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POR
POR
~[r\ O [~I O
A [~C[ H\ '() J \CUSTINIANO
J9-t 8
NIHIL OBSTAT
Fk. Glirardo Enrique de la Vega, O. S. A.
Censor de la Orden
9-8-47
PUEDE IMPRIMIRSE
Fr. Pedro Arguinzoniz, O. S. A.
Prior provincial
Madrid, 20-8-47
NIHIL OBSTAT
Dr. Aindkés de Lucas
Censor
Madrid. 20-3-48
IMPRIMASE
Casimiro, obispo auxiliar
Y vicario general
DEDICATORIA
ALFREDO MAHOU
Madrid, 12-3-48.
INDICE
Pág.
Advertencia preliminar 9
Capítulo primero. — Los Reyes Católicos y sus reformas po-
líticas y sociales. El problema religioso: juderías y morerías.
Establecimiento del Santo Oficio. Excesos inquisitoriales de
Morillo y San Martín. El Papa y los Reyes ante las demasías
de los inquisidores sevillanos. Nombramiento del Inquisidor
General. La fantasía de Llórente, secretario del .Santo Oficio. 15
LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA 17
2
18 MIGUEL DE LA PINTA LLORENTE
«conversos».
El problema religioso, en sus relaciones con judíos y
moriscos, constituye un problema nacional que afecta al
y prosígase la zambra,
celebremos nuestro dia,
qual estava encima de una cadilla. Et que vió más. que esta-
va la marinesa vieja, y la viuda de Sancta María, que han
quemado, e la vaylesa y su padre, e Pedro de Urrea. Y dize
que quando vidienon dentro a este deposante. pasmáronse
todos, e fizieronlo salir luego... Et que después en casa de
su padre demandó al dito su padre e.ste deposant, que para
qué tenían allí aquel fuego. Repúsole: para que quando
oviessen acabado el officio. havían de cremar aquel cru-
ciffixo. E que le dixo más. que allí estavan micer Ram. ju-
le dixo que assí fazian todos los otros confessos en sus casas.
Dize más que todo este negocio de lo que él desposa aver
visto, que él se afrontará con cualquier persona dellas, aue
vió e mandaran los inquisidores. E más dize que el dito
Todavía en los años postreros del siglo xvill son muy fre-
por christianos» ;
y respondió Cansino: «Aunque parecen
christianos son judíos y profesan la ley de Moisés, como
Job.» (l).
vel superiores ipsi, aut alii viri probi presbiteri seculares, vel
inendicantiam ordinuni religiosi, quadragesiniuiii suc etalis annum
transcendentes, bonae conscientiae et vite laudabilis, in theologia
magistri seu Baca'laurei, aut examinis Licenciati, quos in singulis
Civitatibus et Diocesibus Regnorum predictorum iuxta tempore...
cisdcm prorsus iurisdictione quibus fungunlur de iure vel consue-
tudine locorum Ordinarii et heretice piavitatis inquisitores.» (Bol.
de la Real Academia de la Historia: «Nuevas fuentes para escri-
bir la historia de los judíos españoles. Bulas inéditas de Sixto IV
e Inocencio VIII», por Fidel Fita. Vol. XV, pág. 451.)
—
32 MIGUEL DE LA PINTA LLORENTE
LA INQUISICION ESPAÑOLA 33
de la unidad española...
privación de su oficio.
^"Pueden achacarse a los Reyes las violencias de los pri-
meros tiempos, los excesos inquisitoriales perpetrados con-
tra los judaizantes? Nada más extraño a la verdad. En h
creación del Santo Oficio podemos comprobar la resisten-
cia regia al establecimiento de la nueva institución. Esa
oposición .se registra repetidas veces ante la insistencia con-
42 MIGUEL DE LA PINTA LLORENTl:
vicario general.
Es indiscutible que algunas de las concesiones y rescrip-
tos de Sixto IV fueron arrancados a éste por el carácter en-
mil ducados para que los familiares del Santo Oficio no mo-
lestasen a sus familiares, «hebreos recalcitrantes», romo los
pañol y de sacerdote.
Apenas sí tenemos referencias documentales para precisar
de una manera taxativa. El cronista Bernáldez escribe que
en esos años se «quemaron más de setecientas personas y
española. (1).
Institución netamente nacional, cuenta la Inquisición con
—^Instrucciones pro-
Creación del Inquisidor General.
cesales.— Extensión DEL Santo Oficio. — La Inquisición
aragonesa. — San Pedro de Arbués. — Los tribunales in-
teligencia.
