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CAPITULO 3
Es bien conocida la importancia que en los últimos siglos han tenido los tradicionales catecismos, desde el
“catecismo romano” (o del Concilio de Trento, de 1566) hasta el de San Pío X, pasando por los de
Canisio, Belarmino, Astete, Ripalda, Acosta, Santo Toribio, Deharbe, Claret, etc. En esta época la
catequesis se afanaba por hacer aprender de memoria, por explicar y aplicar a la vida de estos compendios
doctrinales, redactados en forma sintética de preguntas y respuestas, divididos por lo general en tres partes:
las verdades que hay que creer, los mandamientos que hay que practicar y los medios sobrenaturales que
hay que emplear (gracia y sacramentos).
La reflexión catequética ha estudiado con atención este instrumento tradicional de catequesis y el modelo
pedagógico que a él subyace. Junto a innegables benemerencias se han podido observar no pocos reparos:
articulación más escolástica que catequética del mensaje, lenguaje abstracto, pobreza bíblica y litúrgica,
método deductivo, pedagogía “depositaria”, etc.1 No sólo: la catequesis del “catecismo” queda también
históricamente vinculada a una época que en gran parte gozaba aún de la unidad y homogeneidad propia
de la “cristiandad”. En este contexto, la educación religiosa se veía arropada por un ambiente familiar y
social que garantizaba la comunicación de la fe, supliendo en cierta manera las deficiencias del método
catequístico en uso.
Con el avanzar del tiempo, cunde la insatisfacción y la alarma ante la creciente descristianización e
ignorancia religiosa. Poco a poco irán surgiendo voces que invocan la necesidad de revisar a fondo los
componentes de la acción pastoral y catequética. Y surge así y se desarrolla el “movimiento catequético”.
1.2. El movimiento catequético del siglo XX: del “catecismo” a la “catequesis”
Hacia finales del siglo XIX ha tenido lugar un vasto movimiento de ideas e iniciativas para la renovación y
potenciación de la obra catequética en la Iglesia. Es lo que ordinariamente se denomina “movimiento
catequético”.2 En su aspecto más oficial tenemos una serie de estímulos y directrices que, partiendo de
Roma, hallan eco en las diversas naciones e Iglesias locales. Basta recordar la acción promotora de San pío
X (encíclica “Acerbo nimis”, 1905, y los catecismos de 1905 y 1912), el decreto “próvido sane” de 1935,
el Congreso Catequético Internacional de Roma (1950) y en muchas naciones, los congresos catequéticos,
Más en profundidad, el movimiento catequético encontró en algunas naciones terreno favorable para una
revisión sustancial de la catequesis, bajo el influjo de nuevas corrientes teológicas y pedagógicas. Merecen
mención particular, en este sentido, Alemania, Austria, Francia y Bélgica. Una visión de conjunto del
movimiento catequético europeo4 permite distinguir, esquemáticamente, tres impactos decisivos: el
pedagógico, el litúrgico-pastoral y teológico pastoral.
El impacto pedagógico. Un primer período (desde finales del siglo XIX a la Segunda guerra Mundial)
aparece dominado por la atención al método de la enseñanza religiosa y el influjo de las nuevas ideas
pedagógicas y psicológicas.5 En el centro de la atención está el problema de cómo enseñar mejor el
catecismo, con mayor respeto del alumno y de sus reales condiciones de aprendizaje. Hay que recordar en
este sentido el influjo del famoso “método de Múnich” y la labor infatigable de varios pioneros: H.
Stieglitz, G. Gotzel, A. Weber, M. Pfliegler, C. Quinet, M. Fargues, F. Derkenne, M. Montessori, J. M.
Dingeon, etc.6
El impacto litúrgico: Un segundo impacto tuvo como factor determinante el movimiento litúrgico, sobre
todo en su vertiente pastoral (B. Beauduin, Congresos de Malinas, 1908, y Monserrat, 1915) que
enriqueció la acción catequética con muchas aportaciones y elementos típicos de la liturgia: canto,
celebración, ritos, gestos simbólicos, etc.
