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“2024 – AÑO DE LA DEFENSA DE LA VIDA, LA LIBERTAD Y LA PROPIEDAD”

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UNA VEZ CONFRONTADO
CON EL EXPEDIENTE ORIGINAL
“2024 – AÑO DE LA DEFENSA DE LA VIDA, LA LIBERTAD Y LA PROPIEDAD”

(S-0217/2024)

PROYECTO DE LEY

El Senado y Cámara de Diputados,…

Régimen legal de los decretos de necesidad y urgencia, de delegación


legislativa y de promulgación parcial de leyes

Objeto

Art. 1º. Objeto.

Esta ley tiene por objeto regular el trámite y los alcances de la


intervención del Congreso respecto de los decretos:

a) de necesidad y urgencia;

b) por delegación legislativa; y

c) de promulgación parcial de leyes;

dictados por el Poder Ejecutivo nacional en los términos de los artículos


99, inciso 3; 76; 80 y 100, incisos 12 y 13 de la Constitución Nacional.

La Comisión. Constitución. Funcionamiento.

Art. 2º. Comisión.

La Comisión Bicameral Permanente prevista en los artículos 99, inciso


3, y 100, incisos 12 y 13 de la Constitución Nacional tiene competencia
para dictaminar acerca de los decretos enumerados en el art. 1º de la
presente ley. Se rige por esta ley y las disposiciones de su reglamento
interno; y supletoriamente por los reglamentos de las Cámaras de
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senadores y diputados, prevaleciendo el reglamento del cuerpo que


ejerce la presidencia durante el año en que sea necesaria la aplicación
supletoria.

Art. 3º. Composición.

La Comisión Bicameral Permanente está integrada por ocho diputados


y ocho senadores, designados por el Presidente de sus respectivas
Cámaras a propuesta de los bloques parlamentarios en proporción a sus
representaciones políticas.

Se elegirá un suplente por cada miembro titular. El suplente reemplazará


al titular en sus ausencias transitorias o permanentes según lo
establezca el reglamento interno de la Comisión. En caso de renuncia,
licencia o fallecimiento del titular, el suplente será automáticamente
designado titular y el bloque correspondiente deberá proponer un nuevo
suplente.

Cada bloque podrá solicitar la sustitución del titular o del suplente.

Art. 4º. Duración en el cargo.

Los integrantes de la Comisión Bicameral Permanente duran en el


ejercicio de sus funciones hasta la siguiente renovación de la Cámara a
la que pertenecen y pueden ser reelectos.

Art. 5º. Reglamento.

La Comisión Bicameral Permanente dicta su reglamento de


funcionamiento interno de acuerdo con las disposiciones de esta ley.

Art. 6º. Autoridades.


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La Comisión Bicameral Permanente elige anualmente un presidente, un


vicepresidente y un secretario. Los dos primeros cargos deben recaer
sobre legisladores de distinta cámara y bancada. La Presidencia de la
Comisión corresponderá alternativamente un año a cada Cámara.

Art. 7º. Funcionamiento.

La Comisión Bicameral Permanente cumple funciones aun durante el


receso del Congreso de la Nación. Sus reuniones son de carácter
público.

Art. 8º. Quorum.

La Comisión Bicameral Permanente se reúne cuando cuenta con la


presencia de la mayoría absoluta de sus miembros. El reglamento de la
Comisión podrá establecer un mecanismo para que transcurrido cierto
tiempo sin reunir el quorum la Comisión pueda reunirse y emitir dictamen
en minoría.

Disposiciones generales sobre el trámite.

Art. 9º. Dictámenes.

Los dictámenes de la Comisión Bicameral Permanente se conforman


con la firma de la mayoría absoluta de sus miembros presentes, y, en
caso de que haya más de un dictamen con igual número de firmas, el
dictamen de mayoría es el que lleva la firma del presidente.

Art. 10. Plazo. Consecuencias del incumplimiento.

El Jefe de Gabinete de Ministros remitirá los decretos dictados en virtud


de las competencias enumeradas en el art. 1º de la presente dentro de
los diez días corridos de su dictado. La falta de cumplimiento de esta
obligación tendrá idénticas consecuencias que el rechazo del decreto en
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los términos de los artículos 20, 29 y 37, quedando a salvo la facultad


de las Cámaras del Congreso de declarar la nulidad del decreto en los
términos de los artículos 21 y 30.

Las autoridades de la Comisión deberán comunicar esta circunstancia


al Poder Ejecutivo para que proceda a su inmediata publicación en el
Boletín Oficial, junto con la expresión clara de la derogación producida.
La Comisión podrá citar al Jefe de Gabinete de Ministros y a los ministros
del Poder Ejecutivo a brindar explicaciones y responder preguntas de
modo personal acerca de los decretos sometidos a su consideración, y
éstos estarán obligados a concurrir.

Art. 11. Plazo de la Comisión. Consecuencias del incumplimiento.

La Comisión Bicameral Permanente tiene un plazo de diez días hábiles


contados desde la presentación efectuada por el Jefe de Gabinete, o de
vencido el plazo para hacerlo, para expedirse acerca del decreto
sometido a su consideración y elevar el dictamen al plenario de cada
una de las Cámaras.

Art. 12. Consecuencias del incumplimiento.

Transcurrido el plazo del artículo 11 sin que existiera dictamen de la


Comisión Bicameral, las Cámaras quedan habilitadas a tratar el decreto
en cuestión. La Comisión Bicameral, de todos modos, conserva
competencia para dictaminar hasta tanto cualquiera de las dos Cámaras
se expida acerca del decreto.

Art. 13. Orden del día

En los casos de los artículos 11 y 12, el presidente de cada Cámara


incluirá el dictamen o el decreto como primer punto del orden del día de
la sesión inmediatamente posterior o convocará a sesión especial al
efecto.
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Art. 14. Sesiones extraordinarias.

Si el dictamen, o la conclusión del plazo del artículo 12, se produjeran


durante el receso legislativo, se entenderá que el dictado del decreto en
cuestión ha importado la convocatoria a sesiones extraordinarias para
su inmediato tratamiento por ambas Cámaras del Congreso.

Si la sesión para tratar la cuestión no hubiera sido convocada


transcurridos siete días corridos desde la solicitud pertinente formulada
de acuerdo con el reglamento de la correspondiente Cámara, podrá
solicitarse su convocatoria a las restantes autoridades de la Cámara
según el orden en el que les correspondiera sustituir a su presidente.

Decretos de necesidad y urgencia

Art. 15. Vigencia.

Los decretos de necesidad y urgencia entrarán en vigencia en la fecha


posterior entre las siguientes: a) el día que ellos determinen o, en su
defecto, el octavo día desde su publicación o b) el día de la publicación
en el Boletín Oficial de la comunicación del Jefe de Gabinete de
Ministros prevista en el artículo 10.