4
Firma de Fr. Tomás de Torguemada, primer Inquisidor General.
(Archivo Histórico Nacional)
LA INQUISICION ESPAÑOLA 51
proceso inquisitorial.
LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA 53
Í2) Vid. «Anales», lib. XX, pág. 341, v. Ed. de Zaragoza. 1610.
LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA 57
(^neral.» (1).
regionales.
cudero.
El historiador Lea ha recogido los autos zaragozanos,
donde se dió ejemplar castigo a los autores del crimen co-
metido en La Seo. En los expedientes inquisitoriales se ano-
tan detalles curiosos e interesantes. Hablando de Esperan-
deo, se consigna que era «fino judío circunzidado». Le corta-
ron las dos manos delante de La Seo, arrastrándole al
5
66 MIGUEL DE LA PINTA LLORENTE
* * *
I
LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA 67
CAPITULO III
por ello.»
LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA 75
* * *
«Y si Lucero en Judea
las doce tribus juzgare,
Lusitania nos ampare,
provincia de Galilea.»
LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA 81
« « «
6
82 MIGUEL DE LA PINTA LLORENTE
cortar.
de España —
que a todo estaban
, atentos, comenzaron a re-
la dicha pena muerte los vecinos del lugar donde esto su-
cediere. »
casas queden seis con los hijos y muger que tuvieren, como
los hijos no sean casados, ni lo hayan sido, sino que esto
se entienda con los que son por casar, y estuvieren debajo
deldominio y protección de sus padres; y en esta confor-
midad más o menos, .según lo que cada lugar tuviere sin
exceder, y que el nombrar las casas que han de quedar
en los tales lugares, como queda dicho. es\é a elección de
los señores de ella, los quales tengan obligación después a
darnos cuenta de las personas que hubieren nombrado.»
"Que ningiin cristiano viejo ni soldado, ansí natural
de este reino como fuera dél, sea osado a tratar mal de
obra ni de palabra, ni llegar a sus haciendas a ninguno de
los dichos moriscos., a sus mugeres ni hijos, ni a la persona
dellos.»
CAPITULO IV
española.
El Edicto atiende también y requiere la investigación
sobre las ceremonias de la secta mahometana ,que presentan
el interés de las hebreas, y que estaban también difundidas
entre la masa española, con preponderancia en la zona levan-
tina y mediterránea. Se inquiere si alguno guardó los vier-
que basta la fe. Que el Papa no tiene poder para dar indul-
gencias, perdones ni bulas. Que los clérigos, frailes y mon-
* * *
tiene otra cosa que decir por aber dicho la verdad, y con-
cluye para el artículo que ubiere lugar de derecho, y es
lo que responde, y siendo amonestado que diga la verdad,
y no se quiera ber en tanto trabajo, dixo que no tenía más
que dezir.
al ministro.
))D¡xo que no tenía que decir: «Señor, miserere meí.»
«Fué mandado baxar al ministro.
8
114 MIGUEL DE LA PINTA LLORENTE
[^Primera vuelta]
\_Segunda vuelta]
[Tercera vueUa]
mento.
LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA 117
l^Cuarta vuelta^
l^Confesión]
i
LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA 125
quisición.
En primer lugar, conviene asentar que, tratándose de
prisiones, ninguna sociedad ha brindado a los delincuen-
tes habitaciones confortables para allí cumplir el fallo de
las sentencias. La higiene y salubridad de las cárceles secre-
y que aunque sabía las cosas que abía dte confeccionar, que
se le pidiese la bouiese a dar». Los inquisidores responden
que, aunque Luna diese la recela, le había de ver el mé-
dico primero y aprobarla. (3).
celes pasaba por las celdas con el libro de raciones para «re-
ceptar la comida» de los reos. En él libro se apuntaban mi-
nuciosamente los manjares y su coste, y los presos le exa-
rasa que dixo la dicha doña Ana que abía más de dos años
ue el señor inquisidor Gaseo se lo mandó dar.
))Fuera de la dicha arca:
)>Dos camisas, lus cuerpos de Roán y las faldas de liento.
))Dos fustanes de colonia viejos rraiydos.
))Vna payla.
»Vn carrillo.
))Vnas quentas.
))Vnos papeles que parece tocar a su negocio, los quales-
dichos libros «Oras» y papeles lleuó el dicho señor inqui-
sidor Soto.
