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HORA SANTA.

PARROQUIA DE LA ALMUDENA (ZARAGOZA)


NOCHE DE LA FE.
NOCHE DE LA ESPERANZA.
NOCHE DE LA CARIDAD

Al inicio de la Hora Santa se reparte a los fieles una vela y una piedra.

Amigos,

Hay muchas maneras de intentar acercarse al misterio personal que todo lo


envuelve esta noche y que es Dios. Hay la posibilidad de utilizar la
inteligencia, la posibilidad de dejar resonar un texto de la Escritura como
solemos hacer en tantos encuentros de oración. Pero en esta noche de
oración quisiéramos acompañar a Jesús de otra manera.

Vamos a rezar ayudándonos de la “imaginación”. La imaginación, la fantasía


también es una facultad que Dios nos ha dado. De hecho, los grandes
maestros de oración, como San Ignacio de Loyola, hablaban de rezar
contemplativamente y de acercarse a los momentos más importantes de la
vida de Jesús “como si me hallase presente”, sirviéndonos de la imaginación.

Esta noche, amigos y amigas, os proponemos mirar el lugar donde ahora


permanece Jesús, presente en la Reserva de la Eucaristía. Está en el interior
de ese sagrario que ocupa el centro del monumento que hemos levantado en
forma de “tienda”. Él ha acampado en medio de nuestra Parroquia, entre
nosotros está su morada.

Por tanto, yo te invito a ponerte cómodo y relajarte, a dejarnos conducir por


la imaginación, respirar profundamente, y seguir las pautas que iremos
dando. Y si no consigues visualizar nada, puedes limitarte a escuchar lo que
iremos diciendo como si fuera un programa de radio, escuchar nuestras
canciones, o puedes también ir repitiendo interiormente: “Jesús, entra en mi
corazón”

En esta “hora” queremos con la imaginación invitarte a la meditación y oración


profunda. Estamos ante el monumento como el lugar único, bello y
maravilloso de nuestra Parroquia. Vamos a adentrarnos en él, en primera
persona, con holgura y lentitud.

Recuerda: este momento de oración es una manera muy importante de


“practicar tu cristianismo”, con entusiasmo y serenidad.

MONICION DE ENTRADA

Hoy no es un día cualquiera, esta tarde hemos recordado la última cena con
Jesús. Ni ésta es una hora como las demás. Hoy especialmente, Jesús el hijo
de un simple carpintero, hace nuevas todas las cosas. Todos los que estamos
aquí sabemos del misterio que envuelve esta noche. De aquella noche, de

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ésta y de todas las noches de Jueves Santo. Todos nosotros somos
conscientes del silencio de esta noche o, mejor dicho, de los ruidos. Sí, todos
los ruidos que envuelven este silencio, los ruidos de las carreras, de gritos de
negaciones. De todas las negaciones y traiciones de entonces y de las de
ahora. Carreras de un sitio a otro hasta que el canto del gallo anuncie la
mañana. La mañana más triste y dolorosa de todas las personas. La mañana
del viernes de dolor y de la muerte, pero también, del camino de la salvación.
Getsemaní es la antesala de la muerte, pero también es un huerto donde la
semilla muere para dar fruto, y darlo en abundancia.

MONICION A LOS GESTOS. Mientras se encienden las velas y se reparten


piedras.

Todos los que nos encontramos aquí, es porque como a los apóstoles, es
Jesús quien nos invita a que esta noche le acompañemos en oración; estas
velas que encendemos desde una única luz nos invitan a velar. La vela central
simboliza a Cristo, y las otras tres velas representan a los apóstoles
escogidos para orar cerca de Él: Juan, Santiago y Pedro. Ellos son los que
nos ayudarán a reflexionar esta noche. Y la piedra es a su vez la dureza de
nuestro corazón por comprender “las cosas de Dios” a la par que simbolizan
nuestra traición, rechazo, condena.

