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ECOLÓGICOS EN ANDALUCÍA1
A.M. Alonso Mielgo y G.I. Guzmán Casado. Instituto de Sociología y Estudios Campesinos. Universidad
de Córdoba.
Dirección: Avda. Menéndez Pidal s/n. 14004. Córdoba.
Teléfono: 957-218541; Fax: 957-218563; Correo electrónico: ec1segue@uco.es
1. Introducción
La agricultura ecológica en España está creciendo muy rápidamente (tabla 1), al igual que en otros países
europeos (Italia, Alemania, Austria...), sobre todo a partir de 1995, año en el que comienzan a
establecerse ayudas económicas para favorecer la transición a la producción ecológica. A finales de 1998
existían 269465 has y 7782 operadores dedicados a la producción ecológica en España (Alonso Mielgo et
al., 2000; MAPA, 1999; MAPA, 1998), lo que supone un incremento respecto al año anterior del 77% y
104% respectivamente. Esta evolución ascendente muestra, entre otros aspectos, la existencia de un
número cada vez mayor de agricultores y agroindustrias que buscan ingresos adicionales en la agricultura
y manufacturas ecológicas.
Tabla 1. Evolución de la Agricultura Ecológica en España
1985 1990 1995 1996 1997 1998 % 97/98
Has 2140 3650 24079 103735 152105 269465 77.15
Operadores 264 350 1042 2161 3811 7782 104.19
Fuente: Alonso Mielgo et al. (2000) y MAPA (1999)
La agricultura ecológica en España es un sector en expansión. Las nuevas disposiciones en materia de
política agraria y desarrollo rural la convierten en un sector estratégico para afrontar los nuevos retos
socioeconómicos del medio rural. Sin embargo, el gran incremento de la producción ecológica en España
no se ha visto acompañada de un desarrollo en el mercado interno de estos productos. En Andalucía la
presencia de estos productos en los canales comerciales convencionales es muy escasa. Es necesario
destacar que más del 90% de la producción andaluza se destina a la exportación, estando el resto dirigido
principalmente hacia los incipientes mercados de otras regiones españolas (Cataluña, Madrid y País
Vasco), y un porcentaje muy pequeño se comercializa en Andalucía (Casero Rodríguez, 1999).
A principios de los 90, cuando se generaron las primeras asociaciones de consumidores y productores de
Andalucía, no existía el mercado regional, por lo que se convirtieron en el principal catalizador de su
desarrollo. En la actualidad el mercado interno se halla escasamente desarrollado aunque en esta última
década se ha producido un cierto auge de la demanda de productos ecológicos como consecuencia del
incremento de la oferta y la labor de difusión realizada por las asociaciones de consumidores de estos
productos, por los propios agricultores y por algunos organismos de control. Según algunos expertos, la
cuota de mercado de productos ecológicos en España en 1998 era alrededor del 1%, pudiendo situarse en
torno al 30-40% en el año 2010. Esta cuota en Suiza en 1998 era del 8% con la perspectiva de situarse
alrededor del 30% en el 2001 (Chicot Armero, 1998; Casero Rodríguez, 1999). El mercado futuro
también presenta unas expectativas favorables en España, tal y como se refleja en una serie de estudios de
potencial de demanda para los productos ecológicos: Aguirre Jiménez y López Rivares (1995), Aguirre
Jiménez et al. (1996), Cenit et al. (1998), Sánchez y Etxaniz (1998), Albardíaz Segador et al. (1998) y
Gracia Royo et al. (1998). Las cifras de demanda potencial que presentan tales investigaciones son
variables, aunque todos coinciden en señalar una elevada predisposición (por encima del 40%) a consumir
productos ecológicos, siempre que su precio no sea superior al 20% del precio del producto convencional.
Sin embargo, cabe señalar los limitantes que según estos estudios frenan la expansión del consumo de
productos ecológicos en España: existe una desinformación generalizada sobre lo que son los productos
ecológicos: faltan puntos de venta de estos productos; en los pocos sitios donde se encuentran (algunos
hipermercados y tiendas especializadas) son muy caros; y existe una cierta desconfianza entre los
consumidores ante la posibilidad de fraude.
