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TEMA 1.

ÉTICA Y PERSONA

¿Qué hace especial al ser humano? ¿Acaso no somos iguales en todo a los
demás seres vivos? ¿Por qué sentir que somos diferentes a los animales? ¿En
qué radica esa diferencia? ¿En qué consiste el papel que desempeñamos en
nuestra vida sobre este planeta? ¿Por qué no se castiga legalmente a alguien
que pisa a un insecto, mientras que matar a un ser humano sí conlleva una carga
moral y legal? Todas estas son preguntas que han acompañado a la humanidad
durante toda su historia. Hasta donde sabemos, el ser humano es el único que
se ha formulado estas preguntas, a partir de ahí se puede comenzar a
reflexionar.
Explicación
El planeta Tierra ha sido testigo del surgimiento de la vida con toda su
extraordinaria diversidad de especies de plantas y animales. Entre toda la
diversidad animal, solo una especie, la humana, Homo sapiens, emparentada
genéticamente con los primates superiores, de pulgares oponibles, con los ojos
al frente, y con gran volumen craneal, ha llegado a preguntarse sobre el valor y
el sentido de las cosas, ha llegado a desarrollar la conciencia, ha mirado el
inmenso cielo estrellado de la noche y se ha preguntado en qué consiste la vida
y el sentido de esta. Solo el ser humano ha podido decir de todo este increíble
escenario: "esto se llama mundo".
"La filosofía se ocupa de los principios y reglas de la verdad humana y
divina, y de cómo alcanzar la felicidad" (Escutia y Cámara, 2020).
Todos los seres humanos realizan tareas de tipo filosófico cada vez que se
preguntan algo sobre la naturaleza de las cosas. Casi todas las preguntas tienen
que ver con alguna rama de la filosofía.
A continuación, se revisarán algunas ramas de la filosofía.
García (2010) refiere que la filosofía aborda asuntos y problemas más allá de la
teoría y práctica. La metafísica es una de las ramas más abstractas y polémicas
de la filosofía, ya que su utilidad ha sido cuestionada. Por ello, la metafísica
comenzó a analizarse en dos sentidos: uno general, como estudio del "ser en
cuanto a ser", es decir, "ontología", y otro en sentido particular, como que los
seres son eternos, es decir, "teología".
La epistemología está relacionada con el conocimiento y se preocupa por el
encuentro de la verdad, la relación entre pensamiento y realidad, evidencias.
Esta definición está relacionada con las preguntas: ¿Cómo sabes? ¿Tienes
evidencias sobre ello?
De acuerdo con García (2010), la estética es aquella capacidad para percibir
sensaciones, se dedica al estudio de la belleza y del arte. Todos alguna vez nos
hemos preguntado sobre si algo nos gusta o nos parece agradable.
La ética no es un saber teórico, sino práctico. Es la referencia que utilizamos
para conducir nuestras acciones, decidir lo que queremos hacer, lo que
consideramos bueno o malo, justo o injusto.
Tabla 1.1 Campo de estudio la filosofía

Pregunta base Rama de la Campo de estudio


filosofía

¿Qué es esto? Ontología Estudio del ser

¿Cómo sabes? Epistemología Teoría del conocimiento

¿Te gusta? Estética El concepto de lo bello y placentero, así


como de lo feo y desagradable

¿Es correcto o Ética Reflexión sobre la conducta humana


incorrecto?

La reflexión sobre las normas, pautas, reglas o acuerdos morales que rigen la
vida de las personas, las instituciones y los pueblos, es el quehacer de la ética,
la cual es muy distinta a la etología. La etología, según Manrique y Medina
(2019), estudia los estados internos y subjetivos de los animales, sus emociones
y sentimientos, cómo estos se relacionan con sus comportamientos, y cuáles son
sus funciones.
Los etólogos observan cómo se rasca un perro, o cómo danzan las abejas para
comunicar a su colmena que encontraron polen. Esta disciplina no contiene el
elemento del discernimiento ya mencionado, la conducta animal no puede ser
juzgada como correcta o incorrecta. La ética, en cambio, reflexiona sobre el
carácter moral de nuestras acciones, de ahí que su objeto de estudio sea
propiamente humano.
De igual forma, la ética es distinta a la psicología, porque ésta se define como el
estudio de la mente y el comportamiento (American Psychological Association,
citada en Legg y Brazier, 2021) sin emitir juicios sobre lo correcto o incorrecto,
justo o injusto, bueno o malo del actuar humano. Por tanto, la psicología estudia
la conducta humana para definir el estado de equilibrio y desequilibrio, salud y
padecimiento, lo normal o anormal. En cambio, la ética, valiéndose de algunos
métodos filosóficos, estudia y reflexiona en torno a la manera en que aplicamos
los principios morales que conducen nuestra vida personal y profesional hacia
un horizonte de realización, plenitud, justicia, y sentido.
Mientras que la psicología estudia los motivos por los cuales un adulto de 36
años se chupa el dedo y se saca los mocos ante quienes lo rodean, la ética
indaga sobre si esa forma de actuar es una vía adecuada para alcanzar una vida
feliz, justa, digna, responsable, etcétera.
Pero antes de seguir, y con el fin de evitar confusiones innecesarias a partir de
su función, vale la pena diferenciar los términos moral y ética, ya que son
conceptos relacionados.
Por decirlo brevemente, de acuerdo con Vilchez (2012), la
moral, entendida como el conjunto de valores, principios, normas, pautas e
ideales que orientan la vida de las personas, instituciones y pueblos hacia una
idea de vida buena, justa, plena o realizada, en un tiempo y espacio determinado.
Podría decirse que la moral se enfoca en el actuar de las personas, cumplir con
lo socialmente aceptado, cumplir con códigos y tener atributos deseables de
conducta.
Por su parte, la ética, entendida como el estudio sistemático y filosófico de la
vida moral, tiene tres funciones básicas:

1. Esclarecer los fenómenos morales.


2. Reflexionar sobre principios filosóficos como: bueno, malo, justo,
injusto, correcto, incorrecto, debido, indebido, entre otros.
3. Aplicar los principios en la vida diaria y el actuar humano.

