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LOS PROCESOS DE MADURACION

Y EL AMBIENTE FACILITADOR
Donald \V. Winnicott

LOS PROCESOS
DE MADURACION
Y EL AMBIENTE
FACILITADOR
Estudios para una teoría
del desarrollo emocional

o
rO PAIDOS
Buenos Aires
Barcelona
o l\léxico
co
j-
Tftulo ori~i11a.l Thc r1Jalr,mzhonal proce-sses and rlw /aci!ittJfi11K enN"rcmmenr
Ka~11 ac- 1!nüks., Lúndr-e:s
•C 1965, by D. W. \.Vinnk:otc
ISNB 0-946439-84-2

Cubi~rta de GU!,tavo M.acri


11 ustr.J dón de c:u bie rt il: H ~n ri M ariss.,.-. frr.út Flo"M..1er.!.. ami ''T1:ie Darrce' · ª"'ature. Morte a
la Dame), 19'09. To e- t Je rmita~e. Le-21 i ngrild

1=,o Wmmron, Dnnald W.


vvrN Lo'ii procc-.;os de m.adu1,1ción y el i11mbiente í3cili~c1tior:
t!"HuiJios pa.ril una. 1cor~a Út!'I desa, rollo t"rnocior1at.
,. i'Ó. 7" r('tmp - l:ILJí!'nO~ AUIP.!:i : llair.lós, ioM.
400 -;:, ; 2:2 .. 7-4 cm. • (P5,i colog fa pro ru nda]

r r ad uc ,do de: Jorge 1-'ia, i go,s ky

1. 1itlt.o - 1. Ps 1c:o 1-n~ia 1-'rofunrla

R~et"\'illdOS todm 1m dc-rcc!lo!:. Qurda r igu10"5.i.I'.1'Cnl C- p.rühioida. sin !. auto-riuc ioo


~~ 11 di: b rnulo.~s del i:.opyn¡I~,. b.iju lu :?oiu1,c10n~ ~, 11.bh!i:1dil.$ en 1~ I~:.,
l.11 reprodi..a;i;1ón p11 n;:s~l o 10'! fl.l ~e ~i;i obra por i;-u;:i lq-ul-CJ mwio ci prot; ~, mw.--io.
rnrnrr~11Jidas liri ft'pf<.igrafl~ y d 1f~ emi<t:mo itl Í(JCII 1lb:::o

;: 1993 de todas las. ediciones en caste-11.mo


Ed iwtial l'a idó-s S."\l Cf·
1n dr; pt! nd,i; nci a l 6-~ i, But 110:; A i r!:'S
e• ma.H. difusio n@are ■1paldos.com.ar
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Queda hecho e-1 de pósito que p rtvie ne l .i le y l l. ?23


1mp~ t n Arge rl:iin.a.. Pri n:ed i n Atg~ ,u i na

[mpr~o en Bibliogr!fi ka.


BucareUi 1160, Ciud~d de Buenú:i Aires,
en en.trn de 2014
Tir.id~: 500 cjcrnplim:$

ISBN g;,g.g]Q-12 ,4 l74•7


INillCE

N ola pre l I t n I na r . .. ... . ... . .. .. ... . ... .. .. .. ... .. . .. .. .. ... .. .. .. ... .. ... .. . . 9
I ntrodtlcción .................................... ----............... .. . ... .. .. .. 11
Rt-~conoci nii P.n tus . .. ... .. .. ... . .. ... . . ... .. . ... .. .. . . .. .. .. .. .. .. .. .. ... .. . .. 13

Primera parte
Escriitos sobre el dcsarrol lo

l.El psicoanálisis y el scntirn •enlode culpa ( 1958) .. 17


2. La capaáidad para estar solo ( 1958) ... .. .. .. .. .. .. ... . ... . 36
•3- La tec,ría de la relación e11tre progenitor-es-infante
( 19 60 ) ............................................................ ~ ..... ~. ... . 47
4. La in tegracion del yo en el desarrol Jo del niño
( 196 2 ) ....... ■ 1 ■ ■ ■
. . . . - ... 1 . . . . . . . . .■ •••• 1 •• 1 .... - - 1 .. 1 . . . . . . . . . . . . 1 • 1 •• .................... - .. - • 1 • .. 73
5. La provisión para el niño en la salud y en ~a crisis
( 196 2 ) . _......................... _......................... _.. .. .. .. .. . . . .. . .. 83
6. E I desarrollo de la capacidad para la preocupación
por el otro ( 1963) ............. TO....................................... 95
7. De la dcpendüncia a la rndcpcndcncia en el
desarrollo del individuo ( 1963) ... .. .. . ... .. . ... .. .. ... .. .. .. . 108
8. La ética y la educación ( 1963). .. .. .... ... .. .. . ... .. .. .. .. ..... 121

.Si~gunda parte
Teoría y técnica

9. Sobre la contribución al psicoanálisis de la


observación directa del niño ( 1957) ... . ... .. . ... .. .. .. ... .. 141

7
10. El análisis del nino en el periodo de latencia
(1958) .. ■■ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . , •• •• •• •• . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . •• •• . . . . . . . . . •• •• 149
11. La clasificación: ¿hay una contribución
psicoanalítica a la clasificación psiq uiá tri ca?
( 1959-1964) ........ ............. ...... .. .. .... .. .. .. .. .. .... ....... .. ..... 161
• 12. La distorsión del yo en términos de self verdadero
y falso ( 19-60) .. .. ............... ......... .... ............................ 182
13. La cuerda: una técnica de comunicación (1960) ..... 200
14. La contratransferencia (1960) ...................... TO......... 207
15. Los fines del tratamiento psicoanalítico (1962) .. .. .. 217
i.f-16. Un modo personal de ver el aporte
kleiniano (1962).... ............ ..... .. .. .. ........ .... .. .......... ..... 223
17. El comunicarse y el no comunicarse que conducen
a un estudio de ciertos opuestos ( 1963) .. . .. .. .. .. .. .. .. . 2 34
18. La formación en psiquiatría infantil (1963) .......... ~ 253
19. La psicoterapia de los tras tornos del carácter
( 1963) ............ ........ .... .. ........... ..... ... .... .......... .. ....... .... 266
2 O. E I enfermo mental entre Ios casos de I asisten te
social (1963).. ....... .... ................ .. ........ .... ... .. .. .. ....... ... 284
21. El trastorno psiquiátrico en los términos de )os
procesos i nfanti les de maduración ( 1963) .. .. .. .. ... .. .. 301
22. El cuidado hospitalario que complementa la
psicoterapia intensiva en la adolescencia ( 196 3) . .. 317
23. La dependencia en el cuidado del infante y
del niño, y en el encuadre psicoanalítico ( 1963) . ... . 326

Bibliografia . .. .. .. .. .. .. .. . .. .. .. .. .. .. . .. .. . .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. . .. .. .. .. .. .. 340
Indice de a u to res ... . ... . .. .. . . .. ... .. . .. . .. .. . ... .. .. .. . .. .. .. . .. . .. .. . .. ... 363
Indice analítico ·····••1•• ........ .... •• •••• ... •• •••••••••••••••••••••••••••••• 365

8
NOTA PRELIMINAR

Este libro reúne artículos publicados e inéditos sobre


psicoanálisis y desarrollo infantil escritos por el doctor
Winnicott durante el período 1957-1963. Los ensayos aquí
presentados comp]ementan los incluidos en Collected Papers:
Through Paediatrics to Pyscho-A11alysis (Londres, Tavístock
Publica tion s,. 1958).
AJ final del ]ibro hay dos bibliografías. En la primera
figuran todos los libros y artículos citados en el texto. La
segunda proporciona u na 1ista de Ias obras del doctor Winnicott
pub]icadas entre 1926 y 1964.
Con el fin de eví tar excesivas remisiones y notas, las
interrelaciones entre los te mas y conceptos examí na dos en los
artículos se indican en el í ndíce a] fabéticoJ en e I cual los
p rí nci pales temas se dividen además en su bca tegorí as y son
presentados de un modo que permite el fácil acceso del lector
a las di versas í m p licac iones y connotaciones de cada idea. Los
conceptos básicos de Freud a parecen en ese índice en su
relación con las discusíones o elaboraciones de ellos realiza-
das por el doctor Winnícott. A menudo el doctor Winnicott
toma un concepto como marco de referencia, pero sin exami-
nar1o como ta 1, y se aspí ra a que el índice remedie en parte esa
omisión~ señalando los vínculos exístentes entre ]as ideas de
Winnicott y las de Freud.

M~ MASUD R. KHAN
Con1 pi lador adjunto

9
INTRODUCCION

El tema principal de esta compilación es la restitución a las


teorías de Freud de su aplicación a la infancia. Freud nos
demostró que ta psiconeurosis tiene su punto de origen en las
relaciones interpersonales de la primera madurez, propia de
]a edad del deambula dor. Yo he participado en la exp]oración
de la idea deque [os trastornos psiquiátricos se re] acionan con
fallas del desarrollo en ]a infancia, En esos términos, la
enfermedad esquizofrénicase muestra como el negativo de los
procesos positivos de maduración que pueden rastrearse de-
ta Iladamen te en la infancia y la niñez temprana del in dividuo.
La dependencia en la temprana infancia es un hecho, yen
estos artícu]os he tratado de incorporar la di rectamente en [a
teoría del crecimiento de la personalidad. La psicología del yo
sólo tiene sen ti do si se basa con firmeza en el hecho de la
dependencia y en el estudio de la infancia, tanto como en el
examen de los mecanismos mentales y los procesos psíquicos
primitivos.
La emergencia del yo depende a] principio casi absoluta-
mente del yo auxiliar provisto por la figura materna y de la
falla de ta adaptación, cuidadosamente graduada por la
madre. Esto forma parte de lo que he denominado "quehacer
materno suficientemente bueno"; de este modo, el ambiente
ocupa su Iugar entre los otros rasgos esencia les de Ia depen-
dencia, en cuyo seno el infante se desarrolla y emplea meca-
nismos menta les pri mi ti vos.
Un aspecto de la perturbación de la emergencia del yo

11
prod ucí da por la falla ambiental es la disociación, observable
en los -'lcasos fron teri zos" en términos de se If verdadero y
t

falso. He desarrollado este tema a mi manera, tomando como


representativos de esta disociación cíe rtos fenómenos visibles
en personas sanas y en un vivir sano (el self privado que se
re serva para Ia in ti mida d, y el se I f público adaptado a la
socialización), y también examinando su patología. En e1
extremo de la enfermedad veo el sel f verdadero como una
potencialidad oculta y preservada por un falso self
acomodaticio, que más tarde es una organización defensiva
basada en las diversas funciones del aparato yoico y en las
técnicas del self protector. Es to se relaciona con el concepto
del '-!yo observador".
A continuación de esta idea de la dependencía absoluta en
la más temprana infancia 1 presento una nueva clasificación
de ese rasgo. no tanto con la intención de rotular los tipos de
personalidad como con la de promover el pensamiento y la
investigación sobre los aspectos de la técnica psicoanalítica
relacionados con la satisfacción de la necesidad de dependencia
que tiene el paciente en la relación y la situación analíticasr
Se examina el origen de la tendencia antisocial. Se pos tul a
que es una reacción a la depriuación. y no un resultado de la
privación, de modo que corresponde a la etapa de la depen-
dencia relativa (no absoluta). E! puntodeorigen de la tendencia
antisocial en el desarrollo del niño puede estar incluso en la
la tenci at cuando el yo tiene una autonomía estabíl izada y por
lo tanto el niño quizás esté traumatizado, en lugar de
distorsionado, en cuanto al fun cion amiento del yor
Como corolario, !a mayoría de los trastornos psicóticos se
consideran estrechamente relacionados con factores am-
bientales, mientras que la psiconeurosis es más esencialmente
natural. un resultado del conflicto personat que no puede
evitarse con u na crianza {atención y cuidados) satisfacto ria.
Se expone además de qué modo estas nuevas consideraciones
encuentran su aplicación práctica en el tratamiento de los
casos limítrofes; por cierto esos tratamientos son los que
proporcionan los datos más fructíferos y precisos para la
comprensíón de la infancia y del infante dependiente.

12
RECONOCIMIENTOS

En primer lugar deseo reconocer mi deuda con mis colegas


psicoanalistas~ Me he desarrollado como míembro de ese
grupo yl después de tantos años de interrelacionarme con
ellos, ahora me resulta imposíble díscernir lo que he aprendi-
do y lo que he aportado. En cierta medída, los escrítos de todos
nosotros son necesaríamente una copia. No obstante, creo que
no nos copíamos. Trabajamos, observamos. pensamos y des-
cu bri mos 1 aunque pueda demostrarse que Io que hemos des~
cubierto ya había sido descubierto anteriormente.
Fue muy valioso para mí viajar al extranjero y discutir mís
ideas con quienes trabajan en escenaríos analíticos, psíquíá-
tricos, pediátricos y educacionales,. y en agrupamientos sociales
que difieren de los que existen en Londres.
Deseo agradecer a mi secretaria,. la señora J oyce Coles~
cuyo trabajo esmerado ha sído una parte importante de la
elaboración orí gin al de cada uno de estos artículos. También
agradezco a 1a seno rita Ann lf u te hinson,. que los preparó para
la publicación.
Finalmente, doy las gracias al se flor M asud Khan, gracias
a e u yo impulso se publica este volumen. El señor Khan dedicó
mucho tiempo a preparar los originales para su publicación.
También hizo innumerables y valiosas sugerencias acerca de
temas no esenciales; yo las he aceptado en casi todos los casos.
Gracias a él llegué a ver claramente la relación entre mi
trabajo y e) de otros analistas del pasado y del presente. En
pa rticu Iar ]e agradezco la confección de] in die e alfa bético.

D. W. Wi nnicott

13
Primera parte

Escritos sobre el desarrollo


1

EL PSICOAN ALISIS
Y EL SENTIMIENTO DE CULPA1
(1958)

En esta conferencia no IJegaré a un enunciado más profun-


do queeI de Burke,. quien hace doscientos años escribió que la
culpa reside en la intención. No obstante~ las vislumbres
intuitivas de los grandes, e incluso las ideas refinadas de
poetas y filósofos, carecen de aplicabilidad clíníca; el psicoa-
nálisis ya ha puesto a dís posición de la sociología y de Ia
terapia indivídual mucho de lo que encerraban observaciones
como la de Burke.
Un psicoanalista aborda el tema de la culpa como alguien
habituado a pensar en los términos del crecimíento, de la
evolucíón del indíviduo humano, del índíviduo como persona,
y en relación con el ambiente. El estudio del sentimiento de
culpa ím plica para e I analista un estudio del desarrollo
emocional del indivíduo. Por lo comün se piensa que este
sen ti miento es u na consecuencia de la enseñan za re ligios a o
mor al. Aquí trataré de estudiarlo, no como algo incu lea do,
sino como un aspecto del desarrollo del individuo humano.
Las influencias culturales son desde 1uego importan tes,.
vitalmente importantes, pero ellas mismas pueden estudiarse

t Conferencia perteneciente a un ciclo que formó parte de la


celebración del centenario de] nacimiento de Freud. Fue pronuncia-
1
da en Friends House en abril de I956ty publicada orit.rinalmente en
J. D. Sutherland komp.) Psycho~Analysis and Contemporary
1

Thought~ Londres. 1Ioga rth 1958.


1

17
como una superposición de innumerables pautas personales.
En otras palabras la clave de la psicología social y colectiva
1

es la psicología del individuo. Quienes sos tienen que la moral


debe ser inculcada, la ensenan con secuen temen te a los niños
pequen.os, y pierden el placer de observar el desarrollo moral
natural en los hijos que crecen en un buen escenario, propor-
cionado de un modo perscn.a 1 e in di vid u a l.
No necesitaré examinar la diversidad de las constitucio-
nes. No hay porciertoninguna prueba clara de que si no media
deficiencia mental, existan i ndi vid uos con sti tuciona] mente
incapaces de desarrollar sentido moral. Por otro lado, en el
<lesa rrol lo del sentido moral e neo ntram os t.odos los grados del
éxito y e] fracaso. Trataré de explicar esas variaciones. Sín
duda hay niños y adultos con un sentimiento de culpa defi-
ciente. y esa d Bficiencia no está relacionad a específicamente
con la capacidad o incapacidad intelectual. Simplificaré mi
tarea si divído el examen del problema en tres temas princi~
pales:

1) E] sentimiento de culpa en los individuos que han desarro,


1lado y establecido capacidad para experimentarlo.
2) El sentimiento de culpa en el punto de su origen en el
desarrollo emociona] e individual.
3) E] sentimiento de culpa como un rasgo notable por su
ausencia en ciertos individuos.

Al final me referiré a la pérdida y recuperación de la


capacidad para experimentar el sentimiento de culpa.

l. LA CAPACIDAD PARA SENTIR CULP~ DADA POR SENTADA

¿Cómo aparece el concepto de culpa en la teoría


psicoanalítica? Creo que es correcto decir que las primeras
obras de Freud sobre este t.ema tenían que ver con las
vicisítudes del sentimiento de culpa en individuos en los
cuales oodía darse por sentada la capacidad para experimen~
tarlo. Por lo tari to! diré algo sobre la concepción freudi ana del

18
signíficado de la culpa para el inconsciente) en la salud y en
la psicopa tologí a de es te sen ti mi en to.
La obra de Freud muestra de qué modo la verdadera culpa
reside en la intención, en u na intención inconsciente. El
crimen real no es la causa del sentimiento de culpa, sino más
bien el resultado de la culpa-una culpa que concierne a la
intención criminal-. Sólo la culpa legal se refiere a un
crimen; la culpa moral tiene que ver con la realidad interior~
Freud pudo dar sentido a esta paradoja. En sus primeras
fonn ulaciones teóricas se interesó en el el lo ( como denominaba
a los impulsos instintivos) y en el yo (como denominaba a la
parte del selftota] relacionada con el ambíente). El yo modi-
fica al a mbi en te par a generarle satisfacciones al el lo~ y doblega
los impulsos del ello para que lo que el ambiente ofrece pueda
utílízarse del mejor modo) también para la satísfacción del
el lo. Más tarde {1923 t Freud 11 amó '4s u peryó a lo que el yo
j;

acepta para controlar a] el loT


De modo que Freud estaba abordando la naturaleza huma•
na en términos económicos, simplificando deliberadamente el
problema con el fin de dar fundamento a una formulación
teórica. En todo este trabajo hay un determinismo implícito,
el supuesto de que la naturaleza humana puede examínarse
objetivamente y de que pueden aplícársele las leyes que
sa hemos que son a p] íca bles en física. En términos de yo y ello,
el sentimiento de culpa es poco más que unaang ustía con cierta
cualídad especial, una angustia provocada por el conflicto
entre el amor y el odio. El sentímiento de culpa implica
tolerancia a la ambivalencia. Noesdífícilaceptaruna estrecha
re] ación entre ]a culpa y el con t1 icto personal que surge del
amor ye) odio coincidentes pero Freud llevó el análísis hasta
1

las raíces y pudo demostrar que el amor y el odío están


asociados con la vida ínsti n ti va. Como a hora se sabe, en el
análisís de adultos (neuróticos, más bíen que psicóticos),
Freud encontró que regularmente debía retrotraerse a la
temprana infancia del paciente, a la angustia in tolerable y al
choque del a mor y el odio~ Según ]a teoría del complejo de
Edipo) expuesta del modo más simple posible, el niño sano
lograba una relacíón con la madre en la que participaban el

19
instinto y el sueno de un amor recíproco. Esto lo llevaba a
soñar también la muerte del padre, lo que a su tumo conducía
al miedo al padre y el miedo a que e) padre destruyera el
potencíal ínstintivo del nin.o. Es lo que se llama complejo de
castración. Al mismo tiempo, el niño amaba al padre y sentía
res pe to por é1. El conflicto entre e) aspecto de su naturaleza
que lo llevaba a odiar y a querer hacerle daño al padre, yel otro
aspecto en virtud del cual lo amaba generaban un sentimien-
1

to de culpa. La culpa implicaba que el niño podía tolerar y


resistir el conflicto, que de hecho es un conflicto intrinseco,
inherente a la vida sana.
Todo esto es muy simple pero sólo gracias a Freud se ha
1

reconocido que e) clímax de la angustia y la culpa en la sa1 ud


tiene u na fecha cierta, es decir t un primer escenario vi t.al mente
importante ---e) del nin.o pequeño con i ns tintos biológicamente
determinados que vive en la familia y experimenta la primera
relación triangular-. (Simplifico deliberadamente el enun~
ciadot y aquí no haré referencia al complejo de Edipo en los
términos de las relaciones entre hermanos. ni tampoco diré
nada sobre el equivalente del complejo de Edipo en un niño
criado lejos de los pro ge ni tares o en u na i nsti t uci ón.)
En el primer enunciado psicoanalítico hay muy poca re-
íerenci a a los fines destructivos del impulso amoroso, o a los
impulsos agresivos que sólo en e) individuo sano se fusionan
completamente con los eróticos. Es necesario incorporar todo
esto en la teoria sobre e) origen de la culpa, y lo examinaré más
adelante. En el primer enunciado, la culpa surge del choque
del amor y el odio, un choque inevítable si el amor incluye e)
elemento instintivo que es propio de él. Este prototipo es real
en la edad de) deambulador.
Todo psícoanalísta se familiariza en su trabajo con el
reemplazo de los síntomas por el desarrollo más normal, que
es e) sentimiento de culpa y una mayor conciencia y acept.a-
ción del con te ni do de la fa n tasi a que hace lógico ese sen ti-
miento _¡Qué ilógico puede parecer el sentimiento de culpat
En la Anatomy of itelancholy, de Burton, hay una buena
colección de casos que ilustran lo absurdo del sentimiento de
culpa. En un análisis prolongado y profundo los pacientes

20
sien ten culpa por todo y todas las cosas incluso por fa e to res
1

ambientales adversos muytempranos claramen te discernibles


1

como fenómenos fortuitos. La siguiente es una ilustración


simple.

Un niño de ocho años pa deeía una angustia creciente y


fl na 1mente esca p6 de Ia escuela. Se encontró que experi men-
taba un in soporta ble sentimiento de cu1pa por la muerte de
un hermano que -se había prod. ucido algunos años antes des u
I

propio nacimiento. Hacía poco tiempo que -se había enterado


de ella y los padres no tenían la menor idea de cuánto lo había
11

perturbado ese conocimiento. En este caso no fue necesario


que el niño se sometiera a un análisis prolongado. Con unas
pocas intervenciones terapéuticas sed escu brió que el pa ral i•
:zante sentimíento de culpa que el paciente experimentaba
por esta muerte era un desplazamiento de 1com p!ej o de Edipo.
Se trataba de un niño perfecta mente no nna t y con esta ayuda
pudo volver a 1a escuela, al tiempo que desaparecían los otros
síntomas~

El superyó

La introducción del concepto de superyó (1923)representó


un gran avance en la evolucíón inevitablemente lenta de la
metapsicología analítica. El propio Freud, que había sido el
pionero en este campo, tuvo que cargar con las consecuencias
cuando el mundo se sintió perturbado por el hecho de que
prestara atención a la vida instintiva de los niños. Poco a poco
otros investigadores adquirí eron experie ncí a median te el
empleo de la técnica. y cuan do empleó el término "su pe ryó""
Freud y a tenía muchos colegas. Con esta nueva palabra Freud
indicaba que elyo. para enfrentar con éxito al ello. empleaba
ciertas fuerzas que merecían un nombre. El niño adquiría
gradualmente fuerzas de control. En la simplificación del
com piejo de Ed i po, el niño in troyectaba al padre respetado y
temido y por lo tan to llevaba consigo fuerzas controladoras
I

basadas en lo que percibí a y sen tí a res pecto de su padre. Esta


figura paterna introyectada era altamente subjetiva; la co ..

21
]oreaban las experiencias del niño con figuras paternas que vo
eran la del padre real, y también )as pautas culturales de la
familia. (La palabra uintroyección~ símplemente designa una
aceptación menta) y emociona), y evita las implicaciones más
funcionales de la palabra uíncorporación" .) Por lo tanto, el
sentimiento de culpa supone que e) yo Jlega a un acuerdo con
el superyó. La angustia ha madurado y se ha convertido en
cu)pa.
En el concepto del superyó puede verse )a proposición de
que )a génesis de la culpa está en la realidad interna, o de que
la cu)pa reside en la intención. Allí también se encuentra la
razón más profunda del sen tim ie n to de culpa relacionado con
)a masturbaciónycon las actividades autoeróticas en general.
En sí misma, la masturbación noes ningún crimen, pero en la
fan tasí a masturba tori a globa) se reúne toda )a intención
consciente e inconsciente.
A partir de este enunciado muy simplificado de la psicolo-
gía del niñot el psicoanálisis pudo empezar a estudiar y
examinar el desarrollo del superyó en varones y niñas 1 y
también )as diferencias que sin duda existen entre varón y
mujer en cuanto a la formación del superyó, la pauta de la
concíencía y el desarroHo de la capacidad uara experimentar
e) sentimiento de culpa. Es mucho lo que ha ido despren·
diéndose del concepto de superyó. La ídea de la introyección
de la figura paterna ha res u) tado demasiada si m pler Existe
una historia temprana del superyó en cadé! individuo: lo
introyectado puede vol verse humano y patemalt pero en las
prímeras etapas las introyecciones superyoicas utilizadas
para el control de los impulsos y productos del ello son
subhumanas, y sin duda primitivas en alguna medida. De
modo que nos encontramos estudiando el sentimiento de
culpa en cada infante y cada niño individuales según ese
sentimiento se desarrolla desde un miedo salvaje hasta algo
afi n con un a relación con un ser hum ano reverenciado, a)~
guien que puede comprender y perdonar. (Se ha señalado que
existe un paralelo entre la maduración del superyó en el niño
individua) y el desarroJlo del monoteísmo tal como es descrip~
to al principio de la historia de los judíos.)

22
Mientras eonce p tualizamos los procesos que sus ten tan el
sentimiento de culpa, en todo momento tenemos presente el
hecho de que ese sentimientot incluso cuando es inconsciente
o aparentemente irracional implica un cierto grado de desa-
1

rrollo emocional. de salud del yo y de esperanza.

La psicopatología del sentimiento de culpa

No es infrecuente conocer a personas abrumadas y en


alguna medida para]izadas por su sentimiento de cu] pa 1 que
llevan sobre las espaldas como la carga del Cristiano de
Pilgrim's Progress. Sabemos que son personas capaces de
esfuerzos constructivos. A veces, cuando encuentran una
oportunidad de rea]izar trabajo constructivo, e] sentimiento
de culpa deja de agobiar las y se desempeñan excepcionalmen t.e
bien~ pero si fracasan vuelve un sentimiento de cu]pa intoleft
rabie e inexplicable. Estamos refiriéndonos a anormaJidades
del superyó. En e] análisis exitoso de los individuos oprimidos
por un sentimiento de culpa, hallamos que esta carga va
alivianándose gradualmente. La reducción de la carga del
sen tim ie n to de cu 1pa sigue a la reducción de I a represión, o a
Ja aproximación del paciente al complejo de Edipo y a una
aceptación de la responsabilidad por todo el odio y e I amorque
éste invo]ucra. Esto no significa que los pacientes pierdan la
capacidad de experimentar culpa (salvo en algunos casos que
presentan un desarrol] o fa] so de] superyó, basado de modo
anormal en Ja intrusión de una influencia autoritaria muy
poderosa proveniente del ambiente de ]os primeros años).
Podemos estudiar estos excesos de] sen ti miento de cu]pa
en i nd i vid uos considerados norma] es y que por cierto se
l

cuentan entre los miembros más valiosos de la sociedad. Sin


embargoJ es más fáci! pensar en términos de enfermedad, y
]as dos enfermedades que en este caso debemos considerar
son ]a melancolía y la neurosis obsesiva. Entre e1las existe
una interrelación; hay pacientes que padecen alterna ti varnente
una y otra.
En la neurosis obsesiva, el paciente trata permanentemente

23
de recomponer algo, pero para todos los observadores) y tal vez
para el paciente mismo) está claro que no tendrá éxito.
Sabemos que lady Macbeth no puede anular el pasado y huir
de sus malas intencíones por el solo hecho de lavarse las
manos. En la neurosis obsesiva hay a veces un ritual seme-
jan te a una caríca tura de religión, como si e 1Díos de la religión
hubiera muerto o por el momento no estuviera al alcance de
la persona. El pensamiento obsesivo realiza todos los intentos
posibles de anular una idea por medio de otra, pero nada tiene
éxito. Detrás de todo el proceso hay confusión, y, por más que
se esfuerce el pacíente~ no puede :r!lodificarla) pues se trata de
una confusión sostenida inconscientemente para ocultar algo
muy simple, a saber: el hecho de que, en algún escenario
específico del cual e] sujeto no tiene conciencia, el odio es más
poderoso que el amor.

11encionaré el caso de una niña que no podía ir a la playa


porque en las olas veía a alguien que gritaba pidiendo socorro.
Un a culpa in tolera ble la llevaba a extremos absurdos en sus
esfuerzos para hacer tomar medidas de vigilancia y salva•
mento. Ese carácter absurdo del síntoma podía verse en el
hecho de que esta niña no toleraba siquiera una tarjeta postal
con la imagen del mar. Si llegaba a ver una por azar en la
vidriera de · un negocio, tenía que averiguar quién había
tomado la fotografía, porque veía a alguien ahogándose y se
sen tía obligada a organizar el rescate! a pesar de que sabía
perfe eta mente que Ia foto databa de meses o a nos antes. Esta
niña muy enferma pudo finalmente llevar una vida normal,
mucho menos paralizada por un sentimiento de culpa
irracional! pero el tratamiento tuvo que ser prolongado.

La melancolía es una forma organizada del estado de


ánimo deprimido) que casi todas las personas pueden pade-
cer. Un paciente melancólico puede ser paralizado por su
sentimiento de culpaJ y sentarse durante años acusándose de
haber provocado la guerra mundial. Todos los argumentos
son inútiles. Cuando es posible llevar a cabo el análísis de
casos de es te tipo, se encuentra que es ta caneen tr ación en el
self de la culpa por todas las personas del mundo finalmente

24
da paso a! miedo del paciente a que el odio sea mayor que el
amor~ La enfermedad intenta realizar un imposible. El pa..
cien te proclama absurdamente su responsabilidad por el
desastre general, pero al hacerlo evita tomar contacto con su
propia destructividad personal.
Una niña de cinco años reaccionó con una profunda de--
presión a la muerte del padre,que se produjo en circunstancias
poco corrientes. El padre había comprado un a utomóví] cuan do
la niña atravesaba una fase en la que lo odiaba tan to corno Jo
amaba. De hecho, soñaba con la muerte de] hombre, y cuando
él le propuso un paseo en auto elJa le imploró que no fuera. El
insístió como es natural, puesto que los niños son propensos
1

a estas pesadillas~ La fami]ía salió a dar el paseot y tuvieron


un accidente; el automóvil volcó y la niña fue la única que saHó
ilesa. Se acercó al padre tendido en el ca mi no y lo golpeó con
el pie para des perta Tlo~ pero estaba muerto. Pude observar a
esta niña duran te su gi-ave enfermedad depresiva, caracteri-
zada por u na a patia casi total. Duran te horas permanecía en
mí consu]torio y no sucedia nada. Un día golpeó suavemente
la pared con el mismo pie que había emp]eado para tocar al
padre muerto y despertarlo. Pude expresar en palabras su
deseo de despertar al padre que amaba, aunque al gol pe.arlo
con el pie ta rn bién expresaba cólera. Desde el mo rnen to en que
golpeó la pared con e 1 pie, volvió gradualmente a la vi da, y
después de más o menos un año pudo regresar a ]a escuela y
11 evar una vida nonn al.

Aunque fuera de) marco de) psicoanálisis también pudo


11 ega rse a un a comprensión in tuitiva de la cu !pa in exp) icable
de la mel aneo] ía y de la neurosis obsesiva, es probablemente
correcto decir qué los instrumentos freudianos del psicoaná-
lisis y sus derivados son los que nos permiten ayudar al
individuo abrumado por su sentimiento de cu.Jpa a encontrar
el verdadero origen de ese sentimiento en su propia natura ..
!eza. Visto de este modol el sentimiento de cu)pa es una forma
especial de angustia asociada con la ambivalencia~ o sea el
amor y e) odio coexistentesw Pero )a ambivalencia y la toleran-
cia a ella implican en el individuo un grado considerable de
crecimiento y salud.

25
2. LA CULPA EN SU PUNTO DE ORIGEN

Llego ahora a] estudio del punto de origen de esta capacidad


para sentir culpa, un punto que existe en todos los indíviduos.
M el an ie Klei n ( 19 35) di rigíó la atención de los psi coana lis tas
hacia una etapa muy importante del desarrollo emocional, a
Jaque dio el nombre de uposición depresiva,.. Su trabajo sobre
e 1 origen de la capacidad para sentir culpa en los seres
humanos es un resultado importante de la aplicacíón soste-
nida de 1 método de Freud. No es posible hacer justicia a las
complejidades del concepto de "'posición depresiva" en una
conferencia de es ta extensión, pero in tentaré u na exposición
muy breve.
Debe observarse que mientras que el trabajo anterior del
psicoanálísis hacía hinca pie en el conflicto entre amor y odio,
especíalmen te en la si tu ación trianguJ ar o tri corporal, MeJ an ie
Klein desarrolló más específicamente la idea del contlict.o en
la relación bicorporaJ simple del infante con la madre; este
conflicto surge de las ideas destructivas que acompañan al
impulso de amor. Naturalmente, la versión original de esta
etapa en e) desarrollo del individuo es anterior al complejo de
Edipo.
El énfasis cambia. En las obras anteriores recaía en la
satisfacción que obtiene el infante con Ja experiencia instín-
tiva. Ahora se subraya el fin, que va apareciendo gradualmente.
Cuando Melanie K1ein dice que el infante tiene el fin de
irrumpir salvajemente en el ínterior de ]a madre para sacar
de ella todo lo que se siente que hay allí de bueno, desde luego
no niega el hecho símple de que las experiencias instintivas
producen satisfacción. Tampoco en las primeras formulaciones
psicoanalíticas se pasaba totalmente por alto el fin. Pero
KJein desarrolló la idea de que el impulso de amor primitivo
tiene un fin agresivo; a1 ser despiadado, lleva consigo una
can tí dad variable de ideas destructivas no afect.adas por ]a
preocupación por e] otro. Puede ser que al principio estas
ideas sean muy restringidas, pero el infante que observRrnos
y cuidamos no necesita llegar a tener muchos meses para que

26
podamos estar totalmente seguros de percibir también los
principios de esa preocupación -preocupación por los re su l-
tados de los i mpu Isos instintivos propios del amor en desarrollo
a la madre--r Si la madre se comporta del modo altamente
adaptativo que puede surgir de e 11 a con na tur ali dad, dedica
mucho tiempo a que el infante acepte el hecho de que el objeto
del a taque despiadado es la madre, la misma persona res ..
ponsable de toda la situación de cuidarlo. Puede verse que el
infante tiene dos preocupaciones: una se refiere al efecto del
ataque a la madre, y la otra a los resultados en su propio self
de que predomine la satisfacción o la frustración y la rabia.
(He empleado la expresión "impulso de amor primitivo~, pero
en los escritos de Klein se habla de la agresión asociada con las
frustraciones que inevi tablemen t.e perturban las satisfacciones
instintivas a medida que el niño empieza a ser afectado por las
exigencias de la realidad.)
Es mucho lo que se está dando por sentado. Por ejemplo,
presuponemos que el nino se está convirtiendo en una unidad,
y que está adquiriendo la capacidad de percibir a la madre
como persona. También presuponemos una capacidad para
unir los componen tes i ns tin ti vos agresivos y eróticos en u na
experiencia sádica, así como la capacidad para encontrar un
objeto en el m ornen to culminan te de la excitación ins tin ti va.
Todos estos desarrollos pueden frustrarse en las primeras
etapas., propias del inicio mismo de la vida después del
nacimiento, que dependen de la madre y del manejo natural
del niño por parte de ella. Cuando hablamos de los orígenes
del sentimiento de culpa, presuponemos un desarrollo sano en
esas primeras etapas. En la posición denominada depresiva,
el infante no depende tanto de la aptitud simple de la madre
para tenerlo alzado, característica de las primeras etapas.
como de la capacidad de la mujer para sostener 1a situación de
cuidado durante un lapso que le permita al infante atravesar
experiencias complejas. Si se le da tiempo-tal vez algunas
horas- el infante puede elaborar los resultados de una
experiencia i nsti n ti va. La m adre que permanece con él, está
1

preparada para recibir y comprender si el infante tiene el


impulso natural de dar o reparar. En esta etapa en particular,

27
el infante no es capaz de tratar con u nas ucesión de cuidadores
distintos o soportar una ausencia prolongada de la madre. Su
necesidad de tener la oportunidad de reparar y restituír para1

que el sadismo ora J sea aceptado por el yo ín maduro, es e)


segundo aporte de Klein en este campo.
A Bowlby (1958) le interesó particularmente hacer tomar
conciencia al públíco de la necesidad que tiene todo níño
pequeno de un cierto grado de confianza y continuidad en las
relaciones externasT En el siglo XVIt Richard Burton había
enumerado, entre las causas de la melancoJia, las 4,tínnecesa-
rias:t extrínsecas, adventicias o accidentales: como las que
proceden de la nodriza"T Pensaba en parte en e) pasaje de
materias nocivas procedentes de la nodriza a través de la
)eche, pero no sólo en e11 as~ Por ejem pi o, citó a A.ristóte1es.
quien'-'=~-- nunca pondría a un niño a cargo de una nodriza, sino
a cada madre a criar a su propio hijo, fuera cu al fuere la
condición de la mujer... la madre será más cuí dad osa, cariñosa
y solícita que cualquíer mujer esclava o a sueldo; esto lo
reconoce todo el mundo ... ".
El origen de )a preocupación por el otro es más vísible en el
análisis de un niño o un adulto que por medio de )a observación
di recta de infantes. Desde luegot a 1 formular estas teorías
debemos tener en cuenta las distorsíones y refinamientos
derivados del hecho de relatar, que es in trinseco rle la si tua-
ción anaJitica. Pero nuestro trabajo nos permite una visión de
este desarroJlo de suma importancía en los indíviduos hu-
manost a saber: e) orígen de la capacidad para sentír culpa. A
medída que el ínfante descubre gradualmente que )a madre
sobre vi ve y acepta )os ges tos res ti tu ti vos, él puede aceptar la
responsabilidad por la fantasía total del impulso instintivo -
completo que era anteriormente despiadado. La crueldad da
paso a la piedad, )a indiferencia a la preocupación por e) otro.
(Estos términos se refieren a) desarrollo temprano.)
Podría decirse que en el análisis e) "no me importa nadatt
da gradual rnen te paso al sen ti míen to de culpa. Para el ana •
lista no hay nínguna experiencia más fascinante que observar
la adquísición gradual de la capacidad para tolerar )os ele-
mentos agresivos de) impulso de amor primitivo. Como hemos

28
dicho, esto su pone un reconocimiento progresivo de la di feren-
cia que existe entre el hecho y la fantasía, y de la capacidad de
la madre para sobrevivir al impulso instintivo y estar allí
recibiendo y comprendiendo el verdadero gesto reparador.
Como es fácil comprender esta. importante fase del desa-
7

rrollo está compuesta por innumerables repeticiones distri-


buidas a lo largo de cierto lapso. Hay un ciclo beneficioso de (i)
experiencia instintivaJ {ii) acept.ación de la responsabilidad,
que se denomina culpa, {iii) una elaboración y {iv) un verda-
dero gesto de restitucíón. Este ciclo puede convertirse en
maligno si algo se malogra en algún punto, en cuyo caso vemos
una anulación de la capacidad para sen tirculpa y su reemplazo
por la inhibición del instinto o alguna otra farma primitiva de
defensa, como por ejemplo la división de los objetos en buenos
y malos, etcétera. Seguramente se planteará una pregunta:
¿a qué edad del desarrollo norma 1del niño puede decirse que
la capacidad para sentir culpa queda establecida? Entiendo
que estamos hablando del primer año de vida y, de hecho,
sobre todo el periodo en el que el niño tiene un a re) ación
bicorporal claramente humana con la madre. No hay ninguna
necesidad de pretender que esto sucede muy tempranamente,
aunque es posible que así sea. Puede verse que a los seis meses
el infante tiene una psicología sumamente complejaJ y es
posible que los comíenzos de Ja posición depresiva se en-
cuentren en esa edad. Son inmensas las dificultades para
determinar el m ornen to del origen de los sentimientos de
culpa en el infante normal y, aunque este interrogante pre-
senta gran interésJ el trabajo analítico efectivo no es afectado
por esa cuestión.
No puedo describir en esta conferencia una gran parte del
trabajo ulterior de Melanie 1Gein relacionado con el tema. En
particu Ja r Jel la enriqueció nuestra comprensión de la relación
compleja que existe entre la fan tasí a y el concepto freudiano
de la re ali dad interior, concepto éste que deriva claramente de
la filosofia. Klein ha estudiado el interjuego de lo que el
infante siente como bondadoso o malévolo en términos de
fuerzas u objetos interioresdelself. Esta tercera contribución
que ella ha hecho en este campo particular apunta al proble-

29
ma de la eterna lucha propia de la naturaleza interior del
hombre. El estudio del crecimiento de la realidad interior del
infante y el niño nos permite una vislumbre de la razón por la
que existe una relación entre los conflictos más profundos que
se revelan en la religión y en formas artísticas, por un lado, y
en el estado de ánimo depresivo o la enfermedad melancólica,
por el otro. En el centro está la duda, duda por el desenlace de
la lucha entre 1as fuerzas del bien y el mal o, en términos
psiquiátricos. entre los elementos benévolos y persecutorios
interiores y exteriores a 1a personalidad. En la posíción
depresiva del desarrollo emocional de un infante o un paciente.,
vemos cómo se constituyen el bien y el mal según sean las
experiencias instintivas satisfactorias o frustran tes. El bien
queda protegido del mal, y se establece una pauta personal
sumamente compleja como sistema de defensa contra el caos
interior y exterior.
Desde mi punto de vista personal, la obra de Klein le ha
permitido a la teoría psicoanalítica comenzar a incluir la idea
de un valor del individuo, mientras que en el psicoanálisis
primitivo se hablaba en términos de salud y mala salud
neurótica. El valor está íntimamente ligado con la capacidad
para sentir culpa.

3. EL SENTIMIENTO DE CULPA NOTABLE POR SU AUSENCIA

Llego ahora ala tercera parte de mi conferencia, en la cual


primero me referiré brevemente a la falta de sentido moral.
No hay duda de que en una cierta proporción de personas hay
una falta de capacidad para sentir culpa. El extremo de esta
incapacidad para preocuparse debe de ser poco frecuente,
pero no es raro encontrar individuos que tienen un desarrollo
sólo parcialmente sano y son inea paces de llegar a la pre-
ocupación por el otro o al sentimiento de culpa, o incluso al
remordimiento. Resulta tentador aquí recaer en la explicación
por los factores constitucionales,. que desde luego nunca
pueden pasarse por alto. No obstante, la explicación psico•

30
analítica es otra. Se trata de que a quienes carecen de sentido
moral, en las primeras et.apas de su desarrollo les ha faltado
el escenario emocional y físico que habría hecho posible el
desarrollo de la capacidad para sentir culpaª
Debe comprenderse que no estoy negando que todo infante
tenga la tendencia al desarrollo de ]a culpa. En ciert.as
condiciones de salud física y cuidado,. el niño empieza a
caminar y hablar simplemente porque ha llegado el momento
de esos desarrollos. En el caso de la capacidad para sentir
culpa~ las condiciones ambientales necesarias son, no obst.ante,.
de un orden mucho más com plejot que abarca todo lo na tura)
y confiable en el cuidado del infante y el niño. En las primeras
et.apas del desarrollo emocional del individuo no debemos
buscar un sentimiento de culpa. El yo no es lo suficientemente
fuerte ni está losuficientementeorganizado como para aceptar
la responsabilidad por los impulsos del ello, y la dependencia
es casi absoluta. Si en esas primeras etapas existe un desa-
rrollo satisfactorio, se produce una integración del yo que
permite el surgimiento de la capacidad para la preocupación
por el otro. Poco a poco, en circunstancias fa vara bles, se
constituye en el individuo una capacidad para sentir culpa en
relación con la madre,. y esto está íntimamente relacionado
con la oportunidad para reparar. Cuando la capacidad para la
preocupación por el otro ya ha quedado establecida, el indi•
viduo empieza a estar en condiciones de experimentar el
com piejo de Edipo y de tolerar la ambivalencia intrínseca de
la etapa ulterior! en la cual el niñoJ si es maduro~ queda
envuelto en relaciones triangulares como entre seres huma-
nos completos.
En este contexto no puedo sino reconocer que en algunas
personas, o en cierta parte de algunas personas, en es as
primeras fases se produce una detención del desarrollo
emocional y t como consecuencia, hay una ausencia de senti-
do moral. Donde falt.a. un sentido moral personal, se necesita
el código moral implant.ado, pero la socialización resultante es
inest.able.

31
El artista creador

Es interesan te observar que el artista creador llega a una


especie de socializacíón que soslaya la necesidad de sentir
culpa y la actividad asociada, reparadora y restit utiva, que
constituye la base del trabajo constructivo común. El artísta
o pensador creador puede no con1prender o incluso menos-
1

preciar, los sentimientos de pr·eocupación por el otro que


moti van a una persona menos creadora; de los artistas puede
decirse que algunos no tienen ninguna capacidad para ~entír
culpai y sin embargo logran una socialización gracias a su
excepcional talento. A las personas comunes cargadas de
culpa esto ]es resulta desconcertante; no obstante, síenten un
solapado respeto por esa ausencia de piedad que en tales
circunstancias logra más que el trabajo impulsado por la
culpa.

J1érdida y recuperación del senlhniento de culpa

En nuestro manejo de los ni i1os y adultos an tísociales


podemos observar la pérdida o recuperación de la capacidad
para sentir cu lpa y a menudo estamos en condíciones de
1

evaJuar las variaciones de la confiabilidad del ambiente que


produjeron esos efectos. En ese punto de la pérdida y recu-
peración del sentido moral podemos estudiar la delincuencia
y la tendencia a reíncidír. Freud escribíó en 1915(refiriéndose
a actos ad ol escen tes y p rea do 1escen tes ta1es ca mo robos.
estafas, incendíos ín tenciona1es, realizados por individuos
que finalmente lograron la adaptación social) que uel trabajo
anaJítico ... condujo al sorprendente descubrimiento de que
esas hazaii.as se realízaban principa]mente debido [la bas•
tardílla es mia] a que estaban prohibidas, y a que su ejecución
era acompa11ada por e] alívio mental de quíen las realizaba.
Este estaba sufriendo un opresívo sentinliento de cuJpa, del
que desconocía el origen y después de haber cometido una
1

fechoría esa opresión se mitigaba. Su sentimiento de culpa

32
quedaba por lo menos ligado a algo" (Freud, 1915, pág. 332).
Aunque Freud se refería a etapas tardías del desarrollo, lo que
escribió también se a plica a los niños.
Nuestro trabajo analítico nos penni te dividir aproximada..
mente la conducta antisocial en dos categorías. La primera es
común y está estrechamente asociada con la picardía corriente
de los niños sanosª En términos de conducta, el motivo de
queja es el robo~ la mentira, la destructividad y la enuresis.
Repetidamente encontramos que esos actos se realizan en el
marco deun intentoinconsciente dedarsentido al sentimiento
de culpa. El niño o adulto no llega a la fuente de un sentimiento
de culpa intolerable, y el hecho de que ese sentimiento sea
inexplicable produce una sensación de locura. El antisocial
logra alivio ideando un delito limitado que sólo de un modo
disfrazado está en la na tu raleza del crimen de la fantasía
reprimida propia del complejo de Edi po original. Represen ta
lo más próximo a la ambivalencia propia del complejo de
Edipo que la persona antisocial puede alcanzar. Al principio,
el crimen o la delincuencia s usti t uti vos son insatisfactorios
para el delincuente, pero con la repetición compulsiva ad-
quieren la característica de beneficio secundario y de tal modo
se vuelven aceptables para el self. Es más probable que
nuestro tratamiento sea eficaz cuando podemos aplicarlo
antes de que el beneficio secundario se haya vueltoimportante.
En es ta variedad de la conducta an tisocial;I que es la más
común, lo reprimido no es tanto la culpa como la fantasía que
la explica.
En cambio, en los e pi sodios anti sociales más graves y
menos frecuentes! lo que se ha perdido es precisamente la
capacidad para sentir culpa. En esta categoría encontramos
los crímenes más horrendos~ Vemos que el criminal se esfuerza
desesperadamente por sentir culpa. Es improbable que tenga
éxito. Para desarrollar esa capacidad, la persona debe en-
ea n tra r un ambiente de tipo especial; de hecho, debemos
proporcionarle un ambiente que corresponda al que normal-
mente necesita el infante inmaduro. Es notoriamente difícil
ofrecer un ambiente de ese tipo, capaz de aceptar todas las
tensiones que resultan de la crueldad y la impulsividad.

33
Tratamos con un i nfan te1 pero que tiene la fuerza y la astucia
del niño mayor o del adulto.
En el manejo del tipo más comtin de casos en que existe
conducta antisocial, es frecuente que podan10s producir una
cura mediante e] reorden amíen to del ambiente, basando Jo
que hacemos en la comprensión de lo que hemos recibido de
Freud_

Daré como ejemplo el caso de un niño que robaba en la


escuela_ El d•rector, en lugar de castigarlo, reconoció que
estaba enfermo y recomendó ¡a consulta con un psiquiatra,
Ese niño enfrentaba a la edad de nueve años una deprivación
sufrida a una edad anterior y lo que necesitaba era pasar un
I

período en el hogar. Su familia habia vuelto a un irse y esto le


daba una nueva esperan za. Encontre que el muchacho había
padecido u na compulsión a robar por oir una voz que se lo
1

ordenaba, ia voz de un hechicero. En su casa se volvió


enferrno 1 infantil, dependiente, en urético, apático. Sus padres
satisfacían sus necesidades y le permitieron estar enfermo.
Final mente fueron recompensados por una recuperación es,
pontánea del niño. Al cabo de un año pudo volver a la escuela
de pupilost )' su recuperación demostró ser duradera.
H8.bría sido facil apartar a este muchacho de la senda que
lo llevaba a la recuperación. Desde 1uego~ no tenia conciencia
de la soledad y el vacío intolerables que estaban detrás de su
enfermedad, y que lo hacían adoptar al hechicero en lugar de
una organización superyoica más natural. Esa soledad perte-
ra
necia a un tiempo de separación de su mi ha, cuando el tenia
cinco años. Si se lo hubiera hecho objeto de un castigo corporal
o el di rector le hubiera rl icho que tenía que sentirse un
malvado, se habria endurecido y habria organizado una
identificad ón 1nás completa con e! hechicero. convirtiéndose
entonces en despótico y desafiante~ y finalmente en una
persona antisocial. Este es un tipo de caso común en psiquia-
tria infantílt y to e5cogí simplemente porque está publicado y
es posible remitirse a él para obtener mayores detalles
(\Vinnicott, 1953).

No tenemos esperanzas de curar a muchos de los i ndivi-


duos que se han convertido en delincuentes, pero sí podemos

34
esperar comprender cómo se previene e] desarrollo de la
tendencia antisocial. Podemos por lo menos no interrumpir la
relación en desarrollo entre 1a madre y el bebé. Asimismo~
aplicando estos principios a la crianza común, vemos ]a
necesidad de algún rigor en e) manejo cuando el sentimient.o
de culpa de1 propio niño es todavía pri mi tívo y rudo; con
prohibiciones] imitad as permitimos esa picardía limitada que
Uamamos sana y que contiene mucho de la espontaneidad de
la criatura.
Más que cua]quier otro 1 ha sido Freud quien preparó el
camino para la comprensión de la conducta antisocial y del
crimen como secuelas de una intención criminal inconsciente,
y como síntomas de fa] la en el cuidado de] niño. En tiendo que~
al fonnu]ar estas ideas y mostrar de qué modo podemos
ponerlas a prue ha y utilizarlas, Freud ha real izado un aporte
a la psico]ogía social que puede tener resultados de ]argo
alcance.

35
2

LA CAPACIDAD PARA ESTAR SOL0 1


(1958)

Es mi íntención realizar un examen de la capacidad del


índividuo para estar solo" sobre la base del supuesto de que
esta capacídad constituye uno de los signos más importantes
de madurez en el desarrollo emocional.
En casi todos nuestros tratamíentos psicoanalíticos hay
momentos en que la capacidad para estar solo es importante
para el paciente. En la clínica esto puede aparecer como una
fase de silencio, o una sesión en silencio; este silencio, lejos de
poner de manifiesto resístencia, es un logro del paciente.
Quizás en ese momento el paciente ha sido capaz de estar solo
por primera vez. Deseo llamar la atención acerca de este
aspecto de la transferencia: el paciente que está solo en la
sesíón analítica.
Probablemente puede decirse que en la litera tura
psicoanalítica se ha escrito más sobre el mi.edo a estar solo 1 o
sobre el deseo de estar solo" que sobre la capacidad para estar
solo; también se ha trabajado mucho sobre el estado de
retraimiento . una organízación defensíva que implica la ex-
pectativa de persecución. Me parece que se está en deuda con
los aspectos p osi ti vos de la capacidad para es ta r solo" que
merecen una díscusión. Tal vez haya habido en la literatura

1
Basado en un escrito leido en 1a Reunión Extracientifi ca de 1a
British Psy-cho-Analytical Society, del 24 de julío de 1957, y publi-
cado por primera vez en el Int. J. Psycha-An.al., 39! págs. 416-20.

36
algunos íntentos específicos de examen de esta capacidad,
pero yo no los conozco. Quiero mencionar el concepto de Freud
(1914) de relación anaclitica (cf. Winnicott, 1956a).

Las relaciones tripersonales y bipersonales

Ríckman ha sido el primero que propuso pensaren ténnínos


de relaciones tripersonales y bipersonales. A menudo nos
referimos al complejo de Edipo como una etapa en la cual las
primeras dominan el campo de la experiencia. Fracasa todo
intento de describir el complejo de Edipo en términos
bi personales. No obstante, estas relaciones existen; son pro-
pi as de etapas más tempranas de· ta historia del indívíduo. La
relación bi personal original es la del infante con la madre o el
sustituto materno, antes de que cualquier propíedad de la
madre haya sido recompuesta y moldeada para constituir la
ídea de un padre. El conceptokleiniano de posíción depresíva
puede describirse en los térmínos de una relación bipersonal,
y tal vez la relacíón bipersonal constituya un rasgo esencial de
ese concepto.
Después de pensar en términos de relaciones tri personales
y bípersonales, ¡qué natural resulta retroceder un paso más y
hablar de una relación uní personal~ A primera vista parecería
que el narcisísmo es la relación unipersonal 1 sea como una
forma pri mi ti va de narcisismo secundario o como el narcisismo
primario en sí. Sostengo que este salto de las relaciones
bi personal es a la relación unipersonal en realidad no puede
darse sin violentar mucho de lo que sabemos gracias a nuestro
trabajo analítico y a la observación directa de madres e
infantes.

Estar solo realmente

Se advertirá que no estoy hablando de estar solo realmente.


Una persona puede encontrarse en confinamiento solitario, y
no obstante ser incapaz de estar solo. Lo que debe de sufrir es

37
inimaginable. Sin embargo, muchos individuos se vuelven
capaces de dísfrutar la soledad antes de haber dejado atrás la
niñez y pueden incluso valorar la soledad como uno de sus
1

bienes más preciosos.


La capacidad para estar solo es un fenómeno sumamente
refinado que aparece en el desarrollo de la persona después
del establecimiento de relaciones bipersonales, o bien es un
fenómeno de la vida temprana que merece un estudio especial
en cuanto constituye la base de la soledad refinada.

Paradoja
Ahora podemos indicar el punto principal de este estudio.
Aunque muchos tipos de experiencia llevan a establecer la
capacidad para estar solo, existe uno que es básico, y cuya
insuficiencia impide el desarrollo de esta capacidad: esta ex-
periencia es la de estar soloJ en la infancia y en la niñezt en
presencia se la madre. De modo que la base de la capacidad
para estar solo es una paradoja: se trata de la experiencia de
estar solo mientras alguien más está presente.
Esto implica un tipo especial de relación, la relación entre
el infante o niño pequeño que está solo, y la madre o sustituto
materno que se encuentra confiablemente presente, aunque
quizá representada en ese momento por la cuna, el cochecito
o la atmósfera general del ambiente inmediato. Desearía
proponer un nombre para este tipo especial de relación.
A mí me agrada emplear la expresión "'relacionalidad del
11
yo , porque contrasta el ara mente con Ia expresión ~elación
del ello'\ que designa una complicación recurrente en lo que
podríamos denominar la vida del yo. La relacionalidad del yo
es la relación entre dos personas en la cual por lo menos una
de ellas está sola; quizá lo estén ambas, pero la presencia de
cada una es importante para la otra. Comparemos, por ejem-
plo, las palabras "'gustarff y l.t.ama~; la primera se refiere a la
relacionalidad del yo, mientras que el amor es más una
relación del ello, sin ningún refinamiento o forma sublimada.
Antes de desarrollar a mi manera estas dos ideas, deseo

38
recordarle al lector cómo seria posible referirse a la capacidad
para estar so)o con la fraseología psicoanalítica habitual.

Después de la cópula

Probablemente pueda afirmarse que después de una cópula


satisfactoria cada uno de los miembros de la pareja est.á solo
y conforme con estarlo. El ser capaz de disfrutar la soledad
junto a otra persona que también está sola es en sí misma una
experiencia de salud. La ausencia de tensión del ello puede
producir angustia, pero la integración corporal de la perso-
nalidad le permite al individuo aguardar el retorno natural de
esa tensión y disfrutar compartiendo Ia soledad J es decir, en
una soledad relativamente libre de la propiedad que denoT
minamos fl'retraimiento".

Escena primaria

Podría decirse que la capacidad de un individuo para estar


solo depende de su aptitud para encarar Ios sentimientos
suscitados por la escena primaria. En la escena primaria se
percibe o imagina una relación excitada entre los padres, y
esto lo acept.a el niño sano capaz de dominar el odio y de
ponerlo al servicio de la mastu rbaciónT En la masturbación, el
ninoJ que es la tercera persona en una relación tripersonal o
triangular, acepta toda la responsabilidad por la fantasía
consciente o inconsciente. Ser capaz de estar solo en esas
circunstancias implica wia madurez del desarrollo eróticoJ
una potencia genital, o la correspondiente aceptación femeni-
na; supone la fusión de los impulsos e ideas agresivos y
eróticos, y también una tolerancia a la ambivalencia; además,.
habría naturalmente una capacidad del individuo para idenT
tilicarse con cada uno de los progenitores&
En estos térrn inos, o en cualesquiera otros, la descripción
se vuelve casi i nfini tamen te compleja, porque la capacidad
para estar solo es casi un sinónimo de la madurez emocional.

39
El objeto ínterno bueno

Trataré a hora de emplear otro lenguaje derivado de la


t

obra de Melanie Klein. La capacidad para estar solo depende


de la existencia de un objeto bueno en la rea1idad psíquica. El
pecho o pene internos buenos. o las buenas relacíones inter-
nasJ están lo suficientemente bien emplazados y defendídos
corno para que el individuo (al menos por el momento) se
sienta confiado acerca del pre sen te y e] futuro. La relación del
índividuo con sus objetos internos. junto con la confianza en
las relaciones internas, proporciona de por sí una suficiencia
de vida, de modo que el individuo puede reposar tempora~
ria mente satisfecho. inclusoen ausencia de objetos y estímulos
externos. La madurez y la capacidad para estar solo implican
que el ind iví duo ha tenido la oportunidad de establecer la
creencia en un ambiente benigno, gracias a un quehacer
materno lo suficientemente bueno. Esa creencia va constru~
yéndose median te la repetición de gra tificacíones in stín ti vas
satisfactorias.
Con este Jenguaje nos encontramos remitiéndonos a una
etapa del desarrollo anterior a la regida por el complejo de
Ed i po clásico~ No oh sta n te, se pres u pone un grado considera~
ble de madurez del yo. Se da por sentada la integracíón del
individuo en una unídad. pues de lo contrario no tendría
sen tí do hacer referencia a lo interior y ]o exteríor ni a tri bu ir
I

una significación especial a la fantasía del interior. En térmi-


nos negativos: debe haber una libertad relativa respecto de la
angustia persecutoria. En términos positivos: los objetos
internos buenos están en el mundo interior personal. y se
cuenta con ellos para proyectarlos en el momento adecuado.

Estar solo en un estado inmaduro

En este punto surge la pregunta de si un niño o un infante


pueden estar solos en una etapa muy temprana,. cuando la
inmadurez del yo hace imposible describir el estar solo con la
fraseología que hemos empleado hasta ahora. La parte prin-

40
cipal de mi tesis es que necesítamoshablarde una forma muy
simple de estar solo. y que incluso aunque concordemos en que
la capacidad. para estar verdaderamente solo es un refina•
miento, ésta se basa en la experiencia temprana de estar solo
en presencia de alguien~ La experiencia de soledad puede
producirse en una etapa muy temprana. cuando la inmadurez
del yo es naturalmente equilíbrada por el yo auxiliar de la
madre. Con el paso del tiempo, el individuo introyecta a la
madre auxiliar del yo, y de este modo se vueI ve capaz de estar
solo sin una referencia frecuente a la madre o a un símbolo
materno.

'11'o estoy solo"


Tambíén me gustaría abordar este tema de otro modo,
estudian do las palabras .iyo estoy so lo,,.
En primer lugar encontramos la palabra "'yon, que implica
un gran crecimiento emocional. El individuo ya está establecido
como una unidad. La integración es un hecho. El mundo
externo es repudiado, y se ha vuelto posible un mundo in terno~
Se trata simplemente de una descripción topográfica de la
personalidad como una cosa, como una organízación de gru•
pos del yo. Todavía no se hace ninguna referencia al vivir~
En el paso sigui en te tenemos las palabras "yo estoy,,, que
representan una etapa del crecimiento individual. En virtud
de esas palabrasel individuonotiene sólo forma, sinotambién
vidaT Cuando empieza el Kyo soy"J el individuo, por así decirlo.
está en bruto" sin defensas; es vulnerable~ potencialmente
paranoide. Sólo se puede alcanzar la etapa de "yosoyff porque
existe un ambiente protector; el ambiente protector es la
madre preocupada por su infante y orientada hacia los re-.
querimientos del yo del infante por medio de su identificación
con éL En esta etapa no hay ninguna necesidad de postular en
el infante u na conciencia de Ia madre.
A continuación pasamos a las palabras "yo estoy soio"T
Según la teoría que estoy exponiendo. esta nueva fase sí
su pone Ia a precíación por el infante de la existencia i nin te-

41
rrumpida de la madre. Esto no significa necesariamente una
percatación de la mente consciente. Pero entiendo que 4)0
estoy soloio, es un desarrollo del "yo soy"* y depende de la
perca tación por el infante de la existencia in ín terrum pida de
una madre confiable; esa confiabilidad le hace posible a él
estar solot y disfrutar es tan do solo, duran te un lapso limitado.
De este modo trato de justificar la paradoja de que· 1a
capacidad para estar sol o se base en la experiencia de estar
solo en presencia de alguienJ y de que si esta experiencia es
insuficiente, la capacidad para estar solo no puede desarro-
llarse.

"'La re lacio na l idad del yo»


Ahora bien, si estoy en lo cierto respecto de esta paradoja"
es interesan te examinar la naturaleza de la relación del
infante con la madre, que a los fines de este escrito he
denominado relacionalidad del yo. Se verá que asigno una
gran importancia a esta relación,, pues considero que es la
materia prima de la amistad. Tal vez resulte que es la matriz
de la transferencia.
Hay una razón más por la cual asigno una importancia
especial a esta cuestión de la relaciona li dad del yo, pero para
darle claridad a mi pensamiento debo hacer una breve di-
gres1on.
Creo que habrá acuerdo general en cuanto a que el impulso
del ello sólo es significativo si está contenido en el vivir del yo~
Un impulso de 1ello fractura a un yo débil o bien fortalece un
yo fuerte. Puede decirse que las relaciones del ello fortalecen
al yo cuando se producen en un marco de relacíonalidad del yo.
Si esto se acepta, es posible comprender la importancia de la
capacidad para estar solo. El infante puede descubrir su
propia vida personal excl usi varnen te cu ando está solo (es

* Recuerdese que el verbo "to be# corresponde al mismo tiempo a


16
serlrt y ""esta,:111. [T _]

42
decír. sólo en presencía de alguíen ). La alternativa patológica
es una vida falsa basada en reacciones a los estímulos exter-
nos. Cuando está solo en el sentido que le estoy atribuyendo
a la expresión, y exclusivamente cuando e~tá solo. puede el
infante hacer algo equivalente a lo que en un adulto se
denominaría ªrelajarse". El infante puede volverse no-inte-
grado, vacilar, permanecer en un estado en el que no hay
ninguna orientación existir duran te un tí em po sin ser un
t

reactor a un a í n trusión externa ni un a persona activa con


interés y movímíentos dirigídos. Está preparado el escenario
para u na experiencia del ello. Al cabo de cierto lapso llega u na
sensación o un impulso. En este marco. la sensación o el
impulso se experimentarán como rea]es, y serán verdadera-
mente un a experiencia personal.
Se verá ahora por qué es importante que haya alguien
disponible, alguien que esté presente,. aunque sin exigir nada.
En ese caso, una vez que ha llegado el impulsot la experiencia
del ello puede ser fructífera; el objeto puede ser una parte o la
totalidad de ta persona que acompaña,. es decí r, 1amad re. Sólo
en es tas cond icíon es puede el infante tener un a experiencí a
que se sienta con1oreal. Muchas de esas experiencias forman
la base de una vida que tenga realidad y no sea fútil. El
indivíduo que ha desarrollado la capacidad para estar solo es
constan temen te capaz de redescubrir el impulso persona 1, y e 1
impulso personal no será desperdiciado porque el estar solo
1

es algo que, aunque paradójícamentet presupone que hay


alguien más presente.
Con el transcurso del tiempo, e 1i ndi vid uo llega a ser ca paz.
de pres e ind ir de la presencia real de la madre o de la figura
materna. A esto se lo ha descripto como el establecimiento de
un .uambiente íntemd\ fenómeno más primitivo que el que
recibe el nombre de "madre í n troyecta da".

El clímax en la relacionalidad del yo

Desearia ahora dar un paso más en la especulación acerca


de la relacionalidad del yo y las posíbilídades de experiencia

43
en el seno de esa relación, y considerar el concepto de Morgas-
mo del yo"". Desde luego~ me doy perfecta cuenta de que si
existe algo como el orgasmo del yo, quienes estén inhibidos en
su experiencia instintiva tenderán a especializarse en ese
orgasmo~ de modo que habría u na patología de la tendencia al
orgasmo del yo. Por el momento quiero dejar al margen lo
patc~~gitx,,. incluso la identificación de] cuerpo completo con
un objeto parcial (falo)~ y limitarme a preguntar si tiene algún
valor pensar al éxtasis como un orgasmo de] yo. En la persona
normal, una experiencia altamente satisfactoria como la que
puede obtenerse en un concierto, en el teatro o en una
amistadJ quizá merezca el nombre de ctorgasmo de] yo"; esta
denominación dirige la atención hacia el clímax y hacia la
importancia del clímax. Quizá parezca desatinado emplear la
pa Iabra orgasmo en es te con texto; a un que se a así, en tiendo
que cabe examinar el clímax que puede producirse en la
relacionalidad satisfactoria del yo. Podría preguntarse si,
cuando un niño juega, todo ese juego no es una sublimación
del impulso del ello. ¿No tiene ninguna utilidad pensar que
existe una diferencia de calidad tanto como de cantidad de
ello cuando se compara el juego satisfactorio con el instínto en
bruto subyacen te? El concepto de sublimación ha s ído total~
mente aceptado y resulta muy valioso~ pero es u na lástima no
hacer referencia a la amplia diferencia que existe entre el
juego feliz de los niños y el ju ego i nfanti l con excitación
compulsiva que puede considerarse muy cercano a una expe~
riencia ínstintiva. Es cierto que incluso en el juego feliz todo
puede interpretarse en términos de impulso del ello; esto es
posible porque hab }amos en términos de símbolos,. y sin duda
tenemos buenos fundamentos para nuestro uso del simbolismo
y nuestra comprensión de todo juego en terminos de relacio-
nes del ello. Sin embargo, pasamos por alto algo vital si no
recordamos que el juego de un niño no es feliz cuando lo
complica una excitación corporal, con su correspondiente
clímax físico.
El niño denominado normal es ca paz de jugar., excitarse
mientras juega y sentirse satisfecho con el juego,. sin experi-
mentarla a mena za del orgasmo fisico de un a excí tación local.

44
En cambio un niño deprivado con tendencia antisocial, o
1

cualquier niño con una acentuada inquietud de defensa ma~


níaca, no puede disfrutar de 1 juego porque el cuerpo queda
fisica mente involucrado. Se necesita un clímax físico, y la
mayoría de los padres reconocen el momento en que nada
puede poner fin a un juego excitantet salvo una bofetada -la
que proporciona un clímax falso pero sin duda muy útil-. En
mi opinión, si comparamos e 1 juego feliz de un niño, o la
experiencia de un adulto en un concierto,con una experiencia
sexual la diferencia es tan grande que se justifica que les
1

demos nombres diferentes. Sea cual fuere el simbolismo


inconsciente, la cantidad de excitación física real es mínima
en un tipo de experiencia y máxima en Ia otra. Podemos
reconocer la importancia de la relaciona lid ad del yo per se, sin
renunciar a las ideas que fundamentan el concepto de
sublimación.

RESUMEN

La capacidad para estar solo es un fenómeno altamente


refinado en el que convergen muchos factores. Está estre-
chamente relacionado con la madurez. emocional. La base de
la capacidad para estar solo es la experiencia de estar solo en
presencia de alguien~ De este modo el infante con una orga ~
nización débil del yo puede estar solo gracias al yo auxiliar
confiable.
El tipo de relación que existe entre un ínfante y la madre
auxiliar del yo merece un estudio especial. Aunque con el
mísmo propósito se han empleado otras expresiones, entiendo
que ~'relacionalidad del yo" puede ser una buena denomína-
ción por el mamen to.
En un mareo de rel acion alí dad del yo aparecen relaciones
1

del ello que fortalecen y no fracturan el yo inmaduro.


Poco a poco., el ambiente a uxi Iiar del yo se in troyecta e
incorpora a la persona 1i dad de I in dividuo t gen erando la ca•
pacidad para estar realmente solow De todos modos, desde el

45
punto de vista teórico siempre hay alguien presente, alguien
en última instancia e inconscientemente equiparado a Ia
madre, la persona que en los primeros días y semanas se
identificó con su infante y no se interesó en nada más que en
cuidarlo.

46
3

LA TEORIA DE LA RELACION
ENTRE PROGENITORES-INFANTE 1
(1960)

Es posible que el tema principal de este escrito pueda


exponerse del mejor modo mediante una comparación del
estudio de la infancia con el estudio de la transferencia
psicoanalítica. 2 Nunca podrá subrayarse lo bastante que lo En este gesto parece que W
quiere decir que se está
abocando más a lo que
halla en la clínica que en las

que digo se refiere a la infancia, y no primordialmente al teorizaciones que los


psicoanalistas de la
Sociedad Británica han
desarrollado.

psicoanálisis. La razón por la cual es indispensable compren•


derlo toca las raíces de la cuestión. Si este escrito no rea1iza un
aporte constructivo, no hará más que sumarse a la confusión
existente acerca de la importancia relativa de las influencias
personales y ambientales en el desarrollo del individuo.
En el psicoanálisis tal como lo conocemos no hay ningún
trauma al margen de la omnipotencia del indivíduo. Todo cae
finalmente bajo el control del yo, y por lo tanto queda rela-
El paciente debe dar
cionado con los procesos secundarios. Al paciente no lo ayuda cuenta de su propia
comprensión de lo que
le ha sucedido.

que el analista diga ~su madre no fue lo bastante buena", ~en


realidad su padre la sedujo'\ o &ljsu tía la abandonó,,_ En un
análisis se producen cambios cu ando los factores tra u má tic os
entran en el material psicoanalítico a la manera del pacientet
y en el seno de la omnipotencia del paciente. Las interpreta•

1
Este trabajo, junto con u no de la doctora Phy 11 is Greenacre
sobre el mismo tema~ fue sometido a discusión en el 22g Congreso
Internacíonal Psicoanalíticot realizado en Edimburgo en 1961. Se
publicó por primera vez en el lnt. J. Psycho-Anal. 41, págs. 585-95.
!

2
He examinado esta .cuestión desde un punto de vjsta clínico más
detallado en Primitive Emotional Development (1945).

47
cíones que producen cambios son las que pueden realizarse en
términos de proyección. Lo mismo se aplíca a los factores
benéficosJ los factores que conducen a la satisfacción. Todo es
interpretado en los términos del amor y ]a ambivalencia del
individuo. El analista está preparado para aguardar hasta
encontrarse en condiciones de hacer exactamente este tipo de
trabajo.
Pero al infante le ocurren cosas buenas y malas que están
totalmente fuera de su alcance. De hecho, la infancia es el La infancia: período de la
indigencia misma.

periodo en el cual toda vi a está en proceso de formacíón la


ca pací dad para recoger Ios factores externos en el ámbito de
la omnipotencia del infante. Elyo auxiliar del cuidado materno
le permite ví ví r y desarrollarse a pesar de no ser aún capaz de
controlar o de sentirse responsable por lo bueno y malo del
ambiente.
De los acontecimientos de esas prímeras etapas no puede
pensarse que se pierden en virtud de lo que ahora conocemos
como mecanismos de represión, y por lo tanto los analistas no
pueden esperar que aparezcan como resultado del trabajo que
atenúa las fuerzas de la represión. Es posible que Freud
pensara en esos problemas cuando em p]eó ]a expresión "re..
presión primaria", pero esto está abierto a la discusión. Lo
seguro es que lo que estamos examinando aq ui ha sido dado
por sentado en gran parte de la literatura psicoanalítíca. 3
He dicho que el analista está preparado para aguardar
hasta que el paciente sea capaz de presentar los factores
ambientales en términos que permitan su interpretacíón
como proyecciones. En un caso bíen escogido, este resultado
surge de la capacídad de] paciente para confiarJ que es
redescubierta en la confiabilidad del ana1istayen el encuadre
profesional. A veces el analista tiene que esperar mucho,y en
el caso mal elegido para el psicoanálisis clásico es probable
que la con fía bil idad del a na Iísta sea el factor más importan te

1"i{e comunicado ( 1954) algunos aspectos de este problema, tal


como h'>s encontré en una paciente mientras ella estaba en regresión
profunda.

48
(o más importante que las interpretaciones), porqueel pacien-

I;½i!-i¿¡f~~1J!:~'ü~oea{!Jíir:!!ii-~ai~?n"c:iit~~~r!~:ii1!'e~
primera en 1.~-t;~P.ndµ~~-'-del_analista. Esta parece ser la base
de la investigación sobre el problema de lo que puede hacer un
psicoanalista en el tratamiento de ]a esquizofrenia y las otras
ps1cos1s.
En los casos fronterizos no siempre esperamos en vano; con
el transcurso del tiempo, el paciente llega a ser ca paz de usar
como proyecciones la interpretación psicoanalítica de los
traumas oríginales. Puede incluso suceder que esté en con~
diciones de aceptar lo que es bueno en el ambiente como una
proyección de los elementos simples y estables del ~seguir
siendo", derivados de su propio potencial hereditario.
La paradoja está en que lo bueno y 1o malo del ambiente del
infante no son en realidad proyecciones pero, a pesar de esto,
para que el infante se desarrolle sanamente es necesario que
todo le parezca una proyección. Aquí encontramos operando
la omnipotencia y el principio de placer, como sin duda lo
hacen en la más temprana infancia, y a esta observación
podemos añadir que el reconocimiento de un "no-yo,-i verdadero
es una cuestión de intelecto; pertenece a) refinamiento ex-
tremo y a la madurez dej individuo.

En los escritos de Freud, la mayorparte de las formulaciones


concernientes a la ínfancia derivan del estudío de los adultos
en análisis. Hay algunas observaciones dí rectas (el material
de 1920 sobre el carrete]), y está el análisis deJuanito(l909).
A primera vista, parecería que gran parte de la teoría
psicoanalítica trata sobre la niñez temprana y la infancia,
pero en cierto sentido puede decirse que Freud ha desatendido
a la infancía como estado. Lo pone de relieve una nota al pie
de '!Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico"
(1911, pág. 220 de la edición inglesa) en la cual se ve que
1

reconoce que está dando por sentadas las mismas ideas que
sometemos a discusión en este artículo. En el texto. Freud
rastrea el desarrollo desde el principio de placer hasta. el
principio de realidad, síguiendosu curso usual de reconstruc,

49
ción de la infancia de sus pacientes adultos. La nota díce lo
siguiente:

Se me objetará con todo derecho que una organización que


era ese la va del principio de placer y desatendía la realidad del
mundo externo no podía mantenerse viva ni un tiempo
mínimo, de modo que no podría haber llegado a existir en
absoluto. No obstante+ el empleo de una ficción como ésta se
justifica cuando uno considera que el infante -siempre y
cuando se incluya con él el cuidado que recibe de su madre-
casi realiza un sistema fisico de este tipo.

F'reud rinde tributo a la función del cuidado materno, y


debe suponerse queabandonael tema porque no est.á preparado
para discutír todo lo que implica. La nota continúa:

Proba b l cmcn te el niño al udn a 1a satisfacción de sus


necesidades internas; revela su d is placer cuan do se produce
un incremento del estímulo y una ausencia de satisfacción
mediante la descarga motriz del llanto y agitando brazos y
piernas; entonces experimenta la satisfacción que ha
alucinado. Más tarde, como niño mayor aprende a emplear
I

intencionalmente esas manifestaciones de descarga como


métodos para expresar sus sen ti m ie n tos. Pu es toque el cu id a•
do u1terior de los niños sigue el modelo del cuidado de los
infantes. el dominio del principio de placer .sólo puede llegar
realmente a su fin cuando el niño ha logrado un desligamicnto
psíquico completo respecto de sus progenitores.

Las palabras u:siempre y cuando se incluya con él el cuidado


que recibe de su madre)I tienen una gran importancia en el
contexto de este estudio. El infante y el cuidado materno,
juntos, forman una unidad. 4 Sin duda 1 si se estudía la teoría

.. En una. oportunidad dije que "no hay na.da que sea un infante'\
en d sentido de que, por supuesto siempre que encontramos un
1

infante encontramos también el cuidado maten10, y sin cuidado


materno no habría infante. (Discusión en un Encuentro Científico de
la British Psycho-Analytical Societyt circa 1940.) ¿Acaso fui influido
sin saberlo por esta nota al pie de .Freud?

50
de )a relación progenitores-infante, es necesario tomar un a
decisión sobre estas cuestiones, que conciernen al significado
real de la palabra dependencia.No basta con reconocer que el
ambiente es importante. En una discusión de la teoría de la
re) ación progeni tores-inf.a n te, se forman dos grupos antagó-
nicos sí hay quienes no admiten que en las primeras et.apas el
infante y e) cuidado materno se pertenecen recíprocamente y
son inextricables. Estas dos cosas, el infante y e) cuidado
m aterno se des Ii ndan y disocian en la salud,. y la salud,. que
1

significa tan t.as cosas, en alguna medida significa desenredar


e) cuidado materno en algo que entonces llamamos el infante
o los principios de un niño en crecimient.o. Est.a. idea queda
cubíerta por las palabras de Freud en el fina) de la nota al pie:
~el dominio del principio de placer só)o puede llegar realmente
a su fin cuando e) niño ha logrado un des] igamien to fi sico
completo respecto de sus progenitores". (Más adelante exa~
minaremos la parte central de la nota a) pie, en una sección en
)a que propondremos que estas pa) abras de Freud son inade-
cuadas y en cierto sentido desorientan, si se considera que se
refieren a la primera etapa.)

LA PALABRA ~INFANTE"

En este escrito entendemos que la palabra infante designa


a) niiio muy pequen o. Es necesario decirlo,. porque en )as obras
de Freud esta palabra parece incluir al niño hasta )a edad de
la superación del complejo de Edipo. En realidad, "infante>!
implica ªque no habla~ (infans),. y no resulta inútil pensar en
] a infancia como Ia fase anterior a Ia aparición de la palabra
y al emp Ieo de símbolos verba les. Se infiere que Freud está
refiriéndose a una fase en la cual el infante depende de un
cuidado materno basado más en e) empatía de la madre que
en Jo que es o puede ser expresado verbalmente.
Este es en Jo esencial un periodo de desarro11o del yo,. y la
integración es e) rasgo p rinci pa) de ese desarro l Jo. Las fuerzas
de) el) o reclaman a te nción. A) principio son externas a)
infante. En la salud" el e11o se recoge al servicio del yo, y el yo

51
lo domina, de modo que las identificaciones de] ello pasan a
fortalecer a] yo. No obstan te, éste es un logro del desarrollo
sano, yen la infancia hay muchas variantes que dependen de]
fracaso relativo de es te proceso. En la m a] a sa] ud los ]ogros
infantiles de este tipo sólo han sido alcanzados en un grado
mínimo, o quizá se alcanzaron y perdieron. En la psicosis
infantil (o esquizofrenia) el ello sigue siendo relativa o total-
mente ""externo" al yo¡ sus satisfacciones síguen siendo físi-
cas1 y tienen el efecto de amenazar la estructura de] yo, has-
ta que se organizan defensas de calidad psicótica.~
Estoy sosteniendo que la razón príncipal por la cua] en el
desarrollo infantil el infante por Jo común llega a sercapaz de
dominar al el101 y el yo capaz de incluirlo, es el hecho del
cuidado materno, mientras el yo materno instrumenta el yo
del infante y de ese modo le da poder y estabilidad. Habrá qÚe
examinar cómo se produce este proceso, y también cómo el yo
del infante llega finalmente a liberarse de] yo auxiliar de la :1

madre, de modo talque el niño se desliga mentalmente deella 1

consiguiendo diferenciarse en un sel f personal se parado.


Para examinar la relación progenitores-infante es necesario
en primer 1ugar intentar un a breve exposición de la teoría del
de sarro Uo emociona] del í n fa n te.

HISTORIA

En el desarrollo de la teoría psicoanalítica) las primeras


hipótesis te nía n que ver con e] ello y con los mecanismos de
defensa del yo. Se entendía que el ello entraba en escena muy
tempranamente; el descubrimiento y la descripción por Freud
de ]a sexualidad pregenitalJ sobre la base de sus observacio-
nes de loselementos regresivos hallados en la fantasía genital
y en el juego y los sueños, constituyen rasgos princípales de ]a
psicología clínica.

:.. He trata do de demostrar la aplicación de esta hi pótesí s a u na


comprensíón de la psicosis en mi artículo ~Psychoses and Child
Ca re~ (Win ni c.ott 19 52).
1

52
Los mecanismos de defensa del yo fueron formulándose
gradualmente. 6 Se supuso que esos mecanísmos se organiza-
ban en re] ación con la angustia derivada del a tensión instintiva
o de la pérdída del objeto. Esta parte de la teoría psicoanalítíca
presupone una separatívidad del selfy una estructuración del
yoJ quizás un esquema corporal personal. En la primera parte
de este escrito todavía no podemos dar porsentadoeste estado
de cosas. La discusión se centra precisamente en el establ~
cimiento de este estado de cosas, es decir,de la estructuración
del yo que hace posible la angustia a partir de Ia tensíón
instintiva o de la pérdida de! objeto. En esta etapa temprana
Las primeras teorías suponían que
el yo ya estaba formado o al
menos que marcaba cierta
la angustia no es angustia de castración, ni de separación; se
separación con lo objetal. En este
caso, de lo que se trata en W es de
la formación del yo, de aquello que
primeramente posibilita la
relaciona con algo totalmente distinto, y de hecho constituye
angustia de aniquilamiento.
angustia de aniquilación (cf la afánisis de Jones).
En ]a teoría psicoanalítica, los mecanismos de defensa del
yo en gran medida suponen la idea de un niño que tiene
independencia, una organización defensiva verdaderamente
personal. En esta transicíón de1 desarrollo, las ínvestigacio..
nes de Klein se suman a la teoría freudiana clarificando el
1

ínterjuego de los mecanismos de defensa con las angustias


prímitivas. El trabajo de Klein tiene que ver con la más
temprana infancia, y llama la atención sobre la importancia
de los impulsos agresivos y destructivos, más profundament.e
arraigados que los reactivos a la frustración y relacionados
con el odio y la rabia; esta autora tambíén realiza una
disección de las defensas tempranas contra las angustias

6
Las investigaciones sobre los mecanismos de defensa ulteriores
a El yo y los mecanismos de defensa ( 1936) de Anna Freud siguiendo
I

un camino diferente, llega ron a u na reevaluación del papel del


q uehaeer materno en el cuidado y el de.sarroUo temprano del i nfa ntc.
Anna Freud (1953) ha reconsiderado sus ídeas sobre la e uestión.
Wi1 li Hoffer ( 1955) también realizó observadones acerca de es te
periodo del desarrollo. Pero aquí hacemos hincapié en la importan-
eia de comprender el papel del ambiente parental temprano en el
desarrollo del infante, y en el modo como es to adquiere significaeicin
el í nica para nosotros en nuestro manejo de cierto tipo de casos con
trast.ornos afectivos y de carácter.

53
primitivas,. propias de las primeras etapas de la organización
mental (escisión proyección e introyección).
1

Lo que se describe en la obra de Me]anie Rlein pertenece


claramente a la vida del infante en las primeras fases y a]
periodo de dependencia que nos ocupa en este artículo. Melanie
KI ein deja en claro que el la reconoce que el ambiente es
importante en ese período, y de diversos modos en todas las
etapas. 1 No obstante, yo sostengo que el trabajo de esta
estudiosa y de sus colaboradores deja abierto para una con•
sideración ulterior e] tema del desarrollo de la dependencia
completa, que a parece en ]a frase de Freud ~... el infante,
siempre y cuando se incluya con él e] cuidado que recibe de su
madre ... ,,. No hay nada en la obra de Klein que contradiga la
idea de una dependencia absolut.a pero me parece que tam-
1

poco hay referencía específica a la etapa en que e] infante sólo


existe gracias al cuidado materno, con el cual forma una
unidad.
O sea, la preocupación de W es

Lo que aquí estoy formulando para su consideración es la que ---si hubo dependencia en la
infancia (condición para todos
los niños) y si esta aparece en la
transferencia propia del

diferencia entre ]a acept.ación por el analista de la realidad de dispositivo clínico--- se debe


reconocer la importancia de este
período de dependencia y la

1a dependencia y su trabajo con ella en 1a transfere ne ía. 8 forma en cómo se dio para su
uso clínico en la dirección de la
cura.

Parecería que e] estudio de ]as defensas de] yo retrotrae a]


investigador a las manifestaciones pregenitales del ello,
mientras que el estudio de la psicología del yo lo lleva a la
<lepen dencia, a 1a unidad cuidado ma terno-infante.
Una mitad de la teoría de 1a relación progenitores-infante
tiene que ver con el infante: es la teoría del recorrido del
infante desde el principio de placer hast.a el principio de
realidad, y desde el a u toerotismo hasta las re] aciones objet.ales. Una teoría de la madre.

La otra mitad de ]a teoría de la relación progenitores-infante


se refiere al cuidado materno, es decir. a las cualidades y los
cambios de la madre, que satisfacen las necesidades especí,
ficas y e] des arra l] o de] niño hacia e 1 que ella se orienta.

7
He explicado detalladamente mi enfoque del trabajo de Melanie
Klei nen este ca mpo en dos artículos (Win n icott 1954 b, y el capítulo
1 1

1 de este mismo libro). Véase Klein ( 1946 pág_ 297)_


1

f!I Véase un ejemplo clínico en mi artículo "W'ithdrawal and


Rcgression" ( 1954).

54
A. EL INFANTE

En esta parte del estudio, la palabra clave es depe.n de ncia.


Los infantes no pueden empezar a ser sino en ciertas condi-
ciones. Las estudiamos más adelante pero forman parte de la
1

psicología del infante. Los infantes llegan a ser de modo di-


ferente,. según Ias condiciones sean favo rabies o desfavorables.
A1 mismo tiempo, esas condiciones no determinan el poten-
cial de la criatura. Este es heredado y resulta legítjmo estu-
diarlo como un tema separado, síempre y cuando se acepte que
el otencial heredado por un in a~te no
El niño solo es niño en díada.
de conuertirse e
un infante a menos que esté uinculactJ con el cuidado materno~
~--·-.El po·tencia"i heredado incluye la tendencia al crecimien
y desarrollo. A todas las etapas del crecí mi en to emocional
pueden asignárseles fechas aproximadas. Es presumible que
todas las etapas del desarro Uo tienen su fecha especial en
cada niño individual. No obstante,. no se trata sólo de que esas
fechas varían de niño a niño, sino también de que 1 aunque se
las conociera de antemano en e) caso de un niño dado) no
podrían utilizarse para predecir el desarrollo real de ese niño,.
a ca usa del otro factor,. e I cuidado materno. A lo sumo,. sólo
pueden tener algún valor predictivo si se da por sentado un
cuidado materno adecuado en los aspectos importantes. (Ob--
viamen te, esto no sígni fica ""adecuado" sólo en el sentido físico;
más adelante examinamos el significado de la adecuación y la
inadecuación en este con texto.)