))Vn pliego de papel en blanco, señalado de vna Rúbrica
de mi, el presente notario, que dixo auerle pedido y mandado
dar para responder a cierta publicación.
»Vna escoueta.»
A doña Ana de Deza se la acusaba, entre otras cosas, de
otra demediada.
"Dos sávanas de liengo raydas y delgado.
))Vna halmohada de liengo con lana.
tiendo todos los que tienen sillas y lugar en el auto con los
dos Ordinarios son veinte y dos y más los inquisidores; y
aunque no haya más de dos o vn inquisidor no se pone
debajo del dosel otra silla, sino a los lados, como si estu-
biéran todas tres inquisidoreis juntos; el estamidlairte se
pone en la grada alta, lugar diputado de medio a medio en-
142 MXGUEL DE LA PINTA LLORENTE
a acompañar.» (1).
piernas descalzos.
Para solaz de nuestros lectores reproducimos aquí un
breve auto de fe celebrado en Córdoba a fines de 1627. Fué
publicado el mismo año por Francisco Sánchez Romero, ofi-
cadores, y todos los demás oficiales del tribunal con los se-
10
146 MICDEL DE LA PINTA LLORENTE
dos dava calie auierta y passo libre para apearse y subir como
subieron a sus asientos.
))En la cabeza del cadahalso, a la parte del poniente, se
locado en vn pedestal.
))Luego que se assentaron todos subió al pulpito del lado
del euangelio el padre maestro fray Pedro Manrrique, de
la Orden de Santo Domingo, prior del combento de San
Pablo, calificador del Santo Officio, y tan calificado por su
nobleza, como estimado por
grande religión y letras,
su
de que dió vasiante muestra en el sermón que predicó.
Subió después al mismo pulpito el Secretario Juan Tello,
* « *
y revocante». (1).
II
162 MIGUEL DE LA PINTA LLORENTE
I N G A L I. 1 I S r K R V 1. : V. A T A.
i0M
puerta.
Después de un corto razonamiento dirigido por el inqui-
evangelio.
A distancia de dos varas del altar se colocaba una silla
blanco.
La capellanía del Consejo de Inquisición fué fundada por
don Juan Ortiz de Zárate. Se la dotó con cien ducados de
renta y la obligación de decir doscientas misas rezadas al
Consejo. Era «colibativa». Vemos cómo Ruiz de Castilblan-
co tiene que naturalizarse en Castilla por ser de tierra va-
lenciana, y en virtud del nombramiento del Inquisidor Ge-
de las demás, y una almohada a los pies con una mesa de-
lante cubierta con paños finos, y en la mesa se ponía un
Derecho Canónico. Al lado derecho de la silla seguía otra
para el consejero más antiguo. En el izquierdo cornenzaba
el orden por el consejero religioso, y los demás estaban en
dos hileras que ocupaban la tarima de los estrados, sentán-
dose por el mismo orden que en el oratorio. Fuera de la
G 1 Ihípv»
ción era «ad cautelam» se omitían las palabras din quo in-
curristi» y después de la palabra «quam a iure» se añadía
«si forte incurristi». Í2).
risdicción.
ciones de la Inquisición.
En tiempo de Pío V, el cabildo de la iglesia de Toledo re-
currió a Roma sobre las distribuciones y frutos de don Gas-
par de Quiroga, a la sazón canónigo de aquella iglesia.
efecto.
* * *
12
178 MIGUEL DE LA PINTA LLORENTE
siásticos y familiares.
Son muy curiosas las noticias y detalles consignadas en
los libros de edictos y anatemas. A los trompetas y ataba-
les se les daban doce ducados por la víspera y día del pri-
mer edicto. Por las muías se pagaban treinta y seis reales,
í Magi-
Crudelilatum.)
Asi trataba la Inquisición protestante. (Theairutn
.
tribunales inquisitoriales.
En 1561 es Inquisidor General don Diego de Espinosa,
cardenal con el título de San Esteban «in Celio Monte»,
obispo y señor de Sigüenza, autor de una extensa «Concor-
184 MIGUEL DE LA PINTA LLORENTE
* * *
pravedad».
Desde el primer momento el Santo Oficio es considerado
como institución de carácter nacional, consagrado a con-
tribuir a la unidad del pueblo ibérico en medio de Iglesias
distintas, enemigas de nuestro Credo religioso y de nuestra
tradición espiritual. Así, la Inquisición resultaba un for-
quisición (4).