En resumen, mientras que la ética se encarga de estudiar la manera en cómo se


viven los ideales y principios morales, la moral encarna las normas y pautas que
orientan y encaminan la vida humana hacia un horizonte de plenitud y
realización. La ética es filosofía práctica; la moral es la vivencia de ideales
humanistas que encarnan en costumbres, tradiciones, códigos y credos.
1.1 Concepto de persona en la filosofía
El término del que procede la palabra persona deriva del latín cuyo significado
es "máscara de actor" o "personaje teatral" (Corominas y Pascual, 1985). En el
mundo grecolatino, la persona era la máscara que se usaba para representar los
distintos papeles en una obra de teatro.
Abordar desde una perspectiva filosófica la naturaleza del ser humano no es
fácil, ya que el análisis debe recorrer varias dimensiones: espiritual, física,
emocional, social y moral, entre otras tantas más. De ahí que lo más conveniente
sea realizar un breve recorrido histórico de la noción, para destacar sus rasgos
más relevantes.
En cada época de la historia de la humanidad ha emergido un concepto de ser
humano, mismo que ha servido de referencia para actuar como tal. Por ejemplo,
durante la Griega clásica el ser humano era visto como alma, razón, cuerpo y
como una parte de la naturaleza.
Durante muchos siglos comprendidos en la Edad Media se sostuvo que el ser
humano fue creado por Dios a su imagen y semejanza, y por ello tenía que
atender a la voluntad de su creador. La Era Moderna transformó la mirada
teocéntrica (Dios como eje del universo) en una antropocéntrica, donde lo más
destacable de la persona eran su capacidad para razonar, sentir y transformar
materialmente la realidad.
Finalmente, la Era Contemporánea (que abarca desde la década de los setentas
del siglo pasado, hasta el día de hoy), además de reconocer algunas de las ideas
anteriores (como el peso que tiene la razón, las emociones o la capacidad para
transformar la realidad), hace referencia a otras características a las que no se
les había puesto demasiada atención anteriormente. En este período, la idea de
lo que define y constituye al ser humano se ha ampliado de manera muy
significativa, gracias al desarrollo de las ciencias humanísticas, y sociales, entre
ellas, la psicología, sociología, antropología, neurología, etcétera. En esta etapa
se sostiene que el ser humano se proyecta en el tiempo, posee sentimientos,
emociones, y actitudes que lo hacen partícipe de sí mismo y de la vida natural,
se mantiene en constante comunicación, es trascendente, libre, autónomo,
buscador de sentido y, en tanto ser social, configura su presente y futuro a partir
de la serie de interacciones que mantiene con las demás personas y el entorno
natural.
Como se puede ver, no es nuestro interés reducir o encerrar en una sola
definición la multidimensionalidad de la persona, sino analizar de qué manera
estas dimensiones se relacionan con la vida moral, asunto que tratará el
siguiente apartado.
1.2 La persona como agente moral
François Vallaeys citado por Ayala (2015) es un filósofo francés que ha venido
hablando durante los últimos diez años de la responsabilidad social universitaria,
propone un modelo de "ética tridimensional" (en 3D dice él) que nos permite
comprender por qué la vida moral no puede verse realizada si solo pensamos en
términos de las virtudes que encarnan nuestros actos, y descuidamos el impacto
que dichos actos generan.
¿Hay algo "malo" en aprovechar las promociones del "Black Friday"? ¿Acaso
resulta una inmoralidad hacernos de un nuevo teléfono, tableta electrónica,
cambiar de televisor digital o renovar el guardarropa? ¿Qué problema trae
consigo que asemos un filete de carne en lugar de unas berenjenas o una
coliflor? ¿Hay alguna controversia en preferir una camisa o blusa maquilada en
Pakistán, que una que cuesta casi el doble solo porque su tela es de algodón
orgánico? ¿La ética reprobaría el hecho de que alguien prefiera ir a la oficina en
coche y no en autobús, si lo que busca es llegar siempre a tiempo?
La controversia, dirá Francois Vallaeys, no es que adquiramos o utilicemos
dichos productos, el problema moral surge cuando caemos en cuenta de todo
aquello que tuvo que suceder, y continuará sucediendo, para que nosotros
usemos y nos hagamos de esos artículos.
En este sentido, el asunto, no es de si faltamos o no a nuestros principios o
valores, el tema, más que todo, es un asunto de responsabilidad moral, donde
resulta del todo claro que no basta con tener buenas intenciones cuando el
impacto de estas tiene efectos nocivos entre el resto de los seres vivos y el
planeta en general.
Habitualmente nos movemos tomando en consideración los valores o principios
que encarnan nuestros actos, pero son menos las veces que nos detenemos a
pensar en los efectos y consecuencias que dichos actos generan.
1.3 Ética y valores en sociedades con democracia liberal
Las democracias liberales nos ofrecen a las y los ciudadanos un marco de
libertades para expresar y defender nuestras creencias, valores, anhelos,
costumbres, preferencias, inquietudes y reivindicar aquello que consideramos
justo, valioso o humano.
Cada cultura tiene su propio conjunto de valores morales, lo que les permite tener
una identidad única en comparación con otras culturas. Según Rachels (2006),
nos resulta difícil imaginar que otros vivan de manera tan diferente a la nuestra,
ya que consideramos nuestra forma de vida como natural y correcta. A menudo,
cuando nos enteramos de prácticas culturales distintas, tendemos a calificar a
esos pueblos como atrasados, primitivos o incluso aberrantes. Para ilustrar este
asunto, analicemos un ejemplo que Rachels expone en su libro Introducción a la
filosofía moral (2006):
Darío, rey de la antigua Persia, se sintió intrigado por la variedad de culturas que
encontró en sus viajes. Había descubierto, por ejemplo, que los calacios (una
tribu de la India) tenían la costumbre de comer los cadáveres de sus padres. Los
griegos por supuesto, no lo hacían; éstos practicaban la cremación y
consideraban la pira funeraria como la manera natural y adecuada de
deshacerse de los muertos. Darío creyó que un entendimiento profundo del
mundo debía incluir una apreciación de tales diferencias entre culturas. Un día,
para enseñar esta lección, llamó a algunos griegos que casualmente estaban en
su corte y les preguntó a cambio de qué comerían los cadáveres de sus padres.
Ellos se escandalizaron, tal como Darío sabía que lo harían, y contestaron que
ninguna cantidad de dinero podría persuadirlos de hacer algo semejante.
Entonces Darío llamó a algunos calacios y, mientras los griegos escuchaban, les
preguntó a cambio de qué incinerarían los cuerpos de sus padres muertos. Los
calacios quedaron horrorizados y le dijeron a Darío que ni siquiera mencionara
algo tan espantoso.
Como menciona Rachels (2006), "si suponemos que nuestras ideas éticas serán
compartidas por todos los pueblos y personas en todas las épocas, somos
simplemente ingenuos". Porque lo que moralmente vale en un momento y
espacio determinado, en otro carece de valor. Así de simple y así de complejo.
Para evitar cualquier confusión al respecto procederemos a explicar qué es un
valor; identificar una lista breve que refiera a las acciones o rasgos del carácter
que puedan ser considerados valiosos; explicar en qué consisten dichos valores;
y, explicar por qué es bueno que las personas vivan conforme a dichos valores
y virtudes.
¿Qué es un valor?
Por decirlo de manera breve, valor es un bien preferible que resulta valioso,
positivo y constructivo tanto para quien lo elige, como para quienes le rodean.
Volvamos al ejemplo de Rachels (2006) para destacar algunos de los rasgos
más importantes de esta definición: tanto los calacios como los griegos
consideraban la ceremonia mortuoria como un bien deseable, algo bueno que,
como mínimo, era lo debido que ellos debían hacer con relación a sus muertos.
Realizar este tipo de ceremonia es una decisión, por lo tanto, el bien al que nos
referimos es elegible, no flota en el aire como mera abstracción. El valor, por
tanto, en este caso, encarna en el rito funeral.
Sin embargo, y aquí viene lo interesante del asunto, lo que calacios y griegos
consideraban "bueno" y "deseable", evidentemente, era muy distinto entre sí.
Para éstos últimos era impensable comerse a sus familiares fallecidos y para los
primeros era inaudito quemarlos en una pira. En uno y otro caso, ambas
prácticas, que en sí mismas encarnaban valores como el respeto, la honra a la
memoria, etcétera, eran dignificantes de la vida de quienes las practicaban, pero
indignas para quienes no lo hacían, justamente, porque las consideraban un
antivalor.
Cabe aclarar que la apuesta que hacemos en este curso no es por una moral
subjetiva promovida por el relativismo cultural, ya que éste afirma que en el
ámbito de la ética no existen verdades universales, sino códigos culturales. Nos
parece inadecuado promover esta forma de relativismo moral, porque, entonces,
resulta imposible poner el dedo en la llaga ante comportamientos que, a todas
luces, son humanamente inadmisibles, por ejemplo, matar a pedradas a una
mujer infiel, cortarle las manos a un hombre que robó leche para alimentar a sus
hijos hambrientos o quemar en la plaza pública a quien piensa distinto que la
mayoría.
Hecha esta aclaración, ahora ya podemos adelantar una lista (inacabada) para
ejemplificar qué son los valores:
Los tipos de valores
De acuerdo con Wetto (2020), los valores son principios que orientan el
comportamiento de los seres humanos y que sirven de guía en el desarrollo de
una organización o de la sociedad.
Líneas arriba decíamos que un valor es un bien preferible que se traduce en una
cualidad del carácter, las acciones o las cosas y en un criterio o principio para
tomar decisiones. Vistos de este modo, los valores pueden clasificarse en los
siguientes tipos:

• Materiales: dinero, las posesiones, el confort, la seguridad.


• Culturales: el folclore, los ritos, los saberes científicos.
• Espirituales: la fe, la introspección, la religiosidad, el recogimiento.
• Físicos: la salud, el bienestar, el descanso, el ejercicio.
• Estéticos: el arte, la belleza, los bienes sublimes.
• Éticos: la libertad, la justicia, la beneficencia, la benevolencia.

A esta lista podemos sumar otros tipos: científicos, políticos, medioambientales,


ciudadanos y un largo etcétera.
¿En qué consisten y qué caracteriza a dichos valores?

• Se expresan a partir de procesos de valoración mediados por la


cultura.
• Cambian según la coyuntura histórica, no son estáticos.
• Se jerarquizan a partir de las necesidades, aspiraciones e ideales
humanos.
• Al ser bienes humanos preferibles, no son abstracciones; se reflejan
en acciones humanas.
• Son relativos a las dimensiones donde florece lo humano.

¿Por qué resulta bueno, positivo y constructivo vivirlos?


Las sociedades liberales, como la nuestra, posibilitan reconocer el pluralismo
moral que nos caracteriza, es decir, convivimos con personas que tienen una
idea de vida feliz, realizada, plena, muy distinta a la nuestra, la cual es resultado
de vivir conforme a las costumbres, tradiciones, valores y principios establecidos
por una cultura en un tiempo determinado y tener libertad para elegir la vida que
deseamos vivir, porque la consideramos valiosa, deseable, con sentido.
Dicha realidad moral trae consigo el surgimiento de una ética cívica que, además
de servir de punto de partida para las reflexiones que se llevan al terreno de la
ética aplicada, hace posible la coincidencia y acuerdo en una serie de valores
compartidos que son la base de la justicia en toda sociedad: libertad, igualdad,
solidaridad, respeto y diálogo.
Así, más allá de si somos chamulas, culichis, sonorenses, chilangos,
regiomontanos, coletos o queretanos, creemos que tenemos el legítimo derecho
a elegir el tipo de vida que deseamos vivir; que tenemos el mismo derecho que
todos y todas a vivir dicho proyecto; que gracias a la solidaridad de los otros
podemos sobreponernos a nuestra vulnerabilidad y fragilidad humana; que
nuestras peculiaridades son tan respetables como aquellas que dan identidad a
otros grupos; y, que en un espacio donde coexisten tantas diferencias válidas, el
diálogo se presenta como la única vía para resolver de manera pacífica nuestros
conflictos.
En suma, la libertad, igualdad, solidaridad, respeto y diálogo se erigen como la
base de la justicia en una sociedad tan diversa como la nuestra. Estos cinco
valores son la base de una ética cívica, o como diría Adela Cortina, una ética de
mínimos.
Cierre
Entonces, ¿te parece que este tema es importante? ¿Piensas que vale la pena
dedicar tiempo a estas reflexiones? Cuando alguna discusión de filosofía no tiene
aplicación para la vida, tal vez podría parecer tiempo perdido. Pero si se trata de
algo tan crucial como el carácter justo o injusto de nuestras acciones, entonces
sí vale la pena dedicar nuestra atención a la reflexión. ¿No te parece?

