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El miedo como herramienta creativa en la publicidad, para la venta y consumo de marcas

Lorena Madrid Malo Ramírez

Esteban Alberto Mantilla Contreras

Trabajo de grado para optar por el título de Comunicador social

Publicidad

Oscar Giovanny Fonseca Mantilla

Pontificia Universidad Javeriana

Facultad de comunicación y lenguaje

Comunicación social

Bogotá

2017
Reglamento de la Pontificia Universidad Javeriana

Artículo 23

“La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por los alumnos en sus

trabajos de grado, solo velará porque no se publique nada contrario al dogma y la moral

católicos y porque el trabajo no contenga ataques y polémicas puramente personales, antes

bien, se vean en ellas el anhelo de buscar la verdad y la justicia”.


Dedicatoria

Esteban Alberto Mantilla Contreras

Ofrezco este trabajo a Dios, en primera instancia, por permitirme llegar a este momento de

mi vida en donde un ciclo tiene su fin. Gracias a Él conviví con grandes personas en

momentos decisivos, los cuales significaron una serie de gratos aprendizajes.

En segundo lugar dedico este trabajo a mis padres por su apoyo absoluto durante esta etapa

de mi vida, en especial a lo largo de la elaboración de este trabajo, puesto que sus palabras

me permitieron comprender con mucho más detalle lo que la vida, los sueños, la paciencia

y el amor representan.

Lorena Madrid Malo Ramírez

Quiero dedicar este trabajo de grado a mi madre por ser, no solo un apoyo incondicional,

sino un ejemplo de tenacidad y valentía en los momentos que más lo necesitaba. Su

esfuerzo, responsabilidad y tranquilidad han sido, son y serán un ejemplo durante toda mi

vida.

A mi padre por representar la seguridad, flexibilidad y sonrisa que necesita toda persona,

sin importar el lugar o el momento en que se encuentre, ya que en esto reside la verdadera

juventud.

Finalmente dedico este trabajo a mi hermana por ser mi compañera incondicional durante el

recorrido. Sus consejos y anécdotas fueron esenciales en mi formación como persona y

profesional.
Agradecimientos

A la profesora Patricia Cecilia Bernal Maz por acompañarnos durante la construcción de

este trabajo de grado. Gracias a su agudeza, paciencia, disposición e interés tuvimos la

oportunidad de elaborar una propuesta que no solo estuviera acorde con nuestras

capacidades sino también con sus expectativas.

Con cariño y gratitud describimos a nuestra asesora por el apoyo brindado durante este año

y medio de trabajo continuo. No hay duda alguna de su calidad como profesional y como

ser humano.
Índice

Introducción..........................................................................................................................1

Capítulo 1 La civilización del m iedo.................................................................................. 4

1.1 El miedo, una mirada biológica.........................................................................5

1.2 El miedo en las antiguas civilizaciones............................................................16

1.3 La religión del m iedo........................................................................................ 23

1.4 El miedo y la técnica en la era moderna...........................................................32

1.5 El miedo a lo oculto.......................................................................................... 40

Capítulo 2 Cuando el miedo habla...................................................................................... 48

2.1 La omnipresencia del miedo latente en la sociedad actual.............................. 49

2.2 Materialización del miedo a través de la comunicación.................................. 59

2.3 El miedo como herramienta discursiva en la comunicación............................65

2.4 La narrativa del miedo inmersa en el discurso publicitario..............................78

Capítulo 3 La amenaza es real, el miedo es una opción.....................................................86

3.1 El miedo como movilizador: orígenes de las preferencias de los consumidores

87

3.2 Naturaleza de producto: Condones Today..................................................... 100

3.3 Marcas sin naturaleza de producto: Unicef..................................................... 114

3.4 MTS: Modelo de transporte social de las marcas 124


3..4.1 Modelo de transporte social de las marcas 132

Conclusiones.................................................................................................................... 139

Anexos..............................................................................................................................145

Referencias...................................................................................................................... 151
Introducción

A lo largo de la historia el miedo como emoción ha ocupado un lugar rezagado en

todas las comunidades sin importar el nivel de desarrollo a las que se hayan encontrado

sometidas, puesto que su producción, desarrollo y posterior padecimiento siempre ha estado

ligado a situaciones en donde las condiciones, amenazas y posibles resultados no son para

nada favorables.

La connotación negativa de la que esta emoción ha sido víctima ha llevado a que,

progresivamente, el intento por obviarla se convierta en algo instantáneo al mismo tiempo

que irónico, debido a que su existencia y surgimiento esporádico tienen lugar en el mismo

hombre, es decir, en una condición intrínseca del ser humano y por ende casi inevitable de

cualquier tipo de conformación social.

El paso del tiempo ha traído consigo un refinamiento no solo de los procesos sino de

la misma realidad, lo cual acoge indiscutiblemente al hombre y por tanto a cada uno los

elementos con los que se relaciona, entre los cuales la marca, ocupa un lugar primordial a

causa de que su presencia y participación, tiene un gran peso en todos y cada uno de los

ámbitos que componen a la comunidad.

La influencia del miedo ha sido tan fuerte en el transcurso de las épocas que el

conjunto de percepciones que lo definen se ha caracterizado como perjudicial, dando como

resultado comportamientos de rechazo predecibles por parte de la sociedad y las marcas, los

cuales consisten en una serie de intentos que, a través de la publicidad, buscan ocultar su
existencia a través de emociones totalmente contrarias como el amor, la felicidad y la

tolerancia entre una larga lista.

Lamentablemente el gran número de coincidencias en el manejo de este tipo de

emociones positivas, ha desembocado en una pérdida de fuerza del paradigma actual, por

cuanto su recurrente uso ha uniformizado sus posibles beneficios y sustraído el sentido que

su combate contra el miedo alguna vez le había otorgado.

Sumado a lo anterior, la serie de eventos actuales que rodean el contexto en el cual

los sujetos se desenvuelven, ha sido permeada por un conjunto de situaciones que no solo

apelan al miedo más básico sino a aquel de carácter especializado, lo cual exige un accionar

distinto al llevado a cabo durante gran parte de la historia, caracterizado por procurar la

desaparición de esta emoción elemental a partir del uso de sus antagonistas.

Con base en lo anterior, el presente trabajo de grado ofrecerá una visión

completamente distinta de esta emoción, dentro de la cual se encontrará, no solo la

necesidad de su presencia, sino los planteamientos que inicialmente permitan una mejor

comprensión de su estructura y seguidamente le brinden una importancia y utilidad nunca

antes vista basada en la comunicación como medio ratificador.

El primer capítulo La civilización del miedo, en rasgos generales trata el

componente biológico del miedo y la manifestación de esta emoción dentro de las épocas

más representativas de la historia, entre las cuales existen puntos de conexión que no solo

hacen explícita la capacidad de adaptación sujeta a su propia condición, sino también los

cambios de paradigmas.
El segundo capítulo Cuando el miedo habla, tiene la intención de ofrecer al lector

una perspectiva completamente distinta a la que continuamente ha sido expuesto. En ella el

miedo se convierte en una emoción omnipresente, con nuevos niveles de complejidad de

los que antes carecía, gracias a la presencia y relación estrecha con la comunicación, el

discurso y las narrativas de áreas específicas como la publicidad.

Finalmente, La amenaza es real, el miedo es una opción, busca proponer esta

emoción como el origen de ciertos intercambios dentro de la sociedad. Para ello se hará uso

de dos casos publicitarios en los que el miedo, en relación con la marca, juega un rol

protagónico dentro de las dinámicas de consumo.

Adicionalmente, en el contexto de este último capítulo, se propondrán dos modelos

como forma de herramientas que concedan a las marcas y por ende a las organizaciones

responsables de su desarrollo, la posibilidad de hacer uso consciente del miedo para obtener

beneficios que, por un lado puede que hayan disminuido debido a la tendencia

comunicativa uniforme actual, o que por otro no eran posibles con el manejo de otras

emociones o variables.

De esta forma se busca establecer el miedo -gracias a una mirada renovada e

imparcial- como un recurso creativo, puesto que bajo su accionar y en el contexto actual es

posible obtener resultados novedosos y útiles.


Capítulo I

La civilización del miedo

La intención del primer capítulo de este trabajo de grado es doble. Por un lado, se

hará clara la relación de una variable como el miedo dentro de la historia mientras que por

otro lado se buscará proponer, de forma explícita, su predominancia en relación con el

hombre y sus conformaciones sociales.

Para el cumplimiento de estos parámetros se realizarán una serie de divisiones

históricas comprendidas desde la antigüedad hasta la actualidad por medio de cinco

apartados, cuya estructura no sólo hará evidente la importancia del miedo, sino su

capacidad de cambio casi orgánica.

El primer apartado titulado El miedo, una mirada biológica realizará una exposición

de esta variable a nivel fisiológico dentro del ámbito humano y animal, y al mismo tiempo

la incluirá de forma paulatina en relación con las comunidades como forma de cerrar la

brecha entre naturaleza y sociedad.

Seguidamente, el apartado El miedo en las antiguas civilizaciones, busca dar cuenta

del miedo como motor creador de dinámicas culturales que no solo estarían encarnadas en

la composición de mitos sino en la estructuración de relaciones entre grandes y pequeñas

comunidades.

A continuación La religión y el miedo, tiene como objetivo plantear la estrecha

relación entre esta variable y el dogma que logró constituirse, a través de la conexión de

elementos particulares y ajenos a la comprensión y certificación humana, como paradigma


y regulador de producción de prácticas y conocimientos por un gran periodo de tiempo.

El siguiente apartado El miedo y la técnica en la era moderna, mediante el cambio

progresivo que trajo consigo el tiempo, relaciona esta emoción con la entrada, desarrollo y

supremacía de la ciencia cuya aplicación no solo se tradujo en el manejo estratégico de

elementos, sino en la creación de dispositivos relacionados íntimamente con el campo

militar y por tanto de exterminio que en las guerras adquirió un gran protagonismo de la

mano del miedo.

Finalmente El miedo a lo oculto, da paso a una situación que si bien representa la

unión y maduración de todos los miedos de la historia, al mismo tiempo maneja un alto

índice de incertidumbre por los diferentes sucesos que en su periodo han estado presentes.

Es así que el miedo como emoción, como hecho y como herramienta adquiere un papel

protagónico dentro de rol comunicativo y por ende en el funcionamiento de los individuos y

la sociedad.

1.1 El miedo, una mirada biológica

El ser humano, desde que tiene conciencia, ha tenido una serie de componentes

internos innatos, entre los cuales podemos encontrar el miedo, quizá fundamental para su

supervivencia en distintos espacios y momentos.

Aunque su origen es desconocido y su naturaleza inherente al desarrollo intrínseco

de cualquier ser vivo, este elemento cuenta con características comunes que, a pesar de

manifestarse de formas completamente únicas, son universales respecto a su aparición,


razón por la cual es plausible definirlo como un estado e incluso, partiendo de las

afirmaciones hechas por Plamper et al. (2012), como una emoción.

Siguiendo al autor, la función básica del miedo a nivel de procesos internos de

carácter fisiológico es generar una serie de dinámicas internas que, al estimular la estructura

comportamental de defensa, active el sistema nervioso central para asegurar la producción

de recursos biológicos que faciliten reacciones puntuales en situaciones de riesgo, por lo

cual “[...] es funcional: está profundamente arraigado en la evolución biológica” (Plamper

et al., 2012, p. 37).

Partiendo de que “El miedo es una emoción evocada por desafíos paradigmáticos

percibidos como amenazas” (Plamper et al., 2012, p. 36), es posible afirmar el carácter

histórico que envuelve a este elemento y su relación directa en los diferentes seres, que,

aunque no pueden incluir al hombre de forma inicial, sin duda alguna sientan las bases para

la comprensión de su relación mutua.

La perspectiva evolutiva propone que los primeros rastros (más no la aparición

concreta) del miedo datan del período prehistórico, dado que su existencia se constituía

como fundamental en la generación de mecanismos de defensa para los diferentes

organismos. Con el paso del tiempo “la evolución del cerebro de los mamíferos más

avanzados, trajo como consecuencia la inserción de los estados motivacionales entre la

percepción de las circunstancias potencialmente amenazantes y la activación de las

respuestas defensivas” (Plamper et al., 2012, p. 38). Esto se lleva a cabo de forma

automática gracias a su integración a nivel neuronal.


Sin embargo, según este mismo grupo de autores, los avances del miedo no eran

regresivos, lo cual significaba que los reflejos de defensa primitivos eran todavía

observables en la conducta de reacción de ciertos mamíferos. Manifestaciones como la

mirada y la inmovilidad parcial o total, seguían presentes de igual forma que el camuflaje

en otros tipos de seres vulnerables debido a que los depredadores primitivos respondían

únicamente rastros de movimiento. De hecho, la híper-alerta, característica compuesta por

una vigilancia constante y prolongada a ciertas situaciones de peligro potencial, hoy en día

se mantiene vigente en los animales no racionales y en algunos seres humanos que

presentan trastornos paranoides.

Actualmente, este tipo de estados continúan estando vigentes, demostrando que “el

pilar de la evolución biológica es el transporte de genes a través de generaciones” (Plamper

et al., 2012, p. 37) y este proceso solo puede ser mantenido mediante la supervivencia

generada por la emoción del miedo. Según Delemeau (2002) los hombres primitivos no

solo experimentaron diferentes peligros y amenazas provenientes de otros seres

(depredadores), sino que se vieron expuestos a fenómenos naturales sobre los cuales no

tenían ningún tipo de control como el fuego, las tormentas y terremotos que eran constantes

en su diario vivir.

De esta forma Plamper et al. (2012) afirma cómo el miedo adquirió su carácter

evolucionario en la medida en que tanto los depredadores como el hombre, rebasando sus

acciones, obtuvieron paulatinamente adaptaciones que habilitaron nuevas prácticas de caza,

al mismo tiempo que estas provocaron en organismos vulnerables nuevas técnicas de

defensa que posibilitaron un cambio evolutivo acelerado.


El miedo se ha encargado en el transcurso de la historia de hacer al ser humano

consciente de los peligros externos que lo amenazan. Partiendo de las ofertas dispuestas por

Plamper et al. (2012), esta emoción favorece la construcción de casos de aprendizaje en los

cuales las experiencias facilitan el conocimiento de factores que han amenazado de alguna

forma la supervivencia de los grupos durante la evolución.

Aunque la naturaleza del miedo lo convierte automáticamente en una emoción

común en cualquier organismo, vale la pena aclarar que los seres no racionales no tienen

conciencia de su muerte, y por tanto se hace imposible que sean capaces de anticiparla; por

el contrario, los seres humanos son los únicos sobre la tierra que sienten el miedo de

manera duradera y prolongada por el conocimiento anticipado de la muerte, lo cual tiene

una relación directa con los procesos cerebrales.

El miedo como emoción en los seres humanos “es controlado por un circuito

neuronal específico en el cerebro que ha sido formado evolutivamente para mediar las

relaciones funcionales entre las amenazas y el comportamiento defensivo” (Plamper et al.,

2012, p. 42). Este conjunto de elementos se encuentra compuesto por la amígdala y una

colección de núcleos en el lóbulo temporal medial anterior, los cuales se sitúan

estratégicamente para mediar entre la entrada y la salida emocional.

En caso de que la amenaza sea real y próxima, el sistema regulador pasa a ser

denominado como sistema de activación comportamental que, formado por estructuras

como el hipotálamo, la amígdala y la sustancia gris periacueductal, se encarga de controlar

respuestas comportamentales como la huida y la lucha.


Según Becerra et al. (2007) el cerebro tiene ciertos pasos para procesar el miedo. En

un primer momento los sentidos captan el foco de peligro que instantáneamente pasa a ser

interpretado por el cerebro, el cual transmite la información procesada a la acción en el

sistema límbico. Éste se encarga de regular las emociones de lucha, huida, y, ante todo, la

conservación del individuo. Además, el órgano cerebral tiene como responsabilidad la

constante revisión de la información dada por los sentidos, incluso cuando los sujetos están

en condición de reposo para así poder alertarlos en caso de peligro.

Cuando esto ocurre, se activa la amígdala, la cual se encarga de desencadenar todo

el sistema del miedo. A partir de este momento, el cuerpo empieza a sufrir reacciones

como: el aumento de la presión arterial, de la velocidad en el metabolismo, de la glucosa en

sangre, la detención de las funciones no esenciales, el aumento de adrenalina, la tensión

muscular, la apertura de ojos y dilatación de pupilas. Todas estas reacciones del cuerpo van

a garantizar la supervivencia del ser humano puesto que, en el caso de la pupila, ésta

permite al sujeto tener una mayor visión de la situación otorgando así la capacidad de

encontrar detalles que normalmente no serían fáciles de identificar.

Aunque la amígdala hace parte de este proceso, en su interior se llevan a cabo

procesos mucho más específicos haciendo que su lugar adquiera un carácter mucho más

complejo puesto que la información exterior que recibe proviene de dos vías: la vía alta y la

vía baja.

La vía alta se encuentra conformada según Plamper et al. (2012) por receptores

sensoriales, núcleos talámicos sensoriales conectados a las cortezas sensoriales primarias y

las zonas asociadas de la corteza, incluyendo la corteza pre frontal, aquella responsable de

la transmisión de la información proveniente del mundo. Por otro lado, la vía baja, según
estos mismos autores, se encarga de evaluar rápidamente la amenaza potencial o supuesta,

al mismo tiempo que actualiza constantemente la información procesada por la vía alta.

Luego, los datos procesados se transportan al núcleo central que tiene conexiones a los

núcleos en el hipotálamo y el tronco cerebral que activan salida emocional.

En caso de que el miedo provocado por la situación o amenaza llegue a ser muy

intenso “[...] nuestro cerebro apuesta por sus estrategias evolutivas [...] dejando en

estructuras subcorticales más primitivas la organización de defensa rápida” (Plamper et al.,

2012, p. 37). Por otro lado, si no se puede hacer nada para alivianar la situación o

sentimiento de amenaza “el temor de impotencia se convierte en una emoción diferente que

mejor se denomina la ansiedad.” (Plamper et al., 2012, p. 38).

El estado de ansiedad siempre ha estado relacionado con el miedo dado que

conlleva a una misma actividad cerebral, aunque las respuestas comportamentales pueden

ser diferentes. En estos casos la amenaza es indicada por estímulos, innatos o aprendidos,

que señalan peligro. Con base en esto las respuestas comportamentales pueden variar con la

distancia del estímulo amenazador. Cuando estas se encuentran lejanas o a una distancia

prudente que no representa ningún tipo de alerta, el individuo siente un poco más de

seguridad, caso contrario a cuando el peligro está próximo, debido a que los sujetos adoptan

estrategias comportamentales vigorosas, pudiendo exhibir respuestas defensivas que lo

ayudarán a sobrevivir.

Según la perspectiva de la psicología evolutiva, la ansiedad es un recurso

fundamental de protección del individuo contra peligros físicos y sociales. A pesar de

algunas diferencias en la organización neural, los estados de ansiedad y miedo cumplen la


misma función: impedir que los organismos entren en contacto directo con los peligros del

ambiente.

En el caso de la ansiedad, donde el peligro es potencial, las estructuras

generalmente investigadas son la amígdala y el sistema septo-hipo campal, ambas

pertenecientes al sistema límbico. La amígdala (para estas dos emociones) funciona como

un interruptor de pánico del cerebro que es presionado cuando se determina la posibilidad

de un peligro inminente, aunque, según algunas nuevas propuestas, es factible la

probabilidad de que este órgano tenga la facultad de enviar la señal incluso antes de que se

presente.

Dentro de la misma interacción orgánica hace parte la ínsula, órgano situado en la

superficie lateral de ambos lados del cerebro cuya función principal radica en la integración

de información cognitiva, sensaciones fisiológicas y predicciones, lo cual brinda al cerebro,

como al mismo humano, un carácter premonitorio. Adicionalmente este órgano también

procesa la información de los sentidos y las emociones que provienen de la amígdala, de

manera que nos permite afrontar las situaciones importantes o amenazadoras en cualquier

tipo de contexto y tiempo.

De una u otra forma el nacimiento de la emoción del miedo a nivel biológico no

solo garantiza la generalidad de su existencia sino su recurrencia, factor que

inevitablemente hace posible la aparición de la capacidad de control o conocimiento propio

de aquellos seres que pueden llegar a padecer esta condición.

La corteza cingulada anterior dorsal ejerce un papel relevante en el aprendizaje del

miedo y en la conducta de evitación, así como en la experiencia subjetiva de ansiedad.


Cuanto más se activa esa área, mayor es la atención que dedicamos hacia el estímulo de la

misma forma que también aumenta nuestra respuesta de miedo.

Todas y cada una de las estructuras propuestas funcionan como una interface:

reciben tipos de información múltiple provenientes de los diferentes sistemas sensoriales

que posteriormente asocian con las memorias ya almacenadas por el hipocampo, de forma

que en un futuro puedan ser interpretadas como emocionalmente relevantes para así

coordinar la emisión de respuestas.

A partir de esto es explícita la condición innata del miedo y la ansiedad representada

en su producción no excluida a un único factor, es decir, la generación de este tipo de

emociones y sensaciones no está delimitada únicamente por el campo fisiológico sino por

el externo, dado que estas demandan de una serie de estímulos que, procesados con base en

la memoria y otros elementos, puedan generar respuestas o planes alternos de acción.

Según Remmes (2016), el desarrollo del miedo y la ansiedad, a pesar de ser innato,

puede ser formado por las condiciones ambientales de forma específica. Además, estos dos

elementos son “[...] cruciales para evocar respuestas de comportamiento, tales como la

evitación o la precaución a estímulos amenazantes para proteger al individuo frente a

posibles daños.” (Plamper et al., 2016, p. 2).

Un claro ejemplo representado por distintos campos en la historia es la relación

primeriza y de carácter fundamental de los hombres con el fuego. Las primeras

clasificaciones del hombre, en su relación constante con el ambiente, descubrieron la

existencia de este elemento además de la imposibilidad de su control por el daño que

originaba a nivel externo (incendios) e interno (dolor). Esta serie de estímulos hostiles se
encargó de crear una distancia prudente, además de comportamientos de respuesta ante la

presencia de este fenómeno en sus diferentes manifestaciones, hasta que en un momento

dado en la conflagración de diferentes elementos su manipulación llegó a ser posible.

Esto representa de forma clara no la formulación de respuestas biológicas generadas

por la interacción entre órganos y glándulas, sino la existencia de un control sobre el miedo

y la ansiedad.

Una de las características comunes entre estos dos elementos es el “[...]

componente corporal fácilmente observable, que parece no mediado por el lenguaje [...]”

(Pernau, 2015, p. 2) entre los cuales podemos observar el sudor, la palidez, el temblor y el

bloqueo, además de la susceptibilidad a un tratamiento mucho más rígido para su estudio,

gracias a la visualización cerebral a través de imágenes de resonancia magnética.

Todos y cada uno de los elementos implicados en el desarrollo del miedo y la

ansiedad como resultado y mecanismo de supervivencia amparado bajo el concepto de

emoción cuyo carácter es reactivo, demuestra cómo las emociones “se activan en el

contexto de la interacción social, y que ellas a su vez pueden constituirse en importantes

factores para controlar dicha interacción” (Gutiérrez y Ruiz, 2015, p. 4).

Según Gutiérrez y Ruiz (2015) las emociones son indispensables y totalmente

importantes en el desarrollo de nuestras vidas, debido a que se establecen como elementos

de gran influencia que tienen incidencia directa sobre la conducta y las experiencias

humanas de tipo subjetivo.

Gracias a esto, el miedo se convierte en “un tema bien elegido para un diálogo que

tiene como objetivo reducir la brecha entre la naturaleza y la cultura, entre las humanidades
y las ciencias de la vida.” (Pernau, 2015, p. 2). Esta relación establece el miedo como un

puente preciso para la conexión entre los procesos comportamentales del hombre y su

manifestación social, cuyo primer avistamiento fue posible gracias a la creación de relatos

de carácter explicativo como el mito, el cual significó la traducción del campo fisiológico

en elementos socialmente comprensibles a partir del lenguaje y la tradición.

El hombre como canalizador del miedo y la ansiedad siempre ha buscado dar una

explicación a cualquier fenómeno existente, lo cual generó la producción cultural de relatos

y mitos que, mediados por los signos, los símbolos y las imágenes permitieron asignar una

comprensión de la naturaleza que antes era inexistente: una que a pesar de no ser

comprobable otorgaba tranquilidad o la ilusión de dominio o control sobre las emociones

trabajadas a lo largo de esta propuesta. Así para Ocampo, se entiende el mito como un

conjunto de:

creencias brotadas del fondo emocional, que se expresan en un juego de imágenes y

símbolos, que se manifiestan como fuerzas operantes en la sociedad. Así mismo, como una

estructura mental con cuyo auxilio se nos hacen asequibles ciertas configuraciones

históricas que, de otra manera, permanecerán cerradas a nuestra comprensión. (Ocampo,

2015, p. 22)

Es decir, estos relatos expresan una relación profunda del ser humano con los demás

seres pertenecientes a la naturaleza, consigo mismo y por ende con el miedo. Irónicamente

la creación de los mitos significó el empoderamiento del hombre ante aquello que los

aterrorizaba y una nueva relación con sus emociones.


Entre algunos de los muchos ejemplos que pueden representar esta dinámica y que

engloban distintas culturas del mundo podemos encontrar La Caja de Pandora, La

venganza de los Animales y Shapona.

La caja de Pandora, relato que encarna la cultura occidental, narra la venganza de

Zeus en contra de Prometeo debido al regalo del fuego que éste otorgó a los hombres. Con

la ayuda de Hefesto, Afrodita, Hermes y Atenea, el rey del Olimpo dio vida a Pandora, la

primera mujer sobre la tierra caracterizada por encarnar la ambigüedad entre otros defectos

destinados única y exclusivamente para Epimeteo, hermano de Prometeo. Después de una

feliz relación cuyo fin era ya premeditado, la pareja recibió como regalo de los dioses una

caja que en ninguna circunstancia debía ser abierta. Lamentablemente Pandora, dotada de

una serie de elementos encabezados por la curiosidad, decidió abrir este artefacto liberando

así todas las enfermedades y males que acecharían a los hombres hasta el fin de los

tiempos.

Por otro lado, La Venganza de los animales, perteneciente a la tribu Cheroqui, da

cuenta de cómo en un inicio la creación vivía en armonía hasta que el descontrol del

hombre en su crecimiento llevó a la expulsión de los animales. Estos últimos a modo de

venganza se reunieron y ante tal situación que amenazaba con su extinción decidieron

diseñar enfermedades cuyo único objetivo era parar el avance de la humanidad. Con un

éxito abrumador, los animales, de la mano de múltiples enfermedades lograron exterminar a

casi todos los hombres, situación que, irremediablemente, preocupó a las plantas al punto

de hacerlas tomar partido por el bando el humano, sacrificándose así con el único propósito

de proveer a comunidades con remedios y medicinas. Es por esta razón que esta tribu
indígena utiliza las plantas en la medicina al mismo tiempo que pide permiso en sus rituales

para sacrificar a un animal.

En relación con el mismo tema se encuentra Shapona, mito proveniente de la etnia

Yoruba de Nigeria. En el inicio de todo, el Dios supremo delegó a Shapona (primer hijo) la

Tierra y a Shango (el cielo). Los Yoruba creían que los dioses, en este caso Shapona,

encargado de la tierra, no solo tenían el poder de hacer crecer los granos de cereales en la

tierra sino de hacer florecer estos mismos en la piel humana. Así la viruela era vista como

un castigo celestial que incluso podría ser lanzado por sacerdotes si existía algún mal

comportamiento.

Con base en esto, la transformación de elementos ajenos al control del hombre

como fuerzas naturales (erupciones, sequías, lluvias, tormentas) entre otros, fueron

relacionados con fuerzas superiores ilusorias, cuya relación con las comunidades estaba

mediada por la adoración, el respeto, y paradójicamente, por un nuevo tipo de miedo que se

profundizaría de forma directamente proporcional con el desarrollo de las poblaciones y su

misma cultura.

Los relatos configurados bajo el mismo precepto, aunque por diferentes culturas,

naturalizaron el miedo a partir de la tradición y la trasmisión de generaciones, convirtiendo

lo que posiblemente contenía los temores de comunidades enteras, en simples historias que

componían la cultura.

La relación del hombre con el fuego es un arquetipo básico que representa esta

situación, porque a pesar de que los primeros hombres quizás no registraron esta

experiencia, hay total seguridad de que otras culturas inmediatas o posteriores si lo


realizaron. Ahora bien, la desaparición del miedo que proponen estos relatos es tan sólo

hipotética y parcial, debido a que es una realidad la conexión innata del miedo y los

hombres tanto en su individualidad como en sus conformaciones sociales.

Así, es entonces posible postular la existencia de un carácter orgánico del miedo en

donde su facultad de cambio, adaptación y mutación, aunque pueden debilitar

temporalmente su existencia y efecto en los hombres, le permiten perpetuarse mediante

nuevas presentaciones que no solo se acoplan a los nuevos conocimientos sino que se

integran a la estructura de cada época, concediendo a esta emoción una cualidad evolutiva

capaz de tener incidencia sobre todas las dinámicas sociales de las nuevas civilizaciones.

1.2 El miedo en las antiguas civilizaciones

La creación de relatos trajo consigo un gran número de implicaciones entre las

cuales, aquella que acogía un gran número, fue la conformación de civilizaciones

estructuradas con respecto a las comunidades que inicialmente representaban un esbozo de

organización.

La creación de estas agrupaciones de carácter complejo fueron resultado de

acciones militares, representadas a través de invasiones, conquistas, sitios entre otras

actividades que luego tuvieron que ser reforzadas, para su legitimidad y permanencia, como

también por el incremento constante de la población, como resultado de reformas

culturales, políticas y económicas.


La implementación de estos nuevos procesos consagró la creación de grandes

comunidades que, a pesar de afrontar numerosos procedimientos y tener una producción

cultural con la capacidad ilusoria o no de explicar una gran cantidad de fenómenos, no

estuvieron exentas de la integración de un miedo que ahora se presentaba en dos nuevas

esferas: la interna y la externa.

