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0121-2494
pedaogiaysaberes@gmail.com Universidad
Pedagógica Nacional Colombia
Modernas:
tradició n francó fona, a la Building o formación para la
tradició n germá nica y al currículo para la tradi- ció n
anglosajona, quedan esbozadas aquí a manera de una
Una aproximació n
‘cartografía conceptual’ de lo que podría llamarse las
Culturas Pedagógicas Modernas.
Abstract
This article starts through the thesis according to
The constitution of Modern which the constitution of the called “Modern
Pedagogy” really belongs to the establishment, during
Pedagogic Cultures: XIX century, of three intellectual traditions in which
A conceptual approach focus it is possible to identify problems or particular
concepts proper of their cultural environments: the
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Key words
Pedagogic cultures, sciences of education, curriculum,
training, modern pedagogy.
Carlos Ernesto Noguera Ramírez*
Resumo
* Profesor Asociado de la Universidad Pedagó gica Nacional, O artigo estabelece que a constituiçã o da “pedagogia
Bogotá , Colombia. Doutor em Educaçã o de La Universidade moderna” corresponde à instauraçã o, no sé culo XIX,
Federal do Rio Grande do Sul, RS, Brasil. Investigador del de três tradiçõ es intelectuais nas que se identificam
Grupo Historia de la Prá ctica Pedagó gica en Colombia. proble- má ticas ou conceitos específicos pró prios de
Correo electró nico: c.guera@hotmail.com seus am- bientes culturais: francó fono, germânico e
anglo-saxã o. Por conseguinte, as abordagens à
educação para a tra- diçã o francó fona, à Bildung o
formaçã o para a tradiçã o germâ nica e ao currículo
para tradiçã o anglo-saxô nica esboçam-se à maneira de
uma ‘cartografia conceitual’ do que pode denominar-se
culturas pedagógicas modernas.
Palavras-chave
Culturas pedagó gicas, ciê ncias da educaçã o, currículo,
formaçã o, pedagogia moderna.
Estudios má s o menos recientes han 2 Sobre las particularidades del precoz proceso de expansió n
destacado el hecho de que las culturas de la escuela pú blica en Prusia y en Austria, ver Melton
(2002)
Una caracterizació n a fondo de cada una de las es má s que una transcripció n del latín, debido a
culturas pedagó gicas implica un trabajo que los humanistas del Renacimiento. El latín
desborda las posibilidades de este ensayo y empleaba la palabra correspondiente
requeriría de una investigació n mucho má s amplia indiferentemente para el cultivo de las plantas, el
sobre la base de un grupo internacional de cuidado de los animales, la nutrició n y la
investigadores. Lo que aquí intento hacer es una institució n de los seres humanos. En 1649, la
aproximació n conceptual, el esbozo de una traducció n francesa no conoce todavía más que la
“cartografía conceptual”; sin embargo, la intenció n primera acepció n de esta palabra. Só lo en- tiende
no es llevar a cabo una caracterizació n completa de la educació n como la formació n del espíritu y del
los desarrollos de cada una de esas culturas cuerpo, y la hace consistir en la instrucció n4:
pedagó gicas; no se trata de una cartografía «el cuidado que se tiene de la instrucció n de los
conceptual de la producció n de los diferentes auto- niñ os, sea en lo que se refiere a los ejercicios del
res o representantes de cada cultura pedagó gica. Se espíritu, sea en lo que se refiere a los ejercicios
trata de un trabajo má s modesto, aunque central en del cuerpo» (Hubert, 1952, pp. 13-14).
nuestras discusiones pedagó gicas
Para Compayré (1897), la palabra éducation es
contemporá neas: diseñ ar un mapa general a partir
relativamente nueva en lengua francesa y tal vez
del aná lisis de un concepto o problemá tica central
haya sido Montaigne quien la utilizó por primera vez
en cada una de las tradiciones, con el propó sito de
en sus Ensayos, aunque habitualmente prefería la
destacar la fertilidad del campo del saber
expresió n institution des enfants de donde procede
pedagó gico moderno, su plurali- dad y
la palabra instituteur (institutor). Los escritores del
productividad, diluida en la idea de la existencia
siglo XVI decían nourriture (alimentació n,
—construida por la historiografía pedagó gica— de nutrició n) y só lo después del siglo XVII el término
una supuesta “pedagogía moderna”. éducation ingresó en el lenguaje corriente para
designar el arte de erigir (elevar, mejorar, 11
La emergencia del concepto perfeccionar) a los hombres. También señ ala
moderno de “educación” como Compayré que la educació n es propia del hombre y,
por lo tanto, conviene reservar só lo al hombre esa
3 Educatio: Nourrissier. Educatrix. Educatrix, pen. prod. 4 Education. s. f. Le soin qu’on prend de l’instruction des
Verbale foem. gen. Colum. Nourrisse. Educatio, Verbale. Cic.