El potencíal heredado y su destino


En este punto es necesario in te nta.r describir brevemente
lo que sucede con el potencia] heredadocuandoéste se convierte
en un infante, y más tarde en un niño,. un niño que se orienta
hacia la existencia independiente. Aca usa de las complejidades
del tema, es preciso basar esta descripción en e) su puesto de
un cuidado materno satisfactorio, que en realidad significa
cuidado parental. El cuidado parental satisfactorio puede
dividirse aproximadamente en tres etapas que se superponen:

55
a) Sostén.
b) La madre y el niño viven juntos. El infante no conoce la
función del padre (ocuparse del ambiente para la madre}.
c) Padre~ madre e ínfante viven juntos.

Empleamos el término "sostén'' para denotar no sólo el


sostén físico del infante, sino también toda la provisión
ambiental anterior al concepto de vivir con. En otras pala-
bras, se refiere a una relación tridimensional o espacial, a la
que gradualmente va anadiéndose el tiempo. El sostén, aun•-
que comienza antes, después se superpone con las experien~
cias instintivas que con el transcurso del tiempo detenn ina. .
rán las relaciones objet.ales. Incluye el manejo de experiencias
intrínsecas de la existencia tales como el co mpletam iento (y
por lo tanto el norcompletamiento) de los procesos~ procesos
éstos que desde fu era pueden parecer puramente fisiológicos,
pero que son propios de la psicología del infante y se producen
en un campo psicológico complejo, determinado por la con---
ciencia y la empatía de la madre. (Más adelante examinamos
de tal la dame n te el concepto de sostén.)
La expresión "vivir con" implica relaciones objetales, y que
el infante emerge de su estado de fusión con la madre, o su
percepción de los objetos como externos al ser.
En este estudio nos interesa especialmente la etapa de
"sostén» del cuidado matemoJ y los acontecimientos complejos
del desarrollo psicológico del infante relacionados con esa
fase. Pero de be recordarse que la división entre fase y fase es
artificial, y sólo se la adopta por convenienciat para llegar a
una definición mas clara.

El desarrollo del in{ante durante la fase de sostén


A la luz de lo que hemos dicho pueden enumerarse algunas
características del desarrollo del infante duran te esta fase~
En ella son real íd a des vi vas:

56
el proceso primario, Mínimum
minimorum del

la identificación primaria,. funcionamiento


psíquico del bebé.

el a u toerotis mo,
el narcisismo primario.

El yo pasa de un estado no integrado a una ín tegración


estructurada, con lo cual el infante adquiere la capacidad de
experimentar la angustía asociada con la desintegración. La
palabra "desintegración~ comienza a tener un sentido que no
tenía antes de que la íntegración del yo fuera un hecho. Si el
desarrollo es sano, en esta etapa el infante conserva la
capacidad de reexperimentar estados no integrados,. pero esto
depende de la continuación de un cuidado materno confiable,
o de la constitución en el infante de recuerdos de] cuidado
materno, que gradua]mente empieza a ser percibido como tal.
El resultado de un progreso sano en el desarrollo del infante
en esta etapa es que se logra lo que podríamos llamar "estado
de unidad E 1 infan t.e se con vierte en un a persona, en un
11

individuo por derecho propio~


Con este logro está asociada la existencia psicosomática
del ínfante,. que comienza a adoptar una pauta personal; me
he referido a esto como a la psique que habita o reside en e 1
soma.i La base de esta residencia es ]a vinculación de las
experiencias motrices, sensoríales y funcionales con el nuevo
estado del infante como persona. Como continuación del
desarro]lo a parece lo que podría denominarse "membrana
Jimitadora", que en alguna medida (y en la salud) equiva]e a
Piel como límite paradójico. El
objeto transicional por excelencia
(?). ¿Acaso cada objeto
la superficie de la piel, y que ocupa una posición intermedia
11
transicional es una piel? Vid. las
investigaciones sobre el tocar de
Nancy y Derrida.
entre el 4.r.yo yel ~no-yon del infante. De modo que éste empieza
a tener un interior y un exterior y un esquema corporal.
1

Adquieren sentido ]as funciones de incorporación y expulsión; ¿Por qué W dice


"incorporación"
en lugar de
"introyección"?

además vajustíficándose cada vez más postular una realidad ¿Referencia a


Ferenczi?

psíquica personal o interior del infante. 10


Durante ]a fa.se de sostén se inician otros procesos; e] más

• Una an teriot e.x posición mía sobre esta cuestión es mi artícu]o


"Mind and its Relation to the Psyche•Soma,, (1949c).

57
importante es el alborear de la inteligencia y el comienzo de
la mente como algo distinto de la psique. Allí se inicia la
historia de los procesos secundarios y del funcionamien-
to simbólico así como de la organización de un contenido
psíquico personal que da hase al sonar y a las relacíones de
1

vída.
Al mismo tiempo empiezan a converger en el infante dos
raíces de la conducta impulsiva. El término "fusión~ designa
el proceso positivo en virtud del cual los elementos di fu sos
propios del movimiento y de] erotismo muscular se fusionan
(en la salud) con el funcionamiento orgiástico de las zonas
erógenas. Con este concepto estamos más familiarizados en el
proceso inverso de desfusión que es una defensa complicada
1

en ]a cual ]a agresión queda separada de la experiencia erótica


al cabo de un periodo en el cual se había logrado un cierto
grado de fusión. Todos estos desarrollos corresponden a la
condición ambiental del sostént y sin un sostén suficiente-
mente bueno estas etapas no se alcanzan, o si se alcanzan no
quedan establecidas.
El paso siguiente en el desarrollo es la capacidad para las
relaciones objetales~ El infante pasa de una relación con un
objeto con ce bid o subjetivamente a un a relación con un objeto
percibido objetivamente. Este cambio está estrechamente
ligado con la evolución del infante, que deja de estar fusionado
con 1a madre y se separa de ella, o se relaciona con ella como
algo separado y "no-yo"'. Si bien este avance no está específi-
camente relacionado con el sostén, sí se vincula con la fase de
~f • • ,,
v1v1r con ...

En este punto resulta aplicable y apropiado el trabajo sobre la


10

fantasia primitiva, con cuya riqueza y complejidad nos hemos


familiarizado a través de las enseñanzas de Melanie Klein.

58
Dependencia

En la fase de sostén el infante se encuentra en una


dependencia máxima. La dependencia puede clasificarse como
sigue:
(i)Dependencia absoluta. En este estado el infante no tiene
alguno materno

modo al no de conocer el cuidado ma rno, que en gran


medida tiene que ver con la profilaxis. ;La c;tjatura n~_ tiene el
control de lo ue está bien lo ue está mal hecho; sólo puede
sacar partido o sufrir Ia perturbación.
(ii) Dependencia relativa~ El infante se da cuenta de Ia
...detalles del cuidado materno y en...

oecesid ad que tiene de los defal es el cuidado ma n


medida creciente los rel3:Ciona con sus impulsos personales;
más tarde, en un tratamiento psicoanalítico~ puede reprodu-
cirlos en la transferencia~
(iii) Hacill la independencia. El infante desarrolla medios
para pasar sín cuidado reaJ. Lo logra gracias a la acumulación
de recuerdos de cuidado, a la proyección de las necesidades
personales Y.. a la intro ección de detalles de cuidado con l
desarrollodé.oonfianza en el ambiente. Debe anadirse el elemento
de la comprensión intelectual, con sus enormes consecuencias.

El aislamiento del individuo


Otro fenómeno de esta fase que es necesario considerar es
la ocultación del núcleo de la personalidad. Examinemos el
concepto de un self central o verdadero. Puede decirse que el
self central__§ el potencial heredado que experimenta una
continuidad del ser y adquiere a su propio modo y a su propia
velocidad una realidad psíquica y un esquema corporal per-
sonales. u Parece necesario introducir el concepto del aisla-

11En el capítulo 2 he intentado examínarotro as pecto de estafase


evolutiva, tal como aparece en la salud del adulto. Cf. Greenacre
(1958).

59
miento de ese self central como una característica de la salud.
Cualquier amenaza a ese- aislamiento de] self verdadero en
esta etapa temprana genera una angustia importante~ y las
defensas de la temprana infancia aparecen en relación con el
fracaso de la madre (o del cuidado materno} en prevenir las
intrusiones capaces de perturbar ese aislamiento~
La organización de 1yo puede salir al paso y a bordar esas
intrusiones, que quedarán recogidas en ]a omnipotencia de]
infante y serán sentidas como proyecciones. 12 Por otra parte,
a veces irrumpen a través de esta defensa~ a pesar del yo
auxi1iar que proporciona e] cuidado materno. Entonces se ve
afectado el núc]eo central del yo, y en esto consiste la natura-
leza misma de la angustia psicótica. En la salud~ el individuo
pronto se vuelve in vulnera bl een este sentido, y si hay intrusión
de factores externos sólo resulta un nuevo grado y una nueva
ca 1id ad de la ocultación del se] f central. En este caso la mejor
defensa es la organización de un sel f falso. Las satisfacciones
instintivas y las relaciones objetales en sí constituyen una
amenaza al useguir siendon personal del individuo. Por ejem-
plo~ un bebé toma el pecho y obtiene satisfacción. El hecho en
sí no indica si tiene una experiencia yo-sintónica del ello o~ por
e] contrario. padece el trauma de una seducción 1 una amenaza
a 1a continuidad del yo personal, la amenaza de una experiencia
del el lo que no es yo-sin tónica y para tratar con la cua 1 el yo
no está dotado.
En la salud, las relaciones objetales pueden desarrollarse
sobre la base de una transacción que compromete al individuo
en lo que más tarde se denominaría engaño y deshonestidad,
mientras que la relación directa sólo es posible sobre la base
de la regresión a un estado de fusión con la madre.

i:z Emp]eo el t.énn ino 11,jproyecciones en su sentido dinámico y


19,

dese ri ptivo, y no con su significación meta psicológica comp]eta. La


función de los mecanismos psíquicos primitivos tales como la
introyección, ]a proyección y 1a escisión va más al1á del alcance de
es te escrito.

60
La aniquilación 13

En estas primer as etapas de la relación progenitores-


í n fante, la angustia está relacionada con la amenaza de
aniquilación, y es necesario explicar qué entcnden1os por e:;te
término.
En un lugar caracterízado por la existencia esencial de un
ambiente que sostiene, el upotencial heredado" se convierte en
una "continuidad de ser"~ La alternativa a ser es reaccionarT
y el reaccionar interrumpe el ser y aniquila. Ser y aniquilación
son las dos alternativas. Por lo tantol la función principal del
ambiente sostenedor es la reducción a un mínimo de las
intrusiones a las que el infante de be reaccionar, con la
consiguiente aniquilación del ser personal. En condiciones
favorables, el infante establece una continuidad de existen-
cía) y a continuación empieza a desarrollar los recursos más
sutiles que hacen posible recoger las intrusiones en el ámbito
de la omnípotencia. En esta etapa la palabra muerte no tiene
ninguna aplicación posible, por lo cual la expresión "instinto
de muerte" es inaceptable para describir la raíz de la destruc-
tividad~ La muerte no tiene ningún sentido hasta la aparición
del odio y el concepto de la persona h urna na total. Cuando se
puede odiar y cuando se alcanza el concepto de persona
human a total, la muerte tiene sí gn ificado, y a esto le sigue de
cerca lo que puede denominarse "mutilación""; la persona total
odiada y amada se mantiene víva gracias a que se la castra o
mutila de algún otro modo, en lugar de matarla. Estas ideas
son propias de u na fase ulterior a la caracterizada por Ia
dependencia respecto del ambiente sostenedor.

La nota al pie de Freud, reexa,ninada

En este punto debemos volver a considerar la afirmación

i;,iEn un escrito anterior ( 1949b) he dese ri pto las variedades


dí n icas de este tipo de angu stia 1 enfocando un aspecto ligeramente
distinto.

61
de Freud citada anteriormente. Freud escribe: ~Probable-
rnente (el bebé) alucina la satisfacción de sus necesídades
internas; revela su malestar por el i ncre mento de 1a
estimulación y la dernora de la satisfacción a través de la
descarga motriz de 11lanto y la lucha, y entonces experimenta
)a sa tisfaccíón alucinada". La teoria expuesta en esta parte
W siempre se ubicará

del enunciado no se aplica a 1a fase mas temprana. Con estas en la etapa previa a la
posibilidad de
establecer relaciones

palabras ya se hace referencia a las relaciones objeta les, y la objetales.

validez de esta parte del enunciado de Freud depende de que


da por sentados los aspectos anteriores de I cuidado materno)
que aq ui describimos como propios de la fase de sostén. Por
otra parte esta oración de Freud se ajusta exactamente a la
1

fase siguiente, caracterizada por una relación entre el infante


y la madre en la cual dorni nan las relacíones objetales y las
satisfacciones instintivas o de las zonas erógenas, es decir i
cuando el desarrollo continúa bien.

B. LA FUNCJON DEL CUIDADO MATERNO

A continuación trataré de describir albrunos aspectos del


cuidado materno especialmente el sostén. E.n este estudío el
1

concepto de sostén es ímportantet y necesitamos desarrollar


más esta idea. Utilizamos la palabra para introducir un
desarrollo completo del tema contenido en la frase de Freud
4
' ••• cuando uno consídera que e) infante -siempre y cuando

incluya con é1el cuidado que recjbe de su madre- casi realiza


un sistema psíquico de est.e tipdt. Me refiero al estado real
inícial de la relación infante-madre) cuando el primero aún no
ha separado un sel f del cuidado rnaternoi respecto de1 cual
está en una dependencia absoluta en e 1 sentido psicológico. 14

u,Rccord~torio: para estar seguro de separar esto de las rclacio~


nes objeta.les y de la gratificación inshntiva debo lirnitar artiñ•
1

cia[m~nte mi atención a las necesidades corporales de tipo general.


Un paciente me dijo: "Una buena hora analítica en Jaque se recibe

62
En esta etapa el infante necesita, yde hecho habitualmen-
te obtiene, una provisión ambiental con ciertas característi-
cas:

Satisfa.ce sus necesidad es fisiológicas; la fisiología y 1a


psicología aún no son disti nías o están en proceso de di feren-
ci adón; y
es confiable, pero no mecánicamente confiable; es confiable
de un mcxlo que indica empatia de la madre.

El sostén:
Hay un énfasis en lo físico
porque la distinción
psique-soma no está
todavía determinada

protege de la agresión fisiológica; completamente.

torna en cu-en ta la sensibilidad dérmica del infante --e I Principio háptico.

tacto. la temperatura la sensibilidad auditivat la sensibili-


1

dad visuat la sensibilidad a la caída (a ia acción de la


gravedad)-- y su desconocimiento de Ia cxistenci a de nada
que no sea el self;
incluye la totalidad de la rutina del cuidado a lo largo del
día y Ia noche, que no es la misma para dos infantes cuales--
qui erat porque forma parle del infante, y no hay ningún par Principio de singularidad.

de infantes que sean iguales;


Principio de adaptabilidad
también sigue los minúsculos cambios cotidianos, tanto
físicos como psicológicos, propios del creci mi en to y desarrollo
del infante.

Debe observarse que las madres que espontáneamente


proporcionan un cuidado suficientemente buen o, pueden
mejorarlo si ellas mismas son cuidadas de un modo que
reconozca Ia natura1e za esencia 1de su ta rea~ Las madres que No se aprende a ser
madre. Nace de la
identificación icc.
Ahora bien, habría que

no proporcionan un cuidado suficientemente bueno de modo pensar de qué forma


nace esa identificación
en particular. No la
identificación general
espontáneo, no estarán en condiciones de hacerlo como con- que descubre F y que K
desarrolla, sino que la
identificación en

secuencia de la mera instrucción. particular de la madre


por el hijo.

Rl sostén incluye especialmente sostener físicamente al


infante lo que es u na forma de amar quizá la única con la que
1

la interpretación correcta en el momento oportuno es una buena


comida".

63
¿Pero de qué depende
la madre puede demostrarle su amor al niño. Hay quienes este desencuentro con el
infante?

pueden sostener a un infante y quienes no pueden. Estas


últimas generan rápidamente en la criatura una sensación de
inseguridad y llanto angustiado.
Todo esto conduce a] establecimiento de las primeras Es de lo físico que nace lo
psicológico. No hay
esencia psicológica en sí.
La significación que

re]aciones objeta.les y las primeras experiencias de gratifica- atribuimos en la relación


objetal proviene de una
relación física (amorosa).

cíón instintiva y también lo incluye y coexiste con él. 15


Para W no es la amenaza
lo que facilita el
nacimiento del aparato
psíquico objetalmente

Seria erróneo anteponer la gratificación instintiva (alimen- constituido, sino es el


cuidado y el amor.

tación,etcétera) o las relaciones objetales (relación con el pecho)


a la cuestión de 1a organización del yo (es decirJ a] yo del infante
reforzado por el yo materno). La base de la satisfacción instintiva
y de Ias relaciones objetales es la manipulación, el manejo y el
cuidado genera les del infante que, cuando todo rn archa bien, se
dan por sentados con mucha faci Ji dad.
La salud mental del individuo (en el sentido de estar libre
de psicosis), o el riesgo de psicosis (esquizofrenia) tienen como
base este cuidado materno, que cuando es el correcto a penas
se advierte y constituye una prolongación de la provisión
fisio]ógica característica del estado prenatal. Esta provisión
ambiental es también una prolongación de la vivacidad tisu-
lar y la salud funcional que proporcionan un silencioso pero
vitalmente importante respa1do al yo del infante. De este
modo, ]a esquizofrenia, la psicosis infanti] o el riesgo de
psicosis a más edad están relacionados con una falla de la
provisión ambiental. Pero esto no significa que los efectos
negativos de esa falla no puedan describirse en los términos
de u na distorsión del yo y de las defensas contra las angustias
primitivas -esto es, en los términos del individuo---■• Se verá
que el trabajo de K1ein sobre los mecanismos de defensa de la
escisión, y sobre las proyecciones, introyecciones, etcétera.
intenta exponer ]os efectos de la falla de ]a provisión ambien-
tal en los términos del individuo. Ese trabajo acerca de los
mecanismos primitivos proporciona la clave de sólo una parte

15
Véase en mi artículo "'Transitional Objects and Transitional
Phenomena" ( 1951) una diS<:usión más detallada de este aspecto de
los procesos de 1desarrollo.

64
de la cuestión, y la reconstrucción del ambiente y sus fallas es
la clave de la otra parte. Esta otra parte no puede aparecer en
la transferencia,. porque el paciente no conoce ni los aspectos
buenos ni los aspectos insuficientes del cuidado materno, ta]
como éste se dío en e I escenario ínfa n til original.

E-'tamen de un detalle del cuidado materno

Daré un ejemplo para ilustrar un aspecto sutil del cuidado


del infante~ Mientras el infante est.á fusionado con la madre,
lo mejor es que ésta comprenda las necesidades de la criatura
con ]a mayor exactitud posible. No obstan te, con el fina I de Ia
fusión se produce un cambio, y ese final no es necesariamente
gradual. En cuanto la madre y el infante quedan separados
desde el punto de vista del infante,. se observará que la mujer
tiende a cambiar de actitud. Todo ocurre como si el Ia su pie-
ra que el bebé ya no espera que comprenda sus necesidades de
un modo casi mágico. La madre parece saber que su niño ha
adquirido una nueva capacidad,. la de emitir una señal para
guiarla hacia la satisfacción de sus necesidades. Podría decirse
que si la madre conoce tan bien lo que necesita el infante, sólo
puede ser por magia y no constituye ninguna base para una
relación objetal. Ahora llegamos a las palabras de !t"reud: ~El
[el infante] probablemente alucina la satisfacción de sus
necesidades internas; revela su displacer, cuando hay un
i ncrem en to del estímulo y un a ausencia de satisfacción,
mediante la descarga motriz del llanto y la agitación de brazos
y piernas, y entonces experimenta la satisfacción que ha
alucinado". En otras palabras,. al final de la fusión, cuando el
nifto se ha separado del ambiente, un rasgo importante es que
tiene que dar una señal. 16 Este hecho sutil aparece clara-
mente en la transferencia, en el curso de nuestro trabajo
analítico. Es muy importante,. salvo cuando el paciente ha
sido llevado a una regresíón a la más temprana infancia y a

16
La ulterior teoría freudiana (1926) de la angustia como señal
para el yo.

65
un estado de fusión. que el analista oo conozca las respuestas,
excepto en la medida en que el paciente dé )as claves. El
analista recoge las claves y hace las interpretaciones; a
menudo ocurre que los pacientes no dan claves, por lo cual y
sin duda el analista no puede hacer nada_ Esta límitación del
poder del analista es importan te para el pací en te, así como Io
es el poder del analísta, representado por la interpretación
currecta realizada en el momento oportunot y basada en las
claves y la cooperación inconsciente del paciente, quien pro-
porcíona el material que respalda yjustífica la interpretacíón.
Por ello es posible que el analísta en formación realíce a veces
un análisís mejor que los que hará al cabo de unos años,
cu ando sepa más~ Después de haber tenido unos cuantos
pacientes, empezará a resultarle tedioso avanzar con la len•
ti tu d de cada pací en te, y empezará a fonn u lar interpretaciones
no basadas en el material aportado por el pacíente en esa
sesión, sí no en su propio co noci m íento acumula do, o en su
adhesíón momentánea a cíerto grupo de ideas~ Esto es inútil
para el paciente. El analísta puede parecer muy ínteligente y
quizás e] paciente exprese admiración pero en úl tí ma instancía
t

la interpretación correcta es un trauma que el paciente tiene


que rechazar, porque es a interpretación no es la su y a. Se
queja de que el analista íntente hípnotizarloJ de que aliente
una regresión severa a la dependencia, empujándolo de nuevo
a un a fusión, esa vez con el propio an a) ísta.
Lo mísmo puede observarse en las madres de infantes; la
madre de varios hijos empieza a tener un dominio tal de la
técnica del quehacer materno que tiende a hacer todo lo
correcto en los momentos oportunos, y entonces al infante que
ha comenzado a separarse de ella no le resulta posible lograr
el control de las cosas buenas que están sucediendo. Faltan
por completo el gesto creatívo, el llantoJ la protesta, todos los
pequeños signos que se su ponen suscitan lo que la madre
hace, porque la madre se adelanta a satísfacer cada necesidad
como si el infante estuviera todavía fusionado con ella, y ella
con el infante. De este modot la madre, por ser una madre
aparentemente buenaJ hace algo peor que castrar. Al infante
sólo le quedan dos alterna ti vas: un estado permanente de

66
regresión o fusión con la madre, o bien un rechazo total de la
madre, incluso de la madre aparentemente buena.
Vemos por lo tanto que en la infancia y en el manejo de los
infantes hay una distinción muy sutil entre )a comprensión
por )a madre de las necesidades del infante basada en la
empatíay su ulterior comprensión basada en algo del infante
o niño pequeño que indica )a necesidad. Es te pasaje les resulta
particularmente difícil a las madres debido a que los ní nos
vacilan entre un estado y otro; en un momento están fusiona-
dos con sus madres y necesitan empatía; a) siguiente están
separados~y si la madre conoce sus necesidades de antemano
es peligrosa, una bruja. Sorprende que algunas madres que
carecen por completo de instruccíón se adapten muy bien a
esos cambios de sus infantes en desarrollo, sin tener ningún
conocimiento de la teoría. Es te detalle se reproduce en el
trabajo psicoanalítico con pacientes fronterizos, y en todos los
casos en ciertos momentos de gran importancia, cuando la
dependencia en la transferencia es máxima.

El cuidado materno satis{actorioJ no advertído


En esta cuestión del cuidado materno del tipodel sostén,es
axiomático que cuando todo va bien el infante no puede darse
cuenta de lo que se Je está proveyendo ni de lo que se le evita
sufrir. Por otra parte, cuando )as cosas no marchan bien el No es que el infante crea
que la madre tiene la culpa
de la reacción. El infante se
da cuenta de que puede

infante toma conciencia no del fracaso del cuidado materno reaccionar ante la falla de la
madre. Ese es el resultado.

sino de )os resulta dos, sean cuales fu eren, de ese fracaso, es


decir que toma conciencía de que reacciona a alguna intru-
sión~ Como resultado del éxito de) cuidado materno en el La continuidad fortalece. La
interrupción, la reacción
debilita.

infante se establece una continuidad de ser que constituye la


base de )a fuerza de) yo, m ien tras que el resultado de cada
fracaso del cuidado materno consiste en que la continuidad de
ser se ve interrumpida por reacciones a las consecuencias de
ese fracaso, con un consiguiente debilitamiento del yo. 17 Tales

n En los trastornos del carácter, lo que se presenta para la


atención inmediata es este de bil itami ento de I yo y los diversos

67
interrupciones constituyen el aniquilamiento y están eviden-
temente asociadas con un sufrimiento de calidad e intensidad
psi cótícas. En el caso extremo, el í nfa n te sólo existe sobre la
base de una continuidad de reacciones a la instrucción y de
recu peracíones después de tal es reacciones. Esto presenta un
gran contraste con la continuidad de ser que es mi concepción
de la fuerza del yo.

C. LOS CA...\1B10S DE LA JWADRE

En este contexto es importante examinar los cambios que


se producen en las mujeres cuando están por tener un bebé o
acaban de tenerlo. Estos cambios son a] principio casi fisio-
lógicos1 y se inician con el sostén fi sico del bebé en ]a matriz.
No obstante, algo faltaría en la descripción si empleáramos la
frase ~ínstínto materno". E] hecho es quet en la salud, las
mujeres cambian de orientación respecto de ellas mismas y el
mundo; ahora bien, por más profundamente arraigados en la
fisiología que estén tales cambíos1la mala salud mental de la
mujer a veces los distorsiona. Es necesario pensar esos cam-
bios en términos psico]ógicos, a pesar de que pueden existir
factores endocrinológicos susceptibles de modificarse por medio
de medicacíón.
No hay duda de que los cambios fisiológicos sensibilizan a
la mujer a los más sutiles cambios psícológicos que se producen
a continuación.
Poco después de la concepción. o cuando se conoce su
posibilidad, la mujer comienza a modificar su orientación, y a

intentos del individuo para encararlo; no obstante~ sólo una concep-


ción 'VeJ"d ader-a de la etiología permite la i-ec-om posición del as pecto
defensívo de este síntoma presentado. a partir de su origen en el
fracaso ambiental. Me he referido a un aspecto especifico de esta
cuestión en e I diagnóstico del a tendencia antisocial como e1problema
básico que está detrás del "'síndrome de delíncuencia"' (19).

68
preocuparse por los cambios que tienen lugar dentro de ella.
De diversos modos su propio cuerpo la alienta a interesarse en
el] a misma. 18 La madre desvía hacia el bebé que crece dentro
de ella una parte de su sentido del self. Lo importante es que
aquí se origina un estado de cosas que merece la descripción
y cuya teoría es necesario elaborar.
El analista que satisface las necesidades de un paciente
que en la transferencia revive esas etapas muy tempranas,
padece cambios similares de orientación, pero el analista, a
diferencia de la madre, tiene que tomar conciencia de la
sen sibil idad que se desarrolla en él como res puesta a la
inmadurez y dependencia del paciente. Esto puede pensarse
como una ampliación de la descripción de Freud, que ve al
analista en un estado voluntario de atención.
Una descripción detallada de los cambios de orien tacíón de
una mujer que va a convertirse en madre o acaba de serlo
estaría aquí fuera de lugar; en otra parte he hablado de esos
cambios en un lenguaje popular o no técnico {Winnicott,
1949a).
Hay una psicopatología de esos cambios de orientación, y
los extremos de anormalidad son la preocupación de quienes
estudian ]a psicología dela locura puerperal. Sin duda existen
muchas variaciones cualitativas que no constituyen anor-
malidades. La anormalidad surge del grado de distorsión~
En general las madres se identifican de nnmodouotrocon
1

el bebé ue ere-ce dentro de ella , y así 11 ega n a tener un a


sensación muy intensa de las necesidades de la criatura. Se
trata de un a identificación proyectiva. Esta identificación
dura un cierto tiempo después del parto, y a contin nación va
.perdiendo gradualmente ímportancia.
En los casos corrientes, esta especial orientación de la
madre hacia el infante va más allá del proceso del parto. La
madre sin distorsiones en este aspecto está preparada para
abandonar su identificación con el infante cuando éste nece-

ªVease una exposición más detallada de este punto en 'Pri mary


1

Materna] Preoccupation" (1956t

69
sita separarse~ Es posible proporcionar un buen cuidado
inicial~ pero no completar el proceso por la incapacidad para
dejar que llegue a su fin, de modo que la madre tiende a seguir
fusionada con su ínfante y a demorar la separación de éste
respecto de ella. En todo caso, es difícil para la madre sepa-
rarse de su infante a la velocidad con la que el infante necesita
separarse de ella. t 9
A mi juicio, lo importante es que a través de su identifica-
cíón con el infante la madre sepa cómo se siente la criatura, y
pueda proporcionarle casi exactamente lo que necesita en el
modo de sostén y, en general, en la provisíón de un ambiente.
Sin esa ídentificación, entiendo que el infante no obtiene lo
que necesita al principio, que es una adaptación víva a sus
necesidades. Lo principal es el sostén físico, que constituye la W enfatiza demasiado la
fisicidad del sostén. ¿Por
qué? ¿A qué le teme? ¿Con
quién dialoga?

base de todos Ios aspectos más complejos del sostén y de Ia


provisión ambíental en generaL
Es cierto que una madre puede tener un bebé muy diferente
de ella, que la lleve a cometer errores de cálculo. Quizas el
bebé sea más rápído o más lento que la madre, etcétera.
Entonces pueden producirse momentos en los que lo que la
mujer síente como necesidades del bebé no sean las reales.
Pero parece ser común que las madres no distorsionadas por
la mala salud o la tensión ambiental del día tiendan en
general a conocer con bastante exactitud lo que necesitan sus
infantest y ademas les gusta satisfacer esas necesidades. Esta
es la esencia del cuidado materno.
Con ~el cuídado que recibe de su madre]\ cada infante esta
en condiciones de tener una existencia personal, y así empezar
a establecer lo que podría denominarse "una continuidad de
serTI. Sobre la base de esta continuidad de ser se desarrolla
gradualn1enteel potencial heredado, hastaconstituiral infante
individual. Si el cuidado materno no es lo suficientemente
bueno, el infante en realidad no Jlega a entraren la existencia,
puesto que no hay continuidad de ser; en lugar de ello, la

151
En un artículo anterior( 1948) presentamos casos c1ínicos para
ilustrar un tipo de probierna relacionado con este grupo de ideas.

70
personalidad se establece sobre la base de reacciones a la
intrusión ambiental.
Todo esto tiene significación para el analista. Sin duda,
para lograr una visión clara de lo que sucede en la infancia en
sí, el mejor método no es !a observación directa de infantes,
sino el estudio de la transferencia en el encuadre analítico.
Este trabajo sobre la dependencia infantil deriva del estudio
de los fenómenos de 1a tra nsfere ncia y Ia contra transferencia
propios del compromiso del psicoanalista con los casos fron-
terizos. En mi opiníón, este compromiso es una extensión
legítima del psicoanálisis; en ella la única modificación real es
el diagnóstico de la enfermedad deI paciente, cuya e tíología es
anterior al complejo deEdipo,yenvuelve una distorsión en la
época de la dependencia absoluta.
Freud pudo descubrir de un nuevo modo la sexualidad
infantil porque la reconstruyó a partir de su trabajo analítico
con pacientes psi con e u róticos. Al a m pi ia r su trabajo para
abarcar el tratamiento del paciente psicótico fronterizo nos
resulta posi b1e a nosotros reconstruir la dinámica de la
infancia y de )a dependencia infantil, y el cuidado materno
que sa tí sface esa dependencia.

RESUMEN

{i) Se realiza un examen de la infancia; esto no es lo mismo


que un examen de Jos mecanismos mentales primitivos.
(ii) E) rasgo principal de la infancia es la dependencia; se
1a considera en los términos de¡ ambiente que proporciona
sostén.
(iíi) Todo estudio de la infancia debe dividirse en dos
partes:
(a)el desarrollo del infante facilitado por un cuidado
materno suficientemente bueno; y
(b)e) desarrollo del infante dístorsionado por un cui-
dado materno que no es lo suficientemente bueno.
(iv) Se puede decir que el yo del infante es débilt pero en

71
reaJidad es fuerte gracias al yo auxiliar del cuidado materno.
Cuando el cuidado materno falla" la debilidad del yo del
infante se pone de manifiesto.
{v) En la salud;i, los procesos que tienen lugar en la madre
(y en el padre) generan un estado especia] en el cual el
progenitor se orienta hacia el infante y de este modo está en
condición de satisfacer su dependencia. Hay una patología de
estos procesos.
{vi) Se llama la atencíón acerca de los diversos modos como
estas cond íciones i ntrinsecas de lo que aquí de no m1 na mos
ambiente sostenedor20 pueden o no aparecer en la transfe-
rencia si en una etapa ulterior el infante debe entrar en
aná1isis.

20 Sobre el concepto de "sosten,... en la asistencia social indí ~


vidual izada \réase Vlinn icot t, C la Te { l 954t y ]a pág. 298 de este
libro.

72
4

LA INTEGRACION DEL YO
EN EL DESARROLLO DEL NIÑO
(1962)

El término yo puede u ti1izarse para describir !a parte de la


personalidad humana en crecimiento que en condiciones
adecuadas tiende a integrarse en una unidad.
En el cuerpo de un infante anencefálico pueden producirse
hechos funciona les e i ne! uso !ocal izacíones ins tin ti vas; esos
hechos podrían denomínarse experiencias de la función de]
e]] o si hubiera un cerebro. Podría decirse que~ de ha her ha bid o
un cerebro norma!~ se habría producido una organización de
esas funciones, y a esa organización podría habérse]e asigna-
do e] rótulo de "yow~ Pero sin ningún apara to electrónico no
puede ha her ninguna experiencia. y por lo tanto ningún yo.
Ahora bien! normalmente el funcionamiento del ello no se
pierde; todos sus aspectos se reúnen y se convierten en
experiencia del yo. De modo que no tiene sentido utilizar la
palabra "el1ow para designar fenómenos que no son abarcados,
catalogados, experimentados y finalmente interpretados por
el funcionamiento de] yo.
De modo que en las etapas muy tempranas del desarrollo
de! niño, el funcionamíento del yo debe considerarse un
concepto inseparable de] de la existencia del infante como
persona. La vida instintiva que exista al margen de] funcio•
na mi en to de I yo puede ignorarse, porque el infante no es
todavía una entidad que tenga experiencias. No hay ningún
ello antes del yo. Sólo a partir de esta premisa se justifica el
estudio del yo~
Se verá que el yo se ofrece para su estudio mucho antes de

73
que la palabra "'self' tenga alguna pertinencia. La pa]abra self
llega después de que el nífio ha comenzado a utilizar el
intelecto para mí rar lo que los otros ven, síenten u oyen, y lo
que conciben ante su propio cuerpo ínfantí] (en este capítulo
no estudiaremos el concepto de se]fL
La primera pregunta sobre el denominado yo es la siguien-
te: ¿existe un yo desde el principio? La respuesta es que el
príncipio está en el momento en que cn1picza el yo. 1
Surge entonces la segunda pregunta: ¿es el yo fuerte o
débí l? La respuesta depende de la madre real y de su capacídad
para satisfacer la dependencia absoluta del infante real al
principio, antes de que separe el self de la madre.
En mi termi nol ogí a, la madre su fici en temen te buen a es
capaz de satisfacer las necesidades del infante al principio y
de hacerlo tan bien que el infante, cuando emerge de la matriz
de la re]ación infante-madre) puede tener unabreveexperiencia
de omnípotencia. (Esta ex pe rien ci a debe d isti ngu irse de la
om n.ipotencia. que es el nombre de un a cierta ca] idad de
sentimiento.)
La madre puede hacer esto gracias a haberse entregado
temporaríamente a una tarea única, la de cuidara su bebé. Lo
que hace posíble esta tarea es el hecho de que el bebe posee la
capacidad de relacionarse con objetos subjetivos cuando la
funcíón de ego auxiliar de la madre opera como corresponde.
En este sentido, el níño puede satisfacer el principío de
realidad aquí y allí, en un momento y otro! pero no en todas
partes a la vez; esdecirque conservaáreas deobjetossubjetivos)
junto con otras áreas en las cuales hay una relación con
objetos percibidos objetivamente, u objetos "no~yo".
Es tanta la diferencia que existe entre el príncipío de un
bebé cuya madre puede cumplir adecuadamente esta función
y el principio de otro bebé cuya madre no esta en condicíones
de hacerlo) que resulta totalmente inutil describir bebés en
sus etapas más tempranas si no es en relación con el funcio~
namiento de la rnadrer Cuando no hay un quehacer materno

1
Conviene record a T q uc c1 principio es una s urna de pri nci pi os.

74
s uficie n temen te bueno, el infante es inea paz de ín ícia r Ia
maduración de) yo. o bien el desarrollo de) yo queda necesa-
riamente distorsionado en ciertos aspectos vitalmente im-
portantes.
Debe comprenderse que cuando hacemos referencia a ]a
capacidad adaptativa de la madre, esto tiene poco que ver con
su capacidad para satisfacer )os impulsos oral es del infante,
por ejemplo proporcíon ándo le un alimento satisfactorio. Lo
que aqui examinarnos corre paralelo con una consideración
como ésa. Es sin duda posible gratificar un impulso oral y al
hacerlo vi olar la función yoica del i nfante. o lo que más tarde
se custodiará celosamente como el se)f, el núdeo de la per-
sonalidad. Una satisfacción aliment.aria puede ser una se-
ducción y tener un efecto traumático si le llega a un bebé sin
)a protección del funcionamiento de) yo.
En la etapa que analizamos es necesario no considerar al
bebé como una persona que tiene hambre y cuyos impulsos
instintivos pueden ser satisfechos o frustrados, sino pensarlo
como un ser inmaduro que está constantemente al borde de
una angustia inconcebible. Lo que mantiene a raya esa an-
gustia inconcebib]e es la función de la madre vitalmente ím-
portante es esta etapa: su capacidad para ponerse en el Jugar
del bebé y darse cu en ta de lo que éste necesita en e) manejo
general del cuerpo y, por Jo tanto de la persona. El amor en
1

esta etapa sólo puede demostrarse a través del cuidado del


cuerpo, como en la última etapa de un embarazo a término.
La angustia inconcebible tiene sólo unas pocas variedades.
cada una de las cuales es la clave de un aspecto del crecimiento
normal.

( 1)Fragmentarse.
(2) Caer in termina bleme n te.
(3) No tener ninguna relación con e) cuerpo.
(4) No tener ninguna orientación.

Se reconocerá que estas variedades son la materia prima


específica de las angustias psicóticas~ y que en términos
clínicos corresponden a la esquizofrenia o a la emergencia de

75
un elemento esquizoide oculto en una personalidad en otros
sentidos no psicótica.
En este punto es necesario í n terru m pí r la secuencia de
ideas para examinar el destino del bebé al que le falta un
cuidado suficientemente bueno en )a etapa temprana anterior
a la separación del ~no-yon y e] ')ron. Se trata de un tema
comp]ejo debído a todos ]os grados y variedades de la falla
materna. Resulta útil referir5e en primer lugar a:

(1) las distorsiones de la organización del yo que establecen


las bases de las características esquizoides, y
(2} la defensa especifica de) autosostén, o desarrollo de un
selfprotectoryorganización de un aspecto de la personalidad
que es falso (en cuanto lo que se muestra no deriva del
individuo sino del aspecto del quehacer materno en )a pareja
infante-madre); esta es una defensa cuyo éxito puede generar
una nueva amenaza al núcleo del se]f, aunque esté destinada
a ocu 1tar Io y protegerlo.
Las consecuencias de un yo auxiliar materno deficiente
pueden ser severamente muti]adoras. Entre ellas se en~
cu entran Ias siguientes.

A. Esquizofrenia in/a ntil o autismo

Este es un grupo clínico bíen conocido que incluye los


trastornos secundarios a las lesiones cerebralcso ]a deficiencia
fis ica. y también algu n gra clo de todos los ti pos de fracaso de
1os detalles más tempranos de la mad n ración. En u na cierta
proporción de los casos no existe nínguna prueba de defecto o
enfermedad neurológicos.
Es oomun en el campo de la psiquiatría infanti1 que el
clínico no pueda decidir entre un diagnóstico de deficiencia
primaria, unaenfennedad de Little leve, una falla puramente
psicológica de la maduración temprana en un niño con el
cerebro intactot o una mezcla de dos o tres de estos cuadros.
En a]gunos casos hay pruebas de la existencia de una reac-
ción a la falla del yo auxiliar, del tipo que describo en este
capitulo.

76
B. Esq u i.zofrenia laten te

Hay muchas variedades clínicas de esquizofrenia latente


en níños que pasan por norma les o que í nduso presentan un
I

ínteleclo especialmente brillante o un desempeno pre-coz. La


enfermedad se pone de manifiesto en la fragilidad del "'éxito".
Pueden desencadena ria los esfuerzos y el estrés en etapas
ul teríOJ-es del desarrollo.

C. Autodefensa falsa

El empleo de defensas. en especial de una defensa falsa


exitosa! les permite a muchos níños parecerpromisorios, pero
finalmente un col a pso revela que en el escenario está a usen te
el sclf verdadero.

D. Personalidad esquizoide

En estos casos es comtln e1 desarrollo de un trastorno de la


personalidad debido a un elemento esquizoide oculto en una
personalídad en otros sentidos sana. Ciertos elementos
esquizoides graves quedan socializados en la medida en que
puedan ocultarse en una pauta de trastorno esqui:zoide acep-
tado en la cultura loca! de la persona.

Estos grados y tipos de defectos de la personalidad pueden


relacionarse! en la investigación de casos individuales, con
di versos ti pos y grados de fracaso del sostén, la man i pu] ación
y la presentación de los objetos en la etapa más temprana.
Es to no significa negar la existe ne ia de factores hereditarios,
sino más bien complementarlos en aspectos importantes.

El desarrollo del yo se caracteriza por varias tendencias:


{1) La principal tendencia del proceso de maduración
puede resumirse en los diversos significados de la palabra
11
~integración La integración en el tiempo se suma a lo que

podríamos denominar integración en el espacio.


(2) El yo se basa en un yo corpora 1, pero sólo cuando todo

77
marcha bien la persona del bebé empieza a estar vinculada
con e] cuerpo y las funciones corporales,. con la piel como
membrana limitadora. Para denominar este proceso he em-
pleado la palabra "persona1ización", porque "despersona~
lización"" parece significar fundamentalmente una pérdida de
la unión firme del yo con el cuerpo, incluso con los impulsos y
satisfacciones del ello. (El término despersonalización tiene
un significado más complejo en los escritos psiquiátricos_)
(3) E I yo inicia las relaciones objeta/es. Con un quehacer
materno suficientemente bueno al principio., el bebé no está
sometido a las gratificaciones instintivas, salvo en la medida
en que haya participación del yo. En este sentido., no se trata
tanto de proporcionarle satisfacciones como de permitirle que
encuentre y concuerde con el objeto (e 1 pecho, e I biberón, la
leche etcétera).
J

Cuando tratamos de eva]uar lo que hizo Sechehaye ( 1951)


al darle a su paciente una manzana en el momento oportuno
(realización simbólica), tiene poca importancia que la paciente
comiera la fruta, sólo la mirara o la guardara después de
tomarla~ Lo importan te era que esa paciente pudo crear un
objeto, y Sechehaye no hizo más que permitir que el objeto
tomara forma de manzana, de modo que la niña creó una parte
de] mundo real, una manzana.
Parece posible poner lado a lado esos tres fenómenos del
crecimiento del yo con tres aspectos del cuidado de I infante y
el niño:

La integración forma pareja con el sostén.


La personalización forma pareja con la manipulación.
Las re]acionesobjetales forman pareja con la presentación
objeta]

Esto conduce a considerar dos problemas asociados con la


idea de integración:

78
(1) lntegraciónJ ¿a partir de qué?
Resu] ta útil pensar el materia] del que surge 1a íntegra-
ción en términos de elementos motores y sensori ales1 1a
materia prima de] narcísísmo primario. Esta adquirirla una
tendencia a aentir la exístencia. Puede utilizarse otro lengua-
je en la descripción de esta parte oscura del proceso madurativo.
pero para afirmar que ha empezado a existir un nuevo ser
huma no y a recoger experiencia que pueda Ha marse persona 1
es pre-c:iso postu]ar ]os rudimentos de una elaboración imagi-
nativa de] funcíonamien to puramente corporal.

(2) lntegraciónJ ¿con qué?


Todo esto tiende al establecimiento de un self unitario.
pero n u nea se subrayará demasiado que 1o que sucede en esta
etapa muy temprana depende de ]a protección del yo propor-
donada po, ]a madre de la conjunción infante-madre.
Puede decirse que la protección del yo suficientemente
buena ptoporcion ada por 1a madre (respecto de las angustias
inconcebib]es) le permite a la nueva persona humana erigir
una personalidad sobre ]a base de la pauta de una continui-
11
dad del seguir siendo•. Todas las fa1las {que podrían producir
angustia inconcebible) generan u na reacción del infante y J

esta reacción corta e] "'seguir siendoJ,,. Si el reaccionar que


quiebra el "'seguir siendo" se reítera persisten temen te, inicia
una pauta de fragmentación de] ser. EJ ínfante con una pauta
de fragmentación de 1a línea de continuidad del ser tiene una
tarea de desarroUo que casi desde el principio se í nclina hacia
la psicopato]ogía. De modo que en la etiología de ]a inquietudJ
la hiperquinesia. la falta de atención (más tarde denominada
incapacidad para concentrarse) podría haber un factor muy
temprano, que data de los prí meros días u horas de vid a.
Corresponde observar aquí que. sean cua]es fueren los
factores externos ]oque importa es 1a visíón ( fan la sía) que e]
1

i ndi vid uo tí ene de eUos. Pero además es necesario recordar


que existe una etapa anterior al repudio del no-yo por el
individuo. En esa muy temprana etapa no hay factores
externos; la madre fonna parte del niño. y la pauta de éste
incluye 1a experiencia que él tiene de la madre taJ tomo ella
J

es en su realidad persona l.

79
Parecería que lo opuesto de la in tegracíón es 1a
de sin tegr ación. Esto es cierto sólo en parte. Par a designar 1o
opuesto necesitamos al principio una palabra como no in te-
gración. En el infante, la relajación significa no sentir la
necesidad de integrarse, mientras da por sentad a la función
del yo auxiliar de la madre. Para comprender los estados de
no excitación en los términos de esta teoría necesitamos una
consideración adicional. El término~desintegración n se uti]iza
para describir una defensa compleja, que consiste en una
producción activa de caos como defensa contra Ia no integración
en ausencia del yo auxiliar materno. es deci!\ contra la
angustia i nconcebi ble o a rea ica que resulta del fracaso de 1
sostén en la etapa de la dependencia absoluta. El caos de la
desintegración puede ser tan .umalo" como la inconfiabilidacl
del ambiente, pero tiene la ventaja de que lo produce el propio
bebé y por lo tanto es no ambiental. Está dentro del ámbito de
la omnipotencia del bebé. En términos psicoanalíticos, es ana~
lizable, mientras que las angustias inconcebibles no lo son.
La integración está estrechamente vinculada con la fun-
ción ambiental del sostén. La integración logra la unidad.
Primero aparece el ')ron que incluye ~odo lo otro no es yo".
1

Después viene ""yo soy. yo existo, yo recojo experiencias, me


enriquezco y tengo una interacción introyectiva y proyectiva
con el no-yot como mundo real de la realidad compartida". Se
suma lo siguiente:" Alguien me ve o comprende que yo existon.
Y después: ~Mees devuelta (como un rostro visto en un espejo)
1a prueba que necesito de que he sido reconocido como un sern.
En circunstancias favorables, la piel se convierte en el
límite entre el yo y no~ yo. En otras pal abras, 1a psique ha
empezado a vivir en el soma y se ha iniciado una vida
psicosornática individual.
El establecimiento de un estado deyosoytjuntoconel logro
de una residencia o cohesión psicosomática, es un estado de
cosas acompaiiado por un afecto específico de angustia que
tiene una expectativa de persecución. Esta reacción
persecutoriaesinherente a la idea del repudio del~no~yo"'\ que
es par ale la a la limitación de 1self unitario en el cuerpo 1 con 1a
piel como membrana }imitadora.

80
En la sintomatología de un tipo de enfermedad psico-
somá tica hay insistencia en la interacción de psique y soma;
esta interacción se mantiene como defensa contra la amenaza
de una pérdida de ]a unión psicosomática, o contra una forma
de des personal iza.ción.
Por rnani pu] ación se en tiende la provisión ambienta] que
se corresponde estrechamente con e] establecimiento de una
asociación psicosomática. Sin una manipulación activa y
adaptativa suficientemente buen aJ real izar la tarea desde
dentro bien puede resultar muy arduo, y quizá demuestre que
es realmente imposible que ese desarrollo de la interrelación
psicosomática quede adecuadamente establecido.
La iniciación de la relación obj e tal es compleja. Sólo puede
producirla la provisión ambiental de la presentación del
objeto, rea] izada de un modo tal que e) bebé cree el objeto. La
pauta es la siguiente: el bebé desarrolla una vaga expectativa
que tiene su origen en una necesidad no formulada+ La madre
adaptativa present.a un objeto o una manipulación que satisface
las necesidades del bebé! de modo que éste empieza a necesitar
exactamente lo que la madre ]e presenta. De esta manera
llega a tener confianza en ser capaz de crear objetos y de crear
el mundo reaL La madre le proporcíona al bebé un período
breve en e] cua] la omnipotencia es algo que se experimenta.
Debo subrayar que al referi nn e a la iniciación de la relación
obj e tal no estoy hablan do de las satisfacciones y las frustra-
ciones del el lo. sino de las precondiciones, tan to in temas como
externas del niño, que establecen una experiencia del yo a
partir de un amamantamiento satisfactorio(o de una reacción
a la frustración).

RESUMEN

Mi objetivo consiste en realizar una exposición esquemá-


tica de mi concepción de los inicios de) yo. Empleo e] concepto
de integración del yo y de su lugar en 1a iniciación del
desarrollo emocional del niño, en el niño que está continua-
mente pasando de una dependencia absoluta a la dependen-

81
cia relativa y a la independencia. También rastreo los princi-
pios de la relación objetal dentro del marco de la experiencia
y el crecimiento del bebé.
Más adelante trato de evaluar la importancia del ambien-
te real en las etapas más tempranas, es decir, antes de que el
bebé haya separado al "'no-yo,, del yo. Hago contrastar la
fuerza del yo del bebé que obtiene un yo auxiliar de ]a conducta
adaptativa real de la madre o amor, y la debilidad del yo del
1

bebé para el que la provisión ambiental es deficiente en esta


etapa muy temprana.

82
5
-
LA PROVISION PARA EL NINO
EN LA SALUD Y EN LA CRISIS 1
(1962}

El tema es amplio por lo cual me propongo seleccionar


1

ciertos rasgos que pueden en uncia rse fácílmente y que son


significa ti vos, observan do en particular los as pee tos carac-
terísticos de este tema genera1 de nuestra época.

l. Cuando hoy en día pensamos en proveer para la salud


nos referimos a la salud mental. Lo que nos in teresa es el
desarrollo emocíonal del nin.o, y establecer las bases de la
salud mental para toda una vida~ Esto se debe a que los
progresos de la pediatría en cuan to a 1as pecto físico han sido
tan grandes que conocemos perfectamente e 1 terreno. Como
resultado de la buena alimentación y de las buenas condiciones
físicas, si media una herencia favorable 1 se produce el desa-
11
rrollo corporal. Sabemos lo que significan las pal abras bue na
alimentación", y hoy en día son poco frecuentes las enferme-
dades por carencia alimentaria. Además, cuando el hambre o
las malas condiciones de vivienda forman parte de) cuadro,
nuestra conciencia socíal nos indica lo que debemos hacer. En
la Gran Breta na esto ha cristalizado en el estado asistencial,
que 1 con todas sus desventajas y los nuevos problemas que
crea, hace que nos sintamos tan con ten tos como fastidia dos
cuando debemos pagar los altos i mpuestosr

1
Trabajo presentado en un panel de discusión organizado por el
TaUer de la Di\Pisión de Extensión del San Francisco Psychoanalytk
Institute. en octubre de 1962.

83
De modo que a) considerar este tema permítase nos dar por
sentado que los niños de los que hablamos son ñsicamente tan
san os como lo pe-rm ite 1a moderna pro fi Ia xís y terapia fisi cas,
o bien quecualquíerenfermedad física presente se encuentra
bajo control pediátrico, y que nuestro fin es estudiar la salud
mental de1 niiio que padece esa enfermedad. A los fines de la
simplicidad, comenzaremos por la salud mental del níno
físicamente sano.
Desde luego, si un niño padece anorexía nerviosa, el
hambre resultante no debe atribuirse a la desatención física.
Si exísten los denominados ~problemas de familia~\ no po-
dremos atribuirle a la autoridad loca) toda la culpa por las
condiciones de miseria en las que se está criando la criatura.
En el cuidado fisico ínciden la capacidad del niño o de los
padres para recibir atención, y vemos que en torno al a.rea que
podemos llamar de cuidado físico hay un complejo territorio
de trastorno emocional en el indíviduo, o bien en grupos de
individuos o en la sociedad.

2. Por lo tanto! de lo que hay que proveer al níño es de un


ambiente que facilite la salud mental yel desarrollo emocional
individuales. Hoy en día sabemos realmente mucho sobre el
modo como el infante se convierte en niño y el níno en adulto;
un primer principio es e] de que la salud es madurez, madurez
en Ja edad.
Sí se proporcionan condíciones suficientemente buenas, y
hay en el niño un impulso interior hacia el desarrolJo, se
produce el consíguiente desarrollo emocíona). Las fuerzas que
empujan hacia la vida, hacía la integracíón de la personaJí-
dad, hacia la índependencia, son inmensa mente intensas y 1

con condiciones suficientemente buenas, el niño progresa;


cuando las condiciones no son suficientemente buenas, esas
fuerzas quedan contenidas en el interior de) nin.o> y de un
modo u otro tienden a destruírlo.
Tenemos una visión dinámíca del desarrollo infantil. que
en condiciones de salud vemos fructificar en los impulsos
familiar y social.

84
3. Si la salud es madurezJ cualquier tipo de inmadurez es
mala sa]ud mental y constituye una amenaza para e 1individuo
y una sangría para la sociedad. En efecto, la sociedad puede
u ti 1izar las tendencias agresivas i nd i viduales pero no la
t

inmadurez individual. Al considerar lo que debemos proveer


en relación con esto) ve1nos que es preciso afiadir:

(i) tolerancia a la inmadurez y la mala salud mental


individual es;
( ii) terapia;
(iü) profilaxis.

4. Ahora quiero decir unas palabras para contrarrestar la


impresión que puedo haber dejado de que con la salud es
suficiente. La madurez individual no es lo único que nos
importa J ni tampoco que el individuo se libre de trastornos
men t.a les o psiconeu rosis; lo que nos in teresa es la riqueza del
in dividuo J no en términos de dinero s j no de re ali dad psíquica
interior. Sin duda, a menudo perdonamos la mala salud
mental de un hombre o una mujer, o algún tipo de inmadurez,
porque esa persona tiene una personalidad tan rica que la
sociedad obtiene mucho de sus aportes excepcíonales. Yo
podría decir que la obra de Shakespeare ha sido tal que no nos
importaría mucho descubrir que fue inmaduro, homosexual o
antisocial en algún sentido restringido. Este principio tiene
una aplicación muy amplia y no es necesario que nos deten~
gamos demasiado en é1. Por ejemplo, una investigación podría
demostrar con estadísticas significativas que los infantes
alimentados con biberón son físicamente más sanosJ y quizás
incluso menos propensos al trastorno mental que los otros
niiios. Pero lo que a nosotros nos interesa es la riqueza de la
experiencia del amamantamiento, si es que ésta incide en la
riqueza de la personalidad potencial del infante que pasa a la
niñez y después a la vida ad u] ta.
Me basta con haber aclarado que apuntamos a algo más
que a condiciones saludables para producir s a Iud~ En la cima
de la escala del progreso humano no está la salud sino la
riqueza de la condición.

85
5. Examinamos la provisión para el niñoJ y para el niño que
hay en el adulto. De hecho, e] adulto maduro toma parte en la
provisión. En otras palabras, la niñez es una progresión desde
la dependencia hasta la independencia. Tenemos que exami-
nar !as necesidades cambiantes del niño a medida que la
dependencia se convierte en independencía. Esto nos Ueva a
estudiar 1as n eces ida des muy tempranas de 1os ni ñas pequeños
y los infantes, y ia dependencia extrema. Los diversos grados
de dependencia pueden pensarse como una serie:

{a) Dependentia extrema. En este punto las condiciones de-


ben ser su fic ien temen te bue nas, pues de lo contrario el
infante no puede iniciar su desarrollo innato.
FaJla ambiental: Defecto mental no orgánico~
esquizofrenia in fanti 1; propensión a I trastorno psi quiá-
tri co en un momento u] terior.

(bJ Dependcnc,a. En este caso las condicíones gue fallan


r-=-aHnente traumatizan, pero ya existe una persona
trauma tiza ble.
Falla ambiental: Propensión a los trastornos afectivost
ten den eía antisocial.

{e} Mezclas de dependencia-independencia. El niño experi-


menta con la independencia, pero necesita poder
reex peri mentar 1a dependencia.
Fa Ha ambienta 1: De pendencia pa to]ógica.

{ch} Independencia•dependencia. Lo mismo que en el punto


anterior, pero con el acento en la independencia.
FaUa ambiental: Desafio; estaUidos de violencia.

(d) Independencia. Implica un ambiente internaliz.ado, ]a


capacidad de] niño para cuidar de sí misn10.
Fal1a ambiental: No perjudica necesariamente.

{e) Sentido social. Esto implica que el individuo puede iden-


tificarse con ad u 1tos y con un grupo socia 1, o con la
sociedad, sin una pérdida importante del j mpulso y la
originalidad persona!es y sin demasiada pérdida de los
1

86
impulsos destructivos y agresivos que presumib1cmente
encuentran expresión ~atisfactoria en formas desplaza&
das.
Falla ambiental: Es en parte responsabilidad del indivi-
duo como padre o madre o como figura parental de la
I

sociedad.

6. Desde Juego, afirmar que la sa)ud es madurez (en la


edad) constituye un a simplificación grosera. La historia del
desarrollo emocional de un niño es enormemente complícada;I
y más compleja aun que Jo que sabemos. No podemos exponer
lo que sabemos en unas pocas palabras, ni ponernos tota)men t.e
de acuerdo con respecto a los detaHes. Pero esto no importa.
Los infantes y los ni ñas han estado creciendo y desarrollá n-
dose satisfactoriamente durante siglos, es decir, con indepen-
dencia del progreso de nuestra comprensión intelectual de la
niñez. Pero para comprender la enfermedad y las diversas
formas de la inmadurez necesitamos una teoría de) crecimien-
to normal,. puesto que ahora no quedamos satisfechos a menos
que podamos curar y prevenir. No aceptamos la esquizofrenia
infantil más de lo queacept.arnos )a poliomielitis o la condición
del niño espástico. Tratamos de prevenir, y tenemos la espe-
ranza de poder )Jevar la cura siempre que haya anormalidad,
que significa sufrimiento de alguien.
No obstante, es necesario decir que si se empieza por
1

aceptar la herencia,.

(a) la provisión ambiental suficientemente buena real-


mente tiende a prevenir el trastorno psicótico o
esquizofrénico~ pero
(b) aun con todo el buen cuidado del mundo, e) níño
individual es propenso a los tras tomos asociados con
los conflictos que surgen de la vida i ns tín ti va_

Con respecto a (b): El niño Jo suficientemente sano como


para llegar a )as situaciones triangulares entre personas
totales a la edad de) deambulador, cuando la vida ínstintiva
alcanza su punto nodal de expresión intensa (según ocurre

87
más tarde en la adolescencia), sufre conflictos~ y en alguna
medida esos conflictos se presentan clínicamente como an-
gustia y defensas organizadas contra la angustia. Esas de-
fensas aparecen en la sa]ud, pero si son rígidas constituyen
las formaciones sin tomá ti cas de la enfermedad ps iconeu róti ca
( no psicótica}.
De modo que en la salud las dificultades personales tienen
que resol verse dentro del niño y no es posible p:reven ir las
1

mediante el buen manejo de la criatura. Por otra parte, sí


pueden prevenirse las distorsiones anteriores.
Es muy fácil que estas afirmaciones sean mal interpreta-
das. Sea cual fuere la etapa del desarrollo enconsideraciónl el
tema centrales siempre el de los conflictos personales del bebé
oel niñoindivíduaLSon las tendencias innatas a la integración
y el crecimiento las que producen la salud, no la provisión
ambiental. Pero la provisión suficientemente buena es nece-
saria> en terminos absolutos a] principio y relativamente en
etapas u l teri oresl en el período de] com piejo de Edi po en la 1

latencia, y también en la adolescencia. He trata do de e ncon-


tr ar palabras que indiquen un grado decreciente de depen-
dencia respecto de la provisión ambiental.

7. Para no sobrecargar esta sección con una exposición de


la teoría del desarrollo emocional, resulta e onve nie n te que
nos refiramos como sigue a las etapas esenciales:

( i) Desarrollo en los términos de la vi da i nstin ti va (el lo), es


decir, en términos de relaciones objetales.
(ii) Desarrollo en los términos de la estructura de la persona-
lidad (yot esto es, en los términos de lo que existe para
experimentar los impulsos instintivos y ]as relaciones
objetales que tienen esos impulsos corno base.

(i) Según la teoría en la que nos basamos! hay una progresión


bien conocida desde la vida instintiva alimentaria hasta una
vida instintiva genital. El período de latencia marca el fin de
un período de crecimiento que se reanuda en la pubertad. El
niño sano de cuatro años experimenta en sí un identificación

88
con los dos progenitores en las relaciones instintivas de e]] os,
pero esta experiencia sólo es completa en e lj uga r y los sueños,
y a través del empleo del simbolismo. En la pubertad el
crecimiento añade Ia capacidad física par a la experiencia
genital y también para. matar realmente. Este es el tema
central de I desarrollo personal del niño.
(ii) Ciertas tendencias del crecimiento de la personalidad
se caracterizan por el hecho de que es posible discernirlas
desde el principio mismo, y nunca llegan a completarse. Me
refiero a hechos tales como:

(a) La integración, i ncJ uso la in tegracíón temporal.


(b) Lo que podría denominarse 111:residencí a": el logro de una
relación estrecha y fácíl entre la psíque por un lado, y por
1

e 1otro e) cuerpo y el funcionamíen to corporal.


(e) El des arrollo de ea pacidad para es ta blecer relaciones con
los objetos a pesar de quet en un sentidot y en un sentido
importante, el individuo es un fenómeno aislado y defiende
este aislamiento a cualquier precio.
(d) Las tendencias que se revelan gradualmente en 1a salud,
como la tendencia a la independencia (a la que ya me he
referido), la capacidad para sentir preocupación poreJ otro
y cul pat Ja capacidad para amar a las mismas personas
quegustan.y la capacidad para la felicidad en )os momentos
apropiados.

En el examen de la provisión para la salud mental, es más


útil prestar atención a (ii) que a (i). Los det.aHes vit.almente
importantes de (i} pueden dejarse Jibrados a sí mismos; si e!
proceso se desvía, el niño necesita un psicoterapeuta. Pero con
respecto a los procesos agrupados en {ii ), Jo que proveemos no
pierde su importancia cuan do el nino crece; por cierto, no la
pierde nunca, y se suma a Ias provisiones concernientes a
quienes cuidan a los ancianos. En otras palabras, será úti! que
consideremos las necesidades de los infantes y después ]as
traduzcamos a un lenguaje apropiado para todas las edades.
Para ser c!aro,. cuando proporcionamos una piscina y lo que
normalmente la acompana,. esta provisión se vincula con e!
cuidado con que una madre baña a su infante,yconel que ella

89
generalmente procura todo lo que el niño necesita para sus
movimientos y su expresión corpora], y para tener experien-
cias musculares y dérmicas que Je brinden satisfacciones.
También se víncula con la provisíón apropiada en la terapía
de ciertas enfermedades. Por una parte, tiene que ver con ]a
terapia ocupacíonali de gran valor en ciertas etapas del
tratamíento de la enfermedad menta]; por otro ]ado,. está
asocia da con 1a psi cotenl pi a apropia da, por ejemplo en el
J

cuida do de los niños espásticos.


En todos estos casos -niño normat infante, enfermo
mental y espástico o discapacitado-- la provisión faci1ita la
tendencia innata del nino a habitar o residir en el cuerpo, a
disfrutar con 1as funciones corporales, y a aceptar la ]ím ita-
ción que proporcíona la píe], membrana limítadora que separa
el yo del "no-yo".

8. Mientras tratamos de comprender todo esto, también


procuramos entender por qué la madre (íncluyo al padre) no
necesita una com prensíón í n te lect u a] de las necesidades de]
infante. La comprensión intelectual de esas necesidades le
resulta inútil; en todas las épocas y en térmínos generales las
madres han satisfecho las necesidades de sus infantes.
En mis escrítos he destacado este rasgo. Creo que debemos
hacer lugar a una característica de la maternidad que se
refleja en nuestra propía necesídad de preocupAmos por
cualquier ta rea par a rea] izarla bien. A] concentrarnos o
preocuparnos, puede decirse que nos ret ra-emos nos ponemos
1

tacíturnos,. antisocia]es o sólo irritables, según nuestra propia


pauta. Creo que esto es un palido reflejo de lo que ocurre con
las madres cuando son lo suficientemente buenas (]o son la
mayoría) como para entregarse a la maternidad. Cada vez se
id en ti fica n más estrechamente con el bebé, ide n ti ficaci ón que
conservan cuando el niño ya ha nacido, pero que gradualmente
pierden en los meses sí guíen tes a] parto. Gracias a esta
identificacíón con el bebét conocen más o menos lo que la
criatura necesita. Me refiero a aspectos vi tal es tales como e]
ser sostenido, dado vuelta, a costado y alzado, m ani pu 1a do y
desde luego alimentado de un modo sensible que supone más

90
que ]a satisfacción de un instinto. Todo esto facilita las etapas
tempranas de las tendencias integradoras del infante> y el
inicio de la estructuración del yo. Podría decirse que la madre
con vierte al yo débi I del bebé en un yo fuerte, porque el la está
allí reforzándolo todo, como e 1 servomotor del vo] ante de un
autobús.
He dedicado algún tiempo a este tema porque creo que toda
madre! si se da cuenta (y no deseo mucho que lo haga} puede
enseñarnos algo en nuestros esfuerzos por seguir proveyendo
lo que satisface las necesidad es de los in dividuos para que
cobren impulsos sus procesos naturales. La regla es que algún
grado de capacidad para ídentificarnos con el individuo nos
permite proveerle lo que necesita en un momento dado. Sólo
nosotros sabemos que existe algo que puede satisfacer esa
necesidadL
Recuerdo que cuando tenía cuatro años, al despertar una
mañana de Navidad, descubrí que me habían regalado un
carrito azul fabricado en Suiza> como los que se usan para
llevar leña. ¿Cómo sabían mis padres que eso era exact.amente
]oque yodeseaba?Yo ni siquiera sabía de la existencia de esos
hermosos carritos. Desde luego, ellos conocían mis deseos
gracias as u capacidad para sentir mis sen ti mien tos, y conocían
los carritos porque habían estado en Suiza. Esto nos lleva a la
41
realización simbólica~ de Sechehaye, el rasgo central del
tratamiento de la esqui zo fre ni a cuando la característica
principal es la incapacidad para establecer relaciones
objetales. 1 Sechehaye conocía la capacidad de la paciente y
también sabía dónde encontrar una manzana madura. Lo
mismo ocurre cuando la madre le present.a el seno al infante
y, más tarde, objetos duros, los frutos de la tierra y el padre,
con lo cual no crea las necesidades del infante sino que las
satisface en el momento oportuno.
Nosotros>comola madre> debemos conocer la importancia de:

1
Seehehayet M. A. (195lt Symbolic Realizatiou~ Nueva York,
InternationaJ Un ivers i ties Press.

91
la continuidad del ambiente humanot y también del am•
bien te no humanot que ayuda. a la integración de ]a persona•
lidad del individuo;
la confiabilidadt que hace predecible el comportamiento
de 1a rnad:re;
la adaptación graduada a las necesidades cambiantes y
crecientes del ni fio, cuyos procesos de desarrollo 1o impulsan
hacia 1a independencia y 1a aventura;
la provisión para realizar el impulso creatiuo del nüio.

Además, la madre sabe que debe mantenerse viva y per-


mitír que el bebé la sienta y la oiga vivir. Sabe que debe
posponer sus propios impulsos hasta el momento en que el
niño esté en condiciones de utilizar la existencia separada de
ella de un modo positivo~ Sabe que no debe abandonar a su
niño por más minutos, horas o días que los que el niño tolera
sin perder la idea de que ella está viva y es amistosa. Si tiene
que alejarse demasiado tiempo, sabe que después tendrá que
convertirse de madre en terapeutat es decir,. tendrá que
umimar" al niño para que éste vuelva {si es que no es demasia-
do tarde) a un estado en el que de nuevo dará a la madre por
segura. Esto se relaciona con la provisión que realizamos al
encarar la crisis -que no es lo mismo que proporcionar
psicoanálisis, que es algo totalmente dístinto---.
En este contexto, volveré al punto 5(b) acerca de que la
separación de un niño de uno o dos años respecto de Ia madre,
una vez desbordada la capacidad de la criatura para mante-
ner viva la ídea de su progenitora, produce un estado que
posteriormente puede aflorar como tendencia antisocia1. El
despliegue interior de es te proceso es complejo, pero la con-
tinuidad de las re] aciones objeta les del niño se ha visto
quebrada,. y el desarrollo se detuvo. Cuando el niño trata de
reanudarlo salvando la brecha, se produce lo que denomina-
mos "robo".
Para realizar bíen su tare a,. 1a madre necesita res pal do de
fuera: ¡xJr lo general el esposo la escuda de la realidad externa
y de tal modo le permite proteger al niño de fenómenos
externos ímprevisibles, a los cuales la criatura debe reaccío-
na r; recordemos que cada reacción a un a intrusión quiebra ]a

92
continuidad de la existencia personal de I niñol y se opon e al
proceso de integración.
Pero en términos generales'" para estudiar lo que provee-
1

mos en la salud y en la crisis lo mejor es estudiar a la madre


(como siempre, induyo al padre} y lo que a ella se le ocurre
naturalmente proveer a su infante. Encontramos que el
principal rasgo de ese fenómeno es que la madre conoce las
necesidades del infantegracias a su identificación con él. En
otras palabras~ descubrimos que ella no necesita confeccionar
una especie de lista de compras con lo que debe hacer mañana;
en cada momento sien te lo que se necesita. Del mismo modo'"
no es necesario que planifiquemos los detalles de lo que
tenemos que proveer a los niños que están a nuestro cuidado.
Tenemos que organi2arnos de modo tal que en todos los casos
haya alguien con tiempo e inclínación para conocer las nece~
sidades del niño. Las necesidades del niño pueden ser cono•
cidas por alguien que conozca al niñor No es necesario que la
identificación con la criatura sea tan profunda como la de la
madre con el recién nacido, salvo desde luego cuando el niño
del que se trata es enfermo -emocionalmente inmaduro o
distorsionadot o discapacitado a causa de un trastorno físi-
co--. Cuando el niño está enfermo, se produce una crisis, y la
terapia necesaria compromete personalmente al terapeuta;
ese trabajo no puede basarse en ninguna otra cosa.

RESUMEN

He tratado de relacionar las neces ídades de Ios niños,. y


también las de los niños en crisis, con las de los bebés, y de
vincular lo que proveemos enel cuidado del niñocon lo que los
progenitores proveen naturalmente (a menos que estén de-
masiado enfermos como para responder al llamado de la
paternidad). No se trata entonces de ser inteligente, ni tam-
poco de conocer la totalidad de la compleja teoría de I desarrollo
emocional del individuo sino de dar la oportunidad de que el
1

tipo conveniente de personas llegue a conocer a los niños y a

93
sentir sus necesidades. En este punto podríamos emplear la
palabra "amor"\ a riesgo de parecer sentimentales.
Y esto nos lleva a una observación final: a menudo sin
1

abandonar el ámbito abarcado por la palabra amor, descu-


briremos que un niño necesita un manejo firmel ser tratado
como el niiio que est y no como un adu]to.

94
6

EL DESARROLLO DE LA CAPACIDAD
PARA LA PREOCUPACION POR EL OTR0 1
(1963)

El origen de la capacidad para preocuparse por el otro


presenta un problema complejo. Esta preocupación es un
rasgo importante de la vida social. Por lo común los psicoa•
nalistas buscan los origenes en el desarrollo emocional del
indiví duo. Nosotros queremos conocer la etiología de la pre-
ocupación por el otro, y el lugar en que ella a parece en el
desarrollo. Tambíén nos in teresa el fracaso en el estableci-
miento de la capacidad del individuo para preocuparse por el
otro, y la pérdida de esta preocupación cuando ya estaba
establecida en alguna medida.
Empleamos la expresión ~preocupación por el otron para
abarcar de modo positivo un fenómeno designado de modo
ne-ga ti vo por la palabra fi'.cul pa". E 1sen ti miento de culpa es la
angustia vinculada con el concepto de ambivalencia, e im pi ica
un cierto grado de integración del yo individual, que permite
la retención de una buena imago objetal junto con la idea de
la destrucción del objeto~ La preocupación por el otro su pone
una integración y un e reci miento adicional es y se rel aciana
I

de modo positivo con el sen ti do individual de la responsabi-


lidad, especialmente respecto de la relación en la que han
entrado los impulsos instin ti vos.

1
Trabajo presentado ante The Topeka Psychoana lytic Society, el
12 de octubre de 1962, y publicado originalmente en el Bulletin ofthe
Menninger Clinic, 27, págs. 167-76.

95
La preocupación por el otro se refiere al hecho de que el
individuo se interesa le importa. y siente y acepta la res•
1

ponsabilidad. En el nivel genital de la exposicíón de la teoría


de I desarrollo puede decirse que la preocupación por e I otro
está en ]a base de la familia. cuando los progenítores en su
relación sexual -más allá de su placer- asumen la respon-
sabílidad por el resultado. Pero en la vida imaginativa total
del i nd ivid u o el tema de la preocupación por e] otro suscita
I

problemas aun más amplios: la capacídad para experimentar


esta preocupación es el sustento de todo juego y trabajo
constructivos. Es propía del vivir sano normal y merece la
atención del psicoanalista.
Hay muchas razones para creer que 1a preocupación por e]
otro -con su sentido positivo- aparece en el desarrollo
emocional más temprano del niño, en un período anterior al
complejo de Edipo clásícoJ que ya supone una relación entre
tres personas, cada una de las cuales es sentida como persona
completa por la criatura. Pero no hay ninguna necesidad de
dar precisíones en cuanto al tiempo, y por cierto la mayor
parte de los procesos que se inician en la infancia temprana
nu nea quedan totalmente esta b1ecid os y siguen fortal ecién•
dose con el crecimiento, que no se interrumpe en la infancía
tardía! ní en Ia vída adulta, ni incluso en la vejez.
Es habitual describir el origen de la capacídad para la
preocupación por el otro en los términos de la relación infante--
madre, cuando el primero ya es una unidad estab]ecida, y
siente a la madre, o figura materna, como persona total. Se
trata de un desarrollo que pertenece esencialmente al período
de la relación bipersonal.
En toda exposición del desarrollo infantil se dan por
sent.ados ciertos principios. En este punto deseo decir que los
procesos de la maduración constituyen la base del desarrollo
del infante y el niño, tanto en términos psicológicos como
anatómicos y fisiológicos. No obstan te está el aro que el de-
t

sarrollo emocional requiere ciertas condiciones externas para


que con su acción se actualicen los potencia]es madurati•
vos. Es decir que el desarrollo depende de un ambiente su-
ficientemente bueno, y cuanto más retrocedemos en nuestro

96
estudio del bebé, más cíerto es que sin un quehacer materno
suficientemente bueno las etapas tempranas del desarrollo
no aparecen.
Es mucho lo que ha sucedido en el desarrollo del bebé antes
de que podamos hablar de la preocupación por el otro. La
capacidad para preocuparse por el otro es una cuestión de
salud, una capacidad que, una vez establecida, presupone una
compleja organización del yo sólo concebible como un logro,. un
logro del cuidado del infante y el nino, y un logro en los
términos de [os procesos de crecimiento internos del bebé y el
niño. Para simplificar el tema que deseo examinar, daré por
sentado un ambiente suficientemente bueno en las etapas
tempranas. Con ese contexto, entonces,. lo que tengo que decir
se refiere a los procesos complejos de la maduración cuya
actualización depende del cuidado suficientemente bueno del
infante y el niño.
Entre las díversas etapas descript.as por Freud y los psi-
coanalistas que lo siguieron 1 debo singularizar una que
involucra el empleo de la palabra "'fusíónff. La fusión es un
logro del desarrollo emocional en el que el bebé experimenta
impulsos eróticos y agresivos al mismo tiempo y respecto del
mismo objeto. En la faz erótica hay búsqueda de satisfacción
y búsqueda del objeto; en la faz agresiva hay un complejo de
rabia que se sirve del erotismo muscular, yodiot que suponen
retener a los fines de la comparación una imago objetal buena.
También en el impulso agresivo-destructivo global hay con-
tenído un tipo primitivo de relación objeta! en el cual el amor
supone destrucción. U na parte de todo esto es necesariamente
oscura, pero no necesito sa her lo todo sobre et origen de ta
agresión para contínuar mi razonamientot porque doy por
sentado que el bebé se ha vuelto capaz de combinar la
experiencia erótica y agresiva,. en relación con e[ mismo
objeto. Se ha llegado a [a ambivalencia.
Cuando esto es un hecho del desarrol 10 el nifto ya puede
1

experimentar la ambivalencia en la fantasíat así como en la


función corpora t de la cual la fantasía es origina] mente una
elaboración. Asimismo, e] infante está empezando a relacio-
narse con objetos que cada vez son menos fenómenos subje-

97
tivos, y cada vez más elementos del "no . .yott percíbidos objetí-
vamente. Ha empezado a establecer un self, una unidad
físicamente cont.enida en la piel del cuerpo y psicológicamente
integrada. En la mente del niño, la madre ha pasado a ser una
imagen coherente, y ya resulta aplicable la expresión "objeto
total". Es te estad o de cosas, al pri nci pi o precario., pod ria
bautizarse como ªetapa de Humpty Dumpty,,._; la pared sobre
la que Humpty Dumpty está precariamente posado es la
madre que ya no ofrece su regazo.
Este avance ímplica un yo que comienza a serindependíente
del yo auxiliar de la madre, y puede decirse que en el bebé ha
comenzado a haber una parte de adentro, y por lo tanto una
parte de afuera. Comienza a existir el esquema corporal y
rápidament.e adquiere complejidad. En adelante el níño vive
una vida psicosomátíca. La realídad psíquica interior que
Freud nos ha enseñado a respet.ar se conviert.e parae1 niño en
una cosa real; siente entonces que la riqueza personal reside
dentro delself. Esta riqu~za personal se desarrolla a partir de
la experiencia de amor-odio simultáneos implícita en el logro
de la ambivalencia, cuyo enriquecimíento y refinamiento
conducen a la emergencia de la preocupación por el otro.
Resulta útil postular para el niño inmaduro 1a existencia
de dos madres: ¿las llamaré '~madre-objeto,., y "'madre-am-
biente~ No tengo la íntención de inventar nombres que
queden adheridos y fin al mente se vuelvan rigi dost obstructi vos,
pero parece posible emplear las expresíones ~•madre,objeto" y
"madre-ambiente" en este contexto para descríbir la amplia
diferencía que existe para el infante entre dos aspectos del
cuidado que recíbe: la madre corno objeto o poseedora del
objeto parcial ca paz de satisfacer sus necesidades acucian tes,
y la madre como la persona que protege de lo imprevísible y
proporciona un cuídado activo con la manipulación y el ma~

· Se recordará que Humpty Dumpty es el personaje de una


canción infantil~ estaba sentado sobre una pared, se e ayó, y "ni toda
la caballeria ni toda la infanteria del rey pudieron volver ajuntarlo".
En realidad Hu mpty Dump ty era un hu evo. [T.]

98
nejo general. Lo que hace el ínfante en el punto más alto de la
tensión del ello, y el uso del objeto en esos términos, me parece
muy diferente del empleo por el infante de la madre como
parte del ambiente total.~
En este lenguaje~ es la madre-ambiente Ja que recibe todo
lo que puede denominarse afecto y coexiste ncía sensual; la
madre-objeto se convíerte en el blanco de la experiencia
excitada respaldada por la cruda tensión instintiva. Mi tesis
es que la preocupacíón por el otro aparece en la vida del bebé
como una experiencia sumamente refinada de la reunión en
la mente del infante de la madre-objeto y la madre•ambiente.
La provisión ambiental sigue siendo vitalmente importante,
aunque el infante está empezando a ser capaz de una estabi-
lidad interior, propia del desarrollo de la independencia.
En circunstancias favorables, cuando el bebé ha llegado a
la etapa necesaria del desarrollo personal~ se produce un a
nueva fusión. Por una parte, están la experiencia completa y
la fantasía de una re !ación con el objeto basado en el instin-
to, que usa al objeto sin importarle las consecuencias~ cruel-
mente (según nuestra visión de lo que está sucediendo). Y
junto con esto está la relación más sosegada del bebé con la
madre+ambien te. Las dos cosas se unent y el resultado es
complejo; es esto especialmente lo que deseo describir.
Las circunstancias favorables necesarias en esta etapa son
las siguientes: que la madre siga viva y accesible-accesible
en términos físicos y accesible en el sentido de no estar
preocupada por alguna otra cosa-. Es preciso que se descu-
bra que la madre--0bjeto sobrevive a los episodios impulsados
por los instintos, que han adquirido toda la fuerza de las
fantasías del sadismo oral y de otros resulta dos de la fusión.
Asimismo. 1a madre~ambien te tiene una función especial, que
es la de seguir síendo ella misma, ser em pá tica con su infante,
estar allí para recibir el gesto espontáneo y ser complacida.

1
Este terna ha sido desarrollado recientemente en un libro de
llarold Sea des (1960).

99
La fantasía que acompaña los im pu )sos pletóricos del el lo
contiene ataque y destrucción. No se trata sólo de que el bebé
ímagine que come al objeto, sino también de que quiere tomar
posesión de los contenidos del objeto. Si el objeto no es
destruido! se debe a su propia capacidad de supervivencia! y
no a que el bebé lo proteja. Este es un aspecto del cuadro.
El otro aspecto tiene que ver con la relación entre eJ bebé
y la madre . . ambiente; desde este punto de vista puede haber
una proteccíón tan grande de la madre que el niño queda
inhibido o se aparta. Hay allí un elemento positivo de la
experiencia que tiene el infante del destete y una razón de que
algunos infantes se desteten a sí mismos.
En circunstancias favorables se crea una técnica para la
solución de esta forma compleja de ambivalencia. El infante
experimenta angustia! porque si consume a la madre la
perderá, pero esta angustía queda modificada por el hecho de
que la criatura puede aportarle algo a la madre+ambiente.
Hay una crecíente confianza en que se tendrá la oportunidad
de aportarJ de dar a la madre-ambiente, y esa confianza le
permite al infante contener la angustia~ La angustia contenida
de es te modo sufre una mod i ficaciór:. en su calidad, y se
convierte en sentimiento de culpa.
Los impulsos instintívos llevan a un uso despiadado de los
objetos. y después a un sent1miento de culpa contenido y
mitígado por el aporte a la madre-ambiente que el infante
puede realizar en el curso de unas horas. Además, la opor~
tu ni dad para dar y reparar que ofrece la madre~ambiente con
su presencia confiable, 1e permite al bebé vol verse cada vez
más osado en su experiencia de los ím pulsos del ello; en otras
palabras, libera su vida instintiva. De este modo no se expe~
rimenta la culpa sino que eJJa permanece en estado latente o
1

potencial, y aparece (como trísteza o ánimo deprimido) sólo si


no existen oportunidades de reparación.
Cuando se establece la confianza en este ciclo benigno y en
la expectatíva de las oportunidades, el sentimiento de culpa
en relación con los impulsos del ello se modifica aún más, y
para designarlo necesítamos una expresión más positiva, tal
como ªpreocupación por el otro". El infante empieza a ser

100
capaz de preocuparse por el otro; y a asumir la responsa bi lj ..
dad por sus propios impulsos instintivos y las funciones
propias de ellos. Esto proporciona uno de los elementos
constructivos fundamentales del juego y el trabajo. Pero en el
proceso del desa rro11 o, lo que pone esta preocupación al
alcance de la capacidad del nin.o es la oportunidad de aport.e.r.
Un rasgo que podría señalarse, sobre todo con respecto al
concepto de angustia "contenida", es que a la integración más
estática de las etapas anteriores se suma la integración en el
tiempo. Quien hace correr el tiempo es la madre; éste es uno
de los aspectos de su función del yo auxiliar, pero el infante
llega a tener un sentido temporal personal, que al principio
abarca solamente un lapso breve, equivalente a la capacidad
de la criatura para mantener viva la imago de la madre en el
mundo interno que también contiene los elementos frag-
mentarios benignos y persecutorios generados por las expe--
riencias instintivas. La extensión del lapso durante el cual el
nin.o puede mantener viva la imago de la madre en la realidad
psíquica interior depende en pa rtede los procesos madurativos
y en parte del estado de la organización defensiva interna.
He bosquejado algunos aspectos de los orígenes de la
preocupación por el otro en las etapas tempranas en las que
1a presencia sostenida de la madre tiene un valor específico
para el infante. es decir, si la vida instintiva ha de tener
1iberta d de expresión. Pero este equilibrio tiene que lograrse
una y otra vez~ Consideremos el caso obvio del manejo de la
adolescencia, o e I caso igualmente obvio del paciente psi-
quiátrico, con e 1que 1a terapia ocupacional suele ser e 1inicio
de una relación constructiva con la sociedad. O consideremos
a un médico y sus necesidades. Si lo privamos de su trabajo,
¿qué será de él? El médico necesita de sus pacientes y de la
oportunidad de aplicar sus aptitudes tanto como los otros.
No desarrollaré extensamente el tema de la fa]ta del
desarrollo de la preocupación por el otro, ni el del a pérdida de
esta capacidad cuando ya está casi pero no totalmente esta-
blecida. En pocas palabras, el hecho de que la madre-objeto no
sobreviva, o de que la madre . .ambiente no proporcione oportu-
nidades confiables para la reparación, conduce a una pérdida

101
de la capacidad para la preocupación por el otro, y a su
reemplazo por angustías y defensas toscas, como la escisión o
la desintegración. A menudo hablamos de la angustia de
separa-ción, pero aquí trato de describir lo quesucedeentre las
madres y sus bebes, y entre ambos padres y sus hijos, cuando
no existe ninguna separación, y cuando no se ha quebrado la
continuidad externa del niño. Intento explicar lo que sucede
cuando se evita la separación.
Para ilustrar lo que digo i daré algunos ejemplos tomados
del trabajo clínico. Pero no pretendo sugerir que me refiero a
algo poco frecuente. Casi cualquier psicoanalista podría
proporcionar un ejemplo tomado de su trabajo de la semana.
Y debe recordarse que en todo ejemplo clínico procedente de
un análisis hay una multitud de mecanismos mentales que el
analista debe comprender que pertenece a etapas ulteriores
del desarrollo del individuo y a las defensas denominadas
psiconeuróticas. Estas sólo pueden ignorarse cuando el pa-
ciente se encuentra en un estado de regresión severa a la
dependencia en la transferencia, y es de hecho un bebé
cuidado por una figura materna.

Ejen1plo l. Primero citare el caso de un chico de doce af1os


que se me pidió que entrevistara. Su desarro Ho hacia adelante
lo ]levaba a la depresión con una gran can ti dad de odío y
I

agresión inconscientes incluidos~ su desarrollo hacia atrás. si


puedo decír lo de este modo. lo lleva ha a ver caras, a experiencias
horribles, porque representaban sueños en estado de vigília,
a 1u ci nosis. Existían pruebas de la fuerza del yo de este
muchacho, atestiguada por su estado depresivo. Una de las
formas en que la fuerza de 1 yo se puso de 1nani fiesto en e 1
transcurso de 1a entrevista fue la siguiente:

Narró un a pesadilla con u na enorme criatura macho


provista de cuernos que amenazaba a un ser muy pcq ueñot un
ser ~honniga Le pregunté si había soñad o alguna vez que él
f}.

mismo era el macho enorme y con cuernos, siendo la hormiga


algun otro, por ejemplo su hermano, en la época de la infancia
de este ú lti n10. Lo admi lió. Al ver que no rechazaba nü

102
in terpretadón de su odio al hermano le dí la oportunidad de
1

que me habJara de su potencia] reparador. Lo hizo natural-


mente> con una descripción del trabajo de .su padre como
mecánico de refrigeración. Le pregunté que querría ser é]
mi.smo algún día. "No te nía la menor idea.,, t y estaba preocu-
pado. En ton ces habló. '"no de un sueno triste, sino de lo que
seria un sueño triste: su padre muerto"". Estuvo a punto de
llorar. En esta fase de la entrevista hubo un laJ)So prolongado
durante e] cual no sucedió mucho. Por fin e] chico dijo, muy
ti mida mente) que le gusta tía .ser den tf fico.

