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Taller 4.

La comunicación desde la formación hasta el acto médico

Olga Francisca Salazar Blanco1 y Margarita María Gómez Gómez.2

1
Médica, Especialista en Pediatría, Master en Educación Médica: Programa Interuniversitario de
Posgrado en Educación Médica (PIPEM), coordinado por la Universidad Autónoma de Barcelona. Grupo
de Investigación EDUSALUD. Docente Titular Facultad de Medicina Universidad de Antioquia.
olga.salazar@udea.edu.co
2
Licenciada en Educación Filosofía e Historia, Comunicadora Social – Periodista, Magister en Salud
Colectiva. Grupo de Investigación EDUSALUD. Docente Facultad de Medicina Universidad de Antioquia.
margaritam.gomez@udea.edu.co

Introducción

Cómo impactar el desarrollo de la competencia comunicativa de estudiantes y


docentes del área de la salud en la relación médico-paciente, de acuerdo con las
características propias de los currículos de las instituciones o grupos de trabajo, debe
ser objeto de discusión. El presente texto aborda tres tópicos relacionados con este
asunto: la importancia de la comunicación en la relación médico-paciente; el desarrollo
de la competencia comunicativa como posible y necesaria en las escuelas de formación
de talento humano en salud, y los factores que favorecen y dificultan el aprendizaje de
la competencia comunicativa en los estudiantes de las áreas de la salud.

Importancia de la comunicación en la relación médico-paciente

La práctica comunicativa del profesional de la salud con el paciente, elemento crucial


del acto médico y determinante en el resultado de salud, se ha modificado tanto por
ser una práctica social y por el auge de las tecnologías de la información y la
comunicación, pero también por el reconocimiento y rol del paciente, a quien hoy se
considera sujeto activo en el encuentro clínico, autónomo para tomar decisiones sobre
tratamientos y comportamientos relacionados con su salud. (1)

Que el sujeto no sea el centro de atención en el sistema de salud, sino el costo que la
atención le genera y los recursos que en la persona se invierten, y que la tecnología se
haya convertido en el fin y no en el medio, son asuntos preocupantes, pues afectan la
calidad y la calidez de la relación médico-paciente; tal vez la calidez en esta relación es
la más deteriorada, ya que está directamente relacionada con la interacción que se
establece en el encuentro asistencial. (2)
Por otra parte, hay evidencias de que la comunicación, cuando favorece la confianza
con el paciente, protege contra el burn out y contra las quejas y demandas por malas
prácticas; además beneficia la recuperación de la salud, al promover entre los
pacientes el cambio de hábitos y la aceptación y cumplimiento de terapias en
enfermedades crónicas y cáncer. (3-7)

La competencia comunicativa en la formación de los profesionales de la salud

Los avances tecnológicos de los últimos decenios no han mejorado los resultados en
salud y por el contrario va en aumento la insatisfacción de los usuarios y la morbi-
mortalidad por enfermedades crónicas. Adicionalmente, el enfoque mercantilista de
algunos sistemas de salud tampoco ha resuelto los problemas de enfermedad de la
gente y, en cambio, apoyado en ideales de la salud que promueven la juventud eterna,
se incrementa el poder de la industria farmacéutica. Estas situaciones han llevado a las
escuelas de medicina a incorporar en sus currículos la reflexión sobre las condiciones
en que debe darse la comunicación entre los agentes de salud y los pacientes.

La comunicación, entendida como interacción, debe considerase como una


competencia para la formación de los profesionales de la salud, tan importante como
la competencia clínica, específica de la profesión (8). Como tal, dicha competencia
puede enseñarse, aprenderse y evaluarse; al respecto, existen consensos para la
formación en comunicación discutidos por diferentes grupos de expertos y
comunidades académicas. Además, en los catálogos de competencias de muchas
universidades se plantean contenidos a enseñar, habilidades y actitudes a desarrollar
en los estudiantes. (9-13)

