Ojos Grises Black

Ojos Black by Crazyfantazia
~1~
Sinopsis
Sirius no creía que el amor a primera vista existiera,
pero en cuanto vio a Oliver Wood se enamoró de él
perdidamente. ¿Logrará conquistar al único hombre al
que le ha entregado el corazón?
~2~
Disclaimer:
Harry Potter es propiedad de J.K. Rowling y
Warner Bros
Fuente:
Fanfiction
Diseño, Edición y Formato:

Eimi Romane
~3~
Capítulo 1: La puerta falsa

Abrió la ventanilla del auto para que el aire frío de la noche le diera en el
rostro y lo ayudara a permanecer despierto… al menos hasta que llegara a
su casa. Parpadeó varias veces esperando despejar el sueño que invadía sus
ojos cada vez más seguido. Se detuvo en un cruce para mirar el nombre de
la calle por la que iba, pero éste le resultó totalmente desconocido. Suspiró
con irritación al comprender que había dado una vuelta equivocada en
algún lugar y que estaba extraviado. Miró a su alrededor y comprendió que
ése no era el mejor sitio para estar solo a las cuatro de la madrugada. La
calle estaba mal iluminada, pero le dejaba ver que estaba en uno de los
barrios pobres de la ciudad y que sería presa fácil de algún malhechor que
acertara a pasar por ahí.
Estuvo tentado en volver a cerrar la ventanilla, pero un gran bostezo lo hizo

desistir. Necesitaba estar lo más despierto posible para poder salir de ahí y
si subía el cristal el sueño lo vencería. Pisó el acelerador decidiendo seguir
por esa calle para ver si tenía suerte y ésta lo conducía hacia algún lugar
conocido. Había avanzado escasamente dos cuadras cuando algo llamó su
atención y se detuvo impactado. Vio como un joven se arrojaba del
segundo piso de un edificio y cerró los ojos momentáneamente cuando
escuchó como el cuerpo chocaba contra el pavimento. Hasta sus oídos llegó
el inconfundible sonido de huesos quebrándose y se apeó con rapidez para
ofrecer su ayuda al muchacho que estaba tendido sobre la acera.
Con el corazón latiéndole apresuradamente se inclinó sobre él y dio gracias

al cielo cuando localizó su acelerado pulso en el cuello. Paseó la vista por
el inmóvil cuerpo buscando el lugar donde se había quebrado el hueso y
pronto lo localizó. Tocó con sumo cuidado el brazo izquierdo del
muchacho, que no debía tener más de 27 años, y éste se quejó
audiblemente. Sirius desgarró con destreza la delgada camisa y se percató
que tenía doble fractura expuesta. ¡Necesitaba trasladarlo a un hospital lo
más pronto posible!
Trató de incorporarse, pero no pudo hacerlo porque sorpresivamente fue

derribado por el joven con tan inusitada fuerza que cayó de rodillas a un
metro de distancia. Sirius se recuperó de inmediato y se arrojó sobre él para
~4~
evitar que se levantara y empeorara su herida. El muchacho aún luchó un
poco más antes de rendirse y dejarse caer sobre el piso.
— No vuelvas a tratar de moverte – lo regañó Sirius con delicadeza – Lo

único que conseguirás es lastimarte aún más.
— D-déjame, d-déjame – su voz era baja y titubeante, pero se le entendió

cada palabra.
— Voy a ayudarte, chico – le acarició el abundante cabello castaño y se

estremeció al sentir su extrema suavidad, pero también porque sintió como
un escalofrío recorría su espina dorsal ante esa sedosidad – Te rompiste un
brazo y necesito llevarte a un hospital.
Extrajo su teléfono celular de su saco sin querer ahondar en esa extraña

sensación que aún estremecía su espalda.
— D-déjame – volvió a repetir en un murmullo el muchacho.
— No pienso dejarte aquí – marcó con rapidez un número – Una

ambulancia llegará en pocos minutos y tú estarás… – dejó de hablar
cuando se dio cuenta que el joven se había desmayado.
Sirius obtuvo la unidad de emergencia más rápido de lo que pensó y en

menos de 10 minutos, ya el muchacho era trasladado al hospital donde el
médico trabajaba. Algunos vecinos asomaron sus cabezas cuando
escucharon la sirena de la ambulancia, pero nadie salió del edificio que
estaba a sus espaldas. Sirius se subió a su auto y se fue detrás ella.
‘James va a matarme, lo sé’ –se decía mientras llamaba a la casa de su

amigo–. ‘Pero ese brazo está completamente deshecho y necesito la ayuda
de Lily’
***********
Sirius ya estaba en el quirófano trabajando sobre el brazo destrozado
cuando Lily entró vestida correctamente para ayudarlo en la operación. La
mujer había acudido a la llamada de su amigo lo más rápido que pudo.
— ¿En qué vas? – le preguntó la pelirroja mientras examinaba las

radiografías que estaban expuestas en una pared del quirófano.
~5~
— En el húmero, pero ya casi término – le contestó Sirius sin mirarla.
— ¿Sabes con qué lo golpearon? – la pregunta sorprendió al hombre.
— No lo golpearon – la miró brevemente antes de volver a su labor – Saltó

de un segundo piso.
— ¿En serio? – había duda en su voz.
— En serio – soltó una risita muy triste – Yo vi cuando lo hizo.
— Pues esto de aquí parece un golpe hecho con algo filoso y no por haberse
golpeado contra el pavimento – seguía mirando las radiografías con sumo
interés.
— ¿Dónde?
Sirius se separó de la mesa de operaciones y una de las enfermeras que lo

estaban auxiliando, aprovechó para limpiar la sangre que salía de la herida.
— Aquí – la pelirroja señaló la radiografía que exponía el cúbito y el radio

– ¿Lo ves? Esta fractura es distinta a la que está aquí. El hueso está partido
de diferente manera.
— Cayó de muy alto – comenzó a dudar – Tal vez se golpeó con algo que
estaba en la acera. En realidad no miré alrededor.
— Tal vez – Lily se encogió de hombros después de un momento – Aunque

en realidad eso ya no importa. La reconstrucción no va a ser fácil de todas
maneras.
Ambos caminaron a la mesa de operaciones y Lily miró un segundo el

rostro del sedado joven antes de centrar su atención en el brazo herido.
— Necesitaremos algunos tornillos para poder sostener todos los huesos en

su lugar hasta que solden.
Y ya sin hablar demasiado, se enfrascaron en la labor de reconstruir el

brazo del desconocido muchacho. A Sirius se le olvidó por completo que
llevaba dos días sin dormir y trabajó con mucho cuidado para no cometer
ningún error.
~6~
***********
— ¡No puede ser cierto! – dijo Ludo Bagman impactado y se dejó caer en
una silla.
El hombre era el dueño de un prestigioso equipo de fútbol soccer y en ese

momento estaba hablando en su despacho con su esposa Rolanda, cuyo
apellido de soltera era Hooch.
— Pues es cierto – confirmó la mujer y se sentó en una silla cercana a su

esposo – Oliver trató de suicidarse.
— ¿¡Pero por qué!? ¿¡Por qué!? – la miró angustiado.
— ¡No lo sé, Ludo! – alzó las manos llena de impotencia – Pero

necesitamos conseguirle ayuda psicológica lo más pronto posible. No
quiero ni siquiera pensar que quiera intentarlo de nuevo.
— Sí, sí… por supuesto – aceptó de inmediato – Le conseguiré al mejor

psicólogo de la ciudad, pero… ¿por qué hizo eso? – volvió a interrogar y la
mujer sólo pudo encogerse de hombros – Acaba de firmar por 5
temporadas con el equipo y va a ganar una millonada con eso. Es joven,
guapo y talentoso. ¡Caray! ¡Tiene todo lo que un joven de su edad pudiera
desear!
— Pues parece que eso no fue suficiente para él – declaró Rolanda con
tristeza y sus ojos se llenaron de lágrimas – Es el mejor muchacho que
hemos tenido nunca y no sólo me refiero a sus aptitudes físicas. Es dulce y
tierno, se lleva de maravilla con todo el mundo – se secó con rapidez una
rebelde lágrima que logró escapar – Nunca pensé que se sintiera… infeliz.
— Ni yo tampoco – aceptó también triste.
— Hablé con uno de los médicos que lo operó y está muy optimista – Ludo
dio un suspiro de alivio – Me dijo que aunque casi se había deshecho el
brazo izquierdo, esperaba que su recuperación fuera completa.
— ¡Cuánto me alegro! – exclamó con sinceridad – ¡Quiero que le den la

mejor atención posible, Rolanda! ¡Sólo lo mejor de lo mejor!
~7~
— Pues de hecho ya la obtuvo – le contestó ella con una sonrisa – El
hospital donde está internado es de excelencia y además la doctora Lily
Potter fue uno de los médicos que lo operó. Realmente no se puede pedir
nada mejor.
— ¿Se supone que la conozca? – preguntó con algo de angustia pues le

gustaba presumir que conocía a todas las personas importantes de Londres.
— No necesariamente – rió divertida ante su actitud – Pero para tu fortuna

yo sí la conozco y puedo asegurarte que es la mejor cirujana del país.
— ¡Pues qué bien! – exclamó muy alegre.
— Espero que sigas igual de contento cuando nos llegue la factura – se

levantó para marcharse – Ese hospital es carísimo y la doctora cobra una
millonada por sus servicios.
— Lo pagaremos con el seguro de Oliver – le contestó sonriente.
— ¡Ay, Ludo! – hizo un gesto de desagrado – Nunca dejarás de ser un

avaro.
— Ya sabes como soy – sonrió y le guiñó un ojo a su mujer, la cual salió

enfadada de la habitación, pero una vez que estuvo solo volvió a ponerse
serio – ‘Ahora debo conseguir al psicólogo’ – y tomó el teléfono – ‘¡Ay,
Oliver! ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué?’ – se siguió preguntando mientras
realizaba algunas llamadas.
***********
Sirius estaba en el cuarto privado de Oliver y se dijo que nunca se cansaría
de contemplarlo y admirarlo. Suspiró profundamente cuando enterró una de
sus manos en el suave cabello castaño para acariciarlo con devoción y
cerrando los ojos se perdió en la ya tan conocida sensación que le producía
su contacto. Sonrió con melancolía al recordar lo mucho que se había reído
de Lucius, Severus y Víktor cuando le contaron que se enamoraron
perdidamente de sus respectivas parejas desde el mismo instante en que los
vieron. Él no creía en el amor a primera vista y trató de convencerlos de
que la convivencia diaria había sido la causa de que se enamoraran de sus
chicos, pero sus amigos lo negaron con fervor. Lucius aceptaba que lo
~8~
primero que sintió por Harry fue deseo pues era el muchacho más hermoso
que jamás había visto, pero le aseguró que perdió el corazón en el siguiente
segundo cuando su mirada quedó capturada en sus profundidades verdes.
Severus, por su parte, le dijo que jamás olvidaría como los rayos del sol
habían quedado atrapados en la rubia cabellera de Draco, como la
respiración se le fue cuando contempló su rostro angelical y que aunque
durante meses negó que lo amaba con locura, al final tuvo que aceptar que
se enamoró del joven rubio desde que su mirada se posó sobre él. Víktor le
confesó que se le habían ido los ojos por Cedric y su forma de caminar,
pero que definitivamente le entregó el corazón al verse reflejado en sus
traviesos e inteligentes ojos cafés.
Sirius no creía en el amor a primera vista porque jamás lo había

experimentado, pero ahora, en ese preciso momento en que sentía como su
corazón latía desbocado por el simple hecho de acariciar ese suave cabello,
no tuvo más remedio que aceptar que ese tipo de amor sí existía y le había
llegado el turno de sentirlo pues estaba perdidamente enamorado de Oliver
Wood. No podía explicar, ni siquiera a si mismo, cómo había sucedido. El
joven que en ese momento acariciaba no le había robado el aliento con su
rostro como había hecho Draco con Severus, porque aunque era muy
atractivo, su belleza no era impactante como la del rubio. Tampoco lo
cautivó con una mirada como lo había hecho Harry con Lucius con sus
increíbles ojos verdes porque hasta ese momento el joven no había abierto
los ojos. Y mucho menos de la manera en que Cedric conquistó a Víktor…
no vería su forma de caminar en por lo menos una semana. Realmente no
sabía porque lo amaba, pero así era… lo amaba con todas las fibras de su
ser.
Suspiró nuevamente, pero ahora con dolor, al saber que su amor estaba
condenado. Desde el momento en que supo el nombre de su amado, se puso
a investigar sobre su vida y cada dato que encontraba lo hundía más en la
desdicha. No sólo era muchos años más grande que él, sino que sus mundos
eran totalmente diferentes. Oliver era el deportista mejor pagado del
momento y tenía un futuro lleno de triunfos, chicas y dinero por montones.
¿Qué oportunidad tenía él? Ninguna en verdad, se contestó sumamente
triste y más al recordar que el muchacho era completamente heterosexual.
Ahogó un sollozo al imaginarse el horror y asco que le daría a Oliver si se

atreviera a confesarle su amor. Con el corazón sangrante por estar
~9~
consiente de que jamás podría besar sus labios y mucho menos aspirar a
compartir su intimidad, retiró la mano de su cabello. Supo que no podría
seguir viéndolo como su paciente y decidió alejarse definitivamente de su
lado. Le pasaría su expediente a Lily para que siguiera atendiéndolo
mientras que él trataba de olvidarlo. Fue hasta la puerta y miró por última
vez al joven que no sólo le había robado el corazón, sino también el alma.
— Adiós, amor mío – dijo Sirius con la voz quebrada por el llanto
contenido y abandonó la habitación.
A partir de ese momento, Sirius ya no vivió. Simplemente se dedicó a

sobrevivir y se consagró con tal desenfreno a su trabajo que llamó la
atención de Lily. Aunque ella sabía lo dedicado que era su amigo, no
lograba comprender el por qué se enclaustró en el hospital y trabajó sin
apenas dándose tiempo para descansar. Llegó a tal extremo su
preocupación por él que habló con su esposo para que le preguntara a Sirius
qué era lo que le pasaba, pero James no logró averiguar nada. Sirius
simplemente sonrió y le dijo que no se preocupara, pero no se atrevió a
confesarle su amor imposible y siguió con su frenético ritmo de trabajo
durmiendo escasamente cuatro horas al día hasta que una tarde, tres
semanas después de que Oliver abandonara el hospital, una llamada de
Hermione hizo que la sangre corriera de nuevo por sus venas.
***********
Oliver miraba el techo con desasosiego mientras trataba de hacer oídos
sordos a la reprimenda del hombre y al llanto de la mujer.
— Ludo… – llamó al hombre cuando no pudo soportar más sus regaños –

Ludo… ¡¡¡LUDO!!! – le gritó ya sin pizca de paciencia – ¡Escucha mi
versión, por Dios!
— ¿¡Cómo puede haber dos versiones, por todos los cielos!? – el hombre
manoteó en el aire –¡Todo el mundo te vió con las tijeras en la mano!
— ¡Sí! ¡Las tenía en la mano, pero no era para cortarme las venas! – se dejó
caer sobre las suaves almohadas – ¡Te prometí que no volvería a intentar
quitarme la vida y pienso cumplirlo! ¿¡Por qué diablos no me crees!?
~ 10 ~
— Porque hay algunas cosas que no pueden controlarse, Oliver – la que le
contestó fue Rolanda toda llorosa – Y el deseo de m-mo… m-morir… es….
es…– no pudo seguir hablando.
— Está bien, está bien. Lo acepto – Oliver suspiró derrotado – Pensaba

cortarme las venas y… – sus ojos se iluminaron repentinamente – … y la
verdad no creo que aquí puedan evitar que me suicide – vió con
satisfacción como la alarma se dibujaba en el rostro de la pareja – Eso de
dejar olvidadas las tijeras en mi habitación fue un error muy grave, ¿no lo
creen? – se sentó en la cama donde estaba recostado – ¿Por qué no buscan
otro lugar donde realmente me vigilen como es debido? – los miró
esperanzado.
— De hecho ya lo tengo – le contestó Ludo de inmediato – Era mi primera

opción, pero…
— ¿Pero? –Oliver lo animó a seguir hablando.
— No… nada – se puso un poco rojo ante la mirada indignada de su esposa

– Arreglaré tu traslado para allá lo más…
— Para mañana – dijo Oliver interrumpiéndolo – Si mañana en la mañana

no estoy en ese sitio, te juro que me encontrarás colgado de una viga por la
tarde.
— ¡Oliver! – la mujer lo miró asustada.
— Necesito una ayuda real, Rolanda – la miró suplicante – No la

pantomima que ofrece esta clínica. Te ruego que me creas cuando te digo
que he tenido una y mil oportunidades para matarme. Me crees, ¿verdad?
— Te creo, hijo – lo abrazó antes de mirar con puñales en los ojos a Ludo
que miró al piso avergonzado – Mañana estarás en otro lugar, te lo
prometo.
— Gracias – le dijo con sinceridad.
Oliver se despidió de ellos bastante alegre, pero una vez que estuvo solo se
hundió en las sábanas hasta la barbilla y miró hacia la pequeña ventana que
tenía su cuarto y no despegó la vista de ahí hasta que amaneció.
~ 11 ~
***********
— Voy a matarte y lo sabes, ¿verdad, Ludo? – le dijo Rolanda a su esposo
en escalofriante voz baja una vez que estuvieron fuera de la clínica de
rehabilitación.
— Fue una mala decisión, lo sé – aceptó el hombre bajando la cabeza –

Pero la otra clínica cobraba demasiado y…
— ¿¡Y qué diablos te importa eso a ti!? – se aguantó las ganas de golpearlo
– ¡Todo esto lo está pagando el seguro, no la institución!
— Es que me dijeron que esta clínica era muy buena y…
— ¡Tan buena que dejaron olvidadas unas enormes tijeras en la habitación

de un suicida! – pateó el suelo con un pie llena de frustración – ¡Oliver ha
estado aquí por espacio de tres semanas y aún sigue pensando en matarse!
¡No lo ayudaron en lo absoluto!
— ¿Pero es que no viste lo que costó el hospital? – trataba por todos los
medios de justificarse – ¡Cobraron un dineral!
— Te dije que ese hospital y Lily Potter es lo mejor que hay en Londres.
¡Por supuesto que iba a salir caro! – respiró profundamente varias veces
para tranquilizarse – Dame el nombre de la otra clínica – estiró la mano –
Yo me encargaré personalmente del traslado de Oliver.
Con actitud derrotada, Ludo sacó una pequeña tarjeta de su cartera y se la

pasó a su mujer. Rolanda se la arrebató y ya sin dirigirle la palabra se subió
al auto en el que habían llegado. Mientras conducía, Ludo la escuchó
hablar por teléfono con Hermione Weasley y suspiró con congoja al
recordar que ese nombre fue el primero que le mencionaron cuando
preguntó por el mejor psicólogo de la ciudad.
— La doctora Weasley nos espera en dos horas en su consultorio para que

la pongamos en antecedentes y dijo que no había ningún inconveniente en
que Oliver ingrese mañana mismo a su clínica – Rolanda vio todavía más
enfadada a su esposo – ¿¡Acaso era tan difícil hacer esto!?
La señora le retiró la palabra a su esposo el resto del día y fue sólo hasta en
la noche que sucumbió ante sus ruegos de perdón e hicieron las paces.
~ 12 ~
Capítulo 2: Por fin a salvo

Hermione iba conduciendo a gran velocidad por la ciudad y sorteaba a los
demás autos lo mejor que podía mientras maldecía en voz baja a su
despertador por haber decidido descomponerse precisamente ese día. El sol
entrando por su ventana la hizo despertarse sobresaltada y se metió al baño
para tomar una rápida ducha antes de vestirse y correr a la habitación donde
su niña dormía plácidamente. Colocó algunas prendas en la pañalera antes
de tomar a la bebé en sus brazos y salir de su casa sin siquiera tomar un
jugo para refrescar su reseca garganta. Llegó a la guardería donde tenía
inscrita a su hija un minuto antes de que ésta cerrara sus puertas y dejó a la
bebé a cargo de una maestra que la regañó al ver que no había mudado de
ropa a la niña. Hermione le explicó a grandes rasgos sus problemas
matutinos antes de volver corriendo a su auto y salir apresurada hacia su
trabajo.
Una luz roja le dio la oportunidad de tomar su teléfono celular y marcó

rápidamente el número de su esposo mientras esperaba impaciente que los
autos frente a ella avanzaran.
— ¿Qué pasa, Hermione? – la voz de Ron sonó impaciente cuando le

contestó.
— Necesito que recojas a Lisa en la tarde – le dijo mientras hacía sonar su

bocina para apresurar a los demás conductores.
— No puedo y lo sabes – le contestó el pelirrojo cortante.
— ¡Pero es que yo tampoco puedo! – comenzaba a enfadarse seriamente

con su esposo – Lisa también es tu responsabilidad.
— ¡Ya lo sé! – parecía que él también estaba enfadado – Pero todo el día
tengo cirugías y no me da tiempo de salir del hospital.
— ¡Últimamente no tienes tiempo para nada, Ronald! – y cortó la

comunicación para luego seguir maldiciendo, pero ahora a su esposo.
Cinco cuadras más adelante la pilló otro alto y le dio tiempo de volver a
marcar otro número telefónico. Esperó a que le contestaran con la
~ 13 ~
impaciencia brillando en sus ojos marrones. Después del cuarto timbrazo
una voz adormilada le contestó.
— ¿Diga?
— Hazme un favor, ¿quieres? – soltó sin preámbulos la chica – No puedo

salir de la clínica en la tarde para recoger a Lisa y Ron tampoco puede.
¿Podrías ir tú a recogerla?
— Está bien – concedió la voz masculina – ¿A qué hora quieres que pase
por ella?
— Sobre las dos estaría bien – su ansiedad disminuyó considerablemente.
— ¿Y qué hago con ella después?
— No sé – se mordió los labios pensativa – Háblame para que nos

pongamos de acuerdo.
— Okay – un largo bostezo se oyó – Oye, Hermione… ¿todo está bien

entre Ron y tú?
—No, Harry – una lágrima resbaló por su mejilla – Ron ha cambiado

mucho de un tiempo para acá y no sé que pensar.
— ¿Quieres que hable con él? – ya su voz se oía alerta.
— No, no – negó de inmediato – Son problemas entre él y yo. Ya lo

arreglaré.
— ¿Estás segura?
— Segurísima – trató de poner un toque de optimismo, pero falló

rotundamente – No se te olvide pasar por mi hija.
— Claro que no y Hermione…
— Dime.
— No te preocupes. Todos los matrimonios tienen sus etapas difíciles.
— Lo sé – ahora sí pudo soltar una genuina carcajada – No te olvides que

soy psicóloga.
— O tal vez ya volviste loco a Ron – la bromeó.
~ 14 ~
— Podría ser – volvió a ponerse seria – Ya tengo que colgar.
— Te hablo en la tarde – dijo Harry antes de cortar la llamada.
‘O tal vez ya volviste loco a Ron’
Esas palabras estuvieron resonando en la cabeza de Hermione hasta que

llegó a la afamada clínica donde trabajaba. Entró al estacionamiento
techado y se quedó un momento sentada dentro del auto pensando en las
palabras de su hermano y se le estrujó el corazón al comprender que tenía
razón. Ella era una mandona insoportable y lo sabía. Estaba más que
conciente de que a Ron le molestaba muchísimo que le ordenara hacer
cosas en lugar de pedírselas con corrección y había tratado por todos los
medios de moderar su carácter, pero le era muy difícil. Muchas lágrimas se
desprendieron de sus ojos al recordar las ya pocas noches que su esposo
compartía con ella argumentando miles de compromisos que no dudaba
eran ciertos, pero que consideraba sólo como un medio para permanecer
lejos de ella y de su aplastante personalidad.
‘Ron, te extraño mucho’ – pensó con dolor y se permitió dos minutos más
de soledad antes de secar sus lágrimas y salir del automóvil.
Una vez que atravesó las puertas del vestíbulo volvió a convertirse en la
doctora Hermione Weasley, una de las psicólogas más afamadas de la
ciudad. Vio como el guardia de seguridad miraba con asombro su rostro
totalmente desmaquillado, pero no tenía tiempo para detenerse y arreglarse
un poco. Esperaba que su nuevo paciente no se fijara en ese insignificante
detalle y la rechazara por su desastrosa imagen. Se metió al elevador y
apretó un botón que la llevó directamente hasta su consultorio. Antes de
entrar en él, le dio algunas instrucciones a su secretaria que la chica se
apresuró a cumplir. Se arregló un poco su traje sastre antes de atravesar la
puerta y deshacerse en disculpas por su retraso con las tres personas que ya
se encontraban dentro esperándola.
— No se preocupe, doctora Weasley – Ludo se levantó de la silla donde

estaba sentado y le tendió la mano sonriente – Sabemos que Londres es
intransitable a esta hora.
— Realmente lo es – le correspondió la sonrisa antes de mirar a Oliver.
~ 15 ~
Su experta mirada recorrió con rapidez el pálido rostro del joven que a
partir de ese momento sería su paciente y le pareció que era un muchacho
bastante sano y normal. Claro, eso sin tomar en cuenta que tenía el brazo
izquierdo completamente enyesado y esa palidez anormal que proclamaba a
los cuatro vientos la falta de sueño.
— Él es Oliver Wood – lo presentó Ludo y el joven estrechó la mano

extendida de Hermione.
— Mucho gusto, Oliver.
— El gusto es mío, doctora – le regaló una tímida sonrisa.
Ya Hermione tenía una idea general de la personalidad de Oliver por la

plática que sostuvo la tarde anterior con el matrimonio Bagman, pero hizo
algunas correcciones mentales en un segundo. Habló con la pareja algunos
minutos sobre el reglamento de la clínica antes de reclamar la atención del
muchacho que miraba a su alrededor con sumo interés.
— ¿Estás de acuerdo en permanecer aquí, Oliver? – Hermione lo miró

directamente a los ojos.
— ¡Sí! – le contestó rápidamente y a ella no le pasó inadvertido el

entusiasmo que vibró en su voz – Ludo y Rolanda creen que aquí mejoraré
y estoy de acuerdo con ellos.
— Entonces todo está arreglado – caminó a su escritorio y tomó una carpeta

que estaba sobre ella – Sólo necesitamos un par de firmas aquí y podrás ir a
tu habitación – se arrodilló sorpresivamente frente al joven que la miró
extrañado – Oliver, quiero que sepas que lo único que quiero es ayudarte –
apretó afectuosamente su mano sana – Te ruego que me tengas confianza.
— ¿Por qué dice eso? – preguntó sorprendido.
— No quiero que te asustes al ver tu habitación, es todo – sonrió

conciliatoriamente – Tal vez a tus ojos sea deprimente porque
prácticamente está desnuda y no tiene ventanas, pero es así por…
— Porque he querido suicidarme dos veces, ¿no? – la interrumpió y sonrió

con ironía – Y eso me pone en el papel de un loco peligroso.
~ 16 ~
— Por supuesto que no – lo contradijo riendo – Si estás aquí es porque
quieres que alguien te ayude y te proteja, ¿no es cierto?
— Sí, tiene razón – abrió mucho los ojos – Necesito… protección –aceptó
avergonzado.
— Y yo lo haré, te lo prometo – le dijo con sinceridad.
Oliver le sostuvo la mirada largos segundos antes de pedirle los papeles y

estampar con seguridad su firma en ellos.
— Me gusta mucho su rostro sin maquillaje, doctora – comentó Oliver

cuando le devolvió los papeles.
— ¿De verdad? – Hermione se sonrojó un poco – ¿Por qué?
— Usted es muy guapa y no necesita ponerse nada para incrementar su

belleza.
— Pues muchas gracias – se levantó todavía más roja por tan inesperado
cumplido y les indicó que la siguieran.
Los cuatro subieron al elevador que los llevó unos pisos más arriba.
***********
— ¿Era tu hermana, cielo? – preguntó Lucius al tiempo que jalaba el cálido
cuerpo de su pareja hacia él… apenas iba despertando.
— Sí – Harry recargó la espalda en el amplio pecho del rubio – Quiere que

en la tarde pase por Lisa.
— Hmmm… que interesante – mordió con sensualidad el hombro que tenía

a su alcance.
— ¿Por qué es interesante? – preguntó riendo el moreno – No es la primera

vez que voy a recoger a mi sobrina a la guardería.
— No me refería a eso – Lucius ya deslizaba sus labios por la espalda del

chico.
— ¿Entonces a qué te referías? – se estremeció de placer al sentir sus

ardientes labios.
~ 17 ~
— A que apenas me di cuenta que anoche se me olvidó besar aquí… aquí…
y aquí – iba repartiendo pequeños mordiscos por toda su espalda.
— Hmmm… Lucius – ronroneó Harry antes de acostarse boca abajo para

ofrecerle a su amante más piel que morder – Creo que también se te olvidó
besar más abajo – alzó su cadera y comenzó a moverla con sensualidad.
— Tienes razón.
Lucius se hundió entre los glúteos de Harry y lo hizo jadear de placer al

hurgar con su lengua en su abertura largos momentos antes de colocarse
sobre de él y penetrarlo con fuerza. Palabras de amor e innumerables
gemidos se oyeron en la habitación hasta que ambos se dejaron caer
exhaustos, pero tremendamente dichosos, uno al lado del otro.
— Es maravilloso despertarme teniéndote a mi lado, Harry – Lucius lo miró

con verdadera adoración – Te amo.
— Y yo a ti, cielo – lo besó con pasión – ¿Por qué no todos pueden ser tan
felices como nosotros? –preguntó de pronto el moreno.
— ¿Por qué lo dices? – se puso sobre un codo para verlo mejor.
— Hermione y Ron tienen problemas – se puso triste – Y parece que son

graves.
— Es que tu hermana es demasiado prepotente con su esposo – le acomodó

un rebelde mechón que había caído sobre su frente y no lo dejaba admirar
su cicatriz en forma de rayo – Me extraña que siendo psicóloga no se dé
cuenta de eso y cambie de actitud.
— ¿Tú crees? – lo miró interesado.
Generalmente Lucius no comentaba nada sobre nadie… su filosofía era

vivir y dejar vivir.
— Por supuesto – su expresión era de completa seriedad – La última vez

que los vimos pude observar la creciente incomodidad de Ron ante la
forma de ser de tu hermana. Hermione le habla como si su palabra fuera ley
esperando que agache la cabeza y le diga a todo que sí.
— ¡Hermione no es así! –la defendió de inmediato.
~ 18 ~
— Sí lo es, cariño – lo contradijo con dulzura – Te apuesto lo que quieras a
que hace un momento no te preguntó si afectaba tus planes ir por tu sobrina
– Harry abrió la boca, pero no dijo nada porque no pudo negar lo que su
pareja le estaba diciendo – ¿Lo ves? No toma en cuenta los sentimientos o
necesidades de los demás y es peor con Ron. Pienso que él ya se está
cansando de esta situación y si Hermione no cambia, va a perderlo.
— ¿Qué puedo hacer para ayudarlos? – preguntó acongojado.
— No puedes hacer nada, cariño – lo abrazó amoroso – Ése es un problema

que tienen que resolver como pareja y no puedes intervenir.
— Tienes razón – aceptó suspirando.
— Ya debo levantarme para ir a trabajar – lo besó profundamente antes de

abandonar la cama–. ¿A qué hora tienes que ir por Lisa?
— A las dos – le contestó mientras volvía a acomodarse entre las suaves

sábanas blancas… podía darse el lujo de volver a dormir media hora más.
— Entonces ya no nos va a dar tiempo de comer juntos porque entro en

sesión a las 3 en punto –lo miró con tristeza y Harry comprendió lo que
antes le había dicho su pareja sobre que Hermione no tomaba en cuenta a
los demás – Pero te espero en el Parlamento a las 8 y nos iremos a un
nuevo restaurante japonés que descubrió mi secretaria ayer.
— Ahí estaré – le prometió antes de que Lucius desapareciera dentro del

baño.
Aunque Harry quiso volver a dormirse, no pudo hacerlo… su corazón

estaba angustiado por su hermana. Sabía que Hermione amaba con locura a
Ron y que si lo perdía, su vida se desmoronaría.
***********
Oliver se acomodó en su nueva cama y suspiró de alivio.
— ¿Y qué te parece la habitación, hijo? – le preguntó Rolanda a Oliver con

aire maternal.
~ 19 ~
— No está mal – sus ojos castaños se posaron en una cámara de seguridad
que estaba colocada en una esquina cerca del alto techo – ¿Van a vigilarme
todo el tiempo? – le preguntó a Hermione.
— Es por tu propio bien – le contestó ella sonriendo – Te podremos ver,

pero no escuchar y para que te sientas aún más a gusto, la apagaré cada vez
que tú y yo platiquemos.
Desvió su atención de la cámara al explicarle para que servían los dos

botones que estaban encima de la cabecera de su cama. Oliver se enteró de
que uno de ellos apagaba por completo la luz dejando sólo una pequeña
lámpara brillando encima de la cama para no dejar totalmente en
penumbras la cerrada habitación, pero que le permitiría dormir y el otro
estaba conectado al cuarto de enfermeras por si se sentía mal o necesitaba
ayuda de cualquier tipo. El joven pronto cayó en la cuenta que algo muy
importante faltaba ahí.
— ¿¡Y donde está el baño!? – preguntó Oliver casi con terror – ¿No
esperaran que alguna enfermera me ayude a…?
— Tranquilízate – Hermione palmeó cariñosamente su mano – El baño está

ahí – señaló la pared que estaba directamente enfrente de la cama – Puedes
utilizarlo las veces que quieras, pero tendrás que llamar a la enfermería
para que lo abran y el que lo haga no se irá de aquí hasta que hayas salido.
— ¡Eso es una exageración! – rió de buena gana – ¿Acaso creen que pienso
meter la cabeza en la taza de baño para ahogarme?
Ninguno de los tres le contestó y Oliver se quedó con la boca abierta al

comprender que pensaban que tal vez lo haría.
— ¡Están locos de remate si creen que me quitaría la vida de esa manera! –

se indignó de verdad.
— No creemos ni suponemos nada, Oliver – Hermione lo hizo mirarla a los

ojos – Te lo vuelvo a repetir… estamos aquí para ayudarte y protegerte.
Aunque esta habitación y nuestros procedimientos te parezcan horribles o
exagerados son totalmente necesarios. ¿Me crees?
— Le creo, doctora – le respondió con total seriedad.
~ 20 ~
— Gracias – se alejó de la cama – Voy a dejarte un momento a solas, pero
volveré en unos minutos para que conversemos un rato, ¿está bien?
— Está bien – aceptó Oliver y entonces miró al matrimonio – Les

agradezco todas las molestias que se han tomado por mi – les dijo con
innegable sinceridad.
— No es nada, muchacho – Ludo palmeó levemente su hombro –

Estaremos al pendiente de ti.
— Pórtate bien, Oliver – Rolanda lo besó en una mejilla.
Cuando ya los tres estaban a punto de salir, Oliver detuvo a Hermione.
— ¿Doctora?
— Dime –se giró para verlo.
— Yo… yo… no quisiera ver a nadie que no sean… ustedes tres y a los
médicos que atienden mi brazo – bajó la cabeza avergonzado.
— Así será. Nadie podrá molestarte aquí y mucho menos la prensa –le
prometió.
— Muchas gracias – y dejó que los tres se marcharan.
Oliver se contuvo en hacer demasiada algarabía al quedarse solo pues sabía

que ya alguien lo estaba observando, pero si dejo aflorar una enorme
sonrisa en su atractivo rostro y un gran suspiro de alivio escapó de su
pecho.
‘¡Aquí estaré a salvo aunque sea por algún tiempo y podré dormir sin
ningún temor!’ –pensó lleno de felicidad.
Estiró su mano derecha para apagar la luz y se acomodó lo mejor que pudo
en la cama. Cerró los ojos y al cabo de unos minutos, ya dormía
profundamente. Cuando Hermione regresó al área de internamiento y
observó la habitación de Oliver por la cámara de seguridad, se percató que
estaba dormido y decidió dejarlo descansar. Bajó a su consultorio
sonriendo al ver que su suposición era la correcta… ese joven llevaba
mucho tiempo sin dormir.
~ 21 ~
Capítulo 3: Volveré a verte

Sirius tenía el estómago lleno de mariposas y eso lo hacía sentirse ridículo.
¿Cómo era posible que un hombre de su edad todavía fuera capaz de
ponerse nervioso? Movió el espejo retrovisor para verse en él y se acomodó
una vez más su impecable cabello. Se mojó los labios con la lengua para
quitarles algo de resequedad pues sentía la boca seca debido a los nervios.
Una bocina sonando con insistencia detrás de él le hizo ver que ya la luz
del semáforo marcaba verde y debía avanzar. Pisó el acelerador y giró a la
derecha en la siguiente esquina que encontró. Su estómago se encogió al
ver la clínica donde trabajaba Hermione y en donde estaba internado el
amor de su vida… Oliver Wood.
‘Tranquilo, Sirius’ – se regañó interiormente mientras le mostraba al

guardia de la puerta su permiso para pasar al área de estacionamiento –
‘¡No vas a una cita amorosa, por todos los cielos!’
Dejó su auto en el primer lugar vacío que encontró y entró al edificio

segundos después. Fue una verdadera sorpresa que Hermione le hablara por
teléfono el día anterior y le pidiera que fuera a ver a aquella persona que le
había robado el sueño y por la que suspiraba cada dos segundos. La chica le
dijo que sabía que Oliver era paciente de su mamá, pero que como Lily le
había comentado que tenía su agenda saturada durante toda la semana, no
quiso molestarla con esa revisión. A Sirius ni siquiera se le ocurrió negarse
y estuvo contando los minutos para volver a ver a Oliver. Descartó el
elevador y subió al despacho de Hermione utilizando las escaleras. La
secretaria lo recibió con una enorme sonrisa y lo hizo pasar al privado de la
chica. Sirius entró, pero se quedó indeciso en la puerta cuando se dio
cuenta que Hermione estaba sentada frente a su escritorio mirando el techo
mientras algunas lágrimas resbalaban por sus mejillas. Ella no se percató de
que ya no estaba sola y Sirius vio un gran dolor reflejado en su rostro.
— ¿Hermione? – la llamó en voz baja tratando de no sobresaltarla, pero fue

en vano.
Hermione saltó en su asiento y se secó las lágrimas con rapidez.
— ¡Oh, Sirius! No te oí entrar – trató de sonreírle.

~ 22 ~
— ¿Qué sucede? – cerró la puerta a sus espaldas y le puso seguro para que
nadie los interrumpiera – ¿Te sientes mal?
— No, no. Por supuesto que no – mintió desastrosamente.
— Sí, si te sientes mal – fue hasta ella y tomándola de las manos la hizo
levantarse de la silla – ¿Por qué lloras, pequeña?
Hermione dejó de fingir fortaleza y se deshizo en llanto en los brazos del

padrino de Harry. Sirius la llevó hasta el sofá y se sentó con ella sin dejar
de abrazarla.
— Mi matrimonio se está yendo a la basura, Sirius – le confesó hipando – Y

sé que es totalmente mi culpa.
— ¿Te peleaste con Ron? – ella asintió con la cabeza – ¿Esta mañana?
— Sí. Hace rato… por teléfono – sonrió con tristeza – No veo a Ron desde
hace dos días – Sirius la miró con asombro – Él dice que tiene muchas
cosas que hacer en el hospital y sólo ha ido a la casa a bañarse y a
cambiarse de ropa… y lo hace cuando no estoy.
— ¿Tan mal están las cosas?
— Sí.
— Mira, nena… – la tomó de las manos – … creo que lo único que los dos
necesitan es una cena romántica para que después puedan hablar de sus
problemas totalmente relajados. ¿Por qué no la haces hoy en la noche?
— ¿Tú crees? – lo miró esperanzada.
— ¡Claro que sí! – le dijo con total confianza – Tú lo amas y él te ama,

tienen una hermosa hija y un hogar ya establecido. Lo único que tienes que
hacer es volver a alimentar esa hoguera que es el amor y comunicarte con
tu esposo. Es todo.
— Sí, tienes razón. Eso haré – la esperanza iluminó sus apagados ojos
marrones – ¡Pero no tengo con quién dejar a Lisa! – dijo acongojada.
— Yo me la quedaré – le pellizcó una mejilla con suavidad.
— ¿¡Me harías ese grandísimo favor!?
~ 23 ~
— Por supuesto que sí – la abrazó nuevamente antes de levantarla del sofá –
Ya que estás más tranquila, pasemos a nuestro asunto para que te vayas
temprano y puedas organizar esa cena romántica con tu esposo.
— Gracias, Sirius – lo besó en la mejilla ya sonriente.
— De nada.
Los dos fueron hasta el escritorio y Sirius no pudo menos que admirar a la
joven cuando comenzaron a hablar de Oliver Wood y su tratamiento físico
y psicológico. Ya estaba totalmente tranquila al cabo de unos segundos.
— Lo que necesito que me digas es cuando se le podrá quitar el yeso del

brazo – comenzó a decir Hermione – No quiero que él trate de quitárselo
solo.
— ¿Y por qué haría eso? – Sirius se sorprendió mucho.
— Porque presiento que aún tiene en la mente la idea de hacerse daño y no

tienes ni idea de lo que puede hacer alguien desesperado con cosas
insignificantes e inofensivas como un pedazo de yeso – dijo en tono
lúgubre – Las enfermeras tienen la instrucción de ayudarlo en su baño
diario y supervisarlo cuando necesite utilizar el mingitorio, pero quisiera
que pudiera valerse por si solo lo más pronto posible. En su caso, esa
discapacidad física puede ser un detonante.
— ¿Entonces crees que Oliver intente nuevamente quitarse la vida? – en su

garganta se formó un gran nudo.
— No. Oliver no quiere morir – Sirius se mostró confundido – Las

estadísticas nos dicen que cuando alguien ‘realmente’ quiere matarse tiene
éxito en un 100%.
— Pero tú dijiste que…
— Dije que no quiero que se haga daño – lo interrumpió – Oliver no es un

suicida genuino – sonrió ante la expresión de azoro del hombre – Los
señores Bagman me comentaron que en la otra clínica de rehabilitación
unas enfermeras encontraron al chico con unas tijeras en la mano y que
corrieron para detenerlo cuando éste quiso cortarse las venas.
— ¿¡Eso hizo!? – se puso mortalmente pálido.
~ 24 ~
— Eso fue lo que dijeron que sucedió, pero puedo apostarte lo que quieras a
que Oliver tuvo esas tijeras en su poder el tiempo suficiente como para
clavárselas en el pecho y cortarse las venas una veintena de veces si así lo
hubiera querido, pero es obvio que esperó a que alguien lo encontrara ‘in
fraganti’. Y analizando su primer intento de suicidio, creo que te darás
cuenta que realmente es muy difícil que se matara saltando de un segundo
piso. A lo mejor de un tercero, pero nunca de un segundo. Todo esto es lo
que me demuestra que Oliver sólo quiere llamar la atención. Lo que ahora
tengo que hacer es averiguar lo que lo molesta y ayudarlo a evitar que
vuelva a lastimarse a propósito.
— Espera, espera – se tomó la cabeza con las dos manos – Aún no entiendo
eso de llamar la atención. Lo de las tijeras y las enfermeras lo comprendo,
pero no lo del edificio. Yo lo ví saltar y puedo asegurarte que no había
nadie en esa calle que pudiera verlo. ¡Eran las cuatro de la madrugada!
— Jajajaja – rió de buena gana – No, Sirius. A eso de llamar la atención no

me refería a que quería convertirse en un espectáculo para los transeúntes
sino que quería decirle un ‘¡Hey! ¡Aquí estoy!’ a las personas que están a su
alrededor y que conforman su vida cotidiana.
— Pero hasta donde sé es un chico exitoso – aún no creía del todo en sus
palabras – Tiene un jugoso contrato con un equipo millonario, es
considerado uno de los mejores porteros en la historia de Inglaterra, es rico
y guapo, tiene una hermosa casa en…
— En donde vive completamente solo – volvió a interrumpirlo – La soledad

es muy mala consejera en la mayoría de los casos. Además, ¿no te parece
curioso que haya escogido un edificio para saltar cuando pudo haberse
puesto un bloque de cemento en los pies y ahogarse en su propia piscina?
¿O por qué no se pegó un tiro con la pistola que compró hace poco tiempo?
— ¿¡Compró una pistola!? – la miró asombrado – ¿Cómo sabes eso?
— El dueño del equipo donde juega me lo dijo… él se la consiguió – se

encogió de hombros ante su boca abierta – Según el señor Bagman, Oliver
le dijo que se sentiría más seguro con ella en casa, pero estoy segura de que
ya por su cabeza rondaba la idea de hacerse daño, pero al final decidió
desechar la pistola porque eso equivaldría a una muerte segura y eso no era
lo que él quería. Te lo repito una vez más, Oliver sólo está tratando de
~ 25 ~
llamar la atención y lastimará su cuerpo sin cesar hasta que pueda superar
aquello que lo está molestando.
— Pero vas a lograr que lo supere, ¿¡verdad!? – la ansiedad en la voz del

hombre llamó la atención de Hermione, pero se abstuvo de interrogarlo.
— Ése es mi trabajo, Sirius – le sonrió con plena confianza – Y ahora

necesito que tú hagas el tuyo. Revísalo y dime cuando podrás quitarle el
yeso.
—Tuvo doble fractura expuesta – la miró dudoso – Esas lesiones toman

mucho tiempo en sanar.
— Esperaba que me dijeras que en una semana a lo sumo podrías quitarle el

yeso, pero si no se puede, ni hablar – suspiró con resignación – Ya nos
arreglaremos con su discapacidad temporal.
— Voy a mandarte una ambulancia mañana en la mañana y le haré un

examen exhaustivo en el hospital, ¿te parece bien?
— Está bien.
Hermione miró su reloj y se sobresaltó al ver que ya casi iban a dar las tres
de la tarde y Harry aún no se comunicaba con ella. Rogaba que no se le
hubiera olvidado pasar por su hija.
— ¿Podría pasar a ver a Oliver ahora? – pidió Sirius escondiendo a la

perfección su ansiedad.
— Ha estado durmiendo toda la mañana, pero a lo mejor ya despertó –

salieron juntos del despacho – Jenny, lleva al doctor Black al cuarto de
Oliver Wood.
— Con gusto, doctora – la chica se levantó rápidamente.
— Enseguida te alcanzo – le dijo Hermione a Sirius – Sólo quiero confirmar

que Harry pasó por Lisa a la guardería.
— ¿Y le confiaste tan delicada misión al despistado de mi ahijado? – alzó

las cejas con burla – ¡Eso es tener valor!
— No digas más porque vas a ponerme más nerviosa de lo que estoy – lo

empujó con suavidad hacia el elevador – Adelántate, no tardo.
~ 26 ~
Hermione entró de nueva cuenta al despacho y marcó con algo de temor el
número celular de Harry. Tras hablar brevemente con él confirmó que no se
le había olvidado pasar por su sobrina y le pidió que la llevara a la clínica
para entregársela a Sirius. Colgó y se sentó detrás de su escritorio para
escribir una lista de las cosas que compraría para la cena romántica que
había sugerido Sirius.
***********
‘¿Por qué siempre que te veo estás dormido, amor mío?’ –pensó Sirius con
tristeza mientras observaba el relajado rostro de Oliver–. ‘¿Cuándo podré
contemplar tus ojos? ¿Cuándo podré observar como lucen tus hermosos
labios cuando sonríen? ¿Cuándo?’
Se había estado aguantando las ganas de volver a tocar su suave cabellera

castaña, pero al final ya no pudo seguir conteniéndose y con algo de
ansiedad hundió los dedos en su cabello estremeciéndose sin remedio como
siempre lo hacía. Estuvo largos minutos acariciándolo sin cesar,
perdiéndose nuevamente en la contemplación de su bello rostro hasta que la
puerta abriéndose a sus espaldas lo hizo retirar la mano a regañadientes.
Hermione se puso a su lado y juntos observaron la paz que reflejaban las
facciones de Oliver. La chica le hizo señas para salieran y dejaran
descansar lo más posible al muchacho. Sirius todavía se entretuvo un
segundo más en su contemplación antes de seguir a Hermione hasta su
despacho para esperar a Harry y a Lisa.
***********
Hermione consultó su reloj y vio que ya pasaban de las 9 de la noche. El
asistente de su esposo le había informado que su última cirugía iba a
terminar cerca de las 8 y ella llegó puntual al hospital, pero se quedó una
hora más dentro de su auto para darle tiempo de terminar su última ronda
de supervisión a sus pacientes. Ese joven no le comentó que Ron tuviera
algún compromiso para más tarde y esperaba poder convencer a su esposo
para que se fueran a casa temprano y disfrutar de una romántica velada. Se
bajó del coche que estaba aparcado en la acera de enfrente del hospital y
entró por la puerta de urgencias que era la que estaba más cercana. Caminó
~ 27 ~
con confianza por algunos pasillos para llegar a la oficina de Ron, pero al
dar la vuelta a una esquina se quedó paralizada de la impresión y no pudo
reaccionar durante algunos segundos. Como una autómata dio dos pasos
hacia atrás quedando oculta tras la esquina, pero desde ahí podía escuchar
lo que hablaba Ron con una mujer que estaba a sus espaldas muy cerca de
él.
***********
Ron se masajeó el cuello porque lo sentía totalmente rígido por las largas
horas que pasó en el quirófano. Una mujer de penetrantes ojos negros lo
miraba con atención desde lejos y supo que era el momento para volver al
ataque. Sabía que el pelirrojo era muy vulnerable cuando estaba tan
fatigado. Se acercó con sigilo hasta él y se puso a sus espaldas para luego
masajear sus hombros con suavidad. Ron ni siquiera volteó a ver quién lo
estaba tocando de esa manera tan íntima.
— ¿Tenso de nuevo, Ron? – dijo la mujer ronroneante – Déjame a mí.
Hizo a un lado el suave cabello rojo y comenzó a masajear con maestría los
tensos músculos del cuello que se relajaron al instante.
— Gracias, Pansy – Ron gimió bajito al sentir un rápido alivio a su tensión

– No sé que haría sin ti.
— Estarías todo el tiempo tenso, querido – le dijo con sedosidad – Necesitas

hacer algo más que trabajar. Te invito a mi casa a cenar y luego, si quieres,
podemos ver una buena película por televisión.
— No puedo, Pansy – Ron suspiró profundamente disfrutando en verdad

ese pequeño masaje–. Tengo que volver a mi casa. No he visto a mi familia
en dos días.
— ¿Pero para que vuelves ahí? – se acercó aún más al pelirrojo – Sólo
tienes problemas con tu esposa. Yo te ofrezco una velada sin sobresaltos y
totalmente relajante.
— En verdad te agradezco mucho la invitación, pero no puedo aceptarla –se

dio la vuelta y la tomó de las manos para luego besárselas con cariño.
~ 28 ~
— Entonces al menos acéptame la cena – insistió con dulzura – Te ayudaré
a relajarte y así podrás llegar a tu casa con los suficientes ánimos para
pelear con tu esposa.
— ¿Por qué insistes en que sólo peleo con Hermione? – rió bajito – Acepto
que tiene un carácter difícil, pero es…
— Es alguien que te está haciendo sufrir – lo cortó no queriendo escuchar

nuevamente todas las virtudes habidas y por haber de Hermione Weasley –
¡Anda, no seas malo! Acompáñame a cenar.
— De acuerdo –aceptó sin muchos ánimos pues lo único que quería era irse
a dormir
— ¡Muchas gracias!
Pansy se alegró en verdad porque parecía que ya estaba avanzando en su

conquista del pelirrojo. Llevaba trabajando en el hospital escasamente un
mes, pero desde que vio a Ron le gustó muchísimo y estaba decidida a
meterlo en su cama. Para ella no representaba ningún problema que
estuviera casado y mucho menos cuando se enteró de que el matrimonio
estaba pasando por una etapa difícil. Sabía que los hombres que tenían ese
tipo de problemas eran más fáciles de seducir y su táctica era recordarle,
cada vez que podía, que su esposa era una arpía. Pensó que era un buen
comienzo una cena romántica. Ya se las arreglaría después para no dejarlo
ir a su casa y con algo de suerte lograría convertirse en su amante esa
misma noche. Tomó del brazo a Ron y se alejaron en dirección contraria de
donde estaba Hermione aún sin poder moverse.
***********
Hermione no podía creer todo lo que había visto y escuchado y salió
corriendo del hospital. Casi la atropellan cuando pasó la calle sin ninguna
precaución y se metió a su auto sintiendo que no podía respirar. Jamás
habría creído que Pansy Parkinson fuera tan vil como para querer quitarle a
su marido. Reconoció perfectamente las bajas intenciones de esa mujer a
través de sus dulces palabras y sintió como hervía de rabia. Encendió y
apagó el motor del auto varias veces sin saber que hacer ni adónde ir.
Quería entrar de nuevo al hospital y golpear hasta el cansancio a esa mujer
~ 29 ~
por haber siquiera pensado conquistar a su marido, pero el recuerdo de las
muchas noches vacías que había soportado le hicieron ver que esa situación
no se hubiera dado si ella no fuera tan arrogante con Ron. Sintió como una
estaca ardiente atravesaba su corazón al comprender que estaba a punto de
perder al amor de su vida y sólo por su culpa. Gruesas lágrimas corrieron
por sus mejillas ante este conocimiento y gritó el nombre de Ron con tal
fuerza que se desgarró la garganta. Golpeó el volante una y otra vez
sintiendo la impotencia correr por sus venas hasta que se dejó caer exhausta
sobre el asiento del copiloto. Se quedó ahí mucho tiempo preguntándose
qué iba a hacer y cómo podría recuperar a su esposo, pero la pregunta más
importante de todas era… ¿Ron seguiría amándola?
~ 30 ~
Capítulo 4: Lucha por él

Ron se removió inquieto en la silla mientras trataba por todos los medios de
ser una compañía amena, pero apenas podía mantener los ojos abiertos y se
arrepintió una vez más de haber aceptado esa invitación. No quería ser
grosero con su colega, pero ya se estaba hartando de sus infructuosos
avances amorosos. Él no era vanidoso ni mucho menos, pero sabía que le
gustaba mucho a Pansy y su coquetería era tan evidente que hasta un ciego
podría verla y eso lo estaba poniendo bastante nervioso. Sabía que en el
hospital ya se estaba corriendo todo tipo de chismes sobre ellos dos y no
quería tener problemas con Hermione si llegaba a sus oídos que pasaba
mucho tiempo con Pansy y máxime cuando la mujer ya no disimulaba su
atracción hacia él. Cada vez que se cruzaban por algún pasillo, le mandaba
besos al aire sin ningún pudor y se le colgaba del brazo frente a todos. Y
esa cena no lo ayudaría en nada para detener los rumores que ya se habían
desatado. El lugar destilaba romanticismo en todos los sentidos, pero no se
dejó envolver por él y la cena terminó sin que Pansy lograra tomar su
mano, pero eso no desalentó a la mujer. Ella estaba decidida a hacer que el
pelirrojo pasara la noche en su casa y se siguió comportando con dulzura y
coquetería extrema. En un momento dado miró a su compañero sobre el
borde de su copa y le regaló una enorme sonrisa de amor.
— Por nosotros – brindó con voz sedosa esperando que captara el mensaje –
El mejor equipo que jamás haya existido.
— Salud – fue lo único que le contestó el pelirrojo.
Terminaron de cenar y Ron llevó a Pansy a su casa. Aunque ella le rogó

muchísimo para que pasara a tomar una taza de café, no se dejó convencer
y se marchó dejando a su colega totalmente furiosa porque no pudo lograr
que se quedara con ella. A Ron no le tomó más de 15 minutos llegar a su
hogar y entró a la casa con extremo sigilo. Subió casi de puntitas las
escaleras, pero ya estando a punto de entrar a la recámara que compartía
con Hermione se percató que llevaba impregnado el caro perfume de Pansy
y decidió irse a dormir al cuarto de huéspedes para evitar problemas. Se
detuvo indeciso frente al cuarto de su hija, pero al no escuchar ningún
ruido, decidió no molestarla y dejarla dormir. Se desvistió con calma, se
~ 31 ~
metió en la cama y durmió profundamente hasta que unos discretos toques
en la puerta lograron despertarlo.
— ¡Adelante! – gritó con voz ronca.
— Buenos días, señor – lo saludó una señora mayor que llegaba todas las
mañanas para hacer la limpieza – ¿Tiene ropa para lavar
— Sí, ahí está – señaló la silla donde la había depositado – Sólo revise que
no tenga nada en los bolsillos, por favor – volvió a cerrar los ojos – ¿Ya se
fue mi esposa?
— Me supongo que sí – le contestó la señora antes de salir del cuarto con la

ropa entre los brazos – No la he visto.
— Gracias.
Ron estuvo un poco más en la cama antes de decidir que ya era hora de
levantarse. Se metió al baño para ducharse y a los pocos minutos salió con
una toalla alrededor de la cintura y su cabello rojo aún escurriendo agua.
Salió de la habitación de huéspedes y se fue a la recámara principal. Alzó
una ceja al ver que la cama ya estaba ordenada y miró la hora que marcaba
un bonito reloj que colgaba de una pared… no era demasiado tarde.
‘Se ha de haber ido muy temprano’ –pensó sin darle mayor importancia y
buscó en el armario un cambio de ropa.
Bajó a la cocina y se sirvió un poco de jugo y algo de ensalada fría que

encontró en el refrigerador antes de salir de la casa rumbo al hospital.
***********
Hermione entró a su casa como sonámbula y se fue directamente al
comedor. Se le llenaron los ojos de lágrimas al ver la mesa puesta con
cubiertos para dos y el vino enfriándose en una coctelera. Guardó todo con
cuidado antes de ir a la cocina y tirar toda la comida que había preparado
para esa cena, al cubo de la basura. Acto seguido subió a su recámara y
sacó una maleta en donde guardó las prendas necesarias para dos días. Aún
no sabía que iba a hacer ni cómo reaccionar ante lo descubierto, pero de lo
~ 32 ~
que sí estaba segura es que no soportaría pasar una noche más sola. No
quería quedarse ahí pensando que tal vez esa mujer había logrado que Ron
durmiera en su cama y no en la de ella. Pasó a la recámara de Lisa e hizo
algo similar. Ya con las dos maletas en la mano salió de la casa, subió a su
auto y se perdió en la oscuridad 5 minutos antes de que Ron llegara.
***********
Sirius se dejó caer en el sofá de su sala y estiró sus cansados músculos.
Jamás habría creído que una criatura de un año de edad tuviera tanta
energía y lo agotó más que tres cirugías seguidas. Ya la niña estaba
durmiendo en su recámara rodeada de cojines para que no cayera de la
cama y él al fin tenía un minuto de respiro para poder pensar en Oliver con
calma. Aún cuando estuvo jugando toda la tarde con la niña, su mente no
dejaba de evocar la imagen del amado durmiendo plácidamente y cada vez
que eso sucedía, su corazón se aceleraba hasta el máximo. Se emocionó al
recordar que al día siguiente volvería a verlo y podría contemplar su bello
rostro en todo su esplendor. Cerró los ojos y una gran sonrisa de amor se
dibujó en sus labios mientras murmuraba el nombre de Oliver sin parar. Sin
embargo no pudo estar mucho tiempo así porque el timbre de la casa sonó.
Miró su reloj de pulsera y se preguntó quién podría visitarlo a tan altas
horas de la noche.
— ¡Hermione! – exclamó sorprendido cuando abrió la puerta y vio a la

joven parada en el umbral de su casa con dos maletas a su lado – ¿¡Qué
pasó!?
La chica no le contestó simplemente porque no podía… sentía la garganta

totalmente cerrada por el dolor y lo único que hizo fue arrojarse a los
brazos de Sirius.
— ¡Oh, por Dios! – exclamó Sirius al sentir el temblor incontrolable de su

cuerpo – Ven, entra.
La hizo sentarse en el sofá antes de meter las maletas y cerrar la puerta. Se

apresuró a servirle una copa de vino para devolverle algo de color al
rostro… Hermione estaba mortalmente pálida. La obligó a beber un par de
tragos antes de envolverla nuevamente entre sus brazos.
~ 33 ~
— ¿Qué pasó, mi niña? – le preguntó preocupado – ¿Volviste a pelear con
Ron? – Hermione negó con la cabeza – ¿Entonces que ocurrió?
— No… puedo… hablar – dijo tartamudeante – Estoy muy confundida y…

¿puedo… pasar… la… noche… aquí? –pidió con voz patética.
— Claro que sí –le acarició el cabello con ternura.
— Gracias – le contestó antes de quedar inmóvil y con la mirada perdida…

sólo uno que otro suspiro de inmensa desdicha evidenciaban que seguía con
vida.
Sirius la tomó en sus brazos y la llevó cargando a una habitación donde la

depositó con suavidad sobre la cama. Ya se incorporaba para dejarla sola
cuando Hermione se aferró a su camisa y entonces Sirius se tendió junto a
ella comprendiendo lo que le pedía. La acunó entre sus brazos hasta que la
chica se quedó dormida. No sabía que era lo que había pasado entre ella y
Ron, pero pensó que lo que hubiera ocurrido, fue muy grave.
***********
Oliver no sabía que hora era, pero casi estaba seguro de que el amanecer se
acercaba y sonrió feliz al comprender que había dormido muchas horas
seguidas. Desde hacía mucho tiempo no se sentía tan seguro y pensaba
aprovecharlo al máximo. Sabía que esa seguridad no iba a durar para
siempre, pero no quería preocuparse por lo que haría cuando lo dieran de
alta de ese lugar. Se estiró para presionar un botón y la habitación se
iluminó con tanta brillantez que tuvo que entrecerrar los ojos, pero pronto
se acostumbró. Retiró la delgada manta que lo cubría y se quedó
observando su brazo enyesado con aire pensativo.
‘Es curioso. Si me lo hubiera roto hace tres meses mi mundo se habría

acabado, pero ahora ya no tiene la menor importancia si no puedo volver
a jugar nunca más. Hay cosas mucho peores que pueden sucederme’ – se
estremeció involuntariamente – ‘Pero no quiero pensar en eso ahora’ –se
dijo con firmeza–. ‘No voy a salir de aquí en por lo menos un mes y eso me
dará tiempo para pensar en lo que voy a hacer después’
~ 34 ~
Volvió a estirarse, pero ahora para tocar el timbre y pedir que le
permitieran usar el sanitario. Un enfermero apareció de inmediato y le
abrió la puerta del baño. Una vez dentro, la ducha lo invitó a que hiciera un
buen uso de ella y sin pensárselo dos veces tomó un largo baño caliente que
lo ayudó a relajarse del todo. El enfermero fue de mucha ayuda y Oliver le
agradeció en verdad que evitara que el yeso se mojara y luego cuando lo
ayudó a salir del baño con toda seguridad. Una vez que estuvo de nuevo en
su cama, limpio y seco, se preguntó que haría para pasar el tiempo. Miró el
aburrido cuarto con melancolía. Al menos en la otra clínica podía
entretenerse viendo a los demás pacientes, pero realmente no se quejaba…
prefería todo el aburrimiento del mundo al terror en el que vivía desde
hacía dos meses.
***********
Sirius miró sobre su hombro y verificó que Hermione aún no salía con Lisa
de la recámara, pero aún así siguió hablando en voz baja
— No lo sé. Te digo que no me dijo nada y dudo que lo haga en algún

tiempo – hablaba con Harry por teléfono – Pero me preocupó en serio.
— ¿¡Qué hacemos, Sirius!? – preguntó el chico de ojos verdes muerto de

preocupación – ¿Hablo con Ron?
Harry le dio la espalda a propósito a Lucius cuando éste puso los ojos en
blanco.
— No. Y menos cuando Hermione ya te dijo que no lo hagas – replicó de

inmediato – Tal vez lo único que logres es enredar más las cosas entre
ellos.
— ¡Pero yo no puedo quedarme con los brazos cruzados mientras mi
hermana sufre!
— Hermione te agradecería que vuelvas a ir por Lisa a la guardería – ahora

Sirius ya hablaba en voz alta y Harry comprendió que su hermana estaba
junto a su padrino – Dice que puedes llevarla a la clínica a la misma hora
que ayer.
~ 35 ~
— ¿Es en serio lo de ir por Lisa o sólo lo dices para…?
— Es en serio – replicó de inmediato – Hermione y yo vamos a estar en el

hospital toda la mañana y no sé a qué hora iremos a desocuparnos.
— De acuerdo – Harry suspiró derrotado – Seguiremos hablando después,

¿vale?
— Está bien. Luego nos… espera – hubo un momento en el cual Harry sólo
escuchó el murmullo de voces – Hermione manda saludos a Lucius.
— ¿¡Y eso!? – se sorprendió de verdad pues a su hermana le gustaba fingir

que el rubio no vivía en ese planeta.
— Eso dijo – Sirius parecía tan sorprendido como su ahijado.
— Se lo diré – aún estaba pasmado – Nos vemos luego.
— Adiós – y los dos colgaron.
Harry colgó el teléfono pensativo y miró a su pareja que sólo movió la

cabeza negativamente.
— No sigas sufriendo por tu hermana, mi amor – le dijo el rubio mientras

terminaba de arreglarse la camisa – Generalmente obtenemos lo que
merecemos y Hermione se ha ganado a pulso todos los problemas que tiene
con Ron.
— Lo sé, pero aún me sigue doliendo que sufra – se acercó a su pareja y lo

abrazó por la espalda – Por cierto… Hermione te manda saludos – una
elegante ceja rubia se levantó con incredulidad y Lucius volteó a ver a
Harry extrañado – Estoy igual de sorprendido que tú – rió bajito – Tal vez
todos estos problemas la hicieron recapacitar en todo en lo que ha actuado
mal y pues… –se puso muy rojo–. … ella se ha portado muy mal contigo.
— Realmente no – rió y se dio la vuelta para abrazar a su amante – Si

ignorarme es portarse mal, entonces sí lo ha hecho, pero sabes que eso no
me afecta en lo absoluto.
~ 36 ~
Lo besó apasionadamente antes de salir de la casa tomados de la mano.
— Voy a pasar de nuevo por mi sobrina en la tarde – le informó antes de

que el rubio desapareciera dentro de la limousine.
— De acuerdo – aceptó de buen humor Lucius – Recuerda que hoy llegaré

tarde a casa.
— ¡Pero que no sea demasiado! – pidió haciendo pucheros… esos pucheros

que el rubio encontraba irresistibles.
— Trataré de apurarme –le regaló otro apasionado beso antes de subir a su

auto y partir.
Harry lo despidió con la mano antes de subir a su propio automóvil y salir

de la propiedad manejando tan rápido como acostumbraba. Lucius vio
como el deportivo rojo los rebasaba a toda velocidad y sólo sonrió. Había
dejado de preocuparse por la forma de conducir de su chico de ojos verdes
desde hacía mucho tiempo.
***********
Oliver miró con atención el rostro de Hermione y arrugó el ceño… no le
gustaba lo que veía. Al contrario de cómo había sucedido el día anterior,
ahora la faz de su doctora estaba impecablemente maquillada, pero eso no
lograba disimular del todo sus grandes ojeras y por supuesto no lograban
ocultar sus ojos sin brillo.
— Va a ser una salida rápida, Oliver – decía en ese momento Hermione con
seriedad y mucho profesionalismo – Le pedí al doctor Black que te hiciera
un chequeo de rutina para ver que tan pronto podemos quitarte el yeso y
puedas sentirte más libre.
— ¿Por qué hace esto? –preguntó Oliver sin poder contenerse.
— ¿Por qué hago qué? – lo miró confundida.
~ 37 ~
— ¿Por qué se comparta así? Tan… tan fría… tan lejana. Además no me
gusta que se haya puesto maquillaje – la miró con desagrado – Usted no es
la misma persona que me recibió ayer y… realmente no estoy seguro de
que me agrade esta nueva mujer.
— Sólo me puse un poco de maquillaje para darle color a mi rostro, Oliver

– se sintió un poco enfadada por su comentario – Pero soy la misma de
ayer.
— Eso no es cierto – negó con firmeza – Ayer yo ví a una mujer que llegó
agitada y apenada por su retraso, pero que lucía bellísima con su cabello
despeinado y sus hermosos ojos marrones brillantes por haber derramado
lágrimas. Luego esa misma cálida mujer me hizo sentir bienvenido cuando
me miró con simpatía, para luego quedarse en algunos momentos callada
mientras sus ojos se vestían de tristeza, de enfado y muchas emociones
más. Ayer me recibió un ser humano y ahora… no sé realmente quién es
usted.
— Soy la misma de ayer, Oliver – insistió al tiempo que trataba de tomarle

la mano derecha, pero el joven se apartó de su contacto de inmediato.
Hermione hizo un gesto de exasperación y tocó el timbre para llamar a una

enfermera antes de mirar hacia la cámara de seguridad. Movió la mano
sobre su cuello para indicarle al guardia de seguridad que cortara la
transmisión. Vio como un foquito rojo se apagaba y que indicaba que ya
nadie los veía. La puerta de la habitación se abrió y entró una enfermera.
Hermione le pidió que le abriera el baño y también que le llevara una silla.
Oliver vio con curiosidad como la joven se metía en el baño y salía un
minuto después con el rostro totalmente libre de maquillaje. Se sentó junto
a la cama de Oliver y lo miró con seriedad.
— ¿Ves? Soy la misma persona que conociste ayer.
— Se empieza a parecer, pero esta mujer ya no sonríe… ni con los labios ni

con los ojos. ¿Por qué? ¿Qué sucedió en estas horas para que cambiara
tanto?
— No he cambiado, sigo siendo la misma.
~ 38 ~
— No me gustan las personas mentirosas y mucho menos cuando he
confiado en ellas – miró hacia otro lado.
— ¿Por qué un poco de maquillaje te molesta tanto? – se levantó de la silla

y lo obligó a mirarla a los ojos tomándolo de la barbilla – ¿Te trae algún
mal recuerdo?
— No trate de salirse por la tangente, doctora – se deshizo de su mano con

presteza – Estaré loco, pero no soy idiota. En este momento el del problema
no soy yo y lo sabe perfectamente. Usted no es la misma de antes y eso
cambia totalmente mi opinión sobre permanecer aquí. No necesito a una
profesional que me mire como bicho raro mientras trata de investigar en mi
pasado, presente y futuro cuáles fueron los motivos por los que salté de un
segundo piso a mitad de la noche. Ese fue el trato que me dieron en la otra
clínica y estoy total y completamente hastiado de eso. Yo necesito a
alguien que realmente quiera ayudarme y no porque le estoy llenando de
libras el bolsillo. Ayer me miró con simpatía y me dijo que me ayudaría y
me protegería y… y yo creí en usted porque sentí sinceridad en sus
palabras y calidez en sus ojos. Ahora se presenta con una actitud arrogante,
prepotente y asquerosamente profesional. Dígame, ¿usted cree que podré
contarle al Ser Supremo de toda la Corte Celestial mis angustias? ¿A la
perfecta mujer de hielo? ¡No, doctora! Usted me destrozaría en un
momento con toda su perfección y yo lo único que quiero es alguien que
me comprenda.
Oliver terminó de hablar algo agitado y bastante asombrado y apenado

consigo mismo por haberle hablado de esa manera a su doctora. Y se sintió
aún más mal cuando vio temblar el labio inferior de la chica. Abrió la boca
para disculparse, pero no pudo hacerlo porque en ese momento Hermione
rompió a llorar. No sabía como comportarse y lo único que acertó a hacer
fue atraer a la joven hacia su pecho. Hermione se aferró a su cuello y siguió
llorando. Oliver sintió como era mojado por las lágrimas de su doctora y
apretó aún más el abrazo mientras acariciaba su cabello.
— Tienes razón, Oliver – murmuró Hermione cuando su llanto se apaciguó

– Cambié porque estoy destrozada.
— ¿Qué le ocurrió? – preguntó en voz baja.
~ 39 ~
— Ayer descubrí que una… zorra anda detrás de mi esposo y posiblemente
logre… arrebatármelo.
No sabía porqué le había dicho eso. Ese muchacho era un verdadero

extraño, pero se sentía tan mal que necesita desahogarse con alguien si no
quería explotar.
— Y no es nada más que mi culpa – confesó destrozada
— Usted no puede echarse la culpa de eso – seguía acariciándole el cabello.
— Es que no entiendes – se separó sólo lo suficiente para verlo a los ojos –

Hace un momento me describiste a la perfección. Me siento ‘el Ser
Supremo de toda la Corte Celestial’ que siempre tiene la razón y Ron tiene
que ajustarse a lo que pienso y a lo quiero. Él no tiene ni voz ni voto en
nuestro matrimonio – volvió a esconder la cara en su cuello – Es por eso
que esa mujer puede quitármelo. Nuestra relación como pareja está en su
peor momento y no dejó de pensar que tal vez Ron me pida el divorcio para
irse con esa mujer.
— ¿Usted cree que él haga eso?
— No lo sé – aceptó derrotada – Creo que Ron aún me ama, obviamente ya

no como antes porque me he encargado personalmente de matar su amor,
pero…
— ¡Entonces luche por él! – le aconsejó con fervor – No dejé perder su
matrimonio por algo tan insignificante como su mal carácter. Si ya sabe

cuáles son sus fallas, sólo corríjalas y reconquiste a su esposo.
— Es que no sé como hacerlo –aceptó con tristeza.
— ¡Oh, vamos doctora! ¡No puedo creer que usted diga eso! – rió bajito –
Usted es la mejor psicóloga de la ciudad y sé que va a encontrar la forma
de salvar su matrimonio. Estoy totalmente seguro de que sabe cómo
conquistó a su esposo la primera vez y no creo que sea tan difícil volver a
hacerlo – le acarició la mejilla con bondad – Usted es increíblemente
hermosa además de inteligente. Luche y demuéstrele a esa mujer que
~ 40 ~
estaba loca si creyó que podía competir contra usted. Usted no quiere
perder a su esposo, ¿verdad?
— No, no quiero hacerlo – confesó con voz estrangulada – Me moriría sin

él.
— Entonces empiece a cambiar de actitud – recomenzó sus caricias en el

cabello de la joven – Estoy seguro de que lo que su esposo quiere es tener a
su lado a una mujer cariñosa que lo escuche cuando quiera hablar de mil
tonterías sin que lo callen o lo corrijan.
— Gracias por escucharme y también por todos tus buenos consejos, Oliver
– se incorporó muy avergonzada mientras se limpiaba las lágrimas – Se
supone que yo soy la que debe escucharte y ayudarte. No es justo que te
haya molestado con mis problemas personales.
— Luego le paso mis honorarios – la bromeó para hacerla reír y no se sintió

defraudado pues Hermione rió por su comentario – Ya en serio, doctora –
le dio un pequeño beso en la mejilla – Me alegra mucho ver que el hermoso
ser humano que conocí ayer regresó, pero más me alegra saber que ya
somos amigos, ¿verdad? –la miró dudoso.
— Por supuesto que sí – se retiró por completo de él y le tomó una mano –

Desde ayer somos amigos, Oliver.
— ¿Me perdonará por haberle dicho todo eso? – sus mejillas se tiñeron de
rosa – Estaba algo enfadado y…
— Uno no se molesta con los amigos cuando le hablan con la verdad – fue
su turno de besarlo en la mejilla–. ¿Te enojarías mucho si vuelvo a
ponerme maquillaje? – preguntó bromeando – No quiero que todo el
mundo vea mis horribles ojeras.
— Ya se lo dije. Usted no necesita nada para aumentar su belleza, pero está

bien – alzó la vista hacia el techo en forma exagerada logrando que
Hermione volviera a reír – Creo que lo soportaré.
~ 41 ~
— Volveré por ti en media hora para irnos al hospital, ¿está bien? –
Hermione terminó de limpiarse las lágrimas.
— Le prometo que no me iré a ningún lado –le guiñó un ojo antes de que la
chica saliera del cuarto dejándolo solo – ‘Pobrecita. En verdad estaba
sufriendo y yo haciéndome el digno porque no me saludó con una sonrisa’
–se plantó una sonora bofetada en la mejilla derecha–. ‘Esto es para que
aprendas a tener la boca cerrada, Oliver Wood’
Y se recostó en la cama esperando a que Hermione regresara por él y lo

llevara a su consulta.
~ 42 ~
Capítulo 5: ¿Qué me pasa?