La línea que marca una clara diferencia entre estas dos esferas es el campo en el que

se mueven. En primer lugar, al miedo interno pertenecen el conjunto de concepciones que

conforman y moldean todas y cada una de las actitudes de los sujetos dentro de un grupo

con respecto a los otros a partir de su instinto de conservación y deseo de estabilidad

permanente. En segundo lugar, el miedo externo conlleva a un conjunto de actitudes que

presentadas como grupales más no individuales, evocan motivaciones cuyas traducciones

en actos, son llevadas a cabo no entre los integrantes de un grupo, sino en contra de los

miembros pertenecientes a otro.

Por un lado la primera clasificación se lleva a nivel interno e individual, puesto que

es aquí en donde el miedo se conjuga nuevamente como engranaje fundamental de las

motivaciones de las personas, consecuencia que evidencia no sólo la superación del

impedimento asignado por el acondicionamiento del hombre a sus viejas formas de

presencia (mitos), sino sus capacidades evolutivas e integradoras que dejan claro como “ El

miedo parece no ser de una persona en particular sino un afecto propio de ciertos sujetos

sociales vinculados a determinados momentos históricos” (Piper, 2015, p. 166).

Una posible explicación radica en que “las emociones están presentes prácticamente

en todas las actividades que desempeñamos” (Gutiérrez y Ruiz, 2015, p. 1) y es por esta

razón que pensar en la posibilidad de su desaparición se concibe, si bien no como


imposible, sí como pretenciosa. De hecho, según afirman Gutiérrez y Ruiz (2015), las

relaciones entre los mismos individuos (característica de esta primera esfera), si llegaran a

observarse con mucho más detalle, revelarían cómo todo tipo de interacciones pueden

llevarse a cabo de forma funcional sin tener asumir la extinción del plano emocional, el

cual tendrá propensión a invadir la situación social en la que se encuentre ya que no es

obligación que este pertenezca a determinado momento histórico.

A partir de esto es entonces posible afirmar que el miedo interno puede ser

evidenciado, de forma específica, a través del temor y la ansiedad latente de muchos sujetos

antes de la conformación de civilizaciones o ciudades, en las cuales vivir bajo el

acogimiento de un grupo llegaba a ser el anhelo más preciado frente a la cantidad de

estímulos (robo, esclavitud, muerte) que los amenazaban y ponían en estado de alerta.

Es necesario aclarar que estos estados condicionaron de forma abrupta a todos los

sujetos de la época antigua, a causa de que la conformación de esta era surgió a partir de un

número interminable de batallas y conquistas que pusieron la vida del hombre en una

situación de vulnerabilidad extrema, lo cual demuestra que “[...] no es posible sostener que

las emociones sean un componente no racional de la vida o meros estados subjetivos.

Contrariamente, la emoción es un elemento necesario de la racionalidad de las personas”

(Gutiérrez y Ruiz, 2015, p.1).

Partiendo de las afirmaciones hechas por Thomas Hobbes (1983) en su obra El

Leviatán, el miedo interno podría llegar a ser explicado bajo la idea del estado natural. En

este contexto el hombre, al tener el derecho a ser feliz, y lo más importante, la facultad para

poder lograrlo, deberá competir con los otros por aquello que los satisfaga, lo cual, de

hecho, es lo que otros igualmente desean por su naturaleza humana. Es de esta forma que el
hombre se convierte en lobo de sí mismo haciendo que, para el caso de esta propuesta

teórica, no solo el hombre se encuentre en un estado de violencia activo, sino en la

búsqueda de su conservación gracias al miedo generado por la relación con sus demás

congéneres.

Aunque la idea de Estado no era siquiera concebible en la existencia de las

comunidades grecorromanas, persas, egipcias, chinas entre otras, se podría inferir que bajo

sus pilares formadores se encontraba la guerra y lo que implicaba, “[...] los individuos

acordarían someterse racionalmente a un soberano absoluto porque de no hacerlo seguirían

destruyéndose mutuamente en una guerra civil permanente (Arocena, 2011, p.11).

Aunque podría incurrir en una personificación demasiado precipitada, el soberano al

que todos decidieron someterse, sin importar su cultura, imperio o cargo podría ser

identificado como una entidad amorfa que hasta el momento ha sido entendida como el

miedo.

Su imbricación a nivel individual en la esfera de relación entre los individuos logró

que se incrementara la sensación de temor en todos aquellos pertenecientes a la sociedad,

por cuanto sin brindar paz real sino estados de quietud temporales, la convivencia mutó en

rivalidad de carácter hostil, que realmente estaba sostenida bajo la idea de satisfacción

personal en donde irónicamente “El enemigo es, por tanto, interior, muchas veces un

residuo del exceso de ambición o de una obsesión por el poder que altera la convivencia

pacífica” (Huerta, 2009, p.242).


Por otro lado, el miedo externo requiere de una mirada mucho más global de la

relación entre diferentes sociedades cuando son permeadas por esta sensación, debido a que

en este nivel las comunidades son consideradas como una unidad.

En el preciso momento en que el ambiente hostil es formado por el miedo interno y

ha determinado cierto tipo de motivaciones como de disposiciones a la acción, el miedo

externo empieza a crear un discurso que, formado por distintos intereses, sitúa en aquello

considerado como diferente todos los elementos completamente contrarios al estilo de vida

nativo. Además, si no es suficiente, este miedo externo, completamente intencional, y con

mucha más participación externa que biológica o resultado de interacciones sociales

espontáneas (búsqueda de satisfacción), tiene varios objetivos entre los cuales se pueden

encontrar la cohesión social, el olvido de problemas, el deseo de violencia o la promoción

de la eliminación de la otredad.

La representación de estas situaciones puede ejemplificarse a lo largo de la historia

en diferentes contextos. Durante la existencia de Grecia “[...] aquellas personas que no

hablan griego, para finalmente consignar una definición mejor avenida con los tiempos

modernos: son bárbaros [...]” (Todorov, 2008, p.41), lo cual no tuvo conclusión en esta

instancia, pues el advenimiento de otras civilizaciones como la romana lograron demostrar

perfectamente que “toda persona diferente era percibida como un adversario, y todo

adversario era un enemigo, al que era legítimo, incluso loable, exterminar como una

cucaracha” (Todorov, 2008, p.41).

Este ejemplo demuestra cómo el miedo tiene una gran responsabilidad en los

comportamientos a través de la historia, debido a que, según las afirmaciones hechas por

Gutiérrez y Ruiz (2015), las emociones están determinadas por el sistema de creencias, el
cual lleva a que los grupos interioricen ciertos elementos y por ende tengan determinada

clase de comportamientos. Es imperativo aclarar para esta visión histórica que el sistema de

creencias propuesto por el autor, en este caso, es formado igualmente por el miedo

haciendo nuevamente evidencia de su carácter evolutivo.

Así sería entonces posible inferir que los sujetos pertenecientes a estas generaciones

no habrían “[...] adquirido el miedo por sus propias experiencias con la violencia sino a

través de la generación anterior.” (Piper, 2015, p.166).

El miedo externo siempre se movió sobre los pilares de aquello que no era conocido

o se resistía a la comprensión, razón por la cual, al intentar controlarlo, los grupos que eran

receptáculos de esta emoción crearon conflictos de gran envergadura que no solo se

remitieron a los progresivos ciclos de batallas y conquistas sino a la constante

reformulación de las reglas de convivencia que repetidamente desembocaban en nuevos

enfrentamientos a nivel específico (personas) y grupal (grupos).

Con base en esto es posible evidenciar cómo la revisión histórica de la época de

civilizaciones antiguas “[...] dibuja un futuro de exclusión creciente y de miedo hacia los

excluidos (Arocena, 2011, p. 15) en el cual “El miedo es una emoción tanto más intensa

cuanto más inconcreta sea su causa. Un enemigo resulta tanto más amenazador cuanto más

irracionales nos parezcan sus motivaciones, procedimientos y fines.” (Arocena, 2011, p. 15).

Aunque este miedo traducido en la aversión a lo desconocido busque abordarse con

propiedad “El temor al rechazo, el individualismo, el miedo al extraño, el consumismo

desbordado, entre otros factores, comienzan a aislar a los sujetos que sólo buscan

protección en un mundo cada vez más peligroso.” (Bahamondes y Marín, 2013, p. 122).
Según Gutiérrez y Ruiz (2015) las emociones se encuentran cargadas de intenciones que las

refieren a un objeto de carácter social que puede ser un sujeto, un grupo o un artefacto.

Siguiendo este planteamiento se puede afirmar que las emociones, y

específicamente el miedo, funcionan como modos de afiliación a una causa por los

intereses particulares que defienden según el sistema de creencias. En la antigüedad el

miedo jugó un papel fundamental en la conformación de las grandes civilizaciones al

mismo tiempo que promovió su propio enfrentamiento bajo el argumento del temor

incontrolable ante lo desconocido y el de la otredad, en donde esta serie de conformaciones

sociales se definían por aquello que les hacía falta. Este tipo de enfrentamientos de gran

envergadura “[...] en ocasiones provocaba migraciones masivas y descontroladas o, por el

contrario, un retraimiento al encierro y al aislamiento. Hay quienes caen en la locura, la

delación, la persecución o el fanatismo” (Bahamondes y Marín, 2013, p.102).

Con el paso progresivo del tiempo y el constante incremento de actividades hostiles

que ya de por sí al parecer son espontáneas y simples resultados de acciones basadas en el

miedo, los papeles se transformaron, dejando de lado el concepto de sujeto como productor

de reacciones sociales para dar paso a la idea de que “son los sujetos los que comienzan a

percibir las transformaciones de una sociedad que se vuelve más compleja, y la angustia

frente a lo que les deparará el futuro se vuelve un tema central para los sectores de la

población [ . ] ”(Bahamondes y Marín, 2013, p.90) razón por la cual recurrirán a elementos

que brindarán tranquilidad y sentido a una existencia que bajo condiciones deplorables ha

minado la confianza y la esperanza en cualquier posibilidad de mejora.

Durante este lapso comprendido en la antigüedad es posible ver cómo de diferentes

formas el miedo no solo se remite a las esferas del miedo interno y externo, sino que por el
contrario “el temor adquiere distintas caras de acuerdo con el lugar y el tiempo donde se

manifieste” (Bahamondes y Marín, 2013, p.102).

Diferente fue su presentación en el desarrollo evolutivo de los hombres frente al

desarrollo de comunidades con reglas mucho más rígidas y estructuraciones de carácter más

complejo. Aunque desde el exterior puede llegar a parecer inútil, el intento del hombre en

estos períodos de tiempo no solo ha girado en torno a la satisfacción y búsqueda de

bienestar general, puesto que también, quizás de forma indirecta, se ha enfocado en el

intento por el condicionamiento de esta emoción que fue posible años atrás.

Esto lamentablemente es imposible debido a que “El miedo es ratificado de tal

manera que resulta ser algo que se tiene, como una condición que es heredable e

insuperable” (Piper, 2015, p.166). El intento de manejo del miedo desemboca en

situaciones y contextos que finalmente lo que logran es perpetuarlo y ofrecerle una nueva

faceta que se integra a la vida de los hombres.

Los empeños de las comunidades antiguas de tener control sobre el miedo a la

otredad resultaron en la agresión entre miembros de un mismo espacio, que, aunque no

necesariamente representaron debilitamiento, tuvieron un papel, quizás básico o

fundamental, en el desmoronamiento de la tranquilidad encarnada en las civilizaciones a las

cuales pertenecían. Por esta razón su búsqueda de inhabilitación del miedo dio como

producto su descomunal aumento frente al cual la esperanza fue el único elemento

mediador entre sus efectos y las personas.

Este anhelo de optimismo se tradujo en movimientos de carácter celular que, bajo

sus preceptos, y de la mano con múltiples elementos históricos, se incrementaron al punto


de convertirse en religiones cuya estructura expansiva para las épocas posteriores a la

antigüedad inevitablemente derivarían en organismos mucho más complejos y con más

poder que la misma sociedad en general.

Lamentablemente las condiciones inherentes a los planteamientos de carácter ajeno

al hombre, y los supuestos que inculcaban por medio de sus diferentes componentes tanto

físicos como espirituales, terminaron por consolidar un instrumento que históricamente

adquirió un poder incuestionable a partir de la proposición de mundos fuera de la

comprensión de todo sujeto, los cuales estuvieron representados en instituciones como la

iglesia.

1.3 La religión del miedo

Bajo la destrucción de un mundo que a pesar de estar consolidado no cumplió la

tarea del convencimiento sobre la idea de tranquilidad y bienestar, la reformulación de

miles de elementos fue inevitable al mismo tiempo que dispersa. La distancia entre los

ámbitos económico, político, social y cultural llegó a ser, después de mucho tiempo,

nuevamente amplia sin ningún punto clave que llegara a unirlos.

Aunque este proceso de descomposición no fue instantáneo ni mucho menos

predecible, su realización trajo consigo transformaciones en el cambio de vida de sujetos y

grupos de comunidades enteros, que, sin duda alguna, y bajo la idea del reajuste histórico

inherente al carácter evolutivo del hombre, planteó el miedo nuevamente como eje de

funcionamiento de las relaciones entre los individuos y los grupos.


De forma más específica se podría proponer que “ante el sufrimiento causado por la

naturaleza, las personas se han protegido tradicionalmente en el fatalismo que podía tener o

no consolación en las religiones” (Arocena, 2011, p.17).

A pesar de que la implementación de estos sistemas podría tener un tipo de relación

indirecta con los primeros hombres debido al ambiente flexible y al mismo tiempo

incomprensible de los puntos que proponían, según las afirmaciones de Arocena (2011)

esto pudo llegar a ser posible por el conjunto de fracasos que trajeron consigo las

instituciones humanas, lo cual dio paso a una actitud de rebeldía que, al parecer, llegó a ser

más viable que la resignación previamente adoptada.

Con esto, las religiones empezaron a consolidarse como una alternativa sostenible

frente un mundo fracturado por los numerosos golpes de la administración racional en

donde progresivamente se dio origen a las creencias que hasta el día de hoy se mantienen.

Bajo su uso se originaron múltiples tipos de presencias que, si bien pudieron

significar existencias de mundos alternos a los concebidos por el hombre, de igual forma

hicieron posible la integración del miedo a un elemento (fe) con la suficiente fuerza para

crear estímulos y comportamientos determinados en los hombres.

Ante la incapacidad de comprender un ambiente que le era desconocido no por su

composición sino por su nueva organización, la llegada de Dios, bajo una formalidad

instaurada en las instituciones de las diferentes creencias, invistió a la religión como un

medio de supervivencia de sí mismo y del ambiente que lo rodeaba.

“En el discurso religioso las emociones, afectos y sentimientos actúan como modos

de afiliación a una comunidad, son maneras de comunicarse y de permanecer juntos”


(Gutiérrez y Ruiz, 2015, p.1). La integración de numerosas emociones dentro de la religión

convirtió su funcionamiento en flujos mucho más subjetivos que racionales, lo cual, aunque

puede llegar a entenderse como irónico, convirtió a todos los miembros pertenecientes a

determinadas creencias en susceptibles a adaptar, gracias a estímulos que iban desde la

lectura de textos hasta la celebración de ritos, sus formas de relacionarse, pensar y actuar.

“En ese sentido, las emociones son un componente fundamental de la experiencia

religiosa. Las creencias y las prácticas religiosas son expresiones de una experiencia

afectiva y emocional que está en su fundamento” (Gutiérrez y Ruiz, 2015, p.6).

Esta serie de actividades como las penitencias, las posturas, los ritos entre otros, no

solo generan dinámicas de integración sino mecanismos legitimadores de credibilidad que

mediados sobre la emoción, cuya principal función no radica realmente dentro de este

contexto en promover apego sino en relegar el raciocinio hasta un campo de acción y

consideración nulo, permiten construir técnicas de persuasión que dirijan los modos de

pensar y vivir en estilos de vida definidos que responden a los mismos preceptos de la fe.

Otro factor que contribuyó a nivel externo, puesto que la religión no posee un poder

innato, fue, según Monsálvez (2006), la falta de mapas y recursos cartográficos que

tuvieran algún tipo de colaboración en la ordenación de la realidad, caracterizada en ese

entonces por la presencia de infinitos temores y angustias.

Gracias esta serie de elementos conjuntos la importancia de la religión se consagró

en “la descripción de la emocionalidad vivida, de la emocionalidad sentida, esto es el

principio de construcción del vínculo con el público” (Gutiérrez y Ruiz, 2015, p.16), en
donde “[...] para que un sentimiento sea expresado y experimentado por un individuo,

aquel debe pertenecer al repertorio común del grupo social” (Gutiérrez y Ruiz, 2015, p.16).

Pese a que este sistema de creencias ya era bien conocido por una gran cantidad de

sujetos dependiendo de la religión a la cual estaban vinculados, se hacía necesario un punto

de encuentro donde el vínculo, no solo se infiriera sino se materializará con el fin de traer

consigo seguridad ante los temores que poco a poco, gracias a mezcla de las múltiples

creencias, perdía fuerza.

Este espacio no sólo garantizaría fuerza y cohesión social frente a las adversidades

de la época sino la suficiente motivación y tranquilidad que a duras penas los esfuerzos de

los hombres podían esbozar. Estos lugares adquirieron diferentes nombres gracias las

tradiciones vinculadas a cada sistema religioso en donde el más conocido o por lo menos

común en la Europa teocéntrica fue la Iglesia.

“Estas últimas, si bien por su naturaleza están vinculadas con elementos misteriosos

factibles de producir temor, también son fruto de su tiempo y se ven en la obligación de

abordar la realidad en la que existen” (Bahamondes y Marín, 2013, p.103), razón por la

cual concentraron en su figura tal poder que bajo una aceptación socialmente común fue

transferida a la religión que patrocinaba su existencia.

Sin embargo, no exentas de su vinculación con los grupos de comunidades y los

sujetos, estas estructuras, receptáculos de infinitas formas de expresión humana, tan solo

podían ser consideradas como conductos de conexión con las creencias o como

instrumentos de acción de estas, lo cual las hacía susceptibles al uso arbitrario que con el

devenir del tiempo se convirtió en realidad.


Entre algunos ejemplos históricos podemos encontrar en primer lugar las cruzadas

de la Edad Media. Estas movilizaciones de carácter bélico y profundamente religioso,

basadas no solo en el amor a Dios, se permitieron liberar series infinitas de crueldad en

nombre de aquello encausado como noble.

Aunque las características que giraban en torno al asesinato, violación, robo y

tortura las enlazaban con actividades netamente delictivas, el fuero del sistema de creencias

bajo su amparo dio vía libre e incluso una premiación a las faltas o pecados cometidos en

un pasado.

Sin ser suficiente, en segundo lugar, vale la pena observar aquello considerado en la

historia como caza de brujas, lo cual no significó exclusivamente la discriminación y

segregación del sexo femenino bajo premisas inadmisibles, sino el poder que la historia y el

contexto confirieron a las emociones entrelazadas con las creencias de las personas, cuya

influencia alcanzó niveles mucho más altos de lo que el raciocinio pudo imaginar.

Finalmente, las indulgencias cuya relación con las cruzadas llegó a ser estrecha,

facilitaron fenómenos mediados por el dinero sin incluir, claro está, de forma tangencial, el

miedo permanente de la sociedad a la inclusión e integración, representada a través del

incremento de la brecha social evidenciada en aquellos cuya capacidad adquisitiva permitía

no solamente obtener una mejor calidad de vida en el plano terrenal sino ahora en uno ajeno

a él.

Estas indulgencias son el claro ejemplo de cómo por medio de la religión se

empieza a ver un tipo de transacción mercantil, donde “el consumo se vuelve la experiencia

de lo trascendente, lo que da sentido a la vida de la comunidad de creyentes. La compra se


vuelve espiritualmente edificante, posibilita encontrarse con Dios” (Gutiérrez y Ruiz, 2015,

p.16).

Aunque puede llegar a ser paradójico, la actividad comercial aquí queda despojada

de cualquier sentido nocivo, por cuanto este es el medio capaz de crear conexiones con

Dios de forma más rápida y única, quizás personalizada, que permitiera generar

diferenciaciones pertinentes hacia un estado que según la doctrina era accesible a todos.

Con esta serie de aportes, los sujetos e incluso las mismas comunidades, por la

envergadura de acogimiento que posee la religión, llegan a hacer posible el entendimiento

de que “Vender y comprar no son actos materiales, dan la posibilidad de construir un

vínculo con lo trascendente y por ello se puede ser bendecido” (Gutiérrez y Ruiz, 2015,

p17).

Esto fue representado claramente en el nacimiento de movimientos como el

calvinismo y el protestantismo luterano cuyo estilo de vida se encargó de reestructurar la

forma de relacionarse con las instituciones, con Dios, y con el resto de sujetos, lo cual

indudablemente incluía entonces un replanteamiento del hombre con respecto al dinero.

Aquí la producción a través del trabajo no solo dignificó al hombre, puesto que

también le otorgó un oficio en el cual desempeñaría las capacidades que la divinidad le

había brindado como don.

Bajo esta nueva idea religiosa el trabajo (su división y su especialización) empezó a

tener nuevas formas de comprensión y aplicación que desembocaron inevitablemente en

una producción y acumulación de mercancías que finalmente generarían mecánicas de


intercambio y con ello el establecimiento, si se quiere histórico, de la base del capitalismo

según lo explica Max Weber (1999).

Sin duda alguna “la emocionalidad fundante de la religión cristiana tomó nuevos

bríos con la aparición de los llamados nuevos movimientos religiosos” (Gutiérrez y Ruiz,

2015, p.7) dando como resultado, a partir del miedo, como elemento estimulador y de

reacción, el replanteamiento de sus bases y profesiones frente a la pérdida del poder que

durante años estuvo contenido en sus instituciones y discursos.

En este escenario, la religión es la encargada de otorgar respuestas ante la

indefensión de los individuos, dotando de sentido sus conductas y generando una nueva

ética” (Bahamondes y Marín, 2013, p.120), esencial para la reformulación de sus acciones a

nivel interno y por ende indispensable en la búsqueda estratégica por recuperar la presencia

que le había sido arrebatada.

Esta ética adquirió nuevos significados ya que según los planteamientos hechos por

Bahamondes y Marín (2013) el establecimiento, y en este caso la reincorporación, de

valores que al parecer se encontraban extintos dentro de la sociedad, formularon de forma

progresiva formas de pertenencia manejadas años atrás, produciendo así (de nuevo) la idea

sobre nosotros y ellos.

La dualidad propuesta por estos autores en estas dos esferas, permite evidenciar a

nivel histórico la gran problemática de diferenciación social, cuya magnitud aumentaba de

forma directamente proporcional con el miedo de las personas que en esta época histórica

ahora era provocado en primer lugar por la idea de los otros, existente años atrás en las
antiguas civilizaciones, y en segundo lugar, por la idea dominante de la época: temor al

castigo divino.

En la mayoría de las religiones empieza a aparecer el concepto de tártaro, infierno y

vía crucis, todo esto como resultado de falta de control sobre las personas con la sola idea

del paraíso.

Desde el inicio de la humanidad siempre ha existido el miedo a la muerte y a lo

desconocido, en donde la religión encontró que por medio de alegar salvación o castigo,

basado en la actitud y modo de vida de un sujeto a lo largo de su vida, podía controlar

muchas de sus acciones.

Aquí Dios se presenta como la figura cohesionadora y final de las instituciones

religiosas para mantener la dominación sobre los millones de personas que se encontraban

bajo su brazo religioso. Según Steger (2013) el manejo de esta figura no es tan solo práctico

y espontáneo sino teórico y de características complejas por la elaboración que a lo largo

del tiempo ha requerido. Por ejemplo, en el Antiguo Testamento es Dios aquel responsable

de despertar el miedo en los seres de su propia creación. De hecho un gran porcentaje de las

ocasiones que el término temor o miedo es usado en las escrituras cristianas, siempre se

relaciona con figuras divinas.

Este tipo relaciones se convirtieron en algo mucho más complejo cuando las

instituciones, en este caso cristianas, elaboraron discursos rígidos e impenetrables en los

cuales era imposible escapar a sus planteamientos por la falta que significaría el intento o el

gran error de lograrlo.


Mal y miedo son gemelos siameses, el miedo es un resultado inevitable del pecado,

siempre van juntos. Dada esta relación entre el pecado y el miedo, el sentido del temor

varía según la relación que la persona tenga con Dios. “El temor de Dios que caracteriza al

creyente difiere totalmente del miedo a Dios que siente el impío por su culpabilidad”

(Steger, 2013, p.78).

Una característica principal de este miedo es el desplazamiento de sensaciones que,

al día de hoy, consideradas como opuestas, llegaban a tener el mismo significado: “el temor

de Dios también está íntimamente relacionado con la obediencia al Señor. Amar a Dios

implica obedecerlo y guardar sus mandamientos” (Steger, 2013, p.80).

También es posible identificar cómo todo un mecanismo basado no solo en la

utilización del miedo sino en la fusión de emociones completamente distintas, fue usado

para generar comportamientos planeados y elaboraciones teóricas que miradas de forma

anacrónica llegarían a ser paradójicas. Una clara evidencia se encuentra en el libro del

Éxodo 14:31: Israel vio los prodigios que Yavé había obrado contra Egipto, y el pueblo

temió a Yavé. Creyó en Yavé y en Moisés, su siervo. Aquí los sujetos que temen a Dios

también confían en él ciegamente, por lo cual su presencia no crearía ningún tipo de

distancia sino un lazo de amistad.

Con base en esto el miedo de la era teocéntrica encontró una sumisión completa del

hombre irónicamente a partir de su propia producción de contenido en donde “El

llamamiento a temer a Dios nos invita a estar listos para encontrarnos con nuestro

majestuoso y único Dios en un estado de sumisión y compromiso con él a través de la

obediencia a su buena voluntad”(Rodríguez, 2001, p.136), lo cual selló el tipo de relación


que durante siglos determinó los comportamientos del hombre con otros a nivel individual

y grupal.

Desde esta época, gracias al extenso uso de la figura divina “[...] la gente ya vive

con demasiado temor a infinidad de cosas. Teme por su seguridad, por su trabajo, por la

continuidad de su familia, por su salud, por la estabilidad económica, y por tantas otras

razones [...]” (Steger, 2013, p.85).

Aunque estas ideas se mantienen, es un hecho que no lo hacen con la misma

intensidad, lo cual lleva a concluir que sin importar su existencia plena el único elemento

que es constante y de hecho sigue aumentando de forma constante es el miedo por medio de

presentaciones que cambian de la misma forma que lo hace el hombre en la historia. “En

síntesis, hablar hoy de temer a Dios sencillamente parece no tener sentido en nuestra

cultura secular y parecería inútil, e incluso contraproducente, para atraer a las personas a

Dios” (Steger, 2013, p.80).

Estos cambios por el tiempo recrearon las condiciones de juego entre los sujetos,

sus grupos y la producción dentro de cada ámbito, llevando de forma casi condicionada al

miedo a transformar su estructura de presentación e integración. “Sorprendentemente,

cuando no se teme a Dios, se teme a todo lo demás” (Steger, 2013, p.87), lo cual no

significó la creación de nuevos miedos sino la aparición, fortalecimiento y despliegue de

aquellos que se habían mantenido escondidos por años debido a la sombra todopoderosa de

la divinidad. Así es preciso afirmar que “vivir sin temor no depende de quién es el creyente,

sino de quién es su Dios” (Steger, 2013, p.87) y en la época moderna éste estaría

representado en aquel dominio que conformó un nuevo mundo para el hombre: la técnica.
1.4 El miedo y la técnica en la era moderna

Según María del Carmen Araya (2008), existe un estado psíquico que hace

referencia a sentimientos de angustia, amenaza y riesgo experimentado por un grupo de

personas. Estas situaciones son aprovechadas por sectores de la sociedad que tienen un gran

poder gubernamental y político, con la finalidad de poner en marcha planes que darán como

resultado el miedo a la libertad política, el miedo al otro en la imagen del delincuente, el

control mediático del miedo con fines políticos, el miedo a los accidentes de tránsito y la

vigilancia y el control policial.

En relación con la producción del miedo, las élites dominantes ligadas a la

globalización, practican una serie de estrategias con el fin de provocar e instrumentalizar el

temor en la sociedad civil de pensar y actuar distinto a lo estipulado por ellas. Esto con la

clara intención de desmovilizar a quienes se organizan para proponer otras posibles

soluciones dentro de la sociedad.

La fuerza del miedo radica en la capacidad que tiene para acabar con los

planteamientos racionales de las personas. Por tanto, el miedo se centra fundamentalmente

en la dimensión más emotiva de los individuos y, así, se prestan más fácilmente a la

persuasión que opera básicamente sobre la emoción. Los miedos de los individuos no sólo

están relacionados con los conflictos bélicos, debido a que también está el miedo a la

exclusión, a la dificultad para acceder a servicios básicos de salud, educación y previsión.


En un sistema económico como el neoliberalismo que tiene como motor la competitividad,

productividad y el individualismo egoísta, y aquellos que no cuentan con los recursos

financieros, se sienten vulnerados, sin protección, excluidos y violentados, no son partícipes

de una comunidad. (Monsálvez, 2006, p.5)

La puerta de entrada a esta dimensión más emotiva es la ignorancia de cómo

afrontar el miedo de un peligro. Este desconocimiento, que es un elemento clave, no es

relevante si el peligro que lo encarna tiene base real, o simplemente es un fantasma.

Un claro ejemplo puede evidenciarse en la guerra fría, la cual tomó lugar durante el

siglo XX, específicamente entre 1947 y 1991. Estados Unidos y la Unión Soviética

tuvieron que atravesar grandes retos en la organización de sus diferentes ámbitos como en

los mensajes producidos en su interior, a razón de que la población se encontraba sitiada

por el temor constante de una catástrofe nuclear, supuesto que, aunque factible, fue

desarrollado de forma habitual e intensa por los cómics. A través de sus fotos se exponían

no solo imaginarios relativos referentes a los enemigos de una noble causa sino futuros

apocalípticos de los cuales posiblemente el hombre y la humanidad no tendrían escape.

