Está en la página 1de 7

* Intervención judicial de la sociedad

La intervención judicial de la sociedad es un tipo medida cautelar que puede solicitarse ante la
configuración de un peligro real o inminente en la marcha de la sociedad que impide aguardar
los tiempos habituales hasta obtener una resolución judicial firme. Concretamente, la
misma “…importa una interdicción judicial a la marcha de la sociedad y al funcionamiento de sus
órganos de gobierno que resultan provisionalmente suspendidos”.La doctrina ha sostenido que
busca “evitar que mientras se sustancia la acción de remoción de los administradores, a quienes
se les ha imputado la comisión u omisión de actos perjudiciales al interés de la sociedad, puedan
aquellos continuar ejerciendo libremente su administración”[].

Nuestro legislador la contempló en la Sección XIV de la Ley General de Sociedades, entre los
arts. 113 y 117, en los cuales regula su objeto, supuestos de procedencia, variables, efectos y
otros pormenores.

La procedencia de esta medida ha sido aceptada numerosamente por nuestros magistrados,


quienes han entendido que consiste en “...un régimen de excepción y ha sido concebido
contemplando el dinamismo y celeridad con que el sistema societario debe actuar para ser eficaz,
y así evitar que el control definitivo del órgano de gobierno llegue demasiado tarde, con el
perjuicio irremediablemente materializado. Pero ello con un objeto siempre claro: remedio
extremo ante la situación de gravedad, para la tutela del ente societario y conservación de la
empresa. Los jueces deben buscar el justo equilibrio entre los intereses en juego, atendiendo
siempre el perjuicio de la persona colectiva, sin tomar una injerencia infundada en los negocios
del ente, pero sin esperar que, éste se desmorone para nombrarle judicialmente un
administrador. Por otra parte y en la misma dirección, dentro del sistema de derecho societario,
en modo alguno puede transformarse la intervención judicial en un instrumento de protección
de intereses puramente particulares del peticionante o de solución de discrepancia entre los
socios, que puedan innecesariamente perjudicar la imagen (o si se quiere el respeto) de la
sociedad ha ganado en su medio”[ .

1. Naturaleza cautelar

La doctrina es pacífica en sostener que la intervención judicial es un subtipo de medida cautelar,


compartiendo los requisitos y características que son propias de estas. Recordemos que el
proceso cautelar es “aquel que tiende a impedir que el derecho cuyo reconocimiento o actuación
se pretende obtener a través de otro proceso, pierda su virtualidad o eficacia durante el tiempo
que transcurre entre la iniciación de este proceso y el pronunciamiento de la sentencia definitiva”

En tal sentido se han manifestado nuestros jueces, sosteniendo que “La intervención judicial -en
cualquiera de las formas previstas legalmente- se erige como una medida cautelar societaria de
excepción, a la cual puede recurrirse una vez agotadas todas las posibles instancias para conjurar
el peligro potencial que provendría de acciones u omisiones”

Esta naturaleza cautelar genera que las mismas no causen estado, y por lo tanto pueden ser
revocadas de variar las circunstancias que le han dado origen, o ser nuevamente requeridas en
una instancia avanzada del proceso principal (que como se indicó, para este caso resulta ser el
de remoción de los administradores), incluso si en una primera ocasión la medida fue rechazada
por no haberse configurado los supuestos de procedencia. Como se verá, el criterio para que
prospere es restrictivo por mandato legal, dado que como han manifestado los jueces “Las
medidas cautelares en general deben acordarse, limitándolas al mínimo indispensable, evitando
dentro de lo posible que puedan constituirse en un medio de extorsión o una traba al normal
desenvolvimiento de las actividades del afectado”].

2. 2. Medida accesoria
Asimismo, es importante remarcar que la intervención judicial carece de autonomía procesal,
es decir, no puede ser requerida como proceso único y que su objeto se agote en su concesión,
sino que contrariamente, solo puede proceder de solicitarse en el marco de un proceso judicial
que la sustente.

Así como separadamente no puede solicitarse un embargo, una inhibición o una anotación de
Litis si no es en el marco de una causa en la cual puedan constatarse los elementos objetivos
que validen sus procedencias, lo mismo acontece con la intervención de la sociedad en razón de
su matriz cautelar.

Por tal motivo, se ha sostenido que “Si el actor no inició una pretensión de fondo directa que
persiga la remoción del cuestionado gerente como exige el artículo 114 de la ley de sociedades,
sino de exhibición de los libros de la sociedad y de convocatoria a asamblea extraordinaria, no
corresponde hacer lugar al pedido de nombramiento de un veedor”[].