Lily veía con extrema diversión la masa de nervios en que se había
convertido su amigo y se quedó a su lado para averiguar quién era él ó la
dueña del esquivo corazón de Sirius Black. Él aún no le comentaba porque
se había comportado tan extraño esas últimas tres semanas y mucho menos
a quién esperaba con tanta ansiedad, pero en ese momento era más que
obvio que el hombre estaba aguardando a su primer gran amor y eso la
hacía inmensamente feliz. Llevaba muchos años rogándole que formara un
hogar, pero Sirius siempre le decía que él no estaba hecho para eso. No
quería oír la palabra matrimonio ni con mujeres ni con hombres y Lily sólo
esperaba que no se volviera un viejo amargado y solitario. Sonrió de nuevo
al ver que su amigo estaba completamente fuera de este mundo y trató de
llamar su atención, pero al final tuvo que gritar para que Sirius volteara
verla.
— Perdón, ¿qué me decías? – preguntó Sirius sin mirarla realmente.
— Te decía que la lobotomía que vamos a hacerle al paciente de la cama

412 irá acompañada de la liposucción. No tiene caso que gastemos
demasiada anestesia en él, al fin de cuenta ya está agonizando.
— Sí, sí, claro… como digas –dijo deprisa provocando una carcajada en
Lily.
— ¿¡Entonces estás de acuerdo!? –no podía dejar de reír.
— Por supuesto –levantó el teléfono para preguntar una vez más al área de
ambulancias si ya había llegado la que esperaba con tanta ansiedad–. Tú
eres la experta.
— Entonces supongo que también me das tu autorización para hacerle la

vasectomía a la señora Jones para evitar que vuelva a tener problemas
respiratorios en su rodilla.
~ 43 ~
— Sí, Lily, sí – la miró con impaciencia mientras esperaba a que le
contestaran–. Puedes sacarle todas las respiraciones que creas conveniente
a su rodilla.
Ya para este punto Lily tuvo que dejarse caer en una silla para no acabar
tirada en el suelo por el ataque de risa que le dio. Sirius ni volteó a verla
porque en ese momento recibió la confirmación que esperaba y salió
corriendo de su oficina dejando a la pelirroja ahogada en risa.
***********
Oliver bajó de la ambulancia sintiéndose bastante relajado. Ese transporte
le había proporcionado privacidad y estaba seguro de que nadie se había
dado cuenta que había abandonado la clínica de rehabilitación. Le tendió su
mano sana a Hermione para ayudarla a bajar y la muchacha no la
desprecio.
— Gracias – le agradeció Hermione cuando se puso a su lado.
— De nada.
Oliver le sonrió con naturalidad haciendo que Sirius se estremeciera ante su

hermosa sonrisa. El médico había llegado corriendo al área de ambulancias,
pero se detuvo en seco cuando vio a Oliver. Aunque la vida le fuese en ello,
no podía dar un solo paso más al frente y se quedó viendo desde lejos al
joven que le había robado el corazón.
Fue tan grande el impacto que recibió al ver esos labios rojos sonriendo que
tuvo que cerrar los ojos para contener el llanto… un llanto que no tenía
razón de ser, lo sabía, pero que ahí estaba. Después de un par de segundos
volvió a abrirlos para comprobar que el único ser sobre la tierra del que se
había enamorado estaba a sólo unos pasos de él. Se llenó los ojos de tan
bella imagen lo más que pudo pues sabía que tal vez no volvería a tener
otra oportunidad de gritarle, aunque fuera sólo con la mirada, que lo amaba
con desesperación. Lo vio sonreír nuevamente cuando le dio las gracias al
chofer que los trasladó y deseó con todas sus fuerzas que esas sonrisas
fueran sólo suyas. Suspiró lleno de dolor al comprender que todos sus
anhelos eran sólo quimeras y su corazón volvió a llenarse de amargura y
desventura al recordar que su amado era heterosexual y que jamás podría
~ 44 ~
aspirar a ser su compañero. Ese irrevocable conocimiento hizo que volviera
a sentirse muerto por dentro, pero se obligó a sonreír cuando Hermione lo
vio y caminó hacia él con Oliver a su lado.
— Mira, Oliver. Te presento a un excelente médico y amigo, el doctor

Sirius Black.
Hermione hizo la presentación bastante animada sorprendiendo a Sirius que

esperaba verla tan deprimida como cuando abandonaron su casa esa
mañana.
— Él muy amablemente accedió a revisarte –siguió diciendo la chica.
— Mucho gusto, doctor Black – saludó Oliver sonriente al tiempo que

extendía su mano a Sirius que había vuelto a paralizarse ante su
maravillosa sonrisa – Recuerdo su nombre aunque me temo que nunca tuve
el placer de conocerlo.
— ¿En serio me recuerdas? – dijo Sirius cuando por fin pudo encontrar la
voz.
Capturó la mano extendida que enseguida le mandó latigazos de

electricidad a todas sus terminales nerviosas.
— Su nombre estaba en los papeles de alta del hospital.
Oliver no podía apartar la mirada de los brillantes zafiros que tenía delante
suyo. ¡Jamás había visto unos ojos tan azules y además tan hermosos!
— Tienes buena memoria.
Sirius se regocijó ante el hecho de que el joven recordara su nombre e hizo

un gesto con la mano para que lo siguieran y salieran de esa área. Cayó un
pequeño silencio entre ellos mientras caminaban por los pasillos del
hospital.
— La doctora Weasley me venía comentando que su mamá fue la que me

operó y me sorprendí bastante por eso – comentó Oliver con el exclusivo
~ 45 ~
propósito de que Sirius volteara a verlo – Que pequeño es el mundo, ¿no lo
cree, doctor?
El joven no sabía explicar porque sentía esa terrible necesidad de volver a

ahogarse en esas lagunas azules, pero era tan real que casi era dolorosa y
eso lo tenía desconcertado pues jamás experimentó algo semejante con
anterioridad. Cuando Sirius lo miró, la respiración se le fue por un segundo
y su corazón latió apresuradamente desconcertándolo aún más.
— Lo es, Oliver.
Sirius le sonrió y al joven se le aflojaron las rodillas al escuchar su nombre

pronunciado de esa forma tan suave y sensual y también porque le fascinó
su blanca sonrisa.
— ¡Buenos días! – fue el saludo que los tres recibieron de Lily que por fin
había podido controlar su risa y corrió para alcanzar a Sirius.
La pelirroja había especulado sobre la identidad del gran amor de Sirius,

pero jamás se imaginó que fuera Oliver Wood y aunque estaba bastante
sorprendida, disimuló muy bien su estupor. Sin embargo no pudo evitar
mirar con fijeza al joven y decidir, en menos de 2 segundos, que le
agradaba como pareja de su amigo.
— ¡Hola, mamá! – Hermione besó a la pelirroja en la mejilla – Pensé que

no te vería hoy.
— Ya casi entro a consulta, pero no podía dejar pasar la oportunidad de

hablar con nuestro paciente, ¿verdad, Sirius? – se volvió hacia Oliver para
estrecharle la mano – ¿Cómo te has sentido, jovencito?
— Muy bien, doctora. Muchas gracias – le contestó él también sonriente y

se preguntó a que se debería la penetrante mirada de la mujer.
— Si no les importa, me robaré a Hermione unos minutos, ¿está bien?
Lily enlazó su brazo con el de la chica para dejar solos a los dos hombres.
Sirius apenas podía creer en su buena suerte. ¡Ahora tendría a Oliver para
él solo!
~ 46 ~
— No te preocupes – Sirius le guiñó un ojo a Lily y ese gesto le pareció
encantador a Oliver–. Estaremos en Rayos X – y se llevó al joven con él
mientras que las dos mujeres iban al despacho de la pelirroja.
La sesión de Rayos X fue tediosa para Oliver, pero se animó bastante

cuando él y Sirius pasaron a un cuarto oscuro para ver las radiografías que
le había tomado. Oliver en verdad no sabía qué era lo que le estaba
pasando, pero tal parecía que sus hormonas decidieron comportarse
extrañamente en presencia de Sirius y eso lo tenía totalmente
desconcertado. Durante toda su vida sólo había mantenido relaciones
sentimentales y sexuales con mujeres y jamás se había sentido atraído por
un hombre.
Volteó a ver de reojo el perfil de Sirius que miraba con atención las
radiografías y pensó que era muy guapo. El médico se mojó los labios y
Oliver lo imitó preguntándose como sería el sabor de sus besos. Se atrevió
entonces a deslizar la mirada por el esbelto cuerpo a su lado y un hermoso
calor se extendió por todo su interior invadiendo su estómago para luego
bajar hasta su entrepierna que reaccionó como si tuviera 15 años y
estuviera viendo una película pornográfica. Se obligó a dejar de verlo y
concentrarse en las placas antes de que su erección fuera imposible de
ocultar.
Se regañó interiormente y se dijo que lo que estaba sintiendo era totalmente

insano y erróneo. Haber sufrido a manos de un desquiciado la más terrible
experiencia de su vida, lo llevó a pensar que las relaciones entre hombres
eran asquerosas y pensó que se había convertido en homofóbico, pero
ahora ya no estaba tan seguro de eso. No después de sentir como su cuerpo
se inflamaba de deseo por Sirius Black. Volvió a regañarse y cerró los ojos
tratando de expulsar de su mente y de su cuerpo esas sucias y equivocadas
sensaciones hacia alguien de su mismo sexo, pero era muy difícil hacerlo y
más cuando todo parecía confabularse en su contra poniendo en su mente
imágenes por demás eróticas.
Estaba en un cuarto semioscuro acompañado de un hombre muy atractivo

que olía delicioso… con un amplio escritorio a sus espaldas en donde muy
bien podría ser recostado sin ningún problema. El calor que aún se
encontraba en su entrepierna se intensificó al saber que ningún sonido
escaparía al exterior y que podría dejar salir todos sus gemidos de placer al
~ 47 ~
sentir como su piel era recorrida por esas manos grandes y suaves… que
podría gritar todo lo quisiera cuando fuera poseído…
Detuvo nuevamente sus pensamientos y se concentró entonces en recordar

aquello que trataba de olvidar por todos los medios esperando que con eso
dejara de desear que Sirius volteara en ese momento y lo tomara entre sus
brazos para luego besarlo hasta que ya no pudiera respirar. Se estremeció
de repulsión al recordar esas manos morenas y rudas recorriendo su cuerpo
con lujuria… el cómo su boca fue invadida por una gruesa lengua, junto
con un horrible aliento caliente y nauseabundo… escuchó nuevamente la
aterradora promesa susurrada en su oído de que sería suyo por toda la
eternidad… el cómo su virilidad había sido tomada con suma rudeza…
Abrió los ojos cuando sintió que Sirius lo tomaba de los hombros y lo
sacudía con delicadeza para volverlo a la realidad. Oliver entonces se dio
cuenta que estaba sudoroso y jadeante.
— ¿Estás bien, Oliver? – preguntó Sirius claramente preocupado.
— Estoy bien – aseguró el joven con voz ronca, pero esta vez no era de
miedo… era de total asombro.
Siempre le tomaba horas tranquilizarse después de recordar ese aterrador

episodio de su vida que lo perseguía a donde quiera que se encontrara y
ahora, con sólo mirar esos brillantes ojos azules, todo lo vivido le parecía
que había sido sólo una horrible pesadilla.
— ¿Estás seguro? – Sirius todavía buscó en las profundidades castañas

algún signo de malestar – Comenzaste a temblar y a quejarte de tal forma
que…
— Estoy bien, doctor – volvió a asegurarle y sin siquiera pensarlo se

recargó en el pecho que tenía delante.
Sirius se tensó al sentir el cuerpo de Oliver tan cerca de él, pero lo abrazó
esperando que no se diera cuenta que había comenzado a temblar. En
realidad se asustó cuando escuchó que se quejaba bajito y más cuando lo
vio temblar como hoja azotada por el viento. No sabía que le pasó a su
amado, pero estaba seguro de que había sido algo tan terrible que lo orilló a
~ 48 ~
atentar contra su vida y en ese momento decidió que no iba a permitir que
volviera a hacerlo. Hermione era una psicóloga muy capaz, pero él también
lucharía para evitar que Oliver volviera a hacerse daño en su afán de
escapar de aquello que lo estaba lastimando tan profundamente.
Miró nuevamente las radiografías y se preguntó si ellas fueron la causa de

que se pusiera en ese estado. Lo había visto tan relajado y alegre desde que
llegó que olvidó que era un suicida, pero no volvería a hacerlo. Tal vez
nunca podría tenerlo como deseaba, pero al menos haría todo lo que
estuviera a su alcance para ayudarlo.
— Ya podemos quitarte el yeso, Oliver – dijo Sirius en voz alta tratando de

distraer a su cuerpo de ese cálido contacto que lo estaba excitando con
rapidez – Tu brazo ya sanó.
— Eso es bueno – acertó a decir Oliver pensando que jamás le gustaría salir
de esos brazos que le brindaban más seguridad que su cuarto cerrado y
estrechamente vigilado.
— Tengo que ir a avisarle a la enfermera para que prepare todo –contra su

voluntad cerró aún más el abrazo.
— Sí – escondió la cara en el cuello blanco y aspiró el delicioso aroma con

avidez.
— Entonces vamos – un suspiro de puro deleite escapó de su garganta al

sentir el cálido aliento en su cuello.
— Vamos – aceptó Oliver, pero no fue sino hasta después de 10 minutos

que pudieron salir de la habitación… ninguno de los dos quería separarse
del otro.
***********
— ¿Querías hablar de algo en especial conmigo, mamá? – preguntó
Hermione cuando ya las dos estaban sentadas con una taza de té en la
mano.
— Realmente no – mintió después de un pequeño titubeo.
~ 49 ~
Lily había tenido la intención de hablar con Hermione sobre el extraño
comportamiento de Sirius y su amor por Oliver Wood, pero decidió callar.
No estaba segura de lo último y no quería que su hija interrogara después a
su amigo haciéndolo sentir incómodo, así que decidió hablar de
trivialidades. Hablaron de cómo iban las cosas en sus respectivos trabajos y
cosas así. De hecho Hermione tampoco quiso comentarle lo que había
descubierto la noche anterior. Oliver la convenció de que debía luchar por
Ron y no quería que su mamá se preocupara por algo que podía solucionar,
así que pasaron un buen rato riendo y comentando viejos y nuevos chismes.
Lily dejó ir a la joven en busca de Oliver y Sirius después de casi una hora
y se concentró tanto en su trabajo que fue hasta bien entrada la tarde que
recordó a su amigo. Fue a buscarlo a su oficina para interrogarlo y hacerle
confesar que estaba enamorado de Oliver Wood, pero no tuvo suerte. Su
asistente le informó que Sirius se había marchado con el muchacho hacía
no mucho tiempo y que dejó dicho que no volvería ese día.
‘¡Pero el lunes no se escapa de mí!’ –pensó con picardía la pelirroja antes

de marcharse a su hogar–. ‘Tendrá que decirme exactamente cómo se
enamoró de ese joven’
Arribó a su casa en tiempo récord pues no veía la hora de contarle a James

lo que había descubierto. Sonrió al imaginarse la sorpresa de su esposo ante
la noticia y no se sintió defraudada pues James se quedó media hora con la
boca abierta de la impresión.
~ 50 ~
Capítulo 6: Unas horas más

Oliver miraba por la ventanilla como si fuera la primera vez que recorría
Londres y señalaba con infantil entusiasmo todo lo que veía haciéndole
pasar a Sirius un momento delicioso al escuchar su risa cristalina. Después
de lo que pasó entre ellos en Rayos X, y para lo cual el hombre no tenía
explicación, sintió que Oliver se sentía muy a gusto con su presencia y por
eso convenció a Hermione para que regresara a la clínica a encontrarse con
Harry que ya la esperaba para entregarle a Lisa. La muchacha se marchó
sintiéndose algo culpable con Oliver por abandonarlo, pero él la tranquilizó
al decirle que nada malo iba a pasarle en el hospital y le prometió que no se
separaría del médico ni un segundo y… pensaba cumplir su promesa. En
verdad no deseaba apartarse de Sirius y esperaba que al menos pudiera
permanecer a su lado el resto del día antes de que volvieran a encerrarlo en
su aburrida habitación.
Se había resignado a pasar ahí por lo menos un mes, pero ahora ese lapso
se le antojaba interminable pues sabía que tal vez pasaría mucho tiempo
para que volviera a ver a ese hombre que hacía que la sangre corriera con
fuerza por sus venas con una sola mirada azul. El saber que estaría
completamente aislado y confinado en la clínica de rehabilitación ya no
lucía tan atractivo como antes, pero no tenía otro remedio que permanecer
ahí hasta que Hermione lo diera de alta. Además, aún cuando él deseara
estar con Sirius seguramente el médico estaría demasiado ocupado para
prestarle atención. El tiempo que permaneció en el hospital y en el que
Sirius le retiró el yeso junto con los tornillos que ya habían cumplido su
misión, fue consultado muchas veces por su asistente dejándole ver que el
médico tenía muchos pacientes por atender y se sintió puerilmente
importante porque estaba dejando de lado a todos los demás por estar con
él.
Oliver se las ingenió para sonsacar una invitación a comer y logró sacar a
Sirius del hospital antes de que se lo arrebatara alguien más. Sirius lo llevó
a un restaurante por demás elegante y el joven disfrutó muchísimo con su
placentera plática. Aún cuando Sirius pensó que no tendría nada en común
con Oliver pues vivían en mundos muy diferentes, se sorprendió
gratamente al comprobar que su acompañante era en extremo inteligente y
~ 51 ~
culto y el tiempo se les pasó volando a los dos. Cuando se dieron cuenta ya
el anochecer caía sobre Londres y Sirius declaró con pena que era tiempo
de volver a la clínica. Oliver en verdad se entristeció cuando llegaron ahí y
se entretuvo lo más que pudo en el auto del médico, pero al final tuvieron
que bajar y se fueron directamente al consultorio de Hermione.
Lo primero que vio Oliver al abrirse las puertas del elevador fue un
pequeño, pero precioso ángel pelirrojo. Abrió los ojos sorprendido al
contemplar el ensortijado cabello rojo de una pequeña niña que jugaba en
el piso con algunos juguetes mientras un joven estaba sentado detrás de ella
en un sillón leyendo una revista. La pequeña levantó la vista cuando
escuchó el elevador y clavó su mirada en Sirius y lanzó un gorjeo de
felicidad al tiempo que estiraba hacia el hombre sus pequeñas manos.
— ¡Oh, cielos! ¡Estoy enamorado! – dijo Oliver con embeleso provocando

en Sirius una gran sorpresa hasta que se dio cuenta que se refería a Lisa.
El médico se adelantó y después de decirle un rápido ‘hola’ a Harry,

levantó a Lisa del piso alfombrado y la acercó a Oliver que no dejaba de
murmurar que estaba enamorado.
— Hola, cielo – Oliver tomó una pequeña mano y se la llevó a los labios –
¿Cómo se llama el amor de mi vida?
— Lisa – el que contestó fue Harry al tiempo que se levantaba del sillón.
— ¡Oh, lo siento! – Oliver se puso algo rojo… la niña había captado toda su
atención y no había visto al joven que calificó como padre de la criatura –
No quería ofender a tu hija ni nada por el estilo –se disculpó, pero luego
pensó que estaba equivocado.
La niña no se parecía en nada al atractivo joven que rió con facilidad por su
comentario. Él tenía unos enormes y preciosos ojos verdes y el cabello tan
negro como la noche.
— Lisa no es mi hija – negó Harry riendo – Es mi sobrina.
— El amor de tu vida es hija de Hermione – aclaró Sirius a Oliver también

riendo.
~ 52 ~
— En verdad no creerás que una niña tan hermosa como Lisa podría ser hija
del esperpento de Harry, ¿o sí? – terció una bella voz arrastrada y Oliver
volteó a su derecha y localizó a un guapérrimo rubio que estaba sentado en
otro sillón.
Oliver lo recorrió con la mirada en un parpadeo y se dio cuenta que ese

joven destilaba clase y elegancia, además de tener unos ojos grises
grandiosos y una espectacular cabellera rubia que sería la envidia de
cualquier modelo profesional.
— Esperpento lo serás tú, Draco – Harry contraatacó de inmediato – Y más

ahora porque tienes tu horrible cabello lleno de estática.
— ¡Ah, no! – el rubio rió fuerte – No volveré a caer en esa tonta broma tuya
–pasó una mano entre las sedosas hebras doradas haciéndolas brillar con las
luces del lugar–. Sé que darías lo que fuera por peinar tu cabello y ya no
digamos mantenerlo en su lugar como yo por lo menos 30 segundos.
Oliver escuchó con atención ese intercambio de palabras y decidió que esos
dos muchachos le caían bien.
— No les hagas caso – le murmuró Sirius en el oído a Oliver regresándolo a

la realidad de una forma por demás agradable – Siempre andan peleando,
pero son grandes amigos.
Oliver sólo pudo asentir con la cabeza pues la garganta se le había cerrado
al sentir la cercanía de Sirius y le hizo algunas caras graciosas a Lisa que lo
recompensó con su linda risa, pero también se mantuvo al pendiente de las
bromas que se gastaban Harry y Draco entre sí. Pensó con tristeza que aún
cuando se llevaba bien con todo el mundo no tenía un amigo real como lo
eran esos dos chicos. Le faltaba ese amigo en el cual confiar ciegamente y
que lo hubiera ayudado a salir de la pesadilla en la que vivía desde hacía ya
dos meses y de la cual no encontraba escapatoria. Miró con terrible
añoranza como Harry le arrojaba al rubio la revista que aún tenía en la
mano y que Draco tomó con agilidad en el aire para luego devolvérsela al
moreno demostrando una excelente puntería al alcanzarle el rostro.
Sirius no había despegado la vista de Oliver ni un segundo y se dio cuenta

de su terrible soledad. Se le hizo un nudo en la garganta al comprender que
Hermione tenía razón cuando le dijo que el joven se sentía solo. Estaba a
~ 53 ~
punto de abrazarlo para consolarlo y tal vez borrar a besos esa expresión
desencajada cuando un grito lo hizo saltar como a todos los demás.
— ¡¡¡OLIVER WOOD!!! ¡¡¡NO PUEDO CREERLO!!! – gritó Cedric súper

emocionado y literalmente corrió hasta Oliver que se contuvo de dar dos
pasos hacia atrás cuando el joven prácticamente se le fue encima – ¡¡¡Dame
tu autógrafo, Oliver!!! ¡¡¡Por favor!!! ¡¡¡Por favor!!! ¡¡¡Por favor!!! –le
rogaba mientras buscaba desesperadamente en su cara chamarra de piel
algo que Oliver pudiera firmar.
— Busca las cosas con tranquilidad, Cedric – lo reconvino Hermione

riendo.
La joven tenía a su lado a Víktor que también reía de la actitud de su

pareja… los tres acaban de salir del consultorio de la chica.
— Oliver no se va a ir a ningún lado en los próximos 180 segundos –

Hermione soltó una pequeña carcajada cuando vio que Harry y Draco
ponían los ojos en blanco por la actitud de su amigo – Eso es bastante
tiempo, ¿no lo crees?
— Sí, sí, sí – aceptó Cedric, pero siguió buscando entre sus ropas con el
mismo desenfreno.
— Toma mi pluma, Cedric –Draco le aventó una pluma fuente ya no

soportando su ansiedad.
— Gracias – él la tomó ágilmente en el aire.
— Y este papel – Harry le pasó una hoja arrancada con premura de su

agenda.
— ¿Si me das tu autógrafo? – volvió a pedirle Cedric a Oliver con cara de

borrego degollado ya con la pluma y el papel en la mano.
— Claro, claro – aceptó Oliver apenas reponiéndose del susto que le había
pegado ese muchacho con sus gritos – ¿Para quién? –tomó lo que se le
ofrecía.
~ 54 ~
— Para Cedric y Víktor – Cedric lo miraba con verdadera adoración –
Víktor con ‘K’ –lo corrigió cuando llegó al nombre del búlgaro
— Listo –Oliver le devolvió el papel con una sonrisa.
— Espero que tu lesión no te deje mucho más tiempo fuera del juego –
comentó con pena mirando su brazo lesionado ya libre del yeso, pero que
aún llevaba protegido con gasas – Jameson es bueno, pero tú eres mejor. Te
hemos extrañado mucho.
— ¿Entonces le vas al Manchester? – no pudo evitar la innecesaria

pregunta.
— Desde que tenía esta edad – puso la mano a la altura de su cadera – Para
mí no existe un equipo mejor en todo el mundo.
— El Newcastle es mejor – intervino Víktor nada más para molestar a su

pareja.
A él nunca le había interesado ese deporte y no sabía nada de eso.
— ¿¡Estás loco!? – exclamaron al mismo tiempo Oliver y Cedric

provocando que todos rieran.
— ¡Ese equipo es un completo desastre! –opinó Oliver con disgusto–. Su

defensa es fatal y su delantera es pésima. Lo único rescatable que tiene es
su media.
— Y su portero –dijo Cedric con picardía–. Creo que es casi tan bueno
como tú.
— Si piensas que Marcus Flint merece que lo llamen portero tal vez debería
rescatar mi autógrafo –Oliver trató de tomar el pedazo de papel, pero
Cedric lo escondió de inmediato en uno de los bolsillos de su pantalón–.
No sólo es un engreído y un pedante sino que tiene reflejos muy lentos.
Mándale un disparo raso y llegará dos horas después a tratar de atajarlo.
— Pero arriba es invencible –siguió diciendo Cedric.
~ 55 ~
— ¡Sería una total vergüenza que midiendo casi dos metros no pudiera
alcanzarlos! –ya estaba bastante enfurruñado.
Sirius se le quedó viendo fascinado a Oliver. A sus ojos lucía encantador

con ese pequeño sonrojo tiñendo sus mejillas.
— Ya, ya. No te molesto más – dijo Cedric riendo y abrazó a Oliver que se
sorprendió mucho ante esto – Ese Marcus no te llega ni a los talones –el
abrazo fue muy breve–. Tú eres el mejor portero que jamás haya tenido
Inglaterra. Tienes tu pase asegurado como seleccionado nacional.
— Eso si me repongo a tiempo –dijo Oliver con tristeza.
— Estoy seguro de que sí – declaró con total confianza antes de correr hacia
los brazos de Víktor que lo recibió amoroso – ¡¡¡Tengo un autógrafo de
Oliver Wood!!! –le gritó en la cara mientras daba saltitos de felicidad.
— Creo que ya todos nos dimos cuenta de eso, cariño –y lo besó

tiernamente en los labios.
Oliver se quedó alelado ante esta acción y miró a los demás por si estaban
tan sorprendidos como él, pero absolutamente nadie hizo un gesto de
desagrado ante ese beso ni ante la actitud amorosa de la pareja.
— Tardaron mucho en llegar, Sirius – le dijo Hermione al hombre algo

seria–. Los esperaba más temprano. Ya me tenían preocupada.
— ¡Fue mi culpa! –dijo Oliver rápidamente no queriendo que el médico

fuera regañado.
— Entonces vas a estar castigado en tu habitación a pan y agua durante una

semana –le dijo en broma la chica provocando una risa general.
— ¿Y luego preguntas porque se te mueren los pacientes, hermana? –Harry

abrazó a Hermione que lo miró ceñuda por su broma–. Al menos mándale
agua de sabor.
— ¿Paciente? –preguntó preocupado Cedric.
~ 56 ~
— Oliver se deprimió mucho con lo de su lesión y por eso está aquí –aclaró
la joven haciendo que Oliver la mirara agradecido.
Hermione sabía que Ludo Bagman había dado una conferencia de prensa
informando sobre la lesión de Oliver, pero sin entrar en detalles. El hombre
le había explicado que no quería que la prensa estuviera rondándolo para
saber porque había tratado de quitarse la vida y ella estuvo de acuerdo.
— ¡Entonces vamos a llevarlo con nosotros a bailar! – sugirió Cedric con

alegría y se separó de Víktor para volver a acercarse a Oliver – Eso va a
animarte mucho. ¡Anda! ¡Dí que sí!
— Pero… es que… yo… –Oliver no sabía que decir.
— Oliver no puede salir de la clínica, Cedric –intervino Hermione

presurosa.
— ¡Pero si acaba de llegar de la calle con Sirius! –protestó Draco

levantándose del sillón… él ya se moría de ganas por ir a bailar–. Eso
quiere decir que no lo tienes encarcelado, ¿o sí?
— ¡Por supuesto que no! –Hermione miró al rubio muy ofendida–. Pero
Oliver necesita estar bajo vigilancia constante y…
— ¡Yo lo acompañaré! –dijo Sirius emocionado ante la maravillosa

perspectiva de estar algunas horas más cerca de su amado.
— Ya que todo está solucionado… ¡vámonos! –Draco tomó de la mano a

Harry y a Oliver y casi se los llevó a rastras hasta el elevador.
— ¡Draco! ¡No puedes hacer esto! –protestó Hermione con energía.
Dio un paso al frente, pero no pudo ir más lejos porque Sirius puso en sus
brazos a Lisa antes de meterse deprisa al elevador que cerró sus puertas
alejándolos de los casi seguros gritos desaforados de la joven.
— Nosotros también nos vamos –dijo Víktor riendo y se adelantó para besar
en la mejilla a Hermione y a Lisa – Gracias por todo.
~ 57 ~
— De nada –le contestó Hermione ya resignada ante lo inevitable–. Los
espero el martes.
— Aquí estaremos – Cedric también besó a las dos–. Hasta el martes.
Hermione esperó a que la pareja desapareciera por las escaleras antes de

volver a su despacho para tomar su bolso e irse a casa de sus padres.
— Iremos a ver a los abuelos, Lisa –pellizcó suavemente la mejilla

sonrosada de su hija que pataleó feliz por su caricia – ¿Te parece bien?
Cerró la puerta del despacho con llave antes de apretar el botón del
elevador. Aún cuando lo que más quería era volver a su hogar para ver a
Ron, el no saber si iba a llegar temprano, la hizo decidir ir a casa de sus
padres para matar el tiempo… no quería estar demasiado tiempo sola.
***********
Ron esperó con impaciencia a que Hermione le contestara e hizo un gesto
de desagrado cuando fue transferido al buzón de voz. Ya había dejado tres
mensajes y su esposa no le había regresado la llamada. No quería
preocuparse, pero no dejaba de hacerlo porque Hermione siempre lo
llamaba, aunque fuera sólo para pelear, y ese día no lo había hecho. Se
estiró cuan alto era para dejar que sus músculos se relajaran con esa acción.
Ese día había sido muy pesado y no sólo porque tuvo un sinfín de consultas
y dos entradas al quirófano de urgencias, sino también porque estuvo
huyendo de Pansy todo el tiempo. La mujer demostró que podía ser una
verdadera plaga y no fue si no hasta que le dijo con algo de brusquedad que
necesitaba estar solo, que Pansy lo dejó en paz. Salió del hospital ya con la
noche en pleno sobre Londres y se marchó a su casa.
Se sorprendió al encontrar toda la planta baja sumida en la más completa

oscuridad ya que Hermione al menos dejaba encendida la luz de la cocina.
Pensando que su esposa se encontraba arriba, subió las escaleras para entrar
a su recámara, pero la encontró vacía y su preocupación se acrecentó. Salió
y casi corrió al cuarto de Lisa sólo para comprobar que también estaba
vacío. Entonces comenzó a preguntarse si no les habría ocurrido algo malo.
No era buena señal que su esposa no se hubiera comunicado con él en todo
el día y mucho menos que no estuviera en casa cuando el reloj marcaba
casi las 9 de la noche… Hermione siempre llegaba antes de las 7. Sacó de
~ 58 ~
nueva cuenta su teléfono y estuvo a punto de aventarlo contra la pared
cuando fue nuevamente transferido al buzón. Respiró profundamente varias
veces para tranquilizarse y decirle una y otra vez a su angustiada mente que
nada malo le había pasado a Hermione. Cuando ya respiraba con
normalidad, marcó el número celular de Harry.
~ 59 ~
Capítulo 7: Una pequeña pelea

Víktor y Cedric salieron de la clínica y vieron que sólo los estaban
esperando Draco y Sirius.
— ¿Y Harry y Oliver? – preguntó Víktor al tiempo que pedía su automóvil

a uno de sus guardaespaldas.
— Como pensamos que a Oliver le faltaban experiencias extremas para salir

de su depresión pues… lo mandamos con Harry a la discoteca – explicó
Draco con una sonrisa burlona.
— ¡¡¡Pero que malos son!!! – dijo Cedric muriéndose la risa – ¡Lo que
quieren es matarlo!
— ¡A mí ni me veas! –dijo Sirius de mala manera – ¡Fue idea de él! –señaló

acusadoramente al rubio que sólo soltó una gran carcajada.
— Y de Harry –confesó Draco todavía riendo – Va a llevar a Oliver a

conocer Londres antes de ir a la discoteca –miró su caro reloj de pulsera –
Será mejor irnos. ¡Quiero ver como baja del auto de Harry!
— Eres un sádico –le dijo Sirius con los dientes apretados y se dio la media
vuelta sintiéndose muy indignado con el rubio.
— ¿Vienes con nosotros? –le preguntó Víktor a Draco cuando su limousine

llegó.
— No. Voy a hacer enojar un poco más a Sirius –y corrió para alcanzar al
médico que ya estaba abriendo su auto.
***********
Harry estaba disfrutando el terror que Oliver tenía pintado en el rostro
mientras trataba de conducir lo más rápido que podía. Sabía que el joven
sentado a su lado le pediría que bajara la velocidad si pudiera hablar, pero
~ 60 ~
estaba totalmente paralizado de la impresión. Lo escuchaba gemir bajito
cuando pasaba peligrosamente cerca de los demás autos en su loca carrera.
El moreno hizo un gesto de desagrado cuando lo detuvo un alto y se
preparó para salir hecho un bólido cuando la luz verde se pusiera. Vio
como Oliver lanzaba un suspiro de alivio ante este alto y se dijo que no iba
a dejar que se relajara en por lo menos otros 5 minutos. Tamborileaba los
dedos sobre el volante esperando la luz verde cuando miró por el espejo
retrovisor y algo llamó su atención. Un auto negro se estacionó en su
misma fila, pero detrás de otro automóvil y de pronto cayó en la cuenta que
lo estaba siguiendo… lo había visto arrancar detrás de él cuando abandonó
la clínica de rehabilitación. Arrugó el ceño pensando si sería su guardia de
seguridad, pero descartó esa idea de inmediato.
Cuando Draco le comentó que a ambos los seguían por órdenes del
gobierno, se enfrentó a Lucius bastante indignado por este hecho y después
de muchos ruegos logró que el rubio la retirara mientras se trasladaba de un
lugar a otro, pero con la promesa de que llamaría a los guardias para
informales donde se encontraba y que así pudieran seguir con su labor de
vigilancia. A Harry no le gustó mucho el arreglo, pero sabiendo que Lucius
no iba a ceder más, lo aceptó. Sacó su teléfono y marcó un número.
— ‘The Brain’… 5 minutos –dijo escuetamente.
— Ahí estaremos – contestó una voz masculina antes de cortar la llamada.
La luz cambió a verde y Harry arrancó despacio mientras pensaba quién

podría ser el que los seguía… ya estaba seguro de que no era su guardia
personal. Dio una vuelta a la derecha y se percató que el auto negro
también lo hacía. Apretó el acelerador al máximo y viró hacia la izquierda
rechinando llantas. Miró el espejo retrovisor y comprobó que aún eran
seguidos.
‘No importa quién seas. No será difícil despistarte’ –pensó con plena
confianza–. Agárrate fuerte, Oliver –le dijo al joven que ya había vuelto a
paralizarse en el asiento–. Ahora sí voy a correr.
Oliver le envió una mirada de terror antes de sujetarse con fuerza del
asiento. Harry no mintió y tomó una calle que lo llevó directamente a una
vía rápida y ahí prácticamente hizo volar a su deportivo. Oliver vio de reojo
~ 61 ~
el velocímetro y se le encogió el estómago al ver que marcaba casi los 200
km. por hora. Cerró los ojos un segundo cuando Harry cambió de carril
bruscamente y tomó una salida lateral que los llevó a un retorno elevado.
Le pareció que fue un milagro el que no se volcaran al tomar esa cerrada
curva pues Harry no pisó el freno ni un milímetro. Cruzaron la vía rápida
como un suspiro y volvieron a tomar otra curva que los llevó al mismo
camino recorrido, pero en sentido contrario. El moreno se incorporó a la
circulación con temeridad y se puso en el carril de alta velocidad en un
parpadeo.
Oliver vio como Harry volteaba hacia el contra flujo descuidando a los
autos que tenía delante y apenas se contuvo de gritarle que no despegara la
vista del frente. Lo observó sonreír con satisfacción antes de que volviera a
cambiar de carril para salir. Tomaron una nueva curva, pero esta vez
pasaron por debajo de la vía rápida y siguieron por esa calle hasta que una
barda les indicó el fin del camino. Harry entonces torció a la derecha y
serpenteó por esas calles cerradas a toda velocidad hasta que salieron a un
boulevard que se le hizo conocido a Oliver. Recorrieron sólo dos cuadras
sobre esa calle antes de doblar por última vez a la izquierda y detenerse
frente a un lugar que estaba muy iluminado.
— ¡Ya llegamos! – declaró Harry con jovialidad – Puedes bajar.
Y no tuvo que repetírselo dos veces. Oliver se deshizo con presteza del
cinturón de seguridad y abriendo la portezuela del auto, prácticamente se
arrojó a la acera donde quedó tendido boca arriba respirando agitadamente.
Mientras que Draco, Cedric, Víktor y Harry reían a pierna suelta, Sirius los
miraba acusadoramente.
— ¡Eso mismo hice cuando me subí por primera vez contigo, Harry! – dijo
Draco casi ahogado en risa mientras se sostenía de Víktor que también reía
con ganas.
— ¿Estás bien, Oliver? –Sirius se había apresurado a acercarse al joven

tendido y se sobresaltó al ver su extrema palidez.
— ¿C-como… e-es… p-posible… q-que… e-ese… l-loco… t-tenga… p-

permiso… p-para… c-conducir? – dijo Oliver tartamudeante.
~ 62 ~
— ¡Porque hasta el momento ningún agente ha logrado alcanzarlo para
quitárselo! –le contestó Cedric riendo y entre él y Sirius lo pusieron de pie.
— C-casi… m-me… m-mata… d-del… s-susto.
Oliver trató de mirar indignado a Harry, pero era muy difícil hacerlo
mientras sentía todo el cuerpo como gelatina.
—Lo conseguiré en el viaje de regreso a la clínica –lo amenazó de broma el

moreno.
— ¡Pero ni loco vuelvo a subirme contigo! –enseguida se aferró a Sirius–.

¡No deje que se me vuelva a acercar! –suplicó provocando una nueva
oleada de carcajadas.
— No te preocupes, Oliver –Víktor le palmeó la espalda–. Harry es más

inofensivo que un bebé. Sólo enloquece cuando se pone detrás de un
volante –y entró a la discoteca con Cedric.
Oliver miró a Sirius para confirmar lo que había dicho Víktor y el hombre
no pudo menos que sentir ternura ante su genuino miedo.
— No dejaré que Harry te lleve a la clínica –le prometió antes de abrazarlo

con delicadeza.
— Gracias – le contestó el joven antes de caminar detrás de Harry y de

Draco que ya entraban a la discoteca.
— Te tardaste dos minutos más de lo convenido –le reclamaba Draco a

Harry en ese momento.
— Es que tuve que tomar un camino más largo –le respondió el moreno
pensativo.
— ¿Y eso? –lo miró con curiosidad.
— Luego te cuento –miró sobre su hombro a Sirius–. No quiero que nadie

se entere.
~ 63 ~
Draco sólo levantó una ceja y pensó que Harry se estaba portando muy
misterioso. Los ojos verdes recorrieron el lugar en penumbras para luego
posarse sobre dos figuras que estaban paradas junto al bar. Les hizo una
leve inclinación de cabeza y los dos hombres le correspondieron el saludo
de la misma forma… eran sus guardaespaldas.
Los seis se sentaron en una mesa junto a la pista de baile en la cual sólo
había dos parejas bailando al ritmo de un rock muy suave. ‘The Brain’ era
un lugar de moda, pero en ese momento se encontraba semivacío debido a
que aún era muy temprano para la mayoría de los jóvenes, pero los pocos
que ya se encontraban ahí no perdían el tiempo y se prodigaban muchos
besos y caricias. Dos serviciales meseros tomaron sus órdenes y casi
enseguida las bebidas fueron colocadas frente a ellos. Fue hasta que Oliver
controló por completo el temblor de su cuerpo que se percató donde
estaban. Abrió mucho los ojos al ver a las parejas bailando y miró a su
alrededor casi con temor para confirmar que estaban en un bar gay.
— ¿Por qué estamos aquí? – le preguntó Oliver a Sirius sin ocultar su

turbación al ver como dos muchachos se acariciaban atrevidamente a dos
mesas de distancia.
— A Draco le encanta bailar y este lugar ha sido su preferido desde

siempre.
A Sirius el rostro se le llenó de color al ver su expresión y se dijo mil veces

tonto por no haber pensado antes que su amado no iba a sentirse a gusto en
ese lugar. Estaba tan emocionado por pasar más tiempo junto a Oliver que
olvidó su condición heterosexual. Pensó que su casi segura antipatía hacia
las relaciones entre hombres no iba a permitirle permanecer en ese lugar
más de 2 minutos y comenzó a rogar con todas sus fuerzas que no le pidiera
regresar a la clínica en ese mismo momento. ¡Quería estar un poco más de
tiempo cerca de él!
— ¿¡Entonces Draco es…!?
Oliver miró al rubio con estupor pues a sus ojos no mostraba ninguna señal
homosexual.
~ 64 ~
— Sí –Sirius giró la cabeza para no ver su expresión de asco – Todos lo…
son –casi dijo ‘somos’, pero no se atrevió para que el joven siguiera
tomando su mano bajo la mesa.
Oliver entonces comprendió porque nadie se sorprendió por el beso

compartido entre Cedric y Víktor en el consultorio de Hermione. ¡Todos
eran homosexuales! Miró con atención a los cuatro muchachos y se dijo
que jamás habría imaginado que eran gay pues lucían muy varoniles.
Desvió la mirada con rapidez cuando Víktor tomó posesión de la boca de
Cedric haciendo que éste se derritiera en sus brazos en un segundo. Se fijó
entonces en la forma en que Draco pasaba un brazo por los hombros de
Harry y lo atraía hacia él para hablarle en el oído de una forma que le
pareció demasiado íntima para que fueran sólo amigos. Se puso tenso y
volteó a ver a Sirius enojado. El hombre se preparó para escuchar todo un
torrente de recriminaciones y palabras de asco sobre la actitud de los chicos
y no se sorprendió cuando el joven se zafó de su mano de un tirón.
— ¡Usted me dijo que Harry y Draco sólo eran amigos! – le reclamó Oliver
a Sirius en voz baja, pero eso no ocultaba el enfado que sentía.
— Sólo son amigos –confirmó Sirius confundido pues esa reclamación no

era la que esperaba.
— ¡No me gusta que me mientan, doctor! –los ojos castaños echaban

chispas–. ¡Ellos son pareja!
— ¡No te he mentido! –le aseguró sin entender su actitud–. Harry y Draco

se llevan muy bien y se quieren mucho, pero no son pareja. Cada uno
sostiene relaciones con otro hombre.
Vio el escepticismo de Oliver y éste se acentuó aún más cuando los dos
muchachos se fueron a la pista de baile tomados de la mano. Observaron
como Draco le rodeaba la cintura a Harry para acercarlo a su cuerpo
mientras que el moreno le pasaba los brazos por el cuello y se pegaba al
rubio como estampilla. Los dos comenzaron a bailar de forma por demás
sugerente, cadera con cadera, haciendo que el enfado de Oliver creciera aún
más.
~ 65 ~
— ¿¡Y va a decirme que así bailan los amigos!? – señaló a los chicos que
habían acercado tanto sus rostros que sus labios apenas estaban separados
por unos milímetros.
— ¡Draco siempre baila así con su pareja en turno! – se defendió Sirius – El

papá de Draco es la pareja de Harry y Draco vive inmensamente feliz con
Severus desde hace…
— ¿Por qué sigue mintiendo? – lo miró con desagrado–. Porque no admite

de una vez por todas que ellos se aman como Víktor y Cedric – ahora
señaló a la pareja que seguía perdida en su apasionado beso – ¡No soy un
niño! Sé perfectamente que estas cosas suceden y yo no soy nadie para
juzgarlos, pero no entiendo porque niega su relación.
— ¡Por qué no existe! –capturó una mano que luchó por zafarse de nuevo,
pero que Sirius no dejó escapar esta vez–. No tengo por qué mentirte.
— No le creo –dijo ya sin convicción porque de pronto su tonto disgusto se

desvaneció al verse reflejado en los ojos azules.
— Está bien. Te lo voy a demostrar – dijo Sirius con extrema seriedad y

sorprendió a Oliver al levantarse de la silla.
El muchacho se llenó de pánico al pensar que lo había disgustado tanto que

iba a abandonarlo y quiso gritarle que no se fuera, pero de su garganta sólo
salió un sonido ahogado. Se llamó idiota por no haber mantenido la boca
cerrada y haberle reclamado una tontería. Sólo esperaba no haberlo
ofendido a tal punto de que ya no quisiera estar cerca de él.
Sirius estaba decidido a demostrarle a Oliver que esa forma tan íntima que
tenía el rubio de comportarse era natural en él y llegó hasta donde bailaban
Harry y Draco. A él no le agradaba bailar, pero debía hacerlo para
recuperar la confianza de su joven amado y llamó la atención de su ahijado
para pedirle permiso de bailar con Draco. Oliver vio como el moreno se
mostraba sorprendido ante su petición, pero le cedió su lugar al hombre que
tomó la cintura del rubio con plena confianza. La melodía cambió en ese
momento haciendo que Víktor interrumpiera su apasionado beso y se
llevara casi a rastras a Cedric a la pista de baile.
~ 66 ~
— ¡Esto es algo digno de verse y disfrutarse! – le comentó alegre Harry a
Oliver cuando se sentó a su lado.
— ¿Qué cosa? –preguntó el joven sin mirarlo pues estaba muy atento a
Sirius.
— Eso – señaló con la cabeza la pista de baile–. Es la primera vez que mi

padrino va a bailar con Draco y a ese rubio le fascina esta canción. ¡Te
aseguro que va a hacer sufrir a Sirius! –soltó una carcajada – ¡Me muero
por ver su cara!
— ¿Sirius es tu padrino? –su mente apenas comprendió ese comentario.
— Así es –aceptó y ya ninguno de los dos habló.
Se dedicaron a ver lo que sucedía en la pista de baile y al cabo de unos

segundos ya todos en la discoteca disfrutaban del sensual y espectacular
baile de Draco y Sirius.
Draco se sorprendió tanto como Harry cuando Sirius le pidió que lo dejara
bailar con él porque sabía que al médico no le gustaba bailar, pero le pasó
los brazos por el cuello sin ninguna inhibición aunque sin acercarse tanto
como al moreno. Ya estaba a punto de comenzar una plática cuando los
primeros acordes de su canción favorita, In the Shadows, se escucharon y,
sin pensárselo dos veces, se convirtió en uno con Sirius provocando un
terrible acceso de celos en Oliver. Draco puso a sus espaldas a Sirius y lo
tomó de las caderas poniendo su trasero en la posición exacta para que el
miembro del hombre se acomodara a la perfección en su oculta hendidura
haciendo sobresaltar a Sirius.
El médico no sentía ninguna atracción física hacia el rubio, pero no por eso
dejaba de notar que Draco tenía un cuerpo que quitaba el aliento y lo estaba
poniendo bastante nervioso tenerlo tan cerca. El muchacho entonces lo
tomó de las manos e hizo que las pusiera sobre su estómago y le mostró,
sin palabras, cuánta presión debía ejercer para mantenerse juntos mientras
que él se recargaba por completo sobre el fuerte pecho y, haciendo a un
lado su espectacular melena rubia con un sensual movimiento, acomodó el
rostro en el cuello de Sirius. Las blancas manos entonces se enredaron en la
cintura de su compañero de baile y comenzaron a moverse al mismo ritmo
~ 67 ~
sin perder en ningún momento el contacto en la parte inferior de sus
cuerpos. Sirius realmente estaba muy nervioso y seguía el paso del rubio lo
mejor que podía esperando poder demostrarle a Oliver que Draco
literalmente se fundía con quien fuera su pareja de baile.
Algo que Oliver no podía negar era que Draco podía convertir cualquier
movimiento en algo muy erótico. El vaivén de su cadera no se veía
obsceno, al contrario, esa forma tan cadenciosa que tenía de mecerla hacía
imposible desviar la vista e invitaba a todos a perderse en la maravillosa
danza de esa pelvis. Lo único que no le gustaba al joven de cabellera
castaña es que lo estuviera haciendo con Sirius a sus espaldas y mucho
menos cuando el médico parecía estar disfrutando muchísimo con esa
cercanía. Sirius, que aunque no tenía en sus movimientos la mística magia
del rubio, demostró que no era mal bailarín y la oscilación de sus caderas
era bastante atrayente y tal parecía que muy placentera pues Draco puso
sobre su rostro la más pura expresión de deleite. Oliver apretó los labios
cuando vio como Sirius resbalaba sus manos hacia las caderas del rubio y
ejercía presión sobre éstas para acercarlo aún más hacia él. Así de juntos, la
pareja se deslizó bailando casi hasta el piso en forma lenta y sensual y
luego se incorporaron de la misma forma sin perder el ritmo de la canción.
En cuanto se pusieron de pie, Draco se separó de Sirius y se dio la vuelta
con rapidez haciendo volar su cabello a su alrededor que quedó
parcialmente sobre su rostro y le ofreció una sonrisa muy sensual. Sirius rió
antes de atraerlo casi con violencia hacia él y tomarlo de la cintura de la
misma forma en que el rubio había sujetado a Harry. Draco permitió que el
hombre lo sostuviera de esa manera y, mientras continuaba moviendo
sugestivamente su cadera contra la de Sirius, se inclinó hacia atrás dejando
que su larga cabellera rubia casi rozara el piso al mismo tiempo que movía
sus hombros con innegable sensualidad.
Ya en ese momento no había nadie en el lugar que no los estuviera viendo

bailar. Hasta Cedric y Víktor decidieron regresar a la mesa para disfrutar
del baile. Sirius dejó que Draco permaneciera en esa erótica posición sólo
unos momentos antes de jalarlo con brusquedad hacia su cuerpo y el rubio
entonces le rodeó el cuello con los brazos y sus alientos se confundieron al
quedar muy cerca uno del otro. Siguieron bailando así, mirándose a los
ojos, hasta que Sirius deslizó una mano entre las suaves hebras doradas y
obligó a Draco a inclinar la cabeza hacia atrás para enseguida hundir el
~ 68 ~
rostro en el suave cuello blanco. Oliver cerró los ojos con fuerza al ya no
aguantar más los celos… no quería ver como Sirius delineaba con sus
labios esa tersa piel.
Para cuando volvió a abrirlos, vio que ahora Draco se encontraba a las
espaldas de Sirius y deslizaba las manos por el amplio pecho del médico
sin ningún pudor. Sirius tenía los ojos cerrados y se dejaba hacer, pero no
estaba inactivo del todo. Ahora era su turno de contonear las caderas y
moverse sugestivamente contra el rubio que se amoldó a su ritmo con
facilidad. El tiempo que tardó la canción en terminar fue una verdadera
tortura para Oliver que seguía consumiéndose de celos. Estaba tan absorto
en la contemplación de la pareja que no se dio cuenta que un hombre se les
había unido en la mesa.
— Hola, Severus –saludó distraídamente Harry a la pareja de Draco cuando

