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1. Tiene amplias diferencias con el pensamiento clásico liberal (laissez faire, laissez passer), en
el sentido de que se requiere de un Estado fuerte que intervenga decididamente en ciertas
situaciones en las que es necesario reforzar a los mercados y, claro, con el objeto de rescatar
a grandes empresas privadas en épocas de crisis.
Igualmente, en su discurso dice impulsar la libre competencia, pero en la práctica la desestima
y, en cambio, favorece y defiende el desarrollo de monopolios en todos los sectores de la
economía. La oleada de fusiones y adquisiciones empresariales de las últimas décadas es
muestra de ello.
El control de las políticas públicas es prioritario, para así guiar a las multitudes a creer que las
iniciativas que ellos impulsan son para el bienestar colectivo.
En sí, entonces, el Estado no es “desregulado”, sino “re-regulado” de acuerdo con la lógica del
pensamiento neoliberal y del ente “mercado”. En ese sentido, la idea de la democracia
extendida choca frontalmente con el rol que “idealmente” debe jugar aquél, pues obstaculiza
su “desenvolvimiento natural”.
5. Los neoliberales declarados se inclinan a tratar la política como un mercado y, a su vez,
promueven su propia idea de democracia. En su forma más avanzada no hay distinción entre
ciudadanos, consumidores o usuarios de los servicios ofrecidos por el Estado. Por ello,
buscan conquistar el poder político para operar dentro del mismo Estado. De esa manera no
hay tal separación entre el mercado y la esfera de la sociedad civil. Todo, entonces, se
convierte en un juego mercantil (comodificación).
6. Michel Foucault decía que en el neoliberalismo “…el homo economicus es un empresario de sí
mismo”, pues correctamente identificaba el concepto de “capital humano” como la salida
neoliberal que se separa del pensamiento político de varios siglos que colocaba al humanismo
en la historia de los derechos naturales. El neoliberalismo deconstruye al trabajo humano
reduciéndolo a un conjunto de inversiones, conocimientos, habilidades, actitudes y alianzas
temporales (familia, sexo, raza, trabajo).
El individuo está sujeto a ser una pieza de un juego digital y forma parte de un conjunto de
proyectos que se desvanecen en el tiempo. Así, el neoliberalismo se constituye como una
teoría del todo en donde la estrategia empresarial persigue ventajas. En el límite, pues, cada
individuo llega a ser su propia empresa en una competencia mercantil.
7. La idea de libertad, donde la libertad económica juega el papel estelar, hace que la
educación se convierta en un bien de consumo y no en una experiencia de transformación de
vida. Bajo ese contexto, el sistema educativo se enfoca hacia el desarrollo del capital humano
instrumental que será útil para la empresa privada. La técnica se eleva hacia la cúspide del
proceso de aprendizaje en perjuicio del estudio de las humanidades que quedan relegadas a
un segundo plano o, definitivamente, no son tomadas en cuenta.
8. La libertad de movimiento para los capitales, más no así para los trabajadores, se convierte
en una doctrina, con el apoyo adicional de los tipos de cambio flexibles y el desmantelamiento
de toda clase de regulaciones al capital. El uso de agencias internacionales (Fondo Monetario
Internacional, Banco Mundial y Organización Mundial del Comercio), como promotoras del
dogma libertario, restringen toda opción de política económica de los gobiernos nacionales.
Hay una estrecha relación entre el Consenso de Washington y el desplazamiento de la
hegemonía neoliberal.
11. “El mercado siempre proveerá soluciones a los problemas causados por el mismo mercado”. Este
es el postulado de destino último de la orientación constructivista dentro del pensamiento
neoliberal. Como ejemplos, la contaminación se puede abatir por el intercambio mercantil de
permisos de emisiones de CO2; la educación pública inadecuada se rectifica con la entrada
de instituciones privadas; a los pobres enfermos que carecen de servicio social médico, se les
incentiva para ser “conejillos de indias” hacia el ensayo de pruebas clínicas privadas; la
pobreza en países emergentes se puede mitigar por medio de “micro créditos”; el mercado
puede sustituir a los gobiernos en la administración de aeropuertos, carreteras, parques,
distribución de agua potable, generación de energía, etcétera. Esto es, como el mercado
procesa toda la información, la mejor manera de aprovecharla es mediante el conocimiento,
siempre y cuando se le asigne un precio.
