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Paolo Lugari, "un soñador indisciplinado que convierte la fantasía en realidad", dice
Gunther Pauli, pertenece por su madre, Castrillón, a la aristocracia payanesa, y por su
padre, Mariano, a la nobleza italiana. Pero Lugari no quiso reclamar su título de marqués
y dejó su país para radicarse en Colombia. "Era un ser extraordinario", dice Paolo,
"hablaba nueve idiomas, su cultura era universal pero decía que la educación formal
recortaba la creatividad. No fui al colegio. Mi padre me escogía profesores, materias,
lecturas. Para estudiar botánica, por ejemplo, llamó a su amigo Víctor Manuel Patiño,
director del Jardín Botánico de Tuluá: 'te mando a Paolo por tres meses para que lo
inspires y le produzcas excitación por la botánica; lo de menos es que le enseñes. Y por
favor, pásame la cuenta'. Y así sucesivamente. Si no fuera por él, no estaríamos hablando
de Gaviotas. No me da pena reconocerlo: fui hijo de papi, no en lo económico, pues
trabajo desde los 15 años, sino mentalmente. Tengo por mi padre una admiración que
raya en lo divino".
Hace 36 años nació Gaviotas. El lugar lo conoció Lugari en una de las excursiones anuales
que organizaba su padre para conocer a Colombia. En un Willis de la II Guerra llegaron al
sitio, colgaron sus hamacas y unas gaviotas cayeron de visita. Lugari, fascinado con el
lugar y las aves, regresó después con la idea de hacer algo productivo en armonía con la
naturaleza. "Con ayuda de un tío rico y de Mauricio Obregón, comencé por hacer un
fondo para trabajar sobre la base de tropicalizarnos. Estamos en el trópico, pero nos
hemos desarrollado con tecnologías traídas por los conquistadores y los
norteamericanos.Nuestros textos educativos son traducidos. En la franja tropical, la de
mayor productividad biológica del planeta, habita el 60% de los pobres del mundo. Quiere
decir que LA EMPRESA MUNDO está mal manejada; que la tecnología traída de otras zonas
no funciona bien en el trópico. La causa de nuestra pobreza sostenible es no comprender
el trópico, no tener ciencia y tecnología tropicales. En Colombia, con sus recursos
naturales, con su gente, sería imposible ser pobre; pero lo logramos. Lo llamo: EL
MILAGRO DE LA POBREZA. Por no entender el trópico somos el último vagón de la
locomotora. El trópico está por reinventarse. En él hubo civilizaciones avanzadas:
Teotihuacán, Tenochtitlán eran ciudades bien logradas cuando Londres era un rancherío.
Sin saber cuándo el trópico pasó a la retaguardia. Hoy América Latina es quince veces
inferior a los países del norte. Nuestra pobreza es sostenible porque somos una sociedad
'loba', sin movilidad, con gran rigidez educativa. En vez de seguir el ejemplo de Humboldt
y de Mutis, que hablaban de tropicalismo, nos limitamos a imitar tecnología foránea. Y
estamos destruyendo el capital biológico.
"Con Gaviotas le mostramos al mundo que se puede vivir bien sin destruir la naturaleza.
Sin tocar la cuenta corriente, sino aumentando el capital con intereses sostenibles. Es
algo revolucionario, sin nada que ver con izquierda ni esas pendejadas. En el siglo XVII la
base de los filósofos era la relación entre los hombres. Pero esos genios olvidaron una
pendejadita: plantear la relación del hombre con la naturaleza. Ahora puedo demostrar,
en base a un contexto, que es posible vivir en el trópico, en el sitio más difícil, en
armonía productiva con la naturaleza. Gaviotas es toda una escuela donde los que van a
trabajar tienen que desaprender, pues llegan aprendidos en técnicas de otros países, no
del trópico. Hablando con un matemático italiano y un profesor japonés, ¿por qué
Colombia y Japón son como son?, encontramos que un colombiano se lleva por delante a
un japonés, pero tres colombianos juntos son un desastre: hay competencia, malicia,
desconfianza, cuando la confianza es fundamental para el desarrollo. Desde que me
conozco peleamos como náufragos en la mitad del mar. No tenemos sustentabilidad
mental positiva. Nuestro problema es temperamental, no de falta de recursos. La gran
tragedia del trópico es que donde es imposible ser pobres, somos pobres. No se entiende
que países con tanta vitalidad, estén tan vaciados".
