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Sin la radiación del sol no habría existido vida en la tierra y sin la radiación
infrarroja no podríamos calentarnos. Además de estas fuentes naturales de
radiación, el ser humano ha sido capaz de desarrollar distintos aparatos que se basan
en o utilizan las radiaciones
Las radiaciones ionizantes forman parte de nuestro entorno, dado principalmente por
los radionúclidos presentes en la naturaleza (suelo, aire, agua, alimentos) estimándose
una dosis promedio por persona de 1 – 3 mSv/año, no obstante, no fueron
descubiertas hasta finales del siglo XIX. Desde entonces, ha existido una creciente
exposición a fuentes artificiales de radiaciones ionizantes que se han ido incorporando
en todas las actividades del ser humano.
Teniendo en cuenta lo anterior, desde principios del siglo XX (1925), se han estado
planteando límites de dosis con el objetivo de determinar niveles de exposición del
hombre a las radiaciones, minimizando lo más posible, el riesgo de aparición de los
efectos nocivos. Las últimas recomendaciones en este sentido y vigentes en la
actualidad.