Art. 16. Requisitos de los decretos de necesidad y urgencia.

Los decretos de necesidad y urgencia deberán cumplir con los


siguientes requisitos:

a) Los requisitos sustanciales y formales establecidos en el artículo 99


inciso 3 de la Constitución Nacional.
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b) Deberán tratar una única materia. Si la situación de necesidad y


urgencia invocada requiriera el dictado de normas en más de una
materia, cada una de ellas deberá ser objeto de un decreto individual.
c) Deberán estar debidamente fundamentados, indicando con precisión
cuáles son las normas dictadas en función de la competencia prevista
en el art. 99 inc. 3 de la Constitución Nacional y cómo cada una de ellas
responde a la situación de necesidad y urgencia invocada.

d) Deberán estar numerados de modo correlativo para cada mandato


presidencial, de modo diferenciado al resto de los decretos del Poder
Ejecutivo.

Art. 17. Contenido del dictamen.

El dictamen de la Comisión Bicameral deberá expedirse expresamente


acerca del cumplimiento de los requisitos enumerados en el artículo 16
de la presente. También podrá expedirse sobre la proporcionalidad de
las medidas adoptadas en relación a la causal de necesidad y urgencia
invocada y su oportunidad, mérito y conveniencia.

Para emitir dictamen, la Comisión Bicameral Permanente puede


consultar a las comisiones permanentes competentes en función de la
materia.

Art. 18. Separabilidad.

Si, a juicio de la Comisión Bicameral, el decreto en cuestión abarca más


de una materia, la Comisión puede proponer su rechazo basándose
únicamente en dicha circunstancia o, alternativamente, dividir el decreto
en tantos dictámenes como materias trate, pudiendo expedirse
separadamente sobre cada parte del decreto en los términos del artículo
17.
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Salvo lo dispuesto en el párrafo anterior, ni la Comisión ni las Cámaras


podrán realizar enmiendas, agregados o supresiones al decreto.

Art. 19. Aceptación.


El decreto de necesidad y urgencia quedará aceptado por la aprobación
expresa del plenario de ambas Cámaras del Congreso dentro de los
sesenta días corridos de emitido el dictamen de la Comisión Bicameral
Permanente o de transcurrido el plazo para dictaminar. La aprobación
de una de las Cámaras del Congreso dentro de dicho plazo genera
automáticamente su prórroga por otros sesenta días corridos contados
desde dicha aprobación.

En los casos del artículo 18, sólo quedarán aprobadas las partes del
decreto que hubieren recibido dicha aprobación por parte de ambas
Cámaras.

Art. 20. Rechazo.

Los decretos de necesidad y urgencia se considerarán rechazados


cuando una de las Cámaras lo rechace, o hubiera transcurrido el plazo
del primer párrafo del artículo 19 sin que ambas Cámaras lo hubieren
aprobado expresamente.

Las Cámaras pueden rechazar el decreto por no cumplir con los


requisitos legales y constitucionales, o por razones de mérito,
oportunidad o conveniencia.

El rechazo del decreto en los términos de este artículo importará la


derogación del decreto de conformidad con el artículo 5º del Código Civil
y Comercial desde la fecha de la publicación establecida en el art. 22,
restituyéndose de pleno derecho la vigencia de las normas que hubieren
sido derogadas o modificadas por el decreto.

Art. 21. Nulidad.


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En el caso que el decreto de necesidad y urgencia sea rechazado


expresamente por ambas Cámaras con fundamento expreso en el
incumplimiento de los requisitos constitucionales para su dictado, éstas
podrán declararlo nulo, lo que conllevará que el decreto no surta efecto
alguno ni genere derechos adquiridos.

Esta nulidad podrá ser declarada aun después de transcurrido el plazo


del primer párrafo del artículo 19, durante el año parlamentario en el que
fuera dictado el decreto o el año parlamentario subsiguiente.

Art. 22. Publicación.

El presidente de la Cámara respectiva informará inmediatamente al


Poder Ejecutivo de las resoluciones dictadas en virtud de los artículos
19, 20 y 21 para su publicación inmediata en el Boletín Oficial. El
presidente de cada Cámara también notificará al Poder Ejecutivo del
vencimiento del plazo del primer párrafo del artículo 19, para la
publicación inmediata de esta circunstancia junto con la expresión clara
de la derogación producida en virtud del artículo 20.

Art. 23. Prohibición de decretos análogos.

Rechazado un decreto de necesidad y urgencia de manera expresa por


una de las Cámaras, el Poder Ejecutivo no podrá dictar otro
sustancialmente análogo mientras no se modifiquen las circunstancias
que tuvo en cuenta el Congreso para decidir el rechazo.

Decretos por delegación legislativa

Art. 24. Vigencia.

Los decretos por delegación legislativa entrarán en vigencia en la fecha


posterior entre las siguientes: a) el día que ellos determinen o, en su
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defecto, el octavo día desde su publicación o b) el día de la publicación


en el Boletín Oficial de la comunicación del Jefe de Gabinete de
Ministros prevista en el artículo 10.

Art. 25. Requisitos.

Los decretos delegados deberán cumplir con los siguientes requisitos:

a) Los requisitos sustanciales y formales establecidos en el artículo 76


de la Constitución Nacional.

b) Deberán estar debidamente fundamentados, expresando el modo en


el que el decreto se ajusta a las bases establecidas por el Congreso.

c) Deberán indicar con precisión cuáles son las normas dictadas en


función de la competencia prevista en el art. 76 de la Constitución
Nacional e identificar, para cada una de ellas, la ley delegante que
habilita su dictado.

d) Deberán estar numerados de modo correlativo para cada mandato


presidencial, de modo diferenciado al resto de los decretos del Poder
Ejecutivo.

Las bases a las cuales debe sujetarse el poder delegado no pueden ser
objeto de reglamentación por el Poder Ejecutivo.

Art. 26. Contenido del dictamen.

El dictamen de la Comisión Bicameral deberá expedirse expresamente


acerca del cumplimiento de los requisitos enumerados en el artículo 25
de la presente. También podrá expedirse sobre la oportunidad, mérito y
conveniencia de las medidas adoptadas.
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Para emitir dictamen, la Comisión Bicameral Permanente puede


consultar a las comisiones permanentes competentes en función de la
materia.

Art. 27. Separabilidad.


La Comisión podrá proponer la aceptación de algunas de las normas
contenidas en el decreto por delegación legislativa y el rechazo de otras.
Dicha separación podrá fundarse en razones de validez o de mérito,
oportunidad y conveniencia.

Salvo lo dispuesto en el párrafo anterior, ni la Comisión ni las Cámaras


podrán realizar enmiendas, supresiones o agregados al decreto.

Art. 28. Aceptación.

