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REFORZAMIENTO DE LA COMA Y EL PUNTO Y COMA

1. Ejercicio: Coloca la coma (,) en donde corresponda

-Ejercicio 1:

Entonces le salió un novio el hijo del médico Gandea muchacho guapo algo perdido.
Amoríos vehementes una novela en acción. Según parece el muchacho quería llevar la
novela a su último capítulo y ella se defendía defensa que tiene mucho mérito porque repito
y los hechos lo han demostrado que se encontraba absolutamente bajo el imperio de la más
férvida ilusión amorosa. Una de las señales que caracterizan el poderío de esta ilusión es el
efecto extraordinario absolutamente fuera de toda relación con su causa que produce una
palabra o una frase del ser querido.

Extraído de "Aire", de Emilia Pardo Bazán.

Ejercicio 2:

Estaban en medio de la campiña. No había por allí olivares ni huertas ni árbol que diese
sombra sino terrenos sin roturar donde las plantas que más descollaban eran el romero y el
tomillo entonces en flor y que exhalaban olor muy grato o bien extensas hojas de cortijo
sembradas unas otras en barbecho o en rastrojo. Lo sembrado verdeaba alegremente
porque aquel año había llovido bien y los trigos estaban crecidos y lozanos. El suelo
formado de suaves lomas hacía ondulaciones y como no había árboles la vista se dilataba
por grande extensión sin que nada le estorbase. Aquello parecía un desierto. No se
descubría casa ni choza ni rastro de albergue humano por cuanto abarcaba la vista.

Extraído de “Para no perder el respeto”, de Juan Valera.

Ejercicio 3:

La imitación servil del modelo consagrado la sujeción al canon oficial el principio de


autoridad en el arte la fórmula tradicional el precepto empírico e inmutable son trabas tan
aborrecibles para la nueva escuela como lo fueron para las batalladoras huestes del
romanticismo; el arte académico oficial erudito y artificioso que ahoga la personalidad del
artista mata la inspiración y la originalidad e impide el progreso del gusto objeto es de sus
encarnizados ataques; pero el principio a nombre del cual se levanta en armas nada tiene
de común con el que alentaba a los románticos.

Extraído de “El naturalismo en el arte”, de Manuel de la Revilla y Moreno.


2. Coloca el punto y coma (;) en donde corresponda

Ejercicio 1:

El niño, que detesta la escuela el joven, que maldice los estudios graves el Gobierno, que
los proscribe de sus cátedras y hasta los persigue en ocasiones el profesor, que repite
año tras año la misma cantilena, suspirando con el alumno por la hora dichosa de las
vacaciones que ha de emanciparlos a entrambos, son, después de la atonía del espíritu
nacional, el más elocuente testimonio contra un orden de cosas que sólo por excepción
deja de inspirar tedio. Con ser tan miserables los recursos materiales consagrados a su
subsistencia, quizá todavía exceden al beneficio que produce.

Extraído de "Instrucción y educación", de Francisco Giner de los Ríos, 1879.

Ejercicio 2:

Tengo un sobrino, y vamos adelante, que esto nada tiene de particular. Este tal sobrino es
un mancebo que ha recibido una educación de las más escogidas que en este nuestro
siglo se suelen dar es decir esto que sabe leer, aunque no en todos los libros, y escribir, si
bien no cosas dignas de ser leídas contar no es cosa mayor, porque descuida el cuento
de sus cuentas en sus acreedores, que mejor que él se las saben llevar baila como
discípulo de Veluci canta lo que basta para hacerse de rogar y no estar nunca en voz
monta a caballo como un centauro, y da gozo ver con qué soltura y desembarazo
atropella por esas calles de Madrid a sus amigos y conocidos de ciencias y artes ignora lo
suficiente para poder hablar de todo con maestría.

Extraído de "Empeños y desempeños (artículo parecido a otros)", de

Ejercicio 3:

Si, confiado en la superioridad de su genio, no supo unir la adulación a las dotes de su


talento si, mirando desdeñosamente los intereses materiales, no acertó a mendigar un
favor del poderoso favor menguado, que apartándole de sus nobles ocupaciones, le
convierte en lisonjeador de oficio o en mecánico oficinista, todo su saber, por grande que
sea, bastará tal vez a conquistarle un lugar distinguido en las crónicas literarias acaso la
posteridad encomiará su genio, acaso levantará estatuas a su memoria pero en tanto su
vida se consumirá angustiosa en medio de tristes privaciones y aquel hondo despecho
que produce en el alma un desdén injusto, abreviará sus días, y muy luego le conducirá al
ignorado sepulcro, que en vano buscarán sus futuros admiradores.

Extraído de "Costumbres literarias", 1837, de Ramón de Mesonero Romanos.

Rebeca Cortez de Zúñiga: Material para uso educativo


Agosto 2024

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