Aunque nunca ocurrieron, es importante resaltar la paranoia y el miedo que puede

crear un medio de comunicación. Desde este punto de vista, se entiende que el miedo no

solamente puede ser propagado de manera visual, sino que también está presente en el

ámbito discursivo, donde los titulares y artículos hacen visible la narrativa del miedo.

Según Todorov (2008), el concepto de guerra que se utilizó en la guerra fría es

empleado en un contexto diferente al de su uso tradicional, debido a que en este curioso

conflicto no se enfrentan ejércitos nacionales ni se estipula una duración promedio de las


hostilidades, dado que sus promotores pretendían erradicar no a un adversario humano sino

a una plaga social: el comunismo.

Partiendo de situaciones complejas que comprenden enfrentamientos consumados

(guerras mundiales) como tangenciales (guerra fría), es posible identificar cómo el miedo

se ha estipulado a lo largo de la historia, y mediante distintas facetas, como un medio de

control social supremamente exitoso en donde el convencimiento de la sociedad gira en

torno a la creación de enemigos que sin duda alguna generarían una amenaza.

Este estado hipotético de conminación, el cual puede afirmarse que llegó a ser más

real que una ilusión gracias a los conflictos de la edad moderna, encontró su pilar

fundamental en el desarrollo de procesos, métodos y elementos contemplados dentro del

campo de la técnica, en el cual paradójicamente se promovía la protección de la integridad

de individuos y países enteros por medio de la destrucción de otros.

El Dios de la era moderna adquirió, a diferencia de aquel dominante de la edad

media, su lugar en la razón representada en la técnica, al mismo tiempo que en similitud

planteó el uso del miedo como componente principal de coacción y seguimiento.

El desarrollo de elementos tecnológicos encontró el impulso necesario dentro del

campo militar y estados bélicos que tomaron forma en el siglo XX. Desde las dos guerras

mundiales hasta conflictos satelitales liderados por las grandes potencias en otros países

durante la guerra fría, crearon un estado pleno para que diferentes propuestas tuvieran lugar

y acogimiento desmedido: experimentos en seres humanos, animales, desarrollo de

armamento entre otros.


El miedo generado por un estado de incertidumbre rodeado de situaciones

preferiblemente caóticas sentó las bases promotoras de un desarrollo cuyos cimientos

estarían consolidados en la angustia, el constante miedo a la otredad e incluso en el

advenimiento esporádico de la concepción religiosa, cuya reificación sería observable en

los beneficios de un sinnúmero de áreas relacionado íntimamente con exterminación e

interconexión de elementos mediados por los bríos de guerra.

Resultados de la invención y la integración de la técnica como la bomba nuclear,

los misiles dirigidos, los satélites e incluso redes de conexión informática que tras unos

años desembocarían en la red de internet, tienen su origen real en el ataque hacia los otros

más que en su prevención, puesto que frente a su espacio propio estos grupos representaban

amenazas que lamentablemente el tiempo, debido a sus condiciones políticas, económicas,

sociales y culturales, no tenía la posibilidad de apaciguar.

Aunque la técnica encuentra su comprensión directa en el desarrollo de elementos

originados a partir de la razón y los procedimientos realizados por el hombre, su

integración no solo requiere de prototipos o armas, es decir: este campo del hombre tiene

cualidades que abarcan mucho más de lo que simplemente se puede llegar a pensar: el

manejo de los discursos con base en su configuración racional y amenazante obtenida por

los periodos de entreguerras.

Según Bengoa Valdés (2015) la noción de guerra ha sido usada como eslogan

político publicitario, dado que asume diferentes mutaciones; por un lado, en sus marcos

interpretativos y por el otro en sus espacios y formas de ejecución. Desde el final de la

Guerra Fría los enfrentamientos políticos y de carácter militar se han presentado como
maneras eficaces de imposición política y económica, sustentadas en la fuerza de

herramientas bélicas que han llegado prácticamente a convertirse en un recurso cotidiano.

Pese al uso intensivo del miedo de forma intencional por parte de los países dentro

de las dinámicas de relaciones internacionales, cabe aclarar que su uso durante el siglo XX

no se limitó únicamente a contextos absorbidos por los enfrentamientos.

El miedo, en un nivel mucho más específico se ha constituido como una poderosa

herramienta al servicio de los Estados con el fin de mantener el control sobre la población

que se gobierna. Durante la época de la revolución francesa, el Estado debía, por una parte,

desarrollar castigos ejemplares contra los que se levantaban en su contra, y por otra, debía

promulgar el temor a la muerte. Es decir, valores como el honor, el deber y la valentía

debían ser menospreciados por el Estado y la sociedad misma, en virtud de que esta serie de

elementos se consideraban como importantes métodos utilizados en la superación de los

temores que se tenían hacia la muerte. Así, eliminadas estas herramientas, la sociedad

temería al cese de su vida y, por tanto, se vería obligada a obedecer al Estado, quien sería la

única institución autorizada para causarla.

La relación entre violencia y miedo al prójimo ha sido una puerta de ingreso para el

aprovechamiento político y económico de los estados para poder sustentar servicios de

vigilancia, cárceles, policías armados, cámaras, alarmas etc.

El miedo ingresa entonces como tecnología de desarticulación de la noción de comunidad

que introduce la sospecha frente al prójimo y la cámara viviente en cada retina,


confeccionándose a su vez una rearticulación policial del uno que no es comunal sino

espectacular”. (Bengoa, 2015, p.43)

La inculcación del miedo puede transformarse en un factor de protección por parte

del Estado. Según Todorov (2008), la existencia de dos bandos en conflicto, el uso del

miedo y la violencia como estrategia, la manipulación de la memoria histórica, la apelación

constante a terroristas y demás enemigos externos e internos, son realidades cotidianas que

se tornan familiares.

Glassner (1999) abre el debate sobre la cultura del miedo que pretende hacer una

crítica sobre cómo algunos órganos gubernamentales predican la realización de desarrollar

políticas y actuaciones inadmisibles para los ciudadanos y justificar cualquier tipo de

intervención bélica. Además, el autor afirma que la utilización de los medios americanos

para crear estados de ánimo eufóricos o angustiosos entre la población es tan antigua como

los propios medios y en tiempos de conflicto han sido movilizados siempre por los

gobiernos con ese propósito y para servir a las tesis propagandísticas del momento.

El miedo no puede surgir al azar, sino que debe ser creado por el Estado y expandido por

toda la sociedad a través de una serie de instituciones como la prisión, la iglesia o la

universidad que deben utilizar la teatralidad para expandir este sentimiento en la totalidad

de la sociedad y así asegurar la efectividad del mensaje. (Berrío, 2014, p.10)


De igual manera, hay algunos actores y factores que de manera oculta han utilizado

los medios de comunicación masiva para difundir el miedo en la sociedad, por medio de

hechos, organizaciones o personas. Autores como Berrío Meneses (2014), proponen una

teoría donde el miedo no es un asunto que surge al azar, esta métricamente planificado,

como parte de un complot que pretende que el miedo crezca, se expanda y se reproduzca

entre la gente. Todo esto con el objetivo de poder dominar a la población por medio del

condicionamiento en la manera de actuar y de vivir de manera segura. “Desde esta

perspectiva, no debería ser ninguna sorpresa que las respuestas condicionadas humanas

puedan ser provocadas por estímulos condicionados que han sido enmascarados para

impedir el reconocimiento consciente” (Plamper et al, 2012, p.47).

Existen individuos, grupos o instituciones que se benefician del efecto que causa el

miedo en la sociedad. Un claro ejemplo podría ser el momento en que un medio de

comunicación masivo decide mostrar un suceso con la capacidad de crear un estado de

alerta dentro de la población para así poder aumentar su rating o nivel de sintonía; por otra

parte, algunos gobiernos deciden utilizar estas mismas técnicas para poder aumentar el

control que se ejerce sobre los ciudadanos representado en que, incluso, llega a ofrecerse

“un modelo de acumulación con lo que la colección de interminables escenas de miseria

nos insensibiliza a su intensidad, haciéndolos surrealista y, finalmente, nada especial”

(Plamper et al, 2012, p.100).

El producto de este tipo de estrategias es la creación del miedo colectivo cuya

estructura se encuentra compuesta por una vertiente racional y por otra irracional. La

primera se refiere a sentimientos de temor ante peligros evidentes que provocan una

reacción de protección; la segunda comprende el resultado de la cultura planeada con


anticipación donde se empieza a sentir un miedo irracional provocado por angustias y

temores de origen incierto que terminan teniendo continuidad por medio de la imaginación.

“En los seres humanos la mayoría de las cosas temidas es probable que hayan adquirido su

poder en el temor que evoca principalmente a través de las instrucciones” (Plamper et al,

2012, p.47).

Para Hobbes (1651), la teoría del miedo es utilizada por los gobiernos con suma

precisión en donde se deben aprovechar los momentos de contingencia motivados por una

catástrofe o peligros provocados para imponer medidas de control y subordinación, que en

circunstancias normales serían rechazadas por la población. “El miedo, cuando está

suficientemente extendido entre las poblaciones, hace aceptable cualquier medida que

parezca protegernos de sus causas” (Arocena, 2011, p. 15).

La primera vez que se utilizó la cultura del terror como estrategia político- militar

fue en la llamada Guerra contra el terrorismo, auspiciada por los Estados Unidos y algunos

países de Europa, los cuales, a través de alegatos de cómo evitar más muertos en la guerra,

la hambruna y el desplazamiento, se encargaron de transgredir los derechos humanos

propuestos por la ONU sin ninguna impunidad.

Es así como el miedo se convierte en el instrumento de la dominación por su fuerza

paralizadora y por su capacidad movilizadora, ya que “la repetición alimenta la

complacencia y, por último, la indiferencia” (Plamper et al, 2012, p.100).

El Estado requiere del ejercicio constante del miedo y de la violencia para

garantizar el control de la sociedad tanto de los que están incluidos en la dinámica

impuesta, como los que han quedado excluidos de ella. De hecho, puede afirmarse,
retomando las ideas de Berrío Meneses, que, en el ejercicio del control, donde acaba

nuestro miedo, comienza su violencia.

Es por ello que el Estado perpetúa un contexto de miedo latente que le permite

justificar y desarrollar sus estructuras de violencia a diferencia del pasado, donde

antiguamente la manera de provocar miedo era a través de la guerra y a las situaciones que

pusieran en riesgo la vida del individuo.

De hecho, en la actualidad se está presentando un nuevo paradigma dentro de la

sociedad en el que, por primera vez, e incubado por los acontecimientos comprendidos

desde el renacimiento hasta la edad moderna, el miedo gira en torno a un elemento tan

simple como complejo: una idea, y lo que su comprensión significa en una sociedad con

características particulares.

1.5 El miedo a lo oculto

El final de la guerra fría y el nuevo orden mundial que se creó después de esta

misma, debió haber sido la solución de los conflictos o por lo menos la herramienta

mediante la cual se hubiera atribuido ciertos niveles de paz en el mundo. Lamentablemente

según algunos autores, “la política neo imperialista norteamericana, los déficits del modelo

de relaciones internacionales vigente y las nefastas consecuencias que, sobre todo para el

Tercer Mundo, está conllevando la era de la globalización han propiciado unos niveles de

terror inusitados” (Ramírez & Rodríguez, 2010, p.66).


La época contemporánea que acoge la actualidad no solo ha dado origen a un nuevo

tipo de miedo que ha venido evolucionando con el hombre a través de la historia, sino a la

mezcla que todos a los que esta ha presenciado en diferentes momentos. De esta forma los

miedos de los sujetos de hoy en día no son los mismos de los del siglo pasado, donde las

fuentes y las causas del temor eran fácilmente imputables a peligros y amenazas que podían

ser identificables a simple vista; por el contrario, los miedos modernos provienen de fuentes

difusas e incontrolables, lo cual los convierte en elementos incomprensibles.

Según Ordoñez (2006), la creciente integración entre los entes económicos,

políticos y culturales a través de todo el mundo han dado como resultado algunas secuelas

no deseadas, entre las cuales la difusión globalizada del alarmismo y los sentimientos de

angustia y miedo están pasando a ser el tema de primera plana.

El miedo y la inseguridad son hoy, sin embargo, dos factores a veces fortuitos, a veces

provocados premeditadamente por los entes actuales en donde reside el poder, pero que

ligados a las innumerables consecuencias producidas por la paradójica evolución del

capitalismo y de la globalización, han evocado a las sociedades actuales a enfrentarse cara a

cara con riesgos económicos, sociales y ambientales, que no reconocen fronteras y que

suponen un desafío extraordinario para la subsistencia digna de la raza humana en el mundo

actual. (Mantilla, 2008, p.232)

La sociedad del riesgo es un concepto que aparece durante la era moderna, en donde

se describe una sociedad


[...] que infunde temor e inseguridad, que alimenta peligros y amenazas difícilmente

asumibles por ningún ente, y que, debido a su carácter volátil y a su amplia dimensión

global, estaría llevando a los individuos y las sociedades de este nuevo siglo a experimentar

novedosas formas de miedo y de inseguridad. (Mantilla, 2008, p.232)

La globalización se ha encargado de reforzar la sensación de vulnerabilidad e

incertidumbre hacia nuevas amenazas que se encuentran fuera del dominio del Estado y han

generado un sistema caótico y violento en diferentes áreas de la vida económica, social y

cultural en todo el mundo.

Los efectos del capitalismo y la globalización han generado un sentimiento de

angustia e incertidumbre que es aprovechado por entes poderosos para poner en marcha

planes de guerra y violencia. El terrorismo, crimen organizado, narcotráfico, y pandemias

han sido conceptos que han empezado a aparecer ya que por medio de la dinámica del

miedo, la guerra y la influencia de los medios de comunicación, se refuerzan conductas

sociales paranoicas que a su vez reproducen acciones represivas y excluyentes en el entorno

nacional e internacional.

La situación resulta paradójica puesto que uno de los objetivos de la globalización

consistía en menguar los peligros que atemorizan a los individuos por medio de sistemas de

seguridad, seguros de vida, innovaciones en la medicina, todo esto con el objetivo de crear

un clima de confianza y seguridad. Sin embargo, “pese al elevado nivel de eficiencia que

han alcanzado las instituciones y las tecnologías modernas, la vida contemporánea se

caracteriza por la sensación de continuo sobresalto que impregna la existencia cotidiana de

la gente” (Ordóñez, 2006, p.95). El miedo es un sentimiento de alta propagación, ya que


hoy en día cualquier persona que tenga un teléfono móvil o acceso a internet pude estar al

tanto de millones de atrocidades que suceden alrededor del mundo las 24 horas del día.

Fenómenos de violencia y delincuencia que hasta hace una generación se relegaban a las

páginas policiacas o de sucesos, ocupan hoy las cabeceras de los diarios y de los noticieros;

los medios enfocan sus cámaras y micrófonos en todo cuanto pueda alimentar el miedo y

pocos son los políticos que resistirán a la tentación electoralmente rentable de presentarse

como los eficaces contenedores de ese miedo. (Arocena, 2011, p.14)

Parte del éxito del miedo es que está sumergido en un capitalismo que funciona de

tal manera que entre más personas consuman, más alcance de difusión tendrá, lo cual,

indudablemente lleva a la búsqueda de productos y servicios para afrontarlo, revelando así

el ciclo generado de forma intencional por medio del uso de las emociones y de la

comunicación.

El cine, gran herramienta del sistema económico mundial, ha sido un medio por el

cual se ha inculcado el temor en las personas, en razón de “su naturaleza mediática y su

vocación masiva [...] lo hacen un espejo que refleja y propaga ideología, valores y, en

definitiva, una visión del mundo que tiene por referente” (Huerta, 2009, p.234). Los

personajes e historias que se cuentan a través de este medio han utilizado la creación de

arquetipos que relacionan cierto tipo de personas, culturas y religiones con el terrorismo.

Además de la gran influencia que han tenido las películas sobre la percepción que se

tiene de los individuos que pertenecen a los cultos musulmanes, después del 11 de
septiembre de 2001 se observa el inicio de un nuevo periodo donde el desasosiego se ha

apoderado de la esfera pública, evento del cual las industrias culturales han tomado

provecho para ganar dinero y seguir propagando el miedo. Las industrias han hecho que se

tenga la concepción de un terrorista como un hombre “fanático, un salvaje o un psicópata

incapaz de controlar sus impulsos primarios de destrucción” (Ramírez & Rodríguez, 2010,

p59).

Después del acontecimiento de las Torres Gemelas, según Le Monde Diplomatique

(2005), se creó el mercado mundial de la seguridad, el cual está compuesto por cuatro

pasos. El primero se refiere a una aceleración en las innovaciones de segmentos del

mercado relacionadas con la protección, vigilancia y encarcelamiento. En un segundo

momento, se da una unión entre organizaciones militares y las industrias bélicas con el

objetivo del equipamiento de fuerzas policías y militares para la protección de civiles. En

tercer lugar, se da una articulación entre los poderes públicos y privados, para mantener en

control de la identidad, además de estar preparados para imponer y prohibir ante una

situación de peligro. Por último, se da un “empuje ideológico que funciona conjuntamente

en las esferas jurídica, política, administrativa, económica y mediática, tendiente a hacer

que la angustia "securizable" sea permanente y se acepte el control preventivo generalizado

como nueva normalidad de la existencia humana” (Le Monde Diplomatique, 2005, p.11).

Según una entrevista dada por el psicólogo Eparquio Delgado al portal Hipertextual,

el terrorismo busca generar un impacto psicológico más que físico, por cuanto el número de

víctimas aterrorizadas son más que las fallecidas o heridas que puedan presentarse durante

un atentado. El terrorismo psicológico afecta a toda la población especialmente individuos

que hayan estado cerca del suceso o quienes podrían ser vulnerables ante la situación.
Cuando se presentan este tipo de escenarios se empieza a ver expuesto el concepto de

memoria episódica que es según el especialista un mecanismo responsable de que

revivamos de forma nítida los sucesos que han provocado un fuerte impacto emocional en

nuestra mente.

El siglo XXI ha estado marcado por la aparición de pandemias alrededor del mundo.

La H1N1 apareció en seres humanos por primera vez en 2009 en Estados Unidos generando

terror entre los habitantes de América Latina, no sólo por la cantidad de fallecimientos, sino

por la falta de conocimientos acerca de vacuna y mutaciones.

Los datos de fallecimientos por pandemias anteriores, son importantes para el

imaginario de las personas, pero lo realmente importante es la reactivación de lo que

Uriarte (2010) llama memoria colectiva, esto quiere decir la salida a la luz de las pasiones

ocultas y los temores más arcaicos que acompañan de una manera incontrolable el miedo

social ante una catástrofe y ante lo inesperado. La resignificación del miedo que acarrea la

pandemia sólo es evaluable en las consecuencias sociales que ocasiona por el momento

presente en donde adquiere sentido y produce efectos.

En este imaginario social de las tragedias colectivas, nos encontramos en el caldo

hermenéutico de cultivo del dato, que la manipulación de los medios y de los miedos, en

una abierta pugna por la primicia de la noticia, han generado el rumor que pone en

movimiento los mitos y las supersticiones del hombre común y corriente. (Uriarte, 2010,

p.23)
Como resultado de este ejercicio ha surgido un autoritarismo por parte de las

instituciones poseedoras del poder, generando desconfianza e incertidumbre, que han sido

las causas de la activación de los temores más profundos de la población. En este sentido, a

pesar de que la principal función de la memoria es olvidar, en las últimas décadas se ha

activado el retorno de eventos reprimidos que producen miedos masivos en el imaginario

social y colectivo. Las fuentes del terror se basan en la ignorancia y en la imposibilidad de

pensamiento, en la falta de herramientas subjetivas para enfrentar lo desconocido.

Es de esta forma, y con base en la presencia histórica del miedo, que esta emoción

adquiere un carácter relevante si no indispensable en el desarrollo de las relaciones de tipo

afectivo de los sujetos a nivel personal y grupal por los resultados que ha permitido

evidenciar a lo largo de la historia.

Su influencia sobre todos y cada uno de los elementos, sin importar sus

características, demuestran el poder común de los que otros métodos de control, sugerencia,

educación o comercialización carecen: generalidad. Bajo esta cualidad el miedo puede que

supere cualquier dote de los cuáles esté compuesto un sujeto dentro la sociedad. Aunque es

posible caer en el error de adjudicar únicamente al miedo una cualidad innata frente a otras

emociones como la felicidad, e incluso a compararla con la propia razón, vale la pena hacer

énfasis en que históricamente ha sido esta emoción aquella que le ha dado forma al mundo

sin importar claro está, el camino que haya seguido.

Mientras que las personas pueden abordar dependiendo de sus cualidades motrices

cualquier ejercicio, o quizás, por medio de la razón, cualquier clase de situación

problemática, tan solo el miedo tiene cimientos comunes a nivel biológico y social, razón

por la cual su uso puede permitirse ser una opción viable para el manejo de variables o la
consecución de determinados objetivos que mediante otros medios podrían llegar alcanzar

múltiples interpretaciones o caminos de implementación dando como resultado el fracaso o

la pérdida de recursos valiosos.

El miedo se ha convertido en parte integral del día a día de la humanidad. Desde

tiempos inmemorables este es un factor que no se puede separar del hombre. En un primer

momento se vive con pánico al entender que no tiene control sobre las cosas, mientras que,

por otro lado, se mantiene en una constante angustia e incertidumbre de no saber qué

pasará. Seguidamente, la difusión de la religión judeo cristiana y su idea a cerca de la

muerte se ha convertido en factores productores de miedo constante y latente presente en

millones de fieles alrededor del mundo, donde estos tienen la conciencia atormentada bajo

la incertidumbre de aquello que los espera al final de su recorrido. La sociedad de hoy vive

en un miedo constante de repetir el pasado, de no poder afrontar la actualidad y en un

desconocimiento del mañana.

Existe un estado de parálisis causado por el miedo, esto obliga a los sujetos a no

preguntar por ningún tema y vivir como un rebaño en donde todos actúan de la misma

manera y sin ninguna distinción por el temor que encarna la diferencia. Debido a esto, a

través del tiempo esta emoción siempre se ha utilizado como un recurso creativo para lograr

cometidos, lo cual puede ser evidenciado desde la propaganda hasta la política, e incluso en

los comics y la educación. El miedo se constituye como una herramienta efectiva; sólo

cuando una persona está expuesta a una situación de peligro o angustia y es participe de

esta emoción, es cuando su nivel de atención se encuentra en el punto más alto.


Gracias a esto, en el campo de la publicidad se está dando una nueva tendencia en la

que se busca utilizar el miedo como una herramienta creativa con el objetivo de dar origen

a emociones inolvidables que vinculen esta serie de reacciones a una marca determinada.
Capítulo II

Cuando el miedo habla

El segundo capítulo de esta propuesta tiene como objetivo hacer explícito no sólo el

poder del miedo sino la importancia que esta emoción ha tenido en los procesos sociales

gracias al uso de la comunicación, debido a que esto ha significado la creación de discursos

determinados cuyo impacto ha sido determinante en las dinámicas actuales. Entre algunos

de los más claros ejemplos de una larga lista, es posible encontrar la reciente ola de

resultados a provocados por Donald Trump y su homónimo Hugo Chávez en sus

respectivos países y que igualmente serán posteriormente desarrollados.

Asimismo, se busca dar entrada al tema central del trabajo de grado exponiendo de

forma progresiva cómo a través del tiempo, y gracias a los discursos, el miedo se ha

instalado en lenguajes inexplorados como el publicitario haciendo que, indiscutiblemente,

esta emoción empiece a relacionarse con variables como el consumo y las marcas en donde

la creatividad entra a jugar un papel central.

Para llevar a cabo el desarrollo de este capítulo se hará únicamente uso de cuatro

apartados cuya intención será la de conferir al miedo un nivel mucho más complejo que lo

relacione con formas de expresión encargadas de hacerlo visible.

En primer lugar, La omnipresencia del miedo latente en la sociedad actual será la

sección encargada de demostrar cómo el miedo posee cualidades eternas dentro del tiempo

humano a la vez que la capacidad de encontrarse en todos los lugares, puesto que su origen

reside en los mismos hombres.


En segundo lugar, la Materialización del miedo a través de la comunicación

brindará al miedo una complejidad de la cual ha carecido hasta el momento, porque es por

medio del lenguaje que adquiere una comprensión superior a aquella que es netamente

biológica.

En tercera posición El miedo como herramienta discursiva en la comunicación

tendrá dos tareas principales. En primera instancia vinculará esta emoción con una serie de

intenciones pertenecientes a los sujetos y grupos dentro de la sociedad, las cuales requieren

de elaboraciones comunicativas complejas como los discursos para su obtención. En

segundo lugar, introducirá el miedo dentro del discurso publicitario y por tanto su relación

con las marcas y el consumo, actividad intencional jamás antes vista que por ende puede ser

vinculada con la creatividad puesto que es novedosa y útil dentro de determinados

parámetros.

Para finalizar La narrativa del miedo inmersa en el discurso publicitario trae a

colación de forma específica el discurso publicitario y los elementos de los cuales se

encuentra compuesto: la narrativa y el mensaje. Así, evitando realizar un análisis de

discurso, se hará uso exclusivo de estos dos elementos con el fin de hacer explícita la

presencia del miedo actualmente, el uso del que puede ser susceptible y su asociación con

las marcas en un mundo en donde la proliferación de situaciones hostiles lo ha convertido

en un recurso creativo.
2.1 La omnipresencia del miedo latente en la sociedad actual

Con el paso del tiempo el miedo se ha hecho, a lo largo de este trabajo, cada vez

más frecuente ya en razón de que ha sido revelado no como una simple emoción sino como

un acompañante característico y fundamental de los sujetos en sus diferentes

conformaciones sociales, cuyas dinámicas han sido esenciales para comprender lo que hoy

se denomina progreso.

Esta idea ha sido cambiante y aunque va de la mano con concepciones como el

desarrollo y la evolución, su comprensión no sería posible sin la superación e interacción

con aquello que lo motiva a cambiar, sobrevivir o mejorar.

Es así que el cazador en peligro fue sobreponiéndose a diferentes circunstancias que

dieron como resultado, a través de los años, un sujeto mucho más complejo, que si bien no

era resultado único del miedo, sí fue capaz de adquirir una conciencia plena de aquello que

sentía. De esta forma se empezaron a obtener “[...] tácticas para enfrentarse a ese peligro o

incluso en algunas ocasiones para la inevitable huida” (Becerro, 2012, p.14).

Una de las más importantes fue el dominio del fuego y lo que esto significó para la

humanidad. A partir de esta manipulación controlada no solo se obtuvieron beneficios de

confortabilidad sino de protección frente a las amenazas que acechaban a los grupos en la

intemperie, permitiendo confrontar los peligros e incluso crear distancias que antes era

imposible concebir. Por otro lado, y de la mano con el transcurso de los años, los hombres

generaron construcciones lingüísticas que además de hacer posible la comunicación

permitieron la elaboración de relatos intencionales conocidos como mitos.


“No en vano, los cuentos de la tradición oral de todas las culturas y rincones del

mundo nos hablan de personajes indefensos, perdidos, abandonados o asustados y de los

depredadores y peligros que los acechan” (Becerro, 2012, p. 16), lo cual indiscutiblemente

brindó una herramienta de superación de aquellos elementos que no tenían explicación y

que aún si la tenían, minimizaban el impacto que alguna vez llegaron a tener sobre

determinada población.

Gracias a esto, el miedo y el mundo se han encontrado en estrecha relación puesto

que “Desde que el ser humano inventara los primeros relatos orales de la historia hasta la

actualidad, la literatura oral o escrita siempre ha estado ligada de forma implícita o explícita

a los miedos de la humanidad” (Becerro, 2012, p.16).

Un repaso por la historia ofrece una clara perspectiva del papel que esta emoción ha

tenido en las diferentes instancias del hombre. Pasando por las antiguas civilizaciones y la

definición de alejamiento y barbaridad que le fue conferida, hasta la llegada de la primera

concepción difusa atribuida al miedo con la figura de Dios, esta variable se ha constituido

como un elemento polifacético y polifórmico capaz de adquirir significados pertinentes

para cada momento.

Después de las guerras mundiales este elemento fue decisivo no solo en la

supervivencia sino en la planeación de estrategias y ejecución de tácticas necesarias para la

reconstrucción del mundo en todos sus ámbitos y la planeación de maniobras que evitaran

cualquier clase repetición. Con base en esto es posible afirmar que “el miedo, por lo que se

sabe hasta hoy, es una de las emociones cuya función adaptativa ha ayudado a que la

especie siga existiendo” (Becerro, 2012, p.14).


A partir de lo previamente expuesto, gracias a su aparición en diferentes momentos

cruciales, este ha funcionado como una garantía de supervivencia y evasión de conflictos,

que aunque han llegado a estar en una situación volátil, no han desembocado en

enfrentamientos de gran escala que conlleven a la vulneración y reincidencia de acciones

bélicas.

Pese a que el miedo ha sido único en cada época es necesario aclarar que esta

emoción ha sido mucho más que un simple componente en el tiempo, puesto que se ha

constituido como un punto común en todas las épocas al mismo tiempo que ha funcionado

como un enlace de conexión entre cada una de ellas, no solo por su función orientadora, es

decir, de reacciones que determinan hitos en historia, sino por los resultados que de una u

otra forma desembocan en nuevas situaciones que eventualmente gestarían nuevos tipos de

miedos.

Si bien no es recomendable amparar esta afirmación en su totalidad bajo el manto

científico, si es aceptable realizar la plena identificación de que el miedo, como emoción,

ha sido fundamental en la construcción y el cambio de las relaciones entre los sujetos y sus

múltiples contextos a lo largo de la historia, debido a que su involucramiento ha sido,

actualmente es, y siempre será esencial en la construcción de nuevos sistemas de

interacción entre los hombres y sus comunidades.

