Había una vez un leñador que diariamente iba al bosque a
cortar leña. Un día, mientras cortaba un árbol cerca de un lago, su hacha se le resbaló de las manos y cayó al agua.
El pobre leñador, muy triste, se sentó a la orilla del lago a
llorar, ya que el hacha era su instrumento de trabajo.
De pronto, del lago salió una pequeña hada y de pie sobre
el agua, le preguntó: "¿Por qué estás llorando?"
El lenador respondió: "Se me ha caído el hacha al lago, y sin
ella no puedo trabajar".
De inmediato, el hada se metió al agua del lago, y a los
pocos instantes, salió con dos hachas, una de oro y una de hierro con madera, la cual era del leñador. El hada le preguntó al hombre: "¿Cuál de éstas es tu hacha?". El leñador señaló al hacha de madera y hierro y respondió "Esa es mi hacha". El hada volvió a preguntarle: "¿Y no preferirías el hacha de oro?", a Io cual el leñador respondió: "Por supuesto, pero tú me has preguntado cuál era mi hacha".
Muy complacida con la honradez del leñador, el hada le regaló
el hacha de oro. El leñador muy contento se dispuso a regresar a su casa. En el camino, el leñador se encontró con un amigo y le contó lo que le había sucedido.
El amigo del leñador era muy envidioso, así que, al escuchar
la historia, de inmediato corrió a su casa por un hacha y se dirigió hacia el lago del bosque.
Al llegar, el envidioso hombre tiró su hacha al lago y se puso a
gemir falsamente de tristeza. De pronto, apareció la pequeña hada y le preguntó: "¿Por qué estás llorando?" El envidioso hombre respondió: "Se me ha caído el hacha al Iago".
El hada se metió al agua del lago, y a los pocos instantes,
salió con dos hachas, una de plata y otra de hierro con madera, la cual era del mentiroso hombre. El hada le preguntó: "¿Cuál de éstas es tu hacha?". El hombre respondió: "No es ninguna de esas, mi hacha era de oro"
Sin embargo, el hada sabía que el hombre mentía y le dijo:
"Por mentiroso, te quedarás sin ninguna de ellas", y desapareció llevándose las dos hachas. Moraleja: Es mejor decir la verdad, pues siempre serás recompensado. Autor: Esopo