12. Para Herbert Marcuse, tanto los medios de comunicación como las industrias culturales
socializan los valores del sistema dominante y ahogan el pensamiento crítico, creando un
escenario unidimensional que propicia una ideología única y condiciona la conducta del
individuo en la sociedad bajo la apariencia de una conciencia feliz.
13. Los neoliberales sermonean sobre las virtudes del orden espontáneo, mientras que,
paralelamente, se organizan para tomar control del Estado y regirlo a su conveniencia.
Impulsan las libertades, pero practican la jerarquía más regimentada en su organización
política. Catequizan la postración del individuo ante el poder impresionante del conocimiento
del mercado, pero se otorgan a sí mismos excepciones. Por tanto, en su versión de
gobernabilidad, elevan al mercado como un sitio de verdad para todos, salvo para ellos.
14. Activa y permanentemente, los neoliberales practican el doble discurso: uno va dirigido a
las poblaciones para hacerlas creer que hay todas las posibilidades para que alcancen sus
metas más preciadas, pero el otro se lo reservan en sus pequeños grupos de poder, en donde
diseñan las estrategias públicas a seguir. Así, disfrazan al neoliberalismo como una filosofía
populista.
Una de las mayores ambiciones del pensamiento colectivo neoliberal es sembrar dudas e
ignorancia entre la población. Basta con identificar los discursos que niegan el cambio
climático y trasladan las preocupaciones hacia el campo económico en búsqueda del
crecimiento y la estabilidad de precios.
15. Como corolario de lo hasta aquí apuntado se dice que el modelo económico neoliberal
tiene la capacidad de superar cualquier crisis, no tanto estableciendo políticas regulatorias
sino aplicando soluciones inherentes al propio mercado. Es así como los ideólogos y
apologetas de las ideas ortodoxas abogan por adoptar las virtudes de la “resiliencia”, término
secuestrado de la ecología, introducido por primera vez por el ecólogo Crawford Stanley
Holling y posteriormente adoptado en la psicología, para reforzar la idea de que cualquier
adversidad es superable, aunque nunca llegan a reconocer que mientras no se modifiquen las
condiciones que han generado las crisis y la desigualdad creciente, jamás se lograrán superar
tales condiciones adversas.
La crisis financiera de 2008
La “sabiduría del mercado” fue violentada dramáticamente en la gran recesión del 2008, cuando
el gobierno de Estados Unidos decidió qué bancos y qué compañías de seguros deberían
subsistir y cuáles tendrían que perecer. Igualmente, en Europa impusieron medidas
draconianas a países del sur como Grecia, Portugal e Italia. Así, el verdadero poder se centra
en quién decide “suspender” al mercado para poder “salvar” al mercado.
“El síndrome de la negación” ha infectado de forma prolífica a la economía ortodoxa al ocultar
que los bancos rescatados de la quiebra en esa profunda crisis, fue porque los directivos del
Sistema Federal de Reserva de aquel país tenían estrechas relaciones con las instituciones
favorecidas. Sí, en cambio, se insistió públicamente que la crisis fue responsabilidad de los
que manejaban las corporaciones financieras. Entonces uno se pregunta ¿qué papel jugó la
Reserva Federal para supervisar el correcto funcionamiento del mercado y para evitar que
ocurriera la gran recesión?
Con mucha frecuencia, se omite aclarar que el Banco de la Reserva Federal de los Estados
Unidos no es una institución pública (lo único que tiene de Federal es el nombre), ya que la
agrupación de Bancos Regionales de Reserva, que forman el sistema Federal, son bancos
privados, cuyos accionistas reciben dividendos. De ahí se desprende que las decisiones de la
FED van primordialmente dirigidas a beneficiar a la comunidad financiera y que por ningún
motivo aceptaría estar gobernada como una institución democrática. Cuando se vende la idea
de que el Sistema Federal vela por el bienestar de la economía, equivale a escuchar a “un
lobo con piel de codero”.
