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Actualmente, de acuerdo con la Constitución, la República del Perú se define su gobierno como
un estado unitario, representativo y descentralizado, y se organiza según el principio de la
separación de poderes
Antecedentes:
Al nacer la república, algunas de las entonces intendencias ("corregimientos" hasta 1784) del
Virreinato del Perú fueron convertidas en Departamentos de la República Peruana
- Arequipa - Lima
- Costa (Hasta 1823) - Maynas
- Cuzco - Tarma
- Huamanga - Trujillo
- Huaylas - Puno
- Huánuco
- A mediados de los años 1980 el gobierno de Alan García Pérez decretó la creación de
regiones, con lo que inició la regionalización del Perú.
- Esta primera regionalización se llevó a cabo con gran prisa, lo que produjo serios problemas
administrativos y limítrofes, por lo que el proyecto fue abortado por el gobierno de Alberto
Fujimori, manteniendo algunas de sus funciones por los Consejos Transitorios de
Administración Regional (CTAR)
Según datos del INEI, del total de creaciones políticas en el Perú desde la época de la
Independencia hasta la actualidad, se tiene que el 68% de provincias y el 85% de distritos se
encuentran sin límites definidos (esto sin considerar la relación con la cartografía básica).
Asimismo, el 85% de los centros poblados que constituyen las provincias y distritos no poseen
reconocimiento oficial de categorías establecidas.
El Centralismo
El centralismo en Perú es un fenómeno caracterizado por la concentración de la riqueza
económica y la influencia política en un pequeño segmento de la población,
predominantemente localizado a lo largo de las regiones costeras del país. Este grupo,
conocido como la élite costera, ejerce un poder considerable y ha dominado históricamente los
asuntos de la nación. El epicentro de esta tendencia centralista es Lima, la capital y ciudad más
poblada de Perú, que ha sido el corazón administrativo y económico del país desde el siglo XX.
A pesar del sistema centralizado, se produjo un cambio notable a mediados del siglo XX,
durante el mandato del presidente Juan Velasco Alvarado, que intentó romper el statu quo. Sin
embargo, a principios de la década de 2000, cuando se iniciaron los esfuerzos de
regionalización, el dominio de Lima seguía siendo evidente: albergaba a un tercio de la
población de Perú, la mitad de su capacidad industrial y controlaba una parte
desproporcionada de la economía administrativa de la nación: representaba el 90 % de los
ingresos del Estado y el 80 % de sus gastos.
El Imperio español tenía el control de Lima, así como el puerto de Callao cerca de la ciudad. La
ciudad, que contaba con menos de tres mil personas de prestigio según Sociedad Académica
de Amantes, conformaba el grupo de dominación del país por sus logros en la educación. Con
la independencia de Perú, se desarrollaron pequeños grupos con liderazgo regional (Cuzco,
Arequipa y Huánuco), en contrapeso del acomodado estilo de vida de Lima por el colonialismo
de aquel entonces. Sin embargo, en otras provincias rurales, se regían prácticas de
servidumbre existentes por parte de los terratenientes de haciendas
Durante los siguientes mandatos, Perú experimentó con frecuencia auges de materias primas,
como el guano, que beneficiaron a las élites blancas de la costa. Estas élites aprovecharon sus
rentas de ese recurso, para aumentar su poder e influencia, lo que consolidó aún más el
centralismo