“El miedo es una de las emociones que acompaña al hombre en su andadura desde

su nacimiento hasta el último de sus días” (Becerro, 2012, p. 15). Este talante omnipresente

es justificado por la identificación de su participación en diferentes eventos que al día de

hoy han sido representativos y decisivos en la historia.


No obstante, aunque el miedo juega un rol principal como articulador entre

diferentes variables, es más que necesario plantear la importancia de sus características, por

cuanto al ser parte integral de los sujetos adquiere de la misma forma cualidades orgánicas

propias de estos, es decir, características humanas relacionadas profundamente con el

cambio, la adaptación y la cultura debido a que “[...] el miedo se produce siempre en

circunstancias sociales. Posee un contenido social e histórico que evoluciona con el

desarrollo de las culturas” (Martínez, 2012, p.20).

El mundo evoluciona cada segundo y van cambiando nuestras costumbres, pero nuestro

cuerpo sigue reaccionando de la misma forma ante los peligros. Hoy por hoy los miedos son

muy diferentes a los de nuestros antecesores, ya no nos preocupa el ataque de animales

salvajes, o mantener el fuego encendido. (Becerro, 2012, p.14)

A pesar de que la intranquilidad actual gira en torno a aquello que se nos presenta

como desconocido, la omnipresencia de esta emoción hace posible manifestar que sin

importar las variaciones en las que ha incurrido “El miedo está por tanto implícito en la

conciencia del ser humano ante los peligros que le amenazan” (Martínez, 2012, p.20),

desde su relación primitiva con los fenómenos naturales hasta algunas de carácter más

elaborado representada en la seguridad. Esto hace aún más admisible la reiteración de que

la actualidad puede ser descrita en términos de miedo, en donde tanto las coyunturas como

los procesos y soluciones tienen origen y conclusión en su propio seno.


“A los albores del siglo XXI, se confirma la imposición de la cultura de riesgo, la

amenaza, la inseguridad y el miedo de una sociedad y un individuo en peligro” (Coma,

2005, p.96). Actualmente todas y cada una de sus construcciones sociales, proyectos e

incluso fenómenos cuentan con esta variable como elemento fundamental, pues su

aparición, sin importar que sea esporádica o permanente, en relación con otros elementos,

tiene el poder de generar resultados completamente inesperados como por ejemplo el

ascenso de la ultraderecha alrededor del mundo contra todo pronóstico.

Además de la llegada de los ultraconservadores en Polonia y el antisemitismo

promulgado desde Hungría, en Francia Marine Le Pen, presidenta del Frente Nacional, ha

logrado que su partido se convierta de una de las primeras fuerzas políticas de los últimos

años. Esto ha sido gracias al aprovechamiento de la intensidad con la que el miedo se ha

venido presentando dentro de Europa en los últimos cinco años a través de las constantes

amenazas y ataques provenientes de los fundamentalistas.

Valiéndose de esta serie de situaciones, la aspirante a la presidencia ha logrado, por

medio de esta emoción, introducir una serie elementos inherentes a su campaña como la

prohibición del matrimonio homosexual, el aborto, la eutanasia y una inclinación contra los

migrantes que han generado una serie de temores dentro de la comunidad francesa y de

aquellos individuos que cuentan con esa nación para poder sobrevivir las crisis que

presentan sus propios territorios.

En el caso de la política de migración, Le Pen ha rechazado tajantemente en

diferentes ocasiones la posibilidad de que el país Galo sea una opción para miles de

personas que huyen de sus propios países, debido a que, como lo ha venido afirmando “Un

extranjero clandestino nunca podrá ser regularizado y, por lo tanto, nunca naturalizado”.

En adición a esto, y de la mano con la presencia del miedo que ha permitido la


legitimación de propuestas que antes habrían sido consideradas como inhumanas o quizás

aberrantes, la candidata presidencial ha generado incertidumbre entre una gran cantidad de

personas y grupos de interés nacionales e internacionales por su intención de reducir de 200

mil a tan solo 10 mil la entrada de extranjeros, los cuales no tendrían el más mínimo

derecho de obtener nacionalidad automática o la posibilidad de reagruparse con sus

familias.

En uno de sus discursos es posible observar no solo la radicalidad de sus propuestas

sino el sentido que estas, a pesar de las creencias, han obtenido gracias al contexto que el

miedo se ha encargado de gestar en el continente europeo. A continuación, un pequeño

fragmento:

Estas personas son tomadas a cargo de la comunidad nacional, son beneficiadas por el

alojamiento gratuito y se beneficiarán con otras ayudas gratuitas que nosotros tenemos

problemas para brindarles a nuestros compatriotas. Ustedes serán moralmente los

responsables de los muertos que produce esta crisis y sus riesgos terribles, porque la única

manera de detener estas muertes que se multiplican es lanzar una señal muy clara: explicar

que es inútil intentar esa aventura loca ya que se encontrarán con una respuesta firme: los

clandestinos deben volver a su país. (Le Pen, 2016)

En palabras de Marine Le Pen el miedo se hace más que presente, se tangibiliza y

adquiere la posibilidad de tener incidencia sobre algo más que el mismo sentido biológico

al cual este se encuentra conferido, es decir, otorga la posibilidad de tener efectos de gran

índole en múltiples territorios, puesto que su existencia no se limita a un solo espacio sino a
los individuos, y ya que estos se encuentran en diferentes contextos y lugares, igualmente el

miedo puede estarlo.

En el caso de Estados Unidos la presencia de esta emoción ha sido mucho más

notoria. Con la reciente llegada del magnate Donald Trump a la presidencia, los temores de

los habitantes de Estados Unidos junto con los de otros países, e incluso de la comunidad

internacional, se han desbordado por motivo de las propuestas que el contexto actual se ha

encargado de convertir en aceptables.

En primer lugar se encuentra su ya declarada posición ante los inmigrantes de

origen mexicano, la cual puede ser condensada a través de sus polémicas afirmaciones:

Cuando México manda a su gente, no están mandando a los mejores, sino a los que tienen

problemas, y están trayendo esos problemas con ellos. Están trayendo drogas y crimen. Son

violadores. Algunos, me imagino, son buenas personas. Y vienen más allá de

México.. .vienen de América Latina. (Trump, 2015)

Bajo esta premisa Trump tiene un objetivo: realizar la deportación de más de 3 millones de

indocumentados con antecedentes judiciales, lo cual no genera únicamente miedo las

posibles víctimas directas sino en la economía estadounidense y latinoamericana. Por un

lado, en ciudades como Los Angeles gran parte de la población está constituida por

población inmigrante, razón por la cual una deportación masiva no solo significaría un alto

índice de desempleo dentro de los balances económicos sino una falta de talento humano

crítica para la satisfacción de necesidades de diferentes sectores. Por otro lado la reducción

de habitantes en Estados Unidos a causa de esta política tendría como resultado un impacto
negativo en la economía latina, debido a que el número de remesas enviadas por parte de

trabajadores a sus familias encontraría su quietud definitiva.

Situaciones hipotéticas como estas harán que, gracias al miedo, miles de familias

entren en desesperación a considerar planes familiares de emergencia que gestionen el

manejo del dinero, la residencia y planes de contingencia en caso tal que se presenten

situaciones extraordinarias como encierro o deportación.

En segundo lugar, y con base a la inmigración, el presidente manifestó su posición

respecto a la frontera con México por medio de una declaración pública que revela no solo

el miedo de los habitantes del respectivo país, sino el de aquellos que se encuentran

alrededor por las consecuencias que maniobras como estas podrían acarrear.

Afirmaciones como “Nuestros líderes son estúpidos. Nuestros políticos son

estúpidos. Tenemos que construir un muro rápidamente. Y no me molestaría en ponerle

una gran y bella puerta” (Trump, 2015), son una clara muestra del miedo hacia la figura

exterior, ese otro que busca ser definido como el enemigo sobre el cual no existe ningún

tipo de certidumbre y para el cual debe existir una distancia considerable por los peligros

que puede traer consigo. Es el mismo caso de los refugiados sirios que en busca de asilo

han recibido de forma simultánea los ataques y rechazo del nuevo presidente de la Casa

Blanca, el cual afirmaba durante su campaña que

Si gano, lo digo desde ahora, se lo digo a ustedes, esas 200 mil personas, deben saberlo y el

mundo debe escucharlo, deberán volver a su país. No vamos a aceptar a 200 mil personas

que pueden ser del ISIS (grupo Estado Islámico). No tenemos idea de quiénes son y les digo

que podrían venir a causa de la debilidad, del presidente Barack Obama. (Trump, 2015)
En tercer y último lugar Trump ha hecho explícita su posición frente al tema

coyuntural del cambio climático, fuente de uno de los más grandes miedos del mundo

actualmente por los problemas que podría llegar a originar en todas las dinámicas sin

excepción alguna. Si bien ya es suficiente la serie de sensaciones que de por sí el efecto es

capaz de generar, no hay duda alguna de lo que el retiro de los acuerdos de París

anunciados por el mandatario originaría, puesto que pondría sobre un ambiente inconexo y

de ambigüedad el papel del país y por ende el de los ciudadanos respecto al mantenimiento

de su bienestar en lo que al cuidado del entorno se refiere.

Sin importar que estos resultados sean globales y afecten absolutamente a todos los

sujetos, es necesario aclarar que los procesos que los gestan, por lo menos en la actualidad,

tienen su epicentro en el recipiente que ha albergado y adaptado al mismo tiempo esta

emoción: las ciudades.

En las ciudades el miedo no es una experiencia nueva, seguramente desde que éstas se

convirtieron en el sitio privilegiado del habitar humano también han sido la sede de miedos

ancestrales y temores épicos que han quedado registrados más en el mito que en la historia.

(Calleja, 2014, p.39)

Gracias a las ciudades esta emoción ha podido arraigarse con tanta profundidad en

la sociedad. Inicialmente las dinámicas de intercambio constante exigen rapidez, desapego

y una baja cuota de compromiso entre los sujetos, lo cual hace que seguidamente cualquier
intercambio se convierta en una interacción casi impersonal y mecánica regida por la

incertidumbre y el sinsentido. “De hecho, la dinámica del miedo urbano es acumulativa y se

alimenta, en parte, de dos factores: por un lado, de la búsqueda permanente de expectativas

y promesas de seguridad y, por el otro, de la misma realidad insegura” (García, 2008, p.63).

Aunque relaciones de este tipo validan el funcionamiento de esta emoción dentro de

determinado contexto, es necesario afirmar que existe una en particular que aparte de

revelar su naturaleza colaborativa y dar sentido su extensa permanencia en la historia, se

encuentra relacionada directamente con su omnipresencia: su conexión con el lenguaje.

Si la comunicación no tuviera lugar dentro de esta ecuación la omnipresencia del

miedo sería entendida tan solo como la existencia de esta emoción a nivel fisiológico en

todos los hombres, similar a las partes que se espera que compongan un cuerpo, pero

gracias a las palabras y los distintos lenguajes esta adquiere un carácter complejo y una

apertura de sus posibilidades para ser transmitida de forma masiva y simultánea, no sólo en

las ciudades, sino en toda la periferia en las cuales se encuentren los sujetos y sus

conformaciones sociales.

A pesar de que las ciudades se han constituido como gestoras del miedo, su

importancia ya ha sido definida dentro de esta propuesta, razón por la cual la comunicación

adquiere entonces un rol protagónico dentro de estas dinámicas, convirtiéndose así en un

elemento indispensable para que el miedo pueda materializarse y por ende transmitirse

entre los sujetos y la sociedad.


2.2 Materialización del miedo a través de la comunicación

Hoy en día se está presenciando un mundo sobresaturado de información, que

además de esto, se encuentra interconectado a través de diferentes tecnologías de

comunicación como la prensa, radio, televisión e internet. En países Sudamericanos como

Colombia, Chile y Argentina, se encuentran diferentes medios de comunicación

tradicionales y de gran acogida en la sociedad. Sin embargo, desde hace algunos años han

surgido diarios que se distribuyen gratuitamente en estas mismas naciones, lo cual da

cuenta de una ampliación de la libertad para hacer circular información y opiniones a los

que toda la población puede tener acceso.

Los medios de comunicación representan uno de los más importantes dispositivos de

producción y reproducción de material simbólico al interior de las sociedades

contemporáneas, postindustriales y tardo modernas. En la llamada era de la información y

las comunicaciones, los medios masivos, y entre ellos especialmente la televisión, juegan

un importante rol en la comprensión que desarrollamos del mundo que nos rodea, en las

explicaciones que formulamos para los hechos de la vida social y en las imágenes que de

ella nos formamos. (Corrales y Santa Cruz, 2014, p.7)

La prensa ha logrado crear una articulación clave en la relación existente entre el

vocero y el guía de la opinión pública, que además se encuentra ligada a los procesos de

masificación de la información y ampliación del mercado del mismo. Este medio, al igual
que la televisión, han sido juzgados de opresores a la libertad de expresión. Aunque es

contradictorio, autores como Corrales y Santa Cruz (2014), piensan que algunos medios

pueden tener sesgos basados en intereses económicos haciendo que en las noticias se

evidencie el tratamiento de la información en la falta de pluralismo y en la exclusión de

amplios sectores que son representados de manera discriminatoria a través de estereotipos

humillantes.

Debido al interés económico las noticias que suelen tener más relevancia son las de

carácter escandaloso, en las cuales se puede ver la falta de neutralidad del medio y

profesionalismo del mismo. Una de las características más relevantes de la diatriba

periodística actual es su pretensión de representar la realidad, sin embargo, las noticias, de

la mano con múltiples elementos transformadores, hacen que la información e incluso las

situaciones se vuelvan fabricadas y semejantes a la ficción, dejando así de lado la línea que

diferencia lo real de aquello que no lo es.

En épocas pasadas el periodista era un testigo objetivo de la historia, cuyo único

propósito era comprometerse con la verdad y el servicio hacia el espectador. “En la prensa

predomina aplastantemente el periodismo oficialista de portavoz y una información

"administrativa y administrada" que provoca una asimetría comunicativa evidente, y

además tiende a dar la espalda al drama humano que esconde esta realidad” (Rodríguez

Borges, 2010, p.319). A causa de situaciones como esta, el público ha empezado a buscar

medios y noticias más neutrales donde sea posible obtener una visión objetiva que refleje y

permita brindar registro de la realidad frente a lo cual Rodríguez Borges, (2010) afirma que

“aunque queda comprobado que los medios nos dicen sobre qué debemos pensar, no

siempre logran imponernos qué”. (p.319)


La prensa al igual que la radio, no han sido los únicos medios que tienen esta

tendencia de administrar la información. En general, todos los medios poseen la inclinación

a repetirla en mayor o menor medida. Uno de los medios con mayor dominancia entre la

población es la televisión, ya que maneja estilos narrativos específicos con respecto al

manejo y tratamiento de la información. No obstante, para Soengas Pérez (2007), la

televisión tiende a enmascarar información y suele tener intenciones de manejar ciertos

enfoques para crear una respuesta predeterminada en los espectadores.

Por otro lado, el internet es un medio que dentro de la población es considerado no

solo como liberador de expresiones sino como autoridad propensa a permitir la creación y

manejo de la concepción de diferentes ambientes. Por un lado, ha posibilitado la aparición

de un espacio en el cual las personas pueden generar y dar a conocer sus opiniones

personales, mientras que por otro ha generado un amorfo que da vía libre a la propagación

extensa gracias que a sus alcances territoriales son por mucho mayores a los de otros

medios con los que convive. De esta forma, aparte de facilitar la propagación de elementos

comunicativos disponibles para una gran parte de la población, la información se convierte

en un elemento susceptible a ser tergiversado sin necesidad de que evoque la realidad

Debido a la gran cantidad de contenidos relacionados con el terrorismo, la

inseguridad, guerras, entre otros, aparece una percepción de la vida en constante amenaza

proveniente de todas partes, la cual justifica la subordinación de los espacios de libertad y

autodeterminación por su aseguramiento. En este punto es cuando aparece, gracias a la

actividad comunicativa, un fantasma que se encuentra en todas partes: el miedo.


Si bien la atención de la opinión pública mundial actualmente gravita alrededor de la

preocupación por el incremento del terrorismo, también están a la orden del día los temores

suscitados por la degradación ambiental planetaria, por el desarrollo de tecnologías

potencialmente peligrosas, por las crisis económicas y, en general, por la atmósfera de

inestabilidad y zozobra que caracteriza la vida contemporánea. (Ordoñez, 2006, p.95)

Es evidente que ciertos acontecimientos causen sentimientos de miedo en las

personas, pero gracias a los medios tienen un alcance y resonancia más alto. Un mismo

hecho puede producir temores a mayor o menor escala, dependiendo del modo como sea

mostrado y puesto en conocimiento a las audiencias. Debido a esto, aunque la sensación de

miedo pueda estar justificada ante un peligro inminente, el papel de los medios de

comunicación no está estrictamente asociado únicamente a la parte informativa sino al

tratamiento de la noticia, la cual podrá aumentar o disminuir la sensación de miedo del

espectador.

A pesar de que la transmisión de las noticias no sea la causa de la sensación del

miedo “la sustracción u omisión de información relevante puede contribuir a la instauración

de una atmósfera de incertidumbre y miedo. Esto implica que los medios no solamente

informan acerca del mundo, sino que actúan sobre él” (Ordoñez, 2006, p.98).

Un escenario de miedo puede ser pasajero, mientras que una atmósfera de este

necesita estar sostenida por una acción constante, es decir, sostenida por algún ente que en

este caso puede ser entendido como los diferentes medios. Lo importante radica en saber

que no basta con que existan riesgos y peligros, sino que se hace necesario que los

espectadores lo sepan y además lo comprendan como un conocimiento que debe ser


actualizado con regularidad para que “lo que ha crecido con la globalización no es tanto el

riesgo real como el conocimiento público del riesgo percibido” (Gil Calvo, 2003, p.38).

La característica más importante de esta globalización del miedo radica en que el

ambiente del temor en general está siendo constantemente nutrido por violencia y

situaciones de riesgo que tendrán conocimiento mundial gracias a la transmisión mundial

facilitada por los distintos canales de comunicación.

Según Castillo (2013), los medios tienen una gran incidencia en la construcción de

la percepción del miedo e inseguridad en la población. “Existe, sin lugar a dudas, una sobre

representación de cierto tipo de información que incide en el imaginario de los ciudadanos,

infundiendo y profundizando los temores de la población” (p.94). Es claro que las noticias

que se relacionan con la emoción de miedo tienen un gran impacto en los espectadores, ya

que se logra estar presente en las narraciones de este en su vida cotidiana, lo que en otras

palabras puede entenderse como la materialización de esta variable por medio de

representaciones y figuraciones que se convierten el imaginario colectivo de la población.

En América Latina, la seguridad ciudadana es una de las preocupaciones de mayor

relevancia entre la población, más aún, cuando está apoyado y sustentado por los medios de

comunicación y las construcciones sociales del miedo y la inseguridad. Según Carlos Fazio

(2013), existe un uso perverso del lenguaje en las noticias que genera diferentes

significados, pero que al mismo tiempo tiene como propósito la generación de una idea u

objetivo que está orientado a sostener prácticas de poder frente a ciertas situaciones. Uno de

los métodos más utilizados es el lenguaje de las pasiones que sirve “para obtener algún

beneficio o simplemente para lograr un objetivo. De ahí que en su naturaleza expresiva los
mecanismos para hacerse figura, para tomar forma, son primordiales” (Ceballo, 2006,

p.173).

Los medios narran noticias resaltando unos hechos y dejando otros ocultos,

excluyendo cifras, nombres y ciertos detalles de relevancia. Bajo este telón existe una

intencionalidad clara, con la que se busca generar una opinión pública favorable o adversa a

ciertos lineamientos e intereses políticos y económicos. Esto puede verse evidenciado

después del ataque terrorista del 11 de septiembre en Estados Unidos, puesto que los

medios de comunicación promovieron una campaña para justificar la incursión del ejército

estadounidense en territorio extranjero.

El papel que cumplieron los medios de comunicación fue de difusores, mediante el

esparcimiento de noticias sobre posibles ataques terroristas, lo cual generó un estado de

pánico e incertidumbre en la población que a su vez causó el constante apoyo y

afianzamiento de posiciones de poder en la sociedad, creando así el imaginario de que el

terrorismo debía erradicarse sin importar cuales fueran las consecuencias.

Más que un papel de informadores los medios tomaron la posición de

propagandistas, orientando e influyendo en la conducta de la población para así poder

justificar las acciones del gobierno. En este punto es importante entender el juego que se

estaba dando en la creación de imaginarios sobre el otro, debido a que desde el principio el

hombre siempre ha buscado mantener distancia de lo desconocido por cuanto esto puede

ser potencialmente peligroso para él. Es así que a través de la comunicación los medios se

presentan a ese otro como un ente extraño, deshumanizándolo para así convertirlo en una

amenaza real, digna de ser suprimida mediante diferentes métodos.


Según Rey y Rincón (2008), la realidad se vuelve un término determinante que en

un principio se concibe como todo lo que experimentamos y vivimos a través de nuestras

vidas, pero hoy lo que entendemos como real va mucho más allá de lo meramente físico, es

decir, empieza entonces a ser fundamental la manera como percibimos el mundo, acción en

la cual los medios de comunicación toman el papel principal luego que se convierten en

herramientas por las cuales la producción y exposición comunicativa, a través de diferentes

canales, se transforma en la nueva realidad conveniente de ser legitimada por parte de los

espectadores.

Con base en esto queda claramente evidenciada la importancia y el papel

protagónico que cumple la comunicación a través de diferentes medios (radio, prensa,

televisión, internet), para la materialización, visualización y emisión del miedo a los sujetos

y a las sociedades a grandes escalas. Así mismo, la sensación de miedo e inseguridad se

construye por medio de la narrativa mediática, mientras que la sensación de seguridad

ciudadana es una experiencia simbólica que se propaga a través de los medios de

comunicación.

Al igual que el miedo, los medios de comunicación están íntimamente relacionados

con el ser humano. Gracias a esto pueden ser susceptibles a ser utilizados como

herramientas que seguidamente serán empleadas por y para servir a intereses personales o

de grupos particulares como el gobierno o la iglesia entre muchos otros. Es por esta razón

que una forma de comunicación mucho más compleja, entendida en esta propuesta como

discurso, debe empezar a ser considerada dentro de este mecanismo de funcionamiento, en

razón a que su comprensión es esencial para el discernimiento de las formas en que las
intenciones de los sujetos se vinculan estratégicamente con el miedo para la consecución de

fines premeditados.

2.3 El miedo como herramienta discursiva en la comunicación

A lo largo de la historia los discursos han sido los grandes protagonistas de los

cambios sociales significativos para la humanidad. Desde la Revolución Francesa, pasando

por el tratamiento de diferentes ideologías e intereses geopolíticos que desembocaron en las

guerras mundiales, hasta la polarización mundial que trajo consigo la Guerra Fría, ha

demostrado sin duda alguna la eficacia de esta herramienta en determinados contextos.

Aunque el rol del discurso no ha pasado desapercibido, este, al igual que el miedo, y

en relación con todos y cada uno de los sujetos sin importar su posición de poder, se ha

visto en la obligación de evolucionar con los requerimientos y paradigmas de cada época,

por lo cual esta herramienta elaborada no solo es cambiante, sino que llega a constituirse

como única.

El mundo ha cambiado. Hoy en día existen diferentes medios de comunicación que

se han convertido en armas de manipulación masiva. La esencia de la manipulación

informativa radica en el control de las ideas. Por una parte, lo que no se habla o aparece en

los medios de comunicación no existe, debido a que no se crea debate alrededor de este y

las ideas terminan desapareciendo del espacio público. Por otra parte, cuando una idea se

encuentra inmersa en el medio de comunicación puede ser manipulada, porque, aunque la


información no sea cierta, afirmaba Joseph Goebbels “una mentira repetida mil veces se

convierte en verdad” (Parra, 2014).

En el caso del siglo XXI la perspectiva que se tiene frente a este elemento

comunicativo no es para nada favorable, puesto que la acumulación de sucesos que datan

desde el temprano siglo XX hasta nuestros días, de la mano con la posibilidad de la

construcción y reproducción de información casi instantánea, han gestado una actitud de

rechazo frente a cualquier nuevo tipo de propuesta sin importar el ámbito al que pertenezca

por los usos que se le han asignado. De hecho:

Una de las razones por las que se recela de la retórica es el hecho de que se utilice para

encender los afectos y manipular a las masas. Este reproche ya era conocido en la

Antigüedad, y por ello los clásicos trataron siempre de buscar la medida justa entre la

afectividad (pathos), la argumentación como tal (logos) y la autoridad del orador (ethos).

(Gil, 2006, p.75)

Pese a que estos elementos son constitutivos tanto en el discurso como en la retórica

y su aplicación sin duda alguna pudo llegar a ser exitosa en determinados momentos, la

contemporaneidad se ha presentado como el espacio circunstancial en el que no

necesariamente todas deben tener un equilibrio, lo cual desemboca indiscutiblemente en el

salto de la persuasión hacia la manipulación.

Aristóteles fue uno de los primeros hombres en pensar la retórica, no sólo como un

simple arte empírico sino como un ejercicio de la verdad. Lamentablemente este ejercicio
no puede considerarse simple, por el hecho que el orador debe decir la verdad, sino que, por

el contrario, por medio de la retórica, la persuasión de lo verdadero se vuelve un concepto

de suma importancia en el momento en que se tiene contacto con los sujetos.

Dentro de la retórica el orador tiene como obligación emplear un discurso con el

objetivo de persuadir a un auditorio. En esta instancia tiene gran relevancia el mensaje que

se comunique al igual que la forma en que esto se haga. Es en este punto cuando el discurso

y la retórica se entrelazan puesto que se empiezan a combinar tres elementos

indispensables: el orador (argumentador), de aquello que se habla (tema) y a quién se dirige

(audiencia).

Según Aristóteles, la retórica genera ciertas sistematizaciones dentro del discurso.

La primera es llamada Inventio, a partir de la cual se da el establecimiento de las pruebas o

razones del discurso y el tema por abordar. De este primer concepto se despliegan dos

líneas: la lógica que tiene como objetivo convencer al público por medio del aparato lógico,

mostrando pruebas contundentes y argumentos válidos, mientras que en segundo lugar se

encuentra la línea psicológica, la cual busca conmover al público por medio de la

utilización de recursos morales o subjetivos.

Partiendo de las afirmaciones de este autor (como se citó en Marafioti, 1995), en la

retórica

se persuade por medio del carácter moral cuando se pronuncia el discurso de tal manera que

haga al orador digno de ser creído, porque a las personas buenas les creemos más y con

mayor rapidez, en general, en todos los asuntos, pero principalmente en aquello en que no
hay evidencia sino una opinión dudosa. Pero conviene también que esto suceda por medio

del discurso y no porque la opinión haya anticipado este juicio respecto del orador... Se

persuade por medio de la disposición de los oyentes cuando fueren conmovidos por el

discurso... Se persuade a los oyentes por medio del discurso cuando demostramos lo

verdadero o lo verosímil sobre la base de lo que en cada caso es apto para persuadir. (p.19)

Este fenómeno es tan antiguo como el poder. Probablemente las primeras formas de

manipulación a través de la información tuvieron lugar en las plazas públicas; para ese

entonces la información era transmitida de manera oral, y por lo tanto su poder de

manipulación era limitado, pero con la llegada de la modernidad y la aparición de

diferentes medios de comunicación su manifestación se ha definido como masiva,

permitiendo afirmar entonces que la vía más efectiva para influir sobre las personas y

dirigir sus acciones hacia un fin determinado es a través del discurso, el cual se entiende

como una

relación de enunciados verbales dentro de una sociedad, que se encuentran regulados y

distribuidos mediante cierto número de procedimientos que permiten su circulación. Por lo

tanto, es preciso tener en cuenta la relación de los discursos con el poder, siendo este último

el responsable de promover una constante ritualización y división en dos grupos claramente

delimitados, a partir de reglas concretas de utilización: el de las instituciones y el de las

personas del común quienes asumen de manera irreflexiva las construcciones discursivas de

dudosa procedencia. (Ortiz y Vargas, 2014, p.197)


Si bien todas y cada una de estas construcciones tienen origen en un grupo con

intereses determinados, es tan sólo uno aquel que no solo representa a cabalidad las

intenciones a desarrollar sino también los medios a través de los cuales lo hará.

“Efectivamente, el orador dispone de un instrumental muy eficaz para enseñar o para

estafar, para edificar o para destruir” (Gil, 2006, p.79). Las herramientas de las cuales

puede valerse un orador en la construcción y transmisión de su discurso son múltiples si es

que no llegan a ser infinitas dadas las condiciones actuales referentes a la transferencia de

información, ya que estas no solo están limitadas a consecución de un fin sino a la

elaboración de un contexto en el cual este puede convertirse en posible.

Según Gil (2006), el motivo por el cual un discurso puede llegar a ser exitoso

depende de que los oyentes sean favorables a los planteamientos del orador, y como la

mayoría de los sujetos dentro de una comunidad son susceptibles a inclinar sus decisiones

por razones emocionales y no racionales, es incuestionable identificar el papel prominente

de las emociones del público. De la misma forma Van Dijk (teórico de la creatividad),

afirma que otro motivo de éxito de esta herramienta radica en la capacidad que se tiene de

poder crear unidad entre las representaciones contenidas en este, pero también en tanto la

construcción de quién emite el discurso.

Esta estructura comunicativa se encuentra íntimamente relacionada con dos

elementos claves. El primero son los medios de comunicación, pues a través de estos se

construyen marcos interpretativos que son entendidos como “metáforas específicas,

representaciones simbólicas e indicaciones cognitivas utilizadas para presentar conductas y

eventos de forma evaluativa y para sugerir formas de acción alternativas” (Zald, 1999,

p.371). En un segundo momento el poder es un punto clave, dado que tiene una relación de
dos vertientes: la primera consiste en el poder de controlar el discurso mientras que la

segunda gira en torno al poder que tiene el discurso para controlar a las personas.

