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1.

El texto y sus propiedades

La palabra “texto” pareciera remitir solamente a las producciones escritas. No


es así. Literalmente, es el participio irregular del verbo “tejer”, cuyo participio
regular es “tejido”. Tejido/texto. La palabra, entonces, adoptada para nombrar
manifestaciones discursivas en general, conservará algún aspecto de su sentido
originario: un texto no es una simple acumulación de palabras u oraciones, sino
que estas palabras y oraciones deben estar tramadas, hilvanadas entre sí de
modo de constituir una unidad (en nuestro caso, discursiva). Así, hablamos de
“textos” cuando podemos identificar algo como un todo: desde un simple
comentario futbolístico (“Vi el partido el domingo. Messi estuvo imparable. ¡Dios!
¡Qué goles!”) hasta una obra científica en doce tomos. Insistimos: todo aquel
enunciado que complete una unidad de sentido (más allá de su magnitud, de su
nivel de formalidad, de que sea oral o escrito) es un texto.

Bien, pero ¿cuáles son los recursos mediante los cuales “tejemos” un texto?
Hablamos recién del sentido de unidad que este tiene que tener para ser tal.
Veamos una sucesión de oraciones como esta y preguntémonos si pueden
constituir un texto:

– Se viene un tormentón.
– El perro está debajo de la cama.
– ¡Pobrecito!
En apariencia, en su superficie, nada las conecta entre sí, pero podemos
pensar también que, formuladas en La coherencia de un texto hace que
el contexto de una conversación lo podamos resumir, reformular con
familiar, constituyen un comentario: otras palabras, ponerle un título.
se habla de que la tormenta asusta al
perro y se siente lástima o ternura por él. Están unidas por un sentido
determinado. Es lo que se llama coherencia profunda de un texto.

Pero qué sucede si además las reformulamos así:


– Se viene un tormentón, por eso el perro está debajo de la cama. ¡Pobre
animal!

En este caso, además de la unidad de sentido o coherencia profunda que


sigue manteniendo el texto, lo he dotado de coherencia superficial o cohesión,
recurriendo a un conector de consecuencia (“por eso”) y a una forma sinónima
(“animal” por “perro”).

Resumiendo: estamos en presencia de un texto cuando percibimos su unidad de


sentido (es coherente), mientras que la cohesión ayuda –recurriendo a
elementos léxicos y gramaticales– a percibir esa unidad profunda en la superficie.
1.1. Cohesión léxica
Dentro de los recursos de cohesión, podemos distinguir aquellos elementos que
por su contenido (su valor lexical) establecen conexiones los unos con los otros.

La “Conquista del Desierto” es un tema abordado con frecuencia por la historia


académica, aunque más bien ligado a su aporte para la consolidación del estado
nacional argentino y para el desarrollo de las relaciones capitalistas en nuestro
país. En cambio, no es un tema muy popular en referencia a las consecuencias de
estas campañas para las comunidades nativas. Esto no significa que no existan
trabajos acerca de estos problemas (sobre todo en los últimos tiempos), sino que
muchas veces pareciera que estas consecuencias formaran parte de una historia
paralela, con alguna mención al pasar en investigaciones dedicadas a este

período o incluso como materia de otras disciplinas como la antropología. En


tal sentido, no es un dato menor el cambio que ha habido en la valoración de
estos hechos , que ha corrido el eje desde una perspectiva evolucionista,
positivista y modernizante hacia una centrada en los derechos humanos de los
grupos originarios y provista de un mayor rigor científico.

En texto hemos distinguido elementos tales como:

• sinónimos (resaltados con el mismo color): palabras de sentido equivalente.

• hiperónimos/hipónimos (“estas campañas”, hiperónimo; “Conquista del


Desierto”, hipónimo): el hiperónimo es un nombre más genérico que incluye en sí
al hipónimo. En un texto, cuando usamos una palabra, podemos luego
recurrir a su hiperónimo como sinónimo: el perro tiene miedo, pobre animal.

• palabras generalizadoras (recuadradas en color violeta): son palabras de


amplia significación que, en un texto dado, funcionan como sinónimos de otras
más precisas. Por ejemplo: “tema” respecto de “Conquista del Desierto”. (No
confundirlas con las relaciones de hiperonimia, que siguen manteniéndose incluso
fuera del texto.)

• una cadena semántica (las palabras en color naranja): es la que se establece


con la utilización de términos que refieren en conjunto a un tema específico. En
este caso, al tratamiento que la historia como disciplina dio a la llamada
“Conquista del Desierto”.