éste se sentó a su lado.
Se sentía tan impactado como Oliver, pero él por diferente razón. Jamás
habría creído que Sirius pudiera bailar de esa forma y estaba gratamente
impresionado.
— ¡Hola, Harry!
Severus le devolvió el saludo bastante alegre, pero de pronto se quedó

inmóvil. Los ojos negros quedaron fijos en la pista de baile y Severus
levantó una ceja con incredulidad. La canción estaba por finalizar y lo sabía
muy bien porque la había escuchado infinidad de veces mientras Draco la
bailaba y sacó su teléfono celular con rapidez. Harry volteó a ver con
curiosidad a Severus cuando éste accionó la cámara del teléfono y se
apresuraba a sacar un pequeño video.
— ¿Por qué haces eso? –preguntó Harry riendo.
— Para tener pruebas documentales y poder fastidiar a Sirius por un buen

rato –le contestó también riendo–. ‘Yo no bailo y jamás bailaré’ –imitó la
voz del médico–. A mi Dragón nadie puede resistírsele –declaró con
innegable orgullo.
— ¡Pues Sirius no lo hizo! –aceptó riendo aún más y se recargó en el

hombro de Severus para ver la imagen del teléfono.
~ 69 ~
La canción terminó y aunque la música siguió sonando, Sirius y Draco
volvieron a la mesa tomados de la mano en medio de los entusiastas
aplausos de los demás clientes. La sonrisa del rubio era enorme. Le había
encantado bailar con Sirius y así se lo hizo saber provocando un ligero
rubor en el médico. Antes de llegar a la mesa la mirada gris se encontró con
la castaña de Oliver y se preguntó por qué el joven lo miraría con tanta
indignación, pero no pudo dedicarle más que un segundo a ese pensamiento
porque vio a Severus sentado junto a Harry y corrió a los brazos extendidos
de su amante.
— ¡Mi amor! ¡Sí pudiste venir! –exclamó Draco antes de tomar posesión de
los labios de Severus.
Oliver se le había quedado viendo de mala manera a Draco por haber

bailado tan atrevidamente con Sirius, pero luego se quedó literalmente con
la boca abierta al ver como el rubio se arrojaba sobre un desconocido
hombre y se sentaba sobre él a horcajadas. Si había pensado que Draco se
había comportado con sensualidad con Harry y con Sirius, tuvo que aceptar
que se había equivocado de cabo a rabo. La forma en que el rubio estaba
besando, acariciando y moviéndose sobre su pareja en ese momento, sí que
era sensual y logró que el color subiera a su rostro.
— Él es Severus… la pareja de Draco. Y como podrás ver, se aman como

locos –le dijo Sirius a Oliver al oído logrando sobresaltarlo – Te dije que
no había nada entre Harry y él –lo tomó de los hombros y lo obligó a
levantarse de la silla para luego mirarlo largamente a los ojos–. ¿Ahora me
crees?
— Le creo – murmuró Oliver antes de abrazar a Sirius quien lo apresó entre

sus brazos enseguida–Discúlpeme por haberle hablado de esa forma y por
comportarme tan infantilmente.
— No hay problema.
Sirius deslizó una mano por el sedoso cabello castaño y se estremeció

como siempre le sucedía cuando lo tocaba. Oliver no dejó de notar ese
temblor y se emocionó. Se separó sólo lo suficiente para mirarlo a los ojos
y se preguntó si eso que hacía brillar tan intensamente esos hermosos
zafiros sería deseo. No estaba seguro, pero decidió averiguarlo. Trató de
~ 70 ~
que su rostro reflejara la gran atracción que sentía hacia el médico y se
mojó los labios sugestivamente esperando una reacción favorable y la logró
por completo. Vio como Sirius abría los ojos ante su acción y de sus labios
entreabiertos escapó un jadeo casi imperceptible. Ya estando más seguro de
lo que provocaba en el hombre, Oliver se atrevió a dar un paso más. Se
pegó todavía más a él y disfrutó sobremanera sentir la calidez de ese cuerpo
esbelto, pero fuerte.
El médico apretó el abrazo alrededor de la cintura del joven y su

entrepierna despertó a ese contacto de inmediato. Se ruborizó intensamente
al sentir como su miembro crecía con rapidez y sabía que eso era algo que
no podía dejarse de notar, pero fue incapaz de separarse de él. Oliver si
sintió algo, pero ese ‘algo’ fue el de su propia virilidad hinchándose de
deseo.
Sirius y Oliver se perdieron en su mutua contemplación, disfrutando de las

hermosas sensaciones que despertaban el uno en el otro y se olvidaron de
todo lo que los rodeaba. La distancia que separaba a sus labios fue
disminuyendo lentamente y dos corazones latieron desenfrenadamente al
sentir cerca el momento de conocerse y disfrutarse como habían estado
deseando durante todo el día. Ya sólo estaban a escasos milímetros de darse
el tan ansiado beso cuando Harry pasó a su lado con tanta prisa que los hizo
tambalearse y rompió la magia del momento.
— Yo… eh… –Sirius no sabía que decir ni como comportarse – ¿Quieres

bailar? –le preguntó lo primero que se le vino a la mente.
Sentía una enorme frustración porque no pudo besar a Oliver, pero por otra
parte se alegró pues no sabía que era lo que habría hecho si era rechazado.
— Claro – aceptó Oliver tratando de controlar la ira que sentía contra el

chico de ojos verdes que ya se había perdido de vista –. ‘Ya no pude
besarlo, pero al menos estaré muy cerca de él’
Y se fueron a la pista de baile tomados de la mano bajo la mirada

complacida de Cedric y Víktor que se habían dado cuenta de lo que había
pasado entre ellos.
— Ya cayó el solterón más esquivo de la ciudad – comentó Cedric feliz.
~ 71 ~
— Así parece ser – estuvo de acuerdo Víktor antes responder a una

pregunta que le hizo Severus.
El rubio por fin había dejado respirar a su pareja, pero aún estaba sentado
sobre él.
~ 72 ~
Capítulo 8: Perdóname
Harry tomó su teléfono cuando éste vibró anunciándole una llamada y vio
que era Ron el que la hacía. Se levantó apresuradamente para buscar un
lugar donde poder hablar sin tener que gritar y no se detuvo para
disculparse con Sirius y con Oliver cuando tropezó accidentalmente con
ellos. De reojo observó como sus dos guardaespaldas lo seguían fuera del
ruidoso salón y se mantuvieron a una prudente distancia cuando él se
detuvo en el pequeño vestíbulo para contestar la llamada.
— Hola, Ron – fue el saludo de Harry.
— Hola, cuñado. ¿Sabes donde está Hermione? – le preguntó el pelirrojo

sin preámbulos pues su ansiedad era mucha.
— Me parece que iba a pasar a casa de mis papás, pero no estoy seguro –
miró la hora en su reloj–¿Todavía no llega?
— No, y ya me estoy preocupando – Harry se dio cuenta que no mentía…

su voz se oía muy tensa–. No me habló en todo el día y…
— Tranquilízate – le recomendó riendo – Hermione estuvo toda la mañana

en el hospital porque Sirius revisó a un paciente suyo y luego volvió a la
clínica para su cita con Cedric y Víktor.
— ¿Estuviste con ella? ¿Viste a Lisa? –aún su voz se oía angustiada.
— Sí, y te aseguro que las dos están perfectamente bien –siguió riendo.
— ¡Qué bueno! –ya Ron pudo respirar de nuevo–. Voy a hablar a casa de
tus papás.
— Está bien – estuvo tentado en preguntarle sobre los problemas que tenía
con Hermione, pero se contuvo al recordar que Lucius le dijo que no debía
intervenir–. Pero si no las encuentras, me llamas para que te ayude a
localizarlas.
~ 73 ~
— De acuerdo. Nos vemos luego –se despidió deprisa.
— Adiós.
Harry cortó la llamada y volvió con sus amigos.
***********
A Ron ya se le había pasado el susto y la preocupación, pero aún con un
poco de ansiedad marcó a la casa de sus suegros y Bella le informó que
Hermione había salido hacía menos de 10 minutos. Ya sintiéndose más
tranquilo dejó calurosos saludos a los papás de Harry y cortó la
comunicación. Se mudó de ropa y bajó a la sala para esperar a su esposa.
Era cierto que últimamente reñían por cualquier tontería y eso lo lastimaba
sobremanera, pero aún así nada lograría disminuir el amor y deseo que
sentía por ella. Hacía más de dos semanas que no dormían juntos y
extrañaba muchísimo su cuerpo esbelto y suave. Suspirando profundamente
se dejó caer en el sofá rogando porque Hermione estuviera de humor para
hacer el amor. Su último intento de tener intimidad fue rechazado con tal
indiferencia que se obligó a estar alejado de ella para no suplicar por su
compañía y así conservar su dignidad.
Encendió el televisor para distraerse y no alimentar sus tal vez vanas

esperanzas de estar con Hermione como tanto deseaba. Le pareció eterno el
tiempo que tardó su esposa en llegar y cuando ella abrió la puerta, se quedó
sentado donde estaba aún cuando lo que más quería era correr para
abrazarla y llenarla de besos. Sus ojos azules se encontraron con los
marrones de la joven y se quedaron un largo momento sólo mirándose. Ron
concluyó que su esposa no se veía malhumorada ni cansada y una pequeña
ilusión nació en su interior.
— ¿Tienes mucho de haber llegado? –pudo al fin preguntar Hermione con

nerviosismo.
Durante todo el trayecto estuvo rogando encontrar a su esposo en casa y su

corazón se llenó de júbilo al ver que las luces de la sala estaban encendidas.
¡Ron sí estaba! Apenas controlando el temblor de su cuerpo traspasó la
puerta y se llenó los ojos con la imagen del pelirrojo. Para ella siempre
sería el hombre más guapo que existía sobre la tierra. Adoraba todas y cada
~ 74 ~
una de las pecas de su rostro… le fascinaba su encendido cabello rojo y su
cremosa y suave piel blanca la enloquecía. El sólo contemplarlo hizo que
toda la desventura se desvaneciera de su corazón. Ron estaba en casa, con
ella, y eso era todo lo que le importaba.
— Media hora –le contestó Ron levantándose–. Dame a Lisa. Yo la llevó a

su cama –le quitó a la pequeña de los brazos que ya dormía profundamente.
— Gracias –fue todo lo que pudo contestarle la chica antes de que el

pelirrojo desapareciera por las escaleras.
Hermione llenó de aire sus pulmones y levantó la barbilla con desafío al

recordar las palabras de Oliver. No iba a permitir que Pansy Parkinson le
arrebatara al amor de su vida. ¡Por supuesto que no! Estaba dispuesta a
luchar con uñas y dientes por Ron y no dejaría que nadie se interpusiera
entre ellos. Se puso a pensar que debía hacer a continuación.
‘La cena romántica’ –se dijo decidiendo seguir el consejo de Sirius y

corrió al bar.
Sacó una botella de vino que puso a enfriar en una coctelera a la velocidad
del rayo y luego se fue a la cocina. Abrió el refrigerador y miró su
contenido con ojo analítico. Le sobraron algunos de los ingredientes con lo
que había preparado la cena del día anterior, pero enseguida desechó la
idea… iba a tardar mucho tiempo en preparar los platillos. Decidió hacer
una crema de verduras que no iba a tardar más de 10 minutos en cocinar y
también un poco de pollo asado. Se mordió una uña mientras pensaba con
qué acompañarlo. Estaba tan inmersa en sus pensamientos que no escuchó
cuando Ron bajó. El pelirrojo se quedó en la puerta de la cocina mirando a
su esposa correr de un lado a otro y se sorprendió un poco. A Hermione le
gustaba la cocina, pero generalmente no tenía tiempo para meterse en ella.
— ¿Quieres que te ayude? – preguntó el chico haciendo que Hermione

saltara.
— Yo… pues… – ella titubeó un poco – … ¿podrías poner la mesa, por

favor?
— Claro.
~ 75 ~
Ron salió sorprendido y preguntándose qué era lo que estaba pasando ahí.
Hermione le habló en tono muy dulce y no le había ordenado, como era su
costumbre, que pusiera la mesa. ¡Se lo había pedido por favor! Ron volvió
a sorprenderse cuando vio la botella de vino enfriándose.
— ¿¡Celebramos algo!? –le gritó mientras sacaba la vajilla y la acomodaba

en la mesa.
— ¡Algo así! –le contestó ella de igual manera mientras ponía en

funcionamiento la estufa.
El pelirrojo se esforzó en recordar la fecha y suspiró con alivio al saber que

no era su aniversario. ¡Hermione lo mataría si llegaba a olvidarlo! En
tiempo récord Hermione tuvo lista una cena ligera, pero riquísima que hizo
que el estómago de Ron rugiera. Los dos se sentaron a la mesa y cuando
estaban por comenzar a comer, la joven se levantó y prendió un par de
velas. Luego apagó la luz del comedor dejando sólo una tenue iluminación
que era muy romántica.
— Para estar más a gusto –dijo ella en tono bajo y sensual.
— Sí, tienes razón. Así es más agradable –le contestó Ron con voz ronca.
La garganta se le había secado de la emoción. ¡Hermione estaba de

excelente humor! Comió con entusiasmo al comprender que ahora sus
posibilidades de hacer el amor con su esposa estaban muy por encima del
nivel normal y se encomendó a la tarea de mantener la copa de Hermione
siempre llena… un poco de ayuda no le vendría nada mal. No fue sino
hasta que terminaron de cenar y con la botella de vino casi vacía que cayó
en la cuenta que él había llevado el peso de la conversación. Hermione le
había preguntado sobre su trabajo y lo escuchó atentamente y sin
interrumpir. Sólo hubo algunas exclamaciones por parte de la chica y eso lo
tenía completamente confundido. Siempre que platicaba con su esposa de
su trabajo, salía regañado y obviamente sin ganas de volver a decirle nada,
pero esta vez fue completamente diferente pues Hermione realmente se
veía interesada en lo que decía.
Dieron cuenta de las últimas gotas de vino y Ron insistió en levantar la

mesa mientras que Hermione subía a ver a la niña antes de irse a dormir. El
~ 76 ~
pelirrojo se apresuró a lavar la vajilla para alcanzar a su esposa… no quería
que se quedara dormida antes de que él llegara. Se dijo que tal vez no fue
buena idea emborracharla pues la chica subió las escaleras tambaleante y
riendo tontamente. Se secó las manos con prisas y corrió hasta su recámara.
Se sintió desalentado al ver la cama vacía y se sentó en ella, pero no estuvo
mucho tiempo con ese ánimo. Escuchó como Hermione tarareaba una
canción dentro del baño y se apresuró a apagar la luz dejando sólo una
pequeña lámpara prendida al lado de la cama. Se quitó la ropa a tirones
cuando escuchó que la chica estaba a punto de salir del baño y se aventó a
la cama.
Ron se quedó con la boca abierta al ver a su esposa. Ella llevaba una breve,
más bien una brevísima bata transparente sobre también una minúscula
ropa interior. Al pelirrojo se le fue la respiración cuando la joven se quedó
parada unos segundos dejándose admirar para luego caminar sensualmente
hasta la cama con una expresión en el rostro que hizo que su corazón latiera
más rápido. Hermione se subió a la cama con movimientos felinos y se
puso sobre su esposo. Las manos de Ron inmediatamente rodearon la
cintura de la chica y la puso sobre su cadera en la posición exacta para que
se diera cuenta del estado de excitación en que estaba. Hermione levantó
una mano y se quitó el broche que sostenía su cabello. Ella estaba
conciente de que su alborotado cabello era lo menos atractivo que tenía,
pero a Ron le encantaba enredar sus dedos en él mientras hacían el amor.
Hermione ensayó algunos movimientos sensuales sobre la cadera de Ron y

fue recompensada cuando fue jalada hacia los labios entreabiertos de su
esposo. Se hundió de inmediato en esa cálida cavidad que no había probado
desde hacía mucho tiempo y se sintió de nuevo completa… lo había
extrañado demasiado. Ron la abrazó con fuerza disfrutando enormemente
sentir esa suave piel contra la suya. Sus manos vagaron por la espalda de su
esposa antes de bajar hasta los redondos glúteos y los acarició con avaricia.
Hermione se tendió por completo sobre Ron y no opuso ninguna resistencia
cuando él se giró para quedar sobre de ella. Los besos y caricias
continuaron sin cesar y muy pronto la minúscula ropa interior de la chica
fue un estorbo. El pelirrojo se deshizo de ella con los dientes para luego
llenarse los ojos con la figura perfecta de Hermione. Delineó con la lengua
la pequeña herida que la joven tenía en el abdomen y que no lo había
dejado ver por mucho tiempo alegando que era horrible, pero Ron la
~ 77 ~
amaba. Esa cicatriz era lo que le había permitido seguir teniendo a su
pareja a su lado y también ser padre.
En un nuevo cambio de opinión, Ron se felicitó por haberle dado de beber

ya que Hermione se estaba entregando como no lo había hecho desde hacía
mucho tiempo. Lo estaba acariciando con fuego en las manos, murmuraba
su nombre en forma fascinante y lo estaba llenando de un sinfín de ‘Te
amo’ Cuando por fin se unieron en uno, Hermione lo llevó directamente al
paraíso con un salvaje ritmo que lo dejó exhausto, pero con el corazón
lleno de gozo y amor.
— ¡Cielos! – exclamó Ron cuando pudo hablar–. Eso… fue… estupendo.
— No, fue más que eso – Hermione capturó sus labios y lo besó
apasionadamente–. Fue total y completamente maravilloso – hizo que la
mirara a los ojos–. Te amo, Ron –le dijo con innegable sinceridad–. Te amo
con todas las fuerzas de mi corazón y no quiero perderte –los ojos marrones
derramaron muchas lágrimas – Me moriría si te fueras de mi lado.
— Yo también te amo, Hermione –bebió las gotas saladas con devoción–. Y

también me moriría si te perdiera.
— ¡Perdóname! –escondió el rostro en el húmedo pecho–. ¡Perdóname, por

favor!
— ¿Perdonarte por qué? –ahora fue su turno de hacer que lo mirara.
— Por hacerte sentir tan mal –su rostro enrojeció–. Me he portado terrible
contigo. Siempre te estoy gritando y exigiéndote que hagas las cosas a mi
manera. ¡Lo lamento tanto! –se colgó de su cuello–. Pero te prometo que
voy a cambiar –dijo deprisa–. Ya no te gritaré ni…
— Pero yo no quiero que cambies, mi amor –la hizo callar con un tierno
beso–. Me enamoré de ti por lo que eres y como eres. No niego que a veces
eres… desesperante… –rió para restarle importancia a la palabra–. … pero
así es como me gustas –deslizó una mano por las sonrojadas mejillas para
borrar todo rastro de lágrimas–. Eres tan inteligente, tan madura y tan…
~ 78 ~
hermosa –le besó la punta de la nariz–. Te amo y siempre te amaré,
Hermione.
— ¡Oh, Ron! –lo abrazó con fuerza–. Gracias por darme tu amor a pesar de
hacerte tan infeliz.
— No vuelvas a decir eso –la miró ceñudo haciendo que a Hermione se le

encogiera el corazón al pensar que lo había hecho enojar–. He sido más
feliz a tu lado de lo que jamás imaginé –hundió el rostro en el estómago de
la joven y ella se estremeció de placer al sentir una juguetona lengua iniciar
un nuevo juego erótico–. Y sé que será así por el resto de nuestras vidas.
— Te amo, Ron… te amo –decía Hermione sin parar y no dejó de decirlo

hasta que terminaron una nueva unión.
Cuando ya descansaban uno en los brazos del otro, Hermione besó la

húmeda cabellera roja y se acomodó lo mejor que pudo para entregarse al
sueño. Estuvo tentada en preguntarle por Pansy, pero al final no lo hizo
porque no quiso echar a perder esa maravillosa noche de reconciliación.
Ron la tocó con infinita devoción y la había amado apasionadamente.
Decidió que sí iba a cambiar a pesar de que el pelirrojo le había dicho que
no lo hiciera pues sabía que si continuaba con su horrible actitud lo
perdería y eso en verdad no lo soportaría. Lo amaba tanto que se volvería
loca si Ron llegaba a abandonarla. Por fin se quedó dormida con una
enorme sonrisa de felicidad que era idéntica a la que tenía dibujada su
esposo en los labios.
***********
— ¿Y tú donde andabas? – le preguntó Draco a Harry cuando el moreno se
sentó a su lado.
El rubio ya se había quitado de encima de Severus, pero lo tenía tomado de

la mano.
— Salí al vestíbulo para hablar con Ron –le contestó antes de tomar un
trago de su bebida–. Está preocupado porque Hermione aún no llega a su
casa
~ 79 ~
— ¿Y eso? –se sorprendió pues sabía que la despeinada chica siempre
llegaba temprano a su hogar.
— Creo que iba a pasar a casa de mis papás para saludarlos –sus ojos verdes
miraron sorprendidos como Sirius bailaba muy pegado a Oliver–. ¿Pero
qué diablos le pasa esta noche a mi padrino?
— Sí que está raro –el rubio rió con ganas–. Primero baila conmigo como
nunca imaginé y ahora lo está haciendo con Oliver.
— ¿Estará ebrio? –preguntó también riendo, pero luego se puso serio–.

Acompáñame al baño –y se levantó sin esperar contestación.
Draco se disculpó con Severus y siguió al chico moreno a los servicios. Vio
con extrema diversión como su amigo revisaba los compartimientos para
asegurarse que estaban solos.
— Pues Sirius no es el único que está raro esta noche, ¿eh? –dijo el rubio
riendo mientras se recargaba en una pared–. ¿Qué te traes? ¿Por qué tanto
misterio?
— Draco… –hizo una pausa mientras se ponía junto a él–. … ¿te siguen
vigilando?
— ¿Vigilando? –se mostró confundido, pero pronto comprendió–. ¡Ah! ¿Te

refieres a la guardia que nos pusieron esos pesados del gobierno? –el
moreno asintió con la cabeza–. Pues sí –aceptó con fastidio–. No puedo
negar que son muy discretos, pero lo hacen las 24 horas del día. ¿Pero por
qué lo preguntas?
— Es que convencí a Lucius para que me la quitara mientras me trasladaba

de un lugar a otro.
— Pues te felicito. Severus ni siquiera quiere oír mencionar algo al

respecto. Creo que aún teme que Blaise Zabini se me acerque e intente
extorsionarme de nuevo –luego bajó su tono de voz–. No estoy seguro,
pero pienso que pide informes de mí cada media hora –rió divertido–. ¡Es
un exagerado!
~ 80 ~
—No, no lo es –se sonrió–. Es que tienes todo loquito a ese hombre. Se
muere de amor por ti.
— Es lo mínimo que merezco –alzó la barbilla con arrogancia–. Pues él me

tiene en el mismo estado –suspiró profundamente–. ¡Ay, Harry! No te
imaginas cuánto amo a Severus.
— Me doy una idea –su sonrisa se amplió ante su expresión amorosa.
Realmente estaba muy feliz por el rubio. Hacía casi dos años que vivía con
Severus y juntos habían sorteado con éxito las dificultades que sus tan
diferentes personalidades les habían planteado. Por ejemplo, a Draco
siempre le había fascinado bailar y su forma de hacerlo le trajo muchas
discusiones con Severus que no soportaba que alguien más lo tocara, pero
al comprender que el joven no lo hacía con ocultas intensiones logró
enterrar sus celos y ahora disfrutaba viéndolo bailar con otros. El rubio
también tuvo que ceder en muchas cosas y una de ellas fue dejar que su
pareja trabajara a su gusto y a su ritmo. Cuando Severus se sumergía en una
lectura o se encerraba en su despacho para escribir podían pasar días sin
que le prestara la menor atención. Esos distanciamientos lo habían
lastimado sobremanera y sufrió durante mucho tiempo hasta que
comprendió que Severus realmente amaba lo que hacía y que no tenía
ningún derecho a tratar de distraerlo para que le dedicara más atención. Lo
dejó realizar su trabajo en un ambiente tranquilo y sin sobresaltos, pero
luego aprovechaba al máximo los escasos descansos que tenía el hombre.
— ¿Pero a qué viene la pregunta de la vigilancia? –preguntó Draco

regresando al primer cuestionamiento de Harry.
— Es que hace rato me siguieron –el rubio levantó las cejas sorprendido–.
Al principio pensé que esos hombres habían desobedecido las órdenes de
Lucius y que aún me estaban persiguiendo por toda la ciudad, pero les
hablé por teléfono y les dije que nos veríamos aquí. El que me contestó me
dijo que estaba bien y eso me confirmó que era alguien más quién me
seguía.
— ¿Estás seguro de que te estaban siguiendo? –el moreno asintió con la

cabeza–. ¿Y no podrías haberte equivocado? –levantó las manos para
~ 81 ~
acallar las protestas de su amigo–. No te estoy diciendo que no te crea,
¿vale?
— Está bien –por un breve instante se sintió molesto con su amigo.
— ¿Y cuántos eran?
— Sólo uno –informó después de meditar un instante–. Giré en una calle a

la derecha y él también lo hizo. Luego di una vuelta rápida a la izquierda y
como todavía andaba tras de mí, decidí despistarlo. Me metí en la autopista
y ahí pisé el acelerador hasta el fondo –se echó a reír repentinamente–. ¡Te
juro que comprendo porque Oliver casi besa el suelo en cuanto se bajó y
también porque nunca volverá a subirse a mi auto! Hacía mucho tiempo no
conducía tan rápido. Tomé un retorno a casi 200 km. y aún me estoy
preguntando como fue que no volcamos.
— ¡No vuelvas a hacer una cosa así nunca más, Harry! –lo regañó Draco
muy asustado–. ¡Pudiste lastimarte! –abrazó con fuerza al moreno que no
despreció la muestra de cariño del rubio.
— No te preocupes –limpió con ternura una lágrima que escapó de los ojos
grises–. No me pasó nada y lo mejor de todo es que perdí a ese tipo.
— ¿¡Cómo diablos quieres que no me preocupe!? –dio una pequeña patada

en el suelo–. Sé que manejas extraordinariamente bien, pero…
— Pero nada –lo cortó y enmarcó el blanco rostro con sus manos–. Te estoy
contando esto porque te tengo confianza y necesitaba que alguien más lo
supiera, no para que te preocuparas, ¿está bien? –el rubio asintió sabiendo
que no valía la pena decir nada más, Harry podía ser muy obstinado cuando
se lo proponía–. No voy a comentarle nada de esto a Lucius porque sé que
me mandaría la guardia de tiempo completo y tampoco quiero que ni Sirius
ni Severus se enteren porque de inmediato se lo dirían a mi papá y al tuyo y
entonces si que ya no me libraría de esos tipos el resto de mi vida. ¿Me
prometes que guardarás el secreto? –suplicó y lo miró de esa manera que
sabía Draco no podía resistir.
~ 82 ~
— ¿Pero sí ese tipo es peligroso? –los ojos grises se llenaron de angustia–.
¿Y si lo que busca es lastimarte?
— No sé quién sea ni tampoco si es peligroso o no, pero no podrá tocarme

un solo cabello, te lo prometo –volvió a poner cara de cordero degollado–.
No le dirás nada a Severus, ¿verdad?
— A Severus no, pero a mí sí –terció una voz asustando a los chicos que se
separaron con rapidez.
Si Cedric no supiera lo que los corazones de esos dos jóvenes guardaban

habría caído en el mismo error que Oliver y se habría imaginado que
estaban sosteniendo un furtivo encuentro amoroso. Harry y Draco tenían
una manera de comportarse tan íntima y tierna que a veces lo confundía.
Esa forma de tocarse y mirarse a los ojos lo habían llevado a preguntarse si
sus amigos no estarían enamorados secretamente, pero luego descartaba la
idea como ridícula cuando los veía con sus respectivas parejas.
Simplemente el inmenso amor que reflejaban sus ojos no podía ser un
engaño.
— A ver, confiesen par de canallas – Cedric se puso frente a ellos con las
manos en la cintura y disfrutó con sus todavía asustadas facciones–. ¿Qué
es lo que no debe saber el bueno de Severus?
— N-nada, n-nada –tartamudeó Harry y huyó descaradamente dejando a

Draco a merced de un implacable Cedric que logró sonsacarle parte del
secreto.
Draco salió del baño maldiciendo en voz baja la actitud de Harry y miró al
moreno de mala manera cuando se sentó a su lado.
— ¡Pero qué maldito eres! –le dijo Draco a Harry en el oído–. ¡Me dejaste
solito con el chismoso de Cedric!
— Es que si me quedaba me hubiera hecho confesarle hasta lo que

desayuné esta mañana –Draco rió en contra de su voluntad–. Yo no sé
cómo le hace, pero siempre que me interroga acabo diciéndole todo aún
cuando no quiero –se levantó deprisa cuando vio que Cedric ya regresaba y
~ 83 ~
se dirigía hacia él–. ¡Ya me voy! –exclamó en voz alta y se despidió de
todos con rapidez.
Harry salió corriendo de la discoteca y no fue sino hasta que ya estaba

rumbo a su casa que se dio cuenta que no se había despedido ni de Sirius
ni de Oliver.
‘Después me disculparé con ellos’ –pensó sintiéndose aliviado de haber

podido huir del interrogatorio de Cedric.
Cedric observó pensativo la apresurada salida de Harry. No había sido su

intención espiar a sus amigos, pero como se detuvo un momento fuera del
baño para amarrarse una agujeta, logró captar la seriedad en la voz del
moreno y, aunque no entendió una sola palabra, no le dio buena espina.
Generalmente Harry era muy alegre y era muy raro que hablara de esa
forma. Luego la renuencia de Draco de decirle lo que estaba pasando le
confirmó aún más que algo andaba mal. Le parecía muy tonto que Harry no
quisiera que Severus se enterara que corrió como desquiciado por la
autopista cuando todo el tiempo conducía de esa manera. En ese momento
Víktor reclamó sus labios y de su mente desapareció todo pensamiento
coherente.
~ 84 ~
Capítulo 9: Te amo
¿Cuánto tiempo llevaban bailando? No lo sabía, pero es que en el paraíso
no existía el tiempo, ¿no es verdad? Se preguntaba Oliver mientras se
movía entre nubes de algodón. Se apretó un poco más contra el cuerpo de
Sirius apenas conciente de que la música que se oía en ese momento no era
la adecuada para bailar de esa manera, pero en realidad no le importaba.
Estaba muy, muy cerca del médico y eso era todo lo que le interesaba. Una
amorosa mano no había dejado de acariciar su cabello desde que
comenzaron a bailar y estaba asombrado de que esa simple caricia lo
transportara a un mundo pleno de felicidad. Cuando Sirius lo alejó de su
pecho protestó airadamente y miró enojado al hombre que sólo le sonrió.
— Nos llaman – le murmuró al oído haciendo estremecer a su pareja de

baile.
Como Oliver en verdad no quería perder la cercanía de Sirius, lo acompañó

hasta la mesa aferrando su cintura y ni siquiera se puso a pensar que los
demás considerarían su actitud muy extraña.
— Ya nos vamos, Sirius –le informó Severus antes de mirar con lujuria mal
disimulada a Draco que le correspondió el gesto a plenitud–. Tenemos
cosas muy importantes que hacer en casa.
— Nosotros también nos retiramos – secundó Víktor levantándose de la

mesa junto con Cedric – ¿Ustedes van a quedarse?
— No. También nos vamos –dijo Sirius y a Oliver se le derrumbó el mundo.
¡No era justo! Llevaban en ese lugar apenas una hora y no quería volver a
la clínica tan pronto. Estaba a punto de rogarle a Sirius que se quedaran
aunque fuera sólo unos minutos más, pero no pudo hacerlo porque el
médico lo dejó para ir con Severus que le hacía señas para que se acercara a
él. No teniendo otro remedio que dejar sus súplicas para más tarde, Oliver
tomó su trago y se lo bebió sin perder de vista a Sirius. Vio con suma
curiosidad como el color inundaba el rostro del médico por algo que le
mostraba su amigo en un teléfono celular y se sorprendió muchísimo
cuando trató de quitarle el aparato, pero Severus fue más rápido y lo ocultó
~ 85 ~
tras su espalda. Hubo muchos forcejeos y maldiciones dichas en voz alta
por parte de Sirius, pero no consiguió hacerse del teléfono. Víktor, Cedric y
Draco se estaban muriendo de risa, pero él seguía sin comprender lo que
estaba sucediendo. Sirius miró de mala manera a Severus antes de regresar
con Oliver. Tomó al muchacho de la mano y sin darle oportunidad de
hablar, lo hizo caminar delante de las otras dos parejas.
Una vez afuera de la discoteca Sirius se giró y se paró frente a Severus de

forma por demás amenazadora.
— Te juro que si no borras eso, te arrepentirás – dijo Sirius muy serio y

apretó los labios cuando Severus soltó una sonora carcajada.
— Mañana mismo te lo enviaré en un correo electrónico y no dudes que

también se lo haré llegar a algunas ‘amistades’ que disfrutarán mucho con
él –fue la burlona contestación.
— ¡Pero todo esto es tu culpa, Draco! –Sirius miró al rubio que puso cara de
inocencia.
— ¿¡Mi culpa!? – abrió mucho sus ojos grises.
— ¡Sí! ¡Tu culpa! – siguió acusándolo – ¡Si no bailaras de esa forma yo no

me vería como si estuviera…!
— ¡Hey! ¡Hey! – lo cortó con seriedad, pero en realidad no estaba molesto

– ¡Yo no te pedí que bailaras conmigo! Tú solito caíste en mis garras –le
obsequió una sonrisa muy sensual – Y ahora no vas a negar que lo
disfrutaste tanto como yo, ¿verdad, Sirius? –dio dos pasos hacia el médico
que sólo atinó a abrir desmesuradamente sus ojos azules cuando el rubio le
pasó los brazos por el cuello–. Porque sé que lo hiciste –le murmuró al
oído, pero lo suficientemente alto para que todos lo escucharan.
Oliver estaba que se moría de celos y apenas se estaba conteniendo para no

arrancar a Sirius de los brazos del rubio. Y para colmo, la ira que hervía en
su pecho se intensificó cuando los otros sólo se dedicaron a reír ante la
expresión aturdida de Sirius.
~ 86 ~
— Ya deja en paz a Sirius, amor –Severus separó a su pareja del médico
aún ahogado en risa–. Si sigues asustándolo no volverá a bailar contigo y
en verdad necesito más videos.
— ¡Son un par de… de…!
Sirius no podía articular palabra. Estaba muy nervioso porque sabía que
Draco era capaz de hacer todo lo imaginable e inimaginable para bromearlo
y era todavía más peligroso con Severus alentándolo. No quería que Oliver
llegara a conclusiones erróneas y volviera a enojarse con él.
— Soy un degenerado, Sirius – ronroneó el rubio lamiéndose los labios con

lujuria – Y si quieres comprobar hasta qué grado, ya sabes donde
encontrarme
El rubio alcanzó a guiñarle un ojo antes de que Severus lo arrastrara hasta

su auto. De hecho Severus salvó a su pareja de Oliver porque un segundo
más y éste lo habría molido a golpes. El joven estaba temblando de rabia,
pero sobre todo de celos y sólo dejó de apretar los puños cuando el auto de
la pareja desapareció por la calle. Jamás imaginó que ese sentimiento fuera
tan fuerte como para querer destrozar con sus propias manos a aquel que se
había atrevido a acercarse de manera tan provocativa a Sirius no sólo una,
sino dos veces esa noche. Era totalmente desquiciante ver ese esbelto
cuerpo tan cerca del médico y no pudo tranquilizarse sino hasta 10 minutos
después cuando ya iba sentado junto a Sirius en su auto.
Víktor y Cedric no hicieron la menor mención del comportamiento de

Draco cuando se despidieron de ellos y Sirius se los agradeció en el alma.
Aún sentía la cara ardiendo de vergüenza y el enfado que evidenciaba
Oliver no lo hacía sentir mejor. Una vez en el auto trató de explicarle lo
que había sucedido, pero el chico se sumió en un terco silencio que lo hizo
sentirse terriblemente desdichado. No quería que la maravillosa noche en
que por fin había sostenido a su amado tan cerca de su cuerpo terminara así
y decidió ir a su casa para poder platicar con calma. No sabía cuándo
Hermione iba a permitirle volver a verlo y él necesitaba aclarar las cosas
con Oliver. No le dijo al joven su destino y esperó que no se enojara aún
más cuando se diera cuenta que no iban a la clínica.
~ 87 ~
Oliver iba tan enfrascado tratando de tranquilizarse que ni siquiera miraba
por la ventanilla del auto y no fue sino hasta que Sirius atravesó la reja que
circundaba su casa que salió de su ensimismamiento.
— ¿Dónde estamos? – cuestionó Oliver mirando a su alrededor.
— En mi casa – le contestó mientras estacionaba el auto – Pensé que no nos

vendría mal una copa antes de llevarte a la clínica – le sonrió con
indecisión – ¿Te gustaría entrar? – y esperó con ansiedad una respuesta
afirmativa que nunca llegó – Sé que debí preguntarte antes, pero…
— Me encantaría.
El muchacho se bajó del auto deprisa pues no quería que Sirius se

arrepintiera de su invitación. El médico abrió la puerta de su hogar y Oliver
vagó por el vestíbulo con curiosidad. No le extrañó ver que la decoración
era exquisita y que todos los artículos que se encontraban ahí eran muy
finos. Él no era un experto en arte, pero pudo reconocer dos pinturas de
colección.
— Es muy hermosa su casa, doctor – dijo Oliver admirando una hermosa

miniatura.
— Llámame Sirius, por favor – le pidió el médico y el joven se giró

sonriendo.
Las palabras que ya tenía listas se le atoraron en la garganta cuando se miró

en esos tristes ojos azules y casi corrió hasta donde estaba el médico para
borrar, de la forma que fuera, esa expresión que le partía el alma. Sirius lo
recibió con los brazos abiertos y lo abrazó con fuerza durante largos
instantes antes de comenzar a hablar.
— No te enfades por lo que hizo Draco… –apenas se contuvo para no decir

‘mi amor’–. Durante todo el tiempo que llevo de conocerlo me ha acusado
de ser un mojigato sin remedio y siempre busca la forma de avergonzarme
–lanzó un largo suspiro lleno de frustración–. Le he pedido muchas veces
que no juegue conmigo de esa manera, pero su única contestación son
guiños y besos lanzados al aire. Al principio me sentía muy nervioso de
que Severus quisiera romperme la cara debido a esto, pero cuando me di
~ 88 ~
cuenta que eso no iba a suceder y que la pareja de Draco comprendía el
juego, decidí ignorar a ese niño –enmarcó con sus manos el rostro de
Oliver–. Todo lo que acabas de ver y escuchar es sólo un tonto juego. ¿Me
crees? –le preguntó en tono de súplica.
— Te creo, Sirius –le contestó Oliver con voz ronca.
El tono de su voz, la forma tan exquisita en que su nombre se deslizó por

esos apetecibles labios rojos, la increíble expresión que tenían esos
hermosos ojos cafés, el terrible miedo que sintió al pensar que tal vez el
joven se hubiera enojado de nuevo con él… todo… todo se conjuró para
que el corazón de Sirius latiera como nunca y que el amor que sentía se
desbordara sin ninguna posibilidad de detenerlo. Cuando acortó la distancia
entre sus labios y los entreabiertos que tenía frente a él, ya el médico era
incapaz de pensar. Lo único que anhelaba en ese momento era conocer el
sabor de los labios de Oliver. Tal vez si se le hubiera ocurrido que su
caricia sería rechazada se habría detenido, pero como no fue así, su rostro
siguió su camino hasta que tomó posesión de la boca de Oliver.
El muchacho vio entre sueños cómo Sirius se acercaba con las claras
intenciones de besarlo y contuvo la respiración. Desde el mismo instante en
que lo conoció estuvo deseando sólo esto y se adelantó para ir a su
encuentro. No iba permitirle que se arrepintiera de besarlo. Algo explotó en
el interior de los dos cuando sus labios por fin se encontraron. Oliver tuvo
que sujetarse de los anchos hombros de Sirius porque sintió como sus
piernas se doblaban de emoción y el médico tuvo que hacer acopio de toda
su fuerza de voluntad para mantener ese beso en una suave caricia. Un
deseo feroz lo envolvió como una llamarada ardiente y logró controlarse
sólo hasta que Oliver le brindó el acceso a su húmeda boca. La cordura
definitivamente huyó de Sirius cuando su lengua se encontró con su
contraparte y sin poder esperar más para conocer el deseable cuerpo que
tenía entre sus brazos, deslizó las manos hacia las estrechas caderas para
acercarlo aún más a él. Oliver abrió mucho los ojos cuando sintió la dura
virilidad de Sirius y con su lengua lo invitó a que lo besara de verdad. Él
tampoco podía pensar en nada más que en el hombre que lo estaba llevando
con rapidez a ese punto de no retorno, pero un fugaz recuerdo lo hizo
comparar este extraordinario momento con otro vivido hacía algunos meses
~ 89 ~
con otro hombre y se dijo que definitivamente no había punto de
comparación.
El aliento que invadía su interior en ese momento era fresco, muy diferente
al caliente y nauseabundo que había profanado su boca. Las manos que
ahora se deslizaban por su trasero eran firmes en sus caricias, pero no rudas
como las otras. Los ojos azules tenían dilatadas las pupilas de deseo, pero
no de malsana lujuria como aquellos duros y desagradables ojos negros que
lo habían ofendido con una sola mirada. Cuando los labios abandonaron su
boca y se dirigieron a su cuello, se arqueó de placer y ofreció más piel para
acariciar. Los malos recuerdos definitivamente huyeron de él cuando una
hermosa proposición fue susurrada en su oído y la piel se le erizó de
emoción.
Sirius esperó con el alma en un hilo la contestación del joven y se preguntó

si no estaría actuando precipitadamente. Era cierto que lo conocía desde
hacía tres semanas y lo amaba con locura, pero Oliver apenas lo había visto
por primera vez esa mañana. El corazón se le llenó de dicha cuando el
joven aceptó su propuesta totalmente ruborizado. Todavía lo besó y
acarició un poco más antes de tomarlo de la mano y conducirlo a la planta
alta hasta su recámara. Entraron en ella y Oliver se afanó en ahuyentar los
nervios que de pronto se apoderaron de él. El médico le gustaba y mucho,
pero ya no estaba tan seguro de querer tener sexo.
Sirius percibió de inmediato sus nervios y sonrió con tristeza, pero entendía
su reacción. El chico había sido heterosexual toda su vida y sabía que era
un gran impacto para él desear compartir intimidad con otro hombre. Se
sentía tan feliz de haber podido besarlo y tocarlo como siempre anehló que
estaba dispuesto a esperar el tiempo que fuera necesario hasta que estuviera
completamente seguro de querer estar con él. Así que aunque lo que más
quería era besarlo desde la punta de los cabellos hasta los pies, lo único que
hizo fue abrazarlo con brevedad mientras depositaba un ligero beso en la
tersa mejilla.
— Ven, quiero mostrarte algo –dijo Sirius y tomó una temblorosa mano que
lo hizo enternecer.
Abrió el ventanal que tenía la habitación y llevó a Oliver a un balcón.

Desde ahí tenían una magnífica vista de un jardín perfectamente cuidado.
~ 90 ~
— Acabo de mandar hacer esa fuente –señaló la construcción hecha con
mármol blanco y que tenía a un elfo como principal adorno.
— Es muy bonita –aceptó Oliver agradeciéndole en silencio que no tratara

de meterlo en su cama a toda prisa.
— La adoro –dijo Sirius suspirando y se quedó callado un momento–. Iré

por el trago que te prometí. No tardo nada –y en verdad no lo hizo.
Ya con dos copas en la mano, los dos comenzaron a platicar como lo

habían hecho durante la comida de ese día y Oliver se relajó lo suficiente
para saber que sí quería tener relaciones sexuales con Sirius en ese preciso
instante. Una vez que los nervios se esfumaron, el deseo apareció con
nuevo ímpetu haciendo que su virilidad creciera al imaginarse lo
maravilloso que sería sentir esas grandes y suaves manos recorrer toda su
piel sin ropa que les estorbase. Cerró los ojos al evocar las eróticas
imágenes que habían llenado su mente cuando estaban examinando las
radiografías en ese cuarto semi oscuro y supo que todas esas locuras
podrían cumplirse en ese mismo instante. Sabía que él debería dar el primer
paso y antes de que un nuevo ataque de nervios lo asaltara, tomó de la
mano a Sirius y lo hizo volver a la habitación. Vio cómo se sorprendía ante
su acción, pero lo siguió sin oponer resistencia.
Oliver lo llevó cerca de la enorme cama que pedía a gritos que se le diera
un buen uso y él estaba dispuesto a hacerlo. Se acercó al médico con el
deseo brillando en sus ojos cafés y le rodeó el cuello con los brazos antes
de comenzar a besarlo con verdadera necesidad. A Sirius sólo le tomó un
segundo comprender las intenciones de su amado y le correspondió con
ferocidad. Cuando estaba a punto de empujarlo sobre la cama, un momento
de lucidez lo hizo separarse y mirar con fijeza al joven.
— ¿Estás seguro de querer hacer esto, Oliver? – le preguntó con la voz

ronca por el intenso deseo que ya corría por sus venas como lava ardiente.
— Sí, ¿y tú? – le preguntó con coquetería.
— Como no tienes una idea – le contestó antes de hacer que se recostara

sobre el suave colchón.
~ 91 ~
La tarea de desnudar a Oliver fue algo que Sirius en verdad disfrutó. Pensó
que estaba en uno de sus inagotables sueños en los que por fin tenía acceso
a su cremosa piel blanca y rogó no despertar jamás. Cuando al fin pudo
acariciar a plenitud todo el cuerpo de su joven amando los ojos se le
llenaron de lágrimas y Oliver vio con curiosidad como una pequeña
lágrima se deslizaba por la tersa mejilla. No preguntó nada y se dio a la
tarea de beber las siguientes gotas saladas que emergieron de los ojos
azules. Hizo que Sirius se subiera a la cama, lo recostó y fue su turno de
desnudarlo. Contuvo la respiración al ver el magnífico cuerpo del médico.
Él estaba acostumbrado a ver cuerpos fuertes y en perfecta forma porque
compartía los vestidores con sus compañeros de equipo, pero ninguno de
ellos podía compararse con el de Sirius. Aún cuando no era atlético en
extremo, tenía perfectamente marcado el abdomen y la forma en que sus
fuertes piernas se desprendían de la hermosa cadera, lo hizo perder el
aliento. Le fascinó la fortaleza de su pecho y de sus hombros, la suave
aspereza de su incipiente barba cuando se inclinó a lamer su cuello, pero lo
que definitivamente terminó por enloquecerlo fue la visión de su enorme
miembro erguirse con orgullo.
Nunca se habría imaginado estar en una situación como ésa, pero cuando se
sumergió en la húmeda entrepierna de Sirius supo que estaba haciendo lo
correcto. Jamás había sentido tal plenitud al estar con una mujer y casi
como si alguien se lo dijera al oído, supo que no podría volver a estar con
ninguna nunca más. De hecho sabía que no podría estar con alguien que no
fuera Sirius Black. Sonrió interiormente al sentir como el hombre enredaba
los dedos en su cabellera castaña para marcarle el ritmo y se emocionó
muchísimo cuando escuchó sus exclamaciones de placer. Se dedicó a
arrancarle más jadeos y suspiros al recorrer la larga extensión de su
virilidad una y otra vez. Estaba disfrutando tanto con eso que se preguntó
que sentiría cuando la verdadera unión llegara.
Sirius apartó a Oliver cuando sintió que no podría aguantar más y reclamó
sus labios. El joven le correspondió con frenesí y entonces fue su turno de
recostarlo en la cama. Recorrió su cuerpo con besos húmedos hasta llegar a
la despierta virilidad. Oliver abrió mucho los ojos cuando sintió como era
devorado y movió las caderas con desesperación buscando más y más
placer. Sirius dudó en complacerlo, pero al final se decidió… ya llegaría su
turno para descargar su doloroso deseo. Fue un momento sublime para los
~ 92 ~
dos cuando Oliver explotó en la boca de Sirius. El hombre bebió la salada
semilla con verdadera devoción y aún se entretuvo un largo instante
torturando al chico al seguir besando con amor su sensible músculo.
Oliver lo jaló para que lo abrazara y comprobar que había sido un hombre
el que lo había hecho sentirse tan amado. No sabía porque pensaba eso,
pero estaba seguro de que era cierto. La forma en que Sirius lo tocó y besó
expresaba un inmenso amor, pero no comprendía el por qué de su
existencia. Él estaba conciente del gran deseo que lo envolvió al sólo
mirarlo, pero no eran tan vanidoso como para creer que le había robado el
corazón al médico en tan pocas horas de convivencia. Se hundió en el
húmedo pecho y depositó pequeños besos en toda su extensión. Esas sutiles
caricias hicieron que Sirius se estremeciera y apenas se contuvo para no
voltearlo y enterrarse en su cuerpo como tanto deseaba. Para él era un
sueño convertido en realidad haber podido besar y tocar a Oliver como
siempre deseó, pero como no quería presionarlo a hacer algo que no
quisiera, se dedicó a acariciar con delicadeza ese lozano cuerpo mientras
depositaba infinidad de besos en ese cabello castaño que adoraba.
No esperaba encontrar una respuesta inmediata a sus caricias, pero para su

sorpresa sí la obtuvo. Su mirada azul se encontró con la castaña de Oliver y
él le dijo en silencio que estaba listo para continuar y no pudo menos que
amarlo aún más ante su mudo permiso. Al tiempo que se colocaba sobre él,
comenzó a besarlo mientras murmuraba su nombre contra sus labios.
Luego se tomó largos segundos para admirar el magnífico cuerpo que
estaba dispuesto a entregarse a él. Oliver se sintió cohibido ante esa
penetrante mirada, pero pronto se llenó de confianza al ver la intensa llama
de deseo que brillaba en esos enormes ojos azules. Sintiendo todavía una
extrema timidez ensayó algunos atrevidos movimientos de cadera buscando
incitarlo aún más. Sabía que ni en mil años podría equiparar la tremenda
sensualidad que Draco podía transmitir en sólo un gesto, pero se dijo que
valía la pena intentar aumentar el halagador deseo de su nueva pareja.
A Sirius se le fue la respiración al verlo moverse de esa manera y ya sin

poder controlarse siguió besándolo apasionadamente. Estaba conciente de
que sería su primera vez y que debía tratarlo con suma delicadeza, pero era
muy difícil pensar con coherencia cuando ya tenía entre sus brazos a un
Oliver totalmente desinhibido y que correspondía a sus besos con innegable
pasión. Recorrió ese juvenil cuerpo sin dejar un solo centímetro de piel sin
~ 93 ~
saborear haciendo que su amante gimiera sin control cada vez que tocaba
un punto demasiado sensible. Ya el joven estaba flotando en un mar de
placer y no opuso ninguna resistencia cuando Sirius lo hizo girarse y
levantar la cadera. Gimió de nuevo con gozo cuando sintió como un
delicado dedo se deslizaba en su virginal entrada y se mordió los labios
para no gritar de placer cuando a ese gentil intruso se le unió uno más.
— Sirius – dijo su nombre con la voz plagada de deseo y giró la cabeza para
ver a su amante.
A Sirius se le aceleró el corazón al ver ese atractivo rostro transfigurado

por el placer que sentía y se atrevió a colocar un tercer dedo en la estrecha
cavidad. Movió los dedos buscando dilatar la zona y fue recompensado con
un fuerte empujón de caderas. Removió un poco más el cálido interior
antes de retirar los dedos y atreverse a jalar las estrechas caderas para
ponerlas a la altura exacta para la penetración. Puso su húmedo miembro en
la abertura de Oliver y respiró profundamente antes de embestirlo con
fuerza. Oliver entonces no disimuló su placer y gritó el nombre de Sirius
con todas sus fuerzas. Era cierto, el dolor que sintió al ser penetrado fue
intenso, pero tan efímero que bien pudo haberlo imaginado.
— ¡C-cielos! ¡O-Oliver! – tartamudeó Sirius sintiendo que iba a

desvanecerse de emoción… en verdad pensaba que estaba en el paraíso.
Le estaba haciendo el amor al chico más guapo del mundo y que además
era el dueño absoluto de su ser. Comenzó a moverse en el estrecho interior
con algo de dificultad en un principio, pero muy pronto pudo entrar y salir
de ese cuerpo a voluntad. Oliver esta más que sorprendido. Jamás imaginó
que fuera tan grandioso sentirse poseído de esa manera y no se preocupó en
ocultar el gran placer que sentía. La habitación se llenó de sus gemidos y
jadeos haciendo que Sirius se sintiera orgulloso de la forma en que le
estaba haciendo el amor. Ninguno de los dos supo cuanto tiempo
estuvieron amándose, pero a cada momento que pasaba estaban más
seguros de que no podrían volver a separarse jamás. Sus cuerpos estaban
sudorosos y temblorosos cuando por fin alcanzaron juntos la cima del
placer, pero ni aún así dejaron de acariciarse y besarse mientras se
murmuraban tiernas palabras de amor.
— ¿No te hice daño, cariño? – preguntó Sirius con dulzura.
~ 94 ~
— Ni un solo instante – los ojos castaños brillaban como nunca – ¡Oh,
Sirius! Me has hecho el hombre más feliz del mundo entero – lo besó
apasionadamente antes de continuar – ¿Fue tan maravilloso para ti cómo lo
fue para mí? – su voz dejaba entrever un poco de miedo.
No necesitaba preguntar cuántas parejas sexuales había tenido su nueva

pareja para saber que habían sido las suficientes para proporcionarle esa
maestría en el arte de amar. Su corazón se encogió de celos al imaginar lo
mucho que quizás había gozado con otros hombres y sólo rogaba que
ninguno de ellos lo hubiera complacido tanto como él.
— Oliver – Sirius hizo que lo mirara a los ojos y le habló con extrema
seriedad – Quiero que me creas cuando te digo que te hice el amor con el
corazón en la mano – tomó aire profundamente antes de decidir revelarle lo
que guardaba su corazón – Te amo, Oliver Wood. Te amo con todas las
fuerzas de mi ser.
— ¿¡Me amas!? – los ojos castaños se abrieron al máximo.
— Con toda mi alma – no abandonó su actitud seria – Sé que para ti es

difícil creer esto, pero no es nada más que la verdad – acarició con
devoción el suave cabello ahora ligeramente húmedo – Perdí el corazón por
ti… por tu cabello… por tu delicada piel desde el mismo instante en que te
contemplé por primera vez.
— ¿Pero cómo puede ser posible? – sus ojos se llenaron de lágrimas sin
ninguna razón – ¿Te enamoraste de mí esta mañana? ¿Así como así?
— No, mi amor – rió contra su volunta – Te amo desde la primera vez que
mis ojos se posaron en ti – enfatizó la palabra – Yo ví cuando saltaste por
esa ventana, te llevé al hospital y Lily me ayudó a reconstruir tu brazo –
Oliver se sorprendió ante este nuevo conocimiento – Por cierto, ¿no te
lastimé? – miró la extremidad con aprehensión.
— No, no lo hiciste – él ni se acordó que tenía el brazo lastimado–.

Sígueme contando.
~ 95 ~
— Pero supe que no podía seguir viéndote sin declararte mi amor, así que
decidí no volver a verte – el joven hizo un gesto de desaliento –
¡Entiéndeme, por favor! – le rogó – Todo lo que sabía de ti me indicaba
que jamás tendría ninguna oportunidad de poder estar contigo como quería.
Eres un joven con un prometedor futuro y siempre has estado rodeado de
chicas.
— ¡Ninguna ha significado nada para mí! – le aseguró deprisa, pero Sirius

lo hizo callar con un tierno beso.
— Sé que te amo y jamás dejaré de hacerlo, pero estoy conciente de que tal
vez nunca conquiste tu corazón y no quiero que te sientas obligado a
permanecer a mi lado por compasión o algún sentimiento similar – se sentó
en la cama y Oliver lo imitó – Cumpliste mi más caro anhelo al consentir
que te amara, pero no me atrevo a pedirte que permanezcas a mi lado. Soy
muy viejo para ti y tú tienes la vida por delante – ya las lágrimas eran muy
difíciles de ocultar.
— ¡Sirius! –protestó airadamente, pero el médico no lo dejó continuar.
— Lo único que deseo es que seas feliz y sólo quiero suplicarte que me
permitas ayudarte para que no vuelvas a lastimarte –Oliver se quedó con la
boca abierta–. No sé que fue lo que te pasó, pero te juro que haré hasta lo
imposible para evitar que… que… intentes quitarte nuevamente la vida y si
en ese proceso me permites volver a amarte, aunque sea sólo una vez más,
seré el hombre más feliz de la tierra –un torrente de lágrimas se desató
entonces.
— ¡Oh, Sirius!
Oliver se le fue encima y lloró con él. Siempre había querido encontrar el
amor verdadero. Ése que estaba despojado de todo egoísmo y que se
entrega sin condiciones sólo buscando la felicidad del otro. Una vez creyó
encontrarlo y muy pronto vio que se había equivocado, pero no perdió la fe
y ahora esa desilusión era recompensada con creces. Frente a él estaba un
hombre que lo amaba con tal intensidad que estaba dispuesto a dejarlo ir
con tal de que fuera feliz… un hombre que haría lo que fuera para evitar
que se lastimara de nuevo… un hombre al que ya amaba de igual forma.
~ 96 ~
— Tengo algo que confesarte, mi amor –Sirius abrió mucho los ojos ante
sus palabras cariñosas–. No sé cuando ni cómo te entregué mi corazón,
pero es tuyo –depositó un suave beso en los labios entreabiertos del
médico–. Te amo, Sirius. En verdad te amo.
Sirius estaba en estado de shock y sólo hasta que sintió como Oliver
demandaba una respuesta a sus besos fue que regresó a la realidad, pero
aterrizó en una suave nube que lo elevó hasta la más colosal felicidad que
hubiera conocido jamás. ¡Oliver lo amaba! Repetía con deleite su corazón
una y otra vez. Y sólo para confirmar que no había alucinado esa bella
confesión de amor, lo cuestionó.
— ¿Estás seguro, Oliver? – preguntó cuando logró apartarlo de sus labios.
— Segurísimo, mi amor – hizo que el corazón de Sirius se acelerara al

máximo cuando vio un genuino amor brillando en sus ojos castaños –
Porque si no fuera así, ¿entonces como explicarías que por primera vez en
mi vida haya pensando en asesinar a alguien por haberse atrevido a tocarte?
–ahora sus ojos estaban llenos de celos – ¡Te juro que si ese rubio
desabrido vuelve a ponerte una mano encima, transformaré sus ojos grises
en morados! ¡Y te aseguro que no necesito mi brazo izquierdo para
hacerlo!
— ¡Oh, cariño! ¡Te encelaste! – lo abrazó para tranquilizarlo – No debes

temer nada de Draco. Es sólo un niño que…
— ¡Por supuesto que no es niño! – lo contradijo haciendo pucheros de

enfado – ¡Así que más vale que le informes que si estima su integridad
física, no puede volver a tocarte y mucho menos invitarte a comprobar lo
‘degenerado’ que puede llegar a ser!
— Se lo diré, no te preocupes –rió sintiéndose muy importante por el gran

amor que le demostraba.
Intentó recostar al joven en la cama para volver a amarlo y lo miró

extrañado cuando Oliver lo separó con suavidad, pero a la vez con firmeza.
— Sólo una hay cosa más sobre la que debemos hablar, Sirius –la expresión
de Oliver se tornó muy seria y eso hizo que el médico se pusiera nervioso.
~ 97 ~
— ¿Cuál? – preguntó con un nudo en la garganta.
— Sobre… mis intentos de suicidio – agachó la cabeza.
— Si quieres tomarte más tiempo para decirme lo que te molesta puedes

hacerlo, mi amor –le dijo deprisa.
— No – levantó la vista y Sirius se percató que estaba muy rojo – Voy a

hacerlo ahora y necesito que creas todo lo que voy a contarte.
— Lo haré. Te lo juro – le prometió al tiempo que tomaba una de sus
manos.
Oliver tomó aire profundamente y Sirius esperó con el alma en un hilo a

que comenzara a hablar.
— Nunca he intentado quitarme la vida, Sirius – el médico se quedó

sorprendido – Salté de ese segundo piso por una sola razón y ahora vas a
conocerla.
~ 98 ~
Capítulo 10: La razón

Lucius caminaba por los pasillos del Parlamento y levantó una elegante
ceja con incredulidad cuando una puerta se abrió a su izquierda. De ella
salieron varios hombres y el rubio reconoció a Albus Dumbledore. El
anciano levantó una mano para llamar su atención y él se quedó esperando
con cortesía hasta que el hombre llegó a su lado. Pensó que algo muy
importante había ocurrido para que el pleno de justicia se hubiera reunido
hasta tan altas horas de la noche. Él había tenido una junta muy larga y
cansada con el Primer Ministro de Inglaterra para hablar sobre algunos
cambios que el gobierno quería implementar en cuestiones de economía y
pensó que ya el resto del personal se había retirado a descansar, pero ahora
veía que se había equivocado.
— Hola, Lucius – Albus estrechó la mano extendida del rubio – No pensé

encontrarte aquí tan tarde.
— Lo mismo digo, Albus – caminaron alejándose del resto de los hombres

que se despidieron de ellos con un ademán de manos – ¿Surgió algún
problema?
—Pues sí – hizo girar su cuello varias veces para relajar los tensos
músculos.
— Espero que no sea grave – ya habían llegado al despacho del anciano y

se quedaron parados fuera de él.
— Yo también lo espero, pero nunca se sabe –y se quedó pensativo unos

segundos.
Lucius esperó en silencio por si su amigo decidía decirle algo más. Albus
era la discreción en persona y si lo que había discutido con sus colegas era
confidencial, sabía que no había poder humano que lo hiciera decir una
palabra.
~ 99 ~
— ¿Podríamos charlar? – preguntó Albus abriendo la puerta de su oficina –
No te demoraré más que unos minutos – le aseguró con rapidez cuando vio
que el rubio consultaba su reloj.
Lucius estaba muy cansado y lo único que deseaba hacer era ir a su casa a
descansar, pero sobretodo ansiaba poder abrazar y besar a su pareja. Cada
día que pasaba se enamoraba más y más de Harry y era una verdadera
tortura estar separado de él tanto tiempo.
— De acuerdo – aceptó Lucius no queriendo desairar a su amigo y lo

acompañó dentro del despacho.
Vio como Albus se dejaba caer sobre una silla después de invitarlo a
sentarse y luego como su mirada quedaba perdida en la nada. Lucius ahogó
un suspiro de resignación. Sabía que a su amigo le gustaba darle muchas
vueltas a los asuntos y decidió que si demoraba demasiado con él, le
hablaría a su pareja para que no se preocupara por su tardanza… ya pasaba
de medianoche.
— Supongo que conoces a Igor Karkarov – cuestionó Albus cuando se

decidió a hablar y el rubio asintió con la cabeza – ¿Y a su hijo?
— No – aceptó de inmediato – ¿Tú sí?
— Tampoco, pero tengo algunas referencias no muy buenas de él – lo miró

a los ojos – Me las dio la policía secreta.
— ¿¡La policía secreta!? – levantó las cejas sorprendido – Entonces es un

pez gordo.
— Muy gordo y peligroso – se mostró enfadado – Mihail Karkarov tiene

apenas 20 años y ya está enredado en cuanto negocio sucio puedas
imaginarte, pero no se le ha podido arrestar porque su padre, que tiene
grandes influencias en todo el mundo, le cubre las espaldas con maestría.
— ¿Y por qué te preocupas tanto por él?
Lucius comprendió en el acto que ese joven era el causante de que el

anciano permaneciera en el Parlamento tan tarde. Recordó claramente al
~ 100 ~
magnate Igor Karkarov y arrugó el ceño malhumorado. Conocía los
intereses de todos los millonarios del mundo, como era el caso de Víktor
Krum, e Igor no era la excepción. El búlgaro era asquerosamente rico y que
su repugnante personalidad era tan vasta como su fortuna, prepotente y
colérico, una verdadera ave de rapiña en cuanto a los negocios se refería y
tenía férreas convicciones enlazadas con implacables prejuicios.
Definitivamente no era una persona con la que le gustaría tener contacto.
— Ese angelito ha permanecido en Inglaterra las últimas 5 semanas – Albus

se levantó de la silla y comenzó a pasearse por la oficina como león
enjaulado – ¡Y no hemos encontrado la forma de hacerlo abandonar el país
antes de que comience a crear problemas!
— ¿Ha hecho algo malo?
— ¡No! – su faz se tornó aún más enfadada – ¡No ha hecho absolutamente

nada! Desde que llegó no ha abandonado la habitación de su hotel más que
una noche y no ha vuelto a salir ni para comer. Tiene a tres sirvientes con él
y ellos son los que salen y entran a voluntad, pero tampoco hacen nada
fuera de lo común. Visitan museos, entran a los cines, cenan en restaurantes
caros y se pasan horas en los parques sólo viendo a la gente pasar, pero
estoy seguro de que ese mocoso no vino a Inglaterra a estar encerrado entre
cuatro paredes. Según mis fuentes, Mihail nunca había permanecido tanto
tiempo en un solo lugar.
— ¿Y qué hizo la noche que salió?
— No lo sé – aceptó con gesto derrotado y volvió a dejarse caer en la silla –

Los hombres que lo están vigilando lo perdieron de vista por dos horas y no
supieron adonde fue ni que hizo – el rubio lanzó una exclamación de enojo
ante esto – Yo también me enfadé mucho por esa incompetencia y los
relevé de su cargo.
— ¿Y si se está recuperando de algo? – sugirió Lucius y logró que Albus lo

mirara sorprendido – Es una idea muy estúpida, lo sé – rió ante la expresión
de su amigo – Pero no se me ocurre ninguna otra explicación.
~ 101 ~
— Que no es tan descabellada después de todo – dijo después de meditar un
poco – Ahora recuerdo que al día siguiente de esa salida nocturna, Mihail
recibió la visita de un hombre que parecía ser un médico – se levantó
deprisa – ¡Voy a hacer que investiguen a ese tipo de inmediato! – llegó a su
escritorio, pero repentinamente volvió sobre sus pasos y estrechó la mano
del rubio – Muchas gracias, Lucius. Me gusta platicar contigo porque
siempre tienes un punto de vista diferente de las cosas.
— Me alegra haberte ayudado –él también se levantó al ver que era su

oportunidad de irse a descansar – Te deseo mucha suerte.
— Gracias de nuevo – le sonrió con sinceridad – Dale mis saludos a Harry.
— Lo haré – aceptó antes de abandonar la elegante oficina.
Una vez afuera, Lucius casi corrió por los pasillos hasta llegar adonde lo
esperaba su limousine y se desplomó en el mullido asiento. Ya no veía la
hora para estar con su chico de ojos verdes.
***********
Una sonora bofetada cruzó el rostro del hombre arrodillado y un hilillo de
sangre brotó de su labio inferior. Aún cuando sintió como todo su interior
hervía de ira, no abandonó su actitud sumisa ni tampoco hizo el menor
intento de detener el siguiente golpe que logró que más sangre aflorara de
la herida.
— ¿¡¡¡Pero cómo se puede ser tan imbécil!!!? – gritó Mihail fuera de sí

antes de propinar otro golpe a su sirviente – ¡¡¡Era una oportunidad única
para que te apoderaras de Oliver y lo dejaste escapar!!!
— Lo siento mucho, señor – se disculpó el hombre con humildad – Pero el

joven con el que se fue conducía demasiado rápido. Le juro que me esforcé
en no perderlos, pero fue inútil.
Recordó que había sido una verdadera sorpresa ver salir a Oliver de la
clínica. Al percatarse que se marchaba en compañía de un solo muchacho
se dijo que sería muy fácil capturarlo, pero no contaba con su forma de
conducir. El chico realmente volaba en su convertible y nunca pudo
~ 102 ~
encontrar la forma de acorralarlo y poder secuestrar a Oliver. Cuando el
coche rojo tomó una vía rápida, los perdió de vista sin remedio y
comprendió que iba a recibir la mayor reprimenda de su vida.
Mihail ya estaba preparando una nueva bofetada cuando su brazo fue

detenido en el aire por un muchacho más o menos de su misma edad.
— Ya deja de golpear a Matei, primo – dijo el joven y demostró tener

excelentes reflejos al hacerse a un lado para evitar el golpe que ahora era
dirigido a él.
— ¡¡¡Tú no te metas, Alekko!!! – le gritó Mihail casi echando espuma por

la boca – ¡¡¡Que por tu culpa aún no puedo apoderarme de Oliver!!!
— ¡Ya te he pedido mil veces perdón por eso! – su tono era de total
desesperación – ¿¡Qué diablos quieres que haga ahora!? ¿¡Qué me arrodille
y me arrastre a tus pies para que me disculpes!?
— ¡¡¡Lo único que tenías que hacer era llevarlo a mi avión particular,
idiota!!! – lo tomó de la camisa con extrema rudeza – ¡Pero no! ¡El
ocurrente de Alekko decidió llevarlo a un edificio de donde escapó saltando
por la maldita ventana!
— ¡Lo hice para complacerte! – con mucho esfuerzo se deshizo de las

manos que lo sujetaban – Estabas tan desesperado por tenerlo que pensé...
— ¡¡¡Pues ya no pienses!!! – dio un fuerte manotazo en la mesa que estaba

a su lado – ¡¡¡No estaría encerrado en este maldito cuarto si no fuera por tu
estúpida idea!!! ¿¡Pero qué crees!? –hubo un nuevo golpe sobre la lisa
superficie – ¡¡¡Ya se terminó mi paciencia!!! ¡¡¡Quiero a Oliver Wood a mi
lado en menos de 48 horas!!! ¿¡¡¡Me entendiste!!!? – los ojos negros
brillaron peligrosamente.
— Está bien – aceptó Alekko deprisa para evitar que su primo pasara de las
amenazas a los golpes – ¿Tomaste fotografías? – se dirigió al hombre que
aún seguía arrodillado.
— Sí – se apresuró a contestar.
~ 103 ~
Matei se levantó del piso alfombrado y sacó una cámara digital de entre sus
ropas que luego le entregó. Había tres hombres más acompañando a los
primos Karkarov en esa lujosa suite y uno de ellos le entregó a Alekko una
computadora portátil que el joven puso sobre la mesa. Movió una silla y se
sentó para iniciar el procedimiento de extraer la información de la cámara.
El joven abrió desmesuradamente los ojos cuando la primera fotografía
quedó ante sus ojos.
— ¡¡¡G-u-a-u!!!.–.exclamó Alekko lentamente llamando la atención de

Mihail que seguía maldiciendo en voz alta – ¡Pero sí es un dios! – e hizo un
acercamiento.
Mihail se aproximó a su primo con curiosidad y se sentó a su lado. Él

también abrió mucho los ojos cuando vio al rubio en la pantalla. Alekko
hizo un lento recorrido por la imagen de Draco y se lamió los labios con
lujuria.
— ¡Lo quiero para mí! – dijo Alekko completamente extasiado por lo que
estaba viendo.
Todos los sirvientes se apresuraron a colocarse a las espaldas de los primos

para mirar la imagen, pero sólo uno de ellos se alejó, visiblemente furioso,
después de una efímera hojeada. Draco estaba riendo y una de sus manos
descansaba sobre su cadera sin ocultar la redonda línea de su trasero,
mientras que su hermoso cabello flotaba a su alrededor agitado por una
suave brisa.
— No está nada mal – comentó Mihail con fingida indiferencia.
Los prefería morenos, pero no podía dejar de admitir que ese rubio era
simple y llanamente impactante.
— Aleja la imagen, quiero ver a Oliver – ordenó a su primo que lo obedeció

de inmediato.
Los ojos negros se perdieron en el risueño rostro de Oliver Wood y su

corazón latió más deprisa. No sabía explicar el por qué, pero ese fornido
muchacho le arrebató la razón desde que lo vio. Cerró los ojos y se perdió
un momento en sus recuerdos.
~ 104 ~
.:Flashback:.
Ese día había sido terriblemente aburrido para él. Acaba de regresar de la
India donde había permanecido toda una semana para arreglar algunos
asuntos y de paso gozó de la ardiente y placentera compañía de varios
jóvenes muy complacientes. Esos días fueron magníficos para él y no se
quejaba en lo absoluto de la fastuosa hospitalidad con que lo había
obsequiado su anfitrión. Todo lo que deseaba le era entregado en bandeja
de plata, incluyendo esos atractivos jóvenes, y al volver a su casa extrañó
esos cuerpos morenos y fogosos que lo habían complacido hasta la
saciedad.
Miró a las personas a su alrededor con aburrida expresión y decidió

quedarse ahí una hora más antes de retirarse. Ese tiempo era más que
suficiente para evitar que su padre lo acusara de no querer socializar con
sus amistades. Como pensó que era una reunión de negocios común y
corriente le pidió a su primo Alekko que lo acompañara para no aburrirse
demasiado, pero grande fue su sorpresa cuando vio que su padre había
invitado a la mansión a los miembros de un equipo inglés de fútbol soccer.
Su sorpresa no era precisamente el origen de sus invitados, pues sabía que
su padre gozaba con ese deporte, sino más bien que decidiera incluirlos en
esa reunión en particular. Los otros invitados eran sus socios comerciales
y ellos eran tan elitistas como Igor, pero al parecer el nombre del equipo
pesaba lo suficiente para que esos poderosos hombres saludaran con
cordialidad a los jugadores.
Durante algunos minutos observó con brutal indiferencia esos pálidos

rostros y rubios cabellos… no le causaban ningún tipo de admiración.
Hizo un gesto de fastidio cuando escuchó a su primo reír a sus espaldas
pues conocía a la perfección ese sonido. Era cuando Alekko coqueteaba
sin pudor buscando tener pareja sexual al finalizar la noche. No
necesitaba mirar para saber que el elegido de su primo era un rubio con
tersa piel blanca y con enormes glúteos pues ése era su tipo de hombre.
Aceptó la copa de champagne que le ofreció un mesero y fue entonces que
lo vio. La copa quedó suspendida en el aire mientras observaba como dos
hombres arribaban a la reunión. Sus ojos recorrieron en un segundo el
cuerpo del más joven y lo deseó con ferocidad desde ese mismo instante.
~ 105 ~
Ni siquiera ahora sabía qué fue lo que vio en Oliver Wood porque no se
acercaba ni remotamente a sus gustos. El corto cabello que coronaba una
sonriente y simpática faz era castaño y muy brillante, su piel era
aterciopeladamente blanca, muy diferente a la morena con la gozaba
grandemente. La respiración se le fue cuando unos risueños ojos cafés se
encontraron un segundo con los suyos. Podría jurar que no pasó más que
eso… un segundo, pero bastó para que decidiera que ese muchacho, fuera
quién fuera, sería suyo. Se las arregló para quedar sentado junto a él en la
cena y disfrutó mucho escuchando su risa fresca y cristalina.
Oliver aceptó su compañía con naturalidad y no objetó cuando fue invitado

a los jardines de la mansión. Le gustó aún más cuando supo que el joven
era virgen. Unas cuantas discretas preguntas sobre su vida amorosa le
hicieron ver que jamás había sostenido una relación con alguien de su
mismo sexo y eso hizo que su deseo creciera desmesuradamente. Como la
paciencia no era su mejor virtud, no esperó más y atacó la persona del
joven sin ocultar su ansiedad.
Oliver se mostró sorprendido cuando fue abrazado con brutalidad

mientras que unos desesperados labios trataban de alcanzar los suyos. El
inglés luchó con salvajismo tratando de escapar de esas manos que lo
acariciaban sin la menor delicadeza, pero aunque luchó con denuedo no
pudo evitar ser derribado sobre el húmedo pasto. Mihail no entendía por
qué se estaba comportando con tan poca cordura, generalmente era más
ecuánime, pero había perdido la facultad de razonar y lo único que
ambicionaba en ese momento era poseer ese virginal cuerpo una y otra
vez. Atacó los delicados labios con brutalidad mientras que apretaba sin
misericordia la entrepierna del muchacho que gritó de dolor, pero que no
dejó de ofrecer resistencia ante sus rudas caricias. Sentir ese jadeante y
reacio cuerpo bajo él, hizo que se inflamara aún más de deseo y lamió el
blanco cuello mientras le prometía que sería suyo por toda la eternidad.
Nunca esperó que Oliver lograra golpearlo en sus partes nobles y a través
de lágrimas de dolor, lo vio huir hacia la casa. Cuando se recuperó, buscó
al muchacho con furia ciega para hacerlo pagar la osadía de rechazarlo y
golpearlo, pero no pudo encontrarlo pues ya su presa se había marchado
de la mansión. Los siguientes dos días lo acosó sin compasión, pero no
pudo conseguir absolutamente nada. Oliver fue lo bastante astuto para
nunca estar solo y él sintió crecer en su interior una frustración jamás
~ 106 ~
sentida cuando el muchacho volvió a Inglaterra con su equipo sin siquiera
haber podido volver a probar el sabor de su piel, pero como era una de
esas personas que siempre obtienen lo que quieren, lo persiguió hasta su
país y siguió hostigándolo sin descanso.
Era conciente de que su poco respetable comportamiento era

mundialmente conocido así que hizo los arreglos necesarios para no ser
molestado en su estadía en Inglaterra. El dinero que tenía a su disposición
le servía no sólo para divertirse como se le antojara sino también para
comprar la protección de algunos policías corruptos en todos los rincones
del mundo. Alekko era su mano derecha en sus turbios negocios y él fue el
que consiguió que aquellos que tenían la consigna de vigilarlo fueran los
que tenía comprados. Cuando arribó a ese país pensó que iba a ser muy
fácil apoderarse de Oliver, pero no contó con que el muchacho se protegió
mucho mejor de lo que esperaba. Fue hasta después de algunos días, y con
verdaderas dificultades, que Alekko y dos de sus sirvientes pudieron
penetrar en su casa y secuestrarlo. Uno de sus hombres salió herido de
bala en una pierna pues el joven inglés se defendió con uñas y dientes.
Alekko le rompió el brazo izquierdo con el atizador de la chimenea en su
afán de desamarlo y fue sólo a consecuencia de que Oliver se desvaneció
unos instantes debido al intenso dolor, que pudieron capturarlo.
Alekko tenía órdenes precisas de llevarlo directamente al aeropuerto para

sacarlo del país, pero decidió que a Mihail no le vendría mal una buena
noche de pasión y trasladó a Oliver al departamento de uno de los policías
que los ayudaban sin siquiera pensar en llevarlo a un hospital a curar su
lastimado brazo. Lo encerró en una habitación mientras aguardaba la
llegada de su primo, pero grande fue su sorpresa cuando vieron que su
prisionero había logrado escapar. Cuando Mihail llegó y encontró el
dormitorio vacío, se desató un pandemónium. Poco faltó para que
asesinara a su primo con sus propias manos por su fatal error. Su inmensa
ira no se apaciguó hasta que no rastrearon el paradero de Oliver, pero ya
para ese entonces las cosas se habían complicado.
Al parecer alguien más se percató de su salida nocturna y los agentes que

los custodiaban fueron removidos. Sabía que ahora debía actuar con más
precaución y mantuvo una constante vigilancia en la clínica donde Oliver
fue internado esperando la menor oportunidad para poder secuestrarlo.
Casi desde su ingreso, Alekko se dejó ver por el joven inglés para darle a
~ 107 ~
entender que aún seguían tras de él y gozaba al aterrarlo con su presencia.
Trataron una y otra vez de comprar la cooperación del personal, pero
parecía que eran incorruptibles y no tuvieron más remedio que esperar a
que lo dieran de alta. Todos se alegraron cuando Oliver fue trasladado a
una nueva clínica y Alekko de inmediato se dio a la tarea de buscar un
aliado dentro de ésta. Ya casi convencía a un guardia de seguridad para
que los ayudara y Mihail sabía que al fin se acercaba el momento de tener
a ese joven tan esquivo en sus brazos.
.: Fin del Flashback:.
— Pues los otros dos tampoco están nada mal – comentó un hombre
llamado Petar arrancando de sus recuerdos a Mihail – Ese hombre es muy
atractivo – y señaló a Sirius mientras lo devoraba con la mirada.
— Sí, lo es – aceptó Mihail, pero no se interesó demasiado pues le gustaban

más jóvenes.
Sus ojos entonces se posaron sobre Harry y pidió un acercamiento de él.
— ¡Pero sí es una verdadera preciosidad! – exclamó Mihail entusiasmado.
Le fascinó como su despeinado cabello le daba un aire de total

informalidad.
— Él era el que estaba conduciendo – se atrevió a decir Matei.
— ¡Pues también lo quiero! – lo reclamó en tono de niño caprichoso.
— Yo me quedo con el rubio – dijo Alekko deprisa y entonces se desató

una enconada discusión entre dos de los sirvientes por Sirius.
— Ya dejen de pelear – Mihail se interpuso entre ellos riendo – Pueden

compartirlo – les guiñó un ojo con malicia – Estoy seguro de que ese
cuerpo es capaz de satisfacer a los dos al mismo tiempo.
— ¡Tiene razón, señor! – exclamaron al mismo tiempo Matei y Petar

mientras sus ojos brillaban de malsano deseo.
~ 108 ~
Siguieron examinando por mucho tiempo las fotografías que había tomado
Matei. Eran 6 en total y cada una de ellas hizo que se entusiasmaran más y
más con sus elegidos. Alekko dedicó el resto de la noche a buscar
información sobre ellos en Internet.
‘Estoy seguro de que son modelos’ –pensaba sin cesar mientras revisaba
página tras página web–. ‘No puede ser de otra manera pues son muy
guapos’
Sin embargo, cuando el sol de la mañana iluminó la estancia se encontró

con que no había podido averiguar absolutamente nada y tuvo que
abandonar la búsqueda. Se moría de ganas por conocer el nombre del rubio
que lo había cautivado, pero debía olvidarse de él pues su prioridad era
otra. Mihail sería capaz de matarlo si no tenía a Oliver Wood en su poder
en menos de dos días. Suspiró con pesadez antes de volver a enfrascarse en
una nueva búsqueda por la red, pero ahora sobre el joven inglés que tenía
obsesionado a su primo.
~ 109 ~
Capítulo 11: Fue solo un sueño

