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La
tecnocreativa
Curso de EL vestuario dentro de La escena
Profesor: Guillermo Espinosa
-Entre los cambios coyunturales, se producirá un abandono sistemático de los tejidos opulentos, impulsado también por la revolución. El algodón, la lana y sus derivados impulsarán este cambio, tejidos más asequibles al alcance de todos. En Francia, el abandono de la seda crea serios
problemas financieros: la Fábrica de Lyon es el gran proveedor de Europa, lo que motivará leyes napoleónicas obligando a los franceses a llevarla. Es el único país que la utilizará profusamente en sus trajes de etiqueta, para hombres y mujeres.
-Hacia 1800 surgirá, de la mano de Georges Bryan “Beau” Brummel, amigo personal del príncipe y futuro rey de Inglaterra George IV, la figura del dandy: un hombre que cuida en extremo su apariencia, y dosifica ciertos rasgos de extravagancia en el vestir. Beau Brummel se
convirtió en una figura icónica en vida, una celebridad, y en el árbitro de la moda de 1800 a 1825, inspirando a otros como el poeta Lord Byron o a el Conde D´Orsay. El dandismo, desde entonces, sufrirá idas y venidas recurrentes a lo largo del siglo, con figuras notables como Oscar
Wilde hacia su final.
-En líneas generales, el estilo Imperio francés y el Regencia (o Georgiano) británico mantienen obvios paralelismos, y se imponen globalmente en toda Europa. Este estilo, que no se abandonará hasta la llegada de la sensibilidad romántica, hacia finales de la década de 1830, sufrirá
pequeñas variaciones en cada década, siendo sus líneas generales:
La moda masculina
-Se compone de cuatro tres prendas esenciales, herederas del traje de chaqueta francés:
• -La camisa: generalmente larga, la prenda de exterior comienza a ser visible solo en el cuello, que se anuda con lazos voluminosos o lleva chorreras. A veces el cuello es falso, formado por un pañuelo cruzado entremetido por la camisa.
• -El chaleco: pieza finalmente incorporada: es generalmente de dos tipos: abierto a corte central, o cruzado con doble botonadura. Durante la primera década del siglo suele llevarse abierto, de forma informal o voluntariamente algo desarreglada.
• -La casaca, o chaqueta: tienda a convertirse en una levita o frac, de talle corto y con las puntas retiradas hacia atrás. A partir de la segunda década, se ciñe más y el corte en el bajo varía de alturas con regularidad, aunque nunca cae de la cintura.
• -El pantalón: se ajusta al cuerpo y carece de adornos. Generalmente se lleva a la rodilla, con medias de liga, aunque también puede caer hasta la mitad de la espinilla. Se pone de moda el pantalón “a la húsar”, con botonadura lateral al bajo y cordón, que se lleva con botas de
montar de caña alta.
-Se impone, durante la década de los años 20, el traje de montar (levita, pantalón ceñido y metido en bota de caña) como un traje urbanita.
-Se generaliza el uso del redingote, de origen militar: una chaqueta más larga y no alevitada, de corte recto y frontal, que se utiliza como abrigo. Es una prenda también surgida de la montería, generalmente con un vuelo atrás por medio de un corte vertical desde la cintura, y un cuello
vuelto y solapa. Puede estar abierto en línea, o ser también cruzado en doble botonadura.
La moda femenina
-Durante las dos primeras décadas del siglo, la mujer se libera de armazones, y de las copiosas capas de ropa interior, pasando a no llevar prácticamente ninguna a parte de la camisola.
-Se impone el vestido camisero, también denominado “a la romana” o “regencia” o “imperio”. Es un vestido de telas vaporosas (tafetán, algodón calado, gasas) ceñido debajo del pecho, generalmente por una cinta de tela o pequeño cinturón, aunque también con un ribete del
propio corte del vestido, y con caída natural desde ahí. Se le puede añadir tela dejando una caída larga a la espalda, a modo de pequeña cola. Es un vestido generalmente con una leve manga, que o cubre el hombro con un abullonado, o lo deja ver, colocando el abullonado en la zona
superior del brazo, hasta el codo. También hay versiones invernales que añaden una manga ceñida desde el codo al puño. La visión de los brazos impulsa el uso de guantes largos, al codo.
-El zapato femenino se aplana, e incluso se llevan las sandalias cruzadas (a la romana) aunque mayormente se llevan escarpines de muy leve tacón o botines.