Canto:

PRIMER MOMENTO: LA NOCHE DE LA FE


EL APÓSTOL SANTIAGO

LECTURA DEL EVANGELIO DE SAN MARCOS (Mc 14, 32-38)

Luego fueron a un lugar llamado Getsemaní. Jesús dijo a sus discípulos:


—Sentaos aquí mientras yo voy a orar.
Se llevó a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentirse muy afligido y angustiado.
Les dijo:
—Siento en mi alma una tristeza de muerte. Quedaos aquí y permaneced despiertos.
Adelantándose unos pasos, se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, y pidió a Dios
que, a ser posible, no le llegara aquel momento de dolor. En su oración decía:
—Padre mío, para ti todo es posible: líbrame de esta copa amarga, pero no se haga lo
que yo quiero, sino lo que quieres tú.
Luego volvió a donde ellos estaban y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:
—Simón, ¿estás durmiendo? ¿Ni una hora siquiera has podido permanecer despierto?
Permaneced despiertos y orad para no caer en tentación. Vosotros tenéis buena
voluntad, pero vuestro cuerpo es débil.

REFLEXION PARA ESTE PRIMER MOMENTO

Santiago, el hermano de Juan, es el segundo de los apóstoles que viene a


contarnos su experiencia en aquella noche. Su reflexión gira en torno a la Fe.
Porque para aquellos hombres de campo y de mar tenía que ser muy

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complicado de entender todo lo que estaba sucediendo. Por este motivo
Jesús les enseñaba con las parábolas, pero lo que no podía enseñarles es a
creer. Escuchemos el testimonio de Santiago.

“Yo era un hombre como la mayoría, no era muy distinto de ellos; para creer
a veces necesito razones. Con esto no quiero decir que sea de los que no
saben creer si no ven y tocan, pero si es cierto que prefiero tener los pies en
el suelo: no me gustan sueños ni misterios, y Jesús se hacía cada día más
extraño.
Lo que os puedo decir es que todo en sus palabras tenía doble sentido. En
tres años habíamos ido descubriendo demasiadas cosas a la vez... sí,
demasiadas; y apenas habíamos tenido tiempo de asimilarlo, de aceptarlo. A
veces me sentía como si cayese por un tenebroso túnel de luz, porque
irradiaba tanta luz que me cegaba. Por este motivo, algunas veces nosotros
intentábamos detenerle, frenarle; queríamos que nos explicara las cosas con
más tranquilidad, para poder entenderlas mejor.
Esa misma noche nos había hablado de ir a prepararnos un lugar al que
nosotros íbamos a ir algún día. ¿Pero cómo íbamos a llegar a ese sitio
preparado si ni siquiera sabíamos por dónde iba a ir él? ¿Cómo lo íbamos a
encontrar?
Y lo del pan, eso ya me desbordo. Entendedme: estás cenando, y alguien
coge un trozo de pan, lo bendice y te lo da diciendo: “come esto, que es mi
cuerpo”. Aquello era algo difícil de entender, pero más difícil aún de creer.
Aquello no era una de sus parábolas. Sabía lo que decía y estaba diciendo
que aquel pan era su cuerpo, ¿se había vuelto loco?
Mastiqué sorprendido el pan. Seguía sin comprenderlo. Era pan. Sabía a pan.
Y el vino, era vino. Entonces me miró profundamente, y supe que Él sabía
cuáles eran mis miedos, mis dudas.
Entonces no me di cuenta. Solo fue más tarde, mucho más tarde, cuando
noté que había encontrado la Fe, y que había sido en aquel momento de
comer el pan.”

TIEMPO DE SILENCIO

MONICION EXPLICATIVA AL PRIMER GESTO: PAN. Mientras se reparte


el pan

La liturgia está llena de símbolos, pero no es simbólico. Cuando el sacerdote


reparte el pan no es un símbolo de comunión con Cristo, como sí lo es este
pan que estamos compartiendo. En la Eucaristía, es Dios realmente el pan
que compartimos. Y eso es difícil de creer. Es un misterio. Es el terreno de la
Fe.
Como la Fe de los apóstoles, la nuestra también flaquea y abandona a Jesús
en demasiadas ocasiones. A veces porque tenemos demasiadas cosas,
tenemos tantas actividades que nos olvidamos de ella. Otras por comodidad,
por falta de valor, o simplemente porque no la cuidamos lo suficiente. En
cambio, la fe que Dios tiene en nosotros siempre nos acompaña, en la

