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El Señor Nos Disciplina Porque Nos Ama.

Hebreos: 12: 4-11

Introducción.

Los Héroes de la Fe. Hebreos 12: 1: 3


Me gustaría antes de entrar en el tema, hacer un pequeño preámbulo de nuestra gran nube de testigos:
“Héroes de la Fe”.

¿Por qué Los Testigos? “Héroes de la Fe”, En ellos pueden encontrar un gran ejemplo de lo que es la
disciplina del Señor y su amor hacia nosotros.
Leer texto bíblico v 1-2.

¿Que los ha hecho nuestros héroes de la fe?


Se despojaron de todo el peso del pecado que los asedia, y terminaron la carrera.

¿Como? A través de la fe en Jesucristo, la paciencia, y el sufrimiento.


Me explico, podemos ver en todos ellos: Abel, Enoc, Noe, Abraham, Jacob, José, Moisés, Rahab, Gedeon,
Barac, Sansón, Jefte, David, Samuel, Los profetas. Hombres y Mujeres que verdaderamente fueron
héroes de la Fe, y lograron materializar cosas concretas en sí: Conquistaron reinos, hicieron justicia,
alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filos de espadas,
sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batalla.

Aquí podemos observar los grandes logros de estos héroes. Pero a la vez sufrieron maltratos, torturas, y
hasta algunos de ellos fueron asesinados. Parece ser que para nosotros ser considerados héroes; lograr
desarrollar nuestro carácter, para poder terminar la buena carrera de la Fe. Debiéramos padecer los
mismos problemas y contratiempos, mediante la mano correctora de Dios. Que nos disciplina porque nos
ama. Con el propósito de que desarrollemos paciencia, perseverancia; fortalecer nuestro carácter, y
crezcamos en nuestra fe.

El Señor nos llama a ser coparticipes de sus padecimientos. Sin lugar a dudas podemos decir de estos
héroes, que verdaderamente coparticiparon con Cristo en sus padecimientos.

Podemos ver en el V 2 como se describe a Jesús como el autor y consumador de la Fe. A través de su
gozo puesto delante de su sufrimiento en la cruz. ¿ Vemos aquí la relación entre todo esto?. La fe, la
paciencia, las perseverancias, los sufrimientos, los oprobios, el amor de Jesús por nosotros en la cruz del
calvario. Y la disciplina de él hacia nosotros como parte de su amor. Para que podamos terminar la carrera
a través de su corrección; enseñanza, exhortación, y cuidado. Para que no fallemos el blanco.
Creo sin lugar a dudas; sin temor a equivocarme, que la mayor expresión de amor hacia nosotros ha
venido a través de su disciplina. La cual le permitió ir a la cruz por todos nosotros. El Señor nos disciplina
porque nos ama.

Lo más curiosos que podemos observar en estos grandes héroes de la Fe. Es que todos ellos vivieron con
la esperanza en la promesa del Señor de su venida como Mesías al mundo; y murieron sin ver concretarse
este gran acontecimiento.

Pero esto no implica que no terminaron la gran carrera; vencieron en la batalla, y ahora están en el cielo
como una gran nube de testigos. Observándonos a nosotros en nuestra carrera; sirviéndonos como
testigos, sirviéndonos como ejemplo, y dándonos aliento.

Podemos mirar la gloria de Dios ha venido. Pero fijaos en lo que costo el que pudiera venir.

I-¿QUÉ ES LA DISCIPLINA DEL SEÑOR?

V 3 Nuestro animo esta en aquel que sufrió por nosotros por nuestros pecados. 4 Porque aun no habéis
resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado.

En estos dos versos podemos ver como nuestro Señor se sometió a la disciplina de su Padre por nuestros
pecados. Hasta la muerte, combatiendo nuestros pecados para animarnos, y hacernos justos delante del
Padre.

Si la meta es ser transformados a la imagen de Cristo. La mejor manera para estos es a través de la
disciplina del Señor, al igual que Él. Si queremos ser como Cristo, tenemos que someternos a la
corrección del Señor, y dejarnos disciplinar.

Disciplina:
1 f. Doctrina; regla de enseñanza impuesta por un maestro a sus discípulos.
2 Asignatura.
3 Conjunto de reglas para mantener el orden y la subordinación entre los miembros de un cuerpo.
4 Observancia de estas reglas: fiel a la ~ militar.
5 Azote, grate. De cáñamo, con varios ramales.
6 Acción de disciplinar o disciplinarse.
7 Efecto de disciplinar o disciplinarse.

2- Definición Griega:
1) paideu pahee-dyoo'-; Entrenar a un niño, i.e. educar, o (por implicación), disciplina (por castigo): --
castigar, instruir, aprender, enseñar.

3-Definición Hebrea
Adumewca, instrucción, corrección, disciplina, doctrina, reprender.

4-Definición personal
Podemos decir que la disciplina es un sistema a seguir para: enseñar, corregir, reprender, formar,
castigar. Es una manera sistemática de: formación, crecimiento, madurez, y desarrollar nuestras
habilidades en general, y nuestro carácter.
Sin disciplina, no hay desarrollo, ni progreso.

En la Biblia que es la disciplina.

La disciplina es el trato de Dios con su pueblo, sus hijos, y sus amados escogidos.
Bíblicamente hablando, la disciplina es el proceso mediante el cual nuestro Padre celestial nos moldea. Así
como el alfarero le da forma al barro. Es el método escogido por el Señor para santificarnos, y
prepararnos para vivir en la eternidad con Él. Es la manera en la que Él nos purifica; así como el oro es
purificado a través del fuego.

Job 36:10-12

10 Despierta además el oído de ellos para la corrección,


Y les dice que se conviertan de las iniquidades.
11 Si oyeren y le sirvieren,
Acabaran sus días en bienestar,
Y sus años en dicha.
12 Pero si no oyeren, serán pasados a espada,
Y perecerán sin sabiduría.
Hebreos 12:5 y habéis ya olvidado la exhortación que como ha hijos se os dirige, diciendo:
Hijo mío, no menosprecie la disciplina del Señor,
Ni desmayes cuando eres reprendido por él;

II- El Propósito de la Disciplina del Señor. V: 6, 7, 8, 9

1- Prevención :

V 6 “Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo.
El Señor nos disciplina porque nos ama. Su azote es una manera de prevenir que pequemos o nos
alejemos del pecado. Su propósito con nosotros es el que vivamos en santidad, de acuerdo a su palabra y
a su voluntad.