El pensamiento único colectivo provoca que los economistas del club selecto se comporten
como las muñecas rusas (matrioshkas): aparecen en puestos prominentes del gobierno, en
los consejos directivos de las principales instituciones financieras e, incluso, en la academia;
es decir, es un proceso continuo que funciona como una puerta giratoria muy bien engrasada.
Si se hicieran de dominio público todas las conexiones, maniobras y estrechos lazos con los
grandes grupos financieros e industriales de estos economistas célebres, sus conferencias
estarían condenadas a ser recluidas y escuchadas en las aulas de las universidades donde
dan clases, para perjuicio de los cerebros de los estudiantes cautivos.
¿Qué sigue?
En la actualidad, el mundo se debate en una crisis que tiene siete dimensiones:
En los casos más graves se producen migraciones masivas que huyen de condiciones
extremas de pobreza e inseguridad.
7. Invasión del crimen organizado. Se manifiesta su presencia en toda la esfera social de las
naciones.
Ante ese contexto, y en época de pandemia, el mundo se enfrenta a una post realidad, que se
identifica como una transición y cuyo futuro se bifurca en diversos caminos posibles.
Por un lado, podemos asegurar que las élites gobernantes -que detentan el poder económico,
mediático, militar y tecnológico – forzarán a que la normativa que dicta el pensamiento único
colectivo siga su curso; obviamente, adaptándose a las circunstancias y continuando con la
práctica del doble discurso, pero con un costo monumental para la mayor parte de la
población mundial y con efectos devastadores para la salud ambiental del planeta. Para ello,
su gran aliado será la tecnología, y más específicamente la aplicación masiva de la
inteligencia artificial en todas las facetas de la vida, incluyendo, claro, la militar.
Lo anterior traerá la desaparición de múltiples empleos, pero también un mayor control sobre
los individuos. Recordemos lo dicho por Michel Foucault, quien hablaba acerca de la ecuación
poder-control social, y que lo ejemplificaba en los centros escolares, hospitales, y prisiones
con las subsecuentes sanciones “normalizadoras”. A todo ello, hay que agregar las
posibilidades de control que ofrece la tecnología: educación virtual, trabajo en casa, entrega
de productos a domicilio, distanciamiento social, vigilancia remota, perfil de las personas y sus
hábitos, desaparición del dinero en efectivo, etcétera.
Las naciones son prisioneras de las grandes instituciones financieras mediante el mecanismo
de la deuda, debido a que sus decisiones soberanas sobre las áreas fiscales, monetarias y
comerciales están herméticamente monitoreadas por instituciones internacionales y esos
candados son difíciles de romper, sobre todo de manera aislada. Son naciones presas por el
post colonialismo, que no es otra cosa que la distopía generalizada.
Hoy en día, la civilización necesita forjar la cooperación entre las naciones y dejar atrás la
inoperante idea de la competencia comercial y la rivalidad entre bloques y países. La biosfera
es una sola y es compartida por todos. Se requiere cerrar la brecha metabólica entre la
humanidad y la naturaleza. La idea del crecimiento ilimitado es insostenible y es fundamental
reflexionar en una organización de las sociedades que busque la calidad de vida, por encima
del impulso materialista de la cantidad y la persecución del lucro por sobre todas las cosas.
La encrucijada que vive la humanidad obliga a buscar nuevos caminos que lleven a mejorar el
bienestar de la gente. La economía debe trabajar en favor de las personas y no hacer que las
personas lo hagan en favor de la economía controlada por poderosas élites.
Se refiere al “Doomsday Clock” o Reloj del Apocalipsis que es un reloj simbólico, mantenido
desde 1947 por la junta directiva del Bulletin of the Atomic Scientists (Boletín de Científicos
Atómicos) de la Universidad de Chicago, Estados Unidos, que usa la analogía de la especie
humana estando siempre «a minutos de la medianoche», donde la medianoche representa la
«destrucción total y catastrófica» de la Humanidad.