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LA ACELERACION DE LOS
DERECHOS HUMANOS
ESTUDIANTES:
ORURO-BOLIVIA
INDICE:
TEMA Nº6
TEMA Nº6
LA ACELERACION DE LOS DERECHOS HUMANOS
La guerra de independencia:
El 2 de julio de
1776, el Congreso
finalmente resolvió
que: «estas
Colonias Unidas
son, y por derecho
deben ser, estados
libres y soberanos». El 4 de julio de 1776 se reunieron 56
congresistas estadounidenses para aprobar la
Declaración de Independencia de los Estados Unidos, que Thomas Jefferson
redactó con la ayuda de otros ciudadanos de Virginia. Se imprimió papel moneda y
se iniciaron relaciones diplomáticas con potencias extranjeras. En el congreso se
encontraban cuatro de las principales figuras de la independencia: George
Washington, Thomas Jefferson, Benjamin Franklin y John Adams. De los 56
congresistas, 14 murieron durante la guerra. Benjamin Franklin se convierte en el
primer embajador y jefe de los servicios secretos. La unidad se extendió entonces
por las Trece Colonias para luchar contra los británicos. La declaración presentó
una defensa pública de la guerra de Independencia, incluida una larga lista de
quejas contra el soberano británico Jorge III. Pero, sobre todo, explicó la filosofía
que sustentaba la independencia, proclamando que todos los hombres nacen
iguales y poseen ciertos derechos inalienables, entre ellos la vida, la libertad y la
búsqueda de la felicidad; que los gobiernos pueden gobernar solo con el
consentimiento de los gobernados; que cualquier gobierno puede ser disuelto
cuando deja de proteger los derechos del pueblo. Esta teoría política tuvo su
origen en el filósofo inglés John Locke, y ocupa un lugar prominente en la tradición
política anglosajona.
Según todas las apariencias, un enfrentamiento militar parecía muy ventajoso para
Gran Bretaña, una de las potencias mundiales más poderosas, con una población
de unos once millones, frente a los dos millones y medio de colonos, un quinto de
los cuales eran esclavos negros. La armada británica era la mayor del mundo y
casi la mitad de sus buques participaron inicialmente en el conflicto con los
nacientes Estados Unidos. El ejército era una fuerza profesional bien entrenada;
en 1778, llegó a tener cerca de cincuenta mil soldados estacionados solo en
Norteamérica, a los cuales se añadieron más de treinta mil mercenarios alemanes
durante la contienda. Para enfrentarse a ese poder militar, los rebeldes tenían que
empezar de la nada. El Ejército Continental contaba con menos de cinco mil
efectivos permanentes, complementados por unidades de las milicias estatales de
diferentes tamaños. En la mayoría de los casos estaban mandados por oficiales
inexpertos y no profesionales. George Washington, el comandante en jefe, por
ejemplo, solo había sido coronel de regimiento en la frontera virginiana y tenía
poca experiencia en combate. No sabía nada de mover grandes masas de
soldados y nunca había dirigido un asedio a una posición fortificada. Muchos de
sus oficiales habían salido de las capas medias de la sociedad: había posaderos
convertidos en capitanes y zapateros en coroneles, como exclamó, asombrado, un
oficial francés. Es más, «sucede con frecuencia que los colonos preguntan a los
oficiales franceses qué oficio tienen en Francia». No es de extrañar, pues, que la
mayoría de los oficiales británicos pensara que el ejército insurgente no era «más
que una banda despreciable de vagabundos, desertores y ladrones» incapaces de
rivalizar con las casacas rojas de Su Majestad. Un general británico llegó a
alardear que con mil granaderos podía «ir de un extremo a otro de Norteamérica y
castrar a todos los hombres, en parte por la fuerza y en parte con un poco de
persuasión». Sin embargo, estos contrastes eran engañosos, porque las
desventajas británicas eran inmensas desde el principio del conflicto. Gran
Bretaña tenía que conducir la guerra desde el otro lado del Atlántico, a cinco mil
kilómetros de distancia, con los consiguientes problemas de comunicaciones y
logística; incluso alimentar adecuadamente era un problema casi insalvable. Al
mismo tiempo, tenía que hacer una guerra absolutamente diferente a la que
cualquier país hubiera librado en el siglo xviii. La propia Norteamérica era
inconquistable. La enorme extensión del territorio hacía que las maniobras y
operaciones convencionales fueran difíciles y engorrosas. El carácter local y
fragmentario de la autoridad en Norteamérica inhibía cualquier acción decisiva por
parte de los británicos. No había ningún centro neurálgico con cuya captura se
pudiera lograr aplastar la rebelión. Los generales británicos acabaron por decidir
que su principal objetivo debía ser enfrentarse al ejército de Washington en una
batalla, pero, como dijo el comandante en jefe británico, no sabían cómo hacerlo,
«ya que el enemigo se mueve con mucha más celeridad de la que nosotros somos
capaces». Uno de los principales problemas para los colonos era la baja calidad
de sus mosquetes, ya anticuados y que solo podían disparar a pocos metros para
obtener precisión. Esto llevó a que se creara un nuevo tipo de arma más eficaz,
que fue el fusil modelo Pennsylvania, de gran precisión desde más de 80 metros.
