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Ya en el año 1400 a.C., en el Ayur Veda de la antigua India se describe una condición
que podría corresponder a la actual esquizofrenia y para la que recomendaba meditación
y técnicas de encantamiento para su tratamiento.
Pero hasta pasada la edad Antigua, donde no ocurre nada sobresaliente en el campo de
la esquizofrenalogía, no volveremos a encontrarnos una posible referencia que nos haga
sospechar de una mención al término del que se habla. Es a partir de la Ilustración,
donde se ponen en auge los progresos en el campo de la psiquiatría y hay una nueva
preocupación por los aspectos éticos de la medicina, por lo que la idea de que las
alteraciones mentales se deben a posesiones demoníacas, como se consideraba en
épocas antiguas, desapareció. Es en este momento cuando las alteraciones mentales
pasaron a ser enfermedades.
En estos nuevos tiempos podemos destacar a Philippe Pinel (1755-1826); sin embargo
la psiquiatría moderna, tal y como la conocemos, nació en Alemania a finales del s.
XIX, con, entre otros autores, Kraëpelim y Bleuler.
En 1870 Hecker, utiliza el término hebefrenia, para distinguir un cuadro clínico que
empieza en la adolescencia, y donde hay una perturbación mental que lleva al deterioro
del sujeto.
En 1900, aparece la obra de Freud La interpretación de los sueños, donde se sientan las
bases de la terapia psicoanalítica; y se da un empujón al concepto de esquizofrenia.
Otro autor que siguió matizando el término de esquizofrenia fue Langfeldt (1939) que
distingue entre proceso esquizofrénico (inicio temprano, desorganización mental y
deterioro) de reacción esquizofrénica (cuadro menos severo, mejor ajuste social y
laboral y capaz de remitir; o bien parcial, o bien totalmente; por lo que no siempre
conlleva un deterioro progresivo).
Tipo paranoide.
Tipo desorganizado.
Tipo catatónico.
Tipo indiferenciado.
Tipo residual.
Evolución
El inicio de la patología puede ser brusco e insidioso, pero en la mayoría de los sujetos
existe una fase de inicio lento y gradual donde se desarrollan diversos signos y
síntomas; por ejemplo, se suele comenzar por un aislamiento social, deterioro de la
higiene y del aseo,…
En dicha fase los familiares no saben lo que le está pasando al paciente pero suelen
pensar que el sujeto está pasando una etapa difícil en su vida; pero, en un momento
dado, cuando se empieza a manifestar algún síntoma de la fase activa es cuando se
califica el trastorno como una incipiente esquizofrenia. La edad de comienzo de la
enfermedad tiene un significado importante para el pronóstico; los sujetos con un inicio
más temprano suelen ser hombres y tienen una peor adaptación premórbida, más bajo
nivel de estudios, más signos y síntomas negativos, o por lo menos más sobresalientes,
una mayor evidencia de deterioro cognoscitivo evaluado neuropsicológicamente y peor
evolución. En contraposición, los sujetos que desarrollan más tardíamente la
enfermedad, que suelen ser las mujeres, muestran menor evidencia de anormalidades
estructurales cerebrales o deterioro cognoscitivo y una mejor evolución.
Los estudios realizados acerca del tema, sugieren que la evolución de la esquizofrenia es
variable, con episodios bruscos y remisión de algunos enfermos, mientras que otros
permanecen crónicamente enfermos. Normalmente la remisión de este trastorno es
bastante infrecuente; mientras que en los sujetos que no remite, algunos poseen un
cuadro relativamente estable, mientras que otros muestran un empeoramiento
progresivo que se asocia a su vez a una grave incapacidad.
Normalmente los síntomas negativos suelen presentarse ya desde el principio de la
enfermedad, mientras que los síntomas positivos aparecen después. Debido a que los
síntomas positivos son sensibles al tratamiento, los síntomas negativos son los que
suelen persistir.
