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trabajar dentro del marco de una elaborada filosofi con empleo de uaa suerte de ciencia poética. 230 13. El desarrollo de la «yo-idad» Recién venido el bebé a tierra y cielo, Las veces que su palma tlerna aprieta Contra el circulo del pecho, Que seso soy yor nunca Io sabe. Crece luego e infiere muchas cosas, Aprende el uso de «yo» y de a mis Y descubre «Yo no soy lo que veo, Ni Io que toco soy, que yo soy ot Se acaba en Ia esfera de una mente En que principta la memorta pura, Como urdimbre que consigo lo rene Desde donde se define su aislamiento. Tennyson, In Memoriam, XLIV Este trabajo se publicé en otra versién en Winni- cott Studies (1985), vol. 1, pags. 36-43. Su punto de partida era el hecho de que una caracteristica defini- toria de los niftos aquejados de autismo psicdgeno es que st hablan no usan el pronombre personal: ¥ desde luego, los mudos carecen de identidad personal. El tra- bajo procuraba estudiar los impedimentos a su sensa- clon de ser un vos e ilustrar algunos de los pasos por los cuales este proceso adviene en el curso del trata- milento psicoanalitico. Se presentaba material ilustra- tivo tomado del tratamiento de nifos aquejados de autismo psicégeno, a fin de poner de manifiesto la im. portancia de la imagen corporal en el proceso de gar a Ser un yo». 231 Pacientes neuréticos con una cdpsula de autismo Ciertos pacientes neuréticos presentan muchos ras- gos en comin con los nifios autistas (S. Klein, 1980; Tustin, 1978). Estos pacientes tienen la sensacion de ser irreales y de que sla vida no es mas que un suefio» Si se los investiga en profundidad se averigua que su sentimiento de existir como personas es tenue. En esos pacientes parec que se hubiera producido un desa- rrollo cognitivo y afectivo que trascurrié dejando una ancha ciegav de detencién que después se converti- ria en una cpsula de autismo inmersa en las profun- didades de su personalidad, Dentro de esta capsula, ‘como en la encapsulacién global de los nifios autistas, ‘se encierran todas las potencialidades de desarrollo del propio-ser. Pero no se ha llegado a consumar de ma- nera satisfactoria una firme y auténtica representacion de si Estos pacientes neuréticos suelen ser capaces de poner en palabras los estados primordiales no verba- les en que el desarrollo de un sentir del propio-ser re- sult6 gravemente dafiado o estorbado. Desde luego que en la verbalizacion se modifica un tanto la indole de estas experiencias no verbales. Pero los pacientes es- tan muy motivados para tratar de encontrar palabras que expresen esos estadios no verbales de la manera mas evocativa y exacta que se pueda, y probablemen- te Io que nos dicen (y lo que nos dicen los poetas) se acerca, en todo lo que nos es posible aleanzar. a una descripcién de esas experiencias. (Las afecciones psi- cosomaticas de estos pacientes también suelen ser un intento de procurar expresién manifiesta a estas ex- periencias centradas en el cuerpo.) De esta manera, el primer ejemplo clinico que em- plearemos para desarrollar el tema de este trabajo pro- viene de la terapia de una paciente adulta neurética. En él se puede ver la indole fluida de la imagen corpo- ral propioceptiva inicial, y el papel que estas sensa- ciones desempeian en el establecimiento de un senti- miento de existencia, que es basico para alcanzar un sentir del propio-ser. Ahora bien, el término simagen+ 232 es en cierto mede una designacion falsa para estos es- tados tempranos: en efecto, el nifio es todavia incapaz de simaginar- en la acepcién exacta de la palabra. Es- tos estados tempranos parecen consistir en un reper- torio de sensaciones relativamente incoordinadas que son sentidas mas que Imaginadas. Y no obstante, no disponemos de un modo mejor para comunicar acer- ca de ellos que el recurso a una imagineria evocativa, En un interesante programa de television acerca de la imagen del cuerpo, el doctor Jonathan Miller (1981) acuié algunas frases expresivas, de las que una, «el propio-ser sentido, describe muy bien la situacién tem- prana, Acerca de esto, dijo: +El propio-ser sentido es un fantasma privado alojado en un cuerpo piiblicos La paciente adulta neurética cuye material hemos de presentar a continuacién tuvo que utilizar image- nes extraidas de sus posteriores experiencias de ha- bla para tratar de comunicar aquellos estados corpo- rales primordiales, no verbales. Las imagenes indica- ban la naturalcza fluida de sus tempranas eaperienclas corporales. Expresaban tambien los terrores innombra- bles e incontrolables de quedar «no esté: de no exis- tir, que se habian asociado a aquellos estados fluidos. Como eran innombrables e inefables, semejaban 10 irrefragable. El terror de lo irrefragabic habia estorba- do el desarrollo de una imagen corporal segura y nor- mal y, por lo tanto, de un seguro sentimiento de iden- tidad. Ejemplo clinico 1 Examinamos el caso de Jean en el capitulo ante- rior, y se recordara que a los trece afios habia padeci- do de una anorexia grave pero habia :espondido bien a la psicoterapia. Y que a los veintitin afos volvié a psicoterapia porque tenia ataques de depresién. Se recordara también lo que ella dijo: sentia que éramos dos jarras que vertiamos agua una en la otra. pero que su jarra tenia un agujero y el agua se escu- ria por él. Dijo también sentir «muy en Io hondos que la era una scataratay; suna cascada cue descontrola- damente se precipitaba en un abismo sin fondo, en un espacio sin limites, en la nadar. Lo aterrorizador era el sentimiento de descontrol tanto como la caida. Sig- nificativamente dijo stengo miedo de perdermes. (En este punto recordé