El decreto por delegación legislativa quedará aceptado por la aprobación


expresa del plenario de ambas Cámaras del Congreso dentro de los
noventa días corridos de emitido el dictamen de la Comisión Bicameral
Permanente o de transcurrido el plazo para dictaminar. La aprobación
de una de las Cámaras del Congreso dentro de dicho plazo genera
automáticamente su prórroga por otros sesenta días corridos contados
desde dicha aprobación.

En los casos del artículo 27, sólo quedarán aprobadas las cláusulas del
decreto que hubieren recibido dicha aprobación por parte de ambas
Cámaras.

Art. 29. Rechazo.

Los decretos por delegación legislativa se considerarán rechazados


cuando una de las Cámaras lo rechace, o hubiera transcurrido el plazo
del primer párrafo del artículo 28 sin que ambas Cámaras lo hubieran
aprobado expresamente.
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Las Cámaras pueden rechazar el decreto por no cumplir con los


requisitos legales y constitucionales, o por razones de mérito,
oportunidad o conveniencia.

El rechazo del decreto en los términos de este artículo importará la


derogación del decreto de conformidad con el artículo 5º del Código Civil
y Comercial desde la fecha de la publicación establecida en el art. 31,
restituyéndose de pleno de derecho la vigencia de las normas que
hubieren sido derogadas o modificadas por el decreto.

Art. 30. Nulidad.

En el caso que el decreto por delegación legislativa sea rechazado


expresamente por ambas Cámaras con fundamento expreso en el
manifiesto apartamiento de las bases o plazos para su dictado, éstas
podrán declararlo nulo, lo que conllevará que el decreto no surta efecto
alguno ni genere derechos adquiridos. Esta nulidad podrá ser declarada
aún después de transcurrido el plazo del primer párrafo del artículo 28
durante el año parlamentario en el que fuera dictado el decreto o el año
parlamentario subsiguiente.

Art. 31. Publicación.

El presidente de la Cámara respectiva informará inmediatamente al


Poder Ejecutivo de las resoluciones dictadas en virtud de los artículos
28, 29 y 30 para su publicación inmediata en el Boletín Oficial. El
presidente de cada Cámara también notificará al Poder Ejecutivo del
vencimiento del plazo del primer párrafo del artículo 28, para la
publicación inmediata de esta circunstancia junto con la expresión clara
de la derogación producida en virtud del artículo 29.

Decretos de promulgación parcial de leyes

Art. 32. Vigencia.


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Las leyes promulgadas parcialmente no entrarán en vigencia hasta


concluirse el procedimiento previsto en esta ley, salvo lo dispuesto en el
artículo 38.
Art. 33. Requisitos de la promulgación parcial.

Los decretos de promulgación parcial de leyes deberán cumplir con los


siguientes requisitos:

a) Los requisitos sustanciales y formales establecidos en el artículo 80


de la Constitución Nacional.

b) Deberán estar debidamente fundamentados, expresando el modo en


el que las partes promulgadas poseen autonomía normativa y no alteran
la unidad ni el espíritu del proyecto aprobado por el Congreso.

c) Deberán estar numerados de modo correlativo para cada mandato


presidencial, de modo diferenciado al resto de los decretos del Poder
Ejecutivo.

Art. 34. Contenido del dictamen.

El dictamen de la Comisión Bicameral deberá expedirse expresamente


acerca del cumplimiento de los requisitos enumerados en el artículo 33
de la presente. También podrá expedirse sobre la oportunidad, mérito y
conveniencia de la promulgación parcial.

Para emitir dictamen, la Comisión Bicameral Permanente puede


consultar a las comisiones permanentes competentes en función de la
materia.

Art. 35. Inseparabilidad.


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Ni la Comisión ni las Cámaras podrán realizar enmiendas, supresiones


o agregados al decreto de promulgación parcial, debiendo limitarse a su
aceptación o rechazo global.

Art. 36. Aceptación.


El decreto de promulgación parcial quedará aceptado por la aprobación
expresa del plenario de ambas Cámaras del Congreso dentro de los
noventa días corridos de emitido el dictamen de la Comisión Bicameral
Permanente o de transcurrido el plazo para dictaminar.

Art. 37. Rechazo.

El decreto de promulgación parcial quedará rechazado por el rechazo


de cualquiera de las Cámaras, sea por razones de mérito, oportunidad
y conveniencia o sea por violación de los requisitos del artículo 80 de la
Constitución Nacional.

Rechazado el decreto de promulgación parcial, se considerará que el


proyecto de ley ha sido desechado completamente por el Poder
Ejecutivo, lo que así se publicará de inmediato en el Boletín Oficial.

Art. 38. Transcurso del plazo.

Transcurrido el plazo del artículo 36, la ley parcialmente promulgada


entrará en vigencia, sin que el Congreso pueda en lo sucesivo rechazar
la promulgación parcial por razones de mérito, oportunidad y
conveniencia.

Art. 39. Nulidad.

En el caso que el decreto de promulgación parcial sea rechazado


expresamente por ambas Cámaras con fundamento expreso en la
violación de los requisitos del artículo 80 de la Constitución Nacional,
éstas podrán declararlo nulo, lo que conllevará que la ley parcialmente
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promulgada no surta efecto alguno ni genere derechos adquiridos. Esta


nulidad podrá ser declarada aún después de transcurrido el plazo del
artículo 38.

Art. 40. Insistencia.


Las disposiciones de esta ley y el curso de sus procedimientos no obstan
al ejercicio por el Congreso de sus potestades ordinarias relativas a la
instancia establecida en el artículo 83 de la Constitución Nacional.

Disposiciones finales y transitorias

Art. 41. Derogación.

Derógase la Ley 26.122.

Art. 42. Cláusula transitoria primera: Esta ley comenzará a regir


inmediatamente desde su publicación en el Boletín Oficial. La
integración de la Comisión Bicameral existente a dicho momento no se
alterará hasta la renovación de las respectivas Cámaras del Congreso,
salvo lo dispuesto en el tercer párrafo del art. 3º. Cada bloque podrá
designar suplentes para los miembros titulares existentes a la fecha de
entrada en vigencia de la presente, de acuerdo con lo dispuesto en el
art. 3º.

Art. 43. Cláusula transitoria segunda: Esta ley, salvo el rechazo de los
decretos por el transcurso del plazo previsto en los artículos 20 y 29,
será aplicable a todos los decretos de su competencia dictados durante
los últimos dos años parlamentarios, salvo aquellos que hubieran
recibido la aprobación expresa de ambas Cámaras. La Comisión no
podrá proponer el rechazo de decretos dictados con anterioridad a la
fecha de entrada en vigencia de esta ley por incumplir con los requisitos
legales que no existieran al momento de su dictado. La Comisión
Bicameral podrá emitir nuevos dictámenes sobre dichos decretos a fin
de expedirse sobre aspectos que no hubieran estado habilitados bajo la
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vigencia de la Ley 26.122 o ejercer las competencias de los artículos 18


y 27.