Diagnóstico diferencial
Suelen existir dificultades, sobre todo en las primeras etapas del curso del trastorno,
pudiendo establecerse el diagnóstico de trastorno psicótico no especificado, si no hay
información suficiente para discernir entre esquizofrenia y otro trastorno psicótico.
Aunque tengan síntomas o signos en común, como por ejemplo, alteraciones del
lenguaje, de la afectividad,…; los trastornos generalizados del desarrollo y la
esquizofrenia pueden distinguirse en otros muchos marcadores. Así, por ejemplo, los
trastornos generalizados del desarrollo se detectan durante la niñez normalmente a los 3
años), mientras que en la esquizofrenia, es raro un inicio tan temprano. Ocurre también,
que en los trastornos generalizados del desarrollo hay una ausencia de ideas delirantes y
alucinaciones. En algunas ocasiones, la esquizofrenia se presenta en sujetos con un
trastorno generalizado del desarrollo, pero sólo se le puede dar diagnóstico (en estos
casos) de esquizofrenia si ha habido ideas delirantes o alucinaciones importantes
durante al menos 1 mes.
La esquizofrenia que tiene su inicio en la infancia debe saber distinguirse de los cuadros
infantiles que combinan el lenguaje desorganizado y el comportamiento desorganizado.
Trastornos esquizofreniforme
Características diagnósticas
Las características esenciales de este trastorno son idénticas a las de la esquizofrenia
(criterio A) excepto en dos diferencias: la duración total de la enfermedad es de mínimo
de 1 mes, y máximo de 6 meses (criterio B); y por otra parte, no se requiere que exista
deterioro de la actividad social y laboral, aunque puede haberlo. Para diagnosticar el
trastorno esquizofreniforme se puede hacer de dos maneras, por una parte, se
diagnostica el trastorno cuando el episodio ha durado entre 1 y 6 meses, y el sujeto está
recuperado; y por otra parte, se le aplica dicho diagnóstico sin que hayan transcurridos
los 6 meses, pero en este caso, el diagnóstico debe calificarse de provisional, ya que aún
no se sabe si el paciente se recuperará dentro de esos 6 meses establecidos, por lo que si
la alteración persiste, deberá cambiarse el diagnóstico por el de esquizofrenia.
Hay datos que sugieren que hay tasas más altas del trastorno esquizofreniforme que de
la propia esquizofrenia, debido se constata que en los países en vías de desarrolla
recuperación de los trastornos psicóticos tiende a ser más rápida. Por lo demás, se
pueden aplicar los datos vistos ya en el apartado de esquizofrenia.
Prevalencia
Hay datos que apoyan la idea de que existen variaciones de incidencia en los distintos
ámbitos socioculturales, por ejemplo, en EEUU y en otros países desarrollados, la
incidencia, es, según estudios, 5 veces más baja que la de la esquizofrenia. Sin embargo
en los países en vías de desarrollo, la incidencia es más elevada, llegando a igualar a la
de la esquizofrenia.
Evolución
Hay poca información acerca del curso de esta patología. Se piensa que
aproximadamente, un tercio de los sujetos que la padecen se curan en esos 6 meses,
recibiendo el diagnóstico final de trastorno esquizofreniforme. Los otros dos tercios
restantes superan los seis meses de duración del trastorno y evolucionan hacia la
esquizofrenia o hacia el trastorno esquizoafectivo.
Diagnóstico diferencial
Debido a que los criterios de diagnóstico de esquizofrenia y este trastorno son iguales,
excepto en el tiempo de duración, el diagnóstico diferencial es aplicable a ambos. De tal
forma que recomendamos mirar el apartado de diagnóstico diferencial en esquizofrenia.
Trastorno esquizofreniforme
Características diagnósticas
Para cumplir los criterios del trastorno esquizoafectivo, las características esenciales se
deben presentar durante un solo periodo continuo de enfermedad, es decir, el sujeto
debe de seguir presentando síntomas activos o residuales de la psicosis.