a una anciana dama a quien solia visitar en un hogar de ancianos: decia sperderme a mi mismas para referirse a su siesta. Por ejemplo: -acabo de perderme diez minutos». Cierta vez que se encon- traba en un estado de confusin tras internarse en un hospital, dijo: stengo miedo de estar perdiendo la ima- gen de mf misria-.) Respondi a Jean diciéndole que a mi juicio «muy en lo hondor se referia a experiencias qué habia tenl- do muy temprano en su vida. Parecia estar diciendo que al comienzo de su vida habia sentido su cuerpo compuesto de fiuidos que se podrian escurrir de ma- nera que ella perdiera toda sensacién de tener cuerpo: toda sensacién de existir. Me dijo que esta interpreta- cién le habia resultado prefiada de sentido. Le senalé que el miedo de perder su existencia era aun peor que temer la muerte por desangramtento. Si moria, al me- nos dejaria atrés su cuerpo. Pero si dejaba de existir, eso seria el aniquilamiento total: no quedaria nada. Se ria nadie», un no-cuerpo, una no-entidad. ‘Tras una breve pausa, me hizo acordar de una ob- servacién que ella habia hecho en la primera fase de su andllisis acerca de algo en lo cual las dos habiamos reconocido una ilusién. Habfa dicho: sé que es una ilusién, pero el terror es reals. Respondi que esto se aplicaba al terror de perder su existencia: de hacerse snadies, un no-cuerpo. Ella sabia que eso era una ilu- sion, pero el terror era real, No obstante, admitir que era una ilusién podia ayudarla a mitigar algo el terror. Se produjo un silencio mientras yo sentia que las dos pensabamos acerca de eso; rompf el silencio para pre- guntarle en qué pensaba. Me dijo que meditaba sobre este himno: El tiempo en su rodar eterno Derrota a todos sus hijos. En el olvido se desvanecen cual un suebo Muere cuando rompe el dia. 994 Jean provenia de un medio religioss y por eso le ¢ que pensar en un himno era a memudo un consuelo en estados de terror. Prosegui diciendo que habia ob- servado que en esta sesi6n las dos nos absteniamos de referimos a la fase anterior de su andlisis, previa a su pupilaje escolar. Tal vez la feria de Navidad, ex- cesivamente protongada, habia re-evocado los senti- mientos que habia tenido entre la finalizacion de aque- lla primera fase y su retorno actual al andlisis. Me ha- bia dicho que en la €poca en que estuvo pupila en la escuela, y después, temia que yo la olvidara y olvidar- me ella. Con eso me mostraba que, en las profundida- des, «olvidar: era la percepcién de todo lo que era es- parcido y vaciado de ella y de mi. Lo experimentaba como pérdida de su sensacién de existir; como un sen- tirse sno esta. ‘Tras una pausa, Jean sigulé contandome que Al- fred, el bebé a quien habia cuidado cuando trabajé co- mo nifera en casa de una familia de su aldea, ahora tenia cuatro aos. Habian debido internarlo en el hos- pital y estaba muy deprimido y no hablaba a nadi Unicamente le hablaba a su osito. Mencioné que ella también tenia un osito. Le indiqué que me estaba di- ciendo que prolongadas interrupciones en que estuvo lejos de mi, que era la madre de las partes-bebé de ella, se le antojaban Io mismo que sentia Alfred en el hos- pital. Quedaba enojada y deprimida: era asi como se sentia ahora; no me queria hablar y sélo podia con- versar con su osito. Pero agregué que habia dejado de sentirse como una catarata —una «cosa»— completa- mente descontrolada, sin limites y sin solidez. Ahora ‘se sentia como una persona mas de carne y hueso, que podia aferrarse a cosas sélidas, como un osito. Pero deseaba desconocerme, como Alfred desconocia a to- dos. De esa manera crea poder hacerme «no esté. En las profundidades-bebé, «mirar: equivalia a ha- cerme existir; no mirar», a hacerme mo esta». Queria hacerme porque sentia que el agua de exis- tencia tenia una cantidad fija y s6lo una de nosotras podia contenerla en su jarra. Se vela en una lucha a muerte por esta cosa vital. Si podia impedir que yo la tuviera, la tendria ella. Segui diciendo que estos anti- guos sentimientos-bebé le impedian cooperar coi go como la persona de quien esperaba asistencia y a quien estaba agradecida. Durante todo el analisis de esta joven. una rivali dad depredadora(E. Gaddini, 1969) constituyé el ma- yor obstaculo para el establecimiento de un seguro sen- tir del propio-ser. Fantasmas formados a partir de es- tos sentimientos silvestres, no reconocidos, «tetenfan cada paso de pregreso cuando parecia inminente. No aquel dia, tras la interpretacin que acabo de referir, la atmésfera se relajé como si —por el mo. menio, al menos— hubiéramos elaborado suficiente- mente los sentimientos intensos despertados por la fe- ria prolongada. Su asociacién siguiente estuvo en re- laci6n con unos conilictos que veniamos elaborando desde antes de aquella. Lo notable fue que tras esta sesién se produjo en Jean un cambio notable. Empez6 a dormir mejor. Co- bré mas confianza y seguridad en si misma. Desarro- 11d mas iniciativa: para empezar, trabé un vineulo con, un joven muy apreciable. El terror de estar a merced de Sus sentimientos de wcascadar descontrolada pare- cieron aliviarse en clerta medida. En una sesién pos- terior me dijo que ahora: se sentia como si stuviera algo sélido de lo cual asirse Discusion del material de Jean. Me parecié que en esa sesion entrabamos en contacto con una parte de Ja experiencia temprana de Jean que habia sido clau- surada pero que habia seguido produciéndole trastor- nos. En lo profundo, la carcomian el terror y la incer- tidumbre. En ese estado se sentia como un flujo de sen- saciones no desindadas y descontroladas. Era ende- ble su percepeién de poser un cuerpo que las contu- viera. Pénico y terror sin atenuantes