El Señor nos enseña que sus ovejas escuchan su voz, y quienes los aman hacen la voluntad de su Padre.
El Señor quiere prevenir que nos salgamos de su voluntad y que desobedezcamos su palabra.

Juan 3: 16
“Porque de tal manera amo Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en
el cree, no se pierda mas tenga vida eterna.”

2- Educación:
V 7 “Si soportáis la disciplina Dios os trata como ha hijos; ¿ Porque que hijo es aquel a quien el padre no
disciplina?”

Nuestro Padre celestial nos disciplina para educarnos. Así como los padres terrenales educan a sus hijos,
los disciplinan. Cuan mas El Señor quien nos ama, y su amor es perfecto, porque Él es perfecto. En este
pasaje podemos ver como a través de soportar su disciplina: educación, corrección, exhortación, nos hace
ser reconocidos como sus hijos.

El Señor nos enseña en su palabra, que ya el no quiere sacrificio, sino obediencia. Esto vino porque
estamos obedeciéndole a Él, en la invitación del Padre; A través del Espíritu Santo, en el Hijo, de aceptar
el sacrificio de Jesús como nuestro Señor y salvador. Si aceptamos somos obedientes y son considerados
hijos en el hijo. AMEN

3- Prueba de Amor.

V 8 “Pero si os deja sin disciplina, de la cual todos han sidos participantes, entonces sois bastardos, y no
hijos.”

Si hemos sido todos participantes de la disciplina a través de nuestros padres terrenales, y él nos deja sin
disciplina. Esto indica que el no nos ama, y no nos considera suyos. Somos bastardos, no tenemos padre
celestial.

A través de su Amor nos ha hecho sus hijos, a través de su Hijo Jesús. El cual nos lo dio por amor. Juan
3:16, Proverbios 3: 11-12 No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de su
corrección; 12 porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere.

4- Prueba de Hijos

V 9 por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. Por
que no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos.

Aquí tenemos de nuevo el concepto de obediencia relacionado con disciplina, paternidad, y vida eterna.

Me gustaría ampliar un poco más sobre este punto. Una de las razones por la cual el Señor aceptó el
sacrificio de Jesús; fue debido ha que era un sacrificio en obediencia y voluntario. El Señor se dirigió en
varias ocasiones sobre Jesús, cómo su Hijo en el cual había hallado complacencia. De acuerdo con lo dicho
en este versículo, en esa obediencia, nos convierte en hijos, a través del Hijo; por su sacrificio en
obediencia, y en consecuencia viviremos para siempre.

III-Maneras en que el Señor nos Disciplina.

1- A través de las pruebas, y las tribulaciones. (Job 5.17)

“Bienaventurados son los que reciben el castigo del Padre”


Job es un buen ejemplo de cómo Dios permitió que el enemigo lo tentara y lo atacara, pero sin tocar su
alma. Para probar su fidelidad. Al igual que Abraham, al cual se le demandaron bastantes sacrificios, y el
obedecer a Dios. Para demostrar su fe y obediencia.

2- Mediante el desierto

Podemos observar durante el transcurso de la vida de grandes personajes bíblicos. Como el Señor lidió
con ellos al pasarlo por el desierto literalmente, y espiritualmente hablando. Podemos citar a Moisés,
David, Elías, etc., etc. Aun podemos mencionar al propio pueblo de Israel.

Una situación de desierto espiritual no es mas que cuando Dios se esconde. Su Presencia se nos priva, y
nuestras oraciones no son contestadas. No hay ningunas respuestas a las mismas, solamente son
ignoradas y estamos aislados. No podemos recibir ningún tipo de guía; solos sentimos sequedad, frialdad,
y perdemos sensibilidad a su presencia.

De este tipo de experiencia por lo general salimos renovados, con nuevas alas, fuerzas. Al igual que el
Águila renueva su pico, plumaje, y uñas.

3- Por Medio del castigo.


Experimentamos algún tipo de la disciplina del Señor como un resultado directo de nuestro pecado a
través del castigo. El cual es un castigo de corrección, y no de juicio.

Podemos ver como el resultado del pecado de adulterio. El Señor castiga severamente a David. De quien
el Señor se había referido que tenia su corazón conforme al de Él. El pecado de David no le costó su
salvación, pero sí le costó la criatura producto de este pecado de adulterio; Decepciones de parte de sus
colaboradores más cercano, y aun de su propio hijo. Todo esto lo pueden leer en el libro de 1ra de
Crónicas. La Palabra de Dios en el libro de los Proverbios, nos enseña, que el buen Padre a sus hijos
tempranos los castiga.

4- A través de todo lo que nos sucede en nuestro caminar (Romanos: 8:28)


“Y sabemos que los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, estos son, a los que conforme a
sus propósitos fueron llamados.”

Quienes somos los que hemos sido llamados de acuerdo a sus propósitos. Los que hemos aceptado al
Hijo; somos lo que hemos heredado el derecho de ser llamados hijos, porque hemos creído la promesa del
Padre en el Hijo. Y en consecuencia hemos obedecido, y nos hemos sometidos a su disciplina. Para bien
porque bien hace a nuestra alma someternos a ÉL.

Quisiera hacer la aclaracion que la disciplina de Dios es con sus hijos solamente. Los no creyentes no
estan sometidos a la disciplina de Dios. Hemos visto ampliamente a través de esta predica, este concepto
explicado.

Quien nos disciplina es el Padre, y lo que nos convierte en hijos es la fe en Jesucristo. Si no hemos
aceptado el sacrificio de Cristo. No somos hijos, y el Padre no nos puede disciplinar; no somos suyos,
estamos fuera del pacto a través de la sangre de Cristo.

Lo mismo podemos deducir de este ultimo pasaje, todo obra para bien a los que conforme a sus
propósitos fueron llamado.