El impacto teológico-pastoral. Un tercer impacto, a partir de los años 40, llamado “kerigmático”,7 encaró
el problema del contenido o mensaje de la catequesis. Se trataba de sustituir la articulación doctrinal y
escolástica del catecismo tradicional con una presentación más viva y evangélica de la Buena Noticia a la
luz del “kerygma” apostólico. Se insistió en el cristocentrismo catequético, en la importancia de la historia
de la salvación, en la dimensión bíblica y litúrgica del mensaje y en la concepción de la catequesis como
educación de la fe. Son dignas de mención las figuras de J.A. Jungmann, F.X. Arnold, G. Delcuve, J.
Colomb, F. Schreibamayr, K. Tilmann, J. Hofinger, etc.8
3 Por lo que se re ere a España, recordamos las guras de Andrés Manjón y Daniel Llorente, entre otras. Cf. J.
MONTERO, “Movimiento catequético español reconciliar”, en Dic. Cat. 582-584; L. RESINES, Historia de la
catequesis en España, Madrid, Editorial CCS 1995, 108-126; V. M. PEDROSA, Ochenta años de catequesis en
la Iglesia de España, “Actualidad catequética” n. 100 (1980) 617-658; L. RESINES, Obra y pensamiento
catequético de Daniel Llorente, Valladolid 1981; E. YANES ÁLVAREZ, “Movimiento catequético español”, en
Nuevo Dic. Cat. 1570-1587; J. A. LÓPEZ CALVO, El movimiento catequético español (1930-1962). Santiago de
Compostela 2003. Para América latina: R. E. GRZONA DARE - V. Mª PEDROSA ARÉS, “Movimiento
catequético latinoamericano”, en Nuevo Dic. Cat. 1587-1611.
4Para una panorámica general cf. A. ETCHEGARAY CRUZ, Historia de la catequesis, Santiago de Chile,
Paulinas 1962; ADLER-VOGELEISEN un siécle de catéchése en France, 141-316; GIANETTO, “Movimiento
catequético”.
5 Figuras representativas: O. Willmann, J. F. Herbart, J. Dewey, G. Kerschensteiner, A. Ferriére, etc. Véanse las
respectivas voces en Diz. Sc. Ed.
7Sobre la renovación kerigmática cf: F. X. ARNOLD, Al servicio de la fe. Buenos Aires, Herder 1960; J. A.
JUNGMANN, La predicación de la fe a la luz de la buena nueva. San Sebastián, Dinor 1964; E. ALBERICH,
“Kerigmatica (catequesis)”, en Dic. Cat. 494-497.
8 Importantes instituciones e iniciativas están vinculadas a este período: la función de los institutos Catequéticos
de París (“Institut Supérieur de Pastorale Catéchétique”, 1951) y de Bruselas (“Lumen Vitae”, 1957), la semana
internacional de Catequesis Misionera de Eichstätt, de 1960, el catecismo nacional alemán de 1955, el
Directorio francés de pastoral catequético, de 1964.
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coordenadas esenciales del hecho catequético.9 Aunque no se pudo tratar directamente el tema de la
catequesis, el influjo conciliar ha sido determinante, al dar una visión renovada de algunos puntos
esenciales de la catequesis, como la palabra de Dios, la fe y la Iglesia.
Pero sobre todo la época posconciliar ha sido para la catequesis decisiva y al mismo tiempo
problemática.10 Fue un período muy fecundo, rico en realizaciones, lleno de entusiasmo y creatividad: se
prepararon nuevos catecismos, textos y programas, nacieron nuevos Institutos y Centros de catequesis. Se
descubrieron dimensiones nuevas socio-políticas, prioridad de los adultos, importancia de la comunicación
y del audiovisual, redescubrimiento de la comunidad, etc. Son capaces de diseñar un rostro
verdaderamente nuevo de la actividad catequética.
Mención especial merece este último documento, actualmente guía oficial de orientación de la catequesis a
nivel universal. El directorio es un documento estimulante, abierto, rico en contenidos y orientaciones. Sus
páginas recogen los datos más relevantes del magisterio catequético posconciliar y ofrecen pautas para la
renovación de la catequesis en clave evangelizadora.