-Desaparece el exceso de los tocados: el pelo se recoge en trenzas, y se prepara para llevar cintas o tiaras, de forma similar. Se introducen las cofias de visera y moño, que se atan en la barbilla.
-Una prenda decisoria esta época, para completar el look y como ropa de salir, es el chal de cachemira (que luego se hará en otros materiales) traído por Napoleón. Al principio muy costoso y elaborado, lo llevan solo las burguesas, pero hacia 1830 ya es una prenda habitual que se
utilizará hasta el último tercio del siglo.
Las mujeres también incorporarán a su vestuario el redingote, con caída al muslo o la rodilla, generalmente estrechado a la cintura y con caída a partir de ella, con cuello y puños vueltos y solapa. Puede ser de corte central o de doble abotonadura, o de abotonadura por jarretas
militares. Surge una nueva prenda, también de abrigo: el carrick, una chaqueta larga en los mismos términos del redingote, aunque generalmente de cierre lateral o de doble botonadura, pero que lleva una capelina desde el cuello, cubriendo los hombros hasta el codo. El carrick
femenino se llevará con un cinturón bajo el pecho, para entallarlo a la cintura. También será prenda masculina, lógicamente sin entallar, e irá evolucionando a lo largo del siglo en el tamaño de sus mangas (amplias y abiertas para los trabajadores, como los cocheros; estrechas para
caballeros) y la profusión de levitas.
-A partir de 1815, las mujeres incorporan la ropa de montería masculina, que se convierte en una moda duradera. En Francia a este look se le llamará “Amazona” y estará compuesto de:
• -Bolero, o chaquetilla corta por debajo del pecho, manga fruncida al hombro (manga gigot) y lisa al puño.
• -Falda sobre el vestido, generalmente a juego con el bolero. Esta falda lleva generalmente abullonado interior por capas a la espalda, para darle volumen a modo de un falso polisón.
• -Sombrero de montería, de copa alta y ala estrecha, adornado con cinta y pluma.
• -Redingote, o un abrigo a la húsar, largo que cubre hasta la falda, como prenda adicional para el frío.
@Copyright Guillermo Espinosa
El estilo Imperio y/o Regencia: La moda del Neoclacicismo
Vestido de calle en tafetán de seda, Redingote ligero en Conjunto masculino (1815) y Bolero y falda (1815) Traje de montar, hacia 1815
hacia 1803. Nótese el bolso algodón, al estilo húsar
“ridículo” a juego con forma de piña (hacia 1815) Transición al romanticismo: Amazona
@Copyright Guillermo Espinosa
tropical Figura 2
La moda del romanticismo
Instituto de Indumentaria
de Kioto. Extraído del
libro “Historia de la
Moda: siglos XVIII-XX”.
© Taschen 2003
Crinolina
acampanada de
dimensiones
románticas. Con
el paso del
tiempo, su
tamaño se acortó:
esta es
exagerada, para
Diferentes tipos una serie de
de corsé: largo a fotografías
la cadera, de satíricas hacia
busto y medio. 1860
Figura 3
@Copyright Guillermo Espinosa
La moda del romanticismo
-Hacia 1830, una nueva sensibilidad, que pone de relevancia la emotividad frente a la razón, y que busca cierta tempestuosidad nostálgica y pasional, recorrerá toda Europa, de la mano del arte y la literatura. En su idealización del la mujer ideal, el romanticismo alentará otro periodo
de inmovilidad de la mujer: volverán paulatinamente las estructuras, de la mano de la crinolina y el polisón, y el corsé.
-Para los caballeros, sin embargo, la variación del vestuario es mucho menos notable, y tenderá a un aspecto más informal, voluntariamente descuidado -al modo neurótico y sensible. La moda romántica se impondrá en más o menos los mismos términos por toda Europa.
La moda femenina
-Se generaliza el uso de las bragas, pantaloncitos calados; y comienzan a aparecer sujetadores a modos de bustier, con copas, pero no es lo habitual
-Se recupera el corsé: la mujer vuelve a entallar la figura. Estos primeros corsés son de tela, con varillas verticales de ballena, que se atan y estrechan con fuerza a la espalda. Se crean para elevar también el seno. Irán mejorándose a lo largo del siglo, con el objetivo de mejorar también
el escote y el busto. Se usa directamente sobre la piel, o sobre una camisilla sin mangas o de manga corta o larga.
-Se impone el uso de la crinolina: enagua corrida con varillas en círculo. La crinolina de esta época no busca un efecto cónico, sino de cúpula o campana, y tiene varias medidas: hasta el muslo, la rodilla o el tobillo.