En los siguientes apartados vamos a analizar el impacto socioeconómico de estas redes socioeconómicas
1
Referencia: Alonso, A.M. y Guzmán, G.I. 2003. "Canales cortos de distribución de productos
ecológicos en Andalucía". En Actas de Ecoliva 98 y 2000 (CD), 9-12 de noviembre de 2000, Puente de
Génave (Jaén)
sobre el medio rural (productores) y sobre ellas mismas (consumidores), en términos monetarios y de
creación de empleo, teniendo como referencia los datos del año 1998 y en el ámbito de Andalucía. Se ha
acotado el análisis a la producción y consumo de frutas y hortalizas (utilizaremos indistintamente el
término de productos frescos y su abreviatura PF), al existir una relación de comercialización directa de
estos productos entre los actores sociales implicados.
La presente investigación se enmarca, como parte de un estudio de caso, dentro del Proyecto Europeo
titulado The socio-economic impact of rural development policies: realities and potentials (FAIR-CT98-
4288). Está financiado por la Comisión Europea (Dirección General VI) y tiene por objetivo general el
análisis del impacto socio-económico en el medio rural de aquellas actividades de desarrollo rural
relacionadas con el sector primario en seis países de la Unión Europea: Alemania, Gran Bretaña, Irlanda,
Italia, Holanda y España.
2. Metodología
En el estado Español existen algunas experiencias de este tipo desde principios de los 80 (dígase El Brot y
el Rebost en Cataluña), sin embargo, el auge de las mismas se produce en los 90. Como podemos ver en
la Tabla 2 en 1993 se crean las primeras asociaciones en Andalucía. Las 6 primeras fundan en septiembre
de 1995 una Federación regional (FAACPPEA), con las funciones principales de representación de las
asociaciones, coordinación de la producción y transvase de mercancías entre las asociaciones y con el
exterior, y fomento de la agricultura ecológica. En mayo de 1996 la Federación se integra en la
Coordinadora que a nivel estatal representa a los consumidores de productos ecológicos en España.
Posteriormente se crean otras, aunque en 1998 desaparece Sierra de las Cumbres. En este último año son
10, por tanto, las asociaciones de consumidores de productos ecológicos en Andalucía.
El bajo número de socios (593) de todas las asociaciones que se registra en 1998 nos permite adelantar
que nos encontramos ante una serie de organizaciones relativamente jóvenes, cuyo grado de desarrollo
cuantitativo es aún pequeño.
Tradicionalmente todas las actividades de las asociaciones (incluida la gestión comercial) se ha realizado
de forma voluntaria por los socios. La constitución de la Federación da lugar al inicio de la
profesionalización de las asociaciones. Dados los buenos resultados iniciales, comienza por remunerase
económicamente al coordinador a principios de 1996. Entre finales del 96 y principios del 97 las
asociaciones de Sevilla, Granada y Córdoba comienzan a remunerar con pequeñas cantidades las
actividades de abastecimiento y venta de productos ecológicos. Esta remuneración ha ido
incrementándose en estas asociaciones (a medida que se aumentaban sus ingresos) e implementándose en
las otras (incluso desde su formación como una manera de acelerar la captación de socios). Existen otros
factores que tradicionalmente han limitado el desarrollo de las mismas. Entre ellos cabe destacar los
horarios de venta reducidos, el pedido anticipado de los productos y los locales inadecuados.
Desde mediados de 1998 las asociaciones más antiguas, La Ortiga (Sevilla) y El Encinar (Granada), han
modificado sustancialmente estos aspectos. Instalados en locales grandes y bien equipados, han eliminado
el pedido y han ampliado el horario de apertura de los locales. Las consecuencias positivas han sido
inmediatas: un incremento en el número de socios en 1998 del 44% en La Ortiga y del 68% en El
Encinar. En el primer semestre de 1999 el número de socios de estas asociaciones ha ascendido a 234 y
182, respectivamente, incrementándose considerablemente sus volúmenes de consumo. Este hecho no
sólo ha provocado el crecimiento de estas dos asociaciones, sino que ha ampliado las expectativas de
crecimiento de las demás, al demostrar que sin modificar sustancialmente el modelo de funcionamiento
(es decir, sin que ello afecte a las características positivas obtenidas hasta ahora), se obtienen unos buenos
resultados.
