo, y con la convicción de
que se está respetando una obligación de tipo jurídica. Con estas características, se
transforma en una exigencia colectiva.
La costumbre jurídica tiene dos elementos, uno objetivo y el otro subjetivo.
El elemento objetivo lo constituye la serie de actos semejantes uniforme y constantemente
repetidos. Son cuatro los caracteres de este elemento objetivo: 1) uniformidad en el modo
de realización del hecho, sin alteraciones sustanciales con relación a los hechos anteriores;
2) repetición constante y no interrumpida del hecho configurativo de la costumbre; 3)
generalidad de la práctica del hecho que no habrá de ser efectuado sólo por ciertos sectores
sociales sino por todo el pueblo; 4) duración de la práctica por un cierto tiempo.
El elemento subjetivo lo establece la convicción o creencia de que ese modo de obrar es
jurídicamente obligatorio. No basta la repetición, resulta indispensable la observancia
constante y uniforme por los miembros de la comunidad social, quienes deben considerar
que si la violan serán sancionados.
Su clasificación será en base a, si la costumbre es convalidada por la ley, si es en contra de
la ley o en ausencia de ésta.
La primera -según la ley- es la que se encuentra convalidada por la misma ley, ya que el
legislador remite a la existencia y validez de la costumbre para transformarla en norma,
transformando entonces a la costumbre en una fuente principal, y demostrando que la ley
se basa en las prácticas de una comunidad.
El segundo caso -en ausencia de ley- surge independientemente de la ley, y se verifica
cuando no hay leyes que se puedan aplicar al caso, es decir que llena un vacío legal. Este
tipo de costumbre, no se aplica en derecho penal.
El tercer caso -la costumbre en contra de la ley- se presenta cuando la práctica extendida
en la sociedad se opone a las leyes, por tanto, se la considera carente de valor jurídico.

5. LA JURISPRUDENCIA.
Es otra de las fuentes del derecho, y la definimos como un conjunto de fallos judiciales que
sirven de fundamento a próximos y futuros pronunciamientos. Se la considera como tal, ya
que emana de convicción de resoluciones judiciales, que concuerdan en un mismo aspecto.
La relevancia de la jurisprudencia es directamente proporcional a la jerarquía del tribunal
que la emitió, y la trascendencia de la temática abordada. Es por ello que en general usamos
de referencia jurisprudencial los fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, o de los
tribunales superiores, que dan respuesta jurídica a casos de alta complejidad, y se
constituyen en “casos de referencia, casos testigos, o leading case”.
No es obligatoria la jurisprudencia. Quienes aplican la ley pueden buscar un aval en la
decisión judicial previa, y así fundamentar sus decisiones y peticiones en precedentes,
situación que ocurre en la vida diaria judicial. Merece recordar aquí que "los jueces no
pueden dejar de juzgar bajo ningún pretexto de silencio, oscuridad insuficiencia de las leyes”.
Para los distintos operadores del sistema normativo; jueces, abogados litigantes,
funcionarios del Ministerio Público, es de suma importancia, para una constante
actualización del pensamiento, conocer la jurisprudencia, y para ello existen diversas
publicaciones que organizan temáticamente e informan acerca de los distintos
pronunciamientos judiciales.

6. LA DOCTRINA.
Es el conjunto de teorías y estudios científicos referidos a las normas, el derecho, su
valoración e interpretación. Es decir, que la doctrina es producto de la elaboración
intelectual de los juristas.
Por carecer de obligatoriedad constituye una fuente material del derecho, en tanto la
misma va a incidir sobre el contenido e interpretación de la ley y la jurisprudencia. La
importancia dependerá de la autoridad y reconocimiento de los autores que la exponen
como resultado de un estudio profundo, facilitando la interpretación, integración, y
sistematización del ordenamiento jurídico de que se trate.
Sin dudas la doctrina tiene un importante rol práctico para facilitar la aplicación del derecho
a través de la interpretación de las leyes y la jurisprudencia.

A. Ramas del derecho.


1. CONCEPTO.
El Derecho Positivo, se encuentra dividido en varias ramas, o visto de otra manera, se
desagrega en distintos agrupamientos de normas, a los efectos de su estudio, análisis
académico, aplicación jurisdiccional, etc.
La división del derecho en ramas no corresponde a una división científica perfecta.
Tampoco implica la independencia absoluta de estas divisiones entre sí. Por el contrario
existe una unidad e interdependencia entre todas las ramas del derecho.
Las dos grandes ramas en que se divide el derecho positivo son el derecho público y el
derecho privado.
El Derecho Público se caracteriza porque en él existe un ejercicio del poder del Estado. Sus
normas son las que van dirigidas a regular la organización y la actividad del Estado -y demás
entes públicos-, y sus relaciones como tales entes públicos y con los particulares. Las
relaciones de Derecho Público se caracterizan porque en ellas existe una situación de
desigualdad entre las partes: de un lado, el órgano público revestido de imperium; y del
otro el simple particular que ocupa una posición inferior y subordinada.
Por el contrario, en las relaciones de Derecho Privado, todas las intervenciones son iguales,
al menor jurídicamente. No hay en ellas una relación de subordinación, sino de
coordinación, regula las relaciones entre particulares, es decir aquellas en que ninguna de
las partes actúa revestida de poder estatal, y el principio que rige es la libertad que tienen
las partes para pactar entre sí.
A su vez el derecho público apuntaría a proteger el interés general, y el privado al particular.
En una rápida enumeración, ubicamos en el campo del Derecho Público al Derecho
Constitucional, Derecho Internacional Público, Derecho Administrativo, Derecho Penal y
Derecho Eclesiástico.
Por su parte, dentro del Derecho Privado englobamos al Derecho Civil, Comercial, Agrario,
Internacional Privado. El Derecho Laboral se encuentra en el campo del derecho privado,
sin embargo, la fuerte presencia de normas de “orden público” le otorga características
distintivas.
El derecho procesal, derecho de formas, se encontrará fuera de esta clasificación, ya que
acompañará los caracteres específicos de su área de regulación según se refiera al derecho
público o privado.
Ahora bien, el derecho es una actividad “viva”, en constante evolución que acompaña el
desarrollo de la sociedad y la producción, es por ello que permanentemente esas “ramas”
del árbol figurativo, se bifurcan en especializaciones, o se crean nuevas ramas. De este
modo, así como a comienzos del siglo XX del Derecho Marítimo se derivó la creación del
Derecho Aeronáutico, hoy podemos hablar en el siglo XXI del Derecho Aeroespacial.
Asimismo, fueron independizándose y creciendo el Derecho Ambiental, el Derecho de los
Consumidores, el Derecho Informático, el Derecho de la Igualdad de Género,
acrecentándose los contenidos de los Derechos Humanos, y el propio devenir de la
necesidad de nuevas ramas marcará la creación de nuevas disciplinas de articulación y
desarrollo de núcleos temáticos de normas.
GUIA DE PREGUNTAS:
UNIDAD 2 CONCEPTO, FUENTES Y RAMAS DEL DERECHO.

CONCEPTO, FUENTES Y RAMAS DEL DERECHO.


Concepto de derecho. Principales corrientes del pensamiento jurídico.
Fuentes: Ley, costumbre, jurisprudencia, y doctrina.
Divisiones del Derecho.

PREGUNTAS:

1. Explique por qué resulta tan difícil definir que es el derecho.


2. Presente y explique la teoría IUSNATURALISTA sobre el Concepto de Derecho.
Identifique las principales corrientes del iusnaturalismo.
3. Presente y explique la teoría POSITIVISTA sobre el Concepto de Derecho. Identifique
las principales corrientes del positivismo.
4. Que significa la positivización del naturalismo.
5. Explique la definición del concepto de derecho que presenta la cátedra.
6. Explique el concepto de “fuentes del derecho” y sus principales clasificaciones.
7. La ley. Definición, clasificaciones, caracteres.
8. La costumbre. Definición, elementos, tipos, recepción legal.
9. La jurisprudencia y la doctrina. Concepto.
10. Ramas del derecho. Concepto. Derecho público y privado. Principales ramas.
MOMENTOS CONSTITUCIONALES
E INTRODUCCION A LA CONSTITUCION ARGENTINA
Dr. Marcelo Di Stefano

"Si alguien distraído, al costado de camino cuando nos ve marchar, nos pregunta: ¿Hacia dónde marchan, por qué luchan? Tenemos
que contestarles con las palabras del preámbulo. Que marchamos, que luchamos, para constituir la unión nacional, afianzar la
Justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad
para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que deseen habitar el suelo argentino”. Raúl Alfonsín.

1. MOMENTOS CONSTITUCIONALES.
INTRODUCCION
La Constitución Nacional no es una norma más, es el producto del acuerdo político y social, es el resultado de la
historia misma consagrada en ley, una historia de desencuentros y de años de intensas disputas sectoriales, algunas de
ellas dirimidas en campos de batallas y otras en contiendas electorales, y al mismo tiempo, es el fruto de una historia de
encuentros, que se reflejan en los pactos político que dieron vida a las sucesivas reformas de la “Carta Magna”.
Una nación se inspira para diseñar su sistema político, y de reparto de poder, en el contexto jurídico histórico, en
el de su tiempo y espacio. El diseño normativo constitucional nos coloca dentro del escenario de las mejores tradiciones,
ideas, y reflexiones de la humanidad, y asimismo nos ubica en una región, y en la formulación de un modelo de país que
busca su identidad definiendo su modelo organizativo.
Nuestra Constitución encuentra sus fundamentos jurídicos en la tradición histórica de la metrópolis española de
la conquista, para luego construir su independencia normativa y estructura organizativa bajo la inspiración del
pensamiento iluminista de la revolución francesa, y encontrar en el modelo norteamericano el “envase” jurídico adaptado
por la lucidez de Juan Bautista Alberdi. Fue vital para calmar definitivamente las tensiones finales de las disputas de más
de 30 años entre unitarios y federales, adaptándose al saldo de esa pelea para pacificar a la nación. Sufrió las
interrupciones militares que comenzaron el 6 de septiembre de 1930 con el golpe militar a Yrigoyen. Fue reemplazada por
la Constitución Justicialista de 1949, una norma con muchos valores para rescatar, pero sin consenso plural, abrogada de
facto por la dictadura que derrocó a perón en 1955, que nunca pudo restablecerse quizás por su unilateralismo conceptual.
La Constitución histórica volvió a regir e incorporó los derechos sociales en 1957, sufrió la mordaza de la peor de las
dictaduras, y se convirtió en el himno de la recuperación de la democracia en la entonación del preámbulo con el cual
cerraba sus discursos Raúl Alfonsín. En su última gran reforma incorporó los derechos de tercera generación, profundizó
la valoración de los derechos humanos, y en un país de tantas divisiones, supo ser modernizada a partir de un acuerdo de
los dos partidos políticos tradicionales que, al menos por una vez, fueron capaces de desarrollar un proceso de concesiones
mutuas sin antecedentes.
Cada uno de estos procesos históricos constituyen “momentos constitucionales”, etapas en la evolución de
nuestra Constitución, no siempre lineales, muchas veces con idas y vueltas, recorridos circulares, y pasos contradictorios,
pero vistos desde el atalaya de la historia jurídica, marcan un camino que debemos conocer en nuestra formación como
juristas. Es por ello que presentaremos sintéticamente, una breve reseña de cada una de las etapas constitucionales.
MOMENTO 1. EL CAMINO DE LA INDEPENDENCIA.
Sabido es que la independencia del Virreinato del Río de la Plata comenzó mucho tiempo antes que el 25 de mayo
de 1810, tenía sustento en la necesidad de construir una nación independiente, pero también en la decadencia de la
dinastía gobernante en España. Su asentamiento como idea común y proceso irreversible, se logró luego de sofocar los
intentos de recuperación de dominio por parte de la metrópolis -nuestra guerra de la independencia- y en el proceso de
conformar una unidad política, fundada en una norma constitucional, que le diera una fisonomía definitiva a las
“provincias unidas” que tenían la vocación de formar una nación. Dice al respecto Bidart Campos que “escoger como punto
de arranque el 25 de mayo de 1810 no significa hacer un corte drástico que rompa la continuidad del acontecer histórico
ni que desconozca la gravitación de múltiples antecedentes desde la época hispánica que, por supuesto, tuvieron influencia
en adelante y se proyectaron en el futuro”1.
Uno de los primeros antecedente relevantes fue la “Asamblea de 1813”, de carácter constituyente y legislativa al
mismo tiempo, que sancionó dos tipos de leyes: por un lado, las leyes orgánicas dictadas con el propósito de dar existencia,
forma y facultades propias a los poderes del gobierno; y por el otro, las generales, que establecían derechos y aseguraban
libertades de superlativa importancia si se toma en consideración el momento histórico. Entre otras normativas, se
destacan las que establecen la abolición de la esclavitud -libertad de vientres- y la igualdad personal de los pueblos
originarios2.
Posteriormente se convoca y desarrolla el Congreso de Tucumán, que el día 9 de julio de 1816, declara la
Independencia, hecho que da comienzo formal al proceso constituyente propiamente dicho, vale decir, al intento de
aprobar una constitución para este territorio “independiente” con gobiernos provisionales y normas heredadas de la
España colonial.
El 22 de abril de 1819 el Congreso de Tucumán sancionó el primer texto constitucional orgánico para el Estado,
que sería jurado el 25 de mayo siguiente, salvo por la Banda Oriental del Uruguay y las provincias de Corrientes, Entre Ríos
y Santa Fe, que no lo aceptaron. Según la Dra. Basterra, “este texto de efímera vigencia tiene para la historia argentina el
interés de ser uno de los instrumentos escritos más perfectos del gobierno representativo, republicano -aunque unitario-
que se hayan elaborado en los países de América. Su espíritu fue altamente conservador, con tendencia aristocrática en la
composición del Senado, y estuvo influenciada por las directrices doctrinarias y práctica política del momento”3.
La Constitución de 1819 fracasó rápidamente, y siguiendo el razonamiento de Badeni4, esto sucedió por no
establecer con precisión la forma republicana de gobierno dejando abierta la especulación de la instalación de una
monarquía con límites constitucionales, presentar un modelo organizativo “unitario”, y como dato político histórico, se

1
Bidart Campos, Germán, El proceso constitucional-histórico de la República Argentina de 1810 a la actualidad, Revista Ayer, 1992,
pág.163.
2
González, Joaquín V., Manual de la Constitución Argentina 1853/1860, 2ª ed., Bs. As., Estrada, 1983, pág. 57/60.
3
Basterra, Marcela, Constitución de 1819 Un paso adelante en el proceso de consolidación del Estado Constitucional argentino, en
“Constituciones Argentinas. Compilación histórica y análisis doctrinario”, INFOJUS, 2015, pág.4.
4
Badeni, Gregorio, Tratado de Derecho Constitucional, t. I, 1ª ed., Bs. As., La Ley, 2004, pág. 117
aprueba en un contexto en el cual se produce la pérdida de autoridad del gobierno central, y se empoderan los caudillismo
que reclaman el federalismo como modelo organizativo.

El tercer antecedente en esta etapa es conocido como la “Constitución de Rivadavia de 1826” que según Vanossi5,
en cuanto a su incidencia futura, “hay dos partes componentes que han corrido suerte distinta; ellas son: la forma de
gobierno “consolidada en la unidad”, que como pretensión de ser impuesta en términos absolutos recibió el fracaso por
sanción; y, aparte, las perfeccionadas cláusulas sobre los poderes y los derechos, que han sido la fuente auténtica de la
Constitución de 1853”. La Constitución de 1826 creaba una estructura de gobierno unitaria para la joven argentina, en un
momento en el cual ya estaba instalada la disputa interna que se extendería por un cuarto de siglo más “Unitarios Vs.
Federales”.

MOMENTO 2. LOS PACTOS PREEXISTENTES.


El propio preámbulo de la Constitución Nacional de 1853, reconoce taxativamente que los representantes del
Congreso General Constituyente se reunieron por “voluntad y elección de las provincias que lo componen” y “en
cumplimiento de pactos preexistentes”. Esos pactos, acuerdos, celebrados a lo largo de más de 20 años, expresan la
voluntad política coincidente, a pesar de las dificultades políticas y los intereses encontrados, de constituir una nación
única, con estructura política federal, y constituyen antecedentes importantes en la construcción de nuestra trayectoria
constitucional.
El Tratado del Pilar.
El Tratado del Pilar fue un pacto firmado el 23 de febrero de 1820, después de la derrota de las tropas unitarias,
entre Manuel de Sarratea (electo como gobernador provisorio de la Provincia de Buenos Aires) y dos de los gobernadores
de la Liga Federal: Estanislao López (Provincia de Santa Fe) y Francisco Ramírez (Provincia de Entre Ríos).
Proclamaba la unidad nacional y el sistema federal, impulsado fundamentalmente por José Gervasio Artigas, y convocaba
a una reunión de representantes de las tres provincias en el convento de San Lorenzo, para convenir la reunión de un
congreso que permitiese reorganizar el gobierno central.
El tratado del Cuadrilátero.
El Tratado del Cuadrilátero se trata de un nuevo pacto firmado el 25 de enero de 1822 entre representantes de
las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes que constituye un acuerdo recíproco ofensivo-defensivo
contra un posible ataque luso-brasileño desde la Banda Oriental.
El Pacto Federal de 1831.
Uno de los más relevantes pactos preexistentes es el Pacto Federal de 1831 que estableció el compromiso de
reunir un Congreso General para dictar una Constitución federal, y de alguna manera, fue el sostén jurídico de la

5
Vanossi, Jorge R., La perspectiva histórica y la proyección actual de la Constitución Argentina de 1826 Una fuente señera y
permanente, en “Constituciones Argentinas. Compilación histórica y análisis doctrinario”, INFOJUS, 2015, pág.42.
Confederación Argentina, integrada por 14 provincias, durante el largo período que será protagonizado por Juan Manuel
de Rosas, y se extiende desde el fracaso de Rivadavia hasta la batalla de Caseros en 1852.

Las Bases de Alberdi.


La concepción filosófica dominante en la Europa de la Ilustración (Francia e Inglaterra), fue asumida como propia
por la generación del poscolonialismo más allá de sus diferencias entre unitarios y federales. Según Rossatti6 la versión
política del iluminismo, el liberalismo “destaca como atributos definitorios del hombre, centro y medida del universo, la
individualidad, la racionalidad y la libertad (…). El liberalismo político se moldea históricamente en el combate contra el
absolutismo monárquico y se expresa en el sistema republicano, caracterizado por el reconocimiento de los derechos del
hombre (la libertad por sobre todos los demás derechos), la división de poderes, la representación humana (no divina) de
los gobernantes y la responsabilidad por los actos de gobierno”.
En el contexto del pensamiento de su tiempo, Juan Bautista Alberdi, jurídico y político de fuerte enemistad con
Juan Manuel de Rosas, vivió su exilio en Francia en donde concibió la idea de un modelo de organización liberal y moderno
para la Argentina, y plasmó sus ideas en el libro “Bases y puntos de partida para la organización política Argentina”, una
obra fundamental en la construcción teórica y práctica que constituyó un insumo doctrinario principalísimo en la redacción
del texto constitucional originario. La propuesta de Alberdi tiene la sabiduría de integrar el modelo constitucional
norteamericano, con la experiencia nacional de tradición hispánica, y ser permeable a la concepción de distribución del
poder interno sostenido por el sector federal que a la postre resultaría vencedor en la “Batalla de Caseros”.
El Acuerdo de San Nicolás.
El punto de quiebre, o el comienzo del fin, de la disputa entre unitarios y federales, lo encontramos en la Batalla
de Caseros del 3 de febrero de 1852, en la cual el “Ejército Grande” comandado por Justo José de Urquiza venció al ejército
de Buenos Aires, derrotando a Juan Manuel de Rosas quién tuvo que marcharse a su exilio en Europa dejando
definitivamente el poder que había ejercido durante más de 20 años.
La salida de Rosas, y el liderazgo de Urquiza aceleraron los procesos constituyentes que se habían proyectado por años,
pero que los intereses caudillistas, o el interés económico porteño, o quizás ambos a la vez, habían dilatado desde 1810.
El vencedor de Caseros convocó a las provincias a celebrar un nuevo concilio que estableciera las pautas de convocatoria
a un Congreso Constituyente. Esta importante reunión se desarrolló en la ciudad de San Nicolás de los Arroyos, y concluyó
con la firma del Acuerdo de San Nicolás el 31 de mayo de 1852, que fue ratificado por trece de las catorce
provincias argentinas, sin la presencia de la Provincia de Buenos Aires que se había negado a participar. El acuerdo consta
de 18 artículos, que rescatan los pactos anteriores, los actualizan, y conforman la piedra angular del proceso constituyente
que es convocado para realizarse en la ciudad de Santa Fe bajo la dirección política de Urquiza que es nombrado
formalmente como Director Provisorio de la Confederación Argentina.

6
Rosatti, Horacio “Proyecto constitucional alberdiano Descripción, apogeo y crisis” en “Constituciones Argentinas. Compilación
histórica y análisis doctrinario”, INFOJUS, 2015, pág.97.
MOMENTO 3. PODER CONSTITUYENTE, LA CONSTITUCION DE 1853-1860.
Como bien señala Alberto Dalla Vía, “el texto constitucional de 1853 es el que corresponde, en sentido propio y
estricto, a la denominada Constitución Histórica, toda vez que se trata del único ejercicio pleno del poder constituyente
originario, después de sucesivos fracasos desde nuestra organización nacional en el intento por dotar a las Provincias
Unidas del Río de La Plata de una Constitución”7.
El Congreso General Constituyente se llevó a cabo en la ciudad de Santa Fe sin la presencia de Buenos Aires, pero
si con las 13 provincias restantes. La Constitución fue sancionada y promulgada el 1 de mayo de 1853 estableciendo el
modelo representativo, republicano y federal que constituirá su fundamento organizativo, juntamente con el sistema
democrático de elección.
Como dijimos, la Constitución de 1853 se aprobó sin la presencia de Buenos Aires, lo que significó un serio
problema de consolidación organizativa ante la falta de acuerdo con la provincia más rica, cabecera histórica del territorio,
y sede del poder económico real. Las tensiones seguían en el plano político, económico, pero también en la contienda
bélica, y es entonces, luego de la batalla de Cepeda, que deriva en la suscripción del Pacto de San José de Flores -11 de
noviembre de 1859- que se acuerda hacer una Reforma Constitucional, la que se realizaría efectivamente en 1860, sobre
la base de un acuerdo con Buenos Aires que permitió su incorporación definitiva a la Confederación Argentina, y su
sujeción al texto constitucional.
Es por esta razón que coincidimos con el doctor Bidart Campos, junto con gran parte de la doctrina especializada,
en que el “poder constituyente originario” en nuestro país, se da en el período 1853-1860. Comienza con la sanción de la
Constitución de 1853, y cierra, se perfecciona, con la reforma de 1860, que al incorporar a Buenos Aires, y establecer los
acuerdos finales, completa el ciclo.
Bidart Campos, sostiene que se trata de un “periodo abierto”, definiendo a la Constitución histórica como la de
1853-1860, basándose en la incorporación de Buenos Aires y en el carácter sustancial de muchas de las reformas
efectuadas a partir de la renovación de un acuerdo político que no estaba cerrado. Señala Bidart Campos que el poder
constituyente “ejercido en 1853 por 13 provincias, no agotó el ejercicio del poder constituyente originario, y que éste quedó
abierto hasta que en 1860 se incorpora la disidente Provincia de Buenos Aires. Era menester que no faltara ninguna de las
14 provincias preexistentes para completar el ciclo del poder constituyente original o primigenio. Este ciclo abierto entre
1853 y 1860 se clausura definitivamente en esa última fecha citada. Y por eso, las enmiendas de 1860 a la Constitución de
1853 no son producto de un poder constituyente derivado, sino de uno tan originario como el ejercido por 13 provincias en
1853”8.

MOMENTO 4. LA CONSTITUCION JUSTICIALISTA DE 1949.


Con la presidencia de Bartolomé Mitre en 1862, posterior a la reforma de 1860, comienza un período de vigencia
de la Constitución Nacional en el cual su cumplimiento efectivo adolecía de la insuficiencia de la representación real, ya

7
Dalla Vía, Alberto R., Constitución Nacional de 1853, en “Constituciones Argentinas. Compilación histórica y análisis doctrinario”,
INFOJUS, 2015, pág. 123.
8
Bidart Campos, Germán, Op. Cit. Pág. 177.
que la democracia no era ejercida mediante el voto universal y secreto. Recién en 1912, y luego de 3 intentos
revolucionarios cívico-militares encabezados por el radicalismo, se sancionaría la Ley Sáenz Peña que permitió elecciones
populares libres, y consagró a Hipólito Yrigoyen Presidente en 1916. Yrigoyen fue sucedido por su correligionario Marcelo
T. de Alvear en 1922, y en 1928 volvió a la presidencia hasta el golpe militar del 3 de septiembre de 1930.
La década del 30 es conocida como la “década infame”, por el ejercicio sistemático del fraude electoral por parte
de los conservadores, hasta que en 1943 un nuevo levantamiento militar autodenominado “revolución argentina” da un
golpe de mando. El objetivo de este trabajo es señalar los momentos constitucionales y no entrar en un análisis exhaustivo
de la historia, pero es de relevancia para el caso, destacar que en este proceso surge la figura del Gral. Juan Domingo
Perón, quién al frente de la Secretaría de Trabajo y Previsión elabora una alianza con el sindicalismo, avanza
decididamente en la agenda social postergada desde 1930, y construye su candidatura presidencial que concluye
exitosamente con su consagración en 1946.
La llegada del peronismo modifica absolutamente el escenario político, y divide profundamente a la sociedad.
Perón avanza en la construcción de un modelo de organización que él denomina como de “Comunidad Organizada”, y
decide impulsar una modernización de la Constitución que contemple 2 ejes. El primero es la adecuación de la Constitución
a la concepción filosófica del justicialismo, en palabras de Perón del 11 de enero de 1949 dirigiéndose a los convencionales
del Partido Peronista, “la libertad, igualdad y fraternidad tenía que ser cambiada por la de libertad, justicia y solidaridad”.
La llegada del peronismo modifica absolutamente el escenario político, y divide profundamente a la sociedad. Perón
avanza en la construcción de un modelo de organización que él denomina como de “Comunidad Organizada”, y decide
impulsar una modernización de la Constitución que contemple 2 ejes. El primero es la adecuación de la Constitución a la
concepción filosófica del justicialismo, en palabras de Perón del 11 de enero de 1949 dirigiéndose a los convencionales
del Partido Peronista, “la libertad, igualdad y fraternidad tenía que ser cambiada por la de libertad, justicia y solidaridad”.
De este modo, Perón avanzó en la sanción de una nueva Constitución, sin articular consensos con la oposición, en 1949 la
sancionó, y tuvo vigencia plena hasta su derogación de facto por la dictadura militar que tomó el poder violentamente en
1955.

MOMENTO 5. LA REFORMA DE 1957, EL ARTICULO 14 BIS.


La derogación de facto de la Constitución de 1949, y la reposición formal -recordemos que fue durante una
dictadura- de la Constitución originaria de 1853-1860, abre muchas discusiones históricas, políticas, ideológicas, y por
supuesto jurídicas, lo cierto es que coincidimos con Adelina Loiano en que “no obstante, y más allá de las críticas que
pudiera merecer la Constitución del 49, es indudable que los aportes que introdujo a la parte dogmática de la Constitución
originaria provocaron la constitucionalización de los derechos sociales, en consonancia con el constitucionalismo social
que se había puesto en marcha en América a partir de la Constitución de Querétaro de 1917”9. En el mismo sentido, Vanossi
opina que el catálogo de derechos sociales introducido en 1949 “cambió abiertamente la filosofía y el tono doctrinario de

9
Loiano, Adelina, Reforma Constitucional de 1957, en “Constituciones Argentinas. Compilación histórica y análisis doctrinario”,
INFOJUS, 2015, pág. 228.
la Constitución de 1853, pero su falla fundamental estuvo en que muchas de sus disposiciones no responden a las pautas
de racionalización del poder, que son notas esenciales e inexcusables del constitucionalismo social de filiación
democrática”10.
En el marco de un gobierno de facto, sin el funcionamiento de las Cámaras legislativas, se convocó a un Congreso
Constituyente con el peronismo proscripto. Pese a su contexto complejo, y las disputas sectoriales, logró aprobarse el
artículo 14 bis, que incorpora en el cuerpo liberal de la constitución originaria el “catalogo” de derechos sociales,
sindicales, de seguridad social, produciendo su modernización.
En la aprobación del artículo, fue importante la acción de Crisólogo Larralde, quien era el presidente del Comité
Nacional de la Unión Cívica Radical, quién fue a la Convención Constituyente que sesionaba en Santa Fe y organizó la
presencia en sus bancas de los convencionales radicales, que inmediatamente después de convalidar la derogación de la
Constitución de 1949 y el restablecimiento del texto de 1853, hicieron votar el artículo 14 bis, y se retiraron de la
Convención dejándola sin quórum y reclamando la vuelta a la democracia en forma urgente.

MOMENTO 6. LA REFORMA DE 1994.


Desde la recuperación de la democracia en 1983 el Presidente Alfonsín sostenía la necesidad de reformar la
Constitución, y para ello, planteó que se debía generar un gran acuerdo político, que el cambio debía surgir del consenso
para establecer una organización moderna de los poderes del estado, y profundizar en la defensa del estado de derecho
y los derechos humanos. Para ello, constituyó una Comisión técnico-política de composición plural, el “Consejo para la
Consolidación de la Democracia”, un tanque de pensamiento, una usina de reflexiones, que elaboró dos dictámenes con
recomendaciones para la reforma constitucional y la modernización del Estado.
El debilitamiento político del gobierno de Alfonsín, producto de la crisis económica, hizo imposible el avance del
proyecto de reforma, y la llegada del peronismo con la presidencia de Menem en 1989 pareció sepultar esa idea. Sin
embargo, el presidente riojano comenzó a imaginar promediando su mandato la posibilidad de su continuidad en el poder,
y para poder hacerlo, necesitaba reformar la Constitución, que en ese entonces, establecía un período presidencial de 6
años sin posibilidad de reelección inmediata.
En ese contexto, y haciendo un resumen a los efectos didácticos de este trabajo, comenzaron los contactos entre
el oficialismo y el principal partido de la oposición, el Partido Justicialista y la Unión Cívica Radical, que en los hechos, eran
liderados por Menem y Alfonsín. Del resultado de esas negociaciones se llegó a un acuerdo que es conocido como el
“Pacto de Olivos”, en el cual el radicalismo habilitaría la cláusula de la reelección presidencial, pero a cambio, se establecía
un programa para modificar la estructura de la Constitución, tomando como base los temas planteados en su momento
por el Consejo para la Consolidación de la Democracia.
En 1994 sesionó en Santa Fe la Convención Constituyente, que teniendo como marco el acuerdo bipartidario de
Olivos, aprobó una profunda reforma constitucional que incorporó los derechos de tercera generación, otorgó jerarquía
constitucional a los principales Tratados Internacionales de Derechos Humanos, le dio autonomía a la Ciudad de Buenos

10
Vanossi, Jorge, El Estado de Derecho en el Constitucionalismo Social, Bs. As., Eudeba, 1982, pág. 296.
Aires, y modificó sustancialmente la forma de organización política, sistemas de elección, incorporó normas para la
defensa de la democracia, y creó organismos de control.
COROLARIO.
La Constitución establece las reglas del juego político de una sociedad, y es por ello que para crearlas, así como
para modificarlas, es necesario contar con un amplio consenso de todos aquellos grupos y sectores que poseen
representación real. La Constitución misma establece un mecanismo de reforma que requiere de mayorías importantes,
pero con esto solo no alcanza, no es una cuestión de número parlamentario circunstancial, es necesario justamente un
acuerdo constitutivo, primario, un límite a las diferencias, para encontrar en las reglas el mínimo denominador común del
acuerdo mismo.
Nuestra Constitución, luego de atravesar la adolescencia de las peleas entre unitarios y federales de su momento
originario, los regateos de las elites restringiendo la democracia y negando elecciones libres, las primaveras populares del
yrigoyenismo y el primer peronismo, y las noches negras de las dictaduras sangrientas, ha ido mutando de formas,
incorporando contenidos, hasta encontrar en 1994 una fórmula de consensos.
A la tradición iluminista, liberal y republicana de 1853-1860 con sus derechos de primera generación, se le
sumaron los derechos sociales -los derechos de segunda generación- que habían sido impulsados en 1949 y quedaron
definitivamente incorporados en el artículo 14 bis de 1957, para sumar el 1994 los derechos de tercera generación, los
derechos humanos, y conformar una unidad que es la suma de todas las doctrinas jurídicas constitucionales.

2. INTRODUCCION A LA CONSTITUCION NACIONAL


FUENTES DE LA CONSTITUCION NACIONAL.
Como señalamos en la introducción a este trabajo, nuestra Constitución es un producto de su tiempo, que se inscribe en
el movimiento conocido como “constitucionalismo clásico o moderno”, motivada filosóficamente en el contractualismo
liberal que da fundamento a la Revolución Francesa de 1789, e inspirada normativamente en la Constitución de Estados
Unidos de 1787. La ideología liberal que rompe con las monarquías y el absolutivo del Antiguo Régimen (ancien régime),
centra su atención en ponerle frenos al Estado, y afianzar el desarrollo de la nueva burguesía en el marco del incipiente
sistema de garantías para los ciudadanos.
Juan Bautista Alberdi, político y jurista, autor del libro Bases y puntos de partida para la organización política de la
República Argentina, es considerado como un autor clave ya que sus trabajos fueron tomados como base para la
redacción de la Constitución nacional de 1853.
DEFINICION.
Vamos a presentar algunas definiciones sobre la Constitución Nacional, que contienen distintos aspectos, para
concluir en un concepto unificante:
- La Constitución es la ley fundamental sobre la que se asienta un estado determinado con todo su andamiaje
jurídico. Establece la división de poderes con sus alcances, a la vez que garantiza derechos y libertades.
- La Constitución Nacional es la norma legal de mayor jerarquía que organiza el Estado Argentino y reconoce los
derechos y garantías fundamentales de sus habitantes.
- La Constitución es la ley suprema de un Estado que establece su organización, su funcionamiento,
su estructura política y los derechos y garantías de los habitantes de ese estado. Se llama precisamente
Constitución pues “constituye” la nación políticamente organizada, le da sus principios, y la distingue de otros
Estados. Está precedida generalmente de un preámbulo que establece sus antecedentes y sus fines

De las definiciones precedentes podemos elaborar una propia, para luego desgranar algunas de sus
características más relevantes:
“La Constitución es la ley fundamental de la nación, la de máxima jerarquía. En ella, se establece la forma de
organización política y jurídica del Estado, la estructura de los órganos de gobierno, los límites de cada uno de los
poderes, y los derechos y garantías de los ciudadanos y las ciudadanas”.

PODER CONSTITUYENTE.
Se llama Poder Constituyente al proceso, o conjunto de actos políticos y jurídicos, históricos o actuales, que
tienen el poder fáctico de establecer un nuevo orden a partir de la sanción de una Constitución.
Ese Poder Constituyente será considerado como “originario” cuando nos referimos al momento fundacional de
la Nación, o “derivado” cuando se trata de una reforma constitucional.
En el caso del poder constituyente derivado, solemos referirnos a las mutaciones constitucionales que
actualizan, adaptan, modernizan, pero mantienen los lineamientos históricos y fundacionales. Distinto es el caso en el
cual hay una modificación de la Constitución en un contexto nacional revolucionario o de profundas reformas, que inicia
un proceso de reforma constitucional para aplicar una modificación sustancial, en ese caso estamos frente a nuevo
momento originario, existe una nueva voluntad que reemplaza a la anterior y estructurar sus bases con otro marco
conceptual.
Suele afirmarse que el “poder constituyente” se afirma sobre la “voluntad política creadora”, que es fruto de la
historia, la convicción de los y las líderes, y plasma la estructuración del consenso mayoritario en el ejercicio mismo del
poder. La Constitución crea un modelo de Estado, y desde sus mandatos, ordena los rasgos principales y los límites para
que se desarrolle la actividad estatal a través de los distintos poderes del Estado.
En el caso argentino, como hemos señalado anteriormente y repetimos aquí, el poder constituyente originario
corresponde al período que se abre con la sanción de la constitución original de 1853, y cierra con la incorporación de la
Provincia de Buenos Aires mediante la reforma de 1860.
Se trata de la etapa fundacional del Estado, en donde debe expresarse la voluntad del pueblo en forma directa,
ya que no existe ningún órgano con la capacidad jurídica necesaria e investido con el poder para sancionar la
Constitución. Posteriormente, las sucesivas reformas, en el ejercicio del poder constituyente derivado, se desarrollan
dentro de marcos normativos ya establecidos en la propia Constitución para su reforma, y con instituciones que poseen
la legitimidad jurídica para hacerlo, el Congreso Nacional en nuestro caso.
Entonces, sancionada la constitución, y estructurada la organización de la nación bajo su mandato, vamos a
tener un “poder constituido”, creado siguiendo sus preceptos, que estructura los poderes -ejecutivo, legislativo y
judicial- y establece los límites entre ellos bajo la lógica del modelo republicano.

CLASIFICACIONES.
Una primer clasificación típica distingue entre Constitución material y formal:
Constitución material: Nos referimos a una constitución determinada, en su contexto de actuación, en el
derrotero de su aplicación. No solo miramos la formalidad de su contenido jurídico, si no los efectos políticos,
sociológicos e históricos sobre los que opera e influye. Nos presenta la descripción de una realidad, en la cual a partir del
análisis, podemos saber quien ejerce el poder, como se lo ejerce, cuáles son las relaciones entre quienes ejercen el
poder y entre estos y los gobernados.
Constitución formal: Son el conjunto de normas jurídicas que regulan y determinan el modo en que debe ser
ejercido el poder político. Esta es la llamada Constitución formal, normativa o política. Responde a los interrogantes de
quien debe ejercer el poder, como debe ejercérselo, cuáles deben ser las relaciones entre quienes ejercen el poder, y
entre estos y los gobernados.

TIPOS DE CONSTITUCION.
La mayoría de las Constituciones, aun en los países de tradición anglosajona que otorgan mayor valor a la
jurisprudencia, son de carácter escrito. Nuestra Constitución sigue la tradición romana que privilegia la norma formal
escrita, e imprime de esa forma de manifestación a todo el sistema normativo.
Suele ponerse a la Constitución del Reino Unido como modelo tipológico de una Constitución “parcialmente
escrita”, y podría existir una “no escrita”, aunque la complejidad de las relaciones jurídicas actuales, y la necesidad de
tener altos niveles de seguridad jurídica, hacen poco viable esas metodologías propias de sistemas sociales pequeños y
poco desarrollados que se sustentan en las tradiciones.
Una segunda clasificación de las Constituciones hace la diferenciación entre “rígidas o flexibles”. Van a
considerarse rígidas aquellas que para ser reformadas requieren de un procedimiento específico, distinto al que es
necesario para sancionar una ley. Serán flexibles entonces, las que pueden ser modificadas por el mismo órgano y
procedimiento necesario para sancionar una ley, aunque para ello requieran de una mayoría calificada a la hora de la
votación de la reforma.
Como veremos más adelante, nuestra Constitución se encuentra dentro de las consideradas rígidas, ya que
establece un procedimiento para su modificación por un órgano distinto al Congreso Nacional, la Convención General
Constituyente.
La rigidez suele ser una condición inserta en la Constitución para garantizar que su reforma requiera de grandes
acuerdos políticos, de consensos sustanciales, y que de este modo resulte imposible su modificación por parte de un
sector que detenta la mayoría popular en un momento histórico determinado y circunstancial. Por tanto, si existe
voluntad de reforma por parte de un partido político, éste deberá construir acuerdos para obtener una mayoría
significativa que posibilite la reforma.
Todas las clasificaciones admiten situaciones intermedias, nuestra Constitución, como dijimos es rígida, no
obstante a partir de la reforma de 1994 con la incorporación del artículo 75 inciso 22, el Congreso Nacional tiene la
facultad de otorgarle “jerarquía constitucional” a Tratados Internacionales de Derechos Humanos y colocarlos en el
mismo rango que los definidos taxativamente en el mismo artículo constitucional. Concretamente, el art. 75 inc. 22 in
fine establece que “Los demás tratados y convenciones sobre derechos humanos, luego de ser aprobados por el
Congreso, requerirán del voto de las dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada Cámara para gozar de
la jerarquía constitucional”.

PROCESO DE REFORMA DE LA CONSTITUCION.


Dijimos que nuestra Constitución era rígida, y que establecía ella misma una metodología de reforma “distinta a
la establecida para la sanción de una ley”. Al fijarse el procedimiento en la propia Carta Magna, la capacidad de
reglamentación legal -por parte del Congreso Nacional- queda muy restringida a los aspectos complementarios para
darle operatividad.
Se trata de un procedimiento de “actos jurídicos complejos” que implican una sucesión de decisiones de distinta
naturaleza adoptadas por diferentes órganos. Entre ellos y para graficar, una ley de necesidad de reforma adoptada por
el Congreso, una elección de Convencionales Constituyentes elegidos por el pueblo mediante elecciones generales, y la
sesión y aprobación de la propia Convención Constituyente.
La Constitución Nacional establece en su artículo 30 que “la Constitución puede reformarse en el todo o en
cualquiera de sus partes. La necesidad de reforma debe ser declarada por el Congreso con el voto de dos terceras partes,
al menos, de sus miembros; pero no se efectuará sino por una Convención convocada al efecto”.
Entonces, primero debe “declararse la necesidad de la reforma”, y esto se hace a través de una ley dictada por
el Congreso Nacional, que requiere de una “mayoría calificada” de al menos dos terceras partes de sus miembros, vale
decir, debe ser aprobada con media sanción de cada una de las Cámaras con el voto afirmativo de más de dos tercios de
la totalidad de sus miembros.
La ley de declaración de necesidad de la reforma debe contener también el “temario” sometido al análisis de la
Convención Constituyente. Es el Congreso quién define cuales son los temas que puede tratar la Convención
Constituyente, y por tanto, cuales quedan vedados para su análisis. La Convención de reforma no es una “asamblea
soberana”, es convocada a un efecto determinado, para ejercer un poder derivado de la Constitución vigente, y limitado
por los temas seleccionados por el Congreso que son frutos de un acuerdo político legislativo mayoritario de los bloques
parlamentarios.
Una vez aprobada la ley de necesidad de la reforma con el temario, se debe convocar a la elección popular de
los y las Convencionales Constituyentes.
La forma de elección es la misma que para elegir Diputados Nacionales:
- Por cada una de las provincias y la ciudad de Buenos Aires -distrito electoral- se elige un número de
Convencionales igual a la suma de sus diputados y senadores nacionales.
- La distribución de cargos es proporcional al resultado electoral que obtienen las listas aplicando el sistema
Dhont.
- Se “instala” la Convención Constituyente y funciona como un cuerpo legislativo unicameral con el reglamento de
la Cámara de Diputados de la Nación.
Las sesiones de la Convención Constituyente suelen integrarse con un trabajo en “comisiones” para acordar
redacciones, sin poder salir del temario establecido por el Congreso, y luego el “plenario” adopta por votación los
cambios al texto constitucional.
Una vez sancionados los cambios constitucionales, si algún ciudadano o ciudadana decidiera cuestionar los
resultados argumentando que no se respetó el temario aprobado por el Congreso, debería recurrir a la justicia para
debatir la constitucionalidad de la reforma concreta. Sobre la oportunidad de la Reforma, la Corte Suprema de Justicia
ha resuelto reiteradamente que ello no era de su jurisdicción tratándose de “cuestiones políticas no judiciales”.

CONTENIDOS PETREOS.
Según Bidart Campos, afirmar que hay contenidos pétreos en la Constitución es referirse a la existencia de
ciertos contenidos que “le dan fisonomía a nuestra comunidad, y mientras la estructura social subyacente siga siendo
fundamentalmente la misma, dichos contenidos no podrán ser válidamente alterados o abolidos por ninguna reforma
constitucional. Podrán acaso ser objeto de modificación y reforma, pero no de destrucción o supresión”.
Estos contenidos que le dan sentido al conjunto de la Carta Magna, la configuran y orientan, son:
- El federalismo como forma de Estado.
- La forma republicana de gobierno.
- La democracia como sistema de elección de los y las representantes.
Algunos autores opinan también que la confesionalidad del Estado, en cuanto a su reconocimiento de la Iglesia
Católica se encuentra dentro de los contenidos pétreos, ésta no es nuestra interpretación.
JERARQUIA, SUPREMACIA CONSTITUCIONAL, CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD Y CONVENICONALIDAD EN EL
ORDENAMIENTO JURIDICO ARGENTINO
Fabiana Bello, Andrea Patané, Luis Gabián y Marcelo Di Stefano

La Constitución como un límite.


Si uno piensa en definir con una expresión propia a la Constitución, lo primero que aparece es: “la Constitución es
la Ley Fundamental de la Nación”. Sin embargo, a medida que forzamos la elaboración teórica del concepto, podemos
abordar una magnitud de mayor complejidad concluyendo que “La Constitución es la ley fundamental de la Nación, la de
máxima jerarquía. En ella, se establece la forma de organización política y jurídica del Estado, la estructura de los órganos
de gobierno, los límites de cada uno de los poderes, y los derechos y garantías de los ciudadanos y las ciudadanas”.
En tanto “ley fundamental”, la Constitución Nacional se encuentra ubicada en la cúspide más alta de la jerarquía
normativa de nuestro país. Es la norma máxima, la que establece los derechos fundamentales y moldea las estructuras de
los tres poderes. Solemos graficarla colocándola en la cima de una pirámide imaginaria, en la cual hacia abajo, en niveles
descendentes, ubicamos el resto de las normas según su jerarquía.
Las normas constitucionales no pueden ser modificadas por las leyes del Congreso, las disposiciones del Poder
Ejecutivo, ni las decisiones judiciales. La Constitución es el límite al ejercicio del poder, y al mismo tiempo, sus disposiciones
fijan los límites de competencia entre cada uno de los poderes del Estado, y el límite entre ellos, con un sistema de pesos
y contrapesos que garantizan el republicanismo. Este triple sistema de límites negativos constituye la garantía del estado
de derecho.
Para acentuar el carácter de límite de la Constitución, en su función rectora del sistema jurídico, debemos recordar
dos de sus mandatos normativos más relevantes:
A) La Constitución establece la fórmula de validez formal de las leyes dictadas por el Congreso ya que fija los
procedimientos de sanción de las leyes (iniciativa, aprobación, sanción y promulgación de la ley).
B) La Constitución establece la fórmula de validez material de las normas jurídicas, fijando con claridad que el contenido
de ellas -tratados internacionales, leyes nacionales, y todo tipo de normas- debe ser compatible, y no puede ir en su
contra.
Si bien acabamos de describir a la Constitución como un límite negativo, gran parte de la doctrina nos anima a
pensarlo al mismo tiempo como un límite positivo, el límite que mandata a la creación de normas complementarias para
garantizar el ejercicio de los derechos constitucionales. Muchos de los derechos y garantías que establece la constitución
son “normas programáticas”, principios básicos, rectores, que necesitan de una regulación legislativa complementaria,
del accionar del Congreso, y de la aplicación de políticas públicas por parte del Poder Ejecutivo para poder garantizar
efectivamente, concretamente, ese derecho o garantía al ciudadano o ciudadana.
Son muy pocas las cláusulas constitucionales que conforman “normas operativas”, vale decir que establecen derechos y
garantías cuyo ejercicio y/o goce no requiere de reglamentación alguna, es por ello que el impulso legislativo es
fundamental para garantizar el efectivo cumplimiento del mandato constitucional de modo tal que sus prescripciones no
resulten un mero catálogo de ilusiones, o una declaración de buenas intenciones.

La Supremacía Constitucional.
El artículo 31 de la Constitución Nacional establece dos de las conceptos claves para entender nuestro sistema
jurídico, los principios de supremacía constitucional y de jerarquía de las normas. Dice el texto constitucional:

“Esta Constitución, las leyes de la Nación que en su consecuencia se dicten por el Congreso y los tratados con
potencias extranjeras son la ley suprema de la Nación; y las autoridades de cada provincia están obligadas a
conformarse a ellas, no obstante cualquier disposición en contrario que contengan las leyes o constituciones
provinciales, salvo para la provincia de Buenos Aires, los tratados ratificados después del Pacto del 11 de noviembre
1859”.

El Principio de Supremacía Constitucional implica que la Constitución Nacional se encuentra por sobre todo el
orden jurídico Argentino. Como señaláramos, funciona a la vez como un límite positivo y negativo, toda vez que el mismo
debe subordinarse a aquella, y no puede ir contra su letra y espíritu.

El artículo 31 se complementa con el artículo 28 el cual establece que:


“Los principios, garantías y derechos reconocidos en los anteriores artículos, no podrán ser alterados por las leyes
que reglamenten su ejercicio”.

El texto constitucional explícitamente nos marca el límite del accionar legislativo, que no puede alterar el mandato
de la Constitución, y en caso de hacerlo como veremos más adelante, resultará invalido, reputando a la norma como
inconstitucional o contraria a la Constitución.

La vigencia de la Constitución.
La historia de vulneración cíclica de la Constitución en la Argentina, con más de 50 años de alternancia entre
gobiernos constitucionales y gobiernos de facto -dictaduras militares- llevó a consagrar explícitamente en la Reforma de
1994 el principio de la vigencia de la Constitución, su imperio, declarando la nulidad de cualquier acto de fuerza que atente
contra el orden institucional y contra el sistema democrático que establece la carta magna. Dice el artículo 36 en su
primera parte:

“Esta Constitución mantendrá su imperio aun cuando se interrumpiere su observancia por actos de fuerza contra
el orden institucional y el sistema democrático. Estos actos serán insanablemente nulos…”

La supremacía no cesa aún si sucediera un golpe institucional ilegítimo, y reputará como inválidos a todos los actos
jurídicos que surjan del ejercicio de facto del poder. Asimismo consagrará el derecho a la resistencia de los ciudadanos y
ciudadanas.

El orden jerárquico de las normas.


La primacía constitucional en el sistema normativo, establecida en el artículo 31 desde su redacción originaria,
como dijimos, ordena el sistema de normas en su punto de mayor jerarquía, ahora bien, debemos establecer cuál es el
orden de gradación inferior a la jerarquía constitucional para determinar la priorización de normas en el caso de que exista
contradicciones y superposiciones entre ellas. Como señala GELLY, “si las normas inferiores contradicen lo establecido en
la Constitución y ello es aceptado, se vulnera la división entre poder constituyente reformador y poderes constituidos y,
desde luego, si así ocurre se destruye la supremacía constitucional.”
Lo primero que debemos señalar, y recordar todo el tiempo, a la hora de examinar la dinámica constitucional de
la República Argentina es que se trata de un país federal, por ello las normas de ese nivel -la propia Constitución, las leyes
de la Nación que dicta el Congreso Nacional, y los tratados con potencias extranjeras que suscriba el gobierno y apruebe
el Congreso Nacional-, están por encima del ordenamiento provincial, que debe subordinarse a esa supremacía. Esto
queda claro en el artículo 5 de la Constitución Nacional que dice:

“Cada provincia dictará para sí una Constitución bajo el sistema representativo y republicano, de acuerdo con los
principios, declaraciones y garantías de la Constitución Nacional; y que asegure su administración de justicia, su
régimen municipal, y la educación primaria. Bajo de estas condiciones el Gobierno federal, garante a cada
provincia el goce y ejercicio de sus instituciones”.

Evolución de la interpretación jurisprudencial sobre la jerarquía de normas antes de la reforma de 1994.


El límite superior establecido en el artículo 31, la supremacía constitucional, no presentó nunca dificultades de
interpretación, es decir, no existían dudas interpretativas acerca de que la ley suprema prevalecía sobre todo el
ordenamiento jurídico inferior. Lo mismo en cuanto al límite inferior a las normas federales que establece el artículo 5 con
relación a las normas provinciales. Ahora bien, la doctrina y la jurisprudencia mantuvieron posturas cambiantes desde
1853 hasta la reforma de 1994 con respecto a la gradación jerárquica, prelación normativa, entre las leyes nacionales y
los tratados internacionales suscriptos por el gobierno y aprobados por el Congreso de la Nación. La falta de una norma
constitucional concreta que saldara la cuestión, hizo que prevalecieran las concepciones ideológicas de cada uno de los
momentos políticos de Argentina, que permearon la opinión de los máximos tribunales.
El primer caso testigo en la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación es “Martin & CIA vs Nación”
del año 1963, en donde el máximo tribunal sostuvo que tanto las leyes nacionales como los tratados internacionales
integraban el ordenamiento interno de la República, y que en virtud del artículo 31 de la Constitución Nacional, no surgía
la existencia de un orden de prelación de uno sobre otro, sino que había entre ambas igualdad jurídica. Por lo tanto ante
disposiciones de igual jerarquía era de aplicación el principio en virtud del cual las normas posteriores derogan las
anteriores -lex posterior derogat priori- el cual se fundamenta en el concepto realista de priorizar el criterio jurídico más
actual sobre una misma materia.
El segundo momento jurisprudencial trascendente se produce antes de la reforma constitucional de 1994, cuando
la Corte tuvo que enderezar la interpretación sobre las relaciones jerárquicas, acorde a la evolución conceptual que se
daba en el plano del derecho internacional público, receptada por la doctrina nacional. Así en el caso “Ekmekdian, Miguel
Ángel c/ Sofovich Gerardo y otros” del año 1992 en el que se debatió la aplicación o no del derecho a réplica, garantizado
en el artículo 14.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos en el ordenamiento interno argentino, la CSJN
estableció la vigencia de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, suscripta en 1980, que en su artículo
27 dispone que “una parte no podrá invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación del incumplimiento
de un tratado”, por tanto un acuerdo internacional obliga a los países firmantes a su cumplimiento -pacta sunt servanda-
, más allá de lo que establezcan las leyes internas de esos países. De ello surge la renovada doctrina de la Corte que
establecía el criterio de que los Tratados firmados por nuestro país se encuentran en un rango jerárquico superior a las
leyes dictadas por el Congreso Nacional, debido a que si Argentina se compromete ante otros Estados suscribiendo un
acuerdo, deviene la obligación de cumplirlo, sin poder alegar la existencia de leyes internas que se lo impidan.

Jerarquía de normas luego de la reforma de 1994.


Después de la reforma de 1994 a través del agregado del artículo 75 inciso 22, que recoge la doctrina moderna
del derecho internacional público, se despejaron todas las dudas interpretativas y se dispuso que los tratados están por
encima de las leyes y aquellos tratados de derechos humanos específicamente mencionados en el artículo -o los que se
aprueben conforme el mecanismo allí previsto-, tienen jerarquía Constitucional.
La reforma de 1994 estructuró un nuevo sistema de gradación normativa, manteniendo los principios del artículo
31, pero incorporando nuevas disposiciones de relevancia que hacen que junto a la Constitución Nacional, en la cima de
la pirámide jurídica, y con la misma jerarquía, se ubiquen una serie de tratados internacionales, los cuales como veremos
más adelante, lo hacen en las condiciones de su vigencia.
El artículo 75 inciso 22 enumera e incorpora con “jerarquía constitucional” a los siguientes diez Tratados
Internacionales de Derechos Humanos:
• La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre.
• La Declaración Universal de Derechos Humanos.
• La Convención Americana sobre Derechos Humanos.
• El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
• El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo.
• La Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio.
• La Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial.
• La Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.
• La Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes.
• La Convención sobre los Derechos del Niño.
Asimismo, el artículo 75 inciso 22 establece un sistema novedoso, una excepción en la lógica de rigidez de nuestra
Constitución Nacional, mediante la cual el Congreso Nacional puede otorgar jerarquía constitucional a otros tratados
internacionales de derechos humanos a través de la sanción de leyes especiales que deben contar con el voto favorable
de los dos tercios (2/3) de la totalidad de los miembros de ambas cámaras.
Con este mecanismo, desde 1994 a la actualidad, el parlamento argentino ha otorgado jerarquía constitucional a
los siguientes tres tratados:
• La Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas.
• La Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad.
• La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.
En el mismo artículo, la reforma de 1994 establece la gradación del resto de los tratados internacionales
disponiendo que “los tratados y concordatos tienen jerarquía superior a las leyes”, vale decir, que en la cima de la pirámide
normativa, tendremos a la Constitución Nacional, a los diez tratados internacionales con jerarquía constitucional
originarios, y a los tres tratados internacionales con jerarquía constitucional dispuestos por el Congreso siguiendo el
procedimiento constitucional, y un escalón debajo, con rango supra legal, por encima de las leyes nacionales, tendremos
al resto de los tratados internacionales.
Control de Constitucionalidad.
El artículo 31 nos habla de la supremacía constitucional y la jerarquía de normas, pero nada dice sobre quién va a
ejercer el control sobre el cumplimiento de la gradación de las normas, ni como es el procedimiento, ni quiénes son los
encargados de ese control cuando existe alguna norma, acto de los poderes constituidos, o actos de los particulares que
violen las jerarquías. Es por ello que resulta necesario establecer una técnica, un procedimiento efectivo para determinar
si una norma o un acto se ajusta al mandato constitucional en el caso concreto.
Hemos dicho anteriormente que en nuestro país la supremacía constitucional implica que todo el ordenamiento
jurídico debe ajustarse a la Constitución Nacional y los Tratados Internacionales de Derechos Humanos con jerarquía
constitucional, las leyes de menor jerarquía a su inmediata superior, y todas ellas a nuestra carta magna. Por tanto, en el
caso de que una ley de menor rango contradiga a la Constitución, y/o algún Tratado Internacional de Derechos Humanos
que tenga jerarquía constitucional, será desestimada y privada de efectos jurídicos. Asimismo, como nuestro sistema
constitucional adopta la forma federal, la Constitución Nacional, además de predominar sobre el ordenamiento jurídico
nacional, también lo hace sobre las Constituciones Provinciales.
El principio de Supremacía Constitucional, carece de practicidad y se torna vacío si frente a la turbación de un
derecho reconocido por la Constitución, un tratado o una ley, no existe un procedimiento, un medio o una técnica, que
permita restablecer ese derecho violado. Por lo tanto, se hace necesario establecer un mecanismo efectivo de control de
constitucionalidad que permita resolver si una norma, o en su caso, una conducta de un poder del Estado, se ajusta al
precepto constitucional, o por el contrario, lo contradice y debe ser reputada como inconstitucional y por lo tanto dejada
sin efectos.
El sistema de control de constitucionalidad nace en la doctrina internacional, que será recogida por la
jurisprudencia argentina, y surge del caso testigo -leading case- Marbury Vs. Madison, ocurrido en EE. UU. en el año 1803.
Este fallo sentó las bases y los preceptos, para que en el caso de contradicción entre dos leyes de distinta jerarquía, los
jueces desestimaran la que tiene menor jerarquía para aplicar la que tiene mayor rango.
Anteriormente a la reforma de 1994 no había en la Constitución Nacional ningún artículo que manifestara
expresamente quien ejercía el control, pero existía una jurisprudencia pacífica sobre la competencia de los jueces para
determinar la constitucionalidad de las normas, sustentada en la jurisprudencia norteamericana de Mardbury Vs.
Madison, y el mandato del artículo 116, el cual establece que: “Corresponde a la Corte Suprema y a los tribunales inferiores
de la Nación, el conocimiento y decisión de todas las causas que versen sobre puntos regidos por la Constitución, y por las
leyes de la Nación”.
Luego de la Reforma de 1994 se reforzó el criterio de control de constitucional por la vía judicial al establecer el
artículo 43 que “…el juez podrá declarar la inconstitucionalidad de la norma en que se funde el acto u omisión lesiva”.
Tendremos entonces que la responsabilidad del control de constitucionalidad en el sistema argentino se encuentra dentro
de la jurisdicción del Poder Judicial. Ahora bien, debemos determinar sobre que universo normativo el poder judicial
efectuará el control de constitucionalidad. Bidart Campos, sostiene que las materias controlables son las siguientes: Las
constituciones provinciales, las leyes, los tratados internacionales que no poseen jerarquía constitucional, los decretos,
reglamentos y actos administrativos, las sentencias judiciales, y la actividad del poder constituyente derivado.
Por tanto, podemos definir al control constitucional como la atribución que tienen nuestros jueces, ya que son los
encargados de realizarlo, de confrontar las normas, a la luz de la Constitución Nacional, y en el caso de que estas
contradigan al texto constitucional, determinar que no serán aplicadas.
Tal como expresa Bidart Campos “El control judicial de constitucionalidad, y la eventual declaración de
inconstitucionalidad de una norma o un acto, es un deber (u obligación) que implícitamente impone la constitución formal
a todos los tribunales del poder judicial cuando ejercen su función de administrar justicia, o cuando deben cumplir dicha
norma o dicho acto.”
Luego de la reforma de 1994, y a partir de la incorporación del art. 75 inc. 22, se interpretará a la Constitución en
armonía con lo establecido por los tratados internacionales de derechos humanos de rango constitucional. Podemos
entonces, aseverar que el control de constitucionalidad, tiene por objeto verificar en cada caso en concreto si una norma
de jerarquía inferior responde a una de jerarquía superior. Por ejemplo, debe existir concordancia entre un acto
administrativo y un decreto, entre una ley Nacional y la Constitución, etc.

Características del sistema de control de constitucionalidad.


Hemos dicho que nuestro sistema de control de constitucionalidad lo ejerce el poder judicial, por tanto se lo
clasifica como jurisdiccional a diferencia de otros sistemas en los cuales existe un órgano político que se encarga de la
supervisión.
La segunda característica es que tenemos un sistema de control difuso, ya que la verificación de
constitucionalidad, y por tanto la eventual declaración de inconstitucionalidad, les corresponde a todos los jueces. Existen
otros sistemas que son calificados como “concentrados” en los cuales el control lo ejerce un solo órgano, un tribunal
creado a esos efectos específicos que suele denominarse “tribunal constitucional” cuya función específica es la
interpretación constitucional. También existen modelos mixtos en los cuales el control lo ejerce tanto un tribunal
constitucional como uno ordinario.
El sistema difuso facilita el acceso de los ciudadanos y las ciudadanas al ejercicio de una acción que verifique la
validez de las normas en juego en un caso concreto por el cual se encuentran litigando. No deben iniciar un juicio específico
en un tribunal especializado, solo deben probar en el marco de un proceso ordinario la existencia de una norma que puede
poner en riesgo un derecho o una garantía, que resulta contraria a la Constitución, sin necesidad de transitar un proceso
específico. Como contrapartida, suele contarse como una desventaja que la dispersión del control en todos los jueces del
sistema puede traer aparejada la multiplicidad de interpretaciones sobre la constitucionalidad o no de una norma,
generando inseguridad jurídica.
En los sistemas concentrados la vía procesal para solicitar la inconstitucionalidad de una norma suele ser “directa”,
los que equivale decir a que se intenta mediante una demanda específica atacar la inconstitucionalidad de la norma, y
dependiendo del sistema constitucional, podrán ejercer la acción el titular del derecho agraviado por una norma, cualquier
persona, el ministerio público, un tercero, el juez de la causa, y/o el defensor del pueblo u órgano de similares
característica.
El modelo argentino de control de constitucional es por “vía indirecta” ya que la inconstitucionalidad de la norma
no es admisible en abstracto. Debe existir una pretensión principal, independiente de la declaración misma de validez,
cuya satisfacción se ve obstaculizada, impedida, negada, por la norma cuestionada. Lo que la sentencia va a procurar es
satisfacer un derecho que se reclama, el objeto principal no es el dictamen de inconstitucionalidad, si no el ejercicio pleno
de un derecho o una garantía que han sido vulnerados.
Otra de las características de nuestro sistema es que el control de constitucionalidad se realiza sobre las normas
en condición de validez efectiva, vale decir, con posterioridad a su sanción y estando vigentes. No existe un control previo
a su puesta en vigencia, en tanto acto público válido emanado de autoridad competente, las normas tienen presunción
de validez y deben ser cumplidas. La acción ante la justicia que cuestiona la constitucionalidad, con posterioridad a su
entrada en vigencia -“ex post”- va a ser quién determine, para ese caso concreto que se encuentre en análisis, la
inconstitucionalidad de la norma con relación a los actos en debate judicial.
Esto no obsta la obligación de los funcionarios y legisladores de restringir su accionar al marco constitucional,
como señalan Fernández Arjona y Rodríguez Sitier “la circunstancia de que sea el Poder Judicial el máximo encargado de
proteger la vigencia de la Constitución, no exime a los demás poderes del Estado de que sus funciones se desarrollen
respetando plenamente el texto constitucional y el sistema democrático”.

Efectos del control de constitucionalidad.


Cuando luego de realizado el control, se declara la inconstitucionalidad de la norma, su aplicación es para el caso
en concreto, pero la norma sigue vigente en el ordenamiento jurídico porque solo el Congreso tiene la facultad de
derogarla. Se trata de una de las virtudes del sistema que supone la posibilidad de que la norma, la acción o la omisión
resulte ajustada a los preceptos constitucionales, pero su aplicación en un caso concreto, por las características específicas
del mismo, la pongan en contradicción con algún principio constitucional o legal de mayor jerarquía.
Hay casos en que luego de realizado el control, tratándose generalmente de un fallo de los tribunales superiores,
especialmente de la Corte Suprema de Justicia, en los cuales la sentencia que declara la inconstitucionalidad es amplia,
aplicable a numerosos conflictos similares, y de gran repercusión pública, que establecen un precedente jurisprudencial
respetado y compartido, y se convierte en un “caso testigo” que deja a esa norma, en los hechos, sin efecto para casos
posteriores similares debido a que los tribunales inferiores adoptan esa decisión como propia, y la aplican reiteradamente
en los fallos en los cuales se dirimen las mismas cuestiones.
Queda en claro de lo expuesto hasta aquí que el sistema de control de constitucionalidad en Argentina es
jurisdiccional -lo ejercen los jueces-, es difuso, ya que todos los tribunales pueden hacerlo sin distinción de categorías o
jurisdicciones, desde los ordinarios hasta la Corte, y la vía procesal para la declaración de inconstitucionalidad, será la
indirecta. Asimismo, la legitimación activa pertenece al titular de un derecho, o aquellos que tengan un interés legítimo
en un derecho, pero que no sean directamente afectados. Y por la incorporación de los derechos difusos en la constitución
de 1994, según la interpretación de la doctrina, podemos decir que esta legitimación también la tienen el defensor del
pueblo y las asociaciones no gubernamentales con trayectoria en la materia para casos específicos. El efecto podemos
decir que se limita al caso concreto.

Sobre la posibilidad de la declaración de oficio de la inconstitucionalidad.


Cuando hablamos de “declaración de oficio”, en el campo jurídico nos referimos a la posibilidad que los jueces
tienen de tomar una decisión que no fue pedida por ninguna de las partes intervinientes en un proceso. La jurisprudencia
entendía que al tener las normas presunción de validez, y ser sancionadas por el órgano competente, para dictar su
inconstitucionalidad, siempre era necesario una petición de quién veía amenazado o perturbado el ejercicio de un
derecho, sin embargo, en los últimos años se produjeron cambios significativos en la materia.
En el año 2001, al resolver en la causa “Mill de Pereyra”, la Corte Suprema de Justicia de la Nación confirmó la
declaración de inconstitucionalidad de oficio efectuada por el Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Corrientes a
varios artículos de la denominada “Ley de Convertibilidad”. El Superior Tribunal Nacional ratificó en dicho fallo que la
declaración de inconstitucionalidad debe realizarse en el “caso concreto” descartando la aplicación en abstracto. Dicha
aplicación debe ser sumamente restrictiva y debe ejercerse únicamente cuando la cláusula constitucional sea “manifiesta
e indubitable y la incompatibilidad inconciliable”. Por último, dejó plenamente asentado, que, la declaración de
inconstitucionalidad carece de efectos derogatorios de la norma impugnada, produciendo el efecto fulminante, solo “inter
partes”.

En el año 2004, también la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el caso Banco Comercial Finanzas –en
liquidación Banco Central de la República Argentina. S. quiebra, 2004, Fallos, 327:3117, manifestando que el control de
constitucionalidad versa sobre cuestiones de derecho y no de hechos, y que es deber de los jueces “suplir el derecho de
las partes no invocan o invocan de manera errónea”, manteniendo el principio de supremacía constitucional.
En Rodríguez Pereyra, del 27/11/2012, también la Corte Suprema de la Nación convalidó la declaración de
inconstitucionalidad de oficio del art. 76, inc. 3°, ap. c de la ley 19.101 (texto según ley 22.511), efectuada por el juez de
grado. En el caso, el damnificado, recibía una indemnización menor que la plasmada en el Código Civil. Frente al caso, el
Tribunal resolvió que, dentro del marco constitucional vigente, se encuentra habilitado para declarar de oficio, es decir,
sin que la parte interesada lo haya solicitado, la inconstitucionalidad del artículo en cuestión. Para resolver de ese modo,
la mayoría compuesta por los jueces Lorenzetti, Highton de Nolasco, Maqueda y Zaffaroni, a la que se suma el voto
concurrente del ministro Fayt, recordó “…el deber de los magistrados de efectuar el examen de constitucionalidad de las
normas en la medida en que ese mecanismo constituye una de las mayores garantías con que se ha entendido asegurar
los derechos reconocidos en la Constitución contra los posibles abusos de los poderes públicos…”
En definitiva, más allá de la petición concreta de las partes, el Poder Judicial debe, sin lugar a dudas, que la
supremacía constitucional no es una mera postura teórica, sino una regla que nuestro país adoptó desde 1853.

Control de Convencionalidad.
El control de convencionalidad se relaciona directamente con el concepto de Supremacía Constitucional. Como
ya hemos visto, el texto supremo prevalece sobre el resto del ordenamiento jurídico, y ninguna ley de menor jerarquía
puede contradecir lo que la Constitución establece. Ahora bien, hemos dicho que desde 1994 diez Tratados
Internacionales de Derechos Humanos tienen jerarquía constitucional, y posteriormente otros tres Tratados han adquirido
esa categoría. Vale decir, que esos trece Tratados se encuentran asimilados en el mismo nivel de gradación máxima que
la norma constitucional, por tanto, cuando verifiquemos la validez de una norma inferior, lo haremos con relación a la
Constitución -control constitucional-, también con respecto a las Convenciones Internacionales que poseen jerarquía
constitucional -control convencional-, y eventualmente con relación a otros tratados internacionales de carácter supra
legal.
Recordemos también que el artículo 75 inciso 22 establece que los Tratados Internacionales de Derechos
Humanos con jerarquía constitucional no pueden derogar artículo alguno de la Primera Parte de nuestra Carta Magna, es
decir que los mismos complementan los derechos plasmados por nuestros constituyentes.

Evolución de la relación entre el derecho internacional y el derecho nacional en Argentina.


Los Estados nacionales son los responsables de integrar los instrumentos internacionales a su legislación interna,
establecer el orden de prelación de las normas internacionales con relación a las normas nacionales, sus condiciones de
vigencia y/o derogación. Para el tratamiento de las mencionadas cuestiones, los Estados pueden optar por la aplicación
de distintas técnicas legales, las más utilizadas son las que responden a la “Teoría Dualista” y a la “Teoría Monista”, aunque
existen muchas versiones de ellas que se encuentran en puntos intermedios.
El dualismo considera que existen dos ordenamientos claramente diferenciados: el nacional y el internacional. El
nacional regula la normativa interna, y el internacional es exclusivo para dichas relaciones, en la relación entre los Estados,
de ellos con los organismos internacionales, etc. El dualismo, en su versión más paradigmática entonces, establece la
premisa de que los tratados internacionales suscriptos por un país no tienen vinculación con el ordenamiento interno. El
monismo, en cambio, se afirma en la existencia de un único ordenamiento legal, habida cuenta que el derecho
internacional forma parte del derecho interno.
En nuestro país tradicionalmente se adoptó el sistema dualista, y luego de largas disquisiciones de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, la jurisprudencia mayoritaria fue modificándose paulatinamente, no sin contradicciones
avances y retrocesos, hacia la aceptación de las modernas corrientes de integración del derecho nacional e internacional.
En su primer corriente jurisprudencial, la Corte interpretó que los tratados, una vez incorporados por la vía
legislativa, tenían una aplicación restrictiva, cuasi de carácter programático, pero que para ser operativos, necesitaban de
la concurrencia de una norma que los regulara específicamente en el derecho interno.
La evolución de la jurisprudencia de la Corte hacia al reconocimiento de la operatividad de los tratados como parte
integrante del derecho interno, la hemos visto aquí mismo anteriormente en el citado caso “S.A Martin y Cia. Ltda. c/
Administración General de Puertos s/ repetición de pagos” de 1963, y posteriormente en el fallo Ekmekdjian c/ Sofovich
del año 1992.
A partir de la Reforma Constitucional de 1994, con la incorporación del texto contenido en el artículo 75 inciso 22
se resolvió esta cuestión en el marco general del principio de supremacía. La Constitución mantuvo su supremacía por
sobre los Tratados Internacionales, con la excepción de los Tratados Internacionales de Derechos Humanos (incorporados
en el momento de aprobación de la Reforma de 1994, y los que fueran incorporados posteriormente), que se colocaron
jerárquicamente en igual estamento que la Carta Magna.
Tendremos entonces en la cima de la pirámide de gradación a la Constitución Nacional y los 13 Tratados
Internacionales de Derechos Humanos, un escalón por debajo se encontrarán el resto de los Tratados Internacionales que
tendrán carácter “supra legal”, para luego llegar al escalón que ocupan las leyes nacionales.

Procedimiento de adopción de los Tratados Internacionales.


En esta materia es relevante la Convención de Viena de 1969 la cual, debido a su importancia, es conocida como
el “derecho de los tratados”.
El art. 2 de la Convención define el concepto de “tratado” estableciendo que: “1. Para los efectos de la presente
Convención: a) “Se entiende por "tratado" un acuerdo internacional celebrado por escrito entre los Estados y regido por el
derecho internacional, ya conste en un instrumento único, o en dos o más instrumentos conexos, y cualquiera que sea su
denominación particular”. Por su parte, el artículo 27 dispone la “obligatoriedad de cumplimiento” de los tratados,
estableciendo que: “Una parte no podrá invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación del
incumplimiento de un tratado”. Entendiendo por el presente, que los Tratados propiamente dichos, no pueden ser
nulificados, bajo ningún concepto por normas del derecho interno, atento el primero obliga y condiciona a la legislación
local.
Según la definición de Sola los tratados son “un acuerdo concluido entre miembros de la comunidad internacional
destinado producir efectos jurídicos, corresponde a la vez a lo que en el orden interno son la ley y el contrato. No son
tratados los acuerdos entre estados de individuos o empresas extranjeras, aun cuando estos acuerdos pueden producir
efectos jurídicos.” 1 La celebración de estos tratados internacionales contiene distintas etapas procesales para su
incorporación dentro del derecho interno, y posteriormente su entrada en vigencia, se trata de un procedimiento
complejo en el que participan el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo de la Nación.
Negociación: El responsable de la negociación es el titular del Poder Ejecutivo Nacional, es decir el Presiente, que además
es la persona que va a firmar, hoy en día se puede suscribir mediante un representante, que debe tener el poder -
debidamente informado- para llevar a cabo la negociación.
Autenticación: Es el procedimiento por el cual se establece como auténtico y definitivo el texto de un tratado. Una vez
que un tratado ha sido autenticado, los Estados no pueden cambiar unilateralmente las disposiciones allí establecidas.
Aprobación: Su procedimiento está establecido en el derecho interno, en el artículo 75 inc. 22. Es una atribución del
Congreso “aprobar o desechar tratados con otras naciones, con organizaciones internaciones, y los concordatos con la

1
SOLA, Juan Vicente, Manual de Derecho Constitucional, pág. 122.
Santa Sede”. Por lo tanto, esta aprobación será mediante una ley dictada por el Poder Legislativo Nacional. En el caso de
que el tratado no fuera ratificado por el Poder Ejecutivo, o el mismo tratado no reuniera la cantidad de ratificaciones, no
entrará en vigencia o podemos decir que no será obligatorio en nuestro país.
Manifestación del consentimiento en obligarse (por Ratificación o adhesión): Es el acto por el cual el Poder Ejecutivo
Nacional pone en conocimiento del organismo internacional, o del país/países contraparte del Convenio, su ratificación
efectiva conforme a la culminación de los procedimientos internos de aprobación. Una vez que se realiza la ratificación el
tratado se incorpora automáticamente a nuestro derecho interno.