-El vestido estrecho a la cintura y con falda en campana o cúpula, cuyo tamaño se irá ampliando a medida que avanza el siglo, se impone como vestimenta de la mujer. El vestido de día es de algodón, raso, tafetán o lana ligera, y generalmente mas recto y menos acampanado; el de
noche es de raso o seda, y de volumen más excesivo. Se prefieren los colores listos o los leves estampados geométricos (rayas, a los estampados abigarrados o florales (que también se dan), y generalmente el vestido se adorna con tiras de encaje, vueltas o fruncidos, tanto en el
cuerpo como en mangas o al bajo. El vestido deja ver la clavícula, escote y el cuello. Hasta mediados de siglo no se cerrará a lo alto, que será la dominante de la segunda mitad. Las mangas son variables: van desde una manga sencilla y lisa por debajo del hombro, a modo de asilla, a
una manga abullonada y más voluminosa (manga beret), que puede alargarse tras entallarse al puño.
-Generalmente el cuerpo del vestido acaba en V, y de ahí sale la falda. Tanto en escote como en la cintura, puede llevar sobrecapas del mismo tejido y final calado. Hacia 1850 este vestido se divide en dos piezas, llevando el cuerpo aparte. Será cuando el cuerpo comience a cerrarse sin
escote.
-El bolero y la chaquetilla siguen vistiéndose, pero van cayendo en desuso. Por la amplitud cada vez mayor de las faldas, las mujeres terminan por adoptar el chal, el manto, la capelina abierta o la capa con capucha como prenda para salir al exterior.
-El zapato habitual femenino es una evolución del escarpín: se redondea o achata la punta, cubre todo el pie a media altura, con poco empeine, y suele ir forrado de tafetán bordado. De leve tacón, incorpora hebilla o piedra o adorno al frente.
-Aunque las prendas masculinas serán siendo más o menos las mismas (chaqueta de levita, camisa, chaleco y pantalón) surgen algunas novedades.
-El pantalón se ensancha levemente, dejando caída abierta al bajo o yendo pinzado con asa bajo el pie, y comienza a llevarse al tobillo. Se va abandonando el calzón a la rodilla con medias.
-La levita se ensancha de hombros, y se abre de forma redondeada, para ceñirse a la cintura: se fomenta una silueta masculina en forma de reloj de arena, complementada por el ensanchamiento del pantalón. La levita comienza a llevar solapas más excesivas y sobresalientes.
-Se impone el pañuelo de cuello, o en su defecto el lazo anudado que dará lugar posteriormente a la corbata.
-El chaleco pasa definitivamente a ser la única prenda masculina que acepta decoración, que irá perdiendo a medida que avanza el siglo.
-Se seguirá usando el redingote o el carrick como abrigo común. Y se incorpora el abrigo saco: más holgado, y que cae al muslo.
-El zapato de empeine cubierto, abotonado o de cordones, el botín y la bota de caña alta se establecen como el calzado habitual.
-El sombrero de copa alta se convertirá a partir de este momento en el elemento fundamental del caballero con clase. Por esta época se inventa el bombín, que es atributo de la clase trabajadora.
-Algunos poetas como Byron o Shelley incorporan un estilo considerado en su momento extravagante: dejan ver el cuello de la camisa, a ambos lados, sin pañuelo; o viste chaquetillas saco, sin el bajo de la levita, o se permiten llevar orientalismos (chaquetas a lo húsar, de inspiración
militar u orientalizante).
Diferentes
tipos de
polisón
1860-70 1890-1900
Figura 10 @Copyright Guillermo Espinosa
La moda victoriana
Corsé con enaguas, Charles Frederick Worth: vestido de calle Bulloz: conjunto de calle hacia 1910 Vestido de calle, hacia 1903
hacia 1900 hacia 1895. Ya se prefigura la forma en S y las
grandes mangas de la moda eduardiana.
Imágenes extraídas del del libro “Historia de la Moda: siglos XVIII-XX”.
Instituto de Indumentaria de Kioto. © Taschen 2003
Figura 12
@Copyright Guillermo Espinosa
La moda eduardiana
Con la llegada al poder de Eduardo VII (1900-1910) comienza otro periodo estético conocido como época eduardiana. Es conocido como un periodo de relajación moral y estética, en sintonía con la
mentalidad del nuevo monarca, conocido por sus affaires y sus deseos de disfrutar del lujo, y de algunos logros en la liberación de la mujer Sus modos y maneras perdurarán hasta el comienzo de la I
Guerra Mundial en 1914.