En este estudio se presenta una doble valoración. En primer lugar se analiza cuantitativamente el
impacto de estas redes sobre el medio rural en términos de empleo y rentas. En segundo lugar se analiza
la repercusión que tienen las asociaciones sobre el medio urbano en términos económicos (diferencia de
precio con respecto a los productos convencionales y a los ecológicos comprados en otro establecimiento)
y en términos de empleo generado.
En la Tabla 3 se presenta el balance económico medio por hectárea de los cultivos ecológicos y
convencionales, base sobre la que se calcula el impacto socioeconómico en el medio rural.
El margen bruto es un 14.1% más alto en el cultivo ecológico que en el convencional (Tabla 3). Si al
margen bruto obtenido se le añade el subsidio medio (calculado en función de los diferentes cultivos
estudiados y de los diferentes porcentajes que se cobran durante 5 años), este porcentaje se incrementa
hasta el 23.4%. Las diferencias en el ingreso y el coste de ambos tipos de cultivo no son grandes, 8.6% y
5.5% respectivamente, aunque se aprecian grandes diferencias en las partidas de los costes. De todas
ellas, es especialmente relevante para el presente estudio el coste de la mano de obra: un 16.7% más alto
en el cultivo ecológico (debido principalmente a los costes de escarda). Dado que el precio de la mano de
obra en uno y otro caso es idéntico, podemos concluir que el cultivo ecológico emplea un 16.7% más de
mano de obra que el convencional. Estos datos se encuentran en consonancia con otros estudios similares
realizados en diversos países (Sweezy et al., 1994; Zanoli and Fiorani, 1997; Hanniotakis, 1997;
Gliessman et al., 1990; varios en Lampkin and Padel, 1994).
Respecto a otros factores de producción, se observa una menor intensidad de uso de maquinaria en el
cultivo ecológico, debido principalmente a la menor aplicación de productos fitosanitarios. El coste de la
fertilización es mayor en el cultivo ecológico, ya que el precio del estiércol y compost es relativamente
alto. En el apartado de semillas podemos observar una diferencia notable a favor del cultivo ecológico. La
razón que lo justifica es la utilización de algunas semillas de variedades autóctonas (reproducibles), cuyo
coste de recolección y almacenamiento es sensiblemente menor que el precio de las semillas comerciales,
y evidentemente, mucho menor que el precio de las semillas híbridas. La diferencia en el coste del agua
se debe a la utilización, en los casos analizados de un algo más de este factor en el cultivo ecológico.
El empleo de productos fitosanitarios presenta las mayores diferencias. Dos son las razones principales
que contribuyen a explicar este hecho. En primer lugar, debido a que buena parte de la eliminación de
hierbas en el cultivo convencional se hace mediante la aplicación de herbicidas (que se contabilizan en
este apartado), mientras que en el caso del cultivo ecológico se eliminan las hierbas a través de escarda
manual (que se contabiliza en el apartado de mano de obra). En segundo lugar, debido a la “lógica” en el
tratamiento de plagas y enfermedades. En el manejo convencional se aplican tratamientos preventivos e
incluso curativos en función mas de la recomendación de los proveedores (basada en fechas probables de
aparición de problemas y en intereses comerciales) que de la existencia real de plagas y enfermedades.
Sin embargo, en el manejo ecológico se hace un seguimiento de los cultivos para conocer la necesidad
real de hacer los tratamientos lo que hace innecesarias las aplicaciones en numerosas ocasiones. En este
sentido cabe apuntar que otras prácticas que se realizan en el manejo ecológico (como rotaciones de
cultivo, mantenimiento de setos y vegetación espontánea en los bordes, aplicación de materia orgánica...)
pueden estar contribuyendo, tal y como reflejan diversos autores (Altieri, 1992; Carrol et al., 1990;
Gliessman, 1997) a que la incidencia de plagas y enfermedades sea menor en los cultivos ecológicos
analizados que en sus homólogos convencionales.