Cabe destacar la importancia y validez de este rico magisterio catequético que por lo que refiere a su
efectiva asimilación y aplicación, está todavía por actuar. De hecho la práctica pastoral concreta de
nuestras comunidades queda muy detrás, por lo general, respecto a la senda trazada en estos documentos
eclesiales.11
9Sobre el in ujo conciliar en la catequesis, cf. E. ALBERICH, La pedagogia catechistica dopo il Concilio,
“Orientamenti pedagogici” 16 (1969) 292-325; M. SIMON, Vatican II et le mouvement catéchétique, “Revue
Théol. de Louvain” 9 (1978) 59-82; “Teología y catequesis” 1 (1982) n. 1 (La recepción del Vaticano Ii en la
catequesis española); V. Mª PEDROSA ARÉS, “Vaticano II y catequesis”, en Nuevo. Dic. Cat. 2250-2264.
10Sobre la situación de la catequesis en la época posconciliar remitimos a la bibliografía general al nal del
volumen.
11Habría que citar también, en los años del posconcilio, otras expresiones y documentos, no menos
importantes, de las Iglesias locales, como por ejemplo, los directorios nacionales de diversas naciones, las
semanas latinoamericanas de catequesis, los congresos del ¨Equipo Europeo de Catequesis¨ los documentos
de Medellín, Puebla, Santo Domingo, y otros semejantes.
12Véase en la lista de abreviaturas y al nal del volumen la documentación bibliográ ca sobre los últimos
documentos de España, Italia, Francia, Bélgica, Alemania, Estados Unidos, Québec, Chile, Brasil, América
Latina.
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Añádase a esto el esfuerzo siempre vivo de la reflexión catequética (libros, revistas, congresos, etc.) que se
concentra en la búsqueda de un “nuevo paradigma” para catequesis.13 A la luz de estas indicaciones
podemos resumir, en forma sintética, los principales rasgos del rostro renovado de la catequesis, los
aspectos más relevantes de un posible “nuevo paradigma” de la catequesis.
Es ésta para todas una opción clara, indiscutible. La catequesis hoy se inserta necesariamente en un
contexto pastoral de Iglesia evangelizadora y es ella misma un momento importante del proceso
evangelizador.
Catequesis de iniciación
Adquiere así un relieve especial la catequesis de iniciación en sus distintas formas, como formación
orgánica y fundamental de la fe (DGC 67), como momento insustituible en el proceso evangelizador:
“La catequesis de iniciación es, así, el eslabón necesario entre la acción misionera, que llama a la fe, y la
acción pastoral, que alimenta constantemente a la comunidad cristiana. No es, por tanto, una acción
facultativa, sino una acción básica y fundamental en la construcción tanto de la personalidad del discípulo
como de la comunidad” (DGC 64).
En la sociedad actual es imprescindible lograr una autentica personalización de la fe: “antes o después, es
preciso tomar una opción fundamental y consciente por la fe cristiana y la implicación personal en la
comunidad de fe”.15 En una sociedad secularizada y pluralista, no es posible considerar la fe cristiana
como un patrimonio heredado de las generaciones pasadas. Se impone pasar “de la herencia a la
propuesta”, realizar un encuentro personal con Cristo, para recuperar la identidad cristiana, necesaria hoy
más que nunca para mantenerse en pie como creyentes (“se tenir dans la vie en croyants”):16
En nuestro país de “vieja” cristiandad, los cristianos no podrán “formar una Iglesia” que propone la fe si no re-
descubren ellos mismos a Cristo y su Evangelio como una verdadera novedad”.17
“Cuales quiera que sean las condiciones en las que se realiza la catequesis, será siempre la Iglesia la que
catequiza”.19
13Véanse también, en la bibliografía nal, las publicaciones más recientes de H. Derroitte, L. Aerens, G.
Routhier, D. Villepelet M. Villers, A. Fossion, E. Alberich, etc.
16 Francia (2006) 1. 5.
17 Ibid., 1. 3.
19 Francia (2006) 1. 1.
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Esto supone para la Iglesia un reto ineludible: mantenerse más que nunca en estado de iniciación, dado que
la catequesis tiene absoluta necesidad de un “baño de vida eclesial” para su ejercicio.
