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Física Moderna
Trabajo orientado: “Teoría del Big Bang”
Elaborado por:
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3. Teoria del BIG BANG
La idea de Lemaitre permitía encajar tanto los datos observacionales, la expansión, como los
teóricos, la relatividad general, pero como hipótesis científica le faltaba capacidad predictiva.
Es aquí donde aparece el padre real de la teoría del Big Bang George Gamow, un físico
ucraniano, una de las predicciones de este modelo era que las proporciones de los elementos
químicos más elementales (hidrogeno y helio), se ajustaban con una aproximación notable a las
proporciones observadas en el universo. La otra predicción, que a la larga seria decisiva, era que
el universo tenía que conservar una temperatura residual producto del fenómeno explosivo
inicial.
Otra teoría llamada “estado estacionario”, era según la cual el universo no había tenido un
principio, como el Big Bang, era infinitamente viejo y había tenido siempre el mismo aspecto,
aunque estaba expandiéndose.
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La controversia entre estos dos modelos contribuyo de manera notable a la transformación de la
cosmología científica. Las confrontaciones de los modelos teóricos con las observaciones
tendrían un papel fundamental, ya que las dos teorías alternativas podían ser validadas.
Una nueva rama observacional de la astronomía la radio astronomía que estaba desarrollándose
en aquellos años en gran medida a partir de la experiencia en el Real durante la Segunda Guerra
Mundial tuvo un papel fundamental en las primeras evidencias observacional es en contra de la
teoría del estado estacionario, provinieron precisamente de radioastrónomos británicos
observando fuentes lejanas de ondas de radio y por lo tanto el universo primitivo pusieron en
evidencia que esa distribución era diferente de las más próxima y por lo tanto infirieron que
había una evolución en el universo, eso concordaba mucho mejor con el Big Bang que con el
estado estacionario el debate fue duro desde todos los puntos de vista durante años pero el golpe
de gracia fue a favor del Big Bang.
Como toda buena teoría científica el modelo del Big Bang se construyó a partir de hipótesis que
se generan para explicar observaciones o experimentos y que a la vez generan predicciones que
se tienen que contratar por medio de la observación no fue un proceso lineal y la idea primitiva
de una explosión inicial con expansión posterior en la que se fue formando las estructuras que
hoy conocemos tenía bastante consistencia como para hacer frente al número creciente de datos
observacionales que iba proporcionando la astronomía moderna.
Lo que hoy llamamos Big Bang es un modelo más sofisticado y también sorprendente en el que
la teoría y la observación se entrelazan.
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Hubble, cuyo valor exacto sigue siendo objeto de debate. ¿A qué velocidad se expande el
universo?
Los dos principales métodos utilizados, uno basado en cálculos teóricos y otro en la observación.
El Universo se está expandiendo desde el Big Bang, el momento mismo en que nació, hace unos
13.760 millones de años. El primero en proponer esa idea fue físico belga Georges Lemaître en
1927. Dos años más tarde, en 1929, el astrónomo norteamericano Edwin Hubble demostró que
todas las galaxias se están alejando entre sí, y que cuanto más lejos se encuentren unas de otras
más rápido será ese alejamiento.
Esos hallazgos dieron lugar a la llamada ley de Hubble-Lemaître, que incluye también la tasa de
expansión del Universo, conocida como Constante de Hubble y cuyo valor es, en la actualidad,
de cerca de 70 km por segundo por Megaparsec, lo que significa que el Universo se expande 70
km por segundo más deprisa por cada 3,26 millones de años luz más de distancia. El problema,
como se ha dicho, es que hay dos métodos para calcular el valor de la constante. Y ambos están
en conflicto.
El primero de esos métodos se basa en el fondo cósmico de microondas, esto es, la radiación o
«calor residual» del mismísimo Big Bang, que permea por igual todo el Universo. Gracias a los
precisos datos del telescopio espacial Planck , y dado que el Universo es homogéneo e
isotrópico, se obtiene, usando la Teoría de la Relatividad General de Einstein , un valor de
67,4 para la Constante de Hubble.