Tabla 4. Superficie que se “consume” en las asociaciones de Andalucia (ha) e incremento de la mano de
obra empleada en el cultivo ecológico respecto al convencional (ptas/ha)
Consumo PF Ingreso Superficie MO E-C MO total
(pts) (pts/ha) (ha) (pts/ha) (pts)
Asociaciones 14.795.327 1.801.000 13,69 64.000 876.160
MO=Mano de obra, E=Ecológico, C=Convencional
Elaboración propia
Para el cálculo de la superficie (ha) de productos frescos que se consumen en las asociaciones nos
basamos en la cantidad monetaria (a precios pagados al agricultor) de productos frescos consumidos
(14.795.327 pts) y en el ingreso medio por hectárea que perciben los agricultores. Así pues, nos
encontramos con que en las asociaciones se consumen 13.69 ha (Tabla 4), cifra aún pequeña dada la
juventud de esta organización. La diferencia del coste de la mano de obra empleada en el cultivo
ecológico y convencional es de 64.000 pts/ha, lo que implica para la superficie utilizada 876.160 pts,
poco menos de medio empleo, como veremos a continuación.
Con las cifras de las tablas 3 y 4 calculamos el extra empleo y valor añadido generado en el medio rural
(Tabla 5). Con un sueldo anual (incluidos seguros) de 1.800.000 pts, nos encontramos con que la
producción ecológica conectada a este tipo de mercado está generando en el medio rural 0.48 puestos de
trabajo al año más que la producción convencional. Al mismo tiempo, los agricultores vinculados a las
asociaciones están obteniendo un extra valor añadido de 698.022 pts (34.900 pts/productor). Si a esta
última cantidad le adicionamos la subvención media, el extra valor añadido se incrementa hasta las
1.163.370 pts (58.170 pts/productor).
En 1998 el gasto total de los socios de las asociaciones andaluzas en productos ecológicos frescos se
eleva a 17.754.392 pts. Si aplicamos los porcentajes de ahorro obtenidos en la Ortiga al resto de las
asociaciones (excluyendo a Ecosur como comentamos en la metodología) sobre tal cantidad monetaria,
tenemos que los socios de éstas tienen un ahorro extra de 20.311.025 pts (36.728 pts/socio) respecto al
mercado ecológico de hipermercados y de 2.911.720 pts (5.265 pts/socio) respecto al mercado
convencional de hipermercados (Tabla 7). Por otro lado, cada asociación tiene una o dos personas
dedicadas a la coordinación del acopio y venta de productos. Estas personas reciben por su actividad una
retribución económica, variable en cada caso. Teniendo en cuenta la retribución total de los coordinadores
de todas las asociaciones y el coste anual equivalente a un puesto de trabajo (utilizamos la misma
cantidad del apartado anterior, es decir 1.800.000 pts/año), tenemos que en la Federación se han creado
2.33 puestos de trabajo en 1998.
Tabla 7. Extra ahorro en el consumo de productos frescos a precios de consumidor (pts) y generación de
empleo (nº)
Consumo PF Extra Ahorro Extra Ahorro Empleo
(pts) Eco-Hiper Conv-Hiper (nº)
(pts) (pts)
Asociaciones 17.754.392 20.311.025 2.911.720 2,33
Fuente: Elaboración propia
Tanto el ahorro extra como el número de empleos generados podrían ser más elevados si el consumo de
productos ecológicos en las asociaciones fuera mayor; sin embargo existen algunos factores que lo
limitan. En la Tabla 8 se comparan los gastos medios en alimentación de los socios (familias) de las
asociaciones con los de una familia media en España. Podemos observar que el consumo medio absoluto
de las familias integradas en las asociaciones de productores y consumidores andaluzas es más bajo que el
de las familias que se abastecen en otros canales de comercialización, representando el 27% del consumo
total y el 52% del consumo de productos frescos respecto a la media estatal. Las encuestas internas que se
han realizado en las asociaciones de la Ortiga, El Encinar y Almocafre en diferentes años, y las
entrevistas realizadas a los coordinadores de las mismas, nos dan una serie de claves para interpretar estos
datos. El bajo consumo relativo total en las asociaciones está determinado principalmente por la oferta y
el precio de los productos no perecederos. La existencia de una baja variedad de productos ecológicos
transformados y el alto precio que tienen (hay que tener en cuenta que en la mayoría de estos productos la
relación directa productor-consumidor se pierde en favor de empresas de distribución que encarecen su
precio) limitan su venta en estas organizaciones.