Es lo que algunos autores llaman “catequesis liberada” (catéchese décloisonnée”) y “catequesis del
camino” (“catéchése de Cheminment), que puede ser definida así:
“La catequesis del camino es un ponerse en marcha libremente, personas de todas las edades y de todas las
opiniones, que desean construir y vivir juntas en una comunidad fraterna. Se dirige a todos: pastores, adultos,
niños y jóvenes. No está limitada a un tiempo, ni a una franja de edad. Es una manera de vivir en comunidad
para quienes lo desean. Permite una libertad de elección, de adhesión y de salida”.20
Se trata de una experiencia catequética llevada a cabo en forma armónica y global por toda la comunidad
cristiana en estado de formación permanente en la fe. Esta catequesis queda abierta a la libre participación
de todos, sin separación de edades o condiciones, en una dinámica compartida de escucha de la palabra y
de reflexión comunitaria sobre el camino de la fe. Por esta condición de libertad y apertura es llamada
también “catequesis de proposición”.
La catequesis no debe proceder en forma aislada, sino vitalmente insertada dentro del cuadro general del
quehacer pastoral. Y en primer lugar resalta la estrecha relación entre catequesis y Biblia, aspecto que goza
ya de suficiente de raigambre como para estar bien presente en la reflexión catequética de las Iglesias.21
También la relación entre catequesis y servicio diaconal, en sus distintas formas de caridad, compromiso,
acción social, etc. Recibe una atención de favor. Pero es sobre todo la liturgia la que obtiene una
consideración muy atenta, en su relación con la catequesis. Se desea una mayor sensibilidad y un nuevo
planteamiento de esta estrecha relación entre liturgia y catequesis.22
Es la toma de posición más compartida, la que cuenta con una práctica unánime entre todos los exponentes
de la renovación catequética actual. La opción preferencial por los adultos es hoy un clamor en general: de
la preferencia tradicional por los niños, se pasa a poner a los adultos en el centro de la atención.
“Hay que abandonar la identificación automática de la catequesis con la instrucción de los niños y
adolescentes”23
“El creciente desafío misionero conduce al cambio de acento en la actividad catequética: hay que superar la
tradicional identificación de la catequesis con la instrucción de los niños y jóvenes en la fe”; “en la catequesis
de las diferentes etapas de la vida tiene que orientarse fundamentalmente a la catequesis de adultos”.24
Afirmaciones semejantes encontramos por doquier, haciendo eco por lo general las principales
afirmaciones del DGC. La catequesis de adultos “la forma principal de catequesis” (DGC59), “el principio
organizador”, “el eje en torno al cual gira y se inspira la catequesis de las primeras edades y de la tercera
edad” (DGC 275)
20H. DERROITTE H., Por una nueva catequesis. Jalones para un nuevo proyecto catequético. Santander, Sal
Terrae 2004, 119. Cf. también B. HUEBSCH, Catequesis de toda la comunidad. Santander, Sal Terrae 2006.
21Véanse especialmente el texto Bélgica (2006) 41-53 (“Écritura et catéchése”) y el directorio brasileño: Brasil
(2006) 106-122.
24 Alemania (2006) 3. 2; 3. 3.
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La reflexión sobre el contenido y la transmisión de la fe está muy presente en la iglesia de hoy. Sobre todo
con dos preocupaciones dominantes: la de redescubrir y volver al núcleo esencial de la fe y la repensar el
mensaje cristiano en diálogo con las culturas contemporáneas.