21 de noviembre de ISTO.
En la Instrucción- dada por el Emperador a su embajador
en Roma, don Luis Carroz (a. 1519), se consigna que se
tiene acordado por su real voluntad no consentir ni dar
lugar a que el Santo Oficio de la Inquisición reciba «quie-
bra ni diminución alguna, pues así nos lo dexó encomendado
en su testamento el Rey Católico, mi Señor y abuelo, que
en gloria sea, y veemos cada día por la experiencia ser muy
necesario». Y en otra cédula del mismo año dice tajante-
mente el Emperador: «... porque antes bien perderíamos
gran parte de nuestros Reynos que consentir que el Soneto
Officio reciua quiebra ni diminución en su au,'vridad)K El
mismo Emperador, dirigiéndose al Virrey de Sicilia en cé-
mismos inquisidores.
13
194 MIGUEL DE LA PINTA LLORENTE
I
en las instituciones o personalidades que representan la po-
testad real. Un caso curioso lo tenemos en Sicilia. En la
Mar
la cabera.
))E1 corregidor de Toledo hi^o información, y prendió
al aposentador. Los inquisidores la hicieron también, v
procedieron de officio contra el corregidor sobre que les
« « «
« * »
K Ado-
fuentes.
«Dulces empapelados.
«Yemas.
))8 docenas de bizcochos bañados de canela y fresa.
"4 roscones.
«8 tortas de leche.
"30 bollos de leche.
«17 libras de chocolate.
»Pan francés y rosca.
«Niebe para las garrafas.»
Añade la relación seis vasos «de bebida», más tnes «vasos
CAPITULO VII
mohada.
En un legajo de la Inquisición aragonesa vemos el orden
que se seguía en Zaragoza: «Cuando iba el Oficio en forma
de tribunal para actos públicos salía el tribunal de la Al-
jafería. todos a caballo en esta forma: los señores inquisi-
dores, los primeros en la primera hilera, juntos, y luego
consecutivamente iba el fiscal en segunda ylera, llevando al
lado derecho al alguacil, y al izquierdo al receptor, y des-
15
226 MIGUEL DE LA PINTA LLORENTE
CAPITULO yiii
sión de los libros de Lutero. Por el año 1523 avisan los in-
(1) A. H. N. Inq. Lib. 319, íols. 43-43 v. y Lib. 320, fol. 343.
(2) A. H. N. Inq. Lib. 497, Ms. 185 v.-186 r.
16
242 MICUEL DE LA PINTA LLORENTE
ceses regían las mismas leyes que con los alemanes, proce-
diendo los inquisidores sólo contra los que delinquían en
tierras españolas. Es decir, no se molestaba a ningún pro-
testante por causa de religión, siempre que no diese es-
cándalo.
Más: que ayune todos los viernes deste año, y confiese todos
los meses una vez, y comulgue al arbitrio de su confesor,
XL
i^w' tnic,..
'"i»-*.' ijii-*. A^íC.
^yi^'X^tv. sino jM-t
•^M-t -c^rut^»» n] 3ujJ ^MjL
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mana.D
Preso el doctor Agustín Cazalla por la Inquisición de
Valladolid. confesó sus delitos y su abandono de la fe ca-
. y>y ^Ci^^Á^ .
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^n.'iO r^p¡^ ^'X^'^Q 7>fhof^'cúlc9?K X
^^^^
i
17
258 MIGUEL DE LA PINTA LLORENTE
ferentes lugares.
merarias o sospechosas.
Las hordas de contemplativos y de iluminados, que ame-
nazaban, so capa de devoción y espiritualidad, desvirtuar
la profunda vida piadosa de la gente española, llegaron,
con sus trampantojos e iluminaciones, a verdaderas mons-
truosidades. Eran sueños calenturientos y desvarios que afec-
tan, más que al orden especulativo, al de las realidades mo-
rales y prácticas. Véanse, como ejemplo, algunas de aque-
llas proposiciones, entresacadas del Edicto del arzobispo
de Sevilla
260 MIGUEL DE LA PINTA LLORENTE
rossario.»
«Que no se a de obedecer al prelado, ni padre y Supe-
vación.»
«Que los tocamientos y mouimientos desonestos que tienen
con las mugeres los obra Dios.»
«Que la simple fornicación no es pecado mortal.»