Condiciones en las que se incorpora un Tratado Internacional de Derechos Humanos.


Los tratados de Derechos Humanos se incorporan a nuestra Carta Magna en las siguientes condiciones:
En las condiciones de su vigencia:
Nuestra Constitución Nacional recepta los mencionados instrumentos internacionales con las reservas producidas
al momento de su aprobación, es decir, que solo son oponibles -reclamables- todas aquellas cláusulas que nuestro país
haya aceptado, y por lo tanto, no generan obligaciones al país que las haya “consignado”. La reserva es una declaración
unilateral realizada por un Estado tanto al suscribir, ratificar, aceptar, aprobar, o al adherirse a un Tratado. Dichas
estipulaciones -reservas- se encuentran establecidas en el art. 2.1 de la Convención de Viena.
Debemos también entender como “condiciones de su vigencia” a la interpretación que hagan los distintos
organismos internacionales especializados de los instrumentos en cuestión. Tanto las Opiniones Consultivas o Sentencias
que emiten los organismos especializados, por ejemplo la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la Corte
Internacional de Justicia, la Corte Internacional Penal, expresan el modo en que debemos entender e interpretar el
contenido y los alcances de los Tratados.
Operatividad:
Existe una distinción acerca del alcance que tienen los tratados en el orden interno, ya que sus disposiciones
pueden ser tanto programáticas como operativas. La Corte Suprema dice que “una norma es operativa cuando está
dirigida a una situación de la realidad sobre la que puede operar inmediatamente, sin necesidad de instituciones que deba
establecer el congreso.” Por otro lado tenemos tratados con disposiciones operativas, pero también pueden contener
cláusulas programáticas cuya aplicación no es inmediata, y requieren de reglamentación complementaria en el plano
nacional para que los derechos sean efectivos. A partir del caso Ekmekdjian c/Sofovich, en el cual estaba en discusión el
derecho a réplica y su no reglamentación a nivel interno, se sostuvo que esto podría causar responsabilidad internacional,
que existía una obligación de los Estados de dotar de operatividad a las normas internacionales con las cuales se
comprometían.

Mecanismos del Ejercicio del Control Convencional.


El control de convencionalidad es realizado por los jueces, tanto los de la Corte Suprema de Justicia de la Nación,
como por los tribunales inferiores, quienes deben analizar que las leyes internas de un país, guarden una lógica común
con las Convenciones Internacionales. Es decir que, se tendrán en cuenta tanto las cláusulas de la Convención como
aquellas sentencias internacionales que conforman la jurisprudencia de los órganos específicos establecidos en los
tratados.
La revisión judicial -Control de Convencionalidad- establecerá si la norma nacional se ajusta a la Convención o no,
analizando si la norma interna, inclusive la que se ajusta a la Constitución Nacional, guarda asimismo concordancia con lo
que establece la Convención, de no ser así, no se aplicaran las normas nacionales y solo se tendrá en cuenta la norma
aplicable de la Convención.

El rol jueces en el control de convencionalidad.


Los jueces son quienes deben velar por el cumplimiento y el respeto de los derechos humanos reconocidos en los
instrumentos internacionales, tienen que estar preparados para la interpretación y reconocimiento de estos a través de
las Convenciones y el derecho interno. También deberán tener en cuenta la jurisprudencia de la Corte Interamericana de
DDHH.
El control, por tanto, se ejerce sobre todas aquellas normas o actos que no respeten a los Derechos Humanos o
las Garantías reconocidos en los distintos Tratados Internaciones ratificados, por nuestro país. Por lo que, el rol que tiene
el juez es un control más amplio, ya que debe recurrir a todas las fuentes que posee, para poder llegar a ese objetivo, e
interpretar acorde a éstas, y siempre respetando el principio “pro homine” es decir, que sean más favorables al ser
humano.
El tipo de control también es difuso, ya que quienes se encargan del control y el respeto de la convención en el
país, son todos los jueces, que de ese modo se convierten en intérpretes de la normativa internacional.
LOS DERECHOS CIVILES EN LA CONSTITUCIÓN NACIONAL
Dres. Domingo Rodríguez Basalo, Daniel Di María y Marcelo Di Stefano
“Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales solo pueden fundarse en la
utilidad común”. Artículo 1 de la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, París, 1789.

Declaraciones de Derechos

El constitucionalismo moderno, en el cual se inscribe nuestra constitución originaria, persiguió el objetivo de


consagrar normativamente los derechos y las libertades de las personas como modo de limitar los poderes del
Estado. Con este horizonte, la técnica constitucional habitual se estructuró en torno al reconocimiento de
derechos individuales a través de la declaración, “bill” o catálogo, que brinda contenido a la parte dogmática
de la Constitución.

Así, nuestra Constitución reúne la defensa y promoción de los derechos fundamentales junto a la limitación
del poder del Estado como baluarte de la seguridad de las personas, y en este último punto se ve plasmado el
nexo entre la parte dogmática y la parte orgánica de la Constitución.

La parte dogmática la encontramos en la primera parte de la Constitución Nacional. Comprende el Capítulo


Primero: Declaraciones, derechos y garantías (arts. 1 al 35) y el Capítulo Segundo: Nuevos derechos y garantías
(arts. 36 al 43).

Las “generaciones de derechos” en la parte dogmática de la Constitución.

En la parte dogmática de nuestra Constitución, conviven armónicamente derechos que corresponden a la


redacción original, con otros incorporados en las sucesivas reformas que se produjeron con más de un siglo
de diferencia. Se trata de derechos de “distintas generaciones”, que se inscriben en el pensamiento evolutivo
de la sociedad global, y su recepción en el régimen jurídico nacional.

Los avances y retrocesos del humanismo, la ideología sobre el rol de los Estados, el crecimiento de la
importancia de la normativa internacional, el rol de los organismos multilaterales, la fluctuación entre el
monismo y el dualismo, la política internacional profunda -guerras mundiales, carrera armamentista, disputa
energética y geopolítica, balance entre las potencias económicas, poder corporativo, etc.- los desafíos
comunes de la humanidad -cambio climático, desigualdad social, crisis del empleo, aumento de la población y
la pobreza-, la relación entre el capital y el trabajo, influyen sobre el pensamiento jurídico que intenta
encontrar respuestas para construir escenarios de paz duradera, desarrollo humano y económico.

Las reformas constitucionales operan la actualización concreta del sistema de normas de un país,
incorporando las herramientas elaboradas por la doctrina moderna contemporánea, y la evolución del
pensamiento jurídico que desde la perspectiva progresista implica siempre la ampliación de los derechos y
garantías de los ciudadanos y ciudadanas.

La instauración y evolución del sistema de derechos de nuestra Constitución Nacional reconoce tres
momentos relevantes:

a) 1853-1860: Corresponde a la Constitución histórica atravesada por la concepción liberal del


constitucionalismo clásico o moderno;

b) 1957: Se incorpora la tradición del constitucionalismo social a través del artículo 14 bis;

c) 1994: La última reforma otorgó jerarquía constitucional a varios tratados internacionales sobre derechos
humanos, complementando de esta forma el plexo de derechos provenientes de la Constitución histórica.
Estos 3 momentos constitucionales, se articulan y relacionan con las clasificaciones clásicas que identifican las
“generaciones” de derechos:

La etapa constituyente originaria de la Constitución, su redacción histórica expresa los derechos de primera
generación (libertad, propiedad, seguridad: de neta inspiración liberal).

El constitucionalismo social nos trae los derechos de segunda generación que surgen de la concepción del
Estado benefactor, reconocen derechos a los trabajadores y, en definitiva, apuntan a resolver la “cuestión
social” crítica que se evidencia a la salida de las guerras mundiales.

Los derechos introducidos por la reforma de 1994, caracterizados por ser difusos, exceden las necesidades de
una persona, o de un grupo sectorial, y sus titulares son grupos determinados o la sociedad en su conjunto,
tales como los derechos ambientales, o de los consumidores, reciben el nombre de derechos de tercera
generación.

Características de los derechos constitucionales.

Asimismo, los derechos reconocidos en el texto constitucional pueden caracterizarse de la siguiente forma:

-a) los derechos son enumerados o implícitos, de acuerdo a si se los reconoce de forma expresa o si, por el
contrario, aunque no estén determinados en el texto constitucional, deben considerarse incluidos en él por
tratarse de un derecho fundamental.

-b) los derechos obligan al Estado, que es por ello el sujeto pasivo de los derechos, mientras que su titular o
sujeto activo es la persona, tanto nacional como extranjero.

-c) los derechos son relativos, lo que implica que pueden ser reglamentados por la ley, siempre que no se
incurra en una alteración sustancial de su naturaleza.

-d) los derechos deben interpretarse de acuerdo a los principios pro homine (siempre debe optarse por la
solución más favorable a la persona) y favor debilis (debe considerarse de forma primordial los derechos y la
situación del más débil).

El preámbulo, declaraciones, derechos y garantías.

El Preámbulo de la Constitución es una declaración política introductoria. No contiene normas concretas, pero
expresa el marco filosófico, describe procesos históricos constitutivos, y presenta un marco de referencia que
tiene valor interpretativo y doctrinario.

Vamos a encontrar el la parte orgánica de la Constitución disposiciones que podemos calificar de acuerdo a su
objeto, sentido, y contenido como declaraciones, derechos y garantías.

Las declaraciones son manifestaciones políticas, sociales, económicas, religiosas, o culturales que le dan
configuración y perfil a la Nación Argentina como organización estadual.

Los derechos son las facultades básicas e inalienables establecidos en la Constitución que otorgan a las
personas la posibilidad de obrar, de no hacerlo, y/o de exigir el proceder o la omisión del Estado y de terceros
para lograr la garantía y el disfrute de los derechos personales y sociales.

Las garantías son los instrumentos contenidos en la Constitución para la protección de los derechos, y
posibilitar su ejercicio pleno.
Cuadro de los derechos civiles.

Antes de analizar cada uno de los derechos civiles consagrados en nuestra Constitución Nacional, presentamos
un cuadro didáctico sobre su ubicación en el texto de la Carta Magna. Recordemos que muchos de estos
derechos, además de su definición y enmarque en el texto constitucional, también se ven contemplados en
uno, o más de los Tratados Internacionales de Derechos Humanos que poseen jerarquía constitucional, y que
como ya hemos explicado en textos de la unidad anterior, el artículo 75 inciso 22 establece que no pueden
derogar artículo alguno de la Primera Parte de nuestra Constitución.

a) Derechos fundantes: Son los derechos que atañen al reconocimiento de la condición humana:
Derecho a la vida (implícito art. 33 CN, art. 29 CN y art. 75 inc. 22); Derecho a la integridad física y
psíquica (implícito art. 5 inc. 1 CIDH – art. 75 inc. 22-, art. 18 CN); Derecho a la salud (art. 42 CN, y art.
75 inc. 22); Derecho a la protección ambiental (art. 41 CN); Derecho a la dignidad personal (implícito
art. 5 inc. 2 CIDH -art. 75 inc. 22-, art. 18 CN).
b) Derecho a la libertad: Postulado principal del liberalismo, sus expresiones principales son:
Libertad corporal o física (art. 18 y 14 CN); Libertad de intimidad (art. 19 CN – Caso PONZETTI DE
BALBIN); Derecho a la identidad (desprendimiento del dcho. a la intimidad); Libertad de expresión
(arts. 14, 32 y 75 inc. 19 CN); Libertad de comercio e industria (art. 14 y 20 CN) Libertad de culto (arts.
2, 14, 19 y 20 CN).

c) Derecho a la igualdad jurídica (arts. 14, 20 y 16 CN)

d) Derecho a la educación (arts. 5, 25, 14, 75 inc. 18 y 19 CN)

e) Derecho de asociación (art 14 CN) Derivación de las libertades de expresión y reunión.

Los derechos civiles como derechos fundantes:

Derecho a la vida.

Hay ciertos derechos que se consideran fundantes, por representar la condición necesaria para el ejercicio de
todos los demás. La doctrina generalmente los caracteriza como aquellos derechos que atañen al
reconocimiento de la condición humana. Sin lugar a dudas, el primero de los derechos fundantes es el
“derecho a la vida”, habida cuenta de que sin vida no hay derechos.

La mayor parte de la doctrina considera al derecho a la vida como un derecho implícito en el texto
constitucional. Al respecto el artículo 33 de la Constitución Nacional establece que: “Las declaraciones,
derechos y garantías que enumera la Constitución, no serán entendidos como negación de otros derechos y
garantías no enumerados; pero que nacen del principio de la soberanía del pueblo y de la forma republicana
de gobierno”.

Otras opiniones se inclinan por predicarlo de la fórmula del artículo 29 de la Constitución Nacional, en cuanto
indica que “la vida de los argentinos no puede quedar a merced de gobierno o persona alguna”. Asimismo,
en numerosas ocasiones, la jurisprudencia de la Corte Suprema ha reconocido el derecho a la vida como el
primer derecho inherente a la persona humana, tutelado por la Constitución y las leyes.

Ciertamente el derecho a la vida es uno de los derechos irrenunciables de todo ser humano, siendo este
derecho el de mayor magnitud, ya que reconoce, y procura brindar protección, a la condición primaria de todo
derecho, es por ello que el derecho a la vida, desde siempre ha sido ampliamente reconocido y protegido por
la legislación de todo orden, entre ellas por supuesto la legislación penal.
El derecho a la vida, es el derecho humano básico, porque su reconocimiento posibilita todos los demás
derechos. La vida es inherente a la persona humana, de modo que no es posible concebir a ésta, desprovista
de aquel atributo. El derecho a la vida, exige que nadie pueda ser privado de ella arbitrariamente, pues ello
constituiría la privación de la existencia misma de la persona y de sus posibilidades de acceder al resto de las
condiciones que la hacen plenamente humana.

El Dr. Badeni destaca que es dable referir que la vida, "más que un derecho, constituye una cualidad
inseparable de la condición humana y presupuesto indispensable para su existencia".

Con relación al derecho a la vida, también debemos referir que el artículo 18 de la Constitución establece
“Quedan abolidos para siempre la pena de muerte por causas políticas…”.

Debemos recordar asimismo, que a partir de 1994 con la incorporación del artículo 75 inc. 22, numerosos
pactos internacionales de derechos humanos que reconocen en forma expresa el derecho a la vida han
adquirido jerarquía constitucional. Entre ellos, la “Declaración Universal de Derechos Humanos” señala que:
todo individuo tiene derecho a la vida (art.3), como así también el “Pacto de Derechos Civiles y Políticos”
dispone que “el derecho a la vida es inherente a la persona humana. Este derecho estará protegido por la
ley”.

Derecho a la integridad física y psíquica.

Es el derecho al resguardo de la persona, en toda su extensión, bien sea en su aspecto físico como mental. Se
trata de un derecho implícito en el artículo 33 de la Constitución, reconocido en innumerables oportunidades
por la jurisprudencia de la Corte Suprema y por la doctrina, que lo considera derivado del derecho a la vida.

Por su parte, la “Convención Interamericana de Derechos Humanos”, de rango constitucional, lo reconoce de


forma expresa, en el inciso 1 del artículo 5: “Derecho a la Integridad Personal 1. Toda persona tiene derecho
a que se respete su integridad física, psíquica y moral…”

Sus implicaciones se extienden hacia el ámbito del resguardo de la integridad a través, por ejemplo, de la
tipificación de los delitos de lesiones así también como los de torturas, o tratos inhumanos o degradantes.

Asimismo, también encuentra anclaje jurídico en el artículo 18 de la Constitución en cuanto señala que
“Quedan abolidos para siempre la pena de muerte por causas políticas, toda especie de tormento y los
azotes”.

Derecho a la salud.

El derecho a la salud es un “derecho humano fundamental”, cuya consagración encuentra fundamento


jurídico, reconocimiento, en los principales tratados internacionales de derechos humanos.

En el sistema de nuestra Constitución, es un derecho implícito en el artículo 33 de la Constitución Nacional, y


a partir de la reforma constitucional de 1994 se lo menciona en el artículo 42, compartiendo espacio en la
redacción con lo referido al ámbito de consumidores y usuarios de bienes y servicios. Por su parte, la
interpretación de la Corte Suprema también lo ha reconocido, derivándolo del derecho a la vida en el fallo
“Baricalla” (Fallos 310:112); como obligación del Estado a proteger la salud pública en el fallo “Los
Saladeristas”, (Fallos 31:274); y vinculado al principio del artículo 19 en el fallo “Ponzetti de Balbín” (Fallos
306:1907).

El “nuevo” artículo 42, CN, establece que “Los consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen derecho,
en la relación de consumo, a la protección de su salud, seguridad e intereses económicos; a una información
adecuada y veraz; a la libertad de elección, y a condiciones de trato equitativo y digno. Las autoridades
proveerán a la protección de esos derechos…”
Con la reforma constitucional de 1994 encontramos una doble protección de los derechos relacionados con la
salud: implícita y explícita.

El derecho a la salud incluye la garantía de acceso a las prestaciones básicas de salud, que deben ser
garantizadas por el Estado (nacional o provincial), con especial atención y cobertura de las personas
vulnerables, tal es el caso de la niñez, ancianidad, personas con discapacidad, desamparadas, madres
embarazadas, etc.

Se trata del derecho de acceso a un servicio público de calidad, garantizado por el Estado, que no se encuentra
contemplado sistemáticamente en el texto constitucional, por lo que hay que razonarlo desde la
interpretación comprensiva de los arts. 33, 42, los Tratados Internacionales del art. 75 inc. 22, las obligaciones
de legislación del Congreso del art. 75 inc. 18, más la concordante jurisprudencia y doctrina sobre la materia.

Derecho a la dignidad personal.

La dignidad humana es el derecho que tiene cada persona de ser valorada individual y socialmente, en igualdad
de circunstancias, con sus características y condiciones particulares, por el solo hecho de ser persona. Se basa
en el respeto que debe tener la sociedad en su conjunto, o alguno de sus integrantes, el Estado o los
particulares, por el ejercicio del derecho a cualquier elección y preferencia que tengan las personas. El único
límite de la integridad personal, es el respeto recíproco a la dignidad de los demás, que abarca el derecho a
vivir en paz y tranquilidad, y el principio de benevolencia por el cual la sociedad se construye y desarrolla sobre
la obligación de tomar acciones que beneficien al conjunto.

En contraposición, los tratos indecorosos humillantes y discriminatorios, así como la desigualdad, atentan
contra la dignidad personal.

Se trata de otro derecho implícito en el artículo 33 de la Constitución Nacional, reconocido de forma expresa
en la “Convención Interamericana de Derechos Humanos”, la cual en su artículo 5 inc. 2 establece que "Nadie
debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Toda persona privada
de libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano…". Asimismo, en el fallo
“Sejean” la Corte Suprema de Justicia de la Nación estableció que “la dignidad personal es uno de los derechos
a los que se refiere el artículo 33 CN” (Fallos, 308:2268).

Su reconocimiento opera además en relación a otros derechos de rango constitucional, tales como el trato
digno en las cárceles, el honor o la propia imagen, y se relaciona con la abolición de la pena de muerte y los
tormentos del artículo 18.

Derecho a la libertad.

Como postulado principal del liberalismo, la libertad individual se haya reconocida tanto de forma expresa
como implícita en el texto constitucional histórico. El preámbulo de la Constitución se plantea como uno de
los objetivos de la Nación el asegurar los “beneficios de la libertad”. De modo genérico, podemos definir a la
libertad como un espacio suficiente en el que el individuo es persona jurídica con capacidad de derecho, más
un área de intimidad que se sustrae a la actividad regulativa o de control de cualquier parte del Estado, lo cual
incluye la formula genérica de la libertad consagrada en el artículo 19 de la Constitución según la cual, “todo
lo que no está prohibido está permitido”.

Sus expresiones principales son:

Libertad corporal o física: importa el derecho a no ser detenido sin causa justa y mediante la forma legal
establecida, que surge del artículo 18 cuando prescribe que “…nadie puede ser (…) arrestado sino en virtud
de orden escrita de autoridad competente”. La protección constitucional descarta la posibilidad de padecer
retenciones corporales o forzosas, o de realizar prestaciones forzosas injustas

También encontramos sustento constitucional con relación a la libertas corporal o física en el artículo 17 que
establece la prohibición de la exigencia de un servicio personal, que solo constituye una obligación, si dicho
servicio es exigido “en virtud de ley o sentencia fundada en ley”.

La Constitución reconoce en el artículo 14 la libertad de “entrar, permanecer, transitar y salir del territorio
argentino”… Este derecho implica asimismo la libertad de desplazamiento, traslado, la residencia, la
radicación o domicilio en el lugar que se elige, e incluye de igual modo los llamados derechos de tránsito
interno a la circulación de carruajes, buques o bestias consagrados en los artículos 11 y 12 obviamente
extendido mediante la interpretación jurisprudencial a todo medio de locomoción marítimo, terrestre o aéreo.

La facultad de entrar al país es concedida por la Constitución a todo habitante, extendiéndose ese derecho a
los nacionales o ciudadanos extranjeros con intención de residir -artículo 25-, así como a quien ya es habitante,
y después de haber salido pretende entrar nuevamente, y a quien pretende ingresar al país sin intención de
residir en él. El Estado regula la entrada y salida del país, y toda persona debe cumplir con la reglamentación
razonable establecida que es controlada por la Dirección Nacional de Migraciones.

El derecho de permanecer apunta a una residencia más o menos estable, que puede considerarse a título de
turista, o residente transitorio, como a título de residente permanente. La permanencia convierte a la persona
que ha ingresado legalmente en miembro de la población del Estado sometiéndola a su jurisdicción. La forma
más duradera de permanencia es la que confiere propiamente la calidad de habitante.

El derecho de transitar presupone el de cambiar de residencia o domicilio dentro del país, y el de circular por
cualquier medio razonable al efecto, y conforme las limitaciones reglamentarias fijadas.

El derecho de salir del territorio abarca el de hacerlo con intención definitiva o transitoria. El habitante que
sale del país no pierde su condición de tal por causa de la ausencia.

Libertad de intimidad: La fórmula del artículo 19 de la Constitución Nacional establece una esfera de
intimidad, que deja reservadas a Dios y exenta de la autoridad de los magistrados, a las llamadas “acciones
privadas de los hombres”, que son caracterizadas como aquellas “que de ningún modo ofendan al orden, a
la moral pública, ni perjudiquen a terceros”.

Se trata del reconocimiento de una zona de reserva personal o individual, que atañe al principio de autonomía
del ser humano. Para que una acción sea considerada dentro de esta esfera de reserva no hace falta que
permanezca ajena al conocimiento de terceros, puesto que una multiplicidad de conductas que son advertidas
por terceros, tales como usar símbolos religiosos del culto que se profesa, se reputan inherentes a la vida
privada.

Si bien el principio de reserva de la esfera de intimidad individual establecido en el artículo 19 CN implica


preservar ese espacio de las intrusiones del Estado, esto no quiere decir que sea un espacio por fuera del
derecho. Por el contrario, el área de libertad forma parte del mundo jurídico, puesto que es un espacio de
licitud jurídicamente relevante.

La Corte Suprema de Justicia se ha referido específicamente a esta esfera de reserva individual en el fallo
“Ponzetti de Balbín”, allí se puntualizó que “el derecho a la privacidad e intimidad se fundamenta
constitucionalmente en el art. 19 de la ley suprema. En relación directa con la libertad individual protege
jurídicamente un ámbito de autonomía individual constituida por los sentimientos, hábitos y costumbres,
las relaciones familiares, la situación económica, las creencias religiosas, la salud mental y física y, en suma,
las acciones, hechos o actos que, teniendo en cuenta las formas de vida aceptadas por la comunidad están
reservadas al propio individuo y cuyo conocimiento y divulgación por los extraños significa un peligro real o
potencial para la intimidad.”

Derecho a la identidad.

Se considera un desprendimiento del derecho a la intimidad. Se refiere a la posibilidad de las personas de


escoger su opción de vida, de elegir y construir su proyecto personal de existencia.

De aquí se desprende a su vez el derecho a la identidad biológica, que en este punto es además una vertiente
del derecho a la verdad, y que se refiere a la potestad de conocer la filiación biológica individual. Desde el
momento de su nacimiento, toda persona tiene derecho a obtener una identidad. Todos los niños y las niñas
tienen derecho a poseer una identidad oficial, es decir, a tener un nombre, un apellido, una nacionalidad y a
conocer la identidad de sus progenitores.

También comprende el derecho a conservar en la intimidad opciones tomadas en el plano más personal, como
ser la opción sexual, y a la exigencia de respeto o tolerancia frente a tales opciones si uno decide hacerlas
públicas.

Actualmente, la doctrina, la jurisprudencia, y la recepción normativa han avanzado en el reconocimiento del


respeto a la identidad de género, entendiendo como tal a la vivencia interna e individual del género de la
forma como cada persona la siente, la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del
nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo.

En nuestro país, la ley 26.743 ampara el reconocimiento a la identidad de género y garantiza:

- Desarrollarse libremente como persona conforme a tu identidad de género.

- Recibir un trato digno de acuerdo con dicha identidad.

- Ser identificada/o con tu nombre de pila, tu propia imagen y sexo.

Libertad de expresión.

Se refiere a la libertad de transmitir, de poner en la esfera pública las opiniones, creencias, ideas del individuo,
a través de cualquier medio. La Constitución histórica no posee una referencia concreta a la libertad de
expresión, por lo que la doctrina la ha situado como contenida dentro de la libertad de prensa contemplada
en el artículo 14. Luego de la reforma de 1994, las cláusulas de los tratados de derechos humanos referidas a
la protección amplia de la libertad de expresión han adquirido jerarquía constitucional, generando una
ampliación de derechos que alcanza a todas las formas de expresión.

Por tanto, podemos definir a la libertad de expresión como el derecho de hacer público y a transmitir el
pensamiento -ideas, voliciones, sentimientos- a través de las más variadas formas de comunicación (oral,
escrita, TV, Teatro, símbolos, gestos, digitalmente, etc.).

La Constitución Nacional establece tres cláusulas concretas relativas a la libertad de expresión que se refieren
a la especie libertad de prensa:
- El artículo 14 indica que todo habitante cuenta con el derecho de "publicar sus ideas por medio de la prensa,
sin cesura previa" entendiendo como tal, a toda medida que implique un control o revisión anticipada del
material que se quiere exteriorizar. Esto significa que dicho material no puede ser censurado ni controlado
antes de que saber a la luz. La prohibición constitucional se refiere a todos los medios de expresión, y a todo
tipo de contenido. Está dirigida a todos los órganos del poder -poder ejecutivo, legislativo y judicial.

Si bien el material no puede ser revisado antes de su exteriorización, si puede ser revisado y restringido
razonablemente luego de ser exteriorizado. Y si a través de la exteriorización del material se cometió un abuso
de derecho o se incurrió en un delito (injuria, calumnias, falso testimonio, etc.) su autor será responsable.

- El artículo 32 añade que el Congreso “no dictará leyes que restrinjan la libertad de imprenta o establezcan
sobre ella la jurisdicción federal.”

- El artículo 75, inc. 19 asegura, paralelamente, “la libre creación y circulación de las obras del autor”.

Asimismo, la libertad de expresión se vincula directamente con el derecho de pensamiento, entendiendo


como tal a la libertad de pensar, que se asocia a la libertad de creencias y libertad de conciencia. La Corte
Suprema de Justicia de la Nación incorporó todas estas dimensiones como incluidas en la lectura comprensiva
del artículo 33, en tanto derechos no enumerados, en su histórico fallo Ponzetti de Balbín.

Libertad de culto.

Para Bidart Campos, hay discrepancia en la doctrina, la libertad religiosa se desglosa en dos aspectos
fundamentales: a) La libertad de conciencia, y b) la libertad de culto.

La libertad de conciencia radica en la intimidad de la persona, se encuentra dentro del ámbito de la privacidad,
y se manifiesta en el derecho de una persona frente al estado y frente a los demás personas, para que en su
fuero interno no se produzcan interferencias coactivas en materia política, social, filosófica o religiosa. Es la
libertad de creer.

La libertad de culto es la exteriorización y práctica de la libertad de conciencia, de la religión elegida.

La libertad de conciencia contiene un derecho absoluto, ya que no se puede reglamentar, ni restringir por el
Estado y por los demás. Es una variante de la libertad de pensamiento y comprende el derecho a pensar y
creer libremente, el derecho de cada uno a formar su propio juicio, sin interferencias.

La libertad de culto alude al derecho de exteriorizar y practicar determinada confesión religiosa, es una especie
y una proyección de la libertad de conciencia.

La libertad religiosa tiene multiplicidad de contenidos (de las personas, de las iglesias o confesiones, de cada
persona, de la no discriminación, sobre el matrimonio, la asistencia religiosa a sus fieles, a la formación de sus
ministros, etc.), que favorecen a todos los hombres y mujeres sin discriminación.

La libertad de Cultos no es absoluta, debe ejercerse conforme a las leyes que reglamentan su ejercicio. Los
arts. 14 y 20 disponen que debe existir una legislación razonable para no afectar el orden público.

El Estado argentino adoptó el sistema del régimen secular frente al poder religioso al reconocerlo institucional
y políticamente aceptando las relaciones del Estado con la comunidad religiosa. Privilegia la religión católica
respetando la libertad de cultos, es decir la formula libertad de cultos sin igualdad de cultos. Esto no implica
la oficialidad de la Iglesia, ni que el catolicismo constituya la religión del estado. El artículo 2 de la Constitución
establece que "el Gobierno Federal sostiene el Culto Católico Apostólico Romano", no se refiere a lo
económico, sino a la unión moral del Estado y la Iglesia, y al reconocimiento de la Iglesia como persona jurídica
de derecho público, no estatal, o de existencia necesaria, como la calificó Vélez Sarsfield.

Nuestro derecho constitucional reconoce la libertad religiosa, al disponer el artículo 14 “el derecho a profesar
libremente el culto”, y al admitir implícitamente, como ya hemos señalado, la libertad de conciencia en el
artículo 33. Debemos sumar también, en cuanto al sistema tutelar en esta materia, al derecho a la intimidad
del artículo 19, y el artículo 20 sobre la libertad de cultos para los extranjeros, lo cual nos permiten, junto con
el ya citado artículo 2, edificar la doctrina de la libertad de conciencia, de creencias y de culto.

Los Tratados Internacionales sobre derechos humanos que gozan de jerarquía constitucional, entre ellos el
Pacto de San José de Costa Rica, advierten que la libertad religiosa abarca la de elegir religión, cambiarla,
profesarla en privado y en público, y manifestarla, sea individualmente o en forma colectiva. En el mismo
sentido se expresa el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos en sus artículos 18 y 20.

La libertad religiosa requiere, como un contenido importante, la admisión estatal de la objeción de conciencia
en todos los campos donde su disponibilidad por el sujeto no arriesga ni perjudica interese de terceros.

Libertad de comercio o industria.

La doctrina ha predicado la correlación en esta materia de los artículos 14 y 20 de la Constitución Nacional,


de donde surgen los derechos de comerciar, navegar, ejercer industria lícita, trabajar y ejercer profesión. En
el marco amplio, estos derechos se refieren a lo que es considerado como libertad económica que, al
momento de su reglamentación a través de las leyes específicas, debe respetar ciertas pautas, contenidas en
los incisos 19 y 23 del artículo 75: “proveer al desarrollo humano, al progreso económico con justicia social,
al crecimiento armónico de todo el territorio, al desarrollo del empleo, etc.”

“Artículo 14: Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes
que reglamenten su ejercicio; a saber: de trabajar y ejercer toda industria lícita…”.

“Artículo 20: Los extranjeros gozan en el territorio de la Nación de todos los derechos civiles del
ciudadano; pueden ejercer su industria, comercio y profesión; poseer bienes raíces, comprarlos y
enajenarlos; navegar los ríos y costas; ejercer libremente su culto; testar y casarse conforme a las
leyes. No están obligados a admitir la ciudadanía, ni a pagar contribuciones forzosas
extraordinarias. Obtienen nacionalización residiendo dos años continuos en la Nación; pero la
autoridad puede acortar este término a favor del que lo solicite, alegando y probando servicios a la
República”.

Derecho a la igualdad jurídica.

La igualdad es un valor que nos fue revelado por la filosofía antigua griega, pasando por el humanismo cristiano
del siglo IV, y cobrando vital importancia con los filósofos iusnaturalistas e iluministas de los siglos XVI a XIX.
Muchos colaboraron en el respaldo teórico del por qué tal principio filosófico era necesario para el coexistir
del hombre. Hoy en día no cabe duda su necesario respeto y, junto con la libertad, se encuentra respaldado
por la mayoría de las sociedades civilizadas en sus cuerpos de derecho.

Los personajes políticos en nuestra historia no fueron ajenos al hecho de conjugar estos ideales como valores
fundamentales para la convivencia en armonía. Ya sea desde los artículos de Mariano Moreno, influenciado
por Jean Jacques Rousseau; hasta los escritos del tucumano Juan Bautista Alberdi, bajo la influencia del
liberalismo, siempre hubo un intento por compenetrar los principios de la igualdad y la libertad en la sociedad
argentina. Muchos fueron los que con su esfuerzo y dedicación dejaron para la posteridad tales valores
impresos en nuestra Constitución Nacional.
Todos las personas participan de una igualdad jurídica, que se dirige a evitar la existencia de discriminaciones
arbitrarias. De este modo, el derecho a la igualdad establece que todas las personas son iguales ante la ley,
sin que puedan existir privilegios ni prerrogativas de sangre o títulos nobiliarios. Nuestra Constitución lo
establece de forma expresa en el artículo 16, donde se indica que “La Nación Argentina no admite
prerrogativas de sangre, ni de nacimiento: no hay en ella fueros personales ni títulos de nobleza. Todos sus
habitantes son iguales ante la ley, y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad. La
igualdad es la base del impuesto y de las cargas públicas.”.

En una primera parte, el artículo dice "La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de
nacimiento..." Ello es un legado de la Asamblea Constituyente de 1813 cuando el 2 de febrero de ese año
suprimió los títulos de nobleza y le puso fecha final a la condición de opresión de los esclavos decretando la
"libertad de vientres", entrando en rigor para toda persona que hubiese nacido en territorio argentino desde
el 31 de enero de 1813 en adelante. Así, la Argentina reafirmaba su tradición antiesclavista al contrario de lo
que sucedía en Brasil y Estados Unidos.

Existen dos tipos de igualdad dice el Dr. Bidart Campos: una formal y otra real. La igualdad formal es aquella
en que todos somos considerados como iguales ante la ley, todos somos sujetos de derecho con iguales
derechos civiles. La igualdad real es aquella en que el Estado juega un rol “activo” impulsando políticas públicas
para estabilizar la igualdad económica-social de sus habitantes. Un ejemplo en nuestra Constitución sobre
igualdad real la encontramos en el artículo 14 bis.

El artículo 16 garantiza la igualdad formal-jurídica cuanto dice que: "Todos sus habitantes son iguales ante la
ley, y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad."

Un ejemplo que podemos dar, es que la Constitución expresa que toda persona puede ser admitida en
cualquier empleo sin que haya privilegios para algunos o restricciones para otros, pero la igualdad como valor
ético no puede borrar las desigualdades en las aptitudes naturales de cada individuo, o los requisitos
específicos necesarios para determinados empleos, las cuales son diversos y distintos. Quiroga Lavié explica
que es totalmente constitucional realizar clasificaciones o categorizaciones por parte de la ley, pero siempre
que no incurra en diferenciaciones arbitrarias, como ser: por raza, sexo, nacionalidad, lengua, opinión política,
etc.

Con relación a la parte final del artículo 16, en cuanto a que "La Nación Argentina no admite prerrogativas
de sangre, ni de nacimiento: No hay en ella fueros personales ni títulos de nobleza", Linares Quintana
comenta que los fueros tuvieron origen en la edad media y consistía en otorgarle a determinadas personas la
posibilidad de ser juzgadas por sus "iguales", asumían tres formas distintas: fuero militar, fuero eclesiástico y
fuero universitario.

Por último, el artículo 16 hace alusión a la igualdad fiscal: "La igualdad es la base del impuesto y de las cargas
públicas". Debe entenderse la igualdad fiscal en términos relativos y no absolutos, ya que los impuestos
pueden, y a nuestro entender deben, consagrar una carga mayor sobre aquellas personas que poseen un
mayor número de bienes aplicando políticas fiscales redistributivas.

Para concluir, se puede decir que el principio de la igualdad, como valor rector, está presente en nuestra
Constitución, tanto en su sentido formal como en su sentido real, constituyendo así una fuente de "justicia
social" para la sociedad actual y la venidera, en un marco de cooperación mutua para el goce de nuestras
libertades.

Si bien como vimos la Constitución histórica consagraba de esta forma la igualdad formal, la igualdad ante la
ley, la reforma constitucional de 1994 incluyó algunas prescripciones que avanzan hacia la consagración
material de la igualdad.
Derecho a la educación.

El derecho a la educación es un derecho humano reconocido en muchas constituciones internacionales y en


muchos textos internacionales relativos a los derechos humanos. Se entiende como el derecho a una
educación primaria gratuita obligatoria para todos los niños, una obligación a desarrollar una educación
secundaria accesible para todos los jóvenes, como también un acceso equitativo a la educación superior, y
una responsabilidad de proveer educación básica a las personas que no han completado la educación primaria.
Adicionalmente a estas previsiones sobre acceso a la educación abarcan también la obligación de eliminar la
discriminación en todos los niveles del sistema educativo, fijar estándares mínimos, y mejorar la calidad.

Este derecho está contenido en numerosos tratados internacionales de derechos humanos pero su
formulación más extensa se encuentra en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales de las Naciones Unidas, el cual posee rango constitucional en Argentina, ratificado por casi todos
los países del mundo. El Pacto en su artículo 13 reconoce el derecho de toda persona a la educación.

Artículo 13 del PIDESyC: "Los Estados convienen en que la educación debe orientarse hacia el pleno
desarrollo de la personalidad humana y del sentido de su obra hacia dignidad, y debe fortalecer el
respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales. Convienen asimismo en que la
educación debe capacitar a todas las personas para participar efectivamente en una sociedad libre,
favorecer la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y entre todos los grupos
raciales, étnicos o religiosos, y promover las actividades de las Naciones Unidas en pro del
mantenimiento de la paz. La enseñanza primaria debe ser obligatoria y accesible a todos
gratuitamente; La enseñanza secundaria, en sus diferentes formas, incluso la enseñanza secundaria
técnica y profesional, debe ser generalizada y hacerse accesible a todos, por cuantos medios sean
apropiados, y en particular por la implantación progresiva de la enseñanza gratuita; la enseñanza
superior debe hacerse igualmente accesible a todos, sobre la base de la capacidad de cada uno, por
cuantos medios sean apropiados, y en particular por la implantación progresiva de la enseñanza
gratuita; Debe fomentarse o intensificarse, en la medida de lo posible, la educación fundamental
para aquellas personas que no hayan recibido o terminado el ciclo completo de instrucción primaria;
Debe proseguir activamente el desarrollo del sistema escolar en todos los ciclos de la enseñanza,
implantar un sistema adecuado de becas, y mejorar continuamente las condiciones materiales del
cuerpo docente”.

Además este mismo tratado establece que los "Estados Partes en el presente Pacto se comprometen a
respetar la libertad de los padres y, en su caso, de los tutores legales, de escoger para sus hijos o pupilos
escuelas distintas de las creadas por las autoridades públicas, siempre que aquéllas satisfagan las normas
mínimas que el Estado prescriba o apruebe en materia de enseñanza, y de hacer que sus hijos o pupilos
reciban la educación religiosa o moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones."

Nuestra Constitución Nacional, en su texto histórico, reconoce el derecho a la educación en su artículo 14:

“Artículo 14: Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes
que reglamenten su ejercicio; a saber: … de enseñar y aprender”.

Se establece aquí un área de libertad en relación al acceso a la educación, que sin embargo debe compaginarse
con la facultad del Estado de establecer la forma y los contenidos de los planes de enseñanza que poseen
carácter obligatorio. En el plano de la educación estatal, se deben respetar los principios de gratuidad y
equidad.

El artículo 14 reconoce el derecho de enseñar y aprender. Tiene el alcance de habilitar a toda persona, o a
toda asociación, para impartir enseñanza, y a todo habitante para recibirla. Lo que importa es el efecto jurídico
que surge de tal enseñanza, como el reconocimiento por parte del estado de los títulos, diplomas, etc. de los
estudios cursados. En la actualidad este derecho se amplía al derecho a la educación, a la cultura, a informarse
e investigar, y al derecho a difundir conocimientos, informaciones o investigaciones.

El derecho de enseñar es la facultad de educar a quien lo necesite, transmitiéndole conocimientos. Este


derecho es ejercido, en primer lugar, por los padres con relación a los hijos, por la familia en general, y luego,
por supuesto, por las entidades educativas (escuelas, universidades, etc.).

El derecho de aprender implica adquirir conocimientos, elegir maestros, escuelas, métodos de aprendizaje y
orientación de la enseñanza. El Estado debe reglamentar este derecho para evitar que sea utilizado en
perjuicio de las personas o poner en peligro la paz social.

La enseñanza pública debe ser gratuita y equitativa, es decir, gratuita para todos y equitativa para garantizarle
las posibilidades de acceso y permanencia a las personas que no cuentan con recursos (becas, subsidios para
estudiar, etc.).

La reforma constitucional de 1994 introdujo lineamientos específicos en cuanto al derecho a la educación y la


cultura. En especial, el inciso 19 del artículo 75 dispone como facultad del Congreso el sancionar leyes de
organización y de base de la educación “que consoliden la unidad nacional respetando las particularidades
provinciales y locales; que aseguren la responsabilidad indelegable del Estado, la participación de la familia
y la sociedad, la promoción de los valores democráticos y la igualdad de oportunidades y posibilidades sin
discriminación alguna; y que garanticen los principios de gratuidad y equidad de la educación pública estatal
y la autonomía y autarquía de las universidades nacionales.”

Otros artículos de la Constitución Nacional referidos a la educación son los siguientes:

- Artículo 5: las provincias deben garantizar la educación primaria.

-Artículo 25: otorga a los extranjeros el derecho a enseñar ciencias y artes.

- Artículo 75 inc. 18: Atribución del congreso de organizar la educación en todos los niveles.

Derecho de asociación.

La Constitución establece dos disposiciones con respecto a la libertad de asociación. Por un lado, la del artículo
14, el clásico texto que consagra la libertad de asociación con fines útiles, de clara inspiración liberal.
Posteriormente, como veremos en su momento al abordar los derechos sociales, se producirá un cambio
conceptual, con efectos normativos, con la incorporación del artículo 14 bis en la reforma de 1957.

El artículo 14 reconoce el derecho de libre asociación, que se expresa en la facultad de unirse para formar
grupos o asociaciones con finalidades lícitas. La doctrina lo ha considerado habitualmente una derivación de
las libertades de expresión y reunión.

“Artículo 14: Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes
que reglamenten su ejercicio (…) de asociarse con fines útiles…”.

Derecho de propiedad.

Se trata de uno de los derechos protegido con mayor fuerza por el constitucionalismo clásico o moderno, lo
que se explica por el lugar privilegiado que ocupa la propiedad en la concepción liberal. Nuestra Constitución
reconoce este derecho en los artículos 14 y 17. Los titulares de este derecho son tanto los individuos como
las personas jurídicas, mientras que el sujeto pasivo puede ser el Estado y el resto de los particulares o
personas de existencia ideal, desde que la fórmula del artículo 17 prescribe la inviolabilidad de la propiedad
privada.

Por su parte, el contenido de este derecho ha sido identificado en doctrina y en jurisprudencia con todos los
bienes materiales e inmateriales susceptibles de apreciación económica.

El derecho de propiedad es sin duda alguna uno de los pilares fundamentales sobre los que se sostienen las
sociedades prósperas y activas. Claro está que, como todo derecho, la inviolabilidad de la propiedad no es “un
derecho absoluto” sino que, en aras de salvaguardar la convivencia social, es susceptible de reglamentación
razonable. Sólo se admiten, taxativamente -a nuestro criterio- tres excepciones al principio de inviolabilidad,
que surgen claramente del texto constitucional.

La primera, es la que encabeza el artículo 17 estableciendo que “La propiedad es inviolable, y ningún
habitante de la Nación puede ser privado de ella, sino en virtud de sentencia fundada en ley...”. La propiedad
en este caso puede perderse por una sentencia judicial que así lo ordena, con independencia de la voluntad
del titular del derecho. La transmisión tiene lugar por la sola fuerza de la sentencia que la autoriza, siempre
que esté fundada en una ley que la autoriza y una decisión judicial que la ordena. Esta protección ampara
contar cualquier violación de la propiedad privada proveniente tanto del Estado como de particulares.

La segunda de las limitaciones, proveniente del derecho francés es la institución de la expropiación,


contemplada en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (artículo 17). Nuestra
Constitución toma textuales los extremos allí plasmados para que la expropiación revista carácter
constitucional y ellos son; una ley previa que declare la necesidad de utilidad pública del bien a expropiarse y,
una indemnización justa.

La tercera limitación, es la que se refiere al poder de imposición del Estado facultad derivada del poder
soberano del mismo. Este poder encuentra su justificación en el deber de los habitantes a la contribución del
sostenimiento del Estado, en tal sentido el artículo 4 de la Constitución Nacional expresa “...las demás
contribuciones que equitativa y proporcionalmente a la población imponga la Congreso General...”, en
consonancia con ello el artículo 17 establece “... Sólo el Congreso impone las contribuciones que se expresan
en el artículo 4...”.

La reforma constitucional de 1994 ha extendido las limitaciones a este derecho, que con anterioridad a la
reforma estaban restringidas a ciertas utilidades sociales como el derecho a la servidumbre o lo referente al
trabajo y la seguridad social en el artículo 14bis CN, estableciendo ciertas restricciones que han sido
caracterizadas como sociales, a saber: a) derecho de consumidores en el artículo 42; b) derecho a un ambiente
sano artículo 41.

“Artículo 14: Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes
que reglamenten su ejercicio; a saber: de usar y disponer de su propiedad…”.

“Artículo 17: La propiedad es inviolable, y ningún habitante de la Nación puede ser privado de ella,
sino en virtud de sentencia fundada en ley. La expropiación por causa de utilidad pública, debe ser
calificada por ley y previamente indemnizada. Sólo el Congreso impone las contribuciones que se
expresan en el Artículo 4º. Ningún servicio personal es exigible, sino en virtud de ley o de sentencia
fundada en ley. Todo autor o inventor es propietario exclusivo de su obra, invento o descubrimiento,
por el término que le acuerde la ley. La confiscación de bienes queda borrada para siempre del
Código Penal argentino. Ningún cuerpo armado puede hacer requisiciones, ni exigir auxilios de
ninguna especie”.
Los Derechos Políticos en la Constitución Nacional
Dres. Domingo Rodríguez Basalo y Daniel Di María

Introducción.

Los Derechos Políticos son aquellos que la Constitución otorga a los ciudadanos, como el derecho
de votar, a ser postulados para un cargo de elección popular, o a participar en los asuntos públicos
del país. Los derechos políticos pertenecen exclusivamente a la persona como ciudadano, es decir,
los adquiere con la mayoría de edad.

Podemos definir a los derechos políticos como el conjunto de condiciones que posibilitan al
ciudadano participar en la vida política, constituyendo la relación entre el ciudadano y el Estado,
entre gobernantes y gobernados.

Como categoría divisible, la doctrina ha caracterizado a los derechos políticos como aquellos cuyos
titulares son: a) ciudadanos o extranjeros expresamente habilitados; b) entidades políticas
reconocidas como tales; y cuyo ejercicio sólo posee una finalidad política.

Los derechos políticos en el texto constitucional.

La reforma constitucional de 1994, además de ampliar considerablemente la nómina de los


derechos civiles, ya sea en forma expresa o mediante la incorporación con jerarquía constitucional
de tratados internacionales sobre derechos humanos, ha consagrado explícitamente varios
derechos políticos.

Comienza con una declaración genérica en el artículo 37:

"Esta Constitución garantiza el pleno ejercicio de los derechos políticos, con arreglo al
principio de la soberanía popular y de las leyes que reglamentan su ejercicio".

Algunos de los derechos, ahora incluidos, podían considerarse vigentes con anterioridad, por
hallarse entre los denominados derechos implícitos o "no enumerados", a los que se refiere el
artículo 33 de la Constitución y “que nacen del principio de la soberanía del pueblo y de la forma
republicana de gobierno”, tal es el caso del derecho de sufragio, o los relacionados con los partidos
políticos. Otros en cambio son novedosos en nuestro régimen constitucional federal, aunque ya
existían en las Constituciones de provincia. Este comentario abarcará los siguientes derechos:

- El derecho de resistencia a la interrupción del orden constitucional (art. 36).

-El derecho de sufragio (art. 37).

-El derecho a la igualdad de sexos para acceder a cargos políticos (art. 37).

-Los derechos de los partidos políticos (art. 38).

-El derecho de iniciativa popular (art. 39).

-El derecho de opinión en la consulta popular (art. 40).


El derecho de resistencia a la interrupción del orden constitucional.

El artículo 36 de la Constitución, en su nuevo texto, comienza declarando: "Esta Constitución


mantendrá su imperio aun cuando se interrumpiere su observancia por actos de fuerza contra el
orden institucional y el sistema democrático". Luego, en el tercer párrafo establece: “Todos los
ciudadanos tienen el derecho de resistencia contra quienes ejecutaren los actos de fuerza
enunciados en este artículo". Esta disposición, con antecedentes inmediatos en Constituciones de
provincia (San Juan, art. 123; Jujuy, art. 60; Córdoba, art. 17; etc.), está claramente vinculada a la
desafortunada experiencia argentina en el siglo XX en materia de golpes de estado y gobiernos de
facto. Tiene una relativa relación con el derecho de "resistencia a la opresión", de larga trayectoria
en la historia de los derechos humanos y defendido por nombres ilustres como Santo Tomás de
Aquino, Hugo Grocio, John Locke, etc. El de resistencia a la opresión es, en efecto, uno de los
derechos humanos tradicionales. El artículo 2 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano francesa de 1789, estableció: "El objeto de toda asociación política es la conservación de
los derechos naturales e imprescriptibles del hombre. Esos derechos son la libertad, la propiedad, la
seguridad y la resistencia a la opresión". Ese derecho de reacción contra el despotismo y la pérdida
de libertad, es la legítima defensa de los derechos humanos. Su ejercicio se justificaría también
frente a un gobierno legítimamente establecido, conforme a la tradición o a la ley.

El establecido por el art. 36 de la Constitución es, en cambio, un derecho de reacción contra la


interrupción de la continuidad constitucional. Esencialmente se basa en el principio de la soberanía
popular y, consecuentemente, en la defensa del gobierno democrático formalmente constituido,
cualesquiera fueran sus virtudes o defectos. Es fruto de un concepto optimista de la democracia,
que confía en el libre funcionamiento de las instituciones del Estado como remedio a cualquier
forma de despotismo o abuso de poder.

El derecho de sufragio.

El sufragio es la expresión de la voluntad política individual, que tiene por objeto contribuir a la
voluntad colectiva, para designar representantes del pueblo en los cargos de gobierno, o decidir
sobre cuestiones de interés de la comunidad. Fue siempre un clásico ejemplo de derecho implícito
o no enumerado, nacido del “principio de soberanía del pueblo y de la forma republicana de
gobierno" -artículo 33-, y de disposiciones de la propia Constitución que, al establecer la elección
popular, reconocían el sufragio como su indispensable presupuesto.

Ahora, luego de la Reforma de 1994, el artículo 37 lo consagra expresamente, fijando además,


frente a las diversas clases posibles de sufragio (universal o calificado; facultativo u obligatorio;
público o secreto), los caracteres que habrán de respetar las leyes reglamentarias: "El sufragio es
universal, igual, secreto y obligatorio". Recordemos que la Ley 26.774 del 2012 establece en su
Artículo 1°: “Modificase el artículo 7° de la ley 346, que quedará redactado de la siguiente manera:
Artículo 7°: Los argentinos que hubiesen cumplido la edad de dieciséis (16) años, gozan de todos los
derechos políticos conforme a la Constitución y a las leyes de la República”.
EL DERECHO DE REUNIÓN

El derecho de reunión, propio de la democracia, se conecta con otros derechos constitucionales de


los cuales constituye una derivación necesaria aunque, en rigor, se vincula estrechamente con el
principio de soberanía del pueblo y la forma republicana de gobierno.

Si bien la doctrina lo consideró como un derecho constitucional no enumerado o implícito que surgía
del art. 33 de la CN, a partir de la reforma de la Constitución de 1994, que atribuye jerarquía
constitucional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos, corresponde incluirlo entre los
nuevos derechos.

El principio que rige en la materia es el de no afectación de los derechos de terceros (art. 19 CN) y
aunque el sistema de la Constitución resulta favorable, en principio, al ejercicio de las libertades,
éstas no deben realizarse en oposición a las libertades de los demás ciudadanos. Se impone pues,
la teoría de la armonización de los derechos, habida cuenta que, en principio, los derechos
constitucionales no son absolutos, y se hallan sujetos a reglamentaciones razonables.

Con todo, el ejercicio del derecho de reunión no debe confundirse con los medios violentos de
acción directa (cortes de ruta, piquetes, etc.) que afectan el transporte o el simple desplazamiento
de los ciudadanos, los cuales configuran delitos contra la seguridad del tránsito y de los medios de
transporte y de comunicación, reprimidos por el Código Penal.

Igualdad de sexos para acceder a cargos públicos.

La Constitución Nacional siempre garantizó a todos los habitantes la igualdad ante la ley y la
admisibilidad en los cargos públicos "sin otra condición que la idoneidad" artículo 16. Nadie podría
hoy considerar racional la distinción entre hombres y mujeres para desempeñar cargos públicos, de
modo que una ley con esa diferenciación irrazonable hubiera sido sin duda declarada
inconstitucional. La única diferenciación racional posible es la idoneidad de cada uno, sin distinción
de sexo.

El artículo 37 reformulado en 1994 dispone en su segundo apartado: "La igualdad real de


oportunidades entre varones y mujeres para acceder a los cargos públicos y partidarios se
garantizará por acciones positivas en la regulación de los partidos políticos y en el régimen
electoral". La garantía, que es en realidad una acción de promoción de la regulación a través de
leyes del Congreso de acciones de discriminación positiva, se extiende a los "cargos partidarios",
configurando una norma reglamentaria de los partidos políticos, que debe agregarse a las del
artículo 38 que seguidamente comentaremos.

"Acciones positivas" en la reglamentación de partidos políticos y elecciones, parece significar algo


más que meras declaraciones programáticas. Este mandato constitucional, se materializó en la ley
24012, que modificó el art. 60 del Código Electoral, obligando a incorporar por lo menos un tercio
de las candidatas mujeres, en las listas partidarias para elecciones de miembros de cuerpos políticos
colegiados, y con posibilidades de ser electas. Posteriormente se sancionó la ley 27412 de “paridad
de género en ámbitos de representación política” la cual establece en su artículo 1 que: “Las listas
de candidatos/as que se presenten para la elección de senadores/as nacionales, diputados/as
nacionales y parlamentarios/as del Mercosur deben integrarse ubicando de manera intercalada
a mujeres y varones desde el/la primer/a candidato/a titular hasta el/la último/a candidato/a
suplente”.

Los partidos políticos como instituciones fundamentales.

Los partidos políticos no fueron previstos por la doctrina de la representación política, creadora a
su vez de la democracia representativa moderna. Sin embargo fueron una consecuencia necesaria
del régimen democrático representativo, junto al cual se han desarrollado en estrecha
interdependencia. Tanto es así que, además de ser indispensables, la organización, funcionamiento
y tendencia de los partidos políticos, influye decisivamente en el régimen político real de cada
Estado.

Hoy día predominan en el mundo los partidos democráticos "de masas", que desplazaron por
completo a los primitivos partidos "de notables". Se han transformado así en organizaciones
permanentes indispensables en la vida política, con una maquinaria en perfecto funcionamiento y
a cargo de políticos profesionales. Ya nadie se atreve a discutir las importantes funciones que
cumplen los partidos políticos: encausar la voluntad popular de múltiples tendencias; seleccionar y
proponer los candidatos para ocupar los cargos de gobierno; educar a la ciudadanía en materia
política; proyectar la política arquitectónica del Estado; intermediar en la comunicación entre la
opinión pública y el gobierno; y controlar al gobierno e influir en sus decisiones.

El nuevo artículo 38 de la Constitución Nacional establece: "Los partidos políticos son instituciones
fundamentales del sistema democrático. Su creación y el ejercicio de sus actividades son libres
dentro del respeto a esta Constitución, la que garantiza su organización y funcionamiento
democráticos, la representación de las minorías, la competencia para la postulación de candidatos
a cargos públicos electivos, el acceso a la información pública y la difusión de sus ideas. El Estado
contribuye al sostenimiento económico de sus actividades y de la capacitación de sus dirigentes.
Los partidos políticos deberán dar publicidad del origen y destino de sus fondos y patrimonio".

La norma constitucional comienza pues por reconocer expresamente, a los partidos políticos, la
condición de instituciones fundamentales en el sistema democrático. De tal manera, además de
otorgarles rango constitucional, los transforma en personas de existencia necesaria en el Estado
que, por su organización democrática, no podría funcionar sin ellos. En su segundo párrafo el
precepto consagra como regla, la libertad de creación y de ejercicio de las actividades de los
partidos, aunque las condicione al respeto de las normas y principios de la Constitución.

La “organización y funcionamiento democráticos" que el artículo 38 garantiza e impone a los


partidos, se vincula con la vida interna de cada uno de ellos. Hay una tendencia inevitable en toda
organización política a la formación de élites dominantes, que se acentúa más cuanto mayor es la
organización. Robert Michels exponía en 1911 esa ley de hierro de las oligarquías, señalando que
toda organización, incluidos los partidos políticos y los sindicatos, "necesita dirección y conducción
y éstas inevitablemente, son ejercidas por una minoría, que resulta más reducida proporcionalmente
a medida que aumenta el volumen de la organización". La aplicación obligatoria de principios
democráticos dentro de cada partido, tiende a evitar que se establezca y perpetúe esa autoridad
oligárquica y piramidal.

La “competencia para la postulación de candidatos”, es una atribución tradicionalmente otorgada


en monopolio a los partidos políticos. La libertad de "acceso a la información pública" y la libertad
de "difusión de sus ideas", son imprescindibles para el cumplimiento de los cometidos de los
partidos políticos. La primera, que constituye además un principio republicano por excelencia, es
con mayor razón indispensable para estas organizaciones, a las que compete orientar la formación
de la opinión pública y proyectar planes de gobierno. En cuanto a la difusión de las ideas políticas,
es inconcebible un partido sin esa libertad, comprendida por otra parte en la genérica libertad de
expresión.

El “sostenimiento económico de sus actividades y de la capacitación de sus dirigentes", por parte


del Estado -no en forma total sino como contribución o ayuda- es justo y conveniente en el régimen
democrático representativo, en beneficio de las organizaciones menos poderosas y, sobre todo, de
la huérfanas de ayuda económica privada.

Las formas democráticas semidirectas.

La democracia directa, practicada en la antigüedad en la "polis" griega y quizás entre los germanos,
fue posible en comunidades pequeñas en extensión territorial y número de habitantes, que permitía
la reunión periódica del pueblo para discutir y decidir los asuntos de Estado. Algunas formas locales,
como los “parish meetings" ingleses o los “town meetings” norteamericanos, así como los cabildos
abiertos de la tradición española, fueron raros resabios de aquel sistema político.

En los Estados modernos, por necesidad, se impone la democracia indirecta o representativa. Pero
sí son posibles algunos medios de intervención inmediata del cuerpo electoral en la toma de
decisiones políticas por medio del sufragio. Esos medios reciben el nombre genérico de formas
semidirectas. Las más conocidas son el referéndum, el plebiscito, la iniciativa popular, y el "recall”
o destitución popular. Entre nosotros muchas opiniones autorizadas las consideraron opuestas a la
forma republicana de gobierno y al mandato expreso del artículo 22 de la Constitución: "El pueblo
no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta
Constitución". Ahora en cambio, siguiendo la corriente marcada en los últimos tiempos por las
constituciones provinciales, la Constitución federal adopta la iniciativa popular en el artículo 39 y,
bajo el nombre de "consulta popular", también el referéndum y el plebiscito en el artículo 40.

En la ciencia y el derecho político, se entiende por iniciativa popular, a la facultad de una


determinada porción del conjunto de los ciudadanos, de proponer una reforma constitucional, o un
proyecto de ley, o una medida de gobierno, de modo tal que sea obligatorio su tratamiento por los
órganos del Estado competentes. La más frecuente es la iniciativa popular legislativa, que consiste
en la atribución otorgada a un grupo indeterminado de ciudadanos, no inferior en número al que
establezca la reglamentación, de presentar un proyecto ley en el Parlamento, que éste estará
obligado a tratar del mismo modo que si la iniciativa proviniera del Poder Ejecutivo o de un
legislador.

A partir del restablecimiento del orden constitucional, después del último gobierno militar, varias
provincias argentinas incorporaron a sus respectivas constituciones la iniciativa popular legislativa.
Así lo hicieron Catamarca, art. 114: San Luis, art. 97; Jujuy, art. 118; La Rioja, art 81; Córdoba, art.
31, etc. Siguiendo esa tendencia el nuevo artículo 39 de la Constitución Nacional establece: “Los
ciudadanos tienen derecho de iniciativa para presentar proyectos de ley en la Cámara de
Diputados. El Congreso deberá darles expreso tratamiento dentro del término de doce meses. El
Congreso, con el voto de la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara,
sancionará una ley reglamentaria que no podrá exigir más del tres por ciento del padrón electoral
nacional, dentro del cual deberá contemplar una adecuada distribución territorial para suscribir
la iniciativa. No serán objeto de iniciativa popular los proyectos referidos a reforma constitucional,
tratados internacionales, tributos, presupuesto y materia penal".

Los principales caracteres del instituto en la Constitución federal son entonces:

a) La iniciativa popular sólo puede ejercerse ante la Cámara de Diputados; el Senado queda excluido
como Cámara de origen en este caso.

b) El Congreso está obligado a dar curso al proyecto y a tratarlo dentro del término de doce meses.

c) La iniciativa deberá estar suscripta por el número mínimo de ciudadanos que establezca la ley
reglamentaria, la que será sancionada por el voto de la mayoría absoluta de ambas Cámaras del
Congreso. No aclara el precepto qué hacer si no se reúne esa mayoría.

d) Ese número de ciudadanos no será superior al 3% del padrón electoral, y contemplará una
adecuada distribución territorial de los firmantes, a fin de que no predomine una determinada
región en el país.

La iniciativa es exclusivamente legislativa y excluye además ciertos temas. No es admisible en


materia de reforma constitucional, ni de tratados internacionales; tampoco en temas de gobierno
o administración; y en cuanto a las leyes, no puede versar sobre materia impositiva, presupuestaria,
ni penal.

La expresión "consulta popular" no es usual en la ciencia política. En general se emplean los


vocablos “referéndum" y "plebiscito", que para algunos politólogos son nombres diferentes de una
misma forma semidirecta, y para otros son en cambio dos especies distintas. Para los que sostienen
la distinción entre ambos institutos, el referéndum es la ratificación o aprobación de leyes por el
pueblo, mientras que el plebiscito es una votación popular sobre cuestiones territoriales o
decisiones políticas importantes. Sin embargo gramaticalmente la voz plebiscito viene de
“plebiscitum", nombre dado en Roma, durante la república, a la ley sancionada por la plebe a
propuesta de un Tribuno, y obligatoria para los plebeyos. Fue mucho más tarde que los plebiscitos
se emplearon como instrumentos políticos. Son famosos los plebiscitos napoleónicos, como los del
régimen nazi alemán. Entre nosotros se empleó en 1835 para conceder a Juan Manuel de Rosas "la
suma del poder público". Siempre se ha admitido que ambas formas pueden presentarse como
obligatorias o facultativas. Serán obligatorias cuando la Constitución o la ley impongan su ejercicio
en determinado tema. Serán facultativas cuando eso quede librado a la voluntad del gobierno. Pero
por lo general se establecen como formas vinculantes, es decir, que obligan al cumplimiento de la
decisión adoptada por el pueblo en el comido.

El referéndum admite además las formas “post legem" y "ante legem". La primera es la empleada
para ratificar una ley sancionada por el Parlamento. La segunda es una consulta sobre la necesidad
o conveniencia de sancionar una ley. El artículo 40 de la Constitución, en su texto conforme la
reforma de 1994 dice: "El Congreso, a iniciativa de la Cámara de Diputados, podrá someter a
consulta popular un proyecto de ley. La ley de convocatoria no podrá ser vetada. El voto afirmativo
del proyecto por el pueblo de la Nación lo convertirá en ley y su promulgación será automática. El
Congreso o el presidente de la Nación, dentro de sus respectivas competencias, podrán convocar a
consulta popular no vinculante. En este caso el voto no será obligatorio. El Congreso, con el voto de
la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara, reglamentará las materias,
procedimientos y oportunidad de la consulta popular".

Lo que consagra el primer párrafo es entonces un referéndum “post legem", porque es el Congreso
el que somete a consulta popular un proyecto de ley ya aprobado. La exclusividad de la iniciativa es
de la Cámara de Diputados, pero la consulta es facultativa para el Congreso. De tal modo tan
discrecional es tomar o no la iniciativa para la Cámara de Diputados, como aceptarla o no para el
Senado. La convocatoria se realiza también por medio de una ley del Congreso, que llama a los
ciudadanos a emitir el sufragio. Dicha ley no puede ser vetada por Presidente de la Nación, porque
es una facultad privativa del Poder Legislativo. Si el pueblo, mediante el voto -que es obligatorio-
aprueba el proyecto consultado, éste se convierte en ley automáticamente. El resultado de la
consulta es más que vinculante; es la decisión misma.

El segundo párrafo parece en cambio referirse a una suerte de plebiscito no vinculante, que puede
ser convocado por el Congreso o por el Presidente, cada uno en materia de su competencia. Aquí el
objeto no es un proyecto de ley, sino una importante decisión de gobierno que admita pronunciarse
por sí o por no. El voto en este caso no es obligatorio. Esta consulta es entonces una especie de
sondeo de la opinión de los ciudadanos, en la que participarán solamente aquellos interesados en
dar su parecer.

El tercer párrafo dispone que el Congreso reglamente la consulta, estableciendo: las materias sobre
las que puede versar, el procedimiento para hacerla efectiva, y la oportunidad para realizarla.
LOS DERECHOS SOCIALES EN LA CONSTITUCIÓN NACIONAL
Dres. Lito Rodríguez Basalo, Daniel Di María y Marcelo Di Stefano
“La Conferencia, convencida de que la experiencia ha demostrado plenamente cuán verídica es la declaración contenida en la
Constitución de la Organización Internacional del Trabajo, según la cual la paz permanente sólo puede basarse en la justicia social
afirma que: (a) todos los seres humanos, sin distinción de raza, credo o sexo tienen derecho a perseguir su bienestar material y su
desarrollo espiritual en condiciones de libertad y dignidad, de seguridad económica y en igualdad de oportunidades; (b) el logro de las
condiciones que permitan llegar a este resultado debe constituir el propósito central de la política nacional e internacional; (c)
cualquier política y medida de índole nacional e internacional, particularmente de carácter económico y financiero, deben juzgarse
desde este punto de vista y aceptarse solamente cuando favorezcan, y no entorpezcan, el cumplimiento de este objetivo
fundamental”

Constitución de la OIT 1944

El Constitucionalismo social.

Como ya señalamos en unidades previas, las Constituciones son hijas de su tiempo, fruto de las ideas e
ideologías en materia filosófica y jurídica, y por tanto, naturalmente, la Constitución de 1853 es hija de las
ideas del liberalismo clásico y consagra los derechos de primera generación que procuraban una intervención
mínima del Estado. Con posterioridad, del acto constituyente que nosotros lo proponemos como de ciclo
integrado entre la redacción de 1853 y la integración de Buenos Aires en 1860, el avance del pensamiento
jurídico trajo nuevos aires y tendencias con la aparición del Constitucionalismo Social.

Se trata de un movimiento intelectual que expresa la necesidad del cambio político, es en un comienzo una
idea disruptiva que poco a poco va consolidándose en la comprensión de la necesidad de establecer garantías
para la paz duradera, construyendo sociedades sobre la base de la justicia social. De modo tal, que los Estados
deberían garantizar los derechos de las personas a través de acciones concretas, no solo “declarando los
derechos”, sino generando políticas públicas que los garanticen, protejan, y promuevan.

Este movimiento reconoce la materialización de sus principios en la Constitución Mexicana de 1917, que es
fruto de la Revolución Mexicana, la Constitución de Weimar (Alemania) de 1919, y la Constitución Española
de 1931.

La creación de la Organización Internacional del Trabajo -OIT- en 1919 es una clara inspiración del pensamiento
“social”, que desde una integración tripartita de todos sus órganos compuestos por gobiernos, empleadores
y trabajadores, declara que “el trabajo no es una mercancía” y despliega un sistema de diálogo social, sanción
de Convenios Internacionales del Trabajo, y espacios para que los actores sociales alcancen acuerdos
inspirados en el humanismo.

El Constitucionalismo social promovió la incorporación de los derechos sociales, y en especial de la protección


de los derechos de los trabajadores y de la seguridad social, de tal modo que por sus avances con relación a
los derechos individuales, se denominó a este conjunto de nuevos derechos como de “segunda generación”.

Desde la Constituciones Mexicanas y Alemanas de comienzos del siglo XX, el Constitucionalismo social se
extendió rápidamente en la Europa occidental y en toda América en las décadas siguiente, constituyéndose
en un fenómeno generalizado a mitad de siglo.

En Argentina el proceso de incorporación de los derechos sociales tendría un proceso complejo y turbulento,
producto de los avatares políticos de la época. Presentando un resumen a los efectos de esta materia
introductoria, y haciendo remisión a lo desarrollado en unidades anteriores, podemos señalar 2 momentos:

a) La Constitución de 1949: la profunda reforma constitucional impulsada por el Gral. Perón en 1949 fue
inspirada en el Constitucionalismo Social, incorporó los derechos sociales, laborales y de la seguridad
social, en un entorno de reforma estructural del sistema institucional y de poderes que respondía a la
doctrina justicialista.
El gobierno de facto producto el golpe de Estado de 1955, abrogó la Constitución de 1949, retomando
vigencia la Constitución originaria de 1853-1860.
b) En 1957 se convoca a una Reforma Constitucional en un proceso electoral en el que estuvo proscripto
el peronismo. La Asamblea Constituyente, en un contexto político difícil, por iniciativa del dirigente
radical Crisólogo Larralde, incorporó un nuevo artículo, que sería conocido como 14 bis, en el cual se
sumaron los derechos sociales en el texto clásico, de tal modo, se produjo una actualización
constitucional. Luego, la Asamblea Constituyente quedó sin quorum y transcurrirían 37 años hasta su
próxima reforma en 1994.

Decimos entonces que a partir de la incorporación del artículo 14 bis nuestra Constitución histórica se
modernizó, creció como herramienta de protección, y también se adaptó armónicamente a una nueva
concepción filosófica. La Dra. Estela Ferreirós al respecto señalaba que “Los constitucionalistas que en 1853
pensaron y concretaron nuestra Constitución Argentina, no pudieron ni siquiera suponer la existencia posterior
del Constitucionalismo Social, sin embargo su creación no fue incompatible con las nuevas ideas que florecerían
en el siglo XX. De tal forma, nuestra Constitución no contenía normas que colacionarán con esos principios o
que impidiera la recepción de los mismos en reformas posteriores. Fue así, que se pudo absorber la reforma de
1949, que luego fuera dejada de lado y que no hubiera inconveniente en volver al viejo texto, sin perjuicio del
agregado del artículo 14 bis, que fue considerado un verdadero catálogo social. Un catálogo mínimo que abrió,
no obstante, las puertas de la modernidad, dejando penetrar aires renovados de libertad, justicia, bienestar
social, etc. Se buscó, de tal forma, la inserción de los derechos sociales, en una consideración de las personas,
no sólo como individuos, sino como miembros componentes de grupos societarios pequeños, pero de gran
repercusión en la vida del país, sobre todo en lo atinente a la educación, a la cultura, a lo social, al trabajo, a
la seguridad social, etc.”1.

El Derecho a trabajar.

El trabajo humano reputado como un derecho de las personas se encuentra contenido en los artículos 14 y
20 de la Constitución Nacional, y no admite diferencias para nacionales o extranjeros. Mientras el sujeto activo
de este derecho es el individuo o las personas jurídicas que se constituyen con una finalidad lícita, el sujeto
pasivo es el Estado y los demás hombres y mujeres.

“Artículo 14: Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes
que reglamenten su ejercicio; a saber: de trabajar y ejercer toda industria lícita…”.

“Artículo 20: Los extranjeros gozan en el territorio de la Nación de todos los derechos civiles del
ciudadano; pueden ejercer su industria, comercio y profesión…”.

Con la reforma impulsada por el constitucionalismo social, el Estado no sólo debe omitir limitar de modo
arbitrario el derecho de trabajar, sino que está obligado por una nueva fase del ejercicio de este derecho, que
en doctrina se ha denominado “derecho al trabajo”. Ello implica el derecho a conseguir ocupación, y frente a
ello la tarea del Estado es fomentar un orden social y económico que posibilite el ingreso al mercado laboral
de todos los hombres y mujeres en condiciones de trabajar.

Este es el espíritu del artículo 14 bis CN, al decir de Ferreirós nació “como una suerte de tabla de derechos
básicos, entre otros, el derecho protectorio, el derecho a trabajar, a hacerlo en condiciones dignas y

1
FERREIROS, Estela; “El Derecho del Trabajo y la Constitución Argentina”, REVISTA www.saij.jus.gov.ar, 1997.
equitativas, a la jornada limitada, al salario justo, al descanso y vacaciones pagos, a la participación en la
ganancia de las empresas, con control en la producción y colaboración en la dirección, protección contra el
despido arbitrario, estabilidad del empleado público, organización sindical libre y democrática reconocida por
la simple inscripción en un registro especial”.

Dice el artículo 14 bis:

“El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán al
trabajador: condiciones dignas y equitativas de labor, jornada limitada; descanso y vacaciones
pagados; retribución justa; salario mínimo vital móvil; igual remuneración por igual tarea;
participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la
dirección; protección contra el despido arbitrario; estabilidad del empleado público; organización
sindical libre y democrática, reconocida por la simple inscripción en un registro especial. Queda
garantizado a los gremios: concertar convenios colectivos de trabajo; recurrir a la conciliación y al
arbitraje; el derecho de huelga. Los representantes gremiales gozarán de las garantías necesarias para
el cumplimiento de su gestión sindical y las relacionadas con la estabilidad de su empleo. El Estado
otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter de integral e irrenunciable. En
especial, la ley establecerá: el seguro social obligatorio, que estará a cargo de entidades nacionales o
provinciales con autonomía financiera y económica, administradas por los interesados con
participación del Estado, sin que pueda existir superposición de aportes; jubilaciones y pensiones
móviles; la protección integral de la familia; la defensa del bien de familia; la compensación económica
familiar y el acceso a una vivienda digna".