Demostró que era capaz de pensarse aportando. Aunque


quizá no tuviera la capacidad requerida tenía la ideaw
1

Incidentalmente, ese objetívo hacía que superara a su padre,


puesto queJ como él mismo dijo, el trabajo de su padre no era
e 1 de un cien tífico~ si no sólo el de "un mecánico".
Sentí entonces que la entrevísta podía termínar en virtud
de su propiaevolución;el muchacho podría irse sin habersído
perturbado por lo que yo hice. Yo había ín terpretado su
destructividad potenciali pero era cierto que también había
en él un elemento constructivo. El hecho de que me hubiera
hecho saber que tenía una meta en la vida le permitía irse sin
la impresión de haberme hecho pensar que era sólo alguien
que odia ha y quería destruir~ No obstan te, yo no había hecho
nada para tranquilizarlo.
Ejemplo 11. Un psicoterapeuta paciente mío inició una
sesión diciéndome que había ido a observar el desempeño de
u nos de sus pacientes, es decir que había abandonado e 1papel
de terapeuta que trata con el pacíente en el consultorio para
ver a ese paciente en el trabajo. El trabajo del pacíente de mi
paciente era altamente calificado, el hombre tenía mucho
éxito en una tarea en la que utilizaba movimíentos rápidos,
carentes de sentido en la hora terapéutica. pero que lo hacían
dar vueltas en el diván como si estuviera poseído. Aunque con
algunas dudas, mi pacíente sentía que probablemente había
hecho bien al ir a ver al hombre en su trabajo. Después se
refirió a sus propias actividades en los feriados. Tenía un
jardín! y disfrutaba mucho con el trabajo físico y con activi-

103
da des constructivas de todo tipo; le gusta han los apara tos y los
u ti] izaba realmente.
Cuando me informó que había ido a ver a su paciente
trabajando, ello me alertó en cuanto a la importancia de sus
actividades constructivas. Mi paciente volvió a un tema que
había sido importante en el análisis recientet y en el que
tenían relevancia distintos tipos de herramientas de ingenie-
ría. En su camino al consultorio solí.a detenerse a mirar una
herramienta que estaba en una vid riera próxima a mi casa.
Esa herramienta tenía dientes espléndidos. De este modo mi
paciente tomaba con tacto con su agresión oral, con el impulso
de amor primitivo y toda su destructividad y crueldad. Po-
dríamos denominarlo "comer en la relación transferencial".
Su tratamiento apuntaba a esa crueldad y ese amor pTimitivo.
y era enorme la resistencia a llegar a las capas profundas.
Aquí había una nueva integración y preocupación por la
supervivencia del analista.
Cuando surgió este nuevo material en relación con el amor
primitivo y la destrucción del analistat ya había habido
alguna referencia al trabajo constructivo. Al interpretarle al
paciente que me necesitaba, y la destrucción de que me hacía
objeto (comiendo) yo podría haberle recordado lo que él dijo
1

sobre la construcción. Podria haberle sen.alado quet así como


él vio a su propio paciente en el trabajo, y la tarea de ese
paciente les dio sentido a Ios movimientos espasmódicos, yo
podía haber ido a ver] o trabajando en su jardín. u ti] izando
herramientas para mejoraT la casa. El cortaba árboles y
vallas, disfrutando muchísimo. Separada de lo que me decía
sobre su fin constructivo, esa actividad habría sido un episodio
maníaco carente de sentido, una locura de tra nsfere ncia.
Diría que los seres humanos no pueden aceptar el fin
destructivo de sus in ten tos amorosos muy tempranos. Pero
puede tolerarse la idea de la destrucción dela madre-objeto en
el amor si el individuo queseacercaa ella tiene pruebas de que
ya cuenta con un fin constructivo. y de que hay una madre-
ambien~e dispuesta a aceptar.

Ejemplo 111. Un paciente, al entrar en mi consultorio, vio

104
un grabador. Esto le dio ideas, y ya tendido en el diván y
concentrado para el trabajo de la sesión analítica, dijo: "Me
gustaría creer que cuando haya terminado el tratamiento, lo
que aquí ha sucedido conmigo será valioso para el mundo, de
uno u otro modo,.. No respondí nada . pero tomé nota men~
talmente de que esta observación podría indicar que el pa-
cíente estaba próximo a uno de los accesos de destructividad
con los que yo había tenido que tratar a menudo en sus dos
años de terapia. Antes de que tenninara la sesión, el paciente
cobró verdaderamente una conciencia nueva de la envidja que
me tenía, consecuencia de que me creyera un buen analista.
Tuvo el impulso de darme las gracias por mi capacidad, por el
hecho de que yo pudiera hacer lo que él necesitaba que yo
hiciera. Esto ya había ocurrido antes, pero esa vez el hombre
estuvo más en contacto con sus sentimient.os destructivos
respecto de lo que podría denominarse un objeto bueno, su
analista.
Cuando relacioné ambas cosast dijo que le parecía correcto,
pero agregó que le habría resultado horrible una interpreta~
ción basad a en su primera observación. Se referi a a la posjbi-
1id ad de que yo hubiera recogido su deseo de ser útil para
decirle que indicaba un deseo inconsciente de destruir. El
tenía que tomar contacto con el impulso destructivo antes de
que yo reconociera la reparación, y tomar contacto a su
manera y en su momento. Sin duda fue su capacidad para
pensar que finalmente aporta.ria algo lo que le hizo posible
entrar en un contacto más íntimo con su destructividad, pero
el esfuerzo constructivo es falso y carente de significado a
menos que, como él dijo, uno haya primero llegado a tomar
con tacto con la destrucción.

Ejemplo N. Una adolescente estaba en tratamiento con un


terapeuta que también la cuidaba en su propia casa,junto con
sus propios hijos. Este arreglo tiene sus ventajas y sus
desventajas.
La niña había estado gravemente enferma~ y en el momento
del incidente que voy a narrar salía de un largo periodo de
regresión a la dependencia y a un estado infantil. Ya no se

105
encontraba en regresión en relación con el hogar y !a familia)
pero su estado seguía siendo muy especia! en el ámbito
1imitado de las sesiones diarias de u na hora fij aT
Llegó un momento en que ]a nin a expresó el odio más
profundo a la terapeuta (que !a cuidaba y además realizaba su
tratamiento). Todo marchaba bien en el resto de !as veinti-
cuatro horas) pero en e! ámbito de] tratamiento) la terapeuta
era destruida completa y reiteradalnente. Result.a dificil
transmitir el grado de odio que la niña le tenía a la terapeutaJ
y la aniquilación de que !a hacía objeto. En este caso no se
trataba de que la terapeuta saliera para ver a su paciente
trabajando, pues estaba a cargo de !a niiia durante todo el
tiempo) y entre ellas había dos relaciones independientes en
marcha simultánea. Durante el día empezaban a suceder todo
tipo de hechos nuevos: la nin.a quería ayudar a limpiar la casat
a lustrar los muebles~ ser útil. Esa ayuda que deseaba brindar
era algo absolutamente nuevo, que nunca había formado
parte de la pauta persona] de ]a joven en su propia casa 1

incluso antes de que sufriera su enfermedad aguda. Y apare~


ció silenciosamente ( por así decirlo) junto con la destructivi.
dad total que la niña empezó a descubrir en ]os aspectos
primitivos de su amor. aspectos con los que elJa tomaba
contacto en su relación con la terapeuta en ]as sesíones de
tra tami en to.
Vemos que se repite la idea. Naturalmente, el hecho deque
la paciente se vo!viera consciente de !a destructividad hizo
posible la actividad constructiva que desplegaba durante el
dí a. Pero lo que aquí y ahora quiero dejare/aro es la contrario.
Las experiencias constructívas y creativas le hacían posible a
la niña tener la experiencia de su destructividad. Y de este
modo aparecían en el tratamiento las condiciones que he
tratado de describirT La capacidad para la preocupación por el
otro no es sólo un modo de la maduración, sino que su
existencia depende también de un ambiente emocional sufi•
cien temen te bueno duran te eierto lapso.

106
RESUMEN

La preocupación por el otro, con el sentido que le damos


aquí a esta expresión"' se refiere al vínculo entre los elementos
destructivos de las re] aciones i m pu lsi vas con los objetos, y los
otros aspectos, positivos, de la relación. Se pres u me que la
preocupación por el otro es propia de un período anterior al
complejo de Edipo clásico, que es una relación entre tres
personascompletas. La capacidad para la preocupación porel
otro corresponde a la relación bicorporal entre el infante y la
madre o el sustituto mat.emo.
En circunstancias favorables, 1a madre, por el hecho de
seguir vi va y accesible, es a la vez la madre que recibe Ia
totalidad de los impulsos del ello del bebé, y también la madre
que puede ser amada como persona y a la que es posible
reparar. De este modo, la angustia por los impulsos del ello y
la fantasía de esos impulsos se vuelve tolerable para el bebé 1
que puede entonces experimentar culpa, o con tenerla, en
espera de una oportunidad para reparar. A esta culpa cante..
nida pero no sentida como tal le damos el nombre de ◄•preocu­
pación por e I otron. En las etapas inicia les del desarrollo, si no
hay ninguna figura materna confiable que reciba el gesto de
reparación! la culpase vuelve intolerables y no puede sentirse
preocupación por el otro. La falta de reparación conduce a una
pérdida de la capacidad para la preocupación por el otro, y a
su reemplazo por formas primitivas de cu] pa y angustia.

, rr,..,.
.&.V f
7

DE LA DEPENDENCIA A LA INDEPENDENCIA
EN EL DESARROLLO DEL INDIVIDU0 1
(1963)

En este capítulo he optado por describir el crecimiento


emocional en los términos del recorrido desde la dependencia
has ta la independencia. Si hace treinta anos se me hubiese
pedido que realizara esta misma tarea, casi segura mente yo
me habría referido a los cambios en virtud de los cu a les la
inmadurez deja paso a la madurez como progresión en la vida
ins ti n ti va. Habría hablado de las fases oral, anal, fálica y
genital. Tal vez las habría subdividido: oral primaria,
preambivalente, oral secundaria, sádica oral, etcétera. Algunos
autores han subdividido mucho la fase anal. Otros se han
contentado con una idea de la fase genital basada en términos
genera les en el funcionamiento de los órganos de ingestión 1

absorción y eliminación. Todo es to está bien. Es ahora tan


cierto como antes,ypuso en marcha nuestro pensamiento y la
estructura de la teoría que nos sirve de timón. No obstante,.
ahora, por así decirlo! lo llevamos en los huesos. Lo damos por
sentado, y sólo prestamos atención a otros aspectos del cre-
cimiento, cuando, como de mí ahora, se espera que digamos
algo que no reitere exactamente el conocimiento común, o que
tome en cuenta los últimas desarrollos de la teoría y de
nuestra postura.
Aunque yo haya optado por considerar el crecimiento en los

1
Conferencia pronunciada en la Atla n ta Psychiatric C linic, en
octubre de 1963.

108
términos de una dependencia que se con vierte gradualmente
en independencia, espero que mis lectores concuerden en que
esto de ningún modo invalida la eventual descripción del
crecimiento en términos de zonas erógenas o de relacioón
objeta].

La socialización

Hablamos de la madurez del ser humano no sólo en


relación con el crecimiento personal, sino también respecto de
la socialización. Digamos que en la salud, que es casi sinónimo Esta es una visión
muy propia del
psicoanálisis de la

de la madurezt el adulto puede identificarse con la sociedad psicología del yo: la


funcionalidad del
adulto, que es
también una

sin un sacrificio demasiado grande de la espontaneidad per. . extensión de la visión


freudiana sobre que
el psicoanálisis busca

sonal, o bien, a la inversa, que el adulto puede atender a sus que la persona ame y
trabaje tranquila.

propias necesidades personales sin ser antisocial y, por cierto,


sin dejar de asumir alguna responsabilidad por el manteni-
miento o la modificación de la sociedad tal como se la encuen-
tra. Heredamos ciertas condiciones sociales; se trata de un
legado que tenemos que aceptar y t de ser necesario, modificar;
esto es lo que finalmente entregamos a quienes vienen después
de nosotrosw
La independencia no es nunca absoluta. El individuo sano
no queda aislado, sino que se relaciona con el ambiente de un
modo tal que puede decirse que él y su medio son
in terdependien tes.

El recorrido

No hay nada nuevo en la idea de un recorrido desde la


dependencia hasta la índependencia. Todo ser humano debe
hacer este viaje, y muchos] legan a algún lugar no alejado de
su punto de destino, a una independenci·a con sentido social
incorporado en ella. En tal caso la psiquiatría tiene ante sí un
crecimiento sano, tema que a menudo queda en las manos del
estudioso de la educación o el psicólogo.
El valor de este enfoque consiste en que nos permite

109
estudiar y discutir al mismo tiempo los factores personales y
ambientales. En este lenguaje, "salud» significa tanto salud
del individuo como salud de la sociedadJ y la madurez comple-
ta del individuo no es posible en un escenario social enfermo
o inmaduro.

Las tres categorías

Al estructurar este breve enunciado de un tema muy


complejo, encuentro necesarias tres categorías y no dos; no
simplemente la dependencia y la índependencia~ pues me
parece útil pensar por separado en:

Ja dependencia absoluta;
la dependencia relativa;
hacia la independencia.

La dependencia absoluta
En primer lugar llamaré la atención sobre las etapas muy
tempranas del desarrollo emocional de todo infante. Al
p rinci pío el infante depende totalmente de 1a provisión física
que le hacen llegar la madre viva, el útero o el cuidado al
infante alumbrado. Pero en términos psicológicos tenemos
que decir que el infante es al mismo tiempo dependiente e
independiente. Debemos examinar esta paradoja. Está todo
lo heredado, incluso los procesos de la maduración y quizás
algunas tendencías patológicast y tiene una realidad propia,
que nadie puede alterar; al mismo tiempo, el despliegue de los
procesos de la maduración depended e Ia provisión am bíen tal.
Podemos decir que el ambiente facilitador hace posible el Esto es importante: no se trata,
como en Vigotski, de un
ambientalismo a rajatabla. El

progreso constante de los procesos de la maduración, pero el ambiente, en cambio, promueve


el desarrollo del potencial, pero
el potencial es y siempre será del
sujeto.

ambiente no hace al niño. En el mejor de los casos permite que


e1 niño advierta su potencíal.
La expresión ~proceso de maduración~ se refiere a la
evolución del yo y del self, e incluye la hístoria total del ello,

110
de los instintos y sus vi cisi tu des, y de las defensas yoícas
relacionadas con el instinto.
En otras palabras, una madre y un padre no producen un
bebé como un pintor un cuadro o un alfarero un jarrón. Ellos
inician un proceso evolutivo del que resulta un huésped en el
cuerpo de la madre primero. después en sus brazos, y final-
mente en el hogar que proveen los progenitores; cómo será
finalmente ese huesped está más allá del control de todos. Los
padres dependen de las tendencias heredadas del infante.
Pod ria preguntarse: "Pero~ si no pueden hacer a su propio hijo~
¿qué es lo que pueden hacer?,,w Desde luego, pueden hacer
Identidad salud-madurez:

mucho. Diré que pueden proveer lo necesario para un niño muy moderno, poco
contemporáneo.

sano, en el sentido de que es maduro en los ténninosde lo que


Nuevamente aquí se ve

significa la madurez en cualquier momento para ese niño. Si esa idea aristotélica de
W del infante como
pura potencia, como

tienen exí to en esa provisión, los procesos de la maduración que ya tiene una
esencia y que esta
habrá de ocurrir si y
solo si el ambiente no lo

del infante no quedan bloqueados, sino que encuentran sus molesta, no lo


interrumpe en el
decurso de formación
de su yo. Cabe ahí
necesidades satisfechas y pueden pasar a formar parte del alguna reflexión crítica
sobre ese personalismo
(todos somos hijos de

niño. Dios, a cada uno nos


llamará por nuestro
nombre) winnicottiano.

Esta adaptación a los procesos de la maduración del


infante es sumamente compleja, les plantea a los padres
exígencias enormes y, al principio, es la propia madre la que El sostén del sostén.

constituye el ambiente facilitador. En ese momento ella


misma necesita respaldo,. y quienes mejor se lo brindan son el
padre del niño (digamos su esposo), la madre, la familia y el
ambiente social inmediato. Esto es absolutamente obvio, pero
no por ello menos cierto, y es necesario decirlo.
Le he dado un nombre especial a este estado de la madre,
porque creo que su importancia no se aprecia. Las madres se
recuperan de este estado y lo olvidan~ Yo lo denomino ~pre-
ocupación materna primaria". No es necesariamente un buen
nombre! pero se trata de que hacia el final del embarazo y
durante algunas semanas después del parto, la madre está
preocupad a por el cuidado del bebé (o, mejor dicho, "entregada»
a ese cuidado): ese bebé al principio le parece una parte de ella
misma; además, se identifica mucho con la criatura y conoce La madre se identifica:
transfiere en el bebé, y
regrede a sí misma a ese
momento.

perfectamente bien lo que ésta siente. A tal fin la madre Si la madre se identifica
con el bebé y en el
encuadre analítico se
utiliza sus propias experiencias como bebéw De este modo se reproduce ese momento,
entonces ¿el analista se
identifica con el bebé

encuentra también en un estado dependiente y vulnerable. también utilizando su


experiencia propia como
bebé? ¿Qué desafío
implica para la formación
el saberse expuesto a sí
mismo en sus propias
experiencias como bebé,

111 experiencias que no son


conocidas por él mismo
debido al olvido de la
primera infancia?
Para escribirlo empleo las pa]abras "dependencía absoluta"
con referencia al esta do del bebé.
De este modo la naturaleza hace lo necesario para satisfa~
cer lo que el infante necesita! que es un alto grado de adap-
tación. Explicaré lo que entiendo por esta palabra. En los
primeros dí as del psicoanálisis, por adaptación sólo podía
entenderse una cosa: satisfacer las necesidades ínstintivas
del infante. La lentitud con que a]gunos hancomprendido que
las necesidades del infante no se limitan a las tensiones
instintivas, por importantes que sean, ha generado muchas
concepciones erróneas. Está también todo el desarrollo del yo
del infante, que ti en e sus propias necesidades. En este punto
hay que decir que la madre ªno abandona a su infante'\
aunque puede y debe frustrarlo en cuanto a las necesidades
in stin tivas. Sorprende lo bien que las madres satisfacen las
necesidades del yo de sus infantes~ incluso algunas madres
que no les dan muy bien e] pecho y rápidamente 1o reemplazan
por el biberón y un preparado.
Siempre hay algunas mujeres que no pueden comprome-
terse totalmente, como es necesario en esa etapa muy tem~
prana, aunque ésta dura sólo unos meses hacia e] final del
embarazo y al principio de la vida del infante.
Describiré las necesidades del yo, que son multifacéticas.
El mejor ejemplo es la simple cuestión del sostén. Nadie puede
sos tener a un bebe a menos que se identifique con él. Ba Iin t
(1951, 1958) se ha referido al oxígeno del aire, del que el
infante no sabe nada. Yo podría recordar la temperatura del
agua del baño, que la madre prueba con el codo; el infante
ígnora que el agua podría haber estado demasiado caliente o
demasíado fría, pero da por sentada la temperatura corporal.
Hablo todavía de la dependencia absoluta. Se trata de una Como si la dependencia
absoluta fuera un asunto
donde solo se encuentra
aquello que afecta o que

cuestión de intrusión o no intrusión en ]a existencia de] no. El "puro cuerpo" del


ello sería aquí el todo, pero
W sitúa también un yo que
está en formación siempre
infante, y deseo desarrollar este tema. y cuando no se vea
interrumpido por el dolor
del ambiente.

Todos los procesos de un ínfante vivo constituyen un seguir


siendo. una especie de proyecto para el existencia] ismo. La
madre capaz de entregarse durante un lapso limitado a su
tarea natural, puede proteger el seguir siendo del infante. To~
da intrusión o falla de la adapt.ación causa una reacción en
Winnicott hace aquí un guiño, tiende un puente abierto hacia el existencialismo (habría que ver aquí cuándo de
Merleau-Ponty o Sartre hay en Winnicott). ¿Por qué habla de «proyecto»? ¿En qué se basa?
Un primer apronte sería pensar que el ello es una masa plana, sobre una mesa, una arcilla sin tocar. Cada estímulo hace
112 mella en su superficie. La superficie, a juicio de Freud, sería el yo. Sin embargo, Winnicott es más complejo en la forma
de comprenderlo. El yo se forma no necesitando la intrusión del estímulo exterior, sino siempre y en cualquier caso.
Dicho de otra forma y siguiendo con la metáfora, la arcilla no es el ello simplemente, sino que es el yo al mismo
tiempo. En este sentido, Winnicott propone un yo corpóreo no solo a la usanza de Freud, sino también un yo sin
palabras aún. La simbolización ocurre a pesar de la intrusión y no gracias a ella. El yo se erigiría en cualquier
circunstancia.
Por eso mismo se habla de un «seguir siendo». Se trataría de un yo que se mantiene sin interrupción. En ese sentido,
parece que Winnicott abreva de la fuente del annafreudismo de forma más evidente que otras. Sin embargo, no es
optimista en el sentido de creer que se puede recobrar la funcionalidad de buenas a primeras. De ahí su apelación al
existencialismo, una escuela mucho más «pesimista», donde «el infierno son los otros» y cosas por el estilo hacen un
contrapunto no menor a la comprensión de la realidad humana como trágica.
Quizá como corolario inesperado, Winnicott criticaría a los psicólogos del yo por su optimismo. Y lo gracioso es que
ese mismo optimismo aparece como mote con el que se cataloga a Winnicott.
el infan te y esa reacción quiebra el seguir si.e ndn. Si la pa u-
1

ta de la vi da del infante es reaccionar a las in trusiones se1

produce una seria interferencia con la tendencia natural de la


criatura a convertirse en una unidad integrada~ ca paz de
seguir teniendo un sel f con pasadot presente y futuro. Con una
ausencia relativa de reacciones a las intrusiones, las funcio-
nes corporales del infante proporcionan una buena base para
construir un yo corporal. Deeste modo se estructura la quilla
para la salud mental futura.
Vemos que la adaptación sen si ble a las necesidades del yo
del infante sólo dura un pequeño lapso. Pronto la criatura
empieza a obtener placer con el pataleo, y a sacar algo positivo
de la rabia por lo que podrían denominarse pequeñas fallas de
la adaptación~ Pero por esa época la madre reemprende su
propia vida, que final mente se -vuelve rela ti -va mente inde~
pendiente de las necesidades del infante. A menudo el creci-
miento del ni.no corresponde con total exactitud a la reasunción
por la madre de su propia independencia~ y estaremos de
acuerdo en que una madre que no puede ir fallando gra-
dualmente en esta cuestión de la adaptación sensible fa 11 a en
Este asunto es de la primera
importancia para mí. Se trata de
la madre o el padre que, por su
otro sentido: debido a su propia inmadurez o a sus propias
angustia, no es capaz de decirle
que no al infante. Su
identificación se relaciona de tal
manera con sus propias angustias
angustias. falla porque no le da a su infante razones para
de bebé (su transferencia no está
claramente reconocida) que no es
capaz de negarle nada. El bebé
entonces protesta: su protesta es
tener rabia. Un infante que no tiene ninguna razón para la
su falta de posibilidad de la
protesta (¿será entonces que la
protesta es connatural al
rabia, pero que desde 1uego lleva en sí la cantidad ha bi tu al de Hay agresividad. ¿Por
qué a Winnicott se le
critica el tema de la
desarrollo de cualquier ser pulsión de muerte no
humano?). ¿Qué hay detrás de
una protesta contra la protesta?
El no, sí, es necesario, pero
ingredientes de la agresividad. sean ellos los que fueren, reconocida si puede
perfectamente
proponer una clínica
también requiere a un progenitor
sano para decir que no. Se debe
estar sano para decir que no.
enfrenta u na dificultad especial, la dificultad de fusí onar la contemplando la
importancia de la
agresividad?

agresión con el amor.


De modo que en la dependencia absoluta el infante no tiene
ningún medio de percatarse de la provisión materna.

La dependencia relativa
Así como he denominado wdependencia absoluta" a la
primera etapa, llamaré ..dependencia relativa" a la etapa que
sigue. De este modo puedo distinguir la dependencia que está
más allá del a lea nce del infante, y 1a dependencia de la que el
infante puede darse cuenta. Pri1nero la madre hace mucho
1

113
para satisfacer las necesidades del yo del ínfante pero nada de
ello queda registrado en la mente del nin.o.
La etapa siguiente la de la dependencía relativa, es un
1

período de adaptación con una falla gradual de la adaptación.


La gran mayoría de las madres estan dotadas para proveer
una desadaptación graduada. y esto engrana perfectamente
con los desarrollos rápidos que desplíega el infante. Por
ejemplo, se inicia la comprensión intelectual que se desarrolla
I

como una amplia extensión de procesos simples tales corno los


reflejos condicionados. (Piénsese en un ínfante que espera la Los ruidos funcionan como objeto
transicional. De ahí que W diga
que el bebé "se sirve de ellos". El
bebé no es pasivo ante el ruido en
comida~ Llega un momento en que el infante puede esperar esta etapa, sino que puede ejercer
una actividad creativa con el
insumo que proviene del exterior

algunos mínutos porque los ruidos de la cocina indican que con el propósito de reducir la
angustia.

pronto le darán de comer. Esos ruidos no son simplemente


estímulos que loexcitanl sino que se sirve de ellos para poder
esperar.)
Naturalmente la capacidad de los infantes para el empleo
1

precoz de la comprensión intelectual es muy variable; a


menudo demora su aparicíón la existencia de alguna confu-
sión en el modo como se presenta 1a realidad. Esta es una ídea
Esto equivale a la enseñanza de la

en la que tenemos que hacer hincapié. pues todo el procedí~ lengua materna de la madre hacia el
hijo. Significa además el cedazo que
aplica la madre (vía tesoro del
significante) a la experiencia de lo
miento del cuida do del infante ti ene como principal caracte- real del niño.

rística una presentación regularizada del mundo. Esto es algo


que no puede hacerse deliberada ni mecánicamente. Sólo lo
La primera regla de funcionamiento de

logra el manejo con tí n uo real izado por un ser h urna no por


I
una "presentación regularizada del
mundo" es que el presentador sea
estable, esto es, un código ya
relativamente fijo y, sobre todo (ya

una mujer que es siempre ella misma. No se trata en este caso que ese es el énfasis de W), genuino..

de perfección. La perfeccíón es propia de las máquinas. Lo que


el infante necesita es exactamente lo que suele lograr: el
cuidado y la atención de alguien que sigue síendo él mismo.
Desde luego, esto se aplica también al padre.
Debemos detenernos especialmente en el punto de este
11
ªser ella misma porque hay que trazar una distinción entre
la persona y el hombre o la mujer madre o níñerat que actúa
1

esa partel tal vez perfectamente bien en aJgunos momentos,


gracias a haber aprendido a cuidar infantes con algún libro o
en algún curso. Pero esta Nactuación"' no es suficientemente
buena. El infante sólo puede encontrar una presentación líbre
de confusiones de la realidad externa si lo cuída un ser
humano consagrado a él y a Ja tarea de atenderJo. La madre

114
irá sa1iendo de este estado de devoción fácil para ella, y pronto
volverá a su oficina, a escribir novelas, o a una vída social
junto a 1 esposo~ pero por e] mamen to está hundida en esa
devoción hasta el cuello.
La recompensa en 1a primera etapa (de dependencia ab-
soluta) es que el proceso de desarrollo de] infante no sufre
ninguna distorsión. La recompensa en esta etapa de ]a de~
pendencia relativa consiste en que el infante empieza de
algún modo a percatarse de la dependencia. Cuando la madre
está ausente por un lapso más extenso que el de la capacidad Esa relación entre conocer y

de 1 bebé para creer en 1a su perviven cia de el] a a parece ]a


I
angustia: Kierkegaard.

Entonces, la angustia es
signo de desarrollo
psíquico. angustia~ que es el primer signo de que el infante conoce.
Antes, si la madre estaba ausente, el infante simp]emente no Es como si la madre le
otorga al niño la
capacidad de procesar la
intrusión (al menos por un
podía beneficiarse con la especial habilidad de ella para rato) en el período de
dependencia relativa.
Estas herramientas para

protegerlo de las intrusionesJ por lo cual no quedaba bien lograrlo son el lenguaje, la
capacidad de simbolizar
(muy kleiniano).

establecido un desarrollo esencial de la estructura del yo.


Después de que el infante de algún modo siente necesidad
de la madre. aparece ]a etapa en la que empieza a comprender
que 1a madre es necesaria.
En la sa]ud. poco a poco la necesidad de la madre real se
vuelve violenta y terrible, de modo que las madres detestan
dejar solos a sus hijos, y están dispuestas a sacrificar mucho
para no provocar en e] los malestar y producír odio y desilusión
duran te esta fase de n t:eesí dad e::; pec1 a 1, que puede decirse
que dura aproximadamente de seis meses a dos años.
Cuando el níño tiene dos anos, se han iniciado nuevos
desarrollos que le dan armas para tratar con la pérdida. Será
necesario referirse a el1os. También hay que tomar en consi-
deración factores ambíentalesimportantes aunque variables.
Por ejemplo, puede formarse un equipo madre-n inera~ que es
en si un tema interesante de estudío. Puede haber tías,
abue]os o amigos de los padrest personas adecuadas que por
su presencia constan te merecen ser cons íd erad as sus ti tu tos
matemos. También el esposo de la madre puede ser una
persona importante en la casa, que ayude a crear un hogar;
ese padre puede ser un buen sustituto matemo o gravitar de
1

un modo más masculino, brindándole a su esposa apoyo y una


sensación de seguridad que el1a puede transmitir]e al infante.

115
No será necesario abordar detenidamente estos detalles
más bien obvios, aunque sumamente significativos. Pero se
verá que varían mucho; de este modo y en concordancia con
e 11 os se inducen los procesos de crecimiento de I infante.

Caso clínico

He tenido la oportunidad de observar a una familia con tres


niños desde el momento de la muerte repentina de la madre.
EJ padre actuó de un modo responsable, y una amiga de la
madre que conocía bien a ]os chicos se hizo cargo de cuidarlos;
al cabo de cierto lapso se convirtió en su madrastra.
Uno de esos niños era un bebé de cuatro meses cuando la
madre falleció súbitamente. Su desarrollocontinuó de manera
satisfactoria, sin ningún signo clínico que indicara una re-
acción. En mi lenguaje, para este bebé la madre era "un objeto
subjetivo" y la amiga había ocupado la posición de ella. Más
tarde el niño pensaba en la madrastra como si fuera la madre
real.
Pero cuando este hermano menor tuvo cuatro años! me lo
trajeron porque estaba empezando a presentar diversas di-
ficulta des de la personalidad. En el juego de la entrevista
terapéutica inventó algo que tenía que repetirse muchas
veces. El se ocultaba, y yo introducía u na muy leve mcxlificació n
en, por ejemplo, la posición de un lápiz sobre mi escritorio.
Entonces venía ét descubría la leve modificación, se encole-
rizaba y me "matabajot. El niño habria seguido con este juego
durante horas.
Aplicando ]o que había aprendido, le dij e a la madrastra
que se preparara para hablarle sobre la muerte. Esa misma
nochet por primera vez en la vida, él le dio a la mujer la
oportunidad de tocar e] tema, y esto llevó a que e] niño
necesitara conocer exacta men t.e todos los hechos re] acionados
con la TP..adre de cuyo interior él había sa]ido, y con su muerte.
Es a net..esi dad cobró impulso en los días s igu ien tes; había que
repetir]e las cosas una y otra vez. Continuó su buena relación
con 1a madrastra, a ]a que seguía llamando "mamá".

116
El mayor de )os tres hermanos tenía seis años en el
momento de la muerte de )a madre. Simplemente la Jlorócomo
a una persona que era amada. El proceso de duelo le tomó más
o menos dos años) y emergió de é) con un acceso de robos.
Aceptaba a ] a madrastra como madrastrat y recordaba a su
madre real como a una persona tristemente perdida.
El hermano intermedio tenía tres años en e) momento de
la tragedia. Se encontraba en una fuerte relación positiva con
el padre, y se convirtió en un caso psiquiátrico, necesitado de
psicoterapia (unas siete sesiones a lo largo de un período de
ocho años). El hermano mayor dijo de él: u:No le hablamos det
nuevo casa miento de papá porque él cree que matrimonio
significa asesina ton.
Este hermano intermedio se encontraba confuso y era
incapaz de manejar con éxito )a culpa que tenía necesidad de
experimentar,.porque la muerte de la madre se había producido
cuando él se encontraba en una fase homosexual con un
especia) apego al padre. Dijo: "No me importa,. era ... (el
hermano mayor) quien la quería,,_ Desde el punto de vista
clínico, se convírtió en hipomaníaco. Su inquietud extrema
duró un largo período, y era claro que lo amenazaba una
depresíón. En su juego había un cierto grado de confusión,
pero podía organizarlo lo suficiente como para tra nsm iti rme,
en las sesiones de psicoterapia, cuáles eran las angustias
específicas que le ca usaban desazón.
Aún quedan signos de trastorno psiquiátrico residua! en
este muchacho 1 que ahora tiene trece anos,. es decir diez años
más que cuando se produjo la tragedia que para él fue
traumática.

Un desarrollo importan te en el infante es e) que denomi-


namos .:~dentificación»_ Desde muy temprano et infante puede
presentar una capacidad para identificarse con la madre.
Existen reflejos primitivos de los que puede decirse que
constituyen !a base de estos desa rro) los, por ejemplo Ia son~
risa con la que el bebé responde a otra sonrisa. Muy pronto la
criatura se vuelve capaz de formas más complejas de identi•
ficación,. que implican laexístencia de imaginación. Por ejem-

117
plo. el bebé puede desear llegar a la boca de la madre y
alimentarla con su dedito mientras él mismo toma el pecho.
He visto que esto sucede a los tres meses,. pero las fechas no
deberían preocuparnos. Un poco antes o un poco después,
ocurre con todos los infantes (salvo algunos enfermos), y
sabemos que después del desarrollo de la capacidad para
t,llponerse en el 1ugar de la madre,,. se produce en el niño un gran
alivio de la dependencia+ De esto proviene el desarrol1o complet.o
de la comprensión de que la madre tiene una existencia
personal y separada~ y finalmente el niño llega a poder creer
en la unión de los progenitores. que de hecho condujo a su
propia concepción~ Esto tiene lugar mucho más adelante y
nunca se logra en los niveles más profundos.
El efecto de estos nuevos mecanismos mentales sobre el
tema de la dependencia consiste en que el infante puede
aceptar acontecimientos que están más allá de su control, y
como es capaz de identificarse con la madre o con ambos
padres, desvía hacia una vía: muerta parte del odio enorme
que experimenta respecto de lo que desafía su omnipotencia.
Empieza a comprender y quizás a utilizar el lenguaje. Este
importantísimo desarrollo del anima] humano les permíte a
los progenitores darle la oportunidad de cooperar. a través de
la comprensión íntelectual. aunque en la profundidad el in-
fante síenta aflicción, odio. desilusión, miedo e impotencia. La
madre puede decir: "Voy a salir para buscar un poco de pan"'.
Esto dará resultado, a menos, desde luegot que permanezca
ausente más del lapso duran te el cual el infante tiene cap a~
cídad para mantener, en sus sentimíentos, la idea de que ella
está viva.
Deseo referirme a una forma de desarrollo que afecta
especialmente la capacidad del infante para las identifica-
ciones complejas. Tiene que VeT con la etapa en que sus
tendencias integradoras generan un estado en el que es una
unidad. una persona tota1, con un interior y un exterior, y una
persona que vive en el cuerpo, más o menos limitada por Ja
Muy interesante esto. El infante gana

piel. Una vez que lo exterior significa '-!:no-yo'\ el interior un espacio privado cuando reconoce
el no yo. Reconocer lo exterior le abre
la posibilidad del secreto.

significa yo, y se cuenta con un lugar para almacenar cosas.


En la fantasía del niño la realidad psíquica personal está
1

118
ubicada dentro. Si está situada fuera, hay buenas razones
para e!lo.
Reconocer el no yo como
exterior significa la
posibilidad del regalo
En este punto, el crecimiento del infante toma la forma de
también, del intercambio, de
la gratitud.
un íntercambio continuo entre la realidad ínt.erna y la reali"
dad externat que se enriquecen recíprocamente.
El niño ya no es sólo un creador potencial del mundo, sino
que también se vuelve ca paz de poblarlo con muestras de su
propia vida interior. Gradualmente llega a ilabarcar" casi
todos los hechos externos, y la percepción es casi sinónima de
creación. De nuevo tenemos un medío por el cual el niño logra La creación es una
forma de control.

el control de los hechos externos y del funcíonamiento interior


de su propio sel f.

JIacia la independencia
Una vez que estas cosas han quedado est.ablecídas, como
ocurre en la salud. el niiio puede gradualmente enfrentar el
mundo y sus complejidades pues en él ve cada vez más !o que
1

ya está presente en su propio sel[ Se íden tífica con la soci.edad


La sociedad como
"espacio potencial" (?). en círculos crecientes de la vi da social, pues Ia sociedad local
es una muestra del mundo personal del self tant.o como una
muestra de los fenómenos verdaderamente externos.
De este modo se desarrolla una verdadera índependencía;
el niño llega a u na existencia personal satísfactoria mientras
particípa en los asuntos de la sociedad. Naturalmente,. exis-
ten grandes posibilidades de que se produzcan retrocesos en
este desarrollo de la socialización hasta las et.apas finales
ulteriores a la pubertad y la adolescencia~ Incluso un indí vi-
duo sano puede tropezar con una tensión social que exceda lo
que él soporta, antes de su ampliación persona I de las bases
de Ia tolerancia.
En la práctíca vemos a nuestros adolescentes pasar de un
agrupamíento a otro, ampliando continuamente el círculo e
incluyendo los fenómenos nuevos y cada vez más extraiios que
la sociedad genera. Los padres son muy necesarios en el
manejo del hijo adolescente que explora un círculo social tras
otro. porque ellos ven mejor que los jóvenes el momento en que

119
ese pasaje del círculo social limitado a] círculo socia] ilimitado
es demasiado rápido, quizá debido a e]ementos sociales pe]i,.
grosos presentes en el vecindario inmediato, o a 1os des a fías
propios de la pubertad y de un rápido desarrollo de la capaci~
dad sexuaJ. También se los necesitaespecia]mente a causa de
las tensiones y pautas instintivas que reaparecen después de
ha her sido abandonadas en la edad del deambulador.
"Hacia la independencia fl describe las luchas del niño
deambuladorydel niño púberr Ene] período de la latenciat por
lo genera 1]os niños están sa tisfechos con la dependencia que
tienen la suerte de poder experimentar. La latencia es el
período en el que la escuela desempefta el papel de sustituto
del hogar, 1o cual no siempre ocurre, pero aquí no tenemos
espacio para desarro]Jar más este tema.
Debe esperarse que los adu]tos continúen el proceso de
crecer y madurar, puesto que pocas veces llegan a una madurez
completa. No obstanteJ en cuanto han hallado un nicho en la
sociedad gracias al trabajo y tal vez se han casado o llegado
1

a una so]ución de transacción entre copiar a los progenitores


y la identidad personal desafianteJ una vez entoncesJ ·que se
1

han producido estosdesarrollosJ puede decirse que se inició la


vida adulta y los individuos van emergiendo uno a uno del
1

ámbito abarcado por esta breve descripción del crecimiento en


términos de "de pendencía hacia la independencia~.

120
8

LA ETICA Y LA EDUCACION 1
(1963)

El título de mi conferencia me permite desarrollar no tanto


el tema de la sociedad que cambia como el de la natura]eza
humana que no cambia. La natura]eza humana no cambía.
Desde luego, esto puede discutirse+ Pero daré por sentado que
es t.a idea refleja 1a verdad y la tomaré como base. Es cierto
J

que la naturaleza humana ha evolucionado, del mismo modo


que los cuerpos y los seres humanos, en el curso de cientos de
míles de años. Pero tenemos pocas pruebas de que se haya
modificado en el breve lapso de la historia registrada; en el
mismo sentido apunta el hecho de que Jo que va]e para ]a
naturaleza humana en el Londres de hoy en día t.ambién es
cierto en Tokio, Acera, Amsterdam y Tombuctú. Se apJica por
ígu al a bla neos y negros, a gigantes y pigmeos, a los hijos de
los científicos de Harwell o Cabo Cañaveral y a los hijos de los
aborígenes australianos.
En cuanto al terna que consideramos (]a educación moral
hoy en día) esto signífi ca que existe un campo de estudio que
podría denominarse ~capacidad del niiío humano para ser
educado moralmente". En esta conferencia me ]imitaré a ese
campo, el del desarrollo en el nin.o humano de la capacidad

1
Conferencia perteneciente a un ciclo, pronunciada en el Instítu-
to de Educae ión de la U ni versídad de Londres, en 1962! y pub) icada
por primera vez (con el título de "The Young Child at Home and at
School9')en Moral Educalion in a Changing Society, comp~ de W. R.
Niblett (_Londres, Faber, 1963).

121
para tener sentido morat experimentar un sentimiento de
culpa y establecer un ideal. Algo análogo seria profundizar en
la idea de "creencia en Dios~ hasta llegar a la idea de "creen-
ciaPJ o, como yo prefiero decirlo, de ~creencia en"'. A un niño que
desarrolla la "creencia enH puede transmitírsele el Dios de la
familiat o de la sociedad que es la suya. Pero para un nino sín
ninguna "creencia en'"\ Díos es en el mejor de los casos un
recurso pedagógico y, en el peor, una prueba de que las figuras
parentales no tienen confianza en los procesos de la natura-
leza humana y temen a lo desconocido.
En la conferencia iníciai de este ciclo) eJ profesor Níblett se
refirió a Keate, el director de escuela que le dijo a un nino:
"Hoy a las cínco de la tarde, si todavía no crees en el Espíritu
1
Santo, te zurraré hasta que creas El profesor Niblett sub-
'.

rayaba la futi1idad de enseñar valores o religión por la fuerza.


Yo estoy tratando de plantear este ímportante tema y de
examinar las alternativas. Mí principal idea es que exíste una
buena alternativa, yqueel la no se encuentra en una ensenan za
más sutil de la religión. La buena alternativa tiene que ver con
la provisión al infante y al niño de condicíones que permitan
el desarrollo~ a partir del funcionamiento de los procesos
interiores del niño individual, de cosas tales como la confianza
y la "creencia enn 1 y de ideas acerca de lo que está bien y lo que
está mal. Esto podría denominarse evolución de un superyó
personal.
Las religiones han atribuido mucha importancia al pecado
oríginali pero no todas han llegado a la ídea de la bondad
original; al quedar recogida en la idea de Díos, la bondad es al
mísmo tiempo separada de los individuos que colectivamente
crean ese concepto de la divinidad. La frase de que el hombre
hizo a Dios a su imagen se considera habitualmente un
ejemplo divertido de perversidad, pero la verdad que hay en
ella podría ponerse de relieve con una reformulacíón; el
hombre continúa creando y recreando a Dios como un lugar en
el que deposíta todo lo que es bueno en él mismo y que podría
echar a perder si lo conserva en sí junto con el odío y la
destructividad que también se encuentran en su interior.
La religión (¿o acaso la teología?) le sustrajo el bien al niño

122
individual en desarrollo, y después estableció un sistema
artificial para inyectar lo mismo que había robado; a esto se
Jo ha denominado "educación moral"'. En realidad, la educa--
ción moral no da resultados a menos que el infante o el niño
haya desarrollado en sí, en virtud del proceso evolutivo
natural, la materia prima que, cuando se la ubica en el cielo,
recibe el nombre de Dios. El éxito del educador moral depende
de que en el niño se produzcan ]os desarrollos que Ie permiten
aceptar a ese Dios del educador como una proyección de la
verdad que forma parte de él mismo y de su experiencía real
de la vida.
Por lo tan to, en la práctica, sea cual fue re nuestro sistema
teológíco, nos vemos reducidos con cada niño nuevo a depender
del modo como haya sido o esté siendo capacitado para
desarrollarse exitosamente. ¿Ha podido el niño pasar su
examen de íngreso en sentido moral (para decirlo de este
modo), o pudo adquirir esto que yo llamo creencia en? Me
aferro a esta frase fea e incompleta: ~creencia en». Para
completar lo que se ha empezado a decir, alguien tíene que
hacerle saber al niño en qué creemos nosotros en esta familia
y en este rincón de la sociedad~ en este preciso momento. Pero
este proceso de completarniento tiene una ímportancia se-
cunda ria, porque si no se ha llegado a la "creencia en»,, 1a
enseñanza de la ética o la religión no es más que pedagogía
keateana, que se acepta que es objetab]e o ridícula.
No me satisface la ídea que suelen expresar personas, en
otros sentidos bien informadas, en cuanto a que el enfoque
mecanicista freudiano de la psicología,, o el hecho de que
Freud se haya basado en la teoría de la evolución del hombre
a partir del aní mal obstaculizan los aportes que el psicoanálisis
I

podría hacer al pensamiento religioso. Es incluso probable


que la relígión aprenda algo.del psicoanálisis, algo que salve
a la práctica religiosa de perder su lugar entre los procesos de
la civilización y en el proceso del a civilización. La teología~ al
negar al individuo en desarroUo la creación de todo lo lígado
con el concepto de Dios, la bondad y los valores morales1 vacía
a ese índíviduo de un ímportante aspecto de creatividadL
Seguramente la señora Kníght no estaba desvalorizando a

123
Díos al compararlo con Papá N oel en su polémica de hace
algunos años; decía o trataba de decir que podemos poner
algunas partes del níño en la bruja del cuento tradicional,
parte-de la confianza y generosidad del niño puede transferirse
a Papá Noel, y que ideas y sen timíentos bondadosos de todo
tipo) propios del niño y de sus experiencias internas y exter-
nas! pueden sacarse de esos ámbitos y rotularse como "Dios....
Del mismo modo, la malignidad del nino puede denominarse
fA:el demonio y sus obras". La rotulación socíaliza un fenómeno
que en otros sentidos es personal. La práctica del psicoaná-
lisis duran te treinta años me lleva a pensar que son las ideas
ligadas a la organización de la educación moral las que vacían
al individuo de su creatívidad individual.
Hay razones para que las ideas del educador moral se
resístan a morir. Por ejemploJ es obvio que existen personas
malvadas. En mi propío lenguaje, esto significa que en todas
las sociedades y en todas las épocas ha habido personas
detenidas en su desarrollo emocional, que no llegaron a una
etapa de "creer en" ni a u na etapa de moral in na ta que
aba re ara toda su personalidad. Pero la educación moral
destínada a esas personas enfermas no es adecuada para la
vasta mayoría de quienes de hecho no están enfermos en este
aspecto. Mas adelante volveré a referirme a las personas
malvadas.
Hasta aquí he hablado como un teólogo aficionado; ahora
bien! se me ha pedido que hable como un psiquiatra infantil
profesional. Para que mi aporte sea útit tengo que presentar
ahora una breve descripción del infante y el niño. Sabemos
que desde luego éste es un tema extremadamente complejo y
que esa descripcíón no puede hacerse en pocas palabras. Hay
muchas maneras de encararel tema del crecimiento emocional,
y yo trataré de utilizar diversos métodos.
La base del desarrollo del niño es la existencia fi sica del
infante junto con sus tendencias heredadas, entre las que se
cuentan los impulsos madurativos hacia el desarrollo. Diga-
mos que un infante tiende a usar tres palabras al año de
edad, a caminar más o menos a los catorce meses! y a alcan-
zar la misma fonna y estatura que uno de sus progenitores,

124
y a ser intelígente, estúpido, caprichoso, o a tener alergias. De
modos menos visibles surge en el infante y continúa en el niño
la tendenciahacíala íntegración de la personalídad; la palabra
'4Li n tegración.,. va adquiriendo un s ígnificado ca da vez más
complejo con el paso del tiempo y a medida que el niño va
haciéndose mayor. El infante tiende también a vívir en su
cuerpo y a construir el self sobre una base de funcionamíento
corporal a la que corresponden las elaboraciones imaginati-
vas que se vuelven rápidamente muy complejas y constituyen
la realidad psíquíca específica de ese infante. El infante se
establece como una unidad, experimenta un sentímiento de
yo soy, y enfrenta valientemente el mundo con el que ya es
capaz de formar relaciones, relaciones afectuosas y también
(en contraste) una pauta de relacíones objeta les basadas en la
vida instintiva. Y así síguiendo. Todo esto, y mucho, mucho
más, es cierto y siempre lo ha si do respecto de los infantes
humanos. Es la naturaleza humana desplegándose. Pero, y
éste es un pero muy importan te, para que los procesos de la
maduración adquieran realidad en el níño, y lo hagan en los
momentos apropiados, es necesaria una provisión ambíental
suficientemente buena.
Se trata de la antígua discusión sobre la na tu raleza y la
crianza. Sostengo que este problema es susceptible de
formulación. Los padres no tienen que hacer al bebé como el
pintor a su cuadro o el al farero a su jarrón. El bebé crece a su
propio modo síel ambíentees suficientemente bueno. Alguien
se ha referido a la provisión suficientemente buena como al
"ambiente previsible promedion. El hecho es que, a lo largo de
los siglos~ las madres y los padres, y los sustítutos parentales,
por lo general han provisto exactamente las condiciones que
el ínfan te y el niño pequeño necesitan al princi pío, en ]a etapa
de mayor dependencia, e incluso algo más tarde cuando, ya
níños, los ínfantes se van separando un tanto del ambíente y
se vuelven relativamente independientes~ Después de esto las
cosas tienden a no ser tan buenas para el niño, pero al mismo
tíempo ese hecho ímporta cada vez menos.
Se observará que estoy refiriéndome a una edad en la que
la enseñanza verbal no encuentra aplicación. Ni Freud ni el

125
psi coa nál is ís necesitaron exp 1ica rle s a madres y padres cómo
debían proveer esas condiciones. El proceso empieza con un
al to grado de ada ptacíón de la madre a las necesidades del
infante y gradualmente se transfonna en una sucesión de
fallas de adaptación; esas fallas son también un cierto tipo de
adaptación1 porque están relacionadas con la creciente ne~
cesidad del niño de enfrentar la realidad, lograr la separación
y establecer una identidad personal. {Joy Adamson nos ha
dado u na hermosa descri peí ón de todo ron el re] a to de ]a
crianza de la leona Elsa y los cachorros que ahora son por
siempre libres.)
Parecería que aunque la mayoría de las religiones han
tendido a reconocer la importancia de la vida familiar, le ha
correspondido al psicoanálisis señalarles a las madres de los
bebés y a los padres de los niños muy pequeños eJ valor -o
mejor I la naturaleza esencial- de su tendencia a proveer a
cada infante lo que él necesita absolutamente, a través de la
crí~nza.
La madre (no excluyo al padre) se adapta tan bien que sólo
cabe decir que estáestrechamenteidentíficada con el bebé, de
modo que sabe lo que se necesita en cada momento~ y también
de un modo general. Desde luego, en esta primera y más
temprana etapa el infante se encuentra en un estado de
f usion, sin haber separado todavía el ªyo" por un lado. y por el
otro la madre y Jos objetos "no-yo", de modo que lo que en el
ambiente es adaptativo o "buenot' se almacena entre las ex~
periencias de la criatura como una cierta calidad del self, al
principio indístínguible por el mismo ínfante de su propio
funcionamiento sano.
En esta etapa temprana el infante no registra lo que es
bueno o adaptatívo. pero reacciona a cada falla de la
confiabilidad y por lo tanto la conoce y la registra. La reacción
a la inconfia bilidad del proceso de cuidado del niño constituye
un trauma; cada reacción es una interrupción del "'seguir
siendo,, del infante y una ruptura de su self.
Para resumir esta primera etapa de mí esquema sim pli-
ficado del desarroHo del ser humano, diremos que el ínfante
y el niño pequeño son habitualmente cuidados de un modo

126
confiable; este "ser cuidado lo suficientemente bien n genera
en el infante una creencia en la confiabilidad, a lo cual puede
añadirse una percepción de la madre, el padre! la abuela o la
niñera~ En un niño que inicia su vida de este modo, a con ti-
nuación puede surgir naturalmente la idea de )a bondad y de
un progenitor confiable y personal, o Dios.
Al niño que no tiene experiencias suficientemente buenas
en las etapas tempranas no puede transferírsele la idea de
un Dios personal como sustituto del cuidado del infante. La
comunicación sutil y vitalmente importante entre la madre y
el infante es anterior a la etapa en que se suma la comunica-
ción verba]. El primer principio de ]a educación moral es que
e 1] a no sustituye al amor. AJ principio el a mor sólo puede
expresarse como cuidado del infante y del niño, lo que para
nosotros significa la provisión de un ambiente facilitador o
suficientemente bueno, y que par a e] infante sígn ifica )a
oportunidad de evolucionar de un modo personal acorde con
la graduación regular del proceso de la maduración.
¿Cómo puedo continuar desarrollando este tema, tomando
en cuenta la complejidad rápidamente creciente de Ja reali-
dad interior del niño individual y el acervo enexpansión de las
experiencias in ternas y externas del niño, recordadas u ol-
vi dadas por economía?
En es te punto debo decir a) go sobre el origen, en e! infante
o el niño pequeño, de )os elementos que pueden describirse y
yuxtaponerse con las palabras '"bien" y 4(ma I". Desde luego, en
esta etapa no es necesario que se ofrezcan las palabras
mismas; sin duda incluso a los sordos puede comunicársele !a
aprobación y la desaprobación, lo mismo que a )os infantes en
una etapa muy anterior al inicio de la comunicación verbal.
En efecto, en el infante se desa rro) 1an ciertos sen ti mien tos
opuestos, totalmente independientes de la aprobación y
desaprobación que le transmiten los progenitores, y son esos
sen ti m ien tos )os que de ben observarse y ta I vez rastrearse
has ta su fuente.
En el acervo en desarro11o de recuerdos personales y de !os
fenómenos que constituyen la realidad psíquica interior de)
niño individual, aparecen elementos que a] principio están

127
simplemente opuestos. Puede denomínárselo elementos de
a poyo y destrucción, amistosos y hos ti les, o benígnos y
persecutorios; surgen en parte de las satisfacciones y frustra-
ciones del ínfante en la experiencia de vi da que incluye las
excitaciones y, en parte, esta acumulación de elementos po-
sitivos y negativos depende de la capacidad del infante para
evitar el do)or de la ambivalencia absteniéndose de juntar los
objetos sentidos como buenos o malosL 2
No puedo evitar aquí el empleo de las palabras ~bueno" y
"malo"1 aunqueconélburlomi propio objetivo, que es describir
fenómenos anteriores al empleo de palabras. El hecho es que
estos hechos importantes que ocurren en el ínfante y el níño
pequeño en desarrollo exigen una descripción en términos de
bien y mal.
Todo esto está estrechamente entretejido con la percepcíón
de la aprobación y desaprobación maternas) pero en este caso
( como en todos) el factor in terno y personal es más importante
que el externo o ambíental, precepto éste que está en el
corazón mismo de esta comunicacíón. Sí me equívoco en este
aspecto, mi te sis es errónea. Si mi tesis es errónea, los infantes
y niños pequeños dependen realmente de que se haya inyectado
en el los lo correcto y lo incorrecto. Es to significa que los
progenítores deben aprobar y desaprobar en lugar de amar) y
en realidad ser educadores morales en lugar de padres.
iCuánto lo detestarían ellos!
EI niño necesita encontrar aprobación o desa pro bacíón,
pero los padres por lo geneTal aguardanJ absteniéndose de
demostrarlas hasta descubrir en su ínfante los rudimentos de
un sentido de los valores y del bien y el mal~ de lo correcto e
incorrecto, en el ámbito partícular del cuidado infantil que
importa en ese momento.
Ahora es necesario echar una mirada a la realidad psíquica
interior del infante y el niño. Esa realidad interior se vuelve

2
Este estado de cosas primitivo pasa a emplearse como defensa
contra el dolor de la arnbivalencia y entonces se lo denomina
1

"'escisíón n del objeto.

128
un mundo personal en rápido crecimiento, localizado por el
niño tanto dentro como fuera del self, que acaba de est.ablecer~
se como una unidad con una "piel,,. Lo que está adentro forma
parte del self, aunque no intrínsecamente, y puede ser prow
yectado. Lo que está afuera no es parte del self, aunque
tampoco intrínsecamente, y puede ser introyectado. En la
salud se produce un intercambio constante mientras el niño
víve y recoge experiencias. de modo que el mundo externo es
enriquecido por el potencial interior, y e 1in temo se enriquece
con lo que pertenece al exterior.
Está claro que la base de es tos mecanismos mentales es el
funcionamiento de la incorporación y la eliminación en la
experiencia corporal. Finalmente el niño que se ha convertido
1

en un individuo maduro, puede percibir que existe lo verda-


deramente ambiental, y esto incluye las tendencias hereda-
das así como la provisión ambiental, el mundo pasado y
futuro, y el universo hasta ese momento desconocido.
Es evidente que a medida que el niño crece de este modo,
él mismo no es el único contenido de su self personal. Cada vez
más la provisión ambiental modela al self. El bebé que adopta
un objeto casi como una parte del selfno podriahaberlo hecho
de no haber estado ese objeto allí, listo para la adopción. Del
mismo modo, los in trayectos no sólo son exportaciones
reimportadas, sino también verdaderas mercade.rias extran-
jeras. El infante no puede saberlo hasta que se haya producido
una considerable maduración y la mente se haya vuelto capaz
de abordar intelectual e inteligentemente fenómenos que no
tienen ningún sentido en los términos de la aceptacíón emo,.-
cíon al. En los ténn inos de la aceptación emocional, el self, en
su núcleo,.
. . es siempre personal,. está aislado y no lo afect.a la
expenenc1a.
Este modo de considerar el desarrollo emocional es im•
portan te para mi argumentación, pues a medida que la
criatura crece de este modo se prepara la etapa en la que los
encargados del cuidado del infante y el niño pondrán a su
alcance no sólo objetos (por ejemplo: muñecas, ositos o trenes
de juguete) sino también códigos morales. Estos códigos
morales se transmiten de modo sutil median te expresiones de

129
aceptación o con amenazas de retiro del amor. De hecho, para
designar el modo como las ídeas de lo correcto y lo incorrecto
pueden com un íca rse a Ios infantes y Ios n íii os pequeños, en los
términos de la transformación de la incontinencia en
a utocontrol socializado, se ha utilízado la frase "moral de
esñnteresJ!. El control de las excreciones es sólo un ejemplo
más bien obvio entre una multitud de fenómenos análogos.No
obstante1 en los términos de 1a moral de esfínteres es fácil ver
que los padres que esperan que el nino peque no cumpla con
ias regulaciones antes de llegar a la etapa en la que el
a u tocon trol ti ene significad o, privan al niño de la sensación de
logro y de la fe en la naturaleza humana inducídas por el
progreso natural hacia ese proceso~ Este tipo de actitud
errónea respecto del "entrenamiento" ignora la maduración
del niño, e ignora el deseo del niño de ser como las otras
personas y animales que están en su mundo.
Sin duda hay y siempre habrá quienes por naturaleza y
cultura prefieran implantar normas morales, así como exis~
ten quienes por naturaleza y cultura prefieren esperar los
desarrollos naturales -tal vez esperarlos mucho tiempo-.
Pero estas cuestiones pueden discutirse.
La respuesta es que siempre hay más que ganar con el
amor que con la educaciónT En este caso el amor significa la
totalidad del cuidado del infante y el niño, ese cuidado que
facilita los procesos de la maduración. También incluye el
odio. La educación significa sanciones y la implantación de
valores parentales o sociales externos al crecimiento y la
maduración in terío res del ni no~ La educación como enseñanza
de la aritmética tiene que esperar el grado de integración
personal del infante que le da significado al concepto de uno,
y también a la idea contenida en el pronombre de la primera
persona si ngu lar. El niño que conoce el sen ti míen to del yo soy,
y que puede retenerlo, conoce el uno 1 e inmediata mente quíere
que le ensenen a sumar~ restar y multiplicar. Del mismo
modo, la educación moral sigue naturalmente a la llegada de
la moral en virtud de ios procesos evolutivos naturales que el
buen cuidado facilita.

130
EL SENTIDO DE LOS VALORES

Pronto surge una pregunta: ¿qué decir de un sentido de los


valores en general? ¿Cuál es el deber de los padres acerca de
esto? Esta cuestión más general viene a continuación de]
manejo de los problemas más específicos de la conducta del
infante. También en este caso hay quienes temen esperar e
implantan, así como existen los que esperan, y están prepara-
dos para presentar las ideas y expectativas que el niño puede
usar cuando llega a cada nueva etapa evo]utiva de integración
y de capacidad para la consideración objetiva.
Con respecto a ]a relígión y a la idea de un Dios, encontra-
mos dos extremos claros: el de quienes no saben que el niño
tiene capacidad para crear un Dios, y le implantan la idea Jo
antes posible, y el de quienes aguardan y ven los resultados de
sus esfuerzos por satisfacer las necesidades del infante en
desarrollo. Estos ú]timos 1 como ya he dichoi le presentarán a]
niño los dioses de ]a familia cuando él haya ]legado a ia etapa
de su aceptacíón. El patrón que establezcan será mínimo t
mientras que en el primer caso lo que se desea es precisamente
establecer E1 patrón, y a] niño só1o le cabe aceptar o rechazar
esa entidad esencialmente extrañat el concepto de Dios im-
p]antado.
Jiay quienes propugnan que no se deje a] alcance de] niño
ningun fenómeno cultural al que ]a eria tura pueda aferrarse
y que pueda adoptar. Incluso conozco a un padre que se negó
a permitir que su hija conociera ningún cuento de hadas,
ninguna idea de ]as brujas, las hadas o las princesas, porque
quería que la niña tuviera una personalidad exclusivamente
suya. A esa pobre niña se le pedía que empezara desde cero a
concebir las ideas y las realizaciones artísticas producidas por
)a humanidad durante siglos. Este esquema no da resultados.
De] mismo modo~ no constituye ninguna respuesta a]
problema de ]os valores morales esperar que el niño tenga los
suyos propios, sin que los padres le ofrezcan nada proveniente
del sistema social local. Hay una razón especial por la cual
tíene que haber algún códígo mora] accesible, a saber: que el
código moral innato de] infante y el niño pequeño es demasiado

131
ferozJdemasiado tosco, demasiado mutilador. El código moral
adulto es necesario porque humaniza lo que en el niño es
subhumano. El infante terne la venganza. En una experiencia
excitada de relación con un objeto bueno, el nifto muerde y
sien te que también el objeto es mordedor. El niño disfruta de
una orgía excretoria, y el mundo se llena de agua que inunda
einmundiciaque entierra. Estos temores primitivos se huma-
nizan principalmente en virtud de las experiencias del niño
con los padres, quienes desaprueban y se enojan pero no
muerden, ni ahogan] ni lo queman en una retaliacíón que
corresponda exactamente al impulso o fantasía infantiles~
Gracias a su experiencia de vida, en la salud el niño llega
a estar pronto a creer en algo que puede transferirse como un
Dios personal. Pero la idea del Dios personal no tiene ningún
valor para un ni no que carece de ]a expe ri encía de los seres
humanos. de personas que humanizan las pavorosas forma-
ciones del superyó directamente relacionadas con el impulso
y la fantasía infantiles que acompañan al funcionamiento
corporal, y con 1as excitaciones rudas que envuelve el instinto. :i
Este principio que afecta la transmisión de los valores
morales también se aplica a la entrega de la antorcha total de
la cívilización y la cultura. El niño que puede escuchar a
Mozart, Haydn y Scarlatti desde el principio] tendrá un buen
gusto precoz que podrá exhibirse en las reuníones sociales.
Pe~J lo probable es que tenga que empezar con los ruidos
emitidos soplando un peine envuelto en papel higiénico, y que
después pase gradualmente a golpetear una olla, a soplar una
vieja corneta; la distancia entre sus gritos o los ruidos vu lga-
res hasta Voi che sapete es muy amplia. y la apreciacíón de lo
sublime debe ser un logro personal, no un implante. Sin
embargo, ningún niño puede escribir o interpretar su propio
Mozart. Tenemos que ayudarlo a descubrir ese y otros tesoros.
En la vida esto implica que 1es proveamos a nuestros hijos un
I

ejemplo. sin pretender ser mejores de lo que en realidad


somos, no fraudulento, sino tolerablemente decente.
3 Erikson ha escrito sobre este tema en los términos del concepto
de "virtud" (Erikson U)6l }.
1

132
La moral más feroz es la de 1a infancia temprana, que
subsiste como un filón de la naturaleza humana discernible a
lo largo de toda la vida del individuo. Para el infante la
inmoralidad esobedecera expensas del modo de vida personal.
Por ejemplo, un niño de cualquier edad puede sentir que
comer está. mal incluso al extremo de morir por ese principio.
J

La obediencia genera recompensas inmediatas, y es suma-


mente fácil que los adultos la confundan con crecimiento. Los
procesos de la maduración pueden rodearse y reemplazarse
por una serie de identificaciones, de modo que lo que se ve
clínicamente es un self falso que interpreta un papel, quizás
una copia de alguien; lo que podría denominarse self verda-
dero o esencial queda oculto y privado de experiencia vi tal.
Esto lleva a muchas personas que parecen haberse desem-
peñado bien a poner fin a sus vidas, que se han vuelto falsas
e irreales; el éxito irreal es la moral en su punto más bajo, y
en comparación con él apenas cuentan las transgresiones
sexualesª
Debo referirme a una etapa del desarrollo del niño que
tiene especial importancia~ aunque sólo representa un ejemplo
adicional y mucho más complejo de la provísiónambiental que
facilita los procesos de la maduración.
En la etapa a la que me refiero surge graduahnente en el
niño la capacidad para experimentar un sentido de respon•
sabilidad que en su base es un sentímiento de culpa. El factor
ambiental esencial en este caso es la presencia sostenída de la
madre o la figura materna durante el tiempo en el que el
infante y el niño ajustan la destructívidad que forma parte de
su constitución, y que pasa a ser cada vez más un rasgo de la
experiencia de las relaciones obj etales. La fase del desarrollo
a la que me refiero dura entre los seis meses y los dos años;
después de ella el niño ya puede realizar una integración
satísfactoria de la idea de destruir al objeto y el hecho de que
ama al mismo objeto. Durante todo ese tiempo es necesaria la
madre, en virtud de su valor de supervivencia. Ella es una
madre-ambiente y al mismo tiempo una madre-objeto,. el
objeto del amor excitado. En este último rol es repetidamente
destruida o dañada. Poco a poco el niño llega a integrar esos

133
dos aspectos de la madre y a poder amar a la madre super-
viviente, siendo a 1 mismo tiempo afectuoso con el Ia. Esta fase
supone en el niño un tipo especial de angustia que se denomina
sentimiento de culpa, culpa relacionada con una idea de
destrucción en la que también opera el amor. Es esta angustia
la que impulsa al niño a conductas constructivas o activamente
afectuosas dentro de su mundo limitado, reviviendo el objeto,
haciendo que se reponga 1 reconstrnyendo la cosa dañada. Si
durante esta fase la figura materna está separada de) niño,
éste no encuentra o pierde la capacidad para sentir culpa y en
1

lugar de ello experimenta una angustia salvaje sencillamente


inútil. (He descripto este proceso en otra parte más
acabadamente de lo que puedo hacerlo aquí; desde luego,
debemos a Melanie Klein el principal trabajo que nos llevó a
comprender esta parte del desarrollo del niño: se encuentra
en sus escritos bajo el título de "La posición depresiva".)

LA PROVISION DE OPORTUNIDADES

Hay una etapa esencial en el desarrollo del nino que no


tiene nada que ver con la educación mora], salvo en el sentido
de que, si se supera con éxito, la solución personal y propia del
problema de la destrucción de lo amado por parte del nifto se
convierte en un anhelo de trabajar o adquirir habilidades.
Entonces la provisión de oportunidades (y esto íncluye la
enseñanza de habilidades) satisface la necesidad del ni no.
Pero esta necesidad es el factor esencial, y surge de la
insta u ración en el self de la capacidad para soportar el
sentimiento de culpa ron respecto a los impulsos y las ideas
destructivas, para soportar el sentirse en general responsable
de las ideas destructivas, gracias a haber adquirido confianza
en ]os impulsos reparadores y en las oportunidades para
aportar. Esto reaparece en gran escala en el período de la
adolescencia, yes bien sabido que ]a provisión a Josjóvenesde
oportunidades de servir tiene mayor valor que Ia educación
moral en el sentido de enseñarles ética.
Indiqué antes que retomaría la ídea de la maldad y los

134
malos. Para el psiquiatra, los malos están enfermos. La
maldad forma parte del-cuadro clínico producido por la ten-
dencia antisocial. Oscila entre la en uresis y el robo, pasando
por 1a mendacidad, e incluye la conducta agresiva los actos
J

destructivos. la crueldad compulsiva y las perversiones. Para


comprender Ia etiología de la tendencia anti socia I puede
recurrirse a una vasta literatura, y aquí sólo podemos decir
algunas palabras. En síntesis, la tendencia antisocial repre..
senta la única esperanza de un niño en otros sentidos deses•
perado, desdichado e inofensivo; una manifestación de la
tendencia antisocial significa que en el niño se ha desarrollado
alguna esperanza, la esperanza de que puede encontrarse
algún modo para salvar una brecha. Esta brecha es 1a quiebra
de la continuidad de la provisión ambiental, experimentada
en una etapa de dependencia relativa. En todos )os casos se ha
experimentado una quiebra en la continuidad de la provisión
ambiental, y de ello ha resultado una detención de los procesos
de la maduración y un penoso estado clínico confusional en el
n1no.
A menudo, si el psiquiatra infantil puede abordar el caso
antes del desarrollo de un beneficio secundario, puede ayudar
al niño a volver al punto anterior a la ruptura, para que en
lugar de aparecer el robo se dé un retorno a una buena relación
con la madre o con un progenitor o figura materna. La maldad
desaparece cuando se tiende un puente sobre 1a brechar Esta
es una simplificación pero aquí tenemos que conformarnos
con ella. La maldad compulsiva es prácticamente lo último
que secura o siquiera se detiene gracias a la educación moral
El niño sabe íntimamente que su conducta malvada encierra
esperanzas. y que la obediencia o la socialización falsa está
asociada con la desesperación. Para el antisocial y la persona
malvada, el educador moral está en la posición errónea.
La comprensión que puede ofrecer el psicoanálisis es
importante aunque de valor práctico limitado. El pensamiento
moderno, basado en gran medida en el psicoanálisis, permite
ver qué es lo importante en el cuidado del infante y el niño, y
libera a los padres de la carga de suponer que son ellos quienes
tienen que hacer buenos a los hijos. Evalúa los procesos de la

135
maduración y los relaciona con el ambiente facilitador. Exa-
mina el desarrollo del sentido moral en e] individuo y de-
1

muestra que en la salud hay capacidad para experimentar un


sentido de la responsabi!idad personal.
Lo que e! psicoanálisis deja sin resol ver tiene que ver con
la educación moral de los individuos que no han madurado en
ciertos aspectos esenciales,. y en esa medida no tienen capa-
cidad para la eval uadón mora} ni parasentir responsabilidad.
El psicoanalista dice simplemente que esas personas están
enfermas, y en algunos casos puede proporcionarles un trata-
miento eficaz. Pero su bsíste el hecho de los esfuerzos del
educador mora! por tratar a esos individuos, enfermos o no. Al
psicoanalista sólo le cabe pedirte al educador mora! que no les
aplique a personas sanas sus métodos destinados a esos
enfermos. La gran mayoría de las personas no están enfermas,
aunque por cierto presentan todo tipo de sin tomas. Las
medidas enérgicas o represivas, incluso el adoctrinamiento,
pueden satisfacer ias necesidades de la sociedad en cuan to al
manejo del individuo antisocial, pero esas medidas son lo peor
posible para las personas sanas, para quienes pueden crecer
desde dentro si cu en tan con e 1ambiente facilitador, sobretodo
en las primeras etapas de su evolución. Son estas ultimas
personas, las sanas, quienes se convierten en los adultos que
constituyen la sociedad, y colectivamente establecen y man-
tienen el código moral para !as décadas siguientes, hasta que
sus hijos los releven.
Para citar de nuevo la primera conferencia de! profe sor
Niblett en este ciclo, no podemos desprendemos de losado-
lescentes diciéndoles simplemente "ahora es cosa tuya". Te-
ner.1os que proporcionarles durante la infancia, la niñez y la
adolescencia, en el hogar y en ia escuela, un ambiente
facilitador en el que cada individuo pueda desarrollar su
propia capacidad moral, un superyó que evolucione natural-
mente a partir de los elementos rudimentarios del superyó de
la infancia y encuentre su propio modo de emplear o no
emplear el código mora! y e! acervo cultural general de
nuestra época.
Cuando el niño avanza hacia el estad o ad u! to el acento y a
1

136
no está en el código moral que nosotros le transmitimos, sino
en eso más positivo que es el acervo de los logros cultura]es del
hombre. Yen lugar de educación moral tenemos que darle a1
niño la oportunidad de ser creador. esa oportunidad que le
ofrecen la práctica de 1as artes y la práctica del Yi vi r a todas
las personas que no se limitan a copiar y obedecer, sino que
auténticamente progresan hacia una autoexpresión persona].

137
Segunda parte

Teoría y técnica
9

SOBRE LA CONTRIBUCION AL PSICOANALISIS


DE LA OBSERVACION DIRECTA DEL NIN0 1
(1957)

Deseo hablar sobre la confusión que a mi juicio surge


cuando se acepta que la palabra '"profundo" puede aplicarse
sin más trámite al mundo "'temprano". He publicado dos
trabajos que abordan específicamente el tema de la observa-
ción di recta; tienen que ver (a) con el modo que tiene el infante
de acordar con el objeto (Winnicott, 1941), y (b) con el empleo
de los objetos y fenómenos duran te el período de la transición
desde una vida puramente subjetiva hasta la etapa siguiente
(Winnicott, 1951).
En ambos escritos se encontrará material útil para el
examen de mi tesis principal, según la cual lo '"profundow en
sentido analítico no equivale a lo "'tempranon en el desarrollo
del infante.

La observación de infantes en una situación determinada

(Llamaré a esto ªinvestigación de acción tt, para pre sentar lo


con un ropaje moderno y vincularlo con Kris.)
En el abordaje en regla por el infante de un objeto que se
le presenta, pueden distinguirse las tres etapas principales
que describimos a continuación.

1 Trabajo leído en el 20'Congreso Internacional de Psicoanálisis.


París. julio de 1957 y publicado por primera vez (en francés) en la
1

Reuue Fra~aise de Psychanalyse~ 22, págs. 205• 1 l.

141
Primera etapa Reflejo ínicial de prensión;
repliegue;
tensión que abarca renovada prensión volun-
taria y el lento paso del objeto a la boca.

La boca se llena de saliva.

Segunda etapa El objeto es tomado con la boca;


empleo desinhibido del objeto en la explora•
ción experimental, en el juego y como algo con
lo que se puede alimentar a otros.

En este punto el objeto cae in vol un tariarnen te. Suponga-


mos que un adulto lo recoge y se lo devuelve al infante.

Tercera etapa Rechazo del objeto.

Al considerar estas cuestiones con referencia a un ejernplo1

de inmediato se hace necesario conocer la edad del ínfante. Es


típica la de once meses. En los meses trece y catorce, los
ínfantes han desarrollado tantos otros intereses que es pro~
bable que lo más importante quede oscurecído.
A los diez o nueve meses de edad, 1a mayoría de los infantes
atraviesan las fases de desarrollo de manera normal, aunque
cuanto másjóvenes son más necesit.an de algún grado de esa
sutil cooperación que brindan las madres sensibles y que da
apoyo sin dominar. En mí experiencia no ha sído común que
un bebé de seis meses presente con claridad el desempeño
físico total que hemos descripto. En esa edad la ínmadurez es
tal que aferrar y sostener el objeto) y tal vez tomarlo con la
boca, constí tuye todo un 1ogro. La observación directa de-
m u estr a que el bebé debe tener una cierta madurez física y
psicológica para poder disfrutar de la experiencia emocional
completa.
Cuando estos fenómenos surgen en el psicoanálisíst sea en
una sesión o a lo largo de una fase de varios días o semanas,
al analista no le resulta posible establecer una fecha para lo
que observa o deduce. Al analísta que revisa el material

142
presentado en el análisis puede parecerle que el fenómeno que
he descripto proviene de la infancia temprana del paciente,
incluso de las primeras semanas y días de vidar Este material
puede aparecer en el análisis mezclado con detalles que
rea]mente pertenecen a la infancia rnás temprana, incluso al
estado posparto. El analista debe aprender a tenerlo en
cu en ta. No obstan te~ en el anál isis se llega a reconocer la
1

significación completa del juego del infante; ese juego indica


la fantasía total de incorporación y eliminación. y del creci-
miento de la personalidad a través del comer imaginario.

Los objetos y fenómenos transicionales


En el caso más simple un bebé normal adopta un trozo de
1

tela o un babero y se vuelve adicto a él, más o menos entre los


seis meses y el año~ o algo más tarde. El examen de este
fenómeno en el trabajo analítico nos hace posible referirnos a
la capacidad para dar forma a símbolos en los términos del uso
de un objeto transicional. Pero según el trabajo analítico
parecería posible que estos procesos, de forma ru.dimen ta ria,
se produzcan en la infancia más temprana. No obstante, hay
una edad antes de la cual el objeto transicional no puede
existir1 en razón de la inmadurez del infante. Aunque también
los animales tienen objetas tr a nsici onales., in el uso el acto de
chuparse el pulgar no puede tener para el infante en el
momento del nacimiento la misma significación que adquiere
al cabo de unos meses, ni tampoco, sin duda,. la que le a tri huye
a su succión com pu lsi va un n iiio psicótico de diez anos.
Profundo no significa temprano, porque el infante debe
alcanzar un cierto grado de madurez para poder ir vol viéndose
gradualmente profundo. Esto esobvio~casi trivial pero pienso
1

que no se Ie ha prestado suficiente atención.


En este punto sería útil que pudiéramos definir la palabra
"profundoff. James Strachey (1934) enfrentaba este mismo
problema al escribir:

No obstan te, la ambigüedad del término ( i nterp ret.ac ión

143
'-=profunda") no debe molestamos. Si:p duda describe la inter-
pretacíón del materia] ,genéticamente temprano e histórica-
mente dísta nte de la experiencia actual del pací en te, o que
soporta e) peso de la represión -un material, en todo casot
que en el curso nonnal de las cosas es su mamen te inaccesible
al yo y está muy lejos de él-.

Straehey parece aceptar las dos pal abras como sinónimas.


Al considerar con más atención la cuestión vemos que
1

"profundo" es una palabra de empleo diverso, y que ~temprano"


se refiere a un hecho; esto hace que comparar ambos términos
resulte difici] y tenga un significado temporal. Es ~más pro-
fundo"referirse a la relación infante-madre que a las relaciones
triangulares~ hablar de angustia persecutoria in tema que de
una sensacíón de persecución externa; los mecanismos de la
escisión, la desintegración y la íncapacidad para tomar con-
tacto me parece que son más profundos que la angustia en una
relación.
Creo que cuando emp]eamos la palabra ~profundo" síem-
pre presuponemos algo profundo en la fantasía inconRcien te
o en la realidad psíquica del paciente; es decir que están
involucradas su mente y su ímaginación.
En e] curso de su "Opening Remar ks on Psychoanalytic
Chíld Psychology", Kris (1951) dice al pasar: ~Realizando la
extrapolación de los mecanísmos psicóticos a la niñez tem-
prana ... ". Estaba examinando en térmínoscrítícos la relación
entre la profundidad de la ínterpretación en el análisis y la
precocidad conje tura ble de 1os mecanismos psicóticos en la
psícología del ínfante. En nuestro trabajo analítico, con ]a
ayuda de nuestros conceptos en evolución l1egamos a pro-
fundizar cada vez más. Podemos percibír y utilizar los fenó-
menos de Ia tr a nsfere ncí a que se relacionan con e le men tos
cada vez más profundos de] desarrollo emocional de nuestros
pacientes. En alguna medidat "'cada vez más profundos"
supone "cada vez más precoces"" pero sólo limitadamente.
1

Debemos tener en cuenta que en nuestros pacientes ha habido


una fusión de elementos tempranos con otros ulteriores.
Nos hemos acostumbrado a fonnul ar ideas sobre ]a ínfan-

144
cia sirviéndonos de lo que encontramos en el análisis. Es•
to proviene de la obra de) propio Freud~ No nos ha resulta-
do muy dificil aplicar las ideas de Freud sobre el origen de
las psiconeurosis a la psicología de) niño en la edad del
deambulador, aunque también se ha dado el caso de que los
psi coa na list.a.s dij eran cosas ciert.as en e I psícoa nálisis y no
obstante incorrectas en su aplicación cruda a )a psicología de
la niñez.
Como utilizamos ideas que nos llevan a niveles más pro-
fundos, asumimos un riesgo mucho mayor al aplicar lo que
encontramos a la psicología de la infancia~ Consideremos el
concepto de IGein de "la posición depresíva en e) desarrollo
emocional"'. En cierto sentido profundiza, y también retrocede
más en el tiempo. El estudio del desarrollo del yo no nos
penni tiria aceptar la posibilidad de algo tan comp]ejo como el
desarroUo de la posición depresiva en un infante menor de seis
meses, y sin duda seria más seguro a tri huirle un origen
posterior. Sería absurdo pretender que la posición depresiva
puede encontrarse en infantes de unas pocas semanas. Pero
lo que Melanie IOein denomina "posíción paranoiden es se..
guramente mucho más rudimentario, casi una cuestíón de
venganza, y tal vez pueda encontrársela antes de _que la
integración sea un hecho. La anamnesisen la clínica pediátrica
indicaría que las expectativas de retaliación pueden datar de
los primeros días de vida. En consecuencia 1 yo diría que la
posición paranoide es temprana, más bien que profunda.
En cuanto a los mecanismos de escisión 1 ¿son una cuestión
de psicología temprana o de psicología profunda? Me parece
que es importante conocer la respuesta, porque ella indicaría
el desarrollo del yo y el papel desempeñado por la madre.
Podemos referirnos a lo profundo como una parte de) infan..
te, pero cuando hablamos de lo temprano tenemos que tomar
en cuenta el ambiente auxíliar del yo que constituye un ras..
go importante en las primeras et.apas de la dependencia
extrema.
Ahora bien, el observador directo de infantes debe admitir
que el analista formule ideas sobre la muy temprana infancia
que quizá sean psicológicamente ciertas pero no demostrables;

145
sin duda a veces la obt;ervación di recta pern1ite demostrar que
lo que se ha encontrado en anH) isis no pudo rea) n1en te existir
en el n1omento conjeturado~ a causa de ]as lin1itacíones de la
u1•nadurez. Ahora bien, lo que se encuentra en el analisis no
queda invalidado porque la observación directa de1nuestre
que es erróneo. La observación directa sólo prueba que los
pacientes han antedatado ciertos fenómenos, dándole de ese
mudo al ana I ista ]a impresion de que ias cosas :sucedieron a
una edad en la que en realidad eran imposibles.
Ilay algunos conceptos que me parecen ciertos mientras
estoy analizando, pero falsos cuando observo infantes en mí
clínica. Kris ( 1951) continúa diciendo: "Las observaciones ...
realizadas en una gran cantidad de marcos han confirmado ]a
importancia de) ambiente concreto en el desarrollo del níno".
I\il uchos analistas subestiman de modo suti I ese ambiente
concreto a] no en un ciar cuidadosamente que conocen y toman
en cu en ta el factor ambíenta]. Es muy dificil Hegar a ]a
módu la de ]a controversia, pero en casos como éstos hay que
tratar de hacer1o. Si lo cada vez mas profundo, según se ]o
formula en el trabajo analítico, significa lo cada vez más
precoz, es necesarío dar por sentado que el ínfante inmaduro
de unas pocas semanas puede tomar conciencia del ambiente.
No obstantet sabemos que el infante nose percata del ambien-
te como tal, sobre todo cuando ese an1biente es bueno o
suficíentemente bueno. Por supuesto, el ambiente induce
reacciones cuan do fa] 1a en algunos aspectos importan test
pero lo que denominamos un ambiente- bueno es algo que
senciUamen te se da por sentado. En ]as etapas tempranas, el
ínfante no tiene ningún conocímiento del ambiente, es decir 1

ningún conocimíentoque pueda recogerse y presentarse como


material en el aná]ísis. La concepción de lo ambienta) tiene
que añad ir1a el ana]ísta.
Cuando un analista nos lleva a comprender más profunda-
mente el ma tería] presentado por el paciente, no basta con que
díga que reconoce la in1portancia del factor externo. En una
formulación de la psicología completa del niño que pueda
ponerse a prueba mediante ]a observacíón directa, el analísta
debe revestir imaginativamente con el ambiente el n1ateria]

146
presentado por el paciente: con el ambiente implícito pero que
el paciente no puede aportar en el análisis porque nunca ha
tomado conciencia de él. He ilustrado este hecho en una
historia clínica publicada, en la cual el pacíente tenía la
sensación de que lo hacían dar vuelta en un momento de
repliegue, y yo interpreté un ambiente implícito pero del que
no podía decirse nada. No hay supervivencia emocional o
fi sica del infante sin su ambiente. Por empezar, sin e 1a mbien-
te el infante caeria interminablemente. El infante sostenido
o tendido en una cuna no toma conciencia de que se lo salva
de caer interminablementew Pero una ligera falla del sostén
suscita en el niño una sensación de caída perpetua. En el
análisis, el paciente puede comunicar la sensación de caída:a
que data de los días más tempranos, pero no decir nada del
sostén que recibía en esa etapa del desarrollo.
Lo u cada vez más profundo" nos lleva a las raíces instintivas
del individuo, pero no nos proporciona ninguna indicación
sobre la dependencia común y la dependencia que no ha
dejado en él ninguna huella, aunque son características de la
vida temprana.
Afirmo que si se reconociera esta diferencia esencial entre
lo profundo y lo temprano seria más fácil que los observadores
directos y los analistas se pusieran de acuerdo entre sí.
Siempre será el observador directo quien le diga al analista
que aplica sus teorías a una etapa demasiado temprana. Los
analistas seguirán diciéndole al observador directo que en la
naturaleza humana •
hay mucho más que lo que puede obser-
varse directamente. En cierto sentidoesto no presenta ninguna
dificultad, salvo la de llevar a la discusión un conjunto de
interesantes temas teóricos. Pero en la práctica hay razones
por las cuales es muy ímportante que sepamos lo que es y lo
que no es aplicable a la más temprana infancia.
El psicoanálisis tiene mucho que aprender de quienes
realizan la observación directa de infantes, de las madres y
sus ínfantesjuntos, y de los niños pequeños en el ambiente en
el que viven naturalmente. Por otro lado, la observación
directa no puede por sí misma construir una psicología de la
infancia temprana. La cooperación constante entre analistas

147
y observadores directos puede correlacionar lo profundo en el
análisis con lo temprano en el desarrollo del infante.
En pocas palabras: un infante humano debe recorrer algu-
na distancia desde lo temprano para tener la madurez que le
permita ser profundo.

148
10

EL ANALISIS DEL NIÑO


EN EL PERIODO DE LATENCIA•
(1958)

El tema que vamos a examinar es el tratamiento del niño


en la latencia. Se me ha invítado a referirme al tratamiento
psicoanalítico Yt para equilibrarlo, un colega ha sido invitado
a hablar sobre la psícoterapia indívidual Me parece que los
r

dos empezaremos con el mismo problema~ ¿cómo distinguir al


uno de la otra? Yo personalmente no soy capaz de trazar esta
distinción. Para mí la pregunta es si el terapeuta. ha tenido o
no formación analítica.
En lugar de hacer contrastar estos dos temas entre sí,.
probablemente sería más útil enfrentar a ambos con la psi-
quia tria infantil. En mi práctica he realizado e] tratamiento
psiquiátrico de miles de niños de este grupo de edad. Como
analista he proporcionado psicoterapia individual a u nos
cien tos. También hice psicoanálisis con algunos niños de este
gru¡x, de edad -de más de doce y menos de veinte años-. Los
límites están tan desdibujados que no podría ser exacto.
Por lo tanto, a mijuicío ésta deberla ser una discusión entre
colegas que realizan el mismo trabajo pero lo abordan con
diversos esquemas de formación.
No corresponde aquí discutir los esquemas de formación,
aunque se admitirá que algunos de ellos son menos adecuados
que otros.

1 Conferencia leida en el 14!!' Congreso Internacional de Psiquia-


tria Infantil, Lisboa, junio de 1958, y publicada por primera vez en
A Crianr;a Portuguesa} 17, págs. 21g...29_

149
No me sorprende que ]as investigaciones demuestren que
la psicoterapia y el análisis de ninos tienen en gran medida el
mismo aspecto cuando se los describe por escrito, con inde-
pendencia de la escuela de la que provenga el terapeuta. Si
éste tiene el temperamento adecuado, sabe ser objetivo y se
in teresa en las necesidades del niño, ]a terapia responderá a
las exigencias del caso tal comoéstas se presentan en el curso
del tratamiento.
Creo que en esta conferencia podemos omitir la considera-
ción de la terapia basada en las diversas actitudes que
divergen de la nuestra, como por ejemplo la educativa, ]a
mora t la pe rsu asi va, 1a puni tiv a la mágica o la física.
1

Para ser claro, tengo que repetir que no tiene por qué haber
ningún contraste entre el psicoanálisis y la p;:;ícoterapia
individual~ Ambas expresiones pueden significar lo mismo 1 y
a menudo lo hacen.
Puesto que a mí me corresponde hablarles como alguien
formado en la escuela del psicoanálisis, debo referirme aunque
I

muy brevemente~ a la naturaleza del psicoanálisis. Después


pasaré al examen del tratamiento del niño en la latencia.

