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Termodinámica

La termodiná mica proviene del griego therme, calor, gynamis, poder. Es la ciencia que
estudia las transformaciones de energía.

La Termodiná mica es la ciencia que estudia la transferencia de calor. Siempre que


existe un gradiente térmico en un sistema o se ponen en contacto dos sistemas a
diferentes temperaturas, se transfiere energía entre ellos o las temperaturas se
mantienen constantes punto a punto en el sistema. El cumplimiento del primer
principio de la termodiná mica y descartada la presencia de trabajo con el exterior, la
variació n de energía interna solo puede ser debida a calor, que es la energía en
movimiento o en trá nsito. El trabajo se manifiesta por el movimiento de un eje que
invierte una má quina sobre el sistema o el sistema lo invierte sobre la má quina.

Pero los pará metros solo representará n magnitudes si se dispone de un dispositivo de


medició n corresponden las condiciones de flujo a uno estacionario o transitorio. La
termodiná mica por lo tanto se ocupa de los estados de equilibrio y en funció n de sus
diferencias de temperaturas determina la cantidad de energía transferida de un
estado al otro, pero sin considerar el mecanismo de flujo de calor. Los fenó menos de
transporte se encargan de estudiar los sistemas físicos en los que ocurren
transferencias o transportes de propiedades considerando los mecanismos de flujo de
calor y la velocidad de transferencia de calor. El alcance del aná lisis termodiná mico es
calcular los flujos de calor pero no la velocidad de transferencia de calor ni tampoco
considerar los mecanismos para transmitir el calor por ello es que los fenó menos de
transporte poseen un campo de estudio má s amplio dado por la especializació n en la
ciencia.

La energía no es tangible, su definició n exacta es difícil de establecer. Su


denominació n proviene del griego en, dentro y ergó n, acció n, trabajo.

Fueron los trabajos del físico inglés James Joule realizados en Gran Bretañ a y
publicados en 1850 los que llevaron a establecer inequívocamente la equivalencia
entre el trabajo mecá nico y el calor. Los experimentos realizados por Joule
permitieron concluir que cuando a un sistema aislado de su exterior, es decir, que no
intercambie a materia ni energía con el ambiente, se le suministra trabajo mecá nico,
sin importar la forma en que se haga, se obtiene una cantidad equivalente de energía
térmica. Esta afirmació n avala el principio de conservació n de la energía.

En el experimento de joules, la energía mecá nica se transforma en trabajo mecá nico y


este trabajo es convertido en energía térmica. La energía es transformada pero no
creada o destruida. Cuando las transformaciones energéticas ocurren en un sistema
aislado (como el experimento de joules) la energía total dentro de este permanece
constante. Al interpretarse el universo como un sistema aislado, la generalizació n de
estas observaciones condujo a proponer la primera ley de termodiná mica: la energía
del universo permanece constante.
Por el contrario los sistemas bioló gicos son abiertos, es decir que pueden
intercambiar libremente materia y energía con su entorno. Aun así en los sistemas
abiertos el principio de conservació n de la energía continú a cumpliéndose. La
diferencia radica En dó nde se establecen los límites del sistema en estudio. En un
organismo vivo, la energía perdida o disipada por este es igual a la ganada por su
entorno (ambiente) y viceversa.

El primer principio de la termodiná mica se refiere a la conservació n de una forma


total de energía y no aclara que, cada vez que se realiza un proceso, parte de la energía
involucrada se transforma de energía ú til en energía que no puede ser aprovechada de
nuevo.

Una forma de energía, el calor, no era completamente transformable en otra forma de


energía. Esto es el resultado de un hecho de validez universal en la naturaleza: el
trabajo puede transformarse en calor sin restricciones, pero el calor no puede
transformarse en trabajo sin restricciones.

En rigor, cada vez que se utilice cualquier tipo de energía para conducir un proceso, de
manera inevitable parte de ella se perderá como calor. Este hecho generó la aparició n
de nuevos conceptos, có mo el de eficiencia en la transferencia de la energía. La
eficiencia depende del tipo de transformació n y fundamentalmente del dispositivo
que vincule los diferentes tipos de energía.

En el caso del metabolismo celular guarda alguna semejanza con el proceso de


combustió n, proceso rá pido en el que generalmente un compuesto que tiene carbono
se oxida, liberando dió xido de carbono, agua y calor se ocurre en forma completa. Sin
embargo cuando los seres vivos oxidan carbohidratos convierten en forma controlada
la energía almacenada en los enlaces químicos en otra forma de energía segú n una
reacció n global.

