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Kurt Landau

LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA
DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN
ALEMANA DE 1918-1919

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LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

Libro 309

Foto de Tapa por Gerda Taro , 1936

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Kurt Landau

Colección
SOCIALISMO y LIBERTAD
Libro 1 LA REVOLUCIÓN ALEMANA
Víctor Serge – Karl Liebknecht – Rosa Luxemburgo
Libro 2 DIALÉCTICA DE LO CONCRETO
Karel Kosik
Libro 3 LAS IZQUIERDAS EN EL PROCESO POLÍTICO ARGENTINO
Silvio Frondizi
Libro 4 INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA DE LA PRAXIS
Antonio Gramsci
Libro 5 MAO Tse-tung
José Aricó
Libro 6 VENCEREMOS
Ernesto Guevara
Libro 7 DE LO ABSTRACTO A LO CONCRETO – DIALÉCTICA DE LO IDEAL
Edwald Ilienkov
Libro 8 LA DIALÉCTICA COMO ARMA, MÉTODO, CONCEPCIÓN y ARTE
Iñaki Gil de San Vicente
Libro 9 GUEVARISMO: UN MARXISMO BOLIVARIANO
Néstor Kohan
Libro 10 AMÉRICA NUESTRA. AMÉRICA MADRE
Julio Antonio Mella
Libro 11 FLN. Dos meses con los patriotas de Vietnam del sur
Madeleine Riffaud
Libro 12 MARX y ENGELS. Nueve Conferencias en la Academia Socialista
David Riazánov
Libro 13 ANARQUISMO y COMUNISMO
Evgeni Preobrazhenski
Libro 14 REFORMA o REVOLUCIÓN – LA CRISIS DE LA SOCIALDEMOCRACIA
Rosa Luxemburgo
Libro 15 ÉTICA y REVOLUCIÓN
Herbert Marcuse
Libro 16 EDUCACIÓN y LUCHA DE CLASES
Aníbal Ponce
Libro 17 LA MONTAÑA ES ALGO MÁS QUE UNA INMENSA ESTEPA VERDE
Omar Cabezas
Libro 18 LA REVOLUCIÓN EN FRANCIA. Breve historia del movimiento obrero en Francia
1789–1848. Selección de textos de Alberto J. Plá
Libro 19 MARX y ENGELS
Karl Marx y Friedrich Engels. Selección de textos
Libro 20 CLASES y PUEBLOS. Sobre el sujeto revolucionario
Iñaki Gil de San Vicente
Libro 21 LA FILOSOFÍA BURGUESA POSTCLÁSICA
Rubén Zardoya
Libro 22 DIALÉCTICA Y CONCIENCIA DE CLASE
György Lukács
Libro 23 EL MATERIALISMO HISTÓRICO ALEMÁN
Franz Mehring
Libro 24 DIALÉCTICA PARA LA INDEPENDENCIA
Ruy Mauro Marini
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LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

Libro 25 MUJERES EN REVOLUCIÓN


Clara Zetkin
Libro 26 EL SOCIALISMO COMO EJERCICIO DE LA LIBERTAD
Agustín Cueva – Daniel Bensaïd. Selección de textos
Libro 27 LA DIALÉCTICA COMO FORMA DE PENSAMIENTO – DE ÍDOLOS E IDEALES
Edwald Ilienkov. Selección de textos
Libro 28 FETICHISMO y ALIENACIÓN – ENSAYOS SOBRE LA TEORÍA MARXISTA EL VALOR
Isaak Illich Rubin
Libro 29 DEMOCRACIA Y REVOLUCIÓN. El hombre y la Democracia
György Lukács
Libro 30 PEDAGOGÍA DEL OPRIMIDO
Paulo Freire
Libro 31 HISTORIA, TRADICIÓN Y CONSCIENCIA DE CLASE
Edward P. Thompson. Selección de textos
Libro 32 LENIN, LA REVOLUCIÓN Y AMÉRICA LATINA
Rodney Arismendi
Libro 33 MEMORIAS DE UN BOLCHEVIQUE
Osip Piatninsky
Libro 34 VLADIMIR ILICH Y LA EDUCACIÓN
Nadeshda Krupskaya
Libro 35 LA SOLIDARIDAD DE LOS OPRIMIDOS
Julius Fucik – Bertolt Brecht – Walter Benjamin. Selección de textos
Libro 36 UN GRANO DE MAÍZ
Tomás Borge y Fidel Castro
Libro 37 FILOSOFÍA DE LA PRAXIS
Adolfo Sánchez Vázquez
Libro 38 ECONOMÍA DE LA SOCIEDAD COLONIAL
Sergio Bagú
Libro 39 CAPITALISMO Y SUBDESARROLLO EN AMÉRICA LATINA
André Gunder Frank
Libro 40 MÉXICO INSURGENTE
John Reed
Libro 41 DIEZ DÍAS QUE CONMOVIERON AL MUNDO
John Reed
Libro 42 EL MATERIALISMO HISTÓRICO
Georgi Plekhanov
Libro 43 MI GUERRA DE ESPAÑA
Mika Etchebéherè
Libro 44 NACIONES Y NACIONALISMOS
Eric Hobsbawm
Libro 45 MARX DESCONOCIDO
Nicolás González Varela – Karl Korsch
Libro 46 MARX Y LA MODERNIDAD
Enrique Dussel
Libro 47 LÓGICA DIALÉCTICA
Edwald Ilienkov
Libro 48 LOS INTELECTUALES Y LA ORGANIZACIÓN DE LA CULTURA
Antonio Gramsci
Libro 49 KARL MARX. LEÓN TROTSKY, Y EL GUEVARISMO ARGENTINO
Trotsky – Mariátegui – Masetti – Santucho y otros. Selección de Textos
Libro 50 LA REALIDAD ARGENTINA – El Sistema Capitalista
Silvio Frondizi

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Kurt Landau

Libro 51 LA REALIDAD ARGENTINA – La Revolución Socialista


Silvio Frondizi
Libro 52 POPULISMO Y DEPENDENCIA – De Yrigoyen a Perón
Milcíades Peña
Libro 53 MARXISMO Y POLÍTICA
Carlos Nélson Coutinho
Libro 54 VISIÓN DE LOS VENCIDOS
Miguel León-Portilla
Libro 55 LOS ORÍGENES DE LA RELIGIÓN
Lucien Henry
Libro 56 MARX Y LA POLÍTICA
Jorge Veraza Urtuzuástegui
Libro 57 LA UNIÓN OBRERA
Flora Tristán
Libro 58 CAPITALISMO, MONOPOLIOS Y DEPENDENCIA
Ismael Viñas
Libro 59 LOS ORÍGENES DEL MOVIMIENTO OBRERO
Julio Godio
Libro 60 HISTORIA SOCIAL DE NUESTRA AMÉRICA
Luis Vitale
Libro 61 LA INTERNACIONAL. Breve Historia de la Organización Obrera en Argentina.
Selección de Textos
Libro 62 IMPERIALISMO Y LUCHA ARMADA
Marighella, Marulanda y la Escuela de las Américas
Libro 63 LA VIDA DE MIGUEL ENRÍQUEZ
Pedro Naranjo Sandoval
Libro 64 CLASISMO Y POPULISMO
Michael Löwy – Agustín Tosco y otros. Selección de textos
Libro 65 DIALÉCTICA DE LA LIBERTAD
Herbert Marcuse
Libro 66 EPISTEMOLOGÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Theodor W. Adorno
Libro 67 EL AÑO 1 DE LA REVOLUCIÓN RUSA
Víctor Serge
Libro 68 SOCIALISMO PARA ARMAR
Löwy –Thompson – Anderson – Meiksins Wood y otros. Selección de Textos
Libro 69 ¿QUÉ ES LA CONCIENCIA DE CLASE?
Wilhelm Reich
Libro 70 HISTORIA DEL SIGLO XX – Primera Parte
Eric Hobsbawm
Libro 71 HISTORIA DEL SIGLO XX – Segunda Parte
Eric Hobsbawm
Libro 72 HISTORIA DEL SIGLO XX – Tercera Parte
Eric Hobsbawm
Libro 73 SOCIOLOGÍA DE LA VIDA COTIDIANA
Ágnes Heller
Libro 74 LA SOCIEDAD FEUDAL – Tomo I
Marc Bloch
Libro 75 LA SOCIEDAD FEUDAL – Tomo 2
Marc Bloch
Libro 76 KARL MARX. ENSAYO DE BIOGRAFÍA INTELECTUAL
Maximilien Rubel

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LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

Libro 77 EL DERECHO A LA PEREZA


Paul Lafargue
Libro 78 ¿PARA QUÉ SIRVE EL CAPITAL?
Iñaki Gil de San Vicente
Libro 79 DIALÉCTICA DE LA RESISTENCIA
Pablo González Casanova
Libro 80 HO CHI MINH
Selección de textos
Libro 81 RAZÓN Y REVOLUCIÓN
Herbert Marcuse
Libro 82 CULTURA Y POLÍTICA – Ensayos para una cultura de la resistencia
Santana – Pérez Lara – Acanda – Hard Dávalos – Alvarez Somoza y otros
Libro 83 LÓGICA Y DIALÉCTICA
Henri Lefebvre
Libro 84 LAS VENAS ABIERTAS DE AMÉRICA LATINA
Eduardo Galeano
Libro 85 HUGO CHÁVEZ
José Vicente Rangél
Libro 86 LAS GUERRAS CIVILES ARGENTINAS
Juan Álvarez
Libro 87 PEDAGOGÍA DIALÉCTICA
Betty Ciro – César Julio Hernández – León Vallejo Osorio
Libro 88 COLONIALISMO Y LIBERACIÓN
Truong Chinh – Patrice Lumumba
Libro 89 LOS CONDENADOS DE LA TIERRA
Frantz Fanon
Libro 90 HOMENAJE A CATALUÑA
George Orwell
Libro 91 DISCURSOS Y PROCLAMAS
Simón Bolívar
Libro 92 VIOLENCIA Y PODER – Selección de textos
Vargas Lozano – Echeverría – Burawoy – Monsiváis – Védrine – Kaplan y otros
Libro 93 CRÍTICA DE LA RAZÓN DIALÉCTICA
Jean Paul Sartre
Libro 94 LA IDEA ANARQUISTA
Bakunin – Kropotkin – Barret – Malatesta – Fabbri – Gilimón – Goldman
Libro 95 VERDAD Y LIBERTAD
Martínez Heredia – Sánchez Vázquez – Luporini – Hobsbawn – Rozitchner – Del Barco
Libro 96 INTRODUCCIÓN GENERAL A LA CRÍTICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA
Karl Marx y Friedrich Engels
Libro 97 EL AMIGO DEL PUEBLO
Los amigos de Durruti
Libro 98 MARXISMO Y FILOSOFÍA
Karl Korsch
Libro 99 LA RELIGIÓN
Leszek Kolakowski
Libro 100 AUTOGESTIÓN, ESTADO Y REVOLUCIÓN
Noir et Rouge
Libro 101 COOPERATIVISMO, CONSEJISMO Y AUTOGESTIÓN
Iñaki Gil de San Vicente
Libro 102 ROSA LUXEMBURGO Y EL ESPONTANEÍSMO REVOLUCIONARIO
Selección de textos

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Kurt Landau

Libro 103 LA INSURRECCIÓN ARMADA


A. Neuberg
Libro 104 ANTES DE MAYO
Milcíades Peña
Libro 105 MARX LIBERTARIO
Maximilien Rubel
Libro 106 DE LA POESÍA A LA REVOLUCIÓN
Manuel Rojas
Libro 107 ESTRUCTURA SOCIAL DE LA COLONIA
Sergio Bagú
Libro 108 COMPENDIO DE HISTORIA DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA
Albert Soboul
Libro 109 DANTON, MARAT Y ROBESPIERRE. Historia de la Revolución Francesa
Albert Soboul
Libro 110 LOS JACOBINOS NEGROS. Toussaint L’Ouverture y la revolución de Haití
Cyril Lionel Robert James
Libro 111 MARCUSE Y EL 68
Selección de textos
Libro 112 DIALÉCTICA DE LA CONCIENCIA – Realidad y Enajenación
José Revueltas
Libro 113 ¿QUÉ ES LA LIBERTAD? – Selección de textos
Gajo Petrović – Milán Kangrga
Libro 114 GUERRA DEL PUEBLO – EJÉRCITO DEL PUEBLO
Vo Nguyen Giap
Libro115 TIEMPO, REALIDAD SOCIAL Y CONOCIMIENTO
Sergio Bagú
Libro 116 MUJER, ECONOMÍA Y SOCIEDAD
Alexandra Kollontay
Libro 117 LOS JERARCAS SINDICALES
Jorge Correa
Libro 118 TOUSSAINT LOUVERTURE. La Revolución Francesa y el Problema Colonial
Aimé Césaire
Libro 119 LA SITUACIÓN DE LA CLASE OBRERA EN INGLATERRA
Federico Engels
Libro 120 POR LA SEGUNDA Y DEFINITIVA INDEPENDENCIA
Estrella Roja – Ejército Revolucionario del Pueblo
Libro 121 LA LUCHA DE CLASES EN LA ANTIGUA ROMA
Espartaquistas
Libro 122 LA GUERRA EN ESPAÑA
Manuel Azaña
Libro 123 LA IMAGINACIÓN SOCIOLÓGICA
Charles Wright Mills
Libro 124 LA GRAN TRANSFORMACIÓN. Critica del Liberalismo Económico
Karl Polanyi
Libro 125 KAFKA. El Método Poético
Ernst Fischer
Libro 126 PERIODISMO Y LUCHA DE CLASES
Camilo Taufic
Libro 127 MUJERES, RAZA Y CLASE
Angela Davis
Libro 128 CONTRA LOS TECNÓCRATAS
Henri Lefebvre

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LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

Libro 129 ROUSSEAU Y MARX


Galvano della Volpe
Libro 130 LAS GUERRAS CAMPESINAS – REVOLUCIÓN Y CONTRARREVOLUCIÓN EN
ALEMANIA
Federico Engels
Libro 131 EL COLONIALISMO EUROPEO
Carlos Marx – Federico Engels
Libro 132 ESPAÑA. Las Revoluciones del Siglo XIX
Carlos Marx – Federico Engels
Libro 133 LAS IDEAS REVOLUCIONARIOS DE KARL MARX
Alex Callinicos
Libro 134 KARL MARX
Karl Korsch
Libro 135 LA CLASE OBRERA EN LA ERA DE LAS MULTINACIONALES
Peters Mertens
Libro 136 EL ÚLTIMO COMBATE DE LENIN
Moshe Lewin
Libro 137 TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
Roberto Massari
Libro 138 ROSA LUXEMBURG
Tony Cliff
Libro 139 LOS ROJOS DE ULTRAMAR
Jordi Soler
Libro 140 INTRODUCCIÓN A LA ECONOMÍA POLÍTICA
Rosa Luxemburg
Libro 141 HISTORIA Y DIALÉCTICA
Leo Kofler
Libro 142 BLANQUI Y LOS CONSEJISTAS
Blanqui – Luxemburg – Gorter – Pannekoek – Pfemfert – Rühle – Wolffheim y Otros
Libro 143 EL MARXISMO – El MATERIALISMO DIALÉCTICO
Henri Lefebvre
Libro 144 EL MARXISMO
Ernest Mandel
Libro 145 LA COMMUNE DE PARÍS Y LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA
Federica Montseny
Libro 146 LENIN, SOBRE SUS PROPIOS PIES
Rudi Dutschke
Libro 147 BOLCHEVIQUE
Larissa Reisner
Libro 148 TIEMPOS SALVAJES
Pier Paolo Pasolini
Libro 149 DIOS TE SALVE BURGUESÍA
Paul Lafargue - Herman Gorter - Franz Mehring
Libro 150 EL FIN DE LA ESPERANZA
Juan Hermanos
Libro 151 MARXISMO Y ANTROPOLOGÍA
György Markus
Libro 152 MARXISMO Y FEMINISMO
Herbert Marcuse
Libro 153 LA TRAGEDIA DEL PROLETARIADO ALEMÁN
Juan Rústico

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Kurt Landau

Libro 154 LA PESTE PARDA


Daniel Guerin
Libro 155 CIENCIA, POLÍTICA Y CIENTIFICISMO – LA IDEOLOGÍA DE LA NEUTRALIDAD
IDEOLÓGICA
Oscar Varsavsky - Adolfo Sánchez Vázquez
Libro156 PRAXIS. Estrategia de supervivencia
Ilienkov - Kosik - Adorno - Horkheimer - Sartre - Sacristán y Otros
Libro 157 KARL MARX. Historia de su vida
Franz Mehring
Libro 158 ¡NO PASARÁN!
Upton Sinclair
Libro 159 LO QUE TODO REVOLUCIONARIO DEBE SABER SOBRE LA REPRESIÓN
Víctor Serge
Libro 160 ¿SEXO CONTRA SEXO O CLASE CONTRA CLASE?
Evelyn Reed
Libro 161 EL CAMARADA
Takiji Kobayashi
Libro 162 LA GUERRA POPULAR PROLONGADA
Máo Zé dōng
Libro 163 LA REVOLUCIÓN RUSA
Christopher Hill
Libro 164 LA DIALÉCTICA DEL PROCESO HISTÓRICO
George Novack
Libro 165 EJÉRCITO POPULAR - GUERRA DE TODO EL PUEBLO
Vo Nguyen Giap
Libro 166 EL MATERIALISMO DIALÉCTICO
August Thalheimer
Libro 167 ¿QUÉ ES EL MARXISMO?
Emile Burns
Libro 168 ESTADO AUTORITARIO
Max Horkheimer
Libro 169 SOBRE EL COLONIALISMO
Aimé Césaire
Libro 170 CRÍTICA DE LA DEMOCRACIA CAPITALISTA
Stanley Moore
Libro 171 SINDICALISMO CAMPESINO EN BOLIVIA
Qhana - CSUTCB - COB
Libro 172 LOS ORÍGENES DE LA CIVILIZACIÓN
Vere Gordon Childe
Libro 173 CRISIS Y TEORÍA DE LA CRISIS
Paul Mattick
Libro 174 TOMAS MÜNZER. Teólogo de la Revolución
Ernst Bloch
Libro 175 MANIFIESTO DE LOS PLEBEYOS
Gracco Babeuf
Libro 176 EL PUEBLO
Anselmo Lorenzo
Libro 177 LA DOCTRINA SOCIALISTA Y LOS CONSEJOS OBREROS
Enrique Del Valle Iberlucea
Libro 178 VIEJA Y NUEVA DEMOCRACIA
Moses I. Finley

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LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

Libro 179 LA REVOLUCIÓN FRANCESA


George Rudé
Libro 180 ACTIVIDAD, CONCIENCIA Y PERSONALIDAD
Aleksei Leontiev
Libro 181 ENSAYOS FILOSÓFICOS
Alejandro Lipschütz
Libro 182 LA IZQUIERDA COMUNISTA ITALIANA (1917–1927)
Selección de textos
Libro 183 EL ORIGEN DE LAS IDEAS ABSTRACTAS
Paul Lafargue
Libro 184 DIALÉCTICA DE LA PRAXIS. El Humanismo Marxista
Mihailo Marković
Libro 185 LAS MASAS Y EL PODER
Pietro Ingrao
Libro 186 REIVINDICACIÓN DE LOS DERECHOS DE LA MUJER
Mary Wollstonecraft
Libro 187 CUBA 1991
Fidel Castro
Libro 188 LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SIGLO XX
Mario De Micheli
Libro 189 CHE. Una Biografía
Héctor Oesterheld - Alberto Breccia - Enrique Breccia
Libro 190 CRÍTICA DEL PROGRAMA DE GOTHA
Karl Marx
Libro 191 FENOMENOLOGÍA Y MATERIALISMO DIALÉCTICO
Trần Đức Thảo
Libro 192 EN TORNO AL DESARROLLO INTELECTUAL DEL JOVEN MARX (1840–1844)
Georg Lukács
Libro 193 LA FUNCIÓN DE LAS IDEOLOGÍAS - CRÍTICA DE LA RAZÓN INSTRUMENTAL
Max Horkheimer
Libro 194 UTOPÍA
Tomás Moro
Libro 195 ASÍ SE TEMPLÓ EL ACERO
Nikolai Ostrovski
Libro 196 DIALÉCTICA Y PRAXIS REVOLUCIONARIA
Iñaki Gil de San Vicente
Libro 197 JUSTICIEROS Y COMUNISTAS (1843–1852)
Karl Marx, Friedrich Engels y Otros
Libro 198 FILOSOFÍA DE LA LIBERTAD
Rubén Zardoya Loureda - Marcello Musto - Seongjin Jeong - Andrzej Walicki
Bolívar Echeverría - Daniel Bensaïd - Jorge Veraza Urtuzuástegui
Libro 199 EL MOVIMIENTO ANARQUISTA EN ARGENTINA. Desde sus comienzos hasta 1910
Diego Abad de Santillán
Libro 200 BUJALANCE. LA REVOLUCIÓN CAMPESINA
Juan del Pueblo
Libro 201 MATERIALISMO DIALÉCTICO Y PSICOANÁLISIS
Wilhelm Reich
Libro 202 OLIVER CROMWELL Y LA REVOLUCIÓN INGLESA
Christopher Hill
Libro 203 AUTOBIOGRAFÍA DE UNA MUJER EMANCIPADA
Alexandra Kollontay