se experimenta- ban como un desborde de fluidos que se derramaban ‘en cascada incontrolable. Desde nuestro punto de vis- ta adulto, los nifios estan tensos y dominados por im- ‘pulsos. La experiencia del nifio es que se derrama ma- sivamente y se desborda de repente y sin poder reme- diarlo, Esta es la esencia de la locura. Con esta capsula de locura en la base de su ser, el sentimiento de »yo- 236 als ds de Jean estaba . En lo profundo temia la extincién y el vanonadamienton. En semejante esta- do sentia tener un «agujeros, Objetos autistas —en es te caso, el parloteo intrascendente— parecian obturar el agujero (véase el capitulo 6). Cuando después se refiere a las reaccfones de Al- fred internado en el hospital, empieza a sentirse como una persona de carne y hueso que puede emplear un objeto transicional ~el osito— para confortar su sole- dad y para sentirse cohesionada y aregada a algo. El desarrollo de esta area transicional proporcion una importante estacion intermedia entre sentirse una ma- sa de liquidos que pudieran escurrirse o serle extrai- dos para dejarla sno estar y la sensacion de poser una imagen corporal segura y un sentir del propio-ser que tuviera continuidad de existencia. Emerge la posibili- dad de desarrollar vineulos con otras personas. Mustraremos ahora eve vestadio transicional (Win- nicott, 1958), esa estacion intermedia, con un mate- rial elinico donde se hace evidente que pereatarse de objetos sélidos en tanto separados del cuerpo es un pre- Indio indispensable para pasar a estados stranstciona- les: desde un «propio-ser sentidor predominantemen- te liquido. En aquellos estados, se experimenta la exis- tencia de estructuras exteriores € interiores capaces de contener y de controlar los liquidos que desbordan, y se descontrolan. Por falta de esas estructuras regu- ladoras. ios nifios autistas sienten que pueden ser aplastados con el pie como insectos, a imagen de lo que sucede en el cuento de Kafka «Metamorfosis, que a todas luces describia los terrores de sti autor. La preo- cupacién de Kafka por sla Ley» pone de manifiesto una necesidad psicética de estructura Interior, de la que ‘empero se carece. Los nifios aquejados de autismo psi- ‘c6geno han intentado compensar esa falta con la de- lusion de una encapsulacién externe dura. Pero han quedado entrampados en sus artificics autistas. Reac- ciones elaboradas para controlar el «desbordes han trai do por consecuencia un deterioro de su capacidad de allegarse a otros. Con el establecimiento de estructu- ras reguladoras y estabilizaderas internas, Ia tension empieza a soportarse y las acciones se posponen has- ta disponer de medios apropiados de expresin. En esa situacién, empiezan a manifestarse intencionalidad y propésito, El nifo siente que dispone de algo sélido y confiable de lo cual tomarse y contra lo cual empujar. Ejemplo clinico 2 Presentaremas ahora material clinico que ilustra Jos comienzos de un movimiento hacia la posesion de una estructura interior que wcontengas y trasforme im- pulsos en bruto. Escogemos una sesién de la terapia de un nino aquejado de autismo psicégeno, de cinco anos, tratado po: una psicoanalista francesa, la docto- ra Anik Mautfras de Chatellier, quien de tiempo en tiem- po discute conmigo sus trabajos. El dia en cuestion, cuando la doctora Maufras fue a buscar a Pierre a la sala de espera, cc sorprendié de encontrarlo constru- yendo con ladrillos en el suelo en medio de la sala. An tes se desplazaba lentamente por esta como si flotara © permanecia sentado inmévil junto a la persona que lo habia acompanado a la clinica. Ademas, a diferen cia de lo que solia suceder, esta vez camin6 atento por el corredor hasta el consultorio con la espalda dere: cha, como si tuviera la sensacion de poseer una co- lumna vertebral dura en que respaldarse. En ocasio- nes anteriores se dejaba desplomar a la salida de la sala de espera y era preciso sostenerlo o casi Ilevarlo alzado hasta el consultorio (véase Anne Alvarez, 1980), Ese dia Pierre hizo también algo inusual en el con- sultorio. Con esmero dibujé algo sobre el papel que la doctora Maufras le habia dado. Dijo que era un volean, Este svolean: tenia un espacio a modo de pasadizo en su parte inferior; por ahi, dijo, hacia erupcién la lava, Ademés le produjo alguna angustia una porcién de aziicar que Vio disolverse en agua. Pierre logré en ese momento comunicar a la doctora Maufras sentin tos hasta entonces inefables. La tension de la espera de que ella legara, y el ansia de ir a su consultorio, se Ie antojaron como unos pasadizos de su cuerpo lle. 238 nos de liquidos semejantes a retener, En sesiones anteriores esta lava parecia hacer erup. cion y él se sentia sno esta», de modo que se desploma- ba al suelo. En ese estado era tenue su sentimiento de existencia. Temia resultar disuelto y mo esta co- mo el azicar. Hoy habia podido jugar con los ladrillos solidos, que le permitieron esperar y lo hicieron se: urse mas fuerte. Pudo sentir que poseia una coli a lava que él no podia na vertebral capaz de sostenerlo. Y consiguié refrenar las, sensaciones que semejaban a lava, esperar a represe! tarlas sobre el papel de manera de compartirlas con la doctora Maufras. La atencién que ella le presté lo hizo sentirse amparado y que su desborde podia ser anticipado y contenido, Aminor6 su miedo de hacer erupcidn como un voledn y quedar «to estas. Desarro- laba la sensacion de poseer una imagen corporal firme. Los nifios autistas imponen sobre el mundo exte- rior el sello de su imagen corporal: su spropio-ser sen- tido.. En su serie de television sobre +£1 cuerpo huma no», vista en 1981, Jonathan Miller expresé la idea