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Lic.

en Ciencias Antropológicas

Curso: Antropología Social IV

Trabajo de curso:

“ Aproximación a la economía formal e informal con un contexto


capitalista a través de la selección de algunos trabajos etnográficos
en distintos países”

Montevideo, Noviembre de 2021

Br. Rosemarie Blanc


Br. Fiorella Difiore
“ Aproximación a la economía formal e informal con un contexto
capitalista a través de la selección de algunos trabajos etnográficos
en distintos países”

Br. Rosemarie Blanc , Br. Fiorella Difiori

Resumen del trabajo


El trabajo analiza las relaciones entre economías informales y formales así como su
vínculo con la acumulación del capital. Para ello se remitirá a los autores sugeridos en
la bibliografía del Curso de Antropología IV en relación al tema elegido: Marx, Keith
Hart, Narotsky .Así como la revisión del trabajo presentado del Dr. O'Hare en “El caso
de la recolección/ clasificación de residuos sólidos urbanos”en la usina Felipe Cardozo,
los recicladores de cartón de Argentina de Sebastián Carrizo y los estudios etnográficos
en Turquía de Demet Dinler y en Cali de Birkbeck en donde en todos los casos
encontramos trabajadores en condiciones de informalidad, que utilizan los descartes
urbanos como fuente de trabajo en vertederos.

Introducción

Los casos seleccionados, tienen cierta particularidad regional y características propias


de cada situación:

● recicladores en Turquía que se enfrentan a la privatización de la recogida y


usufructo de la basura por parte de empresas

● el “cerco sanitario” y prohibición de ingreso a los recicladores a la Usina de


Felipe Cardozo, en Montevideo.

● recicladores de cartón en Bs As que logran asociarse para obtener el


“derecho” de recogida de basura para un posterior reciclaje.

Estas singularidades no impiden que se pueda distinguir ciertos aspectos que tienen en
común como lo son:

- las áreas de trabajo en usinas y basureros

- la actividad de reciclaje

- las diversas formas que adquieren estas áreas de trabajo como una modalidad
comunitaria; ya sea en agrupaciones cooperativas, en grupos de trabajo y redes
extensas de familia o parentesco.
Para todos los casos “la basura” constituyen un bien de explotación en común, la
globalización y el aumento en la generación de residuos es un fenómeno que puede ser
contextualizado en su trayectoria histórica local: “Producidas históricamente, las
especificidades regionales y locales de las formas en que se integran las prácticas
económicas son decisivas en un proceso complejo que articula una multiplicidad de
actores sociales y disposiciones institucionales en un espacio global de
acumulación.”Narotzky (25:2020)

Las poblaciones que refieren los trabajos, son de una particularidad socioeconómica
desfavorable: extranjeros, desempleados, exconvictos, mujeres con niños a cargo,
migrantes del campo a la ciudad entre otros individuos que en términos sociales están
en desventaja para acceder al mercado formal de trabajo.

En todos los estudios trabajados podemos distinguir la presencia del estado, o


autoridades locales, que intervienen en razón de la prohibición o regulación de la
explotación de los residuos, cediendo derechos a quienes posean capitales de
industrialización, explotación u organizaciones bajo la órbita de lo formal.

I- Lo formal y lo informal

Para comenzar a desarrollar este trabajo es pertinente presentar, la distinción que se


hace entre trabajo formal e informal y para ello tomaremos la definición de Keith Hard.
Desde la disciplina antropológica, Hardy en labor etnográfica, aportó a esta definición
elementos que hasta el momento no habían sido considerados como es la distinción
entre el trabajo formal e informal. En su mayoría las definiciones eran basadas desde
escuelas económicas, en términos residuales de la actividad económica formal ó como
actividades periféricas ó estructurales externas al sistema capitalista.

A partir de la definición de Hard (1985), las informalidades comienzan a ser


interpretadas como parte activa de la economía.

Para Hart (1985) la práctica informal puede entenderse como una actividad asalariada
que representa una fuente de ingresos, variable pero redituable. La actividad informal,
no está al margen de lo formal, de un modo pasivo, sino que varía en su forma y se
constituye en lo abstracto de la narrativa formal-informal. “The empirical economy does
not exist in any empirical sense: it is a way of contrasting phenomenal with that we
imagine constitute the ortodoxe core of our economy. Providing that it is a self
construction, such an exercise is almost always beneficial. Without it wit remain
trapped in de secularied theology of a myopic elite. Economic theory proceeds be
means of abstraction; but it is a well to consider from time to time What is had left out.”
(57:1985)

La definición de lo formal y lo informal cae en ambigüedades propias de la categoría


existiendo una dificultad en generar una categoría universal. Esta categoría está más
bien centrada en la particularidad y caracterización de la informalidad para cada caso,
como refiere Narosky: “De hecho, muchas de las relaciones que estructuran la
producción y la reproducción social son sumamente ambiguas en relación con las
categorías estándares: muchos trabajadores son al mismo tiempo empleados (en el
sentido de que trabajan informalmente a cambio de salarios) y desempleados (ya que
reciben subsidios estatales)”.