En este periodo hay un elemento contextual importantísimo: el fin de la Pequeña Glaciación se ha producido hace escasos 50 años, y el constante alza de las temperaturas van a motivar una inusitada
vida exterior: es el momento en que la gente está disfrutando los grandes parques, creados en las ciudades sobre todo en los años previos. Se potencia el ocio al aire libre, y el ejercicio físico comienza
a ser recomendado por los médicos y aceptado socialmente para todas las clases y para las mujeres.
Otro elemento coyuntural es producto de la industrialización: la producción de textiles compuestos, de ropa en general, se mecaniza: surgen las tallas generales, la ropa producida en masa y los
primeros grandes almacenes del textil. Esto fomentó una primera democratización de la moda: permitiendo que más gente tuviera más variedad de atuendos en su guardarropa. También surgen las
primeras revistas de moda, o de patronaje práctico, permitiendo a las modistas reproducir atuendos que no podían comprar.
Esto hará que las clases sociales de la alta burguesía y la aristocracia busquen la manera de distinguirse: surgen las primeras Casas de Modas, a cargo de modistos que terminan por convertirse en
personalidades. En esta época, sigue vigente la casa Worth y otras como Redfern & Sons, y se suman las parisinas: Jacques Doucet, Paul Poiret, Jeanne Paquin, Louise Chéruit o Georges Doeuillet.
-Uno de los elementos distintivos de esta época es que la moda se sigue adaptando a cada ocasión: del traje de casa, el de salir y el de noche surgen otros derivados; el traje para el ejercicio, el traje
de baño, el traje para el pic-nic, el traje para el té... la moda se diversifica por rangos horarios y por actividades.
-La silueta se internacionaliza. Es importante el fenómeno de la “Gibson Girl”: un producto comercial, creado por el ilustrador publicitario Charles Dana Gibson. La “Gibson Girl” representa el código de
vestuario de la “señorita elegante” a ojos del “caballero elegante”: una silueta en S marcada, gracias al corsé, con el busto elevado y falda en caída vertical hasta los pies, y una gran melena o gran
sombrero dramático. Será el prototipo de la moda eduardiana y de la Belle Epoque.
La moda femenina
1) La ropa interior (Figura 12)
-En la moda interior, el corsé sigue siendo de uso común. No será hasta la llegada de la guerra que se abandone el uso de ballenas para estilizar la figura.
-Desaparecen crinolinas, miriñaques y polisones: incluso el bullicio, una pequeña almohada de tela trasera, para levantar la falda, se abandona ya en la primera década del siglo XX. Con la nueva
exigencia del ejercicio físico o de una vida en el exterior, la mujer recupera la movilidad de su cuerpo.
-Surgen las enaguas pantalón, como una forma de aligerar el volumen de la ropa y permitir confort y facilidad de movimientos. La enagua llega a asumir consigo el corsé, creando una nueva prenda
interior completa y enteriza, antecedente del “body” y otras prendas posteriores.
-A finales de esta etapa surgirá también los primeros sujetadores como tales, patentado en 1914 por Marie Phelps Jacobs en Nuea York. Serán una prenda decisiva a partir de los años 20.
-También se impone el uso de medias, generalmente de seda, pero también de algodón o lana. Como no hay elásticos, se impone el uso de un liguero -a veces, forma parte del corsé, otras va exento-
un pequeño cinto en tela o piel, con hebilla o botonado, del que cuelgan pequeñas pinzas para agarrar las medias y mantenerlas lisas y erguidas.
2) La ropa para el exterior (Figura 12, 13)
-Hay un cambio de silueta total. Se vuelve a una linealidad y verticalidad de la figura, estrechando las faldas en el día a día, pero la silueta se establece en S, apretada en la cintura y con el busto
prominente.
-La ropa de día suele cubrir hasta el cuello. Los vestidos de noche llevan escotes más generosos, de cuellos indistintamente redondos o cuadrados.
-Se impone la ropa hecha a medida en las clases altas (desde 180) que también se populariza en las medias desde 1900.
-La falda y el vestido se ajustan a la cadera y bajan en caída lineal hasta los pies, con algo de amplitud al bajo, creando una forma de trompeta o lirio. Se está pre-formulando una nueva figura lineal
que tomará cuerpo en los años veinte.