La fase de la enfermedad se caracteriza por cumplir los criterios tanto de la fase activa
de la esquizofrenia, como del episodio depresivo mayor, episodio maníaco o bien
episodio mixto. La duración del episodio depresivo mayor debe ser de, al menos, 2
semanas, mientras que la duración de los episodios maníaco o mixto debe de ser, como
mínimo, de 1 semana. La duración de los síntomas psicóticos de la esquizofrenia debe
tener una duración, de por lo menos, 1 mes; de lo que se extrae, que la duración mínima
del episodio esquizoafectivo debe ser, como mínimo de 1 mes.
Según el criterio C de esta patología, los síntomas afectivos deben estar presentes
durante una parte sustancial de la enfermedad, si estos síntomas sólo aparecen en un
periodo relativamente corto de tiempo, no se diagnosticará de trastorno esquizoafectivo,
sino de esquizofrenia; de tal forma que el clínico debe tener mucho cuidado a la hora de
valorar el tiempo en el que están presentes los síntomas.
Subtipos
Asociados a este trastorno puede haber una pobre actividad laboral, un retraimiento
social, dificultades para el cuidado de sí mismo y un riesgo alto de suicidio. Es
frecuente en este trastorno la anosognosia, pero quizá de una manera menos acusada que
en el trastorno esquizofrénico. Estos sujetos suelen presentar trastornos relacionados
con el alcohol y otras sustancias. Algunas investigaciones constatan que este trastorno
puede ir precedido por un trastorno esquizoide, esquizotípico, límite o paranoide de la
personalidad.
El trastorno esquizoafectivo, del tipo bipolar, suele ser más frecuente en adultos
jóvenes; mientras que el trastorno esquizoafectivo de tipo depresivo, aparece con más
frecuencia con adultos mayores.
Prevalencia
Hay una carencia de estudios a este respecto, sin embargo, los primeros datos que
tenemos, parecen constatar que el trastorno esquizoafectivo es menos frecuente que la
esquizofrenia.
Evolución
Diagnóstico diferencial
Trastorno delirante
Características diagnósticas
Subtipos
Puede haber varios subtipos dependiendo del tema delirante que predomine:
Tipo celotípico: el tema central de esta idea delirante es que la pareja tiene un
amante o es infiel. Esta idea se apoya sobre inferencias erróneas apoyadas en pequeñas
pruebas, como por ejemplo, manchas en las sábanas. El sujeto con esta idea intenta
intervenir en la fidelidad imaginada, como por ejemplo, investigando al amante o
agrediendo a la pareja.
Tipo persecutorio: este subtipo se refiere a la creencia del sujeto de que está siendo
perseguido, engañado, espiado, envenenado, drogado, u obstruido en la consecución de
sus metas a largo plazo. Normalmente, el núcleo de la idea es alguna injusticia que debe
ser remediada mediante alguna acción legal y la persona puede enzarzarse en repetidos
intentos para obtener alguna satisfacción legal. Estos sujetos, son, a menudo, irritables y
pueden reaccionar contra los que creen que les están haciendo daño.
Para evaluar la presencia de este trastorno se deben tener en cuenta la cultura y las
creencias religiosas del sujeto. Además el contenido de las ideas delirantes puede
cambiar en las diferentes culturas y subculturas. No suele haber diferencias genéticas
importantes en la frecuencia total del trastorno delirante, pero, por ejemplo, el trastorno
delirante celotípico es más frecuente en hombres que en mujeres; sin embargo, no
parece que haya diferencias importantes.