Tema 2. Principales corrientes éticas

En la historia de la filosofía occidental la reflexión ética ha tenido como punto de


partida dos grandes paradigmas: el teleológico y el deontológico.
En términos generales, el paradigma teleológico entiende que la corrección o
incorrección de las acciones se determina por la tendencia a generar una serie
de consecuencias que son intrínsecamente buenas o malas. Por su parte, el
paradigma deontológico, entiende que las acciones son correctas o incorrectas
si estas se apegan a una serie de deberes que cualquier persona racional
debería seguir. Así pues, -dirán los seguidores del primer paradigma- el telos, el
fin de la vida, es ser feliz, mientras que los del segundo dirán que es vivir de
manera digna y autónoma.
Sobre las peculiaridades de cada uno de estos paradigmas, así como los que se
desprenden de cada uno de ellos, se verán en los siguientes apartados.
Explicación
2.1 Búsqueda prudencial de la razón
Según Cortina (1996), existe una tradición que se origina en Aristóteles,
específicamente en su obra Ética a Nicómaco, que establece que una persona
actúa moralmente cuando elige los medios más apropiados para alcanzar la
felicidad, entendida como la autorrealización.
En resumen, esta tradición sostiene que los seres humanos naturalmente
tienden hacia la felicidad, considerándola como el propósito fundamental de
nuestra vida. Sin embargo, la felicidad no solo es un fin natural, sino también un
fin moral, ya que su logro o no depende de nuestra capacidad para elegir los
medios adecuados y actuar de acuerdo con dicha elección.
Actuar moralmente, por lo tanto, implica actuar de manera racional, siempre y
cuando entendamos que la "razón" en este contexto se refiere a la razón práctica
o prudencia, que nos aconseja elegir los medios oportunos para alcanzar la
felicidad. ¿Y quién es considerado prudente?
Aquella persona que, al tomar decisiones, no solo considera un momento
específico de su vida, sino lo que es beneficioso en el conjunto de su existencia.
Por lo tanto, evalúa los bienes que puede obtener y establece una jerarquía entre
ellos con el fin de obtener el mayor bien posible en su vida. Quien elige pensando
solo en el presente y no en el futuro se considera imprudente y, en consecuencia,
inmoral.
Una propuesta similar recomienda, sin duda, disfrutar del presente y aceptar la
invitación al carpe diem (aprovechar el día), pero sobre todo tener conciencia de
que cada elección diaria tiene consecuencias para el futuro, reconociendo que
el plan de hoy puede resultar en dificultades futuras. El individuo prudente no se
limita a vivir en el presente, sino que considera y evalúa los bienes que elige en
cada momento específico, de manera que en el balance general de su vida
prevalezca el mayor bien posible.
Cortina (1996) menciona que la tradición que concibe la vida moral de esta
manera se conoce como eudemonismo, derivado de la palabra
griega eudaimonía que significa felicidad. Esta perspectiva ha perdurado hasta
nuestros días, especialmente en la Edad Media, en filosofías como las de
Averroes (siglo XII) o Santo Tomás de Aquino (siglo XIII). Actualmente, esta
visión cobra fuerza en el llamado movimiento comunitario encabezado por
pensadores como Alasdair MacIntyre, Michael Walzer y Benjamin Barber, así
como en la hermenéutica de Hans G. Gadamer y en la rama de la ética zubiriana
que se refiere a la moral como contenido.
2.2 Cálculo inteligente del placer
De acuerdo con Cortina (1999), en el mundo griego también surge otra forma de
comprender la moral y cómo funciona la racionalidad en ella, conocida como
hedonismo, basada en la noción de hedoné, que significa placer.
Según los hedonistas, dado que, como demuestra la psicología más básica,
todos los seres vivos buscan el placer y evitan el dolor, debemos reconocer que
el impulso detrás del comportamiento animal y humano es el placer. A su vez,
argumentan que el placer es el objetivo al que se dirigen todas nuestras acciones
y el fin por el cual realizamos nuestras elecciones. Por lo tanto, concluyen que el
placer es el fin natural y moral de los seres humanos. ¿Entonces, quién actúa
moralmente?
El que actúa moralmente es aquel que es capaz de calcular de manera
inteligente, al tomar decisiones, qué opciones proporcionarán consecuencias
más placenteras y menos dolorosas, y elige en su vida aquellas que ofrecen
mayor placer y menos dolor.
Desde esta perspectiva, la moral se concibe como un tipo de conocimiento que
nos ayuda a calcular de manera inteligente las consecuencias de nuestras
acciones con el objetivo de maximizar el placer y minimizar el dolor. Sin embargo,
surge la pregunta de ¿maximizar y minimizar para quién?
En la tradición hedonista se produce un cambio significativo desde el mundo
griego hasta la época moderna al tratar de responder a esta pregunta. En el
antiguo hedonismo, se entendía que cada individuo debía procurar maximizar su
propio placer y minimizar su propio dolor. En contraste, el hedonismo moderno,
también conocido como utilitarismo, propone como meta alcanzar la máxima
felicidad (el mayor placer) para el mayor número posible de seres vivos. Por lo
tanto, es esencial aprender a calcular las consecuencias de nuestras decisiones,
teniendo como objetivo la mayor felicidad para el mayor número de personas, y
actuar de acuerdo con esos cálculos.
El hedonismo, que tuvo sus orígenes en el siglo IV a. C. con Epicuro de Samos,
continúa siendo relevante en la actualidad. Los representantes clásicos del
hedonismo social o utilitarismo son principalmente Jeremy Bentham, John Stuart
Mill (con su obra El Utilitarismo) y Henry Sidgwick. En la actualidad, el utilitarismo
sigue siendo influyente en autores como Urmson, Smart, Brandt, Lyons, así
como en las teorías económicas de la democracia y ha tenido un gran impacto
en el desarrollo del estado de bienestar.
2.3 Respeto a lo que es en sí valioso
Según Cortina (1999), a finales del siglo XVIII, Immanuel Kant introdujo un
cambio importante en la forma de comprender el conocimiento moral. Kant
sostiene que si bien es evidente que todos los seres vivos tienen una inclinación
natural hacia el placer y que todos los seres humanos deseamos ser felices, los
fines que buscamos por naturaleza no pueden ser considerados como morales,
ya que no los elegimos conscientemente. La naturaleza es el ámbito de la
necesidad, no de la libertad, a pesar de que podamos elegir los medios para
alcanzar nuestros fines. Por lo tanto, los fines morales serán aquellos que
podemos proponernos libremente, y no aquellos que nos vienen impuestos por
la naturaleza. ¿Cuáles son estos fines?
Para responder a esta pregunta, Kant cree contar con una ayuda valiosa: la
conciencia que tenemos de que existen ciertos mandatos que debemos seguir,
independientemente de si nos hacen felices o no. Cuando decimos que "no se
debe matar" o que "no se debe ser hipócrita", no estamos pensando en si cumplir
con esos mandatos nos brinda felicidad, sino en que es inhumano actuar de
manera contraria. El asesino y el hipócrita no están actuando como verdaderas
personas. Entonces, ¿de dónde surgen estos mandatos si no provienen de
nuestro deseo de felicidad?
Kant argumenta que estos mandatos morales surgen de la razón práctica y de
nuestra capacidad de reconocer que hay principios universales que deben ser
seguidos con independencia de nuestras inclinaciones personales. Estos
mandatos morales son imperativos categóricos, es decir, nos obligan de manera
incondicional y son válidos para todas las personas en todas las circunstancias.
Son una manifestación de nuestra dignidad como seres racionales y morales.
La respuesta de Kant abre un nuevo horizonte para la moralidad al afirmar que
estos mandatos morales surgen de nuestra propia razón, la cual nos proporciona
leyes para comportarnos como seres auténticos. Un ser capaz de darse leyes a
sí mismo es, como indica su nombre, un ser autónomo.
Estas leyes morales emanan de la razón y no están condicionadas por promesas
de felicidad a cambio. Más bien, prometen la realización de nuestra humanidad.
Por eso se expresan como mandatos categóricos, incondicionales. Ser una
persona tiene un valor intrínseco, y la meta de la moralidad consiste en desear
serlo por encima de cualquier otra meta, en tener la voluntad de cumplir con
nuestras propias leyes.
La razón que establece estas leyes morales no es una razón pragmática ni
calculadora, sino la razón práctica, que guía la acción de manera incondicional.
Kant presentó esta posición por primera vez en su obra Fundamentación de la
Metafísica de las Costumbres. Además del gran número de seguidores kantianos
que ha tenido y continúa teniendo, en la actualidad no existe ninguna ética que
se atreva a prescindir de la afirmación kantiana de que las personas son
absolutamente valiosas, fines en sí mismas, dotadas de dignidad y no
intercambiables por un precio (Cortina,1999).
2.4 Saber dialogar en serio
A partir de la década de 1970, Karl Otto Apel y Jürgen Habermas, profesores de
la Universidad de Frankfurt, proponen seguir la tradición ética kantiana, pero
superando sus limitaciones. Los creadores de lo que se conoce como ética del
discurso, están de acuerdo con Kant en que el ámbito moral es de la autonomía
humana, es decir, se trata de las leyes que los seres humanos se dan a sí
mismos. Precisamente porque nos las damos, tenemos la capacidad de
promulgarlas o rechazarlas, aceptarlas o abolirlas.
Sin embargo, discrepan de Kant, entre otras cosas, en la manera de determinar
lo que significa "darnos nuestras propias leyes". Mientras Kant sostiene que cada
individuo debe decidir qué leyes considera propias de las personas, los autores
mencionados opinan que dicha determinación debe ser llevada a cabo por
aquellos que se ven afectados por dichas leyes, después de haber participado
en un diálogo basado en condiciones de racionalidad.
Según Cortina (1999), la razón moral se caracteriza por ser una razón práctica
dialógica, es decir, una racionalidad comunicativa. Según esta perspectiva, las
personas no deben llegar individualmente a la conclusión de qué normas son
leyes morales o correctas, sino a través de un diálogo. Sin embargo, este diálogo
no puede ser cualquiera, sino que debe involucrar a todos los afectados por las
normas y llegar a la convicción de que dichas normas son correctas porque
satisfacen los intereses de todos.
Si bien esta forma de decidir normas no es la manera habitual en la que se toman
las decisiones, es la forma en la que debería hacerse, según esta perspectiva.
Comportarse moralmente implica, desde esta perspectiva, participar en un
diálogo serio al decidir normas, teniendo en cuenta que cualquier persona
afectada por ellas es un interlocutor válido y debe ser tratado como tal.
Esta posición recibe diferentes nombres, como ética dialógica, ética
comunicativa o ética discursiva, y cuenta con seguidores en varios países en la
actualidad.
Estos son los cuatro enfoques principales para entender cómo comportarse de
manera moral en la vida. Si bien la historia de la ética nos ha provisto de otros
modelos, estos cuatro constituyen la clave para comprender los demás, por lo
que los tomaremos como coordenadas en nuestro mapa ético y nos
contentaremos con ellos por el momento.
Cierre
Nuestras acciones oscilan en los dos extremos de la balanza. Algunas veces
actuamos al modo que lo sugeriría Aristóteles (pensando en el fin y felicidad que
generan las acciones) y en otras, tal como lo sugeriría Kant (pensando en que
dicha forma de actuar garantiza el respeto a la autonomía y dignidad humana).
Ahora, sería muy interesante que examines el horizonte moral de tus acciones y
la manera en que, conscientemente o no, echas mano de las cuatro corrientes
que hemos analizado en este apartado.