Sirius apretó a Oliver contra su pecho para transmitirle serenidad. El joven
había comenzado su relato con bastante seguridad, pero conforme avanzaba
se fue poniendo más y más nervioso.
— Tranquilo, mi amor – Sirius lo meció entre sus brazos – Ya pasó
— Es que no fue en sí lo que me hizo, sino la ‘forma’ en que lo hizo – el

joven seguía temblando – Mihail estaba totalmente enloquecido. Cuando
logró tirarme sobre el pasto, recorrió todo mi cuerpo con sus toscas manos
y luego tomó mi… –se puso muy rojo–. … virilidad y la apretó tanto que
me hizo gritar. Aprovechó eso para meterme su lengua casi hasta la
garganta. ¡Fue asqueroso sentir su aliento nauseabundo en mi boca! Su
mirada era la de un loco e hizo que me asustara aún más cuando me dijo al
oído que jamás podría huir de él y que gozaría de mi cuerpo por toda la
eternidad –golpeó la cama con los puños cerrados antes de pararse de un
salto–. ¡Santo cielo, Sirius! ¡Mírame! –extendió los brazos para que su
amante viera su perfecto cuerpo desnudo–. Mido 1.80, peso 80 kilos, me
meto al gimnasio 6 horas diarias y corro todos los días medio maratón. He
hecho ejercicio toda mi vida y… ¡¡¡no podía quitarme de encima a un
mocoso de 20 años!!! –lágrimas de impotencia rodaron por sus mejillas–.
¡Eso fue realmente lo que me horrorizó! No sé cuánto tiempo estuvo
besándome y tocándome, pero te juro que se me hizo una eternidad. Al fin
pude darle un rodillazo y lo aventé a un lado para luego salir corriendo de
ahí –volvió a subirse a la cama y Sirius le limpió las lágrimas–. Pensé que
después de eso Mihail iba a dejarme en paz, pero no fue así. Me acosó sin
descanso todo el tiempo que estuve en su país y luego me siguió hasta aquí.
— ¿Por qué no lo denunciaste, vida mía? – le preguntó con ternura.
— Por… por… vergüenza – aceptó todo rojo.
— ¿¡Vergüenza!? – lo miró asombrado.
~ 110 ~
— Así es. No quiero que nadie sepa que un hombre está obsesionado
conmigo.
—¡Oliver! – lo miró con el ceño fruncido – ¿Pero qué tontería es ésa? Ese
muchacho quiso violarte y debiste informarle a la policía.
— ¿¡Y que todo el mundo se enteré!? ¡Por supuesto que no! – lo miró
angustiado – No quiero pasar por la misma humillación dos veces.
— ¿¡Dos veces!? – se sobresaltó – ¿¡Es que ya te había pasado antes!? –el

chico asintió con la cabeza – ¿Qué te sucedió la otra ocasión?
— No fue tan grave como esto, pero a mí me avergonzó mucho. En aquel

entonces yo era un desconocido para la prensa y lo que ocurrió no pasó de
ser un chisme dominguero. Era mi debut en primera división y aunque
estaba algo nervioso me sentía confiado en hacer un buen papel. Ya todo el
equipo estaba en el túnel para salir al campo y los contrarios se encontraban
a nuestro lado. Era un juego importante y todos se miraban de mala manera
y se lanzaban uno que otro insulto. Nada fuera de lo común –medio sonrió–
. Poco antes de salir al campo, el idiota de Marcus Flint me tomó del brazo
y me estampó contra la pared –su rostro se encendió aún más–. Al imbécil
se le ocurrió la maravillosa idea de pegarse a mí como estampilla y me
susurró idiotez y media al oído. En ese momento todos voltearon y
comenzaron a chiflar y a reírse de nosotros. ¡Fue humillante! Durante todo
el camino de regreso mis compañeros me bromearon sin parar sobre ‘mi
novio Marcus’ –se levantó nuevamente de la cama y comenzó a pasearse
por toda la habitación–. ¡Te imaginas lo que sucedería si alguien se enterara
de que un hombre me persiguió hasta aquí desde Bulgaria! ¡Sería el
hazmerreír de todos y la verdad es que no resistiría pasar por esas burlas
nuevamente!
Sirius bajó la cabeza y luchó porque las lágrimas no escaparan de sus ojos.
Oliver había dejado entrever algo muy importante en esa conversación que
los afectaba a los dos y era que no estaba preparado, y tal vez nunca lo
estaría, para sostener una relación homosexual a la vista de todos. Era más
que claro que el chico no soportaría todos los ataques que se desatarían al
dar a conocer su condición gay. Si Oliver se lo pedía estaba dispuesto a
mantener su amor en secreto, pero conocía los desastrosos resultados que
~ 111 ~
eso acarreaba a las relaciones que se mantenían así. Recordaba a la
perfección como Harry se sentía sucio y bajo al vivir al margen de la vida
pública de Lucius. Él no se sentiría sucio, pero sabía que no sería
completamente feliz y su amado tampoco lo sería. En ese momento
comprendió que todos sus sueños de poder estar al lado de Oliver por
siempre, sólo habían sido eso… sueños.
— ¿Y qué pasó después con Mihail? – preguntó Sirius cuando encontró la

voz.
— El muy maldito ha seguido acosándome – Oliver seguía caminando

como fiera enjaulada – Me hablaba por teléfono sin parar, intentó un sinfín
de veces entrevistarse conmigo y yo no sabía cómo quitármelo de encima.
Llegué hasta el extremo de comprar una pistola y le dije muy claramente
que lo mataría si no me dejaba en paz, pero no desistió. Convertí mi casa en
una fortaleza, pero una noche tres de sus hombres lograron escabullirse –
cerró los ojos con fuerza – Me encerré en una de las habitaciones y disparé
un par de veces. Creo que herí a uno de ellos, pero luego otro me golpeó el
brazo y me lo rompió.
Sirius recordó que Lily había comentado que una de las fracturas de Oliver
era diferente y no pudo menos que sentir admiración por su amiga.
— Me desmayé unos instantes y lo aprovecharon para amordazarme y

sacarme de la casa. Me llevaron a un edificio y me encerraron en una
habitación no sin antes decirme todas las linduras que Mihail iba a hacer
conmigo y que después me sacarían del país. El dolor de mi brazo era
insoportable, pero yo lo único que quería era escapar. Creo que nunca
pensaron que me atrevería a saltar por la ventana porque de lo contrario la
abrían asegurado. La abrí y salté – se sentó en la cama y Sirius se apresuró
a abrazarlo – Pensé que iba a matarme, pero eso era mejor a que ese loco
me violara. No sé que fue lo que pasó después. Mi siguiente recuerdo
coherente es cuando ya estaba en el hospital con el brazo enyesado y con
Ludo a mi lado preguntándome porque había tratado de suicidarme –sonrió
con tristeza–. Me habría reído con ganas de su absurda suposición, pero me
di cuenta que era mi gran oportunidad de evadir a Mihail. Logré que me
llevara a una clínica de rehabilitación y pensé que por fin me había librado
de ese loco, pero me equivoqué. El malnacido que me rompió el brazo se
~ 112 ~
aparecía todos los días y se paseaba frente a ella dándome a entender que
me secuestrarían en la primera oportunidad. Al tercer día de estar ahí, me
hice de unas enormes tijeras y las oculté en mi cama para al menos tener
algo con qué defenderme si alguno de ellos lograba penetrar en la clínica.
Casi no dormía por estar al pendiente y fue en un descuido que las
enfermeras dieron con ellas. Ludo y Rolanda se pusieron como locos al
pensar que había intentado volver a matarme y los convencí para que me
trasladaran a otra clínica – una sonrisa verdadera asomó a sus labios – La
doctora Weasley me sorprendió en verdad cuando me dijo que lo único que
necesitaba era protección y le entregué mi confianza. Es una gran mujer.
— Sí, lo es – aceptó Sirius apretando el abrazo.
Estaba más que feliz al saber que Oliver no era un suicida y ahora tenía que
buscar la forma de protegerlo de ese loco que lo perseguía.
— Lo mejor que podríamos hacer es denunciar a ese muchacho a la policía,

Oliver –insistió Sirius por última vez.
— No, no quiero – negó Oliver con firmeza al tiempo que se hundía en el

pecho de su amante.
— De acuerdo – besó con cariño la suave cabellera castaña – Entonces

déjame pensar que haremos.
— Gracias por creerme, cielo – los ojos castaños buscaron los azules.
— No tienes nada que agradecer – lo besó tiernamente en los labios –

Vamos a descansar – hizo a un lado las suaves sábanas y los dos se
acomodaron dentro de ellas.
— ¿No tenías que llevarme de regreso a la clínica? – lo miró risueño.
Haber podido hablar de todo lo que le había ocurrido le había quitado un

gran peso de encima.
— Hermione va a matarme mañana, pero no quiero separarme aún de ti – lo

abrazó con fuerza – ‘Porque sé que ésta será nuestra primera y última
noche juntos, mi amor’ – una solitaria lágrima resbaló por su mejilla, pero
~ 113 ~
Oliver no la vio porque ya había cerrado los ojos–. Duerme, mi amor. Yo
velaré tu sueño.
Y Oliver se durmió aferrado a la cintura de Sirius que lloró sin consuelo

toda la noche.
***********
Cedric se desperezó y miró con inmenso amor al hombre que dormía a su
lado. Quitó con mucha delicadeza un mechón que caía sobre el rostro del
durmiente y susurró un ‘Te amo’ antes de levantarse de la cama. Cubrió su
blanca desnudez con una larga bata y se fue directamente a la cocina.
Saludó con su usual alegría al personal que ya se encontraba ahí
preparando el desayuno y pidió un café bien cargado para despertar del
todo. Con la humeante taza en la mano fue a sentarse a una elegante sala y
dejó que sus ojos se perdieran en la nada. Una triste sonrisa asomó a sus
labios y se dijo que si Víktor se enteraba de su pequeño engaño iba a
enojarse, pero no le importaba. Lo que realmente le preocupaba era que su
pareja se estaba comportando indiferente con él.
Víktor se tomó muy en serio su papel de dejarlo hacer su vida y ya no era

raro que se ausentara de casa por varios días, pero lo que a Cedric no le
gustaba era su forma de comportarse después de esas largas ausencias.
Seguía siendo el mismo apasionado amante de siempre, pero había algo
que echaba de menos y era el entusiasmo que antes demostraba el búlgaro
al verlo después de esas separaciones… al parecer no lo extrañaba con la
misma intensidad que él. Otra cosa que tampoco le agradaba era que el
millonario se encerrara para contestar sus llamadas telefónicas. En el
pasado Víktor hablaba frente a él con total confianza y después le explicaba
sus conversaciones, pero ahora se confinaba en su despacho y cuando se
desocupaba, algunas veces después de varias horas, se negaba a comentarle
nada. Eso le parecía muy extraño, pero lo que le hizo saber que algo no
andaba bien fue cuando una tarde sonó el teléfono y, debido a que nadie lo
atendía, tuvo que contestarlo.
La voz al otro lado de la línea era juvenil y tenía un acento innegablemente

extranjero, pero lo que lo disgustó fue la insolente confianza con que pidió
hablar con su pareja. Todo el mundo pedía hablar con el señor Krum, pero
~ 114 ~
él lo llamó por su nombre de pila y Cedric exigió conocer su nombre con
hosquedad… ese desfachatado jovencito se había ganado su antipatía en un
segundo. Gánies Nikolakakos fue la respuesta que recibió. Le pasó el
teléfono a Víktor y vio casi con terror como el rostro de su pareja enrojecía
peligrosamente antes de arrebatarle el aparato y correr a su despacho para
encerrarse. No le importó saber que recibiría un tremendo regaño después,
pero no podía quedarse con la duda de lo Víktor hablaba con ese joven y
levantó una extensión. Suspiró con frustración al oír que platicaban en otro
idioma. Se quedó escuchando sólo el tiempo necesario para saber que
conversaba en griego y luego azotó el auricular con fuerza.
Al cabo de dos horas Víktor salió del despacho y no le comentó

absolutamente nada de la llamada y tampoco le reclamó por haberse
atrevido a espiarlo. Él no preguntó nada, pero se quedó con una gran espina
clavada en el corazón. No creía que Víktor lo estuviera engañando con ese
griego, pero no le daría a ese hombre la oportunidad ni el tiempo para
arrebatarle al amor de su vida, si eso era lo que estaba buscando, y fue
cuando se le ocurrió fingir una desmedida ansiedad para que su pareja lo
acompañara a sus sesiones y así permaneciera más tiempo en Londres.
Sabía que el teatrito no iba a funcionarle demasiado tiempo pues Hermione
era una psicóloga muy capaz y ya la había visto mirarlo un par de veces
con suspicacia como si sospechara que estaba fingiendo.
El repiquetear del teléfono lo sacó de sus pensamientos y estuvo a punto de

levantarse a contestar, pero luego decidió dejar que algún sirviente lo
hiciera. Al cabo de unos minutos un hombre que tenía todo el porte de un
bien entrenado mayordomo se le plantó enfrente.
— Disculpe, señor – Cedric levantó la mirada–. Es una llamada para el

señor Krum, pero sigue dormido.
— Yo la tomaré –extendió la mano y tomó el teléfono–. ¿Sabe quién llama?
— Gánies Nikolakakos –le informó antes de marcharse para darle

intimidad.
A Cedric se le aceleró el corazón ante el nombre y decidió en un segundo

decirle a ese chico que dejara de molestar a su pareja, pero cuando se puso
el auricular en el oído, escuchó que Víktor ya atendía la llamada. Una gran
~ 115 ~
llamarada de celos lo envolvió cuando escuchó a su pareja reír por algo que
dijo Gánies y aventó el aparato contra la pared con todas sus fuerzas y éste
cayó al suelo hecho pedazos. Se obligó a quedarse donde estaba porque si
subía a su recámara y Víktor continuaba hablando y riendo con ese joven,
no respondería de sus actos.
Víktor llegó a la sala en poco tiempo y se sentó muy sonriente junto a su

pareja.
— ¿Por qué me abandonaste tan temprano, mi amor? – le reprochó Víktor

con suavidad al tiempo que lo tomaba de la barbilla para que girara la
cabeza y así tener acceso a sus labios.
Cedric estuvo a punto de aventarlo a un lado y ametrallarlo con preguntas

sobre Gánies, pero se dijo que esa era la actitud equivocada. No iba a
facilitarle el camino a ese chico enojándose con su pareja, por lo que se
prendió de los labios que buscaban los suyos y lo besó apasionadamente sin
dar una respuesta a su pregunta. Sonrió interiormente cuando Víktor gimió
dentro de su boca y entonces lo jaló de la bata para recostarlo sobre él. El
búlgaro permitió que su pareja descubriera su pecho y cerró los ojos para
disfrutar al máximo las hermosas sensaciones que siempre le producían
esas suaves manos. Ladeó el cuello cuando Cedric pidió permiso para
lamer esa sensitiva área y buscó a su vez la forma de llegar a la piel de su
amante. Muy pronto las batas fueron un estorbo y se deshicieron de ellas
sin miramientos.
Sólo por un momento Cedric dudó en continuar con ese encuentro

amoroso. A él le gustaba tener intimidad con su pareja en su habitación y
no fuera de ella porque la casa siempre estaba llena de gente y le
avergonzaba que los sorprendieran en su acto de amor, pero se dijo que
ante las presentes circunstancias no podía dejar que su pudor interviniera.
Debía demostrarle a Víktor que él era mejor que ese griego, así que se giró
para dejar que su amante lo preparara para la penetración.
Víktor estaba más que sorprendido ante la disposición de Cedric de hacer el

amor en la sala y se dijo que no iba a desaprovechar la oportunidad de
poseerlo ahí como tantas veces había anhelado. Sabía que a su pareja le
avergonzaba tener sexo fuera de su habitación y no se quejaba en lo
absoluto de lo desinhibido que podía ser Cedric en su cama, pero llegaba a
~ 116 ~
ser rutinario. Sólo un par de ocasiones lo había convencido de tener sexo en
otro lugar de la casa y eso sólo fue porque era muy tarde y ya todos
dormían. La mesa de la cocina resultó ser tremendamente fría y dio como
consecuencias que Cedric estuviera resfriado durante dos semanas. La otra
ocasión fue mejor, pero los dos comprobaron que las escaleras del
vestíbulo eran muy incómodas.
Víktor decidió que tomar a su amante en el sofá no le apetecía y

sorprendió a Cedric cuando lo hizo arrodillarse frente a la mesa de centro y
lo hizo recostarse sobre ella después de deshacerse de un arreglo floral con
poca delicadeza. Cedric se sujetó a la mesa cuando sintió como un dedo se
introducía en su interior y se mordió los labios para acallar su gemido de
placer. El búlgaro sabía que se estaba conteniendo y decidió que no iba a
permitir que su pareja se inhibiera. A él le importaba un bledo si los gritos
de Cedric se escuchaban hasta el jardín y conociendo perfectamente la
forma de hacerlo perder todo control, colocó otros dos dedos dentro del
suave cuerpo y se dedicó a estimular ese punto oculto que lo hacía
enloquecer. Víktor después recordaría, con una sonrisa en los labios, que su
pareja posiblemente había logrado ruborizar a sus vecinos con sus gemidos
y jadeos. Cedric movía su cadera con desesperación pidiendo que Víktor lo
poseyera y no fue hasta después de un poco más de tortura que fue
complacido. El búlgaro tampoco recató sus expresiones de placer y se unió
a su pareja en un ritmo desenfrenado. Los dos alcanzaron la cima del placer
y Cedric de inmediato escondió la cara en el pecho de Víktor cuando éste
salió de su cuerpo.
— Eres un malvado – Cedric estaba muy ruborizado – Estoy seguro de que

me escucharon hasta el otro lado de la ciudad.
— Fue maravilloso – le contestó Víktor todavía jadeante – Debemos

repetirlo más seguido, pero la siguiente vez quiero hacerlo en el comedor.
— ¡No habrá siguiente vez, Víktor Krum! –le contestó riendo mientras
buscaba su bata.
— Por supuesto que sí la habrá, cariño – lo amenazó sonriente.
Cedric entonces se dijo que sí la habría pues le había encantado hacer el

amor fuera de su habitación, pero no se lo iba a decir… le agradaría que
~ 117 ~
tratara de convencerlo después. Los dos se cubrieron y se dirigieron
tomados de la mano hasta su recámara para asearse. Cedric entró primero al
baño y le lanzó una radiante sonrisa a su pareja cuando salió. Víktor lo besó
apasionadamente antes de ir a ducharse, pero antes de atravesar la puerta se
volvió ligeramente y habló con rapidez.
— Tengo un asunto que atender, cariño. No me esperes a comer –y casi

entró corriendo al baño.
Cedric no necesitaba preguntar adonde iba a estar ni con quién. Todo en la

actitud de su amante indicaba que iba a verse con Gánies y decidió
marcharse de la casa antes de decir o hacer algo de lo que después se
arrepentiría. Para cuando Víktor salió del baño ya Cedric había salido de la
habitación sin siquiera decirle adiós y eso lo hizo sentirse muy desdichado.
‘Sé que te estoy haciendo sufrir con mi silencio y mi actitud, mi cielo’ –sus
ojos se cubrieron de congoja–. ‘Pero espero que me perdones cuando veas
lo que hice sólo para ti porque te quiero con el alma’ –se acercó a la
ventana y vio a su amante subirse a su auto–. ‘Eres mi vida entera, Cedric’
–su pareja arrancó y un auto con dos hombres se fue tras él–. ‘Y me moriría
si te llegara a perder o algo malo te sucediera’
Suspirando se alejó de la ventana y se vistió pensando que ya sólo faltaban

unos cuantos detalles antes de darle a conocer a Cedric lo que lo había
ocupado durante tanto tiempo.
***********
Al mismo tiempo que el teléfono sonaba en la casa de Víktor, otro hacía lo
mismo pero en la de Sirius. El hombre no había podido pegar un ojo en
toda la noche y sus profundas ojeras así lo evidenciaban. Se movió lo más
suavemente que pudo para no despertar al joven que seguía aferrado a su
cintura. Una vez fuera de la cama tomó el teléfono y salió al balcón para
hablar.
— Hola – contestó Sirius en voz baja.
— ¿¡Dónde esta Oliver!? – exigió saber la angustiada voz de Hermione–.

¡Me dijiste que lo llevarías de nuevo a la clínica y acaban de informarme
que no pasó la noche ahí! ¿¡Dónde está!?
~ 118 ~
— Cálmate, Hermione. Oliver está aquí conmigo –la tranquilizó.
— ¿¡Cómo que está ahí contigo!? – su angustia se transformó en enojo en

un segundo–. ¿¡Pero cómo se te ocurrió hacer una cosa así!? ¡Oliver está
en una etapa difícil y sin la debida vigilancia pudo…! – se cortó
bruscamente – ¿¡Por qué lo tienes ahí!? ¿¡Intentó hacerse daño
nuevamente!?
— No, linda. Está perfectamente bien y… espera un segundo –se

interrumpió cuando un todavía adormilado Oliver apareció ante él –
Buenos días, cariño –Sirius lo acercó a su cuerpo y depositó un pequeño
beso en los cálidos labios – Estoy a punto de ser asesinado por Hermione
por no haberte llevado de vuelta a la clínica –le informó con una sonrisa.
— ¡Oh! Cuánto lamento haberte causado problemas con la doctora –Oliver

se entristeció de verdad – Déjame hablar con ella.
— No. Tengo una mejor idea – siguió hablando con la chica, pero sin dejar
de abrazar a Oliver–. Para que compruebes que tu paciente está bien,
iremos a tu casa en este mismo momento, ¿de acuerdo?
— Mejor llévalo a la clínica y…
— Llegaremos a tu casa en menos de media hora – la interrumpió sin

miramientos–. Hasta luego –y colgó antes de que Hermione pudiera
protestar – Necesitas decirle a Hermione todo lo que te ha sucedido, amor –
al chico se le llenó el rostro de color – Ella no dirá una palabra de lo que te
pasó y puede ayudarte a superar esa gran frustración que llevas clavada en
el corazón.
— Tienes razón – aceptó el joven después de un momento–. Se lo debo –

recordó como la ella le había abierto el corazón.
— Entonces métete a bañar.
Lo empujó suavemente apenas conteniendo las ganas de volver a besarlo

porque sabía que si lo hacía, lo arrastraría a la cama y no lo dejaría salir por
varias horas. Al cabo de media hora Sirius dejaba a Oliver en casa de
~ 119 ~
Hermione con la promesa de que regresaría por él justo a tiempo para ir a
comer. El joven lo despidió con un ademán de manos antes de voltear a ver
a su doctora que ya le había abierto la puerta.
***********
Harry estaba con Lucius en el gimnasio que habían colocado en una de las
habitaciones de su casa y mientras hacían ejercicio platicaban
animadamente. El rubio compró todos los aparatos necesarios para que
realizara ahí sus ejercicios matutinos y cada vez que tenía oportunidad se le
unía. No por eso Harry dejó de asistir al club, pero ahora lo hacía en las
tardes cuando su trabajo no se lo impedía. No era tan buen economista
como su pareja y lo sabía, pero su trabajo como asesor en varias empresas
le brindaba una gran satisfacción y tenía un pequeño ingreso que lo hacía
sentirse útil. Lucius y su padre le pidieron muchas veces que accediera a
que le pusieran una oficina propia, pero él se había negado pues quería
realizar algo por él mismo. Además, se le hacía un gasto inútil ya que el
papeleo que generaba esas asesorías no era demasiado y lo tenía archivado
en el despacho de su casa. También logró que su pareja y su papá no se
sintieran mal por su rechazo al pedirles consejos de vez en cuando sobre la
rama financiera que cada uno de ellos dominaba.
El insistente repiqueteo del timbre de la casa hizo que Harry colocara las
pesas en su lugar al recordar que se encontraban solos pues el sábado era el
día libre de su personal doméstico.
— Enseguida regreso –se dirigió a Lucius que le dijo que sí mientras

ajustaba la velocidad de su bicicleta fija.
Salió del gimnasio tras ponerse una pequeña toalla en los hombros para
secar el sudor de su cabello y nuca. Gritó que ya acudía al llamado para que
su visitante dejara el timbre en paz.
— ¡Hola, Cedric! – saludó Harry bastante sorprendido–. ¿Es mi

imaginación o es muy temprano para que estés aquí?
— Buenos días, Harry –le contestó el chico encogiéndose de hombros–. No

podía estar en mi casa y decidí venir a molestarte. ¿Puedo pasar?
~ 120 ~
— Claro –se hizo a un lado para dejarlo entrar–. No me digas que te
enojaste con Víktor –se preocupó.
— No, pero si no salía de inmediato te juro que le hubiera armado un

escándalo de miedo.
— ¿Pero por qué? –se secó por completo el sudor–. ¿Qué te hizo?
— Pues… –comenzó a decir, pero fue interrumpido por el sonido del

timbre.
Harry fue a la puerta y se sorprendió nuevamente cuando vio a Draco de

pie frente a ésta.
— ¿¡Y tú qué diablos haces aquí!? –fue lo único que se le ocurrió decir.
Si recibir la visita de Cedric fue sorprendente, la del rubio era inaudita.

Generalmente Draco y Severus no salían de su departamento los fines de
semana para recuperar el tiempo perdido durante toda la semana.
— Buenos días también para ti, mal educado –le contestó Draco riendo y
sin esperar invitación se introdujo en la casa – ¡Cedric! –exclamó
sorprendido cuando vio al joven–. ¿¡Qué haces aquí!?
— Me supongo que lo mismo que tú –le contestó el trigueño con una

sonrisa torcida–. Venir a molestar al amigo porque no se tiene nada mejor
que hacer.
—¡Ándale! ¡Tú sí sabes! –el rubio rió de buena gana antes de mirar al
moreno de arriba abajo–. Vete a bañar para que podamos salir.
— ¡Hey! ¡Hey! Qué ustedes no tengan nada que hacer no significa que yo
también esté desocupado –Harry los miró molesto–. Todavía me falta una
hora en el gimnasio y luego tengo cosas importantes que hacer.
— ¿Cómo cuáles? –Draco se dejó caer en el sofá.
— Como estar con Lucius – puso las manos en la cadera–. Ya tenemos

planeado nuestro día.
~ 121 ~
— Los planes se vinieron abajo, cariño –la voz de Lucius hizo que los tres
voltearan a verlo–. Hola, hijo –Draco se levantó para recibir el amoroso
beso que su padre depositó en su mejilla–. Hola, Cedric.
— Hola, señor –le contestó Cedric educadamente.
— ¿Cómo que se vinieron abajo? –Harry miró consternado a su pareja–.

¿Qué sucedió?
— Acabo de recibir un mensaje en mi localizador y debo ir al Parlamento

enseguida –lo miró con verdadera pena–. Ya sabes como son estos
llamados urgentes. No sé a que hora me desocuparé –se acercó a su pareja
y lo besó tiernamente en los labios–. Pero prometo recompensarte.
— Está bien –aceptó el moreno y dejó caer los hombros derrotado cuando
su amante se fue a su recámara.
— Bueno… ya no hay impedimento para que nos acompañes a dar una

vuelta por ahí, Harry –declaró Draco con satisfacción.
— No, ya no la hay – aún seguía mirando en la dirección en que se había

ido el dueño de su corazón – Pero tendrán que esperar a que termine mis
ejercicios –les regaló una sonrisa llena de malicia.
—¡Ay, no! – Draco fingió molestia–. ¿No podemos irnos ya? ¡Me estoy
muriendo de hambre!
— Mira, rubio – lo señaló con un dedo – Si quieres que los acompañe

entonces tendrán que esperar a que termine mi rutina.
— De acuerdo – se dirigió a la cocina – Me prepararé algo para distraer mi

hambre.
Cedric y Harry se fueron al gimnasio y Draco se les unió minutos después

llevando un enorme emparedado entre las manos. Harry siguió con sus
ejercicios mientras que Draco les contaba porque estaba ahí. Severus había
acudido al llamado de uno de sus editores sobre un problema grave que se
había suscitado con una de sus obras y no sabía a que hora iba a
~ 122 ~
desocuparse. Cedric decidió platicarles lo que lo estaba molestando hasta
que Lucius se marchara y no fue sino hasta después de casi media hora que
pudo contarles sus sospechas. Los dos se interesaron tanto en lo que les
decía que Harry dejó a un lado sus ejercicios y pasaron mucho tiempo ahí
maldiciendo a ese griego y reconfortando a Cedric.
~ 123 ~
Capítulo 12: Se tiende la red

Deshacerse de la vigilancia de la policía fue más fácil de lo que Mihail
previó y se trasladaron en dos autos hacia donde Alekko afirmaba vivía el
único pariente vivo de Oliver. Según sus investigaciones se trataba de una
señora muy anciana que no les causaría ningún problema, pero que sería el
instrumento para poder apoderarse del inglés. La casa era muy antigua y
bella, pero lo que hizo que Mihail sonriera con satisfacción fue ver que
estaba bastante alejada de sus vecinos y que si la mujer armaba algún
escándalo, nadie la escucharía. Dejaron los autos en la posición exacta para
poder emprender una rápida huída y se introdujeron en la casa sin ningún
problema. Se dieron a la tarea de localizar a la tía abuela de Oliver y a
cualquiera que se encontrara con ella en esa enorme casa y pronto
localizaron a la mujer bordando tranquilamente en su recámara junto a una
jovencita que le servía de dama de compañía.
Las dos mujeres gritaron y lucharon por escapar al verlos, pero no pudieron
evitar ser capturadas. Con suma facilidad fueron inmovilizadas y
amordazadas antes de ser arrojadas sobre la cama y la anciana rogó
interiormente porque no las lastimaran. Su temor creció desmesuradamente
cuando esos hombres comenzaron a hablar en un idioma que no entendía,
pero un nombre era repetido sin parar y no tardó en advertir que hablaban
de su Oliver. Tembló al advertir que ella era el señuelo para que su adorado
sobrino se presentara y que ellos pudieran quizá lastimarlo. El que parecía
ser el jefe repartió incomprensibles órdenes a todos sus cómplices y fueron
dejadas sólo con uno de ellos que aseguró la ventana antes de sentarse en
una silla para vigilarlas. Después de lo que le parecieron horas, se
escucharon voces en la planta baja y la anciana reconoció la voz de su
sobrino. Los ojos se le llenaron de lágrimas cuando éste fue puesto frente a
ella. Vio como Oliver luchaba contra el jefe para poder llegar a ella, pero
dejó de hacerlo cuando el hombre que las cuidaba se acercó a la cama y
puso una filosa daga sobre su garganta. Oliver permitió entonces que el jefe
lo besara en la boca al amenazarlo de que le cortaría el cuello a ella si
seguía luchando. Una misericordiosa inconsciencia la envolvió cuando ese
hombre se llevó a Oliver a otra recámara para hacerle cosas que en realidad
no quería saber.
~ 124 ~
***********
James miró con pena a su amigo que no había dejado de llorar desde que
empezó a contarle todo lo que había sucedido con Oliver y le tomó una
mano para reconfortarlo. Estaban solos ya que Lily tuvo que marcharse no
sin antes maldecir su mala suerte por no poder quedarse y apoyar a Sirius
que lucía realmente mal.
— Lucha por él, Sirius – fue el primer consejo que James le dio – Si Oliver
respondió a tus caricias es porque siente algo muy fuerte por ti.
— Le creí cuando me dijo que me amaba – una sonrisa muy triste afloró a
sus labios – Pero lo que no entiendes es que él no sería capaz de pararse
frente a todo el mundo y decir ‘Soy gay y ¿qué?’ Oliver siente un genuino
temor por lo que opinará la gente de él y nunca será feliz conmigo a la vista
de todos ni escondiendo nuestro amor. La incertidumbre de ser descubierto
lo irá destruyendo poco a poco.
— Pero tú serás desdichado –apretó un poco más su mano.
— Yo no intereso. Aquí el único que importa es Oliver – suspiró

profundamente – Ya sufrió muchísimo en manos de ese tal Mihail para que
ahora yo también le haga lo mismo y eso es algo que nunca voy a hacer.
Prefiero dejarlo en libertad para que encuentre a alguien con quien pueda
ser realmente feliz.
— Creo que estás tomando la decisión equivocada, pero sé que no

cambiarás de opinión –lo miró con pesar.
— No. No lo haré – aceptó secándose las lágrimas con rudeza – Ahora lo

que urge es protegerlo a toda costa. Oliver se niega a denunciar a ese tipo
ante las autoridades y sigue en gran riesgo. Ese idiota ha demostrado ser
muy peligroso y no ha desistido en sus intentos de apoderarse de él. El
desgraciado que le rompió el brazo se estuvo paseando frente a la otra
clínica donde estaba internado y estoy seguro de que seguirá haciendo lo
mismo en la de Hermione – se levantó de improviso de la silla donde
estaba sentado – ¡Ayúdame a encontrar una solución, James!
~ 125 ~
— ¿Y si tú pones la denuncia? –sugirió después de unos segundos.
—¡No! – negó algo alarmado – Oliver jamás me perdonaría que todo el

mundo se entere que Mihail está obsesionado con él.
— Entonces lo único que se me ocurre es un ponerle una vigilancia privada.

Al menos por el momento.
— Creo que será la única solución que tendremos hasta que Oliver no se
decida en denunciar a ese tipo – aceptó con tristeza – ¡Y te juro que cuando
lo tenga frente a mí lo estrangularé con mis propias manos! –sus ojos
azules se llenaron de resentimiento.
— Esos deseos de venganza no te llevaran a ningún lado, Sirius –se levantó

y abrazó a su amigo para tranquilizarlo – Es mejor poner todo nuestro
empeño en capturarlo y entregarlo a las autoridades lo más pronto posible.
— Tienes razón – le devolvió el abrazo–. Gracias por escucharme y

entenderme, James.
— No digas eso – se separó de su amigo – Hemos sido amigos toda la vida

y lo único que quiero es que seas feliz. En verdad creo que estás
equivocado al pensar en alejarte de ese muchacho, pero respeto tu decisión
– terminó deprisa para evitar la inminente protesta del médico–. Ahora
vamos a mi despacho para hablarle al grupo de seguridad que me da
servicio y contratarlos para Oliver.
— Está bien.
Pasaron el resto de la mañana poniéndose de acuerdo con la seguridad.

Sirius quedó en entrevistarse con el gerente del grupo la noche de ese
mismo día para que conociera a Oliver y así pudiera comenzar con su
vigilancia lo más pronto posible. Ya sintiéndose un poco más tranquilo,
Sirius salió de la casa de James hacia la de Hermione para cumplir con su
promesa de llevar a comer a su joven amado.
***********
~ 126 ~
Lucius regresó a su casa escasamente una hora después de que se marchó y
maldijo en voz alta al idiota que se equivocó al mandar ese mensaje urgente
pues había echado a perder todos los planes que tenía con su chico de ojos
verdes. Ese llamado era para los altos funcionarios de justicia y él nada
tenía que ver con eso. Le había pedido a su chofer que se diera prisa en
volver a su hogar para ver si alcanzaba a los jóvenes antes de que se
marcharan, pero no tuvo suerte. Estuvo tentando en hablarle a Harry para
preguntarle donde se encontraba y alcanzarlo, pero decidió dejarlo pasar
una mañana divertida con Draco y Cedric. Tomó un libro al azar de la
estantería y se acomodó en la sala para leer un rato. A él le agradaba la
lectura, pero últimamente no tenía tiempo para hacerlo y se desconectó del
mundo hasta que su teléfono celular sonó después de varias horas.
***********
Severus estaba bastante molesto con su editor y se lo dijo con palabras
poco amables. Le parecía una completa incompetencia que hubiera
extraviado su original cuando ya estaba a punto de entrar a impresión. Él
no se vanagloriaba de ser un Premio Nobel de literatura ni tampoco podía
jactarse de publicar bestsellers, pero lo desquiciaba la posibilidad de que su
libro hubiera sido robado. Había invertido muchísimas horas en él y se
había privado de la deliciosa compañía de su pareja para terminarlo en el
tiempo que le exigió el editor y ahora éste venía y le decía, con la mano en
la cintura, que no lo encontraba por ningún lado y que se lo entregara
nuevamente. Por supuesto tenía en su poder una copia, pero no le facilitaría
las cosas. Exigió que lo buscaran hasta por debajo de las muelas de todos
los empleados y declaró que no se movería de ese lugar hasta que lo
encontraran. Ya casi era media tarde cuando por fin fue localizado y
Severus salió ya más tranquilo de la editorial. Subió a su automóvil, pero
antes de encender el motor su teléfono sonó y rogó porque fuera Draco
pidiéndole que lo alcanzara en algún lado, pero no era así. Era uno de los
guardias de su pareja y lo que le dijo hizo que la sangre se le helara en las
venas.
***********
~ 127 ~
Víktor examinaba con Gánies unos enormes planos de construcción y
señalaba con terquedad los puntos con lo que no estaba conforme. El joven
griego se estaba desesperando por la testaruda conducta del millonario.
Había estado toda la mañana tratando de hacerle ver a su cliente que las
modificaciones que solicitaba no podían hacerse sin alterar todo el conjunto
que ya estaba casi finalizado y soltó algunas maldiciones en griego que
Víktor entendió a la perfección, pero no le importó. Él sabía lo que quería y
si eso significaba que el arquitecto debía derrumbar medio edificio para que
quedara cabalmente a su gusto, pues que lo hiciera. Ése era un proyecto en
el que llevaba trabajando durante tanto tiempo y que le había acarreado
tantos disgustos con Cedric, que un poco más de espera no lo afectaría.
— De acuerdo, Víktor. De acuerdo – ya Gánies no encontró palabras para

hacer entrar en razón al búlgaro – Lo haremos como quieres, pero te
advierto que estas modificaciones te costarán una fortuna y el vestíbulo
quedará…
— Exactamente como a mi Cedric le gusta – lo cortó sin miramientos – ¿De

cuánto tiempo estamos hablando para que lo termines?
— Mínimo dos semanas más – se masajeo las sienes pues ya un tenía un

tremendo dolor de cabeza.
— ¡Perfecto! – dio una pequeña palmada de deleite sobre los planos –

Entonces comenzaré con los trámites para que las piezas se trasladen a
Grecia en ese tiempo.
— Ese joven es muy afortunado al tenerte, Víktor – le sonrió con veracidad

– Ya quisiera yo que alguien me regalara un edificio tan hermoso como ése
– señaló los planos.
— Muy al contrario, Gánies. Yo soy el afortunado por tener a Cedric a mi

lado. Es… simplemente sensacional – su expresión de completo amor
enterneció al griego–. Y no sabes cuánto me molesta ocultarle las cosas,
pero quiero que sea una sorpresa. Así que si trata de averiguar sobre
nuestra relación…
~ 128 ~
— ¡Ya sé! ¡Ya sé! – rió de buena gana antes de guardar los planos – No te
preocupes. No le diré absolutamente nada, pero si me golpea te aseguro que
tus costos subirán al triple.
— Es un trato – rió con él antes de mirar su reloj–. Voy a ir a mi casa a ver

si tengo suerte y lo encuentro ahí.
— ¿Cedric iba a salir?
— Salió por la mañana bastante molesto cuando le dije que no iba a comer
con él –suspiró con tristeza – Obviamente sospechó que me vería contigo y
se marchó sin siquiera decirme adiós. Sólo espero que no esté tan molesto
cómo para negarse a hacer el amor en la noche –se animó de pronto – ¡Lo
hubieras visto esta mañana! Se portó…
— ¡No quiero saber más! – exclamó Gánies tapándose los oídos y tomó su
saco apresuradamente – Sabes que respeto tus gustos y los de todo el
mundo, pero en verdad no deseo saber nada sobre sus demostraciones de
amor – fingió un escalofrío–. Seguimos en contacto. Adiós –y salió
presuroso de la habitación.
Víktor rió con ganas ante la actitud de su amigo y también tomó su saco
para irse a su casa. Un segundo antes de que abandonara su oficina, su
teléfono sonó y el color se le fue del rostro cuando su guardia le informó
que habían perdido de vista a Cedric y no tenían la menor idea de dónde se
encontraba.
***********
Ron miraba la puerta del despacho de su casa cada vez con más insistencia.
Hermione llevaba horas encerrada con ese atractivo muchacho y apenas se
aguantaba las ganas de entrar y ver lo que estaban haciendo. Le causó
mucha gracia ver a su esposa gritarle a Sirius echa una furia cuando le
reclamó no haber llevado a su paciente a la clínica, pero cuando conoció a
Oliver se preguntó si su preocupación no sería porque ese chico le gustaba.
Nadie podía negar que era muy atractivo. Se sorprendió mucho cuando su
pareja se colgó del cuello del joven en cuanto éste puso un pie dentro de su
casa y le preguntó con sedosidad si se encontraba bien, pero lo que
~ 129 ~
definitivamente despertó sus celos fue cuando él depositó un suave beso en
la blanca mejilla de su esposa y le contestaba que sí. Le parecieron eternos
esos segundos que permanecieron abrazados y no le obsequió a Oliver una
sonrisa cuando le fue presentado. Su antipatía creció aún más cuando el
joven se deshizo en palabras cariñosas hacia Lisa que estaba en su
andadera. Sabía que si alguien quería conquistar a una mujer con hijos, el
primer paso era alabar a sus niños. Hermione no notó la molestia de su
esposo y los tres desayunaron sin intercambiar muchas palabras, pero Ron
se percató que su chica se sentía estupendamente bien con Oliver y cuando
los dos desaparecieron en el despacho fue cuando sus celos se encendieron
en sumo grado.
Ya estaba a punto de interrumpirlos cuando la llegada de Sirius le dio el

pretexto perfecto para alejar a ese guapo muchacho de su esposa. Después
de una ligera llamada a la puerta entró sin esperar invitación. Como su
mente había estado pensando tontería y media durante toda la mañana
esperaba encontrar a Hermione en los brazos de Oliver, pero no era así.
Hermione estaba sentada detrás de su escritorio con una actitud plenamente
profesional mientras que Oliver miraba por una ventana hacia el jardín
dándole la espalda. De pronto se sintió muy estúpido por haber pensando
mal y más al recordar la hermosa noche de pasión que había compartido
con su esposa.
— Eh… disculpen que los interrumpa, pero… pero – su rostro estaba del
mismo color que su cabello – Sirius ya llegó y… y… busca a Oliver.
— Ya casi terminamos, mi amor – Hermione le regaló una dulce sonrisa

que hizo que se pusiera aún más rojo – Dile que nos espere un par de
minutos más, por favor.
— Lo haré. Perdón de nuevo – y cerró la puerta mientras se pateaba
mentalmente.
— Me alegro que ya las cosas estén bien entre usted y su esposo, doctora –
Oliver abandonó la ventana y se sentó frente a Hermione.
— Sí. Anoche tuvimos una reconciliación perfecta – sonrió con felicidad –

Gracias por ayudarme.
~ 130 ~
— No fue nada – también sonrió.
— Y volviendo con lo tuyo… – volvió a ponerse seria – … pienso que estás

actuando en forma equivocada. El hecho de que sea un hombre el que te
está persiguiendo no es lo importante, Oliver. Aquí lo que está claro es que
ese muchacho es un desquiciado y no lo digo por sus gustos homosexuales
–le aclaró con rapidez–. Tengo a mi alrededor suficientes hombres gay para
decirte, sin temor a equivocarme, que sus relaciones amorosas son tan
normales como los de cualquier pareja heterosexual. Su relación se basa en
la confianza, en el respeto mutuo, en la tolerancia y en el gran amor que se
profesan.
— ¿Entonces usted no piensa que ese tipo de relaciones son… pervertidas y

asquerosas? –preguntó casi con temor.
No se había atrevido a confesarle como había pasado la noche con Sirius.
— Oliver, Oliver – casi rió de su expresión – Mi hermano se enamoró de un

chico cuando tenía 18 años y luego perdió totalmente la razón por Lucius
en cuanto lo conoció. Te juro que no hay muchacho más noble y decente
que Harry en todo el mundo entero y el hecho de que ame a otro hombre
con toda su alma, no lo convierte en un maniático pervertido y asqueroso.
— Yo… yo… – casi le confiesa lo que había pasado con Sirius, pero
cambió de opinión… aún no estaba preparado para decírselo – … le
agradezco mucho que me haya escuchado y también que me permita seguir
en la clínica hasta que encuentre una solución para mi problema con Mihail
–se levantó y caminó hacia la puerta.
— Puedes permanecer ahí todo el tiempo que quieras, pero también debes
estar conciente de que no puedes ocultarte toda la vida, Oliver – lo tomó de
los hombros – Esconderte de Mihail no es la solución y lo sabes
perfectamente. Lo que debes hacer es denunciarlo a las autoridades. Lo que
piense la gente de esa situación es lo de menos, tu tranquilidad es lo único
que importa. Tú más que nadie debes saber que hagas lo que hagas,
siempre existirá gente que te critique y si lo que quieres es darle gusto a
todos, simplemente nunca serás feliz.
~ 131 ~
— Pensaré en lo de la denuncia – abrió la puerta… las palabras de
Hermione habían hecho temblar su interior.
— Hazlo –y salieron juntos del despacho.
Sirius avanzó sonriente y con los brazos extendidos hacia Oliver en cuanto
lo vio, pero se detuvo al instante al ver cómo el joven se detenía para luego
dar dos pasos hacia atrás rechazando su gesto amoroso. Su corazón sangró
al darse cuenta que el joven ya había levantado entre ellos la tan temida
barrera y dejó caer los brazos. Mantuvo la sonrisa en los labios con mucho
esfuerzo y apenas contuvo las lágrimas. Un par de minutos después
salieron de la casa de Hermione y de Ron y Sirius se concentró en no
voltear a ver a su joven amado. Se soltaría a llorar inconteniblemente sí lo
hacía.
Oliver por su parte se estaba preguntando lo que iba a suceder entre Sirius
y él. Se le antojaba muy lejana la noche anterior cuando bailó muy pegado
a él en la discoteca y su total desinhibición cuando hicieron el amor. Estaba
seguro de que fue la sensual actitud de Draco la que le dio la suficiente
confianza para comportarse de esa manera, pero ahora que había regresado
al mundo real, en la que estaba rodeado de personas que lo crucificarían
cuando se enteraran de que sostenía una relación homosexual, el valor le
falló. Se preguntó si sería capaz de soportar el repudio y la burla que se
desatarían al dar a conocer su condición gay y no tardó mucho en saber la
respuesta. No. No soportaría ver que la gente se reía a sus espaldas y lo
llamaran mariquita o de alguna otra forma más humillante.
Miró de reojo a Sirius y se estremeció al contemplar su belleza. El gran

amor que sentía por él llenó todos y cada uno de los poros de su piel, pero
ni aún así pudo adelantar la mano y tocar la que se aferraba con fuerza a la
palanca de velocidades por el temor de que alguien viera que le tomaba la
mano a un hombre. Cerró los ojos al preguntarse con desesperación qué iba
a hacer. No podría vivir con el desprecio de la gente, pero tampoco sin
Sirius.
‘¿Y si lo ocultaban? ¿Y si mantenían su amor en secreto?’, preguntó una

vocecita en su cabeza.
~ 132 ~
Oliver abrió los ojos y sonrió al imaginarse la situación. Nadie se enteraría
de que estaba enamorado de un hombre porque jamás vería a Sirius en
lugares públicos y si en algún momento se veía en la necesidad de sofocar
algún chisme, sostendría uno que otro efímero romance con alguna chica.
¡Era una magnífica solución! Se volvió hacia Sirius para preguntarle si
consentiría en que se vieran a escondidas, pero el hombre se bajó del auto
antes de que pudiera abrir la boca. Suspiró con pesar y se dijo que ya habría
tiempo para platicar con él. Se bajó del auto y siguió a Sirius que ya había
entrado a un restaurante.
Sirius suspiró con alivio cuando se bajó del auto y puso más espacio entre
Oliver y él. Era una verdadera tortura tenerlo tan cerca y no poder tocarlo.
Un atento mesero los recibió y se mantuvo a su lado hasta que escogió una
amplia mesa para que no existiera la menor posibilidad de contacto entre
ellos. Decidió dejar de observarlo porque todas y cada una de las
expresiones de alivio que hacía era un cuchillo que se le clavaba en el
corazón. Sintió la tranquilidad del muchacho cuando no intentó entablar
una plática y mucho menos tocarlo en el interior del auto. Ahora esa faz
serena se debía al hecho de que puso tres metros de distancia entre ellos
cuando entraron al restaurante.
Ya sin voltear a verlo, Sirius ordenó un aperitivo para los dos. El mesero ya
alejaba con la orden cuando tres ruidosos muchachos se acercaron a su
mesa.
— ¡Se los dije! – dijo Draco triunfalmente y se sentó al lado de Sirius –

Eran ellos lo que estaban entrando – miró con adoración al médico – Tus
anchos hombros son inconfundibles, cariño.
— Y también mis enormes y preciosos ojos azules, lo sé –Sirius rió a duras

penas–. Me lo has dicho miles de veces, Draco.
Sirius se sorprendió, al igual que Oliver, de ver a los tres muchachos

acomodarse con total confianza en su mesa, pero pronto se recuperó y
decidió seguirle el juego al rubio para tratar de distraer el dolor que sentía y
no romper en llanto.
— Y lo seguiré diciendo hasta que al fin pueda meterte en mi cama, guapo –

se recargó sobre su hombro con descaro.
~ 133 ~
— Pero antes necesitas deshacerte de Severus, dulzura – tocó con suavidad
su barbilla– No creo que a él le entusiasme la idea de compartirte conmigo
y francamente no quiero desatar su furia.
— Buen punto – rió con elegancia y entonces se acercó para hablarle al

oído–. ¿Estuviste llorando, Sirius? – le preguntó preocupado.
— Sólo un poco, pero no te preocupes – le contestó de la misma forma.
— ¿Por qué?
— Se me metió una basura en los ojos –trató de alejarse, pero Draco lo

sujetó de la nuca para impedirlo.
— No me mientas. Seguro te enojaste con Oliver, ¿verdad?
— Draco… no quiero hablar de eso –murmuró con la voz quebrada y el

rubio lo dejó ir sorprendido al saber que estaba a punto de romper en llanto.
Hizo volar sus dorados cabellos con el único propósito de golpear con ellos
a Sirius en la cara y recomenzar un nuevo juego para darle la oportunidad
de recuperarse. Miró con discreción a Oliver y supo que estaba a punto de
ser asesinado. Eso le confirmó lo que estuvo platicando con Severus la
noche anterior sobre lo enamorados que se veían Sirius y Oliver y se
preguntó qué era lo que había sucedido entre ellos. Luego se dirigió al
mesero que sólo esperaba su orden para marcharse y pidió un coñac antes
de seguir con su labor de levantarle el ánimo al padrino de Harry.
Oliver de nuevo sintió correr por sus venas esas terribles ganas de
estrangular al rubio, pero no se atrevió a abrir la boca porque sabía que si le
decía a Draco que se alejara de Sirius, éste lo involucraría en sus estúpidas
bromas y no quería que nadie lo identificara como homosexual. Estaba
conciente de que la desinhibida actitud del rubio llamaba la atención de los
demás comensales y se preguntó cómo era posible que soportara esas
oscuras miradas ante su condición gay… él definitivamente no las
aguantaría. Así que ahogó sus terribles celos y desvió la mirada hacia
Cedric que se había sentado junto a él.
~ 134 ~
Sirius se llenó de regocijo al ver la mirada llena de celos de Oliver ante la
actitud cariñosa de Draco, pero volvió a sentirse desdichado cuando los dos
fueron ignorados olímpicamente después de dos segundos. Pronto se inició
una amena plática sobre lo que habían hecho los tres jóvenes durante la
mañana.
— ¿Y cómo es posible que estén desocupados?.–.les preguntó Sirius a sus

inesperados acompañantes cuando ya comían – Me parece increíble que sus
ogros los hayan dejado salir en sábado.
— Tenían cosas más importantes que hacer – declaró Cedric enojado y

haciendo pucheros.
— Lucius tuvo que ir al Parlamento y Severus a la editorial – explicó Harry

divertido y abrazó a Cedric para que se tranquilizara – Víktor tenía una
junta con unos extranjeros.
— Con un estúpido griego para ser exactos – se tomó de un solo trago su

bebida.
— Ya no pienses más en eso, Cedric – le recomendó Draco – De nada te

sirve enojarte y pasar un mal rato. No por romperte el hígado vas a hacer
que Víktor aparezca a tu lado y deje a ese Nikolakakos.
— ¿Nikolakakos? –preguntó Sirius interesado.
— Gánies Nikolakakos – él que le contestó fue Cedric–. ¿Lo conoces? –

preguntó con expectación, pero no recibió contestación pues el teléfono
celular de Sirius sonó en ese momento.
— ¿Diga? – contestó el hombre enseguida–. Sí, soy yo –le escucharon

decir–. Enseguida se lo comunico – le tendió el teléfono a Oliver que lo
miró asombrado–. Es para ti.
— ¿¡Para mí!? –Sirius asintió con la cabeza–. ¿Hola? –contestó el joven y

luego todos vieron como el color huía de su rostro–. ¿¡Qué haces ahí,
Mihail!? ¡Te juro que si te atreves a tocarle un solo cabello…! –Sirius se
sobresaltó al saber quién llamaba y apenas se contuvo para no arrebatarle el
~ 135 ~
teléfono a Oliver y gritarle a ese imbécil que dejara a su amado en paz de
una buena vez–. ¡¡¡Eres una miserable rata!!! –ya temblaba visiblemente en
la silla–. Haré todo lo que me digas, pero no le hagas daño –sus ojos se
llenaron de lágrimas–. Salgo para allá enseguida, pero no le hagas nada a
mi tía abuela –suplicó antes de colgar el teléfono y levantarse para luego
correr hacia la salida.
Sirius se levantó y se fue detrás de él dejando atrás a tres desconcertados

muchachos que no entendían lo que acababa de pasar.
— ¿¡Qué sucede!? – preguntó Harry impactado.
— Pues me parece que ese tal Mihail secuestró a la tía abuela de Oliver y le
exigió que fuera a verlo seguramente para arreglar lo del rescate – Cedric
explicó lo que entendió.
— ¡Eso es muy grave! – Draco se levantó y dejó varios billetes sobre la

mesa – ¡Vamos!
Los tres salieron corriendo del restaurante y llegaron donde Sirius discutía
con Oliver. El único pensamiento que llevaba Oliver en la mente era ir a
casa de su pariente y evitar que ese desequilibrado muchacho le hiciera
daño a la anciana mujer. Sabía que era prácticamente entregarse a los
lobos, pero no tenía otra opción. Ese loco le había dicho que la mataría sin
miramientos sino se presentaba en media hora en su casa y debía hacerlo
solo.
— ¡¡¡No, Sirius!!! ¡No! – Oliver se revolvía con fiereza entre los brazos del
médico–. ¡Tengo que ir solo! ¡Mihail va a matarla si lo desobedezco!
— No puedo dejarte ir sólo. ¡Entiéndelo! –lo zarandeó con fuerza para

hacerse escuchar–. Te hará daño.
— ¡No me importa! –logró zafarse de sus manos y se recargó sobre un auto

jalando aire con desesperación–. ¡Necesito ir a ayudarla!
— Nosotros los acompañaremos –dijo Harry llegando a su lado.
~ 136 ~
— ¿¡Estás demente!? –Oliver lo miró como si en verdad lo creyera–. Me
dijo que la descuartizaría si me atrevía a avisarle a la policía.
— ¡Pues no le avisaremos a la policía! –intervino Draco–. Sólo iremos

nosotros cinco. Te presentarás solo, pero te cubriremos las espaldas y te
ayudaremos a rescatar a tu tía abuela de ese secuestrador.
— ¡¡¡No!!! – volvió a repetir con fuerza – ¡¡¡Debo ir solo!!!
— Iremos contigo quieras o no, Oliver – dijo Cedric – No acostumbramos

abandonar a nuestros amigos a su suerte.
— Yo no soy su amigo –gruesas lágrimas resbalaron por sus mejillas.
— Por supuesto que lo eres, Oliver – Harry se adelantó y lo abrazó – Te

ganaste nuestra amistad el día de ayer, te lo aseguro – miró a Sirius que le
agradeció sus palabras con una pequeña sonrisa–. Así que más vale ya no
perder el tiempo y planeemos las cosas para sorprender a esa sabandija.
Oliver se aferró a Harry mientras lloraban sin parar. Un pequeño

movimiento a sus espaldas llamó la atención de Sirius y jaló a Draco a su
lado para luego hablarle en voz baja.
— Ese idiota de Mihail es muy peligroso y no dudo ni un segundo que

llegué a asesinar. Es más, esa mujer ya hasta podría estar muerta – al rubio
se le fue el color del rostro – Si ese imbécil no quiere a la policía cerca no
creo que le agrade la idea de verse rodeado de agentes – señaló con la
cabeza a los guardaespaldas – Esos hombres no se despegarán de ustedes ni
un segundo y no quiero exponer a esa señora más de lo necesario. Tendrán
que quedarse.
— Ni lo sueñes, Sirius – negó Draco con fervor–. ¿Acaso crees que alguno
de nosotros nos quedaríamos tranquilos al saber que van a enfrentarse a un
criminal? Ya encontraremos la forma de deshacernos de ellos.
— ¡Entiéndeme, Draco! –lo tomó de los hombros y lo miró con fijeza–. Es

que no es sólo eso. Lucius y James jamás me perdonarían si pusiera a
~ 137 ~
Harry, a Cedric o a ti en peligro y ya ni que decir de Severus o Víktor. Me
despellejarían vivo si alguno de ustedes saliera lastimado.
— Puedes decir todo lo que quieras, pero al menos yo no voy a

abandonarlos –declaró el rubio con firmeza y miró a Cedric que no les
quitaba la vista de encima–. Sirius no quiere exponerte al peligro Cedric,
así que…
— Voy con ustedes –declaró con firmeza y se cruzó de brazos dando a

entender que era el fin de la discusión.
— ¿Dónde te citó ese hombre, Oliver? –le preguntó Harry al chico cuando
se tranquilizó.
— En la casa de mi tía abuela –y les dijo tartamudeante la dirección–. Y

debo estar ahí en menos de media hora.
— De acuerdo –se separó de Oliver–. Nos veremos en 10 minutos en

Chelsea frente al Banco Internacional. Ese tiempo es más que suficiente
para perder a nuestras guardias.
—¿¡Pero tú estás loco o qué!? –protestó Cedric de inmediato–. ¡Todo el

mundo me conoce ahí!
— Entonces nos veremos frente al Museo Británico –dijo Draco y Cedric

rodó los ojos–. ¡Oh, Cedric! ¡No seas tonto! Ese lugar está lleno de gente
en este momento y nadie va a fijarse en nosotros. Es más, ni siquiera
tendremos que bajarnos del auto. Nos reunimos y nos vamos de inmediato
a nuestro destino. Nosotros nos estacionamos una cuadra antes y luego nos
acercamos en cuanto Oliver haya entrado a reunirse con ese desgraciado.
— Está bien –accedió Cedric de mala gana.
— ¡Pues ya vámonos! –dijo Oliver y se subió deprisa en el auto de Sirius

que salió del estacionamiento segundos después.
Cedric se acercó a sus guardaespaldas.
~ 138 ~
— Vamos al departamento de Draco –les informó con una sonrisa–.
Alcáncenme ahí.
— Los seguiremos, señor –le contestó uno de los hombres con seriedad.
Sabía perfectamente que si lo perdía de vista, su patrón lo descuartizaría.
— Como quieras –se encogió de hombros antes de regresar con sus amigos
y se subió al auto de Harry suspirando pesadamente–. Bueno, tenía que
hacer el intento.
— No te preocupes, de todas formas los perderemos –dijo Harry con

confianza–. ¿Ya localizaste a tu guardia? –le preguntó a Draco.
— Sí. Son estos tipos que están en la acera de enfrente –vieron a tres
fornidos hombres que no les quitaban la vista de encima–. ¿Y qué harás
con la tuya, Harry?
— Simple –el moreno sacó su teléfono y marcó un número–. El

departamento de Draco… 10 minutos –fue todo lo que dijo y colgó.
Vieron como el auto que estaba estacionado detrás de la guardia de Draco

arrancaba y se incorporaba a la circulación.
— Bien, señores… ahí va mi guardia –Harry sonrió con picardía–. Apaguen

sus teléfonos y pónganse los cinturones de seguridad. Comienza la carrera.
Hizo rugir el motor de su convertible varias veces antes de salir hecho un

bólido a las calles londinenses. Vio como los hombres de los dos autos se
apresuraban a seguirlo y sonrió aún más ampliamente. ¡Eso iba a ser muy
divertido!
~ 139 ~
Capítulo 13: Angustia

James se quedó preocupado por el estado de ánimo de Sirius y sólo para
saber si se encontraba bien, lo llamó por teléfono. Su amigo no contestó de
inmediato y cuando lo hizo se dio cuenta enseguida de que estaba tenso.
— ¿Qué tienes, Sirius? – le preguntó preocupado.
— Ahora no puedo hablar, James –le contestó Sirius mientras se

estacionaba frente al museo y miraba hacia todos lados esperando a que
Harry apareciera en cualquier momento.
— ¿Pero qué pasa? ¿Puedo ayudarte en algo?
— No –suspiró de alivio cuando el convertible del moreno se estacionó

detrás de él–. Mira, tengo que colgar.
— ¡No antes de que me digas que te sucede! –exigió.
— Es sobre el problema de Oliver que te comenté en la mañana –le dijo en

voz baja para que el joven sentado a su lado no lo escuchara–. Luego
hablamos. Adiós –y colgó sin esperar respuesta.
Sirius se dijo una vez más que estaba actuando incorrectamente al dejar que
su ahijado y sus amigos los acompañaran y que James lo mataría si supiera
lo que estaba haciendo con ellos en ese momento, pero también sabía que
no habría poder humano que los apartara de su lado. Tal y como había
dicho Draco, el Museo Británico estaba a reventar de visitantes y nadie se
fijó en ellos cuando emprendieron nuevamente la marcha sin abandonar los
vehículos. Apenas habían avanzado una cuadra cuando el teléfono de Sirius
volvió a sonar y estuvo a punto de ignorarlo, pero cuando vio que era Harry
se apresuró a contestar.
— ¿¡Pero estás loco, Sirius!? –le dijo el moreno en cuanto contestó–.

¡Apaga tu teléfono! ¿¡Te imaginas lo que sucedería si suena cuando
estemos tratando de entrar a esa casa!?
~ 140 ~
— Lo siento.
Sirius se sonrojó antes de cortar la llamada y apagar el teléfono. Luego se

concentró en manejar lo más rápido que podía, pero también tratando de no
cometer alguna infracción y llegaron a la calle donde vivía la tía abuela de
Oliver apenas en el tiempo que Mihail había dado como plazo.
— Mi tía vive en el número 77 – le dijo Oliver a Sirius antes de bajarse del

auto con rapidez y luego correr como alma que lleva el diablo hacia la casa
de su tía.
***********
James colgó el teléfono todavía más preocupado de lo estaba antes y se
sentó junto a Hermione que había llegado minutos antes con Ron y Lisa
para visitarlos.
— ¿Qué sucede, papá? –Hermione enlazó los dedos con los de James.
— Sirius me preocupó –le contestó con sinceridad.
— ¿Por qué?
— Porque… –se detuvo indeciso.
Sirius le había comentado todos sus problemas con la confianza que dan
años de amistad y no le parecía correcto divulgar sus secretos, pero decidió
contarle a su hija sólo una parte de su conversación.
— Sirius me comentó que a ese jovencito que estás atendiendo lo anda

persiguiendo un loco.
— Ajá – fue lo único que dijo la chica animándolo a seguir.
— Y ahorita que hablé con él me pareció que estaba muy tenso y me dijo
que no podía hablar porque estaba atendiendo ese problema.
— ¿¡Qué!? –Hermione se levantó de un salto–. ¿¡Ese desquiciado volvió a

atacar a Oliver!?
~ 141 ~
— No lo sé –se asustó por su reacción–. ¿Ese tipo es realmente peligroso?
— Mucho –sacó su teléfono y marcó el número de Sirius–. ¡Demonios! –

pateó el suelo–. ¡Apagó el teléfono! –miró a su padre–. ¿No te dijo más?
¿Dónde estaba o algo así?
— No –también se levantó–. ¿Qué hacemos, Hermione?
— No lo sé. Déjame pensar.
La chica comenzó a pasearse por la sala con la mirada de Ron y James

clavada en ella.
***********
Lucius se levantó de un salto del sofá y dejó caer el libro al suelo. Sus ojos
grises se abrieron al máximo.
— Explícame eso de que no sabes donde está Harry –exigió saber con
escalofriante voz baja–. ¡Se supone que deberías saberlo!
— Es que no lo sé, señor –contestó la voz de un hombre–. El joven me dijo

que lo alcanzáramos en el departamento del joven Draco y fuimos a
esperarlo ahí, pero nunca llegó. Nos comunicamos con la guardia de su
hijo y ellos nos dijeron que perdieron a los muchachos casi enseguida de
que salieron de ese restaurante. También la guardia del joven Cedric los
perdió.
— ¿Harry seguía con Draco y con Cedric? –comenzó a pasearse por toda la
habitación.
— Así es. Ellos comieron en un restaurante en compañía del señor Sirius y

de Oliver Wood.
— ¿Estuvieron con Sirius?
— Sí. Comieron y luego los cinco salieron apresuradamente del lugar. Algo
le pasaba al joven Oliver porque estaba llorando y todos parecían discutir.
~ 142 ~
Luego él y el señor Sirius se fueron dejando ahí a los tres muchachos –hizo
una pequeña pausa–. Parece que el joven Harry los perdió a propósito.
— ¿¡Pero cómo es posible!? –preguntó más asustado que enojado.
Harry ya se había ganado una buena regañada de su parte por jugar a las
escondidas con su guardia, pero no dejaba de preguntarse el por qué lo
hizo. Por su mente pasaron en un segundo miles de conjeturas, pero cada
una de ellas las desechaba por ridículas.
— Hemos tratado de comunicarnos a sus celulares, pero los tienen

apagados y… y eso no es lo peor de todo, jefe –siguió diciendo el hombre.
— ¿Ah, no? –preguntó Lucius con sarcasmo.
— No. Hace unas horas emitieron una alerta general en código cero.
Lucius sabía que ese tipo de alerta sólo se daba cuando algún criminal
peligroso estaba suelto por la ciudad y fue entonces que realmente se
asustó. No le gustaba nada que su chico estuviera sin vigilancia cuando un
delincuente era perseguido por la policía secreta.
— Encuéntrenlo –fue la orden que dio con voz de hielo–. No me importa

qué es lo que hagan para hacerlo, pero quiero que localicen a mi pareja lo
más pronto posible, ¿me han entendido?
— Lo haremos, señor –le contestó el hombre con voz temblorosa y cortó la

comunicación.
Lucius marcó el teléfono de Sirius para preguntarle si sabía donde podrían

estar los chicos. Maldijo en voz alta cuando saltó el buzón de voz y se le
hizo raro. El médico siempre estaba comunicado por si surgía alguna
emergencia en el hospital. Se puso a pensar frenéticamente adonde podría
haberse ido Harry y sólo para ir descartando lugares, llamó a Severus.
***********
— ¿¡Pero cómo diablos pudo suceder eso!? –le gritó Severus al hombre con
el que hablaba.
~ 143 ~
— Le juro que hicimos todo lo posible por no perderlos de vista, pero el

joven Harry conduce muy rápido y nos dejó atrás con facilidad –le
explicaba atropelladamente–. En este momento estamos recorriendo la
ciudad buscándolos, pero no los vemos por ninguna parte. Estamos en
contacto permanente con la guardia del joven Harry y la del joven Cedric,
pero tampoco los han encontrado.
— ¿Y dices que los tres tienen apagados sus teléfonos?
— Así es, señor.
— ¡Explícame otra vez lo que estaba haciendo Draco antes de que lo

perdieran! –exigió y escuchó con atención la narración que le exponía de
nuevo el hombre–. ¿Entonces Sirius no se fue con ellos?
— No, señor. El señor Sirius salió primero con Oliver Wood que le digo
estaba llorando.
— ¿Y no tienen la más remota idea del lugar al que pudieron haberse ido?
— El joven Harry y el joven Cedric dijeron que iban para su casa, señor,
pero no lo hicieron.
— Sigue buscándolo y más te vale que lo encuentres sano y salvo, ¿me

entendiste?
— Sí, señor –y colgó.
Severus no sabía que hacer y saltó en el asiento del auto cuando su teléfono
volvió a sonar y lo contestó con el corazón latiéndole muy rápido.
— ¿Ya lo sabes, Severus? – preguntó Lucius sin preámbulos.

