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La patología
de la normalidad
Obra postuma, V
Edición a cargo de Rainer Funk
ediciones
PAIDOS
B ar c el o n a
B u e n o s Airea
M élica
i íhio original: Die Patología dar Normalitál. Zur Wissenchatt vom Menschem
Publicado en alemán por Belt2 Verlag, Weinheim y Basilea
México, 1995
ISBN: 968-853-269-X
a) La falta de religiosidad
c) Producir y consumir
d) La felicidad y la seguridad
c) La enajenación en el lenguaje
g) La enajenación en ¡a política
(Cuarta lección)
i) La enajenación en el amor
Creo que hay algo así como una paradoja mesiánica, por la
cual se es a la vez paciente e impaciente, sabiendo que no po
demos forzar el fin, pero sin quedarnos por ello de brazos
cruzados esperando a que lo traigan las leyes de la historia.
Dic€ un antiguo cuento judío que un rabino habló al Me
sías y le preguntó cuándo vendría, a lo que Éste respondió:
«M añana». Entonces el rabino regresó, lo estuvo esperando
y, como no vino, se encolerizó contra el Mesías por haberle
mentido. Acudió a manifestar su ira al profeta Elias, que le
dijo: «Estás muy equivocado. No te ha mentido. Te dijo “ Ma
ñana1’, y era verdad, pero quiso decir si tú lo necesitas, si es
tás preparado, si lo quieres».
Esta paradoja se ha dado siempre en la actitud mesiánica
de poder esperar sin caer en la indolencia, de no forzar el
fin sin caer en la paciencia que hace perder el interés. En mi
opinión, lo que le ha ocurrido al socialismo es que estos dos
polos se han separado: hubo por una parte una impaciencia
que se convirtió en criminal y, por otra, una paciencia que
también llegó a ser criminal, aunque, quizá, de carácter más
leve.
a) El narcisismo y su superación
b) La enajenación y su superación
moda estos años. Diré unas breves palabras sobre qué es este
concepto de la enajenación.
Fue Hegel, si no el primero que lo empleó en toda la his
toria, sí el que lo empleó sistemáticamente por primera vez.
Hegel entiende por enajenación no el que yo me estime como
sujeto de mi propio acto, como hombre que piensa, siente y
ama, sino que me estime a mí mismo y a mis facultades en el
objeto que produzco. Es decir, yo siento que no soy nada, pero
me estimo sólo en el objeto externo que yo he creado. Y es
toy en relación conmigo mismo y con mis facultades estando
en relación con el objeto de mi creación. A esto se llama en
el Antiguo Testamento «idolatría». Es decir, el hombre ado
ra la obra de sus manos, en vez de sentirse como creador suyo.
Feuerbach desarrolló el concepto de enajenación respec
to de la religión diciendo que, cuanto más rico hacemos a
Dios, tanto más pobres nos hacemos nosotros. Marx lo ex
presó de manera más amplia: «Esta plasmación de las activi
dades sociales, esta consolidación de nuestros propios pro
ductos en un poder material erigido sobre nosotros, sustraído
a nuestro control, que levanta una barrera ante nuestra ex
pectativa y destruye nuestros cálculos, es uno de los momen
tos fundamentales que se destacan en todo el desarrollo his
tórico anterion> (K. Marx, MEGA I, 5, pág. 22. MEW 3, pág.
33).' Y en los Manuscritos, escribe: «Cuanto menos eres,
cuanto menos exteriorizas tu vida, tanto más tienes, tanto
mayor es tu vida enajenada y tanto más almacenas de tu esen
cia [enajenada]» (MEGA I, 3, pág. 130. MEW Erg. I, pág.
549).2 Empobrecerse el hombre para enriquecer el objeto que
él crea: ésta es la esencia de la enajenación.
Consideraciones preliminares
Fines generales
Fines especiales
Observaciones generales
f) Ideas psicológicas