V- El Producto de la Disciplina. V 9-11

1-Vida. V 9 “Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los
venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?”

Aquí esta explicado muy claramente, que al obedecer la corrección, la disciplina, al aceptarla, de nuestro
Padre celestial; viviremos. El Señor nos disciplina para que tengamos vida.

2-Santidad. V 10 “Y aquellos, ciertamente por pocos dias nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero
este para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad.”

Que lindo es saber que el Señor nos disciplina para lo que nos es provechoso, lo cual es su santidad. Vivir
en su santidad es, vivir apartado para Él.

Aquí vemos claro que es lo que nos separa para Él, es su disciplina, es lo que nos da el aval de ser sus
hijos. De compartir con su santidad.

3-Justificación a través de la Disciplina. V 11 “Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser
causa de gozo, sino de tristeza; pero despues da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido
ejercitados.”

Grandioso es este verso. Nos deja ver claro que a pesar de no ser causa de gozo, sino de tristeza, la
disciplina despues da el fruto de ser justificado a través de ella. La justificación no esta en nuestras obras,
o fuerza, sino en la fe en el Hijo; y habernos sometidos a Él, a través de la disciplina.

Conclusión

Después de conocer todo esto, y haber considerado las diferentes respuestas del porque el Señor nos
disciplina. ¿Cómo?, ¿Para que?, El resultado de la misma, que es la disciplina, entender mejor, el
concepto de que el Señor nos disciplina porque nos ama. ¿Que vamos hacer con todo esto?, ¿Cómo
podemos integrar esto ha nuestras vidas?, ¿Cómo vamos decidir recibir la disciplina del Señor?. Con
amor, con entusiasmo, dándole gracias, gloria y honrándole, como nuestro Señor Jesucristo hizo a través
de toda su vida.

Jesús aceptó la Disciplina de su Padre celestial, y se sometió a ella en obediencia, dándole gloria, y honra
al Señor en todo, y siempre.
O decidiremos hacer lo opuesto y rechazarla, y no permitir que el Señor trabaje con nosotros para poder
lograr ser como el Hijo.

Vamos a convertirnos en bastardos, porque si rechazamos la disciplina, rechazamos al Padre también.


Dejamos de reconocer su autoridad sobre nosotros, y su paternidad. No somos mas hijos, seriamos como
el puerco que regresa al fango, y el perro que regresa al vomito.

Me gustaría citar antes de concluir varios ejemplos de Pueblos que han sido transformados radicalmente
por medio de la crisis, adversidades, situaciones de la historia, y la vida; y han resurgido como el ave
fénix, desde los escombros se han levantados.

Entre ellos se encuentra Japón. Después de la 2da guerra mundial, y el lanzamiento de 2 bombas
atómicas. Hoy se encuentra entre las grande naciones del mundo. Creo sin temor a equivocarme que la
disciplina a tenido un papel preponderante en esto.
El otro ejemplo seria Alemania.Que después de haber salido de dos guerras mundiales, tremendamente
abatida, y aun más tuvo que lidiar con la denigrante experiencia del Nazismo. Se recupero grandemente,
y hoy goza de gran admiración entre toda la humanidad. Es una de las sociedades mas industrializa del
mundo.

Puede citar esta gran nación los EE.UU. Acaso creemos que los que tenemos acá hoy en día, no nos ha
costado nada. Es una consecuencia de una gran disciplina.

Puedo mencionar los acontecimientos del 11 de Septiembre 2001. como este hecho trajo como
consecuencias la unidad de la nación. Un mayor sentimiento de humanidad, patriotismo, y de búsqueda
del Señor, para protección y consuelo. En búsqueda de una respuesta.

El Señor nos Disciplina porque nos ama. Tenemos bastantes razones para entenderlo. Solo tenemos que
mirar atrás, y fijarnos en los Patriarcas, los Profetas, la gran nube de Testigos. Los Discípulos, los
apóstoles, El pueblo de Israel, y por ultimo nuestro Señor Jesucristo. Dios les bendiga. Amen.

EL AMOR PRESIDE LA BUENA Y CORRECTA DISCIPLINA


"Porque Dios al que ama disciplina y azota a cualquiera que tiene por hijo". Hebreos 12:5-11

El amor es lo que hace la diferencia entre castigo y corrección. ¿Cuándo se está preparado para ejercer
cualquier tipo de disciplina? Cuando el amor por el penitente sea más grande que nuestra justicia.

Escuchemos a Santiago: "Porque juicio sin misericordia se hará con aquél que no hiciere misericordia; y la
misericordia triunfa sobre el juicio".

Elifaz uno de los sabios amigos de Job dice:

"He aquí, que bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga; por tanto, no menosprecies la corrección del
Todopoderoso. Porque El es quien hace la llaga y la vendará. El hiere y sus manos curan. Job 5:17-18

Hay dos aspectos de la disciplina, la que viene directamente de Dios: Prueba, enfermedad, carencia
económica, falta de efectividad en el ministerio, crisis de fe, etcétera. Si el cristiano discierne bien y acepta la
disciplina y corrige lo que él considera que ha provocado la acción de Dios para ayudarle en el camino de la
santidad, no cabe duda que verá reflejado en el proceso de restauración el amor de Dios.

El otro aspecto de la disciplina es cuando los siervos de Dios con autoridad delegada intervienen para
corregir a aquél o aquéllos cuya conducta es incorrecta como miembros del cuerpo de Cristo, y que puede
dañar al propio cristiano y a los demás. ¿Quién está más preparado para aplicar una disciplina? El que tiene
más misericordia, que aplica la verdad en amor y la disciplina llega a ser terapéutica.

Muchas veces, hablando sobre la familia, llegamos a la corrección de los hijos. La pregunta o las posturas
son estas:

Castigo sí, castigo no. No está de más aclarar que no a todos los niños se ha de aplicar la misma regla. Puede
haber dos hermanos criados en el mismo hogar y de la misma manera; uno de ellos, de sólo mirarlo, baja la
cabeza y asoman las lágrimas en sus ojos, pero el otro reincide, no entiende a llamadas y consejos, hasta que
hay que aplicar la disciplina.

