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ÉTICA Y PERSONA
¿Qué hace especial al ser humano? ¿Acaso no somos iguales en todo a los
demás seres vivos? ¿Por qué sentir que somos diferentes a los animales? ¿En
qué radica esa diferencia? ¿En qué consiste el papel que desempeñamos en
nuestra vida sobre este planeta? ¿Por qué no se castiga legalmente a alguien
que pisa a un insecto, mientras que matar a un ser humano sí conlleva una carga
moral y legal? Todas estas son preguntas que han acompañado a la humanidad
durante toda su historia. Hasta donde sabemos, el ser humano es el único que
se ha formulado estas preguntas, a partir de ahí se puede comenzar a
reflexionar.
Explicación
El planeta Tierra ha sido testigo del surgimiento de la vida con toda su
extraordinaria diversidad de especies de plantas y animales. Entre toda la
diversidad animal, solo una especie, la humana, Homo sapiens, emparentada
genéticamente con los primates superiores, de pulgares oponibles, con los ojos
al frente, y con gran volumen craneal, ha llegado a preguntarse sobre el valor y
el sentido de las cosas, ha llegado a desarrollar la conciencia, ha mirado el
inmenso cielo estrellado de la noche y se ha preguntado en qué consiste la vida
y el sentido de esta. Solo el ser humano ha podido decir de todo este increíble
escenario: "esto se llama mundo".
"La filosofía se ocupa de los principios y reglas de la verdad humana y
divina, y de cómo alcanzar la felicidad" (Escutia y Cámara, 2020).
Todos los seres humanos realizan tareas de tipo filosófico cada vez que se
preguntan algo sobre la naturaleza de las cosas. Casi todas las preguntas tienen
que ver con alguna rama de la filosofía.
A continuación, se revisarán algunas ramas de la filosofía.
García (2010) refiere que la filosofía aborda asuntos y problemas más allá de la
teoría y práctica. La metafísica es una de las ramas más abstractas y polémicas
de la filosofía, ya que su utilidad ha sido cuestionada. Por ello, la metafísica
comenzó a analizarse en dos sentidos: uno general, como estudio del "ser en
cuanto a ser", es decir, "ontología", y otro en sentido particular, como que los
seres son eternos, es decir, "teología".
La epistemología está relacionada con el conocimiento y se preocupa por el
encuentro de la verdad, la relación entre pensamiento y realidad, evidencias.
Esta definición está relacionada con las preguntas: ¿Cómo sabes? ¿Tienes
evidencias sobre ello?
De acuerdo con García (2010), la estética es aquella capacidad para percibir
sensaciones, se dedica al estudio de la belleza y del arte. Todos alguna vez nos
hemos preguntado sobre si algo nos gusta o nos parece agradable.
La ética no es un saber teórico, sino práctico. Es la referencia que utilizamos
para conducir nuestras acciones, decidir lo que queremos hacer, lo que
consideramos bueno o malo, justo o injusto.
Tabla 1.1 Campo de estudio la filosofía
La reflexión sobre las normas, pautas, reglas o acuerdos morales que rigen la
vida de las personas, las instituciones y los pueblos, es el quehacer de la ética,
la cual es muy distinta a la etología. La etología, según Manrique y Medina
(2019), estudia los estados internos y subjetivos de los animales, sus emociones
y sentimientos, cómo estos se relacionan con sus comportamientos, y cuáles son
sus funciones.
Los etólogos observan cómo se rasca un perro, o cómo danzan las abejas para
comunicar a su colmena que encontraron polen. Esta disciplina no contiene el
elemento del discernimiento ya mencionado, la conducta animal no puede ser
juzgada como correcta o incorrecta. La ética, en cambio, reflexiona sobre el
carácter moral de nuestras acciones, de ahí que su objeto de estudio sea
propiamente humano.
