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COLECCION Conjunciones Patologias actuales en la infancia Bordes y desbordes en clinica y educacion Luisa Wettenge Gisela Untoiglich, Graciela Szyber Jaime Tallis, Maria Cristina Rojas, Liliana N. Kaufmann MES Capitulo | i PATOLOGIAS ACTUALES EN LA INFANCIA Gisela Untoiglich PATOLOGIAS ACTUALES Este libro aborda la problemdtica de las patologias psiquicas acruales con referencia a los nifios, sus padres y las instituciones escolares. Para introducirnos en la tematica de las “Patologias actuales” se hace necesario intcrrogar a qué alude este concepto, abriendo dos vertientes; por una parte, a qué se denomina “patolégico” y, por la otra, a qué se hace referencia con el atributo de “lo actual”. Las caracterfsticas de los tiempos presentes se ven reflejadas claramente en la realidad medidtica. Tiempos efimeros, légica del video clip, “mundo multiforme ¢ instantanes” —como describia J. L. Borges en “Funes cl memorioso”—, en el cual se diluyen el concepto de historia y la posibilidad de darle un sentido histérico-subjetivo a los acontecimientos vividos. B patclogias acuales en la infancia Un interrogante que plantea S. Sternbach en su libto Organisaciones fronterizas (2007) nos acompaiari en este recorrido: ;¢émo distinguir funcionamientos patolégicos de modalidades subjetivas que cobran cada vez mayor protagonismo cn la actual escena social y que podrian corres- ponder a novedosas conformaciones subjetivas acordes con los tiempos de fluidez? Es sabido que cada época histérica construye sus propias clasificaciones acerca de lo sano y lo cnfermo, de lo normal y lo patolégico, y oferta un menti limitado de categorias en las cuales incluirse. Desde este punto de vista, ningtin ordenamiento es “natural”, en cl sentido de los procesos propios de la Naturaleza, y los lamados “observables” no serian -como a menudo postulan ciertas corrientes cientificas— tipificaciones objetivas de la realidad, El término “patolégico” proviene del griego pathos, que fue traducido como enfermedad, pero también como sufrimiento, por lo que la pato- logia podria referirse tanto a la enfermedad como al sufrimiento o a la mutua implicancia de ambos. Sin embargo, en cl presente observamos una franca tendencia a clasificar las enfermedades con amplios descripto- tes, pero dejando por fuera cualquier alusién al suftimiento, particular mente al psiquico. Con respecto a “lo actual”, la cucstién refiere por un lado a “lo cpo- cal”, es decir, a las coordenadas socio-histéricas actuales, a sus caracte- risticas y configuraciones y, por otra parte, a las llamadas patologias del acto, a las cuales me referiré mds adelante. {Como comprender las modalidades de padecimiento que afectan a los niflos en cl presente sin tener en cuenta los atravesamientos histérico sociales que caracterizan este ticmpo en el cual vivimos, y cémo impac- tan en la construccién de su subjetividad? :Cuiles son las particularidades que signa ¢l hecho de ser nifio en esta €poca?, ade qué sufren los nifios, hoy?, ¢¢6mo se constituye subjetividad en tiempos de cartografia liquida? El concepto de “modernidad liquida” es un término que Z. Bauman acuiia a fines de la década del noventa para definir este tiempo histérico, en cl cual las instituciones, las funciones, los afectos y por ende los suje- [14 G.Untoiglich | Patologias actuales en la infancia tos se vuelven inestables, volatiles y cn permanente mutacién. Sin embar- go, la idealizacion de la asi llamada modernidad sélida nos ubicaria fran- camente en una posicién melancolizada, en la cual la conclusi6n con menos revisiones y la mas aceptada seria que “todo tiempo pasado. fue mejor”. El concepto de sélido hace referencia a lo permanente, lo estable, como el punto de partida ineludible de toda existencia, asi como también subra- ya la fijeza, la linealidad y la previsibilidad. Lo “liquido” coloca el acento en la provisoriedad y la labilidad como caracteristicas relevantes de ésta época: una precariedad en la que todo resulta fugaz, efimero y transito- rio y tiene fecha de caducidad. Los liquidos fluyen, son méviles, no con- scrvan cl espacio, ni se atan al ticmpo. La liquidez impacta directamente en la construccién de los lazos intersubjetivos, vulnerando los referentes, valores y significaciones que resultan necesarios para la constitucién de las instancias intrapsiquicas (ideal del yo, supery6, etc.) que son su correlato subjetivo. Las consecuencias inmediatas de esta “arquitectura escurridi- za” son la fragilidad, la transitoriedad, la precaricdad y ¢l desamparo, cuando no el