Prevalencia
Este trastorno es, relativamente raro, en el marco clínico, y, los diversos estudios
realizados nos sugieren que el trastorno explica el 1-2% de los ingresos en los hospitales
psiquiátricos. Se carece de información precisa acerca de la prevalencia de este
trastorno, aunque la estimación más alta es de 0.03%, debido al inicio tardío de esta
enfermedad, el riesgo de morbilidad suele estar entre 0.05 y 0.1%
Curso
Patrón familiar
Existen datos que nos indican que el trastorno paranoide y por evitación de la
personalidad pueden ser más frecuentes entre los familiares biológicos de primer grado
de los sujetos con trastorno delirante.
Diagnóstico diferencial
Este diagnóstico sólo se establece cuando la idea delirante no se debe a los efectos
fisiológicos de alguna sustancia o enfermedad médica. Un delirium, una demencia o un
trastorno psicótico debido a una enfermedad pueden presentarse con síntomas que
sugieren un trastorno delirante. Un trastorno psicótico inducido por sustancias también
puede ser idéntico al trastorno delirante, pero puede diferenciarse por la relación
cronológica del consumo de la sustancia.
La distinción entre el trastorno del estado del ánimo con sintomatología psicótica y del
trastorno delirante consiste en la relación temporal entre la alteración afectiva y las
ideas delirantes y en la gravedad de los síntomas afectivos. Los síntomas depresivos son
frecuentes en el trastorno delirante, pero dichos síntomas son leves y remiten en tanto
que persistan los síntomas delirantes. El trastorno delirante, solo se diagnostica si la
duración total de los episodios afectivos sigue siendo breve, en relación con la duración
total de la alteración delirante. Si los síntomas que cumplen los criterios para un
episodio afectivo están presentes durante una parte sustancial de la alteración delirante,
entonces el diagnóstico apropiado es trastorno psicótico no especificado, acompañado
por el de trastorno depresivo no especificado o el de trastorno bipolar no especificado.
Los síntomas del trastorno psicótico compartido pueden parecerse a los que se observan
en el trastorno delirante, sin embargo, su duración y el curso son distintos. En el
psicótico compartido, las ideas delirantes aparecen en el contexto de una relación muy
estrecha con otra persona, y se atenúan o desaparecen cuando el sujeto con el trastorno
psicótico compartido es separado del sujeto con el trastorno psicótico primario. El
trastorno psicótico breve se diferencia del trastorno delirante ya que los síntomas se
delirantes duran menos de 1 mes.
Características diagnósticas
La principal característica del trastorno psicótico breve es una alteración que implica el
inicio súbito, de cómo mínimo, uno de los siguientes síntomas positivos: ideas
delirantes, alucinaciones, lenguaje desorganizado o comportamiento catatónico o
gravemente desorganizado (criterio A). Esta alteración, dura, por lo menos, 1 día; pero
debe durar menos de 1 mes, para luego el sujeto acabar recuperando por completo el
nivel de funcionamiento previo (criterio B). esta alteración no puede ser atribuible a un
trastorno del estado del ánimo con síntomas psicóticos, a un trastorno esquizoafectivo o
a una esquizofrenia, y por supuesto, no puede ser atribuido a los efectos directos de
ninguna sustancia o enfermedad médica (criterio C).
Es importante hacer la distinción entre los síntomas del trastorno psicótico breve de los
distintos patrones de respuesta culturalmente admitidos.
Prevalencia
Evolución
La edad de inicio de este trastorno se suele situar alrededor de los 30 años, sin embargo,
este trastorno puede aparecer en la adolescencia hasta la edad adulta. Este trastorno
exige la remisión de los síntomas y el retorno al nivel premórbido de actividad, en un
plazo de 1 mes. En algunos sujetos, la duración de los síntomas es muy breve, alrededor
de unos pocos días.
Patrón familiar
Algunos de los datos que existen, apuntan a que este trastorno puede estar relacionado
con los trastornos del estado del ánimo, mientras que otros datos apuntan lo contrario.