De igual forma, la ética es distinta a la psicología, porque ésta se define como el
estudio de la mente y el comportamiento (American Psychological Association,
citada en Legg y Brazier, 2021) sin emitir juicios sobre lo correcto o incorrecto,
justo o injusto, bueno o malo del actuar humano. Por tanto, la psicología estudia
la conducta humana para definir el estado de equilibrio y desequilibrio, salud y
padecimiento, lo normal o anormal. En cambio, la ética, valiéndose de algunos
métodos filosóficos, estudia y reflexiona en torno a la manera en que aplicamos
los principios morales que conducen nuestra vida personal y profesional hacia
un horizonte de realización, plenitud, justicia, y sentido.
Mientras que la psicología estudia los motivos por los cuales un adulto de 36
años se chupa el dedo y se saca los mocos ante quienes lo rodean, la ética
indaga sobre si esa forma de actuar es una vía adecuada para alcanzar una vida
feliz, justa, digna, responsable, etcétera.
Pero antes de seguir, y con el fin de evitar confusiones innecesarias a partir de
su función, vale la pena diferenciar los términos moral y ética, ya que son
conceptos relacionados.
Por decirlo brevemente, de acuerdo con Vilchez (2012), la
moral, entendida como el conjunto de valores, principios, normas, pautas e
ideales que orientan la vida de las personas, instituciones y pueblos hacia una
idea de vida buena, justa, plena o realizada, en un tiempo y espacio determinado.
Podría decirse que la moral se enfoca en el actuar de las personas, cumplir con
lo socialmente aceptado, cumplir con códigos y tener atributos deseables de
conducta.
Por su parte, la ética, entendida como el estudio sistemático y filosófico de la
vida moral, tiene tres funciones básicas:
Introducción
En Universidad Tecmilenio existen cinco valores que a manera de ejes
sostienen, cohesionan y hacen que se mueva la universidad: Innovación,
Integridad, Colaboración, Empatía e Inclusión y Ciudadanía Global. Lo más fácil
de hacer es juzgar a los demás sin comprometernos a nosotros mismos. Sin
embargo, como parte de esta institución, debes evaluarte a ti mismo en función
a esas categorías. Se trata de ejes que conforman el ser de la Universidad
Tecmilenio. Pregúntate no solo cómo esta escuela te ha enseñado cada uno de
ellos, sino más bien, cómo has vivido cada uno de esos ejes en tu experiencia
universitaria.
Explicación
Evalúa por qué razón son importantes todos y cada uno de esos valores.
Recuerda que la consideración de los valores se conoce como axiología, que es
una palabra que significa literalmente "estudio de los ejes". Piensa en estos cinco
valores como ejes que constituyen la estructura moral de la institución. Imagina
que son cinco pilares o columnas que sostienen un techo, o como cinco vigas
que soportan toda una construcción. Todas son necesarias. ¿Cómo se
complementan? ¿Cómo se relacionan entre sí? ¿Cuál de esos valores te parece
que es el que ha faltado más en tu experiencia universitaria, y por qué? ¿Qué
parte le corresponde a la institución y qué parte te ha tocado hacer a ti?
Observa con cuidado el Código de Ética y podrás detectar los ingredientes
teleológicos y deontológicos. Lo teleológico tiene que ver con las finalidades.
Intenta percibir en el Código de Ética el interés por alcanzar beneficios como
individuos y como sociedad. También observa la presencia de elementos
deontológicos en el Código de Ética. De entrada, todos los códigos están en
territorios deontológicos, de modo que es más sencillo detectar ingredientes
deontológicos en un Código de Ética. Cuando se indica la necesidad de cumplir
con los reglamentos establecidos, estamos apuntando a esta dimensión.
Será interesante para ti darte cuenta de cómo se relacionan los dos tipos de
orientación ética en este Código. Puedes también pensar lo difícil que sería una
convivencia sana y pacífica sin un código. ¡Imagina qué clase de experiencia
universitaria tendrías! Medita en cada uno de los 10 puntos del Código, y fíjate
en cómo cada uno de ellos conforma una manera de ser de la Universidad
Tecmilenio. Reflexiona sobre la parte que le corresponde a la institución, y qué
parte te corresponde a ti como miembro de la comunidad universitaria. A
continuación, lee con atención los puntos del citado código (Tecnológico de
Monterrey, s.f.):
Introducción
Para librarnos de la maldición del mito de Sísifo, el trabajo sin sentido, tenemos
que tomar un tiempo para reflexionar acerca del sentido que tiene la labor
profesional. Si no le damos sentido al trabajo estaremos atrapados por esa
dinámica descrita por el caso de Sísifo, que tenía que empujar una roca cuesta
arriba y al llegar a la cima, aventarla cuesta abajo, solo para volver a comenzar
otra vez. Incluso ese personaje tenía un momento de respiro cuando iba
descendiendo la loma, y quién sabe si en ese tiempo él podía dedicar su mente
a la reflexión. Hoy nosotros tenemos que hacer reflexión con carácter de
urgencia. ¿Cómo es diferente el trabajo de un ser humano y el de un animal de
carga? ¿Son exactamente iguales? ¿Por qué?
