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[Presentación]

La cultura mediática contemporánea ha puesto el vogue en boga. Desde que


Rosalía canta “como sex syren, yo me transformo” hasta que la cantante Fusa Nocta
homenajea al documental sobre la cultura ballroom, Paris is Burning, en su presentación
para el Benidorm Fest.

Sin embargo, esta hipermediatización de la cultura ballroom ha despertado un


viejo debate en torno a la cuestión de apropiación y apreciación culturales, que desde los
años 90s ha atravesado toda la cultura ballroom.

Mas allá del panorama nacional, la cultura ball ha sido expuesta al público de
masas a través de series como Pose o como el reality show Rupaul’s Drag Race, donde
las referencias a la memoria ball están más que presentes, siendo su presentador, Rupaul,
uno de los personajes que vivió de cerca la época dorada de la escena neoyorquina.

Por otro lado, el discurso curatorial está integrando estas manifestaciones queer y
racializadas en exposiciones como Elements of Vogue, en el Centro de Arte 2 de Mayo
de Madrid, hasta la exhibición actual dedicada a la artista afrodescendiente Faith
Ringgold en el Museo Picasso de París.

Con el objeto de plantear esta revisión a la escena ballroom como subcultura,


hemos utilizado una metodología interseccional queer y poscolonial para explicar la
importancia de las políticas de la pista de baile.

- Los estudios culturales en este aspecto son fundamentales. Nuestro estado de la


cuestión parte de la conferencia “La Ocaña que merecemos: campcentualismo,
subalternidad y políticas performativas”, impartida por Paul B. Preciado en el
MACBA en noviembre de 2012, que toma como referente “El Warhol que
merecemos” de Douglas Crimp. Ambos desplazan los discursos preestablecidos
y hegemónicos, que anulan las interpretaciones alternativas a las obras de Ocaña
y Warhol. En este aspecto, la interpretación referencial y la interpretación
simulacral, así como el realismo traumático de Hal Foster en El retorno de lo real,
son esenciales a la hora de analizar las obras musicales de Beyoncé y Madonna.
- Nos hemos servido de los estudios de Judith Butler, sobre todo El género en
disputa, una de las obras que inauguran la teoría queer. Por otro lado, los textos
de Ann Cvetkovich nos permite abrir una nueva perspectiva al considerar
sentimientos, emociones y afectos como archivos documental. Apoyándonos en
sus planteamientos, entendemos la película documental, como Paris is Burning,
The Queen o Tongues Untied, como fuente de conocimiento y objeto de análisis
en este TFG.
- En cuanto al análisis de la danza y del movimiento del cuerpo, los estudios del
antropólogo y sociólogo David Le Breton nos presentan una epistemología basada
en la experiencia del cuerpo como ente tanto activo como receptivo.
- Y si hablamos de cuerpos queer y racializados, son esenciales los escritos de
Patricia Hill Collins, en los que propone la interseccionalidad como herramienta
analítica para revelar cómo los distintos ejes de poder oprimen al cuerpo
interseccionado.
- Para ello, aplicamos las teorías poscoloniales de bell hooks, destacando su artículo
“Devorar al otro: deseo y resistencia” donde se centra en las políticas de la
apropiación.
- Finalmente hemos incluido un análisis crítico a partir de las teorías de la Escuela
de Frankfurt sobre las formas de dominación y manipulación de los medios
mainstream.

Para tratar en profundidad el funcionamiento de la canción pop nos hemos servido del
ensayo de Luis Boullosa 10 maneras para amar a Lana del Rey, y para centrarnos en
nuestras artistas como casos de estudios, Beyoncé en la intersección de Elena Herrera y
Bitch She’s Madonna, especialmente el capitulo dedicado a su single Vogue de Borja
Ibaseta.