de que «la imagen sentida es una ficcin —un espacio imaginario—, algo como un molde de gelatinay, El mundo exterior es introducido en ese molde. El hecho de construir con ladrillos en medio de la sala de espe- ra indicaba que Pierre sentia que su cuerpo tenia algo solido adentro, de manera que podia hacer frente a los terrores del pasadizo leno de lava que lo conducia al consultorio. Por eso no necesité desplomarse. Empe- zaba a sentir que poseia una estructura interior capaz de sostenerlo; y como resultado de Ia firmeza y con- sistencia de su analista, podia percibir también Ia exis- tencia de una estructura exterior capaz de obrar eso mismo. Los versos de Tennyson citacos en el epigrafe de este capitulo dan a entender que esto es indispen- sable para el sentimiento de ser un wor. También es necesario para evitar la locura o un aislamiento mal- sano, terrible. Estos dos fragmentos de material clinico indican que la impulsividad de Jean y de Pierre empezaba a quedar bajo control. Su entrenamiento para el control de las excretas se asumia en lo psicolégico. Esto sign ficaba que podrien comunicar sus terrores. Con un sen- timiento mas seguro de su existencia, Pierre empez6 a experimentar una imagen corporal segura. Antes le parecia que podia disolverse y quedar «no esta». Habia sido una masa de sensaciones corporales sin sensacién, de solidez ni de sustancialidad, La importancia de las tempranas sensaciones corporales La tesis que desarrollamos aqui es que al comien- 0 el »propio-ser sentido: se experimenta en los térmi- nos de fluidos y gases. Esto no es sorprendente puesto que el recién nacido acaba de emerger de un elemen- to liquido y sus primeros alimentos y excretas se aso- cian con fluidos y gases. Como lo ha sefialado Spitz (1960), 1 neonato tiene que adaptarse, de ser criatura acuatica, a morador de tierra firme. Se trata de un ajus- te muy grande. y eabe esperar que sensaciones aso- cladas a flotar en un elemento liquido se proionguen hasta convertirse en parte de la imagen corporal inicial. Los nifios autistas suelen dar muestras de sentirse flotando. Entrar en contacto con la realidad les parece literalmente «caer a tierra». (Cuando tomamos noticia de estos niveles profundos. se hace evidente lo mucho que han influide sobre el lenguaje cotidiano.) Los ni- ‘fos autistas suelen caminar en puntas de pie y parece que flotaran, no que caminaran. En ese estado de flo- tacién ereen poder realizar hazafias notables, como vo- Jar, trepar a gran altura 0 hacer equilibrio sobre una cuerda tendida a mucha distancia del suelo. Y en efec- to, a menudo hacen estas cosas. Por ejemplo, Anto: nio, cuyo material clinico presentaremos mas adelan- te en este capitulo, trepaba con gran habilidad a con- siderables alturas durante los primeros dias de su tratamiento. Ademés, cuando trabajé en el Putnam Center de Bosten, Massachusetts, habia una nifiita autista que caminaba haciendo equilibrio por una cuer- da tendida a gran altura. Estos nifios autistas consu- man esas atrevicas hazafas sin poseer un sentido rea- lista del peligro, 240 Paradéjicamente, sin embargo, estan habitados por terrores fantasticos ¢ ilusorios. Por ejemplo, en sus es- tados liquidos. gaseosos, tienen miedo de explotar 0 de escurrirse por agujeros. Quedar esparcido o explo- tado significa vaciedad, extincién, anonadamiento. Las delusiones asociadas con objetos autistas estan muy activas en esta etapa. Parece que una de sus funcio- nes es taponar agujeros por los cuales la vyo-idads pu- diera escurrirse o hacer erupcidn. La tersura escurri- diza del estado liquido puede parecer amenazada por inundaciones, cascadas, torbellinos o erupciones, que despiertan un terror primitivo. En oro lugar (Tustin, 1972, 1981) he prestado aten- cion a procesos que llame sdesbordar-al-unisonos. En- tendi que estos procesos contribufan al sentimiento de sunidad primordiale deserito por Fread. Dos profesio- nales italianos que se ocupan de ninos aquejados de autismo psicégeno, De Astis y Giannotti (1980), han mostrado que estos intercambios tempranos entre ma- Aree infante remedian la rnptura producida por la ce- sura del nacimiento. ‘Winnicott (1958) ha sefalado que en la primera in- fancia el intercambio se basa en la jlusién. Esta ilu- sion parece ser la de un aflujo y reflujo ritmicos, con- tinuos. En la infancia, este flujo remediador, purifica- dor, entre la madre y el bebé puede parecer que se quebranta de una manera violenta y catastréfica. To- dos los infantes suften la decepcidn de la Caida desde la aparente perfeccion de una tersura continua y se- dosa a la quebrantada y rechinante tiniebia de la falta de satisfaccion perfecta en los exactos términos por ellos deseados. Pero algunos infantes, por una diverst- dad de razones, han experimentado como una catas- trofe esta caida del estado de gracia, Tal vez se deba a factores constitucionales o ambientales, 0a una mez- cla de unos y otros. Los intercambios parecen hacer colapso. La ttinica inconsutil de la perfeccién absolu- ta se muestra rasgada. En los niios neuréticos, para Jo que venimos hilando en este capitulo, el desarrollo de un sentido de »yo-idad: se ha perturbado. Pero en los autistas psicégenos se ha detenido a causa de acon- tecimientos catastréficos para el «propio-ser sentido». En el tratamiento psicoanalitico tenemos que re- lanzar estos intercambios trasformadores. Una psico- analista francesa, Genevieve Haag, nos ha mostrado que los ninos incican el comienzo de estos inteream- bios salutiferos dibujando una cruz en que dos lineas de igual longitud hacen interseccion. Ella descubri6 que en el momento de dibujar esto. los nifios autistas ‘empiezan