3. 3. Causas
El art. 114 de la Ley General de Sociedades contempla los requisitos que se deben configurar
para que la medida prospere, los cuales posteriormente se abordarán en detalle. Básicamente,
podemos sostener que procede “cuando el incumplimiento de los administradores afecte la
integridad patrimonial y ponga en riesgo la continuidad de la empresa”].

Hay por lo tanto una casuística sumamente amplia de supuestos que validaron un
pronunciamiento favorable de los jueces, por lo que de configurarse posibilitan su solicitud. En
tal sentido nuestros jueces tienen dicho que “La vía de la intervención judicial informativa no ha
sido concebida normativamente como un vehículo para el ejercicio del derecho a la información,
sino más bien, como he señalado, como un mecanismo utilizable para asegurar el eventual
resultado favorable de una pretensión encarrilada en un proceso, en el contexto de una situación
de peligro grave para la sociedad contemplada tanto por los artículos 113 y 114 de la ley 19.550,
como por el artículo 222 inciso 2 del CPCC”[].

4. 4. Criterio restrictivo del Juez

Es importante destacar que el legislador ha querido evitar la utilización malintencionada o


extorsiva del instituto, en la medida que implica la injerencia de funcionarios y auxiliares
judiciales en la marcha de la sociedad. Por tal motivo, expresamente el art. 114 párrafo 2do
dispone que el Juez debe evaluar la concesión de la intervención con criterio restrictivo.

Así se ha dicho que “La intervención judicial procede como última ratio, ante la ineficacia o
insuficiencia de otra medida que garantice plenamente el crédito del acreedor” que “No puede
soslayarse el carácter restrictivo que caracteriza este tipo de medidas, la intervención judicial,
en tanto importan una intromisión anormal en los órganos naturales de la sociedad que puede
ser susceptible de causar mayores perjuicios al ente de los que pretende evitar” , y que“se impone
un criterio restrictivo de interpretación, lo cual implica la exigencia de que los presupuestos de
admisibilidad de las pretensiones de aseguramiento se encuentren cuidadosamente reunidos,
debiendo ser desestimadas en caso de duda (arg. arts. 112, 114, ley 19.550)”

5. 5. Requisitos a cumplir

Para que el Juez que tome intervención valide la procedencia de la intervención, será necesario
que en la presentación a realizar podamos acreditar una serie de requisitos legales y procesales.

a. a) Inicio de acción de remoción

Como se indicó, la intervención judicial es un tipo de medida cautelar, por lo cual es accesoria
de una acción de fondo. Nuestros jueces han sostenido en tal sentido que: “La promoción de la
acción de remoción de los administradores es condición necesaria para la procedencia de la
intervención judicial prevista por la ley de sociedades comerciales porque dicha cautelar no
constituye una medida autónoma sino que es una medida precautoria regulada específicamente
como accesoria de la remoción” .

Remitimos por razones de brevedad a lo manifestado al respecto en el acápite referido.

a. b) Acreditar condición de socia/o

Será necesario acreditar la calidad de socia/o en la presentación a realizar. Tal requisito está
expresamente previsto por el art. 114 primera parte de la LGS.
La ley no plantea a tal fin la necesidad de tener un porcentaje específico de participación. No
obstante, a todo evento puede realizarse una diligencia preliminar para acreditar tal condición
ante el Juez.

a. c) Peligro grave

Expresamente el art. 114 de la LGS dispone que la parte que requiere la intervención judicial
deba acreditar la existencia de un peligro grave, como fundamento que justifique su disposición
por parte del Juez.

Sin el cumplimiento expreso de este mandato legal, no hay probabilidad alguna que los
magistrados validen la procedencia de la cautelar, considerando la intromisión en la marcha de
la sociedad que ello implica. Brindando algunos ejemplos, podemos destacar que nuestros
jueces han sostenido que: “La suspensión preventiva de la ejecución de una asamblea societaria,
de cobijo legal en el art. 252 de la ley de sociedad comerciales, es calificada como grave, en tanto
importa la anulación momentánea de la resolución adoptada por la mayoría de los accionistas,
que es por lo general y normalmente la voluntad de la sociedad. Se trata de una cautelar
innovativa, que tiende a alterar un estado de hecho o de derecho existente antes de la petición
de su dictado, con fundamente en el compromiso del resultado del proceso principal” , y que “La
medida cautelar de intervención judicial se funda, entre otros requisitos, en la situación de
peligro grave a la que exponen a la sociedad el o los administradores cuya remoción judicial
se reclama, por los actos que realicen u omisiones en que incurran (doct. arts. 113 y 114, ley
19550). El peligro en cuestión, por ende, debe estar asociado a la conducta irregular de los
administradores destinatarios de la acción principal, lo que exige, para apreciar la verosimilitud
del derecho que abone la medida, la ponderación de sus actos u omisiones (arts. 113, 114
segundo párrafo, 59, 274 y ccdtes., ley 19550; 1684, Cód. Civil y 195 segundo párrafo, CPCC)”
También se ha sostenido que “El art. 113 de la ley 19.550, enuncia la procedencia de
la intervención judicial cuando los administradores de la sociedad realicen actos o incurran en
omisiones que la pongan en peligro grave y a la par que el art. 114 de la citada ley, reitera que
debe evidenciarse el riesgo atribuyendo a la requirente la carga de la prueba” .

a. d) Agotamiento de las acciones sociales

Resulta necesario también, para el acogimiento de la medida, que se pruebe ante el Juez que se
han agotado las acciones sociales internas. Esto quiere decir que debe probarse que se intentó
poner fin al conflicto a través de los mecanismos internos de la sociedad.