La crisis generalizada de identidad de muchos cristianos de hoy hacen sentir la necesidad del volver a las
raíces esenciales y nucleares de la fe. De allí la urgencia de redescubrir y reformular la identidad cristiana,
proporcionando formas nuevas de concentración vital de la fe en su núcleo central, para que se vuelva a
percibir la novedad del mensaje cristiano. Se desea, por tanto, ir “del río a la fuente” de descubrir la fuente
más allá de todas las doctrinas transmitidas tradicionalmente;25 de conseguir la “elementarización” del
mensaje de la fe que permite responder a las preguntas que interpelan hoy a la identidad cristiana;26 o
simplemente, de “ir al corazón de la fe”.27
Por otra parte el diálogo y la confrontación cultural figuran hoy entre las exigencias más decisivas de una
adecuada educación en la fe. Es el tema, de enorme actualidad de la necesaria inculturación del evangelio
en los actuales entornos culturales. Si es verdad que la separación entre fe y cultura es “el drama de
nuestro tiempo” (EN 20), esto supone para la catequesis una tarea insoslayable que debe cumplir con
ahínco y valentía. El evangelio debe volver a presentarse como un mensaje convincente y creíble, y la
comunidad cristiana de llegar hacer “una Iglesia intelectualmente habitable”.28
Teniendo como tela de fondo este cuadro de tendencias, parece oportuno detenerse un momento a
dilucidar y precisar la identidad propia de la función catequética.
Por otra parte existen formas muy diversas de catequesis (catecumenado, iniciación sacramental, cursos de
formación, lectura de la Biblia, predicación litúrgica, etc.) y la misma actividad catequética recibe nombres
muy distintos (instrucción religiosa, educación de la fe, catequesis, enseñanza religiosa, formación
cristiana, etc.). Con frecuencia se habla de catequesis a propósito de actividades muy dispares:
celebraciones litúrgicas, meditación, convivencias, grupos de espiritualidad, movimientos juveniles, etc.
Como se ve, la catequesis corre el peligro de estar en todas partes y de perder su identidad en el conjunto
de las acciones eclesiales. También por esta razón se impone un intento de clarificación.
25 Québec (2000) 3. 1.
28J. MARTÍN VELASCO, Increencia y evangelización. Del diálogo al testimonio. Santander, Sal Terrae 1988,
154.
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Pero este esquema tripartito no convence del todo, ni en cuanto a teoría pastoral ni en el ejercicio concreto
de la acción eclesial, que mal se aviene con divisiones tan netas y perentorias.31
El retorno al Nuevo Testamento puede ser iluminador. En las Iglesias apostólicas, en efecto, consta un
ejercicio muy variado y espontáneo del ministerio de la palabra. La comunidad cristiana, surgida de la
respuesta de la fe al anuncio de Cristo, comunica y profundiza de varias formas la palabra que edifica la
comunidad y la convierte en testimonio vivo como por ejemplo.
“La evangelización, o el primer anuncio del mensaje, con el fin de suscitar la adhesión en quien aún no posee
la fe; la instrucción o doctrina, que pretende comprender más a fondo y deducir del centro del mensaje todas
las consecuencias para la vida; la profecía, que estimula a la comunidad a discernir la voluntad de Dios en la
historia: el testimonio, que quiere iluminar y garantizar y convencer: la exhortación, que tiene a corregir y
comunicar entusiasmo”.32
Pero en la fluctuación terminológica del NT cabe destacar una cierta distinción básica entre un primer
momento del lanzamiento del mensaje, a través de verbos como “gritar” (krazein), “anunciar”(keryssein),
“evangelizar” (evanguelizein), “testimoniar” (martyrein), y un segundo momento de explicitación y
profundización, expresado por los verbos, “enseñar” (didaskein), “catequizar” (katejein), “predicar”
(homilein), “transmitir”(paradidonai) y otros semejantes. A este segundo momento pertenece la específica
función catequética (“katejein”).
31Lo reconoce también DGC 52 y dan fe de ello los signi cados diversos que se atribuyen a términos como:
predicación, kerigma, anuncio, evangelización, catequesis, etc. Cf. D. GRASSO, Evangelizzazione, catechesi,
Omilia, “Gregorianum” 42 (1961) 242-267.
32B. MAGGIONI, Le funzioni di parola nell´esperienza delle comunità neotestamentarie, “Servizio della Parola”
(1976) 81, 33-34.