La principal causa de que el consumo de frutas y hortalizas ecológicas en las asociaciones sea
relativamente mayor (un 52% respecto a la media española) que el de los productos no perecederos es el
factor “tiempo y espacio de compra”. Así, los consumidores de productos convencionales tienen
numerosos establecimientos abiertos todos los días de la semana (excepto el domingo) para hacer su
compra. Por el contrario, los consumidores de las asociaciones tienen un local abierto 1-2 días a la
semana en horario reducido para comprar productos ecológicos frescos. Esta circunstancia hace que no
puedan abastecerse de todo lo que necesitan semanalmente.
También la oferta condiciona estas cifras. El consumidor tiene a su disposición numerosos productos
“frescos” convencionales (provenientes de otros países o de cámaras de conservación) durante todo el
año. Las asociaciones se abastecen de productos ecológicos frescos de temporada: de la zona donde se
localizan en primer lugar, de otras zonas de Andalucía (conexión entre asociaciones) en segundo lugar, y
eventualmente, de otras zonas de España (principalmente a través de otras asociaciones). Por ello, la
oferta de productos ecológicos frescos en las asociaciones es menos variada, aunque su calidad (referida
al momento idóneo de recolección y al tiempo entre la recolección y el consumo) es mayor.
De otra parte, podemos observar que el consumo relativo de productos frescos es mayor en las
asociaciones que la media estatal: un 38,5% frente al 20,3%. De hecho, la existencia de productos frescos
es uno de los pilares fundamentales sobre los que se asienta la estabilidad y el crecimiento de las
asociaciones: los socios de las mismas quieren no sólo que los alimentos frescos no lleven productos
químicos, sino también que tales alimentos les lleguen en un estado óptimo de maduración. Es por tanto
previsible que los productos frescos de las asociaciones presenten una mayor calidad (referida al
momento idóneo de recolección y al tiempo entre la recolección y el consumo) que los que siguen otros
canales de distribución.
Los agricultores de las asociaciones cultivan bajo las normas de la Agricultura ecológica. Ello consiste en
la utilización de una serie de prácticas (rotaciones de cultivos, siembra de cubiertas vegetales y abonos
verdes, uso de fertilizantes orgánicos, creación y mantenimiento de setos...) que permiten minimizar los
impactos negativos que la agricultura industrializada está provocando sobre los recursos naturales
(erosión de suelo, contaminación de acuíferos...) y los seres vivos (intoxicación, malformación y muerte
por ingestión de plaguicidas y nitratos...) (Alonso Mielgo, 1996).
Este respeto hacia los recursos naturales es cada vez más valorado socialmente en España, no sólo desde
la perspectiva del consumo de alimentos de calidad, sino también desde la perspectiva del “consumo de
paisaje”. Existen en España un número creciente de establecimientos que ofrecen productos ecológicos.
El incremento de la demanda por este tipo de productos está influenciado principalmente por razones de
salud. En este sentido, ha jugado un papel importante la información, cada vez más frecuente, que los
medios de comunicación ofrecen sobre los efectos en la salud de determinadas tecnologías utilizadas en la
agricultura industrializada.
Sin embargo, no se puede menospreciar la labor de difusión, sobre todo a nivel local, realizada por las
asociaciones de consumidores de productos ecológicos. A modo de ejemplo mencionaremos el caso de
Málaga y Córdoba, donde personas relacionadas con las asociaciones de estos lugares abrieron en 1996 y
1997, respectivamente, las primeras tiendas exclusivas de productos ecológicos. Además, en Málaga y
Sevilla se ofertan este tipo de productos en herboristerías desde 1996, debido a acuerdos realizados con
las asociaciones y sus productores para asegurar un abastecimiento regular.
Con respecto a la conservación de los recursos naturales, los principales esfuerzos directos de las
asociaciones han estado dirigidos a la minimización en el uso de envases. Así, las asociaciones compran
los productos frescos a granel, y los socios evitan o reutilizan los envases difícilmente reciclables (como
el plástico) para llevarse los productos a casa.
Todo este conjunto de acciones influye, directa e indirectamente, de forma positiva sobre el paisaje rural.