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Kurt Landau

Libro 204 TRAS LAS HUELLAS DEL MATERIALISMO HISTÓRICO


Perry Anderson
Libro 205 CONTRA EL POSTMODERNISMO - UN MANIFIESTO ANTICAPITALISTA
Alex Callinicos
Libro 206 EL MATERIALISMO DIALÉCTICO SEGÚN HENRI LEFEBVRE
Eugenio Werden
Libro 207 LOS COMUNISTAS Y LA PAZ
Jean–Paul Sartre
Libro 208 CÓMO NOS VENDEN LA MOTO
Noan Chomsky – Ignacio Ramonet
Libro 209 EL COMITÉ REGIONAL CLANDESTINO EN ACCIÓN
Alexei Fiodorov
Libro 210 LA MUJER Y EL SOCIALISMO
August Bebel
Libro 211 DEJAR DE PENSAR
Carlos Fernández Liria y Santiago Alba Rico
Libro 212 LA EXPRESIÓN TEÓRICA DEL MOVIMIENTO PRÁCTICO
Walter Benjamin - Rudi Dutschke - Jean-Paul Sartre - Bolívar Echeverría
Libro 213 ANTE EL DOLOR DE LOS DEMÁS
Susan Sontag
Libro 214 LIBRO DE LECTURA PARA USO DE LAS ESCUELAS NOCTURNAS PARA
TRABAJADORES – 1er Grado
Comisión Editora Popular
Libro 215 EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
Bolívar Echeverría
Libro 216 APUNTES SOBRE MARXISMO
Iñaki Gil de San Vicente
Libro 217 PARA UN MARXISMO LIBERTARIO
Daniel Guerin
Libro 218 LA IDEOLOGÍA ALEMANA
Karl Marx y Friedrich Engels
Libro 219 BABEUF
Ilya Ehrenburg
Libro 220 MIGUEL MÁRMOL – LOS SUCESOS DE 1932 EN EL SALVADOR
Roque Dalton
Libro 221 SIMÓN BOLÍVAR CONDUCTOR POLÍTICO Y MILITAR DE LA GUERRA ANTI
COLONIAL
Alberto Pinzón Sánchez
Libro 222 MARXISMO Y LITERATURA
Raymond Williams
Libro 223 SANDINO, GENERAL DE HOMBRES LIBRES
Gregorio Selser
Libro 224 CRÍTICA DIALÉCTICA. Ensayos, Notas y Conferencias (1958–1968)
Karel Kosik
Libro 225 LA POLÍTICA REVOLUCIONARIA. Ensayos, Notas y Conferencias
Ruy Mauro Marini
Libro 226 LOS QUE LUCHAN Y LOS QUE LLORAN. El Fidel Castro que yo ví
Jorge Ricardo Masetti
Libro 227 DE CADENAS Y DE HOMBRES
Robert Linhart
Libro 228 ESPAÑA, APARTA DE MÍ ESTE CÁLIZ
César Vallejo

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LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

Libro 229 LECCIONES DE HISTORIA. Documentos del MIR. 1965–1974


Miguel y Edgardo Enríquez – Bautista Van Schowen – Ruy Mauro Marini y Otros
Libro 230 DIALÉCTICA Y CONOCIMIENTO
Jindřich Zelený
Libro 231 LA IZQUIERDA BOLCHEVIQUE (1922–1924)
Izquierda Bolchevique
Libro 232 LA RELIGIÓN DEL CAPITAL
Paul Lafargue
Libro 233 LA NUEVA ECONOMÍA
Evgeni Preobrazhenski
Libro 234 EL OTRO SADE. DEMOCRACIA DIRECTA Y CRÍTICA INTEGRAL DE LA
MODERNIDAD (Los escritos políticos de D. A. F. de Sade. Un comentario)
Jorge Veraza Urtuzuástegui
Libro 235 EL IMPERIALISMO ES UNA JAULA
Ulrike Meinhof
Libro 236 EL PENSAMIENTO POLÍTICO DE LA DERECHA
Simone de Beauvoir
Libro 237 EUROPA ANTE EL ESPEJO
Josep Fontana
Libro 238 LA GUERRA DE LOS CIEN AÑOS
Edouard Perroy
Libro 239 TRESCIENTOS MILLONES DE ESCLAVOS Y SIERVOS TRABAJAN BAJO
EL NUEVO ORDEN ECONÓMICO FASCISTA
Jürgen Kuczynski
Libro 240 HISTORIA Y COMUNICACIÓN SOCIAL
Manuel Vázquez Montalbán
Libro 241 TEORÍA GENERAL DEL DERECHO y Otros Escritos
Pēteris Ivánovich Stučka
Libro 242 TEORÍA GENERAL DEL DERECHO Y MARXISMO
Evgeni Bronislavovic Pashukanis
Libro 243 EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
Angelo Tasca
Libro 244 LA INSURRECCIÓN DE ASTURIAS
Manuel Grossi Mier
Libro 245 EL MARXISMO SOVIÉTICO
Herbert Marcuse
Libro 246 INTELECTUALES Y TARTUFOS
Jorge Veraza Urtuzuástegui
Libro 247 TECNOLOGÍA Y VALOR. Selección de Textos
Karl Marx
Libro 248 MINIMA MORALIA. Reflexiones desde la vida dañada
Theodor W. Adorno
Libro 249 DOCE AÑOS DE POLÍTICA ARGENTINA
Silvio Frondizi
Libro 250 CAPITALISMO Y DESPOJO
Renán Vega Cantor
Libro 251 LA FORMACIÓN DE LA MENTALIDAD SUMISA
Vicente Romano
Libro 252 ESBOZO PARA UNA CRÍTICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA
Friedrich Engels

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Kurt Landau

Libro 253 LA CIENCIA DE LA SOCIEDAD


Leo Kofler
Libro 254 MARXISMO CRÍTICO. CRÍTICA COMUNISTA
Karl Korsch - Maximilien Rubel
Libro 255 UN LIBRO ROJO PARA LENIN
Roque Dalton
Libro 256 LA REVOLUCIÓN HAITIANA
Oscar de Pablo
Libro 257 SOBRE LA CONSTITUYENTE Y EL GOBIERNO PROVISIONAL
Rosa Luxemburgo
Libro 258 ESCRITOS DE JUVENTUD - SOBRE EL DERECHO
Karl Marx
Libro 259 PAN NEGRO Y DURO
Elizaveta Drabkina
Libro 260 PARA LA CRÍTICA A LAS TEORÍAS DEL IMPERIALISMO
Jorge Veraza Urtuzuástegui
Libro 261 LOS ESCRITOS DE MARX Y ENGELS SOBRE MÉXICO
Jorge Veraza Urtuzuástegui
Libro 262 BOLÍVAR, EL EJÉRCITO Y LA DEMOCRACIA
Juvenal Herrera Torres
Libro 263 MERCADERES Y BANQUEROS DE LA EDAD MEDIA
Jacques Le Goff
Libro 264 LOS SIETE PECADOS CAPITALES
Bertolt Brecht
Libro 265 HISTORIA DE LA COMUNA DE PARÍS
H. Prosper-Olivier Lissagaray
Libro 266 TEORÍA MARXISTA DEL IMPERIALISMO
Paolo Santi - Jacques Valier - Rodolfo Banfi - Hamza Alavi
Libro 267 MALCOLM X
Maria Elena Vela
Libro 268 EROS Y CIVILIZACIÓN
Herbert Marcuse
Libro 269 MANUAL CRÍTICO DE PSIQUIATRÍA
Giovanni Jervis
Libro 270 LOS MÁRTIRES DE CHICAGO
Ricardo Mella
Libro 271 HISTORIA DE LAS DOCTRINAS SOCIALES
Raúl Roa
Libro 272 PARTIDO Y LUCHA DE CLASES
Selección de Textos
Libro 273 SARTRE Y EL 68
Jean-Paul Sartre
Libro 274 EL HUMANISMO DE MARX
Rodolfo Mondolfo
Libro 275 LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA REALIDAD
Peter Berger y Thomas Luckmann
Libro 276 LAS RAÍCES SOCIOECONÓMICAS DE LA MECÁNICA DE NEWTON
Boris Mijailovich Hessen
Libro 277 PSICOANÁLISIS, FEMINISMO Y MARXISMO
Marie Langer
Libro 278 MARX Y LA PSICOLOGÍA SOCIAL DEL SENTIDO COMÚN
Jorge Veraza Urtuzuástegui

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LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

Libro 279 EL MARXISMO Y LA CULTURA VIETNAMITA


Trường Chinh
Libro 280 VIETNAM. PUEBLO HEROICO
Memorias de Militantes
Libro 281 CONTRIBUCIÓN A LA HISTORIA DE LA SOCIEDAD BURGUESA
Leo Kofler
Libro 282 CARLOS MARX Y SU PENSAMIENTO – EL MARXISMO VIVIENTE
Mario Miranda Pacheco
Libro 283 OMNIA SUNT COMMUNIA
Iñaki Gil de San Vicente
Libro 284 LA FILOSOFÍA DEL ARTE DE KARL MARX
Mijaíl Lifshitz
Libro 285 TEORÍA DE LA VANGUARDIA
Peter Bürger
Libro 286 LA DIMENSIÓN ESTÉTICA
Herbert Marcuse
Libro 287 EL DOMINGO ROJO
Máximo Gorki
Libro 288 IDEALISMO Y MATERIALISMO EN LA CONCEPCIÓN DE LA HISTORIA
Jean Jaurès - Paul Lafargue
Libro 289 LA DIALÉCTICA COMO SISTEMA
Zaid M. Orudzhev
Libro 290 LA ESTRUCTURA LIBIDINAL DEL DINERO.
Horst Kurnitzky
Libro 291 LA EMANCIPACIÓN DE LA MUJER Y LA LUCHA AFRICANA POR LA LIBERTAD
Thomas Sankara
Libro 292 CRÓNICA SOBRE LA GUERRA SOCIAL EN CHICAGO (1886–1887)
José Martí
Libro 293 EL IMPERIO DEL CAOS. La nueva mundialización capitalista
Samir Amin
Libro 294 LO IRRACIONAL EN POLÍTICA
Maurice Brinton
Libro 295 LOS ORÍGENES DEL MATERIALISMO
George Novack
Libro 296 EL ESTADO Y LA REVOLUCIÓN. La doctrina marxista del Estado y las tareas del
proletariado en la Revolución
Vladimir Ilich Lenin
Libro 297 LA INTERNACIONAL COMUNISTA Y EL PROBLEMA COLONIAL
Rudolf Schlesinger
Libro 298 EL ORIGEN DE LA CONCIENCIA HUMANA
Alexander Georgyevich Spirkin
Libro 299 LA REVOLUCIÓN PERMANENTE Y EL SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS
León Trotsky - Nicolai Bujarin - Grigori Zinóviev - Josep Stalin
Libro 300 MARXISMO, PSICOANÁLISIS Y SEXPOL
Bernfeld - Fenichel - Fromm - Leistikow - Sapir - Sternberg - Teschitz
Libro 301 EL MARXISMO CRÍTICO EN MÉXICO
Bolívar Echeverría - Jorge Veraza Urtuzuástegui - Luis Arizmendi, et al
Libro 302 TEORÍA MARXISTA DEL PARTIDO POLÍTICO
Vladimir Lenin – Rosa Luxemburg – György Lukács, et al
Libro 303 DIALÉCTICA MARXISTA E HISTORICISMO
Cesare Luporini

15
Kurt Landau

Libro 304 SOBRE CRISIS, GUERRA Y TRANSFORMACIÓN


Andrés Piqueras Infante
Libro 305 COMO ACTUABAN LOS BOLCHEVIQUES EN LA CLANDESTINIDAD
V. I. Lenin, N. Krupskaya , L. Krasin, A. Yenukidze, V. N. Sokolov, S. Obolenskaya y Otros
Libro 306 LA DINÁMICA DEL CAPITALISMO
Fernand Braudel
Libro 307 LA CONQUISTA DEL PODER
Benito Marianetti
Libro 308 HUMANISMO BURGUÉS Y HUMANISMO PROLETARIO
Aníbal Ponce
Libro 309 LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919
Kurt Landau

https://elsudamericano.wordpress.com

La red mundial de los hijos de la revolución social

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LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936


Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA
DE 1918-1919
Kurt Landau
(1937)

• PRÓLOGO A LA EDICIÓN EN INGLÉS


• FALSOS CRITERIOS DE JUICIO
• EL CARÁCTER DE CLASE DE LA REVOLUCIÓN DE JULIO
• LA REVOLUCIÓN BURGUESA Y LA REVOLUCIÓN
PROLETARIA EN ALEMANIA
• LAS CONTRADICCIONES DE LA SOCIALDEMOCRACIA EN
EL PERÍODO ANTERIOR A LA GUERRA
• POR QUÉ NO PUDO SURGIR UN PARTIDO
REVOLUCIONARIO EN LA ALEMANIA DE LA PRE-GUERRA
• CARACTERÍSTICAS ESPECIALES DE LA REVOLUCIÓN DE
NOVIEMBRE
• FUERZAS REACCIONARIAS Y REVOLUCIONARIAS EN LA
REVOLUCIÓN ALEMANA
• EL PAPEL DE LOS CONSEJOS EN LA REVOLUCIÓN DE
NOVIEMBRE
• EL FIN DE LA PRIMERA REVOLUCIÓN PROLETARIA EN
ALEMANIA
• LA BANCARROTA DE LA REPÚBLICA BURGUESA
• LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE EN ASTURIAS, EL PUENTE
ENTRE LAS REVOLUCIONES DE ABRIL Y JULIO
• LA RETIRADA DESPUÉS DE OCTUBRE Y LA NUEVA ERA
DEMOCRÁTICA
• EL LEVANTAMIENTO CONTRARREVOLUCIONARIO:
PRELUDIO DE LA REVOLUCIÓN DE JULIO
17
Kurt Landau

• LAS CONTRADICCIONES DE LA REVOLUCIÓN DE JULIO


• LA CORRELACIÓN DE FUERZAS DURANTE LA
REVOLUCIÓN DE JULIO
• EL CARÁCTER DE CLASE DE LA GUERRA
REVOLUCIONARIA ¿DEMOCRÁTICA O SOCIALISTA?
• ¿QUÉ ES LA DICTADURA DEL PROLETARIADO?
• LA IMPORTANCIA INTERNACIONAL DE LA REVOLUCIÓN
ESPAÑOLA Y LA NECESIDAD DE UNA NUEVA ALIANZA
INTERNACIONAL DEL TIPO ZIMMERWALD

18
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

POR EL RENACIMIENTO DEL


MOVIMIENTO OBRERO ALEMÁN
Kurt Landau
(1933)

I.– LOS FACTORES PRINCIPALES DE LA VICTORIA FASCISTA


II.– SOCIALDEMOCRACIA E INTERNACIONAL COMUNISTA.
SUS POLÍTICAS Y SUS RESPONSABILIDADES
III.– EL PAPEL DE LA REPÚBLICA SOVIÉTICA EN LA TRAGEDIA
ALEMANA
IV.– ¿QUE HACER?
V.– ¿CÓMO PUEDE EL PROLETARIADO INTERNACIONAL
AYUDAR AL PROLETARIADO ALEMÁN?

ANEXO
LLAMAMIENTO A FAVOR DE LA REVOLUCIÓN
Karl Liebknecht (1 de Noviembre, 1918)

CASTILLO DE NAIPES
Rosa Luxemburg (11 de Enero, 1919)

LAS FALLAS DE LOS JEFES


Rosa Luxemburg (11 de Enero, 1919)

19
Kurt Landau

LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936


Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919
Kurt Landau

PRÓLOGO A LA EDICIÓN EN INGLÉS

El texto que aquí presentamos fue publicado en Barcelona en 1937 por


la Editorial Marxista, la editorial del POUM, en su serie Revolución
Española bajo el pseudónimo de Wolf Bertram.1
Aunque fue escrito originalmente en alemán, sólo sobrevive la versión
en español.

Su intención, según dice el editorial, era “conseguir la ayuda de


camaradas extranjeros para estudiar los problemas que enfrenta la
Revolución Española”, y debía ser presentada a los delegados que
venían del extranjero a la conferencia internacional propuesta que iba
a tener lugar en Barcelona. Algunos de los representantes, como Willi
Brandt, ya habían llegado cuando las Jornadas de Mayo resultaron en
la ilegalización del partido, y pusieron freno a toda iniciativa.

Este ensayo es notable por sus afirmaciones de que, dado que ya había
comenzado una revolución en España, sólo podría echarse atrás con la
clase de métodos utilizados por Noske y Scheidemann en Alemania en
1918. Landau fue una de las víctimas de tales métodos solo unos
meses más tarde.

La única copia conocida de este notable texto nos llegó gracias a los
buenos oficios de Reiner Tosstorff de la biblioteca del monasterio de
Montserrat, y debemos nuestro agradecimiento tanto a él como a
nuestro traductor, John Sullivan. 2

1
(Barcelona. 1937. 39 p.)
2
Ésta edición traducida del inglés: marxist.org
20
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

FALSOS CRITERIOS DE JUICIO


La Revolución Española, el mayor acontecimiento desde el período de
1917-18, tiene una enorme importancia, no sólo para el futuro de
España, sino también para el movimiento obrero internacional. Tres
años después de la derrota sin lucha de la clase obrera alemana, la
más poderosa de Europa, España muestra una vez más la energía
creativa y el heroísmo ilimitado que posee la clase obrera. No
olvidemos que durante los años más amargos que siguieron a la
catástrofe alemana de 1933, hubo quienes, como Souvarine, llegaron
incluso a dudar de la posibilidad del socialismo y de la misión histórica
de la clase obrera.

El contraste entre Alemania en 1933 y España en 1936 es tan sorpren-


dente que quienes están acostumbrados a juzgar los acontecimientos
con criterios abstractos más que históricos llegan a conclusiones falsas
y peligrosas. Consideran el movimiento obrero alemán como un hecho
histórico opuesto al movimiento obrero español. No rechazan lo que
era malo y superado en Alemania, sino todo el movimiento obrero
alemán. Al mismo tiempo, no le hacen ningún favor a la revolución
proletaria española al idealizarla en lugar de aprender de ella. Los
auténticos revolucionarios no son poetas líricos, sino participantes
críticos y progresistas de la revolución proletaria.

No tiene sentido comparar 1933 con 1936. No podemos comparar una


situación en desarrollo, como la de julio en España, con el período final
de una revolución en decadencia, como los acontecimientos de 1933
en Alemania. Estos no deben tomarse de forma aislada y luego
contrastarse con la Revolución de Julio en España. Es necesario
considerar ambas revoluciones en su totalidad y luego compararlas.
Deberíamos limitarnos a comparar los inicios de la revolución
socialista en ambos países y extraer lecciones sobre el carácter de
ambas.

Sin embargo, en ese caso deberíamos estudiar sólo la revolución de


noviembre de 1918 en Alemania, es decir, el período en el que el
proletariado derrocó al antiguo régimen, pero no tomó el poder
estatal y, consecuentemente, hizo posible la primera consolidación de
la sociedad burguesa.

21
Kurt Landau

EL CARÁCTER DE CLASE DE LA REVOLUCIÓN DE JULIO


La degeneración política de las fuerzas de la Internacional Comunista
nos obliga una vez más a clarificar una cuestión que hace mucho que
quedó resuelta tanto en la teoría como en la práctica: la cuestión de la
naturaleza tanto de Julio de 1936 como de la Revolución de Noviembre
en Alemania. Todo el mundo sabe que el stalinismo considera que la
Revolución de Julio fue un acontecimiento democrático, cuyo único
objetivo era crear una república burguesa democrática. Según la
interpretación stalinista de la historia, la insurrección de julio de 1936
estaba directamente relacionada con la revolución democrático-
burguesa de abril de 1931. Julio tenía que “continuar el legado de
1931 y establecer definitivamente la república”.

Es cierto que las revoluciones de julio de 1936 y de abril de 1931


tenían tareas comunes: ambas enfrentaron los problemas no resueltos
de la revolución democrático-burguesa, principalmente las cuestiones
nacionales, agrarias y religiosas. En ambas revoluciones las masas
proletarias fueron su fuerza motriz. Sin embargo, a pesar de estas
características comunes, hay una diferencia fundamental: en abril de
1931 la dirección de la revolución cayó en manos de la burguesía
liberal, porque la gran mayoría de las masas revolucionarias (ya sean la
clase obrera, el campesinado, la clase media o las minorías nacionales
oprimidas) entonces creían que la burguesía liberal era capaz y estaba
dispuesta a resolver las cuestiones planteadas por la revolución
democrática. La confianza política que las masas tenían en la dirección
de la burguesía colocó obstáculos infranqueables en el camino de una
transición inmediata de la Revolución de Abril a una revolución
socialista. En consecuencia, los stalinistas, con su loca consigna de
“¡Abajo la República! ¡Viva la dictadura del proletariado!” chocaron
con el sentimiento de las masas y fueron inevitablemente aplastados.

Fueron necesarios media década de las más sangrientas luchas de


clases, los más vergonzosos compromisos de la burguesía, el levanta-
miento aislado y heroico del pueblo asturiano y, finalmente, el
desmoronamiento de las esperanzas brevemente mantenidas en el
Frente Popular entre febrero y julio de 1936, para que el proletariado
español se diera cuenta de que, ante la amenaza de la contrarre-
volución, la República no podía sobrevivir bajo una forma democrático
burguesa sino sólo socialista.

22
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

El programa de la revolución democrática no podía ser llevado a cabo


por la burguesía, sino sólo bajo la dirección de la clase trabajadora.

Esa lección ha quedado clara para los marxistas desde el primer


levantamiento independiente del proletariado en junio de 1848 en
París. El consejo de Marx a los trabajadores alemanes en 1850 penetró
profundamente en la conciencia de los trabajadores españoles en los
años de 1931 a 1936. Marx les escribió aconsejándoles luchar por
separado, crear organizaciones de la clase trabajadora independientes
de la burguesía liberal victoriosa y continuar la revolución, es decir la
revolución permanente. El proletariado español vio la necesidad de
asumir la dirección única de la revolución y, al mismo tiempo, llevar a
cabo sus tareas democráticas y comenzar la transformación socialista
de la sociedad.3

El mayor logro histórico de los anarquistas españoles fue desempeñar


un papel activo en la transformación de la conciencia de la clase
trabajadora. A pesar de sus falsos conceptos teóricos, participaron en
la insurrección de julio como fuerza revolucionaria. En contraste, los
stalinistas interpretaron la revolución democrática de 1931 como
socialista y la revolución socialista de 1936 como democrático-
burguesa. Si en 1931 sucumbieron al aventurerismo revolucionario, en
1936 su posición de defensa de la república democrática, en un período
de revolución socialista, los convirtió en una fuerza reaccionaria.

3
K. Marx, Discurso al Comité Central de la Liga Comunista, Las revoluciones de 1848,
Harmondsworth. 1973, pp. 323-324.
23
Kurt Landau

LA REVOLUCIÓN BURGUESA Y LA
REVOLUCIÓN PROLETARIA EN ALEMANIA
En comparación con cinco años en España, en Alemania transcurrieron
70 años entre la revolución burguesa y la proletaria. Políticamente, la
revolución burguesa de 1848 fracasó y el poder político quedó en
manos de los Hohenzollern. Sin embargo, el avance del capitalismo
transformó a Alemania de un estado feudal en estado capitalista. La
monarquía feudal y militar de los Hohenzollern sólo podía mantenerse
contra el ascenso revolucionario del proletariado mediante la unión
más estrecha de todas las clases dominantes. Si la burguesía, alarmada
por el espectro de la revolución socialista, se refugió en los brazos de
la monarquía, como lo hizo en París en 1848, por otra parte, la cumbre
feudal de la sociedad tuvo que someterse a las leyes dominantes de la
economía y llegar a un acuerdo con la burguesía, la clase económica-
mente dominante.