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palabra, en la gente que nos rodea, aunque muchas veces no nos demos
cuenta, Él siempre está cerca de nosotros.
El Papa emérito Benedicto XVI dijo: “Tener fe, es encontrar a Dios que me
sostiene y me concede la promesa de un amor indestructible, que no sólo
aspira a la eternidad, sino que la da”
Aprovechemos unos minutos para reflexionar cada uno sobre su fe, sobre su
integridad, sobre su fortaleza, sobre los esfuerzos que uno hace para
mantenerla, para amentarla y para expresarla. Y, sobre todo, para agradecer
a Dios el don de la Fe.

ORACIÓN COMUNITARIA:

En la noche, míranos.
Danos tu mano, Señor.

Libra mis ojos de la muerte;


dales la luz, que es su destino.
Yo, como el ciego del camino,
pido un milagro para verte.

Haz que mi pie vaya ligero.


Da de tu pan y de tu vaso
al que te sigue paso a paso
por lo más duro del sendero.

Que yo comprenda, Señor mío,


al que se queja y retrocede;
que el corazón no se me quede
desentendidamente frío.

Guarda mi fe del enemigo.


¡Tantos me dicen que estás muerto!...
Tú que conoces el desierto,
dame tu mano y ven conmigo.

Monitor: Abro mis manos


Todos: Señor, muéstrame tu rostro
Monitor: Me sitúo
Todos: Me imagino a Dios, delante de mí
Monitor: Y te pido
Todos: Señor, hazme instrumento de tu paz y de tu amor.

SEGUNDO MOMENTO: NOCHE DE LA ESPERANZA


EL APÓSTOL JUAN

LECTURA DEL EVANGELIO DE SAN MARCOS (Mc 14, 39-41)

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Se fue Jesús otra vez, y oró repitiendo las mismas palabras. Cuando volvió, encontró
de nuevo dormidos a los discípulos, porque los ojos se les cerraban de sueño. Y no
sabían qué contestarle.

REFLEXION PARA ESTE SEGUNDO MOMENTO

Juan, el discípulo más joven, el discípulo amado, nos habla de su único


momento de debilidad en aquellos terribles tres días. Nos habla de la
ESPERANZA, o podríamos decir, de la perdida de la esperanza. Juan,
aquella noche no solo no velará, sino que saldrá corriendo, huyendo,
desnudo, perdiéndose en la noche.

Después de todo esto…, ya nada le separará del Maestro y de la Madre. El


será el único de los apóstoles que esté al pie de la cruz. Este podría ser su
testimonio…

“Lo que yo sentí fue angustia, miedo, oscuridad. Todo lo que siente uno
cuando pierde toda esperanza. Entonces ¿era verdad que él se iba? Todas
las palabras que nos dijo en aquella cena, en aquella noche, todas sus
palabras eran como una despedida. ¿Éste era entonces el final? ¿El final de
aquellos tres años? ¿Esto era todo?
¡Con lo bien que había comenzado! La gente le seguía, y hasta nosotros
hacíamos milagros, y de pronto, todo se acabó. ¿Por qué? ¿Qué habíamos
hecho mal? ¿Para qué servía ahora todo si él no estaba? ¿No era acaso el
Libertador de Israel?
Todo en lo que yo creía se me vino abajo. ¿Cuántos éramos los que creíamos
de verdad en él? Muy pocos. Y ahora él se iba dejando todo a medias.
Aquella noche no entendí nada. Aquella tarde en la cena, comí el pan, tragué
el vino, como si en ello fuera a encontrar la respuesta. Pero la angustia y el
miedo no se fueron. Con el tiempo, me he dado cuenta de que cuando perdí
mis ropas en la huida, cuando quedé despojado de todo lo que no era, es
cuando recobré la esperanza”.