Son varios los entes políticos que están empleando el discurso del miedo para influir

sobre los individuos. Según Lillo (2016), los líderes del partido popular apresuran al

votante a que elijan apoyar su partido o posición política. Esta es una acción peligrosa en el

sentido que al usar al miedo como emoción para mover masas se puede nublar el

entendimiento y posición de las personas.

Uno de los ejemplos más exitosos de la utilización de un discurso manipulativo,

influenciador y capaz de generar convencimiento fue el elaborado por el político Hugo

Chávez. A través del lenguaje creó una construcción simbólica relevante mediante la cual

los ciudadanos empezaron a ocupar un lugar importante en la estructura expresiva del líder.

Una de las estrategias utilizadas fue la de asumir a los individuos como personas

imprescindibles y con pensamiento propio, razón por la cual su discurso estaba impregnado

por valores sociales que se identificaban con el ciudadano. De esta manera las personas

empezaron a creer que había viabilidad en cambiar la situación política del país a través y

representados por su líder.

Según Quiñónez y Romero (2011), el éxito de este discurso se basó en la relación de

una reconstrucción del discurso en sí mismo con la inserción de variantes diferentes a las

asociaciones, creencias y valores que habían sido dominantes por muchos años en el país,

es decir: se asumió una estructura lógica discursiva basada en la crisis actual para plantear

la problemática en términos de lucha y superación cultural de los referentes existentes que

le dieron significado a la vida democrática en Venezuela durante años.


Cuando los líderes políticos recurren al miedo, se pierde el equilibrio que debe

existir entre la razón y las emociones. El miedo amenaza con cegar la capacidad de

discernimiento y autonomía de las personas. Por esta razón se puede decir que el miedo

sirve para “fijar de forma inamovible, las posiciones de cada uno. Los discursos del miedo

dividen en dos extremos a la sociedad y vencen, con relativa facilidad, cualquier intento de

razonamiento que ponga en cuestión los postulados de las distintas fuerzas políticas” (Lillo,

2018, p.19).

Es por este conjunto de razones que el discurso sólo puede existir enmarcado dentro

de la sociedad, pues su condición fundamental es comunicativa. Así, este se convierte en

una práctica social y una forma de acción entre los individuos por medio de la cual, a través

de las cogniciones y emociones sociales, se puede tener la suficiente influencia sobre las

personas como para encaminar sus acciones, teniendo en cuenta, claro está, que a través del

lenguaje y las emociones no solo se construye el mundo, sino que se le da forma al

previamente existente.

En este caso, dicho lenguaje se nutrió más de la apariencia violenta y multiforme que de la

realidad misma. Las categorías aparentes o simuladas con las que fue expresado el mundo

real comprendían la rebelión política, la guerra, la inseguridad y la enfermedad, pero más

que nada, la miseria. Lo anterior no significa que la percepción de la realidad no tuviera

bases concretas, sino más bien que en el discurso, la realidad se diluyó en una dimensión

retórica que logró deformarla y convertirla en el núcleo del miedo. (García, 2008, p.72)
Recientemente la conflagración de sucesos y cambios que han tenido impacto a

nivel global, aunque se desarrollan bajo discursos y por tanto intereses completamente

distintos, tienen un elemento en común: la apelación al miedo como recurso fundamental

para el cumplimiento de objetivos independientes.

Esta emoción es un sentimiento abundante en la sociedad actual frente a la

constante ola de ataques de incertidumbre que la rodean a nivel interno y externo, y que

acogen medidas desesperadas de resistencia que llegan a involucrar e incluso validar la

agresión al otro. Así “el miedo se construye, de esta forma, como una base o trampolín para

poder dominar las controversias subyacentes [...] siguiendo una lógica bipolar de

amigo/enemigo y genera la movilización de recursos humanos o materiales con fines

específicos” (Benítez, 2010, p.249).

Es en este preciso lugar en donde el discurso juega un papel fundamental, al afirmar

que su función ratificadora hace que esta emoción adquiera un carácter mucho más

complejo y casi admirable bajo la faz de los sentidos, adjudicándolo no exclusivamente a

reacciones químicas corporales sino a la elaboración predeterminada de los sujetos, lo cual

brinda a esta variable tres características indispensables para su tratamiento.

En primer lugar, la comunicación, más específicamente utilizada bajo la forma de

un discurso, hace común esta emoción, debido a que, sin importar el tiempo o el lugar,

todos los sujetos nacen bajo una comunidad y por ende bajo una lengua determinada, lo

cual hace de la transmisión un fenómeno frecuente, característica que traducida en términos

de hábitos generaría comprensión, adaptación y finalmente aceptación. En segundo lugar,

el discurso hace que el miedo sea entendible, por cuanto transforma el conjunto de palabras

e ideas que antes eran evidentes sólo para algunos en mensajes cuya accesibilidad es
notoria, sin importar la diferencia que tengan a nivel social. Y finalmente esta herramienta,

entendida así por su componente de competencia comunicativa, convierte esta emoción en

algo transmisible, porque a partir de los mismos sujetos o a través de los medios, el

conjunto de sensaciones que evoca el miedo puede reproducirse a grandes escalas y en

pocas cantidades de tiempo.

Con base en esto, esta variable, a pesar de ser una emoción y por tanto un elemento

completamente alejado de la razón, adquiere gracias al discurso un sentido mucho más

cercano a la lógica puesto que este,

[...] no adquiere una característica irracional, sino todo lo contrario. Resultado de las

expectativas, ambiciones y estrategias de los sujetos, el miedo se constituye tejiendo los

hilos de la motivación. Los individuos desean concretar ciertos fines en su vida, más lo

hacen no por voluntad, sino por miedo a fracasar y por enfrentar los sacrificios que ese

beneficio promete. (Benítez, 2010, p.249)

La manipulación de estos anhelos a través de los discursos en diferentes contextos

ha demostrado la disposición que tienen los sujetos de llevar a cabo un gran número de

empresas que le otorguen la satisfacción de seguridad de la cual han carecido y que en la

actualidad es común padecer. De hecho, bajo el accionar del discurso, el miedo adquiere

matices que lo alejan de pertenecer solamente al campo biológico, ya que a pesar de tener

su origen en este espacio es gracias a esta compleja elaboración comunicativa que adquiere

la posibilidad de ya no solo ser sentida sino manipulable y por ende susceptible de ser

utilizada a nivel emocional y racional.


Según Quiñones y Romero (2011), el discurso actúa como una herramienta de

interacción social y no sólo como un mecanismo de expresión, debido a que el habla, los

videos y escritos, no se limitan a ser únicamente estructuras de imágenes y sonidos. Es

través del discurso que el miedo empieza a adquirir, específicamente en la modernidad, un

sentido del cual antes carecía por su tendencia a ser comprendido no sólo ya como una

simple emoción sino como una herramienta certera a la hora de encaminar de la mano de

diferentes medios las intenciones de ciertos sujetos, con componentes lógicos que la avalan.

Si bien ya es conocida la multiplicidad de formatos, medios y lenguajes utilizados

para comunicar mensajes e intenciones, al mismo tiempo es clara la ambigüedad que en

esta la mayoría puede tener. Es a causa de esto que en la actualidad el miedo no solo ha

sido ratificado por la comunicación, sino que específicamente ha reencarnado en discursos

determinados que se valen de las grietas sociales e individuales que existen para poder

promover ciertos pensamientos, acciones o actitudes frente a un tema que es considerado

como coyuntural.

Ciertamente, hoy día, los medios de comunicación han cobrado un nuevo protagonismo a

escala mundial, no sólo como inductores del consenso social uniforme sino como creadores

de ese consenso, que algunos llaman “pensamiento único”, puesto que nos muestran su

visión parcial de la realidad como mensajeros permanentes del miedo. (Hernández, 2007,

p.5)

Esto obedece a formas de discurso específicas que buscan el cumplimiento de

objetivos establecidos por determinados sujetos y los grupos a los cuales pertenecen.
Aunque estos han tenido una amplia aceptación por parte de la comunidad, es actual la

creciente desconfianza prestada por esta última hacia estos mensajes, razón por la cual la

consecución de ciertas metas se ha complicado.

La cautela de los sujetos frente a los mensajes de los discursos impregnados de

miedo ha ido en aumento con los años, a pesar de los imaginarios de inseguridad,

terrorismo y rechazo a la otredad que se han desarrollado en el siglo XXI. Sin importar esta

realidad y dejando de lado la gran influencia que aún poseen es posible afirmar que, al igual

que en otras épocas y gracias a una revisión histórica, estas no solo se harán inútiles, puesto

que su influencia desaparecerá, sino que evolucionarán para encontrar un nuevo enfoque

por medio del cual el miedo tenga el efecto que siempre lo ha caracterizado.

Por esta razón se puede inferir que poco a poco se empezará a incursionar, a través

de la misma herramienta del discurso en áreas que a pesar de no tener el mismo impacto en

el ámbito general en las comunidades de diferentes partes, si tiene un contacto mucho más

cercano y personalizado, es decir, un paso del manejo político y económico del entorno

regional o continental en primera instancia para dar paso a uno de interés similar, el cual se

disfrazará bajo nuevos mensajes y nuevos estilos con el objetivo de obtener los mismos

resultados con base en la utilización de esta emoción.

Una de las herramientas que facilitará este nuevo tipo de contacto y que a la vez es

un tipo de discurso específico es la publicidad. Este tipo de comunicación cuyo campo

acoge múltiples formas de transmisión de mensajes como también la presentación e

interacción de estos con las personas, son imprescindibles para que el miedo pueda adquirir

nuevas cualidades expresivas. De hecho, según Coma (2005) el miedo juega una parte

esencial en el control social, por dos razones fundamentales: en primer lugar las cosas a las
que temen los sujetos guardan relación con la forma en que estos aprenden mientras que, en

segundo lugar, esta emoción determina con qué y con quién es posible relacionarse.

Así las cosas, utilizar el miedo a través de la publicidad, medio que es común a

todos los miembros de la sociedad, es una de las situaciones que deparará el futuro en todo

el mundo debido a que a partir de sus mensajes esta variable asumirá distintas formas y

adquirirá diferentes habilidades en una misma época. Por ejemplo, son pequeñas las

apariciones de estas nuevas tendencias.

Partiendo de las afirmaciones de Coma (2005) actualmente frente a la cantidad

masiva de productos, la salud se encuentra enfrentada a riesgos reales y potenciales con los

cuales convive diaria y voluntariamente. El consumo de tabaco genera importantes riesgos

y daños en la salud de la misma forma que transitar por la carretera, luego que esta presenta

altas probabilidades de accidentes que involucran la muerte. Así, este riesgo voluntario que

de una u otra forma tiene una contribución discursiva por parte de la publicidad, gracias a la

inclusión del miedo, hace que de ser tan visibles se conviertan en invisibles.

Basado en lo anterior la publicidad se puede contemplar como un campo

inexplorado en el manejo del miedo, por cuanto otorgará a aquellos que hagan uso de su

potencial grandes beneficios y poder sobre la sociedad en sus hábitos de relación y

consumo. “En cualquier caso, tratar de sacar provecho a este tipo de situaciones

mediatizadas de crisis, riesgo, incertidumbre y miedo puede resultar coyunturalmente útil a

corto plazo para algunos de los actores [...]” (Coma, 2005, p.118).

Considerando que este tipo de discurso publicitario no ha incursionado en el campo

del miedo son múltiples sus aplicaciones y posibilidades de éxito, haciendo que en el
manejo de esta emoción junto con esta serie de procedimientos, que bien podrían agruparse

en una nueva técnica, sean definidos como novedosos y útiles.

La novedad y la utilidad mucho más allá de pertenecer al campo práctico se han

encargado según diferentes investigaciones de constituir el campo creativo. Estas dos

características componen el núcleo de aquello denominado como creatividad que una u otra

manera, sin importar la perspectiva desde la cual haya sido abordada, se relaciona con la

generación de soluciones nuevas para problemas conocidos y desconocidos, es decir, un

acto de ruptura lo cual representa un nuevo tipo de interpretación que la liga con una

destreza común y accesible a todos los sujetos que no necesariamente debe relacionarse con

un habilidad sino con una capacidad, la cual es posible de mejorar mediante el

entrenamiento de las aptitudes y el uso de técnicas .

A pesar de que la materia en cuestión se ha venido tratando durante la mayor parte

del siglo XX, es necesario aclarar cómo el desarrollo de este campo se ha encargado de

situarse progresivamente como una de las esferas más complejas de estudio debido a su

estructura contradictoria que la hace fácil de identificar al mismo tiempo que la blinda de

cualquier conceptualización rígida. No obstante, una de las explicaciones y enfoques que

más se acoplan a lo desarrollado dentro de este trabajo son las propuestas por Parnes y

Landau.

En primer lugar, según Parnes (1962) la Creatividad es la capacidad para encontrar

relaciones entre ideas no relacionadas que se manifiestan en forma de nuevos esquemas,

experiencias o productos nuevos. En segundo lugar, Erika Landau la refería como una

herramienta capaz de encontrar relaciones nuevas en donde antes eran inexistentes, creando

así nuevos esquemas de pensamiento para la producción de conocimiento y nuevos


elementos. Dentro de esta nueva perspectiva postulada con base en la combinación de

elementos, la creatividad adquirió un nuevo ángulo en el cual el individuo era capaz de

erigir nuevos modos de concebir la realidad a partir del ejercicio de sus propias acciones.

Con base en esto no solo se entiende la creatividad como un campo de estudio sino

como un espacio de desenvolvimiento que acoge a múltiples acciones dependiendo de la

intención y de los modos en que se desarrollen. Es en esta medida que entonces la incursión

de los discursos, más específicamente el publicitario, en un contexto dentro del cual el

miedo puede llegar a ser su insumo principal hace que esta relación adquiera el matiz

creativo, puesto que este se constituye como ejemplar total de nuevos modos de relación

que antes eran invisibles para las dinámicas desarrolladas de la sociedad, razón por la cual

la opción de comprender y dar forma a la realidad a través de nuevas relaciones -miedo,

publicidad, discurso- se hace completamente posible.

2.4 La narrativa del miedo inmersa en el discurso publicitario

Durante años la comunicación de diferentes elementos por parte de grupos naturales

o jurídicos a través de los medios, han tenido como objetivo principal recordar, informar o

persuadir a los sujetos de diferentes propuestas o mensajes que, de una u otra forma, buscan

obtener una respuesta específica, la cual en términos de acción o convicción generan de

algún modo un beneficio mutuo.

Los esfuerzos que aquí se han venido desarrollando para la obtención de estos frutos

han sido dirigidos a lo largo de la historia, y gracias al desarrollo de campos determinados


en la edad moderna, por lo que actualmente abarca un eje esencial de las dinámicas

económicas y comunicativas de la sociedad: la publicidad

Este campo, disciplina o esfuerzo, puede entenderse, de forma superficial, como un

conjunto de elementos que determinados o no por algún incentivo económico se transmite a

través de diversos medios para poder cumplir determinado objetivo, pero para algunos

autores como Rossiter y Percy (1997) esta definición llega a ser demasiado ambigua, razón

por la cual proponen una nueva que incluya más variables que aquellas conferidas

exclusivamente al ámbito mercantil en el cual la publicidad se mueve. Según los autores, la

publicidad es una “forma indirecta de persuasión, basada en reclamos informativos o

emocionales sobre los beneficios del producto, diseñados para crear una impresión mental

favorable que desplace la mente hacia la compra” (p. 110).

Esta serie de procedimientos que de un carácter complejo puede que asimilen los de

otros campos como el económico, político o cultural, tienen un distintivo único que los

independiza al mismo tiempo que les da un sentido único al funcionar dentro de una

extensión delimitada, el cual es conocido como discurso. Esta serie de enunciados verbales

dentro de una sociedad, regulados y distribuidos mediante cierto número de procedimientos

que permiten su circulación, hace que el discurso de carácter publicitario sea indispensable

dentro del funcionamiento social a la vez que exclusivo.

No obstante, si bien el discurso publicitario es el espacio en el cual todo sucede, el

simple hecho de que sea entendido como un contexto, con unas reglas predeterminadas, le

arrebata la posibilidad de ser algo más, es decir, este no es una herramienta que cumple con

las necesidades presentadas por la publicidad inmediatamente, puesto que él solo se

establece como aposento de una serie de dinámicas que acontecen en su interior, lo cual
deja de lado la forma en que estas en que estas se llevan a cabo y al mismo tiempo hace

presente la necesidad por entender este vacío.

Es en esta instancia en donde la narrativa, elemento indispensable del discurso,

adquiere un notable protagonismo ya que se encarga de configurar dentro de este espacio

un mensaje con sentido en particular que, en su implementación, sea capaz de crear una

necesidad y así activar una sensación de deseo cuyo resultado sea una acción de compra.

“Esto se debe a que las distintas formas de presentar una historia a un público indica la

elaboración simple o compleja de la que es capaz el sujeto para relatar su experiencia [...]”

(Betancourt, Galván & Mendivelso, 2015, p.38).

Con base en esto la narrativa puede entenderse entonces como “un método de

recapitular la experiencia pasada, haciendo coincidir una secuencia verbal de cláusulas a la

secuencia de acontecimientos que realmente ocurrieron” (Lavob, 1972, p.359). Aunque las

narrativas pueden ser tan numerosas y variantes como los mismos discursos es

indispensable entender que dentro de lo correspondiente al campo publicitario estas suelen

ser polifórmicas, debido a que de acuerdo a un objetivo en cuestión pueden asumir

diferentes formas para poder ser de utilidad y seguir transmitiendo un mensaje concreto.

A lo largo del siglo XXI han sido numerosos los intentos por mejorar la situación

hídrica de ciertas regiones del continente africano, y aunque algunas han intentado tener

impacto en cuanto a la intención de donación en los países del primer mundo, la iniciativa

se ha visto permeada por numerosos problemas que han dificultado su éxito, lo cual en

términos de narrativas, mensaje y discurso se ha traducido como fallido, debido al uso

erróneo que se le ha dado.


Esto tuvo un cambio radical en el año 2016 cuando la agencia Ogilvy creó la

iniciativa Waterfor Africa cuyo objetivo era el mismo: proporcionar la infraestructura

necesaria y el mantenimiento continuo de fuentes de agua sostenibles. El programa se

desarrolló bajo la plataforma The Marathón Walker en donde la dinámica consistió en

hacer que Siabatou Sanneh, una de muchas madres de familia, asistiera a una maratón en

París con anuncios que hicieran evidente esta situación problemática, con el fin no solo de

concientizar sino de obtener donaciones a través de una página web que acortara la

distancia que ella y muchas otras madres debían recorrer día a día para obtener el recurso

potable.

La diferencia entre esta acción y todas las anteriores radicó en el manejo que se le

dio a la narrativa. A partir del manejo de emociones de distinta índole entre las cuales se

encontraban de forma implícita tristeza, la necesidad, el amor y el heroísmo en frases como

“no soy una heroína, tu hubieras hecho lo mismo por tu gente", se otorgó al mismo

mensaje que venía siendo reproducido a través de los años una carga particular que lo hizo

notable. “Las narrativas no son, por tanto, una réplica de lo que acontece, ni mero reflejo,

sino la construcción de una trama que retoma lo previo y lo configura” (Magrini, 2010,

p.401).

Ejemplos de este tipo hacen clara referencia de cómo la forma en la transmisión de

un mensaje dentro de un discurso publicitario es esencial al igual los recursos visuales,

auditivos y conceptuales que los integran, por cuanto forman una atmósfera única en la cual

resultados que antes no habían sido obtenidos pueden empezar a ser completamente

deseables.
Como ya se ha visto la publicidad en su totalidad, lo cual involucra el discurso, las

narrativas y el mensaje, al igual que otros entes como el gobierno en el caso de Venezuela,

Francia y Estados unidos, han empezado a utilizar de una forma mucho más directa las

emociones, con lo cual se planea dar cumplimiento a objetivos específicos.

Con el paso del tiempo se ha empezado a hacer manifiesta un tipo de publicidad

mucho más sofisticada, en la cual el mensaje, aunque explícito o implícito se encuentra

acompañado por matices emocionales que muchas veces incluso dejan de lado las

antiguamente importantes características tangibles del producto. Una clara muestra de ello

es el tratamiento dado en su totalidad por todos los mensajes de Coca Cola, en donde la

felicidad no únicamente se constituye como el diferencial de producto, sino que se

establece como el punto fundamental sobre el cual la narrativa obtiene sentido, es decir, las

campañas publicitarias de esta compañía y posiblemente las de otras recurren a

sentimientos de empatía, amistad o amor.

En algunas ocasiones, buscar el posicionamiento de un producto por medio de una

estrategia basada en las emociones puede que sea exitoso, pero ante la creciente ola de

organizaciones, comunidades y mercados, esta tendencia ha tenido que verse tan expuesta y

ser tan repetitiva que ha llegado a convertirse en típica. Es por esta razón que, basado en la

noción de creatividad propuesta por Parnes y Landau, en la cual nuevas relaciones dentro

de un campo pueden renovarlo, es posible que el manejo de emociones alternas y atípicas

como el miedo tenga un gran impacto.

La relación entre miedo y publicidad, a pesar de que ha podido ser planteada de

forma tangencial, es aún inexistente, ya que nunca se ha formulado como una coalición

intencional de forma pública que genere beneficios de forma previamente elaborada, razón
por la cual, puede establecerse como una acción, estrategia o propuesta ciento por ciento

creativa que se vale de una emoción común en todos los sujetos para obtener resultados

tangibles a partir del control premeditado de sus componentes.

El miedo, la culpa y el temor han sido las emociones menos utilizadas por la

publicidad y son tal vez aquellas que pueden generar mayor impacto. Se ha demostrado por

medio de estudios neurológicos que, al utilizarlas junto con mensajes simples, de fácil

recordación y entendimiento, suelen ser muy efectivas, dado que el cerebro relaciona el

mensaje con una situación de protección ante un peligro inminente, el cual, irónicamente,

encuentra su extinción en las instrucciones dadas por el campo publicitario a partir de sus

mensajes y narrativas de discurso.

Aunque bien es cierto que la publicidad es desarrollada por sujetos como también

son estos los productores iniciales de miedo, es necesario aclarar que los mensajes que

desde estos provengan no son amparados bajo la silueta de una persona sino bajo la figura

de composiciones complejas como las marcas, las cuales según Joan Costa (2004) se deben

considerar objetivamente como un signo sensible, que al mismo tiempo son signos verbales

y visuales.

El signo verbal es el nombre de la marca, puesto que ésta debe circular con la gente

y entre ella, permitiendo afirmar entonces que aquello que no puede ser nombrado no

existe. Por esta razón la marca es un signo lingüístico que tiene como objetivo designar,

verbalizar e interiorizar elementos en la mente del consumidor.

Este signo lingüístico, se transforma en un signo visual por medio del logotipo, el

símbolo o el color, debido a que la palabra es inmaterial y la marca necesita estabilizarse, es


decir, hacerse tangible y fijarse en un espacio visible. En este sentido, lo verbal y lo visual

se complementan, así que la respuesta de los individuos al mensaje visual no es otro

mensaje de las mismas características sino una reacción, por lo cual la marca es ante todo

un signo cuya misión principal es significar.

A través de su misma composición las marcas se han valido del discurso

publicitario y lo que él implica para utilizar el miedo de manera intencional. Según Martin

Lindstrom (2011), emociones como el miedo y la culpa pueden volverse factores de

oportunidad para una estrategia de marketing, porque estos tienen una incidencia directa

sobre el movimiento del mundo y por ende una utilidad para las marcas en lo que respecta

no solo a la obtención de clientes sino a la de recursos gracias al consumo.

Dentro de esta lógica la publicidad puede entonces cumplir dos papeles. Por un

lado, advierte al individuo sobre un peligro inminente mientras que por otro, y casi

inmediatamente, ofrece la solución a esta situación haciendo que la desconfianza y la

paranoia en los individuos gesten un ambiente de alerta constante del cual las marcas

pueden aprovecharse

Una de las marcas que ha utilizado el miedo para lograr el objetivo de

concientización en lo referente a la conservación de la naturaleza es la WWF (World

Wildlife Fund). Una de las piezas más famosas de su campaña se desarrolla en un cuadro

dividido; en el lado izquierdo se puede apreciar el inmenso mar, en el centro se ve una aleta

de tiburón acompañado de una palabra Horrifying (aterrador) mientras que en el cuadro de

la derecha se ve el mismo escenario de mar abierto, la diferencia es que el tiburón ya no se

encuentra a lo cual se puede sumar la frase ubicada en la parte inferior de la pieza More
Horrofying (Más aterrador).

[Fotografía de Karpat Polat, Ali Bati & Gokhan Akca]. (Turquía, 2010). Ecosystem Awareness.

Istanbul

Este es un claro ejemplo del éxito de un mensaje corto pero contundente que utiliza

el miedo como una herramienta para situar nuestra atención en el punto más alto. Se utiliza

correctamente el discurso y la narrativa, en vista que el miedo genera un rechazo natural así

que si se recurre a un anuncio que resulte excesivo puede generar que las personas eviten

estar en contacto con este y que además lo califiquen de manera negativa. Pero en el caso

del anuncio de la WWF se maneja un discurso consistente que como tal no usa recursos

visuales que puedan causar miedo entre las personas, sino que es el mensaje en sí mismo

que acompañado por toda la pieza hace que el individuo reflexione.

Además de este ejemplo existen muchas marcas que han empezado a utilizar el

miedo para captar la atención de las personas. Hay que tener en cuenta que cuando se
utiliza esta herramienta no es un sinónimo de éxito, ni un recurso que pueda ser eficiente, ni

el mejor camino para ciertas marcas. Por esta razón es que a continuación en el siguiente

capítulo se analizarán casos de marcas específicas como Today y Unicef, donde se pondrá

en manifiesto el uso de esta herramienta como recurso creativo que la publicidad ha

adoptado hoy en día. El primer caso obedecerá a una marca cuya naturaleza de producto

permite hacer uso explícito del miedo, pues solo a partir de esta emoción sus mensajes se

vuelven realmente efectivos, lo cual demostrará no solo la presencia del miedo sino la

pertinencia de su uso gracias al sentido que genera. El segundo caso integrará el uso del

miedo de una forma mucho más elaborada y compleja, puesto que la naturaleza del

producto se encuentra completamente alejada del miedo haciendo que su utilización sea

creativa e intencional para tener un efecto mucho más profundo sobre los individuos.
Capítulo III

La amenaza es real, el miedo es una opción

El tercer y último capítulo de este trabajo de grado tiene como objetivo plantear la

posibilidad de que el miedo es el detonador de todo tipo de relaciones en la sociedad como

también la variable fundamental por la cual la creatividad, el consumo, la publicidad y las

marcas encuentran relación, al mismo tiempo que se constituyen como una posible fórmula

de éxito que puede ser aprovechada por las organizaciones en el contexto actual.

Para el desarrollo de toda esta propuesta se hará uso de cuatro apartados cuya

intención radica en identificar, analizar, profundizar y proponer la relación lógica que

pueden llegar a tener todas y cada una de estas variables.

El primer apartado El miedo como movilizador: orígenes de las preferencias de los

consumidores busca demostrar cómo el miedo, en relación con todos los otros elementos

constitutivos de este trabajo de grado, por un lado se establece como un claro diferenciador

dentro de una época que, en lo referente al carácter emocional de su oferta publicitaria, es

uniforme, mientras que por otro, se define como el regulador de la oferta, la demanda y las

preferencias, lo cual tiene su origen en el Modelo piramidal de la jerarquía de miedo

elaborado por los autores.

En el segundo apartado Naturaleza de producto: Condones Today se encontrarán

elementos claves que permitirán identificar cómo algunos productos tienen, gracias a sus

componentes, una predisposición a la recepción del miedo. Además en el subapartado El

miedo como recurso creativo se reconocerá cómo en razón de competencia dentro


determinada categoría de mercado, el uso de ésta encuentra una función distintiva y

primordial en la diferenciación y, de forma consecuente, en la preferencia de los sujetos y

sus grupos.

El tercer apartado Marcas sin naturaleza de producto: Unicef analiza cómo una

marca cuya naturaleza comunicativa y de acción no tiene ningún tipo de relación con el

miedo, puede llegar a adoptar en su estructura esta emoción para así obtener resultados

novedosos y útiles en comparación con otras marcas dentro del mercado que si cumplen su

misma función. La elaboración cuidadosa de un mensaje publicitario cimentado en el

miedo, incorporará intrínsecamente la creatividad dentro de esta acción, puesto que bajo la

alianza de elementos que aparentemente no llegarían a tener ningún tipo de conjetura es

posible obtener grandes resultados.

Finalmente, el último apartado Modelo de Transporte Social de las Marcas tiene

como objetivo unir de forma integral la propuesta hecha a lo largo del tercer capítulo y de

todo el trabajo de grado, teniendo como eje principal el miedo a la otredad dentro de la

sociedad actual y su relación con la publicidad, el consumo, el discurso y la creatividad.

3.1 El miedo como movilizador: orígenes de las preferencias de los consumidores

A lo largo de este trabajo de grado ha quedado en evidencia cómo el miedo por un

lado se ha establecido a modo de un elemento de gran importancia en la historia, mientras

que por otro ha adquirido el calificativo constitutivo en los sujetos y sus conformaciones

sociales por la estrecha relación que presenta con estos.


Desde los tiempos más remotos hasta el desenvolvimiento actual de la

contemporaneidad, esta emoción ha adquirido un rol de gran importancia en el desarrollo

de las dinámicas sociales, no solo por el contexto sino por su inherencia a los hombres, la

cual le ha brindado, indiscutiblemente, la omnipresencia que, progresivamente y bajo el

manejo de diferentes herramientas, ha procurado un carácter de entendimiento mucho más

complejo que el asignado por el fisiológico durante un considerable cantidad de tiempo.