A pesar de la derrota de la burguesía en 1848, Alemania se convirtió


en un Estado burgués, donde el feudalismo era una reliquia más que el
sello distintivo de la clase dominante de la sociedad. El hecho de que la
sociedad burguesa conservara sus parásitos feudales determinó la
naturaleza política de la burguesía alemana. Aunque dominaba econó-
micamente la sociedad, sólo se le concedía una parte del poder
estatal. No sólo no era revolucionaria en relación con la monarquía,
sino que ni siquiera la percibía como opresiva. Esto quedó claramente
demostrado después de la guerra de 1870-71, ya que sólo el
proletariado se opuso al régimen monárquico.

En Inglaterra y Francia, por otra parte, Estados que habían llevado a


cabo revoluciones democráticas en los siglos XVII y XVIII, se formaron
partidos democráticos de masas que afiliaron a una gran parte de la
pequeña burguesía. En cambio, en Alemania la socialdemocracia de
antes de la guerra expresaba tanto las aspiraciones democráticas de
las masas como los objetivos específicos del proletariado moderno.

24
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

LAS CONTRADICCIONES DE LA SOCIALDEMOCRACIA


EN EL PERÍODO ANTERIOR A LA GUERRA
Bajo la monarquía, esta doble función condujo al desarrollo de un gran
ala democrático-burguesa, formada en parte por la aristocracia obrera,
pero también en parte por los elementos democráticos pequeño-
burgueses. A pesar de que Alemania se había convertido en un Estado
moderno durante el último tercio del siglo XIX, a pesar del desarrollo
de las condiciones sociales y económicas para una revolución socialista
proletaria, a pesar de la polarización de fuerzas en la arena política
(entre los restos feudales y el capitalismo por un lado, y el proletariado
por el otro), sin embargo, antes de la guerra de 1914-18, la inmensa
mayoría de los socialistas alemanes veía la revolución socialista
proletaria como una cuestión de un futuro lejano.

El ala derecha, formada por la poderosa burocracia sindical y la


mayoría de los parlamentarios, no era simplemente reformista con
respecto al orden social establecido, sino incluso con respecto al
violento gobierno de lo que hacía mucho tiempo se había convertido
en una monarquía burguesa. El ala centrista de la socialdemocracia
alemana de antes de la guerra, Bebel, Haase y Ledebour, estaban tan
profundamente comprometidos con la causa de la clase trabajadora
como lo estaban Vaillant y Jaurés en Francia, pero no tenían concep-
ciones internacionalistas verdaderamente revolucionarias, que sólo
fueron capaces de desarrollarse embrionariamente en las condiciones
pacíficas de la Internacional Socialdemócrata de antes de la guerra. Su
pensamiento estaba confinado a un marco nacional y, como observó
acertadamente Trotsky, el paso de los centristas hacia el social-
patriotismo durante la guerra se debió básicamente a su convicción de
que todas las condiciones necesarias para el socialismo debían encon-
trarse dentro de las fronteras de sus propios países. Para Vaillant y
Guesde, la Francia democrática, con sus tradiciones revolucionarias y
su proletariado valiente e inteligente, estaba especialmente preparada
para alcanzar el socialismo; para los reformistas y centristas alemanes
era su propia “patria”4 con su moderna economía capitalista, su
poderoso proletariado y sus fuertes organizaciones sindicales. 5

4
En la edición en Inglés dice: “fatherland”
5
L. D. Trotsky, La Tercera Internacional después de Lenin, Londres. 1974, pp. 47-56.
25
Kurt Landau

POR QUÉ NO PUDO SURGIR UN PARTIDO


REVOLUCIONARIO EN LA ALEMANIA
DE LA PRE-GUERRA

La corriente marxista revolucionaria en la socialdemocracia alemana


de antes de la guerra era débil y ni homogénea ni madura política-
mente. Dirigida por Rosa Luxemburgo, se desarrolló ideológicamente
en la lucha contra los centristas, reformistas y revisionistas, y quedó
claro, una vez declarada la guerra, que todos los verdaderos interna-
cionalistas revolucionarios entre los socialdemócratas pertenecían a
ella.

Sin embargo, en Alemania la socialdemocracia de izquierda de antes


de la guerra era sólo una corriente de opinión y no una fuerza política
organizada con una concepción clara de sus propias tareas revolucio-
narias. La unidad del partido se consideraba sagrada. En esta cuestión
decisiva se sometió al fuerte sentimiento predominante del proleta-
riado alemán, que veía en la socialdemocracia su propio partido de
clase. No debemos olvidar que, hasta la división por la guerra, la social-
democracia alemana era vista incluso por los bolcheviques rusos como
un partido revolucionario, a pesar de sus severas críticas. La traición
del 4 de agosto desconcertó por completo a Lenin.

La izquierda revolucionaria alemana sólo puede entenderse en el


contexto de las condiciones específicas del período anterior a la
guerra. La caracterización y el juicio histórico de Stalin sobre las tareas
de la izquierda alemana, tal como los expuso en su famosa discusión
con Slutsky en 1930, fue aceptado por muchos comentaristas,
incluidos aquellos que rechazaban a Stalin política y teóricamente,
pero padecían los mismos métodos de pensamiento dogmáticos y
ahistóricos característicos del stalinismo.

Sin embargo, su caracterización fue completamente anacrónica. A la


luz de la experiencia extraída del período de guerra y revolución de
1914 a 1923, la izquierda alemana aparece poco entusiasta, vacilante y
semicentrista. En 1930 Stalin se quejó:

26
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

“Pero, ¿qué podría hacer Lenin, qué podrían hacer los bolche-
viques, si los socialdemócratas de izquierda de la Segunda
Internacional, y sobre todo del Partido Socialdemócrata Alemán,
fueran un grupo débil e impotente, un grupo sin forma organi-
zativa, ideológicamente mal equipados y temeroso incluso de
pronunciar la palabra “ruptura”, “escisión”?” 6

La escisión de la socialdemocracia rusa se produjo en Londres en 1903


y se hizo definitiva en Praga en 1912. No fue ciertamente una ruptura
de la socialdemocracia rusa con los principios o la organización de la
Segunda Internacional, sino sólo una lucha muy aguda de tendencias
dentro de la socialdemocracia.

En Rusia, debido a la inminencia de la revolución democrático-


burguesa, los problemas de táctica revolucionaria se convirtieron no
sólo en asuntos de partido, sino en una cuestión de las masas
revolucionarias. Cuestiones como la actitud que se debe adoptar hacia
los liberales, la lucha sobre la naturaleza del partido, las discusiones
sobre la relación entre las luchas económicas y políticas, y entre la
espontaneidad y la conciencia, no podrían resolverse en última
instancia en un país con una orden social estable y aparentemente
inmóvil como lo fue la monarquía Hohenzollern del período anterior a
la guerra, sino sólo en la Rusia de 1904-14, colapsada y contagiada por
el fermento revolucionario.

Problemas similares, como, por ejemplo, la lucha contra el reformismo


en Alemania, eran cuestiones de propaganda política y discusión
teórica, mientras que en Rusia se habían vuelto vitales en relación con
la revolución democrática que se avecinaba. Fue esto, no la energía y
la audacia de los bolcheviques en contraste con la “suavidad” de los
socialdemócratas de izquierda alemanes, lo que determinó que en
Rusia la idea de la unidad sagrada del partido no pudiera desarrollarse,
mientras que en Alemania expresaba los sentimientos, pasiones y
pensamientos de la clase trabajadora. Obviamente, la izquierda alemana
en torno a Rosa Luxemburgo tenía muchas debilidades y cometió
graves errores.
6
J. Stalin, Algunas cuestiones sobre la historia del bolchevismo, Obras , Volumen 13, Moscú 1955,
p. 89. Los comentarios de Trotsky se encuentran en Hands Off Rosa Luxemburg, Writings of Leon
Trotsky (1932), Nueva York. 1973, pp. 131-142. Un relato de la intervención de Stalin en la
historia del partido se encuentra en J. Barber, Soviet Historians in Crisis 1928-32, Londres. 1981,
pp. 126-136.
27
Kurt Landau

Sin duda, deberían haber aprendido de los bolcheviques cómo


organizarse como una tendencia política, en lugar de acusar a estos
últimos de dividir a la socialdemocracia rusa. Sin embargo, en la
Alemania de antes de la guerra la creación de un partido como el de
los bolcheviques estaba completamente fuera de discusión.

28
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

CARACTERÍSTICAS ESPECIALES DE LA
REVOLUCIÓN DE NOVIEMBRE
La Revolución Rusa de Octubre y la Revolución de Julio en España son
las últimas etapas de un proceso revolucionario democrático; marcan
el cambio de la forma democrática a la más avanzada de la revolución
socialista. En contraste con las revoluciones proletarias originadas en
las democráticas, la de noviembre de 1918 fue un estallido repentino e
independiente, y desde este punto de vista se parecía más a la
Revolución de Febrero en Rusia, o a la de abril en España, que a las
revoluciones proletarias de Julio o de Octubre. El papel independiente
de los revolucionarios conscientes fue relativamente pequeño. La
derrota militar quebró la autoridad de la monarquía militarista cuya
violencia oprimió a las masas descontentas, que estaban hambrientas
y cansadas de la guerra. La derrota militar produjo una insurrección
revolucionaria de masas, que entró en batalla con violencia espontánea,
pero careció de la fuerza política o de un liderazgo consciente capaz de
dominar el torrente revolucionario.

29
Kurt Landau

FUERZAS REACCIONARIAS Y REVOLUCIONARIAS


EN LA REVOLUCIÓN ALEMANA
Cuando estalló la Revolución de Noviembre había cuatro fuerzas
principales dentro de la clase trabajadora. La tendencia antirrevo-
lucionaria en la socialdemocracia fue la más grande. Inmediatamente
tomó posición contra la revolución y, paso a paso, desvió la ola
revolucionaria. Finalmente abandonó la monarquía, pero estaba
resueltamente determinada a salvaguardar el orden establecido de la
“anarquía y el caos”. Desde los primeros días de la revolución, la
socialdemocracia alemana fue la organizadora de la contrarrevolución
burguesa antiproletaria.

A diferencia de la política conscientemente contrarrevolucionaria del


SPD, el Partido Socialista Independiente (USPD) carecía por completo
de claridad. Entre sus miembros había un gran número de trabajadores
con conciencia de clase y sus líderes estaban dispuestos a ceder hasta
cierto punto a la presión de las masas en lugar de quedar aislados. Sin
embargo, estuvo fuertemente influenciado por el poderoso SPD, que
dejó bastante claro que se opondría por la fuerza a todos los ataques
revolucionarios a las relaciones de propiedad burguesas.

La política del USPD estuvo determinada por la presión de estas


fuerzas opositoras. La presión revolucionaria de masas le hizo
defender formalmente el socialismo y un Estado soviético. La presión
del SPD le hizo proponer que los consejos obreros se incorporaran a
una república democrática burguesa. Al final, aceptó una coalición con
el SPD y pidió la elección de una Asamblea Nacional. Si el SPD
representaba las aspiraciones de la contrarrevolución democrática
dentro de la Revolución de Noviembre, el USPD, a pesar de ser
absolutamente proletario en su composición social, representaba las
vacilaciones y contradicciones de la democracia pequeñoburguesa.
Después de todo, el carácter de un partido no está determinado por
las masas que lo apoyan, sino por su política y sus ideas dominantes,
que a veces reflejan la influencia de fuerzas sociales ajenas.

La Liga Espartaco, fundada por el ala izquierda durante la guerra y que


más tarde se convertiría en el KPD, fue la expresión más consciente y
madura de los intereses proletarios durante la revolución. Era el único
partido político que pedía claramente la toma del poder por el
30
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

proletariado y la construcción del socialismo y la democracia obrera: la


democracia de los consejos obreros. Sin embargo, a pesar de la
inmensa autoridad política de sus líderes, sobre todo Karl Liebknecht y
Rosa Luxemburgo, a pesar de la abnegada actividad organizativa y
conspirativa de Leo Jogiches, y de la brillante actividad literaria y
política de Franz Mehring, la Liga Espartaco siguió siendo una pequeña
organización de cuadros durante la guerra y en el período decisivo de
la revolución, desde el 18 de noviembre hasta la insurrección de enero
de 1919.

Sin embargo, si pudo influir esporádicamente en un número conside-


rable, esto se debió sobre todo a que cooperó estrechamente con los
comités de delegados sindicales revolucionarios, organizaciones autó-
nomas que surgieron durante la guerra y desempeñaron un papel
decisivo durante la revolución.7

Aunque ilegales hasta la revolución, inmediatamente se convirtieron


en los verdaderos liderazgos en las fábricas. Pero, inevitablemente,
carecían de una concepción política clara de la naturaleza de la
revolución y de las tareas del proletariado. Su papel se parecía al de la
CNT en la Revolución de Julio en España. El anarcosindicalismo en
España y el anarcocomunismo en Alemania crecieron rápidamente
como corrientes mal definidas y carentes de unidad política. No se
trataba de un sindicalismo oficial sino de una corriente revolucionaria,
cercana al marxismo, que durante la revolución adquirió un carácter
anarcocomunista. Tuvo una fuerte influencia en el ala izquierda de la
Liga Espartaco, y más tarde en el grupo que fue expulsado del KPD en
su congreso de Heidelberg en 1919, y que creó el Partido Comunista
de los Trabajadores (KAPD) y el Sindicato de Trabajadores. El KAPD
tuvo una influencia considerable sobre el proletariado berlinés
durante 1919-20. Su lucha contra el parlamentarismo y los sindicatos
reformistas y su llamado a una nueva organización de los trabajadores
en las fábricas obtuvo el apoyo de un número considerable de
trabajadores avanzados en los centros industriales más importantes de
Berlín, el Ruhr y Alemania central.
7
Los delegados sindicales revolucionarios eran los representantes ilegales de los trabajadores en
las grandes industrias clave. Surgieron de la oposición en los sindicatos, particularmente en el
sindicato de trabajadores metalúrgicos, y lideraron la oposición de los trabajadores revolucionarios
en las fábricas al social patriotismo de los traidores reformistas de la burocracia socialdemócrata.
Esto se convirtió en una oposición política revolucionaria cuya importancia residía en su base en
las industrias clave. [Nota del autor]
31
Kurt Landau

En su apogeo, sus sindicatos tenían 500.000 miembros y sus unidades


de combate, dirigidas por Max Hölz, desempeñaron un papel muy
importante en la insurrección de la Alemania central en marzo de
1921.

La ultraizquierda alemana con su antisindicalismo, antiparlamentarismo


y antiautoritarismo era una variedad del anarco-sindicalismo familiar
en los países latinos. Es posible que la segunda ola proletaria vea una
insurrección encabezada por esta corriente.

32
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

EL PAPEL DE LOS CONSEJOS EN LA


REVOLUCIÓN DE NOVIEMBRE

El equilibrio de fuerzas entre la revolución y la contrarrevolución


dentro del proletariado quedó demostrado en los “consejos de
obreros y soldados”. Mientras que los consejos de trabajadores tenían
cierta experiencia política, los consejos de soldados no tenían
absolutamente ninguna. Predominaban los elementos pequeño-
burgueses y campesinos. Las fuerzas obreras revolucionarias, la Liga
Espartaco, los delegados sindicales revolucionarios y los sectores más
radicales del Partido Socialista Independiente, no fueron capaces,
debido a su desunión política y organizativa, de ganarse a la gran masa
de elementos vacilantes e indecisos. Los reformistas lo hicieron. Su
política contrarrevolucionaria y su deseo de un gobierno de coalición
fueron apoyados por la gran mayoría de los miembros inmaduros e
inexpertos de los consejos.

La contrarrevolución comenzó en Alemania porque las organizaciones


revolucionarias, influenciadas por los reformistas, rechazaron volunta-
riamente tomar el poder y socializar la industria. En medio del violento
levantamiento de las masas oprimidas, con su apasionado deseo de
libertad, la contrarrevolución sólo pudo comenzar bajo la bandera
democrática. Mientras que la vanguardia proletaria exigía que la
democracia obrera revolucionaria excluyera a la clase dominante de
toda participación en la política, la contrarrevolución respondió con
“fraternidad”, “libertad” y “verdadera democracia”, que incluía tanto a
explotados como a explotadores, a trabajadores y patrones, campesinos
y terratenientes, soldados y generales.

En la Revolución Alemana, la inmensa mayoría del proletariado


sucumbió a la ilusión de que, gracias a su número y a sus poderosas
organizaciones, la clase obrera sería capaz de dar a la república demo-
crática un contenido socialista y proletario. Les parecía impensable
que el orden burgués en descomposición y las fuerzas militares de la
contrarrevolución, que habían capitulado sin resistencia ante la
Revolución de Noviembre, pudieran adquirir nueva vida y fuerza. En
realidad, esto es exactamente lo que ocurrió en Alemania, donde el
proletariado comprendía mucho más de la mitad de la población.

33
Kurt Landau

La contrarrevolución comenzó bajo influencia reformista y centrista,


porque la mayoría de los consejos se negaron a tomar el poder político
y destruir la maquinaria estatal contrarrevolucionaria, optando en
cambio por la convocatoria de una Asamblea Nacional. El “gobierno
socialista”, protegido por esta mayoría, se puso a la cabeza del aparato
estatal burgués y reprimió por la fuerza cualquier intento del
proletariado revolucionario de alcanzar el socialismo.

Sin embargo, una vez que quedó claro que el proletariado alemán era
incapaz de tomar el poder político y alcanzar el socialismo, perdió su
liderazgo sobre la vacilante masa pequeñoburguesa, que a su regreso
de la guerra había sido despertada a la vida política por la revolución
proletaria, y había soñado con un nuevo orden social. Una vez que el
proletariado se dio cuenta de que la contrarrevolución democrática
había pasado a la ofensiva, intentó, lleno de dudas, recuperar lo que
había desperdiciado en noviembre. Pero ya era demasiado tarde para
salvar la Revolución de Noviembre, y demasiado pronto para iniciar
una nueva, dado que el reagrupamiento masivo en la izquierda sólo
podía ocurrir como resultado de la experiencia de las masas en la
contrarrevolución democrática. Así, la insurrección de enero de 1919,
a pesar de su heroísmo, supuso la derrota del joven Partido Comunista
y de sus dirigentes Luxemburgo y Liebknecht, a quienes una vanguardia
impaciente y vacilante había empujado a una acción equivocada.

34
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

EL FIN DE LA PRIMERA REVOLUCIÓN PROLETARIA


EN ALEMANIA

Aquellos críticos del proletariado alemán cuyo criterio es la catástrofe


de marzo de 1933, que llegaron a la conclusión de que el proletariado
alemán no es revolucionario o que el marxismo es inútil, deberían
estudiar la trágica y heroica historia de la Revolución Alemana. Desde
noviembre de 1918 hasta la insurrección de enero de 1919, la vanguardia
revolucionaria alemana se vio envuelta en una lucha desesperada,
llena de sacrificios, en el intento de impedir el restablecimiento de la
sociedad burguesa. Miles de trabajadores murieron y la flor de la
vanguardia fue asesinada, entre ellos Rosa Luxemburgo, Karl Liebknecht
y Leo Jogiches. Al levantamiento de enero le siguió la Comuna de
Munich, donde murieron marxistas revolucionarios como Eugène
Leviné y anarquistas destacados como Gustav Landauer.

Después vino el Putsch Kapp, un ensayo general de una contrarre-


volución feudal, cuyo objetivo era destruir la democracia burguesa.
Una vez más, como en Noviembre de 1918, todo el proletariado se
levantó y derrotó a la contrarrevolución militarista. Una vez más, la
vanguardia intentó llevar la revolución hacia la toma del poder
político, y una vez más fue aplastada en una terrible y sangrienta
guerra civil por la contrarrevolución democrática encabezada por el
Partido Socialdemócrata Alemán. Al Putsch de Kapp le siguió la
insurrección en Alemania central en 1921, uno de los episodios más
sangrientos de la Revolución Alemana.

Finalmente llegó 1923. Entonces estábamos cerca de la victoria


proletaria: la dirección del Komintern y del Partido Comunista Alemán
(Brandler) fueron ciertamente responsables de que la revolución fuera
estrangulada en su nacimiento. Sin embargo, incluso en declive, la
primera Revolución Alemana de 1918-23 fue capaz de realizar hazañas
como la heroica insurrección de una pequeña minoría en Hamburgo.

35
Kurt Landau

LA BANCARROTA DE LA REPÚBLICA BURGUESA


La nueva fase de relativa estabilidad capitalista que duró hasta 1929
encontró al proletariado alemán debilitado por cinco años de guerra
civil. Una segunda revolución fue posible una vez que la crisis produjo
nuevas luchas. Surgieron nuevas situaciones revolucionarias, pero las
condiciones eran mucho más difíciles que en la Revolución de
Noviembre.

Mientras que en 1918 los pequeñoburgueses se habían comprometido


confiadamente con el proletariado, en 1923 la clase trabajadora,
profundamente desilusionada, abandonó la arena política, y durante
1922-23 gran parte de la pequeña burguesía se pasó al fascismo.

Las corrientes reformistas en la clase trabajadora se vieron fortalecidas


por la mejora de la situación económica en los cinco años posteriores a
la crisis de 1923, al igual que las tendencias democráticas conservadoras
y democráticas burguesas en la clase media. Sin embargo, en 1929 la
crisis estalló con una violencia sin igual, y cuando las masas entraron
en acción, la pequeña burguesía y el campesinado aparecieron como
enemigos de la clase obrera, y se arrojaron en brazos de los fascistas.

En tal situación, si la estrategia del proletariado revolucionario hubiese


podido unir a toda la clase trabajadora y, por lo tanto, aparecer como
la única solución para importantes sectores de la pequeña burguesía,
la nueva revolución proletaria hubiera sido espontánea y primitiva,
como en noviembre. Si, por otra parte, el proletariado revolucionario,
debido a la incapacidad de la dirección del Partido Comunista, fuese
incapaz de realizar esa tarea, la contrarrevolución fascista derrotaría
primero a la vanguardia aislada y luego al proletariado en su conjunto.
Eso fue lo que realmente sucedió, debido a la traición reformista y a la
reaccionaria política pequeñoburguesa del stalinismo.

En febrero de 1933, el proletariado revolucionario, aislado de las


masas trabajadoras, fue aplastado sin intentar la más mínima
resistencia. Fue bajo el terror que se desató entonces, que el heroísmo
de cientos de miles de detenidos y torturados demostró la gran fuerza
revolucionaria y moral del proletariado alemán, incluso cuando había
sido engañado, traicionado y derrotado.

36
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE EN ASTURIAS,


EL PUENTE ENTRE LAS REVOLUCIONES
DE ABRIL Y JULIO
El levantamiento de octubre en Asturias se produjo entre la
Revolución Democrática de Abril y la Revolución Socialista de Julio.
Todas las cuestiones que la Revolución de Julio abordó o resolvió se
pusieron por primera vez en el orden del día durante el levantamiento
de Octubre. La Comuna de Oviedo no podría haberse creado sin la
comprensión de la necesidad de unidad en la lucha de todas las
organizaciones de la clase trabajadora de Asturias.