TEMA 3. CONTEXTO ÉTICO DE LA UNIVERSIDAD TECMILENIO

Introducción
En Universidad Tecmilenio existen cinco valores que a manera de ejes
sostienen, cohesionan y hacen que se mueva la universidad: Innovación,
Integridad, Colaboración, Empatía e Inclusión y Ciudadanía Global. Lo más fácil
de hacer es juzgar a los demás sin comprometernos a nosotros mismos. Sin
embargo, como parte de esta institución, debes evaluarte a ti mismo en función
a esas categorías. Se trata de ejes que conforman el ser de la Universidad
Tecmilenio. Pregúntate no solo cómo esta escuela te ha enseñado cada uno de
ellos, sino más bien, cómo has vivido cada uno de esos ejes en tu experiencia
universitaria.

Explicación
Evalúa por qué razón son importantes todos y cada uno de esos valores.
Recuerda que la consideración de los valores se conoce como axiología, que es
una palabra que significa literalmente "estudio de los ejes". Piensa en estos cinco
valores como ejes que constituyen la estructura moral de la institución. Imagina
que son cinco pilares o columnas que sostienen un techo, o como cinco vigas
que soportan toda una construcción. Todas son necesarias. ¿Cómo se
complementan? ¿Cómo se relacionan entre sí? ¿Cuál de esos valores te parece
que es el que ha faltado más en tu experiencia universitaria, y por qué? ¿Qué
parte le corresponde a la institución y qué parte te ha tocado hacer a ti?
Observa con cuidado el Código de Ética y podrás detectar los ingredientes
teleológicos y deontológicos. Lo teleológico tiene que ver con las finalidades.
Intenta percibir en el Código de Ética el interés por alcanzar beneficios como
individuos y como sociedad. También observa la presencia de elementos
deontológicos en el Código de Ética. De entrada, todos los códigos están en
territorios deontológicos, de modo que es más sencillo detectar ingredientes
deontológicos en un Código de Ética. Cuando se indica la necesidad de cumplir
con los reglamentos establecidos, estamos apuntando a esta dimensión.
Será interesante para ti darte cuenta de cómo se relacionan los dos tipos de
orientación ética en este Código. Puedes también pensar lo difícil que sería una
convivencia sana y pacífica sin un código. ¡Imagina qué clase de experiencia
universitaria tendrías! Medita en cada uno de los 10 puntos del Código, y fíjate
en cómo cada uno de ellos conforma una manera de ser de la Universidad
Tecmilenio. Reflexiona sobre la parte que le corresponde a la institución, y qué
parte te corresponde a ti como miembro de la comunidad universitaria. A
continuación, lee con atención los puntos del citado código (Tecnológico de
Monterrey, s.f.):

• Acerca de la dignidad de las personas y cómo se trata a cada


uno: en muchas instituciones educativas de gran tamaño y de miles
de estudiantes, es común que el estudiante se convierta solo en un
número de matrícula. ¿Cómo ha sido tu experiencia en Tecmilenio al
respecto del trato digno hacia cada persona? Cada estudiante es
valorado como persona. Los docentes y el personal administrativo
conocen el nombre de los estudiantes y los identifican para establecer
un ambiente de familiaridad. Ahora bien, el trato digno no consiste
solamente en saber el nombre de una persona. Es principalmente la
disposición a servirte y ayudarte en lo posible en todo aquello que
tenga que ver con tu experiencia universitaria.
• Acerca de cómo se evita todo tipo de discriminación: ¿Has
observado este punto puesto en práctica por parte de los
representantes de la institución? ¿Cómo ha sido tu experiencia? En tu
paso por la Universidad Tecmilenio, seguramente has detectado un
buen grado de diversidad para vivir la tolerancia y la convivencia
pacífica dentro de la comunidad universitaria.
• Acerca de una manera de actuar íntegra, honesta, responsable,
objetiva, congruente e imparcial: en una institución educativa como
esta, los estudiantes deben saber que entran a un sistema de
esfuerzos recompensados justamente por un sistema de honor y
mérito. De manera imparcial, quien merece una buena o mala
calificación para recompensar su trabajo, la debe obtener. La
evaluación objetiva se debe concentrar en criterios y rúbricas que
todos entienden, y no estar sujeta a contemplaciones y preferencias
personales.
• Acerca del respeto por la propiedad intelectual y el mérito de los
demás: una comunidad universitaria es una comunidad de generación
de ideas. Para que una comunidad así (creativa por naturaleza) pueda
subsistir y florecer en salud, es necesario que exista la garantía de
honestidad académica y mérito al esfuerzo creativo. La falta de justicia
en este renglón puede envenenar a toda la institución y por eso se
trata de un renglón muy sensible y delicado que requiere atención
permanente. Una forma sencilla en la que puedes poner en práctica
esto es reconociendo las ideas de tus compañeros y realizando tus
trabajos individuales, así como aplicando tus exámenes sin copiar.
¿Cómo has vivido este punto en tu experiencia universitaria?
• Acerca de los conflictos de interés de cualquier tipo y cómo en
caso de presentarse, se han de informar ante las instancias
correspondientes: las relaciones de trabajo académico exigen un
tipo de convivencia basado en la verdad, en la honestidad y en el
trabajo en sí. Los conflictos de intereses pueden dañar a la institución
cuando se favorece a parientes en lugar de seguir consideraciones
académicas. Una organización sana deberá basar su sistema de
reconocimientos y promociones con base en los méritos y el
desempeño de sus miembros, y no en función a cualquier otro factor,
como pudieran ser compromisos familiares o amistades.
• Acerca de cómo se asume como compromiso: la transparencia en
la información, y cómo se ha de respetar la confidencialidad de los
asuntos que la institución así determina, con el fin de proteger su
preservación y seguir beneficiando a más estudiantes.
• Acerca de cómo se utilizan los recursos de manera responsable,
austera y eficiente: vivimos en una época en la que ya no podemos
despilfarrar sin sentido los recursos. Para formar nuevas generaciones
de profesionales comprometidos con el uso eficiente de los recursos,
lo mejor es el ejemplo. La Universidad Tecmilenio también educa por
medio de sus prácticas de responsabilidad, austeridad y eficiencia.
• Acerca de cómo se protege el medio ambiente: ¿Cuál ha sido tu
experiencia en este sentido? ¿Cómo te parece que la Universidad
Tecmilenio ha contribuido a la protección del medio ambiente durante
tu tiempo como estudiante? Observa cómo se promueve el depósito
de desechos para ser reciclados, además, busca la forma de participar
activamente en campañas en las que se recolectan botellas de
plástico con el mismo fin.
• Acerca de cómo se busca el beneficio de la Institución por encima
del beneficio personal: las instituciones viven más tiempo que los
individuos. La vida de la institución es más grande y tiene un alcance
mayor que la vida de un individuo. ¿Has podido constatar este punto
en tu experiencia? Aquí también puedes observar la puesta en
práctica de la corriente utilitarista, se trata de procurar el bien común,
¿no crees?
• Acerca de cómo se procura cumplir con las leyes, reglamentos y
políticas que rigen la actividad a nivel institucional, nacional e
internacional: la Universidad Tecmilenio es miembro de una
comunidad de universidades y centros de estudios superiores en el
país y en el mundo. Para regir todo tipo de relaciones, las relaciones
entre individuos y también aquéllas entre escuelas, es indispensable
observar cuidadosamente los reglamentos y otros códigos para
orientar las acciones de la universidad.

