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Un hijo encuentra a su madre en el jardín con su vestido sucio y desgarrado, y un ojo morado e hinchado. Cuando el hijo pregunta qué hacer con su padre, la madre responde bruscamente "¡Qué sé yo!" pero luego se calma y le dice al hijo que traiga una pala, o mejor aún, dos palas, implicando que enterrarán a su padre.
Un hijo encuentra a su madre en el jardín con su vestido sucio y desgarrado, y un ojo morado e hinchado. Cuando el hijo pregunta qué hacer con su padre, la madre responde bruscamente "¡Qué sé yo!" pero luego se calma y le dice al hijo que traiga una pala, o mejor aún, dos palas, implicando que enterrarán a su padre.
Un hijo encuentra a su madre en el jardín con su vestido sucio y desgarrado, y un ojo morado e hinchado. Cuando el hijo pregunta qué hacer con su padre, la madre responde bruscamente "¡Qué sé yo!" pero luego se calma y le dice al hijo que traiga una pala, o mejor aún, dos palas, implicando que enterrarán a su padre.
El hijo encontró a la madre en el extenso jardín. Sentada en un banco, cerca de
la tapia del fondo. En su blanco vestido, todo manchado con tierra, las puntillas colgaban, desgarradas. Con un ojo rodeado de un golpe y el otro hinchado, ella lo miró, llorando. -¡¡Mamá!! ¡¿Qué hacemos con papá?! La mujer le contesta de mal modo: ¡Qué sé yo! – y se dulcifica: -Trae la pala. O mejor… dos palas.