Según la primera ley de termodinámica la suma de la energía de los productos má s


la energía liberada durante la reacció n es igual a la energía inicial contenida en las
sustancias que reaccionan.

Una consecuencia directa del cumplimiento del principio de conservació n de la


energía es que, independientemente de cuá l sea la cantidad de pasos involucrados
para llegar desde glucosa y oxígeno a dió xido de carbono y agua, la energía liberada
por el proceso será siempre la misma.

Entonces la oxidació n de glucosa, la energía liberada está compuesta por una fracció n
ú til. Pero otra parte se disipa como calor y así la energía total liberada se compone de
energía total liberada igual a energía ú til má s calor.
Cada vez que se emplea una cantidad de energía, entonces inevitablemente una
fracció n de ella se disipa como calor. Pero la energía total del universo es siempre la
misma y dado que la energía no se crea ni se destruye, resulta claro que el calor va en
constante aumento, en detrimento de otras formas de energía.

Para que ocurran procesos qué transforman energía es necesario que existan
desniveles o gradientes que, son la fuente de las fuerzas que conducen procesos con
transformaciones energéticas asociadas. Estos procesos tienden a homogeneizar el
sistema disipando los gradientes hasta alcanzar un estado de equilibrio.

Para entender la fuerza impulsora y su relació n con el flujo, imaginemos una casa con
un techo a dos aguas y una persona su vida al techo para limpiarlo deja caer agua por
uno de sus planos inclinados. Como el techo se encuentra a cierta altura respecto del
suelo, la atracció n gravitatoria hace que el agua descienda. Esa capacidad del agua de
desplazarse en estas condiciones se denomina potencial. En este ejemplo particular se
trata de energía. Si el techo tiene una pendiente suave la energía potencial disminuye
má s lentamente a medida que nos alejamos del punto má s alto del techo. Esto nos
permite introducir el concepto de gradiente que indica cuá n rá pido varía el potencial
entre un punto y otro del espacio y la direcció n en que se produce el cambio má s
brusco. El flujo de agua será má s lento en el techo de menor inclinació n (menor
gradiente de energía potencial y viceversa) La magnitud de un flujo depende de la
magnitud del gradiente que lo impulsa.

De acuerdo con estas variaciones, acumulació n, altura y pendiente los expertos


pueden estimar el riesgo de avalanchas en cada situació n particular. Solo se detiene
cuando el potencial se Iguala en todos los puntos del espacio. En ese momento el
gradiente y el flujo neto se vuelven nulos. En consecuencia podemos arribar a una
tercera conclusió n los flujos tienden a disipar las fuerzas impulsoras que lo generan
en el transporte de sustancias a través de la membrana bioló gica en estos procesos de
transporte la fuerza impulsora natural es un gradiente de potencial químico que
depende de qué especie química se trate de su concentració n en el sistema y de la
temperatura y la presió n a la que se encuentre.

La segunda ley de termodinámica establece la noció n de que existe una direcció n


hacia la cual cualquier sistema que esté fuera del equilibrio tiende a desplazarse. Al
hacerlo se disipa energía. Cuando toda la energía ú til se haya disipado, en el sistema
no podrá n ocurrir má s procesos. La cantidad de energía ú til será igual a la energía
total puesta en juego durante el proceso menos cierta cantidad de energía que
inevitablemente se disipará .

En la década de 1850 el físico alemá n Rudolf Clausius formalizó esta ecuació n al


estudiar el importante papel de esa energía inevitablemente disipada. Expresó esta
fracció n energética como el resultado de la temperatura por un factor al que llamo
entropía del griego tropos que significa cambio o transformació n y lo simbolizó con la
letra s esta ecuació n del producto de la temperatura por la entropía nos da como
resultado la energía disipada.

En el estado final de equilibrio, las heterogeneidades iniciales desaparecen y el


sistema se homogeneiza y pierde informació n. Así, el estado má s probable es el de
mayor desorden o bien de mayor entropía.

En cualquier sistema aislado, los procesos no será n causados por agentes externos a
él. Estos procesos internos que será n considerados espontá neos, ocurren porque en el
sistema hay heterogeneidades: si una porció n o parte del sistema está má s caliente
que el resto, esa porció n se enfriará hasta que todo el sistema tenga una temperatura
uniforme; si existen diferencias de cargas, se producirá n corrientes eléctricas que las
compensará n; si existen regiones donde el potencial químico es mayor, este se
disipará hasta homogeneizarse. Cuando todos estos procesos hayan compensado los
desniveles o gradientes que los originaron, el sistema habrá alcanzado el equilibrio y
toda la energía ú til se habrá disipado. Entonces la entropía del sistema habrá llegado a
un má ximo.