La Revolución de Octubre en Asturias creó el comité revolucionario, la


nueva forma de poder, que en la Revolución de Julio surgió en toda
España. Cuando los trabajadores estaban organizados en partidos
políticos separados, el comité tomó la forma de una alianza de todos
los partidos y sindicatos de trabajadores. Donde dominaba una única
organización de trabajadores, el comité era el ejecutivo local de todas
las organizaciones revolucionarias. En innumerables aldeas dispersas,
donde no había ninguna organización revolucionaria, los comités
estaban formados por campesinos conocidos por ser antifascistas o
enemigos de la Iglesia.

La milicia revolucionaria con sus dirigentes electos surgió en el heroico


mes de octubre en Asturias y durante la lucha en Oviedo. Mostró a la
clase trabajadora española por primera vez que no sólo era capaz de
iniciar la construcción de un nuevo orden social y de crear una nueva
autoridad política revolucionaria, sino que también tenía la capacidad
de defenderla con las armas en la mano.

Las lecciones de Asturias en octubre produjeron cambios en la conciencia


de los trabajadores españoles y sus organizaciones revolucionarias, que
se demostraron en toda su profundidad y amplitud por primera vez en
julio. Décadas de tradición de acción revolucionaria aislada y local,
quedaron finalmente sepultadas en octubre, cuando Asturias enseñó
al proletariado español que el Estado burgués moderno posee la
capacidad de ejercer la violencia organizada más concentrada que
jamás haya existido. La clase trabajadora vio con sus propios ojos, que
la derrota era inevitable si el Estado burgués era capaz de concentrar
sus fuerzas armadas.
37
Kurt Landau

Sin embargo, eso sólo era posible si la revolución no se generalizaba


para involucrar a todo el país y a todos los explotados. Sin embargo,
una revolución tan completa sólo es posible mediante la alianza de
todas las fuerzas de la clase trabajadora, así como de las masas de la
pequeña burguesía y los campesinos. Tal alianza sólo será efectiva si,
durante la lucha, la clase trabajadora logra centralizar todas estas
fuerzas y crear una disciplina revolucionaria, para oponerse a las
fuerzas disciplinadas y centralizadas de la contrarrevolución.

La alianza del proletariado con las capas trabajadoras no proletarias de


la población, especialmente el campesinado pequeño y mediano,
encuentra su expresión más acabada en organizaciones revolucionarias
combativas, como la Comuna de 1871, los consejos de la Revolución
Rusa y los Comités, que se formaron por primera vez en Asturias
durante la Revolución de Octubre. Ciertamente, los comités (consejos,
comunas) eran también órganos de las diferentes tendencias prole-
tarias; políticamente formaban un marco único, mientras que dentro
del proletariado seguían existiendo diferentes tendencias filosóficas y
políticas. El intento de superar artificialmente las diferentes tendencias
históricas del proletariado mediante la formación de un partido
político unido no resultará en la unidad de la clase trabajadora. Al
contrario, producirá divisiones políticas más profundas. Inmediata-
mente se hizo evidente que las viejas divisiones persistían dentro de
un partido artificialmente unido, los desacuerdos existentes se
agudizarían, precisamente porque las esperanzas de unidad se habían
visto frustradas.

La unidad política de la clase obrera y la creación de un partido


revolucionario de masas sólo son posibles si la corriente revolucionaria
dentro de la clase obrera vence en la lucha ideológica, ganando a la
clase, es decir, mediante una renuncia consciente a los métodos
violentos, denunciatorios y terroristas, aislando así a la clase obrera de
los representantes de las ideas burguesas y pequeñoburguesas en el
seno de la clase obrera.

38
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

Sin embargo, esto presupone un largo período de evolución que


generalmente incluirá el período de la dictadura proletaria, por lo que
no se completará bajo el dominio burgués. Por el contrario, la unidad
sindical de la clase trabajadora es un gran paso adelante, que ayudará
al proletariado a tomar la dirección de las masas pequeñoburguesas y
ayudará al proceso de unificación, siempre que se base en una
auténtica democracia obrera.

39
Kurt Landau

LA RETIRADA DESPUÉS DE OCTUBRE


Y LA NUEVA ERA DEMOCRÁTICA

Todas las revoluciones desarrollan la capacidad de lucha y la


conciencia de clase de la clase revolucionaria. Las revoluciones son el
período más importante en la vida de cualquier sociedad y en la
formación de una clase. Les sigue, incluso en caso de victoria, un cierto
letargo entre las fuerzas activas, una disminución de su ritmo de
desarrollo. Así como los individuos no pueden permanecer en un
estado de éxtasis para siempre, una clase revolucionaria tampoco
puede mantener un estado de tensión revolucionaria por mucho
tiempo.

Esto es así en todas las revoluciones, y es doble o triplemente cierto en


una revolución derrotada. Sin embargo, una clase que lucha se salva
de la descomposición interna que es la consecuencia inevitable de la
derrota sin lucha. La temperatura revolucionaria desciende brusca-
mente, pero no a cero.

Esa verdad quedó demostrada tras la derrota de la Revolución


Asturiana en octubre. Nuevas ilusiones democráticas se desarrollaron
entre las masas trabajadoras. La heroica lucha de Oviedo no fue
olvidada, ni desapareció de la conciencia de las masas trabajadoras,
sino que fue relegada a un nivel subconsciente.

Con el tiempo, los desacreditados líderes liberales recuperaron


protagonismo y los campeones de la fraseología democrática se
aprovecharon de la desgracia del pueblo. Ellos fueron los que se
beneficiaron de la semilla sembrada en octubre. La breve supremacía
de Azaña y Martínez8 se debió enteramente al hecho de que
organizaciones clave que habían estado del lado revolucionario en
octubre se habían convertido en animadores de los políticos liberales.

8
Diego Martínez Barrio (1883-1962), líder de la Unión Republicana, fue brevemente Primer
Ministro en España en 1933, y nuevamente en 1936, cuando intentó negociar con los generales
golpistas.
40
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

La tendencia democrática de la clase trabajadora, que iba desde


Indalecio Prieto y González Peña hasta Largo Caballero e incluso Jesús
Hernández, llevó a Azaña al poder político. Luego trató de persuadir a
los trabajadores para que renunciaran tanto a sus demandas socialistas
revolucionarias como a sus intereses de clase. Esta subordinación del
proletariado a la hegemonía política de la burguesía liberal fue, y sigue
siendo, la esencia del Frente Popular.
Las ilusiones democráticas de las masas alcanzaron su punto más alto
durante las elecciones de Febrero. Sin embargo, estas ilusiones
comenzaron a evaporarse en el mismo momento. El período de cinco
meses entre las elecciones de Febrero y la Revolución de Julio mostró
cuán arraigadas estaban las lecciones de la Revolución de Octubre y
cuán temporales fueron las ilusiones democráticas.
Los líderes del Frente Popular esperaban que, después de la victoria
electoral, las masas revolucionarias abandonaran la lucha política y
dejaran la dirección política en manos del gobierno liberal. Sin
embargo, sucedió exactamente lo contrario. Las masas revolucionarias
no esperaron la amnistía prometida por el Frente Popular, sino que
atacaron las cárceles y liberaron a los presos políticos obreros. El
levantamiento revolucionario de las masas entregó los municipios a los
comités de trabajadores. De Febrero a Julio una violenta oleada de
huelgas se extendió por todo el país, los campesinos revolucionarios
comenzaron a apoderarse de los latifundios, mientras el Instituto de
Reforma Agraria todavía examinaba el alcance y la naturaleza de la
reforma agraria. La revolución se profundizó y arrojó su sombra sobre
todo el país.

Si bien el ascenso revolucionario fue evidente en todo el país, la


política del gobierno democrático mostró la naturaleza profunda-
mente reaccionaria del Frente Popular y la quiebra de aquellos líderes
obreros que habían instado a la clase trabajadora a ingresar en él. El
poder político, económico y cultural de la Iglesia católica quedó
indiscutido y el liderazgo de las fuerzas armadas, especialmente del
ejército, fue confiado a generales reaccionarios, opositores a la
República. La autonomía regional para las minorías nacionales no se
implementó y la reforma agraria fue una caricatura miserable de la
redistribución de las grandes propiedades, largamente postergada.

41
Kurt Landau

Por el contrario, el gobierno del Frente Popular mostró gran energía y


astucia en su ataque al proletariado revolucionario. En un gesto
contundente, Azaña canceló las elecciones municipales de Mayo, en
un intento de evitar que la radicalización de las masas transformara los
concejos municipales en bastiones de la resistencia de trabajadores y
campesinos a la política traicionera del gobierno del Frente Popular.

A medida que el equilibrio de fuerzas entre la burguesía democrática y


el proletariado revolucionario se inclinaba a favor de los trabajadores,
se hacía claro, tanto para las masas populares como para los
reaccionarios, que la República no podría sobrevivir en una forma
democrático-burguesa en España. La historia había llevado la política
de la burguesía liberal y sus lacayos stalinistas y reformistas a una
bancarrota irresoluble, y sólo una sangrienta guerra civil podría
impedir que los campesinos rebeldes se apoderaran de la tierra. Nada
menos podría impedir que los trabajadores revolucionarios pusieran
fin a la propiedad privada de los medios de producción.

Esos hechos proporcionaron una plataforma para la Santa Alianza de


generales, sacerdotes, financieros e industriales. Los republicanos
conservadores, los generales monárquicos, la CEDA de Gil Robles y los
fascistas de Primo de Rivera llegaron a un acuerdo. A finales de Junio y
principios de Julio quedó claro que había llegado el momento:
revolución o contrarrevolución.

42
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

EL LEVANTAMIENTO CONTRARREVOLUCIONARIO:
PRELUDIO DE LA REVOLUCIÓN DE JULIO

El levantamiento contrarrevolucionario contra la república democrática


mostró inmediatamente la correlación real de las fuerzas de clase y de
sus representantes políticos. Del lado de la contrarrevolución estaban
la mayoría de los propietarios y los sectores decisivos del aparato
estatal, sobre todo la mayoría del ejército. Del otro lado estaba el
proletariado, una mayoría decisiva de campesinos y clases medias,
especialmente en las zonas donde había minorías nacionales. Atrapados
entre estas fuerzas sociales y políticas antagónicas se encontraba un
pequeño e insignificante grupo de liberales aterrorizados que buscaban
un compromiso y que durante 24 horas hicieron un intento ridículo y
reaccionario de impedir el armamento del proletariado.

El proletariado armado no se levantó simplemente contra la


insurrección militar. Se levantó para destruir el viejo sistema y el
Estado burgués y para crear un nuevo orden socialista. La insurrección
contrarrevolucionaria contra la república burguesa se transformó en
una revolución socialista proletaria. No cabe duda de que la primera
etapa de la Revolución de Julio habría logrado por completo la
separación total del Estado de la sociedad burguesa, si los partidos
socialista y comunista no se hubieran opuesto a ella. La maravillosa
iniciativa de las masas, las acciones confusas pero revolucionarias y
socialistas del ala izquierda de la CNT y la FAI con su apoyo masivo, y la
dirección política del POUM presionando para alcanzar el socialismo,
no fueron suficientes para neutralizar las fuerzas del reformismo
democrático y el stalinismo que se le opusieron.

43
Kurt Landau

LAS CONTRADICCIONES DE LA REVOLUCIÓN DE JULIO

A pesar de todo, la Revolución de Julio destruyó inmediatamente el


poder de la Iglesia, comenzó a implementar la revolución agraria y
llevó a cabo la liberación de las minorías nacionales oprimidas.
Inmediatamente surgieron los comités revolucionarios y crearon
fuerzas armadas obreras: las milicias. Los comités de empresa y los
sindicatos tomaron inmediatamente el control de la producción. En las
aldeas los campesinos formaron cooperativas y parte de los bosques y
las pasturas fueron asignados a los municipios.

Tales actos fueron una clara demostración de apoyo a la revolución


política y social que se desarrollaba en España, y sobre todo en
Cataluña, su región más desarrollada. Como ya hemos demostrado, la
naturaleza de clase de la revolución fue proletaria, y fue el proletariado
el que resolvió los problemas de la revolución democrático-burguesa
(las cuestiones agrarias, nacionales y religiosas) y simultáneamente
inició la lucha por el socialismo.

La etapa democrática de la revolución socialista se desarrolló hasta


ahora. La Revolución Rusa también pasó por esa fase (Octubre de 1917
a Julio de 1918), pero bajo la hegemonía política del proletariado. La
Revolución de Octubre de 1917 dio poder político al proletariado y
creó un gobierno dirigido por los bolcheviques y sus aliados, el ala
izquierda de los socialistas campesinos o socialistas revolucionarios de
izquierda.

Los comités que habían aparecido por primera vez durante la


Revolución Asturiana resurgieron en Julio, pero en lugar de convertirse
en verdaderas organizaciones de clase de trabajadores y pequeños
campesinos, esta vez se desarrollaron como parte del Frente Popular.
Los stalinistas y reformistas los vaciaron de su contenido de clase,
incorporaron a liberales burgueses y los convirtieron en meros
consejos municipales, en lugar de soviets o comunas que excluyesen a
la clase explotadora.

44
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

La Revolución de Julio no tomó el poder estatal, por lo que el antiguo


aparato estatal no fue destruido, sino reformado. El gobierno de Largo
Caballero, que hizo esfuerzos desesperados por revivir el parlamento
en su pretensión de ser democrático, fue un esfuerzo tragicómico de
los stalinistas y reformistas para erigir una dictadura de la pequeña
burguesía revolucionaria, similar a la de una Convención jacobina,
durante una revolución proletaria. Cuando, durante la Revolución
Francesa, la Convención expulsó a la Gironda e inauguró una dictadura
terrorista contra los reaccionarios feudales, pudo basarse en el apoyo
de los campesinos a quienes había entregado la tierra. La dictadura de
los jacobinos fue el gobierno más revolucionario posible en las
condiciones sociales y económicas de una revolución burguesa.

En medio de una revolución proletaria, el gobierno burgués de Largo


Caballero fue incapaz de basarse en masas armadas e independientes.
Por el contrario, tuvo que combatir y destruir la acción independiente
de masas para presentarse como un gobierno burgués democrático
con un ejército profesional opuesto al pueblo revolucionario. En
contraste con el gobierno reaccionario de Largo Caballero, el Consejo
de la Generalitat en Cataluña representó un régimen pequeñoburgués
genuino, aunque transitorio. Los consejeros no eran en realidad
ministros, ya que respondían ante el comité revolucionario corres-
pondiente. Cada comité tenía una mayoría de representantes de
organizaciones proletarias y una minoría de la Esquerra pequeño-
burguesa. El Consejo de la Generalitat era una mezcla de gobierno
burgués y organización de doble poder.

Una combinación así no puede durar. O las fuerzas revolucionarias


tomarán el poder, lo que no significa necesariamente que la Esquerra
pequeñoburguesa quede completamente excluida, siempre que no se
oponga al programa del gobierno revolucionario de transformar los
municipios en organizaciones de clase, o los stalinistas y sus aliados
crearán una coalición burguesa de gobierno del tipo Largo Caballero. El
tiempo aclarará el papel de Esquerra en esta lucha: hasta ahora su
estrategia consiste en un discreto abstencionismo. En cualquier caso,
la actitud democrático-reaccionaria de los stalinistas reforzó la
tendencia de la masa pequeño-burguesa a resistir.

45
Kurt Landau

En contraste, el gobierno de Largo Caballero, a pesar de sus represen-


tantes obreros, es una organización completamente burguesa que está
tratando de sobrevivir durante una revolución proletaria. A diferencia
del Consejo de Cataluña, sus ministros son independientes, ya que no
están bajo el control de las organizaciones obreras revolucionarias.
Lamentablemente, los políticos revolucionarios en el extranjero no
han logrado comprender la diferencia fundamental entre el gobierno
de Cataluña y el de Madrid, al que idealizan como un gobierno
revolucionario no burgués.9

El gobierno burgués de Madrid puede mantenerse sólo porque la clase


obrera lo ha tolerado bajo la influencia stalinista y reformista y
porque, lamentablemente, hasta ahora ha podido convencer incluso a
la CNT. El gobierno de Largo Caballero, por muy conservador que sea,
es el gobierno más débil que conoce la historia. Después de todo,
existe sólo porque las masas creen que es una fachada diplomática
necesaria para el consumo extranjero. El llamado “gobierno” carece de
fuerzas propias de represión, e incluso de la sombra de una autoridad
real.

¿Significa esto que surgirá un gobierno obrero revolucionario, evitando


esta organización fantasmal? No podemos estar seguros de que se
produzca un desarrollo tan rápido. La cuestión del poder estatal se
convierte cada vez más en la cuestión decisiva para la revolución, pero
no se resolverá de forma aislada. Los acontecimientos revolucionarios
han producido nuevas relaciones sociales y económicas que no
pueden desarrollarse en el contexto del Estado burgués. Además, no
es casualidad que, a pesar de los cambios revolucionarios en las
condiciones de producción, las líneas generales de las relaciones de
propiedad sigan sin estar claras. Se abolirá la propiedad privada de los
medios de producción, pero la voluntad de establecer el socialismo
aún no es una realidad en las fábricas.

El desarrollo posterior de la revolución, su consolidación, es decir, la


solución final de las tareas socialistas y democráticas –en resumen, el
paso de la fase democrática a la socialista de la revolución socialista–
sólo es posible si el proletariado toma y consolida el poder del Estado.
Y esto debe basarse en la democracia obrera más amplia.
9
Por ejemplo el periódico francés Que Faire?, n.° 24, p. 21
46
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

No hay mayor peligro para una revolución que un largo período de


estancamiento mientras el proletariado, contenido por sus dirigentes,
se abstiene de tomar el poder estatal. El hierro debe golpearse
mientras esté caliente. Una revolución sólo puede salir victoriosa si el
estado más elevado de energía revolucionaria se apodera de todo el
proletariado. Durante un período de estancamiento, un número cada
vez mayor de trabajadores recaen de una condición de actividad a una
de pasiva expectativa. Los sólidos vínculos entre la vanguardia
proletaria y las masas se debilitan.

La confianza de las masas puede cambiar. Las energías revolucionarias


deben forjarse en la lucha. Cuanto más largo es el período de
estancamiento, más fuerte se vuelve el viejo aparato estatal. Esto se
verá reforzado por nuevas fuerzas que intentarán reimponer
violentamente el control sobre las masas, a medida que estas últimas
se retiren de la victoria que durante los días de la revolución parecía
estar a su alcance.

47
Kurt Landau

LA CORRELACIÓN DE FUERZAS DURANTE


LA REVOLUCIÓN DE JULIO
Durante la Revolución Alemana de 1918, la sociedad burguesa pudo
encontrar apoyo en las tendencias democráticas dentro del proleta-
riado, en la reaccionaria socialdemocracia, e, indirectamente, en el
USPD reformista de clase media. Esa alianza rápidamente se volvió
más fuerte que las fuerzas revolucionarias encabezadas por los espar-
taquistas y los delegados sindicales revolucionarios. En la Revolución
Española las divisiones son similares, pero la correlación de fuerzas es
muy diferente. El Partido Socialista, particularmente el grupo de
Prieto, está tan obsesionado con la necesidad de la democracia
burguesa como lo estaba la socialdemocracia alemana en 1918. El
hecho de que las masas del Partido Socialista se lanzaran a la lucha por
el socialismo no altera eso. En cuanto al Partido Comunista, su política
guarda un sorprendente parecido con la actitud vacilante y contra-
dictoria del USPD.

Es cierto que también existen diferencias importantes. Los dirigentes


centristas, socialdemócratas y pacifistas del USPD no tenían una
perspectiva realmente clara de las tareas del proletariado en la
revolución. En realidad, tampoco habían roto con su herencia teórica
reformista. Los stalinistas de la Revolución Española son bastante
diferentes. Sus convicciones democráticas y pacifistas no son genuinas,
sino importadas de Moscú. Estos “bolcheviques” stalinistas creen que
la mejor manera de defender la Unión Soviética es copiar lo más
fielmente posible las formas externas de las democracias burguesas
occidentales. Ésa es la razón principal de la naturaleza aparentemente
democrática de la nueva constitución soviética, que en realidad no es
más que un nuevo envoltorio de la dictadura stalinista ilimitada sobre
el Partido Bolchevique y el proletariado, y la usurpación total del
poder político por una facción política todopoderosa.

El stalinismo intenta confinar por la fuerza la revolución proletaria


española dentro del molde de una república democrática para que las
democracias burguesas occidentales no se alarmen. Las consecuencias
objetivas de esa maniobra democrática son tan reaccionarias como la
política pequeñoburguesa de los independientes alemanes en 1918-
1919.

48
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

Durante la Revolución Alemana, el bloque democrático del SPD y el


USPD era dominante, no sólo entre la abrumadora mayoría de los
trabajadores, sino incluso, en menor medida, en las principales
fábricas. Los delegados sindicales revolucionarios que encarnaban al
proletariado socialista revolucionario, junto con la Liga Espartaco, se
acercaron al USPD y quedaron en parte bajo su influencia ideológica. El
grupo espartaquista era la única fuerza revolucionaria consistente. La
tragedia de la Revolución Alemana fue que su tremenda velocidad (las
decisiones más importantes se tomaron entre el 9 de noviembre y
mediados de enero de 1919) hizo imposible que los espartaquistas
ganaran a los delegados sindicales revolucionarios y a la izquierda del
USPD. Los acontecimientos cambiaron más rápidamente que la
conciencia de las masas en lucha.

La Liga Espartaco, que había estado aliada del USPD hasta finales de
1918, se escindió en los últimos días del año y formó el KPD, perdiendo
así la posibilidad de influir directamente en el cambio de conciencia de
los miembros del USPD. El joven y aislado KPD fue derrotado en enero.
Sin embargo, la correlación de fuerzas entre los campos revolucionario
y democrático en la Revolución Española es muy diferente a la de
Alemania en 1918.

La alianza democrática de Prieto, Hernández y Díaz es terriblemente


débil en comparación con la alianza del SPD y el USPD en la Revolución
Alemana. La razón de la debilidad de la alianza democrática es que sus
experiencias desde Abril de 1931 hasta Julio de 1936 han dejado a las
masas con muy pocas ilusiones sobre la democracia, mientras que en
1918 en Alemania estas ilusiones eran enormes. La misma causa que
explica la debilidad de la alianza democrática (la desaparición de las
ilusiones sobre la democracia) ha producido fuerzas socialistas
revolucionarias que son mucho más fuertes que las de Alemania en
1918.