enfants, soit en ce qui regarde les exercices de l’esprit, soit
Nourriture, Education. EDUCO educis, pen. prod. eduxi, en ce qui regarde les exercices du corps. Bonne education.
eductum, educere. Tirer ou Mener hors. Colores educere. mauvaise education. l’education des enfants. prendre soin de
Catul. Produire fleurs de diverses couleurs. Educere cirneam
l’education des enfants. il se sent bien de la bonne education
vini. Plaut. Tirer hors || (Estienne, 1552, p. 453).
qu’il a euë.
EFF||. (Acadé mie Française, 1694).
estaba formulando, sobre su carácter que permiten, con respecto a un discurso dado, establecer cuá les son
los enunciados que podrían caracterizarse en é l como verdaderos o
Nú mero 33 / Universidad Pedagó gica Nacional. / Facultad de Educació n. / 2010 / Paginas. 9 - 25
pedagó - gico liberal no significó una ruptura con la fundamentalmente, un conjunto de costumbres, prá cticas,
anterior tradició n, sino una readecuació n, una habilidades
reacomodació n cuyo resultado fue la producció n de
nuevos conceptos y prá cticas.
En una perspectiva distinta de Compayré, Emile
Durkheim, profesor del curso de pedagogía en la
Fa- cultad de Artes de Bordeaux entre 1887 y 1902
―añ o en que asumió el cargo de catedrá tico
sustituto de “Ciencias de la Educació n” en la
Sorbona―, llamaba la atenció n sobre el hecho de
que los pedagogos mo- dernos estuviesen de
acuerdo, casi en su totalidad, en ver la educació n
como un asunto eminentemente individual. Por el
contrario, decía él: “Considero como el postulado
mismo de toda especulació n pedagó gica que la
educació n es un ente eminentemente social, tanto
en sus orígenes como por sus funciones, y que, por
tanto, la pedagogía depende de la sociología má s
estrechamente que de cualquier otra ciencia”
(Durkheim, 2003, p. 115).
Con esta observació n, Durkheim abría una
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nueva perspectiva en la comprensió n de la
educació n, al tiempo que inauguraba un nuevo
intento de someter a la pedagogía a los dictá menes
de una disciplina externa. Si los filó sofos y
psicó logos parecían aliados en la tentativa de
considerar a la pedagogía como una ciencia
aplicada derivada de las psicología, aho- ra
Durkheim reclamaba para la incipiente ciencia
social el derecho de subordinar la pedagogía, dado
el cará cter eminentemente social que concedía a la
educació n. Pero Durkheim fue má s allá y, aunque
re- conociese como sus colegas filó sofos que la
pedagogía era una teoría práctica, establecía una
clara diferencia entre ésta y una Ciencia de la
Educació n. No dudaba que, segú n los nuevos
cá nones de cientificidad de su época, era posible
que la educació n fuera un objeto de estudio
científico, pero la pedagogía, en cambio, no sería
esa ciencia cuyo objeto era la educació n. En la
segunda lecció n de su curso La educación moral, el
soció logo decía: “Ahora bien, si la pedagogía no es
una ciencia, tampoco es un arte […] La pedagogía
es, por tanto, algo intermedio entre el arte y la
ciencia” (Durkheim, 2002, p. 37).
Tal diferenciació n obedeció , tanto a la concep-
ció n de ciencia que distanciaba a Durkheim de sus
colegas filó sofos de la tendencia anterior, como a
su interés de subsumir la Ciencia de la Educació n
en los dominios de la Sociología. Así, la
consideració n de la pedagogía como teoría prá ctica
constituye el reconocimiento de su cará cter de
reflexió n dirigida a la acció n. Y aquí es preciso
tener en cuenta que Durkheim niega el cará cter de
organizadas; el arte de la educació n es el Ciencias de la Educació n12.