Art. 44. Comuníquese al Poder Ejecutivo.

Martín Lousteau. - Guadalupe Tagliaferri. -Maximiliano Abad. -

FUNDAMENTOS

Señora Presidente:

Vivimos en una democracia constitucional. En nuestro país, como en


todas las democracias constitucionales del mundo, es el Poder
Legislativo el que debe tomar las decisiones que regulan los derechos y
deberes de los habitantes. Nuestra Constitución Nacional, cada vez que
hace referencia a la regulación de derechos constitucionales, hace
referencia a las “leyes que reglamenten su ejercicio”1. La parte orgánica
de la misma Constitución, además, es clara al asignar competencias
mucho más amplias al Congreso que al Poder Ejecutivo, concediéndole
al primero incluso facultades implícitas vedadas al segundo. Es el
Congreso, y no el Presidente, el órgano encargado de fijar las políticas
fundamentales que determinan el rumbo colectivo de nuestra
comunidad2.

Esta preeminencia del Poder Legislativo no es casual ni caprichosa. El


Congreso (como, en el caso de las provincias y de la Ciudad de Buenos
Aires, las legislaturas locales) es el órgano con mayor representatividad
en la ciudadanía. Por más calificado y competente que pueda ser, el
Presidente de la Nación fue elegido en un momento determinado por
una mayoría circunstancial, mientras que el Congreso reúne mayorías y

1
Así en la formulación del artículo 14, pero similares referencias a leyes formales pueden encontrarse en los
artículos 16, 17, 18, 19, 20 y 28 en referencia a la reglamentación de derechos constitucionales.
2
Carlos Santiago Nino, Fundamentos de derecho constitucional, Astrea, Buenos Aires, pág. 531.
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minorías electas en los últimos seis años en veinticuatro distritos. El


Congreso permite la deliberación pública de tal modo que la mayor
cantidad de voces sean oídas: es mucho más fácil para cualquier grupo
del territorio de la República llegar a hacerse oir por algún diputado o
alguna senadora que por el Presidente de la Nación. Además -y contra
lo que algunos discursos en boga sugieren- es muchísimo más fácil para
un grupo de interés influir de manera opaca sobre un solo individuo que
sobre las decenas necesarias para aprobar una ley.

Desafortunadamente, la larga sucesión de dictaduras militares


profundizó ciertas tendencias autoritarias sobre nuestro modo de
gobernarnos. La Constitución Nacional de 1853 había prohibido de
modo absoluto que el Congreso otorgue “la suma del poder público” al
Presidente de la Nación, influida por la repulsión que Juan Bautista
Alberdi sentía por experimentos personalistas como los que él veía en
Juan Manuel de Rosas. Sin embargo, a medida que avanzó el siglo XX,
los dictadores militares fueron confundiendo la línea que separaba los
decretos de las leyes. Llegado cierto momento, incluso los presidentes
democráticos comenzaron a sentirse habilitados -en ciertas
circunstancias absolutamente excepcionales- a remplazar al Congreso
en su función legislativa. Debido a ésta y otras derivas de nuestro
sistema institucional, hacia finales del siglo XX nuestro sistema de
gobierno era un “presidencialismo absolutamente hipertrofiado” en
palabras de Carlos Nino 3.

La reforma constitucional de 1994 se ha propuesto regular y limitar la


utilización de herramientas de contenido legislativo por parte del
Presidente de la Nación, sometiéndolas a estrictos requisitos y a
3
Carlos Santiago Nino, Fundamentos de derecho constitucional, Astrea, Buenos Aires, pág. 523. Nótese que
coinciden en esta apreciación autores de la más diversa orientación ideológica, como Roberto Gargarella y
Manuel José García-Mansilla, quienes además mantienen posiciones diversas acerca de si la Constitución
original de 1853 ya tenía este carácter fuertemente presidencialista. Véase una discusión en Manuel J. García-
Mansilla, “El presidencialismo en la Argentina”, en María Sofía Sagüés (coord.), El cuidado de la persona
humana ante los desbordes de poder. Una mirada desde los derechos humanos y el control de
constitucionalidad, Osmar D. Buyatti Librería Editorial, Buenos Aires, 2022.
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inmediato control parlamentario. La práctica institucional de nuestro país


desde entonces se ha apartado de la intención original, ampliando,
naturalizando y naturalizando cada vez más la actuación del Presidente
como legislador de hecho. La Ley 26.122, impulsada por Néstor y
Cristina Kirchner en 2006 y cuya reforma integral venimos a propiciar,
ha sido un hito fundamental en esta degeneración institucional.

Un argumento frecuente de los oficialismos es que un proyecto de estas


características busca atar las manos del Presidente, que necesitaría de
todas las herramientas que la Constitución le otorga para maniobrar en
la endiablada crisis argentina. Este argumento confunde gobernabilidad
con libertinaje presidencial. Incluso Juan Bautista Alberdi -quien, como
es sabido, propiciaba un Poder Ejecutivo más fuerte que el de la
Constitución de los Estados Unidos- proponía el estricto control de las
facultades del Presidente: “Dad al Poder Ejecutivo todo el poder posible,
pero dádselo por medio de una constitución” 4.

Es imposible negar en la actualidad la importancia de un Poder Ejecutivo


competente y responsable políticamente para gobernar en un mundo de
la complejidad del actual. El Poder Ejecutivo que necesita la gobernanza
contemporánea no se caracteriza, de todos modos, por su impetuosidad
y ni siquiera por su velocidad, sino por el conocimiento técnico
acumulado por una burocracia altamente profesionalizada y estable 5.
Quienes deseen fortalecer el rol del Poder Ejecutivo harían mejor en
fortalecer las estructuras profesionales del Estado, que son las que
realmente pueden mejorar la vida de los ciudadanos de modo eficaz y
responsable. Proponer el fortalecimiento del Presidente al tiempo que

4
Juan Bautista Alberdi, Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina,
ediciones varias, Cap. XXV.
5
Sobre este argumento, puede consultarse Cass R. Sunstein, “The Most Knowledgeable Branch”, University of
Pensylvania Law Review, Vol. 164, pág. 1607, año 2016.
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se propone el desmantelamiento del Estado y su desprofesionalización


no busca una mejor política pública, sino sólo una más autoritaria.

Tampoco debemos aceptar que se impugne la ocasión de esta reforma.


La Unión Cívica Radical no puede ser acusada de oportunismo en esta
materia, ya que los legisladores de este partido han presentado
consistentemente proyectos en este sentido desde la reforma de 1994.
Durante el debate de lo que sería la Ley 26.122, el senador radical
Rodolfo Terragno propuso justamente un proyecto alternativo copiando
textualmente el que Cristina Fernández de Kirchner había propuesto en
sus tiempos como legisladora opositora, precisamente para mostrar la
inconsistencia de quienes son parlamentaristas en la oposición y
presidencialistas en el gobierno. Nuestros legisladores han presentado
proyectos durante los últimos 30 años, bajo gobiernos de todos los
signos. Incluso nuestros diputados impulsaron, en 2010, la única media
sanción que se logró para reformar la Ley 26.122, que caería luego en
manos de la mayoría entonces oficialista en el Senado. Otra sería
nuestra actualidad si ese proyecto se hubiera aprobado.