El segundo método de cálculo, sin embargo, se basa en la observación de las supernovas que
aparecen esporádicamente en galaxias distantes. Se trata de eventos muy brillantes y
proporcionan al observador distancias muy precisas, lo que ha permitido establecer para la
constante de Hubble un valor de 74. ¿Pero cuál de los dos valores es el correcto?
Según explica Lombriser, «estos dos valores han ido volviéndose más precisos con los años ,
pero sin dejar de ser diferentes entre sí. Eso llevó a una agria controversia científica, y también a
despertar la emocionante esperanza de que tal vez estábamos lidiando con una Nueva Física».
Para tratar de conciliar ambos valores, Lombriser decidió considerar la idea, ciertamente
revolucionaria, de que después de todo el Universo podría no ser tan homogéneo como se afirma.
Es decir, que la materia no se distribuye por igual en todas partes. Eso es algo que, a escalas
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relativamente modestas, parece obvio: no cabe duda, por ejemplo, de que la materia se distribuye
de manera diferente dentro de una galaxia que fuera de ella. Sin embargo, resulta mucho más
difícil imaginar variaciones en la densidad media de la materia si consideramos escalas mucho
mayores , miles de veces más grandes que una sola galaxia.
Todo lo que se necesitaría sería que esa «burbuja de Hubble» fuera lo suficientemente grande
como para incluir a las galaxias cuyas supernovas se usan como referencia para medir distancias.
Lombriser probó con diferentes tamaños para esa hipotética burbuja, y al establecer un diámetro
de 250 millones de años luz y una densidad de materia en el interior un 50% más baja que en el
resto del Universo, se obtendría un nuevo valor para la constante de Hubble que, por fin, sería el
mismo que el obtenido usando el método basado en el fondo cósmico de microondas.
«La probabilidad de que exista una fluctuación así a esta escala -concluye Lombriser- varía de
una entre 20 a una entre 5 , lo que significa que no es solo la fantasía de un teórico. Y hay
muchas regiones como la nuestra en el Universo».
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La radiación de fondo es el ruido que hace el universo. Se dice que es el eco que proviene del fin
del universo, o sea, el eco que quedó de la gran explosión que dio origen al universo. Los fotones
han continuado enfriándose desde entonces, actualmente han caído a 2,725 K y su temperatura
continuará cayendo según se expanda el Universo.
Esta radiación fue predicha en 1948 por George Gamow, Ralph Alpher y Robert Hermann, como
una reliquia de la evolución del universo primitivo, y es que la detección de CMB (Cosmic
Microwave Background) podría ser la evidencia directa de que hubo un universo primitivo de
alta densidad y temperatura.
Así pues, el Fondo Cósmico de Microondas es una de las pruebas fundamentales de la existencia
del Big Bang, ya que estaba predicho y ha sido confirmado por la observación. formación
continua de nueva materia.
De acuerdo a la última versión del paradigma, el Universo pasó, fracciones de segundo después
de la Gran Explosión, por una fase "inflacionaria" (una explosión dentro de la explosión), un
cambio de fase, en la cual se habrían producido irregularidades, como grietas en un campo de
hielo, las que habrían servido de origen para posteriores fluctuaciones gravitacionales. Estas
estructuras atraían las partículas recién formadas produciendo zonas de alta densidad. Estas son
las estructuras cuyas imágenes quedaron impresas en el Fondo Cósmico de Microondas.
Escapaban a la detección de los científicos debido a que aparecen extraordinariamente débiles,
producto de las grandes distancias que han debido viajar: 14 mil millones de años luz.
El Big Bang sugiere que el fondo de radiación cósmico rellena todo el espacio observable y que
gran parte de la radiación en el Universo está en el CMB, que tiene una fracción de
aproximadamente 5·10-5 de la densidad total del Universo.
Lemaitre, que fue el pionero, iba tras el descubrimiento de un modelo cosmológico que encajara
con el universo real y supo del hallazgo de la radiación cósmica de fondo poco antes de su
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muerte en 1966. Gamow murió en 1968. Como el premio sólo se concedía a científicos vivos, el
comité seleccionó a Penzias y Wilson, los dos investigadores que habían hallado la prueba de la
teoría ignorando completamente a Lemaître, Gamow y todos los demás que la habían modelado.