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“Keryssein está en tensión semántica con katejein, indica la primera vez, la modalidad fundamental de una
palabra, un mensaje, con respeto al eco que prolonga su efecto y su comprensión”.33
El término “katejein” que constituye una novedad en el NT, subraya la originalidad de la catequesis, que
“hace eco” a una palabra que está en alto, indisponible, soberana. Literalmente significa “resonar, hacer
resonar”, con el significado de: instruir, enseñar oralmente, narrar (cf. Lc. 1,4; Hch 18, 25; 21,21; Rm
2,18; 1Cor 14, 19; Gal 6,6).
¿Qué es la catequesis?
Se dan de hecho muchas definiciones de catequesis. Algunas, más oficiales, son citadas con frecuencia
como, por ejemplo, la expresión conciliar: “la instrucción catequística, cuyo fin es que la fe, ilustrada por
la doctrina, se torne viva, explícita y activa”,35 o la descripción del sínodo de 1977, según el cual la
catequesis es “la actividad que consiste en la educación ordenada y progresiva de la fe y que está ligada
estrechamente al permanente proceso de maduración de la misma fe”.36 También merece ser citada la
definición del Directorio Catequístico General, de 1971:
“En el ámbito de la actividad pastoral, la catequesis debe ser considerada como la forma de acción eclesial que
conduce a la madurez de la fe tanto a las comunidades como a cada fiel” (DCG 1971 - 21).
Según el nuevo DCG, la catequesis es el “período en que se estructura la conversión a Jesucristo” (n.63),
orientado a “poner los cimientos del edificio de la fe” (n. 64), “iniciación ordenada y sistemática a la
revelación” (n. 66). Especialmente la catequesis de iniciación es descrita como “formación orgánica y
sistemática de la fe” (n. 67), que no es sólo enseñanza:
“Esta formación orgánica es más que una enseñanza: es un aprendizaje de toda la vida cristiana, “una
iniciación cristiana integral”, que propicia un auténtico seguimiento de Jesucristo, centrado en su Persona. Se
trata, en efecto, de educar en el conocimiento y en la vida de fe, de forma que el hombre entero, en sus
experiencias más profundas, se vea fecundado por la palabra de Dios” (DGC 67).
33G. LAITI, “La catechesi nel catecumenato antico”, en G. CAVALLOTTO (ed.), Iniziazione cristina e
catecumeno. Divenire cristiani per essere battezzati. Bologna, Devoniane 1996, 65.
34Cf. A. LIÉGÉ, “¿Qué quiere decir “catequesis”? Ensayo de aclaración”, en: P. A. LIÉGÉ et al., ¿Qué es la
catequesis? Madrid-Asunción, Marova-CLAF 1968, 13-21.
“Gracias al primer anuncio, uno queda tocado por el evangelio y llamado a la conversión. La catequesis
entiende conducir este inicio de la fe a su pleno desarrollo. Ella nos invita a ser discípulos de Jesús y a
abrirnos a todo el contenido que esto supone. Ella nos enseña también a participar en la vida de la Iglesia”.37
“La catequesis (…) es el servicio de la Iglesia a la fe de las personas, que depende de la acción del Espíritu
Santo. Este servicio consiste en la necesaria introducción, profundización y toma de conciencia de la fe”.38
En definitiva, si tenemos presentes los datos del NT y los documentos eclesiales, se puede llamar
catequesis a toda forma de servicio eclesial de la palabra de Dios orientada a profundizar y a hacer
madurar la fe de las personas y de las comunidades. Y en torno al triple polo de la palabra, la fe y la
Iglesia trataremos ahora de adentrarnos en su naturaleza y cometido.
Algunas puntualizaciones
Esta primera aproximación a la catequesis nos permite precisar algunos de sus aspectos:
- La función catequética es muy amplia y asume formas muy variadas: privadas y públicas, espontáneas
e institucionalizadas, ocasionales y sistemáticas. Puede presentarse como enseñanza, exhortación,
iniciación, testimonio, reflexión, etc. Tiene lugar en una gran variedad de actividades concretas:
itinerarios catecumenales, preparación a los sacramentos, cursos de formación religiosa, reflexión en
grupo, predicación litúrgica, uso de los medios de comunicación, etc. (Cf. DGC 71).