Seguidamente, la superación del estadio biológico que trajo consigo el paso del

tiempo y el uso de diferentes instrumentos, hizo que el miedo obtuviera facultades e incluso

habilidades que antes le eran ajenas. Por medio de otra capacidad intrínseca a los sujetos

como la comunicación esta emoción logró tener la posibilidad de ratificarse, accediendo así

a una nueva dimensión de interacción con los sujetos, puesto que sus componentes eran ya

lo suficientemente sólidos como para ser sentidos más allá de lo que previamente se había

esperado.

Bajo la materialización del miedo a cargo de la comunicación su existencia dejó de

ser padecida, es decir, empalmada a reacciones propiamente dichas de diferentes

situaciones en las que los sujetos podrían encontrarse, para empezar a ser identificable y

por ello común en diferentes esferas de la sociedad, en donde las reglas del intercambio

comunicativo se regían por los diferentes discursos que se encargaban de definirlas y

hacerlas comunes, entendibles y transmisibles.

Aunque este conjunto de normas, entendido específicamente como discurso dentro

del campo comunicativo, tiene una incidencia directa sobre los comportamientos y modos

de transmisión de la información a través del lenguaje, su uso en ciertos panoramas ha

decaído paulatinamente por los cambios que la contemporaneidad acarreó, razón por la cual
el miedo se ha visto en la obligación de incursionar en diferentes tipos de discursos como el

publicitario que, al igual que el político o el económico, tiene un gran impacto y a su vez

permite un contacto mucho más personalizado con los sujetos y la sociedad que conforman.

Si bien el discurso publicitario es una esfera comunicativa independiente a otras

dentro de la misma sociedad, su conjunto de reglas tan solo son contempladas como

parámetros, es decir, condiciones que otorgan a cualquier tipo de mensaje pertenencia a

esta esfera. Por esta razón el discurso publicitario necesita hacer uso de otros recursos como

la narrativa, el mensaje y las marcas para poder transmitir con éxito una intención

anteriormente definida.

La narrativa posee una gran importancia dentro del discurso publicitario como

resultado de que por su accionar es que el mensaje adquiere un sentido particular, es decir,

una atmósfera única que puede cautivar a los sujetos con el fin de que la comprensión y

aceptación sea exitosa. Adicionalmente este proceso debe llevarse a cabo bajo el amparo de

una marca, entendida como un signo dotado de significados visuales y verbales que

representa una organización y sus objetivos, los cuales se traducen en términos económicos

relacionados específicamente con el consumo.

El involucramiento del miedo y de las emociones a nivel general dentro de la esfera

económica del mercado gestionado bajo la publicidad, el cual es representado por el

proceso de adquisición de marcas expuestas bajo la forma de productos o servicios,

demuestra que este fenómeno o relación no es resultado de la coincidencia ni mucho menos

del azar, puesto que no sólo personifica el conjunto de cambios contenidos en la historia

sino que por el contrario afirma su conexión con una serie de sucesos sociales igualmente
importantes que siguen una alineación común, lo cual deja de lado inevitablemente la

posibilidad de que se le caracterice a esta relación como un evento aislado o esporádico.

Esta correlación simultánea que hace evidente la congruencia de acontecimientos en

la actualidad puede ser ejemplificada a través de lo que Kotler (2012) define como un lapso

de transformaciones apresuradas. La flamante debacle financiera que ha significado en todo

el mundo el aumento de la tasa de pobreza y desocupación, ha hecho que un gran número

de países por medio de sus gobiernos enfrente esta situación a través de la emisión de

paquetes de incentivos que se encarguen lentamente de recuperar la estabilidad, la

confianza y el incremento económico que dejó tras de sí esta crisis. No obstante, este no es

el único obstáculo que presenta el mundo actual del consumo, en razón de que las nefastas

consecuencias de esta actividad, personificadas en el cambio climático y la contaminación,

igualmente han generado una gestión obligatoria de las emisiones y por tanto una nueva

carga para las organizaciones en lo que se refiere a la producción de sus bienes y servicios

amparados bajo las marcas.

A partir de este contexto de proporciones considerables gracias a la influencia que

tiene en la sociedad, se constata cómo la presencia del miedo en la actualidad ha alcanzado

un rol integral y protagónico dentro de las dinámicas de mercado, puesto que a partir de su

manifestación o siquiera de su uso, las respuestas puede que sean casi instantáneas teniendo

así un efecto abrumador sobre los distintos ámbitos en los que se desenvuelven los sujetos.

La presencia de esta emoción, de la mano con un entorno vulnerable de diferentes

formas (económico, político, cultural, salud) hace que la realidad se transforme de forma

forzada, porque es bajo su manifestación que se presenta una aceleración de variables que

en su ausencia podrían llegar a controlarse. Por ejemplo, gracias a la mezcla del miedo con
fisuras sociales las enfermedades puede que lleguen a convertirse en epidemias, la pobreza

en miseria y la destrucción medioambiental en un gran cataclismo.

Ante la impasibilidad y rapidez con la que estos fenómenos previamente descritos

suceden y claro está, bajo el accionar del discurso publicitario cuya función permite tener

contacto con un gran número de personas, no solo se hace evidente la producción casi

imparable de amenazas y problemas para los individuos y sus grupos sino también la de

oportunidades para los mismos y las organizaciones.

“Las empresas [...] ofrecen respuestas y esperanza a quienes se enfrentan a estos

conflictos y, así, llegan a los consumidores en un nivel superior” (Kotler, 2012, p.21). Por

intermedio de los productos y servicios promocionados con la publicidad, las

organizaciones dan solución de forma transitoria y pasajera a situaciones que ellas mismas

generan, exponiéndose, así como problema y solución simultánea de una situación

específica, en la cual el discurso publicitario y las narrativas del mensaje tienen una total

inmersión.

Al igual que estas variables, la marca juega un papel fundamental en la composición

de una atmósfera en la cual el miedo ha tenido gran acogida. Dentro de la industria existen

una serie de sectores que a su vez cuentan con múltiples categorías en las cuales, de no ser

por este signo, sería imposible reconocer la amplia oferta de productos y servicios ofrecidos

por una organización, a causa de que solamente gracias a su presencia un elemento que a

primera vista podría asumir cualidades casi indistinguibles adquiere características dignas

de recordar normalmente asociadas a las emociones.


Durante una gran cantidad de tiempo las emociones que se han asociado a productos

y servicios de diferentes marcas se han distinguido por inclinarse hacia la felicidad, el

amor, la tranquilidad entre otras sensaciones que giran en torno a una idea básica: el

bienestar total. La persecución constante de este ideal por parte de las marcas ha llevado a

que su creencia y búsqueda como concepto se desgaste, paradójicamente, por la cantidad de

caminos que se pueden tomar para llegar a él.

Esta carencia de sentido de una u otra forma ha afectado directamente el nivel de

consumo por parte de los sujetos de ciertas marcas, puesto que sus atributos, mensajes y

narrativas se han visto incapacitadas para resolver las necesidades de unos sujetos que

actualmente se encuentran en una constante transformación. Por esta razón las

organizaciones han iniciado la experimentación de nuevos caminos que le permitan otorgar

valor a sus clientes al mismo tiempo que los definen como punto importante que debe ser

entendido como algo mucho más complejo que un simple comprador, es decir, como un ser

humano.

“En lugar de tratar a las personas como simples consumidores, las empresas los

conciben como seres humanos, con inteligencia, corazón y espíritu” (Kotler, 2012, p.20).

Aunque esto puede ser usado en beneficio de continuar con la misma tendencia enfocada al

bienestar, por otro lado abre las puertas a un trato mucho más complejo y quizás

controversial, porque mientras inicialmente el enfoque de producto o consumidor tan solo

permitiría relacionar sus respuestas con satisfacción o rechazo, el enfoque humano

significaría la entrada de sus elementos más sensibles a las dinámicas de consumo, es decir,

su apertura total a un mundo que no se ha transformado de la misma forma, lo cual genera

la búsqueda de los mismos resultados: consumo de marca.


Como fue expuesto en el primer capítulo de este trabajo de grado, el miedo es

inherente a los hombres, y la nueva faceta humana que el mercado ha adoptado hace que

este no sólo se convierta en una emoción imprescindible sino en un blanco estratégico, que

al no componer la serie de emociones utilizadas en una larga cantidad de campañas

publicitarias entre las cuales predomina Volkswagen (Think Small), Coca Cola (Taste the

feeling) y demás, puede que encarne un método perfecto para obtener ciertos resultados o

quizás sea el punto fundamental sobre el cual se pueda establecer un nuevo paradigma.

Siguiendo esta segunda posibilidad sería entonces admisible plantear, de una forma

holística y tal vez superficial, que el miedo es el motor actual del funcionamiento en el

consumo de marca y por tanto de dinámica económica de oferta y demanda, puesto que se

establece como delimitador esencial de lo que debe o no ser aceptado por los sujetos y los

grupos que conforman dentro de una sociedad claramente permeada por un contexto que

facilita este tipo de concepción.

A pesar de que este planteamiento puede ser arriesgado e incluso discriminatorio

para la casi infinita serie de elementos que se ven envueltos dentro del ámbito económico

que inevitablemente se interrelaciona con otros, es necesario postular la permanencia de

estos, es decir, su existencia continua en el escenario del cual tan solo se verán desplazados.

Es así que la presente concepción tiene como objetivo situar el miedo a lo

desconocido, expuesto por la publicidad, como autor y detonador primario de preferencias,

actitudes y creencias respecto a determinadas marcas. A pesar de que distintos

componentes teóricos como los diferenciales, precios, atributos, ofertas de valor y demás

tienen una gran relevancia, su dinámica de ofrecimiento y posterior selección por parte de
los sujetos no gira ciento por ciento en torno al beneficio sino al temor de pertenecer a un

grupo socialmente no aceptado.

Como ya se ha visto, desde tiempos antiguos el miedo a la otredad ha sido el

responsable de que diferentes grupos, e incluso civilizaciones, hayan asumido ciertas

conductas preferentes hacia aquello que desconocían. El rechazo, el exterminio y la

violencia solo fueron algunos de los resultados de la presencia de esta emoción que

lógicamente, aunque pueden pretender presentarse de la misma forma, en la actualidad se

han venido refinando como el miedo mismo en sí, para generar efectos iguales o de mayor

magnitud, lo cual puede ser ejemplificado en el consumo casi paranoico de productos y

servicios que contribuyen a elevar la sensación de seguridad frente a un mundo que

interpela constantemente a los sujetos y a sus grupos a partir de múltiples situaciones

hostiles comprendidas desde la delincuencia hasta atentados terroristas de gran escala.

Con base en esto el manejo del miedo por parte de las marcas de forma implícita o

explícita se encuentra relacionado íntimamente con este espacio desconocido, es decir, ese

conjunto de elementos a los cuales se teme pertenecer por la serie de sujetos y costumbres

que los componen, los cuales, actualmente, están en constante movimiento puesto que “[...]

el papel de los consumidores está cambiando. Han pasado de ser individuos aislados a

individuos conectados” (Kotler, 2012, p.27).

Esta conexión permanente de los individuos, auspiciada por los medios digitales y

de comunicación, ha logrado que todos y cada uno de los elementos pertenecientes a la

comunidad como aquellos inherentes a los sujetos, entre los cuales habita el miedo, hayan

adquirido características de simultaneidad, instantaneidad, y fecundidad en diferentes

contextos, lo que posteriormente se traduce en una sincronización de condiciones que


pueden ser utilizadas de la misma forma en distintos lugares para la manipulación de esta

emoción en la búsqueda por la generación de comportamientos específicos.

Si bien el la otredad y su relación con grupos determinados tiene su origen en las

antiguas comunidades, su comprensión en la actualidad exige de un replanteamiento,

debido a que su existencia no puede ser definida en términos de fronteras dentro de un

mundo que poco a poco se ha encargado de sobrepasarlas gracias a sus avances. Ya no es

necesario restringir la otredad a elementos plenamente físicos, es decir, un territorio, límite

o periferia, debido a que su presencia no va a tener que depender de elementos

completamente tangibles gracias al grado de flexibilidad que el paso del tiempo ha

otorgado a las que concepciones que durante tanto tiempo estuvieron arraigadas en las

personas y sus grupos.

De esta forma lo desconocido puede adquirir entonces un nivel de abstracción

superior y de hecho mucho más atemorizante debido a que ya no precisará de ausencia de

conocimiento sino a su abundancia. Esto significa que el verdadero miedo de los sujetos

girará en torno a la posibilidad de pertenecer a determinados grupos sociales sobre los

cuales ya tienen pleno conocimientos de su funcionamiento, en razón de que diariamente se

encuentran expuestos a ellos en una incesante cercanía de convivencia que si eventualmente

se diluyera, pondría en amenaza todo lo que estos han buscado significar a través del

consumo de marcas.

Desde el punto de vista social y cultural, el miedo puede formar parte del carácter de

la persona o de la organización social.


Se puede por tanto aprender a temer objetos o contextos, y también se puede aprender a no

temerlos; se relaciona de manera compleja con otros sentimientos (miedo al miedo, miedo

al amor, miedo a la muerte, miedo al ridículo) y guarda estrecha relación con los distintos

elementos de la cultura. (Sociología, 2011, p.8)

Actualmente dentro del mercado, sin importar la categoría, son múltiples los

componentes que pueden medir la calidad o superioridad de un producto y servicio. El

conjunto de procesos de extracción, la transformación de la materia prima, su utilización

con base en procedimientos y patentes para su posterior unión en un elemento, son tan solo

algunos de los elementos que conforman estos aspectos de supremacía entre marcas y por

ende de organizaciones. Lamentablemente, aunque estos pueden buscar ser atendidos como

elementos primordiales en los momentos de decisión, está puesta a consideración cómo

sólo algunas de las personas se guían bajo estos parámetros en el momento de adquirir estos

productos y servicios, puesto que es el miedo el autor de la mayoría de preferencias.

En el caso de la compra de un dispositivo electrónico, es posible que una gran

cantidad de elementos que se relacionen con su fabricación sean indispensables a la hora de

inclinarse por uno o por otro. No obstante, es irónico observar cómo a pesar de la cantidad

de esfuerzos contenidos en el intento por hacer de esto un punto de decisión no llegan a

tener la importancia o siquiera a ser consideradas. Esto se debe a que el miedo, como

emoción, ocupa un lugar privilegiado en las personas, al mismo tiempo que genera un

efecto determinante: las personas se encuentran más interesadas por evadir cierto tipo de

caracterizaciones que, con base en sus hábitos de consumo, las vincule con determinados
grupos y prácticas que por un lado no son socialmente aceptados o por otro son rechazados

por el grupo al que actualmente pertenece.

No hay duda de que “se puede considerar como el principal transmisor actual del

miedo a los medios de comunicación de masas; pero en todo caso se precisa de la

credulidad de la sociedad para que el pánico estalle” (Sociología, 2011, p.8). Por medio de

la televisión, la prensa, la radio, (incluso los medios digitales) los mensajes e intenciones de

las marcas se han procurado un espacio sobresaliente gracias al uso del discurso

publicitario y los elementos que este implica dado que su uso y frecuencia se ha encargado

por un lado crear falacias en forma de necesidades mientras que por otro de legitimar

creencias y percepciones.

Para esto según Kotler (2003) la publicidad, en lo referente al manejo del miedo,

puede valerse de funciones específicas del lenguaje, las cuales se clasifican en cuatro

grupos. El primero de ellos es el informativo o referencial, el cual propone el dar a conocer

básicamente un producto que puede ir desde un condominio que puede evitar la pertenencia

a un grupo inferior hasta un auto; el segundo es el denominado poético, caracterizado por

generar realidades por medio de la palabra, lo que puede ser ejemplificado en el caso de los

seguros, pensiones y cesantías que se valen de la inseguridad a la muerte y la vejez para

obtener grandes cantidades de capital; el tercero es la función conativa que sugiere la

acción a desarrollar como en el caso de los medicamentos contra la osteoporosis en las

muj eres de edad adulta; finalmente, la emotiva o expresiva busca una respuesta de carácter

emocional como la Unicef con la exposición de imágenes impactantes en un comercial, que

seguido de un crudo diálogo busca el apadrinamiento de niños en condiciones de

vulnerabilidad alrededor del mundo.


El manejo del miedo a la otredad, de forma explícita o implícita, trae consigo la

interpretación de los elementos que la componen de forma jerárquica, la cual puede ser

ejemplificada por la figura 1. Modelo de jerarquía del miedo planteado por los autores del

trabajo de grado. Esta involucra tres instancias estáticas que no tienen ninguna

transformación entre sí. Estas solo se presentan como un conjunto de situaciones en las

cuales los sujetos y sus grupos se desenvuelven.

La otredad es tan solo una concepción y no puede ser definida más que por las

mismas personas. Mientras que para una de ellas es imperativo alejarse de cierto grupo

existe la posibilidad que para otro este sea un anhelo. Así, esta instancia o nivel encarna el

miedo sobre el cual tiene la base el movimiento de los sujetos y su consumo de diferentes

elementos entre los cuales encontramos la marca.

La realidad es la visión actual y en tiempo real que tiene una persona sobre otros

grupos. Este nivel describe la situación que vive cada persona en el grupo que se encuentra

como también permite definir la ausencia que lo caracteriza, es decir, su definición a partir

de aquello que no posee ya sea porque lo rechaza o contrariamente lo desea.

La posteridad o deseo es la instancia que representa el deseo o anhelo de

pertenencia a un grupo por parte de un sujeto. En él se acumula el conjunto de prácticas,

comportamientos y consumo de marcas específicos que la repetición durante un tiempo se

ha encargado de legitimar. Una vez la persona logra llegar a esta instancia busca mantener

su posición siguiendo las reglas del grupo, lo cual genera que las dos etapas se vuelvan la

otredad y por tanto abunda el miedo.


Figura 1. Jerarquía del miedo. Modelo propuesto por los autores.

Esta emoción representada en la jerarquía piramidal no es una construcción

superficial o instantánea de los momentos, sino un establecimiento concreto de los temores

de las personas que, aunque pueden llegar a relacionarse con los anhelos y aspiraciones tan

solo los disfraza como un método para evitar caer en aquello que desconocen.

En estas relaciones de huida el discurso publicitario ocupa una posición estratégica.

A partir de la comunicación de sus mensajes mediante distintas narrativas, se realiza una

segmentación radical de los grupos a través del miedo, para que así las organizaciones

puedan hacer de sus marcas elementos imprescindibles que ameriten ser adquiridos con el

fin de combatir esta emoción.

“Las empresas ahora compiten por ser percibidas como organizaciones que ofrecen

continuidad, conexión y dirección” (Kotler, 2012, p.31). En un mundo de constantes

transformaciones en donde la idea de bienestar ha perdido sentido debido a multiplicidad de

modos en que ha sido expuesta, el miedo puede ser planteado como el principal punto bajo

el cual una organización puede generar consumo de sus marcas gracias a la manipulación

de la ambigüedad que ronda temas de profundizar en la vida de las personas. La idea de la


otredad que puede ser traducida en muerte, enfermedad, vejez, soledad, un grupo

socialmente rechazado objeto de críticas y repudio, manejado de una forma particular en el

discurso publicitario, puede que genere las condiciones básicas para que una organización

no únicamente llegue a tener control sobre los comportamientos y preferencias que

involucren el ámbito económico de los sujetos, sino que pueda usarse como un medio de

diferenciación.

Con el fin de hacer posible esta distinción que bien podría utilizarse como ventaja

dentro de determinada categoría de marcas que compiten por las preferencias de las

personas, es necesario aclarar que, sin importar el tipo de mercado, industria, producto o

servicio, los tipos de propuestas hechas por parte de las organizaciones pueden clasificarse

en dos grupos con respecto a la utilización del miedo.

El primero de ellos es de naturaleza de producto, es decir, un grupo en el cual la

marca y por ende el producto o servicio que acoge, gracias a sus características intrínsecas

que se asocian con el uso que brinda a las personas, permite emplear esta emoción de forma

explícita. Para la demostración de este tipo de marcas se procederá a realizar un análisis de

una campaña publicitaria realizada por condones Today en la que los reflejos de peligros

potenciales son transmitidos de forma directa a las personas, dando como resultado el

rechazo a la más mínima posibilidad de pertenecer a un grupo contrario al que se dirige la

marca.

El segundo de ellos es el conjunto de marcas sin naturaleza de producto, en donde

las organizaciones a cargo de marcas y sus productos o servicios requieren de un manejo

mucho más complejo de la comunicación, debido a que las posibles implementaciones de

sus mercancías no guardan relación directa con el miedo, lo cual demanda de una
elaboración y dirección estratégica mucho más estricta para tener un efecto esperado sobre

los consumidores. En este caso se analizará un comercial de la Unicef referente al abuso

sexual infantil, en donde se presenta uno de los manejos del miedo más certero para obtener

apoyo, seguimiento y aceptación de un mensaje que por otros términos no tendría una gran

acogida.

3.2 Naturaleza de producto: Condones Today

Durante toda la historia el miedo a las enfermedades y a la muerte ha sido una de las

constantes a la que todos los sujetos se han visto enfrentados. Estas envuelven la

posibilidad de padecimientos que de una u otra forma son inevitables. Aunque hoy en día

los avances científicos y tecnológicos han mejorado la calidad de vida de los seres

humanos, estos no han logrado eliminar de forma exitosa esta emoción, la cual se presenta

en todos los ámbitos de la vida.

Conforme la tecnología avanza, la medicina ha logrado prolongar la vida humana

haciendo las muertes cada vez más lentas, es decir, que los avances médicos han

conseguido postergar la muerte. Acompañado con esta nueva tendencia de la medicina, se

está generando un nuevo comportamiento en el ser humano, puesto que éste empieza a

generar un distanciamiento con relación a la muerte.

Según Varona (2009), la muerte de seres queridos es una de las experiencias que por

un lado provee de más significado al ser humano mientras que por otro ha convertido este

hecho en el gran tabú de la época actual. De igual manera, desde el inicio de los tiempos el
ser humano ha tratado de huir de la muerte y la ha considerado como su peor enemiga. Hoy

en día la medicina ha adoptado la misma posición con respecto al proceso más natural del

mundo: la muerte. La ironía del asunto consiste en que la disciplina que se encarga de

mantener al ser humano con vida no ha podido descubrir el modo de evitar lo inevitable, así

que los esfuerzos se han enfocado en ayudar a los seres humanos a morir en paz.

Los seres humanos han creado diversas industrias para atender la satisfacción de sus

necesidades y las relacionadas con la salud son, quizá, de las que tiene un mayor margen de

desarrollo por sus repercusiones de las percepciones individuales y colectivas, lo que

genera una perspectiva particular en el derecho y la responsabilidad que cada ciudadano

tiene respecto de su propia salud. (Jara, 2010, p.179)

Como resultado de esto, las farmacéuticas y en general todas las empresas que

ayudan a prolongar la vida humana han adoptado un papel muy importante, porque se han

convertido en parte íntegra del ser humano. La fórmula del éxito es muy sencilla. En

primer lugar, debe existir una enfermedad que amenace la seguridad de un gran número

personas; Seguidamente, la segunda variante consiste en la expansión del miedo a través de

los medios de comunicación; finalmente, la última está enfocada en la oferta de

tratamientos u objetos que solucionen, eviten o minimicen la amenaza.

Un gran ejemplo de cómo se puede usar una enfermedad o un miedo general para

generar el cumplimiento de objetivos fue la pandemia H1N1 que atacó Latinoamérica en el

año 2009.
Los medios de comunicación dieron a conocer que la gripe se podía contagiar por

contacto con otras personas, por lo cual una de las maneras para prevenir contraer la

enfermedad era el lavado de manos constante. En este punto los dueños de las empresas de

limpieza identificaron una gran oportunidad para potencializar la venta de productos que

combatieran esta amenaza como en el caso del gel antibacterial. A pesar de que ya era bien

conocida la forma más efectiva de eliminar la posibilidad de contagio a través del cuidado

higiénico de las manos, su implementación en todos los lugares acarreaba un bajo nivel de

practicidad, razón por la cual este producto en su portabilidad y practicidad encontró el

escenario perfecto para llevar a cabo una tarea de gran importancia sanitaria.

Estas oportunidades de aumentar el mercado de una marca se presentaron de manera

continua, pero está en el ingenio de una persona transformar una desventaja, como lo sería

una enfermedad, en una ventaja. Atributos como la portabilidad y la practicidad tienen que

ser estudiados y promocionados a nivel masivo. En este punto es donde la publicidad

empieza a jugar un papel importante a causa de que esta no se da como coincidencia,

la publicidad no se improvisa. Es una consecuencia de un plan de marketing. O sea, no es

algo gratuito ni imprevisto. La publicidad nace de un elaborado plan de marketing que

plantea la necesidad económica de una campaña de comunicación, sujeta a unos estrictos

objetivos comerciales. (Sociología, 2011, p.7)

En casi todas las acciones del ser humano subyace algún tipo de temor que frena y

condiciona los actos. Este hecho ha sido largamente conocido y aprovechado a través de los

tiempos por algunas personas para ejercer dominio sobre otras. Hoy en día son las empresas
y las marcas aquellas que han utilizado la respuesta natural del ser humano al miedo para

vender sus productos. En un principio cuando una amenaza se hacía presente la reacción

estaba vinculada directamente con la huida y el alejamiento instantáneo, contrariamente a

lo que en la actualidad acontece, puesto que los individuos han desarrollado una nueva

capacidad con la cual el primer instinto no es huir de la amenaza sino tomar acción antes de

que la situación que da origen al miedo tenga lugar.

Mientras que es el individuo quien se ve afectado por el miedo, las instituciones en las que

se desarrolla son las encargadas de expandir dicho miedo entre la población, para

influenciar de esta manera en las decisiones de cada persona. Gracias al miedo, los

estamentos de poder dirigen nuestro consumo, lanzándose continuos mensajes mediante la

publicidad. (Sociología, 2011, p.10)

Cuando la atención del consumidor es captada, la natural necesidad del ser humano

por sentirse seguro, acompañada por el rechazo al cambio, hacen el resto. Es aquí donde se

empiezan a categorizar productos que tienen la naturaleza para venderse a través del miedo.

La naturaleza de producto se refiere a la capacidad que tiene un producto o servicio,

y por tanto una marca, basado en sus componentes constitutivos comprendidos desde la

estrategia hasta su composición física, de definirse como apto o no apto en el manejo de

determinados elementos o emociones, en este caso el miedo, para la consecución de

determinados fines que de una u otra manera exige la integración tanto del campo

simbólico como aquel físico que lo forma.


3.2.1 El miedo como recurso creativo

Cuando se utiliza el miedo como recurso creativo en una campaña de publicidad se

debe relacionar la existencia de este mismo con la naturaleza del producto, esto implica que

se tenga en cuenta la sensibilidad que tiene un producto o servicio en su conjunto de

componentes, para adoptar el sentimiento del miedo como parte de su estructura. Es así que

productos como vacunas, medicamentos, seguros de vida han logrado ser exitosos en un

mercado muy competitivo.

Los condones son un producto pionero en el marketing del miedo, pero sufren de

una desventaja a pesar de pertenecer a la categoría de salud y autocuidado debido a su

connotación sexual, así que al trabajar con un producto como este se debe ser cuidadoso

con el juicio social. La actitud hacia un producto se forma en torno a la aceptación o

rechazo que tenga en su contexto.

Los condones son un producto sensible, debido a que están cargados por millones de

connotaciones y simbolismos de acuerdo a la cultura desde la cual sean analizados. Según

Camacho Rodríguez y Pabón Varela (2014), en Colombia existen dos tipos de percepciones

respecto a los condones. En algunas zonas del país el pensamiento es machista así que la

compra o uso del condón está relacionado con la infidelidad por parte de la mujer. Por el

contrario, en otras zonas del país donde el sexo es un tema con mayor apertura, el uso del

condón es visto como un acto de amor propio ya sea que estos sean comprados por hombres

o por mujeres.
La publicidad de condones en Colombia es desafiante, pero marcas como Today han

explorado nuevas vías para llegar al consumidor, debido a que parte de su discurso consiste

en originar miedo dentro del consumidor, el cual se relaciona directamente con la

posibilidad de ser por un lado portador de algún tipo de enfermedad de transmisión sexual o

por otro, responsable de un embarazo no deseado.

Según la marca existen ciertos comportamientos que ponen a las personas en riesgo

de sufrir estas situaciones de carácter hipotético. El primero de ellos de ellos corresponde al

inicio prematuro de la actividad sexual, lo cual involucra el posible incremento de

infecciones a causa del desconocimiento del uso del preservativo o la presión social que su

empleo puede ejercer. En segundo lugar, esto se puede relacionar con el porcentaje de

madres adolescentes, el cual

se ha incrementado en 6,7% entre 1990 y 2010, aunque se redujo en un punto porcentual en

el último quinquenio [...]. Actualmente, una de cada 5 mujeres (19,5%) de 15 a 19 años ya

es madre o está embarazada, lo cual es más acentuado entre las mujeres de zona rural

(26,7%), sin educación (55%, sin ponderar), con sólo educación primaria (46,5%) y de

menor nivel de riqueza (29,5%), que en aquellas que habitan en la zona urbana (17,3%),

tienen educación superior (10,5%) o están en el mayor nivel de riqueza (7,4%). (Gobierno

Nacional, 2013, p.19)

Otro factor determinante es el número de relaciones sexuales que una pareja puede

llegar a tener, debido a que este ha incrementado su aumento en la frecuencia. Finalmente

se encuentra la falta de uso del condón. Según la LR, la farmacéutica Pfizer y la


organización Oriéntame solo un 39% de la población entre 18 y 45 años usa el condón

como método anticonceptivo, Según la investigación realizada por el periódico Vanguardia

el

VIH [...] sigue subiendo y en el país cerca de 1% de la población ya está contagiada con el

virus. Aunque esto suele ser lo que más incite a la gente a comprar condones, según Andrés

Zapata existen cerca de 30 infecciones diferentes a las que se somete una persona cuando

tiene una relación y no usa condón. (Vanguardia, 2013, p.1)

El mercado en Colombia está dominado por cinco grandes marcas Today, Condones

Duo, Mforce, Durex y Condones Piel. Adicionalmente existen diferentes marcas pequeñas

que no representan ni el 1% del mercado. Today controla la categoría con el 50% seguido

por Durex con un 20% del mercado.