Los colonos en estos primeros combates lucharon en forma de guerrillas. George
Washington, por su parte, comprendió desde el principio que, por el lado
estadounidense, la guerra tenía que ser defensiva. «En todas las ocasiones
debemos evitar una acción general -dijo ante el Congreso en septiembre de 1776-
o arriesgar nada, a menos que nos veamos obligados por una necesidad a la cual
no deberíamos vernos arrastrados». Aunque nunca actuó como cabecilla
guerrillero y se concentró todo el tiempo en crear un ejército profesional, con el
cual pretendía batir a los británicos en una batalla abierta, en realidad, sus tropas
pasaban buena parte del tiempo librando escaramuzas con el enemigo,
acosándolo y privándole de comida y avituallamiento siempre que era posible
(guerra de guerrillas). En esas circunstancias, la dependencia de los
estadounidenses de unas fuerzas de la milicia no profesionales y la debilidad de
su ejército organizado los convertían, como dijo un oficial suizo, en más peligrosos
que «si tuvieran un ejército regular». Los británicos no comprendieron nunca a qué
se enfrentaban; esto es, a una verdadera revolución que contaba con un apoyo
generalizado de la población. Por ello, continuamente subestimaron el aguante de
los rebeldes y sobreestimaron la fuerza de los colonos leales a la Corona. Al final,
la independencia acabó significando más para los estadounidenses que la
reconquista o conservación de las Trece Colonias para los británicos.
• La batalla de Saratoga:
Las cosas empezaron a cambiar en
octubre de 1777, cuando un ejército
británico bajo el mando del General John
Burgoyne se rindió en Saratoga, en el
norte del estado de Nueva York. Este fue
el golpe de gracia y propagandístico que
necesitaban los colonos para su independencia. Desde Canadá llegaron indios
(dirigidos por Joseph Brant) a favor de los británicos porque los colonos les
estaban invadiendo sus tierras cada vez más. La expedición estaba mandada por
el general John Burgoyne y pretendía llegar a Albany. Sin embargo, fueron
interceptados y tuvieron que presentar batalla en Freeman, cerca del río Hudson.
Aquí estaban los colonos al mando de Benedict Arnold, Horatio Gates y Daniel
Morgan. Este último comandaba a fusileros vestidos con pieles, muchos de ellos
antiguos cazadores. El general Burgoyne contaba con 600 mercenarios alemanes
(los británicos llegaron a utilizar hasta 16 000 en toda la guerra) para tomar la
granja. El 9 de septiembre Morgan tiene a sus hombres bien escondidos en un
bosque contiguo a la granja y en los trigales de la misma. Una vez se acercan los
mercenarios alemanes, los fusileros salen de sus escondites y disparan a los
enemigos, produciendo gran sorpresa entre estos y provocando que caigan
decenas. Burgoyne entonces manda otros 600 más, que también caen. Los
británicos retroceden, pero Burgoyne resiste, aunque sin suministros ni víveres, y
consigue poco tiempo después tomar la granja. Horatio Gates, aunque hombre
pesimista, es convencido por Morgan y Arnold para lanzar un ataque a los
británicos. Con los cañones incautados a los británicos bombardean la granja y
consiguen la rendición de Burgoyne. Entre el cañoneo de los colonos, un general
británico, Simón Fraser, ordenó una carga de caballería totalmente desesperada
por lo difícil de la situación. Esta carga fue rápidamente neutralizada por los
hombres de Morgan, que consiguieron acabar con el general. Este, antes de morir,
pidió ser enterrado en el campo de batalla, y para ello varios soldados británicos
se reunieron, lo que llegó a confundir a los colonos. Creyendo que los enemigos
se estaban reorganizando para otro ataque, empezaron a cañonear la zona en
que estaban enterrando a Simón Fraser, y aunque no dieron en el blanco, sí
produjeron que los que se esforzaban en la faena fueran salpicados por la arena y
el polvo. Al final se le pudo enterrar entre una lluvia de balas de cañón. Este hecho
produjo esta frase de un general alemán llamado Riedesel: «¡qué gran entierro
para un gran guerrero!»