3. CLARIFICACIÓN TERMINOLÓGICA
38 Alemania (2006) 2.
39 Existe una cierta uctuación, en los documentos eclesiales, sobre la relación entre primer enuncio y
catequesis. Algunos acentúan la distinción (cf. Bélgica (2006) 22; Aparecida, 278a). Otros pre eren matizar más
la necesaria conexión recíproco implicación: cf. Alemania (2006), 4. 2; Francia (2006) cap. 2.
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La catequesis se presenta de hecho con nombres diversos, según las distintas áreas lingüísticas y
culturales, y no siempre resulta fácil captar los matices propios de cada denominación. Un intento de
esclarecimiento puede se útil.40 La terminología se puede agrupar en torno a estos núcleos semánticos: la
“catequesis”, la “fe”, la “religión” y la “formación”.
- Catequesis, catequístico, catequético, catecismo: son los términos con más fundamento en la tradición
para indicar las modalidades de la función catequética de la Iglesia. Conservan su validez y
significación, aun cuando sus connotaciones negativas obliguen a veces o a una revaloración semántica
del vocablo o a una sustitución apropiada de los mismos.
Esta terminología, como veremos más adelante, trae consigo algunos problemas de precisión teológica,
pues cabe preguntarse en qué sentido y hasta qué punto la fe puede ser educada, enseñada, transmitida, etc.
Ahora bien, entendida en un sentido teológicamente correcto, es un modo válido de identificar la función
de la catequesis.
En especial, es complejo el significado de los términos educación religiosa (religiose Erziehung, Religious
Education) y formación religiosa (formation religieuse, religiöse Bildung), de amplio uso internacional.
Hablando en general, la expresión “educación religiosa” ha adquirido hoy un significado muy amplio, que
abarca una gran variedad de prácticas y actividades: catequesis, socialización religiosa, enseñanza
religiosa escolar, acción pastoral, educación religiosa familiar, etc.42 Tiende a indicar todo el conjunto de
procesos educativos relacionados con la dimensión religiosa, por lo general con un significado más amplio
que el de la catequesis.
40Para una visión más detallada, cf: E. ALBERICH, La educación religiosa hoy: hacia una clari cación
conceptual y terminológica, “Catecheticum” 1 (1998) 45-64.
41Basta recordar dos títulos clásicos: F. X. ARNOLD, Al servicio de la fe. Buenos Aires, Herder 1960 y J. A.
JUNGMANN, La predicación de la fe a la luz de la Buena Nueva. San Sebastián, Dinor 1964. Cf. E. ALBERICH,
“Educación de la fe” en Dic. Cat. 302-303.
El término es usado con frecuencia en el área cultural francesa, sobre todo en la expresión “formation
Chrétienne des adultes”, aun cuando se insiste en la necesidad de distinguir la formación (que siempre está
en función de alguna cosa o de alguna responsabilidad) de la catequesis (que tiende al crecimiento en la
fe).43 Según el uso más corriente, el ámbito de la formación supera de por sí al de la catequesis en cuanto
tal, pues abarca al menos tres tipos de actividades: la formación de los agentes de pastoral, la enseñanza de
la teología, la catequesis de adultos.44 Pero en muchas ocasiones, para indicar la catequesis en sentido
propio, se usa la expresión “formation chrétienne”.45
Hablan igualmente de “formación” (Bildung) los países de lengua alemana, sobre todo con la expresión
tradicional “Theologische Erwachsenenbildung” (formación teológica de los adultos). También aquí se
mantiene en teoría la distinción entre “formación y “catequesis”, pero reconociendo al mismo tiempo que
tal distinción no resulta siempre útil y que, en el fondo, las dos tienen finalidades comunes.46 En Estados
Unidos, el documento episcopal “Our Hearts Werw Buming Within Us” (1999) adopta la denominación
“Adult Faith Formation”, con un significado amplio que abarca las distintas modalidades de acción
catequética.47
El documento más reciente de Québec justifica así la preferencia por la expresión “formación para la vida
cristiana”:
“La orientación hacia un proceso permanente de humanización en Cristo ha inspirado la opción por la expresión
formación para la vida cristiana para designar los diferentes procesos de aprendizaje que llevan desde el despertar
hasta la madurez de la fe. Al preferir esta expresión frente a otras (…) pretendemos subrayar el carácter global de
este proyecto, que no se limita a la iniciación, ni a una determinada edad, ni a un tipo concreto de itinerario”. La
palabra formación (…) designa en la cultura actual todo tipo de aprendizaje y preparación referentes tanto al
ámbito conceptual y afectivo como al práctico”.48
Estas distinciones y matices nos ayudan a situar en su contexto semántico y a entender mejor el significado
de lo que a lo largo de las páginas que siguen, será denominado ordinariamente catequesis.
