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SERIE: EQUIPADOS

TEMA 03_ LA VOCACION


Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados
(Efesios 4:1) Estamos casi a la mitad de la carta. La primera parte (cap.1-2) ha sido como un paseo por los
lugares celestiales donde el Padre pactaba con el Hijo nuestra salvación. Pero ya desde el capítulo 3, el
apóstol ha comenzado a detenerse en su presente.
Está encarcelado. Pero a causa de la grandeza del amor de Dios, sabe que sus prisiones son por causa del
Señor, de ahí que lo glorifique como lo hace. Es como si les dijera: Miren cómo ése precioso amor de Dios
me ayuda a cumplir Su voluntad con gozo, aunque eso signifique estar encarcelado. Les ruego que vivan
de esa misma manera. Asegúrense de estar viviendo en la voluntad de Dios para sus vidas, sin importar
las condiciones en que terminen.
¡Porque, ciertamente, nada en la tierra tiene mayor deleite que andar como es digno de la vocación con
que fuimos llamados! Mire cuán significativo es. No sólo nos llamó, sino que nos dio vocación para
responder a ese llamado. La vocación es como un llamado interno que nos inclina hacia algo, un paquete
de intereses que nos dirigen a una forma de vida. Por ejemplo, una escuela de cocina convoca a un curso
de pastelería. ¿Quiénes irán? Aquellos que tienen vocación para la pastelería. Del mismo modo, cuando
el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo llama a los hombres para alcanzar la estatura de Cristo,
nosotros respondemos gozosos, porque tenemos la vocación. Nació en nosotros un renovado interés por
alcanzar la plenitud de Cristo y glorificar a Dios. Es así como tenemos dos secciones para estudiar el texto.
En la primera tenemos una descripción de CÓMO ES EL ANDAR QUE ES DIGNO DEL LLAMAMIENTO, y en
la segunda, POR QUÉ DEBEMOS ANDAR DE ÉSA MANERA.