Muchos padres deberían hacer diferencia entre castigo y corrección. Cuando los padres enfadados quieren
cortar por lo sano y aplican la vara con ira, difícilmente logran corregir el error o la mala tendencia del niño.
Cuando los padres pierden cl control y aplican el castigo con palabras fuertes y a voz en grito, el niño puede
quedar asustado de momento, pero interiormente no ha hecho ningún propósito de cambiar.

Si el padre o la madre, tiene control y desea ayudar a su hijo (no evitar la molestia del momento), debe
explicar al chiquillo, no importa cuán pequeño sea, que no le disciplina porque es malo o porque no le quiere,
sino todo lo contrario. Y si esto se hace con amor y firmeza, perdurará en la mente del niño para bien.

"Es verdad que ninguna disciplina al presente parece causa de gozo sino de tristeza; pero después da frutos

apacibles de justicia a los que en ella han sido ejercitados". Hebreos 12:11

Recuerdo que una vez fuí injustamente disciplinado. No me estoy justificando, de esto hace muchos años. No
creo oportuno los detalles. Fui trasladado con mi familia para la provincia más occidental de Cuba, donde
apenas había obra. Y aunque pedí oportunidad de explicar la verdad del caso al consejo ejecutivo de la
denominación, mi petición me fue denegada. Algunos compañeros que conocían el caso y vieron lo equivocado
del juicio, quisieron protestar en mi defensa. No les dejé hacerlo. Yo por mi parte sentí que debía humillarme
delante de Dios y reconocerle a El como justo y misericordioso, y le pedí que me quitara cualquier raíz de
amargura contra el líder que nos castigaba.

La casa pastoral que encontramos era un rancho semidestruido, con suelo de tierra, sin agua corriente.
Teníamos dos niñas pequeñas, y fue muy triste cuando llegamos allí. Nada más descargar la paupérrima
mudanza; nos arrodillamos y clamamos a Dios dando gracias y pidiendo su ayuda para evangelizar aquella
zona del país.

Para hacer corta la historia, aquellos fueron años de bendiciones que jamás olvidaremos. Conseguimos
permiso para predicar en los despalillos de tabaco, en las fábricas dc puros y dábamos mi esposa y yo el
mensaje del Evangelio a unas 60.000 obreros del sector tabacalero al año. Establecimos iglesias, Dios nos dio
una casa a estrenar por un alquiler bajísimo. Hice mío Romanos 8:28.
"Y sabemos que a los que aman a Dios todas las cosas le ayudan a bien, esto es a los que conforme a sus
propósitos son llamados".

Fueron años de aprendizaje, de preciosas experiencias y de mucho fruto para el reino de Dios. Y aunque no
hubo discernimiento y justo juicio para la disciplina, no faltó el amor. Luego me lo demostraron con creces.
Pero el ejercitarnos en aquella disciplina nos dio "fruto apacible de justicia".

Y volvemos una vez más a 1 de Corintios 13:6-7:

"El amor no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree,
todo lo espera, todo lo soporta".

La disciplina bien aplicada en la iglesia es la atalaya de un cuerpo sano. Hemos de orar que Dios nos dé
siempre líderes con el amor suficiente para ministrar la disciplina y restaurar las heridas.

"El resultado de un buen consejo depende siempre de la manera de darlo" (J.Bruix>.

Disciplina
Stephen Kaung
(Síntesis de un mensaje oral)

Lecturas: Hebreos 12: 7-11, 1ª Corintios 9:24-27, 5:1-8.

Cuando usted oye la palabra ‘disciplina’, probablemente reacciona contra ella. Tenemos un sentimiento negativo hacia la
disciplina, como si fuera algo terrible. Pero, queridos hermanos y hermanas, si realmente entendemos lo que es la
disciplina, creo que cambiaremos nuestra actitud.

Básicamente, la palabra disciplina significa entrenar; es un tipo de entrenamiento para niños. Es un entrenamiento con el
propósito definido de lograr algún carácter especial o conducta que será un perfeccionamiento moral y mental. Incluso la
palabra disciplina viene de la palabra discípulo y también alude a la instrucción, o conocimiento de un alumno, esto es,
un discípulo. Así, en total, eso es lo que la palabra disciplina realmente significa.

La disciplina no es una palabra terrible, realmente es una buena palabra, porque a través de la disciplina nosotros
estamos siendo ejercitados, madurados, y estamos llegando a algo que agrada a Dios. Cuando usted lee la Palabra de
Dios, encuentra que la disciplina es algo necesario para nosotros. Incluso cuando Dios creó al hombre y lo puso en el
Jardín de Edén, lo puso bajo disciplina, porque Dios proveyó todo para el hombre, y le dijo que él podía comer del fruto
de todos los árboles, excepto uno, el árbol del conocimiento del bien y del mal. Ahora, ¿por qué Dios le proveyó todas
estas cosas, y lo puso bajo una limitación? Él lo puso bajo disciplina, porque quería entrenar a ese hombre para que
pudiera crecer en madurez.

Todos sabemos que cuando el hombre fue creado, físicamente él era totalmente maduro, pero en lo que concierne al
significado de adultez, él todavía era un bebé. Él necesitaba crecer, y la única manera de crecer era ser puesto bajo
disciplina. Si él obedecía a Dios, se sometería a su autoridad, y entonces crecería y sería lo que Dios había propuesto
que el hombre fuese. Pero desgraciadamente, él se rebeló contra la disciplina bajo la que Dios lo había puesto y debido
a eso, cayó en pecado. Pero, cuando el hombre entró en pecado, la mano disciplinaria de Dios vino sobre él.

Nosotros podemos pensar que es un tipo de castigo; pero, hermanos y hermanas, igual la mano disciplinaria de Dios
tiene el propósito de la restauración y recuperación. Porque con la medida disciplinaria, Dios le dio una promesa al
hombre: la simiente de la mujer aplastaría la cabeza de la serpiente; en otras palabras, la salvación del hombre estaría
en la simiente de la mujer. Si el hombre se sometía bajo la mano poderosa de Dios, esperando la simiente de la mujer
que vendría, y confiara en esa simiente, él sería salvo. No sólo sus pecados serían perdonados, sino aun él recibiría la
vida del árbol de vida que perdió al principio. Él sería totalmente recuperado para el propósito de Dios.