Explicación
Un hombre sale de su casa a trabajar. Su turno es de doce horas. Tiene que
servir combustible en una gasolinera. Después de su trabajo va a casa. Al día
siguiente es igual. Pero él ha decidido que cada día tenga algo especial. Buscará
el contacto personal con sus compañeros y tratará de identificar a los clientes
que regresan a la misma estación a cargar gasolina. Procurará encontrar sentido
en su ocupación. En otro ejemplo, una mujer sale de su casa rumbo a su trabajo,
muy temprano el lunes por la mañana. Su trabajo es en el octavo piso de un
edificio de oficinas. Es jefa del departamento de Recursos Humanos. El día de
hoy le han indicado que hay que despedir al 15% de los empleados como parte
de un proceso de contracción de la empresa. Su trabajo le presenta retos que
deberá enfrentar como profesional.
Es muy común encontrar personas que viven de alguna manera esa realidad
descrita por el mito de Sísifo. Trabajan sin hallar sentido a lo que hacen.
¿Conoces a alguien en ese caso? No han hallado la conexión entre su labor y
los valores intrínsecos, y no han visto su trabajo como una vocación, es decir,
como la contribución única que ellos han venido a hacer a este mundo.
Nos acercaremos al tema del sentido del trabajo desde dos ángulos. Uno es el
lado económico y el otro es el psicológico. Estas explicaciones no son
excluyentes, sino complementarias. Además, no son las únicas. Sin embargo,
nos ayudan en nuestras reflexiones y nos invitan a seguir averiguando sobre el
sentido de nuestro trabajo.
5.1 Aporte marxista
En el siglo XIX el capitalismo estaba en una fase de explotación imperialista de
los recursos naturales de las colonias en África, Asia y Oceanía. La idea de
Adam Smith (citado en Gopinath, 2023), el precursor del capitalismo moderno,
en su libro La riqueza de las naciones, entre otras cosas, afirmaba que uno de
los propósitos del trabajo es el de generar riquezas.
En el siglo XIX, la perspectiva de Karl Marx sobre el trabajo como fuente de
riqueza económica y como una forma de autoafirmación y expresión de la
individualidad es relevante para comprender la dimensión ética de la profesión.
Según esta visión, el trabajo no solo tiene un impacto económico, sino también
una influencia ontológica en la vida humana (García, 2013).
García (2013) refiere que, en el contexto profesional, el desempeño de una
actividad laboral implica una transformación personal y el desarrollo de
habilidades y capacidades específicas. A través del trabajo, nos convertimos en
seres activos y nos realizamos como individuos. El trabajo no solo nos define,
sino que también nos permite crecer y especializarnos, lo que contribuye a
nuestro crecimiento personal y desarrollo profesional.
Además, el trabajo no se limita a una esfera interna, sino que tiene una
dimensión externa significativa. A través de nuestras acciones profesionales,
proyectamos nuestras ideas, emociones y valores en los productos o servicios
que creamos. Estos productos o servicios no solo son expresiones de nuestra
individualidad, sino que también influyen en nuestro entorno y contribuyen a la
construcción de un mundo humano.
En este sentido, la ética profesional implica la responsabilidad de ejercer la
profesión de manera coherente con los valores personales y sociales. Es
importante considerar tanto el impacto interno, en términos de desarrollo
personal y crecimiento profesional, como el impacto externo, en términos de
contribuir a la creación de un entorno humano en el cual todos podamos habitar
de manera digna y satisfactoria.