Más tarde Holanda también se unirá a la coalición formada por España y Francia,
con ambiciones de ganar posiciones por el dominio de los mares, aunque a
diferencia de sus aliados, Holanda no aportó tropas, tan solo provisiones, armas,
vestimenta, divisas y algunos buques de guerra. En 1781, 8 000 soldados
británicos al mando del general Charles Cornwallis fueron rodeados en Virginia, el
último reducto, por una flota francesa y un ejército combinado franco-
estadounidense a las órdenes de George Washington de 16 000 hombres. Tras el
sitio de Yorktown, Cornwallis se rindió, y el gobierno británico propuso la paz. En la
batalla cayeron 156 británicos, 52 franceses y 20 independentistas, siendo los
últimos muertos en combate durante la Guerra de la Independencia. En los
restantes frentes entre 1779 y 1781, España sitió Gibraltar, una vez más
infructuosamente, y lanzó varias campañas contra distintos puntos estratégicos del
golfo de México en manos británicas, la mayor parte coronadas por el éxito
(Pensacola). Por otro lado, una exitosa expedición a Menorca permitió la
recuperación de la isla en febrero de 1782. El Tratado de París o Tratado de
Versalles se firmó el 3 de septiembre de 1783 entre Gran Bretaña y los Estados
Unidos y puso término a la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. El
hecho de que Gran Bretaña perdiese todas las posesiones en el continente
americano al sur de Canadá y al norte de Florida, hacía imposible un desenlace
militar favorable para los británicos.
Tratado de Paz:
En general los logros alcanzados pueden juzgarse como favorables para España y
en menor medida para Francia a pesar del elevado coste bélico y las pérdidas
ocasionadas por la casi paralización del comercio con América, un pesado lastre
que gravitaría sobre la posterior situación económica francesa. Por otra parte, el
triunfo de los rebeldes estadounidenses sobre Gran Bretaña no iba a dejar de
influir en un futuro próximo sobre las colonias españolas. Esta influencia vino por
distintos caminos: la emulación de lo realizado por comunidades en similares
circunstancias, la solidaridad de los antiguos colonos con los que aún lo eran, la
ayuda de otras potencias interesadas en la desaparición del imperio colonial
español, etc. Estos aspectos se manifestaron de un modo claro durante las
Guerras Napoleónicas.
La nueva constitución:
Causas:
Momentos clave:
Consecuencias:
Es un documento que proclama que todos los hombres son por naturaleza libres e
independientes y tienen una serie de derechos inherentes de los cuales no pueden
ser privados. Fue el antecedente directo de la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano de 1789 realizada por la Revolución francesa y de la
Carta de Derechos de los Estados Unidos, que entró en vigencia en 1791 en la
forma de diez enmiendas a la Constitución de Estados Unidos.
El borrador inicial del documento fue realizado por George Mason entre el 20 y el
26 de mayo de 1776, y posteriormente fue modificada por Thomas Ludwell Lee y
la propia Convención de Virginia. Mason se inspiró en la Carta de Derechos
Inglesa (Bill of Rights) de 1689, pero a diferencia de aquella rechaza la noción de
clases privilegiadas o funciones gubernamentales hereditarias, como sucedía (y
aun sucede) en la monarquía británica. La Declaración de Derechos de Virginia
está compuesta por dieciséis artículos en donde están enumerados los derechos
pertenecientes al pueblo de Virginia como las bases y fundamento del Gobierno: a
la vida, a la libertad, a poseer propiedades, al debido proceso, libertad de prensa y
religión, etc. También establece la soberanía popular, la prohibición de privilegios
de nacimiento (igualdad ante la ley), la división de poderes, el juicio por jurados,
etc. Algunos especialistas destacan el hecho de que la Declaración de Virginia
convivió con la esclavitud y la falta de derechos para las mujeres.