En el año 2006 los astrofísicos estadounidenses John C. Mather y George F. Smoot obtuvieron el
Premio Nobel de Física por sus investigaciones sobre la radiación de fondo de las microondas
cósmicas y el origen del universo. Sus trabajos están basados en las mediciones realizadas con
ayuda del satélite COBE, lanzado por la NASA en 1989, en cuyos resultados sustentaron sus
investigaciones sobre el escenario de los primeros segundos tras el Big Bang. Si la mera
detección de la radiación de fondo sólo pudo realizarse casi 20 años después de su predicción
teórica dentro del modelo del Big Bang, debido a lo débil de su Radiación de Fondo de
Microondas.
Dos de los grandes éxitos de la teoría del Big Bang son sus predicciones de este espectro de
cuerpo negro casi perfecto y su predicción detallada de las anisotropías en el fondo cósmico de
microondas. El reciente WMAP ha medido precisamente estas anisotropías sobre el cielo por
completo a escalas angulares de 0,2°.
En resumen, la huella de las semillas iniciales en la distribución de materia, que dieron lugar por
colapso gravitatorio a las estrellas, galaxias y aglomeraciones de galaxias estaba impresa en las
anisotropías de la radiación de fondo como consecuencia de la interacción inicial en el plasma
primigenio. Recientemente varios experimentos han confirmado estas observaciones mejorando
dichas medidas tanto en sensibilidad como en resolución.
Este gran avance en nuestra observación del universo ha sido sólo posible por el rápido
desarrollo de instrumentos muy sensibles a la radiación, en todo el rango de longitudes de onda,
desde radio hasta Rayos X.
El Planck será el tercer satélite destinado a la observación del fondo cósmico. La elevada
sensibilidad del telescopio Planck permite detectar variaciones de temperatura de pocas
millonésimas de grado. Gracias a su extraordinario instrumental es capaz de medir fluctuaciones
de la Radiación Cósmica de Fondo de Microondas con una precisión nunca antes lograda.
• En nuestra vida cotidiana, observamos objetos con diversas formas geométricas (planos,
esferas…). Las mediciones dicen que vivimos en un universo casi plano. El problema es que un
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universo casi plano debería derivar muy rápido en uno esférico. Y eso no es lo que está
sucediendo. Sigue siendo casi plano. (Carmen Mª García Tardío, Clara Gómez García y MªJesús
Macías Castillo, 2010)
Un cuerpo negro
Poco después del descubrimiento de la radiación de fondo, en 1967 Sachs y Wolf (1967, Ap.,
147, 73) sugerían que los primeros agrupamientos de materia que terminarían por formar las
grandes estructuras galácticas que vemos en la actualidad podrían haber producido fluctuaciones
de la intensidad de la radiación de fondo en regiones diferentes del cielo. Esto sería debido
básicamente a que los fotones que nos han llegado desde regiones de mayor densidad de materia
tienen que escalar la barrera mayor de potencial gravitatorio y perder energía.
La curva del cuerpo negro del Big Bang ha tenido mucho tiempo para enfriarse. Hoy,
esperaríamos que la radiación de fondo que quedó del Big Bang tuviera una temperatura de
aproximadamente 4 kelvin (-269 grados centígrados). Esto lo coloca en la parte de “microondas”
del espectro electromagnético.
Sin embargo, no prestaron atención al hecho de que sus cálculos, llevado un poco más lejos,
predicen la existencia de un campo de radiación que baña el universo y es equivalente al
generado por un cuerpo negro en equilibrio térmico que se encuentre a una temperatura de unos
4 K, de esta forma, en 1948 Alpher y Robert Herman corrigieron algunos errores en los cálculos
de Gamow e hicieron la primera estimación numérica de la temperatura del campo de CMB, de
unos 5 K, aunque dos años después, se reestimó en 28 K.
