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MITCH (se frota la nuca, ya le molesta el aire frío del ventilador): - ¿Es necesario el
ventilador?
BLANCHE: -Esta noche pasa algo, pero no importa. (Al oír la música, se aparta de él
y va hacia la butaca.) No... interrogaré al testigo. Simplemente... (Se toca con aire
indeciso la frente.) ...¡fingiré que no advierto nada de distinto en usted! Esa música...,
de nuevo.
BLANCHE: -Esa melodía de la polca que tocaban cuando Allan... (Aliviada. Una
detonación lejana. La música cesa bruscamente.) ¡Eso es, el tiro! La música siempre
deja de oírse entonces. Sí, ahora ya no se oye.
(Avanza hacia la derecha.)
BLANCHE (pasando a la sala): -Veré qué puedo hallar en materia de... (Vuelve a él.)
Oh, a propósito, discúlpeme por no haberme vestido. ¡Pero, prácticamente, yo había
renunciado a usted! ¿Se le olvidó su invitación a cenar?
(Va hacia el armario, revuelve ruidosamente las botellas y saca un vaso limpio.)
MITCH (a la izquierda de la puerta del centro): -Yo no quería volver a verte nunca más.
BLANCHE: -¡Espere! ¡No oigo lo que me dice y usted es tan poco hablador, que
cuando dice algo no quiero perderme una sílaba! (Vuelve al dormitorio, se acerca a la
cama. Va detrás de la mesa. Mitch pone su pie derecho sobre la cama, cerca de la
cabecera, mirando al foro.)
¿Qué estoy buscando aquí? (Se detiene, indecisa, junto a la mesa. Alza el vaso que
ha traído del armario.) ¡Ah, sí, el licor! ¡Esta noche hemos vivido tantas emociones que
he perdido la cabeza! (Recuerda la botella que está debajo del canapé, va allí y la
saca.) ¡Aquí hay algo!
¡El Consuelo del Sur! (Parada en el vano de la puerta, de frente a Mitch.) ¿Qué será
esto, digo yo?
(Va hacia Mitch, llevando la botella y el vaso.)
BLANCHE: -Usted vio el apartamento antes de que yo viniera. Bueno, pues mírelo
ahora. Este cuarto está casi... ¡exquisito! Quiero conservarlo así.
MITCH: -¿Acaso no te vas pronto de acá?
(Se le acerca.)
BLANCHE (prueba el licor): -¡Me pregunto si habría que mezclarle algo a esta bebida!
Hum...¡es dulce, tan dulce! ¡Espantosamente dulce! ¡Pero si es un cordial, al parecer!
¡Sí, eso es, un cordial! (Mitch gruñe. Blanche le ofrece su vaso.) Temo que no le
gustará, pero pruébelo y quizá le guste.
MITCH: -Ya te dije que no quiero licor de Stan. ¡Y lo dije en serio! (Blanche va al
primer término izquierda y Mitch se le acerca un poco.) Vos no deberías tocarlo.
¡Stanley dice que estuviste tomando licor todo el verano, cómo un alcohólica!
BLANCHE (se vuelve hacia él):- ¡Qué afirmación absurda! ¡Es absurdo que él lo diga y
absurdo que usted lo repita! (Va hacia el armario y repone la botella y el vaso. Mitch la
sigue.) ¡No descenderé al nivel de tan vulgares acusaciones para contestarlas
siquiera! ¿En qué piensa? (Se le acerca un poco.) ¡Veo algo en sus ojos!
MITCH: -Creo que nunca te vi a la luz. (Se acerca al conmutador de la columna del
foro y enciende la luz de arriba.)
MITCH (persiguiéndola): -El domingo no. Vos nunca querés salir conmigo antes de las
seis, y además siempre vamos a un lugar poco iluminado.
BLANCHE: -Eso que me dice lleva alguna intención no muy clara, pero no logro
adivinarla.
MITCH (sin esperar a que Blanche concluya de hablar, la obliga a volverse hacia él): -
Lo que quiero decir, es que nunca te pude ver bien, Blanche. (La suelta y va hacia el
soporte que sostiene la pantalla de papel encima del tocador.) ¡Encendamos esta luz!
(Toma la silla del tocador y la lleva al primer término.)