En cuanto al estado de la cuestión, los estudios sobre los espectáculos performáticos del
barrio de Harlem anteriores al surgimiento de la cultura ballroom como tal son
numerosos, destacando algunos que hemos utilizado en este TFG como A beautiful
pageant: african american theatre, drama and performance in the Harlem Renaissance
de David Krasner, como Hidden from History: reclaiming the gay and lesbian past, el
cual tiene un epígrafe dedicado a los espectáculos de Harlem. Dichos estudios reivindican
la presencia de otros centros de vanguardias de principios de siglo más allá de París o
Berlín, tanto a nivel espacial como social al tratarse de movimientos impulsados por
comunidades racializadas. En cuanto a los estudios de la escena ballroom en España, si
la propia escena está en una incipiente emergencia, también lo están las investigaciones
que la tratan, como el TFM de Muixi Gallo “Cuerpos performativos en el Voguing” de
2020.

De este modo, los estudios sobre la cultura ballroom están más cercanos a asentarse en el
ámbito académico anglosajón. La obra Butch Queens up in pumps: gender, performance,
and ballroom culture in Detroit de Marlon Bailey debe ser referencia obligatoria para
cualquier estudio que se acerque a acciones performáticas queer y racializadas en Estados
Unidos. Otra investigación reciente es And the category is de Ricky Tucker de 2022, con
la que se adentra a la escena neoyorquina de los 80s desde una perspectiva renovada. De
todos estos estudios hemos extraído los principios y las definiciones básicas para construir
este trabajo.

DESARROLLO Y ESTRUCTURA DE LA INVESTIGACIÓN

Antes de adentrarnos en la propia investigación, vamos a puntualizar algunas definiciones


básicas.

House: son subcomunidades de distintos individuos que participan en las ballrooms


y que critican la estructura de familia biológica tradicional.

Ballroom: celebración de diversidad racial y queer en la que los individuos


interseccionados compiten agrupados en distintas houses en diferentes categorías que
interpretan la identidad de género y la performatividad de la posición socio-
económica.

Vogue/Voguing: se define como una danza estilizada que imita las poses de revistas
de moda repetitivamente en cuerpos a los que no se les permite la representación en
dichos medios.

De este modo, en el capítulo uno “Interseccionalidad: identidades y razas” analizamos la


cultura ballroom desde el prisma de la interseccionalidad, ya que los cuerpos que la
forman disiden del modelo hegemónico de distintas maneras. De este modo, Patricia Hill
Collins define la interseccionalidad como “decir que los principales ejes de las divisiones
sociales […], por ejemplo, la raza, la clase, el género, la sexualidad, la dis/capacidad y la
edad, no funcionan como entes independientes y mutuamente excluyentes, sino que se
construyen unos sobre otros y actúan juntos”.
En el siguiente epígrafe nos centramos en analizar la historia y las prácticas performáticas
del barrio de Harlem de Nueva York como un espacio donde la convivencia de cuerpos
disidentes de raza, género y sexualidad produjo un florecimiento de la literatura y la
cultura afroamericana en las primeras décadas del siglo XX, conocido como el
“Renacimiento de Harlem”. Incidimos en cómo el desmoronamiento del modelo blanco
racional tras la IGM da paso a nuevos modelos epistemológicos que ponen en valor la
multiculturalidad, pero también en las contradicciones del propio movimiento como el
sesgo de género y de clase. Desde un punto de vista interseccional, analizamos cómo las
producciones artísticas de los cuerpos que son apartados de los espacios del movimiento
de Harlem utilizan el mismo mecanismo de autolegitimación: imitar un modelo blanco a
través de un cuerpo negro, principio que será fundamental en las practicas ballroom, y
que ya ponían en práctica el escultor homosexual y afroamericano Richmond Barthé, el
fotógrafo James Van der Zeen y el literato David Belasco, que produce la obra teatral
Lulu Belle con un personaje que desafiaba los principios de lo que debía ser una mujer
afroamericana. En este aspecto, el “Masquerade and Civic Ball” será el antecedente más
directo a la ballroom de los años 80s, pues esta surge como reacción al sesgo de raza que
privilegiaba a las drags blancas.