Diagnóstico diferencial
Hay una gran variedad de enfermedades que cursan con síntomas psicóticos de corta
duración. Se debe diagnosticar trastorno psicótico debido a enfermedad médica o un
delirium, cuando existen datos de que las ideas delirantes o las alucinaciones son efecto
directo de una enfermedad médica subyacente. El trastorno psicótico inducido por
sustancias, el delirium inducido por sustancias y la intoxicación por sustancias se
distinguen de este trastorno por el hecho de que es una sustancia la que se considera
etiológicamente relacionada con los síntomas psicóticos.
La CIE-10 propone un sistema algo complicado para diagnosticar este trastorno, debido
a que hay distintos diagnósticos según el tipo de síntomas y el curso que siguen. Ocurre,
además, que la máxima duración de estos episodios psicóticos breves varía en función
del tipo de síntomas, es decir, 1 mes para los síntomas parecidos a los de la
esquizofrenia y 3 meses para los síntomas predominantemente delirantes.
Características diagnósticas
Aunque lo más común es que este trastorno se dé entre dos personas, puede ocurrir que
este trastorno se presente en un número mayor de individuos. Es raro que los sujetos
que padecen este trastorno busquen ayuda profesional.
Aparte de las creencias delirantes, es raro, que en este trastorno se den otros aspectos
raros o inhabituales del comportamiento. El deterioro sufrido por el psicótico
compartido es menor que el psicótico primario.
Prevalencia
Evolución
Parece que la edad de inicio de este trastorno es muy variable, aunque no hay datos
sistemáticos sobre esto. Si no se interviene, este trastorno llega a ser crónico.
Normalmente con la separación del caso primario, el psicótico compartido junto con su
ideación delirante va desapareciendo.
Diagnóstico diferencial
Este trastorno solo se diagnostica cuando dichas ideas delirantes no son debidas a los
efectos de ninguna sustancia o enfermedad médica. El diagnóstico diferencial no suele
ser un problema debido a que la estrecha relación con el caso primario y la similitud en
sus ideas es algo característico en este trastorno.
En algunos casos raros, puede ocurrir que un sujeto aparezca con lo que parece ser un
trastorno psicótico compartido, pero las ideas delirantes no desaparecen cuando el sujeto
es separado del caso primario. En este caso probablemente sea adecuado diagnosticar
otro trastorno psicótico.
Características diagnósticas
Las alucinaciones y las ideas delirantes debidas a los efectos directos de alguna
enfermedad médica son la característica esencial de este trastorno (criterio A). En las
pruebas administradas o bien en el historial clínico deben existir pruebas de que dichos
síntomas psicóticos son causa directa de la enfermedad (criterio B). La alteración
psicótica no se explica mejor por la presencia de otro trastorno mental (criterio C). No
se establece este diagnóstico si la alteración aparece exclusivamente en el curso de un
delirium (criterio D).
Las alucinaciones que aparezcan pueden ser de cualquier modalidad sensorial, pero
también hay que decir que ciertos factores etiológicos desencadenen fenómenos
alucinógenos específicos. Las alucinaciones pueden ser simples o amorfas, o muy
complejas y organizadas, dependiendo siempre de la causa, las condiciones ambientales,
la naturaleza y la localización de la lesión.
Para conceder este diagnóstico, el clínico tiene primero que constatar la presencia de la
enfermedad y en segundo lugar debe encontrar la relación entre dicha enfermedad y el
trastorno psicótico. Para establecer el diagnóstico, el clínico puede ayudarse, por
ejemplo, en la asociación temporal entre el inicio, la exacerbación o la remisión de la
enfermedad médica y el trastorno psicótico.
Son muchas las enfermedades médicas que pueden causar algún tipo de trastorno
psicótico. Entre ellas destacamos, las enfermedades neurológicas, las enfermedades
endocrinas, las enfermedades metabólicas, alteraciones del equilibrio hidroelectrolítico,
enfermedades hepáticas o renales y trastornos autoinmunes con afectación del sistema
nervioso central. Entre las enfermedades neurológicas, las que más se asocian a ideas
delirantes son las que afectan a estructuras subcorticales o del lóbulo temporal.