Primer párrafo del artículo 14 bis: “Derecho individual del trabajo”.

El principio de la protección del Estado al sector más desprotegido de la relación capital-trabajo está de
manifiesto en el mandato inicial del artículo 14 bis el cual establece que "el trabajo en sus diversas formas
gozará de la protección de las leyes". Se trata de una manifestación del límite positivo constitucional, el que
impulsa al Estado, a través del Poder Legislativo, a sancionar leyes protectoras, no solo de las formas típicas
del trabajo, sino de las formas atípicas de prestaciones laborales cada vez más difundidas. Es al mismo tiempo
un mandato al Poder Ejecutivo para que efectivice políticas públicas de protección, y al Poder Judicial para
que verifique el cumplimiento de la protección constitucional.

Veamos algunos de los mandatos “protectorios” que surgen del primer párrafo del artículo 14 bis:

Condiciones dignas y equitativas de labor: Se refiere a las condiciones del lugar donde se realiza el trabajo.
Comodidad, higiene, salubridad, seguridad, y asimismo el deber de asegurar que todos los trabajadores y
trabajadoras disfruten de las mismas condiciones.

Jornada limitada: La reglamentación de este mandato constitucional se ve plasmada en la ley 11544 que
establece la jornada normal diurna de 8 horas diarias o de 48 horas semanales, el sábado “inglés” y el descanso
dominical, entre otras disposiciones reglamentarias.

Descanso y vacaciones pagados: La Ley de Contrato de Trabajo 20744, las Leyes Reguladoras del Empleo
Público, y normas especiales, complementadas por los Convenios Colectivos de Trabajo garantizan a los
trabajadores y trabajadoras un periodo mínimo y continuo de descanso anual remunerado, el cual es
obligatorio y varía dependiendo del periodo laboral realizado, y la antigüedad en el trabajo.
Retribución justa: La retribución dependerá del trabajo realizado, igual remuneración por igual tarea, sin
diferenciar por razones de sexo o nacionalidad, en muchos casos todavía existe diferencia de remuneración
entre hombre-mujer en el mismo puesto.

Salario mínimo vital y móvil: Significa que la remuneración no puede ser menor a lo que el trabajador necesita
para vivir y cubrir sus necesidades básicas y las de su familia. Móvil refiere a que debe actualizarse
periódicamente para no perder su poder adquisitivo, los gremios son los que interceden para que esto se
cumpla. La garantía de "salario mínimo vital y móvil" ha tendido a ser una herramienta útil para reducir la
desigualdad social y se establece periódicamente mediante el “Consejo del Salario Mínimo Vital y Móvil”
integrado por el Gobierno, dirigentes empresarios y sindicales.

Igual remuneración por igual tarea: Esta norma promueve combatir la desigualdad, la discriminación y la
arbitrariedad. Es una de las herramientas legales para combatir las asimetrías entre varones y mujeres en el
mercado de trabajo.

Participación en las ganancias de las empresas: Establece un sistema de crecimiento de la empresa con
reconocimiento del esfuerzo compartido y distribución de utilidades, complementarias de la remuneración,
con control de la producción y colaboración en la dirección.

Protección contra el despido arbitrario: Esta garantía se ha expresado en Argentina como la obligación del
empleador de pagar al trabajador una indemnización en caso de despido sin justa causa. Básicamente, se
establece un sistema de pago de un salario por año de servicios, y la obligación de preavisar al trabajador o
abonarle una indemnización que sustituya en caso de no avisar.

Estabilidad del empleado público: La estabilidad del empleado público implica la prohibición del despido
arbitrario a los trabajadores de los distintos poderes y organismos del Estado. Su desvinculación solo es posible
a través de la realización de un sumario administrativo previo que determine su culpabilidad en haber
cometido actos de gravedad que den fundamento a su exoneración o cesantía.

Organización sindical libre y democrática: Los sindicatos obtienen el reconocimiento con la simple inscripción
en un registro especial que garantice el derecho de los trabajadores tiene derecho a organizarse para defender
sus intereses. La Constitución establece el derecho a la libertad sindical que implica que los trabajadores
tienen la libertad de decidir si se afilian o no, y la elección de las autoridades debe hacerse por el voto libre y
secreto.

Segundo párrafo del artículo 14 bis: “Derecho Colectivo del Trabajo”.

El segundo párrafo del artículo 14 bis está dedicado a los "derechos de los gremios". En Argentina la palabra
gremio suele ser usada como sinónimo de "sindicato", pero también como se refiere al grupo de trabajadores
que pertenecen a un mismo oficio o una misma rama de la producción. La jurisprudencia ha entendido que se
trata del derechos de las asociaciones sindicales reconocidas legalmente, del colectivo institucionalizado y
formalizado.

Queda garantizado a los gremios concertar convenios colectivos de trabajo: Este mandato constitucional
otorga el derecho a las asociaciones sindicales y la representación empresaria a celebrar acuerdos, contratos
colectivos, que establezcan normas específicas para regular las condiciones de trabajo en un sector o rama de
actividad. Siempre los Convenios Colectivos de Trabajo deben respetar las normas de orden público que
establecen los límites protectorios de los derechos de los trabajadores y las trabajadoras.

Recurrir a la conciliación y al arbitraje: Son medios pacíficos para resolver conflictos laborales, se llevan a
cabo ante el Ministerio de Trabajo. En la conciliación se trata de acercar las partes a concertar un acuerdo. El
arbitraje implica la sujeción de las partes a la decisión de una persona/funcionario público, que dará resolución
al conflicto.

El derecho de huelga: Es la garantía del derechos que tienen los trabajadores, ejercido en forma colectiva por
la asociación sindical que los representa, a retener su fuerza de trabajo, para reclamar por el incumplimiento
por parte de los empleadores de una norma instituida, o promover mediante la “acción directa” la conquista
de un nuevo derecho.

Los representantes gremiales gozaran de las garantías necesarias para el cumplimiento de su gestión sindical
y las relacionadas con la estabilidad de su empleo: Este derecho se garantiza a través de distintas normas, la
mayoría de ellas establecidas en la Ley de Asociaciones Sindicales 23.551 que contienen la “tutela sindical”
para evitar la acción de lo empleadores contra la actividad sindical y el activismo sindical. Entre ellas se
encuentran la prohibición de despedir a los dirigentes sindicales, la conservación del empleo mientras ejerce
las funciones sindicales, y la imposibilidad de modificarles arbitrariamente las condiciones laborales.

Tercer párrafo del artículo 14 bis: “El derecho a la seguridad social”.

La Constitución prescribe el mandato de la creación progresiva de un sistema de seguridad social integral que
de respuestas a las distintas contingencias que enfrentan las personas.

Seguro social: El seguro social es un mandato de cumplimiento complejo a través de políticas públicas y
normas de distinta naturaleza. Se vincula con el derecho a la salud, y una de sus principales acciones es el
sistema de obras sociales sindicales que se financian solidariamente con un porcentaje del ingreso de los
trabajadores (3%), y la contribución patronal correspondiente equivales al 6% del salario del trabajador.

Jubilaciones y pensiones móviles: Se llama jubilación al haber que percibe un individuo después de haber
cumplido con los años de trabajo. Pensión es el haber que perciben ciertos familiares del jubilado fallecido.
Ambos deben ser móviles.

Protección integral a la familia: El Estado a través de un sistema de prestaciones (servicios médicos,


medicamentos, servicios educativos, etc.), o de sistemas de asignaciones económicas (asignaciones familiares,
por maternidad, hijos, nacimiento, escolaridad, etc.). Debe proteger a las familias para promover su desarrollo
social y garantizar la justicia y la equidad.

Garantía de acceso a una vivienda digna: Este mandato obliga al Estado a formular políticas públicas que
favorezcan el acceso a la vivienda de los sectores más vulnerables. Sea a través de créditos convenientes, o
mediante la construcción de viviendas sociales.

El refuerzo de la protección laboral a partir de 1994.

La incorporación con jerarquía constitucional de los Tratados Internacionales de Derechos Humanos del
artículo 75 inc. 22 producida en la reforma de 1994 significó un refuerzo y ampliación del artículo 14 bis al
contener mucha de estas Convenciones normas que se refieren a la protección laboral.

Estos Tratados de rango constitucional resultan complementarios y/o confirmatorios del artículo 14 bis,
podemos destacar la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (art. 6, 7, 11, 12, 14, 15,
16, 25 y 37); la Declaración Universal de los Derechos Humanos (art. 16, 17 y 26); el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales (art. 6, 7, 8, 9, 10, 11 y 12); el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos (art. 2, 22, 23, 24 y 27); la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas
de Discriminación Racial (art. 1 y 5); la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación
contra la Mujer (art. 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 11, 12, 13, y 14) finalmente, también, la Convención sobre los Derechos
del Niño (art. 1, 2, 3, 18, 20, 23, 24, 26, 31 y 32).
Siguiendo a Ferreirós, podemos afirmar que “Aparecen así, incorporados a la cúspide jurídica de nuestra
legislación argentina, entre otros, el derecho al trabajo, a una justa retribución, al descanso, a su
aprovechamiento, a la seguridad social, a la protección de la maternidad, a la jornada de trabajo limitada, a
un nivel de vida adecuado, a la libre asociación, a la protección de la familia, al desarrollo progresivo, a la
formación técnico profesional, a condiciones dignas y equitativas de labor, la libertad sindical, el derecho de
huelga, el derecho a la salud, etc.”
Los Derechos Difusos en la Constitución Nacional
Dres. Domingo Rodríguez Basalo, Daniel Di María y Marcelo Di Stefano

Introducción.

La reforma constitucional de 1994 operó la actualización de la parte dogmática incorporando en el


texto de la Carta Magna los derechos de tercera generación ubicándolos en los artículos 41 al 43,
“el Derecho al Medio Ambiente Sano; y el Derecho de Usuarios y Consumidores, en la relación al
consumo”.

Estos derechos son conocidos como de “intereses difusos o colectivos”, ya que no son ejercidos en
intereses individuales, sino que abarcan a un grupo de la comunidad o la totalidad de ella. También
se los denomina como “Derechos de Incidencia Colectiva”, debido a que se encuentran diseminados
en una comunidad o varias, pertenecen a todos nosotros a modo de grupo, clase o género.

De ese modo, la nueva redacción constitucional amplió el ámbito de protección de los derechos
individuales incorporando una nueva categoría de derechos de titularidad indivisible (el derecho a
un ambiente sano), y a otros derechos que representan titularidades individuales homogéneas (los
de los usuarios que reclaman por sus derechos). Estos nuevos derechos constitucionales generaron
un nuevo mandato a los Poderes del Estado, extendiendo de ese modo el límite positivo de
protección, lo que impulsó la producción de leyes nacionales y provinciales para protegerlos
concretamente.

La protección ambiental y el derecho a un ambiente sano.

La cuestión ambiental, el desarrollo de la protección al medio ambiente, y la conciencia ambiental


se han incorporado a la temática constitucional en el marco de la crisis, degradación y peligro que
vive la sociedad en su conjunto por efectos del cambio climático, y correlativamente, en la necesidad
de fomentar las políticas públicas de protección de los recursos naturales en el marco de una
economía sustentable.

Según Cassagne, “se ha dicho que la protección del medio ambiente tiene dos sentidos. De una parte,
la configuración de la política ambiental con sus contenidos sectoriales y diferentes técnicas; de otra,
traduce un sentido más general y teleológico que hace que la finalidad tuitiva del ambiente se infiltre
en todas las actividades públicas o privadas, lo cual plantea una serie de problemas interpretativos,
como es el relativo a la jerarquía y dimensión de peso de otros valores y principios frente a los que
informan la protección ambiental”1.

Esta materia es abordada en el artículo 41 de la Constitución Nacional el cual prescribe:

“Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo
humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin

1
Cassagne, Juan Carlos, Los nuevos derechos y garantías, Rev. Investig.
Const. vol.3 no.1 Curitiba Jan./Apr. 2016, Epub Apr 15, 2019
comprometer las de las generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo. El daño ambiental
generará prioritariamente la obligación de recomponer, según lo establezca la ley. Las
autoridades proveerán a la protección de este derecho, a la utilización racional de los recursos
naturales, a la preservación del patrimonio natural y cultural y de la diversidad biológica, y a la
información y educación ambientales. Corresponde a la Nación dictar las normas que contengan
los presupuestos mínimos de protección, y a las provincias, las necesarias para complementarlas,
sin que aquellas alteren las jurisdicciones locales. Se prohíbe el ingreso al territorio nacional de
residuos actual o potencialmente peligrosos, y de los radiactivos”.

Al incorporar la dimensión de un ambiente "...apto para el desarrollo humano..." se configura la


necesidad de que ese ambiente sea conducente a la trascendencia de la humanidad, permitiéndole
desarrollarse y realizarse a través del disfrute. Se recuerda asimismo el concepto de desarrollo
humano en toda su extensión tanto física, intelectual, como espiritual. El desarrollo conlleva al
progreso, y poco sirve progresar si no se hace de la mano de la responsabilidad. No sirve el progreso
por sí mismo, es decir, no se justifica si este avance no se acompaña con la idea armonizadora de la
paz y del interés colectivo, y para ello, es necesario que las actividades productivas satisfagan las
necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras.

El derecho a la protección del ambiente es una manera de establecer un compromiso hacia el


futuro, se trata de un derecho intergeneracional, que pretende asegurar el goce del derecho no
solo en la actualidad, sino que trasciende la protección a aquellos que van a heredar este
ambiente garantizando que puedan disfrutarlo en las condiciones actuales, o aún mejores, a partir
de la implementación de políticas públicas de mitigación de los efectos del drama ambiental.

El texto constitucional establece que "...El daño ambiental generará prioritariamente la obligación
de recomponer, según lo establezca la ley...", este concepto de daño ambiental tiene alguna
particularidad con respecto a la noción de daño que se maneja habitualmente a través del Código
Civil. Cuando se dice "prioritariamente" se está haciendo un señalamiento de ese sentido. La
primera prioridad será recomponer el daño volviendo a la situación ex ante, lo que suele ser
sumamente difícil, y muchas veces imposible en materia ambiental. La reglamentación de este
punto, a través de las leyes, constituye sin duda la tarea más importante a desarrollar. Ahora bien,
el hecho de dar prioridad a la recomposición de la situación para recuperar el estatus ambiental
dañado, o en su caso mitigar el daño causado, no obsta a que no exista la obligación de resarcir
económicamente cuando el daño se produzca. La idea es no dar rienda libre al principio
contaminador-pagador.

El segundo párrafo "...las autoridades proveerán a la protección de este derecho..." establece las
obligaciones del Estado, lo responsabiliza de la protección generando políticas públicas, dictando
normas de preservación y mitigación, políticas educativas de concientización, acción judicial de
ejecución y penalización. Es el Estado en todas sus dimensiones territoriales (nacional, provincial,
local), en sus diferentes esferas de actuación (administrativa, legislativa y judicial), y a través de
todas sus agencias, quién debe proteger el ambiente. Por supuesto asociado con las fuerzas sociales,
las organizaciones de la sociedad civil, y el tercer sector, pero asumiendo la responsabilidad
principal.

El Estado también deberá proveer "...a la utilización racional de los recursos naturales...", esto
implica conocer esos recursos para poder establecer previamente la razonabilidad de su uso, puesto
que frente al desconocimiento la utilización puede ser dañina, y producir perjuicios irreversibles. El
criterio racional es utilizado en la legislación argentina con verdadera voluntad proteccionista, la
interpretación de este aspecto depende del significado que cada uno como intérprete de la ley
entiende por racional.

También se consagra la obligación del Estado de proveer a la "... a la preservación del patrimonio
natural y cultural...", entendiendo por tal el conjunto de los paisajes, restos fósiles, cuerpos celestes
que constituyen no solo bienes naturales sino un patrimonio de valor científico muy importante
para nuestro país. Asimismo, se contempla la preservación cultural, entendiendo por cultura a todo
elemento distintivo o diferenciador de los pueblos. Siempre es prudente recordar que el
conocimiento de los pueblos de la antigüedad nos ha llegado mediante el estudio de sus culturas.
Se entiende por cultura todo lo vinculado con las obras y desarrollos urbanísticos y arquitectónicos
de valor estético e histórico que nos permite seguir el desarrollo nacional como sociedad.

El concepto normativo engloba asimismo la protección "...de la diversidad biológica..." cuya


importancia resulta vital para la preservación y mantenimiento del equilibrio de la vida y los sistemas
en la Tierra, tanto en la fauna, la flora, como la vida microbiana. Este es un patrimonio de gran
importancia por su aporte a la alimentación y salud de una población cada vez más numerosa con
menores expectativas de satisfacer totalmente sus exigencias.

En cuanto a la "...información y educación ambientales...", es importante señalar que no solo debe


ser accesible a los efectos que la población pueda ser informada, tomar decisiones y dar opinión
sobre los problemas ambientales que puedan afectarla directamente, sino que además, es
trascendente que el Estado provea información haciendo lo que corresponda para producirla en los
casos en que no exista, a efectos de que la racionalidad de las decisiones pueda ser puesta
efectivamente en marcha.

Con respecto a la educación ambiental se refiere tanto a la formal, en todos los niveles educativos,
como la informal, es decir que pueda llegar por todos los medios y a toda la población sin ninguna
clase de discriminaciones. Las sociedades conocedoras de sus derechos y respetuosas de sus
obligaciones son las que manifiestan comportamientos aceptables y ecológicamente positivos.

El tercer párrafo "... corresponde a la Nación dictar las normas que contengan los presupuestos
mínimos de protección y a las provincias las necesarias para complementarlas, sin que aquellas
alteren las jurisdicciones locales..." se refiere a la legislación y atribuciones de los distintos niveles
de gobierno en cuanto a la legislación ambiental. Los fenómenos ambientales se caracterizan por su
localización y movilidad, lo cual los hace divisibles de distintas maneras. El fenómeno ambiental es
en general un sujeto de la geografía y de la meteorología. Un fenómeno de contaminación
producido en un lugar cualquiera es trasladado transfronterizamente a distintos sitios del planeta
por corrientes térmicas y en ese proceso sufre transformaciones. Dentro de cada territorio, la
responsabilidad en los temas ambientales corresponde a la jurisdicción en la que se localizan. Las
responsabilidades de los gobiernos locales son primarias. Las provincias tienen una responsabilidad
absolutamente fundamental en el manejo de los asuntos ambientales. Pero corresponde a la Nación
dictar una legislación de base con los presupuestos mínimos necesarios que aseguren, por una
parte, iguales condiciones de protección a todos los habitantes de la Nación en cualquier lugar en
que estos se encuentren y, por la otra, que asuman la necesidad del establecimiento de las normas
vinculadas con los procesos globales de preservación ambiental.
Corresponderá a la Nación entonces, dictar las normas de base (piso), dejando a cargo de los
gobiernos provinciales y locales la responsabilidad en la legislación y jurisdicción en esos niveles
(techo).

En el último párrafo "... Se prohíbe el ingreso al territorio nacional de residuos actual y


potencialmente peligrosos y de los radioactivos" se sigue lo dispuesto en el Convenio de Basilea
referido al transporte transfronterizo de residuos peligrosos donde se especifica particularmente
que no están incluidos dentro de este capítulo los residuos radioactivos que poseen una normativa
internacional particular.

El tema del “amparo ambiental” lo veremos en otro capítulo junto al resto de las cuestiones
relativas al amparo.

Los derechos de consumidores y usuarios.

Los artículos 42 y 43 establecen un conjunto de derechos sobre la protección de consumidores y


usuarios.

Cuando hablamos de los derechos de los consumidores nos circunscribimos a la relación de


consumo, vale decir, al vínculo jurídico entre el fabricante o proveedor y el consumidor y por esa
razón, la norma constitucional acuerda acción al “afectado” en la relación de consumo como titular
de un derecho subjetivo divisible y determinado.

En cambio, cuando de derechos e intereses colectivos, la protección judicial de los consumidores


debe llevarse a cabo a través de una legitimación anómala o extraordinaria que la Constitución en
el artículo 43 pone en cabeza del Defensor del Pueblo o de las asociaciones que propendan a la
defensa del principio de no discriminación, el medio ambiente, la competencia y los derechos de los
consumidores y usuarios.

El artículo 42 de la Constitución Nacional establece que:

“Los consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen derecho, en la relación de consumo, a la


protección de su salud, seguridad e intereses económicos; a una información adecuada y veraz; a
la libertad de elección, y a condiciones de trato equitativo y digno”.

Claramente los derechos de los consumidores y usuarios no se limitan a los aspectos patrimoniales
de la relación de consumo o de servicio público, se extienden a la protección de la salud y de la
seguridad; la información adecuada y veraz; libertad de elección; y la equidad y dignidad en las
condiciones de trato. Asimismo, se establece el deber del Estado de proveer a la educación del
consumidor.

La Constitución, en el artículo 43, establece mecanismos operativos para el ejercicio de los derechos
protectorios de los usuarios y consumidores. No solo fijó los supuestos legales programáticos, al
mismo tiempo desplegó una normativa procesal, de rango constitucional, para darle operatividad a
la protección. Dice el texto constitucional:

“Toda persona puede interponer acción expedita y rápida de amparo, siempre que no exista otro
medio judicial más idóneo, contra todo acto u omisión de autoridades públicas o de particulares,
que en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere o amenace, con arbitrariedad o
ilegalidad manifiesta, derechos y garantías reconocidos por esta Constitución, un tratado o una
ley. En el caso, el juez podrá declarar la inconstitucionalidad de la norma en que se funde el acto
u omisión lesiva.
Podrán interponer esta acción contra cualquier forma de discriminación y en lo relativo a los
derechos que protegen al ambiente, a la competencia, al usuario y al consumidor, así como a los
derechos de incidencia colectiva en general, el afectado, el defensor del pueblo y las asociaciones
que propendan a esos fines, registradas conforme a la ley, la que determinará los requisitos y
formas de su organización.
Toda persona podrá interponer esta acción para tomar conocimiento de los datos a ella referidos
y de su finalidad, que consten en registros o bancos de datos públicos, o los privados destinados a
proveer informes, y en caso de falsedad o discriminación, para exigir la supresión, rectificación,
confidencialidad o actualización de aquéllos. No podrá afectarse el secreto de las fuentes de
información periodística.
Cuando el derecho lesionado, restringido, alterado o amenazado fuera la libertad física, o en caso
de agravamiento ilegítimo en la forma o condiciones de detención, o en el de desaparición forzada
de personas, la acción de hábeas corpus podrá ser interpuesta por el afectado o por cualquiera en
su favor y el juez resolverá de inmediato, aun durante la vigencia del estado de sitio”.

Como podemos analizar, se opera la ampliación del amparo judicial para los llamados derechos de
incidencia colectiva abarcando tanto a los titulares de derechos subjetivos -la persona que sufre el
daño-, como a sujetos colectivos de manifiesto interés público en la materia. La novedad
constitucional, según Cassagne “es la posibilidad de que la protección de los derechos de incidencia
colectiva se realice a través de una “ampliación de la base de legitimación a favor de personas que
no se encuentran personalmente afectadas por el acto lesivo como el Defensor del Pueblo y las
asociaciones que propendan a la defensa de esa clase de derechos (de incidencia colectiva) lo que
no implica consagrar una acción estrictamente objetiva, ya que, en todos los supuestos, se tendrá
que acreditar tanto la arbitrariedad o ilegalidad manifiestas como la lesión o amenaza de lesión a
esos derechos concretos de las personas, en el marco de un caso o controversia a fin de evitar que
se pueda incurrir, en determinados casos, en situaciones afines al sistema corporativista, opuesto al
modelo del Estado de Derecho republicano, representativo y democrático, diseñado por la
Constitución”.
GARANTIAS PROCESALES EN LA CONSTITUCION NACIONAL
Dr. Luis Gabián

Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni
juzgado por comisiones especiales, o sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa.
Nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo; ni arrestado sino en virtud de orden escrita de autoridad
competente. Es inviolable la defensa en juicio de la persona y de los derechos. El domicilio es inviolable, como
también la correspondencia epistolar y los papeles privados; y una ley determinará en qué casos y con qué
justificativos podrá procederse a su allanamiento y ocupación. Quedan abolidos para siempre la pena de muerte
por causas políticas, toda especie de tormento y los azotes. Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para
seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca
a mortificarlos más allá de lo que aquella exija, hará responsable al juez que la autorice.
ARTICULO 18 DE LA CONSTITUCION NACIONAL.

INTRODUCCION.

Al hablar del nacimiento y vigencia de los textos constitucionales, al menos en occidente,


debemos referirnos fundamentalmente, a la organización del poder -en nuestro texto
constitucional a partir del artículo 44-, y a las Declaraciones, Derechos y Garantías
establecidos en la primera parte de mencionado texto.

No resulta reiterativo recordar, que nuestra Constitución Nacional, fruto de cruentos


desencuentros durante gran parte del siglo XIX que encuentran un cierre en 1853/60, es fruto
de la corriente liberal iniciada principalmente a partir de la Carta Magna (1215), la Petición de
Derechos (1628), el Acuerdo del Pueblo de 1647, Instrumento de Gobierno (1653), la
Declaración de Derechos (1689), en la Constitución de Virginia (1776) y de la Revolución
Francesa (1789). En todos los instrumentos mencionados existe una clara intención que se
dirige inequívocamente a limitar al Estado, o a quien ejerza el poder (el monarca,
fundamentalmente) en relación a los derechos que se le deben reconocer al ciudadano.

Nuestro artículo 18 se enmarca dentro de la mencionada ideología liberal, en cuanto al


posible tránsito de cualquier persona por un proceso penal, por ello el Estado debe respetar
las garantías consignadas en el mencionado artículo so pena de decretar la nulidad de lo
actuado tal como lo prescriben absolutamente todos los ordenamientos procesales tanto en
el nivel federal como los provinciales. Nuestra Corte Suprema en el fallo “Santillán, Francisco
A” (Fallos 321:2021) en el considerando noveno dijo: “…el art. 18 exige la observancia de las
formas sustanciales del juicio, relativas a la acusación, defensa, prueba y sentencia
pronunciada por los jueces naturales, dotando de contenido constitucional al principio de
bilateralidad sobre cuya base el legislador está sujeto a reglamentar el proceso criminal…”
Por tanto, podemos definir a las Garantías Constitucionales como una serie de institutos y
herramientas procesales que hacen posible el goce de los derechos consagrados en la primera
parte de la Carta Magna. Establecen las pautas principales, rectoras, ordenadoras del
procedimiento penal.

LOS DELITOS EN EL CÓDIGO PENAL

Con el fin de analizar las normas penales, vale la pena aclarar dos cuestiones:

-La norma penal surge a partir de la ponderación de bienes jurídicos a proteger, por ejemplo,
si el Estado entiende que el bien jurídico “vida” debe ser protegido, entonces (en materia
penal) se sancionarán normas que fijen pena al homicidio.

-La norma penal no prohíbe, lo que la misma señala una acción determinada y le fija pena. En
el artículo 79 del Código Penal no vamos a encontrar la siguiente fórmula: “prohibido matar”,
sino que dice: “Se aplicará reclusión o prisión de ocho a veinticinco años, al que matare a otro
siempre que en este código no se estableciere otra pena.”

GARANTÍA DE JUICIO PREVIO

Todo habitante de la Nación Argentina tiene derecho, a que, si el Estado ha de restringir un


derecho, lo haga a través del dictado de una sentencia, a posteriori de la tramitación de un
juicio en donde se hayan respetado todas las reglas del debido proceso.

DEBIDO PROCESO

El Debido Proceso Legal es la garantía Constitucional procesal que asegura a la persona que
atraviesa un proceso penal los requisitos procesales mínimos que debe reunir todo proceso
jurisdiccional para asegurar al justiciable la certeza, justicia y legitimidad de su resultado.
Comprende incluso a derechos que no se encuentran expresamente con carácter positivo,
pero que en virtud de esta garantía se pueden invocar por responder a sus fines.

-Derecho a ser oído. Este derecho radica fundamentalmente en la facultad que tiene la
persona sometida a proceso penal para que sean oídas las argumentaciones que hagan a su
defensa, y proveer favorablemente las pruebas solicitadas por la misma. El derecho de
defensa debe ser efectivo, no solamente formal, por lo tanto, el Estado debe garantizar que
la persona imputada pueda establecer y probar la versión sostenida. No obstante, no es
obligatorio que se produzca la declaración del imputado, y su silencio no puede ser utilizado
como aceptación de culpabilidad alguna.

-Duración razonable del proceso. El proceso debe realizarse dentro de un plazo que
establezca la legislación de acuerdo a la complejidad del caso, teniendo en cuenta que el
sometimiento de una persona a proceso penal, muchas veces con la pérdida preventiva de la
libertad, implica que el sujeto se encuentre en estado de incertidumbre no debiéndose
prolongar el proceso indefinidamente.

-Publicidad del proceso. No puede existir credibilidad en el sistema judicial si los mismos se
realizan sin el debido control de la población en general. No es concebible, en un sistema
republicano, que los procesos penales se realicen a puertas cerradas.

GARANTÍAS DE JUECES NATURALES:

Esta garantía refiere a que el tribunal colegiado, o el juzgado unipersonal, ya ha sido


conformado previamente por la ley antes del hecho analizado en el proceso. Con la vigencia
de este principio se trata de evitar que a una persona se la someta a juzgamiento a través de
tribunales o juzgados creados “ad hoc”, es decir, para el caso concreto, evitando, de este
modo, perjudicar o beneficiar al imputado en el proceso al que está siendo sometido.

“…El fin de excluir los privilegios personales y la suspensión de las leyes para el caso concreto,
especialmente en su forma más reprochable: las comisiones “ad hoc”, queda cumplido
cabalmente cuando interviene el tribunal designado por la ley antes del hecho de la causa,
siempre que esa ley sea general…” (C. S.J.N., 27/12/1984 Anaya Jorge I. LA LEY, 1985-A).

GARANTÍA CONTRA AUTOINCRIMINACIÓN

La presente garantía impide que el Estado extraiga, por cualquier medio, declaraciones que
impliquen nuestra propia incriminación -favorezca la posición de la acusación en nuestra
contra- bajo cualquier tipo de tormento o engaño. Por otra parte, en nuestros ordenamientos
procesales, no se le ha de solicitar al imputado, promesa o juramento de decir verdad, ya que
puede declarar libremente.
PRINCIPIO DE INOCENCIA

Todo habitante de la Nación tiene derecho a mantener su estado de inocencia hasta que una
sentencia firme no lo declare culpable. La presente garantía implica, que, no se puede
considerar a ninguna persona culpable, antes de la firmeza de una sentencia judicial, hasta
ese momento debe ser considerado inocente.

Dicha presunción no requiere demostración, es decir, es la acusación la que tiene la carga de


demostrar la responsabilidad de una persona ante un determinado hecho reputado como
delito.

NE BIS IN IDEM

Esta garantía refiere a la imposibilidad estatal de perseguir penalmente a una persona, en


más de una ocasión, por el mismo hecho. El Estado no puede someter a juicio y/o
investigación a la misma persona, por el mismo hecho en más de una ocasión. Esta garantía
limita el poder estatal en cuanto una persona, si ha sido declarada inocente (y ese
pronunciamiento ha adquirido firmeza) no puede volver a someter a la misma a investigación
y/o juzgamiento.

PROTECCIÓN A QUIENES SE ENCUENTREN DETENIDOS

El artículo 18 de nuestra Constitución Nacional, en su parte final, dice: “…Las cárceles de la


Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas,
y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que
aquélla exija, hará responsable al juez que la autorice…”

Resulta importante destacar la impronta de nuestra Carta Magna, en cuanto al objetivo final
de la privación de la libertad, el objetivo (implícito) de la resocialización y la obligación del
Estado a mantener los edificios destinados a tales fines en condiciones “sanas y limpias”.
Principios de Derechos Humanos y Derecho Constitucional
Ciclo Básico Común
Universidad de Buenos Aires

Principio de reserva y principio de legalidad


Su importancia para el Estado de Derecho

Gonzalo Penna

El presente texto conforma el material para el estudio de los principios de reserva


y de legalidad. La intención es permitir a los estudiantes del Ciclo Básico Común tener
un acercamiento a los conceptos necesarios que posibiliten la posterior lectura de textos
y jurisprudencia específica sobre el tema.
A modo de introducción es necesario decir que ambos principios son
fundamentales para el ejercicio y resguardo de las libertades individuales. Conforman
un bloque cuya finalidad es limitar el poder del Estado, principalmente en su faz punitiva.
Vale aclarar que la importancia de estas garantías para poner un límite a la
arbitrariedad estatal es medular dentro de una sociedad democrática que respete las
libertades de sus integrantes. Pero también es necesario decir que no debemos
esconder bajo ideas igualitarias que son sólo formales (declaraciones de principios) una
inmensa desigualdad material que puede visibilizarse sin hacer mucho esfuerzo a partir
de las grandes desigualdades económicas, sociales y territoriales, que muchas veces
se transforma en atropello y vulneración de distintas garantías (entre ellas penales).

I.- El principio de reserva y la posibilidad de elegir

Como primera aproximación podríamos decir que el principio de reserva indica


que todas las acciones que cada individuo realice según su plan de vida y no afecten a
otras personas deben considerarse realizadas dentro del ámbito de libertad personal.
Por lo tanto, tales actos quedan a resguardo de la intervención de terceros o del
mismo Estado.
El compromiso normativo con el principio de reserva, en el sistema jurídico
argentino, se encuentra contemplado en el artículo 19 de la Constitución Nacional:

Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral
pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la
autoridad de los magistrados. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo
que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe.

Puede analizarse este artículo con cierta facilidad cuando se presta atención a
la afectación de terceros y el orden público. En el primer caso, la referencia a dañar (o
potencialmente dañar) a otra persona hace aparecer al Estado como ente que debe
intervenir para evitarlo.
En el caso del orden público, puede pensarse desde el vínculo existente en la
vida en comunidad y las instituciones de un sistema democrático de gobierno, que no
deben ser menoscabados. En caso de acciones que pueden afectar la convivencia
democrática está justificada la intervención para evitarlo.
Sin embargo, se complejiza la interpretación de tal artículo para entender y
encuadrar en una sociedad libre y democrática la idea de “moral pública”.
Se han dado explicaciones coherentes con la existencia de un Estado de
Derecho que garantice la libertad de los individuos, y apueste a la progresividad en el
reconocimiento de derechos. A continuación se presentan tales posiciones.

I.a.- Moral intersubjetiva y acciones autorreferentes

Esta interpretación entiende que es posible establecer dos conjuntos de acciones


que refieren por un lado a una idea de moral intersubjetiva, y por otro a una
autorreferente. La primera estará, como su nombre lo indica, vinculada con la relación
entre sujetos, mientras que la segunda hace referencia a aquellas conductas
relacionadas con la persona que las realiza (Nino, 1989).
Por lo tanto, la posibilidad de intervención por parte del Estado sólo podrá ser
admitida ante casos vinculados con la moral intersubjetiva, es decir cuando la acción de
un sujeto pueda afectar a otro sujeto.
Por el contrario, estaremos ante una conducta autorreferente en los casos que
la acción realizada sea sobre la propia existencia. Si una conducta determinada tiene
que ver con el plan de vida de la persona que la realiza y no hay afectación a terceros,
no puede admitirse intervención alguna sobre la misma.
Como contracara a este principio hay que tener presente que si un Estado
impone determinados planes de vida a los individuos será un Estado Perfeccionista,
autoritario, que atentaría contra la libertad de elección y desarrollo personal.
Principios de Derechos Humanos y Derecho Constitucional
Ciclo Básico Común
Universidad de Buenos Aires

I.b.- Moralidad como imperativo dirigido al Estado

Desde otra interpretación, pero que puede considerarse complementaria, se ha


dicho que el imperativo moral está dirigido hacia el Estado, que debe permitir las
libertades y la posibilidad de elección por parte de las personas (Zaffaroni, 2000).
Es decir, si desde el Estado se impone una forma de ser, un plan de vida, a los/as
ciudadanos/as, la degradación caería sobre el mismo Estado que no permitiría la
realización de conductas que puedan ser consideradas incluso inmorales pero que no
afecten a terceros.
La posibilidad de juzgar moralmente una conducta como buena o mala puede
existir sólo en un mundo de libertad. Si ésta no es garantizada y por el contrario fueran
impuestos ideales para las personas, nuevamente estaríamos ante un perfeccionismo
que exigirían a los individuos una forma de ser.
Este hecho degradaría al propio Estado, convirtiéndolo en inmoral por no permitir
que las personas puedan elegir cómo ser, qué hacer, qué pensar y en última instancia
decidir sobre el tipo de vida que deseen llevar.
O dicho de otra manera, el Estado debe garantizar la libertad a tal punto que
incluso aquellas acciones que puedan ser consideradas moralmente objetables (malas)
por determinados grupos sociales, pero que no afecten los planes de vida de otras
personas, deben quedar resguardadas.
Viceversa, será el Estado quien actúe de una manera moralmente objetable si
en vez de permitir la libertad impusiera ideales de vida a ciudadanos y ciudadanas.

I.c.- Intimidad y privacidad


Una última cuestión respecto del principio de reserva y su articulación con el
artículo 19 de la Constitución Nacional es el vinculado con las categorías de intimidad y
privacidad. Suelen utilizarse tales conceptos de manera indistinta, sin embargo poseen
una dimensión diferente cada uno de ellos.
La idea de intimidad denota aquellas acciones, pensamientos, ideas, que deben
quedar lejanas de las demás personas. Nadie tiene porqué saber, o exigir conocer,
nuestras preferencias ideológicas, prácticas sexuales o elecciones televisivas.
Mientras que la privacidad –si bien también tiene que ver con elecciones del
propio plan de vida– poseen una cercanía mayor con otras personas. Son aquellas
acciones que se realizan en público, pero que siguen haciendo referencia a la persona
que las realiza sin afectar a otros (como por ejemplo la forma de vestir).
Por ejemplo, puede pensarse lo íntimo como el derecho a guardar como un
secreto inaccesible las razones y simpatías por las cuales votamos a determinado/a
candidato/a. Y como privado la exposición pública de esos motivos y prestarlos para el
debate.
En ninguna de las dos situaciones mencionadas puede haber intervención del
Estado, o terceros, que las impidan. Puede verse el doble juego de ser acciones que
por un lado están vinculadas con elecciones personales, y por otro que a su vez no
afectan a terceros.

En consecuencia, una interpretación realizada desde el paradigma del Estado


de Derecho liberal (vinculado con las libertades individuales, y no necesariamente con
las económicas) debe buscar la realización de los planes de vida de los individuos,
evitando el perfeccionismo.
Además, un Estado perfeccionista –en el esquema planteado– no hará otra cosa
que llevar el paradigma de las libertades a la degradación. Por lo tanto, el imperativo de
moralidad está dirigido hacia él mismo.
Así, el principio de reserva permite dejar al resguardo de cualquier tipo de
intervención las acciones, elecciones, preferencias, etcétera, sobre la propia existencia
que no afecten a terceros.

II.- El principio de legalidad como límite a la actuación del Estado

Un primer acercamiento al principio de legalidad indica que para el desarrollo de


las actividades del Estado es necesario que una norma lo habilite a tales fines. Sin
embargo aquí será analizado en su relación con la normativa penal de fondo1, que busca
evitar la arbitrariedad y dotar de un piso mínimo de racionalidad al ejercicio del poder
punitivo.
En general se entiende que tal principio surge del artículo 18 de la Constitución
Nacional cuando indica:

Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior
al hecho del proceso (...)

1 Debe quedar claro que se hace referencia al derecho penal, y no al derecho procesal penal. En el caso
de este último hay una dimensión distinta cuyo objetivo se relaciona con la persecución obligatoria para
todos los delitos, en contraposición con una idea de “oportunidad” donde sólo serán perseguibles los delitos
que el Ministerio Público considere de mayor relevancia. Es decir, hay una tensión en materia procesal
respecto al principio de legalidad “procesal” versus un principio de oportunidad.
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Universidad de Buenos Aires

Su formulación básica indica que no hay delitos sin ley previa: nullum crimen sine
lege previa. Para que una conducta sea susceptible de imputación penal, debe existir
previamente la tipificación de la misma en el ordenamiento de fondo.
Esto es, para que exista la posibilidad de imputar a alguien por ejemplo el delito
de homicidio, debe existir una descripción de la acción prohibida. Puede traerse, en el
caso del sistema argentino, el artículo 79 del Código Penal que lo tipifica -en su forma
básica- describiéndolo como “el que matare a otro”.
Pero esta caracterización mínima del principio de legalidad ha tenido una mayor
precisión. De manera ordinaria se dice que no hay crimen sin ley previa, escrita, estricta
y cierta (suele utilizarse la fórmula latina: nullum crimen sine lege praevia, scripta, stricta
e certa).
Sobre la exigencia de ley previa ya fue indicado en párrafos anteriores su
sentido. Ahora es necesario ahondar sobre los otros aspectos. Así la ley penal también
debe ser escrita, esto es, debe emanar de órgano competente. En el caso del sistema
argentino la legislación de fondo está delegada al Estado Nacional, y el Congreso de la
Nación es el órgano deliberativo encargado de la sanción de las leyes en materia penal.
Por consiguiente no puede haber creación por parte de otros poderes del Estado.
Por ejemplo, el Poder Ejecutivo no puede por decreto crear normativa de naturaleza
penal.
En cuanto al carácter estricto del principio, significa que está prohibida la
analogía en materia penal. No es posible interpretar un tipo penal de tal manera que se
incluyan acciones que estrictamente no forman parte del hecho descripto (véase el caso
“Los caballeros de la noche”).
Por último, el mandato de certeza exigido a la ley tiene dos dimensiones: por un
lado la acción típica debe estar descripta de tal forma que de ella surjan todos los
elementos del hecho imputable. Por otro lado, también debe indicarse la pena con cierta
precisión, evitando la existencia de escalas penales que hagan recaer en la actividad
judicial una discrecionalidad casi absoluta al establecer el monto (tanto especie como
cantidades –de dinero en el caso de penas pecuniarias, o de tiempo en el caso de la
privación de la libertad–).

II.a.- Excepción: ley penal más benigna

De lo descripto surge que la ley aplicable debe ser previa al hecho, es decir, hay
un carácter de irretroactividad de la ley penal. Además tiene que cumplir con los
mandatos de certeza, prohibición de analogía y ser creada por órgano competente,
como ya se ha dicho.
Ahora bien, hay una excepción a esta política propia de un Estado de Derecho,
y se presenta cuando la ley posterior al hecho es más favorable que la existente (creada
con anterioridad).
Esta excepción indica que sólo debe aplicarse retroactivamente la ley penal más
benigna. El fundamento se encuentra en el hecho de que si en determinado momento
deja de tener importancia para cierta sociedad la aplicación de una pena, o se disminuye
el monto de la misma, no es posible continuar aplicando una ley anterior más gravosa.

Es decir, la regla general del principio de legalidad indica que para que exista un
delito, previamente debe haberse establecido por parte del órgano competente que
determinada acción lo será. Por lo tanto, si una persona cometiera un delito le será
aplicado lo dispuesto en esa ley (el Código Penal es el instrumento jurídico por
excelencia en el cual se encuentran las acciones consideradas delitos).
Pero si con posterioridad a este hecho una nueva ley dispusiera algo más
beneficioso (como por ejemplo una escala penal menor o la supresión del delito como
tal) será de aplicación la nueva ley. Esta es la excepción al principio general.

III.- Corolario

No es necesario ahondar aquí sobre lo descripto en puntos anteriores. Sólo vale


recordar la importancia del principio de reserva y del principio de legalidad para el
desarrollo de los individuos, de las libertades, y así evitar la arbitrariedad estatal.
Son límites al poder del Estado, al menos para aquellos herederos de una
tradición liberal desde el punto de vista político. Sin embargo, muchas veces han sido
violados por gobiernos autoritarios y totalitarios que se adueñaron de las instituciones y
de la vida de las personas, en distintas partes del mundo.
La manera más burda que podría pensarse es a través de la representación de
los totalitarismos europeos del siglo pasado o las dictaduras latinoamericanas. La
libertad de elección, en general, estaba restringida y en todo caso los individuos debían
responder a un ideal impuesto por Estados Perfeccionistas.
Sin embargo, debemos estar atentos frente a la posible vulneración de estos
principios incluso en Estados de Derecho democráticos y que se han comprometido a
ser respetuosos de derechos, garantías y principios. Porque de manera sutil (no burda
como en una dictadura) pueden también ser violados.
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Ciclo Básico Común
Universidad de Buenos Aires

Para cerrar estas líneas deseo indicar que la explicación del origen normativo de
los principios de reserva y de legalidad se ha realizado desde una idea “clásica” basada
en la Constitución Nacional como fuente de principios, derechos y garantías mínimos
que debe respetar el resto del ordenamiento jurídico.
Sin embargo, en el sistema internacional de Derechos Humanos es posible
encontrar también un sólido bloque normativo donde se encuentran contemplados estos
y otros principios (basta pensar en la Convención Americana de Derechos Humanos, o
el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, ambos con jerarquía
constitucional, tal como surge del artículo 75 inciso 22 de la Constitución Nacional
argentina).

Bibliografía recomendada y referencias bibliográficas

-Basterra, M., “El derecho a la intimidad”, en Sabsay, D., Manili, P., Constitución de la
Nación Argentina y normas complementarias. Análisis doctrinal y jurisprudencial,
Hammurabi, Buenos Aires, 2009.

-Mir Puig, S., Derecho Penal. Parte General, B de F, Montevideo-Buenos Aires, 2005.

-Nino, C. S., Ética y Derechos Humanos, Astrea, Buenos Aires, 1989.

-Zaffaroni, E. R., Alagia, A., Slokar, A., Derecho Penal. Parte General, Ediar, Buenos
Aires, 2000.
INDALIA PONZETTI DE BALBIN c/ EDITORIAL
ATLANTIDA S.A. s/ DAÑOS Y PERJUICIOS
SENTENCIA
11 de Diciembre de 1984
Nro. Interno: P000000526
Tribunal origen: CAMARA NACIONAL DE APELACIONES EN LO CIVIL - SALA F.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACION. CAPITAL FEDERAL, CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS
AIRES
Magistrados: GENARO R. CARRIO - JOSE SEVERO CABALLERO - (SEGUN SU VOTO: A0401378
/379/380/381/382/384) - CARLOS S. FAYT - AUGUSTO CESAR BELLUSCIO (SEGUN SU VOTO:
A0401378/0401379/380/381/382/384) - ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI - (SEGUN SU VOTO: A04
A0401386/387/388/389/390/391 /392/393/394/395/396)
Id SAIJ: FA84000564

SUMARIO

Procede el recurso extraordinario en el caso en que se hizo lugar a la demanda de daños y perjuicios por
violación del derecho a la intimidad -publicación de una fotografía-, ya que si bién la sentencia impugnada
se sustenta en el artículo 1071 bis del Código Civil, el a quo para resolver la aplicabilidad de la norma citada
efectuó una interpretación de la garantía constitucional a los derechos que en ella funda el apelante.

Fuente del sumario: OFICIAL - Corte Suprema de Justicia de la Nación

CONTENIDO RELACIONADO
Legislación

CODIGO CIVIL. Art. 1071


Ley 340. 25/9/1869. Derogada

Otros Sumarios
Constitución Nacional, derechos y garantías constitucionales, libertad de expresión, libertad de prensa,
Convención Americana sobre Derechos Humanos
El sentido cabal de las garantías concernientes a la libertad de expresión contenidas en los arts. 14 y 32 de la
Constitución Nacional ha de comprenderse más allá de la nuda literalidad de las palabras empleadas en esos
textos, que
Constitución Nacional, derechos y garantías constitucionales, derecho de publicar las ideas, derecho a la
privacidad
La libertad de información no puede acotarse con base en el derecho de privacidad cuando los hechos son,
desde su inicio, del dominio público.
Constitución Nacional, derechos y garantías constitucionales, derecho de publicar las ideas, libertad de
prensa, interpretación de la constitución
En lo atinente al equilibrio entre la libertad de expresión y otros intereses públicos o privados ha de
advertirse el rango superior que en el sistema democrático constitucional que nos rige posee la libertad de
expresión.
Constitución Nacional, derechos y garantías constitucionales, derecho a la intimidad, derecho a la privacidad
El art. 19 de la Constitución Nacional es la base misma de la libertad moderna, o sea, autonomía de la
conciencia y la voluntad personal, la convicción según la cual es exigencia elemental de la ética que los
actos dignos de mérito
Constitución Nacional, derechos y garantías constitucionales, derecho a la intimidad, derecho a la privacidad
No cabe entender que la primera parte del art. 19 de la Constitución Nacional proporciona directo y
exhaustivo fundamento al derecho de privacidad. Ello así, pues debe advertirse que la conciencia subjetiva
también depende de los
Constitución Nacional, derechos y garantías constitucionales, derecho a la intimidad, derecho a la privacidad
El derecho a la privacidad comprende no sólo a la esfera doméstica, el círculo familiar y de amistad, sino
otros aspectos de la personalidad espiritual o física de las personas tales como la integridad corporal o la
imagen y nadie
Constitución Nacional, derechos y garantías constitucionales, derecho de publicar las ideas, libertad de
prensa
Debe reputarse esencial manifestación del derecho a la libertad de prensa el ejercicio de la libre crítica de los
funcionarios por razón de actos de gobierno ya que ellos hace a los fundamentos mismos del gobierno
republicano.
Constitución Nacional, derechos y garantías constitucionales, derecho a la intimidad
El derecho a la privacidad e intimidad encuentra su fundamento constitucional se encuentra en el art. 19 de
la Constitución Nacional. En relación directa con la libertad individual protege jurídicamente un ámbito de
autonomía
Constitución Nacional, derechos y garantías constitucionales, derecho a la intimidad, cuestión de derecho
común, Pacto de San José de Costa Rica, tratados internacionales
La protección del ámbito de intimidad de las personas tutelado por la legislación común no afecta la libertad
de expresión garantizada por la Constitución ni cede ante la preeminencia de ésta; máxime cuando el art.
1071 bis del Código
Constitución Nacional, derechos y garantías constitucionales, derecho de publicar las ideas, libertad de
prensa, censura previa
La garantía constitucional de la libertad de imprenta radica fundamentalmente en el reconocimiento de que
todos los hombres gozan de la libertad de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa, esto es, sin el
previo control de
Constitución Nacional, derechos y garantías constitucionales, derecho de publicar las ideas, libertad de
prensa
Existe un aspecto de la libertad de expresión en que ésta adquiere los caracteres de un derecho absoluto, no
susceptible de ser reglamento por la ley, y este aspecto es la prohibición de la censura previa, que es la
esencia
Constitución Nacional, derechos y garantías constitucionales, libertad de prensa, derechos individuales
Elevado el derecho de prensa a la categoría de un derecho individual autónomo, la legislación sobre la
prensa garantizó estableciendo criterios e inmunidades con el objeto de impedir la intromisión arbitraria del
estado tanto en
Constitución Nacional, derechos y garantías constitucionales, libertad de prensa, derecho a la privacidad
La publicación de la fotografía de un hombre público -tomada subrepticiamente- la víspera de su muerte en
la sala de terapia intensiva del sanatorio donde se hallaba internado- efectuada por una revista, excede el
límite legítimo y
Constitución Nacional, derechos y garantías constitucionales, libertad de prensa, derecho a la intimidad,
censura previa
La consagración del derecho de prensa en la Constitución Nacional, como dimensión política de la libertad
de pensamiento y de la libertad de expresión, es consecuencia, por una parte, de las circunstancias históricas
que condujeron
Constitución Nacional, derechos y garantías constitucionales, derecho de publicar las ideas, funcionarios
públicos
La libre crítica a los funcionarios por razón de sus actos de gobierno es una de las manifestaciones de un
criterio más general, consistente en trazar los límites de las responsabilidades que puede acarrear el ejercicio
de la libertad
Constitución Nacional, derechos y garantías constitucionales, derecho de publicar las ideas, libertad de
prensa
Las profundas transformaciones producidas en la sociedad, el desenvolvimiento de la economía de la prensa
y la aparición de las nuevas técnicas de difusión e información -cine, radio, televisión-, obligan a un
reexamen de la concepción
Constitución Nacional, derechos y garantías constitucionales, derecho a la intimidad, derecho a la privacidad
El esquema de ordenada libertad, esbozando por los arts. 18, 29 y 33 de la Constitución Nacional, está
integrado por derechos fundamentales -entre los que se incluye a los garantizados por el art. 19- que
pertenecen a los ciudadanos de
Constitución Nacional, derechos y garantías constitucionales, derecho de publicar las ideas, derecho a la
intimidad, libertad de expresión, derecho a la privacidad
El lugar eminente que sin duda tiene el régimen republicano la libertad de expresión -comprensiva de la
información- obliga a particular cautela en cuanto se trate de deducir responsabilidades por su ejercicio.
Empero, ello no
Constitución Nacional, derechos y garantías constitucionales, derecho a la intimidad, derecho a la privacidad
El derecho de privacidad es el "derecho a ser dejado a solas" y, sin duda, la incolumidad del principio de
determinación autónoma de la conciencia requiere que la persona sea dejada a solas por el Estado no por la
religión ni por la filosofía-
Constitución Nacional, derechos y garantías constitucionales, libertad de expresión
El derecho a la libre expresión e información no es absoluto en cuanto a las responsabilidades que el
legislador puede determinar a raíz de los abusos producidos mediante su ejercicio, sea por la comisión de
delitos penales o de actos
Constitución Nacional, derechos y garantías constitucionales, derecho de publicar las ideas, fotografía,
derecho a la intimidad
El interés general en la información concerniente a un hombre público prominente no justifica la invasión de
su esfera de intimidad. Así ocurre con la publicación de la fotografía -tomada en la última enfermedad del
político-, cuya
Constitución Nacional, derechos y garantías constitucionales, derecho a la intimidad
En el caso de personajes célebres cuya vida tiene carácter público o de personajes populares, su actuación
pública o privada puede divulgarse en lo que se relacione con la actividad que les confiere prestigio o
notoriedad o siempre
Derechos y garantías constitucionales, derecho a la libertad, derecho a la intimidad, derecho a la privacidad,
libertad de prensa
Las garantías de libertad de conciencia, de expresión, de la inviolabilidad del domicilio y los papeles
privados, de no ser obligado a declarar contra sí mismo (arts. 14 y 18), de la inmunidad contra el
alojamiento forzado de la
Recurso extraordinario, interpretación de la constitución, derecho a la intimidad, libertad de prensa
Procede el recurso extraordinario en el caso en el que se controvierten derechos inmediatamente fundados en
cláusulas constitucionales -garantía de la libertad de prensa (arts. 14 y 32 de la Constitución Nacional) en
sus
Derechos y garantías constitucionales, derecho a la privacidad, derecho a la dignidad
La protección material del ámbito de privacidad resulta uno de los mayores valores del respeto a la dignidad
de la persona y un rasgo diferencial entre el estado de derecho democrático y las formas políticas autoritarias
y totalitarias.
Recurso extraordinario, interpretación de la constitución, derecho a la intimidad, libertad de prensa
Procede el recurso extraordinario en el caso en que se hizo lugar a la demanda de daños y perjuicios por
violación del derecho a la intimidad -publicación de una fotografía-, ya que si bién la sentencia impugnada
se sustenta en el
Derechos y garantías constitucionales, derecho a la privacidad, libertad de expresión, libertad de prensa
El lugar eminente que sin duda tiene en el régimen republicano la libertad de expresión -comprensiva de la
información- obliga a particular cautela en cuanto se trate de deducir responsabilidades por su ejercicio.
Empero, ello no
Garantías Constitucionales
Dras. Fabiana Bello y Andrea Patané
Introducción:
Las garantías consisten en una serie de Institutos que hacen posible la protección al
respeto y goce efectivo de los derechos, brindando seguridad al individuo.
Ellas están reconocidas en nuestra Constitución, para operar fundamentalmente en el
caso de que un derecho se encuentre perturbado.
Es dable destacar, que además de las garantías de tipo penal como el debido proceso y
defensa en juicio, existen otras garantías que la Constitución también reconoce y ellas
son: El AMPARO, EL HABEAS CORPUS, y el HABEAS DATA.
Abordaremos en principio, el significado de amparar; las características en común de estos
institutos -tomando en cuenta que se encuentran bajo un mismo género, los
antecedentes jurisprudenciales, como evolucionaron normativamente cada uno de ellos,
para finalmente desarrollarlas.

1. AMPARO COMO GENERO.


Amparar significa proteger, tutelar, defender o garantizar algo. En este caso en concreto,
lo que se protege son los derechos que la misma Constitución reconoce.
El amparo como “genero”, se define como acción judicial sumarísima de control de
constitucionalidad, que pone en movimiento sus respectivos remedios para remover el
obstáculo que impide, de manera regular y manifiesta, el ejercicio de un derecho.
De lo expuesto nacen, las características en común que tienen estos tres Institutos:
a) Se trata de una acción judicial: A través de ella se pone en movimiento el aparato
judicial con el fin de restablecer el ejercicio de un derecho o garantía.
Si bien algunos lo mencionan como “recurso”, tal criterio no se comparte, porque el
“amparo” no se utiliza para revisar la decisión de un órgano.
b) Es sumarísimo, su trámite se desarrolla rápido a fin de otorgar inmediata tutela al
derecho o garantía.
c) Pone en movimiento su respectivo proceso-juicio (el juicio siempre es contradictorio,
hay dos partes)
d) Sirve como control de constitucionalidad: Tiene como objeto efectivizar la supremacía
constitucional pero no declarando la inconstitucionalidad de la norma, sino buscando
remover el obstáculo que impide el ejercicio de un derecho.
Así, lo hasta aquí descripto, responde al Amparo como Genero, siendo su especie: 1) el
AMPARO (propiamente dicho), 2) el Habeas Corpus y 3) el Habeas Data.

2. EVOLUCIÓN:
El amparo propiamente dicho, en su origen teórico- jurídico tiene una larguísima tradición
y acompaña el desarrollo del pensamiento occidental desde prácticamente la Edad Media,
sus antecedentes podemos rastrearlos en la Carta Magna, en el Acta de Hábeas Corpus, y
en el Bill of Right.
Sin embargo, en el caso de Argentina, tuvimos que llegar a 1957 para que en el “leading
case” Siri, la Corte Suprema de Justicia de la Nación estableciera por primera vez el
amparo en nuestro orden jurídico.
Este caso, sintéticamente ocurrió en el marco de los siguientes hechos:
La autoridad policial de la Provincia de Buenos Aires clausura el diario "Mercedes", que se
publicaba en esa ciudad, en nombre de dicha Provincia. Ángel Siri, invocando la calidad de
director y administrador del periódico, y la libertad de imprenta y de trabajo consagrada
por la Constitución Nacional, se presentó ante el juez del crimen local solicitando se
requiriera informe a la policía sobre los motivos de la clausura, y con su resultado se
proveyera de acuerdo con las cláusulas constitucionales por él citada (art. 14 y 18 CN).
En Primera Instancia, el juez resolvió no hacer lugar a la presentación del recurrente, entre
otras porque consideró que no se trataba de un recurso de hábeas corpus, (el cual sólo
protege la libertad física o corporal de las personas).
La Cámara de Apelaciones de Mercedes, confirma la decisión apelada, por fundamentos
propios, y finalmente la Corte Suprema de Justicia de la Nación, a partir de refutar la
opinión del entonces Procurador General de la Nación, que en su dictamen dijo que "el
recurso de hábeas corpus sólo protege a las personas privadas de su libertad corporal ....",
se expide en su primera oportunidad apartándose de la doctrina tradicionalmente
sostenida por el tribunal e indicó: que ella puede abrir la vía expedita y rápida de
protección para derechos distintos de los de la libertad física.
“Las garantías individuales existen y protegen a los individuos por el solo hecho de estar
consagradas por la Constitución, independientemente de las leyes reglamentarias, las
cuales sólo son requeridas para establecer en qué casos y con qué justificativos podrá
procederse al allanamiento y ocupación”.
Así la Corte Suprema estableció "que las declaraciones, derechos y garantías no son
simples fórmulas teóricas. Cada uno de los artículos y cláusulas que las contienen tienen
fuerza obligatoria para los individuos, para las autoridades y para toda la Nación. Los
jueces deben aplicarlas en la plenitud de su sentido, sin alterar o debilitar con vagas
interpretaciones o ambigüedades la expresa significación de su texto" y "Basta la
comprobación inmediata de que una garantía constitucional se halla restringida sin orden
de autoridad competente y sin expresión de causa que justifique la restricción, para que
aquélla sea restablecida por los jueces en su integridad, aun en ausencia de ley que la
reglamente. Las garantías individuales existen y protegen a los individuos por el sólo hecho
de estar consagradas en la Constitución, e independientemente de las leyes
reglamentarias". (Cfr. Fallos 239:459).
Finalmente, resuelve que vuelvan los autos al tribunal de origen y da la orden de restituir
el derecho que en el caso "Siri" la parte estaba reivindicando.
En el precedente citado es donde nace la protección de la vía expedita y rápida del
amparo a un derecho constitucionalmente garantizado, distinto al de la libertad física. El
Alto Tribunal de la República en "Siri", hace referencia a que el ciudadano había recurrido
a la Justicia por un acto lesivo de la autoridad pública.
Otro caso que llego a la Corte relacionado con las garantías es el llamado, "Kot" se
expande la posibilidad de proteger los derechos constitucionales a través de esta vía
expedita y rápida, por actos de particulares y no solamente de la autoridad pública. Y la
Corte dice lo siguiente: "A los fines de la protección de los diversos aspectos de la libertad
individual, garantizados tácita o implícitamente por el art. 33 de la Constitución Nacional,
no es esencial distinguir si la restricción ilegítima proviene de la autoridad pública o de
actos de particulares. Nada hay, ni en la letra ni en el espíritu de la Constitución, que
permita aseverar que la protección de los "derechos humanos" esté circunscripta a los
ataques que provengan sólo de la autoridad ni que autorice la afirmación de que el ataque
ilegítimo, grave y manifiesto contra cualquiera de los derechos que integran la libertad,
lato sensu, carezca de la protección constitucional adecuada por la sola circunstancia de
que ese ataque emane de otros particulares o de grupos organizados de individuos". (Cfr.
Fallos 241: 291).
Vale decir, que en este fallo, había quedado establecido que los derechos constitucionales
de los argentinos estaban protegidos contra la acción ilegítima, no solamente de las
autoridades públicas, sino también de los particulares.
Desde el punto de vista normativo, se reguló, en principio, a través de La ley 16.986, Ley
de amparo “contra actos estatales”, o "desamparo" normativizado lamentablemente en
1966 durante la dictadura de Onganía y proseguida por algunos gobiernos de iure, que no
tuvieron la decisión de dar verdadera consagración a esta garantía constitucional, y
establecieron a través de su artículo segundo limitaciones que vedaban el acceso a esta
acción y le restaban efectividad. Por ejemplo, imponer la obligación de efectuar un
reclamo administrativo previo (art. 2 inc. a). En 1968, se incorpora al código procesal civil,
(amparo contra actos particulares). Posteriormente, a partir de la reforma de 1994, la
acción de amparo se transforma en una institución central de la mecánica de garantías
que establece la Constitución Nacional a través del art 43.
Sin embargo, la que no se mostró tan garantista fue la jurisprudencia quien hizo subsistir,
para normas de procedimiento, la ley 16.986 en cuanto no sean incompatibles con las
previsiones del mentado artículo. Con frecuencia sostuvo que la nueva incorporación del
articulo no implicó una derogación integral de la ley.

3. LA ACCION DE AMPARO
3.1 AMPARO INDIVIDUAL
El primer párrafo del artículo 43 CN indica: “Toda persona puede interponer acción
expedita y rápida de amparo, siempre que no exista otro medio judicial más idóneo,
contra todo acto u omisión de autoridades públicas o particulares, que en forma actual o
inminente lesione, restrinja, altere o amenace, con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta,
derechos y garantías reconocidos por esta Constitución, un tratado o una ley. En el caso,
el juez podrá declarar la inconstitucionalidad de la norma en la que se funde.”
De la lectura de este, surgen algunas condiciones para que proceda el amparo, y ellas son:
a) Debe existir una lesión actual o inminente de un derecho subjetivo concreto. (La lesión
debe estar motivada por un acto arbitrario e ilegitimo de autoridad pública o particulares).
b) No debe existir un medio judicial más idóneo (es decir, si el remedio se puede
encontrar por otra vía, el amparo no procede).
Va a proceder cuando por otros medios no se pueda obtener un resultado, o la obtención
de ese resultado, por otra vía, resulta un daño grave e inminente.
c) El peligro en la demora (el tiempo en que tarde en restablecerse mi derecho) pone en
peligro su goce efectivo.
Otro dato interesante este dado, por quien o quienes tienen la legitimación activa; a quien
o contra que va dirigida la acción (legitimación Pasiva); que derechos protege, y los
efectos que produce su sentencia.
SUJETO ACTIVO: “toda persona”, es decir la acción la puede iniciar tanto la persona física
como Jurídica.
SUJETO PASIVO: La acción está dirigida contra todo acto de autoridad Pública o Privada.
DERECHO QUE TUTELA: Los derechos reconocidos en la Constitución Nacional, Ley o
tratados.
EFECTO DE LA SENTENCIA: Cosa Juzgada (una vez denegada no se puede reclamar por el
mismo objeto).

3.2 AMPARO COLECTIVO.


Desde la reforma constitucional de 1994 nuestro sistema cuenta con una modalidad
novedosa del juicio de amparo. Se trata del denominado "amparo colectivo" previsto en el
art. 43, 2º párrafo, que constituye una ampliación del amparo individual, enumera además
quienes tienen la legitimación activa para accionar, y pone fin a la discusión jurídica del
reconocimiento de los derechos de incidencia colectiva.
El legislador creó estos derechos de incidencia colectiva y puso en cabeza de tres sujetos
la legitimación activa: el afectado, el defensor del Pueblo, y las asociaciones registradas
(ninguno tiene el monopolio de la acción), e indicó los derechos protegidos a saber:
cualquier forma de discriminación, los derechos del medio ambiente, competencia,
usuario, consumidor, introducidos en los artículos 41 y 42 CN.
Entonces, las diferencias de este instituto con el amparo individual están dadas por las
características de los derechos afectados y de los sujetos legitimados para iniciar la acción.
Se advierte, que el Ministerio Publico, en vista del art 120 de la CN tiene también
facultades para accionar en defensa de los intereses generales de la sociedad, y que el
artículo 43 es directamente operativo. Esto quiere decir que en ausencia de ley debe ser
aplicado directamente por los jueces y al ser una norma federal, obliga a las provincias
también.

4. HABEAS CORPUS.
ANTECEDENTES.
Esta garantía tiene antiguos antecedentes en la organización institucional argentina.
El poder constituyente originario, consagró la libertad y su protección, desde el preámbulo
hasta su inclusión en el artículo 18 (conjunto de garantías que protege a los habitantes de
las detenciones arbitrarias).
Luego, considerando como antecedente o fundamento el artículo 18, se dicta la
reglamentación legislativa del habeas corpus materializándose en el artículo 20 de la Ley
48.
EL párrafo 4 del artículo 43 CN indica que “cuando el derecho lesionado, restringido,
alterado o amenazado fuera la libertad física, o en caso de agravamiento ilegítimo en la
forma o condiciones de detención, o en el de desaparición forzada de personas, la acción
de hábeas corpus podrá ser interpuesta por el afectado o por cualquiera en su favor y el
juez resolverá de inmediato, aun durante la vigencia del estado de sitio.”
Entonces, podemos conceptualizarlo como una acción judicial de garantía, que su
finalidad es lograr la libertad física de una persona, cuando ha sufrido de modo ilegal una
restricción de esta de manera actual o inminente. También puede proceder esta acción
cuando hay un agravamiento de las condiciones de detención de una persona.
El Habeas Corpus por lo tanto, pretende llevar a la persona a disposición del juez
correspondiente, u ordenar su libertad.
En cuanto a la legitimación para interponer esta acción en nombre del afectado, lo puede
hacer cualquier persona.

Categorías según Bidart Campos:


Habeas corpus clásico: Se utiliza para rehabilitar la libertad física frente a actos u
omisiones que la restringen, o impiden sin orden legal.
Preventivo: Este tipo es para frenar amenazas ciertas e inminentes, para la libertad física.
Correctivo: Será contra toda forma ilegitima, que agrava la condición de una persona
legalmente privada de su libertad (caso de hacinamiento en cárceles). Lo puede pedir la
Procuración Penitenciaria.
Restringido: Se interpone contra molestias que perturban la libertad de locomoción sin
llegar a privar de la libertad (vigilancia).
A partir de 1994, el articulo 43 incorpora el caso de desaparición forzada de personas.
Legitimación para interponer: no se limita a la persona que tiene la restricción, sino que
extiende a otra, aun sin estar apoderada de ella.
La ley 23098 “Corpus de Oficio”: Habilita al juez cuando toma el conocimiento por sí
mismo, de la afectación grave del derecho a la libertad de una persona con riesgo de sufrir
un riesgo irreparable o q sea trasladado a otra jurisdicción del tribunal.

5. HABEAS DATA.
El Habeas Data, es una acción constitucional de garantía que tiene por objeto el acceso de
cualquier persona a un registro o banco de datos para conocer la información existente
sobre su persona y requerir la corrección de esa información en caso de que cause algún
perjuicio.

ANTECEDENTES:
En un principio la necesidad de incorporar esta garantía giró en torno a proteger a las
personas frente al contenido de los registros y asientos que tuvieran los organismos del
Estado. Mas aun teniendo en consideración la violación de las garantías personales que se
dieron en el marco de la represión ilegítima, ocurrida en la Argentina en la década del 70.
En el año 1994 la declaración de necesidad de reforma no contemplaba esta garantía. Sin
embargo, el debate en el seno de la Convención, fue ampliando la necesidad de
protección de las personas, alcanzando también al control de los registros de datos.
El Habeas Data para esa época era algo novedoso, no solo para nuestro país, sino para
todo el ordenamiento jurídico latinoamericano. Surgió como respuesta a los avances
tecnológicos que ya se vislumbraban en constante crecimiento, y que permitían el
almacenamiento, procesamiento y transmisión de datos.
Normativamente se localiza en el artículo 43 -tercer párrafo- de la Constitución Nacional,
el que a continuación se transcribe.
“Toda persona podrá interponer esta acción pata tomar conocimiento de los datos a ella
referidos y de su finalidad, que conste en registros o bancos de datos públicos, o los
privados destinados a proveer informes, y en caso de falsedad o discriminación, para
exigir la supresión, rectificación, confidencialidad o actualización de aquellos. No podrá
afectarse el secreto de las fuentes de información periodística”.
Tal como lo sostiene Bidart Campos, la palabra “Habeas Data” refiere al término “tener
datos”, y por lo tanto, es el bien jurídico protegido, es decir lo que tiende a resguardar
esta garantía, es la privacidad de las personas.
La acción de Habeas Data puede ser interpuesta por toda persona, tanto física como
jurídica, que tenga como fin:
• Tomar conocimiento de datos referidos a ella.
• Rectificarlos
• Suprimirlos
• Pedir confidencialidad
• Actualizarlos
Luego de 6 años de reconocimiento de esta garantía, se promulgo parcialmente la Ley
N°25326 -Ley de Protección de Datos Personales- y por su decreto reglamentario Nº
1.558/01. Es una ley extensa, que a criterios de algunos tiene aspectos positivos y
negativos, por ejemplo, el inicio de la acción no es expedita sino que requiere de un
pedido de informe previo con un plazo a favor del requerido de 10 días. Como
característica positiva vino a saldar la discusión acerca de si los bancos públicos debían o
no brindar información amparados en la seguridad estatal, entre otras cosas.
En su artículo 1° dispone; "La presente ley tiene por objeto la protección integral de los
datos personales asentados en archivos, registros, bancos de datos, u otros medios
técnicos de tratamiento de datos, sean estos públicos, o privados destinados a dar
informes, para garantizar el derecho al honor y a la intimidad de las personas, así como
también el acceso a la información que sobre las mismas se registre¨. Claramente
asimilable al párrafo 3 del artículo 43°.
El precepto transcripto delimita el objetivo de la norma que es la "protección integral de
los datos personales" que se encuentren asentados en archivos, registros, bancos de
datos, u otros medios técnicos de tratamiento de los mismos. Esta norma busca proteger
esenciales derechos de la personalidad, como el derecho al honor y a la intimidad. Con el
devenir jurisprudencial la Corte extendió la protección al “derecho a la verdad, seguridad
personal, la imagen, la voz, la credibilidad financiera”, entre otras.
Cabe mencionar que en estos tiempos contamos con la Ley de acceso a la información
(Ley 27275), la cual merece mención especial por encontrar puntos de encuentro con la
ley en estudio. Sin embargo, por tratarse de una ley esencial vinculada al principio de
publicidad de los actos de gobierno y a la transparencia del sistema democrático, merece
un acápite aparte.
Por último a la luz del texto constitucional los tipos de habeas data que se puede solicitar
son:
• Informativo: con el objeto de obtener un conocimiento de los datos personales
que están registrados, como se han obtenido, o registrado y de qué fuente provienen
excepto la que aclara el artículo si fuera una fuente periodística.
• Rectificador: que tiene como fin corregir, o actualizar datos atrasados.
• Preservador: este tipo es utilizado para excluir algún tipo de información la
persona no quiere que sea conocida, como ideas políticas, identidad étnica, entre otras, y
también para mantener la confidencialidad, de datos que están en archivo y si dieran a
conocer puede causarle un perjuicio a la persona por lo tanto deben ser reservados.
• Mixto: Es cuando se acciona con dos tipos de habeas data combinado.
Amparo: Acciones colectivas o de clase
Dra. Sabrina Palma
Introducción:

Su origen se remonta a Inglaterra, en el siglo XVIII en la Court of Chancery, a través del llamado bill of
peace, y su propósito consistía en que las personas que tuvieran pequeños reclamos unificados por
un mismo interés común, pudieran ejercitarlos; para ello debían demostrar que el litisconsorcio era
impracticable, y que la parte designada podía representar adecuadamente los intereses de los no
presentados. Es decir, se desarrolló un remedio procesal que permitía al tribunal entender en una
acción promovida por representantes de un grupo, siempre que la controversia tuviera un interés
común y se resolviera en una declaración de derecho invocable por y contra los miembros de la clase,
además de comprobarse que la citación a todas las partes en procesos individuales o en un mismo
litigio, resultaría inconveniente para la eficaz administración de justicia1.

En Estados Unidos comenzó su utilización en el siglo XIX, pero su empleo estuvo limitado a los
procedimientos de equidad. Fue a partir de 1950 cuando las acciones colectivas recuperaron impulso
para poner límites a la discriminación racial, evolucionando desde la década del 70 en su empleo para
proteger el derecho de los consumidores, y defender a la población de la preocupante contaminación
del medio ambiente.2

Ahora bien, como señalamos en reseñas anteriores, la Constitución Nacional de nuestro país, a partir
de la reforma de 1994, además de introducir los artículos 41 (derecho al medio ambiente sano) y 42
(derechos de consumidores y usuarios), incorpora el novedoso art. 43, que en su párrafo segundo
hace mención expresa a la tutela de amparo de derechos de incidencia colectiva que son objeto de
acciones colectivas o de clase.

