Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Dieta saludable:
o promover un modo de vida saludable, haciendo hincapié en una nutrición adecuada de
niños y jóvenes;
o reducir la ingesta de sal a menos de 5 g al día (algo menos de una cucharilla de café al
día);
o comer cinco porciones de fruta y verdura al día;
o reducir la ingesta total de grasas, en especial las saturadas.
2. Evitar el uso nocivo del alcohol, esto es, limitar su ingesta a no más de una bebida estándar al
día.
3. Actividad física:
o realizar actividad física de forma regular y promover la actividad física entre los niños y
los jóvenes (al menos 30 minutos al día).
o mantener un peso normal: cada pérdida de 5 kg de exceso de peso puede reducir la
tensión arterial sistólica entre 2 y 10 puntos.
4. Abandonar el consumo de tabaco y la exposición a los productos de tabaco.
5. Gestionar el estrés de una forma saludable, por ejemplo mediante meditación, ejercicio físico
adecuado y relaciones sociales positivas.
Hipertensión: diagnóstico
El diagnóstico se basa en un sencillo procedimiento de medición, aunque en algunos casos
son necesarias otras pruebas como el holter de presión arterial. Es imprescindible completar
el estudio con un análisis de laboratorio (de sangre y orina) y un electrocardiograma. Para
facilitar un diagnóstico es muy importante tener presente estas recomendaciones:
Es más frecuente a partir de los 40 años, aunque puede aparecer a cualquier edad.
Hay predisposición familiar, aunque se da también en personas sin antecedentes.
Obesidad e Hipertensión
Fisiopatología De acuerdo a la ley de Ohm, la presión arterial depende de dos factores, gasto
cardiaco -que a su vez se ve afectado por la frecuencia cardiaca y el volumen intravascular- y las
resistencias periféricas (influidas predominantemente por el radio interno del vaso), por lo que
cualquier factor que aumente el gasto cardiaco o las resistencias periféricas generará hipertensión
en el paciente.
Daño Cardiaco:
Hay una correlación directa entre índice de masa corporal, cifras de presión arterial con la masa
ventricular izquierda, en forma interesante, mientras que la obesidad genera un remodelado
excéntrico del miocardio, la hipertensión arterial promueve hipertrofia concéntrica, por lo que el
daño provocado por ambas patologías en el paciente es aditivo, aunado a lo anterior, ambas
patologías provocan dilatación cardiaca. Por ello ambas patologías se consideran factores de
riesgo para el desarrollo de insuficiencia cardiaca.18 La hiperuricemia promueve la generación de
hipertrofia y fibrosis miocárdica, apoptosis y disfunción diastólica, por lo que también participa en
los mecanismos de daño cardiaco del paciente obeso hipertenso.18 74 Volumen 19 (3) julio-
septiembre 2017 Hipertensión arterial en el paciente obeso
Daño renal:
El paciente obeso hipertenso cursa con niveles aumentados de aldosterona7 , esto favorece
hiperfiltración glomerular y aumenta el riesgo de daño renal. Estos pacientes además presentan
vasodilatación de la arteriola aferente con hipertensión glomerular. El riñón del paciente obeso
presenta cambios estructurales como aumento de la matriz mesangial, ensanchamiento del
espacio de Bowman y engrosamiento de la membrana basal, lo cual favorece proteinuria, aún sin
la coexistencia de hipertensión ni diabetes, esto puede llevar al paciente a la insuficiencia renal.
Anatomopatológicamente se observa como glomeruloesclerosis o glomerulomegalia focales y
segmentarias.19
La hipertensión y el sobrepeso son dos enfermedades que afectan a España y el resto de
civilizaciones avanzadas de forma masiva. Su relación la vamos a ver en el siguiente post:
La hipertensión arterial, de la que hablamos en un artículo anterior del blog, tiene distintos
grados:
La hormona leptina, que es secretada por las células de grasa, se eleva significativamente
después del aumento de peso y la obesidad, actuando en el cerebro para incrementar la
presión arterial, según han descubierto un equipo de investigadores de la Universidad de
Monash en Australia; Warwick y Cambridge, en Reino Unido, y varias universidades
estadounidenses, cuyos resultados se publican en la revista ‘Cell’. De esta forma, aclaran
las dudas de la relación entre la obesidad y la hipertensión.
Esta investigación realizó experimentos en animales y humanos, entre ellos una cohorte
única de pacientes que carecen de la hormona leptina o que no tienen el receptor de
leptina. Los resultados demostraron que tanto bloquear la leptina para que no actúe en el
cerebro como eliminar los receptores de leptina desde el cerebro resultaron eficaces en la
reducción de la obesidad inducida por la hipertensión.
