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Principio de conservación de la materia y la energía

Esta Ley fue enunciada en 1785 por el científico francés Antoine Lavoisier. Dice que en un
sistema aislado, durante cualquier proceso físico o químico, la masa se mantiene
constante. Esto quiere decir que durante los procesos físicos o químicos la materia no se
crea ni se destruye, simplemente, se transforma.
Esto significa que en todos los fenómenos del universo, la cantidad de energía y de
materia existentes antes y después de dicho fenómeno son las mismas, aunque sus
formas hayan cambiado. En las reacciones químicas las sustancias se transforman en
otras, pero en estos cambios no se crean o se destruyen átomos, únicamente se
reorganizan.
De acuerdo al Principio de Conservación de la Energía, al introducir en un sistema una
cantidad de calor (Q) determinada, ésta será siempre igual a la diferencia entre el
aumento de la cantidad de energía interna (ΔU) más el trabajo (W) efectuado por dicho
sistema. De esa manera, tenemos la fórmula: Q = ΔU + W, de donde se desprende que
ΔU = Q – W.
Un ejemplo: durante el proceso de ebullición del agua, el agua evaporada no desaparece,
solo se transforma en vapor y se difumina en la atmósfera.
Lo mismo ocurre con la energía, pues si en una reacción química, al romperse enlaces en
una molécula se libera energía, esta queda en el medio que rodea a la molécula y puede
ser captada por otras moléculas. De la misma manera, cuando agregamos energía (por
ejemplo calentando) para que ocurra una reacción química y se formen nuevos enlaces
químicos, las moléculas absorberán energía y parte de ella quedará atrapada en los
nuevos enlaces químicos formados y el resto se devolverá al medio en forma de calor.
En conclusión, la cantidad total de materia y de energía en el universo permanecen
constantes, aunque de manera permanente se mueven y cambian de formas.

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