Así en los sistemas aislados la entropía nos permite predecir la direcció n de los
procesos espontá neos.

En síntesis los dos principios fundamentales de la termodinámica dicen que:

“dado que el universo es un sistema completamente aislado”

La primera ley: la energía del universo es constante.

La segunda: la entropía del universo tiende a un máximo.

Un sistema bioló gico se mantiene vivo en su estado organizado tomando energía del
ambiente y procesá ndola a través de su eficiente maquinaria química. Esta acopla las
sucesivas transformaciones energéticas a la producció n de trabajo ú til, lo que le
permite ejercer las diferentes funciones celulares y así mantener su organizació n
interna. Durante estos procesos las células devuelven a su entorno energía disipada
que consiste en calor y otras formas que rá pidamente se distribuyen en el ambiente
aumentando su desorden y entropía. Así los organismos vivos consiguen ganar orden
interno a expensas de generar desorden en su ambiente.

Mientras que un sistema en equilibrio mantiene su constancia por la ausencia de


procesos un sistema estacionario se mantiene porque existen procesos balanceados.
Durante las reacciones químicas las especies participantes sufren reordenamientos de
sus configuraciones electró nicas incluso pueden sufrir pérdidas o ganancia neta en su
contenido de electrones durante la reacció n redox.
Las reacciones químicas son en esencia transformaciones energéticas en virtud de las
cuales la energía almacenada en los enlaces químicos se transfiere a otros recién
formados. En estas transferencias los electrones se desplazan de un nivel de energía a
otro. En muchas reacciones los electrones pasan de un á tomo o una molécula a otra.
Estas reacciones se conocen como de ó xido reducció n, o redox. La pérdida de
electrones se denomina oxidació n y el á tomo o molécula que los pierde se oxida. La
reducció n es por el contrario la ganancia de electrones. La oxidació n y la reducció n
siempre ocurren simultá neamente ya que cuando un á tomo o molécula pierde
electrones deben existir otras capaces de aceptarlos. En las reacciones químicas
ordinarias no pueden quedar electrones libres; este proceso tendría un costo
energético demasiado elevado.

A menudo sin embargo las transferencias de electrones van acompañ adas de


transferencias de protones O sea que el proceso global da por resultado la
transferencia de á tomos de hidró geno. En estos casos la oxidació n implica la pérdida
de á tomos de hidró geno y la reducció n la ganancia de á tomos de hidró geno. En
general las reacciones de ó xido reducció n son muy exergó nicas por lo que son el tipo
de reacciones que han sido favorecidas durante la evolució n de las vías catabó licas.
Por el contrario durante las reacciones de biosíntesis celular las pequeñ as moléculas
que intervienen van ganando electrones y protones, es decir se van reduciendo
progresivamente a medida que se transforman en los compuestos finales. Durante la
oxidació n de la glucosa, la energía almacenada en sus enlaces es transferida a los
enlaces fosfato de alta energía del ATP y a los electrones del alto potencial redox del
NADH. Estas moléculas representan la energía y el poder reductor que se empleará en
las reacciones de biosíntesis.

El cambio de hielo a agua líquida y el cambio de agua líquida a vapor de agua son
procesos endotérmicos porque cuando ellos ocurren se retira una cantidad
considerable de calor del aire circundante. En todos los casos ha aumentado el
desorden del sistema, es decir ha aumentado la entropía. Las reacciones con variació n
G (energía ú til) negativas se denominan exergó nicas este tipo de reacciones son las
que entregan energía ú til para llevar a cabo toda la actividad celular. Cuando la
variació n G es positiva la reacció n consume energía libre. Este tipo de reacciones se
denomina endergó nica. Las reacciones exergó nicas les proporcionan energía a las
reacciones endergó nicas.

Transferencia de calor

Una barra al rojo vivo transfiere calor al ambiente principalmente por radiació n
térmica y en menor medida por convecció n. La transferencia de calor es el proceso
físico de propagació n del calor en distintos medios. La subdisciplina de la física que
estudia estos procesos se llama a su vez termodiná mica.
El estudio de la transferencia de calor se aplica en industrias químicas en etapas como
la evaporació n y secado. La evaporació n consiste en eliminar una gran cantidad de
agua mientras que el secado consiste en eliminar una baja cantidad de agua por lo que
la transferencia de calor es menor para el secado que para la evaporació n. Esto ocurre
porque el calor latente es el que má s prepondera en las ecuaciones de transferencia de
calor. La transferencia de masa también acompañ a a la transferencia de calor, en las
operaciones mencionadas.