— Sí, Lucius –le contestó suspirando con frustración–. ¡Cómo es posible
que los hayan perdido de vista!
~ 144 ~
— Tú sabes como conduce Harry –le dijo enfadado–. ¡Pero te juro que ese
niño va a escucharme cuando lo encuentren y le pondré un dispositivo de
rastreo en el auto sin que se entere!
— Estoy rogando porque sólo sea una tonta apuesta entre ellos para ver si
podían perder a todas sus guardias.
— Espero que sólo sea eso –hizo una pausa antes de continuar–. ¿Te
explicaron lo de la alerta cero?
— No. ¿Qué es eso? –preguntó extrañado.
— ¡Diablos! –maldijo en voz alta poniendo muy nervioso a Severus–.

Lanzaron una alerta general en código cero esta mañana.
— ¿Y eso que significa?
— Que la policía secreta anda detrás de un delincuente muy peligroso.
— ¿Tú crees que los chicos corren peligro? –ya no tenía color en el rostro.
— Yo espero que no, pero hacía años que no se lanzaba una alerta de este
tipo y sea quién sea ese criminal es muy, muy peligroso.
— ¡Debemos encontrarlos lo más pronto posible! –dijo Severus y encendió

su auto–. Voy a dar unas vueltas por ahí a ver si los veo. Avísame de
inmediato si sabes algo.
— De acuerdo. Adiós –y los dos colgaron.
***********
Lucius estuvo a punto de marcarle a Víktor, pero se dijo que no estaba de
humor para lidiar con su terrible genio que estaría peor que nunca ya que
no dudaba que sus guardaespaldas ya le habrían informado que Cedric
había desaparecido junto con Draco y Harry. Sólo le tomó unos segundos
decidir a quién más llamar y suspiró aliviado cuando James le contestó.
~ 145 ~
— Buenas tardes, James. Disculpa que te moleste, ¿pero Harry no se
encontrará por ahí? –preguntó Lucius con ligereza pues no quería asustar al
papá de su pareja.
— No, no ha venido para nada –le contestó James extrañado–. ¿Acaso tú no

sabes dónde está mi hijo?
— No, no es eso –se obligó a reír–. Lo que pasa es que…
— ¡No me mientas, Lucius! –exclamó James con dureza haciendo que Ron
y Hermione lo miraran extrañados… él era por lo general una persona muy
serena–. ¡Algo le pasó a Harry y exijo que me lo digas en este momento! –
los esposos se miraron alarmados.
— Está bien –aceptó el rubio con desaliento–. Parece que el angelito de tu

hijo quiso jugar a las escondidas y desapareció junto con Draco y Cedric.
Nadie sabe donde están.
— ¿¡Qué!? –casi gritó–. ¿¡Pero por qué haría una tontería como ésa!?
— No lo sé. Acabo de hablar con Severus y él supone que tal vez hicieron
una tonta apuesta para ver si lograban despistar a sus guardias, pero la
verdad es que no estoy de acuerdo. Los tres comieron en compañía de
Sirius y de Oliver antes de que…
— ¿¡Sirius estaba con ellos!?
— Sí, ¿por qué? –le preguntó extrañado.
— Acabo de hablar con Sirius hace un minuto y no me dijo nada.
— ¿¡Hablaste con él!? –se puso alerta de inmediato.
— Sí.
— ¿¡Y no te dijo donde estaba!? ¿¡No mencionó a los muchachos!? –lanzó

las preguntas como ametralladora.
~ 146 ~
— No, Lucius, no –ya toda esa situación lo estaba poniendo muy nervioso–.
Sólo me dijo que estaba atendiendo un problema que tenía Oliver.
— Los guardias me dijeron que Oliver estaba llorando cuando salieron del
restaurante –dijo pensativamente–. ¿Tú sabes que problema tiene ese
muchacho?
— Yo… pues… eh… –balbuceó–. No puedo decírtelo. Es un secreto que

Sirius me confió.
— ¡Oh, por todos los cielos James! ¡No es el momento para guardar
secretos! –se desesperó ante la actitud del hombre–. Ahora estoy seguro de
que tu hijo, mi hijo y Cedric se fueron con ellos para ayudarlos. Si
decidieron perder a la guardia es porque consideraron que nosotros no lo
aprobaríamos y eso quiere decir que tal vez estén en peligro –se pasó la
mano por su rubio cabello despeinándoselo–. ¡¡¡Así que no perdamos más
el tiempo y dime que problema tiene Oliver!!! –exigió ya sin paciencia.
— Está bien –aceptó derrotado–. Un chico ha estado hostigándolo

sexualmente desde hace más de dos meses y no quiere denunciarlo a las
autoridades.
— ¿Y sabes cómo se llama ese tipo?
— Mihail.
— ¿¡Mihail!? –se sorprendió mucho–. ¿¡Mihail Karkarov!?
— No lo sé. Sirius no me dijo su apellido sólo que se llamaba Mihail y que

era un muchacho como de 20 años.
— ¡Maldita sea! –ya estaba más que asustado.
— ¿Lo conoces?
— Sí, y puedo asegurarte que es muy peligroso.
~ 147 ~
Esas palabras hicieron que James perdiera completamente el color y se
dejara caer sobre el sillón. Ron corrió con James mientras que Hermione
lanzaba una exclamación como si de pronto hubiera recordado algo muy
importante y se hizo del teléfono.
— Soy Hermione, Lucius –le dijo al rubio–. Tengo algo que decirte.
— Ahora no tengo tiempo, Hermione –le contestó Lucius con rudeza–.

Necesito hablar con…
— ¡¡¡Es importante!!! –lo cortó sin miramientos.
— De acuerdo, habla.
Decidió escuchar lo que la chica le decía aún cuando sabía que era
imperativo que se comunicara con Albus Dumbledore lo más pronto
posible.
— Esta mañana recibí la llamada de un guardia de seguridad de la clínica

donde trabajo preguntándome por Oliver. Algo en esa llamada me llamó la
atención y no fue sino hasta este momento que me di cuenta que me llamó a
mi celular. La clínica sólo tiene el número de mi casa. ¿Cómo diablos
consiguió mi número privado?
— ¿Y eso que tiene de…?
— Déjame terminar –volvió a interrumpirlo–. Le hablé a Sirius y me dijo

que habían pasado la noche juntos. Llevó a Oliver a mi casa y luego
regresó por él para irse a comer. Ron y yo veníamos para acá cuando el
mismo guardia volvió a llamarme para preguntarme que había pasado con
Oliver y le dije que no se preocupara, que él se encontraba con el doctor
Sirius Black y que lo llevaría por la tarde a la clínica. ¿Te das cuenta?
¡Ese tipo era el único que sabía donde estaba Oliver!
— ¿¡Me estás diciendo que ese guardia es cómplice de Mihail!?
— Todo parece indicar que así es. Averiguó de alguna forma mi número
celular y pudo haber hecho lo mismo con el de Sirius –cerró los ojos con
~ 148 ~
fuerza–. En mi oficina tengo una copia de mi agenda. Casi estoy segura de
que se introdujo en ella y así los consiguió.
— ¡Dame el nombre de ese infeliz! Haré que lo arresten enseguida para que
nos diga donde se está escondiendo Mihail.
Ahora estaba seguro de que la alerta cero que se había despachado por la
mañana se debía al joven búlgaro.
— ¿Qué hacemos Lucius? –le preguntó después de darle el nombre del

guardia.
— Quédense donde están. Prometo informarles de inmediato lo que

averigüe.
— Pero… –quiso protestar, pero ya Lucius había cortado la llamada.
Lucius salió corriendo de su casa y llamó a sus guardaespaldas que

aguardaban fuera de ésta. Les ordenó que fueran a arrestar al guardia de
seguridad de la clínica y que lo llevaran directamente al Parlamento. Los
hombres se apresuraron a seguir sus órdenes y salieron de la propiedad con
celeridad. Volvió a entrar y marcó el número privado de Albus rogando que
no estuviera ocupado. Suspiró con alivio cuando el anciano le contestó y
rápidamente le contó todo lo que había sucedido hasta ese momento. Albus
estuvo de acuerdo con él en que los muchachos corrían un gran peligro y
tuvo la magnífica idea de investigar las llamadas de entrada y salida del
teléfono de Sirius.
Como Lucius no podía permanecer ni un segundo más en su casa, salió de

ella y ordenó a su chofer que lo llevara al Parlamento pues quería estar
presente cuando interrogaran al guardia de seguridad. Llamó a Víktor que
estaba tal y como había supuesto, hecho un loco y se puso aún peor cuando
le comentó que su pareja había ido al encuentro de un peligroso criminal.
Hizo llamadas similares a Severus y a James y quedó de verse con todos
ellos en el Parlamento. Sólo tuvo unos minutos de soledad antes de llegar al
imponente edificio, pero fueron suficientes para que pudiera dejar salir las
lágrimas de angustia que le quemaban los ojos desde que supo que Harry
había desaparecido.
~ 149 ~
‘¡Oh! ¡Harry, mi amor! ¿Por qué lo hiciste? ¡No sabes el peligro que
corres y yo me muero si algo te pasa! ¡Te juro que me muero!’ –pensó con
el dolor partiéndole el corazón.
***********
Cinco enfurecidos hombres y dos mujeres furibundas miraban a través del
cristal de la sala de interrogatorios. El detective que llevaba el
interrogatorio golpeó con fuerza la mesa frente al detenido.
— Creo que no ha entendido con exactitud la delicada situación en la que se

encuentra, señor Winston –le dijo enseñándole los dientes–. Está acusado
de vincularse con un peligroso criminal y si no coopera, le aseguro que la
justicia inglesa lo refundirá en la cárcel por los próximos 40 años sin
posibilidad de fianza.
— ¡Es que le juro que no sé nada! –lloriqueó el hombre que aún portaba el
uniforme de guardia–. No sé quién es ese Mihail que tanto menciona.
— ¡No mienta! –volvió a golpear la mesa–. Usted le facilitó el número

privado del doctor Sirius Black. ¡Más vale que empiece a cantar!
El hombre se desmoronó y puso los dos codos sobre la mesa para luego
esconder la cara entre las manos.
— Le juro que no pensé que estuviera haciendo nada malo –dijo con voz
entrecortada y llorosa–. Yo admiro mucho a Oliver Wood y me emocioné
al igual que todos cuando nos enteramos que iba a quedarse en la clínica
como paciente. Cuando ese muchacho se me acercó no pensé que fuera
para nada malo.
— ¿Es este muchacho? –el detective le mostró la foto de Mihail.
—No –negó después de una breve hojeada–. Fue otro, pero se parecen
mucho.
— ¿Su nombre?
~ 150 ~
— Alex.
— ¿Alex qué?
— No lo sé. No me dijo su apellido.
— Continúe.
— Me dijo que era un gran admirador de Oliver y que se moría de ganas de

pedirle un autógrafo. Dijo que lo había visto entrar a la clínica por pura
casualidad y que había esperado por horas a que saliera, pero que cuando
no lo hizo decidió acercarse a mí. Me rogó y rogó por mucho tiempo para
que lo dejara entrar para pedirle el autógrafo, pero me negué en redondo.
Regresó al día siguiente y me mostró muchos billetes de alta denominación
–se puso muy rojo–. Mire, señor… mi situación económica no es muy
buena y…
— ¡No se desvíe del tema! –lo cortó de inmediato el hombre–. ¿Aceptó ese
dinero a cambio de dejarlo pasar?
— ¡No! ¡Jamás! –negó con énfasis–. Me pidió que le avisara cuando el

joven saliera… sólo eso. No tenía que decirle adonde iba ni con quién.
— ¡Miente! –volvió a golpear la mesa–. ¡Hoy le informó que estaba con el

doctor Sirius Black!
— ¡No creí que estuviera haciendo nada malo! –volvió a insistir ya

temblando visiblemente.
— ¡Por supuesto que hizo algo malo! –lo hizo mirarlo a los ojos–. Allanó la
oficina de la doctora Weasley y se hizo de su número privado para
preguntarle el paradero de Oliver.
— ¡Es que ese joven me suplicó mucho!
— Y también prometió darle mucho más dinero, ¿verdad? –el hombre

asintió débilmente con la cabeza–. Cómo no recibió la respuesta que
~ 151 ~
esperaba y no quería perder ese dinero, llamó nuevamente a la doctora para
volver a preguntarle por Oliver y ella le dijo que estaba con el doctor
Black. Regresó a la oficina para investigar el número y se lo dio a este
joven.
— Sí –aceptó en un murmullo.
— ¿Y cómo se comunicaba con él? ¿Le dio algún número telefónico?

¿Alguna dirección?
— No. Él era el que me llamaba.
— Más le vale que todo lo que nos ha dicho sea verdad, señor Winston –
volvió a enseñarle los dientes–. Por lo pronto queda arrestado por abuso de
confianza –y salió de la sala dejando al hombre con dos agentes de la
policía secreta.
Lucius golpeó el cristal lleno de furia y se alejó de la sala de interrogatorios

sintiendo una gran frustración. No habían podido investigar donde se
ocultaba Mihail. El búlgaro sólo había utilizado a ese guardia para llegar a
Oliver, pero él no sabía donde se estaba escondiendo. Los otros lo
siguieron emulando sus sentimientos. Víktor ya estaba al borde de un
colapso nervioso y Severus no iba a tardar en seguirlo. Ron abrazó a
Hermione pues parecía estar a punto de desmayarse. Lily buscó de
inmediato una silla pues sentía que sus piernas no la sostendrían por más
tiempo y James le tomó una mano para brindar un poco de consuelo. Un
pesado silencio reinaba entre ellos y Víktor logró sobresaltarlos a todos
cuando explotó repentinamente.
— ¿¡Pero por qué Sirius aceptó llevárselos!? –dijo el millonario muy

enojado–. ¡Les juro que le retorceré el cuello si algo llega a pasarle a
Cedric!
— ¡Oh, vamos Víktor! –la que le contestó fue Hermione bastante molesta–.
Sirius es el menos culpable de esta situación. ¡Caray! ¡Parece que no
conocieras a esas cabezas duras! ¡Sabes igual que nosotros que son muy
tercos cuando se lo proponen!
~ 152 ~
— ¿¡Qué no tiene la culpa!? –la fulminó con la mirada–. ¡Se llevó a mi
pareja a atrapar a un criminal que persigue la policía de medio mundo!
— Te aseguro que Sirius no sabe que Mihail es tan peligroso –intervino

James a favor de su amigo–. Para él ese muchacho sólo es alguien que está
molestando a Oliver. Eso es todo.
— Pero aún así…
— Harry, Draco y Cedric ya no son unos niños, Víktor –el que lo

interrumpió fue Lucius con extrema seriedad–. Si decidieron ayudarlo fue
bajo su total responsabilidad.
— Tú sabes lo mucho que quieren Harry y Draco a Sirius y jamás lo

dejarían solo en una situación comprometida –dijo Severus con los dientes
apretados–. Y obviamente Cedric tuvo la misma opinión. Aquí lo único que
se les puede reprochar a todos es no habernos dicho lo que pretendían
hacer pues los habríamos ayudado en todo lo que pudiéramos. ¿O tú te
hubieras negado a ayudar a la pareja de Sirius, Víktor? –lo miró fijamente.
— No –dijo el millonario en voz baja–. No lo hubiera hecho.
— Cedric está bien, Víktor –Hermione se acercó a él y lo abrazó–. Verás

que nada malo le ha pasado.
— Sé que estoy diciendo tonterías, pero es que… –escondió la cara en el

cuello de la chica–. … estoy muerto de miedo.
— Todos lo estamos –le contestó ella derramando algunas lágrimas.
En ese momento un grito lejano hizo que el corazón de todos saltara.
— ¡Lucius! ¡Lucius! –Albus se acercaba lo más rápido que le permitía sus

cansadas piernas–. ¡Tenemos una dirección! –ondeaba triunfalmente en su
mano un papel.
Víktor corrió hacia el anciano y sin ninguna consideración le arrebató el

papel y de inmediato se puso al teléfono.
~ 153 ~
— Ya despaché varias unidades y no tardarán más que unos minutos en
llegar ahí –siguió diciendo el anciano jadeante… parecía que había corrido
un maratón.
James fue el siguiente en hacerse del papel y también se puso en contacto

con sus guardias.
— ¿Y quién vive ahí? –preguntó Lucius y le arrebató el papel al papá de

Harry.
— La tía abuela de Oliver Wood –dijo Albus triunfalmente–. Estoy seguro

de que ahí se encuentra Mihail y sus sirvientes así como también tus
muchachos.
Severus hizo lo propio con el dichoso papel y también hizo algunas

llamadas. Nadie esperó a escuchar más y salieron corriendo del
Parlamento.
~ 154 ~
Capítulo 14: Más Rehenes

Oliver llegó corriendo a la casa de su tía abuela y entró como un torbellino
en ella. No se sorprendió al ver a Mihail sentado con toda tranquilidad en la
sala y se le fue encima como toro embravecido. El muchacho sólo sonrió
porque antes de que Oliver consiguiera golpearlo, dos de sus sirvientes lo
detuvieron y pronto lo tuvieron completamente sometido.
— ¡¡¡Eres un miserable cobarde, Mihail!!! –Oliver escupió las palabras–.

¡¡¡Te exijo que dejes a mi tía abuela fuera de esto!!!
— Tienes brío, Oliver y eso me gusta mucho –se levantó del sillón y se
acercó a él–. Pero no estás en condiciones de exigirme absolutamente nada,
precioso –enterró una de sus manos en el suave cabello castaño–. Además,
tus modales dejan mucho que desear. ¿Acaso no merezco un saludo más
‘cariñoso’ después de tan larga separación? –le tomó la cara con las dos
manos–. Ha pasado demasiado tiempo desde que probé la miel de tus labios
–dijo con lujuria y lo besó con furia.
Oliver se revolvió con más ímpetu, pero no pudo zafarse de las manos de
sus captores y tuvo que soportar el beso que se le antojó asqueroso y
degradante. Mihail se separó de él después de lo que le pareció una
eternidad y le sonrió enigmáticamente antes de soltarle un tremendo
rodillazo en sus partes nobles que lo hizo sentir un terrible dolor. Los
hombres que lo sujetaban lo dejaron caer al suelo mientras reían
burlonamente y Oliver se encogió al tiempo que trataba de contener sus
lágrimas.
— Ese golpe me lo debías, Oliver –Mihail lo tomó del cabello con

brusquedad y lo obligó a mirarlo–. Agradece que sólo te haya hecho eso y
no que te rompiera el otro brazo. Levántenlo –le ordenó a sus hombres y
éstos lo obedecieron de inmediato–. Hay alguien que quiere verte y no es
de caballeros hacer esperar a las damas, ¿no es cierto? –lo tomó de su brazo
aún lastimado y lo apretó sin piedad–. ¡¡¡Sube!!!
~ 155 ~
Con algo de dificultad Oliver caminó al lado de Mihail y subieron las
escaleras. Se dirigieron directamente a la habitación de su pariente y volvió
a luchar por liberarse cuando la vio atada y amordazada sobre la cama junto
con la chica que le servía de compañía, pero no le fue posible. Se le partió
el corazón cuando vio como los ojos de su tía abuela se llenaban de
lágrimas y odió con todas las fuerzas de su ser al muchacho que tenía a su
lado.
— Debes aprender a ser dócil, cariño –le dijo Mihail con franca burla–. Si
no quieres que le corten el cuello a la anciana, estate quieto de una buena
vez y dame lo que quiero por tu propia voluntad.
Oliver tembló de pies a cabeza cuando un cómplice de Mihail puso una

enorme daga en el cuello de su tía abuela y entonces consintió en que se
apoderara de nuevo de sus labios ya sin luchar y en completa sumisión.
Una nueva oleada de odio lo sacudió cuando el muchacho rió dentro de su
boca, pero no opuso ninguna resistencia cuando fue llevado a una
habitación contigua. Se estremeció de repulsión cuando fue obligado a
darle refugio a una implacable lengua que se enterró hasta su garganta casi
ahogándolo. Cerró los ojos cuando fue arrojado sobre la cama y se aferró a
las sábanas cuando una cruel boca se prendió de su cuello para morderlo
sin piedad. Mihail comenzó a hablar en su lengua natal y Oliver agradeció
en el alma no entender búlgaro pues sabía que todas las palabras que salían
de esa horrible boca eran ofensivas. Tembló de terror y de repulsión cuando
le destrozó la camisa en un santiamén dándole acceso a su blanco pecho.
Era asqueroso sentir la caliente y jadeante respiración de Mihail sobre su
piel y rogó porque Sirius y los demás no tardaran demasiado en ir a
ayudarlo.
‘¡Apresúrate, amor mío!’ –pensó Oliver desesperado cuando Mihail se

puso completamente sobre él y movió repulsivamente su cadera contra la
suya–. ‘¡Te necesito, Sirius! ¡Apúrate por todos los cielos!’
Mihail parecía un desquiciado. Era tal su desesperación por tocar la

totalidad del cuerpo de Oliver que sus manos chocaban una con la otra y
lastimaban la sensible piel en el proceso. Desde que lo conoció no pudo
quitárselo de la mente ni un solo segundo y se le metió debajo de la piel
como una enfermad. Se preguntó de nuevo qué era lo que tenía ese inglés
para robarle la razón de esa manera. No comprendía como su simple vista
~ 156 ~
podía llevarlo a cometer locuras. Sabía que no tenía mucho tiempo y que si
no deseaba que la policía secreta lo capturara, debía marcharse lo más
pronto posible de esa casa, pero no podía hacerlo… al menos no antes de
poseer aunque fuera sólo una vez ese apetecible cuerpo. Estaba conciente
de que en cuanto abandonaran el país tendría todo el tiempo del mundo
para hacerle el amor, pero simplemente no podía esperar más para
enterrarse en ese cuerpo que aún creía virginal. No le hizo caso a la voz en
su cabeza que le gritaba que se marchara de inmediato, así que, ya siendo
un esclavo de su lujuria se le fue encima al joven mientras le describía con
lujo de detalles lo que iba a hacerle.
Levantó la vista y se dio cuenta que Oliver tenía cerrados los ojos y le
ordenó abrirlos… quería perderse en sus profundidades castañas cuando lo
hiciera suyo. Cuando no fue obedecido se percató que estaba hablando en
su lengua natal y corrigió el idioma. Repitió la orden en inglés y sonrió
satisfecho al lograr que Oliver abriera los ojos y le lanzara una mirada llena
de terror. Nuevamente se dio a la tarea de describirle la forma en que iba a
poseerlo y se regocijó al sentir el temblor que recorrió el cuerpo del joven.
‘Cómo voy a gozar al oírlo gemir de placer’ –pensó Mihail convencido de

que era un gran amante y que no importaba que lo estuviera tomando a la
fuerza pues al final Oliver Wood le rogaría que lo tomara de nuevo.
***********
Sirius se bajó del auto y se reunió con Cedric, Harry y Draco en la acera.
— Le daremos un minuto antes de alcanzarlo –decidió Harry mirando su

reloj
— Oigan, ¿y ya pensaron como vamos a defendernos? –preguntó Cedric

con burla–. No creo que nuestra afilada lengua y el golpe de nuestras
palabras sean suficientes.
— ¡Tienes razón! –exclamó Draco impactado.
— La sorpresa es nuestra mejor arma, rubio –dijo Harry con confianza.
~ 157 ~
— Pues la verdad dudo que nos sirva de mucho –opinó Cedric–.
Busquemos aunque sea un palo. No me entusiasma la idea de llegar con las
manos vacías a esa casa.
— Muchachos… quédense, por favor –volvió a suplicarles Sirius al ver que

corrían el doble de peligro al no tener nada con qué defenderse.
— No vuelvas con lo mismo, Sirius –Draco lo miró molesto–. Mejor busca

en el auto un desarmador o algo por el estilo.
— Pero hay que darnos prisa –dijo Harry–. No debemos dejar tanto tiempo
solo a Oliver con ese loco.
— Tienes razón –estuvo de acuerdo Sirius y abrió la cajuela de su auto.
Harry hizo lo mismo y para cuando comenzaron a caminar ya llevaban

ocultos dos pares de desarmadores cada uno. La casa de la tía abuela de
Oliver tenía sólo un corredor por el que se podía pasar a la parte trasera y
afortunadamente para ellos estaba de su lado, así que lo único que tuvieron
que hacer fue deslizarse lo más silenciosamente posible a lo largo del
angosto pasillo. No tuvieron ningún problema en llegar hasta la puerta
posterior y Harry lanzó una ahogada exclamación de gusto cuando
comprobó que estaba abierta. Ya estaban a punto de entrar cuando el
sonido de armas amartillándose a sus espaldas los hizo darse la vuelta con
rapidez.
— ¡Quietos ahí! –gritaron Alekko y Grigorov al mismo tiempo.
Alekko estaba seguro de que Oliver no iba a ir solo y así se lo hizo saber a
Mihail. Éste le ordenó que se mantuviera oculto en la parte trasera de la
casa para detener a cualquier intruso. La trampa había sido efectiva y el
búlgaro abrió mucho los ojos al ver que había capturado a cuatro preciosos
ejemplares. Ya se había resignado a no volver a ver al rubio que le había
fascinado, pero ahora lo tenía frente a él y lo mejor de todo es que estaba
completamente a su merced. Se mojó los labios con lujuria haciendo que el
hombre que estaba a su lado mirara con odio a Draco. A ninguno de los
cuatro les pasaron inadvertidas las expresiones de los dos hombres y a
Harry se le endurecieron los ojos. A Sirius se le aceleró el corazón al ver
~ 158 ~
que ya tenía una razón más para preocuparse… ahora no sólo Oliver corría
el peligro de ser violado sino también Draco.
Alekko se movió con cautela hasta situarse junto a Cedric y le puso el arma
sobre la sien.
— Un movimiento en falso y su amiguito se muere –dijo el muchacho con

dureza y los otros supieron que estaba hablando en serio–. Desármalos,
Grigorov –le ordenó a su sirviente en búlgaro y Cedric se sorprendió
mucho.
Durante el tiempo que Víktor lo mantuvo encerrado, éste buscó una y mil
maneras para entretenerlo y enseñarle búlgaro fue una de ellas. No podía
jactarse de hablarlo con fluidez, pero sí lo entendía a la perfección. Nunca
se habría imaginado que esos hombres fueran búlgaros. Miró como
Grigorov se hacía de todos los desarmadores y de sus teléfonos y lanzó un
suspiró de frustración… ahora sí ya no tenían nada con qué defenderse. Sus
manos fueron atadas con firmeza a sus espaldas antes de ser obligados a
entrar a la casa. Cedric se las ingenió para estar junto a Sirius pues
necesitaba decirle de alguna forma que entendía a los hombres, eso tal vez
los ayudaría a escapar de la fea situación en la que se encontraban.
Fueron llevados hasta la sala y Sirius se dedicó entonces a buscar a Oliver

con la mirada. La casa estaba construida de tal forma que podían
observarse cuatro puertas dispuestas en el primer piso. Un pequeño espacio
vacío entre dos de ellas le hizo suponer que allí había una escalera que
conduciría a un ático o al menos al techo. Una puerta se abrió y tres
hombres salieron de ella con expresión confundida. Pasada la sorpresa
inicial, dos de ellos bajaron deprisa para reunirse con sus cómplices.
— ¿¡Son estos los que me imagino que son!? –preguntó con sorpresa uno de
ellos.
— Así es –le contestó Alekko con una sonrisa–. ¿No creen que es
fantástico? No tuvimos que ir a buscarlos, ellos vinieron solitos a nuestras
manos
Ese intercambio de palabras y las que siguieron sólo fueron comprensibles

para Cedric ya que hablaban en búlgaro. Se sintió confundido al percatarse
de que esos hombres ya conocían a sus amigos y se preguntó como podría
~ 159 ~
ser posible. Ellos no tenían ninguna relación con Oliver antes del día
anterior, pero no encontró la respuesta. Le dio un pequeño empujón a Sirius
para que volteara a verlo.
— Los entiendo –le dijo sólo moviendo los labios y suspiró con alivio al ver
que Sirius había comprendido.
El médico asintió con la cabeza y siguió mirando a su alrededor tratando de

adivinar en que habitación estaba Oliver.
— ¡Guau! Ojos azules es mucho más guapo en persona que en foto –

comentó uno de los hombres, pero Sirius no se dio cuenta de la forma en
que era observado.
— ¡Y además hay un bono extra! –dijo el otro hombre mirando a Cedric

con lascivia.
— ¡Nadie va a tocar a nadie hasta que Mihail lo diga, Vanyo! –ordenó

Alekko.
Tenía la vaga sensación de haber visto a Cedric con anterioridad, pero no

lograba ubicarlo. Él no era de los que respetaba nada ni a nadie, pero tenía
la impresión de que ese joven era importante. Se concentró lo más que
pudo tratando de recordar de donde lo conocía, pero al final sólo supo que
ese joven estaba relacionado de alguna forma con el papá de Mihail y por
nada del mundo quería hacer algo que lo molestara. Suficiente tenían con
ocultarle a Igor sus inclinaciones sexuales. Todo el mundo sabía que el
millonario era un implacable homofóbico y si llegaba a enterarse de que él
y su primo sentían atracción hacia los de su mismo sexo, podrían decirle
adiós a su apoyo.
— ¡No seas así, Alekko! –protestó airadamente uno de los que había
escogido a Sirius–. Mihail dijo que Petar y yo podíamos quedarnos con el
hombre y tú escogiste al rubio.
— ¡He dicho que no, Matei! –repitió.
~ 160 ~
— ¡Es que no sabemos cuánto tiempo va a tardarse con Oliver! –insistió
Matei–. ¿Y a poco tú no te mueres de ganas de poseer a ese rubio
exquisito? –lo incitó y Alekko cayó redondito en la provocación.
Draco le sostuvo la mirada a Alekko cuando éste volvió a mirarlo con

lujuria. Él no necesitaba entender búlgaro para saber que ese muchacho
quería meterlo en su cama a toda prisa.
— ¡Además hay carne para todos y sería una pena desperdiciarla! ¿No lo
crees así, Grigorov?
Vanyo le dio un codazo al hombre que seguía con su feroz expresión.
— Yo no quiero a ninguno –le contestó él de mala manera–. Por mí puedes

quedarte con todos.
— ¡Mejor para mí! –exclamó Matei–. Somos seis, ¿no? Mihail está con
Oliver, Alekko se queda con el rubio, yo con el hombre, Petar con el de
ojos verdes y Vanyo con el de las mejillas sonrojadas mientras que
Grigorov se va a vigilar a la anciana y así todos contentos –le sonrió a su
amigo que sólo gruño con enfado.
— ¡Nadie va a tocarlos a ellos! –explotó Alekko sorprendiendo a Cedric–.

¡Mihail quiere a este chico y así va a ser! –señaló a Harry que frunció el
ceño–. ¡Y a este otro tampoco nadie lo toca! –y señaló a Cedric.
— ¿Pero por qué no, Alekko? –preguntó Vanyo desesperado–. ¡Déjamelo a

mí! ¡Yo no tengo a nadie!
— Te compensaré después –le dijo en voz baja y Cedric se quedó con la

boca abierta al igual que Grigorov que puso las manos en un puño.
— Siendo así, acepto –dijo deprisa Vanyo lamiéndose los labios.
Después de recuperarse de la impresión de lo que acababa de escuchar,

Cedric se puso a pensar sobre la insistencia de Alekko de que nadie lo
tocaría a él y se preguntó la razón de esto. Carraspeó para llamar la
atención de Sirius y le dijo ‘sólo son seis’ en un murmullo.
— ¿¡Ya puedo llevarme a ojos azules!? –preguntó Matei con urgencia.
~ 161 ~
— Llévatelo –Alekko dio su consentimiento con pereza.
Sirius se dejó llevar con total docilidad hacia las escaleras sorprendiendo a
sus amigos y los tres muchachos se quedaron mudos de la impresión
cuando vieron que aceptaba el beso que le daba el hombre que había
permanecido en la parte de arriba cuando llegó a su lado. Parpadearon
varias veces cuando el médico dejó que lo metieran a una habitación sin
oponer ninguna resistencia. Matei y Petar cerraron la puerta tras ellos.
— Amordacen a ése y enciérrenlo en un armario. No quiero escándalos de

su parte, ¿eh? –ordenó Alekko señalando a Cedric y fue obedecido de
inmediato.
Grigorov y Vanyo regresaron a su lado una vez que dejaron encerrado a

Cedric y Alekko se acercó a Draco que levantó la barbilla con desafío
— Tú y yo vamos a pasar un buen rato juntos, bombón –le dijo con el deseo
brillando en sus ojos oscuros.
Acercó una mano a la tersa mejilla para acariciársela, pero la alejó con
rapidez cuando el rubio le lanzó una mordida.
— No soy un bombón –lo corrigió Draco con los dientes apretados–. Soy un
dragón.
— Más bien una serpiente –dijo Alekko riendo y sujetó los largos cabellos
con fuerza–. Si vuelves a tratar de morderme te juro que te quedarás sin
dentadura.
— ¡Suéltalo! –fue la orden que dio Harry con los dientes apretados.
— ¡Oh! Creo que estos dos son pareja –Alekko rió desagradablemente y los
otros lo imitaron–. ¿Y se quieren mucho? –deslizó majaderamente la
lengua por la mejilla de Draco.
— ¡¡Aléjate de mí, basura!! –Draco trató de zafarse, pero no pudo hacerlo.
— ¡¡¡No vuelvas a tocarlo!!! –Harry intentó golpearlo, pero no pudo hacerlo

porque fue sujetado por los hombres y obligado a arrodillarse.
~ 162 ~
— ¿Sabes qué pienso? –se puso a las espaldas de Draco y lo sujetó de la
cintura–. Pienso que este bombón ha de ser muy bueno en la cama para
provocar que te estés muriendo de celos sólo por una pequeña caricia –y
obligó al rubio a hacer la cabeza para atrás para lamer su cuello–. Y voy
averiguar si es así.
Deslizó una mano hasta su entrepierna y la apretó tanto que hizo gemir a
Draco de dolor.
— Te mataré si vuelves a tocarlo –ya el par de esmeraldas brillaban

peligrosamente.
— No lo creo, ojos verdes –Alekko volvió a reír–. Es más fácil que yo te

mate a ti. Pensaba tener una sesión privada de sexo salvaje con esta
serpiente rubia, pero sé que disfrutarás mucho al ver cómo poseo a tu novio
una y otra vez. ¡Levántenlo!
Fue con mucho esfuerzo que lograron hacerlos subir por las escaleras y fue
necesario que Alekko le propinara dos fuertes cachetadas a Draco para que
Harry se dejara amarrar a una silla que fue colocada frente a una enorme
cama con dosel. Entre los tres hombres sujetaron a Draco a los cuatro
postes dejándolo totalmente expuesto. Alekko le ordenó a Vanyo que
regresara a cuidar a las mujeres mientras que Grigorov se quedaba con
ellos. Harry observó la forma en que Grigorov veía a Draco y enseguida
supo que ese tipo estaba enamorado de Alekko. Se dijo que si tuviera
tiempo trataría de aprovechar los terribles celos que brillaban en esos ojos,
pero no lo tenía. La sangre hirvió en sus venas cuando Alekko se subió en
la cama y apresó con su cuerpo el de Draco que trataba por todos los
medios de liberarse.
— Te lo advierto por última vez, infeliz –dijo Harry con voz siseante–.
¡Aléjate de él!
Alekko ladeó la cabeza ligeramente para sonreírle con maldad. Extrajo un

enorme cuchillo de la parte trasera de su pantalón antes de regresar la
mirada a Draco.
— Si no te estás quieto lindura, te aseguro que te clavaré esto en el cuello –

blandió el cuchillo frente a los impactados ojos grises–. A mí no me enfada
hacerle el amor a un cadáver siempre y cuando aún esté caliente –y lo besó
~ 163 ~
con avaricia antes de volver a ver a Harry que lo miraba con verdadero
odio.
Alekko movió el cuchillo a un costado del rubio y Harry se sobresaltó al

pensar que se lo clavaría, pero el búlgaro sólo desgarró la camisa de Draco
para tener acceso al blanco pecho. Alekko entonces lamió y succionó por
todos lados provocando que Grigorov abandonara la habitación de
inmediato. Los ojos verdes de Harry se desviaron hacia el buró que estaba a
un lado de la cama y se sorprendió mucho al ver un arma ahí… ahora sólo
tenía que liberarse.
***********
Sirius sólo esperó a que la puerta se cerrara a sus espaldas antes de irse
contra uno de los hombres y apresarlo con su cuerpo contra la pared. El
hombre se sorprendió mucho ante esto y cuando ya estaba preparando sus
mejores golpes, se dio cuenta que Sirius lo besaba con desesperación. El
otro pensó que efectivamente el médico estaba atacando a su compañero y
lo separó de él con brusquedad, pero también fue sorprendido cuando sus
labios fueron atacados con la velocidad del rayo.
— Mi más grande fantasía siempre ha sido hacer el amor con dos

verdaderos hombres al mismo tiempo –susurró Sirius contra sus labios
tratando de utilizar el mismo tono sensual que utilizaba Draco con él–. Pero
no quiero que los chicos lo sepan –se separó de él y lo quemó con una
intensa mirada azul–. No lo entenderían.
— Pero nosotros sí lo entendemos, ¿verdad, Petar? –preguntó Matei

emocionado.
— ¡Claro que sí! –y se puso a las espaldas de Sirius que fingió un gemido
de placer.
Siguió besando con pasión los oscuros labios frente a él apenas aguantando
la náusea que le provocaba su contacto y comenzó a mover su cadera
contra la del hombre que se excitó en un segundo. Sirius sintió como crecía
la excitación de Matei y se dio la vuelta para provocar la misma reacción
en el otro hombre. Matei no tenía acceso al trasero de Sirius pues sus
~ 164 ~
manos atadas se lo impedían y sin pensarlo dos veces, lo desató. Se pegó a
él y comenzó a restregar su excitado miembro contra los firmes glúteos del
médico que al sentirlo volvió a fingir otro gemido de placer, pero era lo que
menos sentía al estar atrapado entre esos dos hombres que ya jadeaban
como locos. Sirius se recargó sobre el pecho de Matei al tiempo que le
ofrecía sus labios, pero sus manos no estaban quietas. Una vez liberadas,
las deslizó por los hombros de Petar fingiendo que lo acariciaba, pero lo
que realmente hacía era buscar ese punto que todos los médicos sabían que
existía, pero que muy pocos sabían encontrar.
— Abre mi camisa –le dijo Sirius a Petar con voz sedosa y fue obedecido de
inmediato.
Uno o dos botones saltaron de su lugar ante la urgencia del búlgaro para
alcanzar la piel de Sirius. Las toscas manos siguieron su camino hacia el
pantalón del médico, pero Sirius se lo impidió riendo.
— Poco a poco, cariño –e hizo que hundiera la cara en su pecho.
Los delgados y sensitivos dedos se enterraron en la oscura cabellera rizada

del hombre que tenía al frente mientras seguía besando al que tenía a sus
espaldas. No pudo evitar una exclamación de satisfacción al llegar al punto
que había estado buscando, pero Matei no se enteró porque estaba muy
entretenido tratando de liberar su despierta virilidad. Sirius apretó con
salvajismo la cabeza de Petar y ahogó su grito de dolor en su estómago.
Muy pronto tuvo frente a él sólo un cuerpo flácido y lo dejó caer al suelo
poco a poco para no poner sobre aviso a Matei que ya buscaba la forma de
bajarle los pantalones. Se dio la vuelta y dejó que el búlgaro lo tomara del
trasero y lo obligara a enredar las piernas en su cintura. Sirius siguió
besando y moviéndose sin cesar mientras buscaba en la otra cabeza el
mismo punto. Ahora lo encontró más rápido y puso las piernas en el piso
antes de apretar con fuerza. Esta vez ahogó el grito de dolor en su boca y
no dejó de apretar hasta que Matei se desvaneció entre sus brazos. Se
arregló la ropa mientras miraba a los dos hombres con suma satisfacción.
‘No envidio el dolor de cabeza con el que despertarán’ –se dijo con
satisfacción antes de buscar con que amarrarlos.
~ 165 ~
Una vez completada su misión de atar a los dos hombres, abrió la puerta
con cuidado y vio como Harry y Draco eran metidos a la fuerza en otra
habitación. Hizo rápidos cálculos mentales.
‘Cedric dijo que sólo eran seis. Mihail está con Oliver, estos dos ya no son
problema y tres están con mi ahijado y Draco en este momento. Eso quiere
decir que no me encontraré con nadie mientras busco a Oliver’ –y salió
silenciosamente de la habitación.
Afortunadamente para él, sólo había dos puertas sobrantes y caminó de

puntitas hacia la primera que tenía a la mano. Empujó con suavidad la
puerta y miró al interior. Una breve hojeada le hizo ver que ahí estaba la tía
abuela de Oliver y otra muchacha. Le dio mucho coraje verlas amarradas,
pero se dijo que no tenía tiempo para ayudarlas. Ya Oliver llevaba mucho
tiempo con Mihail y sólo rogaba llegar antes de que lo violara.
~ 166 ~
Capítulo 15: El Rescate

Sirius siguió su camino por el angosto pasillo hasta llegar a la última puerta
y giró el pomo con lentitud. El corazón se le aceleró al máximo al ver la
escena en la cama. Oliver estaba tendido boca arriba y completamente
desnudo mientras que Mihail estaba prendido de su entrepierna y la
chupaba con fruición. La vista se le tiñó de rojo y no supo cómo logró
cerrar la puerta con suavidad. Vio que densas lágrimas resbalaban de los
cerrados ojos de Oliver y eso terminó por enloquecerlo. Se colocó detrás de
Mihail y tomándolo del cuello con su antebrazo, lo alejó de la cama. El
muchacho luchó desesperadamente para deshacerse del brazo que lo estaba
ahogando, pero Sirius no tenía la menor intención de soltarlo. Lo único que
tenía en la mente era matar al infeliz que se estaba aprovechando de su
amado.
Oliver abrió los ojos al sentir como Mihail se alejaba y vio sorprendido
como Sirius lo estaba ahorcando. Se quedó un momento inmóvil, pero en
cuanto vio la terrible expresión que el médico tenía en el rostro supo que
iba a matarlo. Ese chico era un ser despreciable, pero no valía la pena que
Sirius se convirtiera en asesino por su culpa, por lo que saltó de la cama y
corrió a su lado.
— Suéltalo, Sirius –le pidió en voz baja–. Vas a matarlo si no lo haces –

pero él ni siquiera volteó a verlo y siguió con su labor de extinguir la vida
de Mihail–. ¡Suéltalo, por todos los cielos! –levantó la voz–. ¡No merece la
pena que vayas a la cárcel por su causa! ¡Hazlo por mí! ¡Suéltalo, Sirius!
¡Suéltalo, por favor! –le rogó llorando.
Tal vez fue su tono suplicante… tal vez fueron las lágrimas derramadas…
realmente no lo sabía, pero suspiró con alivio al ver que Sirius aflojaba el
mortal abrazo. Ya Mihail tenía los labios morados por la falta de oxígeno y
cayó al suelo desvanecido cuando fue liberado por completo. Oliver se
aferró a Sirius y lloró sin consuelo sobre su pecho.
— No merece la pena, no merece la pena –repetía sin cesar y sin poder dejar
de temblar pues lo horrorizó la idea de que su amado se manchara las
manos de sangre.
~ 167 ~
— ¿Estás bien? –preguntó Sirius con voz ronca cuando su mente regresó a
la realidad.
— E-estoy b-bien –le contestó Oliver entrecortadamente–. Lo… lo…

convencí de que me hiciera ‘eso’ para darte tiempo de venir por mí –
levantó la cabeza y lo miró con miedo.
Estaba temeroso de ver en esos hermosos ojos azules desprecio o

repugnancia. Él mismo se sentía sucio por haberle permitido a Mihail
acceder a su cuerpo, pero no había tenido otra opción.
— Fue muy valiente lo que hiciste y estoy muy orgulloso de ti, amor mío –
le dijo Sirius con innegable sinceridad y Oliver sonrió feliz al ver que no
era juzgado–. Yo también tuve que soportar que dos tipos me besaran y me
acariciaran para poder llegar a ti.
— ¿¡En serio!? –lo miró con los ojos como plato.
— En serio –confirmó mientras ponía cara de asco–. Y déjame decirte que

fue realmente repugnante –lo abrazó con fuerza–. Lamento mucho haber
tardado tanto tiempo en venir a rescatarte –depositó un tierno beso en su
cabellera.
— No te preocupes. Ya estás aquí y eso es lo único que importa.
Se quedaron abrazados largos instantes antes de que Sirius apresurara a

Oliver para que se vistiera y fueran a rescatar a Harry y a Draco. Mientras
Oliver se vestía, Sirius ató con excesiva fuerza a Mihail para luego
propinarle una colérica patada en un costado. Sonrió para sí al escuchar
como su golpe había quebrado por lo menos dos costillas y pensó que eso
pagaba el brazo fracturado de su amado. Encontraron una pistola entre las
ropas de Mihail y Sirius comprobó que estuviera lista para usarse. Ya
estaban por salir de la habitación cuando escucharon un disparo y la voz de
Draco gritando el nombre de Harry de una manera terrible. Salieron
corriendo del cuarto, pero no habían dado ni dos pasos cuando tuvieron que
arrojarse al piso porque Vanyo comenzó a dispararles desde la planta baja.
Sirius repelió el fuego esperando que el hombre buscara refugio y le diera
~ 168 ~
la oportunidad de ir a ayudar a Harry y a Draco. Estaba seguro de que algo
muy malo les había sucedido a los muchachos.
***********
Harry sintió como la soga se deslizaba por una de sus manos llevándose
con ella gran parte de su piel, pero no le importó. Lo único que tenía en la
mente era rescatar a Draco de ese hombre que lo estaba lastimando. Alekko
se movía por todo el cuerpo del rubio con furor… mordía, besaba y lamía
toda la piel que encontraba a su paso. Cuando esa mano estuvo libre, Harry
se deshizo del resto de sus ataduras con suma facilidad y no pudo menos
que dar gracias por haber pasado tantas horas en el gimnasio. Se puso de
pie y sólo tuvo que dar un paso al frente para tomar la pistola que estaba
sobre el buró. Todo a partir de ese momento sucedió muy rápido
— ¡¡¡Te dije que iba a matarte si no dejabas a mi hermano en paz, cerdo!!!

–le gritó Harry a Alekko apuntándolo directamente al rostro y el muchacho
se quedó paralizado al ver la pistola–. ¡¡¡Y ahora voy a hacerlo!!!
Los dos muchachos que estaban en la cama tragaron saliva cuando Harry
amartilló el arma y Alekko tembló sin control esperando el disparo. El
búlgaro sólo tenía que ver esos brillantes y decididos ojos verdes para saber
que el chico dispararía sin tocarse el corazón, pero antes de que el moreno
jalara el gatillo, Grigorov regresó al cuarto a toda velocidad alertado por la
voz de Harry y le disparó por la espalda.
— ¡¡¡Harryyyyyy!!! ¡¡¡¡Noooooooo!!!! –gritó Draco aterrado cuando vio

que un costado del moreno se cubría de sangre.
Grigorov se fue contra Harry hecho un energúmeno. Estaba decidido a

matarlo por haberse atrevido a amenazar a Alekko, pero no contó con la
tremenda fortaleza del chico que le presentó una fiera pelea a pesar de estar
herido. Harry se quitó de encima al búlgaro con un certero puñetazo en la
mandíbula, pero casi enseguida se enredaron en una enconada lucha por la
posesión de las armas. A Alekko ya le había retornado el color al rostro y
veía la feroz riña con una sonrisa en los labios. Se sobresaltó al oír disparos
fuera de la habitación y estaba a punto de saltar de la cama cuando sintió
que algo muy caliente se le encajaba en la garganta. Alekko se giró hacia
~ 169 ~
Draco y lo último que vio fue la mirada horrorizada del rubio pues cuando
se desplomó sobre él, ya estaba muerto.
— ¡¡¡¡Alekooooooo!!!! –gritó Grigorov horrorizado al darse cuenta que su

amor imposible estaba herido… lo había alcanzado una bala perdida de su
pistola.
Con la fuerza que da la desesperación, el búlgaro aventó lejos de sí a Harry

que cayó sobre un mueble lastimándose aún más su costado herido. El
moreno quería seguir luchando para proteger a Draco, pero la vista se le
nubló debido al dolor y ya no pudo seguir de pie. Grigorov corrió a la cama
para ayudar a Alekko, pero al ver la gran cantidad de sangre que salía de la
herida de su cuello, supo que ya nada podía hacerse. Un enorme dolor se
dibujó en su rostro, pero casi enseguida sus desquiciados ojos negros se
desviaron hacia Draco que se desesperaba por quitarse de encima al chico
muerto.
— Nunca me hizo caso porque no tenía el cabello rubio y la piel blanca

como tú –le dijo Grigorov con inmenso odio–. Tuvo mil amantes y ni una
sola vez me obsequió un beso –amartilló el arma–. Hombres como tú
fueron los dueños de sus caricias cuando tenían que ser sólo mías. ¡Te
odio! ¡Te odio porque por tu culpa Alekko está muerto! ¡Ojalá no
existieran las fotos donde te vio porque así jamás te habría deseado y esto
no hubiera sucedido! –apuntó directamente a su cabeza–. ¡Te veré en el
infierno, serpiente rubia!
Pero antes de que pudiera disparar, la ventana se hizo pedazos y dos

policías irrumpieron en la habitación. Grigorov se apartó de la cama y abrió
fuego de inmediato. Hirió a uno de los policías, pero no fue lo
suficientemente rápido para escapar de la respuesta del otro y una bala lo
alcanzó en un hombro, pero ni aún así dejó de disparar. Draco cerró los
ojos cuando el cuarto se lleno de detonaciones y rogó por no recibir una
bala perdida. Ese implacable tiroteo sólo se detuvo cuando los policías
comprobaron que Grigorov estaba muerto. Draco abrió los ojos y vio a
Harry tendido en el suelo ya con la camisa completamente humedecida de
sangre y lloró con desconsuelo. Con esta eran ya tres veces que lo veía
ensangrentado y las tres habían sido por culpa suya. Se le hizo un nudo en
la garganta al recordar que Harry lo había llamado ‘hermano’ y supo que él
también lo amaba de esa manera. El chico de ojos verdes primero había
~ 170 ~
sido alguien a quién despreciar, luego se convirtió en su amor imposible,
posteriormente en su más preciado amigo y ahora era su hermano sin lugar
a dudas.
Más policías entraron por la ventana destrozada y se apresuraron a

comprobar el estado de salud de Draco y de Harry. Un hombre puso los
dedos sobre el cuello del moreno y buscó su pulso.
— ¿Cómo está, señor? –le preguntó Draco con voz ronca.
— Vivo, joven –le contestó el hombre con una sonrisa–. Pero necesita una
ambulancia con urgencia.
— Llámela, por favor –le rogó.
Draco llenó de aire sus pulmones cuando le fue el retirado el cuerpo sin
vida de Alekko y rogó que más adelante no tuviera pesadillas al dormir.
Cuando fue liberado se deshizo sin miramientos del policía que lo revisaba
casi con angustia. El hombre pensaba que estaba seriamente herido porque
la cantidad de sangre que tenía en el pecho y parte de la espalda era
indudablemente muy impresionante. Draco corrió al lado de Harry y se
arrodilló junto a él. Levantó con cuidado su cabeza y la puso entre sus
rodillas.
— Aguanta, hermano –dijo el rubio en voz baja y quebrada mientras

acariciaba el rebelde cabello negro–. La ambulancia ya viene.
***********
Sirius y Oliver no podían levantarse del suelo debido a que Vanyo no
dejaba de dispararles y el médico se desesperó aún más cuando nuevas
detonaciones se escucharon en la habitación donde estaban Harry y Draco.
Los dos abrieron desmesuradamente los ojos cuando vieron que algunas
balas escapaban por la puerta abierta y se incrustaban en el barandal de
madera.
— ¡Dios mío! ¡Los están masacrando! –exclamó Oliver aterrorizado.
Eso fue más de lo que Sirius pudo soportar y trató de levantarse, pero un
hombre puso un pie sobre su espalda obligándolo a seguir en el piso y de
~ 171 ~
reojo vio que Oliver se encontraba en la misma situación. Sirius trató de
darse la vuelta para ver quién era su atacante, pero éste no lo dejó moverse
ni un milímetro. Uno de ellos, Sirius no supo con exactitud cuál, disparó
contra Vanyo y lo hirió en una pierna. Desde la limitada visión que tenía
desde el piso se percató que la policía había llegado y agradeció al cielo por
eso. Los policías parecieron salir de todos los rincones de la casa y pronto
tuvieron bajo su custodia a todos los búlgaros sobrevivientes.
Una vez que los disparos cesaron, los hombres ayudaron a Sirius y a Oliver
a levantarse del suelo y el médico se giró hacia Oliver para abrazarlo y
besarlo hasta el cansancio porque habían salido ilesos de esa espantosa
situación, pero se detuvo cuando el joven le suplicó con la mirada que no lo
hiciera pues había muchas personas a su alrededor. Sirius se sintió mal ante
esto, pero no dijo nada y se fue a buscar a Harry y a Draco mientras que
Oliver iba a buscar a su anciana tía abuela. Los policías no dejaban entrar a
Sirius a la habitación, pero él no iba a quedarse sin saber lo que había
pasado ahí y los hizo a un lado sin ninguna delicadeza. Su corazón se saltó
un latido cuando vio el pecho ensangrentado de Draco y la camisa de Harry
en las mismas condiciones. Se acercó hasta ellos mortalmente pálido y
cayó de rodillas al lado de su ahijado.
— ¡Dios mío! ¡Están malheridos! –su voz estaba quebrada.
— Yo estoy bien, Sirius –le contestó el rubio llorando–. Harry es el que está
herido. Recibió un balazo.
Sirius de inmediato se dio a la tarea de revisarlo. Con suaves movimientos

retiró la tela de la camisa y palpó el costado herido de Harry y suspiró con
alivio al ver que la bala había entrado y salido de su cuerpo sin tocar
ningún órgano vital.
— No es grave, Draco –Sirius respiraba con más libertad–. La hemorragia

ya se detuvo, pero aún así debo trasladarlo al hospital lo más pronto posible
–el rubio seguía llorando, pero ahora de felicidad.
— Me dijeron que ya viene una ambulancia en camino –ya tenía un poco de

color en el rostro.
~ 172 ~
— ¿Qué pasó con los hombres que estaban con ustedes? –preguntó mientras
miraba a su alrededor.
— Están muertos.
Draco no pudo reprimir un estremecimiento al recordar cómo la sangre

brotaba a raudales de la garganta destrozada de Alekko. Sirius revisó
concienzudamente al primo de Mihail y a Grigorov cuando convenció a los
policías de que era médico. La herida en la garganta de Alekko era cien por
ciento mortal y dio mil gracias al cielo de que hubiera sido el búlgaro el
que recibiera ese tipo de lesión y no su ahijado. Hizo un gesto de desagrado
al ver la enorme cantidad de balas que estaban alojadas en el cuerpo de
Grigorov y observó que su corazón había sido destrozado por una de ellas.
Se escuchó una lejana sirena y Sirius supo que la ambulancia estaba por
llegar. Abrió un armario y buscó una sábana limpia para envolver con ella a
Harry y así evitar que volviera a sangrar cuando fuera traslado al hospital.
Le tendió otra a Draco que la tomó, pero no la utilizó porque ayudó a Sirius
a mover con cuidado a Harry.
La ambulancia llegó a la casa y en poco tiempo ya Harry se encontraba en

una camilla y estaba listo para ser trasladado al hospital. En ese momento
se escucharon más voces dentro de la casa y Draco reconoció de inmediato
la de su pareja que lo llamaba a gritos. Fue entonces sólo cuestión de
segundos para que ese cuarto se llenara de gente. Severus y Lucius fueron
los primeros en entrar y a los dos se les fue el alma al suelo cuando vieron
que el rubio estaba bañado en sangre. Severus palideció peligrosamente al
ver ese espeluznante cuadro y fue un milagro que no se desvaneciera.
Lucius corrió hasta su hijo.
— ¡Santo cielo! ¡Necesitas que te atiendan de inmediato! –lo tomó de los

hombros y miró con ojos desorbitados su pecho.
— Estoy bien, papá. Esta no es mi sangre –lo abrazó con fuerza para
tranquilizarlo antes de ir con Severus que no podía moverse de la
impresión–. Perdóname, cariño –le suplicó.
— ¡Oh, Draco! ¡Draco! –Severus por fin pudo dar un paso al frente y lo
estrechó entre sus brazos–. ¿Seguro estás bien? –todavía estaba
mortalmente pálido.
~ 173 ~
— Te juro que estoy perfectamente bien –se obligó a sonreírle–. Pero Harry
es el que está herido.
Los dos miraron como Lucius ya estaba aferrado a una mano del moreno.
Los ojos grises del hombre derramaban muchas lágrimas mientras decía el
nombre de su joven amado con voz lastimera. Lily, James, Ron, Hermione
y Víktor los habían seguido y corrieron hasta donde Harry estaba tendido
sobre la camilla. Sirius se puso a su lado y miró a los recién llegados con el
rostro encendido.
— Yo… yo quisiera pedirles una disculpa por… –comenzó a decir, pero la

sonora bofetada que se depositó en su mejilla, lo hizo callar.
— ¡¡¡Eres un idiota, Sirius Black!!! –estalló Lily mirándolo con sus ojos
verdes centelleando de furia.
— Lo sé.
Sirius bajó el rostro pues sabía que ése era el fin de su larga amistad con los
Potter y quizá con todos los demás.
— ¿¡Por qué diablos no nos pediste ayuda!? –siguió diciendo la mujer–.

¡Somos tus amigos, por todos los cielos! ¡Sabes que James y yo te
habríamos seguido hasta el fin del mundo para ayudarte como lo hicieron
los muchachos!
— ¿¡Qué!? –levantó la mirada asombrado.
— Lo que oíste –Lily se acercó a él y lo abrazó con mucho cariño–. ¿Estás

bien?
— Sí, pero… –no pudo continuar… estaba totalmente confundido.
Esperaba que todos lo crucificaran por haber puesto en peligro a los chicos,
pero parecía que eso no iba a suceder, no al menos de parte de los Potter.
— ¿Qué le pasó a Harry? –le preguntó Lucius a Sirius con la voz quebrada,
pero sorprendentemente serena.
~ 174 ~
No necesitaba preguntar si su chico de ojos verdes estaba en peligro de
muerte porque sabía que no lo estaba. Sirius no lo mantendría ahí si así
fuera. Ese hombre quería al muchacho como si fuera su propio hijo y ya
habría enloquecido si algo grave le hubiera pasado.
— Recibió un balazo en un costado, pero no es de cuidado –explicó Sirius

aún sin comprender porque nadie le reclamaba nada.
— Me lo llevo al hospital para atenderlo –dijo Lily secándose las pocas

lágrimas que dejó escapar– Vámonos, James. Harry necesita de tu sangre
— Vámonos –aceptó James y puso una mano sobre el hombro de Sirius.
James le sonrió con cariño a su amigo antes de salir detrás de los

enfermeros que ya se llevaban a Harry. Sirius aún seguía impactado porque
conservaba su amistad a pesar de todo.
— Me voy con ustedes –dijo Lucius y caminó hacia la puerta, pero fue
detenido por Lily.
— Quédate –le pidió la pelirroja–. Harry estará bien y aquí todavía hay
asuntos que debes atender.
— Está bien, pero llévate a Draco –miró a su hijo que no objetó nada y salió
del cuarto con Severus, Ron y Hermione.
Lucius no quería despegarse del lado de Harry, pero sabía que la pelirroja
tenía razón. Aún debía saber qué había sucedido con Mihail y sus
cómplices. Además, Albus no iba a tardar en llegar y entonces no
permitiría que nadie se marchara hasta después de haberlos interrogado y él
no quería que el nombre de ninguno de los muchachos se relacionara de
alguna forma con el búlgaro. Tenía que hablar con él respecto a eso.
Víktor había entrado a esa habitación tan asustado como los demás y sólo
se entretuvo unos momentos en ella buscando a Cedric por todos los
rincones, pero al no encontrarlo se fue tras Draco para preguntarle sobre su
pareja. La angustia de encontrarlo en las mismas condiciones que sus
amigos, ya casi no lo dejaba respirar.
~ 175 ~
— Esos hombres lo encerraron en un armario de la planta baja, pero no sé
exactamente en dónde –le informó el rubio antes de correr hacia la puerta.
Harry ya estaba a punto de ser trasladado al hospital y quería irse con él.
Víktor se desesperó aún más y recorrió la casa con prisas mientras llamaba
a su pareja a gritos. Un hombre llamó su atención y lo condujo a la cocina.
Gritó de felicidad cuando vio que Cedric estaba sentado frente a una mesa
y corrió a sus brazos.
— ¡Cedric! –Víktor le comió el rostro a besos–. ¿¡Estás bien, mi amor!? –

pasó las manos con ansiedad sobre todo su cuerpo en busca de heridas.
— Estoy bien –le contestó Cedric todavía temblando de nervios.
Para él había sido espantoso estar encerrado e inmovilizado mientras

escuchaba como la casa se llenaba de disparos y horribles imágenes de sus
amigos muertos llenaron su mente en un segundo. Fue un alivio ser
rescatado por su propia guardia de seguridad del lugar donde lo habían
encerrado y quiso correr para buscar a Harry y a Draco, pero los policías no
lo dejaron moverse de ahí. Tuvo un poco de tranquilidad cuando esos
hombres le aseguraron que ya todo estaba bajo control y no había nada de
qué preocuparse.
— ¿¡Pero cómo diablos se te ocurrió hacer esto!? –le reclamó Víktor

mientras gruesas lágrimas resbalaban por sus mejillas–. ¡Me volvería loco
si algo llega a pasarte!
— Sé que hicimos mal, pero ese desgraciado secuestrador le dijo a Oliver

que si avisaba a la policía mataría a su tía abuela y fue por eso que
decidimos despistar a nuestras guardias –lo miró suplicante–.
Compréndeme, por favor –le suplicó lloroso–. Teníamos que hacerlo de esa
manera.
— ¡Me hubieras dicho lo que estaba pasando! Juntos habríamos encontrado

una solución y no te habrías expuesto a un gran peligro –se alejó de su
pareja un paso porque de pronto el enojo sustituyó al miedo–. Se supone
que nos tenemos confianza, ¿no?
~ 176 ~
— Sí. Así era hasta que apareció ese… ese… griego –Cedric se puso serio–.
Ahora ya no me comentas nada, te encierras en tu despacho para hablar por
teléfono y para colmo, hoy me abandonaste por él.
— No te abandoné, cielo –quiso volver a abrazarlo, pero Cedric no lo dejó

acercarse–. Era un compromiso que no podía…
— No es el lugar ni el momento para discutir eso –lo interrumpió sin

miramientos–. Lo único que me importa es saber como están los demás.
Me dijeron que estaban bien, pero oí la sirena de una ambulancia hace un
momento –lo miró con ansiedad–. ¿Alguno resultó herido? –hizo una
pequeña pausa–. ¿Oyes? Ahí se escucha otra.
— Así es, cielo –Cedric se puso muy pálido–. Harry recibió un disparo en
un costado, pero no te preocupes –lo abrazó con rapidez al ver que
comenzaba a temblar sin control–. Sirius dijo que no era grave y ya se lo
llevaron al hospital junto con Draco.
— ¿No me estás mintiendo? –Víktor negó con la cabeza–. ¿Seguro está

bien?
— Está bien –volvió a asegurarle.
— ¿Y Sirius y Oliver? ¿Su tía abuela?
— Todos están bien, cariño –besó su frente con inmenso amor.
— ¿Señor? –uno de los guardaespaldas llamó la atención de Víktor–.

Acaban de informarme que deben presentarse en la sala.
Cedric no esperó más y salió corriendo de la cocina con Víktor detrás de él.
Al llegar a la sala vio que la policía ya había reunido en ese lugar a cuatro
de los seis búlgaros que los habían atacado y se preguntó donde estarían los
otros dos. Miró a Mihail que aún seguía inconsciente y lanzó una
exclamación de asombro cuando lo reconoció. Albus Dumbledore ya había
llegado y tenía a su lado a Lucius. El hombre mayor había ordenado que
Sirius, Oliver, su tía abuela y la chica que la acompañaba, se fueran en una
segunda ambulancia al hospital porque la anciana tuvo una severa crisis
~ 177 ~
nerviosa cuando recuperó el conocimiento. Cuando escuchó la exclamación
de Cedric, lo miró con curiosidad.
— ¿Sucede algo, señor Diggory? –le preguntó el anciano.
— ¡Es Mihail Karkarov! –aún no salía de su asombro–. ¿¡Él es el

secuestrador!?
— Así es –confirmó Albus.
— No entiendo –y era verdad.
Él sabía que los Karkarov nadaban en dinero y no tenían ninguna necesidad

de realizar ese tipo de actos criminales para aumentar su ya considerable
fortuna. Oliver era rico, pero su capital no se acercaba ni remotamente a la
riqueza que les proporcionaba a los búlgaros su imperio mercantil. Aún
cuando Mihail le hubiera pedido que le entregara hasta la última libra que
tenía, equivaldría a arrojar un cubo de agua en el océano. Recordó la
insistencia de Alekko de que nadie lo tocaría y de pronto comprendió el por
qué. Ese muchacho lo reconoció como pareja del hombre que manejaba los
asuntos financieros del magnate Igor Karkarov y sabía que se metería en
graves problemas si lo lastimaban.
— Creo que usted y yo necesitamos hablar en privado –Albus tomó a

Cedric del codo y lo condujo de nueva cuenta a la cocina con Víktor detrás
de ellos–. ¿Entonces usted no sabía que Mihail Karkarov estaba detrás de
todo esto? –preguntó una vez que los tres estuvieron solos.
— No, señor –Cedric todavía estaba confundido–. Cuando Oliver mencionó

el nombre de Mihail, ni por un momento me imaginé que se refiriera al hijo
de Igor. De hecho me sorprendí mucho al oír que esos hombres hablaban
en búlgaro, pero ni aún así relacioné a ese muchacho con el secuestrador de
la tía abuela de Oliver.
— De acuerdo –el anciano se recargó en la mesa–. Explíqueme todo lo que

sucedió aquí.
~ 178 ~
Y Cedric así lo hizo. Le dijo lo que habían hecho desde que salieron del
restaurante, su llegada a la casa, el altercado que tuvieron los búlgaros al
repartirse a sus amigos hasta cuando lo rescataron del armario donde lo
habían encerrado.
— Esos hombres ya conocían a Sirius, Harry y Draco desde antes, pero

ninguno de nosotros teníamos contacto alguno con Oliver antes de ayer –
dijo Cedric pensativo–. A mí me manejaron como un bono extra, pero al
final me excluyeron porque el que se llama Alekko me reconoció y
supongo que no quería tener problemas con Igor.
— Esos hombres los conocían porque Mihail ha mantenido bajo constante

vigilancia a Oliver Wood desde hace más de dos meses, señor Diggory –le
explicó Albus–. Lucius me comentó que ayer todos ustedes se fueron a
bailar. Estoy seguro de que fue en ese momento cuando los conocieron.
— Pero entonces también me habrían reconocido a mí –insistió Cedric–.