1.2. Cohesión gramatical


En este tipo de cohesión intervienen elementos que establecen relaciones en el
plano sintáctico o gramatical. Contaremos entre ellos los pronombres, las elipsis y
los conectores.
Vamos a repetir el mismo texto de arriba:

La “Conquista del Desierto” es un tema abordado con frecuencia por la historia


académica, aunque más bien ligado a su aporte para la consolidación del estado
nacional argentino y para el desarrollo de las relaciones capitalistas en nuestro
país. En cambio,  no es un tema muy popular en referencia a las consecuencias
de estas campañas para las comunidades nativas. Esto no significa que no
existan trabajos acerca de estos problemas (sobre todo en los últimos tiempos),
sino que muchas veces pareciera que estas consecuencias formaran parte de una
historia paralela, con alguna mención al pasar en investigaciones dedicadas a
este período o incluso como materia de otras disciplinas como la antropología.
En tal sentido, no es un dato menor el cambio que ha habido en la valoración de
estos hechos, que ha corrido el eje desde una perspectiva evolucionista,
positivista y modernizante hacia una  centrada en los derechos humanos de los
grupos originarios y provista de un mayor rigor científico.

Lo que hemos destacado en él son:

• los pronombres
Pronombres
(subrayados, y con una flecha
• Personales: yo, vos, usted, él, ella,
que señala el referente de cada
nosotros, ustedes, ellos, me, mi, te, lo, la,
uno): un pronombre siempre
les, nos...
ocupa el lugar de otra cosa. En
• Demostrativos: este, ese, aquel más sus
general, son formas vacías que
femeninos y neutros y las formas en
necesitan un referente para ser
plural.
comprendidos. Este referente
• Posesivos: mi/s-mío/a/s, tu/s-tuyo/a/s, su-
es una palabra que ha sido
suyo/a, nuestro/a/s…
mencionada antes en el texto.
• Relativos: que, quien, cual, cuyo, cuanto,
cuando, donde, como.
• Interrogativos/exclamativos: qué, quién,
cuál, cuánto, cuándo, dónde, cómo.
• Indefinidos: uno, alguien, alguno, otro,
cualquiera, nadie, nada, ninguno, todo…
• las elipsis (señaladas con una cruz): al igual que los pronombres, las elipsis
tienen un referente, en tanto algo se omite porque ya está dicho antes.

• los conectores (señalados en rojo y azul): son elementos que establecen


relaciones lógicas entre las oraciones o proposiciones, nos adelantan cuál es la
naturaleza de lo que sigue en relación con lo que acaba de manifestarse. Esto es:
si aparece un “aunque”, esperaremos que la oración que continúa haga una
salvedad a lo dicho anteriormente; si aparece un “en cambio”, esperaremos algo
opuesto a lo precedente; si es un “y”, un “también” o un “asimismo”, esperaremos
que se agregue algo.

Conectores

Los conectores son elementos lingüísticos que enlazan las diversas partes de un
texto, indicando el sentido de la conexión.

Según el sentido de la conexión que establecen, pueden clasificarse como sigue:

Aditivos: y, además, encima, aparte, más aún, incluso, asimismo…

Opositivos o contraargumentativos: antes bien, por el contrario, en cambio, con


todo, no obstante, sin embargo, ahora bien…

Consecutivos: por lo tanto, por consiguiente, por ende, de modo que, de manera
que, entonces, en consecuencia, por tal motivo, por lo antes expuesto, debido
a…

Causales: porque, ya que, puesto que, dado que, debido a que…

Condicionales: si, siempre que, con tal que, a condición de que…

Ejemplificativos: por ejemplo, así, en concreto, a saber, en este sentido…

Ordenadores: primero, en primer lugar, después, por un lado, por el otro,


finalmente…
Reforzadores argumentativos: de hecho, desde luego, ciertamente, es más…

Reformuladores explicativos: es decir, esto es, a saber, o sea, en otras


palabras…

Reformuladores rectificativos: mejor dicho, más bien, mejor aún, más


precisamente, más exactamente…

Reformuladores con valor de distanciamiento: en cualquier caso, en todo


caso, de todos modos, de cualquier manera, así y todo, sea como sea (fuere)

Reformuladores recapitulativos: en suma, en conclusión, en resumidas


cuentas, en definitiva…

2. Escuchar y leer críticamente: contexto y paratexto


Al escuchar cualquier tipo de discurso o acometer la lectura de un texto escrito,
debemos prestar suma atención a dos sistemas complementarios de aquellos,
que, justamente, ayudan a completar su sentido.

Primero, un texto no es un hecho puro, aislado: posee un autor que lo formula o


lo ha formulado pensando en un determinado destinatario, involucrados ambos en
un momento histórico y una geografía; ese texto dialoga además con otros textos,
continúa a algunos, refuta a otros, etc. Es lo que se define en general como el
contexto, donde un texto se origina y del que participa.