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En la década de los 90, el Explorador Cósmico de Microondas COBE (Cosmic Background
Explorer), dio lugar a dos resultados claves que marcaron la cosmología actual. Su objetivo fue
investigar la radiación de fondo de microondas y obtener medidas de la misma que ayudaran a
ampliar nuestra comprensión del cosmos. Su misión, planificada para un período de alrededor de
4 años, comenzó el 18 de noviembre de 1989.
Mediciones posteriores a los años sesenta, confirmaron la evidencia: que el universo visible de
galaxias y estrellas se halla permeado por una radiación a 2.7 grados Kelvin, el eco perceptible
de la creación. En lo que a la mayoría de científicos se refería, el Big Bang había ganado.
Tras un detallado análisis de los datos proporcionados por el satélite COBE (Cosmic
Background Explorer), se pudo fijar la temperatura actual del CMB con gran precisión en 2.728
± 0.02 K. El satélite COBE fue lanzado el 18 de noviembre de 1989, con tres instrumentos de
alta sensibilidad a bordo cuya construcción había sido propuesta por tres grupos dependientes de
la NASA en 1974.
De todas las geometrías que el universo podría tener, justo es plano, lo que nuestras mentes
entienden mejor. Y no solo eso, esas ecuaciones de Einstein que se pueden usar para describir la
evolución del universo como un todo nos dicen que la densidad del universo poco después del
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Big Bang, una milmillonésima de segundo o nanosegundo (lo que tarda la luz en llegar desde su
móvil a sus ojos), solo pudo tener un valor muy preciso para que hoy el cosmos sea como es. Ese
valor se conoce hasta el decimal número 25, más o menos. Si el decimal número 25 hubiera sido
diferente un nanosegundo después del Big Bang, si unas fluctuaciones cuánticas no hubieran
tenido esas propiedades tan restrictivas, el universo no sería como es, no sería plano, no
existiríamos. La mente de los astrofísicos, muy cartesiana en el sentido de escéptica y metódica,
no puede aceptarlo: ¡Demasiada coincidencia y, para algunos, demasiado determinismo en la
historia del cosmos!
Los cuásares son objetos celestes que por más de treinta años han cautivado e intrigado a los
astrónomos. El primero se descubrió en 1960, pero no fue sino hasta 1963 cuando los
astrónomos comprendieron lo que estaban viendo. Aunque el objeto tenía la apariencia de una
débil estrellita azul, desde un principio se sospechó que no se trataba de ninguna estrella
ordinaria, pues fue detectada por su emisión de radiofrecuencia. Sólo después pudo ser
identificada como un objeto visible, ya que las estrellas no emiten con esa intensidad.
Una de las técnicas más usadas en astronomía para analizar la luz de los objetos es la
espectroscopia, mediante la cual podemos descomponer la luz blanca y analizar por separado los
diferentes colores (longitudes de onda o frecuencias) que la componen. Pues bien, al analizar el
espectro de este primer cuásar quedó de inmediato claro que, a pesar de su apariencia de
“estrellita azul”, no se parecía a ninguna estrella en sus características espectrales (que reflejan
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básicamente la temperatura). De hecho, no era similar a ningún cuerpo celeste conocido hasta
entonces. Marten Schmidt resolvió este enigma cuando logró identificar, en el espectro de uno de
estos objetos, el patrón de emisión producido por el hidrógeno, el elemento más abundante en el
Universo. Sin embargo, las longitudes de onda que aparecían en este patrón habían sido
desplazadas sistemáticamente hacia el lado rojo del espectro (aparecían con longitudes de onda
mayores que en el laboratorio). El desplazamiento era tan grande, que los astrónomos tardaron
tres años en encontrar un patrón reconocible, el cual, al poco tiempo, fue utilizado para
identificar otros objetos similares.
Las estrellas, planetas, asteroides y gas interestelar forman sólo el 4% de la materia o energía de
nuestro universo. La contribución de la luz es aún mucho menor, sólo unas cien milésimas de la
cantidad total. La mayor parte del contenido del universo, el 96%, está conformado por dos
enigmáticas sustancias que no nos son familiares en la Tierra. La materia oscura (MO) que
corresponde al 22% y la energía oscura (EO) con el 74% de la materia-energía del cosmos.