a tener una imagen corporal que pose una estructura dsea interna que sirve de sostén (Haag, 1983). El sentir inicial del cuerpo ba sido ilustrado por el material de Jean y de Pierre, Presentaremos ahora el trabajo clinico can otro nifio aquejado de autismo psi cégeno para ilusirar la reelaboracién de esos estados y el establecimiento mas seguro de la imagen corpo- ral. Con esta advienen el desarrollo de un sentir de la identidad personal y el uso del pronombre «yor Fjemplo clinico 3 Antonio es tratado por Ia doctora Suzanne Maiello, que trabaja en Italia y de tiempo en tiempo discute con- migo sus trabajos. Antonio le fue derivado teniendo cinco afos, y lo ve tres veces por semana. Evidente- mente era un caso severo de autismo psicégeno: Maie- lo informa que en el momento de iniciar su trabajo con di, estaba completamente recluido en un estado autista (1982). Escribe: Sus grandes ojos verdes pare- fan no ver, y no se posaban en mi ni en los objetos. Practicamente no hablaba, sino que producia cada tan- to sonidos inarticulados y no solia reaccionar a mis in- terpretaciones». En el estado fluido, gaseoso, flotante que hemos descrito en la primera parte de este capitulo, Antonio trepaba a grandes alturas utilizando los marcos de ma- dera de puertas y ventanas. En esto era particularmen: te diestro y osado. Un cambio se produjo cuando co- bro miedo a pajaros voladores, a los cuales eviden temente se asimilaba. De varios modos demostré a Maicllo que deseaba que ella los pusiera (lo pusiera) en una jaula porgue temia que ellos (él) volaran mas 242 y mas alto y desaparecieran, Anota Maiello: «Le pare: cid que era importante permanecer abajo y adentro de la habitacién en que yo estaba». Matello no puso a su paciente en una jaula pero, por medio de su dedicada atencién, su conducta consistente y su encuadre rela- tivamente inmodificado, lo amparé ea su atencién. Es to lo resguardé de escapar de Maiello como los pajaros voladores. En consecuencia se empezaron a producir cambios promisorios. Uno fue el desarrollo de la ima- ginacion y la fantasia. El desarrollo de la imaginacién. Cuando Antonio experiment un amparo firme pero comprensivo, vir- tualmente dejé de trepar. Advirtié cue si las paredes del consultorio lo limitaban, al mismo tiempo le da- ban seguro amparo. Advirtié también que existian puertas cerradas de habitaciones en las que él no po- dia entrar. Esta frustracién estimuls el desarrollo de su imaginacién. Por momentos imeginaba que exis- tian maravillosas ensas Maiella en esas hahitaciones cerradas: otras veces, que habia cosas amenazador: El desarrollo de la imaginacion es prerrequisito indis pensable para el establecimiento sélido de una ima- gen corporal a partir del flujo inicial de sensaciones incoordinadas. Esto, junto con el desarrollo de la me- moria, concurre al establecimiento de una continui dad de existencia, La continuidad de existencia. Antonio puso de ma- nifiesto este logro por medio de algunas interesantes actividades con tiineles. En efecto, stiinel fue su pri- mera palabra. En cierta ocasién, utilizé la alfombra co- ‘mo tiinel y reptd por ahi varias veces, como dice Maie- Ho, «con gran interés y concentracione. Cuando pasé del tnel de la alfombra a la luz tras su prolongado reptar en la oscuridad, se vio «una expresion de honda sorpresa en su rostro». Mas adelante en el tratamiento hizo lo mismo con una ovejita de juguete; la hizo pa: sar por un téinel de papel. Cuando emergié la saludé con la exclamacion *jAca estal+ en un tono «tanto de alivio como de confirmacién de un suceso esperado» Fue evidente que Antonio empezaba a conflar en que ély la ovefita de juguete sey istiendo aunque no estuvieran visibles y no se los mirara. ‘Sus nociones berkeleyanas se empezaban a modi ficar. Advertia que las cosas tenian continuidad de existencia, no dependiente de que él las mirara. Los horrores y Ia desesperacion de la inexistencia se em- pezaban a tramitar. Asi la esperanza se volvia posi- ble. Estos progresos se produjeron en parte como re- sultado del examen de realidad, pero también por la percepcién de Antonio de que por medio del juego te- nia gobierno sobre la aparicién y desaparicion de las cosas: del estar las cosas wacds y de su sno estas. Unas sesiones después, desarroll6 Juegos en los que mostra- ba que empezaba a advertir que las cosas podian es- tar fuera de sv. gobierno, y sin embargo existir. Esto se relacioné con su interés por las caierias de agua. La imagen del cuerpo come sistema de caferias, Antonio se interesé mucho por el agua que del aguje- ro del lavatorio sc escurria por cl canto de desagiie y después pasaba por una rejilla de resumidero. Ponia Ia oreja en el cafio por donde borboteaba el agua des- agotada. La existencia del agua en esos cafios se po- inferir, pero él no la podia ver ni controlar. En este periodo hubo otros indicios con respecto a la naturale- za de su imagen corporal. Cierta vez que se lavaba un, ple, pregunté «Qué hay en mi pie?s, lo que parecié una inferencia logica de que también el pie pudiera tener cafierias Una comparacion similar parece haber sido esta- blecida por un infante de nueve meses descrito por la doctora Anik Maufras de Chatellier, la psicoanalista francesa ya mencionada, Bila nos informa: sLouise te- nia en Sus manos un tubito. Puso el indice de su ma- no izquierda en el agujero del tubo y después lo Hlevo al de su oreja izquierda con una expresion pensativa dibujada en el rostro. Inmediatamente después puso el indice de su mano derecha en el orificio del tubo y lo llevé al de su oreja derechar. Parece sostenible que Louise se preguntaba si el orificio de sus orejas con- ducia