Segundo, un texto se acompaña con elementos que lo organizan (títulos,


subtítulos), que lo secundan visualmente (gestos, imágenes, esquemas, cuadros),
que lo reducen para que pueda abarcarse de un vistazo (la contratapa de un libro,
el copete de una nota, un índice). Son los elementos que conforman el paratexto,
aquello que corre a la par del texto.

2.1. El contexto
Dijimos que todo texto se genera en un contexto y participa de él. Esto no solo
quiere decir, entonces, que “lo rodea” o “lo acompaña”. El contexto también
determina la naturaleza de un texto. Una frase como “pasamos un calor
tremendo”, según el contexto, puede aludir a una jornada calurosa o a un episodio
embarazoso.

Dentro de lo que involucra la noción de “contexto” podemos distinguir:

• el contexto situacional: es el que tiene que ver con los cuatro componentes
de toda situación comunicativa concreta, esto es, quiénes participan en ella
(quiénes son el emisor y el receptor), dónde y cuándo. Tenerlo en cuenta es
fundamental, primero, para ver si formamos parte de los destinatarios a los que
está dirigido (o si se trata de un texto de divulgación infantil o juvenil, o de un texto
para académicos o científicos); segundo, para poder relativizar cantidad de
información que el texto contenga: si leemos un título como “Perspectivas
actuales”, o una frase como “Bien puede decirse que existe una analogía entre el
momento actual y el inicio del siglo pasado”, forzosamente tendremos que atender
a cuándo se produjo ese texto. Si el autor lo escribió en los años 80, supongamos,
las perspectivas ya no serán hoy tan “actuales”, y el siglo pasado ya no será el
siglo XX sino el siglo XIX. Asimismo, si leo algo como: “La soya ha sido el motor
agrícola argentino, luego de la crisis económica de 2001, y el sustento de más de
la mitad de los agricultores del país trasandino”, tengo que atender a que 1º) un
emisor argentino diría “soja”, y 2º) Argentina es sinónimo de “país trasandino” solo
para un chileno.

De allí la importancia de atender a los datos que ofrece el paratexto (lugar


y año de edición –o la abreviatura que corresponde a cada país si es una página
de internet–, cuándo se hizo la primera edición, la biografía del autor, etc.).

ACTIVIDAD DE REFLEXIÓN

Observe en el chiste de Quino la significación de los enunciados conforme con el


cambio de los emisores y la situación de estos.
• el contexto metalingüístico (o co-texto): refiere al texto como contexto de
sí mismo, algo que establece relaciones solidarias entre sí. Además, este
contexto es el que limita la polisemia del lenguaje, esto es, acota la multiplicidad
de sentidos e interpretaciones que una palabra o concepto puede tener al sentido
preciso en que se lo usa en ese texto. Es un contexto que tiene que ver,
justamente, con la función metalingüística de la comunicación (sería el caso de
una pregunta como: “¿De qué hablamos cuando hablamos de ‘derechos
humanos’?”).

ACTIVIDAD

Tenemos aquí parte de un trabajo monográfico sobre la semiótica. Lea y releve los
aspectos que tengan que ver con el contexto metalingüístico.

• Observe las palabras resaltadas y pregúntese por su significado en este


contexto, y por el significado que podrían tener en otro.

LA SEMIÓTICA

La semiótica o semiología es la ciencia que trata de los sistemas de comunicación dentro de


las sociedades humanas.
Saussure fue el primero que habló de la semiología y la define como: "Una ciencia que
estudia la vida de los signos en el seno de la vida social"; añade inmediatamente: "Ella nos
enseñará en qué consisten los signos y cuáles son las leyes que los gobiernan...".
El americano Peirce (considerado el creador de la semiótica) concibe igualmente una teoría
general de los signos que llama semiótica. Ambos nombres basados en el griego
"Semenion" (significa ‘signo’), se emplean hoy prácticamente como sinónimos.
(...)
Hoy la investigación llamada semiología, por quienes prefieren lo europeo, o semiótica, por
quienes prefieren lo americano, se centra en el estudio de la naturaleza de los sistemas
autónomos de comunicación, y en el lugar que la misma semiología ocupa en el saber
humano.
Saussure insiste en que la lingüística es una parte de la semiología, ya que esta abarca
también el estudio de los sistemas de signos no lingüísticos. Se cae a menudo en el error de
considerar equivalentes lenguaje y semiología, y nada más alejado de la realidad: el
lenguaje es semiología, pero no toda la semiología es lenguaje.
Si Saussure opina esto, según Barthes no es en absoluto cierto que en la vida social de
nuestro tiempo existan, fuera del lenguaje humano, sistemas de signos de cierta amplitud.
Objetos, imágenes, comportamientos, pueden en efecto significar, pero nunca de un modo
autónomo. Todo sistema semiológico tiene que ver con el lenguaje. Parece cada vez más
difícil concebir un sistema de imágenes u objetos cuyos significados puedan existir fuera
del lenguaje: para percibir lo que una sustancia significa necesariamente hay que recurrir al
trabajo de articulación llevado a cabo por la lengua. Así el semiólogo, aunque en un
principio trabaje sobre sustancias no lingüísticas, encontrará antes o después el lenguaje en
su camino. No solo a guisa de modelo sino también a título de componente, de elemento
mediador o de significado. Hay pues que admitir la posibilidad de invertir la afirmación de
Saussure: La lingüística no es una parte, aunque sea privilegiada, de la semiología, sino, por
el contrario, la semiología es una parte de la lingüística...