En conclusión, la visión de Marx (citado en García, 2013) sobre el trabajo como
una fuente de autorrealización y como una forma de transformar tanto a nosotros
mismos como al entorno, proporciona una base ética para la profesión. El
ejercicio profesional implica la responsabilidad de desarrollar nuestras
capacidades y proyectar nuestro ser en la labor que realizamos, contribuyendo
así a la construcción de un mundo humano en el cual podamos vivir de manera
plena y significativa.
Y sí, una observación directa nos deja ver que efectivamente, el trabajo dedicado
sumado a la cuidadosa administración de los recursos puede generar riqueza.
Sin embargo, la generación de riquezas no puede quedar como el sentido mismo
del trabajo, porque las riquezas son solo un medio y no un fin. El punto no es
hacerse rico, sino qué vas a hacer con esa riqueza. Es decir, con las riquezas se
logran fines, objetivos, metas, pero no son ellas el fin, ni pueden ellas proveer el
sentido del trabajo.
En ese contexto, a mediados del siglo XIX, Marx declaró que el sentido del
trabajo es la humanización. El ser humano se hace más humano por medio del
trabajo. Es el trabajo lo que ha hecho que la mano y el ojo humano hayan logrado
la coordinación que tienen y que el ser humano se haya levantado por encima
de todas las especies animales, desarrollando la cultura y la civilización (García,
2013).
De manera que, si el fin del trabajo es la humanización, entonces la explotación
o esclavitud produce deshumanización. Cuando un trabajador no conoce ni
disfruta el producto de su trabajo, sino que simplemente se pasa todo el día
apretando un tornillo en una línea de ensamblaje (como aparece en la película
de Chaplin, Tiempos Modernos), ese trabajador está alienado del resultado de
su labor.
De acuerdo con García (2013), la característica del trabajo en la modernidad es
la de brindar una identidad social: una profesión, un oficio. Además, el trabajo,
no es solamente una categoría antropológica, sino económica; no nos hace
libres, nos enajena o aliena.
El concepto marxista de alienación es relevante para comprender el impacto del
trabajo en la deshumanización de las personas. Según Marx (citado en García,
2013), la alienación se produce cuando los individuos no tienen control ni
participación en el proceso de producción y, en consecuencia, no pueden
experimentar una conexión significativa entre su trabajo y su propia identidad.
La alienación laboral puede manifestarse de varias formas. Una de ellas es
cuando los trabajadores no tienen la oportunidad de contemplar el resultado final
de su trabajo, ya que su contribución se diluye en una cadena de producción
fragmentada y mecanizada. Esto puede generar una sensación de desconexión
y falta de significado, ya que no pueden apreciar cómo su labor contribuye al
producto final o al bienestar de los demás.
Además, cuando los trabajadores son tratados como meros instrumentos de
producción y no se les permite expresar su creatividad, habilidades y talentos,
se produce una alienación. Si el trabajo se reduce a tareas repetitivas y
monótonas, sin oportunidades de desarrollo personal o reconocimiento, se limita
la capacidad de autorrealización y enriquecimiento humano.
Es importante destacar que la alienación no es un problema exclusivo de un
sistema económico en particular, sino que puede presentarse en diferentes
contextos laborales y sociales. Sin embargo, el enfoque marxista pone especial
énfasis en cómo el sistema capitalista puede propiciar condiciones de alienación
debido a su estructura de explotación y la primacía de la acumulación de capital
sobre las necesidades humanas.
En conclusión, la alienación laboral es un fenómeno que puede ocurrir cuando
los trabajadores no pueden integrar su trabajo con su identidad y no encuentran
una satisfacción personal o sentido de realización en sus labores. Esta
deshumanización puede ser un desafío importante en la búsqueda de un trabajo
significativo y en la promoción del bienestar de los individuos.
La idea de humanización implica que nuestro trabajo debe hacernos cada vez
más humanos, capaces de integrar lo que hacemos con lo que somos.