COMO ES EL ANDAR QUE ES DIGNO DEL LLAMAMIENTO


A. (V.2-3) Lo primero que salta a la vista, es que se trata de un viaje grupal. No caminamos solos, sino
acompañados. La sociedad egoísta en la que estamos nos impone la idea de que andar solos facilita el
equilibrio espiritual. La imagen es la de un hombre parado frente al mar recibiendo el amanecer en
posición de yoga (brisa, calma, meditación) Dios en cambio, se lleva a todos a la playa. Hielera, comida,
toalla, salvavidas, etc. Ahí se prueba tu equilibrio espiritual. Esa es la vida digna del evangelio, la que
puede conservar el gozo y la cordura en medio del caos.
B. Somos llamados a ser solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz (v.3) Mire con
atención lo que esto significa. Somos llamados a guardar la unidad del Espíritu.
1. Primero el Espíritu nos bendice produciendo un vínculo entre nosotros para estar unidos, Pablo ya
nos ha dicho que por medio de Cristo los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al
Padre (2:18) La iglesia no puede producir esa unidad, ni tampoco eliminarla. Por eso, es incorrecto
decir que en una iglesia no hay unidad, porque sin darnos cuenta estamos negando la obra del
Espíritu. El Señor Jesucristo, en su oración sacerdotal (Juan 17:21-23) declaró “la gloria que me diste
yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que
sean perfectos en unidad.”
2. Ahora, nosotros podemos guardar esa unidad, o dañarla. Entonces lo correcto, es decir, en la iglesia
no estamos guardando la unidad, en lugar de decir que no la hay. Porque si estamos unidos como
una gran familia es por la gracia de Dios mediante su Espíritu. Esa es la razón por la que jamás
seremos separados. Sin embargo, corremos el riesgo de dañarla, creando un ambiente poco
amoroso del que Dios no es digno. Para eso, se nos llama a fortalecer la unidad por medio del
vínculo de la paz (Efesios 4:3) ¿Cómo?
3. Con toda la humildad y mansedumbre posible, para soportarnos unos a otros en amor (Efesios 4:2)
El vínculo de la paz no se consigue tomando mis cosas y saliendo de casa para estar solo, lejos de
mi insoportable esposa o esposo; no se obtiene encerrándome en mi cuarto para estar lejos de mis
odiosos padres o hermanos, no se logra alejándome de la conflictiva iglesia. Somos llamados a
tomar TODA la humildad y mansedumbre que me sea posible, para soportar con paciencia a los
demás en amor.
a. HUMILDAD. Las Escrituras nos dicen que la humildad se consigue cuando tenemos una clara
consciencia de quienes somos delante de Dios. ¿Quiénes somos? ¿Somos acaso seres nobles
que han logrado por cuenta propia la perfección exigida por Dios? Para nada. Somos pecadores
amados y perdonados, sin razón. Pablo ya nos ha dicho que fuimos sacados de la muerte por la
infinita misericordia de Dios.
b. Así que, hacemos mal al compararnos con otros que juzgamos en peor condición que
nosotros para justificarnos (pero ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y
comparándose consigo mismos, no son juiciosos, 2 Corintios 10:12) Lo que debes hacer es
compararte con Cristo para que avergonzado ocupes el lugar que te corresponde.
c. Cuando Pablo fue consciente de quién era delante de Cristo, se vio a sí mismo como el
primero de los pecadores; Pedro exclamó al Señor que se apartara de él por causa de su
pecado, y Job se aborreció a sí mismo cuando contempló la grandeza del Señor. La
humildad se consigue cuando estamos conscientes de quienes somos delante del Señor,
no de los demás. Somos pecadores amados sin razón.
d. MANDESUMBRE. Cuando cultivamos la humildad, doblegando nuestro orgullo delante del
Señor, agradeciendo su gracia amorosa con la que nos perdonó, comienza a nacer en nosotros
la mansedumbre. Nos volvemos amables, apacibles y controlados. Eso no significa que nuestra
voluntad se debilite, y nos hagamos cobardes e inseguros. Simplemente ponemos todo nuestro
ser bajo el Soberano control de Dios.
e. Piensa en el Señor Jesucristo cuando era llevado a juicio, no se mostró vengativo, enojado, a la
defensiva; sino tranquilo, y amable. Aún y cuando tenía el poder para solicitar al Padre más de
70 mil ángeles a su auxilio, no lo hizo, estaba sometido a la voluntad de su Padre.
f. Es la mansedumbre que nace de la humildad la que nos ayuda a acercarnos al otro, en lugar de
alejarnos, porque conseguimos la serenidad suficiente para ayudarlo (Hermanos, si alguno fuere
sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de
mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado, Gálatas 6:1)
g. PACIENCIA. Cultivar la humildad, dará lugar a la mansedumbre; pero, cuando el hermano insiste
en quebrantar la unidad de forma recurrente, es necesaria la paciencia (soportar con paciencia,
4:2) ¿Cómo conseguimos la paciencia necesaria para aguantar al hermano? Adorando al Señor.
No basta con pensar que somos pecadores, y Dios es grande en misericordia, es preciso darle la
gloria continuamente. El ejemplo lo tenemos en Abraham. Abraham recibió la promesa de Dios,
pero tuvo que esperar muchos años para ver su cumplimiento. El escritor de hebreos nos dice
que esperó con paciencia, por tanto, alcanzó la promesa (6:15) ¿Cómo consiguió la paciencia?
(Romanos 4:20, fortaleció su fe dando gloria a Dios) ¡Él estaba convencido de que no era sino un
viejo peregrino en tierra de extraños, y que Dios era poderoso para cumplir su promesa, sino
que además dio gloria a Dios.