• el contexto sociocultural: es el que involucra a la comunidad donde un texto


se genera, tiene en cuenta sus códigos, sus símbolos, sus reglas sociales, su
historia cultural. Así es como determinamos, por ejemplo, cuándo tutear a alguien
o tratarlo de usted, qué palabra puede sonar fuera de lugar en una situación equis.
El humor, por ejemplo, apela frecuentemente a este contexto, de allí que –por
ejemplo– un chiste de “gallegos” que nos haga reír a nosotros difícilmente haga
reír a un español.

En el fragmento que sigue destacamos con amarillo las referencias a la época


y el espacio geográfico aludidos en el texto, y en celeste, las referencias a un tema
específico. Ambas marcas se relacionan con dos contextos socioculturales que
completan la significación textual, y necesarios para su comprensión (ya que no
todo está explicitado en el texto mismo).

• ¿Cuáles serían concretamente esos contextos?

La primera noticia sobre los fusilamientos clandestinos de junio de 1956 me llegó de

forma casual, a fines de ese año, en un café de La Plata donde se jugaba al ajedrez, se
hablaba más de Keres y Nimzovitch que de Aramburu y Rojas, y la única maniobra militar

que gozaba de algún renombre era el ataque a la bayoneta de Schlechter en la apertura

siciliana.

En ese mismo lugar, seis meses antes, nos había sorprendido una medianoche el

cercano tiroteo con que empezó el asalto al comando de la Segunda División y al

Departamento de Policía, en la fracasada revolución de Valle.

Rodolfo Walsh, comienzo de Operación Masacre.

Los contextos socioculturales que aquí el autor SOBREENTIENDE, es decir,

da por sentado que el lector comparte, son los que se refieren, por un lado, a la

llamada Revolución Libertadora, y por otro, al mundo del ajedrez.

2.2. El paratexto
Según el teórico francés Gérard Genette, el paratexto es un discurso híbrido,
bastante difícil de definir, que constituye “una zona indecisa entre el adentro y el
afuera” de un texto.

Referido en general a ”aquello que hace de entorno” a un texto escrito (títulos,


subtítulos, imágenes, etc.), podemos extender la noción también a los textos o
discursos orales. En estos, la gestualidad es a todas luces un recurso paratextual,
y a ello podemos sumar elementos icónicos como la utilización de diapositivas,
mapas, cuadros (¡música!), en una presentación, clase o conferencia.

En el módulo 2 encontrarán el detalle de los elementos que componen el


paratexto de un libro.
ACTIVIDAD DE REFLEXIÓN

Veamos el siguiente video y pensemos qué elementos paratextuales completan


el texto (discurso) del emisor.

http://www.youtube.com/watch?v=6G9iCPw12Ls&feature=related

Recapitulando
• En el presente artículo, se planteó en principio la noción de texto y se
distinguieron los elementos que lo hacen tal, básicamente, la coherencia y la
cohesión.

• En segundo término, se abordó el tema contexto, fundamental en tanto todo


texto se da a partir de aquel y permanece atravesado por aquel.

• Finalmente, se hizo alusión a los recursos del paratexto, que rodea un texto,
lo completa y contribuye a su unidad.

Bibliografía de referencia

Colombres, Adolfo (1997) Celebración del lenguaje, Buenos Aires: Del Sol.

Genette, Gérard (2001) Umbrales, México: Siglo XXI.

Jakobson, Román (1977) “Lingüística y poética”, en Ensayos de lingüística


general. Consultado el 26 de mayo de 2011 en
http://www.scribd.com/doc/7273555/Jakobson-Roman-Linguistica-y-Poetica.

Martinet, André (1974) Elementos de lingüística general, Madrid: Gredos.

Rueda, Nelly y Enrique Aurora (1999), Claves para el estudio del texto, Córdoba,
Comunic-arte.

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