La respuesta a estas reflexiones te hará ser más participativo en la vida de tu


Universidad Tecmilenio, valorar y apreciar el contexto ético de esta institución, y
realizar de tu parte un aporte positivo a la mejora de las condiciones de trabajo
y estudio en tu universidad, además de valorar todo lo que te brinda para
favorecer tu desarrollo integral y con ello, un futuro prometedor.
3.1 Horizonte de realización personal
¿Qué características en particular tiene la experiencia universitaria? En los años
de estudiante, ¿qué cosas nos parece que son las más importantes para la
conformación de un profesional en su disciplina? Se trata de una etapa crucial
de la vida, en la que se están definiendo áreas importantes de la persona. Por lo
tanto, el medio ambiente universitario te contagia de algunas características que
quedarán como huellas de una forma de ser profesional.
El modelo de la Universidad Tecmilenio, de acuerdo con el Plan Estratégico 2020
(Tecnológico de Monterrey, 2016) insiste en la importancia de aprender
haciendo. Imagínate que tomaras una clase de natación y que nunca entraran a
la piscina. Solo tendrías explicaciones teóricas de cómo se realizan los distintos
tipos de nado, el nado libre, el nado mariposa, el nado de dorso. El curso incluiría
una completísima lista de precauciones que debes tener al nadar, saber cómo
respirar mientras nadas, y una serie de consejos técnicos para hacer más
eficiente cada brazada y cada pataleo para impulsarte en el agua. Sin embargo,
el curso no serviría de gran cosa si no incluye ni un momento de instrucción
dentro de la piscina.
De la misma manera, la experiencia es crucial para todo aprendizaje verdadero.
En realidad, pudiéramos afirmar que lo que verdaderamente se aprende, se
aprende en la práctica. Alguien puede venir a darte una conferencia, y tal vez
recordarás algo interesante que haya dicho. Si tomaste notas, esas notas te
servirán para recordar parcialmente lo que se dijo en la conferencia. Pero sí tú
eres la persona que tiene que preparar la conferencia y presentarla ante un
auditorio, esa experiencia te acompañará de modo mucho más vivo en la
memoria y en tu aprendizaje.
La experiencia universitaria debe ayudarte a tener una manera más efectiva de
interpretar la realidad. No mira al mundo de la misma manera alguien que nunca
fue a la universidad, que alguien que participa comprometidamente en la
experiencia universitaria. Solo los hallazgos son verdaderos aprendizajes. Es
decir, aquello que descubres por ti mismo, en la práctica, es lo que se quedará
en tu memoria como parte de tu manera de interpretar la realidad.
En Tecmilenio tienes la oportunidad de elegir un buen porcentaje de tus
materias, de acuerdo con tus intereses. Esto significa que la experiencia
universitaria será única en su esencia, tan única como tú mismo. En una época
en la que la información está al alcance de la mano, disponible a la distancia de
un clic, lo más importante que te otorga la universidad no es la información, sino
criterios para analizarla. Ahora la diferencia entre alguien que ha estado en la
universidad y alguien que no, no consiste en el grado de información que tiene,
sino en lo que puede hacer con esa información. Por eso, tus intereses diseñan
el contenido de buena parte de tu experiencia universitaria.
Se trata de años cruciales en la conformación de la persona profesional. Por lo
tanto, es de vital importancia que tengas una experiencia de bienestar en un
medio ambiente positivo que te provea las herramientas para enfrentar y sortear
los obstáculos de la carrera profesional y la vida. De acuerdo con la cultura de la
Universidad Tecmilenio, esta experiencia de bienestar tiene como punto de
partida el bienestar físico a través de poner en práctica hábitos saludables de
alimentación y ejercicio; además, incorpora las aportaciones de la psicología
positiva para identificar y desarrollar las fortalezas personales, las cuales son de
especial interés porque favorecen el sentido de cooperación y la sana
convivencia en todos los ámbitos de la vida del estudiante (Tecmilenio, s.f.a).

Toma en cuenta la intención de la Universidad Tecmilenio y observa a lo largo


de tu paso por esta institución si esa intención se cumple en tu caso, y por qué.
Considera que una mesa servida con abundante y deliciosa comida no lo es todo.
Es necesario que los comensales se sienten a la mesa, y que realicen la tarea
de llevarse a la boca ese alimento. De la misma manera, lo que Tecmilenio te
ofrece está ahí, pero es necesario que hagas tu parte, que realices la tarea de
aplicar a tu vida los beneficios ofrecidos, para que tu experiencia universitaria
sea óptima en todos los sentidos.
El enfoque integral, emocional, físico y social, te da una pista de cuáles son las
convicciones antropológicas de Tecmilenio. ¿Cómo se concibe al ser humano en
esta institución? ¿Es simplemente un número de matrícula? ¿Es solamente un
cliente que paga servicios educativos? ¿Se trata de solo cerebros hambrientos
de conocimientos? ¿Cómo ha sido tu experiencia en esta escuela al respecto de
este asunto? Desde el momento que la universidad te brinda atención y te provee
del ambiente que favorece tu bienestar emocional, físico y social, seguramente
es agradable para ti esta experiencia universitaria.
Ahora reflexiona sobre el papel del profesional universitario en la sociedad. ¿En
qué consiste? La visión de la Universidad Tecmilenio es personas positivas con
propósito de vida y las competencias para alcanzarlo. Piensa que como
graduado universitario tendrás un papel social que desempeñar. ¿Cómo
conjugar ese propósito personal con la gran meta de ayudar a la sociedad en
general? Los universitarios han de convertirse en las neuronas del cuerpo social.
Son los seres conscientes y pensantes que imaginan soluciones mejores y las
llevan a cabo. ¿Qué relación tiene la realización personal con la transformación
de la sociedad para el bien común? Piensa por un momento. ¿De qué sirve ser
el profesionista más exitoso del país, si todavía existe aproximadamente un 40
por ciento de pobres en México? ¿Dónde está la medida del éxito personal, en
comparación con la transformación de la sociedad para el bien común?
(Tecmilenio, s.f.b).
Cierre
En este curso tendrás oportunidad de revisar algunos conceptos sobre las
dimensiones éticas del ser profesionistas, y la relación entre realización personal
y responsabilidad social y ciudadana. Te invitamos a que logres sacar el mejor
provecho de todos los recursos que tienes a tu disposición en esta universidad y
en este curso, y que todas estas reflexiones éticas rindan muchos beneficios
para ti como persona, y para la nación en general como resultado de tu
participación y compromiso en la vida de tu sociedad.

