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Fábula – Literatura 1

Había una vez en un bosque muy frondoso, habitado por diversas criaturas, desde el más pequeño
insecto hasta el majestuoso águila real. En este bosque, reinaba un árbol centenario llamado Roble,
que era conocido por su sabiduría y generosidad. Roble cuidaba de todas las criaturas del bosque y
les brindaba refugio y alimento.
Un día, una ardilla llamada Saltarina se acercó al Roble con una petición. Saltarina estaba cansada
de recolectar nueces y bellotas para sobrevivir durante el invierno, y le pidió al Roble que le diera
un lugar seguro donde guardar su comida. El Roble, con su corazón bondadoso, le ofreció una rama
hueca donde podría almacenar sus provisiones.
Saltarina, complacida con el gesto del Roble, comenzó a almacenar nueces y bellotas en la rama
hueca. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que la rama no era lo suficientemente grande como
para almacenar toda su comida, y comenzó a desear una rama más grande. En lugar de agradecer lo
que tenía, se quejaba constantemente de lo pequeño que era su almacén.
Mientras tanto, una familia de pajarillos se había refugiado en una de las ramas más altas del Roble
durante una tormenta. Estaban agradecidos por el refugio que les brindaba el árbol, pero pronto se
dieron cuenta de que la rama en la que se habían posado no era lo suficientemente firme como para
soportarlos a todos. Temían caerse en cualquier momento.
El Roble, al observar la situación, decidió intervenir. Con su voz profunda y sabia, habló tanto con
Saltarina como con los pajarillos. Les recordó la importancia de estar agradecidos por lo que tenían
y de valorar los gestos de generosidad. Les dijo que la verdadera felicidad no reside en la cantidad
de cosas que poseemos, sino en nuestra capacidad para apreciar lo que ya tenemos.
Saltarina se dio cuenta de su error y agradeció al Roble por su sabio consejo. Comenzó a apreciar el
espacio que le había brindado y se sintió feliz con lo que tenía. Los pajarillos, por su parte,
encontraron otro lugar seguro en el Roble donde construir su nido y agradecieron sinceramente su
hospitalidad.
Desde ese día, Saltarina y los pajarillos aprendieron a valorar lo que tenían y a ser agradecidos por
los gestos de generosidad de los demás. Y el Roble continuó siendo un símbolo de sabiduría y
generosidad en el bosque, enseñando a todos que la verdadera felicidad se encuentra en el corazón
agradecido.

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