49
Kurt Landau

Es cierto que la CNT y la FAI todavía están evolucionando y también es


cierto que esa evolución se verá obstaculizada por la postración de los
stalinistas ante la democracia burguesa. El ala izquierda sustancial de
la CNT y la FAI, cuyas deficiencias requieren una discusión desapasionada
y amistosa, no tiene fe en la democracia burguesa, en los consignas de
solidaridad nacional, colaboración de clases, o revolución desde arriba,
y es una fuerza revolucionaria de la mayor magnitud por su signifi-
cación histórica. El futuro de la Revolución Española dependerá de una
mayor comprensión por parte de la FAI y la CNT de la necesidad de
una revolución proletaria y de su resistencia a la influencia reaccionaria
del stalinismo, que no ha logrado del todo su intento de vincularlos a
la democracia burguesa. El POUM tiene la tarea de reagrupar las
fuerzas revolucionarias sobre la base de un programa socialista, tal
como lo hizo la Liga Espartaco en Alemania.

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LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

EL CARÁCTER DE CLASE DE LA GUERRA


REVOLUCIONARIA: ¿DEMOCRÁTICA O SOCIALISTA?

Las fuerzas revolucionarias de la clase trabajadora española necesitan


unirse al socialismo. Todos los esfuerzos de las fuerzas democráticas
están destinados a fortalecer la república democrática, amenazada por
la guerra. Exigen “un gobierno fuerte” libre de controles obreros
inconvenientes debido a “la necesidad de una victoria militar”, la
despolitización del ejército, la restauración de los poderes de los
oficiales del ejército y la reconstrucción de la fuerza policial. Se niegan
a abordar de manera revolucionaria la cuestión de la producción
industrial y exigen la unidad de la nación, desde los liberales hasta los
anarquistas. Nada podría ser más reaccionario que tal concepción de
las “necesidades de la guerra”.

La guerra, definida como la continuación de la política por otros


medios, tiene, como toda política, un carácter de clase específico, y es
sólo en ese contexto que la clase dominante necesita librar una
guerra.

En Francia, por ejemplo, las guerras más destacadas de la burguesía en


ascenso fueron las luchas burguesas nacionales que proclamaban una
ideología nacional revolucionaria. Durante la guerra de la Convención
fue la lucha de clases de los pequeñoburgueses, los trabajadores y los
campesinos contra la gran burguesía de la Gironda la que dio un
impulso revolucionario a la guerra contra las potencias feudales.

En nuestro tiempo, la burguesía decadente que persigue guerras, no


de liberación nacional sino de saqueo imperialista, no puede basarse
en la iniciativa espontánea de las masas ni puede desatar su fuerza.
Para poder emprender guerras imperialistas contra los intereses
básicos de sus propios pueblos, tanto los Estados democráticos como
las monarquías imperialistas tienen que instalar una dictadura militar
en sus países, despolitizar el ejército, prohibir las huelgas e imponer la
conformidad nacional mediante la censura y el control político
policíaco.

51
Kurt Landau

La perspectiva reaccionaria de la democracia española, desde Azaña


hasta José Díaz, consiste en una dictadura militar sobre una república
democrática, similar a la que gobernó Francia durante 1914-18. Si el
proletariado se deja persuadir a llevar a cabo la lucha contra la contra-
rrevolución a la manera de una guerra burguesa bajo una dictadura
militar “democrática”, en el curso de la guerra surgirá un nuevo aparato
reaccionario burgués, y esto, en caso de victoria, volverá sus armas
contra el proletariado revolucionario. La desilusión y el desencanto de
las masas que seguirían a tal victoria serían la base para el crecimiento
del fascismo, que a su vez se vería fortalecido por la desilusión de las
masas y por la incapacidad de las fuerzas “democráticas” para atraer el
apoyo de las masas.

Sin embargo, una victoria sobre la contrarrevolución bajo el liderazgo


político de una burocracia militar y una administración democrática es
muy improbable. Durante los primeros tres meses de la guerra, la total
falta de armas modernas de las milicias convenció incluso al proleta-
riado de la creencia falsa y perniciosa de que las armas modernas eran
todo lo que se necesitaba para asegurar la victoria sobre la contrarre-
volución.

Hay que reconocer que ninguna guerra, cualquiera que sea su carácter
de clase, puede ganarse sin armas. Sin embargo, la revolución no
triunfará sobre la contrarrevolución debido a su técnica militar superior.
De eso no puede haber ninguna duda. El imperialismo es tan poderoso
y la revolución proletaria amenaza tanto su dominación, que la contra-
rrevolución siempre podrá contar con un suministro superior de
armas. Si el éxito en una guerra así dependiera principalmente de la
técnica militar, entonces la derrota sería rápida e inevitable. La técnica
militar es un elemento indispensable, pero no decisivo, en la guerra.
Las armas modernas son utilizadas por personas vivas, cuya voluntad
de victoria depende de su moral. Cuanto más dure la guerra y cuanto
más aumenten sus aspectos repugnantes, más determinará la moral la
convicción de que la causa es justa. La paga y el espíritu de aventura
son insuficientes para sostener una guerra larga y sangrienta. El
heroísmo y la entrega de los combatientes están determinados por sus
ideas, no simplemente por la paga de un soldado.

52
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

La revolución derrotará a la contrarrevolución sólo cuando el soldado


proletario se identifique con el trabajador socialista, que ha creado un
nuevo orden social, y cuando el soldado campesino se identifique con
el campesino libre que se ha apoderado de la tierra de los patrones.

Ganar la guerra requiere un ejército revolucionario, en el que los


soldados elijan y controlen a sus oficiales y permanezcan firmemente
vinculados con la revolución obrera. También es necesario el heroísmo
ilimitado de la retaguardia, que soporta una carga aplastante de trabajo,
hambre, bombardeos y enfermedades, con la profunda convicción de
que está luchando por una causa justa. Sólo los tontos pueden creer
que el heroísmo de los trabajadores en las fábricas puede despertarse
con la expectativa de tener que trabajar para los explotadores después
de la victoria, bajo el glorioso gobierno del Señor Azaña. La guerra y la
revolución no son dos fenómenos separados, sino aspectos diferentes
del mismo proceso.

La contrarrevolución inició la guerra para impedir una revolución


proletaria. Su fracaso precipitó una insurrección. En consecuencia,
desde las Jornadas de Julio, la guerra ha cambiado de carácter. Lo que
comenzó como una guerra de reacción contra la república burguesa,
que contenía las semillas de la revolución socialista, se ha convertido
en una guerra feudo-capitalista. Esta guerra ahora cuenta con el apoyo
del capitalismo mundial, ya sea directamente mediante la intervención
de los estados fascistas, o indirecta y secretamente mediante la ‘no
intervención’, ya que esta última equivale a un bloqueo contra la
revolución proletaria.

La lucha de la República revolucionaria española se perderá en una


guerra democrática burguesa. La burguesía occidental actúa no sobre
la base de una ideología, sino en interés del saqueo imperialista. Para
ganar tal guerra, la dirección militar tendría que destruir la única
fuerza que podría traerle la victoria: la energía socialista revolucionaria
del proletariado. La victoria militar sobre el capitalismo feudal sólo
puede lograrse mediante una guerra de clases socialista.

Sin embargo, para que la guerra adopte esa forma, sería necesario
demoler aquellas instituciones democrático-burguesas que todavía se
oponen al desencadenamiento de la revolución socialista.

53
Kurt Landau

Dentro del proletariado chocan irreconciliablemente dos líneas, dos


programas, dos principios: la línea democrática, de una dictadura
militar de la burguesía democrática, representada por el reformismo y
el stalinismo, que abandona la revolución socialista en nombre de una
guerra por la democracia, y la línea Socialista apoyada por las fuerzas
Anarco-revolucionarias.

Desafortunadamente, muchos anarquistas vacilan sobre esta cuestión,


influidos por un lado por la presión de la democracia y por el otro por
el programa de poder obrero del POUM. Cualquier trabajador serio,
cualquiera que sea la organización a la que pertenezca, tiene que
decidir entre estos dos programas. Los anarquistas, si quieren lograr
aquello por lo que lucharon y murieron sus mejores hombres, se verán
obligados a luchar contra la tendencia democrático-burguesa dentro
de sus propias filas.

Los trabajadores comunistas, e incluso algunos de sus líderes, que hoy


dudan y retroceden ante su ruptura con la revolución proletaria (la
existencia de tales personas no es ningún secreto), tienen que tomar
una decisión. Tal vez recuerden que la Revolución Húngara de 1919
tuvo que librar una lucha desesperada contra los checos y los rumanos.
¿Recuerdan también que, a pesar de todo, los comunistas húngaros
intentaron dirigir y no reprimir la revolución obrera? Los errores que
cometieron fueron en la dirección opuesta: no distribuyeron la tierra a
los campesinos, no para evitar un enfrentamiento con los terra-
tenientes y los bancos agrícolas, sino para crear grandes empresas
socialistas.

A pesar de su heroísmo, los comunistas húngaros fueron derrotados


porque no lograron ganarse el apoyo de los campesinos para la
revolución socialista y porque, al unirse con los reformistas en un solo
partido, tuvieron que luchar contra el reformismo dentro de ese
partido. Los revolucionarios genuinos (incluidos los elementos socialistas
revolucionarios dentro del Partido Socialdemócrata) que permanezcan
dentro del mismo partido que aquellas fuerzas reaccionarias que
quieren transformar la lucha revolucionaria en una guerra democrático-
burguesa, compartirán la responsabilidad histórica por la política
reaccionaria del stalinismo y el reformismo.

54
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

Por supuesto, llegará un momento en que los stalinistas intentarán


aplastar a las fuerzas socialistas revolucionarias para llevar a cabo una
guerra burguesa. Todo trabajador revolucionario con conciencia de
clase tendrá entonces que decidir entre el socialismo y aquellas
fuerzas que sólo pueden lograr sus objetivos reaccionarios aplastando
a la vanguardia obrera revolucionaria. No es ningún secreto que el
tono de algunas polémicas contra “La Batalla” y de esos carteles
stalinistas en Madrid que sugieren que el POUM es la “quinta columna
de Mola” indican la preparación sistemática para una lucha violenta
contra la vanguardia revolucionaria.

55
Kurt Landau

¿QUÉ ES LA DICTADURA DEL PROLETARIADO?


No basta que los auténticos revolucionarios rompan con las ideas
democrático-reaccionarias para asegurar la victoria final de la revolución
proletaria en España. Tendrán que descartar muchas concepciones
profundamente arraigadas y apreciadas, que erróneamente consideran
fundamentales del marxismo, pero que en realidad son generali-
zaciones superficiales derivadas de acontecimientos específicos de la
Revolución Rusa. Una de esas creencias es que la dictadura del prole-
tariado debe ser ejercida por un solo partido: el Partido Comunista. De
hecho, tanto la forma como el contenido de la dictadura proletaria
están determinados por leyes completamente diferentes. El prefacio
de Engels a La guerra civil en Francia de Marx10 muestra que la
Comuna de París de 1871 fue precisamente una dictadura proletaria.
Sin embargo, su característica más llamativa fue que estaba dirigido
por una variedad de fuerzas revolucionarias (proudhonistas, blanquistas,
etc.).

Tanto Marx, en su carta a Kugelmann 11, como Lenin, en su obra


maestra teórica, El Estado y la Revolución, han demostrado que la
dictadura proletaria consiste, en primer lugar, en el derribo de la vieja
maquinaria estatal burguesa, y en segundo lugar, en la creación de un
nuevo poder revolucionario que aboliera la burocracia estatal y la
separación entre el ejecutivo y el legislativo. La clase trabajadora se
gobernará a sí misma a través de sus propias organizaciones revolucio-
narias (soviets o comunas). Según Marx, Engels y Lenin, como la
dictadura del proletariado es revolucionaria, obrera y socialista, es la
forma más desarrollada de democracia obrera.

Incluso cuando los contrarrevolucionarios capitalistas y feudales sean


finalmente destruidos por una victoria proletaria en una guerra civil, la
dictadura obrera necesitará recurrir al terror. La necesidad de mantener
una fuerza para reprimir al enemigo derrotado desaparecerá sólo
después de un largo período de transición de una economía capitalista
a una socialista, tiempo durante el cual seguirán existiendo los
elementos sociales, culturales y políticos que podrían apoyar una
contrarrevolución capitalista.

10
F. Engels, Introducción a La Guerra Civil en Francia, en H. Draper (ed.), Karl Marx y Friedrich
Engels: Escritos sobre la Comuna de París, Nueva York. 1971, p. 34.
11
K. Marx, Cartas al Dr. Kugelmann, Londres, sin fecha, p. 123.
56
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

Sólo después de un largo período de desarrollo hacia un sistema de


producción completamente socialista serán superadas las relaciones
sociales burguesas. En la medida en que desaparezca la necesidad de
tal represión, el Estado será reemplazado por una sociedad socialista
libre.

Es evidente que una sociedad así no podría desarrollarse mientras una


economía socialista en un solo país, como España, estuviera vinculada
al mercado capitalista mundial. Una revolución proletaria en España
no podría sobrevivir indefinidamente mientras siguiera enfrentada a
una Europa contrarrevolucionaria. La intervención de Hitler y
Mussolini en la Guerra Civil y el sabotaje de Francia e Inglaterra son
prueba clara de que el poder revolucionario de los trabajadores en
Rusia fue creado por una coalición de dos fuerzas; los bolcheviques y
los socialrevolucionarios de izquierda. Sin embargo, otros partidos,
como los mencheviques, que no formaban parte del gobierno
revolucionario, permanecieron dentro de los soviets. Nos falta espacio
aquí para estudiar el proceso mediante el cual los bolcheviques
quedaron como el único partido en los soviets. Nos alejaría demasiado
de nuestro tema explicar cómo, en Rusia, a pesar de las teorías de
Marx y Engels y de la sangrienta resistencia de los bolcheviques-
leninistas, la dictadura del proletariado cristalizó, no en un Estado-
comuna, sino en la creación de una nueva burocracia. Tenemos aún
menos espacio aquí para describir cómo los ‘bolcheviques’ stalinistas,
en lugar de avanzar hacia una democracia obrera, arrebataron el
poder al proletariado. El mecanismo stalinista consiste en aplicar los
métodos de la lucha de clases, no contra la burguesía, sino contra la
propia clase trabajadora, especialmente su vanguardia. Así, el poder
obrero degeneró en una dictadura terrorista de la camarilla stalinista.

Bajo la democracia burguesa, los trabajadores han tenido que ceder


terreno algunas veces a elementos burgueses y feudales (la nueva
derecha electoral). El retroceso de la Revolución Rusa se ha producido
en flagrante y creciente contraste con los cambios en las condiciones
económicas que han tenido lugar en la última década. ¿Quién puede
dudar de que durante este enorme desarrollo industrial, cuando la
agricultura estaba siendo colectivizada, surgieron nuevas condiciones
sociales que requieren una profunda reforma política del Estado
soviético?

57
Kurt Landau

El nuevo y joven proletariado soviético, producto de un tremendo


crecimiento económico y concentrado en nuevos y gigantescos
centros industriales, no tolerará la camisa de fuerza de una dictadura
burocrática sin control. El estímulo del desarrollo económico y el
desarrollo de fuertes fuerzas culturales dentro del proletariado claman
por una nueva época de democracia obrera. Eso significaría
democracia no sólo dentro del partido gobernante, en las fábricas y en
las organizaciones de trabajadores. Sobre todo, significaría la completa
independencia de los sindicatos del aparato estatal y la libertad para
todas las tendencias de la clase trabajadora que reconozcan la
dictadura soviética y trabajen por la reforma de la sociedad soviética.
Con respecto a los sindicatos, basta señalar la afirmación de Lenin
hecha durante la discusión sindical de 1920, cuando surgieron los
primeros síntomas de un aparato estatal burocrático, de que la lucha
sindical de los trabajadores era la palanca principal para el desarrollo
del movimiento socialista y el poder soviético:

“Ahora tenemos un Estado bajo el cual es tarea del proletariado


masivamente organizado protegerse, mientras que nosotros, por
nuestra parte, debemos utilizar estas organizaciones obreras para
proteger a los trabajadores de su Estado y conseguir que protejan
nuestro estado”.12

Sin embargo, la democracia obrera no puede limitarse a la libertad de


los sindicatos. Tiene que convertirse en democracia soviética. Los
órganos del poder obrero deben ser revividos, y esto sólo es posible
mediante la lucha política libre de todas aquellas tendencias dentro
del proletariado soviético que aceptan el poder soviético y la nece-
sidad de reformar la sociedad soviética. ¿Necesitamos más pruebas de
que tales demandas, a pesar de ser calificadas de “fascistas” por los
stalinistas, son necesarias para el desarrollo de la Unión Soviética y
para el triunfo final de la Revolución Rusa? ¿Es todavía necesario
proclamar que estas son las demandas de los revolucionarios,
verdaderos amigos de la Unión Soviética, que estuvieron, están y
seguirán estando completamente comprometidos con el poder
soviético?

12
V. I. Lenin, Los sindicatos, la situación actual y los errores de Trotsky, Obras completas, volumen
32, Moscú. 1977, p.25.
58
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

Es vital que en la revolución proletaria española haya una comprensión


clara de que la dictadura del proletariado tiene que combinar la mayor
democracia posible dentro de la clase revolucionaria con una
represión violenta del enemigo de clase. En España la dictadura del
proletariado estará formada por todas aquellas organizaciones obreras
que se declaren socialistas y luchen por la transformación revolu-
cionaria del Estado.

59
Kurt Landau

LA IMPORTANCIA INTERNACIONAL DE LA REVOLUCIÓN


ESPAÑOLA Y LA NECESIDAD DE UNA NUEVA ALIANZA
INTERNACIONAL DEL TIPO ZIMMERWALD
Sólo el poder obrero revolucionario, basado en la unidad de todas las
fuerzas socialistas proletarias, puede hacer triunfar la revolución y
consolidar el poder obrero. La victoria y consolidación de la revolución
sobre la contrarrevolución sólo es posible si el proletariado inter-
nacional brinda ayuda y solidaridad activa. Lo sabemos y lo decimos
abiertamente: si hemos rechazado los ataques de la contrarrevolución
a Madrid, debemos agradecerlo no sólo al heroico proletariado de la
ciudad y la resistencia de las milicias, sino también al proletariado
ruso, francés, alemán y mundial.

¿Deberíamos felicitar al gobierno del Frente Popular de Azaña por la


política de neutralidad seguida por Blum y Stalin, que permitió a los
modernos ejércitos de la contrarrevolución, frente a milicias mal
armadas, avanzar hasta las puertas de Madrid? Stalin permaneció
neutral durante casi tres meses, hasta que una combinación de
presión de las masas rusas y la alarma por el peligro que representaba
para la Unión Soviética una victoria de Hitler en España, le obligaron
a renunciar a su política de neutralidad. Tenemos que agradecer a
la política democrática del stalinismo el hecho de que la guerra
revolucionaria proletaria española esté amenazada por las fuerzas
democrático-reaccionarias.
Por esta razón, las fuerzas de la Revolución Española que aspiran al
poder obrero no tienen tiempo que perder para formar una alianza
poderosa con todas esas escisiones del proletariado internacional que
luchan por la victoria de la revolución socialista. El objetivo no debe
limitarse a las acciones de solidaridad, sino que debe ser la lucha por la
revolución obrera en su propio país.

¿Necesitamos una nueva Internacional? Por el momento, difícilmente


podemos hablar de eso. Una alianza internacional y un partido
mundial no son lo mismo. Una alianza internacional de lucha es
posible sobre la base de unos pocos principios que podrían ser
aceptados por todos los activistas proletarios revolucionarios
genuinos, a pesar de sus diferentes ideas, esperanzas, resentimientos
sectarios o rencores.

60
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

Un partido internacional, sin embargo, necesita un programa y de


cuadros que estén imbuidos del espíritu de ese programa, es decir,
que presuponga la reconstitución de la vanguardia proletaria inter-
nacional.

La ausencia de un programa o de un núcleo revolucionario no es una


casualidad. Muestran que las condiciones históricas para la formación
de una nueva Internacional aún no existen. En tales condiciones, en el
curso de una revolución victoriosa, donde la nueva vanguardia
proletaria revolucionaria aún no ha comenzado a formarse, una nueva
Internacional estaría a medio camino entre la Oficina de Londres y la
Cuarta Internacional sectaria. Podríamos agregar que la fundación de
una nueva Internacional disuadiría a las masas anarquistas revolu-
cionarias de participar en un reagrupamiento. Tal reagrupación sólo
será posible en la forma en que estas cosas generalmente son: en un
movimiento similar al de Zimmerwald.

Sólo ahora, durante la Revolución Española, podría comenzar un


proceso de reagrupamiento del proletariado mundial, que traerá
cambios profundos en la mentalidad del movimiento proletario
mundial, si la revolución triunfa y planta su bandera en la Península
Ibérica.

No podemos decir cuáles serían las repercusiones de tal aconte-


cimiento en la Tercera Internacional. No esperamos, y nunca hemos
esperado, que el stalinismo deje de ser una corriente pequeño-
burguesa reaccionaria dentro de la dictadura proletaria de la URSS y
de la Tercera Internacional. Pero ciertamente no es inevitable que su
control sobre las masas de comunistas y sus organizaciones –resultado
de diez años de derrota de la revolución mundial (1923-33)– sobre-
viviera a la victoria de la revolución proletaria en España.

Nadie puede predecir si una victoria revolucionaria en Europa


provocaría un resurgimiento del proletariado en la Unión Soviética tan
irresistible y poderoso que aplastaría a la burocracia stalinista. Sin
duda, provocaría un resurgimiento del movimiento comunista. En
consecuencia, una nueva Internacional en este momento sería un
error lleno de problemas.

61
Kurt Landau

Como se ha dicho repetidamente, lo que necesitamos desde 1933 es


un nuevo centro revolucionario, una especie de nuevo Zimmerwald.
Ha sido necesaria desde la catástrofe alemana de 1933, y la Revolución
de Julio española lo hace posible. En el curso de esta revolución, que
sin duda ha influido fuertemente en la clase obrera internacional, se
están formando y desarrollando las fuerzas revolucionarias que
pueden formar el nuevo Zimmerwald. La base de la alianza no puede
proclamarse artificialmente, sino que surgirá a través de los problemas
que enfrentan los revolucionarios en la lucha internacional y la
Revolución Española. Hay tres preguntas clave:

1. Lucha revolucionaria contra el fascismo. Contra una alianza


con la burguesía liberal. Contra el Frente Popular y su
gobierno. Por la revolución proletaria. Por el poder obrero
revolucionario (la dictadura del proletariado).