Ambas de gran relevancia para el desarrollo de nuestro universo, pero sin que tengamos aún una
comprensión cabal ni de su dinámica ni mucho menos de su origen o de sus consecuencias.
Probablemente este es el tema de mayor importancia y con mayor actividad en la física hoy en
día. Por un lado, se están construyendo nuevos poderosos telescopios y satélites para determinar
con mucho mayor precisión las propiedades de nuestro universo y la dinámica de la EO y de la
MO. Por otro lado, los científicos tratamos de elucidar el origen y naturaleza de este
sorprendente 96% de energía-materia del universo.
Y entonces, ¿Qué son la materia y energía oscura? ¿Podrían ser partículas elementales que no
hemos podido observar en la Tierra? ¿Es la teoría de la Relatividad General incorrecta a escalas
cósmicas y hay que modificarla? ¿Es acaso que el universo no es homogéneo y estamos en el
centro de una gran burbuja cósmica con una densidad mucho menor que el resto del universo?
¿Son la EO y la MO manifestaciones de un espacio con más dimensiones espaciales, como
predicen las teorías de branas (membranas) y supercuerdas? Históricamente las grandes
incógnitas han tenido diferentes tipos de soluciones.
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Por ejemplo, en los años 30s la interacción entre las partículas elementales protones, neutrones y
electrones no conservaba a la energía total, por lo que había una partícula no conocida
llevándose la energía faltante, o las leyes de la física tenían que ser modificadas a estas escalas
tan pequeñas de tal forma que la conservación de la energía no se cumpliera.
Otro ejemplo, a finales del siglo XIX, fue la medición de la velocidad de la luz que no mostraba
las variaciones predichas por la teoría. En este caso, o las mediciones eran incorrectas o la teoría
tenía que ser modificada. La solución a estos dos enigmas fue diametralmente opuesta y difícil
de anticipar. En el primer caso se postuló una partícula extra para conservar a la energía, el
neutrino (descubierto quince años después, en 1956), en el segundo caso la solución fue la
postulación de una nueva teoría: la teoría de la Relatividad Especial de Einstein en 1905.
Aunque parecidos en nombre, la materia oscura y la energía oscura, no podrían ser más
diferentes. Por un lado, la materia oscura se postula para generar una mayor fuerza de gravedad
entre los objetos celestes y por el otro lado la energía oscura tiene propiedades diametralmente
opuestas, generando una gran fuerza repulsiva o anti gravitacional. Este comportamiento
aparentemente contradictorio no es lo único, la manifestación de cada una es a escalas muy
diferentes.
Los astrofísicos han llegado a la conclusión de que el Universo surgió de la llamada “energía del
vacío”. Explican que en esa inmensa “nada” aparecían súbitamente minúsculas “burbujas” de
energía que luego desaparecían.
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Hace unos 13.800 millones de años, una de esas “burbujas”, extremadamente condensada y
muchísimo más pequeña que un átomo, estalló repentinamente. Esa explosión, el Big Bang,
desató una temperatura altísima, y desde ese instante el Universo se fue extendiendo, creando al
mismo tiempo el espacio y el tiempo.
Durante sus primeros instantes, el Universo era una especie de “plasma”, muy denso y caliente,
compuesto de cuarks y anti cuarks (materia y antimateria) que se inhibían entre sí, quedando un
excedente de cuarks. Éstos, que son los elementos más pequeños en que se divide la materia, se
combinaron con nuevas partículas elementales para terminar formando átomos de hidrógeno y
helio, los dos elementos principales que componen el Universo.
Tres minutos después del Big Bang, la temperatura descendió a unos mil millones de grados
Kelvin y el Universo siguió enfriándose y expandiéndose. Posteriormente, el Universo se
“estabilizó” y quedó, en un 99%, compuesto por dos tercios de hidrógeno y un tercio de helio.
Unos 380.000 años después de la explosión inicial, y al seguir bajando la temperatura, los
fotones –que son las partículas que transportan la energía en forma de luz se liberaron y salieron
disparados en todas direcciones. El Universo, que hasta entonces era opaco, se tornó luminoso.