POR QUE DEBEMOS ANDAR DE ESA MANERA


A. ¿Por qué tenemos que conservar la unidad del Espíritu? ¿Simplemente para llevarnos bien? No.
La unidad no es el fin. La iglesia se encuentra en medio de una perfecta unidad conseguida por el
Espíritu (Efesios 4:4-6) Tenemos que guardarla como ya hemos visto, pero el propósito de hacerlo
está en el verso 10 (El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los
cielos para llenarlo todo) Descendió para morir en la cruz, resucitó para subir por encima de todos
los cielos, PARA LLENARLO TODO.
B. Cuando Dios mandó al hombre que se multiplicara para llenar la tierra, era con el propósito de
llenarla con su imagen, ya que el hombre fue creado a su semejanza. Pero el pecado encaminó a
la humanidad hacia la dirección opuesta. Con la iglesia, el Señor Jesucristo cumple el propósito de
Dios (Efesios 1:20-23) Porque al mismo tiempo que estamos siendo conformados a la imagen del
Señor Jesucristo, nos estamos multiplicando por medio del discipulado para llenar la tierra.
C. Nosotros somos una iglesia del Señor Jesucristo. Estamos llamados a llenar la tierra de su plenitud
¿Cómo lo conseguiremos? ¿Cómo nos aseguramos que cada uno esté siendo conformado a la
imagen de Jesucristo para tener la plenitud? Puede haber muchas propuestas, pero el modelo de
Dios ya ha sido establecido. Cuando el Señor subió por encima de todos los cielos, repartió dones
a su iglesia para equiparla (Efesios 4:7-8)
1. Primero le dio a la iglesia, como una dádiva de amor, hombres equipados para la enseñanza
(Efesios 4:11) No tenemos el tiempo para detallar lo que cada uno de éstos hombres hace,
pero lo que sí podemos decir, es que todos tienen que ver con la enseñanza. Ellos están
ocupados en la oración y las Escrituras para poder perfeccionar a los santos (v.12)
2. Cuando dice, a fin de perfeccionar a los santos (v.12) lo dice en relación a la obra que los
santos son llamados a realizar. Es una obra que toda la iglesia debe hacer. Es la obra del
ministerio (servicio) El apóstol Pedro afirma que somos buenos mayordomos de la gracia de
Dios, cuando servimos a los demás.
3. ¿Qué clase de servicio se espera de cada uno de nosotros? Hay muchas cosas que puedes
hacer por un hermano, variadas maneras de bendecirlo en sus necesidades, pero el servicio
que se espera de cada uno de nosotros, es aquel servicio que edifica (para la edificación del
cuerpo de Cristo, Efesios 4:12) Ya sea que compartas palabras de aliento y consolación; o
palabras de exhortación, o corrección; si lo haces con la Palabra de Dios, estás edificando a tu
hermano. Si todos lo hacemos como un estilo de vida, estamos edificando al cuerpo de Cristo
(Efesios 4:29; Romanos 15.2)
4. No somos los pastores y maestros los que edificamos la iglesia, somos todos. Porque el
objetivo es que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un
varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (v.13) Si todos debemos
alcanzar esa unidad (fe y conocimiento), entonces todos tenemos que edificar.
D. Pero pastor, a mí no me gusta entrometerme en la vida de los hermanos para decirles cómo deben
vivir, eso es asunto de cada quien. Ese pensamiento es contrario a la vocación con que fuimos
llamados. No conservaremos la unidad del Espíritu si pensamos así. Por eso se requiere humildad.
Porque nadie es tan especial como para no ser edificado, y nadie es tan poca cosa como para no
edificar a otro.
1. Estoy consciente hermano, hermana, que éste llamado puede ser muy difícil de sobrellevar,
porque quizá no has alcanzado la mansedumbre o la paciencia como para edificar con éxito
al hermano; pero por eso se nos manda a tener solicitud para guardar la unidad del Espíritu.
La solución no es dar un paso atrás para que otro mejor preparado lo haga.
2. Comienza a cultivar tu relación diaria con Dios, deléitate en la historia de tu redención, y
glorifica a Dios por su gran amor para contigo. Ruega al Señor por la plenitud, mientras
fortalece tu hombre interior y te habita por completo. Entonces, cuando tengas algo que
compartir, no detengas tu pie, busca a un hermano y cuenta las grandes cosas que Dios ha
hecho en tu vida. Con toda humildad y mansedumbre, soportándonos con paciencia en amor.
3. Es posible que algunas cosas tengas que mejorar, o que alguna doctrina en particular tengas
que profundizar, o un asunto de tu vida requiera de mayor sabiduría; entonces, acércate a los
pastores y maestros de la iglesia para orientarte. El beneficio será para todos (Efesios 4:14),
porque estaremos siguiendo la verdad en amor (v.15)

Cuando hagas tuya la tarea de edificar a la iglesia, entonces habrás comenzado a andar como es digno de
la vocación con que fuiste llamado. Te mandaron a formar discípulos, a enseñarle a otros que guarden las
cosas que nos mandaron. Dios ha puesto en ti el deseo de hacerlo, pero quizá no sabes cómo. Acércate a
nosotros para orientarte.
A todos nos preocupa cuando escuchamos de algunos hermanos que se encuentran debilitados
espiritualmente, pero pocos se atreven a ir a ellos. Cambiemos eso.

Clamemos a Dios que su reino se extienda en el mundo por medio de nosotros.

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