2. Abajo la guerra imperialista; por la transformación de las


guerras imperialistas en guerras civiles en cada país capitalista,
incluso cuando un estado imperialista está aliado con uno
revolucionario.

3. Defensa de la dictadura proletaria en la URSS; lucha por la


dictadura proletaria en España; la democracia obrera
revolucionaria tanto en la República Soviética rusa como en la
futura República española; igualdad de derechos políticos para
todos los partidarios del poder revolucionario en la URSS y
para aquellos que se oponen al reformismo y al stalinismo en
la futura República Soviética Española.

Sabemos que este programa les parecerá demasiado amplio a algunos


y demasiado limitado a otros. Nos parece el único programa posible
para el necesario reagrupamiento proletario. Es lo suficientemente
amplio como para incluir todas las tendencias revolucionarias socialistas,
comunistas y anarquistas. La cuestión no es si un programa es amplio
o limitado, sino garantizar que no se quede en una mera fraseología
vacía, adoptada en congresos y asambleas e ignorada en la práctica
diaria.

62
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

La Revolución Española representa una nueva fase en nuestra época


de guerras y revoluciones. De allí brota una nueva esperanza que ha
inspirado a los trabajadores de los más remotos pueblos españoles y
de todos los países del mundo. Enseña a los trabajadores qué es la
democracia burguesa y cuál es el camino a seguir. Ha llegado incluso
hasta las puertas de las cárceles de los países fascistas y ha procla-
mado que la revolución internacional ha levantado una vez más su
cabeza. Los revolucionarios españoles deben considerar la gran
responsabilidad histórica que tienen. El proletariado internacional
debe darse cuenta de que la solidaridad activa y la lucha contra su
propia burguesía pueden determinar, en gran medida, el destino de la
Revolución Española.

***

63
Kurt Landau

En su último número, Masses13 anunció la apertura de una investigación


sobre el fascismo alemán. El siguiente cuestionario está dirigido a
activistas de los distintos grupos políticos y sindicales que participaron
en la experiencia alemana. Se expresan libremente y asumen plena
responsabilidad por sus valoraciones de los acontecimientos y las
personas.

1° ¿Cuáles son, en su opinión, las causas económicas, sociales y


políticas del movimiento fascista que logró tomar el poder en
Alemania?

2° ¿Cuáles fueron, en su opinión, las posiciones de las diversas


organizaciones obreras alemanas frente al empuje fascista, las razones
históricas de estas posiciones y cuál debería haber sido la acción de
estas organizaciones?

3° ¿Qué perspectivas le asigna a la situación alemana en general y


cuáles son las posibles posibilidades de acción revolucionaria?

4° ¿Qué papel desempeñó la Rusia soviética en la crisis política de


Alemania y cómo pueden los revolucionarios del extranjero, y en
particular los de Francia, ayudar más eficazmente al movimiento
obrero alemán?

13
Traducido del alemán al francés: Masses, n.° 9, 15 de septiembre de 1933, pp. 4-8. Traducido
del francés al castellano: El Sudamericano, Agosto. 2022
64
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

POR EL RENACIMIENTO DEL


MOVIMIENTO OBRERO ALEMÁN
Kurt Landau
Cuanto más nos alejamos de los trágicos días de marzo, más se vuelve
tristemente clara la catástrofe del movimiento obrero en toda su
magnitud. El sueño de la revolución para el invierno posterior a la
primavera de Hitler se desvanece lentamente. Las ilusiones que
albergaba la Internacional Comunista tras la derrota se hacen añicos
contra los ángulos de la realidad. En lugar de disminuir, la dictadura
fascista crece. Decepciona a muchos de sus adherentes, pero también
aumenta el uso de armas de su poder estatal y el terror con el que
sofoca con sangre cualquier intento de la clase obrera de reunirse.

Nadie puede decir cuánto durará la dictadura fascista en Alemania.


Hay muchas posibilidades de que el fascismo alemán no logre destruir
el movimiento obrero en la misma medida que el fascismo italiano; a
diferencia de Italia, Alemania es un país muy industrial; allí son más
favorables las condiciones naturales para la reactivación de la clase
obrera reunida en los grandes centros industriales; allí es menor la
importancia social y económica de la pequeña burguesía, que forma la
base popular del fascismo; las esperanzas que todas las clases
acomodadas de la sociedad depositan en el fascismo son allí igual de
poderosas, pero las posibilidades de Hitler de realizarlas en el campo
económico son mucho menores que las de Mussolini. Sabemos que
Mussolini tomó el poder al comienzo de un período de estabilización,
mientras que Hitler lo logró en medio de una crisis de la que aún no
vemos el final. La ola de industrialización de los últimos diez años ha
reforzado el poder del fascismo en Italia; en Alemania, por el
contrario, el capitalismo, con su industria ultraracionalizada, no puede
cobrar un nuevo impulso, excepto obteniendo por medios políticos
una nueva división de Europa. Pero, hasta entonces, seguramente
pasará algún tiempo.

Por otro lado, la clase obrera italiana había sido derrotada en


combate, mientras que la clase obrera alemana, incomparablemente
más fuerte y mejor educada, abandonaba la escena política sin luchar.
Las condiciones subjetivas para una descomposición duradera de la
clase obrera son notablemente mayores en Alemania que en Italia.
65
Kurt Landau

Así, una comparación superficial ya muestra que el ejemplo italiano no


permite ninguna inferencia seria con respecto a la duración del
fascismo. No prepararemos el terreno ideológico para un futuro
ascenso de la clase obrera alemana con analogías y profecías, sino
mediante un examen crítico de la situación en Alemania y de los
factores generales que provocaron la victoria del fascismo.

I. – LOS FACTORES PRINCIPALES DE LA VICTORIA FASCISTA


En la discusión internacional que ahora tiene lugar en parte dentro de
las filas de la socialdemocracia, en parte dentro de los grupos
revolucionarios fuera de la Tercera Internacional, la I. C. prohíbe la
controversia seria en sus filas, –y especialmente en el partido alemán–
se invocan dos razones principales de la situación actual: la terrible
crisis económica y el sistema de Versalles. La socialdemocracia, en
particular, adopta cada vez más claramente la tesis de que estos dos
factores hicieron inevitable la victoria del fascismo.

La historia de la revolución alemana contradice absolutamente esta


teoría fatalista y demuestra claramente que las mismas condiciones
que han provocado la victoria del fascismo ahora habrían provocado la
del proletariado en determinadas circunstancias. Se ha vuelto costumbre
decir que los pequeños burgueses enfurecidos, que supuestamente
siempre han sido reaccionarios, son y siguen siendo los culpables. Pero
si echamos un vistazo a la última década de la lucha de clases alemana,
veremos que la parte avanzada de la pequeña burguesía, mucho antes
de arrojarse desesperada a los brazos de la contrarrevolución, trató de
encontrar el camino al lado del progreso. la clase obrera. De 1919 a
1923, gran parte de la pequeña burguesía se volvió hacia la social-
democracia, esperando de ella un cambio profundo en las relaciones
sociales y económicas. Estaba casi tan amargamente decepcionado
como el proletariado. Incluso desde el punto de vista de esta clase y
las exigencias de la democracia burguesa, la socialdemocracia se ha
afirmado como una fuerza reaccionaria. Casi siempre ha sido amplia-
mente superado en radicalismo por las corrientes de la izquierda
burguesa.

66
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

Es con razón que la Internacional Comunista señala la traición histórica


a la socialdemocracia. Pero ella “olvida” algunas cosas esenciales.
Durante los años 1922-23, bajo los embates de la inflación y la
ocupación del Ruhr, se había producido una profunda transformación
en la conciencia de las masas, incluida gran parte de la pequeña
burguesía. Profundamente irritada por el comportamiento de los
partidos burgueses y la socialdemocracia quienes se mostraron
incapaces de resistir al imperialismo francés y apoyaron la inflación, no
sólo la mayoría de la clase obrera, sino también una gran parte de la
pequeña burguesía se inclinó hacia el Partido Comunista. Su lema era:
“Con los comunistas contra Stinnes, con el Ejército Rojo en el Ruhr”.
Naturalmente, el fascismo de Hitler creció al mismo tiempo, así como
otros movimientos contrarrevolucionarios, principalmente en las
partes no industriales y semiagrícolas de Alemania. Pero la tasa de
crecimiento de las fuerzas revolucionarias fue incomparablemente
más rápida que la de las fuerzas contrarrevolucionarias. Fue entonces,
en la profunda crisis social y política de 1923, cuando el proletariado
tuvo las más brillantes posibilidades de luchar por el poder, con el
apoyo de la pequeña burguesía. La política de I.C. y la dirección del
PCA. estrangularon entonces a la Revolución naciente. El intento
aventurero entonces hecho por la Jefatura del Partido bajo la influencia
de Radek para realizar un frente de lucha extraparlamentario en el
Ruhr14 con los fascistas, al mismo tiempo que un gobierno común con
la socialdemocracia en los países alemanes, este oportunismo disolvió
el movimiento de masas. Los obreros reformistas perdieron confianza
por el intento de frente único con los fascistas, y los obreros revolu-
cionarios se desconcertaron al ver que la lucha no se dirigía a la
insurrección, sino a un gobierno parlamentario de los comunistas con
los socialdemócratas.

Cuando, en octubre de 1923, el Partido Comunista quiso plantear la


cuestión de la toma del poder, vio con asombro que el augue
revolucionario de las masas ya estaba en descenso. Sin oponer
resistencia, abandonó su campo de lucha política cuando la marcha de
la Reichswehr ordenada por Ebert les expulsó del gobierno de Sajonia.

14
Entonces, bajo la dirección de Brandler, Thalheimer y los actuales líderes de la S. A. P.: Walcher,
Frölich, etc., el jefe fascista, el Conde Reventlov, pudo escribir en “Rote Fahne” y Frölich le
respondió. Luego, en la “R. F.”, el 18 de agosto de 1923, y escribió: “Incluso con los que
asesinaron a Liebknecht y Rosa Luxemburgo nos asociaremos si quieren unirse a nosotros”.
67
Kurt Landau

Durante esta derrota histórica, no sólo gran parte del proletariado


perdió la confianza en el PCA., sino que la pequeña burguesía se
distanció del proletariado llena de decepción y amargura. Después de
sus experiencias con el PSA y con el PCA, perdió su confianza en la
capacidad del proletariado para sacar al país de la agitación y las
contradicciones capitalistas.

Al desenterrar este fondo histórico, se vuelve comprensible que, desde


el comienzo de esta crisis (1929-30), las masas de la pequeña
burguesía entraron en lucha abierta con el proletariado y consigo
mismas. arrojarse a los brazos del fascismo. Esto no quiere decir, sin
embargo, que, debido a las consecuencias de 1923, el esfuerzo de la
clase obrera por arrancar a estos estratos sociales del fascismo fuera
inútil. Sólo significa que la situación del proletariado era difícil.

La crisis que se presentó, al empeorar la situación material de las


masas, las sacó de su tranquilidad. Mucho antes de la radicalización de
las masas trabajadoras, la vanguardia contrarrevolucionaria de la
pequeña burguesía había emprendido una acción que aún conservaba
un carácter de aislamiento, pero que sin embargo era sintomática de
la profunda fermentación social, especialmente en las masas campesinas
(ola de terror en Schleswig-Holstein, verano de 1929).

La clase obrera, sin embargo, todavía tenía en ese momento todas las
posibilidades de orientar los nacientes movimientos sociales y políticos
en la dirección de la revolución proletaria. Sólo era necesario, para
ello, que la parte revolucionaria avanzada del proletariado reconociera
la verdadera situación y tomara conciencia de los medios de reunir
todas las fuerzas de la clase obrera para defenderse de la ofensiva
general de la burguesía. Si la pequeña burguesía se inclinaba a ver en
el Plan Young la causa del empeoramiento de su situación, sólo había
una forma de convencerla de que el verdadero enemigo común de las
masas trabajadoras y pequeñoburguesas es el capital financiero alemán.
Este medio fue la acción revolucionaria de masas del proletariado. Si
en 1923 la pequeña burguesía se había alejado con desdén de los
trabajadores al pensar que éstos eran incapaces de transformar el
destino del país por medio de una revolución, ya no podía, en la crisis
de 1930, ser convencida solamente con la propaganda, sólo a través
de la acción, demostrando que la clase obrera y su partido revolu-
cionario habían aprendido de sus errores.

68
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

Era necesario lograr reunir todas las fuerzas de la clase obrera en su


defensa, y mediante esta reunión elevar su conciencia de clase hasta
tal punto que resista por medio de una lucha de masas el ataque
político y social de la reacción, y, en su extraordinaria expansión,
arrastrase consigo a la pequeña burguesía. De ello dependía el destino
del movimiento obrero alemán. Solo la acción podría mostrar a las
masas no proletarias que la lucha de clases del proletariado, al abolir
la esclavitud capitalista del trabajo asalariado, también abolía el
sistema de Versalles y el plan de Young.

Alemania no ha visto esta lucha. Aparte de unas pocas excepciones


aisladas, no ha habido ninguna huelga en Alemania desde 1929. No ha
habido ninguna acción de masas. No hubo pelea. En el campo, la
corriente fascista se convirtió en un torrente, se llevó a la pequeña
burguesía de las ciudades y, ya en la segunda mitad de 1930, llamó a
las puertas de los baluartes proletarios. Surgían en el proletariado
tentativas de concentración para emprender la resistencia; una y otra
vez estos intentos fueron cortados de raíz. Estas convulsiones duraron
tres años completos antes de culminar finalmente en un desastre en
marzo de 1933. ¿Se ha desesperado el proletariado alemán, la
vanguardia de la clase obrera europea? ¿Ha olvidado sus heroicas
tradiciones? ¿Fue derrotado porque se inclinó sin luchar ante las
crecientes fuerzas de la contrarrevolución, como piensa Karl Kautzky y
como declaran los líderes socialdemócratas? La pregunta está
planteada.

69
Kurt Landau

II.– SOCIALDEMOCRACIA E INTERNACIONAL COMUNISTA.


SUS POLÍTICAS Y SUS RESPONSABILIDADES

Juan Rustico, [Hippólyte Etchebehère] en sus conmovedoras notas,


describió las estaciones del calvario del proletariado alemán. No quiero
repetir lo que ya ha dicho él, solo enfatizar algunos hechos clave.

En 1914 los líderes de la socialdemocracia alemana traicionaron el


socialismo y los intereses elementales del proletariado al pasarse al
lado del imperialismo alemán. En 1918-1919, reprimieron con la fuerza
armada la revolución proletaria que se desarrollaba fuera de su
control y a su pesar, y destruyeron la vanguardia del proletariado
alemán con sus golpes sanguinarios.

La República burguesa de Weimar no fue el resultado de una política


socialdemócrata, sino del miedo de la burguesía alemana ante la
amenaza de la revolución proletaria. Los derechos políticos de la clase
obrera, las conquistas sociales de la Revolución de Noviembre fueron
los subproductos, las concesiones de la burguesía durante las luchas
revolucionarias de la clase obrera alemana. Nada de lo que ha
conquistado desde 1918 ha sido conquistado por la socialdemocracia,
sino a pesar de ella.

Cuando la democracia burguesa, debido a las tremendas tensiones


sociales ocasionadas por la crisis, se quebró, fue la socialdemocracia la
que se mostró como la parte más corrupta de la sociedad burguesa. Se
entregó a sí misma y a la república burguesa en el golpe de estado de
Papen-Schleicher el 20 de julio de 1932 contra el gobierno prusiano.
Los “hombres fuertes” que amenazaron continuamente con hierro y
fuego al proletariado y lo aplastaron con la crueldad más bestial
(enero de 1919, 1921, mayo de 1929), estos mismos estadistas que
persiguieron a las organizaciones revolucionarias y a la prensa del
proletariado, no se atrevieron a hacer la más mínima lucha política
frente a la contrarrevolución fascista. Frente a la cobardía política de la
socialdemocracia alemana, ciertos políticos burgueses reaccionarios,
como los ministros bávaros, se comportaron como héroes.

70
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

Todo esto es conocido, pero debemos fijar el papel reaccionario sin


igual de la socialdemocracia alemana, debemos saber qué odio
profundo y ardiente la persigue con los trabajadores avanzados y la
juventud obrera revolucionaria, ella, sus “hombres de Estado” y sus
funcionarios que, además, habían adoptado las costumbres y hábitos
de la burguesía reaccionaria y se mostraban, entre ellos, hasta cierto
punto directamente corruptos, para comprender cómo la política
pequeñoburguesa –de apariencia revolucionaria– de la dirección del
Partido Comunista encontró sin embargo tantos ecos en el proletariado.

Hoy hay revolucionarios, comunistas, que acusan al derrotado PC de


haber traicionado a la clase obrera alemana con su política. Es, por
ejemplo, la opinión de Trotsky que los líderes comunistas habrían
sabido lo que había que hacer, pero que fueron obligados por Stalin a
seguir una política contraria, porque quería evitar a toda costa la lucha
revolucionaria.
No se puede hablar de tal “complot de traición” por parte de Stalin y
Thälmann. Si damos una mirada general a la política de la PCA y a sus
desastrosos errores del período que precedió a la victoria fascista, no
es difícil ver que la fracción dirigente se mostró en todas las
circunstancias incapaz de evaluar la situación real. No era la conciencia
de los trabajadores avanzados marxistas lo que se reflejaba en su
política, sino las esperanzas y las ilusiones de la parte revolucionaria
de la pequeñaburguesía urbana y las capas inexpertas y poco
evolucionadas del proletariado, especialmente la juventud y los
desempleados.

El grupo Thälmann-Neumann-Remmele, en vísperas de la crisis,


durante el “Congreso de Wedding del P.C.A.” (1929), que estaba bajo
el signo del sangriento Primero de Mayo, logró un punto de inflexión
decisivo. Admitió que el Primero de Mayo sería el prólogo de una
lucha revolucionaria en la que, como en enero de 1919, el gobierno
socialdemócrata se vería de un lado de la barricada y el proletariado
revolucionario del otro. Es a partir de este pronóstico que renace la
denominación de “socialfascismo” para la socialdemocracia. 15
15
. Cuando, en 1923, el proletariado revolucionario sufría una dura derrota durante la marcha de
la Reichswehr en Sajonia y Thilringe, ordenada por Ebert, y mientras la república burguesa se
consolidaba por medios dictatoriales tanto contra el proletariado como contra el fascismo
(represión del putsch de Hitler, noviembre de 1923), fue en este momento cuando Zinoviev,
Radek y Walcher, en la sesión del ejecutivo ampliado de la I. C.. en enero de 1923, lanzó la
consigna de “socialfascismo”.
71
Kurt Landau

Las tácticas del PCA resultaron de esta falsa apreciación de la


socialdemocracia y la constelación de fuerzas presentes. Vio a la
socialdemocracia como su principal enemigo y subestimó al fascismo
hasta el último momento. De ahí el rechazo inflexible de cualquier
frente único con la socialdemocracia y la idea de nuevos sindicatos; de
ahí las tácticas aventureras de agosto de 1931, el frente único con los
fascistas en el plebiscito contra el gobierno socialdemócrata de Prusia
y, finalmente, la huelga del transporte en Berlín en noviembre de
1932.

Esta evaluación fundamentalmente errónea nunca se abandonó,


incluso cuando el fascismo llegó al centro de la arena política. Como la
socialdemocracia, hasta el 20 de julio, es decir siete meses antes de la
catástrofe de marzo de 1933, aún tenía el poder en dos tercios de
Alemania, en Prusia los dirigentes comunistas consideraban imposible
que el fascismo la combatiera seriamente o la aniquilara, habiéndo
prestado tan asombrosos servicios a la contrarrevolución y organizado
el terror contra el proletariado revolucionario. Se les escapó el
carácter propio del fascismo. Ya lo vieron en la dictadura de Brüning, y
despreciaron a los opositores de izquierda que les advirtieron que se
mantuviesen en guardia ante la inminencia de la batalla decisiva
contra el fascismo.

Ciega y sorda, llena de ilusiones, sobrestimando sus propias fuerzas, el


PCA avanzó tambaleante hacia la catástrofe. Sus líderes casi no lo
vieron venir, estaban tan poco preparados para un compromiso
decisivo, que el 28 de febrero, el día del golpe fascista, quedaron
totalmente sorprendidos. Y ello a pesar de que hacía un mes se había
formado el bloque contrarrevolucionario Hitler-Hugenberg, dentro del
cual evidentemente maduraba la dictadura fascista.

La ceguera del partido revolucionario que, bajo la dirección de


Thaelmann, se había convertido en un cuartel, donde la política fue
reemplazada por el mando, el pensamiento crítico por la consigna y la
educación por fórmulas prefabricadas, ha desarmado ideológicamente
al proletariado revolucionario. No le fue posible atraer hacia sí a los
trabajadores socialdemócratas desilusionados y radicalizados. Los
trabajadores socialistas perdieron la fe en la capacidad del PC para
conducir seriamente la lucha de clases.

72
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

Ambas partes del proletariado dudaron de la posibilidad de una lucha


común. Pero cuando a pesar de todo, bajo la impresión de que se
acercaba la catástrofe, los trabajadores, solos o influidos por pequeños
grupos revolucionarios, dieron un paso adelante, entonces la
burocracia comunista, para que los comunistas no olvidaran que el
enemigo principal era la socialdemocracia y la burocracia socialista,
por temor a que se desencadenaran luchas revolucionarias, cortó de
raíz cualquier intento y cualquier posible resultado. Así, las organi-
zaciones en las que se apoyaba el proletariado, en vez de instrumentos
de sus energías revolucionarias y creadoras, se convirtieron en sus
frenos. Esta inversión del papel progresista de las organizaciones
obreras en factor de descomposición, por un lado por la traición a la
socialdemocracia, por otro por la degeneración pequeñoburguesa del
PCA, explica el fenómeno sobre el que insistía Juan Rústico 16: cada uno
de los trabajadores conscientes, ya fueran socialistas o comunistas,
estaba individualmente lleno de coraje y listo para la batalla. Pero la
clase estaba paralizada por la traición y la ceguera política de sus
organizaciones.
En el otoño de 1931, un gran grupo de socialdemócratas de izquierda
trató de encontrar una salida a esta situación fundando un nuevo
partido obrero: el Partido Socialista de los Trabajadores (S.A.P.). Este
partido que en sus inicios contaba con 50.000 afiliados, entró en la
arena reivindicándose como el verdadero representante de la clase
obrera. Su política al principio fue de frases pacifistas y juramentos de
frente único proletario. En la etapa decisiva, en febrero de 1933, este
partido no encontró nada mejor que proponer un plebiscito para el
frente único proletario. Mientras perdía sus miembros a un ritmo
acelerado, y su escasa influencia disminuía cada vez más con las
diversas votaciones de 1932, fue reforzada por un grupo de comunistas
de derecha: Walcher, Frölich, Frank, los mismos que, en 1923, con
Brandler, habían llevado al partido a su degeneración ideo-lógica y
derrota política. En vísperas de la catástrofe, el oportunismo disolvió el
pequeño partido: la mayoría de sus dirigentes volvieron al PSA
(Seydewitz, Ziegler), otros buscaron refugio en el PCA (K. Rosenfeld).
Incluso antes de que se instituyera el verdadero terror, el número de
miembros del SAP se habían reducido a 14.000. 17

16
Juan Rústico: La tragedia del proletariado alemán, el libro n.º 153 en ésta colección Socialismo y
Libertad
73
Kurt Landau

El intento de fundar en Alemania un nuevo partido antes de la


catástrofe de marzo fracasó estrepitosamente. ¿Ofrece hoy, tras la
derrota del PCA y la disolución del PSA, más posibilidades de éxito?