saber- hacer del educador, la experiencia
del profesor. La pedagogía, por el
contrario, es un conjunto de ideas
relativas a esas prá cticas, es un conjunto
de teorías que no tienen como objeto
expresar lo real, sino orientar la conducta. 12 Rios (2008) concuerda con los franceses Develay (2001) y
Gautherin (2002), en que las cá tedras de pedagogía o
Es por eso que se puede ser un buen ciencia de la educació n, dictadas en las universidades
profesor sin conocer mucho de pedagogía francesas entre 1883 y 1914, no son un acontecimiento
o, por el contrario, ser un buen pedagogo anunciador de las Ciencias de la Educació n. Sobre el
careciendo de cualquier habilidad proceso particular de constitució n de las Ciencias de la
Educació n, tanto en Suiza y Bé lgica como en Francia, ver:
prá ctica para la educació n. Hofstetter (2002), Charlot (1995), Gautherin (2002). Para
Debido al cará cter eminentemente el caso colombiano, ver Rios (2008).
social con- cedido a la educació n, su
estudio hacía parte de la Sociología, y de
esa forma despojaba Durkheim a la
pedagogía del objeto que había sido
designado para ella —como Ciencia de la
Educació n— por la tendencia anterior
propia de la pedagogía filosó fica, ahora
parte de los objetos de su ciencia
socioló gica. Sobre el objeto de la
pedagogía se preguntaba el soció logo:
“¿qué es la pedagogía sino la reflexió n
aplicada, lo má s metó dicamente posible, a
las cosas de la educació n con miras a
regular su desarrollo?” (Durkheim, 2003,
p. 103). Con ese movimiento, la Sociología
procuraba escalar un grado má s en el
camino de la cientificidad, al mismo
tiempo que pretendía utilizar los
privilegios que alcanzó la pe- dagogía en
el estudio y direcció n de los problemas de
la educació n, en una época en que la
expansió n de la instrucció n pú blica era un
asunto estratégico para los intereses del
Estado.
Estas dos tendencias esbozadas hasta
aquí (una, ligada a la filosofía
espiritualista francesa que intentó
constituir una Ciencia de la Educació n, o
pedagogía, como teoría-prá ctica
dependiente particularmente de la
psicología; otra, vinculada a la naciente
sociología que estableció una diferencia
entre Ciencia de la Educació n —de
cará cter socioló - gico— y pedagogía, ni
ciencia, ni arte, teoría-prá ctica destinada a
orientar la conducta educativa), junto con
los posteriores desarrollos de la
Psicología Ex- perimental del francés
Alfred Binet y la psicopedago- gía de los
suizos Edouard Claparède y Pierre Bovet,
posibilitaron la aparició n y desarrollo,
durante el siglo XX, de las llamadas
aspecto, é l mismo aclara que la determinació n de esas
La Bildung o de la educación a cuatro características no constituye una reproducció n,
través de la enseñanza: surgimiento sino una interpretació n comparativa y sinó ptica de los
conceptos de diversos autores.
de la Pädagogik o Ciencia de la
Educación en Alemania
Para comprender de manera general el significado
de Bildung, concepto clave de la cultura pedagó gica
germá nica, vale la pena retomar el aná lisis de
Klafki (1987), segú n el cual son cuatro las
características centrales de las teorías clá sicas de la
Bildung13. En primer lugar, la Bildung se expresa
mediante los con- ceptos de autodeterminació n,
libertad, emancipació n, autonomía, mayoría de edad,
razó n, auto-actividad y, en ese sentido, significaría
capacitació n para la auto- determinació n racional, en
donde la auto-actividad es la forma central de
realizació n del proceso formativo. Sobre este
aspecto, Kant (apud Klafki, 1987, p. 45) escribía:
“Mejorarse a sí mismo, cultivarse a sí mismo […]
crear moralidad en sí, eso es lo que el hombre debe
hacer”.
En segundo lugar, la Bildung puede ser
entendida como el desenvolvimiento del sujeto en
el mundo objetivo universal; sin embargo, esto no
debe ser entendido como una perspectiva
meramente subje- tivista o individualista, pues
para las teorías clá sicas de la Bildung, el sujeto
logra alcanzar la racionalidad
―como parte de un proceso de apropiació n y dis-
cusió n crítica de la cultura―, que no se reduce a un
plan de estudios sino a una formació n, no
conclusiva, que abarca la totalidad de la vida. En
otras palabras, si la condició n de la formació n es la
existencia de una cultura humana anterior, el
concepto de Bildung privilegia las producciones
humanas, las ganancias civilizatorias en la
satisfacció n de las necesidades, el conocimiento
sobre la naturaleza y sobre el mundo humano, las
acciones políticas, los sistemas de nor- mas y
acciones éticas, las formas de vida social, los
productos estéticos, etc. Aquí los conceptos
centrales son: humanidad, hombre, humano,
mundo, objetivi- dad, universal.