Prevalencia
Las tasas de prevalencia son difíciles de estimar debido a que hay una amplia variedad
de etiologías médicas, sin embargo la investigación indica que este síndrome se haya
infradiagnosticado en los centros médicos. Los síntomas psicóticos pueden aparecer
hasta en un 20% de los individuos que padecen trastornos endocrinos; y hasta un 40%
de los sujetos que presentan epilepsia del lóbulo temporal.
Curso
Diagnóstico diferencial
Las ideas delirantes y las alucinaciones son habituales en el delirium, sin embargo, no se
realiza el diagnóstico independiente de trastorno psicótico debido a enfermedad médica
si la alteración aparece sólo durante el curso del delirium. Se puede establecer el
diagnóstico de demencia si los síntomas psicóticos son consecuencia de la propia
demencia. En el caso de que las ideas delirantes aparezcan en una demencia vascular, no
se realiza el diagnóstico de trastorno psicótico debido a enfermedad médica, sino el de
demencia vascular del subtipo con ideas delirantes.
Si hay evidencia de que los síntomas psicóticos son producidos por el consumo de
alguna sustancia, o bien de su abstinencia, se debe considerar el trastorno psicótico
inducido por sustancias, como su posible diagnóstico. Si el clínico comprueba que la
alteración es consecuencia tanto de la enfermedad médica como del consumo de
determinadas sustancias, entonces puede dar ambos diagnósticos, es decir, trastorno
psicótico debido a enfermedad médica y trastorno psicótico inducido por sustancias.
Características diagnósticas
El diagnóstico de trastorno psicótico inducido por sustancias, sólo debe realizarse si los
síntomas son excesivos en relación con los habitualmente asociados con el síndrome de
intoxicación por abstinencia, y cuando los síntomas son de suficiente gravedad para
merecer atención clínica.
Sustancias específicas
Puede ocurrir que los trastornos psicóticos inducidos por sustancias no se resuelvan con
rapidez tras retirar el agente que los causa. Cuando pasa esto es difícil diferenciar este
cuadro de los trastornos psicótico son inducidos por sustancias.
Algunos medicamentos pueden provocar síntomas psicóticos, entre los que se incluyen
los anestésicos, analgésicos, agentes anticolinérgicos, anticonvulsivantes,
antihistamínicos, antihipertensivos, medicamentos cardiovasculares, antimicrobianos,
antiparkinsonianos, agentes quimioterápicos, corticoesteroides, medicamentos
gastrointestinales, relajantes musculares, antiinflamatorios no esteroideos,
medicamentos de libre dispensación, antidepresivos y disulfiram.
Diagnóstico diferencial
Un trastorno psicótico inducido por sustancias debido a un tratamiento recetado por una
enfermedad médica o mental debe iniciarse mientras el sujeto está tomando la
medicación. Cuando el tratamiento ha sido interrumpido, los síntomas psicóticos deben
remitir al cabo de unos días o de algunas semanas, dependiendo de la vida media de la
sustancia consumida; pero si los síntomas persisten más allá de 4 semanas, habrá que
considerar otras posibles causas. A veces es necesario un cambio de medicamento , para
ver si es el medicamento el agente causal. Si el clínico comprueba que la alteración es
debida tanto a enfermedad médica como al consumo de alguna sustancia, entonces se
deben dar ambos diagnósticos.
Cuando los datos no son suficientes para determinar si los síntomas son producidos por
determinadas sustancias, o si son síntomas primarios, o bien si son debidos a laguna
enfermedad médica, se determinará trastorno psicótico no especificado.
