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Dios restaura lo que se perdió

(Dinámica de buscar el dólar).


Introducción: ¿Hasta donde llegarías para encontrar algo o incluso a alguien que
se te ha perdido? ¿Alguna vez has perdido algo valioso? ¿Cómo dinero o tu celular?
Uno revisa los pantalones, la ropa sucia, los muebles, busca por debajo de la cama,
llama a otros, pregunta, hace toda una búsqueda hasta encontrar lo que se nos ha
perdido.
David, en una ocasión le rogo al Señor diciéndole: “No apartes de mí tu santo
Espíritu, devuélveme el gozo de tu salvación” porque había cometido un error y
amaba tanto la presencia de Dios que no quería perderla, tenía gran valor.
Tres historias que muestran lo que vales para Dios:
En el capítulo 15 de Lucas, Jesús nos enseña a través de tres historias el valor que
tenemos para Él.
Oveja perdida: En donde el Señor muestra cuál es su prioridad. A través de esta
oveja Jesús nos demuestra que anhela la salvación de cada persona
individualmente. El granjero pudo haber dicho, “Tengo noventa y nueve, ¿Para
qué quiero más?”.
1 Timoteo 2:4 NVI pues él quiere que todos sean salvos y lleguen a conocer la
verdad.
Cada alma cuenta, cada persona que está aquí sentada necesita ser amada de forma
única por Dios. Cuando se trata de rescatar a los perdidos, cada oveja vale.
Moneda perdida: No importa cuanto crees que vales, vales lo suficiente como
para que Jesús te busque. Los billetes tienen denominaciones, unos valen 10, 20, 5,
50 o 100. A veces cuando nos comparamos creemos no tener el valor suficiente
como para ser buscados por alguien. Vales lo suficiente como para que Jesús te
haya buscado.
Su palabra presenta a esta iglesia como un cuerpo, un cuerpo en donde cada parte
tiene un valor esencial, vital. ¿Puede el cuerpo funcionar sin algún órgano? Si
puede, hay partes del cuerpo que pueden ser quitadas, pero ya no sería un cuerpo
perfecto, como debe ser el de Cristo.
El cuerpo de Cristo, es un cuerpo perfecto, sin imperfecciones. Cuando Dios da a
Moisés las leyes, para los sacerdotes, los nazareos y los que servirían en la casa del
Señor, estos debían guardar su cuerpo de muchas formas: no podían acercarse a
muertos, no podían beber vino ni jugo de uvas, no podían raparse el cabello, no
podían tener ninguna imperfección corporal, su cuerpo debía estar perfecto.
¿Podemos entender dos verdades de esto? Eres valioso en este lugar y el cuerpo te
necesita, Cristo no vendrá hasta que su cuerpo este completo. Él no se llevará solo
un brazo, o solo una pierna. Lo segundo es que, ahora entendemos el afán de Dios
por perfeccionar nuestras vidas personalmente, cada prueba, cada proceso, los
altos y bajos, son para que yo puedo ser una parte perfecta en el cuerpo de Cristo.
Los dos hijos perdidos: Luego de hacer una comparación con las dos cosas de
mayor valor en la época como lo eran los animales y las posesiones, Jesús narra la
historia de dos hijos. Uno que derrochó todo lo que su padre le dio y otro que nunca
aprovechó lo que tenía a su disposición por ser hijo. Siempre hablamos del hijo
pródigo, pero casi nunca se habla del hermano mayor. Pero quiero que lo
observemos esta mañana porque creo que corremos el peligro de estar perdidos
aun siendo salvados. No hablo de la salvación, porque ya recibimos ese regalo,
hablo de perdernos el propósito de Dios para nuestras vidas, de perdernos al Jesús
verdadero.
¿Qué estamos dispuestos a encontrar? Y ¿Qué estamos dispuestos a perder?
La realidad es que todos estamos buscando algo valioso para nuestras vidas, algo
real, algo que sustituya los placeres momentáneos. Hay una diferencia entre Jesús
me encontró a Yo encontré a Jesús.
Mateo 7:7 …busquen, y encontrarán.
Jeremías 29:13 Cuando ustedes me busquen, me encontrarán, siempre y cuando
me busquen de todo corazón.
Mi invitación para ustedes esta noche es ¿Y si buscamos a Dios de todo corazón? Si
decidimos a encontrar al Jesús verdadero. Si hacemos lo que nadie ha hecho hasta
ahora, buscar a Jesús hasta que nos encontremos personalmente con Él. Sé que de
los que estamos aquí, algo se está encendiendo en sus corazones, la llama del
Espíritu Santo que te dice “Hay algo más” Dios restaura lo que se perdió, te buscó
personalmente. Ahora es tiempo de que tú lo busques a Él.

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