a tubos dentro de su cabeza, similares al tubo que tenfa en la mano, “Le sn un trabajo origin: . el psicoana- ista argentino David Rosenfeld (1981) aporté material convincente de pacientes adultos pera mostrar que, en estados de acusada regresién, su imiagen corporal era ‘un sistema de tubos a los que atribuian el gobierno sobre el flujo de los liquidos corporales. Rosenfeld apunta que este presunto contenimiento de liquids corporales por la imagen corporal como sistema de ca- herias es una imagen corporal més elemental que la descrita por Esther Bick (1968), referida a la funcion contenedora de la piel. Didier Anzicu, psicoanalista francés, ha mencionado también la funcién contene- dora de la piel en el desarrolto de un sentir del propio- ser, y acuiié la expresién +yo-piels (Anzieu, 1974). Mi propio trabajo clinico confirma qu: la imagen corpo- ral como sistema de cafterias es mas elemental que la imagen del cuerpo entero contenido por la piel. Ahora bien, esta imagen de sistema de caferias: implica tomar noticia de sinteriores» y también de situaciones rafucray con las que hay identificackon. Es un paso que va mas alld del autismo indiferenciado, hacia una per- catacién transicional de «a miv y «no-a mis. Activi- dades transicionales se vuelven posibles. Ahora bien, el paciente de Maiello pasaba ademds de su imagen cor- poral como sistema de caferias a una pereatacién pro- pioceptiva de su cuerpo como forma cohesionada y fi- gura limitada por una piel que le daba contorno. Em- pezaba a advertir que su cuerpo era un objeto entre otros que tenian formas y figuras identificables y nom- bres que los distinguian El desarrolto de una imagen de! cuerpo mas cohe- sionada, Cuando tenia ocho ahos. y en medio de un, berrinche debido a alguna frustracién, Antonio des- mantelé un leén de juguete que habia traido de su ca- sa. Este len estaba hecho de piezas de plastico ar- ticuladas de manera que se lo podia estirar y compri- mir como a un acordeon. Tras una interpretacion de Maiello, basada en el concepto de «desmantelamien- tor (Donald Meltzer et al., 1975), Antonio traté de re- componer el leén. Pero lo hizo tan caprichosamente que se convirtié en +n objeto bizarro» (Bion. 1962b). ja sesion siguiente, An par. tes el leon mal armado y, junténdolas, las puso sobre el regazo de Maiello. Era un evidente pedido de auxi- lio, y ella procedié a reconstruir el leon de manera que cobrase su forma adecuada. Pero si habia sido capaz de mirar a Maiello mientras confeccionaba el tinel de papel por el cual la ovejita después pasaba y repasa- ba, Antonio no pudo mirarla armar el leén-concertina. Le dio la espalday se fue a un rinc6n de la sala mien. tras ella operaba. Cuando terminé, examiné el leén re- compuesto y después fue a buscar otro leén de fugue. te, que era parte del material de juego que Maiello le habia proporciorado y que no se podia desarmar. Lo comparé con el leén-concertina y enseguida le dio el nombre sleér. Maiello comenta: »Me pareci6 que Antonio lo toma. ba como prueba de que un objeto que habia sido des- mantelado y despedazado podia volver a convertirse en un objeto entero que funcionara convenientemen- te y se pareciera a otros objetos de la misma especie; y ademas que, siendo un objeto entero, podia tener un nombre». En efecto, en la sesion siguiente, Antonio to- m6 la lave de su cajén y desprendié el rétulo que co} gaba de ella, Procedié entonces a escribir su nombre y apellido sobre el cartoncito. Pero aunque pronuncié su nombre correctamente, lo escribié de manera ca- prichosa con las letras mesturadas, similar esto al leon mal armado. Discusién del material del le6n. Antonio evidente. mente advertia que existia la posibilidad de tener un cuerpo en tanto afuera cohesionado como un objeto total con una forma y una figura caracteristicas, y un nombre que lo d'stinguiera de otros objetos. Sin em bargo, este material plantea varias cuestiones. {Se per: cataba Antonio de que dos cosas pueden parecer igua les, y aun tener el mismo nombre, pero ser diferentes en ciertos respectos? (El ledn-concertina era diferente del leén material de juego.) :Percibia que con Maicllo se podia sentir como un muchacho entero —porque ella amparaba y ademas comprendia sus berrinches explosivos—, mientras que en casa se sentia despeda: 246 zado cuando se enojaba, y después. que Io armaban de manera equivocada? (Se recordara que al leon concertina lo habia traido de la casa y que el otro leén pertenecia al material de juego proporcionado por Maiello.) ¢Por qué no pudo mirar a Maiello cuando procura- ba rearmar el le6n-concertina? gLe parecia una tarea mucho mas complicada que hacer el ttinel de papel, y No soportaba mirar esa complicacién porque le de- mostraba su dependencia de Maiello? .Queria enga- jfiarse con que él mismo lo habia hecho, y su engano sé disipaba si la miraba? ,Sentia envidia de su capact- dad de ser constructiva y deseaba negar su empeno? zNo miraba porque percibia que el ledn-concertina era afin a su imagen corporal, que no podia ser vista y po- dia esta parecer desmantelada? EI Je6n mas intacto era afin a la apariencia exterior de su cuerpo? gPerci- bia una discrepancia entre el sfantasma privador lu- sorio formado a partir de sensaciones corporales, mas efimero que la realidad sustanefal de su cuerpo pie blico:, para emplear los términos de Jonathan Miller? Preguntémonos lo mismo de otra manera: zadvertia que su propio-ser sentido era diferente de su cuerpo exterior, que parecia mds intacto y mas permanente? 2Se desarrollaba en él una idea mas profunda de su separacién corporal? 