TEMA 4. ÉTICA PROFESIONAL

En la mitología griega hay un personaje, de nombre Sísifo, que recibió como


castigo de su ofensa contra Zeus empujar una piedra cuesta arriba y una vez
llegado a la cima del cerro, aventar la piedra cuesta abajo, solo para bajar y
volver a empujar la piedra cuesta arriba otra vez, y otra vez aventar la piedra y
volver a bajar, y así por toda la eternidad. Es la imagen del trabajo vacío y sin
sentido.
¿Por qué y para qué trabajamos? ¿Qué lugar ocupa la profesión en nuestra vida?
¿Qué papel ha jugado el trabajo en la sociedad? ¿Cómo entran en juego valores
como justicia, dignidad, lealtad y responsabilidad en el quehacer profesional?
¿Cuándo el trabajo se convierte en una actividad sin sentido, similar a la condena
que describe el mito de Sísifo?
4.1 El sentido ético de la profesión
Para ejercer una profesión de manera destacada, es necesario ir más allá de
ofrecer un servicio técnico impecable, cumplir con los plazos y acuerdos
establecidos, y satisfacer las expectativas comerciales de la empresa para la
cual se trabaja. En un sentido más amplio, el ejercicio profesional requiere no
perder de vista su dimensión ética. En la actualidad, esto puede resultar
especialmente desafiante, pero al mismo tiempo es uno de los aspectos más
relevantes, ya que distingue a los verdaderos profesionales.
Según Hortal (2002) en su libro Ética general de las profesiones, una profesión
se refiere a una actividad ocupacional en la cual un grupo de personas dedicadas
de manera estable, conocidas como profesionales, brindan un servicio específico
a la sociedad. Estas personas obtienen su sustento económico a través de esta
actividad y se organizan en un colectivo con otros profesionales, conocidos como
colegas, con el objetivo de obtener o mantener el control exclusivo sobre el
ejercicio de dicha profesión. Acceder a esta profesión requiere un proceso
prolongado de capacitación teórica y práctica, del cual depende la obtención de
la acreditación o licencia necesaria para ejercerla.
El enfoque propuesto por Ayala (2016) destaca la proximidad entre la definición
de la profesión y la ética. Según esta perspectiva, la profesión cumple con su
razón de ser al brindar un servicio dirigido a satisfacer una necesidad social. Si
el servicio prestado logra satisfacer las demandas y necesidades de la sociedad,
entonces la profesión está cumpliendo su propósito.
Este enfoque resalta que cada profesión tiene su propia razón de ser y sentido.
Por ejemplo, en el caso de la medicina, el propósito es acompañar a los
pacientes y ayudarles a recuperar la salud. En el ámbito de la abogacía, la
función es defender a las personas en los tribunales. Para un financiero, el
sentido de su práctica profesional está en generar información relevante y
oportuna para la toma de decisiones. Un arquitecto busca armonizar la estética
y la funcionalidad en los espacios habitables. Un agricultor de mangos tiene
como razón de ser producirlos para satisfacer la demanda de ese fruto.
En cada profesión, se establece un propósito específico y un sentido asociado a
la actividad desempeñada. Esto abarca desde profesiones técnicas y científicas
hasta profesiones artísticas, políticas o religiosas. En última instancia, el objetivo
es proporcionar un servicio que cumpla con las necesidades y expectativas de
la sociedad.
En conclusión, la ética y la profesión están estrechamente relacionadas según la
perspectiva planteada por Ayala. El sentido y la razón de ser de una profesión
se vinculan directamente con la satisfacción de las necesidades sociales a través
del servicio prestado.
Cuando una actividad profesional alcanza su bien interno, es decir, logra su
razón de ser y su sentido tanto técnico como humano, se considera que está
cumpliendo con su propósito. Esto implica que la profesión se enfoca en
satisfacer las necesidades sociales y en brindar un servicio de calidad.
Sin embargo, es importante destacar que, para mantener el horizonte ético, las
actividades profesionales no deben perder de vista la búsqueda de los bienes
internos, es decir, aquellos aspectos que les dan sentido y valor desde una
perspectiva ética y humana. Esto implica que, además de cumplir con la
competencia técnica requerida y respetar el marco legal, no deben priorizar
exclusivamente los bienes externos como el dinero, el prestigio, el poder o la
movilidad social ascendente.
Cuando una profesión se enfoca exclusivamente en obtener beneficios externos
y deja de lado su bien interno, es decir, su razón de ser ética y humana, se abre
la puerta a la corrupción profesional. Por ejemplo, en el caso de un médico, es
esperable que priorice el cuidado y la recuperación de la salud del paciente antes
que preocuparse por el aspecto financiero. Del mismo modo, un político debe
trabajar en favor del bienestar común y no utilizar su posición para beneficiar a
su partido, familia o aspiraciones personales.
La clave para mantener el horizonte ético en las actividades profesionales radica
en encontrar un equilibrio entre los bienes internos y los bienes externos. Es
importante que los profesionales sean conscientes de su responsabilidad hacia
la sociedad y se enfoquen en cumplir con su propósito ético, brindando un
servicio de calidad y buscando el bienestar común, sin dejar de lado los aspectos
técnicos necesarios para su desempeño (Ayala, 2016).
Efectivamente, el primer paso para no perder de vista el horizonte ético de una
profesión es no anteponer los bienes externos (como el dinero, el poder o la
movilidad social ascendente) sobre los bienes internos que la sociedad
razonablemente espera de dicha profesión. Priorizar los beneficios personales
en detrimento del propósito ético de la profesión equivale a corromper
moralmente su ejercicio.
Además, otra pauta ética importante está relacionada con la manera en que los
grupos de profesionales ejercen su actividad, permitiendo la apertura a otras
disciplinas o especialidades. Esto se refiere al reconocimiento y respeto de los
distintos roles y conocimientos específicos que caracterizan a cada profesión.
Por ejemplo, existe una diferencia entre un arquitecto y un ingeniero civil, entre
un ingeniero químico y un ingeniero en biotecnología, entre un contador y un
licenciado en finanzas, o entre un abogado litigante y un juez.
El monopolio de la profesión mencionado por Hortal (2002) se refiere a los rasgos
identitarios que distinguen a cada profesión y a la importancia de mantener la
integridad y especificidad de cada campo de conocimiento. Esto implica
reconocer la necesidad de colaboración interdisciplinaria, pero también
mantener los límites y las responsabilidades propias de cada profesión.
En resumen, mantener el horizonte ético implica no anteponer los beneficios
externos sobre los internos que la sociedad espera, así como respetar y
reconocer las diferencias y especificidades de cada profesión en el ejercicio
colectivo de las actividades profesionales.
La práctica profesional debe entenderse como una actividad relacional en la que
la intervención de distintas disciplinas se vuelve necesaria para abordar y
resolver demandas sociales complejas. Es sospechoso cuando ciertos
problemas sociales, como la baja productividad, la apertura a nuevos mercados,
el desempleo, la corrupción o la baja participación ciudadana, se mantienen
exclusivamente en manos de un grupo de expertos que no permiten la riqueza
de perspectivas y la cooperación que pueden provenir de otras especialidades.
Además de eso, existen otras pautas éticas que se derivan de la definición de
Hortal (2002), aunque no sean evidentes a primera vista. Una de ellas es hacerse
cargo de los efectos o consecuencias de la prestación de un servicio, una
responsabilidad que todo profesional debe asumir, incluso cuando la ley no lo
especifique o sea poco clara al respecto. Dado que no todo lo legal es moral, las
obligaciones autoimpuestas por los profesionales representan una oportunidad
para abordar los numerosos vacíos legales que rodean la práctica profesional.
En este sentido, los profesionales tienen la responsabilidad de considerar el
impacto ético de sus acciones y tomar decisiones informadas que tengan en
cuenta no solo los aspectos técnicos y legales, sino también las consecuencias
sociales y éticas de sus actuaciones. Es necesario que los profesionales
reconozcan su papel en la sociedad y se comprometan a actuar de manera ética,
incluso cuando la ley no exija específicamente ciertos estándares de
comportamiento.
En resumen, la práctica profesional implica la responsabilidad de buscar la
colaboración interdisciplinaria, enfrentar los vacíos legales a través de
obligaciones autoimpuestas y asumir la responsabilidad de los efectos y
consecuencias de las acciones profesionales. Estas pautas éticas promueven
una práctica más integral, sensible y responsable, que considera el impacto
social y moral de las decisiones profesionales.
¿En tu última visita al médico, notaste que él hizo todo lo posible por curarte
antes de presentar una factura alta a tus padres? ¿Realizó análisis o estudios
innecesarios? ¿El arquitecto que construyó tu casa contrató a un ingeniero
estructural para garantizar la resistencia de la edificación o trató de ahorrar
costos haciéndolo él mismo? ¿El político por el cual votaste ha cumplido sus
promesas de campaña o ha trabajado principalmente en beneficio de su partido?
¿El periodista al que sigues proporciona información objetiva o actúa como
portavoz de un grupo, partido político o de otra persona? Ayala (2016) plantea
estos cuestionamientos para reflexionar sobre la ética en las profesiones.
4.2 Bienes internos y controversias éticas en el ejercicio de la profesión
Saber qué son los principios éticos no es suficiente para tomar una decisión