En Febrero del año 2009, la Corte Suprema de Justicia dio lugar a un “leading case” el llamado “Fallo
Halabi" que modificó significativamente el mundo jurídico como en su momento lo hicieron los fallos
"Siri" y "Kot", al crear de forma pretoriana la acción de amparo. Mientras éstos últimos, dieron inicio
a un vehículo idóneo para el reclamo de derechos individuales de modo urgente, en "Halabi" nuestro
máximo tribunal de justicia creó la acción colectiva. Reconoció. que las “acciones de clase” reconocen
vigencia en nuestro ordenamiento jurídico y con rango constitucional en forma implícita en el artículo
43.

A modo de breve resumen, los hechos son los siguientes: un abogado de apellido Halabi promovió
acción de amparo reclamando que se declare la inconstitucionalidad de la ley 25.873 y de su decreto
reglamentario 1563/04, en virtud de considerar que sus disposiciones vulneran las garantías
establecidas en los artículos 18 y 19 de la Constitución Nacional, en cuanto autorizan la intervención
de las comunicaciones telefónicas y por Internet sin que una ley determine “en qué casos y con qué
justificativos”3. Alegó que esa intromisión constituía una violación de sus derechos a la privacidad y
a la intimidad, en su condición de usuario, a la par que menoscababa el privilegio de confidencialidad

1
Wallworth v. Holt (1841), 4 My. & Cr. 619,41 E.R. 238, citado por Alterini, Atilio A., “Las acciones colectivas en las
relaciones de consumo (el armado de un sistema),” LL, 2009-D, 740.
2
Sabdar, Claudia, Juicio de amparo colectivo”, editorial Hammurabi.
3
CSJN, Halabi, 2009
que, como abogado, ostenta en las comunicaciones con sus clientes. Al producir su informe, el Estado
Nacional sostuvo que la vía del amparo no resultaba apta para debatir el planteo del actor. Afirmó,
asimismo, que la cuestión se había tornado abstracta en virtud del dictado del decreto 357/05, que
suspendió la aplicación del decreto 1563/04. La magistrada de primera instancia hizo lugar a la
demanda y declaró la inconstitucionalidad de los arts. 1° y 2° de la ley 25.873 y del decreto 1563/04.
La Cámara confirmó dicho pronunciamiento. Además, estimó que la legitimación del actor “no excluía
la incidencia colectiva de la afectación a la luz del 2° párrafo del art. 43 de la Constitución Nacional”
por lo que la sentencia debía aprovechar a todos los usuarios que no habían participado en el juicio.
Contra esa decisión, el Estado Nacional interpuso el recurso extraordinario federal, que fue
concedido y declarado procedente. Merece destacarse que la impugnación del Estado Nacional se
dirigió exclusivamente a descalificar el efecto erga omnes que la Cámara atribuyó a su
pronunciamiento. Al respecto señaló que, sin perjuicio de la dimensión colectiva de los derechos
debatidos, para conferir tal alcance al fallo hubiera sido necesaria la participación del Defensor del
Pueblo de la Nación en el proceso, lo que no había tenido lugar. La Corte Suprema de Justicia de la
Nación confirmó la sentencia apelada.

Seguidamente precisó que, en referencia a la legitimación procesal, existen tres categorías de


derechos: Individuales, de incidencia colectiva que tienen por objeto bienes colectivos, y de
incidencia colectiva referentes a intereses individuales homogéneos. En lo atinente a estos últimos,
se estimó que los mismos se hallaban de igual forma de forma implícita consagrados en el art. 43 de
la Constitución Nacional. Asimismo se mencionaron taxativamente algunos ejemplos, como ser los
derechos personales o patrimoniales. En cualquiera de las dos hipótesis, si se encuentra afectada la
incidencia colectiva del derecho, la acción judicial debe o puede ser tramitada bajo las reglas del
proceso colectivo.

Tres categorías de derechos- legitimación procesal:

1- Derechos individuales: En estos casos, no hay variación en cuanto a la existencia de un derecho


subjetivo sobre un bien individualmente disponible por su titular, quien debe probar una lesión
a ese derecho para que se configure una cuestión justiciable. A esta categoría de derechos se
refiere el primer párrafo del artículo 43 de la Constitución Nacional

2- Derechos de incidencia colectiva: tienen por tutela de bienes colectivos indivisibles. Los
derechos de incidencia colectiva tienen por objeto bienes colectivos, y de acuerdo 43 de nuestra
Constitución, están legitimados para ejercerlos el Defensor del Pueblo de la Nación, las
asociaciones autorizadas que concentran el interés colectivo y el afectado. En estos supuestos
existen dos elementos de calificación que resultan prevalentes: 1) la petición debe tener por
objeto la tutela de un bien colectivo, lo que ocurre cuando éste pertenece a toda la comunidad,
siendo indivisible y no admitiendo exclusión alguna. Estos bienes no tienen por titulares a una
pluralidad indeterminada de personas. Tampoco hay una comunidad en sentido técnico. Estos
bienes no pertenecen a la esfera individual sino social y no son divisibles en modo alguno. 2) La
pretensión debe ser focalizada en la incidencia colectiva del derecho. Ello es así porque la lesión
a este tipo de bienes puede tener una repercusión sobre el patrimonio individual, como sucede
en el caso del daño ambiental4.

3- Derechos incidencia colectiva que tutela intereses individuales homogéneos (tutela bienes
colectivos divisibles) Se trata de una pluralidad de derechos subjetivos divisibles, aunque
homogéneos porque tienen una causa común, de hecho o de derecho, en los que la cuestión
sobre la responsabilidad civil es única por lo que es aconsejable y conveniente el dictado de una
sola sentencia con efectos erga omnes, posponiendo para otra etapa la determinación y
cuantificación de los daños individuales (patrimoniales y extrapatrimoniales5) “Existe un hecho,
único o continuado, que provoca la lesión a todos ellos y por lo tanto es identificable una causa
fáctica homogénea”6.

Alcance de la sentencia

En el fallo en cuestión el máximo Tribunal consideró que ha existido una adecuada representación
de todas las personas, usuarios de los servicios de telecomunicaciones -dentro de los que se
encuentran los abogados- a las que habrán de extenderse los efectos de la sentencia con un “alcance
erga omnes”7.

En nuestro derecho no existe una ley que reglamente el ejercicio efectivo de las denominadas
acciones de clase8. Este aspecto resulta de gran importancia porque debe existir una ley que
determine cuándo se da una pluralidad relevante de individuos que permita ejercer dichas acciones.
Pero debemos saber que frente a esa falta de regulación, el artículo 43 de la Constitución Nacional
es claramente operativo y es obligación de los jueces darle eficacia.

La Corte ha dicho que donde hay un derecho hay un remedio legal para hacerlo valer; principio del
que ha nacido la acción de amparo, pues las garantías constitucionales existen para proteger a los
individuos por el solo hecho de estar en la Constitución e independientemente de sus leyes
reglamentarias, cuyas limitaciones no pueden constituir obstáculo para la vigencia efectiva de dichas
garantías.

4
www.defensoria.org.ar/halabi-ernesto-c-p-e-n-ley-25-873-dto-156304-s-amparo-ley-16-986
5
Conf. notas a fallo “Halabi” de Alterini, Atilio Aníbal
6
CSJN Fallo Halabi 2009
7
Sabdar, Claudia, Op. Cit.
8
www.defensoria.org.ar/halabi-ernesto-c-p-e-n-ley-25-873-dto-156304-s-amparo-ley-16-986
KOT, Samuel S.R.L. s/ Acción de amparo. Acto de
particulares (5-958)
SENTENCIA
5 de Septiembre de 1958
Nro. Interno: 000000
Tribunal origen: Cámara de Apelación en lo Penal Nro. 3 de La Plata
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACION. CAPITAL FEDERAL, CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS
AIRES
Magistrados: ALFREDO ORGAZ-BENJAMIN VILLEGAS BASAVILBASO-JUAN C. BECCAR VARELA
-ARISTOBULO ARAOZ DE LAMADRID (EN DISIDENCIA)-JULIO OYHANARTE (EN DISIDENCIA)
Id SAIJ: FA58003244

SUMARIO

Las leyes no pueden ser interpretadas sólo históricamente, sin consideración a las nuevas condiciones y
necesidades de la comunidad, porque toda ley, por naturaleza, tiene una visión de futuro, está predestinada a
recoger y regir hechos posteriores a su sanción.

Fuente del sumario: OFICIAL - Corte Suprema de Justicia de la Nación

Otros Sumarios
Acción de amparo, arbitrariedad o ilegalidad manifiestas, derechos y garantías constitucionales, deberes del
juez
Siempre que aparezca de modo claro y manifiesto, la ilegitimidad de una restricción cualquiera a alguno de
los derechos esenciales de las personas así como el daño grave e irreparable que se causaría remitiendo el
examen de la cuestión a los
Aplicación de la ley, interpretación de la ley
Las leyes no pueden ser interpretadas sólo históricamente, sin consideración a las nuevas condiciones y
necesidades de la comunidad, porque toda ley, por naturaleza, tiene una visión de futuro, está predestinada a
recoger y regir hechos posteriores
Acción de amparo, gravamen irreparable, derechos y garantías constitucionales, derecho de propiedad,
derecho de trabajar, ocupación del establecimiento
Los hechos de la causa revelan de modo indudable que existe una restricción ilegítima de los derechos
constitucionales invocados por el recurrente, el de propiedad y, sobre todo, el de la libertad de trabajo, pues
lo ocupado por los obreros no es un
Derechos y garantías constitucionales, hábeas corpus, acción de amparo
Lo que primordialmente tienen en vista el hábeas corpus y el recurso de amparo, no es el origen de la
restricción ilegítima a cualquiera de los derechos fundamentales de la persona humana, sino estos derechos
en sí mismos, a fin de que sean

TEXTO COMPLETO

Buenos Aires, 5 de setiembre de 1958.

"Vistos los autos: "Kot, Samuel S.R.L. s/ recurso de hábeas corpus", en los que a fojas 151 se ha concedido
el recurso extraordinario contra la sentencia de la Cámara 3ra. de Apelación en lo Penal de La Plata de fecha
8 de julio de 1958, de cuyos antecedentes, RESULTA:

La firma Samuel Kot S.R.L., propietaria de un establecimiento textil situado en la calle Arias nro. 228 de
Villa Lynch, partido de San Martín, provincia de Buenos Aires, mantiene desde el 21 de marzo ppdo. un
conflicto con su personal obrero. La huelga de este personal fue primeramente declarada ilegal por la
Delegación San Martín del Departamento Provincial del Trabajo con fecha 28 de marzo, por lo cual la firma
patronal dispuso la concurrencia de los obreros a su trabajo dentro de las 24 horas, con excepción de los
delegados Arón Fistein y Aníbal Villamayor. Un mes y medio más tarde, el presidente del Departamento
Provincial del Trabajo declaró nula aquella resolución de la Delegación San Martín e intimó a ambas partes
a reanudar el trabajo. La empresa se negó a reincorporar a los obreros que había despedido y entonces éstos
y otros compañeros ocuparon la fábrica el día 9 de junio y se mantienen en ella hasta ahora; los patrones
pueden entrar al establecimiento y sacar objetos dejando constancia escrita, mas se impide la entrada al
personal de administración y a los capataces (fojas 27, 27 vta., 29, 30, 31, 32, etc., del expte. K 21 -XII-).
Desde el día de la ocupación, "el establecimiento no realiza labor alguna", de suerte que "la fábrica está
totalmente paralizada" (informe policial de fojas 36 del citado expediente).

El mismo día de ocupación de la fábrica, el socio gerente de la empresa, don Juan Kot, formuló denuncia
por usurpación ante la comisaría de Villa Lynch (San Martín) y reclamó la entrega del inmueble, iniciándose
el sumario correspondiente. Estando en trámite las actuaciones fueron requeridas telefónicamente por el juez
penal de La Plata - el día 16 de junio- quien, después de avocar el conocimiento del sumario, resolvió 2 días
después - el 18 de junio- sobreseer definitivamente en la causa "en cuanto al hecho de la ocupación del
inmueble de la calle Arias 228 de la localidad de Villa Lynch, partido de San Martín y no hacer lugar al
pedido de desocupación de la misma". El fundamento de esta resolución consistió, en lo esencial, en que
habiendo sido ocupado el inmueble a causa de la existencia de un conflicto colectivo de trabajo entre la
mencionada empresa y su personal obrero, "es evidente que en la especie esa ocupación no tiene por objeto
el despojo de la posesión de esa cosa inmueble, con ánimo de someterla al ejercicio de un derecho de
propiedad (art. 2351, Código Civil), sino que lo ha sido en función de la existencia de ese conflicto laboral"
(fojas 54/56). Apelada esta resolución por el apoderado de la empresa, y luego de diligenciarse algunas
medidas para mejor proveer dispuestas por la Cámara 3ra. de Apelación en lo Penal de La Plata, ésta "por
sus fundamentos" confirmó el sobreseimiento definitivo que había sido objeto del recurso. (auto de fecha 8
de julio ppdo., fojas 88).

Contra esta sentencia, el interesado dedujo recurso extraordinario el que, concedido por el tribunal a quo, ha
sido declarado improcedente por esta Corte en el día de la fecha.

El mismo día de la sentencia de la Cámara, pero antes de dictarse (fojas 4 de esta causa), el apoderado de la
empresa se presentó ante la misma cámara deduciendo "recurso de amparo" a fin de obtener la desocupación
del inmueble: invocó la sentencia de esta Corte, de fecha 27 de diciembre de 1957, recaída en el "caso Siri",
"las garantías a la libertad de trabajo - art. 14-; a la propiedad - artículo 17-; a la libre actividad - art. 19-; de
la Constitución Nacional", que estarían afectadas, e hizo presente que la situación que planteaba era de "una
gravedad extraordinaria. Al acto delictuoso de la ocupación de una fábrica y la desposesión de sus legítimos
propietarios, se suman los constantes pedidos de amparo que por mi parte vengo repitiendo ante las
autoridades policiales y administrativas y que formalizo con este escrito" (fojas 1/3). El mismo día, la
Cámara de Apelación antes mencionada desechó el recurso planteado con el fundamento de "que el recurso
de hábeas corpus, como ha resuelto invariablemente este tribunal y lo tiene decidido la más autorizada
doctrina, tiene por objeto esencial la protección de la libertad personal o corporal y no puede hacerse
extensivo a la protección de otros derechos que se pretenden vulnerados. Tales derechos deben ejercitarse
conforme a los respectivos procedimientos creados por las leyes de la materia (cfr. Corte Federal, Fallos,
216:606; JA, 1950-III-486, entre otros)"; fojas 6.

Contra esta sentencia, el interesado interpuso recurso extraordinario, el cual, concedido por la Cámara de
Apelación, llega ahora a la decisión de esta Corte.

Y CONSIDERANDO:
Que, ante todo, corresponde apartar el fundamento expresado por el tribunal a quo para desechar la
pretensión del interesado. Este no dedujo recurso de "hábeas corpus", sino de amparo, invocando los
derechos constitucionales de la libertad de trabajo, de la propiedad y de la libre actividad, o sea, dedujo una
garantía distinta a la que protege la libertad corporal y que, a semejanza del hábeas corpus, procura
asimismo una protección expeditiva y rápida que emana directamente de la Constitución. Esta Corte lo ha
declarado así en la sentencia de fecha 27 de diciembre del año próximo pasado en la causa "Siri Angel"
(Fallos, 239:459), con fundamentos que se dan aquí por reproducidos en todo lo pertinente.

Que si bien en el precedente citado la restricción ilegítima provenía de la autoridad pública y no de actos de
particulares, tal distinción no es esencial a los fines de la protección constitucional. Admitido que existe una
garantía tácita o implícita que protege los diversos aspectos de la libertad individual (art. 33, Constitución
Nacional), ninguna reserva cabe establecer de modo que excluya en absoluto y a priori toda restricción que
emane de personas privadas.

Es verosímil presumir que, en el ánimo de los constituyentes de 1853, las garantías constitucionales tuvieron
como inmediata finalidad la protección de los derechos esenciales del individuo contra los excesos de la
autoridad pública. En el tiempo en que la Constitución fue dictada, frente al individuo solo e inerme no
había otra amenaza verosímil e inminente que la del Estado. Pero los constituyentes tuvieron la sagacidad y
la prudencia de no fijar exclusivamente en los textos sus temores concretos e históricos, sino, más bien, sus
aspiraciones y sus designios permanentes y aun, eternos: la protección de la libertad. Esto último es lo que
resulta del inequívoco y vehemente espíritu liberal de la ley suprema, aquello otro lo que se comprueba
objetivamente en los textos constitucionales mismos. Nada hay, ni en la letra ni en el espíritu de la
Constitución, que permita afirmar que la protección de los llamados "derechos humanos" - porque son los
derechos esenciales del hombre- esté circunscripta a los ataques que provengan sólo de la autoridad. Nada
hay, tampoco, que autorice la afirmación de que el ataque ilegítimo, grave y manifiesto contra cualquiera de
los derechos que integran la libertad, lato sensu, carezca de la protección constitucional adecuada - que es,
desde luego, la del "hábeas corpus" y la del recurso de amparo, no la de los juicios ordinarios o la de los
interdictos, con traslados, vistas, ofrecimientos de prueba, etc.- por la sola circunstancia de que ese ataque
emane de otros particulares o de grupos organizados de individuos. Intentar construcciones excesivamente
técnicas para justificar este distingo, importa interpretar la Constitución de modo que aparezca ella
amparando realmente, no los derechos esenciales, sino las violaciones manifiestas de esos derechos. Las
circunstancias concretas de esta causa constituyen por sí solas un ejemplo significativo.

Aun menos admisible es el distingo a que antes se ha hecho referencia, considerando las condiciones en que
se desenvuelve la vida social de estos últimos cincuenta años. Además de los individuos humanos y del
Estado, hay ahora una tercera categoría de sujetos, con o sin personalidad jurídica, que sólo raramente
conocieron los siglos anteriores: los consorcios, los sindicatos, las asociaciones profesionales, las grandes
empresas, que acumulan casi siempre un enorme poderío material o económico. A menudo sus fuerzas se
oponen a las del Estado y no es discutible que estos entes colectivos representan, junto con el progreso
material de la sociedad, una nueva fuente de amenazas para el individuo y sus derechos esenciales.

Si, en presencia de estas condiciones de la sociedad contemporánea, los jueces tuvieran que declarar que no
hay protección constitucional de los derechos humanos frente a tales organizaciones colectivas, nadie puede
engañarse de que tal declaración comportaría la de la quiebra de los grandes objetivos de la Constitución y,
con ella, la del orden jurídico fundamental del país. Evidentemente, eso no es así. La Constitución no
desampara a los ciudadanos ante tales peligros ni les impone necesariamente recurrir a la defensa lenta y
costosa de los procedimientos ordinarios. Las leyes no pueden ser interpretadas sólo históricamente, sin
consideración a las nuevas condiciones y necesidades de la comunidad, porque toda ley, por naturaleza,
tiene una visión de futuro, está predestinada a recoger y regir hechos posteriores a su sanción: "Las leyes
disponen para lo futuro", dice el art. 3 del Código Civil, con un significado trascendente que no se agota, por
cierto, en la consecuencia particular que el precepto extrae a continuación. Con mayor fundamento, la
Constitución, que es la ley de las leyes y se halla en el cimiento de todo el orden jurídico positivo, tiene la
virtualidad necesaria de poder gobernar las relaciones jurídicas nacidas en circunstancias sociales diferentes
a las que existían en tiempo de su sanción. Este avance de los principios constitucionales, que es de natural
desarrollo y no de contradicción, es la obra genuina de los intérpretes, en particular de los jueces, quienes
deben consagrar la inteligencia que mejor asegure los grandes objetivos para que fue dictada la
Constitución. Entre esos grandes objetivos y aun el primero entre todos, está el de "asegurar los beneficios
de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran
habitar en el suelo argentino" (Preámbulo).

Con respecto a la protección de la libertad corporal, la interpretación amplia es la que surge del pertinente
precepto de la ley suprema: "Nadie puede ser ... arrestado sino en virtud de orden escrita de autoridad
competente", dice el art. 18 con fórmula muy general, lo que significa establecer que, no tratándose de esa
única hipótesis estricta, toda privación ilegítima de la libertad personal, sin distinción alguna acerca de quien
emana, autoriza el amparo de la Constitución. Esta amplitud del hábeas corpus es la que corresponde a la
tradición del recurso en el derecho angloamericano - fuente inmediata del nuestro, a través de la Carta de los
Estados Unidos del Norte- y si bien ha sido indebidamente restringido por la mayoría de los códigos
procesales - que han tomado por ratio lo que era sólo ocasio-, es la que corresponde a la letra y al espíritu de
la Constitución. Así lo reconocen diversos tratadistas de nuestro derecho: "La ley no debe dar una garantía
limitada, una protección parcial, diremos así, contra los actos de determinados poderes. Contra todos los
poderes, incluso el judicial, contra los avances de los particulares, en cuanto afectan las garantías
individuales, debe ella tener el mismo imperio e igual eficacia" (Jofré, Tomás, Manual de procedimiento
criminal, Buenos Aires, 1914, nro. 164). Esta crítica del eminente jurista, exacta con respecto a la ley de
procedimiento, no alcanza al texto amplio de la Ley Suprema. Entre las Constituciones de provincias, es
digna de señalar la de Entre Ríos, que conserva expresamente el alcance tradicional del hábeas corpus,
extendiéndolo aun, a la protección de cualquiera de las garantías establecidas en la Constitución Nacional o
Provincial o las leyes (art. 25).

La misma amplitud corresponde reconocer al recurso de amparo, que esta Corte, en el precedente antes
mencionado (Fallos, 239:459), extrajo de la sabia norma del art. 33 de la Constitución. Sin una reserva que,
expresa o implícitamente, emane de los preceptos constitucionales y que imponga una inteligencia
restringida del recurso de amparo, la interpretación amplia es la que mejor consulta los grandes objetivos de
la Ley Suprema y las genuinas finalidades de aquellas garantías. Lo que primordialmente tienen en vista el
hábeas corpus y el recurso de amparo, no es el origen de la restricción ilegítima a cualquiera de los derechos
fundamentales de la persona humana, sino estos derechos en sí mismos, a fin de que sean salvaguardados.
Dichas garantías no atienden unilateralmente a los agresores, para señalar distinciones entre ellos, sino a los
agredidos, para restablecer sus derechos esenciales. La Constitución está dirigida irrevocablemente a
asegurar a todos los habitantes "los beneficios de la libertad" y este propósito, que se halla en la raíz de
nuestra vida como Nación, se debilita o se corrompe cuando se introducen distinciones que, directa o
indirectamente, se traducen en obstáculos o postergaciones para la efectiva plenitud de los derechos.

En el mismo sentido, la Declaración Universal de Derechos del Hombre, aprobada por la Asamblea General
de las Naciones Unidas con fecha 10 de diciembre de 1948, establece en su art. 8: "Toda persona tiene
derecho a un recurso efectivo, ante los tribunales nacionales competentes, que la ampare contra actos que
violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución o por la ley".

Siempre que aparezca, en consecuencia, de modo claro y manifiesto, la ilegitimidad de una restricción
cualquiera a alguno de los derechos esenciales de las personas así como el daño grave e irreparable que se
causaría remitiendo el examen de la cuestión a los procedimientos ordinarios, administrativos o judiciales,
corresponderá que los jueces restablezcan de inmediato el derecho restringido por la rápida vía del recurso
de amparo. Todo lo que puede añadirse es que, en tales hipótesis, los jueces deben extremar la ponderación y
la prudencia - lo mismo que en muchas otras cuestiones propias de su alto ministerio- a fin de no decidir,
por el sumarísimo procedimiento de esta garantía constitucional, cuestiones susceptibles de mayor debate y
que corresponde resolver de acuerdo con los procedimientos ordinarios.

Pero, guardadas la ponderación y la prudencia debidas, ningún obstáculo de hecho o de derecho debe
impedir o retardar el amparo constitucional. De otro modo, habría que concluir que los derechos esenciales
de la persona humana carecen en el derecho argentino de las garantías indispensables para su existencia y
plenitud, y es obvio que esta conclusión no puede ser admitida sin serio menoscabo de la dignidad del orden
jurídico de la Nación.

En el caso de autos, se trata de la ocupación material de una fábrica por parte del personal obrero,
determinada exclusivamente por un conflicto de carácter laboral con la empresa. Los ocupantes no han
invocado ni pretenden tener ningún derecho a la posesión o detención de la fábrica. Según sus
manifestaciones expresas y concordantes, la ocupación obedece al conflicto existente con la empresa
patronal y se mantienen en el inmueble "sin ejercer violencia alguna, y defendiendo de esa manera su trabajo
y a la espera de una resolución definitiva" (fojas 29, 30,31 y ss. de la causa K. 21).

Ahora bien, la acción directa o sea "el aseguramiento o la satisfacción de una pretensión por autoridad
propia" (Enneccerus-Nipperdey, Derecho civil. Parte general, vol. II, 223, Barcelona, 1935), no está
consagrada por nuestra legislación, salvo en los casos de legítima defensa o de estado de necesidad, que
presuponen indispensablemente la circunstancia de que el agente no pueda obtener en tiempo el auxilio de la
autoridad. Con respecto a la posesión de las cosas, es un caso particular de aquellas defensas el legislado por
el art. 2470 del Código Civil. Pero ni este Código ni otra ley alguna de nuestro ordenamiento reconocen a
nadie, sin mediar aquellas situaciones de excepción, la facultad de recurrir por sí mismo a las vías de hecho
para asegurar o defender lo que estima su derecho, mantenerse en ellas ante la pasiva presencia de la
autoridad pública. Ningún precepto legal confiere esa facultad a los obreros o a cualquier otro sector del
pueblo argentino.

No se trata de negar o discutir la existencia del derecho de huelga ni poner en duda la legitimidad de las
reclamaciones de los obreros en el conflicto que mantienen con la empresa patronal, aspectos absolutamente
extraños a la instancia extraordinaria de esta Corte en la ocasión presente. Lo que aquí se afirma es la obvia
conclusión de que todos los ciudadanos están sometidos a las leyes y que ninguno puede invocar en su favor
derechos supra legales, es decir, derechos que existirían por encima y con prescindencia de las normas que
integran el derecho positivo argentino. No otra cosa significa decir, desde el punto de vista del imperio de la
ley, que una comunidad humana exista como estado de derecho.

De las circunstancias de esta causa y, en particular, de las declaraciones expresas de los obreros que ocupan
la fábrica, surge de modo manifiesto e indudable la ilegitimidad de esa ocupación. Nada hay, por tanto, en
este solo aspecto de la ocupación, que corresponda diferir a los procedimientos ordinarios establecidos por
las leyes para la dilucidación de los aspectos de fondo del conflicto gremial y de los derechos de las partes.
Nada hay tampoco que requiera ser debatido en una acción real o en un interdicto posesorio. Aun en la
hipótesis de que los obreros tuvieran toda la razón y la empresa ninguna, sería siempre verdad que la
ocupación de la fábrica por aquéllos es ilegítima, como vía de hechos no autorizada por nuestras leyes.

También es manifiesto el agravio serio e irreparable que resulta de esta situación para los propietarios de la
fábrica y aun para los intereses generales. La ocupación de los obreros dura desde hace casi tres meses y
desde entonces la fábrica está "totalmente paralizada" (expte. K. 21, informe de fojas 36), sin que pueda
saberse qué tiempo tardará aún para que el conflicto sea resuelto por las autoridades competentes ni cuál es
el estado de los procedimientos respectivos. La magnitud del agravio y su carácter irreparable son, así,
patentes.

Que, como surge de las consideraciones que anteceden, se hallan reunidas en este caso las condiciones
necesarias para la procedencia del recurso de amparo deducido. Los hechos de la causa revelan de modo
indudable que existe una restricción ilegítima de los derechos constitucionales invocados por el recurrente:
desde luego, el de propiedad; también y, sobre todo, el de la libertad de trabajo, pues lo ocupado por los
obreros no es un inmueble baldío o improductivo, sino una fábrica en funcionamiento y mediante la cual el
propietario ejerce su actividad económica de fabricante. En estas condiciones, no es juicioso pretender que
el afectado reclame la devolución de su propiedad por los procedimientos ordinarios; si cada vez que, a raíz
de un conflicto, muchas personas ocupan materialmente una fábrica, un instituto privado de enseñanza o
cualquier otro establecimiento, los propietarios no tuvieran más recurso, para defender sus derechos
constitucionales, que deducir un interdicto posesorio o de despojo, con múltiples citaciones a estar a derecho
para todos y cada uno de los ocupantes, con la facultad de éstos de designar sus propios abogados, de
contestar traslados y vistas, de ofrecer y producir pruebas, etc., cualquiera comprende a qué quedaría
reducida la protección de los derechos que habrían concedido las leyes y de qué modo habría quedado
subvertido el orden jurídico del país. En situaciones como las mencionadas, que es también la de estos autos,
la protección judicial de los derechos constitucionales no tolera ni consiente semejantes dilaciones.

Por ello, habiendo dictaminado el procurador general, se revoca la sentencia apelada de fojas 5, haciendo
uso de la facultad que acuerda a esta Corte el art. 16, parte 2da. de la ley 48, y habida cuenta de las
constancias existentes en el expediente K.21. XIII, de las que resulta haberse oído a los ocupantes del
inmueble de que trata la causa, se hace lugar al recurso de amparo deducido a fojas 1/3. En consecuencia, y
sin más trámite, líbrese oficio por secretaría al comisario de Villa Lynch, provincia de Buenos Aires, a fin de
que proceda de inmediato, con habilitación de días y horas, a entregar al señor Sabatino Kot, representante
de "Samuel Kot, Sociedad de Responsabilidad Limitada", el establecimiento textil situado en la calle Arias
228, Villa Lynch, partido de San Martín, libre de todo ocupante".

Alfredo Orgaz.- Benjamín Villegas Basavilbaso.- Juan C. Beccar Varela.- Aristóbulo Aráoz de Lamadrid
(En disidencia).- Julio Oyhanarte (En disidencia).- Disidencia de los Dres. Aráoz de Lamadrid, Julio
Oyhanarte.

"La firma "Samuel Kot S.R.L.", propietaria de un establecimiento textil situado en la calle Arias nro. 228 de
Villa Lynch, partido de San Martín, provincia de Buenos Aires, mantiene desde el 21 de marzo ppdo. un
conflicto con su personal obrero. En consecuencia de ello, algunos de los trabajadores despedidos,
juntamente con otros compañeros, ocuparon la fábrica el día 9 de junio y permanecen en ella, según dicen,
"sin ejercer violencia alguna, y defendiendo de esa manera su trabajo y a la espera de una resolución
definitiva" (fojas 29, 30, 31 y ss. del expte. K 21).

El día de ocupación, el socio gerente de la empresa, don Juan Kot, formuló denuncia por usurpación ante la
comisaría de Villa Lynch, iniciándose el pertinente sumario. El día 16 de junio, las actuaciones fueron
requeridas telefónicamente por el juez en lo Penal de la Plata, quien resolvió avocar el conocimiento del
sumario. Los representantes de la empresa comparecieron inmediatamente ante el magistrado y peticionaron
la desocupación y entrega del inmueble (fojas 17 y 49). El juez interviniente, al dictar sentencia con fecha
18 de junio, desechó esa petición y sobreseyó definitivamente en la causa, fundándose en la falta del animus
de someter la cosa al ejercicio de un derecho de propiedad; a su juicio, la conducta de los denunciados había
sido determinada por la existencia de un conflicto gremial (fojas 54/56 del expte. citado). Apelada esta
resolución por el apoderado de la empresa, que había tomado la intervención correspondiente al particular
damnificado, la Cámara 3ra. de Apelaciones de La Plata, luego de diligenciar algunas medidas para mejor
proveer, confirmó por sus fundamentos el fallo que había sobreseído definitivamente y desestimado el
pedido de desocupación del inmueble (fojas 88). Contra esta sentencia, el interesado dedujo recurso
extraordinario el que, concedido por el tribunal a quo, ha sido declarado improcedente por esta Corte (causa
K.21).

El mismo día de la referida sentencia, pero antes de que se la dictara, el apoderado de la empresa se presentó
ante la misma Cámara 3ra. de Apelaciones de La Plata deduciendo recurso de amparo, a fin de obtener la
desocupación del inmueble. Fundó sus pretensiones en la violación de las garantías a la libertad de trabajo,
de la propiedad y de la libre actividad (art. 14,17 y 19 de la Constitución); invocó la doctrina sentada por
esta Corte en el caso de "Angel Siri" (Fallos, 239:459) e hizo presente que la situación que planteaba era de
"una gravedad extraordinaria" (fojas 1/3). La Cámara desechó el recurso, con el argumento de que el hábeas
corpus "tiene por objeto esencial la protección de la libertad personal o corporal y no puede hacerse
extensivo a la protección de otros derechos que se pretenden vulnerados"; y añadió que "tales derechos
deben ejercitarse conforme a los respectivos procedimientos creados por las leyes de la materia" (fojas 6).

Contra esta sentencia, "Samuel Kot S.R.L." interpuso recurso extraordinario sobre el que debe pronunciarse
esta Corte.
CONSIDERANDO:

1) Que en el caso de "Angel Siri", el Tribunal declaró la existencia, en el derecho público argentino, de una
acción o recurso de amparo destinado a tutelar las llamadas "garantías constitucionales". La doctrina que en
tal oportunidad quedó establecida, tuvo por fundamento la afirmación de que dichas "garantías
constitucionales" existen y protegen al hombre por el solo hecho de hallarse consagradas en la Ley
Fundamental, de modo que deben hacerse efectivas, en cada caso ocurrente, aun cuando no medien leyes
reglamentarias. Por lo tanto, para que los principios entonces expuestos sean aplicables, es necesario que se
produzca la restricción o vulneración de una "garantía constitucional". Si esta primaria exigencia no se
cumple, ninguna razón autoriza a poner en funcionamiento los mecanismos defensivos que aquella doctrina
presupone.

2) Que no todos los derechos de que una persona puede ser titular están incluidos en el concepto jurídico de
"garantía constitucional". Para que un derecho individual revista este carácter, es preciso, en principio, que
se trate de un derecho público subjetivo reconocido al hombre frente al poder público. En términos
generales, únicamente los derechos que poseen esta naturaleza hállanse dotados de jerarquía constitucional y
comprendidos dentro de los arts. 14 y 17 de la Ley Fundamental, que el recurrente cita. Y ello, en virtud de
que, por constituir verdaderas e insalvables limitaciones a la autoridad estatal contribuyen a formar la
esencia del estado de derecho y hacen parte de su definición. Tal es la razón por la que Alberdi, en el art. 20
de su proyecto de Constitución para la Confederación Argentina, se ocupa de las libertades del hombre
llamándolas "garantías de derecho público". En mérito al principio señalado, asimismo, una reiterada
jurisprudencia tiene resuelto que las "garantías constitucionales" no son sino restricciones a la acción de los
gobiernos, tendientes a impedir la extralimitación de los poderes públicos y han sido dadas a los particulares
contra las autoridades" (Fallos, 134:37; 138: 71; 141: 65; 174:175; 183:190). No se trata, por supuesto, de
considerar a las libertades del hombre como otros tantos obstáculos que circundan el Estado, que lo
comprimen, que le niegan la posibilidad de desarrollar una actividad positiva encaminada a la conquista del
bien social. Caracterizar la libertad como limitación a la autoridad, significa que las acciones que el poder
público emprenda llevan ínsita la idea de que la libertad del hombre es el presupuesto de la autoridad, lo que
convierte en constitucionalmente inválido todo acto que conduzca a su aniquilamiento o desvirtuación.

En suma, las "garantías constitucionales" para cuyo resguardo puede decirse que existe el remedio de
amparo, tal como lo caracterizó la doctrina del caso Siri, son los derechos públicos subjetivos que el hombre
tiene frente al Estado. Por ello, justamente, esa doctrina posee alta significación política; expresa una de las
premisas de la forma democrática de gobierno y su vigencia resulta imprescindible a fin de lograr que el
acrecentamiento de las funciones del Estado moderno, que se inclina a ser cada vez en mayor grado un
Estado positivo y asume tareas económico-sociales de magnitud creciente, se realice sin desmedro de las
libertades públicas, a las que debe servir.

3) Que el bien jurídico invocado en la especie, carece de la entidad constitucional requerida para que le sea
aplicable la doctrina sub examine. En efecto, lo alegado en autos no es más que el desconocimiento de
atributos inherentes al derecho de dominio, según se infiere con certeza del escrito presentado con fecha 8 de
agosto ppdo., en que se formula agravio por "la ocupación de la fábrica y la prohibición de acceso a los
propietarios".

El que está en discusión, pues, no tiene carácter de derecho público subjetivo ni de "garantía constitucional";
es simplemente un derecho subjetivo privado, de los que se originan en las relaciones entre particulares
(Fallos, 176:363), de donde se infiere que la doctrina a que el recurrente quiere acogerse es por completo
extraña al tema litigioso. Cuando un particular lesiona el derecho privado de otro, como se dice que habría
acontecido en la especie, su acto no es inconstitucional; tampoco vulnera "garantías constitucionales" ni es
susceptible del remedio de amparo que - según la doctrina antes vista- resguarda esas garantías. Por el
contrario, trátase de un acto ilícito y sujeto a las previsiones de la legislación ordinaria, las que deben
efectivizarse de acuerdo con las normas procesales pertinentes, cuyo dictado incumbe privativamente a las
provincias.
Jurídicamente hablando, pues, todo derecho del hombre muestra una configuración que podría llamarse
bifronte; uno de sus lados mira hacia el Estado y presenta al derecho revestido de la calidad de "garantía
constitucional"; el otro lado, en cambio, mira hacia los terceros particulares y, desde él, el derecho es
específicamente derecho privado. De este principalísimo aspecto conceptual, se ha ocupado el profesor de la
Universidad Católica del Sacro Cuore, G. Balladore Pallieri, quien, refiriéndose a la libertad religiosa y a los
derechos de inviolabilidad personal y de propiedad, consagrados por las Constituciones modernas, escribe:
"Es de hacer notar que los derechos que examinamos son tutelados sólo en cuanto a su posible violación por
parte del Estado o de los actos públicos... En la práctica, un individuo tiene tanto interés en que su libertad
no sea violada por un policía como por un particular. Pero de esta segunda hipótesis no se ocupa la
Constitución. La defensa de los derechos de la libertad ante los posibles atentados de los particulares,
corresponde a otras normas contenidas en la legislación ordinaria; el texto constitucional se preocupa sólo de
su defensa contra la autoridad pública" (Diritto constituzionale, 1957, p. 332). Esta concepción jurídica, que
nace con los inicios del Estado moderno, lejos de ser inactual, está presente en las más recientes expresiones
del derecho público contemporáneo, por cuanto, como más arriba se dijo, es uno de los elementos
constitutivos del Estado de Derecho. Así, la Comisión para la reorganización del Estado, designada en Italia
por el Ministero per la Costituente, entre las conclusiones que presentara en mayo de 1946 y que influyeron
decisivamente sobre los redactores del texto constitucional, definió las aquí llamadas "garantías
constitucionales" como verdaderos derechos públicos subjetivos, con el alcance ya visto (Relazione
all'Asamblea Costituente, 1946, t. I, p. 79 y ss., informe preparado por C. Mortati. Ver en el mismo sentido:
G. Jellinek, Teoría General del Estado, 1943, p. 340 y 641; C. A. Colliard, Les libertés publiques, 1950, p.
434; A. de Cupis, I diritti della personalitá, 1950, p. 86 y ss.).

4) Que conforme a lo resuelto, la doctrina del caso "Siri" no guarda relación directa ni inmediata con la
situación jurídica planteada en autos. Para que pudiera hacerse extensiva a esta última, habría que
modificarla en su esencia y sostener que el amparo no es un medio defensivo implícito en la Ley
Fundamental para la tutela de "garantías constitucionales", sino una acción sumarísima creada por los
jueces, al margen de toda norma legal autoritativa, con el fin de posibilitar la defensa procesal de todos los
derechos individuales imaginables, incluso los meros derechos privados existentes en el orden de las
relaciones entre particulares, como lo son el dominio y sus atributos. He aquí el aspecto central del
problema, que precisa ser subrayado. En el caso "Siri" se resolvió un conflicto entre la libertad y la
autoridad, en amparo de la primera, cuya custodia esta Corte estimó deber indeclinable. Mientras tanto, lo
que ahora se pide es que el más alto tribunal de la Argentina inaugure una doctrina y cree una acción que,
inevitablemente, servirá para que el enfrentamiento de dos derechos privados sea resuelto en perjuicio de
uno de ellos.

5) Que semejante extensión no puede ser judicialmente aceptada sin causar grave daño a principios y
preceptos de observancia ineludible.

6) Que, ante todo, el otorgamiento de amparo en casos como el que se juzga, desvirtuaría la naturaleza
jurídica del instituto en cuestión, según ella aparece configurada por la legislación y la doctrina
contemporáneas, de las cuales se desprende, por vía de principio prácticamente uniforme, que hay amparo
de la libertad contra actos emanados de autoridades públicas, pero no contra los que provengan de sujetos
particulares (en la Argentina: Constituciones de Entre Ríos y Santiago del Estero; ley 2494 de Santa Fe y
Constitución de 1921 de la misma provincia. En el extranjero: Constituciones de Brasil, México, Guatemala,
Honduras, Panamá, Nicaragua, Italia, República Federal Alemana, Baviera, España de 1931, Austria de
1920, etcétera. Ver además: R. Bielsa, Estudios de derecho público, 1952, t. III, p. 401; J. A. González
Calderón, Comisión de estudios constitucionales", 1957, t. II, p. 36 y 39; Federación Argentina de Colegios
de Abogados, Quinta Conferencia Nacional de Abogados, 1941, p. 66 y ss., declaración ponencia adicional
y, especialmente, discurso del miembro informante, doctor A. Walter Villegas). Y si es posible, por vía de
hipótesis, que el legislador amplíe la esfera de acción del amparo, extendiéndolo a las violaciones cometidas
por personas privadas, lo que de ningún modo puede admitirse es que los jueces, sobre la base de supuestos
principios implícitos en la Constitución, tengan la misma potestad ampliatoria.

7) Que ello, asimismo, estaría en oposición a la doctrina jurisprudencial norteamericana referente al writ of
mandamus, con el que habitualmente se compara al remedio de amparo. De modo uniforme y sin
excepciones, los tribunales de Estados Unidos han decidido que el mencionado writ existe respecto de los
actos de un oficial público, (officer) o de una corporación pública o semipública, en tanto que no opera
contra actos de particulares ni se extiende a las relaciones privadas entre individuos (Suprema Corte de
Estados Unidos, caso "Rorick v. U. S. Sugar Co.", Federal Reporter, Second Series, t. 120, p. 418; y fallos
de los tribunales de Georgia, W. Virginia, Wisconsin, Missouri, S. Dakota, California, Oklahoma, etc.,
citados en el Corpus Juris Secundum, 1948, t. 55, p. 451 y ss.).

8) Que, por lo demás, es preciso advertir que las facultades de uso y goce que se dicen infringidas, gozan de
minuciosa y adecuada protección legal. El argumento, enfáticamente planteado por el recurrente, de que la
denegación del amparo peticionado dejaría a su derecho desprotegido, debe ser examinado como asunto de
legislación y no de pura teoría. Cabe preguntar, pues: ¿es exacto que sin el amparo - concebido como
"protección constitucional"- el dominio y sus atributos quedarían, jurídicamente, en estado de indefensión?
La respuesta negativa surge sin esfuerzo. Si por algo se caracteriza el derecho positivo del país es por la
forma precisa y completa en que ha previsto la defensa procesal de las facultades jurídicas que el apelante
dice le han sido violadas. Hablar de omisión o de indiferencia legislativa es, por lo menos, equivocado, ya
que el examen más rápido y superficial revela la existencia de un nutrido conjunto de previsiones
normativas en la materia (arts. 2490, Código Civil; art. 29, inc. 2, Código Penal; disposiciones procesales
sobre interdictos posesorios y acción de desalojo, etc.). Ante esta circunstancia, de cualquier cosa puede
hablarse menos de inexistencia e insuficiencia de una tutela jurisdiccional predispuesta por el legislador. Si
el recurso en consideración se rechazara, el dominio y sus atributos - que se alegan- distarían mucho de
quedar desprotegidos, por cuanto el amparo que se pide no supone otra cosa, en definitiva, que colocar una
nueva acción de origen judicial junto a los múltiples procedimientos sumarios establecidos por la ley.

Por lo tanto, aunque fueran invocables los arts. 14 y 17 de la Constitución, de todos modos tendría fuerza
obligatoria el principio de que las "garantías constitucionales", cuando han sido reglamentadas, deben
ejercitarse en la forma y dentro de los términos prescriptos por las leyes de procedimiento, que son de orden
público y de cumplimiento inexcusable (Fallos, 159:69).

9) Que esta es la doctrina que rige el caso y no la que el recurrente reclama. Si algo no puede afirmarse con
verdad, es que en el derecho argentino falta una amplia y expeditiva tutela jurisdiccional ofrecida por la ley
al dominio y sus atributos. Por consiguiente, siendo innegable que ello existe, ¿por qué razón esencial
debería concederse el amparo? La respuesta no parece difícil, ciertamente. El amparo debería concederse no
por inexistencia, sino por una supuesta ineficacia de aquella tutela. Y ante esta comprobación, se hace
forzoso reiterar que al juzgador le está vedado pronunciarse sobre el acierto del Congreso, o de una
legislatura, en la elección de los medios que estimó aptos para el logro de los fines legales (Fallos, 153:111;
181:264; 196:295).

10) Que, por lo demás, el remedio procesal eficaz, aparte haber existido, ha sido empleado por el recurrente.
En efecto, éste compareció ante la justicia ordinaria de la Prov. de Buenos Aires, y basándose en
jurisprudencia reiterada, así como tácitamente en los arts. 29, inc. 2 del Código Penal y 80 del respectivo
Código de Procedimientos, requirió la inmediata desocupación del inmueble (fojas 17 t 49 del expte. K.21).
Es claro que el resultado fue negativo, por cuanto los jueces de la causa, en ejercicio de facultades propias e
irrevisibles, desecharon la petición; pero, de todos modos, la circunstancia indicada revela una de las
peculiaridades más notables de este litigio. El recurso expeditivo previsto por la ley para la tutela del
derecho, estuvo a disposición del propietario y fue utilizado sin éxito. De donde se sigue que al amparo
solicitado debería darse no porque haya faltado un régimen procesal adecuado, sino porque el empleo de
éste resultó infructuoso. Si la justicia ordinaria de la Provincia de Buenos Aires hubiera dispuesto la
desocupación, no habría habido cuestión de amparo. La hay, únicamente, debido a que "Samuel Kot S.R.L."
reproduce por una vía inexistente que quiere abrir valiéndose de la doctrina del caso "Siri", la misma
pretensión que ya le fuera rechazada en una de las instancias legalmente pertinentes.

11) Que la naturaleza de un instituto jurídico está supeditada, exclusivamente, a la reunión de los elementos
que lo configuran y determinan su esencia. Por ello, cualquiera sea el nombre que quiera dársele, lo que el
recurrente intenta no es demanda ni recurso de amparo. Por su naturaleza y sus fines, es una especie de
interdicto sumarísimo que el juzgador debería instituir y tramitar, sin audiencia de la contraparte, en
reemplazo de los procedimientos ordenados por la ley. En el caso "Siri", tantas veces citado, el amparo vino
a suplir la omisión del legislador con respecto a ciertas "garantías constitucionales". Por el contrario, la
sentencia a dictarse en el sub lite, si acogiera las pretensiones de "Samuel Kot S.R.L.", no sería supletoria
sino sustitutiva, en el plano de la reglamentación procesal de los derechos privados: tendría contenido
normativo y desplazaría normas expresas sancionadas por una legislatura provincial.

12) Que la decisión que otorgara amparo en caso como este, introduciría una absoluta inseguridad jurídica.
Sin que se encuentren comprometidos los bienes de suprema jerarquía constitucional que dieron sentido a la
doctrina del caso Siri, al hacerse lugar al recurso interpuesto estaría creándose una facultad absolutamente
discrecional, no reglada, reconocida a todos los jueces del país, incluso a los jueces de paz legos que en
muchas provincias existen y esa facultad podría o debería ejercitarse en orden a los conflictos suscitados
entre particulares con motivo del ejercicio de sus derechos privados, quedando las modalidades del
procedimiento - audiencia, prueba, apelación- también deferidas al libre arbitrio de los jueces. Las
consecuencias que de ello derivarían son imprevisibles, pero indudablemente riesgosísimas. A título
ilustrativo, recuérdese los desapasionados juicios de Vallarte, quien, ya a fines del siglo pasado, cuando
examinó el recurso de amparo vigente en México, dejó escrita esta frase, como una advertencia: "jueces ha
habido que han hecho del amparo un arma política para herir a sus enemigos". Téngase presente, además,
que un procedimiento semejante al que en estos autos se discute, el writ of injunction, llegó a ser en Estados
Unidos "un instrumento usado por los tribunales contra la huelga en los conflictos del trabajo" (M. E. y G.
O. Dimock, "American goverment in action", 1947, p. 772), al extremo de que, para eliminar tan nociva
manifestación del discrecionalismo judicial, debió incluirse previsiones especiales en la ley Norris-La
Guardia del año 1932.

Frente a estas reveladoras comprobaciones que nos brinda la experiencia ajena, más que nunca parece
oportuno reproducir aquí la regla sobria y comprometedora que, desde antiguo, se impusieron los jueces
argentinos: "La misión más delicada de la justicia es la de saber contenerse dentro de la órbita de su
jurisdicción, sin menoscabar las funciones que incumben a los demás poderes" (Fallos, 155:248).

13) Que en cuanto a la libertad de trabajo, también invocada en el recurso, las consideraciones que preceden
tienen valor decisivo. Por otra parte, habida cuenta de las circunstancias de la causa, la violación de esa
libertad, si hubiera ocurrido, sería en todo caso, un efecto secundario o accesorio derivado de la privación de
la cosa. Es obvio, pues, que las acciones o interdictos previstos por la ley para obtener la restitución, son
igualmente idóneos para hacer cesar el daño que, según asevera el propietario, habríase causado a su libertad
de trabajo.

14) Que, por último, la impugnación referente al art. 19 de la Constitución, debe desecharse, ya que no se
advierte que ese precepto guarde relación con lo decidido por el tribunal a quo.

Por ello, habiendo dictaminado el procurador general, se declara improcedente el recurso extraordinario
concedido a fojas 15".

Aristóbulo D. Aráoz de Lamadrid.- Julio Oyhanarte OPINION DEL PROCURADOR GENERAL DE LA


NACION.

El presente recurso de amparo se funda en los mismos hechos que han dado lugar a la instrucción de la
causa "Houssay, Abel F. A. representando a Kot, Samuel S.R.L., denuncia Kot, Juan" en la que dictaminó
también el día de la fecha.

Aquí, sin embargo, se hace especial hincapié en lo resuelto en Fallos, 239:459 para fundar de ese modo la
intervención de los tribunales del crimen en la cuestión de que se trata, aun al margen del proceso penal
antes mencionado.
Y bien, lo decidido en el recurso planteado por Angel Siri no es, a mi juicio, de aplicación al sub iudice.
Allí, lo mismo que en los casos jurisprudenciales a que expresamente se refirió V. E. para destacar su
apartamiento de la doctrina tradicional hasta entonces observada (Fallos, 168:15; 169:103), se pedía amparo,
no contra un hecho realizado por particulares, sino contra un acto arbitrario de la autoridad para el que no
existía remedio expreso en la legislación a pesar de que comportaba la violación de garantías individuales
aseguradas por la Constitución.

Como se observa, pues, la situación es fundamentalmente distinta: en primer lugar, porque aquí no se trata
de dejar sin efecto un acto de autoridad, puesto que los obreros ocuparon la fábrica por su propia cuenta; y
en segundo término porque, al contrario de lo que ocurría en el caso citado, la legislación del Estado en cuya
jurisdicción se produjo el hecho de autos prevé un remedio procesal específico para solucionar situaciones
como la que se plantea en este recurso: me refiero concretamente al interdicto de recobrar o de despojo
arbitrado por el art. 599 del Código de Proc. Civil y Com. de la provincia de Buenos Aires a favor de
quienes hayan sido despojados con violencia o clandestinidad de la posesión o tenencia de una cosa.

Por ello, y sin perjuicio de señalar la confusión que derivaría de la admisión de recursos de amparo no
legislados para solucionar situaciones que las normas procesales vigentes ya contemplan de modo expreso,
observo que hacer lugar a la pretensión del recurrente importaría tanto, a mi juicio, como dejar
implícitamente sin efecto una institución procesal bonaerense - la del art. 599 citado- que no ha sido tachada
en esta causa de inconstitucional.

En consecuencia, opino que corresponde desestimar el recurso del que se me ha corrido vista.

Buenos Aires, 24 de julio 1958.- RAMON LASCANO.


Siri, Angel S.
SENTENCIA
27 de Diciembre de 1957
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACION. CAPITAL FEDERAL, CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS
AIRES
Magistrados: Alfredo Orgaz - Manuel J. Argañarás - Enrique V. Galli - Benjamín Villegas Basavilbaso - Carlos
Herrera
Id SAIJ: FA57997827

TEXTO COMPLETO

Opinión del procurador general de la Nación.

De lo informado a fs. 37 y vta. así como de las propias manifestaciones formuladas por el interesado en su
escrito de fs. 35, surge que la clausura del periódico "Mercedes", que dio origen a las presentes actuaciones,
ha sido dejada sin efecto.

En consecuencia, puesto que cualquier pronunciamiento de V. E. respecto de la cuestión planteada revestiría


en la actualidad el carácter de abstracto, opino que corresponde declarar mal concedido el recurso
extraordinario de fs. 46. - Agosto 13 de 1957. -Sebastián Soler.

Opinión del procurador general de la Nación.

Atento el informe de fs. 59, y sin perjuicio de observar que su contenido es contradictorio con el de fs. 37
-razón por la que correspondería aclarar cuál es en definitiva la situación actual del diario "Mercedes"-, paso
a dictaminar sobre el fondo del asunto.

En este aspecto, ya he tenido oportunidad en el caso de Fallos, t. 236, p. 41, de opinar que el recurso de
hábeas corpus sólo protege a las personas privadas de su libertad corporal sin orden de autoridad
competente, por lo que, si V. E. decide admitir la procedencia del recurso intentado, estimo que
correspondería confirmar lo resuelto en cuanto ha podido ser materia de apelación extraordinaria. - Octubre
14 de 1957. -Sebastián Soler.

Buenos Aires, diciembre 27 de 1957.

Que en los autos "Siri, Angel, s/interpone recurso de hábeas corpus", en los que a fs. 47 vta. se ha concedido
el recurso extraordinario contra la sentencia de la Cám. de Apel. en lo Penal del departamento de Mercedes
(Prov. de Buenos Aires), manifestando que el diario "Mercedes", de su propiedad y administración,
continuaba clausurado desde comienzos de 1956, "mediante custodia provincial en el local del mismo", lo
que vulneraba la libertad de imprenta y de trabajo que consagran los arts. 14, 17 y 18 de la Constitución
nacional (1) y los arts. 9º, 11, 13, 14 y 23 y demás de la Constitución de la provincia. Solicitó que, previo
informe del comisario de policía del partido de Mercedes sobre los motivos actuales de la custodia del local
del diario, se proveyera lo que correspondía, conforme a derecho y de acuerdo con las cláusulas
constitucionales citadas.

Que requerido dicho informe por el juez actuante, el comisario de policía informó que "con motivo de una
orden recibida de la Dir. de Seguridad de esta policía, con fecha 21 de enero ppdo., al mismo tiempo que se
þÿprocedió a la detención de Angel Siri, director-propietario del diario ½Merdes%W, se cumplió con la clausura
del local donde se imprimía el mismo, el que desde aquella fecha viene siendo custodiado por una consigna
policial colocada al efecto".

Que ante la falta de especificación sobre los motivos de la clausura del diario, el juez requirió sucesivamente
informe del Jefe de policía de la Prov. de Buenos Aires y del Ministerio de Gobierno de dicha provincia,
todos los cuales manifiestan ignorar las causas de la clausura y la autoridad que la dispuso. Reiterada por el
solicitante la declaración pedida al comienzo de estas actuaciones, el juez resolvió no hacer lugar a ella en
razón de no tratarse en el caso de un recurso de hábeas corpus, el cual sólo protege libertad física o corporal
de las personas.

Que el solicitante interpuso recurso de revocatoria, y en subsidio el de apelación, en cuya oportunidad el


juez dispuso requerir nuevo informe del comisario de policía sobre si el local del diario "aun continúa con
custodia policial", informando este funcionario que desde el 29 de abril fue dejada sin efecto la consigna y
se vigila el local mediante recorridas que efectúa el personal de servicio de calle". En mérito de este
informe, el juez no hizo lugar a la revocatoria pedida, en consideración a que "carece de actualidad y
fundamento el presente recurso de amparo, ya que no existe restricción alguna que afecte al recurrente"; y
concedió el recurso de apelación para ante el superior. La Cám. de Apel. en lo Penal de Mercedes confirmó,
por sus propios fundamentos, la decisión apelada.

Que contra esta sentencia el solicitante ha deducido el presente recurso extraordinario, fundado en la
supuesta violación de las garantías constitucionales que invocó en su escrito originario, el cual le ha sido
concedido por la Cám. de Apelación.

Que, radicada la causa ante esta Corte Suprema y con el objeto de actualizar los elementos de hecho, el
tribunal requirió del juez en lo penal de Mercedes informe sobre si subsistía en la actualidad la clausura del
diario, respondiendo el comisario de la localidad, en oficio dirigido al juez comisionado, que sí subsistía esa
clausura.

Que según resulta de los antecedentes antes relacionados, no existe constancia cierta de cuál sea la autoridad
que ha dispuesto la clausura del diario ni cuáles son, tampoco, los motivos determinantes de ella. En estas
condiciones, es manifiesto que el derecho que invoca el solicitante de publicar y administrar el diario debe
ser mantenido.

Que, por otra parte, en sus diversos escritos el compareciente no ha dicho que interponía el recurso de
hábeas corpus -como lo hace notar, además, en el escrito de fs. 40-, por lo que es erróneo el único
fundamento de la sentencia denegatoria de fs. 33, confirmada con el mismo fundamento por la Cám. de
Apelación, que da origen a este recurso. El escrito de fs. 1 sólo ha invocado la garantía de la libertad de
imprenta y de trabajo que aseguran los arts. 14, 17 y 18 de la Constitución nacional, la que, en las
condiciones acreditadas en la causa, se halla evidentemente restringida sin orden de autoridad competente y
sin expresión de causa que justifique dicha restricción.

Que basta esta comprobación inmediata para que la garantía constitucional invocada sea restablecida por los
jueces en su integridad, sin que pueda alegarse en contrario la inexistencia de una ley que la reglamente: las
garantías individuales existen y protegen a los individuos por el solo hecho de estar consagradas por la
Constitución e independientemente de las leyes reglamentarias, las cuales sólo son requeridas para
establecer "en qué caso y con qué justificativos podrá procederse "a su allanamiento y ocupación", como
dice el art. 18 de la Constitución a propósito de una de ellas. Ya a fines del siglo pasado señalaba Joaquín V.
þÿGonzález: "No son, como puede creerse, las ½declaraciones, derechos y garantías%W, simples fórmulas
teóricas: cada uno de los artículos y cláusulas que las contienen poseen fuerza obligatoria para los
individuos, para las autoridades y para toda la Nación. Los jueces deben aplicarla en la plenitud de su
sentido, sin alterar o debilitar con vagas interpretaciones o ambigüedades la expresa significación de su
texto. Porque son la defensa personal, el patrimonio inalterable que hace de cada hombre, ciudadano o no,
un ser libre e independiente dentro de la Nación Argentina" ("Manual de la Constitución argentina", en
"Obras completas", vol. 3, Buenos Aires, 1935, núm. 82; confr., además, núms. 89 y 90).
Que en consideración al carácter y jerarquía de los principios de la Carta fundamental relacionados con los
derechos individuales, esta Corte Suprema, en su actual composición y en la primera oportunidad en que
debe pronunciarse sobre el punto, se aparta así de la doctrina tradicionalmente declarada por el tribunal en
cuanto relegaba al trámite de los procedimientos ordinarios, administrativos o judiciales la protección de las
garantías no comprendidas estrictamente en el hábeas corpus (Fallos, t. 168, p. 15; t. 169, p. 103 y los
posteriores). Los preceptos constitucionales tanto como la experiencia institucional del país reclaman de
consuno el goce y ejercicio pleno de las garantías individuales para la efectiva vigencia del Estado de
derecho e imponen a los jueces el deber de asegurarlas.

Por tanto, habiendo dictaminado el procurador general, se revoca la sentencia apelada. Vuelvan los autos al
tribunal de origen a fin de que haga saber a la autoridad policial que debe hacer cesar la restricción impuesta
al solicitante en su calidad de director-propietario del diario clausurado. -Alfredo Orgaz. -Manuel J.
Argañarás. -Enrique V. Galli. -Benjamín Villegas Basavilbaso. -Carlos Herrera (en disidencia).

Disidencia del doctor Herrera:

Considerando: Que según resulta de las constancias de autos, la autoridad policial de la Prov. de Buenos
Aires mantiene clausurado el diario "Mercedes", que se publicaba en la ciudad del mismo nombre de dicha
provincia; y que Angel Siri, invocando la calidad de director y administrador del periódico y la libertad de
imprenta y de trabajo consagradas por la Constitución nacional, se presentó a fs. 1 ante el juez del crimen
local solicitando se requiriera informe a la policía sobre los motivos de la clausura y con su resultado se
proveyera de acuerdo con las cláusulas constitucionales que citó; solicitud reiterada a fs. 32, después de los
diversos informes producidos, con los cuales no se pudo aclarar debidamente quién había ordenado la
clausura y por qué razones.

Que el juez resolvió a fs. 33 desestimar la presentación del recurrente en razón de que el recurso de hábeas
corpus ha sido instituido solamente para la protección de la libertad personal; decisión de la que Siri pidió
revocatoria a fs. 35 manifestando que no obstante no existir ya consigna policial en el local del diario y
þÿhaber sido sacados los precintos de la puerta del mismo, no se atrevía a abrirlas "sin antes obtener el ½bill%W
de indemnidad declarativa" de sus jueces naturales.

Que después de un nuevo informe policial confirmatorio de lo aseverado por Siri, el a quo desestimó a fs. 38
la revocatoria invocando los fundamentos de su resolución anterior y la inexistencia actual de restricción
alguna, pronunciamiento que fue confirmado por sus fundamentos por el tribunal de apelación. Contra esa
resolución se interpuso por el afectado el presente recurso extraordinario, manifestando que se mantenía la
clausura, hecho que resulta confirmado por el informe policial de fs. 59, expedido a requerimiento de esta
Corte.

Que no obstante la imperfección con que la cuestión ha sido planteada por el recurrente, se deduce de sus
expresiones que pretende que el juez del crimen tome alguna medida, que no concreta, para hacer cesar la
clausura del diario por ser ella violatoria de la libertad de imprenta garantizada por el art. 14 de la
Constitución nacional. A ello, por lo demás, reduce sus manifestaciones en el memorial de fs. 51, aclarando
que no ha interpuesto un recurso de hábeas corpus sino el remedio legal de peticionar a las autoridades.

Que el procurador, en su dictamen de fs. 64, sostiene que el recurso extraordinario de hábeas corpus sólo
protege a las personas privadas de su libertad corporal sin orden de autoridad competente y se remite a lo
que expusiera en Fallos, t. 236, p. 41 (2), donde expresó que esa conclusión no implica, por cierto, que no
existan medios para hacer efectivo el derecho de publicar las ideas por la prensa sin censura previa cuando él
es afectado por actos de autoridad; y que de igual manera que la protección del derecho de propiedad se
ejerce mediante diversas acciones, civiles y criminales, sin que quepa decir que la garantía constitucional
correspondiente sea anulada porque no constituya materia del recurso de hábeas corpus, el recurrente puede
también perseguir el reconocimiento de los derechos que invoca y el cese de trabas que, según afirma, se
oponen a su ejercicio, mediante las acciones civiles, contenciosoadministrativas y criminales
correspondientes.
Que esa es indudablemente la doctrina que surge de la jurisprudencia de esta Corte (Fallos, t. 183, p. 44 (3);
t. 169, p. 103; t. 168, p. 15), que ha establecido reiteradamente que la vía del hábeas corpus solamente
procede cuando se invoca una restricción ilegal a la libertad corporal de las personas; y que los demás
derechos garantizados por la Constitución deben ser defendidos por otras acciones ajenas al remedio
indicado. Es cierto que el recurrente manifiesta que el que ha interpuesto no es un recurso de hábeas corpus;
pero no solamente no concreta de qué acción se trata sino que el trámite impreso a la causa a su pedido y
con su conformidad ha sido el establecido por las leyes procesales para dicho recurso.

Que no es discutible que en un régimen constitucional como el vigente en la República, la jurisdicción


proviene de la ley. Entendido el término en su acepción más amplia, es decir, como comprensivo de las
normas constitucionales, se da así la necesidad de que la actuación de cualquiera de los agentes de los
poderes constituidos, debe ajustarse a ellas, no sólo en cuanto al contenido de sus resoluciones, sino también
en cuanto a la competencia y a la forma, de expedirlas. Y estos requisitos, que diferencian la actuación
reglada de los órganos de un Estado constitucional, a la manera americana, de la actividad discrecional
propia de otros regímenes, es particularmente imperiosa respecto de los judiciales. Ellos, en efecto, por lo
mismo que son custodios de la observancia de la Constitución nacional por los demás poderes, están
especialmente obligados al respeto de las propias limitaciones, entre las cuales figura, en primer término, la
de no exceder la propia jurisdicción (Fallos, t. 155, p. 250).

Que evidentemente el argumento no se abate con la invocación de la posible subsistencia de principios


constitucionales conculcados. Está claro, en efecto, que el contralor de constitucionalidad está también
sujeto a la reglamentación de los procesos judiciales, porque de otra manera la división y la igualdad de los
poderes se habría roto, en beneficio del Judicial. Por eso la jurisprudencia de esta Corte no ha reivindicado la
supremacía de sus propias resoluciones, sino en cuanto se las ha expedido en el ejercicio de sus atribuciones
constitucionales y legales (Fallos, t. 205, p. 614 (4) y otros).

Que si aun fuera admisible argüir con la posibilidad de que el silencio legislativo o la inoperancia de los
procedimientos legales no pueden impedir la vigencia de los derechos y principios consagrados por la
Constitución, debería observarse que semejante razonamiento, que reviste carácter extremo, indudablemente
supone la demostración acabada de aquellos requisitos. Porque no es so color de que una vía pueda
estimarse, por los jueces, preferible a otra, que les sea dado prescindir de las prescriptas por el órgano
legislativo, titular como es de la soberanía popular en esa materia. Y menos cabría hacerlo sobre la base de
la posible aplicación defectuosa de las leyes vigentes para la tutela de los derechos patrimoniales, o de
aquellos otros que se ejercitan con la disposición de lo que es propio, como es la de publicar ideas por medio
de la prensa por el dueño de un periódico. Se trataría, en todo caso, de corruptelas que no son insalvables y
que de cualquier modo no justifican la excedencia señalada de la propia jurisdicción. Porque los derechos
que la Constitución acuerda son tales conforme con las leyes que reglamentan su ejercicio (art. 14,
Constitución nacional). Y entre éstas figuran las de la defensa judicial de aquéllos en la manera prescripta
por el ordenamiento jurídico, si ha de ser verdad, como esta Corte ha dicho, que el orden de nuestra
convivencia reposa en la ley (Fallos, t. 234, p. 82 (5) y sus citas). El prudente y decoroso respeto de las
propias limitaciones al par que de las facultades de los demás poderes, hace evidente que la prescindencia,
de base normativa para la actuación jurisdiccional, sólo puede ser admisible en condiciones vitalmente
extremas, entre las que las circunstancias relatadas del caso, impiden encuadrar a éste.

Por ello, y de acuerdo con lo dictaminado por el procurador general, se confirma la resolución apelada en
cuanto ha podido ser materia de recurso. -Carlos Herrera.
PARTE ORGANICA DE LA CONSTITUCION NACIONAL.
PODER EJECUTIVO NACIONAL
Dra. Marisol Hermida y Dr. Pablo Ovidio Fernández

En la parte orgánica de la Constitución, se dispone la organización del poder del


estado, su estructuración con base en división de poderes y las funciones de cada uno de
sus órganos.
El Estado argentino se encuentra estructurado en torno a tres poderes: Legislativo,
Ejecutivo y Judicial. Cada uno de ellos, es independiente respecto del resto y a la vez se
encuentra limitado por la esfera de competencia de los otros poderes1.
El constituyente originario, inspirado en el pensamiento de Alberdi, siguió el modelo
de Estados Unidos, las similitudes entre la estructura política y territorial del país del norte,
con relación a la de nuestro país, lo tornaban en el modelo de mejor adaptación2.
Con el correr de los años, los presidencialismos latinoamericanos, se alejaron
sustancialmente del modelo que los había inspirado, y le imprimieron características
propias. Argentina, no escapó a este fenómeno. El crecimiento de funciones por parte del
Presidente, se incrementó en forma notable a partir de la quiebra de la continuidad
institucional en 19303.
La fragilidad de los gobiernos elegidos por el voto, jaqueados por el poder militar
asociado a los sectores conservadores de la sociedad y a los intereses comerciales
internacionales, que se evidenció en la pendular historia argentina que alternó entre golpes
de estado y gobiernos constitucionales acechados por los militares y las corporaciones,
incitó en el pensamiento político contemporáneo la idea de sustituir el presidencialismo por
otras formas de ejercicio del poder más modernas. En este sentido, como antecedente
relevante, debe destacarse el encuentro entre el entonces Presidente, Juan Domingo Perón
y el líder de la oposición Ricardo Balbín, en diciembre de 1973, en la cual, uno de los temas

1
Richarte, Darío, Manual Práctico de Derechos Humanos y Derecho Constitucional, Pág. 121.
2
Onaindia, José Miguel, Instituciones del Derecho Constitucional, Pág. 115 y 117.
3
Golpe de estado al Presidente Hipólito Yrigoyen perpetuado el 6 de septiembre de 1930.
de agenda tratados por los líderes políticos, fue la posibilidad de atenuar el régimen
presidencialista. Esta idea, motivó el trabajo del Consejo para la Consolidación Democrática
(CDD), conformado diez años después durante la presidencia de Raúl Alfonsín, con la
recuperación democrática.
Lamentablemente, la reforma de 1994, no siguió estos lineamientos, que proponía
la adopción de un sistema semi-presidencialista. Sin embargo, la última reforma realizó
importantes modificaciones en diversos aspectos de la reglamentación del funcionamiento
del Poder Ejecutivo, ya que debemos recordar, que el interés reformista del entonces
Presidente Carlos Menem se sustentaba fundamentalmente en su intención reeleccionista,
hasta entonces vedada por la Constitución.

Presidencialismo.
El presidencialismo es el sistema que se caracteriza por la atribución de poder en
forma unipersonal al Presidente de la República que concentra la jefatura de estado y la
jefatura de gobierno. Los ministros y secretarios de Estado son meros asistentes del
Presidente, quién los designa y remueve. El Presidente es elegido en forma directa por
sufragio universal.
En el sistema parlamentario, la composición del Poder Ejecutivo es colegiada, las
jefaturas de Estado y de gobierno suelen estar separadas, recayendo la primera
generalmente en un Presidente o monarca con funciones de carácter protocolar, o de
ejercicio de las relaciones internacionales en algunos casos, quedando las responsabilidades
del gobierno en manos de un Primer Ministro que preside un Consejo de Ministros. El Jefe
de Estado y el Parlamento son quienes participan en el proceso de selección del Primer
Ministro y su Gabinete.
Nuestro sistema de gobierno es marcadamente presidencialista, con una expresión
típica de pesos y contrapesos entre los sistemas de separación de poderes.4
El art 87 CN establece que el “Poder Ejecutivo de la Nación, será desempeñado por
un ciudadano con el título de PRESIDENTE DE LA NACIÓN ARGENTINA”.

4
Bidart Campos, Manual de Derecho Constitucional Argentino, Pág. 474 y 475
Es un órgano unipersonal -representado sólo por el Presidente-.

Acefalía presidencial.
El artículo 88 de la CN establece que “En caso de enfermedad, ausencia de la Capital,
muerte, renuncia o destitución del Presidente, el Poder Ejecutivo será ejercido por el
vicepresidente de la Nación. En caso de destitución, muerte, dimisión o inhabilidad del
Presidente y vicepresidente de la Nación, el Congreso determinará qué funcionario público
ha de desempeñar la Presidencia, hasta que haya cesado la causa de la inhabilidad o un
nuevo presidente sea electo”.
La Constitución establece la sucesión del Presidente por el vicepresidente, y luego,
delega en el Congreso la sanción de una “Ley de Acefalía” para el caso de que deba
reemplazarse a ambos al mismo tiempo.

Requisitos para ser Presidente o Vicepresidente.


El Art. 89 CN indica como requisitos que el Presidente y el Vicepresidente deben
haber nacido en territorio argentino, o ser hijo de ciudadano nativo, habiendo nacido en
país extranjero y las demás calidades para ser Senador.
Debe recordarse, que el antiguo art 76 CN exigía que el Presidente perteneciese al
culto Católico Apostólico Romano, requisito que se eliminó con la reforma de 1994.
El resto de los requisitos, son los establecidos en el art. 55 CN para los Senadores:
“tener la edad de treinta años, haber sido seis años ciudadano de la Nación, disfrutar de
una renta anual de dos mil pesos fuertes o de una entrada equivalente, y ser natural de la
provincia que lo elija, o con dos años de residencia inmediata en ella”.

Duración en el cargo.
Antes de la Reforma de 1994 el mandato presidencial era de 6 años sin posibilidades
de reelección inmediata. La regulación actual del art. 90 CN establece que el Presidente y
Vicepresidente duran en sus funciones el término de cuatro años, y pueden ser reelegidos
o sucederse recíprocamente por un solo período consecutivo.
El Presidente y el Vicepresidente cesan su mandato el mismo día que expira su
período art. 91 CN, perciben un sueldo público art. 92 CN, y toman posesión de sus cargos
“jurando observar la Constitución Nacional” ante la Asamblea Legislativa art. 93 CN.

Forma y tiempo de elección del Presidente y Vicepresidente.


La reforma de 1994 modificó radicalmente el sistema de elección presidencial que
anteriormente se desarrollaba en forma indirecta a través de un “colegio electoral”.
Actualmente el Presidente y el Vicepresidente se eligen de modo directo a través de
la expresión del voto popular, tal como lo establece el art. 94 CN: “El Presidente y el
vicepresidente de la Nación serán elegidos directamente por el Pueblo, en doble vuelta,
según lo establece esta Constitución. A este fin el territorio nacional conformará un distrito
único”.
La primear elección debe realizarse dentro de los dos meses anteriores a la
conclusión del mandato art. 95 CN, y en el caso de ser necesaria una segunda vuelta
electoral entre las dos fórmulas más votadas, se realizará dentro de los 30 días de celebrada
la anterior art. 96 CN.
Si luego de realizada la elección presidencial -la votación-, hay una fórmula que
alcanzó más del 45% de los votos afirmativos válidamente emitidos (art. 97 CN), o el 40%
por lo menos de los votos válidamente emitidos, y además existiere una diferencia mayor
de 10% sobre la fórmula que le sigue, se proclamará a los integrantes de la lista ganadora
como Presidente y Vicepresidente (art. 98 CN).
Recordemos, como señalamos anteriormente, que en caso de que la fórmula más
votada no alcance estos supuestos, se debe ordenar la segunda vuelta de elecciones, a
llevarse a cabo dentro de los treinta días posteriores a la primera elección, y resultará
ganadora la lista que obtenga mayor número de sufragios. Este es el sistema llamado
Ballotage.