LA NATURALEZA DEL PSICOANALISIS

No creo que aquí sea necesario proporcionar algo más que


un recordatorio de algunos principios fundamentales. El_
psicoanálísis de ninos no difiere del psicoanálisis de adultos.
La base de todo psicoanálisis es una teoría compleja del
desarrollo emocional del infante y el niño, una teoría iniciada
por Freud y constantemente ampliada) enriquecida y
corre-gida.
En los últimos veinte o treinta años, los progresos en la
comprensión del desarrollo emocional del individuo han sido
tan rápidos que a quien no está en el tema le resulta díficil
man tenerse al corriente de los ca m b íos con e I estudio de Ia
1itera tura especial izad a. Esta teoría su pone que existe en e 1
individuo un a tendencia gen ética hacia e I desarrollo emociona]

150
no menos que hacia e] desarro l]o fisico; su pone una con tinui ~
dad desde el momento del nacimiento (o inmediatamente
antes); asume el supuesto de un crecimiento gradual de la
organización y la fuerza del yo, la aceptación progresiva por
el individuo de la vida instintiva personal, y de la responsa-
bilidad por sus consecuencias reales o imaginarias.
Freud estableció la importancia del inconsciente reprimi•
do; en su estudio de 1as psiconeu rosis llegó aun punto central,
indudablemente el más dificil de aceptar en sus términos
generalest que denominó complejo de Edipo, con la angustia
de castración como una complicación intrínseca. Freud Uamó
la atención sobre la vida instintiva de] niño individual y sobre
e 1hecho de que en los individuos sanos (es decir, en niños que
han atravesado las etapas tempran~s esencia]es del desarrollo
emocional sin demasiadas distorsiones) las principa1es difi-
cultades surgen en relación con la vida instintiva, que
acompaña a la fantasía tota] del instinto. De modo que ]as
psiconeurosis pueden aducirse como pruebas de la tensión de
la ambivalencia en las relaciones entre personas "totales"
relativamente norma]es.
Como es sabido, poco a poco el estudio dei nino condujo a
una formulación de las etapas del desarrollo en la infancia y
la niñez anterior al complejo de Edi po: las raíces pregeni tales
de la genitalidad. Finalmente empezó a estudiarse el yo, y de
tal modo los analistas comenzaron a considerar el self del
infante, al infante como persona, una persona dependiente de
algún otro.
Melanie Klein -entre otras cosas- nos ha permitido
abordar una etapa vitalmente importante de la re]ación entre
el niño y la madre, la etapa en que se adquiere capacidad para
la preocupación por el otro; esta a u tora también llamó la
atención sobre los mecanismos que caracterizan la infancia
más temprana, en los cuales el objeto o el sujeto mismo
quedan escindidos de un modo tal que evita la ambivalencia.
Anna Freud ayudó a clarificar los mecanismos de defensa del
yo. La obra de varios analistas,. principalmente norteameri-
canos, nos ha conducido al estudio, no sirnplemen te de ]os
mecanismos característicos de la infancia más temprana,

151
sino del niño pequeñoJ del niño como persona que depende del
cuidado. Yo mismo he desempeñado algún pape] en el in ten to
tendiente a describir las fases más tempranas en que el
infante está fusionado con )a madre, y (en virtud de un
mecanismo complejo y precario) emerge y se ve obligado a
abordar relaciones con objetos que no forman parte del se lf.
Todos es tos desarro) los hacen que el es tu dio de t psicoanálisis
sea muy estimulante y significativo para los investigadores
de los trastornos mentales y su prevención.

Diagnóstico

El psi coa ná lisis como tratamiento no puede descri bj rse sin


hacer referencia a! diagnóstico. Et encuadre psicoanalítico
el ásicoestá re lacionadocon e) diagnóstico de tas psiconeu rosis J
y quizá sea conveniente hablar sol amen te de et las. Se trata
por cierto de un tema que daría material para muchas conw
ferenciasJ pero lo que se espera hoy es una exposición amplia
y sintética del psicoanálisis sea cual fuere el diagnóstico 1
inc!usoe) de normalidad. Aunque no podríamos desarroJlar el
tema en este marco, hay que subrayar que en )a técnica del
psicoanálisis existen diferencias muy grandes según sea el
niño neurótico, psicótico o antisoci a).
Para completar la idea debo agregar que )a diferencia entre
el njño y el adulto consiste en que el primero suele jugar,. más
bien que hablar. Peroestadiferenciacarececasi completamente
de importancia, y sin duda algunos adultos dibujan o juegan.

La transferencía
Es una característica del psicoanálisis que el analista no
desaproveche el va lioso ma terí al que surge par a su an á1isis
en )os términos de la relación emociona) entre profesional y
paciente. En la transferencia inconsciente aparecen muestras
de la pauta persona I de la vida emocional o !a realidad
psíquica d2! paciente. El analista aprende a detectar esos

152
fenómenos de transferencia inconsciente,, y utilizando los
indicios que le proporciona el paciente puede interpretar lo
que ya está maduro para la aceptación consciente en una
determinada sesión. lEI trabajo más fructífero es el que se
real iza en los términos de la transferenciaJ ;: _ ·\. -,- :
Puede ser útil que aquí nos consagremos a describir la
transferencia tal como ella a parece característicamente en el
período de latencia.

LA TECNICA PSICOANALITICA ADAPTADA


AL NIÑO EN LA LATENCIA

Ahora es necesario considerar los rasgos peculiares del


psicoanálisis cuando esta forma de tratamiento se adapta al
grupo de edad que estamos considerando. Por lo general se
admite que el grupo de edad que más satisfacciones le da al
analista -en especial al analista principian te- es el primer
gru pot en el que e] niño tiene dosJ tres o cuatro años. Después
de la superación del complejo de Edipo, se desarrollan defensas
enormes.

La naturaleza de la latencia
Aún no hay seguridad en cuanto a lo que constituye e]
período de latencia. Biológicamente habría que suponer que
en esos pocos años, entre los se is y los diez) cesa el desarrollo
del instinto,. de modo que por el momento el nifto queda con
una vida instintiva basad a en sus desarrollos del pe río do
anterior. Los cambios se reanudarán en la pu bertad y una vez
1

más el nifto tendrá que organizarse contra un estado alterado


de las cosas; tendrá que es ta r alerta ante nuevas angustias)
sentir la excitación de nuevas experienciast de nuevas satis-
facciones gozosas y de nuevos grados de satisfacción.
Del periodo de latencia pueden decirse muchas cosas,. pero
lo que parece perfectamente claro es que en él existen grandes
defensas organizadas y sostenidas. En este punto coinciden

153
las dos grandes autoras que trataron el tema: Me]aníe KJeín
y Anna Freud. En su capítulo dedicado a] período de ]atencia
en The PsychoTAnalysis of Children (1932), Me]anie Kleín
empieza por referirse a las dificultades especiales de este
período. "A diferencia del niño pequeño -dice-, cuya viva
imaginación y angustia aguda nos permiten una visión
intuitiva más fácil de su inconsciente y un contacto más fácíl
con él, eUos (los niños en Ja latencia) tienen una vida imagi-
nativa muy ]imí tada ~ concordante con 1a fuerte tendencia a la
reflexión característica de su edad; mientras tanto, en com-
paración con ]a persona ad u 1ta su yo es todavía s ubdesarro---
llado y no comprenden que están enfermos ni quieren ser
curados, de modo que no tienen ningún incentivo para iniciar
e] análísis ni ningún estímulo para continuarlo.~
E] líbro de Anna Freud titulado The Psycho~Analytical
Treatment of Children ( 1946) aborda en el primer capítulo ]a
discusión de una fase introductoriat necesaria en e] análisis
de niños. De ]os ejemplos proporcionados surge que Anna
Freud se refiere pri nci palmen te a los ni ñas en período de
latencia, aunque no exc]usivamente a ellos.
Al leer estos dos 1ibros, de un a ínfi ni ta riqueza y plenos de
una experie ncí a c] ín ica digna de envidia, pueden ad vertí rse
semejanzas o díferencias. Las semejanzas existen sin duda y
tienen que ver con la cuestión de ]a técnica modificada
necesaria para el niño en la Ia tencia. Lo que no que da e] aro es
que muchas de las diferencias se refieren a] diagnóstico.
Con respecto a las otras diferencias ~y son éstas las que
queremos estudiar- advertímos inmediata mente que para
Me]aníe Klein es adecuado ínterpretar los conflictos incons-
Qientes y los fenómenos de la transferencia a medida que
surgen l y establecer con el niño un a relación basada en 1a
confianza que generan esas ínterpretaciones; en cambio,
Anna Freud tiende a construir una relación con e] nino en el
nivel consciente, y describe de qué modo llega gradualmente
al trabajo del aná]isis con la cooperación consciente del
paciente. Se trata en gran medida de una diferencia tocante
a la cooperación consciente o inconsciente.
Me parece que es posible que se exageren estas diferencías~

154
aunque ellas pueden ser bastante reales en ciertos casos. En
mi opiniónJ cuanto más pronto el analista interprete el incons-
ciente, mejor, porque esto orienta al niño hacia el tratamiento
analítico, y el primer ali vio sin duda le proporciona la primera
indicación de que puede obtener algo del análisis. Por otro
lado, en las etapas iniciales se puede perder a pacientes que
están en la latencia por no haber obtenido su cooperación
consciente. Podríamos pasar a los padres la tarea de introducir
al niño en la comprensión intelectual de la necesidad del
tratamiento, y de este modo eludir la responsabilidad por la
fase introductoria del análisí s. Pero el modo como los padres
o los encargados del niño le den una idea de lo que ha de
esperarse de la sesión diaria de trata míen to puede establecer
diferenciasconsiderables.AnnaFreud asume deliberadamente
la carga de explicarle al ni.no lo que está sucediendo y Melanie
Klein deja esa función en las manos de quienes crían a la
criatura, confiando en poder actuar ella misma sin explica-
ciones en el nivel consciente, gracias a la obtención rápida de
la cooperación inconsciente, esto es, la cooperación basada en
el trabajo del análisis.
Tenemos que abordar la situación tal como la encontramos
en cada uno de los casos que tratemos. Cuando el nifto es muy
inteligente, necesitamos hablar le a su inteligencia, nutrirla.
A veces constituye una complicación el hecho de que se trabaje
con un niño que siente que algo sucede, pero no comprende
intelectualmente de qué se trata. En todo caso, es una lástima
desaprovechar la comprensión intelectual del nino, que puede
ser un aliado muy poderoso, aunque, desde luego, en ciertos
casos los procesos intelectuales sirven como defensas, y difi-
cultan el análisis.
Hasta cierto punto, de nuevo est.amos refiriéndonos al
diagnóstico. Cuando hay una angustia de intensidad psicótica,
existe una gran necesidad de ayuda,y la ayuda debe prestarse
de inmediato; aún así, es posible satisfacer al intelecto. Pienso
en este momento en un niiio de diez años~ Cuando yo entraba
en la habitación en que lo conocí, él estaba diciéndole a la
madre: "Pero tú no entiendes, no es la pesadilla lo que temo;
el problema es que tengo una pesadilla mientras estoy des~

155
pie rto ". Con esas pal abras el niño proporcíonaba una descri p~
ción veraz de su enfermedad, y pude partir de ese punto!
trabajando con su fino íntelecto y también interpretando en
todos los ni veles, incluso e I más profundo.
Al tratar de ordenar las diversas opiniones expresadas y lo
que yo personalmente sien to, siento deseos de citar a Berta
Bornstein, quien en su escrito ~on Latency" ( 1951) comí enza
diciendo: ~Desde el punto de vista de la capacidad intelectual
del nino en la latencia, podríamos es pera r que asocie Iibre~
menteL Los factores responsables de que no lo haga crean una
lím i tación general del análisis de níños. Hay varias razones
de esta incapacidad para asociar. Además de las que conoce-
mos bíen, sólo mencíonaré una que no se ha subrayado
todavía: el niño experimenta la asociación libre como una
amenaza particular a la organización de su yo" {la bastardilla
es mía).
Considero que este modo de ver el período de latencia es
muy útil. No tengo tiempo aquí para referirme a su dívísión
en fases, que realiza Berta Bornsteín. Pero en términos
generales parece importante que comprendamos en el trata~
miento de niftos de esta edad que ellos han logrado un grado
de cordura y abandonado el proceso primario. El desempeño
de su yo no debe serviolentador El mismo capítulo termína con
las palabras siguientes: "En el análisis de la latencía hay que
poner el máximo cuidado en fortalecer las estructuras débiles
y modificar las que interfieren el desa rro 11 o nonnaL La
selección del material para la interpretación y la forma de la
interpretación en sí deben articularse para servir esos fines".
Por esta razón cooperamos con el niño en todo tipo de actí ví-
dades, mientras recogemos material para la interpretación
mutativa.
Berta Bornstei n también se refiere al "'-ideal de la latencia"
de Freud ( 1905a), es decir, a la defensa exitosa contra las
demandas instintivas.
Pienso en un cuaderno de ejercicios que tengo en mi poder.
Cada página de este cuaderno representa un trabajo muy
constructivo realizado por una niña durante el período de
latencia. El suyo era uno de esos casos difíciles en los cuales

156
puede decirse que casi el único síntoma es la enuresis noc-
turna. Detrás de él había un trastorno del carácter que
ca]zaba perfectamente con la represión homosexual de la
madre. Este cuaderno de ejercicios está. compuesto principal-
mente por dibujos muy bien realizados al pe.steL El análisis
me resultaba extremadamente aburrido. La niña parecía
tachanner De los aproximadamente cincuenta dibujos, só]o
dos o tres, que estaban hacia la mitad del cuaderno, perdían
la característica de defensa organizada. Esos dos o tres
dibujos presentaban todo tipo de ruinas, una confusión y un
revo]tijo, desintegración; en uno de ellos un objeto semejan te
a un seno aparecía corta.do con tijeras y separado entre las
hojas. Hay sadismo ora], y también incontinencia y una
fantasía de incontinencia. Si esta paciente hubiera tenido tres
años de edad habría sido mucho más fácil llegar a la niña
incontinente o desintegrada, pero como pertenecía a] grupo en
la latencia, tenía que contentarme con ]legar a una ilustración
de su locura oculta. Mientras que un niño pequeño suele ser
--ioco:n y no obstan te sano, porque quienes lo cuidan Jo contro-
lan naturalmente, un niño en la ]atencia que está "loco"tiene
una enfermedad muy grave y necesita atención especializada.
Lo que yo haré es un desarrollo del tema aceptado de] período
de latencia como el período en el cual el yo~ por así decirlo,
entra en posesión de sus fuerOSr En la salud,. el ni.fto en
latencia no se ve forzado a ceder ante las exigencias del el101
aunque los impulsos del ello conservan su fuerza y aparecen
de todas maneras en fonnas indirectas.
Entre todo lo que puede decirse, opto por enunciar aquí que
en el período de latencia:
{1) El niño está en cierto sentido solo, aunque necesitado de
la compañía de otros que se encuentran en una posición
similar. Las relaciones entre los niños sanos que se encuen-
tran en la latencia pueden ser íntimas durante periodos
prolongados, sin sexualizarse en un sentido manifiesto. El
simbolismo sexual se mantiene. Los elementos sexuales
manifiestos de los niños deprivados perturban el juego y la
relacionalidad de] yo.
(2) El niño en la latencia está preparado para introyectar

157
pero no para incorporar; está preparado para absorber ele. .
mentas totales de las personas elegidas pero no para comer o
ser comido, ni para fusionarse en una relación íntima que
involucre e] instín toT
(3) El níño en la latencia es un especialista en la exhíbicíón
de fenómenos externos sin quedar directamente involucrado
en la vida plena. La persistencía de fase de la latencía puede
reflejarse en la capacidad del adulto para el rendimiento
de] yo a expensas de la ]ibertad del e Ho.
( 4) En estafase la cordura es esencial; el níño que no puede
conservarla está muy enfermo desde e] punto de vista clínico.
La organización del yo porta el impulso, que tanto antes como
después es en parte llevado por el ello.

El momento de interpretar

Creo que el momento correcto para la interpretacíón es lo


antes posible, es decir J el primer momento en que el material
aclara la que hay que interpretar~ Pero yo soy económíco en
mis interpretaciones,. y si no estoy seguro de que hay que
interpretar, no vacilo en ganar tiempo. A] ganar tiempo me
encuentro en un a fase introductoria y pre para toria J jugando,
construyendo con el niño~ o simplemente borrado~ desperdi~
ciadoT
No obstante, sólo me interesa una cosa: la búsqueda de una
clave que haga posible la interpretacíón apropíada en el
momento~ la interpretación que genera un cambio de énfasis
en la transferencia ínconsciente.
Es posible que un enunciado corno este encuentre una
aceptación general. Algunos analistas son más rápídos que
otros para recoger ia claveJ y en este trabajo hay lugar para
unos y para otros. Lo que le importa al paciente no es tanto la
exactitud de la in terpretac íón como la disposición del anal is ta
a ayudar~ ]a capacidad del analista para identificarse con e]
paciente y creer en Jo necesario 1 y para satísfacer la necesidad
en cuanto ésta es índícada verbal mente o por medio de]
lenguaje no verba] o preverbal.

158
El final del tratamiento
Finalmente les pediré que consideren la terminación del
análisis. Desde luego,. siempre es necesario pensar en los
términos del caso y el diagnóstico individuales, pero podemos
decir algo que tiene significación ge ne ra 1. En e 1análisis de los
ni nos peq uenos, el analista es consi derab lernen te ayudado
por los enormes cambios que se producen naturalmente a los
cinco, seis o siete años de edad. Cuando el análisis está
terminado,. ocurren esos procesos que, sin duda, el éxito del
tratamiento puede facilitar. De este modo,. toda mejoría debi~
da al análisis se ve acentuada por el curso natural de los
a con teci mien tos. Especialmente en relación con Ia social iza-
ción del niño, quienes lo cuidan suelen quedar satisfechos con
el resultado, porque el niño pierde el carácter salvaje y
variable de la época de la prelatencia,. y es más feliz en los
grupoSr En contraste" el análisis en la latencia tiende a ter-
minar en un momento muy delicado.
Se ría interesan te que este tema se di scu ti era. Lo tí pico es
que el análisis esté terminado cuando el niño tiene once o doce
años y aparecen las complicaciones de la prepubertad y la
pubertad en sí. Tal vez sea aconsejable planificar los análisis
de un modo que concluyan antes de la iniciación de la pubertad"
o bien para que continúen duran te los primeros anos de los
nuevos desarrollos~ Quizás algunos a na lista s., al seguir es te
último curso de acción" vean a sus pacientes a intervalos
relativamente largos, se mantengan en contacto con ellos y no
descarten que serán necesarios cinco veces por semana en
ciertos períodos de la época de la pubertad. Además de 1os
cambios reales, es muy probable que en la pubertad haya
inciden tes,. amista des traumáticas, grand es pasiones, se•
ducciones" angustias masturbatorias, que Heven a la exaw
cerbación de las defensas o a la angustia franca.
Surge entonces una pregunta: ¿cuál es el lugar del análisis
limitado a la época de la latencia" por ejemplo, de los seis a los
diez años? ¿Hasta qué punto durante este período de relativa
calma en el rn un do i ns ti n ti vo puede pretender el analista que
conoce al niño? ¿En qué medida puede deducir el analista,. a

159
partir de 1o que sucede en ese análisis, cómo era e 1 niño a los
tres años o predecir cómo será a los trece? No estoy seguro de
las respuestas a estos interrogantes, pero sé que yo mismo me
he engañado haciendo a veces un pronóstico demasiado
1

favorable y otras no lo suficientemente favorable. Tal vez sea


más fácil saber qué hacer cuando el niño está enfermo, porque
entonces la enfermedad obvia domina la escena y no se
considera que el tratamiento haya terminado mientras esa
enfermedad subsista. Cuando el niiío está relativamente
bien, un padre no lleva a anal izar a su hijo en la latencia por
razones tri viales.
Ningún analista puede tener un número tal de casos que le
permita abarcar todas las posibilidades, y por lo tanto nece-
sitamos reunir en un fondo común nuestras experiencias, sin
temor a hacer sugerencias que al grupo puedan parecerle
estúpidas. Cada analista acumula una experiencia altamente
especializada, sin duda rica, pero que es necesario relacionar
con las experiencias de los colegas que realizan el mismo
trabajo, aunque sea con otros niños.

160
11

LA CI.ASIFICACION:
¿HAY UNA CONTRIBUCION PSICOANALITICA
A LA CLASIFICACION PSIQUIATRICA? 1
(1959-1964)

Este capítulo intenta ser un aporte preliminar que llame la


atención sobre la importancia del tema, con la esperanza de
que conduzca a una discusión en la que tomen parte analistas
con tipos diversos de experiencia.
Antes de realizar mi propia contribución específica, en la
cual pu n tua Iizo por qué creo que el psicoan ál ísis tiene algo
que aportar a la clasificación, debo intentar un bosquejo
hístórico. Este bosquejo será inadecuado y quizás ímprecíso,
pero si omito esta tarea no tendré trasfondo para mi opinión
res pecto del efecto profundo que los recientes desarrollos
psicoanalítícos han tenido sobre nuestra actitud acerca de la
clasificación psiquiátrica. Los desarrollos recientes a los que
me refiero son el concepto de falso self, la vinculación de la
psicopatología con la deprivación y la cqmprensión de que la
psícosis se origina en una etapa en que el ser humano depende
verdaderamente de ]a provisión ambiental. Elijo estas tres
ídeas porque me han ínteresado personalmente.

BOSQUEJO HISTÓRICO

En los primeros días del psicoanálisis, a Freud le interesa•

1
Trabajo leído en un encuentro científico de la British Psycho-
Analytical Society. el 18 de marzo de 1959.

161
ron tres aspectos de la enfermedad psíquiátrica. Uno era la
conducta, la relación del paciente con la realidad. El segundo
era la formación sintomática, que Freud caracterizó como una
comunicación, concepto éste que formaba parte de su nueva
comprensión del inconsciente. El tercero era la etiología, que
Freud transformó al introducir la idea del proceso evo Iuti vo.
Freud estudió los desarrollos de la vida ínstintiva y esto lo
comprometió con la teoría de la sexualidad infantit que
finalmente condujo a la teoría de la vida instintiva pregenital
del infante humano y al concepto de los puntos de fijaciónT La
etiología del trastorno psiquiátrico exigía entonces que el
clínico se interesara en la anam nesis. De este modo. los
psicoanalistas se convirtieron en los pioneros de Ia an amnesis
psiquiátrica:i-y fueron ellos quienes reconocieron que su parte
más importante deriva del material al que se llega en el curso
de la psicoterapia.
Según una clasificación basada en esas áreas de interés
que Freud abarcó en los primeros anos de su trabajoJ los
pacientes eran ps ícóticos o histéricos. Diré al pasar que Freud
siempre se interesó en los factores constitucionales.
A comienzos de la segunda década del siglo, Freud empezó
a desarrollar su concepción .estructural del a personalidad. El
yo, el ello y la censura fueron conceptos que condujeron a un
estudio más claro del conflicto intrapsíquíco, y el equilibrio
intrapsíquico se consideró una prueba de defensa exitosa. Se
volvieron significativos tanto la calidad como la cantidad de
los procesos del yo. Finalmente se formuló el concepto de
superyó, considerado al principio un resultado de intro-
yecciones e identificaciones masivas que databan del período
de los dos a los cinco años y del momento de mayor despliegue
del complejo de Edipo. La historia del desarrollo instíntivo
pregenital condujo a una elaboración de la idea de la regresión
a puntos de fijación. Los puntos de fijación eran puntos de
origen de tipos de enfermedad. Indicaban que la angustia
(siendo in tolerable) había involucrado al individuo en Ia
organización de defensas de grado o tipo patológico, con el
resultado de un entorpecimiento del progreso del desarrollo
instintivo. La clasificación se relacionó con esos puntos de

162
fijación, así como con ]os mecanismos de defensa del yo, que
iban a ser descriptos exhaustivamente en términos psico--
anal íticos por Anna Freud ( 1936). En el centro de todo esto
están ]a angustia de castración y el complejo de Edipo+ Los
trastornos son las psiconeurosis.
Ya Freud había introducido la idea de la dependencia
(amor objeta) anaclítico) (Freud, 1914) y la cuestión de la
debilidad y la fuerza de] yo se volvió significativa en la
metapsico]ogfa psicoanalítica. De este modo se encontró un
]en guaje para la descripción de los casos fronterizos y los
trastornos del carácter. En todo momento se consideró que los
elementos narcisistas del paciente constituían indicaciones
de un trastorno del yo que hacía improbable la eficacia del
psicoanálisis,. a ca usa de] debi lítamien to de la capacidad de]
paciente para el des a rro] ]o de una neurosis de transferencia
(Freud, 1937 ).
Gradualmente y con e] curso del tiempo, el estudio de la
psicosis empezó a tener más sentido. Ferenczi (1931) reaJizó
un a porte significativo al considerar e] análisis frustrado de
un paciente con trastorno del carácter no simplemente como
una falJ a de la selección si no como una deficiencia de la
J

técnica analítica. La idea implícita era que el psicoanálisis


podía aprender a adaptar su técnica al trastorno de] carácter
oal caso fronterizo sin convertirse en manejo y, por cierto, sin
perder el rótu]o de psicoaná.Jisis. Fina]mente~ Melanie Klein
( 193 2, 1948) realizó su a porte específico demostrando que en
e 1análisis de nin.os debían encontrarse trastornos psicóticos,
y que éstos podían abordarse con una técnica adecuada, de
modo que para ella el fracaso del tratamiento de las manifes . .
tacíones psicóticas en la infancia significaba, lo mismo que
para Ferenczi, una falla de la técnica y no de la selección~
Entonces empezó a ampliarse el concepto de encuadre del
análisis. Ya Aichhorn ( 1925) había demostrado la necesídad
de realizar adaptaciones técnicas especiales cuando el pacien-
te era un caso antisocia]. Al principio el trabajo de Aichhorn
pudo haber provocado una cierta alarma, porque él actuaba
de un modo que consti t uiria un "mal análisis" en el tratamiento
de un caso de histeria o de neurosis obsesiva& Ahora puede

163
verse que Aichho:m fLe un pionero y que inició un auténtíco
movimíento hacia la adapt.ación de la técnica psicoanalítica
para satisfacer 1as necesidades del psicópata o del niño
depriv ado con tendencia an tísocíal.
Todos estos desarrollos tendían a atribuir u na importa ncía
creciente a la historía temprana de cada caso. En este punto
pareció surgir una dicotomía en los círculos psicoanalíticos.
Diría queMelaníe Klein represent.a e 1intento más vigoroso de
estudiar los procesos más tempranos del infante humano en
desarrollo con independencia del estudio del e uidado del ni ii.o.
Ella siempre ha admitido que el cuidado del niño es importan te,
pero nolo estudió especialmente. Por otra parte" hubo quienes
se interesaron en las técnicas de cuidado del niño y el infante.
Estos últímos siempre corrieron el riesgo de ser considerados
traidores a la ca usa de los procesos in ternos. La obra de la
señorita Freud y de la señora Burlingham en la Hampstead
War Nursery (Burlingham y Freud" 1944) condujo a un
desarrollo del estudio de las condiciones externas y de su
efecto. Está claro que esta dicotomía entre quienes casi
limi t.an sus investigaciones al estudio de los procesos in ternos
y quienes se interesan en el cuidado infantil es en realidad
un~ dicotomía temporaria de las discusiones psicoanalíticas
que finalmente desa pare<!erá de modo natural (cf. Hartmann,
1939; James, 1962; Kris, 1950).
Ahora vemos el yo del infante como algo que al principio
depende del auxiliar del yoJ como algo que obtiene estructura
y fuerza de un sistemaaltamentecomplejoy sutil de adaptación
a ]as necesidades, siendo esta adaptación proporcionada por
la madre o figura materna. Percibimos asimísmo el interesante
proceso de la absorción en el niño individual de los elementos
del cuidado, elementos que pueden denominarse ~auxiliares
del yo... La relación entre esta absorción del ambíente y los
procesos in troyecti vos con los que ya estamos fa mília ríza dos
es de sumo interés. A todo esto lo acompaña un estudio de los
mecanismos en virtud de los cuales el infante emerge de un
estado de fusión con la madre, proceso que exige en esta
última una capacídad para odíar, no menos que para amaL
En la teoría del desarrollo emocional del n iñ 0 el esta bl eci-
1

164
miento gradual del individuo como persona separada pasa a
ser una cuestión de importancia esencial, y éstos son los
temas de la investigación actua 1. La clasificación será inevi-
tablemente afectada por esas formulaciones teóricasr
Como resultado de estos nuevos desarrol1ost en las condi-
ciones clínicas vemos el narcisismo bajo una nueva luz.. Es
como si" al considerar Ia enfermedad narcisista, el clínico
pudiera quedar cautivado por el ambiente absorbido o
internalízado y confundirlo (amenos que esté bien preparado)
con el individuoreal, que de hecho está oculto y es secretamente
amado y cuidado por el self dentro del self Lo que está oculto
es el verdadero indi vi duor
Estos desarrollos conducen a una reconsideración de otros
conceptos. El concepto del instinto de muerte parece simple-
mente desaparecer por innecesario . La agresión se ve más
como _prueba de vida. En condiciones favorables, se proouce la
fusión de los impulsos eróticos y de la motilidad, y entonces se
vue] ve aplicable la expresión "sadismo oral'\ seguida por
todos los desarrollos de este tema. A esto lo acompaiía el deseo
de Ia madre de ser comida imaginariamente. La falla de la
fusión o su pérdida produce en el individuo un elemento
potencial de pura destructividad (es decir, sin sentimiento de
culpa), pero incluso esta destructividad sigue siendo u na
cuerda salvadora, en el sentido de que constituye la base de
relaciones objetales que el paciente siente como reales~
La fusión de las dos raíces de los impulsos instínti vos ( la
agresiva y la erótica) es pro pi a de una etapa del desarrollo del
infante en la que existe una dependencia muy grande. No hay
ninguna posibilidad de que un infante" cuyo ambiente esté
insuficientemente adaptado a sus necesidades al principio de
su vida, llegue a un estado de fusión de la agresividad (que
hace que las re Iaciones objetales se sien tan reales, y a Ios
objetos los hace externos al sel f) y los deseos eróticos (que
aportan capacidad para la satisfacción libidinal).
Además, en la metapsicología psicoanalítica el concepto de
regresión ha cambiado de significado. Durante muchos años
este términoim plica ha un retorno a fases anteriores de la vida
instintiva, y había regresión a un punto de fijación. Esto es

165
propio de la concepción de los elementos instintivos primiti-
vos de) individuo en la cual el cuidado del niño se da por
presupuesto. En el estudio del infante real ya no es posible no
tomar en cuenta el ambiente, de modo que al hablar de un
infante real debemos referirnos a la dependencia y a la
naturaleza del ambiente. Por lo tan to, el término regresión
tiene ahora una aplicación clínica en la regresión a la de-
pendencia. Se trata de la tendencia al restablecimiento de la
dependencia, y en consecuencia el co m portam ien to del am 9

bien te pasa a ser algo que no puede ignorarse cuando se usa


la palabra regresión. Esta palabra sigue conteníendo la idea
de regresión al proceso primario. Ahora la tendencia a la
regresión es vista como parte de la capacidad del individuo
para prod ucír su autocuración. Representa una indicación del
paciente al analista acerca de cómo debe comportarse este
último, más bien que acerca de cómG debe interpretar al
paciente~ Con este tema está asociado el hecho clínico de la
a utocuración por medio de un proceso de regresión que se
encuentra con mucha frecuencia fuera del tratamiento
p sicoan alí ti co_
La psicosis ya no ha de atribuirse a una reacción a la
angustia asocíada con el complejo de Edipo, nia una regresión
a un punto de fijación, nisela vincula específicamente con una
posición del proceso del desarroHo instintivo-individual. En
1ugar de el lo puede postularse que 1a tendencia regresiva de
un caso psicótico es parte de la comunicación del individuo
enfermo, comunicación que el analista puede comprender del
mismo modo que en tiende como comunicación e) síntoma
histérico. La regresión representa la esperanza del individuo
psicótico de que puedan revivirse ciertos aspectos del ambien-
te que originariamente fallaron, pero revivirlos de un modo
tal que en lugar de fallar en su función de desarrollar y
madurar la tendencia heredada 1 esa vez tengan éxito.
En el curso de la vasta expansión de la teoría que he
bosquejado se produjo un desarrollo que le permitió al clínico
empezar a relacionar el trastorno del estado de ánimo con el
esquema general de la met.apsicología psicoanalítica. Las
primeras formulaciones habían hecho posible definir la salud 1

166
~n términos negativos, como ausencia de defensa rígida o
como ausencia de fijaciones~ y en términos positivos como una
cuestión de fuerza del yo. Ahora aparecía algo que por primera
vez le permitía a la metapsicología psicoanalítica hablar del
ualor en la persona1idad. Esto sucedió en virtud de1 desarrollo
por Freud de una idea de Abraham en "Duelo y me]anco1ía '\
y de la elaboración de este tema por K1ein. El trastorno
afectivo empezó a ocupar su 1ugar, y se a11anó el camino para
un enunciado de la relación entre la depresión y la preocupacíón
por el otro. En este punto l\.1elanie Klein realizó su aporte más
significativo, enriqueciendo nuestras ideas del superyó] e
introduciendo el concepto de elementos superyoicos primiti-
vos derivados de la vida instintiva del infante. Tales elementos
superyoicos se originan antes de la fase del pleno desarrollo
del complejo de Edipo, o de las am bívalencías asociadas con
las interrelaciones entre tres personalidades "totales''.
No es éste el lugar adecuado para insistir en las importantes
elaboraciones metapsícológicas que se desprendieron de este
trabajo de Melanie Kleín} que relaciona las fuerz:as conflictivas
que operan dentro del self con la vida instintiva, por una
parte, y por la otra las pautas de defensa que se organizan
dentro del self con el estado de ánimo. A continuación hay una
vasta ampliación de ia comprensión de las representaciones
de la realidad psíquíca interior de un indíviduo en su vida
mentaL
La obra de Melanie Klein ha modificado la clasificación
psiquiátrica al separar dos tipos de depresión. Un tipo re-
presenta el logro de un desarrollo emoc1onal casi sinónimo de
la adquisición de la capacidad para ser responsa ble, o para
ex peri mentar sentimiento de culpa, y el otro (con desper-
sonalización y otros rasgos que podrían denominarse ~Jes•
1
quizoides' representa una falla iniciada en una etapa tem-
}

prana1 antes del establecimiento de io que 1-1elanie KJ.ein


liama [(la posición depresiva" en e) desarro11o emocional.
Este trabajo nos orienta na tura] mente hacia 1a hipomanía
como expresión clínica de la defensa maníaca 1 negación de la
depresión que es un hecho y también hacia la oscilacíón
1

maníaco~depresi va, que implica una disocíación en el pacien-

167
te entre el con trol de Ja agresión no fusionada y de los
elementos omnipotentes introyectados~ y la posesión por esos
elementos.
Sobre la base de este enunciado es posible echar una
mirada al amplio tema de la clasificación hoy en día.

LA PSICONEUROSIS Y LA PSICOSIS

Es probable que exista acuerdo general entre los analistas


en cuanto a que vale la pena utilizar las dos palabras:
psiconeurosis y psicosis 2 • Esta es una el asificación simple de
todos los trastornos mental es.
Desde luego, me refiero a los trastornos del desarrollo
emocional, y no a enfermedades tales como el defecto mental
primario, los estados posencefalíticos, la arteriosclerosis ce~
rebral, 1a parálisis genera 1, etcétera, etcétera. Don de hay
enfermedad o trastorno del cerebro en sí aparece naturalmen-
te un desorden secundario de la personalidad, pero no hay
razones para que en estacomunicación preliminarincluyamos
esas complicaciones. Son los psi coa na 1is tas quienes han
presentado y desarrollado la teoría de la génesis psíquica de
las psiconeurosis y las psicosis; tal vez habría que decir que
han re tenido algunas de las concepciones del tras torno mental
prevalecientes antes de Ias ideas más mecanicistas que llegaron
a su punto culmínante hace medio siglo y que todavía domi-
nan en general en la psiquiatría no analítica.
Para el analista., el término "'psiconeurosis" implica que
cuando el paciente era infante y nino llegó a cierta etapa de
desarroUo emocional, y que, habiendo alcanzado la primacía
genital y la etapa del complejo de Ed i p 01 se organiza ron
ciertas defensas contra laangustiadecastración. Esas defensas
constituyen la enfermedad psiconeurótica, y el grado de

2 En este con texto, excluyo deliberadamente las uneurosis actua ~


les~.

168
enfermedad se refleja en el grado de rigidez de la defensa.
Esta es desde luego una simplificación grosera, pero los
psicoan al is tas han descubierto que la angustia de castración
es esencial en la enfermedad psiconeurótica, aunque se reco-
noce que la pauta de dicha enfermedad varíl!-en función de las
experiencias pre genitales del in dividuo. Cuando se encuentra
como rasgo importan te la angustia de aniquilación, y no la
angustia-de castración, en general el psicoanalista considera
que e] diagnóstico no es psiconeurosis si no psicosis. En alguna
medida se trata de que la amenaza apunte a] objeto parcia] o
al objeto total.
Los diversos tipos de enfermedad psiconeurótica pueden
agruparse del mejor modo en torno a los tipos de defensa,
entre los cuales la represión es el central. No voy a enumerar-
los. Tal ca mo nosotros lo enseñamos, el psicoanálisis se basa
primordialmente en e1 tratamiento de la psiconeu ro sis, y
tratamos de elegir para presentar ante nuestros alumnos
casos adecuados a este tipo de enseñanza, aunque reconoce-
mos que, incluso con la mejor selección posible, algunos de
estos pacientes tendrán perturbaciones más profundas (es
decir que en ]a calidad de Ia angustia o como trastorno de 1
estado de ánimo aparece sobre todo la depresión).
La psicología de 1a psicon euros is conduce inmediatamente
al estudioso al inconscientereprimidoyala vida instintiva del
individuo. Esta vida ins tin tiv a tiene que ser considerada
tanto en los términos de las funciones corporales como de 1a
elaboración imaginaria de dichas funcíones. (Por ~instintivo"
en ten demos lo que Freud denominaba "sexual", es decir, ]a
gama total de las excitaciones locales y generales que carac-
terizan Ia vida animal; en la experiencia de el] as hay un
período de preparación, un acto con clímax y un a secuela~)
Continuar con este tema nos ]levaría a repetir una gran
parte de la teoría freudiana elásica. El empleo del término
psiconeurosis implica que la personalidad del individuo está
intacta, o que, en términos de desarrollo 1 fue construida y está
siendo mantenida, y que no ha sufrido mengua alguna la
capacidad par a relacionarse con los objetos. (También implica
que el carácter del individuo no está marcadamente dis-

169
to rsíon ado por el resentí miento o por ten d encías psicopá ticas
más organizadas.)
Prescindiendo por el momento del trastorno del estado de
ánimo, me referiré a la psicosis 3 para llegar a los puntos de
contraste.
El ténnino "psicosis" implíca que, como infante, el indívi~
duo no llegó al grado de salud personal que le da sentído al
concepto de comp]ejo de Edipo, o bien que I a organ1zación de
la personalidad tenía debílidades que se revelaron cuando
llegó a su límite máximo la tensión del complejo de Edipo. Se
verá que entre es te segundo tipo de psicosis y ia ps iconeurosis
existe una línea demarcatoria muy tenue. En el extremo del
primer tipo de psicosís, la semejanza con la psiconeurosis es
muy pequeña, puesto que nunca se ha alcanzado una fase
significatíva del Eclipo y la angustia de castración nunca
representó una amenaza importante para una personalidad
intacta.
En algunos casos de psicosis clínica lo que vernos representa
un colapso de las defensas; quizá se emplacen otras nuevas de
un tipo aún más primitivo, pero el cuadro clínico está domina-
do por el derrumbe de las defensas en todo caso temporario;
1

esto es lo que comúnmente se entíende por colapso mental: las


defensas se han vuelto insatisfactorías y el paciente tiene que
ser cuidado mientras se organizan otras nuevas." En la or-
ganización de las defensas el individuo es afectado por factores
ambienta les de todo tipo y también las tendencias heredi ta-

-' Comprendo que la palabra "psícosis" presenta dificultades de


todo tipo. En e ie rto sentido estoy así g nán dole un significado, cuando
son muchos ]os que querrían que este ténnino fuera definíti-vamente
abandonado. No obsta.nte, sugiero que todavía le queda un uso:
designar el trastorno emocional no íncluido en las palabras
""psíconeurosis'" o "depresión neurótica!I'/. Sé muy bíen que en psi-
quíat ría el termino psícosis se utiliza para describir diversos síntomas
que tienen base fisica. Esta es una fuente más de con fu s ¡ón. No
obstante~ no veo que ganemos nada inventando una nueva palabra.
4
Ve ase otra referencia al tema del colapso rnen tal al fina 1de este
capítu]o.

170
rias pueden a veces tener alguna importancia específica.
Detrás de todo colapso mental hay teóricamente un estado de
caos, pero el colapso completo debe de ser muy poco frecuente
en la clínica" aunque no imposible; lo indicaría un cambio
irreversible desde el crecimiento personal hacia la frag-
men taciónr
Así como el estudio de las psicone urosis conduce al estudio-
so al complejo de Edi po y a Ias situaciones tTia ngula res que
culminan en el niño en la edad del deambulador y de nuevo en
la adolescencia, el estudio de la psicosís lleva al investigador
a las etapas más tempranas de la vida del infante, que
suponen la relación infante~madre, puesto que ningún infante
puede desarrollarse fuera de esa relación. (Esto involucra la
idea de una dependencia anterior al funcionamiento de los
mecanismos de proyección e introyección~)

COMENTARIO GENERAL

Probablemente la contribución más importante del psi-


ca análisis a la psiquiatría y a Ia clasificación psiqu iá tri ca ha
sido la destrucción de la antigua idea de las entidades patoló . .
gícas. En cuan to a esto, el psícoa nalis ta está exactamente en
el polo o puesto del tipo de psíq uia tra que ere e que existe una
enfermedad, la esquizofrenía, y otra enfermedad, ]a psicosis
maníaco-depresivat y así sucesívamente (cf. Menninger y
otrost 1963).
El psicoanalista" como ya he dicho" puede ser considerado
un especialista en tomar 1a historia. Es cierto que esta toma
de la historia es un proceso con muchos recovecos. La des.-.
cri pción de un caso psicoanal ítíco consiste en un a serie de
historiast en una presentación de diferentes versiones, orde-
nadas en capas que representan etapas sucesivas de revela-
ción. El analista tiene una visión del trastorno mental muy
diferente de la del psiquíatraque realíza el examen cuidadoso
del paciente en cierto momento de la historia, como por

171
ejemplo cuando ha habido un derrumbe o se ha producido la
hospitalización.
Un determinado desorden puede rastrearse en el paciente
desde la infancia a través de la adolescencia y la vi da adulta
temprana y tardía, viendo de qué modo se ha producido la
transmutación a lo largo de la línea que vincula un tipo de
trastorno con otro. De modo que al analista no le sirve
ninguna idea adquirida en su educación psiquiátrica formal
en cuanto a la existencia de enfermedades psiquiátricas
definidas. De hecho,. en el curso de su trabajo, le resulta
evidente que e I diagnóstico psiquiátrico represen ta un esfuer-
zo tremendo por lograr lo imposible; para él. el diagnóstico no
sólo va aclarándose a medida que avanza e! análisis,. sino que
también se modifica. En una histérica puede revelarse una
esquizofrenia subyacente; un esquizoide puede resultar ser el
miembro sano de un grupo familiar enfermo, y un obsesivo
q u i:zá sea un depresivo.
Los psicoanalistas experimentados concordarán en que
hay una gradación que partiendo de la normalidad no sólo
llega a la psiconeurosis sino también hasta la psicosis; la
es trecha vinculación entre normalidad y de presión ya ha sido
subrayada. Quizá sea cierto que entre la normalidad y la
psicosis exista un vinculo más estrecho que entre la norma•
lidad y la psiconeu ro sis; es decir,. en ciertos aspectos. Por
ejemplo. el artista tiene capacidad y coraje para tomar contacto
con procesos pri mi ti vos que el psiconeurótico no alcanza,. y
que las personas sanas tal vez pasen por altoJ para su propio
empobrecimiento.

SUGERENCIAS POSITIVAS

Puedo ahora abordar las sugerencias positivas que deseo


aportar a la discusión de esta etapa preliminar. Quede bien
entendido que reconozco el valor inmenso de tas clasificacio-
nes psiquiátricas clásicas.
Lo que me interesa es el efecto sobre la clasificación de
algunas de las ideas más nuevas (¿o acaso son ideas viejas con

172
nuevos énfasis, o envueltas en un nuevo lenguaje?). Escogeré
temas que he estudiado personalmente y que he tratado de
dilucidar en diversos artículos. Estas mismas ideas han sido
introducidas independientemente en la literatura por otros
analistast pero confundiría la cuestión si tratara de citar o
comparar los diversos términos u ti liza dos por estos otros
autores con los que he usado yo mismo. Presto atención
especial a:

(i) La idea del self verdadero y el self falso.


ii) La idea de la delincuencia y la psicopatía como deriva..
ciones de la depri vación emocional percibid a rea 1.
( i ii) La concepción c!e la psicosis como relacionada con la
privación emocional antes de que el individuo pueda
percibir la como depri vación.

(i) El sel( falso

El concepto del se I f falso (como yo lo Ilamo) no es dificil. E1


self falso se erige sobre una base de sumisión. Puede tener una
función defensiva, que es la protección del sel f verdadero.
Un principioquegobierna la vida humana puede formular-
se con las siguientes palabras: sólo el self verdadero puede
sentirse como ·real, pero e] self verdadero nunca debe ser
afectado por la realidad externa, nunca debe obedecer. Cuando
el sel f falso es explotado y tratado corno rea ll surge en el
individuo una sensación creciente de futilidad y desespera-
ción. Naturalmente, en la vída individual se producen todos
los grados de este estado de cosasl de modo que por lo común
el se If verdadero está protegido pero tiene alguna vidal y el
self falso es la actitud social. En la anormalidad extrema, es
muy fácil que el selffalso sea tomado por el real, de modo que
el rea I sufre u na amenaza de aniquilación; e1 suicidio puede
ser entonces una reafinnación de I self verdadero.
Solamente puede analizarse el sel[ verdadero. E1 psicoa-
nálisis del selffalso, un análisis dirigido a lo que no equivale
más que a un ambiente internalizadol sólo puede conducir a

173
la decepción. Tal vez haya un éxito inicial aparente. En los
ultimos años está reconociéndose que para comunicarse con el
sel f verdadero cuan do un self falso ha adquirido importancia
1

patológic.aJ es necesario que el analista provea, en primer


lugar., condiciones que le permitan al paciente pasarle la
carga del ambiente internalizado y, de tal modo, convertirse
en un infante altamente dependiente pero real~ inmaduro.
Entonces, y sólo entoncesJ puede el analista analizar al self
verdadero. Este podría ser un enunciado actualizado de la
dependencia anaclilica freudiana en la que el impulzo ins-
1

tintivo reposa sobre el de autoconservación. La dependencia


del paciente esq uizoide o fronte rizo res pecto del analista es
muy real. de modo que muchos analistas prefieren evitar esa
carga y eligen cuidadosamente a sus pacientes. Al seleccionar
los casos para el análisis, los analistas deben, por lo tantoJ
tomar en cuenta la existencia común de un self falso. La
selección le exige al clínicocapacidad para detectar la defensa
del self falso y Jsi la encuentra, el clínico tendrá que decidir si
ella puede resultar de ayuda en el análisis oes patológicamente
poderosa e indica una des ven taja inicial tan severa en el
desarrollo emociona I que ]o mejor es no considerar siquiera la
posibilidad de un psicoanálisis.
Entiendo que "se]ffalso'' es un rótulo clasificatorio valioso,
que casi nos exime de un esfuerzo diagnóstico adicional. Es en
este tipo de caso, no poco frecuente, cuando el psicoanálisis
puede ser peligroso, es decir si el analista se engañaT La
J

defensa es só Iida y puede l] ev ar con sigo un considera ble éxito


social. El síntoma para el análisis es que el paciente pide
ayuda porque se sien te irrea Io f ú ti 1, a pesar del éxito aparen te
de la defensa.
En un caso especial de este tipo, el proceso intelectual se
con vierte en la sede del se] f falso. Se desarrolla una disociación
entre la mente y el psique-soma, disociación que genera un
cuadro clínico muy reconocible. En muchos de estos casos es
probable que haya una dotación intelectual especialmente
elevada, que contribuye a generar el síntoma, aunque también
es posible que e I al to cociente in te] ectua I obtenido en el test
se a en rea Iidad consecuencia de ]a disocí ación.

174
(ii) Psicopatía

En primer lugar, debo tratar de definir la palabra


~psicopatía". Empleo aquí este término(y creo que se justifica
que lo haga) para designar una condición de delincuencia no
curada en el adultor Un delincuente es un muchacho o una
chica antisociales no curados. Un chico o una chica antisocial
es un nin.o deprivado. Un niíio deprivado es el que tuvo algo
suficientemente bueno y que después ya no lo tuvo 1 fuera
lo que fuerel y en el momento de la deprivación había sufi-
ciente crecimiento y organización del individuocomo para que
esa pérdida fuera percibida como traumática. En otras pa-
labras, en el psicópata, el delincuente y el niño antisocial hay
una lógica en la actitud implícita de que Mel ambiente me debe
algo". Personalmente creo que en todos los casos de organi-
zación antisocial ha habido un punto en el que se produjo un
cambio, cuando el individuo ya podía apreciarla. Desde luego,
esa apreciación no es por lo común consciente,. pero el punto
de la deprivación puede recordarse" a menos que se haya
perdido entre innumerables deprivaciones sucesivas.
La principal tesis al respecto es que la inadaptación y todos
los derivados de este tipo de trastorno consisten esencialmente
en una inadaptación original del ambiente al niño; esa
inadaptación no se produjo lo suficientemente temprano como
para producir psicosis. El acento está en )afaJla ambiental, la
patología reside primordialmente en e) ambiente, y sólo
secundariamente en la reacción del niño. Es lógico que la
clasificación de los delincuentes y de los psicóticos se reali •
ce en concordancia con la clasificación de la faJ la a mbien t.a.l.
Por esta razón se produce de inmediato una confusión si se
in ten ta alinear la psicopatía, la reincidencia en el delito y la
tendencia antisocial con rótulos tales como el de neu rosis)i o
11

el de "psicosis,,.
Esta idea nos conduce a:

175
(iii) La cuestíón de la psicosis y la clasificación

Si es cierto que ]os trastornos que caen bajo e] amplio


encabezamiento de 44 psicosis" (y que inc]uyen los diversos
tipos de esquizofrenia) son producidos por 1a deficiencia
ambiental en una etapa de dependencia máxima o doble>
entonces hay que adoptar la c]asificación sin dejar de tener1o
en cuenta. lJna idea de este tipo sin duda habría sorprendido
a los psicoana1istas de hace treinta añosi la mayoría de los
cua]es, al consíderar la psicosis. habria comenzado con el
supuesto de que en esa enfermedad son etiológicamente
significativos mecanismos muy primitivos. Yo digo que hoy
en día estamos acercándonos a Ia concepción de que en la
psicosis entran en ju ego y se organizan defensas muy pri-
mitivas, a causa de las anormalidades del a.1nbiente. Des-
de Juego, podemos ver en los psicóticos el funcionamiento de
los mismos mecanismos primitivos que operan también en
1
nuestros pacientes 'norma les.,, y sin duda en todas las perso~
nas. No podemos diagnosticar una enfermedad psicótica por
haber hallado mecanismos mentales primitivos. Por supues-
to! en la enfermedad psicótica encontramos defensas primi-
tivast defensas que no se habrían organizado si en ]as etapas
más tempranas de ]a dependencia casi absoluta la provisión
ambiental suficientemente buena hubiera existido realmen~
te. Puede hacerse justicia a todos los factores diciendo que los
procesos madurativos del indíviduo (que incluyen lo heredado)
requieren un ambiente facíhtador. especialmente en las etapas
muy tempranas. La falla del ambiente faci1itador genera
defectos en el desarrol1o de Ja personalidad y en el estab1eci-
miento del self individual, y el resultado se denomina
esquizofrenia. El colapso esquizofrénico es ]o inverso de ]os
procesos madurativos de la infancia más temprana.
Lo que propongo es que en un estudio de la psicosis debe
intentarse clasificar e] ambiente y ]os tipos de anorrna1idad
ambiental; también el punto deJ desarrollo del individuo en el
que gravitaron esas anormalídades. Digo también que clasi-
ficar a los individuos enfermos sobre la base de ]os cuadros
clínicos que presentan no conduce a ningún resultado útil.

176
Repito: las deficiencias ambientales que producen las psicosis
son propias de la etapa anterior a aquella en la que el
i ndi vid uo en desarrollo ya tiene conciencía de la provisión
ambiental o de su falla (cf. la tendencia antisocial). Se verá
que al tratar de datar la aparición de la psicosis me remito al
grado de dependencia del individuo, y no a su vida ínstintiva
pregeni tal 1 ni a las etapas de primacía de una u otra zona
erógena,
Aquí he desarrollado esta idea basándome en situaciones
extremas. En nuestro trabajo clínico encontramos princípal-
mente pacientes que en alguna medida o en ciertas condicío-
nes son sanos 1 pero pueden estar enfermos, de modo que es
lícito decir que nos traen su enfermedad para que la tratemos
como una madre podría traer a consulta a un hijo enfermo.

EL CONFLICTO INTRINSECO

Consíderemos ahora los factores internos:w los que nos


interesan como analistas. Salvo en el estudio de las personas
sanas1 es posible que sólo en la psiconeurosis y en la depresión
reactiva podamos acercarnos a la enfermedad verdaderamen-
te interna, la enfermedad correspondiente a un conflicto
intolerable e intrínseco de la vida y del vivir como personas
totales. Podría definirse una salud psiquiátrica relativa di-
ciendo que en la persona sana pueden rastrearse autén-
ticamente las dificultades que el individuo enfrenta hasta la
lucha intrínseca de la vida indívidual, hasta el íntento (in-
consciente) del yo por manejar al ello,y usar el impulso del ello
de la manera más plena posible en relación con la realidad.
Para mí es importante dejar esto claro, porque algunos pue-
den entender que cuando propongo un método de clasificación1
que incluye la clasificación del ambiente, estoy dejando a un
lado todos 1os logros del psicoanálisis en el es tu dio del i ndi ~
viduo.
Sin la intención de reseñar la literatura sobre el tema,
quiero referirme a losescritosde dos de mis maestros: Rickman
y Glover. Las conferencias de Rickman de 1928 ejercieron una

177
gran influencia sobre mi pensamiento, pero no sé que él haya
examinado la importancia de la dependencia.
En el libro de Edward Glover titulado On the Early
Deuelopment of Mínd (1956) hay muchas referencias a la
clasíficación, pero creo que son sólo dos las alusiones al
ambiente del tipo que yo estoy convirtiendo en un tema
principal. En la página 174 encuentro lo siguiente: "Un
instí n to que req u í ere un verda clero objeto ex temo, como por
ejemplo el pezón de la madre, es íngobernable, salvo con la
colusión del objeto real n. Esta e ita pertenece a u na con fe ren ci a
de 1932 titulada "A Psycho-Analytic Approach to th e
Classification ofMental Disorders". La otra referencia apare-
ce en el Brit ish Medical Bui letin. en un a rtícu] o titulado "The
Positíon of Psycho~Analysís in Great Britaín" (Glover, 1949).
Después de pintar un cuadro más bien sombrío del estado de
cosas en la sociedad bri tá n í ca, G1over formula el comentario
siguiente: "Pero dicho todo esto, la actual es una fase íntere~
san te de la historia del psicoanálisis. Por absurdas que hayan
sído algunas de las hipótesis propuestas recientemente, no
hay duda de que el hecho de que se centre el interés en los
problemas del desarrollo temprano del yo y en la or gan izaci ón
de la mente durante la fase de la 'identificación primaria' (es
decir, la etapa anterior a la diferenciación precisa del j¡self y
el 'no--self), en el largo plazo producirá resultados valíosos,
tanto desde el punto de vista diagnóstico como terapéutico".
Quiero también referirme a Ackerman ( 1953 ), quien sin
embargo no parece í n teresa rse en e1 rasgo especial de la
dependencia a una edad muy temprana.

LA CLASIFICACION SEGUN LA DISTORSION AMBIENTAL

Creo que pod ria ser valioso ela sifi car según el grado y
calidad de la dístorsión o deficiencia ambiental reconocible
como etiológicamente significativa. Es necesario examinar
este punto de vista 1 aunque más no fuera para rechazarlo.
En todo ind ívid uo que inicia e 1 proceso del desarrollo
emocional encontramos en un extremo, la herencia y, en el
1

178
otro extremo, el ambiente que res pal da o falla y traumatiza;
en el medio está e1 individuo vi viendo~ defendiéndose y ere•
ciendo. En psicoanálisis nos ocupamos del individuo que víve,
se defiende y crece. Pero en la clasificación expli camas la
fenomenología total y el mejor modo de hacerlo consiste en
clasificar primeroJ los estados ambientales y, después, las
1

defensas del in dividuo; finalmente tratamos de con si der ar la


herencia. La herencia, en su aspecto esencial, es la tendencia
individual intrínseca a crecer, a integrarse, a relacionarsecon
los objetos a madurar.
J

La el asi fi cación en función del ambiente requeriría un


conocimiento más preciso que el que tenemos actualmenteJ
por lo que yo sé, de las etapas de la dependencia. Por e1
momento considero valioso utilizar los conceptos, que he
formula do en otros escritos, de la independencia que surge de
la dependencia, la cual a su vez surge de una dependencia
doble~ Por dependencia doble entiendo la dependencia que en
el momento en que se da no puede ser apreciada por e1
individuo ni siquiera inconscientemente, y que por lo tanto en
el análisis no puede comunicársele al analista, Como he dicho
en otra parte (capítulo 9), el analista ti ene que dar le un nuevo
as pecto al materia] del paciente J recu ?Tiendo para hacerlo a
su propia imaginación.

RESUMEN

Ami modo de ver, al principio encontramos una concentra~


ción de fenómenos ambientales en la que cristaliza una
persona, una madre,. y es en la madre donde el infante
empieza a aparecer como una unidad anatómica y fisiológica;
después, gradualmente, o más o menos en el momento del
nacimiento, se con vierte en una persona de sexo masculino o
femenino. Este infante, miembro de ªla pareja de crianza,, se
desarrolla por impulso propio en la medida en que el ambiente
no falle. en sus diuersas funciones esencia.les, funciones que
cambian de énfasis y despliegan su calidad a medida que se
produce el crecimiento del individuo. En las condiciones más

179
favorables, cu ando la continuidad es preservada externa men-
te y el ambiente facilitador permite que actúe el proceso de la
maduración, realmente comienza un nuevo individuo y fi.
nalmente llega a sentirse real y a experimentar la vida
apropiada a su edad emocional. Este individuo puede des•
cribi rse y tipificarse, las defensas pueden clasificarse y el
valor o falta de valoren la personalidad pueden señalarse. Tal
vez encontremos defensas depresiV"as o psiconeuróticas, o
bien normalidad. Si es de nuestro agrado, podemos tratar de
agrupar a los individuos en tipos y según el modo como los
2

el em en tos hereditarios se reúnen en los i ndi vid uos en re la-


ción con ambientes específicos; en la madurez, podemos
continuar tomando nota de la capacidad del individuo para
participar en la creación y el mantenimiento del ambiente
local.
Todo esto su pone un principio suficientemente bueno, con
el selfverdadero en operación, protegido por un selffalso que
no es más que una actitud socia 1.
La alternativaes la enfermedad psicótica, con organización
de defensas primitivas. En este caso la enfermedad es
etiológicamente secundaria respecto de 1a falla ambiental,
aunque clínicamente se presenta como una distorsión más o
menos permanente de la estructura de la personalidad. Entre
estos dos extremos cae la tendencia antisocial, en la cual el
ambiente falla en una etapa ulterior, de dependencia re la tiv a,
etapa en la cual el niño individual está ya equipado para
percibir el hecho de una deprivación real.
En nuestro trabajo terapéutico podemos optar por estudiar
y aislar la distorsión que se produce en la estructura de la
personalidad. Pero nuestra necesidad inmediata es una cla-
sificación y reev al u ación del factor ambiental, en lamed ida en
que afecta de un modo positivo o negativo el de sarro llo
madurativo en la integración del sel f.

180
UNA NOTA SOBRE EL DERRUMBE MENTAL
(Posdata de 1964)

Algunos pacientes temen al derrumbe mental. Es im-


portante que el analista tenga presente el axioma siguiente:

A-t:ioma

El derrumbe temido ya se produjo. Lo que se conoce como


ta enfermedad del paciente es un sistema de defensas organi-
zadas en relación con ese derrumbe pasado.
Derrumbe significa fracaso de las defensas, y el derrumbe
original terminó cuando se organizaron las nuevas defensas
que con sti tuyen la pauta de 1a en fenne dad del paciente. E 1
paciente sólo 11 ega a recordar el derrumbe en Ias ci rcunsta n-
cias especiales de un encuadre terapéutico, y gracias al
crecimiento del yo.
El miedo del paciente al derrumbe tiene sus raíces en la
necesidad que experimenta de recordar el derrumbe original.
El recuerdo sólo puede alcanzarse a través de una reexpe-
ri me n tación. De allí el u so positivo que puede hacerse de un
derrumbe) si se reconoce y a provecha en !a práctica su Iugar
en la tendencia del paciente a la autocuración.
El derrumbe original se produjo en u na etapa de depen-
dencia del individuo respecto del yo a u xi tia r materno o
paren tal. Por es ta razón en la terapia se trabaja a menudo con
una versión u[terior del derrumbe -digamos un derrumbe
1

en el periodo de Ia tenci a, o in el uso en Ia adolescencia tem p ra-


na~. Esta versión ulterior se produjo cuando el paciente ya
había desarrollado autonomía yoica y capacidad para ser u na~
persona~que-tiene,una~enfermedad. Pero detrás de ese de-
rrumbe siempre hay un fracaso de las defensas correspon-
dientes a la infancia o a la niñez muy temprana.
A menudo el factor ambiental no es un trauma único, sino
toda una pauta de influencias distorsionadoras: en realidad)
lo opuesto del ambiente facilitadorquepermite la maduración.

181
12

LA DISTORSION DEL YO EN TERMINOS DE


SELF VERDADERO Y FALSO
(1960)

Un fenómeno reciente del psicoanálisis es el uso creciente


del concepto de "self falso"'. Este concepto lleva implícita la
idea de un "'self verdaderol't.

Historia
Este concepto no es nuevo en sí mismo. Aparece en diversas
formas en la psiquiatría descriptiva, y sobre todo en ciertas
religiones y algunos sistemas filosóficos. Evídentemente exis-
te un estado clínico real que merece estudiarse. Y este concep-
to le plantea al psícoanálisís un desafio etiológico. El psicoa-
nálisis se interesa en los interrogantes siguientes:

( 1) ¿Cómo surge el self falso?


(2) ¿Cuá] es su función?
(3) ¿Por qué en algunos casos el self falso es exagerado o
enfatizado?
( 4) ¿Por qué algunas personas no d esa rro] lan un sí ste ma
de self falso?
(5) ¿Cuáles son los equivalentes del self falso en las
personas normales?
(6) ¿Qué podría llamarse "self verdadero"?

A mi juicío la idea de self falso que proviene de nuestros


1

pacientes 1 puede discernirse en las primeras formulaciones

182
de Freud. En particular, vinculo lo que yo divido en un sel f
verdadero y falso con la división freudiana del self en una
parte central y dotada de energía por los instintos {o por lo que
Freud denominó sexualidad pregenita) y genitaJ). y una parte
vuelta hacia afuera y relacionada con el mundo.

Contribución personal
Mi propio aporte a este tema deriva de mi trabajo simul-
táneo

(a) como pediatra con madres e infantes . y


(b) como un psicoanalista cuya práctica incluye una pe-
queña cantidad de casos fronterizos tratados con
análisis 1 pero que necesitan experimentar en )a
transferencia una fase (o fases) de regresión importan te
a la dependencia.

Mi experiencia me ha llevado a reconocer que los pacientes


dependientes o en regresión profunda pueden enseñarle al
analista sobre la infancia temprana más que Jo que se aprende
de la observación directa de infantes 1 y más de lo que se
aprende en e) contacto con madres relacionadas con infantes.
Al mismo tiempo 1 el contacto clínico con las experiencias
normales y anormales de la relación infante-madre influye en
)a teoría analítica de) profesional, puesto que Jo que sucede en
la transferencia (en las fases de regresión de algunos de sus
pacientes) es una forma de relación infante-madre.
Me gusta comparar mi posición con la de Greenacre, quien
también se mantuvo en contacto con la pediatría mientras
proseguía con su práctica del psicoanálisis. También en el
caso de esta autora parece claro que cada una de las dos
experiencias influyó en su evaluación de la otra.
La experiencia clínica en el campo de la psiquiatría del
adulto puede tener en un psicoanalista el efecto de introducir
una brecha entre su evaluación de) estado clínico y su com-
prensión de la etio) ogía. Esa bree ha proviene de Ia im posi bi-

183
lid ad de obtener un a historia confiable de la infancia tem pra-
na, obten ida del paciente psicótico, de la madre o de obser-
vadores menos comprometidosT Los pacientes analíticos que
hacen regresión a una dependencia importante en la trans~
ferencia llenan esta brecha revelal).do sus expectativas y
necesidades en las fases de pe ndi en tes.

Las necesidades del yo y las necesidades del ello

Debe subrayarse que al referirme a la satisfacción de las


necesidades del infante no hablo de la satisfacción de instintos.
En el ámbito que estoy examinando, los instintos aún no están
claramente definidos como internos. Pueden ser tan externos
como un trueno o un gol pe. El yo del infante está acopiando
fuerza, y en consecuencia se acerca a un estado en que las
exigencias del ello serán sentidas como parte del self, y no
como ambientales. Cuando se produce este desarrollo, la
satisfacción del el lo pasa a ser un muy importan te fortalecedor
del yo, o del self verdadero, pero las excitaciones del ello
pueden ser traumáticas cuando el yo todavía no puede incluir~
las ni es capaz de absorber los riesgos involucrados y las
frustracíones experimentadas mientras no se convierte en
realidad la satisfaccíón del ello.
Un paciente me dijo: "Un buen manejon (cuidado del yo)
11
tal como el que he experimentado durante esta hora es una
comida" ( sa tisfacción del el lo). No podría haber afirmado lo
contrario, pues si yo lo hubiera alimentado, él habría obede-
cido, en beneficio de su defensa de self falso, o bien habría
reaccionado y rechazado mis in ten tos, ca nserv ando su in te-
gridad con la elección de la frustración.
También hangravitadoen mí otrasinfluenciasimportantes,
como por ejemplo el pedido periódico de notas sobre algún
paciente en cuidado psiquiátrico como adulto, pero al que yo
mismo tuve la oportunidad de observar cuando era un ínfante
o un niño pequeño. A menudo mis notas me llevaron a ver que
el estado psiquiátrico pre sen te ya era discernible en la rela-
cíón infante~madre. (En este contexto dejo al margen las

184
relaciones infante-padre, porque estoy refiriéndome a los
fenómenos tempranos, atinentes a la relación del infante con
la madre, o con el padre como otra madre. En esta etapa muy
temprana el padre aún no es significativo como persona de
sexo masculino.)

Ejemplo

El mejor ejemplo que puedo dar es el de una mujer de edad


mediana que tenía un self falso muy exitoso. pero también la
sensacíón de que su vida aún no había empezado,ydeque ella
siempre había buscado medios para llegar al self verdadero.
Aún continúa un análísis que ya lleva muchos anos. En la
primera fase (que duró dos o tres años) de este análisis de
investigación. descubrí que estaba tratando con lo que la
paciente llamaba su ..self protecto~. Este "self protector"

( 1) encontró el psícoan ál í sis;


(2) vino a obtener una muestra de la confiabílídad del
analista como una especie de e]aborada puesta a
prueba;
(3) trajo a la paciente al análisis;
( 4) gradual mente, al cabo de tres a nos o más~ cedió sus
funciones al analista (en el momento de la regresíón
profunda, con algunas semanas de un grado muy alto
de dependencia respecto de1 analista);
(5) permaneció rondando, para reasumir la protección
cuando el analísta fallaba (enfermedades vacaciones
1

del an aJísta, etcétera);


(6) más adelante examinaremos su destíno final.

A partir de la evolución de este caso me resultó fácil ver la


naturaleza defensiva del self falso. Su función defensiva
consiste en ocultar y proteger al self verdadero, sea éste lo que
fuere. En seguida resu Ita posible clasificar las organizaciones
del se lf fa Iso como sigue:

185
(1) En un extremo, el selffalso se establece como real y es
lo que los observadores tienden a pensar que es la
persona real. Pero en las relaciones de vida, de trabajot
en las amistades, el self falso empieza a faliar~ En
situaciones en las que se espera una persona totat el
self falso presenta alguna carencia esencial. En este
extremo e] se If verdad ero está oculto.
(2) Extremoinferíor: el self falso defiende al self verdadero;
pero el self verdadero es reconocido como potencial y se
le permíte una vida secreta. Este es el ejemplo más
claro de enfermedad clínica como organización con
una finalidad positiva: la preservación del individuo a
pesar de las condiciones ambientales anormales. Se
trata de un a extensíón del concepto psicoanali tico del
valor del sínton1a para la persona enferma.
(3) Más hacia Ia salud: el self falso tiene como interés
principal la búsqueda de condiciones que )e posibilitan
al selfverdadero hacérvaler sus méritos. Cuando esas
condiciones no pueden encontrarse, hay que organizar
una nueva defensa contra la explot.ación del self ver-
dadero y! si hay duda, e) resultado clínico es el suicídio.
En este contexto, suicidio es la destrucción del self
total para evitar la aniquilación de) self verdadero~
Cuando e) suicidio es la única defensa que queda
contra la traición al self verdadero, a) self falso le toca
organizar el suicidio. Desde luego, éste su pone su
pro pía destrucciónJ pero al mismo tiempo e Iimina la
necesidad de su existencia continuada, puesto que su
función es proteger de afrentas a) self verdadero.
(4) Aún más hacia )a salud: el self falso se basa en
identificaciones (por ejem plo 1 en el caso de Ia pací en te
mencionada, cuyo ambiente infantil y cuya ninera real
dieron gran colorido a la organización de) self falso).
(5) En la salud: el self falso está representado por la
organización total de )a actitud social cortés y bien
educada, un "'no decir las cosas con franqueza y since-
ridad!!. Ha aumentado mu cho la capacidad del in di vi-
duo para renunciar a la omnipotencia y al proceso

186
primario en general, gracias a lo cual se ha ganado un
lugar en la sociedad que nunca podría haberse obteni-
do o mantenido gracias al selfverdadero solamente.

Hasta ahora me he man tenido en los límites de la descrip-


ción clínica. Incluso en este ámbito restringido, el reconoci-
miento del self falso es importan te. Por ejemplo, tiene im-
portancia que los pacientes que son en lo esencial personali-
dades falsas no sean derivados para su análisis a estudiantes
de psicoanálisis que están en formación. En es tos casos el
diagnóstico de personalidad falsa es más importante que la
caracterización del paciente sagú n las clasificaciones psiq ui á-
tricas aceptadas. Incluso en e 1 trabajo de asistencia socia 1,.
que obliga a aceptar y tratar todos los ti pos de casos, este
diagnóstico de personalidad falsa es ím portan te para evitar la
frustración extrema asociada con el fracaso terapéutico, a
pesar del trabajo de asisten te social 9 paren temen te sólido y
basado en principios analíticos. Este diagnóstico es especial-
mente importan te en la selección de estudian tes para la for-
mación en psicoanálisis o en asistencia social psiquiátrica,. es
decir, en la selección de estudian tes de así stencia
individual iza da de todo tipo. El sel f falso organizado está
asociado con una rigidez de 1as defensas que impide el creci-
miento durante el periodo de formación.

La mente y el sel{ falso


Un peligro especial surge de la no infrecuente ligazón del
enfoque intelectual con el self falso. Cuando un self falso se
organiza en un individuo con un al to potencia1 intelectual, la
mente experimenta una tendencia muy fuerte a convertirse
en la sede del se lf falso~ en cuyo ca so se desarrolla una
disociación entre la actividad intelectual y la existencia
psicosomá tica. (Debe suponerse que en el individuo sano la
mente no es algo que le sirve para huir de su ser psicosomá tico.
He desarrollado este tema con algtln detenimiento en "Mind
and its Relation to the Psyche ..Somat,, 1949c.)

187
Cuando se ha producido esta anormaiidad doble -es decir!
( i) e I self falso organizado para ocultar al se] f verdadero,. y ( ii)
un intento del individuo tendiente a resolver el problema
personal mediante el empleo de un intelecto afinado--- resulta
un cuadro clínico peculiar por la facilidad con que engaña. Es
posible que lo que el mundo ve es un éxito académico de alto
grado y resulte difícil creer en la angustia muy real de este
1

individuo, que se siente más "falso" cuanto más exitoso.


Cuando estos individuos se destruyen de uno u otro modo en
Jugar de realizar ]o que prometian, el hecho invariablemente
genera una conmoción en quienes esperaban mucho de el los.

Etiología
Estos conceptos adquieren interés para los psicoanalistas
sobre todo por e I estudio del modo como el se lf fa] so se
desarrolla al principio, en la relación infante~ madre, y ( lo que
es más importante) del modo como un self falso no se convierte
en rasgo significatívo en e) desarrollo normal.
La teoría concerniente a esta importante etapa del desa-
rrollo ontogenéticocorresponde a la observación de la vida del
infante con la madre (paciente en regresión con e) analísta)!
y no a la teoría de ]os mecanismos tempranos de defensa yoica
organizados contra e] impulso de] ello, aunque desde luego
estos dos temas se superponen.
Parallegara un enunciado del procesoevolutivo pertinente,
es esencial tomar en cuenta la conducta y )a actitud de ia
madre! porque en este campo la dependencia es real y casi
absoluta. No es posible describir lo que sucede refiriéndose
exclusivamente al ínfante.
Al buscar la etiología de] selffalso, estamos examinando la
etapa de las primeras relaciones objetales~ En eUa, el infante
está casi permanentemente no~integrado, y nunca integrado
totalmente; la cohesión de los di versos elemen t.os sensorioy
motores corresponde ai hecho de que ia madre sostíene al
infante! a veces fisicamente! y de modo permanente en términos
figurados. Periódicamente e] gesto del infante expresa un

188
impulso espontáneo; la fuente del gesto es el self verdadero y
ese gesto indica la existencia de un self verdadero potencia].
Tenemos que examinar el modo como la madre satisface esta
omnipotencia infan ti] reve]ada en un gesto (o agrupamiento
sensoriomotor). He vine u lado 1a idea de] self verdadero con el
gesto espontáneo. La fusión de la motilidad y los elementos
eróticos está en proceso de hacerse rea] en este período del
desarrollo del individuo.

La parte de la madre
Es necesario examinar la parte desempenada por lama-
dre, y al hacerlo me parece conveniente comparar dos extre-
mos; en un extremo, la madre es sufi.cie ntemente buena y en
t

el otro no es suficientemente buena. Se preguntará entonces:


¿qué se entiende por suficientemente buena"?
14

La madre suficientemente buena da satisfacción a la


omnipotencia del infante, y en a]guna medida también le da
sentido. Lo hace repetidamente. Empieza a tener vida el self
verdadero, gracias a la fuerza que Je cede al yo débil del
infante la instrumentación por la madre de las expresiones
omnipotentes de este último.
La madre que no es suficientemente buena no es capaz de
instrumentar la omnipotencia del infante, de modo que re-
petidamente fa Ha en dar satisfacción al gesto de la eria tura.
En ]ugar de ello,. lo reemplaza por su propio ges to] que
adquirirá sentido por la sumisión del infante. Esta sumisión
por parte del infante es la etapa más temprana del self falso~
y corresponde a la ineptítud de la madre para sentir las
necesidades de su bebé.
Según una parte esencial de mi teoría, el self verdadero
sólo adquiere un mínimo de realidad como resultado del éxito
repetido de la madre en dar satisfacción a1 gesto espontáneo
o a la alucinación sensorial del infante. (Esta idea está
estrechamente asociada con el concepto de Sechehaye conte-
nido en Ia expresión ªrealización simbólica". Esta ex presión
ha desempeñado una parte importante en la moderna teoría

189
psicoanalítica, pero no es totalmente precisa, pues lo que se
hace real esel gesto o la alucinación del infante, y la capacidad
de éste para usar un sim bolo es e 1 resultado.)
En mi formulación, los hechos se desarrollan siguiendo
uno de dos lineamientos posibles. En el primer caso, la
adaptación de la madre es suficientemente buena, y en con---
secuenci a el infante empieza a creer en la realidad ex terna
que aparece y se comporta como por arte de magia (gracias a
la relativamente exitosa adaptación de la madre a los gestos
y necesidades del infante), y que actúa de un modo que no
e haca con la ornni potencia del bebé. Sobre esta base~ el infante
puede ir abrogando gradualmente la omnipotencia. El self
verdadero tiene espontaneidad y los acon teci mi en tos del
mundo lo han acompañado. E1 infante puede entonces empe■-
zar a disfrutar la ilusión de la creación y el con trol omni po-
ten test y llegar gradualmente a reconocer el elemento iluso■-­
rio, el hecho de que está jugando e imaginando. Aquí está la
base del símbolo, que al principio es la espontaneidad o
alucinación del infante y también el objeto externo creado y
finalmente ca tectizado.
Entre el infante y el objeto hay alguna cosa, o alguna
actividad o sensación. En la medida en que ello una al infante
con el objeto (es decirJ con el objeto parcial materno)~ esa es la
base de la simbolización. Por otra partet en la medida en que
ese algo separe en lugar de unir, queda bloqueada su función
de conducir a la formación del símbolo.
En el segundo casoJ que corresponde más particularmente
al tema en discusión, la a da ptació n de la madre a las al uci-
naciones e ím pulsos espontáneos del ínfan te es deficiente, no
s uficie nteme nte b uenar El proceso que lleva a la capacidad
para e 1uso de símbolos no se inicia (o bien se in terru m pe con
1

el correspondiente replíegue por parte del infante respecto de


las ventajas adquiridas).
Cuando la adaptación de la madre no es suficientemente
buena al principio, podría esperarse que el infante m uríera
fisicamentet porque no se inicia la catexia de los objetos
externos. El infante sigue aislado.No obstante, en la práctica
el infante vi veJ pero vive de modo falso. La protesta contra el

190
hecho de ser forzado a vivir una existencia falsa puede
detectarse desde las etapas más tempranas. En el cuadro
cli ni co vemos irri tab ilid ad general y perturbaciones de la
alimentación y de otras funciones, que pueden desaparecer
clínicamente, pero sólo para reaparecer en forma grave en
una etapa ulterior.
En este segundo caso, en el que la madre no puede adaP4
tarse suficientemente bien, el infante es seducido para que
seasumiso; es un selffalso complaciente el que reacciona a las
exigencias ambientales, y el infante parece aceptarlas. A
través de este selffalso el infante construye un conjunto falso
de relaciones~ y por medio de in troyecciones llega incluso a
alcanzar un aspecto de realidad, de modo que el niiio crece
para ser exactamente como la madre, la niñera, la tía, el
hermano,o quien quiera domine la escena en ese momento. El
selffalso tiene una función positiva y muy importante: ocultar
al selfverdadero, lo que hace sometiéndose a las exigencias
del ambiente.
En los ejemplos extremos de desarrollo de 1self falso, el sel f
verdadero está tan bien oculto que la espontaneidad no es un
rasgo de las experiencias vivas del infante. El rasgo principal
es la sumisión~ con la imitación como especíalidad. Cuando el
grado de escisión en la persona del infante no es demasiado
grande, puede haber alguna vida casi personal por medio de
la imitación, e incluso es posible que el niño interprete un
papel especia 1, el del sel f verdadero cnrrw serla si hub ie ro te~
nido existencia.
Así es posible ubicar el punto de origen de I sel f falso, que
ahora vemos que constituye una defensa, una defensa contra
lo impensable, contra la explotación del self verdadero, que
daría por resultado su aniquilación. (Si el selfverdadero llega
a ser explotado y aniquilado, es to ocurre en la vida del infante
cuya madre no sólo no fue .r.cno suficientemente buenatt en el
sentido expuestoJ sino que fue buena y mala de una manera
atormentadoramente irregular. En este caso la madre~ en
razón de su propia enfermedad, necesita causar y mantener
la confusión en quienes están en contacto con ella. Esto puede
surgir en una situación transferencia! en la que el paciente

191
trata de enloquecer al analista [Bion,. 1959; Searles, 1959], y
en algunos casos llega a destruir los últimos vestigíos de la
capacidad del infante para defender al selfverdadero.)
He tratado de desarrollar el tema de la parte que desem ·
pena la madre en mi artículo titulado "Primary Maternal
Preoccupation""(l956a). En ese escrito asumí el supuesto de
que en la salud la mujer que queda embarazada va logrando
gradualmente un alto grado de identificación con la criatura.
Esa identificación evoluciona durante el embarazo, alcanza
su punto culminan te en el parto~ y poco a poco se extingue en
las semanas y meses ulteriores. Esta cosa sana que les sucede
a las madres tiene consecuencias tanto hipocondríacas como
de narcisismo secu ndariow Esta especial orientación de la
madre con respecto a su infante no sólo depende de su propia
salud mental, sino que también es afectada por el ambiente.
En el caso mássimplel el hombre, respaldado por una actitud
social que es en sí misma un desarrollo de la función natura 1
masculina~ se ocupa de la realidad externa en beneficio de ]a
mujer, de modo que por algún lapso resulta seguro y sensato
para ella volcarse hacia adentro y centrarse en sí misma~ A
esto le corresponde un diagrama que se asemeja al de ]a
persona o família paranoide. ( Recordamos aquí la descripción
por Fre ud [ 1920] de Ia vesícula viviente con su cap a cortica 1
receptiva ... )
No corresponde que ahora desarrollemos este tema, pero
tiene ímportancia que se entienda la función de la madre. De
ningún modo se trata de una evolución reciente, debida a la
civilización, al refinamiento o a la comprensión in tel ectua 1.
No es acepta ble ninguna teoría que no tenga en cuenta el
hecho deque las madres siempre han cumplidosuficien~men-
te bien esta función esencial. La función m a tema esencial le
permite a la madre conocer ]as más tempranas expectativas
y necesidades de su infante y hace que esté personalmente
sa tisfecha cu ando el ín fan te se sien te bien. En virtud de es ta
identificación con su infante e] la sabe cómo sostenerlo, de
I

modo que la criatura empieza existiendo y no reaccionan do.


Aquí está el origen del se]f verdadero, que no puede hacerse
realidad sin la relación especializada de la madrei una rela~

192
ció n que podría describirse con una pal abra corrí en te: devo-
ción .1

El sel/ verdadero
El '4self falso" tiene que equilibrarse con una formulación
de lo que podría denominarse adecuadamente el ~selfverda-
derott. En las etapas más tempranas, el self verdadero es la
posición teórica de 1a que pro viene el gesto espontáneo y la
idea personal. El gesto espontáneo es el self verdadero en
accíón. Sólo el sel f verdadero puede ser creativo, y sólo e 1sel f
verdadero puede sentirserealr Mientras que un self verdadero
se siente realJ la existencia de un self falso da por resultado
una sensación de irrealidad o futilidad.
El self falso, si tiene éxito en su función, oculta el self
verdadero, o bien encuentra un modo de permitirle que
empiece a vivir. Este resultado puede lograrse por medios de
todo tipo, pero nosotros observamos con mayor detenimiento
los casos en que la sensación de que las cosas son real es o val en
la pena aparece durante un tratamiento. La paciente a la que
me he referido llegó al comie n20 de su uida casi al final de un
análisis prolongado~ Ella no tiene verdadera experiencia, no
tiene pasado. Empieza con cincuenta años de vida des perd i ~
ciada, pero por lo menos se siente real, y por lo tanto ahora
quiere v1v1r.
El self verdadero surge de los tejidos y las funciones
corporales, incluso de la acción de 1corazón y del a res pi ración.
Está estrechamente vinculado con la idea del proceso primario,
y al principio es esencialmente no-reactivo a los estímulos
extemos sin o primario. La idea del sel f verdadero se justifica
1

principalmente para tratar de comprender al self falso, por-


que no hace más que reunir los detalles de la experiencia de
estar vivo.

1
Por esta razón he denomi na do '!he Ordina ry Devoted Mother
an d Her Baby_. (W ín nicott~ 1949a) a mi se ríe de charlas a las madres.

193
Poco a poco el grado de refinamiento del infante llega a un
punto en el que decirque el selffalsooculta la realidad interior
del infante es más correcto que decir que oculta al sel f
verdadero. En ese momento el infante tiene una membrana
limitadora establecida~ un exterior y un interior, y en una
medida considerable se ha desenredado del cuidado materno.
Es importan te observar que, según la teoría que estamos
form u] ando, el concepto de un a rea] id ad in tema ind i vidual de
los objetos corresponde a una etapa que es pos te rior a la de1
concepto de Io que denominamos s elf verdad e ro. El se] f ver-
dadero aparece en cuanto existe a]gu na organización mental
de] individuo y significa poco más que la suma de la vida
sensoriomotriz.
El self verdadero se vuelve rápidamente complejo y se
relaciona con la realidad externa medían te procesos na tura les,
los procesos que se desarrollan en el infante individual con el
transcurso de 1tiempo. E 1infante se vuelve entonces capaz de
reaccionar a estímulos sin trauma, porque el estímulo tíene
una contraparte en su rea1idad interior, psíquica. Entonces el
infante explica todos los estímulos como proyecciones, pero
ésta es una etapa que no necesariamente se a lea nza, o que solo
se alcanza parcialmente, oque se alcanza y después se pierde.
Si esta etapa seha alcanzado, el infante conserva la sensación
de omnipotencia inc1uso cuando reacciona a los factores
ambientales que el observador puede discernir como verda-
dera rn en te externos a la criatura. Todo esto ocurre anos antes
de que el infante pueda dar cabida en e] razonamiento
intelectual a la acción del puro azar.
Cada nuevo período de la vida en el cual el selfverdadero
no ha sido interrumpido gravemente da por resultado un
fortalecimiento de la sensación de ser real~ acompañado por
una capacidad creciente de] infante para tolerar dos conjun-
tos de fenómenos~ que son:

( 1) Rupturas en la continuidad de I vivir del se lf verdad e ro.


(Este es uno de los modos como el proceso del parto
puede ser traumátíco, como cuando hay demora sin
i neo nsciencia.)

194
(2) Experiencias reactivas o del self falso, re lacio nadas
con el ambiente sobre una base de sumisión. Esto se
convierte en ]a parte del infante a la que (antes del
primer cum pleaiíos) se le puede enseñar a decír 'ia"' o,.
en otras palabras, a reconocer la existencia de un
ambiente que se está aceptando intelectualmente.
Pueden o no seguir sentimientos de gratitud.

El equivalente normal del sel{ falso

Es así como, a través de procesos naturales, el infante


desarrolla una organízación del yo adaptad~ al ambíente, lo
cual no ocurre automáticamente, y por cierto sólo puede
ocurrir si en primer lugar el self verdadero(como yo lo llamo)
se ha convertido en un a rea Iidad vi va, gracias a la adaptación
suficientemente buena de la madre a las necesidades vi vas
del infante. En el self verdadero de la vida sana hay un aspecto
sumiso, una capacidad del infante para obedecer y no quedar
expuesto. La capacidad para llegar a soluciones de transac-
ción es un logro. El equivalente del self falso en el desarrollo
normal es lo que puede convertirse en el nüí.o en una actitud
social, algo adaptable. En la salud, esta actitud social repre-
sen ta una transacción. Al mismo tiempo, también en la salud,
la transacción se vuelve imposible cuando ]os problemas se
convierten en crucíales. En tal caso, el selfverdadero supera
al se lf sumiso. En la clin íca, ésta es una situación reí te rada de
la adolescencia.

Los grados del sel{ falso


Si se acepta la descripcíón de estos dos extremos y su
etiología, no nos resulta dificil en nuestro trabajo clínico tener
en cuenta la existencia de un grado al to o bajo de la defensa
del self falso, que oscila entre el aspecto cortés y saludable del
self y el falso self sumiso y en realidad escindido que errónea-
mente se toma por el niño totaL Es fácil ver que a veces esta

195
defensa de] self falso constítuye la base de cierto tipo de
sublimación. como cuando el niño madura y se convierte en
actor. Entre ]os actores~están los que pueden ser ellos mismos
e interpretar un papet y los otros, sólo capaces de interpretar
papelesJ que se encuentran comp]etamente perdidos cuando
no lo hacen y cuando no son apreciados o ap]audidos (reco-
nocidos como existen tes).
En e] individuo sano que tiene un self con un aspecto
sumiso, pero que existe y es un self creativo y espontáneo, hay
al mismo tiempo capacidad para usar símbolos. En otras
pa]abrast en este sentido ]a salud está estrechamente ligada
con ]a capacidad para vivir en un ámbito intermedío entre el
sueño y la real id ad que es denominado uvida cultural". (Véase
1

4'Transitional Objects and Transitional PhenomenanJ 1951.)