43 Cf. E. LEPERS, Nécessité d´une catéchèse d´adultes dans l´Église?, “Catéchése” 21 (1981)82, 12.
44Cf. CENTRO NACIONAL DE ENSEÑANZA RELIGIOSA DE FRANCIA, Formación cristina de adultos. Guía
teórica y práctica para la catequesis. Bilbao, Desclée, de Br. 1989, 31-43.
45Es el caso del manual o cial francés ya citado: CENTRO NACIONAL DE ENSEÑANZA RELIGIOSA DE
FRANCIA, Formación cristiana de adultos.
47Cf. UNITED STATES CATHOLIC CONFERENCE, Our Hearts Were Burning Within Us: A Pastoral Plan for
Adult Faith Formation in the United States. Washington, United States Catholic Conference 1999, 184-191.
48 Québec (2004) 3.
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Tras este primer esclarecimiento de la identidad de la función catequética, conviene destacar ahora su
alcance, en perspectiva de futuro, para la actual coyuntura eclesial.
Se puede afirmar que si la evangelización ha sido proclamada “la misión esencial de la Iglesia” “la dicha y
vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda” (EN 14), la catequesis participa de la misma
dignidad e importancia, por ser momento esencial del dinamismo evangelizador. En cuanto anuncio y
profundización del mensaje evangélico para el crecimiento en la fe en la vida cristiana, la catequesis se
instala en la entraña misma de la misión de la Iglesia, instrumento de su existencia como sacramento del
Reino.
Si en el orden cultural y civil una buena política educativa es esencial para la renovación de la sociedad,
también la calidad de la acción catequética se revela factor decisivo para la renovación de la Iglesia. Es
fácil vislumbrar la importancia de una opción pastoral que reafirma la prioridad de la catequesis: “En esta
nueva situación, necesitada de evangelización, el anuncio misionero y la catequesis, sobre todo a jóvenes y
adultos, constituyen una clara prioridad” (DGC 26).
Se ha podido decir que, así como la Iglesia sintió la necesidad, en el Concilio de Trento, de dar un impulso
decisivo a la formación del clero, con la creación de los seminarios, hoy está emplazada a emprender, en
forma totalmente nueva, la empresa de la formación religiosa de todo el pueblo cristiano.49
Puede ser incalculable el alcance renovador de un impulso decidido a la acción catequética, siempre que
ésta no se cierra en una actitud restauradora -tentación tanto más seductora en un tiempo de progresiva
pérdida de relevancia social por parte de la Iglesia- para asumir un talante promocional y transformador,
abierto a la creatividad con nuevo ardor y nuevos métodos. Está en juego algo muy grande, la respuesta al
gran reto que nuestra sociedad lanza a los cristianos. Debemos estar convencidos de que la renovación de
la catequesis constituye una tarea irrenunciable en la vida de la Iglesia (DGC 64).
SUGERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
GROOME, T.H., Christian Religious Education. San Francisco, Harper Row 1980
LIÉGÉ, A “¿Qué quiere decir “catequesis”? Ensayo de aclaración”, en P.A. LIÉGÉ et al, ¿Qué es la
catequesis? Madrid – Asunción, Marova – CLAF 1968, 13 – 21
PEDROSA ARÉS V. M. – LÁZARO RECALDE, R. “Catequesis2, en Nuevo Dic. Cat. 295 – 316.
49W. GRUEN, “Atos dos Apóstolos, atos dos/as catequistas”, en: Segunda semana Brasileira de Catequese.
Catequese com adultos. Sao Paulo, Paulus 2002, 535.