En tercer lugar, la Bildung implica una relació n
‘dialéctica’ entre la individualidad y la colectividad, es
decir, la formació n de la individualidad es la
manera particular como se concretiza, en cada
caso, la obje- tividad general (mundo, cultura), y tal
concretizació n só lo es posible mediante la
apropiació n y discusió n
13 Es importante resaltar el uso del plural por parte de Klafki,
pues se trata de un aná lisis de las diversas perspectivas
sobre la Bildung y no de una teoría particular. Sobre este
crítica de la objetividad general. Esto no significa una
limitació n sino, por el contrario, la condició n previa
para el desarrollo de la plenitud que en potencia
encierra, en cada caso, lo general. En otras palabras, la
formació n implica una relació n dialéctica entre la
capacidad de autodeterminació n y un contenido ob-
jetivo general previo. Además, es necesario entender
aquí la individualidad no só lo como referida a un su-
jeto específico: las naciones, los pueblos y las culturas son
consideradas —dentro de las teorías clá sicas de la
‘formació n’— como ‘individualidades colectivas’, es
decir, como expresiones inconfundibles de huma-
nidad posible dentro de un proceso histó rico. De ahí la
importancia formativa de la filosofía de la historia
(Herder, por ejemplo), en cuanto se preguntaba por los
avances, limitaciones y errores de esas distintas
individualidades colectivas; de ahí, también, la ideali-
zació n que los neo-humanistas alemanes hicieran de los
griegos como modelo normativo, como ejemplo de
humanidad no repetible, expresada en la famosa con-
signa bilde dich griegisch (fó rmate como un griego).
En cuarto lugar, señ ala Klafki, el acuerdo en las
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teorías clá sicas sobre la existencia de por lo menos tres
dimensiones de la actividad humana (correspon-
dientes a la divisió n bá sica de la filosofía kantiana), que
dáctica la “prescripció n de la enseñ anza” pero en doble influencia de ellas en cuanto conocimiento y
ese caso se diría que, como la constitució n de la disciplina” (Spen-
didáctica es muy anterior a la perspectiva del
currículo, éste ú ltimo retoma ese aspecto de la
didá ctica. Aquello que identifica la perspectiva
curricular no es la prescripció n de los contenidos
de la enseñ anza, sino la organizació n de la
enseñ anza como un conjunto de actividades o
experiencias organizadas, segú n las actividades y
experiencias que se espera que los niñ os
desarrollen en su vida adulta. Esta no es una
característica compartida ni con la Didá ctica, ni con
la Ciencia de la Educació n francó fona. Se trata de
una perspectiva anclada en el utilitarismo y en el
pragma- tismo de procedencia anglosajona, como
pasaremos a analizar a continuació n.
Herbert Spencer (1820-1903), abre su libro
Educación física, intelectual y moral (1860) con la
siguiente cuestió n: “¿Cuá les son los conocimientos
má s ú tiles?”, dejando en claro de entrada su pers-
pectiva. Su tesis inicial es la de que, en la historia
de la humanidad, se puede reconocer fá cilmente el
22 privilegio dado a las cosas agradables frente a las
ú tiles, tanto en el plano intelectual como en el ma-
terial. Una de las pruebas de su afirmació n está en
el hecho de que, por ejemplo, los primitivos
habitantes de América prefirieron el adorno
(plumas, tinturas, aretes, etc.) al vestido, lo que
tiene su explicació n en otro hecho: la
subordinació n, desde tiempos remo- tos, de las
necesidades individuales a las sociales, es decir, el
imperio de la sociedad sobre el individuo (Spencer,
1860).
Para revertir esa tendencia, es preciso tener en
cuenta cuá les son las actividades ú tiles para la vida
humana y clasificarlas segú n su importancia. Spencer
define cinco de ellas: 1) Actividades que
contribuyen directamente a la conservació n del
individuo; 2) Actividades que contribuyen
indirectamente en ella;
3) Actividades empleadas en educar y disciplinar la
familia; 4) Actividades que garantizan la
manutenció n del orden social y de las relaciones
políticas y, 5) Acti- vidades para ocupar los
momentos de ocio y descanso (Spencer, 1860). La
educació n ideal sería la prepara- ción completa para
la posesión de todas las actividades, aunque só lo será
posible, en la realidad, mantener un grado
razonable de preparació n para ellas.