Contenido:
El primer artículo contiene la famosa declaración de que «todos los hombres son
por naturaleza igualmente libres e independientes y tienen ciertos derechos
inherentes, de los cuales, cuando entran en un estado de sociedad, no pueden ser
privados o postergados». Aunque esta declaración no evitó de por sí, que Virginia
se organizara como un estado esclavista ni que las mujeres fueran marginadas, su
dinámica fue impulsando (y aún continúa impulsando) en todo el mundo la
profundización del significado de derechos humanos haciéndolo cada vez más
universal. El texto destaca los aspectos esenciales de la idea moderna de los
derechos humanos: ser universales y encontrarse por encima de toda decisión del
gobierno. En ese primer artículo la Declaración de Virginia se consagran
expresamente los siguientes derechos como el corazón de los derechos del
hombre:
al «gozo de la vida»
al «gozo de la libertad»
a «los medios para adquirir y poseer propiedades»
a la «felicidad»
a la «seguridad»
Influencia:
Aspectos clave:
Influencia:
Legado:
6.6. LA DECLARACION DE LA
En 1773 los colonos se reunieron en Boston de Gran Bretaña llagaban tres naves
cargadas de cajas que contenían te, varios miembros de la sociedad secreta se
disfrazaron de indios y fueron nadando hasta alcanzar los tres barcos una vez allí
capturaron a sus tripulantes y tiraron la mercancía por la borda, fue la primera
acción contra la represión de impuestos, lo que intranquilizo a los británicos. En
1774 se reunió por primera vez el congreso de los colonos en contra de la
servidumbre a los británicos y a favor de una patria independiente, ya se discuten
unas hipotéticas leyes pese al clima de enemistad contra los ingleses en las
colonias todavía había algunos colonos que apoyaban al rey ingles JORGE III
siendo llamados KING FRIENDS. Tropas alemanas que sirvieron con los
británicos llamadas “HESSIANS” en inglés (C. ZIEGLER, TRAS CONTRAD
GESSNER, 1779).
La armada británica era la mayor del mundo y casi la mitad de sus buques
participaron inicialmente en el conflicto con los nacientes Estados Unidos el
ejército era una fuerza profesional bien entrenada en 1778 llego a tener cerca de
cincuenta mil soldados estacionados solo en Norteamérica a los cuales se
añadieron más de treinta mil mercenarios alemanes durante la contienda para
enfrentarse a ese poder militar los rebeldes tenían que empezar de la nada el
ejército continental contaba con menos de cinco mil efectivos permanentes
completados por unidades de las milicias estatales de diferentes tamaños en la
mayoría de los casos estaban mandados por oficiales inexpertos y no
profesionales George Washington, el comandante en jefe por ejemplo solo había
sido coronel del regimiento en la frontera virginiana y tenía poca experiencia en
combate no sabía nada de mover grandes masas de soldados y nunca había
dirigido un asedio a una posición fortificada muchos de sus oficiales habían salido
de las capas medias de la sociedad había posaderos convertidos en capitanes y
zapateros en coroneles como exclamo asombrado un oficial francés es más
“SUCEDE CON FRECUENCIA QUE LOS COLONOS PREGUNTAN A LOS
OFICIALES FRANCESES QUÉ OFICIO TIENEN EN FRANCIA”. NO ES DE
EXTRAÑAR, PUES, QUE LA MAYORÍA DE LOS OFICIALES BRITÁNICOS
PENSARA QUE EL EJÉRCITO INSURGENTE NO ERA “MÁS QUE UNA BANDA
DESPRECIABLE DE VAGABUNDOS, DESERTORES Y LADRONES” incapaces
de rivalizar con las casacas rojas de su majestad un general británico llego a
alardear que con mil granaderos podía “IR DE UN EXTREMO A OTRO DE
NORTEAMÉRICA Y CASTRAR A TODOS LOS HOMBRES, EN PARTE POR LA
FUERZA Y EN PARTE CON UN POCO DE PERSUASIÓN” sin embargo estos
contrastes eran engañosos porque las desventajas británicas eran inmersas desde
el principio de conflicto. Gran Bretaña tenía que conducir la guerra desde el otro