Sin embargo, debemos celebrar el aprendizaje de las fuerzas políticas


que hoy son opositoras tras décadas de ser oficialismo. No deja de ser
tristemente reconfortante que hoy la mayoría de las fuerzas políticas que
otrora se beneficiaron de una ley que reducía prácticamente a la nada
el control al poder del Presidente estén comenzando a apreciar los
beneficios de la institucionalidad. Desde ciertas visiones cortoplacistas
se ha fomentado un diseño institucional que apuntaba a que la fuerza
política propia pudiera hacer cualquier cosa si iba ganando, cuando en
realidad debe ser al revés: un sistema institucional funciona cuando aún
las minorías pueden confiar que el ganador no podrá abusar de su
poder. Sólo así puede mantenerse la confianza de todos los grupos en
el orden constitucional y sólo así podemos continuar en la búsqueda
conjunta de un destino colectivo.

I.- Régimen constitucional de los decretos de contenido legislativo


“2024 – AÑO DE LA DEFENSA DE LA VIDA, LA LIBERTAD Y LA PROPIEDAD”

En la reforma constitucional de 1994, con la intención de limitar el


poderío presidencial, los convencionales regularon de modo
extremadamente restrictivo los tres instrumentos mediante los cuales el
Poder Ejecutivo había ejercido en la práctica poderes legislativos: los
decretos de necesidad y urgencia, los decretos por delegación
legislativa y la promulgación parcial de leyes. A continuación revisamos
cada uno de estos institutos.

a. Decretos de necesidad y urgencia

En nuestra Constitución de 1853, el Presidente no contaba con la


facultad de dictar decretos con fuerza de ley. De hecho, Juan Bautista
Alberdi, redactor del modelo que inspiró el texto constitucional, repudió
abiertamente dicha posibilidad. Así, al criticar la constitución paraguaya
de 1844 que sí preveía dicha facultad, el jurista tucumano afirmó lo
siguiente: “es lo mismo que antes existía, disfrazado con una máscara
de constitución, que oculta la dictadura latente. El título 1º consagra el
principio funcional de la división de poderes, declarando exclusiva la
atribución del Congreso de hacer leyes. Pero de nada sirve eso porque
el artículo 4 lo echa por tierra, declarando que la autoridad del Presidente
de la República es extraordinaria cuantas veces fuese preciso para
conservar el orden (a juicio y por declaración del presidente, se supone).
[...] Ese régimen es egoísta, escandaloso, bárbaro, de funesto ejemplo
y de ningún provecho” 6.

A pesar de que los DNUs estaban ausentes del diseño constitucional


original y del ideario de Alberdi, los presidentes argentinos comenzaron
a hacer aplicación de ellos invocando su carácter de “jefe supremo de la
Nación”. Sin embargo, la práctica de los DNUs se mantuvo relativamente
excepcional hasta la primera presidencia de Carlos Menem. Así,

6
Juan Bautista Alberdi, Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina,
ediciones varias, Cap. IX.
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mientras Raúl Alfonsín había dictado quince DNUs en su cinco años y


medio de gobierno, ¡entre el 9 de julio de 1989 y el 23 de agosto de 1994
Menem dictó 449! 7
En 1990, la recién ampliada Corte Suprema convalidaría la práctica de
los DNU en el famoso fallo “Peralta”8 al tratar la constitucionalidad del
Decreto 36/1990 que instituyó el Plan Bonex. De todos modos, aun en
dicha circunstancia, la Corte previó que el dictado de DNUs era posible
únicamente en circunstancias absolutamente excepcionales en los que
estuviera en juego “la necesidad de preservación de la vida misma de la
Nación y el Estado” 9. Así, la Corte ponderó que había existido una
“situación de grave riesgo social, frente a la cual existió la necesidad de
medidas súbitas del tipo de las instrumentadas en aquel decreto, cuya
eficacia no parece concebible por medios distintos a los arbitrados”10.
Además, en el fallo la Corte supeditó la validez de estos decretos a que
“el Congreso Nacional, en ejercicio de poderes constitucionales propios,
no adopte decisiones diferentes en los puntos de política económica
involucrados”11

Como se anticipó, la reforma constitucional de 1994 pretendió ponerle


un freno a la utilización de los DNUs. Así, el artículo 99 inciso 3 establece
una prohibición absoluta para el dictado de disposiciones de carácter

7
Véase Alfonso Santiago, “Las tres generaciones de DNU (1983-2018)”, Revista Argentina de Teoría Jurídica,
Volumen 20, Número 2, diciembre 2019.
8
CSJN, “Luis Arcenio Peralta c/Nación Argentina”, Fallos, 313:1513 (1990).
9
Id. cons 24.
10
Id.
11
Id. (“Esto implica que el Congreso Nacional ha tenido un conocimiento de modo y por un lapso suficientes
de la situación planteada en autos, sin que haya mediado por su parte rechazo de lo dispuesto por el Poder
Ejecutivo, ni repudio de conductas análogas por parte de aquél, que por el contrario ratifica. [...] Esto no extrae,
sin embargo, como ya se dijo, la decisión de fondo de manos del Congreso Nacional, que podrá alterar o
coincidir con lo resuelto; pero en tanto no lo haga, o conocida la decisión no manifiesta en sus actos más que
tal conocimiento y no su repudio --confr. consids. 30 y 31-- no cabe en la situación actual del asunto coartar la
actuación del Presidente en cumplimiento de su deber inmediato”).
“2024 – AÑO DE LA DEFENSA DE LA VIDA, LA LIBERTAD Y LA PROPIEDAD”

legislativo por parte del Presidente de la Nación. A esta prohibición, de


todos modos, sigue una habilitación únicamente en “circunstancias
excepcionales [que] hicieran imposible seguir los trámites ordinarios
previstos por esta Constitución para la sanción de las leyes”.
La intención restrictiva del constituyente es clara. Según la mayoría de
la Corte Suprema, “el texto [del artículo 99 inciso 3] es elocuente y
las palabras escogidas en su redacción no dejan lugar a dudas de que
la admisión del ejercicio de facultades legislativas por parte del Poder
Ejecutivo se hace bajo condiciones de rigurosa excepcionalidad y con
sujeción a exigencias formales, que constituyen una limitación y no
una ampliación de la práctica seguida en el país”12. La jueza Carmen
Argibay, ampliando sus fundamentos en el mismo fallo, llegó a sostener
que la propia redacción de la norma constitucional implicaba que todo
decreto de necesidad y urgencia carga con una presunción de
inconstitucionalidad, precisamente por el carácter excepcional que
implica su dictado 13.