Atribuciones del Poder Ejecutivo.


En los distintos incisos del art. 99 CN, se establecen las atribuciones del Presidente
de la Nación, presentamos a continuación la descripción de las principales:
Jefaturas.
El inciso primero en doctrina se ha llamado “Jefaturas del Presidente”. Allí se indica
que el Presidente es el “jefe supremo de la nación, jefe de gobierno y responsable político
de la administración general del país”.
La cláusula establece en primer momento que el Presidente es el “jefe supremo de
la nación”, lo que significa que es el máximo representante del Estado argentino y por eso
quien tiene la potestad para firmar tratados con potencia extranjeras, designar
embajadores, acudir a reuniones en instancias de la comunidad Internacional, etc.
Por otro lado, se agrega que es el “jefe de gobierno y responsable político de la
administración general del país”. Esta cláusula se completa con el art. 100 inc. 1° CN, en la
cual se atribuye al Jefe de Gabinete responsabilidad política ante el Congreso sobre la
administración general del país. Mientras, el Presidente es el máximo responsable político
de la administración, delega en el Jefe de Gabinete la ejecución de las medidas de
administración.
Instrucciones y reglamentos.
En el inc. 2° del art. 99 CN la carta magna se refiere a la potestad de expedir
instrucciones y reglamentos, que son el modo a través del cual se expresan las decisiones
del Poder Ejecutivo.
Usualmente, se denominan decretos y pueden clasificarse en:
Decretos Reglamentarios: Son aquellos a través de los cuales el Poder Ejecutivo
instrumenta y efectiviza las leyes. La Constitución estipula que deben ser adoptados “…
cuidando de no alterar su espíritu con excepciones reglamentarias…” Según la Corte
Suprema de la Nación, las disposiciones de los “Decretos Reglamentarios”, integran la ley y
son fundamentales para su interpretación.
Decretos Autónomos o Independientes: Suelen definirse por oposición a los
decretos reglamentarios, y versan sobre materias no reguladas por las leyes y reservadas a
la administración. Cuando se emite un decreto autónomo se pone en acto la competencia
constitucional propia del Poder Ejecutivo. Un ejemplo de estos decretos, puede ser la
organización administrativa del Poder Ejecutivo.
Decretos Delegados: Se refieren a los casos especiales en que se delega el
cumplimiento de la función legislativa en el Poder Ejecutivo. La delegación es efectuada por
el Congreso a favor del Presidente. La reforma constitucional agudizó el carácter
excepcional de los decretos delegados, expresando en su artículo 76 CN la fórmula genérica
de prohibición, para luego admitir casos de excepción: “materias determinadas de
administración o de emergencia pública, con plazo fijado para su ejercicio y dentro de las
bases de la delegación que el Congreso establezca.”
Decretos de Necesidad y Urgencia: Son aquellos que el Poder Ejecutivo dicta en
relación a materias que son de exclusiva competencia legislativa. Su dictado sólo está
habilitado en los casos que exista una situación de urgente necesidad. Se encuentran
regulados en el art. 99 inciso 3 CN, en donde se establecen los requisitos para su dictado:
a) que no se trate de normas que regulen materia penal, tributaria, electoral o de régimen
de partidos políticos; b) serán decididos en acuerdo general de ministros que deberán
refrendarlos, conjuntamente con el jefe de gabinete de ministros; c) el jefe de gabinete
personalmente y dentro de los diez días someterá la medida a consideración de la Comisión
Bicameral Permanente, cuya composición deberá respetar la proporción de la
representaciones políticas de cada Cámara.
Participación en el Proceso Legislativo.
El primer párrafo del inciso 3 del artículo 99 CN establece que el Presidente
“participa de la formación de las leyes con arreglo a la Constitución, las promulga y las hace
publicar”. Más allá de la facultad establecida en el artículo 77 CN respecto a la posibilidad
de presentar proyectos de ley, el Poder Ejecutivo es el órgano que debe promulgar y
publicar las leyes aprobadas por el Congreso para que cobren eficacia definitiva.
Por otra parte, el Poder Ejecutivo se reserva la potestad de observar los proyectos
de ley sancionados por el Congreso. Dicha facultad está prevista en el artículo 83 CN, y es
conocida como la potestad de observación o veto que tiene el presidente “desechando en
el todo o en parte un proyecto por el Poder Ejecutivo, vuelve con sus objeciones a la Cámara
de su origen, ésta lo discute nuevamente, y si lo confirma por mayoría de dos tercios de sus
votos, pasa otra vez a la Cámara de revisión. Si ambas Cámaras, lo sancionan por igual
mayoría, el proyecto es ley y pasa al Poder Ejecutivo para su promulgación. Las votaciones
en este caso, serán nominales, por sí o por no; y tanto los nombres y fundamentos de los
sufragantes, como las objeciones del Poder Ejecutivo, se publicarán inmediatamente por la
prensa. Si las Cámaras difieren sobre las objeciones, el proyecto no podrá repetirse en las
sesiones de aquel año”.
Entre las atribuciones, debemos mencionar que el Poder Ejecutivo: nombra
magistrados de la Corte Suprema con acuerdo del Senado. Nombra, también a los demás
jueces de los tribunales federales, a propuesta de terna vinculante del Consejo de la
Magistratura.
El Poder Ejecutivo, puede indultar y conmutar penas por delitos sujetos a
jurisdicción federal, concede jubilaciones y pensiones. Nombra y remueve a los
embajadores y ministros plenipotenciarios con acuerdo del Senado. Por sí sólo, designa al
Jefe de Gabinete y demás Ministros del despacho. Realiza la apertura anual de sesiones
ordinarias del Congreso y prorroga las mismas o convoca a sesiones extraordinarias.
Concluye y firma tratados, concordatos con la Santa Sede.
El Presidente es el Comandante en Jefe de todas las fuerzas armadas de la Nación.
Provee empleos militares con acuerdo del Senado. Dispone de las fuerzas armadas, declara
la guerra, el estado de sitio y puede decretar la intervención federal a una provincia o a la
Ciudad de Buenos Aires, en caso de receso del Congreso y debe convocarlo
simultáneamente para su tratamiento.
Es de destacar, que la Constitución en su artículo 99 inc.3, párr. segundo, dispone
que el Poder Ejecutivo, no podrá en ningún caso “bajo pena de nulidad absoluta e
insanable”, emitir disposiciones de carácter legislativo. Para, seguidamente establecer su
excepcionalidad, abriendo la puerta para su utilización con carácter restrictivo.
Coincidimos, con el Dr. Onaindia, en que la introducción en la Constitución de facultades
legislativas de excepción por parte del ejecutivo, amplió el ámbito de actuación presidencial
y en la praxis constitucional produjo un avance sobre facultades propias del Congreso,
convirtiendo la facultad excepcional en ordinaria.5

El Jefe de Gabinete y demás Ministros del Poder Ejecutivo.


La figura del Jefe de Gabinete fue incorporada por la Reforma constitucional de 1994
como un intento de atenuación del presidencialismo, aunque desde su implantación hasta
ahora, sus resultados no fueron los que inspiraron la modificación en la carta magna.
El art. 100 CN establece las funciones genéricas del Jefe de gabinetes y los demás
ministros con la fórmula “tendrán a su cargo el despacho del negocio de la Nación, y
refrendarán y legalizarán los actos del presidente con su firma, sin cuyo requisito carecen de
eficacia”. La estructura de ministerios es definida por una ley especial del Congreso, por
iniciativa del Presidente.
Cada ministro es responsable por los actos que legaliza (su área de competencia), y
de los que acuerda con sus colegas (Art. 102 CN), actúan exclusivamente sobre su área de
competencia establecida en la ley de ministerios (Art. 103 CN), deben presentar una
memoria anual al Congreso (Art. 104 CN), no pueden ser al mismo tiempo senadores ni
diputados (Art. 105 CN), pueden concurrir a los debates en las sesiones del Congreso y
tomar parte de sus debates (Art. 106 CN), perciben un salario público (Art. 107 CN).
La creación de la jefatura de gabinete, operó una suerte de descentralización de
funciones dentro del Poder Ejecutivo, se trata de un ministro más, ya que no requiere de
ningún proceso de designación legislativa, lo nombra el Presidente, se diferencia de sus
pares porque las funciones las establece la Constitución Nacional en el Art. 100.
Las funciones del Jefe de Gabinete, en gran medida, dependen de la delegación que
realice el Presidente es por ello por lo que su rol y peso político dependerá del “estilo”
presidencial. Cumple con una misión constitucional de enlace con el Poder Legislativo
consagrada en el Art. 101 CN que establece la obligación de “concurrir al Congreso al menos
una vez por mes, alternativamente a cada una de sus Cámaras, para informar de la marcha
del gobierno”. Asimismo existe una posibilidad de remoción legislativa del Jefe de Gabinete

5
Onaíndia, José Miguel, Instituciones del Derecho Constitucional, Pág.120.
a través de una moción de censura, pero la misma es casi de imposible cumplimiento
práctico ya que requiere del voto de la mayoría absoluta de los miembros de cada una de
las Cámaras.
FORMA DE GOBIERNO Y PODER LEGISLATIVO
Dra. Fabiana BELLO
La forma de gobierno constituye uno de los temas esenciales de la organización de un Estado, define cómo es la
estructura del poder político del país en un momento histórico determinado. A través de la constitución escrita
se regula este aspecto de la organización estatal, que se denomina “parte orgánica”, y debe reflejar la distribución
de funciones entre los diferentes órganos estatales.
Argentina, tomando los antecedentes norteamericanos, pero agregándole perfiles propios, adoptó para sí el
régimen REPRESENTATIVO, REPUBLICANO Y FEDERAL. Ello encuentra su correlato normativo en el Artículo 1 de
la Constitución Nacional, el cual establece: "La Nación argentina adopta para su forma de gobierno la forma
representativa, republicana y federal."
Así, para algunos, la forma Representativa en su interpretación restrictiva, y originaria encuentra respaldo en el
principio de raigambre constitucional del artículo 22, que establece que “el pueblo no delibera ni gobierna sino
a través de sus representantes, y toda fuerza armada o reunión de personas que se atribuya los derechos del
pueblo y peticione a nombre de este, comete delito de sedición”.
Apoyando este criterio restrictivo de representatividad, la Corte Suprema de Justicia de la Nación a lo largo de la
historia pronunció criterios generales tales como: “el pueblo es la fuente originaria de la soberanía”, “la soberanía
popular es un principio de raigambre constitucional que en el sistema democrático se integra con el reconocimiento
del pueblo como último titular del poder político pero, al mismo tiempo, y para cumplir con tal objetivo, pone su
acento en los procedimientos habilitados para hacer explícita aquella voluntad, origen del principio de
representación” “no está permitido invocar la defensa de la voluntad popular que desconozca el ordenamiento
jurídico”.
Es decir, la idea de representación remite a la soberanía del pueblo que aparece como fuente originaria del poder,
y debe ser entendida como limitada a la elección de los representantes. Esta doctrina referencia a nuestra
constitución fundante, pero se sustenta en un concepto de democracia limitado. Es un posición sostenida por
parte de la Jurisprudencia Nacional, quien en este sentido restrictivo lo reflexiona en el caso “Schifrin”, decidido
por la Cámara Nacional de Casación Penal (con citas a la Corte Suprema —Fallos: 304:1524).
Una visión alternativa, ampliada y actual de la democracia incorpora la participación ciudadana en los procesos
inclusivos y deliberativos. Fundamentan su postura en la evolución y novedades introducidas en la Constitución a
partir de 1853, por ejemplo, el derecho de peticionar a las autoridades del art. 14, el derecho a huelga art. 14 bis,
iniciativa popular art. 39, la consulta popular art. 40, etc.
Es una postura basada en la confianza en la ciudadanía, que niega que el concepto de representación implique
solo votar periódicamente, y critica a la concepción restrictiva por no hacer una verdadera interpretación
constitucional que recepte todas las formas de representación y participación democrática. Es interesante la
reflexión que al respecto hace el Dr. Roberto Gargarella en su ensayo “Republicana, Representativa y Federal”
donde sostiene que “un concepto más ampliado de representación y democracia, no solo encaja con los fallos de
la Corte Suprema de Justicia; con la letra de la constitución (desde el punto de vista formal y práctico), sino que
además el concepto se acomoda bien a la larga historia política, social y jurídica de nuestro país. Esta historia
incluye, por supuesto, a los hitos más salientes de nuestra vida pública, como los relacionados con las
movilizaciones populares y políticas que culminaron con el dictado de la Ley Sáenz Peña (ley 8871, del 10 de febrero
de 1912, consagrando el voto secreto, universal y obligatorio); el yrigoyenismo y el ascenso de las clases medias al
poder; la reforma universitaria, la reivindicación de los derechos de los trabajadores y el fortalecimiento de los
sindicatos impulsados por el peronismo; la consolidación del movimiento por los derechos humanos que
comenzara a darse en tiempos del alfonsinismo; las luchas de las comunidades indígenas por sus derechos.”
Gargarella considera asimismo, que frente a esta notable evolución de la práctica constitucional argentina, no
puede considerarse vigente una noción de la representación política propia del siglo XVIII y una lectura estrecha
de la Constitución de 1853. Dice textualmente: “Esta concepción constitucional reivindica a la “voluntad popular”
como fuente y legitimación del poder, y por tanto avala que se tomen decisiones orientadas a que la ciudadanía
gane en poder de decisión y control. Esta concepción constitucional también afirma el valor de las movilizaciones
populares, a las que ve como un homenaje —antes que (como en “Schifrin”) como una amenaza— frente a una
larga y continuada historia de activismo cívico: se trata de formas de expandir la frontera de los derechos, y de
modos de dotar de sentido profundo a la democracia”.

La forma Republicana, es un sistema político que aparece como contraposición a la Monarquía. Es un contenido
pétreo en nuestra Constitución que tiene características propias tales como;
a) DIVISIÓN DE PODERES: Tiene como objetivo primordial evitar la concentración del poder en una o en pocas
manos. Los poderes del Estado son independientes entre sí pero actúan de manera coordinada; así se evitan los
abusos de poder, cada uno oficia como contralor del otro.
Ya en el año 1.748, Montesquieu, reconocido pensador francés, en su obra El espíritu de las Leyes, escribió:
“…En cada Estado hay tres clases de poderes: el legislativo, el ejecutivo de las cosas pertenecientes al derecho de
gentes, y el ejecutivo de las que pertenecen al civil. Por el primero, el príncipe o el magistrado hacen las leyes para
cierto tiempo o para siempre, y corrige o deroga las que están hechas. Por el segundo, hace la paz o la guerra,
envía o recibe embajadores, establece la seguridad y previene las invasiones; y por el tercero, castiga los crímenes
o decide las contiendas de los particulares. Este último se llamará poder judicial; y el otro, simplemente, poder
ejecutivo del Estado (...). Cuando los poderes legislativo y ejecutivo se hallan reunidos en una misma persona o
corporación, entonces no hay libertad, porque es de temer que el monarca o el senado hagan leyes tiránicas para
ejecutarlas del mismo modo. Así sucede también cuando el poder judicial no está separado del poder legislativo y
del ejecutivo. Estando unido al primero, el imperio sobre la vida y la libertad de los ciudadanos sería arbitrario, por
ser uno mismo el juez y el legislador y, estando unido al segundo, sería tiránico, por cuanto gozaría el juez de la
fuerza misma que un agresor”.
En la Constitución Nacional Argentina, tal como lo sostiene la Dra. Gelli, la separación de los poderes se expresa
de tres modos diversos: la clásica división tripartita (poder legislativo, poder ejecutivo y poder Judicial); la división
federal que reconoce dos órbitas territoriales: el central y el federal o Nacional; y los locales y provinciales, incluida
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a partir de la reforma de 1994.
b) PUBLICIDAD DE LOS ACTOS DE GOBIERNO: Aparece como una forma de garantía democrática y Republicana.
Si bien la Constitución no dispone de una norma de carácter general, establece distintos mecanismos que obligan
a dar publicidad de los actos de gobierno, para que de esa manera los actos de gobierno puedan ser conocidos
por el pueblo y eventualmente ejercer un control por medio del voto, peticiones y/o en su caso acciones judiciales.
c) ELECCIÓN POPULAR DE LOS GOBERNANTES: Les otorga legitimidad de origen para ejercer su cargo.
d) TEMPORALIDAD: Asegura la temporalidad en el ejercicio del poder o renovación periódica de los gobernantes,
que se materializa en la duración determinada de los cargos públicos.
e) RESPONSABILIDAD DE LOS ACTOS DE GOBERNANTES: Se establece la responsabilidad, por los actos realizados
en ejercicio del poder, que puede ser evaluada a través del “Juicio político”. Así. el artículo 29 de la C.N establece
la responsabilidad y pena de infames traidores de la patria a las legislaturas provinciales o integrantes del
Congreso Nacional que violen el principio republicano otorgando la suma del poder público o supremacías o
sumisiones al Poder Ejecutivo de la Nación o a los gobiernos de las provincias.
Asimismo los artículos 53, 99 y 110 CN, regula la responsabilidad y juicio político a los integrantes de la Corte
Suprema de Justicia y Jurado de Enjuiciamiento, y el art 115 para los demás cargos inferiores.
Por último, los artículos 53 y 59 de la CN, establecen la responsabilidad del Poder Ejecutivo Nacional, Jefe de
Gabinete de Ministros y Ministros.
f) IGUALDAD ANTE LA LEY.
El artículo 16 de nuestra carta magna consagra la igualdad expresamente dice: “…La Nación Argentina no admite
prerrogativas de sangre ni de nacimiento; no hay en ella fueros personales ni títulos de nobleza. Todos sus
habitantes son iguales ante la ley, y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad”, articulo que
se vio perfeccionado a partir de la reforma de 1994 con una serie de garantías que la misma constitución reconoce.
Para la rama del Derecho administrativo, resulta más apropiado hablar de la división de las funciones y no de la
división de los Poderes del Estado, ya que el Poder es uno solo. Estiman conveniente hablar de tres órganos, el
ejecutivo, el legislativo y el judicial.
Cada uno de ellos desarrolla funciones distintas. Todo sería sencillo si las funciones de administración o ejecutivas,
las legislativas y la judicial estuvieran respectiva y exclusivamente a cargo de los órganos legislativo (Congreso),
administrativos (órganos dependientes del Ejecutivo) y judiciales (órganos independientes). Pero las dificultades
surgen porque cada órgano no se limita únicamente a la función que le corresponde. De allí también la dificultad
en hallar la noción que identifique plenamente a cada una de las funciones estatales.

La forma FEDERAL de gobierno supone la existencia de más de un territorio con capacidad normativa en la que se
equilibran la unidad de un solo Estado con la pluralidad y autonomía de otros. El federalismo surge como
consecuencia de un largo proceso histórico, político y sociológico de nuestro país que receptó la Constitución de
1853-1860, y completó la reforma de 1994 con el reconocimiento de la autonomía a la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires.
Nuestro país es Federal esencialmente porque los estados Provinciales (unidades políticas integrantes de la
Federación), conservan para si su autonomía, delegando solo algunos poderes al Gobierno Nacional. El Estado
Federal es uno solo, no obstante la Pluralidad de Provincias.
El Federalismo sostiene tres tipos de relaciones (entre el gobierno federal y provinciales)
a) Relación de subordinación de los estados locales al Estado Federal, que se visualizan en el artículo 5 de
la CN. “Cada provincia dictará para sí una Constitución bajo el sistema representativo republicano, de acuerdo
con los principios, declaraciones y garantías de la Constitución Nacional; y que asegure su administración de
justicia, su régimen municipal, y la educación primaria” y en el artículo 31 que indica la primacía de la
Constitución Nacional por sobre el resto de todo el ordenamiento jurídico argentino.
b) Relación de participación: Hay un equilibrio entre la participación de los estados pequeños y grandes. En
razón de ello, la representación de los senadores es igualitaria. Las provincias colaboran con el gobierno federal.
c) Relación de coordinación: Refiere a la distribución de competencias de las provincias; exclusivas,
delegadas, concurrentes, etc.

PODER LEGISLATIVO
El Poder Legislativo es ejercido en la República Argentina por el Congreso Nacional, compuesto de dos Cámaras:
la de Diputados y la de Senadores. Si bien ambas Cámaras se fundan en la representación popular (todos sus
miembros son elegidos en forma democrática en base al sufragio universal, secreto y obligatorio), los Diputados
representan directamente al pueblo argentino, y los Senadores a las Provincias y a la Ciudad de Buenos Aires.
Normativamente se encuentra regulado en la sección primera del título primero (Gobierno federal) de la segunda
parte (Autoridades de la Nación), título primero, desde el artículo 44 al 86 de la CN con el rótulo “Del Poder
Legislativo”. Este es un Poder que tiene un repertorio con características que le son propias.
a) Es bicameral (tiene dos Cámaras, Diputados y Senadores). El bicameralismo aparece como una propiedad
esencial para mantener la ecuanimidad o armonía entre el Federalismo y la democracia. El primero garantiza la
representación igualitaria de los Senadores, tres por cada Provincia, incluida la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
quien a partir de la última reforma constitucional que reconoció su autonomía en el artículo 129 CN, tiene
representantes en ambas Cámaras, y el segundo protege la representación de Diputados, los que son elegidos en
relación al número de habitantes de cada distrito.
b) Es un órgano colegiado, se conforma con una pluralidad de miembros (está compuesto por Senadores y
Diputados).
c) Es complejo, porque cada una de sus Cámaras conforman un órgano. Cuando ambas Cámaras actúan
conjuntamente, emiten actos complejos, en tanto, cuando lo hacen en la esfera de su competencia individual se
llaman actos simples.
El Poder Legislativo es el encargado de dictar las leyes, las reglas generales y obligatorias para la población de un
Estado; fija los impuestos y los aranceles aduaneros; regula el comercio interior y la navegación de los ríos y mares
del país; participa del proceso de designación interviene de jueces, embajadores y otros funcionarios; aprueba
tratados de paz y de límites; dicta códigos civiles, comerciales, penales, de minería, del trabajo y seguridad social;
decide el presupuesto de gastos del país.
Existen también competencias que son específicas, propias y exclusivas de cada Cámara:
COMPETENCIAS PROPIAS DE LA CAMARA DE DIPUTADOS:
• Recibir los proyectos de Ley presentados por iniciativa popular (CN Art.39).
• Iniciar el proceso de consulta popular para un proyecto de ley (CN Art. 40).
• Iniciar las leyes sobre contribuciones y reclutamiento de tropas (CN Art. 52).
• Acusar ante el Senado, en juicio político, al Presidente y Vicepresidente de la Nación, al Jefe de Gabinete
de Ministros, a Ministros del Poder Ejecutivo y a miembros de la Corte Suprema (CN Art. 53).
COMPETENCIAS PROPIAS DE LA CAMARA DE SENADORES:
• Ser cámara de origen de leyes que promuevan políticas tendientes al crecimiento armónico de la Nación
y el poblamiento de su territorio (CN Art. 75 Inc. 19).
• Prestar acuerdo al Poder Ejecutivo para la designación de magistrados judiciales, embajadores, ministros
plenipotenciarios, encargados de negocios y de oficiales superiores de las Fuerzas Armadas (CN Art. 99 Inc. 4, 7 y
13) Juzgar en juicio político a los acusados por la Cámara de Diputados (CN Art. 59).
• Autorizar al Presidente de la Nación para que declare el estado de sitio en caso de ataque exterior (CN
Art. 61).
• Ser cámara de origen en la Ley Convenio, sobre coparticipación federal de impuestos (CN Art. 75 Inc. 2).

LA CAMARA DE DIPUTADOS.
El artículo 45 de la CN dispone en su primer párrafo: “La Cámara de Diputados se compondrá de representantes
elegidos directamente por el pueblo de las provincias, de la Ciudad de Buenos Aires, y de la Capital en caso de
traslado, que se consideran a este fin como distritos electorales de un solo Estado y a simple pluralidad de
sufragios…”.
La elección de los Diputados se efectúa de modo directo y a simple pluralidad de sufragios, considerándose a las
Provincias, y a la Ciudad de Buenos Aires como distritos electorales de un solo estado. Esta disposición normativa
está directamente relacionada con la representatividad y la pertenencia de los cargos.
Sin duda el sistema electoral, sus representaciones y la pertenencia a los cargos -al legislador o al partido por el
cual fue electo- es un debate de larga data que requiere de un estudio pormenorizado que excede a este primer
paneo como alumnos del CBC.

NUMERO. REQUISITOS. FORMA DE ELECCION DE LOS DIPUTADOS. DURACION EN EL CARGO.


Número:
Los artículos 45, 46 y 47 de nuestra Carta Magna, establecen un criterio general para determinar el número de
Diputados. El primero de ellos, en su segundo párrafo estipula “el número de representantes será de uno por cada
treinta y tres mil habitantes o fracción que no baje de dieciséis mil quinientos. Después de la realización de cada
censo, el Congreso fijará la representación con arreglo al mismo, pudiendo aumentar pero no disminuir la base
expresada para cada diputado”. De su simple lectura, surge que la distribución del total de escaños entre los
distritos se determina por ley en base al número de habitantes de cada uno de ellos, y de acuerdo al último censo
nacional el que deberá efectuarse cada 10 años.
Según la ley 22. 847 el número de diputados que corresponde a cada distrito es de 1 diputado cada 161. 000
habitantes o fracción superior a 80. 500. Sin embargo, ningún distrito puede tener menos de 5 diputados o poseer
menos diputados que los que tenía en 1976. Esta base allega al cuerpo 257 diputados, en su composición actual.
Requisitos:
Para ser Diputado se requiere haber cumplido veinticinco años de edad, tener cuatro años de ciudadanía en
ejercicio (es un requisito para los ciudadanos por opción o naturalizados), y ser natural de la provincia que lo elija
o con dos años de residencia inmediata en ella (es decir, haber nacido en la provincia o haber vivido en ella durante
los dos últimos años). Estas condiciones, deben reunirse al momento de aprobarse el diploma por la Cámara y no
al momento de ser electo.
El Reglamento de funcionamiento interno de dicho órgano, establece la posibilidad de que un Diputado, en
ejercicio o electo; o el órgano ejecutivo máximo nacional o de distrito de un partido político, impugne por escrito
y con anterioridad a la promulgación, la designación del Diputado electo cuando este no cumple con de alguna de
las calidades exigidas por el artículo 48 de la Constitución Nacional. Esto, prima facie, conlleva a la imposibilidad
de prestar juramento, reservándose su diploma para ser juzgado en las sesiones ordinarias.
Forma de elección de los Diputados.
Tal como se sostuvo anteriormente, los Diputados se eligen por el voto popular.
En nuestro país, el sufragio tiene determinadas características es universal, igual, secreto, libre y obligatorio. Una
vez finalizada las elecciones legislativas, se hace el escrutinio para la distribución de las bancas. Este reparto se
lleva a cabo a través del sistema D Hont, es un sistema de proporcionalidades para asegurar la representación de
los partidos con menor caudal electoral.
Duración
Los Diputados duran cuatro años en su función, y son reelegibles, pero la Cámara se renueva por mitad cada
bienio.
Puede ocurrir, que por renuncia, inhabilidad física o moral, o expulsión, el cargo quede vacante, en ese caso, la
norma indica que debe proceder a una nueva elección, sin embargo, esto en la práctica no sucede y el cargo es
ocupado por el siguiente miembro que integre la lista.
Este sistema ha traído numerosas discusiones en relación a la representatividad de género donde la normativa se
encuentra en evolución constante receptada a nivel nacional, pero no así en muchos distritos locales, donde las
mujeres aún seguimos luchando no solo por el reconocimiento de una igualdad formal sino por una igualdad real
que nos permita participar plenamente de la vida política de nuestro país. Es necesario y urgente actualizar las
normas a la realidad imperante en la sociedad.
Privilegios e Inmunidad
Los privilegios son derechos, facultades o prerrogativas reconocidos por la Constitución a la Asamblea legislativa
en general, y a los Diputados y Senadores en particular. Tienen por finalidad garantizar la independencia,
funcionamiento y jerarquía del Congreso.
Estos privilegios se clasifican en: a) colectivos: destinados al funcionamiento de la Cámara, atañe a esta como
órgano; entre ellos competencia para dictar su reglamento; juzgar los títulos de sus miembros; poder disciplinario
sobre sus miembros y sobre terceras personas, etc.). b) personales: garantizan la actuación individual del
legislador en el ejercicio de sus funciones, pero no en protección de la persona sino en resguardo de la función
que comparte, para tutelar su libertad e independencia. Entre ellos encontramos, la inmunidad de opinión y
expresión del artículo 68 de la CN por ser el Congreso un órgano netamente deliberativo, la libertad de expresión
aparece como una prerrogativa imprescindible; inmunidad de arresto establecida en el artículo 69 de la CN por
la cual ningún Diputado o Senador puede ser privado de la libertad y se trata de una inmunidad en la detención
pero no del proceso, salvo que sea sorprendido in fraganti en la comisión de un delito grave; desafuero,
contemplado en el artículo 70, prevé el allanamiento de los fueros parlamentarios que solo puede tener lugar por
decisión de dos tercios de cada Cámara.

CAMARA DE SENADORES
Siguiendo el criterio utilizado para determinar la conformación de la Cámara de Diputados, nos abocaremos a la
Cámara de Senadores.
Los Senadores son elegidos por el voto popular, en forma directa, y representan a sus provincias, tres por cada
una de ellas incluida la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (dos por la mayoría y uno por la minoría).
Al momento de la asumir sus funciones deben cumplir con los siguientes: a) tener la edad mínima de 30 años, b)
haber sido seis años ciudadano de la Nación, ser natural de la provincia que lo elija, o con dos años de residencia
inmediata en ella. El artículo 55 de la CN señala también que deben tener una renta anual de dos mil pesos fuertes
o entrada equivalente. Este último es un requisito en desuso, no solo por lo difícil de su determinación sino que
es incompatible con la democracia plena, tal como lo sostiene parte de la doctrina.
Los Senadores duran seis años en su cargo, y son reelegibles indefinidamente. El Senado se renueva a razón de
una tercera parte de los distritos electorales cada dos años. El Vicepresidente de la Nación es el Presidente del
Senado, pero solo tiene voto en caso de empate.
Al Senado le corresponde juzgar en juicio público a los acusados por la Cámara de Diputados.
Cuando el acusado sea el Presidente de la Nación, el Senado será presidido por el Presidente de la Corte Suprema.
Ninguno será declarado culpable sino a mayoría de los dos tercios de los miembros presentes. Su fallo no tendrá
más efecto que destituir al acusado, y declararle incapaz de ocupar ningún empleo de honor, de confianza o a
sueldo en la Nación. Pero la parte condenada quedará, no obstante, sujeta a acusación, juicio y castigo conforme
a las leyes ante los tribunales ordinarios.

TECNICA y DINAMICA LEGISLATIVA.


La técnica legislativa es el arte o capacidad, elementos o herramientas que tienen los legisladores para llegar a la
elaboración de las leyes, imprimiéndole al Congreso una dinámica necesaria a través de ciertos procedimientos,
estilos, y/o formulaciones para acompañar la agenda legislativa y social. En síntesis, no es más que la práctica
legislativa y los mecanismos constitucionales o reglamentarios que hacen al funcionamiento de esta Institución.
Quorum y Asistencia.
El Quorum es el número de Diputados y Senadores que se necesitan para que un cuerpo deliberativo trate ciertos
asuntos y pueda tomar una determinación válida de los proyectos puestos a consideración.
Para formar quórum legal será necesaria la presencia de la mayoría absoluta de sus miembros, teniendo en cuenta
los miembros de cada una de las Cámara, inclusive los que no están en ejercicio. El artículo 64 de nuestra
Constitución dice “…Ninguna de ellas entrará en sesión sin la mayoría absoluta de sus miembros; pero un
número menor podrá compeler a los miembros ausentes a que concurran a las sesiones, en los términos y bajo
las penas que cada Cámara establecerá”.
En síntesis, la regla general para votar es la mayoría absoluta de los miembros presentes, salvo en aquellos casos
donde la misma Constitución establece mayoría agravada (Reforma de la Constitución art. 30, la ley reglamentaria
del derecho de iniciativa popular legislativa habrá de sancionarse con el voto de la mayoría absoluta de la totalidad
de miembros de cada cámara art. 39; la sanción de la ley reglamentaria de la consulta popular art. 40; el art. 75
inc. 2º párrafo cuarto consigna que la ley-convenio en materia impositiva necesita aprobarse con la mayoría
absoluta de la totalidad de miembros de cada cámara; el art. 75 inc. 3º prescribe igual quorum de votos favorables
para establecer y modificar asignaciones específicas de recursos coparticipables etc.).
Por último, de su lectura surge el reconocimiento al derecho de las minorías -minorías del quorum no de las
cámaras- para compeler a la mayoría y no dejar arbitrariamente el funcionamiento del órgano en manos de esta.
Sesiones.
a- Preparatorias: Están previstas en el Capítulo III, artículo 29 del Reglamento del Congreso. Se realizan en
ocasión de renovarse las Cámaras. En ellas se da tratamiento a la designación de las Comisiones permanentes.
Examinan y se expiden sobre los diplomas que presentan los legisladores etc.
b- Ordinarias: son las que se llevan a cabo durante el período ordinario de sesiones que se extiende desde
el 1 de marzo al 30 de noviembre. Pueden ser de Tablas (si se realizan dentro de los días y horarios previstos para
sesionar) o Especiales, se celebran a pedido de los/las diputados/as fuera de los días y horarios fijados para las
sesiones de tablas. Están previstas en el Reglamento de la Cámara de Diputados (artículos 35/36) y del Senado de
la Nación (artículo 20). En todos los casos deberá expresarse el objeto de la sesión. La pueden solicitar el Poder
Ejecutivo y/o ambas Cámaras. Se exige como mínimo un número no menor a diez diputados o tres senadores para
realizarla.
c- Extraordinarias: las que se llevan a cabo fuera del periodo ordinario y son convocadas por el Poder
Ejecutivo.
d- Informativas: las que se lleva a cabo con la presencia del Jefe de Gabinete de Ministros cuando concurre
a brindar el informe, según lo establece la Constitución Nacional.
Las sesiones son públicas, pero podrán ser declaradas secretas, previa resolución de la Cámara, aprobada por el
voto de la mayoría absoluta. En tal sentido, el Poder Ejecutivo podrá pedir sesión secreta para que la Cámara
resuelva en ella si el asunto que la motiva debe o no ser tratado reservadamente. Igual derecho tendrán cinco
diputados, dirigiendo al efecto una petición por escrito al presidente.
Asambleas Legislativas: reunión conjunta de senadores y diputados. Se da excepcionalmente. Por ejemplo,
cuando se realiza la apertura de las sesiones ordinarias con la presencia del presidente de la Nación; también se
puede convocar cuando mandatarios extranjeros visitan el Congreso etc.
Comisiones.
Son los órganos de asesoramiento conformados por los legisladores para estudiar proyectos y asuntos de manera
especializada.
Se clasifican en permanentes, su funcionamiento es constante y estable (como su nombre lo indica funcionan de
manera permanente) y especiales son las creadas para el estudio de un asunto determinado o en los casos que la
Cámara estime conveniente o en aquellos que no estén previstos en el reglamento.
1.Comisión de Asuntos Constitucionales.
2. Comisión de Asuntos Exteriores.
3. Comisión de Justicia.
4. Comisión de Defensa.
5. Comisión de Hacienda.
6. Comisión de Presupuestos.
7. Comisión de Interior.
8. Comisión de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana.
9. Comisión de Educación y Formación Profesional.
10. Comisión de Trabajo, Inclusión, Seguridad Social y Migraciones.
11. Comisión de Industria, Comercio y Turismo.
12. Comisión de Derechos Sociales y Políticas Integrales de la Discapacidad.
13. Comisión de Agricultura, Pesca y Alimentación.
14. Comisión de Política Territorial y Función Pública.
15. Comisión de Transición Ecológica y Reto Demográfico.
16. Comisión de Cultura y Deporte.
17. Comisión de Asuntos Económicos y Transformación Digital.
18. Comisión de Sanidad y Consumo.
19. Comisión de Ciencia, Innovación y Universidades.
20. Comisión de Cooperación Internacional para el Desarrollo.
21. Comisión de Igualdad.
Algunas especiales son: Bicameral de Seguimiento de la Fabricación, comercialización y distribución de Pasta
celulosa y de papel para diarios (LEY 26736), Bicameral de la Defensoría del Pueblo, Administración de Biblioteca
etc.
Bloques parlamentarios.
Es la agrupación de tres o más Diputados de acuerdo a su afinidad política. Sin embargo, aquellos partidos que
cuenta con uno o dos Diputados, y su existencia es anterior a la elección de diputados, podrá organizarse en
bloques. La constitución del bloque queda habilitada luego de informarse al Presidente de la Cámara, su
composición, quienes son sus autoridades y nota firmada por todos sus integrantes.
Sanción de Leyes.
El procedimiento para la sanción de leyes está previsto en nuestra Carta Magna y requiere de cuatro etapas
centrales:
INICIATIVA
Los proyectos de ley pueden ser iniciados por:
Iniciativa Popular (art. 39 de la CN) Es un derecho político que tienen los ciudadanos de ejercer funciones públicas,
y peticionar el tratamiento de un proyecto de ley a fin de lograr su sanción. El Congreso está obligado a dar
tratamiento dentro de los 12 meses de impulsado el proyecto, pero no a aprobarlo.
El procedimiento para instarlo se encuentra reglamentado en la ley 24747, allí se prevé los los requisitos exigibles
para su tratamiento, a saber: la firma de un número de ciudadanos no inferior al uno y medio por ciento (1,5 %)
del padrón electoral utilizado para la última elección de diputados nacionales; deberá representar por lo menos a
seis (6) distritos electorales; ir acompañado de una exposición de motivos fundada; nombre y domicilio del o los
promotores de la iniciativa, los que podrán participar de las reuniones de Comisión con voz de acuerdo a la
reglamentación que fijen las mismas etc.
Con carácter previo al tratamiento en el Congreso Nacional, la justicia nacional electoral verifica la autenticidad
de firmas, para luego ser presentado en la mesa de entrada de la H. Cámara de Diputados, quien admitirá o no
formalmente el proyecto que se propicia.
Ambas Cámaras:
Cualquiera de las dos Cámaras puede dar inicio al proyecto indistintamente, con algunas excepciones (arts. 39 y
77, C.N.). Estas excepciones están contenidas en el art. 52 de la Constitución, que asigna a la Cámara de Diputados
exclusivamente la iniciativa en materia de contribuciones y reclutamiento de tropas; en el mismo artículo 39, que
dispone que los proyectos de ley que sean objeto de iniciativa popular tengan como Cámara de origen la Cámara
de Diputados; y en el artículo 75, inc. 2, que otorga al Senado la competencia originaria en el procedimiento de
sanción de una ley convenio que establezca el régimen de coparticipación de contribuciones.
El Poder Ejecutivo: La iniciativa legislativa es una facultad también del Presidente de la Nación de presentar
proyectos de ley, pero no debe confundirse con la función de sancionar leyes que solo detenta el Congreso
Nacional.
TRATAMIENTO Y SANCIÓN.
El proyecto se inicia con la presentación del proyecto de ley ante la Mesa de entradas de Diputados o Senadores.
Si ingresa por la Cámara de Diputados, esta se convierte en la cámara de origen del proyecto y el Senado pasa a
ser la cámara revisora y viceversa, si se presenta en el Senado, este se convierte en cámara de origen y la Cámara
de Diputados, en cámara revisora.
Luego es ingresado a las comisiones de asesoramiento para que emitan un dictamen, para finalmente recibir
debate parlamentario en ambas cámaras. Razones de urgencia ameritan el tratamiento sobre tablas sin pasar por
Comisión.
Un proyecto de ley aprobado en la cámara de origen pasa luego a ser discutido en la cámara revisora, que lo puede
aprobar, rechazar (en cuyo caso no podrá repetirse en las sesiones de ese año) o devolver con sus correcciones,
en esta última instancia, debe indicar el resultado de la votación, es decir si es con la mayoría absoluta o con dos
terceras partes de los presentes.
En el primer supuesto, la Cámara de origen puede aprobar el proyecto modificado o bien insistir en el proyecto
originario. En el segundo supuesto, la cámara de origen sólo puede insistir en el proyecto originario con el voto
de las dos terceras partes (art. 81, C.N.).
Una vez que la Cámara de Senadores y la Cámara de Diputados sancionan un proyecto de ley, esta pasa al Poder
Ejecutivo.
PROMULGACIÓN
El Presidente de la Nación puede:
Aprobar y promulgar la ley. Esto lo puede hacer por medio de un decreto o bien “promulgación de hecho”, ya
que si el Presidente no se pronuncia pasados diez días hábiles desde que se le comunicó, la norma se promulga
automáticamente. En ambos casos, la ley se publica luego en el Boletín Oficial y entra en vigencia de acuerdo con
los plazos legales.
Vetar la ley, de forma total o parcial. En caso de veto parcial, puede promulgar parcialmente la parte no vetada
cuando no desvirtúe el espíritu del proyecto sancionado por el Congreso.
En caso de que el Presidente vete la ley, el proyecto vuelve al Poder Legislativo, que puede aceptar el veto o insistir
en su sanción. Si ambas cámaras cuentan con dos tercios de los votos para imponer su criterio inicial, la ley se
promulga, aunque el Presidente no esté de acuerdo. Si no lo consiguen, se mantiene el veto del Presidente y el
proyecto no puede volver a tratarse en las sesiones de ese año.
PUBLICACIÓN
Se trata del acto a través de cual se cumple con la publicidad de los actos de gobierno y se comunica a la ciudadanía
la promulgación de la ley. La publicación se hace en el boletín oficial.
EL PODER JUDICIAL
DRA. FABIANA BELLO, DRA. MARISOL HERMIDA, DR. FABIAN TOVILLAS

EL SISTEMA DE JUSTICIA
El sistema de justicia en la Argentina está compuesto por el Poder Judicial de la Nación, los Poderes
Judiciales provinciales y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el Ministerio Público Fiscal, el
Ministerio Público de la Defensa, y el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, ello de
conformidad a nuestro sistema de Estado Federal (artículo 1 de la Constitución Nacional y en
concordancia con los arts. 5, 75 inc. 12, 116, y 129).
El Poder Judicial de la Nación es uno de los tres poderes de la República Argentina, y se encuentra
conformado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, y por los demás tribunales inferiores, tanto a
nivel federal como a nivel provincial. Está regulado en la sección tercera de la segunda parte de
la Constitución de la Nación Argentina.
De este modo, existe por un lado una Justicia Federal con competencia en todo el país, que entiende en
materia de estupefacientes, contrabando, evasión fiscal, lavado de dinero, y otros delitos que afectan a
la renta y a la seguridad de la Nación. Por otro lado, cada una de las provincias argentinas cuenta con
una Justicia Provincial, que es competente en el tratamiento de los delitos comunes (también
denominada justicia ordinaria), con sus propios órganos judiciales y legislación procesal.
En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, si bien la reforma de 1994 consagró en el artículo 129 su
autonomía política, legislativa y jurisdiccional, estableciendo a su vez que “una ley garantizará los
intereses del Estado nacional mientras la Ciudad de Buenos Aires sea capital de la Nación”, todavía no
existe un traslado completo de las funciones judiciales, y por tanto, la Justicia Nacional Ordinaria con
jurisdicción en la Ciudad es parte del Poder Judicial de la Nación. La CABA tiene un Tribunal Superior de
Justicia; su Fuero Contencioso Administrativo y Tributario; Penal, Correccional y de Faltas, y el Consejo
de la Magistratura de la Ciudad.
Integran además, el sistema de justicia argentino, el Ministerio Público Fiscal, el Ministerio Público de la
Defensa y el Consejo de la Magistratura.

Características.
Este poder se caracteriza por tener:
a) Estructura vertical: integrada por jueces y tribunales de distintas instancias, en cuyo vértice
encontramos a la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
b) Poder Complejo: está integrado por varios órganos.
c) Compuesto: Porque algunos Tribunales son colegiados.
d) Jerárquico: le da esta característica, o coloca en este lugar, a la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Funciones del Poder Judicial.


- Ejerce el control Constitucional.
- Desempeña la Administración de Justicia.
- Realiza el contralor de los demás poderes del estado.

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACION


La Corte Suprema es creada en forma expresa por la Constitución Argentina que en su artículo 108
establece que “El Poder Judicial de la Nación será ejercido por una Corte Suprema de Justicia, y por los
demás Tribunales inferiores que el Congreso estableciere en el territorio de la Nación”.
Claramente se establece la delegación constitucional al Congreso para la definición de la composición
del Poder Ejecutivo, y asimismo, se fija el sistema piramidal, con la CSJN en la cima de jerarquía.
Este es el Tribunal de mayor jerarquía del país, es decir, es la instancia superior dentro del Poder Judicial
y se encuentra compuesta en la actualidad por 5 miembros: 1 presidente y 4 ministros.

Funciones.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación, entiende sobre los recursos extraordinarios en todos aquellos
puntos regidos por la Constitución y las leyes de la Nación; posee competencia en forma originaria y
exclusiva en todos los asuntos que conciernen a embajadores, ministros y cónsules extranjeros, y en los
que alguna provincia fuese parte; tiene a su cargo, conjuntamente con el Consejo de la Magistratura la
administración del Poder Judicial. Asimismo:
• Ejerce el control de constitucionalidad en última instancia.
• Vela por la Supremacía Constitucional custodiando el cumplimiento y la vigencia de los derechos
y garantías reconocidos en la Constitución.
• Revisa las sentencias de los tribunales inferiores cuando estas resultan arbitrarias.
• Vigila el cumplimiento efectivo de los tratados internacionales firmados por la Nación.

Composición y Designación.
La Constitución Nacional dispuso la existencia de una Corte Suprema de Justicia, pero nada dijo en
cuanto al número de miembros que lo integran, facultando para ello al Poder Legislativo. Es así, que a
través del tiempo nuestra Corte fue sufriendo algunas variaciones en su composición.
En 1853 se dispuso, que el Poder Judicial de la Nación será ejercido por una Corte Suprema de Justicia
compuesta por 9 jueces y 2 fiscales. En 1860, se suprime lo referido a la cantidad de miembros,
facultando al Congreso a fijar el número que considerara adecuado. Posteriormente con el dictado la
Ley Orgánica de la Justicia Federal –Ley 27- se determinó que la Corte estaría integrada por 5 miembros
y un Procurador General.
Una nueva modificación se da en 1960, aumentando a 7 el número de jueces, hasta que en 1966 retoma
la composición anterior, integración que se mantuvo hasta 1990, cuando se elevó nuevamente el
número a 9. Finalmente la ley N° 26.183/2006, dispuso una nueva reducción del número de jueces
integrantes de la Corte, que en la actualidad se integra por 5 miembros.
Forma de elección de sus miembros.
La designación de los Ministros de la Corte, es una atribución que le corresponde al Presidente de la
Nación con acuerdo del Senado por dos tercios de sus miembros presentes, en sesión pública convocada
al efecto, de conformidad con el artículo 99 inc. 4 de la Constitución Nacional.
Este artículo, manifiesta en primer lugar la exigencia de una mayoría agravada en el Senado, por tratarse
como sostiene Gelli en su Constitución comentada, de “un acto político de integración entre el Presidente
y la Cámara de Senadores”, y en segundo término, revela la necesidad de celebrar una sesión pública
como garantía de control de la opinión publica.
Este inciso o facultad de designación fue reglamentada por el decreto 222/03 del Poder Ejecutivo de la
Nación, el cual establece las perspectivas, consideraciones o atribuciones que deben estar presente al
momento de la selección del candidato propuesto, como ser: el buen nombre y honor, la integridad
moral e idoneidad técnica, el compromiso con la democracia y la defensa de los derechos humanos, como
así también, lineamientos sobre la composición general de la Corte en cuanto a diversidades de género,
especialidades profesionales e integración regional y federal.
Por último, es de destacar que el Presidente y el Vicepresidente de la Corte serán elegidos por mayoría
absoluta de votos de los Ministros del Tribunal, y durarán tres años en el ejercicio de sus funciones (art.
79 del Reglamento para la Justicia Nacional).

Requisitos.
Para ser juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación se requiere ser abogado, con un mínimo de
ocho años de ejercicio en la profesión, una edad mínima de 30 años, y las demás calidades necesarias
para ser senador (artículo 111 CN), y reunir los requisitos citados anteriormente y regulados en el
decreto 222/03.
El proceso de elección va acompañado de algunas acciones tendientes a dar publicidad al procedimiento,
por ejemplo, la publicación en el Boletín Oficial.

Inamovilidad e intangibilidad de la remuneración.


El artículo 110 de la Constitución Nacional, consigna que los jueces de la Corte conservan su empleo
mientras dure su buena conducta. El sistema constitucional argentino, consagra la inamovilidad de los
jueces y la intangibilidad de sus remuneraciones.
La reforma constitucional de 1994 introdujo una modificación al artículo 99 inc. 4, por la cual se
estableció que una vez que los magistrados cumplan la edad de 75 años, se requerirá un nuevo acuerdo
para dar continuidad a su nombramiento, y se hará cada 5 años pudiendo ser repetido indefinidamente.
Este último inciso, y la disposición transitoria allí establecida, fueron declarada nulas por parte de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación a partir del caso Fayt (1999), donde el Tribunal sostuvo que el
tratamiento de la inmovilidad de los jueces no estaba prevista en la ley 24309 (ley que estableció los
contenidos y artículos a ser reformados por la Convención Constituyente), y que además esa misma ley
estableció en su artículo 6º lo siguiente: "Serán nulas de nulidad absoluta todas las modificaciones, las
derogaciones y los agregados que realice la Convención Constituyente aparatándose de la competencia
establecida en los artículos 2º y 3º de la presente ley de declaración*.
Esta declaración de nulidad absoluta e insanable del artículo 99 inc. 4, párrafo tercero, tuvo efectos
derogatorios erga omnes, respecto de todos los jueces, y fue la primera vez en la historia argentina que
se declaró la nulidad de una norma constitucional.
Tal principio se mantuvo operativo, hasta que al cambiar la composición de la Corte y ante la resolución
del caso Schiffrin Leopoldo c/ PEN, se abandona esta doctrina, y se devuelve vigencia a la totalidad del
artículo, tal como fue aprobado en el año 1994.

TRIBUNALES INFERIORES.
La Constitución Nacional no establece la manera en que deben conformarse los tribunales inferiores, el
artículo 108 solo determina, como señalamos anteriormente, que “El Poder Judicial de la Nación será
ejercido por una Corte Suprema de Justicia, y por los demás tribunales inferiores que el Congreso
estableciere en el territorio de la Nación”.
De la lectura del artículo anterior se infiere la delegación que el constituyente hizo en cabeza del
Congreso de la Nación, para la creación de estos tribunales inferiores con una base en los juzgados de
“Primera Instancia” que hablan de un grado de jerarquización de la Justicia, cuyas sentencias pueden ser
apeladas ante las instancias superiores, las Cámaras y en su caso Corte Suprema de Justicia.
La elección de los jueces nacionales y federales (primera instancia y camaristas) a partir de 1994 se
realiza a través de un sistema complejo en el que participan distintos órganos del Estado. En primer lugar
el Consejo de la Magistratura realiza las evaluaciones de antecedentes y oposición de los postulantes, y
propone una terna vinculante por orden de méritos, que es elevada al Poder Ejecutivo Nacional. Una vez
analizada, la terna, el Poder Ejecutivo, puede proponer al primer candidato de acuerdo al orden de
mérito, o puede apartarse de ese criterio modificando las prioridades, por decisión fundada, y presentar
su propuesta ante el Senado de la Nación quien resolverá si le da “acuerdo” por mayoría absoluta, y en
sesión pública, al nombramiento.
Los requisitos para ser juez de las instancias inferiores van a variar según se trate de primera o segunda
instancia. El juez de primera instancia tiene que reunir los siguientes requisitos: Ser abogado, poseer la
nacionalidad argentina, bien sea nacimiento o naturalización, tener una edad mínima de 25 años,
haberse graduado como abogado al menos cuatro años antes del nombramiento. Deberá además tener
una versación jurídica especial relativa al fuero para el cual se postula.
Estos requisitos varían con relación a la edad y a la antigüedad en el titulo cuando el cargo a cubrir sea
para Juez de Cámara: es decir, el aspirante debe tener al menos 30 años de edad, y seis años de
graduado.

Esquema de Conformación del Poder Judicial de la Nación:


• Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Fueros con competencia en todo el país:
• Casación Penal
• Justicia Federal de la Seguridad Social.
Fueros Nacionales:
• Justicia Nacional en lo Comercial.
• Justicia Nacional del Trabajo.
• Justicia Nacional en lo Civil.
• Justicia Nacional en lo Criminal y Correccional.
Fueros Federales:
• Justicia Nacional en lo Penal Económico.
• Justicia en lo Civil y Comercial Federal.
• Justicia en lo Contencioso Administrativo Federal.
• Justicia en lo Criminal y Correccional Federal.
• Justicia Nacional Electoral.

Forma de Remoción.
El artículo 115 CN prevé que los jueces de los tribunales inferiores de la Nación podrán ser removidos
por las causales establecidas en el artículo 53 CN, por un jurado de enjuiciamiento integrado por
legisladores, magistrados y abogados de la matrícula nacional.
Su fallo, que será irrecurrible, no tendrá más efecto que destituir al acusado. La acusación, juicio y
eventual condena se sustentará en los tribunales ordinarios.
Se trata de un procedimiento especial y sumarísimo, en caso de transcurrir 180 días desde que se abrió
el procedimiento, si no se procede a la remoción, corresponde archivar las actuaciones y restituir al juez
en su cargo.
El artículo 114 CN pone en cabeza del Congreso la sanción de la ley especial que regule el procedimiento.

MINISTERIO PÚBLICO.
En lo que respecta al Ministerio Público, como consecuencia de la reforma constitucional del año 1994,
le fue conferido un rol protagónico dentro de los operadores del sistema de justicia, otorgándole su
verdadera independencia, autonomía funcional y autarquía financiera por el artículo 120 CN,
constituyéndose en lo que ha pasado a ser considerado por gran parte de la doctrina como un “cuarto
poder”, y por otros, como un órgano “extra poder” portador de un claro mandato para promover la
actuación de la justicia en defensa de la legalidad, instar la acción penal pública, y representar los
intereses generales de la sociedad.
En la actualidad constituye un órgano bicéfalo, integrado por el Ministerio Público Fiscal, que nuclea y
coordina la acción de los Fiscales, y por el Ministerio Público de la Defensa o Tutelar, que cumple idéntica
función con los Defensores Públicos Oficiales.
El Ministerio Público de la Defensa se encarga de la representación y defensa de pobres y ausentes,
proveyendo defensa pública y cualquier tipo de asistencia legal requerida, no sólo para los sectores
económicamente más vulnerables, sino también para quienes se niegan a tener un abogado particular,
dado que el Gobierno Federal debe garantizar el derecho de defensa en juicio. Por su parte, el Ministerio
Público Fiscal tiene como función actuar ante los jueces durante todo el procedimiento judicial
planteando las acciones y recursos pertinentes y, en materia penal, le corresponde instar la acción penal
pública.
El Ministerio Público Fiscal se encuentra presidido por el Procurador General de la Nación, quien actúa
en una doble función: es por un lado el Fiscal ante la Corte Suprema dictaminando en las causas judiciales
que llegan a esa instancia, y por otro lado, el jefe máximo de todos los Fiscales, coordinando su accionar
y estableciendo, entre otras potestades, las pautas de la política criminal y de persecución penal del
Ministerio Público.
La reforma constitucional de 1994 estableció un sistema complejo, con la intervención del Poder
Ejecutivo, el Senado y el propio Procurador General en la selección de los magistrados del Ministerio
Público que actúan ante la primera y segunda instancia. De este modo, los fiscales son seleccionados a
través de un concurso público que organiza la Procuración General de la Nación. En función del resultado
del concurso, el Procurador eleva al Poder Ejecutivo una terna vinculante, de la cual el Presidente de la
Nación elige un candidato que luego debe obtener el acuerdo del Senado Nacional con el voto de la
mayoría simple. La excepción a este sistema de selección y designación la constituyen las máximas
autoridades del Ministerio Público, el Procurador y el Defensor General de la Nación. En ambos casos,
sus nombramientos revisten un carácter puramente político, y al igual que los Ministros de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, son propuestos por el Presidente de la Nación debiendo contar con el
acuerdo de los 2/3 de los miembros presentes del Senado. Sus designaciones poseen carácter vitalicio
mientras dure su buena conducta, y como los demás magistrados del Ministerio Público gozan de
inmunidad funcional e intangibilidad salarial.

CONSEJO DE LA MAGISTRATURA.
El Consejo de la Magistratura es un órgano permanente del Poder Judicial de la Nación, incorporado a la
Carta Magna mediante la reforma constitucional realizada en el año 1994.
Las atribuciones del Cuerpo han sido establecidas por el artículo 114 de la Constitución Nacional, en los
siguientes términos: “El Consejo de la Magistratura, regulado por una ley especial sancionada por la
mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara, tendrá a su cargo la selección de los
magistrados y la administración del Poder Judicial.”
Se trata de un órgano complejo de integración plural, tal como lo establece la Constitución “El Consejo
será integrado periódicamente de modo que se procure el equilibrio entre la representación de los
órganos políticos resultante de la elección popular, de los jueces de todas las instancias y de los abogados
de la matrícula federal. Será integrado, asimismo, por otras personas del ámbito académico y científico,
en el número y la forma que indique la ley.”
Atribuciones.
1. Seleccionar mediante concursos públicos los postulantes a las magistraturas inferiores.
2. Emitir propuestas en ternas vinculantes, para el nombramiento de los magistrados de los tribunales
inferiores.
3. Administrar los recursos y ejecutar el presupuesto que la ley asigne a la administración de justicia.
4. Ejercer facultades disciplinarias sobre magistrados.
5. Decidir la apertura del procedimiento de remoción de magistrados, en su caso ordenar la suspensión,
y formular la acusación correspondiente.
6. Dictar los reglamentos relacionados con la organización judicial y todos aquellos que sean necesarios
para asegurar la independencia de los jueces y la eficaz prestación de los servicios de justicia.

Integración.
El Consejo está integrado por 13 miembros, de acuerdo con la siguiente composición:
1. Tres jueces del Poder Judicial de la Nación, elegidos por el sistema DHont, debiéndose garantizar la
representación igualitaria de los jueces de cámara y de primera instancia y la presencia de magistrados,
con competencia federal del interior de la República.
2. Seis legisladores. A tal efecto los presidentes de la Cámara de Senadores y de la Cámara de Diputados,
a propuesta de los bloques parlamentarios de los partidos políticos, designarán tres legisladores por
cada una de ellas, correspondiendo dos a la mayoría y uno a la primera minoría.
3. Dos representantes de los abogados de la matrícula federal, designados por el voto directo de los
profesionales que posean esa matrícula. Uno de los representantes deberá tener domicilio real en
cualquier punto del interior del país.
4. Un representante del Poder Ejecutivo.
5. Un representante del ámbito académico y científico que deberá ser profesor regular de cátedra
universitaria de facultades de derecho nacionales y contar con una reconocida trayectoria y prestigio, el
cual será elegido por el Consejo Interuniversitario Nacional con mayoría absoluta de sus integrantes.
HISTORIA, CONCEPTO Y EVOLUCION DE LOS DERECHOS HUMANOS
Dr. Domingo Rodríguez Basalo

HISTORIA DE LOS DERECHOS HUMANOS.


Los derechos humanos fueron recogidos en las leyes -positivación- a raíz de las revoluciones burguesas de los
siglos XVII y XVIII: la Revolución Inglesa, la Revolución Americana y la Revolución Francesa; ésa última
promovió la aprobación en 1789, de la “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano” que
constituye una pieza clave para comprender la evolución posterior de las cartas de derechos.
Muchos filósofos e historiadores del derecho consideran que no puede hablarse de derechos humanos hasta
la modernidad en Occidente. Hasta entonces, las normas de la comunidad, concebidas en relación con
el orden cósmico, no dejaban espacio para el ser humano como sujeto singular, concibiéndose el derecho
primariamente como el orden objetivo de la sociedad.
La sociedad estamental tenía su centro en grupos como la familia, el linaje o las corporaciones profesionales
o laborales, lo que implica que no se concebían facultades propias del ser humano en cuanto que tal,
facultades de exigir o reclamar algo. Por el contrario, todo poder atribuido al individuo derivaba de un
doble estatus: el del sujeto en el seno de la familia y el de ésta en la sociedad. Fuera del estatus no había
derechos.

Antecedentes remotos.
Uno de los documentos más antiguos que se han vinculado con los derechos humanos es el Cilindro de Ciro,
que contiene una declaración del rey persa “Ciro el Grande”, tras su conquista de Babilonia en 539 a. C
(Mesopotamia, actualmente Irak). Puede enmarcarse en una tradición mesopotámica centrada en la figura
del rey justo, entre ellos, el Rey Hammurabi de Babilonia y su famoso Código de Hammurabi (1750 a. C.) el
cual regulaba la conocida Ley del Talión, ley que aplica a la persona que ha causado un daño la pena de sufrir
el mismo daño que ella provocó (el famoso enunciado de la Ley del Talión es: “ojo por ojo, diente por diente").
En la Grecia antigua en ningún momento se llegó a construir una noción de dignidad humana frente a la
comunidad que se pudiera articular en forma de derechos, sino que se entendió que las personas pertenecían
a la sociedad como partes de un todo y eran los fines de ésta los que prevalecían.
La sociedad griega se dividía en tres grupos principales: los ciudadanos, los metecos o extranjeros y los
esclavos. La esclavitud se consideraba natural, lo que se refleja en la afirmación de Aristóteles, para quien "es
evidente que los unos son naturalmente libres y los otros naturalmente esclavos; y que para estos últimos es
la esclavitud tan útil como justa". Acerca de justicia, afirmaba que “es tan justa la igualdad entre iguales como
la desigualdad entre desiguales”.
Roma es otro de los grandes referentes de la antigüedad. Su mayor mérito consistió en reunir los logros de las
civilizaciones que la habían precedido (griega, egipcia, fenicio-cartaginesa) refundiéndolos y expandiéndolos
por la cuenca mediterránea y Europa. Pero el mayor logro de Roma fue el de desarrollar un amplio cuerpo de
leyes: el Derecho Romano, lo que representó un avance capital en la concepción de la justicia y sirvió como
modelo para el desarrollo del derecho civil en el mundo occidental, especialmente en la Europa Continental.
El Derecho Romano es el antecedente del Derecho Privado actual. La Ley de las Doce Tablas (450 AC) fue la
primera ley escrita romana. La ley se publicó al principio en doce tablas de madera y, posteriormente, en doce
planchas de bronce que se expusieron en el foro. La redacción de las Doce Tablas será el punto de partida de
la desacralización del derecho romano y la base remota del derecho del mundo occidental.
Pero el mayor legado jurídico de Roma fue sin duda alguna el Código de Justiniano, que constituye una
recopilación de constituciones imperiales promulgada por el emperador Bizantino Justiniano.
El corpus Iuris Civilis (1583) era una recopilación completa de las constituciones imperiales y de la
jurisprudencia romanas desde 117 hasta 565, y estaba compuesta por cuatro partes: El Código, que era la
colección de las disposiciones dictadas por los emperadores; El Digesto o Pandecta, que era una compilación
de la jurisprudencia contenida en las obras de los más importantes jurisconsultos romanos; Las Instituciones,
que contenían una síntesis de preceptos y doctrina; y Las Novelas, que contenían las constituciones dictadas
por Justiniano.
Influencia del cristianismo.
La filosofía estoica, difundida en la sociedad grecorromana, concibió la idea de cosmopolitismo, a la que el
cristianismo dio un sentido más espiritual para afirmar la igualdad de los hombres en tanto que ciudadanos
del Reino de Dios y su dignidad; no obstante, según Luis de Sebastián, para los teólogos cristianos medievales
la igualdad teológica era compatible con la desigualdad social: las personas nacían con un estatus social que,
de acuerdo con los designios divinos, era el más adecuado para su salvación.
Dado que, hasta la modernidad, el término derecho se atribuía principalmente a "lo justo" como orden
objetivo, en el pensamiento cristiano antiguo o medieval no existió una referencia explícita a los derechos
humanos; pero sí un reconocimiento de exigencias de justicia que descendían de esta tradición judía. Por
ejemplo, el Nuevo Testamento contiene enseñanzas contra la injusticia, el homicidio, el robo, la calumnia o el
egoísmo en el uso de los bienes. En el plano económico, condenó la usura y la explotación, estableciendo las
bases de la doctrina del justo precio.
Pero fue Tomás de Aquino quien asentó las bases del orden jurídico medieval, afirmando que existe, además
del derecho positivo determinado y establecido por los hombres, un derecho natural, propio de la criatura
racional, que ningún hombre ni ningún gobierno puede desconocer. Ante el problema de la conciliación de los
intereses individuales y los sociales, Tomás de Aquino afirmó en su obra Summa Theologiae que si existía un
conflicto entre lo social y lo individual en el seno del mundo material, debía prevalecer el bien común. Pero,
por el contrario, si el conflicto afectaba a la esfera íntima del ser humano y a su salvación, en ese caso
prevalecería el bien del hombre frente al de la sociedad. En este ámbito, de existir un conflicto patente entre
el Derecho positivo y el Derecho natural, del pensamiento tomista se desprende la existencia de un derecho
de resistencia contra el arbitrio de los gobernantes.
Mientras alrededor del Mediterráneo se desarrollaban las culturas egipcia, mesopotámica, griega y romana
(al mismo tiempo que nacen las grandes religiones monoteístas), en la India y la China surgen también grandes
pensadores que contribuyen a la transformación de aquellas sociedades: Siddharta Gautama, más conocido
como Buda Gautama (563 aC-483 aC), fue un sabio en cuyas enseñanzas se fundó el budismo. Con una
influencia inicial sobre la India, luego el budismo se extenderá con gran fuerza por la China. Algunas citas
atribuidas son: "No lastimes a los demás con lo que te causa dolor a ti mismo."; "Estamos en este mundo para
convivir en armonía. Quienes lo saben no luchan entre sí."; "Más que mil palabras inútiles, vale una sola que
otorgue paz." (sic).
Contemporáneo de Buda, Confucio (551-479 aC) fue un filósofo chino cuyo pensamiento tendrá una influencia
determinante en China. Sus enseñanzas dieron lugar al confucianismo. Las enseñanzas de Confucio han llegado
a nuestros días gracias a las Analectas (estas recogen una serie de charlas que Confucio dio a sus discípulos así
como las discusiones que mantuvieron entre ellos). Algunas citas de Confucio dicen: "Aquel que procura
asegurar el bienestar ajeno, ya tiene asegurado el propio."; "Donde hay educación no hay distinción de clases.";
"En un país bien gobernado, la pobreza es algo que avergüenza. En un país mal gobernado, la riqueza es algo
que avergüenza."

El Feudalismo.
La invasión de los pueblos germánicos en Europa y la descomposición del Imperio Romano dan lugar al
nacimiento de distintos reinos independientes. Todo el Occidente europeo vivía en una amenaza constante.
Al sur, los musulmanes representaban un grave peligro; al este ocurría lo mismo con los ejércitos hunos,
mongoles y eslavos. Los vikingos saqueaban prácticamente sin oposición las costas del norte en los siglos IX y
X.
El fuerte y centralizado poder estatal del alto imperio y la sociedad urbana romana dejó paso a un progresivo
debilitamiento de la autoridad y una ruralización en aumento de la población. En este contexto, la necesidad
más acuciante era la protección contra los invasores bárbaros, los bandidos y los campesinos en rebelión.
Los problemas étnicos y religiosos con las poblaciones asentadas anteriormente, su lucha por la supervivencia
y su defensa ante las nuevas oleadas de invasores provocaron que a partir de entonces la fuerza fuera durante
siglos la principal fuente de todo derecho, quedando en el olvido los avances filosóficos y sociales de la cultura
grecorromana, entre ellos aquellos relativos a la defensa de los derechos de los individuos.
Las malas comunicaciones, los caminos casi intransitables, contribuyeron al aislamiento y a la división de las
comunidades medievales europeas. Europa era literalmente un conglomerado de miles de campamentos
armados semiindependientes. Ante la existencia de estos peligros reales, la encomendación se convirtió en
feudo, o cesión. El hombre libre cedía sus tierras y su libertad a un noble con recursos para la guerra, a cambio
de protección; en otras palabras el hombre cambiaba su libertad por seguridad. Surge en Europa una nueva
organización social, el feudalismo, que llega a su culminación política durante los siglos XI y XII.
El feudalismo se caracterizaba por la división de la sociedad en tres estamentos desiguales, basados en el linaje
(o nacimiento) y el privilegio (ley privada para cada estamento):
-La Iglesia, representante del poder divino en la tierra.
-Los nobles, poseedores del poder político y, juntamente con la Iglesia, de la propiedad de la tierra.
-Los siervos, obligados a permanecer en las tierras y sometidos a la autoridad política, judicial y fiscal del señor
feudal.
A partir del siglo XII, con el renacimiento de las ciudades, toma fuerza una nueva clase social: la burguesía. Sus
miembros, al sentirse desvinculados de las sumisiones feudales, inician una larga lucha en defensa de sus
derechos: se inicia una lenta recuperación en toda Europa. De esta época de transición es la Carta Magna
(1215), favorable a los nobles y burgueses ingleses, que el rey Juan Sin Tierra se vio obligado a aceptar,
renunciando a ciertos derechos y obligándose a respetar determinados procedimientos legales, reconociendo
así que la voluntad del rey estaría sujeta a la ley. Este documento es considerado como uno de los documentos
legales más importantes en el desarrollo de la democracia moderna, la Carta Magna fue un punto de cambio
crucial en la lucha para establecer la libertad. La Carta la componían 63 normas o disposiciones, entre las que
se incluía el derecho a no ser detenido arbitrariamente.
Con la implantación de las monarquías absolutas durante el siglo XV el feudalismo desaparecerá como régimen
político de la Europa Occidental, a pesar de que su dimensión social llegará hasta la Revolución francesa.
El Renacimiento.
A mediados del siglo XV se inicia el Renacimiento en Italia, principalmente en la ciudad de Florencia. Su filosofía
será el Humanismo, el cual tendrá una gran influencia en Europa hasta los tiempos de las Reforma luterana y
la posterior Contrarreforma católica del siglo XVI. Se recupera a Platón, cuyas obras se desconocieron en la
edad media, y se conoce a Aristóteles de forma más directa. La filosofía del derecho y del estado es uno de los
capítulos más interesantes y enriquecedores del renacimiento. El resultado fue el nacimiento del derecho
político, la formulación del derecho natural y el surgimiento del derecho internacional.
La estética renacentista valora las formas equilibradas y armónicas, y la idealización de la realidad. Además,
surge un nuevo prototipo del caballero: ya no basta ser experto en las armas, como en la Edad Media, sino
también en las letras y artes. Se es guerrero y a la vez poeta.
Inspirado en la antigüedad clásica, el Renacimiento recobra la concepción griega del hombre como medida de
todas las cosas, y la libertad de pensamiento y de acción se vuelven irrenunciables. El derecho natural
abandona la base teológica sobre la que se había asentado durante la Edad Media y adopta una concepción
puramente racionalista. Los derechos empiezan a girar alrededor de la persona individual independiente de la
colectividad.
Como aportes generales a la teoría de los derechos del hombre por parte del Humanismo y del Renacimiento
podríamos destacar los siguientes: a) el lugar destacado que asume lo humano en las nuevas cosmovisiones,
en contraste con la tendencia anterior a centrarlo todo en función de la divinidad; b) el surgimiento progresivo
de una individualidad libre, desatada de los amarres de un orden social asumido como si fuese un orden
natural; e) la acentuación de la autonomía de la razón y cierta actitud irreverente frente a la autoridad
establecida y al peso de la tradición.
Descubrimiento o invasión.
En 1492 tiene lugar un hito importante en la historia de la humanidad: el mal llamado descubrimiento de
América, un hecho que alteró radicalmente el curso de la historia, tanto en el caso de los pueblos colonizados
como en el de los colonizadores. Esta llegada de Colón a las islas del Caribe supuso la implementación de una
conquista cruel y despiadada.
Ginés de Sepúlveda, quién fue defensor de los intereses de los conquistadores, intentó justificar con
argumentos teológicos o éticos la violencia de la conquista, las matanzas y expoliaciones de los indios y su
sometimiento. Llegó incluso a utilizar la teoría aristotélica acerca de la existencia de esclavos por naturaleza
para legitimar el sometimiento y la explotación de los indios. En contraposición a Ginés de Sepúlveda
encontramos a Bartolomé de las Casas, un simple fraile que llegó a la Española en 1502, y es quien empieza a
cuestionar la inclusión de los indígenas de América en la categoría aristotélica de «esclavos por naturaleza»,
una caracterización eventualmente apropiada para los bárbaros en sentido estricto (es decir para individuos
sin cultura, sistemas legales y morada fija, que andan vagando como bestias salvajes), pero no para unos
pueblos que poseen, como en el caso de los pueblos originarios de América, un sistema de leyes muy
elaborado y una capacidad creativa que se expresa en obras arquitectónicas comparables en grandiosidad,
refinamiento y gusto estético a las realizaciones culturales del mundo clásico. Si Dios creó a dichos indios libres
y no subjectos, argumenta las Casas, ni su majestad el rey de España, ni el Papa, ni nadie
está autorizado a repartirse sus bienes como un botín, o a tratarlos como seres incapaces de autonomía y
autocontrol. La violencia ejercida contra la vida, las propiedades y la libertad de los indígenas resulta por lo
tanto arbitraria e injusta, y su reducción a la condición instrumentos de trabajo vivientes es condenada por
toda ley natural, divina y humana.
Los atropellos de la conquista alimentan la reflexión de otros insignes intelectuales españoles, entre los que
cabe destacar los aportes de Francisco de Vitoria. Vitoria destaca la igualdad y hermandad universal entre los
hombres, apelando al texto bíblico y a la idea de que todo ser humano ha sido creado a imagen y semejanza
de Dios.
La esclavitud en América.
Pero no debemos dejar de lado lo que ocurrió en nuestro continente con la esclavitud. La casi extinción de la
población nativa generó otra barbaridad al propiciar el repudiable comercio de seres humanos, al arrancar
millones de africanos de su tierra natal para traerlos como nueva mano de obra esclava. Podemos afirmar que
durante la colonización americana los auténticos olvidados fueron los esclavos de origen africano.
Paradójicamente, durante el siglo XVI, mientras en Europa la servidumbre se encontraba en un proceso de
desaparición, en las colonias renacía la esclavitud, y lo hacía bajo sus peores formas.
Durante los tres siglos y medio que duró la trata atlántica, aproximadamente más de diez millones de personas
africanas fueron transportadas a las colonias americanas. Ingleses, holandeses y franceses se destacaron en
este negocio infame. Los cazaban como a animales en el África, luego los cargaban en los barcos para atravesar
el Atlántico. Su primer destino eran las Antillas, luego prácticamente a todo el continente.

Las Grandes Declaraciones de Derechos.