¿Qué propone?
Debemos ser capaces de crear una agricultura que aproveche más la energía solar -mayor
en el trópico que en el resto del planeta, cruzando plantas, con una arquitectura de
hojas adecuadas para captar el sol-. Debemos dedicarnos a enriquecer el suelo. Hacer
agricultura tropical, no trasladada de países de cuatro estaciones, sin tener en cuenta
nuestras potencialidades. Es trabajo de varias generaciones. Por eso somos vagón y no
locomotora. América Latina no ha hecho la revolución de lo tropical porque su problema
es cultural. Estos países deben tropicalizar el cerebro.
Diría que sí, aunque en un mundo con mil millones de habitantes es difícil decir que algo
es de uno. En Gaviotas todo es cultural. Allá uno es un código de barras; por protagónica
que sea la familia, nadie es nadie. Cuando América Latina se independizó era diez veces
más desarrollada que USA; en carreteras, comercio, universidades, hospitales. Años
después, todo cambió. Lo atribuyo a que cuando USA se independiza, Franklin, Jefferson,
Adams, todos librepensadores, avalaron innovación y creatividad. La gente creía que
podía crear. Nosotros, en cambio, nos creemos incapaces de crear; recién
independizados nos deslumbró la fantasía europea y todo lo imitamos. Nuestra ciencia no
fue, ni está tropicalizada. Lo curioso es que en el trópico, donde hay mayor
productividad primaria biológica, está la mayor pobreza a nivel mundial.
No creo porque las asesorías y las misiones educativas no vienen de medios tropicales. El
Inderena mandaba ingenieros forestales a estudiar bosques en Austria en vez de Brasil.
Yo digo que hay crisis mundial en educación superior. No es posible que el mundo, visto
como empresa planetaria, genere 60 por ciento de pobreza. Bien decía San Juan: "La
pobreza os acompañará siempre". En el mundo no se enseña cómo aprovechar en cada
región el entorno, haciéndolo productivo, sin destruirlo. En Gaviotas, las dificultades se
compensan con creatividad y entusiasmo. Hacen falta 40 km de carretera; en vez de
quejarnos, modificamos unos camiones para esa trocha. Manejamos los problemas con
creatividad y cero quejas. Alan Weisman, autor de Gaviotas, una aldea para reinventar el
mundo, dice: "Si en las condiciones más dificiles Gaviotas demostró que se puede
apropiar del entorno y crear una comunidad próspera y equitativa, con mayor razón
puede hacerse en el resto del mundo".
¿Pero producir vegetales para mover carros no encarece el alimento del hombre?
En Europa no haría nada, porque donde siembran desplazan el alimento. Pero aquí hay 6
millones de hectáreas en el Vichada y 30 más en el resto de Colombia que no producen
alimentos y sirven para palma africana. En esto no puede generalizarse. En el mundo hay
espacios para producir biocombustible sin desplazar alimentos. Si no hubiera tierra, lo
lógico sería que los suelos tropicales de los Llanos estuvieran cubiertos de bosques para
su protección y no de cultivos rastreros.
Debemos reconocer que este Gobierno ha dado tanto apoyo al biocombustible que no
tiene parangón en América Latina. Lo más importante es que obliga a revegetalizar la
Tierra y, de ñapa, sale un combustible. Es un cambio porque el gran problema de
Colombia es que no ha tenido la capacidad de cambiar sin estresarse. En Gaviotas, el
cambio es tan cotidiano que no se percibe. Lo dijo Heráclito: "Lo único permanente es el
cambio".
Personajes que han estado en Gaviotas han comentado: "Maravillosa experiencia para
resaltar creatividad y dignidad", Felipe González; "Un ejemplo de sustentabilidad",
Aurelio Peccey, fundador del Club de Roma; "Es el sitio donde se piensa tropicalmente",
Richard E. Schultz, director del museo botánico de Harvard; y Gabo: "Lugari, el inventor
del mundo".