En efecto, la Corte Suprema ha consolidado la interpretación de que sólo


dos circunstancias permiten el dictado de decretos de necesidad y
urgencia: “1) que sea imposible dictar la ley mediante el trámite ordinario
previsto por la Constitución, vale decir, que las cámaras del Congreso
no puedan reunirse por circunstancias de fuerza mayor que lo impidan,
como ocurriría en el caso de acciones bélicas o desastres naturales que
impidiesen su reunión o el traslado de los legisladores a la Capital
Federal; o 2) que la situación que requiere solución legislativa sea de

12
CSJN, “Consumidores Argentinos”, Fallos 333:633 (2010), cons. 10.
13
Id., cons. 11 del voto de Argibay (“cualquier disposición de carácter legislativo emitida por el Poder Ejecutivo
debe reputarse prima facie inconstitucional, presunción ésta que sólo puede ser abatida por quien
demuestre que se han reunido las condiciones para aplicar la única excepción admitida en la Constitución a la
prohibición general antes sentada, a saber, la descripta en los párrafos tercero y cuarto del art. 99, inciso 3º,
de la Constitución Nacional”).
“2024 – AÑO DE LA DEFENSA DE LA VIDA, LA LIBERTAD Y LA PROPIEDAD”

una urgencia tal que deba ser solucionada inmediatamente, en un plazo


incompatible con el que demanda el trámite normal de las leyes” 14.
Sin embargo, el fracaso de esta disposición para limitar los excesos del
Poder Ejecutivo se hizo evidente desde el principio. Ya en 1997, los
politólogos norteamericanos Mainwaring y Soberg Shugart advertían
que “el rasgo más negativo del presidencialismo argentino [...] es la
extensión y el abuso con el que el Presidente puede eludir al Poder
Legislativo a través del dictado de decretos de necesidad y urgencia”15.
Este diagnóstico sería corroborado por la realidad, que indicaría que “la
incorporación de los DNU a la Constitución no ha sido un freno para los
desbordes del Poder Ejecutivo sino, por el contrario, se ha convertido en
un punto de apoyo para ellos”16.

De hecho, desde 1994, el uso de decretos de necesidad y urgencia no


amainó, sino más bien lo contrario. Desde la sanción de la reforma
constitucional, Menem dictaría otros 101 decretos de necesidad y
urgencia; Fernando de la Rúa, 41 en sólo dos años y Adolfo Rodríguez
Saá seis en sólo siete días. Eduardo Duhalde dictaría 141 en un poco
menos de un año y medio. Finalmente, Néstor Kirchner dictó 191 entre
su asunción en 2003 y el dictado de la Ley 26.122 en 2006 17. Ya nos
referiremos más adelante a las consecuencias de esta ley que ahora
venimos a reformar.

Lo que debe ser notado es que el dictado de DNUs ha sido utilizado por
los sucesivos presidentes casi como un método opcional de sanción de
leyes. Contra la jurisprudencia de la Corte Suprema, que con toda
14
Conf. CSJN, “Verrocchi”, Fallos: 322:1726, cons. 9° y el ya citado "Consumidores Argentinos", cons. 13,
criterio ratificado por la actual conformación de la Corte en “Pino Seberino”, Fallos 344:2690, cons. 10 del voto
de Lorenzetti y Highton de Nolasco, cons. 15 del voto del juez Rosatti y cons. 14 del voto del juez Maqueda.
15
Citado por García-Mansilla, op. cit.
16
Alberto B. Bianchi, “Del abuso de los decretos de necesidad y urgencia y de su falta de control efectivo”,
Revista del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires, Año 70 - no. 1 - agosto 2010.
17
Los datos son tomados del trabajo citado de Alfonso Santiago.
“2024 – AÑO DE LA DEFENSA DE LA VIDA, LA LIBERTAD Y LA PROPIEDAD”

claridad expresó que “el texto de la Constitución Nacional no habilita


a elegir discrecionalmente entre la sanción de una ley o la imposición
más rápida de ciertos contenidos materiales por medio de un decreto”18,
varios titulares del Poder Ejecutivo han actuado como si la decisión de
proceder a través de un DNU o una ley fuera una opción libremente
disponible. Por traer un ejemplo ilustrativo en el que este voluntarismo
constitucional se hizo explícito, podemos citar al entonces Ministro del
Interior Aníbal Fernández, que consultado por la frecuencia con la que
el presidente Kirchner utilizaba la herramienta respondía que “Así está
en la Constitución. ¿Por qué no se va a usar? [...] [C]uando se instituyó
este tipo de decreto, además de la necesidad y la urgencia también se
incluyó la conveniencia como factor determinante para utilizarlo’”19. Si
bien no todos han sido igual de explícitos en su voluntad de tratar la
Constitución Nacional como un requisito opcional, ésta parece haber
sido la tesitura generalmente seguida.

b. Decretos por delegación legislativa

Antes de la reforma constitucional de 1994, la Corte Suprema había


establecido la inconstitucionalidad de la delegación legislativa. Así,
desde el precedente Delfino20 de 1927, la Corte había establecido que
nuestro sistema constitucional prohibía la llamada “delegación propia”,
en la cual un órgano constitucional como el Congreso directamente
asigna a otro, como el Poder Ejecutivo, el ejercicio de las tareas propias.
Sin embargo, diferenció esta “delegación propia” de la “delegación
impropia” que se daría cuando el Poder Ejecutivo utiliza la vía
reglamentaria para completar los detalles o pormenores de una ley: “no
existe propiamente delegación sino cuando una autoridad investida de
18
“Consumidores Argentinos”, citado, cons. 13.
19
Aníbal Fernández entrevistado en Laura Capriata, “Kirchner firmó un decreto cada cinco días de gestión. Son
los de necesidad y urgencia; emitió 73 en su segundo año de mandato y 67 en el anterior”, La Nación 13 de
junio de 2005
20
CSJN; 20/06/1927; “A. M. Delfino y Cía”, Fallos: 148:430.
“2024 – AÑO DE LA DEFENSA DE LA VIDA, LA LIBERTAD Y LA PROPIEDAD”

un poder determinado hace pasar el ejercicio de ese poder a otra


autoridad o persona descargándolo sobre ella”, subrayando la “distinción
fundamental entre la delegación del poder para hacer la ley y la de
conferir cierta autoridad al Poder Ejecutivo o a un cuerpo administrativo
a fin de reglar los pormenores y detalles necesarios para la ejecución de
aquélla”. En efecto, según el razonamiento de la Corte, esta
reglamentación del Ejecutivo no se realizaba por delegación de
facultades del Congreso sino en ejercicio de una facultad propia del
Ejecutivo.