BLANCHE (desde primer término, con temor): -¿Luz? ¿Qué luz? ¿Para qué?
MITCH: -¡Ésta! (Arranca la pantalla del foco y la tira al suelo delante de Blanche. Ella
se hinca de rodillas con un gritito, y quiere levantarla.
BLANCHE: -¿Por qué hizo eso?
BLANCHE (de rodillas, aún): -¡Sí, sí, magia! Trato de darle eso a la gente. Le
tergiverso las cosas. No le digo la verdad. Le digo lo que debiera ser la verdad. ¡Y si
eso es un pecado, que me condenen por él! ¡No encienda la luz!
MITCH (va hacia la luz, la enciende con seco chasquido, vuelve, obliga a Blanche a
levantarse, la hace retroceder contra el tocador, empujando su rostro hacia el
despiadado resplandor del foco descubierto. Y dice, lenta y amargamente):
-No me importa que seas menos joven de lo que yo creía. Pero todo lo demás...¡Toda
esa charla sobre tus ideales a la antigua y toda esa música celestial que me estuviste
prodigando durante el verano!, yo sabía que no tenía dieciséis años. Pero fui lo
bastante estúpido para creerte honesta.
MITCH (da un paso hacia ella): -¡No! Al principio, lo llamé embustero. Y después,
verifiqué su relato. En primer lugar, le pregunté a nuestro proveedor, que pasa por
Laurel cuando viaja. Y más tarde, hablé directamente por larga distancia con ese
comerciante.
MITCH: -Kiefaber.
MITCH (interrumpiéndola cuando dice por primera vez «fábula»): -¿No viviste vos en
un hotel llamado El Flamenco?
BLANCHE: -¿El Flamenco? ¡No! ¡Se llamaba La Tarántula! ¡Viví en un hotel llamado
Los Brazos de la Tarántula!
BLANCHE: -¡Sí, es una gran araña! Era allí donde llevaba a mis víctimas. (Pausa.) Sí,
tuve muchas intimidades con extraños. Después de la muerte de Allan... sólo podían
llenar el vacío de mi corazón, al parecer, las intimidades con extraños. (Pausa.) Creo
que era el pánico...simplemente el pánico lo que me empujaba de uno a otro,
buscando alguna protección... en los lugares más inverosímiles. Hasta la busqué, por
fin, en un niño de diecisiete años... (A Mitch.) Pero alguien le escribió al director: «¡Esa
mujer es moralmente inepta para desempeñar ese empleo!» ¿Era verdad? Supongo
que sí... inepta en cierto modo, al menos... De manera que vine aquí. No tenía adónde
ir. Estaba liquidada. ¿Sabe qué significa estar liquidada? Mi juventud había
desaparecido repentinamente como el chorro de agua de un surtidor y... lo conocí a
usted. Usted me dijo que necesitaba a alguien. Pues bien. Yo necesitaba a alguien,
también. ¡Le di las gracias a Dios por haberlo hallado, porque usted parecía tan
amable... una grieta en la roca del mundo, una grieta en la cual yo podía ocultarme!
(Blanche va hacia Mitch y lo toca. Él retrocede. Blanche va lentamente hacia la sala,
hablando al caminar, y llega hasta la mesa.) ¡Pero supongo que pedía demasiado, que
confiaba en obtener
demasiado! (Entra a la derecha del foro, se oye acercarse a la Vendedora Mexicana, y
su pregón, «Flores, para los muertos», se distingue vagamente al principio y luego con
más claridad.) Kiefaber, Stanley y Shaw ataron una vieja lata a la cola de la cometa.
MITCH (tratando torpemente de abrazarla): -Lo que estuve extrañando durante todo el
verano.
MITCH: -¡No! ¡Vos no sos lo bastante pura para llevarte a la casa de mi madre!
BLANCHE (alzando la voz); -Entonces, váyase. (Mitch la mira absorto, luego empieza
a retroceder en torno de la mesa en dirección a la puerta.) ¡Váyase de aquí, pronto,
antes de que empiece a gritar «Fuego»! (Mitch sale precipitadamente y se va por el
foro derecha. Blanche se queda parada en el umbral, gritando.) ¡Fuego! ¡Fuego!
¡Fuego!
Se apagan las luces y
TELÓN