La destilació n fraccionada ocurre en una torre con relleno o con platos con el objeto
de aumentar el á rea de contacto entre el vapor y el líquido formado de manera de
retirar un líquido má s puro en el componente menos volá til por debajo y un líquido
má s volá til por encima. También en la industria de los alimentos para fabricar pastas
secas y para producir bebidas alcohó licas. Los casos má s sencillos de transferencia de
calor son transferencia de calor transitoria y estado estacionario unidimensional.

Modos de transferencia

En general, se reconocen tres modos distintos de transferencia de calor: conducció n,


convecció n y radiació n, aunque, en rigor, solo la conducció n y radiació n debieran
considerarse formas de transmisió n de calor, porque solo ellas dependen
exclusivamente de un desequilibrio térmico para producirse. Para que se produzca
convecció n, tiene que haber un transporte mecá nico de masa ademá s de una
diferencia de temperatura, sin embargo, teniendo en cuenta que la convecció n
también transfiere energía de zonas con mayor temperatura a zonas con menor
temperatura, normalmente se admite el modo transferencia de calor por convecció n,

Conducción:

Es la transferencia de calor que se produce a través de un medio material por contacto


directo entre sus partículas, cuando existe una diferencia de temperatura y en virtud
del movimiento de sus micropartículas. La transferencia ocurre en todos los estados
de la materia y el medio puede ser só lido, líquido o gaseoso, aunque en líquidos y
gases solo se da la conducció n pura si se excluye la posibilidad de convecció n. La
cantidad de calor que se transfiere por conducció n, viene dada por la ley de Fourier.
Esta predice que la densidad de flujo de calor sobre el á rea es igual al cociente entre la
diferencia de temperatura con la diferencia de posició n en una direcció n multiplicada
por la conductividad. El á rea es normal a la direcció n de flujo. La ecuació n se
multiplica por un signo menos para que la densidad de flujo de calor sea positiva
cuando la temperatura disminuye. La densidad de flujo de calor tiene unidades de
W/m2-K en el Sistema SI. Para gases monoató micos de baja densidad como el neó n a
bajas presiones se utiliza la ecuació n de Chapman-Enskog que es el cociente entre el
producto de una constante y la raíz cuadrada que contiene el cociente entre la
temperatura absoluta y la masa molar sobre el diá metro de partícula al cuadrado por
la integral de colisió n que se determina por el pará metro de Lennard-Jones que es un
cociente de unidades de cal/W-m2-K. Para los líquidos se utiliza las grá ficas de
conductividad en funció n de las relaciones relativas de presiones y de las relaciones
relativas de temperaturas. A bajas densidades para gas poliató mico se utiliza la
ecuació n de Eucken que predice que la conductividad es el producto de la viscosidad
con la suma entre el cp medio y cuatro quintos del cociente entre la constante
universal de los gases y el peso molecular. Esta ley afirma que la velocidad de
conducció n de calor a través de un cuerpo por unidad de secció n transversal, es
proporcional al gradiente de temperatura que existe en el cuerpo.

Los só lidos metá licos o no metá licos poseen un movimiento de electrones libres que
son los responsables de la transferencia de calor a través de vibració n y traslació n.
Debido a la menor intensidad de corriente eléctrica en los no metá licos entonces los
movimientos de las partículas son má s vibracionales. La corriente eléctrica existe por
el movimiento de los electrones libres. La conductividad térmica tiene mayor
importancia en los só lidos metá licos como el cobre o el aluminio. Es muy bajo para los
no metales como la landa de amianto y corcho. En los gases a bajos diá metros son
mayores las conductividades porque es mayor el movimiento de las moléculas
precisamente las colisiones por lo que se transfiere má s la energía térmica. Aumenta
con la presió n y disminuye cuando baja la presió n (cerca del vacío).

Convección:

La transmisió n de calor por convecció n se compone de dos mecanismos simultá neos.


El primero, es la transferencia de calor por conducció n, debido al movimiento
molecular, a la que se superpone la transferencia de energía por el movimiento de
fracciones del fluido que se mueven accionadas por una fuerza externa, que puede ser
un gradiente de densidad (convecció n natural), o una diferencia de presió n producida
mecá nicamente (convecció n forzada) o una combinació n de ambas. La cantidad de
calor transferido por convecció n, se rige por la ley de enfriamiento de Newton.