A pesar de que el razonamiento es formalmente correcto, en la práctica


el Poder Ejecutivo ha utilizado sus facultades formalmente
reglamentarias para invadir competencias legislativas, lo que llegó a ser
convalidado por los jueces designados por Carlos Menem en la Corte
Suprema de Justicia en el fallo “Cocchia” 21.

En rechazo a esta práctica, la Convención Constituyente de 1994


estableció claramente en su artículo 76 que “[s]e prohíbe la delegación
legislativa en el Poder Ejecutivo”. De todos modos, a fin de permitir
flexibilidad en ciertas áreas, el mismo artículo establece una excepción
para “materias determinadas de administración o de emergencia
pública, con plazo fijado para su ejercicio y dentro de las bases de la
delegación que el Congreso establezca”.

Al igual que ocurría con el art. 99 inc. 3, el principio general es la


prohibición de la delegación de competencias legislativas y sus
excepciones taxativamente previstas deben ser comprendidas e
interpretadas de modo restrictivo. Así, la Corte Suprema ha recordado
que también en esta materia rige el principio general de que el
presidente no puede emitir disposiciones de carácter legislativo bajo
pena de nulidad absoluta e insanable 22. En efecto, la reforma
21
CSJN, 02/12/1993; “Cocchia, Jorge D. c. Estado nacional y otro”., Fallos: 316:2624.
22
CSJN, “Colegio Público de Abogados”, Fallos: 331:2406, cons. 9°.
“2024 – AÑO DE LA DEFENSA DE LA VIDA, LA LIBERTAD Y LA PROPIEDAD”

constitucional de 1994 persiguió el objetivo de atenuar el


presidencialismo argentino y por lo tanto no sólo expresaron con claridad
la prohibición del ejercicio de facultades legislativas por parte del
Presidente sino que además reglamentaron de modo preciso las
excepcionales circunstancias en las cuales ello procedía 23. Por este
motivo, la Corte también exige una interpretación restrictiva de las bases
de la delegación: cuanto más amplios sean los términos en los que una
ley delega facultades legislativas, éstos deben ser más restrictivamente
interpretados24.

De modo similar a los DNU, los decretos por delegación legislativa son
una formidable herramienta de poder presidencial tanto si las bases de
la delegación son extremadamente amplias como si no hay control
suficiente que verifique que su ejercicio se ajustó a lo delimitado por el
Congreso. Por este motivo, la Constitución sujeta a los decretos por
delegación legislativa a un control similarmente estricto al de los DNU y
este Congreso debe asegurar que ese control se lleve a cabo.

c. Promulgación parcial de leyes

Con anterioridad a la reforma de 1994, los presidentes de la


Nación habían ejercido su facultad de veto presidencial sobre porciones
de los proyectos de ley aprobados por el Congreso, promulgando la
parte no observada. Esta práctica no se encontraba prevista en la
Constitución pero aun así fue validada por la Corte Suprema siempre y
cuando las porciones parcialmente promulgadas no constituyeran “un
todo inescindible”25.

23
Id.
24
Id. cons. 12 (”Así, por ser amplia e imprecisa, la delegación no confiere atribuciones más extensas, sino, al
revés, a mayor imprecisión, menor alcance tendrá la competencia legislativa que podrá el Ejecutivo ejercer
válidamente”).
25
Fallo Collella, Fallos 268:352, ratificado por Famyl, Fallos 323:2256.
“2024 – AÑO DE LA DEFENSA DE LA VIDA, LA LIBERTAD Y LA PROPIEDAD”

En la reforma constitucional de 1994 se plasmó esta práctica en el


artículo 80 de la Constitución, replicando el esquema de prohibición
general y habilitación excepcional: “Los proyectos desechados
parcialmente no podrán ser aprobados en la parte restante. Sin
embargo, las partes no observadas solamente podrán ser promulgadas
si tienen autonomía normativa y su aprobación parcial no altera el
espíritu ni la unidad del proyecto sancionado por el Congreso”.

El Poder Ejecutivo, de todos modos, no siempre ha respetado la


prohibición de alterar el espíritu del proyecto aprobado por el Congreso.
Así, en ocasiones ha observado artículos que habían sido cruciales para
obtener los acuerdos políticos que permitieron la sanción de la ley
originalmente. Si el Poder Ejecutivo ha podido hacer esto, ha sido
porque pudo confiarse en que el Congreso no podría invalidar su intento.
Esto conlleva un costo en el normal funcionamiento parlamentario: al no
poder confiar en que el Poder Ejecutivo no observará parcialmente las
modificaciones o adiciones perseguidas por cierto sector político, éstos
pueden retacear su apoyo y complicar así la consecución de consensos.
Este es otro de los modos en los cuales el ejercicio sin control de la
promulgación parcial dificulta el gobierno democrático en el Congreso.

II.- La inconstitucional Ley 26.122

Finalmente la ley reglamentaria que exigió la Constitución se aprobó


recién en 2006, a instancias de la entonces senadora Cristina Fernández
de Kirchner. Esta ley, lejos de cumplir con la función constitucional de
permitir un mayor control por parte del Congreso de la Nación ha
representado la abdicación de esta función. Desde la sanción de la ley,
el Congreso se expide en pocas oportunidades, permitiendo en los
hechos un ejercicio de poder presidencial sujeto a poco control.

El principal mecanismo que lleva a esta abdicación del control por parte
del Congreso es el actual artículo 24 de la ley, que dispone que “[e]l
rechazo por ambas Cámaras del Congreso del decreto de que se trate
“2024 – AÑO DE LA DEFENSA DE LA VIDA, LA LIBERTAD Y LA PROPIEDAD”

implica su derogación”. Si es sólo el rechazo de ambas Cámaras el que


tiene por rechazado los decretos, el silencio de las Cámaras deja
vigentes los decretos por tiempo indeterminado. Lo que resulta más
extraño todavía es que incluso si es sólo una de las Cámaras la que
expresa su rechazo, el decreto también continúa vigente, esta vez contra
la voluntad del Congreso. Por este mismo motivo, en la práctica alcanza
con que una sola Cámara apruebe el decreto para que la opinión de la
otra Cámara se vuelva irrelevante. En otras palabras, la ley vuelve la
aprobación de un decreto de necesidad y urgencia más fácil que la de
una ley, ya que para el primero se necesita la voluntad concurrente de
una Cámara y del Presidente mientras que para la segunda se necesita
también la voluntad de la otra Cámara. Esta facilidad institucional con la
que pueden aprobarse estos decretos es completamente inconsistente
con la excepcionalidad con la que la Constitución trata a estos institutos.
De hecho, desde la sanción de la Ley 26.122 ni un decreto sometido a
consideración de la Comisión Bicameral de Trámite Legislativo ha sido
rechazado por las dos Cámaras.