En general la publicidad de los condones en Colombia está enfocada en dos

sentidos. La primera se encuentra dirigida a la parte racional del consumidor en donde se

recurre a gráficas y porcentajes en cuanto a los elementos relacionados con la calidad del

proceso de fabricación, estándares de calidad, mejoras y demás. El segundo tipo de

publicidad pertenece a las marcas que se enfocan en mostrar, de forma dinámica, divertida

y arriesgada, los condones como herramientas que permiten disfrutar las relaciones

sexuales con seguridad.

Hasta el momento Today ha sido la única marca de condones que ha utilizado una

estrategia basada en el miedo para llegar a los consumidores. Cuando se utiliza la palabra
miedo en publicidad no se hace referencia a una imagen negativa o problemática, es decir,

una concepción perjudicial de la emoción, sino a un enfoque inclinado por la sensación de

inseguridad que solo será saciada con la compra de la marca.

Imagen Audio / Descripción escena

Voz in off: Después de tener relaciones

sexuales sin usar condón

Un joven en medio de un campo de

paintball

Voz in off: No puedes pensar en otra cosa

Un joven en medio de un campo de

paintball, en un cuadro más abierto

Voz in off: y te entendemos, porque

puede acabar mal

El joven recibe un impacto por una bola

de pintura en la careta

Voz in off: En Colombia cada hora 10

personas contraen una infección de


transmisión sexual

Levanta las manos mostrando su

rendición

Voz in off: No dejes que te pase a ti

Variedad de condones de la marca

Voz in off: Cuídate siempre con Today,

máxima calidad comprobada

Esta campaña de condones Today fue lanzada en Colombia por primera vez en el

año 2016 donde se manejaron varios comerciales con la misma temática y mensaje. En

cada una de estas piezas el personaje principal se muestra realizando una acción que, a

pesar de requerir su completo interés y atención, no cuenta con los elementos necesarios

para entrar en contexto, debido a que permanece completamente inmóvil con la mirada

perdida en el horizonte. Seguidamente un suceso (en este caso una bola de pintura) rompe

el estado de quietud, provocando la reacción inmediata del personaje principal.

El mensaje de la campaña es claro y siempre es el mismo para que exista una

coherencia en el discurso de la marca. Además, en ninguno de los comerciales de esta


campaña se presentan conclusiones, lo cual deja a criterio del consumidor la interpretación

del mensaje, puesto que hay una lógica que se puede seguir para que el individuo encuentre

la motivación que desemboque en la utilización producto.

Según España, Cerdá y Villegas (1994), cualquier campaña de publicidad debe

“segmentar bien dentro de la población [...] a quién se quiere alcanzar con el mensaje,

seleccionando uno o varios grupos cuyos integrantes tengan las mismas características,

eligiendo los segmentos que sean significativos para los aspectos que se quieren cubrir”

(p.170). Aunque la compra de condones parece responder a motivaciones o necesidades

básicas del hombre como lo son el placer y la diversión, las cifras muestran que no ha sido

efectivo.

Algunas marcas como Durex apelan a un concepto espejo que se entiende como

aquella publicidad que usa las actitudes y pensamientos de su consumidor para sus piezas.

En el caso de estos condones el consumidor puede expresar valores de responsabilidad,

compromiso, madurez y seriedad, pero al ser una campaña que se enfoca en estos valores

termina quedando encasillada en lo aspiracional. De acuerdo con los autores España, Cerdá

y Villegas (1994) “todos los [...] entrevistados valoraron negativamente la publicidad

existente [ . ] relativa al uso del preservativo, destacando su falta de creatividad, de

imaginación, su insuficiencia, o el hecho de que no llaman la atención entre los carteles

existentes” (p. 174)

Por el contrario, Today ofrece una campaña donde apela a necesidades aún más

básicas que son el temor a las enfermedades y a la muerte. Parte del éxito de la campaña

está enfocado en que la publicidad no es una ciencia,


no se atiene al rigor de ninguna ley. Se mueve en el terreno de las relaciones humanas y

sociales; es decir, en el campo de los imponderables. Es, sin embargo, una técnica con una

amplia base empírica que toma prestado conocimientos de disciplinas tales como la

economía, la psicología, la sociología, etc., pero que no se confunde con ninguna de ellas.

(Sociología, 2011, p.6)

Además de la publicidad existen otros factores fundamentales en la decisión de

compra del consumidor. Una de ellas es la percepción. A través de esta el individuo

atraviesa por un proceso en el cual selecciona e interpreta los estímulos que se le presentan,

realizando una imagen apropiada del entorno que le rodea. Los individuos son selectivos en

relación a los estímulos que reconocen, y uno de ellos es el miedo, así que una vez recibido

el mensaje estos se organizan de acuerdo con los principios psicológicos y los utilizan de

manera que sus necesidades sean cubiertas.

Sin embargo, es de suma importancia aclarar que, aunque los estímulos son

percibidos por toda la población, estos también están guiados por las necesidades

individuales de la persona que terminan siendo los que crean la realidad. La toma de

decisión sobre la compra de un producto está basada en los rasgos salientes de estos, pero

sobre todo en los estímulos que se prioricen en el mensaje. Así estos serán los cruciales

para que los consumidores depositen su confianza y atención.

Como parte de la investigación y reafirmación de la campaña de Today se realizó

una encuesta a 70 jóvenes universitarios entre los 18 y los 25 años. Aunque no es una

muestra representativa sirve para probar si la intención de la utilización del miedo en sus
comerciales ha sido efectiva o no. A continuación, se mostrarán los resultados de dicha

encuesta:

1. ¿Usted utiliza condones a la hora de tener relaciones sexuales? (Si su


respuesta es no, absténgase de responder esta encuesta).
(70 respuestas)

Por medio de la encuesta se pueden evidenciar respuestas claras, así como

ambigüedades. En un primer momento es claro que la mayoría de la muestra utiliza

condones con regularidad, pero esta respuesta es un poco extraña por dos razones. En

primer lugar, si la muestra fuera ampliada a la sociedad colombiana, podría decirse que

nadie estaría infectado con sida en virtud que la mayoría de la población utilizaría condón.

En segundo lugar, esta respuesta puede tener un sesgo debido que es bien sabido que hay

2. ¿Qué marca de condones utiliza con mayor frecuencia? (7o respuestas)

9 Today
9 Durex
• Condones Piel
O Condones M
• Dúo
• Otro
muchas personas que no utilizan condón, pero debido al miedo al escarnio público dicen

que si lo hacen.

En la segunda pregunta se puede ver evidenciado que la mayoría de los usuarios

tienen como marca preferida a los condones Today reafirmando su liderazgo en el mercado

colombiano

A partir de la tercera pregunta es cuándo se empieza a indagar sobre las razones por las

cuales las personas utilizan el condón. Liderando las opciones aparecen 2 variantes, el

miedo al contagio de una enfermedad de transmisión sexual y el miedo a un embarazo no

deseado.

En este punto, gracias a las respuestas de los individuos se puede ver por qué las campañas

utilizan estos dos temas específicamente para llegar al consumidor, debido que es su mayor

preocupación a la hora de tener relaciones sexuales sin condón.


La contradicción aparece cuando se relacionan la tercera, cuarta y quinta pregunta,

debido que la mayoría de personas cree que la publicidad de condones apela a la emoción

del miedo (67,1 %) para que estos sean vendidos. Pero cuando se les preguntó si ellos

consumían este producto por dicha razón las respuestas se encontraron divididas. Además

de esto en sus respuestas anteriores ya habían utilizado la palabra miedo para referirse a las

razones de consumo de estos.


5. ¿Es el miedo una em oción presente en el m om ento en que usted compra
condones?
(70 respuestas)

A pesar de encontrar afirmativa la acción del miedo sobre la publicidad en los

condones, cuando se les preguntó si ellos consumían este producto por dicha razón las

respuestas se encontraron divididas. Además de esto en sus respuestas anteriores ya habían

utilizado la palabra miedo para referirse a las razones de consumo de estos.

La mayoría de campañas de publicidad de condones están basadas en la divulgación

de alarmantes cifras sobre personas que contraen enfermedades de transmisión sexual y

embarazos no deseados. Aunque en un primer momento se puede pensar que es una

estrategia exitosa, en realidad no lo es: al cargar un mensaje con tantos estímulos lo único

que se logra es un bloqueo en el consumidor.

Parte de la novedad del plan de marketing de la campaña de Today es la

combinación de dos estímulos: el miedo y cercanía con la realidad. Según Solomon (2008),

la marca utiliza una estrategia llamada función de conocimiento que consiste en asegurarse

que el consumidor entienda los argumentos que se le comunican, por cuanto son de tipo
racional que utilizan las cifras, pero de tal manera que no lo haga ver externo al consumidor

sino muy cercano a su realidad.

Los condones Today son una marca emblema de un plan de marketing basado en el

miedo en un producto que tiene la naturaleza de venderse de esta manera. Por el contrario,

en el siguiente capítulo se analizará un caso donde la marca que utiliza esta estrategia no

tiene la naturaleza de producto para venderse a través ella, no obstante, además de ser un

recurso creativo se vuelve muy efectivo a la hora del contacto con el consumidor.

3.3 Marcas sin naturaleza de producto: Unicef

La Unicef (United Nations Children's Fund) es una entidad de la Organización de

las Naciones Unidas, que tiene como objetivo promover la defensa de los derechos de los

niños, suplir sus necesidades básicas y contribuir a su desarrollo. Originalmente esta

organización fue creada el 11 de diciembre de 1946, para ayudar a los incontables niños

que habían sido víctimas de los brutales actos de la segunda guerra mundial, y que en ese

momento se encontraban en un estado de desnutrición y desprotegidos por la pérdida de sus

padres.

La Unicef se rige por la Convención sobre los Derechos del Niño con el objetivo

que esos derechos se conviertan en principios que perduren en el tiempo, y que además se

convierten en códigos internacionales. Sus principales objetivos se centran en el desarrollo

infantil, la educación e igualdad, que tengan acceso a servicios sanitarios, nutrición,

educación, además de combatir el maltrato infantil.


Según Plano Querol (2014), las campañas son una herramienta imprescindible para

el buen funcionamiento de las ONG, puesto que sirven para sensibilizar, concientizar y

movilizar a la población para generar un beneficio para la organización. Además, autores

como Echevarría y Covadonga (2003), recalcan la importancia de la sensibilización en el

proceso de las campañas publicitarias, debido a que estas no se realizan con el único

objetivo de recaudar fondos, sino que lo más relevante es convocar a los individuos para

que tomen una postura con respecto a un problema determinado.

Hoy en día, la globalización y las nuevas tecnologías han propiciado el espacio para

una mayor y mejor comunicación. Las redes sociales cuentan con millones de usuarios que

cada día están expuestos a una infinidad de avisos publicitarios, entretenimiento y noticias.

Este formato se ha vuelto la nueva manera de comunicarse en lo referente a las ONG, que

ya tienen gran acogida, respuesta y retroalimentación por parte de los usuarios.

“La labor de sensibilización y concientización que realizan las ONG está ligado a

dos ámbitos: la comunicación y el marketing” (Plano Querol, 2014, p.29). Las

organizaciones no gubernamentales emplean el marketing para llegar a los individuos, pero

en general la mayoría de las campañas se da a conocer una situación específica para

provocar una reacción en el espectador.

Para que el mensaje sea efectivo, llegue, se entienda y genere una respuesta, las

ONG deben elaborar un meticuloso plan de marketing. Según la autora la propuesta del

plan de marketing que se utilizaba anteriormente estaba compuesta por 6 pasos:


1. Realizar un análisis del entorno y la situación

2. Realizar un análisis D.O.F.A

3. Realizar un análisis de la demanda

4. Seleccionar los objetivos que quieren cumplirse

5. Seleccionar el target al cual se quiere dirigir la campaña

6. Seleccionar las estrategias más pertinentes para dicho caso

El último punto del plan de marketing es el más importante. Este brinda diversas

opciones para lograr llegar al consumidor, la primera es llamada contra publicidad o

subvertising, la cual se entiende como

una crítica de la publicidad realizada mediante la alteración de los contenidos de sus

mensajes. El objetivo de esta herramienta [...] es invertir en el significado de los mensajes

comerciales. Empleando elementos propios del mensaje original (sus imágenes, su música,

su ritmo, etc.) se transforma el contenido para darle la vuelta y mostrar una realidad

totalmente diferente a la que la marca quería dar. (Plano Querol, 2014, p.38)

La estrategia de caras conocidas está basada en encontrar un famoso o personaje

público que quiera participar como la cara de una campaña de publicidad para una ONG.

Este tipo de campaña tiene ciertos problemas. En primer lugar, al ser una organización no

gubernamental y sin ánimo de lucro el contratar una figura pública puede ser muy costoso;
en segundo lugar, una cara conocida no garantiza que el mensaje sea recibido, entendido y

aceptado por el espectador.

Las ONG u organizaciones no lucrativas trabajan en contextos que rodean la

pobreza, el maltrato, la desigualdad etc. Temas como estos suelen despertar emociones y

sentimientos en las personas. Lastimosamente en algunas ocasiones estas emociones están

dormidas y es trabajo de la campaña de publicidad despertarlos de nuevo para que de esta

manera puedan contribuir con la causa. Para poder estar en contacto con el consumidor no

necesariamente hay que hacer ruido en las redes sociales o en los medios: lo más

importante es comunicar y conectar realmente con el individuo.

Anteriormente, cuando las campañas buscaban apelar a las emociones era por medio

de la utilización de imágenes y mensajes de sufrimiento, donde los personajes tenían el

papel de mártir. Hoy en día imágenes como estas suelen crear las reacciones opuestas a las

que se buscan, así que se ha tenido que utilizar otro tipo de recursos para acercarse al

espectador, a través de la creatividad. “La creatividad es un esfuerzo consciente de

descubrir la verdad. Se trata, por ejemplo, de voltear las piedras para ver que hay debajo de

ellas [...] habiendo primero imaginando que podía ocultarse allí” (Hall y Merino, 2006,

p30).

Otra de las estrategias está basada en el humor, durante algún tiempo fue común ver

campañas clásicas, aburridas y en algunas ocasiones desagradables, en las que se mostraban

personas o animales sufriendo. Hoy en día las campañas han dado un giro para dar paso a

campañas positivas que han mostrado tener mayor aceptación por parte de los espectadores.

El humor es una de las estrategias de la publicidad de las ONG, que suelen ser más eficaces

debido al recurso de la sensibilización, “de las cien mejores campañas que se han hecho en
el mundo, 99 tiene sentido del humor. Eso no significa que no sean serias” (Plano Querol,

2014, p.40).

Siguiendo con las campañas publicitarias que apelan a las emociones se encuentra la

empatí. A través de esta se busca crear reacciones en el público, es decir, se busca que el

individuo se sienta identificado con el mensaje para que así cambie su conducta y

pensamiento. Otro recurso está basado en la ironía, recurso de mayor cuidado, en tanto que

la ironía es un arte y puede ser supremamente efectiva o llevar al desastre total. Bien

empleada es una opción inteligente que contiene además un componente crítico muy fuerte.

La sorpresa es un medio importante puesto que si es exitosa va a generar reacción

por parte del público. Para poder sorprender se debe emplear una imagen, sonido, mensaje

o música que el espectador no esté esperando y que cuando aparezca sea tan impactante que

quieran compartir el contenido y además quede grabado en la mente del individuo.

La Unicef ha buscado resaltar sus campañas con las de otras ONG, debido a que

maneja como recurso las emociones, pero no las que normalmente se utilizan para apelar a

la sensibilización del espectador. Por su parte, han decidido innovar desde hace algunos

años con aviso y comerciales que utilizan el miedo, no sólo para impactar sino para

concientizar a la población de un problema en específico.

“No es novedad que la pedofilia ha proliferado en el mundo y si bien es un tema que

se habla en los noticiarios y poco en el hogar, - probablemente por miedo- resulta urgente

tratarlo en forma abierta previniendo así situaciones de riesgo para nuestros hijos”

(UNICEF y su impactante campaña contra la pedofilia, 2013, 1). Es así que en el año 2013
se lanzó un comercial llamado Sweet Trick, este tuvo su origen en Santiago de Chile y se

difundió a través de las redes sociales.

Imagen Audio Descripción escena

Canción suave y Un hombre disfrazado de

juguetona algodón de azúcar sale a caminar

por las calles de Santiago de

Chile

Canción suave y El hombre continúa caminando

juguetona mientras se presenta el nombre

de la ONG que patrocina el

comercial (UNICEF)

Canción suave y El hombre continúa caminando

juguetona mientras se presenta el nombre

del comercial (SWEET TRICK)


Canción suave y El hombre llega a un parque

juguetona donde empieza a acercarse a los

niños y a los padres.

Aparece en la pantalla un

mensaje (“Buscamos un parque

para acercarnos a los niños”)

Canción suave y Los niños y los padres se

juguetona acercan al hombre riéndose y

gozando del algodón de azúcar

gratis

Canción suave y Continúa la escena con los niños

juguetona divirtiéndose mientras aparece

en la pantalla un mensaje (“Pero

en especial a sus padres”)

La música Cuando el hombre ya no tiene

empieza a más algodón de azúcar, se

disminuir de empieza a acercar a los padres

volumen mientras les entrega una tarjeta,

mientras aparece un mensaje en

la pantalla (“para crear


conciencia sobre una cruda

realidad”)

Por un momento Cuando los padres empiezan a

hay un silencio leer la tarjeta esta dice (“Así de

abrumador fácil es para un pedófilo atraer a

un niño. Estemos alerta”)

Con el volumen En la cámara quedan expuestas

muy bajo suena las reacciones de los padres y se


J U N IO S POOUJCX jrf'so srxuM.
una música puede ver su angustia y como

suave empiezan a ser conscientes de lo

acertado del mensaje. Además,

aparece un mensaje en la

pantalla (“Juntos podemos

prevenir el abuso infantil”)

Con el volumen Al final del comercial vuelve a

muy bajo suena aparecer el nombre de la ONG

una música (UNICEF)

suave
Lo interesante de esta campaña radica en la utilización del miedo en una marca que

no tiene la naturaleza de producto para venderse a través de este recurso. La creación de

esta pieza requirió de un proceso muy complejo. Al no tener las características de

naturaleza de producto es muy importante ser cuidadoso para no crear una mala imagen de

la marca.

Esta pieza publicitaria tuvo mucha acogida por los usuarios, no por ser solamente un

mensaje claro sino fuerte y conciso y además, difundido a nivel mundial en solo pocas

horas creando una reacción en la que la gente entendió la importancia del cuidado y la

atención que deben tener los padres con sus hijos. Según Javier Rodríguez (2013), esta

campaña fue dirigida directamente a los padres “quienes con total seguridad aún estarán

pensando en el mensaje que les queda, el de la cruda y cercana realidad, el de la suavidad

del hombre de algodón de azúcar que se convierte en la más siniestra de las amenazas” (p.

1).

En un primer momento la pieza publicitaria busca que el lector reciba, comprenda e

interprete el mensaje y además qué parte del resultado sea el de despertar un interés por

saber más del tema para así poder evitarlo. “Esta pieza publicitaria de Unicef se refleja el

conjunto de relaciones que se establecen alrededor de un tema de problemática y

responsabilidad social” (Herrera Gómez, León Puin, Romero Daza & Viaña Arteta, 2012,

p 6).

La utilización del miedo como parte de la estrategia de una ONG puede parecer

extraña en un principio por el tipo de temáticas que se manejan, pero como se observó en el

primer y segundo capítulo, el tratamiento del miedo tiene una serie de respuestas biológicas

y lógica que sirven para lograr ciertos objetivos publicitarios. En un principio la pieza
publicitaria busca captar la atención del espectador para poder generar en él expectativa y

curiosidad.

Todos conocemos esa sensación al disfrutar de una película de terror en la que nos decimos

“no quiero ver más, pero deseo saber cómo acaba” y a continuación y después de tapamos

la cara de terror abrimos las palmas de las manos pegando una ojeada entre los dedos que se

abren cada vez más. (Yepes, 2013, p.1)

Este tipo de respuesta y sensaciones son las que se buscan a la hora de realizar una

campaña publicitaria, puesto que una vez que se ha captado la atención del individuo, la

sensación de temor de que su vez activa la segregación de dopamina en el cuerpo. Esta

enzima incrementa el deseo de eliminar lo que ocasiona el estrés, y este deseo es lo que

aprovechan las marcas para vender sus productos, o en este caso concientizar a las personas

y estar presentes en su mente.

Según Lindstrom (2011), el miedo es una emoción que a pesar de activar el

mecanismo de huida ha creado que los seres humanos se unan para acabar con aquello que

genera el miedo. Además, según un estudio realizado por el autor dio como resultado que

las personas que se encuentran expuestas a los mensajes que tienen un toque de miedo,

suelen pensar cuidadosamente en las respuestas que se les sugirieron para luego seguir las

recomendaciones del mensaje en un intento por neutralizar con el peligro.

Lo más interesante es que los publicistas pueden aprovechar el miedo que sienten

los sujetos al no saber qué pasará en el futuro. Por esta razón es posible que empiecen a
crear en los individuos inseguridades y miedos que ni siquiera estaban presentes o no

sabían que existían.

Cuando el miedo se combina con culpa o arrepentimiento, es más probable que la

emoción se traduzca en una acción. Debido a esto la pieza publicitaria de la Unicef causó

tanta sensación, porque de una manera muy sutil trata de culpar a los padres de lo que

podría pasarles a sus hijos.

Es evidente que el miedo ha sido un elemento que se ha utilizado a través de la

historia para generar resultados previamente diseñados. La publicidad ha sido una de las

disciplinas que ha sabido utilizar el miedo para lograr ciertos objetivos en la actualidad. Lo

curioso e interesante radica en que esta utiliza la emoción de forma tal que los espectadores

tienen una reacción diferente a la que superficialmente se esperaría, puesto que su uso

puede llegar a crear lazos con la marca y posteriores beneficios como la preferencia y por

tanto el consumo.

3.4 MTS: Modelo de Transporte Social de las Marcas.

Unicef y Today han sido tan solo algunas de las marcas que han empezado a hacer

uso de una emoción mucho más inusual que la felicidad, el amor y demás relacionadas

dentro de la misma categoría de estímulos producidos, los cuales están íntimamente

relacionados con el bienestar social y las ideas que la misma sociedad ha venido reforzando

durante años.
Quizás este panorama sea resultado de la efectividad que durante algún tiempo este

tipo de propuestas tuvo sobre los sujetos y el contexto que los envolvía, pero con su

inevitable cambio, al igual que la sociedad y por tanto las personas, estas emociones se han

puesto en tela de duda en los momentos correspondientes al alcance de objetivos y la

generación de resultados por parte de las marcas y sus empresas.

Bajo esta situación, la novedad y utilidad, características propias de un contacto

exitoso, han perdido fuerza, haciendo que la utilización de determinados métodos se vuelva

obsoleta y por tanto requiera de la incorporación de un elemento que se encargue

renovarlos.

Aunque la lista puede ser amplia por la cantidad de componentes que tendrían la

posibilidad de entrar a ser parte de este proceso relacionado con el mensaje y las narrativas

publicitarias de una marca, es importante aclarar que la restauración de este campo no gira

en torno a la inclusión sino al replanteamiento o cambio de punto de vista sobre los

elementos que actualmente tiene presencia entre las marcas y las personas.

Como se citó en Kotler (2012), según Robert McKee existen dos maneras distintas

de convencer a la gente. La primera es basando las ideas en un conjunto de hechos y cifras,

y provocando en los otros un debate intelectual. Una alternativa que él considera mucho

más eficaz, es escribir historias con fuerza en torno a esas ideas para ser responsables por el

nacimiento de emociones en los otros.

Es un hecho que las emociones no pueden dejar de ser tratadas en la publicidad

actual, puesto que la personas, ahora más que nunca, tienen la posibilidad de investigar,

instruirse y realizar elecciones lo suficientemente sólidas sobre determinadas propuestas,


productos o servicios, lo cual significaría no solo una desventaja para las marcas y sus

organizaciones sino una problemática en cuanto a qué es lo necesario para evitar que esto

ocurra.

Basados en que la información no puede tener el papel central de las piezas

publicitarias al igual que las emociones no deben seguir manteniendo el mismo enfoque, es

indispensable la integración de la creatividad que otorgue al campo de las marcas y del

discurso los insumos necesarios para volver a tener el control sobre los consumidores,

luego que según Zohar (1990) el ser humano con creatividad es quien da forma al mundo.

La idea del manejo de las emociones a conveniencia es real, práctica, novedosa y

útil, lo cual es sinónimo de creatividad. Bajo la acción de esta capacidad sobre las

emociones (entendida como el elemento responsable del cambio de vista) el mundo

adquirió formas únicas durante una gran cantidad de tiempo en relación con el consumo y

las razones por las cuales se llevaba a cabo, y seguramente la presencia éstas volverán a

suceder.

La llegada del nuevo siglo lo ha venido demostrando. La utilización del miedo como

emoción fundamental en la búsqueda por generar relación entre marcas y sujetos que

desemboquen en consumo es hoy lo suficientemente notoria como para obviarla. Este

nuevo enfoque, resultado de la acción creativa, ha demostrado cómo el bienestar o estado

de plenitud, a pesar de seguirse situando como anhelo de cualquier persona o grupo social,

ahora es alcanzado y definido al mismo tiempo por el manejo intencional del miedo en

diferentes campos.
Aunque la intención de este trabajo de grado se centra en exponer cómo el miedo

puede ser utilizado como un recurso creativo por parte de las marcas para generar consumo

específicamente a través de su comunicación publicitaria, es pertinente observar, en un

nivel mucho más específico, cómo este planteamiento tiene un alto grado de validez

sustentado en precedentes teóricos que demuestran la influencia de esta emoción en el

comportamiento del consumidor.

En el año 2014 Lea Dunn y Joandrea Hoegg realizaron una investigación llamada El

Impacto del Miedo en el Apego Emocional de Marca que involucraba cuatro diferentes

estudios en forma de experimentos. El de mayor consonancia con este planteamiento fue el

segundo, el cual consistía en presentar clips de películas relacionados con distintas

emociones a un número determinado de voluntarios. Entre estos videos se encontraban

algunos íntimamente relacionados con el miedo, emoción principal del estudio, en relación

con otras emociones a las que usualmente los esfuerzos de las marcas estaban dirigidos.

Durante la proyección de estos fragmentos de películas se introdujo una marca de

agua embotellada con gas en el estudio, esperando ver la relación que tendrían los sujetos

frente a este producto durante la experiencia guiada por el miedo. Inicialmente se tenían

dos hipótesis. En primer lugar, el manejo de emociones negativas acarrearía resultados de

apego emocional de marca negativos; en segundo lugar, existía la posibilidad de que el

manejo de esta emoción trajera consigo reacciones positivas respecto a las marcas, lo cual

fue corroborado después de la realización del experimento.

La mayoría de sujetos durante el ejercicio experimentaron un apego hacia la marca

de agua embotellada, evidenciado no solo en la manipulación de su envase durante la

proyección sino también en su consumo. Esto fue posteriormente ratificado con un ejercicio
de selección múltiple en el cual los sujetos expuestos a esta emoción debían escoger de

entre una larga lista de marcas de agua aquella con la que sintieran mejor. Para sorpresa de

las investigadoras, las personas expuestas a los fragmentos de películas de miedo tomaron

la misma marca de agua con la que se relacionaron durante la proyección mientras que los

sujetos relacionados con videos de otras emociones no lo hicieron de la misma forma.

Según Dunn & Hoegg, estudios previos ya habían demostrado cómo los efectos del

miedo en las personas generaban afiliación con otros sujetos que se encontraran a los

alrededores para así poder compartir la experiencia y lograr no estar solos. Es entonces que

mediante el experimento no solo se reafirmó esta propuesta, sino que al mismo tiempo se

determinó cómo en la ausencia de otros, los sujetos buscarán afiliación hacia otro elemento

cercano disponible como las marcas.

De esta forma se corroboró de manera apremiante la manera en que estos signos se

presentaban a los consumidores como un polo a tierra capaz de mostrar y recordar la

realidad a la que pertenecían, la cual se había visto afectada por el temor, ansiedad y

desespero causado por el miedo en determinado contexto.

Esto proporciona una comprensión más profunda del proceso por el cual los consumidores

forman relaciones con las marcas. Sugiere que la manera en que se concibe la relación de

consumidor-marca va más allá de lo metafórico; En efecto, a nivel psicológico, las marcas

pueden satisfacer las necesidades interpersonales. (Dunn y Hoegg, 2014, p.154)


Respecto a esta personificación de las marcas, algunos autores como Bowlby,

Mende, Bolton y Winnicott han mencionado que un objeto de unión no debe ser

obligatoriamente otra persona, es decir, este ente puede asumir distintas formas que van

desde las palabras hasta los mismos objetos, en caso de que las personas en el transcurso de

la situación sean inalcanzables. Otras exploraciones llevadas a cabo por Fournier

argumentan que los consumidores pueden formar relaciones con las marcas de la misma

complejidad que aquellas establecidas con otras personas.

Con base en este tipo de investigaciones se puede garantizar la congruencia de la

unión presentada entre el miedo, el consumo y la marca bajo el matiz de recurso creativo,

puesto que su desenvolvimiento adecuado en productos cuya naturaleza se presta o no para

el manejo de esta emoción negativa, puede que signifique un medio por el cual una marca,

a través de medios comunicativos de gran importancia como la publicidad y los elementos

que integra, llegue a generar mejores resultados y el cumplimiento de objetivos que

mediante el trato de emociones tradicionales era imposible alcanzar.