Radiación:

Se puede atribuir a cambios en las configuraciones electró nicas de los á tomos o


moléculas constitutivas. En ausencia de un medio, existe una transferencia neta de
calor por radiació n entre dos superficies a diferentes temperaturas, debido a que
todas las superficies con temperatura finita emiten energía en forma de ondas
electromagnéticas.1 El calor emitido por una superficie en la unidad de tiempo, viene
dado por la ley de Stefan-Boltzmann.
La taza metabólica

La velocidad a la cual un organismo utiliza energía se denomina tasa metabó lica.

La medició n de la tasa de consumo de oxígeno es mejor indicador de la tasa


metabó lica que la tasa de liberació n de dió xido de carbono, porque la producció n de
calor expresada por cm³ de dió xido de carbono producido es má s variable que la
producció n de calor estimada mediante el consumo de oxígeno segú n el tipo de
compuesto orgá nico que se haya metabolizado.

El método de consumo de oxígeno tiene una limitació n ya que no permite medir las
transformaciones energéticas que ocurren por vías anaeró bicas.

Si bien en la mayoría de los casos el grado de anaerobisis es despreciable hay


excepciones importantes como es el caso de los organismos que habitan en el fondo
de los cuerpos de agua, que viven sujetos a niveles reducidos de oxígeno (hipoxia).

Las grasas constituyen la principal reserva energética de la mayor parte de las


especies animales, en especial de las que requieren una economía importante de peso
corporal para el movimiento y la locomoció n, como por ejemplo las aves voladoras.
Aunque algunos grupos de animales que no necesitan economizar peso, como los
moluscos bivalvos que son sésiles (vive fijado a una roca, concha u otro organismo), el
principal combustible de reserva es el glucó geno degradá ndose a glucosa, el
compuesto, por vía sanguínea abastecerá a todos los tejidos.

Tanto las reacciones de degradació n (catabó licas) como de síntesis (anabó licas) está n
catalizadas por enzimas, uno de los principales factores que determinan la velocidad a
la cual ocurren las reacciones enzimá ticas es la temperatura. Se acelera a temperatura
elevada y disminuye a medida que desciende.

En un sentido má s amplio, podemos decir que estos animales son termoformadores,


ya que no presentan mecanismos compensatorios especiales para regular su
temperatura corporal frente a los cambios ambientales y exhiben en general un
aislamiento térmico reducido que facilita el intercambio de calor con el ambiente.

El término termoreguladores refiere a aquellos animales que regulan total o


parcialmente su temperatura corporal; dos características de termorreguladores por
un lado los homeotermos, animales que en todo momento mantienen una
temperatura regulada y constante en su nú cleo corporal como las aves y mamíferos.
Por otro lado los heterotermos son animales que ya sea en alguna regió n específica de
su cuerpo (heterotermos regionales) o bien durante un lapso acotado de tiempo
(heterotermos temporales) pueden regular una temperatura corporal diferente de la
ambiental. Por ú ltimo el caso particular de los mamíferos hibernantes, la temperatura
corporal se sigue regulando durante la permanencia en hibernació n, si bien a un nivel
má s bajo tanto la entrada como la salida de este estado de hibernació n son procesos
finamente regulados que se llevan a cabo dentro de límites bien definidos, Por lo cual
estos animales claramente mantienen su condició n de termorreguladores

Adaptaciones a temperaturas extremas

La formació n de cristales de hielo aumenta la concentració n osmó tica en el medio


extracelular, lo cual a su vez produce la salida de agua de las células y el consiguiente
aumento de la osmolaridad intracelular, que disminuye el punto de congelamiento (o
fusió n) del interior celular.

Otra sustancia que disminuye el punto de congelamiento, al mismo tiempo que


protege a los tejidos de los posibles dañ os de la congelació n, es el glicerol, que se ha
encontrado en muchos insectos. Existen otros anticongelantes muy eficientes, có mo es
el caso de una glucoproteína que les permite a ciertos peces antá rticos nadar en agua
marinas con temperaturas cercanas a los -2°C esta glucoproteína evitaría el
congelamiento del pez al interferir la formació n de la red de cristales de hielo dentro
del animal.

La regulación de la temperatura corporal; el equilibrio térmico.