La cuestión de saber si la derrota de la PCA debe comprometer a los


elementos revolucionarios del partido y de la clase obrera a la ruptura
con el PCA y la I. C. está hoy a la orden del día en las filas comunistas,
especialmente en Alemania. Los elementos de izquierda del PC, tanto
la llamada “izquierda de Wedding” (grupo “Der Funke” 18), a la que
pertenece el autor de estas líneas, como la mayoría de los trotskistas
alemanes, pertenecieron a nuestro grupo hasta mayo de 1931, y se
separaron durante una discusión política en la que argumentaron que
nuestra opinión de que Hitler estaba a las puertas del poder estaba
equivocada y era producto de nuestro sentimiento de pánico 19 –todos
rechazan la fundación de un nuevo partido. Partimos del hecho de que
el PCA no ha traicionado a la clase obrera. Los trabajadores alemanes
saben muy bien que el PCA, a pesar de sus esfuerzos desesperados, se
ha mostrado incapaz de llevar al combate al proletariado, mientras
que el PSA se ha mostrado capaz y dispuesto a llevar hasta el final la
traición de los trabajadores y la capitulación ante Hitler, incluyendo su
solidaridad con Hitler en el Reichstag (17 de mayo). Es por eso que los
trabajadores socialdemócratas conscientes se alejan con desprecio y
repugnancia de sus líderes y de sus políticas, mientras que el núcleo
proletario del PC, mientras comienza a desvincularse violentamente de
su dirección, permanece leal a su partido.

17
En la Revolución Proletaria del 10 de agosto de 1933, un compañero del S.A.P. da como cifras
actuales de la S.A.P. 14.000 afiliados, y del PCA. 25.000 afiliados. Ambas estimaciones son
inexactas. Los cuadros ilegales del PCA. comprenden hoy unos 10.000 afiliados, y los del S.A.P.
deben llegar a cerca del 10 % de este número.
18
Que Faire? (¿Que Hacer?)
19
La lógica interna de esta política llevó a los líderes trotskistas a capitular ante Stalin justo antes
de la catástrofe (Well, Senine).
74
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

III.– EL PAPEL DE LA REPÚBLICA SOVIÉTICA


EN LA TRAGEDIA ALEMANA

Mucho antes del colapso del movimiento obrero alemán, existían


dudas generalizadas sobre la corrección de la estrategia y las tácticas
adoptadas por el partido ruso, la sección principal de la IC. La
catástrofe alemana pone en primer plano a los ojos de toda la clase
obrera consciente la cuestión de la responsabilidad inmediata del
partido ruso en los acontecimientos de Alemania. Fue con profunda ira
que los trabajadores revolucionarios notaron que ningún gesto de
solidaridad con la clase obrera alemana había surgido en la República
Soviética. Sin manifestaciones de masas, sin reuniones de protesta en
las fábricas, sin medidas contra el estado fascista por parte del estado
soviético; ¿Estos hechos no nos hacen pensar que Stalin quería que la
PCA se rindiera sin luchar para evitar problemas y las consiguientes
complicaciones para su política exterior como piensan los seguidores
de Trotsky? O más bien, como los líderes del S.A.P. Walcher, por
ejemplo, ha argumentado durante mucho tiempo que Stalin no quería
una victoria para el nacionalismo extremista en Alemania y, desde este
punto de vista, impuso el bolchevismo nacional al PCA, para evitar un
bloque franco-alemán que hubiera sido fatal para Rusia. Las izquierdas
combatieron estas “ideas” del marxismo vulgar antes del desastre, y
no las combaten menos decididamente hoy. La revolución alemana no
fue estrangulada por un complot de Stalin, ni para uno ni para el otro
objetivo que se le atribuía.

Cualquier tentativa de criticar, desde este punto de vista, la política del


la Internacional Comunista o de los soviets, conduce inevitablemente
al pantano. Pero es innegable que el poder soviético ha fracasado en
su tarea de la manera más desastrosa en lo que se refiere a la
situación alemana. El partido ruso no sólo ha fortalecido al Partido
Comunista en su falsa apreciación de la situación y en su falsa política,
sino que le ha mostrado el camino en las cuestiones principales. La
confusión de la socialdemocracia y el fascismo y la negativa persis-
tente de un frente único emanaron de la dirección de la Komintern,
que está en manos del partido ruso. La creación de sindicatos
independientes en Alemania fue recomendada por Losovsky, el
protagonista de la Internacional Sindical Roja.

75
Kurt Landau

Aquí ya no se puede hablar de faltas, sino de un sistema radicalmente


falso.20 Los líderes de la Internacional Comunista, es decir, los líderes
del partido ruso, en cada etapa de la crisis alemana han llevado al
partido alemán hacia la catástrofe. Y ahora que los resultados de esta
política son visibles en todo su horror, lejos de aprender algo de la
experiencia, por el contrario, ejercen en sus filas una acentuada
represión contra quienes empiezan a dudar de la corrección de la
política seguida hasta aquí.

La dirección del partido ruso no ha traicionado a la revolución


alemana, pero hace tiempo que perdió la fe en la revolución inter-
nacional y, en virtud de este pesimismo, que ha crecido en el partido
ruso desde la derrota alemana en 1923, esto ha tenido consecuencias
teóricas y estratégicas de gran porte.

La Komintern concentra su atención e interés en la clase obrera rusa y


en las cuestiones rusas exclusivamente y difunde la lamentable ilusión
de que logrará, independientemente del desarrollo y de la correlación
de fuerzas internacional entre la burguesía y el proletariado, construir
una sociedad socialista nacional aislada en Rusia.

Nunca un médico, convencido de que su paciente está irremedia-


blemente perdido, pretenderá ser capaz de encontrar un nuevo medio
para salvar a los desesperados. Sin la creencia en la posibilidad de
salvar al paciente, las fuerzas intelectuales que conducen al descubri-
miento de nuevos medios de salvación nunca se pondrán en marcha.
Confiarse a un médico así equivaldría a ponerse en manos del sepul-
turero. Ahora bien, la revolución que maduraba en Alemania estaba
encomendada a dirigentes que sí consideraban posibles las situaciones
revolucionarias, pero que no creían en el triunfo de la revolución
proletaria en Alemania en el actual momento. ¿Cómo pudo tal
liderazgo haber desplegado las capacidades creativas necesarias para
equipar moralmente al partido para las posibilidades revolucionarias?
Ella creía que la revolución sólo nacería sobre la tumba de la social-
democracia.

20
No podemos aquí, por falta de espacio, hacer un análisis profundo de este sistema político, que
designamos con el nombre de centrismo y que está en flagrante contradicción con el marxismo
revolucionario. La absurda valoración de la situación alemana en el Congreso de Wedding del
P.C.A. llevó a cabo casi sin ninguna resistencia seria la P.C.A. adoptar esta política y someterse a
la fracción stalinista
76
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

En realidad, la revolución se acercaba en Alemania bajo la forma de un


choque entre el fascismo y el proletariado que los comunistas,
tomando como punto de partida la posición de defensa, iban a
transformar en una lucha por el poder proletario.

El resultado de la dirección stalinista no solo es funesto para el


proletariado alemán, sino para la propia Rusia. La victoria de Hitler no
solo no fortaleció la posición internacional de Rusia, sino que la
debilitó en gran medida. Atrapada entre las tenazas de un Japón ultra-
imperialista en el este y una Alemania fascista, Rusia se encuentra en
una situación muy grave.

Los dirigentes del partido ruso reaccionaron a los acontecimientos en


Alemania como verdaderos oportunistas, no como revolucionarios, es
decir, con un llamamiento a las masas trabajadoras rusas y protestas
públicas; por el contrario, se alejaron aún más de la arena inter-
nacional y creyeron mejorar su situación al evitar “excitar” al fascismo
alemán “perdiendo el tiempo” con demostraciones de solidaridad. Sin
duda, un estadístico ingenioso ya habrá calculado cuántos millones de
horas de trabajo cuesta una sola acción de este tipo, y ha demostrado
cuántos días retrasaría la sociedad socialista.

IV.– ¿QUE HACER?


La catástrofe alemana pesa sobre las espaldas del proletariado
internacional. Esperar que la dictadura fascista pronto se derrumbe es
pura ilusión. Las fuerzas que podrían traducir el descontento general y
creciente de las masas en acción revolucionaria aún no están maduras.
El proletariado derrotado todavía está en proceso de descomposición.
Aún no se han alcanzado los puntos extremos de la crisis del
movimiento obrero y del ascenso de la dictadura fascista. Las pocas
luchas en las fábricas, las pocas protestas aquí y allá son solo débiles
indicios de la batalla perdida, pero no los primeros síntomas de la
actividad de las masas despiertas. El número de pequeñoburgueses
traicionados y decepcionados que empiezan a darse cuenta del
carácter real del fascismo, es todavía muy pequeño.

77
Kurt Landau

En la medida en que manifiestan su descontento con el régimen


hitleriano, no se acercan sin embargo a la lucha antifascista del
proletariado, sino como una corriente independiente, romántica y
contrarrevolucionaria que trata de empujar al fascismo más allá de su
política realista, declarada.

Los revolucionarios alemanes deberán soportar las largas esperas. Esto


no significa que se deba esperar pasivamente a que la situación mejore.
El trabajo ilegal no será más favorable, sino más difícil. La policía
política secreta es aún joven y, a menudo, muestra una sorprendente
inexperiencia e ignorancia. Aprende rápido y mucho. Todos aquellos
que esperan tiempos mejores y ahora retroceden ante el trabajo
ilegal, lo practicarán aún menos en el futuro.

Una política con visión de futuro es, sobre todo, no perder a la ligera a
los cuadros existentes por un mero éxito momentáneo. Desde este
punto de vista, la dirección del PCA ilegal se está comportando de
manera criminal. Pero la situación en el partido ilegal difiere profunda-
mente del período legal. La autoridad del liderazgo derrotado se
tambalea. Los mejores cuadros del partido empiezan a sacar para sí
mismos las lecciones de la derrota. Serán apoyados en sus esfuerzos
de claridad y trabajo revolucionario serio por la Oposición de Izquierda,
que conforma una fracción independiente que trata de desarrollar a
los trabajadores avanzados, dentro y fuera del partido, especialmente
en las fábricas, a través de publicaciones y un trabajo político
sistemático. Este trabajo se verá debilitado por la salida voluntaria de
los seguidores de Trotsky, porque si no se separan de Trotsky, se verán
obligados a seguir la línea de un nuevo partido; actualmente, la gran
mayoría de sus cuadros aún se oponen a esta línea.

Ya, en el partido ilegal, muchos de sus miembros se niegan a difundir


el material político de su dirección y piden a los opositores material
político serio. La transformación ideológica de la mayor parte del
partido ilegal se está produciendo lentamente y en condiciones
terriblemente difíciles.

78
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

La reconstrucción del partido derrotado y la transformación ideológica


de sus cuadros es la tarea esencial. Sólo puede ser llevado a cabo por
los cuadros de izquierda del partido, cuya plataforma ha sido confirmada
por los acontecimientos, no por su dirección en bancarrota. Pero la
reconstrucción del partido revolucionario del proletariado no es
suficiente. Deben encontrarse los medios para atraer a la lucha a los
trabajadores antifascistas que aún no son comunistas, reunirlos y, a
través de su experiencia, ganarlos para el comunismo. El grupo de
comunistas de derecha (Brandler, Talheimer) piensa –y en esto está
totalmente de acuerdo con la dirección del partido– que nuevos
sindicatos ilegales pueden cumplir esta tarea. Esta no es nuestra
opinión. Bajo la dominación fascista, que obliga a toda la clase obrera
a organizarse en sus sindicatos, en Alemania donde 4 millones de
sindicalistas conscientes han sido simplemente “estatizados” por el
nuevo régimen, la consigna de la derecha “rechazo de cuotas y salida
de los sindicatos”, es una aventura que solo costará sacrificios y no
conducirá a nada. El deber del revolucionario es permanecer incluso
en los sindicatos fascistas contrarrevolucionarios, y reunir allí a los
trabajadores conscientes en un fuerza para la lucha de clases ilegal,
preparando el estallido de la crisis de la dictadura fascista, y para
deshacerse del yugo de los sindicatos fascistas. Siguiendo el ejemplo
de los hombres de confianza en torno a los cuales se reunieron las
masas revolucionarias en las fábricas en 1918, es necesario instituir a
estos hombres de confianza que constituyen la columna vertebral de la
lucha de clases en las fábricas, entre los desocupados y en los campos
de trabajo. Este sistema de hombres de confianza es el órgano amplio
adecuado para el proletariado bajo la dictadura fascista. En la
momento ascendente de la lucha, puede ser el punto de partida para
un sistema de consejos de trabajadores.

79
Kurt Landau

V.– ¿CÓMO PUEDE EL PROLETARIADO INTERNACIONAL


AYUDAR AL PROLETARIADO ALEMÁN?

El proletariado internacional ha reaccionado muy débilmente hasta


ahora. Las grandes organizaciones extranjeras, y esto también se
aplica a Francia, aún no se han movilizado en acciones de solidaridad
contra el régimen de Hitler. La II Internacional y la Internacional
Sindical de Amsterdam han decidido apoyar el boicot a las mercancías
alemanas, obedeciendo al llamado de las grandes organizaciones
burguesas, especialmente judías. Consideramos que esta forma de
lucha es falsa y peligrosa. Conduce a un frente único con las burguesías
de los países que, por razones visibles de competencia, insisten en
mantener las mercancías alemanas fuera de sus mercados. Además, lo
que gana en el mercado global no es el sentimiento, sino el precio; ya
partir de la inauguración del movimiento de boicot, surgieron denuncias
contra el sabotaje del movimiento, incluso por parte de capitalistas
judíos. Esto puede parecer muy triste para los pequeño burgueses
nacionalistas y honestos; para los marxistas, eso es evidente. Para la
burguesía, la nación termina donde comienza la ganancia.

No es en un frente único con las burguesías de sus respectivas patrias


que la clase obrera internacional puede acudir en ayuda del proleta-
riado alemán perseguido, sino sólo mediante su propia lucha de clases.
Los estibadores de Amberes y Barcelona, Constanza y otros puertos
que se negaron a descargar los barcos que llevaban la esvástica, han
seguido el camino correcto. Las acciones políticas de masas contra
todas las manifestaciones del fascismo alemán, contra sus barcos,
contra sus películas, contra sus consulados, para impedir cualquier
intento de los nazis de fundar en el extranjero grupos locales de su
partido de la muerte, ese es el camino de la lucha proletaria.

Actualmente, las fronteras alemanas son campo de provocaciones


fascistas sin precedentes. El proletariado debe asegurarse de que la
lucha proletaria antifascista penetre más allá de las fronteras, incluso
en territorio alemán. Las manifestaciones masivas en los pueblos
fronterizos deben dar la respuesta proletaria de los países vecinos.

80
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

Si 10.000 proletarios se reúnen en un pueblo fronterizo para mostrar


su solidaridad con los trabajadores alemanes, la noticia penetrará en
los barrios obreros de las ciudades alemanas a pesar de la ilegalidad y
el terror, cientos de kilómetros más allá de las fronteras, para dar a los
trabajadores alemanes nuevas esperanza y confianza fortalecida en su
ardua lucha.

Para el proletariado alemán todavía hay un largo y difícil camino por


recorrer antes de recuperarse. Parece que la gran ola revolucionaria
que siguió a la guerra mundial y condujo a la conquista del poder al
proletariado ruso, se quebró tras una serie de derrotas Italia (1922),
Alemania y Bulgaria (1923), China (1927) y Alemania (1933), y que el
capitalismo puede volver a atreverse a hacer la guerra mundial, ya que
el proletariado no se ha mostrado capaz de derribar la conmocionada
sociedad capitalista.

Muchos, que dudan de la revolución, ponen esperanza en la guerra. Se


intoxican con el pensamiento de que la revolución seguirá a la guerra
si no logra impedirla. La experiencia de 1918 contradice esta ilusión. La
revolución sólo siguió a la guerra y resultó victoriosa donde las fuerzas
revolucionarias ya estaban reunidas mucho antes y durante la guerra.
La Revolución de Octubre triunfó en Rusia después de la interrupción
que la guerra había provocado en el levantamiento revolucionario de
1912. Pero la revolución en Europa central (Alemania, Austria, Hungría
y, en cierto sentido, Bulgaria e Italia), fue aplastada y y el ganador no
fue el proletariado, ni siquiera la democracia burguesa, sino en última
instancia la contrarrevolución capitalista feudal.

Desesperados porque el frente único de lucha no se ha realizado en


Alemania, muchos trabajadores hoy imaginan una nueva unidad de la
clase trabajadora, la unidad de todos los trabajadores en un gran
partido, libre del crimen socialista y la degeneración comunista. Esta
unidad sólo es posible en un partido comunista renovado, un partido
que se apoye en los mismos cimientos que el de Rosa Luxemburgo y el
de Liebknecht. Sólo puede fundarse con el material revolucionario
que, informe, pero heroico, se encuentra en las filas del PCA. Entre los
que adoptan esta línea y los que pretenden fundar un nuevo partido,
un tercero contra el PSA y contra el PCA, no puede haber otra relación
que una lucha encarnizada.

81
Kurt Landau

¡Que el S.A.P. y los seguidores de Trotsky se unen en un nuevo partido


en Alemania y fundan una cuarta internacional con los socialistas
independientes de Inglaterra y otros partidos! El ala izquierda del
Partido Comunista de Alemania seguirá imperturbable su camino para
la reactivación de su partido mediante la liquidación de las fuerzas
reaccionarias del PCA, responsable de la derrota. Es a ellos que se
aplican las frases que Lenin dirigió a sus seguidores en el momento de
la depresión más profunda:

“Caminamos en un pequeño grupo, tomados de la mano, por un


camino tranquilo que bordea el precipicio. Estamos rodeados de
enemigos por todos lados, y debemos avanzar constantemente
bajo su fuego. Nos unimos por libre decisión, precisamente para
combatir a nuestros enemigos y no caer en la ciénaga vecina,
cuyos habitantes siempre nos han reprochado haber formado un
grupo separado y haber elegido el camino de la lucha y no el de la
reconciliación”.

Kurt Landau.

82
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

LLAMAMIENTO A FAVOR DE LA REVOLUCIÓN


Karl Liebknecht
1 de Noviembre ,1918.21

Queridos camaradas:

Durante más de cuatro años nuestros gobernantes han participado en


una guerra de pillaje por la opresión de nuestros países limítrofes.
Durante los últimos diez o doce años, estos mismos gobernantes han
predicado con mala saña la doctrina del “peligro eslavo”. Sembraron
en nuestros corazones el miedo a los eslavos, cuando por el contrario,
esto no era más que camuflaje para una agresión imperialista mayor.
Como si el camino a San Petersburgo se extendiera a través de Bélgica
y el norte de Francia, fueron sus órdenes las que han conducido a los
ejércitos a las derrotas. Durante estos cuatro años, nuestro pueblo y
los pueblos del mundo han sangrado hasta que no pudieron sangrar
más. ¿Y nosotros qué hemos ganado? ¿Hemos ganado una centésima
parte de lo que nosotros y nuestros gobernantes han dilapidado en
esa marcha marcial? En lugar de eso hemos perdido hasta que ya no
tuvimos nada más que perder. Solo una cosa hemos ganado: el odio de
la humanidad.

Y ahora, a través del presidente de los Estados Unidos de América les


hemos pedido paz a nuestros enemigos. Camaradas, ahora tenemos
una oportunidad apropiada en nuestro favor. Uníos. Mantengámonos
juntos bajo la bandera de “la Internacional”. No os desaniméis.

Camarada, nunca fue tu guerra. Fuiste conducido por tus gobernantes


a la matanza mundial. Recibe lo que mereces. Ahora te toca desechar
a tus gobernantes.

Actúa de una vez. Es tu única perspectiva. Alza tus brazos y ponte de


pie con un poderoso golpe al tirano, que ahora vacila. Un golpe bien
dirigido ganará tu libertad en este momento, y quizás solo de alguna
manera, esto compensará toda la sangre que se ha derramado
durante los últimos cuatro años de tristeza.
21
Publicado por Charles F. Horne (ed.),Records of the Great War, Vol. VI, National Alumni, 1923,
pp. 366-368.
83
Kurt Landau

Depón tus armas soldado del frente y abandona tus herramientas


trabajador en casa. No te dejes engañar más por los gobernantes, esos
patriotas de labio y especuladores de las municiones. Levantad, tomad
el poder y las riendas del gobierno. Tuya es la fuerza. Te corresponde
el derecho a gobernar. Responde al llamado y gana tu propia guerra
por la libertad.

Durante más de cuatro años, los opresores te han utilizado como


herramienta con la que llenar sus bolsillos. Más de cuatro años han
ofrecido a nuestros hijos, padres, hermanos, como víctimas y han
dejado pasar hambre a millones, para poder obtener ganancias de su
sangre. Si hubieras ganado la guerra, habrías quedado como un
esclavo indefenso; estás golpeado, pero la victoria está a tu alcance.
Te toca a ti aprovecharlo.

¡Camarada! ¡Soldado! ¡Marinero! ¡Trabajador! alzaos en cada uno de


los regimientos y en las fábricas.

Desarmad a los oficiales, cuyas simpatías e ideas son las de las clases
dominantes. Conquistad a los caporales que están del lado del actual
orden. Anunciad la caída de sus gobernantes y demostrad vuestra
solidaridad. No prestes atención al consejo de los socialdemócratas del
Kaiser. No te dejes guiar por políticos indignos, que te engañarán y te
entregarán a manos del enemigo.