@Copyright Guillermo Espinosa
• -En los primeros años del siglo XX, es popular poner encaje y dobladillos al bajo de la falda.
La moda eduardiana
-La falda y el vestido se ajustan a la cadera y bajan en caída lineal hasta los pies, con algo de amplitud al bajo, creando una forma de trompeta o lirio. Se está pre-formulando una nueva figura lineal
que tomará cuerpo en los años veinte.En los primeros años del siglo XX, es popular poner encaje y dobladillos al bajo de la falda.
-Paul Poiret inventará la falda de tubo (totalmente ceñida a la cadera y las piernas, casi a los tobillos, también conocida como falda “de pequeño paso”) hacia 1908.
-Se abandona la anilina, y se recupera la suntuosidad de los tejidos originales: seda, satén, damascos, gasas. Los tejidos se vuelven más ligeros, con menos peso, más móviles y se aprecian las caídas. Se
abandona definitivamente
-Proliferan los bordados y calados de calidad, pero se usan de forma más contenida: generalmente para adornar la parte superior (cuello, escote, hombros y mangas) de vestido y las blusas.
-Las mangas eduardianas van a ser objeto de numerosas variaciones en función de la moda anual: comienzan los cambios rápidos de tendencias en esta época:
• Las tempranas se ajustaban bien en la parte superior del brazo, se llenaban hacia el extremo inferior y se reunían en un puño ajustado.
• Sin embargo, las más populares, entre 1900-1910 son las mangas “pierna de cordero” o “ajamonada”: abullonada y elevada en el hombro, se estrechan al codo y llegan ceñidas al antebrazo hasta
a la muñeca.
• A partir de 1910 se lleva la manga kimono: abierta, suelta y cómoda.
-Comienzan a aparecer los primeros conjuntos de dos piezas modernos: compuestos por falda o vestido y chaquetilla. Bajo ellos, en el caso de utilizar falda, se visten blusas o blusones con amplias
chorreras y encajes, también adornos de pedrería o abolorios, a juego con la falda.
-En la diversidad de prendas para cada hora del día, surgen los vestidos de té, para el interior y la tarde, con profusión de encajes. Hacia 1913 el diseñador francés Georges Doeuillet inventará el
vestido de cóctel, versión más sofisticada y al modo continental, que se terminará imponiendo.
-Aparecen ropas específicas -más sueltas- para el ejercicio físico (montar en bicicleta, el tenis, el golf, la equitación- y también los primeros trajes de baño: conjuntos que eliminan la falda a favor del
pantalón corto, a imagen de las nuevas enaguas. Es, digamos, el proto-origen de la “ropa sport” que se popularizará tras la II Guerra Mundial.
-Las amplias túnicas bordadas y a veces translúcidas se pusieron de moda hacia 1912, al igual que el estilo directorio (ropa de inspiración neoclásica: imperio, regencia), con la cintura bajo el busto,
acentuando la figura.
-La sombrilla o parasol, profusamente decorada de encaje, y luego también con formas orientales al modo de paraguas chino o japonés, se convierte en un complemente indispensable para la mujer
en exterior.
-La moda eduardiana es conocida por sus sombreros dramáticamente grandes. Los sombreros se adornaban profusamente, de manera habitual con plumas de aves exóticas, de los trópicos. Cuando la
Sociedad Audubon informó al público de la terrible amenaza para la población de aves tropicales (desaparecieron muchas especies) y el declive de las aves zancudas debido a la gran demanda de
plumas, las mujeres respondieron de forma rápida: dejaron de consumirlas y el comercio masivo de plumas cesó en pocos años.
-Estos sombreros requerían peinados que pudieran sostenerlos. El más popular era un copete completo, con el cabello recogido en moños. Se considera elegante el uso de flores, y sobre todo peines,
alfileres y horquillas decorativas, en carey, marfil o hueso, repujadas y/o con pedrerías.
Conjunto de
Modelos de Paul Poiret con sus diseños.
bombachos y
Fotografía de Henri Le Manuel para
chaqueta con
L´Illustration. París, julio de 1910.
faldón para Jacques Doucet: vestido de noche Charles Frederick Worth:
mujer, hacia de 1903 vestido de noche hacia 1900
1897. Es un Imágenes extraídas del del libro “Historia de la Moda: siglos XVIII-XX”.
traje para Instituto de Indumentaria de Kioto. © Taschen 2003
montar en Figura 13
bicicleta
@Copyright Guillermo Espinosa
La moda eduardiana