En contraste, cuando existe un a]to grado de escisión entre el
se]f verdadero y el selffalso que oculta al anterior! encontramos
una capacidad escasa para la uti]izacióndesímbolos ypobreza
de la vida cultural. En lugar de activídades cultura]es, en
tales personas observamos una extrema ínquietudt incapa-
cidad para concentrarse y necesidad de recoger í ne u rsiones de
]a realidad externat para que el tiempo de vida de] individuo
pueda llenarse con reacciones a ellas.

Aplicación clínica

Ya nos hemos referido a ]a importancia de reconocer la


persona] ida d del sel f falso cuando está rea] ízá n dos e un di ag-
nóstico a los fines de la evaluación de un caso para su
tratamiento, o la evaluación de un candídato a psiquiatra o a
asistente social psiquiátrico.

Consecuencias para el psicoanalista


Si estas consideraciones demuestran tener valort la prác-
tica del psicoanáJisis debe ser afectada de los siguientes
modos:

196
a) En el aná1isis de una personalidad fa!sa debe recono-
cerse el hecho de que el analista sólo puede hablarle
sobre el sel f verdad ero al se If falso de 1paciente. Ocurre
como si al principio e] ana]ista discutiera el problema
del niño con la niñera que lo UevóJ sin tomar un
con tacto di recto con éste. El análisis no se inicia hasta
que la niñera ha dejado a solas al niño con el analista,
y el niño tolera esa situación y empieza a jugar.
b) En el punto de transición, cuando el analista empieza
a entrar en con tacto con e1 self verdadero del paciente,
debe haber un periodo de dependencia extrema. A
menudo este hecho se pasa por a]to en la práctica del
análisis: el paciente tiene una enfermedad. o de algún
otro modo Je da al analista la oportunidad de asumir la
función de self falso (niñera), pero en ese punto el
analista no ad vierte lo que est.á sucediendo, y en
consecuencia son otros los que cuidan a] paciente, y
éste pasa a depender de ellos en un periodo de regre•
sión encubierta a ?a dependencia, con lo cual la oportu-
nidad se pierde.
c) Los analistas que no están preparados para satisfacer
las agudas necesidades de los pacientes que se vuelven
dependientes de este modo, deben tener la precaución
de escoger casos entre ]os que no hay a tipos de se If
falso.

La práctica psicoanalítica induye análisis que continúan


indefinidamente porque se realizan sobre la base del trabajo
con el selffalso. En uno de estos casos, de un paciente que ya
había estado analizándose durante un tiempo considerable
antes de recurrir a mí. mi trabajo con él comenzó realmente
cuando leplanteécon claridad que yo reconocía su no-existen-
cia. E! observó que durante años todo el buen trabajo realizado
con él había si do fútil, porque se basaba en que él existí a,
mientras que en realidad sólo tenía una existencia falsa.
Cuando yo le dije que reconocía su no--existencia,él sintió que
se había comunicado por primera vez. Quiso decir que su self
verdad ero. oculto desde la infancia, había entrado entonces

197
en comunicación con su analista del único modo no peligroso.
Este es un ejemplo típico del modo como este concepto afecta
al trabajo psicoanalítico.
Me he referido a algunos otros aspectos de este problema
clínico. Por ejemplo, en "Withdrawal and Regression" (1954a)
seguí paso a paso, en el tratamiento de un hombre, la evo lu-
ció nen la transferencia de mi contacto con (su versión de) un
sel f falso, a través de mi primer con tacto con su sel f verdad ero~
hasta un análisis directo. En este caso el repliegue tuvo que
convertirse en regresión, según lo describo en el artículo
citado.
Podría enunciarse el principio de que en la zona del self
falso de nuestra práctica analítíca encontramos que se pro~
gresa más reconociendo la no-ex is te ncia del paciente que
mediante un trabajo prolongado sobre la base de los meca-
nismos de defensa del yor El self falso del paciente puede
colaborar indefinidamente con el analista en el análisis de las
defensas, como poniéndose de parte de él~ por así decirlo. El
único modo de detener con utilidad esta tarea infructuosa
consiste en que el analista señale y especifique la ausencia de
cierto rasgo esencial: ~usted no tiene boca"~ ªusted aún no ha
comenzado a existirn, "desde el punto de vista físico usted es
un hombre, pero por experiencia no sabe nada de la masculi~
ni dad"', y así sucesivamente. Es tos reco noci mí en tos de hechos
importantes, realizados con claridad en los momentos opor-
tunos, preparan el camino para la comunicación con el self
verdadero. Un paciente que ha pasado por un prolongado
análisis fútil basado en el selffalso, cooperando vigorosamente
con un analista que creía que ése era su se lf total me d íjo en
1

una oportunidad: "Sólo me sentí esperanzado cuando usted


me dijo que no tenía ninguna esperanza. y continuó con el
análisis".
Haciendo pie en todo esto, pod riamos decir que el sel f falso
Oo mismo que las proyecciones múltip)es en etapas ulteriores
del desarro1lo) engañan al analista si él no advierte que,
considerado como una persona en funcionamiento total~ el self
falsoJ por bien emplazado que esté carece de algo. y ese algo
1

es el elemento esencial de la origina lid ad crea ti va.

198
A medida que pase el tiempo irán describiéndose muchos
otros aspectos de la aplicación de este concepto, y es posible
que en muchos sentidos el concepto mismo tenga que
modificarse. Mi propósito al explicar esta parte de mitra bajo,
que se vincula con el de otros analístas, es señalar que este
concepto moderno del self falso que oculta al self verdadero,.
junto con la teoria de su etiolog(a puede tener un efecto im-
1

portan te sobre la práctica psicoanalítica. Hasta donde puedo


verlo, no su pone ningún cambio importante en la teoría
básicar

199
13

LA CUERDA:
UNA TECNICA DE COMUNICACION 1
(1960)

En marzo de 1955, un nlño de siete años fue llevado por su


padre y su madre al Departamento de Psicología del Hospit.al
de Niños de Paddington Green. Los acompañaban otros dos
miembros de la familia: una niña deficiente mental de diez
años que asistia a una escuela E.S.N. y una niña pequeña!
más bien normal, de cuatro años. El caso nos había sido
derivado por el médico de la familia. en razón de que una serie
de síntomas indicaban en el niño un trastorno del carácter. A
1os fines de esta d escri pci ón omitiremos los d eta] les que no
sean inmediatamente pertinentes para nuestro tema princi-
pal. Un test de inteligencia le asignó a este niño un C.I. de 108.
Primero tuve con los padres una larga entrevista en la que
ellos me proporcionaron un cuadro claro del desarrollo del
niño y de las distorsiones de ese desarrollo. No obstantet
omitieron un detalle importante, que surgió en la entrevista
con el niño mismo.
No resu]tabadifícíl advertir que la madre era depresiva, y
me informó que había estado hospitalizada por esa razón. Por
lo que me diíeron los padres me enteré de que la madre había
cuidado al niño hasta que nació la hermanita~ cuando él tenía
tres años y tres meses. Esa había s1do la primera separación
de importancia; la siguiente se produjo a los tres años y once

1
Trabajo publicado por primera vez en el Journal of Child
Psychology ami Ps:,chiatry I págs. 49-52.
! j

200
meses~ cuando la madre tuvo que someterse a una operación
quirtirgica. Cuando el niño tenía cuatro años y nueve meses,
la madre se internó en un hospital mental durante dos meses~
y durante ese períodoéJ fue bien cuidado por su tía materna.
En esa época todas las persa nas que cu ida ban al niño concor-
daban en que era muy dificil, aunque presentaba rasgos muy
buenos. Era proclive a los cambios súbitos, y a asustar a la
gente diciendo, por ejemplo, que iba a cortar en pedacitos a la
hermana de la madre. Desarrolló muchos síntomas curiosos,
ta Ies como una c.■om pu lsi ón a la me r cosas y personas; hacía
ruidos guturales también compulsivos; a menudo se negaba a
ir de cuerpo y después provocaba un desastre~ Resultaba obvio
que la deficiencia mental de su hermana mayor lo angustiaba~
pero la distorsión de su desarrollo parecía haberse iniciado
antes de que ese factor se volviera significativo.
A continuación de la entrevista con los padres~ pasé a la
entrevista personal con el niño. Es taba n presentes dos asis-
ten tes sociales ps iq u iá tri cos y dos visita dores. En el primer
contacto,. el niño no daba ninguna impresión de anormalidad,
y en seguida entró en un juego de garabatos conmigo. (En ese
juego yo trazo una especie de dibujo con líneas espontáneas e
in vi to al niño a que vea algo; después es él quien traza los
garabatos y soy yo quien a mi turno extraigo de ellos un
dibujo.)
En este caso particular, eljuego produjo un curioso resul-
tado. De in media to se puso de manifiesto la pereza del niftot
y también que casi todo lo que yo hacía era traducido por él en
algo asocia do con una cuerda. Entres us diez dibujos a pa reci e-
ran:

un lazo, un látigo largo, un látigo de jinete,


una cuerda de yo-yo,
una cuerda en un nudo,
otro látigo de jinete,
otro látigo largo.

Después de esta entrevista con el niño, tuve una más con


los padres y los interrogué a ce rea de la preocupación del
t

201
paciente por )a cuerda. Se alegraron de que trajera a colación
el tema, al que ellos no se habían referido porque no estaban
seguros de que tuviera importancia. Dijeron que el niño se
obsesionaba con todo Jo que tuviera que ver con una cuerda;
de hecho, cada vez que entraban en una habitación era posible
que descubrieran que é) había atado las sil las y )as mesas; por
ejemplo, podían encontrar un almohadón unido con una
cuerda a )a chimenea. Manifestaron que la preocupación del
niflo por )as cuerdas había ido desarrollando gradualmente
una característica nueva, que estaba preocupándolos mucho
más de lo corriente. Poco tiempo antes había anudado una
cuerda en torno a la garganta de la hermana (esa hermana
cuyo nacimiento provocó )a primera separación entre él y la
madre).
Yo sabía que en este tipo pa rti cu lar de entrevista mis
oportunidades para actuar eran limitadas: no sería posible
ver a los padres o al niño más que una vez cada seis meses,
pues la familia viví a en el campo. Por lo tanto, intervine como
sigue. Le expliqué a la madre que su hijo experimentaba
miedo a )a separación, que trataba de negar la separación
usando u na cuerda~ del mismo modo que uno trataría de
negar su separación respecto de un amigo utilizan do e) telé~
fono. El la se manifestó escéptica, pero yo añadí que si ))ega ba
a encontrar algün sentido a Jo que yo le decía, me gustaría que
abordara el tema con el niño en un momento conveniente,
haciéndole saber a él lo que yo había comentado y después
de sarro Ilan do e) tema de )a separación según fuera su res-
puesta.
No tuve más noticias de la familia hasta que volvieron a
verme al cabo de seis meses. La madre no me informó por
iniciativa propia lo que había hecho, pero yo la interrogué y
e) la supo relatarme Jo que había sucedido poco después de )a
visita anterior. Le había parecido que lo que yo dije era tontot
no obstante Jo cual una noche tocó el tema con el niño y
descubrió que él esta ha ansioso por hablar sobre su relación
con e)la y acerca de su temor a que perdieran con tacto. Entre
los dos hicieron un resumen de todas las separaciones en que
la mujer pudo pensar, y las respuestas del niño la convencieron

202
enseguida de que lo que yo había dicho era correcto. Además,
desde esa conversación con el hijo, eljuego con la cuerda había
cesado. Dejó de unir objetos como lo hacía antes. La madre
mantuvo con el hijo muchas otras conversaciones sobre su
sensación de separación, e hizo un muy ímporta.ntecoment.ario:
tenía la impresión de que la separación más importante había
sido la pérdida que había experiment.ado el nino cuando ella
estuvo gravemente deprimida; dijo que no se trataba sólo del
alejamiento fisico sino de la falta de contacto con el niño
1

debida a que estaba totalmente absorbida por otras cuestio-


nes.
En una entrevista posterior!- la madre me hizosaberque un
ano después de su primera conversación con el hijo, éste volvió
aj ugar con la cuerda y a atar objetos en la casa. En efecto, e] la
tenía que ingresar en un hospital para operarse y le dijo:
'"Juegas con la cuerda1 por lo que veo que te preocupa que yo
me vaya! pero esta vez sólo estaré ausente unos pocos días, y
la operación no es importante". Después de esta conversación,
cesó la nueva fase de juego con la cuerda.
Me he mantenido en contacto con est.a familia, y la he
ayudado con respecto a diversos detalles de la escolaridad del
niño y otras cuestiones. Ahora bien, cuatro años después de la
primera entrevista! el padre me informó sobre una nueva fase
de preocupación por la cuerda, asociada con otra depresión de
la madre. Esta fase duró dos meses 1 y desapareció cuando toda
la familia se fue de vacaciones, a1 tíem po que mejora ha la
situación global en e! hogar (el padre había encontrado traba..
jo después de un periodo de desempleo). Con esto se vinculó
una mejoría del estado de la madre. El padre proporcionó un
interesante detal Je adicional, relacionado con el tema que
estamos considerando. Durante esa fase reciente, el niño
había hecho con la cuerda algo que el padre consideró signi-
ficativo, porque demostraba cuán íntimamente conectadas
estaban todas esas cosas con la angustia patológica de la
madre. Un día volvió a }a casa y encontró al muchachito
colgado de una cuerda~ cabeza abajo. E} cuerpo estaba total-
mente inerte y él interpretaba muy bien el papel de muerto.
El padre comprendió que no debía darse por enterado, de

203
modo que pasó una media hora en el jardín~ inventándose
tareas extravagantes; al cabo de ese tiempo e] nin.o se aburrió
e interrumpió eljuego. Este hecho constituyó u na gran puesta
a prueba de la falta de angustia del padre. Pero a I día
siguiente el niño volvió a colgarse, esa vez de un árbol que se
veía desde la ventana de 1a cocina~ La madre se p recípi tó presa
de una grave conmoción y segura de que el chico se había
ahorcado.
El siguiente detalle adícional podía ser útil para la com~
prensíón del caso. Aunque este niño, que ahora tiene once
años~ está desarrollándose como "tipo rudo", es muy tímido y
se ruboriza con facilidad. Tiene algunos ositos que para él son
niños. Nadie se atreve a decirle que se trata de juguetes. Les
es Jeal, les dedica mucho afecto, y les confecciona unos pan•
talones cosidos con prolijidad. Según el padre, esta especie
de familia parece p roe u rar le u na sensación de se gu ri dad; él
actúa como la "madren. Cuando vienen visitas se lleva rápi-
damente todos los ositos a ]a cama de la hermana, porque no
quiere que níngún ajeno conozca la existencia de esa familia.
Además presenta renuencia a defecarJ o una tendencia a
conservar las heces. Por lo tanto~ no resulta difícil conjeturar
que tiene una identificación materna basada en su propia
inseguridad en relación con la madre, y que esto podría
evolucionar como homosexualidad. Del mismo modo la pre•
ocupación por la cuerda podría convertirse en u na perversión.

COMENTARIO

Parece .apropiado el comentario siguiente:


( 1) La cuerda puede verse como u na extensión de todas las
otras técnicas de comunicación. Las cuerdas unenJ así como
ayudan a envolver objetos y a sujetar material no integrado.
En este aspecto, tiene un significado simbólico para todos; la
exageración del uso de ]a cuerda puede fácilmente corresponder
al inicio de una sensación de inseguridad. o a Ia idea de una
falta de comunicación. En este caso particular~ es posible
detectar una anormalidad que se desliza en el empleo de la

204
cuerda por el niño, y resulta importante encontrar un modo de
puntualizar el cambio capaz de pervertir ese empleo.
Parece posible ]legar a esa puntualización tomando en
cuenta el hecho de que la función de la cuerda está pasando de
la unión a una negación de la separación.. Como negación de
la separación se con viert.e en un a cosa en sí mismat algo con
propiedades peligrosas y que es precíso dominar. En este caso,
la madre parece haber sido capaz de abordar el uso de la
C!lerda por el niño inmediatamente antes de que fuera demaw
siado tarde,. cuando todavía había esperanzas. Si ya no hay
esperanzas y la cuerda representa una negación de !a separa-
ción,. surge un estado de cosas mucho más complejo. dificil de
curar, a ca usa de los beneficios secundarios provenientes de
la habilidad que se desarrolla cuando hay que manipular un
objeto para ]legar a dominarlo.
De modo que este caso presenta un interés especial si hace
posible la observación del desarrollo de una perversión.
( 2) El material que hemos expuesto también permite ver
una función posible de los padres. Cuando se puede recurrir
a ellos,. están en condiciones de actuar con gran economía,
sobre todo si se tiene presente que nunca habrá una cantidad
suficiente de psicoterapeutas para tratar a todas las personas
que lo necesitan. Esta era una buena familia que había
atravesado un período d ifici I de bid o al desempleo del padre;
que habia sido capaz de asumir una responsabilidad total por
una niña retrasada, a pesar de las tremendas desventajas
fa rn iliares y socia les que esto entraña, y que había sobrevivido
a las fases agudas de !a enfermedad depresiva de la madre,
i ne] uso la de hospitalización. En un a fa mili a con esas carac-
terísticas tiene que haber mucha fuerza 1 y sobre esa base se
tomó la decisión de invitar a los padres a emprender la terapia
desu propio hijo,con la cual ellos mismos aprendieron mucho,
pero necesitaban que se los informara acerca de lo que
estaban haciendo. También necesitaban que su éxito fuera
a preciado y que todo el proceso se verba! izara. El hecho de
haber visto a su hijo salir de una enfermedad les ha dado
confianza en su capacidad para abordar Ias otras dificultades
que surgen de tiempo en tiempo.

205
RESUMEN

Se ha realizado la descripción breve de un caso para


ilustrar la compulsión de un nifio a utilizar cuerdas, primero
tratando de comunicarse simbólicamente con la madre a
pesar del repliegue de ella duran te fases depresivas y después
como una negación de la separación. En tanto símbolo de la
negación de la separación, la cuerda se convirtió en una cosa
temible que había que dominar~ y de tal modo se pervirtió su
uso. En este caso la propia madre realizó la psicoterapia,
mientras el psiquiatra le explicaba su tarea.

206
14

LA CONTRAT&i\NSFERENCIA1
(1960)

Lo que deseo decir puede enunciarse brevemente.


Creo que a la palabra "contratransferencian ahora debería
resti tuírse le su uso origina 1. Podemos u ti] izar las pal abras
como gustemos, sobre todo tratándose de palabras artificiales
como lo es ésta. Naturalmente, una palabra como "selr' sabe
mas que nosotros; nos usa y puede gobernamos. Pero
"contratransferencía" es un término que nosotros podemos
esclavizar,y la lectura de los textos técnicos me lleva a pensar
que está en peligro de perder su identidad.
Hay ahora toda una literatura en torno de este vocablo, y
yo he tratado de estudiar la. En mi artículo f'Ha te in the
Counter-transference~ (1947) (que trata principalmente so-
bre el odio)t dije quet según cierto uso, "contratransferencía"
designaría "la anormalidad en los sentimientos contra-
transferencia les y re Iaciones e identificaciones fijas re pri mi-
t

das en el analista. Esto lleva a comentar que el analísta


necesita más análisis ... n.
A los fines de ese escri tot recogí a continuación otros dos
significadas posibles.
Será fútil cualquier díscusión que se base en las fallas del

1
Trabajo presentado en la segunda parte de un simposio sobre la
Contratransferenci a, organizado por la Sección Médica de la Bri tish
Psycbo]ogical Society. Londres. 25 de noviembre de 1959. y publi-
cado originalmente en el British Journal of Medical Psychology. 33,
págs. 17~21.

207
análisis del propio analista~ En cierto sen ti do. es to pone fin a 1
debate.
Pero el significado de Ja palabra contratransferencia pue•
de ampliarse, y creo que todos estamos de acuerdo en extenderlo
un poco para tener ]a oportu.nídad de ver nuestro trabajo de
una manera nueva. Pero volveré a la idea que he expresado.
Antes de proseguir, tengo que retomar una observacíón rea•
lizada por Michael Fordham al principio de su intervención,
en la cua] cita a Jung como cuestionando la idea de que la
transferencia es el producto de la técníca psícoanalítica, y
subrayando que es un fenómeno general transpersonal o
social. Aparte del hecho de que no sé qué significa "trans~
personal'\ píenso que una distorsión del uso del término tal
como Freud lo introdujo puede generar confusíones. La ca-
racterística de la técnica psi coa n alí tíca es este empleo de )a
transferencia y de la neurosis de transferencia. La transfe ..
rencia no es sólo una cuestión de buena comunicación o
relacíón~ Tiene que ver con el modo como un fenómeno alta..
mente su bj eti vo surge repetidamente en el análisis. E] psi-
coanálisis consiste en gran medida en la preparacíón de las
con dici..oné,s para el desarrollo de esos fe n óm enos]I y en su
interpretacíón en el mamen to oportuno. La interpretación
relaciona e) fenómeno tr a nsferencial específico con un a por-
ción de la realidad psi q u ica del paciente. y es to en a] gu nos
casos signífica relacionar]a al mismo tiempo con una porción
de su vida pasada_
En un ejemplo típico, el paciente va eligiendo desconfianza
y odio en la relación con el analista, lo que puede verse como
correlacíon ado con e 1peligro de en contra rse con otro paciente,
o con ]as interrupciones debídas a ]os fines de semana y las
vacaciones. Con el transcurso de] tiempo! una interpretación
1e da sentido a todo esto, no en los términos del pre sen te, si no
de la estructura dinámica de la personalidad del paciente. A
continuación de ese trabajo, el pacíente pierde esa neurosísde
transferencia específica y comienza ]a eclosíón de otra. (A
menudo el trabajo no se realiza de un mcxio tan claro pero 1

como ilustración es to describe peñecta mente e) p rin ci pi o


básico?)

208
Michael Ford ham ( 1960) nos ha proporcionado un buen
ejemplo con la pacíente que lo interrogaba reiteradamente.
Por fin la mujer dijo: ~sted es como mi padre, nunca contesta
las preguntas,,. A menudo un paciente da cJa ves que el
analista puede interpretar de modo fructíferot pero en este
caso una porción importante aunque pequeña de la inter-
pretación fue aportada por la propia paciente, y sin duda el
analista pudo entonces intervenir con una interpretación más
completa.
Es necesario que dedique tiempo a estas aclaraciones t
porque si no nos ponemos de acuerdo sobre el término trans•
fe rencia no debemos empezar a discutí r la contra tran sfe-
.
rencia.
Incidentalmente,. podría recordarle al doctor Ford ha m que
alguno de los términos que él emplea carecen de valor para mí,
pues pertenecen a la jerga j ungu iana. E 1, a su turno,. podría
decirme cuáles de mis palabras le resultan inútiles. Por mi
parte, me refiero a qtranspersonar', "inconsciente trans-
personal", "idealanalítícotranspersonal", ~arquetipico",. "com•
ponentes contrasexuales de la psiqueH, ~ánimus y ánima'\
u conjunción áni mus-ánima K.

Este lenguaje no puede llegar a estableceruna com unicacíón


conmigo. Para algunas de las personas que se encuentran en
este sa)ón, éstas son palabras cotidianas, y para el resto no
tienen ningún significado preciso.
También debemos tener cuidado con el empleo de términos
que recíben diferentes usos entre grupos diversos de inves-
tigadores: yo, inconsci en te, ilusorio sin tónico (reaccionar
J

sin tónica mente ) análisis,. etcétera.


1

Ahora puedo volver al tema del fenómeno de la transfe~


rencia•oontratransferencia y examinar lo que sucede en tér-
minos generales en el trabajo profesional. El trabajo profesional
es totalmente distinto de la vida corriente. ¿no es asi!
Todo esto comenzó con Hípócrates. quizás el fundador de la
actítud profesional. En el juramento médico encontramos el
cuadro de un hombre o una mujer que constituye una versión
idealizada de I hombre o la mujer comunes de la calle. Pero es
asi como somos cuando actuamos profesionalmente. Ese ju-

209
ramento incluye la promesa de no cometer adulterio con una
paciente. Este punto su pone el pleno reconocimiento de un
aspecto de la transferencia, la necesidad que experimenta el
paciente de idealizar al médico, y de enamorarse de él, de
sonar.
Freudadmitióel desarrollo de toda una gama de fenómenos
su bje ti vos en Ia relación profesional; en efecto, el an ál isi s de1
propio analista implicaba el reconocimiento de que éste se
encuentra bajo tensíón al mantener una actitud profesional.
Empleo deliberadamente este modo de hablar. No estoy
diciendo que el análisis del analista pretenda liberarlo de la
neurosis;se trata de aumentar la estabilidad del carácter y la
madurez de la personalidad del profesional~ que constituyen
la base de su trabajo y de nuestra capacidad para mantener
u na relación profesional.
Desde luego, la actitud profesional podría erigirse sobre
una base de defensas, inhibiciones y regularidad obsesiva; lo
que digo es que precisamente en esos casos el terapeuta se
encuentra bajo tensiónt porque cualquíer estructuracíón de
las defensas de su yo reduce su capacidad para enfrentar las
situaciones nuevasT El psicoter a peu ta (analista o psicólogo
analítico) debe seguir siendo vulnerable y, sin embargo, no
abandonar su rol profesional en sus sesiones de trabajo
rea les. Su pongo que el a na1ista profesiona1 de cond u eta co~
rrecta es más fácil de encontrar que el analista que, sin dejar
de comportarse bien, conserva ]a vulnerabilidad propia de
una organización defensiva flexibler {Fordham se refiere a
esta misma idea en su propio lenguaje~)
En el psicoanálisis hay un uso mucho más pleno de los
fenómenos de Ia transferencia que por ejemplo, en la asistencia
i

sociaL Esto le proporciona al analista una ventaja terapéutica


sobre el asistente social, pero hay que recordar las ventajas
que consef'\'a la asistencia individualizada más general que
brinda el primero, quien~ trabajando con las funciones yoicas
del paciente, está en mejores condiciones par a relacionarse
con las necesidades de provisión social que tiene el yo del
individuo. Como analistas solemos encontrar obstáculos en
esta función, que no es la nuestra.

210
En el análisis, lo característico es que la neurosis de
transferencia derive del ello. En la asistencia social un hom-
bre puede decirle a una visitadora "usted me recuerda a mi
madre'\ y no es necesario hacer nada respecto de esto~ salvo
que la asistente lo crea. En el análisis, el anaJista habrá
recíbido claves que le permiten interpretar no sólo la trans~
ferencia de sentimientos de la madre a él, sino también los
elementos instintivos inconscientes que están debajo, y los
conflictos suscitados y las defensas que se organizan. De este
modo, el in consciente empieza a tener un equivalen te cons-
ciente y a convertirse en un proceso vivo que envuelve a las
personas, y a ser un fenómeno aceptable para el paciente.
Segura mente lo que el paciente encuentra es la actitud
profesional del analista, y no los hombres y mujeres inconfia bles
que somos en la vida privada.
Quiero empezar con esta observación clara, aunque tenga
que modificar algo más adelante lo que ahora estoy diciendo.
Deseo dejar establecido que el trabajo del analista es un
estado especial, es decir, que su actitud es profesional. El
trabajo se rea liza con un encuadre profesional. En este en-
cuadre damos por sentado que el analista no está sometido a
tras tomos de la personalidad y el carácter de un tipo o grado
ta I que impidan man tener la relación profesional, o que para
mantenerla obliguen a pagar el alto costo que suponen las
defensas excesivas.
La actitud profesional se parece al si m bol ism o, en cuan to
supone una distancia entre el analista y el paciente. E) símbolo
está en una brecha entre el objeto subjetivo y el objeto
percibido obj etiv amen te.
Se verá que en este sentido estoy en desacuerdo con una
afirmación de Fordham, aunque algo más adelante concordaré
con él. La afinnación a la que me refiero es la siguiente: ~El
(Jung) compara la relación analítica con una interacción
químical y continúa dicíendo que el tratamiento no puede
•mediante ningún dispositivo .. ser otra cosa que el producto
w

de la influencia recíproca en la cual desempeñan su parte


tanto el ser total de] médico como el pacientet tt_ Más adelante
subraya que es fútil que el analista erija defensas de tipo

211
profesional contra la influencia del pacientet y continúa: "'Al
hacerloJ no hace más que negarse el emp]eo de un órgano de
información sumamente importante".
Yo preferiría ser recordado como alguien que sostiene que
entre el paciente y el analista está la actitud profesional del
analista. su técnica, el trabajo que realiza con su mente_
Ahora bien. les digo esto sin temor porque no soy un
intelectual 1 y de hecho hago personalmente mi trabajo en
gran medida partiendo del yo corporal, por así decirlo. Pero en
mi trabajo analítico me pienso funcionando gracias a un
esfuerz.o mental consciente aunque fáci1. Las ideas y los
sentimientos acuden a la mente, pero antes de formular una
interpretación los examino y escudriño. Esto no significa que
los sentimientos no participen. Por un lado puedo sentír do,-
1

lor de estómago. pero habitua]mente ello no afecta mis


interpretaciones; por otra parte tal vez u na idea del paciente
t

me ha estimulado erótica o agresivamente., pero tampoco este


hecho afecta por lo común mi trabajo interpretativo, lo que
diga, el modo o el momento en que lo diga.
Duran te 1a sesión e 1anal is ta es objetivo y congruente, y no
es un sa]vador, un maestro, un aliado ni un mora]ista. El
efecto importante del propio análisis del analista en relación
con esto consiste en que ha fortalecido su yo de modo tal que
puede seguir pro fes ionalm.e nte ín vol ucrado y hacer lo sin de-
masiada tensión.
En la medida en que esto sea cierto, la palabra contra-
transferencia puede designar los rasgos neuróticos quema~
logran la actitud profesional y perturban el curso del proceso
analítico tal como Jo determina el paciente.
A mi juicio esto es así, salvo con cierto tipo de diagnóstícoJ
que ahora deseo describir, que modifica la totalidad del
problema y me lleva a desear concordar con la afirmación de
]a que acabo de disentír. El tema en discusión es ahora el rol
del analista; este rol debe variar según e I diagnóstico del
paciente. Ninguno de los oradores tuvo tiempo para referirse
más que brevemente a la cuestión del diagnóstico {aunque
Fordham citó a Jung: "Está claro 1 sin embargo, que él está
seguro de que el paciente puede tener efectos muy drásticos

212
sobre el analista y que el los pueden i nd uci r en é] manifesta~
ciones patológicas. Sostiene que éste es particularmente el
caso cuando se trata de esquizofrenías fronterizas, y Jung
desarrolla este tema de un modo interesante").
Por lo tanto~ ahora hablo desde una posíción diferente, ye]
cambio se origina en el hecho de que me refiero al manejo y
tratamiento de casos fronterizos para los cuales la palabra
psicótico es más apropiada que la palabra neurótico. Pero la
gran mayoría de las personas que acuden a nosotros en busca
de psicoanálisis no son psicóticos"y a los estudiantes hay que
enseñarles en primer lugar el análisis de los casos no-psicóticos.
Quízá se espere que yo emplee palabras t.ales como psicer
neurosis, psicosis, o histeria, trastorno afectivo y esq uiz.ofreni at
pero no lo haré para clasificar los casos en función de lo que
nos proponemos aquí. Creo que dos tipos de casos modifican
completamente la actitud profesional del terapeuta. Uno es el
paciente con tendencia antisocial y el otro es el paciente que
necesita u na regresión. El primerot el paciente con una ten-
dencia más o menos antisociat está reaccionando perma ..
nentemente a una deprivación. Su enfermedad, o el aspecto
esperanzado que hay en ella, obliga al terapeuta a corregir y
a continuar corrigiendo las fallas del yo auxiliar que alteró el
curso de la vida del pacíente. Lo único que el terapeuta puede
hacer, aparte de quedar atrapado, es aprovechar lo que
sucede para llegar a un enuncíado preciso de la deprivacíón o
las deprivaciones originales, tal como las percibíó y sintió et
paciente en su n í ñ ez. Esto su pone trabajar o no con el in . .
consciente del paciente. Un terapeuta completamente com-
prometido en el trabajo con pacientes que presentan una
tendencia antisocial no estaría en una buena posición para
comprender la técnica psicoanalítica, la operación de la
transferencia o la interpretación de la neurosis de transfe-
rencia. Nosotros tratamos de no derivar ]os casos antisociales
a nuestros estudiantes de psicoanálisis precisamente porque
con esos casos no podemos enseñar psícoanál isis. Se los trata
mejor de otro modo, aunque el psicoanálisis puede a veces
añadirse con utilidad. No dedicaré más consideraciones a la
tendencia antisocial.

213
En e I otro tipo de pací en te al que estoy refiriéndome, puede
ser necesaria una regresión. Para generar un cambio signifi-
cativo, el paciente tendrá que atravesar una fase de depen-
dencia infantíl. Tampoco en este caso puede enseñarse psícoa-
nálisis, aunque sí practicarlo en una fonna modificada. La
d ificu Itad consiste aquí en el diagnóstico, en Ia localización de
la falsedad de la personalidad falsa que oculta al self verda-
dero ínmaduro. Para que en este caso el self verdadero oculto
se haga reconocer, el derrumbe del paciente formará parte del
tratamiento, y el analista tendrá que ser capaz de interpretar
el rol de la madre para el ínfante de I paciente. Esto significa
brindar un yo auxiliar en gran escala. El analista tendrá que
seguir orientado hacia la realidad externa, mientras de hecho
se identifica con el paciente, incluso se fusiona con éL El
paciente debe volverse sumamente dependientet incluso ab-
solutamente dependiente y esto vale aunque exista una parte
1

san a de ]a persona] idad que mientras tan to actúe como a] iado


del analista y de hecho le diga cómo debe comportarse.
Advertirán que ahora estoy empleando frases concordantes
con las uti1izadas por Fordham.
Una vez más puede decirse que los analistas que trabajan
princi palmentecon pacientes que se vuelven muy dependientes
de esta manera, quizá no comprendan ni aprenda:1 la técníca
psícoanalítica, basada en el trabajo con ]a gran mayoría de los
pacientes, en los cuales su propía dependencia infantíl fue
manejada con éxito por sus madres y padres. (N u nea podrá
subrayarse Jo bastante el hecho de que la mayoría de las
personas, si se analizan, necesitan la técn i,:a psi coa nalitíca
clásíca, con la actitud profesíonal del analista entre éste y el
paciente.)
PercontraJ e] analista clásicot e] que ha aprendidosu tarea
con la neurosis de tra n sfere ncía y confia en su capacidad par a
abnrdarla a medida que se desarro11a y repetidamente reapa-
rece, tiene mucho que aprender de quienes cuidan e íntentan
hacer psicoterapia con pacientes necesitados de atravesar las
etapas del desarro] lo emocíon al que en sentido propio co-
rres pon den a la infancia.
Por lo tan to, desde es ta posición modificada con e 1paciente

214
diagnosticad o como psicótico o esquizofrénico, y con la trans-
ferencia dominada por la necesidad que tiene el paciente de
hacer regresión a una dependencia infantil, me encuentro en
condiciones de sumarme a muchas de las observaciones del
doctor Fordhamj quien, no obstante, considero que no las
vinculó adecuadamente con la clasificación de los pacíen tes,
de bid o a que Ie faltó tiempo. El psicótico fronterizo gradual-
mente atraviesa las barreras que yo he denominado la técnica
del analista y la actitud profusional 1 y obliga a una relación
directa de tipo pri mi ti vo, incluso al extremo de la fusión. Es to
se hace de un modo gradual y ordenado, y la recuperación es
consecuentemente ordenada, salvo cuando, como caracterís-
tica misma de la enfermedad, el caos debe reinar supremo
tanto dentro como fuera.
En la formación de psicoanalistas y en estudios relacionados,
no debemos colocar a los estudiantes en la situación de quedar
relacionados con Ias necesidades primitivas de los pacientes
psicóticosJ porque pocos podrán soportarlo, y pocos podrán
extraer algún aprendizaje de esa experiencia. Por otra parte,
en una práctica psicoanalítica adecuadamente organizada
hay lugar para algunos pacientes que cruzan la frontera
profesional 1 y que nos someten a esas pruebas especiales y
formulan las exigencias que en esta discusión nosotros pa-
recemos estar abarcando con el ténn ino "con tratransferencia".
Yo podría tomar el tema de las respuestas del analista. De
hechot me resulta díficil perder esta oportunidad de discutir
las cosas de toda clase que he experimentado y que se vinculan
con las ideas formuladas por el doctor Fordham. Por ejemplo,
hubo una paciente que me golpeó. Lo que yo le dije entonces
no puede publicarse.No
, fue una interpretación, sino la reacción
a un hecho. La paciente atravesó la línea blanca profesional
y obtuvo un poco de lo que soy realmente; creo que el la lo sintió
como real. Pero una reacción no es contratransferencia.
¿No sería mejor en este punto permitir que el término
contratransferencia recobre su signifreado y designe lo que
esperamos eliminar mediante la selección, el análisis y la
formación de los a na lis tas? Es to nos dej aria las manos libres
para díscutir muchas cosas interesantes que los analistas

215
pueden hacer con 1os pacientes psicóticos en regresión tempo-
raria y dependientes,. a los cuales podríamos aplicar]es la
expresión de Margaret Little: la respuesta total de] analista
a las necesidades de] paciente. Bajo este títu]o u otro simi]ar
hay mucho por decir sobre el empleo que puede hacer e]
analista de sus propias reacciones conscientes e inconscientes
ante el impacto de] paciente psicótico o de la parte psicótica
del paciente, y sobre el efecto de este impacto en la actitud
profesional. Yo me cuento entre quienes ya han escrito algo y
dícho mucho sobre este tema que interesa por igual a
junguianosy freudianos. Esto podría y sin duda debe constituir
la base de futuras discusiones pero si se pretende extender
l

esta pa]abra para que abarque todo e] mundo contenido en e]


título de este simposio Oa contratransferencia) creo que lo
1

único que se obtendrá es confusión.

216
15

LOS FINES
DEL TRATAM:IENTO PSICOANALITIC0 1
(1962)

Al hacer psicoanálisis me propongo:

Mantenerme vivo
Mantenerme sano
Mantenerme despierto

Pretendo ser yo mismo y comportarme bien~


Una vez iniciado un análisis, esperocontinuar!o,sobrevivir
a él, ponerle fin.
Disfruto analizando y siempre espero con esperanza el
final del análisis. El análisis por el análisis mismo no tiene
sentido para mí. Analizo porque es lo que el paciente necesita
y !e conviene. Si el paciente no necesita anáhsis, hago otra
cosa.
En el análisis uno se pregunta cuánto puede permitirse
hacer. Y, en contraste, en mi clínica el lema es hacer lo míninlo
necesano.
Pero éstas son cuestiones superficiales. ¿Cuáles son los
fines más profundos? ¿Qué es lo que hace uno en el encuadre
profesional tan cuidadosamente preparado y mantenido?
Al principio siempre me adapto un oco a lasexpectatívas
del individuo. No hacerlo es inhumano. Pero continuamente

1
Trabajo presentado ante la Britísh PsychoTAna]ytical Society,
e] 7 CE marzo de 1962.

217
maniobro para entraren la posición del análisis e ándar. Lo
que debo tratar de hacer es definir el significa do que tiene
para mí la expresión ... análisis estándar'".
. ..:--r,;ra mí, esto significa comunicarse con el paciente desde
la posición en que me coloca la neurosi (o sicosis e
tr.an sfere ncia. En esa posición tengo algunas de las ca rae te-
- nsticas de un fenómeno transicional, puesto que aunque
represento el pri ncí pio de realidad, y soy yo quien debe estar
a ten to al reloj, para e 1 paciente. no ob st.a n te, soy un objeto
subjetivo.
La mayor parte de lo que hago tiene la índole de una
verbalización de Jo que el paciente me trae para usar lo el día
de la sesión. Hago in terpret acio es por dos . .razones:
(1) Si no in erpreto, el paciente tiene la impresión de que
1o com ren d todo. En otras palabras, al interpretar ogro~
conservar una cierta cualidad externa por no dar tota]mente
en el blanco, o incluso por equivocarme.
(2) La verbal iza cíón en el momento oportuno moviliza las
fuerzas intelectuales. Movilizar los proceso inte~c~J_ial.es
sólo es malo cuando ellos se han vue)to seriamente disociados·
del ser p sicosom ático. Mis in terpretacíones son parcas; es lo
que espero. Una interpretación por sesión me deja conforme
si se refiere al material producido por la cooperación incons-
ciente de] paciente. Digo una cosa, dividida o no en dos o tres
partes. Nu nea u ti 1izo oraciones largas,. a menos que es té muy
cansado. Si estoy al borde del agotamíento empiezo a ensenar;
ademást a mi juicio, una interpretación que incluye la palabra
"además" lleva e] sello de sesión pedagógica·.
La mate ria de los procesos secundarios se aplica a la
materia de los procesos primarios. como a porte al crecimiento
y ]a integración.
¿Qué me trae hoy el paciente? Esto depende de la coope-
ración inconsciente que se estab]eció en el momento de la
primera interpretación mutativa, o antes; es axiomático que
el trabajo del análisis debe serrealizado por e] paciente,. y que
esto es lo que se denomina l,,foperación inconsciente". Incluye
cosas tales como el soñar1 el recordar los sueños y comunicar-
los de un modo útil.

218
La cooperación inconsciente es lo mismo que la resistencia 1

pero esta ultima corresponde a un elemento transferencial


negativo. El análisis de la resistencia libera 1a cooperación
que corresponde a elementos transferenciales positivos.
Aunque el psicoanálisis puede ser infinitamente comp]ejo,
es posible decir unas pocas cosas simples sobre el trabajo que
yo hago y una de e] las es que en la transferencia espero
1

encontrar una tendencia a la ambivalencia y a alejarme de los


mecanismos más primitivos de la escisión, la introyección y la
proyección, la retaliación objetal, la desintegración, etcétera.
Sé que esos mecanismos primitivos son universales y que
tienen un valor positivo, pero son defensas en cuan to debil i-
tan eI lazo directo con el objeto a través del instinto, ya través
del amor y el odio. Al final de ra míficaciones in tenn inables en
términos de fantasía hipocondríaca e idea delirante per-
secutoria, el paciente tiene un sueno que dice: "Te cornon. Aquí
hay una simplicidad total, corno la del complejo de Edipo.
La simplicidad total sólo es posible como bonificación por
sobre el fortalecimiento del yo que el análisis genera. Me
gustaría referirme en especial a este tema, pero primero debo
abordar el hecho de que en muchos casos el analista desplaza
las influencias a rnbien tales pato] ógicas y logramos un insíght
del tipo que nos penni te saber cuándo nos hemos convertido
en representantes actuales de las figuras parentales de la
niñez y la infancia de I paciente, y cuándo, por con traste,
estamos desplazando a esas figuras.
En 1a medida en que pasemos por esto, nos vemos afectando
el yo del paciente en tres fases:
(a) Esperamos una especie de fortalecimiento del yo en las
etapas tempranas del análisis, gracias al yo auxiliar que
proporcionamos, simplemente por el hecho de hacer análisis
estándar y hacerlo bien~ Esto corresponde al yo auxiliar de Ia
madre que (según mi teorización) fortalece el yo del infante si
y sólo si ella es capaz de desempeiiar su parte especial en ese
momento. Esa parte es temporaria y corresponde a una fase
especial.
(b) A continuación sigue un a fase pro] ongada en la cual la
confianza del paciente en el proceso analítico genera todo tipo

219
de expe rimen tación (por parte del propio pacíen te) en ténn i •
nos de i nde pendencia del yo.
(e) En la tercera fase. el yo del paciente, ya independiente,
empieza a mostrarse y a afirmar sus propías caracteris tic as
índíviduales! y el paciente comienza a dar por sentado el
sentimiento de que existe por derecho propio.
Es esta integración del yo la que me interesa particular-
mente, y la que tne da placer (aunque no se produce para
darmeplacert Resulta muy satisfactorioobservar la creciente
capacidad del paciente para reunir todas las cosas en el
ámbito de la omnipotencia personal, incluyendo aun los
auténticos tra urnas~
La fortaleza del yo da por resultado un cambioclíníco en la
dirección de un aflojamiento de las defensas, que pasan a ser
empleadas y desplegadas más económicamente, con la conse~
cuencia de que el individuo deja de sentirse atrapado en una
enfermedad; se siente libre, aunque no libre de síntomas. En
sin tesis: vemos el creci mí en to y el desarrollo emocíon al que en
1a sí tu ación original es ta han reten idos.
¿Qué decir del análisis modificado?
Cuando encuentro ciertas condiciones que he a prendido a
reconocer, me descubro trabajando como psicoanalista más
bien que haciendo psicoanálisis estándar.
(a) El miedo a la locura domina la escena.
(b) Un self falso se ha vuelto exitoso, y para que el análisis
tenga éxíto en alguna fase se destruírá la fachada de éxito 1
incluso de esplendor.
(e) Hay en el paciente una tendencia antisocial, sea en
forma de agresión, de robo, o ambas cosas> como legado de una
de prí vación ~
(d) No hay vida cultural alguna, sino sólo una realídad
psíquica interior y una relación con la realidad externa,
re Ia ti va mente desvin cu] ad as entre sí.
(e) Domina la escena una figura parental enferma.
Estas y muchas otras pautas patológicas me llevan a
prestar atención. Lo esencial es que baso mi trabajo en el
diagnóstico. Mien tras avanzo con ti n u.o haciendo el di agnós ti•
co individual y social. y trabajo inequívocamente en concor-

220
dancia con el diagnóstíco. En es te sentido hago psicoanálisis
cuando, según el diagnóstico, el individuo, en su ambiente,
quiere psicoaná Iisis. Incluso puedo tratar de poner en marcha
una cooperación inconsciente cuando no hay un deseo cons-
ciente de análisis. Pero, en genera!, el análisis es paraquienes
lo quieren, lo necesitan y ]o penn iten.
Cuando estoy ante un caso para el que no corresponde el
psicoanálisis, me convierto en un psicoanalista que satisface
otra ta de sa ti sfacer las necesidades de ese caso especial. Creo
que este trabajo no analítico puede ser realizado del mejor
modo por un analista que conozca bien la técnica psicoanalítica
estándar.
Finalmente, querría decir Io que sigue.
He basado mi exposición en el supuesto de que todos los
analistas son iguales, en la medida en que son analistas. Pero
en realidad los analistas no son iguales. Yo no soy ahora como
era hace veinte o treinta a ñosT Algunos analistas sin duda
trabajan mejor en el ámbito más simple y dinámico en el que
el conflicto entre el amor yel odio, con todas sus ramificaciones
en la fantasia consciente e inconsciente, constituye el problema
principal. Otros anal is t.as trabajan igualmente bien o mej ar
cuando pueden aoordar mecanismos mentales más primiti-
vos en la neurosis o psicosis de transferencia. De este modo,
interpretando retaliaciones, proyecciones e introyecciones
del objeto parcial, angustias hipocondriacas y paranoides 1
ataques a los vínculos, tras tornos de pe nsa miento, etcétera,
amplían el campo de operaciones y la gama de casos que
pueden tratar. Se trata de análisis de investigación y el
peligro consiste sólo en que las necesidades del paciente, en
términos de <lepen denci a infanti 1, se pierdan en el curso del
desempeño del analista. Naturalmente, a medida que gana-
mos con.tia n za en la técnica estándar gracias as u uso en casos
adecuados, nos agrada sentir que podemos abordar los casos
fronterizos sin desviarnos, y no veo ninguna razón por la que
no haya que realizar el intento, en especial si el diagnóstico
puede modificarse a favor nuestro como consecuencia de
nuestro trabajo.
En mi opinión, nuestros fines en la práctica de la técnica

221
estándar no se modifican si interpretamos los mecanismos
mentales corres pond ien t.es a ] os ti pos psicóticos de trastorno
y a las etapas primitivas de los estados emociona] es de 1
individuo. Si nuestro fin sigue siendo verba li zar la conciencia
naciente en términos de transferencia 1 estamos practicando
análisis; en caso contrario, somos analistas que practican
alguna otra cosa que consideramos apropiada para ]a ocasión.
Y, ¿por qué no?

222
16

UN MODO PERSONAL DE VER


EL APORTE KLEINIAN0 1
(1962)

En sus exploraciones más allá de los escritos del propio


Freud 1 ya se habrán encontrado ustedes con otros nombres
importan tes, y habrán tomado contacto con analistas que
realizaron aportaciones originales, en general consideradas
aceptables. Por ejemplo, habrán conocido a Anna Freud, que
ocupó una posición única en 1a vida de su padre durante las
últimas dos décadas,y lo cuidó con fortaleza mientras estuvo
enfermo; sin duda estarán por lo menos familiarizados con su
clásico resumen de la teoria psicoanalítica, Ego and ihe
Mechanisms of Defence (1936). En todo caso, Anna Freud
ejerció u na influencia in mensa sobre e] modo como el psi-
coanálisis se ha desarrollado en 1os Estados Unidos y a su
estimulante interés por el trabajo de los colegas se le deben
muchas investigaciones publicadas con las firmas de otros.
Ahora bien 1 Anna Freud no ha sido tan importante en
lng]aterra como en los Estados Unidos, sencillamente porque
en Londres ya se habían realizado desarrollos muy impor-
tantes en los veinte años siguientes a la Primera Guerra
Mundial, antes de la 1]egada de la señorita Freud con su
padre,. como refugiados de la persecucíón nazi. Mi propio
crecimiento psicoanalitico echó raíces y brotó durante ese
período: por 1o tan to es posible que les res u] te interesan te
1

1
Conferencia pronunciada ante los candidatos a la Sociedad
Psicoan alitica de Los Angeles, el 3 de octubre de 1962.

223
escuchar de mí algunas palabras sobre el suelo en el que fui
sembradoT
Vean ustedes: allí se desplegó una polémica entre Me]anie
K1ein y Anna Freud que todavía no ha quedado resuelta.
Ahora bien, en mis años deformación esto no tenía importancíat
y sólo la ha adquirido ahora en ]a medida en que obstaculiza
pensar con libertad. De hecho, Melanie Kleín y Anna Freud ya
habían estado relacionadas en ]os días de Viena, pero esto no
significaba nada para mí.
Desde mi punto de vista. e 1 psico a n á] isí s en 1ngl aterra era
un edificio en cuyos cimíentos estaba Ernest J ones. Si a]guien
se ha ganado mi gratitud ha 9:ído Ernest J ones, y fue a Jones
a quien recurrí en busca de ayuda en 1923T El me puso en
con tacto con James Strachey, con quien me analicé durante
diez anos, pero sa hiendo sí empre que era gracias a Jo nes que
yo podía contar con un Strachey y con un a British Psycho-
Analytícal Society.
De modo que llegué al psícoanálisis ignorando los choques
persona]es entre ]os diversos ana1istas, muy contento de
obtener una ayuda efectiva ante las dificultades que en~
frentaba.
En esa época yo inícíaba mi carrera como pediatra consultor;
pueden ustedes imaginar e] entusiasmo que suscitaba en mí
e] hecho de que, al confeccionarinnumerables hístorias clínicas
con la información proporcionada por padres de pacíentes
hospitalarios, encontraba todas ]as confirmacíones deseables
de las teorías psicoanalíticas que comenzaban a adquirir
sentído para mí a través de mi propio análisis. En esa época
ningún otro analista era también pediatrat por lo cual durante
dos o tres décadas yo constituí un fenómeno aislado.
Menciono estos hechos porque~ como pediatra que sabía
hacer hablar a las madres sobre sus hijos y sobre ]as historias
tempranas de los trastornos de esas cría tu ras, pronto pude
sorprenderme por e 1 insig h t que el ps ícoa ná 1ísis había pro-
porcionado sobre ]a vida de los níños, y también por una cierta
deficiencia de la teoría psicoana1ítica a la que me referiré a
continuación. En ese tíem po, la década de 1920 t en e 1núcleo
de todo estaba e] complejo de Edipo. E] análisis de ]a

224
psiconeurosis conducía una y otra vez al analista a las angus-
tias de la vida instintiva del periodo de los cuatro a ci neo años
de edad, en la relación del nifto con los dos progenit.ores. Si en
el análisis salían a luz dificultades más tempranas, eran
trata das como regresiones a puntos de fijación prege ni tales,
pero se consideraba que la dinámica provenía del conflicto en
el momento de pleno desarrollo del complejo de Edipogenital,
en la edad del dea mbulador o más tarde. es decir, antes de la
su peracíón del complejo de E di po y del inicio del período de
latencia. Ahora bien, en innumerables historias clínicas yo
encontraba que los niños con trastornos -fueran psiconeu-
róticos, psicóticos, psicosomáticos o antisociales- presenta~
ban dificulta des en su desarrollo emocíon al en la infancia,
incluso de bebés. Los ninos paranoides hipersensibles podían
íncluso haber empezado a serlo las primeras semanas o días
de vida. En algún lugar había algo erróneo. Cuando empecé el
tratamiento psícoanalítico de niños, pude confirmar que el
origen de la psiconeurosisestaba en el complejo de Edipo, pero
sabía que los trastornos habían comenzado antes.
Desde mediados de la década de 1920 seiialé esos hechos en
escritos tentativos y temerosos dirigidos a los colegas; final-
mente mi punto de vista hizo eclosión en un artículo de 1936
que titulé "Appeti te a n d E motion a 1Dísorder:n. En ese escrito
presenté historias clínicas que había que conciliar de algún
modo con la teoría del com piejo de Edipo como punto de origen
de los conflictos individuales. Los bebés podían padecer en-
fermedades emocionales.
Fue importante en mi vida el momento en que Strachey
interrumpió el análisis y me habló de Melanie Klein. El había
tenido noticias de mi cuidadosa anamnesis y del hecho de que
yo trataba de aplicar a los niftos que atendía por todo tipo de
trastornos pediátricos lo que descubría en mi propio análisis.
Yo investigaba especial mente los casos de niños que sufrían
pesadillas. Strachey me dijo: qSi usted está aplicando la teoría
psícoanal ítica a los nin.os, tiene que conocer a Melaníe Klein.
J ones la tentó a venir a Inglaterra para analizar a alguien en
quien él est.aba especialmente in teresa do; Me lan ie K1 ei n está
diciendo algunas cosas que pueden ser ciertas o no y usted
1

225
tendrá que descubrirlo por sí mísmo, pues en su análisís
conmígo usted no va a enterarse de lo que e 11 a enseña"'.
De modo que fui a escucharla y después la visité; encontré
a una analista que tenía mucho que decir sobre las angustias
de la infancia, y me puse a trabajar con la ventaja de contar
con su ayuda. Le llevé una hístoría redactada muy det.allada ..
mente, y ella tuvo la bondad de leerla de extremo a extremo;
sobre la base de ese análisis prek] eini ano que yo realicé a
partir de mi propio análisis con Strachey, pasé a tratar de
aprender algo de esa inmensa cantidad de conocimientos que
descubrí que IGein ya tenía~
Me resultó díficíl, porque de la noche a la mañana dejaba
de ser un pionero yo mismo, para convertínne en discípulo de
una maestra pionera. Melanie Klein era una maestra gene-
rosa~ y yo me consideraba afortunado. Recuerdo que en una
oportunidad fui a pedírle una supervisión, y no pude recordar
absolutamente nada del trabajo de toda la semana. Su res-
puesta consistió sencillamente en narrarme uno de sus pro . .
p10s casos.
De modo que estaba aprendiendo psicoanálisis con Melanie
Klein y los otros maestros me parecían relatívamente rígidos.
Entre otras cosas, ella tenía una memoria extraordinaría. El
sábado a la noche, si se lo proponía, podía recorrer todos y cada
uno de los detalles del trabajo de la semana con cada paciente,
sin necesidad de consultar notasw Recordaba mis casos y mi
material analítico mejor que yo mísmo. Más adelante me
confió el análisis de alguíen allegado y querido por ella~ pero
debe quedar claro que yo nunca me analicé' con ella ni con
ninguno de sus analizandos, por lo que no puedo contarme
como miembro de su grupo de kleinianos selectos~
Ahora debo tratar de puntualizar lo que obtuve de Melanie
Klein. Es difícil, porque en esa época yo símplemente traba-
jaba con el mate ria l de mis casos, y de los casos sobre los que
ella me hablaba" sin la menor ídea de que se me estaba
enseñando algo sumamente original. El hecho es que tenía
sentido, y sumaba la teoría psicoanalítica a los detalles de mi
hístoria clínica.
Para Melanie Klein, el análisis de niños era exactamente

226
comoel análisü; de adultos. Desde mi punto de vista esto nun•
ca fueunprob)ema, pues yo me iniciécon la misma idea,y aún
la sostengo. La idea del período preparatorio depende del tipo
de caso, y no es una técnica fija propia del análisis de niños.
En ese entonces Melanie Klein empleaba conjuntos de
juguetes muy pequeños. Yo descubrí que eran muy valiosos,
pues resultaban fáciles de manipular y se sumaban de un
modo especial a la imaginación del niño. (;onstituían un
progreso en relación con el hablar y también con e) d ihu-
jar, que yo había empleado siempre debido a Ia ventaja de
poder contar con los dibujos para recordar una pesa di 11 a o
un ejemplo del jugar .
Melanie Klein tenía un método para hacer muy real la
reali ad psíquica interna. Para ella el jugar era una proyec-
ción de la rea lid ad psíquica del ni no, que éste localizaba
dentro del sel f y del cuerpo~
De este modo fui acostumbrándome a ver la manipulación
por el niño de los pequeñosjuguetes, y otros juegos especiales
y circunscriptos, como vislumbres del mundo interior del
ni no; uno percibía que la realidad psíquica puede considerar•
se ªinterior" porque pertenece al concepto que e) niño tiene de
sí mismo como poseedor de un lado de adentro que forma parte
del self y un lado de afuera que es ~no-yon y se repudia.
En estos términos había una estrecha conexión entre los
mecanismos mentales de )a introyección y )a función de
comer. La proyección también estaba relacionada con las
funciones corporales excretorias: con la saliva, el sudor, las
heces, la orina,. el gritar, el patalear, etcétera.
Entonces e) mat.erial de un análisis tenía que ver con la
1

relación objetal del niño o con )os mecanismos de in troyección y


proyección. Asimismo, )a expresión "relación objetal" podía
significar relación con objetos ín ternos o externos. El niii.o crecía
en un mundo, pero tan to el niño como el mundo eran constan-
tement.e enriquecidos por la proyección y )a introyección. No
obstante, el material para la proyección y la introyección tenía
una prehistoria, pues, en la base lo que está en el niño y le
1

pertenece fue primero incorporado en relación con la función


corporal del comer. De este modo,. aunque uno podía analizar

227
interminablemente en términos de proyección e introyecciónJ
los cambios se producían en relación con el comer, es decir, con
el erotismo y el sadismo ora] es.
Según esto 1 el mordisco rabioso en la transferenciat re]a-
cion ado con un fin de semana o unas vacaciones, acrecen taba
la fuerza de los objetos internos de cal ídad persecutoria. Como
con secuencia, el niño ex perim en taba un dolor, se sen tía
amenazado interiormente o estaba enfermo, o bien la amena-
za era percibida desde el exterior en virtud de los mecanismos
de la proyección; podían desarrollarse fobias o fantasías
amenazantes, en estado de vigilia o de sueño, o aparecer
d escon fianza t y así sucesi v amen te.
Así se abrió para mí un mundo analítico muy rico; el
material de mis casos confirmaba las teorías 1 y lo hacía
repetidamente. Por fin lo di todo por sentado. Por otra parteJ
Preud bosqueja esas ídeas en "Mourning and Melancholia»
(1917) y Abraham (1916) -maestro de Klein en Berlín-
habíaabiertoel nuevo terrítorio queMelaníe IGein disfrutaba
tan to j a)on ando.
Para mí lo ím portan te era que, sin reducir en nada el
impacto de] complejo de Edipo, se estaba trabajando sobre la
base de angustias relacionadas con los impulsospregenitales.
U no podía ver que en los casos psiconeuróticos más o menos
puros el materia] pregenital era regresivo y la dínámica
pertenecía al período de los cuatro anos, pero 1 por otra parte,
en muchos casos había enfermedad y una organización de las
defensas propias de etapas anteriores de la vida del infante;
en realidad, muchos infantes nunca llegaban a algo tan sano
como un complejo de Edipo en la edad del deambulador.
En mi segundo caso de formación con niños, a principios de
la década de 1930, tu ve la suerte de encontrar a una paciente
de tres años cuya enfermedad (anorexia) se había iníciado con
el primercumpleaños. El material del análísis era edípíco con
reacciones a 1a escena prima ria; ]a niña no era de ningún
modo psicótica. Además evolucionó muy bien, y ahora está
felizmente casada y criando a su propia prole. Pero su conflicto
edípicose había iniciado ene] primer cumpleaños, cuando por
primera vez se sentó a la mesa con los dos progenitores. La

228
nin.a) que antes no había presentado níngún síntoma, tendió
la mano hacia la comida miró solemnemente a los dos padres,
1

y retiró] a mano. Así se inició u na anorexia severa) ex.aclamen te


al año. En el material del análisis, la escena primaria aparecía
como una comida; a veces los padres comían a la niña mien- 1

tras que otras la niña volcaba la mesa (la cama) y destruía


toda la estructura. Su análísis terminó a tíempo para que
tuviera un complejo de Edi po geni ta 1 antes del inicio del
período de latencia.
Pero éste era un caso anticuado. El enfoque de Melanie
Klein me permitía trabajar con los conflictos y angustias
ínfan ti] es y con las defensas primitivas fuer a el paciente niño
1

o adulto; ese modo de ver fue arrojando luz gradualmente


sobre la teoría de la depresión reactiva (iniciada por Freud) y
sobre la teoría de algunos estados caracterízados por la
expectativa persecutoria; también daba sentido a cosas tales
como las alternancias clínicas de ida y vuelta entre la hipo-
condría y las ídeas deliran tes de persecución, y entre la
depresión y la defensa obsesiva.
Mientras trabajé con Klein, nunca encontré que hubiera la
menor alteración de la aplicación estricta de los princípios
técnicos freudianos. Se eví taba con cuidado sal ír del ro I de
analista y las principales interpretaciones se referían a la
transferencia. Esto me resultaba natural, porque mi propia
analista era es trieta mente ortodoxa~ (Había iniciado mi se~
gundo análisis con ta señora Joan Riviere.)
Lo que sí encontré fue una comprensión muy enríquecida
del material presentado y en particular encontré que resulta-
ba va lioso localizar el ítem de la realidad psíquica, dentro o
fuera. y líbrarse del uso de la frase ~fantasía más débir',.
incluso cuando por f■lfantasíal't entendemos la facultad de
.1maginar.
.
Siguiendo en el trabajo los lineamientos de Klein> uno
llegaba a comprender la compleja etapa del desarrollo que
Klein denominó "posíción depresi l/ a". Creo que ésta es una
mala denominación, pero por cierto en la clínica, en los
tratamientos psicoanalíticos] la llegada a esa posíción hace
que el paciente se deprima. En este caso estar deprimido es un

229
logro! implica un alto grado de integración personal y la
aceptación de la responsabilidad por toda la destructividad
vi ncu] ada con el hecho de vi vír, con la vida instintiva y con ]a
rabia por la frustración.
Partiendo del material que presentaban mís pacientes!
Klein me hizo ver con claridad de qué modo la capacidad para
preocuparse por el otro y sentir culpa es un logro; más que la
depresiónt es ese logro lo que caracteriza la llegada a la
posición depresiva en el caso del bebé y el niño en crecimiento.
La llegada a esa etapa está asociada con ideas de restitución
y reparación; por cierto! el individuo h urna no no puede aceptar
las ideas destructivas y agresívas de su propia naturaleza sin
una experiencia de reparación y por ello en esta etapa es
1

necesaria la presencia continuada del objeto del amor, pues


sólo así hay oportunidades para la reparación.
En mi opinión, éste es el más importan te aporte de Klein !
y creo que está a la altura del concepto freudiano del com piejo
de E di po. Este ú] timo se refiere a u na relación tri personal, y
la posición depresiva de Klein tiene que ver con una relación
bipersona] -la que exíste entre el infante y la madre-. El
principal ingrediente es un cierto grado de organización y
fuerza del yo en el bebé o niño pequeño, razón por la cual
resulta difícil ubicar el inicio de la posición depresíva antes de
los ocho o nueve meses, o del año. Pero, ¿qué importa?
Todo esto pertenece al período de entre guerras, cuando
hubo un crecimiento rápido de la British Society y Klein era
el agente fertilízador. La respaldaban Paula Heímann y
Susan Isaacs, y también Joan Riviere~ mi segundo analísta.
Desde aquellos días es mucho lo que ha ocurrido, y no
pretendo ser capaz de transmitir la concepción de Klein de un
modo que ella misma hubiera aprobado~ Creo que mi modo de
ver empezó a separarse del suyo, y en todo caso encontré que
ella no me había incluido en el grupo de los kleinianos. Esto
no me importó, porque nunca he sido capaz de seguir a otro,
ni siquiera a FreudT Pero Freud era fácil de criticar, pues
siempre estaba criticándose a sí mismo. Por ejemplo puedo1

decir sencillamente que no encuentro ningún valoren su idea


de un instinto de muerte.

230
Bien, K1ein ha hecho mucho más de lo que podemos
permitirnos ignorar. Penetró cada vez más profundamente en
los mecanismos mentales de sus pacientes, y después aplicó
sus conceptos al bebé en crecimiento. Creo que es en ese
proceso donde cometió errorest porque en psicología ~más
profundo" no siempre significa "más temprano".
U na parte importante de la teoría kleiniana es el postulado
de una posición esquiro-paranoide que data del inicio mismo
de la vidaL Esta expresión, "esquizo-paranoide", es sin duda
poco feliz, pero no podemos ignorar el hecho de que en un
sentido vitalmente importante encontramos los dos meca•
nismos:

(1) miedo al talión,


(2) escisión del objeto en .. bueno" y "malo"'.

En última instancia, K1ein parecía pensar que los infantes


empiezan de este modo, pero se diría que así ignora el hecho
de que, con un quehacer materno suficientemente bueno! esos
dos mecanismos pueden resultar relativamente carentes de
importancia, has ta que la organización del yo le permite al
bebé utilizar los mecanismos de proyección e ín troyección
para controlar los objetos~ Si no hay un quehacer materno
suficientemente bueno, el resultado es más bien el caos, y no
el miedo al talión y una escisión del objeto en ilueno" y~malo"L
Con respecto a las palabras "bueno" y "malo"~ creo que es
dudoso que puedan emplearse antes de que el infante sea
capaz de diferenciar los objetos internos benignos y
persecutorios.
Quizá mucho de lo que Klein escribió en las úJtimas dos
décadas de su fructífera vida ha sido malogrado por su
tendencia a hacer retroceder cada vez más la edad en que
aparecen los mecanismos mentales, de modo que incluso
encontraba la posición depresiva en )as primeras semanas de
vida; es cierto que también reconocía, de labios afuera, la
provisión ambiental 1 pero nunca aceptó plenamente que junto
con la dependencia de la infancia temprana hay verdadera-
mente un período en el que no es posible describir al infante

231
sin describir a la madre que el infante aún no ha podido
separar de su self. IOein pretendía haber prestado plena
atención al factor ambiental; en mi opinión, era incapaz de
hacerlo, por temperamento. Quizás esto representó una
ven taja, pues sin duda se sentía poderosamente impulsada a
retroceder cada vez hacía los mecanismos mentales personales
e individuales que constituyen al nuevo ser humano en el
primer peldaño de la escala del desarrono emocional_
Lo principal es que, sea cu al fu ere la crítica que deseemos
hacerle al punto de vista de Klein en las últimas dos décadas
de su vida) no podemos ignorar la enorme influencia que su
trabajo tuvo en Inglaterra) y que tendrá en todas partes, sobre
el psícoanálisis ortodoxo.
En cuanto a la polémica entre IGein y Anna Freud, y entre
los seguidores de una y otra1 para mí carece de importancia~
y tampoco la tendrá para ustedes, porque es una cuestión
1ocal, y bastará un a brisa fuerte para disipar la. Lo único
importante es que el psicoanálisis) firmemente basado en
FreudJ no pase por alto el aporte kleinianoJ que ahora intentaré
resumir en los términos siguientes:

Estricta técnica ortodoxa en el psicoanálisis de niños.


Técnica facilitada por el empleo de pequeños juguetes en
las etapas iniciales.
Técnica para el análisis de niños de dos años y medio de
edad en adelante.
Reeonocimíento de la fantasía tal como la )ocaliz.a. el niño
(o el adulto). es decir~ dentro o fuera del self.
Comprensión de las fuerzas u "objetos in ternos benignos
l't

y persecutorios y de su origen en las experiencias instintivas.


satisfactorias o insatisfactorias {originalmente orales y sádi~
co~orales).
Importancia de la proyección y la introyección como meca~
ni smos me nta)es de sarro 11 a dos en relación con 1a experiencia
que tiene el niño de las funciones corpo1-a] es de incorporación
y excreción.
E nfa sis en la importancia de los e le men tos destructivos de
las relaciones objetales. es decirt aparte de la rabia en la
frustración.

232
Desarrollo de u na teoría del logro por el individuo de
capacidad para la preocupación por el otro (posición depresiva).
Re) ación de) juego constructivo t
el trabajo,
la potencia y el parto,
con 1a posición depresiva.
Comprensión de la negación de la depresión {defensa
maníaca).
Comprensión del caos amenazante en la rea lid ad psíquica
interior y de las defensas relacionad as con ese caos (neurosis
obsesiva o estado de ánimo depresivo).
Postulación de impulsos infantiles, miedo al taHón y
escisión del objeto antes de la obtención de la ambivalencia.
Intento constante de describir la psico)ogia del infante sin
ninguna referencia a la cal id ad de la provisión arn bien tal.

A continuación tenemos ciertas aportaciones más dudosas:

La subsistencia del empleo de la teoría de los instintos de


vida y de muerte. Un in ten to de describir la destructi lfidad
i nfanti 1 en ténninos de:
(a) la herencia~ y
( b) )a envidia~

233
17

EL COMUNICARSE Y EL NO COMUNICARSE
QUE CONDUCEN A UN ESTUDIO
DE CIERTOS OPUESTOS 1
(1963)

Todo punto del pensamiento


es el ce n.t ro de un mundo intelectual.
Keats

He comenzado con esta observación de Keats porque sé que


mi escrito contiene sola.mente una ideaJ una idea más bien
obvía, y he aprovechado la oportunidad para volver apresen-
tar mi formulación de las etapas tempranas del desarrollo
emocional del infante humano. En primer lugar describiré las
relaciones objetales y sólo gradualmente pasaré al terna del
comunicarse.
Mientras preparaba este escrito. sin ningún punto de
partida estipulado, para leerlo ante una sociedad extranjera,.
pronto llegué, para mi sorpresa, a comprometerme con la
afi rmbci ón del derecho a no com uní ca rse. Esta era una protes-
ta surgida del centro de mi ser ante la fantasía terrorífica de
ser infinitamente exp]otado. En otro lenguaje, ésta sería la
fantasía de ser comido o tragado. En el lenguaje de este
escrito, se trata de la fantasía de ser descubierto. Existe una
considerable literatura sobre el silencio del paciente en psi-
coa ná lisisJ pero yo no lo estudiaré ni resumiré aquí y ahora.
Tampoco intento abordar con amplitud el tema de la comu•
nicación, y de hecho me permito una considerable libertad de
acción a! seguir a mi tema allí donde me lleve. Final mente,
daré cabida a un tema subsidíario: el estudio de los opuestos.

1 Dos versiones distintas de este trabajo fueron leídas, respeeti-


vamen te, ante ]a San Francisco Psychoanalytic Society en octubre
de 1962, y ]a British Psycho-Analytical Society en mayo de 1963.

234
En primer 1ugar, creo que necesito renunciar a algunas de mis
ideas sobre la relación obj etal temprana.

La relación objetal

E1 examen directo de la comunicación y de la capacidad


para comunicarse permite ver que ellas están estrechamente
ligadas con el establecimiento de relacionts objetales. Rela. .
cionarse con un objeto es un fenómeno complejo; el desarrollo
de la capacidad para relacionarse con los objetos no es de
ningún modo una cuestión de simple proceso madurativo.
Como siempre, la maduración (en psicología) requi.ere y de-
pende de la calidad del ambiente facilitador. Cuando )a es+
cena no es dominada por la privación ni la deprivación y, en
consecuencia, el ambiente facilitador puede darse por sentado
en la teoría de las etapas más tempranas y formativas del
crecimiento humano, en el indi vi.duo se desarrolla gradual-
mente un cambio en la naturaleza del objeto. El objeto"que es
al principio un fenómeno subjetivo, se convierte en un objeto
percibido objetívamente. Este proceso lleva tiempo, y deben
pasar meses, e incluso años, antes de que las privaciones y
deprivaciones puedan ser acomodadas por el individuo sin
ninguna distorsión de los procesos esenciales básicos para la
relación objeta!.
En esta etapa temprana, el ambiente facilitador le pro-
porciona al infante la experiencia de omnipotencia. Por esto
en tiendo más que el control mágico; entiendo que la expresión
incluye los aspectos creativos de la experiencia. La adapta•
ción al principio de realidad se produce naturalmente a partir
de la experiencia de omnipotencia, es decir, dentro del ámbito
de una relación con los objetos subjetivos.
Margaret Ribble ( 1943 ), que se introduce en est.e campo,
pasa por alto, a mi juicio, una cosa importante, que es la
identificación de la madre con su infante (lo que yo denomino
el estado temporario de ~preocupación materna primaria").
Esta autora escribe:

235
E] infante humano enel primer año de vida no debe tener
que enfrentar la frustración o privación. pues estos factores
de inmediato provocan una tensión exagerada y estimulan
actividad es defensivas la ten tes. Si los efectos de ta les expe-
riencias no son contrarrestados hábilmente pueden resultar
I

trastornos de conducta. Para e! bebé debe predominar el


principio de placer-, y lo que podemos hacer- con seguridad es
in trod ucí r eq uilí brio en sus funciones y facilitar! as. Só]o
después de que se ha llegado a un grado considerable de
madurez podemos educar al infante para que se adapte a lo
1

que en tanto adultos conocemos como principio de realidad.

Ribble se refiere a la cuestión de las relaciones objetales o 1

satisfacciones del ello, pero píen so que también podría suscribir


las ideas más modernas sobre la re lacionalid ad del yo.
El infante que experimenta omnipotencia bajo la égida del
ambiente facilitador crea y recrea el objeto, incorpora gra~
dual mente el proceso y reúne un respaldo m nemiCOw
Sin duda) lo que finalmente se con vierte en el intelecto
afecta la capacidad del individuo inmaduro para realizar esta
muy dificil transición entre la relacíón con los objetos subje-
tivos y la relación con objetos percibidos objetivamente; yo he
dicho que lo que en última instancia genera los resultados en
los tests de inteligencia afecta la capacidad del indíviduo para
sobrevivir a fracasos relativos en el ámbito del ambiente
adaptador.
En la salud) el infante crea lo que en realidad está alrede-
dor de él esperando ser descubierto. Pero en Ia salud el objeto
es e re.ado, no descubierto. Yo he estudiado en di versos escritos
es te as pecto fascinan te de la relación objetal normal; entre
esos escritos se encuentra el titulado "Transitional Objects
and Transi tional Phenomena,, ( 1915 ). Un objeto bueno es
inútil para el infante a menos que él mismo lo haya creado.
¿Diré acaso "e rea do por necesidad ri? Pero para erear lo, el
objeto debe ser descubierto. Esto es una paradoja,. y hay que
aceptarla como tat sin intentar otro enunciado inteligente
que parezca eliminar Ia.
Existe otro punto importan te si uno considera Ia ubicación
del objeto. El cambio del objeto de "subjetivo!'J a "percíbido
236
subjetívamente" es impulsado por )as insatisfacciones más
eficazmente que por las satísfacciones. La satisfacción deri-
vada de una comida tie ne 1 en es te sen ti do de I esta bleci miento
de re Iaciones objetales, menos valor que, por así decír lo,
tropezar con el objeto en el camino~ La gr-atificación instintiva
le proporcíona a) infante una experiencia personal y en poco
afecta la posición del objeto; he atendido a un paciente
esquizoide adulto en el que )as satísfacciones eliminaban al
objeto; ese paciente no podía tenderse en el diván porque esto
reproducía para él la si tu ación de las satisfacciones infanti] es
que e1iminaban la realidad externa o la externalidad de los
objetos. He descripto esto en otras palabras1 dicíendo que )os
infantes se sien ten u engañados" por una comida satisfactoria;
es posible encontrar que la angustia de una madre que
amamanta se basa en el miedo a que el infante no haya
quedado satisfecho y ella sea atacada y destruida. Después de
haber comido, el ínfante satisfecho no es peligroso por algunas
horas, ha perdido 1a ca texia ohjeta 1.
En cambío, la agresión experimentada por el infante, la
propia del erotismo muscular, del movimiento y de las fuerzas
irresistibles que chocan con objetos firmes" esta agresión,
decímos, y 1as ideas ligadas a e 11 a, se prestan al proceso de
ubicar al objeto, a ubicarlo como separado del selfJ y en esa
medida el sel f comienza emerger como entidad.
En el desarrollo anterior al )ogro de la fusíón, hay que dar
cabida a la conducta del infante reactí va a las fallas del
ambiente f aci li tador, o de la madre-ambiente, y esto puede
asemejarse a la agresión; en realidad, es desazón.
En la sa]ud, cu ando el infante )ogra Ia fusión, el aspecto
frustran te de Ia conducta del objeto es valioso para educar con
respecto a la existencía de un mundo 4,4,no-yo"'. Las fa11as de la
adaptación tienen valor en la medida en que el infante puede
odiar al objetoJ es decir, puede retener la idea del objeto como
potencialmente satisfactorio, mientras reconoce que ese obr
jeto no ha logrado comportarse satisfactoriamente. Según yo
1o en tiendo, ésta es buena teoría psicoanalítica. Lo que suele
pasarse por alto en los enunciados de esta clase de teoría es el
inmenso desarrollo que se produce en e I infante para ]ogr ar la

237
fusíón y para que, en consecuencia,. la falla ambiental desem-
peñe su papel positi vot permitiéndole al infante empezar a
conocer un mundo que es repudiado. Deliberadamente no digo
"'externo".
En el desarrollo sano hay una etapa intermedia, en la cual
la e,cperiencia más importante- del paciente en relación con el
objeto bueno o potencíalmente gratíficador es el rechazo de
ese objeto. Este rechazo forma parte del proceso de la creación
del objeto. (Esto genera un problema verdaderamente for-
midable para el terapeuta en la anorexía nerviosa.)
Son nuestros pacientes quienes nos enseñan estas cosas, y
me resulta algo molesto presentar estas opiniones como si me
pertenecieran personalmente. Todos los analistas tienen esta
misma dificultad; para nosotros ser original'is es más dífícil
que para cualquier otra personat porque verdaderamente
todo lo que decimos nos lo han ensenado ayert aparte de que
escuchamos recíprocamente nuestras conferencias y díscuti-
mos ciertas cuestiones en privado.
En nuestro trabajo,. sobre todo en el trabajo con los aspectos
esqu izoides de la personalidad -más que con los aspectos
psíconeu róticos-~ si intuimos que sabemos algo, aguardamos
a que e] paciente nos lo diga y al hacer] o encuentre crea tí-
vamente la interpretación que nosotros podríamos haber le
dado; si somos nosotros quienes interpretamos~ sobre la base
de nuestra perspicacia y eXperiencia el paciente tiene que
1

rechazar o destruir nuestra ídea. Una pacíente de anorexía


me está ensenando )a sustancia de lo que escribo en este
momento.

La teoría de la comunícacíón

Estas cuestiones, aunque las he expuesto en los términos


de la relación objeta], parecen en realidad incidiren el estudio
de la comunicación, porque naturalmente en el propósito y en
)os medios de la comunicación se produce un cambio cuando
cambia e1 objeto, pasando de subjetivo a percibido ohjetiva-
mentet a medida que el niño abandona poco a poco el ámbito

238
de la omnipotencia como experiencia de vida. En la medida en
que el objeto es subjetivo,para la comunicación con él resulta
innecesario que sea explícito. En la medida en que el objeto es
percibido objetivamente, la comunicación es expHcita o bien
muda. Entonces aparecen dos cosas nuevas: el uso y disfrute
por el individuo de los modos de la comunicación, y el selí que
no se comunica, o núcleo personal del se1f que es un verdadero
aislado.
Esta argumentación se complica por el hecho de que el
infante desarro !la dos ti pos de relaciones a] mismo tiempo: la
relación con 1amad re-ambiente, y la relación con e I objeto, que
se convierte en la madre-objeto. La madre-ambiente es humana
y la madre--objeto es una cosa, aunque también es la madre o
parte de ella~
Sin duda~ la intercomunicación entre el infante y la madre•
ambiente es has ta cierto punto sutil, y su estudio nos obliga ria
a abordar tanto a la madre como al infante. Voy a tocar el
temat pero sin desarrollarlo. Es posible que para el infante
haya comunicación con la madre-ambiente; la pone de ma-
nifiesto !a experiencia de la inconfiabílidad de la madre. El
infante está quebrantado, y la madre puede tomar este hecho
como una comunicación, si es capaz de ponerse en el lugar de
la criatura y reconocer ese quebranto en e 1estado clínico de]
infante. Cuando la confiabilidad de la madre domina la es~
cena, puede decirse que el infante se comunica por el simple
hecho de "seguir siendo"~ y seguir desarrollándose en concor-
dancia con los procesos personales de rnad uración, pero esto
apenas merece el nombre de fllcornunicación "'.
Volviendo al relacionamiento objetal: a medida que el niño
pasa a percibir objetivamente al objeto, adquiere sentido para
nosotros contrastar la comunicación con uno de sus opuestos.

El objeto percibido objetivamente

E 1objeto percibido ohjeti vamen te va convirtiéndose poco a


poco en una persona con objetos parciales. Dos opuestos de la
comunicación son:

239
(1) Un no comunicarse simple.
( 2) Un no comunicarse activo o reactivo~

El primer opuesto es fácíl decomprender. El no comunicarse


simple es como reposar. Se trata de un estado por derecho
propioJ que se convierte en comunicación y vuelve a ser no
comunicación con la misma naturalidad. Para estudiar el
segundo opuesto es necesario pensar tanto en los términos de
la patología como en los de la sa]ud. Me referiré en primer
lugar a la patología.
Hasta ahora he dado por sentado el ambiente fací Iitador,
perfectamente adaptado a la necesidad que surge del ser y de
los procesos de la maduración. En la psicopatología que
necesito para esta argu men tacíón. 1a facil itacíón ha fa] 1ado
en algún aspecto y en alguna medída~ de modo que en cuan-
to a la relacíón objetalJ el infante ha desarrollado una esci-
sión. Con un a de Ias mitad es escindidas J el ín fante se re lacio-
na con el objeto que se presenta, para lo cual crea lo que he
denominado un self falso o sumiso. Con la otra mitad de la
e sci si ón, el infante se relaciona con un objeto su bj eti vo, o con
fenómenos basados en experiencias corporalest escasamente
influidos por un mundo percibidoobjetívamente. (¿No es esto
lo que vemos en la clínica, por ejemplo, como movimiento
autista de balanceo? ¿No es lo que vemos en un cuadro
abstracto, un punto muerto de la comunicaciónJ sin validez
general?)
De este modo in traduzco la idea de una comunicacíón con
objetos subjetivos y 1 al mís mo tiempo, el concepto de un a no
comunicación activa con lo que es percibido objetivamente por
el ínfante~ No parece haber duda de que, a pesar de su
in u tí lid ad desde el punto de vista del observador J la com u-
n icací ón en punto muerto (con objetos su bj eti vos) da la sen-
sación de ser real. En cambío, la comunicacíón con el mundo
tal como se realiza desde el se]f falso no se siente real; no es
una verdadera comunicaciónJ porque en ella no participa el
núcleo del self, lo que podría denominarse self verdadero.
Ahora bienJ estudiando el caso extremo llegamos a la
psicopatología de la enfermedad grave~ la esquizofrenia in-

240
fantil; no obstanteJ lo que hay que examinar es la pauta de
todo esto en )a medida en que es posib]e ha11arla en e]
individuo más normal, en e] indíviduo cuyo desarro11o no ha
sido distorsionado por u na falla grosera del ambiente facilitador
y en quien los procesos madurativos tuvieron oportunidad de
producirse.
Es fácil ver que en el caso de las enfermedades más levesl
en las cua)es hay algo de patología y algo de sa]ud, debe
esperarse una no comunicación activa (repliegue clínico),
porque la comunicación se vincula muy fácilmente con algún
grado de relación objetal fa]sa o sumisa; para restab]ecer e]
equilibrio es necesario que periódicamente prevalezca la
comunicación silenciosa o secreta con objetos subjetivos, que
da la sensación de ser re a).
Estoy postulando que en la persona sana (madura en lo
concerniente al desarroUo de la relación objeta)) tiene que
haber algo que equiva]ga al estado de ]a personaescindidal en
la cual una parte se comunica silenciosamente con )os objetos
subjetivos. Cabe ]a idea de que e) re]acionarse y comunicarse
significativamente es silencioso.
No es necesario que )a salud verdadera se describa sólo en
función de los residuos que deja en las personas sanas lo que
podria haber sido u na pauta enfenni za. Deberíamos poder
fonn ular un enunciado positivo del emp)eo sano de la no
comunicación en 1a insta u ración del sen ti miento de lo real.
Para hacerlot tal vez tengamos que hablar en los términos de
la vida cultura] del hombrel que es e] equivalente adulto de los
fenómenos transicíonales de la infancia y la niñez temprana.
En e] ámbitocu)tura]llacomunicación serealizasín referencia
al estado de ser del objeto -sea subjetivo o percibido objeti-
vamente-. En mi opinión, e) psicoanalista no tiene ningún
otro lenguaje para referirse a los fenómenos culturales. Puede
hab]ar sobre ]os mecanismos mentales del artista, pero no
sobre la experiencia comunicativa del arte y la religión, a
menos que esté dispuesto a una negociación menuda en el
ámbito intermedio cuyo antepasado es e) objeto transicional
del infante.
Creo que en los artistas de todo tipo puede detectarse un

241
dilema intrínseco Jpropio de 1a coexistencia de dos tendencias:
la necesidad urgente de comunícarse y la aún más urgente
necesidad de no ser descubierto. Esto podría explicar el hecho
de que nos resulte inconcebible un artista que 1legue al fin al
de la tarea que ocupa su naturaleza total
En las primeras fases del desarrollo emocional del ser
humano~ la comunicación silenciosa concierne al aspecto
subjetivo de los objetos. Supongo que esto se vincula con el
concepto freudiano de realidad psíquica y de ínconscienteque
nunca puede hacerse consciente. Yo añadiría que en ]a salud
existe un desarrollo directo desde esacomunicación si]enciosa
hasta el concepto de experíencia interior que M el anie Kl ei n
ha expuesto con tanta claridad. En las descripciones de casos
realizadas por Melanie Kleín, se muestra que ciertos aspectos
del jugar de un niño, por ejemplo, son experiencias ~in terio-
resn; es decir que ha habido una proyección en gran escala de
una constelación de la realidad psíquica interior del niñoJ de
modo que la habitaciónJ la mesa y los juguetes son objetos
subjetivos, y el niño y el analista est.án ambos en esa muestra
del mundo interior. Lo que está fuera de la habitación está
fu era del niño. Es te es un terreno familiar en psi coaná 1ísis,
aunque diversos ana]ístas lo describen de distintos modos. Se
relaciona con e] concepto de ú!período de 1una de miel" al inicio
del análisis y con 1a elaridad especial de algunas de las
t

primeras sesiones. También está relacionado con la depen..


dencia en la transferencia, y converge con el trabajo que yo
mismo realizo en la explotación total de las primeras sesiones
en el tratamiento breve de niños, especialmente de niños
antisociales con los cuales el análísis completo no es factible,
ni siquiera siempre aconsejable.
Pero mi propósito en es te escrito no es ponerme en el í n ico
t

sino llegar a una versión muy temprana de lo que Melanie


Klei n denominaba "in temo". Al principio, 1a palabra "in ter-
no" no puede u ti 1izarse en el sen ti do de Klein. pues to que e 1
infante aún no ha establecido adecuadamente un Jími te yoico
ni tiene todavía el dominio de los mecanismos mentales de la
proyección y la in troyección. En es ta etapa temprana, "in ter-
no• sólo significa personal-y "personal" en la medída en que

242
el individuo es una persona con un self en camino hacia un
estado evolucionado--ª El ambiente facilitador, o el yo auxi-
liar de la madre que brinda apoyo al yo inmaduro del infante,
son todavía partes esenciales del niño como criatura viable.
En la reflexión sobre la psicología de] misticismo, es habitual
concentrarse en la comprensión del repliegue del rrústico en
un mundo interior personal de introyecciones refinadas. Ta]
vez no se ha prestado suficiente atención a 1a retirada del
místico a una posición en la cual puede comunicarse en
secreto con objetos y fenónemos subjetivos, gracias a lo cual se
sien te más real y, de tal modo, equilibra la pérdida de con tacto
con el mundo de la realidad compartida.

Una paciente soñó que dos amiga& eran funcionarias de


aduanas en el lugar donde ella trabajaba. Revisaban con
cu ida do absurdo todas las pertenencias de la paciente y sus
compañeros. Después ella, por accidente, atropellaba con un
automóvil u na gran vid riera.

