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El ser humano se desarrolla tanto a nivel individual como a nivel de grupos, a través de esas
asociaciones se forma un sentido de pertenencia o una identidad grupal, así sucede en
comunidades campesinas, como lo expone en su estudio Recavarren (2020) cuyo objetivo
era dar cuenta de los entramados de relaciones, prácticas y discursos que configuran la
“identidad campesina” entre las y los integrantes del MOCASE-VC de Santiago del Estero
(Argentina). Se manejó el estudio desde la perspectiva cualitativa, a partir de la
etnometodología; a partir del análisis de las entrevistas etnográficas y la observación
participante a los miembros del movimiento MOCASE VC, sede de la Escuela de
Agroecología ubicada en la central de Quimilí. Como resultado se interpretaron “las
banderas de lucha” expresadas durante la investigación por el movimiento como ejes de la
configuración identitaria. Esa identidad contempla diferentes dimensiones (económica,
cultural, social y política). Concluyendo que, la identidad campesina se presenta como una
identidad colectiva. Como tal, es una construcción subjetiva resultado de las interacciones
históricas y cotidianas a través de las cuales los sujetos delimitan lo propio frente a lo
ajeno.
Otro de los estudios a nivel nacional sobre identidad campesina es el de Quijano & Alfonso
(2019), quienes realizaron un estudio de tipo cualitativo donde mediante un ejercicio de
memoria histórica describieron el proceso de surgimiento de la iniciativa La Línea Amarilla
como estrategia de la comunidad campesina del valle del rio Cimitarra, en la sierra de San
Lucas con el objetivo de discutir cómo a través de las experiencias compartidas durante el
proceso de colonización de la región y el establecimiento de acuerdos comunitarios se
construye y recrea un “nosotros” que permite la interlocución con entidades y autoridades a
nivel local y nacional, es decir una identidad campesina. Como resultados se observó que la
iniciativa de la comunidad para la preservación de su territorio fue construyendo, desde el
proceso de colonización, una manera diferente de pensar el territorio y la gestión de los
recursos comunes frente a las lógicas de mercado y la violencia provenientes de dentro y
fuera del territorio. A partir de ello, se pudo concluir que el proceso de colonización del
valle del río Cimitarra generó un fuerte sentido de identidad entre los campesinos colonos,
quienes percibieron elementos comunes como historias de vida y desplazamiento, vecindad,
intereses, tierras y recursos naturales. Así pues, las experiencias colectivas proveen
elementos para la construcción de la identidad campesina, pues produce un nosotros, una
identidad comunitaria en sus miembros, en este caso en la población campesina.