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Tema: LA MUJER CRISTIANA MANIFIESTA EN SU HOGAR SU CRECIMIENTO EN CRISTO.

LECTURA: 2 pedro 3:18 Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y
Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.

La importancia de la participación de la mujer en el hogar a sido fundamental, desde la creación, en


la mente y el corazón de Dios la mujer fue creada con el propósito de apoyar, no solo a su esposo
sino en el cuidado de los hijos, es el hogar y debe ser el centro de atención para la mujer cristiana,
es ahí donde se siembran y cultivan, los fundamentos de las familias cristianas.

Es inestimable la influencia de la esposa en el hogar. La vida de ella tiene una gran influencia en la
familia; por lo general, de los dos padres, ella es la que más tiempo pasa con los hijos.

Por supuesto que las madres tienen una importante responsabilidad en la instrucción de los hijos
en el hogar. La biblia relata innumerables ejemplos, Fue María, no José, la que regañó a Jesús por
quedarse rezagado en Jerusalén: “Hijo, ¿por qué nos has hecho así? ¿He aquí, tu padre y yo te
hemos buscado con angustia?” Las grandes mujeres han criado hijos distinguidos. Las instrucciones
que las mujeres mayores debían darles a las mujeres jóvenes, revelan el importante lugar que ocupa
la esposa en el hogar:

Susana Wesley fue la madre de John Wesley y Carlos Wesley. El primero se constituye en el hombre
que pudo delinear el carácter de toda una nación más que cualquier otra persona en su generación
siendo el fundador de la iglesia metodista. Carlos llegó a ser uno de los más grandes escritores de
himnos de todos los tiempos. Sin embargo, quien tuvo mucho que ver en la formación de estos
hombres definitivamente fue madre.

La primera característica para crecer es permanecer en la fe

Colosenses 1:23 para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él; si en verdad
permanecéis fundados y firmes en la fe,

La fe a la que se refiere pablo aquí no es al momento del encuentro con Jesús sino a la permanencia
en su santa doctrina, para ello es necesario ejercitarla y madurarla, madurar implica que hubo un
momento en que no era madura, era débil, no era firme sino inestable. Cuando una persona se
convierte es normal que su fe sea débil.
Pablo nos dice: esa fe debe madurar. Nuestras convicciones deben de ir creciendo más y más.
Nuestra fe debe ir fortaleciendo cada día. Nuestros pasos al caminar la vida cristiana deben ser cada
vez más firmes, más estables más sólidos. Ese es nuestro deber.

Es el deber de todo creyente el crecer en su fe cristiana. Si nuestros niños crecen raquíticos


es señal de que algo no está bien. De la misma manera si pasan los años y un creyente no crece, no
madura en su fe, su caminar no es firme ni consistente, hay algo que no está bien. ¿Por qué? Porque
es el deber de todo creyente el crecer en su fe, en su convicción de la fe.

Pablo se refirió a las personas que habían influenciado la fe de Timoteo: “trayendo a la memoria la
fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy
seguro que en ti también” (2 Timoteo 1.5).

Susana Wesley era una mujer de naturaleza frágil. La pregunta que nos hacemos es ¿Cómo
encontraba las fuerzas para criar a diez hijos y administrar el hogar?; Susana Wesley dedicaba cada
mañana y en la tarde para estar a solas con Dios, orando y meditando en las Escrituras. Esta decisión
la tomó cuando ya tenía nueve hijos no importando lo que sucediese, apenas el reloj sonaba ella se
disponía a buscar comunión con Dios. Creemos que sólo así ella podía afrontar la fuerte carga y los
problemas del hogar.

hay que crecer, en la doctrina de la Persona y Obra de Cristo. Colosenses 1: 10 “para que andéis
como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en
el conocimiento de Dios”. El énfasis es en el conocimiento de la voluntad de Dios, en la sabiduría e
inteligencia espiritual, En otras palabras, cómo podemos permanecer firmes en la fe, cómo podemos
crecer en la fe, cuando estamos fundados en la verdadera doctrina cristiana.

Procura que cada una de las doctrinas de la fe cristiana moldeen tu forma de pensar. Que creen en
tu vida un entendimiento de la vida misma, de la realidad, del mundo, de la vida diaria, de la vida
cristiana que sea consistente con esa verdad. Hermanas, solo así creceremos en la vida cristiana. Y
solo así creceremos en una vida cristiana balanceada.

La segunda característica para crecer es permanecer en amor

Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; maestras del bien; que enseñen a las mujeres
jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas,
sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada (Tito 2.3–5). Estas
instrucciones muestran que las esposas jóvenes deben ser buenas madres en el hogar. Deben ser
amadoras de sus esposos (del griego: filandrous) y amadoras de sus hijos (del griego: filoteknous).
El amor al que se refiere aquí es un amor agape ósea sacrifical debe ir mas allá de solo contemplar
con cariño al esposo y los hijos debe estar dispuesta a sacrificarse asi misma para cuidar de ellos y
el hogar.