TIEMPO DE SILENCIO

MONICION EXPLICATIVA AL SEGUNDO GESTO. Mientras se apagan las


velas y una de las tres velas del centro.

El viento de la historia, el viento de la historia de cada uno. Ahora sopla y


apaga tu vela. Muchas veces nuestra voluntad no es suficiente. Hay
situaciones, circunstancias que nos dificultan acompañar a Jesús, pero si no
pudieron hacerlo aquellos discípulos que lo conocieron en persona y lo
tuvieron tan cerca, ¿qué se puede esperar de nosotros? En demasiadas
ocasiones perdemos la esperanza y olvidamos a Jesús, a Dios, porque
somos muy débiles. Y es en esos momentos cuando se apaga nuestra luz.
Como en Getsemaní, cada vez todo está más oscuro. Sintamos esa
oscuridad, la soledad de Jesús, la soledad de Dios. Descubramos razones
siempre nuevas, siempre con su origen en Jesucristo, para la esperanza, para

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que nunca perdamos la esperanza en Él. Incluso en lo más angustiosa de
esta noche, que nunca olvidemos sus promesas…

ORACION COMUNITARIA

Lo más importante no es:


Que yo te busque,
Sino que tú me buscas en todos los caminos
Que yo te llame por tu nombre,
Sino que el mío está tatuado en la palma de tu mano
Que yo te grite cuando me faltan las palabras,
Sino que tú gimes en mí con tu grito
Que yo tenga proyectos para ti,
Sino que tú me invitas a caminar contigo hacia el futuro
Que yo te comprenda,
Sino que tú me comprendas en mi último secreto
Que yo hable de ti con sabiduría,
Sino que tú vives en mí, y te expresas a tu manera
Que yo te ame con todo mi corazón y todas mis fuerzas,
Sino que tú me amas con todo tu corazón y todas tus fuerzas
Que yo trate de animarme y planificar,
Sino que tu fuego arde dentro de mis huesos
Porque, ¿cómo podría yo buscarte, llamarte, amarte...
si tú, no me buscas, llamas y amas primero?
Ahora, este silencio agradecido es mi última palabra
y mi mejor manera de encontrarte.

Monitor: Abro mis manos


Todos: Señor, muéstrame tu camino para salir a tu encuentro
Monitor: Me sitúo
Todos: Me imagino en medio de la tienda, delante de tu Presencia
Monitor: Y te pido
Todos: Señor, hazme elegirte a ti.

Canto:
TERCER MOMENTO: NOCHE DE LA CARIDAD
EL APÓSTOL PEDRO

LECTURA DEL EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS (Mc 14, 41-42)

Volvió por tercera vez y les dijo:


— ¿Seguís durmiendo y descansando? ¡Basta ya! Ha llegado la hora en que el Hijo
del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. Levantaos, vámonos: ya se
acerca el que me traiciona.

REFLEXION PARA ESTE TERCER MOMENTO

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La última reflexión de la noche es la de Pedro. No es el más inteligente, pero
probablemente el discípulo que más amo a Jesús. ¿Quién mejor que él para
hablarnos de la caridad, del amor? En Pedro todo era por amor a Jesús,
aunque a veces no siempre bien entendido. Por eso su traición no es menor
a la de Judas. Y sin embargo Pedro es capaz de creer que la misericordia de
Dios es tan grande que hasta su culpa tiene perdón. Quizá por eso le eligió
como piedra para edificar la Iglesia. Quizá por este motivo le entregó las llaves
del cielo.

