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Dr.

Mendiola:

Imagino que no va a leer esto hasta el lunes, quizá hasta después de la sesión del lunes
19 de Mayo.

Las cosas se están poniendo difíciles, muy difíciles, como se esperaba. Mi madre me ha
amenazado con hablarle por teléfono. Mi madre puede ser la persona más persuasiva,
manipuladora y amenazante del planeta. Mi papá y yo tuvimos una discusión muy
fuerte, por dinero, y ya no nos hablamos. También me ha amenazado con hablarle por
teléfono. Están a punto de intentar confiscarme el dinero.

Para ellos, usted es la causa de todo. Pero supongo que eso usted ya lo sabe. Quieren
que vuelva a medicarme. Y yo ya no lo voy a hacer.

En el concepto de ellos, siempre seré alguien con una enfermedad mental, y todo lo que
hago que no les parece se debe a eso.

El único lugar donde no me etiqueten así es fuera de esta casa. Supongo que ahora sí de
verdad tendré que irme de la casa. Pero tendrá que ser hasta el siguiente mes. Es sólo
aguantar hasta el siguiente mes.

Por favor, quiero pedirle que no deje de ser mi terapeuta, por ahora. Ahorita es cuando
más necesito alguien que me escuche y me haga ver claro.

No será ya por mucho tiempo, pero ahorita sí lo necesito.

En realidad, le pague todo lo que le debía porque sabía que las cosas se iban a poner así.
Y no quería que usted se sintiera presionado a seguirme atendiendo sólo porque yo le
debía dinero de las sesiones. ¿Esto tiene alguna lógica? (porque yo no se la encuentro,
pero eso es lo que siento).

Ahora ya no existe esa deuda.

Por favor, le diga lo que le diga mi madre, no deje de ser mi terapeuta, por favor.

Pero es su decisión.

Pero aunque usted decida ya no atenderme más, por lo que pueda decirle mi mamá, esto
ya no tiene marcha atrás.

La siguiente sesión espero que hablemos, y pueda aclarar más mis ideas.
La situación ya es inaguantable.

En realidad no sé para que le escribo este e-mail.

Nos vemos el lunes.

Saludos.

Mónica Fabiola Terán Enríquez

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