Así, por ejemplo, exponiendo ante el Juez que se convocó judicialmente una audiencia ordinaria
- y más allá de que el fin último de la misma pueda no obtenerse-, ello brindaría un elemento
irrefutable de que antes de requerir la intervención de la justicia los socios optaron por intentar
resolver internamente las controversias.

Es claro que el legislador pretende que los socios traten de superar la situación valiéndose del
marco regulatorio que brinda el contrato social. Solo si resulta insuficiente, recién en esta
instancia queda habilitada la vía judicial de la intervención.

En tal sentido se han manifestado nuestros jueces, diciendo que “Uno de los presupuestos para
la viabilidad de la intervención judicial societaria es la de demostrar que se ha agotado la
instancia societaria. Por ello, cuando de la prueba arrimada surja que el peticionante ha
intentado todos los medios razonables para activar los mecanismos internos de la sociedad a los
fines de arribar a una solución extrajudicial del conflicto, pero no ha tenido resultado positivo,
sea por la escasa participación en el capital social o influencia en las decisiones de la sociedad o
la connivencia entre los distintos órganos de la sociedad y que, de continuar insistiendo, es
evidente que no obtendrá resultados diferentes, deberá considerarse que ha agotado los
recursos del contrato social”.

También se ha dicho que: “A fin de solicitar la intervención judicial, los accionistas deben agotar
los recursos que el propio estatuto pone a su disposición. De aquí que si no existen situaciones
que impidan el regular funcionamiento de los órganos de dirección y fiscalización de la sociedad
ante los cuales los accionistas puedan hacer valer eficazmente sus derechos, no procede la
intervención judicial” .

a. e) Peligro en la demora

Para cumplir este recaudo, debe demostrarse que se encuentra comprometido de forma
inminente el interés social a raíz de causales graves, las cuales también serían la motivación de
la audiencia ordinaria que judicialmente se habría promovido. En función de ello, es necesario
exponer ante el juez que el simple paso del tiempo es perjudicial para el patrimonio e integridad
de la empresa, lo que amerita la necesidad de llevar adelante medidas cautelares que
resguarden estas circunstancias.

Esto suele ser suficiente para señalar el interés de los socios, en razón del peligro generado por
el accionar inadecuado de los administradores de la misma.

En tal sentido los jueces han dicho que: “Cuando la actuación - u omisión - de los administradores
provoca un concreto perjuicio a la sociedad, existiendo un verdadero peligro en la demora para
encauzar el funcionamiento de la sociedad a los parámetros legales, la intervención de la
sociedad debe ser decretada, otorgando el legislador al magistrado interviniente la posibilidad
de graduar esa medida, designando un veedor, un coadministrador o directamente un
interventor judicial desplazando a los órganos naturales de la sociedad (cfr. Ricardo A. Nissen,
Ley de Sociedades Comerciales Comentada, ed. La Ley, t. II, págs.. 268/269)” .

En igual sentido se ha dispuesto que “La intervención judicial de la sociedad requiere que el
perjuicio que se invoque a esos fines sea de naturaleza tal que exista un verdadero peligro en la
demora relativo al interés objetivo de la sociedad”.

a. f) Verosimilitud en el derecho

Como toda cautelar, es necesario exponer la existencia de verosimilitud en el derecho que se


invoca, tradicionalmente llamado fumus boni iuris. Ello de forma tal que “de conformidad con
un cálculo de probabilidades, sea factible prever que en el proceso principal se declarará la
certeza de ese derecho” La ley no exige concretamente una comprobación plena y concluyente
de lo invocado, sino un mero acreditamiento de que en principio lo invocado es factible.