Los animales que regulan su temperatura corporal, manteniéndola constante frente a


los cambios ambientales, deben inevitablemente establecer un equilibrio térmico
entre la cantidad de calor generado internamente (calor metabó lico) y la cantidad de
calor que se disipa del organismo hacia el ambiente. Esta disipació n de calor hacia el
ambiente puede ocurrir tanto por "conducció n térmica", qué requiere el contacto
físico con el medio circundante (agua o aire), como por "radiació n térmica", qué se
refiere a la emisió n de calor en forma de ondas electromagnéticas. La capacidad de un
organismo para disipar calor en forma pasiva, ya sea por conducció n como por
radiació n, se define con el término "conductancia térmica". Esta conductancia puede
variar por ajustes compensatorios que ocurren en el organismo (que regulan por
ejemplo el espesor del pelaje y la cantidad de sangre que circula hacia la periferia del
cuerpo). La diferencia entre la temperatura corporal y la temperatura ambiente (es
decir; el gradiente térmico) también influye en el intercambio de calor con el medio y
varía de acuerdo con los valores de la temperatura ambiente.

Otro mecanismo que contribuye a disipar calor es la evaporació n, que consiste en un


proceso de enfriamiento mediante la evaporació n de agua en la superficie corporal del
organismo. Cada gramo de agua que se evapora absorbe de la piel unas 585 calorías,
Qué es el calor necesario para pasar de la fase líquida a la gaseosa (vapor de agua). El
agua que se evapora es provista en la mayoría de los casos por el proceso de
sudoració n; el jadeo en los perros y otros animales homeotermos es otra vía
alternativa que disipa calor por evaporació n de las vías respiratorias.
En los animales termorreguladores homeotermos, la temperatura corporal se
mantiene por un sistema de regulació n automá tico, un termostato fisioló gico situado
en el hipotá lamo, en la base del cerebro. El termostato fisioló gico recibe e integra la
informació n procedente de los termorreceptores (receptores de frío y de calor)
ampliamente distribuidos en el interior del cuerpo, incluido el propio hipotá lamo.

Cuando se produce un cambio de temperatura corporal, los termorreceptores envían


impulsos nerviosos al hipotá lamo. Así la informació n recibida es comparada con el
valor de referencia prefijado en el termostato y, sobre la base de esta comparació n,
este inicia las respuestas apropiadas. A diferencia del termostato de una estufa que
controla un ú nico mecanismo de apertura y cierre el termostato hipotalá mico dispone
de una variedad de respuestas complejas; có mo los receptores cutá neos de calor y de
frío que constituyen una fuente importante de informació n sobre los cambios de
temperatura ambiente. Sin embargo la informació n sobre la temperatura sanguínea
que registran los receptores del propio hipotá lamo se impone a la informació n
proveniente de los receptores periféricos y así se asegura que la temperatura del
nú cleo corporal permanezca constante.

El aumento de la temperatura corporal, o fiebre, no se debe a un mal funcionamiento


del termostato hipotalá mico sino que, por el contrario, se debe a un reajuste de valor
de referencia. El reajuste del termostato se inicia en presencia de sustancias llamadas
piró genos (qué producen fiebre). Se ha comprobado que la temperatura alta mejora la
respuesta inmunitaria, qué reduce el crecimiento de pató genos. Sin embargo, por
encima de 42°C el organismo puede sufrir un shock térmico fatal si no se toman
medidas adecuadas en el momento oportuno. Al comenzar la fiebre, un individuo
típicamente siente frío y con frecuencia tiene escalofríos. Eso se debe a que, aunque la
temperatura del cuerpo se esté elevando aú n es inferior a la temperatura fijada en el
termostato.

En La regulación térmica en el frío la construcció n de los vasos sanguíneos


pró ximos a la superficie de la piel reduce de manera significativa la pérdida de calor
desde la superficie corporal. La piloerecció n es otra respuesta pasiva que permite
conservar calor. Numerosas especies de termorreguladores homeotermos presentan
ademá s cambios estacionales del pelaje o del plumaje, que aumentan el aislamiento
térmico.

Cuando la disminució n de la temperatura corporal se hace un poco má s pronunciada


por efecto de las temperaturas bajas, ademá s de conducirse la conductancia térmica
hasta un mínimo mediante vasoconstricció n periférica y piloerecció n, se ponen en
juego respuestas activas tendientes a aumentar la producció n de calor del organismo.
Este aumento se produce por la contracció n de mú sculos esqueléticos antagó nicos
que no realizan trabajo efectivo, no que liberan calor (termogénesis tiritante,
(produce la típica respuesta de tiritar) o bien mediante el aumento de la tasa
metabó lica en otros tejidos, en especial aquellos con elevada capacidad de producir
calor (termogénesis no tiritante). Un ejemplo de este tipo de tejido es la grasa parda,
qué se encuentra inervada en el sistema simpá tico. Por otra parte, una secreció n
mayor de ciertas hormonas, principalmente las hormonas tiroideas, producen un
aumento de la tasa metabó lica en numerosos tejidos. Esta mayor secreció n hormonal
es una respuesta que también elabora El hipotá lamo como centro integrador de La
regulació n térmica.

