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Cinco mil son proveedores de placer

Estábamos reunidos Juan y yo en el patio de mi casa, porque este me había traído de Armenia
a Caicedonia el día anterior porque el sábado tenía clase en otro pueblo cerca. Entonces con
esté nos dedicábamos a hablar y esperar a que bajara la tarde y entrara la noche para salir al
centro del pueblo con la finalidad de dar un paseo y evitar el calor. Cuando juan detiene su
explicación sobre un texto que se había leído y me dice ¿tengo cinco mil que compramos?
entonces me puse a pensar, esté tiene hambre que podríamos comprar con cinco mil, le
contesto yo:
-cinco mil alcanzan para mucho; podemos comprar unas papas de paquete, un cigarrillo o
pastas para controlar mi presión arterial o un libro, los servicios sexuales de una mujer o un
vaso de helado, comprar los papeles de la moto e ir a preguntar a otro pueblo para que
alcanzan cinco mil pesos allí o en el mejor de los casos poner una recarga y llamar al
extranjero y preguntar que podemos comprar con cinco mil allá y si hace falta más dinero
para traernos un Lamborghini o comprarnos una casa en Miami pongo dos mil pesos más.
-¡ jajajajajajaj! Muy buen chiste- exclamo Juan- entonces cinco mil le alcanza para comprar
todo eso.
- todo eso son simplemente cosas materiales, pero bueno se pone en duda de que cinco mil
pesos- dije Yo- alcancen para comprar esas cosas materiales que nos van a proporcionar, las
mismas descargas de felicidad o la excreción de hormonas de dopamina, oxitocina y de
placer. Que nos lo daría una comida u otra cosa cualquiera. como comer después de pasar
semanas sin probar bocado nos proporcionaría sensación igual.
- ¿cómo así, se puede suplantar el placer si se desea comerse una paella caliente, cuando se
tiene hambre, por un arroz con carne insignificante? - pregunto Juan-.
-sí-dije Yo- usted cuando se come un plato de carne y queda lleno, le podrá gustar mucho la
paella, pero en ese momento de llenura usted no la va a haber con los mismos ojos de deseo y
esperar que esa paella le va a dar placer comerla, es mentira, porque el deseo ya fue suplido. -
prever es evitar- agregue Yo-
- Entonces ¿si vomito el arroz con carne podría ver con el mismo deseo la paella o que me
pasaría? - volvió a preguntar Juan-.
-Juuuumm no lo sé, puede llegar a pasar que te vuelvas un ser insaciable y ambicioso por
suplir en todo momento los deseos y le cojeras tolerancia a sentir la excreción de hormonas-
dije Yo- sabiendo que ya saciaste tu hambre.
- tienes razón, me concientizaste.
Entonces Juan termina agregando que el día anterior, cuando fue a dejarme al terminal de
transporte, para tomar mi vehículo que me llevaría a estudiar, este después de dejarme allí se
fue a fumar en el parque que quedaba al frente del terminal. Se poso debajo de una palma,
esté empezó a fumar cuando escucho que algo encima le crujía, miro hacia arriba y vio que se
le venía a la cabeza un pedazo de palma.
Se poso a terminar de fumar frente a un señor de una chasa (recipiente con ranuras expuestas
llenas de dulces o cigarrillos a sus clientes) esté mientras fumaba, observaba al señor aquel
con un detalle, el hombre de la chasa se comía un envuelto de maíz con un placer y
delicadeza, mientras les tiraba migajas a las palomas que lo rodeaban, viéndolo a él como un
centro de alimentación. En un momento cuenta Juan, que estas llegaron a montársele en los
hombros y tomar tanta confianza que picoteaban al compás de que este hombre mordía. Juan
lo conmovió mucho esa acción. Si la acción es muy bonita, ver a este hombre como
compartía su única comida con un ser vivo como las palomas y no demostrar ese egoísmo o
hastió a estas.
Juan se conmovió y saco cinco mil pesos, se acercó a este señor de la chasa y le dijo:
-buenos días tiene cigarrillo Marlboro.
- ¡Sí señor! - dijo el señor mientras tiraba su envuelto encima de su mercancía- valen a
ochocientos pesos.
Las palomas se alborotaron y empezaban a volar alrededor de la chasa como los cuervos o los
pájaros carroñeros lo hacen, Juan le tocaba agachar su cabeza para que estas no lo estrellaran.
Entonces Juan le dice:
-deme uno por favor y me prestas la candela.
-mire la candela, ya le paso la devuelta.
Juan dio el primer intento, luego el segundo y con el tercero encendió el cigarrillo, dio la
calada y dejo la candela caer que estaba amarrada a una puntilla de la chasa, mientras el señor
contaba la devuelta. Juan voltio y emprendió su camino hacia una banca que habían
desocupado, esté cuando ya va a sentarse oye la voz del señor de la chasa que lo llama con
estrepito deseo, Juan voltea y ese señor le dice que se le ha quedado la devuelta. Le dice al
señor de la chasa que se quede con la devuelta, el señor no lo podía creer que alguien le fuera
comprado un cigarrillo en cinco mil pesos.
Se veía que este señor fue tan feliz, que pudo acompañar en el instante su resto de envuelto
con un buen café y una sonrisa de oreja a oreja. Después se vio hacer cuentas al compás de
que le tiraba envuelto a sus amigas voladoras.
Juan se fumó su cigarro mientras este señor de la chasa, continuaba compartiendo su envuelto
con las palomas. Pasaron unos cinco minutos que Juan se quedó pensando, cuando volvió en
sí, a raíz de que el cigarro ya se había consumido y casi se quema con la colilla, esté vuelve a
tomar riendas a sí mismo y dirige su mirada a donde estaba el señor de la chasa y se percata
de que no estaba ahí ya. No lo volvió a ver más en todo el día.
Con eso termina Juan de contarme su recuerdo de cuando fue a dejarme al terminal. Entonces
le digo yo:
-muy buena acción con ese señor, seguro que le van a servir mucho esos cinco mil.
- sí, un cigarro de cinco mil, no lo pagan a ese precio ni en la cárcel.
- pero bueno ayudo a alguien-dije Yo- cuanto nos gastamos en cosas que no necesitamos.
Termine concluyendo cinco mil son mucho y son nada. Para Juan no son nada, pero para el
señor de la chasa son todo. Este no necesito un millón de pesos para ser feliz y sentir que se
le había arreglado el día, lo mismo que Juan se sintió bien y no necesito salvar a un bebe de
que lo pisara un vehículo o bajar un gato de un árbol. El señor de la chasa pudo suplir su
necesidad momentánea, lo mismo fuese hecho donde le fuesen dado un millón por un
cigarrillo, suplir una necesidad momentánea.
El hombre encuentra conscientemente placer en el desear, ese placer tiene que ser controlado
por que si no se vuelve un monstro que llegara al punto de comérselo. Como dice Nietzsche
de tanto mirar al vacío, este mirara en ti.
Pero bueno a la final viajamos al desierto con esos cinco mil, se fueron dos mil en pasajes y
tres mil en una botella de agua para cenar y pasar el calor.

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