Segú n esa ló gica, “son estas ideas generales con
las cuales tenemos que discutir un curriculum:
divisió n de toda la vida en actividades de géneros
diferentes y de importancia creciente; el valor de
cada orden de hechos, segú n sea el tipo de
cer, 1860, p. 19). De esta forma Spencer el momento particular de la sociedad en la que se
deja en claro lo que es el currículo, en en- cuentra el individuo. Debido a su fundamento
tanto perspectiva particular de en las actividades, la concepció n de educació n de
pensamiento y organizació n de la Spencer también resulta diferente de la línea
educació n, perspectiva que se encontrará didá ctica, pues antes que “erudició n” y, por tanto,
décadas después, en Bobbitt (1918,1924), de un énfasis en la enseñ anza, se trata de una
Thorndike (1936) y hasta en Tyler (1974 recurrencia a la capa- cidad de actuar (agencia) y a
[1949]). la posibilidad de auto- regulació n del individuo que
Con Spencer, aparece entonces, por aprende. Esos elementos fundamentales del
primera vez, una definició n de currículo currículum, que aparecen por pri- mera vez
que va má s allá de la no- ció n de “plan de formulados en el texto de Spencer, van a ser
estudios” o de enseñ anza, para abar- car el retomados y desarrollados a comienzos del siglo
sentido mismo de la educació n como XX,
prá ctica organizada “racionalmente”
sobre el principio de la utilidad. De ahí
que si, bajo la consideració n de que el fin
de la educació n es “preparar nos para la
vida completa” la pregunta esencial debe
ser: “¿có mo se debe vivir?”. Esa cuestió n
esencial y sus preguntas derivadas
constituyen la “manera racional de juzgar
un recorrido educacional y de saber en
qué grado consigue ese fin” (Spencer,
1860, p. 12). Podría pa- recer que la
definició n de un orden racional para el
“recorrido educacional” fuese también el
asunto de la Ratio Studiorum de los
jesuitas y hasta de la propia Didáctica
Magna de Comenio; por tanto, no
existirían diferencias significativas entre
aquellas formas y el curriculum
anglosajó n. Terigi acertaría al considerar
que ellas formarían parte de la historia
del currículo. Sin embargo, aquí se
reafirma la perspectiva de di- ferenciar
entre aquella vía didá ctica y el curriculum,
aunque sea evidente que no se trata de
algo comple- tamente diferente.
La vía curricular, digamos así, es la vía
utilitarista que, pensando la educació n en
funció n de su utilidad para el individuo y
para la sociedad, la organiza sobre la base
de una clasificació n de las actividades
cons- titutivas de la vida humana segú n su
importancia, su valor (connatural o
convencional) y su influencia en los
conocimientos y en la disciplina. Todo eso
en funció n de garantizar que el individuo
pueda vivir una “vida completa”. No es
una clasificació n de los saberes, de los
conocimientos, de las materias, de los
contenidos teó ricos que deber ser
enseñ ados, sino de las “actividades” (má s
tarde Bobbitt, Thorndike y Tyler
hablará n de “experiencias”) de la vida en
principalmente en el contexto norteamericano, por diciones formadas de manera má s o menos
autores como Franklin Bobbitt e Edward Thorndike, paralela. Sin embargo, es preciso dejar una cosa en
entro otros, constituyendo lo que Kliebard (1979), claro: la vía del curriculum no agota la producció n
llamó “campo del currículo”18. anglosajona, pues ella es más diversa y rica como lo
Es esa tentativa de definir los fines de la han mostrado los estudios sobre la obra de John
educació n a partir de la clasificació n de las Dewey, Granville Stanlye Hall o E. Thorndike, por
actividades de la vida humana adulta, esa ejemplo. Lo que aquí se quiso mostrar no fue el hilo
preocupació n con la expe- riencia, con la actividad comú n a toda la producció n pedagó gica de la
del individuo que aprende, esa preocupació n por la cultura anglosajona; la intenció n fue mostrar só lo
utilidad de esas actividades y de los conocimientos una parte, aquella que constituyó lo más particular,
que deben ser enseñ ados y aprendidos, aquello que lo sui generis y, por tanto, aquello que permite
diferencia la cultura peda- gó gica de los Curriculum establecer una clara diferencia entre ésta y las
Studies de las otras dos tra- otras dos culturas pedagó gicas que
se constituyeron en la Modernidad.
18 Sobre la historia de la constitució n del “campo del currículo”
en los Estados Unidos, su relació n con el problema del control
social y con los desarrollos del Scientific Management de F.
W. Taylor, ver: Apple (1979), Kliebard (2004).
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