Gracias a Dios, cuando nosotros creímos en el Señor Jesús, nuestros pecados fueron perdonados, recibimos vida
eterna, y fuimos hechos niños de Dios. Entonces, como niños de Dios necesitamos disciplina, porque es sólo a través de
la disciplina que podemos crecer en madurez en nuestra vida espiritual. Así que espero que nuestra reacción ante la
disciplina cambiará. En lugar de ser temerosos de la disciplina, pienso, si somos buenos niños de Dios, debemos dar la
bienvenida a su disciplina.
En la palabra de Dios hay tres niveles o direcciones de disciplina: primero la disciplina de Dios – una disciplina de
nuestro Padre celestial; en segundo término, una autodisciplina – una disciplina que debemos realizar por nosotros
mismos; y, en tercer lugar, la disciplina de la iglesia – la disciplina en el cuerpo de Cristo.

La disciplina de Dios

Consideremos primero la disciplina de Dios, que viene de nuestro Padre celestial. En el capítulo 12 de Hebreos, usted
encontrará que, como niños de Dios, estamos en una pista de carrera; y corremos contra la corriente del mundo.
Estamos corriendo hacia el cielo, hacia nuestro Señor Jesús y vamos a ganarlo a él y toda su plenitud. Cuando estamos
corriendo como peregrinos en esta tierra, recuerde que estamos corriendo contra la corriente de esta tierra, y por eso, no
podemos escapar de todo tipo de contradicciones, sufrimientos, tribulaciones, dolores, oposiciones y hostilidades.

Hay cosas que están aparentemente contra nosotros, intentando tirarnos hacia abajo, para ser conformados a la hechura
de este mundo. Eso es lo que el mundo está intentando hacernos. Pero la vida dentro de nosotros nos insta a proseguir
adelante hacia la meta celestial.

Cuando estemos bajo ese tipo de forcejeo o batalla, pensemos en nuestro Señor Jesús. Olvidemos todo y miremos a
Jesús, el autor y consumador de nuestra fe. Pensemos en nuestro Señor, cómo él batalló contra el pecado aun hasta la
muerte, aun hasta la sangre. Nosotros no hemos llegado todavía a ese punto, y por eso nos anima a que le sigamos.
Nunca permitamos que lo que nos pasa en esta vida nos tire hacia abajo, sino en medio de la batalla miremos a Jesús, y
encontraremos que Su gracia nos es suficiente.

Esto es lo aparente; lo que puede verse. Esto es lo que encontramos en nosotros. Pero detrás de lo visible, de todo lo
que parece oponérsenos, preocupándonos, está nuestro Padre celestial; y porque él nos ama tanto, él nos ama como
sus hijos, él nos disciplina. Él está usando todas esas fuerzas de oposición para ejercitarnos y crecer en nuestra vida
espiritual.

Hermanos y hermanas, nosotros necesitamos ver esto. A menudo, cuando nuestros ojos sólo están en nuestras
circunstancias, desmayamos y nos cansamos, pero si sabemos que detrás de todo está nuestro Padre celestial, que él
sabe todo, que él sabe qué está pasando, y en cierto sentido, que todo está dispuesto por nuestro Padre celestial ... A
veces llamamos a esto la disciplina del Espíritu Santo, porque el Espíritu Santo dispone y ordena nuestras
circunstancias. Nada nos sucede sin el conocimiento de nuestro Padre celestial.

Nuestro Señor Jesús nos dijo repetidamente, que aun nuestros cabellos han sido contados. No hay nadie, ni siquiera
nuestros padres terrenales –que nos aman muchísimo– que puedan contar nuestros cabellos. Pero piense en nuestro
Padre celestial. Su amor es tan delicado, su amor es tan profundo que él sabe cuántos pelos tiene usted en su cabeza.
No sólo él sabe cuántos son, sino que los ha enumerado uno a uno.

A nosotros, los niños de Dios, no hay nada que nos venga por casualidad: la familia a la que usted pertenece, los
hermanos y hermanas que tiene, sus colegas de trabajo, sus compañeros de estudios, son todos puestos por el Espíritu
de Dios con amor. Es el amor del Padre celestial que dispone todo. Él nos entrena, él nos instruye para que podamos
crecer totalmente.

Por consiguiente, la exhortación es que cuando usted está bajo la disciplina del Padre, no desprecie su disciplina. ¿Qué
queremos decir con no despreciar la disciplina del Padre celestial? Significa que cuando su Padre está disciplinándolo y
entrenándolo, no lo resista, no lo rechace. Recíbalo en el corazón, entréguese a él y tenga tratos con su Padre celestial
cuando él está tratando con usted.
Nuestro Padre celestial está entrenándonos cada momento. No hay un día que pase sin ello. ¿Está usted asustado de su
disciplina? Usted no puede escapar, porque usted es su niño. Él lo ama. Así, cada instante de sus días, su disciplina está
sobre usted.

Pero desafortunadamente nosotros la menospreciamos. No vemos su mano, sólo vemos el problema, la dificultad, las
personas, las cosas que nos pasan. No vemos la mano de nuestro Padre y debido a esto, no aprendemos la lección;
murmuramos, nos rebelamos, estamos enfadados. Nuestro enfoque está en el hombre, en las cosas y en los sucesos y
cuando hacemos eso, despreciamos la disciplina de nuestro Padre. Si nosotros hacemos eso, él nos ama tanto que
arreglará otra circunstancia similar para ponernos de nuevo en la misma situación, y si usted todavía no aprende, tendrá
que repetirla.