En España se ha producido recientemente un auge del turismo rural, que busca principalmente lugares
donde la combinación de paisaje natural y etnológico sea especialmente atractivo. Por ello, la realización
de prácticas ecológicas puede producir sinergias con el turismo rural, contribuyendo a dotar de
nuevos/antiguos valores a determinadas zonas.
4. Conclusiones
La agricultura ecológica en España y en Andalucía esta creciendo de forma continua; aunque el mercado
interno está aún poco desarrollado varios estudios muestran una demanda potencial notable, demanda que
podrá ser satisfecha si se ponen los medios necesarios para subsanar los principales limitantes que frenan
su desarrollo. De estos limitantes, destacan dos por la relativa facilidad para amortiguarlos: la existencia
tanto de una desinformación generalizada sobre lo que son los productos ecológicos, como de una cierta
desconfianza entre los consumidores ante la posibilidad de fraude. Con respecto al primero de ellos, es
muy posible que, al igual que se ha hecho con otros productos, una campaña de información a través de
los medios de difusión y con la colaboración conjunta de las distintas administraciones públicas y el
sector, podría resolverlo en gran medida. Del mismo modo, una campaña informativa, unida a un soporte
institucional mayor a los organismos de control, permitiría eliminar buena parte del segundo.
Por otro lado, las asociaciones de consumidores de productos ecológicos de Andalucía tienen, al igual que
han tenido en otros países, una especial relevancia desde una triple perspectiva.
Desde la perspectiva del consumo son los principales centros de abastecimiento, ya que aunque existen
algunos establecimientos (hipermercados, tiendas especializadas y herboristerías) que venden productos
ecológicos, o bien presentan muy poca cantidad y variedad, o bien tienen unos precios excesivamente
altos (Aguirre Jiménez, 1999).
Desde una perspectiva productiva, son el principal referente para los pequeños productores de frutas y
hortalizas, que encuentran en ellas sitios donde vender pequeñas cantidades de producto a buen precio.
Desde una perspectiva social forman estructuras que tienen como objetivo principal el fomento de la
producción y consumo de productos ecológicos, así como de todos aquellos productos cuyo proceso de
elaboración sea respetuoso con el medio ambiente. De esta manera, constituyen centros permanentes,
tanto en sus locales como en los distintos foros donde acuden, de difusión de las bondades de la
producción ecológica.
El impacto socio-económico de estas organizaciones en Andalucía es aún pequeño. No obstante, los
resultados obtenidos muestran lo siguiente: por un lado, se incrementan las rentas de los agricultores que
las abastecen al eliminar intermediarios, se contribuye a la generación de empleo en el medio rural al
necesitar los cultivos ecológicos analizados mayor cantidad de mano de obra, y se minimiza el impacto
ambiental negativo al emplear técnicas de la agricultura ecológica. Por otro lado, los consumidores de los
centros urbanos consiguen productos ecológicos a buen precio (incluso por debajo de sus homólogos
convencionales), se contribuye a generar empleo al profesionalizarse gradualmente las asociaciones y se
contribuye a la conservación del medio ambiente al fomentar, entre otros aspectos, la reutilización y
reciclaje de los envases.
La consecución de un impacto socio-económico futuro mayor va a depender en gran medida de la
capacidad de superar los principales frenos que limitan su crecimiento: los horarios de apertura reducidos,
la baja profesionalización, el pedido anticipado de los productos y los locales inadecuados. En este
sentido, se ha podido constatar que en algunas asociaciones se han dado pasos para solventarlos, con
buenos resultados. Su conversión en sociedades mercantiles de carácter social (cooperativas), siguiendo
pautas de otros ejemplos exitosos, podría contribuir al desarrollo de estas redes, al poder acceder a ayudas
públicas y consolidar su estructura organizativa.
En definitiva, las asociaciones de consumidores y productores de productos ecológicos de Andalucía son
organizaciones jóvenes, caracterizadas por transformaciones constantes y crecimiento continuo. Su
capacidad de adaptación a situaciones desfavorables y estancamientos puede ser la clave para seguir
desarrollándose, contribuyendo a una mayor socialización del consumo interno de productos ecológicos e
incrementando su importancia socio-económica en esta región.
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