Estuvimos todo el tiempo juntos.
— No, no todo –intervino Víktor repentinamente–. Recuerda que ellos

salieron primero de la clínica.
— Es cierto, pero sé que hay algo que se me escapa –dijo Cedric y de nueva
cuenta se quedó pensativo–. ¡Ya me acordé! –exclamó de pronto–. Uno de
ellos dijo que ojos azules, o sea Sirius, era más guapo en persona que en
foto. ¡Tienen fotografías de ellos!
Eso fue algo que no le gustó a Albus. Sabía lo quisquilloso que era Lucius
con lo que se publicaba de Harry y de Draco y no le agradaría que alguna
fotografía fuera descubierta por la prensa y los relacionara con Mihail.
Hacía unos momentos le había prometido al rubio que haría todo lo posible
porque el nombre de los chicos no saliera a relucir. De hecho ya había
decidido manejar la versión de que toda esa movilización policíaca se debía
a un robo común y corriente, pero como conocía de sobra a los reporteros,
sabía que no tardarían en investigar que esa casa pertenecía a un pariente
del popular futbolista Oliver Wood y eso lo obligaba a preparar con
muchísimo cuidado sus declaraciones para no involucrar a los seres
queridos de Lucius, pero también estaba decidido a que Mihail y sus
~ 179 ~
cómplices recibieran una larga condena no sólo por el secuestro de las dos
mujeres, sino también por todos los cargos que pesaban sobre ellos en todas
partes del mundo.
— Mandaré a investigar eso de inmediato –dijo Albus y salió con rapidez

de la cocina–. Quiero que busquen por toda la casa cámaras fotográficas o
cualquier otra cosa similar –le ordenó con firmeza a los policías que
estaban con Lucius en la sala y ellos se apresuraron a cumplir sus órdenes.
— ¿Qué sucede, Albus? –le preguntó Lucius acercándose a él.

— Mihail tiene fotografías de Harry, Draco y Sirius –al rubio se le fue el
color del rostro–. No sé si son comprometedoras o no, pero te juro que no

saldrán a la luz pública.
— Gracias –dijo en un hilo de voz y miró con odio a los búlgaros.
Mihail, Petar y Matei aún seguían inconscientes mientras que Vanyo se

quejaba lastimeramente. Ya estaba a punto de acercársele para que le dijera
dónde tenían las fotos que les habían sacado a los chicos cuando un policía
se acercó a Albus con una computadora portátil en la mano.
— Encontramos esto, señor –el hombre le entregó la computadora a Albus–.

Seguiremos buscando la cámara fotográfica –y se retiró.
Albus se sentó y de inmediato Lucius, Víktor y Cedric se pusieron a sus

espaldas. No le fue difícil encontrar las fotos que Matei tomó fuera de la
clínica y las borró. Siguió abriendo archivos y los cuatro se sorprendieron
al ver su contenido.
— Esto es una bendición caída del cielo –exclamó Albus con regocijo–. Te
tengo Mihail Karkarov –miró al chico con los ojos brillantes de
satisfacción.
Al final no fue tan difícil salir de esa casa y la prensa, que ya se había
reunido fuera de ésta, recibió la versión de que se había cometido un robo,
pero que ya todos los delincuentes habían sido detenidos. Lucius le
prometió a Albus que iría al Parlamento después de que comprobara que
Harry estaba bien y se fue al hospital junto con Víktor y Cedric. En la sala
de espera se encontraron con la noticia de que Lily y Sirius estaban en el
quirófano con Harry y de que Draco, Oliver y las dos mujeres también
~ 180 ~
habían sido ingresados, pero que su estado de salud era perfecto. Se
sentaron junto a Hermione, Ron y James para esperar noticias sobre la
operación. A Víktor le extrañó no ver a Severus con ellos y preguntó por él.
Hermione le informó que no hubo poder humano que lo hiciera separarse
de Draco y que estaba con él en su habitación. Lucius, por su parte, trataba
por todos los medios dominar su angustia e impaciencia por volver a ver a
su chico de ojos verdes. Cerró los ojos para imaginárselo sonriente y a
salvo. ¡Cuánto deseaba que todo fuera sólo un mal sueño!
~ 181 ~
Capítulo 16: Amor oculto

En el Parlamento reinaba una inusual actividad y Albus sabía la razón. Igor
Karkarov había llegado al edificio escasamente 15 minutos antes y ya tenía
a todos corriendo de un lado a otro con sus exigencias y pésimos modales.
El millonario arribó a Londres en tiempo récord a pesar de que se
encontraba del otro lado del mundo cuando Albus le habló por teléfono
para informarle que su hijo estaba detenido y que iba a ser juzgado
duramente por la justicia inglesa. Los insultos y amenazas no se hicieron
esperar, pero él no se inmutó ante su furiosa explosión. Igor le hizo saber
que no se quedaría con los brazos cruzados y que se preparara para hacerle
frente a un verdadero ejército de abogados.
Albus caminaba por los pasillos con mucha tranquilidad y hasta se dio el
lujo de detenerse para platicar con algunas personas sin importarle hacer
esperar a Igor que seguramente estaba al borde de un ataque de histeria. Ya
casi iba a llegar adonde el búlgaro lo esperaba cuando escuchó que alguien
lo llamaba. Se detuvo y vio como Lucius, Víktor y Cedric caminaban
rápidamente hacia él.
— Gracias por avisarme, Albus –le dijo Lucius jadeante cuando llegó a su
lado.
— De nada –le contestó éste muy sonriente–. Aunque me temo que no

podrás estar presente –y siguió su camino con los tres hombres a su lado.
— No importa. Lo único que me interesa es que ese muchacho reciba su

castigo –declaró el rubio con enojo.
— No lo deje respirar –le recomendó Víktor–. Igor no reacciona bien ante la

presión.
— No te preocupes, muchacho –dijo Albus casi riendo–. No sabe lo que le

espera.
Llegaron a los separos y Albus entró a una habitación solo. Esta era
idéntica a aquella en que interrogaron al guardia de seguridad de la clínica
~ 182 ~
de Hermione y, como en esa ocasión, Lucius, Víktor y Cedric podían mirar
y escuchar todo lo que se decía en la habitación. Casi de inmediato se
pusieron a su lado algunos hombres que formaban parte del consejo de
justicia del país, pero nadie dijo nada pues ya Albus había comenzado a
hablar.
El anciano encontró que no menos de 10 personas estaban esperándolo y

sus astutos ojos azules miraron con fijeza a Mihail que estaba sentado con
displicencia en una silla. Su desenfadada actitud mostraba a todas luces que
estaba completamente seguro de que saldría bien librado de esa situación
como había sucedido en el pasado. Los abogados de su padre eran los
mejores que existían y lograrían liberarlo ese mismo día. Le sostuvo con
altanería la mirada a Albus, pero algo en la actitud del hombre lo hizo
sentirse intranquilo, pero lo disimuló muy bien. Se acomodó con cuidado
en la silla pues dos costillas rotas le provocaban un gran dolor si se movía
con rapidez.
— Albus Dumbledore –se presentó el anciano con educación–. Fui yo el

que…
— ¡Vayamos al grano! –lo cortó Igor con brusquedad–. ¡Quiero saber

exactamente de que idioteces acusa a mi hijo!
— Si así lo prefiere –no mostró ningún tipo de incomodidad ante la actitud

grosera del búlgaro–. Su hijo está acusado de secuestrar a Jane Emily
Wood y a la empleada de ésta, Mary Evelyn Barrow.
— ¿¡Pero qué estupidez es ésa!? ¿¡Para qué demonios mi hijo iba a querer
secuestrar a esas dos mujeres!?
— ¿Me deja continuar? –preguntó Albus mirándolo por encima de sus

lentes de media luna–. La lista aún es muy larga.
— ¿¡Qué!? –lo miró como si se hubiera vuelto loco.
— También se le acusa de privar de su libertad al doctor Sirius Black, quién

es uno de nuestros mejores cirujanos –Igor tamborileaba los dedos sobre la
mesa mientras que sus abogados anotaban todo lo que Albus decía–. A esta
~ 183 ~
lista se suma el nombre de Harry Potter el cual salió gravemente herido –
mintió con descaro–. Ese muchacho es hijo de James Potter el cual tengo
entendido conoce –el búlgaro no se dignó en contestarle–. Otra de las
víctimas es… Draco Malfoy –este nombre hizo que el millonario saltara en
su asiento y mirara con enojo a su hijo que se encogió en su silla–. Sabe
perfectamente que Lucius Malfoy no permitirá que Mihail salga impune y
solamente esta acusación le asegura a su hijo no menos de 30 años de
prisión.
— ¿¡Pero cómo te atreviste, Mish!? –a Igor casi se le saltaban los ojos de la

furia que sentía.
— Padre… yo… yo… –tartamudeó Mihail.
— El nombre de la siguiente víctima seguramente también lo reconocerá,

Karkarov –Albus llamó la atención del millonario–. Cedric Diggory –dijo
el nombre con dramatismo.
— ¿Debería? –Igor se tomó dos segundos para pensar–. No lo conozco –

declaró con jactancia–. Seguramente es…
— Es la pareja de Víktor Krum –ahora fue su turno de interrumpirlo–. Me

parece que Víktor es compatriota suyo además de ser la persona que
maneja su capital.
— ¡No puede ser! –se quedó prácticamente con la boca abierta.
— Y para terminar… la persona más importante de todas –Albus ya tenía

una enorme sonrisa en el rostro–. Oliver Wood.
— ¿Y ése quién es? –ahora sí se esforzó en recordar, pero el nombre no le

sonaba en lo absoluto.
— Ese muchacho es la razón por la que su hijo haya permanecido en

Inglaterra durante casi dos meses, Karkarov –le informó y puso una
fotografía de Oliver frente a él–. Es el portero de la selección nacional de
fútbol de Inglaterra y su hijo lo conoció cuando el equipo con el que juega
~ 184 ~
fue invitado a su castillo en Bulgaria a cenar –todo esto se lo había dicho
Sirius horas antes.
— ¿Juega en el Manchester United? –enseguida reconoció a Oliver, pero no

se dignó a admitirlo.
— Así es. Y esa noche fue la primera vez que Oliver fue atacado
sexualmente por Mihail –miró al chico que levantó la barbilla, pero sin
mucha convicción.
— ¿¡Que mi hijo atacó sexualmente a otro hombre!? –Igor se levantó

furioso de la silla–. ¿¡Pero está demente!? ¡¡¡Mi hijo jamás haría eso!!!
¡¡¡No es un vulgar… GAY!!! –lo último lo gritó con fuerza.
— Mucho me temo que lo es –lo contradijo Albus con dulzura–. Oliver lo

rechazó y volvió a Inglaterra, pero su hijo enfureció ante su negativa de
compartir su cama y lo siguió hasta aquí. Hace tres semanas entró a la
fuerza a su casa y lo secuestró. Sus cómplices le fracturaron un brazo para
poder llevárselo a un edificio del cuál logró escapar saltando de un segundo
piso. Tenga por seguro de que si Oliver no hubiera saltado por la ventana,
Mihail lo hubiera violado.
— ¡¡¡ESO ES MENTIRA!!! –ya Igor estaba casi morado de furia–. ¡¡¡Y LE

EXIJO QUE LE PIDA UNA DISCULPA A MI HIJO!!!
— Su hijo es homosexual, Karkarov –está afirmación la hizo de forma lenta

y clara–. Toda su vida lo ha sido.
Igor volteó a mirar a Mihail y lo tomó con brusquedad de la camisa

obligándolo a levantarse de la silla. El chico hizo un gesto de dolor ante ese
brusco jalón.
— ¡¡¡DIME QUE NO ES CIERTO!!! –le exigió Igor con fuego en los ojos.
— Por supuesto que no es cierto, padre –Mihail trató de sonar convincente–.

¿No te das cuenta de cuáles son las intenciones de este hombre? –miró con
odio a Albus que sólo sonrió–. Él sabe que no soportas a los gay y por eso
~ 185 ~
dice todas esas mentiras sobre mí. Trata de separarnos, pero no va a
lograrlo, ¿verdad, papá? –lo último lo dijo en tono infantil y desvalido.
Todos los que estaban fuera de la sala de interrogatorio mostraron su

repugnancia hacia la hipócrita actitud de Mihail.
— Cuando Oliver escapó de ese edificio fue internado y estuvo demasiado

tiempo lejos del alcance de tus manos y eso te desesperó, ¿no es cierto,
Mihail? –dijo Albus mirando con fijeza al chico búlgaro.
— Cállese –gruñó Mihail con los dientes apretados.
— Lo deseabas tanto que buscaste la forma de obligarlo a reunirse contigo –

siguió diciendo sin hacerle el menor caso–. Cuando ya no soportaste estar
lejos de él, de su piel y de sus labios, secuestraste a su tía abuela y le dijiste
que la matarías si no se entregaba a ti.
— ¡¡¡CALLESE!!! –esta vez gritó con todas sus fuerzas.
— Oliver llegó y te lo llevaste directamente a una recámara para abusar de

él –los ojos azules del anciano brillaban de enojo–. ¿Te parece excitante
violar a un hombre?
El millonario aventó a su hijo a la silla sin ningún miramiento antes de

enfrentar a Albus temblando de ira.
— Mi… hijo… no… es… gay –dijo Igor con lentitud–. Y usted va a
lamentar el resto de su vida haber afirmado que lo es.
— ¿No confía en mi palabra? –Albus levantó las cejas con burla–. Entonces
pasemos a las pruebas.
Mihail abrió mucho los ojos, pero no fue capaz de pronunciar ni una
palabra. Albus levantó una mano y tronó los dedos. A su señal la
iluminación de la habitación disminuyó y en una de las paredes comenzó
una proyección. Igor y sus abogados se quedaron con la boca abierta
cuando vieron un video casero de Mihail retozando en una alberca con un
~ 186 ~
muchacho. Mihail se levantó con rapidez y se puso frente a la proyección
para evitar que su papá siguiera viendo como hacía el amor con ese chico.
—Puedo… puedo explicarlo –dijo Mihail tartamudeante y pálido como

muerto.
Igor estaba paralizado y sólo podía mirar la imagen distorsionada. Fue

hasta después de unos segundos que pudo apartar la mirada de la
proyección y miró a su hijo con inmenso odio.
— Estás muerto para mí, Mihail –dijo Igor con el asco vibrando en su voz y
dándole la espalda tomó el papel que tenía en la mano uno de sus
abogados–. Que disfrutes la prisión, miserable gay –y despedazó el papel.
— ¡¡¡No, papá!!! ¡¡¡No!!! –Mihail se arrojó a los pies de su padre y se

aferró a su pantalón mientras lloraba a raudales–. ¡¡¡No me dejes!!! ¡¡¡Te
juro que no era mi intención!!! –pensó con rapidez como salir de ese
problema–. ¡¡¡Alekko!!! ¡¡¡Alekko me obligaba!!!
— Qué fácil es echarle la culpa a los muertos, ¿verdad? –Albus se levantó

de la silla y miró con desprecio a Mihail–. ¿Por qué no te comportas como
hombre por primera vez en tu vida y afrontas tus problemas como tal?
— ¡¡¡Suéltame, infeliz!!! –Igor pateó a Mihail y éste se dobló de dolor–.

Vámonos –miró a sus abogados con dureza–. Si me entero de que alguno
de ustedes comenta algo de lo que se dijo aquí, me encargaré
personalmente de que no vuelvan a ejercer en ningún punto del planeta,
¿está claro?
— Sí, señor –dijeron al unísono los abogados y todos rompieron los papeles
que llevaban en las manos.
Igor salió de la habitación sin dirigirle una última mirada a Mihail que se
quedó llorando en el suelo hecho un ovillo. Albus salió detrás del último
abogado y le indicó a los guardias que esperaban afuera que se llevaran a
Mihail a una celda. Le sonrió con satisfacción a Lucius que le correspondió
de la misma forma… ambos sabían que Mihail estaba perdido sin el apoyo
de su padre. Si hasta ese momento no lo habían podido arrestar era porque
Igor lo había impedido, pero ahora ni siquiera era necesario mencionar el
~ 187 ~
secuestro pues las muchas denuncias que el chico búlgaro cargaba sobre
sus espaldas le proporcionarían una larga, muy larga estadía en prisión.
Víktor le pasó una mano por la cintura a Cedric y se apresuró a colocarse

en un lugar visible para que Igor pudiera verlo al salir de la habitación y el
millonario así lo hizo. Se detuvo frente a ellos a regañadientes y miró con
desagrado la mano que descansaba sobre la cintura de Cedric, pero sólo fue
una mirada fugaz porque no quería tener ningún tipo de problema con
Víktor.
— Krum –lo saludó Igor con una leve inclinación de cabeza.
— Karkarov –Víktor lo saludó de la misma manera.
Igor siguió su camino sin mirar atrás mientras trataba por todos los medios
de ahogar el dolor que le estaba partiendo el alma. Amaba a su hijo y había
soportado su mala conducta porque se sentía orgulloso de tener un hijo
varón y ahora enterarse de que era homosexual hizo que todo su mundo se
derrumbara. Era un acérrimo homofóbico y no podía remediarlo. Si
toleraba a Víktor era porque el muchacho le había demostrado que no había
mejor banquero que él en todo el mundo. Cuando se enteró que estaba
viviendo con Cedric, retiró todo su dinero de su banco y se fue a otro, pero
no tuvo más remedio que volver a invertir con él cuando se dio cuenta que
lo estaban robando. Una cosa debía admitir y ésa era que Víktor lo estaba
haciendo ganar más dinero que nadie con sus acertadas inversiones además
de que era honesto. Salió del Parlamento y sólo cuando estuvo dentro de su
auto fue cuando dejó que su rostro mostrara el dolor que lo estaba
consumiendo.
***********
Oliver estaba sentado en una silla junto a la cama de su tía abuela. La mujer
ya se había recuperado de su crisis nerviosa y en ese momento dormía
plácidamente. La chica que la acompañaba había sido dada de alta y ya se
había marchado, pero no sin antes prometerle al joven que no hablaría con
nadie sobre lo ocurrido y él se lo agradeció en el alma. Levantó la vista
cuando la puerta de la habitación se abrió y sonrió con amor cuando Sirius
entró.
~ 188 ~
—¿Ha estado tranquila? –preguntó Sirius mientras revisaba el pulso de la
mujer.
— Muy tranquila –contestó Oliver suspirando profundamente–. ¿Cómo está

Harry?
— Muy bien –él también suspiró–. La bala entró y salió sin causar mayor
daño. Le quedará cicatriz, pero no creo que ni a él ni a Lucius les importe
demasiado.
— Otra más para la colección –dijo riendo bajito al recordar la cicatriz en

forma de rayo que el moreno lucía en la frente.
— Así es… otra más –también rió.
Sirius sintió como su amor por Oliver se desbordaba y ya sin poder

aguantarse por más tiempo volver a tenerlo entre sus brazos, se acercó a él
y lo hizo levantarse de la silla. Sin esperar consentimiento lo abrazó con
fuerza y buscó sus labios con desesperación. Ya habían pasado muchas
horas desde la última vez que lo besó y necesitaba beber de su boca. Oliver
le correspondió el beso con la misma intensidad, pero vigilaba que la mujer
no despertara. Unos suaves toques en la puerta hicieron que Oliver casi
aventara a Sirius lejos de él y volvió a sentarse en la silla con rapidez. Al
médico le tomó varios segundos aterrizar en la tierra y con voz ronca dio su
consentimiento para que el que tocara pudiera entrar.
— ¡Hola! –era Lily la que llamaba–. Pensé que les gustaría saber que Harry
ya despertó.
— Enseguida vamos para allá –le contestó Sirius con una sonrisa y la
pelirroja se fue–. ¿Quieres ir a verlo? –le preguntó a Oliver que estaba muy
rojo.
— Sí, pero antes tenemos que hablar sobre… sobre… nuestra relación –lo
miró con temor.
Sabía que ya no podría vivir sin Sirius, pero tampoco podía hacerlo a su
lado. Estaba dispuesto a rogarle de rodillas que mantuvieran su amor en
secreto, pero tenía mucho miedo de que no aceptara esa situación.
~ 189 ~
— Haré lo que me digas –se apresuró a decirle Sirius.
Estaba dispuesto a hacer todo lo que le pidiera con tal de que le permitiera
seguir a su lado. No le importaba ocultar su relación con tal de besarlo y
amarlo de vez en cuando. Simplemente lo necesitaba para seguir viviendo.
— Sabes que te amo –le dijo Oliver en voz baja, pero con mucha
sinceridad–. Te amo con todas mis fuerzas, pero no me siento capaz de…
— No digas más.
Sirius se puso de rodillas frente a él y le puso un dedo sobre los labios para
hacerlo callar pues sus palabras eran dagas que se clavaban en su corazón.
— Nos veremos cuando lo dispongas y el tiempo que quieras. Por mí nadie

se enterará que estamos juntos, te lo juro –le sonrió con cautela y Oliver le
correspondió sintiendo mucho alivio–. Yo no te pido nada, mi cielo. Te lo
dije antes y te lo repito ahora. Si me dejas estar contigo sólo una vez más,
seré feliz el resto de mi vida.
— ¡Oh, Sirius! –se le cerró la garganta de emoción–. Te prometo que haré

hasta lo imposible para que nos veamos con mucha frecuencia.
— Será cuando tú quieras y… –cerró sus ojos azules con fuerza–. … ten por
seguro que comprenderé cuando encuentres a alguien mejor que yo.
— ¡Eso jamás sucederá! –levantó la voz sin querer, pero luego siguió
hablando bajito–. Siempre te amaré, Sirius Black –le prometió con el
corazón en la mano.
— Y yo a ti, Oliver Wood –y sellaron su promesa de amor con un suave

roces de labios.
Sirius sabía que no podría contener por más tiempo las lágrimas y se
levantó con brusquedad para salir de la habitación sin esperar a Oliver. El
chico se tomó un momento para tranquilizar su corazón y para hacer
desaparecer de su rostro el gran amor que sentía por Sirius. Se sentía
inmensamente feliz porque el médico había accedido a que mantuvieran su
amor oculto y se juró que cada vez que estuvieran juntos compensaría con
~ 190 ~
creces ese obligado silencio. Ya con el corazón latiendo con normalidad en
el pecho, salió de la habitación y se fue a la de Harry que estaba a tres
puertas de donde estaba. Sonrió con sinceridad cuando se acercó al chico
de ojos verdes que le tendió una mano en cuanto entró.
— Sé que el rescate fue un total desastre, pero me alegra saber que tu tía
abuela está bien, Oliver –dijo Harry sonriente.
— Pues yo me alegro aún más al ver que ya estás recuperado –apretó su

mano–. Gracias por ayudarme.
— Para eso están los amigos.
Harry miró a su pareja que había llegado unos minutos antes con la
grandiosa noticia de que Mihail iría a prisión. Lucius le hizo una seña con
la cabeza a Oliver para que le acercara y le explicó lo sucedido en el
Parlamento. El joven temía que Mihail lograra escapar a su castigo y
siguiera acosándolo, pero suspiró con alivio al saber que esa pesadilla por
fin había terminado. Todos los que estaba en la habitación, y que eran
Harry, Lily, James, Ron, Hermione, Sirius, Lucius, Víktor y Cedric
aplaudieron con entusiasmo logrando que a Oliver se le llenara el rostro de
color.
— ¿Y Draco? –preguntó Harry cuando dejaron de aplaudir.
El chico moreno había despertado de la anestesia hacía poco tiempo y

extrañó de inmediato la presencia del rubio. Su mamá estaba a punto de
contestarle cuando la puerta se abrió estrepitosamente y Draco apareció en
ella con Severus detrás de él. El rubio se quedó parado sólo un segundo
antes de correr hacia la cama y arrojarse sobre Harry tratando de no
lastimarlo.
— Ya estás bien –le dijo Draco al oído, pero todos escucharon su voz
quebrada por el llanto contenido.
— Hierba mala nunca muere, Draco –le contestó Harry juguetonamente.
— No digas eso –le tomó el rostro con las dos manos–. Sabes que eres un
ángel.
~ 191 ~
— ¡No exageres! –rió divertido, pero sus mejillas se tiñeron de rosa.
— Es en serio –lo miró con adoración–. Eres mi ángel personal –clavó sus
ojos grises en las hermosas esmeraldas que tenía frente a él–. Te amo,
Harry. Te amo con todas las fuerzas de mi corazón –declaró con firmeza y
mucha emoción en la voz–. Te amo de la misma forma en que tú me amas a
mí –los ojos verdes brillaron de felicidad–. Porque fue verdad lo que dijiste
ayer, ¿no es cierto? –cuestionó con algo de inseguridad.
— Totalmente cierto, Draco –él también le enmarcó el rostro con las

manos–. Desde hace mucho tiempo siento esto por ti.
— ¿Y por qué no me lo habías dicho, tonto? –rió feliz.
— Porque tenía miedo de que… de que te burlaras de mis sentimientos y

me apartaras de tu lado.
— Jamás haría eso y lo sabes bien –escondió el rostro en su cuello–.

Gracias por darme tu amor, Harry.
— Al contrario, serpiente rubia –ese calificativo hizo reír a Draco–. Gracias

a ti por corresponderme –y lo abrazó con fuerza.
Esas palabras y la forma en que los ojos de Harry se iluminaron de

felicidad cuando Draco le dijo que lo amaba hicieron que el mundo
explotara para Lucius y Severus que intercambiaron una mirada de terror.
Frente a ellos se estaba desarrollando una escena que jamás habían
imaginado, pero que era tan real como ellos. Sus respectivas parejas se
estaban declarando su amor y ellos ni siquiera se atrevían a intervenir. En
lo más profundo de sus corazones siempre guardaron el temor de que sus
chicos los dejaran por alguien más joven que ellos, pero jamás supusieron
que se enamorarían entre sí. Lucharían con uñas y dientes para conservar su
amor si se tratara de otras personas, pero al menos Lucius no se sentía
capaz de competir contra su propio hijo por el amor de Harry. Severus por
su parte había aprendido a estimar al chico de ojos verdes porque era
exactamente como Draco lo describía, un verdadero ángel. Él tampoco
podría enfrentar a Harry y sintiendo que su vida ya no tenía sentido, se
~ 192 ~
recargó en la puerta que acababa de cerrar y se deslizó despacito hasta el
suelo.
Todos en la habitación estaban tan impactados como los dos hombres, pero
Sirius pudo reaccionar a tiempo para sujetar a Lucius antes de que cayera al
suelo al igual que Severus. Nadie hablaba… nadie se sentía capaz de
articular palabra y sólo tenían ojos para Harry y Draco que seguían
abrazados. Después de lo que les parecieron siglos, Harry volteó a ver a
Hermione y le tendió una mano.
— Ven, Hermione.
La chica dio dos pasos hacia él como autómata. Harry tomó la temblorosa
mano de Hermione y la jaló para que recargara su cabeza sobre su pecho.
La alborotada cabellera castaña quedó junto a la rubia de Draco, pero ella
no se atrevió a mirarlo.
— Quiero tener entre mis brazos a mis dos amados hermanos –dijo Harry
con emoción–. Gracias por darme su cariño –y besó las frentes de Draco y
Hermione–. Los amo con el alma.
— Y nosotros a ti, ¿verdad, Hermione? –dijo Draco y le sonrió a Hermione

que sintió que el alma le regresaba al cuerpo.
Ella no estimaba a Lucius, pero al ver cómo su mundo se derrumbaba

cuando creyó que Harry se había enamorado de Draco hizo que sintiera un
verdadero dolor ante su sufrimiento. El principio de la relación con su
hermano nunca fue de su agrado, pero no podía negar que ahora el rubio
vivía por y para Harry y eso hizo que el tonto resentimiento que aún
llevaba en el corazón se desvaneciera por completo.
— Así es, Draco –Hermione tomó la mano del rubio y entrelazó sus dedos
con los de él–. Lo amamos profundamente –y sonrió cuando Harry puso su
mano sobre las de ellos–. Pero sé que yo soy la preferida porque llevo más
tiempo con él –bromeó para darles tiempo a Severus y a Lucius de
recuperarse del tremendo susto que se habían llevado.
Sirius sentó a Lucius en una silla y Víktor fue el encargado de levantar a

Severus del piso. Él todavía sentía que todo giraba a su alrededor y aceptó
de buen agrado el apoyo que le brindaba su amigo.
~ 193 ~
— Eso es lo que tú crees, pero este niño despeinado me quiere más a mí –
Draco le siguió el juego a la chica.
— Soñar no cuesta nada, rubio –Hermione ya respiraba con normalidad.
— Ya dejen de pelear –intervino Harry sintiéndose muy feliz porque Draco

lo consideraba su hermano–. Los quiero por igual.
— Eso me parece bien –aceptó Draco riendo.
Tanto Draco como Hermione lo besaron en las mejillas antes de separarse

de la cama. Harry entonces buscó a Lucius y le extendió la mano. El rubio
se levantó de inmediato de la silla y se acercó con prisas a la cama.
— Gracias por no enojarte conmigo, mi amor –Harry lo miró con timidez.
— ¿Cómo enojarme cuando estaba tan asustado? –luchó por controlar las
lágrimas.
— Te amo, Lucius –los ojos verdes brillaron aún más intensamente–. Te

amo con toda mi alma.
— Y yo a ti, Harry –acercó sus labios a los de su pareja–. Y no quiero

perderte –una lágrima escapó de los ojos grises–. No me dejes nunca –
tembló tan visiblemente que provocó que a los demás se les hiciera un nudo
en la garganta–. Te juro que sin ti me moriría.
— Jamás lo haré –prometió Harry antes de acortar la distancia y tomar

posesión de los labios del rubio.
El beso se prolongó tanto y se volvió tan apasionado que Lily no se extrañó

cuando su hijo le preguntó con ansiedad cuando podría volver a su hogar.
Necesitaba sentir el cuerpo de su esposo junto al de él.
— Si te portas bien, mañana te daré de alta –le prometió la pelirroja y Harry

dio un grito de gusto antes de besar nuevamente a Lucius.
Severus se soltó de Víktor cuando las fuerzas regresaron a sus piernas.

Cuando Draco se retiró de la cama y caminó distraídamente hacia él trató
~ 194 ~
por todos los medios de controlar el temblor de su cuerpo y se obligó a
sonreírle como si nada hubiera sucedido. Sabía que todo el mundo vio su
desolación, pero era lo que menos le importaba. El paraíso le había sido
arrebatado por breves instantes y se sintió muerto en vida, pero la sangre
corrió de nuevo por sus venas cuando Draco se acomodó entre sus brazos.
— Ya las cosas están bien otra vez –dijo Draco suspirando profundamente y
una gran sonrisa apareció en sus labios al ver a su padre y a Harry besarse
apasionadamente.
— Sí. Están muy bien.
Severus reclamó sus labios con ansiedad. El rubio quizá jamás lo sabría,
pero ese breve instante en que su pareja pensó que lo había perdido, hizo
que el hombre lo amara aún con más intensidad.
Oliver miró con añoranza a las dos parejas que se besaban sin inhibiciones
y se sintió muy mal por no tener el valor suficiente para correr en ese
mismo instante a los brazos de Sirius y demostrar su inmenso amor frente a
los demás, pero por más que se obligó no pudo hacerlo. Miró brevemente a
Sirius y el corazón se le hundió al ver una gran tristeza reflejada en sus
atractivas facciones. Sabía que estaba pensando lo mismo que él, pero
simplemente no podía hacerlo. Cerró los ojos con fuerza y se llamó mil
veces cobarde.
~ 195 ~
Capítulo 17: Lo sentimos

Draco se levantó del banquillo y estiró su cansada espalda. Había estado
trabajando en una pequeña escultura durante toda la mañana y aunque le
fascinaba su trabajo, ese día no podía concentrarse del todo. La actitud de
Severus durante los últimos tres días lo tenía totalmente confundido. Su
pareja era bastante romántico y muy elocuente en sus demostraciones de
amor, pero ahora no podía dar ni dos pasos sin que fuera besado con pasión
y acariciado como si fuera la cosa más preciada del universo. ¡Hasta lo
había acompañado al trabajo sólo para asegurarse que llegaba bien y estar
más tiempo con él! No era que se quejara de la extrema atención de la que
era objeto, más sin embargo no dejaba de extrañarle pues Severus no era
así.
En los dos años que tenían de vivir juntos jamás se había comportado tan
amoroso. Pensó que después de lo que había pasado con Mihail, su amante
lo regañaría hasta el cansancio y de hecho eso fue lo que pasó la primera
noche. Después de que Severus se recuperó del tremendo susto de verlo
completamente ensangrentado, estuvo ‘horas’ reclamándole su
imprudencia de haber ido al encuentro de un peligroso criminal y hasta lo
hizo llorar al no querer compartir la cama con él, pero después todo cambió
y no podía explicarse el por qué. A cada momento le preguntaba como se
sentía porque si bien era cierto que no salió tan lastimado como Harry, su
piel aún conservaba las huellas de las mordidas que le hizo Alekko, tenía
muchos moretones en el cuerpo y sus mejillas estaban un poco lastimadas
por las bofetadas que recibió, además de que su entrepierna aún lo
lastimaba un poco debido al tremendo apretón que el búlgaro le dio.
— Voy por una taza de té. ¿Quieres una, Draco? –le ofreció Seamus que
también se estiró en su silla.
El irlandés trabajaba el mismo lote de antigüedades que él.
— No, gracias –declinó el rubio al tiempo que veía la hora en su reloj de

pulsera–. Voy a aprovechar mi hora de comida para ir a ver a Harry. Aún
sigue resfriado.
~ 196 ~
Por supuesto no le había dicho a nadie lo que había sucedido el fin de
semana que acababa de pasar y sólo para explicar sus moretones más
visibles, inventó que había caído accidentalmente por unas escaleras. El
primer día que se presentó a trabajar fue realmente incómodo ya que casi
todos sus compañeros se le quedaron viendo con suspicacia imaginando
que tal vez su pareja se había atrevido a golpearlo, pero nadie se atrevió a
cuestionarlo. El joven irlandés tomó su explicación como verdadera pues
no tenía ninguna razón para desconfiar del rubio y siguió con su trato
normal hacia él.
— De acuerdo –dijo Seamus levantándose de su lugar de trabajo–. Lo

saludas de mi parte.
— Lo haré –le respondió antes de que su colega saliera de la sala de

restauración.
El rubio ya estaba tomando su chaqueta de piel cuando Cedric entró y se

saludaron con una sonrisa.
— ¿Cómo vas con el arquero? –preguntó Cedric acercándose a la pieza en

la que trabajaba el rubio.
— Tuve algunos problemas con las piernas, pero ya casi lo termino –le
contestó Draco poniéndose a su lado y esperó con impaciencia su
veredicto.
Cedric era un buen amigo, pero en lo referente al trabajo no hacía

excepciones con nadie y sabía que si cometía un error lo regañaría sin
ningún miramiento. El joven analizó la pequeña escultura con ojo crítico y
al parecer no encontró nada malo en la restauración porque se incorporó
sonriendo.
— Lo estás haciendo muy bien –declaró Cedric con sinceridad y Draco

hinchó el pecho con orgullo–. ¿Ya te vas? –miró la chaqueta en la mano del
rubio.
— Sí, voy a ver a Harry.
— Te acompaño –declaró suspirando pesadamente.
~ 197 ~
— ¿No vas a ir a comer con Víktor? –el otro negó con la cabeza–. ¡Ay,
Cedric! ¿Volviste a pelearte con él? –ambos salieron del pequeño cuarto.
— Para pelear se necesitan dos, Draco –dijo malhumorado–. Y la verdad no

tengo ganas de hacerlo.
— ¿Sigue viendo al… griego? –preguntó titubeante y Cedric asintió con la

cabeza.
Los ojos castaños se tornaron brillantes y Draco supo que si no quería hacer
llorar a su amigo, debía dejar el tema. Ya sin hablar demasiado salieron del
Museo Británico y abordaron el auto de Cedric para ir a la casa de Harry.
Draco le entregó las llaves de su auto a uno de los guardias y ellos los
siguieron más cerca de lo acostumbrado provocando que Cedric mascullara
entre dientes su desaprobación ante esto.
— Tranquilo –le dijo Draco cuando llegaron a la casa que compartían su

padre y el chico de ojos verdes–. Se comportan así porque están asustados.
Si vuelven a perderte de vista, Víktor los asesinará con sus propias manos.
— Como si de verdad le interesara –replicó en voz baja y el rubio sólo

sonrió ante su comentario.
Draco sabía, como todo el mundo, que Víktor lo amaba con locura y que si
llegaba a faltarle moriría sin duda alguna, pero se guardó su opinión pues
sabía que no sería bien recibida en ese momento. Tocaron el timbre y
esperaron a que les abrieran. Una chica fue la encargada de hacerlo y los
hizo pasar después de hacerles una pequeña reverencia a modo de saludo.
— ¿Cómo ha seguido Harry? –le preguntó Draco a la chica.
— ¡Oh! Muy bien, joven –le contestó ella sonriendo–. Hoy en la mañana
dio un pequeño paseo con el señor Lucius por el jardín.
— ¿Y eso es recomendable? –frunció el ceño preocupado.
— Me parece que sí –se encogió levemente de hombros–. O al menos eso

fue lo que le dijo el señor al joven.
~ 198 ~
— ¿Está en su recámara ahora? –preguntó Cedric sonriendo ante la
preocupación de su amigo.
— Así es –tomó la chaqueta que el rubio le ofrecía–. El señor Lucius está

con él.
— ¿¡Mi papá no fue a trabajar!? –preguntó Draco sorprendido.
— No. No se ha separado del joven desde que llegaron.
Ambos se dirigieron a la recámara principal mientras Draco se preguntaba

sí sería cierto que Harry estaba mejor de salud. Sabía que la presencia de su
padre en el Parlamento era indispensable, pero si él no se había separado de
su pareja durante esos días era porque tal vez el chico de ojos verdes no se
encontraba tan bien como la muchacha afirmaba. Cuando los dos entraron a
la recámara no pudieron menos que quedarse con la boca abierta ante lo
que veían. Repartidos en todos y cada uno de los espacios libres de esa
habitación había enormes arreglos florales. Había flores de todo tipo, desde
las caras y ostentosas orquídeas, hasta las humildes No me olvides pasando
por rosas de todos los colores habidos y por haber. Ese lugar era un
verdadero invernadero.
— ¡Hola, chicos!
Fue el entusiasta saludo con el que Harry les dio la bienvenida y les
extendió los brazos para que se acercaran. El moreno estaba semi recostado
en la cama rodeado de innumerables almohadas para darle la más completa
comodidad. Estaba vestido con un elegante pijama de satín color verde que
hacía resaltar hermosamente las dos esmeraldas que eran sus ojos, pero
debajo de su saco podía notarse las vendas que rodeaban su estómago y
parte de su pecho. Lucius estaba sentado en una silla a un lado de la cama
hablando por teléfono y saludó a los visitantes con un ademán de manos,
pero no interrumpió su conversación. Cedric fue el primero en reaccionar y
se acercó a Harry para darle un sonoro beso en la mejilla.
— ¿Cómo te sientes? –le preguntó con una sonrisa.
— ¡Muy bien! –le contestó muy alegre antes de recibir otro beso, pero ahora
de Draco–. ¡Gracias por venir a verme!
~ 199 ~
— ¿Seguro estás bien? –preguntó Draco con recelo.
— ¡Por supuesto! –rió de buena gana–. Mi mamá me dijo que estoy

recuperando muy bien y hasta mencionó que puedo volver al trabajo, pero
Lucius no quiere oír nada al respecto y ya me amenazó con tenerme aquí
encerrado por lo menos una semana más.
— Harry… –el rubio retiró momentáneamente el teléfono de su oído y trató

de mirar con severidad a su pareja, pero fracasó rotundamente… lo único
que los ojos grises pudieron transmitir fue el más profundo amor–. … es
por tu propio bien.
— Ya lo sé, cariño –no dejó de reír–. Déjame hacerme el mártir.
Los tres amigos se pusieron a platicar de cosas intranscendentes mientras

Lucius terminaba con su llamada telefónica. El rubio les prestó atención
después de algunos minutos y miró a Draco y a Cedric con preocupación.
— ¿Tienen que marcharse rápido? –les preguntó y los dos muchachos lo

miraron confundidos.
— No realmente –acertó a decir Draco.
— Entonces háganme un favor –Lucius se levantó–. Tengo que ir al

Parlamento a firmar unos documentos, pero no quiero dejar solo a Harry.
¿Pueden quedarse con él mientras voy para allá? Tardaré menos de una
hora.
— No se preocupe, señor –dijo Cedric sonriendo–. Nos quedaremos todo el

tiempo que sea necesario
— No lo dejen levantarse.
Esa indicación provocó una exclamación de disgusto por parte del moreno.
— Te juro que lo ataremos a la cama si se atreve tan sólo a intentarlo, papá

–afirmó Draco riendo y se ganó un pequeño puñetazo en el estómago por
parte de Harry.
~ 200 ~
— Sólo será una hora –volvió a decir Lucius antes de correr al vestidor y
tomar el primer saco que encontró–. No tardaré nada, mi amor.
Depositó un apasionado beso en los labios entreabiertos de su pareja antes

de salir apresuradamente de la recámara.
— ¿Es o no un exagerado? –preguntó Harry riendo.
— Se asustó mucho por lo que te pasó –Draco se sentó en la silla que antes
había ocupado su padre y Cedric lo hizo en la cama–. Sólo quiere estar
seguro de que nada malo volverá a pasarte. Eso es todo.
— ¿Y quiénes te han mandado tantas flores? –preguntó Cedric mirando a su

alrededor.
— Ustedes –declaró Harry y los dos muchachos lo miraron boquiabiertos

provocando una sonora carcajada en el moreno–. ¿Pero que pregunta más
tonta es ésa, Cedric? –no podía dejar de reír–. Lucius es el que me las ha
regalado.
— ¿¡Tantas!? –Draco miraba con total asombro las flores.
— Te digo que tu papá es un exagerado –Harry suspiró profundamente–. Ya

ni sé cuántas veces le he rogado que deje de pedirlas, pero no dejan de
llegar –frunció el ceño levemente–. Ya ni sé donde ponerlas.
— ¿Pero por qué tantas? –insistió el rubio que aún seguía con la boca
abierta.
— ¿Cómo que por qué, Draco? –Cedric rodó los ojos–. Después del
tremendo susto que le pegaron en el hospital, es más que obvio que tu papá
quiere demostrarle a Harry que nadie en este mundo lo querrá más que él –
sonrió con complicidad antes de seguir hablando–. Estoy seguro de que
Severus está haciendo lo mismo contigo, ¿o no? ¿Qué es lo que te ha dado
tu novio? Por tu expresión me doy cuenta que no han sido flores. ¿Entonces
han sido anillos? ¿Lociones? ¿O quizá simplemente… intensas noches de
pasión?
~ 201 ~
Harry rió divertido ante su tono lujurioso.
— ¿Pero cómo diablos sabes que…? –preguntó el rubio muy sonrojado al

recordar las últimas tres noches en las que su pareja no le había dado un
minuto de respiro y lo había amado con verdadera desesperación.
— ¡Oh, por todos los cielos! No se necesita ser un genio para saber qué eso
era precisamente lo que sus parejas iban a hacer después de que los
hicieron pensar que estaban enamorados entre ustedes.
— ¿¡¡¡Qué!!!? –gritaron al unísono Draco y Harry.
— ¡Oh, vamos! No se hagan los inocentes conmigo –frunció el ceño–.

Hicieron que el mundo se les viniera abajo y eso estuvo muy mal de su
parte –los miró acusadoramente–. Si lo que buscaban era enloquecerlos de
dolor para que luego los amaran más de lo que ya lo hacían lo lograron
totalmente. Sólo digo que hay otras formas menos… crueles de hacerlo.
— No sé de que estás hablando, Cedric –dijo Harry en un hilo de voz pues

el sólo pensar que había hecho sufrir a Lucius lo hacía sentirse
terriblemente mal–. Yo nunca le he dicho a Draco que estoy enamorado de
él.
Cedric miró la expresión acongojada en el rostro de su amigo y no tuvo

menos que aceptar que era genuina. Cuando conoció al moreno pensó que
esa ingenuidad tan patente era sólo una pose, pero al conocerlo más
íntimamente tuvo que admitir que el corazón de Harry estaba exento de
malicia y que su candidez no era fingida. De Draco no podía decir lo
mismo, pero sí podía afirmar que el rubio no era un ser hipócrita. Miró en
los ojos grises el mismo desconcierto que en los verdes y comprendió que
ellos realmente no sabían lo que habían provocado en sus parejas cuando se
dijeron que se amaban antes de aclarar que se querían como hermanos.
— ¿En verdad no tienen la menor idea de lo que estoy hablando? –preguntó

Cedric asombrado.
— No –negaron los dos al mismo tiempo.
~ 202 ~
— Ufff –Cedric se levantó de la cama y se pasó una mano por su cabello
despeinándolo–. Esto va a ser difícil de explicar –y se quedó un largo
instante mordiéndose las uñas.
Mientras Cedric pensaba la forma de decirles lo mal que habían hecho

sentir a sus parejas, Draco sintió en el pecho el mismo dolor que Harry…
no soportaba pensar que había lastimado a Severus. Los dos saltaron
cuando Cedric se arrojó sorpresivamente sobre Harry y lo tomó del rostro
con las dos manos.
— Te amo, Harry. Te amo con todas las fuerzas de mi corazón –declaró el

muchacho con mucha emoción y los ojos verdes se abrieron
desmesuradamente–. Te amo de la misma forma en que tú me amas a mí –
Draco se quedó con la boca abierta al reconocer las palabras que le había
dicho al moreno en el hospital–. Porque fue verdad lo que dijiste ayer, ¿no
es cierto?
— Yo… yo… –Harry no sabía que decir.
— En esta parte tú dices ‘Totalmente cierto, Draco’ y me pones las manos

en la cara –hizo que su amigo le enmarcara el rostro y sonrió al sentir su
temblor–. Ahora dime: ‘Desde hace mucho tiempo siento esto por ti’ –el
moreno no podía hablar–. ¡Anda! ¡Dímelo!
— Desde… hace… mucho… tiempo… siento… esto… por… ti –dijo

tartamudeante.
— ¡Pero necesito que me lo digas con la misma pasión con que se lo dijiste
a Draco! –el rostro de Harry se llenó de color–. También quiero que tus
ojos se iluminen como lo hicieron ese día.
— ¡Oh, por Dios!
Harry se apartó bruscamente y escondió el rostro entre sus manos cuando

comprendió que la acusación de Cedric era verdadera. Draco y él habían
ofrecido una versión equivocada de su cariño.
— ¿¡En serio hicimos eso!? –preguntó el rubio impactado.
~ 203 ~
— Eso y más par de desconsiderados –rió para sus adentros al ver el
desencajado rostro de Draco–. Severus y Lucius se miraron ¡aterrados! ante
lo que consideraron una declaración de amor y les juro que el mundo se les
terminó en ese mismo momento –Harry gimió y se hundió más en la cama–
. El punto culminante de todo eso fue cuando le preguntaste a Harry el por
qué no te había dicho que te amaba y él te dijo que tenía miedo de que te
burlaras de sus sentimientos y lo apartaras de ti. Todos nos quedamos de
piedra al ver esa demostración de amor entre ustedes y el sufrimiento de
sus parejas. -¡Cielos! –ahora fue el turno de Draco de esconder su
encendido rostro.
— Luego se abrazaron como si nunca quisieran separarse y eso fue lo

último que Severus pudo soportar –Cedric volvió a sentarse en la cama–.
Se recargó en la puerta y fue a dar al piso. Lucius lo hubiera seguido, pero
Sirius lo sostuvo y consiguió sentarlo en una silla –sonrió con amargura–.
Pobrecitos, los hubieran visto. Pálidos, temblorosos y con la plena
seguridad de que los habían perdido para siempre –ya el chico de ojos
verdes estaba llorando abiertamente–. A todos nos dejaron fríos ante su
apasionada declaración y todo comenzó cuando tú… –señaló a Draco–. …
le dijiste a Harry que era un ángel. ¡Tu ángel! ¡Caray, rubio! ¡Cómo se te
ocurrió decírselo de esa manera! Y para completar el cuadrito le
preguntaste si te amaba y luego le diste un apasionado gracias por que te
dio su amor.
— ¡Cielos! –volvió a repetir Draco aún más rojo.
— Todavía me pregunto como Hermione pudo avanzar cuando le pediste

que fuera a tu lado, Harry. Le temblaba todo el cuerpo y te aseguro que
sufrió por Lucius. ¡Lloró al verlo destrozado!
— Yo… yo… nunca pensé que esas palabras… lastimarían tanto a…

Lucius –declaró el moreno entre sollozos.
— Ya no te preocupes –lo abrazó con ternura–. A Severus y a Lucius les

regresó el alma al cuerpo cuando aclaraste que querías a Draco como un
hermano.
~ 204 ~
— ¡Pero los hicimos sufrir! –se sentía a cada momento más mal.
— Sí, pero ahora ellos están aún más felices con ustedes que antes –se
obligó a reír–. Ya todo está bien. Si recuerdas, Lucius se acercó a ti cuando
lo llamaste y te dijo que te amaba y que nunca lo dejaras porque sin ti se
moriría –ante estas palabras el llanto de Harry se incrementó–. Ya no
llores, por favor –apretó el abrazo.
Draco levantó el rostro. Ahora comprendía el por qué Severus se había

portado tan cariñoso esos días y le preguntaba constantemente si lo seguía
amando. A él no se le hacía tan fácil llorar como Harry, pero lo estaba
haciendo en silencio y sufría terriblemente por haber lastimado
inconscientemente a su amante.
— Dimos a entender que estábamos muy enamorados, ¿verdad? –preguntó

el rubio con voz ronca.
— Así es, Draco –Cedric le sonrió con indulgencia–. Déjenme decirles que
una mirada dice más que mil palabras –soltó una pequeña carcajada–. Que
forma de mirarse tienen ustedes, ¿eh? Ya quisiera yo que mis ojos se
iluminaran de esa manera. Eso fue lo que realmente nos dejó a todos en
estado de shock –el moreno gimió entre sus brazos–. ¿De hecho no te has
preguntado por qué has recibido tan pocas visitas, Harry? –la cabellera
negra se agitó negando–. Es porque todos quieren darle tiempo a Lucius de
estar contigo y poder recuperarse del miedo de perderte –volvió su atención
a Draco–. ¿No recuerdas cuando te acercaste a Severus y le dijiste que ya
todo estaba bien?
— No.
— Es que estabas muy distraído –lo disculpó–. Bueno, el caso es que él te

contestó que sí, que ahora ya todo estaba bien, pero su cuerpo temblaba y te
abrazó con desesperación y amor. ¡No quería volver a sentir que te perdía y
tú ni te diste cuenta!
— ¿Puedes quedarte con Harry hasta que mi papá regrese, Cedric? –

preguntó Draco levantándose repentinamente de la silla–. Tengo que ir a
buscar a Severus.
~ 205 ~
— Por supuesto –le contestó él sonriendo–. Sólo te pido que te tranquilices,
¿vale? –luego se puso serio–. No era mi intención ser brusco con ustedes,
sólo que pensé que lo habían hecho a propósito y…
— ¿¡Cómo crees que le haría una cosa así a Lucius a propósito!? –Harry se
incorporó y lo miró con enojo–. Lo amo y jamás…
— Por eso les estoy pidiendo una disculpa –sus mejillas estaban un poco
rojas–. No sé donde tenía la cabeza al pensar que habían hecho eso con
malas intenciones. Los juzgue mal y lo lamento mucho.
— Al contrario, Cedric –Draco se subió en la cama y abrazó a los dos al

mismo tiempo–. Te agradecemos que nos hayas hecho ver lo mal que
actuamos.
— Siento haber hecho sentir mal a Severus, Draco –dijo Harry cuando el
rubio le dio un beso en la frente antes de levantarse de la cama–. Dile que
nunca fue mi intención y que me disculpe.
— Sé que él no te guarda ningún rencor –le aseguró antes de salir corriendo

de la habitación.
— Y ahora que Draco va a aclarar las cosas con Severus, ¿qué piensas hacer
tú con Lucius? –preguntó con picardía Cedric a Harry que se secaba las
lágrimas con manos temblorosas.
— No lo sé, pero si me ayudas a pensar creo que podré darle una agradable
sorpresa cuando regrese.
— ¡Me parece estupendo! –dijo muy animado y se pusieron a pensar una y

mil cosas que podrían gustarle a Lucius.
***********
Draco entró como un huracán en el departamento y llamó a gritos a
Severus, pero nadie le respondió. Después de verificar que efectivamente
su pareja no se encontraba en casa, se puso a pasear por la sala como león
~ 206 ~
enjaulado pensando en donde podría estar. Ya había descartado tratar de
localizarlo por teléfono pues había visto su celular en la mesa del comedor.
Eso le indicaba que su pareja no tardaría en regresar a su hogar, pero él ya
no aguantaba la ansiedad por aclarar las cosas. No soportaba pensar que
Severus siguiera sufriendo al pensar que tal vez había dejado de amarlo y
pensaba abandonarlo por Harry. Sentía la boca seca, pero no quería tomar
vino a tan temprana hora así que fue hasta la cocina y abrió el refrigerador
en busca de una limonada. Tomó una lata de refresco y entonces sus ojos se
toparon con un envase. Arqueó una elegante ceja y una traviesa sonrisa se
dibujó en sus labios. Le daría una agradable sorpresa a su amante cuando
regresara aunque sabía que su pequeña travesura iba a ameritar que sus
finas sábanas de seda fueran a parar directo a la basura.
***********
El chofer de Lucius tomó el sendero que llevaba a la casa derrapando
llantas y supo que su jefe iba a sentirse muy satisfecho con él pues había
regresado a su hogar en tiempo récord. Vio como el rubio se apeaba del
vehículo sin esperar a que le abriera la puerta y sonrió divertido antes de
arrancar e ir a acomodar la limousine en su lugar. Antes de que Lucius
tuviera tiempo de introducir la llave en la cerradura, la puerta se abrió y
Cedric apareció.
— ¡Ah! Es usted, señor Lucius –dijo el muchacho muy sonriente–. Por la

forma en que su chofer frenó, pensé que Harry se había escapado para dar
una vuelta por ahí y regresaba a toda prisa.
— ¿Y cómo ha estado? –Cedric apenas se contuvo de no soltar una

carcajada ante su tono apremiante–. ¿No se sintió mal?
— No, pero hace rato se durmió –le hizo una seña a uno de sus
guardaespaldas para que le acercara su coche a la entrada–. Yo me tengo
que retirar.
— ¿Y Draco? –se hizo a un lado para que el muchacho saliera de la casa.
~ 207 ~
— Se fue hace unos minutos –mintió sin dejar de sonreír–. Si necesita
volver a salir, siéntase en la libertad de hablarme y me quedaré con Harry
el tiempo que sea necesario.
— Te lo agradezco y mucho me temo que tal vez tenga que tomarte la

palabra –le tendió la mano–. Tengo mucho trabajo acumulado en el
Parlamento.
— Entonces no se diga más –estrechó la mano extendida–. Mañana vendré

más temprano que hoy.
— Gracias de nuevo, Cedric.
— Hasta mañana, señor Lucius.
— Hasta mañana.
El rubio entró a su casa y se deshizo con presteza de su saco antes de

caminar hasta la recámara. Entró con una sonrisa en los labios, pero ésta
cayó de inmediato al ver que la cama estaba vacía y el pánico lo invadió. El
temor oculto de ser abandonado por Harry cuando conociera a alguien más
joven que él, emergió de su corazón la mañana en que escuchó a su pareja
decirle a Draco que lo amaba y aunque después se sintió aliviado al
comprender que los dos chicos no estaban enamorados, ese horrible miedo
no quería abandonarlo del todo. Se mordió los labios para no gritar el
nombre de su joven amado con todas sus fuerzas y se obligó a caminar con
calma hacia el baño mientras rogaba al cielo encontrarlo ahí dentro. Vio
como su mano temblaba sin control mientras giraba la perilla y sintió un
inmenso alivio al escuchar el agua correr.
‘Se está bañando’ –pensó el rubio ya respirando nuevamente con libertad.
Entró con sigilo y cerró la puerta a sus espaldas con mucho cuidado. Aún
cuando Harry sabía que no debía levantarse de la cama y mucho menos
aventurarse en el baño sin ayuda, no pudo encontrar la voz para regañarlo.
Ver el escultural y mojado cuerpo desnudo de su amante fue suficiente para
dejarlo sin palabras. La venda había desaparecido y eso dejaba a la vista la
herida que el moreno tenía en su costado derecho, pero eso no hacía que
luciera menos hermoso a sus ojos. Harry le daba la espalda y no sabía que
~ 208 ~
ya no estaba solo, o al menos eso es lo que el rubio pensaba. Observó cómo
pasaba las manos sobre sus redondos glúteos al tiempo que gemía
deliciosamente. A Lucius se le aceleró el corazón y se obligó a permanecer
inmóvil. No habían hecho el amor desde que volvieron a su hogar debido a
que no quería lastimarlo. El moreno tomó una pastilla de jabón y la llevó
hasta su trasero donde lo enjabonó hasta lograr muchas burbujas. Con
mucha calma lavó su parte más íntima y provocó un estremecimiento en
Lucius cuando se inclinó levemente hacia delante y paseó el jabón por sus
musculosas piernas.
— Hmmm –fue lo que murmuró Harry haciendo que todo el cuerpo del
rubio se estremeciera de deseo.
¡Cómo anhelaba ser él el que le estuviera haciendo eso! Pero siguió donde
estaba. El agua corría por el perfecto cuerpo de Harry limpiando el área
trasera y el moreno se incorporó para enjabonarse el pecho y los hombros.
Recargó la cabeza en la pared que estaba frente a él y Lucius vio como
mordía su labio inferior mientras murmuraba un ‘Te amo, Lucius’.
Inconscientemente abrió la pretina de su pantalón cuando el chico se abrazó
a sí mismo murmurando ‘cómo me gustaría que estuvieras aquí’. Ya el
pantalón del rubio yacía en el suelo cuando Harry se dio la vuelta y mostró
su virilidad totalmente erecta. Lucius no se había dado cuenta que su
amante estaba tan excitado.
— ¿Cuándo piensas unirte a mí, cariño? –preguntó Harry todavía con los
ojos cerrados y comenzó a mover la piel de su entrepierna–. ¿O quieres que
termine sin ti?
Lucius terminó de quitarse la ropa a tirones y se adelantó para ir al

encuentro de su amante. Harry dejó de amarse a si mismo de inmediato y
dejó que las manos del rubio continuaran con la deliciosa labor de
prepararlo. A Lucius todavía le quedaba algo de cordura y trató de que
Harry saliera de la ducha para llevarlo a un lugar menos peligroso, pero el
moreno no se lo permitió. Volvió a internarse bajo el agua y sorprendió a
Lucius al levantar una pierna y así brindarle un mejor acceso a su cuerpo.
— Tómate aquí, mi amor –Harry abrió los ojos y Lucius ya no pudo pensar
más al encontrarse con la mirada verde llena de deseo–. Quiero que me
ames aquí y ahora.
~ 209 ~
Lucius tomó al chico de la cadera y flexionando un poco las rodillas pudo
poner su miembro en la posición exacta para la penetración. Harry lanzó un
gritito de placer cuando sintió la invasión y se abalanzó a los labios del
rubio mientras murmuraba tiernas palabras de amor. No era la mejor
posición del mundo, pero para los dos era maravilloso. Ya ni sabían
cuántas veces habían hecho el amor bajo la regadera, pero definitivamente
era su lugar preferido para amarse.
— Eres… mi… vida… entera, Lucius –dijo Harry entrecortadamente

mientras se amoldaba al frenético ritmo del rubio–. Sabes que te amo y
jamás… jamás dejaré de hacerlo –mordió con sensualidad el labio inferior
de su amante–. Mi corazón... mi cuerpo… mi alma… todo yo te pertenezco
–lo miró con infinito amor–. Te amaré por siempre.
— Yo también, Harry. Yo también.
A Lucius se le quebró la voz de la emoción pues adivinó en esas palabras

una renovada promesa de amor.
— No vuelvas a dudar de mi amor –le suplicó el moreno también con la voz

quebrada.
— Nunca más –declaró ya sin querer ocultar su temor de verse abandonado

algún día–. Pero es que eres tan hermoso… tan bello… –había parado sus
movimientos de cadera y acariciaba la mojada faz–. … que tiemblo al
pensar que puedas encontrar a alguien mejor que yo algún día.
— En todo el universo no existe nadie más para mí que tú, Lucius Malfoy –
volvió a besarlo con renovada ansiedad–. Perdóname por haberte hecho
sufrir por lo que le dije a Draco en el hospital. No fue mi intención hacerte
daño.
— Lo sé, mi amor –le correspondió los besos con ferocidad–. No voy a

mentirte, Harry. Me sentí muerto en vida al creer que te había perdido y
que te irías con mi hijo. ¡Me sentí incapaz de competir con él por tu amor!
— ¡Cuánto lo siento! –muchas lágrimas salieron de los ojos verdes–. Pero

debes creerme, Draco es como un hermano para mí y nada más.
~ 210 ~
— Y mi hijo te quiere de igual manera –le sonrió ya sintiéndose plenamente
feliz de nuevo–. Sólo espero que su mutuo cariño no me haga verte como a
un hijo porque entonces nuestra relación se convertiría en un incesto –los
dos rieron divertidos–. Jamás podría mantener mis manos lejos de ti.
— Ni yo quiero que lo hagas –movió de tal forma su cadera que provocó

que Lucius recomenzara su acto de amor–. Sígueme amando.
— Lo que ordene mi amo y señor –le dijo sonriendo.
Fue hasta mucho más tarde, y ya estando los dos recostados en la cama,
que Lucius le preguntó a su pareja si no lo había lastimado. El chico de
ojos verdes sólo rió y le dijo que descansara pues no iba a dejarlo
abandonar esa cama en muuuucho tiempo.
***********
Al entrar al elevador, Severus llevaba bajo su brazo las compras que había
hecho esperando que Draco se sintiera complacido con ellas. Había sido
difícil escoger algo que fuera especial y que le dijera al rubio cuánto lo
amaba, pero sabiendo lo mucho que le gustaban los anillos dedicó más de
dos horas en escogerlo. Era totalmente diferente a aquel le había
obsequiado cuando compró su compañía en Estados Unidos. No era
ostentoso en ningún sentido, más bien era bello por su simplicidad y lo que
más le gustó es que parecía una alianza matrimonial. El oro era de la mejor
calidad y su acabado era impecable. Decidió dárselo junto con un enorme
Dragón de peluche que lo había cautivado desde el primer momento en que
lo vio. Una vez que la vendedora se lo entregó envuelto para regalo se dijo
tonto al no haber puesto más atención a los detalles para con su pareja.
Eran muy poco los regalos sorpresa que le había obsequiado a su amado en
los dos años que tenían viviendo juntos y se juró que no volvería a ser tan
torpe. El rubio lo sorprendía no menos de dos veces por semana con algún
regalo. No eran caros ni nada por estilo, pero se veía que ponía todo su
empeñó para que le agradaran. Suspiró con melancolía al recordar un
cuadro enmarcado que tenía en su interior la favorable crítica que había
tenido su último libro.
~ 211 ~
Las puertas del elevador se abrieron y Severus se sorprendió al ver tirada
en el suelo la chaqueta preferida del rubio. Maldiciendo en voz baja a la
mujer que los ayudaba con la limpieza se agachó para recogerla y sus ojos
entonces se toparon con una segunda prenda. Ahora se trataba de una
corbata y se acercó a ella preguntándose que significaba aquello. Levantó
una ceja con incredulidad al ver una blanca camisa también tirada y más
allá un par de pantalones. Se quedó boquiabierto al ver hacia donde
apuntaban las prendas y sin pensárselo dos veces se apresuró a
desprenderse de la totalidad de su ropa. Tomó al enorme Dragón de
peluche que llevaba colgado en el cuello el anillo que le había comprado a
su amante y se encaminó hacia la recámara con el corazón latiéndole muy
aprisa. Su entrepierna reaccionó de inmediato al ver que en el picaporte
colgaba la prenda más íntima del rubio y eso le hizo saber de que manera
iba a encontrar a su pareja dentro de la alcoba. Ya sin poder esperar más,
entró al cuarto.
Se sorprendió un poco al ver que está estaba casi en penumbras, pero sólo
le tomó unos segundos acostumbrarse a la oscuridad. Caminó con sigilo
hacia la cama donde la melena rubia delataba donde estaba su dueño y se
sintió curioso al ver que el rubio estaba cubierto con algo que hacía brillar
su cuerpo como si de barniz se tratara. No podría decirse que el rubio fuera
un pervertido, pero le gustaba incorporar nuevas sensaciones a sus actos de
amor y una de ellas fue la de invertir los papeles de dominante. No fue fácil
para Draco convencer a Severus para que se entregara a él, pero una vez
que el hombre probó las delicias de sentirse penetrado, dejó que su amante
lo tomara cada vez que lo deseara. En verdad le encantaba la forma en que
Draco le hacía el amor aunque en realidad habían sido muy pocas las veces
las que el rubio lo había poseído.
Severus se quedó con la boca abierta al ver que su amante estaba cubierto
totalmente con almíbar y repartidas en su pecho había unas cuantas mitades
de durazno. Draco tenía los ojos cerrados, pero a todas luces se veía que no
dormía. Una pícara sonrisa asomaba a sus labios mientras permanecía
inmóvil.
— ¿Pero qué tenemos aquí? –dijo Severus siguiendo el juego–. ¡Alguien

dejó un delicioso postre abandonado en mi cama! –escuchó como el chico
ahogaba la risa–. ¡Pues voy a tener que comérmelo antes de que lleguen a
reclamarlo!
~ 212 ~
Dejó el Dragón de peluche en el suelo y se subió a la cama por la parte en
donde Draco tenía la cabeza. Se puso a propósito en esa posición para dejar
que su virilidad rozara el rostro del rubio mientras él se inclinaba sobre su
estómago para tomar con la lengua lo que su amante había puesto sobre
todo su cuerpo.
— Hmmm… qué rico –exclamó Severus tras dar una probada–. Con lo que
me gustan los dragones de porcelana cubiertos de almíbar y durazno.
Se puso a lamer toda esa área con gula mientras movía su cadera para que
su pareja sintiera su deseo ya totalmente despierto, pero el rubio seguía
inmóvil y Severus se preguntó cuánto tiempo resistiría su amante antes de
que lo devorara.
‘Pues no dejaré que sea demasiado’ –pensó con malicia mientras seguía
lamiendo.
Una vez que dejó despejada el área del estómago, siguió su labor con las
caderas y no se sorprendió en lo absoluto al ver que ya Draco tenía una
tremenda erección, pero decidió dejarlo sufrir un poco más pues quería que
el rubio fuera el primero en tomarlo. Su lengua ignoró el erguido miembro
y bajó por las fuertes piernas. Severus corrió un poco la posición de sus
rodillas y dejó caer su trasero en el fuerte pecho para incitar al rubio, pero
éste no cayó en la tentación. El hombre sonrió. Su joven amante realmente
se estaba poniendo difícil, pero ya lo haría capitular. Tomó las blancas
rodillas y las hizo levantarse. Se sorprendió un poco al ver que la entrada al
cuerpo de Draco también estaba llena de almíbar, pero eso sólo hizo que se
excitara aún más. Antes de que su lengua hurgara por la deliciosa entrada,
apenas rozó las delicadas bolsas que ya estaban contraídas de placer y
sonrió al escuchar el gemido ahogado del rubio. Se entretuvo bastante
tiempo en las profundidades de esos dos perfectos glúteos y sólo se retiró
cuando toda el área estuvo completamente limpia. Hizo un giro de 180
grados y entonces atacó el cuello de Draco que seguía fingiendo que
dormía. Mucho almíbar ya se había adherido a su cuerpo y eso le daba una
extraña sensación. Se restregó en el cuerpo de Draco y muy pronto ya
estaba tan lleno de dulce como el rubio.
~ 213 ~
— Parece que este dragón necesita respiración de boca a boca –dijo Severus
jugueteando sobre los labios rojos de Draco que ya jadeaba visiblemente,
pero que aún seguía con los ojos cerrados.
Severus tomó posesión de los labios de Draco y bebió de ellos con fruición.
El rubio dejó que la juguetona lengua explorara todo su interior, pero no le
correspondió el beso.
— Hmmm. Parece que la respiración boca a boca no funciona –se sentó

sorpresivamente sobre el estómago de Draco y sonrió al ver que su amante
apretaba los puños para no tocarlo y evitar que se retirara–. Tendremos que
intentar otra cosa.
Lentamente acercó su cadera hacia el rostro del rubio y tomando su

miembro lo pasó por las sonrojadas mejillas.
— Si esto no funciona, eso quiere decir que este dragón está roto y…
Severus se interrumpió bruscamente y echó la cabeza hacia atrás gimiendo

deliciosamente pues ya Draco ya lo había tomado en su boca y lo devoraba
en su totalidad. El hombre medio se incorporó sobre sus rodillas para
facilitarle al rubio su tarea y se recargó sobre la cabecera de la cama para
disfrutar del todo las maravillosas sensaciones que provocaba en él la
experta lengua de Draco. Jadeó impresionado cuando sintió como dos
dedos se introducían en su cuerpo para prepararlo y de inmediato buscó los
amados ojos grises. La mirada llena de deseo que le mandó el rubio desde
abajo terminó por enloquecerlo. Hacía mucho tiempo que Draco no
reclamaba su cuerpo y él no había reunido el valor para pedirle que lo
poseyera. Era una total transformación la que se daba en el rubio cuando
era el dominante y eso a Severus le encantaba. El rubio era muy dulce y
complaciente cuando se dejaba amar, pero se volvía hasta cierto punto
salvaje cuando era su turno de hacerlo. Así que a Severus no le sorprendió
sentirse empujado hacia atrás con brusquedad. El hombre cayó en la cama
de espaldas y sus piernas fueron inmediatamente separadas y dejadas en el
aire dejando totalmente expuesta la entrada de su cuerpo.
— Pues este dragón de porcelana no está roto, Severus –dijo Draco con una
sonrisa torcida e hizo que el corazón de su amante latiera aún con más
~ 214 ~
fuerza cuando introdujo tres dedos en su interior–. Lo que está es muy
caliente y con ganas de hacerte gritar que no pare.
— Gritaré, lo prometo –dijo Severus lamiéndose los labios.
— Eso espero porque si no… –retiró los dedos.
— No pares, Dragón –suplicó el hombre.
— Así me gusta –y volvió a introducir los dedos, pero con delicadeza.
Severus cerró los ojos cuando el rubio jugueteó con ese punto que hacía
que los sentidos explotaran y se retorció de placer.
— Grita, Severus –pidió el rubio y fue complacido de inmediato–.