Narotzky (2000) y Hart(1985),consideran que lo informal no se adscribe a un proceso al


margen de la economía, sino que es parte de la economía y tiene un valor propio en sí
mismo. No se encuentra al margen del sistema si no que es parte del sistema.

En este punto podemos colocar las narrativas y la autoadscripción, como parte del
componente de esta categorización que refuerza esta idea de una economía dividida en
dimensiones.

Para el caso de los recicladores, en los trabajos referidos, la autonomía, la


independencia, el trabajo sin “jefe”, representa un factor significativo a la hora de
ejercer esta actividad en un plano informal, quedando invisibilizada la dependencia de
las relaciones económicas que se dan en la transacción de compra- venta de materiales
reciclables.

Las relaciones de dependencia, están subordinadas a un valor de precio del mercado


“informal” (el pago de los materiales reciclables) que está sujeto al valor que están
dispuestos a pagar los intermediarios y las empresas.

Para nuestros casos referenciados, podemos pensar en la valorización de materiales de


descarte post clasificación, es decir hay un procesamiento de la materia (clasificación,
selección e incluso refacción) que da una revalorización del descarte, transformándolo
en materia prima, para el mercado formal.
En este intercambio es donde se pueden visibilizar las relaciones de poder y de
dependencia de quienes participan en la transacción propia de la economía formal.

En estos sistemas de aprovisionamiento, Narotzky (2005), y en la mercantilización de


los materiales de descarte, es que se sitúa la conflictividad en relación a la explotación y
trabajo en las canteras, vertederos ó en las calles.

En todos los casos referenciados, las luchas y las resistencias de quienes trabajan con
los descartes, es un común denominador ante la intervención del estado bajo diversos
pretextos y formas de prohibición: zonas insalubres, zonas de riesgos, actividades en
negro, privatizaciones). Estas formas de prohibición tienen el rol de impedir la actividad
en estos lugares bajo la modalidad informal.

Las zonas de explotación se convierten en territorios de enfrentamientos por bienes


preciados que poseen un valor para el capitalismo.

La idea de acumulación por desposesión de David Harvey (2004), y la globalización,


representa la acción del capitalismo en zonas donde la explotación no estaba presente
de manera intensiva, generando esto, acciones como la privatización e intervención de
lugares de pertenencia común hacia manos de privados. Los vertederos están presentes
en todo el mundo y eran una fuente de rédito económico de “libre acceso” hasta su
valorización.

El caso de los descartes, con las nuevas tecnologías de procesamiento, y la


mercantilización de estos objetos (Kopytoff ,1986), convierte los vertederos en lugares
de interés económico por parte de quienes procesan estas materias.

El interés económico, que hay tras la explotación de estos recursos a nivel industrial,
resulta ser más moderno y reciente. El reconocimiento del valor de la materialidad allí
contenida según las narrativas de quienes trabajan en estos lugares y su explotación,
es asociada al origen de los vertederos y reciclajes urbanos.

II –El “binomio de las 2 I ”: Identidades e Informalidad

En este punto de intersección podemos colocar la cuestión de clase en términos


identidarios asociados con el trabajo de los clasificadores en los vertederos, y de cómo
lo común da una adscripción que genera derechos de uso de explotación y rédito de
los materiales allí descartados. Como refiere el trabajo de O' Hare, hay una declaración
de pertenencia de los descartes a la pobreza, no sólo en términos de materialidad del
lugar de donde trabajan y con lo que trabajan , si no en el componente simbólico, de
cómo se presentan, y en relación con sus trayectorias de vida, en el pasado, el presente y
el futuro. En los otros textos trabajados también podemos extraer, referencias en
cuanto a una autopercepción de integrar un grupo social que no solo se encuentra en
desigualdad de condiciones económicas, sino que son estigmatizados, y desvalorizados
por su actividades. La descalificación y categorización (de pobres) es el componente
moralmente desacreditador de quienes trabajan con los descartes, así como el
componente de autoadscripción de quienes trabajan con descartes.

Narotzky(2000) hace referencia que, el lugar que ocupen las personas en la cadena de
producción, constituyen parte de una identidad relacionada con la posición y
posibilidades en la estructura económica. En los escenarios obsevados, sería una
posición de dependencia que se da en relación con la clasificación de los descartes. Esa
posición es situada en la precariedad de las obtenciones de las materias primas que
coloca a los protagonistas en una posición de doble desventaja. Desventaja dada por un
lado por en la cantidad de materias primas que llegan día a día y por otro la relación a la
compra de estas materias y su variabilidad en el precio limitando no solo los ingresos,
sino sus posibilidades de movilidad social.

“El modo en que las personas se enfrentan a la necesidad en contextos sociales e


históricos concretos, y cómo deben gastar su energía física e intelectual con el objetivo
de vivir, produce relaciones sociales económicas. Las circunstancias sociales y políticas
específicas, otorgan a algunas personas más control sobre su propio sustento y el de
otras, llevando así a las personas a diferentes posiciones en su intento de reproducir la
vida.” (Narotzky 235:2000).