Además, el artículo 24 prevé que la consecuencia del rechazo del


decreto es su derogación, lo que deja a salvo los derechos adquiridos
durante su vigencia. En la práctica, esto le da al Poder Ejecutivo la
facultad de legislar al menos mientras el Congreso no haya rechazado
su decreto. Sin embargo, la Constitución es clara en que los decretos de
necesidad y urgencia son insanable y absolutamente nulos, con las
contadas excepciones que su texto enumera. Dado que la Constitución
encomienda al Congreso el control de la validez de estos decretos,
también debe estar facultado para declarar su nulidad, ya que no se trata
del ejercicio de su función legisferante sino de su actividad de control.

III.- Nuestro proyecto

La propuesta que presentamos aquí recoge las enseñanzas de las


últimas tres décadas de vida institucional argentina y en particular del
funcionamiento de los decretos de contenido legislativo durante la
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vigencia de la Ley 26.122. Además, abreva en distintos proyectos de ley


de distintas bancadas y en particular en la media sanción que se
obtuviera en la Cámara de Diputados en el año 201026.

El ánimo del proyecto es, fundamentalmente, que la regulación se haga


eco del hecho de que los decretos de necesidad y urgencia, los decretos
por delegación legislativa y la promulgación parcial de leyes son
herramientas excepcionales. Así, contrariamente a lo que ocurre bajo el
régimen de la Ley 26.122, ya no alcanza con el silencio de las Cámaras
o incluso con la aprobación de una sola de ellas para mantener estos
decretos vigentes de modo indefinido.

Por un lado, se establece que alcanza con el rechazo de una sola de las
Cámaras para tener por configurado el rechazo por parte del Congreso
Nacional. En efecto, si para la aprobación de una ley se requiere la
voluntad concurrente de las dos Cámaras del Congreso, además de la
promulgación presidencial, resulta inconsistente que para mantener la
vigencia indefinida de un decreto de necesidad y urgencia alcance con
la voluntad de una sola de las Cámaras incluso frente a la voluntad
contraria de la otra.

Por otro lado, se establece un plazo de duración para la aprobación de


los decretos de necesidad y urgencia y de los decretos por delegación
legislativa. Se ha procurado que este plazo sea suficiente como para
permitir su adecuado debate y discusión, pero no tan extenso como para
permitir la consolidación de hecho de la norma aprobada por decreto.
Transcurrido el plazo sin aprobación expresa por parte de ambas
Cámaras, se produce el rechazo del decreto, sin perjuicio de que el
Congreso conserva la facultad de expedirse expresamente a fin de
declararlo nulo cuando dicho decreto incumpla los requisitos
constitucionales.

26
OD 146 del 8 de abril de 2010.
“2024 – AÑO DE LA DEFENSA DE LA VIDA, LA LIBERTAD Y LA PROPIEDAD”

Dado que el transcurso del plazo sin la aprobación expresa de ambas


Cámaras del Congreso implica su rechazo, el proyecto procura agilizar
el funcionamiento de la Comisión Bicameral y de las sesiones en las que
se trate el proyecto. Así, se dispone que los decretos de necesidad y
urgencia y por delegación legislativa no entran en vigencia hasta que no
son comunicados por el Jefe de Gabinete a la Comisión Bicameral, de
modo de evitar especulaciones con dicho plazo. También se reduce el
plazo de la Comisión para dictaminar de diez días hábiles a diez días
corridos, aunque se deja establecido que el transcurso de dicho plazo
no hace perder a la Comisión su facultad de dictaminar al respecto a fin
de zanjar una disputa interpretativa que se produjo recientemente bajo
la Ley 26.122. Finalmente, se establece la posibilidad de que la
Comisión se reúna y dictamine con quorum reducido y se aclara que el
dictado de decretos de contenido legislativo durante el receso
parlamentario conlleva el llamado a sesiones extraordinarias a los
efectos de su tratamiento, lo que resulta ser la única manera de cumplir
con el mandato constitucional de que el Congreso trate “de inmediato”
los dictámenes de la Comisión Bicameral Permanente.

Otra novedad de este proyecto es que permite el tratamiento parcial de


los decretos de necesidad y urgencia y de los decretos por delegación
legislativa. En el caso de los decretos de necesidad y urgencia, si bien
se dispone que el Poder Ejecutivo no puede dictar decretos que
abarquen más de una materia, también se prevé que la Comisión
Bicameral puede disentir con el criterio del Presidente y, en caso de
considerar que el decreto trata más de una materia, podrá considerar las
distintas materias en distintos dictámenes. En el caso de los decretos
por delegación legislativa, el proyecto es más flexible, permitiendo la
supresión de normas al momento de aprobar el decreto. En ambos
casos, de todos modos, se prohíben otros modos de enmendar el
decreto del Presidente, lo que sólo podrá hacerse a través del
procedimiento ordinario de formación y sanción de leyes.
“2024 – AÑO DE LA DEFENSA DE LA VIDA, LA LIBERTAD Y LA PROPIEDAD”

En cuanto a los decretos de promulgación parcial de leyes, se innova


con respecto a ellos, estableciéndose que la ley parcialmente
promulgada no entrará en vigencia hasta que el Congreso no haya
tenido la oportunidad de expedirse acerca de la validez del decreto.
Transcurridos sesenta días sin que el Congreso haya rechazado
expresamente el decreto de promulgación parcial, la ley parcialmente
promulgada entrará en vigencia, sin que esto afecte la facultad de las
Cámaras de declarar nulo dicho decreto.

IV.- Conclusión

Para concluir, deseamos recordar una vez más que este proyecto tiene
el mismo espíritu que el que fue votado por la Cámara de Diputados en
el año 2010. En aquella oportunidad, votaron el proyecto los bloques de
la Unión Cívica Radical, la Coalición Cívica, el Pro, el GEN, diputados
liberales y varias extracciones políticas que hoy están representadas en
Unión por la Patria. En aquel momento, los diputados que integraban el
entonces llamado Frente para la Victoria se opusieron rotundamente al
proyecto. Unos años después, durante la presidencia de Mauricio Macri,
los legisladores que en el oficialismo se habían opuesto comenzaron a
presentar proyectos de ley en el mismo sentido. Es frecuente que las
virtudes del sistema republicano se perciban con más claridad desde la
oposición legislativa.

Invitamos a todos los senadores y senadoras a acompañarnos en este


proyecto de ley. Todos los bloques que integramos este Congreso
somos oposición o lo hemos sido en el pasado reciente. En un sistema
democrático funcional, quienes hoy son oficialistas deben recordar que
están inexorablemente destinados a ser oposición en algún momento.
Las lecciones de los excesos de poder cometidos desde la presidencia
de la Nación están lo suficientemente frescas para todos como para que
“2024 – AÑO DE LA DEFENSA DE LA VIDA, LA LIBERTAD Y LA PROPIEDAD”

la Ley 26.122, una de las principales artífices de estos excesos, continúe


vigente.

Martín Lousteau.- Guadalupe Tagliaferri

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