La regulación térmica frente al calor; a temperaturas mayores que la temperatura


corporal, el gradiente térmico se hace negativo y se produce un ingreso de calor en el
organismo por conducció n y radiació n, qué se suma al calor metabó lico. La
evaporació n se convierte entonces en el ú nico mecanismo que disipa calor del
organismo, esto estimula la sed y la conservació n de agua por los riñ ones.

Los ecosistemas son el punto de Unió n e intersecció n de lo vivo con lo no vivo; ambos
constituyentes son partes mutuamente dependientes y cambiantes de un entramado
indisociable. El concepto de ecosistema es central y fue acuñ ado por primera vez en
1935 por el ecó logo inglés Alfred G. Tansley (1871-1955).

La energía y su flujo en los ecosistemas:

El modelo del flujo de energía en los ecosistemas se desarrolló en el intento de


responder las primeras preguntas que surgían de la observació n de los primeros
naturalistas; una primera aproximació n a la comprensió n de este tipo de
interrogantes se produjo varios añ os después de la mano de la Segunda ley de la
termodiná mica. Esta ley considera -en términos físicos- qué en un sistema en el que
ocurren procesos de transformació n de la energía, una parte de la energía ú til se
disipa, de modo que solo una fracció n de la energía disponible puede ser usada al
mismo tiempo que se produce un incremento de la entropía dentro del sistema. En los
ecosistemas, las plantas aprovechan la energía lumínica que proporciona el sol y,
mediante el proceso de fotosíntesis, la transforman en energía química, que queda
almacenada en los carbohidratos sintetizados durante ese proceso. La energía
necesaria para que los herbívoros de un ecosistema se desarrollen no puede ser
mayor que la fijada por las plantas a través de la fotosíntesis. Al mismo tiempo, los
herbívoros solo pueden disponer de esa energía si transforman los carbohidratos
vegetales en carbohidratos animales. Esta nueva transformació n, tal como predice la
segunda ley de termodiná mica, no tiene una eficiencia del 100%, saque parte de la
energía ú til se disipa, de modo que los animales disponen de una cantidad menor de
energía que las plantas. Esto explica Por qué los animales usualmente son menos
abundantes que las plantas.

La energía solar y la atmósfera:


La vida en la tierra depende de la energía del sol. Sin embargo, en su paso por la
atmó sfera, la energía solar se disipa debido a diferentes procesos físicos, de modo que
solo una fracció n alcanza la superficie terrestre y queda a disposició n de los
organismos vivos.

La atmó sfera puede dividirse en cuatro capas concéntricas que se distinguen por
cambios en los patrones de temperatura.

La capa má s cercana de la tierra se llama troposfera. Alrededor del 75% de todas las
moléculas de la atmó sfera está n contenidas en esta capa, que es esencial para el
desarrollo de la vida en la Tierra. Casi todos los fenó menos incluidos bajo el término
general de "condiciones atmosféricas y climá ticas” ocurren dentro de la troposfera.
Por encima de la troposfera se encuentra la estratosfera, la mesosfera y la termosfera
o ionosfera.

Debido a las características de las diferentes capas de la atmó sfera, la proporció n de la


radiació n solar que llega en cada punto de la superficie terrestre a lo largo de un ciclo
anual es muy variable y en comparació n con la insolació n que recibe la capa má s
externa de la atmó sfera. En promedio, del 100% de la energía solar que penetra en la
atmó sfera, alrededor del 50% no llega a la superficie terrestre. Por una parte, cerca
del 30% se refleja hacia el espacio por la presencia de las nubes y el polvo de la
tropó sfera. Esto hace que la Tierra, observada desde el espacio exterior, se vea como
un planeta brillante. Otro 20% de la energía no alcanza la superficie terrestre porque
es absorbido: el 17% es capturado en las capas inferiores, principalmente por el vapor
de agua, el polvo y las gotitas de agua que se encuentran en suspensió n y el 3%
restante -constituido por rayos x y rayos gamma, como también por rayos có smicos-
se absorbe en la ionosfera y provoca la ionizació n de á tomos de oxígeno y nitró geno.
En la capa de ozono, en cambio, se produce la absorció n de las radiaciones
ultravioletas. Todas estas radiaciones dañ an a las moléculas orgá nicas y sí alcanzaran
la superficie terrestre en grandes cantidades (como lo hicieron en un pasado remoto,
antes de que la fotosíntesis produjera la capa protectora de oxígeno-ozono) serían
letales para la mayoría de las formas de vida terrestre.