Ciertos detalles del sueño demostraban que no sólo esas


dos mujeres no tenían ningún derecho a estar allí revisando.
sino que además se ponían en ridículo por su manera de
escudriñarlo todo. Resultaba claro que la paciente se burlaba
de ellas: no llegarían al selfsecreto~ Representaban a la madre
que no le permite a su hija tener su secreto. La paciente dijo
que a los nueve años había robado un cuaderno en el que
reunía poemas y sentencias~ y al que rotuló "Mi cuaderno
privado~. En la primera página puso: "Lo que un hombre
piensa en su corazón, así es él". El hecho es que la madre le
preguntó: "¿De dónde sacaste esa máxima?~. No fue nada
agradable, porque significaba que la madre había leído su
cuaderno. Todo habría estado bien si después de haberlo leído
se hubiera callado.
Tenemos aquí el cuadro de una niiía que emplaza un self
privado que no está comunicándose, y que al mismo tiempo
quiere comunicarse y ser descubierto. Se trata de un juego
refinado de escondidas, en el que se disfruta estando oclllto
pero no ser descubierto es un desastre.

243
Otro ejemplo, que no me obl íga a una descripción demasia~
do profunda o deta l Jada, proviene de un a entrevista de diag~
nóstico con unajoven de 17 años~ La madre teme que se vuelva
esquizofrénica, pues esa enfermedad es hasta cierto punto
característica de la família. pero por e] momento puede
decirse que la jovencita está en medio de todas las tristezas y
todos los dilemas propios de la ado]escencia.
El siguiente es un extracto de mi informe sobre la entre-
vista:

A continoación X habló sobre la gloriosa irresponsabili•


1

dad de la niñez. Dijo: ~es un gato y estás con él; es un sujeto>


no un objeto"'.
Es como si estuvieras vi viendo en un mundo de objetos
(11

subjetivos" fue mi comentario.


1

Ella respondió: r.i:Esa es u na buena manera d,.! decirlo.


Por eso escribo poesía. La poesi a se basa en este tipo de co•
sas"'.
Después añadió; Desde 1uego se trata sólo de una i nsen•
111
I

sata teoría mía, pero ]as-cosas parecen asít y esto e:-~plica que
hay a más poetas hombres que rnuj eres. Las ni ñas tienen que
dedicarse mucho a cuidar a los hijos o tenerlost y entonces la
vída imaginativa y la irrespon sabi 1id ad pasan a los h ijos 11

A continuación hablamos sobre los puentes que hay que


man tener tendidos entre la vid a imagina ti va y la cxi stencia
cotj diana. El la había 11 evado un diario a los 12 años y den u evo
a los 14, aparentemente durante unos siete mese~ cada una
de esas veces.
La niña dijo: "Ahora lo que sien to sólo lo ese ribo en
I

poemas;en ]a poesía hay algo que cristaliza". Comparamos la


poesía con 1a autobiografía~ que a su juicio interesa cu ando se
tiene más edad.
"Hay afinidad entre la vejei y la niñez'\ agregó.
Cuan do en a necesita tender un puente con la imaginación
de la niñez, debe -crjstalizarlo en un poema. Escrjbir una
a u tobiogra fi a 1a aburriría. No pub Iica sus poemas, ni siquiera
los muestra a a]guie n porque, si bien cada poema le gusta
!

mucho durante algún tiempo pronto pierde interés en él.


1

Siempre ha escrito poemas con más facilidad que sus amigas,


gradas a un a capacidad técnica que en e11 a parece na tura l.

244
Pero no le importa que loa poemas sean o no realmente
buenos es decir t que les parezcan buenos a otras personas.
I

Sugiero que en la salud hay un núcleo de la personalidad


que corresponde al selfverdadero de la personalidad escindida;
sugiero que este núcleo nunca se comunica con el mundo de los
objetos percibidos y que la persona individual sabe que nunca
tiene que comunicarse con 1a realidad externa ni ser influida
por ella. Este es mí punto principal, el punto de pensamiento
que constituye el centro de un mundo intelectual y de mi
escrito. Aunque las personas sanas se comunican y disfrutan
haciéndolo 1 hay otro hecho igualmente cierto: que cada in-
dividuo es un aislado en permanente incomunicació~ per-
manentemente desconocido, en realidad ,w descubiertoT
En la vida y e I vivir este hecho crudo es suavizado por la
J

participación en toda la gama de las experiencías culturales.


En el centro de cada persona hay un elemento incomunicado,
sagrado y merecedor en grado sumo de que se lo preserve.
Ignorando por el momento las experiencias de fracaso de la
madre-ambiente aún más tempranas y quebrantadoras, diría
que las experiencias traumáticas que conducen a la organi-
zación de las defensas primitivas corresponden a la amenaza
al núcleo aislado, a la amenaza de que sea descubierto 1
modificado, de que se comuniquen con éL La defensa consiste
en ocultar aún más al self secreto, incluso al extremo de
proyectar lo y diseminar lo incesan temen te. La violación sexual,
el ser comido por caníbales no son más que bagatelas en
t

comparación con la violación del núcleo del self,. con la al te-


ración de los elementos centrales del self por medio de una
comunicación que se filtre a través de las defensas. Creo que
éste sería e 1pecado contra e 1sel f. Podemos comprender el odio
que la gente tiene al psicoanálisis, que ha penetrado pr<r
fundamente en la personalidad humana y que constituye una
amenaza al indivíduo en su necesidad de estar aislado en
secreto. La pregunt.a es: ¿cómoest.ar aislado, sin tener que ser
segregado?
¿Cuál es la respuesta? ¿Debemos abstenernos de tratar de
comprender a los seres humanos?Tal vez nos den la respuesta

245
las madres que no se comunican con sus infantes, salvo en la
medida en que ellas son objetos subjetivos. En la época en que
las madres pasan a ser percibidas objetivamente, sus infantes
ya tienen el dominio de diversas técnicas para la comunica-
ción indirecta, entre Ias cuales la más obvia es el uso del
lenguaje~ No obstante, existe un período de transición que me
ha interesado especialmente, en el que ocupan un lugar los
objetos y fenómenos transicionales, y empiezan a establecer
para el infante el uso de símbolos.
Sugiero que una base importante del desarrollo del yo
reside en este ámbito de la comunicación del individuo con !os
fenómenos subjetivos, que es el único que proporciona el
sentimiento de ser real.
En las mejores circunstancias posibles, se produce el
crecimiento y el niño adquiere tres líneas de comunicación: la
comunicación por siempre silencíosaJ la comunicación explí-
cita, indirecta y agrada ble" y la tercer a o i nte rm.ed ia forma de
comunicación, que se desliza desde el jugar hasta experien-
cias cultura les de toda el ase.
¿Está la comunicación silenciosa relacionad a con el con-
cepto del narcisismo primario?
En la práctica, hay algo que debemos tener en cuenta en
nuestro trabajo: el no comunicarse del paciente como contri-
bución positiva~ Debemos preguntarnos si nuestra técnica
permite que el paciente comunique que no está comunicán-
dose. Para ad vertirio, nosotros, como analistas, tenemos que
estar preparados para recibir la serial de fj"no estoy comunicán-■
domen, y distinguirla de la señal de desazón asociada con una
falla de la comunicación. Esto se vincula con la idea de estar
solo en presencia de alguien, al principio un hecho natural en
la vida: del nino, y más tarde una cuestión de adquisición de
la capacidad para el repliegue sin pérdida de identificación
con aquello respecto de lo cual el repliegue se produce~ Esta
capacidad aparece como la aptitud para concentrarse en una
tarea.
Puesto que ya he expuesto mi idea principal, podría dete~
nerme aquí. No obstante, deseo considerar cuáles son los
opuestos a la comunicación.

246
Los opuestos
Hay dos opuestos a la comunicación: la no comunicación
simple y la no comunicación activa~ Diciéndolo al revés, la
comunicación puede sencillamente surgir de la no comuni-
cación~ como una transición natural, o bien ser un a negación
del sil en cío~ o una negación de un no comunicarse activo o
reactivo.
En los casos psiconeuróticos bien de fin idos no existe difi-
cultad alguna en cuan to a este punto] porque todo el análisis
se re al iza por medio de 1a verbalización. Tan to e1 paciente
como el analista quieren que sea así. Pero es sumamente fácil
que un análisis en el que haya un elementoesquizoide oculto
en la personalidad del paciente se convierta en una colusión
infinita mente prolongada de1analista con Ia negación de Ia no
comunicación por parte del paciente~ Un análisis de este tipo
se vuelve tedioso porque no produce resultados a pesar del
buen trabajo re ali zado. En un a nál i sis así un período de
J

silencio puede ser la contribución más positiva del paciente;


el analista juega entonces a esperar. Desde luego, uno puede
interpretar los movimientos y gestos, y todo tipo de de tal 1es
con d uctuales, pero en los ca sos en los que estoy pensando Io
meJOT es que eSperer
No obstante, más peligroso es el estado de cosas en un
análisis en el cual el paciente le permite al analista llegar a las
capas más profundas de su personalidad porque ocupa una
posición de objeto subjetivo, o a causa de la dependencia del
paciente en la psicosis de transferencia~ es peligroso que el
analista interprete en lugar de aguardar a que el paciente
descubra crea tivamente. E I psicoanálisis es peligroso sol a-
men te entonces~ cuando el analista no ha dejado de ser objeto
subjetivo para convertirse en un objeto percibido objetiva-
mente. Ese peligro puede evitarse si sabemos cómo compor-
tarnos. Si aguardamos~ pasaremos a ser percibidos objetiva-
mente cuando corresponda según los tiempos del paciente.
Pero si no nos comportamos de un modo que facilite su proceso
analítico (que equivale al proceso madurativo del infante y el
nin.o), de pronto nos convertimos en ªno♦yon y entonces sabe-

247
mos demasiado: somos peligrosos porque estamos en una
comunicación demasiado estrecha con el punto central quieto
y silencioso de la organizacíón yoica del paciente.
Por esta razón consideramos conveniente, incluso cuando
se trata de u na psiconeu rosi s nítida, evitar con tactos fuera del
análisis. En el ca so de] paciente esqui zoi de o fronterizo~ esta
cuestión del manejo de los contactos fuera de la transferencia
se convierte en una parte muy importante de nuestro trabajo.
Ahora pod riamos examinar el propósito de la interpreta-
ción del analísta. Siempre me ha parecido que una función
importante de la interpretación consiste en establecer los
límites de la comprensión de I analista.

Los individuos como aislados


Estoy formulando y subrayando la importancia de la idea
del aislamiento permanente del individuo, y afirmando que en
el núcleo del individuo no hay ninguna comunicación con el
mundo del "no-yon, en un sentido u otro. Allí la quietud está
vinculada al silencior Esto nos lleva a los escritos de quienes
han sido reconocidos como pensadores del mundo.
Incidentalmente, puedo referirme a la muy interesante reseña
que hace Michael Fordham del concepto de self tal como
aparece en las obras de Jung. Fordham escribe: 1..4-El hecho
supremo sigue siendo que la experiencia primordial se produce
en soledad". Naturalmente, esto a lo que estoy refiriéndome
aparece en The lnner World ofMan~ de Wickes ( 1938), pero no
siempre es seguro que sed is ti nga el repliegue pato lógico de la
comunicación central sana con uno mismo (e[ Laing, 1961 }.
Quizás entre los psicoanalistas se encuentren muchas refe-
renciasa la idea de un centro"quieto silenciosd·, de ]a personali-
1

dad y también a la idea de la experiencia primordial que se pro-


duce en so ]edad 1 pero por lo general a losan a listas no les in teresa
solamente este aspecto de la vida. Entre nuestros colegas más
próximos, quizá sea Ronald Laing quien del modo más delibe-
rado sale a enunciar el uhacer patente al selflatente", junto con
la desconfianza respecto del descubrirse {cf. 1961~ pág. 117).
Este tema del individuo como un aislado tiene su impor-

248
tancia en el estudio de la infancia y la psicosisJ pero también
en el estudio de la adolescencia. E] nifio y ]a niña púberes
pueden describirse de muchos modos; uno de ellos tiene que
ver con el adol.escente como un aislado~ La preservación del
aislamiento persona] forma parte de la búsqueda de identidad
y del emplazamiento de una técnica personal para comuni-
carse que no conduzca a la violación del self central. Esta
podría ser una de las razones por las que los adolescentes en
general rehúyan el tratamiento psícoanalítico, aunque les
interesen las teorías del psicoanáJisis~ Sienten que el psicoa...
nálisis va a violarlos, no en un sentido sexual sino espiritual.
En ]a práctica, el analista puede no confirmar los temores del
adolescente en este sentido, pero tiene que saber que será
puesto a prueba a fondo, y debe estar preparado para utilizar
comunicaciones de tipo indirecto y para reconocer la no
comunicación simple.
En la adolescencia, cuando el índividuo sufre ]os cambios
de ]a pubertad y aún no está tota]mente maduro para con-
vertirse en un miembro de la comunidad de adultos, se
produce un forta]ecimíento de ]as defensas contra el ser
descubiertoJ es decir, contra e] ser descubíerto antes de estar
al1í aguardando que ocurra. Lo que es verdaderamente per-
sonal y se sien te rea] de be ser defendido a cualquier precíoJ
incluso si esto significa una ceguera temporaria al valar de las
soluciones intermedias. Los adolescentes forman agregados
más bien que grupos, y con sus aspectos semejantes subrayan
]a soledad esencial de cada individuo. Por lo menos esto es lo
que a mí me parece.
Con todo esto se vincula la crisís de identidad. Wheelis
(1958), que ha luchado con problemas de identidad, denuncia
elara y crudamente el problema de la e]ección vocacional de]
analista y ]o víncu]a con su soledadynecesídad de intimidad1
las cua]esJ en e] trabajo analítico, no 1levan a ningún Jada. A
mi juicio, el analista más profundamente interesado en estas
cuestiones es Erik Erikson. Examina el tema en el epílogo del
libro Young Man Luther ( 1958) J y l]ega a decir: ~La paz pro-
viene de] espacio ín tenor- (esto es, no de la exp loraeió n del
espacío exterior y ese típo de cosas).

249
Antes de concluir, deseo referirme una vez más a los
opuestos propios de la negación. Melanie lGein usó la nega-
ción en el concepto de defensa maníacal que niega la depresión
que es un hecho. Bion (1962a) se refirió a ciertos típos de
negaciones en su trabajo sobre el pensamiento y de Moncha ux
( 1962) continuó con el tema en su comen ta rio sobre el escrito
de Bíon.
Si consídero la idea de lo vivo, debo tener en cuenta por lo
menos dos opuestos> el de lo muerto --■como en la defensa
maníaca- y una simple ausencia de lo vívo. En este caso el
silencio equivale a la comunicación y la quíetud al movimiento~
Empleando esta idea puedo ir más allá de mi objeto arraigado,
has ta ]a teoría de los instintos de vida y de rn uerte. Veo que
lo que no puedo aceptar es que Ia vida tenga como opuesto a
la muerte, salvoen términos clínicos en la oscilación maníaco-
depresi va y en el concepto de la defensa maníaca~ en la cual
la depresión es negada y negativizada. En el desarrollo del
infante individual, el vivir surge y se establece partiendo del
no vivír1 y el ser se convierte en un hecho que reemplaza al no
ser del mismo modo que la comunicación surge del silencío. En
los procesos de la vida del infante la muerte sólo adquiere
1

signíficado cuando y a Uegó el odio es decir, en una fecha


1

posteríorl muy alejada de los fenómenos que pueden utilizarse


para erigir una teoría de las raíces de la agresión.
Por lo tanto, para mí no es útíl unir la palabra 5,ljmuertet, a
la palabra 44jnstinto~, y menos valioso aún es referirse al odio
y a 1a rabia con la expresíón qi n stin to de muerte tt.
Resulta difícil llegar a las raíces de la agresión, pero nonos
ayuda a hacerlo el empleo de opuestos tales como vida y
muerte> que nada significan en la etapa de inmadurez que
estarnos considerando.
La otra cosa que deseo agregar al final de este trabajo es
otro opuesto, totalmente distinto) a lo vivo o lo vivaz. Este
opuesto no actúa en la mayoría de nuestros casos. Por lo
general la madre de un infante tiene objetos internos vivos y
el infante concuerda con la preconcepción materna de un nino
vivo. Normalmente, la madre no está deprimida ni es depresiva.
Pero en ciertos casos el objeto interno central de la madre está

250
muerto en el momento crítico de la infancia temprana de su
hijo, y la mujer pasa por un estado anímico de depresión. En
este caso e I infante ti ene que concordar con un rol de objeto
muerto~ o bienestar vivo para contrarrestar el precon cepto de
la madre acerca de lo muerto del niño. Lo opuesto a lo vivo del
infante es entonces un factor antiuida, derivado de la depre . .
síón de la madre. En tal caso la tareadelinfanteesestarvivo"
1

parecer vivo y comunicar que está vivo; en realidad ésta es la


meta última de tal individuo 1 al que se niega lo que tíenen los
ínfantes más afortunados: el disfrute de lo que pueden brin•
dar la vida y el vivir. Estar vivo lo es todo. Hay una lucha
constante por llegar al punto de partida y permanecer allí. No
sorprende que haya quienes hacen de la existencia un hecho
excepcional y lo convierten en u na religión. (Creo que los dos
libros de Ronald Laing [1960" 1961J tratan de describir este
tipo de estado con el que muchos deben luchar a causa de
anormalidades del ambiente.) En el desarrollo sano el infante
(en teoría) se pone en marcha(psicológicamente)sin vida, y la
adquiere simplemente por el hecho de estar en realidad vivoª
Como ya lo he dicho, este estar vivo es la comunicación
temprana de un infante sano con la figura materna, y tan
inconsciente de sí como es posible. Lo vivo que niega la
depresión materna es una comunicación destinada a salir al
paso de ]o que cabe esperar. La vivacidad del niño de una
madre deprimida es una comunicación reaseguradora~ y re-
sulta innatural e intolerablemente desventajosa para el yo
inmaduro en su función de integrar y madurar en términos
generales en concordancia con los procesos heredados.
Se habrá observado que he vuelto a tomar el tema de la
comunicación, aunque porciertoreconozcoque me he permitido
grandes libertades al seguir el curso de mi pensamiento.

RESUMEN

He tratado de exponer la necesidad que tenemos de reco-


nocer un aspecto de la salud: el self central que no se com uni-
ca, eternamente inmune aJ principio de realidad, y por siem-

251
pre silencioso. En este caso la comunicación esnoverbal;como
la música de las esferas~ es absolutamente personal. Es propia
del estar vivo. YJ en la salud, de ella surge la comunicación de
modo natural.
La comunicación explícita es agradable y envuelve técni-
cas sumamente interesan tes, entre las cuales se encuentra el
lenguaje~ Los dos extremos -la comunicación explícita indi-
recta y la comunicación silenciosa o personal que se siente
real- tienen cada uno su lugar propio~ y en el ambito cultural
intermedio muchos pero no todos encuentran un modo de
comunicación que constituye una alternativa de transacción
sLimamente valiosa.

252
18

LA FORMACION EN PSIQUIATRIA INFANTIL1


(1963)

Me resultó muy dificil escribir este artículo. Creo que la


razón reside en que en este examen no se trata de la verdad
científica ni de la verdad poétíca.
Sin duda, lo que tengo que decir debe ser afectado por la
historia de mi propio desarrollo, debe presentar un sesgo
prejuicioso concordante con mis sentímientos sobre ciertas
cuestiones clave, y debe ser una exposicíón parcial acorde con
el alcance limitado de la experiencia de un hombre.
Con toda sencillez, quiero dejar sentado que e I trabajo que
realizamos y que en la actualidad se denomina psiquiatría
infantil es en sí mismo u na especialidad. Sí conservamos la
denominación "psiquiatría i nfan til t,, de hemos tener en e Iaro
que no se trata de una parte de la psiquiatría general.
Voy a explorar las relacíones entre nuestro trabajo y el
trabajo de las especialidades vecinas, y realizaré algunas
sugerencias positivas.
La formación del psiquiatra ínfantil dependerá de nuestra
concepción de la naturaleza del trabajo que realizamos; y
pediré que siga habiendo diversidad en cuanto a las vías de
acceso. En particular, ím porta que nínguna planificación
superior excluya la posibilidad de ingresar en la psiquiatría
ínfantíl a través de la pediatría.

1
Aporte al s im posio pu hl icado originalmente en el Jou.rnal of
9

Child Psychology and Psychiatryt 4, págs. 85-91.

253
Daré por supuesto que los mismos interrogantes que yo
planteo aquí están formulándose en el ChildGuidanceTraining
Centre, en la Tavistock Clinic y en el Maudsley Child
Psychía try Department. Hace poco este tema fue debatido en
la Tavistock Cli nic, y quienes estuvieron presentes concorda-
rán en que en esa oportunidad se abarcaron todos los probl,e.
mas pertinen tesr

¿Qué es la psiquiatría ínfantil?

El primer interrogante al que debe responderse es el de qué


es la psiquiatría infantil. En la psiquiatría infantilJ el trabajo
es esencialmente práctico. Cada caso representa un desafio.
En términos de mejoría clínicaJ podemos fracasar y a menudo
tenemos éxito. El verdadero fracaso sólo puede definirse como
el fracaso en responder al desafío del caso. Por esta razón,
nuestra práctica privada, al margen del trabajo de equipo, nos
demuestra más que este último que en cada caso se necesita
que alguien se encuentre con otro en un nivel profundo. Se
acepta en general que la interconsulta sobre un caso carece de
valor a menos que después alguien quede encargado de llevar
a una relación personal la nueva comprensión aportada por la
discusión. Esa nueva comprensión no hace nada por sí misma.
La base de gran parte de 1 trabajo del psiquiatra infantil
está en la entrevista psicoterapéu.tica con el niño. Si el
profesional carece de aptitudes para esta tarea,. o no es la
persona adecuada para tomar contacto con el niño de este
modo, ni siquiera puede hacer un diagnóstico, y mucho menos
sabrá modificar una situación fijaJ o comprender lo que hacen
los otros miembros de su equipo. Un esquema de formación
debe tener en cuenta este hecho.
El psiquiatra infanti l también de be trabajar con los pa·
dres. Quizá busque un plan que le permita a la madre, al
padre, o a alguien in loco parentisJ proveerle al niño de un
ambiente adecuado durante una fase dificil. La teoría subya . .
cente es que la provisión ambiental adecuada hace posible el
proceso interno de maduraciónr

254
A menudo diagnosticamos salud. o normalidad. a pesar de
la existencia indudable de síntomas en la relación en desarrollo
del niño con el self, con los padres, con la unidad familiar y con
el ambiente en general. La salud es casi sinónimo de madurez
-madurez para la edad-.

Una clasificación
Me parece imposible realizar una descripción que abarque
la totalidad de nuestra labor, pero en cambio intentaré una
el asificación aproximada.
Casos que ponen de manifiesto:

( a) Dificultades intrínsecas del desa ITOllo emocional del


indivíduo.
Factores ambientales in útiles o nocivos.
Sintoma tologia basada en las organizaciones defensivas
re]acionadas con las dificultades intrínsecas entreteji-
das con las fa Has a mbíentaJes.
Enfermedad basada en el fracaso de las defensas y !a
reorganización de defensas nuevas.
(b) Enfermedad asociada con ]a enfermedad física, o secun-
daria respecto de eJla.
e) Problemas que nos llevan al límite ( pediatriaJ neuro!ogia,
psiquiatría de] adulto, obstetricia).
ch) Enfermedad que involucra a la sociedad: ]a tendencia
antisocial.
Cooperación con el procedimíento legal.
d) Problemas limítrofes de! especialista en educación.

El psiquiatra infantí] debe tener una adecuada formación


médica y haber practicada como médico, porque tendrá que
asumir la responsabilidad por ]a vida y la muerte y por el
suicidio ocasional que sin duda se cruzará en su cam íno. ¿Qué
necesita además? Desde luego. en primer lugar, la oportunidad
de hacer experiencia. ( En ta] sentido,. yo he tenido suerte,
porque como médico del The Queen 's [ahora Queen Elizabeth]
Hospital for Children durante diez años, y del Paddington

255
1
Green Children s Hospital desde .1923 hasta ahora, dirigí mis
propíos departamentos médicos y pude hacerlo a díscrecíón.
Lo mismo ha ocurrido con Héctor Cameron. Pero deben ser
poco frecuentes I as oportunidades de llegar a Ia psiquiatría
infantíl de un modo lento y natural.) La moraleja es que
debemos planificar la formación de modo tal que quienes
deseen especializarse como nosotros tengan 1a oportunídad
de desarrol !arse a un ritmo natural. Si, ·por otra parte a 1
t

psiquiatra infantil que se inicia se le pide enseguida que


enseñe, sólo podrá comunicar lo que han di ch o otros, y no lo
que él mismo haya descubíerto, lo que es una lástima.

El respaldo para la psiquiatría infantil


Pero es necesario que enuncie mi tema principal. Lo
abordaré de este modo: el psicólogo educacíonal tiene el
respaldo de Ia educación y me a legro de que así sea; la
3

educación respalda su proceso de aprendizaje, le da status y


le procura ingresos, A hora bí en, ¿quién res pal dará a quienes
se ocupan de la labor clínica? Las universidades desconfían de
la aplicación práctica de la psicología a los asuntos humanos,
en especial cuando se ayuda a seres hu manos individuales;
también desconfían de la psicología que se sale de los carriles
académicos y pretende trabajar con e! inconsciente dinámico.
Los asistentes sociales de diverso tipo están luchando por
su reconocimiento como profesionales, ¿Qué decir de los
psiquiatras infantiles? ¿Quién les brindará apoyo (salvo e!
que obtienen a u tomá ti ca mente en virtud de su calificación
médica)?
Basta con que consideremos dos tipos de apoyo, el de la
pediatría y e I de la psiquia tri a, para que podamos decir que
hemos quedado muy mal parados, al punto de que ahora
nuestra única alternativa es la autonomía. El hecho de que
nuestro presidente sea un pediatra puede considerarse con
todo derecho una indicación de que existen ahora pediatras
ilustrados que no sólo son nuestros amigos sino que nos
respaldan activamente. También en Paddington Green, y

256
después (cuando nos absorbieron) en St Mary's,. yo he sido
tratado con generosídad y de una manera sumamente amis-
tosa. Pero no puedo permitir que mi propia buena suerte me
ciegue frente a la situación general. La pediatría ha fracasado
como figura parental de la psiquiatría infantil,. y lo mismo ha
ocurrido con la psiqu ia tria.
En primer 1uga r me referiré a 1a psiq ni a tria del adulto,. y
después a la pediatría, para tratar a continuacíón de formular
algo positivo.

LA PSIQUIATRlA

¿Hasta qué punto a la psiq uí a tría genera] puede confiársele


la ta rea de representar a la psiquiatría infanti 1en el nivel de]
planeamiento? Creo que e 1 psiquiatra infantil por 1o general
no conoce bien Jo que hace y lo que es un psiquiatra infantil.
Si esto es así! ¿cómo podría él representar a la psiquiatría
infantil? Desde Juego, ]a psiquiatría general y la psiquiatría
infantil comparten vastas zonas superpuestas. ¿Quién podría
decir si un defecto menta] es psiquiátrico, neurológico o
pediátrico? No hay ninguna necesidad de decidir]o. También
la ado]escencia va refundiéndose gradualmente en 1a ad ul tez,.
y la psi quia tria infanti 1 se superpone con 1a psí quia tri a del
adulto cuando los pacientes quedan fijados al momento en que
normalmente se resuelven las tristezas de la adolescencia.
Asímismo,. los padres y las figuras parenta]es suelen ser
reconocidas como enfermos en sentido psiquiátrico, y en la
clínica psiquíátrica infantil periódicamente aparecen
síndromes psiquiátricos de tipo adu]to. Siempre habrá una
proporción de profesiona]es que ingresan en la psiquiatria
infa n tí] después de haberse graduado en psiquiatría del
adulto,. y no tengo ningún deseo de que esto se modifique. En
todo caso, necesitamos que el psiquiatra de adultos nos cuide
a nosotros cuando empecemos a dec1inar con poca gracia. Pero
sí deseo expresar la opinión de que, para nosotros, e] psíquia tra
de adultos se ocupa de prob]emas que nos son ajenos. Si su hijo
aspira a ser psiquiatra infantil y usted 1e aconseja que

257
primero se reciba de psiquiatra, en realidad lo empuja a
desperdicíar una gran cantidad de tiempo que podría apro ..
vechar mejor en la pediatría.
¿No es cierto que la psi quia tria de adultos nació de la
preocupación por personas con dano cerebral~ o de las que se
pensaba que tenían un trastorno fisico o heredado? ¿No es
cierto que Ia psiquiatría de adultos se ha aferrado a la
bioq u única y a Ia neurofisiología del trastorno mental. a
expensas, en Inglaterra, del estudio del aporte de la psicología
dinámica? Esto es comprensible! en vista de que el psiquiatra
de adultos tiene que cargar con el peso enorme del loco
degenerado y con e) problema casi insoluble de sus necesidades
de atención. Pero estas mismas consideraciones hacen nece ..
sario que Ia psiquiatría infantil se separe de 1a psi quia tria del
adulto, especialmente en lo que concierne a la formación.

Materias de interés
A Ja psiquiatría del adulto le interesan dos conjuntos de
problemas:

(a) El trastorno mental se:undario a tendencias heredad as,


n la deficiencia o enfermedad del tejido cerebral, a enfer-
meda des degenerativas generalest como la arterioescle-
rosis, que tamhíén pueden afectar al cerebro.
(b) Los trastornos mentales que son la manifestación tardía
del malestar emocional precoz.

Esta segunda categoría podría íncluir a la mayoría de los


casos de la psiquiatría de adultos, y en e11a e1 psiquiatra de
adultos siempre llega demasiado tarde, En todos estos casos~
la enfermedad se inició en 1a infancia o la niñez temprana. En
el periodo de máxima tensión, el médico que naturalmente
trataba era e) pedía tra pero é1 no sabía lo que estaba ocu-
1

r-ri endo, por fortuna para la paz. de su alma. De haberlo sabido~


podría haber so}icitado la ayuda de un psiquiatra infantiL
Hay una proporción de casos psiquiátricos adultos resultan-

258
tes del fracaso terapéutico conjunto de los departamentos de
pediatría y psiquíatria infantiL Nuestros éxitos evitan tener
que recurrir al departamento de psiquiatría de adultos.
A la psiquiatría infantil le interesan:

(a) EJ desarrollo de la personalidad y el carácter de] individuo


en la salud. y en e] marco de diversas pautas famíliares
y socia]es.
(b} Los trastornos del desa rroUo emocional en su inicio, y en
las primeras etapas, cuando ]as defensas están en proce-
so ·de cristalizar en síndromes, y como tales se entretejen
con la provisión y reacción ambientales.

La gran mayoría de nuestros casos pueden tratarse sa-


tisfactoriamente {como problemas clínicos); toda mejoría que
nosotros iniciamos se con vierte en otra mayor, porque nues-
tros pacientes son inmaduros y es posible desencadenar en
ellos el proceso del crecimiento~ A nosotros nos llegan muy
pocos trastornos debidos a la degeneración de los tejidos, y
esto nos diferencia del psiquiatra de adultosw Además pode•
mos por Jo general confiar en que los padres, adaptándose en
el hogar a las necesidades del nin.o enfermo, le provean de una
especie de sanatorio u hospital psiquiátrico.

La psiquiatria y la teoría
del trastorno de la personalidad

En el curso de la exploración de este ámbito. quiero decir


que personalmente no me impresíona la contribución que la
psiquiatría de adult.os ha realizado a la comprensión de los
procesos evolutivos que conducen al crecimiento de la perso-
nalidad y al establecimiento del carácter. Se dice que la
práctica de la psiquiatría ha progresado mucho en los últimos
treinta años, pero en la columna del pasivo también pueden
anotarse algunas cosas. En este punto voy a pennitirme
expresar algunas opiniones personales. Con la declinación de

259
la palabra "'asilo"' se ha vuelto casi imposible que encuentre
asilo una persona enferma. salvo quizás en u na institución
re) igi os a. Por otra pa rte1 el tra tam ien to con e lectroshock ha
p rod uci do mej orlas clínicas en muchos ca sos, pe ro> ¿ha añad i..
do algo a la comprensión de) modo como se desarrolla la
enfermedad o como e) tratamiento produce un cambio? ¿Acaso
con el electroshock el psiquiatra ayuda al paciente a suicidarse
sin morir? Yen el curso de una terapia convulsiva, el odio que
el paciente experimenta por e) tratamiento -pero odio sin
asesinato---- puede producir una integración valíosa en una
personalidad desintegrada. Ahora bi en1 si estas teorías ti en en
algo de verdad> de todos modos no provienen de la psiquiatría.
La última de mis quejas personales es que el tratamiento
mediante la )eucotomia realment.e me ha horrorizado, crean ..
do en mí una desconfianza respecto de la psiquiatría de
adultos de la que no tengo esperanzas de recobrarme. En la
leucotomía> que ahora por suerte ha desaparecido. sólo puedo
ver. como respuesta a la idea delírante de) paciente. una idea
delirante del médico.
Quizá sean pocas las personas que compartan estos prejui-
cios personales. Los perros se resisten a comer perros, y )os
médicos, hombres y mujeres, se resisten a criticar a sus
colegas. No obstante, hay momentos en que debemos criticar
y esperar ser criticados; podemos hacerlo en un marco de
respeto reciproco como personas.
Me alegro de no haber trabajado nunca en un hospital
psiquiátrico donde hubiera tenido que haceresascosas malas.
No podría haberlas hecho, y tendría que haber vuelto a la
pediatría clínica, donde habría disfrutado inmensamente,
pero me habría perdido mucho de lo que valoro en la práctica
de )a psiquiatría infantil.

LA PEDIATRIA

Llego ahora al tema de la pediatría. Como es sabido, yo me


inclino a ver en la pedi a tria el campo de formación natural
para la psiquiatría infantil. La pediatría les brinda a] estu-

260
diante y al médico las mejores oportunidades para llegar
realmente a conocer al nin.o paciente y a sus padres. Si los
pediatras lo desean pueden llegar a ser psiquiatras infantiles
1

sin siquiera darse cuenta. El pediatra tiene que estar per~


fectamen te preparado para abordar las emergencias fisicas, y
esto le proporciona una base excelente para el manejo de la
relación médico-progenitor; con e1pretexto de la ali men tací ón
del infant.e. el pediatra, si ésa es su intención, puede trabajar
con la madre en la muy delicada tarea materna de presentarle
el mundo al bebé, y de tal modo tender para el niño los
cimientos de 1a salud mental que es el negativo de los trast.omos
psiquiátricos~ Fue en la práctica pediátrica donde descu bri e 1
valor terapéutico de la toma de la historia, y el hecho de que
ésa es la mejor oportunidad para la terapia, siempre y cuando
esa a namnesis no se realice con el propósito exclusivo de
reunir hechos. Para mi el psicoaná lisís es u na vasta ampliación
de la anamnesis, con la terapia como subproducto.
A lo largo de tocia mi carrera he seguido creyendo que la
pediatria es la verdadera raíz de la psiquiatria infantil, y en
es te artículo lo pri nci pal que deseo decir es que en todo
planeamiento que se realíce debe quedar abierto el camino
para el médico que desea entrar en la psiquiatría infantil a
través de Ia pediatría. Hablo del ejercicio de la pedia tría 1
durante una década. Si se lo obliga a atravesar la formación
del psiquiatra de adultos, si tiene que obtener un di pi orna de
medicina psicológica, inevitablemente dejará de ser un pedia,.
tra en ejercicio1 en el verdadero sentido de la palabra. Hay
~"l. to que a prender y expe.rimen ta r en la práctica de la pe•
diatria, que resulta imposible abrazar otra especialidad como
1a psiquia trú~, que incluye tan tas cosas no relacionadas con
los infantes o los niños.
Sostengo este modo de ver con energía, a pesar del hecho
de que la pediatría no ha desempeñado el papel al que estaba
destinada en relación con la psiquiatría infantil. Se han
perdido veinticinco años desde que a )os responsables de Ia
pediatría en este país se les presentó la idea de que la
psiqu ia tria infantil es u na mitad de la pedia tria. La pedia tri a
oficial ha evitado el tema con toda deliberación~ y ahora es

261
inútil esperar más para que la psiquiatría infantil se convier-
ta en gemela de la pediatría clínica. Esto podría haberse
hechot pero no se hizo.

LA PSIQUIATRIA INFANTILs
DISCIPLINA POR DERECHO PROPJO

Pero la psiquiatría infantil tiene la alternativa de otorgar


preferencia a los pediatras y de pedir formación y experiencia
1

pediátrica. Par a la psiq uia tria i nfanti l la única solución es


adquirir su propia legitimidad y elaborar su propio programa
de formación. Me gustaría preguntar si el profesor de pediatría
se reunió alguna vez con el profe sor de psiq uia tria para
discutir esta cuestión de que algún día haya un profesor de
psiquiatría infanti l.
Pero -y éste es un gran "pero"~, a veces los pediatras
tienden a pensar que pueden pasar a la psíquiatría infantil
con toda simplicidad como si sólo se tratara de cambiar la
1

denominación de "pediatría" por usalud infantiln. Desde lue-


go, esto no es posible. Si quiere pasar a Ia psi quia tría infanti]
1

el pediatra debe estar preparado para reorientarse y abando-


nar gran parte del poder que manejaba como pediatra clínico~

El lugar del psicoanálisis


Esto nos lleva a la cuestión de la relación entre la psiquia-
tría infantil y el psícoanálisis. Seré breve al respecto, porque
creo que no es la intención que éste se convierta en un tema
principal en el encuentro. Pero no puedo evitar tratar lo.
Comprometido como lo estoy con la idea de que la pediatría es
la mejor de las diversas preparaciones posibles para la psi-
quiatría infantil, no debo demorarme en afirmar que la
preparación realmente necesaria para la psiquiatría infanti l
(sea de pediatra o de psiquiatra} es la formación psicoanali-
tica. Para mí tiene importancia que lo que tengo que decir
sobre este tema ahora es en general reconocido, mientras que

262
hace unos pocos años resultaba totalmente revolucionario.
Según mi experiencia, ahora es una ventaja que un aspirante
a un puesto de psiquiatra infantil pueda aducir su condición
de analista o de alumno aceptado del lnsti tu to de Psicoaná-
lisis. (A los fines de es ta discusión~ debo incluir aquí la
formación jungu.iana, a pesar de las importan tes diferencias
que -si es que las buscamos- podemos encontrar entre
ambas disciplinas~) Muchos psiquiatras que están hoy en día
a cargo de clínicas han comp)etado una de esas formaciones~
Desde luego, esto no significa que la formación psicoanalítica
prepare al candidato para Ja psiquiatría infantil; sólo se
propone formar en el psico análisis de adu1tos y de nin os. Pero
incluye Jaenseiianza de una teoría del desarrollo infantil que
es dinámica y ap1icable. Algunas instituciones-por ejemplo,
la Tavistock CHnic-- que van más allá y forman explícitamente
1

en psiquiatria infantil insisten en mayor o menor medida en


1

la fonnación psicoanalítica; en otras es totalmente común, y


la Hampstead Clinic de la seiiorita Freud, en la que pueden
recibir formación psicotera peu tas Jegos, se orienta desde
luego hacia el psicoanálisis y Jas teorías que le son propias~
Lo que yo digo es que un pediatra capaz de asumir la
responsabilidad de sus casos tiene una muy buena oportunidad
para llegar a ser un psiquiatra infantil si al mismo tiempo que
adquiere experiencia acerca del aspecto físico puede recibir
formación psicoana Jítiea.

La selección
Todo esto se vincula con la idea de la selección.
En la formación psicoanalítica, lo importante ese) análisis
persona1del candi da to. A los fines de este escrito, me gustaría
considerar este an á1isis personal como parte de la selecciónr
La formación psicoanalítica se proporciona después de la
selección, y eJ procedimiento de selección se toma muy en
serio. En primer lugar hay una a u tose lección; después está la
selección, y a continuación sigue otra autoselección que acom~
paña al propio análisis del paciente. Con respecto a la psi-

263
quia tría in fan ti l, es esencial que un cuerpo responsable rea-
lice la selección cuidadosa según la personalidad, la salud y la
madurez del aspirante. El punto fundamental es quién se-
leccionará, seguirá seleccionando y tendrá derecho a rechazar
a 1aspiran te a psiquiatra infantil. Esta importan te contribución
podría ser realizada por el Instituto de Psicoanálisis. Por
ejemplo, no es en absoluto seguro que el médico que uno
llamarla para atender al propio infante en una emergencia
física. o el psiquiatra al que 11 evaría mos a nuestra madre o
nuestro hermano, sean los profesiona]es que elegiríamos para
la práctica de la psiquiatría infantíl. Esta es una cuestión
llena de dificultades 1 pero la idea de que el ingreso en la
psiquiatría infantil esté expedito sin ninguna selección es
mucho peor que la de que haya psiquiatras infantiles sin el
diploma de medicina psicológica. o que no han trabajado en W1
hospital psiquiátrico.

CONCLUSION

Es t.a bl ezcamos en prímer Iuga r la psiq uia tria infantil


como algo con legitímidad propia; a continuación permitamos
que los psiquiatras de adu]tos continúen ingresando en el
campo de la psiquiatría infantil si est.án dispuestos a estudiar
el desarrollo físico y emocional del infante y el niño 1 y a
someterse a una formación psícoanalítica que incluya un
procedimiento de selección y un análisis personal. Asimismo 1
démosle al pediatra las mismas oportunidades, con las mis-
mas condiciones. Pero esto no puede hacerse sin la coopera-
ción activa de la psiq uia tria y la pediatría oficia Ies 1 pues to que
para la formación analítica se necesita ayuda eco nómica.
Además, hay que facilitar el valiente esfuerzo del pediatrat
psíquiatra o psiquiatra ínfantil que íntenta hacer compatible
la formación analítica con la tarea de jornada completa que le
proporciona la seguridad básica necesaria para fundar un
hogar y una familia.

264
R&S.UMEN

La psiquiatría in fan ti I es u na especialidad con bases pro-


pias, mientras que la psiquiatría general se ocupa de procesos
degenerativos y fenómenos neuro]ógicos que no son impor-
tantes en el departamento de psiquiatría infantil promedio.
La psiqu ia tria infan ti I aborda el d esa rrol lo emocional de1nino
individual y las interferencias en los procesos de Ia maduración
que provienen del ambiente y del conflicto i~ terior del niño.
Esto hace que la psiquiatría infantil sea afín con la pediatría.
Tanto el psiquiatra general como el pediatra necesitan una
formación adicional del tipo que proporcionan el psicoanálisis
y la psicología analítica~ Los respectivos ins ti tu tos también
proporcionan los mecanismos de se lección.
Siempre habrá quienes lleguen al campo de la psiquiatría
infanti1 desde la psiquiatría general 1 pero es importan te
mantener abierta la vía que pasa por la práctica pediátrica.

265
19
LA PSICOTERAPIA
DE LOS TRASTORNOS DEL Ci\RA.CTER1
(1963)

Aunque el título elegido para este escríto es '4La psicoterapia


de los tras t.ornos del carácter" no resulta posible evitar e 1
J

examen del significado de la expresión "trastorno del ca rác-


ter". Como lo observa Fenichel (1945j pág. 539):

Puede plantearse la cuestión de si existe algún análisis


que no sea ~análisis del carácter". Todos los síntomas son el
resultado de actitudes específicas del yot que en el anáJisis
hacen su aparición como resistencias y que se han desarrolla-
do en el curso de ]os conflictos infantiles. Esto es cierto. Y en
realidad, en cierta medida. todos los anáJisis son aná]isis del
carácter.

Dice también:

Los tras tornos de] carácter no constituyen una u ni dad


nosológica. Los mecanismos que están en la base de los
trastornos del carácter pueden ser tan diferentes como los que
están en la base de las neurosis sintomáticas. Por ejemplo, un
carácter histéri-co podrá tratarse con más facilidad que un
carácter compulsivo, y un carácter compulsivo más fácilmen-
te que un carácter narcisista~

1
Trabajo leído en el 11 ~ Congreso Europeo de Psi quia tría Infan-
til, Roma, mayo y junio de 1963.

266
Está claro que la expresión es demasiado amplia para
resultar útil}' o bien que tengo que utilizarla de un modo
especial. En este último caso es preciso que indique el uso que
haré de esta expresión en este artículo.
En primer lugar será inevitable la confusión a menos que
1

se reconozca que los términos "carácter"J •buen carácter" y


"'trastorno del carácter" llevan a pensar en tres fenómenos
muy diferentes, y seria artificial abordarlos al mismo tiempoJ
aunque están interrelacionados.
Freud escribió ( 1905 b) que .yun carácter perfectamente
con fiablen es uno de los prerrequisitos de un análisis ex:i toso
(Fenichel, 1945J pág. 537)~ Pero lo que estamos considerando
es la inconfi,abilidad de la personalidad, y Fenichel pregunta
si esta inconfiabil idad es susceptible de tratarse. Podría
haber preguntado cuál es su etiología.
Ante un trastorno del carácter, me encuentro examinando
a una persona total. En esta expresión está implícito algún
grado de integracíón, que es en sí mismo un sígno de salud
psiquiátrica.
Las intervenciones que han precedido a la mía nos han
enseñado mucho y se han afirmado en la idea del carácter
como algo propio de la integraciónr El carácter es una mani-
festación de Ia integración exitosa y un trastorno del carácter
es una distorsión de la estructura del yoen laque no obstante
se conserva la integración. Tal vez sea bueno recordar que en
la integración hay W1 factor temporal. El carácter del niño se
ha formado sobre la base de un proceso evolutivo continuo, y
en este sentido el niño tiene un pasado y un futuro.
Parecería valioso emplear la expresión 'irastorno del ca-
rácter" para designar e 1in ten to del ni iio ten di en te a acomodar
o hacer 1ugar a sus propias anormalidades o deficiencias
evolutivas. Siempre suponemos que la estructura de la per-
sonalidad puede soportar la tensión de la anormalidad. El
níño necesita llegar a un acuerdo con la pauta personal de
angustia, compulsión, estado de ánimo o desconfianza, etcé-
tera y también relacionarla con los requerimientos y expec-
t

ta tívas del ambiente inmediato.


En mi opinión, 1a expresión resulta especfficamen te valio-

267
sa en la descripción de la distorsión de la personalidad
generada cuando el niño necesita hacer lugar a algún grado
de tendencia antisocial. Esto conduce de inmediato a la defi-
nición de mí empleo de es ta expresión.
Estoy empleando palabras que nos permiten centrar la
atención no tanto en la conducta como en las raíces del mal
comporta míen to, que cubren toda la zona intermedia entre la
nonnf_lidad y la delincuencia. La tendencia antisocial puede
examh1arse en nuestro propio hijo sano) que a la edad de dos
anos r-J:ba una moneda de la cartera de la madre.
La tendencia antisocial siempre proviene de una depriT
vación y represen ta el reclamo de] niño que quiere vol ver a
antes de la deprivación y recuperar el estado de cosas del que
él disfrataha cuando todo estaba bien. No puedo desarrollar
aquí este tema, pero es preciso mencionar lo que yo denomino
"tendencia antisocial" porque se encuentra regularmente en
la disección del trastorno de] carácter. Al hacer lugar a su
tendencia antisocial, es posible que el niño la oculte) que
desarrolle una formación reactiva a ella (por ejemplo, vol verse
pedante), que elabore una queja y adquiera un carácter que•
joso, que se especialice en el ensueño diurno, que mienta, que
caiga en la masturbación moderada crónica, en la enuresis, en
la succión compulsiva del pulgar, lafríccióncompulsivade los
mus]os, etcétera,. o que tal vez manifieste periódícamente su
tendencia antisocial en un trastorno de conducta. Este tipo de
trastorno está siempre asociado con la esperanza y presenta
las características del robo o la actividad agresiva y la des true~
ción. Es compulsivoT
De modo que, a mi manera de ver, el trastorno del carácter
se refiere muy signi ficati vamen te a la distorsión de ]a perso-
nalidad intacta~ distorsión que resulta de los elementos
antisociales que la personalidad incluye. Es el elemento
antisocial el que determina la intervencíón de la sociedad. La
sociedad (la familia de] niño, etcétera) de be enfrentar el
desafio y demostrar gusto o disgusto ante el carácter y el
trastorno del carácter.
El sigui en te es, en ton ces, el inicio de una descripción:

268
Los trastornos del earácte r no son esquizofrenia. En el
trastorno de1 carácter t la personalidad intacta oculta una
enfermedad. De algún modo y en alguna medida los trastornos
del carácter involucran activamente a la sociedad.

Los trastornos del carácter pueden dividirse según:

Los éxitos o fracasos del individuo en el intento de la


personalidad total tendiente a ocultar el elemento enfermo.
En este caso los éxítos significan que la personalidad, aunque
empobrecida. ha sido capaz de socializar la distorsión de]
carácter para encontrar beneficios secundarios o adecuarse a
a] guna costumbre.
Hay fracaso cuando el empohrecimiento de la personali-
dad impide establecer una relación con la soeie dad como un
todot debido al elemento de enfermedad oeul to.

De hecho,. la sociedad desem pena su parte en la determi-


nación del destino de u na persona que padece un trastorno del
carácter, y lo hace de diversos modos. Por ejemplo:

La sociedad tolera la enfermedad del ind ivíd uo hasta


cierto punto.
La sociedad tolera que el indi vi.duo no pueda aportar.
La sociedad tolera o incluso disfruta de las distorsiones del
modo de aportación del individuo.

O bien:

La sociedad enfrenta el desafio de la tendencia anti social


siendo su reacción motivada por:
( 1) la venganza,
( 2) el de.seo de social iiar al individ u ot o
(3} la comprensión y su aplicación a la prevención.

El individuo con trastorno de carácter puede sufrir:

269
i1l Empobrecimiento de la personalidad, sentimiento de
agravio, irrea lídad, oonciencia de la falta de propósitos
serios,etcéterar
(2) }.._racaso en socializarse.

Aquí encontramos una base para la psicoterapia, porque


ésta tiene que ver con el sufrimiento y la necesidad de ayuda.
Pero este sufrimiento del trastorno del carácter es propio de
las primeras etapas de la enfermedad; muy pronto prevalecen
los beneficios secundariost aminora el sufrimiento e ínterfiere
el impulso del individuo a buscar ayuda o a aceptar la que se
le ofrece.
Debe reconocerse que con respecto al "éxito"(trastorno del
carácter oculto y socializa do), la ps icoterapía enferma al in-
dividuo, porque la enfermedad es intermedia entre la defensa
y la saludr En cambio, en la ocultación .. no exitosan del
trastorno del carácter, aunque en el individuo puede ha her un
impulso inicíal a buscar ayuda en una etapa inicial, esta
motivación a causa de las reacciones de la sociedad asegura
que el paciente realice el tratamiento de la enfermedad más
profundar
El papel que desempeña el ambiente en el caso de la cura
nal ural nos da la ela ve de I trata.mi en to del tras torno del
carácter. En los casos leves, el ambiente puede "curar' porque
la causa fue una falla ambiental en la zona del yo auxiliar y
la protección, en una etapa de la dependencia del índí viduo.
Esto explica que los niños se .wcuren" regularmente de los
trastornos de 1 carácter incipientes en el curso de su propio
desarrollo durante la infancia~ simplemente aprovechando la
vida en el hogar. Los padres tienen una segunda y una tercera
oportunidad de salvar a los hijos, a pesar de los fracasos del
manejo (en su mayor parte inevitables) de las etapas más
tempranas, cuando el nifto es altamente dependíente. De
modo que 1a vida fa miliar es e I lugar que ofrece la mejor
oportunidad para investigar la etiología del trastorno del
carácter, y por cierto es en la vida en familia, o su sustítuto,
donde el carácter del nino se construye de un modo positivo.

270
Etiología del trastorno del carácter
AJ considerar Ia etiología de I tras tomo del carácter es
necesario dar por supuestos el proceso de la maduración en el
niño, la esferas in oo n fl i ctos de I y o ( Hartmann),. el movimiento
hacia adelante impulsado por la angustia (Klein) y la función
de1 ambiente que facilita los procesos madurativos. La provi■-
sión ambiental de be ser suficientemente "buena.., para que la
maduración se haga realidad en el caso de cualquier niño.
Teniendo esto en mente, puede decirse que la distorsión
presenta dos extremos,. relacionados con la etapa evolutiva
del individuo en la que el fracaso ambiental sometió a una
tensión excesiva la capacidad del yo para organizar defensas:

En un extremo están las formaciones sí n tomática.s


psiconeu r6ticas que ocultan el yo (emplazadas en relación con
la angustia propia del completo de Edípo). En este caso, la
enfennedad ocu]ta es un conflicto en el inconsciente personal.
En el otro extremo están las formaciones sintomáticas
psicóticas que ocultan el yo {escisión., disociaciones., sosla-
yamiento de la realidad., despersonalizaciónJ regresión y
dependencias omnipotentes, etdtera). En este caso la enfer-
medad oculta reside en la estructura del yo.

Pero la cuestión de la intervención esencial de la sociedad no


depende de que la enfermedad oculta. sea psiconeurótica o
psicótica. De hecho, en el trastorno del carácterhayotroelemen to,
la percepción correcta por el indiuiduo~ en un momento de 1a
niñez temprana, de que al principio todo estaba bien o bastante
bien, y después dejó de estarlo. En otras palabras, en cierto
momento, o durante una fase del desarrollo, se produjo una falla
real del yo auxiliar que detuvo el desarro11o emocional del
individuo. Una reacción a esa perturbación ocupó el lugar del
simple crecimiento. Los procesos de la maduración se vieron
condenados por una faUa de1 ambiente facilitador.
Si esta teoría sobre la etiología del trastorno del carácter es
correcta, conduce a una nueva concepción de este trastorno en
sus comienzosr E1 individuo que pertenece a esta categoría
soporta dos cargas separadasr Desde Juego, una de el1as es la

271
carga creciente de un proceso madurativo perturbado y en
algunos aspectos de ten ido o pospuesto. La otra es 1a esperan-
za. una esperanza que nunca se extingue por completo, deque
el ambiente reconozca y remedie el fracaso específico que
provocó el d ano. En la gran mayo ria de los casos~ los padres,
la familia o los tutores del nin.o reconocen el hecho de la
ªtraición" (muy a menudo inevitable) y durante un período de
manejo, mimos especiales~ o lo que podría Uamarse ..atención
men taln, logran que el niño se recupere de I trauma.
Cuando la familia no enmienda sus fallas, el nino sigue
avanzando con algunas desventajas, comprometido en

( l} hacer arreglos para vivir u na vida I a pesar de la detención


emocional I y
(2) momentos de esperanza a los que siempre es vulnerable 1
momentos en los que parecería posible obligar al ambiente
a efoctuar una cura (de allí el acting-out).

Entre el estado clínico de un nino herido del modo que


estamos describiendo y la reanudación de su desarrollo
emocional~ con todo lo que significa en términos de socialización,
está la necesidad de hacer que la sociedad reconozca y repare.
Detrás de la inadaptación de un nino hay siempre un fracaso
del ambiente, que no se adaptó a ]as necesidades absolutas de
la criatura en un momento de dependencia relativa. (Ese
fracaso es inicialmente una falla de la crianza.) A continua-
ción puede sumarse un fracaso de la familia en curar los
efectos de esa falla, y después puede haber un fracaso de la
sociedad cuando asume el lugar de la familia. Subrayemos
que en este tipo de casos puede demostrarse que Ia falla inicial
se produjo en un momento en que el desarrollo del niño
acababa de hacerle posible )a percepción del hecho de la fa]]a
y la naturaleza de la inadaptación del ambiente.
Entonces el nin.o despliega una tendencia antisocial~ que
(como hemos dicho) en la etapa anterior al desarrollo de
beneficíos secundarios siempre constituye una manifestación
de esperanza. Esta tendencia antisocial puede presentarse en
dos formas:

272
(1) Reclamos de tiempo, preocupación, dinero etcétera., de la
1

gente {que se manifiestan en el robot


(2) Expectativa de ese grado de fuerza estructural~ organiza-
ción y recuperación esenciales para que el niño pueda
descansar, re]ajarse, desintegral'Se, sentirse seguro (ex..
pectativa que se manífiesta en ]a destrucciónt que suscita
un manejo fuerte).

Sobre la base de esta teoría de la etiología del trastorno del


carácter, puedo proceder a examinar la cuestión de la terapia.

Indicaciones para la terapia


La terapia del trastorno del carácter tiene tres finalidades:

(a) Una dísección que saque a luz la enfermedad oculta que


se manífiesta en el trastorno del carácter. Como prepa-
ración puede haber- un periodo en el cual se invíta al
individuo a convertirse en paciente a estar enfermo en
1

lugar de ocultar la enfennedad.


(b) Dar una satisfacción a la tendencia antisocial que desde
1

el punto de vista del terapeuta pone de manifiesto ]a


1

esperanza de] paciente~ dar le satisfacción como a un


S. O.S. un cri de ca?u r, una seña] de pel ígro.
1

(e) Un análisis que tenga en cuenta tanto la distorsión del yo


como 1a explotación por el paciente de sus impulsos del
ello durante sus intentos de autocuración.

Los intentos de responder a la tendencia antisocial del


paciente tienen dos aspectos:

Dar lugar a que el paciente reclame como derechos el amor-


y la confiabilidad de una persona.
La provisión de una estructura auxiliar del yo relativa-
mente indestructíble.

Esto implica que de tiempo en tiempo el paciente realizará


un acting•out; en la medida en que ese actingrout tenga una
relación con la transferencia, será posible manejarlo e inter-
273
pretarlo. Los problemas de [a terapia aparecen en re]ación con
e] actíng•out antisociat, fuera de la maquinaria terapéutica
tota], es decir, e] acting~out que involucra a la socíedad.
En cuanto al tratamiento de ta enfermedad oculta y la
distorsión del yo, lo que se necesita es psicoterapia. Pero al
mismo tiempo hay que ocuparse de ]a tendencía antísocial,
como y cuando aparezca. La meta de esta parte de] tratamien-
to es llegar al trauma original. Esto tiene que hacerse en el
curso de ]a psicoterapia o, si ésta no es posible, durante el
manejo especializado que se provea.
En este trabajo, ]as fallas del terapeuta y de quienes
manejan la vida del nifto serán reales y puede demostrarse
que reproducen las fallas origin a]es, de forma figurada. Esas
fali as son por cíerto reales, sobre todo en cuan to el paciente ha
sído Uevado a una regresión a la dependencia de la edad
correspondiente, o bien a recordar. El reconoci míen to de la
falla del a na lis ta o del tutor le permite al paciente ex peri me n~
tar Ia rabia conve n íen te, en lugar de quedar tra urna tizado. El
paciente necesita retrotraerse a través de la transferencia al
estado de cosas que había logrado antes del trauma oríginario.
(En algunos casos existe la posibilidad de un rápido arribo al
trauma de la depri vacíón en la primera entrevista.) La reaccíón
a ]a faJla presente sólo tiene sentido en cuanto ésta es la fa11a
ambiental originaria desde e [ punto de vista del niño. La
reproducción en el tratamiento de los ejemp]os de la fa1la
ambienta] originaria a medida que vayan surgiendo, junto
con 1a experiencia por e] paciente de la rabia a propia da, ]ibera
los procesos de ]a maduración; debe recordarse que el paciente
está en un estado dependiente y necesita un yo auxiliar y
manejo(sostén) ambienta] en el encuadre de] tratamiento. La
fase siguiente tiene que ser un periodo decrecimiento emocional
en el cua] el carácter se construye en términos positivos y
pierde sus distorsiones.
En un caso favor a ble, el acti ng-ou t de es tos tras tornos
queda confinado en ta transferencia, o puede incorporárse]o a
ella de modo productivo mediante la interpretación de] des-
plazamiento, el simbo] is mo y ]a proyección. En un extremo
está ]a cura "naturalH que tiene lugar en la familia del niño.

274
En el otro extremo se encuentran los· pacientes gravemente
perturbados cuyo acting-out puede hacer imposible el trata-
miento mediante Ia interpretación~ porque las reacciones de
la sociedad al robo ola destructividad interrumpen el trabajo.
En un caso moderadamente severol el acting-out puede
manejarse siempre y cuando el terapeuta comprenda su
significado e importancia. Puede decirse que el acting.. out es
la al tema ti va a la desesperación. La mayor parte del tiempo
el paciente desespera de corregir el trauma originario~ de
modo que vive en un estado de relativa depresión o de
disociaciones que enmascara la situación de caos que constan-
temente lo amenaza. No obsta.nte1 cuando el paciente inicia
una relación objetal, o empieza a catectiza r a u na persona~ se
activa una tendencia antisocial, la compulsión a reclamar
{robo), o un manejo rudo o incluso vindicativo mediante una
cond u eta destructiva.
En todos los casos, para que Ia psicoterapia tenga éxito es
preciso atender al paciente durante una o muchas de estas
fases toscas de conducta antisocial manifiestal pero con de-
masiada frecuencia sucede que el tratamiento se interrumpe
precisamente en uno de esos puntos. El caso se abandona, no
necesariamente porque la situación sea intolerable, sino con
igual probabilidad porque quienes están a cargo del paciente
ignoran que esas fases de acting,out son intrínsecas del tras-
torno y pueden tener un valor positivo.
En los casos severos~ esas fases del manejo o tratamiento
presentan dificultades tan grandes que interviene la justicia,
y al mismo tiempo la psicoterapia se interrumpe. La venganza
de la sociedad ocupa el lugar de la piedad o la simpa tía, y el
individuo deja de sufrir y de ser un paciente para convertirse
en un criminal con u na idea delirante de persecución.
Es mi propósito llamar la atención acerca del elemento
positíuo del trastorno del carácter. Cuando el individuo que
trata de dar cabida a algún grado de tendencia antisocial no
llega al trastorno del carácter, ello indica el peligro de un
derrumbe psicótico. El trastorno del carácter indica que la
estructura del yo puede ligar las energías propias de la
detención de los procesos de la maduración y también las

275
anormalidades de la interacción entre el niño y la familia.
Mientras los beneficios secundarios no se hayan convertido en
un rasgo característico, la personalidad con trastorno del
carácter es siempre proclive a caer en la paranoia, la depre•
sión maníaca, la psicosis o la esquizofrenia.
Para resumir, la descripción del tratamiento del trastorno
de] carácter puede iniciarse con la máxima de que ese trata-
miento es como el de cualquier otro trastorno psicológico:
psicoanálisis, siempre que sea posible. Se siguen entonces las
sigllien tes consideracíones:

( 1)El psicoanálísis puede tener éxitot pero el analista debe


estar preparado para encontrar acting-0ut en la t rans-
ferencía y para comprender la importancia de ese acting-
out; también debe saber asignarle un valor positivo.
(2} Es posible que el análisis tenga exilo pero sea difícil
porque la enfe nnedad oculta presenta rasgos psicótioost
de modo que el paciente tiene que enfermar (convertirse
en psicótico, esquízoide) antes de empetar a mejorar; se
necesitarán todos los recursos del analista para abordar
los mecanismos de defensa primitivos que caracterizan
el trastorno.
(3) El analista puede estar teniendo éxito, pero si el acting~
out no queda con finado en la relación de transferencia, el
pacíente es sustraído al trata míen to debido a 1a reacción
de la socíedad ante la tendencia antisocial de ese sujeto,
o bien a causa de la accíón de 1a justicia. En este sentido
existe una gran diversidad en las reacciones posibles de
la sociedad; la gama oscila entre la venganza abierta y
u na expresión de buena disposición a dar al paciente la
oportunidad de una socíalización tardía.
{4) En muchos casos el trastorno incí pie n te del carácter es
tratado -y tratado con éxito■- en el propio hogar del
niño, median te una o varias fases de manejo especial
(trato com pi acie nte) o con un cuidado o con trol personal
estricto. realizado por u na persona que ama el ni no. U na
prolongación de este procedimiento es e I tratamiento del
tTastorno del ca ráct.er incipiente o precoi sin psícotera piat
por medio del manejo en grupos des tí nados a dar lo que
no proporciona la propía fa mili a del ní no.

276
(5) Cuando el paciente llega al tratamiento puede ya haber
una manifiesta tendencia antisocial fijada y u na actitud
endurecida con raíces en los beneficíos secundarios; en
este caso no eMiste la posibilidad de un psicoanálisis.
Entonces. la meta es proporcionar un manejo firme a
cargo de personas comprensivas. Esto se ofrece como
tratamiento antes de que la justicia ]o imponga como
correctivo. Puede a nadirse una psicoterapia personal si
se cuenta con ella.

Finalmente,

( 6) El trastorno del carácter- puede aparecer como un caso


judicial, cuando la reacción de la sociedad se ha concre-
tado en la libertad condicional, o el confinamiento en una
institución correccional o penal.

Puede ocurrir que un confinamiento precoz impuesto por


un tribunal resulte un elemento positivo para la socialización
del paciente. Esto es análogo a la cura natural que comúnmente
se produce en la familia; para el paciente, la reacción de la
sociedad ha sido una demostración práctica de ~amorytl es
decir de la disposición a Q:sostener,. el se lf no integrado del
j

paciente, a responder a la agresión con firmeza (a limitar los


efectos de los episodios maníacos), y a enfrentar al odio con un
odio apropiado y bajo contra l. Esto último es lo mejor que
algunos niños deprivados obtienen a modo de manejo satis-
factorio, y muchos niños depri vados hi peracti vos anti socia les
dejan de ser ineducables para convertirse en educables en el
régimen estricto de un instituto correcciona] para menoresT El
peligro es que- 1 por e] hecho de que los niños antisociales
hiperactivos mejoran en una atmósfera de dictadura, em pie~
cen a mu Iti plica rse Ios dicta dores; ine luso los especialistas en
educación pueden llegar a pensar que una atmósfera de
es trie ta disciplina, que determine el uso de cada minuto del
día también constituye un buen tratamiento educacional
1

para los niños normales, lo cua1 es erróneo.

277
Las niñas
En términos generales, todo esto se a p Ji ca por igual a
varones y niñas. Pero en 1a etapa de la adolescencia la
naturaleza del trastorno del carácter es necesariamente dife ..
rente en ambos sexos. Por ejemplo t en la adolescencia ]as
niñas tienden a manifestar su tendencia antisocial por medio
de la prostitución, y uno de los riesgos del actirrg-out es la
concepción de niños ilegítimos. En ]a prostitución hay benefi ..
cios secundarios. U no de ellos consíste en que en su carácter
de prostituta la niña realiza un aporte a la sociedad del único
modo que está a su alcance. Conoce a muchos hombres
solitariost que más bien que sexo desean una relación y están
dispuestos a pagar por el la. Así mismo~ estas nin.as, esencia1-
m en te solitarias, establecen contactos con otras de su mísma
clase. El tratamiento de las adolescentes antisociales que han
comenzado a experimentar los beneficios secundarios de la
prostituta presenta dificultades insuperables. Quizá la idea
de] tratamiento no tenga sentido en este contexto. En muchos
casos es demasiado tarde. Lo mejor es renunciar a los intentos
de curar la prostitucíón y en lugar de ell:q concentrars-e en
darles a esas niñas comida~ abrigo y la posibilidad de mante-
nerse sanas y limpias.

EJEMPLOS CLINICOS

Un caso común

Un varón en la latencia tardía, al que yo había comenzado


a a tender a 1os d íez años, esta ha entra tamien to psicoa na Iítico
conmigo. Su hiperactividad y propensión a los estallidos de
rabia se habían iniciado muy pronto poco después del naci~
1

miento y mucho antes de que fuera destetado a los ocho meses.


La madre era una persona neurótica y toda la vida había
estado más o menos deprimida. El niño era ladrón y proclive
a los estallidos agresivos. Su análisis marchaba bien y a lo

278
largo de un año de sesiones diarias hubo mucho trabajo
analítico directo. Pero cuando su relación conmigo adquirió
importancia, el hecho lo excitó mu cho, trepó al tejado de la
clínica, la inundó,. e hizo tanto escándalo que el tratamiento
tuvo que interrumpirse~ A veces resultaba peligroso para mí;
también fonó la puerta de mi auto 1 fuera de la clínica, y lo
puso en marcha utilizando el arrancador automático,. con lo
cual pudo prescindir de la llave. Al mismo tiempo empezó de
nuevo a robar y a ser agresivo fuera del marco del tratamien~
to; el tribunal de menores lo internó en una institución
correccional precisamente cuando el psicoanálisis estaba en
su ápice. Tal vez si yo hubiera sido mucho más fuerte que él,.
podría haber manejado esta fase y tenido la oportunidad de
completar el análisis. Tal como sucedieron las cosas, debí
renunciar.
{Este muchacho se ha desempeñado moderadamente bien.
Trabaja de camionero, lo que se adecua a su hiperactividad.
Había conservado su empleo durante catorce años,. en el
momento del seguimiento. También se había casado y tenía
tres hijosr La esposa se divorció,. después de lo cual é I se
mantuvo en contacto con la madre,. de la que se obtuvieron los
detal les del seguí miento.)

Tres casos favorables


Un niño de ocho años empezó a robar. Había sufrido una
deprivación relativa (en el escenario de su propio hogar) a la
edad de dos anos, cuando la madre dio a luz a otro niño y cayó
en una angustia patológica. Los padres lograron satisfacer las
necesidades especiales de este niño, que casi había alcanzado
una cura naturaL Yo los ayudé en esta larga tarea procurán-
doles alguna comprensión de lo que estaban haciendo. En una
consulta terapéutica cuando el nifio tenía ocho an.0s 1 me
resultó posible ponerlo en contacto emociona) con su
deprivación, y él se retrotrajo a una relación objeta} con la
madre buena de su infancia. Junto con esto dejó de robar.

279
Una niña de ocho años llegó a mi consult.orioporque robaba.
Había sufrido una deprivación relativa en su propio hogar a la
edad de cuatro o cinco años. En una consulta terapéutica se
retrotrajoasucontactoinfantil tempranocon una madre buenaJ
y al mismo tiempo desapareció el robo. Esta niña también se
orinaba y ensuciaba encima; esta manífestación menor de la
tendencia antisocial persistió durante algún tiempo.

Un niño de trece años que asistía a ul'!a escuela privad a


I

muy a]ejada de su hogar, estaba robando en gran escala.


También rasgaba las sábanas y trastornaba la escuela 1

creándoles problemas a los otros niños y escribiendo notas


obscenas en los lava torios etcétera~ En una co ns ul ta te ra-
I

pé u ti ca, pudo hacerme saber que había atravesado un período


de tensión intolerable a la edad de seis años, cuando lo
enviaron a una escuela de pupilos. Conseguí que a este niño
(el segundo de tres hermanos) se le permitiera un período de
"cuidado mental :ne n su propia casa. Utilizó ese período en un a
fase regresivaJ y después ingresó en una escuela diurnaT Más
tarde entró en una escuela de pupilos ubicada en el vecindario
del bogar. Sus síntomas antisociales cesaron abruptamente
después de su única entrevista conmigo,. y el seguimiento
demuestra que sigue bien. Ya ha pasado por la universidad y
está estableciéndose como hombre. Respecto de este caso es
particularmente cierto que el paciente llevaba en sí la com-
prensión de su problema; necesitaba que los hechos fueran
reconocidos, y también que hubiera una reparación simbólica
de la fal1a ambiental.

Comentario

En estos tres casos. a los cuales pudo brindarse ayuda


cuando los beneficios secundarios aún no se habían convertido
en una característica, mi actitud general como psiquiatra les
permitió a los niños describir verbalmente una zona especí-
fica de deprivación relativa; puesto que fue aceptada como
real y verdadera,. e1los pudieron retroceder, saltando labre-

280
cha, y establecer de nuevo una relación con los objetos buenos
que habían estado bloqueados.

Un caso en el limite entre


el tra.storno del carácter y la psicosís

Hay un niño que estuvo a mi cuidado durante algunos


años. Sólo lo vi una vez, y tuve la mayoría de mis con tactos con
la madre en momentos de crisis. Muchos habían tratado de
dar una ayuda directa a este niño que ahora es un joven de
veinte años, pero muy rápidamente él dejaba de cooperar.
Este paciente tiene un al to C~I. y todas las personas a las
que les permitió enseñarle han dicho que podría serexcepcio-
n al mente brillan te, sea como actor, poeta, artista plástico,
músico, etcétera. Nunca permaneció mucho tiempo en una
escuela, pero aprendiendo por sí mismo aventajaba conside-
rablemente a sus pares. Así lo hizo en los comienzos de la
adolescencia~ ayudando a sus amigos con los deberes, con lo
cual se mantenía al tanto de lo que se ensefiaba.
En el periodo de latencia fue hospitalizado y se le diagnosticó
esquizofrenia. En el hospital emprendió '"el tratamiento,. de
los otros niños y n u nea aceptó su posición de paciente. Fi-
nalmente huyó y pasó un largo período sin ir a la escuela.. Se
tendía en la cama para escuchar música lúgubre, o se ence-
rraba en la casa de modo que nadie podía llegar a él. Cons-
tantemente amenazaba con suicidarse, sobre todo en relación
con amores violentos. Periódicamente organizaba una fiesta
de duración indefinida, duran te 1a cual a veces se dañaba la
propiedad.
Este nin.o vivía con su madre en un piso pequeño, y la
man tenía en un estado de preocupación constan te. No había
ningún respiro, puesto que él no salí a, no iha a la escuela ni
al hospital, y era lo suficientemente in te) ige nte como para
hacer lo que quería sin llegar a delinquir y manteniéndose
fuera del alcance de la ley.
En diversos momentos ayudé a la madre~ poniéndola en
contacto con la policía, el servicio de libertad condicional y los

281
otros servicios sociales; cuando finalmente el muchacho dijo
que iría a cierta escuela de humanidades, yo "moví los hilos"
para hacerlo posible. Se encontró que estaba muy adelantado
respecto de su grupo de edad, y los maestros lo alentaron
mucho, debido a su gran inteligencia. Pero dejó esa escuela
antes de tiempo y obtuvo una beca para un buen colegio de
arte dramático. En ton ces decidió que tenía un a nariz fea y
logró con-vencer a la madre de que le pagara un cirujano
pi ás tico a fin de convertir su nariz de respingada en recta.
Después encontró otras razones que le impedían llegar al
éxito, pero sin darle a nadie ninguna oportunidad de ayudarlo.
Esto ha continuado, y ahora está en la sala de observación de
un hospital psiquiátrico; sin duda encontrará el modo de salir
y de volver a instalarse en su casa.
Este muchacho tiene una historia temprana que da la
clave de la parte antisocial de su trastorno del carácter. De
hecho, fue el fruto de una relación que se hundió poco después
de un infeliz comienzo; poco después de Ia separación, el padre
mismo cayó víctima de un trastorno paranoide. El matrimo-
nio había tenido lugar inmediatamente después de una tra~
gedia; estaba condenado al fracaso porque la madre del
muchacho aún no se había recuperado de la pérdida de un
novio muy amado que, según ella lo sentía, había sido asesi~
nado por el descuido del hombre con el que se casaba y que se
convirtió en el padre del paciente.
En una edad temprana, tal vez a los seis añost cuando por
primera vez lo -vio un psiquiatra" este niño podría haber sido
ayudado. El podría haber conducido al psiquiatra hasta el
material de su deprivación relativa, y entonces se le podría
haber relatado el problema personal de la madre y la razón de
la ambivalencia tle ella en su relación con él. Pero en lugar de
esto, el niño fue internado en un hospital, y desde ese momen A

to se endureció hasta con-vertirse en un caso de trastorno del


carácter~ en una persona que atormenta compulsivamente a
la madre, los maestros y los amigos.

En esta serie de breves descripciones de casosJ no intenté


la descripción de alguno tratado mediante el psicoanálisis.

282
Los casos tratados sólo mediante manejo son innumera-
blest y entre ellos se cuentan los de todos los niños que, en e!
momento de ser deprivados de uno u otro modo1 son adopta-
dos1 ubicados en familias sustitutas o en pequeños hogares
conducidos como instituciones terapéuticas de una manera
personaL Describir un caso de esta categoría equivaldría a
dar una impresión falsa. Sin duda es necesario llamar la
atención acerca de que el trastorno del carácter incipiente
está sien do tratado con éxito con tin u amen te, sobre todo en el
hogar, en grupos sociales de todas clases 1 y totalmente al
margen de la psícoterapia.
Sin embargo, lo que arroja luz sobre el problema del
tras torno del carácter (y de los tras tomos psicológicos de otro
tipo) es el trabajo intensivo con unos pocos casos; la labor de
los grupos psicoanalíticos de diversos países es la que ha
tendido las bases de un planteo teórico y la que ha comenzado
a explicar a los grupos terapéuticos especializados lo que se
hace en ellos y a menudo tiene éxito en la prevencíón o
tratamiento del trastorno del carácter~

283
20

EL ENFERMO MENTAL ENTRE LOS CASOS


DEL ASISTENTE SOCIAL1
(1963)

Desde princípios de siglo han ido aumentando los íntentos


tendientes a rescatar a la psiquiatría del estancamiento. Los
psíquiatras han realizado una gran tarea al cambíar el cui·
dado y el tratamiento de los enfermos mentales, abandonando
las restricciones mecánicas a favor de un método humano y
compasivo. Después llegó 1a aplicación a la psiquiatría de la
psícología dínámica. Lo que les interesa a los psicoanalistas y
a quienes trabajan sobre la base de la psicología dínámica es
la psicología de )a enfermedad mental; entre esas personas se
cu en tan muchos asisten tes socía les. Mi tarea con sis ti rá en
establecer el vínculo entre la enfermedad mental y las etapas
~él -:!e::;~rrollo emocíonal individuat y lo haré aunque no estoy
en condiciones cit: üf,~~er- 9ruebas positívas de los detalles de
mi tesis.
En primer lugar, debo recordarles la clasificación psi-
quiátrica del trastorno mental. Abordaré de modo sumario los
trastornos mentales causados por la anormalidad física del
cerebro que es el a para to e Jectrón i co del que depende el
t

funcionamientode la mente. Este aparato puede tener defectos


di versos: hereditarios, congénitos, debidos a enferme dad es
infecciosas, a un tumor o a procesos degenerativos tales como

1
Conferencia pronunciada ante ]a Association of Socia] Workers 1
Londres, y pubhcada en New Thinking far Changing Needs, por la
As.sociation of Social Workers, 1963.

284
la arterioesclerosis. También ciertos trastornos fisicos gene . .
ral es afectan e I aparato electrónico: por ejemplo, el mixedema
y el desequilibrio hormonal asociado con la menopausia.
Debemos hacer a un lado estas consideraciones, por impor-
tantes que sean para pasar al ámbito del trastorno mental
1

que estudia 1a psicologí aJ la psicología dinámica: e 1 de la


ínmadurez emocional.
También tendré que presuponer que ustedes conocen et
efecto de la enfermedad fisicaJ y de la amenaza de enfermedad
fisica, sobre los estados mentales. Sin dudal padecer un
cáncer o una enfermedad cardiaca afecta la mentalidad de
una persona. Aquí sólo nos in teresa la psicología de esos
efectos.
De modo que la clasificación comienza con las tres catego-
rías sigu íe n tes~

(a) Enfermedades del cerebro con un trastorno menta] con-


siguiente.
{b) Enfermedades del cuerpo que afectan las actitudes men-
tales.
(e} Trastornos mentales propiamente dichos, es decir tras-
1

tornos que no dependen del cerebro ni de ninguna otra


enfermedad f1Síca.

A partir de esto empezamos por dividir los desórdenes


mentales en psiconeurosis y psicosis. No se precipiten a la
con el usión de que las personas psiconeuróticas están nece-
sariamente menos enfermas que las psicóticas. Aquí corresp
pande que examinemos 1a palabra "enfermo,,_ Permítaseme
utilizar la definición de mi extinto amígo John Rickman: "La
enfermedad mental consiste en no encontrar a nadie que nos
soporte.,,+ En otras pal abras, el significado de la pal abra
"enfermo"" incluye una cierta participación de la sociedad, y
sin duda resulta sumamente dificil convívir con algunas
personas psiconeuróticas. Pero por lo general no puede
obtenerse un certificado que lo a testigüer Es to presenta u na
dificultad a la que me referiré más adelante.
La salud es madurez emocional la madurez emocional del
1

285
individuo. La psíconeurosis tiene que ver con el estado de la
persona cuando era un niño en la edad de] deamhulador, con
la provisión familiar positiva o negativat con el modo como el
periodo de latencia alivió o acentuó las tensiones y con el
reordenam ien to t en las di versas etapas de la adolescencia, de
1os cambios de los i m pu Isos instin tuales; también está relacio-
nad a con la nueva organización de las defensas contra la
angustia, ya programadas en la niñez temprana del individuo.
El término psiconeurosis designa la enfermedad contraída
en la etapa del comp]ejo de Edipot en el momento de la
experiencia de relaciones entre tres personas totales. Los
conflíctos que surgen de esas re]aciones conducen a medídas
defensivas que, si se organizan en un estado relativamente
rígido, merecen el título de psiconeurosis. Estas defensas han
sido enumeradas y descriptas claramente. Es obvio que el
modo como se erigen y quedan fijadas depende, en alguna
medida, de la historia del individuo antes de su llegada a la
etapa de las re lacíones triangulares entre personas totales.
Ahora bien, la psi con eurosi s envuelve la represión y el
inconsciente reprimido 1 que es un aspecto especía] del in-
consciente. Mientras el i nconscíen te en genera] alberga las
zonas más ricasdelself de la persona, el inconsciente reprimi-
do es el arcón donde se guarda (a un a]to costo en términos de
economía menta 1) lo que es in tolera ble y el in dividuo no ti ene
capacidad para acoger como parte del self y de la experiencia
personal. A1 inconsciente propiamente dicho se puede llegar
en los sueños; su a porte es fundamental en las experie ncí as
más significativas de los individuos humanosL En contraste,
no tenemos un libre uso del inco nsci en te re primi do que 1

aparece sólo como amenaza o como fuente de una formación


reactiva (por ejemplo, un sentímenta.lismo que indica odio
reprimido}. Todo esto es la materia prima de la psicología
dinámica. La represión es propia de la psiconeurosís, así como
la escisión de la personalidad lo es de la psícosis.
La enfermedad psiconeurótica puede ser, por cierto, muy
severaL Además 1 este tipo de enfermedad lleva al asistente
social a pensar que él no puede hacer nada, porque el in-
consciente reprimido es el territorio del psicoanalísta. En

286
contraste'" como trataré de demostrar'" los ámbitos de enferme-
dad denominados psicosis, o locura, ofrecen mayores perspec-
tivas para e 1 a sis ten te social debido en parte a que esos
1

trastornos le prometen menos al psicoanalista'" salvo en el


caso de que en los momentos oportunos éste se sa}ga de su rol
y se con vierta en asisten te social. (Este tema irá desarro-
1lá ndose gradualmente a medida que avancemos.)
Como he dicho:t en la psiconeurosis una de las defensas
tiene que ver con la regresión. Se encuentra que el enfermo se
ha retirado de la sexualidad genital y de las relaciones
triangulares entre personas totales y ha asumido ciertas
posiciones propias de su vida anterior a 1a etapa de las
posiciones heterosexuales y homosexuales en las cuestiones
interpersonales. En alguna medida 1 los puntos de fijación
-los puntos utilizados en estas defensas regresivas- depen-
den de las experiencias buenas y malas de las etapas evolu-
tivas tempranas del individuo y desde luego:t de los buenos y
J

malos factores ambientales propios de esas etapas.


La psicosis puede considerarse una enfermedad que tiene
más que ver con las experiencias de las fases más tempranas
que con las tensiones en el nivel de las relaciones
interpersonal es que originan las defensas regresivas. En el
caso extremo, no ha habido ningún verdadero complejo de
Edipo 1 porque el individuo quedó tan atrapado en una etapa
anterior del desarrollo que las relaciones triangulares ver-
daderas y plenas nunca llegaron a hacerse realidad.
Por su puesto, encontrarán casos en los que puede demos-
trarse la existencia de una mezcla de normalidad en los
términos del complejo de Edi po y psicosis en los términos de
fijación a una fase del desarrollo emocional temprano. No
obstante, no son estos casos mixtos los que tenemos que
considerar ahora, cuando in ten tamos formular de manera
simple una cuestión que es extremadamente compleja.
De modo que la psiconeurosis corresponde a las defensas
organizadas en torno a Ias ansiedades y conflictos de Ias
personas re Ia ti va rnen te normalest es decir, personas que han
alcanzado la et.apa del complejo de Edipo. En un tratamiento
psicoanalítico el analista hace posible la reducción de la
1

287
can ti dad de represión; al final de ese tra tam ien to las relacio-
nes interpersonales llegan a una expresión y experiencia más
completa, y dismínuye la componente pregenital de la
sexua1 idadr
Todas las otras enfermedades mentales (es decir, las que
no son psiconeurosís) corresponden a la construcción de la
personalidad en la niñez y la infancia más tempranas, junto
con una provisión ambiental que falla o no tiene éxito en su
función de faci l ítar los procesos madura ti vos del niño~ En
otras palabras, la enfermedad mental que no es psiconeurosis
tíene importancia para el asistente social porque no concierne
tanto a las defensas organizadas del individuo como al fracaso
de éste en lograr la fuerza yoíca o la integración de la
personalídad que hacen posible la formación de defensas.
Ahora puedo volver a la clasificación de los tí pos psiquiátricos
con más suerte, porque creo haberles transmitido la idea de que
la locura es el territorio de ustedes, así como la psiconeurosis es
el territorio del analista freudiano ortodoxo. Además, la locura
está relacionada con la vida común. En la locurat en lugar de
represión encontramos invertidos los procesos del establecí. .
mien t.o de la personalidad y la autodiferenciación. Esta es la
materia prima de la locuraty esto es ]oque trato primordialmente
de describir. Las fallas en los procesos de la maduración (en sí
mismos una cuestión de herencia) aparecen a menudo asociadas
con factores heredi ta.rios patológicos, pero lo importante es que
esas fallas están mucho más relacionadas con fallas del am-
biente facilitador. Se verá que es en este punto donde interviene
el a sis t.ente social, puesto que el factor ambiental tiene una
significación específica en la etiología de la locura~ El supuest.o
básico es que el cuidado del infante y de] niño no posibilí ta ron el
líbre desplíegue de la salud mental del individuo, y ambas
etapas del cuidado reaparecen en el trabajo del asistente social.
En la psicoterapia de la psiconeurosis, que es esencialmente un
trastorno de conflicto interior (es decir, un conflicto dentro del
self intactot íntegradot personalizado y re] aclonado con su obje-
to), esos fenómenos que derivan del cuidado del infante y e] niño
aparecen en lo que se denomina la "neurosis de transferencia".
Volvamos entonces a mi intento de reunir en la clasifica-
c1on psiquiátrica todas las enfermedades que no son
psiconeurosis. Desde el punto de vista de mi presentación,
sería más sencillo ubicar en los extremosa la psiconeurosis y
la esquizofrenia. Pero no puedo hacerlolt debido a ]os trastornos
afectivos. Entre la psiconeurosis y la esquizofrenia se extiende
todo el territorio abarcado por la palabra ¡:,[depresión". Cuando
digo ~entre~\ en realidad quiero significar que en la etiología
de estos desórdenes el punto de origen de ia depresión cae
entre los puntos de origen de la psiconeurosis y 1a esquizofrenia.
Tambiénmerefieroa que existe un alto grado de superposición,
que no hay distinciones nítidas y que se falsean los hechos al
rotular los trastornos psiquiátricos como si se tratara de los
síndromes de la el asi ficación de la medicina clínica. (Por
supuesto, en este caso excluyo las enfermedades del cerebro,
que son en realidad enfermedades físicas con efectos psicoló-
gicos secundarios.)
El concepto de depresión abarca un espectro muy amplio
del trastorno mental. Los desarro] los psicoanalíticos han
dilucidado gran parte de la psicología de la enfermedad
depresiva y también ]a han relacionado con algo que es
esencialmente sano, a saber, la capacidad para el duelo y la
capacidad para sentirse preocupado por el otro. Por lo tanto,
las depresiones oscilan entre lo casi normal y lo casi psicótico.
En e] extremo norma] del espectro de las depresiones están las
enfermedades depresivas que implican madurez en el individuo
y un cierto grado de integración del self. En este caso, como en
la psiconeurosis, se necesita más bien del psicoanalista y no
del asistente social, pero hay a]go que puede tener suma
importancia para el asistente social: la tendencia de ]a de ..
presión a disiparse. Sin rea] izar en absoluto psicotera pía, el
asisten te social puede hacer mucho, permitiendo sencilla,
mente que la depresión siga su curso. Lo que se necesita es
una evaluación del individuo como alguíen cuya historia
pasada prueba que la integración desu personalidad tolera la
tensíón de ]a enfermedad depresiva en la cual se elabora
cierto tipo de conflicto; en ténni nos generales, el conflicto de
la depresión tiene que ver con la tarea personal de asimilar la
propia agresión y ]os propios impulsos destructivos. Cuando

289
un ser querido muere~ el proceso de duelo acompaña la
ree la boración dentro del individuo del sen ti miento de res-
ponsabilidad personal por esa muerte, a causa de las ideas e
impulsos destructivos que coexisten con el amor~ En este
extremo de la escala, la depresión se constituye en concordancia
con esta pauta, que es más obvia en el duelo; la diferencia
reside en que en la depresión hay un grado más alto de
represión y el proceso Se produce en un nivel más inconsciente
( en el sen ti do de que está reprimido).
Desde e 1 punto de vista de I psicoanalista, la psicoterapia
de este tipo de depresión se asemeja a Ia psicoterapia de la
psiconeurosis, salvo en que en la transferencia la dinámica
más poderosa corresponde a la relación bícorporal basada
en lo que originalmente fueron infante y madre. La par-
te importan te de I a terapia del analista en el tratamiento
de la depresión reside en que él sobrevive durante un perlo•
do en el cual las ideas destructivas dominan la escena~ y
también en este caso el asistente social que atiende a una
persona deprimida mientras dura su trastorno realiza tera-
pia por el simple hecho decontinuarexistiendoen persona, de
sobreví vir.
En conjunción con la enfermedad depresiva de este tipo
reactivo está todo lo asociado con 1a dism in uci ón de las
oportunidades de construir y realizar a portes crea ti vos, en
virtud de la menopausia u otras razones.
En el otro extremo de este agrupamiento de las depresio-
nes se encuentra la depresión psicótica, en la cua I aparecen
asociados rasgos que la vinculan con la esquizofrenia. Puede
haber algún grado de despersonalización o de sentimientos de
iITealidad. Esta depresión también está asociada con una
perdida, pero esa pérdida es de un tipo más oscuro que en el
caso de la depresión reactiva y deriva de un momento anterior
del desarrollo del individuo. Por ejemplo, podrían haberse
perdido ciertos aspectos dela boca, que desde el punto de vista
del infante desaparecen con la madre y el pecho cuando se
produce una separación antes de que el infante haya alcan-
zado una etapa del desarrollo emocional que lo provea de los
recursos para encarar esa pérdídaT U nos meses más tarde 1 la

290
pérdida de ia madre habria ~ido una pérdida de 1objeto sin ese
elemento aiíadido de pérdida de parte d~J sujet.o.
Por lo tan to, ez:; necesario categori zar d08 formas d-e depre-
sión: la depresión. reactica y la depresión esquizoideT En los casos
extre!nos de '!Sta úl tiina . el cuadro cJ ínico se age~eja al de la
esquizofrenia, y reahnente puede no haber ninguna línea
clara de demarcacion entre cualquier forma de enfermedad
mental y las otras. En la enfermedad de un individuo hay que
eRperar cualquier tipo de mezcla y alternancia. Las
alternancias individuales oscilan entre una manifestación
psiconeurótica y una enfermedad más psicótica (por ejemplo,
una neurosis obsesiva se convierte en una fase de depresión
agitada y vuelve a ser neurosis obsesi vaJ etcétera). Las en•
fermedades mentales no son como la tisis, la fiebre reumática
o el escorbuto. Constituyen pautas de transacción entre el
éxito y el fracaso en el estado de desan-ollo emocional del
indiyiduo. De modo que la salud es madurez emocional,
madurez para la edad; la ma1a salud mental siempre tiene
detrás una detención del desarrollo emocional. La tendencia
a la maduración subsiste, y proporciona e 1 impulso hacia la
curación, y hacia la autocuración cuando no se cuenta con
ninguna ayudar Esto es lo que hay detrás del proceso que puede
confiarse que se producirá si se proporciona un ambiente
facilitador, perfectamente adaptado a las necesidades in-
mediatas de la etapa madurativa de la persona. En este pun t.o
el asistente social participa de un modo constructivo y real-
mente dispone de un poder con el que no cuenta el psico-
analista1 en cuanto este último limita su trabajo a interpr~
tar los elernen tos conscientes que surgen en Ia neurosis de
transferencia, apropiada en el tratamiento de la psiconeu-
rosis.
Perm.ítasen. . e subrayar que las enfermedades mentales no
son enfermedades fisicas. Constituyen transacciones entre la
inmadurez del individuo y las reacciones sociales reales, tanto
las que ayudan corno las vindicativas. De este modo, el cuadro
clínico de la persona con una enfermedad mental varía según
]a actitud del ambiente aunque la enfermedad sea funda-
1

mentalmente constante; por ejemplo, una nin.a de 13 años se

291
moría en su casa por rechazar la comida,. pero era normal e
incluso feliz en un ambiente alternativo.
En el extremo de la escala más allá de la depresión
1

esquizoide está la esquizofrenia propiamente dicha. En ella el


acento cae en ciertas fallas de la construcción de la persona-
lidaa. Las enumeramos pero primero debe quedar claro que
1

incluso en un caso esquizoide severo puede haber una zona de


la personalidad que funcione norma1menteyengañeal incau-
tor Nos referiremos más adelante a esta complicación, que
denominamos "'se lf falso".
Para comprender 1a enfermedad del tipo de ]a esquizofrenia
es necesario examinar los procesos de la maduración que
encauzan al infante y a] niño pequeño en ]as etapas tempranas
del desarrollo emocional. En esos momentos en los que se
inician tantos desarrollos y ninguno se completa, las dos
tendencias activas pueden ca r3.cteri zarse con las palabras
"maduración" y udependenciajoj. Al principio el ambiente es
e se ncial, y poco a poco va sié nd ol o menos, de mcxlo que
podemos hablar de una dependencia doble que va transfor-
mándose en dependencia simple.
l"-k, es el ambiente el que hace que el infante crezca,. ni
determina la dirección de] crecimiento. El ambiente cuando
1

es suficientemente buen 01 facilita e] proceso de la maduración.