Es en el siglo XVII cuando aparecen las grandes declaraciones de derechos. Esto ocurrió en Inglaterra, donde
tienen lugar tres acontecimientos sumamente importantes:
La Petición de Derechos (Petition of Rights 1628), tiene su origen en las desavenencias que surgieron entre el
parlamento y el Rey Carlos I de Inglaterra debido a la actuación en la Guerra de los Treinta Años. El parlamento
se negó a conceder subvenciones para apoyar dicha guerra. Este documento establecía garantías concretas
para los súbditos que no podían ser vulneradas por nadie, ni siquiera por el Rey. La Petición de Derechos
proclama que los ingleses tienen diferentes derechos y libertades y estipula que nadie debe ser obligado a
proporcionar un préstamo, hacer un regalo o pagar un impuesto sin un acto del parlamento, que ningún
individuo libre debe ser encarcelado o detenido sin pruebas, y que los soldados o miembros de la armada real
no pueden ocupar viviendas privadas sin el libre consentimiento de sus propietarios. Respecto a la ley marcial,
restringe su uso a casos de guerra o rebelión directa y prohíbe las comisiones.
El Acta de Habeas Corpus (Habeas Corpus Amendment Act de 1679), que prohibía las detenciones sin orden
judicial. Fue redactada por los miembros del Parlamento Ingles durante el reinado de Carlos II. Se refiere al
derecho a la no detención arbitraria de los súbditos ingleses, protegiendo a estos de prácticas entonces
corrientes que vulneraban los derechos de los acusados y de los presos.
La Declaración de Derechos (Bill of Rights de1689), que consagraba los derechos y libertades de los Ingleses
recogidos en los textos anteriores. Fue impuesta por el Parlamento Ingles al príncipe Guillermo de Orange
para poder suceder al rey Jacobo II. Se trata, por primera vez, de un verdadero contrato, establecido entre los
soberanos y el pueblo, también soberano. Constituye uno de los precedentes inmediatos de las modernas
«Declaraciones de Derechos», incluyendo: el preámbulo de la Declaración de Independencia de los Estados
Unidos (1776), la revolucionaria Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789) y la
internacional Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948).
Así fue que durante la Revolución inglesa, la burguesía consiguió satisfacer sus exigencias de tener alguna clase
de seguridad contra los abusos de la corona y limitó el poder de los reyes sobre sus súbditos.
Durante los siglos XVII y XVIII, diversos filósofos europeos desarrollaron el concepto de derechos naturales.
De entre ellos cabe destacar a John Locke y Voltaire, cuyas ideas fueron muy importantes para el desarrollo
de la noción moderna de derechos. Los derechos naturales, para Locke, no dependían de la ciudadanía ni
las leyes de un Estado, ni estaban necesariamente limitadas a un grupo étnico, cultural o religioso en
particular. La teoría del contrato social, de acuerdo con sus tres principales formuladores, el ya citado
Locke, Thomas Hobbes y Jean-Jacques Rousseau, se basa en que los derechos del individuo son naturales y
que, en el estado de naturaleza, todos los hombres son titulares de todos los derechos. Estas nociones se
plasmaron en las declaraciones de derechos de finales del siglo XVIII.
Revoluciones burguesas y positivación de los derechos humanos.
Las distintas culminaciones de la Revolución Americana y la Revolución francesa, hitos fundamentales del
efectivo paso a la Edad Contemporánea, representan el fin o el principio, según se quiera ver, del complejo
proceso de reconocimiento o creación de los derechos humanos. Si las revoluciones son el revulsivo que da
lugar a la gestación de los derechos humanos, las diversas actas de nacimiento lo constituyen las declaraciones
de derechos de las colonias estadounidenses. La primera declaración de derechos del hombre de la época
moderna es la Declaración de Derechos de Virginia, escrita por George Mason y proclamada por la
Convención de Virginia el 12 de junio de 1776. En gran medida influyó a Thomas Jefferson para la declaración
de derechos humanos que se contiene en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, de 4 de
julio de 1776. Ambos textos influyen en la francesa Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano de 1789.
La Declaración de Independencia redactada por Thomas Jefferson, manifiesta considerar como algo evidente
en sí mismo que todos los hombres son creados iguales, poseyendo una serie de derechos inherentes a su
naturaleza humana. Entre ellos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Como ya se ha señalado,
implícitamente, el texto contiene, además, otros derechos: el de autogobierno, el de alterar, abolir e instituir
un nuevo gobierno en el supuesto de que el constituido ponga en peligro sus fines, el derecho al voto, el
derecho a la inmigración y emigración, a una justicia independiente e inamovible, al sometimiento a una
jurisdicción propia y a un juicio con jurado, el derecho a la paz y a la seguridad, a un libre comercio, el derecho
a que la propiedad no sea incautada ni confiscada y el total desprecio por la discriminación en razón de la raza.
No obstante, el contenido de la Declaración de Independencia consiste en una enumeración de las
competencias de los estados independizados y sus relaciones federales, pero no contiene una declaración de
derechos de las personas. No será hasta 1791, con las diez primeras enmiendas, conocidas como la Carta de
Derechos (Bill of Rights), cuando se establece que el Congreso no puede limitar determinados derechos
individuales: la libertad de expresión, de asamblea, de culto religioso, de formular peticiones al gobierno en
caso de agravios, a no padecer castigos crueles, a no sufrir investigaciones e incautaciones irrazonables, a
tener garantizados procesos justos, rápidos y con un jurado imparcial.
Existe una separación abismal entre la Declaración de Independencia Americana de 1776 y el Bill of Rights de
1689, el Habeas Corpus de 1679, la Petition of Rights de 1627 y la Magna Charta Libertatum ingleses. En estos
documentos se confirma o interpreta un derecho anterior, sin fuerza ni intención de limitar al Parlamento. Sin
embargo, la Declaración de Independencia de los Estados Unidos proclama principios extraídos directamente
de la naturaleza humana, aplicables a todos los hombres, cualquiera que sea su nacionalidad o época en la
que se desarrolle su existencia.
La Revolución Francesa y la Declaración de los Derechos del hombre y del ciudadano.
La Revolución Francesa es uno de esos pocos eventos de la historia de la humanidad, cuyas consecuencias
sísmicas continúan reverberando a través de los siglos y más allá de las fronteras de Francia. La tempestad
que se desató después que el pueblo de París finalmente se rebeló y se tomó el odiado símbolo de La Bastilla
el 14 de julio de 1789, no solo marca el final de una débil monarquía y del llamado "antiguo régimen". Los
hechos que estremecieron a Francia entre 1789 y 1799 son los más complejos y contradictorios de la historia
de Europa. La Revolución Francesa (1789-1799) fue un proceso social y político que acabó con la monarquía
absoluta, eliminó los privilegios feudales del clero y la nobleza, consagró la separación Iglesia-Estado y
estableció la división de poderes, base de las actuales democracias. Fue en estos tiempos que se dio la mayor
conquista democrática de la historia cuando en 1789 se proclama en París la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano con sus postulados de igualdad, libertad y soberanía popular. La Declaración
otorgaba a los individuos, algunos derechos completamente actuales: la presunción de inocencia, la libertad
de opinión y de religión, la libertad de expresión y el derecho a la propiedad. También recogía principios
fundamentales de orden político: el derecho a la resistencia contra la opresión, el sistema de gobierno
representativo, la primacía de la ley y la separación de poderes. La declaración consta de 17 artículos, en la
misma la libertad encabeza la lista de los derechos naturales e imprescriptibles, seguida por la propiedad, la
seguridad y la resistencia a la opresión.
Las declaraciones americanas y francesa suponen un hito fundamental en la historia de los derechos humanos.
Al margen de sus diferencias, los derechos del individuo son proclamados de forma concreta por primera vez,
y la proclamación de la "libertad, igualdad y fraternidad" de los seres humanos se acompaña con la afirmación
de la separación de los poderes legislativo y ejecutivo, la primacía del poder del pueblo y de sus representantes
y la subordinación del poder militar al poder civil.
Al afirmar que la autoridad legítima del Estado emana directa y solamente de la voluntad de los ciudadanos
(ni de una divinidad, ni de un rey, ni de ningún otro estamento social), quedan enterrados los últimos restos
del feudalismo que habían sobrevivido durante el Antiguo Régimen.
Estas Declaraciones serán la base y referencia en la que se mirarán posteriores reformas de otros países, así
como las distintas iniciativas en materia de derechos humanos que irán surgiendo a través de los años
venideros. Es tan grande la influencia de estas, que la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948
se inicia de la misma forma que la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano francesa: "Los
hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos." (1789); "Todos los seres humanos nacen libres e
iguales en dignidad y derechos." (ONU, 1948).
En el siglo XIX podemos resaltar como avances la abolición de la esclavitud, la aparición de los derechos
sociales durante la revolución industrial, la extensión del sufragio, el fortalecimiento de la libertad, el
establecimiento de las primeras normas de Derecho Internacional Humanitario y el inicio de la reivindicación
de los derechos de las mujeres.
La esclavitud durante el transcurso del siglo XIX fue abolida de forma progresiva en los distintos estados euro-
peos y americanos, primero prohibiendo la trata de esclavos y luego la esclavitud misma.
La noción de derechos humanos recogida en las Declaraciones, basada en la ideología burguesa
del individualismo filosófico y el liberalismo económico, no experimentó grandes cambios a lo largo del siglo
siguiente hasta que, ante las pésimas condiciones de vida de las masas obreras, surgieron movimientos
sindicales y luchas obreras que articularon sus demandas en forma de nuevos derechos que pretendían dar
solución a ciertos problemas sociales a través de la intervención del Estado, como la garantía del derecho de
huelga, unas condiciones mínimas de trabajo o la prohibición o regulación del trabajo infantil. Además de las
luchas obreras, a lo largo de la edad contemporánea los movimientos por el sufragio femenino consiguieron
para muchas mujeres el derecho de voto; los movimientos de liberación nacional consiguieron librarse
del dominio de las potencias coloniales; y triunfaron diversas reivindicaciones de minorías raciales o religiosas
oprimidas, movimientos por los derechos civiles o movimientos de políticas de identidad que defienden la
autodeterminación cultural de colectivos humanos.
El siglo XX finalmente es el de la consolidación de los derechos económicos y sociales. El derecho al trabajo, a
sus frutos, y a la seguridad social pasan a ser las nuevas exigencias y se reclama su protección. Dentro de
distintos entornos culturales y regímenes políticos, se irán interiorizando estas demandas, y ya a principios de
siglo ven su consagración jurídica al ser recogidas en algunas constituciones y documentos, dando ello lugar
al nacimiento del llamado Constitucionalismo Social.
El constitucionalismo social defiende y promueve la incorporación a las constituciones de los derechos
sociales, lo que tuvo su inicio con la sanción de la Constitución de México de 1917 (fruto de la revolución
mexicana), que trataba de conciliar los derechos civiles y políticos con los emergentes derechos económicos y
sociales; en Alemania, con la Constitución de la República de Weimar en 1919.
Otro de los acontecimientos claves de la historia del siglo XX fue la Revolución Rusa. La primera guerra mundial
(1914-1918) sometió a tensiones brutales a la sociedad rusa y provocó la revolución que acabó con la
autocracia zarista y la toma del poder por los bolcheviques. Así, tras una efímera experiencia liberal, en
noviembre de 1917 triunfó la primera revolución comunista de la historia. La Revolución Rusa dio lugar a la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Frente a los derechos civiles y políticos (también llamados
de "primera generación") considerados fundamentales y prioritarios desde las declaraciones de derechos
americanas y francesa, el socialismo marxista planteó una jerarquización inversa de los derechos, poniendo
en primer lugar los derechos económicos, sociales y culturales (de segunda generación), argumentando que
sólo impulsando estos era posible hacer efectivos los otros. Las distintas vías, desde la revolución radical hasta
el reformismo interno, irán difundiendo la necesidad y la importancia de los derechos económicos, sociales y
culturales, pasando a ser considerados, con el tiempo, definitivamente inseparables y complementarios de los
derechos civiles y políticos.
La Primer Guerra Mundial.
En 1914 estalla la Primera Guerra Mundial (1914- 1918), desencadenada a causa de los proyectos
expansionistas y colonialistas de varios de los países implicados. La llamada gran guerra se extendió por más
de medio mundo, se convirtió en el conflicto más sangriento de la historia hasta entonces.
Ningún organismo oficial llevó una cuenta minuciosa de las pérdidas de civiles durante los años de la guerra,
pero los estudiosos afirman que 13 millones de no combatientes murieron como consecuencia directa o
indirecta de las hostilidades. La mortalidad de las poblaciones de militares y civiles llegó al punto máximo al
final de la guerra con el brote de la "gripe española", la más mortífera epidemia de influenza de toda la historia.
Como consecuencia del conflicto, millones de personas fueron desarraigadas o desplazadas de sus hogares en
Europa y Asia Menor. Las pérdidas industriales y de propiedades fueron catastróficas, especialmente en
Francia y Bélgica, donde los enfrentamientos habían sido más intensos. El Norte de Francia quedo
prácticamente devastado. La guerra también afecto a la sociedad capitalista-burguesa que perdió a millones
de trabajadores de sus puestos en las fábricas, que fueron movidos a la guerra.
Finalizada la guerra, se firmaron los tratados de paz. Pero los cinco tratados tras la guerra, principalmente el
suscrito en Versalles, ocasionaron un ambiente de opresión hacia los vencidos.
La Sociedad de las Naciones.
En 1919 producto del Tratado de Versalles, se creó la Sociedad de Naciones (SDN) o Liga de las Naciones, con
el objetivo de fomentar una política mundial de desarme y seguridad colectiva, establecer las bases para la
paz y la reorganización de las relaciones internacionales. La SDN hizo obligatorio para los países miembros el
recurso al arbitraje en caso de conflicto, para que los estados los resolvieran de manera pacífica. Así intervino
en distintos conflictos contenciosos (como la resolución del conflicto de Suecia y Finlandia por la disputa de
las Islas Aaland).
La idea de la comunidad internacional era evitar que se produjera una nueva contienda a nivel mundial. Su
mentalidad supuso un cambio con las ideas expansionistas e imperialistas del siglo XIX. Sin embargo, sólo fue
un triunfo ideológico, ya que el proyecto acabó por fracasar en la década de los años 30, con el auge de los
totalitarismos y nacionalismos.
Pero en los hechos el fracaso de la SDN fue debido entre otros motivos a que entre los primeros países
integrantes de la Sociedad de las Naciones no se encontraban potencias mundiales de la talla de Alemania, la
URSS o los EE.UU (el Senado se lo impidió), lo que provocó que no se cumplieran los objetivos que habían
constituido la creación de esta organización (Alemania y la URSS recién se incorporarían en 1926 y 1934
respectivamente), y que se generaran disputas de liderazgo entre sus miembros, privando con ello de
autoridad a la organización. Esa falta de autoridad para imponer a los países miembros sus resoluciones de
forma obligatoria, hizo que fuera perdiendo prestigio como así también que se produjeran agresiones e
invasiones de parte de sus miembros: así en 1923 Francia ocupó la región alemana del Ruhr para exigir
reparaciones de guerra; en 1931 Japón invade Manchuria y se retira de la SDN; en 1932 se produce la guerra
del Chaco entre Bolivia y Paraguay; en 1933 Alemania que se encontraba ya bajo el régimen nazi se retira de
la SDN; en 1935 Italia invade Abisinia; en 1936 estalla la guerra civil española. Resumiendo, todos estos
conflictos pusieron de relieve que la SDN carecía de autoridad efectiva para guiar una acción internacional
contra las agresiones entre Estados, siendo completamente impotente para asegurar un mínimo de respeto a
la paz mundial.
Si bien en la práctica la SDN dejo de funcionar en 1939 al declararse la II Guerra Mundial, fue recién en abril
de 1946 cuando se celebró la última sesión dónde se acordó la disolución de la Sociedad de Naciones y el
traspaso de sus archivos a la Organización de Naciones Unidas (Durante la segunda guerra mundial la Sociedad
de las Naciones sólo mantuvo algunos servicios de ayuda a refugiados, para lo que continuó utilizando su sede
en la neutral Suiza).
No obstante, la Sociedad de Naciones se distinguió por la creación en 1919 de la Organización Internacional
del Trabajo –OIT-, en 1921 de la Corte Permanente de Justicia Internacional (precedente del actual Tribunal
Penal Internacional de la Haya de 1998) y en 1926 de la firma del Convenio Internacional para la Supresión de
la Esclavitud.
El fin de la guerra civil española (1936-1939) y la invasión alemana a Polonia (1939), con la consiguiente
declaración de guerra por parte de Reino Unido y Francia, mostró el fracaso final de la SDN al ocurrir el
principal evento que se deseaba impedir con la creación de la Sociedad: una nueva guerra a gran escala en
Europa. Con ello la SDN perdió casi toda su razón de existir. El último acto oficial de la SDN fue expulsar de su
seno a la URSS cuando las tropas soviéticas invadieron Finlandia en diciembre de 1939.
Luego de finalizada la Primera Guerra Mundial y firmados los tratados de paz, las democracias liberales fueron
perdieron credibilidad mientras que al mismo tiempo crecía en un ambiente de descontento, movimientos de
extrema derecha y de extrema izquierda. En este contexto se afianzan los dos totalitarismos más devastadores
del siglo XX, el comunismo y el nazismo. Ambos partían de las mismas premisas: la liquidación del pluralismo,
la implantación de la ideología oficial del Estado, el culto al líder y la obediencia ciega. Sus consecuencias
fueron comparables: el terrorismo estatal y millones de víctimas. A partir de 1924 Stalin en la URSS elimino a
toda la oposición y se convirtió en dictador absoluto. En Alemania, Hitler accedió al poder en 1933 por la vía
democrática, introduciendo luego medidas cada vez más totalitarias y racistas, las que habían sido
previamente anunciadas en 1926 su obra Mein Kampf (Mi Lucha).
Después de asegurar la neutralidad de la Unión Soviética (con el pacto de no-agresión entre Alemania y la
URSS), Alemania desató la Segunda Guerra Mundial con la invasión de Polonia el 1 de septiembre de 1939 (en
los años posteriores Alemania invadió 11 países).
La segunda guerra mundial fue el conflicto más grande y destructivo de toda la historia de la humanidad. Al
finalizar con el triunfo de los aliados, en 1945, el balance era desolador: más de sesenta millones de muertos
(entre civiles y soldados), dos explosiones nucleares dirigidas contra la población civil en Japón (Hiroshima y
Nagasaki), deportaciones masivas, el exterminio metódico y sistemático en los campos de exterminio nazis de
judíos, gitanos, homosexuales y otras minorías étnicas, la esclavitud sexual de mujeres promovida por el
ejército japonés, ciudades enteras demolidas por las bombas, países arrasados, etc.
En los Juicios de Núremberg y los Juicios de Tokio los vencedores juzgaron a los máximos responsables
alemanes y japoneses. Se les acusaba de haber cometido crímenes contra la paz (violaciones de tratados
internacionales y actos de agresión injustificada contra otras naciones), crímenes contra la humanidad
(planificación y participación en exterminios y genocidios) y crímenes de guerra (violación de las leyes y
convenios internacionales sobre la guerra). El conjunto de procedimientos llevados a cabo tanto en Tokio
como en Núremberg significaron el establecimiento, a partir de entonces (ya que con anterioridad no existían),
de reglas básicas de persecución de criminales de guerra así como la tipificación de los delitos
correspondientes.
Pero lo que no se juzgó en ningún caso fueron las violaciones de derechos humanos cometidas por los países
aliados, que también se produjeron. Por ejemplo, la agresión a Polonia por parte de la Unión Soviética, los
bombardeos aliados de civiles tanto sobre Alemania como sobre Japón, o las represalias y las violaciones sobre
la población alemana cometidas por el ejército soviético durante la ocupación final de Alemania. Según los
criterios usados durante los juicios de Núremberg y Tokio, estos también fueron crímenes contra la
humanidad, pero sus responsables nunca fueron encausados.
La Segunda Guerra Mundial finalizó en 1945. Alemania se rindió en mayo, Japón en agosto tras el lanzamiento
de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.
De las cenizas de la Segunda Guerra Mundial surgió un nuevo orden internacional, con dos bloques claramente
dominantes. Ese nuevo orden comenzó a delinearse en febrero de 1945, cuando los líderes de las tres
potencias aliadas que surgieron como vencedoras -el británico Churchill, el estadounidense Roosevelt y el
soviético Stalin- se reunieron en el balneario de Yalta, en las costas de Crimea, sobre el Mar Negro. Allí se
repartieron el control de la Alemania derrotada y fijaron las nuevas fronteras de algunos países europeos.
Stalin logró conservar bajo su influencia los territorios ocupados por las tropas soviéticas durante la guerra,
que luego pasarían a ser parte de la red de repúblicas satélites de la URSS o países con regímenes comunistas
controlados desde Moscú. Aquí
estaba comenzando lo que luego se llamaría: la Guerra Fría.
En paralelo, entre los meses de abril y junio de 1945 en la ciudad de San Francisco se negoció y creó la
Organización de Naciones Unidas (ONU), mediante la Carta de las Naciones Unidas por parte de 51 estados.
La ONU vino a sustituir a la inoperativa Sociedad de Naciones, el organismo que había sido creado como parte
del Tratado de Versalles de 1919 (que cerró el período de la Primera Guerra Mundial). en la medida que ésta
había fracasado en sus propósitos preventivos, al no ser capaz de evitar el estallido de la Segunda Guerra
Mundial. Otro de los hechos significativos de postguerra fue la creación en mayo de 1948 del Estado de Israel.
El siglo XX se caracterizó también por la incorporación de los derechos humanos al Derecho internacional. Tras
la Segunda Guerra Mundial, los humanos podían considerarse un principio constitucional del Derecho
internacional contemporáneo. Es especialmente desde el nacimiento de la Organización de las Naciones
Unidas, en 1945, cuando el concepto de derechos humanos se ha universalizado y alcanzado la gran
importancia que tiene en la cultura jurídica internacional. El 10 de diciembre de 1948 la Declaración Universal
de los Derechos Humanos fue adoptada y proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su
Resolución 217 A (III), como respuesta a los horrores de la Segunda Guerra Mundial y como intento de sentar
las bases del nuevo orden internacional que surgía tras el armisticio.
Posteriormente se han aprobado numerosos tratados internacionales sobre la materia, entre los que destacan
la Convención Europea de Derechos Humanos de 1950, los Pactos Internacionales de Derechos
Humanos de 1966 (Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales), y la Convención Americana sobre Derechos Humanos de 1969, que crean
diversos dispositivos para su promoción y garantía.

CONCEPTO DE DERECHOS HUMANOS


La universalidad y la fundamentación de los Derechos Humanos.
Decimos que los derechos humanos son universales porque pertenecen a todos los hombres, a todos por igual,
en todo tiempo y lugar; se encuentran de manera innata ligados a la naturaleza del hombre.
A lo largo de la historia ha habido un debate sobre la construcción y fundamentación de los derechos humanos
entre dos corrientes de pensamiento: el iusnaturalismo y el positivismo. Como nos enseña la profesora Mónica
Pintos1 “desde que existe, el ser humano tuvo las mismas aptitudes para ejercer y disfrutar lo que hoy
denominamos derechos humanos”. A partir de esta definición, resulta también evidente que los derechos
humanos, se manifiestan a través de un proceso histórico, cobran visibilidad a través de procesos sociológicos
que permiten establecerlos como objetos de tutela, y luego, generan un marco de protección normativa con
exigibilidad ante los organismos judiciales.
Richarte, Ossietinsky y Vázquez2, en la misma línea, sostienen que “en el camino de la historia humana
podemos encontrar distintos pensadores que fijaron ciertas potestades inherentes a la naturaleza humana,

1 PINTOS, Mónica, “Temas de derechos humanos”, Editores del puerto, 3° Reimpresión, Buenos Aires, 2004, pág. 1.
2 RICHARTE, Darío, OSSIETINSKY, Paula y VAZQUEZ, Paula, “Manual Práctico de Derechos Humanos y Derecho Constitucional”, EUDEBA,

Buenos Aires, 2013, pág. 133.


más allá de su reconocimiento en la instancia política. Sin embargo, estos rastros constituyen ideas aisladas
que no se vieron plasmadas en la realidad de aquellos tiempos, y que por ello solo pueden nombrarse como
parte del bagaje necesario para que con los siglos floreciera una coyuntura en el que sí podrían tener
significado práctico. Así los derechos humanos son una invención de la modernidad, de una época
revolucionaria en la que se mezclan otras invenciones tales como el Estado, la historia de los Antiguos opuesta
a una historia presente y ya clásica de los modernos, la división de las funciones del trabajo y los límites sin
frontera de la acción humana”.
Desde ciertas perspectivas de análisis, los derechos humanos recorren el camino que los ius-naturalistas
describen como el tránsito entre el derecho natural hacia su positivización. En cambio, los positivistas clásicos
lo sintetizan como un proceso de efectividad de la exigibilidad del derecho. Sobre esto, Valdéz Dal-Ré3, opina
siguiendo a Bobbio que "...los derechos no son realidades eternas, situadas fuera del tiempo y del espacio; son,
antes al contrario, fenómenos históricos y, por lo mismo, en la historia han de ser ubicados y desde ella ha de
ser analizada su formación así como su desarrollo y sus vicisitudes".
Los derechos humanos o, dicho de otro modo, el reconocimiento jurídico positivo de ciertos derechos como
derechos humanos, es entonces un fenómeno histórico, cultural y de dimensión internacional.
La comunidad internacional es la protagonista fundamental de este proceso que, sin lugar a duda, ha crecido
exponencialmente desde la última guerra mundial a partir del dolor generado por el holocausto y la toma de
conciencia de las naciones. Tal como nos enseña Gustavo Bossert,4 “el horror sin precedente al que el hombre
descendió en la Segunda Guerra Mundial, con su Holocausto y millones de civiles arrancados a la paz de los
hogares para ser asesinados, convenció a la humanidad de que, más allá de ambiciones y política, la gran tarea
que tenía por delante era proteger, como nunca antes, la condición humana”. En el mismo sentido, Carlos
Nino5 afirmaba que “es la positivización universal de los derechos humanos devenida inmediatamente después
de las dos guerras mundiales la gran invención humana del siglo XX”.
Canessa Montejo aporta en la misma línea de debate, sosteniendo que “Uno de los grandes logros jurídicos
en el pasado siglo XX fue el reconocimiento de que la persona humana con independencia de su nacionalidad,
género, raza, color, idioma, religión o convicción, origen étnico o social, edad, situación económica, patrimonio,
estado civil, opinión política o cualquier otra condición es titular de un conjunto de derechos básicos que deben
ser respetados, protegidos y cumplidos por los Estados y por la comunidad internacional en su conjunto. Así,
los derechos humanos se convirtieron en una referencia esencial en los ordenamientos jurídicos”6.
Continuando con el análisis conceptual filosófico, el positivismo afirma que sólo es derecho aquello que está
escrito en un ordenamiento jurídico. Por lo tanto, la única fuente del derecho, el único origen de la norma, se
fundamenta en el hecho de que está por escrito y vigente en un país, en un determinado momento histórico.
Es lo que se conoce como la ley positiva. Los positivistas consideran que el único conjunto de normas que tiene
carácter jurídico es el derecho positivo (o escrito). Niegan la juridicidad del derecho natural y algunos hasta su
existencia. Las leyes son la formulación jurídica de la voluntad soberana del pueblo y obligan a su
cumplimiento. Los principales expositores del positivismo son Hans Kelsen (1881-1973), Alf Ross (1899-1979),
Herbert Hart (1907-1992) y Norberto Bobbio (1909-2004).
En cambio, el iusnaturalismo sostiene que el origen de los derechos humanos no reside en la ley positiva, sino
que parte de la naturaleza propia del ser humano, una naturaleza que es superior y precedente a cualquier ley
positiva.

3 VALDES DAL-RE, Fernando, “Los derechos fundamentales de la persona del trabajador: un ensayo de noción lógico-formal”, en
Relaciones Laborales, año XIX, N° 18, Ed. La Ley, Madrid, 2003, pág. 85.
4 BOSSERT, Gustavo, “El terrorismo y los crímenes del Estado”, Diario La Nación, Buenos Aires, 31/8/2005.
5 NINO, Carlos, “Ética y derechos humanos”, Astrea, Buenos Aires, 2007, pág. 1.
6 CANESSA MONTEJO, Miguel, “Los derechos humanos laborales: el núcleo duro de derechos (core rights) y el ius cogens laboral”,

en Revista del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales N°12, Lima, 2008, pág. 111.
Para los autores iusnaturalistas los derechos humanos son independientes del ordenamiento jurídico vigente;
sin embargo desde el positivismo jurídico la realidad es que solamente los países que suscriben los pactos
internacionales de derechos humanos están obligados a su cumplimiento. Existe un debate permanente en el
ámbito de la filosofía sobre la naturaleza, fundamentación y contenido de los derechos humanos.

Definición.
Los derechos humanos son todo lo que necesitamos para vivir dignamente, es decir, todo lo que las personas
requieren para desarrollarse plenamente, como una buena alimentación, educación, salud, empleo, un medio
ambiente sano, respeto a la integridad física y psicológica, libertad de expresión, de religión, de tránsito y
muchas cosas más. Representan además, instrumentos que promueven el respeto a la dignidad humana, a
través de la exigencia de la satisfacción de dichas necesidades.
Los Derechos Humanos responden a las necesidades de las personas, grupos y sociedades y garantizarlos
promueve el ejercicio de la dignidad. Estos derechos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin
distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o
cualquier otra condición.
Estos derechos están a menudo contemplados en la ley y garantizados por ella, a través de los tratados, el
derecho internacional consuetudinario, los principios generales y otras fuentes del derecho internacional.
Podemos decir que los derechos humanos son “todos los atributos o derechos innatos e innegociables que
corresponden a todos los seres humanos cuando llegan a la vida, cualquiera fuera su nacionalidad, raza,
edad, condición, sexo o religión, como consecuencia de su dignidad y que necesariamente deben ser
respetados por todas las personas y reconocidos, protegidos y garantizados por los Estados”.
Tengamos en cuenta que sin estos atributos los seres humanos no pueden existir o llevar una vida
propiamente humana, por lo tanto estos derechos no pueden ser violados, debiendo necesariamente ser
reconocidos, difundidos, protegidos y garantizados por los Estados y sus leyes.

Características de los Derechos Humanos.


Las principales características de los derechos humanos son las siguientes:
1) Son Universales, es decir que se extienden a todo el género humano, en todo tiempo y lugar,
independientemente de su nacionalidad, raza, etnia, lengua, sexo, edad, capacidad económica o situación en
la sociedad.
2) Son Inalienables e intransferibles, ya que no se pueden quitar ni enajenar pues son parte consustancial de
la propia naturaleza humana.
3) Son Irrenunciables, ninguna persona puede o debe renunciar a ellos, aunque sea por propia voluntad.
4) Son permanentes e Imprescriptibles, es decir que no caducan ni se pierden por el transcurso del tiempo,
son para toda la vida, independientemente si se hace uso de ellos o no.
5) Son Inherentes o Innatos al ser humano, ello ya que son esenciales y propios de la persona, pues se asume
que nacemos con ellos. Por tanto, estos derechos no dependen de un reconocimiento por parte del Estado.
6)Son Iguales para todo el mundo. Esto es posible por dos razones: todas las personas del mundo ostentan la
misma condición humana, y no hay derechos que sean más importantes o urgentes que otros, esto quiere
decir que, todos los derechos humanos son iguales para todos los seres humanos.
7) Son limitados, esto en tanto que los derechos de una persona alcanzan sólo hasta donde empiezan los
derechos de las otras personas.
8) Son Inviolables, ya que no se pueden o no se deben transgredir o quebrantar y en caso de ser así, la persona
víctima puede exigir una reparación por el daño causado a través de los tribunales de Justicia
correspondientes.
9) Son Indivisibles, interdependientes, complementarios y no jerarquizables. Los Derechos Humanos están
relacionados entre sí.
Ningún derecho puede disfrutarse a costa de otro, no puede prescindirse de ninguno.
10) Son obligatorios. Los derechos humanos imponen deberes concretos a las personas y al Estado,
obligaciones de respetarlos aunque no haya una ley que así lo diga.
11) Son Progresivos. A medida que la humanidad avanza, se hace necesario contemplar nuevas situaciones, y
algunas de estas situaciones pueden derivar en nuevos derechos humanos. Por ejemplo, la maternidad
asistida, la muerte digna o el matrimonio igualitario son algunos temas que tocan valores éticos centrales y
podrían llegar a generar nuevos derechos en el futuro.
12) Trascienden las fronteras nacionales. Esta característica se refiere a que la comunidad internacional puede
y debe intervenir cuando considere que un Estado está violando los derechos humanos de su población.

Clasificación de los Derechos Humanos.


La principal clasificación y más aceptada es la de carácter histórico. Está basada en la aparición o
reconocimiento cronológico de los DDHH por parte del orden jurídico normativo internacional, distingue entre
los Derechos de Primera Generación o Derechos Civiles y Políticos, los Derechos de Segunda Generación o
Derechos Económicos, Sociales y Culturales y los Derechos de Tercera generación o Derechos de Los Pueblos.
Se entiende por generación al periodo o tiempo en que un movimiento o corriente de opinión sostiene y
defiende la vigencia de ciertas facultades de las personas.
La división en tres generaciones de derechos humanos fue una propuesta efectuada por Karel Vasak en 1979
para clasificar los derechos humanos (ex Director de la División de Derechos Humanos y Paz de la UNESCO).
Su división sigue las nociones centrales de las tres frases que fueron la divisa de la revolución francesa:
Libertad, igualdad y fraternidad (sustituyendo esta última por la solidaridad).
a) Los Derechos de Primera Generación o Derechos Civiles y Políticos (Libertad) se refieren a los primeros
derechos que fueron consagrados en los ordenamientos jurídicos internos e internacionales. Estos derechos
se gestaron fundamentalmente en la Edad Media y los Tiempos Modernos cuando la humanidad estaba
gobernada por monarquías absolutistas y despóticas. Recordemos que la Revolución Francesa se realizó para
terminar con el absolutismo monárquico, y permitir la intervención popular en los asuntos de gobierno. Para
ello fue muy importante el movimiento de la Ilustración de fines del siglo XVIII, con pensadores como Locke
(inglés), Rouusseau, Voltaire y Montesquieu (franceses), quienes buscaron el ordenamiento racional de la
sociedad en base a un conjunto de libertades y principios que garantizaran la existencia y desenvolvimiento
humano y su acción frente a los Estados. Esto se vería reforzado con la declaración de la independencia de los
Estados Unidos de América del 4 de julio de 1776 y, posteriormente, con la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano del 26 de agosto de 1789, que propició la incorporación de los derechos civiles, los
patrimoniales y los políticos. Con ello se buscaba favorecer al individuo libre, propietario y que tuviera un alto
grado de participación política, limitando la intervención del poder en la vida privada de las personas. Los
principales derechos de primera generación son los siguientes: El derecho a la vida, el derecho a la libertad, la
libertad de reunión y de asociación pacífica, el derecho a la libertad de expresión, la libertad de pensamiento y
religión, el derecho a contraer matrimonio, el derecho a la seguridad política, el derecho a la seguridad jurídica,
etc.
En nuestro país estos derechos fueron consagrados en la Constitución de 1853, en la que hay una Primera
Parte reconocida como la parte dogmática, destinada a la enumeración de los derechos de los que gozan los
habitantes de nuestro país y las garantías de las que pueden valerse para proteger su persona y sus intereses.
Los derechos individuales o personalísimos están contemplados en el art 19 en forma expresa, además de
encontrarse implícitos en otros artículos. Los derechos civiles están en el art 14, uno de los pilares
fundamentales de la democracia. Los derechos políticos están en los arts. 22, 36, 37, 38, 39 y 40. Para una
mejor visualización, a continuación transcribimos dichos artículos:
b) Los Derechos de Segunda Generación (Igualdad) o Derechos Económicos, Sociales y Culturales, tienen como
objetivo fomentar la igualdad real entre las personas, ofreciendo a todos las mismas oportunidades para que
puedan desarrollar una vida digna. Su función consiste en promover la acción del Estado para garantizar el
acceso de todos a unas condiciones de vida adecuadas. Estos derechos surgieron a partir del siglo XIX, cuando
los ricos burgueses, dueños de las fábricas, debieron afrontar el surgimiento de los movimientos obreros, que
luchaban por lograr condiciones dignas de trabajo, que les habían sido desconocidas a partir de la Revolución
Industrial, y que no habían sido contempladas luego de la Revolución Francesa. Por lo tanto estos derechos
aparecen después de los derechos de Primera Generación, surgiendo como producto de las luchas
reivindicativas de la clase obrera frente al desarrollo del capitalismo industrial y agresivo. Se hablaba del
progreso humano, pero a costa de qué, de la explotación de las personas en las fábricas, de los bajos salarios,
de las condiciones infrahumanas en que se laboraba por 16 y 18 horas al día, sin las más mínimas condiciones
de higiene. Si anteriormente se habían dado los derechos políticos y civiles, se debería entonces otorgar al ser
humano otros derechos que, completando a los anteriores, permitieran e hicieran más posible y llevadera la
realización material del hombre en sociedad; nacen y surgen, así, los Derechos de la Segunda Generación. A
partir de esta etapa los trabajadores apoyados por los movimientos socialistas, lograrán progresivamente, el
establecimiento de jornadas de labor de ocho horas, condiciones dignas, descanso dominical, el derecho a
constituir sindicatos, etcétera. El estado aparece ahora como garante de la igualdad de oportunidades entre
los ciudadanos, impidiendo abusos de parte de los socialmente más favorecidos. Entre los derechos de
segunda generación más destacados se encuentran los siguientes: el derecho al trabajo, el derecho a una
remuneración justa y equitativa; el derecho a seguridad e higiene en el trabajo; la limitación de la jornada
laboral; vacaciones y feriados de descanso y remunerados; el derecho a la sindicación; el derecho a una
vivienda; el derecho a la educación; el derecho a la seguridad social; el derecho a alcanzar un nivel adecuado
de vida; el derecho a participación en el desarrollo y vida cultural de la sociedad; etc.
En nuestro país estos derechos recién fueron reconocidos en la derogada Constitución de 1949, siendo luego
finalmente incorporados al texto constitucional en la reforma de 1957 en el art 14 BIS de la Constitución
Nacional.
c) Los Derechos de Tercera generación (fraternidad o solidaridad), también conocidos como Derechos de
Solidaridad o de los Pueblos, son aquellos que contemplan cuestiones de carácter supranacional como el
derecho a la paz y a un medio ambiente sano. Estos derechos aparecieron en el siglo XX, cuando nuevas
circunstancias en el mundo hicieron palpable la necesidad de proteger no solo a las personas en su
individualidad (derechos de primera generación) o en relación a otros miembros del cuerpo social (de segunda
generación) sino que ahora los sujetos de derechos son colectivos, considerando el derecho de los pueblos.
Los Derechos de la Tercera Generación, llamadas, también, de solidaridad, son aquellos que buscan el
ordenamiento mundial en base al sostenimiento de la paz como medio fundamental para la preservación de
la especie humana, así como la protección del medio ambiente y el derecho a acceder al patrimonio común
de la humanidad. En efecto, las guerras mundiales con su secuela de destrucción y de muerte, demostraron la
necesidad de los pueblos de ver garantizado su derecho a la paz, el mundo globalizado dio nacimiento al
reconocimiento del derecho a la solidaridad, al medio ambiente víctima de la acción humana durante tantos
años, comenzó a dar muestras de que necesitaba protección para el bien de todos, y las nuevas condiciones
del consumo a gran escala, dejaron desprotegido al consumidor. No podemos dejar de lado los experimentos
nucleares (entre otros) que hicieron reflexionar sobre la preservación y conservación del medio ambiente y
de los recursos que abastecen, así como también la presencia del neocolonialismo o colonialismo sin fronteras
que, a base del poder del dinero de las naciones ricas y poderosas, mantienen la dependencia política y
económica de los países más pobres. Todo esto generó un nuevo orden en materia de derechos
internacionales. Por eso, estos derechos sobrepasan el ámbito geográfico-espacial de los de Primera y Segunda
Generación, que en su mayoría son de orden local, para proyectar sus alcances a nivel mundial.
Entre los derechos de tercera generación se incluyen: el derecho a la paz, el derecho a la solidaridad, el derecho
a un ambiente sano, el derecho al uso de los avances tecnológicos, el derecho a la autonomía y libre
determinación de los pueblos, el derecho a la identidad nacional y cultural, el derecho a una independencia
política y económica y los derechos del consumidor. No obstante vemos que todavía en el siglo XXI se siguen
incorporando derechos de este tipo. En nuestro país los derechos de tercera generación fueron incorporados
al texto constitucional en la reforma de 1994 (a través del llamado Pacto de Olivos) y los encontramos en los
artículos 41 a 43 de la Constitución Nacional.

Obligaciones de Respeto y Garantía.


Sabemos que los derechos humanos incluyen tanto derechos como obligaciones. Dijimos anteriormente que
sin estos atributos los seres humanos no pueden existir o llevar una vida propiamente humana, por lo tanto
estos derechos no pueden ser violados, debiendo necesariamente ser reconocidos, difundidos, protegidos y
garantizados por los Estados y sus leyes. Es por ello que los Estados asumen las obligaciones y los deberes, en
virtud del derecho internacional, de respetar, proteger y realizar los derechos humanos. La obligación de
respetarlos significa que los Estados deben abstenerse de interferir en el disfrute de los derechos humanos, o
de limitarlos. La obligación de protegerlos exige que los Estados impidan los abusos de los derechos humanos
contra individuos y grupos. La obligación de realizarlos significa que los Estados deben adoptar medidas
positivas para facilitar el disfrute de los derechos humanos básicos. En el plano individual, así como debemos
hacer respetar nuestros derechos humanos, también debemos respetar los derechos humanos de los demás.
Como consecuencia de lo expuesto la primera y fundamental obligación que tiene todo Estado para con los
ciudadanos, es la de garantizar plenamente el ejercicio de los Derechos Humanos en cualquier punto
geográfico de una Nación. Esto desde ya incluye educación, salud, seguridad, alimentación, discriminación e
igualdad de oportunidades entre muchas cosas más.
El Estado es entonces quien garantiza y promueve el ejercicio de los derechos humanos. Es el principal
responsable de adoptar las medidas necesarias para lograr el ejercicio real y efectivo de los derechos humanos
por parte de los seres humanos. En nuestro ordenamiento legal, los derechos humanos están contemplados
en la primera parte de la Constitución Nacional, y en el artículo 75 inciso 22 el cual reconoció jerarquía
constitucional a los principales instrumentos internacionales sobre derechos humanos. El respeto y garantía
de los Derechos Humanos es un propósito general de todas las constituciones, es el Estado quien tiene la
obligación de respetarlos y de garantizarlos, adoptando las medidas necesarias para lograr su satisfacción en
la población y asegurar la prestación de determinados servicios.
LA ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS, SUS ORGANISMOS Y LA
DECLARACION UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS.

Dr. Domingo Rodríguez Basalo

LA ONU Y LA CARTA DE LAS NACIONES UNIDAS.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) es actualmente la mayor organización internacional


existente. Se creó para mantener la paz y seguridad internacional, fomentar relaciones de amistad
entre las naciones, lograr la cooperación internacional para solucionar problemas globales y servir de
nexo para armonizar las acciones de las naciones. Su sede está en Nueva York (Estados Unidos), pero
también tiene oficinas en Ginebra (Suiza), Nairobi (Kenia) y Viena (Austria).

La Carta de las Naciones Unidas es el tratado internacional fundador del organismo que hace las
bases de su constitución interna. El documento fue firmado el 26 de junio de 1945 en la Conferencia
de las Naciones Unidas sobre Organización Internacional en el Auditorio de los Veteranos
(actualmente el Teatro Herbst), del Memorial de los Veteranos de la Guerra en San Francisco,
California, Estados Unidos.

Entró en vigor el 24 de octubre de 1945, después de ser ratificado por los cinco miembros
permanentes del Consejo de Seguridad que son: los Estados Unidos, la República Francesa, el Reino
Unido, la República de China (posteriormente sustituido por la República Popular China) y la Unión
de Repúblicas Socialistas Soviéticas (más tarde reemplazado por la Federación de Rusia).

La Carta es el resultado de un largo proceso, cuyos antecedentes se encuentran en los diferentes


tratados internacionales que preceden su constitución, en particular los tratados ya existentes en
materia del derecho de la guerra, derecho marítimo, de las fronteras y del derecho internacional
firmados entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Asimismo, toma en cuenta el fracaso de
la Sociedad de Naciones creada en 1919 para no reiterar sus errores.

Dijimos que la "Carta de las Naciones Unidas" es el documento por medio del cual se constituyen las
Naciones Unidas. Su historia se remonta al 12 de julio de 1941 con la "Declaración de Londres",
firmada por los representantes del Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelandia, y Sudáfrica,
además de los gobiernos en exilio de Bélgica, Checoslovaquia, Grecia, Luxemburgo, Noruega, los
Países Bajos, Polonia, Yugoslavia y Francia representada por el general De Gaulle. Este documento se
pronunciaba a favor de la concertación de la paz de forma conjunta, estableciendo que la única base
de una paz duradera es la cooperación voluntaria de todos los pueblos libres para evitar la amenaza
de una agresión.

Posteriormente, el 14 de agosto de 1941, el Presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt,


y el Primer Ministro Británico Winston Churchill, firman la "Carta del Atlántico", en la que hacen
referencia a que después de terminar la guerra esperan ver establecida una paz que ofrezca a las
naciones seguridad y que sus habitantes vivan libres del temor y la necesidad, que todas las naciones
del mundo renuncien al uso de la fuerza y establece el deseo de los firmantes de promover la
colaboración entre las naciones para lograr mejores condiciones de trabajo, adelanto económico y
seguridad social.
El 1 de enero de 1942 es firmada por 26 representantes la "Declaración de las Naciones Unidas",
donde se establece el compromiso de proseguir juntas la lucha contra las potencias del Eje. En este
documento se utiliza por primera vez el nombre de "Naciones Unidas".

La Conferencia de Moscú del 1 de noviembre de 1943, y la de Teherán dos meses después, también
exhortan a la creación de una organización general internacional basada en la igualdad soberana de
los Estados, con el fin de evitar futuras confrontaciones.

En 1944 se empieza a proyectar la creación de la Organización de las Naciones Unidas en la


Conferencia de Dumbarton Oaks que terminó el 7 de octubre de ese año. Entre los principales
avances que se obtuvieron, está el de la propuesta de que se instituyera un órgano esencial en las
Naciones Unidas cuyo objetivo fuera conservar la paz del mundo. Posteriormente, en la Conferencia
de Yalta, el 11 de febrero de 1945, se especificó la forma de votar en dicho órgano.

Finalmente del 25 de abril al 26 de junio de 1945 se llevó a cabo la Conferencia de San Francisco, que
se basó en las Conferencias de Dumbarton Oaks y de Yalta, además de tomar en cuenta enmiendas
propuestas por varios gobiernos. Esta Conferencia forjó la "Carta de las Naciones Unidas y el
Estatuto de la Corte Internacional de Justicia", que fue aprobada por unanimidad y firmada por
todos los representantes. Su ratificación final tuvo lugar el 24 de octubre de 1945 fecha en que China,
Estados Unidos, Francia, el Reino Unido, la Unión Soviética y la mayor parte de los demás signatarios
depositaron sus instrumentos de ratificación, que fue seguida de la creación formal de las Naciones
Unidas el 24 de noviembre de 1945.

En la Carta se definen los nuevos principios de organización de la sociedad internacional, las diversas
instancias de organización y toma de decisiones de las Naciones Unidas (Asamblea General y Consejo
de Seguridad), los procedimientos para la "solución pacífica" o "en caso de amenaza contra paz,
quebrantamiento de la paz o actos de agresión". Uno de los principales cambios respecto de la
anterior Sociedad de las Naciones (SDN), es la adopción del principio del voto por mayoría con poder
de veto concedidos a los miembros permanentes del Consejo de Seguridad.

La Carta consiste de un preámbulo y una serie de artículos divididos en capítulos.

El Preámbulo establece: “Nosotros los pueblos de las Naciones Unidas resueltos a preservar a las
generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la
Humanidad sufrimientos indecibles, a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en
la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de
las naciones grandes y pequeñas, a crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y
el respeto a las obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional,
a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la
libertad, y con tales finalidades a practicar la tolerancia y a convivir en paz como buenos vecinos, a
unir nuestras fuerzas para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, a asegurar,
mediante la aceptación de principios y la adopción de métodos, que no se usará; la fuerza armada
sino en servicio del interés común, y a emplear un mecanismo internacional para promover el
progreso económico y social de todas los pueblos, hemos decidido aunar nuestros esfuerzos para
realizar estos designios. Por lo tanto, nuestros respectivos Gobiernos, por medio de representantes
reunidos en la ciudad de San Francisco que han exhibido sus plenos poderes, encontrados en buena y
debida forma, han convenido en la presente Carta de las Naciones Unidas, y por este acto establecen
una organización internacional que se denominará las Naciones Unidas”.

A continuación presentamos una breve enumeración del contenido de la Carta:

• Capítulo I: Plantea los principios y propósitos de las Naciones Unidas, incluyendo las
previsiones importantes para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional.
• Capítulo II: Define el criterio para acceder a la membresía en las Naciones Unidas.
• Capítulo III: Describe los órganos de la ONU.
• Capítulo IV: Define funciones y organización de la Asamblea General.
• Capítulos V-VI-VII: Definen el funcionamiento y organización del Consejo de Seguridad sobre
arreglo pacífico de controversias, acciones en casos de amenaza de la paz y defensa regional. Entre
sus puntos más destacados, el Capítulo VI describe el poder del Consejo de Seguridad para investigar
y mediar disputas. Por su parte, el Capítulo VII describe el poder del Consejo de Seguridad para
autorizar sanciones económicas, diplomáticas y militares así como el de fuerzas militares para
resolver disputas. Fundándose en este capítulo se crearon los Tribunales Penales Internacionales
para Ruanda y la ex Yugoslavia.
• Capítulo VIII: Sobre los acuerdos regionales.
• Capítulo IX sobre la cooperación internacional económica y social y Capítulo X sobre el
Consejo Económico y Social. Describen los poderes de la ONU para la cooperación económica y social,
y las funciones del Consejo Económico y Social que vigila estos poderes. Estos capítulos son la base
de todo el sistema de agencias económicas, sociales y culturales especializadas y técnicas de las
Naciones Unidas.
• Capítulo XI-XII-XIII, declaración relativa a los territorios no autónomos, régimen internacional
de administración fiduciaria y establece el Consejo de Administración Fiduciaria.
• Capítulo XIV: Establece las funciones e integración de la Corte Internacional de Justicia.
• Capítulo XV: Establece las funciones de la Secretaría General de la ONU.
• Capítulos XVI y XVII: Disposiciones varias y acuerdos transitorios de seguridad.
• Capítulo XVIII: Define los mecanismos de reforma de la Carta.
• Capítulo XIX: Define la firma y ratificación de la Carta.
• Capítulos XII y XIII: Describen el régimen internacional de administración fiduciaria y
establecen el Consejo de Administración Fiduciaria.

Originalmente la Carta de las Naciones Unidas la suscribieron 51 estados miembros y en los años
sucesivos se les fueron añadiendo nuevos estados, tal como contemplaba el Artículo 4 de la Carta:
"Podrán ser Miembros de las Naciones Unidas todos los demás Estados amantes de la paz que
acepten las obligaciones consignadas en esta Carta, y que, a juicio de la Organización, estén
capacitados para cumplir dichas obligaciones y se hallen dispuestos a hacerlo. La admisión de tales
Estados como Miembros de las Naciones Unidas se efectuará por decisión de la Asamblea General a
recomendación del Consejo de Seguridad."

En la actualidad los estados miembros son 193 (Son Estados miembros de las Naciones Unidas todos
los países soberanos reconocidos internacionalmente, más dos miembros en calidad de
observadores -el Estado de la Ciudad del Vaticano y el Estado de Palestina-).
PRINCIPALES ÓRGANOS DE LAS NACIONES UNIDAS.

Los principales órganos de la ONU son la Asamblea General, el Consejo de Seguridad, el Consejo
Económico y Social, el Consejo de Administración Fiduciaria, la Corte Internacional de Justicia y la
Secretaría de la ONU.

LA ASAMBLEA GENERAL DE LA ONU.

La Asamblea General fue creada en 1945 y es el principal órgano de las Naciones Unidas. Se
caracteriza por la deliberación, adopción de políticas y representación. Asimismo es el único en el
que todos los Estados Miembros están representados, cada uno con un voto. En este foro se debaten
cuestiones de interés mundial, como, por ejemplo, las recomendaciones relativas a la paz y la
seguridad, la admisión de nuevos miembros y las cuestiones presupuestarias, y para estos casos de
requiere una mayoría de dos tercios de los miembros. Las decisiones sobre otras cuestiones se
deciden por mayoría simple.

Cada año en septiembre, se celebra un debate general en la Sede de la Organización en Nueva York
en el que participan mandatarios provenientes de todo el mundo. Este acto da inicio al nuevo período
de sesiones de la Asamblea General.

La Asamblea examina cuestiones de actualidad de importancia decisiva para la comunidad


internacional en forma de debates temáticos de alto nivel organizados por el Presidente de la
Asamblea General en consulta con los Estados Miembros. La Asamblea también desempeña una
función importante en el proceso de establecimiento de normas y en la codificación del derecho
internacional.

De conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, la Asamblea General puede:

• Examinar y aprobar el presupuesto de la Organización y establecer las cuotas de los Estados


Miembros;
• Elegir a los miembros no permanentes del Consejo de Seguridad y a los miembros de otros
consejos y órganos de las Naciones Unidas, y, por recomendación del Consejo de Seguridad, nombrar
al Secretario General;
• Considerar los principios generales de la cooperación en el mantenimiento de la paz y la
seguridad internacionales, incluido el desarme, y hacer recomendaciones al respecto;
• Debatir cualquier cuestión relativa al mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales
y, salvo cuando una controversia o situación esté siendo examinada por el Consejo de Seguridad,
hacer recomendaciones al respecto;
• Debatir, con la misma salvedad, cualquier cuestión dentro de los límites de la Carta o que se
refiera a los poderes y funciones de cualquiera de los órganos de las Naciones Unidas, y hacer
recomendaciones al respecto;
• Encomendar estudios y hacer recomendaciones para fomentar la cooperación internacional
en el campo político, el desarrollo del derecho internacional y su codificación, la efectividad de los
derechos humanos y las libertades fundamentales, y la colaboración internacional en materias de
carácter económico, social, humanitario, cultural, educativo y sanitario;
• Recomendar medidas para el arreglo pacífico de cualquier situación que pueda perjudicar las
relaciones amistosas entre países;
• Examinar informes del Consejo de Seguridad y de otros órganos de las Naciones Unidas.
• La Asamblea puede asimismo adoptar medidas en caso de amenaza a la paz,
quebrantamiento de la paz o acto de agresión, cuando el Consejo de Seguridad no haya actuado
debido al voto negativo de un miembro permanente.

LA SECRETARIA GENERAL DE LA ONU.

La Secretaría General es el órgano administrativo cuyo titular es la máxima


representación diplomática de las Naciones Unidas. Entre sus competencias se encuentra la de
convocar el Consejo de Seguridad, la Asamblea General, el Consejo Económico y Social y otros
organismos de la ONU.

El secretario general es nombrado por la Asamblea General a recomendación del Consejo de


Seguridad, por lo tanto la selección está sujeta al veto de cualquiera de los cinco miembros
permanentes del Consejo de Seguridad.

Su mandato tiene una duración de cinco años pudiendo ser reelegido al finalizar este. Está asistido
por múltiples colaboradores en todo el mundo y entre sus obligaciones se encuentran la ayuda a la
resolución de conflictos internacionales, administrar operaciones en pro del mantenimiento de la
paz, organizar conferencias internacionales y reunir información en la implementación de medidas
tomadas por el Consejo de Seguridad. El 24 de agosto de 2016 se eligió al portugués António
Guterres como el próximo titular para el periodo 2017-2021.

De acuerdo con la Carta, el secretario general es el director administrativo de la organización,


encargado de las labores propios de dicho cargo, además de cualquier otra función que le
encomienden los distintos órganos de las Naciones Unidas. Entre las funciones del cargo, se
encuentran las de someter a la consideración del Consejo de Seguridad cualquier asunto que, según
su criterio, podría amenazar el mantenimiento de la paz y seguridad internacional. Debe, asimismo,
“velar por los valores y la autoridad moral de la Naciones Unidas y debe hablar por, y actuar en pro
de, la paz, aun a riesgo de desafiar o estar en desacuerdo con, los propios Miembros Estados”.

El secretario general preside, asimismo, el Consejo Ejecutivo -United Nations System Chief Executives
Board for Coordination (CEB)-, que reúne bianualmente a los jefes ejecutivos de todos los fondos,
programas y agencias de las Naciones Unidas.

EL CONSEJO DE SEGURIDAD DE LA ONU.

El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas es el organismo de las Naciones Unidas encargado de


mantener la paz y seguridad entre las naciones. A diferencia de otras reparticiones de la ONU que
únicamente pueden realizar recomendaciones a los gobiernos, el Consejo de Seguridad puede tomar
decisiones (conocidas como "resoluciones") y los estados miembros están obligados a aceptar y a
cumplir las mismas, ello tal como está establecido en la propia Carta de las Naciones Unidas.

El Consejo de Seguridad está conformado por quince naciones, cinco permanentes y diez temporales
o no permanentes. Los cinco miembros permanentes son irremplazables y son: la Federación Rusa,
la República Francesa, el Reino Unido, la República Popular China y Estados Unidos (las cuatro
potencias vencedoras de la segunda guerra mundial más China).
Los diez miembros no permanentes son elegidos de cinco en cinco cada año por al menos dos tercios
de los votos de la Asamblea General para un período de dos años consecutivos como representantes
regionales. Cada año, cinco miembros son renovados. Los cupos se reparten de acuerdo a una
distribución geográfica equitativa y según criterios regionales: África elige tres miembros, Asia dos,
Latinoamérica y el Caribe eligen dos, Europa Occidental dos, mientras Europa Oriental elige solo uno.
Alternativamente, un miembro debe ser del mundo árabe, ya sea africano o asiático. La presidencia
del Consejo se rota mensualmente de manera alfabética.

Actualmente los 10 miembros no permanentes (indicando el año en que termina su mandato) son:
Alemania (2020), Bélgica (2020), Estonia (2021), Indonesia (2020), Níger (2021), República
Dominicana (2020), San Vicente y las Granadinas (2021), Sudáfrica (2020), Túnez (2021) y
Vietnam (2021).

Debemos tener en cuenta que cada miembro de los quince que integran el Consejo de Seguridad
tiene un voto. Las decisiones en general requieren del voto afirmativo de, al menos, nueve miembros.
Sin embargo, los cinco miembros permanentes cuentan con derecho a veto, los que les otorga un
poder extra, ya que con usar ese derecho hacen que una decisión o resolución no se apruebe.

Como señalamos precedentemente, cada miembro del Consejo de Seguridad tiene un voto y las
decisiones se toman por voto afirmativo de por lo menos nueve de los quince miembros. Cuando se
trata de cuestiones de fondo se requiere que además de los nueve votos afirmativos no exista ningún
voto de los cinco miembros permanentes en contra. Esta es la regla de la unanimidad de las grandes
potencias, conocida más comúnmente como "derecho de veto". En esta situación, si uno de los
miembros permanentes no está de acuerdo con una decisión puede emitir un voto negativo,
"vetando" o bloqueando dicha decisión. Todos los miembros permanentes han ejercido su poder de
veto en alguna ocasión. Igualmente, en caso de que algún miembro permanente no apoye una
decisión pero tampoco quiera bloquearla puede abstenerse en la votación.

Esta cuestión del derecho de veto en el Consejo de Seguridad ha sido ampliamente discutida porque
se considera como una práctica que vulnera la democracia al interior de este órgano. Dentro de los
planteamientos de reforma de la ONU se ha estudiado la posibilidad de eliminar el derecho de veto,
aunque no se ha llegado a ningún consenso.

La Presidencia del Consejo rota mensualmente, según el listado de los Estados Miembros del Consejo
de Seguridad en el orden alfabético inglés de sus nombres. El Consejo de Seguridad está organizado
de modo que pueda funcionar continuamente. Un representante de cada uno de sus miembros debe
estar presente en todo momento en la Sede de las Naciones Unidas. Asimismo, el Consejo se puede
reunir también fuera de la Sede.

El Consejo de Seguridad tiene, de acuerdo a la Carta, los siguientes poderes y funciones:

• Mantener la paz y la seguridad internacionales de conformidad con los propósitos y principios


de las Naciones Unidas.
• Investigar toda controversia o situación que pueda crear fricción internacional.
• Recomendar métodos de ajuste de tales controversias, o condiciones de arreglo.
• Elaborar planes para el establecimiento de un sistema que reglamente los armamentos.
• Determinar si existe una amenaza a la paz o un acto de agresión y recomendar qué medidas
se deben adoptar.
• Instar a los Miembros a que apliquen sanciones económicas y otras medidas que no entrañan
el uso de la fuerza, con el fin de impedir o detener la agresión.
• Emprender acción militar contra un agresor.
• Recomendar el ingreso de nuevos Miembros.
• Ejercer las funciones de administración fiduciaria de las Naciones Unidas en "zonas
estratégicas".
• Recomendar a la Asamblea General la designación del Secretario General y, junto con la
Asamblea, elegir a los magistrados de la Corte Internacional de Justicia.
• En caso de someterse una denuncia de amenaza contra la paz, el Consejo generalmente
recomienda a las partes que lleguen a un arreglo pacífico, e incluso actúa en la mediación o la
investigación.
• Además, puede nombrar representantes especiales o pedir al Secretario General que
intervenga como tal o que interponga sus buenos oficios. Por otro lado, el Consejo también puede
enunciar principios para un arreglo.

En caso de que una controversia llegue a una lucha armada, el Consejo busca que esta termine lo
más pronto posible. Esto lo hace dictando directivas de cese de fuego, e incluso, enviando fuerzas de
las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz a las regiones donde hay disturbios, para así
crear las condiciones para que se pueda llegar a un arreglo pacífico. Conforme al Capítulo VII de la
Carta, el Consejo puede decidir la adopción de medidas coercitivas, sanciones económicas o acciones
militares colectivas.

El ex Secretario General de las Naciones Unidas Kofi Annan (1997-2006) pidió que un equipo de
consejeros aportara recomendaciones para mejorar las Naciones Unidas antes del fin de 2004. Una
de las soluciones propuestas fue aumentar en seis el número de miembros permanentes. Pero para
que sea aprobada una reforma, ésta debe ser aprobada por dos tercios de la Asamblea General de
las Naciones Unidas, equivalentes a 128 votos. Previamente, ha existido una larga discusión acerca
del aumento en el número de miembros permanentes, donde los países que han hecho las demandas
más fuertes para los asientos permanentes son Japón, Alemania, Brasil e India, conocidos como las
naciones del G4. Japón y Alemania son los miembros que ocupan respectivamente el segundo y
tercer lugar en cuanto a proveer los fondos más grandes a la Organización, mientras que Brasil, la
nación sudamericana más grande, e India, la democracia más populosa del mundo, son dos de los
países que más tropas aportan a las misiones de paz lideradas por el Consejo de Seguridad.

LA CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA.

La Corte Internacional de Justicia (también llamada CIJ o Tribunal Internacional de Justicia) es el


principal órgano judicial de las Naciones Unidas. Fue establecida en 1945, en La Haya, Países Bajos
siendo la continuadora, a partir de 1946, de la Corte Permanente de Justicia Internacional. Los
idiomas oficiales de la Corte son el francés y el inglés. Sin embargo, un cierto número de documentos
está a disposición del público en otros idiomas oficiales de las Naciones Unidas, como es el español.
Este tema se desarrolla en una unidad específica posterior de la materia.

EL CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL.


El Consejo Económico y Social (ECOSOC) es el principal órgano de coordinación de las actividades
económicas y sociales de las Naciones Unidas, y de sus organismos e instituciones especializadas. El
Capítulo X, artículos 61 a 72, de la Carta de las Naciones Unidas se refiere al Consejo Económico y
Social.

El Consejo Económico y Social está constituido por 54 miembros, 18 de los cuales son elegidos cada
año por la Asamblea General por un período de tres años según una repartición regional, sus
miembros son renovables por tercios cada año.

Periodicidad de las sesiones: a partir de 1993, la sesión de fondo, organizada en julio,


alternativamente entre Nueva York y Ginebra, se desarrolla en forma de una sola reunión (4 semanas)
anual. Generalmente precedida de una sesión de organización (julio), durante la cual se lleva a cabo,
en particular, las elecciones a los órganos subsidiarios, la sesión de fondo del ECOSOC se organiza
alrededor de cuatro grandes debates o segmentos:

-El debate de "alto nivel", realizado a nivel ministerial, examina un tema de naturaleza económica o
social y consagra una jornada de diálogo con los jefes de secretariado de las instituciones financieras
y comerciales multilaterales (FMI, Banco Mundial, OMC, CNUCED). Este segmento concluye con la
adopción de una declaración ministerial;

-El debate consagrado a las cuestiones de coordinación examina las cuestiones relativas a la
coordinación de las actividades de los órganos subsidiarios de los fondos y agencias especializadas
de las Naciones Unidas, en los campos económico y social y ámbitos conexos;

-El debate consagrado a las actividades operacionales del sistema de las Naciones Unidas, se encarga
de la coordinación de las orientaciones formuladas por la Asamblea General y decide sobre las
modalidades de su aplicación a la escala del sistema. Este comienza con un diálogo de alto nivel con
los jefes de agencias, de fondos y de programas de las Naciones Unidas;

-El debate general toma en cuenta en su organización la distinción establecida en la orden del día
entre las cuestiones económicas y las cuestiones sociales, examina los informes de los órganos
subsidiarios, sin excluir el examen en profundidad de cuestiones particulares, a pedido de uno o
varios Estados miembro.

-Un segmento particular está consagrado a los asuntos humanitarios. A pedido del Estado miembro
afectado, el ECOSOC puede convocar reuniones ad-hoc sobre crisis humanitarias específicas
(hambruna en África y gripe aviar en 2005, crisis alimentaria en 2008).

A lo largo del año, los trabajos del Consejo se desarrollan al interior de sus órganos subsidiarios y
conexos (comisiones técnicas, comisiones regionales, comités permanentes, grupos y órganos de
expertos, grupos conexos). Estos rinden cuenta de sus actividades con ocasión del debate general de
la sesión de fondo.

Funciones y poderes:

- jugar un papel de instancia principal para el examen de las cuestiones económicas y sociales
internacionales que revistan un carácter mundial o interdisciplinario y para la elaboración de
recomendaciones sobre estas cuestiones;
- realizar o encargar la realización de los estudios e informes y formular recomendaciones sobre
cuestiones internacionales en los campos económico, social, cultural, educativo, de salud pública y
en otros campos similares;

- garantizar el respeto efectivo de los derechos humanos y de las libertades fundamentales para
todos;

- convocar Conferencias internacionales y preparar proyectos de convenios;

- concluir acuerdos con las instituciones especializadas y coordinar sus actividades;

- consultar a las organizaciones no gubernamentales interesadas en las temáticas de su ámbito de


acción.

EL CONSEJO DE ADMINISTRACIÓN FIDUCIARIA.

Este organismo ha suspendido sus operaciones formalmente el 1 de noviembre de 1994. El Consejo


ha modificado su reglamento para eliminar la obligación de reunirse anualmente y acordaron
reunirse en el momento necesario, por su decisión o la decisión de su Presidente o a petición de una
mayoría de sus miembros o de la Asamblea General o el Consejo de Seguridad.

Al crear un régimen internacional de administración fiduciaria, la Carta estableció el Consejo de


Administración Fiduciaria como uno de los órganos principales de las Naciones Unidas y le asignó la
función de supervisar la administración de los territorios en fideicomiso puestos bajo el régimen de
administración fiduciaria. El objetivo principal de este régimen consistía en promover el adelanto de
los habitantes de los territorios en fideicomiso y su desarrollo progresivo hacia el gobierno propio o
la independencia.

El Consejo de Administración Fiduciaria está constituido por los cinco miembros permanentes del
Consejo de Seguridad: China, los Estados Unidos, la Federación de Rusia, Francia y el Reino Unido.
Los propósitos del régimen de administración fiduciaria se han cumplido a tal punto que todos los
territorios en fideicomiso han alcanzado el gobierno propio o la independencia, ya sea como Estados
separados o mediante su unión con países independientes vecinos.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH).

Nacimiento de la DUDH.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos es un documento declarativo en donde se


recogen los Derechos Humanos considerados básicos, a partir de la carta de San Francisco de 1945.
Esta declaración, más que un objetivo a corto plazo, constituyó un compendio de aspiraciones que
creaba un conjunto de obligaciones morales para todo el mundo. Desde los primeros pasos de las
Naciones Unidas, la elaboración de un instrumento que concretase y definiese las disposiciones de la
Carta de las Naciones Unidas en materia de derechos humanos se convirtió en uno de sus objetivos
esenciales. Así, en virtud del artículo 68 de la Carta de las Naciones Unidas, el Consejo Económico y
Social de Naciones Unidas (ECOSOC), creó en 1946 la Comisión de Derechos Humanos, que estaba
conformado por 18 representantes de Estados miembros de la Organización. A este organismo se le
encomendó la elaboración de una serie de instrumentos para la defensa de los derechos humanos.
Se planteó entonces el dilema de si el documento iba a ser una mera Declaración de la Asamblea
General, sin pleno valor jurídico vinculante para los Estados (soft law), o un Pacto internacional de
derechos humanos, esto es, un verdadero tratado internacional con fuerza obligatoria. Finalmente
ganó la postura menos vinculante para los Estados, optándose por una Declaración de derechos
humanos, una especie de manifiesto con carácter político y programático, dejando para más adelante
la elaboración de un instrumento con mayor grado de vinculatoriedad para los Estados y la adopción
de medidas concretas para la puesta en práctica de los derechos humanos reconocidos. La gran
diferencia que existe entre una Declaración y un Tratado, es que la primera no es de cumplimiento
obligatorio, mientras que los tratados son vinculantes para los Estados que los suscriben.

Es decir que uno de los principales obstáculos de la DUDH era la falta de fuerza obligatoria de la
misma, sumado a la inexistencia de un sistema de tutela o procedimiento de protección de las
garantías en ella previstas.

Desde un comienzo, la elaboración de este documento estuvo plagada de dificultades, siendo la


principal el conflicto ideológico-político entre el sistema capitalista y el comunista que bipolarizó a la
sociedad internacional y también a las Naciones Unidas. El mundo quedó separado en dos bloques
antagónicos: el capitalismo representado por los Estados Unidos (EE. UU.) y el comunismo
representado por la Unión Soviética (URSS), los que se enfrentarían en lo que se denominó la
“GUERRA FRIA”.

Para la Unión Soviética y sus aliados, la Declaración Universal de los Derechos Humanos no era un
objetivo fundamental, pues consideraban a la persona como un ser social y, por lo tanto, los derechos
que se debían garantizar eran los derechos de carácter económico, social y cultural (no les otorgaban
importancia a los derechos de naturaleza civil y política). Además, los países socialistas consideraban
que el tema de los derechos humanos era un asunto esencialmente de la jurisdicción interna de los
Estados, y, en consecuencia, la comunidad internacional no podía intervenir. En resumen, mientras
los países comunistas incidían sobre los derechos de tipo social y económico, los países capitalistas
insistían en la importancia de los derechos y libertades individuales.

Muy por el contrario, los países occidentales (en especial Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña)
consideraban prioritaria la defensa de los derechos de carácter civil y político, las libertades clásicas
de las democracias occidentales. Asimismo, estos países eran partidarios de que los derechos
humanos pasasen a ser un asunto que escapase a la jurisdicción interna de los Estados, es decir, que
la comunidad internacional tuviese algo que decir en estas cuestiones.

Finalmente el 10 de diciembre de 1948 la Asamblea General aprobó en París la Declaración Universal


de los Derechos Humanos, la que contó con 48 votos a favor (de los 58 estados miembros), ningún
voto en contra y 8 abstenciones (URSS, Bielorrusia, Ucrania, Checoslovaquia, Polonia, Yugoslavia,
Sudáfrica y Arabia Saudí) -Dos países miembros no estuvieron presentes en la votación-. Los países
socialistas se abstuvieron por su desacuerdo con algunas partes de la Declaración, Arabia Saudí por
mostrar ciertas reservas derivadas de sus tradiciones religiosas (leyes islámicas) y familiares, y
Sudáfrica por su radical desacuerdo con la inclusión de los derechos económicos, sociales y culturales.
Recordemos que la mayoría de los países del Tercer Mundo seguían aún colonizados, por lo que ni
formaban parte de las Naciones Unidas, ni participaron en los debates, con la salvedad de los
latinoamericanos, que además realizaron algunas aportaciones significativas.
En efecto, a pesar de las disputas y contra todo pronóstico, el contenido final de la Declaración
constituye un delicado y sano equilibrio entre las diferentes ideologías y concepciones de los
derechos humanos y de la sociedad que existían en la época de su redacción. De hecho, uno de los
aspectos más significativos del contenido de la Declaración es que, por primera vez en un texto
internacional, se daba entrada tanto a los derechos civiles y políticos como a los de carácter
económico, social y cultural.

Oposición y críticas.

Una de las principales críticas a La DUDH, es que los Derechos Humanos reconocidos en la misma,
han sido tachados de falsamente universales. Ya contamos que cuando se aprobó la Declaración
Universal de los Derechos Humanos en 1948 Arabia Saudita (entre otros) se abstuvo en la votación.
Durante el proceso de redacción, ya había manifestado sus discrepancias a causa de las dificultades
de armonizar el texto que se estaba gestando con los principios de la Ley Islámica. En 1981, dos años
después de la revolución iraní, el nuevo representante de Irán en las Naciones Unidas afirmó que la
Declaración Universal era fruto de la tradición occidental judeocristiana, y que en caso de
discrepancia y de tener que escoger entre la Declaración Universal y la Ley Islámica, Irán elegiría
siempre la segunda.

Obviamente la crítica se concentra en el carácter occidental de la Declaración Universal, ya que se


recalca que respecto de su realización y aprobación no participaron ni organizaciones no
gubernamentales, ni una gran cantidad de estados que existen en la actualidad (básicamente
africanos y asiáticos), los cuales en aquella época eran colonias y, por lo tanto, no tenían derecho
legal a decidir, ni a integrar o discutir sus propios puntos de vista. Así de África participaron sólo 4
países de los 54 miembros actuales (de ellos solo dos del África subsahariana); 13 de Asia de los 48
actuales (de los cuales 6 eran del Medio Oriente y 7 del Asia Central y el Lejano Oriente) y únicamente
2 de Oceanía (Australia y Nueva Zelanda) de los 14 actuales. En cuanto a la comisión encargada de
redactar tal documento, la misma creó un comité de 8 miembros de los cuales 3 eran europeos, un
latinoamericano, un oceánico, dos asiáticos y una estadounidense que la presidía: la ex primera dama
Eleanor Roosevelt. Es decir que ningún representante de África participó en la elaboración de la
declaración.

Obviamente el resto de los países se fueron incorporando con posterioridad, pero lo cierto es que lo
hicieron sobre la base de la aceptación de un documento ya elaborado, y ante el cual no podían emitir
opinión alguna, sólo admitirlo. De esta forma, valores relacionados con la comunidad provenientes
de estas sociedades no se tuvieron en cuenta en la Declaración Universal y tuvieron que
desarrollarse a través de otros instrumentos. Este es el caso de la Declaración Africana de los
Derechos Humanos y de los Pueblos, realizada en 1982.

No obstante los vacíos y lagunas que algunos adjudican a la DUDH, creemos que esta constituye un
decálogo de derechos indispensables para todos los habitantes de nuestro planeta, fuera cual fuere
su sexo, raza, religión, etc., que les garantiza que pueden oponer los mismos contra aquellos
gobiernos que amenazan estos derechos, o contra las costumbres opresivas de algunas
comunidades.

Relevancia e influencia de la Declaración Universal.