justa. Como señala Geofferey Klempner (citado por Ayala, 2017), "la buena
voluntad no es suficiente, si se pierde la sabiduría para comprender qué es lo
que tiene que hacerse porque la dificultad de una decisión ética no es la misma
que tiene tomar una decisión difícil".
El argumento planteado por Ayala (2017) resalta la importancia de la fuerza de
voluntad y la resistencia frente a las presiones del autointerés cuando se trata de
actuar éticamente en el ámbito laboral. Según el autor, en la mayoría de los
casos, las personas saben distinguir entre lo éticamente correcto y lo incorrecto,
pero pueden enfrentar dificultades para tomar decisiones éticas cuando estas
decisiones amenazan la viabilidad económica de la empresa, el empleo o la
permanencia en la institución.
El autor sugiere que la falta de voluntad es el problema central en estos casos,
ya que las personas pueden conocer perfectamente cuál es la opción éticamente
correcta, pero se resisten a tomarla debido a las consecuencias negativas que
podría acarrear. Según Klempner, citado por Ayala (2017), no existe una solución
filosófica para abordar la falta de voluntad, ya que las personas ya saben lo que
deben hacer desde el punto de vista ético.
Este planteamiento subraya la importancia de fortalecer la fuerza de voluntad y
desarrollar la capacidad de tomar decisiones éticas incluso cuando enfrentamos
presiones o dificultades. Puede implicar enfrentar conflictos éticos y tomar
decisiones difíciles que vayan en contra de los intereses personales a corto
plazo, pero que sean coherentes con los principios éticos y los valores
fundamentales.
Según Geofferey Klempner (citado por Ayala, 2017), en el lenguaje cotidiano
solemos emplear el término dilema para referirnos a cualquier situación en la que
no estamos seguros de qué alternativa deberíamos elegir, es decir, lo utilizamos
como sinónimo de decisión difícil.
Etimológicamente, dilema viene de di, que significa dos, y lemma que significa
prueba. Según Klempner (2016), un dilema se refiere a la existencia de dos
pruebas o argumentos razonados que implican dos cursos de acción que son
lógicamente inconsistentes entre sí. Se puede considerar como un ejemplo de
dilema cuando se enfrenta una situación en la que se tiene la fuerte inclinación
hacia la opción A y, al mismo tiempo, una fuerte inclinación hacia la opción B,
pero lógicamente resulta imposible llevar a cabo ambas opciones
simultáneamente. La cuestión es cómo decidir con la mayor justicia posible, y
ese es el rol de los principios éticos.
Dicho en términos de Hortal (2002), un principio ético nos sirve como un
referente para poder situar los problemas y controversias profesionales con
relación a un principio valorativo que nos diga que unas acciones, metas o
resultados son mejores que otros. Por lo general, los principios éticos nos dicen
qué es preferible, deseable, determinar cuándo una acción es aceptable o, bien,
no lo es.
Tal como lo describe Hortal (2002), "los principios éticos son imperativos de tipo
general que nos orientan acerca de qué hay de bueno y realizable en unas
acciones y de malo y evitable en otras". Los principios éticos nunca prescriben
actuaciones concretas en forma directa e inmediata, más bien, apuntan a metas
que no hay que perder de vista a la hora de actuar. No son como las normas,
que son más específicas. Son como faros orientadores que dirigen nuestra
mirada hacia aquellas acciones que nos producen un bienestar general, que no
nos generan un mal, que resultan responsables con todos los grupos de interés,
que no resultan ser una imposición, sino que promueven nuestra autonomía.
Hortal (2002), refiere que estos últimos rasgos valiosos del actuar humano,
el bienestar, la no maleficencia, autonomía, responsabilidad, respeto y la
precaución además de ser los principios éticos (básicos) de la ética profesional,
se convierten en los referentes con los cuales un profesionista pasa de ser un
técnico o experto, a un buen profesional, es decir, alguien capaz de hacer valer
la razón de ser su actividad profesional, sin anteponer los bienes externos que
puede obtener a través de ésta, es decir, sin corromperla.
A continuación, se presenta un ejemplo para clarificar la manera en que se
aplican dichos principios.
Imagina que Jorge es propietario de una empresa que instala paneles solares.
En una reunión con su equipo, Jorge hace la siguiente declaración:
"Por más expertos que seamos en el campo de las energías limpias, no debemos
olvidar que nuestros clientes no son menores de edad, mucho menos tontos;
saben lo que quieren. Aunque nos reconozcan como especialistas, no podemos
decidir por ellos, ni prescindir de su opinión".
¿A qué principio de la ética profesional hacía referencia Jorge? Sin duda, al
de autonomía. Su argumento estaba sustentado en la idea de que los
profesionistas debemos respetar la libertad del usuario del servicio respecto a
qué elegir, claro, siempre y cuando dicho deseo no actúe en su propia contra, ya
que es responsabilidad del profesionista prevenirlo, aun y cuando ello implique
un sacrificio de carácter económico.
De lo que se trata es que el servicio que se ofrezca siempre tenga en cuenta a
la persona, a su dignidad, es decir, que se reconozca el valor que en sí mismo
tiene la persona, independientemente de que ella tenga la capacidad económica
para pagar por el servicio. Es fundamental respetar la capacidad de elección del
cliente, no tratarlo como un menor de edad, es decir, tratarlo como un ser
autónomo con capacidad de elegir y hacerse cargo de las consecuencias de
dicha elección. Al usuario no se le puede obligar, ni engañar para que se haga
la voluntad del dueño o vendedor de la empresa en la que adquiere un servicio.
4.3 El futuro del trabajo y algunos de sus desafíos éticos
Los avances científicos y tecnológicos son tan acelerados que difícilmente
alguien podría predecir qué sucederá exactamente con el empleo del futuro
inmediato. Lo que sí parece ser seguro es que muchos robots harán el trabajo
que hoy en día nosotros hacemos. Entre más tecnología, menos puestos de
trabajo físico que podrían suplirse mediante nuevas tecnologías. ¿Trae este
escenario alguna ventaja?
Pensándolo con detenimiento podríamos decir que sí. Por un lado, la tecnología
aplicada nos da la oportunidad de reducir los costos de la producción, pero, por
el otro, nos da la posibilidad de ir construyendo una economía del conocimiento,
en la cual, el protagonismo de la capacidad y creatividad humana es clave. Dicho
de otra manera, el trabajo se vuelve de una mayor calidad.
Sin embargo, tal tendencia, como sabes, tiene sus implicancias de carácter ético.
Por un lado, la alta tecnologización, si bien nos da oportunidad de escapar de la
monotonía dejando a los robots que trabajen por nosotros, podría provocar la
desaparición de un gran número de puestos de trabajo y, con ello, todo lo que
se desprende del desempleo, el subempleo y la privación de todos los derechos
sociales que se generan en una sociedad de pleno empleo, quizá uno de los
problemas más graves que enfrenta nuestro país, donde la categoría de pobres
con empleo va sumando millones de personas.
Al momento todo parece indicar que la hipertecnologización ha llegado para
quedarse, teniendo en consideración todo lo que representa en términos de
eficiencia económica y productiva. Sin embargo, esto también produce una
amenaza sobre el empleo global. De ahí que, antes de preguntarnos sobre cómo
podemos reconciliar el factor tecnológico con el humano, especialmente con la
preservación y florecimiento de nuestra dignidad.
Adam Smith (citado en Gopinath, 2023) ya lo había señalado con toda claridad
en la riqueza de las naciones, de que la automatización de los procesos
productivos, si bien fundamentales para asegurar un mayor bienestar
económico, debían de tener en cuenta un factor: la automatización nunca debía
llegar a tal grado que la persona se alineara, es decir, llegara a perder su
condición de humanidad al volverse una parte más del mecanismo productivo.
Por su condición de ser humano, quien realiza una actividad laboral tiene
dignidad y no solo capacidad productiva, de ahí que cualquier proceso, por más
tecnologizado que sea, deberá prever la manera de no alinear, mecanizar a la
persona que lo realiza.
A lo dicho debemos sumar la condición económica que prevalece entre un obrero
y un profesionista. Dada la alta tecnologización, muchos profesionistas, están
pasando a ocupar roles que hasta hace unos cuantos años solo eran ocupados
por los obreros. De nuevo el reto lo tenemos frente a nuestros ojos: ¿qué hacer
para que la hipertecnificación no aliene a trabajadores cualificados como podrían
ser los ingenieros industriales?
Esto último que acabo de decir nos lleva a una conclusión para cerrar este
apartado: tus estudios universitarios son, apenas, una base mínima para
desempeñarte en el mundo laboral durante los próximos 30 años, de ahí que la
formación continua deberá ser en ti una preocupación permanente.
Cierre
El mundo laboral nos enfrenta a un sinnúmero de desafíos relacionados que van
desde el desarrollo del conjunto de competencias profesionales requeridas por
el mercado de trabajo, la demanda laboral y de ciertos servicios que exige la
sociedad y, entre otros más, la incorporación de nuevas tecnologías que
compiten con puestos de trabajo que hoy ocupan personas. Vistos con
detenimiento, cada uno de estos desafíos nos presentan controversias éticas
ante las cuales habrá que decidir echando mano de los principios éticos que
rigen el quehacer profesional, con el fin de garantizar que el ejercicio de la
profesión no se desvíe de los bienes internos que le dan sentido, y evitar con ello
la corrupción profesional.