Tal ha sido el criterio de los jueces a la hora de evaluar la procedencia de las intervenciones
judiciales, disponiendo que “El señalado criterio restrictivo de apreciación consiste en extremar
las exigencias relativas a la verosimilitud del derecho invocado y al peligro en la demora”, y
que “El peligro en cuestión, por ende, debe estar asociado a la conducta irregular de los
administradores destinatarios de la acción principal, lo que exige, para apreciar la verosimilitud
del derecho que abone la medida, la ponderación de sus actos u omisiones (arts. 113, 114
segundo párrafo, 59, 274 y ccdtes., ley 19550; 1684, Cód. Civil y 195 segundo párrafo, CPCC)”

a. g) Contracautela

La contracautela consiste en una a caución que la parte peticionante debe ofrecer para asegurar
a la otra parte el resarcimiento de los eventuales daños que puede irrogar la medida
peticionada.

Contemplada en el art. 116 de la LGS, va de la mano al hecho de que la intervención es solicitada


y eventualmente concedida inaudita parte, es decir, sin que se corra traslado previo a la parte
que se ve afectada por la medida, que en este caso serían los actuales administradores de la
sociedad.

De esta forma, la socia/o puede ofrecerle al juez una contracautela real, personal o juratoria,
siendo esta última naturalmente la menos gravosa.

* Efectos de la intervención

1) Sobre los administradores

Corresponde al menos sucintamente exponer cuales serían los efectos inmediatos que generaría
el eventual acogimiento de la intervención que se requeriría por parte del juez.

En concreto, el más importante a ponderar es que según el tipo de intervención que se adopte,
se puede lograr efectivamente la remoción y exclusión de los administradores que desempeñan
tal función. Por ello, se ha sostenido que “La remoción y exclusión de las autoridades
constituidas y posterior designación de un interventor con carácter de administrador judicial, a
efectos de regularizar la marcha de la sociedad civil, no puede depender de la materia
controvertida en el proceso principal; resulta suficiente la comprobación de la apariencia o el
"fumusbonis iuris" configurado por un estado de incertidumbre en la conducción de los
negocios”.

2) Variables a adoptar por el juez

No obstante, es importante remarcar que hay supuestos más mitigados que la ley también
contempla a la exclusión y remoción de los administradores.

Según el criterio que adopte el Juez que tome intervención, puede decantarse por designar un
interventor judicial, el cual desplazaría a los administradores actuales. En caso de considerar
esta medida demasiado extrema según la realidad expuesta, el Juez está facultado para decretar
la designación de un coadministrador, el cual participará en la dirección de la sociedad junto a
los administradores actuales sin que ello implique un desplazamiento de estos. Su actuación
consistirá en acompañarlos en la gestión de la sociedad, para obtener orden y seguridad en su
administración.

Como opción menos invasiva, el magistrado puede optar por simplemente designar veedores
judiciales, los cuales no afectan el funcionamiento ni la composición del órgano de
administración. Ellos se limitan a constatar ciertas operaciones que especialmente el juez les
pida que verifiquen, a fines de que elaboren un informe sobre lo corroborado.

Sobre estas variables, la jurisprudencia tiene dicho que “La sustitución de administradores se
encuentra reservado para casos de extrema gravedad, en la que la actuación de aquellos
ocasione un peligro para el ente y los socios que no pueda ser subsanado por otra vía. En
consecuencia, los jueces han de extremar los cuidados en cuanto al riguroso cumplimiento de los
requisitos para la procedencia de la medida. En cambio, la designación de un veedor satisface la
exigencia del derecho de asegurar el derecho del peticionante a la información sobre la marcha
de los negocios y estado de los bienes de la sociedad, supervisando la legalidad y regularidad en
el manejo de fondos, suministrando al Juez mayores elementos del juicio que puedan conducir a
agravar la medida si las circunstancias del caso lo justificaran. En otras palabras, su función es
vigilar y controlar la gestión social”.

3) Recursos judiciales posibles


Es importante tener presente que las resoluciones sobre medidas cautelares no causan estado,
por lo cual eventualmente pueden ser apeladas por los administradores, para el caso que el juez
valide la procedencia de la intervención, o incluso por los socios que la hayan promovido en caso
de ser denegada la misma.

No obstante, es relevante destacar que una eventual apelación ante la Cámara Civil y Comercial
tiene efecto devolutivo y no suspensivo (art. 117 LGS). Ello implica el cumplimiento efectivo de
la medida hasta tanto el Tribunal de alzada resuelva los recursos.

* Conclusiones
Conforme lo expuesto, es claro que la ley prevé distintas alternativas para intentar avanzar en
contra de la actuación de los administradores actuales de la sociedad, habiéndose constatado
los diversos incumplimientos en los cuales han incurrido.

En función de ello, podemos sintetizar como un factible plan de acción, en caso de detectarse
graves incumplimientos en la marcha de la sociedad, al siguiente:

1. Convocar judicialmente una audiencia ordinaria para abordar el temario precisado.

2. Interponer una acción de remoción de los administradores en caso de que los mismos
no puedan ser desplazados en la audiencia.

3. Cautelarmente, solicitar la intervención judicial de la sociedad.

También podría gustarte