1 Juan 4:16 Y nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor. El que
permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.

Susana Wesley dedicó su vida a la crianza y cuidado de su familia. Ella mantenía la casa,
administraba las finanzas (pues su esposo no era buen administrador) y manejaba los esfuerzos
campesinos de la familia. Aunque su esposo tuvo que pasar tres meses en prisión enviado por sus
acreedores ella nunca desmayó en su labor.

La tercera característica para crecer es permanecer en santidad

¡Santidad no solo tiene que ver con apartado de! ¡Si no apartado para que!

Desde la conversión, se inicia en nuestras vidas un proceso que el apóstol Pablo llamó en sus
epístolas la “santificación” la santificación es el proceso a través del cual somos formados más a la
imagen de nuestro Señor Jesucristo.

Romanos 6:22 Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis
por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.

Debemos decir que, en este glorioso proceso, Dios nos santifica y nosotros procuramos la santidad.
Dicho de otra manera, los creyentes participamos junto a Dios en nuestra santificación. Es en este
sentido, que los creyentes estamos supuestos a crecer en el santidad y carácter cristiano. Por eso el
llamado a la santidad y a la vida piadosa, es un llamado permanente en las páginas del Nuevo
Testamento. Para el efecto, el lenguaje que usan los escritores de las epístolas es “crecer”, “alcanzar
madurez”, “avanzar hacia adelante” y muchos otros.

2 Pedro 3:18 -Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo Es por eso, que los cristianos no solo deseamos crecer en santidad, sino que también
procuramos saber si de verdad estamos creciendo y a su vez asegurarnos si nuestras vidas están
evidenciando el carácter de Jesucristo. Aun que esta medida de madurez y santidad se pueden ver
en expresiones externas, tales como el amor al prójimo, la integridad, la paciencia, la mansedumbre
y otras virtudes cristianas, en ocasiones es muy difícil medir con precisión el grado de santidad de
un creyente, sobre todo cuando se trata de medirla en nuestra propia vida.

Sin embargo, cuando miramos las reacciones de algunos hombres de Dios en las Escrituras,
podemos obtener alguna luz para responder si de verdad estamos creciendo en la santidad

Cuando Isaías tuvo una visión del Señor en el templo, escuchó a los ángeles repetir el conocido
“Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos” y luego de contemplar la majestad de Dios, el profeta
exclamó con desesperación: “¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios,
y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey” (Isaías 6:3-5)
lo mismo paso con el apóstol pablo y pedro

podemos ver un interesante patrón en estas reacciones y en las palabras que estos hombres
pronunciaron. Porque tanto Isaías, Pedro y Pablo, no solo reconocieron su pecado, su miseria e
inmundicia, sino que también lamentaron y hasta sintieron angustia y vergüenza por ellos. Esta
realidad se hace llamativa cuando recordamos que estos, eran líderes en el pueblo de Dios y
hombres que fueron ejemplos de piedad, santidad y carácter cristiano.

Entonces ¿cómo sabemos que estamos creciendo en santidad?

Sabemos que estamos creciendo en santidad, cuando procuramos la gracia divina con santa
desesperación. Sabemos que estamos creciendo en santidad cuando nuestras oraciones están
despojadas de orgullo y con humildad imploramos misericordia.

La santidad de un individuo es proporcional al grado de lamento que le produce su propio pecado.


La santidad de un creyente se corresponde a la profunda tristeza que siente por haberle fallado a
Dios.

Como mujer tienes una gran responsabilidad en tu hogar, si quieres crecer es importante desarrollar
y ejercitar la fe en el pleno conocimiento del evangelio de Jesucristo, el amor sacrificial se despoja
a sí mismo para manifestar el mismo sentir de Cristo y la santidad que no solo nos aparta del pecado
sino que nos dice para que fuimos apartados, eres indispensable hasta llegues a la estatura de la
plenitud de Cristo, Dios quiere que seamos como Cristo, y eso solo se va a cumplir cuando dejemos
estos cuerpos mortales y pecaminosos, ya sea que Él te llame a su presencia o que el venga si
permaneces firme y fiel recibirás la recompensa, mientras tantos tienes una misión eterna.
Manifestar en tu hogar tu crecimiento en Cristo.
Susana Wesley expreso “Ninguno puede seguir mi método, si no renuncia al mundo en el sentido
más literal. “Dame gracia, oh Señor, para ser una cristiana verdadera”, “Ayúdame, Señor, a recordar
que religión no es estar confinada en una iglesia o en un cuarto, ni es ejercitarse solamente en
oración y meditación, sino cuidar y hacer crecer mi hogar en Ti Señor”.

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