El siguiente capitulo toma el nombre de [capítulo]. Comenzamos con el análisis de la


mother, que lo definimos como el actante queer que induce la protección de una house,
que se forma como una familia social. Para explicar cómo esta individua queer reclama
su autonomía desde las acciones performáticas de la maternidad, recurrimos a la negación
constante de la maternidad a la mujer negra, uniéndola con los conceptos de imágenes de
control, las cuales pretenden justificar la opresión de las mujeres negras.

Así, la mother ballroom surge como una fusión de la imagen de la mammy, como madre
negra superfuerte, y la Jezebel (o nosotros preferimos utilizar Lulu Belle), modelo de
mujer que se considera peligrosa para la perpetuación de la comunidad por su intensa
sexualidad, personalizada por la artista de Harlem Josephine Baker.

Por otro lado, el sistema de maternidades mutuas en las comunidades afroamericanas


permite al cuerpo a través de gestos, palabras y comportamientos activar una maternidad
no-biológica. De este modo, la maternidad ballroom recoge todos estos elementos a los
que le añade lo que el psicoanalista Winnicott denomina la emergencia del verdadero self
o del verdadero yo.
En el siguiente subcapítulo, estructuras y ecosistemas performáticos, analizamos las redes
de afecto, asistencia y confianza que se establecen entre los miembros de las houses, pero
también las relaciones de hostilidad con otras houses. Nos centramos en el sonido como
manifestación física y corporal que subvierte toda la carga semántica opresora para
convertirlo en una fuerza de apoyo.

En el apartado Las Houses en la actualidad, observamos cómo la escena ballroom entra


en conflicto con la cultura de masas a la vez que con la crisis del SIDA. Nos centramos
en la diversificación de las houses en Europa con la entrada del nuevo siglo: el
surgimiento de la escena de París, Berlín, Madrid, Londres, Málaga, etc.

Mencionamos los contactos con otras prácticas que son capaces de subvertir los
presupuestos de género hegemónicos, como el flamenco con la intervención de Flamenco
Queer con el integrante de la escena barcelonesa Jayce Ubetta.

En el capítulo 3 [título] analizamos en un primer momento las ballrooms bajo el concepto


de heterotopía del filósofo francés Foucault, como un lugar que está fuera de todos los
lugares.

Siguiendo estos planteamientos, en el siguiente epígrafe pusimos en relación las


cualidades ilusorias de las heterotopías con las categorías ball para explicar el realness
como la capacidad para reproducir la apariencia los gestos de un determinado modelo
preestablecido de manera que lo ilusorio se convierte en verosímil. Incidimos en cómo se
construye esa imagen de la feminidad a través de los medios de masas, y distintas
reacciones a dicha imagen como las performances de Martha Rosler o las de Dorothée
Selz, donde las teorías de Judith Butler sobre género son fundamentales.

Hay que tener en cuenta que durante los 70s y los 80s, a la vez que la cultura de masas
promueve imágenes estereotipadas de género y de raza, se reformulan dichos
presupuestos en diferentes performances como las de Adrian Piper, que tratan sobre los
estereotipos ligados a la intersección de etnicidad y género.

El último apartado de este capítulo lo dedicamos al análisis del Vogue, como una danza
cuyo objetivo es la repetición de diferentes poses de revistas ante una cámara inexistente.
Lo ponemos en relación con los jeroglíficos egipcios teniendo en cuenta que la cámara
no capta la profundidad.
Hay que considerar que mientras la House of laBeija realizaba balls de temática egipcia,
a unos kilómetros se organizaron exposiciones sobre arte egipcio como “Treasures of
Tutankhamun” o “The Brooklyn Museum’s Egypt” en un contexto en el que historiadores
Anthony Browder reivindican que los grandes imperios antiguos del Nilo fueron
fundados por Nubios.