«Que en los arrobos que llaman raptos, ven en esta vida
a Dios claramente, como se ve en la gloria.»
«Que el agua bendita no quita los pecados veniales.»
«Qjue declaran el euangelio y la sagrada escriptura dán-
doles el sentido que ellos quieren contra la verdadera in-
Decía que las monjas «no eran sino unas mujeres ence-
rradas en un corral».
Puede idearse el lector, por este resumen, las insensateces
* * *
«extra claustra».
Estos menesteres ocuparon siempre a la Inquisición, celo-
sísima de la pureza de la fe. Así se truncó en España una
raza de beatas milagreras y embaucadoras, que. de flore-
cer, hubieran contribuido, como los «alumbrados», a em-
pañar el sentimiento de nuestra piedad.
LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA 269
i
cachas.
Francisca Méndez, originaria de Lisboa, solía conjurar al
demonio, asomada a una ventana, diciendo: «Calgamar,
Calgamar, tráeme a Fulano», nombrándole por su nombre,
y el Calgamar era un demonio, a quien invocaba para sus
fines. Para hacer que cierta persona, con quien estaba aman-
cebada, viniese por fuerza a su casa, se ponía a la puerta
de la calle, y teniendo un pie a la parte de adentro y otro
a la parte de afuera, decía: «a Fulano llamo, ya lo veo venir,
la cruz trae a cuestas, la soga trae arrastrando, la Virgen
María lo traiga volando.» (1).
sino que para sacar dineros, y para que los estimen y bus-
quen para cura de todas enfermedades, dicen y hacen mu-
chas cosas supersticiosas, con que traen embelicada a la gen-
« * *
CAPITULO IX
'
j^'r'ji,yf.o.rurr:,-ijic»ii/'r.iJ¿¡vc.-,Tü.: j ¿^^j-//.-.v> , v CAr.v.ií^T^''-'
.- L ' ' - - .
* « •
noche.» (1).
» * *
sonalmente.
De las monjas benitas de la Encarnación, doña Teresa
;
* * *
» * *
20
306 MICOEL DE LA PINTA LLORENTE
prelado.
A dieciséis de aquel mes se detenía en Arévalo al Obis-
po, convaleciente de unas tercianas, en el convento de San
Francisco, ordenándose al licenciado Pedro Guerrero, desti-
nado a esta misión, detener al prelado «con todo recato y
secreto que fuere posible y decencia correspondiente a su
persona y dignidad». Se conservan algunas epístolas del
obispo, escritas en la ruta hacia Madrid, muy pintorescas.
Como muestra de ellas he aquí unos renglones firmados en
LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA 307
faltar vna sola vez a la Misa Mayor, que las más veces hoía
«Olavide es luterano,
es fractnasón, ateísta,
es gentil, es calvinista,
es judío, es arriano,
y a un tribunal reservada,
resuelve que aqueste voto
de todito tiene un poco,
pero de cristiano nada.» (1).
« * *
* * *
de monterilla.
——
CAPITULO X
(1) Para evitar referencias y notas hemos utilizado para este ca-
pítulo los siguientes trabajos: ((Documentos inéditos», tomos X
y XI,
que, como es sabido, contienen el proceso de Fr. Luis de León.
Consúltense, entre otros de menor importancia, «Observaciones al
libro de Aubrey F. G. Bell, sobre Fr. Luis de León», debido a mi
maestro el Padre Pedro M. Vélez. (El Escorial. Imprenta del Monas-
terio. 1931.) Véanse mis libros: ((Extracto de las dos causas forma-
das por la Inquisición de Valladolid contra el Maestro Francisco
Sánchez de las Brozas»... Transcripción y notas preliminares por
21
322 MIGUEL LA PINTA LLORENTE
natismo e intolerancia.
El éxito de esta exégesis es indiscutible. Se sirve así
íólica.
LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA 327
maestro Nebrija.
Hay en las páginas de Alvar Gómez, consagradas a re-
t.
y papeles, para que vea todo el mundo que no soy tan obs-
tinado y contumaz que me atreva a resistir a las leyes y
decretos de la Silla Apostólica. Entre tanto, nadie me pro-
hibe que siga cultivando estos estudios y exhorte a otros a
que hagan lo mismo, y quiera vivir y morir con este único
(1) «Nebrija», pnr Félix Olmedo, S. J., pp. 128-135. Editora Na-
cional. Madrid, 1942.