derrumbe. En este sentido, M, C. Rojas, en su capitulo, caracteriza a las patologias actuales como “patologias del desamparo”. En el intento de ampliar el horizonte de nuestros conocimientos acer- ca del modo en que se construye actualmente la subjetividad en la infan- cia,‘a lo largo de este libro volveremos en numerosas ocasioncs sobre estos conceptos. “Bajo el término “patologias actuales” también se hace referencia a aquellas que estan ligadas a los trastornos alimenticios, a las adicciones, o a los ataques de pinico, como si fueran conceptualizaciones novedosas. Sin embargo, revisando la obra freudiana, encontramos referencias a esta temética bajo la categoria de “Neurosis Actuales” (1894), especifica- mente en la “Neurosis de angustia”, cn la que pone en relevancia las caracteristicas de lo que hoy se conoce como “ataque de panico”, En esa época, Freud propuso distinguir las neurosis actuales de las neuropsico- sis de defensa (histeria y neurosis obsesiva), Para ambas Ja etiologia era sexual. Sin embargo, en las primeras, se trataba de tensién sexual soma- tica que no accedia al campo de las representaciones (campo psiquico) ni podia ser procesada por el aparato psiquico. E] malestar en la neurosis de 1s | Bi hxtchogles ction on ta bfericts angustia se “descargaba™' a través de ataques de angustia, sin mediar mecanismo psiquico ni procesamicnto alguno, sin contenido psfquico, sin simbolismos y sin significacién aparente. Como ejemplo, Freud men- ciona las fobias de las neurosis de angustia, ¢s decir, cuadros que se cons- tituyen a consecuencia de éstas, donde el afecto ¢s siempre y tinicamen- te la angustia, y ésta -a diferencia de lo que ocurre en la histeria y la neu- rosis obsesiva, donde si existe representacién psiquica reprimida— no pro- viene de una representacién reprimida y, como tal, la sustitucién no es el mecanismo preponderante. En sintesis, la referencia a las ncurosis actuales en Freud nos permite pensar aquello del orden de lo psiquico que se encuentra en el borde de la palabra, alli donde fracasa la posibilidad de simbolizacién y que, por esa razon, quedaba situado en el limite de lo analizable. Sin embargo, lo que anteriormente quizas era considerado un caso de excepcién, en estos tiempos son las modalidades que predominan en la clinica, En consecuencia, “lo actual” remite tanto al tiempo histérico que nos toca vivir como al concepto psicoanalitico que se refiere a los Pequeiios y grandes pasajes al acto, a los fracasos en la posibilidad de simbolizar; o sea a la dificultad de tramitar simbélicamente las situa- ciones vividas. Llevada esta idea al campo intersubjetivo, es precisa- mente debido a la falta del necesario amparo proveniente del mundo Adulto que ¢l pequefio;ne encuentra un- Otro quelo sostengay le Brin- Una de las caracteristicas principales que se hallan en estas patologias es que los sujetos no organizan sus padecimientos al modo de las forma- ciones inconscientes (sintomas como retorno de lo reprimido, lapsus, ete.), por lo tanto sus sufrimientos no serin ficilmente accesibles por via de la palabra. Es una clinica en la que predominan las acciones impulsi- vas, tanto en los padres como en sus hijos, y en la cual faltan las asocia- ciones 0 la posibilidad de reflexionar acerea de las situaciones vividas. Para ilustrar la importancia del campo de la palabra, Freud sola hacer referencia a un autor inglés que proponia que “el primero que en vex de arrojar una flecha al enemigo le lanzé un insulto, fue el fundador de la lie G.Untoiglich | Patologias actuales en la infancia I civiltzacién™. Sin embargo, los sujetos afiectados por estas patologias sue- len no poder reemplazar la accién por la palabra, Otra de las particularidades predominante cs cl silenciamiento, tanto del lado del adulto que no oferta elementos para tramitar simbélicamen- te las diversas situaciones, como de! lado del nifto, que no cuestiona y gue, con un padecimiento mudo, en muchas ocasiones pone en movi- miento su cuerpo -como modo de pensar las acciones impullsivas y la hiperactividad- o se desconecta de lo doloroso mostrando, por ejemplo, una modalidad desatencional. Consecuentemente, es muy diferente plan- tear que un nifo tiene una modalidad desarencional, efecto de un sin- drome de origen neurobiolégico —aunque éste todavia no haya sido loca- lizado-, que proponer que dichas modalidades pueden ser una resultan- te de miiltiples causas, entre las cuales también pucden estar incluidos ciertos condicionantes biolégicos, como ya.mencionaba Freud cuando construyé el concepto de series complementarias.’ Por otra parte, existen numerosas investigaciones que indican que cuando un sujeto es sometido a situaciones traumaticas, abusos, maltra- to, se cen cambios fisioldgicos en la conformacién misma de su cerebro (Walker, L., 2007). Esto permitiria plantear que gran parte de las investigaciones que intentan encontrar las raices neuroquimicas de las enfermedades mentales no necesariamente estarfan hallando el origen de ellas, sino los cambios que se produjeron en el nivel cerebral. Esto no implica necesariamente que se trate de condiciones de inicio, genéticas 0 congénitas, Desde esta perspectiva, tratarcemos de pensar, entonces, el entramado entre un psiquismo y una corporalidad que se condicionan mutuamente, enmarcados en un tiempo hist6rico-social determinado. A partir de este recorrido, nos ocuparemos del modo en que se cons« truyen los diagnésticos en la actualidad. | T patologias actuales en la infancia DIAGNOSTICOS ACTUALES En Ia actualidad, la logica del DSM IV ( Manual estadistico de las enfer- medades mentales, en su Cuarta versin) sesga las concepciones de la mayoria de los profesionales de la salud y de la educacién. El manual fuc pensado, aparentemente, para que los diferentes profesionales de distin- tas especialidades y formaciones nos entendiéramos al hablar, como una especie de “esperanto psicopatolégico”, que permiticra armar un cédi- go comin en el cual todos los sujetos tendrian un lugar y una sigla. Una lectura “objetiva” y ordenada de la realidad, sin ningtin sesgo personal. 2Es esto posible? Sélo desde una mirada simplista podriamos creer que se pueden realizar lecturas objetivas de la realidad. El Paradigma de la complejidad (Morin, E., 1994) abre otras opciones para recorrer el entramado de la situacién actual. Las realidades son mial- tiples ¢ implican construcciones que se corresponden con cierto periodo histérico y cierta ideologia predominante. En este caso puntual, también cierta economia de mereado que en numerosas ocasiones propicia la ela- boracién de drogas, para las que luego tiene que modelar sindromes que les son funcionales y que, a su vez, se alivien con dichos firmacos, trans- formando determinadas caracteristicas de Ja vida cotidiana en enferme- dades que hay que erradicar. Un ejemplo referido a los nifos ¢s que pasan de ser inquietos o desatentos a ser ADHD (Sindrome desatencio- nal con o sin hiperactividad), o de contestadores a TOD (Trastorno opo- sicionista desafiante ), ctcétera. Esto conlleva miltiples riesgos, uno de ellos es cl ctiquetamiento de la infancia, cuyas consecuencias pueden resultar altamente peligrosas, sobre todo cuando estamos pensando en sujetos que estin en proceso de estructuracion. Desde la perspectiva psicoanalitica, en un inicio el peque- fo constituye su psiquismo y su subjetividad, en ¢l vinculo con los otros significativos (no se trata necesariamente de sus padres biolégicos, sino de aquellos que ocupen el lugar de sostén, cuidado, afecto, libidinizacion y corte),’ para lucgo salir al mundo externo del entorno primario, en cl cual continuard su proceso de subjetivacién (la escucla puede brindar G.Untoighich | Patologias actuales en la infancia i nuevas oportunidades cn Ja constitucién subjetiva)." Es decir, pensamos un sujeto con milltiples posibilidades en su devenir. Qué ocurriria entonces si, mientras un pequeiio esta estructurindose, un profesional dictamina, por ciertas conductas observables, que este nifio “es...” ADD, TGD, o cualquiera de las siglas que abundan en el Manual. Probablemente stu: subjetividad se fijaria a esa etiqueta, como una suerte de identificaci6n coagulante. Padres y docentes también comenzarian a esperar que cl pequefio se comportara de determinada manera y todos los argumentos se cerrarian sobre si mismos, o sea: “hace esto porque es ADD”, “todos los TGD responden asi”, etcétera. Podria incluso ocurrir que el propio nifo se ubicara en el casillero correspon- dicnte y ya no esperara otra cosa de si mismo, no pudicndo conectarse con aquello que le sucede mis alla de la sigla, Cuando le pregunsé a Mariano en la primera entrevista qué creia que le ocurria, me respondié com cierta sorpresa: “todos lo saben, es que soy ADD". Respecto del diagndéstico, $. Bleichmar (1998) planteaba la includible responsabilidad profesional que implica su cvaluacién, tanto en cl pre- sente de la vida de ese sujeto como en relacién con su porvenir. Ya que a partir del diagndéstico se encaminara una direccién de ese tratamiento y se plantearan estrategias a futuro. El diagndstico funciona asi como una brojula que orienta cl camino y las acciones a