Los rayos de luz que se dispararon y que desde su aparición están viajando a 300.000 kilómetros
por segundo (la máxima velocidad existente en el Universo), forman lo que llamamos la
“radiación del fondo cósmico”.
La fuerza de atracción de un Agujero Negro es tal, que ni siquiera su propia luz puede escapar de
su campo gravitacional. Es por eso que no podemos ver un Agujero Negro, sólo podemos
detectarlo por las perturbaciones que provoca alrededor suyo.
Un Agujero Negro “traga” todo lo que pasa cerca suyo, Estrellas, Planetas, etc. El que tenemos
en el centro de nuestra Galaxia es unos tres millones de veces más grande que el Sol. Pero en
otras Galaxias se calcula que los hay de hasta unas tres mil veces ese tamaño. Los Agujeros
Negros son los objetos celestes más difíciles de estudiar por ser invisibles a nuestra vista
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3.8 Ondas gravitatorias
Einstein fue el que planteó la existencia, hasta hace pocos días nunca confirmada
experimentalmente, de las ondas gravitacionales (onda invisible, aunque increíblemente rápida,
en el espacio en su teoría general de la relatividad). Predijo que algo especial sucede cuando dos
cuerpos, como planetas o estrellas, orbitan entre sí. Él creía que este tipo de movimientos
podrían causar ondulaciones en el espacio. Estas ondulaciones se extenderían como las
ondulaciones que se producen en un estanque cuando lanzamos una piedra. Los científicos
llaman estas ondulaciones del espacio ondas gravitatorias.
Una onda gravitacional es una oscilación en el tejido del espacio-tiempo. Cuanta más masa
tienen (tenemos) los cuerpos, más se curva y distorsiona el espacio como causa de la gravedad
algunos ejemplos de estas distorsiones son: Las estrellas de neutrones y los agujeros negros.
Para detectar estas ondas gravitacionales supone una manera completamente nueva de estudiar el
Universo. Kip Thorne, el físico impulsor del experimento que ha captado las ondas,
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¿Qué causa las ondas gravitatorias?
Las ondas gravitatorias más potentes se crean cuando los objetos se mueven a velocidades muy
altas puede ser por:
Estas primeras ondas gravitatorias se produjeron cuando dos agujeros negros chocaron entre sí.
¡La colisión ocurrió hace 1,3 millones de años, pero las ondulaciones no llegaron a la Tierra
hasta 2015!
El debate era sobre "la escala de distancia del Universo". Curtis, en tal sentido, era el más
conservador, al sostener una visión más tradicional de que la Vía Láctea se extendía apenas
30.000 años luz. Shapley pensaba que la única galaxia tenía un diámetro diez veces mayor, de
300.000 años luz.
"Si, como proponía Shapley, la Galaxia era más grande de lo pensado, sería más difícil para
Curtis sostener la afirmación de que las nebulosas espirales eran universos islas independientes",
según analizó el historiador Michael Hoskin en un trabajo de 1976.
La síntesis vendría unos años después, en parte como consecuencia de ese Gran Debate, que
implicaba observaciones y cálculos sobre la composición y distancia de las nebulosas espirales.
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Tal síntesis llegaría como resultado de las observaciones de Edwin Hubble que demostró que la
nebulosa de Andrómeda era un universo-isla, muy distante y lleno de estrellas
Web Grafía
men Mª García Tardío, Clara Gómez García y MªJesús Macías Castillo. (9 de mayo de 2010). Radiacion de
fondos de Microondas. Obtenido de Radiacion de fondos de Microondas.:
https://www.eweb.unex.es/eweb/fisteor/juan/SP/ALUMNOS09/Radiacion_de_fondo_de_microondas.p
df
Dultzin, Deborah. (2002). Cuásares. Ciencias 66, abril-junio, 66-73. [En línea]
https://www.revistacienciasunam.com/es/87-revistas/revista-ciencias-66/763-cuasares.html
. (La historia del universo, autor Juan Ángel Tortis. Publicación. Enero 2015)
(Modeling Gravitational Waves Dropping In With Gravitational Waves . Junio 4 del 2020).
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