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INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Las leyendas judías hablaban del Golem: un ser hecho de barro que cobraba conciencia al
escribirle una letra en la frente. En el siglo XVIII un tal Wolfgang Von Kempelen construyó una
autómata capaz de rivalizar con los mejores jugadores de ajedrez. Más tarde se descubrió que en
realidad había una persona escondida dentro del aparato.

Pero no fue sino hasta los años 50 del siglo XX cuando la tecnología informática permitió
vislumbrar la posibilidad de máquinas inteligentes el científico y matemático Alan Turing diseñó
una prueba: si un ser humano que dialogue con una computadora y con otro humano no puede
distinguir entre uno y otro, se puede afirmar que la computadora es inteligente.

Tan pronto como en 1956 ya había investigadores diseñando programas de computadora que
podían jugar da más y ganar resolver problemas de álgebra y hacer demostraciones matemáticas.

Las computadoras usaban el método llamado lógico simbólico, que significaba que utilizaban una
secuencia de instrucciones llamada “algoritmo” cuidadosamente diseñada para resolver
problemas.

Era tal el optimismo que se llegó a afirmar: en 20 años las computadoras podrán hacer cualquier
cosa que haga un ser humano, pero las computadoras de entonces todavía no tenían la capacidad
de procesamiento necesaria: la investigación se detuvo mucho tiempo.

Hasta los años 80 se crearon computadoras lo suficientemente poderosas. En esa época, el


principal método era el de los llamados sistemas expertos que combinaban una extensa base de
conocimientos con algoritmos de búsqueda que “encontraba en su camino” entre todo un árbol
de decisiones hasta llegar a la respuesta indicada.

Estos sistemas fueron muy exitosos y útiles para los profesionales mientras tanto la capacidad de
cómputo fue aumentando y fue aprovechada para crear algoritmos más complejos capaces de
recorrer árboles de decisiones increíble grandes como los del ajedrez con increíblemente grandes
cantidades de jugadas posibles.

Así en 1997 Deep Blue fue la primera computadora en derrotar a un campeón mundial de ajedrez
Garry Kasparov y lo hizo con este método de “Fuerza Bruta”. Explorando los resultados de todas
las posibles jugadas y anticipando de 8 hasta 20 movimientos es capaz de analizar 200 millones de
posibilidades por segundo, algo que un humano es incapaz de hacer.

Aun así, para las máquinas era imposible realizar tareas que para un humano no implican esfuerzo,
reconocer voces, reconocer rostros, leer, identificar y manipular objetos, por lo menos hasta que
se inventaron las redes neuronales artificiales.

Estos mecanismos inspirados en el funcionamiento del cerebro tienen neuronas virtuales


conectadas a capas de otras neuronas, y a su vez a otras capas, hasta que llegan a una capa que
arroja un resultado.

Lo curioso es que al principio son pésimas haciendo su trabajo, pero estas redes se entrenan y con
cada entrenamiento van aprendiendo.
En la actualidad las inteligencias artificiales, tienen muchas aplicaciones: te ayudan a decidir la ruta
más rápida en los mapas de tu teléfono celular, reconocen instrucciones dadas en voz alta,
controlan a los enemigos en muchos videojuegos, reconocen rostros en ciertas aplicaciones,
ayudan a los médicos a hacer diagnósticos, traducen de un idioma a otro conducen automóviles, y
recientemente google creó una inteligencia artificial que construyó otra inteligencia artificial.

Y aunque la IA es muy útil trae consigo muchas preguntas más allá de lo tecnológico, E.E.U.U ya
está construyendo drones militares controlados por inteligencia artificial, si son ellos los que
deciden a quién disparar ¿Quién es el responsable de los ataques? se alega que varios programas
han pasado la prueba de Turing pero, ¿la inteligencia implica conciencia? y si es así ¿Estas
consciencias son capaces de sufrir? ¿Tenemos derecho a crear máquinas que sufran? quizá la
mayor preocupación sea la de la famosa “singularidad tecnológica”: el momento hipotético en el
que las inteligencias artificiales se mejoren tanto a sí mismas que superen al ser humano y
escapen a nuestro control.

El empresario Elon Musk está preocupado de que las IAs incluso lleguen a planear la extinción de
la humanidad, pero no creo que eso suceda pronto.

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