“El amor, eso era lo a mí me asustaba. Todas sus palabras hablaban de amor,
sobre todo aquella noche. Y mi corazón estaba lleno de odio. Él decía: “amaos
los unos a los otros”. Y ahora lo sé, yo no sabía amar. No como Él. Porque
amar a Jesús era fácil, ¿pero era posible amar a Judas?
Me conocéis: me gustan las verdades tajantes y el agua clara. Por eso nunca
pude amar a Judas. Más aún, no podía comprender que Él le amase. Me
hubiera gustado que lo desenmascarase. Si él lo hubiera dicho abiertamente,
quizás judas no hubiera podido hacer lo que hizo, no le hubiera dejado.
Más tarde comprendí el amor. Comprendí que lo que yo llamaba agua clara
era solamente egoísmo, que lo que llamaba defensa de la verdad era solo
violencia y que él, al morir por amor, iba mucho más allá.
Comprendí que aquella noche en el huerto, era el peso de nuestros pecados
el que arrastraba su cabeza hasta tocar el suelo; que eran las espinas de
nuestro egoísmo las que se clavaban en él hasta hacerle llorar sangre, que
eran nuestros abandonos y traiciones las que le angustiaban su alma hasta
hacer dudar, hasta dejarse tentar.
Y allí comprendí que en su interior se sumaron los desamores pasados,
presentes y futuros. Los míos y los tuyos. Los de todos y los de cada uno.
Cuando Jesús muere en la cruz, con Él mueren nuestros pecados. Su dolor
es el precio de su misericordia, del perdón de nuestros pecados. Su
resurrección es el regalo de nuestra salvación, la promesa del eterno amor
de Dios.
Y todo en soledad. Ninguno de los elegidos supimos acompañarle.
Pero, puedo dar fe de ello, con Jesucristo nunca es tarde.”

TIEMPO DE SILENCIO

MONICION AL TERCER GESTO. Mientras se ponen piedras en los rostros.

Getsemaní es el huerto donde se sembró sufrimiento para que germinara la


redención. Es el huerto de la traición sellada con un beso. Es el lugar donde
quedó enterrado el hombre viejo, para dar paso al nuevo, porque solo dando
la vida es como se recibe: hay que morir para renacer. Las piedras que
depositaremos ahora en los rostros simbolizan eso. Como con aquella mujer
pecadora a la que quisieron eliminar con piedras, hoy el Señor hace resonar
su vos diciéndote en esta noche: “tampoco yo te condeno”.
A través de estas piedras que tenemos en nuestras manos, y para dar fruto,
tomamos conciencia del cansancio reflejado en el rostro gastado de nuestros
mayores; el esfuerzo del madrugar, del estudio y del trabajo diario; las

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lágrimas de los niños maltratados, de los no nacidos, de los no queridos, de
los abandonados; la soledad de las personas sin trabajo, sin papeles, sin
techo; el silencio de los que velan, cuidan, miman y alimentan a los que sufren
hambre, enfermedad, discriminación o violencia; la mirada limpia de los que
rezan, comparten y entregan su vida por amor. En silencio tiremos a tierra
todo lo que queremos dejar atrás y cambiar por otras nuevas. Durante esta
noche, podéis continuar buscando en vuestro interior hechos, aspectos que
queráis cambiar por otros nuevos, para así convertirnos poco a poco en
brotes de olivo que den fruto en abundancia.

ORACION COMUNITARIA

Gracias Señor, por tu muerte y resurrección que nos salva


Gracias Señor, por haber instituido la Eucaristía que nos alimenta
Gracias Señor, por este tiempo que nos has concedido para adorarte y
venerarte
Gracias Señor, por todos los beneficios que nos concedes
Gracias Señor, por esta hora de comunión contigo
Gracias Señor, por tus palabras que reconfortan y sanan
Gracias Señor, por tu cruz que tanto enseña
Gracias Señor, por tu sangre que a tantos salva
Gracias Señor, por tu amor sin tregua y sin fronteras
Gracias Señor, por la Madre que al pie del madero nos dejas
Gracias Señor, por olvidar nuestras traiciones e incoherencias
Gracias Señor, por perdonar el sueño que nos aleja del estar en vela
Gracias Señor, por ese pan partido en la mesa de la última cena
Gracias Señor, porque aun siendo Dios, te arrodillas y a servir nos enseñas
Gracias Señor, por tu sacerdocio que es generosidad, ofrenda y entrega
Gracias Señor, por tu amor sin límites y en la cruz hecho locura
Gracias Señor

Monitor: Abro mis manos


Todos: Señor, muéstrame tu fidelidad
Monitor: Me sitúo
Todos: Me imagino testigo de este encuentro
Monitor: Y te pido
Todos: Señor, hazme compasivo como tú.