2Empezaba a distinguir con m; claridad entre realidad interior y exterior? ‘A raiz del material de! le6n, las respuestas a algu- nos de estos interrogantes se obtuvieron por la infor- macién que dieron tos padres acerca del juego de An- tonio en el hogar, y también por sus actividades en sesiones posteriores. La informacién de los padres se referia al interés de Antonio por la apariencia externa de su cuerpo. en tanto distinta de su imagen subjetiva propioceptiva, La apariencia externa del cuerpo. Los padres infor- maron que Antonio solfa jugar horas mirando su ima- gen en un espejo alargado y después tapandola con agua jabonosa. A continuacién enjugaba el espejo de manera que su imagen reaparecia. Tal vez al comien- zo Antonio pens6 que era otro muchacho el que apa- recia en el espe}o, pero los padres ron también que en este periado del juego del espejo se habia reco- nocido en una fotografia: por Io tanto tuvo que haber empezado a percatarse de que la imagen del espejo cra de su cuerpo. Los espejos son cosas muy magicas pa- ra los ninos. Enel mundo «del otro lado del espejo» to- da suerte de cosas imposibles parecen posibles. Cu- briendo su imagen del espejo con agua Jabonosa, An- tonio podia interrumpirla y hacerla mo esta; y cuando limpiaba el espejo, la imagen reaparecia como un ob- Jeto entero. Tal vez le parecia poder hacer la magia que Maiello habia consumado con el lesn-concertina. ¥ sin duda que por medio de este juego podia sentir que gobernaba cosas saca estar y cosas mo estar Ahora bien, también ganancias de realidad obte- nia de su actividad con la imagen del espejo. Tiene que haber sido tranquilizador para él descubrir que su cuer- po real permaneefa aunque la imagen del espejo se ta- para. Empezaba a tomar noticia de la realidad de su cuerpo. que fenfa eontiniidad de existencia en el tiem po y enel espacio. Se percataba de que poseia un cuer- po real que era diferente de su imagen corporal sub- Jetiva. Esta imagen corporal era insustancial compa- rada con la reaidad solida de su cuerpo real. Con términos kleinianos: junto a sfantasias inconcientes: acerca de su cuerpo, advertia que poseia un cuerpo real, sustancial. Desarrollaba la nocién de que era un muchacho vivo real, sustancial. de cuya imagen en e1 espejo y fotografia él podia decir weste soy yor. Empe- zaba a sentir que existia como un wor. La representaci6n de sf mismo y de otros objetos. En el acto de reconocer la imagen del espejo y la foto- grafia como representaciones de él mismo, Antonio avanzaba hacia la nocién de «representacién de sis. En. relacién con esto. importantes desarrollos nuevos ocu- rrieron en sus sesiones con Maiello. Antonio demostré comprender que para hacer una representacién de un objeto, la imagen que él tenia en su mente debia guar- dar alguna conscnancia con la apariencia externa del objeto aunque su representacién se produjera en un elemento diferente. En un fragmento de observacion 248 magnificamente detallado. Ma! tante paso de progreso: egistra este impor. sDe repente, con gran determinacién, Antonio va a bus- car una hoja de papel y las tijeras. y empieza a cortar el papel. Me parece que recorta algo cuya imagen tie ne en su mente. Corta una tira de papel y después la divide en cuatro rectangulos. Est sentado en el piso con las piernas bien abiertas y alinea los rectangulos frente a si entre sus piernas. Después mira la cajonera y copia la disposicién de sus cajones. dos arriba y dos abajo. Repetidamente mira el original hasta que Su re- produceion es perfecta, »Entonces se pone a cortar mas rectangulos, siem pre cuatro de una tira. St salian cinco, arrojaba el quin to, Del lado de su mano szquierda haze con los rectan- gulos de papel otras copias de la cajonera. Para las pri- meras dos copias, mira el prototipo que tiene entre sus piernas a fin de verificar que esté correcto, pero no ‘vuelve a mirar la cajonera real para comprohar la fi- delidad de su representacién. Finalmente, hace las otras copias sin mirar la cajonera real ni el prototipo que tiene entre sus piernas. A estas Uitimas las hace “de memoria”. Maiello dice que era como si tuviera una smatrizs cen- tral. Por esta época Antonio empez6 a designarse «yor. Habia empezado a tener un sentir del propio-ser. Ha- bia dejado de ser autista El desarrollo de una imagineria mental. Parece ra- zonable conjeturar que la imagen corporal de Antonio empezaba a estar mas en consonanela con el aspecto de su cuerpo real, Se percataba también de que por medio del recuerdo, la rememoracién y Ja representa- cidn, los objetos (y él €s uno) pueden tener contini dad de existencia aunque no estén presentes de modo que se los vea, toque y manipule. Cosas que han sido vistas y disfrutadas pueden, con palabras de Words- worth, siluminarse para el ojo interior que es el delet- te de la soledadb. Elvaislamientos de ser un ayo: se pue- la ind de empezar a tolerar. Se empieza a estat vidualidad. Mas adelante, cuando la cubierta de la complacencia se empieza a resquebrajar y las suposi- clones cémodas se abandonan, poco a poco se vuelve posible la aceptacién de si. Pero esta es otra historia. El desarrollo de la «yo-idad» en nifios normales ¥ autistas Prosiguiendo con el tema de este capitulo: Marga- ret Mahler emplea la metéfora macimiento psicolég cor para denotar ia alborada de un sentir del propio- ser. Con referencia al desarrollo normal, considera que esto empieza en la primera infancia y prosigue toda la vida, Antonio debié esperar hasta los ocho afios pa- ra iniciar este importante proceso, una de cuyas con: diciones necesarias es la sensacién de que impulsos que se experimentan como liquidos y gases peligro. 