Hermanos y hermanas, ¿se han preguntado ustedes por qué estas cosas les suceden tan a menudo? Es porque han
despreciado la disciplina de su Padre celestial. Queridos hermanos y hermanas, cuando suceda alguna cosa, tómela en
el corazón, llévela al Señor, ore sobre eso, busque al Señor. ¿Hay alguna lección que su Padre celestial está intentando
enseñarle? Humíllese bajo la poderosa mano de Dios. Sólo de esta forma crecemos en nuestra vida espiritual. No hay
otra vía. El verdadero crecimiento espiritual no es el incremento del conocimiento mental, sino el aumento de
conocimiento en el corazón y eso quiere decir que usted tiene que aprenderlo por el corazón.
No menosprecie la disciplina de su Padre celestial, ni desmaye bajo su segura mano disciplinaria. A veces desmayamos,
cuando es demasiado y no podemos resistirla más, pero, hermanos y hermanas, nosotros desmayamos porque sólo
vemos la presión – no vemos que la presión nos ensanchará. No vemos que cuando nosotros llegamos al final de
nuestra fuerza, entonces su fuerza empieza en nosotros. Su gracia es suficiente para nosotros; si sólo le miramos a Él.
No hay nada demasiado duro, no hay nada demasiado pesado. No es el propósito de su Padre celestial que usted sea
presionado y sea aplastado. Su voluntad es que usted sea ensanchado y completado. Así que, amados hermanos y
hermanas, damos gracias a nuestro Padre celestial.

Ahora, cuando usted realmente vea esto, su actitud entera hacia la disciplina cambiará. Usted estará agradecido en lugar
de murmurar, rebelarse y preguntar por qué. Usted se someterá humildemente bajo su mano poderosa para que pueda
aprender las lecciones que él desea que usted aprenda.
“Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo”. Sería falso si decimos que nos regocijamos y
estamos muy contentos bajo su disciplina. No, el momento de la disciplina, no es causa de gozo, sino de pesar. Nosotros
sentimos dolor, pero después rendirá fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados. Ahora, si usted no
es ejercitado por ella, es decir, si usted menosprecia la disciplina del Señor, o si usted desmaya bajo ella, entonces no
rendirá fruto.

Este es el primer nivel de la disciplina. Ninguno escapará de esto. Si usted puede escapar, usted no es un hijo, sino un
bastardo, y yo creo que nosotros no lo somos. ¡Gracias a Dios por eso!

La autodisciplina

Junto con la disciplina de Dios, está la autodisciplina. En Gálatas 5:23, con respecto al fruto del Espíritu, el último en ser
mencionado es la templanza (dominio propio). Ahora, si es autodominio, ¿cómo puede decirse que es fruto del Espíritu?
Así que se muestra aquí la relación entre el autodominio y el control del Espíritu. De hecho, el autodominio es una
cooperación de nuestra parte – nosotros cooperamos con el Espíritu en su control. Él está controlándonos y cuando él
intenta controlarnos, nosotros respondemos, nosotros cooperamos con él, y a eso se llama templanza o autodominio.

Hermanos y hermanas, en 1ª Timoteo capítulo 4, el apóstol Pablo dice: “...el ejercicio corporal para poco es provechoso,
pero la piedad para todo aprovecha”. Este ejercicio espiritual es beneficioso, no sólo en esta edad, sino incluso en la
edad venidera. Nosotros necesitamos el ejercicio físico, porque es importante para la salud. Nosotros crecemos no sólo
comiendo, bebiendo y durmiendo, sino también a través del ejercicio físico. Por esa razón vemos que los niños son tan
activos; es porque ellos están creciendo.

Esto es bueno, pero es temporal. Sin embargo el ejercicio espiritual –ejercitarse para la piedad– no sólo es provechoso
para esta vida, sino también para la venidera. Ahora, ¿qué queremos decir por ejercicio espiritual? Hermanos y
hermanas, ¿nos ejercitamos nosotros espiritualmente todos los días? ¿Coopera nuestro espíritu con el Espíritu Santo en
tal ejercicio para la piedad? Cuando el Espíritu Santo toca la conciencia de nuestro corazón, ¿cómo respondemos
nosotros? ¿Está nuestro espíritu ejercitado para responder a la voz del Espíritu en nuestra conciencia, de manera que
oímos y obedecemos?

Nuestra conciencia acusa o excusa. A veces nuestra conciencia nos acusa: somos culpables de algo que hemos hecho.
Muy rara vez nuestra conciencia nos excusa y dice que estamos bien. Cuando crecemos en el Señor, nuestra conciencia
nos excusará más de lo que nos acusa. Ésa es una señal de crecimiento. Cuando el Espíritu Santo toca nuestra
conciencia y nuestra conciencia está trabajando, o bien nos acusa o nos excusa. Ahora, cuando lo hace, ¿se ejercita
usted mismo?

Escuche la voz del Espíritu, y si usted se ejercita, usted caminará por la senda de rectitud.
Esta es la única manera en que podemos andar en justicia. ¿Cómo podemos caminar rectamente ante Dios en nuestra
vida diaria? ¿Cómo sabemos que esto es correcto o esto está equivocado? No por norma humana, no por costumbre,
sino por el Espíritu Santo que toca nuestra conciencia. Si seguimos la voz de nuestra conciencia, caminaremos por la
senda de justicia, en otras palabras, somos rectos ante Dios. Nuestra conciencia está en paz y no nos acusa. ¡Cómo
necesitamos la sangre de nuestro Señor Jesús todos los días y a cada momento!

El Espíritu de Dios, como la unción que mora en nuestro espíritu, nos enseña todas las cosas. Vemos en 1ª Juan 2 que
su enseñanza es verdadera y no es mentira. La palabra dice: escuche, obedezca la enseñanza de la unción, y
permanezca en Cristo. ¿Cómo caminamos nosotros en senda de santidad; en la senda de los que han sido apartados?
Es por la vía de la intuición. Nosotros sabemos intuitiva-mente lo que es el propósito de Dios, porque él nos enseña en
nuestro espíritu. No es una enseñanza que coleccionamos por información externa; es una enseñanza directa del
Espíritu Santo dentro de nosotros.