Evaluación de la esquizofrenia
The Brief Psychiatric Rating Scale (BPRS) fue diseñada por Overall y Gorham y estaba
basada en la Multidimensional Scale for Rating Psychiatric Patients de Lorr. Se diseñó
con objeto de valorar la respuesta al tratamiento farmacológico en pacientes psicóticos,
aunque también se ha utilizado para el diagnóstico y para la clasificación sindrómica de
este cuadro.
Existen múltiples versiones de esta escala con diferentes sistemas de puntuación (0-6, 1-
7, 0-4) y con variable número de ítems (10, 16, 18, 20, 22, 14). En nuestro país se
encuentra validada la versión incluida en la PANSS.
Es una de las escalas más ampliamente utilizada para valorar la respuesta al tratamiento.
Resulta especialmente útil en casos moderados y severos, disminuyendo su rendimiento
cuando los síntomas son más leves. Es una de las escalas más referenciadas en ensayos
clínicos farmacológicos. También es apropiada como clasificación de la sintomatología
predominante (positiva o negativa), con la importancia que esto conlleva respecto a la
distinta respuesta al tratamiento en unos y otros casos.
El empleo de versiones sin descriptores ampliados de los ítems, limita la comparación
de resultados entre distintos investigadores. Los síntomas de la escala abarcan un
amplio espectro, aunque algunos importantes (delirio, trastornos formales del
pensamiento) están representados por un solo ítem. Hacen referencia a psicosis,
ansiedad y depresión, fundamentalmente. El análisis factorial muestra cinco
componentes principales: ansiedad/depresión, energía, trastornos del pensamiento,
activación y hostilidad/suspicacia.
Validez: Numerosos estudios han demostrado la concordancia con otras escalas que
valoran síntomas psicóticos. Tal vez, con la que más se ha comparado haya sido con la
SAPS y la SANS, demostrando muy buena concordancia en los resultados de las
subescalas de síntomas positivos y negativos, así como en la puntuación total entre la
BPRS y la PANSS. Ha demostrado en múltiples ocasiones su sensibilidad al cambio,
tanto tras tratamiento farmacológico como no farmacológico.
Contiene un único ítem, que se puntúa mediante una escala que oscila entre 100
(reservada para aquellos individuos que no sólo están exentos de psicopatología, sino
que muestran rasgos considerados como de salud mental positiva como son
funcionamiento superior, elevados intereses, integridad, calidez...) y 1 (manifiesta
expectativa de muerte). La puntuación de 0 se reserva para cuando la información no es
adecuada.
Debido a que valora un completo rango de severidad, puede ser utilizada en todos
aquellos estudios que precisen una valoración global de la severidad de la enfermedad o
del grado de salud. Los autores precisan que no en todos los casos es necesario utilizar
la escala completa y que pueden emplearse los primeros o los últimos ítems en función
del tipo de estudio diseñado. Se ha criticado la mezcla que existe en algunos criterios
con síntomas de discapacidad, por lo que sugiere utilizar la Escala de la Organización
Mundial de la Salud.
La PANSS consta de 30 ítems que evalúan el síndrome esquizofrénico desde una doble
perspectiva: dimensional, que evalúa la gravedad del síndrome positivo, del negativo, y
de la psicopatología general del trastorno esquizofrénico; y categoríal que lo que hace es
clasificar el trastorno esquizofrénico en positivo, negativo o mixto.
Escala negativa (PANSS-N): 7 ítems que evalúan los déficit respecto a un estado
mental normal.
Síndrome positivo.
Síndrome negativo.
Escala compuesta.
Psicopatología general.
No existen puntos de corte para las puntuaciones directas obtenidas, sino que éstas se
transforman mediante una tabla de conversión en percentiles. Además de la puntuación
dimensional comentada en los puntos anteriores, la PANSS proporciona también una
información categorial, indicando si el trastorno esquizofrénico es positivo, negativo o
mixto. Para ello, existen dos sistemas más o menos restrictivos:
- Positivo cuando en la escala positiva más de 2 ítems obtienen una puntuación superior
a 3 y en la escala negativa menos de 3 ítems obtienen una puntuación superior a 3.