Independientemente del uso ideológico y político que a lo largo del siglo XX se
les dio a las ideas de Marx, el trabajo como humanización es un concepto que
vale la pena considerar y ver cómo se aplica a nuestro caso. ¿Qué tan humano
te hace trabajar en la carrera que estás estudiando? ¿En qué forma ese trabajo
te ayudará a integrar lo que haces con lo que eres, y te impulsará a ser cada vez
mejor ser humano? Desde el punto de vista económico, el sentido del trabajo no
puede ser simplemente la generación de riquezas, pues las riquezas no son un
fin en sí mismas, sino que son el medio para lograr mejores fines para el bien
común. De modo que el verdadero sentido del trabajo es lograr la humanización
de quien trabaja, de quien recibe el producto del trabajo y de toda la sociedad.
Cuando una persona mide su éxito solamente en términos económicos e
individualistas, está equivocada en su percepción de la realidad. La mejora debe
siempre considerar el bien común. Es como si plantáramos un campo de maíz y
en espíritu de competencia, procuráramos siempre tener mejores cosechas que
los vecinos, sin saber que nuestras plantas de maíz están siendo polinizadas por
las de los vecinos. Nos conviene entonces, que la calidad del maíz de todos los
vecinos mejore para que así también la nuestra mejore. Es decir, el bien común
y la mejora de toda la sociedad son metas más inteligentes que el éxito y la
riqueza individualista.
5.2 Aporte psicoanalítico
Otro punto de vista es el psicológico. Cuando hablamos de psicoanálisis, casi
todos inmediatamente tienen en mente a Sigmund Freud y sus importantísimos
trabajos sobre el aparato psíquico, que han contribuido mucho al entendimiento
que el ser humano tiene de sí mismo. Como hijo de su tiempo, Freud (citado en
Castro, 2022) afirmaba que el ser humano tiene un tema rector, un hilo conductor
de sus motivaciones, motor de su conducta, su tema es la búsqueda del placer.
Teniendo como base esa idea, toda la teoría psicoanalítica de Freud se
construye sobre la búsqueda del placer.
De acuerdo con Freud citado por Porras y Parra (2019), la felicidad no es un
estado natural ni un objetivo alcanzable de manera permanente para los seres
humanos. En su teoría psicoanalítica, Freud señaló que la vida está llena de
tensiones y conflictos internos, y que el individuo busca mitigar esos conflictos a
través de mecanismos de defensa y satisfacción de deseos.
En relación con el trabajo, se plantea que la idea de la felicidad como propósito
o fin de la vida se ha convertido en una demanda social y económica en la
sociedad actual. Existe una presión social y un imperativo del mercado que
promueve constantemente la idea de que debemos ser felices en todas las
esferas de nuestra vida, incluido el trabajo. Esta exigencia de ser feliz en el
trabajo puede generar frustración y malestar psicológico, ya que la realidad
laboral a menudo implica desafíos, conflictos y situaciones estresantes.
Además, se menciona que esta demanda de felicidad en el trabajo es parte de
un discurso promovido por el sistema capitalista, que busca perpetuar una ilusión
de bienestar constante para mantener la productividad y el consumo. Esta
perspectiva sugiere que el énfasis en la búsqueda de la felicidad en el trabajo
puede ser una forma de enajenación o manipulación por parte del sistema
económico.
Es importante tener en cuenta que estas afirmaciones se basan en una
interpretación particular de los planteamientos de Freud y en una crítica al
sistema capitalista. Existen diferentes perspectivas y enfoques sobre la felicidad
y su relación con el trabajo, y es un tema complejo que ha sido abordado desde
diversas disciplinas, como la filosofía, la psicología y la sociología.
En resumen, el enfoque citado de Freud y la crítica al discurso de la felicidad en
el trabajo plantean que la búsqueda de la felicidad no es necesariamente un
destino humano, sino más bien una construcción social y económica. Se sugiere
que la presión por ser feliz en todas las circunstancias puede generar angustia y
malestar psicológico. Sin embargo, es importante considerar diferentes
perspectivas y enfoques sobre este tema para obtener una visión más completa
y matizada.