Si él nos enseña, es verdad, y si obedecemos a la unción, nosotros caminamos por senda de santidad. Esa es la
autodisciplina. La gloria de Dios se nos manifiesta, su presencia está con nosotros y si tenemos comunión con él,
entonces la gloria se reflejará en nuestras vidas. Nosotros seremos transformados de gloria en gloria y conformados a la
imagen de Cristo. Ésa es la forma en que nosotros crecemos en su carácter.
Pero si descuidamos nuestra conciencia, y lo que ella nos habla, continuaremos en pecado y oscuridad. Si no
escuchamos la enseñanza de la unción, entonces nos conformaremos al mundo en lugar de santificarnos. Si
descuidamos la comunión con nuestro Dios, no seremos transformados de gloria en gloria. Así que necesitamos
ejercitarnos. Queridos hermanos y hermanas, ¿es nuestro espíritu un mentiroso durmiente? ¿O está nuestro espíritu en
comunión activa con Dios, viendo su gloria día a día y oyendo su voz y enseñanza?

Este tipo de ejercicio y disciplina necesita seguir en nuestro espíritu, y cuando estamos ejercitando nuestro espíritu
entonces, según Efesios 3, el Espíritu Santo fortalecerá a nuestro hombre interior y Cristo vendrá y morará en nuestros
corazones y nosotros seremos arraigados y cimentados en amor. En otras palabras, es sólo cuando en nuestro espíritu
estamos en unión con el Espíritu de Dios en un sentido práctico que la autodisciplina continuará adelante en nosotros.
¡Niéguese a sí mismo, tome su cruz y siga al Señor!

Hermanos y hermanas, si nuestro espíritu no es ejercitado, no sabremos cómo negarnos a nosotros mismos, ni siquiera
podremos reconocer lo que es de nosotros. Pero cuando usted realmente está en una comunión viviente con Dios y en
cooperación con el Espíritu de Dios, encontrará que incluso en su vida diaria, su alma será tratada, sus afectos serán
tratados, su mente, su voluntad y su opinión serán tratados. En otras palabras, negándonos, tomando nuestra cruz y
siguiendo al Señor, eso nos librará del pecado, del mundo, de la muerte, de nosotros mismos, de nuestra carne y de
nuestro enemigo.

Cuando usted lo hace, alcanzará incluso a su cuerpo. Pablo dijo: Yo golpeo mi cuerpo y esa es una palabra fuerte. Es
decir, “golpeo mi cuerpo hasta quedar amoratado”. ¿Por qué? Porque nuestro cuerpo físico, nuestras deseos y pasiones
intentan controlarnos, intentan inhibirnos de seguir al Señor. Así que Pablo dijo: “lo pongo en servidumbre”. “No permitiré
que mi cuerpo sea mi amo. Él es mi esclavo, no mi amo”. ¿Tenemos nosotros tal disciplina? ¿Se levanta usted temprano
por la mañana para tener comunión con Dios? ¿O ama usted su lecho y su cuerpo más que al Señor? Disciplina.
Necesitamos disciplina. Cuando venimos a reunión, si empieza a las 10, ¿llegamos a las 10:30? Necesitamos disciplina.
Ser puntual es parte de la autodisciplina.

Hermanos, desgraciadamente, nosotros no conocemos la autodisciplina. La vida cristiana es una vida disciplinada. Si no
nos disciplinamos bajo el Espíritu Santo y en cooperación con el Espíritu Santo, no estamos caminando como cristianos.
¡Cómo Pablo se disciplinó y cómo nosotros descuidamos la autodisciplina!

No piensen que una vida cristiana es una vida fácil; no puede ser, porque el mundo no se lo permitirá. Una vida cristiana
es una vida disciplinada: nosotros estamos bajo la disciplina de Dios y nos disciplinamos en respuesta a Dios nuestro
Padre. La autodisciplina es necesaria para nuestro crecimiento espiritual.

La disciplina en el cuerpo de Cristo

En tercer lugar, está la disciplina del cuerpo. Nosotros que hemos creído en el Señor Jesús no somos sólo individuos.
Nuestra individualidad nunca desaparecerá; hasta la eternidad tendremos todavía nuestra individualidad, y Pedro todavía
es Pedro, Juan todavía es Juan. Incluso en la Jerusalén celestial, los doce fundamentos son doce piedras diferentes.
Nuestra individualidad nunca dejará de ser, pero nuestro individualismo necesita ser tratado.

En otras palabras, no somos sólo individuos; después de que fuimos salvos, fuimos puestos en el cuerpo de Cristo, y
hechos miembros los unos de los otros. Usted no está solo, usted no es el cuerpo: usted es sólo un miembro. Usted no
puede permanecer solo. Usted tiene que estar con los otros miembros del cuerpo. Y estar en el cuerpo significa
participar de una disciplina. Todos los miembros de mi cuerpo están bajo disciplina. Si cualquier miembro se hace
independiente, entonces la enfermedad entrará, la muerte entrará.

La disciplina es necesaria para que el cuerpo crezca. La ley del cuerpo es amor, y porque hay amor, hay disciplina. No
mire ninguna disciplina en términos de su apariencia exterior sino vea más allá de ella, y vea el amor detrás de ella.
Nuestro Padre celestial nos disciplina porque Él nos ama tanto. Siendo miembros del cuerpo, nos amamos unos a otros,
y porque nos amamos, nos disciplinamos unos a otros.

La disciplina nunca viene del odio, sino del amor. Si usted ama, entonces usted puede disciplinar, pero si usted no ama,
¿se atrevería a hacerlo? Cada miembro de mi cuerpo ama al otro tanto que ellos trabajan juntos para cuidar de sí. La
disciplina es cuidado. Intenta instruir, juzgar, entrenar y animar unos a otros y esa es la disciplina del cuerpo. Si usted
está en el cuerpo, usted debe esperar disciplina. Es para su bien.

John Darby, en su libro “El carácter y objeto de la disciplina en la Casa de Dios”, clasificó la disciplina en tres áreas. Una
es la disciplina fraternal, otra es disciplina paternal y finalmente, la disciplina de la iglesia.

La disciplina fraternal

En Mateo capítulo 18, si su hermano peca contra usted, ¿qué debe hacer? ¿Guardarle rencor? Naturalmente no lo hará.
Ustedes son miembros los unos de los otros, y deben perdonar. Cuando usted come demasiado rápido y se muerde la
lengua, ¿qué pasa a su lengua? Ella perdona, y luego, todavía trabajan juntos. El amor está detrás. ¿Hay pecado que su
hermano pueda cometer contra usted que sea mayor que el que usted cometió contra su Padre celestial? Él lo ha
perdonado todo.