seguir. Si pensamos en el caso de un niio que, de acuerdo con el decir de sus padres y de la institucién escolar, es “insoportablemente inquieto”, puede que se lo evalie y se lo medique, sin que ningin profesional se/le pre- gunte qué le sucede, perdi¢ndose quiz una oportunidad privilegiada para que este nifio pueda contar acerea de sus padecimientos. Por cjemplo, cn cl caso de situaciones de abuso, los padres pueden no consultar por dichas circunstancias, pero si la escuela solicita un psico- diagnéstico como condicién para que continde en el establecimiento, debido a ciertas conductas observables —como desatencidén o hiperactivi- dad del niiio-, seguramente realizarin exclusivamente la consulta neu- rolégica o psicopedagdgica. W siactigier cect fe tinct Si el profesional consultado sélo se ocupa de aplicar escalas y llenar cuestionarios, podria estar desaprovechandose la posibilidad de poner cn evidencia que la desatencién podria enlazarse con una situaci6n de abuso. No estoy diciendo que TODOS los nifios inquietos son nifios abusados, pero si que muchos nifios que padecicron situaciones de abuso estan en un estado de sobresalto ¢ inquietud permanente, que es cl modo con el que pucden dar a conocer su malestar. Si cl profesional sélo sc detiene a clasificar conductas observables, Gnicamente va a encontrar aquello que fue a buscar, poniéndose a salvo a si mismo y dejando al pequeiio en un estado de desamparo que reduplica simbélicamente la violencia padecida.* Por otra parte, los diagnésticos en cl DSM IV se construyen con una idea de “normatividad estandarizada” y con cierta representacién de “naturalidad”, De acuerdo con ello, todas las personas crecemos del mismo modo y en tiempos similares, ya que ¢l decurso del desarrallo estaria biolégicamente determinado con anterioridad. Desde ese punto de vista se podria decir, como ejemplo, que todos los nifos estan cn con- diciones de atender a lo que sus maestros proponen en el aula. Si no lo hacen es porque tendrian un déficit de origen neurobiolégico que habria que tratar -y medicar—. Desde el recorte psicoanalitico, no se considera la naturalizacién de los procesos psiquicos. Entendemos que las caracteristicas que modelan las funcioncs se constituycn como proceso en un vinculo con un otro, que promoverd que ciertos caminos se construyan y vedard otros. Un niiio podria no estar en condiciones de atender porque, por ejemplo, su ener- gia esta cn ese momento al servicio de sostener a una madre en situacion de duclo, particularmente cuando de esa muerte no se habla -creyendo evitar de ese modo la posibilidad de entristecer al niftio~. Un aspecto muy significativo, que permite mostrar con qué criterios se construyen las categorias diagndsticas en el DSM IV, es que el térmi- no angustia no se encuentra mencionado en ninguno de los ftems del manual, en relacién con los diagndésticos en la infancia. (ual cs enton- ces cl supuesto?, qué los nifos no se angustian?, zque la angustia nos asalta intempestivamente en la adultez como algo externo, bajo la forma |20 G.Untoigiich | Patotogias actuales en la infancia ff del “ataque” de pinico, tinico diagndstico de todo ¢l manual en el cual si se hace referencia al término angustia? Se pucde entender que una madre no pueda pensar que su hijo esté angustiado, pero que esa cate- goria falte en cl mapa conceptual de los profesionales resulta muy lla- mativo. “Frente al desarrollo de la psicofarmacologia, la psiquiatria abandons el modclo nosografico en beneficio de una clasificacion de las conductas. En consecuencia, redujo la psicoserapia a una técnica de supresion de sinto- mas..- Que se trate de angustia, de agitacién, de melancolia o de simple ansiedad, hard falta primero tratar la huella visible del mal, lecgo borraria y, finalmente, evitar buscar la causa de mancra de orientar al paciente hacia una posicién cada vex menos conflictiva y, por tanto, cada vex mas depresiva. Em lugar de las pasiones, la calma; en Iugar del deseo, Ja ausencia de deseo; en lugar del sujero, la nada; en lugar de ia historia, el fin de la historia, El sanitario moderno —psicélogo, psiquiatra, enfer- mero 0 médico— ya no tiene tiempo para ocuparse de la larga duracion del psiquismo, pucs, en la sociedad liberal depresiva, su ticmpo esta con- tado” (E. Roudinesco, 2000, {Por qué el psicoanilisis? ). Curiosamente, el término que sf se menciona, en mas de cincuenta oportunidades en el DSM TV, es “ansiedad”, cuya definicién en el dic- cionario de la lengua espafiola es “estado de animo de inquietud, agita-

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