De la radiació n que alcanza la superficie terrestre, una parte es reflejada y otra es


absorbida. La proporció n entre ambas magnitudes se representa mediante un
estimador denominado albedo. El albedo es la cantidad, expresada en porcentaje, de la
radiació n reflejada en relació n con la radiació n incidente sobre cualquier superficie.
Las superficies claras reflejan mayor cantidad de radiació n, Por lo cual tienen valores
de albedo superiores a las oscuras, del mismo modo que las brillantes tienen mayores
valores de albedo que las mates. El albedo medio de la Tierra es del 30/32% de la
radiació n solar que alcanza su superficie. Por su parte, la energía solar absorbida por
la tierra posteriormente es irradiada desde la superficie como ondas de longitud má s
largas (infrarrojas) o sea como calor.

La energía que llega a los océanos calienta su superficie y produce la evaporació n de


una gran masa de agua. Anualmente se evapora el equivalente de una capa líquida de
un metro de espesor y cuya superficie es la de la suma de las superficies de todos los
cuerpos de agua de la Tierra. El vapor de agua se incorpora en el ciclo del agua. El
vapor de agua junto con las moléculas de dió xido de carbono y también ciertos
compuestos nitrogenados, absorben en forma directa la radiació n infrarroja que llega
a la Tierra. Como consecuencia de ello, el calor queda retenido en la atmó sfera y la
superficie terrestre se calienta.

La pérdida y la ganancia de calor se encuentran en un delicado equilibrio. Un


incremento en la reflexió n de la luz desde la Tierra, un espesamiento de su cubierta de
nubes, un aumento o una disminució n del contenido de dió xido de carbono o una
disminució n en el grosor de la capa de ozono pueden producir cambios en todo el
sistema.

Otros factores relacionados con características propias del planeta afectan la


circulació n atmosférica. Por ejemplo los diferentes á ngulos de incidencia de la luz
solar sobre la superficie terrestre a causa de su curvatura y la inclinació n de su eje de
rotació n, el movimiento de rotació n que marca el día y la noche, así como las
relaciones entre las masas terrestres y oceá nicas, configuran complejos patrones
verticales y horizontales de temperatura y presió n que determinan la circulació n
atmosférica global, los mosaicos de clima regionales y las irregularidades espaciales y
temporales de las condiciones atmosféricas.

El estudio del flujo de energía en ecosistemas confirma que conforme a las


predicciones de la Segunda ley de termodiná mica la cantidad de niveles tró ficos está
limitada por la pérdida de energía que se produce en los eslabones sucesivos.

Cuando hablamos de movimientos de sustancias inorgá nicas hablamos de los ciclos


biogeoquímicos; el carbono entra en el ecosistema como gas en el proceso de
fotosíntesis y es transformado a lo largo de las cadenas tró ficas en compuestos só lidos
de carbono reducido. El oxígeno es incorporado en forma gaseosa por medio de la
respiració n de todos los organismos y liberado de nuevo durante la fotosíntesis del
agua en la fotosíntesis.

El nitró geno A diferencia de los ejemplos anteriores puede ingresar en el ecosistema


como un gas gracias a la actividad metabó lica de las bacterias fijadoras.

A consecuencia de la actividad metabó lica de los descomponedores los compuestos


orgá nicos son degradados a sustancias inorgá nicas que quedan disponibles en el suelo
o en el agua. Desde así estas sustancias se vuelven a incorporar a los tejidos de los
productores primarios, pasan a los consumidores y a los detritívoros y luego a los
descomponedores, desde los cuales entran nuevamente en las plantas y así se repite el
ciclo. Estos ciclos de la materia se denominan biogeoquímicos debido a que en ellos
intervienen tanto componentes bió ticos (animales y plantas) como abió ticos:
atmó sfera, litosfera (la corteza só lida de la Tierra) e hidrosfera (océanos, lagos y ríos
que cubren las tres cuartas partes de la superficie terrestre)

El agua ingresa en los ecosistemas (acuá ticos y terrestres) desde la atmó sfera por
precipitaciones (lluvia, nieve y granizo) y vuelve por evaporació n de la superficie o
por evapotranspiració n desde los componentes bió ticos de los ecosistemas terrestres.

Las características de la cobertura vegetal de los ecosistemas (bosques, pastizales


densos, arbustales) las propiedades de los suelos (entre otros, cantidad de materia
orgá nica, de arena, de arcilla o limo) y la pendiente (á rea de llanuras o sierras)
producen variaciones en el balance hídrico de los ecosistemas.

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