lado del Atlántico a cinco mil kilómetros de distancia con los consiguientes
problemas de comunicación y logística incluso alimentar adecuadamente era un
problema casi insalvable al mismo tiempo tenía que hacer una guerra
absolutamente diferente a la que cualquier país hubiera liberado en el siglo XVIII la
propia Norteamericana era inconquistable la enorme extensión del territorio hacia
que las maniobras y operaciones convencionales fueron difíciles y engorrosas el
carácter local y fragmentario de la autoridad en Norteamérica inhibida cualquier
acción decisiva por parte de los británicos no había ningún centro neurálgico con
cuya captura se pudiera lograr aplastar la rebelión. Los generales británicos
acabaron por decidir que su principal objetivo debía ser enfrentarse al ejército de
Washington en una batalla, pero como dijo el comandante en jefe británico no
sabía cómo hacerlo “YA QUE EL ENEMIGO SE MUEVE CON MUCHA MÁS
CELERIDAD DE LA QUE NOSOTROS SOMOS CAPACES” uno de los principales
problemas para los colonos era la baja calidad de sus mosquetes, George
Washington por su parte comprendió desde el principio que por el lado
Estadounidense la guerra tenía que ser defensiva en todas las ocasiones
debemos evitar una acción general dijo ante el congreso en septiembre de 1776 o
arriesgar nada a menos que nos veamos obligados por una necesidad a la cual no
deberíamos vernos arrastrados las cosas empezaron a cambiar en octubre de
1777 cuando un ejército británico bajo el mando del general Jhon Burgoyne se
rindió en Saratoga en el norte del estado de Nueva York este fue el golpe de
gracia y propagandístico que necesitaban los colonos para su independencia
desde Canadá llegaron indios ( dirigidos por Joseph Brant) a favor de los
británicos por que los colonos les estaban expropiando sus tierras cada vez más la
expedición estaba mandad por el general John Burgoyne y pretendía llegar a
Albany, sin embargo fueron interceptados y tuvieron que presentar batalla en
Freeman cerca del Rio Hudson aquí estaban los colonos al mando de Benedict
Arnold, Horatio Gates y Daniel Morgan este último comandaba fusileros vestidos
con pieles, muchos de ellos antiguos cazadore.
6.7.LA
Artículos:
4. La libertad consiste en poder hacer todo aquello que no cause perjuicio a los
demás. El ejercicio de los derechos naturales de cada hombre, no tiene otros
límites que los que garantizan a los demás miembros de la sociedad el disfrute de
los mismos derechos. Estos límites solo pueden ser determinados por la ley.
5. La ley solo puede prohibir las acciones que son perjudiciales a la sociedad. Lo
que no está prohibido por la ley no puede ser impedido. Nadie puede verse
obligado a aquello que la ley no ordena.
8. La ley no debe imponer otras penas que aquellas que son estrictas y
evidentemente necesarias; y nadie puede ser castigado sino en virtud de una ley
promulgada con anterioridad a la ofensa y legalmente aplicada.
10. Ningún hombre debe ser molestado por razón de sus opiniones, ni aún por sus
ideas religiosas, siempre que al manifestarlas no se causen trastornos del orden
público establecido por la ley.
12. Siendo necesaria una fuerza pública para garantizar los derechos del hombre
y del ciudadano, se constituirá esta fuerza en beneficio de la comunidad, y no para
el provecho particular de las personas a las que ha sido confiada.
13. Siendo necesaria, para sostener la fuerza pública y subvenir a los gastos de
administración, una contribución común, esta debe ser distribuida equitativamente
entre los ciudadanos, de acuerdo con sus facultades.
17. Siendo inviolable y sagrado el derecho de propiedad, nadie podrá ser privado
de él, excepto cuando la necesidad pública, legalmente comprobada, lo exige de
manera evidente, y a la condición de una indemnización previa y justa.