Canto:

MOMENTO FINAL

Llega el momento de terminar. Durante una hora hemos velado junto a Jesús,
en su momento más amargo y difícil. En esta noche del amor verdadero, os
invitamos a sigáis velando, sintiendo el amor de Dios dentro de cada uno de
vosotros.

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Sacerdote: Celebrando el amor de Jesucristo, miremos al mundo con
misericordia y pidamos con confianza.

1. Por todos los pueblos, especialmente por los que sufren las
consecuencias de la guerra y de la pobreza, en comunión de sufrimiento.
Roguemos al Señor.
2. Por el mundo de los excluidos: los pobres, los inmigrantes, los
refugiados, los encarcelados, los enfermos y ancianos, en comunión de
esperanza. Roguemos al Señor.
3. Por los responsables de la política y la economía, con poder para
cambiar el mundo, en comunión de solidaridad. Roguemos al Señor.
4. Por la Iglesia, que guarda la palabra y el ejemplo de Jesucristo, en
comunión de fe. Roguemos al Señor.
5. Por nosotros, quienes creemos y comulgamos a Jesucristo,
sembradores de su Reino, en comunión de amor. Roguemos al Señor.

Padre nuestro...

ORACIÓN COMUNITARIA:

Tú, Cristo, fuente de caridad,


te hiciste pobre con los pobres,
hermanos de todos y consuelo de los afligidos.
Tú, Cristo, fuente de toda caridad,
diste de comer a la Humanidad hambrienta,
amaste a los niños,
te compadeciste de la viuda
y socorriste a quien te necesitaba.
Tú, Cristo, fuente de caridad,
enséñanos tu amor, tu compartir, tu solidaridad,
para que viéndote te sigamos
amando, compartiendo, siendo solidarios.
Tú, Cristo, fuente de caridad,
entra en nuestra vida con todo tu amor,
y haz de nosotros instrumentos humildes
para ayudar a nuestro prójimo.

Tú, Cristo, fuente de caridad,


despierta en nosotros un corazón tan grande
que sintamos los problemas de los demás como nuestros,
y que nuestras manos
sean tus manos que se tienden al pobre necesitado.

DESPEDIDA

Lector:

Al salir de la última cena, Jesús dice:

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─"No os dejaré abandonados; volveré a estar con vosotros. Dentro de poco
el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis, porque yo vivo y vosotros
también viviréis.

Aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, vosotros en mí y yo


en vosotros.
El que conoce mis mandamientos y los guarda, ése me ama; y al que me ama
lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él".

Judas, no el Iscariote, sino el otro, le preguntó:


─"Señor, ¿cómo es que te has de manifestar a nosotros y no al mundo?"
Jesús le contestó:
─"El que me ama guardará mi doctrina, mi Padre lo amará y mi Padre y yo
vendremos a él y viviremos en él.

El que no me ama no guarda mi doctrina; y la doctrina que escucháis no es


mía, sino del Padre que me ha enviado".

"Os he dicho estas cosas estando con vosotros; pero el defensor, el Espíritu
Santo, el que el Padre enviará en mi nombre, él os lo enseñará todo y os recordará
todo lo que os he dicho".

"La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da, os la doy yo. No
estéis angustiados ni tengáis miedo.

Ya sabéis lo que os he dicho: Me voy, pero volveré a estar con vosotros. Si


me amáis, os alegraréis de que me vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo.
Os lo he dicho ahora, antes que suceda, para que cuando suceda creáis

No hablaré ya muchas cosas con vosotros, porque el príncipe de este mundo


está para llegar. No tiene poder sobre mí; pero debe ser así para que el mundo conozca
que yo amo al Padre y que hago lo que el Padre me ha ordenado.

¡Levantaos, vámonos de aquí!

Pero… Todos me abandonarán porque está escrito: “heriré al pastor y se


dispersarán las ovejas” (Mc 14,21)

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