Fundimos las teorías antropológicas de Le Breton con las del filósofo y activista Paul B.
Preciado para explicar el modo en el que el Vogue emana una existencia pura que se
traduce en fuerzas revolucionarias.

Finalmente, comenzamos el último capítulo con Madonna como caso de estudio.


Hacemos uso de las teorías de bell hooks sobre la apropiación cultural para clarificar
cuales son los argumentos en contra del single Vogue de Madonna por parte de la
comunidad ballroom. En este aspecto, el mecanismo de la descontextualización de una
práctica que, como hemos visto lleva una carga histórica, social y reivindicativa. Esta
descontextualización también ocurre en los mismos años con los géneros house y techno,
íntimamente ligados al vogue. Se utiliza el término nogue para denominar el gesto, que
en cuerpo ligado a la escena ballroom y conocedora de su historia, se consideraría vogue;
sin embargo, por su contexto llega a ser algo completamente distinto, incluso la propia
negación del vogue.

De hecho, a través del video de Charles Atlas que parodia el videoclip de Vogue,
Butcher’s Vogue, incluye a mujeres con tubos de respiración asistida, referenciando a los
enfermos del SIDA. Podemos afirmar así que la comunidad vea a Madonna como una
mujer blanca que forma parte del establishment que se fascina con el Otro, lo reemplaza
e ignora la crisis epidémica.

Diferente es el caso de Beyoncé, pues su disco Renaissance, que homenajea a la cultura


ballroom, fue alabado por la comunidad. Hemos incidido en el aspecto de construcción
del disco a través del sampleado, que permite tomar sonidos pasados y reinterpretarlos
sin desacreditándolos. De hecho, samplea el propio Vogue de Madonna, sustituyendo la
representación blanca por mujeres cantantes afrodescendientes como Nina Simone o
Rihanna. Por otro lado, en el Renaissance World Tour incluye la presencia de Honey
Balenciaga, igual que Madonna había contado con integrantes de la familia Xtravaganza.
De este modo, cabe preguntarse hasta qué punto es lícito criticar a Madonna y alabar a
Beyoncé. Lo que si podemos afirmar es que con Renaissance la comunidad se escucha,
se ve y se siente a sí misma.

CONCLUSIONES

Las conclusiones que extraemos en torno a este trabajo son:

- En un primer lugar: la existencia de una genealogía que atraviesa parte de las


prácticas artísticas poscoloniales y que se basan en la repetición de poses de
modelos blancos preestablecidos. Estas practicas se apoyan en la construcción de
la cualidad de “civilización” a partir de una repetición constantes de actos
performáticos. De este modo, si Butler afirma que el género se construye
performáticamente, la civilización también.
- Por otro lado, la concepción del pop como espacio para el discurso político. No
obstante, hemos observado cómo existe una jerarquía de género musicales que
benefician aquellos cuya cara visible es el hombre cis-hetero blanco, como el rock,
y acusan al pop o al disco de carecer de autenticidad y de frivolidad.
- Esta violencia epistémica, en palabras de Robin James, se ve condicionada por las
lecturas referencial y simulacral de las que habla Hal Foster y que utiliza Crimp
para reivindicar el componente queer en obras de Warhol. De este modo, la
interpretación referencial nos permite ver en Apeshit las obras de Faith Ringgold;
mientras que la interpretación simulacral establece conexiones con la realidad
social, cultural y política.
- Por último, es necesario recalcar que la danza y el cuerpo hacen resurgir un camino
en el caos que le es propio al ser humano. De este modo, las prácticas performática,
desde el teatro al voguing pasando por el body art y demás, participan en la
interrogación de nuestras sociedades y sobre nuestros cuerpos. Nos proporciona un
conocimiento de nosotros mismos que la razón hegemónica nos ha negado. De este
modo, se presentan otras alternativas del ser-en-el-mundo. Frente a la razón, el vogue
grita “bailo, luego existo”.

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