Consecuencias:
Los Derechos del Hombre tampoco consiguieron acabar con la esclavitud, a pesar
de los esfuerzos de Jacques-Pierre Brissot (1754-1793), que llevaba tiempo
abogando por ella con su club abolicionista Les Amis de Noirs ("Los amigos de los
negros"). Aunque la Declaración no mencionaba la esclavitud, sus principios
inspiraron a muchos esclavos de la colonia francesa de Saint-Domingue (la actual
Haití) a rebelarse contra sus amos. Estos levantamientos de esclavos se
convirtieron en la Revolución haitiana (1791-1804). Los jacobinos abolirían
posteriormente la práctica de la esclavitud en 1794, aunque sería reinstaurada
brevemente en 1802 por Napoleón Bonaparte (1769-1821) antes de la
independencia de Haití en 1804. Antonio Nariño y los Derechos del Hombre en
Hispanoamérica
El factor decisivo que inclinó la balanza a favor de los aliados fue la inesperada
llegada de las tropas de Von Blücher, que supuestamente iban retrasadas a causa
de la lluvia. Napoleón no contaba con que llegaran a tiempo para la batalla y no
había preparado un plan para aquella eventualidad. El nuevo frente de combate
abierto por los prusianos rompió las líneas francesas e impidió cualquier intento de
lanzar un contraataque coordinado, y el ejército napoleónico se fue disgregando
en unidades aisladas que intentaban resistir los ataques de la caballería enemiga.
Finalmente, Napoleón tuvo que reconocer que la batalla estaba perdida y ordenó
una caótica retirada: aunque el emperador pudo escapar, las tropas aliadas
persiguieron a los franceses, capturando a miles de soldados y apoderándose de
la artillería enemiga. No solo se había perdido la batalla, sino también la guerra. a
Santa Alianza fue un pacto celebrado, por iniciativa de Alejandro I de Rusia, entre
Austria, Rusia y Prusia, el 26 de septiembre de 1815 en París (Francia), tras la
batalla de Waterloo. Los tres monarcas invocaron los principios cristianos,
previendo mantener en sus relaciones políticas los «preceptos de justicia, de
caridad y de paz»,1 con el objetivo de contener el liberalismo y el secularismo que
se había implantado en Europa fruto de la Revolución francesa. En su pacto ellos
se comprometían a intervenir donde fuera necesario para defender la legitimidad
monárquica y los principios del absolutismo y sofocar cualquier movimiento
revolucionario. Se suele confundir a menudo con la Cuádruple Alianza (1815), que
incluye a Reino Unido. Otto Von Bismarck logró reunir la Santa Alianza después de
la unificación de Alemania en 1871, pero la alianza volvió a fallar en la década de
1880 debido a los conflictos de intereses de Austria y Rusia sobre la disolución del
Imperio otomano. Es un acuerdo internacional particular, ya que se basa en el
cristianismo y, aunque aceptaba la adhesión de otras casas reales cristianas
afines a esta causa, dejaba deliberadamente fuera a potencias como el Imperio
otomano o Reino Unido. El 26 de agosto de 1789 la Asamblea Nacional
Constituyente francesa aprobó la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano, convirtiéndose en un legado fundamental de la Revolución Francesa;
misma que tiene un valor universal, y constituyó la base de la Declaración de las
Naciones Unidas en 1948. Este documento sirvió para difundir en la comunidad
política la primera Constitución de Francia, y representa la primera versión
impresa de ese texto. Su significación histórica es inmensa.
En 1789, el pueblo de Francia causó la abolición de una monarquía absoluta y
creó la plataforma para el establecimiento de la primera República Francesa. Tan
sólo seis semanas después del ataque súbito a la Bastilla, y apenas tres semanas
después de la abolición del feudalismo, la Asamblea Nacional Constituyente
adoptó la Declaración de los Derechos del Hombre y de los Ciudadanos inspirada
en la declaración de independencia estadounidense de 1776 y en el espíritu
filosófico del siglo XVIII, marca el fin del Antiguo Régimen y el principio de una
nueva era, considerado un documento precursor de los derechos humanos a nivel
nacional e internacional . La declaración de 1789, como los textos de las Colonias
Inglesas que se separan de la metrópoli, la Declaración de Independencia de 4 de
julio de 1776, la Declaración del Buen Pueblo de Virginia de 12 de junio de 1776, y
más tarde las diez primeras enmiendas a la Constitución Federal de 1787, que se
aprueban en 1791, son el último eslabón de una primera generación de los
derechos humanos, que arrancan del siglo XVI en el marco de una preocupación
de la burguesía por limitar el poder del moderno Estado Absoluto . Dentro de la
declaración podemos encontrar que se definen los derechos "naturales e
imprescriptibles" como la libertad, la propiedad, la seguridad, la resistencia a la
opresión. Argumenta que la necesidad de la ley se deriva del hecho de que el
ejercicio de los derechos naturales de cada hombre tiene sólo aquellos límites que
aseguran a los demás miembros de la misma sociedad el goce de estos mismos
derechos”.