Suplícame que no pare.
— No pares, no pares, no pares –dijo con voz temblorosa.
— Dime que me amas.
— Te amo, Dragón… te amo.
—No te escucho. Dilo más fuerte. Que te oigan hasta del otro lado del
mundo.
— ¡¡¡TE AMO, DRAGON!!! ¡¡¡TE AMO!!! –gritó con todas sus fuerzas.
Draco ya no espero más y retirando los dedos, se introdujo en el cuerpo de

su amante con una poderosa embestida. Severus se movió al ritmo
desenfrenado que le marcaba el rubio y volvió a gritar que lo amaba cuando
su miembro fue envuelto por una blanca mano para conducirlo hasta el más
completo éxtasis.
— Di que eres mío, Severus –pidió Draco jadeante sintiendo que ya el

orgasmo se encontraba cerca.
— Soy tuyo, Dragón –declaró con el corazón en la mano.
~ 215 ~
— Yo también soy tuyo, mi amor –el rubio detuvo la penetración así como
también los movimientos que hacía su mano diestra–. Y no pienses ni por
un segundo que algún día dejaré de serlo –lo miró con intensidad–. Tú eres
mi único y absoluto dueño… nunca lo dudes. Te amo con todas las fibras
de mi ser, Severus Snape –le dio un largo y apasionado beso antes de
continuar hablando–. No sabes cuánto lamento haberte hecho sufrir al
hacerte pensar que amaba a Harry. Tú sabes que lo quiero muchísimo, pero
sólo como a un hermano. A ti te he entregado no sólo mi corazón y mi
cuerpo. Te he entregado mi alma, mi esencia, mi cordura, mi locura. Soy
tuyo por completo y no dudes jamás de mi amor porque es tan grande y tan
fuerte que nadie podrá separarme de ti jamás. Sólo espero que tú no te
aburras de mí porque el que se muere soy yo.
— Draco… –a Severus se le llenaron los ojos de lágrimas.
— Dragón, vida mía… Dragón –lo corrigió con una sonrisa antes de
continuar su acto de amor.
Los dos llegaron al orgasmo entre jadeos y gritándose que se amaban con
locura. Draco se dejó caer entre los brazos de Severus totalmente agotado,
pero sintiéndose muy feliz. Por la forma en que ahora lo miraba su amante
se daba cuenta de que había logrado ahuyentar de su corazón el temor de
que algún día lo abandonaría. ¿Y cómo podría hacerlo? Sabía que ni ahora
ni nunca dejaría de amarlo. No fue sino hasta que ya habían recuperado el
aliento que Severus se acordó del Dragón de peluche que le había
comprado y el rubio volvió a ser la persona dulce y tierna que generalmente
era al emocionarse como niño ante la vista del enorme regalo.
— Muchas gracias, cariño –le agradeció totalmente enternecido cuando el

anillo fue puesto en su mano izquierda–. Me encantaron tus regalos.
— Lamento ser tan poco detallista, pero te prometo que de ahora en

adelante lo seré.
— Gracias, Severus –le dio un tierno beso–. Por eso te amo tanto.
— Y yo a ti, mi amor –lo abrazó con fuerza–. Cuando pensé que Harry se
había convertido en tu gran amor sentí que mi vida ya no tenía sentido –le
~ 216 ~
confesó no queriendo ocultarle lo mucho que había sufrido–. El dolor que
me atravesó fue comparable con la vez que pensé que Víktor te había
arrebatado de mi lado con la diferencia de que en aquella ocasión me sentí
capaz de luchar por ti, pero esta vez no creí poder vencer a Harry y me
sentí desolado y muerto en vida.
— Perdóname, por favor –lo miró con angustia–. Sabes que jamás te haría
daño intencionalmente.
— Lo sé –le dio un pequeño beso en la nariz–. Ya no pensemos más en eso,

¿está bien?
— Harry te manda decir que lamenta mucho el malentendido. En verdad

nuestra intención no era hacerlos sentir mal.
— Ya está olvidado –le sonrió para darle a entender que hablaba en serio–.
Pero, ¿puedo pedirte una pequeña compensación? –los ojos grises se
abrieron sorprendidos ante el repentino rubor que subió a las mejillas de
Severus–. ¿Podemos cambiar más continuamente el papel de dominante?
¡Me encanta cómo me haces el amor!
— Está bien. ¡Goloso! –aceptó riendo.
Se quedaron mucho tiempo ahí abrazados antes de decidir que ya era

tiempo de quitarse los restos de almíbar que tenían en el cuerpo y que los
hacía sentirse pegajosos.
— Si quieres hacerme un regalo próximamente, puedo aceptarte un par de

sábanas nuevas –el rubio miró con pena las manchas que había por toda la
cama.
— Dalo por hecho. Y ya no más postres, ¿eh? Porque si no me pondré tan

gordo que ya no me querrás.
Severus le guiñó un ojo antes de que ambos se metieran a la ducha riendo.
~ 217 ~

La tarde distaba mucho de ser hermosa, pero a Oliver precisamente eso le
parecía mientras conducía su automóvil con una sonrisa en los labios y
tarareaba la canción que se escuchaba por la radio. Tenía la esperanza de
ver a su amante oculto aunque fuera sólo de lejos. Ya había pasado una
semana desde su último encuentro furtivo y lo extrañaba demasiado. Una
llamada de Lily lo hizo acudir al hospital donde trabajaba Sirius y se
arregló con esmero. Aunque sabía que el médico no le diría una sola
palabra sobre su apariencia en ese momento, lo atraía la idea de que lo
viera irresistible. Habían quedado de acuerdo en que cuando se encontraran
se saludarían con educación y sin dejar entrever que algo había entre ellos y
no podía negar que Sirius estaba cumpliendo su parte del trato. Habían
coincidido casualmente un par de ocasiones en público y el médico lo miró
con tanta indiferencia que le partió el corazón.
Entró al hospital con el pulso acelerado y buscó a Sirius con la mirada, pero
el médico no se encontraba por ahí. Caminó a la recepción y pidió que le
avisaran a Lily que ya había llegado. La pelirroja lo hizo esperar sólo un
par de minutos antes de ir por él y conducirlo a otra área del hospital. En el
camino la mujer le informó que lo había hecho ir porque necesitaba revisar
su brazo y Oliver no puso ninguna objeción. Cuando ya casi iban a pasar a
un consultorio, Lily recibió una llamada y le pidió al joven que la esperara.
Oliver fue a sentarse en una banca y fue entonces que vio a Sirius y
también fue el momento en que conoció el infierno.
Sirius estaba platicando con un atractivo joven y reía con él con

entusiasmo. Apretó los labios con fuerza al ver que el chico se acercaba
demasiado a su amante y lo tomaba de las manos con delicadeza. Vio como
el médico alzaba las cejas asombrado por su actitud, pero pronto
comprendió que no fue por eso sino porque un anillo fue deslizado en su
mano izquierda. Sirius alzó la mano y admiró la joya con la boca abierta.
Lo que siguió después lo hizo desviar la mirada con rapidez porque si
seguía observándolos sabía que no podría contenerse e iría a partirles la
cara a los dos. Sirius besó con inmensa devoción el anillo antes de abrazar
con fuerza al chico que se enredó en su cuerpo como hiedra.
~ 218 ~
— ¿Nos vamos? –escuchó entre brumas que Lily lo llamaba y él se levantó
de la banca temblando de celos.
Siguió a la pelirroja en sentido contrario de donde estaban Sirius y el chico,

pero volteó con discreción y los vio alejarse todavía estrechamente
abrazados. Esa fue la primera vez que se sintió impotente por no poder
apartar a Sirius de manos extrañas. La revisión se le hizo eterna a Oliver
que no veía la hora de desocuparse y comprobar si ya ese chico se había
alejado de su pareja. Se arregló la camisa y esperó con educación a que la
pelirroja terminara de hacer algunos apuntes en su expediente. Disimuló lo
mejor que pudo su ansiedad y puso una sonrisa en sus labios cuando Lily le
comentó que ya su brazo estaba completamente sano y que podía reanudar
la actividad física a la que estaba acostumbrado.
— ¡Eso es fantástico! –Oliver fingió entusiasmo.
— ¿Verdad que sí? –Lily le tomó una mano y sonrió muy contenta–. Sé que
fue muy frustrante para ti estar alejado de lo que te gusta por tanto tiempo,
pero ya puedes jugar con toda confianza.
— No sabe cuanto les agradezco todo lo que hicieron por mí, doctora –no
pudo menos que corresponderle con sinceridad a su sonrisa–. Usted y el
doctor Black salvaron mi carrera.
— Quisiera decir que es mi trabajo, pero en este caso no puedo. En verdad

me alegro que hayas sanado satisfactoriamente y en tan poco tiempo –se
levantó de la silla dando por terminada la revisión–. ¿Podrías hacerme un
favor, Oliver?
— El que usted quiera –también se levantó.
— ¿Podrías llevarle tu expediente a Sirius y decirle que te estoy dando de

alta?
— Con todo gusto –su sonrisa se hizo más amplia.
Durante todo ese tiempo se había estado preguntando que pretexto

utilizaría para ir a buscar a su amante y alejar a ese muchacho de su lado a
cualquier costo. Tomó el sobre que la mujer le tendía, se despidió de ella y
~ 219 ~
casi salió corriendo del consultorio. No le costó trabajo dar con la oficina
de Sirius y entró sin tocar. No sabía qué era lo que esperaba encontrar, pero
se desconcertó al ver que estaba vacía, o al menos eso pensó en un
principio. Una voz hablando en voz baja lo hizo girar la cabeza a su
derecha y entonces vio al chico que antes estaba con Sirius. Éste estaba
sentado con displicencia en un sillón mientras hablaba por teléfono. A
regañadientes tuvo que admitir que era muy atractivo y que el traje que
llevaba le sentaba a las mil maravillas. Su corto cabello era oscuro y
brillante, sus ojos negros eran muy atractivos, una clásica nariz griega iba
totalmente acorde con sus finas facciones y proclamaba a los cuatro vientos
que era extranjero.
El muchacho interrumpió su conversación para mirarlo con fastidio.
— ¡Ah! Eres el mensajero. El doctor Black no está, pero puedes dejar su

correspondencia sobre el escritorio.
Oliver hirvió de furia en un segundo al escuchar el tono despectivo con que

le habló y lo enfrentó claramente indignado.
— ¿¡Cómo me llamaste!? –estaba que echaba chispas por los ojos.
— ¿No eres el mensajero? –levantó una ceja con burla–. ¡Oh, discúlpame!
Pero por la facha que traes eso es lo que pareces –rió con cinismo.
— ¿¡Pero cómo te atreves!? –aventó los documentos sobre el escritorio y

cerró las manos en un puño.
— No te enojes, hombre –se levantó de la silla todavía riendo y se acercó a

Oliver que no se movió de su lugar–. No es para tanto.
Como los dos eran de la misma estatura, sus ojos se encontraron

directamente.
— No sé quién eres ni me importa, pero te aseguro que si vuelves a

hablarme de esa forma, te romperé la cara –le dijo Oliver con voz siseante
y sostuvieron un duelo de miradas.
~ 220 ~
— Pues para tu información soy el prometido del doctor Sirius Black –
declaró con una amplia sonrisa.
— ¿¡¡¡SU PROMETIDO!!!? –sintió como si le hubiera aventado una

cubetada de agua fría y se quedó paralizado de la impresión.
— Para hablar con la verdad todavía no lo soy, pero lo seré en poco tiempo
–se situó del otro lado del escritorio–. ¿Cómo no desear permanecer el resto
de mi vida con alguien como Sirius? Él es el hombre con el que siempre
soñé y estaría loco si lo dejara escapar y en verdad no lo estoy. Sé que hay
muchos y muchas detrás de él, pero yo les gané a todos –declaró con
jactancia y a Oliver se le puso el rostro rojo de ira–. Por tu reacción veo que
conoces bien a Sirius y sólo espero que no seas uno de esos pobres idiotas
que desean conquistarlo a toda costa porque te advierto que no tienes
ninguna oportunidad de hacerlo teniéndome a mí de rival. Desde que lo
conocí me di cuenta de la joya que es y no pienso dejarlo escapar –sus ojos
negros brillaron con intensidad, pero también lo hicieron los de Oliver,
pero de celos–. O tal vez tu enojo se deba a que eres una de esas personas a
las que les enerva el hecho de que dos hombres puedan amarse tanto que no
les importe lo que los demás piensen de ellos –rió despectivamente–. No
necesitas negar o afirmar eso. En realidad me interesa un comino lo que
sientas o pienses al respecto –se puso serio repentinamente–. Simplemente
te informo que amo a Sirius y no dejaré que ni hombres, ni mujeres, ni
estúpidos prejuicios y mucho menos comentarios que vienen de gente que
no conozco me aparten de él. Te aseguro que no me importa que me
señalen con el dedo y se burlen de mí si tengo la dicha de estar entre sus
brazos y saber que tengo el derecho de beber de su boca cada vez que lo
desee, poder amarlo todas las noches sin necesidad de escondernos de la
gente, salir a pasear por las calles tomados de la mano y gritarle a todo
aquel que quiera escucharme que el mejor de los hombres es
completamente mío –todo lo anterior lo había dicho con fervor y tomó aire
antes de continuar–. Sirius es una persona en un millón y tuve la
maravillosa suerte de encontrarlo. Te juro que cuando consiga meterlo a mi
cama no lo dejaré salir de ahí jamás –se pasó la lengua por los labios
sugestivamente y eso fue todo lo que Oliver pudo soportar.
~ 221 ~
— ¡¡¡Voy a matarte, imbécil!!!! –le gritó con todas sus fuerzas mientras los
celos lo carcomían por completo.
Se movió con rapidez, pero el otro joven fue mucho más veloz y se puso
fuera del alcance de sus puños. Oliver ya estaba a preparando otro ataque
cuando Lily entró a la oficina algo agitada.
— ¿¡Qué está pasando aquí!? –la pelirroja miró con los ojos muy abiertos a
uno y a otro muchacho–. ¿Gánies? ¿Oliver?
— Nada importante –el griego suspiró audiblemente–. Sólo mantenía una

pequeña plática con Oliver sobre la propiedad privada y el valor de las
personas.
— ¡¡¡Esto no ha terminado, idiota!!! –Oliver lo miró con inmenso odio–. Ya

nos volveremos a encontrar y cuando eso suceda… ¡¡¡voy a destrozarte!!!
Lo señaló con el dedo antes de salir de la oficina, pero no se fue de

inmediato sino que se quedó escuchando afuera.
— Que bueno que llegaste, Lily –escuchó que decía Gánies con voz
afectada–. Ese muchacho estaba a punto de golpearme y no quiero ir al
teatro con un ojo morado. Esta invitación para salir a solas con Sirius me
costó mucho trabajo conseguirla y quiero que todo salga perfecto. Tal vez
hoy mismo consiga que se me declare.
Eso fue todo lo que Oliver soportó escuchar y se obligó a irse del hospital
antes de cometer un asesinato.
***********
Oliver azotó la puerta de su casa con fuerza y aventó las llaves de su auto
contra la pared alcanzando un fino reloj el cual se hizo pedazos, pero eso
no le importó en lo absoluto al muchacho que siguió destrozando todo lo
que estaba a su alcance. Al cabo de un minuto, el suelo de la antes
inmaculada sala estaba lleno de adornos destrozados y cojines hechos
jirones. Sentía que todo hervía en su interior y no encontraba la forma de
desahogarse. Entró a un bar antes de llegar a su casa y bebió varios tarros
de cerveza, pero no consiguió apagar las llamas de los celos que lo estaban
~ 222 ~
consumiendo. Pateó un sillón con fuerza antes de caminar hacia la parte
posterior de la casa con la mirada atemorizada de la mujer que lo ayudaba
con sus quehaceres domésticos, clavada en la espalda.
Sin importarle si lo veían o no, Oliver se deshizo con presteza de su ropa y

se arrojó desnudo a la piscina. La helada agua lo golpeó con fuerza, pero ni
siquiera esa terrible frialdad logró disminuir en nada el fuego que le estaba
quemando las entrañas sin piedad. Salió a la superficie y nadó con vigor de
un lado a otro sin descanso. Quería expulsar de su mente aquello que lo
estaba matando, pero no podía hacerlo.
Rememoraba una y otra vez a Sirius besando ese anillo con devoción, la
forma en que se dejó abrazar por ese arrogante, pero atractivo chico, y
finalmente la terrible conversación que sostuvo con éste último. Si alguna
vez sintió el deseo de estrangular a Draco por haberse atrevido a estar tan
cerca de Sirius, definitivamente Gánies se salvó de morir en sus manos esa
tarde debido exclusivamente a la presencia de Lily. Se tomó un pequeño
descanso después de nadar sin parar durante media hora, pero aún seguía
sintiendo esa impotencia que lo estaba ahogando. Salió de la piscina, se
acostó boca abajo en una silla para sol y entonces dejó salir las lágrimas. Si
era sincero consigo mismo, debía admitir que toda esa situación no se
habría dado si su relación con Sirius fuera conocida por todos. Porque si
fuera así, entonces tendría el derecho de romperles la cara a todos aquellos
que se atrevían a acercársele con demasiada confianza, como lo había
hecho Gánies, y reclamarlo como suyo, pero no podía hacerlo y lloró con
más fuerza por eso.
Todo. Absolutamente todo lo que dijo ese muchacho era lo que deseaba
tener con Sirius, pero no se atrevía. Volvió a llamarse cobarde, además de
estúpido, por no tener el valor suficiente de gritarle al mundo que amaba
con locura a un hombre… el hombre más guapo, gentil e inteligente que
hubiera existido jamás. Ya llevaba tres semanas con su noviazgo oculto y
eso lo tenía navegando en un mar de continua zozobra. Nunca se habría
imaginado que se sentiría tan dichoso al saberse amado por alguien tan
especial como Sirius, pero al mismo tiempo era una terrible agonía no
poder verlo ni tocarlo durante días enteros. Aunque había prometido que lo
vería con frecuencia, no había podido hacerlo.
~ 223 ~
Había retornado a su club y aunque aún no se incorporaba del todo a la
intensa actividad física del equipo, sus tiempos libres se habían acortado de
forma alarmante y sólo había podido ver a su amante cuatro veces durante
ese tiempo. No negaba que esos encuentros secretos fueron en extremo
placenteros, pero con cada día que pasaba se le hacía más y más difícil
estar separado del médico y ni siquiera sus continuas llamadas telefónicas
eran suficientes para sentirse por completo feliz.
El sonido de su teléfono celular lo sobresaltó sacándolo de sus tristes

pensamientos y buscó con ansiedad el aparato entre su ropa tirada rogando
porque fuera Sirius el que lo llamaba, pero suspiró con desaliento al oír que
no se trataba de él.
— ¡Hola, Oliver! –lo saludó con entusiasmo Cedric.
— ¡Hola, Cedric! –le devolvió el saludo fingiendo alegría.
— ¿¡Verdad que sí vas a ir!? –le preguntó su amigo con ansiedad.
— No puedo –volvió a recostarse en la silla–. Ya ni sé cuántas veces te lo

he dicho –suspiró con cansancio.
Cedric lo había estado atosigando toda la semana con que lo acompañara a

Grecia a ver ‘quién sabe que cosa’ que le quería mostrar Víktor y ya no
sabía como quitárselo de encima.
— ¡Es que necesito tu apoyo moral! –dijo Cedric suplicante.
— Pero si Harry y Draco van a acompañarte, ¿para que me necesitas?
— ¡Ah! Esos –su tono era claramente de fastidio.
— ¿Hay algo de lo que no me he enterado? –preguntó con curiosidad ante

su tono.
— ¡Se han puesto en mi contra! –declaró con indignación.
~ 224 ~
—¿¡Estás loco!? –rió muy a su pesar–. Pero si ustedes tres son uña y
mugre. Más mugre que uña, ¡pero en fin!
— Pues ya no más –su voz se quebró.
— ¿Qué pasó entre ustedes, Cedric? –se preocupó de inmediato pues creía
firmemente que esos tres muchachos eran los mejores amigos del mundo.
— Es que… –escuchó como limpiaba su nariz–. … ahora resulta que el

malvado de la historia soy yo. ¿¡Puedes creerlo!? –la indignación volvió–.
Harry y Draco parecen no comprender que no fui yo el que se marchó a
Grecia desde hace dos semanas sin dar una buena razón para ello, no soy
yo el que llama cada cuatro días para saber exclusivamente si al perro ya
se le quitaron las pulgas… –Oliver ahogó una risotada–. … y no soy yo el
que se anda exhibiendo por Atenas con atractivos muchachos.
— ¡No seas exagerado, Cedric! –ahora si no pudo esconder su risa–. Estoy

seguro de que Víktor no está saliendo con otros.
— Está bien. Lo acepto, mentí en lo último –también rió–. Pero lo demás es

totalmente cierto. Cada vez que Víktor llama solamente me dice: ‘Hola,
cariño. ¿Todo bien? ¿Y Toto como sigue? Cuídalo, ¿quieres? Adiós’ ¡Ni
siquiera me manda un beso! –bufó de enojo–. ¡Y esos dos dicen que estoy
exagerando las cosas! ¡Como si Draco no se hubiera puesto igual o peor
cuando Severus estuvo en Estados Unidos un mes entero! Pero te juro que
ya me hubiera ido a Atenas para traer a rastras a Víktor si no supiera que
Gánies Nikolakakos está aquí.
— ¡Gánies! –exclamó Oliver y se sentó de golpe en la silla.
Sabía que había oído ese nombre con anterioridad, pero hasta ese momento
recordó la plática que habían tenido en el restaurante antes de que recibiera
la llamada de Mihail. Con todo lo ocurrido después se olvidó por completo
del enojo de Cedric debido a un chico griego que estaba detrás de Víktor.
— ¿Y cómo sabes que ‘ése’… ese muchacho está aquí? –su voz sonó
demasiado chillona a sus oídos.
~ 225 ~
— ¡Porque el muy descarado se le ha pegado a Sirius como lapa! –a Oliver
apretó los labios furioso–. No sé donde lo conoció Sirius, pero ese
arrastrado no se le ha despegado ni a sol ni a sombra desde hace una
semana. Al principio era bastante discreto en su interés por el padrino de
Harry, pero estos últimos días te juro que me da pena ajena al verlo
babeando tan descaradamente por él –ya Oliver hervía de celos
nuevamente–. Se le nota a mil kilómetros a la redonda que se muere de
ganas por llevárselo a la cama lo más pronto posible –lanzó un grito de
desesperación–. ¡Y todavía Harry y Draco se atreven a decir que es muy
mono y agradable! ¿¡Qué acaso están ciegos o tontos!? ¡Ese idiota es un
buscón simple y sencillamente!
— ¿Sabes dónde se está hospedando? –preguntó Oliver con alarmante

calma.
En un segundo decidió hacerle una visita social a Gánies para partirle la

cara.
‘No. Mejor voy a darle una dieta a base de hierro. ¡Sí! Con cuatro balas
bastará’ – pensó con satisfacción.
— En la casa de los papás de Harry –le informó Cedric con fastidio y a

Oliver se le fueron por los suelos sus ideas homicidas.
Simplemente no podía presentarse en la casa de los padres de sus amigos y

asesinar al imbécil que pretendía poseer a alguien que era sólo suyo.
— ¡Ven conmigo, por favor! –volvió a suplicar Cedric–. Sirius va a ir y

estoy seguro de que Gánies va a acompañarlo.
Oliver se estremeció ante este nuevo conocimiento. La noche anterior había

hablado por teléfono con su amante durante horas y no le había comentado
que pretendiera viajar.
— Necesito que alguien me detenga antes de que me le eche encima para

destrozarle su linda cara.
‘No, Cedric. El que va a despedazarlo voy a ser yo’ –pensó Oliver

iracundo–. Te acompañaré –declaró con firmeza.
~ 226 ~
— ¡Gracias, gracias! –se puso muy contento–. Mañana paso por ti a las 9,
¿está bien?
— Estaré listo –y colgó con brusquedad.
Oliver volvió a recostarse y se obligó a permanecer ahí hasta que el frío de

la noche lo hizo entrar a la casa. Tenía unas ganas locas de ir a buscar a
Sirius y comprobar que no estaba con Gánies, pero sabía perfectamente que
sí estaba ¡Se iban a ir al teatro! Se acomodó en su cama y esperó
inútilmente el sueño. Su mente no hacía otra cosa más que recordar lo que
había pasado esa tarde y su conversación con Cedric.
***********
Hermione besó una vez más a su pequeña hija antes de caminar a su auto
con los ojos arrasados de lágrimas. Sabía que no debía actuar así, pero no
podía evitarlo pues sentía que la estaba abandonando. Abrió la portezuela
del vehículo, pero luego la cerró con la firme intención de volver sobre sus
pasos y tomar entre sus brazos a su pequeña hija y llevársela con ella, pero
la mirada de advertencia que le mandó Petunia la contuvo.
— Vete de una buena vez, niña –le dijo la mujer sonriente mientras sostenía
a Lisa–. Sólo estarás lejos de ella un par de días y ya te prometí un millón
de veces que nada va a pasarle.
— Lo sé, tía Petunia, pero es que… –comenzó a decir Hermione con voz
ahogada.
— Si te demoras más tiempo en irte, harás que Lisa se ponga a llorar –dijo
Vernon Dursley y se acercó a Hermione–. Disfruta estos días en compañía
de tu esposo y no te preocupes por tu hija –le abrió la puerta del auto–.
Además, sabes que nos encanta cuidarla.
Después de que Petunia se convenció que Sirius estaba fuera de su alcance

y que el tiempo pasaba inexorablemente para ella, decidió hacerle caso a su
eterno enamorado. Se casó con Vernon simplemente porque la soledad que
llevaba en el alma la estaba matando, pero se sorprendió muchísimo
cuando se dio cuenta que era feliz en su matrimonio. El hombre tenía tan
~ 227 ~
pocos atributos físicos como ella, pero la quería sinceramente y siempre
estaba al pendiente de cada uno de sus deseos. Esa forma tan tierna de
tratarla, la fue conquistando poco a poco y en ese mismo instante podía
afirmar que amaba a su esposo. Como ya eran demasiado mayores para
tener hijos, los dos recibían en su casa a la pequeña Lisa con gran regocijo
y la niña tenía en ellos a dos tíos consentidores que cumplían todos sus
caprichos.
— Gracias por cuidar a mi hija, tío Vernon –Hermione le dio un rápido beso
en la mejilla antes de meterse en el auto–. Si se pone enferma o necesitan
algo…
— Te llamaremos de inmediato, no te preocupes –se separó del auto–. Vete

ya.
Hermione se obligó a no volver a mirar a Lisa porque sabía que entonces

no podría marcharse sin ella y encendió el auto para luego alejarse lo más
rápido que pudo de ahí mientras lloraba a raudales. No le había gustado la
sugerencia de Ron de dejar encargada a Lisa con los Dursley en lo que
ellos viajaban a Grecia, pero al final no pudo resistir sus ruegos y sólo
porque sabía que la niña iba a estar más que cuidada, fue que accedió.
Condujo hasta el hospital donde trabajaba Ron y se entretuvo unos minutos
dentro del auto mientras se retocaba el maquillaje para borrar todo rastro de
lágrimas. Suspiró hondamente para tranquilizarse del todo y entró al
hospital ya serena. Para cuando llegó a la oficina de Ron su mente iba
ocupada en lo que metería en su maleta para la estadía de dos días en
Grecia y en las cosas que tenía que resolver antes de su partida al día
siguiente.
Tocó brevemente la puerta de la oficina de su esposo y entró sin esperar

invitación. Se quedó paralizada ante la escena que se estaba llevando a
cabo adentro. Ron estaba sentado en su sillón y sujetaba las muñecas de
Pansy que se afanaba por alcanzar sus labios. Ninguno de los dos la
escuchó entrar y Hermione pasó en un segundo del estupor a la furia. Se
acercó con presteza a la mujer que estaba prácticamente encima de su
esposo y la separó de él jalándola brutalmente de los cabellos. Pansy gritó
de dolor mientras que Ron perdía por completo el color del rostro al ver a
su esposa. Hermione aventó a la mujer fuera del despacho y cerró la puerta
tras ella dejando a Ron dentro.
~ 228 ~
— Entiende muy bien lo que voy a decirte, zorra –comenzó a decir
Hermione en voz baja, pero escalofriantemente amenazadora–. Porque es la
primera y última advertencia que tendrás. Ese hombre… –señaló la
puerta–. … es MIO –recalcó la palabra–. Y si vuelvo a verte cerca de él,
vas a arrepentirte hasta de haber nacido, ¿me oíste?
— ¡Ron no te quiere! –le gritó Pansy una vez que se sobrepuso de la

sorpresa y del dolor que le causó el jalón que le había dado la joven–. ¡Es a
mí a quien ama! ¡Me quiere porque soy una mujer de verdad! ¡Contigo sólo
tiene problemas!
— No me hagas reír –la miró de arriba abajo con desprecio–. Tú no eres ni

la mitad de mujer que soy yo, ¿y sabes por qué? Porque yo sería incapaz de
fijarme en un hombre casado. ¡Tengo dignidad y me respeto demasiado
para convertirme en lo que tú eres! ¡Una impúdica arrastrada que es
incapaz de conseguir una relación sana y se rebaja a tratar de quitarle el
marido a otra! ¿Pero sabes una cosa? Te equivocaste al escoger a Ron,
querida. En primer lugar porque mi esposo me ama tanto como yo a él y en
segundo porque tienes frente a ti a una verdadera mujer que te destrozara
por completo si te atreves a volver a mirarlo siquiera.
— No me asustas –dijo sin convicción.
— No me provoques, idiota –dio un paso hacia delante y quedó muy cerca

de Pansy que apenas pudo sostenerle la mirada–. Si eres inteligente, cosa
que dudo mucho, te largarás de aquí y desaparecerás de nuestras vidas,
pero si no lo haces… –le sonrió con maldad–. … tendrás que atenerte a las
consecuencias.
— No te atreverías –dijo desafiante–. Los dos estarían en boca de todos.
— ¿Acaso crees que unos pocos chismes me detendrán? –rió

despectivamente–. No te equivoques conmigo, imbécil. Por defender lo que
es mío soy capaz de hacer lo que sea y si para ello necesito arrastrarte de
los cabellos por todo el hospital y hacer que te despidan de inmediato, ten
por seguro que lo haré. Así que tú decides.
~ 229 ~
Pansy estaba temblando de ira, miedo y celos, pero no se atrevió a seguir
enfrentando a Hermione. Había pensando que sería muy fácil separar a Ron
de ella, pero ahora comprendía que jamás podría hacerlo. Se veía que era
muy peligrosa y el hecho de que ya todo el mundo las estaba mirando con
burla, sobretodo a ella, la obligó a alejarse lo más rápido que pudo sabiendo
que estaba derrotada.
***********
Ron seguía sin poder moverse de donde estaba y abrió los ojos asustado
cuando Hermione volvió a entrar. Sus miradas se encontraron un segundo y
esperó con el alma en un hilo todas las recriminaciones que vendrían a
continuación y que las tenía bien merecidas. Nunca debió permitirle a
Pansy llegar al extremo de querer robarle un beso y ahora debía pagar su
estupidez. Hermione se sentó en el escritorio antes de sonreírle a su esposo.
— Ya que nos deshicimos de ese estorbo, hablemos de todas las locuras que
haremos en nuestra segunda luna de miel, mi amor –le dijo ella con
dulzura.
— ¿¡Qué!? –Ron la miró estupefacto.
— ¿Acaso no fue con esa promesa que me convenciste que dejara a Lisa
con mis tíos? –jaló el rostro de su impactado esposo hacia ella–. No estarás
pensando en retractarte, ¿verdad?
— Pero… pero… –estaba sin palabras.
— Hay cosas en esta vida que no son dignas de discusión, Ron –le dio un
apasionado beso–. Y la porquería que acabo de sacar de aquí es una de
ellas. Basta con que me digas que no significa nada para ti.
— ¡Por supuesto que no significa nada para mí! –se apresuró a afirmar.
— Te creo –le dio otro beso–. Ahora pasemos a temas más agradables –se
deslizó hasta quedar sentada sobre las piernas de su esposo–. ¿Qué dijiste
que vas a hacerme en Grecia?
~ 230 ~
— Te voy a hacer el amor hasta dejarte exhausta, mi amada esposa –le dijo
Ron apenas creyendo que Hermione no le hubiera reclamado
absolutamente nada.
— ¿Es una promesa? –inclinó la cabeza hacia atrás para ofrecerle su cuello.
— No –Ron rió contra su piel–. Es una amenaza.
— Eso suena muy interesante –gimió cuando fue mordida con suavidad–. Y
me encargaré de que la cumplas.
— Soy un caballero inglés, doctora Weasley –le dio otro mordisco–.

Siempre cumplo mis amenazas.
Los dos rieron felices y se besaron hasta quedar sin aliento ya sin la sombra
de Pansy Parkinson pendiendo sobre sus cabezas. Lo único bueno que trajo
la presencia de esa mujer en sus vidas, fue que los dos se dieran cuenta que
se amaban demasiado para siquiera pensar en vivir uno lejos del otro.
~ 231 ~

La llegada al aeropuerto se realizó sin ningún contratiempo y Oliver se
asombró cuando vio que viajarían en un avión privado. Sabía que todos sus
amigos eran ricos, pero hasta ese momento no se dio cuenta de cuánto.
Durante todo el trayecto Cedric no dejó de hablar de su enojo con Víktor
por su extraña actitud y Oliver no podía dejar de contar los minutos que
faltaban para volver a ver a Gánies y romperle la cara como tanto deseaba,
pero sufrió una desilusión. En el hangar sólo los estaban esperando Harry,
Lucius, Draco y Severus.
— ¿Y los demás? –le preguntó Oliver a Harry con indiferencia.
— Mis papás, Hermione, Ron, Sirius y Gánies se adelantaron –le contestó

sonriente–. Aún cuando el avión de Víktor es muy amplio, mi papá decidió
irse en el suyo para que nosotros fuéramos más cómodos.
— ¡Ah! –fue todo lo que pudo decir mientras se tragaba sus celos.
Todos abordaron y partieron hacia Grecia a la hora que estaba programada.

Oliver miró con tristeza como Cedric se apartaba de los demás y se sentaba
solo. Lo vio rechazar la compañía de sus amigos y se aventuró a ir a
acompañarlo.
— No sigas enojado con Harry y con Draco –le dijo Oliver cuando se sentó
cerca de él.
— ¡Es que se pasan! –Cedric miró malhumorado hacia donde los chicos
reían con sus parejas–. Saben perfectamente que no soporto a Gánies y no
dejan de mencionarlo. ¡Ese idiota parece que los trastornó! Anoche no
pararon de hablar de él.
— ¿Sabes que hizo ayer ese tipo? –preguntó lo más indiferente que pudo.
— Se fue al teatro con Sirius –esa confirmación hizo que Oliver hirviera en
un segundo de furia, pero esta vez se sintió enfadado tanto con Gánies
~ 232 ~
como con su amante–. Ya estaba saliendo de la casa de los papás de Harry
cuando ellos llegaron y te juro que si Hermione no me hubiera detenido, le
hubiera roto la cara. ¡Ese imbécil se atrevió a mirarme como si fuera una
rata! –apretó los labios furioso.
— Que maleducado –él también sintió rabia.
— Pero ya no quiero hablar de él. Sólo pensar en ese estúpido me pone

enfermo.
— De acuerdo –aceptó Oliver de buena gana pues a él también lo enervaba

hablar de Gánies.
Arribaron a Atenas en buen tiempo y al salir del aeropuerto abordaron

varios vehículos que les había enviado Víktor. Cedric se puso de pésimo
humor al ver que su pareja no había ido a recibirlo y se hundió en un
mutismo que Oliver no pudo traspasar. Los autos los llevaron al hotel más
exclusivo de la ciudad y quedaron totalmente instalados poco antes de la
hora de la comida. Oliver se dio un baño rápido y se mudó de ropa antes de
bajar al comedor para reunirse con todos los demás. Iba temblando de
emoción porque estaría cerca de Sirius después de largos días de
alejamiento, pero también de celos… no sabía de lo que sería capaz de
hacer si Gánies estaba a su lado.
Fue recibido con mucho entusiasmo por Hermione y Ron a las puertas del
comedor. Una vez que el pelirrojo estuvo seguro de que el joven no era un
rival se convirtió en uno más de sus amigos. Oliver miró a su alrededor con
discreción buscando al dueño de su corazón y suspiró imperceptiblemente
al encontrarlo. Sirius estaba platicando con James al otro lado del comedor
y se llenó los ojos con su imagen. Sabía que siempre amaría ese porte
elegante, esa figura alta y fuerte que se movía con gracia felina, pero sobre
todo esos ojos azules que lo llevaban a locura cuando lo miraban con
deseo. Sirius pareció darse cuenta que era observado y miró en dirección de
Oliver. Sus ojos se encontraron un segundo antes de que el médico desviara
su atención de nuevo hacia James. Aún cuando Oliver estaba furioso con
Gánies y también con él, no pudo evitar que una descarga eléctrica
recorriera su cuerpo ante esa fugaz mirada azul. Se obligó a dejar de verlo y
~ 233 ~
prestar atención a Hermione que ya había cruzado algunas miradas de
complicidad con Ron.
Obviamente la relación de Sirius con Oliver era un secreto a voces en su

círculo de amigos y todos sufrían mucho por él. El médico volvió a trabajar
como enajenado y eso hizo que todos se preocuparan seriamente. Sirius no
podía ocultar el sufrimiento que sentía y Lily supo que su amigo no
soportaría mucho tiempo esa situación. Él era una persona muy sensible y
verlo consumirse día a día por su amor oculto la hizo decidirse a intervenir.
Sabía perfectamente que Sirius se enojaría muchísimo con ella por hacerlo,
pero en verdad ya no soportaba verlo sufrir. Habló con James al respecto y
juntos planearon la forma de que Oliver se diera cuenta que si continuaba
escondiendo su relación, podría perder a Sirius de forma definitiva. Fue
idea de James pedirle ayuda a Gánies pues necesitaban a alguien que Oliver
no conociera además de que fuera de confianza y él definitivamente lo era.
Gánies era hijo de un gran amigo de James y de Sirius y cuando éste murió,
el muchacho se quedó con la responsabilidad de sacar adelante un despacho
de arquitectos, pero debido a su extrema juventud e inexperiencia estuvo a
punto de perderlo. Los dos le tendieron la mano y se mantuvieron a su lado
hasta que logró estabilizar el negocio. Aunque no sostenía una
comunicación constante con el chico griego, James sabía que él los tenía en
gran aprecio por lo mucho que lo habían ayudado en el pasado y también
porque fue debido a su recomendación que Víktor Krum acudió a él.
Gánies tenía en su país una cartera de clientes fijos que le permitían vivir
con comodidad, pero aún así casi saltó de alegría cuando el búlgaro se
presentó en su despacho para contratar sus servicios. Ese proyecto era el
más importante que había llegado a sus manos porque debía encargarse de
él en su totalidad y no sólo en la parte arquitectónica. Sabía que debía
realizarlo a la perfección para poder dar a conocer a su empresa en un
plano internacional y trabajó sin descanso día y noche. El millonario fue
todo un reto como cliente porque era muy exigente y tenía ideas casi
imposibles de realizar, pero el resultado de la exagerada presión que sufrió,
y que casi lo lleva a un colapso nervioso, fue haber construido un
impresionante y bello edificio.
El día en que Gánies le entregó las llaves a Víktor fue el más grandioso de
su vida. Sus ojos negros se llenaron de lágrimas y fue incapaz de
contenerlas cuando todos sus empleados aplaudieron con entusiasmo y lo
~ 234 ~
vitorearon. La noche de ese grandioso día fue cuando recibió la llamada de
James. Durante toda la conversación estuvo con la boca abierta sintiéndose
bastante sorprendido por la propuesta del hombre, pero ni por un segundo
pensó en negarse. Haría todo lo que estuviera en su mano para ayudar a
Sirius. Al colgar, una sonrisa se dibujó en sus labios. Se sentía feliz porque
al fin podría corresponder a la sincera amistad con que lo habían
obsequiado esos dos magníficos hombres cuando apenas tenía 16 años y si
tenía que fingir que amaba a su amigo, pues… ¡que se cuidara el estúpido
que se atrevía a avergonzarse de poseer el amor de Sirius porque se
convertiría en su más ferviente enamorado!
Se suponía que sólo ellos tres sabrían la verdad sobre el fingido

enamoramiento, pero James no tuvo más remedio que confesar su plan a
más personas porque cuando Draco conoció al griego, casi se lo come vivo.
Gánies arribó al país una semana atrás y aceptó la invitación de James de
hospedarse en su casa. Ya iban a sentarse a la mesa para cenar cuando
Harry, Draco y Hermione llegaron con sus respectivas parejas. Los dos
muchachos saludaron a Gánies con cortesía, pero su actitud cambió
radicalmente cuando supieron su nombre pues para ellos era el hombre que
trataba de conquistar a Víktor. Harry era, en términos generales, mucho
más tranquilo que el rubio así que lo único que hizo fue mirar de mala
manera al griego y no aceptar su mano, pero Draco no se conformó con
eso. Severus tuvo que sujetar a su pareja cuando quiso írsele encima a
golpes a Gánies mientras le gritaba un sinfín de insultos. Todos estaban
impactados por su violenta reacción y no fue sino hasta después de varios
minutos que el rubio se tranquilizó y eso sólo se logró cuando James le juró
por su vida que no existía nada más que tratos comerciales entre Gánies y
Víktor.
James supo que no podía continuar con su plan si no les confesaba la

verdad a sus amigos. Ellos no conocían a Gánies y volverían a pensar que
era una mala persona cuando éste pasara demasiado tiempo con Sirius y
entonces no le permitirían acercársele bajo ninguna circunstancia. Después
de que terminó de explicarles lo que tenían planeado hacer, los otros se
ofrecieron a ayudarlos pues lo único que querían es que Sirius fuera feliz.
Gánies les suplicó que no le dijeran nada a Cedric pues entonces la sorpresa
que le tenía preparada Víktor se descubriría y el búlgaro sin duda alguna lo
asesinaría. Todos rieron divertidos porque sabían que eso exactamente
~ 235 ~
haría el búlgaro y se pusieron a planear el cómo lograr que Oliver viera
juntos a Sirius y a Gánies. En la práctica eso fue muy difícil de realizar ya
que Oliver estaba muy ocupado y ni Draco ni Harry lograron que saliera
con ellos ni para comer así como tampoco el griego pudo convencer a
Sirius de visitar los lugares que Oliver frecuentaba. Tuvieron que cambiar
de táctica y entonces exhibieron a Gánies ante Cedric para que éste le
comentara a Oliver que estaba saliendo con Sirius, pero su amigo los
desilusionó al no hacerlo. El tiempo se les acabó cuando Gánies declaró
que debía volver a Grecia porque Víktor reclamaba su presencia. Fue en
una acción desesperada que Lily le habló por teléfono a Oliver para citarlo
en el hospital y durante toda la llamada mantuvo los dedos cruzados
esperando que accediera a verla.
Como Sirius era totalmente ajeno a todo lo que habían planeado sus
amigos, se sorprendió mucho del interés que tenía Gánies en acompañarlo a
todas partes, pero no despreció su compañía. Sentía que algo muy extraño
estaba ocurriendo ahí, pero no podía precisar qué era. Su joven amigo le
había dicho que se había tomado unas vacaciones después de haber
trabajado durante tanto tiempo con Víktor y el médico le creyó pues
conocía de sobra el difícil carácter del millonario. Habían ido juntos a
muchos lugares, incluyendo el Museo Británico y ahí vieron a Cedric.
Sirius se dio cuenta enseguida de que su joven amigo le era sumamente
antipático al muchacho. Cuando le comentó esto a Gánies, éste le dijo las
razones por las cuales Cedric lo despreciaba y enseguida se ofreció a
aclarar las cosas, pero el griego lo convenció de que no lo hiciera. Una
tarde antes de la cita de Oliver con Lily, los dos fueron a una joyería a
recoger un anillo que había encargado Sirius y Gánies se las ingenió para
hacerse de él. El médico lo había mandado hacer especialmente para su
pareja y se entristeció mucho cuando desapareció.
Al griego le supo mal esconderle el anillo, pero Lily lo convenció de

hacerlo. Si todo resultaba como lo tenían planeado, Oliver debía ver como
se lo entregaba en el hospital y conociendo como conocía a Sirius, sabía
que su amigo iba a estallar en lágrimas cuando lo recuperara y le
demostraría su agradecimiento con mucho entusiasmo. A pesar de las
dificultades que tuvieron, al final todo les resultó bien y por fin el griego
pudo declamarle a Oliver el discurso sobre su relación con Sirius que había
memorizado desde el primer día. Gánies realmente se asustó ante los fieros
~ 236 ~
celos del joven y dio gracias al cielo de que Lily estuviera tan al pendiente
de su conversación a través del teléfono que dejó prendido y lo salvara de
morir en las manos de la enfurecida pareja de Sirius. Al momento
comprendió que Oliver hablaba en serio cuando dijo que lo mataría y pensó
en contratarse un guardaespaldas porque tal parecía que si él no lo mataba,
seguramente Cedric lo haría. Una vez que comprobaron que Oliver se hubo
marchado del hospital, se dedicaron a convencer a Sirius de acompañarlos
a Grecia. El médico no tenía ni pizca de ganas de ir pues tenía la esperanza
de que ese fin de semana su joven amado tuviera tiempo para verlo, pero al
final accedió cuando le dijeron que Oliver también iría al evento de Víktor.
Una mentira que al final se hizo realidad gracias a Cedric.
Lily llamó la atención de todos y se sentaron en una enorme mesa para

comer. La pelirroja se las ingenió para que Sirius y Oliver estuvieran
separados y dejó un lugar libre junto al médico por si Gánies lograba
escabullirse del mandón de Víktor, pero esto no ocurrió. Cedric aún estaba
sumamente enojado y nadie lo hizo decir una palabra durante toda la
comida. Terminaron de comer y cada quién tomó un rumbo diferente
quedándose de ver en el vestíbulo del hotel a las 8 de la noche para ir al
lugar donde los había citado el búlgaro. Oliver estaba que se moría de
ganas de hablar con Sirius y tal vez lograr que se escabullera en su
habitación por el resto de la tarde, pero sus planes se vinieron abajo cuando
James se lo llevó y declaró que iban a pasear por la ciudad. No tuvo más
remedio que ir a encerrarse a su habitación y se quedó ahí hasta que fue
hora de bajar.
Se encontró con Harry y Draco en el pasillo y enseguida notó que estaban

vestidos con extrema elegancia. Miró su atuendo con algo de angustia. Su
traje era bastante atractivo, pero no se comparaba en nada con lo que
vestían los dos muchachos. Estaba a punto de dar media vuelta y buscar en
su maleta algo más acorde con lo que llevaban sus amigos cuando Cedric
se puso a su lado. Los tres levantaron las cejas asombrados al ver que iba
vestido con jeans, zapatos deportivos y una holgada camiseta. Los
impactados ojos después pasaron al cabello castaño que estaba bastante
alborotado y parado en puntas en algunas partes.
— ¿¡Pero tú estás loco o qué!? –preguntó Draco sin poder creer lo que veía–
. ¡El evento es de obligada etiqueta!
~ 237 ~
— Pues no me apetece ponerme un traje con este calor del demonio –
declaró Cedric con petulancia–. Y si a Víktor no le parece como voy
vestido, pues me largo y ya está.
— ¡Oh, vamos Cedric! No te portes infantil –le dijo Harry riendo, pero se
quedó mudo cuando su amigo se le plantó enfrente y lo fulminó con la
mirada.
— Me han llamado infantil y exagerado desde que Víktor se vino para acá y
¡¡¡ya estoy harto!!! –explotó furioso–. Durante la última semana me han
hecho sentir que estoy reaccionando en forma equivocada, pero les aseguro
que no lo he hecho. He soportado la ausencia de Víktor con la mayor
dignidad posible, contestado sus llamadas sin reclamarle absolutamente
nada y accedí a venir hasta aquí sin ninguna explicación de por medio,
pero… pero… ya no puedo más –sus ojos se llenaron de lágrimas–. Víktor
se ha estado comportando muy extraño últimamente y me ha estado
ocultando cosas. No sé si sean buenas o malas, pero simplemente no estoy
dispuesto a soportar más. Yo he depositado toda mi confianza en él y no
soy correspondido –se secó con furia una rebelde lágrima que escapó de
sus ojos cafés–. Haré acto de presencia para que después no me reclame
que no asistí, pero no me quedaré más de dos minutos ahí –se dio media
vuelta y se alejó furioso hacia las escaleras.
— Vámonos –dijo Draco cuando pudo hablar–. Ya se le pasará el coraje –

animó a Harry que tenía una expresión desolada.
— Es que no soporto verlo sufrir –dijo el moreno con pena.
— No lo hará por más tiempo –lo abrazó y caminaron hacia el elevador.
Oliver los siguió sintiéndose tan mal por Cedric que se le olvidó sus
intenciones de ir a cambiarse. En el vestíbulo se encontraron con los demás
y sólo fue cuestión de un par de minutos para que todos abordaran varios
vehículos para ir a reunirse con Víktor que no apareció en el hotel en todo
el día. Se subió con Draco y Severus y se hizo el desentendido cuando la
pareja comenzó a repartirse arrumacos pues la sensual actitud del rubio
siempre lograba ponerlo nervioso. Viajaron alrededor de 15 minutos antes
de que los lujosos automóviles se estacionaran frente a lo que a Oliver le
~ 238 ~
pareció un parque. Bajó del auto después de sus acompañantes y le sonrió a
Cedric que buscó su compañía de inmediato. Fue hasta después de un
segundo que se dio cuenta del por qué... Gánies caminaba hacia ellos con
una enorme sonrisa en el rostro y crispó las manos en un puño. El chico
griego fue directamente hacia Sirius y lo saludó con un beso en la mejilla.
Oliver se puso rojo de furia y sólo debido a la presencia de los demás fue
que no corrió a molerlo a golpes. El chico griego parecía conocer a todos
muy bien y saludó al resto con entusiasmo. Cuando llegó adonde estaban
Cedric y Oliver, Gánies se dirigió exclusivamente a la pareja de Víktor
ignorando por completo a Oliver.
— Cedric… es un placer para mí… –comenzó a decir Gánies.
— Señor Diggory para ti, Nikolakakos –lo cortó Cedric con los dientes
apretados.
— Señor Diggory… –corrigió de inmediato el griego sin dejar entrever su

leve molestia al ser tratado con tanta brusquedad–. … es un placer para mí
darle la bienvenida al Museo ‘La Joya de Dariush’ –dijo el nombre con
dramatismo–. Déjeme conducirlo, por favor –señaló hacia una vereda que
estaba a pocos metros de donde ellos se encontraban.
— ¿¡Acaso crees que soy estúpido, Nikolakakos!? –lo miró furioso–.

¡Conozco todos los museos del mundo y ni uno solo se llama así!
— Permítame diferir con usted, señor Diggory –habló lo más

tranquilamente que pudo–. Este museo existe y en cuanto lo vea se dará
cuenta que no existe ninguno mejor en el mundo. Se lo garantizo.
Cedric le regaló a Gánies un último gesto de desagrado antes de tomar de la

mano a Oliver y encaminarse con él hacia donde le había indicado el
griego. Lo obligó a caminar muy rápido para dejar atrás a Gánies que
desistió en su intento de alcanzarlos y le lanzó una mirada de desesperación
a Sirius que le sonrió para transmitirle serenidad. El griego se puso a su
lado y entonces el médico le pasó un brazo por los hombros acercándolo a
su cuerpo. En ese mismo instante Oliver miró sobre su hombro y una gran
oleada de furia lo envolvió. Una cosa era haber soportado que Sirius
abrazara a Gánies en el hospital porque su amante no sabía que los estaba
~ 239 ~
observando, pero otra muy distinta que estuviera haciéndolo cuando él
estaba a sólo unos pasos.
Sirius palideció peligrosamente cuando vio la mirada furiosa de Oliver y

trató de apartar el brazo del griego, pero Gánies se lo impidió al entrelazar
sus dedos con los de él. Fue con grandes esfuerzos que pudo separarse de
su joven amigo y rogó con todas sus fuerzas porque su amante no se
hubiera enojado demasiado. Sabía lo terriblemente celoso que era Oliver y
si estaba tan disgustado como parecía por el pequeño abrazo que le hizo a
Gánies, se necesitaría de un milagro para que lo dejara entrar en su cama,
cosa que ansiaba hacer desde que volvió a verlo. Se enojó con James
cuando lo obligó a salir del hotel pues quería estar con su pareja, pero su
amigo le insistió mucho y al final se alegró de haberlo acompañado. Fueron
a ver como iban los arreglos para la sorpresa de Cedric y encontraron a
Víktor y a Gánies jalándose los cabellos porque aún les faltaban muchos
detalles que cubrir y ellos los ayudaron a terminar a tiempo.
Oliver dejó de mirarlos y apretó los labios ya más enojado con Sirius que
con el muchacho griego. Durante toda la noche anterior no pudo dejar de
pensar que su pareja se había estado divirtiendo con Gánies mientras que él
pensaba que estaba trabajando. Su corazón lo disculpó diciéndose que ese
joven era un buscón, pero ahora se daba cuenta que Sirius le permitió estar
cerca de él deliberadamente. Su corazón se encogió al pensar que tal vez ya
hasta habrían compartido la cama, pero se gritó a sí mismo que eso era
imposible. Su amante le había jurado miles de veces que era solamente
suyo y le creía. Cerró los ojos cuando volvió a darse cuenta que todas las
cosas que estaban sucediendo eran sólo por culpa suya.
‘Pero eso no le da derecho de abrazar a alguien más cuando yo estoy

cerca’ –pensó destrozado–. ‘No, Sirius. Eso no fue en lo que quedamos. Te
supliqué simplemente que no demostráramos nuestro amor ante los demás,
no que te pusieras a coquetear con otros para evitar que los demás se
dieran cuenta que estamos juntos’
Abrió los ojos cuando tropezó con Cedric que se había detenido
abruptamente. Escuchó como a su amigo se le escapaba una exclamación
de asombro y miró en la dirección en que el joven lo hacía. Oliver también
abrió mucho los ojos al ver el impresionante edificio que estaba frente a
ellos. La noche era clara y el cielo estaba tachonado de miles de estrellas…
~ 240 ~
la luna llena que se veía en el horizonte no era necesaria para iluminar al
museo pues éste estaba rodeado de potentes reflectores que no dejaban ni
un solo lugar en las sombras y permitían admirarlo en todo su esplendor.
Los impactados ojos cafés de Cedric lo reconocieron de inmediato y se dijo
que estaba soñando. Frente a él estaba el edificio que había ocupado sus
pensamientos desde siempre y una pequeña lágrima resbaló por su pálida
mejilla.
— Apadana –dijo en un murmullo y antes de que Oliver le preguntara a qué

se refería, echó a correr.
A Cedric le parecía que había retrocedido en el tiempo y quería tocar ese

majestuoso edificio antes de que desapareciera. Corrió como nunca había
corrido en su vida rogando porque éste permaneciera ahí hasta que lograra
alcanzarlo. Llegó jadeante hasta la doble escalinata de piedra que estaba
adornada con relieves de soldados persas y se dejó caer sobre los ásperos
escalones. Se quedó ahí arrodillado sólo un instante antes de levantarse y
caminar ya con más serenidad hasta el frente. Levantó la vista y más
lágrimas salieron de sus ojos al ver a los enormes leones que estaban
colocados en la parte superior de dos columnas. Un sollozo escapó de su
garganta al ver que su sueño de contemplar la ‘La Joya de Dariush’, se
había hecho realidad. Ese edificio fue defendido con uñas y dientes por el
más grande rey persa, pero al final fue destruido por Alejandro Magno.
Una de las materias obligatorias en la carrera de arqueología era historia

antigua y desde el primer instante en que conoció la vida de Dariush III, le
fascinó. Todos sus compañeros preferían a Alejandro Magno, pero él no.
Fue por ese enigmático rey que se especializó en el arte persa y se
emocionaba cuál chiquillo cuando lograba encontrar alguna pieza de ese
período. Estaba tan inmerso en la contemplación del frente del edificio que
no escuchó que alguien se había puesto a sus espaldas y se sobresaltó
cuando unos brazos rodearon su cintura.
— ¡Víktor! ¡Me asustaste! –le reclamó Cedric enojado, pero de inmediato

cambió de actitud–. ¿¡¡¡Ya viste, mi amor!!!? –se separó de él y dio varias
vueltas sobre sí mismo–. ¡¡¡Apadana!!!
— Sí, creo que ya me di cuenta.
~ 241 ~
Víktor se recargó sobre la balaustrada de la escalera con una enorme
sonrisa en el rostro.
— Yo… yo… no sabía que este museo existía, pero me arrodillaré frente al
que lo haya hecho. ¡En verdad es precioso! –de nuevo las lágrimas
corrieron por sus mejillas–. Es como siempre me lo imaginé –caminó a la
columna que tenía más cerca y pasó un dedo sobre el relieve que la
adornaba–. Los soldados con sus instrumentos de guerra y dispuestos a dar
la vida por su rey.
— Cierra los ojos, Cedric –pidió el búlgaro con sedosidad.
— ¿¡Qué!? –lo miró estupefacto–. ¡Pero quiero verlo todo!
— Y lo harás, pero ahora compláceme. Cierra los ojos.
— No –se negó después de un pequeño silencio.
— ¿Y porqué no? –sonrió ante su terquedad.
— Porque tengo miedo, Víktor –confesó quedamente.
— ¿Miedo de qué, cielo? –se acercó a él riendo.
— De que todo sea un sueño –lo miró con angustia–. Sé que si cierro los
ojos, todo desaparecerá –volvió a acariciar la columna.
— Te prometo que Apadana no se moverá ni un centímetro de aquí –le secó

con ternura las lágrimas–. Ahora cierra tus hermosos ojos, vida mía.
Cedric no lo hizo de inmediato, pero al final obedeció a su pareja. Víktor

entonces lo tomó de nuevo por la cintura y lo guió hacia el interior del
edificio. Cedric apenas se estaba conteniendo las ganas de abrir los ojos y
mirar a su alrededor, pero los mantuvo firmemente cerrados. Escuchó la
forma en que sus pasos retumbaban en ese espacio cerrado y se estremeció.
No en balde había estado en innumerables zonas arqueológicas para saber
que ese sonido era característico de la piedra que utilizaron los persas en la
construcción de sus palacios y se dijo que aquel que hizo el museo, gastó
~ 242 ~
una millonada en transportar ese material hasta Grecia. Víktor lo hizo
detenerse y le dio un largo y apasionado beso antes de decirle que ya podía
abrir los ojos. Cedric así lo hizo y sintió que sus piernas se aflojaban. Tuvo
que sujetarse del chico búlgaro para no ir a dar al suelo. Frente a él se
encontraba un relieve ¡enorme! de Dariush.
Ese rey persa había vivido hacía más de 3,000 mil años y obviamente no
existía una plena seguridad sobre su físico, pero a Cedric se le fue la
respiración al contemplar el rostro que hacía años había plasmado en una
hoja de papel y que tenía guardada como tesoro en uno de sus libros
escolares.
— V-Víktor… y-yo… t-tú… –Cedric no podía creer lo que veía–. ¿Por qué
hiciste esto?
Lo miró con los ojos arrasados de lágrimas y la voz quebrada por la

emoción al comprender que había sido su pareja el que mandó construir ese
edificio.
— Porque se acerca la fecha en que te conocí y quería darte un regalo digno

de ti –tomó sus manos y las besó con devoción–. Eres la persona que le da
significado a mi existencia, Cedric Diggory –le dijo con innegable
sinceridad–. Yo no era nadie antes de conocerte y gracias a ti he conocido
el paraíso. Esta es mi manera de darte las gracias por amarme y soportarme
a tu lado a pesar de que soy un…
Cedric no lo dejó continuar porque se prendió a sus labios y lo besó como

si la vida le fuera en ello. Enseguida comprendió el por qué de las largas
ausencias de su pareja y su prolongado silencio sobre sus actividades en
Grecia y sus tratos con Gánies. Toda la angustia y los celos que había
sentido se esfumaron para dejar en su corazón solamente el gran amor que
sentía por Víktor. El búlgaro sintió el temblor incontrolable del joven que
tenía entre sus brazos y se sintió satisfecho consigo mismo. Le encantó la
forma en que Cedric admiró el edificio mientras se preguntaba si era real o
lo estaba imaginando y decidió darle un bono extra a Gánies. Con nada le
pagaría el brillo que apareció en los ojos cafés que tanto amaba. Se besaron
una eternidad antes de que Cedric se separara de Víktor.
— Eres un ser maravilloso, Víktor Krum –lo miró con adoración–. Y yo no

merezco esto –ya estaba a punto de llorar.
~ 243 ~
— Mereces esto y más, amor mío –lo contradijo con una dulce sonrisa–. Y
por eso puse a mi más acérrimo rival en nuestro personal ‘Taj Mahal’ –dijo
bromeando y Cedric rió de buena gana.
— Tú eres mucho más guapo que Dariush –declaró mirando una vez más el
relieve del rey persa.
— Eso me consuela bastante –dijo riendo, pero luego se sorprendió

muchísimo cuando Cedric se arrodilló repentinamente frente a él y se
aferró a sus piernas–. ¿¡Por qué haces eso!? –preguntó impactado.
— Te dije que iba a arrodillarme frente al que había hecho este hermoso
museo –un par de brillantes ojos cafés lo miraron desde abajo–. Y más
ahora al saber que lo hiciste tú.
— ¡No, Cedric! ¡No! –lo ayudó a incorporarse–. Me basta con saber que te
gustó mi regalo.
— No sólo me gustó, Víktor… ¡me encantó! –y se hecho a llorar cual

magdalena sobre el pecho de su pareja.
Víktor dejó que derramara todas las lágrimas que anegaban su pecho antes
de llevarlo de nuevo cuenta fuera del edificio. Cedric vio que frente al
museo se encontraba reunida una impresionante cantidad de gente y se
detuvo bruscamente.
— ¿Qué significa esto? –preguntó algo alarmado.
— Estos son nuestros invitados, cielo –tomó su mano y lo obligó a seguir

adelante–. Están aquí para la inauguración de tu museo.
— Pero… pero… –miró con angustia la ropa que eligió en un acto de

rebeldía–. ¡No estoy vestido adecuadamente!
— Sabes que te prefiero desnudo, pero luces exquisito con esos jeans –lo
recorrió con una mirada llena de deseo–. Vamos, no hay que hacerlos
esperar.
~ 244 ~
Había muchos reporteros esperando por la inauguración del museo y
Cedric parpadeó cuando los flashes de las cámaras lo deslumbraron.
Escuchó con gran emoción las palabras de bienvenida de Víktor y su rostro
se tiñó de rosa cuando lo presentó como dueño y director de ‘La Joya de
Dariush’ Invitaron a todos a pasar al interior y Cedric tuvo que cortar un
pequeño listón rojo que alguien puso en la puerta principal antes de entrar.
El joven se sorprendió al ver ahí a algunos de sus compañeros del Museo
Británico y casi vuelve a llorar cuando Minerva McGonahall lo felicitó
sinceramente. Entonces se dedicó a vagar por el museo tomado de la mano
de Víktor y se emocionaba más a cada momento al ver las piezas que
estaban ahí. Su pareja le informó que aunque Minerva lo ayudó a formar
una colección bastante extensa de arte persa, algunas le fueron prestadas
por el Museo de Teherán y debían devolverlas, pero a Cedric no le importó.
Se habría sentido igual de complacido si el edificio hubiera estado vacío.
Esa inauguración duró alrededor de una hora y Víktor la dio por finalizada
después de haber descorchado varias botellas de champagne. El búlgaro
invitó a sus amistades a trasladarse al lugar donde había organizado una
fiesta para Cedric y todos salieron sintiéndose impresionados por la
majestuosidad del museo. Draco, Seamus y Minerva se habían dedicado a
servir como guías de turistas para el resto de los invitados y Oliver, que
siguió a la mujer por todas partes, se quedó con la boca abierta al
comprender que Víktor gastó una verdadera fortuna. Si el costo del edificio
no hubiera sido suficiente, el valor de las piezas que se exhibían era
estratosférico.
Lily invitó a Oliver a que se fuera con ellos en su limousine y el joven

aceptó pues no quería estar cerca de Sirius. El médico hizo algunos intentos
para hablarle, pero lo había rechazado sin miramientos. Seguía furioso con
él porque Gánies lo perseguía por todos lados y Sirius no hacía el menor
intento por quitárselo de encima, pero para su mala suerte, su amante y el
griego se subieron al mismo automóvil y apenas se contuvo para no
bajarse. Tuvo que soportar durante todo el camino que Gánies tomara de la
mano a Sirius y le hablara de tanto en tanto al oído. Lily y James se hacían
los desentendidos y trataban de platicar con Oliver, pero éste no estaba de
humor para hablar. Estaba a punto de perder el control y Sirius estaba
conciente de ello. Miró en muchas ocasiones hacia James para que lo
ayudara con Gánies, pero su amigo no le hacía el menor caso. Cuando el
~ 245 ~
automóvil se detuvo los primeros en bajar fueron Lily y James. Gánies fue
el siguiente en hacerlo, pero cuando Sirius ya se levantaba para abandonar
el vehículo fue jalado con brusquedad por Oliver y lo hizo sentarse de
nuevo. El joven se incorporó y cerró la puerta con violencia dejándolos a
ellos adentro.
— ¿A qué estás jugando, Sirius? –preguntó Oliver con voz de hielo y los
ojos brillantes de celos.
— No estoy jugando a nada, Oliver –le contestó Sirius con la garganta seca.
— ¿Ah, no? –sus manos se crisparon en un puño–. Entonces explícame

porque dejas que ese imbécil te manosee.
— No te enojes, cielo –trató de abrazarlo, pero fue rechazado con

violencia–. Gánies es sólo un amigo y…
— Un amigo ‘cariñoso’ por lo que veo –lo fulminó con la mirada.
— ¡Por supuesto que no! –lo miró indignado–. ¿¡Cómo diablos se te ocurre
pensar eso!?
— ¿¡Qué cómo diablos se me ocurre pensar eso!? –ya no pudo contener

más los celos–. No soy estúpido, ¿lo sabías? ¡Ese muchacho está babeando
por ti y lo sabes perfectamente! –tomó una gran bocanada de aire–. ¿Qué
significa Gánies para ti?
— ¡Es sólo un amigo! –casi lo gritó.
— Un amigo con el que te has estado paseando, ¿verdad? – a Sirius se le

fue el color del rostro–. ¿¡Acaso creíste que no iba a enterarme!? ¡Pues sí lo
hice y déjame decirte que no estoy dispuesto a compartirte ni con él ni con
nadie más! –lo tomó de la barbilla con rudeza–. Tú eres mío, Sirius Black –
declaró con los dientes apretados–. Y ese idiota no volverá a ponerte un
dedo encima, ¿me entendiste? –atacó los labios del médico con fiereza–.
Eres mío, mío, mío –repetía en su boca sin parar.
~ 246 ~
Sirius estaba demasiado impactado por la actitud de Oliver para hacer nada,
pero se estremeció sin remedio cuando una mano acarició su entrepierna
con ansiedad. Sin poder evitarlo, gimió y comenzó a corresponder a los
furiosos besos con la misma intensidad. Muy pronto todo el interior del
automóvil se llenó de sus jadeos mientras los dos buscaban la forma de
desnudarse mutuamente. Oliver fue más rápido y pronto tuvo a la vista el
imponente miembro erguido de Sirius y lo tomó en su boca con
desesperación. El médico se aferró a los suaves cabellos de su joven
amante mientras murmuraba su nombre una y otra vez. Los días de
abstinencia más la forma en que era devorado, fueron más que suficientes
para que Sirius explotara con rapidez en la boca de Oliver que sonrió
satisfecho después de beber hasta la última gota de la salada semilla.
— Nadie va a tocarte más que yo, Sirius –declaró Oliver con los ojos
brillantes–. Y creo que ya es tiempo de que marque mi propiedad.
— ¿Q-qué quieres decir? –Sirius aún estaba temblando.
— Que cuando salgamos de aquí, le diré claramente a ese imbécil que ya

tienes dueño –el hombre abrió los ojos desmesuradamente–. Sé que toda
esta situación se dio porque fui un miserable cobarde, pero ya no más.
Haber pasado por todas las torturas del infierno al pensar que Gánies o
cualquier otro pudiera apartarte de mi lado, me hicieron ver que cometí un
terrible error al no querer que la gente se enterara de nuestra relación –sus
ojos repentinamente se llenaron de lágrimas–. Quiero estar contigo por el
resto de mi vida Sirius, pero no escondidos. Quiero que todo el mundo sepa
que me quieres y que yo te amo con todas las fuerzas de mi corazón.
Quiero caminar por las calles tomados de la mano y compartir todas las
noches contigo –depositó un pequeño beso en el estómago que seguía
desnudo provocando un estremecimiento en Sirius–. ¿Podrás perdonarme
por… por… avergonzarme de nuestro amor? –sus lágrimas mojaron la piel
expuesta.
— ¡Oh, Oliver! –Sirius lo jaló para luego encerrarlo entre sus brazos–. No
tengo nada que perdonarte –le llenó el rostro de besos–. Te comprendí
cuando me pediste que ocultáramos nuestro amor y en este momento
también lo hago. Sé que no será fácil enfrentar a todos lo que nos atacaran,
pero te juro que siempre estaré junto a ti para reconfortarte y amarte.
~ 247 ~
— Gracias –suspiró hondamente–. Te amo, Sirius. En verdad te amo –le
obsequió una pequeña sonrisa temblorosa.
— Y yo más, mi amor –lo besó con infinita ternura–. Tengo algo para ti –lo
sentó a su lado y se acomodó la ropa antes de buscar algo en el bolsillo de
su saco–. Te compré esto –había un pequeño estuche en su mano–. Sé que
no se compara en nada con el regalo que le hizo Víktor a Cedric, pero te lo
doy con el mismo amor.
— ¿¡Un regalo para mí!? –preguntó con infantil alegría.
— Sólo tuyo –le respondió con una sonrisa.
Oliver abrió el estuche y se quedó mudo de la impresión. En el interior

había una alianza de oro que llevaba escrito los nombres de los dos
entrelazados por un corazón hecho con diamantes.
— Es… es… precioso –se le hizo un nudo en la garganta.
Sirius sacó el anillo y tomó la mano izquierda del chico.
— ¿Quieres ser mi novio, Oliver Wood? –preguntó Sirius al tiempo que

deslizaba el anillo en su dedo anular.
— No. No quiero ser tu novio –los ojos azules se abrieron sorprendidos–.
Quiero ser tu esposo… tu amante… tu novio… tu amigo… –depositó un

pequeño beso en los labios entreabiertos–. … tu pareja por lo que nos resta
de vida.
— ¡Mi amor!
Sirius lo tomó entre sus brazos y se besaron hasta que un suave carraspeó
los trajo a la realidad nuevamente.
— No quisiera interrumpir, pero ya llevan mucho tiempo ahí dentro y sólo

los estamos esperando a ustedes para comenzar la fiesta –les dijo James
sonriente.
Sirius y Oliver bajaron del auto y el muchacho se ruborizó al ver que tenía
la ropa fuera de su lugar. Una vez que ya estuvo presentable, se
~ 248 ~
encaminaron hacia la fiesta y sujetó aún más fuerte la mano de Sirius
cuando entraron al iluminado salón. Todo el mundo aplaudió cuando la
pareja apareció y los dos recibieron las entusiastas felicitaciones con una
enorme sonrisa de felicidad plasmada en el rostro. Besó sin ninguna
inhibición a su pareja frente a todos cuando los animaron a hacerlo y como
en aquella ocasión en que estuvo seguro de que había hecho lo correcto al
entregarse a Sirius, esta vez también supo que estaba actuando
acertadamente al hacer pública su relación.
***********
Muchas horas después, y estando en el balcón de su habitación mirando
con ensoñación la ciudad de Atenas, Oliver suspiró hondamente y
agradeció en silencio a todas las personas que lograron hacerlo ver que su
cobardía sólo lo estaba conduciendo a perder a Sirius definitivamente. Lily
fue la encargada de contarle la verdadera relación que existía entre Gánies
y Sirius para evitar que tratara de matarlo en la primera oportunidad que
tuviera y también para que el chico griego dejara de correr por todo el salón
tratando de alejarse de él. Sonrió al recordar como Gánies le dio la mano
lleno de dudas todavía preguntándose qué muerte le esperaba.
Se giró y entró de nuevo en la habitación. Se recostó junto al cálido cuerpo

de su pareja que dormía profundamente claramente agotado por la noche de
pasión que habían compartido y en la que volvieron a jurarse amor eterno.
Besó con delicadeza la frente de Sirius al tiempo que le daba gracias a la
vida por brindarle la oportunidad de conocer el amor verdadero. Suspiró
profundamente al saber que ahora tenía el valor suficiente para pararse
frente al mundo y gritarle que Sirius Black era suyo y que él también le
pertenecía por toda la eternidad.
~ 249 ~
Epílogo
La frustración y la ira se habían marchado hacía tiempo, ahora sólo
quedaba un poco de tristeza, pero ese débil sentimiento se esfumaba cada
vez que se miraba en esos hermosos ojos azules porque, ¿cómo sentirse
triste cuando era tan feliz? ¿Cómo sentirse triste al ser amado como lo era?
Una sonrisa se dibujó en sus labios mientras bajaba las escaleras para
reunirse con su amado en el comedor. Su mirada se suavizó al ver como
Sirius besaba la mano de su tía abuela y agradeció en el alma que hubiera
aceptado a la anciana mujer en sus vidas. La señora se negó a seguir
viviendo sola después de lo que pasó con Mihail y Sirius fue el que insistió
en que se la llevaran a vivir con ellos pues cuando su sobrino sugirió un
asilo, la mujer casi se desmaya ante la idea de ser abandonada en un lugar
como ése. Oliver tembló sin control en el momento de confesarle a su
pariente que amaba a Sirius, pero ella lo sorprendió al decirle que ya
conocía su relación y que lo único que deseaba era su felicidad. La anciana
mujer nunca quiso decirles como lo sabía, pero Sirius sospechaba que ella
no estaba dormida aquella vez en el hospital cuando Oliver le pidió que
ocultaran su amor a los demás.
— ¡Buenos días, tía! –la saludó Oliver alegremente y depositó un tierno

beso en la arrugada frente–. ¿Dormiste bien?
— Bastante bien, hijo –la señora acarició la mejilla de su sobrino–. ¿Y tú?
— Como un angelito –le contestó con una sonrisa y se sentó junto a su

pareja que untaba mantequilla a una rebana de pan tostado–. ¿Entonces
llegarás tarde hoy, Sirius?
— Sí, cielo –le contestó él suspirando–. Esa conferencia que me encandiló

