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Presión arterial

Consecuencias
La presión arterial elevada de los vasos sanguíneos se conoce como
hipertensión. La hipertensión no controlada aumenta el riesgo de
desarrollar una insuficiencia cardíaca (IC) de dos formas:
1. Provoca estrechamiento, constricción y aumento de la resistencia
en los vasos sanguíneos, incluidos los que irrigan el corazón, lo que
lleva a una reducción del flujo al músculo cardíaco que puede
debilitar o causar lesiones en el corazón.
2. Se suma a la carga de trabajo de su corazón. Cuando la presión es
demasiado alta, el corazón debe hacer un mayor esfuerzo para
bombear y mantener la circulación sanguínea. Para hacer frente al
aumento de la presión, el músculo cardíaco se engrosará y se hará
más grande como forma de compensación. Sin embargo, este
trabajo adicional puede eventualmente provocar que el corazón no
pueda bombear tan fuerte como sea necesario (descompensación)
y conducir a una insuficiencia cardíaca sintomática.
Si le diagnostican insuficiencia cardíaca es importante que controle su
presión arterial. La presión arterial normal varía con la edad, pero una
presión elevada (presión arterial superior a 140/80 mmHg) empeorará el
funcionamiento de su corazón, aumentará sus síntomas y requerirá
tratamiento a largo plazo.
Medicaciones
Las clases de medicamentos que se pueden utilizar para tratar su
hipertensión arterial incluyen:
– Inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (inhibidores de
la ECA)
– Antagonistas de los receptores de la angiotensina (ARA)
– Antagonistas de los receptores de la angiotensina/Inhibidor de la
neprilisina (INRA)
– Betabloqueantes
– Antagonistas del calcio
– Antagonistas de los receptores mineralocorticoides (antagonistas de
aldosterona)
– Diuréticos (tiazidas)
Población mundial
Mas o menos el 30% de la población mundial padece de esta enfermedad
Causas
No se han encontrado causas específicas, pero sí existen algunos factores
que hacen que se corra mayor riesgo de padecerla: antecedentes
familiares, obesidad, diabetes, consumo elevado de sal, de alcohol, de
tabaco, falta de ejercicio y estrés son algunos de ellos.
Además, a medida que uno envejece, se vuelven más rígidos los vasos
sanguíneos y, cuando esto sucede, se eleva la presión.

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