22
338 MIGUEL DE LA PINTA LLORENTE
este título ninguno otno ay, ni puede auer que más hon-
rroso sea. e de aquí le viene que aborrece la muchedumbre
de los renombres que de las diuersas religiones han redun-
dado, no porque le parezcan a él mal las religiosas costum-
LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA 341
II
(1) Vid. «Vida y procesos del Maestro Fr. Luis de León», por
el P. Fr. Luis G. Alonso Getino, O. P. Salamanca. 1907, pp. 450-454.
350 MIGUEL DE LA PINTA LLORENTE
í^^t¡cy^'< '-^4^--'^
(^"- Cf J'e-i^Y- -j-^^i
23
354 MIGUEL LE LA PINTA LLORENTE
glo XVI.
can con las manos y veen por los ojos, ¿quién será tan
falso que dé nota de falso a lo que los ojos conocen por
nc» •x/jii^"-." -
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no auía de ser tan boba o tan necia que se sacase los ojos
* * *
» * *
* *
CAPITULO XI
25
386 MIGUEL DE LA PINTA LLORENTE
los indios del dicho nuestro distrito, porque por ahora hasta
que otra cosa se ordene, es nuestra voluntad que solo uséis
dellos contra los christianos viejos y sus descendientes, y
las otras personas contra quien en estos reynos de España
se suele proceder,y en los casos de que caríociéredes iréis
con toda templanza y sluividad, y con mucha consideración,
porque así conuiene que se haga de manera que la Inqui-
sición sea mui temida y respetada ,y no se dé ocasión para
que con razón se le pueda tener odio.» Pero la gente estable-
cida en el país, y conocedora de sus necesidades, trabajó
para que se derogase esta excepción. Tal es el caso del agus-
tino Fr. Juan de Bibero que. ponderando los bienes y con-
veniencias del establecimiento en América del Santo Ofi-
cio, añadía: «sería necesario que la Inquisición entendiese
del castigo que con los españoles, por ser gente nueva, y
,
Son muy curiosas las referencias inquisitoriales sobre
aquel distrito. Cartagena comprendía tres pueblos de es-
rra, «con que ocupa los más días las horas de la audiencia,
biendo». (3).
pueblo.»
En la Concepción, ciudad con mucha población española,
nos encontramos con un marinero, griego de nacionalidad,
llamado Nicolás Columbo. Se avisa de habérsele visto, na-
vegando para Tierra Firme, sacar la landrecilla de la pierna
del carnero. En Valdivia procesaba el vicario a Alonso de
Ludeña, por decir, cuando merodeaban por la costa los lu-
teranos: «huélgome que vengan, porque seremos todos
unos.» En Osorno, el clérigo Cristóbal Cabrera era testi-
villa (1).
26
402 MIGUEL DE LA PINTA LLORENTE
res los trastornos que aún persisten con motivo del prela-
do de la Puebla de los Angeles. Escriben sobre los vejáme-
nes que padece el canónigo don Antonio Peralta, que des-
pués de regir el curato de Cholula fué nombrado por Pa-
lafox canónigo magistral de Puebla. Habían ya pasado varios
años desde la embajada a Roma del doctor Magano, de
quien escribía el diplomático Cabrera: «Es muí buena per-
sona, y de mucha virtud; y aunque pequeño de cuerpo, tie-
giosa...
—
CAPITULO XII
27
418 MIGUEL DE LA PINTA LLORENTE
cosas de su patria.
No falta en la disertación el poner de relieve los efectos
año 1812.
CONCLUSIONES
resada en el proceso.
Los jueces proceden, además, con la mayor ponderación
y rectitud, intentándose por todos los medios el esclareci-
miento de la verdad y el triunfo de la justicia. Téngase en
cuenta que los inquisidores eran hombres de gran cultura
y de moral ejemplar; «hombres de ciencia y de conciencia»,
como cumplía a funciones tan delicadas y de tanta respon-
LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA 429
II
testigos.»
III
tando del proceso del padre Fr. José de Sigüenza, recoge esta
unanimidad de pareceres: «los tiempos eran vidriados, y
hombres doctos recataron sus novedades y pensamientos,
y siguieron la senda trillada, no muy gloriosa, pero en la
que se podía andar tranquilamente, a cubierto de escrúpu-
los y asechanzas nada sabios.» Al padre Pedro Martínez
Vélez, de la Orden de San Agustín, asesinado por los rojos
IV
29
450 MIGUEL DE LA PINTA LLORENTE