808 son recibidos. contenidos, reciclados, regulados y dirigidos apropiadamente de modo que la espontanei- dad no se coarte. Asi «cascadas», wvolcaness y otros «des- bordes* incontrolables no interrumpen el flujo creador saludable entre los cuidadores y el nitio. Se convier- ten en cambio en canales de expresién. Vinculos emo- clonates y de cooperacién pueden establecerse. Hasta que esto ocurra, se intenta controlar esos desbordes peligrosos con diversos medios ineficaces. Los nifios autistas recurren ala ilusion del encapsulamiento, que ocluye la estimulacion: los nitios de tipo esquizofrént co parecen envolverse en la madre y otros objetos: cler tos nifios destituidos desarrollan precocidad en el uso del lenguaje, y otros, en el plano intelectual (James, 1960). Los nifios autistas estan plagados de terrores y ma- Ientendidos. Estos se refieren a su imagen corporal no contribuyen a mitigar sus terrores. Asi se coarta el desarrollo de ur. normal sentir del propio-ser. Con stu plasticidad expresiva, Jonathan Miller (1981) dice que la imagen corporal normal es vel guante trashiicido de |i posibilidad del propio-sers. Bas6 su serie de television en descubrimientas logrados en el trabajo con pacien- tes que habian sufrido amputaciones corporales 1 ope- 250 raciones cerebrales. Lo mismo se aplica al fascinante bro de Paul Schilder, The Image and Appearance of the Human Body (1935). En cuanto aeste capitulo, se basa en la observacién de nifios cuya psique resulté dafiada sea por haber sido expuestos a la realidad de una manera demasiado ruda y premawura, sea porque fueron sobreprotegidos hasta secharles a perder», co- mo se suele decir. En el caso de todos estos nifios, su imagen corpo- ral parece dafada. Esto significa que tambien result6 Gafiado su sentir del propio-ser. Es alentador descu- brir que ese dafo se puede remediar con un trabajo empenoso y comprensivo, al menos en el caso de cier- tos ninos pequefios aquejados de autismo psicégeno. Por medio de un tratamiento adecuado a sus necest dades, se los puede habilitar para que elaboren proce ‘sos de imagen corporal que se debieron haber const: mado en la infancia, Pero cumplen esto de una mane raalgo diferente que el infante normal. En la situacion clinica, se observan desarrollos lentas y exagerados que en el infante normal se producen mucho mas ré- idamente y a edad mucho mas temprana. Por ejem- plo, el juego de Antonio a los ocho afios con la ovejita que hacia aparecer y desaparecer es similar al juego del nifiito de once meses que Freud describe en Mas alla del principio de placer (1920): arrojaba un carre- tel tras la baranda de su cuna y lo hacia desaparecer y aparecer. También el juego de Antonio a los nueve hos con su imagen en el espejo es similar al juego de aquel nino a los dieciocho meses. P2ro en el infante observado por Freud, el episodio del carretel y el jue- 0 del espejo ocurrieron por la misma época. En el ca- so de Antonio, hubo de trascurrir un af entre un epi- sodio y el otro, Jonathan Miller ha observado que «la imagen cor- poral se construye laboriosamente a medida que mo- vemos las extremidadess. Cuando infantes, los nifios autistas son muy pasivos y no mueven sus extremi- dades tanto como el infante normal. Tal vez sea esta una de las razones que explican lo eler-ental de su ima: gen corporal. Si estudiamos el desarrollo tieso y vaci- lante de la imagen corporal y del sentido de ser un wor psicdgeno, no pue- complejidad de la tarea 's normales sin advertir en los nifios aquejados de ai que siquiera que Io hacen. Conclusion Para estudiar la importancia de la imagen del cuer- 1 desarrollo de un auténtico y seguro sentir de , hemos intentado escribir desde el punto de lo ha sido una contribucién eipatica mas que tedrica. Procuré de- mostrar que estados primordiales de sensacién tienen una importancia basica para el desarrollo de la ima- l sentir del propio-ser. Hemos recono- cido la dificuitad de comunicarse acerca de esos esta- dos no verbales por medio de palabras. No obstante, ha resultado que las necesidades de algunos de nuestros pacientes nos mueven a intentar- asi como las necesidades de ellos los mueven a tra- tar de comunicarse acerca de esos estados. En el em- peo de comprender esas comunicaciones. se ha pre- sentado un material clinico que muestra que en esos estados primitivos la impulsividad parece experimen- rse como aguas que borbotean o liquidos 0 gases cor- porales explosivos. En el tratamiento, a medida que los nifios experimentan un encuadre sano y sol das* y los «volcanes: incontrolables de su impulsividad son acogidos, procesados y comprendidos por otro ser que posee sensibilidad y al mismo tiempo un robusto sentido comiin, su imagen corporal empieza a apare- cérseles mas sustancial e intacta. Empiezan a sentir que poseen ung estructura interior y que existe una estructura exterior que los ayuda a soportar Io que an- tes parecia insoportable. Estas sensaciones insoporta- bles parecian precipitarse descontroladamente, y ast socavaban su confianza en ellos mismos. Cuando las sienten amparadas y contenidas, los nifos empiezan a concebir esperanzas y una intencionalidad. Ademas se presenté material clinico para ilustrar 252 e] nacimiento de la conciencia de que la imagen cor- es una entidad col ‘ada que posee per- en el espacio y en el tiempo. A medida que imagen corporal empieza a est cuerpo real, se desarroll za.a sentir que tiene un nombre y que es un individuo auténomo. Todo esto se asocia al allegamiento al tera- en tanto wel pecho» de la infancia. También el asegurar sobre la continuidad a memoracion, la ensohacién y la representacion se vuel- ven posibles. . mientos de ser un «yor

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