La Declaración Universal de Derechos Humanos es sumamente importante pues ha establecido los
principios básicos de derechos humanos, que desde ese momento se han venido reiterando en
numerosas convenciones, declaraciones y resoluciones internacionales de derechos humanos. Lo
cierto es que a pesar de que la DECLARACION UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS no es vinculante,
sirvió como referente ético internacional y como referente para posteriores documentos de derechos
humanos, ya fueran de carácter universal o regional. La DUDH fue entonces la piedra basal sobre la
que se apoyó el importante edificio jurídico que se ha construido durante la segunda mitad del siglo
XX. De ella se han derivado documentos jurídicos de cumplimiento obligatorio para los Estados de
aceptación voluntaria (Tratados). Los Estados Nacionales que los firman se auto obligan a
contemplarlos mediante su aceptación oficial (ratificación). Siendo como son instrumentos jurídicos,
los Pactos definen con mayor precisión los diversos derechos que deben respetar y promocionar, y
de ellos también se derivan obligaciones jurídicas para los Estados.

De esta manera, los Pactos Internacionales que surgieron luego de la DUDH, tanto el referente a
Derechos Civiles y Políticos como el referente a los Derechos Económicos, Culturales y Sociales, son
tratados en los cuales los Estados Parte se comprometen a respetar y asegurar el pleno desarrollo y
disfrute de una amplia gama de derechos, y a adoptar medidas activas en esa dirección. Estos Pactos
Internacionales surgieron entonces por la necesidad de establecer, más allá del texto programático
que supone la DUDH, unos acuerdos que obligaran jurídicamente al cumplimiento de determinadas
cláusulas de protección y salvaguarda de los derechos humanos. Pero, pese a la necesidad de contar
con estos acuerdos, la elaboración de estos también resultó problemática, siendo necesarios 18 años
(de 1948 a 1966) para elaborar su articulado, y otros diez años para que estos Pactos se consideraran
en vigor. Finalmente, y para hacer posible un acuerdo, se adoptaron dos textos que se convertirían
en: El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, adoptado y abierto a la firma, ratificación
y adhesión por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 2200 A (XXI), de 16 de
diciembre de 1966, con entrada en vigor el 23 de marzo de 1976; y el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Políticos, adoptado y abierto a la firma, ratificación y adhesión por
la Asamblea General en su resolución 2200 A (XXI), de 16 de diciembre de 1966, con entrada en vigor:
3 de enero de 1976.

La unión de La Declaración Universal de Derechos Humanos y los Pactos Internacionales de Derechos


Humanos y sus protocolos, comprende lo que se ha denominado la Carta Internacional de Derechos
Humanos. Mientras que la Declaración constituye, generalmente, un documento orientativo, los
Pactos son tratados internacionales que obligan a los Estados firmantes a cumplirlos.

En la actualidad, todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas han ratificado al menos uno de
los nueve tratados internacionales básicos de derechos humanos, y el 80% de ellos ha ratificado al
menos cuatro de ellos, lo que constituye una expresión concreta de la universalidad de la DUDH y del
conjunto de los derechos humanos internacionales.

Estructura y contenido de la Declaración Universal de Derechos Humanos.

La DUDH se compone de un preámbulo y de treinta artículos que recogen los derechos


fundamentales de las personas. Algunos la dividen en tres partes: el preámbulo, la Declaración misma
y los 30 artículos.
El preámbulo, también conocido como exposición de motivos o considerandos, no forma parte de la
normativa, ni resulta obligatorio. Sin embargo se utiliza para analizar e interpretar las intenciones
plasmadas en la normativa. Es sin lugar a dudas una importante fuente interpretativa y de síntesis de
la Declaración. En el caso de la DUDH, el Preámbulo y la Declaración fueron redactados al final de las
sesiones de trabajo del Comité de redacción, o sea que se discutieron e integraron al documento
cuando ya eran conocidos todos los derechos que constaban en su texto definitivo. El Preámbulo es
la clave para entender todo el documento, ya que nos da el panorama desde donde mirar para
comprender e interpretar el texto de la DUDH. El Preámbulo consta de siete Considerandos, en los
cuales encontramos elementos de gran importancia.

-En su primer considerando nos habla de la dignidad intrínseca de los seres humanos, dignidad que
está unida a la libertad, de palabra, de creencias, de actos, siendo desde la libertad desde donde se
puede construir de forma sana y sincera el resto de los valores. A través del análisis que realizamos
en este libro, vimos que la libertad es demasiado frágil y no sólo es coartada por los gobiernos, el
olvido del respeto y la dignidad del otro, es lo que hace que a veces tengamos demasiado cerca a
coartadores de nuestra propia libertad, tan cerca que en ocasiones puede ser uno mismo quien la
coarte.

-El segundo considerando refiere que el desconocimiento y desprecio de los derechos humanos
origino actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad, ello en clara alusión al
holocausto generado por el régimen nazi. Agregando que la aspiración de los seres humanos es la de
disfrutar de la libertad de palabra y de creencia.

-El tercer considerando destaca el régimen de Derecho como esencial para la protección de los
derechos humanos. Es tan importante la construcción de una sociedad donde los ciudadanos puedan
disfrutar sus derechos, que se puede recurrir al supremo recurso de la rebelión si hay una situación
extrema de tiranía u opresión;

-El cuarto considerando afirma la importancia de promover la amistad entre las naciones. Si bien
sorprende su brevedad y falta de concreción, recordemos que en el momento histórico de la
redacción de la Declaración ya había comenzado la guerra fría.

-El quinto considerando toma nota del compromiso que los pueblos asumieron al fundar las Naciones
Unidas en San Francisco (EE. UU.) de respetar los derechos y libertades fundamentales del hombre.

-El sexto considerando va dirigido a los Estados miembros de Naciones Unidas, a los gobiernos y su
decisión de trabajar para lograr el respeto universal y efectivo de los derechos humanos.

Clasificación de René Cassin.

Pero no obstante las clasificaciones referidas anteriormente, en cuanto a los 30 artículos que
contiene la DUDH, nos quedamos con la clasificación de uno de sus autores, el profesor René Cassin,
que analiza la DUDH conforme su contenido de acuerdo al siguiente detalle:

Artículos 1 y 2. Establecen principios generales. Toda persona tiene los derechos y libertades
proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión
política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o
cualquier otra condición. Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política,
jurídica o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se
trata de un país independiente, como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o
sometido a cualquier otra limitación de soberanía.

Artículos 3 al 27. Los derechos quedan enunciados en los artículos del 3 al 27, y pueden clasificarse,
según René Cassin, como sigue:

-Los artículos del 3 al 11 recogen derechos de carácter personal; Nadie estará sometido a esclavitud
ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas. Nadie será
sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Toda persona acusada de
delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad[...]

-Los artículos 12 a 17 recogen derechos del individuo en relación con la comunidad; Toda persona
tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país. Toda persona tiene
derecho a la propiedad, individual y colectivamente.

-Los artículos 18 a 21 recogen derechos de pensamiento, de conciencia, de religión y libertades


políticas. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este
derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de Creencia, así como la libertad de manifestar
su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la
enseñanza, la práctica, el culto y la observancia. Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión
y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar
y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier
medio de expresión.

-los artículos 22 a 27 derechos económicos, sociales y culturales. Toda persona tiene derecho a un
nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud, el bienestar, y en especial la
alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica [...] Toda persona tiene derecho a la
educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y
fundamental. La instrucción elemental será obligatoria [...]

- Los artículos del 28 al 30. Recogen las condiciones y límites con que estos derechos deben
ejercerse. Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que
los derechos y libertades proclamadas en esta Declaración se hagan plenamente efectivos.

Texto completo de la DUDH. A continuación transcribimos el texto completo de la DUDH:

La Declaración Universal. Naciones Unidas, 10 de diciembre de 1948.


“Preámbulo
Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca
y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana,
Considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie
ultrajantes para la conciencia de la humanidad; y que se ha proclamado, como la aspiración más elevada del hombre, el
advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de
palabra y de la libertad de creencias,
Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no
se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión,
Considerando también esencial promover el desarrollo de relaciones amistosas entre las naciones,
Considerando que los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado en la Carta su fe en los derechos fundamentales del
hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres; y se han
declarado resueltos a promover el progreso social ya elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la
libertad,
Considerando que los Estados Miembros se han comprometido a asegurar, en cooperación con la Organización de las
Naciones Unidas, el respeto universal y efectivo a los derechos y libertades fundamentales del hombre, y
Considerando que una concepción común de estos derechos y libertades es de la mayor importancia para el pleno
cumplimiento de dicho compromiso,
La Asamblea General
Proclama la presente Declaración Universal de Derechos Humanos como ideal común por el que todos los pueblos y
naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las instituciones, inspirándose constantemente en ella,
promuevan, mediante la enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y libertades, y aseguren, por medidas
progresivas de carácter nacional e internacional, su reconocimiento y aplicación universales y efectivos, tanto entre los
pueblos de los Estados Miembros como entre los de los territorios colocados bajo su jurisdicción.
Artículo 1. Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y
conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
Artículo 2. Toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza,
color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica,
nacimiento o cualquier otra condición. Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o
internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente,
como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía.
Artículo 3. Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.
Artículo 4. Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre; la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en
todas sus formas.
Artículo 5. Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.
Artículo 6. Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad jurídica.
Artículo 7. Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley. Todos tienen derecho
a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración y contra toda provocación a tal discriminación.
Artículo 8. Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo, ante los tribunales nacionales competentes, que la ampare
contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la constitución o por la ley.
Artículo 9. Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado.
Artículo 10. Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un
tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y obligaciones o para el examen de cualquier
acusación contra ella en materia penal.
Artículo 11. 1. Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su
culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para su
defensa. 2.Nadie será condenado por actos u omisiones que en el momento de cometerse no fueron delictivos según el
Derecho nacional o internacional. Tampoco se impondrá pena más grave que la aplicable en el momento de la comisión
del delito.
Artículo 12. Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia,
ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias
o ataques.
Artículo 13. 1.Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado. 2.Toda
persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso el propio, ya regresar a su país.
Artículo 14. 1.En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, ya disfrutar de él, en cualquier país.
2.Este derecho no podrá ser invocado contra una acción judicial realmente originada por delitos comunes o por actos
opuestos a los propósitos y principios de las Naciones Unidas.
Artículo 15. 1.Toda persona tiene derecho a una nacionalidad. 2.A nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad ni
del derecho a cambiar de nacionalidad.
Artículo 16. 1.Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de
raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia; y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio,
durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio. 2.Sólo mediante libre y pleno consentimiento de los futuros
esposos podrá contraerse el matrimonio. 3.La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho
a la protección de la sociedad y del Estado.
Artículo 17. 1.Toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente. 2.Nadie será privado
arbitrariamente de su propiedad.
Artículo 18. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la
libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y
colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.
Artículo 19. Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el no ser molestado
a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras,
por cualquier medio de expresión.
Artículo 20. 1.Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacíficas. 2.Nadie podrá ser obligado a
pertenecer a una asociación.
Artículo 21. 1.Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de
representantes libremente escogidos. 2.Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a las
funciones públicas de su país. 3.La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se
expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual y por
voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto.
Artículo 22. Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, ya obtener, mediante el
esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los recursos de cada Estado, la
satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su
personalidad.
Artículo 23. 1.Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y
satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo. 2.Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna,
a igual salario por trabajo igual. 3.Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria,
que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso
necesario, por cualesquiera otros medios de protección social. 4.Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a
sindicarse para la defensa de sus intereses.
Artículo 24. Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración
del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas.
Artículo 25. 1.Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el
bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios;
tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez y otros casos de pérdida
de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad. 2.La maternidad y la infancia tienen
derecho a cuidados y asistencia especiales. Todos los niños, nacidos de matrimonio o fuera de matrimonio, tienen derecho
a igual protección social.
Artículo 26. 1.Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a
la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional
habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos.
2.La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los
derechos humanos ya las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las
naciones y todos los grupos étnicos o religiosos; y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para
el mantenimiento de la paz. 3.Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse
a sus hijos.
Artículo 27. 1.Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las
artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten. 2.Toda persona tiene derecho a la
protección de los intereses morales y materiales que le correspondan por razón de las producciones científicas, literarias
o artísticas de que sea autora.
Artículo 28. Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y
libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos.
Artículo 29. 1.Toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que sólo en ella puede desarrollar libre y
plenamente su personalidad. 2.En el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda persona estará
solamente sujeta a las limitaciones establecidas por la ley con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de
los derechos y libertades de los demás, y de satisfacer las justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar
general en una sociedad democrática. 3.Estos derechos y libertades no podrán en ningún caso ser ejercidos en oposición
a los propósitos y principios de las Naciones Unidas.
Artículo 30. Nada en la presente Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho alguno al Estado,
a un grupo o a una persona, para emprender y desarrollar actividades o realizar actos tendientes a la supresión de
cualquiera de los derechos y libertades proclamados en esta Declaración.”
SISTEMA INTERAMERICANO DE DERECHOS HUMANOS
Dr. Domingo Rodríguez Basalo y Dra. Sabrina M. Palma

1) ANTECEDENTES HISTORICOS

El Proceso de regionalización de los Derechos Humanos: La Declaración Universal de Derechos


Humanos se fue difundiendo regionalmente, y así dio lugar a convenciones y tribunales regionales que la
amplían e interpretan. En el caso del Continente Americano, con la creación en 1948 de la Organización de
Estados Americanos (OEA), se suscribieron los tratados de derechos humanos que conforman lo que
llamamos “el Sistema Americano de Derechos Humanos”, que vamos a analizar en los puntos siguientes.
El primer antecedente tuvo lugar en 1826, en el Congreso de Panamá, nombrado a menudo como
Congreso Anfictiónico de Panamá, que fuera convocado por el libertador Simón Bolívar con el objetivo de
buscar la unión o confederación de los estados de América en un proyecto de unificación continental.
Posteriormente se creó la Unión Panamericana, predecesora de la OEA, que fue fundada el día 14 de abril de
1890 como órgano de la Unión de las Repúblicas Americanas, en virtud de una resolución aprobada por la
Primera Conferencia Internacional Americana (Washington, 1889-1890).
La OEA nace formalmente en Bogotá, Colombia, el 30 de Abril de 1948. Los 21 Estados participantes
en la IX Conferencia Internacional Americana firmaron la Carta de la Organización de los Estados
Americanos, con lo que la Unión Panamericana pasó a ser la Organización de Estados Americanos. Los Estados
participantes en esta Conferencia firmaron también la “Declaración Americana de los Derechos y Deberes
del Hombre DADDH”, el primer documento internacional que proclamaba los derechos humanos (incluso
anterior a la propia Declaración Universal de Derechos Humanos que fue aprobada 6 meses después en la
ONU). Podemos decir entonces, que el sistema Interamericano de Derechos Humanos comienza juntamente
con la creación de la OEA.
La Organización de los Estados Americanos actualmente reúne a los 351 países independientes de las
Américas, y tiene como propósitos:
-Afianzar la paz y la seguridad del continente
-Promover y consolidar la democracia representativa dentro del respeto al principio de no
intervención
-Prevenir las posibles causas de dificultades y asegurar la solución pacífica de controversias que surjan
entre los Estados miembros
-Organizar la acción solidaria de éstos en caso de agresión -Procurar la solución de los problemas
políticos, jurídicos y económicos que se susciten entre ellos
-Promover, por medio de la acción cooperativa, su desarrollo económico, social y cultural
-Erradicar la pobreza crítica, que constituye un obstáculo al pleno desarrollo democrático de los
pueblos del Hemisferio, y
-Alcanzar una efectiva limitación de armamentos convencionales que permita dedicar el mayor
número de recursos al desarrollo económico y social de los Estados miembros.
La OEA tiene cuatro pilares fundamentales para llevar a cabo sus objetivos, estos son: la democracia,
los derechos humanos, la seguridad y el desarrollo. Es por lo que desde su constitución desarrolló un Sistema
Interamericano de Derechos Humanos para la protección de estos derechos en la región.
Dijimos entonces que en el mismo momento constitutivo de la ONU se aprobó la DADDH, cuyo valor
jurídico ha sido muy discutido, debido a que no forma parte de la Carta de la OEA, y tampoco es un “tratado”,
sino una mera declaración no vinculante para los Estados. Sin embargo, varios Estados le han otorgado un
valor jurídico vinculante como norma consuetudinaria, pues de hecho, los Estados la han aplicado como norma

1
Los 35 Estados miembros de la OEA son los siguientes: Antigua y Barbuda, Argentina, Bahamas, Barbados, Belice, Bolivia,
Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Dominica, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Grenada, Guatemala, Guyana, Haití,
Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, San Kitts y Nevis, Santa Lucía, San Vicente y
las Granadinas, Surinam, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela.

1
vinculante, como es el caso de la Argentina que la ha incluido en su Constitución Nacional, otorgándole
jerarquía constitucional.

Finalmente, la redacción de la “Convención Americana de Derechos Humanos CADH, también


conocida como Pacto de San José de Costa Rica”, tuvo lugar en 1969, y entró en vigor en 1978. Esta
Convención estableció como órganos competentes para conocer los asuntos relacionados con el cumplimiento
de los compromisos contraídos por los Estados-parte a la “Comisión Interamericana de Derechos Humanos”
y a la “Corte Interamericana de Derechos Humanos”, como organismo destinado a vigilar el efectivo
cumplimiento de los derechos humanos. A continuación analizaremos por separado los instrumentos y
organismos mencionados, recordando primero que la CADH también posee jerarquía constitucional en
Argentina.

2) CONVENCION AMERICANA DE DERECHOS HUMANOS O PACTO DE SAN JOSE DE COSTA

Resumiendo: En 1969 se suscribe la Convención Americana de Derechos Humanos CADH o Pacto de


San José de Costa Rica, que entró en vigencia en 1978, Argentina ratifica en 1984, y adquiere jerarquía
constitucional en 19942. Por su condición de “tratado”, sólo es de obligatorio cumplimiento para las naciones
que lo han ratificado.
En esta Convención se crean dos órganos de control efectivo que son la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos. La Corte Interamericana puede evacuar
consultas que se le formulen, y también dirimir los pleitos que se le planteen. La CADH es una clara muestra
del compromiso de la región de hacer valer los derechos humanos en los países que la integran,
independientemente del gobierno que tengan. Junto con la Comisión y la Corte, constituyen las piedras
angulares del sistema interamericano de derechos humanos.
Se concentra principalmente en los derechos humanos civiles y políticos. Los derechos contenidos en
la Convención deben tener un resguardo efectivo en el derecho interno de cada uno de los Estados parte, es
decir, si el derecho no está contemplado en una norma interna, el Estado está obligado a adoptar medidas
legislativas, o de otro carácter si fuera necesario, para hacerlo efectivo. Los Estados parte se comprometen a
respetar los derechos y libertados recocidos en ella, y garantizar su libre y pleno ejercicio por toda persona
que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna (art. 1.1).

Ratificación Argentina:
En el instrumento de ratificación de fecha 14 de agosto de 1984, depositado el 5 de septiembre de
1984 en la Secretaría General de la OEA, el Gobierno de la República Argentina reconoce la competencia de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos por
tiempo indefinido y bajo condición de estricta reciprocidad, sobre los casos relativos a la interpretación o
aplicación de la citada Convención, con la reserva parcial y teniendo en cuenta las declaraciones
interpretativas que se consignan en el instrumento de ratificación.
Las obligaciones contraídas en virtud de la Convención sólo tendrán efectos con relación a hechos
acaecidos con posterioridad a la ratificación del mencionado instrumento.
Asimismo, al momento de la ratificación, el Gobierno argentino realizó una “Reserva” sobre el artículo
21 estableciendo que “El Gobierno argentino establece que no quedarán sujetas a revisión de un Tribunal
Internacional cuestiones inherentes a la política económica del Gobierno. Tampoco considerará revisable lo
que los Tribunales nacionales determinen como causas de utilidad pública e interés social, ni lo que éstos
entiendan por indemnización justa”.

2A la fecha, veinticinco naciones Americanas han ratificado o se han adherido a la Convención: Argentina, Barbados, Bolivia, Brasil,
Colombia, Costa Rica, Chile, Dominica, Ecuador, El Salvador, Grenada, Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua,
Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Surinam, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela. Trinidad y Tobago denunció la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, por comunicación dirigida al Secretario General de la OEA, el 26 de mayo de 1998.

2
Del mismo modo se fijó unas “Declaraciones Interpretativas” del artículo 5, inciso 3, el cual debe
interpretarse en el sentido que la pena no puede trascender directamente de la persona del delincuente, esto
es, no cabrán sanciones penales vicariantes; el artículo 7, inciso 7, que debe interpretarse en el sentido que la
prohibición de la “detención por deudas" no comporta vedar al Estado la posibilidad de supeditar la imposición
de penas a la condición de que ciertas deudas no sean satisfechas, cuando la pena no se imponga por el
incumplimiento mismo de la deuda sino por un hecho penalmente ilícito anterior independiente; y el artículo
10 que debe interpretarse en el sentido de que el “error judicial" sea establecido por un Tribunal Nacional.

3) COMISION INTERAMERICANA DE DECRECHOS HUMANOS (CIDH)

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos CIDH, fue creada por una resolución de la Quinta
Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores en Santiago de Chile en 1959, y formalmente
establecida en 1960.
La principal función de la Comisión es promover la observancia y defensa de los derechos humanos en
las Américas. La CIDH ejerce esta función a través de la realización de visitas a los países, actividades o
iniciativas temáticas, la preparación de informes sobre la situación de derechos humanos en un país o sobre
una temática particular, la adopción de medidas cautelares o solicitud de medidas provisionales a la Corte IDH,
y el procesamiento y análisis de peticiones individuales con el objetivo de determinar la responsabilidad
internacional de los Estados por violaciones a los derechos humanos, y emitir las recomendaciones que
considere necesarias.
La CIDH tiene su sede en Washington DC y está integrada por siete miembros, los que son elegidos
por la Asamblea General a título personal, es decir que no representan al Estado de su Nacionalidad, sino que
son expertos independientes, y deben ser personas de reconocida trayectoria en materia de Derechos
Humanos. Ejercen sus funciones por un período de cuatro años y solamente son reelegibles por una sola vez.
Respecto a su elección, cada gobierno puede proponer hasta tres candidatos, nacionales del Estado que los
proponga, o de cualquier otro Estado miembro de la OEA.

a) Atribuciones: Tiene competencia de actuar con relación a cualquiera de los Estados que sean
miembros de la OEA, sin que interese que estos hubieren ratificado la Convención Americana. Si algún Estado
no hubiera ratificado ningún instrumento de derechos humanos del Sistema Interamericano, todavía la CIDH
podrá velar por los derechos recocidos en la Declaración de Derechos y Deberes del Hombre.

b) Funciones:
- Promover la observancia de derechos humanos.
- Formular recomendaciones a los Estados con el fin de que adopten medidas.
- Recibir denuncias de particulares ante violación de derechos por un Estado miembro, y en su caso,
presentarlas ante la Corte IDH.
- Recibir, analizar e investigar peticiones individuales en que se alega que Estados Miembros de la OEA
que han ratificado la Convención Americana, o aquellos Estados que aún no la han ratificado, han
violado derechos humanos.
- Preparar informes anuales y rendirlos a la Asamblea General.
- Atender consultas y proporcionar asesoramiento.
- Solicitar opiniones consultivas a la Corte Interamericana.
- Pedir informes a los Estados. La Comisión ejerce esta función a través de la realización de visitas a los
países, actividades o iniciativas temáticas, la preparación de informes sobre la situación de derechos
humanos en un país o sobre una temática particular, la adopción de medidas cautelares o solicitud de
medidas provisionales a la Corte IDH, y el procesamiento y análisis de peticiones individuales con el
objetivo de determinar la responsabilidad internacional de los Estados por violaciones a los derechos
humanos y emitir las recomendaciones que considere necesarias.

c) Peticiones individuales:

3
Esta es la función de mayor relevancia, se trata de la facultad de analizar en un caso concreto, con
victimas individualizadas, si un Estado ha violado una norma protegida en algunos de los instrumentos
jurídicos del Sistema Americano. La competencia de los organismos internacionales es complementaria y
subsidiaria a la ejercida por los propios Estados. Cuando un Estado no soluciona o repara la violación de un
derecho humano, los ciudadanos tienen la posibilidad de recurrir a instancias internacionales.
En realidad son dos los tipos de peticiones las que pueden ser presentadas: generales o colectivas.
Una petición general es elevada cuando ha ocurrido una forma generalizada de violaciones a los derechos
humanos. Una petición colectiva es elevada cuando hay víctimas numerosas de un incidente específico o de
una práctica violatoria de los derechos humanos. En ambos tipos de petición es primordial reconocer a las
víctimas específicas.

1. Competencia: Como primera medida debemos tener en cuenta que los tribunales y organismos
internacionales poseen una competencia complementaria y subsidiaria a la ejercida por los propios Estados. A
su vez, esos mismos Estados son los que asumen compromisos frente a la comunidad internacional a través
de la ratificación de diversos tratados, por ello, la primera oportunidad para solucionar el conflicto debe
concentrarse en el marco de su jurisdicción. Ahora bien, si el Estado no soluciona y repara la violación que
pueda haberse cometido, el ciudadano tendrá la posibilidad de recurrir a instancias internacionales en procura
de justicia.

a) Competencia del órgano:


En razón de la persona: Legitimación activa. El art. 44 de CADH y art. 23 y 24 del reglamento de la
CIDH, indican que cualquier persona o grupo de persona, o entidad no gubernamental, legalmente reconocida,
por “motus propio”, tienen potestad de presentar una petición ante la CIDH.
En cuanto a la legitimación pasiva, solo los Estados resultan pasibles de ser responsabilizados por
violaciones de derechos humanos.
En razón de la materia: La CIDH deberá evaluar si el derecho que se alega como violado, se encuentra
en un tratado o en los derechos enunciados en la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre,
cuyo valor jurídico hemos referido.
En razón del territorio: Se refiere a la jurisdicción de la OEA ya sea terrestre, marítima o aérea.
En razón del tiempo: Se refiere a que la norma tiene que estar en vigor al momento de la presunta
violación. Con excepción de las que constituyen violaciones continuadas, las cuales no tienen un momento
preciso de finalización, y en algunas ocasiones tampoco puede identificarse una fecha de ocurrencia; por
ejemplo la desaparición forzada de personas.

b) En cuanto los requisitos de admisibilidad:


Para que una petición sea admitida se requiere el cumplimiento de los requisitos formales establecidos
por el art. 46, que dice:
“1. Para que una petición o comunicación presentada conforme a los artículos 44 o 45 sea admitida por la
Comisión, se requerirá:
a) que se hayan interpuesto y agotado los recursos de jurisdicción interna, conforme a los principios del
Derecho Internacional generalmente reconocidos;
b) que sea presentada dentro del plazo de seis meses, a partir de la fecha en que el presunto lesionado en sus
derechos haya sido notificado de la decisión definitiva;
c) que la materia de la petición o comunicación no esté pendiente de otro procedimiento de arreglo
internacional, y
d) que en el caso del artículo 44 la petición contenga el nombre, la nacionalidad, la profesión, el domicilio y la
firma de la persona o personas o del representante legal de la entidad que somete la petición.
2. Las disposiciones de los incisos 1.a. y 1.b. del presente artículo no se aplicarán cuando:
a) no exista en la legislación interna del Estado de que se trata el debido proceso legal para la protección del
derecho o derechos que se alega han sido violados;

4
b) no se haya permitido al presunto lesionado en sus derechos el acceso a los recursos de la jurisdicción interna,
o haya sido impedido de agotarlos, y;
c) haya retardo injustificado en la decisión sobre los mencionados recursos”.

Cabe resaltar que resulta esencial para que una denuncia sea exitosa la inclusión en la misma de la
información de forma más detallada y rigurosa que sea posible, en relación con la participación del gobierno
en las violaciones a los derechos humanos, puesto que la Comisión sólo está autorizada para investigar
reclamos hechos en contra del gobierno de un Estado miembro de la OEA. Otra información útil para incluir
en una petición es la lista de los derechos violados. Estas denuncias, que pueden estar basadas tanto en los
derechos civiles o políticos como en los sociales, económicos y culturales, pueden referirse a documentos
sobre derechos humanos de la OEA, así como a documentos sobre derechos humanos de las Naciones Unidas
o de otros organismos regionales. También la denuncia puede hacer referencia a precedentes establecidos
por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos o la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

2. Etapa de investigación: Luego de que la CIDH admita la petición, deberá comenzar la investigación
en relación a los hechos que hacen al fondo de la controversia.
En este marco, la Comisión tiene la facultad de realizar lo que se llama “visitas in loco”3 con la finalidad
de dirigirse al lugar de los hechos en los casos que resulte útil, o en los casos de gravedad y urgencia. Este
mecanismo de visitas no sólo se pone a marcha a raíz de una denuncia, sino también en el marco de los
diferentes informes generales que elabora la CIDH.

3. Solución de conflictos:
Solución amistosa: Luego de que la petición sea admitida, y antes de la CIDH se expida, la Comisión
puede poner a disposición de las partes la posibilidad de alcanzar un acuerdo (negociación) en cuanto a la
solución de la controversia e indemnización. Puede ser solicitada a pedido de una de las partes o por decisión
de la CIDH. En este marco, la CIDH tiene la facultad de designar delegados para la supervisión del
procedimiento, la realización de “visitas in loco”, y toda otra medida que sea procedente para el acercamiento
de las partes. Asimismo fijará una fecha límite para la finalización del procedimiento. Si las partes llegan a un
acuerdo, este se redacta en un convenio y se envía a la CIDH para su aprobación. Si este organismo entiende
que las consideraciones a las que han arribado las partes se ajustan al ordenamiento jurídico internacional,
procederá a la redacción de un informe, en él se transcribe los hechos, las peticiones, los derechos violados y
la reparación integral a los peticionarios. Este informe de “solución amistosa” se transcribe a las partes y la
Secretaria de la OEA para su publicación.

3
Visitas in loco. Las visitas in loco constituyen el método más utilizado por organismos internacionales como la OEA, la ONU, la OIT,
entre otros, para observar los estándares nacionales de protección de los derechos humanos. El objetivo principal de una observación
in situ es evaluar los hechos denunciados, investigar las circunstancias que los rodean, y consignar estos en un informe objetivo, el que
posteriormente se presenta ante los órganos políticos de la organización y se hacen públicos. De esta manera, la observación in loco
cumple su cometido principal de observar e informar a la comunidad internacional sobre la situación de los derechos humanos que
afecta a un determinado país. Las visitas de investigación in loco de la CIDH constituyen la vía más apropiada para obtener el material
substantivo en la elaboración de los informes especiales sobre la situación general de los derechos humanos en los países miembros
de la OEA. Igualmente, las visitas permiten obtener elementos de prueba y corroborar los hechos alegados en los casos de denuncias
individuales. El criterio más utilizado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para realizar una investigación in loco es
la gravedad y el elevado número de denuncias sobre violaciones sistemáticas de derechos humanos que se detectan en un
determinado país. Una vez que la Comisión ha recibido la anuencia del Gobierno para realizar una visita de observación in loco, solicita
al Estado interesado todas las facilidades necesarias para el cumplimiento de su misión, tales como documentos, registros públicos,
expedientes jurídicos, leyes, decretos, etc., en virtud de los artículos 58 y 59 del Reglamento de la CIDH.
Entre las principales actividades de la comisión durante una misión In loco están las visitas a las cárceles, recepción de entrevistas
individuales, se reúne y dialoga con todos los sectores de la sociedad del país: con los dirigentes de los partidos políticos, organizaciones
no gubernamentales de derechos humanos, representantes de la Iglesia, colegios de abogados, grupos de base, asociaciones de
mujeres, representantes de comunidades indígenas, gremios sindicales y medios de comunicación, en fin con todos aquellos que
permitan a la Comisión obtener un panorama claro y objetivo sobre la situación de los derechos humanos en el país. En Argentina la
CIDH realizó una visita in loco en el año 1979 durante la última dictadura militar la que resultó clave para dar a conocer al mundo las
violaciones de los derechos humanos atroces que incluyeron la desaparición forzada de persona, vejámenes de todo tipo, existencia
de campos clandestinos de detención, robo y sustitución de identidad de niños y niñas nacidas en cautiverio, etc.

5
Solución No amistosa: en el supuesto que no pueda arribarse a una solución amistosa, la CIDH elabora
un informe con los hechos del caso, análisis de la situación, derechos violados, conclusiones y
recomendaciones propuestas para reparar los daños por acción u omisión. Este es lo que llama “informe del
art. 50” el cual es de carácter preliminar y secreto, lo que significa que sólo será publicado a las partes
involucradas, y no a todos los Estados miembros. El Estado tiene tres meses para adoptar medidas para
cumplir con las recomendaciones y reparaciones.
Este informe tiene como función primordial brindarle al Estado la posibilidad de solucionar el caso
siguiendo las recomendaciones fijadas por la CIDH. En caso de que el Estado no cumpliere con la solución
planteada en dicho informe, tenemos dos supuestos posibles: a) Que el Estado haya ratificado el Pacto de San
José de Costa Rica y aceptare la competencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, entonces el
caso pasa a dirimirse en dicha instancia. b) Si el Estado no aceptare la competencia de la Corte, se elabora un
segundo “informe del art. 51” y allí se expondrá el comportamiento del Estado y recomendaciones definitivas.
La CIDH otorgará un plazo para la adopción de medidas y en caso de que no cumpliere se publicará a
todos los Estados miembros de la OEA. La publicación del “informe del art. 51” es una suerte de condena
política frente a la comunidad internacional como un “Estado violador de derechos humanos”. Esta
publicidad negativa además de ser perjudicial en sí misma, puede acarrear que otros Estados adopten
conductas o medidas de otra índole, como por ejemplo, restricción en operaciones comerciales, suspensión
de ayuda humanitaria y hasta ruptura de ayuda diplomática.

4) CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS (CORTE IDH)

La Corte Interamericana de Derechos Humanos se establece en 1979 como una institución judicial
autónoma de la Organización de los Estados Americanos, con el objetivo de aplicar e interpretar la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, y otros tratados del sistema regional de derechos humanos. La Corte
surge a partir de la Convención en 1969, y comenzó a desarrollar sus tareas en Septiembre de 1979, es decir,
diez años después, estableciendo su sede en San José de Costa Rica.
a) Composición y organización: Con respecto a su organización, la Corte se compone de 7 jueces,
nacionales de los Estados miembros de la OEA, elegidos a título personal entre juristas de la más alta autoridad
moral, de reconocida competencia en materia de derechos humanos, y que reúnan los requisitos para ser juez
de acuerdo a los ordenamientos jurídicos internos del país que los proponga para desempeñar las funciones,
o del cual sean nacionales.
La elección de los jueces de la Corte la realiza la Asamblea General de la OEA a propuesta de los Estados
Parte en la Convención mediante una votación secreta y por mayoría absoluta de votos. Cada uno de los
Estados Parte puede proponer hasta tres candidatos, nacionales de su país, o de cualquier otro Estado
miembro de la OEA. Los jueces durarán seis años en sus funciones, y podrán ser reelegidos solo por una vez.
A diferencia de la Corte Europea de Derechos Humanos, o de la Corte de Justicia de las Comunidades
Europeas, que no requieren que sus magistrados sean nacionales de alguno de los Estados Parte, para ser juez
de la Corte IDH se requiere ser nacional de alguno de los Estados miembros de la OEA.
El art. 55 N° 2 de la Convención dice que, si uno de los jueces llamados a conocer del caso fuere de la
nacionalidad de uno de los Estados parte, otro Estado parte pueda designar a una persona de su elección para
que integre la Corte en calidad de juez ad hoc. Asimismo, según el párrafo 3 del mismo artículo, en caso de
que ninguno de los jueces fuere de la nacionalidad de los Estados parte, cada uno de ellos podrá designar un
juez ad hoc. En el supuesto que dos o más Estados tuviesen un interés común, el Presidente les propondrá la
posibilidad de nombrar en conjunto un juez ad hoc.
El quórum para las deliberaciones de la Corte es de cinco jueces (art 56). Los jueces de la Corte gozan
desde el momento de su elección y mientras dure su mandato, de las inmunidades reconocidas a los agentes
diplomáticos por el derecho internacional. Durante el ejercicio de sus cargos gozan, además, de los privilegios
diplomáticos necesarios para el desempeño de sus funciones (art 70.1).
b) Funciones La actividad de la Corte se visualiza mediante el ejercicio, de sus funciones: a) la
función contenciosa; y b) la función consultiva.

6
1) Función Contenciosa: Dirime controversias en aquellos casos en los cuales se presume que un
Estado parte de la Convención Americana ha violado algún derecho humano. En este caso la actividad de la
Corte estará dirigida a que se “garantice al lesionado en el goce de su derecho o libertad conculcados"(art.
63.1). Asimismo, la Corte podrá disponer que se “reparen las consecuencias de la medida o situación que ha
configurado la vulneración de esos derechos y el pago de una justa indemnización a la parte lesionada"
mediante un fallo vinculante.
La Corte podrá intervenir en hechos ocurridos a posteriori de la entrada en vigor de la Convención
Americana. La jurisdicción de la Corte es voluntaria, es decir que los Estados deben prestar consentimiento
para que la Corte tenga competencia y no alcanza con que el Estado haya ratificado la Convención. Dicha
aceptación es una declaración unilateral, debe ser expresa y no se presume. Existen 3 modalidades de
aceptación: 1) Bajo condición de reciprocidad: implica la aceptación del otro Estado, para controversias
interestatales cuando un Estado demanda a otro; 2) Por plazo determinado; 3) Plazo indefinido. La República
Argentina reconoce jurisdicción de la Corte por tiempo indefinido y bajo condición de reciprocidad.
Legitimación activa: Los Estados parte de la Convención Interamericana de Derechos Humanos, tienen
derecho a someter un caso ante la Corte, ni los individuos, ni los órganos de la OEA, ni ONGs internacionales,
ni otras organizaciones gozan de este derecho. Es preciso haber agotado el procedimiento previsto por la
Convención Americana, a través de las acciones que desarrolla la CIDH, a las cuales la Corte llama
“presupuestos procesales”.
La Comisión actúa como demandante, de una forma similar al instituto del “Ministerio Público” porque
acusa al Estado que considera autor de violaciones de derechos humanos. El proceso contencioso tiene la
facultad de responsabilizar internacionalmente al Estado por las violaciones de derechos humanos, con las
consecuencias jurídicas que ello conlleva: el deber de reparar.

El procedimiento: Las normas internacionales se inspiran tanto en el procedimiento de la Corte


Internacional de Justicia como en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. La etapa procesal consta de dos
fases -una escrita y otra oral- en la escrita se compone de una memoria y contramemoria; y en la etapa oral,
se lleva a cabo la etapa probatoria, y las audiencias públicas que la Corte considere necesarias.
En cuanto a las sentencias, culminada la etapa oral, la Corte dicta sentencia, la cual se adopta con un quórum
de cinco jueces. El fallo es definitivo, inapelable y obligatorio. No procede ningún medio de impugnación
contra las sentencias que dicte la Corte, solamente resulta procedente el recurso de interpretación y,
excepcionalmente, el recurso de revisión.

2) Función Consultiva: La función consultiva de la Corte se desprende del art. 64 de la Convención y


puede dirigirse a la consulta que los Estados miembros de la OEA requieran de ésta en relación con "la
interpretación de esta Convención o de otros Tratados concernientes a la protección de los derechos humanos"
(art. 64.1); o a la "compatibilidad entre cualquiera de sus leyes internas (la de los Estados miembros de la OEA)
y los mencionados instrumentos internacionales" (art. 64.2).
Podemos decir que es de carácter facultativo pues, ningún sujeto está obligado a requerirla, además
la Corte puede abstenerse de emitir una OC ya que se trata de una “facultad” y no de un “deber”. Puede
ejercerse sobre toda disposición, concerniente a la protección de los derechos humanos, de cualquier tratado
internacional aplicable en los Estados americanos, con independencia de que sea bilateral o multilateral, de
cuál sea su objeto principal, o de que sean o puedan ser partes del mismo Estados ajenos al Sistema
Interamericano.
La Corte ha tenido oportunidad de referirse a varias de estas cuestiones en diversas oportunidades a
través de opiniones consultivas, interpretando el alcance y verdadero sentido de algunas de las normas
previstas en la Convención. Se trata de un servicio que la Corte está en capacidad de prestar a todos los
integrantes del Sistema Interamericano, con el propósito de coadyuvar al cumplimiento de sus compromisos
internacionales referentes a los derechos humanos.

7
Legitimación: Se dice que tiene una legitimación amplia porque pueden solicitarla cualquier Estado
miembro de la OEA, sin considerar si son o no parte de la Convención, la CIDH y órganos de la OEA en la áreas
de su competencia. No pueden ser los individuos, ni las organizaciones no gubernamentales.
Finalidad: Interpretar los tratados en los cuales se haya involucrada la protección de los DDHH en un
Estado miembro del Sistema Americano.
Efecto jurídico: Carecen de efecto vinculante, habida cuenta de que se trata de una interpretación,
cuyo objeto es ayudar a los integrantes del Sistema Interamericano. Las OC son un referente obligatorio para
el control de convencionalidad, entendido como un análisis de compatibilidad entre el derecho interno y las
disposiciones de la CADH y otros tratados del sistema americano, además cumplen una importante función
preventiva para el respeto y garantía de los DDHH.

8
Documento para la asignatura:
Principios de Derechos Humanos y Derecho Constitucional
(Profesores Domingo Rodriguez Basalo y Sabrina Mariel Palma)

CASO BULACIO.

El caso se refiere a la responsabilidad internacional del Estado por la detención


arbitraria y posterior muerte del joven Walter David Bulacio. Asimismo, la falta de
investigación, dilación indebida y sanción de los responsables de los hechos.
Los derechos afectados fueron los siguientes: Derecho a la integridad personal,
Derecho a la vida, Derechos de los niños y las niñas, Garantías judiciales, Libertad
personal, Protección judicial, Responsabilidad internacional del Estado
Como vamos a ver, este caso fue resuelto el 18 de Septiembre de 2003, por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, con sede en San José, Costa Rica, es un caso
tan conmovedor, “emblemático y paradigmático” como tantos otros que llegan a
conocimiento de los órganos jurisdiccionales nacionales o internaciones, y en los que
se analiza y juzga – aunque no siempre se condena, oportuna y apropiadamente –
actuaciones abiertamente delictivas de miembros de los órganos policiales o de la
fuerza pública de los países americanos.
Hay, de una parte, un elevado número de miembros de la sociedad, que entusiasta e
irracionalmente aplaude los excesos policiales, porque tienen la idea de que la justicia
es lenta, ineficaz, politizada y corrupta; y que, por esa razón aumenta el índice de
criminalidad. Otros, creen que los mecanismos legales e institucionales traban o
cuando menos dificultan la administración de justicia, hasta el punto de detener el
avance de los procesos, con recursos, impugnaciones e incidentes, fundados o no,
generando una creciente desconfianza en la justicia formal que se sustituye por una
alarmante justicia por mano propia. En lo que no reparan quienes toleran e incitan,
abierta o solapadamente, los excesos policiales y luego buscan la impunidad de
torturadores u homicidas, es que tarde o temprano ellos mismos o sus parientes
pueden ser víctimas de la violencia y de la criminalidad que se genera como terrorismo
de Estado, que en su momento aplaudieron.
Este fallo sirve principalmente para crear una real y profunda conciencia en estudiantes
de derecho; abogados, legisladores, jueces, fiscales y más personas que debemos
preocuparnos más por la defensa efectiva de los derechos humanos.

HECHOS:

WALTER BULACIO tenía 17 años y estaba terminando el secundario. Su deseo era ser
abogado y formar parte del cuerpo diplomático argentino. Trabajaba como Caddie en
un club de golf y ganaba aproximadamente $400 (en ese momento $1=U$S1) que
ahorraba para si y colaboraba con su familia.
El 19 de abril e 1991 fue a ver su conjunto preferido: “Patricio Rey y sus Redonditos de
Ricota” que tocaban en el estadio de Obras sanitarias de la Nación (Jurisdicción de la
comisaría 35 de Capital Federal). La Policía Federal Argentina realizó una razzia o
detención masiva y aprehendió a 80 personas –aproximadamente-. Entre los detenidos
estaba W. Bulacio.
La razzia era un operativo policial sorpresivo, en donde se rodea un predio, población,
calle, recital de rock, barrio para impedir movimientos de personas para atraparlas en
el rodeo para obligarlas a subir a móviles policiales y conducirlas a las
correspondientes dependencias policiales. Eran procedimientos feroces sin sentido a los
que estaba acostumbrada a realizar la policía. Estos procedimientos que venían de la
época de la dictadura, tenían por objeto reprimir a esos jóvenes que encontraban en la
cultura del rock, una forma de expresión, de libertad, de reclamo, en el marco de un
estado neoliberal que se lo devoraba todo en beneficio de unos pocos y en el que las
fuerzas de seguridad ocupaban un rol clave para el disciplinamiento y el control social.
La comisaria 35 estaba a cargo del comisario Miguel Angel Esposito. En la sala de
Menores de dicha dependencia policial Walter Bulacio fue golpeado salvajemente en
numerosas ocasiones, es decir que el menor fue golpeado por personal policial
mientras estaba detenido.
Los detenidos ilegalmente, al no haber cometido infracción alguna, fueron liberados sin
que se abriera cusa penal en su contra. No se les hizo conocer el motivo de su
detención. Los menores estuvieron en condiciones inadecuadas de detención; no se
notificó al Juez Correccional de Menores de turno, como ordenaba la ley, ni tampoco se
dio noticia a los familiares.
Pero W. Bulacio permaneció detenido. Posteriormente, luego de haber vomitado y con
motivo de las lesiones sufridas por los golpes recibidos, Bulacio fue trasladado el día 20
de abril al hospital Pirovano sin que sus padres o el juez de menores fueran
notificados. Es decir que el menor nunca fue puesto a disposición del Juez de menores
pertinente (ningún Juez se enteró que estaba detenido).
El médico que lo atendió en el hospital determinó que el menor presentaba lesiones y
diagnostico “traumatismo craneano”. Antes de caer inconsciente, Bulacio le relató al
médico que fue golpeado salvajemente por la Policía.
Los padres, Graciela y Víctor Bulacio, estaban tranquilos porque Walter les había dicho
que el recital terminaba tarde y no regresaría a la casa ya que iría directamente a
trabajar al club de golf (donde era caddie). Recién esa tarde los progenitores se
enteraron, por un vecino, que Walter fue detenido en la Seccional 35°. En esa Unidad
les informaron que había sido internado en el Hospital Pirovano. Recién cerca de la
medianoche, más de veinticuatro horas después de la detención, vieron a su hijo y se
enteraron por él y del Dr. Fabián Vítolo, médico de guardia, que los policías le habían
pegado salvajemente.
El domingo 21 de abril, Walter Bulacio fue internado en el Sanatorio Mitre y el
certificado médico que le extendieron en el Pirovano refería “golpes faciales varios de
36 horas de evolución”, desde donde se hizo la denuncia por las lesiones que padecía
el menor,
Los días siguientes, el sanatorio se pobló con los familiares, amigos y compañeros de
colegio de Walter. También llegaron los periodistas para cubrir la agonía del menor que
insólitamente había sido detenido en un recital de rock. Pero lamentablemente el 26
de abril de 1991, una semana después de su detención, Walter Bulacio falleció.
La causa judicial seguida por las lesiones y muerte de Walter David Bulacio, así como
la referida a su detención y la de las otras personas, fueron objeto de diversas
actuaciones judiciales, tales como inhibiciones, impugnaciones y recusaciones que han
originado una dilación en el proceso.
CONSECUENCIAS EN LA FAMILIA BULACIO

Fueron terribles, siendo los más afectados: la hermana Lorena Beatriz, quien tenía 14
años, cuando se produjeron los hechos y tenía a su hermano por modelo, presentó un
cuadro grave de bulimia; intentó suicidarse 2 veces, ha estado internada en centros
neuropsiquiátricos. El padre, Víctor David, falleció 9 años después de los
acontecimientos por problemas cardíacos, luego de que presentó varios cuadros
depresivos, dejó de trabajar, descuidó su aseo personal y perdió interés por la vida,
tuvo tres intentos de suicidio “uno de ellos ingiriendo vidrio molido”. La abuela María
Ramona Armas Bulacio fue participante activa en manifestaciones en demanda de
justicia y verdad por la muerte de su nieto, que afectó gravemente su salud: padeció
de siete operaciones, sufrió de hernia, cáncer al duodeno y metástasis en el estómago.

INVESTIGACION JUDICIAL INTERMINABLE

Después de la internación de Walter Bulacio se inició una investigación judicial por


privación ilegal de la libertad y lesiones por denuncia de los médicos del Sanatorio
Mitre. El Dr. Víctor Pettigiani, titular del Juzgado de Menores Nº 9, inicialmente
investigó el hecho pero al morir el joven se declaró incompetente y remitió el
expediente al Juzgado de Instrucción de Mayores Nº 5. El magistrado decidió separar
la causa de la investigación de la muerte de Walter y la investigación de la detención
ilegal de menores que remitió a un juzgado de menores. Por un planteo de la defensa
intervino la Cámara Nacional de Apelaciones que decidió reunificar la causa y ordenó la
intervención del Juzgado de Instrucción de Menores Nº 9.
En el expediente se agregó un informe del comisario Miguel Ángel Espósito, titular de
la Seccional 35ª, informando la detención de mayores y menores en ocasión del recital
de Patricio Rey y los Redonditos de Ricota y que “por aplicación del Memorando N°
40”, comunicación interna policial que establecía el instructor tenía facultades para
informar o nó las detenciones de menores, no comunicó tal situación al juez para que
determine la conducta a seguir pese a la obligatoriedad fijada por la ley.
El 28 de mayo, el juez Pettigiani ordenó detener y procesar al comisario Espósito por
los delitos de “Privación ilegal de la libertad, abuso de autoridad e incumplimiento de
los deberes de funcionario público” y después de la indagatoria fue beneficiado con la
excarcelación.
Paralelamente, el 29 de mayo de 1991, la Policía Federal resolvió el sumario interno
iniciado contra el comisario Espósito concluyendo que “No surge extralimitación en el
accionar del susodicho y corresponde suspender toda actividad disciplinaria relacionada
al hecho”.
En febrero de 1992, la querella requirió al juez Pettigiani que se dicte prisión
preventiva al comisario Espósito por aplicación de tormentos y el procesamiento de la
cadena de mandos policial a la fecha de la detención y muerte de Walter Bulacio pero
el juez dictó la prisión preventiva de Miguel Ángel Espósito por privación ilegal de la
libertad calificada y lo sobreseyó de los demás delitos.
La defensa apeló la resolución e intervino la Sala VI° de la Cámara que resolvió
revocar la prisión preventiva afirmando que “aunque el procedimiento fue a todas luces
inconstitucional, Espósito pudo no ser consciente de ello”. De inmediato, el juez
Pettigiani sobreseyó provisoriamente al comisario aunque expresó su desacuerdo con
el fallo de la Cámara.
El 13 de noviembre de 1992, el comisario fue sobreseído definitivamente y el fallo
sostenía que no se advertía responsabilidad penal alguna. La causa Bulacio hubiera
terminado allí porque el fiscal de instrucción y el fiscal de cámara no impugnaron el
fallo pero como los padres eran querellantes apelaron ante la Corte Suprema, que el 5
de abril de 1994 -casi tres años después de la muerte de Walter- ordenó volver a
procesar al comisario.
A fines de 1995, la jueza María Cecilia Maiza dictó auto de procesamiento contra
Espósito y al poco tiempo se cerró la instrucción y elevó la causa al juzgado de
sentencia. La querella y la fiscalía formularon las acusaciones. Posteriormente, la
defensa comenzó a presentar numerosos planteos para dilatar los plazos. Finalmente a
fines de 2.002 se declaró prescripta la acción penal.

En el manejo del proceso penal contra Espósito, llaman la atención las siguientes
circunstancias: 1) La dejadez con que manejaron la causa los titulares de todas las
judicaturas por las que pasó el proceso, demorándose meses y años en despachar
peticiones de las partes; sumada a la insensibilidad que afecta en mayor o menor
grado a los “servidores” judiciales que con el tiempo pierden el sentido de su función
de servicio a los usuarios del sistema, ignorando el dolor, la angustia y desesperación
que les aqueja; 2) La cuestionable – desde el punto de vista ético – habilidad del
abogado defensor del acusado, que con tanta perseverancia y conocimiento de los
intríngulis legales, se las ingenió para crear obstáculos y promover incidentes que
impidieron la marcha regular del proceso evitando que su defendido sea condenado ;
y, 3) La telaraña legal que franquea la posibilidad de recurrir a todo tipo de recursos,
inhibiciones, impugnaciones, alegaciones, excepciones, recusaciones, que, en la
práctica, y en manos de abogados harto habilidosos pueden desembocar en una
inadmisible impunidad que afecta al convivir nacional. Un efecto colateral de este
último punto es que, en algunos casos, la demora de la administración de justicia se
atribuye únicamente a los titulares de las judicaturas, soslayando que a ello también
contribuyen en gran medida los abogados litigantes que saben la “letra colorada” de la
ley y no tienen límites para lograr el fin que se proponen: evitar que las leyes penales
cumplan su cometido.
Adicionalmente: el sumario se mantuvo en secreto; no se procesó a las autoridades
superiores de Espósito; el Fiscal pidió sobreseer parcial y definitivamente al policía
respecto a la muerte del joven Bulacio, a lo cual se dio paso en algunas instancias.
Existió una conspiración de organismos, instituciones y personas de todos los niveles y
ámbitos, que contribuyeron a la impunidad. Por ello llama la atención, la decisión de la
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional al revocar la prisión
preventiva de Espósito, expresando que su actuación “se ajustó a las prácticas
habitualmente vigentes” ; y porque este funcionario público no estuvo consciente de la
inconstitucionalidad del memorando 40 que facultaba a la policía detener a ciudadanos
sin motivo alguno, violando derechos fundamentales como los que hemos puntualizado
. El proceso civil reclamando daños y perjuicios por 300 mil pesos se suspendió
indefinidamente (por la prejudicialidad de lo penal a lo civil) hasta que concluya la
causa penal que, obviamente, no concluirá jamás, una vez que prescribió la acción
penal.

DENUNCIA ANTE LA COMISION INTERAMERICANA DE DH:

El 13 de mayo de 1997, los familiares con el apoyo de la Coordinadora contra la


Represión Policial e Institucional (CORREPI), el Centro por el Derecho y la Justicia
Internacional (CEJIL) y el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) presentaron
una denuncia ante la Comisión Interamericana alegando que el Estado Argentino violó
los derechos a la libertad, seguridad y a la integridad personal, a la vida y a las
garantías judiciales de Walter Bulacio.
- Fecha de presentación de la petición (11.752): 13 de mayo de 1997: La
comisión interamericana de Derechos Humanos recibió la denuncia en el año 1997. Se
detectaron violaciones a los siguientes artículos de la Convención Americana de
Derechos Humanos:
-Artículo 4. Derecho a la Vida
1. Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará
protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie
puede ser privado de la vida arbitrariamente.
-Artículo 5. Derecho a la Integridad Personal
1. Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral.
2. Nadie debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o
degradantes. Toda persona privada de libertad será tratada con el respeto debido a la
dignidad inherente al ser humano.
5. Cuando los menores puedan ser procesados, deben ser separados de los adultos y
llevados ante tribunales especializados, con la mayor celeridad posible, para su
tratamiento.
-Artículo 7. Derecho a la Libertad Personal
1. Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad personales.
2. Nadie puede ser privado de su libertad física, salvo por las causas y en las
condiciones fijadas de antemano por las Constituciones Políticas de los Estados Partes
o por las leyes dictadas conforme a ellas.
3. Nadie puede ser sometido a detención o encarcelamiento arbitrarios.
4. Toda persona detenida o retenida debe ser informada de las razones de su
detención y notificada, sin demora, del cargo o cargos formulados contra ella.
5. Toda persona detenida o retenida debe ser llevada, sin demora, ante un juez u otro
funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales y tendrá derecho a
ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de
que continúe el proceso. Su libertad podrá estar condicionada a garantías que
aseguren su comparecencia en el juicio.
6. Toda persona privada de libertad tiene derecho a recurrir ante un juez o tribunal
competente, a fin de que éste decida, sin demora, sobre la legalidad de su arresto o
detención y ordene su libertad si el arresto o la detención fueran ilegales. En los
Estados Partes cuyas leyes prevén que toda persona que se viera amenazada de ser
privada de su libertad tiene derecho a recurrir a un juez o tribunal competente a fin de
que éste decida sobre la legalidad de tal amenaza, dicho recurso no puede ser
restringido ni abolido. Los recursos podrán interponerse por sí o por otra persona.
-Artículo 8. Garantías Judiciales
1. Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un
plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial,
establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación
penal formulada contra ella, o para la determinación de sus derechos y obligaciones de
orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter.
2. Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia
mientras no se establezca legalmente su culpabilidad. Durante el proceso, toda
persona tiene derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas:
a) derecho del inculpado de ser asistido gratuitamente por el traductor o intérprete, si
no comprende o no habla el idioma del juzgado o tribunal;
b) comunicación previa y detallada al inculpado de la acusación formulada;
c) concesión al inculpado del tiempo y de los medios adecuados para la preparación de
su defensa;
d) derecho del inculpado de defenderse personalmente o de ser asistido por un
defensor de su elección y de comunicarse libre y privadamente con su defensor;
e) derecho irrenunciable de ser asistido por un defensor proporcionado por el Estado,
remunerado o no según la legislación interna, si el inculpado no se defendiere por sí
mismo ni nombrare defensor dentro del plazo establecido por la ley;
f) derecho de la defensa de interrogar a los testigos presentes en el tribunal y de
obtener la comparecencia, como testigos o peritos, de otras personas que puedan
arrojar luz sobre los hechos;
g) derecho a no ser obligado a declarar contra sí mismo ni a declararse culpable, y
h) derecho de recurrir del fallo ante juez o tribunal superior.
3. La confesión del inculpado solamente es válida si es hecha sin coacción de ninguna
naturaleza.
4. El inculpado absuelto por una sentencia firme no podrá ser sometido a nuevo juicio
por los mismos hechos.
5. El proceso penal debe ser público, salvo en lo que sea necesario para preservar los
intereses de la justicia.
-Artículo 19. Derechos del Niño
Todo niño tiene derecho a las medidas de protección que su condición de menor
requieren por parte de su familia, de la sociedad y del Estado.
-Artículo 25. Protección Judicial
1. Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso
efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que
violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente
Convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en
ejercicio de sus funciones oficiales.
2. Los Estados Partes se comprometen:
a) a garantizar que la autoridad competente prevista por el sistema legal del Estado
decidirá sobre los derechos de toda persona que interponga tal recurso;
b) a desarrollar las posibilidades de recurso judicial, y
c) a garantizar el cumplimiento, por las autoridades competentes, de toda decisión en
que se haya estimado procedente el recurso.
-Competencia.
Artículo 62
1. Todo Estado parte puede, en el momento del depósito de su instrumento de
ratificación o adhesión de esta Convención, o en cualquier momento posterior, declarar
que reconoce como obligatoria de pleno derecho y sin convención especial, la
competencia de la Corte sobre todos los casos relativos a la interpretación o aplicación
de esta Convención.
2. La declaración puede ser hecha incondicionalmente, o bajo condición de
reciprocidad, por un plazo determinado o para casos específicos. Deberá ser
presentada al Secretario General de la Organización, quien transmitirá copias de la
misma a los otros Estados miembros de la Organización y al Secretario de la Corte.
3. La Corte tiene competencia para conocer de cualquier caso relativo a la
interpretación y aplicación de las disposiciones de esta Convención que le sea
sometido, siempre que los Estados Partes en el caso hayan reconocido o reconozcan
dicha competencia, ora por declaración especial, como se indica en los incisos
anteriores, ora por convención especial.
Artículo 63
1. Cuando decida que hubo violación de un derecho o libertad protegidos en esta
Convención, la Corte dispondrá que se garantice al lesionado en el goce de su derecho
o libertad conculcados. Dispondrá asimismo, si ello fuera procedente, que se reparen
las consecuencias de la medida o situación que ha configurado la vulneración de esos
derechos y el pago de una justa indemnización a la parte lesionada.
- Fecha de informe de admisibilidad (29/98): 5 de mayo de 1998
En 1999, el Estado argentino ofreció una indemnización a la familia de Walter para que
la demanda no siguiera adelante, pero los Bulacio la rechazaron, dijeron que no
buscaban plata y querían el reconocimiento del Estado en la muerte del joven. La
causa en la CIDH siguió adelante.
- Fecha de informe de fondo (72/00): 3 de octubre de 2000
El 03.10.2000 se aprobó el informe 72.00. En dicho informe se concluyó que la
Argentina violó los derechos a la vida (artículo 4), integridad personal (artículo 5),
libertad personal (artículo 7), garantías judiciales (artículo 8), del niño (artículo 19), y
protección judicial (artículo 25), así como la obligación de respetar los derechos
humanos (artículo 1), establecidos en la Convención Americana, en perjuicio del
joven Walter David Bulacio.
La parte dispositiva de dicho informe establecía que el Estado debe:
1. Adoptar todas las medidas necesarias para que los hechos antes narrados no
queden impunes, entre ellas, llevar a cabo una investigación completa, imparcial y
efectiva para determinar las circunstancias en que ocurrieron la detención, lesiones y
muerte de Walter David Bulacio y sancionar a los responsables de acuerdo con la
legislación Argentina.
2. Adoptar las medidas necesarias para que los familiares de Walter David Bulacio,
Víctor David Bulacio y Graciela Scavone de Bulacio, reciban adecuada y oportuna
reparación por las violaciones […] establecidas.
La Comisión acuerda transmitir [el] informe al Estado y otorgarle un plazo de dos
meses para dar cumplimiento a las recomendaciones formuladas. Dicho plazo se
contará a partir de la fecha de transmisión del […] informe al Estado, el cual no estará
facultado para publicarlo. Igualmente, la Comisión acuerda notificar a los peticionarios
de la aprobación de un informe bajo el artículo 50 de la Convención Americana.
La Comisión transmitió al Estado el mencionado informe el 24 de octubre de
2000; sin embargo, aquél no dio respuesta a las recomendaciones adoptadas.
La Comisión entonces concluyó que se violaron los derechos humanos de Walter y de
sus familiares demandando a la Argentina ante la Corte IDH solicitando se declare la
responsabilidad del Estado por la violación de los derechos y garantías del joven y a la
protección judicial en su perjuicio y de su familia fijando las indemnizaciones
correspondientes. Además, requirió se ordene una investigación para determinar las
circunstancias de la detención, lesiones y muerte, establecer responsabilidades y
aplicar las sanciones previstas por la ley argentina.
Solicitud de la familia BULACIO:
1. El Estado argentino debe investigar efectivamente qué es lo que pasó, evitar
la prescripción y que Espósito sea exonerado.
2. Que el Estado adopte las medidas necesarias para que los lugares de
detención sean los adecuados y cuenten con el debido control permanente.
Solicitan asimismo condiciones dignas de alojamiento en casos de detención y
los lugares sean separados de los mayores, y esos lugares sean controlados
por funcionarios especialmente capacitados.
3. El Estado argentino debe regular cuales son, específicamente, las causales de
detención.
4. El Estado argentino debe financiar un documental de lo sucedido y dar amplia
repercusión a lo sucedido.
Alegatos de la Comisión:
1. El Estado argentino debe investigar y sancionar efectivamente a los autores de
la detención ilegal, las torturas y muerte de Walter Bulacio; el Estado argentino
debe asegurar que se evite la prescripción de la causa penal y ocurran demoras
innecesarias en el trámite de ésta.
2. Se debe proveer favorablemente las medidas de prueba solicitadas por la
familia Bulacio.
3. Los menores no deben ser alojados junto con los mayores en las dependencias
policiales.
4. El Estado argentino debe adoptar medidas legales y administrativas para que
los niños sean presentados inmediatamente ante la correspondiente autoridad
judicial.
5. Que el Estado argentino debe proponer la formación de una comisión que
estudie la reforma de las leyes.
6. Que el Estado argentino debe asumir su responsabilidad en el presente caso y
su responsabilidad por no investigar por el término de diez años.
Alegatos del Estado:
1. El Estado argentino manifestó que ha dado cumplimiento a lo ordenado por el
organismo internacional y ha dado cumplimiento a lo requerido oportunamente
en cuanto el Estado argentino asumió dicha responsabilidad internacional por el
caso, lo cual se había hecho público a través de los periódicos de mayor
circulación del país.
2. El Estado argentino (tanto el Federal como los provinciales) han logrado
avances en cuanto a la legislación y aplicación de la misma. Los avances fueron
los siguientes: La Cámara de Apelaciones ratificó la vigencia de la ley 10.903 y
dejó sin efecto el Memorándum 40. Se dispuso que los menores sean puestos
inmediatamente a disposición de un Juez al momento de ser aprehendidos. Se
reformó la Constitución Nacional incorporándose a la misma los principales
Tratados Internacionales de Derechos Humanos (art. 75 inc. 22).

INTERVENCION DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DH

- Fecha de remisión del caso a la Corte IDH: 24 de enero de 2001


Ante la falta de cumplimiento por parte del Estado argentino de aspectos significativos
de sus recomendaciones, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos presentó
la demanda de este caso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, con
sede en San José de Costa Rica, el 24 de enero de 2001. El informe de la CIDH indica:
"El 24 de enero de 2001, la CIDH sometió el caso Walter David Bulacio a la Corte
Interamericana pues el mismo involucra, inter alia, la vulneración de derechos a la
libertad e integridad personal, a la vida, a las garantías judiciales, a la protección
judicial, y los derechos de los niños, consagrados en los artículos 4, 5, 7, 8, 25 y 19 de
la Convención Americana, por actos y omisiones de la República Argentina. Dicha
demanda se refiere a los hechos acaecidos el 19 de abril de 1991, cuando Walter David
Bulacio fue detenido por la Policía Federal argentina en el marco de un operativo
policial cuando pretendía asistir a un concierto de música rock y, producto de las
condiciones de detención y las torturas recibidas en el mismo cuerpo policial, falleció el
26 de abril siguiente"
Petitorio de la CIDH: La CIDH solicitó a la Corte IDH que declare la responsabilidad
internacional del Estado por la presunta violación de los derechos reconocidos en los
siguientes artículos 4, 5, 7, 8, 19 Y 25 de la Convención Americana, en relación con el
artículo 1.1 del mismo instrumento, en perjuicio de Walter David Bulacio y sus
familiares.
En 2002 prescribió la causa contra el entonces comisario Espósito, pero un año mas
tarde, en el 2003 el Estado argentino reconoció ante la CIDH que Walter “fue víctima
de una violación a sus derechos en cuanto a un inapropiado ejercicio del deber de
custodia y a una detención ilegítima”. La CIDH ordenó que se “adopten las acciones
„enérgicas‟ para evitar la prescripción de la causa”, se indemnice a la familia y “sean
investigados y sancionados quienes permitieron la impunidad de este caso”.
Así fue que el 3 de marzo de 2003, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos,
los representantes de Walter Bulacio y de sus familiares y el Estado de la República
Argentina presentaron a la Corte Interamericana de Derechos Humanos un acuerdo de
solución amistosa y solicitaron a la Corte su pronunciamiento en la materia. La cláusula
primera del referido acuerdo establece que a través de un acuerdo celebrado con fecha
26 de febrero de 2003 se “ha puesto fin a la controversia”.
- Fecha de audiencia ante la Corte IDH: 6 de marzo de 2003
El 6 de marzo de 2003 la Corte escuchó en audiencia pública una interpretación del
acuerdo de solución amistosa suscrito por las partes y emitió una Resolución, en la
cual resolvió continuar la audiencia pública del caso en lo que se refiere a las
reparaciones.
Petitorio de los representantes de las víctimas: Los representantes coincidieron con las
violaciones alegadas por la Comisión Interamericana.
El Estado realizó un reconocimiento total de responsabilidad internacional, el cual fue
aceptado por la Corte. Asimismo se suscribió un acuerdo de solución amistosa, el cual
fue aprobado por la Corte IDH.
En febrero de 2003, Eduardo Duhalde, como presidente de la Nación, firmó un decreto
por el cual el Estado reconocía su responsabilidad internacional por las violaciones a los
derechos humanos y a cumplir las reparaciones que estableciera la Corte IDH. El 18 de
septiembre de ese mismo año, la Corte dio a conocer la sentencia contra el Estado y
ordenó continuar y concluir las investigaciones para sancionar a los responsables de
las violaciones a los derechos humanos de Walter Bulacio. Además, señaló que los
tribunales locales no podrían invocar la prescripción de la causa para evitar la
reapertura de la investigación.
En relación al derecho a la libertad personal, consagrado en el artículo 7 de la
Convención Americana, la Corte lo estimó violado en perjuicio de Walter David Bulacio,
quien fue detenido por la policía de manera ilegal y arbitraria dentro de un operativo
de razzia sin que mediara orden judicial, y al no habérsele informado de los derechos
que le correspondían como detenido, ni haber dado pronto aviso a sus padres y al juez
de menores sobre la detención. Según la Corte, las razzias son incompatibles con el
respeto a los derechos fundamentales, entre otros, de la presunción de inocencia, de la
existencia de orden judicial para detener –salvo en hipótesis de flagrancia- y de la
obligación de notificar a los encargados de los menores de edad. También estableció
que quien sea detenido tiene derecho a vivir en condiciones de detención compatibles
con su dignidad personal y el Estado debe garantizarle el derecho a la vida y a la
integridad personal. La Corte estimó que la vulnerabilidad del detenido se agrava
cuando la detención es ilegal o arbitraria. Entonces la persona se encuentra en
completa indefensión, de la que surge un riesgo cierto de que se transgredan otros
derechos. El Estado debe proveer una explicación satisfactoria sobre lo que le ha
sucedido a una persona que presentaba condiciones físicas normales cuando se inició
su custodia y durante esta, o al término de la misma, empeoró. Asimismo, es el Estado
el obligado a crear las condiciones necesarias para que cualquier recurso (a favor del
detenido) pueda tener resultados efectivos. La Corte destacó que la incomunicación del
detenido debe ser excepcional, porque causa a este sufrimientos morales y
perturbaciones psíquicas, ya que lo coloca en una situación de particular vulnerabilidad
y acrecienta el riesgo de agresión y arbitrariedad en las cárceles y porque pone en
peligro la puntual observancia del debido proceso legal. Igualmente, la corte entendió
violado el derecho a la integridad personal, consagrado en el artículo 5 de la
Convención Americana, en perjuicio de Bulacio, quien fue golpeado por agentes de
policía y sometido a malos tratos, según quedó manifestado en la demanda. La Corte
explicó que para salvaguardar los derechos de los niños detenidos, especialmente su
derecho a la integridad personal, es indispensable que se les separe de los detenidos
adultos. Además, como ya estableciera la corte, las personas encargadas de los
centros de detención de niños infractores o procesados deben estar debidamente
capacitadas para el desempeño de su cometido. Finalmente, el derecho de los
detenidos de establecer comunicación con terceros, que les brindan o brindarán
asistencia y defensa, se corresponde con la obligación de los agentes estatales de
comunicar inmediatamente la detención del menor a esas personas, aun cuando éste
no lo haya solicitado. La Corte argumentó que los detenidos deben contar con revisión
y atención médica preferentemente a cargo de un facultativo elegido por ellos mismos
o por quienes ejercen su representación o custodia legal. Los resultados de cualquier
examen médico que ordenen las autoridades – y que no debe ser practicado en
presencia de las autoridades policiales- deben ser entregados al juez, al detenido y a
su abogado, o bien, a éste y a quien ejerza la custodia o representación del menor. La
Corte también señaló que la atención médica deficiente de un detenido es violatoria del
artículo 5 de la Convención Americana. Paralelamente, la Corte también condenó al
Estado argentino como responsable de la violación del derecho a la vida, consagrado
en el artículo 4 de la Convención Americana. El Estado, que se hallaba en una posición
de garante, no observó un apropiado ejercicio del deber de custodia. La Corte aclaró
que el Estado debe respetar el derecho a la vida de toda persona bajo su jurisdicción.
Esta obligación presenta modalidades especiales en el caso de los menores de edad,
teniendo en cuenta como se desprende de las normas sobre protección a los niños
establecidos en la Convención Americana y en la Convención de Derechos del Niño. La
condición de garante del Estado con respecto a este derecho, le obligaba a prevenir
situaciones que pudieran conducir, por acción u omisión, a la afectación de aquél.
Como lo señalara el tribunal, si Bulacio fue detenido en buen estado de salud y,
posteriormente murió, recae en el Estado la obligación de proveer una explicación
satisfactoria y convincente de lo sucedido y desvirtuar las alegaciones sobre su
responsabilidad, mediante elementos probatorios válidos. Efectivamente, en su
condición de garante, el estado tiene tanto la responsabilidad de garantizar los
derechos del individuo bajo su custodia como la de proveer la información y las
pruebas relacionadas con lo que suceda al detenido. Desde el punto de vista del
derecho a la protección judicial y a las garantías judiciales, consagrado en los artículos
8 y 25 de la Convención Americana, la Corte consideró que habían sido igualmente
vulnerados en perjuicio de Bulacio, al no haber informado al juez de menores
inmediatamente de la detención de aquél. Por otra parte, se privó de estos mismos
derechos a los familiares del joven al no haberlos provisto de un recurso judicial
efectivo para esclarecer las causas de la detención y muerte de Bulacio, sancionar a los
responsables y reparar el daño causado. Finalmente, a la luz del acuerdo de solución
amistosa suscrito por las partes y su documento aclaratorio, y de las pruebas
aportadas por éstas, la Corte concluyó que el Estado violó, los derechos consagrados
en los artículos 4, 5, 7 y 19 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos en
perjuicio de Walter David Bulacio, y los derechos consagrados en los artículos 8 y 25
también de la Convención Americana sobre Derechos Humanos en perjuicio de Walter
David Bulacio y sus familiares, todos en relación con los artículos 1.1 y 2 de la
Convención Americana.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE.
Investigación y sanción de los responsables.
1. La protección de la vida y de los demás derechos consagrados en la Convención
Americana implica que el Estado debe garantizar el libre y pleno ejercicio de los
derechos de todas las personas bajo jurisdicción del mismo, y este último debe
adoptar medidas necesarias para castigar la privación de la vida y otras
violaciones a los derechos humanos, así como estos derechos sean vulnerados
por las fuerzas de seguridad o de terceros que actúen con su consentimiento.
2. La investigación debe ser seria y la misma debe tener como objetivo principal el
de llegar a un resultado. No puede ser la misma una mera formalidad.
3. Desde el 23 de Mayo de 1996, en el que el Fiscal solicitó al imputado Espósito la
pena de 15 años de prisión, la defensa interpuso un sinnúmero de nulidades y
oposiciones que han tornado ilusorio el derecho y han dejado la presente al
borde de la prescripción.
4. El Estado no solo debe garantizar el ejercicio que se pone a disposición de la
Defensa, sino que debe garantizar que las resoluciones sean en tiempo
razonable y que la misma no conduzca a la impunidad de los delitos que afecten
los derechos humanos.
5. “El Tribunal ha señalado que son inadmisibles las disposiciones de prescripción
o cualquier obstáculo de derecho interno mediante el cual se pretenda impedir
la investigación y sanción de los responsables de las violaciones de derechos
humanos.”
6. Ninguna disposición o instituto de derecho interno, entre ellos la prescripción,
podría oponerse al cumplimiento de las decisiones de la Corte en cuanto a la
investigación y sanción de los responsables de las violaciones de los derechos
humanos.
7. Atento lo prescrito por la Convención de Viena de 1969, las decisiones de los
órganos de protección internacional de derechos humanos no pueden encontrar
obstáculo alguno en las reglas o institutos de derecho interno para su plena
aplicación.
8. El Estado argentino ha aceptado su responsabilidad y a la fecha no se ha
encontrado responsable alguno.
9. La Corte entiende por impunidad la falta en su conjunto de investigación,
persecución, captura, enjuiciamiento y condena de los responsables de las
violaciones de los derecho protegidos por la Convención Americana, toda vez
que el Estado tiene la obligación de combatir tal situación por todos los medios
legales disponibles ya que la impunidad propicia la repetición crónica de las
violaciones de derechos humanos y la total indefensión de las victimas y de sus
familiares.
10. Es necesario que el Estado prosiga con la investigación del conjunto de los
hechos y castigue a los responsables de los mismos teniendo los familiares de
las víctima se pleno acceso y capacidad para actuar en todas las etapas de
dicha investigación.
La Corte decide que,
- La Sentencia de Fondo, Reparaciones y Costas constituye per se una forma de
reparación.
- El Estado debe proseguir y concluir la investigación del conjunto de los hechos de
este caso y sancionar a los responsables de los mismos; que los familiares de la
víctima deberán tener pleno acceso y capacidad de actuar, en todas las etapas e
instancias de dichas investigaciones, de conformidad con la ley interna y las normas de
la Convención Americana sobre Derechos Humanos; y que los resultados de las
investigaciones deberán ser públicamente divulgados.
- El Estado debe garantizar que no se repitan hechos como los del presente caso,
adoptando las medidas legislativas y de cualquier otra índole que sean necesarias para
adecuar el ordenamiento jurídico interno a las normas internacionales de derechos
humanos, y darles plena efectividad, de acuerdo con el artículo 2 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos,.
- El Estado debe publicar en el Diario Oficial, por una sola vez, el capítulo VI y la parte
resolutiva de Sentencia de Fondo, Reparaciones y Costas.
- El Estado debe pagar la cantidad total de US$124.000,00 o su equivalente en
moneda Argentina, por concepto de indemnización del daño material, distribuida de la
siguiente manera:
a) la cantidad de US$110.000,00 (ciento diez mil dólares de los Estados Unidos
de América) o su equivalente en moneda Argentina para que sea entregada a la
señora Graciela Rosa Scavone; y
b) la cantidad de US$14.000,00 (catorce mil dólares de los Estados Unidos de
América) o su equivalente en moneda Argentina, para que sea distribuida en
partes iguales entre las señoras María Ramona Armas de Bulacio y Lorena
Beatriz Bulacio.
- El Estado debe pagar la cantidad total de US$210.000,00 o su equivalente en
moneda Argentina, por concepto de indemnización del daño inmaterial, distribuida de
la siguiente manera:
a) la cantidad de US$114.333,00 (ciento catorce mil trescientos treinta y tres
dólares de los Estados Unidos de América), o su equivalente en moneda
argentina, para que sea entregada a la señora Graciela Rosa Scavone;
b) la cantidad de US$44.333,00 (cuarenta y cuatro mil trescientos treinta y tres
dólares de los Estados Unidos de América), o su equivalente en moneda
Argentina, para que sea entregada a la señora María Ramona Armas de
Bulacio;
c) la cantidad de US$39.333,00 (treinta y nueve mil trescientos treinta y tres
dólares de los Estados Unidos de América), o su equivalente en moneda
Argentina, para que sea entregada a la señora Lorena Beatriz Bulacio; y
d) la cantidad de US$12.000,00 (doce mil dólares de los Estados Unidos de
América), o su equivalente en moneda argentina, para que sea distribuida en
partes iguales entre los niños Matías Emanuel y Tamara Florencia Bulacio.
- El Estado debe pagar la cantidad total de US$40.000,00 o su equivalente en moneda
argentina, por concepto de costas y gastos.
- El Estado deberá pagar las indemnizaciones y el reintegro de costas y
gastos ordenadas en la presente Sentencia dentro del plazo de seis meses contado a
partir de la notificación de ésta.
- La indemnización por concepto de daño material, daño inmaterial, y costas y gastos
establecida en la Sentencia de Fondo, Reparaciones y Costas, no podrá ser objeto de
impuesto, gravamen o tasa actualmente existente o que pudiera decretarse en el
futuro.
- En caso de que el Estado incurriese en mora, deberá pagar un interés sobre la
cantidad adeudada que corresponderá al interés bancario moratorio en la Argentina.
- La indemnización ordenada en favor de los niños, Tamara Florencia y Matías Emanuel
Bulacio, el Estado deberá consignar los montos a su favor en una inversión en una
institución bancaria Argentina solvente, en dólares estadounidenses o su equivalente
en moneda Argentina, dentro de un plazo de seis meses, y en las condiciones
financieras más favorables que permitan la legislación y la práctica bancarias mientras
sean menores de edad.
- Supervisará el cumplimiento de la Sentencia de Fondo, Reparaciones y Costas y dará
por concluido el presente caso una vez que el Estado haya dado cabal aplicación a lo
dispuesto en el presente fallo. Dentro del plazo de seis meses contado a partir de la
notificación de la Sentencia de Fondo, Reparaciones y Costas el Estado deberá rendir a
la Corte un informe sobre las medidas tomadas para darle cumplimiento.