Mantente firme como lo hacen muchos genuinos socialdemócratas en


sus compañías y regimientos. Aprovechad los cuarteles de tus
oficiales; desármalos de inmediato. Asegúrate de que tus oficiales
simpaticen contigo. Solo en caso de que lo hagan, deja que te guíen.
Fusílalos de inmediato en caso de que te traicionen después de que se
hayan declarado partidarios de tu causa. ¡Soldados e infantes de
marina! ¡Fraternicen! Tomad posesión de las naves. Dominad primero
a los oficiales. Ponéos en comunicación con los camaradas en tierra y
apoderáos de todos los puertos, abrid fuego si es necesario, sobre las
tropas del Kaiser.

Trabajadores de las fábricas de municiones: vosotros sois los dueños


de la situación. ¡Huelga General Ya”. A partir de este momento solo
debéis fabricar balas para ser usadas en contra del régimen. Las balas
que hagaís nunca deberán llegar al frente. Deja de hacer bayonetas
que los canallas del gobierno introducirán en tus propias entrañas.
84
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

Levántate, organízate, toma las armas y úsalas contra aquellos que


planean hacerte esclavo después de haber hecho una paz a su propia
medida. Acabad la guerra usando las armas contra los que nos
imponen la guerra y aún nos gobiernan.

85
Kurt Landau

CASTILLO DE NAIPES
Rosa Luxemburg
(11 de Enero, 1919)22

Sobre las ruinas humeantes, entre los charcos de sangre y los


cadáveres de los “espartaquistas” asesinados, los héroes del “Orden”
se apresuran a restablecer su régimen. El gobierno de Ebert lucha
frenéticamente para consolidar su poder: pretende sentarse sobre las
bayonetas.23 Al mejor estilo del César, Ebert pasa revista a las tropas
de su Guardia que desfilan y luego les dirige un discurso. En medio de
los muertos y heridos que aún yacen en las calles de Berlín, ofrece “la
gratitud del gobierno a los regios soldados”, y les asigna la tarea de
velar por la Asamblea Nacional por la fuerza de las armas. El
“Comandante en Jefe” Noske, el 11 en su “Orden del día”, utiliza el
repertorio bien conocido de Hindenburg, von Kessel y todos los
conserjes y matones del régimen Hohenzollern y dice:

“En el Este, las bandas de espartaquistas con revólver en mano…


saquean una casa tras otra, la última máscara sobre este
supuesto movimiento político ha caído. Robo y rapiña se revelan
como el último y único objetivo del alboroto… La paciencia del
gobierno se ha agotado, y ahora sus ametralladoras y su
“artillería pesada” serán las que harán oír su voz… La clase
obrera debe oponerse unánimemente a la Liga Espartaco”.

Así concluye el sicario advenedizo, con sus manos manchadas de sangre.

22
Esta edición traducida del original en alemán: “Kartenhäuser” (en Inglés “House of Cards”). Este
artículo no fue firmado. Se conoce su autoría porque fue mencionado por Clara Zetkin en su
trabajo Um Rosa Luxemburgs Stellung zur russischen Revolution. Hamburgo, 1922.
Publicado sin firma en “Die Rote Fahne”, 13 de enero de 1919. Die Rothe Fahne Archiv (Traducido
del original en alemán)
23
Rosa Luxemburg se refiere a un célebre ministro de exteriores de Napoleón Bonaparte llamado
Talleyrand, que recordando un pasaje del libro de Julio Cesar: Comentarios sobre la guerra de las
Galias (en latín, Commentarii de bello Gallico o, De bello Gallico) le advertía: “con las bayonetas
se pueden hacer muchas cosas, menos sentarse sobre ellas”. (N. ed.)
86
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

Así, con la ayuda material de los militares contrarrevolucionarios y con


el apoyo moral de la burguesía, sobre los cadáveres de los obreros
revolucionarios de Berlín, los Scheidemann esperan reconstruir su
gobierno.

Hay, sin embargo, una falla en este cálculo. Los militares, la burguesía,
que ahora están rescatado al gobierno Ebert-Scheidemann, quieren
disfrutar de los frutos de la cosecha sangrienta. Esos elementos
apoyaron al gobierno “socialista” solo mientras creyeron que podía
controlar a las masas proletarias con ‘operaciones de falsa bandera’
que les permitieran golpear con el impacto “moral” que les brindaba el
llamarse “socialistas”, para estrangular la revolución y el socialismo.
Ahora el hechizo está roto. La semana que ha pasado ha mostrado el
abismo que se abre entre el gobierno de Ebert y la revolución. Hoy
está claro que Ebert y Scheidemann solo pueden gobernar por las
bayonetas. Pero, ahora bien, si este es el caso, entonces la bayoneta
quiere gobernar incluso sin Ebert-Scheidemann. La burguesía asume
como propios los extremos y clama por la proclamación abierta de la
dictadura del sable, por la completa restauración del “ancien regime”

“Los revoltosos deben ser aplastados o encarcelados, –exclamó


el Tägliche Rundschau–, “no tienen derecho a ser puestos en
libertad… la restitución del orden y la paz deben llevarse a cabo
hasta el más mínimo detalle, la policía, que casi ha desaparecido
desde el 9 de noviembre, debe ser restaurada a su antiguo tamaño
e importancia, y las fuerzas armadas deben ser reapertrechadas
y dotada de plenos poderes.”

Al mismo tiempo, el jefe de la Guardia de Noske, el coronel Reinhardt,


declaró que impondrá la ley marcial, y que no aceptará órdenes de
nadie, ni siquiera del gobierno, porque “él es un soldado y decidirá lo
que mejor le parezca”. Y el 3 er Regimiento de Guardias declara bajo su
propia responsabilidad que esta “decidido a llevar a cabo» la Asamblea
Nacional «por la fuerza de las armas”. En Berlín y sus alrededores, los
oficiales hacen detenciones arbitrarias según su capricho.

87
Kurt Landau

Así, el cuerpo de oficiales contrarrevolucionarios se rebela contra el


gobierno de Ebert, dejando claro que todo el cuento era en realidad al
revés: que ellos Ebert-Scheidemann eran los que debían sacarle las
castañas del fuego a la burguesía y no la burguesía a Ebert-Scheidemann.

Resulta entonces que la burguesía debe salvar al gobierno “socialista”


de los trabajadores revolucionarios, entonces todo el juego de
simulaciones termina, y la burguesía piensa, no sin razón, que tiene
candidatos más calificados para la dictadura de sable que los arribistas
recién llegados Ebert y Noske.

En tercera línea, sin embargo, el partido de Haase 24 busca utilizar la


crisis para establecer un gobierno de coalición “de todas las
tendencias socialistas” para cubrir con su hoja de higuera al rey
desnudo. Esto está muy en consonancia con la solapada política de
Haase de ahogar todas las contradicciones internas de la revolución en
una papilla uniforme, un revuelto que sea capaz de sofocar la energía
combativa de las masas en vagos compromisos. De tal modo, como
buenos “líderes comprometidos” Ebert, Scheidemann, Landsberg,

24
Hugo Haase: “El 31 de Julio de 1914, la oficina socialista internacional lanzaba su llamada a la
lucha contra la guerra, y Jean Jaurés caía bajo los disparos de Raoul Villain. El 1 de agosto, el
gobierno alemán declaraba la guerra a Rusia y proclamaba el estado de urgencia. El 2 el ejecutivo
del partido socialdemócrata se reunía para definir la actitud de los elegidos en el Reichstag sobre
la cuestión del voto de los créditos reclamados por el canciller Bethmann-Hollweg. Los dirigentes
estaban profundamente divididos: mientras que el viejo revisionista David y el secretario del
partido, Scheidemann, se pronunciaban por el voto de los créditos militares, Haase y Ledebour
reclamaban el voto en contra, conforme a las “posiciones de principios” del partido. Después de
discutir, la decisión queda postergada para el día siguiente. En la reunión de la fracción
socialdemócrata del Reichstag, la derecha ataca primero: David esgrime la amenaza que la
autocracia rusa representa para las libertades alemanas, subraya el riesgo de una prohibición del
partido, en caso de voto contrario, la trascendencia de un gesto así, en la atmósfera de excitación
general que reina. Afirma estar decidido a no aceptar la disciplina de voto sobre una cuestión de
tal importancia. Los adversarios del voto a los créditos están lejos de poseer tal determinación.
Cuando la fracción decide por setenta y ocho votos contra catorce, votar los créditos militares,
los catorce oponentes –entre los que están Haase, Ledebour, Liebknecht y Otto Rühle– aceptan
respetar la disciplina al día siguiente; aún más, Hugo Haase es quien, en la sesión del Reichtag del
cuatro de agosto, como presidente del partido y portavoz de la fracción, aporta el sostén
unánime de los socialdemócratas al canciller, es decir a la política de guerra. Justifica este gesto
por la preocupación por la defensa nacional de un pueblo prendado de libertad y de cultura y
amenazado por el despotismo zarista, y expresa el deseo de que, una vez afirmada por las armas
la seguridad de Alemania, los beligerantes puedan concluir lo más rápido posible una paz
duradera, garantizando la amistad entre los pueblos. Votando los créditos y aprobando la guerra,
el partido socialdemócrata se afirma vinculado, al mismo tiempo, a la internacional, al socialismo
y a la paz. Una página de la historia mundial ha pasado”. Pierre Broué, Revolución en Alemania,
t.1, p. 33. 1973
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LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

Noske, deben abandonar el escenario. Todo “puede resolverse” con


un cambio en el personal, pero la política de Scheidemann debe
permanecer al mando y “todas las tendencias socialistas” deben tener
un objetivo común. Formar gobierno.

Pero hoy los “espartaquistas”25 que deben enterrar a sus muertos


proletarios, asesinados por las bandas sangrientas de Scheidemann y
sus esbirros, sienten más que nunca, un desprecio diez veces
multiplicado, y solo tienen miradas de desprecio y puños cerrados
contra esa miserable política de compromiso y traición a la causa de la
revolución. De hecho, las frases vacías de Haase sobre “todas las
tendencias socialistas” en realidad se remonta a la anterior y bien
conocida combinación: “Scheidemann y los independientes”. Todo lo
que propone el ‘gran USPD’ para conseguir esa “unificación” no es otra
cosa que la resurrección del gobierno Ebert-Haase, solo con un cambio
de personajes. Y los fuertes términos con los que Ebert y Scheidemann
son vituperados en Freiheit26, solo son disparos de salvas de fogueo,
que con toda seguridad preparan la caída ignominiosa del USPD 27, a
pesar de todas las lecciones que han tenido que aprender, a pesar de
que se vieron obligados a renunciar a la coalición con Scheidemann 28 el
28 de diciembre, simplemente quieren volver a este compromiso, en
compañía de nuevos gerentes ejecutivos.

Así, la actual crisis da lugar a tres combinaciones:

25
KPD(S): (su grupo de combate fue llamado K.O. Kampforganisation). Kommunistische Partei
Deutschlands (Spartakusbund), el partido fundado por Luxemburg, Jogiches, K. Liebknecht,
Mehring y Zetkin entre muchos otros. Fue el nombre de Partido Comunista de enero 1919 a
noviembre de 1920. El nombre fue retomado luego de agosto de 1921 como KPD(U) ”Unificado”.
26
“Libertad”: fue el periódico del USPD. Dentro del USPD. Partido Socialdemócrata Independiente;
existió, más tarde y durante algún tiempo una fracción “de izquierdas” USPD (Linke) desde el
congreso de Halle (octubre de 1920) hasta el congreso de fusión con el KPD (enero de 1921)
27
USP-D: Unabhängige Sozialdemokratische Partei Deutschlands, (Partido socialdemócrata
Independiente)
28
La presión de las protestas masivas en Alemania contra la furia de las tropas contrarrevo-
lucionarias y las políticas antirrevolucionarias del gobierno, así como la intensificación de las
disputas en el gobierno por parte de los socialdemócratas de derecha forzaron a los
representantes del USPD, Emil Barth, Wilhelm Dittmann y Hugo Haase, a dejar el gobierno el 29
de diciembre de 1918. Para eso, se unieron al gabinete los socialdemócratas de derecha Gustav
Noske y Rudolf Wissell
89
Kurt Landau

1) Ebert-Scheidemann intentan mantenerse y sostener el status


quo, defendiendo su propio gabinete de gobierno sentados
sobre las bayonetas de la burguesía.

2) El USPD intenta revertir la situación a las condiciones que


existían hasta el 9 de noviembre, y alcanzar el gobierno con
una formula del tipo Ebert-Haase aunque con otros nombres.

3) La burguesía finalmente, quiere revertir las cosas al estado


anterior al 9 de noviembre, a la dictadura del sable desen-
vainado.

Las tres combinaciones son castillos de naipes, porque todas ellas


suponen que es posible volver el tiempo atrás, a situaciones y
condiciones históricas que ya han sido superadas. La revolución no
puede dar marcha atrás, y retroceder al 9 de noviembre, y mucho
menos a los ‘días felices’ anteriores al 9 de noviembre. Tampoco
puede detenerse en un punto muerto bajo el cetro de Ebert.

Todo el significado político y el contenido histórico de la crisis de esta


última semana pasada, se encuentra precisamente en el hecho de que
la revolución está siendo impulsada hacia adelante en su lógico
desarrollo; por su propia fuerza interior, para lograr la conquista del
poder por proletariado y la realización del socialismo. Aún cuando hoy
aparecen a cada paso del camino obstáculos terribles y la
contrarrevolución por medio de la fuerza bruta, gana terreno a sangre
y fuego, ellos sin embargo, serán incapaces de frenar el curso posterior
del desarrollo, la marcha hacia el triunfo de la revolución.

Y esto se expresa todavía mejor en el hecho de que ninguna de


alternativas podría durar por mucho tiempo construida sobre las
ruinas de esta semana. Sea cual fuere, la forma que adquiera el orden
político que consigan establecer provisionalmente, el día de mañana o
el día siguiente como resultado de la crisis, será un castillo de naipes.
Aunque la fuerza bruta del poder desnudo, sostenido por las
ametralladoras o la ambigüedad del plan engañoso del USPD consigan
obtener ventaja en la partida, al cabo de poco tiempo la fuerza

90
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

primordial de la revolución, es decir, las luchas económicas, pondrá fin


a todas esas disputas. Una y otra vez la revolución volverá a poner en
primer plano la cuestión de fondo: el ajuste de cuentas entre el trabajo
y el capital. Y este arreglo de cuentas es un conflicto histórico mundial
entre dos enemigos mortales, que no pueden ignorarse y que están
históricamente determinados a combatirse en una larga lucha por el
poder, ojo por ojo, mano a mano, pecho contra pecho.

Tan pronto como se limpien los escombros y se entierren los cuerpos


de este último episodio, la revolución volverá a su incansable trabajo
diario. Los “espartaquistas” seguirán su propio camino con inquebran-
table firmeza en su propósito. Los sacrificios son inumerables, el
número de nuestros camaradas muertos crece cada semana, pero el
número de nuestros partidarios crece cien veces más rápidamente.
Durante la guerra, bajo la situación de la ley marcial, se llenaron las
cárceles y prisiones, ahora bajo el gobierno “socialista” de Ebert y
Scheidemann, se están llenando las tumbas en el cementerio de
Friedrichshain

Pero alrededor de la roja bandera de la implacable lucha revolu-


cionaria, las masas del proletariado se reúnen en multitudes cada vez
más densas y compactas. Por el momento, algunos grupos pueden
estar intoxicados y cautivados por la demagogia y el aplauso de la
trampa de la “Unidad”, todo lo que esto significa es que mañana,
después de las decepciones y desencantos, aún vívidos en sus retinas,
apoyaran aún más firme y fielmente al único partido que no conoce
ningún compromiso, ninguna vacilación, y que ha tomando el camino
que marca la historia, sin mirar hacia atrás o hacia el costado, sin
temer a sus enemigos y a los peligros; hasta la victoria.

***

91
Kurt Landau

LAS FALLAS DE LOS JEFES


Rosa Luxemburg
(11 de Enero, 1919))29

Las cosas en Berlín han tomado un rápido giro, que provoca la más
fuerte crítica y la más seria preocupación de las masas obreras.

Hemos expresado en el transcurso de los últimos días a menudo, de


forma abierta y diáfana, que la dirección del movimiento de masas
berlinés estaba dejando que se perdiera toda fuerza, determinación,
unidad e impulso revolucionario. Hemos proclamado claramente que
la dirección iba muy atrás de la madurez y combatividad de las masas.
Hicimos todo lo posible dentro de estos organismos dirigentes mediante
iniciativas y exhortaciones, como también desde fuera –en la “Rote
Fahne”– mediante una crítica completa, para impulsar el movimiento,
para trasladar el afán revolucionario de las grandes empresas al
escenario de actividades.

Pero todos los esfuerzos e intentos han fracasado finalmente por las
vacilaciones y las posiciones tímidas de este organismo dirigente.
Después de que se hubiera parado y dejado perder durante cuatro
días la determinación práctica y la energía combativa de las masas
mediante una completa falta de dirección, después de que mediante
dos rondas de negociaciones con el gobierno Ebert-Scheidemann, se
debilitaran las perspectivas de lucha revolucionaria y que la posición
del gobierno se hubiera fortalecido de forma efectiva, los dirigentes
revolucionarios decidieron finalmente la noche del miércoles al jueves
suspender las negociaciones y a adoptar la lucha con todas sus
consecuencias. Pronunciaron la palabra huelga general y el grito ¡a las
armas!

Pero este fue, por lo demás, la única conquista a la que llegaron los
dirigentes revolucionarios.

29
Die Rote Fahne (Berlín) Die Rothe Fahne Archiv
92
LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

Se entiende enseguida que al lanzar el llamado a la huelga general y al


armamento a las masas, se debe hacer todo lo posible para asegurar el
cumplimiento más enérgico de esta consigna. ¡Nada parecido empren-
dieron los dirigentes! Tuvieron suficiente con las palabra desnudas y…
decidieron igualmente el jueves por la noche ¡emprender por tercera
vez negociaciones con Ebert-Scheidemann!

Esta vez el movimiento de unidad que llegó entre los trabajadores de


la Schwartzkoppf y de algunas otras grandes empresas del río, propor-
cionó el deseado pretexto para romper la lucha emprendida anterior-
mente en todas las formas. El personal laboral de la Schwartzkopff, del
AEG, de la Knorr-Bremse pertenece a las tropas centrales del proleta-
riado revolucionario berlinés, y no hay ninguna duda de las sus
mejores intenciones. Pero los trabajadores, en este caso, fueron
objeto de la manipulación de los Haase, Oskar Cohn, Dittmann y otros.
Esos individuos trabajando de forma demagógica con las muy
estimadas palabras claves de “unidad”, “ningún derramamiento de
sangre”, buscan de desvanecer la combatividad de las masas, confun-
dirlas y disolver la decisiva crisis revolucionaria en un falso
compromiso con la contrarrevolución.

Es claro para todos los que no se quieran dejar engañar, que esta
rimbombante unidad que el USP ingenió es indudablemente el mejor
servicio que podían ofrecer a Ebert-Scheidemann en la situación
presente. Incluso cuando colgaban del aire, temblando, y recibían el
apoyo indeciso y poco placentero de tropas vacilantes, y la descon-
fianza de la burguesía, los traidores del socialismo hacían una prueba
de fuerza con los obreros en los últimos días de las horas más pesadas
de su breve gloria gubernamental. La impresionante salida de las
masas en la calle, el giro que tomaba la brutal provocación guberna-
mental en la cuestión de las provocaciones, había pasado por encima
de la cabeza de estos aventureros. Y al darse ya por medio derrotados:
esto se mostraba claramente en toda la indecisión y la creciente
incertidumbre de las medidas contrarrevolucionarias de los últimos
días.

93
Kurt Landau

Después llegaron como período salvador las negociaciones y final-


mente el movimiento de unidad. El USP se evidenció aquí de nuevo
como el ángel salvador de la contrarrevolución. Haase-Dittmann
abandonaron el gobierno de Ebert, pero continúan en las calles con la
misma política de cobardía de los Scheidemann.

¡Y la izquierda del USP acepta y hace esta política! Las condiciones


para las negociaciones decididas recientemente con el gobierno, que
fueron aceptadas por los dirigentes revolucionarios, fueron formuladas
por Ledebour. Se pide por una parte, como precio, la capitulación de
los trabajadores, y por otra, la destitución de Ebert, Scheidemann,
Noske y Landsberg del gobierno. ¡Como si se tratara solo de personas
y no de una determinada política! Como si no resultara en una pura
confusión y equivocación de las masas sustituir los típicos y declarados
representantes de la política infame de Scheidemann por cualquier
estadista gris que haga únicamente de hombre de paja, la misma
política, mientras los Ebert-Scheidemann se esconden tras el telón
moviendo los hijos y eludiendo el juicio de las masas!

De una manera u otra la totalidad del USP transformó una política de


negociaciones a través de los dirigentes revolucionarios en una
capitulación del obrerismo revolucionario para esconder los antago-
nismos y las contradicciones internas. Es la política del 9 de
Noviembre, al que se ha de retroceder después de ocho meses de
situación madurada y de unidad política de las masas!

El Partido Comunista no toma parte obviamente en esta lamentable


política y la rechaza toda responsabilidad. Consideramos aún como
nuestro deber hacer avanzar la cuestión de la revolución, de
enfrentarnos a todos los intentos de confusión con una energía férrea
y alertar a las masas con una crítica implacable de los peligros tanto de
la política vacilante de los dirigentes revolucionarios como de la
política empantanada del USPD.

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LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA DE 1936 Y LA REVOLUCIÓN ALEMANA DE 1918-1919

La crisis de los últimos días hace de la mayor importancia y urgencia


que las masas extraigan una lección. La situación anterior de ausencia
de dirección, de falta de un centro organizativo de los berlineses se
hace insostenible. Si la cuestión de la revolución debe continuar hacia
adelante, si la victoria del proletariado y el socialismo deben ser algo
más que un sueño, entonces los obreros revolucionarios debe crear
órganos de dirección, que desde lo alto sepan conducir y emplear la
energía combativa de las masas. Por encima de todo el período inme-
diato dedicarse a la liquidación de la USPD, este cuerpo en decadencia
que puede con sus productos de descomposición envenenar la
revolución.

El enfrentamiento con la clase capitalista adopta la forma en Alemania


en primer término de colisión con Scheidemann-Ebert, quienes son la
guardia de seguridad de la burguesía. Y la colisión con los Scheidemann
plantea la liquidación del USPD, que actúa como guardia de seguridad
de Ebert-Scheidemann.

Claridad, dureza, lucha implacable contra todos los intentos de ocultar


de vuelta y de confundir, acopio de la energía revolucionaria de las
masas y creación de los órganos correspondientes para dirigirla en la
lucha: estas son las tareas más candentes del período inmediato, estas
son las lecciones más importantes de los últimos cinco días de
destacados avances de las masas y deplorables fallas de los dirigentes.

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