Podemos considerar que en un tiempo como el que vivió Freud, entre los siglos
XIX y XX, ciertamente el tema de la búsqueda de placer gobernaba las complejas
dinámicas psicológicas del corazón humano. Tal vez no podríamos decir lo
mismo el día de hoy, un tiempo en el que ya no se viven las mismas represiones
sociales como hace 100 años.
Sin embargo, otro psiquiatra, de una generación posterior a Freud,
llamado Viktor Frankl, tomó la metodología psicoanalítica de Freud, pero cambió
el hilo conductor, el tema rector, el motor de la conducta humana. Frankl sostenía
que el ser humano no vive necesariamente en busca de placer, sino en busca
de sentido (Frankl, 1985). La necesidad principal del ser humano es la necesidad
de sentido. Cuando se tiene el sentido, el porqué de la vida, del trabajo, de las
relaciones afectivas, se puede pasar por las tribulaciones más difíciles con una
fuerza interna descomunal.
La historia de Viktor Frankl es realmente inspiradora y conmovedora. Como
sobreviviente de los campos de concentración nazi, experimentó de primera
mano las terribles atrocidades y sufrimientos que ocurrieron en esos lugares. A
pesar de perder a su esposa y enfrentar numerosas pérdidas personales, logró
encontrar un sentido y un propósito en medio de la adversidad (Martínez, 2020).
El hecho de que Frankl ya tuviera un manuscrito de su tesis psicoanalítica antes
de ser capturado y que sus captores le quitaran todas sus pertenencias,
incluyendo sus escritos y trabajos académicos, destaca aún más su resiliencia y
determinación. A través de su propia experiencia en el campo de concentración
pudo poner a prueba su teoría sobre la búsqueda de sentido como un motor de
la conducta humana.
La capacidad de Frankl para visualizarse a sí mismo más allá del campo de
concentración y su firme convicción de que su teoría sería valiosa para
comprender la naturaleza humana son ejemplos poderosos de cómo el sentido
y el propósito pueden brindar fortaleza y esperanza incluso en las circunstancias
más adversas.
Después de su liberación, Frankl dedicó su vida a desarrollar y difundir su teoría,
que se conoce como logoterapia. Su trabajo ha sido ampliamente reconocido y
considerado como una importante contribución dentro del campo de la psicología
y la comprensión del ser humano.
La historia de Viktor Frankl es un testimonio impactante de la capacidad humana
para encontrar sentido y trascendencia incluso en situaciones extremadamente
difíciles. Su experiencia y sus enseñanzas han inspirado a muchas personas a
reflexionar sobre el propósito de sus vidas y a encontrar significado en medio de
las adversidades.
Para Frankl, el ser humano ha de encontrarle sentido a su vida y a su trabajo, y
vivir gobernado por ese sentido. El sentido del trabajo provee de identidad al
trabajador. La persona se constituye alrededor de aquello a lo que se dedica. Un
doctor le añade su título a su nombre. Un licenciado adquiere una identidad
constituyente que le da sentido a su persona (Frankl, 1985).
Entonces el aporte psicoanalítico consiste en la grave importancia de darle
sentido al trabajo, a fin de vivir en equilibrio y salud emocional. Puede ser incluso,
o especialmente, un sentido de tipo religioso si es que se trata de una persona
creyente. El punto central es que el ser humano está en búsqueda de un sentido
que le impulse a vivir. La necesidad de tener sentido es la principal necesidad
humana. Cuando se tiene un sentido para trabajar, y para vivir, ese sentido se
convierte en el motor que impulsa y que gobierna la conducta.
Cierre
¿Ya encontraste el sentido de tu vida y de tu trabajo? Si hasta hoy has pensado
que por medio de tu trabajo vas a obtener riquezas, eso no está mal. Sin
embargo, no lo es todo. La pregunta que sigue es más importante: ¿Qué va a
hacer con esas riquezas? ¿De qué forma tu trabajo te hará más humano? ¿De
qué forma contribuirás al bien común? El trabajo ha de hacerte cada vez más
humano, es decir, lo que haces profesionalmente te convierte cada vez más en
la persona que has de ser y la razón por la cual llegaste a esta vida. Al encontrar
ese propósito para tu vida y para tu trabajo, habrás convertido tu profesión en
una vocación.