La idea de influencia marxista del proceso histórico de las formas de producción y


reproducción social, no son una dimensión disociada de lo cultural para Narotzky, no
depende exclusivamente de la relación con los medios de producción, si no que son los
medios de producción la forma de ganarse la vida. Y la manera en que nos
relacionamos y reproducimos socialmente son factores determinantes. Esto se expresa
mediante la fusión de la materialidad con lo cultural, siendo este dos dimensiones
indivisibles pues para el Marxismo está la economía por un lado y por otro la cultura,
infraestructura, estructura, superestructura.
Las relaciones sociales de producción, son una dimensión más de la cultura por la cual
se constituyen la cuestión cultural. En este sentido Narotzky, plantea un estudio
etnográfico propio de la “historia real”, que comprenda trayectorias de cada grupo.

Para nuestros casos se pueden identificar trayectorias de desigualdades y dificultades de


acceso a la modalidad de trabajo formal, así como la elección de trabajo informal de
prácticas en redes o comunitarias generadoras de una dinámica grupal asociativa. Las
relaciones sociales emergen como una forma de organización deseable por sí mismas y
en un contexto limitado por la lógica de la productividad del destajo (factor que
promueve la asociación y la agrupación como una ventaja económica).

Deberíamos preguntarnos por esta situación en términos no solamente económicos, sino


simbólicos y estratégicos.

La actividad económica tiene la particularidad de ser ejercida grupalmente (como


trabajo en duplas, familias extensas, proyectos cooperativos) siendo estrategias no sólo
de ingresos económicos sino de supervivencia en calidad de red de recursos.
Estos grupos instauran lógicas de solidaridad, de compartir y de lo comunitario.
Narosky (2000), plantea que dentro de las economías solidarias, las relaciones de
producción son moralmente determinadas por vínculos de afectividad, parentesco y
familiares. Son recursos que regulan las actividades y promueven intereses
comunitarios así como también individuales y al igual que en el sistema capitalista
formal, establecen pautas y dan garantías en las transacciones. Siendo las mismas una
instancia de obtención de un rédito económico, material ó simbólico. Los vínculos
funcionan como un recurso.

Crítica

● Hay una cuestión moralizadora del trabajo, es decir que implícitamente, se


puede deducir que la labor de un reciclador, no es entendida en términos
tradicionales de trabajo digno. Referencias como “gateador”, “changador”,
“buitres”, refieren a la calificación del trabajo y a la realidad de sus
circunstancias (jornadas extensas, peligrosidad, vulnerabilidad y otros
elementos) que suelen distinguirse entre formal y lo no formal. Esta distinción
es utilizada por la OIT e implica legislación respecto a ciertos requisitos
mínimos para aceptar y formalizar el trabajo, seguridad social, horario,
condiciones de higiene, laudo y otros aspectos. La informalidad carece de todo
esto, no por ello deja de ser un trabajo en sí mismo. Pues en diferentes
condiciones a las de un trabajador formal, en este punto se plasma la
conflictividad que presenta la distinción entre lo moralmente aceptado y
esperado para un trabajo digno de lo que no lo es.

● Keith Hart comenta que en sus estudios se centró en la pobreza por ende no en
todas las clases sociales siendo su propia autocrítica.

● La categorización en clases sociales, tiene la complejidad de su definición, y en


cuáles son sus características propias para poder definir la clase social. La
informalidad, por su parte si bien puede estar presente en todas las clases,
también podemos pensarla como un atributo adscriptible en cuanto a aspectos
identidarios de un sector de la sociedad.

● En relación a los estudios seleccionados y expuestos para el trabajo, la cuestión


de clase social “baja” , está impregnada de referencias a la actividad
económica informal, como una característica del trabajador del reciclaje .

● Esta actividad se desarrolla en la informalidad porque para nuestras sociedades


construimos categorías de trabajo, atribuibles a ciertos sectores de la población.
Esto no escapa a la autopercepción y las construcciones identidarias, más allá de
sí teóricamente podemos pensar en una categoría u otra en relación a ciertos
empleos o lugares en las cadenas de producción (como refiere Narosky).

● La informalidad no implica pensar en términos económicos o de garantías


estatales (por oposición a trabajos formales), sino en relación al tipo de trabajo
en cuanto a componente contextual simbólico de quienes trabajan bajo estas
condiciones que consideran informales.

● Idealización y defensa del trabajo “informal” producido a una valorización de


la actividad de los recicladores en cuanto al aspecto ecológico y al impacto
ambiental que genera. Ese impacto ambiental es producido por la actividad de
reintroducir al sistema productivo materiales descartados.
● En ninguna de las etnografías presentadas, exceptuando el caso de los
recicladores de Argentina, hay una práctica con fines de acción ecológica
consciente. Todas muestran elecciones económicas o de subsistencia, por lo
tanto no sería adecuado idealizar estas prácticas como solo una práctica
económica en sí y valorable por su impacto en la naturaleza. Tampoco sería
correcto mencionar estas prácticas con fin de responsabilidad ambiental o
economías alternativas, pues sería invisibilizar el carácter económico cultural
del trabajador informal.
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