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19 de julio de 2015
Sí, así es. Uno de los argumentos centrales del libro es la necesidad de volver al "nivel
del suelo" como una manera de des-teorizar, o de desestabilizar las categorías centrales
y las explicaciones poderosas, para re-teorizar. Entonces argumento, por ejemplo, que
las destrucciones ambientales masivas que causa la explotación de las minas de oro en
Montana, en Estados Unidos, y la misma destrucción provocada por la producción de
níquel en Norilsk, en Rusia, no deberían verse simplemente como un fenómeno
capitalista y otro comunista, sino ambos como fenómenos que señalan la capacidad
masiva de destrucción del medio ambiente. Al poner en primer plano la cuestión
medioambiental elimino el peso de esas profundas historias políticas de capitalismo o
comunismo, que constituyen todavía hoy el prisma a través del cual la mayoría de la
gente parece mirar el mundo. Yo digo que no: es hora de volver al "nivel del suelo", para
des-teorizar y luego re-teorizar según nuevos vectores. De manera más general, las
explicaciones poderosas muchas veces son invitaciones a no pensar. Eso está bien la
mayor parte del tiempo.
Sí y no. Sí, en el sentido de que ciertos países tienen, o construyen, la opción de
adquirir vastas tierras en el territorio soberano de una serie de otras naciones. No, en el
sentido de que, en el viejo imperialismo, Gran Bretaña quería toda África, por así
decirlo; España, toda América Latina. Hoy veo una modalidad muy distinta. A ninguno
de estos países compradores de tierras extranjeras les interesa conquistar todo el país.
Al contrario, practican un minimalismo agudo: quieren sólo la tierra que les interesa
usar, y cuando esa tierra se agota, se muere por el maltrato que implica ese mismo uso,
se van a buscar otras. En síntesis, ésta es una modalidad colonial exclusivamente
centrada en la extracción. Recordemos que los ingleses querían reeducar a las clases
profesionales en la India, los españoles querían implantar la arquitectura de estilo
español, Francia tenía su propia "misión civilizadora".
El capitalismo parece ser el régimen global triunfante más allá de los
sistemas políticos, porque hoy existen democracias, autocracias y
regímenes totalitarios, todos igualmente capitalistas. ¿Cree que la política
ha terminado subordinándose a la economía, hablando globalmente?
Hay ciertas ironías en esta evolución: por un lado, hay más y más reconocimiento y
sensibilidad hacia las diversidades. Vemos toda una serie de movimientos étnicos, de
género, sexuales, incluyendo los derechos de los animales. Todo esto me parece
excelente. Pero también vemos la expansión de violencias de todo tipo: trafico de
personas, explotación y esclavitud de cada vez más trabajadores pobres a través del
mundo, la voluntad de matar o engañar para obtener órganos que se demandan cada
vez más, abuso agudo del medioambiente con efectos tóxicos que envenenan lentamente
a gran número de niños. En resumen, toda una serie de extracciones extremas que van
en aumento, no en disminución como se esperaba hace veinte años. Esto va mucho más
allá del capitalismo como lo hemos entendido, o como se desarrolló bajo el
keynesianismo en Occidente. Se trata más bien una lógica de extracción predatoria para
la cual el capitalismo puede ser un puente, pero va mucho más allá de lo que hemos
entendido que son las explotaciones capitalistas. Es más extremo, y por ende quiero
darle un nombre, un nombre simple, directo, no un "ismo". De ahí "expulsiones". Lo que
veo, en síntesis, es un dualismo extremo.
Biografía
Es profesora en la Universidad de Columbia.