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El arte empleado para adornar los lugares donde Dios recibía la adoración era considerado

un don de Dios, ya que tenía su origen en el mandamiento de Dios. Sin embargo, no se


sigue que tan sólo los temas religiosos sean dignos del arte. El factor que constituye en
cristiana una obra de arte no es necesariamente de un tema religioso.

En 1.0 Reyes 10, se nos describe el trono de Salomón, un gran trono de marfil cubrió de oro
purísimo. Seis gradas tenía el trono, y la parte alta era redonda por el respaldo. Aunque a
uno y otro lado tenía brazos cercano a el asiento, junto a los cuales estaban colocados dos
leones. Estaban también doce leones puestos allí sobre las seis gradas, de un lado y de
otro; en ningún r eino se había hecho trono semejante.

El erudito bíblico se preguntan por qué los doce leones primero y después los doce son
mencionados por separado. Algunos sugieren que acaso los doce leones del trono eran
animales vivos y los otros doce sobre las seis gradas formaban un grupo es-cultórico. No
podemos estar seguros sobre el parcial, pero si alguien se siente perplejo ante todo lo que
acabamos de exponer en relación con la Biblia y el arte representativo, debería considerar
con suma atención lo que las Escrituras dicen acerca de la serpiente de bronce que Moisés
levantó en el desierto.

El texto sagrado relata que Dios, entonces, «envió entre el pueblo serpientes ardientes que
mordían y murió mucho pueblo de Israel» (Números 21:6). Los israelitas acudieron
rápidamente a Moisés, sino para corrupiéndose su pecado y rogar al caudillo israelita que
oraran por ellos, que intercediera ante Jehová para que se vieran libres de las serpientes.
Dios contestó a la oración de Moisés: «y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente
ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá»
(Números 21:8).

Moisés obedeció y se aprestó a construir esta serpiente con metales que tenía a mano.
Cuantos tomaron al pie de la letra la promesa divina y mi¡raron a la serpiente de bronce
vivieron.

El hecho de que Jesús se sirvió de este incidente y de esta obra de arte (pues así debemos
considerarla por rudimentaria que fue su realización) como una ilustración de su próxima
muerte sobre la cruz: «y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario
que el Hijo del Hombre sea levandado, para que todo aquel que cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna» (Juan 3:14-15).

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