Para que esto ocurra la provisión ambíental debe adaptarse
1

de un modo extremadamente sutil a las necesidades cam-


biantes de la maduración~ Esa adaptacióu sutil a la necesidad
cambiante sólo está al a]cance de una persona que por el
momento no tenga ninguna otra preocupación y se "identifi-
que con el infante" de modo tal que sienta y satisfaga sus
necesidades como en virtud de un proceso natural.
En un ambiente faci)itador la persona del infante se
1

esfuerza por llegar a diversos escalones} tres de los cuales


pueden denominarse

integración,
personalización 1

relación objetal.

292
La integración se vuelve rápidamente compleja y pronto
íncl uye el concepto de tiempo. El proceso in verso es el de la
desintegración, y ésta es una palabra que también describe un
tipo de enfermedad mental: la desintegración de la persona•
lidad. En menor grado, lo inverso de la integración es la
escisión, y éste es un rasgo que caracteriza la esquizofrenia
-de allí proviene el nombre-.
La palabra "personalización,. puede utilizarse para designar
el logro de una relación estrecha entre la psique y el cuerpo.
Freud decía que el yo se erige esencialmente sobre una base
de funcionamiento corporal; el yo es esencialmente un yo
corporal (es decir, no una cuestión del intelecto). En este
con texto consideramos el logro en cada persona del vínculo
entre psique y soma. La enfermedad psicosomática es a veces
poco más que un acento puesto en este vínculo psicosomá tico
frente al peligro de una ruptura de la relación; la ruptura del
vinculo resulta en di versos estados clínicos que reciben el
nombre de "despersonalización También en este caso, lo
t;.

inverso del desarrollo que se ve en el infante dependiente es


un estado que reconocemos como enfermedad mental, es
decir, corno despersonalización, o bien como un trastorno
psicosomá tico que la oculta.
Lo mismo encontraremos al examinar la relación objetal
y la vida instin tual. El infante se vuelve capaz de relacionarse
con un objeto y de unir la idea del objeto con una percepción
de la persona total de la madre. Esta capacidad para rela-
cionarse con un objeto sólo se desarrolla como resultado de
una adaptación materna suficientemente buena; la teoría de
este fenómeno es compleja y he intentado describirla en otra
parte (Winnicott, 1951). Esta capacidad no puede desarrollarse
exclusivamente en virtud del proceso de la maduración; es
esencial la adaptación suficientemente buena de la madre,
que debe durar un período lo suficientemente prolongado;
además, la capacidad para relacionarse con objetos se puede
perder, en todo o en parter Al principio, la relación se establece
con un objeto subjetivo, y hay un largo camino desde ese punto
hasta el desarrollo y establecimiento de la capacidad para
relacionarse con un objeto percibido objetivamente y al que se

293
le permite una existencia separada, una existencia exterior al
con trol om ni poten te del individuo.
El éxito en este campo del desarrollo está estrechamente
vinculado a la capacidad de la persona para sentirse real; no
obstante. esto debe armonizarse con la idea de sentirse real en
el mundo, yde sentir que el mundo es real. Hay que reconocer
que la persona normal no puede lograr un sentimíen to de
realidad en el mundo comparable con el sentimiento de
realidad que tiene el esquizofrénico en el mundo absoluta-
mente privado de la relación esquizofrénica con los objetos
subjetiVOSw Una persona normal sólo puede acercarse a este
tipo de sentimiento en el campo cultural. Lo opuesto a la
tendencia madurativa hacia la relación objetal es la des rea-
lización y pérdida de contacto con la realidad (compartida), y
éstas son también palabras que describen la enfermedad
mental.
A esto se suma una categoría nosológíca completa: la
paranoia y los elementos persecutorios que pueden complicar
la depresión, y que, cuando son contenidos dentro de la per•
sonalidad, generan el estado de hipocondría. Aquí no podemos
describir la t porque la paranoia no es una enfermedad en sí,
sino una complicación de la depresión o la esquizofrenia. El
último análisis, el origen de los elementos persecutorios que
corn plican la enfermedad depresivat conduce al paciente y al
analista al sadismo oral no aceptado por el individuo, junto
con sus resultados en el concepto imaginario que tiene el
paciente del self psicosomático. Pero puede haber un origen
más profundo de la paranoia 1 quizás asociado con la integra•
ción y el es t.a blecim ien to de un self unitario: el "yo soy,,.
Aquí podríamos introducir el concepto de self verdadero y
falso. Hacerlo es esencial para comprender el cuadro clínico
engañoso que se presenta en la mayoría de los casos de
enfermedad de tipo esquizofrénico. Lo que aparece es un self
falso,. adaptado a las expectativas de diversas capas del
ambiente del individuo. En efecto, e 1 self falso o aquiescente
es una versión patológica de lo que en la salud se llama el
aspecto bien educado~ socialmente ada ptado de la persona-
1

lidad sana. En otra parte {Winnicott~ 1952) me he referido al

294
punto de origen de 1self falso en relación con una adaptación
no suficientemente buena en el proceso de la relación objeta]
de) infante.
En la forma pato]ógica del fenómeno 1 el individuo finalmente
destruye al self fa lsot e in ten ta reafirmar un sel f verdadero,
aunque ello no sea compatible con el vivir en el mundo o con
la vida. Un derrumbe mental es a menudo un signo "'sano~ en
cuanto supone en el individuo la capacidad para usar un
ambiente que se ha vuelto inaccesible a fin de restableceruna
existencia sobre una base que se sienta real. Naturalmente,
ese recurso no siempre i m p] í ca que se tenga éxito, y para la
sociedad es muy desconcertante ver que un self falso
aquiescente y quizá valioso destruye sus buenas perspecti•
vas~ renunciando a todas sus ventajas obvias simplemente a
favor de la ventaja oculta de lograr un sentimiento de reali•
dad.
Debemos describir otro tipo de enfermedad, la psicopatía.
Para hacerlo es necesario pasar a otro carril y examinar el
crecimiento emocional del individuo en términos de depen•
dencia.
Se observará que en mi modo de plantear la cuestión no
cabe ninguna enfermedad mental no relacionada con una
inmadurez en el desarrollo, quizá con distorsiones debidas al
in ten to de servirse del ambiente a los fines de la a utocuración.
En los términos de la dependencia, y a los fines de la
comparación, puede decirse que hay dos extremos y una zona
intermedia. En un extremo, en el que la dependencia es sa-
tisfecha adecuadamente, el niño logra relaciones in terper•
son ales entre personas totalesJ y es lo bastan te sano o maduro
para soportar y a bordar los conflictos personales y propios de
su realidad psíquicaJ o pertenecientes a su mundo interiorr En
este caso la enfermedad se denomina psiconeurosis, y se mide
por el grado de rigidez de las defensas personales organizadas
para tratar con la ansiedad en el sueno personal.
En el otro extremo está la enfermedad mental psiquiátrica,
la psicosis, etiológicamente vinculada con la fa] la ambiental
que no facilitó los procesos de la maduración en la etapa de la
dependencia doble. La expresión "dependencia doble,.implica

295
que 1a provisión esencíal estaba completamente fuera de 1~
percepción y comprensíón del infante en aquel momento. Esta
falla se den omi na "privación~~
En la zona intermedia está la falla que sigue al éxitot una
falla del ambiente percibida como tal por el niño en el momento
en que se produjo. Ese niño tuvo una provisión ambiental
suficientemente buena,. y después se interrumpió. El seguír-
viviendo que acompa fiaba al dar por sentado un ambiente
suficientemente bueno fue reemplazado por una reacción al
fracaso ambiental, y esa reacción quebró la sensación de
seguir-viviendo. A este esta.do de cosas se lo denomina
""dep ri vación,,.
Este es el punto de origen de la tendencía antisocial~ y allí
se inicia lo que embarga al níño siempre que se síente
esperanzado, y lo fuena a una actividad antísocial hasta que
alguien reconoce e intenta corregir el fracaso del ambiente.
En la historia del niño realmente se produjo una falla,. y hubo
realmente una ínadaptación significativa a sus necesidades
esenciales. Paradójicamente! el nino que se siente compelido
a formular e insístir en este reclamo a la sociedad, es deno-
minado "inadaptadá".
Por supuesto, esta tendencia antisocial es muy común en
sus manifestaciones menores, puesto que en alguna medida
tos progenitores a menudo fallan en satisfacer incluso nece-
sidades esenciales. Pero esas fallas menores de la adaptación
son corregidas por los mismos padres mientras el nifto lleva
una vida de hogar en el seno de la familia. No obstante, los
ejemplos más serios de abandono del níño (falla del yo auxi-
líar) generan tendencía antisocial yconducen a1 trastorno del
carácter y la delíncuencia. Cuando las defensas se han en-
durecido y la desilusíón es completa, e1 niiio afectado está
destinado a ser un psicópata que se especíaliza en la violencía,
en el robo o en !as dos cosas; la habilidad puesta en juego en
el acto antisocial proporciona beneficios secundarios,. con el
resultado de que el níno pierde el impulso a convertirse en
normal. Pero en muchos casos, de habérsele proporcionado
tratamiento en una etapa temprana,. antes de que los bene-
ficios secundarios complicaran la cuestiónt habría sído posi-

296
ble encontrar en la manifestación de la tendencia antisocial
un S.O.S. dirigido a la sociedad, para que se reconociera la
deuda y se restableciera un ambiente en el que la acción
impulsiva del niño fuera de nuevo segura y aceptable, como lo
había sido antes de la inadaptación ambiental.
Después de haber cubierto el campo de la psiquiatría, de
este modo psicológico en los t.érminos del des arrollo emocio-
1

nal del individuo, me resulta posible pasar a una descripción


de la enfermedad mental en los términos de la respuesta a la
ayuda. Tenemos que reconocer que hay casos sin remedio.
Podríamos llegar a morir, en nuestro esfuerzo por ayudar
cuando la ayuda es imposible. Aparte de esto, sé que los
psiquiatras y psicoanalistas derivan casos al asístente social
psiquiátrico, sin ninguna razón mejor que la de que ellos
mismos no pueden hacer nada. Yo mismo realizo estas deri-
vaciones. ¿Qué sentido tienen?
Bien, a mi juicio hay razones por las que podría aceptarse
la situación tal como es. En primer lugarl llamaría la atención
sobre lo que ha dicho Ciare Winnicott ( 1962) respecto de la
función de institución u organismo social. Por ejemplo el 1

hecho de que ustedes representen a la ley de salud mental, al


Ministerio del Interior o a la auténtica preocupación de la
sociedad por sus niiios depri vados, realmente los coloca en
una posición que es única en cada casow Esto determina lo que
ustedes se proponen específicamente, sobre todo con respecto
a los enfermos mentales que no son psiconeuróticos, y también
en relación con los casos precoces que despliegan una tendencia
anti socia l.
Su función puede ser descripta lógicamente en términos de
cuidado del infante. es decir,. en los términos del ambiente
facilitador, de la facilitación de los procesos madura ti vos. En
relación con esto, la integración es vitalmente importante, y
el trabajo de ustedes en gran medida contrarresta las fuerzas
desintegradoras en los individuos, en las familias y en grupos
sociales localizados.
Pienso que cada asistente social es un terapeuta. pero no
el tipo de terapeuta que realiza la interpretación correcta y
oportuna capaz de dilucidar la neurosis de transferencia.

297
Hagan esto si les agrada, pero su función más importante es
una terapiade] tipo de ]a que siempre realizan los progenitores
al corregir las fallas relativas de 1a provisión ambiental. ¿Qué
hacen tales padres? Exageran alguna función parental durante
cierto tiempo, hasta que el niño haya sacado de ella todo el
partido posib]e y ya no sea necesario proporcionarle un
cuidado especial. Una vez que la necesidad ha pasado~ el
cuidado especial se vuelve fastidioso.
Por ejemplo, piensen que ]a asistencia social i ndivid uaJizada
proporciona una cest.a humana. Los clientes ponen todos sus
huevos en esa cesta que son ustedes {y su institución). Asu-
men un riesgo, y primero deben ponerlos a prueba para ver si
son sensib]es y confiables, o existe el peligro de que se repitan
las experiencias traumáticas de su pasado. En cierto sentido
ustedes son una sartén que fríe los huevos a] revésJ que los
"desfríe", con lo cual los huevos fritos vuelven aconvertirseen
huevos frescos.
Casi siempre el cuidado del infante puede describirse como
sostén, un sostén que empieza siendo inmensamente simp]e
y que sin cesar va volviéndose extremadamente com piejo,
pero sin dejar de ser lo mismoJ un sostén. En otras palabras 1
la asistencia socia] se basa en la provisión ambiental que
facilita los procesos madura ti vos del individuo. Es simple y a]
mismo tiempo tan compleja como rápidamente llega a ser Jo ]a
provisión ambiental en el cuidado del infante y el nin.o. Es
incluso más compleja) porque amplía esa provisión para
abarcar e] cuidado de ]a familia y de la pequeña unidad social.
Siempre tiene como meta no dirigir Ia vid a o el desarrollo del
individuo, sino hacer posible que las tendencias que operan en
él lo conduzcan a una evolución natural basada en el creci-
miento~ Se trata de un crecimiento emocional demorado y
quizá distorsionado; en condiciones adecuadas, las mismas
fuerzas que habrían llevado al crecimiento conducen a desen-
redar el nudo.
Una de las dificultades que ustedes encuentran puede
singularizarse para hacer la objeto de u na consideración es-
pecia l. Me refiero a los clientes que enferman clínicamente
porque encuentran en us.tedes y en el cuidado que ustedes

298
brindan el amb~nh! confi.ablf!: que a ellos prácticamente los
in vita a un derrumbe mental. En el ámbito de Ja delincuencia
(tendencia antisocial re]acionada con la depri vación) 1 esto
significa que cuando el paciente adquiere confianza en uste-
des aparece el robo o la destrucción que util-iza. la capacidad
del a~istente para actuar con firmeza, respaldado por su
institución. En el ámbito de la locura, lo que sucede es que el
cliente utiliza la pro\'Lsión especial que ustedes le brindan
para volverse desintegrado. descontrolado o dependiente como
en lu infancia (regresión a la dependencia). El cliente se
vuelve Joco.
Esto lleva en si el germen de la curación. Es un proceso de
autocuraciJn que necesita de la ayuda de ustedes~ y en
algunos casos da resultado. Se trata. de una relajación sólo
posible en el escenario que ustedes han demostrado ser
capaces de proporcionar, en Wl ámbito profesional Ji mitad o. A
pesar de todo, quizá les result.e dificil distinguir esto de los
derrumbes inevitables de quienes no pueden aguardar bue-
nas condiciones y simplemente fracasan en el mantenimiento
de la integración y el crecimiento emocional que ha logrado en
real id ad o sólo en apariencia. Por lo general no es imposible
trazar esta dístinción_
Ven ahora por qué comencé hablando de la psiconeurosís
y del inconsciente reprimido. En general I la provísión am-
bíentaJ, por hábil y constante que sea 1 no alivia la represión.
La represión exige psicoanálisis.
Pero los trastornos más psicóticos se generan en relación
con fallas de la provisión am hiental 1 y pueden ser tra tadost a
veces con éxitot mediante una provisión ambiental nuevat que
es lo que está en condiciones de brindar la asistencia social
psiquiátrica in dívidual izada. Lo que ustedes proveen en su
trabajo puede describirse como sigue:

Se aplican al caso_
Llegan a saber cómo se siente uno siendo e! diente.
Se vuelven confi.ables en el campo limitado d-e su respon•
sabilidad profesionaL
Se comportan prufesionahnente.

299
Se preocupan por e 1problema de 1 diente.
Aceptan Ia posición de objeto subjetivo en la vida de 1
cliente:t mientras mantienen los pies sob,e la tierra.
Aceptan e I a mor- :t e incluso el estado de e namo:ramien to~
sin vaci] ar y sin rea Jizar un acting-oul de su respuesta.
Aceptan e I odio y Ioen fre ntan con f uerza:t no con venganza.
Toleran la falta de lógicar la inconfiabilidad~ ladesconfian~
za. la confusiónr la debilidad, la mezquindad:t etcétera~ del
cliente, y reconocen todas e.sas cosas desagradables como
síntomas de malestar. (En la vida privada, esas mismas
c-aracteristicas los harían mantenerse a distancia.)
No se asustan ni los a bruman los sen ti rnien tos de culpa
eu ando el cl •en te en l oq.ueee. se desintegra. corTe por 1a ca He
en pijama:t intenta :suicidarse y quizá lo logra. Si corren el
riesgo de ser ase.sinados:t le piden ayuda a la policía. no sólo
para ustedes mismost sino también para el cliente. En todas
estas emergencias reconocen el pedido de ayuda del clienter
un grito de desesperación que lanza cuando pierde la esperan-
z..a de obtener esa ayuda.

En todos estos aspectos ustedest en su ámbito profesional


1

1imitado, son personas que sien ten en profundidad, pero


manteniendo al mismo tiempo la distancia de saber que no
tienen ninguna responsabi lid.ad por )a enfermedad del cJiente;
conocen los límites de su poder para modificar una situación
de crisís. Si logran que la sí tuación no esta Ue existe la po-
si bi Iid.ad de que Ja crisis se resue1va por sí misma, y entonces
será gracias a ustedes que se haya logrado un resultado.

300
21

EL TRASTOI{NO PSIQUIATitICO
EN LOS TER.l\i1IN<JS DE LOS PROCESOS
INI .,ANTILES DE I\.L\DlJl{ACICJNi
1

(1963)

Mi propósito es seguir la tendencia principal de la tesis


general de Ji")reud, en cuanto a que para encontrar la etiología
de la psiconeurosis debernos considerar el con1p]ejo de Edípo
y por lo tanto ]as relaciones interpersonales entre tres perso-
nas propias de la edad del dean1bu lador. Creo total n1ente en
esta teoria. I-le trabajado sobre esta base durante cuarenta
años y, con10 la n1ayoría de los psicoanalistas, pienso que la
forn1ación en la técnica psicoanalítica debe real izarse con
casos su scepti bles de trata mi en to median te la técnica el ás icat
es decír, una técnica ideada precisamente para esto~ el aná1isis
del psiconeurótico.
Con10 supervisores de estudiantes de psicoanálisis, lo~
gramos el mejor resultado cuando nuestro supervisado
tiene un buen caso y, por cierto. un buen análisis sólo puede
rea] izarse en , un buen caso. Si el caso no es bueno
( psiconeurótico ), no podemos decir si el estudiante actúa
bien o n1a] en sus esfuerzos por a prender la técnica básica
de nuestro arte.

• Conferencia dd Dorothy IIcad Mcmorialt pronunciada en la


Philatlclphia Psychiatrjc Socicty, Institute of thc Pcnnsylvania
1-Iospi ta I Filadelfia, en oct. ubre de l 963 .
J

301
Tipos de casos accesibles
Pero todos sabemos que en la práctíca, cu3lldo ya estamos
calificados como analistas, no podemos limitarnos al análisis
de psiconeuróticos. Por empezar~ a medida que nuestro traba-
jo se hace más profundo y completo, descubrimos los elemen-
tos psicóticos (¿podria emplear esta palabra?) en nuestros
parientes psiconeuróticos. Adelantándome en la exposición
de mi tesis, diré que las fijaciones pregenitales de nuestros
pacientes psiconeuróticos a veces hacen acto de presencia por
derecho propio, no simplemente como fenómenos regresivos
01gani:zados defensivamente ante las angustias del co1np]eft
jo de Edipo propiamente dicho.
No siempre podeinos hacer un diagnóstico correcto al
principio. Algunas depresiones reactivas resu] tan más seve-
ras de lo que podríamos haber conjeturado; sobre todo la
histeria tiende finalmente a presentar rasgos psicóticos a
medida que avanza el análisís. Y está el espantajo muy real
de la personalidad "como si", que yo denomino el falso self, de
buena presentacíón ante el mundo y que nuestro tratamiento
1

debe atravesar para llegar al derrumbe negado. En estos


casos de self falso nuestro tratamiento convierte en enfermos
a pei"SOnas exitosas 1 y a veces tenemos que dejarlas enfermas;
nadie puede saber si sin nosotros no habrían empeorado,
llegando tal vez a matarse, o si se habrían vuelto aún más
exitosas, pero también cada vez más irreales para sí mismas.
Sucede asimismo que como psicoterapeutas se nos pide que
tratemos a sujetos francamente psicóticos;podemos aceptarlos
como casos de investigación. Pero, ¿qué hacemos?, ¿podemos
aplicar la técnica psicoanalítica?

La aplicación m.ás amplia de !.a técnica psicoanalítíca

Personalmente creo que podemos hacerlo, siempre y cuando


aceptemos un cambio en la teoría de la etiología del trastorno. No
siempre lograremos curaciones, pero en todo caso tendremos el
sentimiento de estar realizando un trabajo honesto.

302
La pro{undi.zación del tmbajo interpretativo
Hay una gran complicación que debo superar para poder
presentar mi modo de ver en un enunciado breve; se trata de
que, utilizando la ~cnicaclásica~ conociendo cada \P"ez más los
mecanismos mentales y aplicando ese conocimiento, resu]ta
posible profundizar el trabajo. Podría limitarme a hablar en
términos simples sobre esta extensión de] trabajo psico~
analíticoJ pero en lugar de ello deseo explicar a fondo lo que
quiero decir.
En un caso psiconeurótico bien e]egido! puede realizarse
un psicoanálisis c1 ásico median te Ia simple interpretación de
la amhiva]encia, c~ando y como surge en ]a neurosis de
transferencia. ( Los casos de es te tipo van haciéndose
infrecuentes. por lo menos en Inglaterra] porque según parece
los pacientes ya han realizado este trabajo consigo mismos a
través de la lectura y la absorción de la tendencia cu]tural
general, tal como se expresa abiertamente en las novelas~
obras de teatro y en la relectura moderna de ]os viejos
maestros -Shakespeare, Leonardo da Vinci, Beethoven, et-
cétera1 etcétera-T)
Después viene el anáHsis de la depresión. Al di_agnosticar
depresión damos por sentadas la organización y la fuerza del
yo. El análisis de la depresión supone una comprensión de los
mecanismos mentales de la in troyección y la teoría de una
realidad psíquica interna, que en la fantasía del paciente está
localizada en el vientre o ]a cabeza, o de un modo u otro dentro
del self EJ objeto perdido es llevado a ese lugar interior y allí
se lo somete al odio hasta que el odio se agota; la recuperación
se produce espontáneamente en el duelo! y también muy a
menudo en la depresión reactiva. Esta extensión de la teoría
conduce en la práctica a desarro) 1os que se desprenden del
estudio del mundo de los fenómenos internos. E] fin de la
depresión llega como la expulsión de una masa fecal oscura,
o como la remoción quirúrgica de un tumor~ o en a]guna forma
onírica que equivale a e Has en términos simbólicos.

303
La realidad psíquica personal ubicada en el interior
El an á Ji sis de Ia depresión y la h i pocond ria conduce des-
pués a una extensión basada en el estudio del funcionamiento
corporal total, queincluyeel de losintestinos,y laintroyección
y la proyección se convierten en mecanismos mentales que se
originan como el aboraciones de la i nges ta y la eliminación.
En este punto Freud, Abraham y Klein abrieron un mundo
nuevo para la práctica analítica. La técnica del análisis no se
vio afectada.
Ahora e] ana] ista no estudia solamente el odio y la agresión,
sino también sus efectos en la realidad psíquíca. interior- del
paciente. E sos resultados pueden rotularse de "elementos
benignos~ y "persecutorios"; ellos deben ser manejados en ese
mundo interior inalcanzable. De hecho la depresión anímica
se convierte en un rasgo clínico indicativo de ocultamiento
temporario de t.odos los fenómenos internos; la recuperación
de la depresión pasa a ser una disipación de la niebla cuida-
dosamente controlada, con lo cual aquí y allí, en el mundo
interior, puede permitirse sin riesgo que se encuentren y
luchen los elementos benignos y persecutorios.

Los mecanismos de proyección e introyección

Entonces se abre un nuevo territorio para el trabajo


interpretativo, debido a] í n tercam bio de los elementos que se
acumulan en la realidad psíquica interior y la rea1idad exter ..
na (o compartida). Esto constituye un aspecto importante de
la relación del individuo con el mundo,. y hay que aceptar que
su importancia es comparable a la de las relaciones objetales
basadas en el funcionamiento del ello.
Además, la alternancia clínica de la hipocondría y las ideas
deliran tes de factores persecutorios se vuelve manejable
conceptualmente como representación de las formas
introyectadas y proyectadas de una misma cosa, a saber: el
intento de con trol ar y el fracaso en e 1control de los elementos
persecutorios del mundo interior personal del i nd i vid no~

304
A partir de ali í, el analista, man teniéndose dentro de la
técnica clásica, descubre que puede interpret.ar de qué modo
los factores internos benignos y persecutorios se originan,
respectivamente, en los aspectos satisfactorios e insa tisfac-
torios de las experiencias instintua1es~

El relacionamiento con objetas

Del mismo modo, el analista profundiza más en sus inter-


pretaciones de 1arel ación del i ndi vid uo con los objetos. En esa
relación hay aspectos primitivos entre los í:uales se cuentan
1

la escisión del ohj eto para evitar la violencia, y también la


escisión de la personalidad en sí, para que acompañe a la del
objeto. Asimismo,. la relación a través de un impulso instíntual
con un objeto parcial, o con lo que sólo puede concebirse como
un ohj eto parcial, da origen a crudos temores retalia torios,
que hacen que el individuo se repliegue de las relaciones con
los objetos. Todo esto puede verse en el material analítico,
especialmente cuando el paciente aborda material psicótico y
es un caso fronterizo.
Es necesario tratar de que nuestra comprensíón abarque
todas estas cosas mediante el empleo de la técnica analítica
clásica,. de modo que pueda realizarse la interpretación si el
paciente está maduro para in t.erpretaciones de ese tipo~

El estado del yo del paciente

En esta etapa de mi exposición, ustedesJ como clínicosJ


experiment.arán una especie de tensión. Espero que así sea,.
porque puedo darles una razón para ellor
En este punto surge el interrogante de en qué estada está
el yo del pac.i.ente. ¿Qué dependencia existe respecto del auxi•
liar del yo? ¿Cómo puede saber el analista qué grado de
respuesta intelectual -más bien que de sentimiento- susci-
t.arán las interpretaciones de este tipo en un determinado
momento? Si la interpretación es incomprensible, por la razón

305
que fuere, el paciente se siente desamparado~ y tal vez
atacadot destruido e incluso aniquilado.
A continuación pasaremos al estudio de la psicología del
yo~ a una evaluación de la estructuración del yo, de su fuerza,
de su rígidez o flexibilidad, y de su dependencia.

El infante cuidado

Quizás en el aná1isis de Jos casos fronterizos podamos


interpretar de un modo susceptíble de considerarse cada vez
más profundo~ pero al hacerlo nos divorciamos cada vez más
del estado de cosas del paciente cuando era infante. Pues un
infante es un infante cuidado,. un ser dependiente, absoluta~
mente dependiente al principio y no es posible hablar del
1

infante sín hablar al mísmo tiempo de la tnadre y del cuidado


del infante.

El cuidado del in[ante y la salud mental

Esto conduce directamente a mi idea principal, la cual es


que pie1iso que seguirnos a Freud cu.andoestablece1nos un nexo
directo eu.tre la infancia temprana {es decir, el infante cuida-
do, en un estado de dependencia absoluta) y los tras tornos
psiquiátricos ,neis primitivos, agrupados en la categoría de la
esquizofrenia. La etiología de la esquizofrenia nos retrotrae,
no al complejo de Edipo (que aún no ha sído apropiada o
completamente alcanzado), sino a la relación bicorpora], la
relación del infante con la madre, antes de que entrara en
escena el padre o cualquíer otro tercer cuerpo.
De hecho, llegamos a la vida del ínfante relacíonado con
objetos parciales, y al infante que es dependiente pero no
puede saber nada de la dependencia. La salud mental del
individuo en cuanto ausencia de enfern1edad psícótica reposa
sobre loscimíentostendidos conjuntamente por el ínfante y la
madre en las etapas muy tempranas del crecimiento y cuida-
do del infante.

306
El yo en la infancia

¿Cuá]es son ]as princípales cosas que tienen lugar ell el


crecimiento emocional del infante en las p1imeras etf.pas y
meses d~ vida (y que se consolidan en etapas ut~riore.s)?

Tres de ellas son; la integración 1


la personalización,.
la relación con obj ~tos.

E 1 yo del infante es muy fuerte, pero sólo gracias al yo


auxíliar que le proporciona una madre suficiente1nente bue-
na, ca paz de dedicar su sel f total a adaptarse a las ne ces id arles
de] infante, retirándose gradualmente de esa posición a me-
di da que la criatura necesita que esa adaptación &ea menurl
estrecha~ Sin este yo auxiliar, el yo de] infante carece de
fon na, eR débil, se lo fragmenta con facilidad, y e~ inca paz de
crecer siguiendo los Iinea m ientos del proceso de la maduración.

La naturaleza del trastorno psiquiátrico


La enfermedad paiquiátrica suele Rer descripta en ur
lenguaje que indica fracasos específicos del paciente en es-
tablecer estas y otras posiciones infanti]es, las personalida-
11 11
des se desintegran.,, los pacientes pierden la ca racid ad para
habitar en sus cuerpos" y para aceptar e 1]í mi te de la piel; se
vuelven "i nea paces de re] acionarse con los objetos:PI'. Se "sienten
irreales" en relación con el ambiente, y también '"sien ten que
e 1 ambiente es irreal...
La cuestión es hasta qué punto los psiquiatras creen
acertado decir que los trastornos que ellos tratan tienen que
ver con fracasos relativos exactamente en ]os puntos en Que
los logros caracterizan la vida de todo infante sano.

307
Las fu entes de mis ideas personales
Este modo de ver el desarrollo deriva de una confluencia de
varios ti pos de experiencias. Por mi parte) he tenido numerosas
oportunidades de observar como pediatra a los infantes con
sus madres, y me he preocupado por hacer que numerosas
madres describieran la vida de sus infantes en las primeras
etapas, antes de que la madre perdiera el contacto con esas
cosas íntimas. (Si pudiera empezar de nuevo, trabajaría con
infantes prematuros) pero esto no me ha sido posible.) Después
tuve un análisis personal que me retrotrajo al territorio
olvidado de mi propía infancia. A esto le siguió la formación
psicoanalítica, y mis casos básicos de formación me llevaron
a los mecanismos mentales de la infancia temprana t.al como
se desplegaban en los sueños y en los síntomas. El análisis de
niños me permitió una visión infantil de la infancía.
Después pasé al análisis de pacientes que demostraban ser
limítrofes) o que venían para que se encarara y modificara su
parte ]oca. Fue el trabajo con pacientes fronterizos el que me
llevó ( me gustara o no) a la condición humana en sus inicios,
por lo cual entiendo la vida temprana del individuo, y no los
mecanismos mentales de la infancia más temprana.

Ilustración clínica

(En lasesióndel lunes, anterior a laque vamos a considerar J

mi joven paciente vino cargada de comestibles. Había des-


cubierto los negocios cercanos a mi consultorio y le encanta•
han. Es to cons ti t uf a un <lesa rrollo natura1 de su descubri-
miento gradual~en la relación conmigo en la transferencia, de
lo que ella denominaba su voracidad. Inc]uso había dicho que
ir a analizarse es ir a una comida. Esto tuvo una larga
preparación en sus comunicaciones sobre la a n orexía, que en
ella a]ternabacon un grado extremo de líbidinización de una
comida realmente bien preparada y servida.)
El martes la señorit.a X está tendida en el diván y, como de
costumbre, cubierta con una manta desde los pies hasta el

308
cuello; echada de costado, me mira a la cara. {En su análisis
yome siento al lado, pero a la altura de los almohadones.) No
ocurre nada. Ella no está ansiosa~ y tampoco lo estoy yo.
Hablamos algunos minutos de modoinconexo,.sin desarrollar
ningún tema~ Al final la señorita X queda satisfecha, ha
disfrutado de su sesión,. y se va.
Este es un análisis con un desarrollo muy const.ante, y de
ningún modo yo estaba a la deriva, aunque no sabía ni podía
sa her lo que había sucedido exact.a men t.e.
Al día siguiente, el miércoles, la seftorita X se cubre como
de costumbre, y e.sa vez habla muchot en parte disculpándose
porque no parece habermaterial para el análisis. Dialogamos
sobre sal tos ecuestres; los dos habíamos visto por televisión la
misma competencia. Participo en la conversación de modo
natural, sin saber lo que estaba sucediendo. Ella dice que los
ingleses se limitan adejarquesalte el caballo, y cuando tienen
éxi t(), como ocurre con frecuencia t es sólo porque e 1 cabal lo es
muy bueno. Por otra parte, los alemanes lo calculan todo,
incluso la cantidad de pasos que tiene que dar el caballo antes
de :eada valla. Finalmente surge que lo que la había impresio-
nado más en los saltos ecuestres era el entrenamiento de los
animales.
Entonces aguzo mi atención 1 porque sé que la seiiorita X
tiene moti vos personales para interesarse en e 1en trenamien toJ
la formación de los analistas. Se trató durante varios años con
unot hasta descubrir que no tenía formación; después leyó
mucho antes de arriesgarse a un segundo análisis,. para e]
cu al fui elegido. Descubrí que había leído todos mis escritos,.
y en cuan to optó por mí aguardó un tiempo considerable, sin
dirigirse a ningún otro profesional.
Ya han transcurrido las tres cuartas partes de la sesión, y
el trabajo se realiza en los últimos minutos,. como sucede con
frecuencia en su caso.
La paciente cuenta unsueiío con un pintor sobre cuya obra
me había hablado una semana antes. Sus cuadros son sin
duda muy buenos 1 yél no ha sido aún reconocido. En el sueiio,
la señorita X compraba un cuadro, quizás uno de los que vio
en la muestra originat pero el artista ya había pintado

309
muchos y había cambiadoL Sus primeros cuadros eran como
los de un niño. Ella prefería cnmprar un cuadro de niño. No
obstante, todos los cuadros posteriores eran calculados y
refinados; el artista ni siquiera se acordaba de los primeros 1
aunque ella incluso le dibujó una de esas ob.ras.
Cuando digo que ese sueño continúa con e] tema de la
técnica para el salto ecuestre,yccn la cuestión de la formación
y la pérdida de espontaneidad, la scñ-c..ritaX in1nediatamente
ve que esto ~s así, Jo cual ie agrada. Elabora el tema. F:ra
cuestión de que la promesa inicial y la técnica práctica
generaran un producto bien terminadoT
Esto nos IJeva a retOffiar la idea completa de la sesión del
día anterior, que, según ella continúa diciendot había sido
importan te y sin duda crucial. Duran te la noche había pen ~
sado en ella, y está recordándolo. Las cosas habían sido como
sigue~ En su primer aná]isis: ~na había llegado rápidamente
al punto en e] que ahora se encontraba conmigo. Sin embargo 1
el a naJ is ta anterior no dejaba que las cosas se desarrollaran~
Por ejemp]o. cuando e1la estaba quieta, quizá le pedía que se
sentara o bien adoptaba algún otro procedimiento; entonces
1

la senorita X perdía rápidamente contacto con ]os procesos


que se habían puesto en marcha en eH a. Le llevó algunos anos
de anáJisis rr.conocer que era ]a técnica de] analista lo que no
se adecuaba a su casoJ y finalmente descubrió que el hombre
no era un ana1ista con formación. De haberlo sidot tampoco
habría podido satisfacer sus necesidad es que eran Jas de u na
I

paciente psicótica (a pesar del hecho de que no está tan


enferma como muchos esquizofrénicos que eJla ha conocido,
con los que ha vivido y a los que ha tratado de ayudar).
En la tranquila sesión de] día anterior ella había alcanzado
ese punto y superado una dificultad. Por una parte ]a habría
aliviado descubrir que su análisis conmigo, que también
empezó bien, iguaJmente fracasaría; aunque sería algo de~
masiado malo y terminaría en el suicidio eso era lo que le
1

había enseñado la experiencia, y e11a podría adormecerse


para no sentir eJ dolor que la aguardaba. IncJ uso podría
sentirseconpoder puestoqueconocíala verdad de antem2.no.
1

Pero en 1a sesión 1apaciente se dio cuen t.a. deque e] análisis

310
no iba a fallar como antes, y de que ella avanzaría y asumiría
todos los riesgos, dejando que los sentimientos se desarrolla-
ranJ quizá sufriendo profundamente. Entonces la sesión de
ese martes Ie resultó muy satisfactoria, por lo cual se sen tía
agradecí da.
A continuación hizo lo que hacía a veces, y que podía hacer
gracias a su especial intuición: me proporcionó un indicio útil
sobre el papel del analista en el trata.mi en to de pacientes que
temen la de sin tegr ación. Se iíaló que tales pacientes necesitan
absolutamente que el analista sea omnipotente (en esto se
diferencian de los psiconeuróticos). Necesitan que el analista
sepa y les diga qué es lo que temen. Ellos mismos lo saben
constantemente, pero lo que importa es que lo sepa y lo diga
elanalist.a. Es probable que el paciente diga y haga cosas para
que el analista pierda el rastro, poniendo a prueba su habili-
dad para percibir el punto principal del que se habla.
Juntos swnamos la explicación de que lo que el analista
debe asumir es la omnipotencia y omnisciencia del propio
paciente, para que éste pueda desmoronarse, fragmentarse
aliviado y experimentar el peor grado de desintegración o
sensación de ani qui lamien to.
Un corolario es que el paciente esquizoid e es crédulo.
Puede llegar cualquier curandero1 curador por la fe, analista
silvestre J y 1e bastará decir: «vo sé cómo es usted y puedo
curarlo». El paciente lo creerá. Esta es la primera fase 1 y el
individuo que tomó esa inicia ti va puede carecer totalmente de
formación, ser un necio ignorante, un charlatán. Después
viene la puesta a prueba, y la desilusión y el repliegue del
paciente a una nueva desesperanza, tan familiar que es casi
bien acogida. Para lograr que el paciente pase a la fase
siguiente, el analista debe tener formación o una teoría
estructurada 1 una personalidad madura y una actitud estable
respecto del paciente y el tratamiento. Quizás a algunos
analistas no les guste este aspecto de su trabajoJ porque no
requiere sagacidad.
Al día siguiente, eljueves, la señorita X llegó con un cuarto
de hora de retrasoJ algo muy raro en ella. Su transporte no la
había recogido a tiempo, pero ella misma dijo que esa expli-

311
cación no ba~-üaba, porque _va ante~ había ::-.oiiado que I legaba
tarde a la sesión de e~e dia. Interpreté que algo había can1bia~
doT por lo cual el la 1nostraba a1nbivalcncia en la rcl ación
connligo y con el análisis. Lo ad nlitió 1 agregando q uc en
realidad estaba ansiosa por l1egar a la consulta, porque en el
análisis de los ú lti 1nos días se había sentido n1uy contenta.
Obvia1ncnte, tenia que existir algún otro factor que se oponía
a su de.seo de venne.
Lo que sucedió en la sesión fue un nuevo enunciado de las
dificultades que nos esperaban. Encontrainos que ella podía
ser stunan1ente voraz. Exanlinan10s el tenia, e interpreté que
esto significaba que en su apetito existia un elen1cnto
con1pu lsivo. (Ya hen10s trabajado sobre este punto.) La seño-
rita X sabe que 1ne será dificil 1nanejar el análisis cuandoel I a
llegue a la plena capacidad para pretenderme a n1í y preten-
dClr todo lo que es 1nío. Aqui se introduce el robo~ y recordé que
e1 lunes se había Uevado prestado un libro.
Por otro lado (y le señalé esto), el día anterior n1e había
rccon1pen.sado en el acto al proporcionarn1e un indicio útil
sobre el papel del analista en el análasis de pacientes esquiT
zoides.
Teníamos 111ucho 1naterial disponible relacionado con co~
merse al analista (el ahnacén. etcétera). Y n1c alegré de no
haber interpretado el sadis1no oral en las etapas anteriores}
porque la interpretación significativa, que estaba volviéndose
aceptable, apuntaba a la voracidad co1npulsiva de la tenden-
cia antisocial. Esta se relaciona con la deprivación.

El infante dependiente

Al rcfonnu lar la experiencia de la infancia encuentro que


debo hablar en térnlinos de dependencia, y de hecho ahora
desconfío de todo enunciado sobre los mecanis1nos n1entales
tcn1pranos que no to1ne en cuenta al infante atrapado en la
conducta y la actitud de la n1adre.

312
Las tendencias heredadas
Esto me lleva a una descripción de la infancia temprana. E]
proceso de crecimiento es una característica del infante y
constituye la suma de las tendencias heredadast entre ]as
cua]es se cuenta el proceso de la maduración. Este proceso sólo
se produce en el infante individual en la medida en que exista
un ambientefacilítador. El estudio del ambiente faci1itadores
casi tan importante al principio como e] estudio de] proceso
madurativo. Lo que lo caracteriza es el impulso hacia la
integración, algo que va haciéndose más complejo a medida
que el infante crece. La característica del ambiente facilitador
es la adaptación 1 que a] principio es casi del ciento por ciento
y gradualmente va disminuyendo, en concordancia con ]os
nuevos desarrollos de] infante, que son parte de] cambio
gradual hacia la independencia.
Cuando el ambiente facilitador es suficientemente bueno
(esto siempre significa que hay una madre que al principio se
entrega por completo a la tarea del cuidado del infanteJ y poco
a poco solamente poco a poco se reafirma a sí misma como
1 1

persona índependiente),. el proceso de la maduración tiene


oportunidades de desp] ega rse. El res u lt.ado es que 1a persona-
lidad de] infante logra algún grado de integración, primero
bajo 1a protección de] yo a uxi] iar (la adaptación de 1a madre)
y con el tiempo como un logro que se sostiene por sí mismo.
Ya hemos dicho que en el curso de esas primeras semanas,
meses o años, el infante también adquiere capacidad para
relacionarse con objetos, pasa a habitar su propio cuerpo y su
propio funcionamiento corporal, experimenta un sentimiento
de "yo soy", y se prepara para enfrentar a todo lo que Hegue.
Estos desarrollos del individuo basados en los procesos de
1

la maduración constituyen ]a salud mental. Para compren•


1

der el tras tomo de la persona lid ad de tipo esquizoide, lo que


debemos buscar es lo opuesto o in verso de esos procesos.

313
Modificaciones de la técnica
Lo importante que me queda por describir es la modifica-
ción de la técnica, necesaria cuando tratamos un caso fron-
terizo. La base del tratamiento es la técnica clásica, pero la
piedra angu] ar de la técnica modificad a está constituida por
cosas que en el psicoanálisis del psiconeurótico se pasan por
alto porque se dan por sentado.
En e] psicoanálisis se da por sentado el encuadre. El
analista se comporta correctamente. se entrega a los intereses
del paciente en e] transcurso de la sesión analítica, ignora
todo lo que no sean esos puntos esenciales representados por
los detalles de la neurosis de transferencia. Cree en el pacien-
te y, cuando hay engaños, cree en la motivación del paciente
para engañar al a na] ista.
Cuando el paciente psiconeu rótico se refiere a estas cues-
tiones sabemos que está hallando en el encuadre analítico
elementos confiables que ya han sido experimentados en el
pasado. Gracias a su experiencia, el psiconeu;rótico tiene
capacidad para creer en el análisis y su desconfianza se debe
a la ambivalencia.
Lo que hemos dicho de los psiconeuróticos vale también
respect.o de los depresivos,. salvo en la medida en que éstos
tengan características esquizoides.
Cuando un psicoanalista trabaja con personas esquizoides
(llamando o no "psicoanálisis~ a lo que hace) la interpretación
perspicaz tiene menos importancia, y el mantenimiento de un
encuadre adaptativo para el yo es esencial. La confiabilidad
del encuadre es una experiencia primaria, no algo recordado
y revalidado con la técnica de] analista.

Los riesgos de la dependencia


En la relación analítica la dependencia toma una forma
1

exactamente igual a la de la dependencia de] infante en ]a


relación infante-madre, con la sa]vedad de que es posible que
a] paciente le lleve mucho tiempo llegar a ella, debido a t.odas

314
las pruebas que tiene que hacer para que sus experiencias
anteriores dejen de preocuparlor Puede comprenderse muy
bien que al paciente le resulte muy penoso ser dependiente, a
menos que se trate realmente de un infante) y los riesgos que
hay que asumir en una regresión a la dependencia son por
cierto muy grandes~ No consisten tanto en que el analista
muera como en que de pronto deje de ser capaz de creer en la
realidad y la intensidad de la angustia primitiva del paciente,
un miedo a la desintegración, a la aniquilación o a la caída
perpetua.

La función de sostén
Verán que el analist.a sostiene al paciente, lo cua] suele
tomar la forma de la comunicación con palabras, en el momento
oportuno, de algo que demuestra que el analista conoce y
comprende la angustia más profunda que el paciente expe•
rimen ta o espera experimentar r A veces el sostén debe darse
en forma física) pero pienso que esto sólo se debe a que hay
algún retraso en la cornprensi ón que el analista puede utilizar
para verbalizar lo que sucede.
A veces uno alza y pasea a una criatura que tiene, por
ejemplo. dolor de oídos. Las palabras de consuelo son inútiles.
Es probable que en ciertos momentos el paciente psicótico
también necesite sostén f'1Sico 1 pero en última instancia lo que
verdaderamente hace falta es comprensión y empatía.

Técnicas comparadas
Con el caso psiconeurótico!I el analista debe interpretar el
amor y el odio tal como aparecen en la neurosis de transferen-
cia, y esto significa retrotraer a la niñez lo que sucede en el
presente. Tiene que ver con la relación del paciente con los
objetos.
Con el caso depresivo, el analista de be sobrevivir a la agre-
sión que acompaña al amor. La depresión reactiva se parece

315
mucho a la psiconeurosís y requiere la interpretación de la
transferencía. Pero en la depresión es necesaria la supervi~
vencia del analista, que le da tíempo al paciente para reunir
los elementos de su propia realidad interior de modo tal que
también sobrevive su analista interno. Esta es una tarea que
puede realizarse, pues la depresión supone fuerza del yo;
nuestro diagnóstico de la depresión implica que pensamos
que el paciente puede manejar la culpa y la ambivalencia, y
aceptar los im pu) sos agresivos persona1es, sin una quiebra de
la personalidad, si se )e da tiempo.
En el tratamiento de )as personas esq uizoides, el analista de--
be tener 1a interpretación posible del material presentado, pero
no dejarse desviar hacía el trabajo interpretativo, ína propiado
en este caso, porque lo que se necesita principalmente es un yo
auxiliar, o un sostén, sin discriminaciones sutiles. Este "sostén",
lo mismo que la tarea de )a madre en e) cuidado del infante,
reconoce tácitarnen te la tendencia del sujeto a desintegrarse, a
dejar de existir, a la caída intennínable.

La adaptación y la satis{acción de los impulsos del ello


La idea (que tienen algunos analistas) de que )a expresión
~adaptación a la necesidad" ene) tratamiento de los pacientes
esquizoides y en el cuidado del infante significa satisfacer )os
impulsos de) eHo, constituye una fuente de equívocos. En este
encuadre no se trata de satisfacer o frustrar los impulsos de)
e))o. Ocurren cosas más importantes, como brindare! respaldo
de un yo auxiliar a )os procesos del yo. Sólo en condiciones de
adecuación del yo los impulsos de) ello,satisfechos o frustrados,
se con víerten en experi encías de 1 indívi duo.

RESUMEN

Los procesos que constituyen )a enfermedad mental


esquizofrénica son los mismos procesos de la maduración
infantil temprana, pero invertidos.

316
22
EL CUIDADO HOSPITALARIO
QUE COMPLEMENTA LA PSICOTERAPIA
INTENSIVA EN LA ADOLESCENCIA 1
(1963)

La adolescencia Jque signi!i ca convertirse en adulto, es un a


fase del crecimiento sano. Abarca el periodo de la pubertad.
También incluye la socialización del niiio o la nma. En este
caso, la palabra socialización no significa adaptación y con-
formiamo. En la salud, cuando el individuo se vuelve un
adulto maduroJ la socialización supone que puede identifi-
carse con figuras parentales y con algún aspecto de la sociedad
sin un sacrificio demasiado grande del impulso personal~ o
bien, en otros términos, que puede ser esencialmente él
mismo sin necesidad de ser antisocial. En la salud, el varón o
la nma se vuelven capaces de asumir la responsabilidad por
el legado de la generación anterior, de ayudar a conservarlo,
modificarlo o incluso al ter arlo completamente. Es inevitable
que al final, como adulto, ese mismo individuo le transmita su
propio legado a la generación siguiente, en una sucesión
eterna.
De modo que la adolescencia es una fase de] proceso de
crecimiento de todo varón o nin.a. En nuestras consideracio-
nes teóricas y en nuestro trabajo práctico debemos tener esto
present.e mientras encaramos otras cosas: la enfermedad

1
Conferencia pronunciada en The McLean Hospital] Bel mon t 1

Massachusett.s. Estados Unidos. como parte de un simposío clínico,


"El individuo y la comunidad: perspectivas actuales de la rehabili-
tación organizado con motivo de la inauguración fonnaJ del nuevo
jo},

edificio de rehabili taciónJ en octubre de 1963.

317
psiquiátrica de un chico o u na chica que pertenecen al grupo
de edad de la adolescencia o de los ttd ultos jóvenes.

Bosquejo de la adolescencia
La adolescencia en sí puede ser u na época tormentosa. El
desafio mezclado con la dependencia, incluso a veces con la
dependencia extrema, hace que en el cuadro de la adolescen-
cia nos parezca ver locura y confusión. Los padres~ muy
necesa ríos en esta fase no tienen claro su propio pape]. Quizá
t

gasten din ero sólo para que los hijos se burlen de e1los. Tal vez
descubran que sólo son necesarios corno desecho, mientras
que el adolescente busca a mistad y consejo en tíos y tías,
incluso en·extrañosr Cuando no hay familia, o la familia está
enferma, algún sector de la sociedad debe asumir sus funcio-■
nes~ A esto se suma la complicación de que los adolescentes
tienen acceso a técnicas adultas. El chico de cuatro anos que
pasa por las angustias de los conflictos edípicos. s ueiia con la
muerte del padre, pero a los ca torce años ya tiene capacidad
par ama tar. El suicidio es posible. Pueden conseguirse drogas.
La nína que a los cuatro años se identificaba con la madre y
tenía celos de la capacidad de esta última para engendrar,
sueña con ladrones que escalan venta.nas o con la muerte de
la madre, pero a los catorce puede quedar embarazada u
ofrecer su cuerpo por dinero. La niña adolescente puede
embarazarse aunque no haya llegado a la etapa de querer
darle un bebé a alguien a quíen ama, o de consagrarse al
cuidado del infante r Digo esto par a recordarles (aunque uste-
des no lo necesitan) que la adolescet1cia en sí no es algo de
manejo fácil (cf. Winnicott, 1962).
Si estamos de acuerdo con que el varón adolescente tiene
un problema especial con sus impulsos agresivos (lo mísmo
que laniña~indírectamente), tambíén lo estaremos en que ese
problema cambia para peor como consecuencia del progreso
de la fisica termonuclear. La mayoría de nosotros creemos que
no habrá guerras parciales, porque cualquier guerra se con•
vierte en total, y la guerra total es impensable~ En este punto

318
nos vemos impulsados a considerar el •valor" de la guerra en
su función de dar licencia para matar. Digo "valo? entre
comillas, porque supongo que todos odian la guerra y ruegan
por la paz, pero como psiquiatras o psicólogos sociales tene-
mos que medir el efecto de la paz permanente sobre la salud
mental de la comunidad. La idea de la paz permanente somete
a una tensión severa a todo lo que no sea madurez emocionall
y ]a madurez emocional es un logro poco frecuente. ¿Puede la
adolescencia en general reunir toda su agresión en el deporte
com peti ti vo o peligroso? La sociedad, ¿no les ajustará las
clavijas a los deportes peligrosos, convirtiéndolos en no res-
petables o incluso antisociales? No conocemos la respuesta a
este interrogante general, pero sí sabemos que una guerra
localizada!!- a pesar de la inmensa tragedia que representa,
utilizada para hacer algo positivo a favor del alivio de las
tensiones individuales, permite que la paranoia siga siendo
potencial y proporciona una sensación de reali.dad a personas
que no siempre se sienten reales cuando la paz reina suprema.
Especíalmente en los varones, la violencia se experimenta
como algo real, mientras que la vida cómoda lleva consigo una
amenaza de despersonalización.
Ustedes habrán reflexionando mucho sobre estos proble-
mas intrínsecos del proceso de crecimiento, y habrán encon-
trado modos de describir la parte importante que puede
desempeñar e I propio hogar del niño si se preocupa por el
tema. La institución de ustedes es en parte un sustituto
organizado del hogar, a menudo bastante satisfactorio y sin
embargo no totalmente ca paz de resistir la tensión específica
de cuidar a un miembro enfermo duran te un periodo prolon ..
gado.
Continuando con mi bosquejo de la adolescencia, que
expongo en términos dogmáticos para ser breve, sólo existe
una cura para esta etapa, y el la consiste en el paso del tiempo
y en el tránsito de la adolescencia al estado adulto. No
debemos tratar de curar a los adolescentes como si padecieran
un trastorno psiquiátrico. Yo he empleado la frase "desaliento
malhumorado del adolescen teff con referencia a esos pocos
años durante los cuales el individuo no tiene más salida que

319
esperar. sin conciencia de 1o que sucede. En es ta fase el niño
no sabe si es homosexua],. heterosexual o narcisista. No hay
ninguna identidad establecida, y ningún modo bien definido
de vida da forma al futuro y sentido al estudio para recibirse.
No hay todavía capacidad para identificarse con las figuras
parentales sin pérdida de la identidad personal.
Además e 1adolescen t.e ti ene una feroz. in tolerancia a la
J

so Iuc ió n fa Is a. Le aportamos algo al no ofrecerle como adultos


ninguna solución falsa; en lugar de ello, debemos enfrentar
los desafíos localizados y las necesidades agudas a medida
que surgen. Esperamos que una independencia desafiante
al teme con la regresión a 1a dependencia~ y resistimos haci en•
do tiempo en 1ugar de ofrecer distracciones y curas.

La enfermedad durante la adolescencia

Naturalmente. en esta fase del desarrollo podemos en-


contrar cualquiera y todos los trastornos:

Psiconeu rosis propia mente dicha.


Histeria con a 1go de psicosis ocu 1ta que ca usa trastorno
pero nunca se manífiesta c1aramente como locura.
Trastornos afectivos. con depresión en la base. Ellos son:
Oscilaciones maniaco-depresivas_
Defensa manía ea (denegación o negación de la depresión).
Elación y com pi iea ciones paranoides e hipocondriacas.
La personalí dad de sel f falso que amenaza derrumbarse
en época de exámenes.
E] grupo de los trastornos esquizoides. Ellos incluyen la
anulación de ]a integración y de los procesos madurativos en
general Las manífestaciones clínicas son la fa1ta de contacto
con la realídad, ¡a despersonalización la escisión y la pérdida
1

de sentido de identidad.

Trat.amos estos trastornos en pacientes que se encuentran


en el período de la pubertad y que son adolescentes en cuanto
les result.a posible. Es difícil separar en esa etapa lo que es
enfermo de lo que es normal; también resulta dificiJ saber en

320
estos casos si hay que ofrecer tratamiento de cuidado y
manejo, o psicoterapia. En términos generalesJ les ofrecemos
psicoterapia a los pacientes que sien ten que la necesi tan 1 o a
los que puede ayudarse fácil mente a ver que es psicoterapia
lo que corresponde; después nos mantenemos alertas para
detectar el momento en que se vuelven necesarios el cuidado
institucional o la atención psicológica especial -necesarios
porque el tratamiento le ha permitido a I paciente llegar a un
punto en que el derrumbe adquiere un carácter constructi-
vo-. A los pacientes que no pueden advertir la conveniencia
de la psicoterapiaJ tratamos de proporcionarles cuidado o
atención psicológicos, esperando que eventualmente se pro-
duzcan fenómenos regresivos, y confiamos en poder anadir
psicoterapia en algunos casos.
Si en este nuevo edificio hospitalario se pretende posi bil i-
tar la interacción del cuidado y la psicoterapia, se proveerá
exactamente lo necesario y también lo que es dificil proveer,
¿Por qué dificil? En pocas palabras: no sólo el personal de
cuidado y el personal de terapia experimentan celos recípro-
cos, sin poder reconocer el valor de los otros, si no que también
algunos pacientes tienden a alentar la división entre esos dos
grupos. Esto a menudo refleja las tensiones entre los proge-
nitores del paciente 1 y lo vemos en forma desplazada en el
temor de este último a permitir que los padres se unan {en el
sistema de la fantasía inconsciente).
Mucho puede decirse sobre el manejo o cuidado de varones
y niñas que tienen estos diversos trastornos. Permítaseme
destacar algo en particular. Habrd suicídios. Las comisiones
directivas deben aprender a aceptar los suicidios, las fugast
los estallidos maníacos ocasionales con algo muy parecido al
asesinato, y la ruptura de ventanas y la destrucción de cosas.
Los psiquiatras que ceden al chantaje de estos desastres no
hacen lo mejor para el resto de la comunidad que está a su
cargo. Y lo mismo se aplica al chantaje del psiquiatra por la
tendencia antisocíal de los pacientes. Desde luego, la destrucft
ción real no es útil, y la prevención de la destrucción real o el
suicidio es la meta, pero lo que se necesita es prevención
humana: la restricción mecánica carece de valor. Esto signi-
321
fica que habrá fallas de prevención, puesto que en los seres
humanos hay límites humanos a lo que pueden y están
dispuestos a hacer.
Ustedes habrán advertido que dejé fuera de mi clasifica-
ción aproximada a un agrupamiento importante1 a saber: ]a
tendencia antisocialJ que puede Hevar a ]a delincuencia a un
chico o a unachica,yfinalmente a la reincidencia sistemáticar
La expresión ~tendencia antisociar resulta conveniente
porque vincula este tipo de trastornos con lo normal y con lo
que en su inicio es una reacción a la deprivación. Esta
tendencia puede convertirse en una compulsión sin propósito~
y entonces el niño es rotu]ado como "delincuente".
Este es un trastorno que no debe c]asificarse junto con las
psiconeurosis~ los trastornos afectivos y la esquizofreniar Se
vincu ta muy fácilmente con los inherentes a] síndrome del
crecimiento adolescente~ Con él son típicos los problemas
especiales de manejo. No podré desarrollar ahora este tema~
pero ]a idea principa] es que la tendencia antisocial de un niño
representa la esperanza (inconsciente) relacionada con ]a
reparación de un trauma de deprivación (Winnicott, 1956).

La interacción de los procesos madurativos y patológicos

L] ego ahora a la gran di ficu Itad que enfrentan quien es


quieren emprender e] trabajo preventivo y curativo. En esta
fase del crecimiento individual. es sin duda muy difícil diag-
nosticar salud y normalidad, y distinguirlas det trastorno
psiquiátrico. La ado] escen cia modifica ta forma de ta en fer-
me dad psiquiátrica.
Tomemos veinte adolescentes. Son personalidades ais]a-
das, pero se agrupan laxamente porque tienen íntereses
comunes: los cantores pop> el twist> e]jazz, un modo de vestir,
un estado de desatiento malhumorado que sería insincero
tratar de evitar. En el margen de todo grupo hay una chica o
un chico depresivos que intentan suicidarse. Entonces el
grupo en su totalidad despliega un estado de ánimo deprimido
yqestácon"elque realizó ese intento. Otro rompe una ventana

322
sin ninguna razónr Todo el grupo está con éL Un tercero, con
algunos que lo rodean 1 irrumpe en un negocio y roba algunos
cigarrillos, o hace algo que atrae la atención de la justicia.
Todo el grupo está con este transgresor+
Pero en general puede decirse que los chicos y chicas que
componen este grupo emergerán sin suicidarse, sin matar, sin
violencia y sin robo.
En otras palabras, los adolescentes en la fase del desaliento
malhumorado utilizan a mi juicio a los individuos marginales
de 1grupo para hacer rea 1su propia sin toma tología potencial.
Permítaseme ahora dar un ejemplo para ilustrar los proble-
mas del diagnóstico y el manejor

Nota sobre el caso de un muchacho


Me referiré a un muchacho al que vi por primera vez a la
edad de ocho años. Ya entonces se advertía en él una sensa . .
ción de agravio que databa de una fase del manejo temprano
de la niñez y estaba relacionada con la sostenida enfermedad
mental severa de su madre. En esa etapa se intentó una
terapia que no tuvo éxito, debido en parte a la enfermedad
materna. El chico me fue enviado den uevo a la edad de quince
años. En la consulta pudo proporcionarme entonces una clave
vi tal relacionada con sus esta] 1idos de violencia. De hecho,
existió el peligro de que matara al padre. La luz llegó en forma
de un sueño que él ilustró con un dibujo~ En el dibujo se veía
su mano tendiéndose hacia la mano de la novia. Entre las dos
manos había una barrera de vidrio. La violencia que él temía
tenía que ver con el intento de atravesar la barrera que exis-
tía entre él y el mundo real, una barrera que se volvía más
real cuanto más participaban sus instintos en la relación
objet.al.
Derivé a este muchacho a un colega que está a cargo de un
hospita] psiquiátrico y lo admitió ron mi diagnóstico de
esquizofrenia. Fue bien tratado en el hospital y pronto logró
adecuarse a la comunidad. Era claro que había encontrado un
asilo que lo protegía de la enfermedad mental severa de la

323
madre. Sin duda, el cambio inmediato de este muchacho se
debió principalmente a que encontrara un hogar alternativoJ
un hogar que no obstan te no iha a durarle mucho. Poco
después de haberse instalado en el hospital, pudo cortar sus
lazos con esa novia particular de la que dependía en exceso.
Pul.tes de su in temación, continuamente lo encontraban llo-
rando después de interminables conversaciones con la chica;
el teléfono y los cables representaban lo mismo que el vidrio
entre él y eUa en el sueño. Gracias al hecho de que había algo
entre el y ella, el podía experimentaren toda su intensidad su
amor y su dependencia. La chica había sido necesaria para
desplazar a la madre enferma. El joven mejoró después de
haber renunciado a su adicción a esta noviaJ sintiéndose
tambien más cómodo con los otros miembros del grupo y con
el personal del hospital.
La referencia al caso de este muchacho resulta oportuna en
este punto de mi charla. Ilustra las dificulta des. En el hospital,
el paciente pudo aprovechar los excelentes departamentos de
terapia ocupacional y terapia por el arte. Se dedicó a un
trabajo muy creativo y original de modelado y pintura. Todo
lo que hacía tenía una significación sorprendente. Es muy
frecuente que los pacientes psicóticos y casi psicóticos nos
procuren satisfacciones profundas cuando emprenden un
trabajo original en uno de los departamentos de rehabil itaciónl
El problema fue que este muchacho mejoró tanto y disfrutaba
tanto de la nueva relación con el mundo que constituyó en esa
pequeña comunidad, que los médicos modificaron el diag~
nóstico. Decidieron que era histérico y un tan to anti socia1, y
que el factor externo de las condiciones hogareñas era la causa
principal de que se lo considerara enfermo. Por lo tanto, le
dieron el a 1ta, pero no antes de que el médico encontrar a para
él una buena escuela, a cuyo dí rector todas las dificultad es de 1
paciente le fueron expuestas con total franqueza. Al cabo de
unos meses en la nueva escuela, el chico empezó a presentar
de nuevo los síntomas por los cuales había sido hospitalizado;
se volvió violento y destructivo, e incapaz de asentarse para
trabajar. Otra vez se le aplicó el diagnóstico de esquizofrénico;
rápidamente lo retiraron de la escuela, y ahora los padres

324
están tratando de encarar esa dificil situación organizándole
un viaje ilimitado alrededor del mundo, con la esperanza de
que cuando retorne al hogar haya superado sus dificultades.
Desde Juego, para ese entonces es posible que se haya metido
en serios problemas, e incluso que haya dan ad o a a Iguie n.
Este caso frustrado permite ilustrar el hecho de que un
departamento de rehabilitación exitoso está en condiciones de
modificar el cuadro clínico y hacer que parezca que un paciente
mejora, al punto de que se pierda de vista el diagnóstico ori-
ginal. Ustedes y el departamento tendrán plena conciencia de
estos peligros ynose engañarán con facilidad. Por ejemplo, no
los engañarán Jas excelentes producciones artísticas que por
cierto denotan en el paciente un potencia] de salud, pero que
no representan la salud misma.

RESUMEN

Se han delineado algunas características de la adolescen-


cia, y examinado la relación entre ellas y Ja sintomatología de
Jos nin.os con enfermedades psiquiátricas en Ja edad de la
pubertad. Se presenta un caso que ilustra algunas de las
dificultades propias de] manejo de los pacientes de este grupo
de edad, y de la provisión de insta] aciones para la rehabilitación
como las que en el día de este encuentro están inaugurándose.

325
23

LA DEPENDENCIA EN EL CUIDADO
DEL INFANTE Y DEL NIÑO)
Y EN EL ENCUADRE PSICOANALITIC01
(1963)

No hay nada nuevo en la idea de la dependencia 1 sea


durante la vida temprana del individuo o en la transferencia
que cobra fuerza a medida que avanza el tratamiento
psicoanalítíco. Lo que creo que tal vez sea necesario volver a_
formular de tanto en tanto es la relación entre esos dos
ejemplos de dependencia.
No es necesario que cite a Freud. La dependencia del
paciente respecto del analí sta siempre ha sido conocida y
plenamente admitida; por ejemplo, esto se ve en la renuencia
de un analista a tomar a un nuevo paciente u no o dos meses
antes de unas largas vacaciones de verano. El analista teme
con toda justicia que la reacción del paciente frente a Ia
separación involucre cambios profundos todavía no suscep-
tibles de análisis. Comenzaré con un desarrollo de este tema.
Una joven paciente tuvo que esperar algunos meses antes
de que yo pudiera inícíar el análisis, después de lo cual sólo
podía ver la una vez por semana; cuando comen za ron las
sesiones dia rías) yo tuve que viajar al extranjero duran te un
mes. La reaccíón frente al an áIisis era posí ti va y los desa rro-
llos se producían con rapidez; dese u bri qne es ta joven i nde-
pendiente, en sus sueños estaba volvíéndose extremadamen~

1
Trabajo leído ante la Boston PsychoanaJytic Society en octubre
de 1962t y publicado por primera vez en el lnl. J. Psycho~An.al., 44.
págs. 339-44.

326
te dependiente. En uno de esos sueños tenía una tortuga, pero
con un caparazón blando, de modo que el animal estaba
desprotegido y sin duda sufririar Ella mataba a la tortuga
para ahorrarle el intolerable dolor que le aguardaba. La
tortuga era ella misma y el sueño indicaba una tendencia
suicida, para curar la cual~ por otra parte~ había recurrido a]
tratamíento.
El problema consistía en que aún no había tenido tiempo
en el análisis para tratar las reacciones frente a mi alej amien-
to, de modo que produjo este sueño suicida y se enfennó
fisicamente 1 aunque de un modo oscuro. Antes de partir tuve
e] tiempo exacto para permitirle sentir el nexo entre la
reacción física y mi a lej amiento, que reactualizaba un episo-
dio o una serie de epísod ios traumáticos de su propia infancía.
En otras palabras" era como si yo estuviera sosteniéndola y
después me sintiera preocupado por alguna otra cuestión, de
modo que ella se sintió aniquilada. Ese fue e] término em~
pleado por el Ia. Matándose logra ria con tro Iar el ser aniquilada
mientras era dependiente y vulnerable. En su self y su cuerpo
sanos, con su fuerte impulso hacia la vída había nevado
1

duran te toda la existencia e] recuerdo de haber tenido en


algún momento un impu]so tota] a morir; la enfermedad física
se produjo como localización en un órgano corporal de ese
impuJso tota] a morir. La paciente se sentía desvalida respecto
de esto~ hasta que pude interpretarle lo que estaba ocurrien-
do; después experi rnen tó ali vio y pu do dejarme partir. 1nci-
dentahnente, su enfermedad fisica se vo]viómenosamenazante
y empezó a curar, en parte, desde luego 1 porque estaba reci-
biendo un tratamiento apropiado.
Por si fuera necesario, esto demuestra el peligro de sub-
estimar la dependencia de transferencia. Lo sorprendente es
que una interpretación pueda generar un cambio, y sólo cabe
supQner que ]a comprensión profunda y la interpretación
oportuna son una forma de adaptación confiabler En este ca-
sot por ejemplo, la paciente pudo tolerar mi ausencia por-
que (en un nivel) ella sentía que ahora no estaba siendo
aniquilada, sino mantenida en la existencia de un modo
posítivo por el hecho de tener realidad como objeto de mi

327
preocupación. Un poco más tarde, en una dependencia más
completa1 la interpretación verbal no bastará, o quizá sea
prescindible.
Habrán observado que puedo avanzar en una u otra de dos
direcciones posibles, a partir de un fragmento de análisis
como el que he presentado. U na dirección nos llevaría al
análisis de Ia reacción ante la pérdida y de tal modo a la parte
principal de lo que aprendemos en nuestra formación
psi coa na lítica. La otra dirección nos conduce a lo que deseo
examinar en este trabajo. Esta otra dirección me lleva hacia
la comprensión que tenemos en nosotros y que nos hace saber
que debemos evitar el alejamiento inmediatamente después
de iniciado un análisis. Es una concienciade la vulnerabilidad
de I yo del paciente, que es Io o pues to a la fuerza del yo. De
numerosas maneras satisfacemos las necesidades de nuestro
paciente, porque más o menos sabemos cómo se sien te, y
podemos encontrar un equivalen te del paciente en nosotros
mismos. Esto que tenemos en nosotros podemos proyectarlo y
encontrarlo en el paciente. Todo se hace en silencio, y por ]o
común el paciente mismo no se da cuenta de lo que hacemos
bien, pero sí ad vierte la parte que nos to ca cuando Ias cosas
van mal. Cuando fallamos en estos aspectos,. el paciente
reacciona ante lo impredecible y sufre una ruptura en la
continuidad de su "seguir~siendoi,;. Volveré más adelante
sobre este punto en particular, al examinar 1a can tri b ución de
Zetzel al Congreso de Ginebra ( 1956).
Mi objetivo general es relacionar la dependencia en la
transferencia psicoanalítica con Ia dependencia en Ias diversas
etapas del desarrollo y cuidado del infante y el niño. Se verá
que he emprendido un intento de evaluacíón del factor externo.
Ojalá se me permita hacerlo sin pensar que retrocedemos a lo
que el psicoanálisis ha representado duran te los úl tí mos
cuarenta a ñas en la psiqu i a tria infantil. El psicoa ná] is is ha
representado el factor personal, los mecanismos involucrados
en e] crecimiento emocional del individuo, las tensiones y el
estrés internos que conducen a ]a organización defensiva,y ]a
concepción de la enfermedad psiconeurótica como prueba de
una tensión intrapsíquica basada en los impulsos del ello que

328
amenazan al ego del individuo~ Pero aquí volvemos al tema de
la vulnerabilidad del yo y por lo tanto a la dependencia.
Es fácil ver por qué los psicoanalistas han sido renuentes
a escribir sobre el factor am bientall puesto que a menudo
quienes deseaban ignorar o negar la importancia de las
tensiones intrapsíquicas subrayaban principalmente el fac-
tor externo negativo como causa de enfermedad en la psi-
quiatría infan til. No obstan te~ el psicoanálisis está ahora bien
afianzado, y podemos permitirnos examinar el factor externo
bueno y ma]o.
Si aceptamos la idea de la dependencia, ya hemos comenzado
a examinar el factor externo, y sin duda cuando decimos que
un analista debe tener formación estamos sosteniendo que un
elemento esencial del psicoanálisis ortodoxo es un factor
externo, es decir el analista sufici.en te mente bueno. Todo esto
1

es evidente de por sí, pero hay quienes nunca mencionan este


factor externo como verdaderamente importante~ o bien ha-
blan continuamente de él, ignorando los factores internos del
proceso. Como dijo Zetzel en un seminario reciente, primero
Freud pensó que todas las personas neuróticas habían tenido
tra urnas sexuales en la infancia. y después descubrió que
habían tenido deseos. A con tin uación duran te varias déca-
1

das, en los escritos analíticos se supuso que el trauma sexual


real no existía. Ahora también tenemos que hacerles 1ugar a
estos tra urnas.
En un examen deliberado del factor externo, hasta aquí me
he empeñado en relacionar la personalidad del analista, la
capacidad para identificarse con el pacientel su dotación
técnical etcéteral con los diversos detalles del cuidado del
niñol y a continuación, de un modo más específico, con el
estado especial en el que se encuentra una madre (quizá
también el padre, pero con menos oportunidades para de-
mostrarlo) en el breve lapso que abarca las últimas etapas del
embarazo y los primeros meses de la vida del infante.
El psi coa ná 1isis, tal como lo aprendemos, no es en absoluto
semejante al cuidado del niño. De hecho, los padres que ]es
interpretan el inconsciente a sus hijos se meten en a prietos.
Pero en la parte de nuestro trabajo como analistas a la que

329
estoy refiriéndome, nada de Jo que hacemos carece de re]acio-
nes con e] cuidado de] niño o e] infante. En esta parte de
nuestro trabajo podemos en realidad aprender Jo que hay que
hacer a partir de nuestra experiencia de padres, del hecho de
que hemos sido niiios, de la observación de las madres con
bebés muy pequeños o que aún no han nacido, y correlacio-
nan do las fa] 1as paren tales con 1os siguientes esta dos e] í n icos
de los niños enfermos. Sí bien sabemos que la enfenn edad
psiconeurótica no es causada por los padres~ también sabemos
que la sa]ud mental del níno no puede quedar estab]ecida sin
un cuidado parental o materna] suficíentemente bueno. Sa-
bemos asimismo que una experiencia ambiental correctiva no
cura directamente al pací ente~ más aún, que un ambiente
malo causa directamente )a estructura de la enfermedad.
Vol veré a referirme a este punto a] final del escrito.
Quiero ahora volver a mí fragmento de materia] clínico.
Muy pronto en e] aná1isis esta paciente apareció representada
en su materia] onírico por criaturas frágiles y a menudo
]ísiadas; después soñó con la tortuga de caparazón blando. 2
Se habrá advertido que esto indica el camino de una regresión
a ]a dependencia que l1 ega rá in evi tab] e mente. La paciente
había tenido varios años de análisis en los términos con ven"
cionales con un analista que no permitía la regresión si ésta
amenazaba con pasar a] acting-out e involucrar dependencia
respecto de] analista. La paciente estaba por lo tanto satura-
da de esta parte de] procedimiento analítico total, aunque
desde ]u ego necesitaba tan to como cua] quier a 1as in te rpre~
taciones habituales que van vo]viéndose adecuadas de día en
día o de mínuto en mínuto.
Avanzando algo más en el problema interpretativo de]
aná]isís de este fragmento, creo poder demostrar de qué modo
aparecen entretejidos los mecanismos intrapsiquicos y la
dependencia, que por definición envuelve al ambiente y su
conducta.

, Tam bien pod ria haber sonado con un ca bailo que era preciso
matar para que no se abriera camino a coces en un aeroplano.

330
Yo contaba en este caso con abundante material para la
interpretación de Ia reacción de la paciente ante mi aleja-
mi en to en los términos de un sadismo oral propio del amor
reforzado por la rabia -una rabia a mí y a todas las otras
personas de su vida que se habían ido, incluyendo a la madre
que la destetó-. Yo podría haber hecho una interpretación
tota Imente justificad a por lo que la paciente me había dicho,
pero de ese modo habría sido un mal analista con buenas
interpretaciones. Habría sido un mal analista debido al modo
como me fue entregado el material. En nuestro trabajo ana-
lítico constantemente evaluamos y reevaluamos la fuerza de]
yo del paciente. El material me había sido entregado de un
modo que indicaba que la paciente sabía que podía confiar en
que yo no lo utilizaría bruscamente. Ella es hipersensible a
todas las drogas, a todas las enfermedades y a las críticas
leves, y también debo esperar que lo sea a cualquier error que
yo cometa en mí estimacíón de la fuerza de su yo. Hay algo
central en su personalidad que muy fácilmente siente la
amenaza de aniquilación; desde luego, en términos clínicos
ella se vue1ve ruda y extrernadamen te independiente, bien
definida, mientras al mismo tiempo experimenta una sensación
de inutilidad y de ser irreal.
De hecho, su yo no es capaz de albergar ninguna emoción
fuerte. El odio, la excitación,. el miedo, se separan de ella como
cuerpos extraiios, y con toda facilidad se localizan en un
órgano corporal que entra en espasmos y tiende a destruirse
en una perversión de su funcionamiento fisiológico.
La razón de que hayan aparecído sueños regresivos y
dependíentes tiene principalmente que ver con el hecho de
que ella descubrió que yo no uso cada fragmento de matería]
para interpretar lo, si no que todo lo acumulo y lo uti lízo en e]
momento oportuno; mientras tanto, me contento con prepa-
rarme para enfrentar la dependencía que aparece. Esta fase
de dependencia será muy penosa para la paciente, y ella lo
sabe; implica un riesgo de suicidio pero,. como la misma
paciente dice, no hay otro camino. Hay otro camíno, pues si el
analista no puede satisfacer su dependencia como para que la
regresión se con vierta en una experiencia terapéutica e 11 a se
J

331
derrum hará en una enfermedad psicosomática, que suscita la
atención tan necesaria, pero no el insight ni el cuidado mental
que rea! mente hacen la diferencia. El analista tiene que saber
porqué e! paciente preferi ria matarse antes que vivir bajo la
amenaza de aniquilamiento.
Considerando de tal modo este fragmento de material,
]legamos a un punto en el que examinamos tanto el análísis
como ]a satisfacción de las necesidades de dependencia. U na
sucesión de 'iluenas"" interpretaciones relacíonadas con el
con tenido general de la sesión prod uci ría rabia o excitación,
pero para esta paciente no es toda vía posible a bordar esas
experiencias emocionales supremas. En el sentido de esta
descripción de! procedimiento analítico sería por lo tanto
1

mal o interpretar las ;n ism as cosas que se re] acionan con la


separación prematura.
En el curso de una conversación en la que hicimos planes
para el futuro y examinamos la naturaleza de su enfermedad
y los riesgos intrínsecos en la prosecución del tratamiento, yo
le dije:31,tDe modo que está enferma y vemos que la enfermedad
física oculta una reacción extrema a mi alejamiento, aunque
usted no está en condiciones de tener una percatación emo-
cional directa de este hecho. Podría decir que yo he causado su
enfermedad, así corno otros hicieron que se enfermara cuando
era un bebé,ypodriaenojarse». EUa respondió:"Pero noestoy
enojad a" En realidad, ella me sostiene a hora en una posíci ón
r (

idealizada y tiende a considerar perseguidores a los médicos


del cuerpo.) En ton ces agregué:" Aquí está la sen da totalmente
abierta para su odio y su rabia pero !a rabia se niega a
I

emprender este caminon_


La paciente me dijo que lo que principalmente había
producido el cambio, el desarroUo involuntario hacia la de-
pendencia, era el hecho de que yo dejaba que las cosas se
produjeran, con ganas de ver lo que traía cada sesión. En
realidad, Ja paut& había sido que e]]a empezaba casi como si

3
Sin duda, fui influido por el ni ve I intelectual de su método de
presentación del material.

332
la sesión ñ1era una visita social. Se tendía y desplegaba una
muy clara percepción intelectual de sí misma y de lo que la
rodeaba. Yo me dejaba llevar,. y había mucho silencio. Cerca
del fin de cada sesión ella de pronto recordaba un sueño y
obtenía mi interpretación. Los sueños presentados de este
modo no eran muy oscuros,. y la resistencia del sueño solía
residir en ]os cuarenta y cinco minutos de material que lo
precedía y que no era bueno para interpretarlo. Lo sonado,
recordado y presentado está dentro de la capacidad de la
fuerza y la estructura del yo.
De modo que esta paciente dependerá mucho de mí a lo
largo de una fase; tengo esperanzas de que por su bien, no
menos que por el mío, esta dependencia se mantendrá dentro
de los 1imites de la transferencia, del ene u ad re y de las
sesiones analíticos. Pero, ¿cómo saberlo de antemano? ¿Cómo
puede uno hacer este tipo de diagnósticos que tiene que ver
con la evaluación de las necesidades?
En los términos del cuidado del niño, me gustaría
ejem p 1ificar la regresión al servicio del yo examinando las
fases de trato consentidor que los padres descubren que el
niño necesita de tiern po en tiempo ~hablo de los padres que
no consienten a los hijos debido a sus propias ansiedades--~
Estas fases de trato consentidor pueden sacar adelante a un
niño sin ninguna intervención del médico o de la clínica de
orientación infantil. Resulta dificil hacer referencia a un caso
que no resulte extraño; con todo,, éstas son cuestiones de
experiencia común en la vida familiar, cuando los padres
cuidan a sus hijos. Durante unas horas, días o semanas, en un
contexto especial, se trata al niño como si fuera más pequeño.
A veces sucede esto cuando la criatura se gol pea la cabeza o se
corta un dedo; en un instante deja de tener cuatro años para
volver a tener dos, y chilla y se consuela con la cabeza en el
regazo de la madre. A continuación,. casi enseguida después
de haber dormido un poco, de nuevo es un niño crecido, incluso
más de lo que permitiría suponer su edad cronológica.
Tenemos un niño de dos años (Winnicott, 1963),. que a los
veinte meses reaccionó muy mal a la ansiedad de la madre
-■que ella siempre experimentaba frente a la concepción;

333
formaba parte de su pauta el angustiarse extremadamente al
concehir-T El niño dejó de usar el orinal y de emplear
palabras; su progreso se detuvo. Cuando nacíó el bebé no le 1

fue hostíl, pero quería que lo bañaran a él corno al recién


nacido. Cuando el bebé tomaba el pecho, él empezaba a
chuparse el pulgar algo que antes no hacía. Apelaba con
1

muchos pedidos especiales a la indulgencia de los padres;


durante muchos meses durmió e11 la cama de ellos. Se demoró
su adquisición del Ienguaje.
Los padres respondieron a todos esos cambios y pedidos de
un modo sa tisfactoriol pero los vecinos decían que es ta han
malcriando al chico. Finalmenteel níñoemergió de su regresíón
o repliegue, y los padres pudieron dejar de consentirlo cuando
él tenia ocho añost después de que hubiera pasado por una
fase en la que )es robaba dinero. 4
Por lo que sé. éste es un caso común en la psiquiatría
infantil~ sobre todo en la práctica privada en la que atende-
1

mos a ni nos por síntomas que en la orientación in fa n tí]


podrían considerarse insignificantes. Una parte importante
de mi orientación en psiquiatría infantil ha sido el reoonoci-
mien to de que en tales casos no hay que pensar de inmediato
en un psicoanálisis, sino en respaldar a esos padres en el
manejo de la puerilidad del niño. Desde luego, uno podría
proporcionar ayuda psicoanalítica míentras los padres reali-
zan la atención mental del paciente, pero constituye una tarea
formidable tratar a estos níños con psicoaná1isis si no existe
un a provisión paren ta I que sa ti sfaga Ias necesidades de
atención mental. Sin la atención menta] proporcíonada por
los padres, el psicoanalista que hace psicoanálísis encontrará
que el pacíente no sólo sueña con que él se Jo lle"e a su casa,
sino que lo necesita realmen~e.
Como corolario podemos decir que cuando el psicoaná]isis
ortodoxo de un niño tiene éxito, el psícoanalista debe recono-
cer que e I hogar. las relaciones, los a ux iIiares a m igos etcéte-
1 1

ra, de los padres realizaron prácticamente la mitad del trata-

" La señorita Freud ha abordado el tema de la regresíón del yo en


un articulo publicado en el Menninger Bulletin ( 1963).