Lily es muy polémica y no creo poder zafarme de esa manada de locos en
un buen rato.
— Te deseo la mejor suerte del mundo –apretó su mano con cariño.
~ 250 ~
— Lo único bueno de todo esto es que Hermione va a estar ahí para
apoyarme –volvió a suspirar–. En verdad no entiendo como me dejé
convencer por Lily para hacer esto.
— Lo hiciste porque la quieres mucho y no puedes negarle nada –le dijo

riendo.
— Sí, seguramente es por eso –también rió–. Ya me tengo que ir –lo hizo
levantarse de la mesa–. ¿Me acompañas a la puerta?
— Con todo gusto –aceptó sonriente.
— Cuídese mucho –Sirius volvió a besar la mano de la anciana que le

sonrió con adoración.
La mujer quería mucho a ese hombre porque trataba a su sobrino como si

fuera la cosa más preciada del universo.
— Tú también, hijo –y vio sonriente como los dos salían del comedor.
Una vez que estuvieron fuera de la vista de la señora, Sirius tomó de la

cintura a Oliver y lo abrazó con fuerza mientras buscaba sus labios con
desesperación. Parecía que habían transcurrido horas sin besarse ni tocarse
y no solamente 30 minutos que fue el tiempo que tardaron en asearse y
vestirse después de haber hecho el amor por cuarta ocasión esa noche.
Oliver se aferró a los anchos hombros y le pasó las piernas por la cintura.
Sirius soportaba perfectamente ese peso, pero aún así lo llevó hasta una
pared y lo atrapó ahí con su cuerpo. Sus manos bajaron hasta el trasero de
Oliver y lo acarició con avaricia.
— No llegues demasiado tarde, amor mío –le dijo Oliver dentro de su boca–
. Aún necesito de ti.
— Y yo de ti –se restregó con fuerza contra él–. Te amo… te amo… te amo

–le dijo con la voz plagada de deseo.
Aún se repartieron muchos besos apasionados antes de que el médico

saliera de la casa a regañadientes. Oliver lo despidió en la puerta con la
~ 251 ~
mano y esperó hasta que el auto desapareció antes de regresar con su tía
abuela que se hizo la desentendida de los ruidos que llegaron hasta ella.
— ¿Y a qué horas te vas a entrenar? –preguntó la mujer con indiferencia,

pero estaba muy atenta a la reacción del muchacho.
— En un rato más –Oliver miró la hora en su reloj de pulsera–. Pero como

ahora sólo es de tácticas, volveré a tiempo para comer.
— Oliver, ¿aún… sigues molesto? –le preguntó dudosa.
— No, tía –le respondió con una sonrisa–. Un poco triste, pero ya estoy
mejor.
— Me parece que fueron muy injustos contigo –lucía enojada.
— No me hicieron nada que no esperara –se encogió de hombros antes de

mirarla–. ¿Pero sabes una cosa? –suspiró profundamente–. No estoy
arrepentido en lo absoluto. Mi vida profesional terminará en pocos años y
en cambio tendré a Sirius el resto de mi vida –sonrió con veracidad y la
pena que aún llevaba la mujer en el pecho se esfumó por completo–. Te
juro que no cambiaría el poder despertar a su lado ni por todos los
mundiales de fútbol.
— Me alegro que pienses así –se levantó con mucho esfuerzo de la silla–.
Porque Sirius es invaluable y te ama sinceramente.
— Lo sé, tía. Lo sé –le respondió antes de ayudarla a salir al jardín.
La mujer se sentó en una silla y Oliver le puso a su alcance su bordado

antes de volver a entrar a la casa. Se sirvió una taza de chocolate caliente
antes de encender el televisor y ponerse a ver las noticias deportivas. Se
había negado a saber nada de lo que se decía de él y de sus inclinaciones
sexuales, pero al final se dijo que no volvería a ser un cobarde y ahora
podía oír los horribles comentarios que hacían sobre su persona sin que su
corazón se acelerara. Hizo un mohín de disgusto cuando la imagen del
director técnico de la selección nacional de Inglaterra apareció, pero se
~ 252 ~
obligó a no cambiar de canal y rodó los ojos cuando el hombre dio a
conocer el nombre del portero titular.
— Marcus Flint es el mejor portero de nuestro país y es por eso que fue
seleccionado –escuchó decir al director técnico y soltó una gran carcajada
burlona.
— ¡Ese idiota es un inútil! –le dijo Oliver al televisor.
— No niego que Flint es muy bueno y más en el juego aéreo, pero dígame,
¿por qué Oliver Wood no tuvo un llamado? ¿Por qué no se le tomó en
cuenta ni siquiera para ser suplente? –lo cuestionó la comentarista y Oliver
se preguntó que contestaría el hombre.
— Wood no se encuentra en su mejor momento –contestó el hombre con

pomposidad–. Lo hemos visto en sus entrenamientos y aún no le tiene
confianza a su brazo izquierdo. Más que ayudarnos, sería un estorbo.
— ¿Es eso cierto o es debido a su declarada homosexualidad?
En la pantalla aparecieron varias fotografías, bastante malas por cierto,

donde estaba abrazado de Sirius y suspiró con pesar. No le gustaba ser
exhibido de esa manera, pero no podía remediarlo.
— No, por supuesto que no –negó riendo el hombre, pero a leguas se veía
que mentía–. Ese chico puede ser tan gay como quiera, es simplemente su
estado físico el que no da el ancho en la cancha.
— El señor Ludo Barman, dueño del Manchester United, afirma que Oliver
está completamente recuperado y lo ha acusado a usted duramente de
discriminación.
— Ese hombre ya recibió mi contestación por escrito –dijo el director

técnico con los dientes apretados–. Además tenga en cuenta que yo no soy
el único que se encarga de escoger a los jugadores. Existe un comité que…
— Hemos conversado con algunos miembros de ese comité y nos dijeron

que el único que se negó rotundamente a llamar a Wood a la selección
nacional fue usted –lo interrumpió–. ¿Por qué? Me niego a creer que se
~ 253 ~
deba exclusivamente a su estado físico y créame que no soy la única. Todo
el mundo piensa que a usted le desagradan los homosexuales.
— A mí no me interesan los gustos sexuales de Wood –le contestó con

rudeza.
— Oliver es un jugador muy popular además de ser excepcionalmente

bueno y…
— Fue bueno, pero ya no más –fue su turno de interrumpirla–. Puedo

asegurarle que en este momento no detendría ni el disparo de un niño de 6
años.
— ¿No cree que está exagerando?
La comentarista rió a carcajadas haciendo que el hombre se pusiera rojo de

coraje. La chica puso a su lado una enorme bolsa de plástico antes de
continuar la entrevista.
— Hemos recibido una cantidad impresionante de cartas, correos

electrónicos y mensajes telefónicos en los cuáles la gente reclama que
Wood no haya sido llamado a la selección. ¿Qué puede contestarles a estas
personas?
A Oliver esa joven comenzaba a caerle bien.
— Que llamamos al mejor portero de nuestro país –el hombre seguía

hablando con los dientes apretados–. Marcus Flint está en perfecta forma y
tiene mejores reflejos que Wood y que nadie más
— ¡Ajá! ¡Claro! –se burló Oliver.
— Está carta es de Sarah –la chica había sacado un papel de la bolsa de

plástico–. Ella es una niña de 8 años que dice que adora a Oliver y que es
el mejor portero del mundo. Esta otra es de Richard de 18 años. Él exige la
presencia de Oliver en la selección. Aquí hay otra más de…
~ 254 ~
— La decisión ya se tomó y no hay posibilidades de cambio –el director se
levantó de la silla con brusquedad–. Con permiso –y salió del foco de la
cámara en un parpadeo.
Oliver apagó la televisión con el ánimo más ligero. Si había por ahí algún
aficionado al que todavía le caía bien a pesar de ser gay y que todavía lo
consideraba un buen portero, el resto del planeta podía pensar lo que
quisiera de él. Subió corriendo a la recámara que compartía con Sirius y se
vistió con ropa deportiva. Antes de salir de la casa se despidió de su tía
abuela ya sonriendo como lo hacía en antaño y se subió a su automóvil
pensando que el día estaba precioso. Su club estaba a una hora de distancia
y pasó el tiempo escuchando un CD que le regaló Harry. Sonrió al
reconocer la melodía que bailó su pareja con Draco en la discoteca. El
rubio cesó su juego de seducción con Sirius porque sabía que a él no le
agradaba, pero Oliver sabía que aunque hubiera seguido haciéndolo ya no
lo habría molestado su sensual actitud. No negaba que a veces envidiaba la
forma que tenía de mover su cuerpo y que hacía que Severus se le subiera
la temperatura en un segundo, pero nada más. Comprendió que Draco
amaba en verdad a su pareja y que no había ninguna posibilidad de que lo
engañara y mucho menos con Sirius.
Llegó a su club y se reunió con sus compañeros en el gimnasio. Si algo

tenía que agradecerles es que siguieron tratándolo con normalidad. Sólo
uno de ellos se atrevió a preguntarle si realmente estaba enamorado de un
hombre, pero el resto no hizo el menor comentario al respecto. Estuvieron
ahí cerca de dos horas hasta que su director técnico los llamó a la sala de
conferencias para revisar los videos de su próximo rival. Oliver rodó los
ojos al recordar que iban a jugar contra el equipo de Marcus Flint.
— No te preocupes, Oliver –el hombre que estaba sentado a su derecha lo

golpeó ligeramente en el hombro–. Vamos a ametrallarlo con disparos
rasos y el imbécil de Gordon se arrepentirá de haberlo llamado a la
selección.
— Gracias –le contestó con sinceridad–. Y procura hacerlo a su izquierda.

Es su peor lado.
— Dalo por hecho –le contestó riendo antes de que los dos siguieran
poniendo atención.
~ 255 ~
Tal y como previó Oliver, la reunión no duró mucho y aunque algunos de
sus compañeros le pidieron que se fuera con ellos a comer no quiso hacerlo
para no dejar demasiado tiempo sola a su tía abuela. La mujer tenía a varios
sirvientes que la ayudaban en todo lo que necesitara, pero él sabía lo mucho
que disfrutaba con su presencia. Llegó a su casa a tiempo para comer y
cuando ya la anciana se había retirado a su cuarto a descansar, Víktor y
Cedric llegaron de improviso.
— Venimos a secuestrarte, Oliver –le dijo Cedric en tono de complicidad.
— ¿Y adónde exactamente? –preguntó con curiosidad.
— Al club –le informó Víktor–. Harry está que se muere porque le dé una
paliza en el gimnasio y estoy dispuesto a complacerlo –una malvada
sonrisa curvó sus labios.
— ¡Pero que malo eres! –Oliver rió con ganas–. Harry aún no está bien del
todo y seguro vas a destrozarlo.
— No estés tan seguro de eso –dijo Cedric riendo–. El muy condenado ha

estado haciendo ejercicio a escondidas de Lucius y ya está totalmente
recuperado.
— ¿En serio? –levantó las cejas con incredulidad.
— Así es y te aconsejo que no vayas a comentarle nada de esto al papá de

Draco porque si se entera, ¡nos mata a todos!
— Les juro que no lo haré –levantó la mano derecha con rapidez–. Ese
señor me impone horrores.
— A ti y a todos –estuvo de acuerdo Cedric.
— Pues a mí no –declaró Víktor con petulancia y los otros rieron con ganas.
— ¡Sí, por supuesto! –se burló Cedric cuando pudo parar de reír–.
¿Entonces que, Oliver? ¿Nos acompañas? La verdad es que no quiero estar
~ 256 ~
metido horas en el gimnasio viendo como estos dos mastodontes tratan de
despedazarse los músculos. Nosotros podríamos ir a nadar.
— Está bien –aceptó de buena gana–. Sólo déjenme ir por mis cosas y nos
vamos.
Oliver corrió escaleras arriba y bajó escasamente dos minutos después con
una pequeña mochila al hombro. Salieron de la casa y se marcharon al club
en el auto de Víktor. Encontraron que Harry los estaba esperando con Ron.
El pelirrojo tenía cara de pocos amigos y todos rieron al comprender que
estaba ahí contra su voluntad. Harry siempre recibía a Oliver con dos
sonoros besos en las mejillas y el chico comprobó con alivio que eso ya no
lo molestaba. Sabía que todo el mundo se les quedaba viendo, pero ahora
comprendía que era el físico del moreno el que realmente llamaba la
atención. Así como no sabía cuál era el secreto de Draco para ser tan
sensual, no sabía como Harry se les ingeniaba para estar más atractivo con
cada día que pasaba. Era simplemente un regalo para la vista.
— ¡Hasta que llegaron! –dijo Harry visiblemente feliz–. Los esperaba más
temprano.
— Es que Oliver tardó mucho en arreglarse –mintió Cedric con desfachatez

e hizo caso omiso de la mirada indignada del muchacho–. Pero ya tengo
aquí a tu víctima voluntaria –aventó a Víktor hacia él–. Sólo te pido que le
permitas salir caminando de aquí, ¿vale? –todos rieron menos Ron que
estaba maldiciendo en voz baja–. ¿Y a ti cómo te trajeron, Ron? ¿Atado y a
rastras? –todos volvieron a reír.
— No es gracioso, Diggory –le contestó el pelirrojo con los dientes

apretados–. No sé cómo diablos este individuo… –señaló a Harry de
manera acusadora–. … se enteró de que ni Hermione ni Lisa iban a estar en
casa y… y…
— Y te prometió que iba a quedarse con tu hija todo el fin de semana para
que estuvieras a solas con Hermione, ¿no?
— Sí –aceptó totalmente rojo.
~ 257 ~
— ¡Pero que fácil eres de chantajear, Ron! –se burló Oliver al tiempo que le
palmeaba la espalda.
— ¡Cállate, Wood! –lo miró de mala manera.
— ¡Huy! ¡Weasley está realmente enojado! –dijo Cedric riendo a

carcajadas–. Cuando se pone a decirles a todos por sus apellidos es mejor
apartarse porque muerde.
Ron no se dignó a contestarle y se alejó hacia el gimnasio caminando muy

envarado.
— Ahora sí lo hiciste enojar, mi amor –le dijo riendo Víktor a Cedric.
— ¡Bah! Al rato se le pasa –dijo Harry quitándole importancia–. Nos vemos

al rato en la alberca –y tomó de la mano al búlgaro para alcanzar a Ron.
— Vamos a cambiarnos, Oliver –y como hizo Harry con Víktor, Cedric lo

tomó de la mano para llevarlo a los vestidores.
Al cabo de 10 minutos ya los dos estaban dentro de la alberca disfrutando

de la cálida agua. Cedric retó a Oliver a una competencia y los dos
recorrieron 100 metros antes de detenerse a descansar.
— Estás en pésima forma, Cedric –dijo Oliver riendo al ver que su amigo
jalaba aire con fuerza.
— N-no e-es c-cierto –negó jadeante–. L-lo q-que p-pasa e-es q-que h-hace
m-mucho q-que n-no n-nadaba.
— Piensa en otro pretexto. ¡Ese es horrible! –se burló antes de alejarse y

seguir nadando.
Cedric abandonó la alberca y se sentó en una silla para recuperar el aliento

mientras observaba como Oliver recorría la alberca una y otra vez. Un
mesero se le acercó y pidió dos jugos de naranja. Ya estaba bebiendo el
suyo cuando vio que un hombre se zambullía en el agua sin ninguna
precaución y por poco y le caía encima a su amigo. Oliver se sobresaltó al
sentir como alguien se aventaba a su lado y se hundió esperando que no le
~ 258 ~
soltara una patada. Abrió los ojos debajo del agua y se sorprendió al ver
que se trataba de Marcus Flint. Salió a la superficie y miró enojado a
Marcus que también había emergido.
— ¿¡Acaso estás ciego, Flint!? ¡Por poco y me caes encima! –le dijo Oliver
furioso.
— ¿Y tú te crees el dueño de la alberca, Wood? –hizo un gesto desdeñoso–.

Será mejor que te hagas a un lado si no quieres que te pegue.
Marcus hizo el intento de sumergirse, pero Oliver lo jaló del cabello con
fuerza y se lo impidió.
— Eres un verdadero imbécil, ¿lo sabías? –lo miró con fuego en los ojos.
— Y tú un patético gay –siseó al tiempo que tomaba la mano que sujetaba

su cabello y lo hizo doblar el brazo atrás de su espalda antes de atraerlo
hacia su cuerpo.
Oliver abrió mucho los ojos ante esto y trató de alejarse, pero Marcus
apretó más el abrazo para impedírselo. Su asombro creció al sentir como la
mano libre del muchacho se deslizaba lentamente por su espalda y se
detenía sobre uno de sus glúteos.
— ¿¡Pero qué diablos estás haciendo!? –Oliver pataleó y forcejó para

quitárselo de encima.
— Algo que sé que te gusta –ronroneó Marcus y agachó la cabeza para

besar su cuello–. No me vengas ahora con baños de pureza, Wood. A todos
los de tu clase les encanta que les hagan esto –mordió ligeramente la blanca
piel–. Hmmm… sabes delicioso. Apuesto que el idiota de tu Sirius Black te
lo ha dicho miles de veces.
Oliver estaba más que impactado por lo que estaba sucediendo, pero
reaccionó dos segundos después. El golpe a las partes nobles de Marcus no
fue tan contundente como hubiera querido, pero logró que el otro lo soltara.
— ¡Imbécil! –Oliver le soltó un puñetazo en el rostro–. ¡No te me vuelvas a

acercar! –y nadó deprisa a la orilla.
~ 259 ~
— ¡Es ese tipo! –escuchó decir a Cedric con enojo y Oliver vio que su
amigo había llamado a sus guardaespaldas.
Los guardias le indicaron a Marcus que saliera de la alberca y se lo llevaron

con ellos, pero no antes de que éste le mandara una mirada asesina a Oliver
que seguía enojado, pero sobre todo confundido. Jamás habría pensando
que Marcus se comportaría de esa manera. Era cierto, ya una vez lo había
acorralado contra una pared, pero aquella ocasión lo insultó, no le dijo que
sabía delicioso.
— ¿¡Pero cómo diablos se atrevió a hacerme algo así!? –dijo Oliver furioso
mientras tomaba de su jugo para refrescar su seca garganta–. ¿¡Acaso el
muy cretino no se sabe lo que dirían de él si lo sorprenden tocándome y
diciéndome esas cosas!? –torció la boca con marcado disgusto–. Te juro
que jamás pensé que llegaría a este extremo sólo para fastidiarme.
— Pues yo no creo que haya hecho eso para molestarte, Oliver –dijo Cedric
pensativo–. Más bien pienso que le gustas horrores a ese tipo –y rió
divertido al ver como su amigo se atragantaba con su bebida.
— ¿¡¡¡Qué!!!? ¿¡Estás loco!? –lo miró como si realmente lo estuviera.
— Es que no puede ser de otra forma –volvió a ponerse pensativo–.

Medítalo, Oliver. ¿Cuántos hombres se te han acercado de la forma en que
lo hizo Flint desde que declaraste que eres gay?
— Ninguno –sus mejillas se colorearon levemente–. No niego que he

recibido una o dos miradas algo inquietantes, pero nada más.
— ¿Lo ves? –lo hizo sentarse mientras seguía hablando animadamente–.

Eso me confirma que Flint está loquito por ti –Oliver se estremeció de
repugnancia–. ¿Recuerdas que nos comentaste lo que te hizo antes de un
partido? –asintió con la cabeza–. Pues estoy casi seguro de que ya desde
ese entonces le gustabas y por eso fue que te acorraló y te llenó de insultos,
pero sus verdaderas intenciones era tenerte cerca –declaró triunfalmente.
— ¡No puede ser cierto! –volvió a estremecerse–. ¡Ese tipo me odia y…!
~ 260 ~
— ¡Por supuesto que no! –rió con ganas–. Dime, ¿qué fue lo que te dijo
mientras besaba tu cuello? –volvió a reír al ver el rostro encendido de su
amigo.
— Me dijo que… que… sabía delicioso y que… –abrió desmesuradamente

los ojos–. … y que el idiota de mi Sirius Black me lo habría dicho miles de
veces –acabó diciendo impactado.
— ¿¡Lo ves!? –exclamó triunfalmente–. ¡Está que se muere de celos! El

nombre de Sirius ha sido nombrado muy pocas veces por la prensa, pero
Flint sabe hasta su apellido. Y no sólo te dijo que sabes delicioso sino
que… –hizo una pausa y lo miró con picardía–. ¿En verdad sabes delicioso,
Oliver?
— ¡Cedric! ¿¡Cómo se te ocurre preguntar eso!? –su rostro se puso

escarlata.
— Entonces Sirius sí te lo ha dicho miles de veces, ¿verdad?
— ¡Cedric! –escondió el rostro entre las manos.
— No te avergüences, Oliver –dijo riendo y lo hizo mirarlo–. Es muy lindo

que Sirius te diga ese tipo de cosas –le pellizcó levemente la mejilla–. Pero
eso me confirma que le gustas a Flint.
— Aún no creo que eso sea verdad –se tomó de un trago lo que restaba de
su jugo.
— Y lo mejor de todo es que podemos aprovechar eso a nuestro favor –sus

ojos cafés se iluminaron repentinamente.
— ¿De qué hablas? –lo miró confundido.
— Sabes que estoy sumamente enojado porque el imbécil de Gordon te dejó

fuera de la selección –su mirada se endureció–. Fue una incompleta
injusticia y eso lo sabe todo el mundo.
~ 261 ~
— A mí ya no me preocupa –lo tomó de una mano para tranquilizarlo–. No
niego que tenía mucha ilusión de ir al Mundial, pero ya me resigné. Y lo
mejor de todo es que Sirius no se enteró de que no fui convocado a causa
de mis inclinaciones sexuales –suspiró profundamente–. Sé que se habría
echado la culpa y no lo hubiera soportado.
— ¿Estás seguro de que no se enteró? –preguntó dudoso.
— Seguro –lo miró con fijeza–. ¿Por qué lo preguntas?Por nada –se encogió
de hombros con indiferencia–. Mira, se me ha ocurrido una idea genial.
***********
Al cabo de tres horas Harry, Ron y Víktor se reunieron con ellos y se
quedaron con la boca abierta por todo lo que les contó Cedric sobre Marcus
Flint. Después de pasada la sorpresa inicial, los muchachos se dedicaron a
gastarle bromas a Oliver que al principio se molestó, pero pronto estaba
riendo con ellos.
— Para que mi plan resulte, necesitamos al ‘maestro de maestros’ –declaró

Cedric con pomposidad cuando ya los cinco estaban saliendo del club.
— ¿Y quién es ése? –preguntó Oliver con curiosidad.
— ¿Pues quién más, por todos los cielos? –le contestó poniendo los ojos en
blanco–. ¡Draco por supuesto!
— ¿Y por qué Draco? –Harry frunció el ceño fingiendo molestia–. Yo soy

más capaz que él.
— No sueñes, Harry –dijo Víktor riendo–. Estarás muy guapo, pero no le

llegas a los talones a Draco. Él es el mejor para lo que necesitamos para
Oliver.
— ¡Question! –exclamó Ron interrumpiendo la inminente protesta del

moreno–. ¿Y ya pensaron lo que dirá Sirius cuando se entere de su ‘plan’?
–el sarcasmo era evidente.
~ 262 ~
— No se enterará –dijo Cedric con plena confianza–. Sirius jamás
acompaña a Oliver a sus juegos.
— Yo… yo… –dijo Oliver indeciso–. No estoy seguro de querer hacer esto.
— ¡No seas gallina, Oliver! –dijo Harry riendo–. Recuerda que esto es para
hacerle ver al imbécil ése que cometió un grave error al no llamarte a la
selección.
— ¡Es que en verdad a mí no me interesa eso! –los miró angustiado–. Y no

quiero que Sirius se enoje conmigo por… por… lo que quieren que haga.
— De acuerdo –Cedric se cruzó de brazos enojado–. Quédate sin hacer nada

como con Mihail y permite al imbécil de Flint que siga fingiendo lo que no
es y de paso que te siga atormentando cada vez que te encuentre solo.
— Está bien –aceptó Oliver derrotado–. Haré lo que me digan.
— ¡Perfecto! –Cedric palmeó de gusto–. ¡Vamos al departamento de Draco!
***********
Draco miraba con ojo crítico a Oliver haciendo que éste se moviera
nervioso en su lugar. Lo tenía parado a mitad de la sala mientras daba
vueltas a su alrededor. Cedric le dijo a Draco su plan lejos de los oídos de
Severus y el rubio aceptó de inmediato ayudarlos. Oliver se puso
completamente rojo al ver a Severus y se dijo que no sería capaz de hacer
absolutamente nada frente a él pues a su parecer ese hombre era tan
imponente como Lucius. Severus se percató de su incomodidad y se retiró
al despacho para no molestarlos, pero preguntándose que cosa se traerían
entre manos. Harry, Ron, Víktor y Cedric se sentaron alrededor de Oliver y
Draco para disfrutar el espectáculo.
— Tu apariencia es perfecta y definitivamente tienes todo lo necesario,

Oliver –declaró Draco complacido al cabo de largos minutos de minuciosa
inspección–. Así que lo único que haré es enseñarte algunos trucos.
— ¿Cómo cuáles? –preguntó nervioso.

~ 263 ~
— Debes aprender a mover las manos y la cabeza en la forma correcta… –
el rubio ladeó la cabeza levemente y dejó que su larga cabellera resbalara
sobre su rostro–. … saber utilizar las miradas –miró a Oliver de tal forma
que hizo que su nerviosismo se incrementara–. Y definitivamente los gestos
provocativos son fundamentales –se paseó la lengua sobre los labios con
sensualidad–. Logrando eso, ese imbécil no podrá mantener las manos
alejadas de ti más que un par de minutos.
— ¡Pero yo no quiero que vuelva a tocarme! –protestó de inmediato.

— ¡No sigas con lo mismo, Oliver! –dijo Cedric en tono tajante–. Mejor
pon atención al maestro de maestros.
— ¡No seas pesado, Cedric! –lo reconvino Draco serio, pero le gustó la
forma en que lo llamó su amigo–. A ver, Oliver… quédate quieto –el joven
así lo hizo y le rubio movió su cabeza en algunos ángulos hasta que quedó
satisfecho–. Ahora mira hacia Ron, pero sin moverte absolutamente nada.
Oliver se sentía estúpido haciendo eso, pero obedeció. El pelirrojo se estaba

aguantando las ganas de reír, pero le sostuvo la mirada a Oliver. Draco se
sentó junto Ron y volvió a mirar críticamente a la pareja de Sirius.
— Sonríe –ordenó y Oliver les mandó una tímida sonrisa–. ¿¡Pero qué
diablos es eso!? –se levantó de un salto–. ¡Fíjate como se hace! –casi
aventó al chico contra el pelirrojo–. Tú estás parado sin meterte con nadie y
de repente te sientes observado y miras sobre tu hombro–. Draco volteó a
ver a Ron–. ¡Oh! ¿Pero qué tenemos ahí? Un atractivo hombre con cabellos
de fuego –lo dijo con tanto entusiasmo que provocó la risa de todos menos
la de Ron que sólo atinó a abrir los ojos desmesuradamente–. Hmmm… me
parece que el chico no está nada mal –resbaló la mirada lentamente sobre el
cuerpo de Ron que tuvo el tonto impulso de cubrir sus partes nobles y sus
piernas–. ¡Guau! ¡Pero sí es una ricura!
Draco se mordió el labio inferior mientras le guiñaba un ojo a Ron que se

puso del color de su cabello. En cuanto el color subió al rostro del pelirrojo,
los otros estallaron en sonoras carcajadas y Severus se preguntó lo que
estarían haciendo.
— ¡Déjame intentarlo a mí! –dijo Harry poniéndose de pie con rapidez.
~ 264 ~
— Pero agarra a otro de bajada, ¿eh, cuñado? –dijo Ron ocultando el rostro
entre las manos.
Harry no le prestó atención e imitó a Draco exageradamente mirando a

Víktor que le sostuvo la mirada sin pestañear.
— ¿Pero qué veo ahí? –dijo el moreno con afectación–. Un troglodita, pero
con muchos músculos –lo miró de arriba abajo–. Hmmm… con lo que me
gustan los hombres rudos y feos.
— ¡Cálmate, Harry! –protestó Cedric de inmediato–. ¡Víktor no es feo!
— Pero no importa –Harry le lanzó un beso al búlgaro–. Aún así me gusta.
— Te agradezco que le hayas mostrado a Oliver todo lo que no debe

hacerse, Harry… ¡pero ya siéntate! –Draco aventó al sillón al moreno sin
ninguna consideración antes de volver su atención a Oliver–. ¿Te fijaste
como este tarado levantó el trasero tan exageradamente? ¿O cómo movió
las pestañas horripilantemente?
— ¡Oye! ¡Hice mi mejor esfuerzo! –se quejó Harry riendo.
— ¡Cállate, por Dios! ¡Te juro que me diste pena ajena! –lo miró con
reprobación–. Una cosa debes entender Oliver y es que nunca debes tratar
de tener apariencia afeminada –esas palabras hicieron que todo el mundo
guardara silencio y le prestara atención–. Existe un mar de diferencia entre
ser sensual y tratar de aparentar una delicadeza que no va con tu físico.
— No te entiendo –dijo Oliver.
— A los hombres homosexuales les gustan otros hombres, ¿estamos de

acuerdo? –todos asintieron–. Figúrate el horror de Sirius que un día llegue a
su casa y en lugar de encontrar al intensamente varonil Oliver Wood, se
halle con que Olivia lo está esperando –todos soltaron una gran carcajada–.
El travestismo no existe para nosotros si queremos conservar a nuestras
parejas así como tampoco se valen los amaneramientos. Seguro habrás
notado que algunas veces me comportó con infantilismo con Severus y la
forma en que Cedric se derrite en los brazos de Víktor cada vez que se
~ 265 ~
besan, pero jamás me verás dar saltitos como idiota alrededor de mi pareja,
ni a Cedric levantar ridículamente el pie cada vez que besa a Víktor. Te
juro que te verás horrible si algún día te atreves a moverte así.
Caminó hacia la puerta del departamento contoneando exageradamente las

caderas.
— si tratas de hablar como mujer –siguió explicando el rubio–. No niego

que hay algunas delicadas actitudes que van perfectamente bien en la
intimidad con tu pareja, pero fuera de ahí es mejor comportarse como
siempre lo has hecho.
— Está bien –Oliver se puso un brazo sobre los ojos–. Ya te entendí eso del
amaneramiento y te juro que jamás haría semejante estupidez y
precisamente por eso no creo que sea capaz de hacer con Flint lo que
quieren que haga. Simplemente no puedo mirarlo con interés porque el
imbécil ése no me gusta ni un ápice.
— Es sólo cuestión de actitud –intervino Cedric–. Imagínate que le estás

gastando una broma como lo hacía antes Draco con Sirius. No sé.
Cualquier cosa que te de confianza para hacerlo bien.
— De verdad no sé si pueda hacerlo –los miró acongojado.
— Yo sé puedes lograrlo –Draco lo hizo levantarse del sofá–. Vamos a

seguir practicando.
***********
Fue hasta mucho tiempo después que Draco se reunió con Severus en el
despacho.
— ¿Qué tanto estuvieron haciendo? Hasta acá se oían las carcajadas –

preguntó Severus curioso.
— No puedo decírtelo –se recostó sobre el escritorio frente a su pareja–. Es

un secreto.
~ 266 ~
Se lamió los labios con sensualidad al tiempo que guiaba las blancas manos
hacia sus muslos.
— Pero entre tú y yo no existen secretos, Dragón –Severus movió la

delgada camiseta para tocar la suave piel del estómago.
— Si en verdad quieres saberlo, debes convencerme –y ladeó la cabeza para

ofrecerle su cuello.
— Con todo gusto –se subió en el escritorio con agilidad y atrapó con su
cuerpo el del rubio.
A Severus le llevó hasta la madrugada que Draco le dijera lo que había

estado haciendo con sus amigos y al rubio el resto de la noche que su pareja
le prometiera que no iba a decirle nada a Sirius. Fue a la hora del desayuno
que Severus tuvo una excelente idea que Draco no tardó en comunicarle a
Cedric. El trigueño se deshizo en halagos por la idea y de inmediato se
pusieron a pulir su plan.
***********
— ¡Maldita sea! ¡Maldita sea! –decía sin para Oliver mientras conducía
hacia el estadio de fútbol–. ¿¡Por qué diablos me dejé convencer!?
— Ya tranquilízate –le dijo Harry riendo–. Vas a ver que todo va a salir de
maravilla.
— ¡Sí, cómo no! –lo miró enojado–. Voy a mostrarme como un arrastrado
frente a ese idiota y Sirius va a terminar enterándose de todo ese asunto. Te
aseguro que va a enojarse muchísimo conmigo por andar haciendo
estupideces.
— Sirius no va a enterarse de nada, no vas a parecer un arrastrado y mejor

te estacionas. Estamos algo adelantados.
Oliver se estacionó en el acotamiento de la carretera y un auto que los

seguía de cerca los imitó. El moreno a su lado sacó su celular y habló con
Draco largos minutos.
~ 267 ~
— Ya podemos ponernos nuevamente en marcha –dijo Harry en cuanto
cortó la llamada con el rubio y Oliver lo obedeció–. Draco dijo que si
sigues conduciendo a esta velocidad llegaremos al estadio al mismo tiempo
que Flint –puso sobre sus ojos verdes unos lentes oscuros–. Espero que el
gel me dure por lo menos otra media hora –comentó distraídamente
mientras acomodaba un rebelde mechón que se había salido de lugar–.
¿Qué tal me veo? –preguntó sonriente.
— Horrible –le contestó Oliver de mala manera después de una breve

hojeada.
— Lo sé –hizo un mohín de disgusto–. No comprendo como Sirius puede

verse tan bien peinado así.
— El secreto está en que a Sirius si conoció el peine desde que era un niño
–le dijo riendo y se ganó un buen golpe en el hombro.
Oliver volvió a ponerse serio cuando llegaron a las puertas del estadio y
siguiendo las instrucciones de Harry bajó las ventanillas por completo. Un
auto deportivo se les emparejó y los dos pudieron ver el curtido rostro de
Marcus Flint. El joven tenía reacias facciones que en ese momento lucían
aún más duras.
— ¡Coquetéale! –siseó Harry a Oliver y le dio una pequeña patada–. ¡Hazlo

ahora!
Oliver no tenía ni pizcas de ganas de hacerlo, pero obedeciendo las

indicaciones de Harry bajó la mirada un segundo fingiendo timidez y luego
la levantó ya con una pequeña sonrisa en los labios. El moreno vio como
Marcus abría desmesuradamente los ojos ante la actitud de Oliver y supo
que su amigo hizo su labor de coqueteo mejor de lo que esperaba. Oliver
arrancó dejando atrás a un muy impactado Marcus que logró poner en
marcha su automóvil después de unos segundos.
— ¡Guau! ¡Lo dejaste paralizado, Oliver! –dijo Harry con entusiasmo.
~ 268 ~
— ¡No me hagas hablar porque estoy a punto de vomitar! –dijo Oliver con
los dientes apretados.
Hizo el intento de bajarse, pero Harry se lo impidió al tomarlo de la nuca.

Oliver volteó a verlo y luego se asombró muchísimo cuando el moreno
acercó su rostro al de él.
— No vengo sólo de adorno, ¿lo recuerdas? –le dijo Harry en voz baja, pero
claramente divertida–Vas a tener que darme un beso antes de que te bajes.
— ¿¡Qué!? –luchó por zafarse, pero no logró pues el moreno era muy
fuerte.
— ¡Ya deja de moverte! –lo regañó antes de acercarlo más a él y poner sus
labios en la roja mejilla, pero muy cerca de la jadeante boca–. O me pones
una mano en el cuello o te juro que te golpearé las costillas –lo amenazó en
serio.
Una temblorosa mano fue a dar al cuello de Harry y entonces el moreno lo

jaló aún más hacia su hombro. Aún cuando no se estaban besando en la
boca, la posición que tenían así lo hacía parecer. Estuvieron abrazados un
largo instante antes de que Oliver se incorporara con algo de brusquedad.
No quería ni pensar en lo que diría Sirius si lo veía haciendo eso con Harry.
— S-suficiente –dijo Oliver con voz temblorosa y más rojo que el cabello
de Ron.
— En cuanto salgamos vas a mandarme un beso y luego vas a seguir

coqueteando con Flint, ¿me entendiste? –su amigo asintió débilmente con
la cabeza–. Pero antes de que te vayas… –le enmarcó el rostro con las dos
manos y le dio un pequeño beso en la nariz–. Te deseo mucha suerte en el
partido, Oliver. Para todos nosotros eres el mejor portero del mundo –le
dijo con innegable sinceridad
— Gracias, Harry –sus ojos cafés se llenaron de lágrimas sin ninguna razón.
Harry salió del auto y se dejó ver por Marcus que ya había descendido del
suyo. El deportista asesinó con la mirada al moreno que se hizo el
~ 269 ~
desentendido y le sonrió con coquetería a Oliver cuando éste se apeó. Se
despidieron con un beso lanzado al aire y mientras Harry caminaba hacia el
estadio, Oliver se llenó de valor para mirar a Marcus. Aún dándole la
espalda, viró la cabeza de la forma en que le enseñó Draco y deslizó su
mirada castaña sobre el cuerpo de Flint que se puso rojo en un segundo.
— Suerte en el partido, Marcus –le dijo Oliver guiñándole un ojo y cerró su

auto,
Ya estaba caminando hacia una puerta cuando Marcus le cerró el paso y

Oliver apenas se contuvo para no volver a patearlo cuando el joven lo tomó
de los hombros con violencia.
— Yo pensé que tu… ‘amiguito’ Black nunca te acompañaba a los partidos

–espetó Marcus con los dientes apretados
Oliver casi se va a espaldas al comprender que era cierto lo que había dicho
Cedric. ¡Le gustaba a Marcus! Y lo más inverosímil es que… ¡se estaba
muriendo de celos!
— Pues hoy quiso hacerlo –Oliver tomó las manos que lo sujetaban y las
apretó con delicadeza antes de separarlas de su cuerpo–. Ya tengo que
irme, pero seguro nos veremos después –le mandó un beso al aire antes de
casi correr hacia la puerta más cercana–. ¿¡Pero qué estupidez estoy
haciendo!? –se preguntó enojado cuando llegó a los vestidores y se siguió
maldiciendo hasta que comenzó el partido.
Como era costumbre los dos equipos se encontraron en el túnel que

conducía hacia la cancha y Oliver tuvo el buen cuidado de no quedar cerca
de Flint que no le quitaba la vista de encima. Sabía que debía haber
proseguido con su coqueteo, pero simplemente no podía hacerlo frente a
sus compañeros. Si ellos se daban cuenta de algo, no se libraría de sus
bromas en por lo menos lo que restaba de la década.
El partido comenzó y poco a poco los ánimos subieron y el juego rudo no

tardó en aparecer. Oliver sonrió ampliamente cuando su equipo anotó el
primer gol. Antes de que terminara el primer tiempo ya llevaban una
ventaja de 2 goles y por la forma en que se estaba desenvolviendo el equipo
~ 270 ~
en la delantera, Oliver no dudaba que sería aún más amplia la diferencia. El
tiempo que estuvieron en los vestidores vio que tres de sus compañeros
hablaban en voz baja lejos de todos, pero no le dio importancia. El segundo
tiempo comenzó y nuevamente el estadio gritó gol cuando la meta de
Marcus fue abatida por tercera ocasión. Oliver estaba más que feliz por el
resultado parcial y más porque todos los goles habían sido a ras de pasto y
a la izquierda del alto muchacho. Se puso alerta cuando hubo un
contragolpe del equipo contrario y se desconcertó bastante cuando su
defensa central se detuvo y dejó avanzar al delantero, pero valientemente
salió a su encuentro y fue debido a sus excelentes reflejos que pudo atajar
el disparo del jugador. Una carretada de aplausos se escuchó ante esto y
siguió el juego. Oliver comenzó a enfadarse con su defensiva porque a su
parecer habían bajado el ritmo y aflojado la marca. Ya sin paciencia se
enfrentó a uno de ellos cuando se hizo a un lado descaradamente para
permitirle al contrario hacer un disparo franco que pudo atajar tendiéndose
cuán largo era y mandar el balón a tiro de esquina.
— ¿¡Pero diablos estás haciendo, Stan!? –le gritó Oliver en la cara–. ¡No
puedes dejar que se de la vuelta de esa manera!
— Está bien, está bien –le contestó su compañero con sumisión, pero en
cuanto el balón fue puesto en juego volvió a desentenderse de su marca y le
permitió cabecear limpiamente.
Oliver tuvo que volver a volar para evitar que cayera el gol y se levantó del
pasto hecho un energúmeno para enfrentar a su compañero
— ¡Si vuelves a hacer algo semejante, te golpearé! –lo señaló con el dedo–.
¡Y te juro que estoy hablando en serio!
El juego siguió y Oliver volvió a desconcertarse al darse cuenta que sus

defensas habían decidido dejar de hacer su trabajo. Los disparos que
llovieron sobre su portería fueron de todo tipo: de media, a balón parado,
innumerables tiros de esquina, contraataques y cabezazos que lo obligaron
esforzarse al máximo. Él ya estaba más que enojado con sus compañeros y
miró hacia su director técnico que levantó las manos en señal de que estaba
tan confundido como él por la actitud de los defensas. A 5 minutos de que
terminara el partido, la meta de Flint cayó por cuarta ocasión, pero Oliver
~ 271 ~
no lo celebró pues estaba demasiado enfadado. El árbitro marcó el final del
partido y Oliver comenzó a caminar hacia los vestidores con paso rápido,
pero fue detenido por Stan.
— ¡Cálmate, Oliver! –se puso delante de él y soportó los empujones que le

dio el muchacho al tratar de seguir su camino–. ¡Todo lo que hicimos tiene
una buena explicación!
— ¿¡En serio!? –levantó una ceja con burla–. ¡Pues me encantaría saber
porque mis defensas se convirtieron repentinamente en una bola de
inútiles!
— Porque creímos que era la oportunidad perfecta para que pudieras

demostrarle al imbécil de Gordon que estás en excelente forma y que eres
mil veces mejor que el idiota de Marcus Flint –le dijo con seriedad–. Todos
confiamos en ti, Oliver. Eres el mejor portero que existe y sabíamos que
detendrías todos los disparos.
— ¡No puedo creerlo! –lo miró con los ojos muy abiertos–. ¿¡Lo hicieron a
propósito!?
— ¿Qué acaso no fue obvio? –un segundo hombre se les unió–. Está bien
que pienses que somos unos inútiles, pero en verdad no creerás que voy a
tragarme la única finta que conoce Thompson, ¿o sí?
— Están… locos… de… remate –les dijo lentamente, pero ya estaba

sonriendo–. ¿Y que hubiera pasado si nos empatan? De héroe hubiera
pasado a imbécil en un segundo.
— Eso jamás pasará –uno de ellos le palmeó la espalda–. Simplemente eres

el mejor –y los dos se alejaron hacia los vestidores.
A Oliver todavía se quedó un poco más en el campo de juego pensando en
lo que habían hecho sus compañeros para ayudarlo. Cuando ya iba camino
hacia los vestidores pasó cerca de Marcus al que estaban entrevistando y
sin siquiera pensar en lo que estaba haciendo, se acercó a él.
~ 272 ~
— Felicidades por tu llamado, Flint –le dijo Oliver al tiempo que le
extendía la mano–. Sé que te irá muy bien.
— No seas hipócrita, Wood –Marcus lo fulminó con la mirada–. Sé que

piensas que te luciste hoy, pero estás muy equivocado –lo recorrió de arriba
abajo con desprecio–. Ya eres una nenita y muy pronto no podrás detener
un solo disparo.
— Eso crees, ¿eh? –soltó una pequeña carcajada–. Pues déjame decirte que
esta nenita en verdad está muy contenta de que te hayan llamado a la
selección. Suerte –y se alejó riendo pues Flint estaba que escupía fuego por
la boca.
Ya Oliver estaba listo para salir del vestidor cuando una llamada de Draco
lo hizo quedarse ahí por tiempo indefinido y comenzó a pasearse como
fiera enjaulada al cabo de media hora. No sabía cuánto tiempo más debía
permanecer ahí, pero después de 10 minutos más, le habló a Harry bastante
molesto. El moreno le dijo que esperara un poco más y fue hasta después
de otros 15 minutos que Draco le habló para decirle que lo esperaban en el
estacionamiento. Ya todo el mundo se había retirado y Oliver recorrió los
desiertos pasillos del estadio escuchando como sus pasos retumbaban en las
paredes. Salió al estacionamiento y se sorprendió al no ver a nadie ahí.
Miró alrededor esperando ver señales de sus amigos, pero ellos no se veían
por ningún lado. Suspiró con irritación al pensar que se habían ido sin él.
Se acercó a su auto y cuando ya estaba abriéndolo una alta figura lo atrapó
contra el vehículo.
— ¿A qué estás jugando, Wood? –le dijo en el oído Marcus al tiempo que le
pasaba las manos por la cintura.
— ¡Suéltame, idiota! –forcejó para que lo soltara.
— ¡Por supuesto que no! –lo hizo darse la vuelta sin ninguna delicadeza–.
¿Qué acaso Black ya no te satisface y por eso coqueteas conmigo?
¿Necesitas un verdadero hombre que te haga gozar? –agachó la cabeza para
besarlo en la boca, pero Oliver lo evitó–. ¿Sabes que eres irresistible? –
como no pudo tomar posesión de sus labios, comenzó a besarlo en la
mejilla–. ¡Diablos! ¡Siempre lo has sido!
~ 273 ~
— ¡Déjame en paz!
Logró liberar una de sus manos y cuando ya estaba listo a punto de soltarle
un puñetazo, Marcus fue arrancado de su lado. Oliver abrió
desmesuradamente los ojos cuando vio a Sirius atrás del joven. Fue sólo
cuestión de segundos que el médico tuviera tendido a Marcus en el piso
completamente noqueado.
— S-i-r-i-u-s –dijo Oliver temblando de miedo al ver lo furioso que estaba

su pareja–. Puedo… explicarlo.
— ¿¡De verdad!? –Sirius lo taladró con la mirada–. ¡Pues me encantaría

saber cómo demonios te las ingenias para ponerte en situaciones de este
tipo! –dio un paso hacia él y lo tomó de la nuca sin ninguna delicadeza–.
¿A cuántos tipos voy a tener que romperles la cara hasta que comprendan
que eres sólo mío? –atacó sus labios con fiereza, pero en poco tiempo los
besos se volvieron tiernos–. Hazme un favor, ¿quieres? Deja de escuchar
los tontos consejos de tus amigos.
— Sirius… yo… –se aferró a su cuerpo llorando abiertamente–.

¡Perdóname, por favor! Yo no quería hacerlo, pero…
— Lo sé, pero no vuelvas a hacerlo –lo abrazó con fuerza–. No sabes el

infierno en el que me hundiste cuando le coqueteaste a ese imbécil. Pensé
que habías dejado de amarme.
— ¡No! ¡Jamás! –lo miró todavía llorando–. ¡Eres mi vida entera, Sirius!
— Y tú la mía –le dijo antes de besarlo apasionadamente.

Oliver ni se enteró cuando sus amigos llegaron hasta donde ellos estaban ni
tampoco vio como Draco platicaba con una chica que llevaba en la mano
una cámara.
— No te preocupes, Draco –le decía la chica en ese momento–. Sólo pasaré

la entrevista y la forma en que Marcus atacó a Oliver –levantó la cámara en
señal de triunfo–. Me cortó la cabeza si después de ver esto Gordon no
convoca a Wood a la selección nacional.
~ 274 ~
— Gracias, Parvati –el rubio le dio un pequeño beso en la mejilla–. Les
debo una a Cho y a ti.
— Esperamos una invitación a cenar –le dijo la chica sonriente–. Ya me

voy. Tengo que correr a la televisora para que esto salga en el noticiero de
las 11.
— ¡Saluda a Cho de mi parte! –le gritó Severus a la chica antes de que se

subiera a su automóvil.
Parvati levantó el pulgar en señal de asentimiento y salió del

estacionamiento rechinando llantas. No lejos de donde se encontraban
Oliver y Sirius perdidos en su beso, Lucius tenía a Harry, Cedric y Víktor
acorralados contra la limousine del rubio.
— Espero que esta sea la última vez que hacen algo tan estúpido, ¿me
entendieron? –les decía el rubio con voz de hielo–. Parece que no
aprendieron nada de lo que pasó con Mihail. Simplemente no pueden estar
arriesgando a Oliver así como así –miró a su pareja que se encogió al
instante–. Y lo entiendo mucho menos de ti, Harry. Estuviste a punto de
morir y aún así estuviste de acuerdo en participar en algo tan… tan tonto
como esto.
— Queríamos ayudar a Oliver –se defendió el moreno con voz débil.
— ¿Y no pensaste en mí? –los tres lo miraron sorprendidos al escuchar su

voz quebrada–. ¿Sabes lo que me sucedería si algo te pasa nuevamente?
— ¡Lucius! –Harry se aventó a sus brazos de inmediato–. ¡Perdóname, por
favor! –le rogó llorando–. ¡No volveré hacerlo!
— Más te vale que no lo hagas –secó las lágrimas del chico–. Porque te juro
que me moriría si algo llega a sucederte.
Harry ya no pudo contestarle porque Lucius se apoderó de sus labios.

Cedric y Víktor vieron su oportunidad de escapar y se alejaron hacia donde
estaban Draco y Severus.
~ 275 ~
— ¿¡Pueden decirme cómo carajos se enteraron Sirius y Lucius lo que
planeábamos hacer!? –cuestionó enojado Cedric a la pareja–. ¡Prometieron
que guardarían el secreto!
— ¡Nosotros no les dijimos nada! –dijo Severus muy ofendido–. Debieron

enterarse por otra persona –y los tres voltearon a ver a Víktor de mala
manera.
— ¿¡Creen que fui yo!? –abrió la boca sorprendido–. ¿¡Acaso se volvieron

locos!? Sé que Cedric me dejaría de hablar por semanas enteras si me
hubiera atrevido a hacer algo así.
— ¿Entonces quién fue? –Cedric se mordió el labio inferior pensativo, pero

casi enseguida abrió los ojos sorprendido–. ¿¡Habrá sido Ron!?
— ¡Ah, pero que pelirrojo tan chismoso! –dijo Draco enojado, pero luego se
calmó–. No. No pudo ser él. Estuvo aquel día con nosotros cuando le daba
consejos a Oliver, pero nadie le dijo lo que planeábamos hacer después,
Los cuatro voltearon a ver a Harry que seguía besándose con Lucius.
— Tampoco creo que haya sido Harry –opinó Víktor pensativo.
— ¿En verdad quieren saber quién me lo contó todo? –preguntó Sirius

haciendo que los cuatro saltaran pues no los habían oído acercarse.
— ¿¡Quién!? –preguntaron expectantes.
— Pues fue… Oliver –declaró con una gran sonrisa dejando a todos con la
boca abierta, incluyendo a su pareja.
— ¿¡Cómo pudiste traicionarnos de esa manera!? –le reclamó Draco airado

al chico que aún no salía de su asombro.
— ¡Pero yo no le conté nada! –se defendió Oliver de inmediato.
~ 276 ~
— Sí lo hiciste, cariño –lo contradijo Sirius riendo–. ¿Nunca te he
comentado que hablas dormido? –Oliver abrió aún más la boca–. Y no te
imaginas lo fácil que es interrogarte.
— ¡Pero sí serás bobo, Oliver! –dijo Cedric retorciéndose de risa.
— Santo cielo –escondió el rostro en el hombro de su amante.
— Te dejé continuar con esta farsa porque sé cuánto sufriste al no ser

convocado a la selección –Sirius lo separó de él–. No podía hacer nada para
alejar de tus ojos esa tristeza que provocó mi amor por ti y por eso quise
darte esta oportunidad.
— ¡Pero eso a mí ya no me interesa! –dijo Oliver desesperado–. ¡Ya ni sé

en que tono decírselos para que me crean!
— De todos modos quise hacerlo para que no te quedaras con esa espina
clavada en el corazón –depositó un tierno beso en sus labios–. Hoy
demostraste que eres un millón de veces mejor que Flint y eso es lo
importante.
— Gracias –le agradeció Oliver con un nudo en la garganta.
En ese momento Marcus recuperó el sentido y miró a su alrededor

confundido. Cuando vio que estaba rodeado de gente, se levantó de un salto
y se fue corriendo a su auto para luego salir del estacionamiento hecho un
bólido.
— Creo que ya no tendremos que preocuparnos más por ese idiota –opinó
Cedric con satisfacción.
—Vámonos a casa –Sirius miró con deseo a su pareja–. Quiero me

muestres todas las cosas que te enseñó Draco para seducir a los hombres.
— ¡Sirius! ¡No digas eso! –Oliver se puso rojo de vergüenza.
— Demuéstrale a este tipo que eres un buen alumno, Oliver.
~ 277 ~
Draco los empujó hacia el auto y en poco tiempo el estacionamiento quedó
vacío.
***********
Al día siguiente de lo único que se hablaba en Londres era de la
homosexualidad de Marcus Flint y de su gran atracción hacia Oliver Wood.
Sirius hizo un gesto de desagrado al escuchar la noticia en el televisor y
decidió que asesinaría uno a uno a los muchachos que habían puesto
nuevamente a su pareja en el papel central de una noticia, pero su
malhumor desapareció cuando su pareja llegó a su lado. Estuvo al
pendiente de su reacción cuando los ojos castaños miraron el televisor y se
sintió aún mejor al ver que Oliver tomaba con extrema calma las cosas.
— Esa chica me cae a cada momento más bien –opinó Oliver cuando la
noticia terminó.
— ¿Y por qué? –lo cuestionó Sirius.
— ¿Te fijaste que no atacó en ningún momento las inclinaciones sexuales

de Flint? Se limitó a agredir a Gordon por su discriminación.
Definitivamente Parvati Patil me cae muy bien.
— ¿Y crees que ese hombre te llame a la selección ahora que todo el mundo
sabe que Marcus Flint es homosexual?
— No –entrelazó los dedos con los de su pareja–. Al menos no para este

Mundial, pero si me mantengo en el mismo nivel, a lo mejor sí lo haga
dentro de cuatro años.
— Lamento mucho esto, Oliver –los ojos azules se llenaron de pena–. Fue
por mi culpa que no te convocaron y…
— ¿Te digo realmente de lo que tienes la culpa, Sirius? –lo interrumpió y el

hombre asintió sintiendo un nudo en la garganta–. Eres culpable de que sea
el hombre más feliz sobre la tierra… –se sentó a horcajadas sobre su
amante–. … de hacer que mis mañanas sean hermosas al encontrarte
enredado en mi cuerpo… –lo besó en los labios–. … eres completamente
culpable de que haya conocido a los mejores amigos que pude imaginar.
~ 278 ~
Tus maravillosos ojos azules tienen la culpa de no querer separarme de ti
jamás, pero de lo que realmente eres culpable es de tenerme rendido a tus
pies en cuerpo y alma –le dio un gran beso plagado de amor–. Te amo con
locura, Sirius Black.
— ¡Oliver! –exclamó emocionado Sirius sintiéndose ya libre de la pena de

haber provocado que su pareja hubiera sido discriminado por amarlo.
Los dos guardaron en su corazón la esperanza de que no se encontrara lejos

el momento de que el sueño truncado del más joven se volviera una
hermosa realidad. Mientras tanto bien podrían aprovechar el tiempo y
mantenerse en forma. O al menos eso fue lo que le susurró en el oído Sirius
a su pareja y fue retado a ver quién llegaba primero a la recámara.
Fin
~ 279 ~
Si quieres leer más fanfics de Crazyfantasia o
dejarle un comentario puedes ir a:
Link del fic original:
http://www.slasheaven.com/viewstory.php?sid=18949&index=1
https://www.fanfiction.net/s/2909663/1/Ojos-Grises-Black
Link a la página de Crazyfantasia donde podrás

encontrar más fics:
https://www.fanfiction.net/u/853384/Crazyfantasia
http://www.slasheaven.com/viewuser.php?uid=65
http://www.shadowess.com/slashfiction/viewuser.php?uid=205
Si deseas leer más fanfics en pdf de otros autores

visítanos en:
~ 280 ~

Ojos Grises Black

Cargado por

Información del documento

Título original

Derechos de autor

Formatos disponibles

Compartir este documento

Compartir o incrustar documentos

Opciones para compartir

¿Le pareció útil este documento?

¿Este contenido es inapropiado?

Copyright:

Formatos disponibles

Ojos Grises Black

Cargado por

Copyright:

Formatos disponibles

Ojos Black by Crazyfantazia

Diseño, Edición y Formato:

Capítulo 1: La puerta falsa

Estuvo tentado en volver a cerrar la ventanilla, pero un gran bostezo lo hizo

Con el corazón latiéndole apresuradamente se inclinó sobre él y dio gracias

Trató de incorporarse, pero no pudo hacerlo porque sorpresivamente fue

— No vuelvas a tratar de moverte – lo regañó Sirius con delicadeza – Lo

— D-déjame, d-déjame – su voz era baja y titubeante, pero se le entendió

— Voy a ayudarte, chico – le acarició el abundante cabello castaño y se

Extrajo su teléfono celular de su saco sin querer ahondar en esa extraña

— D-déjame – volvió a repetir en un murmullo el muchacho.

— No pienso dejarte aquí – marcó con rapidez un número – Una

Sirius obtuvo la unidad de emergencia más rápido de lo que pensó y en

‘James va a matarme, lo sé’ –se decía mientras llamaba a la casa de su

— ¿En qué vas? – le preguntó la pelirroja mientras examinaba las

— ¿Sabes con qué lo golpearon? – la pregunta sorprendió al hombre.

— No lo golpearon – la miró brevemente antes de volver a su labor – Saltó

— ¿En serio? – había duda en su voz.

— En serio – soltó una risita muy triste – Yo vi cuando lo hizo.

Sirius se separó de la mesa de operaciones y una de las enfermeras que lo

— Aquí – la pelirroja señaló la radiografía que exponía el cúbito y el radio

— Tal vez – Lily se encogió de hombros después de un momento – Aunque

Ambos caminaron a la mesa de operaciones y Lily miró un segundo el

— Necesitaremos algunos tornillos para poder sostener todos los huesos en

Y ya sin hablar demasiado, se enfrascaron en la labor de reconstruir el

El hombre era el dueño de un prestigioso equipo de fútbol soccer y en ese

— Pues es cierto – confirmó la mujer y se sentó en una silla cercana a su

— ¿¡Pero por qué!? ¿¡Por qué!? – la miró angustiado.

— ¡No lo sé, Ludo! – alzó las manos llena de impotencia – Pero

— Sí, sí… por supuesto – aceptó de inmediato – Le conseguiré al mejor

— Ni yo tampoco – aceptó también triste.

— ¡Cuánto me alegro! – exclamó con sinceridad – ¡Quiero que le den la

— ¿Se supone que la conozca? – preguntó con algo de angustia pues le

— No necesariamente – rió divertida ante su actitud – Pero para tu fortuna

— ¡Pues qué bien! – exclamó muy alegre.

— Espero que sigas igual de contento cuando nos llegue la factura – se

— Lo pagaremos con el seguro de Oliver – le contestó sonriente.

— ¡Ay, Ludo! – hizo un gesto de desagrado – Nunca dejarás de ser un

— Ya sabes como soy – sonrió y le guiñó un ojo a su mujer, la cual salió

Sirius no creía en el amor a primera vista porque jamás lo había

Ahogó un sollozo al imaginarse el horror y asco que le daría a Oliver si se

A partir de ese momento, Sirius ya no vivió. Simplemente se dedicó a

— Ludo… – llamó al hombre cuando no pudo soportar más sus regaños –

— Está bien, está bien. Lo acepto – Oliver suspiró derrotado – Pensaba

— De hecho ya lo tengo – le contestó Ludo de inmediato – Era mi primera

— ¿Pero? –Oliver lo animó a seguir hablando.

— No… nada – se puso un poco rojo ante la mirada indignada de su esposa

— Para mañana – dijo Oliver interrumpiéndolo – Si mañana en la mañana

— ¡Oliver! – la mujer lo miró asustada.

— Necesito una ayuda real, Rolanda – la miró suplicante – No la

— Gracias – le dijo con sinceridad.

— Fue una mala decisión, lo sé – aceptó el hombre bajando la cabeza –

— Es que me dijeron que esta clínica era muy buena y…

— ¡Tan buena que dejaron olvidadas unas enormes tijeras en la habitación

Con actitud derrotada, Ludo sacó una pequeña tarjeta de su cartera y se la

— La doctora Weasley nos espera en dos horas en su consultorio para que

Capítulo 2: Por fin a salvo

Una luz roja le dio la oportunidad de tomar su teléfono celular y marcó

— ¿Qué pasa, Hermione? – la voz de Ron sonó impaciente cuando le

— Necesito que recojas a Lisa en la tarde – le dijo mientras hacía sonar su

— No puedo y lo sabes – le contestó el pelirrojo cortante.

— ¡Pero es que yo tampoco puedo! – comenzaba a enfadarse seriamente

— ¡Últimamente no tienes tiempo para nada, Ronald! – y cortó la