Así que, ¿cómo podemos no perdonar a nuestros hermanos y hermanas? Nosotros le debíamos diez mil talentos, y él
nos perdonó. Pero nuestro hermano puede debernos sólo cien denarios, ¿cómo no podemos perdonarlo? Si no lo
hacemos nosotros, nuestro Padre celestial no nos perdonará.

Así que, si un hermano peca contra usted, ¿qué hace usted? Perdonarlo. Pero eso no es todo, porque el amor camina la
segunda milla. Usted ama a su hermano tanto, que si él está en oscuridad y usted está en luz, debe intentar restaurarlo.
Ir a él y convencerlo, reprenderlo, mostrarle, instruirlo y ayudarle a que vea. En amor, hable la verdad, no en un espíritu
vengativo, y en esperanza usted ganará a su hermano y lo restaurará a la comunión. Ésa es disciplina que conduce
hacia la restauración, no hacia la destrucción.

Si él no lo escucha, es su responsabilidad de amor, así que consiga uno o dos hermanos a quienes él respete, y vaya y
ruegue con ellos. Ésta es la disciplina fraternal. Si, como hermanos y hermanas en el cuerpo de Cristo, realmente
ejercitamos esta disciplina fraternal de unos a otros, desaparece la mayoría de los problemas en la iglesia. La razón de
que tenemos tantos problemas es porque todos fallamos en nuestra responsabilidad de amor.

La disciplina paternal

Luego, hay otro nivel. Gálatas 6:1: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois
espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre ... no sea que tú también seas tentado”. Esto se llama disciplina
paternal. Según 1ª Juan, en la familia de Dios, hay niños pequeños, hay jóvenes y hay padres. Hay aquellos que son
espiritualmente más maduros; aquellos que conocen a Dios de una manera más profunda.

Si usted ve las cosas más claramente, ha recibido más tratos de Dios y ha pasado por muchas cosas, aprendiendo sus
lecciones, sus ojos están abiertos, y cuando usted ve a cualquier hermano o hermana cayendo en alguna falta, ellos no
lo perciben, pero usted lo ha experimentado antes, usted ha pasado por ese camino antes, y sabe lo que es y cómo salir
de él. Es su responsabilidad de amor restaurar a ese hermano. Usted no puede permanecer indiferente y permitir a ese
hermano caer. Tiene que ir a restaurarlo, pero con un espíritu de mansedumbre. No vaya a él con arrogancia: “Yo lo sé
mejor, tú estás en falta, arrepiéntete”, como si usted fuera el juez. No, usted no es mejor que él; es la gracia de Dios.

Dios no lo ha puesto como juez, no, vaya con un espíritu de mansedumbre. Humíllese ante su hermano, dígale que
también usted ha pasado por una cosa similar, y lo que el Señor le ha enseñado. Intente restaurarlo, pero al mismo
tiempo sea temeroso de que también usted no caiga en tentación. A veces cuando usted trata con otro hermano, usted
cae en tentación. Usted está intentando rescatarlo, pero usted cae en la trampa: se pone enfadado y arrogante, empieza
a despreciar a su hermano. Usted también ha caído. Tenga cuidado de ello.

Esa es la disciplina paternal. Cómo necesitamos padres y madres en la Casa de Dios que puedan realmente cuidar de
aquéllos que son débiles y más jóvenes en el Señor.

La disciplina de la iglesia

Ahora, si se ejerce disciplina fraternal y paternal en la iglesia, la iglesia no tiene casi ninguna necesidad de ejercer
disciplina. Todo está cuidado, y así es como debe ser. La disciplina de la iglesia es el último recurso. Usted no entra
livianamente en la disciplina de la iglesia. ¡Quiénes somos nosotros, pecadores perdonados, para ponernos como jueces
de nuestros hermanos y hermanas! Que ese espíritu nunca entre en nuestras vidas.

Nosotros somos tan pecadores como los demás, y cuando se ejerce la disciplina de la iglesia, no sólo es aplicada sobre
cierto hermano o hermana, sino que al mismo tiempo toda la iglesia está bajo disciplina. En otras palabras, la iglesia
entera está en arrepentimiento, en un espíritu afligido, dolorido y contrito, porque cuando un miembro cayó, el cuerpo
entero sufrió. Ése es el tipo de espíritu. No es que un miembro será disciplinado y usted está de pie justificado ante Dios.
Usted está en la misma posición.

Humíllese ante el Señor: el fracaso de este hermano es mi fracaso. La iglesia entera está en ese espíritu, y sólo en ese
espíritu puede ser ejercida la disciplina. Esa es la razón por la cual Pablo tiene que avivar la conciencia de la iglesia,
para disciplinar al hermano que ha pecado tan gravemente. Ni siquiera el mundo tiene tal pecado, pero la iglesia piensa
que ellos están bien; ellos son liberales y tolerantes, no tienen cuidado. La iglesia entera necesita estar bajo convicción,
ya que es nuestro descuido, es nuestro pecado. Si un hermano está en pecado, entonces todos nosotros estamos en
pecado y todos nosotros lloramos ante el Señor. Es en ese espíritu que ese hombre que no se arrepiente es cortado de
la iglesia. Y aun eso es para restauración, para que su espíritu pueda ser salvado, y él pueda arrepentirse. Si se
arrepiente, recíbalo de vuelta, con amor. Hermanos y hermanas, esa es la atmósfera de la disciplina de la iglesia.
El Señor nos ayude y nos permita comprender que necesitamos la disciplina. Necesitamos que nuestro Padre celestial
nos discipline; de otra manera seríamos bastardos. ¿Le pedirá usted que lo discipline? Luego, ¡cuánto necesitamos la
autodisciplina! Si no, nos perderemos y detendremos el crecimiento. ¡Y cómo necesitamos andar con temor y temblor
cuando tocamos el tema de la disciplina de la iglesia, la disciplina del cuerpo! Si hay bastante amor, puede hacerse.

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