334
miento. No es necesario que ese reconocimiento sea explícíto,
pero tenemos que ser honestos acerca de estas cuestiones de
la dependencia del paciente cuando construimos la teoría.
Ahora llego a la anterior relación infante-madre~ Mucho se
ha escrito sobre ella. Quiero llamar la atención de ustedes
sobre el papel que desempeña la madre en e I momento de la
muy grande dependencia inicial del bebé-rAunquecreoque los
lectores conocen perfectamente esta cuestión, deseo volver
sobre el argumento para después poder examinarlo.
En este punto me referiré a un escrito de Zetzel ( 1956)r No
necesito reunir todas las hebras entretejidas en la confección
de esta muy valiosa reseña de las concepciones actuales de la
transferencia. Sólo tomaré de este escrito los párrafos en que
la a u tora se refiere a mi propio trabajo. El la escribe: "Otros
analistas -por ejemplo, el doctor Winnicott- atribuyen la
psicosis principalmente a experiencias tra umá tic as severas,
en particular de deprivación en la infancia temprana~ De
acuerdo con este punto de vista, la regresión profunda ofrece
la oportunidad de satisfacer en la situación de transferencia
necesidades primitivas que no se habían satisfecho en el nivel
correspondiente de] desarrollo. Margo)in y otros han hecho
propuestas si mil ares ... ".
Tengo ahora una valiosa oportunidad de recoger esta
descripción de mi actitud respecto del tema; este tema tiene
gran importancia debido al hecho de que uno de los ámbitos
en crecimiento del psicoanálisis es el tratamiento del caso
fronterizo, y también por su relación con el intento de formular
una teoria de la enfermedad psicótica, especialmente la
esquizofrenia.
En primer lugar, ¿atribuyo yo principalmente la psicosis a
experiencias traumáticas severas, en parte de deprivación en
la infancia temprana? Comprendo que sea ésta la impresión
que he dado, y en e] curso de la década pasada he modifi-
cado el modo de presentar mi concepción. Pero es necesario
realizar algunas correcciones. He dícho definidamente que en
la etiología de la enfermedad psicótica, y particularmente de
]a esquizofrenia {salvo en cuanto actúan elementos heredita-
rios). de be observarse una falla en el proceso total del cuidado

335
del infante. En un escrito he llegado a afirmar: "La psicosis es
una enfermedad de deficiencia ambiental". Zetzel emplea la
expresión "experiencias traumáticas severas!'t; estas palabras
implican que ocurrieron cosas nocivas,. cosas que parecen
malas desde e I punto de vis ta de I observador. Las deficiencias
a las que yo me refiero son fallas de la provisión básica -como
mi viaje a los Estados Unidos cuando mi paciente no estaba
preparada para las :reacciones que se produjeron en ella ante
mi partida-. En otros escritos he explorado muy detallada-
mente el tipo de falla que constituye una falla de la provisión
básica. La idea principal es que todas es tas fallas son im+
predecibles; el infante no puede explicarlas en términos de
proyección,. porque aún no ha llegado a la etapa de estructu..
ración yoica que lo hace posible, y su resultado es la aniqui-
lación del individuo cuyo "seguir-siendo» se interrumpe.
Sí la propia madre no está enferma,. de hecho evita este tipo
de falla en el cuidado del infante.
Con la expresión upreocupación ma tema primaria;;, me he
referido a los inmensos cambios que se producen en la mujer
que tiene un bebé,yes mi opinión que este fenómeno, sea cual
fuere el nombre que merezcat es esencial para el bienestar del
infante~ Es esencial porque sin él no hay nadie suficientemente
identificado con e 1niño que sepa lo que éste necesita~ de modo
que falta la ración básica de adaptación. Se comprenderá que
no estoy refiriéndome a 1a adaptación sólo en los términos de
1a satisfacción de los impulsos del el Io.
Una ración básica de ]a provisión ambiental facilita los
muy importantes desarrollos madurativos de las primeras
semanas y meses,. y cualquier falla de la adaptación temprana
es un factor traumático que obstaculiza los procesos integra-
dores que conducen al establecimiento de un self que "sigue-
siendo», que logra una existencia psicosornática y que desa-
rrolla capacidad para relacionarse con los objetos.
De modo que la presentación de mi punto de vista incluiría
los siguientes enunciados:

{i) Es en la enfermedad psiconeurótic.a donde encontramos


los conflictos verdaderamente personales d-el indi viduo
1

336
relativamente libres de determinantes ambíenta]es. Pazra
llegar a la enfermedad psiconeurótica (y ni qué decír a la
salud mental) uno tiene que haber sido suficientemente
sano en la edad del deambuladot.
iü Las bases de la salud mental del individuo se afirman en
las etapas anteriores. E11as suponen:
{a) procesos madura ti vos, que son tendencias hereda-
das, y
(b) las condiciones ambientales necesarias para que los
procesos madura ti vos se vuelvan real id ad.
Las fa1las de ]a provisión ambiental básica temprana
perturban los procesos de la maduración o impiden su
cana] ización en e 1crecí míen to emocional del niño indi-
vidual~ esta falla de los procesos madurr.tivos, de la
integración, etcétera, constituye la mala salud que de-
nominamos psicótica, Esta falla de la provisión ambiental
(privacíón) no es habitualmente denominada "depriva-
ción..,, por lo cual necesitaba eorregir las palabras de la
referencia de Zetzel a mi obra.
(iii) Una complicación en la formulación de este enunciado es
el hecho deque existe u na posidón intermedia, en la cual
la provisión ambiental es buena al principio y después
falla. Tiene éxito en cuanto permite una organización
yoica considerable, y a continuación falla en una etapa
anterior a la que permite al in dividuo establecer un
ambiente intemo -esto es, convertirse en indepen-
diente-. Esto es lo que habitualmente se denomina una
"depri vación" t y no conduce a la psicosis sino al desarrollo
de una "tendencia antisocial" que a su vez puede llevar al
niño a tener un trastorno del carácter y a convertirse en
un delincuente que reincide.

Todas estas símplificaciones necesitan una elaboración


que les he dado en otro lugar, pero que no podría reunir aquí.
No obst.ante1 deseo referirme brevemente a algunos de los
efectos en nuestro modo de pensar de esta actitud respecto del
trastorno mental.

( i) U na de estas consecuencias es que en Ias psicosis ( pero no


en las psiconeurosis) debemos esperar la aparición de
casos de a utocura-ción~ Algún acontecimiento ambiental,

337
quízás una amistad, pr-0porciona la correccíón de una
falla de la provisión básica y quizá desate el nudo que
impedía la maduración en uno u otro aspecto. En todo
caso en la psiquiatría ínfantil es a veces el niüo muy
1

enfermo el que puede adquírir la capacidad para empe-


zar a crecer gracias a una psicoterapia de cafetería.
mientras q uc en el tratamiento de 1a psiconeurosis uno
síempre quiere proporeionar tratamiento psicoanaütico.
(ii) La segunda consecuencia es que una experiencja
correctiva no basta. Sin duda! ningún analista pre len.de
proporcionar una experiencia correctiva en la transfe•
rencia. porque ésta es una contradicción de términos; la
transferencia y todos sus detalles recorren c-1 proceso
psicoanalítico inconsciente del paciente, y para su de•
sarrollo depende de la interpretación que siempre está
relacionada con el material presentado al analista.

Desde luego. la práctica de una buena técnica psicoanalítica


pod ria ser en sí misma una ex peri enci a correctiva, y, por
ejemplo, es posible que en el análisis un paciente reciba por
primera vez la atención total de otra personal por limitada
que esté a la sesión de cincuenta minutos confiablemente
establecida; tambíén es posible que sea la primera vez que
está en contacto con alguíen capaz de ser objetivo. Y así
sucesivamente.
Pero ine luso en es tos term i nos, 1a provisión correctiva
nunca es suficiente. ¿Qué podría ser suficiente para que
algunos de nuestros pacientes se pongan bien? En última
instancia! el paciente utiliza las fal1as del analista, a menudo
muy pequeñas, quizás inducidas por el propio paciente! o bien
ese paciente produce elementos transferenciales delirantes
( Li tt] e, 19 58) y nosotros tenemos que so portar que se nos
comprenda mal en un contexto limítado. El factor actuante es
que el paciente odia al analista por el frac aso que origina 1-
men te fue un factor ambien tal al margen del ámbito de
1

con tro] omnipotente de 1 infante, pero que en el pres en te


aparece representado en la transferencia.
De modo que al fallar -fallar al modo del paciente~
terminamos teníendo éxi toT Es to está muy Iejos de Ia teoría

338
simple de la cura gracias a una experiencia correctiva~ De este
modo, si el analista la canaliza, 1a regresión puede estar al
servicio del yo y convertirse en u na nueva dependencia en la
que el paciente lleva el factor externo malo a la zona de su
con trol omn i poten tet un área manejada median te rnecanis-
m os de proyección e introyección.
Finalmente, con respecto a la paciente a la que me he
referido, no debo fallar en los aspectos del tratamiento rela-
cionados con el cuidado infantil~ hasta una etapa ulterior en
la que ella 1ne hará fallar de un modo determinado por su
historia pasada. Lo que temo es que al permitinne la expe-
riencia de un mes en el extranjero ya haya fallado prematu-
ramente, sumando esta falla a las variables impredecibles de
su infancia y su nit1ez, y en realidad enfermándola como s¡n
duda Ia enfermaron en su infancia Ios facto res externos
i m p redeci bies.

339
BIBLIOGRAFIA

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2. OBRAS PUBLICADAS DE D.W. WINNICOTT(l926-l964)

Nota del editor: La presente bibliografía incluye la lista


completa de los escritos de Wi nnicott. Los artículos figuran
por orden cronológico, teniendo en cuenta el año en que se
publicaron por primera vez. En Jos casos en que hubo una
presentación anterior~ la fecha respectiva se indica entre
paréntesis. Los datos relativos a reimpresiones y traduccio-
nes acompaiian los de cada artículo, y no se repiten. Las
reseñas se han incluido cuando el lo era posible pero existen
J

otras de las que no tenemos datos. La bib1iografia se divide en


dos partes: la sección A incluye solamente los libros; la sección
B es la bibliografia completa~
M.M.R.K.

Sección A
Clinical N ates on Disorders of Childhood. Londres: Heine-
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The Child and the Family: First Relationships. Londres:
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Incluye:
A Man Looks at Motherhood (1949)
Getti ng to Know your Baby ( 1944)
The Baby as a Goíng Concern ( 1949)
Infant Feeding (1944)
\Vhere the F'ood Goes (1949)
The End of the Digestive Process (1949)
The Baby as a Person (1949)
Close .. Up of Mother Feeding Baby (1949)
Why Do Babíes Cry? (1944)
The World in Small Doses (1949)
The Innate Morality of the Baby (1949)
\Veaning (1949)
Knowing and Leaming (1950)
Instíncts and Normal Dífficulties (1950)
What About Father? ( 1944)
Their Standards and Yours {1944)
Young Chí ldren and Other People ( 1949}
What Do We Mean by a Normal Child? (1946)
The Only Child (1945)
Twins (1945)
Stealíng and Telling Lies (1949)
Vi síting Ch il d re n in Hospital ( 1951)
On Adoption ( 1955)
.F'irts Experíments in Independence (1955)
Support for Normal Parents (1944)
The Mother's Contribution to Society (1957)
The Child and the Outside World: Studies in Developing
Relationships. Londres: Ta vistock, 1957. Trad. cast~: El
ni no y el mundo externo. Buenos Aires: Hormé, 19&i
Incluye:
Needs of the U nder-Fíves in a Changing Society ( 1954)
The Childts N eeds and the Role of the Mother in the
Early Stages {1951)
On lnfluencing and Being lnfluenced (1941)
Educationa1 Diagnosis (1946)
Shyness and Nervous Disorders in Chi1dren (1938)
Sex Education ín Schools (1949}

346
Pitfalls in Adoptíon (1954)
Two Adopted Chí l dren ( 1953)
Children in the War (1940)
The Deprived Mother ( 1940)
The Evacuated Child (1945)
The Retum of the Evacuated Chi]d (1945)
Home Again ( 1945)
Resídential Management as Treatment far Difficult
Children (1947)
Chíldrents Hostels in War and Peace (1948)
Towards an Objective Study of Human Nature ( 1945)
Further Thoughts on Babies as Persons (1947)
Breast F'eeding (1945)
Why Children Play (1942)
The Chi ld and Sex ( 1947)
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The Observation of lnfants in a Set Situation (1941)
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Reparation in Respect of Mother•s Organized Defence
agai nst Depression ( 1948)
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Symptom Tolerance in Paediatrics: a Case History
(1953)
A Case Managed at Home (1955)
The Manic Defence (1935}
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Paediatrics and Psychiatry (1948)
Birth Memories" Birth Trauma, and Anxiety (1949}
Hate in the Counter-Transference ( 1947)
Aggression in Rela tion to Emotional Development( 1950)
Psychoses and Chi] d Care ( 1952)
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l\1 ind and its Re la tion to the Psy che-Soma ( 1949)
Withdrawal and Regression ( 1954)
The De pres si ve Posi tion in Normal Emotion a]
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Metapsycho]ogical and Clinica] Aspects of Regression
within the Psycho-Analytical Set-Up (1954)
C1inica1 Varieties of Transference (1955)
Primary Maternal Preoccupation ( 1956)
The Antisocial Tendency {1956)
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A Man Looks at Motherhood {1949)
Getting to Know your Baby ( 1944)
The Baby as a Going Concern {1949)
Infant Feeding (1944)
Where the Food Goes ( 1949)
The End of the Díges tive Process ( 1949}
Close-Up of Mother Feeding Baby ( 1949)
Breast Feeding (1945)
\Vhy Do Bahies Cry? (1944)
The Wor] d in Sma]l Doses ( 1949)
The Baby as a Person (1949)
\Veaning {1949)
Further Thoughts on Ba bies as Persons ( 1947)
The Innate Morality of the Baby ( 1949)
Instincts and Normal Difficulties (1950)
Young Children and Other People ( 1949)
What About Father? (1944)
Their St.andards and Yours ( 1944)

348
What Do We Mean by a Norma) Child? (1946)
The Only Child (1945)
Twins (1945)
Why Chi1dren Play (1942)
The Child and Sex ( 194 7)
Stealing an d Te) Ji ng Lies ( 1949)
First Experiments in lndependence ( 1955)
Support for Normal Parents (1944)
Needs of the Under-Fives ( 1954)
Mother, Teacher, and the Childts Needs (1953)
On Infl uencing and Being I nfluenced ( 1941)
Educationa) Diagnosis ( 1946)
Shyness and Nervous Disorders in Children (1938)
Sex Educa ti on in Schools ( 1949)
Visi ting Children in Hospital ( 1951)
Aspects of Juveni)e Delinquency (1946)
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The Family and Individual Development Londres: Tavistock,
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Incluye:
The First Year of Life: Modern Views on the Emotional
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The Re)ationship of a Mother to Her Baby at the
Beginn ing ( 1960)
Growth and Development in Immaturi ty ( 1950}
On Security (charla radiofónica, 1960)
The Five-Year-Old (charla radiofónica, 1962)
Integratingand Disruptive Factors in Family Life( 1957)
The Fa mily Affected by Depressive Illness in one or
both Paren ts ( 1958)
The Effect of Psychotic Parents on the Emotiona)
Development ofthe Chi1d (1959}
The Effect of Psychosis on Fami)y Life (1960)
Adolescence ( 1961)
The Fami)y and Emotional Maturity ( 1960)
Theoretical Statement ofthe Fie)d ofChild Psychiatry
(1958)
349
The Contribution of Psycho . .Analysis toMidwifery{ 1957)
Advising Parents ( 1957)
Casework with Mentally Ill Children ( 1959)
The Deprived Child and How He Can Be Compensated
for Loss of Family Life (1950)
Group Influences and the Maladjusted Child: TheSchool
Aspect (1955)
Sorne Though ts o n the Meaning of the \Vord Democracy
(1950)
The Maturational Processes and the Facilitating En vironment.
{El presente volumen.)

Sección B

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Searles (Nueva York: Int. Univ. Press, 1960), Int. J.
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( 155) Reseña: Heal theHurt Child por Hertha Riese (Chicago
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{156) Correspondence: Love or Skill?, New Society febrero
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(158) The Child. The Family. and the Outside World
(Hannondsworth: Penguin Books. Pelican Book A668)
(Véase la sección A).
(159) The Roots of Aggression ( 1964), en ( 158).
( 160) The Value of Depression ( 1963 ), Bri t. J. Psych.ia trie
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of Misery. The Observer, 31.5.64).
( 161) You th Wil I not Sleep, N ew Societyj 2 8.5 .64; Atlas 8.
( 162) Deductions drawn froma Psychotherapeutic Interview
with an Adolescen~Report ofthe 20th Child Guidance
lnter•Clinic Conference. 1964] N ational Association for
Mental HeaJth.
1965
(163) The Family and Individual Development (Londres:
Ta vistock, 1965) (véase la sección A).
(164) The Relationship of a Mother to Her Baby at the
Beginning ( 1960), en ( 163)_
( 165) Growth and Development in Immaturity ( 1950), en
(163).
(166) On Security (1960), en (163).
(167) The Five-Year.. QJd (1962), en (163).
( 168) The Family Affected by Depressive Illness in one or
both Paren ts ( 1958 ), en ( 163).
(169) The Effectof Psychosis on Family Life (1960). en ( 163).
(170) The Family and Emotional Maturity (1960), en (163).

361
( 171) Theoretical Statementofthe Field of Child Psychiatry
( 1958), en ( 163).
( 172} Advising Parent.s {1957}, en ( 163).
(173) Casework with Mentally 111 Children ( 1959)i en ( 163).
(174) The Deprived Child and how he can be Compensated
for Loss of Family Life ( 1950), en ( 163}.
(175) Group Influences and the Maladjusted Child: The
School Aspect ( 1955), en ( 163).
(176} The Maturational Pnx:esses and the Facilitating En-
vironment (el presente volumen) (véase la sección A).
(177) Ego Integration in Child Deve lopmen t (1962 ), en ( 17 6).
( 178) Provid i ng for the Chfld in Hea1th and Crisis ( 1962 ), en
(176).
{179) From Dependence towards Independence in the
Development of the Self(1963), en (176).
(180) Classi fica tion: Is there a Psycho .. Ana lytic Con tri bu•
tion to Psyc h ia trie Cl assification? ( 1959), en ( 176).
( 181) Ego Distortion in Terms of True and False Self
{1960)~ en (176).
(182) The Aims of Psycha..Analytical Treatment (1962), en
(176).
( 183) A Personal View of the Kleinian Contribution to the
Theory of Emotional Developrnent a t Early Stages
( 1962}, en ( 176).
(184} CommunicatingandNotCommunicatingLeadingtoa
Study of Certain Opposites (1963), en (176).
( 185) Psychothera py ofCharacter Disorders {1963 ), en ( 176).
( 186) Psych ia trie Disorder in Term s of I nfanti le Ma tura-
tíonal Processes ( 1963), en ( 176).
( 187) Hospital Care Supplementing Intensive Psychothe"
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(188) Child Therapy en Modern Perspectives in Child
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PsychiatryJ comp. J. Howells (Oliver & Boyd).


( 189) The Value of the Therapeutic Consultation, en
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(190) The Antisocial Tendency, en Criminal Behaviourand
New Directians in Críminal Law Administrationt comp.
R. Slovenko (Char1es Thomas Publishing Co., U. S.A.).
362
INDICE DE AUTORES

Abrahamt K., 165, 228, 300-4 Hipócrates, 209-1 O


Ackennant N. t 177-8 HofTer W•t 52-3
!

Adamson, J., 126 Isaacst S. t 229-30


Aichhorn, A., 163-4 James, M ., 163-4
Aristóteles, 29-30 Jones, E~, 223
Ba.lin~ M ., 112 y el concepto de afé.nisis, 52-3
Bion, W. R., 191-2, 250 Kea.ts, J., 23-4
Bornstein, B. t 155-6 Knighty señora, 123-4
Bowlby, J., 27 Kris, E., 141 ■-4, 163-4
Bunyan, J., 21-2 Laing, R., 248-9, 251 2
y

Burket E. t 17 Lady M acbetht 23


Burlingham1 D., 163-4 Menninger, K, 171
Burton, R.1 191 20-1, 41 Mozart., W .A., 133
Du nhill, T., 222 Niblett, profesor, 121, 137
Erikson~ E., 13 2, 250 Ribble, M., 235
Fenichel, O~t 266 Rickma.nt J., 361 1 76 t 285
Ferenczi t S., 162-4 Riviere, J., 229-30
Fordham, M. 1 207-11, 213-5! Searles, H., 97-8, 191-2
248-9 Sechehaye, M., 7a, 90-1
Fraser,Profesor,220-2 Shakespeare, W. 1 8-4
Glover I E. t 176-8 Strachey, J., 143-4, 223--4
Greenacre, P~, 59 1 183-4 Winnicott, C., 298
Hartma nn, H., 163-4, 2-70 Zetzel, E., 327-8
Heimannt P., 2 29-30 sobre Winnicott, 333-6

363
INDICE ANALITICO
Nota Bene. Los numeros en cursivas remit.en a historias clínicas.

Absorción del am mente, 163-5 definición de la, 317


Aceptación fase del des.a liento malhumorado
femeninat 38-9 en )a, 322
Actingmd fonnación de grupos en la, 322:
y tendencia antisocial, 271..S enfermedades duran te la, 319,-22
repite el trauma original a en las nii\as, 278-9
trall'és del trauma de aislamiento en la 1 322
transferencia, 27 4-8 psicodinámica de lat 317~25
Actitud profesional el suicidio en lat 320-1
cambio en la del analiBta que violencia en la, 322 ·5
trata ron la tendencia anti socia) Adolescentet 120
y la regresi6nt 212-5 y miedo al análisls 1 248-9
análoga del simboUsmot 2 lOP 11 como aislado, 248-9
papel y definición de la, 209r 12 Agresión 1 19
Actores y falla gradual de I a madre en la
y "sel f falso" 1 195..-6 adaptación 1 113-6
Adaptación y ubkación de los objetos 1 236-7
y satisfacción de los impulsos de) como prueba de vida. 164-5
elloi 315-.6 desfusión de la, 57•8
de la madre a las necesidades del en la adolescencia, 318
yo del infantet l 12p4 Kle1n sobre )a 1 53--4
caracteristicas del ambiente e -¡ns.tinto de muerteft 1 126--7
faci Iitador 1 212~3 Aislamiento
graduada. 92 y crecimiento indiYidual, 88
falla gradua1 de la madre, l l3r6 en la adolesc:encia 1 322
de la madre a la necesidad del en la infancia 1 59-61
infante 1 70 del adolescentet 248~9
Adolescencia del indlll'iduo 1 239-52
y tendencia anti.socialt 320-2 del se1f personal~ 129-30
y provisión ambiental, 88 A1imentart el
e intolerancia a la so1ución falsat como seducción 1 74-6
319-20 el amamantamiento como

365
eeduttiónt 60-1 técnica del, de Klei n. 226-8
Alucinación éntasis de Jaein en los trastornos
1e nsoriat de) infante, satiJfecha psicóticos en el 1 163--4
por la madre, 188-9 alivio por la interpretación en et
en la infancia (Freud), 49-51 154--5
Ambiente respeto por los logros del yo en elt
absorción del, e introyectión, 162-5 155-6
necesidad de) <:ri minal de un use de )a inteligencia deJ nifio en
ambiente espec:ial i udo, 32-3 et 154-6
introyección del ambiente Anamne.si.s
auxiliar del yo, 42-6 contribución anaHtica a ]at 161•2
Ambiente facilitador y psicoanálisis, 171
pape) del, 293-300 Anarom:, e( Mela.nchol:,. 19-21
Ambivalencia Angustia
y culpa, 18-9, 24-5, 97-10 l como culpa, 18-.9
y escisión, 128 por la fa1la del iostén, 146-7
rol de la, en la psiconeuro.sis, 18 por fa Ita de tensión del ello, 38-9
Ami5tad por la pttd ida deJ objeto, 52-3
y orgasmo del yo, -4 3-4 impensable de) infante:
y re!acionalidad del yo, 41 variedades de ]a, 7 4-6
Amor, 93-4 que madura romo culpa, 20-1
como ruidado del cuerpo, 15-6 psicótica, y su evaluación clínica
impulso amoroso y meta en -el anáJisis de nidos, 155-7
destructiva, 19 psiroticat por- instrucciones en la
matema1, como ~ n l 63 infancia, 59-61
la educación moral no lo relacionad a con la
-:-eempla.za, 126-8, 131 desintegración, 56-7
finalidad cruel del amor del relacionada con ]os impulsos
infantet 25-6 pregenita)est 228
y gusto, 38-9 tipos de 52-4
Amor objeta! anadfti,co, 162 Angustia de castración, 100-1
Amor-odio en la p.siconeurosist 168-9
y culpa) 18 y aniquilación, 52-3
Análisi5 de niños Aniquilación
cooperación consciente y y rana del ambiente sostenedor,
cooperación inronsciente en e)t 100
154~5 y la ruptura en e) análisis,
diferentes enfoques de K.lein y 327-31
Anna Freud del 1 154-5 por Ia explotación del ...telf
eva]uación de la angustia verdadero":, 191-2
psic6tit"a en el, 155-1 por la falla en el cuidado del
asociación libre romo amenaza al infante, 334-5
yo de) nifio en el, 155-6 y .,;angustia de ca.straciónN152-3
en la latencia, 149-60 y las intni.siones -en 1a infancia, 100
fase introductoria en el, 153 Anorexia nerviosa, 83--228
Klein y Anna F:reud sobre la y rechazo del objeto satisfactorio)
interpretación en el, 154-5 237-8

366
Aporte y derrumbe, 180-1
del in€ante que neva a la y regresión, 165-6
preocupación por el otro, 100-4 Autocontro] 1 131
Aprobación Autoridad, 23
y desaprobaci6n en el cuidado Autososté~ 75--6
ma.t.erno-t 128~30 .Bala~eo, 239
Arte Beneficios .secundarios
y depresión, 29-30 en ]a delincuencia, 32-3
pape] de ]09 mecánicos dentales y Bien y mal
la experiencia de la en la experiencia del infante,
comunicaci~n en e] 1 240-2 12,8..30
Artes visual-es, 239 Bofetada
Artista como falso clfmazt 43-4
y sentimiento de -culpa, 31 British Psycho+Ana.Jytical Society t
y necesidad de comunicarse y no 223-4
ser descubiertot 241-2 Bruja
y psiconeurosis, 171 la madre como, 67-8
y falta de piedad, 31 Caer, 75.6
Asistente socia] por (alla del sostén, 14&7
naturaleza y función de la, 299- Caos
300 en la psicosis, 169-10
y cuidado del enfermo menta] 1 Canictel'
284-300 e integracioo, 267
y enfermedad psiconeurótiea1 y ~lf verdadero y falso" 1 182-96
286-7 Freud sobre el 1 266
como terapeuta, 298 Caracterist:icas esquizoides
provisión ambiental por e], 300 por rana de] cuidado
Asi.9tencia socia] suficientemente bueno1 75-8
y casos de •self f.elso", I 86-8 Caso e9quizoide
transferencia y necesidades del dependencia en el, 173--4, 315-6
yot 209-11 credulidad del, 310
Asociación libre Casos
como amenaza al yo del nido1 fronterizos1 48-9
155--6 eleccidn de los, 48~9, 219-20, 302
Ateoción hospitalaria Casos fronterizos, 4 8-9, 307
en ]a psicoterapia de la y reproducción de la madre
a
adolescencia, 17-25 demasiado buena como
Atención menta] peligrosa, 67-8
por los padres, 333 Clasificación
del paciente psiaStico, 169-70 seg,ln ]a distorsión ambientalt
Autismo 111-9
y yo auxiliar deficiente de la etiología en la, 161-81
madre, 74--1 contribución ana]ftica a la
autoeroti.smo, 53-4t 56-7 clasiticacioo. psiquiátrica,
ambiente previsib]e promedio, 161-81
125 deriYada de ]os puntos de
Autocuración ftjación, 162

367
pen.onalidad fa Is.a como y derecho a no comunicarse, 2.34
diagnóstico, 186 y dos aspectos de la madret 239
desarrollo histórico de lat 161-1 experiencia de la, en el arte, 240T2
anamnesis y, 161-2 en el misticismot 241-3
importancia del cuidado del en la psicosis, 240-1
•infante en Ia, 163P1 investigaciones de Klein sobre la,
aporte de Klein a la, 161 2-41-2
de los casos, 254•6, 30 l p2 silenciosa 1 239T 41
del trastorno mental, 284-8 silenciosa y el nan:i sismo
de la p.sicosis, 17 4-8 pri rnario, 24 6-8
valor de distinguir el ..sel f falso"' teoría de la, 237-9
para la, 17 J-4 por medio de una cuerdat 200p6
Climax por medio de la formación de
en la relacionalidad del yo y el síntomas, 16 l
clímax fisico, 42~4 dos opuesto.s de Ja, 246.-8
la cachetada como, 43·4 Concentración
Clínica Hampstead, 263 y maternidad, 89-90
Clinica Tavistockt 2.53 capacidad para I a, 246
Código moral Conciencia moral
y de.sartollo emocional, 129-3 l diferente en los sexosr 21-2
del nmo y del aduht.t 1 132 Confiabilidad
Comida e inc:onllabilid.ad en el cuidado
satisfactoriat que engaña al del inf.ante, 126-8
infantet 236-7 provisión de lat 90~ l
Complejo de ca5lTación, 19 Confianza, 39"40
Complejo de Edipo, 150... 1, 162 del infante en el ambiente, 59
y preocupación por el otro, 95-6, Confusión
106-7 y odiot 2.3
y fonnación defensiva, 153 Conflicto
y pro-visión ambiental, 88 intrínseco en la neurosis y la
y t"U.I pa, 19, 20- l~ 21-2 depresiónt l 76-8
y desarrollo instintual, 88 intrapsíquico, 162
y objetos internos, 39--40 inconsciente, e in t.erpret.ación,
y angustias pregenitalest 22a l54p5
como relación tripeTSOnal, 36 Contra transferencia, 207 16
T

como situación triangular-t 86-.7 Control mágico


como núcleo de la neurosis, 22-4 y ex:perienci.a de omnipotencia,
compa1"8do con la ~sición 235
depresiva'\ 228-30 Constitución
en la p.siooneurosis, 168-9 y sentimiento de culpa, l 7
en la psicosis, 168-9, 306 Continuidad
Cornpletamiento, 56P 7 de ser- y continuidad de las
Comprensión intelectual i-eacciones a introsiones, 67-8
en la. infancia, 113-5 del yo, 60-1
Comunicación, 234"52 provisión de, 90- l
y no comunicarse, 239-41 Cooperación
y relacionamiento objeta), '234-5 y resistencia, 218

368
consciente e inconsciente) en el y SM~n, 56-8, 61-5
análisis de niftos, 154.5 e intru.aiones 1 59-61
incon9ciente del paciente) 218 e independencia del inf.an t.et 59
Cópula e infante, un.a. unidad, 49-51
y capacidad para estar 9010 1 38-9 y potencial heredado, 55-7
y preocupación por @l oteo~ 95 y no--integr:arióa en el in(an'tl!I~ 55
Cordura como yo auxiliar del in fantet
esencial en la latencia, 157-9 47 ...53
Creación preocupación por el otro lograda
del mundo por el niMt 118-9 a través delt 96-10 l
Crecimiento emocional falla delt y ·setr falso" t 59-61
y s0cializa.ciónt 108T 10 falla del , y esquizofrenia) 75-7
en t~nninos de dependencia/ F~ud sobre el, 49-51
independencia, l 08-20 suficientemente bueno, que
·creer entlo resulta de c..u falla, 75-7
capacidad parat 121-37 que libera de la psicosist 63-5
Crimen no percepción delt en el infante,
y niflo anlisocialt 32-3 61-B
y culpa, IS Cuidado parentalt 55-7
Criminal Culpa
y culpa, 32-3 ausencia det 29-31
y necesidad de un ambiente como logro en el desarrollo, 17
especializadot 32-3 y ambivalencia, 18t 100-3
Crueidad y el niilo antisocialt 29-33, 34-5
del impulso amoroso, 25-9 y constituciónt 17
Cuerda ycriment 18
como negación de la separaciónt y curación mediante el
201-3 psicoanálisi9t 24-5
como técnica de oomunicaciónt y fuen:a del ~ 29-31
200-6 y realidad interior 1 18
Cuidado del infante y amor-odio, 18
y Dios 1 126-7 y muturbaciónt 20-2
y la religión) 122-31 y deficiencia rnenta.Jt l 7
y el trauma de la inconfiabilidad, y {llcomplejo de Edipo'\ 19
126--7 y socialización, 31
caracterizado por la constante y síntomas) 19
presentación del mundo al e inconsciente, 18
infante, 113-5 y valores, 29-30
1a dependencia en el, 326 como angustia Hpecial, 18
evolución del, en el tratamiento Curación
analítico) 163-7 natur.alt en el trastorno del
Cuidado del ni-'o carácter, 270
falla delt y tendencia antisocial, Child Guidance Training Center 1
34-5 261~2
Cuidado materno Defecto mental
y dependencia, 59 y culpa, 17
y diferenciación del selft 52-3 Defensa maniaca, 2.12-50

369
y 1o vivo, 250 en e1 cuidado del i nía nte, 326
y juego, 43-4 reconstrucción de l.a dependencia
Defensa.s infantil" a partir de1 estudio de
y ello! 53--4 la transferencia, 70-2
demzmbe de las, en la psicosis, regres"ión a !a, 165-6
169-70 r-elativat 59
anál i.sis indti1 de las. en Ia riesgos de la. 314
personalidad con '"selffaJso111 1 tres ca.tegorias de:
198-9 absoluta (doole): relativa; hacia
de carac::teristicas psicóticas. 51 1a independencia 1 109-20
primitivas, en la :psioo.s"is 1 debidas hacia la independencia, 59
a 1a falla am bienta.l tem prana 1 transferencia, 327
174·8 Dependencia a bso lu w
Deficiencia ambiental, en la infancia 1 y t I ro1 de Ja
que Ileva a la psicosis, l 74-6 madre, 109-12
Delincuencia Dependenóa anacl itica 1 la, y e~
y culpa, 31-3 analista, 173--4
como tendencia antisocial no Dependenci a re1ativa
cu rada, 173-4 y fa.Ha gradual de la adaptación
tratamiento de la, 3 2-3 de la madre, 113·6
y tendencia an tisocial 1 34-5 pen:atación por el infante de la,
De Monch aux, C., 250 114~5
Dep.anamento de Psiquiatria lníanti1 Depresión
de Maudsley, 253 tratamiento analítioo de la,
Dependencia, 31 302-41 315--6
absoluta, 59 y el arte y la reli gi6n 1 29-30
aceptación por el analista de 1a. y la paranoia, 294-6
53-4 y la represión, 289-90
provisión deJ analista par a la, como logro, 229-30
173--4 como logro y como enfermedad,
reconoei miento por el analista de 167
la 1 cuando e I paciente encara e 1 variedades din icas de l.a, 288-96
•sel f vero.adero'", I 96~ 7 i mp1"ica fu ena deJ yo, J 15--6
y desafio en la adolescencia, en Ia madre y el n ifio, 250-2
317-8 con O"ic:to rea-ctivo y con meto
y psicologia del yo. 53-4 in temo, 176-8
y enfermedad mental, 296~ 7 reactiva y esquizoide 1 291·2
y pape1 de la identificación, 117-9 •posición depr-esi va ! 24-30,
11

grados de la, 85-7 134•5, 145, 167


doble, defini-ción 1 232..J romo nlación bipersonal 1 371
doble, en e1 análisi.s 1 17~9 229-30
fallas en ta etapa de la comparada ron el -complejo de
dependencia doble que Edipo·, 228-30
conducen a la psic:oeis, 114-6 concepto dé Klei n de la!
Freud sobre la. 53~4 defini.ción 1 229.30
en e I encuadre analítico, 326-7 Depriv ación
en e 1"infantet 55- 72 y c-onducta antisccia], 32.5

370
y tendencia antisocialt 297, 336 capacidad del nllio para crear un,
y privaciónt 336 131T2
conducente a Ia tendencia per:Jonal, 132
antisocial, 173~ 267, 336 personal, que no reemplaza el
Derrumbe mental, 169-70 cuidado del in fantet 126~7
como recut:roo, lSO. 1 Diat.onión ambiental
como autocuración, 180• l dasificación see;un lat 177 ~9
Desafio pape] de ]a, 177
y dependencia en la adole9Cenciat Due]ot 299.90
317 Economiat 18
de la tendencia antisocial, 268T9 Educación
Desarrollo emocional y psiooamtlisis, 135-7
y ptoe:e90s de la maduración 1 moralt y desarroUo emocional,
123--32 121.37
y pro"i~ión de ]a oportunidadt moral I que no reem pl.au al amOT t
134-6 126•8
aportes de KJein sobre el, ~ 33 Educación moral
Desarrollo madurativo y provisión y creati vid.ad individua t 122-4
ambienta], 336 y cuidado del iníante, 121~31
Desesperación Ello
en 1a sumisión, 135-.6 y destructividad! 98~ 103
~fusión, 57..S yyo, 18
Desintegración y relaciones objetales, 88
angustia relacionada ron lat 5&- 7 1a excitación delt como trauma,
,como defensa, 79--80 183~4
Despersonalización, 80~ l ..e:ctemo• al yo en la psioos:isj 51
Destete fuenasdeltexternasal infante, 51
y preocupación por el otroj 98~9 impulso de]t contenido en el vivir
Destructividad, 101-3, 105 de] yo, 41
e ªinstinto de muerte•, 60 ~ l nec~idade:1 de]t 183-5
y melancolía 1 24-5 no hay ello sin yo 1 73
como la falla de la fumón 1 164-5 reladone:g del, y fuena del yo1
del infante I y cuidado matemot 42•3
133 relación del, y relacionaHdad de]
que provoca el manejot 273 yo, 37~9
Diagnóstico satisfacciones fisica!I del .eJlo en
importancia del, para el ]a psicos~ 51
tratamiento analítico, 151 T2 tensión de] eJlo y madre-objeto,
itn por-tanda del, del ""self 97-9
verdadero y falso•, 195-7 ten!!ión de]j y juego, -43-4
como base de la técnica de] falta de tensión de1 1 y angustia,
analista, 218-21 38~9
Dios Empatia
y neurosis obse9i vaj 23 materna, 51
como proyección de la bondad de la madrej y su comprensión
original, 122-4 guiada por ]as seii.ales del
creenda en, 121-4 in rante, 64--8

371
EmpaUa materna romo inversión de los procesos de
e infante, 51 maduración. 45·6, 315-6
Encuadre psiooanaJitko y complejo de Edipol 306
y psiooneurosis, 151-2 por falla de la provisión
demimbe recordado en el 1 180--1 ambiental, 63-5
dependencia en el, 326•7 el el lo "e-xteroo" a I yo en la, 51
narcisismo en el 1 164.-5 infanti 1, 240-1
uso ampliado del I l 634t 314 infantil, por falla en el yo auxiliar
Enfermedad me-ntal de la madre. 75- 7
y asistencia social, 284 1 36 prevención de la, mediante la
el factor ambiental en la etiología provisión ambiental
de la. 291~3 suficientemente buena, 86-7
variedades de, 284-3(k} escisión en la, 293
Eníermedad psioosomática trata miento de la, 48·9
y dependenciat 331 angustia impensable en la, 75•6
Enseñanza Estado de retraimiento
del psicoanálisis basada en casos y expectativa de per3eCUCi6nt 36
psicosomáticos, 168--9 Estado de unidad
Entrenamiento logro del, 56--8
véase Formación ""Estar solo"
Entrevista como estado inma<.1 uro. 39--4 O
psicoterapéutir.a. 254 oomo el infante con la madre, 37
Envidia capacidad para, 36--46
del analista. 103-4 capacidad para, y la relación
Escena primaria anac lítica 1 36
y capacidad para estar sol-0¡ capacidad para, y los objetos
38--9 inte-mos buenos, 38--40
como una oomida 1 228 capacidad para, y la relación
Escisión, 28·9t 1451 293 sexual, 38
del bien y el maJ, 128---30 capacidad p.arat y escena
Esperanza primaria, 38
y empleo de una cuerdat 204-6 niño solo en la latencia. 157
en el reconocimiento por el F.xcitación
analista de que no hay en el juego, 434
esperanzas. 198-9 instintual y de objeto, 27
en la tendencia antisocial, 134-6, Existencia psioosomática
267•9 gracias al sostén, 56-8
la regresión oomo. en Existencialismo
psicoanálisist 165-6 y segu;i r-siendo del infantet 112
Espíritu Santo, 121 E:1:pectativas
Espontaneidad, 308-9 del paciente en regresión, 183~4
y omnipotencia del infante, 188-9 Experiencia correctiva
y (llself verdadero"", 19'2~3 la buena técnica como, 33 7
Esposo no basta. 337
y apoyo a Ia madre, 92 y regresión a la de-pendenciat 337
Esquema corporalt 59 Experiencia crea ti va
Esquizofrenia en la niñe~ 105

372
Ex:plotación Formación del &íntoma
miedo a la, 234 como comunicación, 161
del •s.e1f venJadero111 , 19 l •2 Formación .simbólica
Extasis y Tealizació-n del gesto o la
como orga5mo del yo. 43.4 alucinación del i nían te 1 188•90
Factor am bient.a.l Fl't!lud, A_ 1 22.3
en Ia etiología de la locuraj 28-8 y )a controversia con Kleint 223
en la enfermedad mentalJ 203 sobre los mecanismoe de defensa,
interpretación del. 48-9 162
Factor antivida en la depresión de la sobre las defensa!I del yoj 151-2
madret 120 sobre la interpretación en el
Fa)o1 42~3 a nalisi.a de ni flos, 154--5
Falla sobre la fase introductoria del
gradual de la madre 1 en )a arutl isis de niflosi 153
adaptación a Ias necesidade.s sobre el quehacer rnaterno 1 52-3
yoicas del infantej 113....S sobre el papel del factor e:ittemo 1
de )a provisión ambiental que 163~4
conduce a la psiOO::!!lis infantil, Freud, S .• 96-8 1 191•2. 228j 2-4 l •2.
63-5 303---4. 326- 7
del cuidado suficientemente y e I tratamiento analítico. 150• l
bueno y KUS resultados par-a el y el concepto de la dependencia
desarrollo del yo1 7&-7 analítica! 173--4
de) sostén y a niquilación 1 6()..1 y el concepto del ""se)f verdadero y
del cuidado materno y el falso... 182
desarrollo del 111self falso" 1 59-61 y las madres. 125--7
papel del. en el anélisis> 337-9 y la desatención en la infancia.
Falla ambiental. 85•7 49-.50
cólera adecuada a )a experiencia y otrn6 analistas. 223
de la. 27-4•5 y la religión. 122-5
que conduce a la tendencia y la psicología socialt 34~5
antisocial. 174-5 su contribución a la comprensión
Fantasía, 79-80 de )a tendencia antisocial. 34~5
y sen ti miento de rul pa> 19 crítica de 1 relacionada con la fase
Klei n BObre la, 2B-9 de sostén 1 61 T2
Fijaciones sobre los trastornos afectiw,s 1
regresión a las 1 162 165·6
papé I de las 1 en Ia clasificación, sobre la relación anaclftica 1 36
162 9obra la atención de) analista.
Formación 68-9
y paciente psicóticos. 21-4•5 sobre la tarea del analista.
casoo de "'se)f falso"' i 209~10
inadecuados para la, 186 aobr:e el carácter. 266
para Ia psiquiatría infantil, Z53..fi5 sobre la niñez 1 143.5
importancia de la forro ación .sobre 109 factoree institucionales.
analítica> 149 162
Formación de grupos sobre los actos de1icti vos. 31-3
en ) a adolescencia) 322 sobre la dependencia. 162

373
sobre el yo, 294-5 Gratitud, 194
sobre la cu lp.a, 18-9, 24-5 Guerra
.sobTe la in íanc i a, -48.-51, 61-2 ·valor" de lat en la ado1escencia,
sobre 1a realidad int.etior, 28-9 318
sobre e! cuidada materno, 49-51 Gustar
sobre la re presión primaria, y .amar, 38-9
49-50 Hampstead Clinic 1 263
sobre la enfermedad p:siquiátric::-a, Ha rn pstead War N ursery, l 6J-4
l61T2 Herencia. 86- 7, l 77-8
sobr-e el superyó, 20-1 Hermano
Frustración muerte de1, y rul pa, 20-. J
y capacidad del yo 1 18J-4 H umpty-Durnpty, etapa det 97-8
va lor de la, paTa el infante, Identidad, 248•50
236-7 1den tificación
Fuerza de1 yo, 162 y dependencia de la infancia,
y debilidad del yo, 80-2 117-9
y culpa, 29-31 del infante ron la madre, 117-9
y vu 1nerabi Iidad del paciente t que conduce al ·self falso"", 186
327-31 de la madre ron el infante, 41 1
evaluad ón de Ia del paciente, 68-70 90-1
329-31
'
del cuerpo total con el obje10
gracias a las relaciones del ello, parcial, 42-3
42-J primaria, 56-8, 177-8
y debil itam ien to del yo, 67-8 Ilusión
debil idad y madre real, 73-4 de omnipotencia, 190
Funcionamiento simbólico, 57-8 [magi nación
Fusiónt 5 7-8 uso de la 1 por e1 ana 1ista, 17 8-9
y dependenc-ia, 164-5 Imitación
y auxilio ambienta 1, 236-8 como aspecto del .. self falso" 1
y faUa del auxilio ambiental, 191·2
164-5 Impulsividad
del amor y del odio, 97-9 manejo de la, 32-3
de la m adre-.objeto y la madre- [ mpulso C"rea tivo
ambiente, 97-100 reali z.ación del, 92
en un muchac-ho, 11 'l-8 Inconsciente
en el infante t por una madre que Freud sobre el
atonnen ta, 191-2 reprimido. 150-1
repetición de la confusión de la intei-pretación del, en el anali:5is
iníancia, en la transferencia, de niñ.OS, 154-5
191-2 rnoon fi abi Iidad
ti nal de la. y necesidad de-1 en la persona 1idad, 266
infante de señalarlo, 64-8 Incor-poración, 20-1
de! infante con la madre, 57-8 l nde-pendenci a
de la madre, que demora la que surge de 1a de~ ndenria,
separación deJ infante, 68-70 117~20
Gesto establecimiento de la, en e 1
del infante, hecho real, 188-9 infante, 59

374
[ndi\'iduo In moralidad f-eroz. e-n el. 1:11-:1
y f" re:ttividad y f"d uca-c: ión moral. e 1¡'.!esto hecho 1"ealid~1d 11m e 1.
12:l-'4 188-9
y vu lne rabi] i d~d . 98T 100 las fuer1.as del el lo externas al,
y .tislarniento, 59-61. -88 51
como 11is1~tdo. 244-5-:! OC{:CSidade:s de pFl.)'V ·~ iu n
ve rdad e ro ocu lto, Lti4-5 arnbientaJ en el, 61-2, 113-4
el no oomunicat-se en un. ~44-92 no existe como tal, 4 9.50
!nfan-c:ia omni 1>0tenc ia y '-'-sel f verd:-:t;dern"
y lo!!ro del e.stado de unidad. 56, 7 en el, 188,9
Fre u.d sobre la, 48-5 1 necesidades o ralc.s en e 1. y la
ai.s l.am iento en la. 59--6 1 madre, 74
e.studio de la, y tr.tnsferencia. 47 expe nene ia positiva de-1 odio en
noTintegración en la, y cuidado el, 236-8
materno. 56 •7 re--chaio del objeto gratiíic-anle en
lnfonte e1. 23B
logro de la i ndepend ene ia en e L las tres etapas de la
59 aproximación a un ohF-to en eL
y e uidado rn alf'-rno corno una 141-3
unidad, -49 p5 O no .se percata del factor-
y principio de r-ealid ad, 7 4 ambiental, 146-7
y rel ne ión con la m ad re~bjelo y no se percata del cuidado
J.a madre•am bien te, 97 1O1
p malemo 1 67--8
y el obje lo subjetivo, 'M inmadurez
y uso del sim bolo~ 1S8-9 y capacidad par-a estar- solo,
ane-ncefáliro, 73 39p40
a la vez. de peod ien te e como mala salud, 84
i11dependien te, 109• l 4 del yo, y yo aUJCjJiar, 39-40
pe-n~atación de la fa] 1a del Inquietud
cujd.ado materno en e 1~ 67-8 en el juego y de íe nsa maniaca.
capac ida.d para aportar del, que 43-4
lleva a la preocupación por el Instinto de mue rtet 250
otro 1 100-3 y odio, 60•1
que crea un objeto, 235 •7 no lo hay al prirn::ipjo, 60• l
[a depende ne ia en el, 150• 2 no tiene valor el ooocepto de 1
la depend ene ia eo el. respecto de-i 164•232
cujdado materno 1 55~ 72 l nsti ntos, los
La depeod elleja en el, respecto de como ex.ternos aJ iofaote, 1S3-4
la empa tia ma ter-oa 1 5 1-3 Integr-ación
el d esarroJ lo del I en el sosté11, y cankter, 267
56•8 y escis ion, 293
oecesid a des del yo y experienci:3..9 eg el desar-rol lo del yo 1 76-80
instintua1es en el, 11O..fi Intelecto
ex perieoeia de om ojpotencía y y "'self íalso'.. 173--4
om oipoteoc ia en el, 60-1 Inteligencia
el seuliBe engañado por la emergeocia de lar en el .sostén,
sa lisíaccióo, 236 •7 57p8

375
uso de: la deJ niño, e:n e1 análisis, 157
154-6 lntroyectos
Interpretación natura lez.a de IosJ 129-30
que suma eI factor am bienta.l, 1ntrusi ones
146•7 y cuidado del infante, 112
del analista y rondm:ta, 165-6 y om nipote nci a del infante, 59-61
y necesidade-5 de dependencia, Inutilidad
304-5 y -'"se: 1f falso... , 192~3
y de pendencia de trans íerenciat 1rri ta bi Iidad
327-31 como sin toma del .. self falso" 1 190
como una buena -oomida, 61-2 Juanito 1 -19-,-50
como trauma, 64-6 Jugar
peligro de: la, 247-8 y preocupación por el otro, 100
profundización de la, 302-5 y defensa maníaca, -43-4
que establece límites a Ia y calidad de Ia atención del el lo,
c:ompre:nsión del ana Iista, 218 1 43.4
2-17•8 teoría de Klei n sobre e] jugar de: 1
función de Iaj 208 niñot 226-7
del material •profundo", 143-4 significado del jugar del niño,
de I factor ambiental, 4~9 241-2
del lTau m a origina I como sab sfarción con e 11 43-4
proyección, 48-9 Jung, G.,
basada en la perspica-r:iai 237-8 sobre la transferencia, 207•8
que pnxi ure de5eSp,era nza 1 Klein, M., 134-5, 1 ◄ 5, 270 1 303-4
304-5 y el roncepto de "posición
que provoca tóler.a o excitación, depresiya• 1 21-30, 37
331 y e~ concepto del mundo y la
alivio gtaci as a Ja, en el análisis comunicación "internos1t, 241-2
de: 1 niño, !.54~5 y e 1-concepto de ..defensa
contención en la 1 329-30 maníaca• 1 232-3, 250
papel y significado de la 1 21 7-8 y e: 1 concepto de la .. p051ción
papel de ]aj 4. 7-9 esquizoparanoi.de", 231
papel de 1a, en el análisis deJ y sus 3porte5 sobre los trasto,n05
niño, 154-5 a fertiva-5 t 165-7
debe: respetar el logro del yo en el y sus aportes .sobre -el de.sarrol lo
análisis de niños, 155-6 emocional tempTano, 223-33
oportunhlad de la, en e:l anális3s y Ia técnica de F reud, 228,30
de niños, 158-9 y la técnica del análisi5 de niños,
y confiabihdad del analista, 48-9 225.7
1ntroye<:ción 1 20-1 su controYersia ron An na Freud 1
y Tealidad psíquica, 226-7 223,233
y psicosis, 169· 70 critica a la.5 ú Itimas
in te-rpretación de: la, 303 .4 investigaciones de Klein y a la
del ambiente auxiliar del yo, 42~6 des.atención de I ractor
de la madre auxiliar del yo, 39-◄0 ambiental, 232
y absorción de: 1ambiente 1 163 .5 énfasis del análisis en los
e inc-orporac:ión en la Iate ncia t procesos má5 tempranost

376
descuido del cuidado infantil, y capacidad para odiai\ 164-5
163-.f y capacidad para sobrevivir, 27
sobn la agresiónt 25-6 y Fnmd y el psicoanálisist 125-1
sobre el jugar del niño, 226-7 y falla gradual de Ja adaptación,
.sobre la dasificadón, 161 113-9
.15-0bre la prt:-ocupa.cidn, 151~2 y ~atisfac:cion~ orales del
sobre la depn:sión, 167 infantet 74
sobre los objetos inte~ 38--40 y el yo débil del infante, 90-1
sobre la interpretación en e 1 y Ja relación oon la destructividad
análisis de niflos, 154-5 del infante, 13 3
sobre la latencia, 153 y el tiempo 9 100
sobre la angustia y Jos y el deseo de ser oomido, 164-5
mecanismos primitivos 1 53--4 oomo objeto subjetivo, 74,116
sobre el trastorno psicótico en el romo objeto total, 97-8
análisis de ni~ 163-4 no es posible hacerla
sobre el rol de Ja escisión en la suficientemente buena, 63
psicosis, 64..-5 cambios de la, 61- 70
resumen de los aportes de Klein, continuidad de la, viva y con
2.3.2--3 presencia a<:cesible 1 100-1, 106-7
Latencia, período de la depresión de la, y el niilo, 250T2
y provisión ambiental, 88 devoción de Ja, 192-3
tendencia antisocial en el, 278-80 efectos de l.a muerte de la 1 I 16-8
el nifio solo en eJ, 157 auxiliar del yot 39-40
análisis de niflos en el, 149-60 madre-ambiente y madre-objeto,
relacionalidad del yo perturbada 237-9
en el, 157 facilitador-a de las experiencias
final del tratamiento en el, de omnipotencia del iníante1 74
158..oo buena, como castradora, 66-8
locura oculta en eJ, 157 suficientemente buena, 74-6,
i ntroyecci6n e incorporación en 188-90
el 1 157 identificación de la, con el bebé,
naturaleza deJ, 153~ 90--1
coniur:a esencial en el, 158 relación madre~infante respetada
Leuootomia, 259-60 en la transíerencia, 183-4
Little, M., 214-5, 33 7 necesidad del infante de una
Locura madre real, 114-5
puerperalt 68-9 que maneja Ja ansiedad
etiología de lat 288 irnpensablet 7 4-6
y vida ordinaria, 288 que se fusiona con el infante, y
sentimiento de, por la culpa, 32-3 demora la separa.ciónt 6,8.. 70
oculta en la latencia, 157 no percepción de la, en Ja -etapa
en los casos fronterizos, 307 del "'yo soy", 41
Madre no extema, sino parte del nifao,
real, y fuerza del yo del infante, 60-1
73-6 preocupadat 41
presencia real de la, 42T3 identificación proyectiva de la,
rol adaptativo de la, 25-6 con el bebé, 68-9

377
que propon:i on a un cuidado Manipu laci.6n, 78-81
::¡u ficien temente bueno, 63 llast urbación
rec-h&:10 de la madre demasiado y CU Ipal 20-2
buenat66 dominio del odio en la. 38-9
rol de ia, en e) desarrollo del •selí Material clinico
falso" 1 188-90 anorexia (niño de J años), 22B
pape] de Ja, con el infante, 90-2j tendencia anti.social (varón en la
126-Jl 1atencia )t 2 78-80
rol de la, <:on el infante, como tendencia antisocial y robo {varón
.. interpretación del papel", de 13 .año5). 280-1
114-5 {niña de 8 a ño.s)t 280
sep.a rac-ión de la, re.lipecto del caso front-eri10 (varón)t 281-2
infante, 92 romu nicac:ión a través de una
sustitutos de la, 114-6 c:u e rda ( v aTón de 7 año.s)t
que .sobrevive a la de.strucción 200-6
por el infantet 133-6 pr-eoc-uparión por la
que atormenta, y creación de- su pervi vent"ia de] an.ali:ita
c:onfus ión en el infante t 191-2 (paciente p.s icoterapeuta), l 02-4
dos aspectos de la: madre-objeto dependencia y vulnerabilidad en
y m.ad re-a mbientet 97-10 lj la ll"an::¡ferencia (paciente
103-4 mujer) 1 326-31
i ncon fi abi I idad de la, 239 depre5 ión profunda como
Madre suficientemente buen.a, 188-90 reacción a la muerte del padre
Maduración (niña de 5 años), 24-5
dependiente del ambiente dep rivación y robo ( \'aron de 8
facilitador, 235 año.s)t 280
Madurez deprl \'ac:ón y robot recuperación
y capacidad para estar solo, 36 espontánea gracia.5 a la
y desarrollo emocional, 84- 7 regresión en el hogar (varón),
Maldad 32-5
y tendencia anti.socia It 134-6 .sueño con un self homüga {varón
y mo ral 1 13-4-6 de 12 año.s}1 101
:\taneja 5ueño del self privado (pa-ciente
y p.siconeuTOsist 86-7 rn ojer )t 243
mediante el c-uida do materno de envidia del analista (paciente
las necesidades del infante, 56-7 varón), 103-5
bueno, corno comida, 183~4 problema del •self falso• y e! rol
de la oond ucta anti.social 1 32-3, del se)f protector en un.a mujer
32-5 de edad mediana t 184-5
de los con tac tos fuera de la culpa por la muerte del he-rm ano
transíerencia, 24 7~a anterior al nacimiento (varón
del trauma origina] en los de 8 años) 1 20-1
trasto ma.s del carácter 1 27 4-6 cu] pa ob5esi va por alguien que se
p ro"■'ocado mediante Ja a hop (niña), 23
de:st rucción t Tl 3 odio a 1•ter.a pe u ta (niña
tratamiento por medio det 282-3 adolescente), 105
y tratamiento analítico, 162--4 locura latentet in lento de

378
e:ic.presa:rla (niful en la latencia)~ pritnari.0 1 y comunicación
157 si lenciosat 246
angustia psicótica ex.presa.da en primari.0 1 en el sostén 1 56-8
pesadi 11 as du rant.e la vigilia Necesidad-es
(niiio de 10 afio:s)t 155-6 necesidades del yo y neresidades
ca so esquizoide ( pacien l.e mujer). del 11!-llo. 18
307-12 comprensión mágica de la rnadre
distintas reacciones a 1a muerte sin sez\ales de malestar del
de la madre (lres hermanos)~ niño,64-8
116-8 y satisfacción instintua l 1 183~5
lTa tam iento en la latencia y la Neurosis obsesiva
adolescencia (varón)s 322-5 y Dio5s 23
"'se1f verdadero"' oculta (niña de y 1a rel igi6:n 1 23
17 años). 243-5 Nir.oi el
Maternidad y la capacidad pa:ra la educación
y ooncentración~ 89-91 tnaraJ 1 121 ~7
Mecanismos de defensa y la rapacidad para crea:r un
Anna Freud sobre los~ 52-3 Dios. 131-2
en relación can el -ello y la y su participación en ]a depresión
pérdida de objeto 1 52•3 de Ia madret 250-2t 28 l •2
investigaciones de lüein sobre desarrollo del I e integración del
los, 53-4 yo, 73-4
Melancolía, 23-5t 27 Ni vel genital
Mente y capacidad para la preocupación
y "self falso" 1 187-8 por el otro, 95
y psique 1 57-8 No existencia
Misticismo como rasgo d-ei "se1f fa]50" 1 198~9
y comunicación con los objetos No integración
subjeti '1ost 241-3 y cuidado materno. 56- 7
Monoteísmo y re1ajaciónt 42~3
y desarrollo del superyót 21-2 en el sosten 1 56-8
Moral 1 17 Normalidad
feroz 1 de la infanciat 13'2~3 y ·self íalso ... 194 .S
falta de 1 29-30 .. No yo:11
Mol"al de esfínterest 129-31 logTada gracias al sostén, 57..S
Movimiento y piel 1 57-8
y awesión 1 5 7-8 cuestión de intelecto. 48T9
Muerte Nurserí de Guerra Hampstead 1 163-4
experiencia det en e~ niñ-ot 116 Objeto
significado de la~ 191 creado y halladot 236-7
de la madret efectos de la. muertot 15()...2
116•8 eliminado por la satisfacción 1 2J6-7
deseos de 1 y culpa, 205-7 haHar un, 27
Mutilación, 60- l creación y recreación por el
Na:rcisistno infante del 1 235-7
coma relación unipersona lj 37 rechazo por e I infante del que
en el encuadro dínioo 1 164-5 satisface. 237 ·8

379
percibido objetivamente, 239--41 y muerte, 250
ubicación del, y agresión, 23 7 e i ns-tinto de muerte, 60-1
posición del, 237 y nl.3.3turbación, 38-9
relación objetal, 294-5, 304-5 capacidad de la madre para el,
relación objetal y comunicación, 16-4-5
23-4-5 al psicoanálisis, 2-44--6
relación objeta! y presentación al terapeuta, l 05-337
del obj eto 4 76-8 eJC periencia positiva del, en el
relación objetai, falso o sumiso, i nfante 1 236-B
23741 Omni p0tencia
papel del objeto subjetivo, en el e intrusiones, 60-1
de.sanó llo del yo, 23-4-52 experiencia de la, y la madre, 7-4
subjetivo, 74, 243-5 experiencia de la, y principio de
pen:-i bido subjetiva y real id.ad, 235
objetivamente, 57-8, 235 ex perienda de la, y control
crear un, 78 mágicot 235
Objeto hallado y objeto creado, 236-7 del infante 1 4 7-9
Objeto subjetivo del infante, y creación del objeto,
y yo del infante, 7 4 235--6
Objeto t ransicional del i nfan te 1 y papel de la
el analista como, 217 iden tifi.cación, 117-9
y el arte y Ia religión, 2 40-2 del in fan le, que encara las
y la vi da cultural, 195-6 intrusiones, 5 9-61
y los objetos creados por el del in ían tE:-, satisfecha como
infante, 236-7 ge:sto, y "'self verdadero•, 188-90
y los fenómenos transicionales, del paciente, 47-9
142-4 Oportunidad
Objetos in ternos provisión de la I en e I desarrollo
y transíerenci a, 226- 7 emociona], 134-6
muertos, 250-2 Orgasmo
buenos, y capacidad para estar del yo 1 42-4
solo. 39-40 Paciente
buenos ,Klein), 38--40 y dependencia respecto del
proye<:ción de lo:; buenos, 39--40 analista, 326-39
Observación di recta y yo, 304-5
y psicoanálisis, 141-8 y neéesidad de dar indi ci~ 64-8
de la i nfa nria, y estudio de la y negacioo de la no--
transferencia, 70-2 comunicación) 2-4 7....S
limitaciones de la, 27 y el no--comu nic-arse como
y aprendizaje con el paciente en positivo, 246-8
regresión 1 196--7 y la reacción a Ia ausencia del
Ocu]tamiento anaJ ista, 329-31
necesidad del, par-a el self y cooperación inconsciente, 218
&ecreto, 24 3-52 y uso de las fallas de 1 analista,
del '"self verdadero"', 59--61 337
Odio evaJ uación de la fuerza de I yo del 1
y -confusión, 23 329-31

380
vuln-etabilidad del yo del. 327 PUgrim a: P'rogré~ 21,2
Padn: Piscina, 89.90
idea del, 36~ 7 "'Posición esq uiio,paranoidll!l'\ 145,
en la infancia, 184~5 231·2
cu Ipa r-elacionada c:on !a muerte Potencia
del,24r5 genital, 38-9
Papá Noel, 123-4 Potencial heredado
Paranoia y aniquilación, 60.-1
y depresión, 294-6 y 111 ~lf verdadero•) 59
y etapa del "yo soy•, 296 aspectos delt 55~ 7
Pecado que se convierte en continuidad
original, y bondad original, 122...J del ser) 60-1
Pecho Preocupación mat-ema primaria,
interno, 39-40 67~70, 110~2t 334-5
Pediatría, 83 y satisfacción por el analista de
y psiquiatría infantil, 255-6, las necesidades del paciente,
259--62 68~9
y p!icoanálisis) 183-4 como identificación de la madre
Pene con el infante, 235
interno, 39~40 descrita, 191 •2
Persecución Preocupación pot" el otro
expectativa de, y estado de y logro del cuidado del infante,
retraimiento, 36 96-101
Persona e integt:ación del yo, 31
el infante se convierte ent 56- 7 y madn,ambiente, 98.10 l
Personalidad y n!lación sexual, 95
crecimiento de la, tendencias en y "'oompl~jo de Edipo1' 1 95, 106-7
el, 88-90 y responsabilidad, 95
salud y escisión, 244~5 y destete, 98
organización del yo; núcleos, 41 como capacidad de I infante para
rica, y nec~sidad y salud rne:ntal, aportar, 98~ 103
B4 capacidad para la. 95-107
esquizoide, 76-9 pérdida de la capacidad para la,
Personalidad esquizoidei 76-.7 101-4
Per.1onalización) 293.300 origen de la, 27-9
y manipulación, 18 Principio de realidad
en el desarTollo del yo, 76-- 7 y experiencia d~ omnipotencia,
Pesadilla 235
en estado de vigilia, 155-6 y el infante, 7 4
Piel Privación, 297
y diferenciación del -Y-0 y ·no
9
Proceso externo
yo", 57-8 y proceso interno, en la técnica,
y realidad psfquic:a interior, 163~
129-30 Proceso primario, 56. 7
y realidad psfquic:a) 5 7~8 y regresión, 165--6
411
como memhra na li mitadorat y self verdadero"', 165-6
89-90 en la latencia) 155-6

381
Proceso secundario1 57..S aceptación de la dependencia en
Procesos de la rnadu ración y la transferencia por 1 53-4
desarrollo emocionalt 123--4, 132 no todos los analistas son iguales t
y provisión ambiental, 109~16 219-20
y provisión de oportunidades, y la adaptación a la necesidad 1
13-4-6 uersus la satisfacción de los
y trastornos psiq uiátricost 301-6 impulsos del ellot 315-6
desencadenados por la y la dependencia relacionada con
experiencia de la rabia en el el ..sel r verdadeT0 19 1 196-7
análisis, Z14·5 y el diagnóstico de la
"'Profundo, lo19 personalidad con "'s::'.!lf falso" 1
como parte del infante. y •10 196-7
temprano 19 como aspecto del y los efectos sobre el yo del
ambiente 1 145ft7 paciente. 219-20
e I infante necesita madurez para y el yo auxiliar para el paciente
volverse profundo 1 143~4, 148 en regresión, 213~5 1 314-6
que involucra la fantasía y la evaluación del material
inconsciente del paciente, 142-3 •profundo!t y del material
y "'lo tempTan019 en eJ desarroilo "'tempranott, 1 145-7
infantil 1 131-148 y la evaluación de la
Progenitores •dependencia cioblett, 178-9
no producen un bebé, 110~25 y la evaluación de la realidad
facilitan los procesos externa en el manejo del
madurativos. 110-6 paciente en Tegres.ión, 213-4
uso de los 1 en psicoterapia, 200-6, y la expectativa del no
333 comunicarse del p.acien te, 246
Prostitución, 278-9 y lo que obtiene de la psiquiatría
Pro\,isión arn hiental del adulto, 183•4
y procesos de la maduración, y el manejo del "'sel f falso", 196•7
125--31 y la interpretación 1 218t 24 7 ~8
y •complejo de E.dipo" 1 88 y la i nteTJ)relación y la
como sostén, 55-9 verbalización, 21 7-8
faci litadora de los procesos y Ia interpretación del conflicto
emoc:ionalest 109~ 16 inconsciente: en el análisis de
suficientemente buena, como niños, 154.-5
preventiva de la psicosis, y el tratamiento de casos
86~7 fronterizost 70~ 2
Proyección y e I manejo del trauma en los
y funciones corporales. 226-7 trastornos del carácteI' 1 27 4 ~5
y psicosis, 169-10 y su necesidad de un a teoría,
interpretación de la 1 303-4 311~12
de los objetos internas buenos, y l.a provisión de condiciones para
39-40 la dependencia, 173-4
de las intrusiones. 59-61 y la provisión cuando trata la
papel de ~ en el dominio del tendencia antisocial 1 27 3
trauma. 4 7-9 y el ncnnocimiento del factor
Psicoanalista, el, 2S.-9 externo. 329.30

382
como especialista en la toma de confiabilidad de, e
la historia, 171 interpretación, 48-9
y la tecnic:at 210-4 riesgo de que no crea en la
y la transferenciat 151..-3 angustia del paciente en
respuestas no conocidas por I sin regresiónt 314
dave:s del paciente, 64-8 papel det 4 7-9, 212
corno objeto subjetivo! 217, 24 7•8 el aspirante a psicoanalista, 66
atención del ( Freud ~ 68--9 9Upervivencia de, 315--6
conducta delt e interpretación, lo que le enseñan los pacientes,
165~ 237·8
clásico! 213~4 que trabaja con el ego corporal 1
preocupación por la 210~2
supervivencia det 101---3 Psioologia del gru pot 1 7
engañado por el •.self falso'.. 19~8 Psiooneuro&is, 162> 336
el diagnóstico como base para el análisi9 de la, 169-70
trabajo de, 219~2 l tratarniento por el analista de
! a distancia entre el paciente y 1 la 1 312~3
210.-11 teoria analítica de lat 161~2,
la falla de, utilizada por el 168~70, 286--8
paciente, 337 y encuadre .analítioo 9 151 •2
la colaboración •self falsot, deJ y manejo, SS-7
paciente oon 1 198~9 como enfermedad
función del análisis de, 209--10 1 verdaderamente interna! 176
212 descripción de Ja, 285.-8
suficientemente bueno, 328 naturaleza. de la, 150• l
que sos.tiene al paciente, .314 y psicoei& 9 167~70
en el tratamiento de la psicosis, Psicología social
4.S-.9 y Freud, 34-5
limitación del poder de, 66 Psi-copa tia
que satisface la dependencia como delincuencia no curada,
an alíticat 173--4 113,.5
que satisface Ia necesidad del Psicoan áfisis
paciente y la ~preocupación re\rela la riqueza del juego del
matema primaria.., 1 68--9 infante, 142..-4
dependencia del paciente y psiquiatria infantil, 26.1---4
respecto de, 326 y observación directa del niño,
el paciente que '\l'uelve loco a, 141..,8
191~2 y salud! 29.30
per.s-onalidad de, 328 y anamnesi.s, 171
actitud profesional de, 209-12 y educación moral, 123•4 9
actitud profesional det 135.7
modificada en el tratamiento de y las madres, 125~7
la tendencia antiaotial y las y las psiconeurosi&t 161~2t
necesidades de regresión! 286-8
212-,-15 y la psicosis, 167
que pnwee un encuadre para la y la religión, 122·3 l
adaptación del yo, 314 y el sentimiento de culpa, 17.30

383
y el estudio de la infancia. 4 7-54 Psiquiatra
y los objetos transicionales. 142-4 de niños. y tendencia antisocial.
y el tratamiento de la c ulpat 24-5 134-6
extensión del. en los casos Psiqui a tria
fronterizosi 70-2 Y ámbito de interés. 256-7
odio al. 24-1-6 y psiquiatria infantil. 256-7
.sobre la culpa. 29-.J0 y teoría de] desarrollo de la
-ens.eñanu. del. 168-9 personalidad. 258-60
Psicosis Psiquiatrla infantil
.etiologia de 1a. 161 1 286-7 y pediatría. 255-6
a porte anal itico sobre la, 167-9 y psiguiatria. 256-7
estudió analftiro de la. 162-4 y psicoanálisis. 263-4
y trastorno del carácter1 281-2 ámbito de interés de la. 126-7
y dable dependencia 1 174-6 respaldo para la. 255-6
y cuidado del infante. 334-5 clasificación de los casos en la.
y mecanismos mentales 254-6
primitivos • 174-6 entrevistas psicote..-apé utic.as en
como enfermedad de la la. 253-4
deficiencia ambiental. 33-4-5 fonnación para la. 251-65
derrumbe de la técnica del ¿qué es la? 1 253--4
analista en el tratamiento de la. Rabia
214-5 repetición en el análisis de la 1
caos en la 1 236-7 adecuada a la falla ambiental.
clasificación de la. 174-81 214-5
perturbación en la 1 anterior a la Reacciones
introyettión y la proyección. que conducen al .. self fa]so'\ 4 2-3
169-70 Realidad
debida a la deficiencia ambiental 1 externa y 111 se-lf verdaderalll. l 72
174-6 ps iquica. ubicada dentro. 291-2
exd usión de la 1 gi-acias al oompartida. pérdida de Ia.
cuidado ma temo. 63-5 294-5
infantil. 51 Realidad interior
atención del paciente psicótico. y c-ulpa1 20-1
169 y c:-ulpa moral. 18
la regnsión como esperanza y Realidad psiquiea
comunicación en Ia. 165-6 y la piel 1 57-8
tratamiento de la 1 48-9 interior, S4
Psicoterapia in terior1 y moral. 128-JO
en la adolesrencia 1 317-25 interior I y la piel 1 12.9-30
enferma al individuo c.on Klein sobre la, 5 7-8
trastorno de carácter~ 270 Realización simbólica. 78 1 90-1
uso de los padres en la 1 200-4, Reconstrucción
205-6 del material temprano en el
y tratamiento psicoanalítico. anal ¡sis y obse t'Vación directa.
149-51 145--7
Psique de la falla ambiental. 64-5
que reside en el -cuerpo. 57-8 de Ia dependencia infantil en el

384
tratamiento del caso fronterizo 1 perfcxlo anterioT a las. 5& 7
70.-2 Relaciones tripenonales y
de la sexualidad infantil {FTeud), bipersonales, 36-7
71~2 Relajación 1 79-80
Recuerdo y no int.egración 1 70
a tr-a.véa de- la ~11:~rienciación. ~Jigión
180-1 y desarrollo del niño 1 122~3 l
Regresión y depresi6nt 29-30
y proceso pTimario. 165--6 y culpa, 17
y trato consentidort 332 y neurosis obsesiva, 23
y tendencia a la autocuTación, y psiooaná lisis, 122-3 l
165•6 y -objeto transicional, 240-2
como comunicación en la psicosis, Remardimientot 29-,-30
165-6 Reparación
-como esperanza 1 16&-6 y preocupación por el otro, 10()..4
cambio de significado de Ja, 164-6 y culp,at 100-3
inducida por la madre demasiado necesidad que tiene el infante de
buena.66 reparart27
al servicio del yot 332 para el analista 1 103-5
necesidad de, que extr-aña el Repliegue
cambio de la actitud profesional y ngresión 1 196-7
del analista 1 212~5 y soledad, 38-9
expecta liva del paciente en 1 Represión, 48~290
183-4 el analista reduce lat 286-7
representada :por el repliegue. .. Residencia• {en el cuerpo), 8 8
196-9 Resistencia
a la dependencia 1 165.fi papeldela,218
a la dependencia, que ensena el silencio no es 1 36
más que la observadón direct:a 1 Responsabilidad
183r4 y preocupación por el otro, 95
a la dependencia y experienda y culpa 1 21-2
correclivat 33 7 sentido de la, y provisión
Relación anadítica y ,capacidad para matema 1 133
estar solo, 3 6 Restitución! 27
Relación bipersonal Retali aci6n
y preocupación -poT el otro, 96 expectativa de, en Jos primeros
y posición depresiva, 229---30 días de la vida, 145
Relación prngenitor•infante 1 4 7-72 Robo
Rela,ciona1idad del yo y separación de la madre, 92
y amistadt 41 y re,clamo de derechost 273, 311-2
y relaciones del eJlo. 42-3 Sadismo, 27
y el gustar, 37-9 Salud mental
y la transferencia, 41 y necesidades del niño 1 92-4
cli m ax en la, 42-4 y desarmllo emociona 1, 83-94
perturbada. en la latencia 1 157 y odia y masturbación, 38T9
Relaciones c,bjetales y cuidado del infante, 51, 304~6
y solución de transacciónl 60r l y -cuidado materno, 63-5

385
y ee)f central que no se -oomu 11i-ca 1 y la ralla de Ja capacidad para
240-1, 251-2 e:etar solo 1 42-3
madurez para Ia edadt 254 y el aná Iisfa intermi nable 1 196-7
provisión para lat 88-90 como se! f protector I J84T6
Satisfacción como organización defen5iva, 60-1
oomo eliminación del objet.o 1 236-8 como distorsión del yo 1 182-99
como ..-iolación de Ja función del como no-existencia 1 198-9
Yü174 concepto del, 172-4
el infante se .siente "'estarado'" por grados del 1 195-6
la, 236-7 funciones de)t 184-6
instintual y organilació11 del yo 1 inutilidad del a ná1i sis de las
63 defensas a:rganizadas en eJ 1
del in s tin tct y neresidades, 183-5] 172-4, 198-9
315-6 "'seJí falso" que se otulta, 184-61
tal id ad de la 1 43-4 191-2
Seducción la mente y el i 11te lecto en elt 187-8
al dar el pec-ho, 60-1 la parte de la madre en el 1 188-90
Selección n.atu raleza delt 296
de tandidatos, 263-4 equivalente normal del 1 194-6
de casos 1 162-81 e) peligro del psicoa mil isis en Jos
inadecuada de casas de "'sel r casos de 1 173-1
falsofl' 1 186-8 asentado en Ja intelectualidad,
Selft 73-4 173-4
y procesos de la maduración 1 sensación de inutilidad en e lt 192-3
110-6 visible desde e I principi ot 190
protector y ªfalso" 1 75-7 "'Se lf protectorlt
desarrollo deJ. desde la papel del, 184 T6
dependencia. hasta la Sentido social 1 85-6
independen cia 1 108-20 "'Self veTdadero"
d ife rendación deJ .self per-sonal 1 y aniq ui lac:ión 1 191-2
por disociación de in ía nte y y sa tisfa«ión del elJ0 1 183-4
cuidado matemo 1 5 2-3 y adaptación de la madre, 18B-90
""falso" 1 defensa del 1 7 5-7 y pnxe so primario 1 192-3
ocultamiento del self secreto 1 y rea Iidad de los objetos, 194
244-53 y sensadón de ser reaJt 194
concepto junguiana del, 2:48-9 y ge slo espontáneo, 192-3
personal, contenidos deJt 129-30 y :suicid io 1 186
personal 1 ais.Jado y no afectado definiciónt 192-4
poT la experiencia:1- 129-30 establecimiento del, 190-2
11,ive:rdadero y íalso'\ 182-99 sol a el e-s ana lizabJe 1 172-4
"Self falso" no afectado poT Ia realidad
etioJogia del 1 187-9 externa, 172
manipuJación por eJ anaJista deJ 1 Sen tl rse real 1 eJ
196-7 'I eJ no comunicar.se 1 240-1
y los actores, 195-6 Señal
y la técn ita anaJ itica 1 302-5 necesidad de señal del infante I al
y la sum isión 1 188-92 1 239 fin al de la fusión 1 64-8

386
Separación Soñar, -el, 57-8
y preocupación por el otro, 101 Sostén
angustia de. 52~3 y campletamientat 56~ 7
negación d-e la, oon una cuerda, e integración, 76-8
201-3, 204-6 como provisión a mbiental 1 55-9
de) tn.fan~ y la madtt, 92 caracte ri:e ticas del de:sarrol lo del
Ser 1 202-3 infante en el, 56-9
oontin uidad del I por el cuidado critica de los oonreptos de Freud
materno, 64-70 relacionados con elt 61-2
oontinuidad del, y aniquilaeión, que pennite la existencia
60-1 psicosomálica 1 56~8
~Ser d-escubierto" ambiental e inslruccione.s 1 60• l
el desastre de no, 243 falla de 11 experim~ntada como
fantasía det 234 caída, 14&-7
Sesión función del ana listat 51
si leneiosat oomo log-ro 1 36 funciones de 11 63
Sesión psiooanalílica en el -en-cuadre analítico, 327
buena. como una buena comida, que satisfac-e las necesidades
61-2 yoicas del infante 1 112.
Sexualidad Sublimación, 43--4
pregenitalt Freud sobre lat 52-3 y defensa del "'sel r falso'" 1 195•6
~ualidacl pregenital Succión del pulgar, 14 2r3
y cuidado del i nfantet 108-11 Sueño, 308-9
Silencio que simboliza la dependencia y Ia
y oomun icación 1 240-6 vulnerabilidad 1 329-31
en el an.1Uisi.s 1 246-8 Suicidio
~~l paciente t 234 y '"self verdadero", 186
Sil-em:io I el I en Ia sesión, como logro. 36 ea la adoleseencia, 320-1
Sintomas Sumisión, 133
y culpa, 19-21 transacción y ""self falso• en la
valor de los, 186 n.orm al idad 1 194-6
Si luación psicoanalítica, 27 que conduc-e el ..se)f íalso'" 1 188-92
Socia lizaó ón con un a madre no
y culpa, 31 suficientemente buena, 190-2
y madurezdel crecimiento Superyó. 18, 20-1, 21-2, 162
emocional 1 108-1O anormalidades del 1 21 •3
Sociedad y monotelsmo, 21-2
y adol-esrenci a, 318 arcako, 132•5
y reacción a la tendencia Freud sobre el 1 20
antisocial, 268-9 en el va:r6n y la niña 4 21~2
su papel en e I destino del teoria de Klein sobre el 1 165-6
trastorno del carácter-, 268-7 2 patológico, 34-5
Soledad 1 37-9 per-sonal 1 5 7-8
Soledadt 34-5 Ta vis.toe k, CI i nic, 253
Solución ía 1:sa Técn i-ca (psiooa nal ítica)
intol-eranc:ia feroz de 1adolesc:ente aporte de Aichhom .a la, 163-4
a la 1 319-20 cambios de la 1 eon ia tendencia

387
antisocial y Ia necesidad de manejo de la. 32~5
ngresiónt 212 origen de la 9 297-8
deficiencia de Ia 9 162-4 red amos en Ia 1 273
determinada por el disgnósticn. provisi-dn del terapeuta en la
218-21 manipulación de la. 273
eva1uación de lo.s factores tratamiento de 1a. que en trana
externos e i ntemO! en l3.i, 163--4 un cambio de la actitud
a porte de Ferenczi a la. 162-4 proresional de1 anal istat 212-5
buena, cor:1 o experiencia dos tipos de conducta en la. 32~
oo~tiva. 337 y delincuencia, 34·5
manejo de tas defensas del 111 selí y psicosis, 17 4~5
íalso"' en 1a1 198~9 Tendencias heredadas
en la psicosis. 214-5 y ambiente facilitador. 311-3
cuidado del infante y. 163-6 Tendencias innatas
aporte de Klein a lat 163 y salud mentalt 88
mod i íicac:-ione.s de la 9 219-21. TeTapia ocupacionalt 89-90
312..fi Tenninación
el no-comunicarse del paciente del a nál i.sis en la latencia.
debe tener cabida en la. 246 158-60
con-..encional. 2 lB Teologia
transferencia y. 208 y creatit.1idad de I i ndivid uot 122-4
aplicación más amplia de la. Tiempo
302-3t 307-12 y papel de la madre. 100
Tendencia antisocial para interpretar. 158T9
y arting-outJ 273..6 Tolerancia
y Aichhorn. 163-4 capacidad para la. 118-9
y peTcatación de la deprivación 1 Toma de la historia
173,-.-5 liéose- Anamne:sis
y crimen• 164-5 Trabajo
y falla ambientalt 67-8 y preocupación por el otrot 1OOt
y necesidad de clímax fisico. 4 3T4 103-5
y maldad. 134-6 constructivo y culpa. 21-2
que .surge de 1a deprivación, 267. impulsado por la culpat 31
271-3 Transferencia
como e.speran ia en el niño aceptación de la dependencia en
deprivado 1 103..-4 la 1 53--4
desafio de la. 268-73 y experiencia correctiva. 33 7
destrucción que provoca manejo y relacionalidad del yo1 41
en la. 273 y objetos internos. 22&- 7
por fal1a en e1 cuidado del niño 1 y estudio de 1a iníancia 1 -4 7
28 y neurosis de transferencia, 208
esperan ta en 1ª• 'l67 como forma de la relación madTe•
en la ado1escenciat 320-2 infante, 183-4
en el trastorno del carácter. 267 la dependencia de transferencia
en los niños, y recuperación del comparada con la dependencia
sentimiento de culpa. 31-3 en 1a infancia, 327
que involucra a la sociedad. 268-9 importancia de la. 151 •3

388
en el análisis) y en la as.i.stencia la psicoter-apia enferma en los 1
soci.al 1 20~ 11 270
en los casos fronteri zos 1 6 7-8 psicoterapia de los, 266-83
i nte rptetaeión de la 1 en el autocuración en los 1 273
anáhsis de niños 1 154-~5 lratamie nto y manejo en lost
1ocura 1 103•4 162-4
neurosis, 217 Trastornos del estado de ánimo 1
psitosis~ 24 7~8 165--6
que rep-ite material "'profundo"" y Tratamiento
.. temprano" 1 145-7 analítiro 1 y capacidad del
que repite la necesidad del paciente para estar solo) 36
infante de señalar 1 64-8 de la delincuenciat 32-3
que repite la confusión de la Tratamiento psicoanalítico
infancia 1 191-2 finalidades del) 209--22
estudio de la I y obse]"ltacíón e importancia del diagnóstico.
directa 1 70-2 151-2
trauma que repite el trauma y cuidado del infante 1 329-30
original i 27 4-5 peligro del 1 247-8
ineap.at de volver a captar los peligro det en los casos con ..self
detaHes de la falla del cuidado falso"') 1734
matemot 64-5 deseo brimi-ento del principio de
Trastorno psiquiá lrico la vida en el 1 192-3
y procesos de la ma.durac:ión 1 fortalecimiento del yo mediante
301-2 et 218-20
naturaleza del 1 306 terminación del 1 158•60
Trastornoo del carácter experiencia de la rabia adecuada
acting out en los 1 273~5 ante la falla ambiental en el 1
etiología de los. 270--.3 274.5
y tendencia antisocial, 267 ft9 frustrado 1 162...-4
y psicosis1 281- 2 inlenninable) relaci-onado ron el
rol positivo de la justicia en el "'self falso" 1 196~7
tratamiento de lost 2 77-9 modificaci-ones del 1 219-21
descripción de los 1 268-9 necesidad del, 2.17
rol del yo en los) 270-2 de los tl".a.stomos del carácter-)
importancia del ambiente 276,-8
parental temprano en los, 52•3 de Jos niños 1 no diferente del de
percepción correcta por el los adultos) 150-1
individuo de la falla del yo , el silencio en et 24-6---8
auxiliar- en losf 23 estándar\ 217-20
que involucran a la sociedad 1 iniciación det 327
268-9 amemu:ante para el adolescente)
el manejo en los 1 273-83 248-9
cura natul"al en los 1 270 la lran:sferencia en el, 151 ~3
trauma original en los 1 27 4-5 y psicoterapia 1 149 51
7

elemento positivo de los) 276 1 282.-3 Trato consentidor


periodo preparatorio en eJ y regresión 1 332
tratamiento de lost 273 Trauma

389
como una pauta de influencias can ti nu idad del. 6(} l
distor.;ionadoras. L80- l can trol del, y trauma. 4 7
como falla de la provisión des.arrollo del. y -comunicación
ambiental 1 334-5 C'On los objetos so bjeti vos 1
por excitación del el lo no incluid a 234-52
por el yo. 183-4 desarrollo del I y estado de .,.yo
poT satisfacción del e-llot 74 soy". 79-80
JJOT inronfla bih dad del e uidado d-esa rra Ho del. -e i ntegra.c:ión. 76- 7
del iníanu 1 126T 7 desarrollo de l. y re lacionamie nto
no lo hay fuera de la objeta!. 76-9
omnipotencia del individuo, 47 desarrallo del 1 y persona li:zac¡ón,
de la muerte de la madre. 116-8 76
percepción de-1. en los trastornas desarrollo del. en el sostén• 56-8
del caTá-cter. 27 l -5 distorsión del. romo .,.self
de transÍeTencia. 27-4-5 verdadero y íalso'" 1 l82-99
TTavesuTas 1 32-5 distorsión del I por fa Ita de un
Tribu na le:; cu ida do mateTno
c:omo elemen toE positivos en el suli-cien le mente bueno 1 7 5- 7
tratamienta de los trastorna:¡ fo nción de l. violada por la
del carácle r 1 277-8 gratificación oral, 74
Valor el ello como externo al 1 t'n la
y sentimiento de cu~pa, 29-30 p5kosis. 51
de la personalidad, 165-6 in mad ure:z del. y yo aoxi IiaT 1
K!ein sobre el d-el individuo. 39-40
29-30 del infante, y de-pendencia. 163..5
provisión de 1 132 -en la i nía ncia. 306
sentido del. 131-7 i ntegradón de 11 56-8
Verbal ización) 24 7...S integración del 1 y preocupación
Vida cultural por el otr-0 1 31
y psicoanálisis t 240-1 integración del. y quehacer
y .. self "·erdadero y falso..1 201 materno .suficientemente bueno.
Violencia 74-6
en la adolescencia. 322-5 integración del I en el desarrollo
Vivot lo d~I nino, 71-82
y defensa maniaca, 250 vida del. e impulso del el 10 1 41
y lo vi va:z... 250-2 necesidad es del 1 183-5
Vivir con. 55-8 necesidades del. y adaptación
Voracidad. 307 materna. 112~6
Vul nerabi Iidad n úd-eo.s del I y personal ida d. 41
de I yo del padente. 327-8 1 329-30 orga ni z.adón de It y satisfü~ión
Wh~I is 1 A.. 248~50 in slintal, 63
Yo oTgasmo delt 1-2-4
logro del. y anáhsisdel nino 1 155-6 orgasmo del 1 y -éxtasis. 43-4
y d~arrol lo e mod ana 1t 88 del pat"iien lie- 1 304-5
y satisfaC"ción del el lo, 18, 51 psioologia del. y dependencia. 53-4
autonamia d-el 1 y derrumbe a u.xi liar. del c-uidado materno,
menta 1. 180-1 47-SJ, 61-2

390
débil, del infante, fortalecido por y personalizaciónt 7&-7
el :reíuerzo ma temo, 90-1 realitación del, 112-4
"'Yo" .rvo soy"t 125t 131, 296
estoy solo, 39-11 etapa del. y el no tener conciencia
soy~ y el aantimiento paranoide, 41 de la madret 41
Yo corporaJ ir.•t.aido dd. ~n t!!: 1 dé811 n-o1lc- <U-1 yo~
trab¿tjo del analista a partir del, 79-81
210~2

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