TEMA 5. TEORÍAS SOBRE EL SENTIDO DEL TRABAJO

Introducción
Para librarnos de la maldición del mito de Sísifo, el trabajo sin sentido, tenemos
que tomar un tiempo para reflexionar acerca del sentido que tiene la labor
profesional. Si no le damos sentido al trabajo estaremos atrapados por esa
dinámica descrita por el caso de Sísifo, que tenía que empujar una roca cuesta
arriba y al llegar a la cima, aventarla cuesta abajo, solo para volver a comenzar
otra vez. Incluso ese personaje tenía un momento de respiro cuando iba
descendiendo la loma, y quién sabe si en ese tiempo él podía dedicar su mente
a la reflexión. Hoy nosotros tenemos que hacer reflexión con carácter de
urgencia. ¿Cómo es diferente el trabajo de un ser humano y el de un animal de
carga? ¿Son exactamente iguales? ¿Por qué?
Explicación
Un hombre sale de su casa a trabajar. Su turno es de doce horas. Tiene que
servir combustible en una gasolinera. Después de su trabajo va a casa. Al día
siguiente es igual. Pero él ha decidido que cada día tenga algo especial. Buscará
el contacto personal con sus compañeros y tratará de identificar a los clientes
que regresan a la misma estación a cargar gasolina. Procurará encontrar sentido
en su ocupación. En otro ejemplo, una mujer sale de su casa rumbo a su trabajo,
muy temprano el lunes por la mañana. Su trabajo es en el octavo piso de un
edificio de oficinas. Es jefa del departamento de Recursos Humanos. El día de
hoy le han indicado que hay que despedir al 15% de los empleados como parte
de un proceso de contracción de la empresa. Su trabajo le presenta retos que
deberá enfrentar como profesional.
Es muy común encontrar personas que viven de alguna manera esa realidad
descrita por el mito de Sísifo. Trabajan sin hallar sentido a lo que hacen.
¿Conoces a alguien en ese caso? No han hallado la conexión entre su labor y
los valores intrínsecos, y no han visto su trabajo como una vocación, es decir,
como la contribución única que ellos han venido a hacer a este mundo.
Nos acercaremos al tema del sentido del trabajo desde dos ángulos. Uno es el
lado económico y el otro es el psicológico. Estas explicaciones no son
excluyentes, sino complementarias. Además, no son las únicas. Sin embargo,
nos ayudan en nuestras reflexiones y nos invitan a seguir averiguando sobre el
sentido de nuestro trabajo.
5.1 Aporte marxista
En el siglo XIX el capitalismo estaba en una fase de explotación imperialista de
los recursos naturales de las colonias en África, Asia y Oceanía. La idea de
Adam Smith (citado en Gopinath, 2023), el precursor del capitalismo moderno,
en su libro La riqueza de las naciones, entre otras cosas, afirmaba que uno de
los propósitos del trabajo es el de generar riquezas.
En el siglo XIX, la perspectiva de Karl Marx sobre el trabajo como fuente de
riqueza económica y como una forma de autoafirmación y expresión de la
individualidad es relevante para comprender la dimensión ética de la profesión.
Según esta visión, el trabajo no solo tiene un impacto económico, sino también
una influencia ontológica en la vida humana (García, 2013).
García (2013) refiere que, en el contexto profesional, el desempeño de una
actividad laboral implica una transformación personal y el desarrollo de
habilidades y capacidades específicas. A través del trabajo, nos convertimos en
seres activos y nos realizamos como individuos. El trabajo no solo nos define,
sino que también nos permite crecer y especializarnos, lo que contribuye a
nuestro crecimiento personal y desarrollo profesional.
Además, el trabajo no se limita a una esfera interna, sino que tiene una
dimensión externa significativa. A través de nuestras acciones profesionales,
proyectamos nuestras ideas, emociones y valores en los productos o servicios
que creamos. Estos productos o servicios no solo son expresiones de nuestra
individualidad, sino que también influyen en nuestro entorno y contribuyen a la
construcción de un mundo humano.
En este sentido, la ética profesional implica la responsabilidad de ejercer la
profesión de manera coherente con los valores personales y sociales. Es
importante considerar tanto el impacto interno, en términos de desarrollo
personal y crecimiento profesional, como el impacto externo, en términos de
contribuir a la creación de un entorno humano en el cual todos podamos habitar
de manera digna y satisfactoria.
En conclusión, la visión de Marx (citado en García, 2013) sobre el trabajo como
una fuente de autorrealización y como una forma de transformar tanto a nosotros
mismos como al entorno, proporciona una base ética para la profesión. El
ejercicio profesional implica la responsabilidad de desarrollar nuestras
capacidades y proyectar nuestro ser en la labor que realizamos, contribuyendo
así a la construcción de un mundo humano en el cual podamos vivir de manera
plena y significativa.
Y sí, una observación directa nos deja ver que efectivamente, el trabajo dedicado
sumado a la cuidadosa administración de los recursos puede generar riqueza.
Sin embargo, la generación de riquezas no puede quedar como el sentido mismo
del trabajo, porque las riquezas son solo un medio y no un fin. El punto no es
hacerse rico, sino qué vas a hacer con esa riqueza. Es decir, con las riquezas se
logran fines, objetivos, metas, pero no son ellas el fin, ni pueden ellas proveer el
sentido del trabajo.
En ese contexto, a mediados del siglo XIX, Marx declaró que el sentido del
trabajo es la humanización. El ser humano se hace más humano por medio del
trabajo. Es el trabajo lo que ha hecho que la mano y el ojo humano hayan logrado
la coordinación que tienen y que el ser humano se haya levantado por encima
de todas las especies animales, desarrollando la cultura y la civilización (García,
2013).
De manera que, si el fin del trabajo es la humanización, entonces la explotación
o esclavitud produce deshumanización. Cuando un trabajador no conoce ni
disfruta el producto de su trabajo, sino que simplemente se pasa todo el día
apretando un tornillo en una línea de ensamblaje (como aparece en la película
de Chaplin, Tiempos Modernos), ese trabajador está alienado del resultado de
su labor.
De acuerdo con García (2013), la característica del trabajo en la modernidad es
la de brindar una identidad social: una profesión, un oficio. Además, el trabajo,
no es solamente una categoría antropológica, sino económica; no nos hace
libres, nos enajena o aliena.
El concepto marxista de alienación es relevante para comprender el impacto del
trabajo en la deshumanización de las personas. Según Marx (citado en García,
2013), la alienación se produce cuando los individuos no tienen control ni
participación en el proceso de producción y, en consecuencia, no pueden
experimentar una conexión significativa entre su trabajo y su propia identidad.
La alienación laboral puede manifestarse de varias formas. Una de ellas es
cuando los trabajadores no tienen la oportunidad de contemplar el resultado final
de su trabajo, ya que su contribución se diluye en una cadena de producción
fragmentada y mecanizada. Esto puede generar una sensación de desconexión
y falta de significado, ya que no pueden apreciar cómo su labor contribuye al
producto final o al bienestar de los demás.
Además, cuando los trabajadores son tratados como meros instrumentos de
producción y no se les permite expresar su creatividad, habilidades y talentos,
se produce una alienación. Si el trabajo se reduce a tareas repetitivas y
monótonas, sin oportunidades de desarrollo personal o reconocimiento, se limita
la capacidad de autorrealización y enriquecimiento humano.
Es importante destacar que la alienación no es un problema exclusivo de un
sistema económico en particular, sino que puede presentarse en diferentes
contextos laborales y sociales. Sin embargo, el enfoque marxista pone especial
énfasis en cómo el sistema capitalista puede propiciar condiciones de alienación
debido a su estructura de explotación y la primacía de la acumulación de capital
sobre las necesidades humanas.
En conclusión, la alienación laboral es un fenómeno que puede ocurrir cuando
los trabajadores no pueden integrar su trabajo con su identidad y no encuentran
una satisfacción personal o sentido de realización en sus labores. Esta
deshumanización puede ser un desafío importante en la búsqueda de un trabajo
significativo y en la promoción del bienestar de los individuos.
La idea de humanización implica que nuestro trabajo debe hacernos cada vez
más humanos, capaces de integrar lo que hacemos con lo que somos.
Independientemente del uso ideológico y político que a lo largo del siglo XX se
les dio a las ideas de Marx, el trabajo como humanización es un concepto que
vale la pena considerar y ver cómo se aplica a nuestro caso. ¿Qué tan humano
te hace trabajar en la carrera que estás estudiando? ¿En qué forma ese trabajo
te ayudará a integrar lo que haces con lo que eres, y te impulsará a ser cada vez
mejor ser humano? Desde el punto de vista económico, el sentido del trabajo no
puede ser simplemente la generación de riquezas, pues las riquezas no son un
fin en sí mismas, sino que son el medio para lograr mejores fines para el bien
común. De modo que el verdadero sentido del trabajo es lograr la humanización
de quien trabaja, de quien recibe el producto del trabajo y de toda la sociedad.
Cuando una persona mide su éxito solamente en términos económicos e
individualistas, está equivocada en su percepción de la realidad. La mejora debe
siempre considerar el bien común. Es como si plantáramos un campo de maíz y
en espíritu de competencia, procuráramos siempre tener mejores cosechas que
los vecinos, sin saber que nuestras plantas de maíz están siendo polinizadas por
las de los vecinos. Nos conviene entonces, que la calidad del maíz de todos los
vecinos mejore para que así también la nuestra mejore. Es decir, el bien común
y la mejora de toda la sociedad son metas más inteligentes que el éxito y la
riqueza individualista.
5.2 Aporte psicoanalítico
Otro punto de vista es el psicológico. Cuando hablamos de psicoanálisis, casi
todos inmediatamente tienen en mente a Sigmund Freud y sus importantísimos
trabajos sobre el aparato psíquico, que han contribuido mucho al entendimiento
que el ser humano tiene de sí mismo. Como hijo de su tiempo, Freud (citado en
Castro, 2022) afirmaba que el ser humano tiene un tema rector, un hilo conductor
de sus motivaciones, motor de su conducta, su tema es la búsqueda del placer.
Teniendo como base esa idea, toda la teoría psicoanalítica de Freud se
construye sobre la búsqueda del placer.
De acuerdo con Freud citado por Porras y Parra (2019), la felicidad no es un
estado natural ni un objetivo alcanzable de manera permanente para los seres
humanos. En su teoría psicoanalítica, Freud señaló que la vida está llena de
tensiones y conflictos internos, y que el individuo busca mitigar esos conflictos a
través de mecanismos de defensa y satisfacción de deseos.
En relación con el trabajo, se plantea que la idea de la felicidad como propósito
o fin de la vida se ha convertido en una demanda social y económica en la
sociedad actual. Existe una presión social y un imperativo del mercado que
promueve constantemente la idea de que debemos ser felices en todas las
esferas de nuestra vida, incluido el trabajo. Esta exigencia de ser feliz en el
trabajo puede generar frustración y malestar psicológico, ya que la realidad
laboral a menudo implica desafíos, conflictos y situaciones estresantes.
Además, se menciona que esta demanda de felicidad en el trabajo es parte de
un discurso promovido por el sistema capitalista, que busca perpetuar una ilusión
de bienestar constante para mantener la productividad y el consumo. Esta
perspectiva sugiere que el énfasis en la búsqueda de la felicidad en el trabajo
puede ser una forma de enajenación o manipulación por parte del sistema
económico.
Es importante tener en cuenta que estas afirmaciones se basan en una
interpretación particular de los planteamientos de Freud y en una crítica al
sistema capitalista. Existen diferentes perspectivas y enfoques sobre la felicidad
y su relación con el trabajo, y es un tema complejo que ha sido abordado desde
diversas disciplinas, como la filosofía, la psicología y la sociología.
En resumen, el enfoque citado de Freud y la crítica al discurso de la felicidad en
el trabajo plantean que la búsqueda de la felicidad no es necesariamente un
destino humano, sino más bien una construcción social y económica. Se sugiere
que la presión por ser feliz en todas las circunstancias puede generar angustia y
malestar psicológico. Sin embargo, es importante considerar diferentes
perspectivas y enfoques sobre este tema para obtener una visión más completa
y matizada.
Podemos considerar que en un tiempo como el que vivió Freud, entre los siglos
XIX y XX, ciertamente el tema de la búsqueda de placer gobernaba las complejas
dinámicas psicológicas del corazón humano. Tal vez no podríamos decir lo
mismo el día de hoy, un tiempo en el que ya no se viven las mismas represiones
sociales como hace 100 años.
Sin embargo, otro psiquiatra, de una generación posterior a Freud,
llamado Viktor Frankl, tomó la metodología psicoanalítica de Freud, pero cambió
el hilo conductor, el tema rector, el motor de la conducta humana. Frankl sostenía
que el ser humano no vive necesariamente en busca de placer, sino en busca
de sentido (Frankl, 1985). La necesidad principal del ser humano es la necesidad
de sentido. Cuando se tiene el sentido, el porqué de la vida, del trabajo, de las
relaciones afectivas, se puede pasar por las tribulaciones más difíciles con una
fuerza interna descomunal.
La historia de Viktor Frankl es realmente inspiradora y conmovedora. Como
sobreviviente de los campos de concentración nazi, experimentó de primera
mano las terribles atrocidades y sufrimientos que ocurrieron en esos lugares. A
pesar de perder a su esposa y enfrentar numerosas pérdidas personales, logró
encontrar un sentido y un propósito en medio de la adversidad (Martínez, 2020).
El hecho de que Frankl ya tuviera un manuscrito de su tesis psicoanalítica antes
de ser capturado y que sus captores le quitaran todas sus pertenencias,
incluyendo sus escritos y trabajos académicos, destaca aún más su resiliencia y
determinación. A través de su propia experiencia en el campo de concentración
pudo poner a prueba su teoría sobre la búsqueda de sentido como un motor de
la conducta humana.
La capacidad de Frankl para visualizarse a sí mismo más allá del campo de
concentración y su firme convicción de que su teoría sería valiosa para
comprender la naturaleza humana son ejemplos poderosos de cómo el sentido
y el propósito pueden brindar fortaleza y esperanza incluso en las circunstancias
más adversas.
Después de su liberación, Frankl dedicó su vida a desarrollar y difundir su teoría,
que se conoce como logoterapia. Su trabajo ha sido ampliamente reconocido y
considerado como una importante contribución dentro del campo de la psicología
y la comprensión del ser humano.
La historia de Viktor Frankl es un testimonio impactante de la capacidad humana
para encontrar sentido y trascendencia incluso en situaciones extremadamente
difíciles. Su experiencia y sus enseñanzas han inspirado a muchas personas a
reflexionar sobre el propósito de sus vidas y a encontrar significado en medio de
las adversidades.
Para Frankl, el ser humano ha de encontrarle sentido a su vida y a su trabajo, y
vivir gobernado por ese sentido. El sentido del trabajo provee de identidad al
trabajador. La persona se constituye alrededor de aquello a lo que se dedica. Un
doctor le añade su título a su nombre. Un licenciado adquiere una identidad
constituyente que le da sentido a su persona (Frankl, 1985).
Entonces el aporte psicoanalítico consiste en la grave importancia de darle
sentido al trabajo, a fin de vivir en equilibrio y salud emocional. Puede ser incluso,
o especialmente, un sentido de tipo religioso si es que se trata de una persona
creyente. El punto central es que el ser humano está en búsqueda de un sentido
que le impulse a vivir. La necesidad de tener sentido es la principal necesidad
humana. Cuando se tiene un sentido para trabajar, y para vivir, ese sentido se
convierte en el motor que impulsa y que gobierna la conducta.
Cierre
¿Ya encontraste el sentido de tu vida y de tu trabajo? Si hasta hoy has pensado
que por medio de tu trabajo vas a obtener riquezas, eso no está mal. Sin
embargo, no lo es todo. La pregunta que sigue es más importante: ¿Qué va a
hacer con esas riquezas? ¿De qué forma tu trabajo te hará más humano? ¿De
qué forma contribuirás al bien común? El trabajo ha de hacerte cada vez más
humano, es decir, lo que haces profesionalmente te convierte cada vez más en
la persona que has de ser y la razón por la cual llegaste a esta vida. Al encontrar
ese propósito para tu vida y para tu trabajo, habrás convertido tu profesión en
una vocación.

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