En una entrevista realizada el presente año a Armando Giraldo Neira, Ex Director

en Jefe de Comunicaciones y publicidad de Colsubsidio, el miedo, sin duda alguna, puede

ser utilizado para obtener fines específicos. De hecho, en asociación con la publicidad, esta

emoción puede generar puntos clave que movilicen a la acción y le otorguen al tiempo

matices completamente nuevos. Si bien el miedo es una emoción o percepción humana

natural, en sus palabras, la novedad de uso como recurso radica en la forma en que este

puede ser tomado dentro de cada estrategia y trabajo creativo para obtener por parte de los

consumidores reacciones determinadas asociada en este caso con el consumo.


El manejo del miedo por parte de las marcas debe realizarse dentro de un contexto

en el cual la situación puesta en marcha tenga algún sentido y genere a la vez una serie de

riesgos potenciales que promuevan las reacciones en las personas y los grupos en que estos

se encuentran. Si bien esta emoción establece la dinámica de preferencias, oferta y

demanda al interior de un territorio, su correcta identificación y uso, posteriormente

materializada a través de la publicidad (lenguaje común de las marcas para su exhibición),

hace posible que las personas puedan llegar a definirse por medio de la ausencia, es decir,

por aquello que no son, en razón de que las marcas le ofrecen la oportunidad de alejarse de

esta otredad.

Este campo es un dominio que no tiene una frontera específica, debido a que es

relativo para cada sujeto sin importar el grupo en que se encuentre. Mediante este concepto

se busca representar el miedo de pertenecer a un grupo, momento o estado, tanto mental

como físico, que socialmente ha sido rechazado durante una gran cantidad de tiempo por la

sociedad y progresivamente reforzado por los medios.

Desde el establecimiento de la comunidad las condiciones sociales han segmentado

a las personas en grupos específicos. Sin importar los términos bajo los cuales esto haya

sido realizado, los comunes denominadores en todas las sociedades han sido el nivel de

estudios, la capacidad adquisitiva, la ubicación de la vivienda o la vestimenta entre muchos

otros, los cuales igualmente se encuentran permeados y definidos por las marcas al igual

que cargados de un sentido de superioridad o inferioridad.

A manera de ejemplo, el nivel de estudios se obtiene de un conjunto de instituciones

que cumplen con ciertos requisitos para poder brindarlo. Pese a que uno de estos lugares

puede contar con los mismos componentes que sus homónimos, es una realidad que a partir
de elementos intangibles como el tiempo, el prestigio, el nombre y su relación con

múltiples factores que conforman la marca, uno siempre ocupará un escalafón mucho más

elevado que los otros, al igual que las personas que pertenezcan o hayan pertenecido alguna

vez a sus programas.

Aunque gran parte de la sociedad pertenece a un núcleo central de la población, su

otra parte se ha ubicado en la periferia en donde cuentan con características que los hace

diferentes en calidad de superioridad o inferioridad, y por ende representan como conjunto

la otredad a la cual unos aspiran y otros temen. Dentro de esta división el miedo juega un

papel imprescindible:

El miedo arraiga en nuestras motivaciones y objetivos, se instala en nuestras acciones y

satura nuestras rutinas diarias; si apenas necesita más estímulos del exterior, es porque las

acciones a las que da pie día tras día suministran toda la motivación, toda la justificación y

toda la energía requerida para mantenerlo con vida, y para que, incluso ramifique y

florezca. (Bauman, 2007, p.171)

Cuando esta emoción ya se encuentra arraigada en la sociedad y es fácilmente

identificada, las marcas, y por ende las organizaciones, pueden hacer uso coyuntural de esta

para generar una conexión lo suficientemente robusta que dé como resultado casi de forma

instantánea el consumo o la pertenencia hacia una causa.

En el caso de Today y Unicef el llamado al consumo de producto nunca fue directo,

puesto que se encontraba camuflado bajo la idea de llamado a la acción contra una
situación hostil provocada por el miedo. Para los condones esta acción de compra se

traduciría en la adquisición de un condón para evitar una situación hipotética en la cual un

embarazo o un ETS pondrían en riesgo la estabilidad integral de una persona. Por otro lado,

para Unicef la acción de consumo estaría representada en el apoyo a futuras donaciones o

actividades que girarán en torno a la violación sexual de menores, situación muy cercana a

muchos padres de familia cuya capacidad adquisitiva puede ser crucial para la

organización.

El consumo de marcas hace que las personas y los grupos con los cuales comparten

sus preferencias respecto a estas, puedan de forma ambivalente, realizar dos acciones. En

primera instancia ofrece perpetuar la realidad haciendo que todo se mantenga en su lugar

sin afectar la organización actual, mientras que en segunda instancia hace que algunos

aspiren a ciertos lugares fuera de la esfera a la que pertenecen, al mismo tiempo que

elimina la opción de encasillarse en una considerada como menor, puesto que esto trae

consigo un gran miedo respecto a la otredad.

En cierta medida, y si nos atenemos a la sociedad en la que nos desarrollamos, podemos

afirmar que nuestro consumo está dirigido por influencias externas y presiones sociales; por

miedo, tanto a no poseer nuevos productos que nos diferencien e identifiquen, como a ser

rechazados o discriminados por no compartir los valores que la sociedad ensalza.

(Sociología, 2011, p.1)

El esfuerzo de los sujetos por mantenerse, aspirar o evitar ciertas esferas sociales es

continuo y de por sí significa el miedo constante que atormenta a la sociedad y a su vez


representa una gran oportunidad para las organizaciones. El hecho de que el consumo

requiera de un producto o servicio, directo o indirecto, también habla de lo común de los

deseos y por ende del derecho igualitario que tienen todos por satisfacerlos.

Este permanente movimiento basado en el miedo demuestra cómo las marcas,

cuando se adquieren alejan momentáneamente a los sujetos de la periferia de lo

desconocido, entendido como tal no por el hecho de que no pueda ser apreciado por los

sentidos y carezca de información (en contemporaneidad esto es imposible gracias al

manejo de la información), sino por el contrario debido a la visibilidad con que este cuenta,

la cual amenaza la distancia con la que un grupo puede llegar a diferenciarse.

En este contexto es posible plantear la existencia de un prototipo que durante el

resto del trabajo de grado será denominado como Modelo de Transporte Social de las

Marcas o MTS, el cual fue desarrollado por los autores de este trabajo de grado. A

continuación, esta propuesta busca establecer el miedo a la otredad y lo que ella implica

como causante único del consumo de diferentes marcas que tienen como objetivo mantener,

aspirar y rechazar a ciertas esferas sociales definidas como desconocidas y uniformes.


3.4.1 Modelo de Transporte Social de las Marcas.

Desde el nacimiento, aunque todos los individuos cuentan con capacidades físicas

completamente similares, han sido las condiciones sociales las encargadas de dividirlos en

pequeños grupos que cuentan con determinadas características que inevitablemente se

encuentran relacionadas con las marcas y su respectivo consumo.

Existe un grupo mayoritario conformado por un gran número de sujetos que cuentan

con particularidades similares, es decir, con una serie de comportamientos establecidos que,

si bien pueden llegar a tener variaciones mínimas, son considerados como uniformes. Por

otro lado, dentro del MTS también hay un grupo minoritario el cual se caracteriza por tener

una determinada serie de componentes que la diferencia del grupo mayoritario. Aquí es

necesario afirmar que la relación con el grupo de mayor tamaño es relativa y ambivalente,

puesto que puede encarnar por un lado la aspiración de una gran cantidad de sujetos, cuyos

esfuerzos pueden llegar a concentrarse en entrar a este conjunto, mientras que por otro

puede significar el más tajante rechazo a cualquier posibilidad de pertenencia o relación

con éste.
Las interacciones que se dan entre estas esferas son de dos tipos y ambas se

encuentran mediadas por la marca. Por un lado, el desplazamiento puede ser un estado en el

cual muchos sujetos nacieron y buscan mantener, o una acción que estos buscan alcanzar

mediante el consumo de marca. Del otro lado se encuentra presente la atracción, una fuerza

existente de la sociedad que poco a poco busca absorber al grupo que ha logrado

diferenciarse a través del consumo si este no se aplica de forma recurrente.

Respecto a esta última fuerza y con la intención de dar una clara explicación a cada

elemento propuesto es necesario concebir a la marca, en esta instancia, como elemento

fundamental de diferenciación social basada en el miedo.

Pese a que las condiciones sociales ubican en diferentes grupos a las personas, estas

necesitan consumir constantemente marcas que busquen tres fines: mantener su posición

actual, rechazar alguna que socialmente no es útil y aspirar a una que sí lo sea. En esta

acción que contiene al mismo tiempo los dos tipos de fuerza (atracción y desplazamiento)

el miedo se hace imprescindible y omnipresente, debido que no solo representa el temor a

la otredad, sino también aquel relacionado con el fracaso y el estancamiento. Así la marca

debe ser exhibida y el miedo debe ser alejado bajo la adquisición de la primera “[...] ya que

nuestros deseos, materiales o inmateriales, están encaminados a mejorar nuestra posición a

ojos de la sociedad, lo que se traduce en inseguridad si no se logran alcanzar” (Sociología,

2011, p.1).

Vale la pena recordar que las marcas y más específicamente sus ofertas, sin importar

que sean productos o servicios, cuentan con una caducidad establecida por el simple hecho

de ser elementos materiales. Este principio en la actualidad se ha visto afectado, puesto que

el proceso de modernización de los procesos y la instantaneidad de las necesidades han


acortado significativamente la vida útil de cualquier elemento susceptible al consumo, lo

cual los ha vuelto obsoletos más rápidamente.

En este sentido, el modo de vida desarrollado tras la revolución industrial y la obtención

progresiva de bienes de consumo, lleva los objetos a acelerar su ciclo de vida a medida que

avanzan las décadas. Mientras que antiguamente los productos que duraban toda la vida

concedían prestigio, hemos acabado desarrollando un sistema donde los objetos son casi

desechables. Esta transición está sustentada en la creación de necesidades, que sostiene el

actual nivel de producción de bienes. (Sociología, 2011, p.3)

Por esta razón la diferenciación, aspiración y permanencia de los estados en los que

posiblemente algunos sujetos se encuentren y deseen, van a estar mediados por el nivel de

exhibición de las marcas que poseen ante los demás, puesto que sólo mediante su

reconocimiento y compra constante, (situación originada por la rapidez de la modernidad)

la diferenciación que genera tendrá un efecto visible.

Aun cuando el tiempo y la industrialización han traído consigo una serie de efectos

determinantes para la dinámica de consumo, su promoción no fue automática en los

diferentes escenarios. Para esto se necesitó de la presencia inamovible de los medios y el

uso constante de la publicidad. No obstante, como ya se ha explicado, las marcas enlazadas

con emociones tradicionales como el amor, al menos de que tengan un fuerte

posicionamiento y renovación constante, ya no cuentan con el mismo efecto sobre las

personas, razón por la cual, el manejo de aquellas negativas como el miedo, puede que
tengan para las organizaciones una funcionalidad exitosa como demostraron Dunn y

Hoegg.

Los medios de comunicación son el canal por el que se transmite el miedo, mientras que la

publicidad es una herramienta que provoca inseguridad y ofrece satisfacción, utilizando

como arma principal un eufemismo llamado persuasión, que no es otra cosa que inducir a

creer. (Sociología, 2011, p.10)

Estos dos elementos principales dentro de los movimientos sociales representados a

través del consumo de marca, logran esto bajo la creación de necesidades, las cuales son

realmente falacias subordinadas al miedo que tienen los sujetos de pertenecer a una otredad

que los medios durante años se han encargado de definir mediante la inconsistencia y la

falta de certezas.

El miedo actual generado por la incertidumbre, la ambigüedad y lo desconocido de

un mundo para el cual ya todo es accesible, demuestra la serie de flancos débiles de los

cuales puede sacar provecho una marca para generar un consumo que cumpla con sus

expectativas. “El miedo puede ser eficaz en contextos publicitarios persuadiendo a los

consumidores a participar en ciertas actividades con el fin de evitar resultados temerosos”

(Dunn y Hoegg, 2014, p. 152).

En esta instancia la dinámica publicitaria y mediática cambia, debido a que no

continuará funcionando de la misma manera. Cuando la marca de naturaleza o no de

producto posee una posición definida y además tiene estrictamente divididos los grupos en
Mayoritarios y Minoritarios como también las fuerzas que entre ellos se dan, es posible

hacer uso estratégico de la publicidad y los elementos que este campo implica para crear

una situación de hostilidad más no de necesidad. “Así, sólo cuando la marca está presente

durante la experiencia del miedo, deberíamos ver un aumento en la experiencia compartida

percibida y el apego emocional a la marca” (Dunn y Hoegg, 2014, p.162).

Actualmente “Vivimos en una sociedad donde se nos ofrece un sin fin de opciones,

lo que nos lleva a una insatisfacción continua, a un estado de estrés y ansiedad que

perjudica nuestra calidad de vida” (Sociología, 2011, p.6). Las marcas tienen la posibilidad

de sacar provecho de esta situación para generar más fácilmente una situación de potencial

peligro que a nivel fisiológico y social, referente a la emoción del miedo, obligue a los

consumidores a preferir su oferta de productos y servicios amparados bajo la marca.

Para la realización de este proceso se pueden valer de la publicidad como

herramienta dual. Inicialmente esta hace uso de diferentes elementos para la generación de

un contexto hipotético hostil (que mediante el lenguaje adquiere una noción de cercanía

bastante grande) para finalmente presentar el producto o servicio de la marca bajo la figura

de salvador.

Esta combinación de acciones debe llevarse a cabo con una estrategia de

continuidad por parte de las empresas para que el escenario hostil e hipotético bajo el cual

se mueve pueda tener un breve apaciguamiento en la medida en que sea controlado con el

único elemento capaz de contenerlo: la marca.

El consumo de estos signos debe ser constante, a causa de que su caducidad, de la

mano con el rápido cambio al cual actualmente se encuentran sujetos los individuos, hace
que la sensación de seguridad sea tan solo momentánea al igual que la desaparición del

miedo.

Con base en esta serie de relaciones propuestas en el MTS se plantea entonces la

serie de elementos, al igual que los puntos clave, que debe tener en cuenta una marca para

adquirir relevancia, afiliación y consumo a partir del manejo del miedo de manera

indispensable en su estrategia publicitaria, a partir de su correcta gestión puedan obtener

conexiones con los sujetos lo bastante fuertes como para que, con una repetición constante,

logren obtener efectos prometedores sobre los escenarios en los que las personas se

desenvuelven.

Teniendo como base el nivel biológico del miedo y aquel construido socialmente, es

posible inducir, mediante la manipulación, la respuesta a ciertos estímulos comunicativos

emitidos por parte de las organizaciones en nombre de sus marcas para así promover

movimientos cíclicos en los cuales, el ascenso social, su permanencia o por el contrario su

deterioro, representado a través de ese conjunto de sujetos a los cuales no se busca

pertenecer, gestionen un espacio oportuno para que las organizaciones comiencen a ejercer

de forma mucho más sistemática el manejo de las emociones para la creación de

dependencia social de su presencia representada a través de las marcas.


Conclusiones

El miedo ha estado inmerso en la vida del ser humano desde su existencia, debido a

que es intrínseco al hombre y por tanto omnipresente. Esta emoción tiene una instancia

primaria que es fisiológica, es decir, una esfera que siempre va a estar presente debido a

que ciertas partes del cerebro se encuentran predeterminadas a responder ciertos estímulos.

Este nivel primario ha sido utilizado a través del tiempo para persuadir y manipular a los

individuos en diferentes formas, lo cual puede verse expresado, en un principio, en la

manera cómo algunas civilizaciones antiguas utilizaron los mitos e historias para controlar

las relaciones entre diferentes comunidades y sus propios integrantes.

En un segundo momento la religión se convirtió en la mejor salida para un ambiente

desconocido y hostil por el que estaba atravesando la humanidad. La doctrina, guiada bajo

ciertas instituciones, se transformó en un medio de supervivencia y dominio hacia los

creyentes bajo la premisa del castigo divino. Seguidamente, la llegada de la ciencia marcó

la diferencia entre los miedos del pasado y los del futuro, que por primera vez determinó

que el hombre temía a su propio conocimiento y el posible daño del cual este era capaz.

Además de esto, los gobiernos empezaron a jugar un papel muy importante, puesto que a

través de la guerra y el terrorismo se propusieron controlar a los individuos durante el

momento preciso en que estos se encontraban en su estado más indefenso.

El último aspecto evolutivo de esta emoción se encuentra íntimamente relacionado

con el miedo fisiológico, puesto que uno de los primeros temores del hombre es aquel
relacionado con lo oculto, razón por la cual, aunque se haya dado una maduración en sus

emociones, la incertidumbre siempre estará presente en él.

Es de esta forma que los miedos modernos provienen de fuentes difusas e

incontrolables, convirtiéndolos por tanto en elementos incomprensibles cuya característica

común radicará en encontrarse siempre presente entre los individuos y la sociedad con el

fin de ser utilizado como medio de control desde diferentes entidades hasta el fin de los

tiempos.

Por otro lado, la comunicación ha jugado un papel muy importante en la

naturalización de las emociones, especialmente en aquella protagonista de este trabajo de

grado, debido que a través de ella se materializa, sin contar claro está con que el discurso y

los mensajes elevan a un nivel diferente el miedo, a causa de que lo vuelven parte integral

de la sociedad.

La presencia de esta emoción es inevitable, pero los medios de comunicación son

los encargados de darle tratamiento a ciertas noticias haciendo que la sensación de miedo

aumente o disminuya en el espectador. Del mismo modo la globalización hace parte de la

difusión de este, puesto que su estructura es nutrida por situaciones de violencia que son

trasmitidas mundialmente por los medios de comunicación.

La sensación del miedo es construida a través de narrativas mediáticas que

alimentan la inseguridad de la sociedad, haciendo de los temores fantasmas que se

propagan gracias a los múltiples canales comunicativos y sus discursos. El hombre no está

únicamente relacionado con el miedo, la comunicación también hace parte de él, lo cual
permite que estos puedan ser utilizados como herramientas para servir intereses personales

o institucionales.

Los medios de comunicación al convertirse en armas de manipulación tienen la

capacidad de controlar las ideas que las personas tienen acerca de determinados temas. El

miedo que se difunde a través de los discursos amenaza con cegar la capacidad de

discernimiento y autonomía de las personas. Gracias a esto, al darle un sentido diferente a

la utilización del miedo, es posible que este sea usado para un determinado fin

relacionándolo con el control de las ideas y actitudes de las personas.

Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar una interrupción

eficaz en el análisis racional, y finalmente al sentido crítico de los individuos. Por otra

parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente

para implantar o injertar ideas, deseos, temores, compulsiones, o inducir comportamientos

La utilización del miedo en campañas publicitarias se ha vuelto más común con el

paso del tiempo, pues con la aceptación y naturalización de las emociones, las grandes

marcas han entendido que estas son las puertas del éxito. Las emociones son mecanismos

transitorios dedicados a provocar respuestas urgentes en el organismo, que además de

aportar una interpretación de la situación experimentada, da como consecuencia un

condicionamiento en la actitud del individuo en el futuro.

Como respuesta categórica a esto los sentimientos son estados más prolongados que

nacen de la interpretación personal que se le da a una situación actual con el pasado, con el

entorno y con las expectativas del futuro. El caso del comercial de la Unicef, puede decirse

que fue un éxito entre los usuarios, a causa de que no sólo tuvo una gran acogida, sino que
fue compartido por todo el mundo en cuestión de horas. Parte de este triunfo está atribuido

a la apelación del miedo, pero también debe relacionársele con la combinación de otros

elementos tales como la creatividad.

Las reacciones emocionales se producen mucho antes que las racionales, elaborando

respuestas y acciones antes del que el cerebro racional actué y registré las acciones. Hoy en

día los consumidores han cambiado, es decir, los individuos no se dejan influenciar tan

fácilmente, haciendo que de allí nazca la necesidad de buscar recursos diferentes y

creativos que den como resultado un mejor desarrollo para la marca.

Entre más información se tenga del funcionamiento del cerebro y cómo este capta,

transforma y codifica ciertos estímulos visuales y auditivos, mejor será la utilización de las

emociones, especialmente del miedo, en la publicidad.

El miedo puede considerarse como una amenaza que lleva a la población a tomar

decisiones inducidas por el temor a perder un estatus de vida asegurado. Además de utilizar

esta sensación para llegar al consumidor se logra otro tipo de efecto: el sentimiento de

culpa, es decir, la forma en que se busca hacer creer al individuo que es totalmente culpable

por su propia desgracia. En el caso de Today, el efecto de riesgo se encuentra caracterizado

en la posibilidad de contagio. Si un individuo llegara a contraer una enfermedad de

transmisión sexual, el sentimiento de culpa sería inmediato, puesto que la situación fue

causada por su insuficiencia de esfuerzos por el autocuidado.

Es entonces que basados en todas y cada una de estas situaciones se tuvo como

objetivo proponer el miedo como un recurso que puede llegar a ser utilizado por las marcas
para generar consumo, a causa de que es su presencia el verdadero motivo por el cual los

individuos se inclinan por adquirir ciertos elementos por encima de otros.

Así, esta emoción en particular, de la mano con las relaciones sociales y la

complejidad del miedo milenario a la otredad, busca establecerse como un recurso de

carácter creativo por la novedad y utilidad que pueden brindar a los esfuerzos de una marca

en su intento por obtener una ventaja frente a otras. Para el desarrollo de esta idea los

modelos Jerarquía del miedo y MTS jugaron un rol protagónico en el empeño por tratar de

dar explicación a una situación que actualmente tiene una gran incidencia dentro de la

sociedad y los mismos individuos debido a que identifican y plantean un modo de

funcionamiento de los agentes actuales inmersos en los procesos de relacionamiento

Ahora más que en ningún otro momento de la historia el miedo se encuentra

presente en la sociedad, y uno de los objetivos de este trabajo de grado es dejar abierta la

posibilidad de que esta emoción pueda ser utilizada con intención, para poder generar

resultados en términos de consumo por parte de las marcas.

Parte de los resultados de la investigación fue el delgado punto en el que se ubica al

miedo como herramienta en la publicidad, debido que se encuentra entre lo ético y lo no

ético. La utilización de esta emoción dependerá únicamente del manejo responsable que

cada marca decida otorgarle.


Implicaciones del uso intencional del miedo en la publicidad

Para finalizar vale la pena exponer de forma superficial el posible conjunto de

implicaciones que el manejo del miedo por parte de la publicidad tendría a nivel general

dentro de un contexto que relaciona marcas y consumidores con intenciones determinadas,

puesto que solo así el entendimiento de la magnitud de su incorporación en la actualidad

sería posible.

El uso premeditado del miedo simboliza, para el campo publicitario y de medios, el

comienzo de una nueva era en la cual será verosímil la comprensión del hombre como una

variable más, susceptible a ser manipulada por medio del manejo de sus componentes más

íntimos. Es decir, en la actualidad no se puede ver al individuo como un simple

consumidor, sino que se le considera como un ser humano con todas sus implicaciones

(deseos, sueños, sentimientos y emociones). En cierta medida esta nueva consideración ha

servido para que las marcas se salgan de su comodidad e intenten vender algo más allá de

un producto.

Por otro lado, al considerar a un individuo como ser humano, las marcas empiezan a

utilizar recursos como el miedo que es un componente intrínseco e íntimo de este. De esta

manera el ser humano empieza a ser una variable más dentro de las estrategias publicitarias

a través de la utilización de sus componentes más íntimos. El miedo reduce a los individuos

a una variable, debido que deja de lado cualquier tipo de pensamiento propio respecto a lo

que una marca venda, porque al utilizar el miedo se sabe qué tipo de resultados se van a

dar.
Sumado a esto se daría un desenvolvimiento paradójico dentro de la sociedad de

naturaleza dual, en el cual existiría un lado prometedor, en cuanto al nivel de consumo que

se llegaría a generar, mientras que por otro, un lado desalentador, en la medida del poco

interés y respeto que la esfera humana tendría debido a priorización del ámbito económico

sobre el ético que socialmente durante años fue respetado.

Esto resultaría, para concluir, en la concepción futura de tensiones y grados de

incertidumbre en la sociedad que poco a poco generarían un ambiente de hostilidad que

probablemente desembocaría en conflictos entre los individuos o aún peor, en una crisis

social, en donde la publicidad, su discurso y narrativas tendrían un papel fundamental.


Anexos

Entrevista # 1

Armando Giraldo Neira

Ex Jefe de Comunicaciones y Publicidad de Colsubsidio

Periodo: 6 años.

¿Cree usted que el miedo puede ser vinculado a una campaña de publicidad

con el fin de alcanzar objetivos específicos?

El miedo si puede ser utilizado en una campaña publicitaria para obtener ciertos

fines específicos. Básicamente la publicidad busca entender la psicología humana y así

encontrar puntos claves que movilicen a una acción. Pueden existir motivaciones

específicas, pero lamentablemente tiene que haber motivaciones negativas.

En el caso del miedo, este puede ser utilizado en campañas de tipo social, cuando se

está llamando la atención sobre temas fundamentales. Dentro del rigor de la publicidad a

veces trabajamos los insight, a veces los disparadores, a veces los inhibidores.

El miedo podría inmiscuirse dentro de cualquiera de estos elementos, porque el

miedo siempre será algo que llame la atención de las personas y las haga detener en

términos de alerta me detengo, o alerta puedo seguir mi camino. Por esto es un elemento

fundamental de la publicidad.
¿Usted cree que el uso del miedo en el ámbito de la publicidad puede ser

considerado como un recurso creativo, el cual es entendido como un elemento capaz

de generar resultados a través de una forma novedosa y útil?

Si. El miedo ha sido usado en la publicidad por mucho tiempo. Digamos que no es

novedoso, porque es un sentimiento, es una emoción, una percepción humana natural. Lo

que pasa es que se ha sofisticado más el miedo.

Antes el miedo era por la naturaleza misma que te comiera, que te devorara, que te

destruyera porque no la conocías. Hoy dominamos la naturaleza, pero han nacido nuevos

medios precisamente frutos del desarrollo de la misma sociedad.

Entonces lo novedoso está en las nuevas formas como tomamos el miedo como

elemento fundamental para llevar a nuestro consumidor a una acción determinada o a una

no acción determinada que también es válida tanto en el proceso comunicativo como

publicitario.

¿Usted cree que la utilización del miedo en una campaña de publicidad por

parte de una marca puede desembocar en una acción de consumo?

Si puede generar consumo, de qué manera ya sería muy complejo de decirlo en una

respuesta como esta, ya que cada caso necesita un estudio. De hecho, la estrategia y la

creatividad ligadas a una campaña publicitaria determinan cual sería el camino más fuerte,

el camino determinante, el camino propositivo.

Entonces el miedo existe como recurso. Ya específicamente cada estrategia, cada

trabajo creativo, determinará en qué medida el miedo puede o no funcionar. Lo que si

podemos ver es que hay muchas campañas que mueven el miedo, lo mueven de una forma
velada, por ejemplo, en términos del Sida, por lo menos en términos de campañas

relacionadas con enfermedades de tipo de transmisión sexual o términos de la seguridad o

la inseguridad.

De hecho, no hace mucho tiempo hice una campaña para Cali, para marca ciudad.

Sin embargo, el eje central de la marca ciudad era, por ejemplo, convivencia ciudadana. El

hecho de las personas pelear frecuentemente por cualquier situación. La base de la campaña

fue el miedo, no tanto por la ley, porque obviamente es un elemento fundamental de todo

proceso humano de respetar las normas, sino en el miedo a perder su propia vida y dejar de

vivir por meterse en una pelea sin sentido cuando la vida vale tanto y vale la pena

continuarla. Entonces el miedo en ese caso fue fundamental para vender un tema de

convivencia social.

Entrevista # 2

Juan Manuel Burgos

Profesor de comunicación en la Pontificia Universidad Javeriana

Periodo: Más de 10 años.

¿Cree usted que el miedo puede ser vinculado a una campaña de publicidad

con el fin de alcanzar objetivos específicos?

El miedo como recurso se ha utilizado en infinidad de campañas publicitarias,

especialmente en las campañas de corte institucional con las cuales se pretende generar un
cambio comportamental en situaciones atribuidas al consumo de alcohol, tabaquismo

(cáncer) y sexo (SIDA)

¿Usted cree que el uso del miedo en el ámbito de la publicidad puede ser

considerado como un recurso creativo, el cual es entendido como un elemento capaz

de generar resultados a través de una forma novedosa y útil?

Cómo recurso creativo es tan válido como el humor, por ejemplo. En términos de su

novedad, diría que es un recurso más bien clásico que pretende generar efectos de

conciencia a partir de la estructura causa efecto que se pretende mostrar con este tipo de

campañas.

¿Usted cree que la utilización del miedo en una campaña de publicidad por

parte de una marca puede desembocar en una acción de consumo?

Depende del enfoque creativo y cómo se involucre en la historia a contar, se puede

convertir en un motivador de consumo cómo sería el caso de la reciente campaña de

Doritos referencia ruleta rusa donde sale un dorito con mucho picante y los que están

jugando se turnan a ver a quien le sale y uno de ellos se siente incapaz y se convierte en

gallina. Además de divertido, el manejo del miedo en este caso se convierte en motivador

de consumo para los amantes de la comida picante

Encuesta

Muestra 65 personas
Tipo Cerrada

Medio Internet

Temática Uso de condones

1. ¿Usted utiliza condones a la hora de tener relaciones sexuales? (Si su respuesta es

no, absténgase de responder esta encuesta).

-Si

-No

2. ¿Qué marca de condones utiliza con mayor frecuencia?

-Today

-Durex

-Condones Piel

-Condones M

-Duo

-Otro ¿Cuál?

3. ¿Por qué razón utiliza condones a la hora de tener una relación sexual? (Puede

seleccionar una o más respuestas)

-Cuidado personal
- Miedo a contraer una enfermedad de transmisión sexual

-Cuidado de la pareja

-Miedo al embarazo no deseado

-Otro ¿Cuál?

4. ¿Cree usted que la publicidad de condones apela al miedo como emoción para que

estos sean consumidos?

-Si

-No

5. ¿Es el miedo una emoción presente en el momento en que usted compra condones?

-Si

-No
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