La Corte decide,
- Admitir el reconocimiento de responsabilidad internacional efectuado por el Estado.
- Aprobar el acuerdo, en los términos de la Sentencia, sobre el fondo y algunos
aspectos sobre reparaciones de 26 de febrero de 2003 y el documento aclaratorio del
mismo de 6 de marzo de 2003, ambos suscritos entre el Estado, la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos y los familiares de la víctima y sus
representantes legales.
- Conforme a los términos del reconocimiento de responsabilidad internacional
efectuado por el Estado, éste violó los derechos consagrados en los artículos 4, 5, 7 y
19 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos en perjuicio de Walter David
Bulacio, y los derechos consagrados en los artículos 8 y 25 también de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos en perjuicio de Walter David Bulacio y sus
familiares, todos en relación con los artículos 1.1 y 2 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos.
- Fecha de última resolución: 26 de noviembre de 2008
- La Corte declara que,
(i) El Estado ha dado cumplimiento parcial a los siguientes puntos resolutivos de la
Sentencia
a) proseguir y concluir la investigación del conjunto de los hechos de este caso, y
b) garantizar que no se repitan hechos como los del presente caso, adoptando las
medidas legislativas y de cualquier otra índole que sean necesarias para adecuar
el ordenamiento jurídico interno a las normas internacionales de derechos
humanos, y darles plena efectividad, de acuerdo con el artículo 2 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos.
- La Corte resuelve,
(i) Requerir al Estado que adopte todas las medidas que sean necesarias para dar
efecto y pronto acatamiento a los puntos pendientes de cumplimiento que fueron
ordenados por el Tribunal en la Sentencia de fondo, reparaciones y costas de 18 de
septiembre de 2003 y reiterados en su Resolución de 17 de noviembre de 2004, de
conformidad con lo estipulado en el artículo 68.1 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos.
(ii) Solicitar al Estado que presente a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a
más tardar el 20 de febrero de 2009, un informe detallado y actualizado en el cual
indique todas las medidas adoptadas para cumplir con las reparaciones ordenadas por
esta Corte que se encuentran pendientes de acatamiento, de conformidad con lo
señalado en los Considerandos 12, 16, 17, 18, 23, 27, 28, 34 y 35 y en el punto
declarativo primero de la presente Resolución.
(iii) Solicitar a los representantes de la víctima y sus familiares, así como a la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, que presenten observaciones al informe del
Estado mencionado en el punto resolutivo anterior en el plazo de cuatro y seis
semanas, respectivamente, contado a partir de la recepción de dicho informe.
(iv) Continuar supervisando el cumplimiento de la Sentencia de fondo, reparaciones y
costas emitida el 18 de septiembre de 2003.
(v) Solicitar a la Secretaría de la Corte que notifique la presente Resolución al Estado,
a los representantes de la víctima y sus familiares y a la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos.

CONDENA A MIGUEL ANGEL ESPOSITO:


La Corte, la Comisión Interamericana, las víctimas y peticionarios controlaron el
cumplimiento de la sentencia. Transcurrido los seis meses de plazo que se pautó como
la República Argentina solo había pagado la indemnización y publicó el fallo y se instó
al Estado a cumplir el resto de la sentencia.
El 23 de diciembre de 2004, la Corte Suprema emitió un fallo ordenando reabrir la
investigación del caso porque la resolución de la Corte Interamericana “resulta de
cumplimiento obligatorio para el Estado Argentino (art. 68.1 de la Convención
Americana)” violando el principio jurídico de “cosa juzgada”.
Se reabrió el sumario por un pedido de exoneración de Espósito y en septiembre de
2008, el entonces ministro Aníbal Fernández anunció públicamente que el comisario
Espósito había sido exonerado.
El proceso judicial se desarrolló paralelamente a las movilizaciones populares contra
los edictos policiales, el gatillo fácil, la represión y las torturas policiales. Un cántico se
hizo unánime: “Yo sabía, yo sabía, que a Walter lo mató la Policía”. En otras marchas,
manifestaciones o en los escraches a comisarías, en los recitales y en las canchas de
fútbol se escuchaban consignas similares responsabilizando a la policía por la muerte
de Walter Bulacio y otros jóvenes.
Finalmente el 08/11/2013 (22 años después), el principal acusado, el ex comisario de
la Policía Federal Miguel Ángel Espósito fue condenado a tres años de prisión en
suspenso por haber privado de la libertad a Walter Bulacio.
El Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 29 consideró que Miguel Angel Espósito, que
era el jefe de la seccional 35 en donde había sido detenido y golpeado Bulacio, fue
autor del delito de privación ilegítima de la libertad agravada por ser cometida por un
funcionario público y tratarse la víctima de una persona a la que se le debe respeto
particular. El ex jefe policial, tal como llegó a juicio, nunca fue imputado por el
homicidio de Bulacio y, por lo tanto, no se lo pudo juzgar por ese delito, ello porque la
carátula de “torturas seguida de muerte” que impulsó la querella siempre fue
desestimada por los cerca de 50 jueces que intervinieron en distintas etapas del
proceso. El secretario de Derechos Humanos de la Nación de ese momento: Martín
Fresneda, dijo; "Es muy importante que por primera vez se reconozca a través de la
Justicia y de un fallo de esta naturaleza que miembros de la Policía Federal han tenido
algún nivel de responsabilidad en la privación ilegítima de la libertad de Bulacio".
Quienes detuvieron al joven en su momento invocaron como argumento de su defensa
el "Memorando 40", una disposición pergeñada por dos jueces correccionales en 1967,
que autorizaba a los comisarios no dar intervención a la Justicia por la detención de un
menor de edad (siempre que no fuera por un delito), cuando el propósito era
entregárselo a los padres. Esta reglamentación fue derogada luego del Caso Bulacio.
Como vimos, por este caso, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)
condenó a la Argentina el 18 de septiembre de 2003, luego de que el Estado admitiera
su responsabilidad en la muerte de Bulacio, a indemnizar a su familia y a "concluir la
investigación del conjunto de los hechos de este caso y sancionar a los responsables
de los mismos".
Sin duda alguna este caso marca otro hecho emblemático en dónde la complicidad
policial-judicial fueron el eje de una trama de injusticia que se repitió con cientos de
pibes y pibas víctimas del “gatillo fácil”.
- 19/4/1991 Detención: Walter Bulacio fue apresado junto con otros cientos de
jóvenes cerca del estadio Obras Sanitarias antes de un recital de Patricio Rey y Los
Redonditos de Ricota.
- 26/4/1991 Fallecimiento: Bulacio, de 17 años, murió en el Sanatorio Mitre. La
autopsia estableció que había sido golpeado con objetos contundentes
- 18/9/2003 Derechos Humanos: El Estado argentino reconoció ante la Corte
Interamericana de Derechos Humanos que Bulacio fue víctima de una detención
ilegítima
- 8/11/2013 Condena: El ex comisario Miguel Ángel Espósito 22 años después recibió
una pena de tres años en suspenso.
Intervinieron más de 50 jueces en la causa.
El caso Bulacio tuvo grandes efectos a largo plazo en la escena del rock argentino. A
partir de la muerte de Bulacio el 26 de abril de 1991 y del juicio que le siguió, se
terminó la práctica, común desde hacía décadas, de que la policía estuviera emplazada
en los recitales con órdenes de llevarse una cuota de detenidos para las comisarías, en
grandes operativos que incluían autobuses vacíos para llenarlos de detenidos. En
suma, en 1991 el rock argentino se deshizo del último vestigio de represión que
quedaba de la época dictatorial, el de la represión y acoso policial. En los años
siguientes, los recitales argentinos se hicieron en un clima de mayor libertad y holgura,
y con la policía ya no emplazada para hacer detenciones arbitrarias, sino simplemente
como seguridad de eventos con gran concentración de gente. También se
compusieron canciones y dedicaron recitales y álbumes en memoria de Bulacio.

CONCLUSIÓN:

Posiblemente, los abogados del policía Espósito celebraron el éxito alcanzado. Aquel,
seguirá viviendo tranquilo, convencido de que no cometió ninguna infracción porque
actuó en el “cumplimiento del deber en un operativo de rutina”. La familia Bulacio y
muchos más sufrirán las consecuencias de esos excesos. Los que apoyaron a las
víctimas continuarán en su lucha. La Comisión y la Corte Internacionales de los
derechos humanos, hicieron lo que les correspondía, cumpliendo sus deberes en forma
meritoria.

RECOMENDACIONES:

La dura y compleja tarea de proteger los derechos humanos no incumbe a unos pocos
idealistas o soñadores. Si queremos que la prevención general que se origina en casos
y fallos condenatorios como el de Walter Bulacio, surta efectos, para evitar – o al
menos contribuir a que sean cada vez más esporádicos – que hechos repudiables se
repitan en el futuro en cualquier país latinoamericano, deberían cumplirse las
siguientes acciones:

1) Difundir por todos los medios una síntesis de casos similares al de Walter Bulacio,
incluyendo la condena, tanto en su aspecto resarcitorio como de recomendaciones al
Estado para evitar que violaciones a los derechos humanos queden en la impunidad, la
cual, para la Corte Interamericana de los Derechos Humanos es “la falta en su
conjunto de investigación, persecución, captura, enjuiciamiento y condena de los
responsables de las violaciones de los derechos protegidos por la Convención
Americana, toda vez que el Estado tiene la obligación de combatir tal situación por
todos los medios legales disponibles ya que la impunidad propicia la repetición crónica
de las violaciones de derechos humanos y la total indefensión de las víctimas y de sus
familiares”

2) Recomendar a los Estados miembros de la OEA que en la lista de asignaturas (de


estudios) de los Institutos militares y policiales se incluya una que permita a los
aspirantes obtener conocimientos suficientes acerca de lo que son los “derechos
humanos”.

3) Sugerir que la Universidades latinoamericanas en todas las facultades y escuelas


(no solo en las que se estudia Derecho); así como en los colegios, liceos e institutos de
educación media diseñen una asignatura que eduque sobre lo que son los derechos
humanos, los instrumentos internacionales que los garantizan y protegen, así como los
mecanismos para recurrir a los organismos de jurisdicción internacional. Nos consta
que muchos abogados conocen únicamente el texto constitucional nacional.

Mal que nos pese, un elevado porcentaje de ciudadanos, inclusive con nivel cultural
superior, desconoce y a veces se resiste a entender, que los instrumentos
internacionales suscritos por los gobiernos de los países latinoamericanos, como la
Convención Americana de los Derechos Humanos, de tanta trascendencia, forman
parte de la legislación interna, por lo tanto, del orden jurídico nacional, debiendo sus
normas ser acatadas y respetadas en todo momento.
CORTE PENAL INTERNACIONAL.
Dr. Luis Gabián
El desarrollo del objetivo de una “Justicia Universal” atravesó innumerables escollos desde la
edad Media en donde se registraron los primeros antecedentes a raíz de los continuos
enfrentamientos entre las potencias europeas, lo que dio lugar a la idea de establecer algún Código o
ley que fuera respetado por las partes en conflicto.
Po su parte, el primer antecedente de juzgamiento de crímenes a nivel internacional podemos
encontrarlo en el siglo XIII, en el que se sometió a juicio a los responsables -en Nápoles año 1268- de
iniciar una “guerra injusta”.
En relación a la jurisdicción universal hallamos el antecedente más antiguo referente al “delito
de piratería” que data de 1696, en el caso “Rex v. Dawson” en el cual se juzgaron actos de piratería en
perjuicio de la embarcación Gunway en el que se sostuvo que el Rey de Inglaterra: “…no tiene sólo un
imperio o soberanía sobre los mares británicos para el castigo de la piratería sino también…una
indudable jurisdicción y poder en las más remotas partes del mundo…”.
No obstante, el verdadero impulso a una justicia transnacional surgió luego de la Primera
Guerra Mundial (1914-18) en la cual se pusieron en práctica las “Convenciones de Ginebra de 1864 y de
La Haya de 1899 y 1907”, lo que resultó el primer intento de regulación internacional del “derecho de
la guerra”.
Al finalizar el mencionado conflicto bélico, dos de las potencias derrotadas, Alemania y el
Imperio Otomano fueron acusados, el primero por la ocupación de Bélgica (país que había mantenido
su neutralidad hasta entonces), y el segundo por la inusitada y cruel persecución contra el pueblo
armenio. Se intentó, infructuosamente, la extradición del emperador Guillermo II que se había
refugiado en los Países Bajos y los altos mandos germanos fueron juzgados con extrema benevolencia
en Alemania por jueces alemanes.
Con respecto a los responsables del “Genocidio Armenio” perpetrado por los máximos
responsables políticos del Imperio Otomano, se intentó ejercer el poder jurisdiccional sobre los
culpables de la masacre, pero manifestaciones masivas del pueblo turco impidieron llevar a cabo el
objetivo, por lo que, la muerte de más de un millón y medio de seres humanos quedó en la más
absoluta impunidad.
El fin de la guerra dio lugar a la firma del Tratado de Versalles, y la creación de la Liga de las
Naciones, que, si bien fue ineficaz porque no logró que las naciones firmantes solucionaran sus
conflictos pacíficamente y sobrevino la segunda guerra mundial, en términos histórico-jurídicos,
resultó un importante avance ya que contemplaba la creación de una Corte Penal Internacional.
Por su parte, una vez finalizada la II Guerra Mundial, las potencias que se perfilaban como
vencedoras (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y la URSS) suscribieron en la denominada
“Conferencia de Londres”, la Carta Orgánica del Tribunal Militar que juzgaría a los criminales de guerra
en la ciudad alemana de Nuremberg, la misma sirvió de base para el juzgamiento de los crímenes
cometidos en el mismo período de tiempo por el Imperio del Japón en la Guerra del Pacífico en el
denominado “Tribunal de Tokio”.
Podemos decir entonces que el punto de avance en el desarrollo histórico de la “justicia
internacional” se potencia desde la firma del Tratado de Versalles en 1919, con la consiguiente
persecución judicial al emperador Guillermo -infructuosa por cierto-, y posteriormente con los juicios
de Núremberg en donde fueron juzgados los principales responsables del régimen Nazi, la comunidad
internacional se planteó seriamente la posibilidad de llegar al objetivo de contar con una Justicia Penal
con alcance internacional. A partir del desarrollo y expansión del concepto jurídico y sociológico de los
Derechos Humanos, es que los principales juristas de todas las naciones procuraron construir este
verdadero objetivo universal.
El contexto histórico que comenzó apenas finalizada la gran contienda bélica del siglo XX, y que
se extendió hasta los años 90, condicionado fundamentalmente por la existencia del conflicto
permanente entre las dos potencias predominantes -los Estados Unidos (EE. UU.) y la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS)- denominado como período de la “guerra fría”, tornaron
imposible la concreción del objetivo planteado.
Fue recién al finalizar este período, con la desintegración de la URSS a partir de las reformas
estructurales de la economía rusa conocida como la “perestroika”, cuando parecía que el camino podía
encaminarse hacia el final anhelado desde hacía décadas. No obstante, en la década del noventa
surgieron dos conflictos que conmovieron a la opinión pública internacional “la Guerra de Ruanda” y
“las guerras yugoslavas o guerra de los Balcanes”. Dichos conflictos hicieron que la comunidad
internacional decidiera la conformación de dos tribunales penales internacionales para juzgar las
innumerables violaciones a los Derechos Humanos que se perpetraban en esos territorios, y a través de
Resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se conformaron los Tribunales “ad hoc”
-para el caso concreto- que analizarían la violencia desplegada sobre la población civil de los territorios
afectados. Por tanto, pese al avance que significó la voluntad política muy mayoritaria de la comunidad
internacional en cuanto a la necesidad de juzgar los terribles acontecimientos que se estaban
desarrollando en Ruanda y la ex Yugoslavia, la creación de los “tribunales especiales” adolecía de un
defecto de origen, debido a que faltaba la garantía del “juez natural”, es decir, en el momento de
cometerse los delitos no existía el órgano jurisdiccional internacional que debía juzgar los hechos, por
lo tanto, los imputados fueron extraídos de sus jueces naturales y juzgados por un tribunal creado al
efecto. Esta cuestión también se había planteado en el proceso de Núremberg, ya que no solo no
existía el Tribunal (conformado al finalizar la guerra por las fuerzas vencedoras), tampoco existía una
legislación clara que estableciera el procedimiento, los delitos y las penas.
Puestos en consideración los puntos anteriormente nombrados, la Comunidad Internacional se
dispuso a enfrentar el desafío de la creación de un “tribunal permanente” debido a que Como señala
Manjón-Cabeza1 “…Detrás del principio de Justicia Universal está la idea de la protección absoluta de
los derechos humanos frente a las más brutales violaciones y la necesidad de luchar contra la
impunidad generada por la negativa o la imposibilidad de juzgar del Estado territorialmente
competente. Se concluye la necesidad de encontrar a un Juez, en todo caso, aunque ello requiera la
atribución de una competencia universal -por Tratado o costumbre- a cualquier Juez no llamado por
razón de territorialidad, lo que desemboca en la ubicuidad de la persecución y en la posibilidad de
actuación concurrente de todos los Estados. En definitiva, la jurisdicción universal se encamina a cubrir
la pasividad de la jurisdicción territorial…”. Era necesario establecer un tribunal internacional que
pudiera zanjar los distintos problemas de legitimidad planteados por las defensas de los imputados, y
esto se logró el 18 de Julio de 1998 en la “Conferencia de Roma” donde se aprobaron el Acta y el
Estatuto que dan nacimiento a la “Corte Penal Internacional”. Estos tratados internacionales

1
Manjón-Cabeza, Araceli: “LEMKIN Y LA JURISDICCIÓN UNIVERSAL-GENOCIDIO- ESCRITOS, CENTRO DE ESTUDIOS
POLÍTICOS Y CONSTITUCIONALES, Madrid 2015.
constitutivos de la CPI entrando en vigencia el 11 de abril de 2002 al haber superado la cantidad de
ratificaciones necesarias.

Diferencias entre la corte penal internacional y la corte internacional de justicia.

A modo de aclaración debemos tener en cuenta que la Corte Internacional de Justicia es el


principal órgano judicial de Naciones Unidas diseñado para tratar conflictos entre Estados, y no juzga
personas, resuelve conflictos entre los Estados que se sometan a su jurisdicción (Ejemplo: Conflicto
originado por la instalación de Plantas de Celulosa en Fray Bentos, entre nuestro país y la República
Oriental del Uruguay). Por otra parte la Corte Penal Internacional (que es la que estudiamos en el
presente) refiere a la primera Corte permanente –e independiente– con capacidad de investigar y
juzgar a personas que puedan estar involucrados en los delitos tipificados como: genocidio, crímenes
de guerra, crímenes de agresión y crímenes de lesa humanidad".

Composición.
El “Estatuto de Roma” prevé la organización propia del órgano, su funcionamiento, establece el
procedimiento, los delitos, las penas y la forma de cumplimiento de estas últimas.
Los jueces integrantes de la Corte Penal Internacional -dieciocho en total- son elegidos por la
asamblea de países miembros del tratado de Roma y duran en sus mandatos seis años pudiendo ser
reelegidos.
Las funciones de los jueces se encuentran divididas en una Presidencia, dos Vicepresidencias, la
Sección de 1era instancia, Preliminares y Apelación.
Asimismo, la Fiscalía como órgano independiente de la Corte, recibe informes sobre posibles
crímenes que se comentan en el ámbito de competencia de la Corte pudiendo realizar las
investigaciones pertinentes e impulsar las acciones penales.
La Corte ejercerá su competencia cuando las denuncias sean remitidas por un Estado Parte, por
el Fiscal o por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Asimismo, la Corte podrá ejercer su
jurisdicción si el crimen se produjo dentro de un Estado que sea parte del Estatuto de Roma, o el
acusado detentara la nacionalidad de un Estado Parte. Por otra parte, los Estados que no forman parte
de la Corte Penal Internacional podrán aceptar voluntariamente la competencia del mencionado
órgano. Y, por último, si el caso es remitido por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, no se
tendrá en cuenta si el Estado Parte o el imputado forma parte del Estatuto de Roma o, este último,
tuviera nacionalidad de algún Estado que haya suscrito el mencionado Estatuto.

Jurisdicción.
Cuando hablamos de jurisdicción de la Corte Penal Internacional hacemos referencia a la
capacidad del órgano para entender en determinados casos. El interrogante que debemos responder
es: ¿Cuáles son los límites temporales, espaciales, personales y de materia de la CPI?
• Jurisdicción temporal:
Respecto el “precepto de legalidad” el artículo 11 del Estatuto de Roma establece: “1. La Corte
tendrá competencia únicamente respecto de crímenes cometidos después de la entrada en vigor del
presente Estatuto. 2. Si un Estado se hace Parte en el presente Estatuto después de su entrada en vigor,
la Corte podrá ejercer su competencia únicamente con respecto a los crímenes cometidos después de la
entrada en vigor del presente Estatuto respecto de ese Estado, a menos que éste haya hecho una
declaración de conformidad con el párrafo 3 del artículo 12.”
• Jurisdicción territorial
La CPI entiende en los crímenes cometido en el territorio de un Estado Parte (pudiendo ser que
el autor no sea nacional del país que es Estado Parte).
Si el crimen fue cometido en un Estado que no forma parte de la CPI puede que el Estado
acepte (para el caso concreto) la intervención de la Corte.
También puede intervenir cuando se ha cometido un crimen en cualquier Estado cuando el
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas remita la situación al CPI.
El CPI puede intervenir en situaciones en donde el Estado parte lo hace de manera ficta o se
vulnere la independencia de la Justicia, es decir que la misma resulta COMPLEMENTARIA, ya que si el
Estado en donde se cometen los crímenes puede juzgarlos el CPI no interviene.
• Jurisdicción personal
De la interpretación de los artículos 12 y 13 del Estatuto de Roma surge:
- La CPI posee jurisdicción con los nacionales de los Estados parte (sin tener en cuenta el lugar
en donde se cometió el delito).
- Nacionales de Estados no parte del Estatuto de Roma, sin tener en cuenta dónde el crimen
ocurrió, en tanto si el Estado no parte acepta la jurisdicción para el caso concreto del CPI.
- No se tendrá en cuenta la nacionalidad del imputado si el Consejo de Seguridad de la ONU
remite el caso al CPI.
Debe tenerse en cuenta que la CPI no reconoce inmunidad de ningún tipo ya sea de sangre
(realeza) o por cargo (presidentes, embajadores, etcétera) o por ley especial. La jurisdicción de la CPI se
ejerce sobre personas físicas y no jurídicas, mayores de dieciocho años.

Competencia material.
• Delitos.

La Corte Penal Internacional entenderá los siguientes crímenes:


a) El crimen de genocidio;
b) Los crímenes de lesa humanidad;
c) Los crímenes de guerra;
d) El crimen de agresión.

• Genocidio.
Como primera impresión, al oír la palabra genocidio, lo asociamos inmediatamente con las
masacres, las matanzas colectivas, los homicidios múltiples y las campañas de exterminio,
comportamientos que tienen profundas raíces en la historia de la humanidad; bastaría recordar
solamente la destrucción de los indios de América, la mayor catástrofe engendrada por el hombre.
Fue el filólogo Raphael Lemkim quien en el siglo XX resultó el mayor impulsor de la tipificación
del término como delito internacional de manera independiente de los hasta allí denominados
“crímenes contra la humanidad” quién acuñó el término (génos "estirpe” cidio matar). En su obra “El
Dominio del Eje sobre la Europa Ocupada” expone su concepción y por primera vez aparece el
neologismo genocidio, acuñado por él mismo, y al cual se refiere como la destrucción de una nación o
de un grupo étnico; describe el genocidio como un plan coordinado de diferentes acciones que buscan
la destrucción de los fundamentos esenciales de la vida de grupos nacionales con el propósito de
aniquilar a estos mismos grupos; advierte cómo este crimen tiene como objetivo la desintegración de
las instituciones políticas y sociales, de la cultura, de los sentimientos nacionales, de la religión y de la
existencia económica de grupos nacionales y la destrucción de la seguridad personal, de la libertad, de
la salud, de la dignidad e incluso de la vida de los individuos que pertenecen a tales grupos.
Gracias a sus estudios y presentaciones, el 9 de diciembre de 1948, las Naciones Unidas aprobó
la “Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio”. El 12 de Enero de 1951, la
misma entra en vigencia, ya que fue el propio Lemkin quien, en forma personal e insistente, a través de
reuniones con diplomáticos y misivas a los Jefes de Estado logra convencer al número necesario de
países para que el objetivo jurídico sea alcanzado.
El Estatuto de Roma define al Genocidio como “…cualquiera de los actos mencionados a
continuación, perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico,
racial o religioso…” cometidos por un Estado o una organización con respaldo estatal, o que la
mencionada organización presente características de formación cuasi estatal.
Grupo Nacional: Es un conjunto de personas que comparten la nacionalidad, una identidad, una
denominación común basado en el lugar de nacimiento, más allá del lugar en donde se haya producido
el alumbramiento físico.
Grupo Étnico: comparte un lenguaje y cultura en común.
Grupo Religioso: Comparte creencias religiosas comunes.
Grupo Racial: Se comparte características genéticas comunes.
El delito de Genocidio requiere la intención (dolo), el objetivo determinado de destruir total o
parcialmente a un grupo como tal, por el solo hecho de pertenecer al mismo. Tal como lo plasma la
definición, las acciones que describe el artículo refiere a la intención de destruir total o parcialmente al
o a los integrantes de un grupo determinado. La cantidad de víctimas no es determinante para la
calificación, ya que lo que se castiga es la intención final.

• Genocidio por matanza.


El inciso a) del artículo 6 del Estatuto de Roma refiere a la eliminación física de un grupo de
seres humanos (o de uno solo) por el solo hecho de pertenecer a un grupo nacional, étnico, religioso o
racial. Aquí lo que se distingue es la intención de extinguir de la historia de la humanidad a un grupo
como si nunca hubiera existido.
• Genocidio por lesión grave, física o mental.
Estas conductas pueden incluir actos de tortura, violaciones, violencia sexual o tratos
inhumanos o degradantes, dirigido a las víctimas por el solo hecho de pertenecer a un grupo nacional,
étnico, religioso o racial.

• Genocidio por sometimiento a condiciones de existencia que acarrean la exterminación del


grupo.
La intención de convertir en imposible la subsistencia de un grupo determinado con la intención
de su extinción también es contemplada como un acto de Genocidio. Disminuir la asistencia médica,
impedir el acceso a los alimentos y/o trabajos u oficios, asistencia médica o restringir las posibilidades
habitacionales.

• Genocidio por impedimentos para nacimientos en el grupo.


En el régimen Nazi se promulgaron las “leyes de pureza aria”. En Ruanda, en el conflicto civil
desatado en dicho país se practicaron mutilaciones sexuales, esterilizaciones masivas, control forzado
de nacimientos, separaciones por sexo y prohibición de matrimonios. También fueron practicadas
violaciones masivas por parte de tribus enemigas sobre mujeres de distinta tribu con el objetivo de
producir nacimientos ajenos al grupo que pertenece la madre.

• Genocidio por traslado forzoso de niños.


La Corte Penal Internacional ha señalado que la transferencia forzosa de niños tiene futuras
consecuencias para la viabilidad del grupo como tal.

Delitos de lesa humanidad.


Se considera crímenes de lesa humanidad, o contra la humanidad, a aquellos delitos
especialmente atroces y de carácter inhumano, que forman parte de un ataque generalizado o
sistemático contra una población civil, cometidos para aplicar las políticas de un Estado o una
organización con respaldo estatal o que la mencionada organización presenta características de
formación cuasi estatal.
El Estatuto de Roma, en su artículo 7, enumera los delitos considerados de Lesa Humanidad,
describiendo, en el mismo artículo, sus alcances. Aquí lo transcribimos para mayor ilustración.
Crímenes de lesa humanidad
1. A los efectos del presente Estatuto, se entenderá por “crimen de lesa humanidad” cualquiera
de los actos siguientes cuando se cometa como parte de un ataque generalizado o sistemático contra
una población civil y con conocimiento de dicho ataque: a) Asesinato; b) Exterminio; c) Esclavitud; d)
Deportación o traslado forzoso de población; e) Encarcelación u otra privación grave de la libertad
física en violación de normas fundamentales de derecho internacional; f) Tortura; g) Violación,
esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado, esterilización forzada o cualquier otra forma
de violencia sexual de gravedad comparable; h) Persecución de un grupo o colectividad con identidad
propia fundada en motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género
definido en el párrafo 3, u otros motivos universalmente reconocidos como inaceptables con arreglo al
derecho internacional, en conexión con cualquier acto mencionado en el presente párrafo o con
cualquier crimen de la competencia de la Corte; i) Desaparición forzada de personas; j) El crimen de
apartheid; k) Otros actos inhumanos de carácter similar que causen intencionalmente grandes
sufrimientos o atenten gravemente contra la integridad física o la salud mental o física.
2. A los efectos del párrafo 1: a) Por “ataque contra una población civil” se entenderá una línea
de conducta que implique la comisión múltiple de actos mencionados en el párrafo 1 contra una
población civil, de conformidad con la política de un Estado o de una organización de cometer ese
ataque o para promover esa política; b) El “exterminio” comprenderá la imposición intencional de
condiciones de vida, entre otras, la privación del acceso a alimentos o medicinas, entre otras,
encaminadas a causar la destrucción de parte de una población; c) Por “esclavitud” se entenderá el
ejercicio de los atributos del derecho de propiedad sobre una persona, o de algunos de ellos, incluido
el ejercicio de esos atributos en el tráfico de personas, en particular mujeres y niños; d) Por
“deportación o traslado forzoso de población” se entenderá el desplazamiento forzoso de las personas
afectadas, por expulsión u otros actos coactivos, de la zona en que estén legítimamente presentes, sin
motivos autorizados por el derecho internacional; e) Por “tortura” se entenderá causar
intencionalmente dolor o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, a una persona que el
acusado tenga bajo su custodia o control; sin embargo, no se entenderá por tortura el dolor o los
sufrimientos que se deriven únicamente de sanciones lícitas o que sean consecuencia normal o fortuita
de ellas; f) Por “embarazo forzado” se entenderá el confinamiento ilícito de una mujer a la que se ha
dejado embarazada por la fuerza, con la intención de modificar la composición étnica de una población
o de cometer otras violaciones graves del derecho internacional. En modo alguno se entenderá que
esta definición afecta a las normas de derecho interno relativas al embarazo; g) Por “persecución” se
entenderá la privación intencional y grave de derechos fundamentales en contravención del derecho
internacional en razón de la identidad del grupo o de la colectividad; h) Por “el crimen de apartheid” se
entenderán los actos inhumanos de carácter similar a los mencionados en el párrafo 1 cometidos en el
contexto de un régimen institucionalizado de opresión y dominación sistemáticas de un grupo racial
sobre uno o más grupos raciales y con la intención de mantener ese régimen; i) Por “desaparición
forzada de personas” se entenderá la aprehensión, la detención o el secuestro de personas por un
Estado o una organización política, o con su autorización, apoyo o aquiescencia, seguido de la negativa
a admitir tal privación de libertad o dar información sobre la suerte o el paradero de esas personas,
con la intención de dejarlas fuera del amparo de la ley por un período prolongado.
3. A los efectos del presente Estatuto se entenderá que el término “género” se refiere a los dos
sexos, masculino y femenino, en el contexto de la sociedad. El término “género” no tendrá más
acepción que la que antecede.
Justicia transicional y derechos humanos
Dres. Luis Gabián, Gonzalo Penna y Marcelo Di Stefano

Este trabajo tiene por finalidad ser un texto de estudio para la materia Principios de Derechos
Humanos y Derecho Constitucional, del Ciclo Básico Común de la Universidad de Buenos Aires. Es un
trabajo que debe leerse como introducción al campo de estudio vinculado con la justicia transicional.

El texto, está conformado por dos secciones. La primera sobre cuestiones generales vinculadas
con la justicia transicional como disciplina de estudio, y la segunda sobre tal proceso en Argentina. El
desarrollo de esta última pertenece a Luis Gabián y Marcelo Di Stefano, mientras que la inicial a
Gonzalo Penna.

Primera parte

Cuestiones generales1

Al igual que en otros ámbitos académicos y de investigación, la bibliografía sobre temas


vinculados con la justicia transicional es “infinita”. En ese sentido resulta inabarcable, y cualquier cosa
que se lea o escriba puede parecer poco.

La búsqueda de constantes a lo largo de los años, análisis de esquemas y estructuras perennes


pueden describir de manera general ciertas repeticiones, al menos en nuestro mundo sociocultural,
como la referida a que las “transiciones desde un gobierno autoritario” no tocan a los Estados
civilizados, sino sólo a los “bárbaros” (América Latina, Europa del Este y África)2.

Introducción

El interés sobre el pasado significa saber lo que sucedió, y también lo que debe hacerse con él.
A su vez aparecen otros interrogantes que indagan en relación a la responsabilidad y la manera de
resolución.

Como conocimiento general vinculado a determinada dictadura o gobierno totalitario podemos


decir que sabemos lo que sucedió en los años 60, 70 y 80 con las dictaduras latinoamericanas, o la
española, entre tantas otras que podemos pensar sin la necesidad de recurrir a los totalitarismos
italiano y alemán de la primera mitad del siglo pasado.

Pero también existe la posibilidad de identificar más en detalle un interés individual y otro
social, que en cierta forma se entrelaza. Algunos de estos intereses confluyen, para formar un acervo
común: Nunca Más, asignación de responsabilidades.

1
En esta sección retomamos algunas ideas desarrolladas en PENNA, Gonzalo: “La justicia transicional frente a los delitos
económicos”, en BEADE, Gustavo, PENNA, Gonzalo: Memoria y castigo en los juicios de lesa humanidad, Ad-Hoc., Buenos
Aires, 2018.
2
Esta marginalización del problema obligaría a preguntarse por los países que conforman la hegemonía mundial y sus
responsabilidades.
El interés individual aporta al colectivo un conocimiento mayor sobre lo que pasó. Eso sucede
en el marco de comisiones de la verdad, juicios y otras medidas administrativas.

En cuanto a la relación inversa, lo social ubica a determinado colectivo, con su interés


individual, en el lugar de reclamo de por justicia, verdad, etcétera. Y ese lugar es importantísimo en la
dinámica sociopolítica.

Memoria: Conocer la lógica de la “locura” y pensar el futuro

Por lo general se habla de la necesidad de Memoria, como justificante de los distintos procesos
judiciales.

Vale tener en cuenta que la Memoria –más allá del sentido sociológico, psicológico, u otros, que
pudiera darse– posee un fuerte carácter político, atento que tiene la posibilidad de proyectarse al
sistema democrático. Dice Bergalli:

[L]as decisiones que permiten continuar investigaciones, profundizar averiguaciones, establecer


relaciones entre autores, cómplices y víctimas, imputar delitos no atribuidos antes o, por fin,
propender a deslindar jurisdiccionalmente responsabilidades, es decir, siempre a través del
derecho vigente, en tanto que constituyan el resultado de impulsos colectivos, constituyen
esfuerzos que no únicamente tienden a mantener viva la memoria sino que también […] dan
vigor democrático a las nuevas estructuras políticas que surjan después de una transición.3

Y estas transiciones, si bien pueden tener limitaciones, “trascienden lo meramente simbólico


para ser el ritual principal del momento de cambio político moderno. Actos rituales permiten el paso
entre dos regímenes: el anterior y el sucesor”4. La transición quiere conocer el pasado y deslindarlo de
un futuro democrático; y también busca entender la lógica de la “locura”, los procesos que la
produjeron para encarar procesos que la eviten:

La exhibición de lo que se sabe, conoce, significa que la posibilidad de cambio se introduce a


través del potencial de la acción humana. La noción misma de un conocimiento objetivado y
exhibido sugiere de alguna manera que había una “lógica” de la locura, e indica que hay algo
para hacer.5

Se ha dicho también que la justicia transicional en los casos de Sudamérica, Centro América, ex-
URSS, Europa del Este y África a finales del siglo XX estuvo orientada a la “reconstrucción nacional”. No
fue primordial la búsqueda de responsabilidad de un grupo de líderes, sino que el principal sustento lo

3
BERGALLI, Roberto: “Transiciones jurídico-políticas: ¿olvido o memoria? Un cuarto de siglo después”, en GRINBERG,
Victoria; PENNA, Gonzalo: Roberto Bergalli. Profesor Honorario de la Universidad de Buenos Aires. Trabajos escogidos,
Eudeba, Buenos Aires, 2012, p. 212.
4
TEITEL, Ruti: “Transitional Rule of Law”, en CZARNOTA, Adam; KRYGIER, Martin; SADURSKI, Wojciech: Rethinking the Rule of Law
after communism, CEU Press, Budapest-New York, 2005, pp. 286-287.
5
TEITEL, ídem, p. 291.
dio aquella reconstrucción apoyada en un Estado de Derecho, no universal sino como comunidad
política particular, con condiciones locales específicas6.

En consecuencia, el interés por el pasado no sólo abarca el deseo de reconstrucción histórica o


de responsabilidad individual, sino que además tiene un carácter pragmático vinculado con la
construcción del futuro.

Herramientas: Juicios penales y Comisiones de la verdad

Sin referencia a un caso concreto, no hay una respuesta a priori sobre si deben implementarse
juicios penales o comisiones de la verdad. Las acciones llevadas adelante por los Estados han sido
disímiles, con recorridos que en general no permiten cerrar el debate.

Así, aparece Sudáfrica como ejemplo del uso de comisiones de la verdad, o Argentina y los
juicios penales. A su vez con temporalidades distintas, como el caso de Brasil y su reciente comisión de
verdad (año 2014) luego de décadas de finalizada la dictadura, y diferente alcance en los casos de
comisiones para hechos de corrupción en Túnez y Kenia.

En un sentido amplio las comisiones de la verdad y los juicios penales, son una manera de
conocer lo que sucedió. Quedan constancias de hechos pasados. Todas estas manifestaciones
muestran situaciones a las que no debe volverse, y marcan un punto hacia el futuro con ideas
democráticas como referencia, desde lo individual y lo colectivo.

Suele indicarse que la reconstrucción del pasado a través de juicios penales tiene sus
problemas. Construyen una verdad con “harapos” del pasado: hay una gran cantidad de limitaciones
dentro del proceso judicial, si se pretende realmente conocer lo que sucedió7.

En cuanto a las comisiones de la verdad, o incluso otras propuestas, que tuvieran por objeto la
visibilización de hechos de corrupción, fraudes, etcétera, quizá permitirían despejar la idea de oscura
impunidad. No debe perderse de vista que pueden proponerse incluso medidas legislativas o
administrativas.

Sin embargo las comisiones de la verdad también tienen sus problemas. Dice Almeida Teles que
el perdón sudafricano, por ejemplo, permite que los ricos sigan siendo ricos y no rindan cuenta por la
explotación:

A pesar de la valorización de la memoria, la reconciliación sudafricana parece también


presentar problemas en su recorrido. La población negra continúa viviendo en pésimas

6
Cfr. TEITEL, Ruti: “Genealogía de la justicia transicional”. Artículo traducido al castellano por el Centro de Derechos
Humanos, Facultad de Derecho, Universidad de Chile, 2003 (original: “Transitional Justice Genealogy”, en Harvard Human
Rights Journal, Vol. 16, Spring 2003, Cambridge, MA, pp. 69-94).
7
PASTOR, Daniel: ¿Procesos penales sólo para conocer la verdad? La experiencia argentina, en Jueces para la Democracia, n°
59, julio/2007.
condiciones y las víctimas identificadas por la Comisión –cerca de veintidós mil personas– no
fueron beneficiadas por políticas públicas, conforme indicaban los trabajos de reconciliación8.

Pueden, a su vez, traer aparejada una idea o sentir colectivo de impunidad, como en el caso de
Guatemala a pesar del trabajo de una comisión de la verdad. Situación que hace aparecer la sombra de
los juicios penales como verdadera solución9.

Algunas situaciones en el caso argentino.

Hay algunas características del caso argentino que presentan como difíciles las alternativas a los
juicios penales. El impulso por parte de organismos de derechos humanos, las rupturas institucionales,
el silencio militar, la ampliación de señalamientos sobre civiles y su rol en la dictadura, parecen dejar
muy lejana una resolución del pasado a través del diálogo (entendido con el marco de una comisión de
la verdad).

No se vislumbra la posibilidad de acudir a una solución que marginalice incluso la violencia


estatal que se presenta a través del castigo penal. El diálogo, el arrepentimiento, el perdón y la
reparación no se ven en nuestro horizonte10.

Rutas transicionales argentinas

Como fue dicho, los caminos conocidos ante un momento transicional determinado son en
general los juicios penales o las comisiones de la verdad. Ambos mecanismos permiten acercarnos al
pasado, dejando testimonio y conociendo más.

Incluso para el caso argentino también se plantea si hay una única respuesta11. De hecho, han
existido juicios penales y comisiones de la verdad. Puede pensarse en los testimonios del Nunca Más y
también en las grabaciones del Juicio a las Juntas Militares12 que han dejado testimonio sobre lo que
pasó y lo que no debe volver a pasar.

8
ALMEIDA TELES, Edson Luís de: “Brasil e África do Sul: rupturas e continuidades nas transições políticas”, en PRADO SOARES,
Inês Virgínia., SHIMADA KISHI, Sandra Akemi, Memória e verdade. A justiça de transição no Estado Democrático brasileiro,
Forum, Belo Horizonte, 2009, p. 129.
9
Angelina Snodgrass Gogoy, en videoconferencia el día martes 28 de abril de 2015 en el marco del Proyecto de
Investigación Castigo y democracia. Teoría y práctica penal en Argentina y América Latina (DCT 1440), dirigido por Diego
Zysman, del Instituto A. Gioja de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, indicó que de acuerdo a los
trabajos que estaban desarrollando en Guatemala habían observado que la comisión de verdad sostuvo un gran
sentimiento de impunidad, y por lo tanto habría que pensar en juicios penales.
10
Incluso puede pensarse en hechos burdos, pero terribles, que fomentan estas distancias: el día posterior al ballotage
presidencial del año 2015, es decir el 23 de noviembre, el editorial del diario La Nación bajo el título “No más venganza”,
hace un nuevo aporte de manera nefasta a la confrontación, diciendo ya en el copete: La elección de un nuevo gobierno es
momento propicio para terminar con las mentiras sobre los años 70 y las actuales violaciones de los derechos humanos.
11
Cfr. BÖHMER, Martín: ¿Puede ser que no haya una sola respuesta correcta?, en HILB, Claudia, SALAZAR, Philippe-Joseph,
MARTIN, Lucas (ed.): Lesa humanidad. Argentina y Sudáfrica: reflexiones después del mal, Katz, Buenos Aires, 2014. En este
breve ensayo Böhmer propone hacer un entrecruzamiento de diferentes elementos que juegan en momentos
transicionales, como el castigo, el perdón, la reconciliación o reparación, con una referencia concreta a las experiencias
sudafricana y argentina.
12
Por ejemplo el film documental El juicio a las juntas: El Nüremberg argentino (2004).
Tanto el trabajo de la CONADEP como el resultado de los juicios penales han servido para
visibilizar el pasado. Es indudable que un pacto de silencio deja mucho sin conocer, y estos caminos en
un sentido más amplio sirven para deconstruir una historia oficial y comenzar una nueva narrativa, que
debe también revisarse para ver si no hay situaciones, hechos y personajes que se hayan fetichizado,
escapado o silenciado.

La pregunta es si queremos conformarnos con esa reconstrucción y el camino que se está


siguiendo, o por el contrario sería posible pensar en alternativas para tener un mayor conocimiento
sobre lo que pasó.

La política transicional argentina decidió utilizar los juicios penales como forma de hacer frente
a la dictadura 1976-83, a pesar de contar también con la primera comisión de la verdad conocida
(CONADEP). Aunque a nivel global es reconocido el carácter de pionera a la comisión sudafricana13.

Una breve aclaración: la idea de comisión de la verdad, tomando como ejemplo el caso
sudafricano, funciona como una especie de intercambio, de trueque. A cambio de información y
“arrepentimiento” se pone límites a la persecución penal, se recurre a la amnistía. Mientras que la
CONADEP buscó, en el ámbito del Poder Ejecutivo, testimonios sobre secuestros, condiciones de
detención, torturas y desaparición de personas. Luego fue utilizada la información como material para
llevar adelante los juicios.

Antes de pasar al próximo apartado debe indicarse que si bien hubo indultos en la década del
90 y leyes con “espíritu” de amnistía en la década del 80, se puede afirmar que la decisión fue penal
teniendo en cuenta los juicios a los comandantes en un primer momento y la reapertura a partir del
año 2003 (momento de anulación de las leyes de obediencia debida y punto final).

Segunda parte

Referencias institucionales en torno a la justicia transicional en Argentina

Esquema institucional

Un panorama amplio requiere una visión conglobada de las instituciones argentinas, esto es: respuesta
desde el Congreso, el Poder Judicial y el Ejecutivo a una problemática que se mantiene viva.

Etapa previa a la reconstitución del Estado de Derecho

La dictadura militar instaurada el 24 de marzo de 1976, que pasará a la historia como la más cruenta y
sangrienta, comenzó su retirada luego de la fallida Guerra de Malvinas ante la presión política, la
condena internacional, y las movilizaciones populares que crecían aceleradamente.

Los militares querían cubrir su retirada asegurándose no tener consecuencias jurídicas una vez
recuperada la democracia por la responsabilidad de sus actos criminales, y aprobaron un documento y
una norma de “autoamnistía” que pretendía poner un cerrojo jurídico a las investigaciones posteriores.

13
TEITEL, ob. cit.
El primero de ellos, fue publicado el 23 de abril de 1983 con el título de “Documento final de la Junta
militar sobre la guerra contra la subversión y el terrorismo”. Decía, entre otras cosas que los “errores”
cometidos (violación a los DDHH) correspondían al juicio de Dios.

El segundo, para que no quedaran dudas sobre el velo de impunidad que deseaban los militares, fue
emitido el 23 de septiembre de 1983, apenas un mes y días antes de las elecciones presidenciales que
se realizarían el día 30 de octubre, firmado por el Presidente de facto Bignone, y conocido como “Ley
de autoamnistía” (ley 22.924). Ésta norma afirmaba que su propósito era la reconciliación nacional, la
pacificación y la reconstrucción; que las FFAA lucharon por la dignidad humana; y prohibía la citación
judicial de los alcanzados por la ley; creaba un proceso sumario para que las Cámaras rechazaran los
cargos criminales; y se impedía la compensación civil.

Ante la cercanía de las elecciones, el tema se instaló en el centro de la campaña electoral y los
candidatos se posicionaron al respecto. Mientras el candidato del Justicialismo Ítalo Luder se
pronunció a favor de la autoamnistía señalando que se debía dar vuelta la página de la historia e iniciar
un proceso de reconciliación nacional, el candidato de la Unión Cívica Radical Raúl Alfonsín rechazó el
auto perdón, lo denunció públicamente, y se comprometió a derogar la ley de autoamnistía como uno
de sus primeros actos de gobierno si resultaba vencedor, en sus palabras, “Vamos a declarar la nulidad
de la autoamnistía. Pero tampoco vamos a ir para atrás mirando con sentido de venganza. No
construiremos el país del futuro de esa manera, pero tampoco lo construiremos sobre la base de una
claudicación moral que sin duda existiría si actuáramos como si nada hubiera ocurrido en la Argentina.
Lo que queremos es que algunos pocos no se cubran la retirada con el miedo del total. Aquí hay
distintas responsabilidades de quienes tomaron la decisión de actuar como se hizo, hay una
responsabilidad distinta de quienes cometieron excesos en la represión, y hay otra distinta de quienes
no hicieron otra cosa que, en un marco de extrema confusión, cumplir órdenes”14.

Primer momento: la transición inmediatamente posterior a la dictadura.

Raúl Alfonsín fue electo presidente y asumió su mandato el 10 de diciembre de 1983, en cumplimiento
de sus promesas electorales puso en el centro prioritario de su gestión la recuperación del estado de
derecho, el funcionamiento de las instituciones democráticas, y la defensa de los derechos humanos.

El 13 de diciembre, apenas 3 días desde su asunción, Alfonsín emitió al mismo tiempo 2 Decretos
consecutivos. En el primero -157/83- declaró la necesidad de promover la persecución penal, con
relación a los hechos cometidos con posterioridad al 25 de mayo de 1973, contra los máximos
responsables de le subversión -Firmenich, Vaca Narvaja, Obregón Cano, Galimberti, Perdía, Pardo, y
Gorriarán Merlo- por los delitos de homicidio, asociación ilícita, instigación pública a cometer delitos,
apología del crimen y otros atentados contra el orden público, sin perjuicio de los demás delitos de los
que resulten autores inmediatos o mediatos, instigadores o cómplices.

El Decreto 158/83 promovía el juicio sumario ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas a los
integrantes de las Juntas Militares que usurparon el gobierno de la Nación el 24 de marzo de 1976 -

14
Discurso del candidato Raúl Alfonsín en el acto realizado en el estadio de Ferrocarril Oeste el 30 de septiembre de 1983.
Videla, Agosti, Massera, Viola, Graffigna, Lambruschini, Galtieri, Lami Dozo, y Anaya-. Este
enjuiciamiento se referirá a los delitos de homicidio, privación ilegal de la libertad y aplicación de
tormentos a los detenidos, sin perjuicio de los demás de que resulten autores inmediatos o mediatos,
instigadores o cómplices de los oficiales superiores mencionados. Posteriormente, otros Decretos
similares promoverían la actuación del tribunal militar contra otros jerarcas militares como Camps,
Chamorro, Saint james, Menéndez, Suarez Mason, etc.

El 15 de diciembre de 1983, por Decreto de Alfonsín, se creó la Comisión Nacional sobre la


Desaparición de Personas (CONADEP) con el objetivo de investigar las reiteradas y planificadas
violaciones a los derechos humanos ocurridas durante el período del terrorismo de Estado, llevadas a
cabo por la dictadura militar. No fue instituida para juzgar, sino para indagar sobre la suerte corrida por
los desaparecidos. La comisión recibió varios miles de declaraciones y testimonios, y verificó la
existencia de cientos de lugares clandestinos de detención en todo el país. La integraron legisladores
nacionales -sólo del bloque UCR, debido a que el PJ decidió no participar-, y personalidades
reconocidas de la cultura, la academia y el periodismo como Ernesto Sábato, que fue su Presidente,
René Favaloro, Gregorio Klimovsky, el Rabino Marshall T Meyer, Magdalena Ruiz Guiñazú, Graciela
Fernández Meijide, entre otros.

Por su parte, el Congreso Nacional el 22 de diciembre aprobó la primera ley de la democracia


recuperada, la ley 23.040 de anulación de la ley de autoamnistía.

Así las cosas, comenzó el trabajo de búsqueda de la verdad protagonizado por la CONADEP, y al mismo
tiempo, se desarrollaba el proceso contra las cúpulas militares en el ámbito de la justicia militar.

Durante 280 días, la CONADEP recorrió todo el país en busca de testimonios de sobrevivientes, de
familiares, de represores arrepentidos, y visitó los edificios utilizados como centros de detención (o sus
ruinas). Realizó un inventario de todas las desapariciones denunciadas, y de todos los centros
clandestinos, contrastando los relatos con la arquitectura de los edificios, tarea realizada muchas veces
con la presencia de los mismos sobrevivientes. Con esta información se confeccionaron mapas,
clasificaron los relatos, y se hicieron análisis a fin de reconstruir el modo de operar del terrorismo de
Estado. Finalmente, la CONADEP entregó al Presidente Alfonsín sus conclusiones el 20 de septiembre
de 1984 en un informe histórico conocido como NUNCA MAS, entre cuyos hitos se encuentra haber
demostrado por primera vez el carácter sistemático y masivo de la represión militar. Las pruebas
incluyeron la verificación de 340 centros clandestinos de detención, acumularon más de 7000 archivos
en 50 mil páginas, una lista parcial de personas desaparecidas, y como veremos, esta información sería
la base de la acusación en el “Juicio a las Juntas”.

Al mismo tiempo que la CONADEP avanzaba en las investigaciones que echaban luz sobre lo sucedido,
el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, que era el órgano encargado de juzgar en primera
instancia a los jerarcas militares, actuaba con dilaciones, manifestación clara de que las Fuerzas
Armadas habían decidido mantener un pacto de silencio, oscuridad e impunidad. Esto se evidenció
cuanto el Tribunal Militar dictaminó literalmente que “…Se hace constar que, según resulta de los
estudios realizados hasta el presente, los decretos, directivas, órdenes de operaciones, etcétera, que
concretaron el accionar militar contra la subversión terrorista son, en cuanto a contenido y forma,
inobjetables…”. Ante la evidencia de la demora injustificada de la justicia militar para enjuiciar a las
Juntas Militares, el 4 de Octubre de 1984 la Cámara Federal -tribunal civil- tomó la decisión de
desplazar al tribunal militar que estaba enjuiciando a las juntas para hacerse cargo directamente de la
causa.

El tribunal que enjuició a las juntas fue la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional
Federal de la Capital Federal, integrada por los jueces Jorge Torlasco, Ricardo Gil Lavedra, León Carlos
Arslanián, Jorge Valerga Araoz, Guillermo Ledesma y Andrés D’Alessio. El fiscal fue Julio César
Strassera con quien colaboró el fiscal adjunto Luis Gabriel Moreno Ocampo, y la base probatoria que
tomaron para su acusación fue el informe Nunca Más realizado por la CONADEP. La sentencia dictada
el 9 de diciembre de 1985 condenó a cinco de los militares acusados y absolvió a cuatro. Videla y
Massera fueron condenados a reclusión perpetua con destitución. Viola, a 17 años de prisión,
Lambruschini a 8 años de prisión, y Agosti a 4 años y 6 meses de prisión; todos con destitución.
Graffigna, Galtieri, Lami Dozo y Anaya fueron absueltos (por esta causa inicial). El tribunal consideró
que las juntas militares habían elaborado un sistema ilícito para reprimir a "la subversión" (sic) que
llevó a que se cometieran "gran número de delitos de privación ilegal de la libertad, a la aplicación de
tormentos y a homicidios", garantizando su impunidad. El juicio tuvo una gran trascendencia
internacional y sobre todo para la región, en donde gobernaron durante la década del 70 y gran parte
de la del 80, dictaduras similares coordinadas a nivel continental por el denominado “Plan Cóndor”
cometiendo crímenes de lesa humanidad de forma sistemática, y planificada desde lo más alto del
poder. El juicio constituye un capítulo de importancia en la historia universal y ubicó a la Argentina en
un lugar de vanguardia en la lucha por lograr que se respeten los derechos humanos.

Segundo momento: Desde las presiones militares hasta los indultos.

Para comprender el momento de la historia que estamos analizando, es necesario recordar el peso
político que tenía el poder militar a mediados de los años 80. Recién se había recuperado la
democracia en el último mes de 1983, se había transitado todo 1984 con el Juicio de las Juntas, y
existía un contexto en el cual todavía estaba presente la alianza cívico militar histórica de la Argentina,
el apoyo táctico de otros gobiernos de la región que seguían bajo dictaduras, y seguía muy vívida la
historia pendular de la Argentina en la cual desde el 6 de septiembre de 1930 -golpe de estado a
Yrigoyen-, al 10 de diciembre de 1983 -asunción de Alfonsín- se habían sucedido gobiernos
democráticos y militares; y especialmente desde 1958 en adelante, los gobiernos civiles (Frondizi, Illia,
Cámpora-Perón-Perón) no habían durado más de 3 años en el poder.

En ese marco, luego de la histórica sentencia condenatoria del Juicio a la Juntas, se multiplicaron las
denuncias, acciones judiciales, detenciones y sometimiento a la justicia penal de cientos de militares en
actividad pertenecientes a los mandos superiores, pero también de los mandos intermedios, acusados
de violación a los derechos humanos. La presión militar ante las detenciones que llegaban a los niveles
de coroneles y tenientes coroneles se hizo sentir fuerte en esos días, y mantenía en vilo al gobierno de
Alfonsín. El Presidente, para mantener el equilibrio delicado de la transición política, propuso la
sanción de la Ley 23.492, aprobada el 23 de diciembre de 1986, conocida como ley del “Punto Final”,
por la cual se extinguirían la acciones penales respecto de toda persona por su presunta participación
en cualquier grado, en los delitos del artículo 10 de la Ley Nº 23.049, “que no estuviere prófugo, o
declarado en rebeldía, o que no haya sido ordenada su citación a prestar declaración indagatoria, por
tribunal competente, antes de los sesenta días corridos a partir de la fecha de promulgación de la
presente ley”. En las mismas condiciones se extinguirá la acción penal contra toda persona que hubiere
cometido delitos vinculados a la instauración de formas violentas de acción política hasta el 10 de
diciembre de 1983.

La aprobación de esta ley generó mucha tensión social. No se trató de una “ley de perdón”, era una ley
de extinción de acción, vale decir, ponía un punto final a la presentación de nuevas causas contra
personas que no hubieran sido llamados a declarar “antes de los sesenta días corridos a partir de la
fecha de promulgación de la presente ley”, pero no perdonaba, ni anulaba ninguna de las causas que
estaban en proceso. La sanción de la Ley de Punto Final actuó como un catalizador de denuncias y
procesos. Cientos de presentaciones se realizaron antes de que comience la “extinción de acción” y los
jueces llamaron masivamente a tomar declaraciones indagatorias. Los cuadros militares intermedios,
que reclamaban la sanción de una “ley de niveles de responsabilidades”, que ya había anunciado
Alfonsín, se desesperaron y comenzaron a presionar. En palabras de uno de los protagonistas, el
Ministro de Defensa de aquel entonces Horacio Jaunarena “La llamada ley de Punto Final era un
fracaso absoluto y había producido los efectos exactamente inversos a los esperados. El gobierno pagó
un enorme costo político con una normativa que, lejos de serenar los ánimos y encauzar las causas
judiciales, reavivó los malestares y colocó la situación en un lugar peor del que estaba antes de su
sanción”15.

La tensión en los cuarteles derivó en los “levantamientos carapintadas” -autodefinidos así debido al
hecho de que los líderes de los motines se presentaban con la cara pintada como en la guerra- que
fueron una serie de cuatro manifestaciones de rebeldía militar contra el poder civil, y contra los
propios mandos superiores de las fuerzas, que se desarrollaron con distinta intensidad entre 1987 y
1990, en las cuales los cuadros intermedios desobedecieron las instituciones constitucionales y
la cadena de mando, tomaron cuarteles, y en algunos casos, fueron considerados como verdaderos
intentos de golpe de Estado.

El más recordado es el levantamiento de la semana santa de 1987, que produjo un gran rechazo
popular de la sociedad en defensa de las instituciones democráticas generando manifestaciones frente
a Campo de Mayo y una gran concentración en Plaza de Mayo, exigiendo la rendición de los
sublevados. El propio Presidente Alfonsín se trasladó a Campo de Mayo para exigir la rendición, y a su
regreso se dirigió a la multitud desde el balcón de la Casa Rosada, acompañado por los referentes de
los partidos políticos de mayor representación, y suscribieron el "Acta de Compromiso Democrático",

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Jaunarena, Horacio, “La casa está en orden”, TAEDA, 2011.
oponiéndose a la actitud de los militares y reconociendo los grados de responsabilidad en la represión
que habían sido anunciados por el Poder Ejecutivo Nacional antes del intento de golpe.

La posición sobre los grados de responsabilidad se consagró a través de la Ley de Obediencia Debida Nº
23.521 aprobada el 8 de junio de 1987, que estableció una presunción iure et iure -es decir, que no
admitía prueba en contrario- fijando que los delitos cometidos por los miembros de las Fuerzas
Armadas durante la dictadura militar cuyo grado estuviera por debajo de coronel -en tanto y en cuanto
no se tratase de apropiación de menores o de inmuebles de desaparecidos-, no eran punibles, por
entenderse que habían actuado en virtud de la denominada obediencia debida, concepto militar según
el cual los subordinados se limitan a obedecer las órdenes emanadas de sus superiores. La Corte
Suprema, frente a distintas presentaciones de inconstitucionalidad, declaró constitucional la ley de
obediencia debida, en la causa Etchecolatz, el 22 de junio de 1987.

Los dos años finales del gobierno de Alfonsín transitaron con mucha conflictividad en la relación con las
Fuerzas Armadas, especialmente con el sector carapintada que ya presentaba una alianza pública con
un sector del peronismo, en el marco de una gran crisis económica. Sin embargo podemos sintetizar
que al finalizar el primer gobierno de la transición democrática, la CONADEP había esclarecido lo
sucedido durante el terrorismo de estado y produjo el informe “NUNCA MAS”; los principales
responsables de las juntas militares fueron juzgados y condenados por la justicia civil; todos los
militares de rango de coronel hacia arriba que fueron denunciados y prestaron declaración indagatoria
antes de la ley de punto final fueron juzgados, y todos los militares, cualquiera fuera su rango, podían
ser juzgados si eran acusados por apropiación de menores o de inmuebles de desaparecidos.

Tercer momento: El período de “olvido”.

A poco de asumir el nuevo gobierno peronista encabezado por Carlos Menem, cerró un acuerdo
político con el sector empresario más conservador de la Argentina adoptando el ideario neoliberal de
desguace del Estado y privatizaciones masivas, se alineó con la política internacional de Estados Unidos
-política conocida como de “relaciones carnales”-, se declaró como el gobierno más obediente de los
organismos financieros internacionales -principalmente del Fondo Monetario Internacional- y realizó
una alianza con los militares -tanto las jerarquías de la dictadura, como las cúpulas carapintadas-.

Retomando el argumento de la ley de autoamnistía, sobre la supuesta necesidad de una reconciliación


nacional, Menem dispuso de una serie de diez decretos sancionados el 7 de octubre de 1989 y el 30 de
diciembre de 1990, indultando a más de 400 personas, civiles y militares que cometieron crímenes
durante la dictadura incluyendo a los miembros de las juntas condenados en el Juicio a las
Juntas de 1985, al procesado ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz y los líderes de las
organizaciones guerrilleras. El detalles es el siguiente:
Decreto 1002/89: indulto a todos los jefes militares procesados que no habían sido beneficiados por
las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, excepto el ex general de división Guillermo Suárez
Mason, que había sido extraditado de los Estados Unidos.
Decreto 1003/89: indulto a líderes y miembros de los grupos guerrilleros y otras personas acusadas de
subversión, entre ellas personas que se encontraban muertas o "desaparecidas". También indulto a
militares uruguayos.
Decreto 1004/89: indulto a todos los participantes de las rebeliones militares carapintadas de Semana
Santa y Monte Caseros en 1987, y de Villa Martelli en 1988.
Decreto 1005/89: indulto a los ex miembros de las juntas militares Leopoldo Galtieri, Jorge Isaac
Anaya y Basilio Lami Dozo, condenados por los delitos cometidos en la conducción de la Guerra de
Malvinas.
Decreto 2741/90: indulto a los excomandantes condenados en el Juicio a las Juntas de 1985 Jorge
Rafael Videla, Emilio Massera, Orlando Ramón Agosti, Roberto Viola, y Armando Lambruschini. Indulto
también a los militares condenados en crímenes de lesa humanidad Ramón Camps y Ovidio Riccheri.
Decreto 2742/90: indulto a Mario Eduardo Firmenich, líder de la organización guerrillera Montoneros.
Decreto 2743/90: indulto a Norma Kennedy, procesada por malversación de fondos públicos.
Decreto 2744/90: indulto a Duilio Brunello, condenado a inhabilitación absoluta y perpetua por el
delito de malversación de fondos públicos.
Decreto2745/90: indulto al exministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz procesado por
participación en los delitos de lesa humanidad (secuestro y torturas) contra Federico y Miguel Ernesto
Guthein.
Decreto 2746/90: indulto al ex General Guillermo Suárez Mason condenado por delitos de lesa
humanidad.

La Corte Suprema de Justicia, en una de sus composiciones más discutidas de la historia que se valió
del mote “la Corte adicta” por su actuación de permanente servilismo con las necesidades del Poder
Ejecutivo, ante múltiples presentaciones entendió que no eran inconstitucionales los indultos a
“procesados” en diciembre de 1990 en el fallo Riveros.

Cuarto momento: La reforma constitucional de 1994 y los juicios de la verdad.


Aproximándose el final de su mandato Menem comenzó a imaginar la posibilidad de su continuidad en
el poder, y para poder hacerlo, necesitaba reformar la Constitución, que en ese entonces, establecía un
período presidencial de 6 años sin posibilidad de reelección inmediata. En ese contexto, y haciendo un
resumen a los efectos didácticos de este trabajo, comenzaron los contactos entre el oficialismo y el
principal partido de la oposición, el Partido Justicialista y la Unión Cívica Radical, que en los hechos,
eran liderados por Menem y Alfonsín. Del resultado de esas negociaciones se llegó a un acuerdo que es
conocido como el “Pacto de Olivos”, en el cual el radicalismo habilitaría la cláusula de la reelección
presidencial, pero a cambio, se establecía un programa para modificar la estructura de la Constitución,
tomando como base los temas planteados en su momento por el Consejo para la Consolidación de la
Democracia, una Comisión técnico-política de composición plural, el “Consejo para la Consolidación de
la Democracia”, un tanque de pensamiento, una usina de reflexiones, que elaboró dos dictámenes con
recomendaciones para la reforma constitucional y la modernización del Estado.
A los efectos del tema de la “justicia transicional” que estamos analizando, el cambio significativo que
produjo la reforma fue la incorporación con jerarquía constitucional de los principales Tratados
Internacionales de Derechos Humanos, que vinieron a reforzar el sistema de protección, a ampliar la
tutela de derechos. Estas normas, posibilitaron nuevas herramientas de defensa, habilitaron instancias
internacionales de reclamación, sumaron las más modernas doctrinas y jurisprudencias, y permitieron
abrir nuevas posibilidades para impedir que se consumara la estrategia del olvido y el auto perdón.

Cerrado el camino de la justicia argentina por el indulto de Menem, comenzaron procesos en distintos
países del mundo, especialmente en España, justificados por tratarse de “delitos de lesa humanidad”,
que impulsaron el pedido de extradiciones de los militares responsables para ser juzgados en Europa.
Especialmente las Abuelas de Plaza De Mayo realizaron una enorme tarea en las causas por los “delitos
de sustracción y ocultación de menores”, que son imprescriptibles, y habían quedado fuera del alcance
de los indultos en aquellos casos que no habían tenido juzgamiento previo. Una de las primeras
cuestiones a resolver radicó en determinar si se incurría en una violación a la prohibición de doble
juzgamiento -non bis in ídem-, en relación a la sentencia de la “causa 13/84” -el juicio a las juntas-. La
Cámara Federal resolvió que, a diferencia del Juicio a las Juntas en los cuales se había imputado
genéricamente a los jerarcas militares el haber urdido un plan de apropiación de niños, en los nuevos
juicios promovidos, se les acusaba de apropiaciones de niños concretas, por tanto, se trataba de causas
nuevas por crímenes imprescriptibles.

Asimismo, fueron muy importantes en esta etapa los “Juicios por la Verdad”, procedimientos judiciales
sin efectos penales que se desarrollaron en nuestro país ante la imposibilidad de perseguir penalmente
a los responsables de los crímenes de lesa humanidad perpetrados durante la última dictadura, por
estar vigentes los efectos de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, así como los indultos. Estos
juicios orales fueron impulsados consecuentemente por los organismos de derechos humanos que
procuraron espacios alternativos en la búsqueda de la verdad, memoria y justicia y se desarrollaron
distintas ciudades del país -La Plata, Bahía Blanca, Mar del Plata y Mendoza- entre 1999 y 2008
obteniendo importantes respuestas jurídicas de la justicia argentina y la Corte Interamericana de
Derechos Humanos (entre otros, los fallos Mignone y Aguiar de Lapacó).

Quinto momento: La derogación de las leyes del perdón.

En abril de 1998, el Congreso de la Nación había decidido derogar las leyes de Punto Final y Obediencia
Debida, este acto generó la inoperancia de la norma desde allí en adelante, pero mantenían vigencia
todos los actos judiciales que se habían desarrollado desde su sanción hasta allí.

El Presidente peronista Néstor Kirchner impulsó un cambio de rumbo con su llegada a la presidencia en
2003, abandonando el camino diseñado e implementado por su antecesor del mismo partido Carlos
Menem, y avanzó en una serie de decisiones legislativas, e implementación de políticas públicas con el
fin de restituir la política de derechos humanos como una prioridad del Estado argentino.

El Congreso, a instancias del Poder Ejecutivo, el 12 de agosto de 2003 declaró por ley 25.779
“insanablemente nulas las Leyes 23.492 y 23.521” (punto final y obediencia debida). Al mismo tiempo,
el Congreso Nacional aprobó el “rango constitucional” de la “Convención de la Naciones Unidas sobre
imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de Lesa Humanidad”, ratificada por el
presidente Kirchner apenas un día antes, en clara sintonía y como un mensaje público de rectificación
de la política anterior.

Kirchner encaró un profundo cambio de conformación de la Corte Suprema de Justicia con la salida
forzada de los Ministros afines a Menem que continuaban en el cargo. La nueva Corte -Lorenzetti,
Argibay, Highton, Fayt, Petracchi, Maqueda, Zaffaroni- tuvo que entender en la cuestión a través de
diferentes fallos que consolidaron el nuevo orden normativo, veamos:

En el año 2004, declaró la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad en el caso “Arancibia
Clavel”.

En junio de 2005, declaró la inconstitucionalidad de las leyes de punto final y obediencia debida en el
caso conocido como “Simón” -alias el turco Julián- en donde también tuvo en cuenta el criterio de los
organismos internacionales de derechos humanos -Corte Interamericana de Derechos Humanos- en el
caso “Barrios Altos” de Perú.

En el año 2007 en la causa “Riveros” la Corte Suprema declaró la inconstitucionalidad de los indultos
desmontando definitivamente las normas que recortaban la capacidad de investigación judicial y
condena.

A modo de cierre.

La historia política de la Argentina está llena de idas y vueltas, avances y retrocesos, somos una
sociedad compleja y polarizada en todos los campos posibles de debate, sin embargo, nos animamos a
afirmar, que hemos alcanzado algunos puntos de consenso muy mayoritario que van cerrando la etapa
transicional, aunque por supuesto, quedan desafíos enormes por resolver.

Esos puntos de acuerdo, constituyen los lados de la piedra angular sobre la cual edificar un estado
social de derecho. Democracia, elecciones libres y transparentes, respeto por los derechos humanos
esenciales, continuidad institucional, e independencia de los poderes del Estado son los apoyos firmes,
estables, sobre los que debemos construir justicia social, igualdad real, equidad, progreso y desarrollo
sustentable.

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