Cerca del 80 por ciento de la hipertensión común es causada por un exceso de grasa
corporal y este estudio, dirigido por el profesor Michael Cowley, director del Instituto
Monash de Obesidad y Diabetes dentro de la Escuela de Ciencias Biomédicas de la
Universidad de Monash, Australia, describe el mecanismo por el que la obesidad eleva la
presión sanguínea y abre nuevos enfoques para tratar la obesidad inducida por la presión
arterial alta.
En modelos experimentales modificados genéticamente, sólo aquellos con una
señalización normal de la leptina mostraron un aumento en la presión arterial cuando se
convirtieron en obesos. Estos datos en modelos experimentales fueron confirmado en
estudios en humanos, en los que los pacientes con deficiencia de leptina y que carecían
del receptor de la leptina tenían menor presión arterial sistólica en comparación con
controles emparejados por edad e índice de masa corporal (IMC).
“Nuestros datos sugieren que los enfoques farmacológicos basados en alterar el efecto de
la leptina en el hipotálamo dorsomedial del cerebro podrían representar potencialmente
una diana terapéutica para el tratamiento de la obesidad inducida por la hipertensión y
potencialmente podrían ser explotados para aliviar la incidencia de la obesidad inducida
por enfermedades cardiovasculares”, añaden.
Los investigadores ahora están estudiando si el bloqueo del receptor de la leptina puede
ser una manera de reducir la incidencia de la hipertensión y las enfermedades
cardiovasculares en la obesidad.
Existe una relación directa entre el índice de masa corporal (IMC) y las cifras de
presión arterial (PA): a mayor IMC mayor riesgo de HTA, por lo cual se ha establecido
que la obesidad es el factor de riesgo más importante para la HTA9.
A pesar de que las definiciones de sobrepeso y obesidad a través del IMC son claras,
sigue existiendo un subdiagnóstico en los niños con sobrepeso, es decir con un IMC
mayor o igual al percentil 85 (P85), para los cuales la intervención temprana podría ser
más eficaz. La identificación de sobrepeso y obesidad es el primer paso para abordar
esta epidemia creciente10.
La salud física y mental de los internos es uno de los aspectos más importantes y más
vulnerables de la vida en una prisión. Las necesidades de la población carcelaria debido a
sus características socio-económicas son proporcionalmente más altas que aquellas de la
comunidad en general. Dichas características incluyen bajos niveles de salud y nutrición y
alta prevalencia del uso problemático de las drogas. Factores como el hacinamiento y la
insalubridad contribuyen a empeorar el estado de salud durante su privación de libertad.
Los responsables del sistema de salud penitenciario, y los referentes de cada equipo de
salud deben organizar o contribuir en la capacitación adecuada, la difusión y socialización
de las herramientas y conocimientos que promuevan el cuidado y vida saludable. Para
reducir los riesgos de las condiciones de vulnerabilidad en las prisiones, las intervenciones
de los equipos de salud del primer nivel deben reorientarse para jerarquizar los mensajes
preventivos y de promoción de salud, aprovechando las demandas de atención para conocer
hábitos e identificar riesgos. (Fernández Galeano M, 2016). En ese sentido, las personas
privadas de la libertad son una población vulnerable que necesita la atención de los equipos
de salud de forma permanente orientados a prevención de complicación y a la promoción
de estilos de vida saludables tales como la dieta la actividad física frecuente etc.
Óptima ˂ 120 ˂ 80
Los cambios vasculares, tanto hemodinámicos como estructurales, adquieren especial importancia
en corazón, sistema nervioso central y riñón.
La HTA duplica el riesgo de cardiopatía isquémica (como infarto agudo de miocardio y muerte
súbita). Los elementos de daño precoz son la hipertrofia ventricular izquierda y la disfunción
diastólica. La primera es debida a la sobrecarga crónica de presión que promueve una hipertrofia
de los miocardiocitos y del colágeno intersticial. Ello conduce a una mayor rigidez del ventrículo,
que no puede relajarse de forma adecuada en la diástole, lo que produce un incremento del
trabajo auricular con la consiguiente hipertrofia y dilatación de la aurícula. La fibrilación auricular
y, finalmente, la insuficiencia cardiaca son los estadios finales de esta cardiopatía hipertensiva.
El riñón puede ser la causa de la HTA, aunque también sufre sus consecuencias. La nicturia
contribuye al síntoma renal más precoz y traduce la perdida de la capacidad de concentración.
(Borsthar y Cardellacha López, 2016,pág.530).
1.11 Cuidados de enfermeria para el autocuidado del paciente con hipertension arterial
en centros penitenciarios.
El cuidado de los pacientes representa una serie de actos de vida que tienen por finalidad y
función mantener a los seres humanos vivos y sanos con el propósito de reproducirse y perpetuar
la vida, de tal forma, el cuidado es mantener la vida asegurando la satisfacción de un conjunto de
necesidades para la persona. (Rodríguez y García Campos , 2018).