Escalas de autoinforme
MMPI
Cuando Starke Hathaway ideó el MMPI, lo hizo en el convencimiento de que la
personalidad se reflejaba principalmente en las formas verbales. La observación clínica,
las fuentes bibliográficas y la literatura le indicaban que los sujetos con perturbaciones
psicopatológicas definían sus síntomas y su imagen de modo distinto según el
diagnóstico presentado. Así, al encarar estudios de grupos contrastados, observó que
ciertos ítems eran sistemáticamente contestados en una dirección por los sujetos
previamente diagnosticados y en la contraria por los que no presentaban el cuadro en
estudio. Por supuesto, la forma de inventario era la que más se ajustaba a esta
concepción de la evaluación de la personalidad, sobre todo al permitir la construcción
de distintas escalas que en el caso del MMPI debían contener las principales variables
diagnósticas. Así resultó un cuestinario de personalidad de 566 ítems.
En 1989 se publica la nueva versión, el MMPI-2, que tiene una muy favorable acogida
en el ámbito de la evaluación psicológica. Numerosas publicaciones desde entonces así
lo atestiguan. Éstas versan acerca del MMPI-2 como instrumento válido y confiable en
diversos campos de aplicación (clínico, forense) y en estudios de investigación.
SCL-90
En nuestro país, se hizo una adaptación al castellano del SCL-90 por parte de J. Guimón
et al. que se presentó en el XV Congreso de la Sociedad Española de Psiquiatría
celebrado en Jaca (Huesca) en 1.983. En 1.989, el grupo de trabajo dirigido por J.L.
González de Rivera adaptó la versión española del SCL-90-R. Aunque ha sido
publicado un análisis factorial de ésta, no hemos encontrado datos referentes a la
fiabilidad y validez de la misma.
Validez: En cuanto a validez predictiva, para un punto de corte de 0.5 en el GSI, ofrece
una sensibilidad del 0.83, especificidad del 0.80, VPP 0.91 y VPN 0.66. Para una
muestra de pacientes que acuden a las consultas de atención primaria, con el mismo
punto de corte, la sensibilidad es del 0.64, la especificidad del 0.74, VPP 0.58 y VPN
0.77. En el mismo trabajo, se confirma, mediante análisis ROC, la adecuada validez de
los índices dimensionales de ansiedad y depresión. También se demuestra en el mismo
trabajo la adecuada validez discriminativa, la validez concurrente con el IIP-C y el
GHQ-12.
Entrevistas psiquiátricas
Una puntuación total del PSE se basa en la suma de puntuaciones de los síndromes, con
subpuntuaciones para:
La SCID se puede usar de forma modular de tal forma que el investigador pueda
seleccionar para un estudio concreto únicamente los módulos de diagnóstico relevantes
en una muestra particular de sujetos.
En la sección II el entrevistador toma una parte mucho más activa. Esta parte se
denomina trastornos objetivos (manifest abnormalities) y en ella el entrevistador evalúa,
según impresión clínica, elementos psicopatológicos.
La relación entre las diferentes variables del estudio se ha realizado mediante pruebas
estadísticas no paramétricas. Para comprobar la asociación entre las variables del
estudio y la presencia de un diagnóstico psiquiátrico («caso», «no caso») se ha realizado
un análisis de regresión logística y cálculo de las odds ratio.
Para el tratamiento de las variables del estudio, éstas se agruparon en cuatro familias:
variables sociodemográficas (edad, estado civil, número de hijos, estudios realizados),
variables laborales (profesión, antigüedad, categoría), variables relacionadas con la
enfermedad (diagnóstico médico, días de ILT, procesos ILT) y variables psiquiátricas
(puntuación GHQ total y por escalas, puntuación en el CIS total y por sección, criterios
de «caso»). Se consideró como variable dependiente la presencia de «caso» psiquiátrico.