La formación en comunicación de los agentes de salud se gesta desde los primeros


semestres, donde al estudiante se le reconoce como sujeto, como ser humano con
historia, creencias, sentimientos y necesidades. Posteriormente, durante las prácticas
académicas y las rotaciones clínicas en la vivencia de la triada profesor-paciente-
estudiante (residente), se consolida la formación de esta competencia al recibir ese
mismo reconocimiento. Por lo anterior, el fortalecimiento en los estudiantes de la
competencia comunicativa debe ser transversal al proceso formativo del pre y
posgrado, amplificando el trabajo de los cursos y actividades de los primeros
semestres. (14)

Entre las estrategias existentes para la formación en la competencia comunicativa se


encuentran las videograbaciones con pacientes reales o simulados, los cineforos o
discusiones, en grupos pequeños, de películas comerciales o videoclips que incluyen el
componente reflexivo que facilita la autoevaluación y el aprendizaje de nuevos
conceptos y actitudes, con base en las experiencias de los actores en el encuentro real
o simulado o en los filmes y la evocación de experiencias propias. (15-19)

También se dispone de herramientas de evaluación de la comunicación, inmersas en la


evaluación de las competencias clínicas: el minicex, la evaluación clínica objetiva
estructurada (ECOE) y otras, que integran la evaluación de la competencia
comunicativa a la que se hace de otras competencias clínicas. Además se han diseñado
escalas de valoración de las habilidades comunicativas en el encuentro médico del
estudiante o residente, escalas que concuerdan con parámetros generales establecidos
en los consensos y según los propósitos de formación profesional. (20-23)

Factores favorecedores y amenazas de la comunicación en el acto médico

En los últimos años, en los congresos de sociedades científicas de todo el mundo, en


conferencias y talleres y en reuniones de actualización se incluyen regularmente
temáticas sobre la comunicación. También este asunto une a grupos interdisciplinarios
de educadores médicos en torno a formular proyectos de investigación y de formación
en los diferentes programas de las áreas de la salud de pregrado, posgrado y
educación posgraduada. A continuación relacionamos algunos de los factores que
pueden ayudar o entorpecer la formación de la competencia comunicativa:

El currículo oculto, que puede ser coherente o no con los principios curriculares
institucionales. Los estudiantes también aprenden de las actitudes de los docentes en
los diferentes escenarios y prácticas con pacientes y fuera de ellas, en espacios no
menos importantes para la formación como cafeterías, pasillos y el medio
extrahospitalario. (24)
La preparación de los docentes clínicos no siempre propicia procesos de enseñanza-
aprendizaje de la comunicación en los estudiantes bajo un modelo de atención
biopsicosocial que invita a considerar como fundamental la experiencia de quien se
enferma para llegar a un buen diagnóstico y tratamiento (25). En muchos casos, los
docentes se centran en los aspectos biomédicos o disciplinares. Algunos consideran
que no les corresponde enseñar comunicación; posiblemente desconocen que la
enseñan, porque ellos son modelos de aprendizaje de sus estudiantes y porque su
aprendizaje es inherente al acto médico y al acto educativo; es inherente a la conducta
humana. (8)
Otro factor es la concepción de la comunicación como algo heredado por los
estudiantes desde sus familias y las experiencias previas a su ingreso al pregrado o
posgrado. El asunto en la universidad es desarrollar esas habilidades básicas de la
comunicación que trae consigo el estudiante, para que como profesional las aplique en
el entorno sanitario, con las personas que consulten, los colegas y demás integrantes
del equipo de salud y la sociedad en general, lo que redundará en bien de la salud
propia y la de los demás. (2)

En muchas ocasiones, las prácticas académicas y profesionales ocurren dentro de un


modelo mecanicista, fragmentado y que no propicia una buena relación entre quienes
consultan y los profesionales. Este modelo, favorecido en muchos sistemas de salud,
centra su atención en aspectos técnicos por encima de los relacionales. (26)

Para terminar, referimos algunos mitos que tienen que ver con la comunicación en la
relación con el paciente: confusiones como empatía y simpatía, el tiempo como
determinante de la calidad de la interacción, o cómo detrás de un médico buen
comunicador se esconde un mal profesional desde el saber médico, como si se
excluyeran la competencia comunicativa y la técnico-científica. (27)
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